Doce años de más

Shannon Corbera Parcerisas

Doce años de más. Shannon Corbera Parcerisas

Capítulo 1 << ¿Y ya sabes a qué curso darás las clases?>> <<Esa es exactamente la sorpresa que te tenía preparada, estaré en segundo de bachillerato, seré tu profesor de Historia a partir de mañana>> << ¿¡Es una broma?¡>> <<No, ha ha, y de eso mismo quería hablarte. A pesar de nuestros sentimientos y de todo esto que ha ocurrido a lo largo de este año y medio, quiero que mantengas discreción, ahora seré tu profesor, si alguien se enterase de nuestra relación estaría en problemas y por supuesto me echarían de inmediato del centro>> <<Pero… ¿Por qué? No te conoceré mañana, es absurdo>> <<Por favor, Sara, hazme ese favor, no se puede enterar nadie, ¿Entendido?>> <<De acuerdo…>> <<Yo ya me voy a dormir, te veo mañana preciosa. Te quiero>> <<Y yo a ti cariño>> Cerré la computadora. Por una parte estaba contenta, pues mi propio novio iba a ser mi profesor, pero por otra… Suspiré, me tumbé en la cama y me dormí. A la mañana siguiente me levanté motivada recordando la conversación con Gerard la noche anterior y me encaminé ligera hacia el instituto.

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A pesar de que ambos acordamos que lo nuestro no saldría a la luz hasta pasado un largo tiempo, se lo conté a mi mejor amigo Marcos, pues él siempre me contaba todo, por muy relevante y privado que fuera, e igual yo. -Después de esta clase nos toca historia- Comentó. -Lo tengo más que presente Marcos, no hace falta que eches más bollos al horno, ya estoy bastante nerviosa. Él carcajeó. -Me encanta cuando te muerdes las uñas. -Para de burlarte de mí- Pegándole suave en el hombro. -¿Cómo está Michel? -Mejor, mañana le dan el alta. -Me alegra saber que se ha recuperado así de rápido y bien. Él sonrió y la clase empezó. Cuando la profesora abandonó el aula al haber terminado la clase, me empecé a morder las uñas con más rapidez y agilidad que antes. Los minutos pasaban y nadie aparecía. El resto de alumnos de mi clase se agruparon con sus amigos y charlaron para matar el tiempo, y eso me causaba aún más nervios. -¿Estás segura que era hoy? -Por supuesto, anoche mismo hablé con él y me lo dijo. -Mira ahí está- Dijo de repente. Desvié la vista y la dirigí a la puerta. Sí, era él. Llevaba una camisa blanca con tres botones desabrochados arriba, unos vaqueros azul marino y un par de libros entre sus manos. Sonreí inconscientemente y no me perdí detalle de ninguna de sus acciones. -Buenos días chicos- Dijo cuando vio que todo el mundo se había sentado en su correspondiente sitio. –Mi nombre es Gerard, y voy a ser vuestro profesor de historia el resto del curso. -No veas con el profe- Susurró Cristina, una de las populares, des de la hilera de atrás.

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Me giré bruscamente, me la quedé mirando medio minuto y me volví a girar furiosa. -Antes de todo, pasaré lista para intentar relacionar vuestros nombres y caras para luego tratar de recordarlos- Repuso. -María Rodríguez Aguilar. -Presente- Dijo levantándose. -Cristian Barcas Roque. -Presente. Así siguió hasta llegar a … -Cristina Vergara Solez. -Presente- Sonriéndole pícaramente. El corazón se me aceleró de mala manera, y de la manera en la que le miró Gerard empecé a sentir celos. Y por último Sara Gómez Lara. -Pre… presente- Tartamudeando. -Perfecto- Me sonrió y se volteó para dejar la lista y coger el libro. Al acabar la clase, Gerard se fue y yo me quedé sentada en mi pupitre, mientras, las de atrás hicieron un par de comentarios que no me gustaron nada como… << ¿Creéis que me daría su número de teléfono si se lo pidiese? >> o <<Al fin nos ponen a un profesor que aparte de enseñarnos, nos alegra las vistas>> Yo trataba de mantener la calma respirando profundamente, hasta que me harté, me volteé y en tono firme salté: -¿Os queréis callar ya? Sois unas niñatas y él es un hombre, no se fijaría en ninguna. Además…- Dije pensando en nosotros. -¿Quién os dice que no está casado? O que quizá… ¿incluso tenga niños? Al decir eso me di cuenta de que era completamente absurdo, pues Gerard se había enamorado de alguien doce años menor que él, pues resultaba que encima yo era la única que tenía 16 años en la clase, a causa de que en segundo de secundaria mis

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tutores creyeron conveniente subirme de curso fruto a mi alto rendimiento intelectual. Cristina arqueó las cejas y se acercó a mí. -Perdona guapita, pero yo con mi vida hago lo que quiero, no eres nadie para decirme que o no debo hacer, ¿te enteras?- Repuso. –Y ya te digo que el profe mazizorro cae en mis garras, ningún chico ha podido resistirse hasta el momento. Al oír eso tragué saliva y en mi mente empezaron a aparecer imágenes de Gerard tocándole el culo a Cristina mientras la besaba. Me levanté de golpe y sin siquiera ser consciente de ello le estampé mi mano derecha en la cara. Cuando fui consciente de la situación abrí los ojos como platos y, sin yo poderlo prevenir, esa misma bofetada se plasmó en mi mejilla izquierda. -Puta. -Zorra. Apreté los dientes furiosa y la cogí de los pelos. Pronto toda la clase empezó a pronunciar nuestros nombres de manera desordenada incrementando nuestras ganas de zurrarnos. Aunque no fue hasta que ella me metió un fuerte puñetazo en la nariz cuando la pelea cesó. -¡¿Estás bien?!- Escuché decir a alguien. Pero lo único que me dio tiempo a visualizar antes de caer inconsciente fue mi mano recién pasada por la nariz bañada en sangre.

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Capítulo 2

Entrecerré los ojos y me senté lentamente en la cama donde me hallaba. Observé mi alrededor; Me encontraba en la enfermería del centro y no muy cerca de donde yo, localicé a Gerard hablando con la directora Marta. Al ver que había despertado, los dos se aproximaron. -¿Estás mejor?- Dijo Marta. Traté de respirar por la nariz y vi que algo me lo impedía. Con la mano derecha me toqué la nariz y noté que me había en taponado los orificios de éste con un par de trozos de papel para cortar el riego sanguíneo. -Me duele un poco la nariz y me noto un tanto mareada, pero estoy bien. Ella asintió sonriendo. Me quedé mirando fijamente a Gerard, quién me miraba serio… como si estuviese enfadado. -¿Nos puedes dejar solos Marta?- Dijo pacíficamente. -Claro- Sonriendo. Esperó a que Marta nos dejara solos, se arrodilló para estar a mi altura y dijo: -¿En qué estabas pensando? Tragué saliva y traté de hablar, pero no pude, no me salían las palabras.

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-¿A qué ha venido esta pelea? ¿No crees que eres bastante grandecita para peleas de niños? -¡Prácticamente estaba diciendo que te quería en su cama!- A la vez que un par de lagrimones arrían mis mejillas. Él se quedó callado un par de minutos, y entonces dijo: -Sabes que eso no ocurrirá. Yo te amo Sara, ya lo sabes, y una chorrada como esta no podrá cambiar lo que siento, así que eso no es excusa para explicar lo ocurrido- Secándomelas. Cambié el rumbo de la mirada hacia mis manos que jugaban entre ellas nerviosas, y respiré hondo. Él se acercó y me besó la mejilla. Lentamente giré la cabeza para verle los ojos y nos besamos. Hacía ya dos días que no le besaba y esa mañana había sido difícil para mí, por lo que lo hice con ganas. -Bien- Dijo al separarnos. –Será mejor que vuelva, debo dar dos clases más antes de irme y mis alumnos deben estar subiéndose por las paredes- Poniéndose de pie. Asentí sonriendo y, al darse la vuelta, di un bote, pues la puerta se abrió de repente. -¿Sara estás bien?- Dijo acercándose corriendo a mí. -Sí mamá, solo ha sido una pequeña pelea. -¿Y yo que te he dicho de las peleas? Tú no eres de ese tipo de chicas, no te dejes influir. -No volverá a ocurrir, ¿de acuerdo?- Suspiré. – Ahora déjame sola, por favor. -De acuerdo. Se dio media vuelta y al ver a Gerard se quedó inmóvil. Parpadeó un par de veces, dio un paso para observarlo mejor y tartamudeando pronunció… -¿Gerard? Él frunció el ceño y respondió desconcertado: -¿Cómo sabe mi nombre? ¿Nos conocemos?

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*S*

Realmente estaba sorprendido, ¿cómo sabía mí nombre esa mujer? -Hablemos fuera. Arqueé las cejas y me apresuré en salir de la habitación. -¿Qué haces en este instituto? Si es para pedir la custodia, lo llevas claro. Fruncí el ceño completamente desconcertado. -¿La custodia? ¿De quién? -¿Me vacilas? Negué rápidamente y parpadeé un par de veces. Me quedé un rato pensando, tratando de recordar….

*Flashback*

-Última vez, ¡Empuja! Lo soñé tantas veces, que podía incluso vivirlo en mi desvelada piel. Un día más había vuelto a surcar mi mente esa misma pesadilla.

Me volteé y la vi, yacía dormida. La suave sábana dibujaba delicadamente su silueta… y el de mi

futuro hijo. Cada vez que pronunciaba esa palabra me producía un escalofrío. Yo realmente amaba a Clora, pero no estaba preparado para tener un Hijo, y la presión de que todo el mundo lo sabía y estaban

contento con ello no ayudaban a que me armara de valor para decirlo.

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Mantuve la mirada perdida en ella mientras medité que podía hacer. Si le decía que no quería al bebé, le partiría el corazón y quizá no

me querría ver jamás, pero si huía… En ese momento no hallé ni ventajas ni desventajas en huir,

simplemente me hice las maletas razonando esa acción, con el Motivo de que un muchacho de 14 años no podía hacerse cargo de Un bebé y ni siquiera se me pasó por la mente, preguntarme si

Clora lo sería, me fui sin ser empático ni con ella, ni con mis padres

Yéndome, con mis ahorros, a vivir a otra ciudad escondiéndome de la gente que me buscaba, y luego, cuando cumplí mi mayoría

de edad, a EEUU.

