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El envejecimiento demográfico en México y la participación laboral de la población adulta mayor1

Isalia Nava Bolaños2 y Roberto Ham Chande3

Resumen

En el análisis de la situación económica de la población adulta mayor un aspecto que resulta relevante es el de la participación económica, toda vez que los ingresos por trabajo representan una de las principales fuentes de recursos de la población. El objetivo de esta investigación es analizar los determinantes de la participación de la población en edades 60+ en el mercado de trabajo. Para ello a partir de la información del Censo de Población y Vivienda 2010 se estiman dos modelos de regresión logística de la probabilidad de trabajar: uno para mujeres y otro para hombres. Las variables explicativas que tienen el efecto marginal negativo de mayor magnitud son los ingresos por pensión o jubilación entre la población masculina y el estado civil en unión entre la población femenina. El mayor efecto positivo en la estimación de los hombres corresponde al estado civil en unión y en las mujeres a las variables habla de lengua indígena y saber leer y escribir.

Palabras clave: Envejecimiento demográfico, género, actividad económica

Introducción

El efecto combinado de los descensos en la mortalidad y la fecundidad, además de la migración,

han transformado la estructura de la población en México bajo el claro patrón de la transición

demográfica. Analizando estas transformaciones como proceso a lo largo de las décadas de 1950

a 2010 y con las proyecciones hasta 2050 en la versión 2012 del Consejo Nacional de Población

(CONAPO), se percibe que a partir de 1970 crece la presencia de la población en edades adultas

y laborables hasta un máximo hacia 2020. Al mismo tiempo se da una proporción decreciente de

la población de niños y adolescentes. Es ineludible que esta transición continúe y que en las

siguientes décadas lo dominante en las estructuras demográficas sea el incremento en el grupo

envejecido. No se piensa que la fecundidad retome altos niveles y toda la expectativa es que la

mortalidad siga decreciendo, sin otra perspectiva más que una población permanentemente

envejecida (Ham, 2003).

1 Esta investigación se logró gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, bajo el proyecto 58722 “Dividendos demográficos y seguridad económica en la vejez”. 2 Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM. [email protected] 3 El Colegio de la Frontera Norte, [email protected]

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Estos cambios prevén serias transformaciones en diversas áreas de las relaciones sociales

y económicas, un tema que adquiere relevancia es el de la situación económica de la población

adulta mayor, ya que se relaciona con la calidad de vida en la vejez. La revisión de la

información disponible muestra que los ingresos son insuficientes y lo que se presenta en la

mayoría de las ocasiones es la combinación de distintos mecanismos de seguridad económica:

trabajo, jubilaciones y pensiones, acumulación de bienes, ahorros, seguros privados, familia,

redes sociales, asistencia social y beneficencia. Huenchuan y Guzmán (2007) identifican que las

tres principales fuentes de seguridad económica en la vejez son la seguridad social, los apoyos

familiares y la participación económica.

En relación con la seguridad social, la cobertura universal es un tema aún pendiente.

Como resultado de las condiciones precarias de empleo, las pensiones contributivas incluyen a

un segmento reducido de la población. Para el caso de México, las cifras del Censo de Población

y Vivienda 2010 indican que sólo 27.3% de la población en edades {65 y más} recibe un ingreso

por pensión o jubilación4. Además, la mayoría de los pensionados tiene ingresos muy reducidos,

de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH),

en el año 2010 el ingreso promedio mensual por pensión o jubilación fue $4,196 y representó

menos de tres salarios mínimos5. Respecto a los programas de pensiones no contributivas destaca

la Pensión para Adultos Mayores, operado desde el año 2003 por la Secretaría de Desarrollo

Social (SEDESOL) 6. En 2010 el apoyo económico a la población en edades {70+} residente en

las localidades de menos de 30,000 habitante fue de $500 mensuales, con entregas bimestrales y

el número de beneficiarios atendidos fue 2,105,306 (Aguila et al., 2013).

Por el lado de los apoyos familiares, se trata de un tipo de apoyo que depende de las

condiciones socio-económicas de los integrantes de la familia, del tamaño y composición de los

hogares, de las relaciones familiares y de las formas de organización familiar. De acuerdo con

Montes de Oca (2004) el hecho de vivir en compañía de familiares no garantiza las acciones de

apoyo hacia el adulto mayor, éstas adquieren particularidades de acuerdo con la edad, el sexo y

4 Con información de los microdatos de la Muestra del Censo de Población y Vivienda 2010.5 El cálculo se realizó considerando los salarios Vigentes a partir del 1 de enero de 2010, establecidos por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos.6 En el año 2003 surgió el Programa de Atención a los Adultos Mayores en Zonas Rurales (PAAMZR), dirigido a la población en edades {60+}. En 2007, se transformó en el Programa de Atención a los Adultos Mayores de 70 años y más en Zonas Rurales, en esta nueva propuesta se dejó de considerar la condición socioeconómica. En 2013 pasa a ser el Programa de Pensión para Adultos Mayores y cubre a la población en edades {65+} (Aguila et al., 2013).

