05- Neoconsevadurismo Penal Impactos - Kilduff

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87 Dossier: Los rostros de la clase obrera Capitalismo contemporáneo y criminalización de la pobreza Fernanda Kilduff Análisis sobre el neoconsevadurismo penal y sus impactos para la clase trabajadora UNLP-Argentina y UFRJ-Brasil Resumen El objetivo de este artículo es reflexionar sobre los procesos de criminalización/pena- lización de la pobreza operados en la fase actual de organización del capital y denun- ciar el carácter ideológico del derecho penal que, además de no ser para todos igua- les, tampoco resuelve el aumento de la criminalidad sino que muchas veces acaba agravándolo. En este sentido, se busca analizar el giro neoconservador en materia de política criminal que se constituye en un instrumento privilegiado de gestión de la miseria, siendo los trabajadores precarizados y/o desempleados el blanco principal de esa política altamente letal. Palabras clave: Capitalismo contemporáneo - Neo-conservadurismo penal - Criminalización - Penalización de la pobreza Abstract The main purpose of this article is to think about the poverty’s criminalization / penalization processes in the actual phase of capitalism and to denounce the ideo- logical character of the criminal law, that as well of not being equal for all neither resolve the criminality increase, even it get it worse . In this sense, we try to analyze the neoconservative twist in criminal policies issues that builds a privilege tool to manage the poverty, being the precarious workers and the unemployed the target of this highly lethal policy. Keywords: Contemporary capitalism - Penal neoconservadurism - Poverty criminalization

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    Dossier: Los rostros de la clase obrera

    Capitalismo contemporneo y criminalizacin de la pobreza

    Fernanda Kilduff

    Anlisis sobre el neoconsevadurismo penal y sus impactos para la clase trabajadora

    UNLP-Argentina y UFRJ-Brasil

    Resumen

    El objetivo de este artculo es reflexionar sobre los procesos de cri minalizacin/pena-lizacin de la pobreza operados en la fase actual de organizacin del capital y denun-ciar el carcter ideolgico del derecho penal que, adems de no ser para todos igua-les, tampoco resuelve el aumento de la criminalidad sino que muchas veces acaba agravndolo. En este sentido, se busca analizar el giro neoconservador en materia de poltica criminal que se constituye en un instrumento pri vilegiado de gestin de la miseria, siendo los trabajadores precarizados y/o desempleados el blanco principal de esa poltica altamente letal.

    Palabras clave: Capitalismo contemporneo - Neo-conservadurismo penal - Criminalizacin - Penalizacin de la pobreza

    Abstract

    The main purpose of this article is to think about the povertys criminalization / penalization processes in the actual phase of capitalism and to denounce the ideo-logical character of the criminal law, that as well of not being equal for all neither resolve the criminality increase, even it get it worse . In this sense, we try to analyze the neoconservative twist in criminal policies issues that builds a privilege tool to manage the poverty, being the precarious workers and the unemployed the target of this highly lethal policy.

    Keywords: Contemporary capitalism - Penal neoconservadurism - Poverty criminalization

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    Introduccin

    El objetivo de este artculo es reflexionar sobre los procesos de cri-minalizacin/penalizacin de la pobreza operados en la fase actual de organizacin del capital. Se busca analizar el giro neoconservador en materia de poltica criminal que se constituye en un instrumento pri-vilegiado de gestin de la miseria, siendo los trabajadores precarizados y/o desempleados el blanco principal de esa poltica altamente letal.

    Como es ampliamente constatado, la marca de nuestra poca es la tendencia al incremento de la sobrepoblacin relativa dada por el aumento del desempleo y sub-empleo. La intensificacin del control represivo y/o el exterminio de los indeseables encaja a la perfeccin en un proyecto de sociedad donde los seres humanos en su gran mayora, son reducidos a fuerza de trabajo y donde la fuerza de trabajo en la fase del capitalismo contemporneo resulta extremadamente excesiva para las necesidades medias de incorporacin y valorizacin del capital. Solo por este motivo gran parte de los hombres, mujeres y nios pertenecientes a la clase trabajadora pueden ser eliminados sin costo alguno para el funcionamiento de la economa mundial.

    Entendida como parte de la ofensiva capitalista sobre el trabajo, y siendo este el foco central del artculo, se discute la criminalizacin/penalizacin de la pobreza operada a travs del sistema penal.

    Se analiza la proliferacin de producciones tericas y acadmicas en el campo de la criminologa norteamericana que permiti la legi-timacin de polticas criminales ms represivas, que resultaron sien-do exportadas, sobre todo para Amrica Latina y Europa Occidental,

    fundamentalmente a partir de la dcada de 1980, como polticas exito-sas de combate al crimen.

    Despus de haber realizado esa aproximacin a las transformacio-nes en las concepciones tericas y sus impactos en las polticas peniten-ciarias, se trae al debate la poca del gran encarcelamiento que alcanza fundamentalmente a la clase trabajadora precarizada y/o desempleada. Se debate tambin, como parte de esta tendencia mundial, la hiperin-flacin carcelaria vivenciada en Argentina en la fase neoliberal corres-pondiente con el periodo menemista.

    El artculo finaliza con una crtica a la funcin histrica del dere-cho penal burgus con el objetivo de demostrar su papel fundamental en la actual estrategia imperialista.

    El capitalismo contemporneo

    En 1973, el modo de produccin capitalista ingres en un pero-do recesivo combinando bajas tasas de crecimiento con altas tasas de inflacin. Esa situacin, marcaba el inicio de la crisis del modelo de acumulacin que haba caracterizado el perodo de pos-guerra y que fuera conocido como los aos dorados del capitalismo.1

    Fue precisamente a partir de 1974/1975 que la economa capita-lista internacional conoca su primera recesin generalizada desde la Segunda Guerra Mundial afectando de forma simultnea y conjunta a todas las economas de los pases imperialistas. Segn Mandel2, del mismo modo que otras crisis del modo de produccin capitalista, ella se revelaba como una manifestacin de la cada de las tasas de ganan-cia que evidenciaba la superacumulacin de capitales y la superproduc-cin de mercancas provocada por el subconsumo de las masas. Venta insuficiente y reduccin de la produccin corriente generaron de esta

    1Ver Mandel, Ernest: O capitalismo tardio, Abril Cultural, So Paulo, 1982. La fase del Capitalismo Tardo, (cuya denominacin corresponde a este autor), se desarroll entre 1945 y 1973/74 y fue conocida como la era de los aos dorados del capitalis-mo. Este perodo se caracteriz por una larga ola expansiva en la cual los periodos cclicos de prosperidad fueron ms largos y extensos y mas cortos e ms superficia-les las crisis cclicas. Las crisis no fueron suprimidas aunque sus impactos se vieron reducidos a una serie de pequeos episodios en un marco de crecimiento econmico dominante y () las tasas de lucro se mantuvieron ascendentes entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la segunda mitad de los aos sesenta, en Mandel, Ernest : A crise do capital. Os fatos e sua interpretao marxista, Ensaio, So Paulo, 1990, p. 85.2Ver Mandel, op.cit.

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    forma, un movimiento acumulativo de la crisis: reduccin del empleo, de las inversiones, de la produccin, en definitiva, de las ganancias.

    Un elemento que marca trazos particulares de esta crisis es que en el inicio de la dcada de 1980, primero la economa norteamericana, despus Japn y los pases imperialistas europeos, fueron saliendo de la recesin, pero esa retomada fue puramente coyuntural, parcial y tem-poraria. As, a pesar de haber existido una recuperacin de las ganan-cias, eso no signific una recuperacin de las inversiones productivas comparadas a los aos 50 y 60. Esa situacin encontrar su explica-cin en la desregulacin financiera que permiti condiciones mucho ms favorables para la especulacin que para la produccin industrial. El dato nuevo y ms significativo de esta coyuntura fue el crecimiento continuo del desempleo, que adems de estructural se torn generali-zado. Tal hecho no tiene precedentes para un perodo de reactivacin econmica. Por ejemplo, en el conjunto de pases imperialistas existan 10 millones de desempleados en 1970, 20 millones en 1975, 30 millo-nes en 1980, 35 millones en 1982. A partir de la dcada de 1970 hasta los das actuales, las crisis estructurales volvieron a ser ms episdicas teniendo como una de las ms terribles consecuencias el desempleo masivo.3

    Para afrontar esa crisis y en la perspectiva de la recuperacin de las tasas de ganancias buscando valorizar el capital sobre-acumulado, las estrategias burguesas envolvieron transformaciones de gran enverga-dura tanto en el plano econmico como poltico y social.

