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PROTOSAUCE
Juan L Ortiz
Mañana
Paz verde e infinita, esmaltada y azul hacia
las lejanías en el dulce calor.
El aire transparente y brillante palpita en
sutiles relámpagos de fugaces cristales.
Mariposas en el alfalfar cercano de fluido
temblor, con manchas amatistas.
Árboles quietos. Cantan las chicharras y
trema como en lírica fiebre la mañana
estival.
Juan L Ortiz Obra Completa 36
Azul, lila...
Azul, lila, rosa, amarillo que apenas es y el creciente en el cielo de perla.
Arboles, árboles, contra la suba matizada, profundamente quietos como bajo un encanto.
Qué bien estoy
aquí, a lo largo
tendido del
perezoso, al lado
de ti dormida, blanca, espectral en la luna.
Las estrellas están
dulcemente solemnes 10
con yo no sé qué ensueño de ojos quietos en el cielo de un gris apenas azulado.
Música de grillos sutilmente agria
tan numerosa que es urdimbre tenue.
El churrinche canta...
Oh agua del río
que gorgotea en la noche
tan cristalina y fresca.
¡Cómo estará el río! 20
Sombra oscura de sauces sobre el agua argentada,
quieta como de cielo engastado, muy íntimo,
un rumor que es apenas en follajes azules,
y el canto del cachilo que al paisaje confía
un delgado secreto de brisa y de agua insomnes.
En el Parque
Juan L Ortiz
—No salgamos del Parque todavía...
me rogaba mi alma ante el banal
apremio que el regreso me imponía
—No salgamos del Parque, que mi
mal
de hastío se fundiera en la
alegría de esta dorada luz
primaveral, tan dulce, que su
diáfana armonía, hace la tarde
casi musical.
No salgamos del Parque... hasta la
más humilde hierba está como
transida de esta delicia clara y
extasiada
Juan L Ortiz
y ahora soy un ave que esta paz
canta, sobre la rama más
subida, melodiosamente
enajenada.
Hacia el poniente el sol...Juan L Ortiz
Hacia el poniente el sol es un hervor
dorado bajo de un archipiélago fantástico
de ámbar.
Sobre el agua infinita, malva, del cielo
quieto, un vapor de violetas desde el este
se alza.
El caserío, allí, se aclara de amarillo,
sobre el verde ya crepuscular del
valle.
Juan L Ortiz
Un hombre corta alfalfa... Qué paz la
anciana figura laboriosa sobre el alfalfar
hila...
Juan L Ortiz Protosauce 39
¡Oh, qué dulzura...
¡Oh, qué dulzura estar esta tarde así
unidos, sentados frente a frente, mirando
los tejidos tenues de la llovizna,
conversando, leyendo, escribiendo yo un
poco y tú un rato tejiendo, mirándonos los
ojos profundamente, y sonrientes
quedándonos en éxtasis así...
¡Oh, qué dicha, Señor, tenerla ya en mi vida a mi ensueño constante como una gracia asumida muy
quieta y silenciosa, aunque llena de amor,
cuando sobre el papel me distrae el ardor 10
lírico que me infunde con su dulce belleza, inmediata y lejana por su misma pureza...
Juan L Ortiz Obra Completa 40
También tienes unos modos...
También tienes unos modos
de chicuela traviesa y juguetona
que con su alegría
divierte mi ensueño,
luminoso todo el de tu aire matinal.
Pero me ves entonces un poco distraído
y enojada me dices que estoy indiferente.
|Oh, no, no, vida mía,
que así quisiera verte en todos los momentos, 10
como con un encanto de ondina, fugitiva de levedad ondulante y transparente, de ligera alegría
destrenzada...
Luna...
Juan L Ortiz
Luna
ya llena de un
misterio
primaveral
voluptuoso y dulce
que al alma mía hace adormecer
en una languidez
larga
y sutil.
Luna hecha de ilusión triste de
infinita.
Luna fresca y
lánguida como
de jazmín, llena
ya de un vago
hálito de flores
que están por
abrir.
Luna de Septiembre ya clara de
una tibia palidez primaveral.
Juan L OrtizCompleta
Sol de esta mañana...
Sol de esta mañana
tan tibio y sutil que
anegas mi alma con
una caricia
transparente y
honda.
