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letras libros revistas
DAVID FIGUEROA
oches de pesadilla. A lo largo de nuestra vida
siempre existe algo que nos atemoriza; eso que
en ocasiones es un misterio, que se convierte
en un trauma o simplemente, un temor constante a lo des-
conocido.
La presente obra es una pequeña compilación de cuen-
tos de terror, que en alguna época, causaron furor en las
personas que los leían. Es así, como a través de siete rela-
tos muy bien escritos, el lector se adentra a todo lo que en
una época resulta –todavía hoy–, atemorizante.
Sin embargo, este libro abarca diversos estratos escalo-
friantes que remueven los rincones de la conciencia, ya sea
a través de fantasmas o espectros, de vampiros, de arañas e
insectos rastreros, de lugares inhóspitos, de seres inmorta-
les, serpientes e inclusive, amuletos con maldiciones.
El cuento denominado “La pata de mono” que sin du-
da –y coincido con Birmajer–, reúne el concepto básico de
un cuento de terror. Además, para quien no lo conoce es sin
duda alguna una excitante obra para mantenerse al filo de
la oscuridad. Ha sido tan renombrada que en algún mo-
mento fue llevado a la pantalla en la serie “Dimensión Des-
conocida” con espectacular adaptación.
Para quien goza de este tipo de historias, también
podrán deleitarse con “El invitado de Drácula”, en la que se
encontrarán las mismas características de la magna obra
de Bram Stoker. No obstante, “El hombre y la serpiente” es
otra gran historia que termina con cierta desilusión para
quien busca que el clímax de la misma se extienda y nunca
termine.
La muerte y los fantasmas asustan y persiguen a mu-
chas personas, de ahí que sus autores hayan pensado en
dos historias de miedo como son el “Relato de los extraños
sucesos de la calle Aungier” y “El fantasma”, en ambos, ex-
traños acontecimientos moran alrededor de nuestro entor-
no y en ocasiones la forma de vivir e inclusive, de morir,
marcan a las personas aún en la otra vida; los espectros
regresan para causar estupor en quienes los conocen y don-
de ellos todavía habitan.
Para quienes gustan de este tipo de historias, el cuen-
to denominado “Napoleón y el espectro”, es una opción
muy recomendable para quienes la vida de este personaje
se vuelve una afición. Recrea, entretiene y disfruta el lector
con la picaresca historia alucinatoria que se le presenta al
ex monarca francés.
Finalmente, “La historia del difunto señor Elvesham”,
es para aquellos que buscan en los personajes una cons-
tante ambición por tener una vida rápida y llena de recono-
cimiento, no necesariamente de dinero, ya que en este cuen-
to, la maldición pasa de persona a persona y se materializa
ante estas características.
Sin embargo, lo que hace interesante, escalofriante, y
une cada una de estas historias, es su contexto; la época en
que fueron creadas y cómo al día de hoy, siguen estando
vigentes al grado de no pasar de moda; el terror, el miste-
rio y lo desconocido, son y siempre serán, curiosidades que
al hombre le apasionan, le entretienen y hasta las disfruta.
Cabría destacar que estas lecturas se unen a muchas
otras que pueden encontrase en librerías de ocasión. Re-
cordar que “lo que permite a la literatura de terror seguir
viva es la de disfrutar de esa sensación del miedo sin tener
que afrontar el hecho real que lo produce…” al final, el hom-
bre le teme a lo que no conoce, lo que orilla al autor del
prólogo a subrayar que “la suma de todos los miedos es el
miedo a lo desconocido”.
Noches de Pesadilla. Marcelo Birmajer (Prólogo). Alfaguara / SerieRoja. 2006, 142 pp.
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ROBERTO BRAVO
n el Parque de la Venta (creo se llama así)
en Villahermosa, Tabasco, tras una jaula,
conocí el animal más hermoso que he
visto; su belleza hipnótica, característica de todo lo
admirable me detuvo frente a él tanto tiempo que
sentí la incomodidad del que es sorprendido con
algo a lo que no tiene derecho. Ajeno a la seduc-
ción inducida, el jaguar daba vueltas en su peque-
ño entorno sin la mirada de perseguido que mues-
tran otros animales ante testigos de su majestad y
que al sentirse acechados, se hacen activos o pasivos
de manera degradante. Más que un ente acorralado
a quien por su pulcritud y presencia debíamos con-
siderar un dios, el jaguar se mostraba reflexivo, des-
deñoso, interesado únicamente en su otredad. Ca-
minaba como los humanos; tranquilo, no interesado
en su siguiente paso sino más bien sintiéndose
solo, afrentado por el infinito circundante. Sus ojos
ardían con indiferencia hacia quienes lo mirába-
mos. No olvidaré nunca su impasibilidad como tam-
poco la elegancia de sus movimientos. Su andar
ponía en acción una red de músculos que se pro-
yectaba en el tramado de su piel. En la piel del ja-
guar no se lee el infinito, por el contrario, eviden-
cia lo desposeído de materia, la minúscula parte
del universo, eso que durante milenios el hombre
consideró “el vacío”. Aque- lla arquitectura perfec-
ta de huesos, músculos, piel y pensamiento no in-
fundaba miedo; el jaguar no inspira temor. Nues-
tros antepasados admirados por su acabado lo
debieron amar como yo, por su belleza.
El tigre en cambio (me refiero al carnicero), al
percibir el halo fétido que emana de él, su presa
cae herida de muerte: “Apenas alza el guepardo/
su cabeza de esfinge/ y ya sangra el antílope.” Este
acierto que define a uno de los miembros de esta
familia es uno de los “Haikais Tigrescos (de métri-
ca ortodoxa y no)” que Eduardo Lizalde dio a co-
nocer en Otros tigres (1995), siguiendo la apasio-
nante veta explotada en sus libros anteriores sobre
este asesino, porque el tigre a diferencia de otros
de su especie no mata sólo por hambre, semejante
a los modernos jugadores de ajedrez, desde su in-
menso poder aniquila también para conservar el
privilegio de considerarse “respetado”.