    La respuesta del capital: el proyecto neoliberal

    La crisis econmica mundial de los aos 70 marc la ascensin de una nueva derecha que, a travs de polticas de gobierno, de la conquis-ta de espacios acadmicos y de los medios de comunicacin disemin rpidamente su proyecto, creando, en trminos generales, el consen-so necesario para legitimar reformas de gran magnitud. La retrica

    3A partir de la crisis capitalista desatada en 2008 en EEUU podemos ver algunos de los datos acerca de los nuevos desempleados en el mundo: solo en China en los lti-mos meses de 2008 y los primeros de 2009 26 millones de ex-trabajadores rurales que trabajaban en industrias perdieron sus puestos de trabajo (...) La misma organizacin del trabajo proyect, para 2009, 50 millones de nuevos desocupados en el mundo (...) En Amrica Latina, debido a la crisis, casi 2,5 millones de personas perdieron sus empleos en 2009, sumndose a casi 16 millones de desempleados en esta regin, en Mszros, Ivan: A crise estrutural do Capital, Boitempo, So Paulo, 2009, p. 14.

    neoliberal, justific un vasto programa reformas como inevitables, como la nica salida y alternativa posible para superar la crisis.4

    El neoliberalismo se tradujo fundamentalmente en la implemen-tacin de un paquete de medidas centradas en un amplio proceso de privatizaciones y de reestructuraciones en el mundo del trabajo. Esas medidas fueron puestas en prctica por los estados nacionales con una fuerte incidencia internacional, siendo el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial las agencias financieras responsables por direccionar y garantizar su aplicacin.5

    En un clima de fuerte desprestigio de lo pblico, el Estado fue acu-sado de corrupto y deficitario y por ese motivo los tericos del Consenso de Washington aconsejaron privatizar toda la propiedad pblica, cuan-do, en realidad, el objetivo de las mismas fue abrir nuevos mercados para la colocacin lucrativa del capital privado. El programa privati-zador provoc un aumento de la des-nacionalizacin de las economas -sobre todo de los pases capitalistas perifricos y dependientes- al mis-mo tiempo que posibilit una enorme transferencia de activos para el exterior, fortaleciendo la concentracin econmica en favor de las cor-poraciones monopolistas.

    Las reformas que caracterizan el capitalismo contemporneo suce-dieron, como fue colocado, a partir del agotamiento del modelo de acu-mulacin del perodo fordista-keynesiano y dieron lugar a un nuevo modelo denominado de acumulacin flexible.6 Las estrategias de las corporaciones monopolistas para sobrevivir a la crisis econmica fue-ron mltiples y estuvieron centradas, por ejemplo, en nuevas formas de

    4Es importante destacar que amplias camadas poblacionales de varios pases impe-rialistas como tambin de los pases capitalistas perifricos, padeciendo los efectos del extenso ciclo recesivo y viviendo en una profunda inestabilidad -muchas veces pro-vocada por procesos de disciplinamiento hiperinflacionarios-, quedaron mucho ms vulnerables a la aceptacin de medidas neoliberales. Por ejemplo, en la Argentina, la reeleccin de Menem en 1995 estuvo condicionada por ese proceso. Los votantes fueron vctimas de chantaje, ellos tenan que apoyar esa estabilidad y a la administra-cin que la garantizaba a cambio de no volver a ser vctimas de la violencia monetaria desatada por el proceso hiperinflacionario de 1989..., en Bonnet, Alberto: La hege-mona menemista. El neoconservadurismo en Argentina, 1989-2001, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2007, p. 195.5Como es sabido, el poder de estos organismos se instrumenta generalmente para obligar a los Estados a bajar el gasto pblico, recortar salarios reales y poner en prc-tica polticas fiscales y monetarias austeras. Sobre todo en Amrica Latina se dio va Consenso de Washington. 6Ver Harvey, David: Condio ps-moderna, Loyola, So Paulo, 2007.

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    organizar el trabajo en la produccin, en la intensificacin del control y explotacin de la fuerza de trabajo con la incorporacin de innova-ciones tecnolgicas de punta, en la bsqueda de nuevas lneas de pro-ductos y nichos de mercado, en la dispersin geogrfica, en la fusin de empresas y otras medidas que buscaron acelerar el tiempo de rotacin del capital.7 En la esfera industrial, por ejemplo, la produccin de gran escala, propia de la poca fordista, dio lugar a producciones en peque-as series y en el mundo del trabajo se generalizar lo que se conoci como toyotismo, es decir, un modelo que articula por un lado, un sig-nificativo desarrollo tecnolgico y por el otro, una des-concentracin productiva basada en medianas y pequeas empresas que trabajan en forma terciarizada para grandes empresas monopolistas.8

    Otro aspecto significativo de la reestructuracin productiva fue la profundizacin de la tendencia al desplazamiento de algunos ramos industriales desde los pases del capitalismo central para los pases perifricos,9 con pocas o nulas exigencias de contratacin y proteccin del trabajo, como tambin, con dbil o inexistente organizacin sindi-cal. Podemos ver cmo la mundializacin del capital en la fase contem-pornea, promueve con mayor intensidad la libre circulacin de capita-les y mercancas, pero no de seres humanos. De este modo, los capitales pueden producir donde los costos salariales sean menores, pero los tra-bajadores muchas veces quedan presos en los territorios de sus pases, vedados de casi cualquier posibilidad para vender su fuerza de trabajo donde exista demanda o salarios ms altos.10

    Si caracterizamos el universo laboral del capitalismo contempo-rneo, podemos observar la disminucin relativa de la clase obrera11

    7El giro del capital en la produccin y en el consumo es decisivo para la lucratividad.8Ver Antunes, Ricardo: Adis al trabajo, Cortez, So Paulo, 2001.9El sentido de la reterritorializacin de la produccin es encontrar nuevas y mejo-res condiciones para explotar la fuerza de trabajo, intensificando la extraccin de plusvala.10Pinsese, por ejemplo, el endurecimiento de las leyes migratorias en Europa occi-dental y en el muro que Bush quera construir en 2008 para evitar la entrada a Estados Unidos de inmigrantes hispnicos. Hoy da, tambin, en la zona fronteriza entre Mxico y EEUU miles de personas que intentan llegar a este pas son muertas por la polica norteamericana. 11Jos Paulo Netto, recuperando el anlisis de Hobsbawm con relacin a la despro-letarizacin en el trabajo industrial, dice: hay fuertes indicios que solamente en las dcadas de 1980 y 1990 podemos detectar seales de una gran contraccin de la clase proletaria, en Netto, Jos Paulo: Transformaes societrias e Servio Social. Notas para uma anlise prospectiva da profisso no Brasil, Cortez, Revista Servio Social &

    en los pases centrales como perifricos, apuntando una monumental tasa de desempleo estructural provocado por el cuadro recesivo, por la robtica y la micro-electrnica.12

    Sumado al desempleo masivo se observa tambin la tendencia a la conformacin de dos grupos de trabajadores con caractersticas bien distintas. Por un lado, un nmero cada vez ms reducido de emplea-dos de tiempo integral, con mayor calificacin y estabilidad laboral que debe atender a la expectativa de ser adaptable, flexible y, si es necesario, geogrficamente mvil; y por otro, existe un crecimiento significati-vo del trabajadores con menos seguridad en el empleo, denominados perifricos, es decir, que disponen de habilidades fcilmente sustitui-bles. Adems, dentro de este segundo grupo, se incorpora a empleados de tiempo parcial, temporarios y subcontratados.

