01 Cuaresma Ceniza b '09
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MIÉRCOLES DE CENIZA / B
El Señor decía que cuando vayamos a orar, a dar limosna, o a
hacer penitencia, no hagamos como los hipócritas que se fijan en
las cosas exteriores (Evangelio de la Misa: cfr. Mt 6, 1-18), pero
que su corazón estaba lejos de Dios (primera lectura de la Misa:
cfr. Joel 2, 12).
Eso es tremendo. Hacer cosas que parece que nos tienen cerca
de Dios, y luego resulta que no es verdad…. Hay gente que sólo le
interesa quedar bien. Incluso hace cosas costosas para que le vean o
poder contar que las han hecho, y eso les da satisfacción…. Es un
fariseo. Alguien que actúa de cara a la galería. Bonitos por fuera y
feos por dentro. Dan el pego durante un tiempo, pero sólo durante
un tiempo, porque la verdad termina por saberse.
Me hizo gracia cuando me enteré de que algunos, a la caja
donde se guardan las cosas para limpiar los zapatos, le llaman así:
fariseos.... La abres y lo único que encuentras es un tubo aplastado
de betún negro, un paño manchado de marrón, un cepillo, y poco
más...
Un sacerdote que estuvo un tiempo en un país de América del
Sur comentaba que allí la imposición de la ceniza se hace
mezclándola con un poco de agua, porque así, cuando te la
imponen, te dura más y no desaparece con tanta facilidad. A la
gente le gusta que se sepa que se la han impuesto; pero lo
importante no es lo de fuera sino lo de dentro.
Y contaba también como, un día que iba por la calle, unos
albañiles le pidieron que les impusiera la ceniza allí mismo. Así lo
hizo. Y cuando uno de ellos se acercó para que se la impusieran,
otro, dijo medio en broma medio en serio: a éste, no se yo, porque
no está bien casado.
CAMBIO EN LO FUNDAMENTAL
Lo importante no es hacer cosas externas sino cambiar por
dentro. El Señor nos pide que cambiemos de corazón (versículo
antes del Evangelio: cfr. Salmo 94, 8AB). Que le amemos con un
corazón nuevo. Desea hacernos un trasplante.
No quiere que nuestra Cuaresma se reduzca a hacer unas
cuantas cosas: recibir la ceniza, comer menos y no tomar carne los
viernes. En eso no consiste la Cuaresma. Lo mismo que un
matrimonio no consiste en hacer las camas o la comida, limpiar la
casa, traer dinero o ir a la compra. El amor es mucho más. Es tener
el corazón en la otra persona. Pensar constantemente en ella.
Es verdad que hay cosas que el Señor quiere que realicemos y
otras que dejemos de hacer. Pero no busca un cambio superficial,
sino algo profundo.
ECHARLE CORAZÓN A LA CENIZA
Cambiar el corazón consiste en darse cuenta de que todo lo que
está al margen de Dios es ceniza. Sin Él no somos nada. Muchas
veces hemos buscado la felicidad lejos de Dios.
Es lo que se lleva hoy en día. Buscar la escasa felicidad que da
el pecado: la diversión de una borrachera, el placer de un acto
impuro, la satisfacción de la vanidad, etc. Todo eso, al final, es
ceniza. Nada.
Lo que el Señor quiere de nosotros es que volvamos a Él, que
tengamos un corazón arrepentido. Es decir, que nos duelan nuestros
pecados, no tanto por haber fallado nosotros, sino por haber huido
de Él. Esto es echarle corazón a la ceniza.
VOLVER AL PADRE PRÓDIGO
Donde volvemos de verdad a Dios es en la Confesión. Allí es
donde nuestro dolor se hace auténtico. Por eso dice San Pablo «en
nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios»
(segunda lectura de la Misa. Cfr. 2 Cor 5, 20-6, 2).
Pero también con pequeñas obras de oración, ayuno, y limosna
volvemos a Dios, porque se convierten en manifestación del amor
que le tenemos.
El Papa dice, en su mensaje de este año sobre este tiempo
litúrgico, que son medios para recuperar la amistad con el Señor.
De eso se trata, de estar cada vez más cerca de Él.
Es volver a la casa del Padre. A un Padre pródigo en el amor a
sus hijos.
