Post on 30-Jul-2022
ntre otras arduas cuestiones, en judío marginal
tan fundamentales como éstas: ¿Fue Je-sús concebido virginalmente? ¿Teníahermanos y hermanas? ¿Estaba casado osoltero? ¿Era analfabeto o, por el contra-rio, dominaba el griego y el hebreo ade-más del arameo?
El autor, John P. Meier se enfrenta ala gran cuestión objeto de la investiga-ción religiosa moderna. ¿Quién era Je-sús? Para responder a esta pregunta,Meier imagina la situación siguiente:“Supongamos que a un católico, un pro-testante, un judío y un agnóstico –todosellos historiadores serios y conocedoresde los movimientos religiosos del siglo I–se les encerrase en la biblioteca de la Es-cuela de Teología de Harvard y se lesprohibiese salir de allí hasta no haber ela-borado un ‘documento de consenso’, so-bre quién fue Jesús de Nazaret y qué in-tentó en su tiempo y lugar...” Pues bien,Un judío marginal que revelaría ese documento.
Por su tratamiento rigurosamentecientífico y completo del problema del“Jesús histórico”, constituye una trascendental aportación.Para Meier, el “Jesús histórico” es el Je-sús que podemos recuperar o reconstruirutilizando los medios de la investigaciónhistórica moderna. Dado el estado frag-mentario de las fuentes y el carácter in-directo de los argumentos, se obtiene unretrato de Jesús incompleto y a veces es-peculativo. Sin embargo, afirma Meier,se ha ganado algo muy valioso. El“documento de consenso” resultante essusceptible de estudio y debate por todaslas partes interesadas: católicos, protes-tantes, judíos, creyentes y agnósticos, ypuede servir de base común para un diá-logo ecuménico y ulterior investigación.
Gracias a una reconstrucción obje-tiva y bien razonada, Meier nos permitever a Jesús, dos mil años después de supaso por la tierra, como pudieron verlo
John P. Meier
UN JUDÍO MARGINALNueva visión del Jesús histórico
Tomo II, 1ª parte:Juan y Jesús. El reino de Dios
E
verbo divino
UN JUDÍO MARGINAL
John P. Meier
Un judío marginalNueva visión
del Jesús histórico
Tomo II/1:Juan y Jesús. El reino de Dios
A mis amigos y colegasque han hecho posible este volumen
ˆwh axm waxwmw πwqt bhwa hnwma bhwa
Eclo 6,14
Nota del editor: En vista de la extensión que tiene el tomo II de la edición original ydeseando conseguir un uso más práctico de la edición castellana, hemos creído convenientedividirlo en II/1 y II/2. II/1 contendrá la introducción común de ambos y las Siglas y abre-viaturas. II/2 contendrá los índices (de la Escritura, de Autores y de Materias) propios delconjunto.
SIGLAS Y ABREVIATURAS .................................................................. 11
UNAS PALABRAS DE AGRADECIMIENTO ............................................ 25
INTRODUCCIÓN
III. Por qué el camino se presenta largo y polvoriento ............... 27III. Normas de circulación ......................................................... 31III. Mapa vial para moverse por el tomo II ................................ 34
Notas a la introducción .................................................................. 42
Primera ParteJUAN Y JESÚS
JUAN LLAMADO EL BAUTISTA INVITABA A LOS JUDÍOS
A PARTICIPAR DEL BAUTISMO
Capítulo 12. JUAN SIN JESÚS
EL BAUTISTA Y SU RITO BAUTISMAL .......................... 47III. La existencia histórica de Juan Bautista ............................... 47III. El “relato de la infancia” de Juan en Lc 1 ............................ 51III. Palabras y hechos de Juan adulto según las tradiciones evan-
gélicas .................................................................................. 57A) La tradición Q sobre los dichos y hechos de Juan: el pri-
mer bloque de material acerca del Bautista .................... 57B) La tradición L sobre las normas morales de Juan ........... 73C) La aparición del Bautista según Mc 1,1-8 ...................... 75
“Excursus” sobre Juan Bautista en Josefo .................................. 92Notas al capítulo 12 ................................................................... 99
Contenido
Capítulo 13. JESÚS CON JUAN Y SIN ÉL ......................................... 139III. Historicidad del bautismo de Jesús por Juan ....................... 139III. El significado del bautismo de Jesús .................................... 146III. ¿Fue Jesús discípulo de Juan? ............................................... 159IV. Dichos de Jesús acerca de Juan ............................................ 175
1. El segundo “bloque del Bautista” procedente de Q ........ 1752. Origen del bautismo de Juan (Mc 11,27-33) ................. 2153. Tradiciones aisladas de Mt 21,31-32 y Lc 7,29-30 ........ 2194. Tradiciones aisladas del Evangelio de Juan ..................... 223
IV. Muerte del Bautista ............................................................. 224VI. Conclusión: terminar sin terminar con Juan ....................... 230“Excursus” sobre el documento Q ............................................. 231Notas al capítulo 13 ................................................................... 237
Segunda ParteEL REINO DE DIOS
Capítulo 14. EL REINO DE DIOS
LA VENIDA DE DIOS CON PODER PARA REINAR .......... 293PARTE I. TRASFONDO .................................................................... 293
III. Consideraciones preliminares .............................................. 293III. El reino de Dios en el AT ................................................... 300III. El reino de Dios en los pseudoepígrafos .............................. 312IV. El reino de Dios en Qumrán ............................................... 326Notas al capítulo 14 ................................................................... 333
Capítulo 15. EL REINO DE DIOS
LA VENIDA DE DIOS CON PODER PARA REINAR ......... 353PARTE II. JESÚS PROCLAMA UN REINO FUTURO .............................. 353
III. Introducción ....................................................................... 353III. Dichos de Jesús acerca de un reino futuro ........................... 355
1. “Venga tu reino” (Mt 6,10 // Lc 11,2) .......................... 355a) Consideraciones introductorias .................................. 355b) Las dos peticiones “tú” .............................................. 359c) Las tres peticiones “nosotros” ..................................... 366
2. Beber vino en el reino de Dios (Mc 14,25) ................... 3683. A la mesa con Abrahán en el reino (Mt 8,11-12 // Lc
13,28-29) ...................................................................... 3764. Las bienaventuranzas como confirmación ...................... 385
a) Una ojeada inicial a las bienaventuranzas .................. 386b) Las bienaventuranzas en el AT y en la literatura inter-
testamentaria ............................................................. 392
CONTENIDO8
c) Autenticidad de las bienaventuranzas medulares de Q 395d) La cuestión de las bienaventuranzas de M ................. 405
5. ¿Señaló Jesús un plazo para la venida del reino? ............. 409III. Conclusión .......................................................................... 423Notas al capítulo 15 ................................................................... 426
Capítulo 16. EL REINO DE DIOS
LA VENIDA DE DIOS CON PODER PARA REINAR ......... 473PARTE III. EL REINO YA PRESENTE ................................................. 473
III. Introducción ....................................................................... 473III. Dichos ya examinados. Segundo “bloque del Bautista” (Mt
11,2-19 parr.) ...................................................................... 475III. Otros dichos sobre el reino presente .................................... 480
1. Mt 12,28 // Lc 11,20 y otros dichos relacionados con losexorcismos de Jesús (Mc 2,24-27 par.) ........................... 480a) Problema inicial: la mentalidad moderna y las creen-
cias antiguas .............................................................. 481b) Crítica de fuentes y de tradiciones de Mt 12,28 //
Lc 11,20 .................................................................... 484c) Significado de la forma Q más antigua del dicho ...... 488d) Sobre la autenticidad de Lc 11,20 par. ...................... 491e) Coherencia de Lc 11,20 par. con otros dichos sobre
exorcismos ................................................................. 495f ) La forma original aramea de Lc 11,20 ....................... 501
2. “El reino de Dios está entre vosotros”: Lc 17,20-21 ...... 503a) Significado del dicho en el contexto del Evangelio de
Lucas ......................................................................... 503b) Redacción de Lucas y posibles fuentes ....................... 508c) ¿Un dicho auténtico de Jesús? ................................... 509
3. “El reino de Dios se ha acercado”: Mc 1,15 ................... 5114. Dichos conectados con el tema de la salvación presente: la
bienaventuranza sobre los testigos y el rechazo del ayuno 515a) La bienaventuranza sobre los testigos (Mt 13,16-17 //
Lc 10,23-24) ............................................................. 515b) La pregunta sobre el ayuno (Mc 2,18-20 parr.) ......... 521
IV. Conclusión: el reino como ya presente ................................ 534Notas al capítulo 16 ................................................................... 539
CONTENIDO 9
Sagrada Escritura
Gn GénesisEx ÉxodoLv LevíticoNm NúmerosDt DeuteronomioJos JosuéJue JuecesRut Rut1 Sm 1º Samuel2 Sm 2º Samuel1 Re 1º Reyes2 Re 2º Reyes1 Cr 1º Crónicas2 Cr 2º CrónicasEsd EsdrasNeh NehemíasTob TobíasJdt JuditEst EsterAdEst Adiciones a Ester1 Mac 1º Macabeos2 Mac 2º MacabeosJob JobSal SalmosProv ProverbiosEcl EclesiastésCant Cantar de los CantaresSab SabiduríaEclo EclesiásticoIs IsaíasJr JeremíasLam LamentacionesBar Baruc
EpJr (Bar 6) Epístola de JeremíasEz EzequielDn DanielOrAzar (Dn 3,24-90) Oración de AzaríasSus (Dan 13) SusanaBel (Dn 14) Bel y el dragónOs OseasJl JoelAm AmósAbd AbdíasJon JonásMiq MiqueasNah NahúnHab HabacucSof SofoníasAg AgeoZac ZacaríasMal MalaquíasMt MateoMc MarcosLc LucasJn JuanHch HechosRom Romanos1 Cor 1ª Corintios2 Cor 2ª CorintiosGál GálatasEf EfesiosFlp FilipensesCol Colosenses1 Tes 1ª Tesalonicenses2 Tes 2ª Tesalonicenses1 Tim 1ª Timoteo2 Tim 2ª Timoteo
Siglas y abreviaturas
Tit TitoFlm FilemónHeb HebreosSant Santiago1 Pe 1ª Pedro2 Pe 2ª Pedro1 Jn 1ª Juan2 Jn 2ª Juan3 Jn 3ª JuanJds JudasAp Apocalipsis
Apócrifos del AT
AntBibl Antigüedades bíblicas delPseudo-Filón
ApBar(gr) Apocalipsis griego de Ba-ruc (= 2 Bar)
ApBar(sir) Apocalipsis siríaco de Ba-ruc (= 3 Bar)
ApMo Apocalipsis de MoisésArist Carta de AristeasAsMo Asunción de Moisés3 Esd 3º Esdras4 Esd 4º EsdrasHen(esl) Henoc eslavo (= 2 Hen)Hen(et) Henoc etiópico (= 1
