Post on 22-Jun-2015
VANGUARDISMO Y GENERACIÓN DEL 27
LAS VANGUARDIAS EUROPEAS Y LA GENERACIÓN DEL 27.
A/ ESTUDIO DE LA VANGUARDIA POÉTICA .
Antes de estudiar la Generación del 27, conviene ver el movimiento que favoreció su aparición en el
panorama poético nacional: la Vanguardia. Desde el S. XVIII nunca nuestra literatura estuvo tan bien
sincronizada y tan en sintonía con la europea como en los años de la vanguardia. El término resume con
innegable plasticismo la situación avanzada de pioneros que adoptaron, a lo largo de las trincheras artísticas,
sus primeros cultivadores.
Si la vanguardia europea tiene sus límites entre 1906 y 1930, en España se vive con cierto retraso inicial, a
excepción hecha de Ramón Gómez de la Serna y el carácter innovador del Diario de un poeta recién casado
de Juan Ramón Jiménez. La vanguardia Hispana se concreta en el Creacionismo, en el Ultraísmo, y en los
libros surrealistas, publicados muy avanzada la segunda década del siglo. Es en 1918, con la llegada del
poeta chileno Vicente Huidobro desde París, cuando en España comienza a manifestarse más decididamente
la vanguardia.
Los novecentistas habían traído novedades con respecto a la literatura anterior, pero no una verdadera
ruptura como sí van a hacer ahora los movimientos de vanguardia, que se oponen a la estética anterior, y que
proponen concepciones profundamente nuevas del arte y de las letras, con propuestas estéticas originales,
provocativas y radicales. También se les llamó “-ismos”. Dichos “ismos” vanguardistas se suceden a un ritmo
rápido: Expresionismo, Futurismo, Cubismo, Dadaísmo, Surrealismo, etc. Muchos de ellos afectan por igual a
las artes plásticas, escénicas, cinematográficas, a las letras e incluso al pensamiento. Las vanguardias tienen
una duración limitada, pero la huella dejada se ha prolongado a lo largo de todo el siglo pasado.
El común denominador de estas tendencias contiene buena dosis de contradicción y confusión. La literatura
se entrega a experimentos creadores traducidas en obras poco perdurables (exposiciones de pinturas que
terminaban con los cuadros ardiendo como parte del proceso creador, performances, etc).
Históricamente, la literatura de vanguardia corresponde a la posguerra que siguió a 1918, aunque el
Futurismo o el Cubismo sean inmediatamente anteriores. Durante diez años, la vieja Europa disfruta de una
visible prosperidad (también Estados Unidos, en los llamados “Happy Tweenties”). Se siente la necesidad de
olvidar los errores pasados (1ª Guerra Mundial) y se practica una literatura de evasión. Es lo que Ortega y
Gasset denominará como “la deshumanización del arte”. Esta situación dura hasta el inicio de la década
siguiente. La crisis económica sufrida en Estados Unidos tras el crack de Wall Street en 1929 va a reflejarse
en Europa al inicio de los años treinta (“Dark Thirties”), y provocará también una profunda crisis espiritual.
Las características del nuevo arte, según Ortega, eran: afán de originalidad, hermetismo, autosuficiencia,
antirrealismo y antirromanticismo, sobrerrealismo, predominio de la metáfora, intrascendencia y escritura
onírica.
Pasamos, a continuación, a ver de un modo más pormenorizado cada uno de los principales movimientos de
vanguardia que afectaron a la poesía:
FUTURISMO.
Nace en 1909, fecha del manifiesto publicado por el escritor italiano Marinetti, claramente antirromántico.
Exalta la civilización mecánica y técnica: “un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de
Samotracia”. Sus temas favoritos van a ser la máquina, el avión, la energía eléctrica, el deporte, etc. El estilo
busca el dinamismo y la rapidez verbal, rompiendo en ocasiones con la sintaxis para dejar “las palabras en
libertad”. El futurismo renueva la disposición tipográfica del texto. Los poetas quieren jugar con los espacios y
las palabras como grafía, aunque no digan nada. El Futurismo no dio notables frutos en Europa, pero sí abrió
las puertas a nuevos temas. Fue un movimiento que se conoció pronto en España, ya que Ramón Gómez de
la Serna publicó su manifiesto en 1910. Encontramos huellas esporádicas en algunos autores del 27 (Pedro
Salinas escribe poemas a la bombilla, Alberti al billete de tranvía, a actores, a un portero de fútbol, etc..)
CUBISMO.