EL CIRUJANO Y SU MADRE
Para lograr esto no estamos solos. Contamos con la ayuda del
Señor. Él es nuestro cirujano. Por eso decimos con el Salmo: «Oh
Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro» (cfr. Sal
responsorial, 50).
Es verdad que lo más importante de la Cuaresma es que nos
convirtamos, que cambiemos de vida. Pero esto no lo
conseguiremos con nuestras fuerzas: habrá que pedirlo, y poner lo
que esté de nuestra parte.
Él lo hace todo mejor que nadie. Nos conoce de sobra porque
nos ha creado. Es el mejor cirujano para realizar el trasplante que
necesitamos: -Señor, renuévame por dentro (Sal 50).
La Virgen, como buena madre, está esperando que volvamos a
Dios. Ella nos ayudará si se lo pedimos.
MIÉRCOLES DE CENIZA / B
Comienza el profeta Joel con las siguientes palabras: Volved a
mí de todo corazón. Seguramente no se podría expresar de una
forma más breve y más clara la invitación que Dios nos hace para
estos día de Cuaresma. Ese es el deseo de Dios: que nosotros, que a
veces nos encontramos y vivimos lejos de él, volvamos no por
obligación, no de mala gana, no por miedo... sino de "todo
corazón".
Desgraciadamente, aunque se insiste en lo contrario, para
muchos la idea principal de la Cuaresma no es esta, sino la
penitencia, el ayuno, el sacrificio, que no puedo comer carne... Y es
posible que sea esto lo que lleva a pensar a muchos que la
Cuaresma es un tiempo "oscuro"... Pero, desde luego, si la gran
propuesta que Dios nos hace es que volvamos a él de todo corazón,
es difícil entender este tiempo como una época "oscura".
Es posible que incluso algunos gestos como el de la ceniza
no recuerden precisamente esta idea. Sin embargo, incluso este
símbolo nos habla de otra cosa muy diferente. Los primeros
cristianos la usaban como una práctica penitencial en señal de
humildad y luego eran acompañados a la puerta de la Iglesia donde
esperaban, en señal de penitencia, hasta el miércoles santo. La
ceniza, pues, era el gesto símbolo con el cual se comenzaba la
vuelta a la comunión con la asamblea, a la comunión con Dios.
Si esto, por tanto, habla de todo, menos de algo triste, ¿por
qué hoy en día el comienzo de la Ceniza y la Cuaresma misma
parecen tener para algunos otro color, otro matiz? Imagino que
cada uno tendría que responder personalmente. No obstante me
atrevo a adelantar que quizá sea visto así porque el camino que en
este día se nos propone no es precisamente el más agradable para el
mundo de hoy en día:
- Hablar de cuaresma es hablar de oración a un mundo que en
muchas ocasiones no sólo se olvida de Dios sino del trato personal
con Dios.
- Hablar de cuaresma es hablar de limosna a un mundo que
cada vez está más invadido por el individualismo. Un mundo en el
que hay brotes de solidaridad, pero donde hay también muchos de
insolidaridad. La cuaresma nos recuerda que el camino hacia Dios
para por el hombre.
- Hablar de cuaresma es hablar de ayuno a un mundo
hedonista, donde lo importante, lo que cuenta es el presente, vivir a
tope cualquier acontecimiento. Es hablar a un mundo en el que
muchos se olvidan del valor del sacrificio (que no tiene que ver
nada con el masoquismo).
¿Para quién es oscura, entonces, la cuaresma? Tal vez para los
que precisamos escuchar con más atención este mensaje. Para los
otros, para los que mantienen la inquietud día a día, debería ser un
volver a recordar ese proyecto de vida ilusionante que no se vive
sólo en Cuaresma, sino durante todo el año. Para estos, la
Cuaresma es escuchar de nuevo la invitación de Dios: "Volved a mí
de todo corazón"
MIÉRCOLES DE CENIZA / B
En el día de hoy comienza la Cuaresma, que es el tiempo
litúrgico de renovación interior, en que los cristianos se preparan
para celebrar el misterio Pascual, entregándose más intensamente a
oír la Palabra de Dios y a la oración.
Hoy, Miércoles de Ceniza, junto con el Viernes Santo, es uno
de los días que debemos cumplir el precepto del ayuno y la
abstinencia *.
