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Fernández Mota Diego Raúl FFyL Teoría del Conocimiento 2 Maestra: Dra. María Teresa Muñoz
Una ruta social desde el razonamiento hasta la representación
INTRODUCCIÓN
En el presente comentario de texto analizaré el capítulo quinto del libro “La articulación de
las razones” 1 de Robert Brandom. Su propuesta en este capítulo gira en torno a una
alternativa en la comprensión de la dimensión representadora de los contenidos
proposicionales en función de la articulación social2, es decir, el contenido representador
incluido en el contenido proposicional de las creencias o razones que los sujetos usen al
pensar y dialogar, y por ende hacer inferencias, ya no versará sobre la referencia a algún
objeto, en cambio, tratará con el significado de las afirmaciones que cada sujeto entiende al
entablar comunicación con otro; qué creencias atribuye el receptor al emisor, y por parte de
este último, con qué compromisos se responsabiliza al expresar una afirmación, lo cual
manifiesta las perspectivas sociales distintas que cada sujeto tiene, que en última instancia
pueden servir a ambos como razones para justificar creencias en el juego de dar y pedir
razones, que refleja la dimensión social de la representación.3
Para poder explicar esta tesis, en primera instancia, reconstruiré la forma en que aborda el
contenido proposicional de las creencias en una articulación inferencial apoyada en Kant y
las condiciones de verdad conceptuales manifestadas en los juicios, aunado a una primera
explicación sobre la comunicación y el dominio de las prácticas lingüisticas; después, paso a
explicar la forma en que se puede explicitar el compromiso adquirido y atribuido en la
comunicación mediante las adscripciones de dicto y de re. En estas últimas es donde la
dimensión representadora de las creencias, donde se encuentra el sobre qué hablamos, se
hallará explícita en un entorno social. Al final, pasaré a la confirmación de la tesis de
Brandom expuesta de manera cabal apoyado en las partes anteriormente expuestas.
Una vez terminado su análisis, pasaré a compartir una idea que me parece se puede derivar
de lo dicho por Brandom: el que podamos entender sobre lo que el otro piensa permite que
1 Bradom, Robert; La articulación de las razones, Madrid, Siglo XXI, 2002.2 Íbid. P. 1953 Vid. Nota 2
en una sociedad con una pluralidad de cosmovisiones se pueda mantener el diálogo para
llegar a una resolución de conflictos.
A. BRANDOM
I. TRASFONDO
1. Pensar y pensar sobre algo
Este primer apartado, el trasfondo, lidia con la dimensión proposicional y conceptual de las
creencias y su contenido intencional. Para poder afirmar que el contenido proposicional
implica un contenido representador, Brandom tiene que definir el primero sin hacer intervenir
el segundo. En primer lugar, Brandom nos define y divide la mente. Por un lado, tenemos la
capacidad de sentir, la cual compartimos con animales. Por medio de ella, somos
conscientes en el sentido de estar conscientes; poder reaccionar a estímulos. Por el otro, que
es el que interesa a Brandom, esta la sapiencia o la inteligencia. Un ser pensante puede
explicar su comportamiento por medio de estados intencionales, como lo son el creer o
desear, que sirven como razones para tal comportamiento. A estos seres, nosotros,
importan las razones y actuamos dándoles importancia, ya que por medio de ellas podemos
hacer inferencias prácticas y teóricas, para conseguir algo o explicar algo. Además, las
consideramos verdaderas. Uno puede plantear la veracidad del contenido de una creencia en
cierta circunstancia ya que sabemos las condiciones necesarias y suficientes que vuelven tal
contenido verdadero. 4
La forma en que ese contenido puede ser explicado y entendido se debe a su forma
proposicional. Es decir, el saber de un sujeto se relaciona con la evaluación de la veracidad y
la condición de uso como premisa o conclusión en una inferencia de las creencias o razones.
Esto dota de contenido proposicional5 a sus estados intencionales, articulados en forma de
oraciones declarativas. Así lo dice Brandom: “Lo que podemos ofrecer como razón, lo
que podemos considerar o hacer verdadero, tiene un contenido proposicional,
contenido del tipo que expresamos mediante el uso de oraciones declarativas y
adscribimos mediante el uso de cláusulas con <<que>>. Los contenidos
4 Íbid. P. 193-1945 La definición de contenido proposicional se halla más claramente en la introducción: […] la forma fundamental de lo conceptual es proposicional , y el núcleo del uso de los conceptos consiste en aplicar los conceptos a afirmaciones, creencias y pensamientos con contenido proposicional. […] tener contenido proposicional consiste en ser capaz de desempeñar la funciones inferenciales básicas en las inferencias, sea como premisa o como conclusión. Íbid. P. 15
proposicionales están en relaciones inferenciales entre sí y tienen condiciones de
verdad.”6
Al entender a otro, su pensamiento o su discurso, realizamos dos tareas: entender qué
piensa o habla, y entender sobre qué piensa o habla. La primera es la dimensión
proposicional del pensamiento y la segunda la dimensión representacional.7 Continuo con la
dimensión proposicional en el segundo punto de este primer apartado, en el que expondré el
cómo se articula una expresión o una razón para poder determinar la veracidad de tal; es
decir, cómo el decir algo de algo puede ser verdadero.
2. Kant
Lo que Brandom rescata de Kant es el juicio como la unidad mínima de la cual nos podemos
hacer responsables cognitivamente, mientras las acciones son la unidad mínima en el lado
práctico. “La Unidad Trascendental de la Apercepción es una unidad definida por
una relación de equivalencia de corresponsabilidad” 8. El <<yo pienso>> , que
acompaña a toda representación mía, representa la responsabilidad con los juicios, mientras
que el <<objeto=X>> es la dimensión formal de la responsabilidad de los juicios con
respecto a algo, es decir, la responsabilidad tanto del sujeto con su juicio y con lo que éste
dice con respecto a algo.
