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Ili,toria de la lengua

José Luis Moure

Reseña a Late Latin and Early Romance in Spain and Carolingian France,de Roger Wrhght

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ltLu.p.u, 111 (1983)

R:>ger Wright, Late Lati>1 and EarLy Rom<271aein Spaúl a>1d CaroLútgian Franae. Liver­

pool, Franc~s Gairns, 1982, xii + 322 pp.

Roger \1right aporta al dominio de la filología romlÍnica lU1atesis cuya acep­taci6n implica echar por tierra 10 que hasta el presente era admitido comolU1are~

.' . t . d la Romaniay en el periodolidad indiscutida: la coexlstencla en el terrl orla e

que se extiende entre la caída del imperio romanoY el renacimiento del s. XII, dedos lenguas distintas: una vernlicula, hablada por el pueblo iletrado -y maso menosdiferenciada según la ~ca y la regi6n-, y lU1latín "medieval", patrimonio de lU1aclase cultivada que había tenidq acceso al aprendizaje de la escritura.

b 't d cl'6n (pp IX-XlI) el autor anticipa las ideas,novedosasEn una reve ln ro uc . '

y sugestivas, sobre las que ha elaborado su obra., La génesis medieval de los dife-rentes m.electos romrolces, desarrollo posterior de ese nivel que los fi1610gos han

denominado generalmente "latín vulgar", no es puesto en diseusiGn. Frente a esas. d' . al supuso la

formas vern~culas diversamente evolucionadas, 'la perspectIva tra lClon

prktica de una lengua latina, de cuya relativa pero innegable un~formidad ~.tes-.timonio Úna considerable doc~nentaci6n literaria, jurídica, notarlal y relIgIosa.

:s decir, que en tanto que el latín, la lengua del imperio romano, habría permane~:ido relativamente inalterada, hablada y escrita por los doctos, las lenguas veTll_

:ulas habrían crecido y se habrían extendido paralelamente en el uso de l.a .Plebe.~efutar esta distinciGn constit~e precisamente el eje del innovador anlillslS deqri ht. El oárrafp inicial, casi provocátivo, merece citarse (la traducci6nnos pe!.

g . .' . 6 '. 1 "latfn":enece): "Este libro examina las implicanclas de lU1aúnIca hlp tesls. e .. '

Ú• '1 afi una invenci6n del renac1llllen:al comolo hemos conocido en los lt l.I110Sml os, es -

1, .o" (p IX) El autor sostiene que no existiG distinci6n entre una len-:0 caro mgl . .!\.lalatina y una lengua romance desde la quiebra de .la unidad imperial hasta el e~'bl . . to oficial de una ortografía y una pronwlciaci6n específicas para el l~.a eClJl\len . .

in que había de emplearse en la educaci6n Clerical y en la práctica de la llturguomana consecuencia todo ello de las reformas llevadas a cabo por decisi6n de ea!.

omagn~alrededor del año 800. La nueva pronunciaci6n, prescripta en el tratado V~

'Ú:oglU1.plL.Úl de Alcuino, basada en la correspondencia unívoca de un son~dopara cadarafema, constituy6 la base del método de aprendizaje de la lengua latIna desde.~onces. El nuevo enfoque de Wright postula que la reforma oficialmente promoVIda

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creéÍ U1la distinc.i éÍn ,:'ntre dos nOl1nnseJe pronunci:/ción que J ;¡~ cUJ:J\.l!"lidodes¡'omani<:a~;

no habI:JfI conocido hasta entonces, Con :mterioridHd a la J(,{"ollnacarolingia lO',k, l.,:.blante de una de esas comunidades -cualquiera fuese su nivel de eelucaci6n- emplea-

•..

ba determinad,' estilo de un único idioma vernáculo, dé cuyo c<uácter "1atinr/' (. "1

mance" no tenía conciencia; obviamente, los individuos T'1fl.~ cul tos disponían de tlIIvocabulario mayor y de una sinta.xis más compleja alimentada.s en la frecuentación ,]e

los clásicos, pero esas variantes de índole sociolingüística (hoy hablaríamos de l/j

veles de lengua) no se correspondían con variantes fonolGgicas exclusivas de ::Iq \1 ('

110s que leían y escribían, Quienes debían escribir contaban ~on un Gnico cédí.g()

grlifico -el empleado desde siglos para la reproducci6n de la lengua latina- que noreflej aba la pronunciación real de su propio idioma. Los textos de la temprana EdadMedia pueden ofrecer la equivocada impresi6n de que sus autores hablaban una lenguaque no difería esencialmente de la de Plauto o Plrnio, cuando en verdad no serían

más que testimonios del único modelo de escritura existente, integrado por estnlc­

turas gramaticales y vocabulario aprendidos y pasivos, respetuoso en lo escrito de

inflexiones morfo16gicas obsoletas que el mismo escribiente no pronunciaba al l CCT \'

reproducir oralmente esos textos, según el grado de evoluci6n alc<lnzado por 511 i(]ir.

