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1 TEMA 16. EL ESPACIO RURAL Y LOS CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD AGRARIA EN ESPAÑA. USOS Y APROVECHAMIENTOS AGRARIOS. LOS NUEVOS USOS Y FUNCIONES DEL ESPACIO RURAL. 1. INTRODUCCIÓN. La Geografía Rural es una rama de la Geografía Humana que se ocupa del estudio del espacio rural. El espacio rural se corresponde como un espacio que engloba el paisaje natural, o saltus; el habitado, o hábitat rural; y el paisaje agrario o ager. El conjunto de estos elementos integran el espacio rural que debe distinguirse del espacio agrario o agropecuario como aquél en el que predominan únicamente las tareas agrícolas y ganaderas. 2. CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD AGRARIA EN ESPAÑA. Son los agentes que influyen y modifican los diferentes elementos que intervienen en el espacio agrario. En la agricultura tradicional, estos factores condicionan en gran medida, pero con la agricultura moderna, estos factores tienen menor importancia porque el ser humano puede superar las limitaciones de estos condicionantes físicos (por ejemplo: el regadío o aporte artificial de agua puede convertir una zona de escasa aptitud agraria en una zona apta para el cultivo). Podemos clasificarlos en condicionantes físicos y humanos. 2.1. Los condicionamientos físicos de la actividad agraria. Los condicionamientos físicos son los factores del medio natural que repercuten en la actividad agraria. Son fundamentalmente cuatro: el relieve, el suelo, el clima y la cobertera vegetal. 2.1.1. El relieve. l La altitud: La elevada altitud es uno de los factores negativos para la práctica de la agricultura en España. La altitud repercute en el clima. De esta forma, por el gradiente térmico vertical, el descenso de la temperatura a razón de 6ºC por cada 1.000 metros, dificulta la práctica agrícola y explica que esta sea marginal en las áreas montañosas. l La pendiente: La pendiente o inclinación de las laderas también repercute en la práctica agrícola. Una elevada pendiente, como ocurre en las zonas montañosas de España, repercute negativamente para la práctica agraria, mientras que las zonas llanas o de escasa pendiente son más favorables para la práctica agrícola. l La orientación de las laderas: Las laderas orientadas a solana, al Sur, reciben mayor insolación por lo que son más favorables para la práctica agrícola. Las laderas orientadas a umbría, esto es, al Norte, son menos óptimas para la práctica agrícola por recibir menos insolación (menos horas de sol). A su vez, el efecto foehn permite que las laderas orientadas a barlovento (de cara al viento), reciban más percipitaciones que las orientadas a sotavento (de espaldas al viento). 2.1.2. El clima. l La insolación: El número de horas de sol, que es máximo en el sur peninsular es más favorables para la práctica agrícola, mientras que, la menor insolación de las áreas montañosas y la franja cantábrica repercute en una práctica menos favorable para la agricultura. l La temperatura: Las plantas necesitan una temperatura óptima para desarrollarse. Las heladas, temperaturas por debajo de 0ºC afectan negativamente a los cultivos. Estas heladas son relativamente frecuentes en el interior peninsular y, muy raras o ausentes en las costas peninsulares y en los archipiélagos balear y canario, lo que favorece a los cultivos.

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TEMA 16. EL ESPACIO RURAL Y LOS CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD AGRARIA EN ESPAÑA. USOS Y APROVECHAMIENTOS AGRARIOS. LOS NUEVOS USOS Y FUNCIONES DEL ESPACIO RURAL. 1. INTRODUCCIÓN. La Geografía Rural es una rama de la Geografía Humana que se ocupa del estudio del espacio rural. El espacio rural se corresponde como un espacio que engloba el paisaje natural, o saltus; el habitado, o hábitat rural; y el paisaje agrario o ager. El conjunto de estos elementos integran el espacio rural que debe distinguirse del espacio agrario o agropecuario como aquél en el que predominan únicamente las tareas agrícolas y ganaderas. 2. CONDICIONANTES DE LA ACTIVIDAD AGRARIA EN ESPAÑA. Son los agentes que influyen y modifican los diferentes elementos que intervienen en el espacio agrario. En la agricultura tradicional, estos factores condicionan en gran medida, pero con la agricultura moderna, estos factores tienen menor importancia porque el ser humano puede superar las limitaciones de estos condicionantes físicos (por ejemplo: el regadío o aporte artificial de agua puede convertir una zona de escasa aptitud agraria en una zona apta para el cultivo). Podemos clasificarlos en condicionantes físicos y humanos.