*Fin del Flashback*

Negué firmemente y retrocedí un paso. -No puede ser. -¿Es que ya no te acuerdas de mí? –Repuso. –La verdad es que de admitirlo no me sorprendería. -Claro que te recuerdo Clora, pero es que ahora mismo… -¿Ahora mismo qué? -¿Tuviste al niño?- Pregunté seco hiendo al grano. -Claro, ya era demasiado tarde para echarme atrás y mis padres lo deseaban con ansia. -Me refiero… a si lo criaste o lo diste en adopción. -Claro que la críe, si hace un momento hasta estado con ella. Abrí los ojos como platos y el corazón me empezó a palpitar más y más fuerte. La presión me podía, empecé a sudar y a marearme levemente. -Me… ¿Me estás diciendo que Sara es ese bebé?

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Ella arqueó las cejas incomprendido mi actitud. -¿Es que no lo sabías? Negué por segunda vez y volví a retroceder otro paso. -Esto no puede estar pasando, seguro que es una pesadilla- Repuse. –Si… seguro que lo es…- Tratando de convencerme de ello. La miré por última vez y dije serio: -Debo irme.

Capítulo 3

Fui a la sala de profesores y, sin dar explicación a nadie cogí mis cosas y me fui a casa. Una vez allí, intenté asimilar la situación. Estaba saliendo con mi hija des de hacía un año y medio y estaba felizmente enamorado a pesar de la edad que nos separaba, había besado a mi propia hija y lo más fuerte de todo… ¡Había desvirgado a mí propia hija! No supe que hacer, di vueltas a un lado y al otro de la casa. Estaba seguro de que Clora no tardaría en explicárselo todo a Sara, y entonces ella aparte de que me odiaría por el resto de su vida, se percataría… de que en vez de 24… tengo 30 años y eso significaría… el final de nuestra relación. Esto se estaba convirtiendo en una locura. Me había enamorado perdidamente dos veces en mi vida, y como no había más mujeres en el mundo, me tuve que enamorar primero de la madre… y luego de la hija. - Es que no puedes tener más mala suerte- Me dije a mi mismo. Estuve pensando durante dos largas horas una rápida solución, pero no me venía nada a la cabeza.

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Subí las escaleras y me fui a la terraza, ahí me tumbé en mi tumbona donde, siempre que necesitaba relajarme o pensar, de mi mente surgían las mejores ideas. En ese momento me vibró el móvil des del bolsillo derecho del pantalón. El corazón me dio un vuelco temiendo que fuese Sara, y cuando leí su nombre en la pantalla se me cortó la respiración. << ¿Qué hago?>> Me pregunté a mí mismo. Si no contestaba sospecharía y si lo hacía… no sabía que iba a pasar, así que después de un brevísimo debate cerebral conmigo mismo, contesté.

*S*

Y… después del quinto tono, contestó.

*Llamada telefónica*

-Hola cariño. -Hola amor, ¿cómo es que te has ido del colegio?

*Suspiro* -Me ha venido un fuerte dolor de cabeza y no tenía nada para

tomarme en el instituto. -Ah… de acuerdo, mejórate.

-Gracias. -¿Esta tarde nos vemos?

*Silencio* -¿Amor?

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*Silencio* -¿Sigues allí? *Silencio* -¿Gerard?

*Fin de la llamada telefónica*

Miré la pantalla del móvil y vi que la llamada se había cortado. Volví a marcar su número y esperé su contesta, pero antes saltó su contestador de voz. Colgué y fruncí el ceño desconcertado, ¿es que había hecho algo malo? A la noche decidí enviarle un email; Querido Gerard, ¿Por qué no coges el teléfono? ¿Es que he hecho algo fuera de lugar? ¿He dicho algo que te haya sentado mal? Si es así dímelo, quiero saber el motivo para poderte pedir disculpas y al fin relajarme un poco, pues hoy ha sido un día movido y quería compartir una tarde romántica contigo. Espero tu respuesta en breve. Te quiere con todo su corazón, Sara. Releí la carta para asegurarme de que era mensaje definitivo, y pulsé el botón izquierdo del ratón sobre la opción “enviar” Suspiré y en ese momento alguien susurró mi nombre. Me asusté y me puse muy tensa. Volteé y sonreí al ver que se trataba de… -Gerard… ¿qué haces aquí? -Debemos irnos, Sara- Dijo serio. Fruncí el ceño y me acerqué a él. -¿Irnos? ¿A dónde? Ya sabes que mi madre no me deja salir a estas horas de la noche.

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-No sé a dónde iremos, pero debemos, no puedo explicarte el porqué, solo quiero que confíes en mí y salgamos por la ventana antes de que suba tu madre y se percate. -Pero… -Sara, por favor… si me amas, hazlo. Le miré durante un largo minuto a los ojos, cerré los míos cinco segundos, me dirigí al armario y metí las cosas relevantes dentro de la mochila del colegio, pues es la que tenía más a mano. -¿Sabes si se le ocurrirá a tu madre subir a media noche o algo por el estilo? Negué. -Si ve la puerta y la luz cerrada no tiene porqué entrar, solo entra cuando ve que es muy tarde y sigo despierta sin tener exámenes. -Perfecto entonces- Repuso. -¿Nos vamos? -¿Estaremos mucho tiempo fuera? -No lo sé. Suspiré, miré por última vez mi habitación y con su ayuda salimos por la ventana de la habitación.

*S* De vez en cuando iba mirando de reojo la cara de preocupación de Sara y no lograba evitar en ningún momento sentirme culpable. En realidad no sabía exactamente qué estaba haciendo. Bueno, quién se va a creer eso, por supuesto que sabía que estaba haciendo, y me estaba jugando ir de cabeza a la cárcel por “raptar” a una menor. Salimos de la ciudad de Roldanas y manejé por la nacional 86, allí me desvié por la autopista y me dirigí a un pueblo llamado Monte Crakos. Como vi que tenía pinta de no habitar mucha gente y de ser completamente

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desconocido por la mayoría de sociedad, decidí buscar una posada cercana para pasar la noche. Cuando estuvimos instalados, Sara me realizó la pregunta que tanto temía… -¿Ahora puedes explicarme a que viene todo esto? Abrí la boca para responder… pero me di cuenta que no hallaba palabras para empezar una nueva excusa. La miré a los ojos y vi un brillo de preocupación en ellos. Me volteé completamente sobre mí mismo dándole la espalda y mirando por la pequeña ventana que se situaba no muy lejos de la puerta de la habitación alquilada. No supe que responder; ¿Le decía la verdad? Por una parte sabía que me odiaría de por vida, pero por otra quizá, con un pequeño brillo de esperanza me diese otra oportunidad y siempre es mejor evitar que se entere de terceras personas… pero el miedo recorría fugazmente por todo mi cuerpo. Amaba a Sara incluso más que a su madre en su momento, perderla sería… algo realmente trágico, pero quizá esto había ido demasiado lejos, junto a la creencia de que esto funcionaría a pesar de las mentiras y de la edad… Sara esperaba una explicación inmediata de lo ocurrido y yo tenía la mente completamente en blanco. Cerré los ojos, me concentré, e inconscientemente me di la vuelta y me senté en el pie de la cama junto a ella. La miré a los ojos con la mirada perdida durante aproximadamente tres minutos recordando todo lo que había pasado con ella, y lo feliz que había sido des del día en que la conocí por ese chat común. Desvié la mirada al albino suelo y tragué saliva. Busqué las palabras que creí más apropiadas para explicarle todo, e intenté hacerlo. -Yo… Tu madre… -¿Conocías a mi madre de antes?

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-Bueno… Yo antes… y ella…. -Sé claro. La miré a los ojos y nuevamente me quedé en blanco, estaba quedando como un mentiroso y un cobarde y ella se percataría de ello pronto, así que solo se me ocurrió una cosa; Besarla. Ella sorprendentemente me siguió el beso, pero cuando el ambiente se calentó y empecé a meterle la mano por debajo de la camiseta para desabrocharle el sujetador… -Hoy no me apetece hacer el amor, lo siento. Aparté rápidamente las manos y asentí levemente. -Voy al lavabo- Justo antes de gatear por la cama hasta llegar al suelo y salir de la habitación. Me entraron enormes ganas de llorar, pero no podía desahogarme allí, pues luego me exigiría con más ímpetu explicaciones, y ya tenía bastante por ahora, así que solo me limité a respirar profundamente, quitarme los zapatos y la ropa y tumbarme en la cama. Cuando Sara estuvo de regreso, se tumbó junto a mí y dormimos abrazados. A la mañana siguiente me desperté con un vuelco en el corazón; Sara no estaba en la cama. Abrí los ojos de par en par, me vestí corriendo y me dispuse a ir a buscarla, pero en ese momento apareció por la puerta en albornoz. -Buenos días- Dije aliviado. -Buenos días…- Quedándose pensativa. –Sé que pensarás mal de mí si te digo esto, pero quiero volver a casa- Repuso. –Yo te amo, te amo mucho Gerard de verdad, pero es que también amo a mi madre, amo mí día a día, y amo mi hogar. Y veo una pérdida sumamente tonta de tiempo estar aquí cuando podríamos estar

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allí y vernos cada día que ambos tuviésemos tiempo libre como hemos hecho hasta ahora, si no me das una explicación y te reniegas a llevarme, me buscaré yo la vida, pero no quiero preocupar a mi madre por chorradas. Esas palabras atacaron mi interior como cien puñales caídos inesperadamente del cielo. Ella esperaba mi respuesta en breve, yo solo dirigí la mirada a la ventana y sin casi pensarlo dije serio: -Te llevaré a casa.

*S*

Capítulo 4 No entendí la razón por la que me hizo irme de casa con tanta súplica y ahora con decirle volver una sola vez no opusiera resistencia. Me vestí, metí el albornoz en una bolsa de plástico para no mojar el resto de ropa y objetos y lo metí en la mochila. La cerré y antes de cogerla y colgármela en el hombro derecho, vi la cara de preocupación que mostraba Gerard mientras mantenía la mirada perdida des de hacía rato por la ventana. -Si nos apresuramos puede que mi madre no se entere de mi escapada nocturna- Comenté. Me miró y asintió.

