04- Huelga Obreras Gratry - Norando y Scheinkman

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65 Dossier: Los rostros de la clase obrera Roles sexuales y lucha de clases Verónica Norando y Ludmila Scheinkman La huelga de las obreras de la casa Gratry, Nueva Pompeya, 1936. “Género” y “clase” en disputa FFyL - UBA Resumen Este trabajo propone un aporte a los análisis de las relaciones género-clase median- te un estudio de caso, la “Huelga de los Conventillos” en Gratry, 1936, fábrica textil cuya mano de obra era mayormente femenina y ha pasado casi inadvertida para la investigación histórica. Se analiza el rol de las trabajadoras en la huelga, su participa- ción política y el complejo entramado de tensiones y solidaridades que generan para ahondar en la compleja conformación de una identidad obrera femenina, a la vez que se discute con aquella mirada historiográfica que restó importancia a la participación de la mujer en el conflicto social. Palabras clave: Huelgas - Clase - Género Abstract The present article is a contribution to class-gender relationships analysis, through a case study: the strike in the textile industry Gratry in 1936, unnoticed by histori- cal research, whose labor force were primarily women. Women worker’s roles in the strike, their political participation and the complex network of tensions and soli- darity they generated will be analyzed in order to explore the complex constitution of a female worker’s identity. At the same time, this is a discussion with tradition- al approaches which have minimized the importance of women’s activity in social conflict. Keywords: Strikes - Class - Gender

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    Dossier: Los rostros de la clase obrera

    Roles sexuales y lucha de clases

    Vernica Norando y Ludmila Scheinkman

    La huelga de las obreras de la casa Gratry, Nueva Pompeya, 1936. Gnero y clase en disputa

    FFyL - UBA

    Resumen

    Este trabajo propone un aporte a los anlisis de las relaciones gnero-clase median-te un estudio de caso, la Huelga de los Conventillos en Gratry, 1936, fbrica textil cuya mano de obra era mayormente femenina y ha pasado casi inadvertida para la investigacin histrica. Se analiza el rol de las trabajadoras en la huelga, su participa-cin poltica y el complejo entramado de tensiones y solidaridades que generan para ahondar en la compleja conformacin de una identidad obrera femenina, a la vez que se discute con aquella mirada historiogrfica que rest importancia a la participacin de la mujer en el conflicto social.

    Palabras clave: Huelgas - Clase - Gnero

    Abstract

    The present article is a contribution to class-gender relationships analysis, through a case study: the strike in the textile industry Gratry in 1936, unnoticed by histori-cal research, whose labor force were primarily women. Women workers roles in the strike, their political participation and the complex network of tensions and soli-darity they generated will be analyzed in order to explore the complex constitution of a female workers identity. At the same time, this is a discussion with tradition-al approaches which have minimized the importance of womens activity in social conflict.

    Keywords: Strikes - Class - Gender

  • 67Roles sexuales y lucha de clases66 Razn y Revolucin n 21

    Los estudios sobre gnero y clase en los abordajes sobre movimiento obrero han estado escindidos durante largo tiempo, entre otras cosas, porque se ha interpretado que las categoras de clase social y de gnero no eran compatibles. En la mayor parte de los estudios se haca hinca-pi en las causalidades unilaterales. En la dcada del 80, hacindose eco de las discusiones del socialismo feminista con el feminismo radi-cal, aparecen en Argentina los trabajos pioneros de Mabel Bellucci y Cristina Camusso que buscaban integrar las relaciones de clase y de gnero1. En la dcada del 80 y especialmente en la del 90, los estudios de gnero se expandieron y diversificaron en nuevos temas y problem-ticas. Aunque no se ahond especficamente en su vinculacin con la nocin de clase, los avances sobre la temtica de las mujeres en el mun-do de los trabajadores han abordado tangencialmente aspectos sustan-ciales para pensar la relacin entre gnero y clase, an cuando hayan evitado problematizar en esos trminos las reflexiones. Mirta Lobato y otros investigadores2 incorporaron a la mujer en sus anlisis sobre la

    1Dora Barrancos ofici como Directora del Proyecto de Mabel Bellucci y Cristina Camusso, "Articulacin de clase y gnero en las luchas de las mujeres anarquistas", CONICET, 1987-1989. De all ver tambin Bellucci, Mabel y Camusso, Cristina: La huelga de inquilinos de 1907- El papel de las mujeres anarquistas, Cuadernos CICSO, n58, Buenos Aires, 1987 y Bellucci, Mabel: Tensiones entre la reproduccin social y la produccin: Estudio de caso de las mujeres grficas de Buenos Aires (1890-1914), II Jornadas de Historia de las Mujeres, Facultad de Ciencias Sociales, UBA, 1992.2Lobato, Mirta: La vida en las fbricas: trabajo, protesta y poltica en una comu-nidad obrera, Beriso (1904-1951) Prometeo, Buenos Aires, 2001, Mujeres obreras,

    cultura del trabajo, pero en una perspectiva que subestima los determi-nantes estructurales de clase, haciendo nfasis en una nocin de expe-riencia derivada de Thompson, en una interpretacin que deja de lado la relacin de los sujetos con los medios de produccin, las relaciones antagnicas entre las clases y la dimensin poltica, acercndose a los enfoques analticos que descartan la nocin de clase por la de sectores populares3.

    Perspectivas recientes han instado a incorporar una mirada que contemple solidariamente los condicionantes de gnero y de clase, si bien las autoras han dado distinta importancia a uno y otro factor. Entre ellas podemos destacar los valiosos estudios de Marcela Mara Alejandra Nari, Silvina Pascucci y Dbora DAntonio, entre otras4. Ms all algunas diferencias, en lnea con estas investigaciones se inscribe el presente trabajo, que busca incorporar la dimensin de gnero a los anlisis en trminos de clase5, considerando que la