2.1. Los condicionamientos físicos de la actividad agraria.

Los condicionamientos físicos son los factores del medio natural que repercuten en la actividad agraria. Son fundamentalmente cuatro: el relieve, el suelo, el clima y la cobertera vegetal.

2.1.1. El relieve.

l La altitud: La elevada altitud es uno de los factores negativos para la práctica de la agricultura en España. La altitud repercute en el clima. De esta forma, por el gradiente térmico vertical, el descenso de la temperatura a razón de 6ºC por cada 1.000 metros, dificulta la práctica agrícola y explica que esta sea marginal en las áreas montañosas. l La pendiente:

La pendiente o inclinación de las laderas también repercute en la práctica agrícola. Una elevada pendiente, como ocurre en las zonas montañosas de España, repercute negativamente para la práctica agraria, mientras que las zonas llanas o de escasa pendiente son más favorables para la práctica agrícola. l La orientación de las laderas:

Las laderas orientadas a solana, al Sur, reciben mayor insolación por lo que son más favorables para la práctica agrícola. Las laderas orientadas a umbría, esto es, al Norte, son menos óptimas para la práctica agrícola por recibir menos insolación (menos horas de sol). A su vez, el efecto foehn permite que las laderas orientadas a barlovento (de cara al viento), reciban más percipitaciones que las orientadas a sotavento (de espaldas al viento). 2.1.2. El clima. l La insolación:

El número de horas de sol, que es máximo en el sur peninsular es más favorables para la práctica agrícola, mientras que, la menor insolación de las áreas montañosas y la franja cantábrica repercute en una práctica menos favorable para la agricultura. l La temperatura:

Las plantas necesitan una temperatura óptima para desarrollarse. Las heladas, temperaturas por debajo de 0ºC afectan negativamente a los cultivos. Estas heladas son relativamente frecuentes en el interior peninsular y, muy raras o ausentes en las costas peninsulares y en los archipiélagos balear y canario, lo que favorece a los cultivos.

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l Las precipitaciones: Al mismo tiempo, para la realización de la fotosíntesis, las plantas necesitan, no solo luz y calor, sino también ciertas precipitaciones. La escasez e irregularidad de las precipitaciones del clima mediterráneo español, dificultan la práctica agrícola, que el ser humano ha superado mediante la introducción de la práctica del regadío, esto es, el aporte artificial de agua para los cultivos. l Agentes atmosféricos adversos:

Consisten en las lluvias torrenciales, lluvias intensas en poco tiempo, que producen destrozos en la agricultura. Constituye un factor negativo también el granizo, el pedrisco (granizo de tamaño mayor que los granos de hielo) o las largas sequías.

2.1.3. El suelo.

La litología marca de manera profunda los suelos. Una litología caliza genera suelos poco evolucionados y básicos. Una litología silícea, en la mitad occidental de la Meseta, sobre el antiguo zócalo paleozoico, deriva en suelos pobres, poco aptos para la agricultura (de Sierra Morena a Zamora). Los suelos volcánicos del archipiélago canario son suelos que dificultan el aprovechamiento agrícola. Los suelos arcillosos se extienden por las depresiones del Ebro y del Guadalquivir, las llanuras litorales mediterráneas y las cuencas sedimentarias castellanas. Estas zonas, son más aptas para la práctica de la agricultura, localizándose en ellos las principales zonas de cultivo de España. 2.1.4. La cubierta vegetal. El grado de cubierta vegetal también repercute en los cultivos, puesto que de la descomposición de la materia orgánica, se produce el humus. Unos suelos ricos en humus, son más fértiles y más aptos para la agricultura, en cambio, unos suelos donde no haya cubierta vegetal o ésta sea muy pobre, como en las zonas de clima árido, generan suelos más pobres, y requieren la intervención humana (utilización de fertilizantes y abonos para superar la limitación del medio natural). 2.2. Los condicionamientos humanos de la actividad agraria. 2.2.1. Factores demográficos. Para la puesta en cultivo de las tierras es preciso que se den dos condiciones: o que haya una abundante población agraria, o que ésta se reduzca a costa de la mecanización. En este sentido, España contaba con una abundante población agraria hasta fechas no demasiado lejanas en el tiempo. En 1900, la población activa agraria en España representaba el 70% de la población. Era una sociedad agraria y de técnicas arcaicas que precisaba abundante mano de obra. El descenso se produjo a partir de la industrialización del país, sobre todo a partir de los años sesenta. La llegada de una agricultura moderna, con la mecanización, hizo disminuir la necesidad de mano de obra, lo que produjo una fuerte emigración de las zonas agrarias tradicionales a las áreas industriales del país entre 1959 y 1975. De esta forma, la población activa agraria llegó a reducirse, hasta alcanzar a solo el 6% de la población activa en la actualidad. Aunque, en general, la mano de obra en el sector agrario, es pequeña en todas las comunidades autónomas, la situación varía mucho: de las regiones más desarrolladas, como Madrid o el País Vasco, Cataluña, Comunidad Valenciana y los archipiélagos balear y canario, donde no llega al 4% de la población activa; mientras que en Extremadura, Murcia, Andalucía, Galicia y ambas Castillas, se supera ampliamente el 7% (mapa).