Para emitir un juicio es necesario usar conceptos, con los cuáles se expresa una creencia o
una afirmación. Fuera de los juicios, los conceptos no tienen forma de aplicarse. Un concepto
sólo es el predicado de algo, de un objeto, en un juicio. No expreso nada si digo “azul” o
“banca”, no se puede decir si es verdadero o no, solamente cobran relevancia en una oración
o juicio, como “aquella banca es azul”.
De este modo, uno puede decir lo que cree o lo que afirma de un algo tomado como
verdadero; esto significa que la dimensión proposicional, el que, y representacional, el de o
sobre qué, de las que hablaba anteriormente, se hallan en los juicios. Todo esto así esta
dicho por el autor:
6 Íbid. P. 1947 Vid. Nota 68 Íbid. P. 196
← No se puede entender el concepto concepto fuera de la posibilidad de que
se aplique en un juicio. […]sólo se puede entender la relación entre
designación y lo que se designa como un aspecto de juzgar o afirma que
algo […] es así, esto es, que es verdadero. Eso es juzgar, creer o afirmar
que una proposición o afirmación es verdadera (expresa o establece un
hecho) ,que algo es verdadero de un objeto o colección de objetos, que un
predicado es verdadero de algo. Así, hay que preocuparse por lo que se dice
o expresa, y por aquello de lo que se dice o de lo que es verdadero (el
pensamiento, y también aquello sobre lo que se piensa).9
3. Inferencia y contenido
En un primer punto, la verdad de todo lo que tiene contenido proposicional se definirá por su
uso en una inferencia expresada mediante un acto del habla. Esto quiere decir que el
contenido de una creencia,“que puede servir tanto de premisa como de conclusión
en las inferencias”10 (por ello es proposicional), será verdadero si el sujeto considera
adecuada la creencia para ser usada en una inferencia como premisa.11
El contenido proposicional de los estados intencionales, que son las creencias, se
manifiesta de forma inferencial en una explicación o interpretación intencional, es decir, se
dan las razones que explican inteligiblemente la conducta de alguien.
Los actos de habla a los que me refería, cuyo paradigma es la aserción, tienen que ver con
que su contenido proposicional está articulado de manera inferencial en una práctica
lingüística, que es el juego de dar y pedir razones por medio de afirmaciones o
declaraciones. De este modo lo dice Brandom: “Afirmar o declarar es lo que hay que
hacer para dar una razón, y es un acto de habla para el que se pueden exigir
razones. Las afirmaciones sirven para dar razones o justificaciones, pero también
necesitan de ellas. Tienen los contenidos que tienen en parte por el papel que
juegan en una red de inferencias.”12
9 Íbid. P. 19710 Íbid. P. 19811 Cito: ‘Considerar (que es) verdadero es pensar que es una premisa adecuada para las inferencias’. Íbid. 12 Íbid. P. 198-199
Con la capacidad de articulación inferencial que tiene un sujeto cognoscente se define un
aspecto que apareció en el punto anterior, a saber, lo relativo a los conceptos. A diferencia
de un animal, como un perro, un sujeto como nosotros puede hacer inferencias propias de
alguien racional con juicios compuestos conceptualmente. Nosotros podemos usar una
conclusión a la que hayamos llegado a partir de una serie de inferencias en un razonamiento
práctico en que podemos distinguir qué conceptos son usados en cada juicio o creencia,
dado que conocemos las condiciones en que un concepto debe aplicarse y qué se seguiría
de su uso. Por ejemplo, un perro, por la sensibilidad que comparte con nosotros, reacciona
ante cierto estímulo, como el calor proveniente de un incendio cercano, sin un proceso
inferencial conceptual, por lo que su acto inmediato sería salir huyendo del lugar sin
inferencias previas. De modo contrario, una persona racional, después de una serie de
inferencias en que sabe discernir el concepto de “incendio” aplicado en un juicio como “un
incendio es mortal”, articulado inferencialmente con otra creencia, debido a que su contenido
proposicional posibilita a ésta actuar como premisa, como “la preservación de la vida a toda
costa”, concluiría que lo mejor es huir de ese lugar. Tanto las creencias que usó como
premisas, que sirven como estados intencionales, es decir, las razones que se dio a sí
mismo para explicar su conducta13, como la conclusión a la que llegó, fueron articuladas
inferencial y conceptualmente. El sujeto las considero verdaderas, dado que las pensó
adecuadas para realizar la inferencia que lo llevó a actuar de cierto modo.
Adicionalmente, en el razonamiento pasado se halla manifestada la relación entre
inferencia y referencia que preocupa a Brandom, o en sus propios términos, lo que se
dice, y aquello sobre lo que se piensa o dice. Cada creencia expresaba qué creía ese
hombre, del mismo modo que hablaban sobre lo que cree ese hombre; es decir, contienen
tanto el ámbito proposicional o inferencial, como el representador. Debe recordarse que
el ámbito conceptual, por ende proposicional e inferencial, también tiene contenido y
articulación representacional proveniente de una dimensión social. El dar y pedir razones es
una actividad paradigmáticamente social. Lo anterior así lo afirma Brandom:
13 Cabe destacar un punto importante. El juego de dar y pedir razones en primera instancia guarda relación con un ámbito social público, es decir, el del lenguaje entre varios sujetos cognoscentes; no obstante, el juego puede darse en una versión individual privada en la mente de un sujeto particular. El sujeto “dialoga consigo mismo” explicándose sus estados intencionales. Por ende, esta versión individual del juego de dar y pedir razones tiene conexión mutua con el ámbito público y social del diálogo,es decir, por medio del lenguaje con el otro, y con el pensamiento privado mental, pues es de nuestro contacto con otros que aprendemos a usar los conceptos mediante juicios, los cuales conforman nuestro propio pensamiento. Íbid. P. 5-8
←
← El contenido conceptual se articula, en primera instancia, inferencialmente.