    protesta y accin gremial en la Argentina: los casos de la industria frigorfica y tex-til en Berisso, en Barrancos, D. (comp.), Historia y gnero, CEAL, Buenos Aires, 1992, Suriano, Juan: La huelga de los inquilinos de 1907, Buenos Aires, CEAL, 1983, Barrancos, Dora, Anarquismo, educacin y costumbres en la Argentina de principios de siglo, Contrapunto, Buenos Aires, 1990, entre otros trabajos de la autora.3 Sobre el debate clase obrera-sectores populares ver Kabat, Marina y Sartelli, Eduardo: Clase obrera o sectores populares? Aportes tericos y empricos para una discusin necesaria, en Anuario CEICS, Ao II, N2, Buenos Aires, 20084DAntonio, Dbora y Acha, Omar: La clase obrera invisible: imgenes y parti-cipacin sindial de las obreras a mediados de la dcada de 1930 en Argentina, en Halperin, P. y Acha, O. (comps.) Cuerpos, gneros e identidades, Signo, Buenos Aires, 2000. Nari, Marcela Mara Alejandra: El movimiento obrero y el trabajo femenino. Un anlisis de los congresos obreros durante el perodo 1890-1921, en Lidia Knecher y Marta Panaia (comps,) La mitad del pas. La mujer en la sociedad argentina, CEAL, Buenos Aires, 1994. Pascucci, Silvina: Costureras, monjas y anarquistas. Trabajo feme-nino, Iglesia y lucha de clases en la industria del vestido (Bs. As. 1890-1940), RyR, Buenos Aires, 2007; Rodrguez, Florencia: "Masculinidad Clasista? Aportes a un deba-te abierto en el campo de la historia latinoamericana contempornea", en Fazendo Genero 2010, Diasporas, Diversidades e Deslocamentos, UFSC, Florianopolis, Agosto de 2010, Palermo, Silvana: Trabajo masculino, protesta femenina? La participacin de las mujeres en la gran huelga ferroviaria de 1917 en Mara Celia Bravo, Fernanda Gil Lozano, Valeria Pita (comps.) Historias de luchas, resistencias y representaciones. Mujeres en la Argentina. S. XIX y XX, Universidad Nacional de Tucumn, 2007.5Queremos sealar la necesidad de jerarquizar y tener en cuenta las determinaciones estructurales cuando se analizan otras dimensiones de las relaciones sociales, como el gnero y la raza. Marina Kabat critica a Lobato en esta misma lnea. Kabat Marina: De carne somos. Resea del libro Trabajo, protesta y poltica en una comunidad

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    conciencia de gnero es una parte constitutiva de la conciencia obrera. Esta conciencia est condicionada por el lugar de la mujer y del hombre en la divisin sexual del trabajo as como por su lugar en el sistema productivo. Las mujeres de la clase obrera vivencian una experiencia de clase particular, ya que ser mujer ha implicado tener un tipo particular de experiencia social, y por ende, histrica6. Como afirma Nari, las divisiones de clase se acentan por la discriminacin sexual en el mercado de trabajo7. Consideramos que la conciencia surge cuando algunos hombres de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas) sienten y articulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros hombres cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos a) los suyos. La experiencia de clase est ampliamente determinada por las relaciones de produccin8. Si esto es as, se debe tener en cuenta en los abordajes sobre movimiento obrero, el lugar particular que ocupan los hombres y mujeres en la divisin sexual del trabajo (el rol reproductivo de la mujer y proveedor del hombre) dentro del conglomerado sexuado que integra las clases. Este lugar creado a partir de diferencias sexuales, genera diferencias en sus experiencias. La mujer es oprimida en tanto mujer y explotada en tanto obrera. Asimismo el factor poltico-ideolgico es fundamental, ya que en ocasiones puede incidir en el tipo de relaciones entabladas de manera determinante9.

    Teniendo en cuenta estas consideraciones, proponemos que el gne-ro es una construccin socio-cultural basada en diferencias sexuales

    obrera, Berisso (1904-1970) de Mirta Lobato, en Razn y Revolucin n 8, primavera de 20016Kelly, Joan: La relacin social entre los sexos: implicaciones metodolgicas de la historia de las mujeres en Navarro, M. Stimpson, Sexualidad, gnero y roles sexuales, Fondo de Cultura Econmica, Bs. As., 1999 p. 207Nari, op. cit, p. 2628Thompson, E.P.: La formacin de la clase obrera en Inglaterra Tomo I, Ed. Crtica, Barcelona, 1989, p. 14. Disentimos con las interpretaciones culturales y subjetivis-tas de Thompson, resaltando, como sostiene Marina Kabat, que las clases sociales se definen a partir de una relacin, pero no son esa relacin () se definen estruc-turalmente a partir de su relacin con los medios de produccin, Kabat, Marina, op. cit. Sin embargo, a diferencia de esta autora, rescatamos la nocin de experiencia como una categora til para el estudio de la conciencia y la identidad obrera. Por esto mismo no creemos que el gnero sea una ms entre diversas identidades, sino que es parte constitutiva de la identidad obrera al configurar experiencias particulares segn el gnero.9La formacin de la clase obrera es un hecho de historia polica y cultural tanto como econmica, sostiene Thompson, E.P., op. cit., p. 203

    objetivas. En la sociedad capitalista es heteronormado. Esta construc-cin genrica configura relaciones asimtricas de poder que se combi-nan con la explotacin dando lugar a particularidades genrico-clasis-tas en las cuales se combinan la explotacin y la opresin.

    Este trabajo constituye un avance de una investigacin mayor en curso, y una presentacin preliminar de sus conclusiones centrales. Mediante un estudio de caso, la Huelga de los Conventillos de 1936 en los Establecimientos Americanos Gratry. El corpus documental tra-bajado incluye documentacin de tipo cuantitativa (las estadsticas del Boletn Informativo del Departamento Nacional del Trabajo (DNT)), y cualitativa: peridicos obreros El Obrero Textil (EOT)10, rgano gre-mial de la Unin Obrera Textil, Semanario de la CGT-Independencia (rgano de la Confederacin General del Trabajo-Independencia), La Vanguardia (LV), La Protesta, La Obra y entrevistas orales a vecinas de Nueva Pompeya y familiares de trabajadoras de la fbrica Gratry.

    La huelga de la casa Gratry

    El estallido del conflicto en la casa Gratry debe ubicarse en el con-texto del ascenso huelgustico de mediados de dcada, que, como indi-ca Korzeniewicz, se dio mayormente en la industria manufacture-ra, los transportes, el sector agrario y la construccin11. Sin duda, los hechos ms significativos sern las grandes huelgas de la construccin que derivarn en la huelga general de 1936, y han recibido un amplio tratamiento por la historiografa, destacndose los trabajos de Hernn Camarero y Nicols Iigo Carrera12. Sin embargo, otros conflictos de la poca han pasado inadvertidos, como es el caso de la huelga de Gratry, y de la rama textil en general, que segn las estadsticas del

    10Agradecemos a Hernn Camarero los datos aportados, que permitieron ubicar a Victor Kot, quien generosamente nos facilit la coleccin del peridico, fuente hasta ahora casi inexplorada, que se hallaba en su poder.11Korzeniewicz, op. cit. p. 325.12Camarero, Hernn: Un sindicato comunista antes del advenimiento del peronis-mo: el caso de la Federacin Obrera Nacional de la Construccin (FONC), Actas de las XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Universidad Nacional del Comahue Bariloche, 2009, y A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mun-do del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI, Buenos Aires, 2007. Durruty, Celia: La Federacin Obrera de la Construccin, en Di Tella, T. (comp.), Sindicatos eran los de antes, Biblos-Fundacin Simn Rodrguez, Buenos Aires, 1993. Iigo Carrera, Nicols: La estrategia de la clase obrera. Enero de 1936, La Rosa Blindada, Buenos Aires, 2000.

