[25] de historia y teoría NUMEROS...
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documentos de historia y teoría
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Myrian Díaz | Beatriz García | Natalia Gutiérrez | Jorge Ramírez | Juan Luís Rodríguez | Carlos Rueda Presentación Natalia Gutiérrez. Bogotá pedaleable, Juan Luis Rodríguez. Vigencia de la ciudad de Jane Jacobs. Beatriz García Moreno.
Pasear por la calle con la señora Jacobs: Un recorrido por la Calle 26. Jorge Ramírez Nieto. El Parque Tercer Milenio en el borde de
la vida y la muerte. Myriam Stella Díaz Osorio. Vida después de la muerte de las grandes ciudades norteamericanas; encuentros y
desencuentros de Lewis Mumford con Jane Jacobs.
La ciudad es un problema que requiere
múltiples miradas, y el programa de la Maestría
en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura de
la Universidad Nacional, siempre se muestra
vigilante a sus desafíos y dinámicas. Además,
porque su pensum contempla la posibilidad
de llevar a cabo seminarios con profesores y
estudiantes de diferentes disciplinas que se
reúnen, como en este caso, para releer textos
clásicos a la luz de los problemas del presente.
Textos 26 está dedicado a recoger los escritos
de los participantes en un seminario llamado
Leyendo a Jane Jacobs, realizado en el 2014.
Este seminario partió de la idea de resaltar la
segunda edición en español del libro Muerte
y vida de las grandes ciudades americanas de
Jane Jacobs. El libro fue publicado por primera
vez en inglés en 1961, por primera vez en
español en 1967, y treinta y siete años después,
de nuevo se publica en español. Esta última
edición despertó nuevamente la curiosidad
por el texto y ameritó su relectura, sobre
todo por el reto de recorrer y de pensar una
ciudad desidealizada y poblada de relaciones
intersubjetivas. Cinco artículos se presentan
en esta edición, que tienen en común la idea
de convertir el libro en “un aparato para ver y
pensar” a Bogotá, en medio de encuentros y
desencuentros entre urbanistas. Se publica con
el ánimo de que los lectores abracen la idea de
unir esfuerzos para pensar la ciudad.
NUMEROS ANTERIORES
20 Doctorado en Arte y Arquitectura: ideas en
decantación. Arquitectura /Ciudad Ana Patricia
Montoya Pino, Carlos Bell Lemus, Óscar Salamanca
Ramírez,Juan Pablo Aschner Rosselli 21 Doctorado
en Arte y Arquitectura: ideas en decantación. Arte
Natalia Gutiérrez Echeverri, María Soledad García
Maidana, Miguel Huertas Sánchez, Andrés Octavio
Torres Guerrero 22 Modernidades divergentes. III
Seminario Internacional Eugenio Barney Cabrera,
Ivonne Pini, Diana Beatriz Wechsler, Miladys M.
Álvarez, Luisa Fernanda Ordónez Ortegon, Sylvia
Juliana Suárez Segura, María Clara Cortes Polanía,
Camilo Sarmiento Jaramillo, Alejandro Garay
Celeita, William Alfonso López Rosas, Susana Pliego
Quijano, Pilar García de Germenos, Halim Badawi 23
Teoría(s) y Crítica(s) Ricardo Arcos-Palma, Beatriz
García Moreno, Juan Luis Rodriguez Gómez, Claudia
Ariza Zuluaga, Rodrigo Eduardo Armenta Pérez,
Luis Orlando Espinosa Ramírez, William Alexander
Gómez Sanabria (+), Javier Guillermo Merchán
Basabe, Jorge Mauricio Prada Jurado, Zulma
Patricia Sánchez Beltrán 24 Crítica, arquitectura y
ciudad Silvia Arango, Beatriz García Moreno, Aurelio
Horta, William García Ramírez, Andrés Colorado,
David Justinien Gómez, Carlos Orlando Fino, Jorge
Hernández, Jairo Valenzuela, Alonso Gutiérrez
Aristizabal, Carolina Salazar Marulanda, Diana
Carolina Romero Acuña, Laura Rubio León, Felipe
Andrés Muñoz Cárdenas, María Teresa Díaz Zuluaga,
Andrés Albarracín Salamanca, Mauricio Pérez, Yani
Herreman 25 Doctorado En Arte Y Arquitectura:
Exámenes De Calificación Luis Carlos Colón,
Angélica Chica Segovia, Sandra Reina Mendoza,
Monika Therrien, Iván Correa Herrán, Juan José
Lozano Arango, Rafael Francesconi Latorre, Tania
Maya Sierra, Francisco Montaña Ibáñez.