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*S*

Manejé de vuelta a Roldanas. A partir de la entrada, en cada segundo que pasaba el nudo que tenía en la garganta y en el estómago se fue haciendo más y más denso hasta el punto que me hicieron creer que no podía ni respirar. Abrí la ventana del conductor y respiré profundamente el aire fresco que entraba por ella, pero a los minutos vi de reojo a Sara frotándose los brazos y la cerré porque comprendí que tenía frío. -Gracias- Susurró. Esa palabra tan breve pero tan pura hizo que me sintiera un poco mejor, pero al llegar a su calle y ver a la policía enfrente de su casa, hizo que volviera a mi estado anterior aunque con un par de grados más. -Debo dejarte aquí, vuelve tu sola y e invéntate algo, luego hablamos, ¿entendido? Ella sintió y antes de salir del coche me dio un beso en la mejilla. -Te quiero. Cerró la puerta y a medida que se alejaba las lágrimas acumuladas entre ayer y hoy empezaron a hacerse presentes, pues sabía que había un alto nivel de probabilidades de que ese fuese el último te quiero que saldría de su boca dirigido a mí, que sería su último beso depositado en mi piel y la última vez que la veía irse antes de que lo peor se hiciese presente.

*S*

-Hola mamá- En tono tranquilo.

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-¡Sara!- Dijo justo antes de correr hacia mí y abrazarme. –Oh, por dios, ¿estás bien? ¿De dónde vienes? -Sí mamá, estoy bien, vengo de casa de Marcos, Michel volvió ayer del hospital y bueno, me propusieron quedarme a dormir y acepté- Mentí. -¿Y porque no me dijiste nada? Sabes que siempre que me pides ir con Marcos te dejo ir, ¿Por qué me has hecho preocuparme de esta manera? Tampoco contestaste a ninguna de mis llamadas. -Mamá, relájate, me dejé el móvil en casa y no te lo dije porque tenía muchas ganas de ir y temía, por lo de la pelea, que no me dejaras ir. -¿Qué me relaje?- Repuso casi llorando. -¡Pensaba que tu padre te había raptado porque le dije que no le otorgaría tu custodia! Fruncí el entrecejo. -¿Mi padre?- Repuse. -¿Pero no me dijiste que se fue a vivir a EEUU y que no quiso saber nada de mí? -Yo también creía eso, pero estuve hablando de él, ¿te acuerdas del chaval que había en la habitación hablando contigo? Abrí los ojos como platos y el corazón se me empezó a acelerar de una manera vertiginosa. -No, no es cierto. -Ese era tu padre, se llama… -¡No es cierto! ¡Deja de decir chorradas!- Antes de salir corriendo hacia mi habitación. Al llegar, cerré la puerta de un portazo y puse el seguro. Traté de recuperar la respiración habitual pero no pude, la situación no me lo permitía. Busqué el celular y al encontrarlo tecleé el número de teléfono de Gerard. Un tono… dos… tres…. Cuatro… cinco… *El número marcado no existe, por favor, asegúrese de que lo ha

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Marcado correctamente y vuelva a intentarlo* Fruncí el ceño y volví a marcar. Un tono… *El número marcado no existe, por favor, asegúrese de que…* Colgué. No podía ser, no me podía estar pasando esto. En ese instante llamaron a la puerta. -Sara, abre la puerta por favor. -¡Vete! ¡No quiero escuchar tus historias! -No son historias cariño, déjame explicártelo. -¡No quiero escuchar nada, déjame en paz!- Volviendo al llanto desconsolado. El pecho me dolía como si me estuviesen agarrando el corazón con la mano y lo estuviesen estrujando de mala gana. -Te conozco y sé que eres cabezona, pero también sé que si hablo des de aquí, me vas a oír igual, así que te lo explicaré tras la puerta ya que no me dejas otra elección. Fui a decir algo, pero preferí callar porque si no la escuchaba estaba segura de que seguiría insistiendo día tras día para que le prestara atención y la convivencia se haría realmente pesada, así que traté de calmarme y presté atención. -No he podido hablar mucho con tu padre porque al decirle que tú eras su hija se fue corriendo y ya no le he vuelto a ver, pero la razón por la que me he asustado tanto es porque al verlo en el colegio sin saber que era el nuevo profesor de historia, pensé que quería tu custodia porque quería recuperar el tiempo perdido- Repuso. –Créeme que entiendo cómo te sientes, pero tenemos que encontrarle para saber que intenciones tiene, no quiero que te haga daño ni a ti, ni nuevamente a mí. -Gerard jamás nos haría daño, y menos a mí, ¡Y es ilógico lo que estás diciendo, él solo tiene 24 años, las edades no encajan! -¿Cómo sabes todo eso?

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En ese momento me di cuenta de que había ido demasiado lejos y permanecí callada. -Gerard no tiene 24 años, sino 30, creo que su cumpleaños es de aquí 4 meses, sólo nos llevábamos 2 años de diferencia. No podía creer lo que estaba oyendo. Cogí nuevamente el teléfono y volví a marcar su número de teléfono. Un tono… dos… *El número marcado…* Lancé el móvil contra la pared inconscientemente de la misma impotencia y cayó hecho a añicos al suelo. Me sobresalté y lo fui a coger corriendo. -¿Qué ha sido ese ruido? Abrí los ojos como platos. Había roto completamente la pantalla y se habían desencajado los componentes internos del celular. A pesar de ello traté de meter la batería que a su misma vez había salido volando nuevamente dentro del móvil y traté de encenderlo, pero como temía, no funcionó. -No ha sido nada… se me ha caído… la grapadora. -Bueno… te dejo que asimiles todo esto, pero quiero que para la hora de la cena salgas de la habitación, ¿de acuerdo? -Sí- Dije para que se fuese de una vez. El día no podía ir a peor. Había suposiciones de que mi novio fuese mi padre y de que este… ¿me había mentido des del inicio de conocernos? No conseguía hacerme la idea, pero por otro lado… ¿Y si fuese verdad? ¿Y si ese fuese el motivo por el que ha dado de baja su número de teléfono? Estaba desconcertada, no sabía qué hacer y por si no había poca sal en la sopa, se me avecinaba un gran castigo por haber roto el móvil que me había comprado recientemente mi madre después

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de suplicarle medio año, el cual había costado casi todo su sueldo de un mes y no tenía seguro. No supe que hacer y entonces vi la ventana, luego miré la puerta, y como si alguien me estuviese vigilando clandestinamente, volví la mirada nuevamente a la ventana y me aproximé a ella. Me asomé para ver si la policía aún seguía allí. No fue así. Entonces se me vino la loca idea de escaparme y buscar a Gerard pero… ¿cómo iba a hacerlo? Estuve pensando la manera de bajar sin que nadie me viese, pero… -¡Sara, tienes visita!- Gritó mi madre des de abajo. -Demonios- Maldije. <<Casi nunca tengo visitas y hoy que quiero estar sola…>> Dije por mis adentros. Suspiré, quité el seguro, abrí la puerta y bajé para recibir a… -¡Marcos! ¿Qué haces aquí?- Abrazándolo. -Pues ver cómo está mi pequeña, no sé nada de ti des de ayer, despareciste del mapa, chica. El corazón se me aceleró y me di lentamente la vuelta rezando porque mi madre no hubiese escuchado eso… y entonces comprobé del todo que en ese día la suerte no estaba precisamente de mi parte. -¿Me he perdido algo?- Cruzando los brazos. Marcos me miró desconcertado. -Vamos a mi habitación, anda- Cogiéndole de la muñeca. -No vas a ningún sitio- Dijo antes de que pudiera dar un primer paso. Cogí aire y la miré. -¿Dónde has estado esta noche? Me mordí el labio inferior y miré de reojo a Marcos quién me miraba preocupado y a la vez me dirigía una mirada de súplica por haber metido la pata. Me quedé sin palabras, no sabía que decir. -¿Qué está pasando Sara?- En tono amenazante.

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-Estuvo con mi primo y mi novia en la casa de mi abuela mientras yo entrenaba. Como acabé tarde me quedé en casa de mi padre y acabo de llegar- Dijo de repente Marcos. Sonreí levemente y miré a mi madre, quién aun no muy convencida moderó la fuerza de su mano en mi muñeca. -No sé si me estáis mintiendo o no, pero lo que sí sé es que de ser mentira y de yo percatarme de ello, estarás castigada medio año sin teléfono. -Claro, de acuerdo, venga vamos Marcos- Apresurándome. Una vez arriba, dije casi susurrando: -Muchas gracias por esa excusa. -De nada… ¿pero qué ha pasado? -Algo muy fuerte, no sé qué hacer, estaba pensando escaparme justo antes de que vinieses. -Explica, explica- Interesado. -Ayer por la noche me escapé con Gerard. Él arqueó las cejas y preguntó: -¿Y eso? -Me lo propuso- Repuse. –Estuvo muy raro, no me quiso dar explicaciones. Esta mañana le he propuesto volver y no me ha puesto resistencia… Al llegar aquí mi madre había llamado a la policía y cuando se han ido me ha dicho que él es mi padre y que en vez de 24 años tiene 30… ahora no responde al móvil, marco su número y me dice que no existe. -¡¿30 años?! -Sí… -¿Y qué vas a hacer? -Lo primero que quiero hacer es confirmarlo, luego no lo sé, lo que sí sé, es que no hay manera de ponerme en contacto con él. -Ya veo…- Repuso. -¿Quieres probarlo con el mío? -¿Y qué diferencia habrá?

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-No lo sé, pero no perdemos nada por intentarlo, tengo llamadas ilimitadas a todos los operadores. -De acuerdo. Cogí su móvil y llamé. Un tono… dos tonos… tres tonos… cuatro tonos… cinco tonos… *El número al que llama no está disponible en este momento, por favor, llame en otro momento o deje su mensaje después de la señal* Colgué. -¿Ha bloqueado las llamadas des de mí móvil? -No lo sé, ¿porque lo dices? -Porque en el mío dice que no existe y en el tuyo, sin embargo, dice que simplemente no está disponible en este momento, me deja la opción hasta de dejarle un mensaje de voz en el contestador. -¿Quieres hacerlo? -¿El qué? -Dejarle un mansaje de voz. -¿Para qué? Si seguramente no lo escuchará. -Bueno, todo es intentar. Me lo quedé mirando durante segundos y al final respondí: -De acuerdo- Suspirando. Un tono… dos…. Tres…

*Llamada telefónica*

-¿Sí? La respiración se me cortó. Miré aterrada a Marcos, quién me

preguntaba con señales que me pasaba. -Ha respondido- Susurré poniendo la mano en el micrófono del

teléfono. -¿Diga?