    Otro trazo central del capitalismo contemporneo, es la ampliacin de la financierizacin y libre circulacin de capitales. Flujos de capital monetario que ya recorran libremente el mundo fueron totalmente liberados del control de los Estados. La desregulacin financiera fue un elemento de suma importancia en el programa neoliberal ya que cre condiciones mucho ms propicias para la especulacin que para la inversin productiva.13

    La ampliacin de los mercados financieros se inicia con la crisis estructural capitalista de los aos 70. Debido a la inflacin y el deri-vado aumento en el precio del petrleo, las ganancias de los pases de la OPEP14 generaron fabulosos excedentes (los famosos petrodlares) que fueron depositados y utilizados por bancos occidentales de los pa-ses imperialistas (principalmente britnicos y norte-americanos) para aumentar sus operaciones de crdito y la manera en que fueron utiliza-dos esos excedentes mantuvieron y ampliaron la liquidez del sistema monetario internacional.

    Estados Unidos, amenazado en el campo de la produccin, reac-cion afirmando su hegemona por medio de las finanzas. Un funcio-namiento eficaz de ese sistema exiga que se forzase a los mercados a

    Sociedade N 50, So Paulo, 1999, p. 94.12Las innovaciones tecnolgicas introducidas profundizaron la tendencia inherente al modo de produccin capitalista de prescindir del trabajo vivo. 13Los aos '80 asistieron a una verdadera explosin (...) de las transacciones pura-mente monetarias que acabaron por reducir de forma substancial el comercio mun-dial de mercancas reales..., en Sader Emir y Gentili Pablo (comps): La trama del neo-liberalismo. Mercado, crisis y exclusin social, Editora Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 2003, p. 31.14Organizacin de pases exportadores de petrleo (OPEP).

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    abrirse al comercio internacional. Este pas presion a los pases depen-dientes y perifricos (no exportadores de petrleo), objetivando la apli-cacin de polticas de des-regulacin financiera que permitiesen mayor flexibilidad y libertad de movimiento del capital.

    David Harvey (2005), sustenta que los procesos que Marx descri-bi en la acumulacin primitiva15 estn vigentes hasta nuestros das. Cotejando el origen del capitalismo con la fase actual del imperialis-mo, el autor destaca como continan claro que con nuevas particula-ridades expropiaciones y expulsiones violentas de poblaciones campe-sinas de sus tierras,16 saqueos de recursos naturales, profundizndose, procesos de destruccin social y del medio ambiente.

    Los problemas crnicos de sobre-acumulacin expresados en la cri-sis de reproduccin expandida del capital17 de los aos 70, dio lugar a la acentuacin de diversas prcticas asociadas a la acumulacin por des-posesin, es decir, ligadas a violentos procesos de saqueos y prdida de derechos conquistados por los trabajadores; prcticas que tuvieron y tienen por objetivo valorizar los excedentes de capital.

    De esta forma, en la fase contempornea del capitalismo, la fun-cin de los Estados en coordinacin con las agencias internacionales fue central en la venta y transferencia de activos pblicos para el capi-tal privado.

    El desempleo estructural y masivo debe ser comprendido entonces como la expresin ms acabada de una deliberada poltica de desvalo-rizacin de la fuerza de trabajo que posibilita su uso an ms lucrativo,

    15En el captulo XXIV de El Capital, Marx analiza las diversas causas que dieron surgimiento al modo de produccin capitalista y destaca procesos marcados por la usurpacin, saqueo y desposesin, generalmente con derrame de sangre. Pinsese, por ejemplo, en las expulsiones de los campesinos de sus tierras para ser forzados a convertirse en proletarios libres. En este sentido destaca cmo la intervencin del Estado y de la ley, a partir del siglo XVII, fue esencial en el cercamiento de las tierras comunales y en la violenta represin ejercida sobre el naciente proletariado. Ver Marx, Karl: El Capital, Libro I. Tomo I. Vol I, Editora de Ciencias Sociales, La Habana, 1981. 16Pinsese por ejemplo en la accin del para-militarismo en Colombia responsable por el desplazamiento y por la matanza de enormes cantidades de campesinos para libe-rar y utilizar en forma privada esas tierras, destinadas al agronegocio o la explotacin minera, entre otros.17La forma de reproduccin expandida sucede mediante la explotacin del trabajo vivo en la produccin. Cabe sealar que en el capitalismo contemporneo la repro-duccin ampliada no desaparece sino que se complementa con formas de acumu-lacin va expoliacin, es decir, por medio de procesos de desposesin. Ver Harvey, David: O Novo Imperialismo, Loyola, So Paulo, 2005, p. 120.

    de esta manera, activos de fuerza de trabajo son sacados de circulacin y desvalorizados mediante la expulsin de personas de sus empleos.

    Es precisamente en el marco de las nuevas determinaciones pre-sentes en la dinmica de las relaciones sociales capitalistas que pueden entenderse las nuevas particularidades del fenmeno de la criminaliza-cin/penalizacin de la pobreza operado por los gobiernos burgueses, valindose principalmente de la herramienta penal.

    Las transformaciones sucedidas en las polticas penales en la fase neoliberal en casi la totalidad de los pases de Amrica y Europa Occidental deben ser consideradas como una estrategia privilegiada para controlar el creciente nmero de excluidos del mercado formal de trabajo. Transformaciones que, como se demostrar, revelan la esencia destructiva y la intensificacin de la tendencia barbarizante18 del modo de produccin capitalista.

    El control de la pobreza operado a travs del sistema penal

    Origen del neo-conservadurismo penal: la experiencianorte-americana y la crisis del ideario resocializador

    La destruccin deliberada del denominado (semi)19 Estado social y la hipertrofia sbita del Estado penal estadounidense durante el lti-mo cuarto del siglo XX fueron dos procesos concomitantes y comple-mentarios. A partir de 1970, el incremento de las funciones penales y policiales del Estado norteamericano fueron ocupando el lugar de la poltica social, en la medida que existi un fuerte desplazamiento de recursos pblicos de reas sociales para el rea de seguridad pblica, es decir, para garantizar la implementacin de polticas ultra represivas que envolvieron tanto al sector penitenciario, como tambin al judicial y policial.

    Como en el plano econmico, en el campo de la penalidad, las ideas conservadoras se constituyeron en un fuerte polo de atraccin ideol-gica. Los tericos neoliberales norteamericanos, atacaron los propios presupuestos del Estado fordista-keynesiano, responsabilizndolo no

    18Significa que el capital se reproduce con costos sociales cada vez ms elevados.19Wacquant demuestra que en los Estados Unidos el Estado Social siempre fue extre-mamente subdesarrollado en comparacin con los pases de Europa occidental. Ver Wacquant, Loc: A ascenso do Estado penal nos EUA, Revan, Rio de Janeiro, 2002.

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    solamente de no resolver la pobreza sino tambin de permitir la proli-feracin de conductas consideradas criminales.20

    Un rasgo comn de los discursos y producciones tericas que reapa-recen en la dcada de 1970, fueron sus trazos marcada y abiertamente racistas evidenciando el desprecio por las categoras poblacionales con-sideradas indeseables21 y aun peor, tratadas de basura humana.22.

    Conforme Anitua23, James Q. Wilson, se convirti en el criminlo-go de cabecera de la derecha punitiva norteamericana. En 1975 escri-bi Pensando sobre el delito que servira de base para la legitimacin de polticas criminales que haran disparar el nmero de personas presas en los Estados Unidos a partir de 1980. Otro libro, redactado en 1985 por el mismo criminlogo conservador junto a Richard Herrnstein (1930-1994), fue Delito y naturaleza humana, donde ambos autores destacaron la importancia de ver la criminalidad como un hecho de opcin individual, excluyendo las explicaciones econmicas, polticas y sociales del problema mencionado. Estos criminlogos de derecha aso-ciaban las causas de la criminalidad al hedonismo de los seres huma-nos, como tambin a factores hereditarios, naturalizando la problem-tica del delito e indicando como la nica alternativa posible reprimir severamente los comportamientos fuera de la ley.