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FACULTAD DE ARTES
MaestRía eN HistoRia y teoRía DeL aRte y La aRquiteCtuRa: seMiNaRio "LeyeNDo a JaNe JaCoBs"
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documentos de historia y teoría
FACULTAD DE ARTESmaestría en historia y teoría del arte,
la arquitectura y la ciudad
Myriam Díaz | Beatriz García | Natalia Gutiérrez | Jorge Ramírez | Juan Luis
Rodríguez | Carlos Rueda
Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad - Doctorado
en Arte y Arquitectura - Facultad de Artes - Universidad Nacional de
Colombia, sede Bogotá.
Maestría en Historia y teoría del arte y la arquitectura: seMinario "leyendo a Jane Jacobs"
Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura: Seminario “Leyendo a Jane Jacobs” / Aurelio Horta (Ed.)[et al.]. – Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Artes, 2015106 p. – (Documentos de historia y teoría. Textos; 26)
ISBN: 978-958-775-688-3ISBN ebook: 978-958-775-689-0
1. Jane Jacobs 2. Ciudad 3. Urbanismo 4. Lewis Mumford 5. Espacio público.
Universidad Nacional de Colombia Facultad de Artes. Sede Bogotá
Textos 26Publicación de los programas de la Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad y del Doctorado en Arte y Arquitectura
Universidad Nacional de ColombiaSede BogotáFacultad de Artes
Ignacio Mantilla PradaRector
Diego Hernández LozadaVicerrector Sede Bogotá
Carlos Naranjo QuicenoDecano
David Lozano MorenoVicedecano Académico
Alberto Amaya CalderónVicedecano de Investigación y Extensión
Silvia Arango CardinalCordinadora Académica Doctorado en Arte y Arquitectura
Aurelio Horta MesaCoordinador Académico Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad
Aurelio Horta MesaEditor
Silvia Arango CardinalLuis Carlos Colón LLamasNatalia Guitiérrez EcheverryComité asesor de la Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad
Germán Mejía GodoyJoanita Barbosa GómezComité de arbitraje
Clara Forero MurilloDirectora Centro de Divulgación y Medios
Ángela Lizcano CristanchoCorrección de estilo
Marisol del Rosario Vallejo QuinteroDiagramación y diseño de carátula
Imagen de portadaPlaza San Victorino Bogotá. A partir de la Fotografía de Alexander Vallejo, 2010.
© Universidad Nacional de ColombiaImpresión: Editorial Kimpres S.A.S. Bogotá, Colombia. 2016 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia Seminario Leyendo a Jane Jacobs (2014 : Bogotá)
Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura : Seminario “Leyendo a Jane Jacobs” / Aurelio Horta Mesa, editor. -- Primera edición. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Artes. Maestría en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad, 2015.
106 páginas : ilustraciones, fotografías, planos. -- (Documentos de historia y teoría. Textos ; 26)
Incluye referencias bibliográficas ISBN 978-958-775-688-3 (rústico). -- ISBN 978-958-775-689-0 (e-book).
1. Jacobs, Jane, 1916-2006 -- Crítica e interpretación 2. Mumford, Lewis, 1895-1990 -- Crítica e interpretación 3. Urbanismo -- Bogotá -- Congresos, conferencias, etc. 4. Sociología urbana 5. Desarrollo urbano 6. Espacio público 7. Ciudades y pueblos -- Aspectos sociológicos 8. Vida urbana I. Horta Mesa, Aurelio Alberto, 1946-, editor II. Título III. Serie
CDD-21 711.40986148 / 2016
Presentación Natalia Gutiérrez 5 Bogotá pedaleable Juan Luis Rodríguez 19 Vigencia de la ciudad de Jane Jacobs Beatriz García
37 Pasear por la calle con la señora Jacobs: Un recorrido por la Calle 26 Jorge Ramírez 53 El Parque Tercer Milenio en el borde
de la vida y la muerte Myriam Stella Díaz 63 Vida después de la muerte de las grandes ciudades norteamericanas; encuentros y
desencuentros de Lewis Mumford con Jane Jacobs Carlos Iván Rueda 89
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5 Leyendo a Jane Jacobs
Para empezar esta presentación, quisiera proponer una definición de
teoría como un ensamblaje de conceptos para ver y describir un objeto de
estudio. Es una definición que usa la metáfora de la cámara de fotografía
como herramienta del conocimiento, heredada del siglo xix, donde el
observador está separado de su objeto por un lente que le permite colarse en
esas “otras cosas” diferentes a él, que ciertamente son de su interés, pero sin
contaminarse demasiado.