No soy más que un
punto diamantino de
tu infinita diáfana
Juan L Ortiz43
clámide.
Juan L Ortiz Obra Completa
Sol de esta tarde...
Sol de esta tarde
ya un poco
dorado que me
das este éxtasis
lleno de celeste
hondo, de verde
transparente, de
agua joyante.
Sol de esta tarde tendido en el pasto.
Chispean las hojas 10
y en el aire tiembla un brillo de telas.
Los insectos hacen égloga dulcísima.
Un pájaro canta...
Ya es toda dorada la paz.
Cuántas rosas...
Juan L Ortiz
Cuántas rosas abrieron anoche! y
en este aire de cristal celeste
todavía fresco qué rojas, qué
rojas...
¡Oh, el paraíso florecido contra la
suba diáfana del cielo tan
luminosoentre la espesa fronda verde y lila...
Juan L Ortiz
45
Crepúsculo
10
Juan L Ortiz
Un fuego vivo se abre en el poniente.
El paisaje se inflama.
El caserío lejano se pone rosa, lila, mientras las
arboledas distantes
se irisan en un vago tornasol.
El cielo nublado
de una sangre efímera se pinta.
Momento divino
que me deja los ojos encantados
y arde como una rosa incandescente
que se consume al punto de abrirse y deslumbrar.
Oh, esta lluvia...
Juan L. Ortiz
Oh, esta lluvia
estival con grave
son de arpa tan
dulcemente bañada.
Hay una claridad pálida
llena de alma y de
delicia. Los árboles
aunque oscuros están
Juan L Ortiz
voluptuosos.
En el Paraná
Juan L. Ortiz
Atardecer
El ocaso alarga su llama en el río.
Y al oriente la
luna ya alta en el
cielo inefable
da un matiz imposible a las aguas de seda en
que dilátanse las vagas arboledas.
Noche
La luna hace un camino de lirios en el agua por
el que va hasta ella el más íntimo sueño de esta
melancolía solitaria e insomne: un encanto
tembloroso de azucenas como si floreciera la
bruma de las islas que árboles, agua, envuelve
en una palidez vaporosa de gris y de azul
infinitos.
Amanecer
Fuego claro debajo de un malva transparente.
Se irisa en el agua, apenas conmovida, un
temblor metálico de un fugitivo tejido.
Juan L Ortiz
Otro amanecer
El paisaje desvélase en
blanquísima humedad.
Azules lejanías cambiantes y vapores de ópalo
entre los árboles aún oscurecidos. Amarillos y
rosas de acuarela, fugaces del cielo y del agua
como sonrisas pálidas.
¿Por qué ese tono malva...
Juan L OrtizCompleta
¿Por qué ese tono
malva se extiende por
el cielo? Es el alma
sutil de los árboles
hecha vapor, matiz,
esencia en el lento
crepúsculo.
Los árboles meditan su
pensamiento intimo
alumbrado de rosa, de
amarillo, de lila...
velado de una tenue,
Juan L Ortiz
irisada ceniza...
Una paz amarilla...
Juan L Ortiz
Una paz amarilla
cantada de
pájaros.
Oro tenue en que ya germinan los
matices de un crepúsculo dulce y
apacible.
En la calle
un domingo extasiado en una
transparencia dorada aún traspasa de
suntuosa delicia la hierba, el polvo, todo,
Juan L Ortiz
y al alma aclara de una candidez infantil
llena de los recuerdos de domingos
lejanos.
Juan L Ortiz
51
Luna...
20
Juan L Ortiz Protosauce
Luna,
qué hechizo extraño y qué maleficio sutil,
hace esta pena mía,
en tu palidez una melodía?
Es que tú eres luna 10
música secreta
de una luz de alma,
la más suave música
para el corazón:
digo un llanto tenue
de no sé qué plantas
cuyo vago encanto
dulcemente suspende las flores y la noche.
Melodía luna,
mi corazón es todo de suspiros, dolido en tu nostálgico infinito.
Juan L Ortiz
Completa 52
Dicha
10
Juan L Ortiz
La calle estaba triste en la tarde nublada.