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Marcos me animó a que respondiera. Me armé de valor y respondí.

-Soy Sara, no cuelgues- Dije rápidamente. Él no dijo nada, pero tampoco colgó.

-Mi madre me lo ha contado, ¿todo eso es cierto? *Silencio*

-Gerard, por favor… respóndeme, necesito oír la verdad de tu boca, no me consigo creer a mi madre.

*Suspiro* -Siento haberte mentido. La primera vez que nos vimos fuera de chat y de cámara web, sentí algo que no sentía des que estuve con

Tu madre 14 años y medio atrás. Créeme que de no haber sentido eso tan fuerte, te hubiese dicho la verdad sobre mi edad y

Seguramente no hubiésemos seguido quedando y mucho menos, Iniciar una relación, porque a día de hoy, sigo pensando que ha sido una locura, aunque la locura más magnífica que he hecho en toda

mi vida- Repuso. –De todas formas tengo asimilado que a partir de ahora ya nada será como antes. Empezando por que supongo que tu madre querrá hablar conmigo, pedirme la manutención de todos estos años y a saber que más, y terminando por que lo nuestro no puede seguir adelante, pues ya es de locos que me haya enamorado de mi propia hija sin saberlo, imagínate seguir como hasta ahora aun siendo consciente de ello.

Traté de asimilar toda esa afirmación. Mi madre no me había mentido… era todo verdad…

-¿Y por qué me viniste a buscar ayer aun sabiéndolo?

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-Porque a pesar de ello, no me gustaría perderte, no quería que supieses la verdad porque entonces si se hubiese acabado todo. Por un momento en aquella habitación creí que a la mañana siguiente

estarías mejor y podríamos incluso llegar a buscar un piso y vivir juntos, pero al decirme que querías volver a casa… me puse a

pensar y llegué a la conclusión de que no era justo que pagaras tú por un error cometido por mí. Cuando llegamos a tu calle y vi la

policía, me imaginé que la verdad de todo esto estaría a la vuelta de la esquina de tu saber, por lo que… bloqueé tus llamadas para tratar de cortar el contacto contigo para siempre.

-¿Y por qué has aceptado ahora darme explicaciones? -Por qué he creído que te las merecías y porque debes saber toda la verdad. Aún no creo como he sido capaz de mentir a la persona que más he amado en toda mi vida durante este largo tiempo… pero ahora al menos tengo la conciencia tranquila de que ya no debo Esconder nada más. No te voy a pedir que sigas escondiéndome,

Porque ya no somos nada, solo nos une el ADN, pero… me gustaría que tu madre no supiese nada de esto. Mañana dejaré

Gambia y volveré a EEUU. Es lo mejor para todos. Me quedé un par de minutos en silencio, los cuales se hicieron

muy pesados. -No consigo verte como a un padre- Espeté. –Y tampoco logro verte como alguien que no me importa. Por lo tanto, te pido por favor, que a pesar de lo que ha pasado, que no te digo que no me haya

Afectado, quedemos aunque sea por última vez, y sobretodo que confíes en que yo no voy a decir nada y no te vayas a EEUU. -Te puedo prometer vernos por última vez, pero solo para

despedirnos. Pero no te puedo prometer que no me vaya, ya he

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reservado todo y será la mejor forma de olvidarnos de toda esta locura y empezar de nuevo nuestras vidas de manera completamente desatada y paralela.

Suspiré. -Está bien. ¿Cuándo podemos quedar?

-Esta tarde. -De acuerdo, ¿Dónde y a qué hora quedamos?

-A las 17:00h, en el lugar de siempre. -De acuerdo, hasta luego.

-Hasta luego.

*Fin de la llamada telefónica* -¿Has quedado con él? Asentí. -Esta tarde. -¿Y crees que tu madre te va a dejar después de escaparte esta noche? Me quedé pensativa y respondí… -Sí porque estoy muy afectada por lo de mi padre y claro me tiene que dar un poco el aire- Sarcásticamente. -Le diré que quedo contigo, ¿de acuerdo? -De acuerdo…- No muy convencido. Le acompañé a la puerta de entrada y me despedí con un alto: -Hasta luego- Para que lo escuchara mi madre. Al cerrar la puerta me la encontré detrás de mí. -¿Luego vas a salir? -Sí… bueno… -Espero que salgas con él y no vayas a otro lugar, solo te digo eso- Se dio la vuelta y se marchó hacia la cocina. Me quedé un poco pensativa, ella sospechaba algo y probablemente sabía que no iba de nuevo con Marcos aquella

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tarde, pero por mucho que dijera, y por más que quisiera mantener firme su confianza en mí, no me iba a quedar en casa sin despedirme de mí… de Gerard.

Capítulo 5 A las 16:30h me fui a duchar y a arreglar y salí de casa a las 16:50h. -Hola- Dije antes de abrir la puerta del coche. -Hola- Respondió con una leve sonrisa. En ese momento me puse tan nerviosa como la primera vez que nos vimos y ni siquiera le di un beso como siempre solía hacer, me sentía rara.

*S*

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A pesar de que me saludó como si nada hubiese pasado, tenía un gran nudo en la garganta y cada vez que pensaba en que ese sería el último día en que la vería, se me hacía cada vez más grande y denso. -¿A dónde vamos?- Preguntó. Esbocé una débil sonrisa pero no respondí hasta el cabo de dos minutos diciendo: -Ahora lo verás. El plan era llevarla al lugar donde fuimos el primer día de conocernos; El parque de atracciones central, daríamos una vuelta y luego la invitaría a cenar, pues ya que iba a ser el último, debía ser el mejor. Al llegar, salimos del coche y nos encaminamos en silencio hacia la entrada. De repente noté como me cogía de la mano y un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo, pero no la miré. Fue una vez ya dentro, cuando miré de reojo nuestras manos unidas y me vinieron recuerdos de las cientos de veces que lo había hecho. Suspiré profundamente tres veces tratando de tranquilizarme. -¿Nos montamos en la noria?- Propuso. En la noria fue cuando le propuse que fuese mi novia cuatro meses de empezar a quedar. En ese momento me di cuenta de que quizás no había sido tan buena idea traerla aquí, pues se avecinaba una mala tarde, al menos por mi parte. -Claro- Respondí para que no se sintiera rechazada. Por una parte tenía ganas, era bonito, romántico, pero por otra… -Dos billetes por favor- Dijo ella. –Hoy pago yo. -No- Dije antes de que pudiese sacar su cartera. –Ya sabes que jamás te dejo pagar. -Hoy es diferente- Cogiéndome la mano con la que iba a sacar la cartera de mi bolsillo delantero derecho del pantalón.

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Tragué saliva y dejé que pagara ella, no quería discutir por más que me sintiera mal. Una vez dentro, esperamos a que arrancara. -¿Porque lo has hecho…? Siempre pago yo… ahora me siento muy Mal y más sabiendo que eres mi… Me calló con un beso en los labios. Abrí los ojos como platos y vi que ella los cerraba, por lo que yo la imité y le seguí el beso. La atracción se puso en marcha y nos separamos lentamente. -Gerard… No me importa quién seas por ley o por destino, no te voy a mentir diciéndote que me es indiferente la edad, para mí siempre serás la persona que me ha enseñado qué es el amor, que es amar hasta que te duela el corazón. No quiero que te vayas, tengo casi 17 años, si esperamos un poco más de un año ya seré mayor de edad para hacer lo que quiera y entonces nadie podrá poner barreras a lo nuestro, podremos olvidarnos de ADNS y de vínculos paternales y filiales, nosotros nos amamos como personas, no como nada más, y es algo que solo nosotros dos podemos llegar a entender. Esa reflexión realmente me sorprendió, y la verdad es que llevaba razón, después de la mayoría de edad ella podía hacer lo que quisiera… pero si alguien se enterara de nuestra relación… Ahora mismo estaba indeciso. Sara me había dado esperanza, me había perdonado a pesar de todo lo ocurrido y quería seguir con todo esto sin ningún problema, pero si me quedaba… había peligro de que su madre sospechara hasta el punto de ponerse a investigar a fondo, relacionar y finalmente atar cabos. -Sara, cariño, vamos a hacer una cosa- Repuse. –Yo me iré a EEUU hasta tu mayoría de edad para que tu madre olvide un poco todo esto y no me relacione con lo de anoche. Cuando cumplas los 18 y sólo si tú quieres, nos iremos a vivir juntos a

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otra ciudad o país. Entonces podremos empezar una vida de cero juntos y a la vez tienes tiempo de irlo pensando y asimilando. Ella se quedó callada unos segundos, hasta que al fin dijo: -Está bien, es mejor un año que una vida entera sin ti. Esbocé una sonrisa gigante, me acerqué a sus labios, y la besé con fiereza. Me separé un segundo para susurrar; -Gracias por perdonarme. Ella esbozó una sonrisa y respondió antes de seguirme besando: -De nada. El resto de la tarde lo pasamos mucho mejor que al principio, yo me sentía triste porque estaría mucho tiempo sin verla, pero sabía que solo serían unos 380 días aproximadamente sin ella, esa era mi manera de llevar de forma ligera el tiempo de separación. Cuando terminamos de cenar en un restaurante francés que hallamos por los alrededores del parque, nos dirigimos nuevamente al coche. -¿Te ha dicho hora tu madre? Negó. -Supongo que tendré que estar como siempre, antes de las 23:00h. -Perfecto, aún nos quedan dos horas. Ella sonrió y asintió. -¿Quieres ir a ver una película? Ella frunció el ceño. -¿Una película a estas horas? -Sí, pero no en un cine normal, pensé de hacer algo que no hayamos hecho aún- Repuse. -Sé de un lugar donde ponen películas muy buenas al aire libre y también puedes verla des del coche, ¿te apetece? Hizo una mueca, se acercó y dijo susurrándome al oído:

