Wondermore · 2020. 6. 30. · por supuesto, nada como una buena erupción de lava para calentar el...

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Quisiéramos dedicar este libro a Elvin y su familia, quienes con su presencia y actitud, nos demostraron que la humildad y la valentía, son ingredientes necesarios de la felicidad.

DEDICATORIA

Textos por: Sebastián CastroDiseño por: Thijn HolthuisFoto de portada por: Sergio PucciFotos por el grupo de viajeros de WONDERMORE

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UNA CR IS IS DE ASOMBRO

El porqué de existir de WONDERMORE

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Es simple. Entre más tiempo pasamos viendo hacia abajo, hacia una pantalla; menos tiempo pasamos viendo hacia arriba, hacia el cielo, las montañas y las estrellas. Vemos en dos dimensiones, lo que sólo se saborea en tres dimensiones, con sus olores y texturas. Con eso en mente creamos Wondermore, como una invitación a tornar la mirada hacia arriba, y hacia adentro. Una invitación a redescubrir nuestra relación con el asombro, y a desarrollar la capacidad de invocarlo de la mano de la madre naturaleza.

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¿PORQUÉ SUBIMOSMONTAÑAS?

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La eterna pregunta que confunde a muchos. Entre más alta la montaña, más surge. Entre más difícil, más nos juzgan. Para responderla, toca vivirlo. Toca sentir la duda de desper-tarse mucho antes que los pájaros para alis-tarse cuando todas las células del cuerpo piden lo contrario. Toca salir, y subir sin mirar atrás.

El cansancio, el dolor, la falta de aire...todos pesan sobre el espíritu. Y sin embargo, cuando la cima se asoma...nos invade una sensación bastante única.

Una invitación a sentir con alma y corazón; a dejar entrar la satisfacción de ver el horizonte desde lo más alto, y reconocer nuestra propia capacidad humana.

Conforme subimos montañas, nos damos cuenta que reflejan un tipo de logro escaso hoy en día, el logro físico. Esto es porque con-forme nuestros logros se vuelven digitales; números en una cuenta de banco, diplomas en una pared; el subir y bajar un trozo gigantesco de tierra y roca, retoma un valor casi etéreo, primitivo.

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Tocaná4,092m

Acatenango3,976m

Fuego3,830 m

Santa María3,772 m

Zunil3,542mAtitlán

3,537mSiete Orejas

3,370m

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Tajumulco4,222 m

Agua3,766m

Santo Tomás3,505m

Cumbres más a l tasde Guatemala

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Las calles de Antigua guardan un mis-terio muy particular. Detrás de cada puerta, parece haber una historia irrepetible, testigo de siglos de evolu-ción colonial. Ha pasado facetas radi-cales, desde capital regional, hasta desolación total a causa de terremo-tos, hasta la cosmopolita versión que es hoy en día, plagada de restaurantes, visitantes de todo el mundo, y una pro-tección arquitectónica envidiable.

Bastaron unos segundos para tomar la decisión. Era noviembre y había ido a Antigua a una conferencia. En cuatro días, me había enamorado de la ciudad. Y ahora, me enamoraba de sus colosales volcanes. La cima del Acat-enango había sido la gasolina de mi decisión: traería un grupo de Wonder-more aquí, cuanto antes. Era demasia-do cerca, demasiado hermoso, demasiado poderoso para no ser compartido.

ANTIGUA Y VOLCÁN ACATENANGO

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Pero lo que hace a Antigua única no es sólo su particular historia; sino su coyuntura natural y geográfica. Basta un día sin nubes para revelar tres picos prominen-tes. El Volcán de Agua, el más masivo de todos, se siente casi como un guardián; a escasos kilómetros del centro de la ciudad, omnipresente. Pero los protagoni-stas son sus vecinos. El Fuego, uno de los más activos del mundo, ha alcanzado un estado casi mítico por su profunda belleza y espectáculos de lava recurrentes, al igual que por su capacidad destructiva implacable. Por último, nuestro destino: el Acatenango. El más alto de todos con 3976msnm, sería un anfitrión casi esquizof-rénico, y nos invitaría a confiar en su sabiduría.

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El poder de la mente va más allá de lo evidente. Nuestros pensamientos, condimentados por nuestras emociones, definen nuestra realidad. Esa combinación, en la práctica; se manifiesta en forma de historias perso-nales de vida, aquellas que nos contamos sobre quiénes somos, cuáles son nuestros límites, y cuáles nuestras fortalezas. Decía el poeta estadounidense Muriel Rukeyser que “no estamos hechos de átomos, sino de historias.” Así que fue precisamente con esto en mente, que le entramos al taller de Storytelling en medio de un escenario de ruinas históricas, residuo del terremoto de 1976.