    Otro elemento que posibilita entender las modificaciones introdu-cidas por el pensamiento neo-conservador en el campo penal, y que tendr repercusiones directas en la poltica penal del ltimo cuarto del siglo XX, es el abandono de la ideologa de la prevencin espe-cial o re-socializacin y, en contraposicin, el enaltecimiento de la prevencin general, disuasin o intimidacin. As, las polticas peni-tenciarias24 pasaron a abandonar la intencin de rehabilitacin social,

    20Algunos autores, llegaron a responsabilizar al llamado Estado social de haber provo-cado efectos disolventes sobre la estructura familiar y entonces el gasto social no solo no evitaba, sino que, por el contrario, propiciaba el desarrollo de la conducta delictiva. Por ejemplo, para los criminlogos conservadores norteamericanos, las polticas asis-tenciales destinadas a las madres solteras fomentaban el nacimiento de hijos fuera del casamiento que careceran de los cuidados necesarios dentro de una familia decen-te y; adems, el mismo autor, extraa la conclusin que la prxima generacin de jvenes delincuentes seria especialmente violenta, predadora y perversa. 21Ver Wacquant, Loc: Punir os pobres, Revan, Rio de Janeiro, 2007. 22Ver Bauman, Zygmunt: Globalizao: as conseqncias humanas, Zahar, Rio de Janeiro,1999. 23Ver Anitua, Gabriel Ignacio: Histrias dos pensamentos criminolgicos, Revan, Rio de Janeiro, 2008. 24Se concibe la poltica penitenciaria integrando la poltica penal y a esta ltima,

    apartndose la idea de Estado teraputico orientado a la recupera-cin integradora.25

    A pesar de estar histricamente comprobado que la pena no es pre-ventiva de nada, los conservadores afirmaban que la disuasin s fun-cionaba, y si por alguna razn dejaba de hacerlo era porque los castigos no eran suficientes y entonces era preciso aumentarlos; y, de hecho, fue lo que efectivamente sucedi. Los penalistas conservadores, no esta-ban preocupados por los debates sobre las misiones y funciones de la prisin, sobre las causas y consecuencias del delito, ni por los temas ligados a la reeducacin o rehabilitacin. Mientras que los sujetos se encontraran encarcelados ellos estaran imposibilitados de cometer delitos, por lo tanto, eso era suficiente justificativa para considerar que la prisin funcionaba.

    En trminos concretos, esa reactualizacin de la prevencin gene-ral, signific que la privacin de la libertad fuese en los EEUU explci-tamente transformada en tortura y eso qued evidenciado en la prolife-racin de crceles de mxima seguridad, conocidas como supermarx.26 Los penalistas conservadores, en la misma lnea que orientaron la pri-vatizacin, centralizacin y focalizacin de las polticas sociales,27 cen-traron las crticas en las polticas penales tendientes a la resocializa-cin; consideradas como un enorme gasto innecesario a ser dispensado por personas honradas.

    Wacquant muestra como esa concepcin tambin se tradujo, en las prisiones norte-americanas, en la profundizacin del deterioro del alo-jamiento, de la higiene, de los cuidados mdicos, del acceso a la visita, y a la recreacin. El mismo autor, destaca la supresin de tratamientos

    como una respuesta a la cuestin criminal circunscrita en el mbito del ejercicio de la funcin punitiva del Estado (Ley penal y su aplicacin).25Ver Dornelles, Joo Ricardo: Conflito e Segurana, Lumen Juris , Rio de Janeiro, 2008.26Respecto de la situacin vivida por las personas dentro de ese tipo de prisiones pode-mos observar que: algunos prisioneros pasan 22 horas solos en una jaula de acero, sobre la supervisin electrnica permanente, sin el menor contacto humano durante aos (...) la prisin es el lugar de 'una monotona fortificante', continuamente man-tenida por la inactividad forzada y por la superpoblacin..., en Ver Wacquant, Loc: Punir os pobres, op. cit., p. 209.27Recordemos que en esa coyuntura, las polticas sociales fueron substancialmente modificadas en sus formatos, en sus contenidos y principalmente en sus fundamentos debido a que los conservadores rechazan el concepto de derechos sociales y de obli-gacin de la sociedad de garantizar bienes y servicios por medio de la accin estatal; ellos se oponen a la universalidad, igualdad y gratuidad de los mismos.

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    teraputicos por adicciones a sustancias adictivas como tambin de programas de formacin laboral, entre otras cosas. En este sentido comprimir los gastos en rehabilitacin se torn an ms fcil de jus-tificar, en la medida en que la prisin no tuvo ms ninguna ambicin declarada a no ser neutralizar sus internos y hacerles expiar sus faltas por medio de sufrimiento.

    La comprensin de la crisis de la tradicional ideologa legitimadora de la pena (reeducacin) debe buscarse en la relacin entre los sistemas punitivos concretos y las exigencias propias del modo de produccin capitalista en cada periodo histrico.28

    En la sociedad capitalista, el sistema penitenciario, depende, sobre-todo, del desarrollo del mercado de trabajo. La magnitud de la pobla-cin carcelaria y su empleo como mano de obra dependen del aumento o de la disminucin de la fuerza de trabajo disponible en el mercado y de su utilizacin.

    En su origen, la crcel estuvo vinculada al surgimiento de la socie-dad capitalista, teniendo por finalidad transformar masas de campesi-nos en modernos operarios de las fbricas, siendo esa la real y verda-dera funcin reeducativa.29 De esta manera, las instituciones totales de segregacin (prisin, manicomio, hospital, casas de correccin, orfana-tos, escuelas, etc.) cumplan el papel disciplinar adiestrador para una permanente capacitacin de potenciales trabajadores tiles al sistema productivo.

    Aunque la concepcin de reeducacin y rehabilitacin es un mito burgus, porque est ms que comprobado el encierro ejerce efec-tos contrarios a una posible inclusin positiva del sujeto a la sociedad30, la crcel tuvo sentido en el origen del capitalismo, cuando la naciente burguesa precis incorporar al proletariado en el montono, rutinario y mecnico ritmo de trabajo industrial moderno.

    En efecto, si los operarios no se sometan a la explotacin, si no conseguan vender su fuerza de trabajo fuese por razones voluntarias o involuntarias ellos encontraran en el encierro un lugar donde la

    28Ver Georg, Rusche y Kirchheimer, Otto: Punio e estrutura social, Revan, Rio de Janeiro, 2008. 29La idea de correccin se resumi a poner a los internos para trabajar, en un traba-jo til y lucrativo..., en Bauman, Zygmunt: Globalizao: as conseqncias humanas, Zahar, Rio de Janeiro, 1999, p. 117. 30Baratta considera que una verdadera educacin promueve el sentimiento de liber-tad como tambin procesos de afirmacin de la autonoma del sujeto, la vida en la crcel, por el contrario, como universo disciplinario, tiene un carcter represivo y uniformizante.

    explotacin era el destino cierto, y, adems, sin recibir un salario. Por lo tanto, para los capitalistas, el aprovechamiento de los internos en el trabajo era an ms lucrativo.

    Volviendo a nuestra poca, para entender el abandono o la declina-cin del ideal resocializador que nos permite pensar en las funciones histricas y actuales de la crcel, es preciso considerar un elemento estructural caracterstico de la fase actual del desarrollo capitalista.

