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Nuevo Mundo Mundos Nuevos Debates, 2010 ............................................................................................................................................................................................................................................................................................... Raúl O. Fradkin La acción colectiva popular en los siglos XVIII y XIX: modalidades, experiencias, tradiciones Presentación ............................................................................................................................................................................................................................................................................................... Avertissement Le contenu de ce site relève de la législation française sur la propriété intellectuelle et est la propriété exclusive de l'éditeur. Les œuvres figurant sur ce site peuvent être consultées et reproduites sur un support papier ou numérique sous réserve qu'elles soient strictement réservées à un usage soit personnel, soit scientifique ou pédagogique excluant toute exploitation commerciale. La reproduction devra obligatoirement mentionner l'éditeur, le nom de la revue, l'auteur et la référence du document. Toute autre reproduction est interdite sauf accord préalable de l'éditeur, en dehors des cas prévus par la législation en vigueur en France. Revues.org est un portail de revues en sciences humaines et sociales développé par le Cléo, Centre pour l'édition électronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV). ............................................................................................................................................................................................................................................................................................... Referencia electrónica Raúl O. Fradkin, « La acción colectiva popular en los siglos XVIII y XIX: modalidades, experiencias, tradiciones », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, 2010, Puesto en línea el 18 junio 2010. URL : http:// nuevomundo.revues.org/59749 DOI : en cours d'attribution Éditeur : EHESS http://nuevomundo.revues.org http://www.revues.org Document accessible en ligne sur : http://nuevomundo.revues.org/59749 Document généré automatiquement le 18 octubre 2010. © Todos los derechos reservados

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Nuevo Mundo MundosNuevosDebates, 2010

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Raúl O. Fradkin

La acción colectiva popular en lossiglos XVIII y XIX: modalidades,experiencias, tradicionesPresentación...............................................................................................................................................................................................................................................................................................

AvertissementLe contenu de ce site relève de la législation française sur la propriété intellectuelle et est la propriété exclusive del'éditeur.Les œuvres figurant sur ce site peuvent être consultées et reproduites sur un support papier ou numérique sousréserve qu'elles soient strictement réservées à un usage soit personnel, soit scientifique ou pédagogique excluanttoute exploitation commerciale. La reproduction devra obligatoirement mentionner l'éditeur, le nom de la revue,l'auteur et la référence du document.Toute autre reproduction est interdite sauf accord préalable de l'éditeur, en dehors des cas prévus par la législationen vigueur en France.

Revues.org est un portail de revues en sciences humaines et sociales développé par le Cléo, Centre pour l'éditionélectronique ouverte (CNRS, EHESS, UP, UAPV).

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Referencia electrónicaRaúl O. Fradkin, « La acción colectiva popular en los siglos XVIII y XIX: modalidades, experiencias, tradiciones », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, 2010, Puesto en línea el 18 junio 2010. URL : http://nuevomundo.revues.org/59749DOI : en cours d'attribution

Éditeur : EHESShttp://nuevomundo.revues.orghttp://www.revues.org

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Raúl O. Fradkin

La acción colectiva popular en los siglosXVIII y XIX: modalidades, experiencias,tradicionesPresentación

1 Si se repasan los desarrollos recientes de la historiografía americanista del siglo XIX puedeadvertirse que dos campos contienen buena parte de las innovaciones: la denominada nuevahistoria política y los estudios dedicados a la historia popular. No se trata de dos escuelas ni dedos territorios historiográficos homogéneos y claramente diferenciados pues en ambos puederegistrarse varias notas comunes. Sin embargo, se trata de dos campos distintos informadospor tradiciones interpretativas y analíticas claramente distinguibles. Así, mientras la historiapolítica ha fundado su recobrado vigor, prestigio e influencia recusando los modos de hacerhistoria que se desplegaron durante las décadas de predomino de la historia económica ysocial, la historia popular ha sabido apropiarse de los resultados que produjo esa historiografíade marcado acento regional. En cualquier caso, ambos campos no han entablado un diálogoabierto aunque convergen en algunos problemas, coyunturas y procesos.

2 Desde nuestro punto de vista, el análisis de las experiencias de acción colectiva popular puedeconstituir un territorio particularmente adecuado para intentarlo y para ello reuniremos en estedossier un conjunto de ensayos que analizan muy diferentes experiencias de los siglos XVIIIy XIX. Se trata de recuperar los hilos muchas veces opacos que enhebraron las múltiplestradiciones de movilización coloniales y poscoloniales sin subestimar la centralidad de lacrisis de desintegración de los imperios como punto de inflexión de esas tradiciones y dereunir materiales que permitan profundizar los enfoques comparativos de las intervencionespopulares en el proceso diverso y contradictorio de revoluciones producidas a ambos ladosdel Atlántico, de las conexiones entre las experiencias hispano y lusoamericanas y de las crisisde gobernabilidad que vivieron durante el siglo XIX en las áreas metropolitanas y coloniales.Vista desde este foco de observación esa coyuntura se presenta como particularmentesignificativa por los modos en que condensó tradiciones previas de movilización así como porsu importancia en la forja de otras nuevas.