Hen)Hen(heb) Henoc hebreo (= 3 Hen)Jub Libro de los Jubileos3 Mac 3º Macabeos4 Mac 4º MacabeosMartIs Martirio de IsaíasOdSl Odas de SalomónOrMan Oración de ManasésOrSib Oráculos SibilinosSalSl Salmos de SalomónTestXII Testamentos de los Doce
PatriarcasTestAs Testamento de AserTestBen etc. Testamento de Benjamín
etc.VidAd Vida de Adán y Eva
Apócrifos del NT(cf. también textos de Nag Hammadi)
ApPe Apocalipsis de PedroEvEb Evangelio de los Ebioni-
tasEvEg Evangelio de los EgipciosEvHeb Evangelio de los Hebreos
EvNaas Evangelio de los Naase-nos
EvPe Evangelio de PedroEvTom Evangelio de TomásHchPil Hechos de PilatoProtEv Protoevangelio de San-
tiago
Padres apostólicos
Bern Carta de Bernabé1 Clem 1ª Carta de Clemente2 Clem 2ª Carta de ClementeDid DidajéDiog Carta a DiognetoHerm Pastor de HermasHerm(m) Hermas, mandataHerm(s) Hermas, similitudinesHerm(v) Hermas, visionesIgnEf Carta de Ignacio a los
EfesiosIgnEsm Carta de Ignacio a los Es-
mirnensesIgnFil Carta de Ignacio a los Fi-
ladelfiosIgnMagn Carta de Ignacio a los
MagnesiosIgnPol Carta de Ignacio a Poli-
carpoIgnTral Carta de Ignacio a los
TralianosMartPol Martirio de PolicarpoPolic Carta de Policarpo a los
Filipenses
Manuscritos del Mar Muerto y textos afines
1QapGn Génesis apócrifo (1ªcueva)
1QH Himnos de acción degracias (1ª cueva)
1QpHab Péser de Habacuc (1ªcueva)
1QIsa Primera copia de Isaías(1ª cueva)
1QIsb Segunda copia de Isaías(1ª cueva)
1QM Rollo de la Guerra (1ªcueva)
1QS Regla de la Comunidado Manual de Disciplina(1ª cueva)
SIGLAS Y ABREVIATURAS12
1QSa Regla de la Congrega-ción (apéndice A a 1QS)(1ª cueva)
1QSb Bendiciones (apéndice Ba 1QS) (1ª cueva)
3Q15 Rollo de cobre (3ª cueva)4QFil Filacterias (4ª cueva)4QFlor Florilegio (4ª cueva)4QMes(ar) Texto “mesiánico” ara-
meo (4ª cueva)4QOrNab Oración de Nabonido
(4ª cueva)4QTest Testimonios (4ª cueva)4QtgJob Targum de Job (4ª cueva)4QtgLv Targum del Levítico (4ª
cueva)4QLeví Testamento de Leví (4ª
cueva)11QMelq Texto de Melquisedec
(11ª cueva)11QtgJob Targum de Job (11ª
cueva)CD Documento de Damasco
(texto de la geniza de ElCairo)
Hev Textos de Nahal HeverMas Textos de MasadaMird Textos de Quirbet MirdMur Textos de Muraba‘at
Targumes
Tg.EstI Targum de Ester ITg.EstII Targum de Ester IITg.Fragm. Targum FragmentarioTg.Is Targum de IsaíasTg.JerI Targum de Jerusalén ITg.JerII Targum de Jerusalén IITg.Ket. Targum de los EscritosTg.N. Targum Neofiti 1Tg.Neb. Targum de los ProfetasTg.Onq. Targum OnqelosTg.Pal. Targum PalestinenseTg.PsJon. Targum Pseudo-JonatánTg.Sam. Targum SamaritanoTg.Yem. Targum del Yemen
Órdenes y tratados de la Misná (y Talmudes)
[Las letras m, b, y, t antes del orden otratado hacen referencia respectiva-
mente al orden o tratado de la Misná,del Talmud de Babilonia, del Talmudde Jerusalén y de la Tosefta]
Abot ‘abotArak. ‘arakînA.Z. ‘abodah zarahBek. bekôrôtBer. berakôtBes. besah (= yom tob)B.B. baba’ batra’Bik. bikkûrîmB.M. baba’ mesi‘a’B.Q. baba’ qamma’Dem. demayEduy. ‘eduyyôtErub. ‘erûbînGit. gittînHag. hagîgahHall. hallahHor. hôrayôtHull. hullînKel. kelîmKer. keritôtKet. ketubôtKil. kil‘ayimMaas. ma‘aserôtMakk. makkôtMaks. maksîrîn (= masqin)Meg. megillahMei. me‘ilahMen. menahôtMid. middôtMiq. miqwa’ôtMo‘ed mô‘edM.Q. mô‘ed qatanM.S. ma‘aser senîNas. nasîmNaz. nazîrNed. nedarîmNeg. nega‘îmNez. nezîqînNid. niddahOho. ‘oholôtOrl. ‘orlahPar. parahPea pe’ahPes. pesahîmQid. qiddûsîmQin. qinnimQod. qodasîmR.H. ro’s hasanahSab. sabbat
SIGLAS Y ABREVIATURAS 13
San. sanhedrînSebi. sebi‘itSebu. sebu‘ôtSeq. seqalîmSot. sotahSukk. sukkahTaa. ta‘anîtTam. tamîdTeb. tebûl yomTem. temurahTer. terumôtToh. toharôtUqs. ‘uqsinYad. yadayimYeb. yebamôtYom. yoma’ (= kipurîm)Zab. zabîmZeb. zebahîmZer. zera‘îm
Abreviaturas de otras obras rabínicas
AbotRN Abot de Rabí NatánAgBer Aggadat BeresitBar. BaraitaDerErRab Derek Eres RabahDerErZut Derek Eres ZutaGem. GemaraKalla KallaMek. MekiltaMidr. MidrásPAbot Pirqé AbotPR Pesiqta RabbatiPRK Pesiqta de Rab KahanaPRE Pirqé Rabí EliezerRab. RabahSem. SemahotSifrá SifráSifré SifréSof. SoferimSORab. Seder ‘Olam RabahTalm. TalmudYal. Yalkut
Abreviaturas de los textos de Nag Hammadi
Allogenes AllogenesApAd Apocalipsis de AdánApPbl Apocalipsis de PabloApPe Apocalipsis de Pedro
1ApSant 1º Apocalipsis de San-tiago
2ApSant 2º Apocalipsis de San-tiago
ApocrJn Apócrifo de JuanApcorSant Apócrifo de SantiagoAsclepio Asclepio 21-29BautA Sobre el bautismo ABautB Sobre el bautismo BBautC Sobre el bautismo CConGPo Concepto de Nuestro
Gran PoderDialSalv Diálogo del SalvadorDisc. 8-9 Discurso sobre la Og-
dóada y la EnéadaEnsAut Enseñanza AuténticaEnsSilv Enseñanzas de SilvanoEpPeFe Epístola de Pedro a Fe-
lipeEstSet Tres Estelas de SetEucA Sobre la eucaristía AEucB Sobre la eucaristía BEugnosto Eugnosto el BenditoEvEg Evangelio de los EgipciosEvFe Evangelio de FelipeEvTom Evangelio de TomásEvVer Evangelio de la VerdadExeAlma Exégesis sobre el almaExpVal Exposición valentinianaHchPe12 Hechos de Pedro y de los
Doce ApóstolesHipArc Hipóstasis de los Arcon-
tesHipsif. HipsífroneIntCon Interpretación del Cono-
cimientoMarsanes MarsanesMelq. MelquisedecNorea Pensamiento de NoreaOrGracias Oración de acción de
graciasOrigMundo Sobre el origen del
mundoOrPbl Oración del Apóstol Pa-
bloParafSem Paráfrasis de SemProTrim Protenoia trimorfaSentSexto Sentencias de SextoSofJCristo Sofía de JesucristoTestVerd Testimonio de la VerdadTomAtl Libro de Tomás el Atleta
SIGLAS Y ABREVIATURAS14
TratRes Tratado sobre la Resu-rrección
TratSet Segundo Tratado delGran Set
TraTri Tratado TripartitoTrueno Trueno, Mente perfectaZost. Zostriano
Revistas, obras y colecciones
AAS Acta Apostolicae SedisAASOR Annual of the American
Schools of Oriental Rese-arch
AB Anchor BibleAcOr Acta OrientaliaACW Ancient Christian Wri-
tersAfO Archiv für Orientfor-
schungAGJU Arbeiten zur Geschichte
des antiken Judentumsund des Urchristentums
AH F. Rosenthal, An Ara-maic Handbook
AJA American Journal of Ar-chaeology
AJBA Australian Journal of Bi-blical Archaeology
AJP American Journal of Phi-lology
AJSL American Journal of Se-mitc Languages and Lite-rature
AJT American Journal ofTheology
ALBO Analecta Lovaniensia Bi-blica et Orientalia
ALGHJ Arbeiten zur Literaturund Geschichte des he-llenistischen Judentums
AnBib Analecta BiblicaANEP J. B. Pritchard (ed.), An-
cient Near East in PicturesANESTP J. B. Pritchard (ed.), An-
cient Near East Supple-mentary Texts and Pictu-res
ANET J. B. Pritchard (ed.), An-cient Near East Texts
Ang AngelicumAnOr Analecta Orientalia
ANQ Andover Newton Quar-terly
ANTF Arbeiten zur neutesta-mentlichen Textfor-schung
ANRW Aufstieg und Niedergangder römischen Welt
AOAT Alten Orient und AltesTestament
AOS American Oriental SeriesAP J. Marouzeau (ed.),
L’Année philologiqueAPOT R. H. Charles (ed.),
Apocrypha and Pseudepi-grapha of the Old Testa-ment
Arch ArchaeologyARW Archiv für Religionswis-
senschaftASNU Acta Seminarii Neotesta-
mentici UpsaliensisASOR American Schools of
Oriental ResearchASS Acta Santae SedisAsSeign Assemblées du SeigneurASSR Archives des Sciences So-
ciales des ReligionsASTI Annual of the Swedish
Theological InstituteATAbh Alttestamentliche Ab-
handlungenATANT Abhandlungen zur
Theologie des Alten undNeuen Testaments
AtBib H. Grollenberg, Atlas ofthe Bible
ATD Das Alte TestamentDeutsch
ATR Anglican Theological Re-view
Aug AugustinianumAusBR Australian Biblical Re-
viewAUSS Andrews University Semi-
nary StudiesBA Biblical ArchaeologistBAC Biblioteca de Autores
CristianosBAGD W. Bauer, W. F. Arndt,
F. W. Gingrich y F. W.Danker, Greek-English
SIGLAS Y ABREVIATURAS 15
Lexicon of The New Tes-tament
BAR Biblical Archaeologist Re-ader
BARev Biblical Archaeology Re-view
BASOR Bulletin of the AmericanSchools of Oriental Rese-arch
BBB Bonner biblischeBeiträge
BBET Beiträge zur biblischenExegese und Theologie
BCSR Bulletin of the Council onthe Study of Religion
BDB F. Brown, S. R. Driver yC. A. Briggs, Hebrew andEnglish Lexicon of the OldTestament
BDF F. Blass, A. Debrunner yR. W. Funk, A GreekGrammar of the New Tes-tament
BDR F. Blass, A. Debrunner yF. Rehkopf, Grammatikdes neutestamentlichenGriechisch
BeO Bibbia e OrienteBETL Bibliotheca Ephemeri-
dum Theologicarum Lo-vaniensium
BEvT Beiträge zur evangeli-schen Theologie
BFCT Beiträge zur Förderungchristlicher Theologie
BGBE Beiträge zur Geschichteder biblischen Exegese
BHEAT Bulletin d’Histoire etd’Exégèse de l’Ancien Tes-tament
BHH B. Reicke y L. Rost(eds.), Biblisch-Histori-sches Handwörterbuch
BHK R. Kittel (ed.), Biblia He-braica
BHS Biblia Hebraica Stuttgar-tensia
BHT Beiträge zur historischenTheologie
Bib BiblicaBibB Biblische BeiträgeBibBh Bible Bhashyam
BibLeb Bibel und LebenBibOr Biblica et OrientaliaBibS(F) Biblische Studien (Frei-
burg, 1895-)BibS(N) Biblische Studien (Neu-
kirchen, 1951-)BIES Bulletin of the Israel Ex-
ploration Society (= Ye-diot)
BIFAO Bulletin de l’InstitutFrançais d’ArchéologieOrientale
Bijdr BijdragenBIOSCS Bulletin of the Internatio-
nal Organization for Sep-tuagint and Cognate Stu-dies
BJPES Bulletin of the Jewish Pa-lestine Exploration Society
BJRL Bulletin of the John Ry-lands University Libraryof Manchester
BK Bibel und KircheBKAT Biblischer Kommentar:
Altes TestamentBLit Bibel und LiturgieBN Biblische NotizenBO Bibliotheca OrientalisBR Biblical ResearchBSac Bibliotheca SacraBSOAS Bulletin of the School of
Oriental (and African)Studies
BT The Bible TranslatorBTB Biblical Theology BulletinBTS Bible et Terre SainteBurH Buried HistoryBVC Bible et Vie ChrétienneBWANT Beiträge zur Wissen-
schaft vom Alten undNeuen Testament
ByF Biblia y FeBZ Biblische ZeitschriftBZAW Beihefte zur ZAWBZNW Beihefte zur ZNWBZRGG Beihefte zur ZRGGCAH Cambridge Ancient His-
toryCahEv Cahiers ÉvangileCahRB Cahiers de la Revue Bi-
bliqueCahThéol Cahiers Théologiques
SIGLAS Y ABREVIATURAS16
CAT Commentaire de l’An-cien Testament
CB Cultura BíblicaCBQ The Catholic Biblical
QuarterlyCBQMS Catholic Biblical Quar-
terly. Monograph SeriesCC Corpus ChristianorumCCath Corpus CatholicorumCH Church HistoryCHR Catholic Historical Re-
viewCIG Corpus Inscriptionum
GraecarumCII Corpus Inscriptionum
IudaicarumCIL Corpus Inscriptionum
LatinarumCIS Corpus Inscriptionum
SemiticarumCJ Classical JournalCJT Canadian Journal of
TheologyCNT Commentaire du Nou-
veau TestamentConB Coniectanea BiblicaConBNT Coniectanea Biblica,
New TestamentConBOT Coniectanea Biblica, Old
TestamentConNT Coniectanea Neotesta-
menticaCP Classical PhilologyCQ Church QuarterlyCQR Church Quarterly ReviewCRAIBL Comptes Rendus de l’Aca-
démie des Inscriptions etBelles-Lettres
CRINT Compendia Rerum Iu-daicarum ad NovumTestamentum
CSCO Corpus ScriptorumChristianorum Orienta-lium
CSEL Corpus Scriptorum Ec-clesiasticorum Latino-rum
CTJ Calvin Theological Jour-nal
CTM Concordia TheologicalMonthly
CTQ Concordia TheologicalQuarterly
CurTM Currents in Theology andMission
DACL Dictionnaire d’Archéolo-gie Chrétienne et de Litur-gie
