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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO Universidade da Coruña 0. Introducción necesaria Hablarescribir hoy, 2009, sobre Castelao supone un doble rescate y un doble desagravio. Y ello por razones sobrepuestas a la lógica evidente que determina este Congreso, como la de otras conmemoraciones que conoce este año, en que se cumplen setenta del fin de la guerra civil española y del inicio de la dictadura. Nos referimos en y con CASTELAO (18861950)a la personalidad gallega más relevante del siglo XX, sin la cual este período histórico no sería bien comprendido; al artista y político que, al igual que Rosalía de Castro, en el siglo XIX, marca de forma insustituible la evolución particular de la historia de Galicia; al crisol, en fin, donde se funden, de manera extraordinaria, sentimientos, aspiraciones, definiciones ideológicopolíticas y representación artística de la Galicia contemporánea. El carácter proteico de su obra, su producción multifacética (dibujante, caricaturista, pintor, escritor, pensador político, diputado galleguista en dos legislaturas de la 2ª República, ministro del gobierno Giral en el exilio…), su proyección como nacionalista y como republicano gallego, desde España a la URSS, de USA a Cuba y a Buenos Aires, de la capital argentina a París… pero siempre en Galicia Sempre en Galiza, como tituló su obra teórica fundamental: todo esto hace de él, como hemos dicho, personalidad fundamental de la historia contemporánea y, à rebours de lo apuntado, poco o nada conocido en la España actual. Resulta paradójico o irónicoque el tiempo presente, que tanto prodiga la autodefinición de sociedad de la información y del conocimiento, en templos del saber como la Universidad o las disciplinas humanísticas, practique el deporte, con tanta frecuencia, de ignorarse a sí misma e ignorardespreciar lo más próximo. Tal operación afecta a Galicia de forma especial, al punto de preguntarnos más de una vez cuál es el baremo de la noticiabilidad o de la noticiosidad gallega, excepción hecha de la que, en metáfora abusiva, denominamos “bélica”, es decir, la provocada por catástrofes o procesos de agresióndestrucción por tierra, mar y González de Garay, María Teresa y DíazCuesta, José (eds.): El exilio literario de 1939, 70 años después. Logroño: Universidad de La Rioja, 2013, pp. 453479.

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

 MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO

Universidade da Coruña 

 

0. Introducción necesaria 

Hablar‐escribir  hoy,  2009,  sobre  Castelao  supone  un  doble  rescate  y  un 

doble  desagravio.  Y  ello  por  razones  sobrepuestas  a  la  lógica  evidente  que 

determina  este  Congreso,  como  la  de  otras  conmemoraciones  que  conoce  este 

año, en que se cumplen setenta del fin de la guerra civil española y del inicio de la 

dictadura.  Nos  referimos  ‐en  y  con  CASTELAO  (1886‐1950)‐  a  la  personalidad 

gallega más relevante del siglo XX, sin  la cual este período histórico no sería bien 

comprendido; al artista y político que, al igual que Rosalía de Castro, en el siglo XIX, 

marca  de  forma  insustituible  la  evolución  particular  de  la  historia  de  Galicia;  al 

crisol,  en  fin,  donde  se  funden,  de  manera  extraordinaria,  sentimientos, 

aspiraciones,  definiciones  ideológico‐políticas  y  representación  artística  de  la 

Galicia contemporánea. El carácter proteico de su obra, su producción multifacética 

(dibujante, caricaturista, pintor, escritor, pensador político, diputado galleguista en 

dos  legislaturas de  la 2ª República, ministro del  gobierno Giral  en el  exilio…),  su 

proyección como nacionalista y como republicano gallego, desde España a la URSS, 

de USA a Cuba y a Buenos Aires, de  la capital argentina a París… pero siempre en 

Galicia ‐Sempre en Galiza, como tituló su obra teórica fundamental‐: todo esto hace 

de él, como hemos dicho, personalidad fundamental de la historia contemporánea 

y, à rebours de lo apuntado, poco o nada conocido en la España actual. 

Resulta paradójico ‐o irónico‐ que el tiempo presente, que tanto prodiga la 

autodefinición de  sociedad de  la  información y del conocimiento, en  templos del 

saber como la Universidad o las disciplinas humanísticas, practique el deporte, con 

tanta frecuencia, de ignorarse a sí misma e ignorar‐despreciar lo más próximo. Tal 

operación afecta a Galicia de forma especial, al punto de preguntarnos más de una 

vez  cuál es el baremo de  la noticiabilidad o de  la noticiosidad gallega, excepción 

hecha  de  la  que,  en  metáfora  abusiva,  denominamos  “bélica”,  es  decir,  la 

provocada  por  catástrofes  o  procesos  de  agresión‐destrucción  por  tierra, mar  y 

González de Garay, María Teresa y Díaz‐Cuesta, José (eds.): El exilio literario de 1939, 70 años después. Logroño: Universidad de La Rioja, 2013, pp. 453‐479. 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

aire.  En  efecto,  Galicia  es  noticia  sobresaliente  cuando  un  desastre  como  el 

provocado por el buque  “Prestige”  (noviembre 2002)  tiñe de negro  la  costa  y el 

corazón  de  los  gallegos;  lo  es  cuando  una  ola  inusitada  de  incendios  criminales 

arrasa su suelo, provoca muertes y desolación y amenaza para sabe Dios cuántos 

años  su  ecosistema  y,  en  definitiva,  su  futuro.  Pero,  naturalmente,  esta 

excepcionalidad  que  acapara  imágenes,  pantallas  e  información  mediática,  no 

agota  lo  que  debieran  ser  ‐y  no  son‐  paradigmas  objetivos  ‐e  históricamente 

explicables‐  de  la  actualidad  gallega,  porque,  tantas  veces,  se  utilizan,  en 

lamentable  anacronismo,  para  profundizar  rutinas  interpretativas,  tópicos  falsos, 

falsa conciencia, en suma, y percepción deformada sobre un país que, como todos, 

se debe a su historia y gracias a ella puede ser comprendido y explicado. 

Aquella vaporización orwelliana de nuestro personaje ‐como artista, como 

escritor, como político‐ obedece a cualquier cosa menos a  la casualidad. De  igual 

forma  que,  en  hablando  de  problemáticas  y  discriminaciones  de  las mujeres,  es 

frecuente utilizar la imagen del techo de cristal, refiriéndonos a Castelao y a Galicia, 

hablaríamos más  bien  de  una  pesada  losa  que, metonímicamente,  cumple  una 

función  represivo‐utilitaria:  desconociendo  o  ignorando  la  historia,  el  arte,  la 

literatura,  la  producción  ideológico‐política… de Galicia,  está  el  terreno  abonado 

para justificar su statu quo actual, la supuesta pequeñez de sus reivindicaciones y, 

en definitiva,  su  carácter de  satélite  respecto de un planeta  inamovible, España, 

Europa, llamadas a ejercer sobre ella una tutela necesaria, como la que ejercía, en 

el Código Civil vigente hasta 1977, el marido sobre la mujer, menor de edad civil a 

todos los efectos. 

Toda  la  obra,  extensa  e  intensa,  plural  y  diversa,  artística  y  política,  de 

Castelao  camina en  la dirección  contraria a esta descripción. Toda ella  se yergue 

como un enorme grito ontológico del ser gallego, de su dignidad y de la necesidad 

imperiosa  de  dotar  a  su  pueblo  de  la  significación  oscurecida  o  negada.  Y  tal 

empeño  así  fue  percibido  por  sus  contemporáneos,  sean Wenceslao  Fernández 

Flórez o don Miguel de Unamuno;  sean Bagaría o  José Francés;  sean  sus colegas 

republicanos,  militantes  en  otras  formaciones  políticas,  sean  destacados 

representantes españoles, vascos, catalanes… del exilio americano o europeo. Qué 

lejos  se  sienten hoy aquellos  tributos de admiración del ya  citado  crítico de arte 

José  Francés  cuando  reconocía  en  Castelao  al  más  europeo  de  los  dibujantes 

españoles (LÓPEZ, 2001: 356) o afirmaba, en 1912, que sus caricaturas respondían 

absolutamente  al  criterio  modernísimo  del  arte  humorístico  contemporáneo 

(LÓPEZ, 2000: 195), o del también mencionado Bagaría,  la estrella de  la caricatura 

política en las páginas de El Sol (periódico donde nuestro autor publicó numerosas 

caricaturas  entre  1918  y  1922),  cuando  no  dudaba  en  conceder  a  Castelao  el 

puesto número uno entre todos ellos (LÓPEZ, 2001: 356). 

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

No menor  era  el  reconocimiento  político  por  parte  de  elementos  nada 

sospechosos de filogalleguismo. En abril de 1997, tuvimos la fortuna de localizar, en 

el  Archivo  General  de  la  Guerra  Civil  Española,  de  Salamanca,  dos  entrevistas 

inéditas  realizadas  a Castelao  a  su  vuelta del  viaje  a  la URSS,  en mayo de 1938, 

como miembro  de  la  delegación  del Gobierno  de  la  República  (GARCÍA NEGRO, 

2000: 229 y ss.). La una aparece en Frente Rojo, órgano del Partido Comunista de 

España; en El Magisterio Español,  la otra, ambas editadas en Barcelona. Sirvan de 

mínima  muestra  (vid.  ROSALES,  2000:  41‐112),  escogida  por  la  coincidencia 

sincrónica con los años en que Castelao elabora y difunde los álbumes de guerra a 

que  se  referirá  esta  comunicación.  Y  sirvan,  sobre  todo,  de  contraste  a  ese 

desconocimiento  actual  que  justamente  queremos  conjurar,  al  menos  como 

invitación  a  aproximarnos  a  figura  tan  rica,  tan  atractiva  y,  diríamos,  tan  actual 

como la de Castelao. 