    La marca de nuestra poca es la tendencia al incremento de la sobre-poblacin relativa dada por el aumento del desempleo y el sub-empleo, como tambin de la intensificacin de la explotacin de la fuerza de trabajo ocupada. Esta situacin revela una transformacin de la crcel con respecto a su origen. La diferencia es que esta institucin fue cen-tral para la constitucin de la clase trabajadora en cuanto tal, y hoy, la crcel ya no tiene la funcin de reeducacin que haba asumido en su origen. Esa funcin educativa se reduce hoy a pura ideologa.31

    El abandono explcito de esa funcin reeducativa que se revela en el pensamiento penal contemporneo, coincide con el mismo momen-to en que la estrategia conservadora deja caer el mito de la plena ocu-pacin tan caracterstico de la fase capitalista anterior. De esta forma, el confinamiento no es ni escuela para el empleo, ni el mtodo com-pulsivo de aumentar las filas de fuerza de trabajo productiva cuando fallan los mtodos voluntarios (...) para llevar a la rbita industrial aquellas categoras rebeldes y reluctantes de hombres libres. En las actuales circunstancias el confinamiento es antes una alternativa al empleo, una manera de (...) neutralizar una parcela considerable de la poblacin que no es necesaria y para la cual no hay empleo al cual integrarse.32

    A pesar de esa diferencia ser verdadera, tambin existe un elemen-to que marca una importante continuidad en su funcin social, por-que continuamos bajo el comando del modo de produccin capita-lista. Ese elemento de permanencia se vincula a la siempre presente

    31Ver Baratta, Alessandro: Criminologa crtica y crtica del Derecho Penal, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004.32La posicin de Bauman con relacin a la reduccin de empleo no puede ser confun-dida con la tesis posmoderna del fin del trabajo. El trabajo como categora fundante del ser social es esencial a cualquier formacin social. Es y ser siempre una actividad prctica y consciente; central y vital del hombre en sociedad para satisfacer sus nece-sidades humanas, por lo tanto, imposible de ser suprimida. An ms, en la sociedad capitalista, el capital no podra nunca tampoco prescindir del trabajo, ya que es fuente de valor y ganancia, por lo tanto, mercanca espacial que posibilita la valorizacin del capital. Ver Bauman, op. cit., p. 120.

  • 101100 Razn y Revolucin n 21 Capitalismo contemporneo y criminalizacin de la pobreza

    preocupacin burguesa en controlar y castigar a la clase trabajadora que se constituye en una amenaza -real o potencial- para el rgimen de propiedad privada.

    En definitiva, en el marco de la sociedad capitalista, ser que pode-mos afirmar, que la poltica criminal implementada por los Estados estuvo siempre polticamente orientada a disciplinar y ensear a los no propietarios a aceptar esa condicin?

    La era del gran encarcelamiento

    Se abre pues, a partir de este momento histrico primero en los Estados Unidos y posteriormente en la mayora de los pases Latinoamericanos y Europeos, la era del gran encarcelamiento, pro-ducto, en gran medida, de sanciones y aplicacin de leyes ms puni-tivas y del policiamiento que fue conocido como de tolerancia cero.33

    Wacquant aborda la experiencia de encarcelamiento en Estados Unidos por ser precisamente el pas lder mundial de encierro en masa a partir de la dcada de 1970. Con el objetivo de mostrar el clima desfa-vorable a una poltica de ley y orden, Zaffaroni seala cmo la pena de muerte en los Estados Unidos pareca llegar a su fin cuando, en 1972, la Corte Suprema declaraba su inconstitucionalidad y los ndices de encierro se mantenan estables desde el siglo XIX.

    Esta tendencia fue drsticamente revertida y la demografa carcela-ria, despus de 1973, comenz a aumentar vertiginosamente y la pre-tendida guerra al crimen hizo doblar la poblacin carcelaria del pas en diez aos, y cuadruplicarla en veinte. Mientras que los detenidos en Estados Unidos en 1975 no llegaban a 380 mil, en 1980 el nmero de presos era de 500 mil, en 1990 alcanzaba a ms de 1 milln, llegando a casi 2 millones en el ao 2000.

    33Fue implementada por primera vez en 1993, bajo el comando de William Wratton, jefe de la polica de Nueva York en la gestin del Intendente Rudolph Giuliani. Tolerancia cero se reduce a dar mayores poderes y libertad al actuar policial y tam-bin mayores recursos econmicos para sus actividades. Esa poltica legitima la mano dura como sinnimo de mayor eficacia en la lucha contra el crimen. En la prctica, concretamente esa poltica signific: perseguir agresivamente la pequea delincuencia, expulsar a los mendigos y a los sin techo de las calles (...) punir severa-mente infracciones menores (...) castigar a pequeos revendedores de droga, prostitu-tas, mendigos, vagabundos, autores de grafitis. En definitiva al subproletariado que representa una amenaza. A l apunta prioritariamente la poltica de tolerancia cero, en Wacquant, Loc: Las crceles de la misria, Manantial, Buenos Aires, 1999, p. 28-29.

    La hiperinflacin carcelaria en ese pas se dio por la extensin del recurso del encarcelamiento para una serie de delitos que hasta entonces no conllevaban la pena de prisin; tambin por el aumento del tiempo de duracin de las penas para delitos sin gravedad y por el incremento de los castigos para los crmenes violentos con el cumpli-mento de penas en regmenes cerrados.

    Wacquant, para refutar el discurso poltico de la derecha y de los medios de comunicacin hegemnicos que justifican el aumento del encarcelamiento debido al aumento de la criminalidad violenta, expli-ca esa inflacin permanente y acelerada por el incremento de medidas y de leyes definitivamente ms punitivas.

    A partir del perodo histrico destacado y la pretendida guerra contra la droga, el encarcelamiento se aplica con enorme frecuencia y severidad a los pequeos consumidores y vendedores de estupefa-cientes, que son arrojados en las prisiones a millares. Garland34 indica cmo los medios de comunicacin hegemnicos y los partidarios de las polticas tipo ley y orden invocan cuando sucede un crimen violen-to el dao causado a la vctima, para crear un clima de pnico gene-ralizado, y lograr el apoyo social para la aprobacin de leyes penales ms severas.

    Esas transformaciones en las legislaciones, en el sentido de endu-recimiento penal, deben ser entendidas como producto de un popu-lismo punitivo, que refiere a la actitud de los gobiernos de ofrecer la herramienta punitiva a una sociedad asustada. As, en una clara inten-cin de legitimacin de los representantes polticos que buscan demos-trar que estn haciendo alguna cosa por la seguridad pblica.

    De esta forma y en el marco de esta perspectiva, la extensin de las sentencias, por ejemplo, no dependen de la naturaleza de la ofensa sino de la construccin de perfiles de riesgo, que seran suficientes para encarcelar a alguien. En este sentido, las nuevas estrategias penales se caracterizan cada vez ms como dispositivos de gestin de riesgo y de represin preventiva de las poblaciones consideradas portadoras de ese riesgo [...]. De esta forma, la crcel funciona como mero depsito de grupos poblacionales considerados naturalmente peligrosos y de riego para los cuales no resta otro remedio sino aplicar y reforzar tcnicas de control cada vez ms capilares y totalizadoras.35

    34Ver Garland, David: As contradies da 'sociedade punitiva': o caso britnico; in Revista de Sociologia e Poltica N 13 , Lance Livre Desing, Paran, 1999.35De Giorgi, Alessandro: A misria governada atravs do sistema penal, Revan, Rio de Janeiro, 2006, p. 97.

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    Cabe destacar cmo esa concepcin de riesgo y peligrosidad se hizo, en los ltimos aos, significativamente extensiva a gran parte de los segmentos ms deteriorados de la clase trabajadora. Fue en este escenario, que la crcel volvi a tener centralidad como un instrumen-to privilegiado de gestin y penalizacin de la miseria.

    En los Estados Unidos, el excesivo costo econmico del encarcela-miento de masa sirvi de base de argumentacin para que el gobierno de ese pas apelase al sector privado, orientado por la ideologa de la mercantilizacin. Por un lado, esa salida buscaba descomprimir el caos financiero que la poltica del gran encarcelamiento estaba causando, al mismo tiempo que ofreca un nuevo nicho lucrativo a ese sector.

    En esta coyuntura, diversas empresas privadas entraron en el mer-cado de la construccin y gestin de prisiones. Sin embargo, aque-llas no fueron las nicas en lucrar con la hiperinflacin carcelaria. Tambin sectores involucrados en garantizar determinados bienes y servicios, tales como alimentacin, telefona, transporte, tecnologas de identificacin y vigilancia, atencin mdica, entre otros, se vieron grandemente beneficiados.

    Como un aspecto de novedad en las formas de penalizacin de la pobreza caracterstica del capitalismo contemporneo, los indesea-bles, los parias urbanos, adems de ser vctimas del desempleo en masa, del trabajo precario, del retroceso de las polticas sociales y del aumento de medidas ms punitivas, fueron (y son) sometidos a la lgi-ca perversa del encarcelamiento privado, para de esta manera, tambin contribuir con la acumulacin de capital.