DBSup Dictionnaire de la Bible.Supplément
DJD Discoveries in the Juda-ean Desert
DRev Downside ReviewDS Denzinger-Schönmetzer,
Enchiridion symbolorumDTC Dictionnaire de Théologie
CatholiqueEBib Études BibliquesEDB L. F. Hartman (ed,),
Encyclopedic Dictionaryof the Bible
EHAT Exegetisches Handbuchzum Alten Testament
EKKNT Evangelisch-katholischerKommentar zum NeuenTestament
EKL Evangelisches Kirchenlexi-kon
EncJud Encyclopedia Judaica(1971)
EnchBib Enchiridion BiblicumErIsr Eretz IsraelErJb Eranos JahrbuchEstBib Estudios BíblicosEstEcl Estudios EclesiásticosEstTeol Estudios TeológicosETL Ephemerides Theologicae
LovaniensesETR Études Théologiques et Re-
ligieusesEvK Evangelische Kommen-
tareEvQ Evangelical QuarterlyEvT Evangelische TheologieEWNT H. Balz y G. Schneider
(eds.), Exegetisches Wör-terbuch zum Neuen Te-stament
ExpTim Expository TimesFB Forschung zur BibelFBBS Facet Books. Biblical Se-
riesFC Fathers of the Church
SIGLAS Y ABREVIATURAS 17
FRLANT Forschungen zur Reli-gion und Literatur desAlten und Neuen Testa-ments
GAT Grundrisse zum AltenTestament
GCS Griechische christlicheSchriftsteller
GKB Gesenius-Kautzsch-Bergsträsser, HebräischeGrammatik
GKC Gesenius’ Hebrew Gram-mar, ed. E. Kautzsch, tr.A. E. Cowley
GNT Grundrisse zum NeuenTestament
GRBS Greek, Roman, and By-zantine Studies
Greg GregorianumGTA Göttinger theologische
ArbeitenGTC Grace Theological JournalHALAT W. Baumgartner et al.,
Hebräisches und aramäi-sches Lexikon zum AltenTestament
HAT Handbuch zum AltenTestament
HDR Harvard Dissertations inReligion
HeyJ Heythrop JournalHibJ Hibbert JournalHKAT Handkommentar zum
Alten TestamentHKNT Handkommentar zum
Neuen TestamentHNT Habdbuch zum Neuen
TestamentHNTC Harper’s NT Commen-
tariesHR History of ReligionsHSM Harvard Semitic Mono-
graphsHSS Harvard Semitic StudiesHTKNT Herders theologischer
Kommentar zum NeuenTestament
HTR Harvard Theological Re-view
HTS Harvard TheologicalStudies
HUCA Hebrew Union CollegeAnnual
HUT Hermeneutische Unter-suchungen zur Theologie
IB Interpreter’s BibleIBS Irish Biblical StudiesICC International Critical
CommentaryIDB G. A. Buttrick (ed.), In-
terpreter’s Dictionary ofthe Bible
IDBSup Supplementary volumeto IDB
IEJ Israel Exploration JournalInt InterpretationIOS Israel Oriental SocietyITQ Irish Theological Quar-
terlyJA Journal AsiatiqueJAAR Journal of the American
Academy of ReligionJAC Jahrbuch für Antique und
ChristentumJAL Jewish Apocryphal Lite-
ratureJANESCU Journal of the Ancient
Near Eastern Society ofColumbia University
JAOS Journal of the AmericanOriental Society
JAS Journal of Asian StudiesJB A. Jones (ed.), Jerusalem
BibleJBC R. E. Brown et al. (eds.),
The Jerome Biblical Com-mentary
JBL Journal of Biblical Litera-ture
JBR Journal of Bible and Reli-gion
JDS Judean Desert StudiesJEH Journal of Ecclesiastical
HistoryJEOL Jaarbericht ... ex Oriente
LuxJES Journal of Ecumenical
StudiesJETS Journal of the Evangelical
Theological SocietyJHNES Johns Hopkins Near
Eastern Studies
SIGLAS Y ABREVIATURAS18
JHS Journal of Hellenic Stu-dies
JJS Journal of Jewish StudiesJMES Journal of Middle Eastern
StudiesJNES Journal of Near Eastern
StudiesJPOS Journal of the Palestine
Oriental SocietyJPSV Jewish Publication Society
VersionJQR Jewish Quarterly ReviewJQRMS Jewish Quarterly Review
Monograph SeriesJR Journal of ReligionJRelS Journal of Religious Stu-
diesJRH Journal of Religious His-
toryJRS Journal of Roman StudiesJRT Journal of Religious
ThoughtJSHRZ Jüdische Schriften aus
hellenistisch-römischerZeit
JSJ Journal for the Study ofJudaism in the Persian,Hellenistic and RomanPeriods
JSNT Journal for the Study ofthe New Testament
JSNTSup Journal for the Study ofthe New Testament.Supplement Series
JSOT Journal for the Study ofthe Old Testament
JSOTSup Journal for the Study ofthe Old Testament. Sup-plement Series
JSS Journal of Semitic StudiesJSSR Journal for the Scientific
Study of ReligionJTC Journal for Theology and
the ChurchJTS Journal of Theological
StudiesJudaica Judaica: Beiträge zum
Verständnis...KAT E. Sellin (ed.), Kommen-
tar zum A.T.
KB L. Koehler y W. Baum-gartner, Lexicon in Vete-ris Testamenti libros
KD Kerygma und DogmaKJV King James VersionKIT Kleine TexteLB Linguistica BiblicaLCC Library of Christian
ClassicsLCL Loeb Classical LibraryLCQ Lutheran Church Quar-
terlyLD Lectio DivinaLLAVT E. Vogt, Lexicon linguae
aramaicae Veteris Testa-menti
LPGL G. W. H. Lampe, Patris-tic Greek Lexicon
LQ Lutheran QuarterlyLR Lutherische RundschauLS Louvain StudiesLSJ Liddlell-Scott-Jones,
Greek-English LexiconLTK Lexikon für Theologie und
KircheLTP Laval Théologique et Phi-
losophiqueLumVie Lumière et VieLW Lutheran WorldMcCQ McCormick QuarterlyMDB Le Monde de la BibleMDOG Mitteilungen der deut-
schen Orient-Gesell-schaft
MeyerK H. A. W. Meyer, Kri-tisch-exegetischer Kom-mentar über das NeueTestament
MGWJ Monatsschrift für Ge-schichte und Wissenschaftdes Judentums
MM J. H. Moulton y G. Mi-lligan, The Vocabulary ofthe Greek Testament
MNTC Moffatt NT Commen-tary
MPAIBL Mémoires présentés àl’Académie des Inscrip-tions et Belles-Lettres
MScRel Mélanges de Science Reli-gieuse
SIGLAS Y ABREVIATURAS 19
MTZ Münchener theologischeZeitschrift
Mus Le MuséonMUSJ Mélanges de l’Université
Saint-JosephNAB New American BibleNCB New Century BibleNCCHS R. D. Fuller et al. (eds.),
New Catholic Commen-tary on Holy Scripture
NCE M. R. P. McGuire et al.(eds.), New CatholicEncyclopedia
NEB New English BibleNeot NeotestamenticaNFT New Frontiers in Theo-
logyNHS Nag Hammadi StudiesNICNT New International Com-
mentary on the NewTestament
NICOT New International Com-mentary on the Old Tes-tament
NIV New International Ver-sion
NJBC New Jerome BiblicalCommentary
NJV New Jewish VersionNKZ Neue kirchliche ZeitschriftNovT Novum TestamentumNovTSup Novum Testamentum.
SupplementsNRT Nouvelle Revue Théologi-
queNTA New Testament AbstractsNTAbh Neutestamentliche Ab-
handlungenNTD Das Neue Testament
DeutschNTF Neutestamentliche For-
schungenNTS New Testament StudiesNTTS New Testament Tools
and StudiesNumen Numen. International Re-
view for the History of Re-ligions
OBO Orbis Biblicus et Orien-talis
OIP Oriental Institute Publi-cations
OLP Orientalia LovaniensiaPeriodica
OLZ Orientalische Literatur-zeitung
Or Orientalia (Roma)OrAnt Oriens AntiquusOrChr Oriens ChristianusOrSyr L’Orient SyrienOTA Old Testament AbstractsOTL Old Testament LibraryPAAJR Preceedings of the Ameri-
can Academy of Jewish Re-search
PCB M. Black y H. H. Row-ley (eds.), Peake’s Com-mentary on the Bible
PEFQS Palestine ExplorationFund. Quarterly State-ment
PEQ Palestine ExplorationQuarterly
PG J. Migne, PatrologiaGraeca
PGM K. Preisedanz (ed.),Papyri graecae magicae
Phil PhilologusPJ Palästina-JahrbuchPL J. Migne, Patrologia La-
tinaPO Patrologia OrientalisPSB Princeton Seminary Bulle-
tinPSTJ Perkins School of Theology
JournalPTMS Pittsburgh Theological
Monograph SeriesPVTG Pseudepigrapha Veteris
Testamenti GraecePW Pauly-Wissowa, Real-
Encyclopädie der klassi-schen Altertumswissen-schaft
PWSup Supplement to PWQD Quaestiones DisputataeQDAP Quarterly of the Depart-
ment of Antiquities in Pa-lestine
RAC Reallexikon für Antikeund Christentum
RANE Records of the AncientNear East
RArch Revue Archéologique
SIGLAS Y ABREVIATURAS20
RB Revue BibliqueRCB Revista de Cultura BíblicaRE Realencyclopädie für pro-
testantische Theologie undKirche
REA Revue des Études Ancien-nes
RechBib Recherches BibliquesREJ Revue des Études JuivesRelS Religious StudiesRelSoc Religion and SocietyRelSRev Religious Studies ReviewRES Répertoire d’Épigraphie
SémitiqueResQ Restoration QuarterlyRevExp Review and ExpositorRevistB Revista BíblicaRevQ Revue de QumrânRevScRel Revues des Sciences Reli-
gieusesRevSem Revue SémitiqueRGG Religion in Geschichte
und GegenwartRHE Revue d’Histoire Ecclésias-
tiqueRHPR Revue d’Histoire et de
Philosophie ReligieusesRHR Revue de l’Histoire des Re-
ligionsRIDA Revue Internationale des
Droits de l’AntiquitéRivB Rivista BiblicaRNT Regensburger Neues
TestamentRQ Römische Quartalschrift
für christliche Altertums-kunde und Kirchenge-schichte
RR Review of ReligionRRef La Revue ReforméeRSO Rivista degli Studi Orien-
taliRSPT Revue des Sciences Philo-
sophiques et ThéologiquesRSR Recherches de Science Reli-
gieuseRSV Revised Standard VersionRTL Revue Théologique de
LouvainRTP Revue de Théologie et de
Philosophie
RUO Revue de l’Universitéd’Ottawa
RV Revised VersionSacEr Sacris ErudiriSANT Studien zum Alten und
Neuen TestamentSB Sources BibliquesSBA Studies in Biblical Ar-
chaeologySBAW Sitzungsberichte der baye-
rischen Akademie derWissenschaften
SBB Stuttgarter biblischeBeiträge
SBFLA Studii Biblici FranciscaniLiber Annuus
SBJ La Sainte Bible de Jérusa-lem
SBL Society of Biblical Litera-ture
SBLASP Society of Biblical Litera-ture Abstracts and Semi-nar Papers
SBLDS SBL Dissertation SeriesSBLMasS SBL Masoretic StudiesSBLMS SBL Monograph SeriesSBLSBS SBL Sources of Biblical
StudySBLSCS SBL Septuagint and
Cognate StudiesSBLTT SBL Texts and Transla-
tionsSBM Stuttgarter biblische Mo-
nographienSBS Stuttgarter BibelstudienSBT Studies in Biblical Theo-
logySC Sources ChrétiennesScEccl Sciences EcclésiastiquesScEs Science et EspritSCHNT Studia ad Corpus Helle-
nisticum Novi Testa-menti
SCR Studies in ComparativeReligion
Scr ScriptureScrB Scripture BulletinScrHier Scripta HierosolymitanaST Studia TheologicaSTANT Studien zum Alten und
Neuen Testament
SIGLAS Y ABREVIATURAS 21
SIGLAS Y ABREVIATURAS22
STDJ Studies on the Texts ofthe Desert of Judah
Str-B [H. Strack y] P. Biller-beck, Kommentar zumNeuen Testament ausTalmud und Midrasch
StudNeot Studia NeotestamenticaStudOr Studia OrientaliaSUNT Studien zur Umwelt des
Neuen TestamentsSVTP Studia in Veteris Testa-
menti PseudepigraphaSymBU Symbolae Biblicae Upsa-
liensesTAPA Transactions of the Ame-
rican Philological Associa-tion
TBei Theologische BeiträgeTBl Theologische BlätterTBü Theologische BüchereiTBT The Bible TodayTCGNT B. M. Metzger, A Tex-
tual Commentary on theGreek New Testament
TD Theology DigestTDNT G. Kittel y G. Friedrich
(eds.), Theological Dictio-nary of the New Testa-ment
TDOT G. J. Botterweck y H.Ringgren (eds.), Theolo-gical Dictionary of theOld Testament
TextsS Texts and StudiesTF Theologische ForschungTGl Theologie und GlaubeTHKNT Theologischer Hand-
kommentar zum NeuenTestament
ThStud Theologische StudiënTLZ Theologische Literaturzei-
tungTP Theologie und PhilosophieTPQ Theologisch-Praktische
QuartalschriftTQ Theologische Quartal-
schriftTRE Theologische Realenzy-
klopädieTRev Theologische RevueTRu Theologische RundschauTS Theological Studies
TSK Theologische Studien undKritiken
TToday Theology TodayTTZ Trierer theologische
ZeitschriftTU Texte und Untersuchun-
genTWAT G. J. Botterweck y H.