En el proceso, cada viajero y viajera definiría la historia que se contaría a sí mism@ a lo largo de la subida del Acatenango. Esta historia sería su norte, su mantra y su porqué.

A continuación algunas de ellas…

LAS H ISTORIAS QUE NOS CONTAMOS

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Karol: Encontré en el ascenso una cadencia rítmica meditativa. Cierro los ojos y puedo escuchar la melodía entonada por mi respiración, las puntas de mis zapatos enterrándose lenta y suavemente en aquel suelo movedizo y los latidos de mi corazón, potente y animado por algunas voces floreadas alrededor, incluso a veces la mía, no recuerdo una sola palabra, eran solo notas musicales de tan grata sin-fonía. El peso en mi espalda se unía a la can-ción y en un bamboleo hipnótico, desperté para leer: "Fin del camino". Entrega total. El riesgo a morir nunca antes se sintió como un regalo y clímax de tan profun-da plenitud. El sábado habiendo descendido un 70% de la montaña, nos topamos a un grupo que em-pezaba su ascenso. No fui sutil en la forma de mirarlos. Uno de ellos reaccionó y bromean-do comentó: "Nos miran con lástima porque saben lo que nos espera"... Nos carcajeamos. No tuve tiempo de decirles lo que realmente pasaba por mi mente "Qué afortunados que van para arriba. Desearía tanto devolverme con ustedes"...

Sara Fonseca:Los momentos de prueba pueden resultar ser el mejor condimento para la vida de quien se permite saborear su amargor y disfrutar la dulzura de verlos pasar a su debido tiempo. En resumen... saborear el amargor.

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Ricardo: Si mi mamá puede, yo también.

Anónimo: Siempre he pensado que en mi ADN está lleno de memorias de mis antepasados y que ellos mismos son los que me impulsan a venir a estos lugares para vivir lo que eran en ese momento, y con cada paso que voy subiendo la montaña tengo la sensación que mi ser primitivo vuelve a ser feliz cuando se reen-cuentra con sus lugares.

Sarah Fage: El camino oscuro del millón de pasos, que uno a uno va liberando retos, para llegar al fuego de la realización de poder decir aquí estoy disfrutando Acatenango.

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La ansiedad se sentía desde la noche antes. Todos revisaban una y otra vez su mochila, me hacían preguntas sobre cada detalle, y dejaban ver su entusiasmo. El momento había llegado. Entonces, apareció uno de los protagonistas de este viaje: Elvin. Un joven de menos de 30 años, pero con infinita experi-encia en el volcán. Tenía meses de no subir gracias a una lesión, por lo que su entusias-mo era palpable. Par de horas después, estábamos desayunando en su casa,

conociendo a su familia; mostrando la cara más vulnerable del volcán, principal fuente de pan e ingresos para cientos de personas en las comu-nidades aledañas, quienes viven a la merced de los ritmos turísticos y el comportamiento natu-ral del volcán. “Cuando se vino la erupción (de Junio) aquí hubo crisis. Nuestra fortuna depende del volcán, ya no de la agricultura.” me dijo Rosita--quien a la larga se convertiría en protagonista también-- mientras compartía-mos un tamal.

EL CAMINO

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Luego de un corto trayecto y una estiradita, comenzó la caminata. Cada quien a su paso, sonrientes y ligeramente ansiosos por lo em-pinado de los primeros kilómetros, las piernas poco a poco comenzaron a sentir las horas de esfuerzo, que culminarían triunfalmente unas seis horas más tarde, con la llegada de todo el grupo al campamento base, a 3600msnm. Hasta entonces, el volcán se mantenía escon-dido detrás de una capa de nubes que amenazaba con nublar también la esperanza de ver el volcán Fuego hacer erupción en todo su esplendor. Mientras nos intentábamos conformar con la belleza de la neblina y el rugir de la erupciones en nuestros oídos, pasó el tiempo y cuando nos dimos cuenta, era hora de cenar. Y con ella, llegó un curioso punto alto del viaje, cuando el ya por entonces queridísimo Elvin nos abrió las puertas de su vida, contándonos vulnerablemente sobre su crianza, sus creencias y hasta sus miedos.

