1910 y el declive del anarquismo argentino. ¿Hito histórico o hito historiográfico?

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    1910 Y EL DECLIVE DELANARQUISMO ARGENTINO.HITO HISTRICO O HITO

    HISTORIOGRFICO?

    Mara Miguelez Martnez1 Universidad Autnoma de Madrid

    Espaa

    Es un lugar comn en la literatura sobre el anarquismo argentinofechar en 1910 el comienzo de su imparable declive. Ello

    porque, en torno al Centenario, el pnico a la desintegracinde la nacionalidad que cundi entre las lites se plasm en unapoltica especialmente represiva del movimiento crata. Pero norespresent su fin: el anarquismo, en mi opinin, continuaracontando con capacidad para liderar grandes campaashuelgusticas y propagandsticas. Este texto quiere reflexionarsobre la actitud de las lites nacionales del Centenario y sobreel lugar del extranjero en la conformacin de la nacin y de lahistoriografa en Argentina.

    Introduccin: el lugar del extranjero en lahistoria y la historiografa argentinasEsta comunicacin pretende ser una reflexin sobre el lugar que ocupel extranjero, el inmigrante y el anarquista, tres conceptosprcticamente intercambiables a la altura de 1910, en la celebracin del1. Doctoranda en Historia Contempornea en la Universidad Autnoma de Madrid (UAM). Becaria

    de investigacin FPU-MEC del Departamento de Historia Contempornea de la UAM. Esta comu-nicacin forma parte, a su vez, del proyecto Trayectorias transatlnticas: Personajes y Redes entrela Pennsula Ibrica y el continente americano (1808-1978) (nmero HAR2009-13913-C02-01),

    financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovacin de Espaa (MICINN) para el periodo 2010-2012.

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    primer Centenario de la independencia argentina. La clase dominante dela Repblica rioplantese decidi tomar como fecha de referencia para elfestejo el 25 de mayo de 1910, cien aos despus del inicio de la Revolucin,y no el 9 de julio de 1916, fecha de la Declaracin de independencia. Loque nos llama la atencin sobre el hecho que los Centenarios son unaconstruccin del siglo XIX, una invencin hecha a medida para lacelebracin de eventos que hacen a la formacin de las modernas nacionesoccidentales y a la construccin de su identidad2.

    La problemtica del extranjero, de su asimilacin y la de sus hijos,eclosiona en el momento de los festejos. En menos de un siglo de historiaindependiente, la imagen del inmigrante haba virado ciento ochenta grados.Las ideas de la Generacin del 37, de Alberdi y de Sarmiento, presentestambin en el proyecto de la lite de finales del siglo XIX, identificabanla civilizacin y el progreso con la inmigracin, que representaba lagaranta de superacin de la barbarie interna. Cincuenta aos despus,el proyecto de la lite haba muerto de xito. Junto con los emigrantes,viajaban tambin las ideas de transformacin social que se desarrollabanen Europa desde mediados del siglo XIX, y muy particularmente, dadas lascaractersticas de dicha emigracin (de procedencia fundamentalmentemediterrnea y campesina), las ideas anarquistas. En este contexto, labarbarie cambia de posicin para identificarse con el inmigrante, laviolencia obrera y el activista revolucionario, integrados, la mayora de

    las veces, en la figura del anarquista. El pnico al quiebre de la identidadnacional en construccin, desat una reaccin represiva que se manifestespecialmente durante las celebraciones del Centenario.

    Asimismo, junto con esta reflexin sobre el lugar del anarquistay del inmigrante en la construccin identitaria argentina, la presentecomunicacin pretende ser un lugar para la meditacin sobre la figura delextranjero en la historiografa argentina, en particular, en la literaturasobre el movimiento anarquista. Vinculado con mi proyecto de TesisDoctoral, que trabaja sobre el anarquismo en Amrica Latina en las dcadas

    de 1920 y 1930, esta reflexin ambiciona, en primer lugar, conocer losmotivos de la escasez de estudios referidos al anarquismo ms all de1910, y, en segundo lugar, reivindicar la importancia de profundizar en elperiodo post-efemrides, buscando hallar los elementos de continuidad yde ruptura en el proyecto nacional y en la reivindicacin social.

    Me parece que la reflexin sobre el lugar del extranjero es pertinente.Desde luego, una historiografa que busca entender un pas aluvionalcomo el argentino no puede descuidar esta dimensin. Y en ciertos temasno lo ha hecho. Ros de tinta han corrido destinados a discutir el problema

    2. Margarita Gutman (ed.),Construir bicentenarios: Argentina, Fundacin Octubre, Buenos Aires,2005, p. 13.

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    de la asimilacin o no de los inmigrantes. El debate sobre los resultadosde la emigracin en masa al pas pampeano, que muy resumidamentese dirime entre aquellos defensores de un modelo de crisol de razas yaquellos defensores de un modelo de pluralismo cultural, ha alcanzadotambin a la historiografa espaola, con aportes importantes de autorescomo Xos Manuel Nez Seixas3. Una de las conexiones ms atrayentesdel debate, para el tema aqu propuesto, es la que hace a la unin de lacuestin nacional, la cuestin social y la cuestin tnica, cuestionesque sin duda van de la mano pero que no siempre han sido atendidascomo se merecen4. El Centenario ofrece una buena oportunidad parauna reflexin de este tipo.

