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Domingo 23 de junio 2019 NO HABLES MAL DE TUS HERMANOS PASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ SANTIAGO 4:11–12 RESUMEN DEL SERMÓN Santiago 4:11-12 no solo nos dice “no hables mal”, sino que nos dice “no lo hagas porque hay un juez que puede salvarte o condenarte”. De esta manera este pasaje apunta a Jesucristo. I. EL MANDATO DE NO HABLAR MAL DE NUESTROS HERMANOS Santiago 4:11: “Hermanos, no habléis mal los unos de los otros”. En el capítulo 4 se llama a los no creyentes al arrepentimiento. Ahora, en este versículo, se dirige a los hermanos para mostrar lo inmaduros que eran. En sus pleitos y conflictos internos, ellos se valían de la difamación y la murmuración para que otros fueran afectados dentro de la comunidad. Por esto, el mandato es claro y directo “no hablen mal unos de otros”. “Hablar mal” se refiere a difamar, calumniar, murmurar con una actitud de menosprecio. No se refiere a decir mentiras de alguien, sino a revelar las verdades secretas de otras personas con una mala intención, para afectar la opinión pública acerca de ellos. La Biblia establece la buena reputación como un bien del hombre. Dice Proverbios 22:1a: “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas”. Por esto, al que habla mal de otros para destruir su reputación se le llama murmurador o chismoso, como lo dice Proverbios 20:19: “El que anda murmurando revela secretos, por tanto no te asocies con el chismoso”. Santiago está condenando la actitud de aquellos que revelaban verdaderos pecados o errores de otros para obtener algún beneficio del menosprecio que los demás harían de la persona difamada. Hermanos, esto es diabólico y es condenado en toda la Biblia. Muy probablemente Santiago, al escribir esta porción, está aludiendo a Levítico 19:16: "No andarás de calumniador entre tu pueblo; no harás nada contra la vida de tu prójimo; yo soy el SEÑOR”. - En primer lugar, vemos que una característica del hombre santo es no hablar mal del otro, ni descubrir sus secretos; mientras que una característica del impío es murmurar de los demás. En Mateo 15:19 Jesús muestra que la fuente de este pecado es tener un corazón malo. - En segundo lugar, vemos el poder destructivo que tiene la murmuración contra la reputación de otro. En Levítico 19 la murmuración es definida como asesinato. Es lo mismo que dijo Jesús en Mateo 5:21 en donde compara el llamar “tonto” públicamente a un hermano con cometer asesinato. El hablar mal del otro, aunque sea verdad lo que digas, es asesinar su reputación y bienestar social. Dice Proverbios 17:9: “El que cubre una falta busca afecto, pero el que repite el asunto separa a los mejores amigos”. II. LA NATURALEZA DEL PECADO DE HABLAR MAL DE LOS HERMANOS Santiago 4:11-12: “Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella”. Santiago ahora establece que la razón por la que murmuras de otros es porque en el fondo te crees mejor que ellos, te vuelves juez de tus hermanos y de la ley. La función de un juez no es salvar, es condenar. Un juez no es el hermano que busca cuidar, ni el padre que busca salvar, es aquel cuyo trabajo es encontrar el delito y hacerlo pagar. La base de su trabajo no es el amor, es la justicia. Por eso, cuando Levítico 19:16s dice: "No andarás de calumniador entre tu pueblo...”, la base es Levítico 19:18b: “...Sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR”. Cuando tú calumnias, la base de tus palabras no es el amor, sino la condenación. Te haz vuelto un juez y no actúas como hermano. Esta es la demanda de Dios a los cristianos: no juzgues a tu hermano, no lo condenes, no eres juez de él sino su hermano. Una aclaración importante: ni Santiago ni la Biblia condenan aquí la disciplina eclesiástica. Jesús es el que nos manda a que si alguien no se arrepiente cuando es reprendido en privado, entonces su pecado debe ser expuesto en público a la iglesia. Estamos llamados a identificar a los falsos maestros y echarlos. Lo que Santiago enseña es qué hablar acerca de los pecados o errores de otro con un propósito oculto, como para que se vea mal, es diabólico. Intentar quitar la paja del ojo del hermano sin ver la viga en el nuestro, es hipocresía. Pero la advertencia va mas allá. Santiago dice que cuando murmuras te vuelves juez de tu hermano, pero al hacerlo, también juzgas a la ley de Dios, pues la Palabra te dice que “no murmures contra tu prójimo”. Al desobedecer el mandamiento de no murmurar pasas por encima de la ley de Dios, y al hacerlo estás diciendo que Dios se ha equivocado en cómo estableció esa ley. © 2019 Iglesia Gracia sobre Gracia. Todos los Derechos Reservados

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Domingo 23 de junio 2019

NO HABLES MALDE TUS HERMANOS

PASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ

SANTIAGO 4:11–12

RESUMEN DEL SERMÓN

Santiago 4:11-12 no solo nos dice “no hables mal”, sino que nos dice “no lo hagas porque hay un juez que puede salvarte o condenarte”. De esta manera este pasaje apunta a Jesucristo.