ma. Las formas VIRGEN,VIRGINEH,VIRGI~ O VIRGlNEpor ejemplo, serÍm\ las ,ti FOTren

tes representaciones gráficas -según el único código de escritura y confoTIne a \;15

variaciones desinenciales de caso exigidas por la gramática- de lo que un hablan te

de antiguo franc~s en el s. VII pronlIDciaba [vjErdzaJ o [virdzaJ (p. X), La disti~ción conceptual entre dos lenguas diferentes -latina y romance- no pudo nacer ~\tes

de que se comenzara a utilizar en forma consciente una pronunciación diferenciada,artificial y deliberadamente arcaizante del latín, tal como la que prescribía la

reforma educativa carolingia con un propósito normativo y unificador,

Wright dedica los dos primeros capítulos a la r~futación, respectivamente, delos argumentos lingUísticos y textuales sobre los que se fund6 la denominada teoría

de las dos nOlmas (.:two-noltm .th~olt.y), es decir la que sostiene la coexistencia con

anterioridad al siglo IX de la distinción idiomática aludida. Revisa evidencias

lingüísticas aducidas tradicionalmente y demuestra cGmosu propia teoría no es in­

compatible con otras formas más sensatas de explicación. Con agudeza destaca el

autor que, parad6jicamente, el carácter de cultismo que los fi16logos asignan a

formas que no han sufrido los cambios fonéticos esperables no se aplica de manera

consecuente a fen6menos morfológicos equivalentes (por ejemplo, [-sJ como morfema

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de Zda. persona verbal o la convivencia de .evolucionadas según mod 1 . perfectos l.rregulares latinos Conforma

e os romances). La teoría d 1 d stra parte, en el muy frágil supuesto de que un d te ~s os normas se basa, por 0-bría logrado resistir exitosronente a 1 1 e ermInado grupo de hablantes ha-.. o argo de mil -taban afectando conternpo án anos cambios fonéticos que e '

r eamente al resto de la comunidad Un' .§..

textual, analizada por Wright en el capítul " .', a COPl.Osaevidenciado S1.gulente q , 1e los gramáticos. el de"la poesía 'tm' ' ue 1.I}cuye el testimonior11ca y el de los t t d

gótica brindan apoyo armlmQtal' ex os e la liturgia visi-b-·-n a su tes1S central.

El sistema de pronunciac~6n'1 t'. a 1na para la lectur!\!culno de York. conforme al aprendido en su at' aen voz alta propiciado pova lE b . P na, y sobre el que descansa 1

a. .¡[ atlZaci 6n de clérigos q a nueue promueve Carlomagno al té . d .os la base del "latín di 1" " l11Uno el 51glo VIII.me. eva ,autent1ca in .6 dsegún Wright, y sin conexi6n di venC1 n el renacimiento carolingi~

recta con el latín imn • 1 L '.3sta refonna en el territori f é _..•..ena. as consecuencias de. . o ranc s, la actividad de 1 d' ',' "';.:.nást1cos que la difunden . . . os 1versos centros eCle-',_. . y las pr1llleras eV1dencias registrada d '. u.1enC1a de la existencia del idi . s e una toma de ~on.

amavernáculo (el cano 17d 1 C· . .".,...ie la posibilidad d . n e oncllio de Tours) y.... ' .., e un nUevo c6d1go que lo . .... "formada (los J reg1Strase apelando a la ortogl'afIa' +~.:

uramentos de Estrasburgo 1 ._jilingüe sobre Jonás etc) . ,a secuencia de Santa Eulalia,' el· serm6n'

• ,const1tuyen el tema del tercer capítulo.

.. El autor dedica los dos últimos capítulos- al análisis de los alcances de su

cona en el territorio de Espalía cat lufi. a a. en tanto enclave de c lt .:ellljlranamente incorporado al d : '. u ura provenzalOffilll10polít1CO carol' .~as observaciones hechas co mg10, comparte la validez de

n respecto a Francia' la id d . ., en latín pued . . ' ea e que escr1b1r en romanceen ser act1V1.dades aut6nolansi6n hacia el año 1100 Co t' mas ya se encuentra allí afianzada y en ex. n ranarnente, los alcances dI' . -:y por ende el "latín medieval") d . e renaCllll.1ento carolingio

emaran su 1ngreso al rest d 1 <lien entrado el s XI Até d o e a pen.Lnsula hasta. . rav s el estudio sel t' d .~nible Wright precisa que hasta el si 10 ec 1VO.e la evidencia textuál dis~diana vemáculo y refuta las hi 6t ~ XI cada reg16n española pos~ía su propio

