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16.1 SISTEMAS ECOLÓGICOS 3. ECOSISTEMAS TERRESTRES

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SISTEMAS ECOLÓGICOS

3. ECOSISTEMAS TERRESTRES

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COMUNIDADES BIOLÓGICAS

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16.1. INTRODUCCIÓN

Las respuestas individuales de las especies al cambio climático, pueden desorganizar sus interacciones con otras del

mismo o adyacente, nivel trófico. (Parmesan et al., 2000 en Lorente et al., 2004), ya que pueden producir importantes

desincronizaciones en las interacciones entre ellas, por ejemplo entre las plantas y sus polinizadores, o entre las plantas y

sus herbívoros (Peñuelas et al., 2004), entre predadores y sus presas (Moreno et al., 2005) y alterar así la estructura de las

comunidades (Peñuelas et al., 2004).

Figura. 1 Efectos biológicos del cambio climático (basado en Hughes, 2000).

Fuente: Peñuelas et al 2004

El cambio climático actual, por tanto, afecta a la biodiversidad tanto mediante impactos directos sobre las especies y

comunidades vegetales, como por impactos indirectos, ya sea sobre el medio físico o por la modificación de las

interacciones entre las especies (Del Arco, 2008). La modificación de las interacciones entre especies (competencia,

asincronías, herbivoria, plagas, invasiones) constituyen otra fuente potencial de impactos, sobre los que empiezan a

acumularse evidencias, aunque las incertidumbres son grandes. (Fernández-González et al., 2005)

Uno de los principales impactos que se le atribuye al cambio climático, a nivel ecosistema, es la migración altitudinal y

latitudinal. El cambio climático previsto, permitiría la expansión de especies termófilas, pero la alteración en la manifestación

de las precipitaciones, con sequías fisiológicas recurrentes, frenaría este avance, comprometería a las especies poco

tolerantes a la sequía y afectaría negativamente al límite inferior del bosque (limitado por disponibilidad hídrica). La

vegetación leñosa podría extenderse hacia las zonas más altas de las montañas y las comunidades que ya se encuentran

en estas zonas altas se extinguirían (Valladares et al., 2005). Al verse poco probable el movimiento de comunidades

biológicas en bloque en altitud y latitud, la sequia y los extremos climáticos, producirán cambios en las comunidades y darán

lugar a la extinción local de especies peor adaptadas (Valladares et al., 2005).

Existen evidencias científicas de que el cambio climático provocará cambios en la dominancia, estructura y composición de

las comunidades, por el contrario, es actualmente incierto si las especies serán capaces de evolucionar y adaptarse al

cambo climático (Valladares et al., 2005).

Son varios los procesos ecológicos que se ven afectados por el cambio climático: la productividad, la dinámica poblacional,

la abundancia y distribución de especies y, entre otros y en consecuencia de las afecciones sobre los anteriores, el

reensamblaje ecosistémico. Este concepto hace referencia al reemplazamiento de algunos grupos de fauna y flora por

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aquellos que se ven favorecidos por las nuevas condiciones climáticas determinadas, generalmente, por una mayor

temperatura media y concentración atmosférica de CO2 (Lorente et al., 2004).

Un desplazamiento latitudinal y/o altitudinal irreversible de las comunidades vegetales podrían provocar modificaciones en la

composición de especies de la malacofauna, y otras comunidades edáficas, aunque está diferirá según se trate de hábitat

herbáceos, xerófilos, o bosques de distinta naturaleza (Moreno et al., 2005)

Por otro lado las fluctuaciones en temperatura, humedad y cambios en el uso del suelo afectan de forma directa a la fauna

edáfica a largo plazo. Su suerte está, con frecuencia, más condicionada a cambios indirectos del clima y al incremento de

CO2 y su efecto sobre la vegetación (en las especies herbívoras), disponibilidad de nutrientes y sobre los propios suelos.

Parece que estos efectos directos e indirectos podrían tener un efecto en cascada sobre los organismos herbívoros y

descomponedores. La falta de una buena taxonomía dificulta la investigación de estos procesos por lo que las

investigaciones se centran en modelos experimentales (Moreno et al., 2005).

La capacidad de migrar bajo la presión de un cambio climático, de las especies vegetales, está documentada en el

Pleistoceno para muchas especies, pero sólo las más rápidas podrían afrontar por esta vía la envergadura de los cambios

futuros, y siempre tras períodos de retardo más o menos dilatados. Los desplazamientos en latitud serán más fáciles para

especies poco longevas, con buenas capacidades dispersivas y con pocas exigencias de hábitat adecuado para instalarse.

