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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLVII, número 16 (2.411) Ciudad del Vaticano 17 de abril de 2015 La bula de convocación del jubileo extraordinario El rostro de la misericordia La misericordia es «la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia» y exige ser propuesta «con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral». Na- ce así la iniciativa de celebrar el Año santo de la misericordia: un «momento extraordinario de gracia» y de «retornar a lo esencial», lo define el Papa Francis- co en la bula de convocación Misericor- diae vultus entregada durante la celebra- ción del sábado 11 de abril. La bula recuerda que el jubileo inicia- rá el próximo 8 de diciembre, quincua- gésimo aniversario de la conclusión del Vaticano II, con la apertura de la «puer- ta de la misericordia» en San Pedro y sucesivamente en las basílicas papales y en catedrales, santuarios o iglesias parti- culares dispersas por el mundo. Hilo conductor y «lema» del Año santo —que concluirá el 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Cristo rey— será la palabra del Señor «Misericordiosos co- mo el Padre». BULA DE CONVO CACIÓN EN PÁGINAS 3 A 8 Síntesis de la fe cristiana GIOVANNI MARIA VIAN La bula de convocación del jubileo de la misericordia querido por el Pa- pa Francisco es una síntesis de la fe cristiana. Y esto porque, como se lee al inicio, precisamente la misericordia es el corazón de la revelación que culmina en Jesús de Nazaret, rostro del Padre y de su amor, misericordiae vultus. El documento papal se dirige significativamente a quienes quieran leerlo, sin distinción, y desea que «a todos, creyentes y lejanos, pueda lle- gar el bálsamo de la misericordia co- mo signo del reino de Dios que está ya presente» entre los hombres. Las fechas que comprenden este nuevo año santo extraordinario las explica el Pontífice a la luz de la mi- sericordia, desde el inicio el 8 de di- ciembre de 2015 hasta la conclusión el 20 de noviembre de 2016: o sea, entre las festividades litúrgicas de la Inmaculada Concepción y del do- mingo de Cristo rey. Para poner de relieve al inicio del jubileo la acción de Dios —que «no quiso dejar la hu- manidad en soledad y a merced del mal» sino que preservó a María de la culpa original— y con su conclusión indicar el señorío de Cristo, es decir, de su misericordia en todo el univer- so. En este marco que remite a toda la historia de la salvación el Papa Fran- cisco declara haber elegido la fecha de inicio del año santo en el quin- cuagésimo aniversario de la conclu- sión del Vaticano II porque la Iglesia «siente la necesidad de mantener vi- Centenario del exterminio de los armenios Sin memoria la herida queda abierta No se puede «esconder o negar el mal» porque sin la memoria las heri- das de la historia permanecen abier- tas. Fue la advertencia del Papa Fran- cisco en la misa que celebró el domin- go 12 de abril, por la mañana, con ocasión del centenario del martirio de los armenios y la proclamación de san Gregorio de Narek como doctor de la Iglesia. En el contexto de la celebración el Papa volvió a denunciar la «indiferen- cia general y colectiva» en la que vivi- mos hoy, y en la homilía invitó a reto- mar «el camino de reconciliación». MISA Y MENSAJE EN PÁGINAS 10 Y 11 Para la Jornada de oración por las vocaciones En busca de la vía de salida PÁGINA 9 Catequesis del Papa Creatividad y audacia PÁGINA 2 SIGUE EN LA PÁGINA 20 En el Vaticano Los trabajos del Consejo de cardenales La reforma de los medios de comu- nicación vaticanos y la cuestión de la responsabilidad en la Iglesia en materia de abusos, son dos de los temas en los que se profundizó du- rante la novena reunión del Papa Francisco con el Consejo de carde- nales, iniciada el lunes 13 de abril. Con vistas a la conclusión de los trabajos, el miércoles 15, por la tar- de, habló de ello el director de la Oficina de prensa de la Santa Se- de, padre Federico Lombardi, en un briefing con los periodistas acre- ditados. Tras recordar que en todos los encuentros, excepto el del miér- coles por la mañana, estuvo presen- te el Pontífice, el padre Lombardi destacó que los purpurados dedica- ron la mayor parte del tiempo al tema general de la reforma de la Curia romana, centrándose en con- sideraciones metodológicas, para poder llegar antes del 2016 a un punto significativo en la prepara- ción de la nueva constitución apos- tólica. Luego hizo referencia a que un considerable espacio de tiempo se dedicó a la relectura, a cargo del obispo secretario, de las más de se- senta intervenciones realizadas du- rante el Consistorio del pasado mes de febrero. En particular se habló de principios generales y de la con- solidación de la línea que conduce hacia el nacimiento de dos grandes dicasterios: uno para la caridad, la justicia y la paz; y otro para los lai- cos, la familia y la vida. Sucesivamente el director de la Oficina de prensa se detuvo en la reforma de los medios de comuni- cación. Concluido el trabajo del co- mité referente, encabezado en los meses pasados por lord Chris Pat- ten, debería surgir una segunda co- misión que definirá la reestructura- ción del ámbito informativo. Base de la reflexión será el informe final que el comité entregó al Papa y a sus colaboradores, «en el cual hay un proyecto aún amplio y general, sin decisiones operativas particula- res», dijo el padre Lombardi. En consecuencia se pidió al Pontífice SIGUE EN LA PÁGINA 2 Bartolomé Esteban Murillo, «El regreso del hijo pródigo» (1666-1670)

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L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLVII, número 16 (2.411) Ciudad del Vaticano 17 de abril de 2015

La bula de convocación del jubileo extraordinario

El rostro de la misericordiaLa misericordia es «la viga maestra quesostiene la vida de la Iglesia» y exigeser propuesta «con nuevo entusiasmo ycon una renovada acción pastoral». Na-ce así la iniciativa de celebrar el Añosanto de la misericordia: un «momentoextraordinario de gracia» y de «retornara lo esencial», lo define el Papa Francis-co en la bula de convocación Misericor-diae vultus entregada durante la celebra-ción del sábado 11 de abril.

La bula recuerda que el jubileo inicia-rá el próximo 8 de diciembre, quincua-gésimo aniversario de la conclusión delVaticano II, con la apertura de la «puer-ta de la misericordia» en San Pedro ysucesivamente en las basílicas papales yen catedrales, santuarios o iglesias parti-culares dispersas por el mundo. Hiloconductor y «lema» del Año santo—que concluirá el 20 de noviembre de2016, solemnidad de Cristo rey— será lapalabra del Señor «Misericordiosos co-mo el Padre».

BULA DE CONVO CACIÓN EN PÁGINAS 3 A 8

Síntesisde la fe cristiana

GI O VA N N I MARIA VIAN

La bula de convocación del jubileode la misericordia querido por el Pa-pa Francisco es una síntesis de la fecristiana. Y esto porque, como se leeal inicio, precisamente la misericordiaes el corazón de la revelación queculmina en Jesús de Nazaret, rostrodel Padre y de su amor, m i s e r i c o rd i a evultus. El documento papal se dirigesignificativamente a quienes quieranleerlo, sin distinción, y desea que «atodos, creyentes y lejanos, pueda lle-gar el bálsamo de la misericordia co-mo signo del reino de Dios que estáya presente» entre los hombres.

Las fechas que comprenden estenuevo año santo extraordinario lasexplica el Pontífice a la luz de la mi-sericordia, desde el inicio el 8 de di-ciembre de 2015 hasta la conclusiónel 20 de noviembre de 2016: o sea,entre las festividades litúrgicas de laInmaculada Concepción y del do-mingo de Cristo rey. Para poner derelieve al inicio del jubileo la acciónde Dios —que «no quiso dejar la hu-manidad en soledad y a merced delmal» sino que preservó a María de laculpa original— y con su conclusiónindicar el señorío de Cristo, es decir,de su misericordia en todo el univer-so.

En este marco que remite a toda lahistoria de la salvación el Papa Fran-cisco declara haber elegido la fechade inicio del año santo en el quin-cuagésimo aniversario de la conclu-sión del Vaticano II porque la Iglesia«siente la necesidad de mantener vi-

Centenario del exterminio de los armenios

Sin memoria la herida queda abiertaNo se puede «esconder o negar elmal» porque sin la memoria las heri-das de la historia permanecen abier-tas. Fue la advertencia del Papa Fran-cisco en la misa que celebró el domin-go 12 de abril, por la mañana, conocasión del centenario del martirio delos armenios y la proclamación de sanGregorio de Narek como doctor de laIglesia.

En el contexto de la celebración elPapa volvió a denunciar la «indiferen-cia general y colectiva» en la que vivi-mos hoy, y en la homilía invitó a reto-mar «el camino de reconciliación».

MISA Y MENSAJE EN PÁGINAS 10 Y 11

Para la Jornada de oraciónpor las vocaciones

En buscade la vía de salida

PÁGINA 9

Catequesis del Papa

Creatividad y audacia

PÁGINA 2SIGUE EN LA PÁGINA 20

En el Vaticano

Los trabajos del Consejo de cardenalesLa reforma de los medios de comu-nicación vaticanos y la cuestión dela responsabilidad en la Iglesia enmateria de abusos, son dos de lostemas en los que se profundizó du-

rante la novena reunión del PapaFrancisco con el Consejo de carde-nales, iniciada el lunes 13 de abril.Con vistas a la conclusión de lostrabajos, el miércoles 15, por la tar-de, habló de ello el director de laOficina de prensa de la Santa Se-de, padre Federico Lombardi, enun briefing con los periodistas acre-ditados. Tras recordar que en todoslos encuentros, excepto el del miér-coles por la mañana, estuvo presen-te el Pontífice, el padre Lombardidestacó que los purpurados dedica-ron la mayor parte del tiempo altema general de la reforma de laCuria romana, centrándose en con-sideraciones metodológicas, parapoder llegar antes del 2016 a unpunto significativo en la prepara-ción de la nueva constitución apos-tólica. Luego hizo referencia a queun considerable espacio de tiempose dedicó a la relectura, a cargo delobispo secretario, de las más de se-senta intervenciones realizadas du-rante el Consistorio del pasado mesde febrero. En particular se hablóde principios generales y de la con-solidación de la línea que conducehacia el nacimiento de dos grandesdicasterios: uno para la caridad, lajusticia y la paz; y otro para los lai-cos, la familia y la vida.

Sucesivamente el director de laOficina de prensa se detuvo en lareforma de los medios de comuni-cación. Concluido el trabajo del co-mité referente, encabezado en losmeses pasados por lord Chris Pat-

ten, debería surgir una segunda co-misión que definirá la reestructura-ción del ámbito informativo. Basede la reflexión será el informe finalque el comité entregó al Papa y asus colaboradores, «en el cual hayun proyecto aún amplio y general,sin decisiones operativas particula-res», dijo el padre Lombardi. Enconsecuencia se pidió al Pontífice

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Bartolomé Esteban Murillo, «El regreso del hijo pródigo» (1666-1670)

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

En la audiencia general el Papa Francisco habla de la complementariedad entre hombre y mujer

Creatividad y audaciaY pide que se reconozca el papel femenino en la sociedad y en la Iglesia

«El hombre y la mujer tienen quehablar más entre sí, escucharse más,conocerse más, quererse más», porque«el vínculo matrimonial y familiar esalgo serio, y lo es para todos, no sólopara los creyentes». Es larecomendación que hizo el PapaFrancisco en la audiencia general delmiércoles 15 de abril, por la mañana.Continuando con los fieles presentes enla plaza de San Pedro las reflexionessobre el tema de la familia, el Pontíficeexhortó también a «hacer mucho másen favor» de las mujeres.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

La catequesis de hoy está dedica-da a un aspecto central del tema dela familia: el gran don que Dios hizoa la humanidad con la creación delhombre y la mujer y con el sacra-mento del matrimonio. Esta cateque-sis y la próxima se refieren a la dife-rencia y la complementariedad entreel hombre y la mujer, que están enel vértice de la creación divina; laspróximas dos serán sobre otros te-mas del matrimonio.

Iniciamos con un breve comenta-rio al primer relato de la creación,en el libro del Génesis. Allí leemosque Dios, después de crear el uni-verso y todos los seres vivientes, creóla obra maestra, o sea, el ser huma-no, que hizo a su imagen: «a ima-gen de Dios lo creó: varón y mujerlos creó» (Gen 1, 27), así dice el librodel Génesis.

Y como todos sabemos, la dife-rencia sexual está presente en mu-chas formas de vida, en la larga seriede los seres vivos. Pero sólo en elhombre y en la mujer esa diferencialleva en sí la imagen y la semejanzade Dios: el texto bíblico lo repitetres veces en dos versículos (26-27):hombre y mujer son imagen y seme-janza de Dios. Esto nos dice que nosólo el hombre en su individualidades imagen de Dios, no sólo la mujeren su individualidad es imagen deDios, sino también el hombre y lamujer, como pareja, son imagen deDios. La diferencia entre hombre y

mujer no es para la contraposición,o subordinación, sino para la comu-nión y la generación, siempre a ima-gen y semejanza de Dios.

La experiencia nos lo enseña: paraconocerse bien y crecer armónica-mente el ser humano necesita de lareciprocidad entre hombre y mujer.Cuando esto no se da, se ven lasconsecuencias. Estamos hechos paraescucharnos y ayudarnos mutuamen-te. Podemos decir que sin el enri-quecimiento recíproco en esta rela-ción —en el pensamiento y en la ac-ción, en los afectos y en el trabajo,incluso en la fe— los dos no puedenni siquiera comprender en profundi-dad lo que significa ser hombre ym u j e r.

La cultura moderna y contempo-ránea ha abierto nuevos espacios,nuevas libertades y nuevas profundi-dades para el enriquecimiento de lacomprensión de esta diferencia. Peroha introducido también muchas du-das y mucho escepticismo. Por ejem-plo, yo me pregunto si la así llama-da teoría del gender no sea tambiénexpresión de una frustración y deuna resignación, orientada a cancelarla diferencia sexual porque ya no sa-be confrontarse con la misma. Sí,corremos el riesgo de dar un pasohacia atrás. La remoción de la dife-rencia, en efecto, es el problema, nola solución. Para resolver sus proble-mas de relación, el hombre y la mu-jer deben en cambio hablar más en-tre ellos, escucharse más, conocerse

más, quererse más. Deben tratarsecon respeto y cooperar con amistad.Con estas bases humanas, sostenidaspor la gracia de Dios, es posibleproyectar la unión matrimonial y fa-miliar para toda la vida. El vínculomatrimonial y familiar es algo serio,y lo es para todos, no sólo para loscreyentes. Quisiera exhortar a los in-telectuales a no abandonar este te-ma, como si hubiese pasado a ser se-cundario, por el compromiso en fa-vor de una sociedad más libre y másjusta.

Dios ha confiado la tierra a laalianza del hombre y la mujer: sufracaso aridece el mundo de los afec-tos y oscurece el cielo de la esperan-za. Las señales ya son preocupantes,y las vemos. Quisiera indicar, entreotros muchos, dos puntos que yocreo que deben comprometernos conmás urgencia.

El primero. Es indudable que de-bemos hacer mucho más en favor dela mujer, si queremos volver a darmás fuerza a la reciprocidad entrehombres y mujeres. Es necesario, enefecto, que la mujer no sólo sea másescuchada, sino que su voz tenga unpeso real, una autoridad reconocida,en la sociedad y en la Iglesia. Elmodo mismo con el que Jesús consi-deró a la mujer en un contexto me-nos favorable que el nuestro, porqueen esos tiempos la mujer estaba pre-cisamente en segundo lugar, y Jesúsla trató de una forma que da unaluz potente, que ilumina una sendaque conduce lejos, de la cual hemosrecorrido sólo un trocito. No hemoscomprendido aún en profundidadcuáles son las cosas que nos puededar el genio femenino, las cosas quela mujer puede dar a la sociedad ytambién a nosotros: la mujer sabever las cosas con otros ojos que com-pletan el pensamiento de los hom-bres. Es un camino por recorrer conmás creatividad y audacia.

Una segunda reflexión se refiereal tema del hombre y de la mujercreados a imagen de Dios. Me pre-gunto si la crisis de confianza colec-tiva en Dios, que nos hace tantomal, que hace que nos enfermemosde resignación ante la incredulidad y

el cinismo, no esté también relacio-nada con la crisis de la alianza entrehombre y mujer. En efecto, el relatobíblico, con la gran pintura simbóli-ca sobre el paraíso terrestre y el pe-cado original, nos dice precisamenteque la comunión con Dios se reflejaen la comunión de la pareja humanay la pérdida de la confianza en elPadre celestial genera división y con-flicto entre hombre y mujer.

De aquí viene la gran responsabi-lidad de la Iglesia, de todos los cre-yentes, y ante todo de las familiascreyentes, para redescubrir la bellezadel designio creador que inscribe laimagen de Dios también en la alian-za entre el hombre y la mujer. Latierra se colma de armonía y de con-fianza cuando la alianza entre hom-bre y mujer se vive bien. Y si elhombre y la mujer la buscan juntosentre ellos y con Dios, sin lugar adudas la encontrarán. Jesús nosalienta explícitamente a testimoniaresta belleza, que es la imagen deD ios.

Los trabajos del C9

que nombrara una comisión, en-cargada de articular y estudiarbien los pasos a dar para su reali-zación, y que trabajará en conti-nuidad con el comité que ha pre-parado el informe.

En cuanto al tema de la accoun-t a b i l i t y, el padre Lombardi refirióque lo propuso para el debate elcardenal Sean O’Malley, arzobis-po de Boston y miembro delConsejo de cardenales, respon-diendo a una expectativa de laComisión pontificia para la tutelade los menores, presidida por él.Se trata de «cómo afrontar, conqué procedimientos y competen-cias, los casos no tanto de abuso,sobre el cual ya existen las nor-mas, sino los casos de abuso deoficio, omisión, responsabilidad,en particular por parte de perso-nas que tengan responsabilidad:sacerdotes, obispos, superiores re-ligiosos u otros», concluyó el di-rector de la Oficina de prensa,puntualizando que «no hay unproyecto preciso o un documento,sino que el tema se puso explíci-tamente sobre la mesa y se cuentacon la intención de encontrar loscaminos para proceder» en esad i re c c i ó n .

Por último, se fijó el calendariode las próximas reuniones, que setendrán del 8 al 10 de junio, del14 al 16 de septiembre y del 10 al12 de diciembre.

VIENE DE LA PÁGINA 1

El Papa con el esposo y la hija de Asia Bibi, la cristiana paquistaní condenada a muerte

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Bula de convocación del jubileo extraordinario

El rostro de la misericordiaMISERICORDIAE V U LT U S

Bula de convocacióndel Jubileo extraordinario

de la misericordia

FRANCISCOOBISPO DE ROMA

SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOSA C UA N T O S LEAN E S TA C A R TAGRACIA, MISERICORDIA Y PA Z

1. Jesucristo es el rostro de la miseri-cordia del Padre. El misterio de la fecristiana parece encontrar su síntesisen esta palabra. Ella se ha vuelto vi-va, visible y ha alcanzado su culmenen Jesús de Nazaret. El Padre, «ricoen misericordia» (Ef 2, 4), despuésde haber revelado su nombre a Moi-sés como «Dios compasivo y miseri-cordioso, lento a la ira, y pródigo enamor y fidelidad» (Ex 34, 6) no hacesado de dar a conocer en variosmodos y en tantos momentos de lahistoria su naturaleza divina. En la«plenitud del tiempo» (Gal 4, 4),cuando todo estaba dispuesto segúnsu plan de salvación, Él envió a suHijo nacido de la Virgen María pararevelarnos de manera definitiva suamor. Quien lo ve a Él ve al Padre(cfr. Jn 14, 9). Jesús de Nazaret consu palabra, con sus gestos y con to-da su persona1 revela la misericordiade Dios.

2. Siempre tenemos necesidad decontemplar el misterio de la miseri-cordia. Es fuente de alegría, de sere-nidad y de paz. Es condición paranuestra salvación. Misericordia: es lapalabra que revela el misterio de laSantísima Trinidad. Misericordia: esel acto último y supremo con el cualDios viene a nuestro encuentro. Mi-sericordia: es la ley fundamental quehabita en el corazón de cada perso-na cuando mira con ojos sinceros alhermano que encuentra en el caminode la vida. Misericordia: es la víaque une Dios y el hombre, porqueabre el corazón a la esperanza de seramados para siempre no obstante ellímite de nuestro pecado.

3. Hay momentos en los que deun modo mucho más intenso esta-mos llamados a tener la mirada fijaen la misericordia para poder sertambién nosotros mismos signo efi-caz del obrar del Padre. Es por estoque he anunciado un Jubileo extraor-dinario de la misericordia como tiem-po propicio para la Iglesia, para quehaga más fuerte y eficaz el testimo-nio de los creyentes.

El Año santo se abrirá el 8 de di-ciembre de 2015, solemnidad de laInmaculada Concepción. Esta fiesta

litúrgica indica el modo de obrar deDios desde los albores de nuestrahistoria. Después del pecado deAdán y Eva, Dios no quiso dejar lahumanidad en soledad y a merceddel mal. Por esto pensó y quiso aMaría santa e inmaculada en elamor (cfr. Ef 1, 4), para que fuese laMadre del Redentor del hombre.Ante la gravedad del pecado, Diosresponde con la plenitud del per-dón. La misericordia siempre serámás grande que cualquier pecado ynadie podrá poner un límite al amorde Dios que perdona. En la fiesta dela Inmaculada Concepción tendré laalegría de abrir la Puerta santa. Enesta ocasión será una Puerta de lam i s e r i c o rd i a , a través de la cual cual-quiera que entrará podrá experimen-tar el amor de Dios que consuela,que perdona y ofrece esperanza.

El domingo siguiente, III de Ad-viento, se abrirá la Puerta santa enla catedral de Roma, la basílica deSan Juan de Letrán. Sucesivamentese abrirá la Puerta santa en las otrasbasílicas papales. Para el mismo do-

anunciar el Evangelio de un modonuevo. Una nueva etapa en la evan-gelización de siempre. Un nuevocompromiso para todos los cristia-nos de testimoniar con mayor entu-siasmo y convicción la propia fe. LaIglesia sentía la responsabilidad deser en el mundo signo vivo del amordel Padre.

Vuelven a la mente las palabrascargadas de significado que san JuanXXIII pronunció en la apertura delConcilio para indicar el camino a se-guir: «En nuestro tiempo, la Esposade Cristo prefiere usar la medicinade la misericordia y no empuñar lasarmas de la severidad… La Iglesiacatólica, al elevar por medio de esteConcilio ecuménico la antorcha dela verdad católica, quiere mostrarsemadre amable de todos, benigna,paciente, llena de misericordia y debondad para con los hijos separadosde ella»2. En el mismo horizonte secolocaba también el beato Pablo VIquien, en la conclusión del Concilio,se expresaba de esta manera: «Que-remos más bien notar cómo la reli-

se vuelca en una única dirección:servir al hombre. Al hombre en to-das sus condiciones, en todas susdebilidades, en todas sus necesida-des»3.