Nos  referimos  supra  a  una  peligrosa metonimia:  el  desconocimiento  de 

Castelao conlleva el de Galicia, y viceversa. Mucho más en corto, en el dramático 

período que ocupa la guerra civil española, resulta increíble que se siga propalando 

la  especie  de  una Galicia  sumisa,  conservadora,  entregada  desde  el  inicio  de  la 

guerra a  la reacción  fascista y, por tanto,  inexistente en  los gloriosos anales de  la 

lucha  antifascista  y  defensora  de  la  legitimidad  republicana.  Contra  todas  las 

evidencias,  se  pasa  por  alto  que  un  pueblo  que  vota  mayoritariamente  las 

candidaturas del Frente Popular, en febrero de 1936 (dentro de las cuales obtienen 

escaño  como  diputados  el  propio  Castelao,  Antón  Vilar  Ponte  y  Ramón  Suárez 

Picallo, dentro de la disciplina galleguista), se reconvierta, en el mes de julio de ese 

año, en fervoroso defensor de los rebeldes, no se sabe por qué misterioso suicidio 

parcial de sus representantes políticos. Contra todas las evidencias, se ignora que la 

guerra  vivida  en Galicia  adquirió  el peor  cariz de  los posibles:  la  represión  en  la 

retaguardia,  los  paseos,  la  carencia  absoluta  de  un  dispositivo  institucional 

mínimamente  protector,  la  vesania  de  fuerzas  paramilitares  como  Falange  o  la 

Guardia  Civil,  que  masacraron  impunemente  a  miles  de  víctimas,  el  asesinato 

directo  de  los  más  conspicuos  representantes  del  nacionalismo  gallego  y  del 

republicanismo  (Alexandre  Bóveda,  secretario  de  organización  del  Partido 

Galeguista, Víctor Casas, director del periódico A Nosa Terra, Camilo Díaz Baliño, 

Xaime Quintanilla, alcalde de Ferrol, Roberto Blanco Torres… y tantos otros), para 

intentar cortar de raíz cualquier brote de contestación. Contra todas las evidencias 

se  ignora  ‐o se pretende  sepultar‐  la verdad de que Galicia, a diferencia de otras 

zonas  españolas,  tuvo  que  defenderse  malamente  por  sí  misma,  sin  ninguna 

institución  republicana  a  su  servicio,  habiendo  sido  retrasado  y  boicoteado  el 

referendum sobre su Estatuto de Autonomía, que sólo pudo ser votado (gracias al 

esfuerzo  denodado  de  Castelao  y  sus  correligionarios)  el  28  de  junio  de  1936  y 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

entregado en Cortes justamente el 15 de julio de ese mes y año, tres días antes del 

levantamiento militar. 

Pero es que incluso no se han tenido en cuenta no ya estas evidencias (que 

Castelao  se  preocupa  de  documentar  exhaustivamente  en  su  Sempre  en  Galiza 

[1944]) sino testimonios sincrónicos directos, como los recogidos en Nueva Galicia 

(Madrid),  Nova  Galiza  (Barcelona)  y  en  otras muchas  publicaciones  españolas  y 

extranjeras  leales  al  gobierno  republicano. Por  su  carácter de  crónica  en  tiempo 

real, vamos a referirnos solamente al estremecedor libro titulado Lo que han hecho 

en Galicia1, publicado por la Oficina de Prensa al servicio de la República Española, 

en Buenos Aires, 1938,  subtitulado  “Episodios del  terror blanco en  las provincias 

gallegas contados por quienes los han visto”. Leamos su prefacio: 

 

Este libro, que es una visión parcial de lo que en Galicia ocurrió, puesto que se refiere más que nada a  la Provincia de Pontevedra, refleja el heroísmo de  una  población  campesina  y marinera,  casi  en  su  totalidad,  que,  sin más armas que  las escopetas de caza y  las herramientas de  trabajo, se enfrentó a los  cuarteles  y  a  las  fuerzas  armadas  de  la  facción.  Fuerzas  campesinas  y obreras que, si hubiesen tenido al lado de su heroísmo la fuerza de los guardias de  asalto o de  la  guardia  civil, hubiesen  triunfado  en Galicia,  como por  esas fuerzas se  triunfó en muchos sitios de España. La  falta de armas y  la  falta de experiencia  los  derrotó.  Sin  embargo,  en  los montes  de Galicia  aún  resisten gentes que constituyen una preocupación para la facción. Y la lista de muertos, fusilados  y  asesinados  es  la más  extensa  de  España.  Y  en  el  ejército  de  la República,  las  milicias  gallegas  constituyeron  la  fuerza  de  choque  de  las brigadas internacionales y una parte de los Comisarios de guerra son gallegos, y los  gallegos  entregaron  a  la  República  una  escuadra.  Y  el  fuerte  aliento campesino del comandante Líster otea el día de  la entrada en Galicia con  las fuerzas de la Libertad. 

Este  libro es una visión que no refleja ni con mucho el heroísmo de  los gallegos,  sino,  y  esto magníficamente,  algunos  casos  ocurridos  en  la  Galicia martirizada por el fascismo (ANÓNIMO: 1938: 5). 

 

No  escapan  los  galleguistas,  naturalmente,  a  la  saña  de  las  prácticas 

terroristas: 

 El galleguismo ha sido perseguido como un crimen abominable. Los más 

caracterizados galleguistas, los hombres que con más fervor han trabajado por el engrandecimiento de Galicia, han sido fusilados o asesinados a docenas. Las 

1 La portada de este  libro utiliza  la estampa de Castelao que  lleva por pie: “Non enterran cadavres; enterran semente”, extraída precisamente de su álbum Galicia mártir. 

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detenciones se hacían con los pretextos más fútiles y aun sin ningún pretexto. El  figurar  en  una  lista  de  afiliados  a  una  sociedad  local  simpatizante  con  el movimiento  galleguista  bastaba.  Se  llegó  al  extremo  de  buscar  en  las colecciones de los periódicos las listas de asistentes a los actos galleguistas y las fotografías de estos actos para perseguir a  los que en ellas aparecían (ibidem: 96). 

 

Y en clave cronística: 

 

Galicia indómita Para  los  que  desconocen  Galicia,  es  difícil  comprender  lo  que  allí  ha 

sucedido y  lo que está sucediendo. No se explica cómo habiendo sido Galicia una  región  en  la que  realmente no hubo una  fuerte  resistencia  armada  a  la sublevación militar, el  terror que allí ejerce el  fascismo ha sido, acaso, el más espantable que se ha padecido en  toda España. Como no se explica  tampoco que el pueblo gallego, que no acertó a sacudirse el yugo cuando aún estaban intactas  las organizaciones de  lucha de  los sindicatos y  los partidos proletarios haya conseguido luego mantener viva la repulsión contra el régimen fascista a lo  largo  de  una  terrible  etapa  de  año  y  medio  de  represión,  en  la  que diariamente han sido asesinadas docenas de personas (ibidem: 115). 

 

De  tal manera  que  nos  es  dado  hablar  de  doble  ostracismo:  el  inmenso 

agujero negro que provocó el desenlace de la guerra civil española y su ocultación‐

refacción de  la historia, pro domo  sua, esto es, de  los  triunfadores  fascistas, y el 

injustificado  que,  a  posteriori,  se  practicó  con  Galicia,  su  historia,  su  drama 

particular,  la  especificidad  de  su  lucha  y,  dentro  de  ella,  la  significación  de 

personalidades‐clave como la de Castelao. Un Castelao que, a su muerte, en enero 

de 1950, en el exilio bonaerense, es premiado  con esta  consigna de  la Dirección 

General de Prensa enviada a todos los medios de comunicación: 

 

Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao,  se  advierte  lo  siguiente:  La noticia de  su muerte  se  dará  en  páginas  interiores  y  a  una  columna.  Caso  de  insertar fotografía, ésta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista,  literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se hará mención alguna del libro “Sempre en Galiza” ni de los álbumes de dibujos de la guerra civil. Cualquier omisión de estas  instrucciones  dará  lugar  al  correspondiente  expediente”  (FERNÁNDEZ, 1986: 37). 

 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

Y, efectivamente, con pocas excepciones,  la prensa  lamenta, a pesar de  la 

genialidad reconocida al artista, los desvaríos políticos a que se entregó el difunto y 

cómo su vocación política, equivocada,  lastró su obra artística. Subrayamos, a  los 

efectos que nos  interesan, este aspecto, porque va a ser  justamente esta escisión 

(artista  /  político)  la  que  va  a  llegar  a  nuestros  días,  en  perjuicio  de  una  y  otra 

condición y porque el propio autor tuvo que defenderse en vida, como veremos, de 

semejante divorcio impuesto. Los álbumes de guerra, de que nos vamos a ocupar, 

marcan exactamente, con una  fidelidad pasmosa al esquema teórico del autor, el 

concilio o  simbiosis entre audacia artística,  talento  creador y  compromiso  cívico‐

político.  Son  la  prueba  palpable  e  indisimulable  de  su  posición  inequívoca  y 

simultánea como artista y como político. 

 

1. Aproximación biográfica 

La  primera  puntualización  que  merece  este  título  alcanza  al  sustantivo 

tanto  como  al  adjetivo.  Usamos  un  rótulo  convencional  que  no  podremos 

cumplimentar,  pues  limitaciones  obvias  de  tiempo,  espacio  y  formato  de  este 

trabajo  harían  imposible  tal  empeño2.  Vamos  a  limitarnos  a  consignar  una 

cronología  sumaria de  su  vida  y obra, pensando  fundamentalmente en el dibujo 

elementalmente informativo que puede ser útil al lector español de hoy: 

1886. Nace en Galiza (en Rianxo, pueblo marinero de la costa coruñesa), el 

30 de enero, Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao. Siendo Daniel el nombre 

querido por  la familia,  le es  impuesto por el párroco que  lo bautiza el de Alfonso, 

para hacerlo coincidir con el del futuro rey español que también nacería ese año. 

1896.  Emigra  con  su madre  a Argentina, para  reunirse  con  su padre,  allí 

instalado con un almacén en  la Pampa. Aquí nacerán sus dos hermanas y aquí se 

despertará su afición al dibujo por  la  influencia de  la revista Caras y caretas, que 

dirigía el gallego Xosé Cao. 