I. EL MANDATO DE NO HABLAR MAL DE NUESTROS HERMANOSSantiago 4:11: “Hermanos, no habléis mal los unos de los otros”.

En el capítulo 4 se llama a los no creyentes al arrepentimiento. Ahora, en este versículo, se dirige a los hermanos para mostrar lo inmaduros que eran. En sus pleitos y conflictos internos, ellos se valían de la difamación y la murmuración para que otros fueran afectados dentro de la comunidad. Por esto, el mandato es claro y directo “no hablen mal unos de otros”.

“Hablar mal” se refiere a difamar, calumniar, murmurar con una actitud de menosprecio. No se refiere a decir mentiras de alguien, sino a revelar las verdades secretas de otras personas con una mala intención, para afectar la opinión pública acerca de ellos.

La Biblia establece la buena reputación como un bien del hombre. Dice Proverbios 22:1a: “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas”. Por esto, al que habla mal de otros para destruir su reputación se le llama murmurador o chismoso, como lo dice Proverbios 20:19: “El que anda murmurando revela secretos, por tanto no te asocies con el chismoso”.

Santiago está condenando la actitud de aquellos que revelaban verdaderos pecados o errores de otros para obtener algún beneficio del menosprecio que los demás harían de la persona difamada. Hermanos, esto es diabólico y es condenado en toda la Biblia. Muy probablemente Santiago, al escribir esta porción, está aludiendo a Levítico 19:16: "No andarás de calumniador entre tu pueblo; no harás nada contra la vida de tu prójimo; yo soy el SEÑOR”.- En primer lugar, vemos que una característica del

hombre santo es no hablar mal del otro, ni descubrir sus secretos; mientras que una característica del impío es murmurar de los demás. En Mateo 15:19 Jesús muestra que la fuente de este pecado es tener un corazón malo.

- En segundo lugar, vemos el poder destructivo que tiene la murmuración contra la reputación de otro. En Levítico 19 la murmuración es definida como asesinato. Es lo

mismo que dijo Jesús en Mateo 5:21 en donde compara el llamar “tonto” públicamente a un hermano con cometer asesinato.

El hablar mal del otro, aunque sea verdad lo que digas, es asesinar su reputación y bienestar social. Dice Proverbios 17:9: “El que cubre una falta busca afecto, pero el que repite el asunto separa a los mejores amigos”.

II. LA NATURALEZA DEL PECADO DE HABLAR MAL DE LOS HERMANOSSantiago 4:11-12: “Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella”.

Santiago ahora establece que la razón por la que murmuras de otros es porque en el fondo te crees mejor que ellos, te vuelves juez de tus hermanos y de la ley. La función de un juez no es salvar, es condenar. Un juez no es el hermano que busca cuidar, ni el padre que busca salvar, es aquel cuyo trabajo es encontrar el delito y hacerlo pagar. La base de su trabajo no es el amor, es la justicia.

Por eso, cuando Levítico 19:16s dice: "No andarás de calumniador entre tu pueblo...”, la base es Levítico 19:18b: “...Sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR”. Cuando tú calumnias, la base de tus palabras no es el amor, sino la condenación. Te haz vuelto un juez y no actúas como hermano. Esta es la demanda de Dios a los cristianos: no juzgues a tu hermano, no lo condenes, no eres juez de él sino su hermano.

Una aclaración importante: ni Santiago ni la Biblia condenan aquí la disciplina eclesiástica. Jesús es el que nos manda a que si alguien no se arrepiente cuando es reprendido en privado, entonces su pecado debe ser expuesto en público a la iglesia. Estamos llamados a identificar a los falsos maestros y echarlos. Lo que Santiago enseña es qué hablar acerca de los pecados o errores de otro con un propósito oculto, como para que se vea mal, es diabólico. Intentar quitar la paja del ojo del hermano sin ver la viga en el nuestro, es hipocresía.

