1997 No Sabe, No Opina (Medios y encuestas políticas).

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Lima: Universidad de Lima y la Fundación Konrad Adenauer, 1997. (ISBN 9972-45-037-6)

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  • No sabe/No opina (Encuestas polticas y medios) Fernando Tuesta Soldevilla 1997

  • ndice Presentacin Introduccin I Opinin Pblica 1. Opinin pblica: una dificultosa definicin 2. Teoras de la opinin pblica 3. Pblico y opinin pblica 4. Los efectos de los medios sobre la opinin pblica 5. La opinin pblica en el orden poltico II. La encuesta de opinin 1. Utilidad e importancia de las encuestas. 2. El mtodo de las encuestas de opinin 3. La entrevista 4. El cuestionario 5. Problemas tcnicos de las encuestas electorales 6. Se puede medir la opinin pblica? III. La historia privada de las compaas encuestadoras 1. Una historia muy presente 2. Las encuestas en el Per 3. Las compaas encuestadoras peruanas 4. Una revisin comparada 5. Los mtodos de las compaas encuestadoras IV. Encuestas y medios de comunicacin 1. Las encuestas y el periodismo de precisin 2. La publicacin de las encuestas 3. El televoto y la ciberdemocracia 4. La opinin pblica vista por los encuestadores 5. El peculiar contrato entre encuestadores y medios 6. La relacin entre encuestadoras y polticos 7. El tratamiento de los sondeos por parte de los medios 8. El efecto de los sondeos y la incidencia de la prensa V. A modo de conclusin: Por qu normar los sondeos de opinin? Fuentes Anexos

  • Prlogo Si actualmente se analizan campaas polticas, uno se da cuenta que las encuestas que tratan las chances de candidatos y partidos cada vez tienen mas impacto. Parece que para los medios de comunicacin tienen el especial atractivo de presentar a las elecciones ms como carreras de caballos que como competencia de ideas. Captar la audiencia con porcentajes, con el subir y bajar de cifras causa mas tensin y es ms fcil de presentar que, por ejemplo, las opiniones de candidatos a temas especficos. Cifras de las ltimas campaas en Estados Unidos muestran este desarrollo muy claramente: desde 1968 hasta 1992 la transmisin por televisin difundiendo encuestas se triplic. Segn Robert Kubey y Vincent M. Fitzgerald, en 1968, por cada minuto de informacin sobre encuestas las cadenas de televisin entregaban cuatro minutos de cobertura de campaa. En 1992 esa relacin se haba reducido a 90 segundos de cobertura periodstica por cada minuto dedicado a los sondeos. En palabras de los autores: Los directores periodsticos de las cadenas generalmente culpan al pblico, y no a ellos mismos, por esta falta de orientacin temtica en sus transmisiones. La gente odia la poltica -se quejan-. Los televidentes cambiaran de canal si damos informacin sobre temas. Pero las encuestas y la constante cobertura contribuyen a la falta de participacin popular y de experiencia en los temas de la campaa. Adems, en la ciencia de comunicacin desde hace varios aos se esta discutiendo en que forma las encuestas pueden influir la opinin del pblico. En Alemania, por ejemplo, hay un debate sobre el voto tctico, debido a la situacin que en ese pas un partido necesita un mnimo de 5 por ciento de votos para poder entrar en el parlamento. Si, por ejemplo, los seguidores de un partido se dan cuenta que todas las encuestas, con cierta seguridad, dan a su partido solamente un 4 por ciento, tal vez no votan por este sino por uno cercano para no emitir un voto intil. Tambin en el pasado se han dado cuenta que alguna gente que quera votar por un partido grande, vota despus del conocimiento de encuestas por el partido pequeo, con el cual el partido grande tiene vinculaciones de coaliciones polticas, para ayudarlo pasar la barrera. Este factor es investigado mas claramente que, por ejemplo, aspectos como el voto en favor del partido que parece el claro ganador (bandwaggon effect) o el voto de misericordia. Tambin estn los casos de votantes que se quedan en casa porque las encuestas les muestran que su voto no es necesario -porque su partido esta ganando con amplia mayora- o que no sirve, porque la eleccin ya se da por perdida de antemano. En todos los casos, adems, hay que mencionar que no todos los institutos de encuestas, dedicados a la demoscopa, son igualmente serios. Muchos ejemplos muestran que hay resultados bastante influidos por los intereses del que paga el sondeo. Hay deficiencias en la capacidad cientfica de algunos institutos, en la elaboracin de cuestionarios, en la capacitacin y la contabilidad de los encuestadores, en la interpretacin de los datos. La seriedad y validez no siempre estn garantizados. Tambin, por supuesto, hay resultados que se saben, pero que no se publican porque en el momento no conviene. Todo esto ha dado a la demoscopa, a los ojos del pblico, una fama de un mero oracle, que tampoco esta justificada. Muchos son los avances que la tcnica de sondeos ha logrado desde sus inicios. A la opinin publica, por ejemplo, le da la chance de comparar datos reales con la imagen que se ve en los medios de comunicacin. Aqu la demoscopa

  • sirve como un instrumento de control para el anlisis de la realidad que casi todos, en gran parte, conocemos a travs de los medios. Por ejemplo, en Alemania, hay diferentes formas de pluralistic ignorance, que es cuando la mayora se equivoca bastante sobre lo que piensa la mayora. A la pregunta, como es la situacin econmica personal despus de la reunificacin alemana, amplias mayoras en ambas partes del antes dividido pas, contestaron bueno o muy bueno. Preguntado, como piensan que es la situacin econmica en general, iguales mayoras opinaron con mal o muy mal. !Sorprendente! Un resultado que, sin la ayuda de la demoscopa, no se podra analizar. Los estudios a largo plazo tambin muestran su validez y su importancia, por ejemplo en la investigacin sobre cambios de valores en una sociedad como base de cambios en el comportamiento social y poltico. Hay que preguntarse como se puede motivar a institutos privados para realizar investigaciones en las cuales es necesario preguntar las mismas preguntas, por anos, a la misma gente o a la misma muestra, o si hay necesidad de una capacidad investigadora independiente, por ejemplo dentro de las universidades. Igualmente hay muchos casos para analizar en la comunicacin poltica y la demoscopa da valiosos instrumentos. Pero claro: todo depende, que se hace con estos instrumentos! Con su investigacin en el Per, Fernando Tuesta Soldevilla contribuye mucho al anlisis de la demoscopa no solamente en su pas. Esta llenando un vaco en el anlisis de la comunicacin por un lado y con sus resultados est invitando a un debate amplio basado en datos serios sobre lo que se puede esperar de las empresas de sondeos y que no; como se pueden usar las mltiples tcnicas, que consecuencias pueden causar y que hace falta para un aprovechamiento mejor. La Fundacin Konrad Adenauer agradece al autor su valiosa contribucin para los estudios de comunicacin poltica y para el mejoramiento del conocimiento comn sobre una rea que a todos nos afecta, pero sobre la cual no sabemos lo suficiente. Agradecemos tambin a la Universidad de Lima y a su Fondo de Desarrollo Editorial, a la rectora Ilse Wisotzki y al Director Ejecutivo, Jos Valdizn Ayala, la valiosa colaboracin en esta publicacin, con la cual presentamos los resultados de la investigacin a un pblico amplio. La Fundacin Konrad Adenauer, con su programa Medios de Comunicacin y Democracia y su apoyo para estudios como el presente, quiere contribuir a un fortalecimiento de la democracia, en la cual los medios de comunicacin cumplen un rol cada vez mas clave. La democracia siempre esta basada en el conocimiento de su funcionamiento, en una informacin libre y completa para cada ciudadano, en la libertad de expresin y el intercambio libre de ideas. Se necesita por ello de periodistas y profesionales de la comunicacin que sepan lo que hacen, que sepan interpretar, analizar y despus, especialmente, orientar a su pblico. Tambin a ellos dedicamos este libro. Frank Priess Director del programa Medios de Comunicacin y Democracia de la Fundacin Konrad Adenauer

  • Introducc in Alguien sealaba que hacer una campaa electoral sin encuestas es como volar por avin de noche y sin instrumentos. Por eso no es casual que en el Per, los continuos procesos electorales, hayan permitido que las encuestas de opinin, se conviertan en actores importantes de las competencias polticas. Pese a las crticas que sobre ellas han recado, ningn candidato o medio de difusin han dejado de utilizarlas para conocer el curso de las opiniones del pblica y sus cambios. Esta comprobado, adems, que no existen estudios serios de gran envergadura que abarque el inters sobre lo que la gente siente, quiere y espera, sin la utilizacin de las encuestas. Siendo sta una herramienta de uso comn en diversas ciencias humanas, ha pasado a serlo tambin de la comunicacin poltica. Esto se debe tambin, a la gran influencia y desarrollo de los medios de comunicacin, que han sido su portador. Las empresas de sondeos de opinin, encargadas de realizar estos trabajas, estn presentes en el escenario peruano, desde la dcada del 60. Pero es desde 1980 que tienen particular y significativa presencia. Sin embargo, han sido las encuestas electorales las que han provocado polmica tanto a nivel gubernamental como de la lite poltica. Pero, las discusiones han estado impregnadas de un serio desconocimiento de los alcances y lmites de las encuestas, cuando debe ser lo contrario en un pas donde se le ha prestado especial atencin. Pese a todo lo anterior, es sorprendente no poder encontrar en el Per, investigaciones sistemticas sobre Opinin Pblica y su relacin con los medios de comunicacin. Sin pretender llenar este vaco pero con el espritu de colaborar en el planteamiento del problema, entregamos con este libro el resultado de una investigacin que esperamos logre justamente este propsito. Partimos de la constatacin que la relacin polticos-medios que por dcadas cre el espacio de la comunicacin poltica, se transform en la triada polticos-medios-sondeos, desde hace dcada y media. Esta relacin, puede ser vista como complementaria pero, como mostramos en el trabajo, se manifiesta de manera conflictual. Estamos pues en un mundo fuertemente comunicacional, el de la democracia masiva en donde los medios y los sondeos son inseparables. En este contexto, el sistema democrtico peruano, inaugurado en 1980, permiti el asentamiento de una opinin pblica ms activa. Esta dinmica facilit el ingreso de los sondeos de opinin como un sujeto importante en la toma de decisiones polticas. Sin embargo, fueron los medios de comunicacin los que se erigieron como el ncleo fuerte de la relacin que coloc a las encuestadoras en una posicin de dependencia.