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el parentesco; por ejemplo, los apoyos suelen ser menos comunes entre la población masculina.

En el análisis de los apoyos familiares como fuente de seguridad económica hay que considerar

que las transformaciones estructurales de la familia apuntan a una reducción en el número de

hijos en las próximas décadas y un incremento de la migración interna e internacional.

La participación económica, como fuente de seguridad económica, adquiere relevancia en

sociedades como la mexicana. El objetivo de esta investigación es analizar cuáles son los

determinantes de la participación de la población adulta mayor en el mercado de trabajo en

México en el año 2010. Frente al reconocimiento de las diferencias que existen al interior de la

población en estudio, se realiza un análisis por sexo de la población. Para ello se construyen dos

modelos logísticos de la probabilidad de trabajar con información del Censo de Población y

Vivienda 2010.

La investigación se divide en cinco secciones además de las conclusiones. La primera

sección incluye la fuente de datos y la metodología que se utiliza en la investigación. En la

segunda sección aparecen las principales características de la población en edades avanzadas en

México. La tercera sección aborda las principales características socio demográficas de la

población adulta mayor que participa en el mercado de trabajo. En la cuarta sección se presenta

los resultados del modelo de regresión logística.

Datos y metodología

Los datos provienen de los microdatos de la muestra del Censo de Población y Vivienda 2010

realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Se trata de la principal

fuente de información demográfica y socioeconómica que permite dar cuenta de la situación

actual del país, en lo que con frecuencia se le describe como una fotografía sociodemográfica en

la fecha del levantamiento censal. El levantamiento del Censo General de Población y Vivienda

de 2010 se realizó con base en dos cuestionarios, uno básico7 y otro ampliado8. 7 El cuestionario básico se aplicó al total de la población y abarcó las características demográficas más generales (sexo, edad y relación de parentesco; número de hijos nacidos vivos e hijos fallecidos; lugar de nacimiento y lugar de residencia en junio de 2005; condición de habla indígena, lenguas indígenas y condición de habla española; discapacidad desde el enfoque de limitaciones en la actividad; condición de alfabetismo, condición de asistencia escolar y nivel y grado de escolaridad; condición de actividad económica; derechohabiencia a servicios de salud; situación conyugal; religión). Sobre las vivienda se censaron sus características de calidad y adecuación (material en pisos; número de dormitorios y número de cuartos; disponibilidad de energía eléctrica, agua y drenaje; disponibilidad de excusado y flujo de agua en este servicio; disponibilidad de bienes y tecnologías de información y comunicación) (INEGI, 2010).8 Mientras que el cuestionario ampliado se aplicó a una muestra de 2.9 millones de vivienda, incluyó las mismas preguntas que el básico y agregó información específica sobre población en temas adicionales que requieren más

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Esta investigación parte de considerar que la población en edad avanzada es la de {60+}.

De acuerdo con Ham (2003:84) es a partir de esta edad que “existen ambigüedades entre adultez

madura y comienzo de la vejez, y donde lo común es que, sin poder calificarse como joven, se

funcione con capacidad y autonomía”.

En el análisis de los determinantes de la participación laboral de la población adulta

mayor se estima un modelo de regresión logística. El modelo logit se basa en la función de

distribución logística acumulativa y se especifica como:

Pi=F (Z i )=F (α+ β X i )=1

1+e−zi= 1

1+e−( α+βXi ) (1 )

en donde Pi, es la probabilidad de que un individuo realice una determinada elección dado un

factor X i. En este caso la probabilidad se refiere a la de participar en el mercado laboral. La

ecuación (1 ) se puede expresar como:

logPi

1−Pi=Z i=α+βX i (2 )

donde la variable dependiente es el logaritmo de la razón de probabilidades9. A partir de la

ecuación (2 ), el modelo propuesto en esta investigación adopta la siguiente especificación:

logProb (sí trabaja)i

1−Prob (sí trabaja)i=α+β1Caract . individualesi+β2Caract .hogar i+u1 (3 )

donde la variable dependiente es una dicotómica o ficticia para las personas en edades avanzadas

que trabajan10. Las variables independientes que explican la probabilidad de que las personas

trabajen se clasifican en dos categorías: las características individuales y del hogar. Las primeras

incluyen las variables: grupos de edad, alfabetismo, estado civil, lengua indígena, condición de

discapacidad e ingresos provenientes de programas gubernamentales11, pensiones, remesas y

minuciosidad y calidad en la entrevista (salud, discapacidad, etnicidad, educación, migración interna e internacional, condiciones económicas, fecundidad y mortalidad recientes). En el tema de vivienda se añadió información sobre las características de construcción y estructurales, existencia de equipamiento, forma de adquisición y tenencia ( INEGI, 2010).9 Como la probabilidad Pi se encuentra dentro de un intervalo (0,1) y al ser logarítmica, no está linealmente relacionado con Zi (es decir en X i y en los β). Esto significa que la ecuación (2 ) no puede estimarse por mínimos cuadrados ordinarios.10 Dentro de esta categoría se incluye a los que trabajaron (por lo menos una hora) la semana previa a la entrevista y a quienes declararon que tenían trabajo, pero no trabajaron.11 En este rubro el Censo 2010 incluye los programas Oportunidades, Procampo, becas, ayuda a madres solteras, adultos mayores, etc. Aunque no es posible distinguir el tipo de programa, es de esperar que predominen las ayudas dirigidas a adultos mayores.