3 Pensar la cuestión en término de tradiciones permite indagar procesos de construcción deun conjunto de nociones, valores, lenguajes, símbolos pero también de formas de accióncolectiva. Es cierto que algunas tenían antigua prosapia como los tumultos multitudinariosurbanos o los motines de los pueblos campesinos e indígenas. En este sentido la trayectorianovohispana y mexicana resulta emblemática en la medida que ha permitido registrar unanotable vigencia y persistencia de los tumultos de pueblo desde la época colonial hasta bienavanzado el siglo XIX. Sin embargo, la presencia de patrones perdurables de acción colectivafue sustancialmente más diversa y las evidencias disponibles indican no sólo sus variacionestemporales y regionales sino también sus estrechas relaciones con las coyunturas políticas.1

4 Con todo, es indudable que algunas formas de acción colectiva eran radicalmente novedosas.La crisis metropolitana generalizó la vigencia de un principio de legitimidad (la retroversiónde la soberanía y el principio del consentimiento), un cierto modelo para plasmarloe institucionalizarlo (las juntas), diferentes vertientes ideológicas y lenguajes políticos(pactismo, constitucionalismos y diversas formas de liberalismo) así como nuevas prácticas(las elecciones). Pero también formatos de acción colectiva política y militar. En este sentido,no siempre se subraya lo suficiente la centralidad que tuvieron las experiencias tumultuariasen el desarrollo de la “eclosión juntera” (para emplear la feliz expresión de un libro reciente2)

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y en la recepción de las elites americanas de la dramática experiencia metropolitana. Tampocose ha explicado en forma consistente la centralidad que cobraron algunas formas de hacer laguerra.3 En especial, una: la guerra de guerrillas.4 A través de diversas combinaciones el sigloXIX aparece signado - a uno y otro lado del Atlántico - por estas nuevas formas de accióncolectiva pero también por tradiciones más antiguas de movilización.

5 De alguna manera, la tentación de encontrar en un sustrato común la explicación de ciertasanalogías ha llevado ha buscarlo en la homogeneidad cultural del imperio. Pero, estapostulación pareciera ser válida para el universo de las elites letradas y es bastante dudoso quepueda argumentarse lo mismo para los heterogéneos conglomerados populares atravesadospor diversidades étnicas (y, por tanto, por tradiciones culturales muy distintas) que fueron losprotagonistas por excelencia de la acción colectiva. De este modo, las lógicas, las dinámicasy las modalidades de la acción colectiva popular parecen haber tenido un indudable “colorlocal” que solo se hace comprensible inscribiendo cada experiencia en las tradiciones y lastrayectorias de los antagonismos así como en las memorias “corta” y “larga” de sus actores.5

6 Los modos en que las nuevas prácticas políticas se enhebraron con las tradiciones demovilización preexistentes sigue siendo un problema histórico sujeto a múltiples lecturasy plagado de ambigüedades y paradojas. En su momento François-Xavier Guerra habíapostulado que era en “la ausencia de una movilización popular moderna y de fenómenos detipo jacobino, donde reside la especificidad mayor de las revoluciones hispánicas” aunque élmismo advertía que las excepciones significativas las brindaban las sociedades esclavistas ylas conjuraciones y levantamientos de negros y pardos, como las ocurridas en Coro, Maracaiboy Bahía.6 Aunque luego atenuó y corrigió el énfasis que inicialmente ponía en oponer losmodos “tradicionales” y “modernos” de acción colectiva7 – un refinamiento de su enfoqueno siempre tenido en cuenta por sus lectores-, parece necesario revisar este supuesto rasgopeculiar de las revoluciones hispánicas. Y, sobre todo, parece imprescindible incluir de unmodo más decidido aquel “excepcionalismo” en los relatos centrales de las experienciasrevolucionarias hispanoamericanas no solo porque puede ayudar a registrar una imagen menosunidireccional de la difusión de las ideas liberales sino porque también puede contribuir asituar de un modo más preciso la intervención de los esclavos y los libertos en las luchaspolíticas y sus apropiaciones de los discursos revolucionarios en circulación a través delAtlántico.8