    1910 como hito histrico del anarquismoargentinoEn la primavera de 1910, la lite dirigente, orgullosa del crecimientoeconmico de la Repblica argentina y optimista hacia el extraordinarioporvenir que se le pronosticaba al pas pampeano, ultimaba los preparativospara celebrar su primer centenario de vida y, con ello, poder presentaral mundo sus propias realizaciones como testimonio del xito de latransformacin revolucionaria abierta un siglo antes5. Las celebracionesse repitieron a lo largo y ancho del pas, pero la capital, Buenos Aires, se

    erigi como el escenario principal. Se dise una escenografa urbana quemostrara a los importantes visitantes extranjeros una imagen cosmopolitade la ciudad y que fuera reflejo de la nueva y exitosa nacin. Se construyeronplazas dedicadas a Francia, Uruguay, Chile, Alemania; monumentos-algunos de ellos obsequiados por las colectividades extranjeras invitadas,como la Torre de los Ingleses en Retiro-; pabellones para la celebracin degrandes exposiciones internacionales, conferencias, debates cientficos,recepciones, veladas, competiciones deportivas y dems manifestaciones3. Vase, entre otros aportes, Xos Manuel Nez Seixas,Emigrantes, caciques e indianos, Xerais,

    Vigo, 1998;dem, La Galicia Austral. La inmigracin gallega en la Argentina, Biblos, Buenos Aires,2001. Para el debate crisol de razas / pluralismo cultural, vase un buen estado de la cuestinen Fernando Devoto y Hernn Otero, Veinte aos despus. Una lectura sobre el crisol de razas,el pluralismo cultural y la historia nacional en la historiografa argentina,Estudios MigratoriosLatinoamericanos, 50, 2003, pp. 181-227.

    4. Al respecto, es sintomtica la encuesta abierta en los ltimos nmeros de la revista argentinaNuevoTopo, que busca obtener una respuesta de historiadores y cientficos sociales a la pregunta Existeuna dimensin tnica o social desatendida en la investigacin social en la Argentina?,Nuevo Topo,n 5 y 6, 1998 y 1999, respectivamente. Sin negar la posibilidad de tal desatencin, creo destacableslos siguientes trabajos de Ricardo Falcn: Izquierdas, rgimen poltico, cuestin tnica y cues-tin social en Argentina, (1890-1912), Anuario, Universidad Nacional de Rosario, 12, 1986-1987;dem, Inmigracin, cuestin tnica y movimiento obrero (1870-1914), en F. J. Devoto y E.J.Mguez, Asociacionismo, trabajo e identidad tnica, CEMLA-CSER-IEHS, Buenos Aires, 1992.

    5. Tulio Halpern Donghi, Una ciudad entra en el siglo XX, en M. Gutman y T. Reese (eds.),Buenos Aires 1910. El imaginario para una gran capital, Eudeba, Buenos Aires, 1999. p. 54.

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    patriticas de las que fue testigo la ciudad, todo ello inserto en un ambientefestivo y csmico, pues el cielo de aquel Buenos Aires fue surcado, enplenos festejos, por el cometa Halley y sus augurios apocalpticos, dandolugar a imgenes ambivalentes, de terror y euforia6. Todo sto dej huellasimborrables en el paisaje y en la historia de la ciudad, al igual que la otracara del Centenario, que las lites intentaban ocultar: las protestas obrerasy la fuerte represin a la que fueron sometidas.

    Efectivamente, ms all de las celebraciones, exista un efervescenteclima de malestar social ante la situacin en la que se hallaban las capasmenos favorecidas de la poblacin. Llegada masiva de inmigrantes a lacapital, hacinamiento e insalubres condiciones de vida, duras jornadas detrabajo, agotamiento, y un largo etctera venan delimitando la denominadacuestin social presente en todas las sociedades industriales, al tiempoque la vida poltica del rgimen conservador se vea alterada por lasnumerosas huelgas y otras formas de movilizacin que, desde principiosde siglo, y como resultado de una organizacin y sindicacin crecientes,los trabajadores ponan en prctica para reclamar un mejoramiento en sucalidad de vida. Estos mismos trabajadores, muchos de ellos afiliados a laanarquista Federacin Obrera Regional Argentina (FORA), vieron en losfestejos del Centenario una buena opotunidad para demostrar a ese ordensocial vigente y henchido de orgullo la vacuidad del consenso social quesupuestamente se identificaba con l7. Y tenan capacidad para hacerlo,

    pues en aquel momento se erguan como una mano de obra imprescindibletemporalmente para poner a punto la compleja escenografa urbansticadiseada para el aniversario. Dispuestos a sacar partido de esta situacin detrabajo transitoria, y a sabiendas que una campaa huelgustica desbarataralos planes de fiesta de la lite, se lanzaron a la lucha. Los recuerdos de unamilitante anarquista, muy especialmente su sentimiento de orgullo por laparalizacin de los festejos, pese a la represin subsiguiente, apoyan estaidea:

    (...) En ese ao el gobierno argentino preparaba los festejos

    del centenario de su independencia (...) En el mes de abril,varios gremios declararon la huelga, entre ellos los portuarios ypanaderos, y se estaba preparando el ambiente para realizar en elmes de mayo una huelga general, que fue declarada para los dasdel festejo de la Independencia Argentina. (...) La FederacinObrera Regional Argentina declar la huelga general, y quedaronparalizados todos los trabajos de los galpones que se estabanconstruyendo en Palermo para la exposicin que organizabael gobierno, pero que no lleg a realizarse por la huelga, que

    6. Las construcciones y el ambiente del Centenario, en Margarita Gutman (ed.),Construir bicentena-

    rios ..., pp.14-16.7. Tulio Halpern Donghi, Una ciudad entra en el siglo XX, p. 59.