E
El tigre en el mundo
homenaje a Eduardo Lizalde (1929)
Eduardo Lizalde, poeta de villonesca trayecto-
ria, ha descrito como nadie al feroz, temido y biza-
rro tigre, para él, tal como nos lo mostró en Otros
tigres, el tigre no es sólo el carnívoro Tigris tigris,
sino es también cobarde, ladino y traicionero y nunca
será digno de confianza: “Devoran tras un árbol,
clandestinos,/ veinte tigres el enorme cuerpo del crea-
dor./ Así muerden la mano/ del que los inventó de
tal manera imbatibles,/ casi tan divinos, gloriosa-
mente tan golosos,/ para darles al fin tan ofensivo,/
escaso y mísero alimento.”
Otros tigres, contiene además poemas de Sha-
kespeare, Blake, Rilke, Valéry, Buffon Lautrémont
y Emilio Salgari, traducciones del autor y uno de
ellos tomado de una versión de Hilda Rivera. Todos
los poemas tienen como protagonista al mismo
personaje del libro. Cabe mencionar, con el riesgo
de no tomar en cuenta aquello que no pasa por el
filtro de la traducción, que los poemas de los auto-
res citados carecen de la fuerza expresiva que ca-
racteriza a la poesía de Lizalde, sobre todo la que
alude a esta bestia.
La poesía mexicana debe a Eduardo Lizalde li-
bros de incuestionable calidad que la han enrique-
cido, de entre ellos sobresale como uno de sus
ejemplares perfectos. El tigre en la casa (1970); en
él se percibe esa atmósfera de opresión, temor y
peligro que se vivió durante los años aciagos que
siguieron y precedieron a 1968, y el desamor, el
odio y la impotencia que dejó aquella locura de creer
que las cosas podían hacerse porque eran raciona-
les y perseguían propósitos bondadosos.
El mejor homenaje para un escritor, como to-
dos sabemos, es leer o volver a leer los libros que
hizo. México es un territorio donde la poesía ha
visto a varios de sus mejores representantes en el
mundo, de entre ese puñado destaca, de manera
señera, el nombre de Eduardo Lizalde, una de las vo-
ces más originales y vigorosas de la literatura mexi-
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odo el público se encuentra bien acomo-
dado en las butacas, con expectativa espe-
ran a que el concierto inicie. Piensan en
qué es lo que se encuentra detrás del telón. “Pri-
mera llamada”... “Segunda llamada”... “El teatro les
da la más cordial bienvenida y suplica a todos sus
asistentes apaguen sus celulares que el concierto
está por comenzar” “Ésta es la tercera llamada, terce-
ra llamada, comenzamos”. (Corre telón) Una luz
cenital ilumina al sonriente pequeño niñoángelde-
monio quien está de pie, frente al público jugando
con dos esferas de plata entre el follaje selvático. La
exhuberancia y calidez del paisaje contrasta con el
azul de sus ojos, del cielo y de las iguanas. Los pla-
tanares rodean la escena, olor a cacao y maíz, a
Chorote y tamalitos de Pitiquín. A lo lejos se escucha
una marimba y los pijijes, comenzará pronto “La
pintadera”. Silencio. Silencio.
Morten Keller
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Primer movimiento
De la fosa del teatro comienza a salir de menos a
más el sonido de las cuerdas, y un solo de clarinete
absolutamente melancólico. La intención estriba en
conservar cada voz, la singularidad, la esencia de la
totalidad. Silencio. Silencio. Sshhhhhhhhh. Silencio.
El niño, abre sus manos hacia el horizonte. Se levan-
ta el ciclorama, vemos al coro y comienza a entonar
la majestuosa melodía... Silencio. Una a una apare-
cen las voces que van derramando luz y aliento a los
espectadores, quienes con azoro miran el teatro, al
niño y la escenografía. Todo remite al resquicio pri-
migenio, nos cuestiona, ¿qué sentido tiene este con-
cierto? Si afuera, en el mundo, casi todo se encuentra
en riesgo de extinción, pero el arte, de los miembros
del clan de locos es el eterno asidero. Y el poeta se
empeña pese a todo a registrar el proceso creativo
que a través del tiempo ha servido a los artistas para
encontrar el sentido de la existencia. La voz del poe-
ta, es circular y remite al origen y se pregunta y pre-
gunta: ¿Cuál es el sentido de la urdimbre de la que
pende la creatividad? Silencio. Silencio y el silencio
es música de esferas para trascender al tiempo y a
las fronteras, son dos de las preocupaciones que ata-
ñen a los mortales.
Segundo movimiento
Concierto para varias voces y un intérprete de
Dionicio Morales, publicado por la UAM–Xochimilco
en 2008, es un enorme deleite para los hurgadores
de universos singulares, es la monumental agrupa-
ción de diversas voces vinculadas a la Literatura, las
Artes plásticas y el Teatro de nuestro país. Desde el
título el poeta establece un juego, será el mismo
Dionicio quien interpreta esta diversidad o es la di-
versidad su comparsa. Los diálogos que entabla con
sus interlocutores, revelan aspectos poco conocidos
de cada uno de ellos y por lo mismo, son una herra-
mienta excelente para los que se dedican a la docen-
cia, ya que Dionicio Morales, ofrece en esta aventura
periodística la posibilidad de acercarse a determina-
dos personajes y universos. Es bien sabido que lo
importante de un artista es su obra, misma que siem-
pre estará sujeta a interpretaciones, que los críticos
–harán valiéndose de diversas técnicas o métodos–,
pero la vida privada de los artistas siempre ha des-
atado parte de esta crítica, ya que hay artistas que
vinculan su obra a su modo de vivir. El ojo morboso
de los historiadores y de los especialistas en la ma-
teria, se ve regodeado cuando encuentra en esa pri-
vacidad elementos que puedan sustentar la perso-
nalísima interpretación de la obra. Pero cuando el
entrevistador y me refiero al intérprete es también
un creador, su búsqueda irá irremediablemente a
profundidades vinculadas con el acervo del entrevis-
tado y tal es el caso de Dionicio Morales. Como él
mismo lo señala en la nota que da inicio al libro, co-
menzó a hacer periodismo cultural desde muy joven,
y nada más ni nada menos que bajo la dirección de
Luis Spota. En Concierto para varias voces y un intér-
prete, es posible mirar a través de los ojos marinos
del poeta Dionicio Morales, las particularidades de
cada uno de los artistas en cuestión, en donde a
veces es notoria la afinidad y en otras hasta discre-
pancia estética. La inteligencia de las preguntas que
hace el poeta, abre ventanas al lector, ofreciendo
una nueva apreciación de la obra de cada creador.