Pero la advertencia va mas allá. Santiago dice que cuando murmuras te vuelves juez de tu hermano, pero al hacerlo, también juzgas a la ley de Dios, pues la Palabra te dice que “no murmures contra tu prójimo”. Al desobedecer el mandamiento de no murmurar pasas por encima de la ley de Dios, y al hacerlo estás diciendo que Dios se ha equivocado en cómo estableció esa ley.

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¿Cómo saber si lo que dices acerca de otros es murmuración? Si uno de los motivos de hablar de esa persona es que sea condenado de alguna manera por los que te escuchan, entonces es murmuración. Recuerda: tus hermanos no son menos que tú, no son tus esclavos o mascotas, son tus hermanos, ¡ámalos!

III. LA VERDAD QUE TE LIBERA DE HABLAR MAL DE OTROS Santiago 4:12: “Sólo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?”

El problema de hablar mal de otros está en el corazón. Ya sea que murmures o calumnies, la raíz es la concepción equivocada que tienes de Dios y de ti mismo. Santigo les recuerda que solo hay uno solo Legislador y Juez, luego les reprende preguntando ¿quién te crees que eres, tú que juzgas? Esto refleja que sus oyentes tenían invertida su concepción de Dios y de sí mismos. Igual hoy.

La base de todos los pecados es usurpar el lugar de Dios. Cuando Satanás pecó dijo según Isaías14:13–14 “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”.

Es igual contigo hoy. Analiza la tendencia de tu carne cada día: cuestionar la Biblia, los mandamientos, la forma en que Dios quiere que tu vivas. Tu deseo cada día es oponerse a esa ley divina, a esas formas de vivir y hacer las cosas. Cuestionas, revisas, quitas, pones y decides según quieres. Así tú ya no eres siervo de Dios, sino que te haces a ti mismo dios queriendo que Dios sea tu siervo.

Por tanto la solución que presenta Santiago a este pecado destructivo es que cada uno se vea realmente a la luz del evangelio de Jesucristo. Santiago predica que solo Dios es Juez y Legislador, por tanto hay que temerle pues así como puede salvar puede condenar. (Leer Mateo 18:11 y Lucas 9:56). Por eso Romanos 1:16 dice que ese evangelio de Jesucristo es poder de Dios para salvación, para todo el que cree en él.

Sin embargo, resulta que Jesús Dios salvador, también será el Juez que condenará a quienes no crean en él como el que murió por sus pecados. (Leer Mateo 10:28; Juan 5:22, 27 y 29)

Tu eres pecador, no Juez ni Legislador de tu propia vida. Por tanto tema a Jesucristo, porque si bien es Salvador, también es el Juez ante cuyo rostro tus palabras están todo el día. Por tanto, no murmures, calumnies a tu hermano, porque de toda palabra ociosas darás cuenta a Él.

IDEA CENTRAL DEL SERMÓN

Debes dejar de hablar mal de tus hermanos. Si no puedes es porque no has recibido o no entiendes el evangelio porque el evangelio nos enseña que todo lo que hablamos lo decimos siempre ante el rostro de Dios.

IMPLICACIONES 1. ¿De qué formas tu has hablado o estás hablando mal de

otro? ¿De qué maneras estás “asesinando” la reputación y bienestar social de tus hermanos por medio de la murmuración? ¿Cómo en tu uso de las diferentes redes sociales estás pecando de esta manera? ¿Cómo en tu vida diaria en la oficina, en tu hogar e iglesia estás difamando, murmurando y calumniando?

2. Cuando hables de tu cónyuge con tus hijos; cuando te reúnas para hablar de tus pastores, líderes o iglesia; o hables de tus hijos o tus padres, pregúntate: ¿es para ayudarlos o para derribarlos ante los demás? ¿Es para aumentar su reputación o para disminuirla? ¿Es para que se acerquen a él y lo restauren o para que se alejen de él y lo ignoren? ¿Mis palabras están llenas de amargura o de amor? ¿Quiero justicia o restauración? ¿Quiero que los condenen o que los perdonen?

3. ¿Has pensado que eres mejor que los demás o estás en un nivel moral mayor que otros cuando hablas mal de ellos? ¿Te sientes juez de los demás cuando hablas mal de ellos? ¿Buscas aplicar tu propia justicia al hacerlo?

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓNSantiago 4:11-12; Proverbios 22:1; 20:19; Levítico 19:16; Proverbios 17:9; Levítico 19:18b; Isaías 14:13-14; Mateo 18:11; Lucas 9:56; Mateo 10:28; Juan 5:22, 27, 29.