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-Vamos a estar mucho tiempo sin vernos- Provocándome un escalofrío. –Deberíamos aprovechar el tiempo- Antes de empezar a darme besos en el cuello. Yo cerré los ojos disfrutando del momento. Después de pasarme la lengua una y otra vez junto a besos por el cuello, llegó a la boca y empezamos a besarnos con más y más ganas. -¿Estás segura de que lo quieres hacer aquí? Nos puede ver cualquiera- Entre jadeos. -Es de noche, si no se fijan mucho nadie nos verá- De la misma forma. -Vamos a la parte trasera del coche al menos- Propuse. -Está bien. Salimos del coche y entramos por las puertas traseras, bloqueé todas las puertas con el mando y lo deposité en el pequeño cajón que se hallaba entre el asiento del conductor y el copiloto. Ambos nos sonreímos y empezamos a besarnos lentamente hasta llegar a la rapidez y excitación de antes. -¿Tienes preservativos?- Preguntó jadeando entre besos. -¿A estas alturas me los pides? Después de eso no dijimos nada más. Ella me quitó la camiseta y empezó a besarme el pecho y luego me hizo una felación de cinco minutos aproximadamente. Cuando terminó seguimos besándonos y la empujé delicadamente para que se tumbara en los asientos poniéndome yo encima. Le agarré las muñecas y se las puse por encima de la cabeza mientras le daba, de la misma forma que había hecho ella, besos mezclados con lametones en el cuello. Le desaté el sujetador y le lamí los pechos, y luego le metí un par de dedos haciéndola gemir de infinito placer. Me bajó los pantalones del todo, me hizo ponerme debajo, y ella dominó la situación cogiéndome mi miembro viril e introduciéndoselo ella misma en su feminidad.

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Me encantaba cuando hacía eso, se movía de arriba abajo alternando movimientos circulares que me volvían realmente loco, ella me volvía loco, tanto cuando se hacía la niña buena, como cuando sacaba su lado salvaje, y lo que más me gustaba de ello, es que yo era el único privilegiado hasta el momento que había experimentado ese lado de Sara, el único que vio cómo iba mejorando poco a poco por sí sola, sin decirle nada, su forma de besar y su forma de hacerme el amor. La cogí como una muñeca de porcelana por las caderas y aumenté su placer levantando repetidamente mi cadera de manera que nuestras partes íntimas chocaron haciéndonos sudar, gritar, disfrutar del sexo. La cogí por la espalda haciéndole entender que quería estar ahora yo arriba. Una vez ella estuvo abajo, introduje mi miembro y entré y salí primero lentamente, para que ambos pudiésemos cobrar el aliento. Cuando vi que estábamos más o menos relajados, empecé a hacerlo más y más rápido, más y más duro, como a ella le gustaba. Sus gritos de placer me motivaban y hacían que mis fuerzas no cesaran. -Estoy a punto, ¿quieres que eyacule donde el otro día? Ella asintió con los ojos cerrados mientras trataba de recobrar la respiración. Saqué mi miembro de su interior y empecé a masturbarme rápido hasta que noté que llegaba a la eyaculación, entonces moderé la velocidad y eyaculé poco a poco en su barriga mientras me manoseaba lentamente. Cuando terminé, ella se lo esparció con el dedo índice y dibujó un corazón, luego sonrió. -Te quiero- Susurró. -Y yo a ti- Me acerqué y le di un suave beso en los labios. Cogí un pañuelo y limpié lentamente la barriga de Sara. Nos vestimos y miré el reloj; Marcaba las 22:30h.

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-Deberíamos ir tirando para tu casa, solo falta media hora para las 23:00h. -De acuerdo- Con una sonrisa. Cogí las llaves, quité el seguro, salimos a fuera cerrando las puertas tras nuestro y entramos a la parte delantera. Encendí la radio y nos pusimos de camino a su casa. Cuando llegamos a la esquina, frené. -Será mejor que te dejé aquí si no quieres que nos descubran- Mirando a lo lejos. -Claro- Antes de acercarse a mí y besarme. –Te voy a echar mucho de menos. -Y yo a ti, pero te llamaré todos los días y así se nos pasará más ligera la espera. -No creo que podamos hablar- Dijo triste. -¿Por qué? -Porqué estampé mi móvil contra la pared de mi habitación y no funciona. -¿Y el que tenías antes? -Lo guardo aún pero… el problema es que no sé si mi madre me va a castigar o no y si es así cuál será su castigo. -¿Y por qué no hablamos a escondidas en el caso de que eso suceda? -Se podría intentar, pero no te lo aseguro. -Haremos una cosa- Repuse. –En el caso de que te castigue puedes mandarme un correo des del colegio y cuando tú me digas yo te llamaré al número de teléfono que me ha llamado esta mañana. -Ese es el de mi mejor amigo. -Pues a ese. Ella suspiró dubitativa y al fin dijo; -De acuerdo. Que te vaya muy bien el viaje. ¿A qué hora sale el vuelo? -A las 9:00h.

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-Trataré de ir a despedirme, haré todo lo posible pero… si no puedo no me lo tomes en cuenta, ¿de acuerdo? -Estate tranquila- Esbozando una sonrisa. –Buenas noches princesa. -Buenas noches- Me dio un último beso y salió del coche. Esperé a que entrara en casa y cuando me aseguré de que había llegado perfecta, me dirigí a la mía. Repasé lo que me iba a llevar y cuando tuve las maletas preparadas, me fui a dormir.

Capítulo 6

A la mañana siguiente, el despertador sonó a las 6:00h. Me levanté, fui a lavarme la cara y luego a vestirme ligeramente. Me hice un bocadillo de tortilla francesa y me lo comí con la misma rapidez ya que debía estar en el aeropuerto a las 7:00h.

*S* A la mañana siguiente me desperté recordando que hoy se iba Gerard a EEUU. Me senté en la cama de un bote y miré la hora; Eran las 8:45h. -Oh no- susurré. Miré como iba vestida y vi que llevaba lo de anoche, ni siquiera me había cambiado. Me fui a mirar al espejo, me peiné un poco, me quité el maquillaje y salí corriendo de casa sin almorzar y dejándole a mi madre en la boca la pregunta de a dónde iba con

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tanta prisa. Mientras corría me di cuenta de que no me había puesto ni siquiera los zapatos; iba con las zapatillas de estar por casa. Paré en seco, miré hacia atrás y vi que había dejado demasiado atrás la casa como para volver y cambiarme, pues perdería mucho tiempo y tendría que debatir con mi madre, cosa que me haría perder todavía aún más. Así que a pesar de que iba echa un desastre y de que pronto me vino flato, seguí corriendo en dirección al aeropuerto. Antes de cruzar la antepenúltima carretera antes de llegar, visualicé a lo lejos una parada de taxi. Busqué en los bolsillos con la esperanza de hallar algún billete, pero me percaté de que solo llevaba dos miserables euros que no daban ni para la ida, y de que, no obstante eso, me había dejado la cartera en casa. Miré el reloj; Marcaba las 8:50h. Ignoré todo, incluso que el semáforo recién se había puesto en carmín. Aceleré un poco antes de que los coches arrancaran y seguí corriendo con el resto de fuerzas que me quedaban. Pronto empecé a ver a lo lejos la entrada al aeropuerto. A la vez me miré el reloj; Sólo faltaban cinco minutos para el despegue. Me adentré y busqué con la mirada en las pantallas de salidas de vuelos. “Próximo vuelo dirección EEUU, despegue en 3 min, pasajeros a bordo” El corazón se me aceleró; Me acerqué a un trabajador que pasaba por allí cerca, y le pregunté por dónde se podía ir para despedir a los viajeros con destino EEUU. -Lo siento, debe venir diez minutos antes, ya no es posible. -¡Pero necesito despedirme! Se me quedó mirando un par de segundos de arriba abajo. -Debe ir recto hasta llegar a esa puerta y luego girar a la derecha, pero no creo que le dejen.

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Me di media vuelta y empecé a correr todavía más deprisa que antes. Mientras llegaba, vi de lejos al avión, pero no conseguí localizar a Gerard, y entonces me choqué con alguien; se trataba de un cuerpo de seguridad. -Lo siento muchacha, pero a partir de aquí está prohibido pasar para las personas que no tienen billete. Le miré con un gran nudo en la garganta y traté de buscar a Gerard, pero era totalmente imposible, estaba demasiado lejos y no le lograba ubicar.

*S*

Miré una y otra vez fuera del avión por la ventana de la derecha y por la de la izquierda alternativamente, pero no había rastro de ella. Entonces me fijé a lo lejos, y me pareció verla hablando con un vigilante. Entrecerré los ojos para tratar de enfocar mejor y confirmé que era ella. Di unos cuantos golpes al cristal ignorando a la gente que probablemente estuviese pensando que estaba loco, pero no conseguí captar su atención. -Señores y señoras pasajeros, les rogamos que se abrochen sus correspondientes cinturones para iniciar la cuenta atrás. Suspiré profundamente, me abroché el cinturón, y cuando el avión se puso en marcha y empezó a tomar el vuelo susurré; -Hasta pronto, Sara.

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Capítulo 7 Al cabo de siete semanas….

*Llamada telefónica*

-¿Te ha bajado ya la regla? *Suspiro* -Todavía no.

-¿Y qué vas a hacer? -De momento relajarme, porque contra más piense en ello más

tardará en bajar. -¿Pero eyaculó dentro?

-No. -De acuerdo, vamos a hacer una cosa, ¿tu madre te dejaría salir

esta tarde? -No lo sé, des de que supo lo del móvil se enfadó conmigo y

suelta respuestas esporádicas, un día está de buen humor, y otro… -Ya veo, bueno, tu pregúntale y me dices, ¿de acuerdo?

-Está bien. -Te llamo en diez minutos. -De acuerdo, hasta ahora.

*Fin de la llamada telefónica*

Mi madre lógicamente se negó a pagar otra gran cantidad de dinero para repararme el móvil nuevo, por lo que ahora usaba el que tenía antes de que me lo comprara.