Dionicio Morales, conoce a sus víctimas y por lo
mismo, sa- be cómo obligarlas a no mentir, a desnu-
darse ante el interrogatorio que él ejecuta en el tête
a tête sin problema alguno. Conoce la obra e intuye
el proceso al que se somete cada artista.
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Tercer movimiento
Dionicio Morales propone un viaje por el territorio
de la creación y por momentos logra confesiones
que obligan a releer o revisar de nuevo a cada artis-
ta abordado. Concierto para varias voces y un intér-
prete es el desarrollo del punto de vista del poeta
Dionicio Morales a partir de su propio acervo; es el
contrapunteo, sincopado lleno de vitalidad y actitud
amorosa hacia el quehacer artístico. Canta Don Alí
Chumacero a quien he leído y admirado desde hace
muchos años y quien dice: “En efecto mi poesía está
plagada de frases de la Biblia, incluso algunas roba-
das, transcritas, nada más las saco de la Biblia y las
pongo en mi poesía. Como nadie lee la Biblia pues
nadie se da cuenta” Carajo, fue una gran desilusión
y ni modo me topé sin remedio ante la impostura en
la Literatura y nótese, no ante el reciclaje Borgiano.
En este Concierto para varias voces y un intérprete,
también canta el Maestro Edmundo Valadés y descu-
brí a un escritor muy distinto al que he leído y con
quien en determinado momento pude tallerear mis
textos. Quien se mostró muy escueto en sus res-
puestas a Dionicio e incluso fue absolutamente ma-
mónico. Una de las partes que más disfruté fue la
participación del Maestro René Avilés Fabila, en don-
de el diálogo se establece a partir de un mismo códi-
go que supongo ha hecho entre Dionicio y RAF una
entrañable amistad. Con Joaquín Armando Chacón,
se dio vuelo el poeta, ya que nos mostró a la clarivi-
dencia del narrador, quien muestra al lector con
gran precisión –muy a lo Vila-Matas –, muchos recur-
sos para lograr una narrativa de buen nivel. Otros
compases adorables son los de nuestro legendario
fotógrafo, Héctor García, quien se abre en canal y
nos deja ver todo su proceso creativo, su vida, sus
orígenes. Recomiendo también atender la de Sergio
Magaña, que nos lleva hasta su departamento en la
Santa Veracruz, sitio de grandes aquelarres en don-
de se bebía más de lo que se disertaba. Ay, Sergio,
“La pobreza física tiene remedio, mientras que la
miseria, que es moral, parece casi una herencia ge-
nética” Y en la parte final de la entrevista Sergio hace
un monólogo que cala, cala muy hondo. Y lo recor-
dé no sólo en la Santa Veracruz sino cuando una vez
comía en mi casa, se sorprendió con el nombre que
yo le había puesto a mi perra, Azul se llamaba y nos
preguntó que si estábamos de acuerdo en que utili-
zara el nombre para un personaje de Los motivos
del lobo.
Damián Andrade
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En pocas palabras, Concierto para varias voces y
un intérprete, me remitió a mi infancia, ya que mis
padres fueron amigos de varios de los creadores
entrevistados, a un tiempo insondable en donde las
capacidades intelectuales y artísticas eran conside-
radas más valiosas que el poder adquisitivo. Recuerdo
que estudié en CADAC, con el maestro Héctor Azar
y pude a partir de la lectura del libro, revivir tiempos
lejanos, que casi ya no recordaba. Algunos de los ar-
tistas ya no están entre nosotros, como el Maestro
Víctor Hugo Rascón Banda, quien siempre se mostró
amistoso conmigo e incluso cuando decidí venir a
vivir a Cuernavaca, me recomendó que fuera a la es-
cuela de escritores donde seguramente podría cola-
borar, ufffffff, tuvo que morir y también cantar las
chicharras durante varios años para que eso su-
cediera. En fin, que descansen en paz los muer-
tos, mientras los vivos seguimos buscando, total,
siempre quedará la obra, como registro de vida, de
la misma manera que la partitura de este Concier-
to de Dionicio Morales, servirá para que no olvi-
demos que la disciplina es más grande que la voca-
ción y que hemos gozado del atisbo de artistas que
lo han dado todo por su obra. El concierto, termi-
na, el público abandona la sala, pero la música, la
de las esferas del niño, hermoso hombreángelde-
monio de Cunduacán, reverbera circular, circular,
circular.
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CARMEN DE LA FUENTE
o sonría usted. Le aseguro que no le voy a dar
información acerca de las muchas féminas que
aparecen como protagonistas de los amores rea-
les o ficticios de que se ufana en sus relatos, el escritor Re-
né Avilés Fabila.
Esta faceta frívola del autor de La canción de Odette, se
las dejo de tarea a los seguidores de Freud para que averi-
güen cómo detrás de tanta concupiscencia existe un amor
leal y verdadero, con mucho de maternal, que ha dado sen-
tido a la vida y servido de brújula al hombre, quien según
sus páginas autobiográficas, fuera un niño triste y ham-
briento de ternura.
Tal vez por ello mismo se convirtió en portavoz de la
libertad y la justicia; defensor de causas legítimas.
Prolífico escritor: ensayo, cuento, novela; es además
catedrático y conferencista; disciplinas estas últimas, que
realiza en distintos foros.
Él dice lo que piensa, sin ningún tapujo, derribando
ídolos, marchando a contracorriente. Enemigo de la servi-
dumbre y del endiosamiento, es de los raros que señalan
los errores y la corrupción dentro de las instituciones en-
cargadas de la difusión de las artes.