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    DNT, se ubica en un segundo lugar despus de la construccin, en la cantidad de conflictos registrados13.

    Gratry era una fbrica de tamao medio con ms de 800 trabaja-dores de los cuales la mayora eran mujeres. Asimismo, en el predio de la fbrica vivan unas 200 familias que se empleaban all, en viviendas humildes denominadas conventillos construidos por la empresa14. Por esto mismo, la huelga de la casa Gratry es recordada por los veci-nos de la zona como la Huelga de los Conventillos.

    Segn relatan LV y EOT, el lunes 20 de abril de 1936, un grupo de obreras canilleras se present al director de la fbrica para protestar por los bajos salarios que perciban. Estos no llegaban a los $2 diarios, sien-do en general de $0,80, $0.90 y $1 por da para las obreras canilleras15. Las estadsticas del DNT indican, para la Gratry, un sueldo promedio de $5 para los hombres, y $3,50 para las mujeres16. Sin embargo, los salarios deban ser inferiores puesto que el pliego de reivindicaciones presentado por la UOT al DNT indicaba que se peda un aumento del salario mnimo de los hombres a $4,50 y de las mujeres a $3,50, lo cual no es aceptado por la empresa que ofrece en cambio, $4,25 para los hombres y $3,25 para las mujeres17. El conjunto de los peridicos obre-ros sealan que los salarios que perciban las obreras de Gratry eran los salarios ms bajos que se perciben en la industria18. Esto puede corroborarse a partir de las estadsticas del costo de vida que publica

    13Resumen general de los conflictos registrados en 1936, Departamento Nacional del Trabajo, Boletn informativo, ao XYX, N. 206-07, poca VI, Buenos Aires, Victoria 618, Marzo y Abril de 1937.14Peridico Semanal de la CGT-Independencia, Ao III, N 120, Buenos Aires, 31 de julio de 1936, p. 3, Contornos de verdadera gravedad adquiere la huelga de la Gratry.15LV, Ao XLIII, N 10449, Buenos Aires, 20 de abril de 1936, p. 4, Declarse en Huelga el Personal de la Casa Gratry. Los datos salariales corresponden a EOT, Ao IV, N11, Buenos Aires, 1 de Mayo de 1936, p. 3 Se hallan en huelga 800 obreros de la casa Gratry. LV habla de $0,50, $0,70 y $1, ver LV, Ao XLIII, N10457, Buenos Aires, 29 de abril de 1936, p. 4, Una empresa extranjera se burla de su personal. Se trata de la casa Gratry.16Resumen general de los conflictos registrados en 1936, Departamento Nacional del Trabajo, Boletin informativo, ao XYX, N. 206-07, poca VI, Buenos Aires, Victoria 618, Marzo y Abril de 1937.17EOT, Ao V, N12, Buenos Aires, octubre de 1936, p. 2, Actividad Gremial. Huelga de la casa Gratry.18Ver por ejemplo: pues ha de saberse que esta casa es la que paga los salarios ms bajos que se perciben en la industria, LV, Ao XLIII, N 10449, Buenos Aires, 20 de abril de 1936, p. 4, Declarse en Huelga el Personal de la Casa Gratry.

    el DNT para abril de 1936. Los gastos presupuestarios de una familia obrera compuesta de matrimonio y tres hijos menores de catorce aos eran de $133,89, y el sueldo promedio del jefe de hogar era de $120, es decir $4 diarios19. Efectivamente, el salario de las obreras canilleras, segn indicaban los huelguistas, se ubicaba muy por debajo del costo de vida.

    La empresa no atendi a las obreras y las despidi alegando esca-sez de trabajo20. La Comisin Interna decidi paralizar el trabajo en todas las secciones y gestionar la reincorporacin de las despedidas. Caso contrario, se hara un llamamiento al abandono del trabajo21. No es posible reconstruir la organizacin existente al interior de la fbrica en los aos anteriores al conflicto a partir de EOT, puesto que no men-ciona la existencia de la casa Gratry en los aos anteriores al conflicto, aunque debemos tener en cuenta que la coleccin disponible se halla incompleta para esos aos. Lo que s puede deducirse es la existencia de una organizacin bastante importante en su interior, por la pronta intervencin de la Comisin Interna.

    Se dio cuenta de los hechos al Comit Directivo (CD) de la UOT que intervino ayudando a conformar un Comit de Huelga, que va a dirigir el conflicto. Despus de las fracasadas gestiones directas, el CD de la UOT dio intervencin al DNT. Tambin fracasadas estas gestio-nes, el DNT se desentiende del asunto22.

    El pliego presentado por los huelguistas inclua reclamos referi-dos a: la reincorporacin de todos los despedidos; aumentos salariales y mejora en las condiciones de trabajo en las distintas especialidades y oficios; aumento en los salarios mnimos generales para hombres y mujeres (diferentes para uno y otro sexo, siendo el salario de la mujer

    19El DNT se cuida de aclarar que no afirma que la composicin presupuestaria satis-faga las necesidades del tipo de familia considerada, sino que refleja la situacin real de los trabajadores que se encuentran en las condiciones de remuneracin y compo-sicin familiar indicadas. Departamento Nacional del Trabajo, Boletn informativo, ao XVIII, N. 196-197, poca VI, Buenos Aires, Victoria 618, Mayo y Junio de 1936, p. 40608.20LV, Ao XLIII, N 10449, Buenos Aires, 20 de abril de 1936, p. 4, Declarse en Huelga el Personal de la Casa Gratry.21LV, Ao XLIII, N 10450, Buenos Aires, 21 de abril de 1936, p. 4, En la Industria Textil se Explota de Forma Inhumana a las Obreras. El conflicto en la casa Gratry.22Trabajo aparte merece el anlisis de la intervencin del DNT en el conflicto. Al respecto ver los intercambios entre la UOT y el DNT, transcriptos en EOT, Ao V, N12, Buenos Aires, octubre de 1936, p. 2, Actividad Gremial. Huelga de la casa Gratry.

