10 Semanas Para Un Mejor Matrimonio

10 Semanas para un Mejor Matrimonio

Randall and Therese Cirner

SEMBRADOR

10 Semanas Para Un Mejor Matrimonio

CONTENIDOPrólogo / 7

Introducción / 11

Semana Uno

¿Quién se hace cargo? / 15

Semana Dos

Hablemos de esto: Comunicación / 29

Semana Tres

“No Salga de Vuestra boca Palabra Dañosa” Comunicación II / 43

Semana Cuatro

El Plan de Paz de Dios: Amor / 59

Semana Cinco

El Plan de Paz de Dios: Orden / 71

Semana Seis

En Tu Servicio: Cuidado de los Esposos para con sus Esposas / 83

Semana Siete

En Tu Servicio: Como Aman las Esposas a sus Esposos / 97

Semana Ocho

Afecto y Sexo / 117

Semana Nueve

¡Está Bien que Seamos Diferentes! / 133

Semana Diez

Obstáculos comunes Dentro del Matrimonio / 143

Comentario Final

Buscad la Caridad / 155

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Prólogo

ES POSIBLE QUE LOS MATRIMONIOS, con deseo de aprender a vivir juntos más felices, reaccionaran ante otro libro sobre el matrimonio, como liza Doolittle en “Mi Bella Dama”: “Palabras, palabra, palabras, ya me canse de tanta palabra… ¿Es todo lo que ustedes los “pesimistas” saben hacer?” Randy y Theresa Cirner anticiparon este tipo de reacción. Saben que lo necesario es algo más que un catálogo de buenos consejos. Es por ello que este libro es un plan de acción y no solo palabras. Es una invitación a la ejecución de pasos prácticos y que además ofrece acompañarnos durante el tiempo en que realicemos la acción.

Los autores reconocen los inseguros y rebeldes que a veces nos sentimos a realizar esas acciones y por ello nos animan. Nos muestran una manera de abandonar los patrones de vida y los hábitos destructivos que, aun cuando no queremos seguirlos no sabemos frenarlos.

Debido a los porcentajes actuales de divorcio es obvio que necesitamos comenzar con la acción. Necesitamos aprender a relacionarnos dentro del hogar. Como pueblo, lo que estamos mostrando es que somos patéticamente pobres en la habilidad para relacionarnos entre nosotros, no que carecemos de amor.

Existe una idea general, popular y persistente de que hay quienes tienen un buen matrimonio debido a las circunstancias, esto es debido a que tenían la química correcta y los temperamentos adecuados. Es probable que exista esta idea porque solemos creer que los demás no tienen problemas.

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Por supuesto que las diferencias en antecedentes y educación, puede desarrollar en ciertas personas una mayor habilidad para relacionarse con otros para la convivencia en general. Incluso algunos pueden tener temperamentos más fácilmente combinables. Sin embargo, dudamos que existan algunos matrimonios que puedan admitir que nunca han tenido que pasar por conflictos y ajustes antes de alcanzar la compatibilidad marital. Muchos de los que ahora son felices dirán: “Pero es que crecimos, cambiamos, progresamos”. Como Theresa Cirner dice: “Esto es Misión posible”.

Más aún los Cirner afirman: “Dios esta tan interesado en el matrimonio, que nos ha provisto de los patrones sobre cómo el marido y la mujer deben trabajar juntos por medio de las Sagradas Escrituras”. No dejó que el esposo o la esposa creara su propio plan, ni dijo: “Háganlo a su manera”, más bien, Él nos ha indicado en su palabra para qué creó el Matrimonio.

La lectura y la aplicación de las Sagradas Escrituras, como base de instrucción para la vida familiar, ha ayudado a muchos a encontrar un cimiento sólido sobre el cual edificar una familia estable y feliz. Para otros ésta instrucción equivale a una “Imposición de la Ley”. Los Escritores del nuevo testamento no vacilaron en exponer bajo la luz del Espíritu Santo, advertencias definitivas(o mandatos, si así lo desean) para la vida y la fe, pues lo hicieron con la clara presuposición de que hablaban a los miembros de una comunidad creyente que “Se abandona a Cristo” y “Caminaba en el Espíritu”.

Éste libro enfatiza que es el Espíritu Santo, actuando en nosotros, el que motiva y ejecuta los mandamientos de la palabra de Dios en nuestra vida. No es que nosotros, con nuestras propias fuerzas, cumplamos con los mandamientos de las Sagradas Escrituras, sino que es la fuerza del Espíritu Santo mismo. Cuando se reciben y se viven los mandatos del Señor en el Espíritu Santo, estos dejan de ser leyes opresivas y se convierten en promesas de lo que Dios quiere hacer en nosotros si confiamos en Él, y le obedecemos al caminar en su Espíritu. Estos mandatos nos indican hacia donde debemos dirigir nuestras expectativas acerca de Dios.