    El gran encarcelamiento argentino

    Debido al incremento de medidas y leyes ms punitivas, la pobla-cin carcelaria ha aumentado significativamente, con limitadsimas excepciones, en todo o mundo.36

    A pesar de esa inflacin penal estar estrechamente relacionada a legislaciones penales ms represivas y por el apelo de gobiernos conser-vadores al sistemtico recurso del encarcelamiento, no se puede desco-nocer que el aumento de delitos y de crmenes est relacionado tam-bin a una coyuntura caracterizada por la crisis del llamado Estado de Bienestar y por la elevacin de las tasas de desempleo y el aumento de la pobreza.

    36Ver Bombini, Gabriel: Violencia y sistema penal, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2008.

    Aunque estas dos explicaciones sean necesarias para entender este fenmeno mundial, es verdad que las tasas de encarcelamiento tienden a ser siempre ms elevadas que las tasas de delitos, lo que demuestra en los ltimos aos hasta hoy, que el encarcelamiento volvi a tener centralidad como un instrumento privilegiado de gestin y penaliza-cin de la miseria.

    En Argentina, por ejemplo, en el perodo 1990/2004 el delito aument un 62% mientras que la tasa de encarcelamiento presentaba una elevacin significativamente superior llegando a 236%.37

    De esta forma, podemos verificar que las dos explicaciones son vlidas, ya que el aumento de los delitos en este pas sucedi en un momento de sistemticas aplicaciones de medidas neoliberales y en forma simultnea y como principal respuesta a esta problemtica, el incremento de la tasa de encarcelamiento estuvo vinculada al aumento de la punicin a partir de reformas en el Cdigo Procesal Penal como tambin del Cdigo Penal de la Nacin.38

    Elas Carranza analiza la tasa de encarcelamiento de Argentina,39 posibilitando observar el vertiginoso crecimiento que ocurri sobre todo en la segunda mitad de la dcada de 1990, momento en que los efectos del programa de reformas y ajustes estructurales comenzaban a revelarse con mayor intensidad.40 Por ejemplo, para el ao 1992 la tasa

    37Ver Bombini, op. cit.38Ruckauf, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (1989-2001), present en el ao 2000 una propuesta de Reforma del Cdigo Procesal Penal con el objetivo de endurecer los regmenes de detencin, sumar y aumentar las condenas en caso de comisin de ms de un delito y aplicar la reclusin perpetua de efectivo cumplimien-to, buscando mayor severidad penal para los casos reincidentes. Por otro lado, el texto de reforma del Cdigo de Procedimiento, solicitaba incorporar una medida que per-mitiese dar a conocer en los medios de comunicacin la foto de todo imputado mayor de edad que hubiese cometido delitos relevantes. Por otro lado esa reforma signific dar mayores poderes a la polica y, por ejemplo, esa fuerza pblica podra disponer allanamientos urgentes sin previo mandato judicial, como tambin, en operati-vos de prevencin, revisar las pertenencias de cualquier persona o autos y proceder al siniestro de todo aquello que considerara que constitua un delito o instrumento del mismo. En este mismo sentido, la polica poda realizar interrogatorios, deten-ciones y establecer incomunicaciones de hasta doce horas, tambin, sin autorizacin judicial. (Las reformas al Cdigo Penal de la Nacin, sern explicitadas cuando se destaque, ms adelante, especficamente el contenido de lo que fue denominado de Leyes Blumberg).39Se mide teniendo en cuenta el nmero de personas adultas privadas de libertad cada 100.000 habitantes. 40Con el fin del primer mandato del Presidente Menem (1995), los efectos del plan

  • 105104 Razn y Revolucin n 21 Capitalismo contemporneo y criminalizacin de la pobreza

    era de 63, en 1993 de 64; en 1994 de 68; en 1995 de 75; en 1996 de 97; en 1997 de 98, en 1998 de 100 y en 1999 de 107.

    Para representar con mayor claridad esa elevacin, el nmero de personas privadas de libertad en la Argentina41 era de 21.016 en 1992; de 21.663 en 1993; de 23.236 en 1994; de 25.852 en 1995 saltando para 34.228 en 1996 y continuando su aumento en los aos posteriores, llegando en 1998 a 35.808 y dando un nuevo salto en 1999 donde el nmero alcanz a 38.604 de seres humanos.

    Las reformas normativo-penales operadas en el periodo menemis-ta estuvieron orientadas en los principios ideolgicos del eficientismo penal; es decir, la existencia de una apelacin a la nocin de efica-cia formulada sobre la idea de importacin de tecnologas y raciona-lidades extremamente punitivas que se presentan como smbolo de gestin eficiente que, lejos de atacar las causas estructurales del pro-blema de seguridad pblica, acabaron repercutiendo negativamente sobre aspectos concretos de la vida carcelaria. Por ejemplo, las llamadas leyes Blumberg,42 obstaculizaron las excarcelaciones, alargaron las

    econmico comenzaron a manifestarse crudamente, revelndose, entre otras proble-mticas, un marcado crecimiento del desempleo y el consecuente deterioro de las con-diciones de vida de la mayora de la poblacin. Por ejemplo, segn investigacin del Centro de Estudio Legales y Sociales , en la dcada de 1970 el 5% de la poblacin se encontraba bajo la linea de pobreza, en 1980 la cantidad de personas pobres se elevaba a 12%; a partir de 1998 ya superaba el 30% y en 2002 llegaba a 57,5 % (aproximada-mente 20,7 millones de personas). Ver CELS: Temas para pensar la crisis: El Estado frente a la protesta social 1996-2002, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003.41Incluye personas detenidas en el sistema penitenciario federal, provincial y en dele-gaciones policiales.42Cabe recordar que en marzo de 2004, en el marco de una ola de secuestros extorsi-vos sucedidos en el pas, en el Gran Buenos Aires fue secuestrado y asesinado, Axel Blumberg de 21 aos, hijo nico de un empresario textil argentino. A partir de ese crimen, su padre, Juan Carlos Blumberg, asesorado por un crculo profundamen-te reaccionario de polticos y policas encabez -propagandeado por los medios de comunicacin hegemnicos- una serie de masivas movilizaciones y un pedido res-paldado por ms de cinco millones de firmas, bajo la consigna: ayudate, ayudanos, por una Argentina ms segura solicitando varias reformas al Cdigo Penal. Entre las modificaciones ms significativas se encuentran: 1) aumento de penas para el porte y uso ilegal de armas que, adems, pasaron a ser punidas con la reclusin; 2) de penas para delitos como homicidio, secuestro y violaciones sexuales; 3) la suma de penas por la realizacin de dos o ms delitos fue elevada a un mximo de 50 aos. Tambin, entre otras medidas, se incrementaban los mnimos y los mximos de aos de con-dena para los mayores de edad que hubiesen participado en delitos donde existiesen involucrados menores de 18 aos.

    penas y limitaron las libertades condicionales, provocando una ola de reclamos por parte de la poblacin privada de libertad.43

    Sumado a esto, la existencia de una mayor productividad del traba-jo policial derivada de conferirle mayores poderes, provoc un aumen-to de las detenciones. As, el ingreso al sistema judicial de un mayor nmero de causas penales profundiz la lentitud de este poder que ya se deparaba -y contina hasta hoy- lidiando con un nmero elevadsi-mo de causas de detenidos sin condena.44

    Como dijimos al comenzar esta seccin, la elevacin de la pobla-cin encarcelada es una tendencia mundial. Pavarini muestra cmo en la dcada de 1990, los ndices de encarcelamiento aumentaron sig-nificativamente y, mientras en los pases capitalistas centrales cre-ci un 40%, en Amrica Latina el fenmeno fue mucho ms radical llegando en varios pases a superar el 60%. As, por ejemplo, para el perodo 1992/1999 los siete pases de Amrica Latina y el Caribe que experimentaron un crecimiento de la poblacin penitenciaria superior