7 Una mirada de conjunto de la bibliografía sobre estos temas pone en evidencia que han sidomucho más desarrollados los estudios sobre las áreas rurales latinoamericanas que las urbanasaunque la historiografía mexicanista ha avanzado más decididamente en suplir este defasaje.De este modo, la significativa contribución de Silva Prada amerita prolongar el imperio de lastradiciones de movilización popular dentro de un marco temporal mucho más amplio que elhabitual.9 Sin embargo, el activismo urbano durante la insurgencia sigue siendo una cuestiónabierta y el impacto de las guerras en las ciudades latinoamericanas recién empieza a serestudiado con mayor atención.10 Con todo, es claro que los estudios del siglo XIX han debidoindagar en detalle las muy diversas formas de acción colectiva popular en las ciudades y susambiguos vínculos con las formas institucionalizadas de participación política.11 En especial,en la historiografía española puede advertirse que si bien ha ocupado una atención relevantela intervención campesina en las luchas decimonónicas también se han desarrollado estudiossistemáticos de la acción colectiva popular urbana que permiten reconstruir a largo plazo sustrayectorias y variaciones.12

8 El cotejo de ambas historiografías permite considerar dos modificaciones relevantes a la horade evaluar posibles convergencias entre ambos campos historiográficos. Por un lado, que lahistoria social agraria se ha interesado cada vez más por develar las formas, intensidad  eincidencia de la politización rural.13 Por otro, que la historia política se interesa de modo

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creciente en los procesos de construcción de ciudadanía y de gobierno local en las áreasrurales así como en los desafíos que supuso a la gobernabilidad de las sociedades.14 En unartículo reciente A. Annino profundizó las implicancias de la “revolución territorial” quehabía adjudicado al imperio de la constitución gaditana en el mundo hispánico demostrandoque la emergencia de las nuevas prácticas políticas no había ido necesariamente de lasciudades a las campañas sino que un precoz liberalismo y una temprana adhesión alconstitucionalismo habían anidado en ellas combinado con una arraigada concepción de lajusticia.15 Paralelamente, desde la historia social y regional se ha pasado a poner en primerplano el análisis de los desafíos que suponían para el gobierno de los pueblos y comunidadeslos proyectos reformistas y modernizadores.16

9 Estas cuestiones son relevantes si se considera que la acción colectiva popular es unaacción situada y se podría decir que suele responder a una “geografía”, una “ecología” yuna “economía” específicas. Dado que supone una movilización de recursos organizativos,materiales y simbólicos que se despliega a partir de las relaciones entabladas con dispositivosde poder y dentro de oportunidades políticas, también tiene atributos, historias y marcoscoyunturales específicos. De alguna manera, entonces, el desafío es lograr una ciertaconvergencia entre las contribuciones desarrolladas desde un tipo de historia dominada poruna perspectiva “desde arriba y desde el centro” (la historia de las instituciones, la historiaintelectual y conceptual o la historia de las prácticas y las formas de sociabilidad políticas)y una historia “desde abajo y desde las periferias” que pueda dar cuenta de la historia de lasresistencias, las culturas políticas populares y sus formas y tradiciones de acción colectiva. Ellosupone – como se ha señalado - “descentrar” la sede de lo político y recuperar la diversidadde las experiencias históricas, populares y regionales.17

10 Los historiadores que lo han intentado debieron afrontar diversos desafíos y necesitaronadoptar no solo descentrar lo político sino también ampliar el universo de su formasconsiderando aquellas prácticas y estrategias que James Scott incluyó dentro de la“infrapolítica de los dominados”.18 Pero también debieron afrontar un cambio en lasperspectivas habituales procediendo a la reconstrucción minuciosa y localizada de lospatrones de conflicto de larga duración. Una perspectiva de este tipo les permitió analizarcomo se enraizaban en culturas políticas étnicas y relaciones de poder locales y superarlas secuencias evolucionistas y las dicotomías entre formas legales e ilegales de accióncolectiva. De este modo, les fue posible analizar mejor la dinámica de antagonismos, laexpansión de los horizontes de los actores indígenas y reconsiderar a la comunidad comouna “formación política específica”. Puede afirmarse que se ha ido definiendo un problema:las relaciones entre las formas de acción colectiva, los dispositivos y prácticas de poderinstitucionalizados y las culturas políticas populares y regionales. En este sentido, el cotejode las experiencias históricas andinas y novohispanas se devela sugestivo en la medidaque los estudios disponibles tienden a demarcar convergencias pero también diferenciasimportantes: la historiografía de la Nueva España ha hecho hincapié en la presencia de unrepertorio de acciones rebeldes basado en el predominio de las formas locales de protestay su “campanillismo” mientras que para los Andes se ha subrayado la amplitud de loshorizontes mentales de los insurgentes y su larga experiencia de relación y confrontación conlas formaciones estatales. 19

11 En otros aspectos sus contribuciones son convergentes en señalar los vínculos estrechos perotambién elásticos entre política, religión e identidades comunitarias. Se trata de una cuestióndecisiva para la comprensión de la configuración de la variedad de culturas políticas popularesy regionales así como de sus relaciones con las formas que adoptó la acción colectiva. Sicomo se ha dicho las llamadas guerras de la independencia adoptaron el modelo de una“guerra religiosa”20, lo cierto es que ello no impidió sino que parece haber impregnado lasdiversas adhesiones y apropiaciones populares peculiares y selectivas del liberalismo y del

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conservadorismo.21 En cualquier caso, las investigaciones han demostrado que el análisis delas relaciones entre los curas y sacerdotes y las movilizaciones de protesta social agraria esuna cuestión tan central como las que existieron entre religión y configuración de las culturaspolíticas populares.