Sin embargo, me parece que la teoría necesita complejizar esa idea del
“ensamblaje para ver” y localizarse también al otro lado de la cámara, del lado
de la experiencia. Localizarse como habitante de una ciudad, por ejemplo,
incluso como peatón, o más específicamente como peatón en Bogotá; un
superhéroe. Un peatón con cámara de fotografía, si se quiere, pero además,
un peatón que abre la ciudad como un texto. Lo que quiero decir es que el
investigador se convertiría en un peatón que observa, habita por momentos
pero también consulta archivos históricos y culturales, pregunta, compara
y reflexiona sobre los efectos actuales o posibles de ese objeto de estudio;
Presentación Natalia Gutiérrez
Presentación / Natalia Gutiérrez
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sus efectos en otros. La ciudad como texto es la ciudad de la crónica, de los
espacios finitos —espacios en los que nos podemos tropezar— y de convivir
con la alteridad1. La teoría entonces se sale del monasterio y del “cuarto
oscuro” y se instala en la urgencia de conversar y compartir las reflexiones
con planificadores (ojalá), con los encargados de las políticas públicas (para
no decir políticos), y con estudiantes, familiares o vecinos. La metáfora de
la teoría como un aparato de visión cedería a la teoría como una mesa de
conversaciones.
Y quisiera proponer también una teoría en dos instancias: la primera,
como relectura y resignificación de textos clásicos, y la segunda, como una
teoría en diálogo con los problemas del presente. La relectura y resignificación
de los textos clásicos es un motivo para recordar a Calvino cuando reconoce
a un texto clásico por su efecto de resonancia. Recuerda como clásicos a los
libros que ejercieron una influencia particular en su momento o también a
los libros incómodos que quedaron a medio leer, relegados en la biblioteca,
pero que nunca se botaron a la caneca y por eso a veces “saltan”, se abren, se
releen y se citan. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene
que decir. “Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la
actualidad más incompatible se impone” (Calvino, 1995, pp. 13-20).
La teoría como relectura y resignificación entonces, implicaría volver
a pasar por lo leído, como una reanimación imaginaria de un archivo, para
volver a encontrar —o no— la sorpresa, la “iridación” de la primera vez, pero
sobre todo porque se cree que en “eso leído” hay algo que el presente necesita.
Una lectura que implicaría reflexionar sobre una forma de leer, y este no es el
espacio, pero hay que decir que releer a los clásicos no es una acción que se
emprendería para encontrar sus deficiencias y debilidades, que es un acto
donde la academia en el pasado (espero), sentía verdadero gozo. Releer a los
clásicos se justifica si se retoma de ellos lo que ayude a ver y a leer problemas
del presente, que son muchos y complejos. Ya no es suficiente entender los
asuntos de una sociedad a partir de grandes generalizaciones, porque las
particularidades de un problema, las excepciones, interpelan a cada momento
la reflexión teórica y cobran vida propia. La lectura de un clásico, a mi modo de
ver, es una lectura pragmática del texto, que se asume en su función dinámica:
la de la revisión de las minucias de su efecto.
1 Carlos Monsiváis en La ciudad como texto describe el desasosiego del urbanista contemporáneo, mexicano en su caso, que deambula en un mundo “poco asible, errabundo y confuso”, pero que “leyendo” la ciudad y “escribiéndola” va encontrando ciudades posibles si entrena su mirada de otra manera. En fin, la ciudad ofrece un sinnúmero de posibilidades para el que quiera verlas (Salazar, 2006).
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En la doble vía de reabrir lo “ya dicho” para enfocar los problemas
del presente, se instala este seminario de la Maestría de Teoría e Historia
del Arte y la Arquitectura llamado Leyendo a Jane Jacobs. La idea surgió
porque al pasar por una librería vi exhibido el libro Muerte y vida de las
grandes ciudades, escrito por ella. Se trataba de la segunda edición en
español, del 2011, cuarenta y cuatro años después de la primera edición en
español. Durante todo ese tiempo fue imposible conseguir el libro. En las
bibliotecas públicas y universitarias se podía consultar, deteriorado, pero
lleno de marcas tímidas, signos de admiración, tachones y algunos pedazos
subrayados. Definitivamente, Muerte y vida de las grandes ciudades era un
libro clásico para mí: un libro que no terminó de decir lo que tenía que decir,
porque yo nunca terminé de entenderlo; entre otras razones porque no
tenía las preguntas sobre Bogotá que tengo ahora.
En una de las entrevistas a la autora nos enteramos de que nació en
Scranton, Pensilvania, en 1916 (murió recientemente en Toronto, en 2006),
y nos enteramos también de muchos detalles de su vida. Por ejemplo,
que viajó por primera vez a Nueva York como turista en 1928, y luego en
1934, para quedarse definitivamente. Desde mediados de los treinta
habitó diversas zonas de la ciudad que ella en la entrevista recuerda, y
hace evidente la plasticidad de los espacios urbanos configurados por la
depresión económica y también por las efectivas y aparentes bonanzas.
Y ese sí que es un aporte del libro de Jane Jacobs: observar los espacios
urbanos sometidos a la renta del suelo. La entrevista revela su distancia
con cualquier tipo de escolaridad, sus trabajos como secretaria y
paralelamente como escritora de artículos cortos, Impresiones de Nueva
York, que fueron publicadas en la revista Vogue. A partir de 1952 hizo parte
del equipo de Architectural Forum, un lugar privilegiado para observar
la renovación urbana de la posguerra, tal como nos dice el entrevistador
(Kunstler, 2001). Jane Jacobs escribió el libro que nos ocupa entre 1958 y
1960, y fue publicado en inglés por primera vez en 1961 como The Death
and Life of Great American Cities.
