11 cómo ayudar a los hijos en los estudios

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Medidas generales para ayudar en el estudio Capítulo Introducción Alimentación, sueño y otros Mantener comunicación con el niño Elaborar un horario de estudio Ayudarle a establecer un hábito de estudio Garantizar una condiciones ambientales idóneas Supervisar y elogiar Adoptar medidas si no estudia Mantener contacto y colaborar con el colegio Proporcionar ayuda directa Enseñar algunas técnicas de estudio Potenciar otros aspectos Procurar el bienestar psicológico del niño 3

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Medidas generales para ayudar en el estudio

Capítulo

IntroducciónAlimentación, sueño y otros

Mantener comunicación con el niñoElaborar un horario de estudio

Ayudarle a establecer un hábito de estudioGarantizar una condiciones ambientales idóneas

Supervisar y elogiarAdoptar medidas si no estudia

Mantener contacto y colaborar con el colegioProporcionar ayuda directa

Enseñar algunas técnicas de estudioPotenciar otros aspectos

Procurar el bienestar psicológico del niño

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Medidas generales para ayudar en el estudio

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Introducción

Este tema va a tratar de responder a la pregunta ¿Qué pueden hacer los padres para ayudar a sus hijos en los estudios? Para ello, les proponemos doce medidas que todos los padres deberían mantener con constancia.

Las hemos seleccionado a partir de tres criterios:

- Que sean medidas que ayuden a mejorar los estudios de manera efecti-va cuando se llevan a cabo, de la misma manera que cuando no están presentes suelen crear problemas.

- Que las medidas sean competencia principal de los padres, de manera que sean ellos los que principalmente las adopten, es decir, en las que la familia sea insustituible.

- El tercer criterio para seleccionar estas medidas es que su aplicación esté al alcance de cualquier familia y no requieran ninguna especialización.

Las pautas generales que proponemos son válidas para niños desde los tres a los doce años. Efectivamente, desde pequeños podemos adoptar estas pautas, adecuándolas a cada edad, tal y como iremos presentándolo.

Por tanto, las doce medidas que vamos a explicar son:

1º. Cuidar la alimentación, sueño y otros aspectos.

2º. Mantener la comunicación con el niño.

3º. Elaborar un horario de estudio.

4º. Ayudarle a establecer un hábito de estudio.

5º. Garantizar unas condiciones ambientales mínimas.

6º. Supervisar al niño y elogiarlo.

7º. Adoptar medidas si no estudia.

8º. Mantener contacto con el colegio.

9º. Proporcionar ayuda directa.

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Medidas generales para ayudar en el estudio

10º. Enseñarle algunas técnicas de estudio.

11º. Potenciar otros aspectos.

12º. Procurar el bienestar psicológico del niño.

Alimentación, sueño y otros

La alimentación y el sueño son otros de los factores que condicionan el rendimiento en los estudios y por tanto los padres deberían garantizar:

1º. Que los niños duerman lo suficiente.

A pesar de ser algo evidente que un niño que no duerme bien no rinde, sigue habiendo un número considerable de niños que acuden al colegio sin descansar lo suficiente.

Las causas suelen estar relacionadas con hábitos inadecuados: acostarse tarde, disponer de televisión en el dormitorio, tomar bebidas estimulantes, etc.

Como referencia general, los niños de tres años deben dormir entre diez y catorce horas; los de cuatro y cinco años, entre nueve y trece horas; y a partir de los seis años entre diez y doce horas.

En el libro de Escuela de Padres dedicado al sueño, hemos facilitado pau-tas para adquirir un hábito adecuado.

2º. Desayuno apropiado.

Sin un desayuno adecuado el niño tampoco puede rendir. También es frecuente que muchos niños acudan al colegio sin desayunar. Para ello, los

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padres tendrían que establecer como pautas:

- Levantarse con tiempo suficiente; a veces bastan quince minutos de adelanto.

- Convertirlo en una rutina familiar, ya que si la familia se habitúa a desa-yunar, lo más probable es que el niño también desayune.

- Tomar un tentempié ligero a media mañana y media tarde.

3º. Otros aspectos.

Deben vigilar otros aspectos que pueden influir en el rendimiento de su hijo, especialmente:

- Realizar al menos una revisión anual de la visión del niño. Ellos no sue-len apreciar alteraciones pequeñas en la vista, pero pueden influir en su rendimiento: provocan fatiga y falta de concentración... Si el niño utili-za gafas, hay que asegurarse que se las pone, que están en buen estado y lleva los cristales limpios.