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    fue todo un xito, pues todos los gremios respondieron y laRepblica qued paralizada. El gobierno, ante su impotenciapara evitar la huelga, declar el estado de sitio el da 16 de mayo,y ese mismo da, los allanamientos, prisiones y clausuras de los

    locales obreros fueron realizados en gran escala. No obstante, lahuelga desbarat todos los festejos del gobierno, la exposicinde Palermo no se pudo realizar y los visitantes de los pasesextranjeros vieron una ciudad totalmente paralizada8.

    A pesar de que muchas de las protestas alrededor del Centenariono tuvieron una marca ideolgica clara, la lite enseguida identific almximo enemigo de la celebracin: la anarqua, en cuya amalgamaformaban elementos importados y recibido aqu [sic] con la hospitalidady cordialidad que nos distingue, se haba propuesto descomponernos

    nuestra fiesta, transformndola en una de sangre, de atropellos y deatentados dinamiteros9. La misma imagen del inmigrante desagradecido,automticamente identificado como anarquista, es descrita por uno de lospersonajes delNacha Regules de Manuel Glvez, exponente del primernacionalismo literario argentino, cuyas principales ideas se delinearon enel ambiente enrarecido del Centenario10:

    - No los defienda -continu la dama-. Ya ve lo que quisieron haceren mayo. Vienen al pas una infinidad de extranjeros distinguidos, deembajadores, de seores; hasta de la nobleza europea. Y qu se le ocurrea esta gente? Vengarse de su haraganera, perjudicar a su patria, haciendofracasar las fiestas. Una infamia, no me diga. Qu hubieran dicho esosextranjeros ilustres? Y aprovecharse de un momento como ese paraconseguir ventajas!11

    Y es aqu donde la denominada cuestin social enlaza con la cuestinnacional, esto es: con la definicin identitaria de la comunidad ciudadana ycon el lugar que se concede al extranjero en esa comunidad. Se asiste as a unproceso por el cual el extranjero, el anarquista, se convierte en el verdaderopeligro para el sentimiento nacional; en el otro-extico, importadorde todos los males, en base a cuya alteridad se construye la ciudadana.Como ha sealado Graciela Ferrs, se trata de darle significacin a laciudadana y para ello es necesario construir sus lmites, aquello que seexcluye. De hecho, se define el sentimiento de pertencencia a partir de

    8. Juana Rouco Buela,Historia de un ideal vivido por una mujer , [s.n.], Buenos Aires, 1964, pp. 37-38.9. ngel Carrasco,Lo que yo vi desde el 80... Hombres y episodios de la transformacin nacional,

    P.B.O.C.M.O., Buenos Aires, 1947, recogido en O. Pellettieri (coord.),Testimonios culturales ar-gentinos: la dcada del 10, Belgrano, Buenos Aires, 1980, p. 19.

    10. La reaccin de los intelectuales en Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, La Argentina del centenario,campo intelectual, vida literaria y temas ideolgicos, en C. Altamirano y B. Sarlo,Ensayos argen-tinos. De Sarmiento a la Vanguardia, CEAL, Buenos Aires, 1983, pp. 161-199.

    11. Manuel Glvez,Nacha Regules, Cedal, Buenos Aires, 1968, recogido en O. Pellettieri (coord.),Testimonios culturales argentinos..., p. 29.

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    la construccin de la figura del que no pertenece12. A partir del maridajeentre ambas cuestiones, social y nacional, las lites argentinas buscabaneliminar la legitimidad del movimiento obrero. Mediante la divisin de lostrabajadores en dos grupos, el de los nativos sumisos y el de los extranjerosperniciosos, promiscuos, no digeribles y predispuestos al desorden y a laagitacin social, se proceda a asimilar a estos ltimos con la aparicin ydireccin de los conflictos obreros. La operacin era sencilla y se repitien otros contextos americanos con procesos demogrficos similares13.Segn esta interpretacin, la inmigracin, que, ms all de este discursoxenfobo nunca fue desalentada, llegando a conocer un pico mximoen el Centenario14, estaba en el origen de la agitacin social. Con esto,la clase dirigente, todava confiada en el progreso indefinido, se alejabade una lectura econmica interna del conflicto, incapaz de reconocer loselementos perjudiciales tambin presentes en el proceso de modernizacindel pas. El problema obrero, ajeno al cuerpo social argentino, se definacomo una importacin y como un residuo de las relaciones sociales delos pases industrializados europeos. La clase dirigente haca la siguientelectura: si las luchas sociales tenan sentido en el Viejo Continente, en unpas como Argentina, con una amplia movilidad social, la conflictividadobrera se ergua como un fenmeno claramente artificial. Era muy grave-afirma una testigo de la poca- que los anarquistas comenzaran a arrojarbombas en nuestro pas donde el que quiere puede hacerse rico15.

