04 ser y hacer

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Lección 4

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Lección 4

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a

vosotros mismos” Santiago 1:22

1. Reconocer que tener un conocimiento teórico de las Escrituras, o incluso haber testificado actos evidentes de Dios no producen una entrega genuina de una persona a Jesucristo.

2. Comprender que es necesario guardar fielmente la Ley de Dios como una demostración de gratitud por la salvación obtenida gratuitamente de Cristo, y que Él nos dará fuerzas para guardarla.

3. Vivir una religión práctica en favor de aquellos que sufren, siendo útiles en la causa de Cristo, ejerciendo nuestras habilidades, y mostrando de manera práctica el evangelio de Cristo.

Una verdadera conversión produce actos de amor en favor de nuestros semejantes.

Santiago 1:22-27

OÍR Y HACER

Los que oyen y hacen

Santiago 1:22

Los que oyen y no

hacen

Santiago 1:23-24

¿QUÉ HACER?La religión práctica

Mirando la ley, hacer

la obra

Santiago 1:25

Dominar la lengua

Santiago 1:26

Cuidar de los demás

Santiago 1:27 pp

Guardarse sin

mancha

Santiago 1:27 up

No hay nada de malo en cuidar de nuestra

apariencia procurando mostrar una buena

imagen. Pero jamás debemos dejar de tener

un agudo sentido de juicio personal.

Nuestras virtudes sólo tienen valor si son

puestas bajo la dirección divina, de otro

modo pueden convertirse en una trampa

que nos haga arrogantes y soberbios.

El enemigo que diariamente tenemos que vencer está delante de nosotros en el espejo. Vencer al “yo” es fundamental para ejercer una dependencia de Dios.

CONOCE A TU ENEMIGOSer y Hacer

CONOCE A TU ENEMIGOSer y Hacer

En Mateo 19:16-22 el joven rico se esfuerza

para describir sus virtudes. Cuando fue

orientado por Jesús a hacer lo

verdaderamente importante, se fue. Sus

virtudes constituyeron una barrera que le

impidió entregarle su vida al Salvador.

En Mateo 23:33-35, 69-75 Pedro aparece

afirmando categóricamente que jamás

abandonaría a Jesús. Pocas horas después,

negó vergonzosamente a Jesús. Su lealtad

no resistió el interrogatorio que lo puso en

situación comprometedora. Es animador

saber que Pedro se arrepintió, lo que no

ocurrió con el joven rico.

«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos»

(Santiago 1:22)

Santiago nos invita a SER hacedores. No es suficiente con oír o leer la Palabra. Debemos de hacer de sus instrucciones nuestro estilo de vida.

«Existe el peligro de no hacer un asunto personal de las enseñanzas de Cristo, de no recibirlas como si se nos dirigieran personalmente. Jesús se dirige a mí en sus palabras de instrucción» (Elena G. de White, A fin de conocerle, 1º de octubre).

Lee Lucas 6:27-38, ¿de qué me sirve saber que debo hacer el bien al que me aborrece, si no lo hago; o saber que debo dar al que me pide, si cuando me piden no doy?

¿Cómo podemos llegar a ser hacedores de la palabra?

«Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne» (Gálatas 5:16)

Santiago no separa las dos acciones: una depende de la otra. Son dos caras de la misma moneda. Además, en Santiago 1:22 la palabra ser es utilizada en el sentido de que es una acción que se espera del cristiano en el presente, y no para el futuro.

En el Señor nos volvemos nuevas personas. Esto va mucho más allá de meramente seguir ciertas reglas. El joven rico cumplía muy bien con las normas, pero no fue suficiente.

Ser y hacer son combinados adecuadamente por Santiago.

SER UN HACEDORSer y Hacer

Al convertirnos en nuevas personas, nuestras virtudes se muestran como frutos del Espíritu, que son producidos como resultado de esa entrega. Son fundamentales para el testimonio personal del cristianos, pues son ejercidos en favor del semejante.

SER UN HACEDORSer y Hacer

«Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era» (Santiago 1:23-24)

El que tan solo oye la Palabra y, mirándose a sí mismo, se imagina que ya cumple los requisitos de un buen cristiano, tiene un cuadro distorsionado de sí mismo.

A la hora de la verdad, «olvida cómo era» y cae en la tentación, o abandona la senda de la rectitud.

Los evangelios nos muestran dos ejemplos de personas que tenían un falso concepto de sí mismos:

1. El joven rico (Mateo 19:16-22)Creía que era un perfecto creyente. Pero cuando se le pidió avanzar un paso más, vaciló y erró.

2. Pedro (Mateo 26:33-35, 69-75)Creía que era capaz de seguir al Maestro hasta la muerte. Pocas horas después, demostró su debilidad.

«Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1:25)

Cuando usamos le ley como un medio de salvación, ésta nos condena.Cuando guardamos la ley escrita en nuestro corazón por amor a Aquel que nos salvó y por la gracia de su Espíritu, experimentamos la libertad de los hijos de Dios salvados por la gracia.

Santiago no afirma que la Ley tiene poder para salvar, ni que su cumplimiento nos habilita a ello. Nos muestra el ideal de Dios. Para seguir ese ideal necesitamos del poder de Cristo en nuestra vida.

Pablo afirma que “no los oidores de la Ley son justos ante Dios, sino los cumplidores de la Ley serán justificados” (Romanos 2:13). En esta afirmación entendemos que únicamente por la obra del Espíritu Santo podemos convertirnos en practicantes de la verdad. Sólo cuando obedecemos de corazón la Ley puede ser para libertad.

En Santiago 1:25 el apóstol afirma que el cumplimiento de la Ley trae libertad.