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El presente libro nos invita a tener una aventura con el poder del Espíritu Santo, creemos que cualquier pareja casada que se comprometa a experimentarla con la mejor voluntad y con el diario trabajo y orientación del Espíritu Santo, Experimentará una intensificación en la unidad, en la paz y en la alegría de su matrimonio.

Larry y Nordis Christenson

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Introducción

¿Para Quién es este libro?

Este libro ha sido escrito para parejas Cristianas que deseen profundizar en sus relaciones matrimoniales. Es posible que matrimonios que sean no-cristianos puedan aprovechar algunas de las ideas y técnicas que presentamos, sin embargo, no podrán experimentar toda la ayuda que este libro ofrece puesto que hemos basado nuestra teoría y práctica en dos principios fundamentales: 1. Dios creó al matrimonio y tiene un plan para él, 2. Podemos conocer este plan de Dios a través de las Sagradas Escrituras. Recurrimos a Dios como la fuente para la vida plena en el matrimonio. La única fuente para un matrimonio que realmente tiene éxito es Dios y su Palabra.

Utilizamos citas bíblicas a lo largo del libro y aconsejamos leer cada pasaje detenidamente. No utilizamos las Sagradas Escrituras para validar o “bautizar” nuestras propias ideas. Por el contrario, nuestra concepción del matrimonio cristiano y como vivirlo prácticamente, se deriva de las Sagradas Escrituras. Así que, mientras más asimilen los pasajes que citamos, más fácilmente podrán seguir nuestras sugerencias prácticas y experimentales.

Creemos que este manual podrá ser muy útil para muchos matrimonios.

Puede Hacer de un buen matrimonio algo mejor. Puede convertir a un matrimonio tambaleante en algo más

estable.

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Puede ayudar a que un matrimonio confuso clarifique sus propósitos y necesidades.

Puede renovar un matrimonio que ha terminado.

No obstante, este libro no es la respuesta para su matrimonio, solamente Dios lo puede ser. De hecho, este libro podrá brindar ayuda ilimitada a algunos matrimonios, especialmente a los que tienen problemas graves. Para estos matrimonios aconsejamos que recurran a la orientación de un consejero cristiano competente.

Finalmente, queremos enfatizar que este libro es para ser utilizado por matrimonios, no por sólo uno de los cónyuges. Es posible que al leerlo uno solo y seguir los consejos, pueda aprender varias cosas e incluso lograr ciertos cambios en su matrimonio. Sin embargo, se perdería el sentido del libro. Los matrimonios pueden llegar a ser lo que Dios desea solo cuando ambos cónyuges participan en el plan.

¿Cómo Utilizar este libro?

Durante estas 10 semanas se requerirá de su participación activa. Este no es un libro de teoría que pueda ser asimilado con solo leer el material. Más bien, este es un manual práctico y de experiencias que requieren de su actuación para lograr cambios en su matrimonio. Para obtener los máximos beneficios del libro necesitan realizar las sugerencias que se dan al final de cada capítulo semanal. Ejecuten todo lo que se les dice, no recorte ni cambien, ni se adelanten a los hechos.

Apéguense a la instrucción y realicen un capítulo por semana con tenacidad. Es casi seguro que ustedes comenzarán a tener dificultades durante los dos siguientes meses y medio. Además, se ocuparán mucho, tal vez decidan que no les gusta leer, incluso llegaran a resistirse a pensar o hablar sobre temas que preferirían no hacerlo. No obstante, no permitan que estas ideas los desanimen en su caminar,

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más bien luchen y sean persistentes. Entren de lleno a este plan y participen activamente durante las dos semanas siguientes. Entreguen este tiempo a Dios. ¿Qué tienen que perder?

Cada capítulo deberá ser cubierto en una semana. A cada capítulo debe dedicársele tres tiempos: 1. El primero consiste en leer el capítulo para esa semana. 2. Un tiempo individual para asimilar y reflexionar 3. Tiempo para discutir con el cónyuge y llegar a acuerdos.

Nuestra experiencia es que para llevar estos tres tiempos adecuadamente se requiere de una hora y media a dos por semana. Este tiempo se puede distribuir así: 1. Media hora para leer el capítulo 2. De 20 a 30 minutos para el tiempo individual, 3. De 45 minutos a 1 hora para tomar acuerdos junto con el cónyuge.