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    El trabajo permite observar tambin la grave carencia del periodismo en un adecuado tratamiento de las encuestas. El desinters en profundizar en el conocimientos de su complejidad tcnica y metodolgica es combinado con la obsesin por publicar cuanto sondeo se reciba en las salas de redaccin. Esta falta de competencia resulta grave, pues los periodistas se muestran incapacitados para diferencias los trabajos adecuadamente desarrollados, del resto. A casi todos los tratan con un venerable respeto, lejos de un serio tratamiento crtico. Salvo, claro, en pocas electorales en donde los errores de prediccin de las encuestas forman parte de la noticia. El llamado periodismo de precisin que ha ganado buenos adeptos en otros pases, en el nuestro est lejos de interesar a miembros de la profesin. Ese desconocimiento lleva ha transcribir los informes de los sondeos incluso con errores o ha difundirlos por el puro inters de propaganda poltica. ***** Como todo trabajo de investigacin, el que presentamos ha contado con la colaboracin de muchas personas. Roco Huerta Alvarez fue la asistente de investigacin que tuvo la responsabilidad de recopilar y ordenar una copiosa informacin, no siempre de fcil acceso. A ella mi reconocimiento por su esmerada y oportuna asistencia. No est dems aclarar, que los errores que pueda mostrar este libro son de mi entera y exclusiva responsabilidad. Mi agradecimiento a Giovanna Peaflor, Alfredo Torres, Bernardo Verjovski, Manuel Saavedra y Manuel Torrado, directores de las ms importantes empresas encuestadoras, quienes me brindaron todas las facilidades para el acceso de sus archivos y me dedicaron tiempo en escuchar mis interrogatorios. Pese a que guardamos en varios temas una sana diferencia, nunca escatimaron tiempo en ofrecerme su apoyo. Javier Protzel, Jos Perla y Mara Teresa Quiroz de la Universidad de Lima, me apoyaron desde sus diversos cargos para que esta investigacin llegue a buen puerto. Frank Priess, de la Fundacin Konrad Adenauer, depsito en mi, la confianza para que dirija esta investigacin. A l mi especial agradecimiento. Fernando Tuesta Soldevilla Lima, 15 de marzo de 1997

  • I. Opinin Pblica 1. Opinin pblica: una dificultosa definicin El trmino opinin pblica es en realidad ms antiguo de lo que inicialmente se piensa. Es un trmino que ha tenido y tiene una variedad muy grande de definiciones, a tal punto que hace ms de treinta aos el profesor Harwood Child haba encontrado, despus de una copiosa recopilacin, que se manejaban cincuenta definiciones en la literatura especializada1. Es as que pese a que algunos se vieron tentados a abandonarlo como concepto, ste se resista a morir como tal. Es as que el Phillips Davison, profesor de la Universidad de Columbia en su artculo "Opinin Pblica" para la International Encyclopedia of the Social Siciences, sealaba pesimistamente que "no hay una definicin generalmente aceptada de opinin pblica. Pese a ello el trmino se ha utilizado con frecuencia creciente. El mismo reconoce que los esfuerzos por definir el trmino han llevado a expresiones de frustracin tales como que la opinin pblica no es el nombre de ninguna cosa, sino la clasificacin de un conjunto de cosas" (Noelle-Neumann, 1995: 84). Algunos fueron ms all, como Jean Padioleou quien irnicamente sealaba que a la opinin pblica le ocurre como a los elefantes: puede ser difcil definirlos, pero es muy fcil reconocer uno o cuando sostiene que a la opinin pblica le sucede lo que al diablo, debe existir puesto que pronunciamos su nombre2. Esta dificultad conceptual ha motivado tambin la preocupacin de varios investigadores. El profesor Stoetzel sostiene que existen algunos elementos que han contribuido a la confusin del trmino. Estos vendran a ser: la identificacin que se ha hecho entre opinin pblica y pblico, con pueblo y masa debido a la personalizacin de los primeros; el hecho de tomar como cosas algunos elementos que participan en el proceso de la opinin pblica, como las emociones, protestas, deseos, creencias o caprichos; el malentendido periodstico que identifica opinin pblica con los enunciados de los medios de comunicacin; la confusin que trae a veces la publicacin de los sondeos al identificar sus resultados con la opinin pblica; aquellos que quieren reconocer que la opinin pblica no es un fenmeno unitario ni autnomo; los que distinguen la opinin pblica de la mayora, o de la minora activa, o los que admiten las situaciones de conflicto; y, finalmente, los que hacen entrar en la nocin las influencias exteriores, la propaganda, el hecho realizado (Monzn 1987: 136). Muchas de estas diferencias estn sustentadas en el hecho que algunas definiciones colocan el acento de acuerdo a los marcos de referencias conceptuales en que se sustentan. Por ejemplo: Desde una perspectiva racional y voluntarista, Ferdinand Tnnies (1902) entiende:

    Opinin pblica como conglomerado de puntos de vista, deseos y propsitos diversos y

    1 Sin embargo, para Elisabeth Noelle-Neumann (1995: 280) casi todas las definiciones recogidas estn relacionadas con los conceptos de la opinin pblica como racionalidad o como control social. 2 Otros fueron ms all como Georges Gallup quien declar que la opinin pblica es algo muy simple: lo que miden los sondeos o Rovigattil cuando seala que el significado de la expresin opinin pblica no ha sido uno solo en el tiempo ; se ha usado y se usan promiscuamente expresiones consideradas errneamente como sus equivalentes : opinin comn, espritu pblico, opinin general, voluntad general, opinin popular, voluntad popular (Rovigatti, 1981 : 64).

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    contradictorios, y opinin pblica como potencia unitaria, expresin de la voluntad comn.

    Desde una perspectiva mental-estereotipada, Walter Lippmann (1922) sostiene que: Las imgenes que se hallan dentro de las cabezas (...) de los seres humanos, las imgenes de s mismos, de los dems, de sus necesidades, propsitos y relaciones son sus opiniones pblicas.

    Desde una perspectiva liberal-democrtica, Hans Speier (1950) entiende: por opinin pblica (...) las opiniones sobre cuestiones de inters para la nacin expresada libre y pblicamente por gentes ajenas al gobierno, que pretenden tener el derecho de que sus opiniones influyen o determinan las acciones, el personal o la estructura de su gobierno.

    Desde una perspectiva crtica-normativa, Jrgen Habermas (1962) seala que: Opinin pblica significa cosas distintas segn se contemple como una instancia crtica en relacin a la notoriedad normativa pblica, representativa o manipulativamente divulgada, de personas e instituciones, de bienes de consumo y de programa.

    Desde una perspectiva sistmico-informativa, Otto Baumhauer (1976) sostiene que: La opinin pblica es el producto del proceso transformativo de informacin introducida en el sistema abierto de clima de opinin pblica 3.

    Desde una perspectiva psicosocial, Elisabeth Noelle-Neumann (1974) construye una definicin operativa en la que sita la opinin pblica como las opiniones sobre temas controvertidos que pueden expresarse en pblico sin aislarse (Noelle-Neumann, 1995: 88).

    Desde una perspectiva de la ciencia poltica, Giovanni Sartori (1987) sostiene que la opinin pblica es ante todo y sobre todo un concepto poltico. Para el investigador italiano la opinin pblica es un pblico, o multiplicidad de pblicos, cuyos difusos estados mentales (de opinin) se interrelacionan con corrientes de informacin referentes al estado de la res pblica (Sartori, 1988 : 118).

    Para otros, parte de la confusin conceptual dominante tiene que ver con el hecho que hay una variedad de especialidades que han intentado estudiarlo. Para el derecho y ciencia poltica la opinin pblica es una abstraccin que permite verificar el sistema poltico democrtico; en cambio para algunos enfoques de la sociologa se trata de un instrumento del control social; y, para otros especialistas, la opinin pblica no es ms que una categora formal bajo la que se clasifica los resultados de los sondeos de opinin pblica. Estas y otras disciplinas acadmicas, sin reconocerse y ms bien ignorndose entre ellas, han moldeados su propias concepciones y mtodos de acercamiento. Por ejemplo, la opinin pblica no es -como muchos polticos y juristas pretenden de buena fe- una institucin democrtica de la sociedad. Ello, por que la opinin pblica no slo tiene una entidad poltica, no siempre es plural, no slo se encuentra en sociedades democrticas, por slo sealar algunas caractersticas que se le quiere atribuir (Dader, 1992d : 21).

    3 Citas tomadas de Monzn (1987: 136), quien tomando en cuenta a estos y otros autores ensaya una definicin de opinin pblica: la discusin y expresin de los puntos de vista del pblico (o los pblicos) sobre los asuntos de inters general, dirigidos al resto de la sociedad y, sobre todo, al poder. Rivadeneira (1995: 63) hizo lo propio aos antes cuando sintetizando varias definiciones sostuvo que la opinin pblica era el fenmeno sicosocial y poltico que consiste en la discusin y expresin libres, de un grupo humano, en torno a un objeto de inters comn.