12 Sin duda, se han producido algunas novedosas contribuciones que ameritan volver a visitarel universo de problemas y de desafíos que contiene. Algunas provienen de una sociologíay una ciencia política que ha recuperado el lugar de la historia como espacio de verificacióny refinamiento de sus modelos analíticos y sus enfoques interpretativos acuñando conceptosque - como repertorio de acción colectiva o ciclo de protesta – intentan dar cuenta de lasdinámicas históricas.22 Sin embargo, estas perspectivas parecen tener mayor influencia enla historia social europea y española que en la latinoamericana donde las novedades mássignificativas parecen provenir del mismo territorio historiográfico y supone un cambio deperspectivas. Quizás el más significativo sea el desplazamiento del foco de atención desde losmomentos de rebelión generalizada hacia el escrutinio de las formas de protesta y resistenciaempleadas cuando ellos no sucedían, un cambio que ha devenido en la necesidad de recuperarlas formas de la política popular y de sus cambiantes relaciones cotidianas con el estado. Entales condiciones se ha pasado de una imagen de las culturas políticas campesinas vistas comoobstáculo para la acción política a un análisis de la cultura como un repertorio de estrategias yrecursos maleable, heterogéneo y cambiante y a la recuperación de las experiencias históricasa largo plazo de sus relaciones con el estado concentrando la atención en los vínculos entrelas movilizaciones populares y la configuración de sus culturas políticas.23

13 Los trabajos que integran esta primera entrega del dossier se ocupan de algunos de losproblemas que hemos señalado. Antonio Escobar Ohmstede nos presenta las dinámicas dela acción colectiva en las Huastecas novohispanas y pone en discusión hasta que puntola violencia era su manifestación primordial para recuperar los modos y las lógicas de lasintervenciones políticas de los pueblos en esa conflictiva fase histórica conformada porlas reformas borbónicas y la insurgencia. María Elena Barral nos lleva a un contexto biendiferente: al territorio de las misiones guaraníes y a partir del análisis de dos libros recientes nosintroduce en el problemático asunto de las relaciones entre sacerdotes y movilización indígenay entre cultura política popular y religión. Gustavo Paz, por su parte, analiza un contexto muydistinto: la experiencia de movilización de los pueblos de la Puna argentina en la segunda mitaddel siglo XIX y nos advierte acerca de cómo antiguas tradiciones de movilización pudieronfuncionar y adquirir novedosos significados en contextos radicalmente distintos. Y Gabriel DiMeglio encara el análisis de una experiencia muy diferente: la trayectoria de la movilizaciónpolítica popular en la ciudad de Buenos Aires a lo largo de todo el siglo XIX. Se trata, portanto, de experiencias, contextos, formas de movilización y modos de abordaje muy distintosque serán enriquecidos en próximas entregas de este dossier.

14 Completamos este dossier con tres nuevas contribuciones en las cuales se analizan desdedistintos enfoques dimensiones y experiencias bien diferentes.

15 En su ensayo Sergio Serulnikov realiza una estimulante propuesta para la construcciónde una nueva agenda historiográfica que sea capaz de comprender mejor las disímilesrespuestas de las sociedades hispanoamericanas frente a la crisis general de la monarquíahispánica. Para ello, postula que resulta necesario que la  investigación adopte una perspectivaintegradora, regional y de larga duración. A través de un repaso de algunas de las másrecientes contribuciones producidas en la historiografía americanista y de las evidencias quele suministran sus estudios sobre la crisis de la sociedad colonial de Charcas, el autor seaparta del canon que ha imperado en años recientes en los análisis de las independenciaslatinoamericanas. Sin dejar de ponderar sus significativas contribuciones discute, sin embargo,una cuestión central: si lo enfoques globales que han pensado la cuestión de la crisis aescala imperial no habrían llevado a una suerte de invisibilización de la multiplicidad de

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respuestas que encontró, las cuales solo se tornan comprensibles atendiendo a las distintasconfiguraciones sociales y a sus trayectorias específicas de negociación y conflicto. Desde superspectiva, entonces, solo un enfoque más integrador, a la vez más atento a lo regional y ala larga duración, sería el que podría suministrar una comprensión cabal y adecuada de lasrazones, las motivaciones y las racionalidades de los alineamientos de los actores y de susmodos de acción. Se presenta, así, un argumento que invita a la re-consideración de algunosde los supuestos que han primado en lo que ha dado en llamarse la nueva historia política.24