Inmediatamente después de haber leído el capítulo se deberá tener un tiempo individual para reflexionar sobre él. Sin embargo, el tiempo de tomar acuerdos podrá ser ese mismo día u otro.

Antes de comenzar con la semana No. 1, junto con su cónyuge aparten las dos horas por semana que invertirán durante las siguientes 10 semanas. Cada uno decidirá cuándo tendrá su lectura y el tiempo para reflexionar y después decidirán cuándo tener el tiempo para compartir. Apúntenlo en un calendario para que no lo olviden, además, preparen todo lo necesario para que sus horas de compartir sean fructíferas y que no tengan interrupciones de ningún tipo.

Al final de las 10 semanas tomen un fin de semana juntos. Sería muy temprano planear esta actividad desde ahorita debido a cuestiones de trabajo, el cuidado de los niños y los otros compromisos. Sin embargo, es bueno hacerlo cuando ya se vaya acercando el final de las 10 semanas, creemos que debe ser algo así como para “cerrar con broche de oro” las 10 semanas en que trabajaron de acuerdo al manual.

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Finalmente recuerden que el matrimonio es un compromiso de toda la vida, que requiere de trabajo durante toda la vida. Es por ello que este programa de las 10 semanas no es un curso rápido que se pueda ejecutar y luego olvidar, podrá ayudar a su matrimonio, pero es necesario que aun después de terminar el libro, continúen prestando atención a la vida que llevan juntos.

No vacilen en utilizar este libro una y otra vez en diferentes formas. Lo aquí presentamos son algunas ideas del matrimonio, cosas que debemos recordar periódicamente. Cada 3 ó 4 meses acojan un capítulo y vuelvan a leerlo y discutirlo junto con su cónyuge. Esta será una buena manera de evitar volver a caer en hábitos no deseables.

Nuestra oración es que Dios enriquezca y fortalezca su matrimonio, les dé el gozo y la paz que él desea que tengan.

Estos libros les serán de utilidad:

Larry y Nords Christenson, La pareja Cristiana (Minneapolis: Bethany fellowship, 1977).

Ralph Martin, Esposos, Esposas, Padres e hijos (Ann Arbor: Servant Books, 1978).

También recomendamos algunas lecturas al final de ciertos capítulos.

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Semana # I

¿Quién se Hace Cargo?

¡Alto! Si tú eres de las personas que no suelen leer la introducción de los libros, en esta ocasión te perdiste de algo, por favor léela. Tan solo te tomará 10 minutos.

Nuestros jóvenes amigos, Roberto y Ana, se casaron por rebeldía. Ambos eran jóvenes, apenas egresados de la preparatoria. Roberto pensaba entrar en la universidad y Ana estaba en busca de un trabajo. Tenían tan solo un año de ser novios, tiempo durante el cual continuamente se vieron presionados por sus padres, cada vez más, para terminar con la relación. Los padres de Roberto no querían que nada

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interfirieran con sus estudios y temían que un matrimonio prematuro, significase el fin del futuro universitario. Los padres de Ana no prestaban atención especial a la relación, porque creían que ella podría encontrarse un mejor partido que Roberto.

Roberto y Ana decidieron “Darles una lección” y se casaron más rápidamente de lo que, aun ellos mismos, esperaban. Una vez casados, ambos empezaron a descubrir que en realidad no se conocían plenamente entre sí, ya que lo que hasta entonces los había unido era un enemigo en común contra su matrimonio: Sus padres. No obstante ahora que la presión no existía, tuvieron la oportunidad de contemplarse con objetividad y no estaban muy seguros de que les agradara lo que veían. Comenzaron las dificultades, la relación se hizo más y más temerosa, hasta que terminó en el divorcio. A pesar de que no todos los matrimonios que se inician basados en la rebelión terminan en el divorcio, éste sí termino de mal manera.

¿Por qué te casaste?

Muchos de nosotros podemos contestar a esta pregunta de inmediato. Otros tendrán que pensar por un momento, recordar el pasado y tratar de poner en palabras algo de lo que hoy es solo el vago vestigio de un antiguo sentimiento. Todos tuvimos razones para casarnos, las recordemos ahora o no. A continuación se enumeran algunas de las razones más comunes por las cuales la gente se casa.

¿Alguna de ellas te es familiar?

1.- Porque estaba enamorado.

2.- Por deseo sexual, éste contribuye enormemente al #1.

3.- Por temor a la soledad o al rechazo: todos mis amigos comenzaron a casarse y yo no me podía quedar atrás.