    Esta lectura en clave extranjera de los conflictos sociales hizo posibleque la lucha contra las organizaciones obreras se apoyara en consignaspatriticas y se fundamentara en la represin. Como afirma MartnezMazzola, la movilizacin social era un mal importado frente al cualel Estado deba tomar recaudos16. Interesa hacer hincapi en cmola represin policial de la dcada tuvo tonalidades diferentes segnse tratara de gremialismo, anarquismo o socialismo17. Juan Surianoy Edgardo lvarez han abordado la especial represin a que fueron

    12. Graciela Ferrs, La figura del extranjero en el proyecto poltico-cultural de laslites, en S. Villa-vicencio (ed.).Los contornos de la ciudadana. Nacionales y extranjeros en la Argentina del Centena-rio, Eudeba, Buenos Aires, 2003, p. 141.

    13. Frank Fernndez, por ejemplo, ha rastreado este proceso en el caso de Cuba. Frank Fernndez,El Anarquismo en Cuba, Fundacin Anselmo Lorenzo, Madrid, 2000. Especialmente las pp. 47-68.

    14. El saldo migratorio en torno al Centenario, y hasta 1914, super, en nmeros absolutos, al delas grandes etapas migratorias anteriores, contabilizando, desde 1905, saldos migratorios netosanuales de ms de cien mil inmigrantes, llegando a doscientos seis mil en 1910. En Tulio HalpernDonghi, Una ciudad entra en el siglo XX, p. 58.

    15. Mara Rosa Oliver,Mundo, mi casa. Recuerdos de infancia, Falbo Librero, Buenos Aires, 1965, reco-gido en O. Pellettieri (coord.),Testimonios culturales argentinos..., pp. 28-29.

    16. Ricardo H. Martnez Mazzola, Cuestin social o cuestin nacional? Los debates en torno al na-Ricardo H. Martnez Mazzola, Cuestin social o cuestin nacional? Los debates en torno al na-ciente movimiento obrero, en S. Villavicencio (ed.).Los contornos de la ciudadana..., pp. 93-108.

    17. Juan Suriano, El Estado argentino frente a los trabajadores: poltica social y represin: 1880-1914, Anuario Universidad Nacional de Rosario, 14, 1989-1990, p. 115.

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    sometidos los grupos cratas de Argentina a lo largo de su historia, porencima de otras corrientes de izquierda y con el objetivo de desarticular laenorme insercin que aquellos haban logrado entre la clase obrera18. Enpalabras del propio Suriano: El control se tornaba mucho ms efectivocon el anarquismo, que era considerado el verdadero enemigo del ordenpblico y al cual era necesario desarticular en la medida que no tenanintencin de aceptar las reglas de juego19. La Ley de Residencia -que en1902 estableca la expulsin sin juicio previo e impeda la entrada de todoaquel extranjero sospechoso de perturbar el orden pblico y la seguridadnacional- y la Ley de Defensa Social -que en 1910 prohiba la existenciade organizaciones anarquistas y penaba el desorden pblico, la huelga yel uso de explosivos con castigos que llegaban hasta la muerte, al tiempoque ampliaba a los activistas nativos ciertas prerrogativas represivasque la Ley de Residencia estableca slo para los extranjeros- son buenamuestra de ello, junto con las continuas implantaciones del estado desitio, que restringa todava ms las posibilidades de protesta social, yel reforzamiento del aparato represivo. Una rpida mirada a los debatesparlamentarios permite concluir que el eje dominante de la discusin erala figura del anarquista, recortado en los trminos del otro extico alque se le atribuyen una serie de rasgos culturales, sociolgicos, psicolgicosy biolgicos de enorme inters para el anlisis, pues ayudan en el procesode criminalizacin del movimiento. Anarquismo, lejos de ser una visin

    del mundo, equivala, en este contexto, a una enfermedad patolgica,propia de seres socialmente y genticamente inadaptados, definidos poruna serie de rasgos negativos, como su agresividad y extrema violencia,falta de moralidad o haraganera, que les converta en seres especialmentepropensos a la delincuencia y al crimen20. La equiparacin del anarquismocon el terror y el crimen estaba ya presente en el discurso de Miguel Can,impulsor, desde 1899 hasta su aprobacin, de la Ley de Residencia:

    Yo no deseo, seor Presidente, que mi tierra adquiera el renombre deser el refugio de todos los criminales del mundo. (...) Por eso quiero armar

    al Poder Ejecutivo de los poderes necesarios para arrancar de raz y, alnacer de esa planta, evitar que venga a infestar nuestro suelo21.18. Juan Suriano,Trabajadores, anarquismo y Estado represor: de la Ley de Residencia a la de Defensa

    Social (1902-1910), CEAL, Buenos Aires, 1988; dem,El Estado argentino frente a los trabaja-dores..., pp. 109-136;Edgardo lvarez,El Estado contra el movimiento anarquista: un proceso deortopedia social en la historia argentina, Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorini, Bue-nos Aires, cop. 2006.

    19. Juan Suriano, El Estado argentino frente a los trabajadores..., p. 123.20. Sobre la criminalizacin del anarquismo, vase Juan Suriano, El Estado argentino frente a los

    trabajadores..., pp. 123-124 y Ricardo H. Martnez Mazzola, Cuestin social o cuestin nacio-nal?..., p. 106.

    21. Senador Can,Diario de Sesiones, Senado (DSS a partir de ahora), 22 de noviembre de 1902, pp.

    664-665, reproducido en Susana Villavicencio (ed.),Los contornos de la ciudadana..., Apndicedocumental, p. 296.

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    En 1910, los trminos del diagnstico no haban variado:Horda de criminales; s, seor presidente, ste es el anarquismo (...).