Básicamente, de dos de ellos: por un lado, que dada su concentración en la experienciadecimonónica esa historiografía ha tendido a tomar como punto partida de sus análisis la crisisde 1808; por otro, que su énfasis en la autonomía del campo de lo político ha derivado enuna suerte de des-socialización de su análisis. En ambos sentidos la propuesta de Serulnikoves sugestiva e invita a la reflexión: en la relación al primero, porque convoca a extenderlas miradas de la historia política a la era colonial; y respecto al segundo, porque llamaparticularmente la atención sobre una dimensión hasta ahora menos atendida, esta es, losmodos en que se fueron politizando los conflictos y las tensiones sociales y culturales.

16 En su colaboración Julio Pinto Vallejos nos introduce en el análisis de la singular experienciachilena. Su autor nos ofrece aquí una versión   que condensa algunos puntos centrales deuna investigación mucho más vasta y minuciosa de reciente aparición que realizó junto aVerónica Valdivia y que no dudamos en invitar a los lectores a visitarla  dada la minuciosidadde la reconstrucción de la experiencia histórica popular que ofrece, la densidad del materialdocumental revisado y su renuencia a interpretarla a partir de supuestos apriorísticos.25 Sinoúnica, la experiencia popular chilena es particularmente fértil. Lo es para indagar varios delos problemas en torno a los cuales gira este dossier. Y también para recusar el dispositivodiscursivo de tono patriótico que inunda este territorio historiográfico, especialmente entiempos de conmemoraciones como los que estamos viviendo, y a los cuales los ámbitosprofesionales de la historiografía terminan siendo menos inmunes de lo que quisieran ser. Lacolaboración de Pinto Vallejos deja pocas dudas acerca de la imperiosa necesidad de situaren un adecuado marco regional el análisis de estas experiencias y nos muestra que en Chile lacrisis de la independencia no parece haber suscitado procesos – al menos significativos - depolitización popular autónoma y que cuando los produjo fue en defensa de la causa realista.Ello, por supuesto, no impidió la intensa movilización militar plebeya e incluso intensosdebates políticos en la década de 1820 acerca de la incorporación de los sectores popularesal ejercicio de derechos republicanos pero no pareciera haber dado lugar al surgimiento deexpresiones propiamente plebeyas de interpelación ciudadana. Lo que en cambio, sí parecehaber sido mucho más notorio - y no por eso menos significativo - es que esos sectores habríanaprovechado de diversas maneras los espacios y los intersticios para perseverar en una pertinazdefensa de sus formas propias de sociabilidad. En buena medida esta situación habilitó algunasde las condiciones para hacer posible la que probablemente haya sido la experiencia históricamás exitosa de reconstrucción del orden en la primera mitad del siglo XIX hispanoamericano,una experiencia tan exitosa que pese a su impronta conservadora se habría de convertir enreferente ineludible para varios programas y proyectos de inspiración liberal.26

17 Cerramos este dossier con la sugerente colaboración que Genís Barnosell dedica a analizarla dimensión religiosa de la llamada guerra de independencia española a través de laexperiencia de los sitios de Zaragoza y Gerona. Nos pareció particularmente importanteincluir la consideración de esta faceta de lo sucedido en la metrópoli y por variosmotivos. En primer término, porque la posibilidad de pensar las denominadas guerras deindependencia como fueron vividas por los protagonistas en términos de una guerra religiosaha sido particularmente incitante. Así, estudios dedicados a muy diversas experienciaslatinoamericanas han mostrado que la religión suministraba esquemas mentales parainterpretar lo que estaba sucediendo, recursos retóricos y simbólicos para dar forma a la acción

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colectiva así como se había convertido en objeto de disputa de los retazos de legitimidadque quedaban del antiguo régimen para construir la de uno nuevo y en una suerte de filtrocultural para la recepción y apropiación de las novedades ideológicas.27 La colaboraciónde Barnosell nos vuelve a mostrar algunos de los componentes comunes de las culturaspolíticas que habitaban el imperio así como la vigencia y revitalización de sus tradicionespluriseculares en un contexto de crisis e incertidumbre extremas. Como bien lo subraya,las expresiones milenaristas y mesiánicas que contenían esas tradiciones no pueden sercircunscriptas a mundos pretéritos sino que cobraron particular relevancia en este contextode la crisis peninsular como lo hicieron en la América hispana y portuguesa y que fueronparte de los imaginarios de los más diversos grupos sociales y étnicos.28 Como bien advierteel autor, a partir de considerar las condiciones extremas de las poblaciones urbanas sometidasa duro asedio, la guerra religiosa parece haber suministrado recursos y motivaciones parasostener una movilización más allá de lo que a priori podría esperarse y dotar a la poblaciónno solo de una cohesión imposible de obtener por otros medios sino de una lógica religiosade la acción colectiva que desplazó a la estrictamente militar. Sin embargo, la explicación deestos comportamientos colectivos a partir de nociones como “fanatismo” resulta claramenteinsuficiente; pero también, nos muestra que las apelaciones a la “nación” y a la “libertad”también lo eran: su cuidadoso análisis de la evolución de los tópicos predominantes en losdiscursos que las autoridades hacían circular entre la población le permite advertir comofueron perdiendo importancia aquellos relacionados con el concepto aristocrático del honorasí como también las referencias a Fernando VII mientras que, en cambio, se hacía evidente unincremento de las alusiones a la patria, de las referencias locales y, sobre todo, de las religiosas,en particular a la Virgen del Pilar. De este modo, el contenido crecientemente localista deldiscurso movilizador terminaba fundiendo religión y defensa local.