Ringgren (eds.), Theolo-gisches Wörterbuch zumAlten Testament
TWNT G. Kittel y G. Friedrich(eds.), Theologisches Wör-terbuch zum Neuen Te-stament
TynBul Tyndale BulletinTZ Theologische ZeitschriftUBSGNT United Bible Societies
Greek New TestamentUNT Untersuchungen zum
Neuen TestamentUSQR Union Seminary Quar-
terly ReviewVC Vigiliae ChristianaeVCaro Verbum CaroVD Verbum DominiVE Vox EvangelicaVF Verkündigung und For-
schungVKGNT K. Aland (ed.), Vollstän-
dige Konkordanz zumgriechischen Neuen Testa-ment
VP Vivre et Penser (= RB1941-1944)
VS Verbum SalutisVSpir La Vie SpirituelleVT Vetus TestamentumVTSup Vetus Testamentum.
SupplementsWDB Westminster Dictionary of
the BibleWHAB Westminster Historical
Atlas of the BibleWHJP World History of the Je-
wish PeopleWMANT Wissenschaftliche Mo-
nographien zum Altenund Neuen Testament
WO Die Welt des OrientsWTJ Westminster Theological
Journal
WUNT Wissenschaftliche Unter-suchungen zum NeuenTestament
WVDOG Wissenschaftliche Veröf-fentlichungen der deut-schen Orientgesellschaft
WZKM Wiener Zeitschrift für dieKunde des Morgenlandes
WZKSO Wiener Zeitschrift für dieKunde Süd- und Ostasiens
ZAW Zeitschrift für die alttesta-mentliche Wissenschaft
ZDMG Zeitschrift der deutschenmorgenländischen Gesell-schaft
ZDPV Zeitschrift des deutschenPalästina-Vereins
ZHT Zeitschrift für historischeTheologie
ZKG Zeitschrift für Kirchenge-schichte
ZKT Zeitschrift für katholischeTheologie
ZMR Zeitschrift für Missions-kunde und Religionswis-senschaft
ZNW Zeitschrift für die neute-stamentliche Wissen-schaftliche
ZRGG Zeitschrift für Religions-und Geistesgeschichte
ZTK Zeitschrift für Theologieund Kirche
ZWT Zeitschrift für wissen-schaftliche Theologie
Otras siglas y abreviaturas
AT Antiguo TestamentoLXX Setenta o SeptuagintaNT Nuevo Testamentopar. (parr.) Paralelo (paralelos) en los
evangeliosTM Texto masoréticoVg. VulgataVL Vetus Latina
SIGLAS Y ABREVIATURAS 23
Incluso en mayor medida que el volumen I, el volumen II de Un judíomarginal ha contado con el apoyo y la colaboración de relevantes especia-listas, tan numerosos que no es posible mencionar aquí a todos ellos. En-tre los profesores de la Universidad Católica de América que leyeron el ma-nuscrito e hicieron sugerencias figuran Christopher T. Begg, John P.Galvin, Francis T. Gignac, William P. Loewe y Frank J. Matera. Lamentoel fallecimiento del profesor Carl J. Peter, quien no llegó a ver impreso estenuevo volumen; sus inestimables consejos serán echados en falta. Tambiénme han ayudado en mi investigación colegas de otras instituciones, comolos profesores Harold W. Attridge, de la Universidad de Notre Dame; My-les M. Bourke, antes de la Universidad Fordham y actualmente del prio-rato de Portsmouth; Raymond E. Brown, profesor emérito del SeminarioTeológico de la Unión, de Nueva York; John J. Collins, de la Universidadde Chicago; Joseph A. Fitzmyer, profesor emérito de la Universidad Cató-lica; Daniel J. Harrington y John S. Kselman, ambos de la Escuela de Teo-logía Weston, y John P. Reumann, del Seminario Teológico Luterano.
Guardo un especial reconocimiento por su concurso a distinguidos es-pecialistas judíos como los profesores Shaye J. D. Cohen, de la Universi-dad Brown; Louis H. Feldmann, de la Universidad Yeshivá de NuevaYork; Jacob Neusner, de la Universidad de Florida del Sur, y Burton L. Vi-sotzky, del Seminario Teológico Judío de Nueva York. Mi agradecimientoa estos eruditos no debe ser interpretado como que ellos estén de acuerdocon todo lo que he escrito aquí. Es únicamente a mí a quien correspondeasumir la responsabilidad de las posiciones adoptadas en este volumen.
Deseo expresar mi gratitud, por separado y de manera señalada, al di-rector de la serie Anchor Bible Reference Library, el profesor David NoelFreedman, cuya mirada vigilante me ha impedido incurrir en innumera-
Unas palabrasde agradecimiento
bles errores embarazosos. Bien merece una palabra de reconocimiento elprofesor John Smolko, quien con su pericia en materia de ordenadorescontribuyó de modo nada desdeñable a la elaboración del original.
También quiero dar las gracias al personal de las bibliotecas de la Uni-versidad Católica de América, la Biblioteca Teológica Woodstock de laUniversidad de Georgetown, la Unión Teológica de Berkeley, la Casa Do-minicana de Estudios (Washington, DC), el Seminario Teológico de laUnión (Nueva York), el Seminario de San José (Yonkers, NY), la Escuelade Teología Weston y la Escuela de Teología de Harvard.
Lo esencial del excursus sobre Juan Bautista en Josefo apareció, con di-ferente formato, como “John the Baptist in Josephus: Philology and Exe-gesis”: JBL 111 (1992) 225-37. Mi agradecimiento a la citada revista porsu permiso para la utilización de ese material en el presente volumen.
UNAS PALABRAS DE AGRADECIMIENTO26
I. Por qué el camino se presenta largo y polvoriento
Si al proyectar manda el deseo, al ejecutar se impone la necesidad. Alprincipio, Un judío marginal iba a constituir una obra en un solo tomo ovolumen sobre el Jesús histórico; luego se hizo necesario otro más, y ahorasabemos que habrá un tercero. Aparte la verbosidad del autor (el moderno,no el antiguo), ¿cuál es el motivo de esta aparente desmesura? A ampliarla extensión original de la obra me han persuadido cuatro razones.
La primera reside en que Un judío marginal no es un proyecto autó-nomo. Está integrado en uno mayor, que es la Anchor Bible Reference Li-brary, una serie de obras de consulta. Esto significa que no soy libre parapresentar en Un judío marginal mis propias ideas sin prestar atención a po-siciones discrepantes o contrarias. Toda “biblioteca de consulta” requiereun muestrario razonablemente amplio de autores y opiniones. La riquezade contenido y la equidad han exigido, pues, mayor espacio del previstoinicialmente para esa biblioteca.
La segunda razón para el tratamiento ampliado mantiene un estrechovínculo con la primera. La obra Un judío marginal está siendo escrita enuna etapa pujante de la investigación sobre Jesús, a la que pretende con-tribuir, y que algunos críticos denominan “la tercera búsqueda del Jesúshistórico” 1 . La primera búsqueda produjo una serie de “biografías libera-les” de Jesús en la Alemania del siglo XIX y alcanzó su culminación y con-clusión con el libro de Albert Schweitzer Investigaciones sobre la vida de Je-sús (1906). Esas biografías “liberales” suelen reflejar más la imaginaciónhiperactiva de sus autores que los datos de los Evangelios. La segunda bús-queda, llevada a cabo especialmente por “postbultmannianos” como ErnstKäsemann y Günther Bornkamm en la década 1950-60, se caracterizó porun mayor cuidado en la enunciación de criterios para los juicios históri-
Introducción al tomo II
cos; pero, al menos en Alemania, arrastraba la pesada carga de la filosofíaexistencialista del siglo XX. Cuanto más intensamente existencialista era unlibro sobre el Jesús histórico, más entusiasta acogida se le dispensaba enlos años cincuenta y sesenta... y más anticuado parece hoy. Nada envejecetan pronto como la moda.
En la década de los noventa, la tercera búsqueda viene mostrando unmayor acierto en su metodología, más consciencia y sentido autocríticofrente a los prejuicios y tendencias y más firme determinación a escribirhistoria en vez de teología o cristología encubiertas. La tercera búsquedaaprovecha los recientes descubrimientos arqueológicos, un mejor conoci-miento de la lengua aramea y del contexto cultural de la Palestina del si-glo I, una visión más clara del judaísmo (o judaísmos) de la época en tornoal cambio de era, y las nuevas concepciones del análisis sociológico y de lateoría literaria moderna. Obviamente, ninguno de esos avances libra a losactuales investigadores –ni a mí mismo entre ellos– de ser influido por ten-dencias personales o institucionales. Lo más que se puede esperar de talesmejoras es que sirvan de barreras contra las imaginaciones desenfrenadasy las distorsiones ideológicas.
No me faltan, pues, razones para sumergirme en el caudal de la lite-ratura dedicada al Jesús histórico e introducirme en la animada discusiónactual al respecto. En la investigación sobre Jesús no se trata de que un in-telectual más se sume a una buena lucha. El debate es esencial si quere-mos que la investigación sobre Jesús mantenga su categoría de labor aca-démica seria. Además de los criterios de historicidad y otras normasmetodológicas, el debate y la crítica mutua entre autores resultan funda-mentales para evitar que se produzcan desviaciones fantásticas y capricho-sas, nada insólitas en la búsqueda del Jesús histórico.
Esa necesidad de diálogo con la abundante literatura generada por latercera búsqueda –así como con las obras representativas de las dos pri-meras– es, pues, otra razón por la que en este nuevo volumen hay tantaabundancia de material bibliográfico y de notas al final de cada capítulo.Con vistas a mantener una línea de argumentación clara para el lector noespecializado, he seguido la pauta adoptada en el primer volumen: el textotrata los temas principales de la manera más directa y sencilla posible, dadasu complejidad, mientras que las notas finales, dirigidas sobre todo a losespecialistas, ofrecen referencias bibliográficas, información detallada su-plementaria y razonamientos sobre cuestiones secundarias. De este modoespero tratar debidamente el aluvión de libros y artículos producidos porla tercera búsqueda, sin aburrir al lector no especializado.
Una tercera razón que justifica la extensión del volumen II –así comola necesidad del volumen III– es mi creciente conciencia de que, dema-
INTRODUCCIÓN AL TOMO II28
siadas veces en el pasado, se tomaron decisiones cruciales sobre la histori-cidad de palabras o hechos específicos de Jesús sobre la base de una argu-mentación asombrosamente escasa. La redacción del presente volumenme ha proporcionado la ocasión de releer clásicos tales como la Historiade la tradición sinóptica, de Rudolf Bultmann (no hay traducción espa-ñola) y Jesús de Nazaret, de Günther Bornkamm, pero esta vez “a cámaralenta”, mientras yo efectuaba un detenido análisis de los diferentes textosevangélicos 2 . Lo que me ha llamado repetidamente la atención es el des-concertante modo como estos y otros grandes autores decidían sobre lagrave cuestión de la historicidad del material con unas cuantas frases que,a veces, parecen una simple evasiva. Con frecuencia, al someter a pruebaesos concisos argumentos, he visto su falta de solidez. Sin embargo, hanvenido repitiéndose de libro en libro, de generación en generación, sobretodo por la autoridad de unos exegetas de talla colosal como los citados.Esa experiencia me ha convencido de que, para defender o rechazar la his-toricidad de unos determinados hechos o dichos de Jesús, no basta un ra-zonamiento sumario: de ahí la extensión del volumen II. Así, aunque loslectores no estén de acuerdo con mis conclusiones, al menos podrán sa-ber con claridad las razones en que me baso y los motivos por los que ellosdiscrepan.