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RESUMEN DEL SERMÓN

Santiago 4:11-12 no solo nos dice “no hables mal”, sino que nos dice “no lo hagas porque hay un juez que puede salvarte o condenarte”. De esta manera este pasaje apunta a Jesucristo.

I. EL MANDATO DE NO HABLAR MAL DE NUESTROS HERMANOSSantiago 4:11: “Hermanos, no habléis mal los unos de los otros”.

En el capítulo 4 se llama a los no creyentes al arrepentimiento. Ahora, en este versículo, se dirige a los hermanos para mostrar lo inmaduros que eran. En sus pleitos y conflictos internos, ellos se valían de la difamación y la murmuración para que otros fueran afectados dentro de la comunidad. Por esto, el mandato es claro y directo “no hablen mal unos de otros”.

“Hablar mal” se refiere a difamar, calumniar, murmurar con una actitud de menosprecio. No se refiere a decir mentiras de alguien, sino a revelar las verdades secretas de otras personas con una mala intención, para afectar la opinión pública acerca de ellos.

La Biblia establece la buena reputación como un bien del hombre. Dice Proverbios 22:1a: “Más vale el buen nombre que las muchas riquezas”. Por esto, al que habla mal de otros para destruir su reputación se le llama murmurador o chismoso, como lo dice Proverbios 20:19: “El que anda murmurando revela secretos, por tanto no te asocies con el chismoso”.

Santiago está condenando la actitud de aquellos que revelaban verdaderos pecados o errores de otros para obtener algún beneficio del menosprecio que los demás harían de la persona difamada. Hermanos, esto es diabólico y es condenado en toda la Biblia. Muy probablemente Santiago, al escribir esta porción, está aludiendo a Levítico 19:16: "No andarás de calumniador entre tu pueblo; no harás nada contra la vida de tu prójimo; yo soy el SEÑOR”.- En primer lugar, vemos que una característica del

hombre santo es no hablar mal del otro, ni descubrir sus secretos; mientras que una característica del impío es murmurar de los demás. En Mateo 15:19 Jesús muestra que la fuente de este pecado es tener un corazón malo.

- En segundo lugar, vemos el poder destructivo que tiene la murmuración contra la reputación de otro. En Levítico 19 la murmuración es definida como asesinato. Es lo

mismo que dijo Jesús en Mateo 5:21 en donde compara el llamar “tonto” públicamente a un hermano con cometer asesinato.

El hablar mal del otro, aunque sea verdad lo que digas, es asesinar su reputación y bienestar social. Dice Proverbios 17:9: “El que cubre una falta busca afecto, pero el que repite el asunto separa a los mejores amigos”.

II. LA NATURALEZA DEL PECADO DE HABLAR MAL DE LOS HERMANOSSantiago 4:11-12: “Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella”.

Santiago ahora establece que la razón por la que murmuras de otros es porque en el fondo te crees mejor que ellos, te vuelves juez de tus hermanos y de la ley. La función de un juez no es salvar, es condenar. Un juez no es el hermano que busca cuidar, ni el padre que busca salvar, es aquel cuyo trabajo es encontrar el delito y hacerlo pagar. La base de su trabajo no es el amor, es la justicia.

Por eso, cuando Levítico 19:16s dice: "No andarás de calumniador entre tu pueblo...”, la base es Levítico 19:18b: “...Sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR”. Cuando tú calumnias, la base de tus palabras no es el amor, sino la condenación. Te haz vuelto un juez y no actúas como hermano. Esta es la demanda de Dios a los cristianos: no juzgues a tu hermano, no lo condenes, no eres juez de él sino su hermano.

Una aclaración importante: ni Santiago ni la Biblia condenan aquí la disciplina eclesiástica. Jesús es el que nos manda a que si alguien no se arrepiente cuando es reprendido en privado, entonces su pecado debe ser expuesto en público a la iglesia. Estamos llamados a identificar a los falsos maestros y echarlos. Lo que Santiago enseña es qué hablar acerca de los pecados o errores de otro con un propósito oculto, como para que se vea mal, es diabólico. Intentar quitar la paja del ojo del hermano sin ver la viga en el nuestro, es hipocresía.

