2º domingo pascua

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1. MONICIÓN DE ENTRADA

Hermanos estamos viviendo la Pascua desde hace una semana. Ha llegado la gran fiesta para la Iglesia y para los cristianos. Este es un tiempo en el que toda la comunidad cristiana se reconoce a sí misma como misterio de comunión fraternal realizado por el Espíritu. Es una comunidad que se siente salvada, regenerada, renovada, capaz de ser enviada, saliendo al mundo para ofrecer el evangelio desde la alegría profunda y la transformación total. Compartamos, hermanos, hoy la eucaristía pidiendo al Señor que nos ayude a sentirnos resucitados, vivos, hombres y mujeres nuevos con ganas de superar barreras, esclavitudes, sepulcros (cárceles), que nos encierran y nos llenan de miedos y de angustias. Hoy, además, en este Domingo, celebramos la fiesta de la Divina Misericordia. Misericordia es lo que cada uno de nosotros estamos necesitando de nuestro Padre Dios y de nuestro redentor Jesucristo. Pero también es lo que necesitan todas las personas que nos rodean, especialmente aquí en la cárcel. Seamos, pues compasivos y misericordiosos como lo es Jesús con nosotros. Comencemos esta eucaristía llenos de fe y de esperanza en Jesús resucitado.

2. ACTO PENITENCIAL

• Señor Jesús, tú viniste para eliminar nuestros pecados y todavía hoy nos brindas la paz de tu perdón. R/. Señor, ten piedad de nosotros.

• Tú que has vivido nuestra vida, tan pobre y penosa, pero la transformas y prolongas en un futuro de esperanza y libertad: R/. Cristo, ten piedad de nosotros.

• Señor Jesús, tú has resucitado y vives para siempre y nos haces resucitar contigo, Señor y Dios nuestro: R/. Señor, ten piedad de nosotros.

3. ORACIÓN DEL SACERDOTE

Señor Dios nuestro, Padre lleno de amor: Nosotros no hemos visto a tu Hijo Resucitado, ni hemos metido nuestras manos en su costado, pero creemos que él es nuestro Señor. Que esta fe nos una en amor y nos haga responsables de cualquiera que esté necesitado entre nosotros.

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA (15 de abril de 2012)

DOMINGO DE LA MISERICORDIA

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Que desbordemos en misericordia y compasión hacia aquellos hermanos nuestros que se sienten más desgraciados y marginados. Que seamos realmente transmisores de amor para tener “una misma alma y un mismo corazón”, creyendo, esperando, compartiendo, partiendo el pan unos con otros con alegría, y alabándote a ti, Dios nuestro, por medio de Jesucristo nuestro Señor

4. DIOS NOS HABLA POR SU PALABRA PRIMERA LECTURA

� Comentario La primera lectura nos narra la vida en común de los cristianos de la primitiva Iglesia de Jerusalén. Todos pensaban y sentían lo mismo. Y reunían los bienes y las posesiones de todos como un patrimonio común. La resurrección del Señor les había unido con un vínculo muy fuerte y lleno de esperanza. ¡Qué lastima que nosotros hoy no sigamos así. LECTURA DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 4, 32-35 En el grupo de los creyentes, todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego, se distribuía según lo que necesitaba cada uno. Palabra de Dios SALMO RESPONSORIAL (SALMO 117) R.- DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO, PORQUE ES ETERNA SU MISERICORDIA. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R.- La diestra del señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré

para contar las hazañas del Señor. Me castigo, me castigo el Señor, pero no me entregó a la muerte. R.- La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Este es el día que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.-

SEGUNDA LECTURA

� Comentario La segunda lectura del Apóstol San Juan nos explica que quien ha nacido de Dios vence al mundo. Y creer en Jesús como Mesías, es lo que nos hace Hijos predilectos de Dios. El auténtico amor a Dios se demuestra cumpliendo sus mandamientos. Como dice el refrán castellano: “Obras son amores, y no buenas razones”. LECTURA DE LA PRIMERA CARTA DEL APÓSTOL SAN JUAN 5, 1-6 Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquel que da el ser, ama también al que ha nacido de Él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.

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Pues en esto consiste el amor a Dios: que guardamos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No solo con agua, sino con agua y con sangre: y el Espíritu es quien da testimonio, porque el espíritu es la verdad. Palabra de Dios EVANGELIO

� Comentario El Evangelio de San Juan nos narra la aparición de Jesús a los discípulos en el Cenáculo, el mismo “primer día de la semana”, el Domingo de Resurrección. Pero Tomás no estaba y no cree que el Señor se haya presentado. Ocho días después se aparece otra vez, estando ya allí el apóstol Tomás. Su desconfianza se transformó en fe inquebrantable que se expresa en esa oración de “Señor Mío y Dios Mío” que tanto han repetido desde entonces millones y millones de cristianos.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN 20, 19- 31 Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.