Ulgar' el h d . P eS1S que han postulado la pr§ctica de un latín, rec azo e la existencia del "latín 1téndez Pidal t vu gar leones" preconizada por Me-

le esta mismaes e~tqueEnuestr~ ~utor desarrolla pormenorizadamente en un artículoreV1S a. 1 anállS1S de Wri ht .~lares en prosa y . , g se eA~1.endea otros testimonios penin

en verso. cuyo detalle escapa a los límites de esta resefla¡ d;

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'RES EllAS

su examennacen sugestivas conclusiones sobre temas que ~uscitan la polémica: ver­

sos transcriptos con ortografía latina pero que debían de recitarse rítnlicamentecon prollunciaci6n romance, las glosas silellses y emNianenses y su no derivación de

supuestos glosarios latino-romances previos, etc. La postulación lateral de que la

m6trica popular romance (incluso en los géneros no líricos) no era necesariamente

isosil§bica tiene estimables consecuencias para la consideración de la épica espa­

fiola primitiva. Una vez más la teor·ía vertebral de la obra se condensa en esta as~

veración de Wright sobre el idioma de la literatura española an,terior al siglo XII:"Lo que existía era el romance; en su fonna. escl'ita nos parece i:I:atín, pero ello s~10 se debe a que hemos proyectado un anacronismo innecesa1'Íamente hacia atrás" (p.

- 186).

El Concilio de Burgos (1080). dispuso la implantación en España de la liturgiaromana en reemplazo de la antigua visigótica, para cuyo cumplimiento se formaliz6

el ingreso de clérigos franceses entrenados en la lectura en voz alta de los textosen ese "latín medieval" nacido de la reforma de Carlomagno. El marco histórico y

político de la introducción de este latín en España y el estudio de su difusión,l~ta e irregular, a partir de centros culturales comoToledo, Santiago y Palencia,se

desarrollan en el último capítulo del libro; como en Francia. pero con un retraso

de casi tres siglos. es la existencia del latín medieval la que permite distinguir

conceptualmente dos lenguas: latín y romance. La consideración de las distintas fol:,

mas incipientes y luego más elaboradas de transcripción en que fue reflej ándose el

romance pennite a Wright sostener, por ejemplo, que el Au.;to de. to~ Re.yeAM,lg0~, a­caso la más antigua obra literaria española que ha sobrevivido, puede adscribirse

al tipo de la secuencia de Santa Eulalia; es decir, una obra escrita con ortografíavernácula para su lectura en la iglesia durante el servicio de la Epifwlía; se tr~taría de la'adaptación al español del método que desde tiempo atrás venía practi­cándose al norte de los Pirineos. La presencia de occitanos y franceses entrenados

en la escritura de su idioma vernáculo pudo determinar, supone Wright, que Galicia

haya sido quizás la primera parte de la península que ~lút6 conscientemente su i­diana mediante una técnica ortográfica propia. La información es particularmente

caudalosa en este capítulo de cierre y no la resefiarernos aquí puesto que el autorla dispuso cornoilustración de los principios ya enunciados, pero resultará de co~

sulta necesaria para los estudiosos de la lengua y de la 'literatura espafiola medi~

vales por el n~nero e interés de las observaciones e inferencias que el autor regi~

???

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'a sobre aspectos del mester de clerecía, el Poema de M¿o C¿d, etc. El Concilio de¡lladol id de 1228 señala el momentode expansi6n de la refoT1113educativa que pro­leve la enseñanza del latín medie\'al en España y es a partir de entonces cuandolede hablarse de gente a1fabetizada en lengua romance con independencia de la es­'cifica alfabetizaci6n latina.

El libro de I~Tight se completa con un cuadro sin6ptico de las etapas de la r!:.ci6n entre el latín tardío y el romance primitivo en España y en Francia carol~a (pp. 261-262), un apéndice con la truducci6nde los plírrafos latinos registr!­s, la bibliografía y dos índices de palabras y de obras y autores, respectivam~. La bibliografía empleada, 'que comprende alrededor de quinientos títulos entre'

bros y artículos, doscientos de los cuales fueron publicados a partir de 1970,

idea de la abillldancia y actualizaci6n del material manejado,por el autor.

La magnitud de la infonnad6n aducida y discutida y la confrontación de ideas

puestas por estudiosos anteriores se ven aliviadas por el casi permanente senti~del humor de que Wright hace gala, el que por momentosse convierte en mordaci~

d y en algún caso, comoen la nota 14 de la p. 185, en una salida de tono quepor

necesaria y errada (nos permitimos advertir que.la conga es una danza de orige,"ricano practicada en Cuba y no en Brasi;) no condice con la altura científica que,tino y el ,talento del autor han impuesto a la obra.