Para enfocar la dimensión representadora del contenido semántico desde
esta perspectiva, es necesario preguntarse sobre la relación entre
inferencia y referencia. Lo que equivale a preguntarse sobre la relación
entre lo que se dice o piensa y aquello sobre lo que se piensa o habla. […]
la dimensión representadora del discurso refleja el hecho de que el
contenido conceptual no sólo se articula inferencialmente, sino también
socialmente. El juego de dar y pedir razones es esencialmente una práctica
social.14
←
La dimensión representadora será prioridad en el apartado siguiente, por lo pronto,terminaré
el trasfondo con un punto relevante relacionado con la condición normativa de los conceptos.
4. El carácter normativo del uso de los conceptos
Este carácter normativo Brandom lo retoma también de Kant, quien entiende que los
conceptos tienen forma de reglas, que dicen cómo se hace algo.15 Por medio del
entendimiento, que es la facultad conceptual, puede un sujeto distinguir en qué condiciones
un concepto es aplicado correcta o erróneamente dentro de un juicio o una acción, es decir,
entender el contenido conceptual de un estado intencional que puede ser considerado
verdadero o no, y que por su forma proposicional permiten la exigencia de razones para su
explicación o justificación.
La normatividad conceptual se presenta bajo la forma de adquisición de compromisos u
obligaciones con la oración declarada o el acto realizado. El contenido del compromiso son
las reglas que rigen al concepto empleado dentro de la afirmación o la razón dada. Así lo
expresa Brandom:
← Estar en un estado intencional o efectuar una acción intencional tiene una
significación normativa. Se considera que es emprender o adquirir una
obligación o un compromiso; el contenido del compromiso está determinado
por las reglas que son los conceptos, en función de los cuales se articula el
14 Íbid. P. 20015 Íbid.
estado o el acto. De este modo Kant nos identifica como criaturas
distintivamente normativas o gobernadas por reglas.16
←
Para Kant, los conceptos ejercen dominio sobre nuestras prácticas y actos lingüísticos bajo
su forma normativa de necesidad. Así, él entiende cómo es que rigen los conceptos, cómo
es su autoridad sobre nosotros o cómo es que son válidos, que es con la necesidad o
Notwendigkeit. Son necesarios en nuestros juicios y razones para explicar una actividad en
la la que adquirimos compromisos con lo dicho. Estos compromisos articulados
conceptualmente y proposicionalmente son expresado de forma discursiva, por lo que
podemos exigir o dar justificaciones de modo inferencial para aceptar otro compromiso
posterior o negar alguno. 17
La práctica lingüística, que vagamente mencione anteriormente, tiene una definición más
clara en este punto. Así las define Brandom: “Las prácticas lingüísticas son aquellas en
las que se les da significación de aserciones o afirmaciones a alguna actuaciones-
la adquisición de compromisos inferencialmente articulados (y por tanto con
contenido proposicional).”18 Es decir, las razones o afirmaciones, con los compromisos
que adquirimos y atribuimos al enunciarlas, dadas en el juego de justificar o dar y pedir
razones. Para poder jugar, hay dos aspectos que se deben definir: el dominar una práctica
lingüística y el entender los actos del habla.
Cuando se domina una práctica lingüística, uno aprende cómo llevar la cuenta de los
compromisos adquiridos por uno mismo y nuestro interlocutor. Al entender un acto del
habla, entender el significado de lo recibido, uno mismo puede dar cuenta de los
compromisos que atribuyo al interlocutor en el momento de responderle. Es saber con qué
compromisos está comprometido el interlocutor y cómo pueden cambiar.19
Al afirmar algo hay dos factores que interactúan en la práctica discursiva de la comunicación
inferencial: la autoridad y la responsabilidad. Cuando uno afirma algo, uno confiere al
contenido de esa aserción de la propia autoridad, por lo que el interlocutor puede adquirir un
compromiso si usa nuestra razón en su razonamiento inferencial, es decir, se hereda el
16 Íbid. P. 20117 íbid. P. 201-20218 Íbid. P. 20219 Íbid.
compromiso interpersonalmente. La parte de la responsabilidad reside en que, de ser
necesario, se puede justificar la afirmación hecha; es decir, nos hacemos responsables con
la obligación que uno tiene al afirmar algo explicándolo si se pone en cuestión. Por ende, en
la práctica discursiva de la comunicación un aspecto fundamental es la justificación, que es
“la transmisión interna e intrapersonal de la habilitación para los compromisos.”20
Este aspecto de la adquisición y atribución de compromisos será explicado ampliamente en
el apartado siguiente, en que la dimensión representacional será explicada a partir de la
dimensión proposicional de las creencias.
II. ANÁLISIS
1. Representación y comunicación
Al cabo de los siguientes cinco puntos se mostrará como la dimensión representadora debe
entenderse a partir de su articulación social de las razones dadas en el juego de dar y pedir
razones. Retomo ciertos conceptos, ya explicados anteriormente, para comenzar:
A) Lo que tiene contenido proposicional, razones o creencias, puede ser usado como
premisa o conclusión en una inferencia o razonamiento
B) Dominar el juego de dar y pedir razones es entender dicho contenido proposicional;
el saber cómo de los conceptos y saber que un juicio es adecuado para la
inferencia.
C) Al jugar, se lleva la cuenta de con qué compromisos se comprometen y con qué
están obligados los interlocutores.
D) Entender el contenido es asignar una significación practica adecuada al acto de
habla.