    Sostengo, seor, que estos monstruos estn fuera de toda ley social quelos ampare (...). Es, pues, una mente extranjera, bastarda, ignominiosa ycruel la que inspir el crimen! Es una mente extranjera, distinta de aquellaotra que marca la Constitucin para atraerla! (...) Si hay extranjeros queabusando de la condescendencia social ultrajan el hogar de la patria, haycaballeros patriotas capaces de presentar su vida en holocausto contra labarbarie, para salvar la civilizacin!22

    En ese proceso de criminalizacin del anarquista tuvo mucho quedecir la fuerte influencia que por aquel entonces ejerca el criminlogoCesare Lombroso, para quien exista un uomo delinquente, inducido alcrimen por una serie de tendencias genticas, empricamente observablesen ciertos rasgos fsicos y fisonmicos23. Las explicaciones lombrosianas,con claros componentes raciales, acentuaron en Argentina la conexinentre inmigracin, crimen y agitacin social, cabiendo una lectura xenfobay eugensica de las medidas represivas anterioremente mencionadas, justificadas como disposiciones necesarias para la preservacin de laraza. As queda prohibido que entre al pas el epilptico, el loco, elanarquista24, afirmaba uno de los diputados presentes en la discusinde la Ley de Defensa Social, apelando al derecho bsico de toda nacin dedotarse de leyes para defenderse de los peligros exteriores importados:

    (...) ya sea de una epidemia, ya sea de un ladrn reconocido,ya sea de un condenado por un tribunal de justicia, ya de unanarquista, de una prostituta (...), incorporar [sic] los elementossanos y poder as tener una buena raza futura bien constituidafisiolgicamente sobre bases tnicas depuradas25.

    La demonizacin del anarquista se hace tambin patente cuandomiramos a la incipiente y defensiva legislacin laboral, puesta en prctica,en paralelo a la represin, que nunca desapareci, por un sector liberal-reformista de la clase dominante persuadido de que no se llegara alconsenso nicamente por la va de la coercin. Y se hace patente porque losanarquistas, a diferencia de los socialistas y otras fuerzas reivindicativas,quedaban fuera de esta legislacin social. Irredimibles por naturaleza,seala Juan Suriano, los libertarios no merecan el esfuerzo del Estado

    22. Diputado Oliver,Diario de Sesiones, Cmara de Diputadoss(DSD a partir de ahora), 27 de juniode 1910, pp. 295-297, reproducido enbidem, p. 303.

    23. Para un estudio ms en profundidad de este tema, vase Patricio Geli, Los anarquistas en el gabi-Para un estudio ms en profundidad de este tema, vase Patricio Geli, Los anarquistas en el gabi-nete antropomtrico. Anarquismo y criminologa en la sociedad argentina del 900,Entrepasados.Revista de historia, 2, 1992.

    24. Diputado Ayarragaray,DSD, junio de 1910, p. 303, reproducido en Susana Villavicencio (ed.),Los

    contornos de la ciudadana..., Apndice documental, p. 304.25. Diputado Ayarragaray,DSD, junio de 1910, pp. 325-326, reproducido enbidem.

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    para reinsertarlos en la sociedad y la nica solucin propuesta porla institucin era la expulsin del pas o la crcel26. Efectivamente,la criminalizacin de su mayor enemigo, por tratarse de la fuerza msimplantada en la protesta social, permita a la naciente poltica de reformasarticular un doble proceso de inclusin y exclusin, a travs del mismoeje discursivo que veamos ms arriba: dentro del sistema se encontraranlos obreros sumisos, con reivindicaciones sociales que se considerabanlgicas y asumibles (los socialistas, que ocuparon un primer escao enel parlamento en 1904, tras una leve reforma electoral que ambicionabaampliar la base consensual del rgimen); fuera de la legalidad y del ordenconstitucional se encontraran los obreros perniciosos (los anarquistas).

    En torno al Centenario, y a partir de esta fecha, la represin se ensaacon el movimiento crata, con sus peridicos y con los sindicatos adheridosa la FORA. Este proceso requiri de un aparato represivo cada vez msamplio y especializado, que pudiera exceder sus atribuciones policiales,de lo que da testimonio, a lo largo de la primera dcada del siglo, laduplicacin del nmero de comisaras (de 21 en 1986 se pasa a 43 en1912), la militarizacin de la polica y la creacin de tres nuevas seccionesde enorme importancia para el control de la prensa, las reuniones y otrasactividades polticas y sindicales: la Guardia de Caballera, la Comisara dePesquisas y la Oficina de Identificacin Antropomtrica27. Y all donde lapolica no poda reprimir -aunque pocos espacios escapaban a su control-,

    sta no tuvo ningn reparo en dejar hacer a los grupos patriticos,sentando un precedente claro para los grupos parapoliciales actuantes enla Semana Trgica de 1919. En plenos festejos, y ante el encadenamientode una serie de graves acontecimientos, que comenzaron un ao antescon la gran masacre de obreros del 1 de Mayo de 1909 en la Plaza Loreay siguieron con el posterior asesinato del jefe de polica responsable deaquella matanza, Ramn Falcn, a manos del joven anarquista ruso SimonRadowitsky; con la posible convocatoria de una huelga general por partede los trabajadores, que amenazaba con empaar las celebraciones y

    con la apelacin preventina a un estado de sitio, un grupo de jvenesnacionalistas de las clases altas se dedic a asaltar locales y a perseguir asus militantes. La redaccin del diarioLa Protesta, anarquista, fue saqueadae incendiada. Todo ello completado con un terrible pogromo contra los judos del barrio de Once, saqueando comercios, locales y violentandoindiscriminadamente a mujeres y hombres. Poco despus, el 26 de junio,

    26. Juan Suriano, El estado argentino frente a los trabajadores..., p. 123. Este autor ha trabajado ex- Juan Suriano, El estado argentino frente a los trabajadores..., p. 123. Este autor ha trabajado ex-tensamente sobre la cuestin social y las polticas reformistas orientadas a amortiguarla. Ademsde los trabajos ya citados, puede verse Juan Suriano (comp.),La cuestin social en Argentina, 1870-1943, La Colmena, Buenos Aires, 2004 (1 edicin de 2002).