Volvía melancólico de ciudad vanidosa. Pero
bajo la lámpara de pantalla rosada me
sonreiste con alegría amorosa.
jOh, la dicha del nido tibio, con tu sonrisa, esa
penumbra vaga que de rosa es apenas en tomo
del dorado círculo en que se irisa tu cabellera
en dulces refulgencias serenas;
la lectura de libros de extraña fantasía, el
silencio hacendoso ante la tela blanca, y la
mantilla blanca, de tu alma y de la mía;
la gracia de tus ojos bajados, y el azul humo del
cigarrillo que de un rubí arranca, y se alza luego
en lentos arabescos de tul...
Tarde otoñal...Juan L Ortiz
Tarde otoñal,
diáfana y pura como de otro mundo.
|Oh, esta luz,
tibia y suntuosa como un tesoro ideal.
Alargo mis manos y las doy vuelta mirándolas, y
las cierro luego
con un gesto inconsciente de apresar esta gracia,
mientras sonrío en una
eterna
dicha
dorada...
Juan L. Ortiz
Mañana otoñalLos cantos de los pájaros más fríos son, más
delicados son.
Se dijera que suenan en una
profundidad desconocida un poco triste
que no se sabe si es del cielo o del alma,
sensibles hasta el dolor.
La brisa fresca diríamos con sugestionesvoluptuosas y un tanto melancólicas.
Juan L Ortiz
En una claridad de rosa muerta...
En una claridad de rosa muerta se abismaba el
crepúsculo en el río. Había en las cosas no sé
qué desierta quietud que daba un vago
escalofrío.
¿Por qué lenta ilusión la luz incierta demoraba en
el agua su ya frío matiz, si en rededor estaba
yerta la tarde, en un oscuro, azul, vacío?
¿Hacia qué país lueñe de reflejo hundía un adiós
rosa en el espejo que era ya un vapor lívido y
ligero?
...Y todavía pálida flotaba cuando la noche
lila palpitaba tal como un florecido
jazminero.
Juan L Ortiz
Los matices del crepúsculo...
Los matices del crepúsculo son ángeles.
Angeles calmos aquellas sombras lívidas que se
abren en un sueño de agua,
y de un claro ardor aquellas rosas que fránjanles
de un fuego floral.
Los matices del crepúsculo son ángeles
que adormecen el alma, la tierra, de una tenue
languidez azulada cuyo influjo
hace el silencio
melancolía
contenida,
íntimo el árbol
vacío encantado el agua,
cinta impasible y pálida el camino.
Juan L Ortiz
¡Qué maravilloso es el día!
¡Qué maravilloso es el día!
Me parecía bella
la luz rosada de la lámpara
frente a la tinta negra de la noche.
—Azul ya lleno
del puro ensueño del alba
palidecía detrás de los cristales.
Un lampo rosa
pintó de pronto en el celeste verde el techo de la
galería, y luego fue una disolución de piedras
preciosas en la madreselva.
¡Qué maravilloso es el día!
¡Qué mezquina la luz de la lámpara ahora!
Juan L Ortiz
Esta tarde me iría...
Esta tarde me iría
lejos, hacia la orilla
del río.
Me sentaría
frente a la maravilla
transparente del agua sin un escalofrío
sobre la barranca
verde, cara a la paz
perlada de este cielo
de vaguedad entre blanca
y una casi voluptuosidad
primaveral, que es un anhelo.
Sobre la barranca me sentaría
y como en una melodía
mi alma disuelta se hundiría
en el silencio del paisaje
solitario. De qué viaje
profundo a través
del infinito ella regresara después
que estaría aún lejana
y triste de belleza en lo íntimo llorando
cuando
viniese a mí el sueño suave como una hermana?
Juan L Ortiz
La noche murmura...
La noche murmura como una arboleda invisible
bajo la luna transparente y pura.
Tiembla toda de grillos y de ranas y de infinitos
élitros a la orilla del río de palidez celeste con
tenues encajes de reflejos.
¿Por qué me quedo tanto tiempo
mirando el río
profundo como un cielo
sobre el cual se recortan
unas ramas oscuras perfiladas de plata?
Los álamos están dulcemente solemnes bajo las
húmedas estrellas.
El confín suave de delicados azules apenas
vaguea en el hálito lunar.
Noche pura hasta la delicia de una transparencia
que casi no es de ella, y por eso tiembla en su
desnudez con un inefable pudor inocente.