Y como se diera cuenta de que un esfuerzo solitario no
basta para educar a un pueblo, creó El Búho revista magní-
fica; misma que habiendo sido parte central del suplemen-
to cultural del antiguo Excélsior, cobró independencia y
autonomía desde hace diez años.
En El Búho colaboramos permanente o eventualmen-
te, un puñado de escritores, cada uno con sus propias te-
máticas y estilo.
No hay una línea impuesta por la jefatura de redacción;
tampoco censura. Acaso amistad y simpatía entre conoci-
dos; pero tácitamente algo nos unifica: una tendencia hacia
la izquierda y un pensamiento crítico.
Por esta causa me he adherido a El Búho y me precio
de leer habitualmente a mis colegas, hallando placentera la
lectura de entrevistas, crónicas, reseñas informantes de ar-
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Cruzitos
y sus mujeresRené Avilés Fabila
tes plásticas, música y literatura; mas debo confesar que
me deleito con mayor fruición al valorar los ensayos analí-
ticos de la política.
¡Cuánto sarcasmo e ironía! ¡Qué derroche metafórico
para hacer digerible la nefasta realidad que nos rodea!
Mas vayamos al meollo del asunto: ¿Qué significa René
en el mundo de las letras, especialmente femeninas?
Una visión contemporánea que se traduce en el respeto
a la mujer creadora. Y en situaciones extremas, su defensa.
Allí está, como un hecho contundente, el de Elena Ga-
rro. Exiliada ésta en Francia con su hija Helena, sobrevivía
en la miseria, cosa que no parecía importarles a su exmari-
do, el poeta Octavio Paz y a los representantes responsables
de la difusión de las artes.
René Avilés Fabila tomó el asunto en sus manos y se
dedicó en cuerpo y alma a rescatar a estas dos mujeres
logrando su retorno a la patria.
Fue una lucha apasionada por la dignidad; acompaña-
da por el vehemente discurso del estratega, quién declaró
que Elena Garro, por ser la narradora y dramaturga más ori-
ginal del país, merecía un lugar prominente en la historia de
la literatura mexicana.
Haciendo un paréntesis, diré que esta conducta quijo-
tesca del novelista se repite en el transcurso de su vida. Sé
que varios creadores de indiscutible valía se han visto pos-
tergados, debido a su enconada disidencia; a todos ellos
ha tendido la mano el amigo, sin temor a represalias.
Estos valores, someramente esbozados, se reflejan en
la constitución de El Búho cuyos antecedentes son los si-
guientes: en su época los analfabetas y tendenciosos go-
biernos neoliberales y panistas, clausuraron diarios y revistas
en los que se detectaba un aire de libertad: El nacional, El
Día, Unomásuno, El ciudadano para no citar sino una parte
de ellos.
¿Se ha muerto entonces la cultura en forma de expre-
sión escrita?
No del todo porque existen en la ciudad de México y en
la provincia, publicaciones que honran a sus editores; al
arriesgar estos su patrimonio personal en bien de la infor-
mación.
De cualquier manera la independencia de estos perió-
dicos o revistas; no se encuentra a salvo; siempre hay una
corriente política o religiosa que pretende influir en su con-
tenido.
Expuestos estos problemas se concluye que El Búho,
por no sujetarse a ningún dogmatismo, se erige como una
verdadera tribuna democrática.
Y aquí, en su parnaso, con la Dra. Rosario Casco Mon-
toya en la subdirección, nos hemos albergado muchas
escritoras de diversas edades y capacidad, la mayor parte
con grado académico o provenientes de la SOGEM.
Quisiera ser más explícita; pero ante la falta de una
total información considero imposible trazar tan siquiera
un esbozo de su personalidad; por lo que me limito a expo-
ner una porción mínima de sus contribuciones.
Empiezo por la maestra Elsa Cano y Silvia Fong, versa-
das en la creación de autores nacionales y extranjeros; (sobre
todo novela); Eve Gil, prácticamente formada dentro de El
Búho e interesada principalmente en la vida de mujeres nota-
bles; Martha Bátiz, de ilustres progenitores, que cabalga en-
tre dos mundos: el anglosajón y el hispanoamericano; Mar-
tha Chapa, quien de vez en vez cambia los pinceles por la
pluma para señalar los errores de la cultura urbana; Silvia
Pratt precisa narradora y por cuyas traducciones conocemos
la poesía canadiense; Luz García Martínez, encomiable por
su labor en torno a las artes plásticas
Y como corolario de esta enumeración, los nombres de
Betty Zanolli Fabila y María Teresa Castrillón, distinguidas
profesionales de la música, por quienes conocemos el glo-
rioso pasado y las desventuras presentes del ámbito a que
pertenecen.
Finalmente, después de haber hecho recuento, de lo
que podríamos llamar vanguardia femenina en El Búho, que-
damos quienes por razones de experiencia y longevidad,
hemos recibido del joven escritor, laudanzas y reconoci-
miento.
René Avilés Fabila en primer lugar nos ha leído. Esto
quiere decir que carece de ínfulas y la soberbia de otros
escritores endiosados por Conaculta.
Segundo: ha participado, con la juvenil alegría que
lo caracteriza, en aquellos foros donde se han presentado
nuestras obras.
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Tercero: ha hecho un análisis sincero de nuestra pro-
ducción, expresándolo sin ambages, no importándole el jui-
cio de sus contemporáneos.
Anoto en este renglón de la magnanimidad, el home-
naje rendido a la poetisa –ya fallecida– Griselda Álvarez,
quien por desgracia para sus lectores, cambió por los oro-
peles de la política, su excelencia poética.
A María Luisa (la China) Mendoza fecunda novelista,
innovadora del idioma, a través de neologismos semánticos
y sintácticos; largo tiempo afamada como reportera y últi-
mamente evocadora de memorables páginas, del México
tradicional y sus personajes más significativos.