En este juego de dar y pedir razones y el llevar la cuenta, Brandom destaca que en el acto
del habla la relación no es puramente entre los conceptos o contenidos expresados en una
oración, sino es una relación entre personas, de allí que tenga que ser una práctica
discursiva socialmente articulada, en la cual se hallará la dimensión representacional de los
contenidos proposicionales, es decir, en el ámbito“de la evaluación de la significación
20 Íbid. P. 203
de las razones que ofrecen los demás”21 que pueden servir de razones para otros en
sus inferencias, manteniendo su diferente perspectiva social entre cada interlocutor, o como
él los llama, productores y consumidores.22
Entonces, lo importante para Brandom es que para que se puedan entender dos sujetos con
un conjunto de creencias diferentes, diferente perspectiva social, la evaluación de los
significados sobre lo que cada uno diga, su contenido representacional, lo que habilita poder
usar las razones del otro, es lo que da el carácter social a la comunicación, que es el punto
crucial para la propuesta que él ofrece sobre la manera de entender el contenido
representacional. Así lo afirma él:
←
← La afirmación global que me interesa es que un rasgo del contexto
esencialmente social de la comunicación es la evaluación de lo que la gente
habla o sobre lo que piensa, no lo que están diciendo de ello. Hablar sobre
la representación es hablar sobre lo que asegura la comunicación, al
proporcionar la capacidad de usar los juicios de los demás como razones,
como premisas de nuestras propias inferencias, aunque sea sólo de manera
hipotética, para evaluar su significación en el contexto de nuestros propios
compromisos colaterales.23
←
Debido a lo anterior, hay que ver cuáles son las evaluaciones de las que habla Brandom.
Para introducirlas, recurre a la noción tradicional de conocimiento, que es creencia verdadera
justificada (CVJ). Para que un interlocutor, el que lleva la cuenta de los compromisos
adquiridos y atribuidos mediante las afirmaciones, pueda decir que el otro tiene
conocimiento, debe adquirir tres actitudes prácticas, cada una relacionada con los tres
aspectos del conocimiento, creencia verdadera justificada: primero, debe atribuir un
compromiso inferencialmente articulado que tiene contenido proposicional, es decir, le
atribuye una creencia; segundo, el sujeto anotador de los compromisos le atribuye una
habilitación, una capacidad adquirida por parte del otro, inferencial de sus compromisos, es
decir, tiene la capacidad de justificar lo que dice; por último, para que el sujeto que lleva la
21 Íbid. P. 203-20422 Íbid. P. 20423 íbid. P. 206
cuenta considere el hecho de que lo dicho por el otro es verdadero, lo que Brandom sugiere
es que debe haber un respaldo del compromiso atribuido por parte del receptor, es decir, en
palabras de Brandom, que “la misma persona que lleva la cuenta acepte idéntico
compromiso al que se atribuye al candidato a conocedor.”24 Si digo que la creencia
que puede justificar es verdadera, es porque el compromiso que le atribuí al momento en que
articuló su creencia discursivamente, también lo acepto yo, adquiero el mismo compromiso.
Adquirir un compromiso es adoptar una postura normativa de evaluar la verdad de los
contenidos proposicionales de las afirmaciones. Si la persona entiende el significado de los
contenidos, es que entiende que hay diferencia en las perspectivas sociales de cada uno, ya
que por un lado le atribuye el carácter normativo, y por el otro lo adquiere al evaluar la
verdad de las afirmaciones. Así esta expresado en palabras de Brandom:
← Entender de manera adecuada el discurso sobre la verdad requiere, de
hecho, entender exactamente esta diferencia de perspectiva social: entre
atribuir un estatuto normativo a otro y adquirirlo o adoptarlo uno mismo. Lo
que subyace a la idea de que los contenidos proposicionales pueden ser
entendidos como condiciones de verdad es la práctica de evaluar la verdad
de las afirmaciones. Lo que quiero hacer es mostrar cómo se puede
extender a la representación, de manera más general, esta idea de que las
afirmaciones de verdad expresan diferencias en la perspectiva social.
←
Cabe mencionar un punto que es central en la propuesta de Brandom. Lo que le interesa en
las prácticas lingüísticas es explicitar lo que el otro está diciendo, de manera que lo
podamos usar en nuestros propios razonamientos y ser capaces de dar razones en su apoyo
responsabilizándose uno de lo dicho, o usando el vocabulario reciente, de los compromisos
adquiridos con una afirmación, manteniendo las diferentes posturas sociales de cada
interlocutor.25 Sobre esta explicitación trata el punto siguiente.
2. De dicto y de re
24 Íbid. P. 20725 Íbid. P. 13-15
La dimensión representadora primordial en la argumentación de Brandom se hallará en la
adscripción de re de las actitudes proposicionales, sin embargo, para poder entender a ésta
hay que entender cómo se diferencia de una de dicto.
Las adscripciones de dicto atribuyen creencia acerca de una expresión o dictum, mientras
que las de re atribuyen una creencia sobre un objeto o res. Para entender una primera
distinción entre ambas, las aplicaré a una oración:
Mi atractiva amiga Lucero regresará de Veracruz el 26 de julio del 2012.
Si se quiere leer de dicto esta expresión, el contenido que la hace verdadera dependerá de
que se aplique en el marco temporal expresado; es decir, para que la oración en que
manifiesto en que Lucero regresará de Veracruz sea verdadera, tiene que ocurrir su regreso
el 26 de julio del 2012. Leída de re, significa que Lucero, la res de la oración, estará de
vuelta el 26 de julio del 2012.
Lo que diferencia una adscripción de la otra en este primer punto tiene que ver con dos
operaciones aplicadas sobre la oración: (a) determinar a quién identifica la descripción
definida, (b) aplicar un operador temporal para mover hacia adelante el momento en que la
verdad de la oración será evaluada. Si se aplica primero la operación (a) estamos hablando
sobre una adscripción de re, si es aplicaba la (b) estamos hablando de una adscripción de
dicto.26
Brandom se da cuenta de que diferenciar una lectura de otra es ambiguo, por lo que propone
ciertas reglamentaciones gramaticales para diferenciar cada adscripción. Por un lado, para
distinguir una de dicto, se emplearía un <<que>>, mientras que para identificar a una de re
se usaría un <<de>>.27 Ejemplificaré cada uno:
Elmer Gruñón cree: un animal evita que cace, pero no evita ser cazado.