La cuarta y última razón por la que he escrito un volumen tan amplioradica en el tema del que trata su parte tercera (II/2): los milagros de Je-sús tal como los narran los cuatro Evangelios. En el pasado, demasiadoslibros sobre el Jesús histórico, o bien han omitido los relatos de milagros,o bien, como simple gesto cortés, les han dedicado un solo capítulo. Peroesa escasa o nula atención no hace justicia a la abundancia de testimoniossobre la actividad taumatúrgica de Jesús en prácticamente todos los estra-tos de la tradición evangélica ni al gran impacto que esa actividad produjoen al menos algunos judíos de la Palestina del siglo I.
Los relatos sobre los milagros de Jesús no están basados en conjeturasni en una apologética cristiana tardía; nos los garantiza Josefo. Este histo-riador judío originario de Palestina dedica sólo unas pocas palabras alministerio público de Jesús, pero en su lacónica noticia destaca la afirma-ción de que Jesús fue «autor de hechos asombrosos [paradovxwn e[rgwnpoihthv", es decir, un taumaturgo como el profeta Eliseo]» 3. Junto con eldato de que Jesús fue un hombre sabio y un maestro que se atrajo muchosseguidores, la faceta taumatúrgica es todo lo que menciona Josefo sobre elministerio público antes de decirnos bruscamente que los judíos acusarona Jesús ante Pilato, el cual lo condenó a ser crucificado. Así, Josefo, al igualque los Evangelios, nos produce la impresión de que la reputación de Je-sús como taumaturgo influyó bastante en su capacidad de atraerse el fa-vor de las multitudes y la no tan favorable atención de las autoridades,
INTRODUCCIÓN AL TOMO II 29
tanto judías como romanas. Subrayo la palabra reputación porque notengo intención, aquí ni en ninguna otra parte de esta obra, de hacer laafirmación teológica de que Jesús verdaderamente realizó milagros. Es su-ficiente para el historiador saber que ciertos hechos de Jesús fueron consi-derados milagros por mucha gente, tanto amigos como enemigos. Ésta esla clave de muchas cosas.
Recuerdo cómo el ya desaparecido profesor Morton Smith solía recalcaren los seminarios de la Universidad de Columbia que, sin sus milagros, Je-sús nunca habría despertado el entusiasmo ni la oposición que marcó su mi-nisterio y que finalmente acabó con su vida 4 . Durante los siglos I a. C. y I
d. C. hubo muchos profetas y maestros en Palestina; sin embargo, la com-binación de un éxito tan grande, un final tan trágico y un impacto tan du-radero sólo se produjo en el caso del Nazareno. Una razón fundamental detal diferencia reside en la configuración atípica de las características de Jesús,configuración en la que los milagros desempeñaron un papel importante.
Por atribuirse el poder de hacer milagros, poder reconocido por mu-chos, Jesús no fue un profeta o un maestro como los demás. Al mismotiempo actuó como: 1) el profeta de los últimos días, que estaban a puntode llegar, pero que de algún modo se encontraban ya presentes en su mi-nisterio; 2) el reunificador del Israel de los últimos días, al rodearse del cír-culo de los doce discípulos, que simbolizaban las doce tribus de Israel; 3)el maestro tanto de verdades pertenecientes a la moral general como de re-glas minuciosas relativas a la observancia de la ley mosaica, y, finalmente,4) el exorcista y sanador con fama, como Elías y Eliseo, de haber resuci-tado a muertos.
La explosiva convergencia y el reforzamiento mutuo de estas figuras–normalmente separadas– en la sola persona de Jesús de Nazaret es lo quehace de él un personaje de excepción, para bien o para mal, en su propiaépoca y en las posteriores. Más en concreto, de todos los elementos de esa“mezcla”, probablemente fue la fama taumatúrgica lo que más contribuyóa su prominencia y popularidad en el ámbito público, así como a gene-rarle animadversión en los círculos de poder 5 . Para no andar con rodeos:cabe preguntarse de cuánta popularidad habría disfrutado este particularpredicador y maestro judío de no haber estado los milagros de por medio.Sin milagros, muchos judíos palestinos habrían visto a Jesús como una ver-sión jovial de Juan Bautista: un eco del que fue su maestro, pero sin el ex-tremado ascetismo de éste y sin un marco de actuación tan desolado. Sinmilagros, la figura, la fama y el destino de Jesús habrían sido muy distin-tos y, probablemente, de mucho menor relieve. Sin milagros, nos queda-ría sólo la figura de papel elaborada por Thomas Jefferson y todos los sub-siguientes buscadores de un Jesús razonable.
INTRODUCCIÓN AL TOMO II30
En resumen, el deseo de compensar la habitual ausencia de todo aná-lisis serio de la tradición de los milagros en la mayor parte de las obras so-bre el Jesús histórico es lo que me ha llevado a dedicar tanto tiempo al es-tudio de esa faceta de su ministerio. De ahí que la parte tercera del volumenII ofrezca no sólo una visión global de la tradición de los milagros en susmúltiples estratos, sino también un minucioso inventario y examen de to-dos los relatos de milagros que se encuentran en los cuatro Evangelios. Éstaes la razón por la que el camino se presenta largo y polvoriento.
II. Normas de circulación
La metodología por la que se rige Un judío marginal quedó expuestaen la parte primera del volumen I (pp. 29-209). Pero hasta las almas in-trépidas que recorrieron esas doscientas páginas probablemente creeránoportuno un sumario repaso de las normas de circulación que imperan ennuestro camino de búsqueda.
Digamos, en suma, que no se debe identificar ingenuamente el “Jesúshistórico” con la total realidad de Jesús de Nazaret, es decir, todo lo queJesús pensó, dijo, hizo y experimentó durante su vida o, simplemente, du-rante su ministerio público. Hoy es imposible reconstruir la totalidad dela vida de Jesús o hacer siquiera un relato de ella razonablemente com-pleto, a causa de la enorme distancia temporal y de la escasez de fuentes.
En contraste con el “Jesús real”, el “Jesús histórico” es ese Jesús quepodemos recuperar o reconstruir utilizando los nuevos métodos científi-cos de investigación histórica. El “Jesús histórico” es, pues, una elabora-ción científica, una abstracción teórica de los estudiosos modernos quecoincide sólo parcialmente con el Jesús de Nazaret real, el judío que efec-tivamente vivió y trabajó en Palestina en el siglo I d. C.
Si el Jesús histórico no es el Jesús real, tampoco es el “Jesús teológico”,investigado por los teólogos con arreglo a sus propios métodos y criterios.Con vistas a ilustrar en qué se distingue una investigación histórica sobreJesús de una investigación teológica, propongo la fantasía del “cónclave nopapal”: un católico, un protestante, un judío y un agnóstico –todos elloshistoriadores serios y conocedores de los movimientos religiosos del sigloI– son encerrados en un lugar reservado de la biblioteca de la Escuela deTeología de Harvard, sometidos a una dieta espartana y obligados a no sa-lir de allí hasta que elaboren un documento consensuado sobre quién fueJesús de Nazaret.
Exigencia primordial de ese documento sería que estuviese basado enfuentes y argumentos puramente históricos. Sus conclusiones tendrían que
INTRODUCCIÓN AL TOMO II 31
ser susceptibles de verificación por toda persona sincera que utilizase losmedios de la investigación histórica moderna. Sin duda, ese documentoconsensuado adolecería de un ángulo de visión estrecho, de una percepciónfragmentaria y, quizá, incluso de distorsiones. Ciertamente, no pretenderíapresentar una interpretación completa –menos aún última y definitiva– deJesús, su trabajo y sus intenciones 6 . Sin embargo, proporcionaría una basecomún académicamente respetable y un punto de partida para el diálogoentre personas de diversos credos o sin credo alguno.
Como quedó de manifiesto en el volumen I, hay muy pocas fuentespara el conocimiento del Jesús histórico aparte de los cuatro Evangelios ca-nónicos. Pablo y Josefo ofrecen sólo unos cuantos datos relevantes. Elaserto de que materiales tardíos como los evangelios apócrifos y los textosde Nag Hammadi aportan información histórica independiente y fiablesobre Jesús es fruto, en gran parte, de la fantasía. Al final, el único recursoque le queda al historiador es someter a una criba los cuatro Evangelios enbusca de tradiciones históricas. Tarea ardua, porque todos esos documen-tos son producto de las iglesias cristianas de la segunda mitad del siglo I
(fueron escritos entre cuarenta y setenta años después de la muerte de Je-sús) y están saturados de fe cristiana en Jesús como el Señor de la Iglesiaresucitado. Por eso, la única esperanza de obtener resultados fiables radicaen efectuar un examen minucioso del material evangélico a la luz de loscriterios de historicidad.
En la búsqueda del Jesús histórico, cinco criterios se han mostrado es-pecialmente útiles. He aquí sus nombres y funciones:
1) El criterio de la dificultad señala los textos evangélicos que muy im-probablemente fueron inventados por la Iglesia primitiva, dado que po-dían crear situaciones embarazosas o dificultades teológicas a la Iglesia yadurante el período neotestamentario (p. ej., el bautismo de Jesús por Juan).
2) El criterio de la discontinuidad se centra en las palabras o hechosde Jesús que no pueden proceder del judaísmo o judaísmos de la época enque él vivió ni de la Iglesia primitiva (p. ej., el rechazo del ayuno volun-tario por parte de Jesús).
3) El criterio del testimonio múltiple resalta los dichos o hechos de Je-sús atestiguados en más de una fuente literaria independiente (p. ej., Mar-cos, Q, Pablo o Juan) y/o en más de una forma o género literarios (p. ej.,un dicho de Jesús sobre cierto tipo de milagro más un relato sobre elmismo tipo de milagro). Así, un testimonio múltiple es el que ofrecenMarcos, Q y Pablo al afirmar independientemente que Jesús prohibió eldivorcio. Corresponden al segundo ejemplo un dicho de Q y relatos deMarcos y Juan, todos los cuales atestiguan que, en vida de Jesús, se decíaque él había dado la vista a los ciegos.
INTRODUCCIÓN AL TOMO II32
4) El criterio de coherencia es aplicable sólo después de haber aisladomediante otros criterios cierta cantidad de material histórico. Según el cri-terio de coherencia, tienen muchas probabilidades de ser históricos otrosmateriales que encajan bien en la “base de datos” establecida preliminar-mente mediante otros criterios.
5) El criterio del rechazo y ejecución, en vez de juzgar dichos y hechosespecíficos de Jesús, examina la línea seguida por Jesús en su ministerio ypregunta qué palabras y hechos encajan en ella y explican su juicio y cru-cifixión. Un Jesús cuyas palabras y hechos no hayan representado unaamenaza y una causa de rechazo, especialmente por parte de los podero-sos, no es el Jesús histórico.
Se puede recurrir, además, a varios criterios que sirven sólo como “re-fuerzo” o confirmación de los primarios. Entre estos criterios secundarios(hay quien los llama “dudosos”) están los que se centran en las huellas delengua aramea y en los ecos del ambiente palestino del siglo I en que vi-vió Jesús, presentes en sus dichos. Aún menos decisivos (alguien diría inú-tiles) son el criterio de la viveza y concreción de un relato y el de las su-puestas tendencias generales de la tradición sinóptica en su desarrollo.
Como veremos en la tercera parte (II/2), creo que, a título excepcio-nal, hay una clara tendencia de la tradición evangélica que puede ser útilpara nuestra búsqueda. En los cuatro Evangelios, la tradición de los mila-gros tiene una clara tendencia a ser anónima. Usualmente, no son men-cionados el peticionario ni el beneficiario del milagro, como tampoco ellugar ni el momento en que sucede. Como mínimo, un relato de un mi-lagro en el que se mencionen nombres va a contrapelo de la tendencia bas-tante uniforme de la tradición.
Dada la dificultad que la clara formulación y la aplicación de esos cri-terios entraña, no es sorprendente que algunos autores prescindan de todolo relativo a métodos y criterios. Prefieren “ir por libre” 7 . Sin embargo,cualquier erudito ocupado en la búsqueda del Jesús histórico opera, de he-cho, con alguna clase de método y de criterio, aunque sea de manera in-cipiente y sin plena conciencia de ello. El peligro de “ir por libre” es quefácilmente se tiende a sacar de los datos las conclusiones que se desean yno las que los datos permiten. La importancia de la aplicación metódicade los criterios a los datos es que puede forzar al investigador a sacar con-clusiones que no ha previsto y acaso no desea.