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    marcadamente menor); pedidos generales de higienizacin de la fbri-ca y los servicios, construccin de guardarropas y cumplimiento de las leyes laborales vigentes, sobre todo la referente a la proteccin de la maternidad; por ltimo, se exiga el reconocimiento de la UOT23. La empresa accede a aumentar los salarios, si bien en menor medida que lo solicitado por los huelguistas, y a mejorar ciertas condiciones labora-les, pero rechaza el reconocimiento del sindicato y la reincorporacin de todos los despedidos, proponiendo en cambio una reincorporacin escalonada de hasta 400 trabajadores. Esto es rechazado por los huel-guistas, que sostienen como nica condicin para el levantamiento de la huelga la reincorporacin de los despedidos.

    Es importante destacar los reclamos puntuales por la condicin de las mujeres, en lo referido a la violacin de las leyes existentes que regulaban el trabajo de la mujer y la proteccin a la maternidad: las leyes sobre condiciones de trabajo de 1907, la de 1921 y 1924, la del des-canso para la lactancia, 1934, y la de 1934 sobre el descanso pre y post parto24. La reivindicacin ms importante de las mujeres trabajadoras se refera al cumplimiento de las leyes de proteccin a la maternidad.

    Con respecto a la intervencin de las distintas corrientes poltico-ideolgicas del movimiento obrero en el conflicto, es difcil reconstruir las filiaciones polticas de las y los trabajadores activistas ya que no hay relatos de militantes ni se han obtenido entrevistas de primera mano. Lo que s puede afirmarse es la presencia de un importante activismo femenino de base, y se deduce, por la comunicacin casi inmediata con LV (que publica una nota al da siguiente de estallado el conflicto) de militantes socialistas en su interior. Asimismo, se puede constatar la participacin del grupo anarquista vinculado al peridico La Obra25. Su influencia puede verse en las acciones directas realizadas, que no eran impulsadas por la UOT.

    No es posible afirmar una vinculacin de los trabajadores de Gratry en su conjunto con la UOT previa al conflicto, sino que esta parece haberse dado a partir de la huelga. Es probable que la huelga haya comenzado impulsada por sectores de base, sin consulta previa a la

    23EOT, Ao V, N12, Buenos Aires, octubre de 1936, p. 2, Actividad Gremial. Huelga de la casa Gratry.24Ramacciotti, Karina: Trabajadoras en la mira estatal: propuestas de reforma de la Caja de Maternidad (1934-1935).25Se trata del peridico de un pequeo grupo anarquista (como se deduce de la escasa periodicidad de la publicacin). Podemos deducir su participacin por las extensas notas que dedica a la huelga, en contraste con otros grupos anarquistas mayores, como el de La Protesta, que apenas menciona el conflicto.

    UOT, que interviene una vez producido el conflicto y declarada la huelga. Inmediatamente, los obreros dieron cuenta de estos hechos al Comit Directivo (CD) de la UOT y producido el conflicto enseguida tom intervencin en el mismo26, todo lo cual indica, sin embargo una fluida comunicacin. Asimismo, la CGT Independencia, dirigida por los socialistas, se cuida de sealar la ayuda de la UOT a los huelguis-tas bajo cuya bandera se cobijan27, lo que parece indicar un vnculo recientemente aceptado por los trabajadores de Gratry. LV tambin tie-ne la necesidad de aclarar que los trabajadores de Gratry estaban afi-liados al sindicato28. La misma necesidad de aclararlo parece indicar un vnculo an frgil.

    Con respecto al nivel de participacin en la huelga, los peridicos obreros hablan a grandes rasgos de 800 obreros huelguistas. Los dis-tintos documentos utilizados, sea de fuentes obreras o patronales, no distinguen claramente entre el conjunto de los trabajadores y el por-centaje de adhesin a la huelga, usando indistintamente trabajadores y huelguistas como sinnimos. Esto nos indicara, en principio, un nivel de adhesin masivo. Las divergencias en las cifras plantean la cuestin de cmo construa el DNT sus cifras, as como los recaudos que deben ser tomados con la informacin provista por la patronal, e indican que los datos deben ser utilizados de modo indicativo. Hecha esta salvedad metodolgica, indicamos a continuacin los ndices de participacin desagregados por sexo.

    26LV, Ao XLIII, N 10449, Buenos Aires, 20 de abril de 1936, p. 4, Declarse en Huelga el Personal de la Casa Gratry. La asamblea fue realizada el 21 de abril, ya que la polica la prohibi el da 20. 27Peridico Semanal de la CGT Independencia, Ao III, N 111, Buenos Aires, 29 de mayo de 1936, p. 2, Unin Obrera Textil. Sigue firme la huelga en la casa Gratry.28LV, Ao XLIII, N10450, Buenos Aires, 21 de abril de 1936, p. 4, En la industria textil se explota de forma inhumana a las obreras. El conflicto en la casa Gratry.

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    Grfico 1: Participacin en la huelga segn fuente

    Fuente: elaboracin propia en base a datos del DNT y EOT29.

    La empresa llev adelante innumerables maniobras para quebran-tar la protesta, lo que no impidi que las trabajadoras mantuvieran la huelga hasta el 10 de septiembre, durante casi cuatro meses. A fines de julio, la empresa comienza a amenazar a las y los obreros y sus familias con el desalojo del conjunto de los conventillos.30 La actitud patronal se endurece, apela a la utilizacin de rompehuelgas para tratar de quebrar la huelga, y finalmente logra la intervencin de las fuerzas policiales en

    29Resumen general de los conflictos registrados en 1936, Departamento Nacional del Trabajo, Boletn Informativo, ao XIX, N. 206-07, poca VI, Buenos Aires, Victoria 618, Marzo y Abril de 1937. Transcripto en EOT, Ao V, N12, Buenos Aires, octubre de 1936, p. 2, Actividad Gremial. Huelga de la casa Gratry.30LV, Ao XLIII, N 10.542, Buenos Aires, 24 de julio de 1936, p. 4 La Empresa Gratry Trata de Cometer Nuevos Abusos Contra su Personal. Intenta desalojar a los huelguistas.

    contra de los huelguistas. Segn EOT, la nula intervencin del Estado, la tenaz intransigencia de la empresa y la represin fueron los causan-tes de la derrota del personal de Gratry.

    Es pertinente introducir la dimensin de gnero en los estudios sobre movimiento obrero?

    La hiptesis de este trabajo es que la identidad de gnero de las mujeres obreras contribuye a la constitucin de su conciencia obre-ra, y ambas dimensiones deben ser exploradas conjuntamente. En la lucha por sus reivindicaciones especficas, se observa en las mujeres, que existi primaca de su calidad de reproductoras de la vida en la defensa de los derechos como productoras. As, las dimensiones priva-das y pblicas se entremezclan en la constitucin de la conciencia y el accionar poltico.