En la primera lectura de la misa de hoy se lee:
Ahora dice el Señor: Vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno,
llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y
vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y rico en fidelidad.
Y en el momento de la imposición de las cenizas, durante la
misa de hoy, el sacerdote nos recuerda las palabras del Génesis,
después del pecado original: Acuérdate hombre que eres polvo, y
en polvo te convertirás.
El Señor quiere que nos desapeguemos de las cosas de la tierra
para volvernos a Él. Quiere que retornemos a la Fuente de la Vida y
de la alegría: Jesucristo mismo es la gracia más sublime de toda la
Cuaresma. Es el mismo quién se nos presenta ante nosotros en la
sencillez admirable de los Evangelios.
En el Evangelio de hoy, San Mateo nos da tres ejemplos del
secreto sin el cual no veremos a Dios: actuar sólo para él, sin querer
que alguien lo sepa, y de tal manera que nosotros mismos lo
olvidemos pronto.
El Señor critica a los que dan espectáculo cuando realizan
buenas acciones, cuando rezan o cuando ayunan. Es difícil tal vez
no actuar para los demás, pero es mucho más difícil hacer el bien
sin mirarse a sí mismo; sin embargo, ese es el secreto que nos abre
la puerta de la presencia de Dios.
Jesús afirma que el ayuno no tiene valor si buscamos el aprecio
de los demás más que el de Dios.
Hagamos propósitos en este miércoles que comienza el tiempo
de Cuaresma de acercarnos más al Señor. De convertirnos a El. De
seguir las recomendaciones que San Pablo nos da en la segunda
lectura de hoy cuando nos dice: Os exhortamos a no echar en saco
roto la gracia de Dios. Mirad: ahora es el tiempo de la gracia; ahora
es el día de la salvación.
1. Sentido de la penitencia cristiana.
Las prácticas penitenciales y "religiosas" han estado siempre
presente en la vida de la Iglesia, y lo continúan estando. Según las
épocas y las costumbres de los pueblos, esas prácticas eran más
rigurosas o menos, más numerosas o más reducidas.
En nuestro tiempo la Iglesia ha atenuado las prácticas
penitenciales prescritas, como el ayuno y la abstinencia, o la
penitencia impuesta por el sacerdote en el sacramento de la
reconciliación. Pero a la vez no ha dejado de indicar otras prácticas
de penitencia más acordes con nuestro tiempo y sobre todo la
penitencia interior, es decir, de nuestras pasiones de orgullo, de
vanidad, de deseo de tener y dominar, de la concupiscencia de la
mente y del corazón, del afán de aparecer...
Esta es la penitencia que sin duda alguna más agrada a Dios y
además la que más nos beneficia espiritualmente a nosotros, pues
nos conduce a desprendernos de nuestro yo y de todo aquello en
que el yo ocupa el lugar primero, incluso respecto al mismo Dios.
Porque, ¿qué sentido tiene macerar el cuerpo, cuando el corazón
está podrido de egoísmo? ¿Es la penitencia de nuestro egoísmo y
de nuestro orgullo la que más practicamos los cristianos? En la
parroquia, en la familia, en la escuela, hay que ir enseñando poco a
poco a los niños y adolescentes este tipo de penitencia, en la que
reside el verdadero sentido de la penitencia cristiana.
2. Una intención pura para Dios.
En la parroquia hay muchas celebraciones y actividades. En
el centro, está la celebración de la eucaristía, de los sacramentos.
Están además las actividades de catequesis y de ayuda y
beneficencia a diversas categorías de personas: enfermos, ancianos,
emigrantes, desocupados; están las actividades culturales,
deportivas, sociales... No está mal preguntarse alguna que otra vez
con qué intención las personas que dirigen las diversas actividades
las llevan a cabo. Ojalá fuese siempre una intención pura para Dios,
pero no pocas veces se mezclarán otras intenciones muy humanas,
y en caso las intenciones humanas quizá sean las predominantes, si
no las exclusivas. Tal vez Jesucristo se vea obligado a repetir de
nuevo: "Os aseguro que ya recibisteis vuestra recompensa". El
periodo de cuaresma que iniciamos, debe propiciar un examen de
nuestra conciencia para ver más a fondo y con sinceridad cuáles
son las intenciones de nuestros comportamientos, actitudes,
actividades, proyectos y realizaciones.
