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E-comunicación y autocirugía plástica del ser Por Rodrigo Lisarazú B. Zygmunt Bauman, ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades del 2010, es reconocido por su trabajo intelectual sobre el concepto “modernidad líquida” que puede resumirse como el tiempo actual en el que los cambios y readecuaciones son constantes, las inseguridades son múltiples y los compromisos duran lo que dura un parpadeo. En lo referido a la identidad del ser humano, ésta funciona más o menos como una costra volcánica que tras el derramamiento del magma se solidifica, mas en el momento menos esperado se vuelve a fundir, pasa a un estado líquido y cambia de forma. Así se explica la inconstancia del ser humano actual, su fragilidad y su desgarro constante. Un ejemplo de ello lo encontramos en los procesos e-comunicaciones en Facebook en cuanto espacio socio-virtual que a su vez es una especie de “reflejo” de la realidad social real, veamos: Para empezar, hagamos de cuenta que usted es usuario de alguna red social y ahí se identifica con una fotografía suya, pero lamentablemente un accidente le deformó horriblemente el rosto. Para identificarse ahora ¿usaría usted una foto suya previa o posterior al accidente? No se sienta raro si responde que usaría una foto previa, a final de cuentas es lo que casi todos mis entrevistados (personas de entre 18 y 45 años) durante los últimos dos años respondieron y es que Facebook no solo es una plataforma para el contacto con allegados y conocidos, sino también para la autopublicidad de uno mismo y, personalmente no conozco a nadie de que le guste tirar piedras a su propio tejado (tampoco conozco publicidad que diga toda la verdad y nada más que la verdad). En las redes sociales del ciberespacio una persona puede seleccionar y hasta retocar la fotografía con la que se presenta a los demás, lo mismo puede hacer con su perfil y datos personales, todo depende de lo que, como e-comunicador, uno quiera que los demás supongan de uno mismo. En el ciberespacio podemos ser lo que el filtro de la e-comunicación y la tecnología nos permita ser sin que eso se corresponda necesariamente con lo que somos en la realidad real. Ahora bien, los e-comunicadores que habitan las sociedades virtuales saben que sus interlocutores pueden no ser en la realidad real lo que virtualmente presentan ser y, lo saben porque ellos mismos pueden no ser lo que dicen ser.

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E-comunicación y autocirugía plástica del ser

Por Rodrigo Lisarazú B.

Zygmunt Bauman, ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades del 2010, es reconocido por su trabajo intelectual sobre el concepto “modernidad líquida” que puede resumirse como el tiempo actual en el que los cambios y readecuaciones son constantes, las inseguridades son múltiples y los compromisos duran lo que dura un parpadeo. En lo referido a la identidad del ser humano, ésta funciona más o menos como una costra volcánica que tras el derramamiento del magma se solidifica, mas en el momento menos esperado se vuelve a fundir, pasa a un estado líquido y cambia de forma. Así se explica la inconstancia del ser humano actual, su fragilidad y su desgarro constante.

Un ejemplo de ello lo encontramos en los procesos e-comunicaciones en Facebook en cuanto espacio socio-virtual que a su vez es una especie de “reflejo” de la realidad social real, veamos:

Para empezar, hagamos de cuenta que usted es usuario de alguna red social y ahí se identifica con una fotografía suya, pero lamentablemente un accidente le deformó horriblemente el rosto. Para identificarse ahora ¿usaría usted una foto suya previa o posterior al accidente?

No se sienta raro si responde que usaría una foto previa, a final de cuentas es lo que casi todos mis entrevistados (personas de entre 18 y 45 años) durante los últimos dos años respondieron y es que Facebook no solo es una plataforma para el contacto con allegados y conocidos, sino también para la autopublicidad de uno mismo y, personalmente no conozco a nadie de que le guste tirar piedras a su propio tejado (tampoco conozco publicidad que diga toda la verdad y nada más que la verdad).

En las redes sociales del ciberespacio una persona puede seleccionar y hasta retocar la fotografía con la que se presenta a los demás, lo mismo puede hacer con su perfil y datos personales, todo depende de lo que, como e-comunicador, uno quiera que los demás supongan de uno mismo. En el ciberespacio podemos ser lo que el filtro de la e-comunicación y la tecnología nos permita ser sin que eso se corresponda necesariamente con lo que somos en la realidad real.

Ahora bien, los e-comunicadores que habitan las sociedades virtuales saben que sus interlocutores pueden no ser en la realidad real lo que virtualmente presentan ser y, lo saben porque ellos mismos pueden no ser lo que dicen ser.

Facebook se va convirtiendo en un espacio donde se contactan individualidades que son más o menos conscientes de que otras individualidades les pudieran estar “engañando”. Pero es justamente el engaño colectivo un elemento que asocia a estas individualidades y al ser el engaño un elemento en común, éste no es sentido en su acepción negativa, pues entre personas que saben que se engañan, no hay un real engaño.

En la modernidad líquida –configurada también ahora por las cibersociedades y las e-comunicaciones– la identidad personal no mantiene relación directa y necesaria con lo que uno es en realidad sino, y por ciber-convención social, es posible “una mutación o cirugía plástica” del ser para bien aparentar o parecer.