A Marcela del Río, quizá la más desengañada de la plé-
yade: mujer con una cultura extraordinaria; poeta y drama-
turga de altos vuelos; por azares del destino, alejada duran-
te un tiempo de su país y catedrática en Universidades de
Norteamérica. Ella nos remite a un pasado de extrañas con-
tradicciones, de experiencias artísticas invaluables; todo
ello mezclado hasta culminar en un legítimo deseo de apar-
tamiento y soledad creadora.
Para Marcela del Río mi solidaridad y afecto.
¿Y qué más? ¿Qué puede decir Carmen de la Fuente,
nonagenaria, a punto de entregar la estafeta que le han con-
fiado los dioses? Que no quiere abandonar este planeta sin
expresar a seres, como René Avilés Fabila y Rosario su agra-
decimiento por sus esfuerzos para dignificar la vida y hacer-
nos de ello partícipes a sus amigos.
Por un México más libre y democrático.
Mauricio Vega
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ELSA CANO
rturo Pérez Reverte nació en Cartagena (Múrcia,
España) que es el principal puerto militar de
ese país, en 1951. Es autor de exitosas novelas
como El maestro de esgrima, El club Dumas, Territorio Co-
manche, La Carta esférica, La Reina del Sur, etc. y de la serie
histórica Las aventuras del capitán Alatriste. Para la pre-
sentación y promoción de sus libros ha visitado nuestro
país en varias ocasiones.
La piel del tambor es una novela de misterio y de sus-
penso, pero “sui generis”. El título de la misma es una me-
táfora para señalar a los curas viejos y pobres (como tam-
bores con piel vieja y gastada) sobre los que aún redobla la
gloria de Dios.
Un pirata informático se infiltra en el Vaticano, concre-
tamente en el ordenador personal del papa, este hacker
avisa que en la ciudad de Sevilla existe una iglesia del siglo
XVII, que para poder sobrevivir, mata personas, y lo hace
para defenderse porque está olvidada del papa y de los
seglares.
Así las cosas el Vaticano envía al sacerdote Lorenzo
Quart, personaje central del libro, para que realice todo
tipo de investigaciones sobre este asunto.
La iglesia en cuestión es “Nuestra señora de las lágri-
mas” y está en el barrio de Santa Cruz. Tanto el párroco
como el vicario son sospechosos de ser el hacker. Y los ase-
sinados son: El arquitecto Peñuelas que remodelaba la igle-
sia barroca; y un clérigo, el padre Urbizo.
Ya instalado en Sevilla Quart descubre que la situación
de los asesinatos y la perseverancia del edificio barroco es-
tán ligadas a personajes muy diferentes de los que Quart
esperaba encontrar.
Pérez Reverte hace un espacio y lleva al lector muchos
atrás, para que conozca la infancia del padre Quart. La
narración de la espera inútil de su padre quien murió
ahogado es una mezcla de realismo y romanticismo casi
poética. Es un cuadro de pescadores unidos por el do-
lor, de pie, sin perder la esperanza de ver al náufrago de
regreso.
A partir de este momento la novela se divide en 2 par-
tes, pero las narraciones son simultáneas. Por un lado co-
nocemos a 3 pintorescos maleantes: La niña puñales, el
portero de mantelete y el cubano Don Ibrahim. Los 3 sale-
rosos bribones han sido contratados para matar tanto a
Quart, como al sacerdote en turno de la mencionada igle-
sia; y por otra parte, paso a paso, la investigación de Quart
reporta sus avances.
La situación se aclara de la siguiente manera: El arzo-
bispo de Sevilla Aquilino Corvo está liado con Pencho Ga-
vira y sus secuaces para vender por millones de dólares el
terreno donde está la famosa iglesia. De ahí surgen todas
las acciones turbias, para poder tener pretextos y derribarla,
olvidando los tesoros barrocos.
Primero Pérez Reverte lo hizo con el padre Lorenzo
Quart, pero después lo hace con el resto de los personajes:
Primero actúan en el presente, pero líneas adelante nos
describe su pasado, o su infancia, para que el lector tenga
un panorama completo y pueda si no justificar, por lo
menos entender la forma de ser de cada uno. Así lo hace
con Macarena Bruner, Cruz Bruner, el padre Ferro, el cura
Óscar, Peregil, Bonafé, etcétera.
A
La piel del tamborde Arturo Pérez Reverte
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Cabe señalar que un personaje muy especial de este
libro es la ciudad de Sevilla, con sus barrios como el de
Santa Cruz y el de Triana, con sus casas blancas, con las
ventanas llenas de flores, con la torre del oro y con la giral-
da, con su arte barroco. Sevilla da el ambiente al suspenso
y a la acción, es el testigo mudo de todo lo que sucede pero
también su belleza propicia la historia de amor entre Ma-
carena y Lorenzo Quart. Que de alguna manera se conecta
con la historia de amor de Carlota Bruner y el capitán Xaloc
porque ambas tienen desenlace trágico.
La atracción física que ejerce una mujer en un sacer-
dote es un tema harto manido, pero en la Piel del tambor
está abordado de una forma muy diferente.
Todo sucede en verano, el intenso calor, sofoca a todos
los personajes y esto, de alguna manera, recuerda El ex-
tranjero de Albert Camus.
La mejor parte de este libro se refiere a las conversa-
ciones entre religiosos sobre las eternas dudas en torno a la
existencia de Dios. Son confrontadas y analizadas entre
Ferro y Quart. Es decir la tradición frente a la modernidad.
Aparece un muerto más: El periodista Bonafé pero Quart
después de su historia de amor, se conforma con una
investigación un tanto superficial y decide regresar al
Vaticano.
Finalmente se descubre la identidad del pirata informá-
tico y el lector queda sorprendido, pasmado; también es
revelado quién es el autor de los crímenes.
Aunque la prosa de Pérez Reverte es intachable y la
construcción de la ficción es correcta y limpia, el corpus del
misterio pudo ser expresado en un número mucho menor
de páginas. La novela tiene 589 páginas y fue editada por Al-
faguara en 1995. La reimpresión es de 2008.