    27. La especializacin del aparato represor, en Juan Suriano, El Estado argentino frente a los trabaja-La especializacin del aparato represor, en Juan Suriano, El Estado argentino frente a los trabaja-dores..., pp. 120-123.

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    durante una pera en el teatro Coln, estall una bomba que tuvo comoconsecuencia varios heridos, el recrudecimiento de la represin y lainmediata sancin de la Ley de Defensa Social. La lite portea no slocomulgaba con la represin como modo de preservar el orden, sino quefestejaba actos como los cometidos por los jvenes nacionalistas comoverdaderas manifestaciones de patriotismo. As lo manifiesta DelfinaBunge de Glvez, esposa del literato nacionalista, cuando afirma:

    (...) No se hablaba de otra cosa. El ataque valeroso y franco,abierto e imprudente de los estudiantes contra los anarquistas.Las amenazas de estos; las huelgas propuestas y fracasadas; losincendios por los muchachos de los locales anarquistas, de lasimprentas, de los diaruchos; las banderas rojas arrancadas yreemplazadas por las blancas y celestes (...) Y luego los gritos,

    las banderas desplegadas, las manifestaciones a toda hora28

    .Al final de este proceso, las lites conservadoras, protagonistas de

    la modernizacin, haban construido, a lo largo de toda una dcada dediscurso y prctica represiva, la figura del otro revolucionario, enemigode la nacin argentina. Una imagen que tendr xito y rebrotar con fuerzaen momentos de gran tensin, como la Semana Trgica de 1919, que hasido leda recientemente por Lvovich como consecuencia de una situacinde Gran Miedo -en el sentido lefebvriano- que posibilit que se tornaraverosmil la versin sobre la existencia de un intento revolucionario29.A pesar de que el miedo al comunista y a la revolucin maximalista yahaban hecho su aparicin en la escena portea, el crata continuabasiendo un otro recurrente. As, por ejemplo, en enero de 1919, mientrasse masacraba a los obreros,La poca se haca eco de la existencia de unaminora sediciosa que trataba de poner en funcionamiento una revolucin.Se trataba, afirmaban, de una tentativa absurda, provacada y dirigida porelementos anarquistas, ajenos a toda disciplina social y extraos tambin alas verdaderas organizaciones de trabajadores30. Junto con el anarquista,en 1919 vuelve a aparecer un segundo otro muy recurrente en la historia

    poltica argentina de Entreguerras, el judo, que ya haba sido blanco dela violencia durante la celebracin del Centenario. En muchas ocasiones,anarquistas y judos eran integrados en un nico cuerpo, el culmen de laconstruccin de un chivo expiatorio por parte de las derechas argentinas.Al respecto, el Manifiesto del Comit Pro Argentinidad habla por s solo:

    28. Delfina Bunge de Glvez,Diario indito, citado por J. Senz,Entre dos centenarios (1910-1916), LaBastilla, Buenos Aires, 1976, y reproducido en O. Pellettieri (coord.),Testimonios culturales argen-tinos...

    29. Daniel Lvovich,Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina, Ediciones B, Buenos Aires, 2003, p.172 y passim.

    30. La poca, 10 enero de 1919, recogido en Daniel Lvovich,Nacionalismo y antisemitismo en la Argen-tina, p. 156.

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    (...) Los judos rusos organizaron y llevaron a cabo la cruentarevolucin de 1910 con el fin de hacer fracasar los festejos delcentenario. Los judos rusos son los que han organizado estarevolucin que va costando tanta sangre y tantas vidas argentinas.

    han sido allanadas innumerables casas de rusos judos desdelas que se tiroteaba cobardemente a nuestros conscriptos, y seencontr que eran cantones anarquistas de judos rusos y queeran verdaderos arsenales de armas y municiones de folletos ymanifiestos antipatriticos y cratas31.

    Tambin pareci quedar grabada a fuego, en el imaginario argentino,la idea que los anarquistas no sobreviviran, como lderes del movimientoobrero, a la vorgine represora desatada en 1909-1910, dando con estofin a tu etapa heroica. Martnez Mazzola lo expresa bien al afirmar que

    mientras que los anarquistas haban continuado creciendo luego dela sancin de [la ley de Residencia], nunca lograran sobreponerse a larepresin desatada en 191032. Se puede apreciar, por tanto, que estaimagen ha calado en la historiografa sobre el anarquismo. A continuacin,apuntar algunas razones que creo importantes en la conformacin deeste hito historiogrfico.