La..te. La.Un tlIld EaJl1.yRomanc.e. ingresa al dominio de la filología comoilll es!!!.~ s6lidamente documentadoy' convincente, Una evaluación crítica de la tesis cen~

11 de Wright excede nuestra competencia; son los fi1ó10gos romanistas, y aun los

storiadores, especializados en e1p~ríodo quienes deberán analizar los argunEntosnuestro autor y aducir acaso otros testimonios que corroboren, rectifiquen o a­

;ten las conclusiones expuestas. Por una comprensible razón metodológica, Wrightnit6 su estudio a Francia y Espaflaj el interesante testimonio citado del papiro

Ravena aportado por Sabatini (p. 66) hace desear que también se amplíe el en§.;is de los alcances de la tesis al dominio lingüístico italiano.

Refutar la idea tradicional de la existencia durante la temprana Edad Media

una clase culta latulohab1ante por oposición a "una mayoría popUlar ineducada queexpresaba en romance es apenas el nGcleo de la obra de Wright. La postulación

Isealente de que no existió un latín medieval -{ln tanto lengua conscientemente~erenciada- hasta la reforma unificadora de pronunciaci6n de Alcuino, y de que

, .•.

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RES EfilllS

este hecho dio nacimiento como contrapartida a la conciencia del empleo de losiclio

mas romlli1ces, constituye la génesis de una perspectiva con implicancias dc grml i12_

teres. El límite entre el latín vulgar y el romance abandona la inevitable imprecisión con que fue acosado por los filólogos y latinistas (Norberg, Vaananen) )' nllJ11"

vieja y polémica distinción entre los conceptos de latín vulgar ybajo latín I.Cr~¡¡,dgent) recibe una luz nueva, porque ahora se toma posible reexaminar el C':)lljtllllopartiendo de una única lengua que ha evolucionado, por su pl'l'pia naturaleza, desd"siempre, poseedora de distintas variantes estilísticas y modelos sociol il1güísticos

O niveles, que se dialectaliz6 en fonna creciente a partir de la pérdida tje léi untdad política que le daba sustento, y que cont6 con un código ortográfico (mico cuyodivorcio con la realidad del habla se hizo manifiesto al reasignarsele una pronun­

cia.t:i6n arcaizante, artificialmente restituida y regular (un sonido para cada le­tra). Entonces naci6 el latín culto que utilizarían los eruditos desde el renaci­

miento carolingio y que, comopropone Wright., "bien pudo no haber s ido empleéido j?­

mlis antes de que los eruditos carolingios 10 inventaran" (p. 56), Y así nacieron,

casi contemporiíneamente, los c6digos ortográficos romances, reconocÍJniento textl1;11

de illla realidad fonética muy anterior que hasta entonces había pennaneci,lo (lel J! 1"'1detrlis de las mismas fonnas latinas escritas.

La tesis de Wright, al revalorizar la diferencia qUEmedia entre habla y tJl"­

tografía., se convierte en tma advertencia impl'ícita para los procedimientos de lacrítica textual, incluso en lo que a la documentaci6n romance primitiva s'= refiere;

no es posible perder de vista que toda escritura no es más que ill1a aproximaci6n a

las formas orales no siempre uniforme ni unívoca. Esta suerte de clesrnitificación

del texto comotransposici6n del habla es una apelación a la cautela cuando se pr'2­

ponen o se juzgan enmiendas que bien podrían ser paleogr1ífic!U1\ente irunoti vildas alhaberse fundado en el falso supuesto de una concordancia absoluta entre los c6d igos

oral y ortogr~fico,

Admitida la hip6tesis de una lengua latina o proto-romance escri ta confonne

a Wla norma única pero prol1lmciada según las modalidades vemáculas, nos parece pe~

tinente pregillltarnos cómo lograban comwlÍcarse los clérigos y diplomáticos cuandodebían trasladarse a centros distantes en los que las variantes dialectales resul­

taban notables. ¿Eran esas diferencias lo suficientemente irrelevantes como para

que 1m sacerdote o un embajador francés pudiese hacerse entender en Roma? ¿,No

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IncipU, 111 (1983)

es imaginable una cierta unifonnidad de pronunciaci6n para que Paulino de Aquileao Pedro de Pisa por una parte y Almino de York por otra pudiesen conversar con

Carlomagno? ¿C6mose ,lograba establecer un debate comjll'ensible en un concilio alque concurrían obispos no entrenados en las prescripciones de la reforma carolin­gia y que s610 podían expresarse pronunciando dialectos no necesariamente pr6ximos?

Erudici6n y competencia se han conjugado en la elaboraci6n de este aporte

fundamental para la filología románic¡l que hoy se presenta ante la crítica de losespecial istas .

JOSE LUIS MOURE

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