1900. Regresa a Galicia en compañía de su madre y hermanas. En dos años 

obtiene, cursando por libre, el título de bachiller. 

2 Recomendamos vivamente  la consulta de  las siguientes  fuentes:  la cronología de vida y obra publicada por A Nosa Terra en el exilio de Buenos Aires (nº 474, Día de Galiza [25 de julio] de 1950), número dedicado íntegramente a Castelao, del que existe edición facsimilar moderna  (vid.  Bibliografía);  los  capítulos  cronobiográficos  que,  de  forma  exhaustiva, elabora  Valentín  Paz  Andrade  en  su monumental  obra  (vid.  Bibliografía);  finalmente,  el volumen de  Francisco Carballo  y  la extensa  y  circunstanciada  cronología de Miguel Anxo Seixas Seoane, mencionados igualmente en Bibliografía. 

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

1902. Comienza los estudios de Medicina en la Universidad de Santiago de 

Compostela,  licenciándose  en  1909.  Vida  de  “tuno  y  tunante”,  al  estilo  de  los 

estudiantes de La casa de la Troya. 

1909.  Doctorado  en  Madrid.  Comienza  a  ser  popular  como  dibujante, 

ilustrador  y pintor. Cofundador del  semanario  satírico  y anticaciquil de Rianxo El 

Barbero Municipal,  que  se mantiene  hasta  1914.  Conferencia  en  el  Ateneo  de 

Madrid,  en  1910,  con  el  título  “Algo  sobre  la  caricatura”. Medalla  de Oro  como 

pintor en la “Exposición Regional” celebrada en Santiago de Compostela. 

1912. En  la “Exposición Nacional” de Madrid, obtiene  la segunda medalla, 

con un tríptico denominado “Os cegos”  (tema que va a ser recurrente en su obra 

posterior). Comienza  su  colaboración  con  El  Liberal, de  esta  capital.  Se  casa  con 

Virxinia  Pereira  Renda.  Adhesión  al  movimiento  agrarista  “Acción  gallega”. 

Establece  su  consultorio médico  en  Rianxo,  su  pueblo  natal.  En  1914  nacerá  su 

único hijo, Alfonso Xesús. 

1916.  Oposita  en  Madrid  al  cuerpo  técnico  del  Instituto  Geográfico  y 

Estadístico y obtiene plaza en Pontevedra, con toda probabilidad para asegurarse 

un puesto de trabajo fijo, habiendo comenzado ya a ser perceptibles sus problemas 

de  visión.  Se  incorpora  a  las  “Irmandades  da  Fala”,  embrión  primero  del 

nacionalismo  gallego  organizado  como  tal.  Es  profesor  auxiliar  de  Dibujo  en  el 

Instituto  de  Pontevedra  y  continúa  colaborando  con  sus  dibujos,  viñetas  e 

ilustraciones  en  prensa  gallega,  española  y  americana,  así  como  se  inicia,  con 

relatos, en la literatura gallega, a la que servirá siempre de forma monolingüe. 

1918. Asiste, en Lugo, a la “I Asemblea Nacionalista”, punto de arranque de 

la organización del nacionalismo gallego de ante‐guerra. Comienza a exponer  las 

estampas de lo que será, en 1931, su álbum Nós. 

1921. Realiza durante nueve meses un viaje de estudios por Francia, Países 

Bajos y Alemania; regresa convencido de la necesidad de cristalizar una escuela de 

pintura gallega y un arte nacional gallego. Admira especialmente a Brueghel y  los 

primitivos  flamencos. En 1922, publica Un ollo de vidro. Memorias dun esquelete, 

novela  breve.  En  1923  participa  en  la  fundación  del  “Seminario  de  Estudos 

Galegos”,  institución científica de gran prestigio y  significación en el empeño por 

cuajar textos científicos en lengua gallega. En 1925, cofunda, con Lousada Diéguez, 

la Coral Polifónica de Pontevedra, para la que realizará decorados y escenografías. 

1926.  Publica  el  primer  libro  de  Cousas,  continuado  en  1929  y  1934.  Es 

nombrado miembro de  la Real Academia Gallega. En 1927, se  funda el Museo de 

Pontevedra, a cuyo Patronato pertenece. En 1928, muere su único hijo,  lo que  le 

aparta durante un tiempo de toda actividad artística o pública. En 1929, viaja, en 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

compañía de su esposa, por Bretaña, viaje del que resultará la publicación As cruces 

de  pedra  na  Bretaña,  un  año  después,  en  1930,  año  que  conoce  también  la 

publicación de Cincoenta homes por dez reás. 

1931.  Publicación  del  álbum Nós. Diputado,  como  candidato  del  Partido 

Galleguista,  en  las  Cortes  constituyentes,  por  Pontevedra.  Inicia  su  labor 

parlamentaria  con  discursos  decisivos  sobre  la  lengua  gallega,  la  economía,  la 

emigración…,  acompañado  por  otros  diputados  galleguistas  como  Antón  Vilar 

Ponte, Ramón Otero Pedraio y Ramón Suárez Picallo. 

1934.  Publicación  de  Os  dous  de  sempre,  novela  larga,  y  de  Retrincos, 

relatos.  El  gobierno  de  Lerroux,  en  pleno  bienio  negro,  lo  destierra  como 

funcionario  a Badajoz,  así  como  a Alexandre Bóveda  a Cádiz: operación  clara de 

intento de decapitación del movimiento nacionalista  gallego, personificado en el 

secretario político y en el secretario de organización, respectivamente, del Partido 

Galeguista.  En  esta  ciudad,  comienza  la  redacción  de  lo  que  será  su  obra  axial, 

Sempre en Galiza. En 1935, el gobierno presidido por Portela Valladares levanta el 

destierro y Castelao puede volver a Pontevedra. 

1936. En febrero de este año, obtiene de nuevo escaño como diputado del 

Partido  Galeguista,  en  las  listas  del  Frente  Popular  al  que  se  había  aliado  este 

partido,  siendo  el  candidato  que  obtiene mayor  número  de  sufragios  (103.000). 

Intensa campaña a  favor del plebiscito del Estatuto de Autonomía,  retrasado por 

las autoridades republicanas. Salva  la vida, en el mes de  julio, por encontrarse en 

Madrid. Anima en esta  ciudad  la  creación de  las Milicias Gallegas.  Instalación en 

Valencia y, más tarde, en Barcelona. 

1937.  Publicación,  en  Valencia,  de  sus  álbumes Galicia mártir  y  Atila  en 

Galicia.  Colabora  en  las  revistas  Nueva  Galicia,  de  Madrid,  y  Nova  Galiza,  de 

Barcelona.  En  1938,  consigue,  después  de  increíbles  peripecias,  que  el  Estatuto 

gallego  tome  estado  parlamentario,  en  la  sesión  de  Cortes  celebrada  en 

Montserrat,  a pesar del boicot del  grupo  socialista  y el pretexto de que el  texto 

estatutario estaba missing en el Congreso de  los Diputados. En mayo de este año, 

1938, realiza un viaje a  la URSS, dentro de una misión cultural del gobierno de  la 

República. Allí expondrá, con gran éxito, estampas de  sus álbumes. En el mes de 

julio  de  este  año  embarca  desde  Francia  a  Nueva  York.  A  lo  largo  y  ancho  de 

Estados  Unidos,  desde  este  estado  hasta  California,  participa  en  sesenta  y  seis 

actos a favor de la causa de la República española, siendo decisiva su intervención 

para recaudar fondos de ayuda a los refugiados y damnificados por la guerra. “Di a 

los gallegos de  toda Norteamérica  ‐comenta‐ un sentido de galleguidad que ellos 

no  sospechaban  y  los  incorporé  a  nuestra  causa  en  tal  forma  que  el  mismo 

distintivo del Frente Popular Antifascista Gallego es de nuestro Partido”(trad. del 

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original gallego; PAZ ANDRADE, 1982: 406). Expone  sus dibujos en Nueva York  y 

mantiene  múltiples  encuentros  con  compatriotas  gallegos  emigrados3.  En 

noviembre de este año 1938 viaja a Cuba, isla que recorre en toda su extensión, en 

actos  de  adhesión  a  la  República  y  de  propaganda  de  la  causa  galleguista. 

Interviene  activamente,  con  conferencias  y  exposición  de  sus  dibujos,  para 

conseguir el triunfo de  la candidatura progresista y galleguista al poderoso Centro 

Gallego  de  La  Habana,  que  contaba  con más  de  cien mil  afiliados.  Comienza  la 

realización de su serie de Dibujos de Negros, que completará a su vuelta a Nueva 

York. Lo nombran Presidente Honorario de la Federación Mundial de Sociedades de 

Negros, en 

1939.  En  esta  ciudad  publica  su  álbum Milicianos,  dicta  conferencias  y 

participa de nuevo en actos de defensa de la República, invadido por el pesimismo 

del desenlace previsto de  la  guerra española  y por el  inicio, que profetiza, de  la 

segunda guerra mundial, por sobre  la zozobra que  le causa disponer de precarios 

medios económicos y no poder obtener  trabajo estable. Se obsesiona  con poder 

viajar  cuanto  antes  a  Buenos  Aires,  meca  de  emigrantes  gallegos,  viaje 

obstaculizado por mil problemas consulares, administrativos y políticos. 

1940. Puede, por fin, embarcar en Nueva York con destino a Buenos Aires. 

En la escala de Montevideo, es recibido por la colectividad gallega. A su llegada a la 

capital argentina, es objeto de una recepción apoteósica por parte de millares de 

gallegos emigrados‐exiliados que lo reconocen y aplauden como el líder de la causa 

gallega  y  republicana.  Trabaja  como  ilustrador,  conferencia  sobre  Valle  Inclán  y 

sobre  la  lengua gallega y, por  fin, puede estrenar, en el Teatro Mayo, su obra de 

teatro Os vellos non deben de namorarse, teatro de máscaras, de depurada técnica 

expresionista e interartística. El estreno tiene lugar el 14 de agosto de 1941. Dibuja 

la serie de cuatro cuadros de ciegos por él llamados “Meus compañeiros”. El 18 de 

abril  de  1943  pronuncia  un  memorable  discurso,  ante  más  de  cincuenta  mil 

espectadores, en Montevideo, para conmemorar el 12º aniversario de la República 

española,  acto  en  el  que  intervienen  igualmente  el  Presidente  de  Uruguay, 

Martínez  Barrios,  a  la  sazón  presidente  de  la  República  en  el  exilio  y  el  general 

Miaja. Es constante, en todos estos años, su  labor de concienciación y unificación 

de las colectividades gallegas en Buenos Aires. 