Juan L Ortiz
Mañana
Vamos hacia la luz como hacia un incendio
plateado
por el camino dorado
entre árboles que una tenue bruma apenas
vela. ¡Oh, el brillo del rocío
y los argentinos relámpagos del agua quieta
que arde como un tesoro hacia la lejanía bajo el
cielo de esmalte celeste...
Gracia de la mañana que nos trac- una
fragancia brillante de otra vida.
... Y nos dan ganas de volar
sobre los campos verdes con lento vuelo
extasiado y aletear, traspasados de este aire
dulce, que es una voluptuosidad traslúcida,
infinita.
Juan L Ortiz
bajo la curva inmensa de su éxtasis.
El paisaje se duerme...
El paisaje se duerme en
una inmóvil gloria verde
que apenas turban vacas
que pastan.
Las arboledas hacia la
lejanía son de una nube
vaga, verde gris, un poco
azul, casi tornasolada.
¡Qué paz, qué paz!
La tarde como un lago
se duerme en el paisaje
Se apagan los matices...
Juan L Ortiz
Se apagan los matices como una melodía
con una pureza
perfecta.
Un vago rosa flota ahora sólo
que el caserío toma ciudad maravillosa.
Y se difunde luego un vaho blanquecino que
hacia el confín degrada en un celeste tenue,
como un agua infinita que se pierde en el
cielo, mientras por el poniente se va
Juan L Ortiz
apagando lenta una hoguera morada tras las
quintas oscuras.
Juan L Ortiz
La mañana penétrame...
La mañana penétrame con
su éxtasis de agua
luminosa
y de delicados prados verdes que mueren en
tenue arboleda azul: éxtasis traspasado de
una íntima cristalería de pájaros...
Juan L. Ortiz
El rastro del ocaso
El rastro del ocaso se confunde en el río como
en un vago vacio con la palidez lunar.
Hacia el oriente hacia ¿qué mundo de alba
extraña se va el ríoentre praderas flotantes
cantado por los grillos, cantado por los grillos?
Canción
Juan L Ortiz
Duérmete mi niño que
la noche pura también
se ha dormido sobre
el campo oscuro.
Duérmete, mi bien, mi
bien, que los árboles
apenas si son
fantasmas de árboles.
Duérmete mi niño que
vela tu sueño una
inquietud húmeda,
dorada, de estrellas.
Duérmete mi niño que
arrulla tu sueño el
canto del grillo y del
cachilito.
Duérmete mi
niño que tu
sueño adora un
errante hálito de
alfalfa y de
pasto.
Duérmete, mi bien, mi
bien, que refresca
Juan L OrtizCompleta
tu sueño un vapor
vago de luceros.
Duérmete mi vida que
sobre tu sueño igual
que la noche mi
corazón late.
Juan L Ortiz
Oh, lluvia sobre los campos...
10
20
Juan L Ortiz
¡Oh, lluvia sobre los campos! El
cielo uniforme y gris flotante
como una gasa.
¡Oh, lluvia sobre los
campos anegados de esta
lenta delicia igual que de
una caricia infinita e íntima
entre la sed del Estío!
¡Oh, lluvia sobre los campos! ¿En
qué sueño casi ya olvidado, oyó
el alma esta música tan dulce
como un ensueño dormido sobre
sí mismo en el aire y en el
corazón lejano?
¿Y hacia dónde, hacia dónde se
me va el alma vagando?
Se quedó en aquel árbol
nostálgico contra el cielo, oscuro
y vago como una melancolía
abismada, o naufragó en el
confín pálido, de lejanía marina
triste y abierta?
La mañana...
Juan L Ortiz
La mañana de rosado sol alto y
quieto
[rubio] disuelto en pálidos matices
va despertando
con un hondo
temblor de cigarras
en su intimidad húmeda, dormida
de rocío...
Juan L Ortiz
Luna llena
Luna llena. Una esquila
en la noche perdida.
Un balido. Ladridos.
Y los grillos, los grillos,
los grillos solos que
hasta la madrugada
cantarán a la luna la
dulzura del agua, de la
tierra, del pasto, bajo
la paz de ella que es
un silencio pálido y
musical de ángeles.
Rumor de lluvia
Juan L Ortiz
Rumor de lluvia.