Parte de una vanguardia pictórica, cuyo manifiesto es un cuadro de Picasso, “Las señoritas de Avignon”
(1907). Se desarrolla sobre todo en Francia, aunque de la mano de pintores como el ya mencionado Pablo
Ruiz Picasso o Juan Gris. Se proponen descomponer las figuras humanas en formas geométricas: cubos,
cuadrados… para aportar una nueva visión de las cosas, los cuerpos en movimiento.
El cubismo literario intenta descomponer la realidad para proceder a composiciones libres de conceptos,
imágenes o frases. El principal artificio del cubismo va a ser el “collage”, aprovechado también por posteriores
movimientos vanguardistas.
DADAÍSMO.
Encabezado por Tristán Tzara, surge en 1916. Su nombre (elegido al azar, abriendo el diccionario con un
cuchillo) es el de un balbuceo infantil: dada. Es la rebeldía contra la lógica, contra las convenciones sociales, y
propugna liberar la fantasía de cada individuo mediante un lenguaje incoherente. Seguirán a Tzara André
Breton, Paul Eluard, Aragon, etc, posteriormente importantes surrealistas. Por ello, el Dadaísmo es
considerado un simple movimiento abanderado de lo que con el tiempo será el Surrealismo.
SURREALISMO.
El Surrealismo es la revolución artística más importante del siglo. Fue el punto de confluencia de varias
tendencias vanguardistas, pero el giro definitivo lo dio André Breton tras leer a Sigmund Freud: en 1924
publicará el primer “Manifiesto surrealista”.
Pretende ser una revolución íntegra. Su lema: “transformar la vida”, frase de Rimbaud. Se produce un
encuentro entre las doctrinas de Freud y Marx. Liberación de los impulsos reprimidos en el subconsciente
(Freud) por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales, o liberación de la represión que ejerce
sobre el ser humano la sociedad burguesa (Karl Marx).
Para los surrealistas, la vida es la cara más gris de la realidad: hay que conquistar una verdadera vida,
acceder a una realidad más alta, una super-realidad (sur – realité). La palabra surrealisme se debe a
Apollinaire (superrealismo, suprarrealismo y sobrerrealismo son términos que conviven en la época.
La liberación propugnada por esta vanguardia se produce a varios niveles:
-Liberación individual: Freud ha publicado en 1900 su obra acerca de la interpretación de los sueños, donde
se platea que en el ser humano existe una parte denominada inconsciente, donde residen los deseos
reprimidos, los traumas, las ansias, etc. La única vía de escape que le queda al inconsciente es la de los
sueños. Los surrealistas piensan que el arte tiene una relación directa con los sueños, por lo que es
imprescindible liberar el inconsciente para que el sujeto pueda crear arte.
-Liberación del lenguaje: El lenguaje como sistema se rige por unas reglas de sintaxis, morfología, etc. El
Surrealismo quiere liberar de estas reglas al lenguaje para que pueda expresar el mundo del subconsciente.
Pretenden alcanzarlo mediante:
A/ Escritura automática: el escritor se aísla, deja la mente en blanco, y escribe todo lo que se le ocurre, sin
control ni filtro.
B/ Collages de palabras: mezclar palabras o frases recortadas de periódicos.
C/ Juegos de azar con las palabras: lo hacían juntando palabras buscadas al azar en el diccionario.
D/ Metáforas: aportan un nuevo tipo de metáforas, de tipo enigmático, ambiguo, que pueden adquirir múltiples
significados. Eliminan el término real, quedando presente únicamente el término imaginario.
- Liberación del espectador: el Surrealismo propone también la liberación por parte del espectador, al que
pretende cambiar la forma de ver el mundo.
Influyó mucho la presencia de André Breton y Louis Aragon en España para que el Surrealismo fuera el
movimiento con más peso de todos. En 1925 la “Revista de occidente” publica el Manifiesto surrealista, con
gran influencia en Alberti (Sobre los ángeles), Lorca (Poeta en Nueva York), y Vicente Aleixandre. Esta
influencia también se contagia al cine, sobre todo a Buñuel (Un perro andaluz), y a la pintura, teniendo como
abanderado a Salvador Dalí.
ULTRAÍSMO.
Recogió elementos futuristas y cubistas, aunque fue excesivamente efímero. Su primer manifiesto aparece en
1919 en la revista “Cervantes”. El nombre indica su voluntad de ir más allá del novecentismo imperante. El
promotor fue Guillermo de Torre, que ilustró sus doctrinas con sus poemas visuales de su libro Hélices (1923).
CREACIONISMO.