18 Esperamos que las colaboraciones reunidas en este dossier hayan llamado la atención delos lectores sobre los temas y los problemas que nos interesaba poner en discusión y quecontribuyan a la empresa siempre renovada – y siempre inacabada – de abrir nuevas sendasen el conocimiento del pasado.

Notas

1  Un panorama al respecto en Coastworth, John, “Patrones de rebelión rural en América Latina: Méxicoen una perspectiva comparativa”, en F. Katz (comp.), Revuelta, rebelión y revolución. La lucha ruralen México del siglo XVI al siglo XX, Tomo 1, México, Ediciones Era, 1990, pp. 27-63. La fertilidad deanalizar los patrones de movilización social rural en el largo plazo ha sido explorada por Tutino, John,De la insurrección a la revolución en México. Las bases sociales de la violencia agraria, 1750-1940,México, Ediciones Era, 1990.2  Chust Calero, Manuel (coord.), 1808. La eclosión juntera en el mundo hispano, México, El Colegiode México/Fondo de Cultura Económica, 2007.3  Los vínculos estrechos entre guerras y construcción de formaciones estatales constituyen un capítulocentral de los desarrollos historiográficos recientes y sugieren tanto la necesidad de adoptar perspectivasanalíticas de largo plazo como que el análisis de la acción colectiva popular forma parte inseparablede la misma cuestión aunque no la subsuma. Véase, por ejemplo, Chust, Manuel y Marchena, Juan(eds.), Las armas de la Nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850), Madrid,Iberoamericana, 2007 y Por la fuerza de las armas. Ejército e independencias en Iberoamérica, Castellóde la Plana, Publicaciones de la Universitat Jaume I, 2008; Ortíz Escamilla, Juan (coord.), Fuerzasmilitares en Iberoamérica, siglos XVIII y XIX, México, El Colegio de México/El Colegio de Michoacán/Universidad Veracruzana, 2005.4   Lempérière, Annick, “Revolución, guerra civil, guerra de independencia en el mundo hispánico,1808-1825”, en Ayer, N° 55, 2004, pp. 15-36. La revisión histórica sobre las guerrillas hispanas durantela confrontación con la invasión napoleónica y sus legados es un problema de renovado interés: Esdaile,Charles, Napoleón contra España. Guerrillas, bandoleros y el mito del pueblo en armas (1808-1814),Buenos Aires, EDHASA, 2006; Thone, John, La guerrilla española y la derrota de Napoleón, Madrid,