Esta última condición será particularmente limitante para muchas especies en los paisajes actuales, profundamente

transformados y fragmentados (Pitelka et al. 1997). Las migraciones altitudinales requieren movimientos de menor alcance,

pero suponen reducciones del área disponible para las especies cuyo espacio climático apto se remonte en altitud. Existen

abundantes evidencias de movimientos altitudinales y latitudinales de la flora atribuibles al cambio climático (Hughes 2000,

McCarthy 2001, Walther et al. 2002, Parmesan y Yohe 2003), incluyendo los líquenes (van Hark et al. 2002), Estos

movimientos supondrán, en cualquier caso, recomposiciones importantes de las comunidades (Fernández-González et

al.,2005)

16.2. SITUACIÓN ACTUAL EN CANARIAS

El cambio climático tendrá un impacto previsiblemente mayor en los ecosistemas insulares terrestres que en sus homólogos

continentales, dada la limitación a la regeneración y recolonización natural que el aislamiento impone (Valladares et al.,

2005).

En los ecosistemas insulares de Canarias las especies no pueden responder, moviéndose hacia el norte, sino que su

capacidad de respuesta potencial quedaría restringida a cambios de distribución en altitud, y únicamente en aquellas islas

elevadas (ejemplo, las islas centrales y occidentales de Canarias: Gran Canaria, Tenerife, La Gomera, La Palma y El

Hierro). Este tipo de movimientos estaría mucho más limitado en el caso de las orientales, Lanzarote y Fuerteventura

(Moreno et al., 2005).

No obstante, “la tasa de movimiento geográfico por el calentamiento global es reconocida en casi cualquier región del

mundo, incluso ha sido cuantificada (Loarie et al., 2005): en las Islas Canarias se ha calculado un cambio al norte a una

velocidad de 30-80m/año1.” (Martín Esquivel et al., 2012).

En referencia a las migraciones en altitud, en la actualidad, existe un estudio que, utilizando parámetros climáticos e índices

bioclimáticos, analiza los posibles efectos que el cambio climático actual podría tener sobre la flora y vegetación canaria

considerando una proyección futura para el periodo 2.070 – 2.100 en relación con los valores en el promedio 1960-1990.

Este estudio se ha llevado a cabo dentro del proyecto ECCE (Evaluación Preliminar de los Impactos en España por Efecto

del Cambio Climático), en base a las proyecciones de variación del clima según el modelo PROMES, el cual establece dos

escenarios diferentes denominados A2 (la concentración global de CO2 llegaría en el año 2100 a 850 ppm, un 120 % más

que la actual) y B2 (la concentración global de CO2 llegaría en el año 2100 a 760 ppm, el doble que la actual). Se basa en

los desplazamientos que los pisos bioclimáticos (cada uno de los tipos de medio, definidos por caracteres climáticos, que se

suceden altitudinalmente) sufrirán, como consecuencia de la previsible elevación de las temperaturas y disminución

estimada de las precipitaciones. Así, los termotipos (definidos por los valores térmicos) tenderán hacia un ascenso y los

ombrotipos (definidos por las precipitaciones) hacia la aridización. Este método se basa en la hipótesis de que estos

cambios producirían un desplazamiento paralelo de los diferentes tipos de la vegetación potencial canaria asociada a los

1 http://www.stanford.edu/~loarie/cgi-bin/ClimateVelocityTool/

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mismos, lo que supondrá una reducción generalizada de la superficie que ocupan, todos los tipos de vegetación a

excepción de los ambientes más áridos y del pinar. Por otra parte, ha tenido en cuenta, la tendencia de cambio que muestra

el anticiclón de las Azores, ya que otros datos climáticos indican que las áreas de nubes de las vertientes de barlovento

podrían reducirse (Del Arco, 2008).

No obstante el espacio temporal para estos cambios, no parece lo suficientemente amplio como para que pueda ser

seguido por un desplazamiento en paralelo de la vegetación climatófila de los diferentes pisos o de su vegetación potencial,

lo que implica que la flora que los determina puede variar, siendo previsible una pérdida de biodiversidad y que favorecería

la expansión de comunidades arbustivas de sustitución más dinámicas (Del Arco M., 2008).

Figura 2. Variación altitudinal de los termotipos (A), ombrotipos (B) y pisos bioclimáticos (C) para cada uno de los escenarios B2 y A2, en relación con su disposición actual. En A se ha transcrito para los escenarios B2 y A2, con líneas punteadas, la altitud actual de los termotipos.