Con estos sentimientos de agrade-cimiento por cuanto la Iglesia ha re-cibido y de responsabilidad por latarea que nos espera, atravesaremosla Puerta santa, en la plena confian-za de sabernos acompañados por lafuerza del Señor resucitado que con-tinúa sosteniendo nuestra peregrina-ción. El Espíritu Santo que conducelos pasos de los creyentes para quecooperen en la obra de salvaciónrealizada por Cristo, sea guía y apo-yo del Pueblo de Dios para ayudarloa contemplar el rostro de la miseri-c o rd i a 4.

5. El Año jubilar se concluirá enla solemnidad litúrgica de JesucristoRey del universo, el 20 de noviem-bre de 2016. En ese día, cerrando laPuerta santa, tendremos ante todosentimientos de gratitud y de reco-nocimiento hacia la santísima Trini-dad por habernos concedido untiempo extraordinario de gracia. En-comendaremos la vida de la Iglesia,la humanidad entera y el inmensocosmos a la señoría de Cristo, espe-rando que derrame su misericordiacomo el rocío de la mañana parauna fecunda historia, todavía porconstruir con el compromiso de to-dos en el próximo futuro. ¡Cómodeseo que los años por venir esténimpregnados de misericordia parapoder ir al encuentro de cada perso-na llevando la bondad y la ternurade Dios! A todos, creyentes y leja-nos, pueda llegar el bálsamo de lamisericordia como signo del reino deDios que está ya presente en mediode nosotros.

6. «Es propio de Dios usar miseri-cordia y especialmente en esto semanifiesta su omnipotencia»5. Laspalabras de santo Tomás de Aquinomuestran cuánto la misericordia di-vina no sea en absoluto un signo dedebilidad, sino más bien la cualidadde la omnipotencia de Dios. Es poresto que la liturgia, en una de lascolectas más antiguas, invita a orardiciendo: «Oh Dios que revelas tuomnipotencia sobre todo en la mise-ricordia y el perdón»6. Dios serásiempre para la humanidad comoAquel que está presente, cercano,providente, santo y misericordioso.

«Paciente y misericordioso» es elbinomio que a menudo aparece enel Antiguo Testamento para describirla naturaleza de Dios. Su ser miseri-cordioso se constata concretamenteen tantas acciones de la historia dela salvación donde su bondad preva-lece por encima del castigo y la des-trucción. Los Salmos, en modo par-ticular, destacan esta grandeza delproceder divino: «Él perdona todastus culpas, y cura todas tus dolen-cias; rescata tu vida del sepulcro, tecorona de gracia y de misericordia»(103, 3-4). De una manera aún másexplícita, otro Salmo testimonia lossignos concretos de su misericordia:«Él Señor libera a los cautivos, abrelos ojos de los ciegos y levanta al

Rembrandt, «El regreso del hijo pródigo» (1668, detalle)

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mingo establezco queen cada Iglesia parti-cular, en la catedralque es la Iglesia ma-dre para todos los fie-les, o en la concate-dral o en una iglesiade significado especialse abra por todo elAño santo una idénti-ca Puerta de la miseri-c o rd i a . A juicio delOrdinario, ella podráser abierta también enlos santuarios, metade tantos peregrinosque en estos lugaressantos con frecuenciason tocados en el co-razón por la gracia yencuentran el caminode la conversión. Ca-da Iglesia particular,entonces, estará direc-tamente comprometi-da a vivir este Añosanto como un mo-mento extraordinariode gracia y de renova-ción espiritual. El Ju-bileo, por tanto, serácelebrado en Roma asícomo en las Iglesiasparticulares como sig-no visible de la comunión de toda laIglesia.

4. He escogido la fecha del 8 dediciembre por su gran significado enla historia reciente de la Iglesia. Enefecto, abriré la Puerta santa en elquincuagésimo aniversario de la con-clusión del Concilio ecuménico Vati-cano II. La Iglesia siente la necesi-dad de mantener vivo este evento.Para ella iniciaba un nuevo periodode su historia. Los padres reunidosen el Concilio habían percibido in-tensamente, como un verdadero so-plo del Espíritu, la exigencia de ha-blar de Dios a los hombres de sutiempo en un modo más comprensi-ble. Derrumbadas las murallas quepor mucho tiempo habían recluidola Iglesia en una ciudadela privile-giada, había llegado el tiempo de

gión de nuestro Concilio ha sidoprincipalmente la caridad… La anti-gua historia del samaritano ha sidola pauta de la espiritualidad delConcilio… Una corriente de afecto yadmiración se ha volcado del Conci-lio hacia el mundo moderno. Ha re-probado los errores, sí, porque loexige, no menos la caridad que laverdad, pero, para las personas, sóloinvitación, respeto y amor. El Conci-lio ha enviado al mundo contempo-ráneo en lugar de deprimentes diag-nósticos, remedios alentadores, envez de funestos presagios, mensajesde esperanza: sus valores no sólohan sido respetados sino honrados,sostenidos sus incesantes esfuerzos,sus aspiraciones, purificadas y ben-decidas… Otra cosa debemos desta-car aún: toda esta riqueza doctrinal

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

Bula de convocación del jubileo extraordinarioVIENE DE LA PÁGINA 3

caído; el Señor protege a los extran-jeros y sustenta al huérfano y a laviuda; el Señor ama a los justos yentorpece el camino de los malva-dos» (146, 7-9). Por último, he aquíotras expresiones del salmista: «ElSeñor sana los corazones afligidos yles venda sus heridas. […] El Señorsostiene a los humildes y humilla alos malvados hasta el polvo» (147,3.6). Así pues, la misericordia deDios no es una idea abstracta, sinouna realidad concreta con la cual Élrevela su amor, que es como el deun padre o una madre que se con-mueven en lo más profundo de sus

cosa sino amor. Un amor que se do-na gratuitamente. Sus relaciones conlas personas que se le acercan dejanver algo único e irrepetible. Los sig-nos que realiza, sobre todo hacia lospecadores, hacia las personas po-bres, excluidas, enfermas y sufrientesllevan consigo el distintivo de la mi-sericordia. En Él todo habla de mi-sericordia. Nada en Él es falto decompasión.

Jesús, ante la multitud de perso-nas que lo seguían, viendo que esta-ban cansadas y extenuadas, perdidasy sin guía, sintió desde lo profundodel corazón una intensa compasiónpor ellas (cfr. Mt 9, 36). A causa de

(cfr. Lc 15, 1-32). En estas parábolas,Dios es presentado siempre lleno dealegría, sobre todo cuando perdona.En ellas encontramos el núcleo delEvangelio y de nuestra fe, porque lamisericordia se muestra como lafuerza que todo vence, que llena deamor el corazón y que consuela conel perdón.

De otra parábola, además, pode-mos extraer una enseñanza paranuestro estilo de vida cristiano. Pro-vocado por la pregunta de Pedroacerca de cuántas veces fuese necesa-rio perdonar, Jesús responde: «No tedigo hasta siete, sino hasta setentaveces siete» (Mt 18, 22) y pronuncióla parábola del «siervo despiadado».Este, llamado por el patrón a resti-tuir una grande suma, le suplica derodillas y el patrón le condona ladeuda. Pero inmediatamente encuen-tra otro siervo como él que le debíaunos pocos centésimos, el cual le su-plica de rodillas que tenga piedad,pero él se niega y lo hace encarcelar.Entonces el patrón, advertido delhecho, se irrita mucho y volviendo allamar aquel siervo le dice: «¿No de-bías también tú tener compasión detu compañero, como yo me compa-decí de ti?» (Mt 18, 33). Y Jesúsconcluye: «Lo mismo hará tambiénmi Padre celestial con vosotros, si noperdonáis de corazón a vuestros her-manos» (Mt 18, 35).

La parábola ofrece una profundaenseñanza a cada uno de nosotros.Jesús afirma que la misericordia noes solo el obrar del Padre, sino queella se convierte en el criterio parasaber quiénes son realmente sus ver-daderos hijos. Así entonces, estamosllamados a vivir de misericordia,porque a nosotros en primer lugar senos ha aplicado misericordia. El per-dón de las ofensas deviene la expre-sión más evidente del amor miseri-cordioso y para nosotros cristianoses un imperativo del que no pode-mos prescindir. ¡Cómo es difícil mu-chas veces perdonar! Y, sin embargo,el perdón es el instrumento puestoen nuestras frágiles manos para al-canzar la serenidad del corazón. De-jar caer el rencor, la rabia, la violen-

Como se puede notar, la miseri-cordia en la Sagrada Escritura es lapalabra clave para indicar el actuarde Dios hacia nosotros. Él no se li-mita a afirmar su amor, sino que lohace visible y tangible. El amor, des-pués de todo, nunca podrá ser unapalabra abstracta. Por su misma na-turaleza es vida concreta: intencio-nes, actitudes, comportamientos quese verifican en el vivir cotidiano. Lamisericordia de Dios es su responsa-bilidad por nosotros. Él se sienteresponsable, es decir, desea nuestrobien y quiere vernos felices, colma-dos de alegría y serenos. Es sobre es-ta misma amplitud de onda que sedebe orientar el amor misericordiosode los cristianos. Como ama el Pa-dre, así aman los hijos. Como Él esmisericordioso, así estamos nosotrosllamados a ser misericordiosos losunos con los otros.

10. La misericordia es la vigamaestra que sostiene la vida de laIglesia. Todo en su acción pastoraldebería estar revestido por la ternuracon la que se dirige a los creyentes;nada en su anuncio y en su testimo-nio hacia el mundo puede carecer demisericordia. La credibilidad de laIglesia pasa a través del camino delamor misericordioso y compasivo.La Iglesia «vive un deseo inagotablede brindar misericordia»8. Tal vezpor mucho tiempo nos hemos olvi-dado de indicar y de andar por lavía de la misericordia. Por una par-te, la tentación de pretender siemprey solamente la justicia ha hecho olvi-dar que ella es el primer paso, nece-sario e indispensable; la Iglesia noobstante necesita ir más lejos paraalcanzar una meta más alta y mássignificativa. Por otra parte, es tristeconstatar cómo la experiencia delperdón en nuestra cultura se desva-nece cada vez más. Incluso la pala-bra misma en algunos momentos pa-rece evaporarse. Sin el testimoniodel perdón, sin embargo, queda solouna vida infecunda y estéril, como sise viviese en un desierto desolado.Ha llegado de nuevo para la Iglesiael tiempo de encargarse del anuncioalegre del perdón. Es el tiempo deretornar a lo esencial para hacernoscargo de las debilidades y dificulta-des de nuestros hermanos. El per-dón es una fuerza que resucita a unavida nueva e infunde el valor paramirar el futuro con esperanza.

11. No podemos olvidar la granenseñanza que san Juan Pablo IIofreció en su segunda encíclica Divesin misericordia, que en su momentollegó sin ser esperada y tomó a mu-chos por sorpresa en razón del temaque afrontaba. Dos pasajes en parti-cular quiero recordar. Ante todo, elsanto Papa hacía notar el olvido deltema de la misericordia en la culturapresente: «La mentalidad contempo-ránea, quizás en mayor medida quela del hombre del pasado, pareceoponerse al Dios de la misericordiay tiende además a orillar de la viday arrancar del corazón humano laidea misma de la misericordia. Lapalabra y el concepto de misericor-dia parecen producir una cierta de-sazón en el hombre, quien, gracias alos adelantos tan enormes de la cien-cia y de la técnica, como nunca fue-ron conocidos antes en la historia, seha hecho dueño y ha dominado la

En las parábolas dedicadas a la

misericordia, Jesús revela la

naturaleza de Dios como la de un

Padre que jamás se da por vencido

hasta tanto no haya disuelto el

pecado y superado el rechazo con la

compasión y la misericordia

entrañas por el propiohijo. Vale decir que setrata realmente de unamor «visceral». Provie-ne desde lo más íntimocomo un sentimientoprofundo, natural, hechode ternura y compasión,de indulgencia y de per-dón.

7. «Eterna es su miseri-cordia»: es el estribilloque acompaña cada versodel Salmo 136 mientrasse narra la historia de larevelación de Dios. En razón de lamisericordia, todas las vicisitudes delAntiguo Testamento están cargadasde un profundo valor salvífico. Lamisericordia hace de la historia deDios con Israel una historia de sal-vación. Repetir continuamente«Eterna es su misericordia», como lohace el Salmo, parece un intento porromper el círculo del espacio y deltiempo para introducirlo todo en elmisterio eterno del amor. Es como sise quisiera decir que no solo en lahistoria, sino por toda la eternidadel hombre estará siempre bajo la mi-rada misericordiosa del Padre. No escasual que el pueblo de Israel hayaquerido integrar este Salmo, el gran-de hallel como es conocido, en lasfiestas litúrgicas más importantes.

Antes de la Pasión Jesús oró coneste Salmo de la misericordia. Loatestigua el evangelista Mateo cuan-do dice que «después de haber can-tado el himno» (26, 30), Jesús consus discípulos salieron hacia el Mon-te de los Olivos. Mientras instituíala Eucaristía, como memorial peren-ne de él y de su Pascua, puso simbó-licamente este acto supremo de laRevelación a la luz de la misericor-dia. En este mismo horizonte de lamisericordia, Jesús vivió su pasión ymuerte, consciente del gran misteriodel amor de Dios que se habría decumplir en la cruz. Saber que Jesúsmismo hizo oración con este Salmo,lo hace para nosotros los cristianosaún más importante y nos compro-mete a incorporar este estribillo ennuestra oración de alabanza cotidia-na: «Eterna es su misericordia».

8. Con la mirada fija en Jesús yen su rostro misericordioso podemospercibir el amor de la Santísima Tri-nidad. La misión que Jesús ha reci-bido del Padre ha sido la de revelarel misterio del amor divino en pleni-tud. «Dios es amor» (1 Jn 4, 8.16),afirma por la primera y única vez entoda la Sagrada Escritura el evange-lista Juan. Este amor se ha hechoahora visible y tangible en toda lavida de Jesús. Su persona no es otra

este amor compasivo curó los enfer-mos que le presentaban (cfr. Mt 14,14) y con pocos panes y peces calmóel hambre de grandes muchedum-bres (cfr. Mt 15, 37). Lo que movía aJesús en todas las circunstancias noera sino la misericordia, con la cualleía el corazón de los interlocutoresy respondía a sus necesidades másreales. Cuando encontró la viuda deNaim, que llevaba su único hijo alsepulcro, sintió gran compasión porel inmenso dolor de la madre en lá-grimas, y le devolvió a su hijo resu-citándolo de la muerte (cfr. Lc 7, 15).Después de haber liberado el ende-moniado de Gerasa, le confía estamisión: «Anuncia todo lo que el Se-ñor te ha hecho y la misericordiaque ha obrado contigo» (Mc 5, 19).También la vocación de Mateo secoloca en el horizonte de la miseri-cordia. Pasando delante del banco

La misericordia es la viga maestra

que sostiene la vida de la Iglesia.

Todo en su acción pastoral debería

estar revestido por la ternura con

la que se dirige a los creyentes;

nada en su anuncio y testimonio

puede carecer de misericordia

de los impuestos, los ojosde Jesús se posan sobrelos de Mateo. Era unamirada cargada de mise-ricordia que perdonabalos pecados de aquelhombre y, venciendo laresistencia de los otrosdiscípulos, lo escoge a él,el pecador y publicano,para que sea uno de losDoce. San Beda el Vene-rable, comentando estaescena del Evangelio, es-cribió que Jesús miró aMateo con amor misericordioso y loeligió: miserando atque eligendo7.Siempre me ha cautivado esta expre-sión, tanto que quise hacerla mi pro-pio lema.

9. En las parábolas dedicadas a lamisericordia, Jesús revela la naturale-za de Dios como la de un Padre quejamás se da por vencido hasta tantono haya disuelto el pecado y supera-do el rechazo con la compasión y lamisericordia. Conocemos estas pará-bolas; tres en particular: la de laoveja perdida y de la moneda extra-viada, y la del padre y los dos hijos

cia y la venganza son condicionesnecesarias para vivir felices. Acoja-mos entonces la exhortación delApóstol: «No permitan que la nochelos sorprenda enojados» (Ef 4, 26).Y sobre todo escuchemos la palabrade Jesús que ha señalado la miseri-cordia como ideal de vida y comocriterio de credibilidad de nuestra fe.«Dichosos los misericordiosos, por-que encontrarán misericordia» (Mt

5, 7) es la bienaventuranza en la quehay que inspirarse durante este Añosanto.

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tierra mucho más que en el pasado(cfr. Gn 1, 28). Tal dominio sobre latierra, entendido tal vez unilateral ysuperficialmente, parece no dejar es-pacio a la misericordia… Debido aesto, en la situación actual de laIglesia y del mundo, muchos hom-bres y muchos ambientes guiadospor un vivo sentido de fe se dirigen,yo diría casi espontáneamente, a lamisericordia de Dios»9.

Además, san Juan Pablo II moti-vaba con estas palabras la urgenciade anunciar y testimoniar la miseri-cordia en el mundo contemporáneo:«Ella está dictada por el amor alhombre, a todo lo que es humano yque, según la intuición de gran partede los contemporáneos, está amena-zado por un peligro inmenso. Elmisterio de Cristo... me obliga almismo tiempo a proclamar la miseri-cordia como amor compasivo deDios, revelado en el mismo misteriode Cristo. Ello me obliga también arecurrir a tal misericordia y a implo-rarla en esta difícil, crítica fase de lahistoria de la Iglesia y del mun-do»10. Esta enseñanza es hoy másque nunca actual y merece ser reto-mada en este Año santo. Acojamosnuevamente sus palabras: «La Igle-sia vive una vida auténtica, cuandoprofesa y proclama la misericordia —el atributo más estupendo del Crea-dor y del Redentor— y cuando acer-ca a los hombres a las fuentes de lamisericordia del Salvador, de las quees depositaria y dispensadora»11.

12. La Iglesia tiene la misión deanunciar la misericordia de Dios, co-razón palpitante del Evangelio, quepor su medio debe alcanzar la mentey el corazón de toda persona. La Es-posa de Cristo hace suyo el compor-tamiento del Hijo de Dios que sale aencontrar a todos, sin excluir ningu-no. En nuestro tiempo, en el que laIglesia está comprometida en la nue-va evangelización, el tema de la mi-sericordia exige ser propuesto unavez más con nuevo entusiasmo y conuna renovada acción pastoral. Es de-terminante para la Iglesia y para lacredibilidad de su anuncio que ellaviva y testimonie en primera personala misericordia. Su lenguaje y susgestos deben transmitir misericordiapara penetrar en el corazón de laspersonas y motivarlas a reencontrarel camino de vuelta al Padre.

La primera verdad de la Iglesia esel amor de Cristo. De este amor, quellega hasta el perdón y al don de sí,la Iglesia se hace sierva y mediadoraante los hombres. Por tanto, dondela Iglesia esté presente, allí debe serevidente la misericordia del Padre.En nuestras parroquias, en las comu-nidades, en las asociaciones y movi-

mientos, en fin, dondequiera que ha-ya cristianos, cualquiera debería po-der encontrar un oasis de misericor-dia.

13. Queremos vivir este Año jubi-lar a la luz de la palabra del Señor:Misericordiosos como el Padre. Elevangelista refiere la enseñanza deJesús: «Sed misericordiosos, como elPadre vuestro es misericordioso» (Lc6, 36). Es un programa de vida tancomprometedor como rico de alegríay de paz. El imperativo de Jesús sedirige a cuantos escuchan su voz(cfr. Lc 6, 27). Para ser capaces demisericordia, entonces, debemos enprimer lugar colocarnos a la escuchade la Palabra de Dios. Esto significarecuperar el valor del silencio parameditar la Palabra que se nos dirige.De este modo es posible contemplarla misericordia de Dios y asumirlacomo propio estilo de vida.

14. La p e re g r i n a c i ó n es un signopeculiar en el Año santo, porque esimagen del camino que cada perso-na realiza en su existencia. La vidaes una peregrinación y el ser huma-no es v i a t o r, un peregrino que reco-rre su camino hasta alcanzar la metaanhelada. También para llegar a laPuerta santa en Roma y en cualquierotro lugar, cada uno deberá realizar,de acuerdo con las propias fuerzas,una peregrinación. Esto será un sig-no del hecho que también la miseri-cordia es una meta por alcanzar yque requiere compromiso y sacrifi-cio. La peregrinación, entonces, seaestímulo para la conversión: atrave-sando la Puerta santa nos dejaremosabrazar por la misericordia de Diosy nos comprometeremos a ser miseri-cordiosos con los demás como el Pa-dre lo es con nosotros.

El Señor Jesús indica las etapasde la peregrinación mediante la cuales posible alcanzar esta meta: «Nojuzguéis y no seréis juzgados; nocondenéis y no seréis condenados;perdonad y seréis perdonados. Dady se os dará: una medida buena,apretada, remecida, rebosante pon-drán en el halda de vuestros vesti-dos. Porque seréis medidos con lamedida que midáis» (Lc 6, 37-38).Dice, ante todo, no juzgar y no con-d e n a r. Si no se quiere incurrir en eljuicio de Dios, nadie puede conver-tirse en el juez del propio hermano.Los hombres ciertamente con susjuicios se detienen en la superficie,mientras el Padre mira el interior.¡Cuánto mal hacen las palabrascuando están motivadas por senti-mientos de celos y envidia! Hablarmal del propio hermano en su au-sencia equivale a exponerlo al des-crédito, a comprometer su reputa-ción y a dejarlo a merced del chis-

me. No juzgar y no condenar signi-fica, en positivo, saber percibir loque de bueno hay en cada persona yno permitir que deba sufrir pornuestro juicio parcial y por nuestrapresunción de saberlo todo. Sin em-bargo, esto no es todavía suficientepara manifestar la misericordia. Je-sús pide también p e rd o n a r y d a r. Serinstrumentos del perdón, porque he-mos sido los primeros en haberlo re-cibido de Dios. Ser generosos contodos sabiendo que también Diosdispensa sobre nosotros su benevo-lencia con magnanimidad.

Así entonces, misericordiosos comoel Padre es el «lema» del Año santo.En la misericordia tenemos la prue-ba de cómo Dios ama. Él da todo símismo, por siempre, gratuitamente ysin pedir nada a cambio. Viene ennuestra ayuda cuando lo invocamos.Es bello que la oración cotidiana dela Iglesia inicie con estas palabras:«Dios mío, ven en mi auxilio; Señor,date prisa en socorrerme» (Sal 70,2). El auxilio que invocamos es ya elprimer paso de la misericordia deDios hacia nosotros. Él viene a sal-varnos de la condición de debilidaden la que vivimos. Y su auxilio con-siste en permitirnos captar su pre-sencia y cercanía. Día tras día, toca-dos por su compasión, también no-sotros llegaremos a ser compasivoscon todos.