Leída de dicto, la afirmación quedaría así:
26 Íbid. P. 20927 Íbid. P. 210
Elmer Gruñón cree que un animal evita que él cace, pero no evita ser cazado.
Si sólo se toma esta adscripción de dicto, lo que sigue a continuación del que sonaría a
contradicción, dado que pareciera que un mismo animal hace dos cosas opuestas, cosa que
Elmer Gruñón no está expresando. Esta adscripción de dicto se refiere solamente al
dictum de la creencia de Elmer, no tomando en cuenta a qué objeto enuncia en tal
afirmación, cosa que pasa en la adscripción de re. Leído de re quedaría así:
Elmer Gruñón cree de un animal que evita que él cace, pero no evita ser cazado.
¿Qué es lo que pasa con esta adscripción de re, que probablemente Elmer Gruñón
aceptaría? En este tipo de adscripciones la sustitución juega un papel fundamental, al igual
que las creencias en conjunto de un sujeto.28 Es decir, una creencia que probablemente tenía
Elmer al llegar al bosque es la idea de que es temporada de caza de patos. Al ver otros
carteles diciendo sobre la temporada de caza de conejos, Elmer supondría que un animal
esta evitando ser cazado, que es un no tan listo Pato Lucas. También cree, por mucha
experiencia pasada, que el conejo astuto que también vive en el bosque, Bugs Bunny, al ver
los carteles falsos de Lucas, jugará trucos discursivos sobre él, Elmer, que no evitarán que
cace al pato menos listo; es decir, el despistado Lucas aún así no evitaría ser cazado. Si
sustituimos los términos, la expresión leída de re quedaría así:
Elmer Gruñón cree del despistado Pato Lucas que está evitando que cace, pero no evita ser
cazado totalmente.
Tomado de este modo, quizá ya acepte la adscripción de dicto:
Elmer Gruñón cree que el despistado Pato Lucas esta evitando que cace, pero no evita ser
cazado totalmente.
28 Esto lo ejemplifica Brandom tomando a Henry Adams y su creencia de que Benjamín Franklin, inventor de los lentes bifocales y proveniente de un estado un tanto menospreciado por Adams, sólo popularizo el pararrayos, mas no le otorga el crédito de invención. Esta creencia cambia el modo de entender una oración de re como: Él creía del inventor de los lentes bifocales que no invento el pararrayos. Íbid. P. 210
Esta reglamentación de las dos adscripciones las expresa de este modo Brandom:
← Quine subraya que la diferencia gramatical clave entre estos dos tipos de
adscripciones tiene que ver con la propiedad de sustitución de los términos
singulares que aparecen en ellas. Las expresiones que aparecen en la parte
de re de la adscripción -dentro del alcance del operador <<de>> en las
versiones reglamentadas- tienen, en su terminología, usos referenciales
transparentes: los términos correferenciales pueden sustituirse
mutuamente salva veritate, esto es, sin cambiar el valor de verdad de toda
la adscripción. En cambio, esa sustitución en la parte de dicto de la
adscripción -dentro del alcance del operador <<que>> en las versiones
reglamentadas- puede cambiar perfectamente el valor de verdad de toda la
adscripción.29
Según esto, Brandom toma de Quine la capacidad de sustituir algunos términos en una
expresión de re sin modificar el valor de verdad, mientras que considera que la misma
sustitución no siempre mantiene el valor de verdad en una de dicto. Toda esta
reglamentación anterior es introducida por Brandom para especificar que en las
adscripciones de re expresamos sobre lo que estamos hablando o de qué pensamos30, es
decir, en estas se halla la explicitación de los compromisos que adquirimos y que son
evaluados por el otro, que es un punto necesario para poder articular la dimensión social de
la representación a partir de las adscripciones de re, sin usar un vocabulario representador,
sino mediante la estructuración sintáctica de la expresión. Esta forma sintáctica de diferenciar
a las adscripciones de re de las de dicto, es la siguiente:
A partir de una adscripción de dicto [ S cree que ø (t)], se exporta un término singular desde
la cláusula <<que>>, empezando con un <<de>> y colocando un pronombre inmediatamente
después del <<de>> [S cree de t que ø].31 Si sustituimos, noción tomada de Quine como el
autor lo dice, un término como en el ejemplo pasado, a partir de la oración S cree de t que ø,
29 íbid. P. 21130 Íbid. P. 21231 íbid. P. 211
por una expresión correferencial que no afecta el valor de verdad de la adscripción, en este
caso es ø’, siendo que ø=ø’=ø’’=ø’’’, entonces se puede expresar S cree de t que ø’’.
Aún queda un tanto obscuro cómo aplicar o que tanto implica una adscripción de re, por lo
que Brandom se dedica en los puntos siguientes a explicar minuciosamente éstas.
3. Adquirir y atribuir
Ya había mencionado anteriormente que al hablar uno se responsabiliza de justificar
inferencialmente el argumento, adquiere compromisos con lo dicho, y atribuye otros al
interlocutor. Ahora, en este punto y en los próximos se especifica aún más qué significa el
adquirir y atribuir compromisos, apoyándose en las adscripciones de re antes explicadas.
Aquella primera mención de la responsabilidad recaía meramente en el contenido
proposicional, y es necesario explicarla con base en la dimensión representacional social de
los contenidos proposicionales conceptuales en la comunicación.
Para empezar, ayuda recordar dos conceptos:
←
A) La práctica discursiva, el juego de dar y pedir razones, debe entenderse como la
adopción de actitudes prácticas mediante las cuáles los interlocutores llevan la
cuenta de los compromisos de los otros, con qué se están comprometiendo con sus
juicios emitidos.
B) Afirmar o juzgar es aceptar o reconocer un compromiso con contenido
proposicional, es decir, que puede ser articulado inferencialmente.