Juan Román del Prado
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Una Biblia para todos
Las páginas de El Evangelio según Re-
né Avilés Fabila nos regalan lo mejor
del estilo de su autor, esa prosa que
juega con la fantasía valiéndose de
los símbolos de la mitología universal,
para desnudar al ser humano y, con
precisión y economía de lenguaje, dar
cuenta de lo grandioso y ridículo de la
existencia. En 71 textos breves, Avilés
Fabila desacraliza los temas polémicos
de la historia de la humanidad. Nos lle-
va de la mano por lo más sagrado del
Libro Sagrado: el sexo practicado por
nonagenarios, la promiscuidad, la lu-
juria, el erotismo, el vicio de poder y
las acciones sanguinarias que entroni-
zan a los gobernantes en las guerras
por el poder. Se burla de los excesos de
los líderes más emblemáticos, des-
de David hasta la injusta llegada al tro-
no del justo Salomón
Con las herramientas del perio-
dismo, presenta una crónica de la pa-
sión y muerte de Jesucristo. En el re-
paso al Viejo y el Nuevo Testamento, el
texto más extenso es el dedicado a Ma-
ría, proclamada La Virgen, y a la vez la
marginada de la historia. Lucifer apa-
rece como el contrapunto de un Dios
aburrido, a quien su condición de mo-
narca absolutista le priva del sexo y de
la convivencia familiar. Es “el gran so-
litario”. El Cielo, el Purgatorio, el Limbo
y el Infierno pasan por la pluma de Avi-
lés Fabila en el recuento irreverente de
“una religión amenazante y llena de
espanto”.
Desde la trinchera del ateísmo, el
autor muestra con ironía los sinsenti-
dos de la Biblia, para derribar las má-
ximas del catolicismo y ofrecer “una
Biblia más divertida y humana, en cu-
P A T R I C I A Z A M A
Aída Emart
yas páginas los milagros, las visiones y
las profecías tengan un sentido y haya
menos salvajismo y sangre”.
El Evangelio según René Avilés Fa-
bila, que aparece con el sello editorial
de La Mosca Muerta, sigue una tradi-
ción literaria siempre vigente, que es
la de repensar, derribar y reconstruir
los grandes mitos.
Los premiados
El poeta nicaragüense Ernesto Carde-
nal recibió el Premio Iberoamericano
Pablo Neruda de Poesía, de manos de
la presidenta chilena Michelle Bache-
llet. Desde el centenario del nacimien-
to del Nobel Pablo Neruda, en el 2004,
el gobierno entrega ese galardón.
Gerardo de la Torre (71 años) ga-
nó con su novela Nieve sobre Oaxaca
el Premio de Novela Corta Rosario Cas-
tellanos 2009, que publicará Cone-
culta-Chiapas. A propósito declaró: “Hay
un personaje que sueña con una ne-
vada en Oaxaca. Ése es el centro de
la novela. Incidentalmente hay algu-
nos asesinatos en cuya investigación
participa el personaje, un profesor
jubilado”.
Jorge Volpi (41 años) obtuvo el
premio José Donoso que entrega la
Universidad de Chile por trayectoria y
que consiste en un diploma, una me-
dalla y 20 mil dólares, después de ga-
nar hace tres meses el Premio Debate-
Casa América con su libro de ensayos
El insomnio de Bolívar.
Hernán Becerra Pino obtuvo el
premio de poesía “Ydalio Huerta Es-
calante”, que otorga el municipio de
Palenque, Chiapas. Los costarricenses
Herminia Alemany Valdez y Edgardo
Nie- ves Mieles y el chiapaneco
Antonio Du- rán Ruiz formaron parte
del jurado.
Por amor
Ray Bradbury escribe “por amor” y
aconseja: “ama lo que escribas y escri-
be lo que amas”. Considera que los
libros electrónicos no son libros, por-
que “los libros tienen dos olores: el
olor a nuevo, que es bueno, y el olor a
libro usado que es todavía mejor […]
No creo que las bibliotecas estén ob-
soletas y no permitiré que acaben con
ellas, así me tenga que poner en medio
para evitarlo”. Ahora, a sus 89 años de
edad, le dicta a su hija que vive en Ari-
zona y luego ella le envía por fax el
texto para su corrección. El actor Mel
Gibson le compró los derechos de su
novela Fahrenheit 451 en quinientos
mil dólares, para filmar una segunda
versión, y no ha hecho nada. “¡Qué
estúpido es eso!…”, comentó. “Es un
gran actor que ha hecho grandes pelí-
culas, pero hasta ahora todos los guio-
nes que he leído son una mierda.” En
entrevista con Rocío Ayuso para “Ba-
belia” de El País, dijo que ya escribió
nueve de las 29 historias de su próxi-
mo libro, que saldrá en la primavera
del 2010.
Policiacas dentro y fuera de Gijón
En la novela Cinco balas para Manuel
Acuña (Alfaguara), César Güemes des-
miente la versión oficial de que el
poeta que escribió “Nocturno a Ro-
sario” no se suicidó envenenado con
cianuro a los 24 años, sino que lo ma-
taron… “Antes el malo siempre iba a
prisión, como en Agatha Christie”, de-
claró la escritora de novela negra
Donna León (Nueva Jersey, 1942). “Hoy
sin embargo a menudo el malo es
descubierto aunque no castigado. Los
grandes no van a la cárcel, los peque-
ños sí”. Acaba de publicar La otra cara
de la verdad... Habla la francesa Fred
Vargas (57 años), que asistió a la Se-
mana Negra, en Gijón, España: “No es
por provocación, pero me agrada ha-
cer novelas leídas por todas las ca-
tegorías sociales, fáciles de leer. Me
gusta que mis novelas sean popula-
res…” Publicará Un lugar incierto
(Siruela).
Vacuna contra el examen de matemáticas
El escritor holandés Cess Nooteboom
(76 años), que ha recorrido 40 países,
declaró que un verdadero viajero debe
llegar a una terminal, tomar cualquier
autobús y dejarse llevar. “Así habrá
aventuras, cosas feas, cosas bellas, gen-
te interesante, gente aburrida. Nunca
se sabe. Y si puede aprender el idioma
antes de viajar mucho mejor y en-
tonces el mundo sí que será grande y
diferente”. Los viajes salen de la cu-
riosidad “de ver cómo viven los otros”.