LA LEY DE LA LIBERTADSer y Hacer

El problema no está en la Ley, sino en nosotros. Lejos de Cristo sólo oímos la condenación de la Ley; en Él nos volvemos nuevos hombres y mujeres libres en Cristo Jesús y guardadores de la Ley por el poder que Cristo nos ofrece.

LA LEY DE LA LIBERTADSer y Hacer

«Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la

religión del tal es vana» (Santiago 1:26)

En los últimos versículos del capítulo 1, Santiago nos dice claramente cómo ser hacedores de la Palabra.

Nuestra religión debe notarse primeramente en nuestras palabras, y luego en nuestros actos.

«Dios se interesa más por lo que

realmente somos que por lo que

decimos ser. No le interesa cuán

hermosos podamos parecer, sino

que desea que nuestros corazones

sean puros. Entonces todas

nuestras palabras y acciones

serán buenas»Elena G. de White, La única esperanza, p. 57

«La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones…» (Santiago 1:27 pp)

Desde un punto de vista mundano, no tiene sentido concentrar nuestros recursos en quienes no pueden devolver nada a la sociedad.

Pero, desde el punto de vista de Dios, es cómo tratamos a los desechados y rechazados por el mundo lo que revela quiénes son los verdaderos seguidores de Cristo: ya sea prestando dinero a quienes no pueden devolverlo; invitando a comer a quienes no pueden invitarnos a nosotros; o bendiciendo y orando por aquellos que nos maltratan.

«Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo

hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo

hicisteis» (Mateo 25:40)

Al dedicarse a ayudar a los semejantes en

sus luchas, supliendo sus necesidades,

visitándolos, demostrando interés por su

sufrimiento, nos volvemos canales de

bendiciones y comunicamos el amor de

Dios de modo eficaz.

“El argumento más poderoso en favor del

evangelio es un cristiano amante y

amable” (El ministerio de curación, p.

373). Así seremos cristianos útiles para

aquellos que se contacten con nosotros.

Para Jesús, Pablo y Santiago, para ser un cristiano útil es de fundamental importan-cia prestar ayuda a los que sufren.

¿ÚTILES O INÚTILES?Ser y Hacer

En Santiago 1:26, 27 se menciona la

palabra “religión” en el sentido de una

“devoción extrema”. Tal actitud tiene

consecuencias inmediatas, y la gente lo

notará. Las personas que aparentemente

nunca tendrán algo para retribuirnos,

tales como las viudas y los huérfanos,

deben ser la prioridad en nuestras obras

de generosidad.

¿ÚTILES O INÚTILES?Ser y Hacer

«…y guardarse sin mancha del mundo» (Santiago 1:27 up)

¿Es necesario apartarse completamente del mundo para permanecer sin ninguna mancha moral?

Jesús no rogó al Padre que nos quitase del mundo, sino que nos apartase del mal (Juan 17:15)

Da igual cuán apartados vivamos del mundo. El mal que vive en nosotros nos seguirá allá donde vayamos.

A través de la comunión con Cristo, somos transformados a su semejanza, y él nos da el poder para vivir «sin mancha».

De este modo, somos llamados a vivir en el mundo, a no dejarnos ser contaminados por él, y a anunciarle la Salvación en Jesús.

El mayor problema en relación al pecado no es lo que está en el exterior, sino lo que pasa por nuestro corazón. Es allí donde se libra la batalla. Si permitimos que la transformación que Cristo quiere llevar a cabo, tendremos la capacidad de ser una influencia real, y no ser influenciados.

Algunos cristianos piensan que la vida cristiana es más fácil de ser practicada si el ambiente es favorable, donde no existan malas influencias. Y algunos llegan al punto de apartarse de la convivencia social.

DIFERENTES DEL MUNDOSer y Hacer

Cuanto más procuremos la obra de Dios en nuestra vida, más necesidad sentiremos de cambiar. Somos motivados por el Espíritu Santo a compartir este evangelio. La verdadera religión conduce al cristiano a tener “hambre y sed” de las cosas de Dios. Por consiguiente, tendrá sensibilidad y sabiduría para compartir esas bendiciones.

DIFERENTES DEL MUNDOSer y Hacer

Los que son salvos por la gracia serán hacedores de la Palabra de Dios, pues han puesto su fe completamente en él. La raíz de la tentación se encuentra en nuestros propios deseos y lujuria, pero la Palabra de Dios en un arma efectiva contra el pecado. Satanás intenta hacer que el pecado sea atractivo; pero, cuando estamos completamente entregados a Dios, aceptamos que sus caminos son los mejores y llegamos a ser personas nuevas en él.

1. Nuestras virtudes, lejos de Dios, no tienen valor alguno. Sólo nos vuelven arrogantes y presuntuosos. No pueden hacernos aptos para la salvación. Sólo la gracia de Cristo nos habilita para vivir una vida victoriosa.

2. Practicar la verdad que profesamos hace genuina nuestra relación con Dios. Guardar su Ley nos trae libertad, pues esa actitud sólo es posible mediante una total dependencia de Dios.

3. Como observadores de la Ley somos útiles a los demás, ayudando a los que sufren, demostrando amor, a fin de que los que buscan salvación en Cristo encuentren en nosotros canales de bendiciones.

4. Debemos vivir una vida santa, de una total dependencia de Dios. Donde sea que estemos influiremos sobre las personas para salvación. Y viviremos como vencedores ante las trampas del pecado.

CONCLUSIONES

SANTIAGO, EL HERMANO DEL SEÑOR

Te invito a bajar y estudiar cada una de las 13 lecciones que tratan sobre el tema:

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