Flota el alma en una
dulce soñolencia
musical, y se pone
del color del paisaje:
verde hondo y
húmedo contra gris
errante; y se hunde
en su temblorosa
vaguedad; se hunde,
se hunde...
Leo. Leo como en una
rumorosa lejanía de
mí mismo.
¿Es la lluvia?
Juan L Ortiz
— ¿Es la lluvia?
— No, no es la lluvia.
Son las hadas del
sueño que tocan los
techos con floridas
varillas,
prenden gasas mojadas a los árboles
y dan al alma
esta gracia de serenidad
Juan L Ortiz
flotante
y triste.. .
Juan L Ortiz
Sangre mía
Sangre mía que golpeas tu fiebre
en las sienes,
sal, y ábrete en una sonrisa de
claridad y de agua para el mundo,
O penetra en la húmeda sombra de
las raices y aflora luego hecha
esperanza tierna y paz mullida
toda ¡risada de vuelos bajo la luz
Juan L Ortiz
del sol...
Con una claridad de...
Juan L Ortiz
Con una claridad de infancia se alegra la
mañana en un recuerdo impreciso de campo y
cielo azul. Nubes de humo irisado abren paso a
la luz que viene
como una novia a los quince años.
Noche provinciana
Juan L Ortiz
Los grillos quieren estar
a solas con las estrellas,
con la noche, pero los
interrumpen los ladridos
de los perros
ylos cantos de los gallos.
Juan L Ortiz
Anoche ha llovido
Juan L Ortiz Protosauce
10
Juan L Ortiz
Anoche ha llovido.
Una lluvia ligera como un riego.
El cielo es
un celeste tierno
de donde brota el mundo, nuevo,
todo húmedo de brillos vegetales.
Las cosas tienen el alma lejana de
mi infancia disuelta en unos ojos
queridos
que lo llenaban todo de una
maravilla amanecida
y temblorosa de convaleciente.
Música de la retretaJuan L Ortiz
Música de la retreta
que haces al sueño un camino
melodioso hacia la noche.
Música de la retreta que lloras a los
luceros una pena antigua, yo no sé
hasta dónde en tu llanto me llevas
un alma vieja que yo creía ya
muerta, música de la retreta.
Música de la retreta.
Estoy acostado. Afuera la luna de
primavera es un resplandor de
aromas todo sonoro de grillos.
Música de la retreta que haces un
camino dulce al sueño que viene a
mí melodioso de tu llanto lejano y
antiguo.
Juan L Ortiz Obra Completa
En el lento crepúsculo se azulan las afueras
como de un sentimiento que un escalofrío
oscuro hace temblar de íntimas caricias en
el aire que baja cual un ángel del agua
estelar que humedece ya el cielo aún
violeta...
La noche es un amor de alba
campesina, todo estremecimiento, tras
el día de fuego, río invisible y vago
corrido de frescores amanecidos como
de lejanos arpegios —fuga de silfos que
lo abren de sonrisas—.
En el lento crepúsculo se azulan las afueras...
Juan L Ortiz
La noche es un silencio iluminado.
La noche es un silencio iluminado
de una paz melodiosa de luna
pura, pura, pura, pura,
tan pura
que parece
recién nacida
temblorosa de rocío.
Hay un temblor de vida dulce en los follajes.
Ladridos. Hacia la isla
las esquilas que sueñan
la dulzura de los prados,
de la noche, de los follajes,
del agua pálida y encantada,
en gotas morosas y lánguidas,
casi perdidas,
casi desvanecidas.
Gritos de los teruteros en invisibles bañados.
Juan L Ortiz
Los árboles dicen al agua...
Los árboles dicen al agua
unas cosas oscuras que los grillos entienden
y propagan
grandes pájaros vagos por el aire absorto
encantado
de un sentimiento malva tan puro
que la primera estrella tiembla en su agua
reciente como una voz dorada demasiado
brillante.
El corazón del campo...Juan L Ortiz
El corazón del campo
está soñando con la primavera.
Ni un pájaro canta.
¿A dónde se ha ido el rumor?
El cielo es un silencio
algodonoso y tibio.
Con una gracia de almas
pensativas las ramas
sienten que de lo intimo les llega
una alegría diáfana de hojas.