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ayudas de otros hogares. Mientras que las características del hogar abarcan las variables de

localidad, tipo de hogar y número de personas en edades {60+} en el hogar (cuadro 1).

Cuadro 1. Operacionalización de las variables independientes

Variable DefiniciónCaracterísticas individuales

Grupos de edad

Variables dicotómicas para las categorías:- 60-64 (categoría de referencia)- 65-74- 75 y más

Alfabetismo 1=sabe leer y escribir, 0=no sabe leer ni escribir

Estado civil

Variables dicotómicas para las categorías:- soltero separado o divorciado (categoría de referencia)- casado o en unión libre- viudo

Lengua indígena 1=sí, 0=no

Discapacidad 1=no tiene discapacidad física o mental, 0=sí presenta discapacidad física o mental

Ingreso: programas de gobierno 1=sí recibe, 0=no recibeIngreso: jubilación o pensión 1=sí recibe, 0=no recibeIngreso: remesas 1=sí recibe, 0=no recibeIngreso: otras personas (dentro del país) 1=sí recibe, 0=no recibe

Características del hogarLocalidad 1=rural, 0=urbanaTipo de hogar 1=nuclear, 0=ampliado, compuesto, unipersonal y corresidenteAdultos mayores en el hogar Variable continua

Población envejecida en México

Según cifras del Censo de Población y Vivienda, en el año 2010 la población en edades {60+}

superó los 10 millones de personas y representó aproximadamente nueve por ciento de la

población total. La distribución por sexo muestra la presencia de más mujeres (53.4%) que

hombres (46.6%) y corrobora una característica propia del proceso de envejecimiento que es la

feminización de la vejez. La revisión de los índices de masculinidad (IM) por grupos de edad

muestra una reducción porcentual importante de la población masculina, como consecuencia de

la menor mortalidad femenina. En el grupo de edad {60-64} el IM es de 90.5, mientras que en el

grupo {65-74} es 89.6 y se reduce a 80.9 en el tramo {75+}.

Al analizar las principales características sociodemográficas de la población en edades

avanzadas según sexo (cuadro 2), encontramos diferencias significativas que colocan a las

mujeres en una posición de desventaja frente al proceso de envejecimiento. Por ejemplo, el

porcentaje de jefes de hogar entre la población masculina (87.7%) es muy distinto al que reporta

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la población femenina (41.7%). El estado civil presenta una disparidad por sexo, 75.0% de los

hombres están unidos o casados, frente a 46.1% de las mujeres que también reportan esta

situación conyugal. Las mujeres viudas representan más de una tercera parte de las mujeres

adultas mayores, mientras que los hombres viudos no llegan a representar una décima parte de su

población. Por otra parte, el porcentaje de población indígena es similar entre hombres y

mujeres, esto es un poco menos de 10.0%. Mientras que la población masculina que presenta

alguna discapacidad física o mental representa 25.2% y la femenina 27.4%.

En cuanto a la ubicación geográfica, alrededor de una cuarta parte de mujeres y hombres

vive en localidades rurales. Por su parte, casi la mitad de los hombres forma parte de un hogar

censal12 nuclear y 38.1% de las mujeres también forma parte de estos hogares. En relación con

los aspectos sociales de la población en edades avanzadas, los hombres que saben leer y escribir

un recado son 81.1%, frente a 72.2% de las mujeres que así se clasifican como fuera del

analfabetismo.

En el análisis de las variables económicas los ingresos por jubilaciones y pensiones

adquieren relevancia. El porcentaje estimado de hombres con pensiones es 32.9%, mientras que

en las mujeres esta cifra es menor, y sólo alcanzan 18.1%. En el caso de los ingresos

provenientes de otros países, la proporción de remesas es mínima para mujeres y hombres, 5.2%

de las mujeres las reciben y 4.3% de los hombres. Se identifica que 5.9% de los hombres recibe

ayuda monetaria de otros hogares, frente a 10.5% de las mujeres que también perciben estos

ingresos. Sobre los ingresos por beneficios gubernamentales, tanto en hombres como en mujeres,

la población que declara esta fuente de ingresos es alrededor de una tercera parte.

Es de hacerse notar las diferencias entre mujeres y hombres en la vejez. Esto se explica

por las condiciones sociales, económicas y de salud que fueron desfavorables a estas

generaciones de mujeres en las etapas anteriores a la vejez y por la presencia de roles y

estereotipos que permean y definen las relaciones entre sexos, de allí la importancia de incluir un

análisis por sexo de la población.

12 El censo de población y vivienda 2010 utiliza la categoría de hogar censal, que se refiere a la unidad formada por una o más personas, vinculadas o no por lazos de parentesco, que residen habitualmente en la misma vivienda particular.