15. En este Año santo, podremosrealizar la experiencia de abrir el co-razón a cuantos viven en las máscontradictorias periferias existencia-les, que con frecuencia el mundomoderno dramáticamente crea.¡Cuántas situaciones de precariedady sufrimiento existen en el mundohoy! Cuántas heridas sellan la carnede muchos que no tienen voz por-que su grito se ha debilitado y silen-ciado a causa de la indiferencia delos pueblos ricos. En este Jubileo laIglesia será llamada a curar aún másestas heridas, a aliviarlas con el óleode la consolación, a vendarlas con lamisericordia y a curarlas con la soli-daridad y la debida atención. Nocaigamos en la indiferencia que hu-milla, en la habitualidad que aneste-sia el ánimo e impide descubrir lanovedad, en el cinismo que destruye.Abramos nuestros ojos para mirarlas miserias del mundo, las heridasde tantos hermanos y hermanas pri-vados de la dignidad, y sintámonosprovocados a escuchar su grito deauxilio. Nuestras manos estrechensus manos, y acerquémoslos a noso-tros para que sientan el calor denuestra presencia, de nuestra amis-tad y de la fraternidad. Que su gritose vuelva el nuestro y juntos poda-mos romper la barrera de la indife-

rencia que suele reinar campante pa-ra esconder la hipocresía y el egoís-mo.

Es mi vivo deseo que el pueblocristiano reflexione durante el Jubi-leo sobre las obras de misericordia cor-porales y espirituales. Será un modopara despertar nuestra conciencia,muchas veces aletargada ante el dra-ma de la pobreza, y para entrar to-davía más en el corazón del Evange-lio, donde los pobres son los privile-giados de la misericordia divina. Lapredicación de Jesús nos presenta es-tas obras de misericordia para quepodamos darnos cuenta si vivimos ono como discípulos suyos. Redescu-bramos las obras de misericordia cor-p o ra l e s : dar de comer al hambriento,dar de beber al sediento, vestir aldesnudo, acoger al forastero, asistirlos enfermos, visitar a los presos, en-terrar a los muertos. Y no olvidemoslas obras de misericordia espirituales:dar consejo al que lo necesita, ense-ñar al que no sabe, corregir al queyerra, consolar al triste, perdonar lasofensas, soportar con paciencia laspersonas molestas, rogar a Dios porlos vivos y por los difuntos.

No podemos escapar a las pala-bras del Señor y en base a ellas sere-mos juzgados: si dimos de comer alhambriento y de beber al sediento.Si acogimos al extranjero y vestimosal desnudo. Si dedicamos tiempopara acompañar al que estaba enfer-mo o prisionero (cfr. Mt 25, 31-45).Igualmente se nos preguntará si ayu-damos a superar la duda, que hacecaer en el miedo y en ocasiones esfuente de soledad; si fuimos capacesde vencer la ignorancia en la que vi-ven millones de personas, sobre to-do los niños privados de la ayudanecesaria para ser rescatados de lapobreza; si fuimos capaces de sercercanos a quien estaba solo y afligi-do; si perdonamos a quien nos ofen-dió y rechazamos cualquier forma derencor o de odio que conduce a laviolencia; si tuvimos paciencia si-guiendo el ejemplo de Dios que estan paciente con nosotros; finalmen-te, si encomendamos al Señor en laoración nuestros hermanos y herma-nas. En cada uno de estos «más pe-queños» está presente Cristo mismo.Su carne se hace de nuevo visiblecomo cuerpo martirizado, llagado,flagelado, desnutrido, en fuga... paraque nosotros los reconozcamos, lotoquemos y lo asistamos con cuida-do. No olvidemos las palabras desan Juan de la Cruz: «En el ocasode nuestras vidas, seremos juzgadosen el amor»12.

16. En el Evangelio de Lucas en-contramos otro aspecto importantepara vivir con fe el Jubileo. El evan-gelista narra que Jesús, un sábado,volvió a Nazaret y, como era cos-tumbre, entró en la sinagoga. Lo lla-maron para que leyera la Escritura yla comentara. El paso era el del pro-feta Isaías donde está escrito: «ElEspíritu del Señor está sobre mí,porque me ha ungido para anunciara los pobres la Buena Nueva, me ha

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Santos Buglioni, «Las siete obrasde misericordia: acoger a los peregrinos»(siglo XVI, Pistoia, hospital del Ceppo)

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enviado a proclamar la liberación alos cautivos y la vista a los ciegos,para dar la libertad a los oprimidosy proclamar un año de gracia delSeñor» (61, 1-2). «Un año de gra-cia»: es esto lo que el Señor anunciay lo que deseamos vivir. Este Añosanto lleva consigo la riqueza de lamisión de Jesús que resuena en laspalabras del profeta: llevar una pala-bra y un gesto de consolación a lospobres, anunciar la liberación acuantos están prisioneros de las nue-vas esclavitudes de la sociedad mo-derna, restituir la vista a quien no

Padre! Con las palabras del profetaMiqueas también nosotros podemosrepetir: Tú, oh Señor, eres un Diosque cancelas la iniquidad y perdonasel pecado, que no mantienes parasiempre tu cólera, pues amas la mi-sericordia. Tú, Señor, volverás acompadecerte de nosotros y a tenerpiedad de tu pueblo. Destruirásnuestras culpas y arrojarás en el fon-do del mar todos nuestros pecados(cfr. 7, 18-19).

Las páginas del profeta Isaías po-drán ser meditadas con mayor aten-ción en este tiempo de oración, ayu-no y caridad: «Este es el ayuno que

tu justicia y detrás de ti irá la gloriadel Señor. Entonces llamarás, y elSeñor responderá; pedirás auxilio, yél dirá: “¡Aquí estoy!”. Si eliminasde ti todos los yugos, el gesto ame-nazador y la palabra maligna; si par-tes tu pan con el hambriento y sa-cias al afligido de corazón, tu luz sealzará en las tinieblas y tu oscuridadserá como al mediodía. El Señor teguiará incesantemente, te saciará enlos ardores del desierto y llenará tushuesos de vigor; tú serás como unjardín bien regado, como una ver-tiente de agua, cuyas aguas nunca seagotan» (58, 6-11).

La iniciativa «24 horas para el Se-ñor», a celebrarse durante el viernesy sábado que anteceden el IV domin-go de Cuaresma, se incremente enlas diócesis. Muchas personas estánvolviendo a acercarse al sacramentode la Reconciliación y entre ellasmuchos jóvenes, quienes en una ex-periencia semejante suelen reencon-trar el camino para volver al Señor,para vivir un momento de intensaoración y redescubrir el sentido de lapropia vida. De nuevo ponemosconvencidos en el centro el sacra-mento de la Reconciliación, porquenos permite experimentar en carnepropia la grandeza de la misericor-dia. Será para cada penitente fuentede verdadera paz interior.

Nunca me cansaré de insistir enque los confesores sean un verdade-ro signo de la misericordia del Pa-dre. Ser confesores no se improvisa.Se llega a serlo cuando, ante todo,nos hacemos nosotros penitentes enbusca de perdón. Nunca olvidemosque ser confesores significa partici-par de la misma misión de Jesús yser signo concreto de la continuidadde un amor divino que perdona yque salva. Cada uno de nosotros harecibido el don del Espíritu Santopara el perdón de los pecados, deesto somos responsables. Ningunode nosotros es dueño del Sacramen-to, sino fiel servidor del perdón de

viar los Misioneros de la misericordia.Serán un signo de la solicitud mater-na de la Iglesia por el Pueblo deDios, para que entre en profundidaden la riqueza de este misterio tanfundamental para la fe. Serán sacer-dotes a los cuales daré la autoridadde perdonar también los pecadosque están reservados a la Sede apos-tólica, para que se haga evidente laamplitud de su mandato. Serán, so-bre todo, signo vivo de cómo el Pa-dre acoge cuantos están en busca desu perdón. Serán misioneros de lamisericordia porque serán los artífi-ces ante todos de un encuentro car-gado de humanidad, fuente de libe-ración, rico de responsabilidad, parasuperar los obstáculos y retomar lavida nueva del Bautismo. Se dejaránconducir en su misión por las pala-bras del Apóstol: «Dios sometió atodos a la desobediencia, para tenermisericordia de todos» (Rm 11, 32).Todos entonces, sin excluir a nadie,están llamados a percibir el llama-miento a la misericordia. Los misio-neros vivan esta llamada conscientesde poder fijar la mirada sobre Jesús,«sumo sacerdote misericordioso ydigno de fe» (Hb 2, 17).

Pido a los hermanos obispos queinviten y acojan estos Misioneros,para que sean ante todo predicado-res convincentes de la misericordia.Se organicen en las diócesis «misio-nes para el pueblo» de modo queestos misioneros sean anunciadoresde la alegría del perdón. Se les pidacelebrar el sacramento de la Recon-ciliación para los fieles, para que eltiempo de gracia donado en el Añojubilar permita a tantos hijos aleja-dos encontrar el camino de regresohacia la casa paterna. Los Pastores,especialmente durante el tiempofuerte de Cuaresma, sean solícitos eninvitar a los fieles a acercarse «al tro-no de la gracia, a fin de obtener mi-sericordia y alcanzar la gracia» (Hb4, 16).

No caigáis en la terrible trampade pensar que la vida dependedel dinero y que ante él todo el restose vuelve carente de valor y dignidad.Es solo una ilusión. No llevamosel dinero con nosotros al más allá.

Nunca me cansaré de insistiren que los confesores sean unverdadero signo de la misericordiadel Padre. Ser confesores no seimprovisa. Se llega a serlo cuando,ante todo, nos hacemos nosotrospenitentes en busca de perdón.

puede ver más porquese ha replegado sobresí mismo, y volver adar dignidad a cuan-tos han sido privadosde ella. La predicaciónde Jesús se hace denuevo visible en lasrespuestas de fe que eltestimonio de los cris-tianos está llamado aofrecer. Nos acompa-ñen las palabras delApóstol: «El quepractica misericordia,que lo haga con alegría» (Rm 12, 8).

17. La Cuaresma de este Año jubi-lar sea vivida con mayor intensidad,como momento fuerte para celebrary experimentar la misericordia deDios. ¡Cuántas páginas de la Sagra-da Escritura pueden ser meditadasen las semanas de Cuaresma para re-descubrir el rostro misericordioso del

yo deseo: soltar las cadenas injustas,desatar los lazos del yugo, dejar enlibertad a los oprimidos y rompertodos los yugos; compartir tu pancon el hambriento y albergar a lospobres sin techo; cubrir al que veasdesnudo y no abandonar a tus seme-jantes. Entonces despuntará tu luzcomo la aurora y tu herida se curarárápidamente; delante de ti avanzará

«Obras de misericordia» (siglo XII, baptisterio de Parma)

El rostro de la misericordia

Dios. Cada confesordeberá acoger a losfieles como el padreen la parábola del hijopródigo: un padre quecorre al encuentro delhijo no obstante hu-biese dilapidado susbienes. Los confesoresestán llamados a abra-zar ese hijo arrepenti-do que vuelve a casa ya manifestar la alegríapor haberlo encontra-do. No se cansarán de salir al en-cuentro también del otro hijo que sequedó afuera, incapaz de alegrarse,para explicarle que su juicio severoes injusto y no tiene ningún sentidoante la misericordia del Padre queno conoce confines. No harán pre-guntas impertinentes, sino como elpadre de la parábola interrumpiránel discurso preparado por el hijopródigo, porque serán capaces depercibir en el corazón de cada peni-tente la invocación de ayuda y la sú-plica de perdón. En fin, los confeso-res están llamados a ser siempre, entodas partes, en cada situación y apesar de todo, el signo del primadode la misericordia.

18. Durante la Cuaresma de esteAño santo tengo la intención de en-

19. La palabra del perdón puedallegar a todos y la llamada a experi-mentar la misericordia no deje a nin-guno indiferente. Mi invitación a laconversión se dirige con mayor insis-tencia a aquellas personas que se en-cuentran lejanas de la gracia de Diosdebido a su conducta de vida. Pien-so en modo particular en los hom-bres y mujeres que pertenecen a al-gún grupo criminal, cualquiera queéste sea. Por vuestro bien, os pidocambiar de vida. Os lo pido en elnombre del Hijo de Dios que si biencombate el pecado nunca rechaza aningún pecador. No caigáis en la te-rrible trampa de pensar que la vidadepende del dinero y que ante él to-do el resto se vuelve carente de valory dignidad. Es solo una ilusión. No

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llevamos el dinero con nosotros almás allá. El dinero no nos da la ver-dadera felicidad. La violencia usadapara amasar fortunas que escurrensangre no convierte a nadie en pode-roso ni inmortal. Para todos, tarde otemprano, llega el juicio de Dios alcual ninguno puede escapar.

La misma llamada llegue tambiéna todas las personas promotoras ocómplices de corrupción. Esta llagaputrefacta de la sociedad es un gravepecado que grita hacia el cielo puesmina desde sus fundamentos la vidapersonal y social. La corrupción im-pide mirar el futuro con esperanzaporque con su prepotencia y avidezdestruye los proyectos de los débilesy oprime a los más pobres. Es unmal que se anida en gestos cotidia-nos para expandirse luego en escán-dalos públicos. La corrupción es unaobstinación en el pecado, que pre-tende sustituir a Dios con la ilusióndel dinero como forma de poder. Esuna obra de las tinieblas, sostenidapor la sospecha y la intriga. Corrup-tio optimi pessima, decía con razónsan Gregorio Magno, para indicarque ninguno puede sentirse inmunede esta tentación. Para erradicarla dela vida personal y social son necesa-rias prudencia, vigilancia, lealtad,transparencia, unidas al coraje de ladenuncia. Si no se la combate abier-tamente, tarde o temprano buscacómplices y destruye la existencia.

¡Este es el tiempo oportuno paracambiar de vida! Este es el tiempopara dejarse tocar el corazón. Anteel mal cometido, incluso crímenesgraves, es el momento de escuchar elllanto de todas las personas inocen-tes depredadas de los bienes, la dig-nidad, los afectos, la vida misma.Permanecer en el camino del mal essólo fuente de ilusión y de tristeza.La verdadera vida es algo bien dis-tinto. Dios no se cansa de tender lamano. Está dispuesto a escuchar, ytambién yo lo estoy, al igual que mishermanos obispos y sacerdotes. Bas-ta solamente que acojáis la llamadaa la conversión y os sometáis a lajusticia mientras la Iglesia os ofrecem i s e r i c o rd i a .

20. No será inútil en este contextorecordar la relación existente entrejusticia y m i s e r i c o rd i a . No son dosmomentos contrastantes entre sí, si-no dos dimensiones de una únicarealidad que se desarrolla progresiva-mente hasta alcanzar su ápice en laplenitud del amor. La justicia es unconcepto fundamental para la socie-dad civil cuando, normalmente, sehace referencia a un orden jurídico através del cual se aplica la ley. Conla justicia se entiende también que acada uno se debe dar lo que le esdebido. En la Biblia, muchas vecesse hace referencia a la justicia divinay a Dios como juez. Generalmentees entendida como la observaciónintegral de la ley y como el compor-tamiento de todo buen israelita con-forme a los mandamientos dadospor Dios. Esta visión, sin embargo,ha conducido no pocas veces a caeren el legalismo, falsificando su senti-do originario y oscureciendo el pro-fundo valor que la justicia tiene. Pa-ra superar la perspectiva legalista,sería necesario recordar que en laSagrada Escritura la justicia es con-cebida esencialmente como un aban-

sericordia y el per-dón. Esto no signifi-

ca restarle valor a lajusticia o hacerla su-perflua, al contrario.Quien se equivoca de-berá expiar la pena.Solo que este no es el

fin, sino el inicio de laconversión, porque se

experimenta la ternura delperdón. Dios no rechaza la

justicia. Él la engloba y la su-pera en un evento superiordonde se experimenta el amorque está a la base de una ver-dadera justicia. Debemosprestar mucha atención acuanto escribe Pablo para nocaer en el mismo error que elApóstol reprochaba a sus con-temporáneos judíos: «Desco-nociendo la justicia de Dios yempeñándose en establecer lasuya propia, no se sometierona la justicia de Dios. Porque elfin de la ley es Cristo, para jus-tificación de todo el que cree»(Rm 10, 3-4). Esta justicia deDios es la misericordia conce-

dida a todos como gracia enrazón de la muerte y resu-

rrección de Jesucristo. LaCruz de Cristo, entonces,es el juicio de Dios sobre

todos nosotros y sobre elmundo, porque nos ofrecela certeza del amor y de lavida nueva.

22. El jubileo lleva tam-bién consigo la referencia ala indulgencia. En el Año

santo de la misericordia ellaadquiere una relevancia parti-

cular. El perdón de Dios por

SIGUE EN LA PÁGINA 8

donarse confiado en la voluntad deD ios.

Por su parte, Jesús habla muchasveces de la importancia de la fe, másbien que de la observancia de la ley.Es en este sentido que debemoscomprender sus palabras cuando es-tando a la mesa con Mateo y otrospublicanos y pecadores, dice a losfariseos que le replicaban: «Vayan yaprendan qué significa: Yo quiero mi-sericordia y no sacrificios. Porque yono he venido a llamar a los justos,sino a los pecadores» (Mt 9, 13). An-te la visión de una justicia como me-ra observancia de la ley que juzga,dividiendo las personas en justos ypecadores, Jesús se inclina a mostrarel gran de don de la misericordiaque busca a los pecadores para ofre-cerles el perdón y la salvación. Secomprende porqué en presencia deuna perspectiva tan liberadora yfuente de renovación, Jesús haya si-do rechazado por los fariseos y porlos doctores de la ley. Estos, para serfieles a la ley, ponían solo pesos so-bre las espaldas de las personas, pe-ro así frustraban la misericordia delPadre. El reclamo a observar la leyno puede obstaculizar la atenciónpor las necesidades que tocan la dig-nidad de las personas.

Al respecto es muy significativa lareferencia que Jesús hace al profetaOseas —«yo quiero amor, no sacrifi-cio» (6, 6). Jesús afirma que de aho-ra en adelante la regla de vida desus discípulos deberá ser la que dael primado a la misericordia, comoÉl mismo testimonia compartiendola mesa con los pecadores. La mise-ricordia, una vez más, se revela co-mo dimensión fundamental de lamisión de Jesús. Ella es un verdade-ro reto para sus interlocutores que sedetienen en el respeto formal de laley. Jesús, en cambio, va más allá dela ley; su compartir con aquellos quela ley consideraba pecadores permitecomprender hasta dónde llega sum i s e r i c o rd i a .

También el apóstol Pablo hizo unrecorrido parecido. Antes de encon-trar a Jesús en el camino a Damasco,su vida estaba dedicada a perseguirde manera irreprensible la justicia dela ley (cfr. Flp 3, 6). La conversión aCristo lo condujo a ampliar su vi-sión precedente al punto que en lacarta a los Gálatas afirma: «Hemoscreído en Jesucristo, para ser justifi-cados por la fe de Cristo y no porlas obras de la Ley» (2, 16). Su com-prensión de la justicia ha cambiadoahora radicalmente. Pablo pone enprimer lugar la fe y no más la ley.No es la observancia de la ley lo quesalva, sino la fe en Jesucristo, quecon su muerte y resurrección trae lasalvación junto con la misericordiaque justifica. La justicia de Dios seconvierte ahora en liberación paracuantos están oprimidos por la es-clavitud del pecado y sus consecuen-cias. La justicia de Dios es su per-dón (cfr. Sal 51, 11-16).

21. La misericordia no es contrariaa la justicia sino que expresa el com-portamiento de Dios hacia el peca-dor, ofreciéndole una ulterior posibi-lidad para examinarse, convertirse ycreer. La experiencia del profetaOseas viene en nuestra ayuda paramostrarnos la superación de la justi-cia en dirección hacia la misericor-

dia. La época de este profeta secuenta entre las más dramáticas dela historia del pueblo hebreo. ElReino está cercano de la destruc-ción; el pueblo no ha permanecidofiel a la alianza, se ha alejado deDios y ha perdido la fe de los Pa-dres. Según una lógica humana, esjusto que Dios piense en rechazar elpueblo infiel: no ha observado elpacto establecido y por tanto merecela pena correspondiente, el exilio.Las palabras del profeta lo atesti-guan: «Volverá al país de Egipto, yAsur será su rey, porque se han ne-gado a convertirse» (Os 11, 5). Y sinembargo, después de esta reacciónque apela a la justicia, el profetamodifica radicalmente su lenguaje yrevela el verdadero rostro de Dios:«Mi corazón se convulsiona dentrode mí, y al mismo tiempo se estre-mecen mis entrañas. No daré cursoal furor de mi cólera, no volveré adestruir a Efraín, porque soy Dios,no un hombre; el Santo en medio deti y no es mi deseo aniquilar» (11, 8-9). San Agustín, como comentandolas palabras del profeta dice: «Esmás fácil que Dios contenga la iraque la misericordia»13. Es precisa-mente así. La ira de Dios dura uninstante, mientras que su misericor-dia dura eternamente.

Si Dios se detuviera en la justiciadejaría de ser Dios, sería como todoslos hombres que invocan respeto porla ley. La justicia por sí misma nobasta, y la experiencia enseña queapelando solamente a ella se corre elriesgo de destruirla. Por esto Diosva más allá de la justicia con la mi-

Frank Wesley«El Padre que perdona» (1954-1958)

nuestros pecados no conoce límites.En la muerte y resurrección de Jesu-cristo, Dios hace evidente este amorque es capaz incluso de destruir elpecado de los hombres. Dejarse re-conciliar con Dios es posible pormedio del misterio pascual y de lamediación de la Iglesia. Así enton-ces, Dios está siempre disponible alperdón y nunca se cansa de ofrecer-lo de manera siempre nueva e ines-perada. Todos nosotros, sin embar-go, vivimos la experiencia del peca-do. Sabemos que estamos llamadosa la perfección (cfr. Mt 5, 48), perosentimos fuerte el peso del pecado.Mientras percibimos la potencia dela gracia que nos transforma, experi-mentamos también la fuerza del pe-cado que nos condiciona. No obs-tante el perdón, llevamos en nuestravida las contradicciones que sonconsecuencia de nuestros pecados.En el sacramento de la Reconcilia-ción Dios perdona los pecados, querealmente quedan cancelados; y sinembargo, la huella negativa que lospecados dejan en nuestros compor-tamientos y en nuestros pensamien-tos permanece. La misericordia deDios es incluso más fuerte que esto.Ella se transforma en indulgencia delPadre que a través de la Esposa deCristo alcanza al pecador perdonadoy lo libera de todo residuo, conse-cuencia del pecado, habilitándolo aobrar con caridad, a crecer en elamor más bien que a recaer en el pe-cado.

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página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

VIENE DE LA PÁGINA 7

La Iglesia vive la comunión de lossantos. En la Eucaristía esta comu-nión, que es don de Dios, actúa co-mo unión espiritual que nos une alos creyentes con los santos y losbeatos cuyo número es incalculable(cfr. Ap 7, 4). Su santidad viene enayuda de nuestra fragilidad, y así laMadre Iglesia es capaz con su ora-ción y su vida de ir al encuentro dela debilidad de unos con la santidadde otros. Vivir entonces la indulgen-cia en el Año santo significa acercar-se a la misericordia del Padre con lacerteza que su perdón se extiendesobre toda la vida del creyente. In-dulgencia es experimentar la santi-dad de la Iglesia que participa a to-dos de los beneficios de la redenciónde Cristo, para que el perdón seaextendido hasta las extremas conse-cuencias a la cual llega el amor deDios. Vivamos intensamente el Jubi-leo pidiendo al Padre el perdón delos pecados y la dispensación de suindulgencia misericordiosa.