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Lo dejé encima del escritorio y bajé las escaleras. -Mamá- Dije a la vez que la buscaba con la mirada, pero la casa estaba en completo silencio. -¿Mamá?- Entrando en la galería donde había la ropa tendida. Fruncí el entrecejo. << ¿Se ha ido sin avisar? Si ni siquiera he escuchado el ruido de la puerta de la calle… >> Pensé. Me hundí de hombros y subí las escaleras corriendo. Cogí el móvil y llamé a Marcos.

*Llamada telefónica*

-¿No te he dicho que te llamaba yo? Que ganas de gastar saldo… -Mi madre no está en casa. -¿Dónde está?

-No lo sé, pero podré salir. -Perfecto. En ese caso olvida lo de esta tarde, quedamos en la

esquina de tu calle en dos minutos, iremos al médico del barrio para que te hagan una prueba de embarazo.

-Pero yo ahora mismo no tengo dinero, ¿Cuánto vale? -Es gratuito.

-Ah, entonces perfecto, hasta ahora. -Hasta ahora.

*Fin de la llamada telefónica*

Una vez abajo, esperé a Marcos, quién no tardó en presentarse. -¿Estás bien?- Mientras me saludaba con dos besos. -¿Por qué no iba a estarlo? -Bueno… yo si fuese tú estaría algo nervioso. -Ya… bueno de momento estoy tranquila, si no veo peligro no creo que me incomode. -De acuerdo, pongámonos en marcha entonces.

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Mientras andábamos en silencio, fui mirando de reojo a Marcos. Era algo fantástico tener a una persona cerca con la que siempre que necesitaras ayuda, pudieses contar con ella y viceversa. Con él jamás había peleado y llevábamos más de diez años de mejores amigos, y eso que había existido, durante estos, muchísima gente que ha intentado separarnos. Al llegar, fuimos a recepción y pedimos que algún doctor o doctora me realizara la prueba de embarazo. Pronto vino una doctora joven. -Acompáñenme- Dijo con una sonrisa junto a una seña con la mano derecha. En ese momento empecé a ponerme algo nerviosa , pero la compañía de Marcos hacía que me mantuviese moderada. Pronto llegamos a una sala donde esperaban sentadas cuatro personas. -Esperen un momento aquí- Dijo antes de entrar en una de las salas pegadas a esa. Al cabo de dos minutos, vino con un pequeño bote. -Vaya al lavabo e intente depositar la mayor cantidad de orina dentro de este recipiente. Respiré profundamente antes de cogerlo. Marcos me cogió de los hombros e hizo que le mirara a los ojos. -Recuerda que salga positivo o no, vas a tener mi apoyo, ¿de acuerdo? Asentí y antes de dirigirme al servicio pronuncié: -Muchas gracias, eres un gran amigo.

*S*

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Eché el café recién molido dentro de la cafetera y esperé a que se hiciese. A pesar de que cada día hablaba con Sara, la echaba realmente de menos incluso cuando estaba durmiendo, pues no había noche que no soñase con ella. Bueno, en realidad si las había, cuando no conseguía conciliar el sueño. Miré el reloj y éste marcaba las 10:30h de la mañana. Por suerte hoy me habían dado fiesta en el trabajo y pude tener un día de completa tranquilidad y descanso. Cuando se acabó de hacer, puse en un vaso hasta la mitad de café, y la otra mitad fue llenado por leche. Luego eché cinco cucharillas pequeñas de azúcar como siempre solía hacer, ni una más, ni una menos, -era como una especie de ritual que solo me saltaba cuando me distraía con algo- y me lo bebí con calma sentado en la butaca del salón mientras leía el periódico. En ese momento me vino a la mente un recuerdo esporádico de cuando mi padre hacía exactamente lo mismo, y una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro.

A Sharlon Stron le dan por fin el alta después de un largo e intenso mes de reposo en el hospital de Hozman.

Según nos ha contado ella, y siguiendo su respuesta al pie de la letra, <<Ha sido un golpe duro, e incluso pensé que no volvería a andar de nuevo, pero por suerte he tenido el apoyo de mi familia y amigos y todo ha salido mejor de lo que esperaba tanto yo como los doctores, estoy segura que tengo un ángel de la guarda>> ¡Nosotros y tus fans nos alegramos francamente de tu correcta recuperación, de la igual forma que esperamos que no se vuelva a repetir!”

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Chasqueé la lengua; <<Ya no saben ni que publicar en la prensa>>, Pensé. En ese momento sonó el teléfono. Fruncí el ceño, dejé el diario abierto por esa página, me levanté con el café cogido con la mano izquierda, y contesté.

*Llamada telefónica*

-¿Diga? -Gerard, soy Sara.

El corazón me dio un vuelco de alegría e incluso me puse un tanto nervioso.

-¡Sara, que alegría! ¿Pero cómo es que no has esperado hasta la noche para recibir mi llamada? Veo que no puedes vivir sin mí…- Bromeé.

-Lo siento, pero no estoy para bromas- Secamente. -¿Qué te ocurre?

-Estamos metidos en un buen lío. -¿Por qué? Relájate.

-No puedo relajarme- Repuso. –No sabiendo que estoy embarazada de mi propio padre.

Al oír eso se me fueron las fuerzas, el café tembló y finalmente cayó al suelo a la vez que realizaba un golpe seco. Los segmentos de la taza se mezclaron con el líquido amarronado. El teléfono también estuvo a punto de caer, pero reaccioné antes de que eso ocurriese.

-¿Hola? Gerard, ¿sigues ahí? -¿Estás segura de que es así?- Dije sin escuchar a penas su voz.

-Estoy en el médico, me acaban de dar los resultados y salen muy claros; estoy embarazada de cuatro semanas y media.

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El comedor se me empezó a hacer más pequeño y mis glándulas del sudor empezaron a activarse de mala manera.

-Debemos hacer algo en cuanto antes, debemos ahorrar para el aborto, yo no quiero un niño ahora, me traería muchos problemas y más si tú no estás aquí. -Eso está claro, ese niño no puede nacer- Salté de golpe. –Y menos teniendo tal vínculo familiar, hay un alto porcentaje de riesgo en que salga con algún tumor.

-Ya lo sé. ¿Qué quieres hacer? -Déjame pensarlo hoy y mañana te llamo para decirte algo.

-De acuerdo. Hasta mañana. -Hasta mañana.

*Fin de la llamada telefónica*

*S*

Capítulo 8 Hoy hace exactamente dos semanas de ese “hasta mañana” que todavía no ha llegado. Cada día trato de contactar con Gerard de dos a tres veces, pero no me coge el teléfono y tampoco responde mis emails. Llevo ahorrados más de 150 euros, pero me es completamente imposible llegar a los 300 necesarios para el aborto antes de llegar a los tres meses y no poder hacer nada. He vendido todo lo que tenía de valor excepcionando el teléfono y el ordenador para no levantar sospechas a mi madre, aunque, de no encontrar solución rápido, se daría cuenta por el volumen

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de mi barriga, ya que, al paso de los días, iba aumentando poco a poco. Por suerte las vacaciones de verano habían empezado una semana atrás y no tenía que preocuparme por los estudios, pero a pesar de que Marcos y su novia trataban de ayudarme por su parte, no era suficiente. No fue hasta al cabo de las tres semanas respecto a ese “hasta mañana” cuando un brillo de esperanza alumbró mi vida, y sobre todo, mi futuro.

*Llamada telefónica*

-¿Gerard? -Sí, soy yo, siento haber tardado tanto en ponerme en

contacto contigo y entenderé si estás enfadada conmigo, pero te alegrará saber que gracias a que vendí mi móvil y a que recluté dinero, podrás ir a abortar. El corazón me palpitó a una velocidad de vértigo fruto a la gran

noticia. -¿Es en serio?

-Sí, he conseguido 300 euros exactos. -Yo he conseguido 150.

-De acuerdo, mejor guárdatelos en algún lugar seguro hasta que los necesites para algo. Estaré por Glambia mañana a las 8:00h más o menos y a Roldanas sobre las 10:00h, estoy esperando mi vuelo. -Gracias al cielo… quién lo iba a decir… ¡gracias al error vamos a

podernos ver antes de lo previsto! -Sí, cariño. ¿Tienes ganas de verme?

-Muchísimas. ¿Y tú a mí? -No deseo otra cosa más que eso- Repuso. –Pero hay algo más.

-¿Aún más?- Sorprendida.

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-Sí… pero debo advertirte de que esto no te va a gustar nada. Tragué saliva y dije sin más: -Dime.

-He leído sobre abortos y se ve que en este país no te dejan si no es con el consentimiento de tu tutor legal o algún familiar mayor de edad. Eso quiere decir… que deberemos hacer los trámites de

Reconocimiento paternal para que pueda acompañarte a la clínica sin que tu madre se entere de todo esto.

-Pero… tan solo me falta menos de media semana de margen para poder abortar, cuando llegue a la octava semana…

-Lo sé, por eso debemos darnos prisa. Mientras yo llego a Glambia tú debes hablar con tu madre y convencerla de que nos deje ir al juzgado a firmar los documentos necesarios de reconocimiento

Mañana mismo, una vez aparezcan en los documentos legales que yo soy tu padre podremos ir directos a nuestro objetivo, ¿crees poderlo conseguir?

Me quedé unos segundos en silencio mentalizándome y asimilando todo aquello que me contaba.

-Pero entonces… de reconocerme como hija nuestra relación estará en peligro.

-No tiene por qué Sara, yo en cuanto este caso se zanje volveré e EEUU y volveremos al plan de antes; Si cumples los 18 y

quieres venirte a vivir conmigo lo haces. Aunque quizás… -¿Aunque quizás qué?- Un tanto nerviosa.

-Quizás si le dices a tu madre que quieres recuperar el tiempo perdido conmigo… te deje venir a vivir y podamos estar juntos antes de lo programado.

-Dudo que me deje…- Dije casi pisándole las palabras. –Ya me lo dejó claro cuando te vio en el instituto, no te va a otorgar la custodia y apuesto a que va a ser complejo convencerla para que me deje ir contigo al juzgado, pero haré todo lo que esté en mi mano para conseguirlo.

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-De acuerdo, vayamos por pasos, primero nos preocuparemos de lo más relevante y urgente, una vez esté todo en su lugar pasaremos a ponernos otras metas, ¿te parece bien?