Fuente: Del Arco M., 2008

En cualquier caso, el calentamiento parece que afectará más a las islas occidentales, pero en conjunto será más moderado

que en la península y puede evaluarse en algo menos de medio piso bioclimático para el escenario B2 y algo más de medio

para el A2. (Del Arco, 2008)

Los desplazamientos en conjunto, y de acuerdo con la peculiar zonación climática y altitudinal de la vegetación canaria

(Rivas-Martínez et al. 1993, Del Arco et al. 2002, Reyes-Betancort et al. 2001, Rodríguez Delgado et al. 2004), previsibles

son: una expansión de la vegetación inframediterránea árida y semiárida (tabaibales de Euphorbia balsamifera y

cardonales de Euphorbia canariensis), cuyos componentes más dinámicos podrían desempeñar el papel de avanzadillas:

tabaibas amargas (Euphorbia lamarckii, E. regisjubae, E. berthelotii), aulagas (Launaea arborescens), salados (Schizogyne

sericea), vinagreras (Rumex lunaria), herbazales de cerrillo (Hyparrhenia sinaica) y panasco (Cenchrus ciliaris), e incluso

invasoras como el rabogato (Pennisetum setaceum) (Del Arco, 2008).

Los bosquecillos termoesclerofilos de sabinas (Juniperus canariensis), acebuches (Olea cerasiformis), almácigos y

lentiscos (Pistacia atlantica, P. lentiscus), con representaciones actuales muy mermadas por los usos urbano y agrícola,

tienen pocas posibilidades de desplazarse hacia cotas favorables más elevadas, y serían negativamente afectados por la

aridización. (Del Arco, 2008)

Para el monteverde o laurisilva, dependiente de la influencia de las nieblas del alisio, cabe esperar también una reducción

de área a causa del adelgazamiento del mar de nubes, motivado por el calentamiento del aire húmedo costero y el

rebajamiento del límite inferior de la capa cálida de subsidencia. Los matorrales de Hypericum canariense y Rhamnus

crenulata y el fayal-brezal de Myrica faya y Erica arborea podrían beneficiarse de la reducción de área de los bosques

lauroides, cuya persistencia en los enclaves reliquiales de las islas orientales sería problemática. (Del Arco, 2008). En

cambio hay estudios recientes que revelan que “las tendencias observadas y las predicciones emergentes son contrarias a

lo esperado: las nubes bajas incrementan en frecuencia lo que hace que el área potencial para la laurisilva se extienda

hacia cotas más bajas de altitud (Sperling et al. 2004). No obstante, dado que las zonas bajas están densamente pobladas

es improbable que la laurisilva pueda llegar a extenderse” (Valladares et al., 2005).

En cambio, el eventual descenso de la capa de nubes favorecería la expansión de los pinares canarios (Pinus canariensis)

y sus escobonales asociados. (Del Arco, 2008)

Los territorios supramediterráneos y oromediterráneos de posible desarrollo del retamar (comunidad de Spartocytisus

supranubius), quedarían reducidos, y a pesar de la posibilidad de su expansión altitudinal, la juventud geológica del territorio

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lo impediría en gran medida. Las comunidades glerícolas de la cima insular, no serían grandemente afectadas (Del Arco,

2008).

Son esperables también y destacables los impactos negativos sobre la vegetación hidrófila (sauzales de Salix canariensis,

palmerales de Phoenix canariensis, etc.), hoy ya muy afectada por el aprovechamiento hídrico de las islas. (Del Arco, 2008)

La vegetación costera de dunas, playas, acantilados y saladares, son susceptibles de sufrir grandes cambios, no tanto

por la migración altitudinal, prevista por el cambio climáticos, sino por el incremento del nivel del mar, en “Canarias se

constata en la actualidad una elevación del mar de 0,77 cm por año (Cuevas 2006)”, por un lado y por otro a las profundas

transformaciones causadas por el desarrollo turístico. (Del Arco, 2008).

Figura. 3. Posibles desplazamientos altitudinales de las principales comunidades potenciales canarias (ejemplo para Tenerife), representadas en trazo grueso. A: tabaibales y cardonales; B: bosques termoesclerófilos (sabinares, almacigales y acebuchales); C: monteverde; D: pinar;

E: retamar de cumbre y comunidad de violeta del Teide. Fuente: Del Arco M., 2008

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UN CASO PARTICULAR LA LAURISILVA

“En el caso de las islas Canarias, una parte importante de la vegetación actual se mantiene gracias a los vientos alisios que

traen humedad y que son atrapados por las montañas, en las islas con mayores alturas como Tenerife, Gran Canaria, La

Palma y La Gomera” (Valladares et al., 2005).

Principalmente es la laurisilva canaria, el ejemplo más claro, de cómo gracias a la influencia de los vientos alisios húmedos

y la creación del mar del nubes entre los 600 y 1.500 metros, permite su desarrollo en una zona de clima árido (Gioda A. et

al., 1993). Es por tanto la laurisilva la comunidad más susceptible de verse afectada por el cambio climático (Valladares et

al., 2005).