23. La misericordia posee un valorque sobrepasa los confines de laIglesia. Ella nos relaciona con el ju-daísmo y el islam, que la consideranuno de los atributos más calificativosde Dios. Israel primero que todo re-cibió esta revelación, que permaneceen la historia como el comienzo deuna riqueza inconmensurable paraofrecer a la entera humanidad. Co-mo hemos visto, las páginas del An-tiguo Testamento están entretejidasde misericordia porque narran lasobras que el Señor ha realizado enfavor de su pueblo en los momentosmás difíciles de su historia. El islam,por su parte, entre los nombres quele atribuye al Creador está el de mi-sericordioso y clemente. Esta invoca-ción aparece con frecuencia en loslabios de los fieles musulmanes, quese sienten acompañados y sostenidospor la misericordia en su cotidianadebilidad. También ellos creen quenadie puede limitar la misericordiadivina porque sus puertas estánsiempre abiertas.

Este Año jubilar vivido en la mi-sericordia pueda favorecer el encuen-tro con estas religiones y con lasotras nobles tradiciones religiosas;nos haga más abiertos al diálogo pa-ra conocernos y comprendernos me-jor; elimine toda forma de cerrazón

y desprecio, y aleje cualquier formade violencia y de discriminación.

24. El pensamiento se dirige ahoraa la Madre de la Misericordia. Ladulzura de su mirada nos acompañeen este Año santo, para que todospodamos redescubrir la alegría de laternura de Dios. Ninguno comoMaría ha conocido la profundidaddel misterio de Dios hecho hombre.Todo en su vida fue plasmado por lapresencia de la misericordia hechacarne. La Madre del Crucificado Re-sucitado entró en el santuario de lamisericordia divina porque participóíntimamente en el misterio de sua m o r.

Elegida para ser la Madre delHijo de Dios, María estuvo prepara-da desde siempre por el amor delPadre para ser Arca de la Alianza en-tre Dios y los hombres. Custodió ensu corazón la divina misericordia enperfecta sintonía con su Hijo Jesús.Su canto de alabanza, en el umbralde la casa de Isabel, estuvo dedica-do a la misericordia que se extiende«de generación en generación» (Lc1, 50). También nosotros estábamospresentes en aquellas palabras profé-ticas de la Virgen María. Esto nosservirá de consolación y de apoyomientras atravesaremos la Puertasanta para experimentar los frutosde la misericordia divina.

Al pie de la cruz, María junto conJuan, el discípulo del amor, es testi-go de las palabras de perdón que sa-len de la boca de Jesús. El perdónsupremo ofrecido a quien lo ha cru-cificado nos muestra hasta dóndepuede llegar la misericordia de Dios.María atestigua que la misericordiadel Hijo de Dios no conoce límites y

alcanza a todos sin excluir a ningu-no. Dirijamos a ella la antigua ysiempre nueva oración del Salve Re-gina, para que nunca se canse devolver a nosotros sus ojos misericor-diosos y nos haga dignos de con-templar el rostro de la misericordia,su Hijo Jesús.

Nuestra plegaria se extienda tam-bién a tantos santos y beatos que hi-cieron de la misericordia su misiónde vida. En particular el pensamien-to se dirige a la grande apóstol de lamisericordia, santa Faustina Kowals-ka. Ella que fue llamada a entrar enlas profundidades de la divina mise-ricordia, interceda por nosotros ynos obtenga vivir y caminar siempreen el perdón de Dios y en la inque-brantable confianza en su amor.

25. Un Año santo extraordinario,entonces, para vivir en la vida de ca-da día la misericordia que desdesiempre el Padre dispensa hacia no-sotros. En este Jubileo dejémonossorprender por Dios. Él nunca secansa de destrabar la puerta de sucorazón para repetir que nos ama yquiere compartir con nosotros su vi-da. La Iglesia siente la urgencia deanunciar la misericordia de Dios. Suvida es auténtica y creíble cuandocon convicción hace de la misericor-dia su anuncio. Ella sabe que la pri-mera tarea, sobre todo en un mo-mento como el nuestro, lleno degrandes esperanzas y fuertes contra-dicciones, es la de introducir a todosen el misterio de la misericordia deDios, contemplando el rostro deCristo. La Iglesia está llamada a serel primer testigo veraz de la miseri-cordia, profesándola y viviéndola co-mo el centro de la Revelación de Je-

sucristo. Desde el corazón de la Tri-nidad, desde la intimidad más pro-funda del misterio de Dios, brota ycorre sin parar el gran río de la mi-sericordia. Esta fuente nunca podráagotarse, sin importar cuántos seanlos que a ella se acerquen. Cada vezque alguien tendrá necesidad podrávenir a ella, porque la misericordiade Dios no tiene fin. Es tan inson-dable la profundidad del misterioque encierra, tan inagotable la rique-za que de ella proviene.

En este Año jubilar la Iglesia seconvierta en el eco de la Palabra deDios que resuena fuerte y decididacomo palabra y gesto de perdón, desoporte, de ayuda, de amor. Nuncase canse de ofrecer misericordia ysea siempre paciente en el confortary perdonar. La Iglesia se haga vozde cada hombre y mujer y repita conconfianza y sin descanso: «Acuérda-te, Señor, de tu misericordia y de tuamor; que son eternos» (Sal 25, 6).

Dado en Roma, junto a San Pedro,el 11 de abril, Vigilia del Segundo

Domingo de Pascuao de la Divina Misericordia,

del Año del Señor 2015,tercero de mi pontificado.

1 Cfr. Conc. ecum. Vat. II, const.dogm. Dei Verbum, 4.2 Discurso de apertura del Conc.ecum. Vat. II, Gaudet Mater Ecclesia,11 de octubre de 1962, 2-3.3 Alocución en la última sesión pú-blica, 7 de diciembre de 1965.4 Cfr. Conc. ecum. Vat. II, const.dogm. Lumen gentium, 16; const.past. Gaudium et spes, 15.5 Santo Tomás de Aquino, SummaTh e o l o g i a e , II-II, q. 30, a. 4.6 XXVI Domingo del tiempo ordina-rio. Esta colecta se encuentra ya enel siglo VIII, entre los textos eucoló-gicos del Sacramentario Gelasiano(1198).7 Cfr. Hom. 21: CCL 122, 149-151.8 Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24.9 N., 2.10 Juan Pablo II, carta enc. Dives inm i s e r i c o rd i a , 15.11 Ibíd., 13.12 Palabras de luz y de amor, 57.13 Enarr. in Ps. 76, 11.

Bula de convocación del jubileo extraordinarioMaestro de Alkmaar, «Las obras de misericordia» (1504, Alkmaar, iglesia de San Lorenzo)

F. d’Antonio, «Visitar a los enfermos» (s. X V, Florencia, Oratorio dei Buonomini di San Martino)

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

La vocación cristiana éxodo de sí mismo

En busca de la vía de salida

La vocación cristiana es unaexperiencia de éxodo, de salida de símismo y de camino en el seguimientode Cristo y al servicio de los hermanos.Lo afirma el Papa Francisco en elmensaje para la LII Jornada mundialde oración por las vocaciones, que secelebra el próximo 26 de abril, cuartodomingo de Pascua.

El éxodo,experiencia fundamental de la vocación

Queridos hermanos y hermanas:El cuarto Domingo de Pascua nos

presenta el icono del Buen Pastorque conoce a sus ovejas, las llamapor su nombre, las alimenta y lasguía. Hace más de 50 años que eneste domingo celebramos la Jornadamundial de oración por las vocacio-nes. Esta Jornada nos recuerda laimportancia de rezar para que, comodijo Jesús a sus discípulos, «el due-ño de la mies... mande obreros a sumies» (Lc 10, 2). Jesús nos dio estemandamiento en el contexto de unenvío misionero: además de los doceapóstoles, llamó a otros setenta ydos discípulos y los mandó de dosen dos para la misión (cf. Lc 10, 1-16). Efectivamente, si la Iglesia «esmisionera por su naturaleza» (Conc.ecum. Vat. II, decr. Ad gentes, 2), lavocación cristiana nace necesaria-mente dentro de una experiencia demisión. Así, escuchar y seguir la vozde Cristo Buen Pastor, dejándose

mundial de oración por las vocacio-nes, quisiera reflexionar precisamen-te sobre ese particular «éxodo» quees la vocación o, mejor aún, nuestrarespuesta a la vocación que Dios nosda. Cuando oímos la palabra «éxo-do», nos viene a la mente inmediata-mente el comienzo de la maravillosahistoria de amor de Dios con el pue-blo de sus hijos, una historia quepasa por los días dramáticos de laesclavitud en Egipto, la llamada deMoisés, la liberación y el camino ha-cia la tierra prometida. El libro delÉxodo —el segundo libro de la Bi-blia—, que narra esta historia, repre-senta una parábola de toda la histo-ria de la salvación, y también de ladinámica fundamental de la fe cris-tiana. De hecho, pasar de la esclavi-tud del hombre viejo a la vida nuevaen Cristo es la obra redentora que serealiza en nosotros mediante la fe(cf. Ef 4, 22-24). Este paso es unverdadero y real «éxodo», es el ca-mino del alma cristiana y de toda laIglesia, la orientación decisiva de laexistencia hacia el Padre.

En la raíz de toda vocación cris-

go más allá de uno mismo, descen-tra a la persona, inicia un «caminopermanente, como un salir del yocerrado en sí mismo hacia su libera-ción en la entrega de sí y, precisa-mente de este modo, hacia el reen-cuentro consigo mismo, más aún,hacia el descubrimiento de Dios»(Benedicto XVI, Carta enc. Deus ca-ritas est, 6).

La experiencia del éxodo es para-digma de la vida cristiana, en parti-cular de quien sigue una vocaciónde especial dedicación al servicio delEvangelio. Consiste en una actitudsiempre renovada de conversión ytransformación, en un estar siempreen camino, en un pasar de la muertea la vida, tal como celebramos en laliturgia: es el dinamismo pascual. Enefecto, desde la llamada de Abrahána la de Moisés, desde el peregrinarde Israel por el desierto a la conver-sión predicada por los profetas, has-ta el viaje misionero de Jesús queculmina en su muerte y resurrección,la vocación es siempre una acción deDios que nos hace salir de nuestrasituación inicial, nos libra de todaforma de esclavitud, nos saca de larutina y la indiferencia y nos proyec-ta hacia la alegría de la comunióncon Dios y con los hermanos. Res-ponder a la llamada de Dios, portanto, es dejar que Él nos haga salirde nuestra falsa estabilidad para po-nernos en camino hacia Jesucristo,principio y fin de nuestra vida y denuestra felicidad.

Esta dinámica del éxodo no se re-fiere sólo a la llamada personal, sinoa la acción misionera y evangeliza-dora de toda la Iglesia. La Iglesia esverdaderamente fiel a su Maestro enla medida en que es una Iglesia «ensalida», no preocupada por ella mis-ma, por sus estructuras y sus con-quistas, sino más bien capaz de ir,de ponerse en movimiento, de en-contrar a los hijos de Dios en su si-tuación real y de com-padecer susheridas. Dios sale de sí mismo enuna dinámica trinitaria de amor, es-cucha la miseria de su pueblo e in-terviene para liberarlo (cf. Ex 3, 7).A esta forma de ser y de actuar estállamada también la Iglesia: la Iglesiaque evangeliza sale al encuentro delhombre, anuncia la palabra liberado-ra del Evangelio, sana con la gracia

de Dios las heridas del alma y delcuerpo, socorre a los pobres y nece-sitados.

Queridos hermanos y hermanas,este éxodo liberador hacia Cristo yhacia los hermanos constituye tam-bién el camino para la plena com-prensión del hombre y para el creci-miento humano y social en la histo-ria. Escuchar y acoger la llamada delSeñor no es una cuestión privada ointimista que pueda confundirse conla emoción del momento; es uncompromiso concreto, real y total,que afecta a toda nuestra existenciay la pone al servicio de la construc-ción del reino de Dios en la tierra.Por eso, la vocación cristiana, radi-cada en la contemplación del cora-zón del Padre, lleva al mismo tiem-po al compromiso solidario en favorde la liberación de los hermanos, so-bre todo de los más pobres. El discí-pulo de Jesús tiene el corazón abier-to a su horizonte sin límites, y su in-timidad con el Señor nunca es unafuga de la vida y del mundo, sinoque, al contrario, «esencialmente seconfigura como comunión misione-ra» (Exhort. ap. Evangelii gaudium,23).

Esta dinámica del éxodo, haciaDios y hacia el hombre, llena la vidade alegría y de sentido. Quisiera de-círselo especialmente a los más jóve-nes que, también por su edad y porla visión de futuro que se abre antesus ojos, saben ser disponibles y ge-nerosos. A veces las incógnitas y laspreocupaciones por el futuro y lasincertidumbres que afectan a la vidade cada día amenazan con paralizarsu entusiasmo, de frenar sus sueños,hasta el punto de pensar que no valela pena comprometerse y que elDios de la fe cristiana limita su li-bertad. En cambio, queridos jóvenes,no tengáis miedo a salir de vosotrosmismos y a poneros en camino. ElEvangelio es la Palabra que libera,transforma y hace más bella nuestravida. Qué hermoso es dejarse sor-prender por la llamada de Dios, aco-ger su Palabra, encauzar los pasosde vuestra vida tras las huellas deJesús, en la adoración al misterio di-vino y en la entrega generosa a losotros. Vuestra vida será más rica ymás alegre cada día.

La Virgen María, modelo de todavocación, no tuvo miedo a decir su«fiat» a la llamada del Señor. Ellanos acompaña y nos guía. Con laaudacia generosa de la fe, Maríacantó la alegría de salir de sí mismay confiar a Dios sus proyectos de vi-da. A Ella nos dirigimos para estarplenamente disponibles al designioque Dios tiene para cada uno de no-sotros, para que crezca en nosotrosel deseo de salir e ir, con solicitud,al encuentro de los demás (cf. Lc 1,39). Que la Virgen Madre nos prote-ja e interceda por todos nosotros.

Vaticano, 29 de marzo de 2015Domingo de Ramos

Marc Chagall,«El éxodo» (1952)

Los tuits en@Pontifex_es

10 ABR [10.10 AM] Si el Evangelio arraigaprofundamente en nuestras vidas, seremoscapaces de llevarlo a los demás

14 ABR [11.14 AM] El Señor no se cansanunca de perdonarnos. Somos nosotroslos que nos cansamos de pedir perdón

tiana se encuentra este mo-vimiento fundamental de laexperiencia de fe: creerquiere decir renunciar a unomismo, salir de la comodi-dad y rigidez del propio yopara centrar nuestra vida enJesucristo; abandonar, comoAbrahán, la propia tierraponiéndose en camino conconfianza, sabiendo queDios indicará el camino ha-cia la tierra nueva. Esta «sa-lida» no hay que entenderlacomo un desprecio de lapropia vida, del propio mo-do de sentir las cosas, de lapropia humanidad; todo locontrario, quien emprende

atraer y conducir por Él y consa-grando a Él la propia vida, significaaceptar que el Espíritu Santo nos in-troduzca en este dinamismo misione-ro, suscitando en nosotros el deseo yla determinación gozosa de entregarnuestra vida y gastarla por la causadel reino de Dios.

Entregar la propia vida en esta ac-titud misionera sólo será posible sisomos capaces de salir de nosotrosmismos. Por eso, en esta 52 Jornada

el camino siguiendo a Cristo en-cuentra vida en abundancia, ponién-dose del todo a disposición de Diosy de su reino. Dice Jesús: «El quepor mí deja casa, hermanos o her-manas, padre o madre, hijos o tie-rras, recibirá cien veces más, y here-dará la vida eterna» (Mt 19, 29). Laraíz profunda de todo esto es elamor. En efecto, la vocación cristia-na es sobre todo una llamada deamor que atrae y que se refiere a al-

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATOR

Del dolor a la reconciliaciónSólo con la paz las nuevas generaciones se abren a un futuro m

Sin memoria la herida El mal jamás proviene de Dios y no debe, de ninguna manera, encontr

En el centenario del exterminio de los armenios comúnmente considerado «el primer g

Al inicio de la misa celebrada en la basílica vaticanadurante la mañana del domingo 12 de abril, segundode Pascua o de la Divina Misericordia, el Papapronunció el siguiente discurso.

Queridos hermanos y hermanas armenios, queridoshermanos y hermanas:

En varias ocasiones he definido este tiempo co-mo un tiempo de guerra, como una tercera guerramundial «por partes», en la que asistimos cotidia-namente a crímenes atroces, a sangrientas masacresy a la locura de la destrucción. Desgraciadamentetodavía hoy oímos el grito angustiado y desampa-rado de muchos hermanos y hermanas indefensos,que a causa de su fe en Cristo o de su etnia sonpública y cruelmente asesinados —decapitados, cru-cificados, quemados vivos—, o bien obligados aabandonar su tierra.

También hoy estamos viviendo una especie degenocidio causado por la indiferencia general y co-lectiva, por el silencio cómplice de Caín que cla-ma: «¿A mí qué me importa?», «¿Soy yo el guar-dián de mi hermano?» (Gn 4, 9; Homilía en Redi-puglia, 13 de septiembre de 2014).

La humanidad conoció en el siglo pasado tresgrandes tragedias inauditas: la primera, que gene-ralmente es considerada como «el primer genoci-dio del siglo XX» (Juan Pablo II y Karekin II, De-claración conjunta, Etchmiazin, 27 de septiembre de

2001), afligió a vuestro pueblo armenio —primeranación cristiana—, junto a los sirios católicos y or-todoxos, los asirios, los caldeos y los griegos. Fue-ron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mu-jeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfer-mos indefensos. Las otras dos fueron perpetradaspor el nazismo y el estalinismo. Y más reciente-

el silencio cómpliceespectadores. No heguerra es una locurmilía en Redipuglia,

Queridos fieles ael corazón traspasad

mente ha habido otrosexterminios masivos,como los de Camboya,Ruanda, Burundi, Bos-nia. Y, sin embargo,parece que la humani-dad no consigue dejarde derramar sangreinocente. Parece que elentusiasmo que surgióal final de la segundaguerra mundial estádesapareciendo y disol-viéndose. Da la impre-sión de que la familiahumana no quiereaprender de sus erro-res, causados por la leydel terror; y así aúnhoy hay quien intentaacabar con sus seme-jantes, con la colabora-ción de algunos y con

Al término de la misa, el Pontífice entregó a lospatriarcas y al presidente de la República deArmenia el siguiente mensaje.

Queridos hermanos y hermanas armenios:Ha pasado un siglo desde esa horrible masa-

cre, que fue un verdadero martirio de vuestropueblo, en la que muchos inocentes murieron co-mo confesores y mártires por el nombre de Cris-to (cf. Juan Pablo II y Karekin II, Declaración co-mún, Echmiadzin, 27 de septiembre de 2001). Nohay familia armenia aun hoy que no haya perdi-do en esos acontecimientos algunos de sus seresqueridos: verdaderamente eso fue el Metz Yeg-hern, el «Gran Mal», como habéis llamado a esatragedia. En esta conmemoración experimentoun sentimiento de fuerte cercanía a vuestro pue-blo y deseo unirme espiritualmente a las oracio-nes que se elevan desde vuestros corazones, vues-tras familias y vuestras comunidades.

Se nos ha dado una ocasión propicia para re-zar juntos en la celebración de hoy, en la queproclamamos doctor de la Iglesia a san Gregoriode Narek. Expreso un vivo agradecimiento porsu presencia a Su Santidad Karekin II, supremopatriarca y catholicós de todos los armenios, aSu Santidad Aram I, catholicós de la gran casade Cilicia, y a Su Beatitud Nerses Bedros XIX,patriarca de Cilicia de los armenios católicos.

San Gregorio de Narek, monje del siglo X,más que cualquier otro supo expresar la sensibili-dad de vuestro pueblo, dando voz al grito, quese convierte en oración, de una humanidad quesufre y es pecadora, oprimida por la angustia dela propia impotencia pero iluminada por el es-plendor del amor de Dios y abierta a la esperan-za de su intervención salvífica, capaz de transfor-

mar todo. «En virtud de su poder, yo creo conuna esperanza que no duda, en segura espera, re-fugiándome en las manos del Poderoso... de ver-lo a Él mismo, en su misericordia y ternura, en laherencia de los cielos» (san Gregorio de Narek,Libro de las lamentaciones, XII).

Vuestra vocación cristiana es muy antigua y seremonta al año 301, cuando san Gregorio el Ilu-minador guió hacia la conversión y el bautismo aArmenia, la primera entre las naciones que a lolargo de los siglos abrazaron el Evangelio deCristo. Ese acontecimiento espiritual marcó deforma indeleble al pueblo armenio, su cultura ehistoria, en las cuales el martirio ocupa un sitiopreeminente, como lo atestigua de modo emble-

que habéis avanzado con determinación, con elpropósito de conservar vuestra identidad de pue-blo y de creyentes» (Homilía, 21 de noviembre de1987).

Esta fe ha acompañado y sostenido a vuestropueblo incluso en el trágico acontecimiento dehace cien años que «generalmente se define co-mo el primer genocidio del siglo XX» (Juan Pa-blo II y Karekin II, Declaración común, Echmiad-zin, 27 de septiembre de 2001). El Papa Benedic-to X V, que condenó como «inútil masacre» la Pri-mera Guerra mundial (AAS, IX [1917], 429), seprodigó hasta el último momento para impedirla,retomando los esfuerzos de mediación ya realiza-dos por el Papa León XIII ante los «funestos

eventos» de los él escribió al suse salvasen a lodel 10 de septiequien, en el Conbre de 1915, afiMiserrima Armencitur (AAS, VII [19

Hacer memorsólo para el pueversal, sino parque el llamamienlibre de volver aofenden a Dios hoy, en efecto, e

mático el testimonio sacri-ficial de san Vardán y suscompañeros en el siglo V.

Vuestro pueblo, ilumi-nado por la luz de Cristoy su gracia, ha superadomuchas pruebas y sufri-mientos, animado por laesperanza que brota de laCruz (cf. Rm 8, 31-39).Como os dijo san JuanPablo II: «Vuestra historiade sufrimiento y de marti-rio es una perla preciosa,de la cual está orgullosa laIglesia universal. La fe enCristo, redentor del hom-bre, os ha infundido unavalentía admirable en elcamino, a menudo tan pa-recido al de la cruz, por el

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mejor

queda abiertarar en su santo nombre justificación alguna

Jesús colma el abismoLa maldad humana abre abismos en el mundo

genocidio del siglo XX», el Papa recuerda que también hoy asistimos a graves masacres

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A continuación el texto de la homilíadel Papa Francisco.San Juan, que estaba presente en elCenáculo con los otros discípulos alanochecer del primer día de la sema-na, cuenta cómo Jesús entró, se pusoen medio y les dijo: «Paz a vosotros»,y «les enseñó las manos y el costado»(20, 19-20), les mostró sus llagas. Asíellos se dieron cuenta de que no erauna visión, era Él, el Señor, y se llena-ron de alegría.