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Alianza Editorial, 1999; Moliner Prada, Antonio, La guerrilla en la guerra de independencia, Madrid,Adalid, 2004. El mejor estudio reciente para la América hispana en Demélas, Marie-Danielle, Nacimientode la guerra de guerrilla: el diario de José Santos Vargas (1814-1825), Travaux de l’IFEA Tomo 196,IFEA- Plural Editores, 2007.5  Estas dimensiones de las experiencias de movilización popular se ha demostrado particularmente fértilpara el estudio de algunos procesos actuales de insurgencia popular: Svampa, Maristella y Stefanoni,Pablo (comps.), Bolivia: memoria, insurgencia y movimientos sociales, Buenos Aires, CLACSO, 2007.6  Guerra, François-Xavier, Modernidad e independencias, Madrid, Mapfre, 1992, p. 36 y 41.7  Guerra, François-Xavier, ”De la política antigua a la política moderna: algunas proposiciones”, enAnuario IEHS, Nº 18, 2003, pp. 201-2128  Linebaugh, Peter y Rediker, Marcus, La hidra de la Revolución. Marineros, esclavos y campesinos enla historia oculta del Atlántico, Barcelona, Crítica, 2005. Véase también Aguirre, Carlos, Agentes de supropia libertad. Los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud 1821-1854, Lima, PontificiaUniversidad Católica del Perú, 1995 y “Silencios y ecos: la historia y el legado de la abolición de laesclavitud en Haití y Perú”, en A Contracorriente, Vol.3, N° 1, 2005, pp. 1-37; Marchena Fernández,Juan, “El día que los negros cantaron la Marsellesa: el fracaso del liberalismo español en América,1790-1823”, en Historia Caribe, Vol. II, N° 7, 2002, pp. 53-75 y Langue, Frédérique, “La pardocratie oul’itinerarie d’une ‘classe dangereuse’ dans le Venezuela des  XVIIe et XIXe siecles », en Nuevo Mundo.Mundos Nuevos. BAC, N° 5, 2005. Véase también Gómez, Alejandro: “La revolución de Caracas desdeabajo”, en Nuevo Mundo. Mundos Nuevos, N° 8, 2008.9  Silva Prada, Natalia, La política de una rebelión. Los indígenas frente al tumulto de 1692 en la ciudadde México, México, El Colegio de México, 2007.10   Van Young, Eric, “Islas in the Storm: Quiet Cities and Violent Countrysides in the MexicanIndependence Era”, en Past and Present, N° 118, 1988, pp. 130-155; Archer, Christon, “Ciudades en latormenta: el impacto de la contrainsurgencia realista en los centros urbanos, 1810-1821”, en Brosetta,Salvador, Corona, Carmen y Chust, Manuel (comps.), Las ciudades y la guerra, 1750-1898, Castellóde la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 2002, pp. 335-360. Hébrard, Véronique, “La ciudady la guerra en la historiografía latinoamericana (siglo XIX)”, en Anuario Americanista Europeo, N° 1,2003, pp. 41-58.11   Grez Toso, Sergio, De la “regeneración del pueblo” a la huelga general. Génesis y evoluciónhistórica del movimiento popular en Chile (1810-1890), Santiago, DIBAM-RIL, 1988; Sábato, Hilda,La política en las calles. Entre el voto y la movilización, Buenos Aires, 1862-1880, Bernal, UNQ, 2004.12  Ardit, Manuel, Revolución liberal y revuelta campesina. Un ensayo sobre la desintegración delrégimen feudal en el País Valenciano (1793-1840), Barcelona, Ariel, 1977; Fradera, Josep María, Millán,Jesús y Garrabou, Ramón (eds.,), Carlisme i moviments absolutistes, Barcelona, Eumo Editorial, 1990;Rújula, Pedro, Constitución o Muerte. El Trienio Liberal y los levantamientos realistas en Aragón(1820-1823), Zaragoza, Edizions d l’Astral, 2000; Torras, Jaume, Liberalismo y rebeldía campesina,1820-1823, Barcelona, Ariel, 1976; Vilar, Pierre, Hidalgos, amotinados y guerrilleros. Pueblos ypoderes en la historia de España, Barcelona, Crítica, 1999. Para la acción colectiva urbana véase LópezGarcía, José, El motín contra Esquilache. Crisis y protesta popular en el Madrid del siglo XVIII, Madrid,Alianza Editorial, 2006; Pinilla Cañadas, Scheherezade: “1820-1821: Riego mueve Madrid. Nuevasbrisas en el viejo repertorio de acción colectiva en la España del siglo XIX”, en Res Publica, N° 16, 2006,pp. 77-96 y Santirso Rodríguez, Manuel, Revolución liberal y guerra civil en Cataluña (1833-1840),Barcelona, Universitat Autónoma de Barcelona, 1994.13  Un claro ejemplo al respecto para la historiografía española lo constituye el dossier presentado porCarmen Frías Corredor y Carmelo Romero Corredor en el número 38 de la revista Historia Agraria, 2006.14  Morelli, Federica, “Entre el antiguo y el nuevo régimen. La historia política hispanoamericana delsiglo XIX”, en Historia Crítica, N° 33, 2007, pp. 122-155 y “Pueblos, alcaldes y municipios: la justicialocal en el mundo hispánico entre el Antiguo Régimen y el Liberalismo”, en Historia Crítica, N° 36,2008, pp. 31-60.15  Annino, Antonio, “Imperio, constitución y diversidad en la América hispana”, en Historia Mexicana,N° 229, 2008, pp. 179-228 publicado antes en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Debates, 2008. Disponibleen: http://nuevomundo.revues.org//index33052.html.16  Escobar Ohmstede, Antonio, Falcón, Romana y Buve, Raymond (comps.), Pueblos, comunidadesy municipios frente a los proyectos modernizadores en América Latina, siglo XIX, San Luis Potosí/Amsterdam, CEDLA/El Colegio de San Luis,  2002,