4.- Por Seguridad.

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5.- Por dinero o prestigio.

6.- Todo mundo esperaba ya que nos casáramos.

7.- Porque el embarazo premarital no me dejó otra opción.

8.- Por Rebelión.

9.- Porque parecía lo más adecuado.

Aun cuando la mayoría de las personas se han casado por alguna de estas razones, debemos preguntarnos, ¿Son éstas las razones apropiadas? O tal vez una mejor manera de plantearnos esta pregunta sería: ¿Alguna de estas razones llega al meollo de lo que es en sí el matrimonio? Los cristianos saben que Dios ha creado el matrimonio con un determinado propósito contestarán que no. Las razones anteriores, por las cuales la mayoría de las personas se casan, no reconocen el verdadero contexto para el matrimonio de acuerdo al plan de Dios, el cual es, que el matrimonio sea una manera que vivamos nuestro compromiso cristiano.

Todos los cristianos, tanto solteros como casados, están llamados a vivir en el servicio y en el amor hacia Dios y a sus hermanos cristianos y llevar la buena nueva del evangelio de Cristo al mundo que nos rodea. ¿Cuántos de ustedes consideraron lo anterior como una razón para casarse? ¿Cuántos de sus amigos consideraron el amor y el servicio como una razón para casarse?

No es sorprendente el hecho de que sean muy pocas las personas que se casan de acuerdo a las razones correctas. Una de las tragedias más grandes es que los cristianos tomen al mundo secular como modelo para el matrimonio. A pesar de que Dios creó el matrimonio con su plan específico y además lo bendijo, ¿Hacia dónde tendemos a dirigirnos cuando queremos saber sobre el Matrimonio? Nos dirigimos a nuestros amigos, a nuestros parientes, a la televisión, a las películas, a la gente famosa, a los “Expertos” y consejeros. Algunas Veces estas personas podrán tener algo valioso que decir especialmente cuando hablen de una perspectiva cristiana. Sin embargo, en la

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mayoría de las ocasiones, la televisión, la gente famosa y los expertos solo dan una panorámica muy pobre y miope sobre el matrimonio.

El enfoque del mundo tiene muy poco que ver con el enfoque cristiano. No es extraordinario que hoy en día el matrimonio entre los cristianos este en malas condiciones, ya que la mayoría de las parejas tienen una concepción sobre el matrimonio que ha sido formada por el mundo. Si sembramos la semilla del mundo, cosecharemos la semilla del mundo. Las tasas de divorcio entre cristianos son simplemente un poco menos peores que entre los que nos son cristianos. Esto significa que el divorcio entre los cristianos se aproxima a una tasa del 50%.

Se supone que el matrimonio debe ser una manera de vivir nuestro compromiso cristiano básico y no una manera de escapar de él, o una excepción del mismo. Solamente cuando se logran reintegrar estos dos puntos, los cristianos tendrán la perspectiva correcta para comprender las razones por las cuales Dios creó el matrimonio, para luego tener una base sólida sobre la cual construir un matrimonio exitoso.

¿Cuáles son las razones de Dios (Su plan) para el matrimonio? Creemos que se puede resumir de esta forma:

1.- Para convertirse en una sola carne.

2.- Para tener amor comprometido.

3.- Para Servicio mutuo.

Analicemos cada una de ellas más despacio.

1.- Para convertirse en una sola carne. El propósito principal del matrimonio es crear una nueva entidad –La Familia-. Esto comienza con un hombre y una mujer que han decidido entregar sus vidas individuales para formar juntos una nueva vida. Y no es más MI vida sino NUESTRA VIDA. Es una unión de compromiso y permanencia como la unión de Cristo y

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de la Iglesia que, según el apóstol San Pablo, es el modelo para el matrimonio cristiano.

“Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia”. (Ef 5, 31-32).

Como producto de la unión sexual están los hijos, quienes son considerados en las Sagradas Escrituras como una bendición de Dios (Sal. 127 y Sal. 128) y también como una responsabilidad del esposo y de la esposa (Gn. 1, 28). Los hijos son una nueva generación de los hijos e hijas de Dios y están destinados a la vida eterna junto con Él, y a realizar una labor fructífera par Él aquí en la tierra.

2.- Para tener amor comprometido. Parece obvio, decir que el matrimonio es para tener amor comprometido. Sin embargo mucha gente confunde el amor permanente comprometido y de servicio –lo cual es el plan de Dios- con la inconsistencia del apasionamiento y de las emociones cambiantes que el mundo suele llamar amor. Hablaremos más concretamente de esto en el capítulo cuatro.