Ocho días después, Jesús entró denuevo en el Cenáculo y mostró las lla-gas a Tomás, para que las tocase co-mo él quería, para que creyese y seconvirtiese también él en testigo de laR e s u r re c c i ó n .

También a nosotros, hoy, en estedomingo que san Juan Pablo II quisodedicar a la Divina Misericordia, elSeñor nos muestra, por medio delEvangelio, sus llagas. Son llagas demisericordia. Es verdad: las llagas deJesús son llagas de misericordia. «Porsus llagas fuimos sanados» (Is 53, 5).

Jesús nos invita a mirar sus llagas,nos invita a tocarlas, como a Tomás,para sanar nuestra incredulidad. Nosinvita, sobre todo, a entrar en el mis-terio de sus llagas, que es el misteriode su amor misericordioso.

A través de ellas, como por unabrecha luminosa, podemos ver todo elmisterio de Cristo y de Dios: su Pa-sión, su vida terrena —llena de compa-sión por los más pequeños y los en-fermos—, su encarnación en el seno deMaría. Y podemos recorrer hasta susorígenes toda la historia de la salva-ción: las profecías —especialmente ladel Siervo de Yahvé—, los Salmos, laLey y la alianza, hasta la liberación deEgipto, la primera pascua y la sangrede los corderos sacrificados; e inclusolos patriarcas hasta Abrahán, y luego,en la noche de los tiempos, hastaAbel y su sangre que grita desde latierra. Todo esto podemos verlo a tra-vés de las llagas de Jesús crucificado yresucitado y, como María en el Mag-níficat, podemos reconocer que «sumisericordia llega a sus fieles de gene-ración en generación» (Lc 1, 50).

Ante los trágicos acontecimientosde la historia humana, nos sentimos a

veces abatidos, y nos preguntamos:«¿Por qué?». La maldad humanapuede abrir en el mundo abismos,grandes vacíos: vacíos de amor, vacíosde bien, vacíos de vida. Y entoncesnos preguntamos: ¿Cómo podemoscolmar estos abismos? Para nosotroses imposible; sólo Dios puede colmarestos vacíos que el mal abre en nues-tro corazón y en nuestra historia. EsJesús, que se hizo hombre y murió enla cruz, quien llena el abismo del pe-cado con el abismo de su misericor-dia.

San Bernardo, en su comentario alCantar de los Cantares (Disc. 61, 3-5;Opera omnia 2, 150-151), se detiene jus-tamente en el misterio de las llagasdel Señor, usando expresiones fuertes,atrevidas, que nos hace bien recordarhoy. Dice él que «las heridas que sucuerpo recibió nos dejan ver los secre-tos de su corazón; nos dejan ver elgran misterio de piedad, nos dejan verla entrañable misericordia de nuestroD ios».

Es este, hermanos y hermanas, elcamino que Dios nos ha abierto paraque podamos salir, finalmente, de laesclavitud del mal y de la muerte, yentrar en la tierra de la vida y de lapaz. Este camino es Él, Jesús, crucifi-cado y resucitado, y especialmente loson sus llagas llenas de misericordia.

Los santos nos enseñan que elmundo se cambia a partir de la con-versión de nuestros corazones, y estoes posible gracias a la misericordia deDios. Por eso, ante mis pecados o an-te las grandes tragedias del mundo,«me remorderá mi conciencia, perono perderé la paz, porque me acorda-ré de las llagas del Señor. Él, en efec-to, «fue traspasado por nuestras rebe-liones» (Is 53, 5). ¿Qué hay tan mortí-fero que no haya sido destruido porla muerte de Cristo?» (ibíd.).

Con los ojos fijos en las llagas deJesús resucitado, cantemos con laIglesia: «Eterna es su misericordia»(Sal 117, 2). Y con estas palabras im-presas en el corazón, recorramos loscaminos de la historia, de la mano denuestro Señor y Salvador, nuestra vi-da y nuestra esperanza.

e de otros que se convierten enemos aprendido todavía que «lara, una masacre inútil» (cf. Ho-13 de septiembre de 2014).

armenios, hoy recordamos, condo de dolor, pero lleno de espe-

ranza en el Señor Resucitado, el centenario deaquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible ysin sentido, que vuestros antepasados padecieroncruelmente. Es necesario recordarlos, es más, esobligado recordarlos, porque donde se pierde lamemoria quiere decir que el mal mantiene aún laherida abierta; esconder o negar el mal es comodejar que una herida siga sangrando sin curarla.

Os saludo con afecto y os agradezco vuestro tes-timonio.

Saludo y agradezco la presencia del señor SeržSargsyan, presidente de la República de Armenia.

Saludo cordialmente también a mis hermanospatriarcas y obispos: Su Santidad Karekin II, pa-triarca supremo y catholicós de todos los armenios;Su Santidad Aram I, catholicós de la Gran Casade Cilicia; Su Beatitud Nerses Bedros XIX, patriar-ca de Cilicia de los armenios católicos; los dos ca-tolicosados de la Iglesia apostólica armenia y elPatriarcado de la Iglesia armenio-católica.

Con la firme certeza de que el mal nunca pro-viene de Dios, infinitamente Bueno, y firmes en lafe, profesamos que la crueldad nunca puede seratribuida a la obra de Dios y, además, no debe en-contrar, en ningún modo, en su santo Nombre jus-tificación alguna. Vivamos juntos esta celebracióncon los ojos fijos en Jesucristo resucitado, vence-dor de la muerte y del mal.

años 1894-1896. Por este motivoultán Mehmet V, implorando ques numerosos inocentes (cf. Cartaembre de 1915) y fue también élnsistorio secreto del 6 de diciem-rmó con vibrante consternación:norum gens ad interitum prope du-915], 510).

ria de lo sucedido es un deber noblo armenio y para la Iglesia uni-

ra toda la familia humana, paranto que surge de esa tragedia nos

a caer en semejantes horrores, quey la dignidad humana. También

estos conflictos algunas veces de-

dable intérprete del espíritu humano, parece pro-nunciar palabras proféticas para nosotros: «Yocargué voluntariamente todas las culpas, desdelas del primer padre hasta las del último de susdescendientes, y de ello me consideré responsa-ble» (Libro de las lamentaciones, LXXII). Cuántonos impacta ese sentimiento suyo de solidaridaduniversal. Qué pequeños nos sentimos ante lagrandeza de sus invocaciones: «Acuérdate, [Se-ñor,]... de quienes en la estirpe humana sonnuestros enemigos, pero para su bien: concede aellos perdón y misericordia (...) No extermines aquienes me muerden: ¡conviértelos! Extirpa la vi-ciosa conducta terrena y arraiga la buena con-ducta en mí y en ellos» (ibid., LXXXIII).

Que Dios conceda que se retome el camino dereconciliación entre el pueblo armenio y el pue-blo turco, y que la paz brote también en el Na-gorno Karabaj. Se trata de pueblos que, en el pa-sado, a pesar de los contrastes y tensiones, vivie-ron largos períodos de pacífica convivencia, e in-cluso en la turbulencia de las violencias vieroncasos de solidaridad y ayuda mutua. Sólo con es-te espíritu las nuevas generaciones pueden abrir-se a un futuro mejor y el sacrificio de muchosconvertirse en semilla de justicia y de paz.

Que para nosotros, cristianos, este tiempo seasobre todo un tiempo fuerte de oración, para quela sangre derramada, por la fuerza redentora delsacrificio de Cristo, obre el prodigio de la plenaunidad entre sus discípulos. Que fortalezca enespecial los vínculos de amistad fraterna que yaunen a la Iglesia católica y a la Iglesia armeniaapostólica. El testimonio de muchos hermanos yhermanas que, inermes, han sacrificado la vida

generan en violencias in-justificables, y se fomen-tan instrumentalizando lasdiversidades étnicas y reli-giosas. Todos los que sonnombrados jefes de las na-ciones y de las organiza-ciones internacionales es-tán llamados a oponerse atales crímenes con firmeresponsabilidad, sin cedera ambigüedades y compo-nendas.

Que este doloroso ani-versario sea para todosmotivo de reflexión humil-de y sincera y de aperturadel corazón al perdón,que es fuente de paz y derenovada esperanza. SanGregorio de Narek, formi-

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página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

Al sínodo patriarcal de la Iglesia armenio-católica

Una historia de fidelidad y resurrecciónEl jueves 9 de abril, por la mañana,el Papa Francisco recibió en audienciaa los miembros del sínodo patriarcal dela Iglesia armenio-católica. Tras elsaludo del patriarca de Cilicia de losarmenios, Nerses Bedros XIX

Tarmouni, el Pontífice recordó en sudiscurso la larga historia de fidelidad yel «admirable patrimonio deespiritualidad y cultura» del puebloarmenio.

Beatitud, excelencias:Os saludo fraternalmente y os doy

las gracias por este encuentro, que sesitúa en la inminencia de la celebra-ción del domingo próximo en la ba-sílica vaticana. Elevaremos la oracióncristiana en sufragio por los hijos ehijas de vuestro amado pueblo, quefueron víctimas hace cien años. In-vocaremos a la Divina Misericordiapara que nos ayude a todos, en elamor a la verdad y la justicia, a cu-rar toda herida y apresurar gestosconcretos de reconciliación y de pazentre las naciones que aún no logranllegar a un acuerdo razonable sobrela interpretación de estos tristesacontecimientos.

En vosotros y a través de vosotrossaludo a los sacerdotes, religiosos yreligiosas, seminaristas y fieles laicosde la Iglesia armenio-católica: sé quemuchos os han acompañado en estosdías aquí en Roma, y que muchos

más se unirán espiritualmente a no-sotros desde los países de la diáspo-ra, como Estados Unidos, AméricaLatina, Europa, Rusia, Ucrania, has-ta la madre patria. Pienso con triste-za especialmente en esas zonas, co-mo Aleppo —el obispo me dijo «laciudad mártir»— que hace cien añosfueron lugar seguro para los pocossupervivientes. Tales regiones, en es-te último período, han visto en peli-gro la permanencia de los cristianos,no sólo armenios.

Vuestro pueblo, que la tradiciónreconoce como el primero en con-vertirse al cristianismo en el año 301,

tiene una historia bimilenaria y cus-todia un admirable patrimonio deespiritualidad y cultura, unido a unacapacidad de levantarse de nuevodespués de las numerosas persecu-ciones y pruebas a las que ha sidosometido. Os invito a cultivar siem-pre un sentimiento de gratitud al Se-ñor, por haber sido capaces de man-teneros fieles a Él incluso en lostiempos más difíciles. Es importante,además, pedir a Dios el don de lasabiduría del corazón: la conmemo-ración de las víctimas de hace cienaños nos sitúa ante la oscuridad delmysterium iniquitatis. No se compren-de si no es con esta actitud.

Como dice el Evangelio, desde loíntimo del corazón del hombre pue-den desencadenarse las fuerzas másoscuras, capaces de llegar a progra-mar sistemáticamente la eliminacióndel hermano, a considerarlo un ene-migo, un adversario, o incluso un in-dividuo carente de la misma digni-dad humana. Pero para los creyentesla pregunta sobre el mal realizadopor el hombre introduce también enel misterio de la participación en laPasión redentora: no pocos hijos ehijas de la nación armenia fueron ca-paces de pronunciar el nombre deCristo hasta el derramamiento de lasangre o la muerte por inedia en eléxodo interminable al que fueronobligados.

Las páginas dolorosas de la histo-ria de vuestro pueblo continúan, encierto sentido, la pasión de Jesús,pero en cada una de ellas está pre-sente la semilla de su Resurrección.Que no disminuya en vosotros pas-tores el compromiso de educar a losfieles laicos a saber leer la realidadcon ojos nuevos, para llegar a decirtodos los días: mi pueblo no es sola-mente el de los que sufren por Cris-to, sino, sobre todo, el de los resuci-tados en Él. Por eso es importanterecordar el pasado, para sacar de élla savia nueva para alimentar el pre-sente con el anuncio gozoso delEvangelio y con el testimonio de lacaridad. Os animo a sostener el ca-mino de formación permanente delos sacerdotes y de las personas con-sagradas. Ellos son vuestros prime-ros colaboradores: la comunión entreellos y vosotros se reforzará por lafraternidad ejemplar que ellos po-drán percibir en el Sínodo y con elPa t r i a rc a .

Nuestro recuerdo agradecido sedirige en este momento a quienes sepreocupan por llevar algún alivio aldrama de vuestros antepasados.

Pienso especialmente en el Papa Be-nedicto X V, quien intervino ante elsultán Mehmet V para hacer cesar lamasacre de los armenios. Este Pontí-fice fue un gran amigo del Orientecristiano: él instituyó la Congrega-ción para las Iglesias orientales y elPontificio Instituto Oriental, y en1920 inscribió a san Efrén el sirio en-tre los doctores de la Iglesia univer-sal. Me complace que este encuentronuestro tenga lugar en vísperas delanálogo gesto que el domingo ten-dré la alegría de realizar con la granfigura de san Gregorio de Narek.

A su intercesión confío especial-mente el diálogo ecuménico entre laIglesia armenio-católica y la Iglesiaarmenio-apostólica, quienes recuer-dan el hecho de que hace cien añoscomo hoy, el martirio y la persecu-ción ya realizaron «el ecumenismode la sangre». Sobre vosotros y so-bre vuestros fieles invoco ahora labendición del Señor, mientras os pi-do que no os olvidéis de rezar pormí. ¡Gracias!

Del dolora la reconciliación

por su fe, congrega a las diversasconfesiones: es el ecumenismo dela sangre, que condujo a san JuanPablo II a celebrar juntos, duranteel Jubileo del año 2000, a todoslos mártires del siglo XX . Tambiénla celebración de hoy se sitúa eneste contexto espiritual y eclesial.En este evento participan repre-sentantes de nuestras dos Iglesiasy se unen espiritualmente nume-rosos fieles dispersos por el mun-do, en un signo que refleja sobrela tierra la comunión perfecta queexiste entre los espíritus bienaven-turados del cielo. Con espíritufraterno, aseguro mi cercanía conocasión de la ceremonia de cano-nización de los mártires de laIglesia armenia apostólica, quetendrá lugar el próximo 23 deabril en la catedral de Echmiad-zin, y a las conmemoraciones quese tendrán en Antelias en julio.

Encomiendo a la Madre deDios estas intenciones con las pa-labras de san Gregorio de Narek:

«Oh pureza de las Vírgenes,corifea de los bienaventurados,

Madre del templo indestructi-ble de la Iglesia,

Madre del Verbo inmaculadode Dios, (...)

Refugiándonos bajo las inmen-sas alas de defensa de tu interce-sión,

elevamos nuestras manos haciati,

y con esperanza cierta creemosque seremos salvados».

(Panegírico a la Virgen)

Vaticano, 12 de abril de 2015

VIENE DE LA PÁGINA 10

En la poesía mística de Gregorio de Narek

El poder de las lágrimasROSSELLA FABIANI

Poeta, monje, teólogo, filósofo ymístico, Gregorio de Narek (951-1010/11) desde el domingo 12 deabril es doctor de la Iglesia. Yaconsiderado santo en el martirolo-gio romano que lo recuerda el 27de febrero, ahora este místico poetaarmenio se convierte en el trigési-mo sexto doctor de la Iglesia cató-lica.

Fue Benedicto XIV quien estable-ció los tres requisitos necesarios pa-ra la concesión de este título: doc-trina eminente, insigne santidad devida y declaración del Sumo Pontí-fice o de un Concilio. Con estostres requisitos el Papa Lambertinihabía resumido las condiciones enbase a las cuales la Iglesia, a lo lar-go de los siglos, había reconocidoo declarado a algunos santos doc-tores de la Iglesia. Y aunque la in-signe santidad de vida constituyeun requisito previo y la declaraciónpor parte del Papa o de un Conci-lio sigue siendo el acto formal delreconocimiento del doctorado, ladoctrina eminente es la cualidadespecífica y determinante para elreconocimiento del título.

Gregorio de Narek resume en supersona todos estos requisitos. So-brino de Anania Narekatsi, «pa-dre» del monasterio de Narek, unode los v a rd a p e t —título eclesiásticoarmenio para padre, maestro, doc-tor— más célebres de la época, apo-dado «filósofo», Gregorio entra depequeño en el monasterio, donde

recibe una riquísima formación delabad Anania, que le permite leertodas las grandes obras patrísticas,tanto griegas como orientales, y ali-mentar su meditación diaria con uninmenso tesoro de lecturas espiri-tuales. Pasa toda su vida en el re-cogimiento, rezando, enseñando,contemplando y escuchando la na-turaleza circundante. Y alternandoincesantemente el trabajo y la ora-ción, Gregorio comienza a manifes-tar una fuerte propensión a reela-

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Miniatura de Gregorio de Narek (1173)

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 13

Mensaje a la séptima cumbre de las Américas en Panamá

Nuevo ordende paz y justicia

El poderde las lágrimas

VIENE DE LA PÁGINA 12

La esperanza de «un nuevo orden de pazy de justicia» que promueva «laglobalización de la solidaridad y lafraternidad» expresó el Papa en unmensaje enviado al presidente de Panamácon ocasión de la séptima cumbre de lasAméricas. Publicamos el mensaje que elPontífice envió en español y que fue leídopor el cardenal secretario de Estado, PietroParolin, durante la sesión inaugural de lostrabajos el viernes 10 de abril.

Al excelentísimo señorJUA N CARLOS VARELA RODRÍGUEZ

Presidente de PanamáComo anfitrión de la VII Cumbre de lasAméricas, deseo hacerle llegar mi saludocordial y, a través de usted, a todos losjefes de Estado y de Gobierno, así comoa las delegaciones participantes. Al mis-mo tiempo, me gustaría manifestarlesmi cercanía y aliento para que el diálo-go sincero logre esa mutua colaboraciónque suma esfuerzos y supera diferenciasen el camino hacia el bien común. Pidoa Dios que, compartiendo valores comu-

del «goteo» o «derrame» (cf. Evangeliigaudium 54) se ha revelado falaz: no essuficiente esperar que los pobres recojanlas migajas que caen de la mesa de losricos. Son necesarias acciones directasen pro de los más desfavorecidos, cuyaatención, como la de los más pequeñosen el seno de una familia, debería serprioritaria para los gobernantes. LaIglesia siempre ha defendido la «pro-moción de las personas concretas» (Cen-tesimus annus, 46), atendiendo sus nece-sidades y ofreciéndoles posibilidades ded e s a r ro l l o .

Me gustaría también llamar su aten-ción sobre el problema de la inmigra-ción. La inmensa disparidad de oportu-nidades entre unos países y otros haceque muchas personas se vean obligadasa abandonar su tierra y su familia, con-virtiéndose en fácil presa del tráfico depersonas y del trabajo esclavo, sin dere-chos, ni acceso a la justicia... En ocasio-nes, la falta de cooperación entre los Es-tados deja a muchas personas fuera dela legalidad y sin posibilidad de hacer

borar la tradición recibida me-diante un lenguaje poético delos más elevados de la historiacristiana.

Fue un maestro muy famoso,y aún en vida gozó de fama desantidad. El monasterio de Na-rek, fundado en 935, se encon-traba al sudeste del lago deVan, a casi cuatro kilómetros dela costa y a una altura de 1650metros. Fue destruido durantelos trágicos hechos de 1915, yrefundado recientemente. Des-pués de su muerte, el cuerpo deGregorio fue colocado en laiglesia del monasterio dedicadaa santa Sandujt, hija, según latradición, del rey Sanatruk, yprimera mártir armenia del si-glo I, asesinada a causa de su fepor orden de su padre.

En 1021 las reliquias del san-to fueron trasladadas a Sebaste,actual Sivaz, en la antigua pro-vincia de Armenia menor, enAnatolia central. La aldea don-de depositaron las reliquias sedenominó después Narek, enrecuerdo del monasterio en elque Gregorio había pasado suvida.

La Alta Edad Media de lacultura cristiana armenia con-cluye con un período de ex-traordinario esplendor: la épocadel reino de los Bagrátidas, enel norte de Armenia, con la le-gendaria capital Ani, ciudad«de las mil y una iglesias», ydel reino de los Artzrunos, enel sur, alrededor del lago deVan. Dicho esplendor acabó re-pentinamente a causa de laocupación bizantina de Arme-nia meridional en 1021, y deAni en 1045. Pero los siglos IX yX marcaron la historia armeniacon una de las renovacionesmás fecundas y felices.

Y si la ciudad de Ani, quehoy descansa en el suntuoso ymelancólico silencio de sus rui-nas, y la incomparable joya dela iglesia de Aghtamar, a orillasdel lago de Van, son los símbo-los más significativos de dichorenacimiento, «la creación poé-tica del vidente de Narek —se-gún el padre Bogos Levon Ze-kiyan—, es su digno contrapesocomo monumento literario».

Nombrado arzobispo de Es-tambul el año pasado, el arci-preste armenio Zekiyan, quenació en Turquía y vivió duran-te más de cincuenta años enVenecia, en la histórica comuni-dad mequitarista de la isla deSan Lázaro, es uno de los má-ximos expertos mundiales en laobra de Gregorio de Narek, yen él estaría pensando el Go-bierno armenio para encomen-darle la traducción completa alitaliano del Libro de las lamen-taciones de Gregorio —una co-lección de noventa y cinco ora-ciones de estilo poético tam-bién conocida como N a re k , porel nombre del monasterio—, co-mo nos anticipa Vartan Karape-tian, consejero de la embajadaarmenia ante la Santa Sede.

«San Gregorio de Narek» (siglo XII)

Considerada la obra maestrade Gregorio y una de las mayo-res obras maestras de la poesíay de la mística de todos lostiempos, N a re k es, para usar laspalabras del nuncio apostólicoen Bielorrusia, monseñor Clau-dio Gugerotti, «el testimoniode una aventura espiritual, es lahistoria de un hombre y de susmiedos, de sus aspiraciones altí-simas, del vértigo de un ham-bre de Dios. Pero N a re k es tam-bién el poder de un lamentoque logra arrancar el perdón».

Precisamente con esta pala-bra, lamento, que se transformaen llanto, N a re k valora el filónde la espiritualidad de la com-punción, muy conocido en laantigüedad y hoy en Occidentecasi totalmente desaparecido,excepto por la incesante y apa-sionada obra de divulgación delos padres de la Iglesia quepracticaron la filocalia por partedel cardenal Tomáš Špidlík, fa-llecido el 16 de abril de hacecinco años.