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Cuadro 2. Características de la población 60+ según sexo

Características Sexo TotalHombres Mujeres

Parentesco Jefe(a) de hogar 87.7 41.7 63.1Otro 12.3 58.3 36.9

Alfabetismo Sabe leer y escribir 81.1 72.2 76.4No sabe leer y escribir 18.9 27.8 23.6

Estado civilSoltera(o), separada(o) o Divorciada(o) 10.9 15.9 13.5Unida(o) o casada(o) 75.0 46.1 59.6Viuda(o) 14.1 38.0 26.9

Lengua indígena Habla alguna 9.9 9.0 9.4No habla 90.1 91.0 90.6

Discapacidad Sí presenta 25.2 27.4 26.4No presenta 74.8 72.6 73.6

Beneficios gubernamentales

Sí recibe 31.3 34.3 32.9No recibe 68.7 65.7 67.1

Jubilación o pensión

Sí recibe 32.9 18.1 25.0No recibe 67.1 81.9 75.0

Remesas Sí recibe 4.3 5.2 4.8No recibe 95.7 94.8 95.2

Ayuda de otros hogares

Sí recibe 5.9 10.5 8.4No recibe 94.1 89.5 91.6

Localidad Rural 28.1 24.0 26.0Urbana 71.9 76.0 74.0

Tipo de hogar Nuclear 49.4 38.1 43.4Otro tipo de hogar 50.6 61.9 56.6

Fuente: elaboración propia con base en datos de la muestra de 10 por ciento del Censo de Población y Vivienda, 2010. INEGI. Datos ponderados.

Participación económica en la vejez

Por las condiciones descritas en la sección anterior se destaca que parte relevante de la población

envejecida intente ingresos por trabajo. De hecho, las cifras del censo de 2010 muestran que

30.5% de la población en edades avanzadas se encuentra trabajando. Cuando esta cifra se analiza

según sexo de la población como se ve en la gráfica 2, se aprecian diferencias importantes en las

tasas de participación, ya que los hombres que trabajan son 48.7%, mientras que sólo 14.8% de

las mujeres participan en el mercado laboral. Para ambos sexos la población en edades avanzadas

que no trabaja es 69.5%

Gráfica 2. México: distribución de la población 60+ según sexo y principal condición de actividad, 2010

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0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

70%

80%

90%

100%

Mujeres Hombres

Otra situación

Tiene alguna limitación físicao mental que le impidetrabajarSe dedica a los quehaceres delhogar

Estudiante

Pensionada(o) o jubilada(o)

Buscó trabajo

Trabajó

Fuente: elaboración propia con base en datos de la muestra de 10 por ciento del Censo de Población y Vivienda, 2010. INEGI.

Al analizar las actividades que realiza el segmento de la población envejecida que no

participa en el mercado laboral encontramos que 24.0% de los hombres recibe una jubilación o

pensión y sólo 2.3% se dedica a los quehaceres del hogar. Por el contrario, 64.8% de las mujeres

señalan esta última como su condición de actividad y sólo 9.2% menciona la jubilación. Estos

resultados están ligados con la división sexual del trabajo que coloca a los hombres en la esfera

pública (trabajo de mercado), mientras que las mujeres permanecen en la esfera privada o

doméstica (Carrasco, 2001). Cabe señalar que la creciente incorporación de las mujeres al

mercado de trabajo es un fenómeno reciente. De acuerdo con Rendón (2004), la presencia

femenina en la actividad económica se aceleró de manera importante en la década de los

noventa. Por lo tanto, las mujeres en edades {60+} pertenecen a cohortes con escasa experiencia

laboral, lo que reduce sus oportunidades de participación en el mercado de trabajo.

Un elemento que es importante considerar al analizar la participación laboral de las

mujeres en edades avanzadas es el hecho de que un porcentaje importante no tiene un trabajo

remunerado, sino que se dedica a realizar trabajo doméstico y de cuidados familiares. Como

ahora se admite, se trata de actividades que tienen una aportación decisiva en la reproducción

social y familiar. De acuerdo con Carrasco (2003) el trabajo que realizan las mujeres en el hogar,

y que permanece invisible, es también indispensable para la reproducción de la fuerza de trabajo.

Destacan las actividades de cuidado informal a la infancia, a los enfermos y la vejez que realizan

las mujeres en edades mayores. Robles (2001) encuentra en un barrio urbano de Guadalajara, que

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las abuelas son las principales responsables del cuidado del anciano (esposas-cuidadoras) y de

los niños pequeños.

Además de las diferencias por sexo, la participación económica de la población

envejecida muestra una gran heterogeneidad, el cuadro 3 presenta la condición de trabajo según

diversas estratificaciones que toman en cuenta las características sociales, económicas y

demográficas de este sector de la población. Resaltan las bajas tasas de participación laboral

masculina en las edades más avanzadas, por encima de los porcentajes totales, ya que son 66.1%

en el grupo 60-64, 49.9% en el tramo 65-74 y 25.4% en el de 75+. Algo similar ocurre en

las mujeres, pues la proporción que trabaja representa 23.8% en el grupo 60-64, baja a 14.4%

en 65-74 y 5.6% en 75+. Las menores tasas de participación laboral se asocian con las

características propias de las edades más avanzadas, ya que es en la ancianidad o cuarta edad

cuando la mayoría de la población presenta problemas severos de salud y funcionalidad, como

consecuencia de las enfermedades crónico-degenerativas y las incapacidades (Ham, 2003).