-Me parece perfecto. -De acuerdo, confío en que lo lograrás Sara, mucha suerte mi amor.

-Muchas gracias. Nos vemos mañana, te quiero. -Yo más.

*Fin de la llamada telefónica* Colgué el teléfono y suspiré antes de bajar las escaleras. Apreté el móvil suplicando que saliese bien, y anduve dudosa hacia la cocina, donde se hallaba preparando la comida. -Mamá... -Dime- Repuso. –Pásame la sal, la tienes detrás de ti. Me volteé, cogí el bote de la sal y se lo di. -Quería pedirte una cosa. Levantó la tapa de la olla para echarle la sal y un horrible olor salió de ella provocándome arcadas. -¿Pero qué es lo que estás cocinando? Ella me miró extrañada. -Puré de calabaza, tu plato favorito, ¿por qué? Salí tapándome la nariz de la cocina y abrí la ventana para respirar aire puro. -¿Estás bien?- Dijo mi madre preocupada poniéndome la mano en el hombro. -No, nada, solo que…- Dije ganando tiempo para pensar las palabras más apropiadas para contarle todo lo que quería decirle abreviando al máximo. –Mi… pa… - Repuse. –Gerard parece muy arrepentido por lo que hizo en su pasado, y últimamente se está

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preocupando mucho por mí. Te quería preguntar si me harías el favor de dejarle que me reconozca como… quién es. Ella frunció el entrecejo. -¿Te lo ha dicho él? Abrí la boca para contestar, pero preferí buscar rápido una buena respuesta convincente. -No, se lo he propuesto yo, porqué me ha demostrado que de verdad tiene empeño en recuperar el tiempo perdido y porqué todo el mundo merece una segunda oportunidad. Ella suspiró y desvió la vista perdida por la ventana. -Yo tenía tan sólo 16 años cuando me quedé en estado. A pesar de que solo han pasado los mismos, las cosas han cambiado mucho y antes, aunque cueste de creer, era algo de lo más normal tener hijos a esas edades incluso más pronto. Había parejas que estaban muy felices de quedar embarazadas a pesar de su corta edad y de que ello le cerrara muchas puertas, incluso había familias que antes de nacer ya emparejaban a las criaturas para que no perdiesen el tiempo al alcanzar la juventud, pero todo el mundo parecía vivir cómodo así. Uno de los motivos por lo que eso ocurría, era porque quién más hijos tenía con menos edad, era el que más clase tenía. Yo no pensaba igual, Gerard evidentemente tampoco y ambos nos asustamos mucho cuando hicimos una prueba casera de las que se hacían antes… y dio positivo. Ninguno de los dos tenía el pensamiento de seguir adelante, pero a pesar de ello tuvimos el valor de decirlo delante de nuestros padres. Ellos se alegraron mucho de que eso ocurriese, e incluso montaron una gran fiesta para celebrarlo. A los dos días de la celebración fui a ver a Gerard… pero su vecina de enfrente me informó de que se había escapado y sus padres le estaban buscando, y a partir de ese día no volví a saber nada más de él, hasta ahora.

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Me quedé mirándola pensativa. <<Y ahora se está repitiendo la misma historia pero de una forma distinta>> Pensé.

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-No quiero que te haga daño a ti también Sara, pues a mí me dañó mucho en su momento. -No lo hará, te lo aseguro- Un tanto dudosa. –Tú solo déjame darle una segunda oportunidad; Las personas cambian al paso del tiempo. Ella me miró a los ojos durante varios segundos hasta que, junto a un suspiro se rindió diciendo: -Está bien… confío en que así sea. Le sonreí y la abracé.

*S*

Fui a buscar mi auto y manejé hasta Roldanas, una vez dentro de la ciudad me apresuré a pasar a buscar a Sara, a quién, gracias a la existencia de los teléfonos públicos logré preguntar cómo había ido y me alegró el día dándome la genial noticia de que había salido como la seda. Cuando estuve enfrente de su casa, toqué el claxon un par de veces y a los segundos se abrió la puerta. De ésta apareció ella y su madre. -No llegues muy tarde, ¿de acuerdo?- La escuché decir. -No mamá- Dirigiéndose a mi auto. Sonreí a Sara cuando la tuve cerca y mientras ella rodeaba el coche Clore y yo intercambiamos una larga, profunda, y melancólica mirada. Nunca tuve la oportunidad de pedirle disculpas por lo ocurrido años atrás y eso me mataba, pero temía llegar a discutir con ella de tal manera que me prohibiese ver a Sara… -¿Nos vamos?- Dijo sacándome de mis pensamientos.

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--Claro- Sonriéndole. Pisé el embrague y antes de ponernos en marcha miré por última vez la casa de Sara, su madre ya no estaba. Nos dirigimos a los juzgados y nos pusimos en la enorme cola que había. Cuando nos tocó nos dijeron que esperáramos nuevamente a que nos llamaran, y luego, después de hora y media total de espera, entramos en un despacho. ¿Me puede dejar su DNI?- Dijo la chica que nos atendía.

Saqué la cartera y de ella, el DNI y se lo ofrecí. -Entonces usted, Gerard de la Torre Fernández, ¿se reconoce como padre de … Sara Gómez Lara? Antes de asentir miré a Sara, quién me dirigió una sonrisa forzada. -Me imagino que estos apellidos son los de tu madre, ¿No?- Dirigiéndose a Sara. -Sí. -De acuerdo, déjenme rellenar estos documentos…- Dijo antes de que el despacho se hundiera en un hondo mar de silencio durante diez larguísimos, pesados e intensos minutos. Cuando estos transcurrieron, imprimió tres hojas, las grapó por la esquina superior derecha y me las ofreció junto a un bolígrafo. -Debe firmar aquí debajo en las tres hojas. Deberán venir el día 23 de este mismo mes con la madre para el convenio de la manutención- Informó mientras iba firmando. Una vez realizado eso, le devolví el bolígrafo a la vez que las tres hojas. -De acuerdo, ¿Han traído el libro de familia? Miré a Sara y ella asintió. -Tenga- Ofreciéndoselo. Ella lo abrió y con el mismo bolígrafo que yo había firmado, apuntó todos mis datos en una nueva hoja, luego se fue a hacer

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-una fotocopia. Al llegar, se sentó en silencio y al cabo de los segundos dijo; -Legalmente a partir de ahora te llamas Sara de la Torre Nogales, deberás renovarte el DNI en cuanto antes posible, pero de momento si por lo que sea necesitas realizar algún tipo de trámite y aún no te lo has renovado, te voy a dar este comprobante fiscal donde confirma que habéis venido y os habéis declarado como padre e hija. ¿Alguna duda? Miré a Sara, ella me miró a mí. -No, todo está claro, gracias por su atención. -De nada, tengan un buen día. Al salir de allí noté que a Sara se le había cambiado la cara. ¿Te ocurre algo cariño?

-No… solo que ahora me siento rara. -¿Síntomas del embarazo? -No rara en ese sentido, sino… -Te entiendo. Yo también lo estoy, pero esta es la única forma de que todo salga bien. Ahora deberemos ir con mayor pie de plomo. Ella suspiró sin decir nada. Nos dirigimos a la clínica más cercana y pedimos que le realizaran el aborto lo antes posible. -Han estado de suerte, una madre se ha echado atrás en el último momento y ha quedado vacía esta hora, si son tan amables de acompañarme… Sonia me agarró la mano y yo se la apreté moderadamente para que se sintiese reconfortada. -Todo va a salir bien mi amor- Le susurré junto a una sonrisa. -¿Cómo te llamas?- Dijo la doctora al llegar a la sala donde nos librarían de tal atadura. -Sara.

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--Y… ¿Usted quién es? -Su…- Tragué saliva y, sin pensármelo, sin sentirlo, sin tratar de no dañar mucho a Sara dije rápido por primera vez…- Su padre. En ese momento noté como la mano de Sara perdía fuerza. -¿Estás bien?- Le susurré. -Me siento algo mareada. -Es normal, pero no pasa nada, ahora la dormiremos y no sentirá ningún dolor- Sonriendo. –Tú, Sara, te vas a quedar conmigo, tu padre acompañará al doctor Roque para firmar el consentimiento y realizar el pago. -Está… Bien- No muy convencido. Me agaché y le di un suave beso en la mejilla, antes de separarme le susurré al oído; -Te quiero princesa, nada más que termine y me dejen entrar estaré a tu lado. Esas palabras le hicieron esbozar una sonrisa que se me contagió a mí, y así fue como pude salir tranquilo de la sala. Al cabo de los diez minutos de espera llamaron a la puerta y resultó

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ser la médica anunciando que había sido todo un éxito y proponiéndome pasar a la sala. Sonreí victorioso, me puse en pie y me dirigí sin pensármelo dos veces a donde se hallaba Sara. -Tardará entre una a dos horas en despertarse por la anestesia. ¿Quiere esperar aquí o irá a dar una vuelta? -Esperaré a que despierte aquí. -De acuerdo. Otra cosa que debe saber es que cuando despierte se encontrará un tanto mal y estará algo débil, deberá hacer reposo absoluto durante las próximas 24 horas, ¿entendido? -Entendido. Fue a la hora y media pasada cuando Sara empezó a entrecerrar los ojos. Yo me estaba medio durmiendo, pero al oír de su boca mi nombre con un hilo de voz me desperté de golpe y me puse firme. -¡Sara, al fin despertaste!- Sonriendo de la alegría. -La cabeza me da vueltas. -Es normal me ha dicho la médica. Cuando llegues a casa deberás realizar reposo total hasta mañana, ¿de acuerdo? Ella asintió con una pequeña sonrisilla. Cuando logró mantenerse en pie y ver de forma completamente nítida, le dimos las gracias a los doctores y nos despedimos de ellos, luego la acompañé a casa. Cuando estuvimos por la esquina, detuve el coche y le susurré: -Hoy no te he podido saludar en condiciones- Acercándome a ella y sonriéndole. Ella hizo lo mismo y nos besamos. Todo era perfecto, había salido perfecto, ahora solo faltaba ganar confianza con su madre y quizá…