La antigüedad conoció elpènthos, la katanùxis, comocomponente de la penitencia,porque «quien persevera en laslágrimas y en el llanto difícil-mente podrá seguir pecando»,dicen los padres de la Iglesia.Y la búsqueda de la tristeza,del gemido y de las lágrimasllegará a formar parte del len-guaje espiritual, desde los Ap o p -htègmata Patrum de Evagriohasta Juan Clímaco. Pero Gre-gorio no es el único autor quecompone textos poéticos queinvocan el dolor de los pecadosy la gracia del perdón. El ca-non penitencial de Andrés deCreta se convierte incluso enun género literario; está claroque Gregorio apreció mucho elpasaje bíblico «tu siervo ha te-nido ánimo para dirigirte estaoración» (II Samuel 7, 27), elmismo que eligieron los padresde la Iglesia como fundamentode la que ha llegado a ser, conel tiempo, la oración del cora-zón.

A esta figura luminosa de laIglesia universal se le dedicaráun congreso que se celebrará enRoma, entre octubre y noviem-bre, y en el que participarán losmayores estudiosos de la obrade san Gregorio.

nes, lleguen a compro-misos de colaboraciónen el ámbito nacional oregional que afrontencon realismo los proble-mas y trasmitan espe-ranza.

Me siento en sintoníacon el tema elegido pa-ra esta Cumbre: «Pros-peridad con equidad: eldesafío de la coopera-ción en las Américas».

Estoy convencido —yasí lo expresé en la Ex-hortación apostólicaEvangelii gaudium— de que la inequidad,la injusta distribución de las riquezas yde los recursos, es fuente de conflictos yde violencia entre los pueblos, porquesupone que el progreso de unos se cons-truye sobre el necesario sacrificio deotros y que, para poder vivir dignamen-te, hay que luchar contra los demás (cf.52, 54). El bienestar así logrado es injus-to en su raíz y atenta contra la dignidadde las personas. Hay «bienes básicos»,como la tierra, el trabajo y la casa, y«servicios públicos», como la salud, laeducación, la seguridad, el medio am-biente..., de los que ningún ser humanodebería quedar excluido.

Este deseo —que todos comparti-mos—, desgraciadamente aún está lejosde la realidad. Todavía hoy siguen ha-biendo injustas desigualdades, que ofen-den a la dignidad de las personas. Elgran reto de nuestro mundo es la globa-lización de la solidaridad y la fraterni-dad en lugar de la globalización de ladiscriminación y la indiferencia y, mien-tras no se logre una distribución equita-tiva de la riqueza, no se resolverán losmales de nuestra sociedad (cf. Evangeliigaudium 202).

No podemos negar que muchos paí-ses han experimentado un fuerte desa-rrollo económico en los últimos años,pero no es menos cierto que otros si-guen postrados en la pobreza. Además,en las economías emergentes, gran partede la población no se ha beneficiado delprogreso económico general, sino quefrecuentemente se ha abierto una brechamayor entre ricos y pobres. La teoría

valer sus derechos, obligándoles a si-tuarse entre los que se aprovechan delos demás o a resignarse a ser víctimasde los abusos. Son situaciones en lasque no basta salvaguardar la ley paradefender los derechos básicos de la per-sona, en las que la norma, sin piedad ymisericordia, no responde a la justicia.

A veces, incluso dentro de cada país,se dan diferencias escandalosas y ofensi-vas, especialmente en las poblacionesindígenas, en las zonas rurales o en lossuburbios de las grandes ciudades. Sinuna auténtica defensa de estas personascontra el racismo, la xenofobia y la into-lerancia, el Estado de derecho perderíasu legitimidad.

Señor Presidente, los esfuerzos portender puentes, canales de comunica-ción, tejer relaciones, buscar el entendi-miento nunca son vanos. La situacióngeográfica de Panamá, en el centro delcontinente Americano, que la convierteen un punto de encuentro del norte y elsur, de los Océanos Pacífico y Atlántico,es seguramente una llamada, pro mundibeneficio, a generar un nuevo orden depaz y de justicia y a promover la solida-ridad y la colaboración respetando lajusta autonomía de cada nación.

Con el deseo de que la Iglesia seatambién instrumento de paz y reconci-liación entre los pueblos, reciba mi másatento y cordial saludo.

Vaticano, 10 de abril de 2015

FRANCISCO

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página 14 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

—Monseñor LUIS MARÍA PÉREZDE ON R A I TA AGUIRRE, obispoemérito de Malanje (Angola), fa-lleció el 3 de abril. Había nacidoen Gauna, diócesis de Vitoria(España), el 12 de abril de 1933.Era sacerdote desde el 11 deagosto de 1957. Juan Pablo II lenombró obispo coadjutor de laentonces diócesis de Malanje el15 de diciembre de 1995; recibióla ordenación episcopal el 10 demarzo de 1996. Pasó a ser obispode dicha sede el 27 de agosto de1998. Benedicto XVI, el 12 deabril de 2011, tras elevar la sedede Malanje al rango de archidió-cesis le promovió a arzobispo. Elmismo Papa aceptó su renunciaal gobierno pastoral de dicha se-de el 19 de mayo de 2012.

—Monseñor EUGÈNE MOKEMOTSÜRI, obispo titular de Les-trona y auxiliar emérito deKinshasa (República democráticadel Congo), falleció el 6 de abril.Había nacido en Mongobele,diócesis de Inongo, el 25 de mar-zo de 1916. Era sacerdote desdeel 9 de junio de 1946. Pablo VI lenombró obispo titular de Lestro-na y auxiliar de la archidiócesisde Kinshasa el 1 de septiembrede 1970; recibió la ordenaciónepiscopal el 6 de diciembre suce-sivo. Juan Pablo II aceptó su re-nuncia al gobierno pastoral de

Colegio episcopal

Lutos en el episcopado

Curia romana

Audiencias pontificias

RENUNCIAS:

El Papa ha aceptado la renuncia algobierno pastoral de la archidióce-sis de Taunggyi (Myanmar) quemonseñor MAT T H I A S U SHWE lehabía presentado en conformidadcon el canon 401 § 2 del Código dederecho canónico.

Matthias U Shwe nació en Ka-mai, diócesis de Taunggyi, el 1 dediciembre de 1943. Recibió la orde-nación sacerdotal el 12 de abril de1969. Juan Pablo II le nombró obis-po titular de Uzippari y auxiliar deTaunggyi el 20 de diciembre de1979; recibió la ordenación episco-pal el 13 de diciembre de 1980. Elmismo Papa lo nombró obispo deTaunggyi el 18 de diciembre de1989, y tras elevar dicha sede a lacategoría de archidiócesis le promo-vió a arzobispo el 17 de enero de1998.

El Papa ha aceptado la renuncia algobierno pastoral de la diócesis deAmbatondrazaka (Madagascar) quemonseñor ANTOINE SCOPELLITI,O.S S.T., le había presentado en con-

formidad con el canon 401 § 1 delCódigo de derecho canónico.

Antoine Scopelliti, O.S S.T., nacióen Gallico Superiore, archidiócesisde Reggio Calabria-Bova (Italia), el9 de abril de 1939. Ingresó en laOrden de la Santísima Trinidad(trinitarios), donde recibió la orde-nación sacerdotal el 18 de diciembrede 1965. Juan Pablo II le nombróobispo coadjutor de Ambatondraza-ka el 21 de enero de 1991; recibió laordenación episcopal el 5 de mayosucesivo. Pasó a ser obispo de dichasede el 6 de marzo de 1993.

EL PA PA HA NOMBRAD O:

—Obispo de Ambatondrazaka (Ma-dagascar) a monseñor JEAN DEDIEU RAOELISON, hasta ahora obis-po titular de Corniculana y auxiliarde Antananarivo.

Jean de Dieu Raoelison nació enArivonimamo, archidiócesis de An-tananarivo, el 31 de julio de 1963.Recibió la ordenación sacerdotal el7 de septiembre de 1996. BenedictoXVI le nombró obispo titular deCorniculana y auxiliar de Antana-narivo el 25 de marzo de 2010; reci-bió la ordenación episcopal el 13 dejunio del mismo año.

—Obispo de Bagdora (India) alpresbítero VINCENT AI N D.

Vincent Aind nació en Kalchini,diócesis de Jalpaiguri, el 3o de ene-

El Pontífice ha incluido entre losmiembros de los dicasterios de laCuria romana a los siguientes car-denales, creados y publicados en elconsistorio del 14 de febrero de2015:

1) en el Consejo de cardenales yobispos de la Sección para las Rela-ciones con los Estados de la Secre-taría de Estado al cardenal: Domi-nique Mamberti, prefecto del Tribu-nal supremo de la Signatura apos-tólica;

2) en la Congregación para ladoctrina de la fe al cardenal: Ricar-do Blázquez Pérez, arzobispo deValladolid (España);

3) en la Congregación para lasIglesias orientales a los cardenales:Berhaneyesus Demerew Souraphiel,arzobispo de Addis Abeba (Etio-pía), y Edoardo Menichelli, arzobis-po de Ancona-Osimo (Italia);

4) en la Congregación para elculto divino y la disciplina de lossacramentos al cardenal: DominiqueMamberti, prefecto del Tribunal su-premo de la Signatura apostólica;

5) en la Congregación para lascausas de los santos al cardenal:Dominique Mamberti, prefecto delTribunal supremo de la Signaturaap ostólica;

6) en la Congregación para laevangelización de los pueblos a loscardenales: John Atcherley Dew, ar-zobispo de Wellington (Nueva Ze-landa); Pierre Nguyên Văn Nhon,arzobispo de Hanoi (Vietnam);Francis Xavier Kriengsak Kovitha-

vanij, arzobispo de Bangkok (Thai-landia); Arlindo Gomes Furtado,obispo de Santiago de Cabo Verde;Soane Patita Paini Mafi, obispo deTonga (Tonga);

7) en la Congregación para el cle-ro a los cardenales: Manuel JoséMacário do Nascimento Clemente,Patriarca de Lisboa (Portugal); Al-berto Suárez Inda, arzobispo deMorelia (México);

8) en la Congregación para losinstitutos de vida consagrada y lassociedades de vida apostólica a loscardenales: Charles Maung Bo, ar-zobispo de Yangon (Myanmar);Daniel Fernando Sturla Berhouet,arzobispo de Montevideo (Uru-guay);

9) en la Congregación para laeducación católica al cardenal: JoséLuis Lacunza Maestrojuán, obispode David (Panamá);

10) en el Consejo pontificio parala promoción de la unidad de loscristianos al cardenal: John Atcher-ley Dew, arzobispo de Wellington(Nueva Zelanda);

11) en el Consejo pontificio Justi-cia y paz a los cardenales: PierreNguyên Văn Nhon, arzobispo deHanoi (Vietnam); Alberto SuárezInda, arzobispo de Morelia (Méxi-co);

12) en el Consejo pontificio «CorUnum» a los cardenales: FrancescoMontenegro, arzobispo de Agrigen-to (Italia); Arlindo Gomes Furtado,obispo de Santiago de Cabo Verde(Cabo Verde); Soane Patita PainiMafi, obispo de Tonga (Tonga);

13) en el Consejo pontificio parala pastoral de los emigrantes e itine-rantes a los cardenales: Berhaneye-sus Demerew Souraphiel, arzobispode Addis Abeba (Etiopía); Frances-co Montenegro, arzobispo de Agri-gento (Italia);

14) en el Consejo pontificio parala pastoral de la salud al cardenal:Edoardo Menichelli, arzobispo deAncona-Osimo (Italia);

15) en el Consejo pontificio parala cultura a los cardenales: CharlesMaung Bo, arzobispo de Yangon(Myanmar); Ricardo Blázquez Pé-rez, arzobispo de Valladolid (Espa-ña); José Luis Lacunza Maestro-juán, obispo de David (Panamá);

16) en el Consejo pontificio paralas comunicaciones sociales a loscardenales: Manuel José Macáriodo Nascimento Clemente, patriarcade Lisboa (Portugal); Francis Xa-vier Kriengsak Kovithavanij, arzo-bispo de Bangkok (Thailandia);

17) en el Consejo pontificio parala promoción de la nueva evangeli-zación al cardenal Daniel FernandoSturla Berhouet, arzobispo deMontevideo (Uruguay).

COMUNICACIONES

EL SANTO PADREHA RECIBID O EN AU D I E N C I A :

Viernes 10 de abril—Al presidente de la República

de Georgia, Giorgi Margvelashvili,con el séquito.

—Al arzobispo primado de laIglesia apostólica armenia en Ar-gentina, Mouradian Kissag, con elséquito.

—A monseñor Luis Francisco La-daria Ferrer, S.J., arzobispo titularde Tibica, secretario de la Congre-gación para la doctrina de la fe.

—A monseñor Robert Bezak, ar-zobispo emérito de Trnava (Repú-blica eslovaca).

—Al profesor Andrea Riccardi,fundador de la Comunidad de SanEgidio.

—A la señora María Cristina Per-ceval, representante permanente dela misión permanente de Argentinaante las Naciones Unidas, acompa-ñada por Zainab Bangura, represen-

tante especial del secretario generalde las Naciones Unidas para lasviolencias sexuales en los conflictos;Leila Zerrougui, representante espe-cial del secretario general de las Na-ciones Unidas para los niños y con-flictos armados; y Julienne Lusenge,presidenta de la Solidaridad femeni-na para la paz y el desarrollo inte-gral.

Sábado, día 11—Al nuevo embajador de Italia

ante la Santa Sede, Daniele Manci-ni, con ocasión de la presentaciónde las cartas credenciales.

—Al cardenal Marc Oullet, P.S.S.,prefecto de la Congregación paralos obispos.

—A monseñor Antonio Guido Fi-lipazzi, arzobispo titular de Sutri,nuncio apostólico en Indonesia.

Sábado, día 11

—Al monseñor Carlos José Ñáñez,arzobispo de Córdoba (Argentina).

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Monseñor Dante Gustavo Braida, auxiliar de Mendoza (Argentina)

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 15

Misa del Pontífice en Santa MartaLa valentíade la franqueza

Sólo el Espíritu Santo nos da la«fuerza de anunciar a Jesucristo has-ta el testimonio final». Y el Espíritu«viene de cualquier parte, como elviento». En la homilía de la misaque celebró el lunes 13 de abril enSanta Marta, el Papa Franciscoafrontó el tema de la «valentía cris-tiana» que es una «gracia que da elEspíritu Santo».

El punto de partida de su refle-xión fue un pasaje de los Hechos delos apóstoles (4, 23-31). Se trata dela parte final de un largo relato «quecomienza con un milagro que hacenPedro y Juan: la curación del cojoque estaba en la puerta llamada“Hermosa”, pidiendo limosna». ElPapa hizo referencia a todo el episo-dio y recordó que Pedro miró al cojo«y le dijo: “No tengo plata ni oro,pero te doy lo que tengo: levántate ycamina”». El hombre se curó. Lagente que vio esto quedó asombrada«y alababa a Dios». Entonces «Pe-dro aprovechó para anunciar elEvangelio, para anunciar la buenanoticia de Jesucristo: para anunciar aJesucristo».

A ese punto, explicó el PapaFrancisco, los sacerdotes se encon-traban molestos: enviaron a «algu-nos a detener a Pedro y a Juan»,quienes se mostraron como «gentesencilla, sin instrucción». Los dosapóstoles «permanecieron en la cár-cel esa noche». Al día siguiente lossacerdotes decidieron «prohibirleshablar en nombre de Jesús, de pre-dicar esta doctrina». Pero ellos«continuaron»; es más, Pedro —que«era quien hablaba en nombre delos dos»— afirmó: «Si es justo obe-deceros a vosotros en lugar de obe-decer a Dios: nosotros obedecemos aDios». Y añadió «la palabra que he-mos escuchado muchas veces: “Nopodemos menos de contar lo quehemos visto y oído”».

De aquí el Pontífice retomó el pa-saje propuesto por la liturgia del día,donde se lee que los dos, «al serpuestos en libertad», fueron a contara la comunidad «lo que les habíandicho los sumos sacerdotes y los an-cianos», y que todos, ante esas pala-bras, «invocaron a una a Dios y co-menzaron a rezar», recorriendo lasetapas de la historia de la salvaciónhasta Jesús. Y «al terminar la ora-ción, tembló el lugar donde estabanreunidos y todos se llenaron de Es-píritu Santo y proclamaban la Pala-bra de Dios con franqueza».

Precisamente en esta última pala-bra —«franqueza»— se detuvo elPontífice destacando cómo en esaoración común se lee: «“Ahora, Se-ñor, fíjate en sus amenazas y conce-de a tus siervos” no huir: “p re d i c a rcon toda franqueza tu palabra”».Aquí emerge la indicación para cadacristiano: «Podemos decir», subrayóel Papa Francisco, que «también hoyel mensaje de la Iglesia es el mensajedel camino de la franqueza, del ca-mino de la valentía cristiana». Esapalabra, explicó, «se puede traducircomo “valor”, “franqueza”, “lib ertadde hablar”, “no tener miedo de decirlas cosas”». Es la «parresía». Losdos apóstoles «pasaron del temor a

la franqueza, a decir las cosas con li-b ertad».

El círculo de la reflexión del Papase cerró con la relectura del pasajedel Evangelio de san Juan (3, 1-8), osea del «diálogo un poco misteriosoentre Jesús y Nicodemo, sobre el“segundo nacimiento”». En estepunto el Pontífice se preguntó: «Entoda la historia, ¿quién es el verda-dero protagonista? En este itinerariode la franqueza, ¿quién es el verda-dero protagonista? ¿Pedro, Juan, elcojo curado, la gente que escuchaba,los sacerdotes, los soldados, Nicode-mo, Jesús?». Y la respuesta fue: «elverdadero protagonista es precisa-mente el Espíritu Santo. Porque Éles el único capaz de darnos esta gra-cia de la valentía de anunciar a Jesu-cristo».

Es la «valentía del anuncio» loque «nos distingue del simple prose-litismo». Explicó el Papa: «Nosotrosno hacemos publicidad» para tener«más “so cios” en nuestra “so ciedadespiritual”». Esto «no funciona, noes cristiano». En cambio, «lo que elcristiano hace es anunciar con valen-tía; y el anuncio de Jesucristo provo-ca, mediante el Espíritu Santo, eseestupor que nos hace seguir adelan-te». Por eso «el verdadero protago-nista de todo esto es el Espíritu San-to», hasta el punto que —como selee en los Hechos de los Apóstoles—cuando los discípulos terminaron laoración, el lugar donde se encontra-ban tembló y todos quedaron llenosdel Espíritu. Fue, dijo el Papa Fran-

da el Espíritu Santo». Hay, en efec-to, «muchos caminos que podemostomar, incluso que nos dan una cier-ta valentía», por lo que se puede de-cir: «¡Mira qué valiente la decisiónque tomó!». Pero todo esto «es ins-trumento de algo más grande: el Es-píritu». Y «si no está el Espíritu,podemos hacer muchas cosas, mu-cho trabajo, pero no sirve de nada».

Por eso, concluyó el Papa, des-pués del día de Pascua, «que duróocho días», la Iglesia «nos preparapara recibir el Espíritu Santo». Aho-ra, «en la celebración del misterio dela muerte y resurrección de Jesús,podemos recordar toda la historia desalvación», que es también «nuestrapropia historia de salvación», y po-demos «pedir la gracia de recibir elEspíritu para que nos dé la auténticavalentía para anunciar a Jesucristo».

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Rafael, «La curación del paralítico» (1515)

la Iglesia significa «renacer en el Es-píritu».

El obispo de Roma se remitió alas lecturas del día anterior, recor-dando que las mismas invitaban a«reflexionar sobre una de las nume-rosas transformaciones» que obra elEspíritu: la de dar «valentía», trans-formando al hombre «de cobarde ymiedoso» a «valiente, con una va-lentía fuerte para anunciar a Jesús,sin miedo». De la persona en parti-cular el Papa pasó a considerar «loque hace el Espíritu en una comuni-dad».

Releyendo el pasaje de los He-chos de los apóstoles (4, 32-37) quedescribe las primeras comunidadescristianas, parece encontrarse ante ladescripción de un mundo ideal: «to-dos eran amigos, todos ponían todoen común, nadie peleaba». Un rela-to, explicó el Papa Francisco, que«es como un resumen, como si la vi-da se detuviese un poco y el Espíritude Dios nos hiciese entrever lo que

podría hacer en una comunidad, có-mo se podría transformar una comu-nidad: una comunidad diocesana,una comunidad parroquial, religiosa,una comunidad familiar».

En esta descripción el Pontíficepuso de relieve dos signos caracterís-ticos del «renacer en una comuni-dad». Ante todo la armonía: «Elgrupo de los creyentes tenía un solocorazón y una sola alma». Quien re-nace del Espíritu tiene la «gracia dela unidad, de la armonía». El Espíri-tu Santo, en efecto, es «el único quepuede darnos la armonía» porque«Él es también la armonía entre elPadre y el Hijo». Hay luego un se-gundo signo, y es el del «bien co-mún». Se lee en la Escritura: «Entreellos no había necesitados..., nadiellamaba suyo propio nada de lo quetenía».

En este punto el Papa destacó có-mo estos dos aspectos forman «unpaso» solo en el camino de la comu-nidad que renace. Esta, en efecto,comienza a vivir también «proble-mas». Por ejemplo está el caso «delmatrimonio de Ananías y Safira»,quienes, al entrar en la comunidad,«buscaron engañar a la misma».Una experiencia negativa que sepuede traer hasta nuestros días: essimilar, explicó el Papa Francisco, alos «los bienhechores que se acercana la Iglesia, entran para ayudarla yusar a la Iglesia para sus propiosasuntos». Están, luego, también «laspersecuciones» que, por lo demás,habían sido «anunciadas por Jesús»:al respecto el Pontífice hizo referen-cia a «la última de las bienaventu-ranzas de Mateo: “Bienaventuradosvosotros cuando os insulten y ospersigan y os calumnien de cual-quier modo por mi causa... Ale-graos”». Y recordó también que Je-sús «promete muchas cosas hermo-sas, la paz, la abundancia: “Te n d r é i scien veces más con las persecucio-nes”».

Todo esto se encuentra «en la pri-mera comunidad renacida por el Es-píritu Santo», a la que Pedro expli-ca: «Hermanos no os maravilléis deestas persecuciones, de este incendioque estalló entre vosotros». En la«imagen del incendio», comentó elPontífice, encontramos la imagen del«fuego que purifica el oro», o sea: el«oro de una comunidad que renacedel Espíritu Santo es purificado porlas dificultades, las persecuciones».

A este punto el Papa introdujo untercer elemento importante, recor-dando el «consejo de Jesús» a quiense encuentra «en medio de dificulta-des, de persecuciones: “tened pa-ciencia, porque con la paciencia sal-varéis vuestras vidas, vuestras al-mas”». Se necesita, por lo tanto, «lapaciencia para soportar: soportar losproblemas, soportar las dificultades,soportar las maledicencias, las ca-lumnias, soportar las enfermedades,soportar el dolor de la pérdida deun hijo, de una mujer, de un mari-do, de una madre, de un padre... lapaciencia».

He aquí los tres elementos: unacomunidad cristiana «muestra queha renacido en el Espíritu Santo,cuando es una comunidad que buscala armonía» y no la división interna,«cuando busca la pobreza», y «no laacumulación de riquezas —las rique-

cisco, «como un nuevo Pentecos-tés».