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2.2.2. Factores jurídicos e históricos. Como factores jurídicos hablamos de aquéllos factores que, por el estatus jurídico de la tierra, repercute en la práctica agraria. En este sentido, podemos diferenciar el régimen de propiedad y el régimen de tenencia. En el régimen de propiedad, diferenciamos la gran propiedad o latifundio, y la pequeña propiedad o minifundio. La gran propiedad agraria, o latifundio, con más de 100 has, predomina en la Andalucía del Valle del Guadalquivir, así como en Castilla-La Mancha y Extremadura, esto es, en el Sur peninsular. El origen del predominio de la gran propiedad tiene un origen histórico: arranca de la Reconquista cuando, a causa de los Repartimientos, en el caso del Sur peninsular, se apropiaron de grandes tierras los nobles que participaron en la Reconquista. El problema se agudizó con las desamortizaciones, especialmente la de Madoz, que dejó sin tierras comunales, de uso colectivo, a una abundante población campesina que no disponía de propiedades, la cual tuvo que vender su fuerza de trabajo al cacique a cambio de un jornal para subsistir. Este sistema fue la base de la Restauración y produjo el problema agrario que se intentó solucionar durante la II República con una reforma agraria muy tímida que se abandonó tras la Guerra Civil. La modernización agraria de los años sesenta a setenta redujo la gravedad del problema agrario, ya que la modernización del campo con la mecanización redujo la necesidad de mano de obra que se vio forzada a emigrar a las regiones desarrolladas del país y a las ciudades, produciéndose un intenso éxodo rural. En cuanto a la situación actual, en el norte peninsular prevalece la pequeña propiedad, o minifundio, de menos de 10 has, en Galicia, pero también en la cornisa cantábrica y en Castilla León, así como en la Comunidad Valenciana y Canarias, mientras que en el sur predomina la gran propiedad, o latifundio, en Extremadura, Andalucía (Valle del Guadalquivir) y en La Mancha. Es de destacar el escaso peso que tiene en España la mediana propiedad.

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Junto al régimen de propiedad, en la estructura agraria es necesario considerar el régimen de tenencia, esto es, quién explota la tierra. La parcela es la unidad mínima de explotación y se define como una extensión de tierra que está bajo una misma linde. Esta parcela puede ser explotada por el mismo propietario o por otra persona. Cuando es el propietario quien explota la tierra, hablamos de régimen de tenencia directo. En cambio, cuando el propietario cede el usufructo (el uso y disfrute de la tierra) a un jefe de explotación o empresario, hablamos de régimen de tenencia indirecto, que puede ser o arrendamiento, aparcería o en régimen de cooperativa. El arrendamiento es un régimen de tenencia indirecto de la tierra en la que el arrendador cede el usufructo de la tierra al arrendatario a cambio de un alquiler o renta fija. En cambio, la aparcería es un régimen de tenencia indirecto de la tierra en la que el aparcero cultiva la tierra y entrega un porcentaje del beneficio obtenido al propietario, quien también puede proporcionar al aparcero una parte de los aperos de labranza para el cultivo de su tierra. Otro régimen de tenencia es la cooperativa, en el que todos los trabajadores son empresarios o jefes de explotación y, al mismo tiempo, propietarios, para compartir costes de explotación (tractores, semillas, fertilizantes, etc.). 2.2.3. Factores económicos y técnicos. Los factores económicos y técnicos están íntimamente relacionados: mientras en España predominó el subdesarrollo económico, no existían recursos económicos para la modernización agraria, se empleaban medios técnicos limitados y la agricultura era arcaica. Conforme se produjo la modernización de la actividad agraria por el mayor desarrollo económico del país, se dispusieron de mayores recursos para emprender la modernización agraria consistente en la mecanización, lo que hizo que se generara un intenso éxodo rural porque la mano de obra ya no era necesaria en el campo. La modernización agraria generada por el mayor desarrollo económico del país no solo se limitó a la mecanización, sino a otras técnicas modernas como la extensión de los regadíos, el uso de fertilizantes, la selección de semillas, el enarenado, los cultivos de invernadero o los polémicos productos transgénicos. De esta forma, se evolucionó de una agricultura arcaica y de subsistencia a una agricultura moderna y de mercado.