    Respecto del rgimen penal de menores, Blumberg, en su pedido, tambin reclamaba bajar la edad de imputabilidad a 14 aos. En aquel momento para argumentar a favor de esta modificacin, trajo a colacin el argumento del ex Ministro de Justicia de Ruckauf, Jorge Casanovas, que denunciaba, -ya para el ao 2000-, que el 40 % de los detenidos en la provincia de Buenos Aires eran menores y que eran ellos los que protagonizaban enfrentamientos armados con la polica. (Datos publicados por Granosvky, Martin: El que se va sin que lo echen, Pgina 12, Buenos Aires, 06/04/2004).Pese a que el pedido de disminucin de la edad de imputabilidad fue rechazado por el Congreso en el ao 2004, este es un debate que continuamente es reabierto en nuestro pas como sucede actualmente - cuando un nuevo crimen es cometido y tiene como protagonistas a jvenes menores de edad.43Las distorsiones y obstculos en las condenas y los beneficios causados por las leyes Blumbergprovocaron en el ao 2005 la toma del penal Coronda en la Provincia de Santa Fe cobrando la vida de 14 personas. Ver Meyer, Adriana: Para pensar mas leyes de mano dura el ingeniero tiene menos espacio. Publicacin electr-nica en Pagina 12, Buenos Aires, 03/09/06. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-72449-2006-09-03.html44La sobrepoblacin penitenciaria y todos los problemas derivados de ella es una de las principales consecuencias del giro punitivo que acab empeorando la vida car-celaria. Como afirma Elas Carranza, el hacinamiento significa que se tiene mas de una persona donde solo existe espacio para una, lo que conlleva una pena cruel, inhumana o degradante, como establece la Convencin Contra la Tortura firmada en 1984 por la Asamblea de las Naciones Unidas.

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    al 60% fueron: Nicaragua (113%); Costa Rica (99%); Panam (92%); Honduras (90%); Argentina (84%); Belice (78%) y Brasil (70%).45

    Como fue sealado, el aumento vertiginoso del encarcelamien-to est vinculado a otro grave problema particular y comn de toda Amrica Latina que es el creciente nmero de procesados,46 que refle-jara la existencia de privacin de libertad por el solo hecho de presun-cin de peligrosidad.47

    El giro punitivo no solo dej como saldo penas ms largas o res-tricciones a la forma de libertad condicional sino que deriv (situacin que no ha sido modificada hasta hoy) en una superpoblacin de pri-sioneros preventivos, acusados de infracciones de mediana y pequea gravedad.

    A ttulo de ilustracin, en Argentina y segn estadstica del CELS48, el nmero de causas penales iniciadas en la Provincia de Buenos Aires para 1989 era de 242.274 y el nmero de causas sentenciadas era de 9.933, existiendo un ndice de resolucin del 4,1%. En 1997 el nmero de causas penales iniciadas en la misma provincia era de 399.638 y el nmero de causas sentenciadas era de 9.938, resultando un ndice de resolucin del 2,5%.

    Para finalizar este apartado, el incremento de la punicin del Estado argentino (integrando una tendencia latinoamericana y mun-dial) resulta, en trminos de Zaffaroni, en un genocidio permanente.

    El creciente control y eliminacin de los indeseables, es implemen-tado entre otras formas a travs de recurrentes medidas cautelares, como tambin por la aplicacin de penas desproporcionales para rein-cidentes, la internacin de personas en prisiones de mxima seguri-dad, que se suma a una intensa actividad policial y para-policial que muchas veces termina en ejecuciones sumarias.

    La expansin del sistema penal y la elevadsima violencia desata-da sobre los sectores ms empobrecidos de la clase trabajadora debe ser comprendida integrando la ofensiva neoconservadora correspon-diente con la fase contempornea del modo de produccin capitalista.

    45Ver Carranza, Elas: Justicia Penal y sobrepoblacin penitenciaria, Siglo XXI, Buenos Aires, 2001. 46Personas sin sentencia condenatoria.47Actualmente partes de los presos en toda Amrica Latina estn sometidos a medidas de contencin es decir medidas cautelares o por precaucin- porque son procesados sin condena, en Zaffaroni, Ral Eugenio: Em busca das penas perdidas: a perda de legitimidade do sistema penal, Revan, Rio de Janeiro, 2001, p. 70.48Ver CELS Temas para pensar la crisis: Polticas de seguridad ciudadana y justicia penal, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004.

    Funcin histrica y crtica del derecho penal burgus

    Que la poblacin carcelaria est constituida en su mayora por tra-bajadores empobrecidos, desempleados o subempleados no constituye ninguna novedad. Por el contrario, se trata de una constante histri-ca que los acontecimientos norteamericanos evidenciaron con mayor intensidad49. Lo que cambi en los ltimos aos, y de modo significa-tivo, fue la relacin entre instituciones sociales y penales en la gestin de la pobreza.50

    Destacar el giro punitivo como tendencia en la mayor parte de los pases latinoamericanos, significa sealar cmo, cada vez ms, ser pobre es encarado como un crimen. En el marco de la actual estrate-gia imperialista de control de la miseria, combatir la pobreza signifi-ca carta blanca a las fuerzas represivas del Estado para una persecu-cin cada vez ms agresiva a los considerados criminales, peligrosos e indeseables, llegando a ser tratados de basura humana que debe ser exterminada.51

    Es precisamente en el marco de la ofensiva del capital sobre el tra-bajo donde se opera una verdadera desvalorizacin y destruccin de activos, y entre ellos la fuerza de trabajo, que puede ser comprendido, en trminos de Zaffaroni, el nmero creciente de muertes efectuadas por grupos policiales y para-policiales de exterminio en varias regiones (sobre todo del capitalismo perifrico); de muertes violentas en motines carcelarios; por la violencia ejercida contra presos en las prisiones; por enfermedades no tratadas tambin en las prisiones, y muertes y ms muertes en tantas otras situaciones.

    Como fue observado, el poder punitivo del Estado no alcanza -ni nunca alcanz- a toda la sociedad indiscriminadamente, por el contra-rio, la violencia siempre fue ejercida sobre los sectores de la clase tra-bajadora que -real o potencialmente- amenazan el rgimen capitalista caracterizado por la propiedad privada de los medios de produccin.

    49Ver Giorgi, Alessandro De: A misria governada atravs do sistema penal, Revan, Rio de Janeiro, 2006. 50A pesar de las polticas represivas ser una respuesta estatal de primer orden, las res-puestas a las crecientes manifestaciones de la cuestin social no pueden ser pensadas excluyendo la existencia de polticas compensatorias de la pobreza que en los ltimos aos tambin vienen amplindose aunque continan siendo focalizadas destinadas a las poblaciones ms pobres, siguiendo las orientaciones del Banco Mundial (BM).51Ver Motta, Ana Paula: As Garantias Processuais e o Direito Penal Juvenil, Editora Do advogado, Porto Alegre, 2005.

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    En este sentido, ya la brutal legislacin penal de los siglos XVI y XVII estuvo orientada a las necesidades del naciente capitalismo, expulsando violentamente, como fue sealado, a los campesinos de las tierras para obligarlos a convertirse en proletarios industriales. As cuando el nivel cuantitativo de la fuerza de trabajo expulsada del cam-po fue superior a las posibilidades efectivas de su empleo, la nica posi-bilidad de resolver la cuestin del orden pblico fue la eliminacin fsi-ca para muchos y la poltica del terror para los dems52.

    Tanto en el origen de este modo de produccin formacin como hasta hoy, el Estado burgus, amparndose en la utilizacin del dere-cho penal, como tambin en otro conjunto de instituciones, vela por garantizar la conservacin y la reproduccin de las relaciones sociales capitalistas.

    En este proceso de gestin y de eliminacin constante de los sobrantes, las polticas criminales tienen un papel crucial, porque validan (legalizando y legitimando) la seleccin de los criminalizados a travs del sistema penal.53

    As, esa seleccin, que sigue un histrico criterio clasista, se orienta y legitima socialmente, por la construccin de estereotipos que fijan caractersticas negativas a la poblacin empobrecida. Malaguti54, por ejemplo, al analizar el proceso de criminalizacin por drogas en Ro de Janeiro, destaca la selectividad de clase existente en la aplicacin de la ley penal, segn sean jvenes ricos o pobres. As, mientras a los jvenes consumidores de clase media y alta se les aplica el paradigma mdico, a los jvenes residentes en favelas se les aplica el paradigma criminal.