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    Estamos hablando pues de un objeto de estudio que desde ya debe ser abordado de manera interdisciplinaria. As lo propona el destacado profesor alemn Jrgen Habermas dcadas atrs en su famoso trabajo Historia y crtica de la opinin pblica (Habermas, 1981: 37-39). La complejidad del objeto de estudio amerita para Jos Luis Dader, una disciplina acadmica propia pese a que pertenece tambin al inters de otras ciencias sociales (Daderd, 1992: 24). 2. Teoras de la opinin pblica Si las variadas concepciones conviven y debaten acadmicamente, todas ellas se han nutrido de diversas posturas tericas construidas histricamente. Para empezar la expresin opinin pblica que se usa actualmente, se remonta a mediados del siglo XVIII. No obstante antes de aquel momento se manejaban trminos parecidos como opinin comn, opinin popular, voluntad general, vox populi, etc. que hacen referencias indirectas sobre la opinin pblica. De esta manera, Protgoras hace referencia a creencias (opinin) de las mayoras, Herodoto de la opinin popular, Demstenes de la voz pblica de la patria, Cicern habla del apoyo del pueblo y Tito Libio de la opinin unnime. Pero, como es sabido, son los filsofos griegos quienes hacen los mayores aportes y precisiones. Platn, hace por ejemplo una separacin entre doxa (opinin) y epistema (ciencia), es decir el saber del vulgo, frente al autntico conocimiento de la ciencia reservado a una minora. En cambio, para Aristteles la doxa es solo un conocimiento probable, de esta manera, el hombre para opinar no requiere acudir a la ciencia, pues posee el criterio del sentido comn, de sus experiencias directas y de las comprobaciones empricas (Monzn, 1987: 16). Pero, tanto Platn como Aristteles, consideran que no hay opinin sin comunicacin (Rivadeneira, 1995: 71). Pero, la Edad Media cambiar los trminos de las referencias antes planteados por el de la fe y que no sern abandonados sino con el Renacimiento. Este perodo, permitir que la razn adquiera autonoma, alejndose de la idea de la trascendencia. Bajo ese escenario Nicols Maquiavelo, en El Prncipe, desarrollar las ideas bsicas de la comunicacin poltica entre gobernantes y gobernados. All es donde propondr la necesidad de que todo Prncipe debe ganarse el apoyo del pueblo, por que gobernar implica necesariamente una relacin con sus actitudes. Como es sabido la ilustracin permitir el surgimiento de las primeras teoras democrticas. Nombres como Hobbes, Locke, Rousseau y Burke sern fundamentales en este perodo. Para Hobbes, por ejemplo, la conciencia se convierte en opinin, nivelando los actos de crear, del juzgar y del imaginar. En tanto Locke se acerca ms a nuestro inters al hablar de la Ley de la opinin, de gran importancia como la Ley divina y a la Ley estatal. Ella no es otra cosa que la idea que de uno tienen los dems. Los fisicratas -partidarios de la monarqua absoluta, aunque con un rey con papeles limitados- prestarn tambin atencin a la opinin pblica. De ellos, Mercier de la Riviere, en 1767, expondr su doctrina de la opinin sealando que quien manda no es el rey, sino el pueblo a travs de la opinin pblica.

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    Pero, quien utilizar por primera vez el trmino opinin pblica, ser J.J. Rousseau. Sin embargo, lo utilizar denunciando el papel negativo de la cultura sobre el hombre. Es as que el ser social, culturizado y pblico, vive de las formas y de la opinin pblica: vive pendiente de la mirada de los dems, como un ser-para-los-otros (Monzn, 1987: 23). Desde 1750 Rousseau se preocupar sistematicamente del poder de la opinin pblica (Noelle-Neumann, 1995 : 112). En medio de esta preocupacin, la revolucin francesa ser el movimiento histrico que permitir que se traslade el monopolio de la opinin pblica por parte del pequeo crculo de los ilustrados, a manos del pueblo. Ser el liberalismo quien articule de manera ms precisa una teora de la opinin pblica. Desde el comienzo de la escuela clsica con Adam Smith, David Ricardo y otros defendern el rgimen de opinin frente al despotismo. Cada uno de sus representantes aportarn elementos favorables para el desarrollo de las libertades individuales, entre ellas las de opinin. Por ejemplo, Jeremas Bentham apoyar el voto masculino y el voto secreto. Por su lado, John Stuart Mill, defender la libertad individual y de las minoras. El francs Alexis de Tocqueville ser un ferviente defensor del pluralismo poltico. El pensamiento liberal supone hombres libres que en el debate sin limitaciones, construyen opiniones sobre asuntos de inters general; siempre partiendo desde la esfera de lo privado que es el plano de la sociedad civil. En esta perspectiva la opinin pblica sera el recurso para buscar y alcanzar ciertas verdades beneficiosas para la sociedad. Tal visin liberal y racionalista es an el vrtice terico y fundamental de las teoras democrticas pluralistas vigentes. Frente a este planteamiento se eleva la concepcin marxista. Entre las dos constituyen las teoras ms destacadas del siglo XIX. Para Marx y Engels, no existe una opinin pblica general que nace en la sociedad civil, sino una opinin que pertenece a la clase dominante4. Para ellos la produccin de las ideas y de la conciencia estn ntimamente ligadas a la actividad material de los hombres. Estos son libres, pero slo formalmente. Como es conocido, para el marxismo las relaciones de produccin determinan las clases sociales. A partir de esta posicin, stas construyen una superestructura que no son sino formas jurdicas, polticas, religiosas y artsticas. En tal virtud estas son el reflejo de la vida econmica y de los conflictos de clase y de las relaciones de produccin. Como corolario, Marx sealaba que no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida que determina la conciencia. Al ser la ideologa de la sociedad, la ideologa de la clase dominante, sta juega un papel de fuerza dominante. De esta manera, las clases desposedas de la sociedad se ven imposibilitadas de manifestar sus opiniones por que los medios de comunicacin estn en manos de la burguesa. Por ello, para el marxismo la falsa conciencia se condensara en la opinin pblica oficial (Dader, 1992d: 116). En el siglo XX, quienes se interesarn por la opinin pblica sern los que comparten las tesis de la sociologa del conocimiento. Pertenecen a esta lnea de reflexin, pensadores tan dismeles como Max Scheler, Karl Mannheim, Robert K.Merton, P.Berger y T.Luckmann, entre otros. Segn los autores de la sociologa del conocimiento, el individuo aislado en pocas oportunidades crea, de manera individual, opiniones. Pero, entienden tambin, a diferencia del marxismo, que otras relaciones sociales, distintas a las de clase

    4 Es en sus trabajos La ideologa alemana, La lucha de clases en Francia de 1848 a 1852 y El manifiesto comunista, en donde Marx toca el tema de la ideologa y la opinin pblica.

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    (religin, grupo tnico, nacionalidad, grupo poltico, etc), pueden ser determinantes en la construccin de las opiniones de los individuos (Dader, 1992d: 118). La sociologa del conocimiento considera a la opinin pblica como una forma de pensamiento colectivo, cotidiano y conflictivo y que es condicionado por un gama de factores de la sociedad. Si la versin clsica se preocup del pensamiento poltico, religioso e intelectual, la versin ms moderna se preocup del afecto del papel de los medios de comunicacin y la cultura de masas. Si la primera se preocup en los grupos humanos la segunda se centr en los pblicos. Para esta corriente de reflexin la opinin pblica ser considerada como una forma de pensamiento propia de las masas con escaso rigor intelectual y fuertemente condicionada por los impulsos colectivos o la accin de los lderes (Monzn, 1987: 56-57). Son tambin de importancia las corrientes basadas en la teora de los instintos. Si bien diversos autores de esta corriente (William McDouglas, Sigmund Freud, Gabriel Tarde, G. Le Bon, entre otros), no trataron directamente el tema de la opinin pblica, s incorporaron la reflexin de la psicologa de las multitudes. En ella hacen referencia a factores y componentes de la irracionalidad en el hombre. Las investigaciones parecen indicar que en muchos casos la gente sostiene opiniones de manera muy intensa sobre una serie de temas en los que no tiene informacin, por lo que su postura se basa singularmente en opiniones no razonadas. Es decir, la conformacin de la opinin pblica no es el resultado de un debate razonado, como lo consideraban las teoras anteriores, sino un impulso colectivo, racionalizado por agentes externos a la colectividad. 2.1 Principales conceptualizaciones contemporneas de la opinin pblica Si bien hay un nmero importante de acadmicos contemporneos que han reflexionado sobre el tema de la opinin pblica es el proveniente del mundo alemn el que en los ltimos tiempos ha aportado el liderazgo intelectual en esta materia. Las grandes tendencias podran clasificarse gruesamente en la perspectiva poltico valorativa de Jrgen Habermas, la antropolgico social de Elisabeth Noelle-Neumann y la sociopoltica funcionalista de Niklas Luhmann. No siendo estas las nicas son las que han marcado los estudios y las reflexiones ms interesantes sobre el tema5. 2.1 La perspectiva polt ica valorativa: el dilogo democrtico Jrgen Habermas, el ltimo heredero de la Escuela de Frankfurt es tambin el heredero de esta tradicin normativa de la opinin pblica en la que han transitado, como hemos visto, desde Platn, Maquiavelo, Hume, Locke, Rousseau, Tocqueville, Bentham, entre otros. Todos ellos, de una u otra manera se han preocupado de la relacin entre gobernantes y gobernados, los derechos ciudadanos, el dilogo poltico, etc. Es decir, de las condiciones precisas para hablar de un sistema poltico democrtico. Esta es una lnea de reflexin que proviene de la tradicin del derecho, la filosofa y la ciencia poltica. Por ello, trata de vincular la existencia de un Estado democrtico con la legitimacin popular de la opinin pblica. Su observacin principal est centrada en los problemas prcticos de la comunicacin poltica entre gobernantes y gobernados. Como bien lo seala Dader (1992d: 104), levantndose contra el positivismo, Habermas reafirma

    5 Para una revisin sistematizada de las teoras de la opinin pblica puede verse Monzn (1987), Dader (1992).

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    la relacin entre la opinin pblica y el resultado del dilogo racional, plural y sin manipulaciones de ningn tipo, del conjunto de los ciudadanos, sobre las cuestiones que suscitan el inters general o son motivo de la administracin pblica. Para ello distingue entre una opinin pblica real o crtica, que permitir hablar de un Estado democrtico autntico y una seudo opinin pblica o manipulada que no es ms que la triste realidad cotidiana que se muestran, en opinin de Habermas, la mayora de las democracias formales, en donde hay una carencia de mediaciones crticas en la comunicacin poltica6. Esta concepcin ha sido fuertemente criticada, como idealista y an peligrosa, por Elisabeth Noelle-Neumann. Para la autora alemana esta concepcin intenta reemplazar el anlisis real de la opinin pblica -a su entender temerosa e irracional- por una racional y fundamentadora, que en la prctica no existe. Esto debido, entre otras razones, a que la opinin pblica no pertenece slo a los que tienen una vocacin especial o intelectuales crticos, sino a todos (Noelle-Neumann, 1995: 90). Por su lado, Habermas, seala que para este tipo de perspectivas, la opinin pblica pas a convertirse en un rtulo que designaba slo al proceso socio-psicolgico de procesos de grupos (Habermas, 1981: 265). Es as que frente al reduccionismo positivista que se expresa en la asociacin de la opinin pblica con los sondeos, Habermas reivindica la opinin pblica como el resultado de un dilogo racional y plural. 2.2. La perspectiva antropolgica: el mecanismo sicosocial Como ya se acot, en la otra orilla se encuentra la postura de Elisabeth Noelle-Neumann para quien la opinin pblica debe ser explicada como un hecho social, desprovista de categorias normativas que la analizan a partir de lo que debera ser y no de lo que realmente es. El esfuerzo debera centrarse en describir y analizar a la opinin pblica tal y como se presenta, sin pretender asociarla a ningn tipo de valoracion, por ms justa que esta parezca o pretenda ser. Ella considera a la opinin pblica como un conjunto de comportamientos que constituyen la expresin de las mentalidades y actitudes de las colectividades sobre temas de cualquier ndole. Es as que las opiniones estn ligadas a tradiciones, valores, prejuicios o modas antes que posturas racionales ligadas a los aspectos poltico-institucionales (). En su teora del Espiral del Silencio seala que las personas estn atentas a las opiniones de su entorno para construir la suya. De alguna manera, sta se encuentra dependiente de aquella, basada en el profundo temor al aislamiento, es decir, sometidos a la presin social. Dicho mecanismo sicosocial est presente en el ambiente social del que no puede escapar el individuo. Los que se encuentran en minora en relacin a sus opiniones, las silenciarn antes de recibir el rechazo y la sancin social (Noelle-Neumann, 1995: 23). La investigadora analiz empricamente este comportamiento a base de sondeos de opinin por muchos aos en su Institut fr Demoskopie, en la ciudad alemana de Allensbach 2.3. La perspectiva sociopolt ica funcionalista: e l haz de luz Una tercera perspectiva es la que encabeza Niklas Luhmann. Para l, la opinin pblica es la estructura temtica de la comunicacin pblica, en la medida que es esta estructura,