MIÉRCOLES DE CENIZA / B
Benedicto XVI, en la propuesta para la Cuaresma de este
año subraya el valor del ayuno, actualizando esta tradición ya
existente en el Antiguo Testamento y también seguida como
característica de Cristo y de la Iglesia primitiva. “En nuestros días,
-observa el Papa- la práctica del ayuno parece haber perdido un
poco de su valor espiritual y haber adquirido, más bien, en una
cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de
una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Ayunar
sirve ciertamente para el bienestar físico, pero para los creyentes es
en primer lugar una ‘terapia’ para curar todo lo que impide hacerse
conformes a sí mismos con la voluntad de Dios”.
Esta práctica hace bien a quien la observa y también,
recuerda el Santo Padre, nos hace atentos a las situaciones de
pobreza de los hermanos y hermanas del mundo. Sobre todo en
este tiempo de crisis, en el que estadísticas de espanto revelan que
cada 6 segundos un niño muere de hambre, se impone tener en
nuestra vida un estilo más enérgico de sobriedad. Optando por
renunciar a cualquier cosa para ayudar a los otros, demostramos
tener corazón y cuidado por quien es pobre y sufre. Benedicto XVI
invita a las parroquias y a toda la comunidad cristiana a
“intensificar en Cuaresma la práctica del ayuno personal y
comunitario, cultivando además la escucha de la palabra de Dios, la
oración y la limosna”.
Y todo esto, como nos pide el Evangelio, con alegría y
humildad, sin vanagloria. La penitencia evangélica es fuentes de
‘perfecta alegría’, porque, como dice san Basilio el Grande, “El
ayuno es ocasión de alegría. Pues así como la sed hace dulce la
bebida y el hambre hace apetitosa la mesa, así el ayuno condimenta
el placer de los alimentos”.
MIÉRCOLES DE CENIZA / B
-Comenzamos la ejercitación cuaresmal
Queridos hermanos en el Señor, que camina hacia la Pascua:
Comenzamos hoy la ejercitación cuaresmal, este espacio de
cuarenta días en el que nos preparamos para la gran celebración de
la Pascua. "Ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación",
resuenan las lecturas.
La Cuaresma no tiene sentido en ella misma, sino que lo
cobra en relación con la Pascua. Es preparación para la Pascua. No
se trata de hacer penitencia por el hecho de hacerla.
-Recordamos y celebramos dos hechos de la historia de la salvación
Durante estos cuarenta días recordamos y celebramos dos
hechos de la historia de la salvación: uno, del Antiguo Testamento:
los cuarenta años que el pueblo de Israel peregrinó por el desierto -
bajo la atención solícita de Dios- desde que fue liberado de la
esclavitud de Egipto hasta que llegó a la Tierra Prometida. Y el
otro del Nuevo Testamento: los cuarenta días que Jesús pasó en el
desierto, orando y ayunando, antes de iniciar el anuncio gozoso de
la Buena Nueva.
-Desierto, oración, ayuno, limosna
Estas mismas actitudes del pueblo de Israel peregrino y de
Jesús preparándose en el desierto son las que la Iglesia nos propone
que asumamos durante este tiempo cuaresmal.
Desierto: Encuentro con Dios y con uno mismo. Sacar de
nosotros todo lo superfluo. Dejar únicamente lo esencial. Hacer el
vacío interior. El silencio.
Escuchar la llamada de Dios. No la nuestra. Vaciarnos
también de tantas cosas que llenan nuestro corazón, y dejar en él
sitio para Dios. Dios sólo ocupará el lugar que nosotros estemos
dispuestos a dejarle libre.
Oración: Intensificar nuestros espacios de oración. Pero
sobre todo orar mejor.
No se trata tanto de orar mucho más -ojalá- cuanto de orar
mejor, de entrar en diálogo íntimo y amoroso con el Padre que nos
llama a la conversión porque nos ama como nunca nadie nos ha
amado. Contemplar serenamente y con paz de espíritu la gracia
que, a través de Jesucristo, hemos recibido, y nuestro egoísmo.