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Cuando me separé de Sara y al abrir los ojos… paré de imaginar cosas que, antes quizá sí, pero que a partir de ese instante, ya jamás podrían hacerse realidad, o al menos con un altísimo nivel de dificultad. -¿Qué te ocurre cariño?- Susurró preocupada. Me mordí fuerte el labio inferior y cuando Clore abrió la puerta del copiloto Sara lo entendió todo. -¡Pero como se te ocurre abusar así de tu hija! ¡¿Es que no tienes cerebro?! ¡Es una niña!- Gritando y poniéndose colorada. Sara me miraba con cara de preocupación. -Y yo que iba a darte otra oportunidad... ¡Ya puedes irte olvidando de que te la deje y de ver a tu hija, te prohíbo que la vuelvas a ver! ¡Ahora mismo iré a la policía y a parte de una denuncia te pondré una orden de alejamiento, perturbado! -¡Déjale mamá!- Dijo de golpe Sara gritando aún más alto. Clore la miró, apretó los labios y le soltó un fuerte y seco golpe con la mano abierta en la mejilla izquierda, luego, empezó a sollozar y se agarró la mano con la que la había pegado arrepintiéndose por dentro. Un nudo inmenso en la garganta se me formó de tal manera que tuve que apartar la mirada para no ponerme a llorar en ese momento. A pesar de que no desvié la mirada, pude ver de reojo como Sara también lloraba y el nudo creció. Su madre la cogió del brazo y la hizo bajar del coche, y antes de cerrar la puerta dijo entre lágrimas: No quiero volverte a ver jamás por aquí, y de lo dicho no te libras. Te veía capaz de cualquier cosa, menos de esto- Y la cerró con energía. Mientras las veía alejarse las lágrimas se desbordaron de forma automática de mis lacrimales, esa escena me era familiar; pues era la segunda vez que perdía a Sara, pero esta vez veía a venir que realmente sería para siempre

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Pegué un fuerte puñetazo al volate, justo al lado del claxon, pero no llegó a sonar y me desahogué un poco sobre mis brazos mientras notaba como se humedecían y luego poco a poco las gotas resbalaban hasta llegar a los codos, y de ahí, a la alfombrilla, a centímetros de mis zapatos. Al cabo de los minutos, cuando me sentí un tanto menos peor, me sequé la cara y me soné con un pañuelo. Miré el asiento del copiloto y pude ver que algo en él destacaba, pues el sol lo hacía brillar, algo era que parecía ser de plata. Alargué el brazo izquierdo hasta alcanzarlo, y pude ver que era uno de los pendientes que le regalé a Sara por su decimosexto cumpleaños. Cerré los ojos fuertes y le di un beso, luego lo envolví con un trozo limpio de pañuelo y me lo guardé en el bolsillo del pantalón.

*S*

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Capítulo Final Le dirigí una mirada de odio y repugna a mi madre y luego subí corriendo a mi habitación, y allí empecé a llorar como jamás había llorado. En cuestión de segundos había humedecido por completo el trozo de almohada donde me había tumbado. Entonces, subió mi madre. -¡¿Me vas a decir que encima te gustó?! ¡Estaba abusando de ti!- Gritando como antes. -No está abusando de mí, mamá, ¡estamos enamorados! Abrió los ojos como platos y trató de buscar palabras, pero le había dejado sin habla. -Hace dos años ya que estamos juntos, nos conocimos por un chat sin registro en internet, decidimos quedar y nos

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enamoramos a pesar de la edad. Pero luego la cosa se complicó en los últimos meses hasta que ha acabado en desastre… -Yo… me vas a volver loca. ¡Pero como te vas a enamorar de tu propio padre! ¡Que te saca doce años! Necesitas un psicólogo de inmediato- Saliendo de la habitación. -¡No sabía que era mi padre y él tampoco sabía que yo era su hija hasta que tú se lo dijiste! Ella volteó y rápidamente volvió a la habitación espetando: -¡De acuerdo, él no sabía eso, pero si sabía que tú tienes 16 y él 30! ¡No me cabe en la cabeza como se le pudo ocurrir tal barbaridad¡ Eso tiene un nombre, ¿sabes cuál es? -Ahórratelo, no me interesa saberlo. -¡Eso se llama ser un pederasta y con completo descerebrado! ¡Solo te estaba usando, abusando de una cría! -¡No hables así de él!- Levantándome de la cama. -¡Él me ama! -¿Te ama? – En tono sarcástico. -¡Sí, me ama, me lo ha demostrado durante todo este tiempo! -¡¿Cómo?! ¡¿Abriéndote de patas?! ¡Es que encima estoy segura de que te lo has tirado!... mira yo no puedo con tanta presión- Repuso. –Ahora mismo iré a comisaría y pondré una orden de alejamiento junto a una denuncia y tú vas a estar castigada sin salir durante un año, ¡¿Me has entendido?! -¡No tienes derecho a hacerme esto! -¡Sí lo tengo, soy tu madre, no sé ni cómo tienes el valor de replicarme! En ese momento fruncí el entrecejo al percibir un olor extraño en el ambiente. -Huele mal- Dije a la vez que me sonaba. -¡No metas excusas por que no vas a conseguir distraerme, y espero que no salgas de casa porque entonces irás de cabeza a un centro de menores!

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Dicho esto se dio la vuelta, bajó las escaleras, cogió las llaves y el bolso y salió de casa cerrándola con llave. Volví a tirarme en la cama a sollozar y a desahogarme un poco. La cabeza me dolía a rabiar al igual que los ojos y encima me encontraba enormemente débil por el aborto. Traté de descargar toda mi tristeza de esa manera exprimiéndome como una naranja, pero no pude, los nervios me hacían irreconocible y no me sentía capaz de calmarme. Me fui a bajo a prepararme una tila y me la tomé… pero tampoco me sirvió. Anduve de un lado al otro del comedor tratando de tranquilizarme, pero lo que conseguía era aumentar mis ansias, pues solo me venían a la mente los recuerdos de cuando todo estaba en su lugar, de ese año y medio sin problemas, de ese año y medio perfecto. El apestoso dolor seguía invadiendo mi nariz, pero acabé ignorándolo porque supuse que sería otro síntoma de embarazo que aún recorría mis venas y lo haría hasta, por lo menos, pasadas las 24h del aborto y me preocupé en pensar que es lo que podría relajarme de forma rápida y sencilla. Entonces recordé que, si mi madre no lo había tocado, guardé en el quinto cajón de la cocina, debajo de los trapos de la limpieza, la cajetilla de cigarrillos, pues antes de conocer a Gerard fumaba, fue él quien consiguió que lo dejara, pero eso en su época era lo único que lograba tranquilizarme. Sonreí victoriosa al ver que aún quedaban cinco cigarrillos intactos dentro de la cajetilla. Cogí uno y busqué un mechero, pero no hallé ninguno. Entonces visualicé la caja de cerillas, cuya función era encender los fogones para cocinar a diario. Cogí una y la raspé con el canto, logrando así una gran llama que hizo incluso sobresaltarme.

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Suspiré aliviada al ver que solo fue un segundo y encendí el cigarro. En la primera calada vi la gloria, tanto, que no recordé agitar el bastoncillo para apagarlo, por otro lado la vista se me empezó a nublar. El bastoncillo llegó a la mitad y me quemó el dedo índice haciéndome reaccionar soltando la cerilla de manera automática. Y cuando estuve a punto de pisarla para apagarla….

*S*

Aún con llantos en los ojos, y sabiendo que eso iba a romperme del todo por dentro, me dispuse a leer;

Muere una joven en la ciudad de Roldanas a consecuencia de una fuga de gas

Según nos cuentan los vecinos y fuentes policiales, la explosión se formó ayer a las 14:45h del mediodía. Se sospecha que alguno de los residentes de la casa dejó sin querer el gas encendido, éste se esparció por toda la casa, de tal manera que a la menor solo le bastó con encender una chispa para morir entre las llamas. Su madre, por suerte, no estaba dentro de casa y por el momento no hemos sabido con exactitud donde se hallaba en ese momento, y tampoco ha cedido a contárnoslo, pero lo que si nos ha contado, es que el último recuerdo que tuvo de ella es que tuvieron una fuerte discusión madre e hija a raíz de una consecuencia desconocida ya que tampoco ha cedido a contarnos. Según lo que dice, la menor le había avisado del olor del gas, pero del mismo enfado no le prestó atención. Esperamos ofrecerles más información lo antes posible sobre este caso.

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Las lágrimas, que durante la lectura habían evacuado de los lacrimales a trompicones, ahora se desbordaron como si alguien hubiese abierto el grifo de los mismos provocando así una distorsión severa de las letras de la página de aquel periódico. Lo arrugué con todas mis fuerzas y lo tiré al suelo de la misma forma. Me senté nuevamente en la butaca y me cogí la cabeza por detrás apoyándome los codos en las rodillas, sin poder parar de llorar. En ese momento recordé que no todo se había ido de Sara. Me puse de pie y rebusqué en el bolsillo derecho de mi pantalón, donde, por suerte, aún conservaba el pendiente que el día anterior le hizo saltar su madre por culpa del bofetón. Fue eso, y el recuerdo de esta persona que me hizo amar como posiblemente jamás podré hacer en el futuro, lo que grabó en mi vida la moral de que ni el ADN ni la edad pueden impedir una gran historia de amor, porque aun siendo su padre, ella mí hija y teniendo 12 años de diferencia, ambos nos amamos hasta el último momento más que a nuestras propias vidas.

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SINOPSIS ¿Cómo te quedarías si te contaran

que Sara, una muchacha de 16 años está saliendo con un hombre De 30 que además… ¡Es su padre!? Sea como sea la

Forma en la que te hayas quedado, te regalo una invitación para que tú seas una de las miles de

Personas que deseo que estén al corriente de esta original, y a la vez rara romántica historia jamás contada.

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ARGUMENTACIÓN

Doce años de más es una historia en la cual se destaca lo que el destino puede hacer, jugando con el amor de 2 personas que finalmente no pueden amarse como hombre y mujer al menos.

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SÍNTESIS

El libro 12 años de más es una historia de amor entre una chava de 16 años y un señor de 30. Que se enamoran el uno del otro sin saber que algo más que el amor los podría unir, una historia que deja mucho que pensar e imaginar…

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