    Es preciso desenmascarar el mito burgus de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Karl Marx brinda un importante anlisis en Crtica del programa de Gotha55, cuando discute el derecho burgus como derecho desigual. En ese escrito, el autor, destaca la relacin desigual existente en la forma jurdica del contrato entre iguales, denunciando cmo esa igualdad formal encubre la desigualdad sus-tancial existente entre trabajadores, obligados a vender su fuerza de

    52Ver Pavarini, Massimo: Control y dominacin, teoras criminolgicas burguesas y proyecto hegemnico, Siglo XXI, Buenos Aires, 2003.53Por 'sistema penal' entendemos (...) la suma de los ejercicios de poder de todas las agencias (policial, judicial y penitenciaria)..., en Zaffaroni, op. cit., p. 144). 54Ver Malagutti,Vera: Difceis Ganhos fceis: Drogas e juventude pobre no Rio do Janeiro, Objetiva, Rio de Janeiro, 2003.55Ver Marx, Karl y Engels, Friedrich: Crtica do Programa de Gotha. Obras Escolhidas em Trs Tomos. Tomo III, Progresso, Moscovo, 1985.

    trabajo para sobrevivir a partir de la expropiacin de los medios de pro-duccin y de vida por parte de los capitalistas.

    A pesar de que el concepto liberal de igualdad ante la ley est fuer-temente enraizado en la sociedad, la profunda selectividad que recorre las diferencias desde el acceso, pasando por la aplicacin, llegando a la instancia de la ejecucin penal, nos permite desmitificar la idea bur-guesa de ser todos iguales ante la ley. No solo las normas del derecho penal se forman y se aplican selectivamente, reflejando las relaciones de desigualdad existentes, sino que el derecho penal ejerce una fun-cin activa de reproduccin y produccin, respecto de esas relaciones de desigualdad.

    Adems, el derecho penal -como discurso justificador de la inter-vencin del sistema penal-, lejos de proteger los intereses generales de la sociedad (otro mito burgus), protege los intereses de los grandes propietarios del capital.

    Mientras pequeos delitos son efectivamente perseguidos y penali-zados, los delitos denominados de cuello blanco gozan de tremenda impunidad. Al mismo tiempo que se criminalizan delitos comunes,56 delitos que provocan grandes daos sociales y ecolgicos57 cometidos por las grandes corporaciones econmicas,58 gozan de una casi total -cuando no total- inmunidad legal.59

    La manipulacin ideolgica, orquestada principalmente por los medios de comunicacin, hace que la alarma social sea inversamen-te proporcional al dao social causado. Mientras que ante un robo individual que alcanza a unas pocas vctimas, se busca punir impla-cablemente a su autor; casi nadie reacciona contra la criminalidad que damnifica a las mayoras; sea ella cometida por las corporaciones

    56Por ejemplo el abuso de alcohol, compra y venta de drogas al por menor, pequeos delitos contra la propiedad, disturbios y peleas en los espacios pblicos, vagabundeo, etc. 57Por ejemplo, el documental de Robin, Marie-Monique: El mundo segn Monsanto, 110 min, Francia, 2007; permite conocer la creacin de Organismos Genticamente Modificados (OGM: transgnicos) por la corporacin norteamericana Monsanto y los efectos aniquiladores que provoca sobre la vida humana, el planeta y las econo-mas regionales.58Generalmente, adems, tienen importantes influencias sobre las instancias de deci-sin gubernamental.59Cuando alguien responsable cae en las redes del sistema penal generalmente es multado, sin embargo, el castigo casi nunca es determinado con la privacin de la libertad, como s es el caso de los delitos comunes cometidos generalmente por perso-nas sin recursos econmicos.

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    110 Razn y Revolucin n 21

    financieras, por los bancos que lavan dinero del trfico de drogas, o por las industrias de cigarrillos o de bebidas alcohlicas, entre tantas otras.

    Es preciso denunciar el carcter ideolgico del derecho penal que, adems de no ser para todos iguales, ni defender los intereses de todos, tampoco como es enfatizado por el Abolicionismo60, resuelve con-flictos y problemas de gran envergadura como el de la seguridad pbli-ca o el del aumento de la criminalidad. Por el contrario, muchas veces, lejos de eso, acaba agravndolos.

    As por detrs de esas soluciones ilusorias que producen ms muer-tes y destruccin social, se esconde la verdadera esencia del derecho penal burgus que, sobre la base de un cuerpo doctrinario de normas, legitima como necesaria la intervencin de tipo represiva sobre todo aquello considerado como amenaza y estorbo al modo de producto capitalista.

    Aunque esto tenga una continuidad histrica, la fase neoliberal del capitalismo, revela la expansin del sistema penal como estrategia pri-vilegiada de control y gestin de la pobreza, profundizada principal-mente por una situacin de desempleo masivo y estructural. Entonces, cuanto ms desigual es una sociedad tanto ms ella tiene necesidad de un sistema de control social de tipo represivo, como es el realizado a travs del sistema penal del derecho burgus.

    Recibido: 20/2/2011 Aceptado: 18/4/2011

    60Nos referimos aqu, al movimiento del Abolicionismo Penal contemporneo que plantea la desaparicin total del sistema penal de justicia estatal, es decir, la abolicin de crceles, tribunales y polica represiva. Esta doctrina se sustenta en la impugna-cin total al conjunto del control social punitivo que abarca no solo instituciones sino prcticas, normas y discursos que plantean el castigo como solucin al problema de falta de seguridad pblica. Dentro de este movimiento se realiza tambin una crtica al concepto de seguridad pblica por encontrarse reducido a los lugares y acciones represivas de visibilidad pblica, como tambin a los crmenes convencio-nales, principalmente a la violencia fsica contra una persona y los delitos contra el patrimonio particular.Entre los autores abolicionistas ms conocidos se encuentran el socilogo noruego Tomas Mathiesen, el holands Louk Hulsman y el profesor de criminologa en la Universalidad de Oslo, Nils Christie.

    Orgenes del capitalismo en la Argentina

    El reino de este mundo

    Fabin Harari

    Madurez e infantilidad en las masas de la ciudad de Buenos Aires (1818-1820)

    Instituto de Investigaciones Jurdicas y Sociales Ambrosio L. Gioja- Facultad de Derecho, UBA - CONICET

    ResumenLos trabajos de Di Meglio sobre las movilizaciones populares en la ciudad de Buenos Aires durante la primera dcada revolucionaria produjeron un notable impacto histo-riogrfico. El autor elabor una serie de explicaciones sobre las movilizaciones de lo que denomina plebe urbana, con un abordaje multicausal en el que, sin embargo, se privi-legia el patriotismo y la politizacin del espacio urbano. Este artculo es un intento de discutir estas explicaciones a travs del examen de un aspecto central en la experien-cia poltica de las clases explotadas: las milicias. Un acercamiento ms exhaustivo a las fuentes trabajadas y el examen de otras no contempladas hasta ahora permite dilucidar una serie de cuestiones. La primera es que, bien medida, la experiencia miliciana no es la consecuencia de una politizacin urbana, sino la causa de una crisis orgnica. La segunda es que lejos del patriotismo, las milicias se movilizan contra el Estado, en defensa de sus condiciones de vida. En tercero, que la evolucin financiera resulta un factor ms determinante que las identidades para explicar la crisis poltica.

    Palabras clave: Revolucin de mayo - Milicias - Debate

    AbstractThe studies of Di Meglio about popular mobilizations in the city of Buenos Aires during the first revolutionary decade generated a remarkable impact in the histori-ography. The author developed an explication of the mobilizations of what he calls urban plebs, with a multicausal approach, in which, however, patriotism and urban space politicizing are predominant. This article tries to discuss these expla-nations, through the study of a central topic in the political experience of the exploit-ed classes: the militia. We make a more exhaustive exam of the founts as well as we work with other new founts, generally not used. After that, we elucidate different problems. In first place, the militia is not the consequence of an urban politicizing, but the cause of an organic crisis. Second, far from patriotism, the militia mobilizes against the State, in defense of its living conditions. Finally, the financial evolution is a more determining factor than identities in order to explain the political crisis.

    Keywords: May Revolution - Militias - Debate