Hay que pasar de esta dimensión proposicional a la representacional, explicitar sobre qué o
de qué se habla, a través de la articulación social inferencial, que es dar y pedir razones
mutuamente al hablar.
En primer lugar, hay que definir adquirir. Adquirir un compromiso es “hacer algo de modo
que resulte apropiado para otros atribuirlo.”32 Las dos formas en que uno manifiesta
que adquiere ese compromiso puede ser: a) admitir directamente que se compromete con
algo, afirmar directamente el compromiso o emplearlo como premisa del propio
32 Íbid. P. 213
razonamiento teórico o práctico, es decir, actuar de acuerdo a ello de manera práctica,
teniéndolo como premisa en las acciones y pudiendo dar razones que expresen el por qué de
tal conducta; o b) de manera consecuencialista, tomándolo como la conclusión a la que se
llega después de un razonamiento. Al aceptar un compromiso, al adquirirlo, de esta segunda
forma consecuencialista, Brandom dice que también uno se compromete con lo que uno
quiera o no comprometerse; es decir, si Superman cree que Batman creó un caos en
Metrópolis por entrometido, y sabe que Batman es Bruno Díaz, Superman se compromete, lo
quiera decir o no, con la afirmación de que Bruno Díaz creó un caos en Metrópolis por
chismoso, pues al comprometerse con la primera afirmación, se compromete con la
segunda.33
Por otro lado atribuir es “una actitud práctica que está implícita en las prácticas de
llevar la cuenta, las únicas en las que algo puede tener la significación de una
afirmación o un juicio.”34 Esta es meramente un actitud práctica, no requiere una
explicitación de los compromisos que se atribuyen al interlocutor; para poder hacer esto
segundo, Brandom define que adscribir es “explicitar esa actitud práctica implícita
mediante una afirmación.”35 La afirmación en que se explicita, se hace la atribución al
interlocutor, tiene que llevar los operadores <<cree que>> o <<afirma que>>. Así, lo que se
explicita es el juego de llevar la cuenta de compromisos.Esta afirmación se puede usar como
premisa o conclusión en el razonamiento propio, al igual que se le puede exigir razones que
justifiquen lo explicitado. Ya no es puramente una práctica implícita en la comunicación.
La forma en que las adscripciones de dicto y de re entran en juego la explicaré en el punto
siguiente.
4. Adscribir
La adscripción conlleva las dos prácticas anteriores: atribuir y adquirir. Sirve ver la forma de
la adscripción siguiente para entender el punto que quiere mostrar Brandom:
S cree (o está comprometido con la afirmación de) que ø (t).
33 Íbid. P. 213-21434 Íbid. P. 21435 Íbid.
Esta es una adscripción de dicto, puesto que según las reglamentaciones anteriores, el
operador que atribuye un dictum a la persona con la cual se esta hablando, que sin
inconvenientes aceptaría, ya que no se modificó el contenido de la creencia. Quien hace la
adscripción respalda lo dicho con la misma, reconoce el dictim atribuido. En las
adscripciones de re, lo que se explicita es un compromiso adquirido, sin necesidad de que
el otro acepte, sobre lo que se le atribuye al objetivo de la adscripción. Para hacer esto
mucho más claro usaré el siguiente ejemplo, en el que Bart Simpson adscribe lo dicho por su
madre, Marge Simpson:
Bart dice: Mi mamá cree que un hombre tonto y descuidado es una persona digna de afecto
alguno.
Marge responde: No es así, lo que yo digo es que ese hombre que te crió, al intentar
preocuparse por ti, es digno de afecto.
Bart, un tanto molesto, diría: Pero he mostrado pruebas con las que cualquiera podría
convencerse que ese hombre es un tonto y un descuidado por lo que no es digno de afecto
alguno.
Quizá las pruebas de las que habla Bart son que Homero lo ahorca constantemente y
muchas veces ignora lo que le ocurre; sin embargo, lo que se destaca aquí es que Bart y
Marge no están en desacuerdo sobre si los hombres en general que son descuidados
merecen cierto afecto, sino sobre si ese hombre en específico, el papá de Bart, Homero,
merece el afecto de su hijo. Para explicitar sobre lo que Bart está hablando, empleando la
reglamentación anterior, una adscripción de re es lo más conveniente, por lo que la
adscripción de Bart sería:
Mi mamá cree de ese hombre tonto y descuidado que es una persona digna de afecto
alguno.
En la adscripción de re anterior, Bart se compromete con lo dicho, lo explicitado, sobre
Homero, que es un tonto y un descuidado. Adquiere ese compromiso con esa afirmación,
que de acuerdo a él está implícita en la afirmación de Marge; mientras que atribuye un
compromiso con el que ella se compromete, el decir que merece afecto, aunque ella no esté
comprometida con el compromiso que le atribuyó Bart primero; no obstante, reconocería lo
atribuido en la primera afirmación de dicto de Bart. Brandom explica esta diferencia de la
siguiente forma:
← La adscripción conlleva siempre la atribución de un compromiso doxástico
y, como las adscripciones son en sí afirmaciones o juicios, la aceptación de
otros. […] la función expresiva de las afirmaciones de las afirmaciones de re
de actitud proposicional consiste en explicitar qué aspectos de lo que se
dice expresan compromisos que se atribuyen y cuáles expresan
compromisos que se adquieren. La parte de la especificación del contenido
que aparece dentro de la cláusula <<que>> de dicto está limitada a lo que,
según quien hace la adscripción, aquel a quien se adscribe el compromiso
reconocería […] como expresión de aquello con lo que está comprometido.