1944.  Publicación  de  su  obra  clave,  Sempre  en Galiza,  compuesta  de  un 

“Adro” y tres libros. En la segunda edición de 1947, se agrega un cuarto libro, que 

habría de ser el primero de otro volumen proyectado por el autor y que ya no pudo 

3 Traducimos del catalán original el testimonio presencial de Teresa Pàmies: “… Castelao fue recibido por sus paisanos de Nueva York con un entusiasmo delirante. Habló en su lengua” (PÀMIES, 1974: 109‐111) 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

realizar,  debido  a  su  muerte  en  1950.  En  noviembre  de  este  año,  1944,  se 

constituye  formalmente en Montevideo  (el gobierno argentino no  lo permitía) el 

“Consello de Galiza”,  representación política gallega en el exilio,  formada por  los 

representantes  políticos  gallegos,  bajo  la  fórmula  de  fideicomisariado,  en 

equivalencia a las representaciones gubernamentales vasca y catalana, con las que 

Castelao  colaborará  activamente,  sobre  todo  a  través  de  la  reactivación  de 

Galeuzca (que se había constituido en 1923 y refundado en 1933), pacto tripartito 

que edita la revista homónima en que nuestro autor va a colaborar activamente. En 

el año 1945, viaja a Méjico, para asistir a la sesión de las Cortes republicanas, en las 

que  se va a aprobar definitivamente el Estatuto gallego. Regresa a Buenos Aires, 

pasando por Nueva York, La Habana y Río de Janeiro. 

1946. Es nombrado ministro del gobierno de Giral, con sede en París. Viaja 

en marzo de este año a esta capital, donde permanecerá, leal al gobierno, hasta su 

disolución,  en  el  verano  de  1947,  en  que  retorna  a Buenos Aires,  cada  vez más 

entristecido  e  indignado  por  las  luchas  intestinas  en  las  filas  republicanas,  la 

traición socialista‐monárquica,  la  falta de unidad de acción, y, en  lo personal, por 

graves problemas de salud, que comienzan a hacerse perceptibles, como añadidos 

a su lacerante falta de visión, ya de antiguo, que, lejos de mejorar, empeora con el 

tiempo. En 1948, publica un  importante trabajo en que analiza, en su duodécimo 

aniversario, el contenido, posibilidades y limitaciones del Estatuto gallego de 1936, 

y el emotivo discurso Alba de groria, dirigido a todos los connacionales, gallegos del 

interior, y gallegos todos esparcidos por el mundo. Desde su etapa como ministro 

en París, son visibles y notorios sus desencuentros con el grueso de los galleguistas 

del  interior,  que  desautorizan  su  acción  política,  recusan  la  constitución  del 

“Consello de Galiza”,  lo desacreditan como político y, en fin,  inician  lo que será  la 

liquidación  de  la  ideología  y  la  praxis  nacionalista,  que  culminará, muchos  años 

después,  con  la  integración  de  su  principal  promotor,  Ramón  Piñeiro,  en  las 

candidaturas  del  PSOE  al  Parlamento  Gallego  actual,  en  su  primera  legislatura 

(1981).  “As  feridas  que  máis  doen”  (“las  heridas  que  más  duelen”)  titula 

significativamente  Paz  Andrade  este  capítulo  de  la  biografía  de  Castelao,  hoy 

documentado con abundante epistolario (secuestrado hasta fechas bien recientes), 

en parte publicado y, en parte, todavía  inédito. En 1949, semanas antes de morir, 

tiene  tiempo de  firmar el envío de  su última obra, As cruces de pedra na Galiza, 

publicada ya póstumamente y que, al  igual que su gemela, As cruces de pedra na 

Bretaña,  son  auténticas  tesis  doctorales,  que  alían  lo  más  actualizado  de  la 

erudición científica con la mano insuperable de artista que siempre usó Castelao. 

1950. Un imparable cáncer de pulmón acaba con su vida, a pesar de contar 

con  la mejor atención médica en  las dependencias del hospital  interno al Centro 

Gallego de Buenos Aires. Fallece el 7 de enero de este año. Su velatorio, entierro y 

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exequias constituyeron el más impresionante acto cívico de dolor y desolación que 

vivió la capital argentina en muchos años. Fue inhumado en el Panteón del Centro 

Gallego del cementerio de Chacarita. Un Edicto, publicado en el Boletín Oficial de la 

Provincia de Pontevedra (7 de abril de 1951) da cuenta de todas  las obras de arte 

incautadas  en  el domicilio de Castelao,  en Pontevedra  (la diligencia de  embargo 

había  comenzado  ya  en  febrero  de  1937),  por  la  “Comisión  Liquidadora  de 

Responsabilidades  Políticas”:  cuadros,  lienzos,  dibujos  originales,  carteles… 

docenas  de  obras  robadas,  al  igual  que  todos  sus  bienes  de  Rianxo.  En  1984,  a 

pesar de dejar escrito y bien escrito que sus restos mortales sólo podrían volver a 

Galicia  cuando  esta  recobrase  su  plena  libertad  y  soberanía,  una  delirante 

operación política, bajo capa autonomista, perpetra el retorno de su cadáver (con 

contundente oposición nacionalista, en acto que se pretendió clandestino, sin calor 

popular  y  ejecutado,  para mayor  sarcasmo,  por  personajes  que  él  tanto  había 

caricaturizado en vida…, es decir, su antítesis política y moral), para ser enterrado, 

bajo imponente losa de piedra, en el “Panteón de Galegos Ilustres”, de Santiago de 

Compostela, lugar donde hoy permanece, siendo la utilización y manipulación de su 

nombre  y  persona  culminadas  con  la  invención  de  las  medallas  que  llevan  su 

nombre, por parte del gobierno presidido por Fraga Iribarne, medallas concedidas 

en más de un ejemplo a elementos que hubieran condenado a muerte a Castelao 

ipso  facto,  caso de haber podido.  Su  viuda, Virxinia  Pereira,  lo  sobrevivió  veinte 

años, continuando su estancia en Buenos Aires, hasta 1968, en que viaja a Madrid, 

ciudad  en  la que  fallece, en 1970, después de breve  visita  a Galicia. En 1999, el 

Parlamento de Galicia aprobó por unanimidad, a  instancias de quien esto escribe, 

una Proposición de Ley en que se decidía la declaración de Bien de Interés Cultural 

para toda la obra y legado de Castelao. Todavía no se ha cumplido. El año 1986, en 

el que se celebró el centenario de su nacimiento, y el año 2000, el cincuentenario 

de  su muerte,  significaron momentos  importantes de  rehabilitación y avance del 

conocimiento  de  su  personalidad,  obra,  trascendencia  y  proyección, mucho más 

desde  el  ámbito  directamente  político  y  /  o  cultural  vinculado  al  nacionalismo 

gallego que desde las esferas oficiales y académicas. 

 

2. Itinerario artístico‐literario 

Lo que primero  llama  la atención, en  la contemplación‐lectura de cualquier pieza de Castelao, es  la maestría con que acierta a conjugar talento artístico y exactitud denotativa  (extra‐artística  o  extra‐literaria).  En  segundo  lugar,  la  imposibilidad material  (bien  que,  a  efectos  didácticos,  rompamos  esta  unidad)  de  separar,  en compartimentos estancos, obra gráfica, pictórica, caricatura,  ilustración e,  incluso, obra  narrativa  y  obra  teatral. Queremos  con  esto  indicar  que  Castelao  practicó competentemente el viejo axioma clásico de que todas las artes son amigas y quien 

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intente aislar, con pseudoespecialización tan cara a la ideología burguesa, parcelas estéticas con  ignorancia mutua  topará con  incomprensión de cada una de ellas y empobrecimiento  obligado.  Ello  es  así,  en  el  caso  de  Castelao,  y  muchísimos ejemplos  lo  pueden  abonar.  Hay,  en  su  producción,  cuentos  cinematográficos; prosas narrativas con óptica lírica; estampas que valen por un tratado de filosofía; caricaturas  que  darían  pie  a  un  estudio  sociológico…;  como  hay,  en  su  obra histórico‐ensayística, crónica,  libro‐libre a  la manera de  los Essais de Montaigne o análisis político entreverado, intra‐textualmente, de relatos que habían sido objeto de tratamiento independiente en volumen narrativo.  Sépase que no es extraño  tal procedimiento en  la  tradición  literaria gallega. Nos referimos a  la avanzada  ‐y  libérrima‐ mezcla de géneros o, por mejor decir, a una ruptura anti‐preceptiva de los géneros en su versión tradicional. No por casualidad Rosalía de Castro,  la gran poeta del primer Renacimiento de  la  literatura gallega e inauguradora  real de  la misma,  en  la  segunda mitad del  siglo  XIX,  es  la primera ensayista de la literatura gallega, con dos piezas singulares (los prólogos a Cantares gallegos  [1863]  y  a  Follas  novas  [1880])  que  distan  mucho  de  ser  simples paratextos de ocasión. Un gigante de  la  literatura gallega como don Ramón Otero Pedraio (1888‐1976), contemporáneo, correligionario e  íntimo de Castelao, cultiva prácticamente  todos  los  géneros  literarios,  incluida  la  ciencia  histórica  y  la geográfica. Un escritor como Eduardo Blanco Amor (1897‐1979) se desempeña con igual maestría en la poesía, la novela, el teatro o el periodismo. Podemos hablar, en clave histórica, de hacer de  la necesidad virtud, vistos  los especiales e  imperiosos requerimientos de dar a conocer tanta arte, tanta cultura, tanta historia ocultada y sepultada  de  la  nación  a  la  que  pertenecían,  Galicia,  y,  por  consiguiente,  lo mayúsculo de  la  tarea  con que  tenían que habérselas. Pero no por ello vamos a regatear  el  inmenso  valor  que  poseen  obras  y  producciones  que,  en  la contemporaneidad, han supuesto un auténtico siglo de oro para las letras, el arte y la  cultura  gallegas.  La materia Galicia,  en  definitiva,  se  ha  representado  en  una forma artística de valor inconmensurable, tanto como la riqueza de su paisaje y de sus recursos, inversamente proporcional a su potencia social y política. De  esta  multigenericidad  participa  generosamente  Castelao.  Por  eso  vamos  a arriesgarnos a adelantar una propuesta de evolución de  su obra que  cuente  con este principio, a sabiendas de que ella no  invalida en absoluto  las clasificaciones, etapas y caracterización específica que han señalado cualificados estudiosos de su obra, tanto artística como literaria4 . Castelao se  inicia en el dibujo humorístico,  la caricatura y, simultáneamente, en  la pintura de gran formato. También en la literatura (su primer relato publicado data de 1909). Igualmente, en el ensayo o discurso reflexivo sobre arte, especificidad de 