Juan L Ortiz Protosauce 81
Espinillos de mi tierra
Espinillos de mi tierra que al horizonte del campo —humo verde entre tus troncos— le dais una vaga
gracia de islas lueñes y fundidas.
Espinillos, espinillos
como mi tierra,
vosotros sois de
agrestes y de dulces.
Sois el alma misma de
mi tierra humilde y sumida 10
en su silencio feliz
sólo subrayado por
los pájaros y las aguas,
y en donde las tardes como
pensamientos de otro mundo
son tan frágiles y puras
que un canto suele quebrarlas
y un vuelo solo mancharlas.
Espinillos, espinillos.
¿Qué diálogo con la tarde 20
ya madura, sostenéis?
¿Lo vocearán los chingolos, o lo llevarán de aquí para allá estos pajarillos, mensajeros de las cosas
que están diciendo las ramas?
Oh no, se queda en vosotros, y así parecéis cargados de los secretos del campo,
del misterio de la paz 30
agreste, bajo la tarde!
Mira mi hijo... ¿qué es eso?
Juan L Ortiz
— Mira mi hijo... ¿qué es eso?
La desnudez de la aurora medio
velada por una cabellera de árboles.
Mi hijo miró, miró, los ojos
agrandados. Miró y no encontraba la
palabra.
Pura como el
asombro rosado de
la aurora era su
maravilla.
Miraba. Es pequeño.
Tiene apenas dos años.
— ¿Qué es eso, mi hijo? ¿Qué es eso?—
— Chiche!... papá chiche!! —
me contestó.
Juan L Ortiz
Mujer que el viento tienes...
Mujer que el viento tienes
del primer día en tus ojos,
y de la noche primera en
tus pestañas bajadas.
Dahlia creciente tus cejas
son, que maduran las
noches más dulces para el
amor, o arcos en que
palpitan cielos de
golondrinas.
Tu boca abre la punta en
que arde una muerte más
honda que la del vino y que
la de la misma música, y
en las líneas de tu cuerpo
se estiran las curvas más
Juan L Ortiz
tiernas de las manzanas.
Mañana
Juan L Ortiz
El sol que se ha bebido ya el rocío
arde sobre los follajes
y tiembla en las chicharras,
mientras debajo de los sauces
pálidos tapices nocturnos
conservan la humedad de la luna de anoche
con sus flores blancas casi desvanecidas.
El canto de las chicharras teje a la mañana
una temblorosa tela en que se borda el
quejido de la paloma, el piar de algunos
pajarillos, el trino amoroso de otros, el
gotear de algún cencerro [...]
Teje a la mañana una temblorosa tela que
empieza no sé dónde y se extiende hasta
los confines ardientes que humean
arboledas azules.
Como una mosca enorme el campo
bordonea bajo la araña del sol.
Juan L Ortiz Protosauce
Ha llovido... La luz todavía de un gris
Ha llovido. La luz todavía de un gris absorto, como una felicidad aún tímida de la mano de una brisa
niña a los charcos de un acero indeciso, apenas si sonríe.
Pura como del fondo de una paz mojada los grillos y los pájaros la están llamando. Ella se ha quedado
con los parpados caídos, sumida acaso en un secreto voluptuoso.
La felicidad pura, aérea del paisaje
está hecha de luz translúcida y de cantos 10
de pájaros. Tan pura la paz es que los árboles con una gracia de ángeles flotan en una música.
Melodía infinita que tiembla de tan frágil como un agua de encanto en que sumida el alma sentimos a
la vez el amor de la vida y la muerte a manera de una sutil angustia.
Juan L Ortiz
La mañana quiere irse
La mañana quiere irse
con el río al horizonte en
una sonrisa de aguas,
pero la prenden al cielo, a
manera de alfileres
melodiosos, los cantos de
los pájaros. Se queda
igual que una niña
agreste, colgada por el
encanto, absorta mirando
Juan L Ortiz
el río.
El río Gualeguay...
Juan L Ortiz
El río Gualeguay frente al pueblo se
ha quedado distraído en su
melancolía.
¿Qué anhelo su verde silencio rizará
que una luz abismada parece la
alegría?
¿Acaso querrá ser una claridad agreste que en
tomo a islas perdidas baila como una niña? Su
anemia, en tanto, hecha fluido de sauce es este
éxtasis que a la hora deja que se destiña.