La neblina, todavía omnipresente, parecía hacer caso omiso de los llamados de la voz contante de nuestro guía, quien sorpresiva-mente se echó al hombre una buena dósis de folklore chapín.

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Muchos, despeseranzados, priorizaron el des-canso y se durmieron temprano. Y como si tuviera intención de premiar a los pacientes, el cielo finalmente se despejó a eso de las 10pm, justo cuando las manos de Sergio, fiel creyente en que tomaría una mítica foto del volcán en erupción, estaban a punto de con-gelarse. El espectáculo llegó con violencia y belleza. Cielo completamente despejado, estrellas solo opacadas por la ferocidad del brillo de la lava ascendiendo cientos de metros en el aire, imagen perseguida por un retumbo que penetraba el cuerpo, una y otra vez. Mi sueño se volvía realidad. Desde la comodidad de la tienda de campaña, rodeado de gente querida nueva y conocida; atestigua-ba por segunda vez en un lapso de tres meses uno de los espectáculos naturales más espectaulares y hermosamente chocantes que he tenido el privilegio de presenciar. Pasara lo que pasara, el viaje ya había supera-do las expectativas.

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EL CAMPAMENTO

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Acampar a 3700msnm no es jugando. El frío es profundo, y el viento y la bruma pueden ser igual-mente intimidantes. Sin embargo, la calidez de Elvin y su equipo de la mano de una milagrosa fogata, fueron suficientes para hacernos sentir en casa. ¡A más de uno hasta lo acurrucó! A excep-ción del majestuoso y casi satírico baño, la experiencia de convivir a la interperie, protegidos por nosotros mismos y nuestras tiendas de campaña, fue un punto alto del viaje para la mayoría. Y por supuesto, nada como una buena erupción de lava para calentar el espíritu.

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Eran las 4am, y una fila de luces serpenteaban por la mon-taña en busca de la canción que sólo suena en la cima de las montañas, distante en pensamiento gracias al tremendo frío perpetuo que vive por allá arriba. La movediza arena volcánica dificultaba el paso firme hacia arriba, y la altura ponía los pulmones a quejarse. El silencio acompañó a la mayoría, aquellos que lograron con los primeros rayos de sol, discernir la cima en el horizonte.. Con la altura que-daron atrás los árboles, y se abrió paso un paisaje desolado, casi lunar; que dio la bienvenida con brazos abiertos a los primeros caminantes. Uno a una, fuimos alcanzando nues-tra meta. Abrazos, risas, miradas cómplices...historias intencionadas...y cumplidas.

Subir un volcán, acto en apariencia insensato, innecesaria-mente arriesgado para tantos, dio frutos en forma de emo-ciones fuertes y placenteras a esta comunidad viajera. En medio del riesgo, encontramos belleza. Y con la cima bajo nuestros pies, encontramos respuestas.

LA C IMA

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La comunidad que hizo este viaje posible ofreció un sabor individual a cada momento; que colectivamente plagará de historias la memoria colectiva de cuatro días extraordinarios. Cuatro días de un viaje interno, afuera...como pocos.

LOS PROTAGONISTAS

SEBAS

GLORIA

SERGIO ANA JAVISARA

MARCERICH IE THIJN

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SERGIO ANA JAVISARA

MARCERICH IE THIJN

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ANDRÉS NELA

MONIQUE

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BETO LARISA

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JAMES GLORIKAROL

JUL I PABLOMONTERREY

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A menudo sucede, que la pesadez del esfuerzo y la ansiedad de alcanzar la cima, se disipan con el primer paso en la otra dirección, ya a favor de la gravedad. El frío se olvida con el calor que emite el alma plena, y con eso pasamos de subir en silencio, a “chirotear” hacia abajo, esquiando en la resbaladiza arena, riendo como carajillos sin preocupaciones. Lo que subi-mos en dos horas, bajamos en 20 minutos.

Y sin embargo, cualquier montañista experimentado diría que la cumbre es sólo el 50%. Cuando pasa la sonrisa de la cima, comienza también el dolor de piernas, los resbalones--y sub-secuentes culazos, y las ganas de llegar a darse la mejor ducha de la vida. La bajada no fue fácil para muchos, pero sí memo-rable. Provió el tiempo necesario para reflexionar sobre la hazaña, para dejar ir cierto bagaje emocional. Para quizá aceptar, que el “yo” que bajaba, no era la misma persona que subió.

EL REGRESO

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“Porque las montañas no están hechas de roca y t ie r ra , s ino de sueños y deseos .”

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