4  Vid.,  especialmente,  CARVALHO  CALERO,  CARBALLO‐CALERO  RAMOS,  LÓPEZ  y  VALLE PÉREZ, citados en Bibliografía. 

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la  caricatura  como  género  o  subgénero  y  vinculación  social  del  arte.  De  su producción más  primeriza  ‐vinculada  a moldes  de  tradicionalismo  costumbrista, que  él  mismo  calificará  más  tarde  de  reaccionario,  pasto  de  señoritos  de universidad  y  consumo para  el  auto‐odio de un país  colonizado‐  va  a  renegar  el propio autor, en una suerte de auto‐psicoanálisis con fuerte dosis de acusación5. El primer  Castelao,  con  todo,  revela  ya  dotes  invulgares  de  retina  satírica,  de humorismo  humanista  y  de  exactitud  y  finura  de  trazo  que  madurarán considerablemente  en  su  obra  posterior.  1909‐1916  serían  las  fechas‐marco  de este  primer  período,  con  hitos  no  banales,  como  la  obtención  de  importantes premios en exposiciones gallegas o españolas (vid. cap. 1). 1916 resulta año crucial en su evolución, pues, en coincidencia con la fundación de las  “Irmandades  da  Fala”  ‐a  que  Castelao  se  adhiere  inmediatamente‐,  nuestro artista  va  a  resolver  de  forma  decisiva  su  rumbo  artístico  y  político.  Anotemos también  que  a  la  sazón  resucita  el  boletín  A Nosa  Terra,  como  portavoz  de  las “Irmandades…”, periódico en que Castelao va a colaborar continuamente y que, en 1920, nace  la  revista de alta  cultura Nós  (nombre debido a nuestro autor), de  la que  será  director  artístico  y  que,  hasta  su  interrupción  forzosa  por  la  contienda bélica, exhibe lo mejor de la cultura gallega, portuguesa e internacional (Teixeira de Pascoães,  Yeats,  Joyce  ‐traducido  por  primera  vez  a  una  lengua  románica,  el gallego,  por Otero  Pedraio‐,  Rabindranath  Tagore…  son  algunos  de  los  nombres que desfilan por esta imponente revista, además, naturalmente, de todo el elenco gallego literario, científico y artístico).  Téngase  en  cuenta que  aquella organización de  defensa  y práctica pública de  la lengua gallega viene a ser el germen fundacional del nacionalismo político gallego, titulado  como  tal,  siendo  caduca  y  anacrónica,  para  sus  artífices,  cualquier restauración  del  “regionalismo  sano  y  bien  entendido”,  del  que  se  burlan  y distancian  definitivamente.  Es  por  estos  años  (1916‐1918)  cuando  Castelao  da forma a las estampas de su álbum Nós, que circulan por toda Galicia y se editan en forma  de  álbum  unitario,  en  Madrid,  en  1931,  año  también  fundacional  de régimen.  Nós  es  ya  eje  central  de  la  obra  de  Castelao.  Acudamos  a  su  propia presentación, como siempre traducida del gallego original:  

5 He aquí sus palabras, que traducimos del gallego original: “”En mi primera juventud, digna de la Casa de la Troya, cuando mi alma sufría de sarampión y no pensaba más que en salir de  tuno  tocando  la guitarra por  las calles, hice mis primeros dibujos humorísticos en una revista para  americanos. Me  acuso de  ser  yo quien  comenzó esas muecas puercas, esos títeres asquerosos, ese humorismo de taberna que aún hoy campa en la misma revista para regalo  de  los  licenciados  de Universidad. Muerto  de  vergüenza, me  confieso  culpable  y reniego  de  mi  primera  juventud”  (vid.  conferencia  íntegra:  “Humorismo.  Dibuxo humorístico. Caricatura”, pronunciada en A Coruña, en marzo de 1920, en MONTEAGUDO, 1996: 53). 

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Este  álbum  de  dibujos  fue  compuesto  entre  los  años  dieciséis  y dieciocho,  cuando Galiza  se desperezaba de un  largo  sueño. Con este medio centenar de dibujos intenté inquietar a todos los licenciados de la Universidad (amas de cría del caciquismo), a todos los hombres que vivían del favor oficial… Las intenciones eran nobles y el pesimismo aparente. Ciertamente la tristeza de estos dibujos quema como el  rayo de  sol que pasa por una  lupa; pero yo no quise cantar la alegría de nuestras fiestas ni la esplendidez de las bodas, sino las tremendas  angustias  del  vivir  diario  labriego  y  marinero.  Algunos  espíritus sensibles que lloran con la melancolía de los tangos y de los fados encontraron desmedido  este  dolor  de mis  estampas;  otros  espíritus  inertes  vieron  poco patriotismo en el  afán de  ser  verdadero. Con  todo,  yo  sigo pensando que el pesimismo puede ser liberador cuando despierta coraje y ambición de una vida más  limpia. Quizás  hoy  atacase  nuestras  cuitas  con  un  humor menos  ácido; pero nadie puede negarme que las viejas injusticias siguen en pie: he aquí por qué me arriesgo a publicar esta obra. Ella fue mostrada en todas las ciudades y pueblos de Galicia y sirvió de pretexto para “conferencias” que han influido en el  actual  resurgimiento de  la  galleguidad.  Y  con  los defectos que  tiene  yo  le guardo  fidelidad  y  quiero  exponerla  de  nuevo  al  juicio  de  todos.  Castelao. Galiza, 1931. 

 

Ha  cambiado  la  técnica,  se ha  eliminado  toda  tentación de  anecdotismo 

barato, se concentra  la centralidad de  la  imagen y el pie de estampa o  leyenda es 

un dardo agudo dirigido certeramente a  la conciencia del espectador. Este centro 

temático  va  a  convivir,  en  paralelo,  con  la  consecución  de  la  publicación  de  sus 

popularísimas  “Cousas  da  vida”,  en  varios  periódicos  gallegos,  españoles  y 

argentinos, así  como  sus primeros  libros autónomos: Un ollo de vidro. Memorias 

dun esquelete (1922), novela breve; Cousas (1926; 1929; 1934). Este volumen, que 

agrupa, precedidos de un prólogo claramente pictórico, cuarenta y cuatro relatos, 

inaugura  género  en  la  literatura  gallega.  Son,  sí,  relatos,  mas  absolutamente 

originales en su factura y composición. El autor practica un fifty‐fifty respecto de sí 

mismo, porque todas y cada una de las cousas están acompañadas por un grabado 

original, al punto de que nos podemos preguntar qué  ilustra a qué, es decir, son 

expresión exacta de  lo que denominamos  literatura o arte  simbiótica:  la antigua 

estampa,  o  dibujo  humorístico  o  caricatura  revienta  sus  lindes  y  habla  por  su 

cuenta. Cousas es, pues, en  literatura  lo que Nós en artes plásticas. Tanto en una 

como en otra obra, Castelao compone una especie de sinfonía coral en que no va a 

faltar ninguno de  los elementos significativos de  la sincronía gallega:  la necesidad 

de  auto‐organización;  la  emigración;  la  opresión  de  labriegos  y  marineros;  la 

especificidad  de  las  discriminaciones  de  las  mujeres;  el  conflicto  lingüístico;  la 

colisión  cultural  gallego  /  española;  el  caciquismo;  la  explotación  económica  de 

Galicia… Nótese que Castelao publica estas estampas de Nós en Madrid y en el año 

auroral  del  advenimiento  de  la  República:  especie,  pues,  de  documento  de 

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identidad colectivo de la Galicia real, aviso a los nuevos gobernantes… Más que en 

ninguna  otra  latitud,  para Galicia  cambio  de  régimen  no  equivale  en  absoluto  a 

cambio  de  sistema,  como  Castelao  se  ocupa  de  demostrar  profusamente  en  las 

páginas de Sempre en Galiza. 

Esta segunda etapa podemos considerarla terminada en 1936, por razones 

obvias, por tanto, enmarcada entre 1916‐1936  (no por casualidad, fragor de  la 1ª 

Guerra Mundial y su anuncio de constitución de nuevos Estados europeos /  inicio 

de  la  guerra  civil  española).  El  tercer  y  último  período,  1936‐1950,  tanto  en  lo 

artístico como en lo político, dista mucho de ser epigonal o meramente continuista. 