En el análisis de las relaciones de parentesco, se aprecia que las tasas de participación

laboral son más altas entre la población adulta mayor que es reconocida como jefe o jefa del

hogar censal. Sin embargo, los porcentajes son mayores entre la población masculina, 50.2% de

los jefes de hogar trabajan, mientras que las mujeres jefas de hogar que trabajan son 19.1%.Cabe

mencionar que de acuerdo con el INEGI (2010) la jefatura de hogar censal se refiere a la persona

reconocida como tal por los residentes habituales de la vivienda. Este nombramiento responde a

patrones sociales y culturales que no necesariamente se relaciona con el principal proveedor

económico, entre los hogares con población adulta mayor es común que se designe como jefe, de

manera simbólica, al integrante de mayor edad.

El alfabetismo, los niveles de instrucción formal y la preparación para el empleo de una

persona pueden desempeñar un papel importante en el acceso al mercado de trabajo. La

habilidad medida a través de la capacidad para leer y escribir un recado es un factor

diferenciador entre la población femenina, ya que 16.2% de las mujeres alfabetas trabajan,

mientras que el porcentaje entre las analfabetas es 11.3%. En las cifras sobre los hombres, las

diferencias en las tasas de participación se reducen, el porcentaje es 49.1% para la población

alfabeta y 47.5% en la población analfabeta. La condición de alfabetismo y los niveles de

escolaridad están ligados con las características del sistema de educación que prevalecían en las

primeras etapas de vida de los adultos mayores. En este sentido es importante mencionar que la

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población en edades {60+} nació antes de 1950 y vivió sus primeros años de asistencia escolar

cuando el sistema de educación era limitado13. A ello se agrega que el acceso que tuvieron las

mujeres al sistema educativo fue aún más restringido, pues los roles y estereotipos que

predominaban correspondían a los de una sociedad tradicionalista que no sólo otorgaba poco

valor a la formación educativa de las mujeres, sino que con frecuencia lo consideraba negativo y

antifemenino.

En relación con el estado civil, la población masculina presenta ligeramente mayores

tasas de participación laboral entre quienes tienen una pareja con 51.6%, de quienes permanecen

solos, divorciados o separados que son 50.2%, mientras que la proporción de viudos que trabaja

es 32.5%. En el caso de las mujeres, aquellas que no cuentan con una pareja presentan las tasas

de participación más altas de 25.7%, en tanto que los porcentajes son 13.0% entre las unidas y

las viudas.

Otra variable sobresaliente en la población masculina, es la condición de habla de lengua

indígena. La tasa de participación laboral de quienes hablan lengua indígena es 59.3% y

disminuye a 47.6% entre quienes no hablan. Sin embargo, la población femenina no muestra

diferencias importantes, estos porcentajes son de 14.2% y 14.9%, respectivamente.

La presencia de alguna discapacidad física o mental en la vejez se relaciona con una

reducción en las tasas de participación en el trabajo. En la población masculina que no presenta

discapacidad la tasa de participación es 56.3% y disminuye a 26.9% entre quienes sí presentan

discapacidad. En el caso de la población femenina sin discapacidad el porcentaje es de 16.9% y

se reduce a 9.4% entre quienes presentan alguna discapacidad.

Los ingresos que obtiene la población en las edades avanzadas adquieren relevancia, pues

son necesarios para la sostenibilidad económica de esas personas y de su entorno familiar. En el

caso de México, frente a las escasas posibilidades económicas, la población combina diferentes

fuentes de ingreso entre las que destacan programas de gobierno, jubilaciones, pensiones, ayuda

de personas que viven fuera y dentro del país. Además, tanto para hombres como para mujeres,

contar con algún tipo de ingreso en la vejez reduce la participación laboral. Los ingresos por

jubilación o pensión aparecen como importantes, ya que las tasas de participación en el trabajo

son notoriamente menores entre la población pensionada, 20.0% en los hombres y 9.2% en las

mujeres; en tanto que los porcentajes aumentan a 62.9% y 16.0% entre quienes no cuentan con 13 En la década de 1950 la tasa de alfabetismo de la población de 15 años y más fue de 46.6% para los hombres y 39.6% para las mujeres (Gutiérrez, 1992:32).

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esta protección, respectivamente. La ayuda monetaria de personas que viven dentro del país

también se relaciona con las menores tasas de participación en el trabajo, los porcentajes entre la

población masculina que recibe estos ingresos son 29.4% y en la población femenina 10.9%.

Mientras que la población que no cuenta con este tipo de apoyo económico presenta cifras más

altas, 50.0 y 15.2% respectivamente.