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2.2.4. Factores políticos. Las medidas tomadas por los poderes públicos tienen importantes repercusiones en el espacio rural y la estructura agraria. Podemos hablar de dos momentos: una anterior a la PAC (Política Agrícola Común) y otra posterior a la PAC. Antes de la PAC, España aplicaba una política basada en el proteccionismo de su producción agraria que dificultó la modernización de la agricultura española. Con el ingreso de España en la CEE en 1986, el sector agrario español sufrió una transformación a raíz de la entrada de la Política Agraria Comunitaria o PAC. El campo español que había conocido hasta entonces una política proteccionista sufrió los efectos de una política intervencionista pero tendente a la liberalización que perjudicó a ciertos sectores por el sistema de cuotas (el de producción láctea, el olivar y el viñedo) pero benefició a otros (el hortofrutícola), aunque, éste último se está viendo perjudicado por la competencia de los productos norteafricanos, pues estos países tienen acuerdos preferenciales con la UE que les permite entrar en el mercado europeo con unos bajos aranceles. Hoy día, se introducen iniciativas en la PAC no tan centradas en fomentar la producción, que ha producido un grave problema de excedentes agrarios que se ha intentado eliminar con la reforma de la PAC de 1992 y el sistema de cuotas de producción, que es el que conoció España; con políticas que fomentan el desarrollo rural para evitar el envejecimiento y despoblación, especialmente en las áreas de montaña. 3. USOS Y APROVECHAMIENTOS AGRARIOS. 3.1. Usos y aprovechamientos agrícolas. Los usos y aprovechamientos agrícolas se dividen en cuatro categorías: tierras cultivadas, terrenos forestales, prados y pastos y eriales y pastizales. 3.1.1. Tierras cultivadas. Las tierras de cultivo constituyen el principal uso del suelo, puesto que ocupan casi el 35% de la superficie total. En ellas se dan diferentes tipos de cultivo: los leñosos y los herbáceos. Entre los leñosos, destacan el olivar y el viñedo que pueden darse o en forma de monocultivo o mezclados con otros aprovechamientos, como el cereal y constituir, sobre tierras de secano, la tradicional trilogía mediterránea (cereal, vid y olivo).

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Los cultivos herbáceos son muy variados, el más extendido es el de los cereales. Los principales cereales son el trigo, la cebada, el maíz y el arroz. l Las plantas forrajeras se destinan al alimento animal (son la alfalfa, el maíz forrajero, la avena,

entre otros). l Las plantas industriales principales son el girasol, la remolacha azucarera, el tabaco y el algodón.

Los cultivos industriales requieren grandes inversiones proporcionadas por las mismas industrias donde se transforman en productos elaborados (aceite, algodón, azúcar, etc.)

l Las leguminosas constituyen grupos de cultivos destinados a la producción de granos secos para la alimentación humana y animal, como las judías, los garbanzos, las lentejas y los guisantes. En la actualidad, el cultivo de leguminosas está en retroceso.

l Las hortalizas tienen un alto valor económico: representan solo el 8,5% de la superficie agrícola pero su valor equivale al 32% de la producción vegetal y proporciona gran parte de las exportaciones agrícolas españolas. Se realizan en explotaciones o cultivos de invernaderos donde se requieren grandes inversiones y absorbe mucha mano de obra, pero se obtienen cuantiosos beneficios (agricultura intensiva de tomates, pimientos, calabacín, pepinos, judías verdes y fresas). Se localiza en Alicante, Murcia, Almería, Granada y Huelva.

l Tubérculos como la patata o la batata. l Los frutales. Se han convertido en el principal valor de la agricultura de exportación española.

Destacan los cítricos y los no cítricos (los que tienen pepita, como las manzanas y las peras; y los que tienen hueso como las almendras, melocotones, ciruelas y cerezas). También existen, junto a éstas, los cultivos tropicales, en zonas donde las condiciones climáticas son más favorables, en la costa tropical granadina y, especialmente, en las islas Canarias, donde se cultivan plátanos, aguacates y chirimoyas.