Hay incertidumbre sobre los posibles cambios tendenciales en la intensidad y frecuencia de las nubes en Canarias. Sperling

et al., (2004) establecieron la hipótesis de que el límite inferior del mar de nubes podría estar perdiendo altura en verano, y

recientes descubrimientos de la expansión hacia los polos de la célula de Hadley, relacionada con la constancia y

frecuencia de los vientos del noreste (Hu & Fu, 2007; Seidel et al., 2008) podría incidir en la circulación de los alisios y

afectar al mar de nubes”. (Martin et al, 2011)

Figura 1.Perfil de la isla de Tenerife con la zona de nubes, provocada por los vientos alisios, donde se desarrolla la laurisilva

Fuente: Morales, D. et al., 2003

La laurisilva canaria, es en la actualidad, un ecosistema que ocupa áreas pequeñas y se encuentra muy fragmentado, son

relictos de climas menos áridos y por tanto su sensibilidad al cambio climático es en principio alta. De hecho algunas

especies de la laurisilva como Persea indica pueden ser empleadas como indicadoras del cambio climático (Larcher et al.

1991 en Valladares et al., 2005).

Es por esta razón que sea la comunidad más estudiada. Entre los estudios llevados a cabo, están los siguientes:

���� Estudio sobre los efectos de eventos climatológicos excepcionales como es el caso de la tormenta tropical Delta en la

laurisilva de Anaga. Pone de manifiesto que muchas estructuras y dinámicas de comunidades vegetales, consideradas

en equilibrio tienen una relación estrecha con sucesos extraordinarios, ya que la dinámica de regeneración de los

claros fue rápida, y que la heterogeneidad del paisaje forestal de Anaga parece estar muy condicionada por este tipo

de temporales, y dado que su periodo de recurrencia es relativamente bajo, se puede afirmar que en el futuro

constituirán un factor esencial para la dinámica de este paisaje vegetal. (Arozena, et al., 2008 y Gonzalez et al., 2006).

���� Estudio sobre la tolerancia a las heladas en tres de las especies especificas de la laurisilva, Laurus azorica, Persea

indica y Myrica faya (González-Rodríguez et al.,2005)

���� La cuantificación del balance de agua aportado por el mar de nubes, en la laurisilva (Ritter et al., 2008)

���� Estudio sobre la capacidad de adaptación de la laurisilva tanto a la variabilidad de radiación solar, como a las

precipitaciones a través de tres especies específicas como son Laurus azorica, Persea indica y Myrica faya. Concluye

que “las tres especies tienen sus hojas bien adaptadas a resistir el estrés luminoso, pero que el al Myrica faya la más

resistente lo que coincide con la mayor resistencia a la sequia de sus hojas y con los rasgos ecológicos de esta

especie que es capaz de vivir en áreas más abiertas que las otras dos. Respecto a la precipitación concluye que los

datos obtenidos no son extrapolabres a otras poblaciones, que la precipitación de niebla en el lugar de experimentación

no contribuye con cantidades significativas al total de precipitación penetrante (Aboal et al., 2000), y que en otros

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bosques tales como los situados a lo largo de las crestas montañosas y en sitios expuestos a los vientos, donde esta

precipitación de niebla es máxima (Kämmer, 1974), el balance puede ser mucho más positivo” (Morales et al., 2003).

���� Estudio de la caracterización fotosintética del Laurus azorica, de la Persea indica como de la Myrica faya, y en concreto

a la resistencia del aparato fotosintético a las temperaturas extremas, aportando información de la capacidad de estas

especies en caso de evitar competencias. Concluye que la más resistente a las bajas temperaturas era la L.Arizonica y

que las tres son resistentes al frio pero no a la congelación. Respecto a las altas temperaturas concluye que las tres

son sensibles al calor sufriendo daños por encimas de los 44ºC, destacando a la Myrica faya como la especie mejor

adaptada a espacios con mayor luz y temperatura. En referencia a la estacionalidad concluyo que para las tres

especies en la estación seca las hojas resistían significativamente menos que en la estación húmeda. Los resultados

del tiempo de exposición a bajas y altas temperaturas, mostraron que las hojas de L. azorica, P. indica y M. faya no

presentaban daño alguno en el aparato fotosintético hasta que fueron sometidas durante varias horas a temperaturas

por debajo de 0 ºC y por encima de 40ºC (González, 1998)

���� Estudio sobre la el proceso de transpiración en las especies arbóreas de la laurisilva. Donde concluye que la

transpiración media de los arboles, se incrementa alrededor de 30 veces, en condiciones libres de niebla en

comparación con los períodos de niebla. Lo que sugiere que un cambio climático, representan una importante amenaza

a la biodiversidad de la laurisilva, debido a la imposición de una mayor demanda en la transpiración de las especies

arbóreas lo que afectaría al ciclo hidrológico forestal (Ritter et al.,2009)

16.3. EVOLUCIÓN ESPERADA

���� En los ecosistemas insulares terrestres por la limitación a la regeneración y recolonización natural, que el aislamiento

impone por la insularidad, experimentarán con mayor probabilidad cambios bruscos, o de tipo umbral, que en las islas

viene determinado por el área mínima. Por debajo del umbral mínimo, es decir por debajo de una determinada

superficie de un ecosistema, se corre el riesgo de colapso, mientras que por encima de ellos podrían no mostrar

apenas efectos el cambio climático. (Valladares et al., 2005).