    En el mundo de los trabajadores, tanto el trabajo femenino como el trabajo infantil contradecan las identidades sociales normativas de masculinidad-proveedura, de feminidad-maternidad y de niez-hijo-alumno.31. El ideal de gnero entraba en contradiccin con la realidad, ya que en la mayora de los casos, por los reducidos salarios, el hombre no alcanzaba a cumplir su rol de proveedor y la mujer tena que trans-gredir su rol de reina del hogar32 y trabajar afuera o adentro de la casa, complementando el salario del hombre. El incremento del traba-jo femenino a lo largo de la primera mitad del siglo XX, se comprueba con la lectura de los censos de 1895, 1914 y 1947.

    Puede afirmarse que, por un lado, la movilizacin en nombre de los derechos de gnero y, por otro lado, de las reivindicaciones del mbito productivo, configuran la conciencia femenina como trabajadora. Esto se reforzaba desde el discurso de los dirigentes del sindicato donde vemos que se interpela a las mujeres trabajadoras desde su rol de madres y a su vez desde sus reivindicaciones de clase: La UOT, se dirige a todas las obreras textiles () para comunicarles y darles la lnea de conducta que deben seguir frente a la aplicacin de la Ley de Proteccin a la Maternidad () La UOT invita a todas las obreras () a ingresar a sus filas para defender sus intereses de clase.33 El

    31Queirolo, Graciela: Las mujeres y los nios en el mercado de trabajo urbano (Buenos Aires, 1890-1940), en Recalde, H. E. (comp.), Seoras, universitarias y muje-res (1910-2010), Grupo Editor Universitario, Buenos Aires, 2010, p. 91.32Lobato: Mujeres obreras, op. cit.33Declaracin de EOT en LV del 2 de junio de 1936, p. 4.

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    Patronal de Gratry 621 306 264 51

    Huelguist Mujeres Varones Menores

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    Mujeres Varones Menores

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    Patronal de Gratry

    DNT Patronal de Gratry

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    fenmeno es contradictorio. Por un lado el rol de la mujer en la divisin sexual del trabajo atenta contra su participacin poltica34, pero por otro lado, la defensa de sus derechos como reproductoras se transforma en una reivindicacin en el mbito de la produccin que las llev a luchar por sus intereses de clase.

    Las mujeres, al movilizarse en nombre del hogar y defender sus derechos como reproductoras en el mbito laboral, respetaban una ideologa de gnero con la cual empresarios, trabajadores y Estado tambin coincidan35. Al luchar por sus intereses de clase no compro-metan las mujeres la lucha por su emancipacin de gnero?36 La res-puesta es un no rotundo. Aunque podra pensarse que en la defensa de sus reivindicaciones como trabajadoras favorecan las relaciones asim-tricas de poder entre hombres y mujeres y reafirmaban los roles asig-nados a cada uno en la divisin sexual del trabajo, al mismo tiempo la defensa de derechos como la proteccin a la maternidad permita a las mujeres continuar en el mercado laboral y no tener que abandonarlo al momento de ser madres, subvirtiendo la norma.

    Justamente para defender sus intereses de gnero, las mujeres traba-jadoras tenan que hacer cumplir sus derechos como productoras y la lucha de clases era necesaria para el avance de los derechos de las muje-res y sus reivindicaciones especficas. Por ejemplo, la lucha por la ley de proteccin de la maternidad y por el aumento de salario, muy inferior al de los varones, no se orientaba a que la mujer dejara de trabajar y se dedicara al hogar, sino que se defenda para compatibilizar la funcin de madre y trabajadora. Y esto forma parte de la constitucin de la con-ciencia de la mujer obrera.

    As es que las mujeres de Gratry cuando peleaban por el derecho a la manutencin del hogar obrero, luchaban por el derecho a seguir reproducindolo en mejores condiciones. El rol esencial de la mujer

    34En este punto es que nos distanciamos del planteo de Silvina Pascucci. La auto-ra sostiene que el carcter femenino del trabajo en estas industrias obstaculiza la sindicalizacin porque la discriminacin de gnero operaba como un elemento que dificultaba la agremiacin de las mujeres. Sin embargo, la autora al poner nfasis en la discriminacin de gnero no se detiene a analizar la constriccin material de la sumisin de la mujer por su trabajo en el mbito domstico que ha determinado o limitado la forma de participacin poltica de las mujeres.35Ver el anlisis que hace Silvana Palermo en Trabajo masculino op. cit. sobre entrevistas realizadas por la autora.36Esta pregunta se ha formulado Silvana Palermo en Trabajo masculino op. cit. y nos parece pertinente volverla a formular aqu por ser sumamente representativa de la complementariedad de las relaciones de gnero y clase.

    segn la norma, el rol de madre, jug un papel central en la constitu-cin de la conciencia obrera de la mujer, lo que se plasma en que una de sus reivindicaciones histricas sea la proteccin de la maternidad y luego el cumplimiento de la ley. Esto hace pensar en la contradiccin negativa entre ambos roles (ser obrera implica ir al trabajo y ser madre implica la necesidad incluso biolgica de estar en el hogar), y la com-plementariedad positiva que se logra a travs de la lucha y la legisla-cin para la mujer, que logra compatibilizarlos. En la siguiente nota de Flora en EOT leemos:

    Es importante para nosotras () la obtencin del salario mnimo () esta-blecerlo podr solucionar los inmediatos e innumerables problemas que nos afectan, entre otros el de una mejor alimentacin, vestimenta y educacin de nuestros hijos.37

    Esta cita es representativa de cmo se entrecruzan las problemti-cas de clase y los roles sexuales establecidos para las mujeres. Para ser madre plenamente, la mujer debe luchar por los intereses de su clase. Aqu se plasma la interrelacin entre roles sexuales y determinacin de las relaciones sociales de produccin.

    Roles sexuales y lucha de clases: tensiones, solidaridades y antagonismos

    Las determinaciones de gnero y de clase se entrecruzan y se ponen de manifiesto en los conflictos de la clase obrera contra el capital; una clase generizada, que contiene a hombres y mujeres que establecen distintos tipos de relaciones en su interior y hacia afuera, con la clase opuesta. Para desentraar este complejo social de relaciones de clase y de gnero que se dan en el mbito pblico (la lucha en las calles, la huelga) y privado (el mbito domstico), ha surgido de la lectura de las fuentes la necesidad de construir categoras analticas que faciliten la interpretacin de estas relaciones y su entrelazamiento.