Al considerar la ayuda monetaria proveniente de personas que viven en otro país, casi

exclusivamente Estados Unidos, los resultados muestran que las diferencias en las tasas de

participación laboral de la población envejecida que cuenta con estos ingresos y quienes no, se

reducen. De acuerdo con las cifras del cuadro 3, el porcentaje estimado de hombres que reciben

un ingreso por remesas y que trabajan es de 38.8%, mientras que esta cifra es de 49.2% entre

quienes no reportan ingresos de otro país (un incremento aproximado de 10 puntos porcentuales;

en tanto que en los ingresos por pensión, presentados anteriormente, el aumento es de 42 puntos

porcentuales). En las mujeres los porcentajes son 11.7 y 15.0%, respectivamente. Cuando se

observan los ingresos por beneficios gubernamentales, encontramos que la población masculina

que trabaja es 44.5% y entre la población femenina es 10.3%; estas cifras aumentan a 50.7 y

17.1%, cuando los hombres y mujeres en edades avanzadas no reciben estos recursos

económicos.

En el caso de la población masculina, las tasas de participación laboral son más altas en

el medio rural, 56.2%, en comparación con las cifras de la parte urbana de 45.8%. Por el

contrario, entre la población femenina el porcentaje que trabaja es 16.2% en las localidades

urbanas y 10.4% en las áreas rurales.

En el análisis según tipo de hogar censal, encontramos que las tasas de participación

laboral muestran diferencias importantes por sexo. Entre la población masculina las tasas más

altas se presentan en los hogares nucleares con 50.3%, mientras que la población femenina

reporta porcentajes de participación más altos cuando habita un hogar distinto al nuclear.

Cuadro 3. Distribución de la población 60+ según características de la población, condición de trabajo y sexo, 2010

CaracterísticasTrabaja No trabaja

Sexo SexoHombres Mujeres Hombres Mujeres

Total 48.7 14.8 51.3 85.2

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Grupos de edad66.1 66.1 23.8 33.9 76.249.9 49.9 14.4 50.1 85.625.4 25.4 5.6 74.6 94.4

Parentesco 50.2 50.2 19.1 49.8 80.938.2 38.2 11.7 61.8 88.3

Alfabetismo 49.1 49.1 16.2 50.9 83.847.5 47.5 11.3 52.5 88.7

Estado civil50.2 50.2 25.7 49.8 74.351.6 51.6 12.7 48.4 87.332.5 32.5 12.8 67.5 87.2

Lengua indígena 59.3 59.3 14.2 40.7 85.847.6 47.6 14.9 52.4 85.1

Discapacidad 26.9 26.9 9.4 73.1 90.656.3 56.3 16.9 43.7 83.1

Beneficios gubernamentale

s

44.5 44.5 10.3 55.5 89.7

50.7 50.7 17.1 49.3 82.9Jubilación o

pensión20.0 20.0 9.2 80.0 90.862.9 62.9 16.0 37.1 84.0

Remesas 38.8 38.8 11.7 61.2 88.349.2 49.2 15.0 50.8 85.0

Ayuda de otros hogares

29.4 29.4 10.9 70.6 89.150.0 50.0 15.2 50.0 84.8

Localidad 56.2 56.2 10.4 43.8 89.645.8 45.8 16.2 54.2 83.8

Tipo de hogar 50.3 50.3 14.1 49.7 85.947.2 47.2 15.2 52.8 84.8

Fuente: elaboración propia con base en datos de la muestra de 10 por ciento del Censo de Población y Vivienda, 2010. INEGI. Datos ponderados.

Los determinantes de la participación económica de hombres y mujeres envejecidos

En esta sección se presentan los resultados de las variables que determinan la participación de la

población adulta mayor en el mercado de trabajo. La significancia de las variables aparece en el

cuadro 4 y permite analizar la dirección de la relación entre las variables independientes y la

probabilidad de trabajar. Mientras que en la gráfica 2 aparecen los efectos marginales, es decir, el

cambio marginal en la probabilidad de trabajar frente a cambios en las variables explicativas;

para la población masculina y femenina.

Después de controlar por factores individuales y del hogar, los modelos de regresión

logística muestran que los determinantes que tienen un efecto negativo sobre la probabilidad de

trabajar son los ingresos por jubilación o pensión, la presencia de discapacidades, la edad, la

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ayuda monetaria de otros hogares, la presencia de remesas, la condición de viudez y otros

adultos en edades avanzadas en el hogar. La variable con signo negativo más importante entre la

población masculina es la presencia de ingresos por jubilación o pensión, con un efecto marginal

de -0.42, mientras que entre la población femenina es -0.06. Puede decirse que es el determinante

más importante que incide negativamente en la participación de la población adulta mayor en el

mercado de trabajo. Estos resultados pueden entenderse en el marco de análisis de la seguridad

económica, el hecho de contar con un ingreso por jubilación o pensión disminuye la

incertidumbre económica y con ello la necesidad de integrarse al mercado laboral (Huenchuan y

Guzmán, 2007).

Cuadro 4. Regresión logística: determinantes de la probabilidad de trabajar en la población 60+ según sexo, 2010

VariablesHombres Mujeres

Coef. Std. Err. Coef. Std. Err.