La primera edición en español fue en 1967, editado en Madrid por
Península, y tiene un título curioso: Muerte y vida de las grandes ciudades.
Resulta curioso porque se eliminó parte del título, “ciudades americanas”.
Esta decisión editorial parece derivada del contexto universitario de
principios de los setenta —por lo menos el de Colombia—, en el cual todo
lo “americano” era sospechoso. La segunda edición en español conserva
el mismo traductor, pero sobre todo el mismo título. Y tal vez no sea un
título muy ortodoxo, pero pensándolo mejor podría responder a una razón
Presentación / Natalia Gutiérrez
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contextual, y es que “american cities” en inglés se entiende como ciudades
norteamericanas, y “american cities” en español se entiende como ciudades
americanas, lo que abriría la expectativa del lector a “la vida y la muerte” de
Medellín, el D.F. o Chan Chan.
Así las cosas, en español el libro “se traduciría”, añadiéndole un guiño,
como Muerte y vida de las grandes ciudades “norteamericanas”. Y habría
que explicar en alguna parte que se refiere específicamente a Nueva York,
a algunas zonas de Nueva York, con pocos ejemplos de otras ciudades.
Aunque esta edición del libro sí lo hace: después de pasar por todas las
introducciones posibles y ya para comenzar su lectura, se llega a un título
muy elegante: “Muerte y vida de las grandes ciudades, Jane Jacobs, a la
ciudad de Nueva York”.
Yo lo leí en los lejanos setenta y de esa primera lectura recuerdo
una ciudad con gente, con niños jugando en la calle y mamás arrastrando
carritos de bebés por las aceras. Una ciudad llena de miradas, de
almacenes de todo tipo y de vecinos. Una ciudad que se resistía a ser
definida a partir de categorías abstractas, tan comunes en los setenta,
tales como un lugar geográfico donde se instala la súper-estructura
político administrativa de una sociedad; un espacio con un alto grado de
complejidad y de concentración, que va cambiando los valores campesinos
por otros definidos como urbanos (Castells, 1974).
Por el contrario, el punto de vista de este libro era descriptivo y
etnográfico. La autora se fijaba por ejemplo en un peatón, y lo hacía
consciente de lo que podía experimentar si caminaba por una calle larga
o corta, y las implicaciones de caminar por una calle larga, animada por
ventanas y por puertas abiertas, o caminar por una calle larga, sin ventanas
y sin puertas. En esa primera lectura uno sentía cómo el peatón de esa
calle larga —sin ventanas y sin puertas— quedaba “arrojado al mundo” de
la soledad, caminando durante minutos interminables al lado de un muro,
que se convertía en un “solo” de ladrillo o de cemento, por la noche, sin luz,
y por supuesto sin alero. (Me acuerdo de lo que sentía al caminar por la
acera del Colegio El Carmelo en Bogotá, por la calle 43 entre las carreras
26 y 24 con a, b y c, más de cuatro cuadras sin un lugar para sentarse o
comprar chicles y mucho menos para tomar café; un lugar sin vecinos
fisgones, cuadras interminables en las que había que mirar para atrás por
precaución y muchas veces tomar la decisión de correr). Este libro no se
refiere a Bogotá. ¿También habría que especificarlo en el título?, ¿o escribir
Nueva York – Bogotá? No lo sé; no soy editora.
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Pero sobre todo recordaba en esa primera lectura, y me sorprendió
de nuevo en la segunda, una exótica idea de seguridad que no tenía que ver
con el encierro de los habitantes de una ciudad detrás de rejas precedidas
por porteros, sino que la seguridad se entendía como diversidad; la calle
era más segura con música y ventas callejeras y gente de costumbres
históricas heterogéneas, clases sociales y edades. Antes de caer en
los adjetivos para calificar a Jane Jacobs como “señora”, “utópica”, “jipi”,
“aprendiz de bruja”, “mujer” y por consiguiente “sin cifras, sin estadísticas,
sin sustento numérico” (Díaz, 2011), hay que reconocer que leer este
libro es importante hoy para todo aquel que se proponga pensar una
ciudad menos objetual, que sí, pero además más vinculante; es decir, que
visualice lo que sucede en el espacio entre las cosas, lo que en la ciudad,
querámoslo o no, es la interacción y la relación entre las personas —
subrayo— diversas.
Como les cuento, vi de nuevo el libro en la vitrina, y sabía que no
podía volver a leerlo sola. Necesitaba la lectura de y con arquitectos
y urbanistas. Y resulta que trabajo en una maestría donde se pueden
proponer cursos en los cuales se combinan diferentes lecturas de un
texto. Unos raros cursos que yo no llamaría interdisciplinarios, porque es
una palabra que implica sumar disciplinas, sumar cámaras de fotografía
que finalmente no acaban de acercarse a comprender la experiencia.