3.1.2. Los terrenos forestales. Ocupan el 34% de la superficie total del país. Las principales masas forestales se localizan en la España Atlántica o de clima oceánico y en la zona de montaña (véase mapa). Se destinan, básicamente, a la obtención de la madera (coníferas) y al papel (eucalipto y chopos). Otros recursos forestales como la resina, el corcho, el esparto, las bellotas, tienen menor económico que la madera.

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3.1.3. Los prados y pastos. Son tierras destinadas a la producción de hierba. Ocupan un 14% de la superficie total y ambos tienen orientación ganadera. Los prados se localizan en el norte peninsular, desde Galicia hasta los Pirineos. Los pastos se localizan en la parte occidental de la península, y tiene vocación ganadera (ovina, porcina y caprina). En ella se localiza la dehesa, o explotación adehesada (bosque abierto o aclarado, donde se combina la explotación forestal de la encina y el alcornoque,-tanto para madera como para corcho; cuyo fruto, la bellota, se emplea además para el engorde del ganado porcino-; con el uso agrario, véase mapa).

Áreas de bosque y explotación agroforestal (adehesado) 3.2. Usos y aprovechamientos ganaderos. La actividad ganadera aporta a España en torno a un 40% de la producción final agraria. La producción total y el número de cabezas varían entre las diferentes cabañas: l El ganado bovino o vacuno. Especialmente importante en la España Atlántica o húmeda por la

abundancia de pastos. Produce carne (en explotaciones al aire libre o no estabuladas) y leche (ésta última en explotaciones intensivas o industriales y estabulada en granjas).

l El ganado ovino (oveja, cordero, carnero). Tienen una tradición histórica antigua. Se encuentra en el interior peninsular. Está siendo favorecida por la PAC que fomenta las explotaciones para mantener a la población rural mediante subvenciones.

l El ganado caprino tiene menos valor económico. El principal destino también es la producción de carne, queso y pieles.

l El ganado porcino supera el 40% de la producción final ganadera. Tiene un uso extensivo o no estabulado en las dehesas de las penillanuras salmantinas y extremeñas y en la sierra de Huelva en la cría del cerdo ibérico con denominaciones de origen. También tiene un uso industrial o intensivo en instalaciones próximas a las ciudades, especialmente importante en Cataluña.

l El ganado avícola (pollo, gallinas, etc.). Han aumentado su producción. Estos animales se destinan para carne, huevos, patés. Se explota en régimen intensivo o estabulado.

l Otras actividades ganaderas son la cría de conejos, que está en expansión y el ganado caballar en regresión, al dejar de ser animal de tiro.

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En definitiva, la práctica de la ganadería se puede explotar de dos maneras: de forma intensiva o estabulada en granjas, o de forma extensiva, no estabulada o al aire libre. 4. LOS NUEVOS USOS Y FUNCIONES DEL ESPACIO RURAL. La progresiva desagrarización de los espacios rurales españoles se compensa con nuevas actividades económicas que permitan generar rentas alternativas a las tradicionales que procedían de la agricultura, la ganadería y la explotación forestal. La actividad industrial tiene un nuevo emplazamiento geográfico en las áreas periurbanas, donde se mezclan los elementos rurales y urbanos. Estos espacios ofrecen suelo abundante y barato y en contacto con la naturaleza. En ellos se instalan los parques tecnológicos como el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) en Campanillas (Málaga). La actividad turística-recreativa atrae al espacio rural a habitantes de las áreas urbanas en su tiempo de ocio. Ello ha fomentado el turismo rural, que ha sido potenciado con fondos públicos (fondos LEADER) para frenar el progresivo envejecimiento y despoblamiento de las áreas rurales, sobre todo las montañosas. Dentro de la actividad turística destaca también el turismo en zonas costeras que ha transformado pueblos pesqueros en núcleos urbanos que ha atraído a emigrantes a las áreas costeras del país. Por último, el turismo invernal en estaciones invernales como Sierra Nevada. Estas últimas generan empleo pero tienen el problema de su elevada estacionalidad (se concentran en invierno o en verano y el resto del año disminuye la necesidad de empleo). La función residencial, tiene importancia porque la población busca el campo en su tiempo de ocio adquiriendo una segunda residencia en el medio rural. Esta segunda residencia o residencia temporal (de vacaciones o fines de semana), en las zonas periurbanas, próximas a las grandes ciudades, se convirtieron en permanentes o definitivas (conversión de la segunda vivienda en permanente).