    6 Sobre la Escuela de Frankfurt y Jrgen Habermas puede verse Gmez Snchez (1995).

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    comn de sentido, la que permite una accin intersubjetiva en un sistema social. Esta posicin, que est a mitad de camino entre las dos anteriores, considera que si bien la opinin pblica es un aspecto particular de la interaccin social, tiene presente las funciones polticas del fenmeno y traduce el consenso de un reconocimiento de unos temas de inters general. Es, en otras palabras, la tematizacin comn que permite el dilogo poltico-social. Para Luhmann las sociedades contemporneas son cada vez ms complejas, como consecuencia de la mayor especializacin y diversificacin funcional. Este proceso creciente podra hacer estallar el propio sistema, en la medida que los individuos perciben cada vez menos dicha complejidad -menos an la globalizacin-, tendiendo por lo tanto a regirse por criterios muy particulares y minifundistas, que Dader (1992: 107) califica de antisociales. Ante esta situacin el sistema demanda un mecanismo reductor que canalice las fuerzas centrfugas sicosociales, producindose de esta manera las observadas simplificaciones globalizantes. Es este papel funcional el que le consigna Luhmann a la opinin pblica. A sta el autor alemn7 la identifica como un espejo, en la medida en que no es ms que el reflejo de los pocos observadores. Es decir, el medio y las formas de la opinin pblica no son nada ms que la mirada autorreferencial que los protagonistas de la opinin pblica se dirigen as mismos y a sus actuaciones. Dicho espejo social tambin podramos compararlo con un can de luz o un haz de luz que focaliza y concentra la atencin en un escenario (Dader, 1992: 107). La mirada se concentra en un slo punto, as no sea ste relevante, permitiendo que todos compartan un tema en comn. Para Luhmann la opinin pblica cumple tambin una funcin poltica, pero distinta a la otorgada por Jrgen Habermas. Se convierte en la base de la democracia, pero no por una valoracin tica, sino por razones pragmticas, en la medida que permite una interconexin entre las personas que por lo menos tienen ciertos temas bsicos que compartir, que en caso contrario, la estructura social carecera de sentido. En la percepcin luhmanniana los medios y el Parlamento cumplen el papel de ser simplificadores de la complejidad. 3. Pblico y opinin pblica A lo largo de la historia se han ido configurando y complejizando todo tipo de grupos humanos, creando a su vez, otras tantas formas de comunicacin social. Es as que si en un primer nivel limitado de nmero de personas que se unen para desarrollar una actividad en comn -llmese segn las muchas posibilidades del lenguaje, auditorio, capilla, camarilla, crculo, cuadrilla, equipo, familia, pandilla, patrulla, pelotn, piquete, promocin8- pueden charlar, chismorrear, comentar, conferenciar, cotillear, cotorrear, conversar, departir, dialogar, hablar, murmurar, platicar; en un segundo nivel constituido por un nmero mayor de individuos -afluencia, aglomeracin, concentracin, concurrencia, gento, hervidero, horda, hormiguero, muchedumbre, multitud, ola, oleada, remolino, torbellino, tumulto, turba- lo que se hace es arengar, discursiar, sermonear, conferenciar, disertar, leer, dialogar, parlamentar. Pero, si la diferencia radica, en que el grupo est constituido por muchos individuos que se encuentran dispersos por los ms variados

    7 Una aproximacin a la obra de Luhmann, puede verse en Fernando Vallepn (1995). 8 Se le puede agregar los peruanismos collera, patota, mancha.

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    lugares, el lenguaje slo les puede llamar audiencia, masa o pblico. Estos pueden comunicar o transferir imgenes, mensajes o noticias (Castillo, 1996: 77-78). Lo anterior quiere decir que, a cada forma de agrupacin humana le corresponde una naturaleza especial de comunicacin. La ltima de ellas, es la que nos interesa, la del pblico o pblicos. 3.1. El Pblico El trmino pblico tiene tambin a varios sentidos. Ya se seal, lneas arriba, que la ambiguedad del trmino opinin pblica, segn algunos autores, deviene de estos varios sentidos del pblico. Existe una acepcin legal que se centra en la idea de apertura, en el sentido de mbito abierto a todos (plaza pblica, lugar pblico, juicio pblico, etc.), en contraste al de la esfera privada. Un segundo sentido, desarrollado por el derecho y el poder pblico, es el otorgado por la relacin con el Estado. Es decir, en el sentido de los asuntos relacionados con el bienestar general. Por ltimo un tercer sentido, sociolgico, coloca el nfasis en que el individuo no desarrolla su vida hacia adentro, en su intimidad, sino hacia afuera dirigida no slo a otras personas sino tambin a la sociedad como un todo (Noelle-Neumann, 1995: 86-87). Los pblicos estn compuestos -dicen Gerth y Mills- por gente que no estn en relacin cara a cara, pero que, sin embargo, manifiestan intereses similares, o est expuesta a estmulos semejantes, aunque ms o menos distantes (Monzn, 1987: 146). Pblico es, entonces, aquella pluralidad de personas que constituyen el soporte de la opinin pblica. A diferencia de otras pluralidades, como masa, muchedumbre o multitud, este trmino incorpora implcitamente, valoraciones positivas (Rovigatti, 1981: 130). Por lo tanto, slo el pblico es portador de opinin pblica. Es por ello que, cuando el pblico deja de ser crtico -sentencia R.E.Park-, se disuelve o se transforma en multitud (Price, 1994: 44). Una caracterstica, por lo tanto, del pblico es el desacuerdo, la diferencia, en los intereses similares. Pero, los pblicos no han sido iguales en todos los tiempos y lugares. Cambia en su gnero y tamao. Por ejemplo, el pblico del siglo XVIII en las colonias americanas que inspir a las teoras democrticas era un grupo social que se reuna en locales pblicos para leer las noticias, recreando una sociedad de conversadores y polemistas. Gracias a ello, la democracia, desde su gnesis, estableci entre el pblico y la prensa una relacin indisoluble. Este pblico estaba compuesto principalmente por agricultores, mercaderes y activistas polticos. Pero, tambin este pblico tena serias restricciones de raza (blancos), clase (comerciantes y agricultores) y genero (hombres). En el Pe ocurri lo mismo. A inicios de la Repblica los pblicos eran restringidos por diversas razones de gnero, nivel educativo, sexo, etc. Los pblicos crecieron con la disminucin del analfabetismo y el derrumbe de las restricciones para la participacin poltica. En el presente democrtico, los ciudadanos forman del pblico o los pblicos. Pero, el pblico no est conformado por todos los ciudadanos. El pblico se conforma cuando debate, se interroga, tomando distintos tamaos, segn los temas. En palabras de Vicent Price (1994: 52) cambia en tamao y forma segn se desarrolla, y tiene y deja de tener existencia al mismo tiempo que un asunto. Es por eso que el pblico es difcil de identificar en forma precisa. De lo anterior se desprende que el pblico requiere debate, confrontacin y libertad para hacerlo. En consecuencia, como sostuviera Blumler argumentando y contrargumentando se convierten en los medios por lo cuales se modela la opinin pblica (Price, 1994: 45).

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    Bajo estas consideraciones, la investigacin de la opinin pblica permite desprender que existe un continuum de masa a pblico en las siguientes formulaciones colectivas: a) El pblico en general. Es el que corresponde a aquellos que consideran al pblico como a

    la totalidad de la poblacin. Allport, en el primer nmero de la prestigiosa revista Public Opinion Quarterly (1937), decididamente en esta concepcin y que ayud a las prcticas de las encuestas9. Exista detrs de esta concepcin, la idea democrtica de la inclusin de todos los miembros de la sociedad. El problema es que de este universo slo un porcentaje - que vara en el tiempo y de una sociedad a otra- est interesada e informada de las cuestiones pblicas.

    b) El pblico que vota. Es una de las ms comunes operacionalizaciones del pblico, siendo

    el resultado de las elecciones -para quienes la defienden- la mayor visibilidad de la opinin pblica en un sistema de democracia representativa. Pero, este colectivo indiferenciado representa, en EEUU por ejemplo, slo a la mitad de la poblacin apta para votar. Pero, muchas evidencias sealan que muchos electores, particularmente en sistemas de voto obligatorio como el nuestro, realizan el acto de votar sin informacin e inters en la campaa que los convoca.

    c) El pblico atento. Es aquel sector de la ciudadana que est informado e interesado en los

    asuntos pblicos y que conforman la audiencia de las lites pblicas. D.J.Devine, seala cinco medidas para reconocer al pblico atento: el interesado en poltica en general, el interesado en campaas electorales, el que habla de poltica, el que se expone a las noticias polticas de los medios y el que lee sobre poltica en revistas (Price, 1994: 59). En muchos casos, sin embargo, es un pblico pasivo, aunque ms activo que los anteriores.

    d) El pblico activo. Es un grupo ms pequeo, que sale del pblico atento. Su compromiso

    con los asuntos pblicos es intenso, incluyendo aspectos formales de participacin poltica, como informales pero de manera muy activa (debates y discusiones pblicas). Normalmente a este grupo se le denomina lite, e incluye gente tan variada como lderes polticos, funcionarios gubernamentales, creadores de opinin, entre otros. Todos ellos participan y compiten en una suerte de mercado de opinin en donde buscarn conseguir seguidores y conversos.