Interdisciplinarios es una palabra que se queda corta. Se podrían
llamar más bien cursos intertextuales, de una maestría, de “profesores,
estudiantes eternos”, como diría María Soledad García, sentados alrededor
de una mesa, discutiendo, y me parece que cada vez más volcados hacia “el
afuera”, interesados por proponer ideas para los problemas del presente.
Bueno: Jorge Ramírez inmediatamente aceptó la idea de releer
el libro, pero con el giro de leerlo recorriendo a Bogotá, y así se hizo. El
seminario fue la lectura capítulo por capítulo del libro, y profesores y
estudiantes observamos paralelamente los propios recorridos y los barrios.
Calles largas o cortas, bordes de los parques, mezclas de usos, amenidad,
aburrimiento, distritos, manzanas, edificios antiguos, belleza y fealdad, se
entendieron mejor en compañía. Textos 26 es el resultado de ese ejercicio,
al cual se unieron más tarde otros arquitectos interesados.
¿Qué puede encontrar el lector aquí? En “Bogotá pedaleable”, Juan
Luis Rodríguez , “pedal en mano”, decide desenredar ese enredado sistema
de las ciclovías y ciclorutas en Bogotá, para comprobar cómo funciona.
Y es que el libro de Jacobs es una invitación a experimentar la ciudad y a
“leerla”, evadiendo los grandes sistemas abstractos de pensamiento, para
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empezar, pero tal vez para volver a ellos y proponer cambios desde zonas
menos dicotómicas, en las cuales la descripción de los detalles hacen
ver la habitabilidad o no de una ciudad. Y sobre todo a habitar la paradoja
que, para ser francos, es el lugar que habitamos los bogotanos. Rodríguez
dice: “La Ciclovía como sistema recreativo de domingos y festivos funciona
bastante bien y se merece la reputación de gran evento”, pero como no todo
es felicidad continúa:
Las ciclorutas, en cambio, a pesar de la notable afluencia y el buen estado de algunas, son la excepción. Trazada con criterios de oportunidad, la supuesta red de ciclorutas se parece más a una red de caminos veredales que a una red de calles urbanas. Algunas, como El Porvenir, van por potreros disponibles. Otras, como la de la calle 80, aprovechan áreas sin uso como la ronda de un caño. Las hay incluso por el andén, como las de las carreras 11 y 13, compitiendo con los vendedores ambulantes por el espacio de los peatones.
Pero este bogotano de todas maneras insiste:
No obstante, para muchos que después de largos trechos solitarios en alerta naranja sí llegan al trabajo o al colegio utilizando una cicloruta, antes de terminar su recorrido desembocan inevitablemente en trechos compartidos con buses y automóviles, o con peatones rebeldes, cuando el trayecto continúa por el andén. En ambos casos “el ciclista” acaba como el “maldito ciclista”, al cual, si va por la vía los conductores le echan el carro, y si va por el andén los peatones le echan la madre. Sin embargo, hay quienes aceptan estas condiciones, con tal de no pasar cuatro o cinco desagradables horas diarias en un bus, “chupando exosto”; y oyendo, por primera o quinta vez en su vida, que el último estudio del Metro está por concluir, incluyendo la definición para la línea prioritaria. Definición que simplemente cambia, sin explicación de los motivos para abandonar la priorización de hace diez años.
Ciudad “conducible”, “caminable”, o “pedaleable”, resultan simplistas;
se oyen hoy como un deber ser de una circulación pensada desde la
metafísica. El artículo pone sobre la mesa “reconocer la necesidad de la
gente” como diseño, que implicaría hacerse otras preguntas que el mismo
autor plantea: por un lado, preguntas que me parecen pragmáticas, como
qué es lo que definitivamente necesita una persona para ir de su casa a su
destino, en bicicleta o en otro tipo de transporte de la manera más eficiente
y segura posible. Y también preguntas de un pragmatismo, yo diría,
“ampliado”, tales como qué necesita esa persona para que en el trayecto
pueda sentir gusto por los objetos que entran en el campo perceptivo. Son
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temas de diseño que para el caso constituyen “el re-co-no-ci-mien-to-de-
la-ne-ce-si-dad .”