Muy  al  contrario,  conoceremos  en  él  al Castelao más  radical políticamente, más 

incisivo  ideológicamente  (autor de  la obra clave del pensamiento gallego del siglo 

XX, Sempre en Galiza), más desgarrador y expresionista estéticamente. De nuevo, 

no  por  casualidad.  Castelao  se  salva  de  una muerte  segura  por  encontrarse  en 

Madrid en los días del alzamiento militar que inicia la guerra y acompañará después 

a  las  instituciones  republicanas en su periplo particular  (Valencia, Barcelona…). Si 

de forma esquemática etiquetamos como modernista su primera etapa artística y 

como realista la segunda, calificaremos de expresionista esta tercera y última, aun 

a  riesgo  de  empobrecer  notoriamente  la  caracterización  de  todas  ellas.  A  esta 

última  se  adscriben  los  tres  álbumes  de  guerra  y,  en  gran  parte,  con  rasgos 

filoesperpénticos,  su única obra  teatral, Os vellos non deben de namorarse  (obra 

itinerante donde  las haya: comenzada a escribir en  torno a 1930, en Pontevedra; 

continuada  en Barcelona  y  en Nueva  York;  estrenada  en Buenos Aires,  en 1941; 

publicada en Galicia en 1953  y  representada por primera  vez en este país, ocho 

años más tarde, en Santiago de Compostela). 

 

3. Los álbumes de guerra6 

Ya hemos apuntado,  como  característica  singular del autor, que Castelao 

prodiga, en  textos y paratextos diversos, explicaciones y autorretratos discursivos 

sobre  su propia  arte;  la  caricatura;  arte  y  galleguismo;  las nuevas  tendencias de 

vanguardia, etc. Son el correlato de su praxis, de su acción artística directa. Vamos 

a encabezar, sin embargo, nuestro examen de  los  tres álbumes de guerra con un 

6 A esta altura cronológica, la ceguera ocupa los ojos de Castelao más que la vista. De boca del  doctor  Pedreira, médico  pediatra  en  Lugo,  que  coincidió  en  estas  fechas  (1937)  con Castelao, en Valencia, escuchamos  la siguiente anécdota. Dibujada una estampa de estos álbumes  de  guerra,  Castelao  se  la  tendía  a  su  compatriota:  “¿Como  ha  quedado?  ‐ Impresionante, respondía éste ‐Bien, lo que tú digas, porque yo de un ojo no veo nada y del otro sólo un pequeño redondel…”. Añádase esta circunstancia terriblemente  limitante a  la valoración técnico‐artística de álbumes como los que comentamos. 

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texto mucho menos conocido, pero que coincide exactamente (Valencia, 1937) con 

el lugar y el año en que nuestro autor publica sus dos primeros álbumes de guerra. 

Se trata de un prólogo para un libro del caricaturista Rivero Gil (interrumpido en su 

redacción por el sonido de las sirenas y el apagón de luz correspondiente) del que 

extraemos los siguientes fragmentos: 

 

No  estoy  seguro  de que  la Naturaleza  (¿dan  ustedes  su  permiso  para escribirla con mayúscula?)  le hubiese  regalado un  rabo a  los burros para que tuviesen con que ahuyentar las moscas. No puedo creer que la Naturaleza nos diese nariz para cabalgar los anteojos y orejas para enganchar las riendas de las gafas.  Pero  protesto  de  que  se  tenga  la  invención  del  pararrayos  como  un triunfo del Hombre sobre la Naturaleza, cuando en realidad es una defensa que la  Naturaleza  suministra.  Desgraciadamente  el  Hombre  sólo  inventó  el paraguas y otros objetos por el estilo.  

También  algunos  artistas  se  consideran  creadores,  como Dios. No nos extrañemos: también hay hombres que aseguran que hacen hijos y lo dicen con la misma seguridad con que un zapatero puede decir que hace zapatos.  ¡Qué orgullo  desmedido!  Cuando  intentamos  desentrañar  los  secretos  del  divino placer  de  la  creación  es  posible  que  tropecemos  con  esta  verdad:  El  primer sorprendido delante de una obra de arte es siempre su propio autor. Esto nos sirve para considerar al artista ‐por genial que sea‐ como un padre de sus obras; pero  jamás  lo  consideraremos  como  su  creador. Y  como no  las ha  creado  le permitimos que se envanezca un poco con ellas. ¡Vanidad natural de padre! 

El  caricaturista  es más  viejo  que  la  imprenta  y  defendió  siempre  las reivindicaciones del pueblo, o le prestó su alegría. Como periodista remueve la conciencia de  las gentes, con más rapidez y eficacia que el  ilustre autor de  los “artículos de fondo”. Este es el artista que con más derecho puede entrar en la gran república de los trabajadores. 

[Rivero Gil] Se cuida […] de poner sexo, edad, profesión y clase en manos de sus figuras humanas. Gusta de interpretar los tipos y los dichos del pueblo y en este afán se funda su trabajo cotidiano. 

Desde que los militares traidores y los señoritos asesinos enarbolaron la camisa sucia de Isabel ‐quizá hostigados por los piojos de Felipe II‐ para poner en  peligro  la  independencia  de  España,  se  produjo  en  el  campo  leal  una eclosión de  arte  sin precedentes  en  las demás  guerras nacionales. Contrasta este  hecho  con  la  miseria  espiritual  del  campo  faccioso,  porque  no  tienen pueblo y en España  sólo  surge el arte  cuando  se enraiza en  los  sentimientos populares. 

Rivero  Gil  es  un  de  los  numerosos  artistas  españoles  que  está  en  su puesto, cumpliendo con su deber (CASTELAO: Obra completa 5, 2000: 421‐423). 

 

En  síntesis:  1)  relativización  humanizadora  del  papel  del  artista,  en 

contestación clara del mito neorromántico de la sublimidad aural‐divina del mismo; 

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2) defensa del arte marcado y contextualizado: no somos humanos en abstracto; 

tenemos  sexo,  edad,  profesión,  clase  social…,  y  ello  determina  la  óptica  y  el 

resultado artístico; 3) adhesión clara al concepto del arte necesario, en momentos 

tan comprometidos para el pueblo, fuente reivindicada de creación artística. 

Utilizamos  este  texto,  naturalmente,  como  autodefinición  oblicua  del 

propio autor. Los álbumes de guerra abrieron sin duda una nueva etapa en el arte 

republicano  del  momento  (PORTA MARTÍNEZ,  2001:  25)  y  suponen  una  nueva 

aportación  significativa  en  el  conjunto  de  la  obra  del  autor7.  Emparentadas  sus 

estampas  con  las  de  Nós,  van  a  alcanzar,  no  obstante,  un  grado  de  desgarro, 

radicalidad  y  denuncia  como  nunca  antes  se  había  visto  obligado  a  ensayar  el 

artista. 

 

3.1. Galicia mártir (1937) 

Editado  por  el  Ministerio  de  Prensa  y  Propaganda  del  gobierno 

republicano, aparece, como ya hemos dicho, en Valencia, en el mes de  febrero8, 

con esta dedicatoria, que traducimos del gallego original: “A los gallegos que andan 

por  el mundo.  Estas  estampas,  arrancadas  de mi  propio  dolor,  van  dirigidas  a 

vosotros que  siempre amasteis  la  libertad  y  sois  la única  reserva que nos queda 

para reconstruir el hogar deshecho”. Tanto este envío como los pies o leyendas de 

todas  las  estampas  están  escritos  en  gallego,  acompañados  de  traducción  a 

español, francés e inglés. Consta de diez estampas, a cada cual más estremecedora 

y definitoria. Estas  son  sus  leyendas, que  traducimos,  como  siempre, del original 

gallego: 

 

- Este es el Dios de  los fascistas: multitud empequeñecida con el brazo 

en  alto  ‐saludo  fascista‐  ante  un  inmenso  ídolo  cuyo  vientre  está 

repleto de calaveras. 

7“El mundo de guerra y sangre que Castelao dibuja, cuyas directrices coexisten aisladas en una y otra estampas, unidas por igual pensamiento, hace surgir la dolorida razón de su obra anterior…” (SEOANE, 1984: 29; traducimos del original gallego). 8 “Y de nuevo se yergue el espíritu de Castelao para juntar sus armas a las del pueblo. Sus armas  son  verdades  que  entran  por  los  ojos;  y  su  arte,  un  modo  de  hablar  gallego dibujando. Mostrádselas a quien viva todavía en tibia  indiferencia. Y si hay alguien que no despierte viéndolas es que tiene ya el pecho vacío de ir vendiéndolo poco a poco” (SEOANE, 1984: 28‐29; comentario de Rafael Dieste, que traducimos del gallego original). 

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- ¡Queman,  roban  y  asesinan  en  tu  nombre!:  mujer  campesina, 

angustiada,  postrada  ante  un  crucero  con  la  imagen  de  Cristo 

crucificado. 

- Arriba  los pobres del mundo…:  trabajador, puños cerrados,  fondo de 

sangre, paredón de la muerte… 

- Así  aprenderán  a  no  tener  ideas: montón  horrible  de  cadáveres  de 

cuerpos destrozados, apilados, ante la mirada cínica del responsable de 

la matanza. 

- ¡Cobardes! ¡Asesinos!: Mujer, en primer plano, con la cabeza rapada y 

los  brazos  mutilados,  semidesnuda,  UHP  marcado  en  su  frente;  en 

segundo  plano,  puerta  semiabierta  en  que  figura  “Arriba  España” 

escrito con  letras de sangre; pies y piernas del hombre asesinado que 

asoman por ella. 

- La última  lección del maestro:  con un  fondo de dos  árboles  secos o 

desmochados  ‐metáfora  de  la  muerte  inducida‐,  a  manera  de 

esqueletos,  impresionante  dibujo  del  mártir  asesinado  ‐Alexandre 

Bóveda‐, tendido inerte en el suelo, con dos niños que lloran a su lado. 

- No  entierran  cadáveres;  entierran  simiente:  angustiado  esfuerzo  de 

compañeros de  los asesinados que  los transportan a duras penas; a  lo 

lejos, el cementerio católico de uso prohibido para ellos. 

- Van a matarnos; pero venceremos: en perspectiva,  cabeza  femenina 

que se asoma angustiada a  la reja de  la prisión; en el  interior de ésta, 

cinco prisioneros. 

- Este  dolor  no  se  cura  con  resignación:  la  madre,  puño  derecho 

cerrado, rostro de indignación y de rabia, que sostiene en brazos al hijo 

masacrado: suerte de nueva Pietà, la trágica de aquel tiempo y hora. 