Yo experimenté la verdad de esta observación al escribir el capítulo 15,que trata sobre la cuestión de si Jesús proclamó el reino de Dios como unacontecimiento futuro. En un principio, yo esperaba que ciertos pasajesen los que Jesús anuncia la llegada del reino dentro del espacio temporalde su generación ofrecerían la prueba más clara de que él consideraba tal
INTRODUCCIÓN AL TOMO II 33
llegada como inminente. Sin embargo, el examen de esos textos clave (Mt10,23; Mc 9,1; 13,30) a la luz de los criterios me condujo forzosamente auna conclusión distinta. Muy probablemente fueron escritos por los pri-meros cristianos, quienes, viendo pasar los años sin que se produjera in-dicio de parusía, trataron de infundirse confianza a sí mismos sobre el re-torno glorioso de Cristo.
Al escribir esta obra, el peso de los datos y la fuerza de los criterios mehan obligado a cambiar mis puntos de vista una y otra vez. Así, por expe-riencia, estoy convencido de que, aunque la metodología y los criteriospueden resultar aburridos, son imprescindibles para evitar que el críticovea en los datos lo que previamente ha decidido ver. Las normas de cir-culación no suelen despertar entusiasmo; pero, sin respetarlas, no hayforma de avanzar con seguridad.
III. Mapa vial para moverse por el tomo II
Quienes han leído el primer volumen de Un judío marginal conocensu carácter en gran parte programático: constituye los prolegómenos de laobra. Allí se expone el problema del Jesús histórico y el método para abor-darlo, se ofrece información sobre el origen y el entorno de Jesús y, final-mente, se determina de forma aproximada el marco cronólogico de suvida.
Es en el presente volumen, el segundo, donde se inicia el tratamientodirecto de los dichos y hechos de Jesús correspondientes a su ministeriopúblico. Como la extensión de este volumen supera en más del doble ladel anterior –de ahí la necesidad de dividirlo físicamente–, el lector puedeencontrar útil disponer de un “mapa vial” de las partes y capítulos que locomponen 8 .
El volumen II está dividido en tres partes principales: “El mentor”, “Elmensaje” y “Los milagros”, títulos claramente alusivos al contenido. Así,la primera trata de Juan Bautista; la segunda, de la proclamación del reinode Dios por parte de Jesús, y la tercera, de los relatos evangélicos sobreexorcismos, curaciones, resurrecciones y milagros “sobre la naturaleza”.
1) La primera parte se centra, pues, en la persona que individualmentetuvo más marcada influencia en el ministerio de Jesús. Demasiado a me-nudo, los libros sobre el Jesús histórico dedican al Bautista, como a los re-latos de milagros, un tratamiento somero y sumario. Sin embargo, una delas cosas que con más seguridad sabemos de Jesús es que se sometió vo-luntariamente al bautismo de Juan para el perdón de los pecados: un acon-tecimiento embarazoso que cada evangelista, a su modo, trató de difumi-
INTRODUCCIÓN AL TOMO II34
nar. Pero la figura del Bautista no es fácilmente escamoteable. Pese a to-das las diferencias entre Juan y Jesús, algunos elementos fundamentales dela predicación y praxis de Juan calaron a modo de agua bautismal en elministerio de Jesús. Por eso, como trabajos euditos recientes han venido acorroborar, no entender al Bautista es no entender a Jesús.
Para contrarrestar la tendencia a minimizar la influencia de Juan, le hededicado los primeros dos capítulos del volumen II. El primero de ellos,el capítulo 12 en la totalidad de la obra, lleva por título “Juan sin Jesús: elBautista en su propio rito”. Allí, con ayuda de Josefo y de los Evangelios,trato de entender el ministerio, la predicación, el bautismo y la muerte deJuan desvinculados de toda posible relación con Jesús. Particularmente alescribir para cristianos acostumbrados a las presentaciones evangélicas,todo especialista debe esforzarse por describir al Bautista como un profetajudío independiente que, antes de cualquier conexión con Jesús, tenía supropia importancia y significado.
Visto desde esa perspectiva, el Bautista aparece como un profeta judíodel siglo I que proclamaba un mensaje escatológico con rasgos apocalípti-cos. Juan anunciaba un juicio inminente de Israel que, por sus pecados,iba a recibir un castigo de fuego, del que sólo podría librarse mediante laconversión interna, la reforma de la conducta y la aceptación de un bau-tismo, único en la vida, administrado por el propio Juan. En su crítica im-plícita del templo y sus instituciones, así como en su práctica penitencialy en su utilización ritual del agua como el medio de agradar a Dios y ob-tener el perdón, Juan tiene puntos en común con otras figuras peniten-ciales judías de su época y de la región del valle del Jordán, sobre todo conlos miembros de la secta de Qumrán.
Pero relacionarlo estrechamente con Qumrán, sobre todo mediante laimagen romántica de Juan recibiendo educación en una escuela prepara-toria del desierto de Judea, puede ser excesivo. El Bautista presenta rasgosque lo distancian de Qumrán y, de hecho, de casi todas las otras formasdel judaísmo palestino del siglo I. Entre ellos, el bautismo único en la vidavinculado a su propia persona (tan vinculado que le valió su segundonombre); su apertura a todo Israel, sin establecer diferencias y sin preocu-parse por los detalles de la observancia de la ley ni por la creación de unanueva comunidad sectaria dentro del judaísmo, y su aparente indiferenciapor el futuro del templo de Jerusalén, pese a haber sido purificado y res-taurado.
Es difícil determinar en concreto qué esperaba Juan para un futuro pró-ximo a través del juicio y la salvación. Habla de la llegada de alguien supe-rior a él, “más fuerte”, que bautizará con Espíritu Santo, a diferencia de susimple bautismo con agua. Pero no está claro si ese personaje más fuerte
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que él es un ser angélico o humano, un celestial “Hijo del hombre” o unMesías terreno, o si se trata de Dios mismo. Probablemente, la vaguedaddel lenguaje indica que tal profecía no era diáfana ni para el propio Juan.
Aparte los detalles de su mensaje, Juan produjo –según atestigua Jo-sefo– un amplio y profundo impacto en los judíos de su época. Tanto esasí que Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, creyó oportuno curarse ensalud y quitarlo de en medio antes de que su influencia sobre el pueblofuera utilizada con fines sediciosos. Como explica Josefo, la idea de unarebelión se encontraba en la mente siempre recelosa de Herodes, no en elmensaje ni en los hechos de Juan.
Fue a este profeta escatológico del bautismo único a quien Jesús deNazaret prometió adhesión en el río Jordán allá por el año 28 (de la rela-ción entre ambos me ocupo en el capítulo 13, titulado “Jesús con Juan ysin él”). Esa aceptación del bautismo de Juan y, por tanto, presumible-mente, también de su mensaje, convirtió a Jesús, al menos en sentido am-plio, en discípulo suyo. Otros indicios presentes en los Evangelios, espe-cialmente en el cuarto, sugieren la posibilidad de que Jesús permaneciesealgún tiempo en el círculo más íntimo de los discípulos del Bautista.Luego, habría dejado a Juan, quizá con algunos discípulos de éste, paraemprender su propio ministerio.
La precisa relación entre la anterior adhesión de Jesús al Bautista y sunuevo ministerio independiente ha sido muy debatida en los últimostiempos, y la variedad de opiniones de los estudiosos ha alcanzado ambosextremos del espectro. Por ejemplo, Hendrikus Boers subraya los vínculosperpetuos entre Juan y Jesús. Según Boers, Jesús siguió viendo a Juan, noa sí mismo, como el personaje decisivo, final y escatológico que precedíala llegada del reino de Dios. Juan no señaló a Jesús, sino Jesús a Juan, comola figura humana central en la culminación de la historia salvífica. En elotro extremo del espectro, Paul Hollenbach habla de la “apostasía” de Je-sús con respecto a Juan. Supuestamente, en un principio, Jesús adoptó elbautismo de Juan y su mensaje sobre un juicio inminente y un castigo defuego. Pero, en cierto punto, cambió de mensaje para dar a conocer la pre-sencia de la misericordia divina, y, en consecuencia, la práctica del bau-tismo cedió el paso a los exorcismos y las curaciones.
En realidad, para crear sus teorías simplistas, los eruditos situados enambos extremos pasan por alto parte de los complejos datos de los Evan-gelios. Dichos que contradicen una particular teoría son tachados sin másde no auténticos, y, sin una sólida base en los textos evangélicos, son pos-tulados diferentes períodos para el ministerio de Jesús. En cambio, si sesometen a un cuidadoso examen las tradiciones contenidas en los cuatroEvangelios, resulta lo siguiente:
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El cuarto Evangelio está probablemente en lo cierto cuando indicaque Jesús imitó la práctica de bautizar. Este valioso punto de contacto en-tre Juan y Jesús fue olvidado o suprimido por los sinópticos. Pero hay algomás importante todavía: en contra de la suposición de Hollenbach, noexiste razón para pensar que Jesús abandonase esa práctica una vez ini-ciada. Lo probable es que el rito bautismal pasara de Juan a Jesús y de Je-sús a la Iglesia, adoptando diferentes significados en cada etapa del pro-ceso.
Dado que Jesús trasladó el énfasis de su predicación desde el inmi-nente juicio y castigo divino mediante el fuego al ofrecimiento de la mi-sericordia de Dios, el bautismo como símbolo gráfico de la extinción delfuego futuro quedó consecuentemente postergado en el ministerio de Je-sús. Sin embargo, pese a todo el énfasis en la misericordia y el perdón deDios, de los que eran prueba las curaciones y los compañeros de mesa deJesús, él nunca dejó de proclamar el anuncio de Juan referente a la llegada,muy próxima, de Dios como juez. De hecho, un Bautista con un mensajede escatología futura a un lado de Jesús y una Iglesia con un mensaje deescatología futura al otro producen un Jesús totalmente carente de escato-logía futura y, por tanto, sospechoso desde el principio. Esto supone ungrave problema para los planteamientos de Marcus J. Borg y John Domi-nic Crossan, quienes pretenden eliminar la escatología futura de la predi-cación de Jesús. Por más que Jesús se alejara de Juan, siempre llevó con-sigo gran parte de su antiguo maestro. En cierto sentido, Jesús nuncaexistió sin Juan.
2) Toda esta plática sobre escatología nos conduce de modo natural ala parte segunda del volumen II, al “mensaje”. Hasta tal punto se da porsentado que en el núcleo del mensaje de Jesús se encuentra el símboloclave “reino de Dios” que, al escribir el volumen II, en un primer momentotraté de ver el modo de impugnar esa idea. Tras un examen inicial de lostextos intenté demostrar que “reino de Dios” era principalmente un vesti-gio lingüístico conservado del judaísmo anterior a Jesús, o bien un ele-mento esencial de la predicación cristiana primitiva retrotraído al mensajede Jesús. Es interesante señalar que, pese a mis esfuerzos por continuar esateoría revisionista en el capítulo 14, donde se investiga el término “reinode Dios”, no pude hacerla funcionar y opté por el abandono de mi pro-yecto. Los hechos y los criterios de historicidad apuntan con demasiadapersistencia en dirección opuesta. Aunque el dinámico símbolo del pode-roso gobierno de Dios sobre una creación rebelde se encuentra en variaspartes del AT, en los pseudoepígrafos y en los textos de Qumrán, la ex-presión específica “reino de Dios” es extremadamente rara en documentosanteriores a Jesús, sobre todo empleada en un contexto de escatología fu-tura inminente.
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Sin embargo, se observa un abundante uso de esta frase estereotipadacomo un símbolo central en los dichos de Jesús de los Evangelios sinópti-cos. Tal expresión no parece retrotraída del uso cristiano primitivo, dadoque “reino de Dios” se encuentra pocas veces en Pablo, casi desaparece enJuan y es totalmente inexistente en algunos libros del NT. La única con-clusión lógica es que, con ánimo de suscitar curiosidad y tensión, el Jesúshistórico escogió conscientemente una frase poco usada para utilizarlacomo envoltorio y símbolo de su complejo mensaje sobre el reinado y elreino de Dios.
Nuevamente, a ambos extremos del espectro se pueden detectar dostendencias básicas en las investigaciones recientes sobre el reino de Diosen la enseñanza de Jesús. Algunos especialistas, sobre todo Crossan y Borg,afirman que Jesús habló del reino de Dios sólo como presente en su mi-nisterio o, en otro caso, como universalmente presente en la experienciahumana de quienes tienen ojos para ver. Esos autores consideran que to-das las referencias a un reino escatológico futuro proceden de la Iglesia pri-mitiva. Por el contrario, en su muy encomiada obra Jesus and Judaism, E.P. Sanders sostiene que Jesús habló con claridad sólo de la llegada del reinoen un futuro inminente, y niega que alguno de los dichos auténticos pro-clame claramente el reino como ya presente en el ministerio de Jesús.