La parte de especificación de contenido que aparece dentro del alcance de
la cláusula <<de>> en las expresiones de re incluye lo que, según quien
hace la adscripción del compromiso (pero no necesariamente según aquella
persona a la que se le adscribe) se reconoce como expresión de aquello con
lo que está comprometido el objetivo de la adscripción.36
El que puedan llevar ambos la cuenta de los compromisos atribuidos y adquiridos por ambas
partes y puedan explicitar lo dicho por el otro en adscripciones de dicto o de re, refleja la
dimensión social del contenido representacional, sobre lo que piensan o hablan. Así lo dice
él: “Así pues, dividir la especificación de contenido de una adscripción de actitud
proposicional en parte de dicto y de re explicita la distinción esencial de llevar la
cuenta deóntica de la perspectiva social entre los compromisos atribuidos y los
adquiridos.”37
El último punto de este apartado añade un elemento más para entender las adscripciones de
dicto y de re.
36 Íbid. P. 21837 Íbid.
5. Compromisos por sustitución
El que una persona pueda aceptar una afirmación adscripta de sus creencias, ya sea de
dicto o de re, depende también de otros compromisos auxiliares que emplea en sus
inferencias. Este aspecto se puede entender en términos de compromisos sustitutorios e
inferenciales.
Por un lado, en la adscripción de dicto con la cláusula <<que>>, el objetivo de nuestra
adscripción, a quien se adscribe, si reconoce lo que afirmamos depende de las creencias
auxiliares con las que se comprometa, aunque la persona que esta adscribiendo no las
comparta. En esta adscripción, no se podría sustituir algún término para hacer inferencias,
puesto que el valor de verdad variaría y no incluye lo que el adscripto reconoce.
Por el otro, en una adscripción de re, el adscriptor se compromete con las sustituciones de
términos que emplea en su afirmación, aunque no implica que el adscripto también las
reconozca.38
Si en una plática entre A y B, A lleva la cuenta de compromisos de B, ya que éste expreso
que ø (t), las adscripciones que A haría, en las que no se sustituye ningún término y B
reconoce sin problemas, estarían expresadas de manera formal así:
De dicto: B afirma que ø (t).
Si A reconoce el compromiso identificando t=t’, entonces, aunque B no reconozca tal
compromiso, A puede adscribir lo dicho por B así:
De re: B afirma de t’ que ø.
Lo que se debe destacar aquí es que por medio de las adscripciones de re se puede
mantener la comunicación, ya que por este medio entendemos lo que los otros dicen y
podemos usar lo entendido en nuestros propios razonamientos. Así lo dice Brandom:
←
38 íbid. P. 219
← […] lo que se expresa mediante las especificaciones de re del contenido de
las creencias de los demás es crucial para la comunicación. Ser capaz de
entender lo que los otros dicen, en el sentido de poder disponer de sus
observaciones para usarlas como premisas en las inferencias propias, es
algo que depende precisamente de ser capaz de especificar esos
contenidos en términos de re, y no sólo de dicto.39
Si una amiga que no conoce mucho de los videojuegos me dice que le gusta el juego del
hombrecillo con bigote vestido de rojo que rescata una princesa, puedo adscribir de dicto su
creencia:
Ella cree que el videojuego del hombrecillo de rojo y bigote es divertido.
Y yo, que conozco un poco más de los juegos, puedo extraer de su creencia otra información
que coincide con otras creencias auxiliares mías. Puedo adscribir de re su creencia así:
Ella cree del videojuego de Mario Bros que es divertido.
Pude entender lo que ella decía adquiriendo ciertos compromisos al explicitar su afirmación,
al mismo tiempo que atribuía ciertos compromisos a ella, de modo que pude hacer mis
propias inferencias y responderle por medio de la adscripción de re; es decir, pude captar el
contenido representador de sus creencias mediante una vía social que es la práctica
lingüística discursiva que es el de dar y pedir razones mediante una articulación inferencial.
La dimensión representacional del contenido proposicional de su creencia fue explicitado
mediante una adscripción de re, en la que pude dar cuenta de los compromisos secundarios
que permitieron que ella hiciera esa afirmación y yo pudiera entenderle, y por ende ser capaz
de responder usando su observación en un razonamiento propio, sustituyendo ciertos
términos para facilitar la articulación conceptual. Ambos entendimos el sobre qué estamos
hablando. Con la siguiente cita de Brandom concluyo este apartado dos y paso al último, que
es la conclusión del análisis del capítulo quinto:
39 Íbid. P. 221
← Extraer información de las observaciones de los demás exige captar lo que
se expresa cuando se ofrecen caracterizaciones de re de los contenidos de
sus creencias -esto es, ser capaz de decir de qué serían verdaderas sus
creencias si fueran verdaderas-. Es captar el contenido representador de
sus afirmaciones. Lo que he estado diciendo es que hacer esto equivale a
dominar la dimensión social de su articulación inferencial.40
←
III. CONCLUSIÓN
Lo que se demuestra con todo lo anterior es que:
A) Las adscripciones de re son usadas para expresar la dimensión representadora
del lenguaje, ya que especifican o explicitan sobre qué hablamos.
B) Estas adscripciones reflejan la diferente perspectiva social que conlleva el llevar la
cuenta de lo que el otro dice, manteniendo un entendimiento entre interlocutores
con los compromisos adquiridos y atribuidos por cada uno.
C) La dimensión social del comunicar las afirmaciones inferencialmente articuladas se
demuestra en que puede disponer cada uno de la observación del otro para usarlas
en el propio razonamiento, disponiendo de los compromisos colaterales diferentes
que subyacen a las creencias primeramente afirmadas por cada interlocutor, es
decir, los contenidos representadores del contenido proposicional que se articulan
socialmente e inferencialmente en el juego de dar y pedir razones no hacen
referencia a objetos o a una ontología semántica que sirva de criterio de verdad.
D) Este contenido proposicional conlleva necesariamente un contenido representador,
debido a que la articulación inferencial implica necesariamente una dimensión
social.
E) No se puede evitar la dimensión social, ya que toda consecuencia y antecedente de
la significación inferencial de las creencias depende del comprometerse con
hipótesis o compromisos secundarios colaterales, que permiten evaluar lo dicho.