- Supervivientes: al  lado del hórreo, como fondo, dos pequeños, niño y 

niña, desolados, huérfanos de guerra; en primer plano, el tronco con el 

hacha clavada y  las astillas recién cortadas, en  imagen de  la economía 

agraria tan destruida como asesinados sus artífices. 

 

Del carácter  inaugural de este álbum de Castelao  (que conoció cuatro 

ediciones  en  vida  del  autor)  dan  fe  comentarios  y  reproducciones  de  sus 

estampas  que  aparecieron  en  innúmeras  publicaciones  (PORTA  MARTÍNEZ, 

2000:  26)  y  la  abundante  descendencia  que,  de  la mano  de  otros  pintores 

(Arturo  Souto,  Fernando  Vicente, Miguel  Prieto…),  produjo.  Si  la muerte  de 

Alexandre  Bóveda,  el  17  de  agosto  de  1936  (para  festejar  el  inicio,  un mes 

antes, del  levantamiento)  sella, martiriológicamente,  la dirección y el  sentido 

del  nacionalismo  gallego,  este  álbum  de  Castelao  representa  la  más 

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

contundente  expresión  cívico‐artística  del  drama  bélico  en,  desde  y  para 

Galicia. 

 

3.2. Atila en Galicia (1937) 

Editado por  la Sección de  Información y Propaganda del Comité Nacional 

de  la C.N.T., consta  igualmente de diez estampas, precedidas por  la  imagen de un 

lobo  sanguinario  con  un  puñal  o  bayoneta  que  le  atraviesa  la  cabeza.  La 

dedicatoria,  en  gallego,  está  acompañada  esta  vez  de  traducción  al  español, 

francés, inglés y sueco. Dice así: “Muchas veces los mártires crean mundos que los 

héroes ni siquiera son capaces de concebir. Y en mi Tierra se cumplirá  la voluntad 

de  los mártires”.  Publicado  en  julio,  al  año  justo  de  iniciarse  la  contienda,  sus 

estampas  son menos  narrativas  que  las  del  álbum  anterior  (PORTA MARTÍNEZ, 

2001: 27) y más concentradas  todavía, si cabe, en  la definición dramática y en el 

énfasis en retratar  las consecuencias (violaciones y todo tipo de masacres sufridas 

por la población civil). Enumerémoslas: 

 

- El  paraíso  fascista:  primer  plano  de  hombre  muerto,  con  su mano 

derecha  todavía  contraída  de  dolor  y  de  impotencia;  a  su  lado  y 

agarrándolo,  su mujer, a quien  se abrazan, desolados, dos niños,  sus 

hijos;  en  un  segundo  y  tercer  planos,  con  trazos  borrosos,  la misma 

escena, el mismo duelo. 

- Castigo  menor:  dos  bárbaros  azotan  salvajemente  a  un  hombre 

derribado en el suelo e indefenso. 

- Todo por la patria, la religión y la familia: primerísimo plano de mujer 

violada  y  torturada  ‐precisamos  invertir  la  estampa  para  verle 

cabalmente el rostro‐; hombre atado, cadáver ya, a un árbol; al fondo, 

los  asesinos,  de  espaldas  (  =  impunidad  y  deshumanización),  que  se 

alejan lentamente, escopeta al hombro, del lugar del crimen. 

- En  el  fondo  del  mar:  cadáver  hinchado,  hipertrofiado,  atado  con 

cuerdas  a  otro  y  acompañado  de  más  asesinados  por  el  mismo 

procedimiento. 

- Los  mártires  serán  santos:  comitiva  de  futuros  e  inminentes 

ajusticiados: tres hombres y una mujer, manos atadas, flanqueados por 

sus victimarios,  falangista, guardia  civil y  cínico acompañante,  tocado 

de boina, que sonríe. 

- ¡Para  que  levanten  el  puño!:  homenaje  póstumo  al  pintor  Francisco 

Miguel,  preso  y  masacrado  en  A  Coruña:  dos  guardias  civiles,  vivo 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

retrato  goyesco  de  la  animalización,  sostienen  el  cuerpo  inerte  del 

artista,  con  sus manos  sangrientamente  cortadas en el  suelo,  al  lado 

del hacha mortal. 

- Le  mataron  un  hijo9:  de  nuevo,  impresionante  Pietà  o  maternidad 

actualizada: madre loca, sola en el monte, totalmente trastornada, que 

acoge en  sus brazos, envuelto  como  si de un pequeño  se  tratase, un 

tronco de árbol. 

- Alguna vez  llegan tarde: por  la puerta escasamente abierta, asoma el 

cañón de la escopeta y, casi silueteados, los asesinos que, esta vez, sólo 

contemplan al hombre tendido en el suelo del calabozo, pistola en su 

mano derecha, que prefirió darse muerte de un tiro en la sien. 

- Antes  muerta  que  ultrajada:  en  línea  con  la  anterior,  mujer 

desesperada,  que  se  arroja  al  vacío,  antes  de  ser  capturada  por  los 

asesinos que llegan al precipicio del monte. 

- Evasión:  en  barca  de  remos,  huída  desesperada  de  cinco  hombres  y 

una mujer, camino de una muerte cierta. 

 

El  colofón  de  esta  obra,  también  incluido  en  los  cinco  idiomas 

mencionados,  ahorra, por  su  claridad  y  crudísimo  carácter  testimonial,  cualquier 

otro comentario: 

Todo se ha levantado sobre la sangre. Y esta sangre derramada a raudales 

por  los  bárbaros  que  asolaron  Galicia,  que  cubrieron  de  dolor  y  vergüenza  sus 

prados  floridos,  las  márgenes  de  sus  ríos  y  el  fondo  de  su  mar;  esta  sangre 

generosa y fecunda es el lagar de amor y de odio donde se amasa una raza nueva. 

Campesinos,  obreros,  intelectuales,  hombres  y mujeres  de  todas  las  tendencias, 

que encontrasteis la muerte a manos de la barbarie desenfrenada, que caisteis bajo 

el galope del caballo de Atila, suelto y desbocado en la Galicia martirizada; esperad, 

en vuestra gran paz y en vuestro gran silencio. Vuestro dolor será vengado; vuestro 

tormento  no  será  estéril.  Vuestros  hijos  vivirán  en  un mundo más  libre  y más 

dichoso, de acuerdo con el anhelo de vuestras almas y digno del sacrificio cruento 

de vuestras existencias. 

 

9 Conviene comentar brevemente un pormenor de  traducción. En gallego, es mucho más frecuente  la marca de posesión oblicua, esto es, a  través del pronombre átono y no del adjetivo posesivo  correspondiente. Por eso, el pie de esta estampa  reza:  “Matáronlle un fillo”. La traducción acompañante al español respeta  literalmente, como se ve, este matiz semántico,  no  indiferente,  frente  al más  convencional  en  este  idioma,  que  sería:  “Han matado a un hijo suyo” o “Han matado a su hijo”. 

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

3.3. Milicianos (1938) La tercera entrega de los álbumes de guerra, editada en Nueva York, por el 

Frente Popular Antifascista Gallego, se refiere curiosamente a los primeros tiempos 

de la guerra. Es un homenaje a los primeros y más arriesgados combatientes. Dice 

su  dedicatoria,  como  las  anteriores,  en  gallego  autógrafo,  acompañada  de 

traducción,  en  este  caso,  a  español  e  inglés:  “Estas  estampas  recuerdan  los 

primeros meses de guerra, cuando el heroico impulso del pueblo detuvo la marcha 

de los militares y nos dio tiempo para crear el Ejército de la República”. Una mano 

crispada, de muerto‐vivo, se yergue altiva,  todavía  luchadora, en  la página  inicial, 

en medio de  escombros  y  restos de patente destrucción de bomba o  tanque. A 

continuación figuran las estampas, en número de once, con estos subtítulos: 

 

- Así  sería  España:  horripilante  hombre‐monstruo,  semidesnudo, 

sentado sobre una calavera humana y  tocando, a modo de  flauta, un 

fémur. 

- Arenga: idem de una mujer revolucionaria; detrás, el pueblo en armas. 

- Cuando  faltaban  fusiles:  combatiente que descansa unos momentos, 

fuertemente asido a su arma. 

- Por  la  libertad:  combatiente,  pistola  en  mano,  que  despierta  al 

compañero, en un paisaje de noche y soledad. 

- A  luchar por el hijo10:  soldado que besa, despidiéndose, a  su hijo de 

corta edad; al fondo, su mujer, viva imagen del drama presentido. 

- Viejo  federal:  combatiente,  luchador  por  las  antiguas  libertades, 

apoyado en un árbol, fusil en ristre. 

- ¡Aquí queda un  fusil!: grito último del combatiente que acaba de ser 

tiroteado, en llamada de ánimo a sus compañeros: la lucha continúa… 

- Así procedían: soldado que evacúa a una anciana, agarrada a su brazo 

derecho. 

- Antitanquista:  defensa  desesperada,  granada  en  mano,  del 

combatiente solitario y a cuerpo limpio. 

- ¡Bajad, cobardes!: luchador furioso, cuchillo en su mano derecha, puño 

izquierdo  cerrado  y  desafiante,  mirada  desvariada,  con  su  mujer  ‐

cuerpos confundidos‐ asida a su cuello. 

- Hermanos:  combatiente  que  transporta  el  cuerpo  inerte  de  su 

compañero, herido o muerto. 

 

10 “Luchando por su hijo”, en español convencional; traducción literal del gallego: “A loitar polo fillo”. 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

Son estas treinta y una estampas  ‐al  igual que otros dibujos o cuadros de 

este período‐ expresión  superlativa, pensamos que  insuperable, de  la  conjunción 

del  artista  y del  firme defensor de  lo más  limpio  y  granado que un  ser humano 

puede albergar y defender:  la  libertad  individual y colectiva,  la paz, el derecho de 

los pueblos a su soberanía. Castelao, que, en tantas ocasiones, había retratado el 

anverso  de  la  medalla,  se  ve  ahora  abocado  a  ofrecernos  el  reverso:  las 

consecuencias  atroces  de  un  conflicto  bélico  que  llegó  a  cotas  de  crueldad, 

destrucción,  saqueo  y  genocidio  nunca  imaginadas.  Parece  actualizar  aquella 

sentencia  magistral  de  Curros  Enríquez,  en  1887,  que  traducimos  del  gallego 

original: “La muerte es, a veces, un arsenal donde  se arman  los pueblos para  las 

grandes batallas. Hay instantes en los que recordar vale tanto como triunfar” (PAZ 

ANDRADE, 1982: 19). 