Características individuales

Edades 65-74 -0.33 0.01 -0.43 0.01Edades 75 y más -1.23 0.01 -1.23 0.01Sabe leer y escribir 0.27 0.01 0.25 0.01Unida(o) o casada(o) 0.31 0.01 -0.83 0.01Viuda(o) -0.26 0.01 -0.47 0.01Habla alguna lengua indígena 0.27 0.01 0.27 0.01Con alguna discapacidad -1.24 0.01 -0.36 0.01Ingreso: programas de gobierno 0.04 0.01 -0.15 0.01Ingreso: jubilación o pensión -1.85 0.01 -0.82 0.02Ingreso: remesas -0.34 0.01 -0.19 0.02Ingreso: otras personas -0.52 0.01 -0.18 0.02

Características hogares

Localidad rural 0.18 0.01 -0.30 0.01Hogar de tipo nuclear 0.02 0.01 0.01 0.01Adultos mayores en el hogar -0.22 0.01 -0.24 0.01Constante 1.17 0.02 -0.30 0.02Número of observaciones 537,986 596,222Pseudo R2 19.0% 7.0%

*significativo al 1%, **al 5%, *al 10%.

Enseguida, presentar alguna discapacidad física o mental también disminuye la

probabilidad de trabajar, en los hombres el efecto marginal es de -0.30 y en las mujeres -0.03. En

este sentido es importante mencionar que en las edades avanzadas es común la presencia de

incapacidades, que dependiendo del tipo y grado pueden impactar en las actividades sociales y

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económicas, por ejemplo las posibilidades de integrarse al mercado laboral (Wong y González,

2011). Naturalmente la dificultad para caminar, moverse, subir, bajar, ver, hablar, oír, vestirse,

bañarse, comer, poner atención y aprender cosas limita la participación económica y se vuelve un

factor diferenciador importante.

Estar en las edades {75 y más} disminuye la probabilidad de trabajar, en relación con

pertenecer al grupo de edad {60-64}, el efecto marginal es -0.30 en los hombres y -0.10 en las

mujeres. Es importante mencionar que para la población femenina esta variable presenta el

mayor efecto negativo. En el grupo de edad {65-74} la probabilidad de trabajar también se

reduce, el efecto marginal es -0.08 en los hombres y -0.04 en las mujeres. Estos resultados son

consistentes con los signos y características asociados al ciclo de vida. Es en la última etapa de la

vida, la de la vejez y la ancianidad, cuando la presencia de las enfermedades crónicas e

incapacitantes inevitablemente incurren en el deterioro de las condiciones de salud y las

capacidades físicas (Laslett, 1991). A ello se añaden las pérdidas de capacidad social y

económica que también se agravan en el último tramo de edades y que limitan la participación

económica.

La estimación de los efectos marginales muestra que recibir ayuda monetaria de personas

que viven dentro del país tiene un efecto negativo sobre la probabilidad de trabajar en las edades

avanzadas, con un efecto marginal de -0.13 en los hombres y -0.02 en las mujeres. Algo similar

ocurre cuando la población en edades avanzadas recibe remesas, ya que la probabilidad de

trabajar también disminuye y los efectos marginales son -0.09 y -0.02, respectivamente

La viudez reduce la probabilidad de trabajar en la población adulta mayor, en relación

con el estado civil soltero, separado o divorciado (categoría de referencia). Los efectos

marginales son –0.07 en los hombres y –0.05 en las mujeres. De acuerdo con Pérez e Infante

(2005) la pérdida del cónyuge ocasiona conflictos emocionales como la soledad, la pérdida de

seguridad y el miedo a realizar nuevas actividades. Después de controlar por distintos factores

individuales y del hogar, estos antecedentes llevan a plantear que es posible que las

características y síntomas emocionales que experimentan los adultos mayores viudos estén

repercutiendo en su decisión de participar en el mercado laboral.

La presencia adicional de un adulto en edades avanzadas disminuye la probabilidad de

trabajar, el efecto marginal es -0.05 en los hombres y -0.02 en las mujeres.

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Las variables que tienen un efecto positivo sobre la probabilidad de trabajar son saber

leer y escribir y hablar una lengua indígena. El alfabetismo, la escolaridad y la preparación son

factores que influyen en las condiciones sociales y económicas de las personas (Ham, 2003). En

particular, el hecho de saber leer y escribir un recado, es un elemento que facilita la

incorporación de la población envejecida al mercado laboral. Es importante destacar que los

bajos niveles de escolaridad de este segmento de la población obedecen a los escasos niveles de

cobertura escolar que prevalecieron en sus primeras etapas de vida. En la población masculina el

efecto marginal es 0.07 y en la población femenina es 0.03.

Hablar una lengua indígena incrementa la probabilidad de trabajar con un efecto marginal

de 0.07 en los hombres y 0.03 en las mujeres. Cabe señalar que los estudios antropológicos

encuentran que la población envejecida en las comunidades indígenas presenta roles particulares

asignados por la familia y la comunidad, que pueden ayudar a entender estos resultados. De

acuerdo con Reyes (1999) la participación laboral de los adultos mayores en las comunidades

indígenas es básicamente agrícola, en diversas ocasiones no es remunerada, es de subsistencia y

se prolonga hasta que las fuerzas del adulto mayor se lo permiten.