En “Vigencia de la ciudad de Jane Jacobs”, Beatriz García inscribe el
libro en las discusiones sobre la ciudad desde el siglo xix y xx:
Jane Jacobs en el libro referenciado aborda de manera crítica las teorías urbanas de mediados del siglo xx y su implementación en las ciudades norteamericanas. Las teorías a las que se refiere son las que surgen a fines del siglo xix como alternativa a la ciudad industrial, las cuales tuvieron una primera enunciación en el modelo de la Ciudad Jardín de E. Howard (1898), y que de acuerdo con sus consideraciones, se consagran en la Ciudad Radiante de Le Corbusier (1933). Según la autora, estas ciudades aunque aparentemente diferentes comparten al menos dos principios: el primero, una consideración de la naturaleza como fuente de salud y sosiego que parece responder a las teorías higienistas de la época; y el segundo, la búsqueda de orden a través de la agrupación por actividades similares, bien sea en ciudades extendidas controladas en su número de habitantes, o bien en la ciudad vertical destinada a un grupo particular. Este principio de homogeneidad se define de manera precisa en las teorías de la zonificación propuestas por el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna – CIAM de 1933, que se consagran en la Carta de Atenas publicada por Le Corbusier y Sert en 1942. Para la autora, la sobrevaloración de la naturaleza por encima del ser humano y la fragmentación producida por la agrupación con base en criterios de homogeneidad implican la desaparición del carácter de Polis de la ciudad, esto es el desarrollo y uso de lo público como posibilidad de enriquecimiento personal, social y económico.
Beatriz García reconoce en el libro una llamada de alerta para
poner los ojos en las políticas que regulan la ciudad y a confrontarlas
con la experiencia, y así pensar en el lugar de la urgencia, es decir, en la
contribución de esas políticas al deterioro de la calidad de vida. Además
propone que el libro puede abrir otro debate sobre la ciudad, no menos
importante, y es el de la ciudad entendida como un objeto cultural, un
objeto con historia y “singularizado por la memoria en las cuales son de
vital importancia las prácticas de sus habitantes”.
Jorge Ramírez se centra en la calle, más específicamente en el
andén y en los peatones. Su texto “Pasear por la calle con la señora Jacobs.
Un recorrido por la Calle 26”, empieza con un epígrafe del libro: “¿Cómo
se puede saber qué hacer con el tráfico sin saber antes como funciona
una ciudad y para qué más necesita sus calles?”. Esta frase sintetiza
una observación del libro y es que las calles —quién hubiera podido
imaginarlo— pueden servir para otras cosas diferentes a hacerle un doble
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camino ceremonial a los buses, los camiones y a los carros particulares.
Y en el artículo, siguiendo a la señora Jacobs, como en una especie de
micropolítica de la calle, nos enteramos que los andenes y las esquinas
tienen componentes diferenciados e intervalos específicos. Es un artículo
que plantea el concepto de cartografía cultural de la calle.
El andén es el lugar de la calle que alberga el mayor número de elementos urbanos. Árboles, arbustos, brotes vegetales, pasto, postes, luminarias, paraderos, escaños, hidrantes, cajas de servicios, canecas para la basura, señales de tránsito, “mogadores”, cabinas de teléfonos públicos (en proceso de extinción), cintas de adoquines como guía para invidentes, franjas para la circulación de bicicletas, hileras de bolardos, rampas en desniveles transversales para facilitar el ingreso a parqueaderos públicos y privados, etc. Como paisaje próximo presenta diversidad de materiales y texturas, quicios de puertas, algunas gradas adheridas a las fachadas van hacia arriba o hacia abajo, hendiduras rítmicas, grietas que acompasan el paso del caminante. La superficie de los andenes es densa en información urbana: texturas, colores, brillos, geometrías, en algunos casos huellas estampadas en añejos cementos frescos. Allí se acumulan capas de la historia de la construcción, mantenimiento o modificación de las aceras. Al recorrer los andenes el paseante puede informarse, en textos impresos en tapas fundidas que cubren las diversas cajas de los servicios públicos (agua, telefonía, gas, energía…), sobre fechas, nombres, contratos de entidades públicas y privadas. En algunos casos se pueden ver pequeñas placas metálicas brillantes y redondas que guardan la memoria de la medición de altitud y localización del sistema de información geográfica municipal.
Pero también en este artículo nos enteramos de que un andén es el
espacio de los caminantes:
El andén funciona como plataforma para observar a quienes vienen, van o esperan. Es el escenario de las actividades de los ciudadanos que caminan, se cruzan, paran, observan, se topan, saludan, conversan, en las aceras paralelas. La atmósfera de la calle fluye al ritmo pendular —rápido o calmo— del paso de los peatones. El paisaje urbano se extiende, entre fachadas próximas y lejanas, hasta limitar con lejanos fondos naturales. El paseo —aquí y ahora— por la Calle 26 en compañía de la señora Jacobs nos deja varias lecciones. Su voz resuena aún nítida y fuerte. Sus palabras no determinan soluciones. Ella llama la atención enfáticamente sobre la urgencia de acortar distancias entre técnicos, políticos y pobladores, para enfrentar desde perspectivas comunitarias las transformaciones de nuestras ciudades, con las realidades que aglutina el ámbito contemporáneo.
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Myriam Stella Díaz, por su parte, escribe a partir de sus
observaciones y también de la consulta y cuestionamiento de los textos de
los planes urbanísticos. “Parque Tercer Milenio en Bogotá, en el borde de la
vida y la muerte” inscribe la reflexión en una ciudad en la cual el resultado
de la intervención del urbanismo moderno es la segregación.