Una vez más, creo que la verdad se encuentra entre los dos extremos.El gran número de dichos de Jesús que hablan de un reino futuro y el he-cho de que procedan de diversas fuentes hacen muy difícil negar la exis-tencia de toda referencia de ese tipo en la enseñanza del Jesús histórico.Aun prescindiendo por completo de los dichos relacionados con el miste-rioso Hijo del hombre, las pruebas de una escatología futura en la ense-ñanza de Jesús no dejan de ser abundantes. En el capítulo 15 abogo dete-nidamente en favor de la tesis de una escatología futura, basándome encuatro dichos clave que considero auténticos: a) la petición “venga tureino” del padrenuestro (Mt 6,10 par.); b) la tradición de la última cenaen que Jesús declara que no volverá a beber vino hasta la llegada del reino(Mc 14,25 par.); c) la promesa de que acudirán muchos de oriente y oc-cidente a sentarse a la mesa con los patriarcas en el reino (Mt 8,11-12par.), y d) las varias promesas de las bienaventuranzas de Q (p. ej., en Mt5,3-13 par.).
Es claro, por tanto, a mi entender, que Jesús habló de una futura lle-gada escatológica del reino. Al mismo tiempo, Jesús parece proclamar consus palabras y demostrar con sus hechos que, en cierto sentido, «el reinode Dios está entre vosotros» (Lc 17,21). Especialmente significativo es elimportante dicho de Q mediante el cual interpreta Jesús su práctica de losexorcismos: yo expulso los demonios con el poder de Dios, entonces es
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que el reino de Dios ha llegado a vosotros (Lc 11,20 par.). Sanders se es-fuerza por evitar la evidente consecuencia de tales palabras. Pero, comohago ver en el capítulo 16, este dicho auténtico, junto con varios otros,habla claramente –aunque sea de un modo proléptico e imperfecto– delreino de Dios como ya presente en el ministerio de Jesús, sobre todo ensus exorcismos y curaciones.
Recientemente, algunos críticos han objetado que un reino a la vezpresente y futuro constituye una intolerable contradictio in terminis. Cabereplicar que la mentalidad semítica subyacente a buena parte de los librosbíblicos no se habría dejado impresionar demasiado por el principio filo-sófico occidental de no contradicción. Pero, más pertinentemente, el reinode Dios es un símbolo en tensión que encierra un acontecimiento diná-mico, toda una representación mítica de la llegada de Dios en poder paravencer a sus enemigos e instaurar definitivamente su imperio en Israel. Unreino de Dios estático, entendido como un lugar determinado o una si-tuación establecida, no podría ser a la vez presente y futuro. Pero el reinode Dios como representación mítica de carácter dinámico permite una re-alización por etapas, con batallas estratégicas ya ganadas, pero cuya victo-ria final está aún por llegar.
3) Entre las impresionantes manifestaciones del reino de Dios ya pre-sente en el ministerio de Jesús figuran los exorcismos, las curacionesy otros milagros que él obra. Así, la cuestión del anuncio del reino porparte de Jesús nos lleva de manera natural al asunto de su puesta en prác-tica con actos taumatúrgicos. Este espinoso y complicado tema, el de losmilagros, ocupa la tercera y última parte del volumen II.
En el capítulo 17 trato brevemente los problemas teóricos que lamisma idea de milagro crea hoy día a muchas personas instruidas delmundo occidental. Aunque echo una ojeada a las objeciones modernascontra los milagros efectuadas desde la ciencia y la filosofía, no ha estadoen mi ánimo hacer una apología de la creencia en ellos. Mi punto de vistaes que un juicio como “Dios obró un milagro en tal curación” es en rea-lidad teológico, no histórico. Un historiador puede examinar los casos pre-sentados como milagros, rechazar aquellos que tienen una explicación na-tural evidente y dar noticia de aquellos otros a los que él no es capaz deencontrar una explicación natural. Pero, puesto a emitir un juicio pura-mente histórico, no puede pasar de ahí 9 .
Así como el historiador debe rechazar la credulidad, no debe aceptartampoco la afirmación a priori de que no hay milagros ni puede haberlos.En sentido estricto, esto es una proposición filosófica o teológica, no his-tórica. Todavía en mayor medida debe rechazar el historiador la asevera-ción –carente de fundamento y, de hecho, refutada– de Bultmann y sus
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discípulos de que «el hombre moderno no puede creer en milagros». Ahíestá, como dato empírico, el resultado de una encuesta realizada por Ga-llup en 1989, donde se revela que aproximadamente el 82% de los ame-ricanos actuales, hombres y mujeres presumiblemente de su tiempo (en-tre ellos, personas cultas y con “mundo”), aceptan el enunciado de queincluso hoy Dios realiza milagros. ¿Cómo van a decirme Bultmann y com-pañía lo que el hombre moderno no puede hacer, cuando dispongo de da-tos sociológicos probatorios de que el hombre moderno hace eso mismo?
El capítulo 18 se ocupa del problema de los milagros en el mundo an-tiguo. Autores como Morton Smith, David Aune y John Dominic Cros-san han puesto en tela de juicio las ideas cristianas tradicionales sobre lanaturaleza de los milagros. Según estos eruditos, que recurren tanto a an-tiguos textos grecorromanos como a las modernas ciencias sociales paraapoyar sus tesis, no existe una diferencia real, objetiva, entre milagros ymagia. “Magia” es simplemente la etiqueta peyorativa que, en antiguas dis-putas sobre religión, los polemistas aplicaron a sus adversarios. Algo asícomo mis héroes religiosos hacen milagros y los tuyos magia.
Aunque, a primera vista, ese enfoque presenta el atractivo de la obje-tividad científica y la imparcialidad, las cosas no son tan simples. Despuésde comparar las características de los papiros mágicos griegos con las delos relatos evangélicos de milagros, llego a una conclusión similar a la quesostienen algunos antropólogos: el milagro y la magia son dos modelosideales situados a ambos extremos de un espectro de experiencia religiosa.A un extremo del espectro, el modelo ideal de la magia comprende los ele-mentos de 1) poder automático poseído por un mago 2) en virtud de fór-mulas y ritos secretos, con 3) la resultante presión sobre los poderes divi-nos por parte de seres humanos 4) en búsqueda de soluciones rápidas aproblemas prácticos. Además, la magia suele llevar la impronta 5) del in-dividualismo y del espíritu de iniciativa, en contraste con la persistenciade la comunidad de fe.
Al otro lado del espectro, el milagro se integra por lo general en un con-texto de 1) fe en un Dios personal al que es preciso someter la propia vo-luntad en oración, 2) una permanente comunidad de fe y 3) una manifes-tación pública del poder de Dios 4) no sujeta a un rito o fórmuladeterminados. Insisto en que “magia” y “milagros” son dos modelos idealessituados a ambos extremos del espectro. Por ejemplo, los papiros mágicosgriegos suelen reflejar el modelo ideal de magia, aunque a veces presentanelementos de oración y humilde súplica. Del mismo modo, en los Evange-lios, la mayor parte de las curaciones realizadas por Jesús tienden a situarseen el extremo del espectro correspondiente a los milagros, aunque algunas,como la curación de la hemorroísa, tienen elementos afines a la magia.
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En resumen, yo no creo que la integración de milagro y magia en unfenómeno uniforme sea útil ni haga justicia a la complejidad de los datos.Por eso me parece que Smith y Crossan no aciertan al describir a Jesúscomo un mago judío. La categoría de taumaturgo está más en correspon-dencia con los textos evangélicos (si Crossan y Aune quieren incluir en ellaa Apolonio de Tiana, por mí no hay inconveniente). Además presenta unamayor utilidad, ya que proporciona un punto de partida menos polémicoy con menor carga emocional para examinar y evaluar los datos.
En el capítulo 19 efectúo un examen inicial de los milagros atribuidosa Jesús tal como son relatados en los cuatro Evangelios. Utilizando los cri-terios de historicidad, procedo a establecer el siguiente aserto global: du-rante su ministerio público, Jesús se atribuyó la realización de milagros;sus contemporáneos, tanto amigos como enemigos, creyeron que los ha-cía, y, en efecto, él llevó a cabo hechos extraordinarios que sus enemigosexplicaron como el resultado de una alianza con los poderes demoníacos.En otras palabras, el intento de presentar las tradiciones evangélicas sobremilagros simplemente como propaganda misionera de los primeros cris-tianos es una falacia de ciertas tendencias de la crítica formal. Pero esa fa-lacia zozobra entre los escollos de los criterios de historicidad, sobre todoel del testimonio múltiple de fuentes y formas. Un Jesús sin nada de tau-maturgo, idea propagada en la época de la Ilustración por pensadorescomo Thomas Jefferson, es un buen ejemplo de refundición de un pro-feta judío del siglo I para adaptarlo a la sensibilidad de una minoría inte-lectual moderna.
La claridad reinante hasta este punto se transforma en nebulosidadcuando, tras ese aserto global, paso a efectuar un completo inventario delos relatos sobre milagros contenidos en los cuatro evangelios. En los ca-pítulos 20, 21, 22 y 23 me ocupo, sucesivamente, de los milagros de Je-sús: exorcismos, curaciones de afecciones físicas, resurrecciones y, final-mente, esa categoría miscelánea de los “milagros sobre la naturaleza”(categoría que rechazo). En esos capítulos, los juicios sobre historidad sonextremadamente aventurados. Lo mejor que se puede hacer –pienso– esestablecer una distinción entre los relatos que con gran probabilidad sonpuras y simples creaciones de la Iglesia primitiva y los que de algún modopueden remontarse al Jesús histórico, si bien cabe la posibilidad de que ha-yan sido reelaborados por la predicación cristiana posterior.
Los resultados de aplicar los criterios de historicidad para llevar a caboesa distinción son a veces sorprendentes y no siempre responden a lo queyo habría esperado o deseado. Por ejemplo, a mi parecer, el extraño relatode Mc 5 acerca del geraseno poseído por un espíritu inmundo llamado Le-gión tiene como base un exorcismo que verdaderamente realizó Jesús en
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la región de Gerasa, en la Decápolis. En cambio, el delicioso relato sobrela mujer sirofenicia que suplica a Jesús la ejecución de un exorcismo en suhija tiene visos de ser una creación del cristianismo primitivo dirigida asimbolizar las relaciones entre judíos y gentiles en la misión cristiana. Lamayor parte de los milagros sobre la naturaleza parecen haber sido gene-rados en la Iglesia primitiva; sin embargo, los relatos sobre multiplicacio-nes milagrosas de alimentos realizadas por Jesús pueden reflejar alguna co-mida especial que él diera durante su ministerio público.
Todos estos juicios, lo admito, son sumamente discutibles, pero po-nen de relieve un punto básico sobre el que he insistido a lo largo del vo-lumen II: el único modo de alcanzar conclusiones siquiera probables es so-meter a un minucioso análisis los datos y aplicar escrupulosamente loscriterios de historicidad. Aquí vemos de nuevo la razón por la que el ca-mino se presenta largo y polvoriento. Pero, al menos, disponemos de unmapa vial ahora que empieza el viaje.
Notas a la introducción
1 Sobre las tendencias de esta nueva etapa de la búsqueda, véase Craig A. Evans,“Life-of-Jesus Research and the Eclipse of Mythology”: TS 54 (1993) 3-36.
2 Para evitar una indebida proliferación de las notas, no repito en estos comenta-rios introductorios todas las referencias a obras principales que figuran en el cuerpodel volumen II.
3 Ant. 18.3.3 §63-62. Sobre la autenticidad y el significado del esencial texto de-nominado Testimonium Flavianum (“testimonio” de Josefo sobre Jesús), véase Un ju-dío marginal, I, 79-108.
4 Como explicaré en su momento, no estoy de acuerdo con la equiparación quehace Smith de milagro y magia ni con su descripción de Jesús como un mago secre-tamente antinomista. Sin embargo, debo señalar que, junto con especialistas comoDavid E. Aune, E. P. Sanders y John Dominic Crossan, Smith ayudó a corregir lamiopía de ciertos críticos que, por conveniencia, han sido incapaces de notar la pre-sencia masiva de relatos de milagros en todos los estratos, incluso en los más primiti-vos, de la tradición sobre Jesús.