���� Los intensos cambios de uso, la presión sobre los ecosistemas debida al desarrollo del turismo y la reiterada

introducción de especies exóticas, muchas de las cuales devienen invasoras, son amenazas importantes que hacen a

los ecosistemas terrestres mas sensibles al cambio (Valladares et al., 2005).

���� Como consecuencia de la variación de la temperatura, “los desplazamientos latitudinales y altitudinales de la

vegetación serán la respuesta fundamental de los vegetales para acoplarse a la nueva situación y evitar las

extinciones”, pero también se provocarán “cambios en la composición florística, favoreciendo el desarrollo de plantas y

comunidades tolerantes al cambio climático y adaptadas a las nuevas condiciones climáticas”.(Del Arco, 2008), dará

lugar a “la extinción local de las especies peor adaptadas“(Valladares et al., 2005), frente a las recolonizaciones,

llevadas a cabo por especies tolerantes y de distribución relativamente amplia, lo que supone una simplificación

estructural de la vegetación (Fernández-González et al., 2005)

���� En particular en la región macaronésica, las comunidades que esperan, ser afectadas por estos cambios son aquellas

de hábitats más singulares como es el caso de la laurisilva, los bosques macaronésicos de Phoenix canariensis y

Dracaena draco y matorrales xerófiticos de Euphorbia spp., no obstante la expansión en las zonas bajas de las islas de

las comunidades de Euphorbia balsamifera y E. canariensis, hacia altitudes más altas se encuentra limitada por el

incremento de la urbanización (Heywood, V. 2009).

���� Las especies vegetales invasoras tienen un gran impacto potencial sobre la regeneración y dinámica natural de

muchos ecosistemas terrestres pero existe poca información específica sobre el impacto que el cambio climático podría

tener sobre las invasiones biológicas (Valladares et al. 2004ª en Valladares et al., 2005)

���� No todas las especies podrán aprovechar por igual la ampliación del periodo térmico de actividad (Körner 1994,

1995b), lo que supondrá modificaciones en las relaciones competitivas. (Fernández-González et al., 2005)

���� Temperaturas altas pueden inhibir fases del ciclo de las plantas de montaña inducidas por las bajas temperaturas (Del

Arco, 2008)

���� La incidencia de los eventos climatológicos excepcionales en la laurisilva, podría ser mayor aún si se considera que la

laurisilva tendrá una explotación escasa o nula, a causa de la estrategia de la sociedad actual basada en la protección

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de estos espacios. La existencia a medio y largo plazo de un bosque con árboles de mayor talla y en situaciones de

senectud aumenta la probabilidad de caídas masivas de éstos, incluso ante fenómenos meteorológicos y

geomorfológicos de menor magnitud. (Arozena et al., 2008)

���� Muchos organismos presa de vertebrados pueden responder más rápidamente, que los depredadores mismos, a los

cambios, produciéndose una pérdida de sincronización entre consumidores y recursos (Moreno et al. 2005).

���� Las fluctuaciones en temperatura, humedad y cambios en el uso del suelo afectan de forma directa a la fauna edáfica a

largo plazo, aunque, su suerte está, con frecuencia, más condicionada a cambios indirectos del clima y al incremento

de CO2 y su efecto sobre la vegetación (en las especies herbívoras), disponibilidad de nutrientes y sobre los propios

suelos. Parece que estos efectos directos e indirectos podrían tener un efecto en cascada sobre los organismos

herbívoros y descomponedores. La falta de una buena taxonomía dificulta la investigación de estos procesos por lo que

las investigaciones se centran en modelos experimentales (Moreno et al., 2005).

CERTIDUMBRE

En general, las interacciones tanto entre factores (e.g. temperatura, agua y luz) como entre especies (redes de

interacciones tróficas, mutualísticas, etc.) incrementan de forma muy notable nuestra incertidumbre sobre el efecto del

cambio climático en los ecosistemas. Este hecho sumado a la escasez de series temporales largas hace que las

predicciones de los efectos del cambio climático sobre estos sistemas sean muy poco robustas. (Valladares et al., 2005)

Además, la baja precisión espacial de las predicciones hace que la incertidumbre aumente mucho a nivel local, a pesar de

que muchos procesos operan a este nivel (e.g. extinciones locales). La carencia de información sobre la ecofisiología de

especies clave (e.g. tolerancia a la sequía en interacción con la sombra, la capacidad de aclimatación de la respiración a

temperaturas altas, los efectos globales de los compuestos orgánicos volátiles) sumada a la carencia de datos genéticos y

moleculares hace difícil estimar la capacidad de evolución de las especies en un mundo cambiante. Además, resulta difícil

aislar los efectos debidos al cambio climático de los debidos a la simultánea participación de otros motores del cambio

global. Para ello es preciso la experimentación y no sólo la observación y el seguimiento. (Valladares et al., 2005)