3.- Para servicio Mutuo. La idea de que el matrimonio es para servicio mutuo va en contra de las nociones que prevalecen hoy en día en la sociedad occidental y que se han difundido con las diferentes manifestaciones del “yo”: la auto-realización, la auto-protección, los intereses propios y la importancia en sí mismos. No obstante, uno de los temas más consistentes en el Nuevo Testamento es el de ser servidores unos de otros, La palabra de Dios muestra a Jesús como el siervo ideal que invitaba a sus discípulos a imitar su ejemplo. En los capítulos 6 y7 hablaremos de como los cónyuges se pueden servir uno al otro.

Esperanza para los matrimonios

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A estas Alturas muchos de ustedes ya se habrán dado cuenta que existe una disparidad entre el por qué se casaron y el por qué tenían que haberse casado. Aún más, es posible que ya estén experimentando sentimientos de condenación y desilusión e incluso quieran aventar este libro a la basura. Tal vez el ideal les suene inaccesible y no vean ninguna forma de alcanzarlo, pues bien, bienvenidos al Club. Mucha gente no lo tenía claro a la hora de casarse y nadie podrá alcanzarlo con sus propias fuerzas. Sea como sea, no cierren el libro, continúen leyendo, porque hay esperanzas para su matrimonio.

Tuvimos la oportunidad de observar a otro matrimonio joven, muy diferente al que mencionamos al principio, Francisco y Cristina eran el caso típico de “la pareja perfecta” que surgió de los “noviecitos” de prepa, Ambos físicamente atractivos, atléticos y populares, era de esperarse que se casaran. Al poco tiempo después de la graduación, Francisco y Cristina complacieron a sus compañeros al contraer matrimonio. Pronto descubrieron que se habían precipitado y que tendrían que encontrar la compatibilidad entre sí por medios que nunca se habían imaginado. Al igual que Roberto y Ana, Francisco y Cristina se percataron de que tenían todos los elementos necesarios para un matrimonio turbulento y tal vez trágico.

Sin embargo, algo ocurrió con Francisco y Cristina: tuvieron un encuentro personal con Jesucristo. Ambos entregaron sus vidas a su matrimonio, confiados en que Dios sería el único capaz de darles la fuerza y la ayuda que necesitaban. Hoy en día, después de 10 años, tienen una relación fuerte y comprometida, varios hijos cristianos y hermosos y han servido de ejemplo a otras parejas de matrimonios, para mostrar el poder y la fidelidad de Dios.

¿Por qué les fue mejor a Francisco y a Cristina que a Roberto y a Ana? Ambos matrimonios tenían cualidades y defectos desde el principio. Ambas eran parejas jóvenes, inexpertas y ciegas ante muchas cosas. Tan solo sabían que se querían y ni siquiera estaban seguros de lo que eso significaba,

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excepto sexualmente quizás. ¿Por qué Francisco y Cristina lo lograron?

Francisco y Cristina lo lograron debido a algo, más bien a alguien que irrumpió en sus vidas y les ofreció la manera de como tener un matrimonio con éxito. Esta pareja descubrió el plan de Dios para el Matrimonio y decidió seguirlo. Se dieron cuenta de que habían comenzado un matrimonio basado en los únicos principios que conocían y que esto no sería suficiente para que su relación perdurara a través de los años. De ahí, que al conocer el plan de Dios hayan reconocido que había esperanza, fortaleza, gozo y paz y por ello fueron tras este. Lo que éste matrimonio joven descubrió fue lo que llamamos las 3 verdades cristianas del matrimonio.

1. Dios Creó el Matrimonio y tiene un plan para él.2. Tanto el esposo como la esposa tienen que aceptar que

necesitan el plan de Dios.3. El esposo y la esposa necesitan de la ayuda de Dios para

vivir ese plan.

Mucho de lo que contiene este libro es una elaboración de lo que Francisco y Cristina descubrieron. Examinemos cada una de estas verdades detenidamente.

El matrimonio fue creado por Dios

Dios creó el matrimonio y tiene un plan para él, el cual se nos da a conocer en la Palabra de Dios. El matrimonio es un propósito de Dios y no solo una invención cristiana para satisfacer una necesidad social. El enfoque secular considera al matrimonio y a la vida familiar por extensión, como al gomeramente humano, por ejemplo, el famoso futurista Alvin Toffler considera al matrimonio como una función cambiante de la sociedad tecnológica.