Recibir ingresos de programas de gobierno, residir en una localidad rural y estar en algún

tipo de unión conyugal, ya sea casado o en unión libre tiene efectos distintos para hombres y

mujeres. Entre la población masculina incrementa la probabilidad de trabajar, mientras que entre

la población femenina la reduce. La presencia de beneficios gubernamentales tiene un efecto

marginal de 0.01 entre los hombres, mientras que entre las mujeres es -0.02. La localidad rural

aumenta la probabilidad de trabajar con un efecto marginal de 0.04 en los hombres y la reduce

entre las mujeres con un efecto marginal de -0.03. El estado civil unido se asocia de manera

positiva con la probabilidad de trabajar en los hombres, con un efecto marginal de 0.08, mientras

que en las mujeres es de -0.08.

La variable tipo de hogar no resultó significativa en la regresión de la población

femenina, mientras que entre la población masculina aumenta la probabilidad de trabajar, con un

efecto marginal 0.01.

Gráfica 2. Efectos marginales de la probabilidad de trabajar en la población 60+ según sexo, 2010

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Edades 65-74

Edades 75 y más

Sabe leer y escribir

Unida(o) o casada(o)

Viuda(o)

Habla alguna lengua i

Con alguna discapacidad

Ingreso: programas de gobierno

Ingreso: jubilación o pensión

Ingreso: remesas

Ingreso: otras personas (dentro del país)

Localidad rural

Hogar de tipo nuclear

Adultos mayores en el hogarC

arac

terís

ticas

indi

vidu

ales

Car

acte

rístic

as d

el h

ogar

-0.60 -0.40 -0.20 0.00 0.20

Hombres Mujeres

Conclusiones

Esta investigación analiza los determinantes de la participación de la población adulta mayor en

el mercado de trabajo en México en el año 2010. Los resultados confirman el hecho de que

tradicionalmente son los hombres quienes se identifican con el trabajo asalariado y el sustento

del hogar, aún en las edades avanzadas. Ello lleva a reflexionar sobre los efectos perjudiciales de

la escasa o trunca participación de la mujer en el mercado de trabajo a través de las edades

laborales, ya que incurre en la pérdida de sus capacidades profesionales. En consecuencia, puede

limitar y condicionar la participación de la mujer en el mercado laboral en las edades avanzadas.

Las altas tasas de participación económica llevan a reflexionar sobre el entorno

socioeconómico bajo el cual participa el adulto mayor, la mayoría de las veces se trata de nuevos

sistemas de producción y tecnología que demandan nuevas calificaciones y conocimientos, que

dificultan y limitan la participación del adulto mayor. En este sentido es importante que se

diseñen programas de educación y actualización permanente. A la par se requiere de la

generación de trabajos decentes, como lo define la Organización Internacional del Trabajo. En

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México, existen algunos esfuerzos por parte del Instituto Nacional de las Personas Adultas

Mayores (INAPAM) por atender estos aspectos. Por ejemplo, como parte del servicio

“Capacitación para el trabajo y ocupación del tiempo libre”, el INAPAM brinda capacitación en el

manejo de paquetería en equipos de cómputo. Además, a través del servicio “Vinculación laboral

para personas adultas mayores”, el INAPAM mantiene comunicación entre los prestadores de

servicios y empresas que desean incorporar a las personas en edades {60 y más}, el objetivo es

sensibilizar a la sociedad y promover oportunidades de inclusión laboral para la población adulta

mayor.

En el análisis de los determinantes de la participación laboral, la regresión

correspondiente a la población masculina muestra que la variable más importante que incrementa

la probabilidad de trabajar es la situación conyugal unido o casado, mientras que el determinante

con el mayor efecto negativo es la presencia de ingresos por jubilación o pensión Los resultados

muestran la importancia de la seguridad social, la insuficiente cobertura genera un aumento de la

población adulta mayor en la actividad económica. Por lo tanto, en materia de políticas pública,

se requiere garantizar la seguridad social de este segmento de la población.

Entre la población femenina saber leer y escribir y hablar una lengua indígena aparecen

como los principales determinantes que aumentan la probabilidad de trabajar, en tanto que estar

en el tramo de edades {75 y más} reduce la participación laboral.

Es importante considerar que la participación económica es un mecanismo que

desaparecerá ante la eventualidad del retiro, ya sea por la presencia de incapacidades o

enfermedades que limitan la actividad del adulto mayor.

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10.1    Los cambios demográficos y la participación laboral de los jóvenes y los adultos mayores de  América Latina

Organizadora: Ana Hermeto (UFMG - Brasil) 

11.2  Demografía del envejecimiento en América Latina y el Caribe

Organizadoras: Mariana Paredes della Croce (Universidad de la República Uruguay – Uruguay) y Isalia Nava Bolaños (Universidad Autónoma del Estado de México - México)

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