    1910 como hito historiogrfico del anarquismoargentinoLas ltimas dcadas de produccin historiogrfica han tenido, en granmedida, al anarquismo como un tema de estudio preferente. Basta repasar,por ejemplo, el contenido de revistas tales comoEntrepasados, Anuario(dela Universidad Nacional de Rosario) o elBoletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignanipara darse cuenta de ello.Detrs de estos proyectos, existen autores con una prolfica produccin,como Dora Barrancos, Juan Suriano, Ricardo Falcn, Diego Arms y unlargo etctera. Todos ellos se inscriben en un proyecto de renovacin dela historiografa argentina, que, a partir de una visin thompsoniana que

    define una nueva historia social desde abajo, empez a dar sus mejoresfrutos en el periodo post-dictatorial (a partir de 1983). Se han iluminado,as, temas referidos a la experiencia de los trabajadores, tanto en su contextode trabajo como en su contexto cotidiano, con estudios sobre la vivienda,el vecindario, la actividad cultural, las condiciones de vida material, etc33. Junto con las prcticas culturales, se ha abordado el fundamental tema de

    31. Manifiesto,Cartel del Comit Pro Argentinidad, reproducido enEl Pueblo, 19 de enero de 1919.Reproducido a su vez en Daniel Lvovich,Nacionalismo y antisemitismo en la Argentina..., p. 170.

    32. Ricardo H. Martnez Mazzola, Cuestin social o cuestin nacional?..., pp. 103-104.

    33. Juan Carlos Torre, Acerca de los estudios sobre la historia de los trabajadores en la Argentina, Anuario IEHS, 5, 1990, p. 215-217.

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    la identidad anarquista y su complejo universo simblico, destacando, denuevo, los aportes de Juan Suriano34.

    Estas contribuciones vienen a renovar las ya clsicas obras de autorescomo Julio Godio, Edgardo Bilsky o Iacov Oved, entendidas comoexponentes de una historia heroica de los trabajadores, muy limitada ala historia institucional de la organizacin, de sus lderes y de sus distintascorrientes ideolgicas en pugna35. Sin embargo, unas y otras, aunque desdeperspectivas completamente diferentes, convergen en un lugar comn: elCentenario como punto de inflexin que marca el imparable declive delmovimiento libertario36.

    En efecto, como he venido sealando, la fecha del Centenario sealauna fractura en los estudios del anarquismo argentino. Una primera lectura,alude a una idea bastante extendida segn la cual la historiografa habratrabajado considerablemente con el criterio del xito, pues efectivamente,hasta 1910, el anarquismo no tuvo rival en el liderazgo de la protestaobrera. Esta circunstancia podra hallarse en la base del relativo abandono,en distintos contextos historiogrficos europeos y americanos, de losanlisis sobre el fenmeno anarquista ms all de la I Guerra Mundial y almargen de casos excepcionales como el de la Confederacin Nacional delTrabajo espaola.

    El relato del declive est bien esbozado en una pequea obra,de carcter divulgativo, de quien es quizs el mximo estudioso del

    anarquismo argentino, Suriano, donde las palabras ms destacadas desu ttulo -auge y cada- son muy sintomticas de una historiografamuy influida por el criterio del xito. Los motivos que se arguyen estnmuy bien delineados. Seala cuatro: 1) la intensa represin a la quefue sometido el movimiento, a partir de leyes como la de Residencia deExtranjeros o la de Defensa Social y de la extrema vigilancia a la que fuesometido; 2) la aparicin de otras fuerzas en pugna, como el sindicalismorevolucionario; 3) las grandes querellas y rivalidades en el interior del

    34. Juan Suriano, Anarquistas. Cultura y poltica libertaria en Buenos Aires, 1890-1910, Buenos Aires:Manantial, 2001. Vase tambin su artculo: Banderas, hroes y fiestas proletarias: ritualidad ysimbologa anarquista a comienzos del siglo,Boletn del Instituto de Historia Argentina y AmricaDr. Emilio Ravignani, 15, 1997, pp. 71-100.

    35. De entre sus obras, se pueden destacar: Julio Godio,El movimiento obrero y la cuestin nacional. Argentina: inmigrantes asalariados y lucha de clases. 1880-1910, Erasmo, La Plata, 1972; EdgardoBilsky,La F.O.R.A. y el movimiento obrero (1900-1910), Buenos Aires, 1985; Iacov OVED,El anar-quismo y el movimiento obrero en Argentina, Siglo XXI, Mxico, 1978.

    36. Todas ellas, como se puede apreciar en sus ttulos, finalizan su anlisis en 1910 (menos IacovOved, que se queda en 1905, con la adopcin de la definicin anarco-comunista por parte dela FORA en su V Congreso). Tambin la importante contribucin de Juan Suriano, Anarquistas.Cultura y poltica libertaria... Las referencias al anarquismo ms all de 1910, como en la magnaobra de Julio Godio,Historia del movimiento obrero argentino, 1870-2000, Corregidor, Buenos Aires,

    2000 (2 volmenes), estn claramente influenciadas por el duro golpe a la utopa que supuso elCentenario. Julio Godio,Historia del movimiento obrero..., p. 178 y ss.

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    hacer frente a una doble ambicin: erigirse como un movimiento nuevoy, a la vez, como un movimiento que hunde sus races en las tradicionesnacionales y populares presuntamente preservadas en el interior40.