Pero la advertencia va mas allá. Santiago dice que cuando murmuras te vuelves juez de tu hermano, pero al hacerlo, también juzgas a la ley de Dios, pues la Palabra te dice que “no murmures contra tu prójimo”. Al desobedecer el mandamiento de no murmurar pasas por encima de la ley de Dios, y al hacerlo estás diciendo que Dios se ha equivocado en cómo estableció esa ley.

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NO HABLES MAL MAL DE TUS HERMANOS

¿Cómo saber si lo que dices acerca de otros es murmuración? Si uno de los motivos de hablar de esa persona es que sea condenado de alguna manera por los que te escuchan, entonces es murmuración. Recuerda: tus hermanos no son menos que tú, no son tus esclavos o mascotas, son tus hermanos, ¡ámalos!

III. LA VERDAD QUE TE LIBERA DE HABLAR MAL DE OTROS Santiago 4:12: “Sólo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?”

El problema de hablar mal de otros está en el corazón. Ya sea que murmures o calumnies, la raíz es la concepción equivocada que tienes de Dios y de ti mismo. Santigo les recuerda que solo hay uno solo Legislador y Juez, luego les reprende preguntando ¿quién te crees que eres, tú que juzgas? Esto refleja que sus oyentes tenían invertida su concepción de Dios y de sí mismos. Igual hoy.

La base de todos los pecados es usurpar el lugar de Dios. Cuando Satanás pecó dijo según Isaías14:13–14 “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”.

Es igual contigo hoy. Analiza la tendencia de tu carne cada día: cuestionar la Biblia, los mandamientos, la forma en que Dios quiere que tu vivas. Tu deseo cada día es oponerse a esa ley divina, a esas formas de vivir y hacer las cosas. Cuestionas, revisas, quitas, pones y decides según quieres. Así tú ya no eres siervo de Dios, sino que te haces a ti mismo dios queriendo que Dios sea tu siervo.

Por tanto la solución que presenta Santiago a este pecado destructivo es que cada uno se vea realmente a la luz del evangelio de Jesucristo. Santiago predica que solo Dios es Juez y Legislador, por tanto hay que temerle pues así como puede salvar puede condenar. (Leer Mateo 18:11 y Lucas 9:56). Por eso Romanos 1:16 dice que ese evangelio de Jesucristo es poder de Dios para salvación, para todo el que cree en él.

Sin embargo, resulta que Jesús Dios salvador, también será el Juez que condenará a quienes no crean en él como el que murió por sus pecados. (Leer Mateo 10:28; Juan 5:22, 27 y 29)

Tu eres pecador, no Juez ni Legislador de tu propia vida. Por tanto tema a Jesucristo, porque si bien es Salvador, también es el Juez ante cuyo rostro tus palabras están todo el día. Por tanto, no murmures, calumnies a tu hermano, porque de toda palabra ociosas darás cuenta a Él.

IDEA CENTRAL DEL SERMÓN

Debes dejar de hablar mal de tus hermanos. Si no puedes es porque no has recibido o no entiendes el evangelio porque el evangelio nos enseña que todo lo que hablamos lo decimos siempre ante el rostro de Dios.

IMPLICACIONES 1. ¿De qué formas tu has hablado o estás hablando mal de

otro? ¿De qué maneras estás “asesinando” la reputación y bienestar social de tus hermanos por medio de la murmuración? ¿Cómo en tu uso de las diferentes redes sociales estás pecando de esta manera? ¿Cómo en tu vida diaria en la oficina, en tu hogar e iglesia estás difamando, murmurando y calumniando?

2. Cuando hables de tu cónyuge con tus hijos; cuando te reúnas para hablar de tus pastores, líderes o iglesia; o hables de tus hijos o tus padres, pregúntate: ¿es para ayudarlos o para derribarlos ante los demás? ¿Es para aumentar su reputación o para disminuirla? ¿Es para que se acerquen a él y lo restauren o para que se alejen de él y lo ignoren? ¿Mis palabras están llenas de amargura o de amor? ¿Quiero justicia o restauración? ¿Quiero que los condenen o que los perdonen?

3. ¿Has pensado que eres mejor que los demás o estás en un nivel moral mayor que otros cuando hablas mal de ellos? ¿Te sientes juez de los demás cuando hablas mal de ellos? ¿Buscas aplicar tu propia justicia al hacerlo?

PASAJES CITADOS EN EL SERMÓNSantiago 4:11-12; Proverbios 22:1; 20:19; Levítico 19:16; Proverbios 17:9; Levítico 19:18b; Isaías 14:13-14; Mateo 18:11; Lucas 9:56; Mateo 10:28; Juan 5:22, 27, 29.