    As es que se han delineado las siguientes categoras que pueden resultar tiles para el anlisis de los conflictos laborales:

    a) Las relaciones Inter-gnero/Inter-clase, es decir, entre personas de distinto gnero y de distintas clases, en el mbito pblico de la huel-ga, estuvieron caracterizadas desde el comienzo por una encarnizada lucha entre las obreras (principalmente mujeres) y los directivos loca-les (varones), que adoptaron estrategias de discriminacin, represin

    37La Obrera Textil 1938 en EOT, Ao V, N 24, Buenos Aires, p. 4

  • 7978 Razn y Revolucin n 21 Roles sexuales y lucha de clases

    e intransigencia sin dar lugar al dilogo y la negociacin Ms de dos meses lleva la huelga ().La casa recurri al cruminaje y a la polica como siempre hacen los burgueses, para contrarrestar la accin de las huelguistas vencindolas por el terror y por el hambre. Hasta aqu no lo han logrado y el movimiento sigue con empeo, a pesar de las cargas policiales contra los hombres y las mujeres en huelga que defienden en la calle su pan y su dignidad.38. Aqu se observa en el nivel del anli-sis de clase, esta relacin conflictiva y antagnica se debe a los diferen-tes intereses de patrones y obreras en el sistema productivo, que lleva a unos a perseguir el aumento de sus ganancias a costa de la rebaja de salarios y los despidos y a las otras, que salen a pelear por mejores con-diciones de vida, a la vez.

    Las obreras no se dejaron doblegar, terminando -en numerosos casos- heridas y presas: Todo el barrio se levant alarmado por el estruendo de los gases y contra ellos tambin acometi la polica. () lanzaban las bombas lacrimgenas dentro de las habitaciones. Esto dur ms o menos dos horas () Inmediatamente se pidi auxilios a la asistencia pblica concurriendo al lugar de los hechos una ambulancia del hospital Penna atendiendo a las numerosas criaturas y adultos39. Analizando estas lneas se puede observar cmo el mbito privado, domstico, se va a cruzar con el mbito pblico de la militancia y la lucha, ya que muchas de las obreras vivan en el predio de la fbrica. La discriminacin y el abuso de que fueron objeto las trabajadoras por parte de los patrones lleg hasta el seno mismo de sus casas, con inter-venciones policiales dentro de los hogares, y culminando en el desalo-jo. Los documentos muestran asombro, denuncia e indignacin por los episodios de violencia dentro de las casas, por la irrupcin de la mascu-linidad patronal en el mbito privado de las obreras, y el dao produci-do a sus hijos y sus compaeros.

    El conflicto exacerb la irrupcin de lo pblico en el mbito doms-tico. Ni nios ni adultos pueden llevar adelante su vida privada (los juegos, en este caso) sin estar expuestos e invadidos por la fbrica y el accionar de la patronal y la polica que acta a su servicio. El hogar deja ya de forma evidente de cumplir su rol ideal de espacio de refugio y contencin para ser, en sentido literal, un terreno ms de la arena de batalla. La condicin de clase de las mujeres en esta situacin hace que no puedan cumplir su rol asignado por la divisin sexual del trabajo de

    38LO, julio de 1936, ao I, N 4, p. 4.39LV, Ao XLIII, N 10.537, Buenos Aires, 19 de julio 1936, p. 4. En Un brutal atro-pello policial consumse contra los huelguistas de la casa Gratry.

    proteccin y armona, y el grupo familiar en su conjunto (en su misma integridad fsica) aparece en riesgo frente a los avances represivos de los directivos de la empresa.

    b) Las relaciones Intra-gnero/Inter-clase se dan entre personas del mismo sector genrico pero pertenecientes a distintas clases sociales. No se registra en el caso de Gratry una relacin con mujeres vincula-das a la patronal, por lo cual la relacin principal analizada fue la que se estableci entre las obreras y las vecinas, parte de la pequea burgue-sa vinculada al comercio al por menor. stas eran, en su gran mayora, amas de casa y comerciantes o familiares de comerciantes. Estas rela-ciones inmersas en principio en el mbito privado, fueron relaciones de amistad o de cercana que las mujeres entablaban entre s al compar-tir espacios asignados en la divisin sexual del trabajo: el mercado, la feria, la lavandera y los comercios. Espacio que forma parte del mbito privado, en el cual se encuentran todos los das y comparten sus expe-riencias. Estas relaciones privadas se cruzan con las del mbito pblico cuando por medio de las identificaciones de gnero, la cercana social (el pequeo comercio, por su situacin, se haya ms prximo a la situa-cin de vida de los obreros que de las patronales, si bien su lugar es intermedio) se llega a una conciencia poltica. Leemos en las fuentes que la Huelga de los Conventillos despert gran solidaridad entre los vecinos y vecinas de Nueva Pompeya y Parque Patricios, Nosotros tenamos negocio, una Toldera () Haba muchas (obreras de Gratry) que eran clientas nuestras y cuando estaban de huelga mi mam les fiaba, para que le pudieran poner zapatillas a los chicos40. Aqu se observa cmo, en ocasiones especficas, la solidaridad de gnero es muy importante y llega a oscurecer el antagonismo de clase.

    Haciendo un anlisis de las fuentes se puede afirmar que las rela-ciones que se establecieron entre estas mujeres de distintas clases y del mismo gnero fueron de solidaridad. Ello da cuenta de que las relacio-nes de gnero pueden forjar solidaridades entre personas de distintas clases sociales, cosa que no ha sido estudiada con la debida profundi-dad y forma parte de las relaciones sociales que se constituyen entre las personas. Las redes de sociabilidad de las mujeres en su comuni-dad, desarrolladas en mercados, almacenes y comercios en general y las rutinas de los quehaceres domsticos que comparten, las llevan a desa-rrollar estas solidaridades ms all de las diferencias de clase. Como nos han declarado las entrevistadas y relatan los documentos escritos,

    40Luisa Fernndez, vecina del barrio de Pompeya, en entrevista realizada en noviem-bre de 2010.

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    las comerciantes del barrio de Pompeya donaron y fiaron a las obre-ras de Gratry durante los cuatro meses que se extendi el conflicto41. Esto evidencia lazos de solidaridad muy estrechos, y muestra hasta qu punto el destino de la pequea burguesa se hallaba ligado, en este caso particular, al de la clase obrera. Esto se vincula con las particularidades del barrio, cuyos habitantes eran mayoritariamente de origen obrero, por lo cual el comercio al por menor dependa para su supervivencia de que dichos obreros tuvieran trabajo y salario dignos, y los peque-os comercios estaban muy cercanos a la situacin material de la cla-se obrera. Adems no se pueden descartar, entre los comerciantes que colaboraban sistemticamente con los huelguistas, filiaciones familia-res o partidarias con las obreras. Como se desprende de las siguientes afirmaciones, esto no significa que las diferencias de clase se desdi-bujen, sino que en determinados momentos, dada la cercana social, la solidaridad de gnero a travs de los vnculos domsticos prevalece: Los comerciantes, para que no se rompa la huelga, le daban merca-dera, que mi mam iba a juntarla, y la repartan para que la gente pudiera aguantar la huelga. Los vecinos tambin, cuando los corran, se metan en las casas y los ocultaban42.