- En casa se debe vigilar la postura a la hora de estudiar. Algunas son inade-cuadas. A corto plazo producen fatiga, falta de concentración y molestias en la espalda. A largo plazo pueden producir lesiones más importantes.

En este sentido, el sueño, la alimentación y los otros aspectos que se han detallado, son los primeros que los padres deben asegurar para ayudar a sus hijos en los estudios porque solo ellos pueden hacerlo. Tienen un carácter

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Medidas generales para ayudar en el estudio

prioritario, de manera que si no están conseguidos, el resto de medidas que vamos a proponer resultarán ineficaces.

Mantener comunicación con el niño

Escuchar y hablar con el niño sobre los estudios es otra medida educativa que deben adoptar.

En la comunicación sobre los estudios hay que saber mantener el equilibro entre la confianza y la exigencia, evitando caer en una presión continua, que agobiará al niño, o en la permisividad, sin actuar cuando deberíamos hacerlo. Para mantener este equilibro y que la comunicación con su hijo sea una medida de apoyo a los estudios aconsejamos:

1º. Que sea un tema de conversación más.

Los estudios pueden ser un motivo más para hablar con él y escucharle en el día a día. Para ello, podemos utilizar como estrategia:

- Prestarle atención siempre que nos hable del tema: de su colegio, de sus profesores, compañeros, de sus dificultades y logros.

- Hacerle preguntas abiertas, sin querer sonsacar demasiado: ¿Qué tal hoy en el colegio?, ¿Cómo llevas los estudios?, ¿Qué asignaturas te gustan más y en cuáles encuentras dificultades?, ¿Qué tal tus compañeros?, ¿Qué tal tu profesor? o ¿Qué estáis dando ahora en esta u otra materia?

2º. Abordar el tema desde la confianza y el cariño.

Los estudios son una responsabilidad que el niño tiene que asumir pro-gresivamente. La posición habitual desde la que los padres deben abordar

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este tema con sus hijos debe ser la confianza y el cariño hacia el niño.

Es decir, cuando se hable de este asunto no puede ser sólo y exclusiva-mente para amenazar o corregir. En muchas ocasiones habrá que exigir, in-cluso adoptar medidas, pero siempre hay que tender a comunicarnos desde actitudes positivas.

3º. Valorar los estudios.

Si los padres valoran los estudios y transmiten expectativas positivas so-bre ellos, el niño los valorará. La comunicación será útil para:

- Enviar mensajes positivos sobre ellos y no sólo plantearlos como una pesada obligación sin sentido.

- Ayudarle a dar valor y aplicación a lo que aprende en el momento pre-sente.

- Prestar atención a todas sus preocupaciones y logros sobre los estudios.

- Valorando su esfuerzo y dedicación.

- Exigir con la palabra y el ejemplo el valor del “trabajo bien he- cho”.

- Ser un ejemplo positivo, algunos padres continúan estudiando o for-mándose sobre su campo profesional o sobre sus intereses.

- Situar los estudios en un lugar preferente a la hora de organizar el tiem-po del niño.

4º. Implicación de la pareja.

Los estudios del niño no pueden ser “cosa de tu madre” o “cosa de tu pa-dre”. Debe ser un trabajo conjunto, de manera que reciba el mismo mensaje y perciba la implicación de ambos miembros de la pareja.

5º. La responsabilidad es del niño.

La comunicación también sirve para transmitirle desde pequeño que los estudios son su responsabilidad, que él es quien la tiene que afrontar, no los padres. Para ello:

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Medidas generales para ayudar en el estudio

- Recordarle que cada uno tiene una responsabilidad en casa y la cum-ple.

- Animando y exigiéndole que la lleve a cabo, y no sustituirla por los padres.

- Adoptar medidas si no cumplen reiteradamente su responsabilidad.

6º. Cuando surgen dificultades.

Ante la aparición de los primeros signos de alarma o de dificultad, la co-municación será la primera medida, bien para que el niño nos explique sus motivos, bien para ayudarle o para exigirle.

En conclusión, la comunicación con el niño es una medida que hay que mantener siempre para ayudarle en sus estudios.

Elaborar un horario de estudio

Continuando con las medidas generales para ayudarle, la siguiente con-siste en ayudarle a elaborar su horario de estudio. En realidad se trata de incluirlo dentro del horario general de su jornada, donde aparecen el resto de actividades.