 

4. Conclusión 

 

Allá por el año 18 di a conocer mi álbum Nós, en el que plasmaba  los dolores del pueblo gallego y sus ansias de justicia y de libertad, y al ver que mis dibujos  conmovían el  corazón de  las gentes, más y mejor que  los versos y  la prosa, entonces  los  caciques  y  sus  servidores me acusaron de  literato  ‐como quien dice, de intruso‐ para desvalorizar mi arte y por ende mis sentimientos. Y después de treinta años, treinta años de meditación y de experiencia, me atreví a publicar un libro en el que trato de elevar a la categoría de idea lo que en el álbum  Nós  era  puro  sentimiento,  y  al  ver  que  mis  razones  conmueven  la conciencia gallega, entonces se exalta mi personalidad artística, exagerándola, con el piadoso  fin de desvalorizar mi  ideología política. Claro está que no he sido nunca un político profesional. La política no ha sido nunca mi profesión: pero  sí mi  vocación,  la  vocación  de  toda mi  vida.  Comparad  el  sentimiento gallego de mis primeros dibujos con  la  idea galleguista de mi  reciente  libro y veréis que son una misma cosa, y veréis que yo he sabido conservarme idéntico a mí mismo y que mi vida moral y política es una línea recta como la franja azul de nuestra bandera (Aplausos). Yo no he cultivado jamás el arte por el arte. El arte  para  mí  no  ha  sido  más  que  un  elemento,  un  recurso,  un  medio  de expresión, y con el lápiz o la pluma sólo he querido ser un intérprete fiel de mi pueblo, de sus dolores y de sus esperanzas. Dibujé siempre en gallego; escribí siempre en gallego; y si sacáis lo que hay de gallego y de humano en mi obra no quedaría nada de ella (Aplausos). 

 

Esta  larga cita, que entresacamos del discurso que Castelao pronunció en 

Buenos Aires,  ante más  de  1.500  comensales,  en  la  presentación  de  Sempre  en 

Galiza,  el  15  de  julio  de  1944  (vid.  GARCÍA  NEGRO,  2001:  39‐47),  resume  a  la 

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perfección el profundo  significado unitario de una obra, de una vida, volcada en 

múltiples  significantes.  Esta  es  la  semántica  profunda  de  un  autor  que  “resume 

admirablemente lo mejor del culturalismo gallego anterior e inicia, con coherencia, 

la  acción  política  organizada  del  nacionalismo  gallego.  Como  en muchos  países 

colonizados, estamos ante un artista, un intelectual, que pone su arte al servicio del 

descubrimiento de la nación, realizando una catarsis que lo llevará necesariamente 

a  la entrega al activismo político, en una  sociedad  tan urgida de hombres que  la 

analicen  y  sientan  desde  dentro”  (RODRÍGUEZ,  en  VV.AA.  1984:  109).  De  su 

sintaxis, si se nos permite continuar con el símil gramatical,  intentamos  informar 

sumariamente en estas páginas. Fue un auténtico Defensor del Pueblo (“Valedor do 

Povo”,  en  gallego) avant  la  lettre  (CARVALHO CALERO, 1989a: 13).  “Su  actividad 

como hombre público, naturalmente sujeta a la crítica más imprevisible, no fue un 

epifenómeno  de  la  personalidad  del  dibujante  y  el  escritor,  sino,  de  hecho,  un 

elemento integrante de su perfil histórico” (ibidem: 18) [traducidas ambas citas del 

gallego original]. 

Y permítasenos un  comentario  final que apunta directamente a nuestros 

días. En anotaciones anteriores, nos hemos referido levemente a los problemas de 

traducción de una lengua a otra y, en concreto, del gallego al español (vid. notas 9 y 

10). Un dibujo de Castelao  (reja de una prisión, con hombre preso dentro, ciego, 

ennegrecido)  que  fue  utilizado  para  el  envío  de  una  tarjeta  que  (traducimos) 

“cientos de miles de demócratas de Europa y América enviaron a U. N.”  (A NOSA 

TERRA  [1950], 1983: 43) es perfecto ejemplo de  la conocida máxima:  traduttore, 

traditore. En su pie figura el siguiente texto: 

 

OS  POVOS  DE  HESPAÑA  ESTÁN  AGARDANDO  POL‐A  XUSTIZA  QUE  AS DEMOCRACIAS PROMETERON  EL PUEBLO ESPAÑOL EN ESPERA DE LA JUSTICIA DE LAS DEMOCRACIAS  THE SPANISH PEOPLES ARE WAITING THE JUSTICE PROMISED BY DEMOCRACIES 

 

La  traducción  al  inglés  respeta,  como  se  ve,  el  original  gallego.  La 

traducción al español realiza una metonimia impracticable: “los pueblos de España” 

no  es  sinónimo,  obviamente,  de  “el  pueblo  español”.  La  Constitución  española 

vigente habla de “pueblos de España” en su Declaración  inicial (“proteger a todos 

los españoles  y pueblos de España en el ejercicio de  los derechos humanos,  sus 

culturas, tradiciones, lenguas e instituciones”), mientras que “el pueblo español” es 

el único ente titular de derechos jurídico‐políticos (art. 1.2.: “La soberanía nacional 

reside  en  el  pueblo  español,  del  que  emanan  los  poderes  del  Estado”).  Es 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

justamente  esta  escisión  (verbalismo  de  reconocimiento  cultural  /  derechos 

políticos)  la  que  combatió  Castelao,  en  la  inteligencia  de  que  lengua  diferente, 

cultura  peculiar,  morfología  distintiva  de  paisaje,  estructura  socioeconómica, 

historia propia… son ingredientes dialécticamente interrelacionados de una misma 

realidad no escindible. Una tal realidad es definida por Castelao como nación, tout 

court, y este paradigma es determinante de derechos  colectivos y, por  tanto, de 

que ellos se puedan estatuir e institucionalizar en el ordenamiento jurídico‐político 

correspondiente. Cualquier outra apelación nominal a la libertad, a la diversidad y a 

la ciudadanía, por  sobre anacrónicas,  se acercan demasiado a  la  impostura. A no 

ser  que  creamos  que  en  el  mundo  deba  haber,  como  denunciaba  Castelao, 

individuos y pueblos de Protectorado. 

 

Bibliografía selecta* 

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

CARVALHO  CALERO,  RICARDO  (1989a):  “Castelao  agora  e  sempre”,  en  Congreso 

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DÍAZ,  ISAAC (2000): “Castelao e a arte”, en Castelao na Galiza do século XX, AS‐PG, 

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DURÁN, JOSÉ ANTONIO (1976): Castelao en “El Sol”, ed. Akal, Madrid. 

FERNÁNDEZ,  CARLOS  (1986):  La  persecución  de  Castelao  durante  el  franquismo, 

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GARCÍA,  XOSÉ  LOIS  (1978):  Castelao,  Otero  Pedrayo,  Suárez  Picallo,  Villar  Ponte. 

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GARRIDO  COUCEIRO,  XOÁN  CARLOS  (2000):  O  pensamento  de  Castelao,  ed.  A  Nosa 

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MONTEAGUDO, HENRIQUE [ed.] (1996): De viva voz. Castelao: conferencias e discursos, 

Fundación Castelao. 

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PÀMIES, TERESA (1974): Quan érem capitans (Memòries d´aquella guerra), Dopesa. 

PAZ ANDRADE, VALENTÍN (1982): Castelao na luz e na sombra, Ediciós do Castro, Sada 

(A Coruña). 

PORTA  MARTÍNEZ,  PABLO  (1985):  1937,  Castelao  e  Souto  en  Valencia,  Ediciós  do 

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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO 

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REI  ROMEU, MANUEL  (1991):  Arte  e  verdade  (A  obra  literaria  de Daniel  Castelao), 

Edicións do Cumio, Vigo. 

REI ROMEU, MANUEL (1996): Castelao e Sempre en Galiza, ed. Laiovento, Santiago de 

Compostela (libro editado e impedido en su distribución por problemas de 

derechos de autor; por tanto, libro “clandestino”). 

REI ROMEU, MANUEL (2000): “Claves para a comprensión do Sempre en Galiza”, en  

Castelao na Galiza do século XX, AS‐PG, Universidade da Coruña, pp. 95‐103. 

REY GARCÍA, MARTA  (1997): Stars  for Spain. La guerra civil española en  los Estados 

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de Castelao”, en Castelao na Galiza do século XX, AS‐PG, Universidade da 

Coruña. 

RODRÍGUEZ, FRANCISCO  (2001): “A actitude de Castelao á hora de  facer política”, en 

Castelao: co pensamento en Galiza, Universidade de Vigo, AS‐PG, Concello 

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Entrevistas e Bibliografía, ed. Galaxia, Vigo. 

VALLE  PÉREZ,  XOSÉ  CARLOS  (2000):  “Castelao  e  a  arte  galega  do  seu  tempo”,  en 

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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA 

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*Hoy  en  día  está  editada  la  obra  completa  de  CASTELAO  en  siete 

volúmenes  (ed.  Galaxia,  titular  de  los  derechos  de  autor,  Vigo,  2000),  que 

comprenden toda su obra escrita, cronología, entrevistas, bibliografía y epistolario. 

Igualmente, en esta misma editorial,  su obra artística, editada  también por otras 

instituciones  (Fundación  Caixa  Galicia, Museo  de  Pontevedra,  Xunta  de  Galicia, 

etc.). Es indispensable, asimismo, la lectura de correspondencia inédita de nuestro 

autor que ha publicado la revista Terra e Tempo. 

GALIZA (A CORUÑA), Diciembre de 2009.