“A medida que las relaciones humanas han llegado a ser más pasajeras y modulares, la búsqueda del amor también se ha hecho más frenética. Sin embargo, las expectativas actuales

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han cambiado. Conforme los matrimonios convencionales prueban tener menos y menos capacidad para mantener su promesa de amor permanente, podemos anticipar la aceptación pública de que los matrimonios sean temporales. En lugar de unirse “hasta que la muerte nos separe”, las parejas iniciarán su matrimonio con la idea de que la relación muy probablemente será de corta duración.

También sabrán que cuando los patrones de marido y mujer diverjan y cuando haya una gran discrepancia de las etapas del desarrollo, podrán romper la relación, sin sorprenderse ni avergonzarse, tal vez de sentir dolor ante el divorcio. Y cuando la oportunidad se presente, se volverán a casar… una y otra vez.” (El shock del futuro, pág. 251).

Las feministas tampoco pueden reconocer el señorío de Dios en el matrimonio. Consideran que el matrimonio es algo que pueden moldear según sus gustos y necesidades. Esto es lo que la feminista teórica, Betty Friedam, dice:

“Creo que el feminismo debe, de hecho, controlar a la familia, si es que este movimiento á de cumplir con su función revolucionaria dentro de la sociedad moderna. De no ser así, será abortado o bien guardado en los añales de la historia, obscureciendo y distorsionando su verdadero propósito y significado, debido a la negación de la realidad de la vida para muchos millones de mujeres. Como una relación en contra del rol que la mujer tuvo en el pasado dentro de la familia, podemos emular el rol masculino inflexible y obsoleto, con la burocracia en formas que aparentemente tienen más poder, pero, el verdadero poder y las promesas del futuro residen en la trascendencia de la separación absoluta de los roles de cada sexo, dentro del trabajo y la familia”.

“Pero confrontar a la familia moderna en su estado actual, en lugar de defender o atacar histéricamente a la familia de la nostalgia occidental” como le llama el sociólogo de Stanford, William J. Goode, significaría destrozar un llano que todavía es sagrado para la iglesia y el estado. De igual manera, dispersar la mística de la familia sería tan amenazador como lo fue desenmascarar la mística femenina hace una década. Sin

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embargo, es precisamente esa imagen obsoleta de la familia la que polariza y paraliza nuestro poder para solucionar nuevos problemas, política y personalmente. (“La segunda Etapa, págs. 84, 99).

El matrimonio, según el modelo secular, ya sea feminista o futurista, se relega a la frustración y al fracaso porque no reconoce el verdadero plasmador del matrimonio: Dios.

Otras personas incluyendo a algunos cristianos, cometen el error de pensar que el éxito en el matrimonio reside en ciertas técnicas: Técnicas para comunicarse, para tomar decisiones para tener relaciones, para criar a los hijos, etc. Algunas de estas técnicas pueden llegar a ser útiles, de hecho pueden ser ayudas muy valiosas para el matrimonio, inclusive presentaremos varias de estas ayudas prácticas en este libro. Sin embargo, las técnicas podrían ser muy buenas pero no serán “el secreto” para un matrimonio feliz, porque no son la fuente para el éxito en un matrimonio. Dios sí lo es.

Necesitamos a Dios

Tanto el esposo como la esposa deben admitir que necesitan del plan de Dios en su matrimonio. Solamente se puede vivir la plenitud del matrimonio cristiano cuando el esposo y la esposa participan en él. No funcionará si solo uno de ellos hace el intento. Si uno de los cónyuges no puede aceptar el plan de Dios, aún es posible que haya un buen matrimonio, aunque no podrá gozar de toda la gracia y de la riqueza que vienen como resultado de vivir el plan juntos. Sería como tratar de correr en una carrera de parejas, donde uno de los dos no desea participar de corazón. Posiblemente esa pareja avanzará a lo largo de la carrera y aún podría llegar a cruzar la meta, pero no sería una carrera fácil. Al menos no sería muy antojable, A esto equivaldría el matrimonio cristiano, nada más que los dos cónyuges tienen una unión mucho más sólida e íntima que la de la pareja de la carrera. No pueden correr uno sin el otro, porque así es como Dios lo dispuso.

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Si tanto el esposo como la esposa han decidido seguir el plan de Dios juntos, no podrán acusarse: “Yo lo estoy haciendo bien, él es el que necesita cambiar” “Si tan solo ella hiciera lo que le digo, las cosas marcharían mejor”.

Por el contrario, la actitud básica que cada quien debe tomar es: “¿Cómo vas a decir a tu hermano: `deja que de saque la paja del ojo`, teniendo la viga en el tuyo…? Saca primero la viga del tuyo y entonces podrás ver la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7, 4-5).

