2 32 Leyendas de la carretera a Ciudad Victoria
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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS
LEYENDAS DE MATAMOROS
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Entrando en materia y para mayor conocimiento e inteligencia de mis lectores,
es importante explicar el significado de LA LEYENDA:
Sus orígenes son cristianos; los frailes la utilizaban para narrar la vida de
un santo o de un mártir y era leída en los servicios religiosos o durante las
sobremesas del pasado. Sin embargo, con el transcurso del tiempo la leyenda,
como concepto, tomó otro giro, pues al añadírsele motivos de mitología y al
popularizarse se convirtió en el relato folclórico de sucesos reales o fantásticos.
Por lo tanto, ahora la leyenda es una narración basada en hechos
supuestos que incluye una mezcla de elementos tradicionales y dramáticos para
hablar sobre una persona, un lugar específico o algún incidente ocurrido en un
lugar determinado, pero que son aceptados como reales por narradores y
escuchas. Lo interesante de la leyenda es que en ocasiones se da una singular
combinación de hechos reales y de ficción, cuyo punto de partida muchas
veces suele ser una anécdota o una situación históricamente verídica.
Cuando la leyenda es creada y con el tiempo se consolida en el folclor de
un pueblo, éste la adopta como suya y por eso se le considera como patrimonio
popular, pues va estrechamente vinculada a un pueblo concreto, a un país o a
una religión. Sin embargo, la leyenda también puede ser considerada como
patrimonio de la humanidad cuando narra sucesos comunes a todas o a un buen
número de culturas.
Tradicionalmente, y dentro de su estilo narrativo muy particular, la
leyenda es ubicada en un lugar específico y en una época concreta y, por lo
general, parte de hechos reales aunque estén idealizados o dramatizados. La
leyenda se diferencia de la historia propiamente dicha tanto por el énfasis de la
narración como por su propósito, que algunas veces es de tipo didáctico o
nacionalista. Asimismo, la leyenda suele versar sobre un héroe humano –
conocido como héroe cultural– o un pueblo.
Las leyendas incluidas en este libro forman parte importante de la
cultura matamorense. Se han transmitido de generación en generación, y con
frecuencia experimentan supresiones, añadidos o modificaciones, porque
contienen con mayor o menor proporción elementos imaginativos y que
generalmente quieren hacerse pasar por verdaderas o basadas en la verdad, o
ligada en todo caso a un elemento de la realidad.
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LIBRO MITOS, LEYENDAS Y MENTIRAS DE LA H. MATAMOROS
Las leyendas que hasta hoy hemos publicado se consideran como parte de
la historia de nuestra comunidad.
2.32 Leyendas de la carretera a Ciudad Victoria
Vox Populi
Quizás desde que el viaje a Ciudad Victoria se hacía a caballo, burro o carreta
halada por lentos bueyes, ya había sepulcros o cruces que hacían referencia a
quienes perdieron la vida en la travesía rumbo a la capital del Estado.
Hoy en día casi nada ha cambiado, es inevitable observar cruces, lápidas
y hasta pequeñas capillas en memoria de quienes murieron, por accidentes
automovilísticos o por motivos por demás oscuros.
Las tumbas y losas mortuorias erigidas en el lugar donde se suscitó la
tragedia y que robó violentamente vidas de personas de todas las edades, son
parte ya del árido paisaje rumbo a Victoria.
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Es imposible recorrer apenas unos kilómetros y no mirar sobre las
brechas una lápida de cemento blanco, alguna ofrenda floral y una cruz de
madera o de oxidado hierro, que sirven para recordar a quien falleció en ese
punto de la carretera.
Difícilmente habrá quien niegue haber escuchado alguna vieja historia
de un maestro, un político, o cualquiera otro, pero al fin y al cabo, cercano o
distante de alguien conocido y que murió en la carretera a Ciudad Victoria.
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Generalmente en charlas de café, los viejos con cierta malicia se
regodean con las fantasiosas historias de amigos o conocidos, que perdieron la
vida de una u otra forma en aquel tránsito a la capital de Tamaulipas, o bien
evocando tragedias que son archivo de las páginas de la nota roja en periódicos
amarillistas.
Sepulcros fríos y vacíos que se quedan solitarios, sin dolientes, pero que
sirven como referencia a los automovilistas para estar alertas, cautos para evitar
accidentes de lamentables consecuencias. Son testimonios reales de lo que
pasaría si no extreman precauciones de seguridad.
Son los difuntos de la carretera a Ciudad Victoria, ausentes de un destino
y un camino que quedó trunco, inconcluso, pero al menos algo si es totalmente
seguro, sin importar a donde vayan esos caminos, llegarán a las poblaciones de
la región y ese trayecto si lo cumplirán aun después de no estar físicamente
entre nosotros.
Moraleja: “Al fin que para morir nacimos”
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IN OMNIBUS VERITAS
El libro está disponible para su consulta en la biblioteca pública municipal Prof. Juan B.
Tijerina y en la del Parque Olímpico.
Se puede adquirir en las librerías Nilo, Proceso y en el Museo Casamata.
Correos electrónicos
Tel. Cel. 8681206978.
Facebook: Manuel Humberto González Ramos
Vera Historia de la H. Matamoros, Tam
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