Cess Nooteboom empezó a viajar a los
17 años sin terminar la escuela, pero
aprendió griego y latín y tres idiomas.
Cuando la Universidad Católica de Bru-
selas le dio el “honoris causa”, a los
66, dejó de tener pesadillas con el exa-
men de matemáticas. Lo entrevistaron
para el suplemento “Babelia” de El País
a propósito de su nuevo libro Lluvia
roja (Siruela).
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Novedades en la mesita
Engaño, de Philip Roth (Seix Barral);
El museo de la inocencia, de Orhan
Pamuk (Mondadori), y El símbolo per-
dido, de Dan Brown (Planeta)… El es-
critor norteamericano Thomas Pyn-
chon (72 años) desconcertó a sus
seguidores al publicar una novela,
Vicio innato, la historia de un detective
jipi, argumento lineal y claro, en cuyas
páginas abundan el sexo, las drogas y
el rock.
Los próximos libros
Gabriel García Márquez. Una vida, del
inglés Gerald Martin, publicado en
Nueva York en el 2009 y en Inglaterra
en el 2008, tenía dos mil páginas des-
pués de 17 años de investigaciones. Su
autor la redujo a 642 páginas. Apa-
recerá en español en octubre… La
próxima novela de Antonio Muñoz
Molina, La noche de los tiempos (Seix
Barral), sobre el exilio español, llega-
rá en noviembre a las librerías mexi-
canas.
Los más vendidos
“No tengo nada que decir sobre el
hecho de que Obama apoye mi trabajo
salvo que estoy encantado”, declaró
Joseph O’Neill (Irlanda, 1964). El pres-
idente de EE.UU. recomendó la novela
Netherland (El Aleph) y desde hace dos
meses está en la lista de las más ven-
didas.
Stieg Larsson (1954-2004) era un
periodista y escritor sueco empeñado
en escribir tres novelas negras que
podrían ser cuatro, en un tiempo ré-
cord. Para ello bebía grandes cantida-
des de café y fumaba cigarrillo tras
cigarrillo. Cuando regresaba de con-
tratar el primer título, Los hombres
que no amaban a las mujeres, tuvo que
subir a su oficina por las escaleras
to. Le dio un infarto y murió. Ese pri-
mer tomo de la serie, llamada Mile-
nium, ha vendido 3.5 millones de
ejemplares en 40 ediciones. En no-
viembre del 2008 salió el segundo, La
chica que soñaba con un cerillo y un
galón de gasolina y el tercero, La reina
en el palacio de las corrientes de aire,
en junio. Según informó la editora de
Planeta, Silvia Sesé, podría haber un
cuarto volumen terminado en 60 por
ciento.
Perla Estrada
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onozco a Roberto Bañuelas mucho antes de co-
nocerlo. Me explico. Lo conocí personalmente
como escritor, hace muchos años, cuando exis-
tía el suplemento cultural El Búho, en la casa Excélsior. Fue
el dibujante Luis de la Torre quien nos presentó. Esto es, ya
lo leía, pero no sólo es escritor y artista plástico de recono-
cida calidad y amplia trayectoria reflejada en exposiciones
y en libros, novelas y cuentos, sino un cantante de talla
internacional, un barítono que encontró más en Europa de
lo que ha hallado en México. Lo curioso es que nuestra
amistad entrañable me ha llevado a presentarlo como pin-
tor y como escritor, hasta he sido su editor y comentarista.
Lo he escuchado cantar y suelo poner discos con obras
suyas o de cualquier otro gran compositor. De vez en vez
nos reunimos con amigos comunes como María Teresa
Castrillón, Luis Herrera de la Fuente, su maravillosa espo-
sa, Victoria, y Hortensia, la hermosa y admirable soprano que
está casada con mi amigo Roberto. Debo añadir que entre
los muchos homenajes que recibió por su larga y nota-
ble carrera, me correspondió participar: las fundaciones
Sebastián y la que lleva mi nombre, hicimos un reconoci-
miento de tres días: en el primero lo estudiamos como es-
critor, como literato, en el segundo, en tanto autor y en
medio de una muestra suya en la galería del citado Sebas-
tián, al final, fue reconocido como músico, como cantante
y compositor.
Sé de pintores que escriben y de escritores que pintan,
¿pero dónde están aquellos que como Roberto Bañuelas
C
hacen todo esto y todavía se las arregla para ser un notable
maestro de canto? No lo sé, me parece un hombre escapa-
do del Renacimiento y que en la huida pasó a Chihuahua,
precisamente por Camargo y luego de ir y venir a Europa, se
quedó entre nosotros los capitalinos para mostrarnos sus
muchas habilidades y talentos.
Sobre Roberto Bañuelas hay mucho escrito, no lo sufi-
ciente, pero hay modo de comprobar fácilmente su talento
en todas las tareas que ha ejercido. Cito, por ejemplo, un
libro interesante, agudo, de Federico Corral Vallejo, Ro-
RENÉ AVILÉS FABILA
Roberto Bañuelas
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¿De cuál Roberto Bañuelas hablamos?Ah, tendré que consultar
el Diccionario del cantantedel propio Roberto Bañuelas
berto Bañuelas: el poeta tal como es y aunque se centra en
la poesía, en la primera parte habla del inmenso cantante
que es.
Ahora Roberto ha añadido un título más a su extensa
bibliografía, ha publicado el Diccionario del cantante. Es
una obra extraordinaria, didáctica, que sin duda será de una
gran ayuda para los cantantes que arrancan y para todos
aquellos que amamos la música sin necesariamente cantar
o tocar algún instrumento. Es decir, para los melómanos. Es
una obra que me atrevo a calificar de monumental. El maes-
tro Bañuelas trabajó arduamente en su confección: desde la
portada nos dicen los editores que tiene más de 600 térmi-
nos y sus respectivas traducciones al francés, italiano, in-
glés y alemán, idiomas que bien conoce, a profundidad, y
no porque simplemente haya memorizado óperas, coros o
cantatas, sino porque es un hombre de intenso rigor, ena-
morado de su trabajo estético y, por qué no, también de
la vida.