El Espíritu Santo es, por lo tanto,el protagonista, hasta el punto queJesús dice a Nicodemo que se puedenacer de nuevo pero que «el vientosopla donde quiere y oyes su ruido,pero no sabes de dónde viene yadónde va. Así es todo el que ha na-cido del Espíritu». Por ello, explicóel Pontífice, «es precisamente el Es-píritu quien nos cambia, quien vienede cualquier parte, como el viento».Y también: «solamente el Espíritu escapaz de cambiar nuestra actitud, decambiarnos, de cambiar la actitud,de cambiar la historia de nuestra vi-da, cambiar incluso nuestra perte-nencia». Y es el Espíritu mismoquien dio la fuerza a los dos apósto-les, «hombres sencillos y sin instruc-ción», de «anunciar a Jesucristo has-ta el testimonio final: el martirio».

Aquí está entonces la enseñanzapara cada creyente: «el camino de lavalentía cristiana es una gracia que

Armonía, pobreza,paciencia

Tres gracias que hay que pedir paralas comunidades cristianas: la armo-nía, la pobreza y la paciencia. Conti-nuando la reflexión sobre el relatodel diálogo nocturno entre Jesús yNicodemo —en el centro de la litur-gia de la Palabra— el Papa Franciscodedicó la homilía de la misa que ce-lebró en Santa Marta el martes 14 deabril al tema de «renacer», que para

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página 16 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

Tras una larga enfermedad

Fallece el cardenal Turcotte

Pésame del PapaEl Santo Padre Francisco apenas tuvo noticiade la muerte del cardenal Jean-Claude Turcotte,se recogió en oración. Después envió a monseñorChristian Lépine, arzobispo de Montreal, elsiguiente telegrama de pésame.

Al recibir conmovido la noticia de la muertedel cardenal Jean-Claude Turcotte, arzobispoemérito de Montreal, doy mi más sentido pé-same a usted, y también a su familia y a susex diocesanos. Mientras celebramos la Resu-rrección del Señor, le pido a Él que acoja enla luz de la vida eterna a este pastor fiel quesirvió a la Iglesia con entrega, no sólo en sudiócesis sino también a nivel nacional comopresidente de la Conferencia episcopal deCanadá, y al mismo tiempo fue miembro im-portante de diversos dicasterios romanos.Pastor celoso y atento a los desafíos de laIglesia contemporánea, participó activamenteen el Sínodo de los obispos de 1994 sobre«La vida consagrada y su misión en la Igle-sia y en el mundo», y fue uno de los prota-gonistas principales del Sínodo de 1997 sobreAmérica. Como prenda de consolación, im-parto una especial bendición apostólica a us-ted, a la familia del difunto cardenal y a susparientes, a sus ex diocesanos de Montreal,así como a todas las personas que participa-rán en el funeral.

El miércoles 8 de abril falleció el cardenalcanadiense Jean-Claude Turcotte, arzobispoemérito de Montreal. Gravemente enfermodesde hacía tiempo, había sido ingresadoen el «Hôpital Marie-Clarac» de suciudad.

Las condiciones de salud del cardenalTurcotte ya desde hacía mucho tiempoeran muy delicadas y empeoraban pro-gresivamente. La archidiócesis de Mon-treal, en varias ocasiones, había informa-do sobre la evolución de su enfermedady las continuas hospitalizaciones. De es-ta manera, el purpurado vivió tambiénesta difícil prueba en comunión con sugente, sobre todo a través de la oraciónofrecida en el sufrimiento.

Nació en Montreal el 26 de junio de1936 en una familia numerosa: tenía seishermanos y era hijo de un empleado enun pequeño negocio de electrónica. Trasestudiar en la escuela parroquial de SanVicente de Paúl en Laval, y realizar losestudios clásicos en el colegio An d ré -G ra s s e t entre 1947 y 1955, ingresó en elseminario mayor de Montreal. Recibióla ordenación sacerdotal el 24 de mayode 1959 en la iglesia de San Vicente dePaúl en Laval.

Inició su ministerio como vicario dela parroquia de San Mateo Apóstol; lue-go, de 1961 a 1964, fue asistente y cape-llán diocesano de la Jeunesse indépendan-te catholique féminine (JICF) y del Mo u v e -ment des travailleurs chrétiens (MTC). EnFrancia profundizó sus estudios en la

de la Conferencia episcopal, miembrodel consejo permanente durante veinteaños.

Juan Pablo II le creó cardenal, del tí-tulo de Nuestra Señora del SantísimoSacramento y de los Santos MártiresCanadienses, en el consistorio del 26 denoviembre de 1994.

Benedicto XVI aceptó su renuncia algobierno pastoral de la sede de Mon-treal el 20 de marzo de 2012.

Como purpurado formó parte delConsejo de cardenales para el estudio

facultad católica de Lille obte-niendo un diploma en pastoralsocial en 1965. Al volver a Cana-dá siguió trabajando como cape-llán de dichas instituciones has-ta 1967.

De 1967 a 1974 desempeñó di-versas funciones en la oficinadel clero: responsable de los se-minaristas de Montreal, secreta-rio de la Commission des traite-ments, responsable de los estu-dios y la formación permanentedel clero. El 25 de septiembre de1981 fue nombrado vicario gene-ral de pastoral.

El 14 de abril 1982 Juan PabloII le nombró obispo titular deSuas y auxiliar de Montreal; yeligió como lema: Servir le Seig-neur dans la joie. Recibió la or-denación episcopal el 29 de ju-nio del mismo año.

Como delegado de los obis-pos de Quebec ante el Gobiernoprovincial, se ocupó personal-mente de la visita de Juan PabloII, que tuvo lugar en septiembrede 1984. El 17 de marzo de 1990fue promovido a arzobispo deMontreal. En 1994 participó enla IX asamblea ordinaria del Sí-nodo de los obispos sobre la vi-da consagrada y en 1997 formóparte de la comisión para elmensaje final de la asamblea si-nodal especial para América.

Su estilo pastoral era sencilloy acogedor. Le interesó sobre to-do la cuestión de la reevangelización:creía firmemente en la necesidad de unnuevo anuncio del Evangelio a toda lasociedad, sobre todo a los más pobres,los jóvenes y los trabajadores. Su aten-ción a las problemáticas juveniles le lle-vó a participar en diversas ediciones dela Jornada mundial de la juventud.

En el ámbito del episcopado cana-diense fue presidente y vicepresidente

de las cuestiones de organización y eco-nomía de la Santa Sede, de la Prefectu-ra de asuntos económicos de la SantaSede, de las Congregaciones para laevangelización de los pueblos y para lascausas de los santos y del Consejo pon-tificio para las comunicaciones sociales.Participó también en los cónclaves queeligieron a Benedicto XVI y al PapaFr a n c i s c o .

Colegio episcopal

ro de 1955. Recibió la ordena-ción sacerdotal el 30 de abril de1984. Se doctoró en filosofía enla Pontificia Universidad Gre-goriana de Roma. Ha sido vica-rio parroquial, párroco, docentey decano de la facultad de filo-sofía del seminario regional,formador y rector del mismoseminario, miembro del consejode consultores y del consejo deasuntos económicos, secretarioregional de la comisión del cle-ro, religiosos y seminarios de laconferencia episcopal regionalde West Bengal.

—Obispo titular de Tanudaia yauxiliar de Mendoza (Argenti-na) al presbítero DANTE GUS-TAV O BRAIDA .

Dante Gustavo Braida nacióen Reconquista el 18 de julio de1968. Recibió la ordenación sa-cerdotal el 21 de abril de 1996.En su ministerio ha sido vicarioparroquial, misionero «ad gen-tes» en Cuba, párroco, asesorpara la pastoral vocacional, for-mador en el seminario de Re-sistencia, miembro del consejopresbiteral y del colegio de con-sultores. En el último períodoera vicario general de la dióce-sis de Reconquista y párroco.

—Administrador apostólico «se-de vacante et ad nutum SanctaeSedis» de Taunggyi (Myanmar)a monseñor BASILIO ATHAI,obispo titular de Tasaccora yauxiliar de dicha sede.

Basilio Athai nació en Kye-kadaw, diócesis de Taungngu,el 22 de julio de 1956. Recibióla ordenación sacerdotal el 1 deabril de 1984. Benedicto XVI lenombró obispo titular de Ta-saccora y auxiliar de Taunggyiel 28 de junio de 2008; recibióla ordenación episcopal el 18 denoviembre del mismo año.

—Visitador apostólico para losfieles maronitas en Bulgaria,Grecia y Rumanía a monseñorFRANÇOIS EID, O.M.M., obispoemérito de El Cairo de los ma-ronitas (Egipto) y procuradordel Patriarca maronita ante laSanta Sede.

François Eid, O.M.M., nacióen Mtolleh, eparquía de Sidónde los maronitas (Líbano), el 24de julio de 1943. Recibió la or-denación sacerdotal el 28 deagosto de 1971. Fue nombradoobispo de El Cairo de los ma-ronitas el 24 de septiembre de2005; recibió la ordenaciónepiscopal el 11 de febrero de2006. Benedicto XVI le nombróprocurador patriarcal ante laSanta Sede y le asignó el títulode obispo emérito de El Cairoel 16 de junio de 2012.

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Credenciales del embajador de Italia

El sábado 11 de abril, por la mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia

al señor Daniele Mancini, nuevo embajador de Italia

ante la Santa Sede con ocasión de la presentación de las cartas credenciales

Lutos en elepiscopado

dicha sede el 11 de mayo de1991.

—Monseñor JOÃO ALV E S D OSSANTOS, O.F.M.C A P., obispode Paranaguá (Brasil), falle-ció el 9 de abril. Había naci-do en Alto Alegre, diócesisde Lins, el 9 de diciembre de1956. Era sacerdote desde el4 de diciembre de 1982. Be-nedicto XVI le nombró obis-po de Paranaguá el 2 deagosto de 2006; recibió laordenación episcopal el 30de septiembre sucesivo.

—Monseñor ELMO N. J. PE-RERA, obispo emérito de Ga-lle (Sri Lanka), falleció el 9de abril. Había nacido enMadampe, diócesis de Chi-law, el 4 de diciembre de1932. Era sacerdote desde el21 de diciembre de 1960.Juan Pablo II le nombróobispo titular de Gadiaufalay auxiliar de Galle el 17 dediciembre de 1992; recibió laordenación episcopal el 6 deenero de 1993. El mismo Pa-pa le nombró obispo de ladiócesis de Galle el 1 de ju-nio de 1995; y aceptó su re-nuncia al gobierno pastoralde dicha sede el 11 de octu-bre de 2004.

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 17

Audiencia a los formadores de la vida consagrada

Reiniciar el camino desde Galilea

«No sois sólo “m a e s t ro s ”; sois sobretodo testigos del seguimiento deCristo»: con estas palabras el PapaFrancisco, tras el saludo del cardenalJoão Braz de Aviz, se dirigió a losformadores de la vida consagrada, aquienes recibió en audiencia, el sábado11 de abril, como conclusión delcongreso internacional que tuvo lugaren Roma.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Me dijo [el cardenal prefecto]vuestro número, cuántos sois, y yodije: «Pero, con la escasez de voca-ciones que hay, tenemos más forma-dores que formandos». Esto es unproblema. Hay que pedir al Señor yhacer todo lo posible para que lle-guen las vocaciones.

Agradezco al cardenal Braz deAviz las palabras que me dirigió ennombre de todos los presentes. Doylas gracias también al secretario y alos demás colaboradores que prepa-raron el Congreso, el primero de es-te nivel que se celebra en la Iglesia,precisamente en el Año dedicado ala vida consagrada, con formadoresy formadoras de muchos institutosde diversas partes del mundo.

Deseaba tener este encuentro convosotros, por lo que sois y represen-táis como educadores y formadores,y porque detrás de cada uno de vo-sotros veo a vuestros y nuestros jóve-nes, protagonistas de un presente vi-vido con pasión, y promotores de unfuturo animado por la esperanza; jó-venes que, impulsados por el amorde Dios, buscan en la Iglesia los ca-minos para asumirlo en su vida. Yolos siento aquí presentes y a ellos di-rijo un recuerdo afectuoso.

Al veros tan numerosos no se diríaque existe una crisis vocacional. Pero

en realidad hay una indudable dis-minución cuantitativa, y esto haceaún más urgente la tarea de la for-mación, una formación que plasmede verdad en el corazón de los jóve-nes el corazón de Jesús, para quetengan sus mismos sentimientos (cf.Flp 2, 5; Vita consecrata, 65). Estoyconvencido también de que no haycrisis vocacional allí donde hay con-sagrados capaces de trasmitir, con sutestimonio, la belleza de la consagra-ción. Si no hay testimonio, si no haycoherencia, no habrá vocaciones. Y aeste testimonio estáis llamados. Estees vuestro ministerio, vuestra misión.No sois sólo «maestros»; sois sobretodo testigos del seguimiento deCristo en vuestro propio carisma. Yesto se puede hacer si cada día se re-descubre con alegría el hecho de serdiscípulos de Jesús. De ello derivatambién la exigencia de cuidar siem-pre vuestra formación personal, apartir de la amistad sólida con el

único Maestro. En estos días de laResurrección, la palabra que en laoración me resonaba con frecuenciaera «Galilea», «allí donde comenzótodo», dice Pedro en su primer dis-curso. Los hechos que tuvieron lugaren Jerusalén pero que comenzaronen Galilea. También vuestra vida co-menzó en una «Galilea»: cada unode nosotros tuvo la experiencia deGalilea, del encuentro con el Señor,ese encuentro que no se olvida, peroque muchas veces acaba cubiertopor las cosas, el trabajo, las inquie-tudes y también por pecados y mun-danidad. Para dar testimonio es ne-cesario realizar con frecuencia la pe-regrinación a la propia Galilea, reto-mar la memoria de ese encuentro, deese estupor, y desde allí comenzar acaminar de nuevo. Pero si no se si-gue esta senda de la memoria existeel peligro de permanecer allí dondeuno se encuentra y, también, existeel peligro de no saber por qué uno se

encuentra allí. Esta es una disciplinade aquellos y de aquellas que quie-ren dar testimonio: ir detrás de lapropia Galilea, donde encontré alSeñor; de ese primer estupor.

Es hermosa la vida consagrada, esuno de los tesoros más preciosos dela Iglesia, que tiene sus raíces en lavocación bautismal. Y, por lo tanto,es hermoso ser formadores, porquees un privilegio participar en la obradel Padre que forma el corazón delHijo en los que el Espíritu ha llama-do. A veces se puede sentir este ser-vicio como un peso, como si nosquitara algo más importante. Peroesto es un engaño, es una tentación.Es importante la misión, pero estambién importante formar para lamisión, formar en la pasión delanuncio, formar en esa pasión de ira dónde sea, a cualquier periferia,para anunciar a todos el amor de Je-sucristo, especialmente a los aleja-dos, relatarlo a los pequeños y a lospobres, y dejarse también evangeli-zar por ellos. Todo esto requiere ba-ses sólidas, una estructura cristianade la personalidad que hoy las fami-lias mismas raramente saben dar. Yesto aumenta vuestra responsabili-dad.

Una de las cualidades del forma-dor es la de tener un corazón grandepara los jóvenes, para formar enellos corazones grandes, capaces deacoger a todos, corazones ricos demisericordia, llenos de ternura. Vo-sotros no sois sólo amigos y compa-ñeros de vida consagrada de quienesse os ha encomendado, sino auténti-cos padres, auténticas madres, capa-ces de pedirles y darles el máximo.Engendrar una vida, dar a luz unavida religiosa. Y esto sólo es posiblepor medio del amor, el amor de pa-dres y de madres. Y no es verdadque los jóvenes de hoy son medio-cres y no generosos; pero tienen ne-cesidad de experimentar que «haymás dicha en dar que en recibir»(Hch 20, 35), que hay gran libertaden una vida obediente, gran fecundi-dad en un corazón virgen, gran ri-queza en no poseer nada. De aquí lanecesidad de estar amorosamenteatentos al camino de cada uno y serevangélicamente exigentes en cada

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Conclusión del congreso internacional

Las bienaventuranzas de los formadores«Sed formadores felices, contentosde poder prestar este servicio». Sonpalabras contenidas en el primero delos doce puntos que forman el men-saje conclusivo —firmado por el car-denal João Braz de Aviz y por el ar-zobispo José Rodríguez Carballo—del congreso internacional celebradoen Roma del 7 al 11 de abril.

Un mensaje que lleva como título«Bienaventurados formadores y for-madoras», y quiere ser una fuerte in-vitación a la alegría para transmitirlaa las nuevas generaciones. En el tex-to se da importancia a la «formacióndel corazón», no sólo de los com-portamientos, recordando que «corad cor loquitur». No pasó desaperci-bida la referencia a seguir los pasosde Jesús para aprender «cada día elarte de formar el corazón», porquees la pasión por Cristo lo que «con-vierte en formadores». El mensajeinvita a cuidar la formación conti-nua, para aprender de la pedagogíade Jesús, pero también de los jóve-nes, de los errores de la vida. Hay

que considerar también que se esformador «a tiempo pleno» y dandolo mejor de uno mismo. Se trata deuna tarea de gran responsabilidad,porque es el Señor quien «os confíaa los jóvenes que acompañáis comorealidad preciosa a sus ojos y que lomismo debe llegar a ser ante vues-tros ojos». El mensaje advierte quehay que estar atentos a no pretenderde los jóvenes lo que «no sea ya vi-vido y puesto en práctica por voso-tros. Sin imponer pesos imposibles ymotivando siempre cada peticióncon la ley de la libertad de los hijosde Dios, la ley del amor». Es impor-tante luego considerar la necesidadde la relación interpersonal entreformador y formando, como «instru-mento por excelencia de la accióneducativa». El texto da amplia im-portancia a la formación de los for-madores, como «responsabilidad delos superiores». Y concluye alentan-do, porque «sin vuestro servicio lavida consagrada no podría existir, otendría un futuro incierto».

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Misa en Santa MartaVIENE DE LA PÁGINA 15

A los formadores de la vida consagrada

etapa del camino formativo, comen-zando por el discernimiento voca-cional, para que la eventual crisis decantidad no determine una muchomás grave crisis de calidad. Y estees el peligro. El discernimiento vo-cacional es importante: todos, todaslas personas que conocen la perso-nalidad humana —tanto psicólogos,padres espirituales, madres espiri-tuales— nos dicen que los jóvenesque inconscientemente perciben te-ner algo desequilibrado o algúnproblema de desequilibrio o de des-viación, inconscientemente buscanestructuras fuertes que los protejan,para protegerse. Y allí está el discer-nimiento: saber decir no. Pero noexpulsar: no, no. Yo te acompaño,sigue, sigue, sigue... Y como seacompaña en el ingreso, acompañartambién en la salida, para que él oella encuentre el camino en la vida,con la ayuda necesaria. No con acti-tud de defensa que es pan para hoyy hambre para mañana.

La crisis de calidad... No sé si es-tá escrito, pero ahora se me ocurredecir: mirar las cualidades de tan-tos, tantos consagrados... Ayer en lacomida había un grupito de sacer-dotes que celebraba el 60° aniversa-rio de ordenación sacerdotal: esa sa-biduría de los mayores... Algunosson un poco..., pero la mayoría delos ancianos tiene sabiduría. Las re-ligiosas que todos los días se levan-tan para trabajar, las religiosas delhospital, que son «doctoras en hu-manidad»: ¡cuánto tenemos queaprender de esta consagración deaños y años!... Y luego mueren. Ylas hermanas misioneras, los consa-grados misioneros, que van allí ymueren allí... ¡Mirar a los mayores!Y no sólo mirarlos: ir a visitarlos,porque el cuarto mandamientocuenta también en la vida religiosa,con los ancianos nuestros. Tambiénellos, para una institución religiosa,son una «Galilea», porque en ellosencontramos al Señor que nos ha-bla hoy. Y cuánto bien hace a losjóvenes mandarlos hacia ellos, quese acerquen a estos ancianos y an-cianas consagrados, sabios: ¡cuántobien hace! Porque los jóvenes tie-nen el olfato para descubrir la au-tenticidad: esto hace bien.

La formación inicial, este discer-nimiento, es el primer paso de unproceso destinado a durar toda lavida, y el joven se debe formar enla libertad humilde e inteligente dedejarse educar por Dios Padre cadadía de la vida, en cada edad, en lamisión como en la fraternidad, en laacción como en la contemplación.

Gracias, queridos formadores yformadoras, por vuestro servicio hu-milde y discreto, el tiempo donadoa la escucha —al apostolado «del oí-do», escuchar—, el tiempo dedicadoal acompañamiento y a la atenciónde cada uno de vuestros jóvenes.Dios tiene una virtud —si se puedehablar de la virtud de Dios—, unacualidad, de la cual no se hablamucho: es la paciencia. Él tiene pa-ciencia. Dios sabe esperar. Tambiénvosotros aprended esto, esta actitudde la paciencia, que muchas veceses un poco un martirio: esperar... Ycuando te viene una tentación deimpaciencia, deténte; o de curiosi-

dad... Pienso en santa Teresa delNiño Jesús, cuando una novicia co-menzaba a contar una historia y aella le gustaba saber como acabaría,y luego la novicia iba a otra parte,santa Teresa no decía nada, espera-ba. La paciencia es una de las virtu-des de los formadores. Acompañar:en esta misión no se ahorra ni tiem-po ni energías. Y no hay que desa-lentarse cuando los resultados nocorresponden a las expectativas. Esdoloroso cuando viene un joven,una joven, después de tres, cuatroaños y dice: «Ah, yo no me veo ca-paz; encontré otro amor que no vacontra Dios, pero no puedo, memarcho». Es duro esto. Pero estambién vuestro martirio. Y los fra-casos, estos fracasos desde el puntode vista del formador pueden favo-recer el camino de formación conti-nua del formador. Y si algunas ve-ces tenéis la sensación de que vues-tro trabajo no es lo suficientementeapreciado, sabed que Jesús os siguecon amor y toda la Iglesia os agra-dece. Y siempre en esta belleza dela vida consagrada: algunos —yo loescribí aquí, pero se ve que tambiénel Papa es censurado— dicen que lavida consagrada es el paraíso en latierra. No. En todo caso el purgato-rio. Seguir adelante con alegría, se-guir adelante con alegría.

Os deseo que viváis con alegría ygratitud este ministerio, con la cer-teza de que no hay nada más belloen la vida que pertenecer para siem-pre y con todo el corazón a Dios, ydar la vida al servicio de los herma-nos.

Os pido, por favor, que recéispor mí, para que Dios me dé tam-bién un poco de esa virtud que Éltiene: la paciencia.

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zas, en efecto, «son para el servi-cio»— y cuando tiene paciencia, esdecir, cuando «no se enfada rápida-mente ante las dificultades y sesiente ofendida», porque «el siervode Yahvé, Jesús, es paciente».