    Si bien este ltimo grupo tiene una influencia mayor que el resto (algunos dirn desproporcionada), merecen la atencin de los medios y son los actores de la comunicacin poltica, no se debe dejar de lado a los espectadores de la misma, en la medida en que en la interaccin de ambos grupos se encuentra la formacin y el impacto de la opinin pblica. 3.2. Condiciones del surgimiento de la opinin pblica La combinacin de una sociedad de masas y medios de comunicacin hacen de la sociedad moderna la instancia privilegiada para el surgimiento e influencia de la opinin pblica. Una condicin importante, es que sta se base en el principio y prctica del

    9 Otro que comparte esta opinin es Kimball Young. Ver Gmez (1982: 102)

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    sufragio universal. Esto debido a que el voto es de alguna manera la expresin jurdica de un estado de la opinin pblica en un momento histrico determinado. Exista anteriormente opinin pblica, pero no es sino con las transformaciones sociales y polticas de las sociedades modernas, que hace posible el surgimiento de la opinin pblica tal como la conocemos ahora. Los elementos favorables para la articulacin de la opinin pblica son varias. En primer lugar, la expansin cultural. La nueva sociedad requera de pblicos cultos, motivados a la participacin social y predispuestos a manifestarse libremente. Se expandi, consecuentemente la alfabetizacin. De esta manera, al tratarse de un pblico lector el mercado literario y periodstico necesit de otros canales de comunicacin, para discutir los asuntos pblicos. As nacieron los clubes de lectores, las bibliotecas circulantes, etc. Surgi tambin el Saln y el Caf como espacios de debate, discusin y difusin de ideas. En segundo lugar se expandi las libertades pblicas. Es decir, todas aquellas libertades que emergieron y se expandieron consecutivamente con la revolucin francesa y americana. En tercer lugar, los efectos econmicos, a travs de la industrializacin, la institucionalizacin del correo. Y, en cuarto lugar, el avance tecnolgico, que permitir el surgimiento de la industria cultural. Bajo estos condicionantes la opinin pblica se convierte en una poderosa fuerza social que, ante ella ninguna autoridad, ninguna institucin, podr dejar de tomarla en cuenta. 3.3. Distincin entre opinin pblica y opinin pblicada Un sistema poltico democrtico exige un constante conocimiento de lo que piensa la ciudadana, la opinin pblica. Pero, la opinin es pblica, en dos sentidos. En primer lugar por ser la opinin compartida, la opinin de la mayora y en segundo lugar, por ser una opinin publicada, gracias a que se publica (Reyni, 1995: 181). A estas alturas vale la pena hacer una distincin de estas dos asociaciones que se prestan comnmente a confusin. La opinin pblica es un juicio ms o menos generalizado entre la poblacin respecto a los asuntos que son de conocimiento colectivo. Se estima que la opinin pblica expresa un grado de legitimidad acerca del gobierno, sus actos, as como de las dems instituciones. Su fuerza radica en las acciones de permanencia y cambios en las actitudes del gobierno y -algunos argumentan incluso- en el grado de control sobre ellos. La opinin pblica del pblico u opiniones del pblico, es un proceso cuantitativo de adicin de opiniones. Es una opinin pblica que se suma; la opinin pblica del pblico es la de una gran mayora, susceptible de ser medida por encuestas. La opinin pblica, por el contrario, es una nocin cualitativa, es una opinin pblica autorizada, es una opinin pblica que se publica. Incluso para algunos autores la opinin pblica es la de una minora que tiene medios especficos y directos para hacerse or por el pblico, a travs de los voceros de opinin pblica. La opinin pblica es una dimensin de poder poltico. En esta medida los medios (de comunicacin) pueden desempear un papel reforzador de la legitimidad o cuestionador de la misma. Para aclara este punto es quiz necesario distinguir, entre opinin pblica y opinin privada. Mientras que la primera incide en los temas de inters pblicos, la segunda hace referencia a las opiniones de los particulares. De esta manera, a si un particular tenga una relevancia poltica o social (ej. un columnista de prensa) y publique sus opiniones, stas no

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    pasan a ser la opinin pblica. Lo que s puede representar es una corriente de opinin, aunque no toda opinin publicada es representativa de una corriente de opinin. A la inversa, no todas las corrientes de opinin de una sociedad se tienen que ver necesariamente reflejada en opiniones publicadas en los medios de comunicacin. Por lo tanto, el agregado de las coincidencias de las opiniones privadas no son equivalentes a la preocupacin colectiva. Pero, en general los temas sobre los que se crean corrientes de opinin relativamente firmes, presentan una doble condicin de repercusin personal y colectiva (medidas de proteccin y seguridad, control de la natalidad, p.ej.), en la que un individuo opina como ciudadano, como padre de familia, miembro de una organizacin poltica o religiosa. De tal manera, que en algunas oportunidades una persona tiene opiniones duales, cuando lo hace en consonancia con un grupo y cuando lo hace a partir de defender sus intereses particulares. 3.4 Los factores componentes de la opinin pblica De las varias clasificaciones es interesante la propuesta por el profesor Bernard C. Hennessy en su libro Opinin pblica, para quien los factores o componentes de la opinin pblica se puede agrupar de la siguiente manera10: La presencia de un tema. La opinin pblica se forma alrededor de un tema o

    conjuntos de temas pblicos que se encuentran en el tapete y que ocasionan posturas contrapuestas.

    La naturaleza del pblico. Hay muchos pblicos volcados hacia diferentes focos de inters. Cada tema genera su propio pblico, aunque en muchos casos algunos individuos se siten en diversos pblicos.

    Un complejo de creencias del pblico. Se trata de la distribucin de las opiniones sobre un tema. Hay que tener en cuenta que algunas creencias y slo algunas son mutuamente excluyentes entre s. Ellas estn en funcin de las actitudes y experiencias anteriores, como de la complejidad del tema. Algunos temas homogenizan pblicos y otros no. Este conjunto se le denomina "complejo de creencias". En poltica esto suele presentarse una situacin dicotmica: posicin de mayora y de minora.

    La expresin de la opinin pblica. Resulta desde los medios de comunicacin de todo su variedad hasta los gestos, mmica y todos los cdigos simblicos.

    El nmero de personas involucradas: en cada caso el nmero es diferente y quiz incierto; lo importante es que el nmero sea capaz de producir algn efecto.

    Estos componentes son bsicos para entender los complejos pasos que conforman la estructuracin y cambios en la opinin pblica. 3.5 La formacin de la opinin pblica Es muy difcil esclarecer con exactitud la formacin de la opinin pblica. Particularmente importante son los estudios realizados en los pases industrializados, pero que son meros referentes en los pases del tercer mundo. Con esa consideracin se puede establecer que existen varias teoras de la formacin de la opinin pblica desarrolladas a lo largo de la historia. Sintticamente podemos sealar las siguientes:

    10 Citado en Gmez (1992: 116-122)

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    a) James Byrne (American Commenwealth, 1888). En esta obra temprana, Byrne describe el proceso en cuatro fases, como un fenmeno eminentemente racionalista, no dejando lugar a factores irracionales. Los factores considerados son: 1. El individuo tiene inters por una noticia, conversa con otros y tiene una primera opinin sobre la noticia 2. La noticia se edita en el peridico y fluye la opinin de los lectores, que se van cristalizando en una masa slida de opinin 3. Deviene la controversia y se dejan los puntos dbiles, se adoptan los ms fuertes, conformndose una posicin definida en pro o contra 4. El individuo es guiado por su fidelidad a sus ideas, que determinarn el voto: Ms tarde defender la idea por la cual ha votado. b) Phillips Davison (The public opinion process, 1958). Agrega algunos elementos: 1. La gnesis del problema en el grupo primario 2. Surgimiento e influencia del liderazgo 3. Formacin de los pblicos segn sus puntos de vista a travs de un proceso de discusin y controversia 4. Las corrientes de opinin pblica ya estn formadas y listas para expresarse a travs de la accin, por ejemplo, el voto 5. Disolucin de la opinin pblica. c) Kimball Young (Psicologa social, 1963). Tambin sigue el mtodo de las etapas: 1.Intento de definir la cuestin en trminos tales que permitan la discusin por parte de individuos o grupos 2.Una minora interesada en el problema, define ms el problema sino que tambin estimula el inters general. 3. Se adelantan soluciones y los aspectos racionales se confunden con estereotipos, slogans. Las decisiones se entrelazan entre factores racionales e irracionales 4. De las deliberaciones y debates y otras formas nace el consenso registrado por medio de votaciones, encuestas etc. 5. Los que obtienen la mayora son considerados fuentes de autoridad. d) Elisabeth Noelle-Neumann (El espiral del silencio, 1981). Si la opinin pblica se forma sobre la base de la relacin del individuo y su entorno social, se debe encontrar que para el individuo es ms importante "no aislarse" que su propio sentimiento u opinin pblica. El temor al aislamiento es importante en la formacin de la opinin pblica. All el individuo es vulnerable y el grupo social puede castigar. Cuando se da cuenta que su punto de vista pierde terreno, perdera confianza. La tendencia del primero a hablar y el segundo a guardar silencio iniciar un proceso en espiral establecer una opinin pblica que ser la opinin pblica que prevalece. Para la profesora alemana, la opinin pblica es entonces: "puede ser descrita como la opinin pblica dominante que obliga a la sumisin de actitud y de conducta en cuanto amenaza al individuo disidente con el aislamiento, al poltico con el respaldo de la opinin pblica" (Noelle-Neumann, 1995). De acuerdo a la teora del Espiral del Silencio los medios de difusin masivo deben ser enfocados como creadores de opinin pblica. Ellos proveen la presin ambiental para que la gente responda con presteza, con aprobacin o silencio. De esta manera, una vanguardia convencida impone su opinin pblica como corriente de opinin pblica prevaleciente sobre una mayora silenciosa. e) Ral Rivadeneira Prada (La opinin pblica, 1976). El profesor y periodista mexicano, ensaya diez etapas bsicas en la estructuracin de la opinin pblica: disposicin individual y clima comunicativo; informacin a travs de medios masivos; intercambio entre los miembros del grupo social; problematizacin del hecho; confrontacin de los diversos puntos de vista con miras a integrar elementos bsicos de coincidencia; proposicin de vias de solucin y alternativas; debate en torno a proposiciones; acuerdo ms o menos

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    compartido sobre el modo en que es o parece ser la solucin; estimulacin del consenso para pasar a la accin; difusin del criterio finalmente admitido. 3.6. Las funciones de la opinin pblica Las funciones de la opinin pblica son tambin variables y dependen segn las atribuidas por autores como Heller (1942), Habermas (1982), Noelle-Neumann (1995), Rovigatti (1981), entre otros. Este ltimo seala, por ejemplo que la opinin pblica tiene la funcin de: control genrico e informal del comportamiento de los individuos y grupos; legitimadora del poder; vigilante de la vida poltica; controladora de las personas investidas de autoridad y sus decisiones; y estimuladora del proceso de formacin de decisiones polticas. Por su lado, para Jos Luis Dader (1992d), estas funciones pueden agruparse en: Funcin denotativa. Expresa o da a conocer una voluntad poltica Funcin anticipatoria de normas. Expresa una voluntad colectiva que, aun sin contar por

    el momento con rango legal, puede llegar a tener una plasmacin jurdica. Funcin social cohercitiva de presin moralizante. Se expresa mediante el control genrico

    e informal de los individuos y los grupos en el seno de cualquier rgimen. Funcin del control informal del poder poltico. La fuerza de la opinin presiona o

    condiciona a las instituciones polticas, de all el nombre de cuarto poder. Funcin poltico constitucional de control poltico directo. Implica que el control de la

    opinin pblica se torna formalmente efectivo, mediante la renovacin o negacin del respaldo popular.