Los planteamientos de Jacobs parecen asimilarse a las realidades de las ciudades latinoamericanas contemporáneas quizás por dos posibles razones: en primer lugar porque con sus agudas observaciones logró profetizar el impacto del urbanismo moderno vaticinando los fracasos de idealizaciones teóricas de ciudades planeadas lejos de la experiencia cotidiana del espacio urbano, como elemento significativo para el diseño. En segundo lugar son vigentes sus ideas, porque es posible detectar que lo que no ha cambiado, es la forma de hacer ciudad, desde hace sesenta años y los urbanistas contemporáneos siguen aferrados a las “virtudes” de las canónicas las teorías modernas sobre la planeación urbana, que aún hacen parte de su repertorio práctico.
La autora escoge dos conceptos del libro, borde y frontera, que
obligan a detenerse por ejemplo en los bordes de un parque, activos de
día e inactivos de noche, y esa percepción revela el destino de los parques
como espacios desolados. Y el parque Tercer Milenio es el mejor ejemplo
construido para una vida urbana idealizada.
El parque de 16,7 hectáreas de mobiliario, paisajismo, adoquines agua y vegetación, funcionan como sendero peatonal y no como el gran escenario de vida urbana y deportiva que mostraban las fotografías de la inauguración del parque.
Por otro lado, los habitantes del antiguo “Cartucho” nunca se fueron. Aún perviven esos personajes de la calle que, según un mito urbano, juraron recuperar el lugar, su hogar y parece que en la noche lo intentan, según comenta una crónica del periódico El Heraldo, refiriéndose a la poca vida del parque… Historia de una vendedora ambulante que localiza su puesto en Medicina Legal: Comparar esto con lo de antes es comparar la noche con el día. Pero cuando el sol se va, las sombras traen recuerdos de esa larga noche; de lo que ocurría antes de que El Cartucho amaneciera llamándose Tercer Milenio. Por eso recoge todo a las 5:30 de la tarde. Se va, y vuelven los viejos inquilinos. Nunca se han ido del todo. “Siguen por ahí, algunos lavan carros” (El Heraldo, 16 de abril de 2011).
Después de evaluar la situación actual del parque, la arquitecta se
dedica a desplegar el proyecto original y a señalar, sin perder del todo la fe,
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que podría convertirse en un lugar más inclusivo si se terminan las obras e
intervenciones “pensadas”.
Este caso de renovación urbana no ha sido uno de los más exitosos de Bogotá y evidencia que la trasformación física de un sector no garantiza su feliz destino. Considero que las justificaciones para la construcción del parque Tercer Milenio, basadas en la idea de generar más espacios públicos en el centro de la ciudad, en la necesidad de limpiar un área en deterioro y de ignorar el problema social, por o menos de la vista, solamente generaron un desequilibrio en la relación de espacios construidos y vacíos. Mellando la solidez de la ciudad histórica, que perdió continuidad con la existencia de este gran vacío y no recuperó la memoria de un lugar que a pesar de su penoso sino albergó las mejores y peores experiencias de la realidad humana.
Tal vez queda ausente la idea de resignificación de este espacio lleno de anécdotas, y lo único que produce este vacío es el recuerdo de la ausencia que dejaron sus habitantes, que al igual que los recuerdos de lo que fue Santa Inés y El Cartucho, regresan todas las noches a reclamar su realidad que fue ignorada por el bulldozer y el concreto.
Carlos Rueda escribe un texto titulado “Vida después de la muerte
de las grandes ciudades norteamericanas”. Inicia con una referencia a
otras obras escritas por ella y, luego, compara las concepciones de ciudad
de Jane Jacobs y Lewis Mumford, sus acercamientos y diferencias, y los
inscribe en una tradición (historicidad) propia del pensamiento urbanístico
norteamericano, sintetizada en una dicotomía: la vigencia de la ciudad
densificada o el suburbio. Dice Rueda:
Este texto se ocupa y preocupa del asunto de la historicidad de lo que puede llamarse la tensión entre los impulsos urbano y “anti-urbano” en Norteamérica: llámese al primero un impulso de aglomeración en ciudad y al último impulso, suburbio y/o exurbio o ciudad difusa, siendo el suburbio un fenómeno tan antiguo casi como la ciudad misma que sin embargo hoy se reproduce exponencialmente por el mundo en forma nueva e indiferenciada.