Y ser agradecidos: a pesar de nuestra cerrazón, de nuestro
pecado, Dios nos ama y nos llama a ser hijos suyos por la cruz de
Jesucristo.
Ayuno: Ayunar de las muchas cosas que empequeñecen
nuestra vida cristiana.
No dejarnos llevar por el espíritu mundano. Y que el fruto
de nuestro ayuno pueda socorrer a los hermanos más
necesitados:ayuno-fraternidad- solidaridad.
Limosna: la llamamos también "caridad": amor. El amor al
hermano, sobre todo al necesitado, en quien Cristo se hace más
presente, pasa por el socorro material suficiente y digno, no
mezquino.
La lectura y la meditación diaria de la Palabra de Dios nos
ayudarán a salir de nosotros mismos, a superar nuestros egoísmos,
nuestra cerrazón a Dios y a los hermanos y entrar en el camino de
conversión, cambiando nuestro corazón de piedra por un corazón
de carne.
Y así, renovados a la luz de la palabra siempre viva y eficaz
de Dios, seremos sumergidos en el agua y la luz del misterio
pascual de Cristo en la gran noche de Pascua.
Que la ceniza que ahora nos será impuesta nos recuerde que
somos poca cosa, que no podemos sentimos orgullosos, ni tener
odios, ni egoísmos... y que con la conversión cuaresmal
alcancemos "por medio de las prácticas cuaresmales, el perdón de
los pecados; así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado,
la vida nueva de tu reino".
Que nos ayude también a ello esta Eucaristía, sacramento de
reconciliación y de amor, de fraternidad y solidaridad universales.
MIÉRCOLES DE CENIZA / B
UN TIEMPO FUERTE
En la vida de las personas, de las familias, de los colectivos,
hay acontecimientos importantes que se celebran cada año: un
cumpleaños, un aniversario , el día de la fundación del colectivo, el
recuerdo de un acontecimiento que marcó fuertemente a los que lo
celebran.
Y cuando se acerca la fiesta, se comienzan los preparativos,
se reúne y se invita a las personas para que, cuando llegue el día,
todos estén preparados.
Nuestra familia, la Iglesia, empezamos hoy a prepararnos
para nuestra gran fiesta, una fiesta que nos ha marcado
profundamente a todos: la Pascua del Señor. Celebramos que
hemos sido salvados por la muerte y resurrección del Señor. Y, asi,
cada año cuando se acercan las fechas en las que sucedió este
acontecimiento, empezamos a prepararlo, tanto como familia, como
Iglesia, cuanto cada uno personalmente.
Cuarenta días antes de la fiesta comenzamos la prepración.
Por eso a este tiempo le llamamos Cuaresma.
¿Y cómo preparamos la Pascua?
Por la muerte y la resurrección del Señor, fuimos salvados y
unidos a él.
Pero lo que nos pasa es que, con mucha frecuencia, por
nuestra debilidad, por nuestro pecado, por que nos olvidamos... nos
vamos separando de Cristo, el Señor; nuestra vida se va alejando de
la suya.
Por eso la preparación de la Pascua es volver a Jesucristo,
restablecer la unión con él. A este paso lo llamamos "conversión"
Volver a Jesucristo, volver a hacer de él el centro de nuestra
vida, caminar según sus enseñanzas.
Comenzamos este camino de preparación a la Pascua del
Señor con un signo muy antiguo: la ceniza. Con él reconocemos
nuestra poca cosa, nuestra debilidad, nuestra separación; pero
también con él, queremos expresar que vamos a comenzar el
camino de vuelta al Señor. Por eso, la ceniza únicamente debe
recibirla quien sinceramente quiere iniciar ese camino de
conversión. La ceniza no se recibe por tradición, costumbre o
porque siempre se ha hecho así.
La Palabra de Dios nos ha dado algunas pistas que nos
ayudarán a recorrer el camino.
El profeta Joel anima nuestra confianza; nos dice que Dios
es compasivo y misericordioso; San Pablo nos invita a celebrar el
sacramente del Perdón: En nombre de Cristo os pedimos que os
reconciliéis con Dios y no echéis en saco roto la gracia de Dios. Y
Jesús no habla de tres acompañantes cuaresmales:
- La oración, personal y comunitaria; en casa y en la
Iglesia. en la oración se incluye la lectura asidua de la Palabra de
Dios, participar en retiros, charlas, Ejercicios Espirituales...