    La sociabilidad y solidaridad que se genera entre las mujeres se da en grados ms altos cuanto ms cercanas estn en sus quehaceres domsticos, es decir, el rol que les cabe en la divisin sexual del traba-jo. Las mujeres trabajadoras y de clase media baja viven en los mismos vecindarios y se ocupan por completo de este rol. Las mujeres de la burguesa, ubicadas geogrficamente en otros barrios, lo delegaban en empleadas. Esto no significa que no se ocuparan de ello, sino que ms bien lo organizaban y delegaban. Esto hace que tengan menos contacto con otras mujeres, por ejemplo en el mercado, la lavandera, etc., que las obreras y comerciantes entre s43. Esto es, la sociabilidad comunal o vecinal se da en mayor medida cuando las mujeres pertenecen a la mis-ma clase, hacindose mayor el antagonismo cuanto ms distante sea la posicin econmica.

    c) Las relaciones Inter-gnero/Intra-clase son las que se establecen entre personas pertenecientes a distintos grupos genricos, pero de la misma clase social: las relaciones entre obreros y obreras. Este tipo de relaciones contiene cierto nivel de tensin, pero priman los vnculos de solidaridad, s bien las relaciones de poder entre hombres y mujeres,

    41Entrevista realizada a Rosa Borillo en diciembre de 2010.42dem.43Kaplan Temma, op. cit.

    siempre son asimtricas. En el mbito pblico de la huelga de las obre-ras de Gratry, si bien hubo un protagonismo rotundo de las mujeres, los hombres tuvieron igualmente una destacada participacin. Los obreros, en tanto compaeros de trabajo, y los maridos de las trabaja-doras que no trabajaban en la fbrica, brindaron una amplia solidari-dad hacia las reivindicaciones femeninas, Mi pap trabajaba en otro lado y estaba de acuerdo con lo que haca mi mam porque las injusti-cias tampoco le gustaban, lo que pasa que como el no trabajaba ah no intervena en el problema viste perola ayudaba, y mi mam se tuvo que ir inclusive un tiempo y todo, porque haba mucha persecucin44. As mismo, tambin vemos en la documentacin, las donaciones y el apoyo recibido de los trabajadores de otras industrias. De todos los mbitos de la capital nos llega la solidaridad del proletariado () La central obrera, seccionales de la Unin Ferroviaria, FOSC, los sindica-tos de Albailes, Colocadores y L. de Mosaicos, Metalrgicos, Pintores, Choferes. Han hecho pblica su solidaridad con nuestro movimiento. Daremos a continuacin una lista de los ltimos aportes recibidos por nuestro Comit de Huelga.45 Sin embargo, podemos notar dos tipos de tensiones: en el mbito privado, la lucha de la mujer implicaba la trasgresin de los roles al interior de la familia. Si la mujer luchaba, quin se haca cargo de la limpieza del hogar?

    La mujer necesitaba el permiso del hombre A mi mam mi pap la dejaba participar [de la huelga], porque mi mam tena un carc-ter fuerte, a ella no le gustaba que la pisotearan. Mi pap la dej. l le deca: mientras no te lleven presa46 Muchas mujeres no deba obtenerlo, producindose fuertes conflictos al interior de la familia, y obstaculizando la participacin femenina. Otra marcada diferencia de gnero en el mbito pblico era que los hombres, siendo minora, en general tuvieron un rol de dirigentes en el sindicato y en el conflicto, dedicndose las mujeres a las tareas de base, recolectar fondos, hacer propaganda, luchar contra las carneras, etc.: Dgase lo que se diga pero hay que constatar que las mujeres no ocupan en nuestra organiza-cin el lugar que les correspondera de acuerdo con una representacin en la industria (70%, si no ms de los obreros textiles son mujeres y jvenes). No tienen ellos ninguna participacin en la direccin del sin-dicato, ni existen comisiones encargadas de realizar una labor especial

    44Entrevista a Rosa Borillo realizada en diciembre de 2010.45LV, Ao XLIII, N 10.524, Buenos Aires, 6 de julio de 1936, p. 4. En Prosigue firme la huelga en la casa Gratry. 46Entrevista a Rosa Borillo, realizada el da 29 de diciembre de 2010.

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    entre ellos. Sin embargo, tanto los hombres como las mujeres, tienen sus propios problemas y reivindicaciones que son muchas veces desco-nocidos por nosotros. Es necesario pues aplicar con toda amplitud la democracia sindical en estos casos47. EOT est plagado de denuncias al respecto.

    Como dijimos, la mujer ocupa un papel en la militancia en la fbri-ca, mientras que los puestos en la jerarqua del sindicato parecen reser-varse a los hombres. Si bien las mujeres tenan un papel fundamental en este trabajo de base en la fbrica peleando contra el patrn, la mayor jerarqua que podan alcanzar en el sindicato era la participacin en la Comisiones Internas. Este reconocimiento por parte de Jos Freikes (dirigente de la UOT) de la situacin de la mujer en el sindicato se complementa con las denuncias permanentes de las mujeres de que sus compaeros les ponan trabas en el sindicato. Esto se ha visto tam-bin en otros anlisis de este tipo como es el caso de la mujer en el Partido Comunista48. Esto se desprende tambin de las defensas de los dirigentes de la UOT frente a esta situacin, que son indicadoras de la frecuencia con que esto deba ocurrir en la realidad: Se dice, tambin, que a las compaeras no se les da oportunidad para que cumplan con su misin dentro del sindicato; si nos detenemos en las fbricas () veremos que es ella la que desempea una misin muchas veces ms importante que la del hombre49. Haba una divisin de tares en la militancia al respecto, Lucio Bonilla, otro de los dirigentes de aquellos aos, se expresaba de la siguiente manera: () si nos detenemos en las fbricas donde trabajan en su totalidad mujeres, veremos que es ella la que desempea una misin, muchas veces ms importante que la del hombre, constituyendo sus comisiones internas, haciendo los corres-pondientes reclamos al industrial, distribuyendo la propaganda sindi-cal, etc., actividad esta que desgraciadamente, no la realizan muchos de esos que teorizan en las asambleas o en los peridicos.50 Haciendo un anlisis de estas palabras se puede afirmar que, si bien, los hombres reconocan la importancia y la necesidad de la militancia femenina, no