5 Cf. Evans, “Life-of-Jesus Research”, 29.6 De manera no muy diferente al formateado de discos duros en los ordenadores,
susceptible de ser realizado en varios niveles, la composición de una historia o bio-grafía, aunque siempre es interpretativa hasta cierto punto, permite varios niveles deinterpretación. Ya la simple reunión de datos y el juicio sobre su historicidad impli-can cierto “bajo nivel” de interpretación. Por encima de ese bajo nivel, Un judío mar-ginal procura en lo posible que toda interpretación de alcance sobre Jesús y su obrasurja gradual y naturalmente de la convergencia de los datos juzgados históricos. Enparticular, Un judío marginal no pretende aplicar a los datos ninguna cuadrícula in-terpretativa, ya sea política, económica o sociológica. Esas cuadrículas pueden ser úti-les en una fase posterior de la interpretación, pero en la búsqueda del Jesús históricono generan nuevos conocimientos acerca de él ni resuelven el problema de la histori-
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cidad de los datos. Naturalmente, Un judío marginal trabaja desde unos presupues-tos, pero son los presupuestos generales de la historiografía.
7 En The Religion of Jesus the Jew (Minneapolis: Fortress, 1993) 7, Geza Vermesmanifiesta su desdén por la “metodología” y su afición a “ir por libre”. El problemaes que toda investigación erudita no totalmente irregular se desarrolla siguiendo cier-tas normas, independientemente de que hayan sido pensadas y etiquetadas y se reco-nozca el uso de ellas. El peligro de seguir un método y unos criterios no deliberadosse hace evidente casi de inmediato en la obra de Vermes. 1) Implícitamente, él tra-baja con el criterio del testimonio múltiple de fuentes, pero no utiliza ese criteriocomo es debido. Por ejemplo, para demostrar que Jesús observaba la ley cúltica, Ver-mes afirma (p. 18) que «los tres Evangelios sinópticos informan de que, después decurar a un leproso, [Jesús] le ordenó presentarse ante un sacerdote para ser exami-nado”, y cita Mc 1,44 como prueba. Sin embargo, a juicio de la mayor parte de loscomentaristas, las versiones mateana y lucana de esa curación son simplemente adap-taciones teológicas del relato del Marcos. Hay, pues, sólo una fuente independienteque atestigüe el hecho histórico. Los paralelos mateano y lucano ciertamente expre-san lo que Marcos y Lucas pensaban de Jesús, pero no ofrecen un testimonio inde-pendiente sobre la historicidad del hecho (aun cuando se diera por bueno que Mar-cos se sirvió de Mateo, seguiría habiendo una sola fuente independiente). 2) Vermesutiliza también una especie de combinación de los criterios de dificultad y disconti-nuidad (p. 17). Sin embargo, al aplicar esos criterios hay que andarse con muchotiento si se recurre a material rabínico. Desdichadamente, Vermes emplea con des-concertante liberalidad y ligereza no sólo la Misná (redactada ca. 200 d. C.), sino tam-bién la Tosefta, los varios midrases y targumes e incluso el Talmud jerosolimitano (re-dactado en la primera mitad del siglo V) y el Talmud babilónico (que, redactado enla primera mitad del siglo VI, alcanzó su forma final en el siglo VIII). Vermes no setoma en serio el problema –al que alude Jacob Neusner en particular– del recurso amaterial rabínico para entender el judaísmo de la primera parte del siglo I (pp. 7-10).En cambio, véase con qué cuidado tratan la cuestión –aunque sin coincidir todosellos– E. P. Sanders, Jewish Law from Jesus to the Mishna. Five Studies (London: SCM;Philadelphia: Trinity, 1990); íd., Judaism. Practice & Belief 63 BCE-66 CE (London:SCM; Philadelphia: Trinity, 1992); Craig A. Evans, “Mishna and Messiah ‘In Con-text’: Some Comments on Jacob Neusner’s Proposals”: JBL 112 (1993) 267-89; y, enréplica a Sanders y Evans, Jacob Neusner, “Mr. Sanders’ Pharisees and Mine”: SJT44 (1991) 73-95; íd., “The Mishna in Philosophical Context and out of CanonicalBounds”: JBL 112 (1993) 291-304. Para la evaluación que este último autor hace demi obra, cf. Jacob Neusner, “Who Needs ‘The Historical Jesus’?”: Bulletin for Bibli-cal Research 4 (1994) 1-14.
8 En vista de la expansión de la obra a tres volúmenes, he decidido dividir cadavolumen en partes separadas, haciendo que cada volumen comience con su propia“parte primera”. Esto altera mi proyecto original de numerar las partes consecutiva-mente a lo largo de toda la obra (véase volumen I, pp. 41-42).
9 Cf. Evans, “Life-of-Jesus Research”, 17.
INTRODUCCIÓN AL TOMO II 43
PRIMERA PARTE
JUAN Y JESÚS
Juan llamado el Bautista ...invitaba a los judíos
a participar del bautismoJOSEFO, ANT. 18.5.2 §116-17
I. La existencia histórica de Juan Bautista 1
Nuestro estudio sobre la cronología de la vida de Jesús al final del vo-lumen I llegó a un resultado sombrío. Situó dos figuras históricas, ambasrelacionadas con dos grandes símbolos de juicio y muerte, en dos fechasentre las que transcurre el ministerio de Jesús: Juan Bautista con su bau-tismo a comienzos del año 28 d. C. y Poncio Pilato con la cruz el 7 deabril del año 30. Tan horrible simetría no escapó a los evangelistas ni a au-tores cristianos posteriores.
Sin embargo, pese a toda la historia elaborada a lo largo de los siglospor la teología, el Bautista histórico y el Pilato histórico, a semejanza delas dos grandes columnas en el exterior del templo de Jerusalén, siguenflanqueando el ministerio de Jesús 2 . Su simetría llega más allá de lo sim-bólico y teológico. No solamente los cuatro Evangelios, sino también Jo-sefo, reconocen la existencia del Bautista y de Pilato.
A diferencia del Testimonium Flavianum (Ant. 18.3.3 §63-64), estu-diado en el capítulo 3, la noticia que ofrece Josefo sobre Juan Bautista enAnt. 18.5.2 §116-119 3 no requiere una larga defensa de su autenticidad.El texto básico aparece en todos los manuscritos importantes de las Anti-güedades judaicas 4 , y el vocabulario y el estilo son claramente los de Jo-sefo, como resulta evidente sobre todo en los libros 17-19 de las Antigüe-dades 5 . Además –lo que tampoco es el caso del Testimonium–, Orígenes,en su Contra Celso (1.47), hace una clara referencia a la noticia de Josefosobre el Bautista: «En el libro 18 de las Antigüedades judaicas, Josefo ates-tigua que Juan es el que se convirtió en “el Bautista” y prometió la purifi-cación para los que fueran bautizados» 6 . Todo el texto de Josefo sobre elBautista está recogido, con ligeras variantes, en la obra de Eusebio Histo-ria eclesiástica (1.11.4-6) 7 .
12
Juan sin JesúsEl Bautista y su rito bautismal
El mismo contenido de ese texto aboga por su autenticidad. La infor-mación que ofrece Josefo sobre el Bautista está literaria y teológicamente des-vinculada de la relativa a Jesús, la cual se encuentra en un lugar anterior dellibro 18 y no contiene, por tanto, ninguna referencia a Juan. El pasaje sobreel Bautista, aparte de duplicar sobradamente en extensión al de Jesús 8 , es másencomiástico y difiere de los cuatro Evangelios (aunque sin contradecirlos demodo formal) tanto en su tratamiento del ministerio de Juan como en el desu muerte. Así las cosas, cuesta imaginar que un copista cristiano efectuaseinterpolaciones sobre Jesús y Juan en el libro 18 de las Antigüedades, presen-tando al Bautista en escena después de la muerte de Jesús, no vinculándoloen absoluto con él y dándole un tratamiento más extenso y más elogioso. Noes sorprendente, por tanto, que sean pocos los críticos contemporáneos queponen en duda la autenticidad del pasaje sobre el Bautista 9 .
Ese texto se diferencia también del Testimonium en que su griego esmás difícil de traducir con exactitud. Los lectores interesados en los pro-blemas que implica la reproducción del pensamiento de Josefo con todossus matices encontrarán un excursus sobre la cuestión al final de este capí-tulo. Aquí ofrezco simplemente el resultado de mis esfuerzos por traducirel texto griego. Este pasaje es en realidad un inciso insertado por Josefodespués de narrar la derrota del ejército de Herodes Antipas por el rey na-bateo Aretas IV.
§116. Pero algunos judíos creían que el ejército de Herodes fue des-truido por Dios: realmente, en justo castigo de Dios [a Herodes] para ven-gar lo que él había hecho a Juan, llamado “el Bautista” 10.
§117. Porque Herodes lo mató, aunque [Juan] era un buen hombre y[simplemente] invitaba a los judíos a participar del bautismo, con tal de queestuviesen cultivando la virtud y practicando la justicia entre ellos y la pie-dad con respecto a Dios. Pues [sólo] así, en opinión de Juan, el bautismo[que él administraba] sería realmente aceptable [para Dios], es decir, si lo em-pleaban para obtener, no perdón por algunos pecados, sino más bien la pu-rificación de sus cuerpos, dado que [se daba por supuesto que] sus almas yahabían sido purificadas por la justicia.
§118. Y cuando los otros [esto es, los judíos corrientes] se reunieron [entorno a Juan], como su excitación llegaba al punto de la fiebre al escuchar[sus] palabras, Herodes empezó a temer que la gran capacidad de Juan parapersuadir a la gente podría conducir a algún tipo de revuelta, ya que ellos pa-recían susceptibles de hacer cualquier cosa que él aconsejase. Por eso [Hero-des] decidió eliminar a Juan adelantándose a atacar antes de que él encen-diese una rebelión. Herodes consideró esto mejor que esperar a que lasituación cambiara y [luego] lamentarse [de su tardanza en reaccionar]cuando estuviera sumido en una crisis.
§119. Y así, a causa del recelo de Herodes, Juan fue llevado en cadenasa Maqueronte, la fortaleza de montaña antes mencionada; allí se le dio
JUAN Y JESÚS48
muerte. Pero los judíos opinaban que el ejército fue destruido para vengar aJuan, en el deseo de Dios de castigar a Herodes.
Más adelante señalaremos las coincidencias y discrepancias de Josefocon los relatos evangélicos. Baste decir aquí que Josefo pasa por alto o des-conoce las expectativas escatológicas del Bautista 11. Para los lectores de Jo-sefo, mayoritariamente paganos, Juan se convierte en un filósofo moralistapopular de cariz estoico y con un rito de lustración un tanto neopitagó-rico. Sin embargo, como veremos, Josefo es probablemente más fiable queMarcos en lo referente al relato de la ejecución de Juan. Mas, por ahora,lo que nos interesa de Josefo es simplemente el referido testimonio sobrela existencia del Bautista con la vaga noticia sobre su ministerio y muerte.
Aparte de Josefo, en los mismos Evangelios hay una buena base paraafirmar la historicidad del Bautista. El criterio del testimonio múltiplequeda satisfecho con los testimonios independientes que ofrecen Marcos,Q, posiblemente un dicho aislado perteneciente a M (Mt 21,32) y Juan 12.No menos importancia reviste en este caso el criterio de dificultad, dadoque, en la tradición evangélica, el Bautista es una especie de comodín.Luego tendremos ocasión de ver que fue un profeta judío independiente,activo hacia el año 28 d. C., que pudo haber entrado en contacto directocon Jesús una sola vez. El valor de este personaje para los judíos del sigloI queda reflejado tanto en el tratamiento más extenso y laudatorio que (encomparación con el Testimonium Flavianum) le dispensa Josefo como enlos grupos de “discípulos del Bautista”, que siguieron venerándolo despuésde su muerte, se negaron a hacerse cristianos y se convirtieron, consi-guientemente, en un movimiento rival en los primeros tiempos del cris-tianismo.
Así las cosas, los cuatro evangelistas tuvieron que esforzarse en “salvara Juan” para el cristianismo. Por ejemplo, el paradójico Evangelio de Mar-cos alberga una gran paradoja en sus primeros versículos: el Bautista pro-fetizado por el AT como el que va a preparar a Jesús el camino; sin em-bargo, Juan nunca penetra el misterio de la identidad de Jesús, ni siquieraal bautizarlo (Mc 1,2-3.4-8.9-11). De este modo, hasta para el precursordel Mesías permanece velado el secreto mesiánico. Mateo, por el contra-rio, presenta un Juan que reconoce la dignidad de Jesús y confiesa públi-camente su propia inferioridad con respecto a él incluso poco antes debautizarlo (3,13-15). Lucas convierte al Bautista en pariente de Jesús paraque el feto del Bautista pueda dar testimonio del feto de Jesús saludándoloen la visitación de María a Isabel (Lc 1,41-44). Este precoz testimonio sehace necesario al no haber ningún otro momento en que Juan y Jesús ten-gan un encuentro en el Evangelio de Lucas. A causa del curioso orden lu-cano de los acontecimientos, el encarcelamiento de Juan es narrado antes
JUAN SIN JESÚS. EL BAUTISTA Y SU RITO BAUTISMAL 49