Acerquemos entonces a Jane Jacobs y Lewis Mumford, dos personajes en simpatías y contradicciones eventuales y aparentes para hacer un breve paralelo. Jacobs y Mumford tuvieron más de una afinidad y punto en común. Primero, y muy importante: el no ser planificadores urbanos de oficio ni profesión, o formación académica en un sentido estricto, precisamente ser críticos de estos profesionales, pero si escribir sobre planeación y ciudad. En primera línea de su introducción Jacobs lo hace explícito: “este libro es un ataque a la planeación y reconstrucción urbanas actuales”. Mumford por su parte con sarcasmo denunciaría también las limitaciones de la
textos [26]
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instrumentalización racional de la planeación: “he pagado mis respetos a las autoridades reinantes en planeamiento urbano, los tecnócratas y los burócratas […] y no tengo reparo en repetir aquellos irrespetuosos cumplidos”. Tecnocracia, entendida como “el uso errado e irracional de la ciencia y la invención tecnológica” y una “burocracia tentacular” serían males centrales de la “civilización megalopolitana” ya patente a la fecha de su The City in History.
Segundo, Jacobs y Mumford profesaron por igual la necesidad de enriquecer el discurso urbano con aspectos provenientes de la sociología, la antropología y otras de las llamadas ciencias blandas, a la hora de analizar los hechos duros y concretos del urbanismo moderno. Mumford fue un exponente de primer orden de lo que se ha llamado “organicismo social” e hizo énfasis en “la importancia de la familia y el vecindario como componentes indispensables de una vida social genuinamente orgánica”. A la ciudad Mumford la entendió más allá de su dimensión puramente física.
Tercero, como autores, ambos publican las obras centrales a sus carreras en un mismo momento histórico, en el año de 1961: The City in History, Mumford, su libro más relevante en el campo del urbanismo (no obstante dada su prolífica obra, esta es una afirmación discutible) y The Death and Live of Great American Cities, en el caso de Jacobs, no hay duda. Ambos también terminarían escribiendo, al final de sus carreras y vidas en un tono crítico y pesimista, o al menos escéptico, al respecto de aspectos amplios y centrales a la cultura y civilización contemporáneas: Mumford con The Myth of the Machine: the Pentagon of Power, su volumen dos en especial, y Jacobs en Dark Age Ahead, donde denuncia una decadencia ominosa de la cultura y civilización norteamericanas. Precisamente dos de los cinco pilares de Norteamérica que, de acuerdo con Jacobs, evidencian deterioro patente son: “comunidad y familia” y la “práctica efectiva de la ciencia, y de una tecnología basada en la ciencia”. Con Mumford allí hay también más de una empatía cuando este asegura que, “el fin de nuestra civilización megalopolitana está bien claro a la vista”.
El texto de Rueda tiene una coda, como un cuervo de una novela
romántica que casi siempre es el encargado de “traer” un mensaje
ominoso. Un mensaje que hace referencia al imperio de la renta del
suelo, que subvierte toda reflexión académica o espontánea, imprecisa o
metódica, y la pone en sus términos.
Esta segunda edición del libro de Jacobs cuenta con tres
presentadores: Manuel Delgado, antropólogo de la Universidad de
Barcelona, Zaída Muxi y Blanca Gutiérrez, profesoras de urbanismo en la
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Ellas señalan: “El
texto de Jane Jacobs es una oportunidad para volver a pensar ideas de
Presentación / Natalia Gutiérrez
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máxima actualidad, la ciudad o el territorio urbanizado que nos ha llegado,
es definido por la segregación funcional, la dispersión y la desaparición de
la complejidad urbana” (2011, p. 11). Mientras que en el Prólogo, Delgado
nos dice: “Está claro que Jacobs no pretendía proveernos de un texto
académico. La suya es una reflexión personal a partir de lo que sucedía
en las calles, plazas, y parques que conocía; esa fecunda animación que
veía malograr a manos de los planificadores de ciudad y de los intereses
económicos a los que servían (2011, pp. 20 -21).
Con la “fecunda animación” de Muerte y vida de las grandes ciudades,
queda abierta la lectura de Textos 26.
Referencias
Calvino, I. (1995). Por qué leer los
clásicos. Barcelona: Fábula
Tusquets Editores.
Castells, M. (1974). La cuestión
urbana. México D.F.: Siglo XXI.
Delgado, M. (2011). “Prólogo”. En Jane
Jacobs, Muerte y vida delas
grandes ciudades. Madrid:
Capitán Swing Libros.
Muxi, Z. y Gutiérrez, B. (2011).
“Apuntes sobre Jane Jacobs”.
En Jane Jacobs, Muerte y
vida de las grandes ciudades.
Madrid: Capitán Swing libros.
Díaz, R. (2010). “11 razones por las
cuales no leí a Jane Jacobs
en la escuela de arquitectura”.
Recuperado de http://
ciudadpedestre.wordpress.
com/2010/02/11/11-razones-
por-las-cuales-nunca-lei-a-
jane-jacobs-en-la-escuela-
de-arquitectura/
Kunstler, (2001). Jane Jacobs
interviewed by Jim Kunstler.
Metrópolis Magazine,
septiembre 6 2000. Toronto,
Canadá. Recuperado de http://
www.kunstler.com/mags_
jacobs1.htmJane
Salazar, J. (2006). La ciudad como
texto de Carlos Monsiváis.
León, México: UANL.
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