Certidumbre Efectos más relevantes del cambio climático sobre los ecosistemas terrestres en España

**** Cambios en las interacciones entre especies

**** Cambios en la dominancia de las especies de una comunidad

**** Cambios en la estructura y funcionamiento de los ecosistemas

*** Migraciones altitudinales de especies clave

*** Disminución de la calidad nutritiva de las plantas

*** Extinciones locales

** Extensión del periodo de crecimiento real de la vegetación

* Tolerancia de nuevas condiciones por adaptación (evolución) de especies clave

(**** certeza muy alta, *** certeza alta, ** certeza media, * certeza baja)

Tabla 1. Nivel de certidumbre sobre los efectos más relevantes del cambio climático sobre los ecosistemas terrestres en España.

Fuente: Valladares, F. et al., 2005

Las simulaciones y proyecciones, de los efectos del cambio climático sobre los ecosistemas, por tanto, no son del todo

definitorias, además hay que considerar otros cambios relacionados con el cambio global que afectan de manera conjunta,

entre los que se encuentran el abandono de los cultivos, el incremento del turismo lo que ha provocado a su vez, un

desarrollo masivo turístico, urbanístico, y de infraestructuras, especialmente acentuado en las islas (Heywood, 2009).

16.4. PROBABILIDAD

���� No hay datos disponibles.

16.5. CONSECUENCIAS

���� “Los cambios en las especies dominantes de una comunidad conllevan cambios en la productividad de la misma”. “Las

disminuciones de la productividad vegetal y de la reproducción en respuesta a la sequía (y en menor grado también al

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calentamiento) se traducen en una disminución de la materia orgánica que llega al suelo, y también del reclutamiento

de nuevas plantas y del recubrimiento del suelo, todos ellos fenómenos que producen una disminución de la capacidad

de éste para retener el agua. Si el contenido de agua del suelo mengua, disminuye la productividad de la vegetación,

disminuyendo todavía más la entrada de materia orgánica en un círculo vicioso que se retroalimenta (Peñuelas et al.

2003). Las disminuciones del agua del suelo incrementan el riesgo de incendio y las disminuciones de la cubierta

vegetal y de la materia orgánica del suelo, incrementan además, el riesgo de erosión” (Valladares et al., 2005)

���� Disminución de la capacidad de secuestro de carbono. La estima del balance de carbono de los matorrales y bosques

se hace más compleja por el efecto de la sequía, que altera en cascada diversos procesos ecofisiológicos y funcionales

del dosel (Valladares et al., 2005).

���� Desajustes en los ciclos biogeoquímicos. A pesar de que a corto plazo la sequía retrasa la descomposición de la

hojarasca, la descomposición no se ha visto afectada a largo plazo en experimentos de reducción de precipitación y

calentamiento nocturno pasivo. Los cambios de temperatura y de humedad alteraron no sólo los ciclos del carbono,

sino también los del N y los balances de energía (Peñuelas et al. 2004b en Valladares et al., 2005)

���� Incremento del impacto de las perturbaciones. Las perturbaciones ya sean crónicas o episódicas tendrán un impacto

creciente debido a que tendrán lugar sobre ecosistemas sometidos a estrés por el cambio climático. (Valladares et al.,

2005)

���� Impacto creciente de los eventos extremos. Los eventos climáticos extremos son difíciles de predecir, pero son muy

importantes ya que su impacto ecológico y evolutivo es muy elevado (Gutschick y BassiriRad 2003). Tanto las sequías

extremas como las olas de calor dejan profundos efectos en los ecosistemas que se notan durante años (Peñuelas et

al. 2000, Groom et al. 2004), La recurrencia de eventos extremos (sequías y olas de calor) tiene un efecto acumulativo,

llegando a situaciones umbral tras las cuales el impacto del clima es desproporcionadamente alto (Valladares et al.,

2005)

���� Con la combinación de cambio climático y cambios en el uso de la tierra podemos prever que en las próximas décadas

habrá más ecosistemas en estadios sucesionales tempranos y de menor complejidad ecológica (Valladares et al.,

2005)

���� El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, 2002) indica, en base a modelos predictivos, que en

promedio, el 33% del área forestal actual, mundial, se verá afectada a causa de cambios en la frecuencia e intensidad

de los fuegos, la distribución del agua y la diversidad de la vida silvestre (Dale, 2001 en Lorente et al., 2004).