A la luz de todo lo dicho, el Pa-pa concluyó su reflexión exhortan-do a todos, «en esta segunda sema-na de Pascua», a «pensar en nues-tras comunidades», ya sean diocesa-nas, parroquiales, familiares o deotro tipo, para pedir tres gracias: la«de la armonía, que es más que launidad», la «de la pobreza» —queno significa «miseria»: en efecto, es-pecificó el Papa Francisco, quienposee algo «debe administrarlo bienpor el bien común y con generosi-dad»— y por último la «de la pa-ciencia». Tenemos que entender, enefecto, que no solamente «cada unode nosotros» recibió la gracia de«renacer en el Espíritu», sino queesta gracia es también para «nues-tras comunidades».

O b edecerdialogando

El Papa Francisco recordó a Bene-dicto XVI en el día de su octogési-mo octavo cumpleaños. Y por elPapa emérito ofreció la misa que ce-lebró el jueves 16 de abril, por lamañana, en la capilla de la CasaSanta Marta, invitando a los pre-sentes a unirse a él en la oración«para que el Señor lo sostenga y ledone mucha alegría y felicidad».

En la homilía, el Pontífice hizoreferencia al tema de la obediencia,

un tema puesto de relieve por la li-turgia del día. Y citó inmediata-mente las últimas palabras del pasa-je del evangelio de Juan (3, 31-36):«El que no crea al Hijo no verá lavida». Refiriéndose a la primera lec-tura (Hechos de los apóstoles 5, 27-33), el Pontífice recordó también elmomento en que «los apóstolesdijeron a los sumos sacerdotes: hayque obedecer a Dios antes que a losh o m b re s » .

«La obediencia —explicó el PapaFr a n c i s c o — muchas veces nos con-duce por una senda que no es laque yo pienso que debe ser: existeotra, la obediencia de Jesús que di-ce al Padre en el huerto de los Oli-vos “que se cumpla tu voluntad”».Obrando así, Jesús «obedece y nossalva a todos». Por lo tanto, debe-mos estar dispuestos a «obedecer,tener la valentía de cambiar de ca-mino cuando el Señor nos lo pide».Y «por ello quien obedece tiene lavida eterna; y quien no obedece, laira de Dios permanece en él».

Precisamente «en este marco»,afirmó el Pontífice, «podemos refle-xionar sobre la primera lectura»,más precisamente sobre el «diálogoentre los apóstoles y los sumos sa-cerdotes». Una «historia que habíainiciado poco antes, en el mismocapítulo quinto de los Hechos delos apóstoles». Así pues, retomandoel tema, «los apóstoles predicabanal pueblo y con frecuencia se reu-nían en el pórtico de Salomón. To-do el pueblo iba allí a escucharlos:hacían milagros y el número de loscreyentes crecía». Pero «un peque-ño grupo no se atrevía a unirse aellos por temor, estaban lejos». Sinembargo, afirmó el Papa, «tambiénde los sitios vecinos, de los pobla-dos vecinos, llevaban a los enfermosa las plazas, en camillas, para que alpasar Pedro, al menos su sombra,los cubriese un poco y los curase. Yse curaban».

Y así, continúa la narración delos Hechos, «los sacerdotes y elgrupo dirigente del pueblo se enfu-reció»: de hecho tenían «muchoscelos porque el pueblo seguía a losapóstoles, los exaltaba, los loaba».Y así dieron orden «de meterlos enla cárcel». Pero, continuó Francisco,«por la noche el ángel de Dios loslibera, y no es la primera vez quehará esto». Por eso cuando «por lamañana los sacerdotes se reúnen pa-ra juzgarlos la cárcel estaba cerrada,toda cerrada y ellos no estaban».Después tienen conocimiento deque los apóstoles habían regresadoallí, al pórtico de Salomón, a predi-car al pueblo. Y los convocaron denuevo a su presencia.

El Pontífice dijo que el pasaje delos Hechos que propone hoy la li-turgia cuenta lo que sucede enaquel momento: los comandantes ylos sirvientes «condujeron a losapóstoles y los presentaron en elSanedrín». Y, se lee también en laEscritura, «el sumo sacerdote los in-terrogó diciendo: “¿No os habíamosprohibido expresamente enseñar enese nombre? Y habéis llenado Jeru-salén con vuestra enseñanza y que-réis hacernos responsables de lasangre de ese hombre».

A estas acusaciones Pedro respon-de: «Hay que obedecer a Dios an-tes que a los hombres». Y así «repi-te la historia de salvación hasta Je-

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Audiencia a los responsables de organizaciones internacionales

No a la violencia en mujeres y niños

El Papa Francisco apoya plenamente el compromiso por hacer respetarlos derechos humanos violados en el mundo y se suma en especial aquienes trabajan para poner fin a la violencia en los niños y las mujeresdurante los conflictos. Lo refirió María Cristina Perceval, representantepermanente de la misión de Argentina ante las Naciones Unidas, tras elencuentro con el Pontífice que tuvo lugar el viernes 10 de abril por lamañana. La acompañaban la argelina Leila Zerrougui, la sierraleonesaZainab Bangura y la congoleña Julienne Lusenge.

Juntas hablaron con el Papa de la cultura del respeto, la reconcilia-ción, la tolerancia y la paz, pero también de la prevención, la proteccióny la necesidad de que los responsables de los delitos cometidos no que-den impunes. La señora Perceval destacó además cómo con demasiadafrecuencia las víctimas de las violencias en los conflictos son los sujetosmás débiles: los niños, las mujeres, los pobres, las minorías étnicas y re-ligiosas. El Pontífice destacó la necesidad de que estas víctimas no seanculpabilizadas y discriminadas, sino reintegradas en las familias y en laso ciedad.

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número 16, viernes 17 de abril de 2015 L’OSSERVATORE ROMANO página 19

En el Regina caeli el Papa habla de la incredulidad de Tomás

La marca de los clavosinvitándolo a tocar las heridas desus manos y de su costado. Va al en-cuentro de su incredulidad, paraque, a través de los signos de la pa-sión, pueda alcanzar la plenitud dela fe pascual, es decir la fe en la re-surrección de Jesús.

Tomás es uno que no se contentay busca, pretende constatar él mis-mo, tener una experiencia personal.Tras las iniciales resistencias e in-quietudes, al final también él llega acreer, aunque avanzando con fatiga,pero llega a la fe. Jesús lo esperacon paciencia y se muestra disponi-ble ante las dificultades e inseguri-dades del último en llegar. El Señorproclama «bienaventurados» a aque-llos que creen sin ver (cf. v. 29) —yla primera de estos es María su Ma-d re —, pero va también al encuentrode la exigencia del discípulo incré-dulo: «Trae tu dedo, aquí tienes mismanos…» (v. 27). En el contacto sal-vífico con las llagas del Resucitado,Tomás manifesta las propias heridas,las propias llagas, las propias lacera-ciones, la propia humillación; en lamarca de los clavos encuentra laprueba decisiva de que era amado,esperado, entendido. Se encuentrafrente a un Mesías lleno de dulzura,de misericordia, de ternura. Era éseel Señor que buscaba, él, en las pro-fundidades secretas del propio ser,porque siempre había sabido que eraasí. ¡Cuántos de nosotros buscamosen lo profundo del corazón encon-trar a Jesús, así como es: dulce, mi-

sericordioso, tierno! Porquenosotros sabemos, en lo máshondo, que Él es así. Reen-contrado el contacto personalcon la amabilidad y la miseri-cordiosa paciencia de Cristo,Tomás comprende el significa-do profundo de su Resurrec-ción e, íntimamente trasforma-do, declara su fe plena y totalen Él exclamando: «¡Señormío y Dios mío!» (v. 28). ¡Bo-nita, bonita expresión, esta deTo m á s !

Él ha podido «tocar» elmisterio pascual que manifies-ta plenamente el amor salvífi-co de Dios, rico en misericor-dia (cf. Ef 2, 4). Y como To-más también todos nosotros:en este segundo domingo dePascua estamos invitados acontemplar en las llagas delResucitado la Divina Miseri-

«En la marca de los clavos» Tomás«encuentra la prueba decisiva de queera amado, esperado y entendido». Lodijo el Papa Francisco comentando enel Regina caeli del 12 de abril laslecturas del segundo domingo dePascua. Al término de la misacelebrada en la basílica vaticana, elPontífice se asomó a la ventana delpalacio apostólico para recitar laoración mariana con los fieles presentesen la plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Hoy es el octavo día después dePascua, y el Evangelio de Juan nosdocumenta las dos apariciones deJesús resucitado a los Apóstoles reu-nidos en el Cenáculo: la de la tardede Pascua, en la que Tomás estabaausente, y aquella después de ochodías, con Tomás presente. La prime-ra vez, el Señor mostró a los discí-pulos las heridas de su cuerpo, soplósobre ellos y dijo: «Como el Padreme ha enviado, así también os envíoyo» (Jn 20, 21). Les transmite sumisma misión, con la fuerza del Es-píritu Santo.

Pero esa tarde faltaba Tomás, elcual no quiso creer en el testimoniode los otros. «Si no veo y no tocosus llagas —dice—, no lo creeré» (cf.Jn 20, 25). Ocho días después —p re -cisamente como hoy— Jesús vuelve apresentarse en medio de los suyos yse dirige inmediatamente a Tomás,

La oración por el cumpleaños de Benedicto XVIVIENE DE LA PÁGINA 18

cordia, que supera todo límite hu-mano y resplandece sobre la oscuri-dad del mal y del pecado. Un tiem-po intenso y prolongado para acogerlas inmensas riquezas del amor mise-ricordioso de Dios será el próximoJubileo extraordinario de la misericor-dia, cuya bula de convocación pro-mulgué ayer por la tarde aquí, en labasílica de San Pedro. La bula co-mienza con las palabras «Misericor-diae vultus»: el rostro de la miseri-cordia es Jesucristo. Dirijamos la mi-rada a Él, que siempre nos busca,

nos espera, nos perdona; tan miseri-cordioso que no se asusta de nues-tras miserias. En sus heridas nos cu-ra y perdona todos nuestros peca-dos. Que la Virgen Madre nos ayu-de a ser misericordiosos con los de-más como Jesús lo es con nosotros.

Al término del Regina caeli,el Pontífice, como es habitual, saludóa los grupos presentes, dirigiendo unaespecial felicitación a los fieles de lasIglesias de Oriente que celebrabanla Pascua.

Queridos hermanos y hermanas:Dirijo un cordial saludo a los fie-

les de Roma y a todos los llegadosde diversas partes del mundo. Salu-do a los peregrinos que han partici-pado en la santa misa presidida porel cardenal vicario de Roma en laiglesia del Espíritu Santo en Sassia,centro de devoción a la Divina Mi-s e r i c o rd i a .

Saludo a las comunidades neoca-tecumenales de Roma, que inicianhoy una misión especial en las pla-zas de la ciudad para rezar y dar tes-timonio de fe.

Dirijo una cordial felicitación alos fieles de las Iglesias de Orienteque, según su calendario, celebranhoy la santa Pascua. Me uno a laalegría de su anuncio del Cristo re-sucitado: ¡Christós anésti! Saludamosa nuestros hermanos de Oriente eneste día de su Pascua, con un aplau-so, ¡todos!

Dirijo también un sincero saludoa los fieles armenios, que han venidoa Roma y que han participado en lasanta misa con la presencia de mishermanos, los tres patriarcas, y nu-merosos obispos.

Durante las semanas pasadas mellegaron de diversas partes del mun-do numerosos mensajes de felicita-ciones pascuales. Con gratitud lescorrespondo. Deseo agradecer de co-razón a los niños, los ancianos, lasfamilias, las diócesis, las comunida-des parroquiales y religiosas, las en-tidades y diversas asociaciones quehan querido manifestarme afecto ycercanía. ¡Continuad rezando pormí, por favor!

A todos vosotros os deseo unbuen domingo. ¡Buen almuerzo yhasta la vista!

sús». Pero «al oír este kerigma dePedro, esta predicación de Pedrosobre la redención realizada porDios a través de Jesús al pueblo»,los miembros del Sanedrín «se en-furecieron y querían matarlos». Enrealidad, «fueron incapaces de reco-nocer la salvación de Dios» aunsiendo «doctores» que «habían es-tudiado la historia del pueblo, ha-bían estudiado las profecías, habíanestudiado la ley, conocían casi todala teología de pueblo de Israel, larevelación de Dios, sabían todo:eran doctores».

La pregunta es «¿por qué estadureza de corazón?». Sí, afirmó elPapa, su dureza «no es dureza demente, no es una simple testaru-dez». La dureza está en su corazón.Y entonces «se puede preguntar:¿cómo es el recorrido de esta testa-rudez total de mente y corazón?Cómo se llega a esto, a esta cerra-zón, que incluso los apóstoles te-nían antes de que llegara el EspírituSanto». Tanto que Jesús dice a losdos discípulos de Emaús: «Necios ytorpes para entender las cosas deD ios».

En el fondo, explicó el PapaFrancisco, «la historia de esta testa-rudez, el itinerario, es cerrarse en símismos, no dialogar, es la falta dediálogo». Eran personas que «nosabían dialogar, no sabían dialogarcon Dios porque no sabían orar yescuchar la voz del Señor; y no sa-bían dialogar con los demás».

Esta cerrazón al diálogo les lleva-ba a interpretar «la ley para hacerlamás precisa, pero estaban cerradosa los signos de Dios en la historia,estaban cerrados al pueblo: estabancerrados, cerrados». Y «la falta dediálogo, esta cerrazón de corazón,los llevó a no obedecer a Dios».

Por lo demás «este es el dramade estos doctores de Israel, de estosteólogos del pueblo de Dios: no sa-bían escuchar, no sabían dialogar».Porque, afirmó el Papa, «el diálogose hace con Dios y con los herma-nos». Y «esta furia y el deseo dehacer callar a todos los que predi-can, en este caso la novedad deDios, es decir, que Jesús ha resuci-tado» es claramente «el signo deque no se sabe dialogar, que unapersona no está abierta a la voz delSeñor, a los signos que el Señor

realiza en el pueblo». Por lo tanto,«no tienen razón, pero llegan» aestar furiosos y a querer matar a losApóstoles. «Es un itinerario doloro-so», insistió el Papa Francisco, tam-bién porque «estos son los mismosque pagaron a los guardias del se-pulcro para hacer decir que los dis-cípulos habían robado el cuerpo deJesús: hacen de todo para no abrir-se a la voz de Dios».

Antes de seguir con la celebra-ción de la Eucaristía —«que es la vi-da de Dios, que nos habla desde loalto, como Jesús dice a Nicode-mo»—, el Papa Francisco pidió«por los maestros, por los doctores,por los que enseñan al pueblo deDios, para que no se cierren, paraque dialoguen, y así se salven de laira de Dios que, si no cambian deactitud, pesará sobre ellos».

Fiesta bávaraFiesta bávara para Benedicto XVI.El día de su cumpleaños, el Papaemérito recibió la felicitación de ungrupo de Gebirgsschützen de Ba-viera con vestimenta tradicional.En el espacio ubicado delante delmonasterio «Mater Ecclesiae», enel Vaticano, donde reside, entre lospresentes estaba también el herma-no, monseñor Georg Ratzinger, yel prefecto de la Casa pontificia,arzobispo Georg Gänswein.

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página 20 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de abril de 2015, número 16

Hacia el Jubileo extraordinario de la misericordia

Tiempo para despertar

«La Iglesia, en este momento degrandes cambios históricos, estállamada a ofrecer con mayorintensidad los signos de la presencia yde la cercanía de Dios. Este no es untiempo para estar distraídos, sino alcontrario, para permanecer alerta ydespertar en nosotros la capacidad dever lo esencial». Lo destacó el PapaFrancisco al presidir en la basílicavaticana, el sábado 11 de abril, lasprimeras vísperas del segundo domingode Pascua o de la Divina Misericordiacon ocasión de la entrega y lectura dela bula de convocación del Jubileoe x t ra o rd i n a r i o .Todavía resuena en todos nosotros elsaludo de Jesús resucitado a sus dis-cípulos la tarde de Pascua: «Paz avosotros» (Jn 20, 19). La paz, sobretodo en estas semanas, sigue siendoel deseo de tantos pueblos que su-fren la violencia inaudita de la dis-criminación y de la muerte, sólo porllevar el nombre de cristianos. Nues-tra oración se hace aún más intensay se convierte en un grito de auxilioal Padre, rico en misericordia, paraque sostenga la fe de tantos herma-nos y hermanas que sufren, a la vezque pedimos que convierta nuestroscorazones, para pasar de la indife-rencia a la compasión.

San Pablo nos ha recordado quehemos sido salvados en el misteriode la muerte y resurrección del Se-ñor Jesús. Él es el Reconciliador,que está vivo en medio de nosotrospara mostrarnos el camino de la re-conciliación con Dios y con los her-manos. El Apóstol recuerda que, apesar de las dificultades y los sufri-mientos de la vida, sigue creciendola esperanza en la salvación que elamor de Cristo ha sembrado ennuestros corazones. La misericordiade Dios se ha derramado en noso-tros haciéndonos justos, dándonos lapaz.

Una pregunta está presente en elcorazón de muchos: ¿por qué hoyun Jubileo de la misericordia? Sim-plemente porque la Iglesia, en estemomento de grandes cambios histó-ricos, está llamada a ofrecer con ma-yor intensidad los signos de la pre-sencia y de la cercanía de Dios. Ésteno es un tiempo para estar distraí-dos, sino al contrario para permane-cer alerta y despertar en nosotros lacapacidad de ver lo esencial. Es eltiempo para que la Iglesia redescu-bra el sentido de la misión que elSeñor le ha confiado el día de Pas-cua: ser signo e instrumento de lamisericordia del Padre (cf. Jn 20, 21-23). Por eso el Año santo tiene quemantener vivo el deseo de saber des-cubrir los muchos signos de la ter-nura que Dios ofrece al mundo ente-ro y sobre todo a cuantos sufren, seencuentran solos y abandonados, ytambién sin esperanza de ser perdo-nados y sentirse amados por el Pa-dre. Un Año santo para sentir inten-samente dentro de nosotros la ale-gría de haber sido encontrados porJesús, que, como Buen Pastor, ha ve-nido a buscarnos porque estábamosperdidos. Un Jubileo para percibirel calor de su amor cuando nos car-ga sobre sus hombros para llevarnosde nuevo a la casa del Padre. UnAño para ser tocados por el SeñorJesús y transformados por su miseri-cordia, para convertirnos tambiénnosotros en testigos de misericordia.Para esto es el Jubileo: porque este

es el tiempo de la misericordia. Es eltiempo favorable para curar las heri-das, para no cansarnos de buscar acuantos esperan ver y tocar con lamano los signos de la cercanía deDios, para ofrecer a todos, a todos,el camino del perdón y de la recon-ciliación.

Que la Madre de la Divina Mise-ricordia abra nuestros ojos para quecomprendamos la tarea a la que es-tamos llamados; y que nos alcance lagracia de vivir este Jubileo de la mi-sericordia con un testimonio fiel yfecundo.

En las tresbasílicas papales

El domingo 12 de abrilla bula de convocacióndel Año santo extraordinario,Misericordiae vultus, fue leídaen las otras tres basílicas papales,en el contexto de una celebraciónl i t ú rg i c a .En la basílica de Santa María laMayor, el cardenal arcipresteSantos Abril y Castelló presidióla misa capitular a las 10.Igualmente en la basílicade San Pablo Extramuros,el cardenal arcipresteJames Michael Harvey celebróla liturgia eucarística a las 10.15.Por último, en la basílicade San Juan de Letrán,a las 17, el canciller de la diócesisde Roma, monseñor GiuseppeTonello, leyó algunos pasajesde la bula. Y el cardenalarcipreste Agostino Vallinip re s i d i óla oración de las segundasvísperas del segundo domingode Pascua.

Delante de la Puerta santaCon la entrega y la lectura de laMisericordiae vultus, la bula deconvocación del Jubileo extraor-dinario, el Papa dio un paso ha-cia la Puerta santa que abrirá el 8de diciembre. Ante esa puerta elPapa Francisco quiso detenerse enoración al inicio de la ceremoniadel sábado 11 de abril, en el atriode la basílica vaticana. El ritocontinuó con la oración de Víspe-ras. Además, doce personas reci-bieron directamente de manos delPontífice, quien invocó la asisten-cia del Espíritu Santo y el apoyode la Madre de Dios, la bula deconvocación del Jubileo.

Síntesisde la fe cristiana

vo» el Concilio, definido el iniciode un nuevo itinerario. Entoncesse percibió «la exigencia de ha-blar de Dios a los hombres de sutiempo en un modo más com-prensible», como ya en 1950 ha-bía dicho Montini a Jean Guit-ton: «¿De qué sirve decir lo quees verdad, si los hombres denuestro tiempo no nos entien-den?».

Y de los Papas del Concilio susucesor recuerda en la bula laspalabras que sitúan al Vaticano IIen esta clave de lectura antigua ysiempre nueva: «En nuestro tiem-po, la Esposa de Cristo prefiereusar la medicina de la misericor-dia» y así «quiere mostrarse ma-dre amable de todos, benigna,paciente, llena de misericordia yde bondad para con los hijos se-parados de ella» dijo Juan XXIIIen la apertura del Vaticano II.Concluido bajo el signo sugestivode la «antigua historia del samari-tano», presentada por Pablo VIcomo paradigma de su espirituali-dad.

A medio siglo de la clausura dela más grande asamblea cristianajamás celebrada, el Papa Francis-co la recuerda como «nueva etapaen la evangelización de siempre».Y usa una imagen que hace refe-rencia al título (Abatir los bastio-nes) y al sentido de un pequeñolibro de Hans Urs von Balthasarpublicado en 1952: «Derribar losbastiones que durante demasiadotiempo habían encerrado a laIglesia en una ciudadela privile-giada, había llegado el tiempo deanunciar el Evangelio de modonuevo» y «testimoniar con másentusiasmo y valentía» la fe enCristo, único Señor.

He aquí entonces el tiempo fa-vorable para volver a lo esencial ytransformar cada comunidad cris-tiana en «un oasis de misericor-dia», rompiendo la indiferencia,practicando las obras de miseri-cordia corporales y espirituales,redescubriendo la belleza de laconfesión y cambiando de vida,abiertos al encuentro con mujeresy hombres de las demás religio-nes. Como peregrinos en caminohacia la meta a la que cada uno,tal vez incluso inconscientemente,aspira. Sin miedo de dejarse «sor-prender por Dios».

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Del 6 al 12 de julioel Papa

en América LatinaEl Papa Francisco visitará Améri-ca del Sur del 6 al 12 de julio de2015. Lo hizo público, el jueves 16de abril, una declaración del di-rector de la Oficina de prensa dela Santa Sede, padre FedericoL o m b a rd i .

«Acogiendo la invitación de losrespectivos jefes de Estado y delos obispos», refiere el padreLombardi, el Papa Francisco«realizará un viaje apostólico aEcuador del 6 al 8 de julio, a Bo-livia del 8 al 10 de julio y a Para-guay del 10 al 12 de julio. El pro-grama del viaje —concluye— sepublicará próximamente».