Hace varios años, yo (Randy) invertí algunos meses en orientar a Jaime y a Margarita. Jaime tomó la iniciativa de buscar ayuda y Margarita estuvo de acuerdo. Durante nuestra primera reunión les pedí que describieran los problemas a los que se estaban enfrentando. Jaime dio una detallada descripción de lo que para él era el problema.

Todo se podía resumir en una palabra: Margarita.

Cuando terminó le pregunté si había algo más que contribuyera al problema y después de un ratito, dijo no. Como yo conocía bien a los dos, sabía que Jaime veía algunos problemas auténticos en Margarita, sin embargo, le falto mencionar su falta de disciplina y su inconstancia, factores que contribuían a que Margarita no pudiera tomar control sobre sus problemas. Le hice ver a Jaime que mientras él no reconociera su parte dentro del problema, nunca podría ver los cambios que él deseaba en Margarita. En el momento en que Jaime lo reconoció, él y Margarita pudieron superar muchos viejos problemas.

El Poder de Dios

No podemos vivir el plan de Dios para nuestro matrimonio con nuestras fuerzas. La vida cristiana nos hace un llamado a ideales altos que muchas veces nos pueden desanimar aun antes de comenzar. Recuerdo que en las primeras etapas de nuestro matrimonio nunca creímos poder alcanzar el nivel del

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matrimonio cristiano que se mencionaba en las Sagradas Escrituras. Nos sentíamos demasiado independientes, intransigentes, obstinados, entre otras cosas y estábamos en lo cierto.

Por más que hubiéramos tratado, nunca hubiéramos logrado los cambios permanentes que necesitamos si lo hubiéramos hecho por nuestras propias fuerzas.

La buena nueva de la vida de Dios es que vivimos por su poder. El Espíritu Santo obra en nosotros para darnos la vida que Dios desea en la medida más profunda. Es el poder del Espíritu Santo el que nos permite experimentar todo el gozo y la riqueza que Dios ha planeado para nosotros en el matrimonio.

No importan las razones por las que te hayas casado, ni qué tan mal se las hayan visto, incluso si son divorciados y se han vuelto a casar, aún hay esperanza y auxilio para ustedes a través del poder de Dios. Después de todos estos años, cuando ustedes creen que ya han fijado sus caminos, el poder de Dios puede obrar en su vida. A pesar de que hayan cometido errores (tal vez muchos) Dios quiere Renovar su Matrimonio. Dios puede sanar su relación y hacerla más fuerte que nunca. Con todo y las heridas que consciente e inconscientemente se hayan llegado a hacer uno al otro. Tal es el poder de Dios, si están dispuestos a aceptarlo. Es humillante admitir que necesitamos ayuda, pero una vez que esto se hace, Dios puede comenzar a obrar.

Conforme nos abrimos a Dios y Él comienza a obrar en nuestro matrimonio, debemos hacer dos cosas muy importantes para cooperar con su trabajo.

Oración.

De entre las herramientas espirituales más fuertes que tenemos y que nos acercan a Dios para recibir su ayuda están la Oración, Las Sagradas Escrituras, La participación en los

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Sacramentos. Una vez que han entrado en esta aventura de 10 semanas vengan ante Dios con fe en su poder y en el deseo que Él tiene de trabajar en su matrimonio. Pidan su ayuda para realizar los cambios necesarios. La palabra de Dios promete que Dios escucha y responde a nuestras oraciones.

“Pedir y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y el que llama, se abrirá”. (Mt. 7,7-8).

Durante las 10 semanas en que trabajarán con este libro, decídanse a tener un tiempo diario para presentar su matrimonio ante Dios a través de la oración juntos delante del Santísimo. Oren en la forma que se sientan más a gusto: hablando en voz alta, en silencio, leyendo los salmos que piden la gracia del Señor, Orando en el Espíritu, Rezando el Padre Nuestro, rezando el Rosario juntos. Lo importante es que lo hagan. Si no están acostumbrados a rezar juntos, entonces recen solos por un par de semanas. Después de que hayan realizado algunos de los capítulos que siguen, se les va a hacer más fácil y más a gusto orar juntos.

Perseverancia

La segunda cosa por hacer para abrirse a la obra de Dios en su matrimonio es ser persistente. Continúen poniendo en práctica lo que aprendan de este libro aun cuando en ocasiones parezca difícil. La acción de Dios en nuestras vidas no se caracteriza por hacer cambios instantáneos. Más bien, comienza por hacer cambios paulatinos en los hábitos, patrones y actitudes conforme perseveramos y confiamos en la obra de Dios.