���� En la medida en que la vegetación más mesofítica, y por tanto, menos inflamable, sea sustituida por otra que lo es más

(Peñuelas y Boada. 2003), aumentará el riesgo de incendio en las zonas que así ocurra (Moreno et al., 2005)

���� Los ecosistemas terrestres son sistemas multifuncionales, que cumplen tres grandes tipos de funciones (Rodà et al.,

2003): productivas, ambientales y sociales. Entre las funciones sociales, las más relevantes son los usos recreativos,

educativos y de ocio, las oportunidades para la investigación, sus valores tradicionales culturales y emocionales, así

como el paisaje agradable que constituyen, funciones que dan pie a actividades económicas importantes como el

turismo y el excursionismo. Está claro que los cambios que producen los cambios climático y atmosférico tendrán un

impacto sobre muchos de estos bienes y servicios y, por tanto, impactos sobre los sistemas socioeconómicos (Winnet,

1998 en Peñuelas et al., 2004)

���� Alteración en la dinámica de nutrientes. El aumento de temperatura y las sequías ejercen una gran influencia en la

dinámica de nutrientes ya que el calentamiento aumenta la mineralización, y la sequía impide el uso de nutrientes por

parte de las plantas y facilita las pérdidas del sistema cuando llegan las lluvias. Otra alteración biogeoquímica similar la

tenemos en la estimulación de la descomposición de la materia orgánica por el calentamiento, la falta de agua, por el

contrario, la retarda. Se trata pues de una situación en la que dos factores implicados en el cambio climático ejercen

efectos diferentes (incluso antagónicos) sobre el ciclo de la materia y el funcionamiento de nuestros ecosistemas

(Emmet et al. 2004 en Valladares et al., 2005)

16.6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

� Arozena, M.E., P. Dorta, J.M. Panareda & E. Beltrán. 2008. “El efecto de los temporales de viento en la laurisilva de Anaga

(Tenerife, I. Canarias). La tormenta Delta de noviembre de 2005”. Scripta Nova, vol. XII, art. 267

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16.10

� Del Arco, M. 2008. La flora y la vegetación canaria ante el cambio climático actual. En "Naturaleza amenazada por los cambios

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� Fernández-González, F., J. Loidi & J.C. Moreno. 2005. Impactos sobre la biodiversidad vegetal. En Moreno J.M. (ed.)

“Evaluación preliminar del impacto en España por efecto del cambio climático”. Ministerio de Medio Ambiente: 183-247

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Application to African paleoenvironments. En L.S. Hamilton, J.O. Juvik & F.N. Scatena (eds.) "Tropical Montane Cloud Forests”.

Proceedings of an International Symposium, San Juan de Puerto Rico 31 may-5 june 1993. East-West Center, UNESCO &

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� González, A. 1998. “Caracterización fotosintética de los árboles de la laurisilva canaria (Laurus azorica, Persea indica y Myrica

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� González, M.L., L Fernández-Pello & F Quirantes. 2006. “Efectos y repercusiones de la tormenta tropical Delta en los bosques

de Anaga (Tenerife)”. Eria, 71: 253.268

� González-Rodriguez, A Mª., Mª S. Jiménez &D. Morales. 2005. “Seasonal and intraspecific variation of frost tolerance in leaves

of three Canarian laurel forest tree species”. Ann. For. Sci. 62: 423–428

� Heywood, V. 2009. The impact of climate change on plant species in Europe (Draft version). Convention on the conservation of

european wildlife and natural habitats. Report T-PVS/Inf(2009)9. 29thmeeting, Bern 2326 november 2009. 44 pp

� Lorente, I., D. Gamo, J.L. Gómez, R. Santos, L. Flores, A. Camacho, L. Galindo & J. Navarro. 2004. Los efectos biológicos del

cambio climático. Ecosistemas 13(1): 103-110

� Martín Esquivel J.L., Bethencourt J.y Cuevas-Agulló E., 2011. "Evolución el calentamiento global en Tenerife. Tendencias

desde 1944 en las temperaturas máximas y mínimas anuales". Proyecto ClimaImpacto del programa de Cooperación

Translacional Madeira-Azores-Canarias 2007-2011. Gobierno de Canarias

� Martín Esquivel, J.L., Ojeda-Land E., Rodríguez-Luengo J.L. 2012. Influences of globalization and climate warming on the

arrival and establishment of alien plants and vertebrates in the Canary Islands. Inedito.

� Morales, D., A.M. González & Mª Soledad. 2003. “Ecofisiología de la laurisilva canaria”. Ecosistemas 2003/1

(URL:www.aeet.org/ecosistemas/031/investigacion6.htm)

� Moreno, J., E. Galante & M.A. Ramos. 2005. Impactos sobre la biodiversidad animal. En Moreno J.M. 2005 “Evaluación

preliminar del impacto en España por efecto del cambio climático”. Ministerio de Medio Ambiente: 249-302

� Peñuelas, J., S. Sabaté, I Filella & C. Gracia. 2004. Efectos del cambio climático sobre los ecosistemas terrestres. En

Valladares F.,2004 "Ecología del bosque mediterráneo en un mundo cambiante". Ministerio de medio Ambiente, Organismo

Autónomo de Parques nacionales: 425-460.