El libro me ha sorprendido o mejor dicho, me ha con-
firmado su profundo conocimiento del manejo de la voz, de
la forma en que los cantantes deben trabajarla para llegar a
ser no sólo dueños de una bella voz sino intérpretes perfec-
tos. En alguna parte he escrito que no hay mejor instru-
mento musical que la voz humana. Lo digo a pesar de mi
respeto por instrumentos como el piano, el violín o la trom-
peta. Escuchar una bella voz de soprano, de tenor, de bajo
o de contralto, bien educada, es francamente ingresar en el
reino de los cielos. Pienso que si Dios hubiera podido elegir
alguna profesión musical sería la de cantante de ópera. Por
ello es el coro el que mejor se dirige a él en multitud de
obras clásicas, misas, réquiems, glorias o lo que se escoja
para glorificar la creación.
Desde el prólogo, agudo e inteligente, bellamente es-
crito con la prosa de un literato, Roberto Bañuelas nos
explica que la voz debe ser educada con rigor y mucho cui-
dado, de lo contrario los riesgos son muchos. Sabe de las
horas que se deben pasar antes de conseguir todo el poten-
cial de una buena voz, la manera de respirar, de frasear, de
la entonación y de la misma actuación. Con la seguridad
de quien ha cantado de modo soberbio en América y en
Europa y ahora enseña del mismo modo a sus alumnos,
explica la belleza del trabajo artístico que lleva a cabo el
actor-cantante. El libro es el resultado de muchos años de
cantar, de estudiar cuidadosamente a los grandes autores y
a sus mejores intérpretes, de compartir el escenario con
algunas de las voces más privilegiadas del mundo. Un
soberbio historial que incluye cientos y cientos de repre-
sentaciones operísticas, de recitales.
Pero hechas las advertencias, Roberto Bañuelas nos
introduce en un mundo educativo que nos permite saber
qué significa cada término relacionado con el canto. El
diccionario que nos ocupa es la obra de un cantante, no de
un crítico que escuchó las grandes arias desde la platea,
sino quien de cara al público cantó emocionado a Bizzet, a
Mozart o a Wagner. Es, pues, la suma de todas sus expe-
riencias, de sus muchas lecturas, de sus reflexiones, de su
práctica como maestro. No es, como en otras obras suyas,
ficción, cuentos, novelas, ensayos, reflexiones, poemas; son
las confesiones (permítanme llamarlas así) de un hombre
que ha vivido para el arte, que él mismo es parte de la crea-
ción y que busca la manera de darle salida a toda su enor-
me capacidad creativa. En tal sentido, yo veo a este diccio-
nario como una especie de continuación de otro gran libro
suyo: El canto, técnica de la voz y arte de la interpretación,
del que escribí un par de ocasiones.
El Diccionario del cantante es una obra de consulta y
quizá se piense que es un trabajo para iniciados. No com-
parto tal criterio, es mucho más, un libro que a quienes
poco sabemos de terminología clásica nos libera del yugo
de la ignorancia. En apariencia es como cualquier otro dic-
cionario, un instrumento de apoyo, pero si uno observa con
cuidado cada definición comprobaremos que las explicacio-
nes son una suerte de texto literario, embellecidas por la
buena prosa y por alguna idea complementaria afortunada.
Un ejemplo: “Cantar. El arte de cantar, además de exigir la
producción de bellos sonidos, incluye el compromiso de
servir a la obra con musicalidad y expresión para comuni-
carla al público y establecer el puente de la credibilidad sen-
sible y emotiva. Cantar significa recrear y hacer música con
la voz hacia una interpretación del mensaje dramático y
poético de cada representación. Cantar es el resultado de
una expresión armónica de la voz, la sensibilidad y el talen-
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to creador. Cantar es liberar el aire apoyado por medio de la
expresión de la palabra y de la melodía. Cantar libre, respi-
rar profundo, pensar alto y sentir con calidad. Cuerpo y
mente deben coordinarse en la facilidad de la voz hablada
y la exigencia artística para producir la excelencia de la voz
cantada. En la acción de cantar, la única fuerza efectiva que
se debe aportar es el control y manejo del aire. La tensión
espontánea del diafragma es la reacción a la acción de los
sonidos ubicados en la resonancia que va del pecho a la
cavidad bucal. El preciso de la resonancia, que se expande del
pecho en los sonidos graves, permite matizar y colorear la
voz en una amplia dinámica musical.” Pero no concluye allí
la definición, sigue y a continuación leemos una larga histo-
ria, un brillante texto o más precisamente un ensayo sobre lo
que es cantar y en qué obras ha brillado más tal arte sublime.
Una verdadera clase magistral, término tras término, donde
el autor, Roberto Bañuelas, va más lejos de lo pedido y entra
en el campo de lo filosófico o, como decía el teórico musical
Eduard Hanslick en 1891, de lo bello en la música.
Un diccionario, lo sé muy bien, es una obra de consul-
ta, aunque conozco a más de uno que en un inútil esfuerzo
por hacerse cultos, los leen palabra por palabra y luego las
repiten. Un diccionario es un gentil e inteligente amigo que
nos saca de titubeos, que nos precisa un dato. Mi maestro
Henrique González Casanova recomendaba en clase de
redacción en la UNAM, tener al menos dos a la mano, uno
de ellos de sinónimos. Ahora el caso del Diccionario del
cantante es por completo distinto. Sí es para consultar
y salir de una duda, pero yo francamente les diría que lo
leyeran como un excelente ensayo de ópera, como un
maravilloso trabajo sobre el arte del canto y sus secretos,
incluso los invito a leerle de corrido, de un tirón, como si
fuera una de las espléndidas novelas del propio Roberto
Bañuelas, o algunos de sus divertidos y amenos, agudos
libros de ficción, sus minicuentos. Les prometo que no se
arrepentirán.
www.reneavilesfabila.com
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