Toda evaluación tiene que ver con los compromisos adquiridos y atribuidos que
reflejan cierta visión social distinta de los interlocutores sin coartar la comunicación.
Con la siguiente cita de Brandom termino el análisis de su capítulo:
40 Íbid. P. 223
← Quiero decir que la función inferencial correcta está determinada por las
afirmaciones colaterales que son verdaderas. Justo eso; eso es lo que cada
interlocutor quiere decir: cada uno tiene una perspectiva ligeramente
diferente al menos, desde la que evalúa las propiedades inferenciales. Las
expresiones representadoras explicitan la clasificación de los compromisos,
los atribuidos y los adquiridos, sin los cuales sería imposible la
comunicación, dadas las diferencias de perspectiva. La dimensión
representadora de los contenidos proposicionales refleja la estructura social
de su articulación inferencial en el juego de pedir y dar razones.41
B. PROBLEMAS EN SOCIEDAD
La propuesta que da Brandom del ámbito social en que podemos entender sobre qué
estamos hablando cada uno, a pesar de la diferente visión social, trasladando la verdad de
las creencias a un ámbito inferencial y proposicional, abre la puerta para erradicar de cada
uno de los individuos en una comunidad la idea de que se posee una verdad acabada, última
y perfecta, y preocuparse más por pensar y articular mejores razones para resolver un
conflicto práctico. Las disputas ya no deben versar sobre una ontología mejor o peor, cuyos
objetos deban ser encontrados en quien sabe qué parte del mundo o cosmos.
La verdad proposicional refiere a poder usar la razón del otro en un pensamiento propio, ya
que se comulga, a pesar de cierta sustitución de términos para facilitar una comprensión por
parte de ambos, con los compromisos que los juicios que emitimos conllevan
necesariamente, por los conceptos que empleamos.
Este punto de la verdad y el lenguaje es compartido también por un filósofo ético de nombre
Amartya Sen. Para él, cuando retoma a otra filósofo de nombre Hilary Putnam, el que
podamos calificar a una razón como mejor o peor, aparte de que se pueda entender en un
41 Íbid. P. 225
juego de dar y pedir razones inferencial, depende del escrutinio al que se somete una razón
para poder dar una objetividad ética. Cito a Sen:
← Antes bien, como alega Putnam, <<las cuestiones éticas reales constituyen
una especie de cuestión práctica, y las cuestiones prácticas no implican tan
sólo valores, sino también una compleja combinación de creencias
filosóficas, creencias religiosas y creencias fácticas>>. Los procedimientos
efectivamente usados en la búsqueda de la objetividad pueden no ser
siempre claros, ni accesibles, pero, como afirma Putnam, esto puede
hacerse con transparencia si las cuestiones subyacentes se someten al
escrutinio adecuado.42
Esta objetividad ética que menciono tiene que ver precisamente con el ámbito incluyente
social en que las voces de todo individuo interesado en resolver los conflictos de una
comunidad, o que al menos que crea que su opinión puede ser útil para los interesados, está
ligada con una imparcialidad abierta que preocupa a Sen. Cito al autor: “[En la
imparcialidad abierta] […] el procedimiento para hacer evaluaciones imparciales
puede […] invocar juicios de fuera del grupo focal para evitar el prejuicio
parroquial.”43
Por medio de ésta, la discusión pública en que se delibera cómo resolver un problema
práctico que aqueja a una sociedad, no está limitada solamente a los afectados, sino que las
opiniones de foráneos son útiles y hasta necesarias para evitar que la sociedad tenga la idea
de que está siendo totalmente imparcial, sin darse cuenta de que están conservando
prejuicios, que a sus ojos no lo son. Así lo dice Sen: “La búsqueda de la imparcialidad
abierta se basa en la <<extensión de las opiniones humanas>>. Y la creciente
<<fuerza de sus conexiones recíprocas>> hace que <<las fronteras de la justicia
se extiendan aún más>>.”44
Si una sociedad considera que las mujeres no son buenas médicas por la tradicional
creencia de que hay pocas y malas mujeres que se desenvuelven en el ámbito profesional, y
42 Sen, Amartya; La idea de la justicia, Taurus, México; 2010. P. 70-7143 Íbid. P. 15244 Íbid. P. 203
se delibera sobre abrir la posibilidad de estudio ellas, claramente, aunque se abra el foro
público de la discusión a los habitantes de tal comunidad, intentando ser imparciales en las
soluciones acordadas, ese prejuicio permanecerá y no será erradicado a menos que un
espectador imparcial ajeno a esa comunidad pueda intervenir en el debate público y expresar
que esa tradicional creencia comunitaria es un mero prejuicio, que en otras entidades es
errado pensar de tal modo y puede justificarse razonablemente este error. A este prejuicio
Sen lo denomina “ilusión objetiva”. Ésta deriva de que, debido a su posición en que se
encuentran los habitantes de la comunidad, limitados a sus condiciones geográficas, y quizá
sociales con comunidades aledañas, no se pueda ver de otra forma una creencia propia: Así
lo marca Sen: “[…] la ilusión objetiva es una creencia posicionalmente objetiva que
resulta, en efecto, equivocada desde el punto de vista del escrutinio
transposicional.”45
Toda esta idea me parece que puede muy bien apoyarse en lo dicho por Brandom y la
dimensión social, la relación entre el yo y el otro, nosotros, que prevalece sobre los juicios
que cada uno puede emitir y entender. Ofrezco esta derivación ética como consecuencia de
la propuesta de Brandom. No planeo ahondar más en ella, puesto que un trabajo de tal
envergadura requeriría un extensión amplia, cosa que no es el propósito principal de este
trabajo. Únicamente me parece plausible entenderla y tenerla en cuenta cuando se realice
filosofía del lenguaje. A mi ver, no se puede mantener cada rama filosófica aislada de las
otras, deberíamos entender que una propuesta hecha en una, puede muy bien derivar en
muchas más en las otras ramas.
45 Íbid. P. 193