A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Muchos otros signos que no están escritos en este libro hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para

que, creyendo, tengáis vida en su Nombre. Palabra del Señor

Reflexión Las lecturas de hoy nos hablan del poder transformador de la fe pascual. El evangelio nos recuerda que esa fe es capaz de hacer que el grupo de los discípulos, cerrado sobre si mismo, se transforme, por la fuerza del Espíritu, en una comunidad misionera. En el relato evangélico de hoy se distinguen claramente dos escenas. La primera sucede el mismo día de la Pascua y narra la aparición de Jesús Resucitado a un grupo de discípulos. La segunda escena tiene lugar al domingos siguiente y narra la aparición a Tomás, que no ha participado de la misma experiencia que el resto del grupo. Tampoco hace caso del testimonio de sus compañeros y exige pruebas palpables de que el Señor está vivo. De modo significativo, el relato insiste en que “no estaba con ellos cuando se pareció Jesús”. De este modo el evangelista indica la importancia de la comunidad como lugar privilegiado para vivir la experiencia pascual. Para Tomás, esta se produce cuando se reintegra a la misma y desemboca en una auténtica confesión de fe: “Señor mío y Dios mío”. En Tomas vemos reflejadas las dificultades que tenemos para creer. Preguntémonos ¿Cuáles son hoy nuestra dudas de fe y como las superamos desde la prisión?

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La fe pascual tiene un poder transformador gigantesco. El pasaje evangélico lo muestra cuando propone como misioneros a unos discípulos que, antes de recibir el Espíritu, permanecen encerrados por miedo. Sólo el encuentro con el Resucitado y la fe en él les hacen llenarse de alegría, acoger su mandato y proclamar “Hemos visto al Señor”. Tan grande es el cambio que realiza en nosotros la fe pascual en Cristo resucitado que es experiencia transformadora se vive en comunidad. Aunque los tiempos históricos han cambiado, la fuerza transformadora de la fe pascual se mantiene. Pidamos que el Resucitado nos libre de nuestros miedos y nos comunique de nuevo su Espíritu para poder ser testigos valientes.

5. ORACIÓN FINAL “QUE TU MISERICORDIA, SEÑOR, VENGA SOBRE NOSOTROS” (SALMO 32) ¡Misericordia! Es justo la palabra que expresa lo que el hombre necesita: misericordia, un poco tan solo de misericordia. Los hombres hemos construido un mundo a nuestra medida, un mundo fascinante, pero doliente, inmisericorde. Necesitamos tu misericordia, Señor. Tu misericordia que engrase nuestras máquinas, que inutilice nuestras armas, que encienda nuestras lámparas. Tu misericordia que ilumine las miradas, que abra nuestras palmas, que nos hagamos espaldas.

Tu misericordia, un diluvio de gracia. Necesitamos, Señor, tu misericordia, para ser misericordiosos, sensibles, compasivos, solidarios, para sentirnos débiles, receptivos, para que no nos miremos odiosos, ni nos retemos prepotentes, ni rivalicemos con envidia. Sólo un poco de misericordia, para preferir a los pequeños, para jugar con los niños y los viejos, para enjugar todas las lágrimas, para romper todos los yugos, para estar con los que pierden. El día en que tu misericordia llene la tierra, te diremos exultantes: “Padre, ya ha llegado a nosotros tu Reino”.

TU, SEÑOR, ERES MI ALEGRIA

Cuando comparto y doy algo de mí Cuando busco el bien de los demás Cuando procuro buscar la reconciliación TU, SEÑOR, ERES MI ALEGRIA Si lucho contra el mal y la mentira Si te busco en el buen obrar Si trabajo por las pequeñas cosas de cada día TU, SEÑOR, ERES MI ALEGRIA Si ofrezco y recibo la paz Si doy lo tengo de bueno Si me pongo de tu parte en el mundo Si soy persona con esperanza Si cuido la bondad de mi corazón TU, SEÑOR, ERES MI ALEGRIA Porque no tengo miedo al qué dirán

Porque manifiesto que soy cristiano Porque soy feliz de ser tu amigo Porque soy lo que soy… gracias a Ti, Señor. Yo creo, espero, vivo y camino en Ti y por Ti, Señor Amén