    Paradjicamente, los primeros estudios cientistas sobre el peronismo,aunque alejados ideolgicamente de ste, hicieron suya la versin oficialdel nacional-populismo, concedindole un lugar clave en la aparicindel fenmeno a los trabajadores nativos. La explicacin ms exitosa einfluyente acerca de las razones por las cuales la izquierda perdi pesoen el movimiento obrero y fue superada por el peronismo ha sido la deGino Germani. Podemos encontrar un buen resumen de la misma en elsiguiente fragmento:

    (...) El socilogo italiano present a la Argentina industrialemergente en los aos veinte y treinta como escenario de uncorte abrupto entre una vieja y una nueva clase obrera, endonde la primera, en su mayora descendiente de inmigracineuropea, apareca naturalmente inclinada a ideologas declase, portaba un carcter autnomo y posea una extensaexperiencia industrial, urbana, poltica y sindical, mientrasla segunda, proveniente de una migracin interna desde lasprovincias rurales, se mostraba heternoma y privada de aquellaexperiencia. Por estas razones, Germani encontraba que estosnuevos contingentes laborales habran sido totalmente esquivosa los partidos de clase41.

    La idea que ms interesa para este anlisis es que ambas explicacionessobre el ascenso de Pern -la del vaco de representacin y la de lamasa en disponibilidad- han jugado un papel clave en la desaparicinhistoriogrfica de los otros protagonistas del movimiento obrero desde ladcada de 1920. Por suerte, todo este entramado empez a ser puesto encuestin en los aos sesenta y setenta, por socilogos e historiadores deinfluencia marxista, como Miguel Murmis, Juan Carlos Portantiero, JuanCarlos Torre o Hugo del Campo, cuyos estudios han contribuido a rescatara la vieja guardia sindical como un protagonista relevante del ascenso alpoder de Juan Domingo Pern. Luego la brecha entre vieja y nueva claseobrera sealada por oficialistas y germanianos no es tan grande como secrea42.

    40. Juan Carlos Torre (comp.),La formacin del sindicalismo peronista, Legasa, Buenos Aires, 1988, pp.10-11.

    41. Hernn Camarero, La izquierda como objeto historiogrfico. Un balance de los estudios sobre elsocialismo y el comunismo en la Argentina,Nuevo Topo. Revista de historia y pensamiento crtico,1, 2005, pp. 77-99. La cita en p. 86.

    42. Por no alargar demasiado la lista de referencias bibliogrficas, remitimos a la compilacin de art-Por no alargar demasiado la lista de referencias bibliogrficas, remitimos a la compilacin de art-

    culos de Juan Carlos Torre (comp.),La formacin del sindicalismo peronista..., en la que colaboranmuchos de estos autores y donde se desarrollan estos y otros argumentos afines.

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    En el Hemisferio Occidental se han generado algunas resistencias a talimagen, como la de Alfredo Gmez, que denuncia el gran silencio [que]se enseorea sobre un periodo de las luchas sociales en Amrica Latina, elperiodo del anarcosindicalismo y del sindicalismo revolucionario durantelas tres primeras dcadas del siglo XX, y que cifra este silencio, en suopinin deliberado, en la influencia de la historiografa marxista, segnla cual el anarquismo, por su naturaleza pequeo burguesa no podarepresentar los intereses histricos del proletariado. Para acabar con estesilencio, el historiador colombiano emprende un interesante estudiocomparativo sobre el anarcosindicalismo en Colombia, Brasil, Mxico yArgentina46.

    Poco a poco, no obstante, pequeas incursiones en etapas posterioresa 1910, desde enfoques culturales, coadyuvan para acabar con estaimagen del declive. Se empiezan a abordar, as, temas relacionados conel anarquismo en los aos 20, y comienza a perfilarse la imagen de que elsupuesto declive es ms una percepcin desde el presente que una realidadhistrica contrastada. Luciana Anapios lo resume en un prrafo elocuente,cuya idea me gustara conservar para finalizar este apartado:

    Lo que la historiografa sobre el anarquismo ha analizado como elfin de la etapa heroica en el Centenario y comienzo del declive no fuevivido de esa forma por los contemporneos. Las prcticas polticas,sociales y culturales del movimiento libertario continuaron en las

    principales ciudades; su capacidad para liderar conflictos, huelgas y actosde solidaridad altern con fracasos y con la competencia del sindicalismo.() El declive del anarquismo en la dcada del veinte es evidente desde laactualidad, teniendo en cuenta su peso a comienzos del siglo XX47.

    Balance provisionalComo hemos tenido oportunidad de apreciar, el papel del extranjero

    en la nacin y en la historiografa argentinas encuentra un punto deencuentro en el estudio del anarquismo. En primer lugar, porque ste, engran medida, fue la clave para la definicin identitaria del sujeto argentinoen torno al Centenario, recortada esta figura en trminos de oposicinnacional-extranjero. Durante los festejos del Centenario, las litesnacionales cerraron filas ante una supuesta amenaza de destruccin de lanacionalidad que proceda de la parte no asimilable del movimiento obrero.Asimismo, la fuerte represin subsiguiente dej una huella indeleble en lahistoriografa que atae a este sujeto social.46. Alfredo Gmez, Anarquismo y anarcosindicalismo en Amrica Latina. Colombia, Brasil, Argentina y

    Mxico, Ruedo Ibrico, Madrid, 1980. La cita en p. 5.

    47. Luciana Anapios, Compaeros, adversarios y enemigos. Conflictos internos en el anarquismoargentino en la dcada del 20,Entrepasados, 32, 2007, pp. 27-28.

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