    Funcin legitimadora del poder. Se trata de la transferencia de prestigio y autoridad moral que la legitimacin democrtica otorga para cada mandato constitucional.

    Funcin consensuadora o de equilibrio. La opinin pblica juega un papel de cohesin social.

    Funcin de dilogo o intercambio. La diversidad de opiniones permiten el desarrollo y enriquecimiento sociocultural de la sociedad.

    4. Los efectos de los medios sobre la opinin pblica El desarrollo mayor de la opinin pblica ha ocurrido cuando ha sido acompaada por el impulso de los medios de comunicacin. La importancia de estos ha sido tal que su investigacin y estudio llev a plantearse el efecto que estos producan sobre la opinin pblica. Este proceso de investigacin ha tenido un interesante recorrido histrico11. La aparicin de la imprenta fue un hecho trascendental en el desarrollo y transito de las ideas12. Gracias a ello el periodismo escrito pasar a jugar un papel fundamental en la formacin de la opinin pblica. Se transitar del periodismo regular, al periodismo cultural, al de opinin, hasta llegar al periodismo diario, en el siglo XVIII, con la aparicin de los primeros diarios como el londins Daily Courant (1702), el Diario Noticioso (1758) y el Journal de Pars (1778). En el Per aparecer, en 1715, La Gaceta de Lima, pero an bajo el dominio

    11 Para una historia de las comunicaciones puede verse Flichy (1993) 12 La iglesia introdujo la imprenta en Amrica. Lo trajo el turins Antonio Ricardo. En 1584 se public el primer libro Doctrina Christiana (Gargurevich, 1991: 28). El libro de Gargurevich es una fuente indispensable para conocer la historia de la prensa en el Per.

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    colonizador espaol. Lo siguieron El Diario de Lima (1790), El Mercurio Peruano (1791), siendo el primer peridico doctrinario El Pacificador del Per (1821), liderados por los patriotas. Si en el siglo XIX abundar el periodismo poltico, ideolgico, religioso y social, testigo de grandes convulsiones sociales, a inicios de este siglo aparecer el periodismo de informacin. Ambos coexistirn hasta la primera guerra mundial. En este contexto de expansin del sufragio, de regmenes parlamentarios y partidos polticos de masas, la prensa escrita tendr su momento de gloria y se convertir para muchos en el cuarto poder, situacin que lo mantendr hasta la irrupcin competitiva de la radio y de la televisin. Es en este perodo tambin en que aparecern los primeros estudios, particularmente en EEUU, sobre los efectos de los medios sobre la opinin pblica. Si bien la opinin pblica es estudiado en el siglo XIX, por la ciencia poltica, ser a inicios del presente que capta la atencin de la sociologa y las ciencias de la comunicacin. The American Commonwealth, el libro ya citado por James Bryce, en 1888, es el ms importante del siglo pasado sobre el tema de la opinin pblica y que tendr gran influencia hasta la segunda dcada del siglo XX. Describiendo el sistema poltico norteamericano, Bryce sostiene que ste se basa en el poder de la opinin pblica y observa, de manera semejanza con los siclogos de las multitudes, que las minoras son las que dirigen y aportan las ideas a las masas y stas se conducen ms por el sentimiento que por la razn (Monzn, 1987: 99). Ms tarde, en 1922, Walter Lippmann, publicar un clsico en la materia su famoso Opinin Pblica. All propondr su caracterizacin de los estereotipos, su influencia sobre la opinin pblica, el carcter irracional de la misma y las relaciones entre el poder poltico y la prensa. Pero, si bien estos trabajos fueron importantes, las investigaciones sobre el impacto de los medios sobre la opinin pblica, realizadas entre la dcada del 30 y 60, por la psicologa social, la sociologa y la ciencia de la comunicacin, resultaron vitales para entender esta particular relacin que se establece en la comunicacin poltica. Para ello, se desarrollaron ciertos instrumentos tcnicos, como la escala de actitud, el anlisis de contenido13 y las encuestas de opinin que permitirn mayor y mejores definiciones. A nivel terico las investigaciones estarn influenciadas por la teora de la sociedad de masas, el funcionalismo (sociologa) y el conductismo (psicologa). Otros factores que permitirn el desarrollo de estas investigaciones ser el papel jugado por la propaganda como arma poltica en la primera guerra mundial y, ms tarde, la aparicin y el uso expansivo de la radio y a fines de los cincuenta de la televisin. Pero, este inters ser tambin producto de la necesidad conjugada de los gobiernos, legisladores, empresas, grupos de presin por conocer los efectos de los medios y el estado de la opinin pblica, tanto nacional como internacional, particularmente con el ingreso de los EEUU a la segunda guerra mundial. De esta manera, los estudios de opinin pblica estarn impulsados por la psicologa social (estudio de las opiniones, actitudes y grupos), la sociologa poltica (sociologa electoral) y las ciencias de la comunicacin (estudios sobre los efectos y audiencias). El desarrollo de las diferentes tcnicas que siguieron a estas investigaciones, desarrollaron los estudios cuantitativos e hizo que muchos asimilaran la opinin pblica al resultado de los sondeos de opinin. Pero, ser la dcada del 60 en que

    13 Segn Berelson, el anlisis de contenido es una tcnica de investigacin para la descripcin objetiva, sistemtica y cuantitativa del contenido manifiesto de la comunicacin. Tomado de Monzn (1987: 104).

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    se revisar el paradigma dominante de P.F.Lazarfeld, que intentar recuperar el contenido poltico de la investigacin en la comunicacin poltica. 4.1. La teora del impacto directo Tambin llamada teora del impacto colectivo, teora de la correa de transmisin o teora de la influencia unidireccional. El modelo bsico es el Modelo de Estmulo-Respuesta y las teoras que se construirn son la Teora de la aguja hipodrmica, la Teora de la Bala. Este tipo de teoras surgirn en la dcada del 20. La impactante presencia de la radio, permitir extender la idea del poder de los medios, por lo que se considera que algunos de ellos (prensa, radio y cine) tendrn sobre la gente un impacto ilimitado. Los objetivos prcticos de estas investigaciones sern, la vertiente comercial de las campaas publicitarias y la vertiente ideolgica de la propaganda poltica. La idea dominante es que los medios tienen una capacidad persuasora sobre los individuos corrientes casi irresistible: si se utilizan las tcnicas de persuasin adecuadas se puede obtener cualquier cambio de opinin deseada. O, en palabras de McQuail y Windahl, los efectos son respuestas especficas a estmulos especficos, de tal manera que se puede esperar y predecir una correspondencia estrecha entre el mensaje de los medios y la reaccin de la audiencia (Dader, 1992d: 231). El ambiente sociopoltico de la formulacin de estas teoras se encuentran en los aos de la primera postguerra mundial. Harold Laswell, con su libro Propaganda Technique in the World War (1927), establece como poderosa la influencia psicosocial de los mass-media. Los investigadores de esta corriente fundamentan sus trabajos en que cada uno de los individuos de la sociedad reciben y perciben los mensajes de los medios de manera igual, lo que provocara en todos ellos una respuesta ms o menos uniforme. Todo esto no sera otra cosa que el producto del derrumbre de los grupos primarios, en la que el publico se encuentra enfrentado a los medios de una manera dispersa y aislada, permitiendo que los que controlan los medios tengan la posibilidad de influir en sus opiniones, actitudes e incluso manipularlos. En esta lnea se encuentran investigadores con una posicin crtica y pesimista como C. Wright Mills, quien considera que los medios le dicen al hombre de la masa quin es, qu quiere ser, cmo lograrlo y cmo puede sentir que es as (Mills, 1973: 292). Otros, como C.H.Cooley, R.E.Park y L.Wirth, ms entusiastas con los medios, sealan los aportes en el desarrollo de la democracia. Pero, tanto unos como otros comparten la idea base, del impacto directo de los medios sobre el pblico, que no es nada ms que una masa atomizada de millones de receptores, dispuestos a recibir los mensajes, en los que cada uno de ellos provoca estmulos poderosos, provocando reacciones espontaneas e inmediatas (Monzn, 1987: 109) Es as que la teora mecanisista de estmulo-respuesta, sealaba la existencia de una naturaleza uniforme de los componentes del pblico, que a su vez tenan una capacidad igual de respuesta ante los estmulos. Las observaciones de la propaganda blica de la primera guerra mundial, el impacto de las emisiones de la radio y de la publicidad estimularon esta percepcin. Se le ha llamado tambin la teora de la aguja hipodrmica por que para sus investigadores los medios al trasmitir (inyectar) sus mensajes producen en el pblico (masa amorfa sin resistencia a los mensajes), efectos inmediatos, directos y eficaces. No existe, por lo tanto, obstculos para el transito de las mass-media.