- La limosna, el compartir los bienes con los
necesitados; también el tiempo, las cualidades; la solidaridad, la
visita a los enfermos o a los que están solos, acompañar a los que
sufren...
- el ayuno, que ayuda a purificar el cuerpo y el espíritu;
ayuno que es abstenerse de aquello que puede hacer daño al cuerpo
o al espíritu; ayuno en los alimentos, pero también ayuno de malas
compañías, ayuno de comportamientos pecaminosos, ayuno de
programas de TV, libros o revistas que no nos hacen bien... En
resumen, purificar el cuerpo y el espíritu, es decir, toda nuestra
persona.
Y todo ello de una manera sencilla, humilde y callada. Que
lo vea sólo el Padre del cielo.
Que comencemos la preparación de nuestra fiesta con
alegría; la Cuaresma es un tiempo fuerte de conversión, pero no es
un tiempo triste. "Cuando ayunes, perfúmate la cara", dice Jesús.
Que lleguemos a la Pascua siendo mejores cristianos.
MIÉRCOLES DE CENIZA / B
SUENA LA TROMPETA
Las lecturas de hoy nos invitan a convertirnos, a ponernos en
camino hacia la nueva existencia que Cristo nos quiere comunicar
en su Pascua.
a) Como en tiempos de Joel, suena la trompeta convocando
a ayuno y conversión.
Muchos cristianos están asustados de la situación presente:
la gran sequía de fe y de vocaciones, y las plagas peores que las
langostas que arrasan valores humanos y cristianos. ¿Tiene futuro
todo esto? La Cuaresma nos viene a responder que sí. Ante todo
porque Dios sigue siendo rico en bondad y misericordia, y está
siempre dispuesto a perdonar y empezar de nuevo. Y también
porque las personas, por amodorradas que estén, pueden sentirse
movidas por el Espíritu y cambiar.
Por eso somos invitados a emprender un camino pascual, un
camino que incluye la cruz y la renuncia, y por tanto será
incómodo. Somos invitados a reconocer que algo no va bien en
nosotros mismos, además de en la sociedad o en la Iglesia, y a
cambiar, a dar un viraje, a convertirnos. Conversión se dice en
griego «metánoia», que significa cambio de mentalidad.
El gesto penitencial de la ceniza que hacemos hoy, después
de la homilía, nos recuerda, por una parte, que somos polvo y al
polvo volveremos, cosa que nos hace bien recordar. Y por otra, nos
invita a que aceptemos el Evangelio como norma de vida, como
mentalidad propia de los seguidores de Jesús.
b) La apremiante exhortación de Pablo a los cristianos de
Corinto se repite hoy para nosotros a través de la Iglesia, cuyo
ministerio principal es el de la reconciliación: tenemos que saber
aprovechar la mano tendida de Dios, la reconciliación que nos
ofrece en este tiempo de gracia que es la Cuaresma y la Pascua.
Será bueno que desde ahora pensemos en el sacramento que
más explícitamente nos comunica la victoria y el perdón de Cristo:
la Reconciliación o Penitencia. «Confesar y comulgar por Pascua»
sigue teniendo un sentido pleno: es como mejor nos sumamos e
incorporamos los cristianos a la Pascua de Cristo.
c) También nosotros necesitamos que se nos diga que la
conversión ha de ser interior. En las tres direcciones que Jesús
apunta en el evangelio.
Cara al prójimo, una caridad y una apertura que no busca
ostentación, sino que se basa en un amor verdadero y
desinteresado. Cara a Dios, una oración que no se conforma con
palabras y gestos exteriores, sino que brota del corazón. Cara a
nosotros mismos, un ayuno que es autocontrol, capacidad de
renuncia de valores secundarios en favor de los principales.
Todo ello -dar limosna, rezar, ayunar- no lo hacemos para
llamar la atención, sino con sinceridad y profundidad, para abrirnos
a los demás, abrirnos a Dios y cerrarnos un poco a nosotros
mismos. Exactamente lo contrario de lo que tendemos a hacer:
abrirnos a nosotros mismos y cerrarnos a Dios y al prójimo.