    47Esto deca Jos Freikes, dirigente de la UOT, en una nota titulada Sobre la acti-vizacin de los militantes en el sindicato, EOT, Ao IV, N 11, Buenos Aires, mayo de 1936, p. 1.48Valobra, Adriana: Del hogar. op. cit. 49EOT, Buenos Aires, Octubre 1936 ao V, N 12, p. 6. En Algunos puntos intere-santes sobre actividad gremial.50EOT, Buenos Aires, Octubre 1936 ao V, N 12, p. 6: Algunos puntos interesantes sobre actividad gremial por Lucio Bonilla.

    ceden su espacio de poder. Esto implica la subordinacin de las muje-res al no poder acceder a la investidura de las jerarquas sindicales.

    d) Las relaciones Intra-gnero/Intra-clase son las que se establecen entre personas del mismo gnero y de la misma clase. Estas relaciones tienen una tendencia general hacia la solidaridad y una distribucin social ms horizontal de poder, pero pueden ser tambin de compe-tencia o antagonismo cuando influye el factor ideolgico y poltico. La huelga de Gratry se caracteriz, tanto en el mbito pblico como en el privado, por relaciones de extendida y profunda solidaridad entre las trabajadoras huelguistas, que primaron sobre las relaciones antagni-cas y conflictivas entre ellas y las carneras, si bien hubo entre ellas una tensin constante, cotidiana. En este ltimo sentido, la huelga estuvo caracterizada por una lucha encarnizada de las huelguistas contra las carneras, que se encuentran dentro del mismo sector sexual y de clase. Aqu, la solidaridad de gnero y de clase se troca en antagonismo. Las carneras trasgredan su rol de clase al solidarizarse con los patrones, y esto tambin, en la experiencia de la lucha, las transforma en enemigas de gnero. Luisa Fernndez relata estos hechos de violencia: La tipa se ve que fue a trabajar y las otras mujeres la corrieron () a la mujer la trajeron arrastrando hasta ac y tuvo que venir la polica a caballo () y le gritaban! a las mujeres..s carneras le decan!, le pegaron a la pobre mujer! Eso me qued grabado. Y la polica ac, las mujeres la agarraron de los pelos, la arrastraron, () las mujeres la trajeron arrastrando hasta ac (8 cuadras) y vino la polica acaballo () eso me qued grabado.51

    Esta tensin se traslad al mbito privado ya que en muchos casos vivan todas en los conventillos, lo que deba implicar una vigilancia y alerta constante en las puertas del establecimiento para que no se inmiscuyera ningn carnero o carnera. Para las huelguistas las carne-ras trasgredan su rol de clase al solidarizarse con los patrones, y esto tambin, en la experiencia de la lucha, las transformaba en enemigas de gnero.

    Conclusiones

    Como se ha visto aqu, la conciencia de clase de la mujer trabajado-ra est vinculada a su identidad genrica. Las obreras eran conscien-tes de las diferencias que las separaban de los patrones en el nivel de

    51Luisa Fernndez, vecina del barrio de Pompeya, en entrevista realizada en noviem-bre de 2010

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    la lucha de clases, pero perciban sumado a esto la discriminacin y el abuso de gnero. Asimismo, perciban la solidaridad de clase que las una a los trabajadores varones, pero eran consientes de sus diferencias de roles y funciones en el sindicato. Esta conciencia de la discrimina-cin que sufran por parte de sus compaeros muestra que no es lo mismo ser obrera que obrero. Demuestra que la opresin de gnero, sumada al antagonismo de clase, conforma una conciencia especfi-ca de la mujer trabajadora, una conciencia de clase femenina, distin-ta y muchas veces en tensin con la identidad obrera masculina que influye en la constitucin de su identidad como mujeres, trabajadoras y militantes. Una conciencia que an no haba logrado plasmarse en un discurso emancipatorio y una denuncia clara de la opresin de gnero, pero que era no obstante percibida y padecida por las mujeres, consti-tuyndolas en tanto trabajadoras.

    Aqu se propuso como hiptesis de trabajo que las categoras de clase y gnero servan juntas -pero no separadas- para el anlisis tanto del movimiento obrero en general como de los roles sexuales, las expe-riencias e identidades en particular. Que el estudio de las relaciones de gnero deba entrelazarse al estudio de la clase. Que los roles sexuales de varones y mujeres son parte condicionante junto a las relaciones de produccin en la constitucin de su conciencia. Y estas dos experien-cias, genricas y productivas son reales, concretas y materiales. La his-toria social se debe nutrir en este sentido.

    A lo largo de la investigacin se ha puesto en juego la dimensin de gnero en la lucha de los trabajadores textiles, y esto ha permitido descubrir en la documentacin una riqueza de relaciones, de tensiones, conflictos y solidaridades, que pasan desapercibidas en los estudios tra-dicionales de movimiento obrero.

    Al mismo tiempo, esto permite desenmascarar el carcter genrico y la mirada masculina de ciertos historiadores, que han ignorado los conflictos o caracterizado de pasiva a la industria textil52. De este tra-bajo se desprende que la industria textil no es ni ms ni menos pasiva que otras industrias conformadas mayormente por mano de obra mas-culina. A mediados de la dcada del 30, los documentos dan cuenta de que la rama textil experimenta una elevada conflictividad como el res-to de las actividades industriales que han tenido un desarrollo acelera-do en la reconversin productiva de la dcada y encuentran condiciones favorables para la lucha con la recuperacin econmica (construccin,

    52Ver por ejemplo, Ceva, op. cit. Una interesante excepcin es el trabajo ya citado de Diego Ceruso sobre la organizacin sindical de base en la industria textil.

    metalurgia, madera). Sostenemos aqu que esta invisibilizacin en la historiografa de los conflictos en la industria textil se vincula con la mirada predominantemente masculinizada de la historia que ha des-plazado el foco de esta industria mayormente femenina. En la huel-ga de Gratry hay numerosos y encarnizados conflictos protagonizados fundamentalmente por mujeres.

    Pretendemos aqu por un lado hacer una contribucin al conoci-miento de los conflictos y la organizacin sindical de los trabajadores textiles. Por otro lado, teniendo en cuenta que se han oscurecido en la historia del movimiento obrero las relaciones de gnero, buscamos comenzar una serie de estudios de caso pertinentes en esta rama de la industria por medio de los cuales demostrar la importancia de entre-lazar las categoras de gnero y clase para el anlisis de la conciencia y las identidades. Asimismo se pretende enunciar una serie nueva de problemas, temas y cuestiones que se desprenden de la utilizacin de la categora analtica de gnero en los estudios de clases, y una metodolo-ga que permita desentraarlos.

    Recibido: 24/1/2011 Aceptado: 11/4/2011