  • 4.2 La teora de los factores limitados Es tambin llamada por otros autores teora situacional, teora de las diferencias individuales, investigacin administrativa, paradigma dominante o modelo reduccionista. Esta teora se extiende entre la dcada del 40 y 60 y los estudios se sustentan en el funcionalismo y el conductismo. El modelo de investigacin es el Modelo de Influencia Social, quien seala que los efectos sociales son ms determinantes que los hipotticos atribuidos a los medios. Las teoras que se levantan son las llamadas Teora de los Dos Pasos (Two-Step-Flow ) y la Teora de la Exposicin, Percepcin Selectiva. La idea predominante es que los medios slo tienen la capacidad de reforzar las actitudes y opiniones ya existentes y pueden ser agentes persuadores slo en situaciones muy excepcionales (Dader, 1992b: 228). Si bien los medios tienen efectos sobre el pblico no son tan potentes ni tan eficaces. En realidad interactuan con otros factores o refuerzan las actitudes ya existentes. La psicologa aportar en el desarrollo de esta corriente de investigacin, con la teora de las diferencias individuales, que seala que los mensajes que emiten los medios interactuan de manera diversa y de acuerdo a la personalidad particular de los miembros del pblico. De manera semejante, la teora de las categoras sociales sealan que a pesar de la heterogeneidad de la sociedad, determinados grupos a partir de sus caractersticas semejantes (sexo, edad, ocupacin, nivel de ingreso, etc.) comparten modos de pensar similares en materia de comunicacin masiva. Esta etapa de la investigacin comunicacional est fuertemente influenciada por los acadmicos norteamericanos, como Merton, Katz, Berelson, Hovland y particularmente Lazarsfeld. Esta es la etapa en que nace la revista The Public Opinion Quarterly, la ms influyente del mundo acadmico norteamericano. Esta teora desarrolla investigaciones bajo el inters de polticos, gobierno, agencias de publicidad de conocer el impacto de los medios con el fin de desarrollar acciones ms eficaces. Las investigaciones que se elaborarn se enmarcarn en estudios electorales, sobre opiniones y actitudes, sobre persuasin, sobre audiencias. Monzn (1987: 112-117)14 agrupa los temas de las investigaciones en las siguientes lneas : El redescubrimiento del grupo primario. Para Katz y Lazarsfeld, el grupo primario cumple una funcin de cohesin e impide que el mensaje llegue directamente, convirtindose en interprete de la realidad social y posibilitando la toma de decisiones en comn. Se convertir tambin en un factor de refuerzo de las opiniones y actitudes ya existentes. La comunicacin en dos fases y los lderes de opinin (The Two Steps Flow of Comunication). La hiptesis que lo sostiene, seala que el receptor no lo conforman grupos no organizados, sino por el contrario, grupos con un sistema de comunicacin propio, que con sus normas y valores conforman un factor intermediario entre los medios y el pblico, lo que posibilita que la influencia se realice, en realidad, a travs de los lderes de opinin. Estos son como correas de transmisin entre la comunicacin medial y grupal, preparan el terreno para recibir el impacto de los medios, ocupan posiciones centrales en las redes de comunicacin, en todas las capas y estratos de la sociedad y su liderazgo va unido al conocimiento de un tema que despierte el inters del resto.

    14 Sobre los efectos limitados puede revisarse tambin tambin Katz (1992)

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    La exposicin, percepcin y retencin selectivas. A partir de la congruencia con sus actitudes y valores, los individuos prestan atencin selectiva a determinados mensajes y en muchas oportunidades se mostrar indiferente o los rechazar. La gente, consciente o inconscientemente evita las comunicaciones de signo contrario. La hiptesis del refuerzo. Tiene como propsito sealar la consolidacin, intensificacin o afianzamiento de las opiniones y actitudes ya existentes. Por ello el profesor J.T.Kappler sostena que los medios de comunicacin, con el propsito de mantener o ganar audiencia, se limita a reflejar valores y actitudes ya establecidas. El cambio de opinin y de actitud. Uno de los temas favoritos de los conductistas , teniendo como base la nocin de congruencia cognitiva. La ms destacada es la propuesta por el investigador L.Festinger quien sostiene que el receptor intenta, con ayuda del consumo de los medios, reducir e impedir las contradicciones (disonancias) abiertas y amenazadoras entre sus actitudes, sus principios, su conocimiento y su accin, y construir una consistencia y congruencia lo ms amplia posible dentro de su estructura psquico-cognitiva15. La idea es que el hombre trata de mantener una armona interna, por lo que rechazara todo tipo de disonancia. Pese a la gran influencia de las dos teoras anteriores no tard mucho en aparecer crticas severas a sus supuestos y mtodos. Es as que son acusadas de formalista, empirista, que al investigar las actitudes se preocupa slo del corto plazo, dejando de lado aspectos importantes del contexto social. Asimismo, son criticadas por mecanicistas pues parten de una relacin de causalidad entre sujeto y objeto. Todo lo anterior tiene como base los fundamentos metodolgicos de las ciencias exactas, a tal punto que muchas de las investigaciones se realizaron en laboratorios. Vale la pena recordar que en esos aos se entenda la opinin pblica como las opiniones de la gente, de la manera como lo registraban los estudios empricos (encuestas de opinin) en estrecha relacin con las opiniones que difundan los medios de comunicacin (Monzn, 1987: 127). 4.3. Teora de los usos y gratificaciones A diferencias de las teoras anteriores, sta invierte la figura y coloca el centro de la observacin en el receptor del mensaje. Toma como punto de partida al receptor de los medios, ms que los mensajes de stos, y explora su conducta comunicativa en funcin de su experiencia directa con los medios (Katz, Blumler y Gurevitch, 1994: 129)16. Por ello, no presume una relacin directa entre mensajes y efectos. Es decir, el pblico se convierte en un sujeto activo y no pasivo de la comunicacin. Los estudios de esta corriente privilegiarn la atencin en las necesidades, los usos y las gratificaciones de la audiencia. O, como seala McCobbs, en vez de preguntar que le hace la comunicacin de masas a la gente, preferimos preguntar qu hace la gente con la comunicacin de masas (McCombs, 1994: 118). Por su lado, McQuail seala que la audiencia traslada sus propias necesidades a los medios. Las gratificaciones hacen referencia a la adquisicin de

    15 Cita tomada de Bckelmann (1983: 117). 16 Este es un excelente artculo. Se lo seala como la cristalizacin definitiva de la teora de los efectos de los usos y las gratificaciones.

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    informacin, evasin o descarga de problemas, bsqueda de apoyo, seguridad y aumento apoyo de la autoestima, ayudas para la interaccin social y acompaamiento ritualista de las actividades diarias. De esta manera, el pblico pasa a ser un sujeto activo de la opinin pblica. 4.4. La teora de la Fijacin de la Agenda (Agenda-Setting) Considerando las anteriores teoras y modelos explicativos insuficientes, la funcin de la Agenda-Setting nace como una alternativa de la teora de los efectos limitados, por lo menos en los siguientes niveles (Bregman, 1992: 211): En el campo de la sociologa electoral: los medios parecen tener influencia en el momento

    en que se manifiesta un creciente electorado fluctuante y el ocaso de las identidades partidistas.

    En el campo de la sociologa de la investigacin: hacia el 68, la investigacin sobre la comunicacin masiva, se convierte en la preocupacin importante y masiva de las nuevas generaciones de comunicadores, quienes destacarn la importancia de los mass-media.

    Formulada inicialmente hace tres dcadas, la teora de la Agenda-Settieng destaca el papel de los medios en la capacidad que poseen para transmitir y canalizar la informacin. McCombs y Shaw, considerados los padres de esta teora, definen la Agenda-Setting como la habilidad que tienen los media para influir la relevancia que tienen los eventos en las mentes del pblico17. De esta manera, los medios, por un lado, transmiten gran cantidad de informacin y el pblico, por otro, busca orientacin. A lo largo del tiempo los medios van creando con sus mensajes e imgenes el marco informativo para completar el mapa cognitivo del pblico, respondiendo a sus demandas e interrogantes (Monzn, 1987: 130). Los medios, sin embargo, al orientar al pblico sobre unos temas y silenciar otros, se convierten nuevamente en importantes, teniendo un claro efecto en la opinin pblica. No le orientan tanto qu ha de pensar -como dira Bernard Cohen- sino sobre qu pensar. Pero, as como existe una agenda de comunicacin de los medios de comunicacin masiva en la opinin pblica (agenda-setting), existe tambin la anotacin de agenda de las polticas pblicas (policy agenda-building). Esta tiene por objeto estudiar el proceso por el cual la agenda de las minoras polticas en el manejo de las polticas pblicas resulta influido por la agenda de los medios y la de los ciudadanos (las preocupaciones de la opinin pblica) (Bregman, 1992: 212). Los medios al seleccionar, ordenar y silenciar los temas de discusin le crean la agenda al pblico, le crean un marco de atencin, un espacio pblico informativo. Pero, la fijacin de la agenda se extiende tambin a campos como las modas, atributos de las personas u objetos en las que tambin incide. De esta manera, los investigadores norteamericanos llegaban a las mismas conclusiones en sus investigaciones, pero de manera independiente, que las elaboradas por Niklas Luhmann quien no deja dudas sobre la relevancia de los medios de comunicacin, que asumen la tarea de seleccionar estos temas ms que cualquier tribunal (Noelle-Neumann, 1995: 201).