Ninguno de los matrimonios exitosos que conocemos surgió de la noche a la mañana. En cada uno ha habido mucho trabajo arduo, sacrificio personal y determinación para que marchara bien. Nuestro matrimonio es fuerte; tomó tiempo, trabajo y valió la pena. Los animamos a que se den por vencidos sino

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hasta ver que su matrimonio ha entrado plenamente en el plan de Dios; dejen que Él se haga cargo.

El matrimonio no es un asunto privado. No es solo cuestión de tomar decisiones y planear entre los dos, edificando sus propios sueños y esperanzas. La razón por la cual muchos matrimonios de hoy (aun entre cristianos) tienen problemas, o terminan en el aburrimiento, es que los cónyuges han tratado de hacer funcionar su patrimonio por sí solos. Este es precisamente el problema, Dios nunca quiso que el matrimonio fuera así. El matrimonio no es una relación uno a uno, sino que es un triángulo, y no se refiere a los triángulos de las canciones románticas seculares, donde uno de los cónyuges tiene su amante secreto. El triángulo real y necesario es aquel donde Dios es uno de los distinguidos miembros, sin Él ningún matrimonio podrá llegar a tener el éxito deseado.

El título de este capítulo hacía la pregunta, ¿Quién está a cargo? ¿Quién está a cargo del matrimonio? ¿Tú? ¿Tu cónyuge? ¿El dinero? ¿El sexo? ¿La Rebelión? ¿El temor? Dios es quien desea estar a cargo. Entreguen su matrimonio a Dios.

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Para realizar en esta semana

Cada quien contestará las preguntas individualmente y después se reunirán para discutir juntos sus respuestas. Ya que están haciendo esto cada semana del programa, escriban sus respuestas en libretas separadas.

Tiempo Individual

Contesta las siguientes preguntas:

1.- ¿Por qué me (nos) casé (casamos)? Si tienes más de una razón escríbelas en orden de importancia de acuerdo a tus criterios.

Estaba enamorado__________ Expectativas________________

Deseo Sexual ______________ Rebelión _________________

Soledad __________________ __ Por un embarazo ___________

Necesidad de seguridad _____ Para tener un matrimonio cristiano __________________

Dinero _____________________ Para servir a Dios Juntos ____

Otros ______________________

2.- ¿Quién es el que más ha influido al formar mi idea sobre lo que el matrimonio debe ser?

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Padres ____________________ Películas __________________

Amigos ____________________ La Iglesia __________________

T. V. ______________________ Las Sagradas Escrituras ____________________________

Libros _____________________ Otros ______________________

3.- ¿Estoy satisfecho (a) con la situación donde se encuentra mi matrimonio?

4.- ¿Qué es lo que más me gustaría que cambiara?

5.- ¿Estoy listo (a) para convertir a Dios en la tercera persona de mi matrimonio y a vivir de acuerdo a su plan?

Sí _______ Creo que sí, ¿Qué piensas tú? ___________________

No ______ Lo deseo, pero tengo miedo ____________________

Si tú has sido un cristiano nominal, te aconsejamos que hagas un compromiso personal con Jesucristo ahorita mismo, y que pida que renueve y fortalezca tu vida. Si te cuesta trabajo hacerlo con tus propias palabras, te damos la siguiente oración que puedes utilizar:

Jesús, reconozco que no he vivido mi vida como Tú lo deseas. He pecado contra ti, contra mí (esposo, esposa), mis hijos, y te pido perdón. Quiero que tú seas el centro de mi vida. Te acepto como mi Señor y Salvador. Lléname ahorita con tú Espíritu

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Santo y fortaléceme para vivir mi vida totalmente entregado (a) a Ti. Amén.

Tiempo para compartir juntos.

1.- Compartan juntos las repuestas que dieron a las preguntas anteriores.

2.- Si ambos quien el plan de dios para su matrimonio, comprométanse a seguirlo a través del siguiente dialogo.

Si lo desean pueden hacer su propio diálogo.

Esposo: (Nombre de tu esposa), deseo mejorar nuestro matrimonio basándolo en el plan de Dios. Me comprometo a seguirlo durante las próximas Diez semanas. Buscaré la ayuda de Dios y hare mi mejor esfuerzo porque te amo y deseo lo mejor de nuestro matrimonio.

Esposa: Repite lo anterior, pero mencionando el nombre de tu esposo.

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10 Semanas Para Un Mejor Matrimonio

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