� Sperling, F.N., R. Wasingthon & R.J. Wittaker. 2004.”Future climate change of the subtropical north Atlantic: Implications for the

cloud forests of Tenerife. Climatic Change”, 65(1-2): 103-123

� Ritter, A., & C.M. Regalado. 2008. “Fog Water Collection in a Subtropical Elfin Laurel Forest of the Garajonay National Park

(Canary Islands): A Combined Approach Using Artificial Fog Catchers and a Physically Based Impaction Model”. Journal of

Hydrometeorology, 9: 920-935

� Ritter, A., C.M. Regalado, G. Aschan. 2009. “Fog reduces transpiration in tree species of the Canarian relict heath-laurel cloud

forest (Garajonay National Park, Spain)”. Tree Physiology, 29(4):517-528

� Valladares, F., J. Peñuelas y E. de Luis Calabuig. 2005. Impactos sobre los ecosistemas terrestres. En Moreno J.M. 2005.

“Evaluación preliminar del impacto en España por efecto del cambio climático”. Ministerio de Medio Ambiente: 65-112.

GAPS DE INFORMACIÓN

- “Las predicciones, de la condición de los ecosistemas terrestres españoles en las décadas futuras requieren un

mejor conocimiento de sus respuestas a los cambios climáticos y de predicciones regionalizadas del clima y usos

del suelo” (Valladares et al., 2005).

- Nuevos estudios ecológicos revelan constantemente nuevos patrones, así como modificaciones y excepciones a

las respuestas conocidas de las especies y de los ecosistemas terrestres a la creciente sequía y al calentamiento.

Las líneas de investigación necesarias para satisfacer la urgente necesidad de predicciones son:

1. Obtención de series temporales largas que permitan establecer tendencias y analizar la dinámica de las

respuestas y de la reacción. El seguimiento de ecosistemas a largo plazo permitirá detectar:

a. las bases físicas del propio cambio ambiental.

b. el impacto del cambio climático sobre los ecosistemas.

c. los resultados de los intentos de mitigación del cambio climático y sus efectos.

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16.11

2. Estudio de la interacción entre cambio climático y cambio de uso del territorio. Desarrollo de experimentos y

manipulaciones para separar los efectos debidos a ambos factores.

3. Estudio de las interacciones entre factores climáticos (temperatura, luz, agua. CO2) y sus efectos sobre los

ecosistemas.

4. Estudio de las interacciones entre especies y de la sensibilidad de redes de interacciones al cambio

climático.

5. Extensión de los estudios ecológicos y ecofisiológicos a ecosistemas poco conocidos, no sólo aquellos

dominados por especies singulares.

6. Análisis de los efectos indirectos del cambio climático. Efectos en cascada. Reacciones sinérgicas y ciclos

autocatalíticos como por ejemplo la disminución de productividad, el recrudecimiento de las plagas y el

aumento del riesgo de incendios.

7. Análisis de los tiempos de expresión de los efectos, de reacción de los ecosistemas y de adaptación y

evolución en los nuevos escenarios.

8. Selección de indicadores tempranos de cambio.

9. Determinación de valores mínimos de tolerancia (área mínima, disponibilidad hídrica mínima, tamaño y

estructura mínima de la red de interacciones interespecíficas) en sistemas vulnerables, particularmente en

aquellos propensos a respuestas de tipo umbral como los ecosistemas insulares.

13. Mejora de las técnicas de restauración ecológica para la recuperación de la cubierta vegetal y otras

funciones y servicios del ecosistema en zonas degradadas. (Valladares et al., 2005)

- Aunque el modelo basado en la bioclimatología es ahora el enfoque más frecuente para predecir la respuesta

probable de especies al cambio climático, se podrían utilizar otros modelos, para evaluar la vulnerabilidad de

especies, sobre la base de sus rasgos biológicos y ecológicos, y otros factores, que determinar la sensibilidad,

capacidad de adaptación y la exposición al cambio climático (Grupo de Gran Canaria 2006; CBDF/AHTEG 2009

en Heywood, V. 2009)

- Se deben de hacer más estudios en otros bosques de laurisilva con diferente situación, exposición, topografía y

composición de especies, ya que por ejemplo los datos en referencia a las precipitación dan resultados muy

locales no extrapolable (Morales et al., 2003)

- Si bien, se han desarrollado herramientas cada vez más sofisticados y modelos de predicción de efectos, sigue

existiendo un elevado grado de incertidumbre sobre las migraciones de las especies y en los cambios de los

hábitats a nivel local (Heywood, V. 2009).