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17  Mallon, Florencia, Campesino y Nación. La construcción de México y Perú poscoloniales, México,Historias CIESAS, 2003 (primera edición en inglés de 1995). Un debate al respecto entre Mallon, Tutinoy Halperín Donghi en Historia Mexicana, Vol. XLVI, Nº 3, 1996.18  Scott, James, Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos, México, Era, 2004.19  Van Young, Eric, La otra rebelión. La lucha por la independencia de México, 1810-1821, México,FCE, 2006 (primera edición en inglés de 2001). Ver también Glave, Luis Miguel, “Las otras rebeliones:cultura popular e independencias”, en Anuario de Estudios Americanos, Vol. Nº 62, Nº 1, 2005, pp.275-312. Stern, Steve, “Nuevas aproximaciones al estudio de la conciencia y las rebeliones campesinas:las implicaciones de la experiencia andina”, en Stern, S. (comp.), Resistencia, rebelión y concienciacampesina en los Andes. Siglo XVIII al XX., Lima. IEP, 1990, pp. 25-41. Serulnikov, Sergio, Conflictossociales e insurrección en el mundo colonial tardío. El norte de Potosí en el siglo XVIII, Buenos Aires,FCE, 2006. Thomson, Sinclair, Cuando sólo reinasen los indios. La política aymara en la era de lainsurgencia, La Paz, Muela del Diablo/Aruwiyiri. Editorial del THOA, 2007.20  Demélas-Bohy, Marie-Danielle, “La guerra religiosa como modelo”, en Guerra, Francois Xavier, Lasrevoluciones hispánicas: independencias americanas y liberalismo español, Madrid, Ed. Complutense,1995, pp. 143-164.21  Guardino, Peter, Campesinos y política en la formación del Estado Nacional en México. Guerrero,1800-1857, Chilpancingo, Gobierno del Estado Libre y Soberano de Guerrero, 2001. Salvatore, Ricardo,Wandering Paysanos. State order and subaltern experience in Buenos Aires during the Rosas era, DukeUniversity Press, Durham and London, 2003; Walker, Charles, De Tupac Amaru a Gamarra. Cusco yla formación del Perú republicano, Lima, CBC, 2004.22  Obviamente hacemos referencia a las contribuciones de Charles Tilly y Sydney Tarrow. Para sudifusión en el mundo de habla hispana véase por ejemplo Traugot, Mark (comp.), Protesta social.Repertorios y ciclos de acción colectiva, Barcelona, Hacer Editorial, 2002.23   Joseph, Gilbert y Nugent, Daniel (eds.), Aspectos cotidianos de la formación del estado. Larevolución y la negociación del mando en el México moderno, México, Ediciones Era, 2002; Larson,Brooke, Indígenas, elites y estado en la formación de las repúblicas andinas, Lima, PUCP-IEP, 2002.24  Al respecto puede consultarse Guillermo Palacios (coord.): Ensayos sobre la nueva historia políticade América Latina, s. XIX, México, El Colegio de México, 200725  Julio Pinto y Verónica Valdivia, ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840),Santiago, LOM, 2009.26  Al respecto, para el caso argentino sigue siendo indispensable Tulio Halperín Donghi, Proyecto yconstrucción de una nación (Argentina 1846-1880), Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1980.27  Marie-Danielle Demélas-Bohy, “La guerra religiosa como modelo”, en Guerra, Francois Xavier(comp.), Las revoluciones hispánicas: independencias americanas y liberalismo español, Madrid, Ed.Complutense, 1995, pp. 143-164. Roberto Di Stéfano, “Lecturas política de la Biblia en la revoluciónrioplatense (1810-1835)”, en Anuario de Historia de la Iglesia, N° XII, 2003, pp.201-224.28  Eric Van Young, “El enigma de los reyes: mesianismo y revuelta popular en México, 1800-1815”,en Van Young, E., La crisis del orden colonial. Estructura agraria y rebeliones populares en la NuevaEspaña, 1750-1821, México, Alianza, 1992, pp. 399-428. Marco A. Landavazo, “Fernando VII y lainsurgencia mexicana: entre la máscara y el mito”, en Marta Terán y José A, Serrano Ortega (eds.),Las guerras de independencia en la América española, México, El Colegio de Michoacán/UniversidadMichoacana de San Nicolás de Hidalgo/ CONACULTA-INAH, 2002, pp. 79-88. Jan Szeminski, Lautopía tupamarista, Lima, PUC, 1993. Teresa Porcekansky, “El sustrato mesiánico  de las rebelionesnegras en la América colonial: el caso de Palmares”, en Memoria del Simposio La Ruta del Esclavo enel Río de la Plata: su historia y sus consecuencias, Montevideo, UNESCO-Logos, 2005, pp. 149-217.

Para citar este artículo

Referencia electrónicaRaúl O. Fradkin, « La acción colectiva popular en los siglos XVIII y XIX: modalidades, experiencias,tradiciones »,  Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, 2010, Puesto en línea el 18 junio2010. URL : http://nuevomundo.revues.org/59749

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