Ya no la hace ondular en su fuga a manera
Juan L Ortiz
de una inquietud que busca su cielo
accesible, pues encontró su esencia íntima,
verdadera, vuelto sobre su hondo corazón
apacible.
Estrellas de los campos...
Juan L Ortiz
Estrellas de los campos, vuestra pureza aguda,
como de música,
temblando entre los árboles oscuros de celestes
heridas mi vigilia llenó. ¿En qué honduras del
sueño se disolvieron vuestros guiños o se
quedaron para siempre palpitando?
Deben haberse quedado.
Porque a ratos un fuego, lejano y dulce,
allá en el fondo último del alma me hace señas.
Corazón nocturno de la calle...
Juan L Ortiz
Corazón nocturno de la calle.
La calle se ensimisma en la paz fragante y pálida
del creciente.
Ajena está a todo,
vuelta sobre su fiesta silenciosa
llena de estrellas en su lagunilla.
Ajena al cielo gris y vaporoso
que muere con tan dulce muerte en el confín.
Juan L Ortiz
Cielo azul, prado florido
La tarde niña vestida de
azul, verde claro y rosa
sonríe doradamente sobre el
prado de cristal.
Cielo azul, prado florido...
Palabras recién vividas con
una ya casi mística
profundidad, oh, de Dios,
quien modula en verde y
rosa y azul, su primer
Juan L Ortiz
palabra!
Juan L Ortiz Obra Completa 92Rama de sauce
Rama de sauce soy curvada sobre el río en busca del sentido de la noche del agua.
Rama de sauce soy sensible a las preguntas del pájaro, en la tarde que ya es un hado extraño.
Rama de sauce que se estremece con la “celistia” cuando en nosotros como un
calofrío azulea, y que muere de vida cuando el alma del río en la luna se vuela.
Rama de sauce soy a cuyos pies el tiempo
es un baile de hadas que hacia la noche ondula. 10
Rama de sauce soy para quien el sentido de la vida se aclara a una luz de agua.
Rama de sauce soy siguiendo los hilos de un nocturno canto en la emoción del río,
en busca del secreto sensible del paisaje que aun amándolo se le escapa, delgado.
Rama de sauce soy curvada sobre el río en busca del sentido de la noche del agua.
Juan L Ortiz Protosauce 93
Como dos criaturas...
Como dos criaturas tristes por la vida iremos dulcemente cogidas de la mano.
Nuestra felicidad será la de dos niños enfermos pero unidos por un mismo dolor.
Con muy suave sonrisa nuestras almas temblarán extasiadas ante toda belleza.
Y será en su tristeza el temblor luminoso del rocío cuando saludemos la aurora
y corramos por sobre la hierba amanecida
con la misma inocencia de la tierna mañana. 10
Como dos criaturas iremos por la vida maravillados ante los aspectos del cielo,
la gracia de los árboles, el canto del pájaro, los reflejos del agua, la armonía de la flor.
Seremos como espejos para el alma del día y si en las tardes grises cuando el cielo es triste,
mortal, entristecemos demasiado, tendremos el consuelo tan íntimo y dulce de queremos
Juan L Ortiz Obra Completa 92que nos hará más bella la urdimbre de la lluvia
que aleja y va agrisando el paisaje flotante... 20
Seremos en las noches como dos criaturas que deslumbra una fiesta infinita de estrellas,
y que enmudece una melancolía sin nombre debajo de la inefable ceniza de la luna...
Saldremos en las tardes al campo a admirar el árbol suavemente dorado, las sombras largas,
el valle vago, la tenue melancolía fantástica
que se estrella de lágrimas en la sombra que se alza...
Despertar
Juan L Ortiz
Desde mi lecho, todas las
mañanas, miro nacer la aurora, y
un consuelo sutil es de mi alma en
las tempranas ilusiones efímeras
del cielo.
La noche desvelada fue de vanas
quejas, enfermo el amoroso anhelo
de hondas nostalgias, bajo las lejanas
fascinaciones del nocturno velo.
El alba viene de ópalo. Me voy
adormeciendo, a punto que una
hada piadosa mis pupilas
ardorosas
entreabre, de tal modo que no soy
más que una somnolencia
aurirosada... más que un ensueño
pálido de rosas...
Juan L Ortiz Protosauce 95