Veamos algunos ejemplos:

Este es el horario de María, de diez años: (figura 1)

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Medidas generales para ayudar en el estudio

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Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado Domingo

9

COLEGIO

Libre

Libre

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11

12

1

2

3Libre

4

5 Actividades Extraescolares

Libre Actividades Extraescolares

Libre Activida-des Extraesco-lares

6

EstudioEstudio7 Estudio Estudio Estudio Estudio

8 Libre Libre Libre Libre Libre

9 Cena Cena

10Descanso Descanso

11 Descanso

O este otro, el horario de Pablo, de seis años: (figura 2)

5 6 7 8

Lunes Estudiar Salidas al parque o a casa de

la abuela

Merendar y tiempo libre Baño

Martes Estudiar Salidas al parque o a casa de

la abuela

Merendar y tiempo libre Baño

Miércoles Estudiar Salidas al parque o a casa de

la abuela

Merendar y tiempo libre Baño

Jueves Estudiar Salidas al parque o a casa de

la abuela

Merendar y tiempo libre Baño

Viernes Estudiar Pasear Merendar y tiempo libre Baño

Para elaborar este horario les ofrecemos las siguientes orientaciones:

1º. ¿A qué edad?

Se comienza a elaborar de una manera más sistemática a partir de los seis años. En el caso de niños de tres a cinco años, el horario es mucho más flexi-ble. En esta edad se trata más bien de acostumbrarlo a dedicar un tiempo a

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Medidas generales para ayudar en el estudio

algunas tareas relacionadas con el aprendizaje escolar, pero que le resulten agradables: pintar, colorear, recortar, manejar cuentos. Si tiene hermanos, le suele gustar también “ponerse a estudiar”, como hacen ellos.

2º. ¿Quién hace el horario?

Desde los seis años debe ser algo acordado con el niño. Es mejor hacerlo con él que imponérselo. Conforme va haciéndose mayor irá tomando más protagonismo hasta que, alrededor de los diez u once años, sea él mismo el que lo confeccione y los padres simplemente lo supervisen.

3º. ¿Cuánto tiempo dedicar a los estudios?

El estudio implica distintas actividades: realizar los deberes escolares, asi-milar los contenidos, consultar información, etc. En primer lugar, los padres deben tener en cuenta que el estudio tiene un tiempo limitado: con princi-pio y fin.

Las tardes de Guille son interminables. Comienza a hacer los deberes a las seis y llega la hora de cenar y aún no ha terminado.

Después de la cena retoma el trabajo hasta que muy tarde, su madre deses-perada termina haciéndole los deberes que le faltan.

Como norma general los estudios no pueden interrumpir otras activi-dades básicas en la vida del niño, al contrario, tienen que posibilitarle que realice sus rutinas de aseo, comida y sueño, se relacione con otros niños y con su familia y disponga de un tiempo de ocio y juego diario.

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Medidas generales para ayudar en el estudio

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Como referencia general se pueden establecer los siguientes tiempos de de-dicación, sin perder de vista que se trata de algo muy personal de cada niño:

Edad. Curso del niño Tiempo de estudio

3 – 4 años. Un tiempo breve, el que el niño quiera, pero diario.

5 años ( 3º educación Infantil). Entre 20 y 30 minutos.

De 6 a 7 años (1º y 2º de Primaria). Alrededor de 40 minutos.

De 8 a 9 años (3º y 4º Primaria). Alrededor de una hora.

De 10 a 12 años (5º y 6º Primaria). Alrededor de hora y media.

Si de manera reiterada el tiempo resulta claramente insuficiente, los pa-dres deben consultar a sus profesores esta situación, ya que es posible que la cantidad de tarea sea excesiva o haya otro tipo de dificultades.

4º. ¿Se puede descansar?

Efectivamente, el tiempo no tiene por qué ser continuo, en función de las características del niño se pueden hacer pequeños descansos cada veinte o treinta minutos. Los niños especialmente inquietos necesitarán pausas con más frecuencia.

Nacho es un niño muy inquieto. En la silla no para quieto. Sus padres le han puesto como norma que cada dos ejercicios se levante a enseñárselos.

De esta modo, Nacho puede interrumpir su trabajo de una manera per-mitida. Los padres no le corrigen la tarea, salvo que esté muy mal presenta-da, sólo es para comprobar que ha hecho las actividades y lo animan para que continúe con otras dos.