    17 Cita tomada de Angls (1996: 3)

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    Por lo tanto, es obvio -como dira Lemert (1983: 218)- que los medios informativos pueden cambiar y de hecho cambian la informacin sobre actitudes de los ciudadanos, simplemente a merced de sus decisiones de cubrir o no cubrir esa informacin. 5. La opinin pblica en el orden poltico Ya hemos sealado que existe un debate sobre la definicin de opinin pblica que sin embargo es largo y engorroso. Pero, ms all de este debate, se encuentra el hecho que su desarrollo est ligado ntimamente a un sistema poltico preciso. Para algunos autores, la opinin pblica se sustenta en la funcionalidad del sistema poltico. Y este no puede ser otro que uno basado en un rgimen de derecho. No existe opinin pblica en Estados autocrticos, ello debido a que el debate pblico es inexistente. Slo existe la voz oficial, que es rutinariamente favorable al gobierno. Se manifiesta la opinin pblica de la opresin, no de la expresin En estos casos se pueden desarrollar opiniones privadas que suelen extenderse en condiciones de represin, hasta un momento en que puedan expresarse e irrumpir libremente, en forma de cambio de rgimen por medio de un proceso transicional o revolucionario, como ocurri en Chile de Pinochet, en 1989, y en Europa del este, el mismo ao. El sistema democrtico requiere de la opinin pblica en la medida que es un elemento importante en la supervivencia del sistema. Es por esto que algunos autores, lo sealamos lneas arriba, consideraban como una de sus funciones la vigilancia y control de la vida poltica. Por lo tanto, la democracia y la opinin pblica se necesitan y complementan mutuamente. Por un lado la democracia, garantiza los derechos y libertades de los ciudadanos, especialmente la libertad de opinin y expresin. Y, por otro, la opinin pblica desarrolla una conciencia colectiva que participa, vigila y expresa sus puntos de vista sobre los temas de inters general. Como bien recuerda Monzn (1987 : 150) los controles, manipulaciones y obstculos que se pongan a la opinin pblica repercutirn necesariamente en el desarrollo democrtico de la sociedad. Si el sistema democrtico gira alrededor de una fluida relacin entre gobernantes y gobernados, con reglas de juego previamente estipuladas, son las elecciones el momento en que encontramos al pueblo gobernante. Pero, las elecciones no son sino la cristalizacin de un proceso que la envuelve, que es la formacin de la opinin pblica. Es decir, las elecciones se convierten en el medio para llegar a un fin particular, el gobierno de opinin, que no es otra cosa que un gobierno sensible y responsable para con la opinin pblica (Sartori,1988 : 116). Sin embargo, sta como las diversas concepciones encontradas por Harwoods Childs pueden agruparse en dos grandes bloques que permiten entender la opinin pblica como funcin manifiesta (la formacin de la opinin en la democracia) o como funcin latente (como control social (Noelle-Neumann, 1995 : 281-293). En el primer caso, es parte del pensamiento que tiene su inicial origen en el siglo XVIII, que como ya se seal se caracteriza por su racionalidad. Hans Spier, James Bryce, Francis G.Wilson o Herbert Blumer se emparentan de diversas maneras con esta perspectiva, como en los ltimos aos Foucault, Bourdieu y Habermas. Es decir, la opinin pblica visto como un supuesto raciocinio en la esfera pblica. Todas las perspectivas aqu agrupadas se basa en la idea de un ciudadano informado e interesado en participar en la discusin de los temas

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    pblicos. Su centro es la vida poltica del pas y centra su atencin en la participacin democrtica de sus miembros. Por el contrario, la funcin latente de la opinin pblica, como control social afecta al conjunto de la sociedad. Esta concepcin no tiene en cuenta la calidad de los argumentos del debate pblico. Como dira Elisabeth Noelle-Neumann (1995 : 288) la opinin pblica es tan grande que no puede ignorarlo ni el gobierno ni los miembros individuales de la sociedad. Este poder procede de la amenaza de aislamiento que la sociedad dirige contra los individuos y los gobiernos desviados, y del miedo al aislamiento debido a la naturaleza social del hombre. Por lo tanto, la opinin pblica, como hemos visto a lo largo de este captulo, es un fenmeno polmico, complejo e histrico. Ha sido objeto de la preocupacin de las diversas ciencias y ha merecido las ms diversas conceptualizaciones, que si bien no han permitido que la investigacin cientfica concretice una definicin unvoca, s ha creado un amplio desarrollo de temas y preguntas que hoy enriquecen la comunicacin poltica. Al interior de esta densidad temtica, una tcnica de la estadstica inferencial, las encuestas, han abordado el trabajo de reconocer, diagnosticar y, en gran medida, investigar las opiniones de los pblicos, que muchos confundieron con la propia opinin pblica. Sin embargo, esta polmica manera de acercamiento no podr ser entendida sino se reconoce los alcances y lmites de los sondeos de opinin.

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    II . La Encuesta de Opinin Pbl i ca

    Lo que mueve a los hombres no son los hechos, sino las opiniones sobre los hechos

    Wilhelm Bauer Es un hecho inobjetable que con la sola observacin es imposible aprehender la realidad. Para hacerlo con mayor certeza, debemos proveernos de herramientas e instrumentos que permitan canalizar este esfuerzo. Uno de estos instrumentos son las encuestas. Por las caractersticas de instrumento, construido sobre la base de nmeros y desarrollado por la estadstica, la encuesta -particularmente las de opinin-, ha merecido la fascinacin de algunos, el rechazo de otros o la mitificacin de muchos. En cualquier caso, se han levantado un conjunto de ideas alrededor de ellas en el imaginario colectivo y en las mentes de los creadores de opinin y los miembros de la lite poltica, que han provocado un conjunto de malentendidos muy difundidos. De ello resulta, que para los seguidores fieles de los sondeos no hay que preguntarse ms all de los resultados que emiten las empresas dedicadas a estas tareas; en cambio para los cuestionadores las cosas estn tan claras como el estrepitoso fracaso del famoso Instituto Gallup, en las elecciones presidenciales de 1948, en los Estados Unidos. Se suele sealar que con Georges Gallup se establece un punto de quiebre en los trabajos de opinin pblica, en la medida en que a partir de l la sondeologa cientfica no ha prestado atencin a ningn aspecto alejado de las cuestiones ms prcticas de la realizacin de sondeos de opinin (Dader, 1992d: 66). Esta idea parece recorrer contundente en casi todos los pases, estableciendo as un nexo entre sondeos y opinin pblica, toda vez que sta aparece como la nica manera de expresarse18. Incluso, en muchos casos, se va ms all al considerarlo como un mtodo fidedigno de legitimidad democrtica a pesar que como bien seala Muoz Alonso la representatividad estadstica de una muestra no tiene nada que ver con la representatitividad que tiene los parlamentos19. Pero, los sondeos de opinin es la ltima figura de una tradicin de la llamada estadstica social20. Dominique Reyni (1995: 180) sostiene que existen dos vertientes de la estadstica que son correspondientes con el caracter histrico de determinados tipos de estado. En primer lugar, el Estado autocrtico tiene inters por las cifras pblicas, pues tiene la particular preocupacin por evaluar su poder. Esto quiere decir preguntas como, cunta es la poblacin, cul es la distribucin geogrfica, qu produce un pas. El inters del Estado se reflej en la creacin de instituciones de censo, poblacin, estadstica, que perduran

    18 Encuestar, palabra que deriva del francs Enquet (en ingls: poll; en italiano: Inchiesta; en alemn: Umfrage) quiere decir reunir o recoger opiniones por medio de un cuestionario con el propsito de averiguar, buscar, indagar algo. Por su lado sondear (en francs: Sondage; en italiano: Sondaggio; en alemn: Sondierung; en ingls: Poll) quiere decir sonsacar, interrogar, ensayar, explorar. Sin embargo, el uso de ambos trminos es indistinto en el habla comn para referirse a la investigacin de la opinin pblica. Los alemanes, por su parte, utilizan un trmino preciso, Demoskopie (Demoscopa en espaol), para sealar el estudio de las opiniones mediante los sondeos. 19 Tomado de Dader (1992d: 78). 20 La estadstica es un trmino acuado, en el siglo XVII, en Alemania por Gottfried Achewall.

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    hasta hoy. En el caso peruano, se trata de instituciones como el INEI, Consejo Nacional de Poblacin, entre otros. El otro tipo de estadstica es la que nos proporciona informacin acerca de las opiniones, es decir, saber que piensa la ciudadana. Esto slo se revela en un Estado democrtico, pese a que los sondeos de opinin no son ignorados en Estados autoritarios. Pero, lo ms importante es que la principal preocupacin por este tipo de estadstica corresponde a la mayora ciudadana, quien ser conciente de su fuerza social y poltica en el momento en que la investigacin de las opiniones, a travs de los sondeos, se conviertan en resultados publicados. Es as que la opinin pblica adquiere conciencia de si misma, como un reflejo de la colectividad. Este tipo de estadstica responde a la exigencia de la democracia moderna, del conocimiento de la mayora por si misma. En concreto, las encuestas de opinin, son un procedimiento para conseguir informacin (opiniones) de un grupo de sujetos (muestra) que pretende representar a un universo mayor (poblacin), dentro de mrgenes de error controlados (probabilidad). No miden -es bueno precisarlo- la opinin pblica, sino opiniones de la poblacin, de los pblicos. Recogen un momento en el tiempo, una instantnea de la opinin y la actitud de la poblacin, basado en una muestra probabilstica. Las encuestas de opinin a lo sumo tienen un valor indicativo, por que ofrecen informacin que difcilmente podra conseguir por la simple observacin. La encuesta de opinin al trabajar con muestras no nos proporcionan conocimientos ciertos, pero si aproximados en trminos de probabilidad (Monzn, 1987: 164). A las encuestas, por lo tanto, no se les debe exigir precisin y certeza, que no tienen y nunca podrn ofrecer. Una encuesta rigurosamente desarrollada en cada una de sus etapas, ofrece una informacin que debe estar muy prxima a la valores de la poblacin. Nada ms. Pese a ello, para la gente la opinin crea una ilusin de conocimiento, de dominio de verdad, de percepcin cierta de los hechos. Esto ocurre porque la opinin guarda relacin con la ubicacin de la persona en su entorno, con sus experiencias vitales, con su conducta. Por lo tanto, lo que la gente piensa no debe ser tratada como una fantasa, sino de una realidad tan vlida como los hechos mismos, en la medida que las opiniones hacen ver las cosas de manera distinta. Siendo as, la opinin es un esfuerzo por conocer, aunque en muchos casos produzca una visin errnea de las cosas. Es decir, como bien dice Roger Michuelli: El que opina cree ms a menudo expresar la verdad que su verdad21. 1. Utilidad e importancia de las encuestas Normalmente las encuestas son poco polmicas mientras no estn unidas a pronsticos electorales. Por ejemplo, el fracaso de algunas predicciones cuestion la validez de las encuestas de opinin. Pero, la modernizacin de la poltica ha demandado, necesariamente, el uso de todos los recursos de la tecnologa. Para ello, los medios de comunicacin en conjuncin con la poltica han producido las condiciones adecuadas para la produccin de encuestas de opinin. Estas proporcionan una informacin ms completa que los resultados electorales. Los polticos las pueden utilizar para ver lo pertinente de la accin poltica, poniendo de manifiesto las presiones sociales sobre el comportamiento de los individuos. La demoscopa o sondeos de opinin es un instrumento muy utilizado y en

    21 Cita tomada de Gmez (1982: 63).

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    forma creciente en todos los paises con sistemas polticos abiertos. Estados Unidos, con el de mayor tradicin lo usa desde la dcada del 30, en Europa tiempo despu