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Un paísllamadoPalestina

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Por Antonio Sarrión

E l presidente Mazen no está dis-puesto a reunirse solo por el he-cho de reunirse, para que Netan-yahu salga a mostrar que las co-

sas están bien, que no hay ningún conflicto.No lo vamos a permitir. Si hablamos de unencuentro con Netanyahu, de esa reunióndebe salir algo, que sepamos que va a su-poner algo. Que acepten las fronteras de1967, en primer lugar, y que acepten frenarcompletamente los asentamientos. Así no te-nemos problemas en reunirnos con él enNueva York, Palestina, Israel o en cualquierparte del mundo para comenzar inmediata-mente las negociaciones políticas”. Así seexpresaba la pasada semana el ministro deAsuntos Exteriores de Palestina, Riyad Al Ma-

liki, contestando a la oferta realizada el díaanterior por el primer ministro de Israel, Ben-jamin Netanyahu, de iniciar de inmediatouna nueva ronda de conversaciones direc-tas de paz, eso sí, con la condición de quela Autoridad Nacional Palestina (ANP) reti-rase su petición de ingreso en la Organiza-ción de las Naciones Unidas como miem-bro de pleno derecho.

Nada indica que tales conversaciones va-yan a comenzar de un modo inminente. Enprimer lugar, porque esta solicitud de adhe-sión palestina obedece a un giro estratégicopromovido por la ANP ante el estancamien-to de la situación desde hace varios años, yes una opción que llevan preparando a con-ciencia desde hace más de un año. Por otraparte, la reciente decisión israelí de construir1.100 nuevas viviendas para asentamientos

de colonos judíos en los Territorios Ocupa-dos, torpedea nítidamente cualquier posibleacercamiento entre las partes. Además, conla culminación en El Cairo, el pasado mesde mayo, de la ‘reconciliación’ entre la ANPy Hamás, con la rúbrica del presidente Mah-mud Abbás, y del jefe del buró político deHamás, Jaled Meshal, también quedaba se-llado este cambio de orientación hacia po-siciones políticas más audaces por parte delos representantes palestinos.

Se manejaban varias opciones técnicaspara la escenificación de este giro que hacolocado, de nuevo, a Palestina en el epi-centro del debate internacional, en un mo-mento en el que los efectos de la denomi-nada ‘Primavera Árabe’ han producido unmayor aislamiento regional de Israel, porimpulso de las opiniones públicas de na-

La ANP tendrá difícil la entrada en la ONU por el anunciado veto de Obama

Palestina quiere ser unpaísTras más de 63 años de conflicto con Israel, décadas de infructuosa negociación,miles de víctimas y millones de exiliados, Palestina decidía dar un salto cualitativoa su estrategia y plantear abiertamente ser considerada como otro Estado más enel mundo, y solicitaba formalmente su admisión en el seno de Naciones Unidascomo miembro de pleno derecho. El eterno ‘protector’ de los intereses sionistasisraelíes, Estados Unidos, anunciaba por boca de su presidente, Barack Obama, queejercerá su criticado y extemporáneo derecho de veto en caso de que los palestinosconsiguieran los nueve apoyos preceptivos en el Consejo de Seguridad. Mientras,la UE continuaba con su habitual tibieza, e Israel aprovechaba para poner encimade la mesa una nueva provocación, la instalación de nuevos asentamientos decolonos en Cisjordania, sabedora de la ‘infinita indulgencia’ de la comunidadinternacional para con sus acciones, por encima de unas resoluciones de la ONUfrente las que tiene bula permanente.

Mahmud Abbás aprovechaba su intervención ante la Asamblea General d

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ciones, como Egipto, que presionan al nue-vo Gobierno a romper la ‘entente cordiale’mantenida durante muchos años el Estadohebreo. También por el empuje de su po-blación, aunque igualmente por las conse-cuencias del ataque israelí contra la ‘Floti-lla de la Libertad’, en junio del año pasa-do, y del cambio de estrategia en la políti-ca exterior turca –sobre todo por el boicotde Francia y Alemania a su entrada en laUE-, Ankara ha dejado de ser un ‘socio’ delEstado judío en la zona.

La ANP, aún a sabiendas de la práctica im-posibilidad de conseguirlo, manejaba pre-sentar su petición ante el Consejo de Segu-ridad –como ha sido, finalmente-, donde setoparía con el ejercicio del arcaico derechode veto de Estados Unidos, o bien llevar susolicitud ante la Asamblea General, en la que

tenía casi garantizado conseguir un estatusde Estado observador (contaba con, al me-nos 126 votos de un total de 193), o inclu-so manejar ambas opciones, puesto que taly como explica el profesor de Relaciones In-ternacionales de la Universidad Complutensede Madrid, Nayib Abu Warda, si algún miem-bro del Consejo de Seguridad ejercitase suveto, debería convocarse una sesión extra-ordinaria de la Asamblea General, en virtudde la resolución 377 de 1959, que estable-ce esta opción para salvaguardar la paz encaso de veto.

De momento, la opción escogida ha sidola de menores posibilidades de prosperar,pero la que mayor implicación de las gran-des potencias supone, la que mayor proyec-ción mediática ofrece, y la que obligaría acada uno a ‘retratarse’ con mayor nitidez.

El procedimiento es complejo y aparente-mente abierto a su propia modificación. Enprincipio, los 15 Estados integrantes del ac-tual Consejo de Seguridad: Estados Unidos,Rusia, Francia, Reino Unido, China, Alema-nia, Bosnia-Herzegovina, Brasil, Colombia,Gabón, India, Líbano, Nigeria, Portugal y Su-ráfirca, deberían nombrar una comisión quevalorase la conveniencia de dar luz verde ala petición, y dentro de un plazo de 35 días–la solicitud formal se elevó el 26 de sep-tiembre, y la sesión constitutiva del Conse-jo se efectuó el 27 de ese mismo mes– pro-nunciarse. Algunos expertos consideran queese plazo podría ser ampliado –tal es el de-seo de los representantes de EEUU, que hanadvertido de que las deliberaciones podríanllevar “meses”–. Al final, Palestina necesita-ría nueve votos favorables, aunque incluso

al de la ONU, el pasado 23 de septiembre, para reclamar el reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho. Jiménez considera “legítima” la aspiración palestina.

Obama se reserva el arma del veto.

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F. MORENOEFE

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en ese caso, Estados Unidos podría ejercerun veto determinante, tal y como ha anun-ciado en reiteradas ocasiones en las últimasdos semanas.

Sin embargo, es un escenario poco dese-ado por la primera potencia; su posición mu-cho más cercana a los intereses israelíes se-ría muy evidente, y su posición como ga-rante de futuras negociaciones quedaría muycomprometida. En esta coyuntura, las ma-niobras diplomáticas se han desatado fe-brilmente en busca de opciones de com-promiso que evitasen esta ‘papeleta’ final pa-ra Washington al final de este proceso. El mi-nistro francés de Asuntos Exteriores, AlainJuppé, ya ‘avisaba’ “que hay margen de ne-gociación” –cabe recordar que Mahmud Ab-bás se reunía con Nicolas Sarkozy y con elpresidente libanés, Michael Suleiman, pocoantes de formalizar su solicitud–.

A instancias de los movimientos a múlti-ples bandas, nada más recibirse la peticiónformal palestina en Naciones Unidas, el co-nocido como Cuarteto de Madrid, o Cuar-teto, integrado por la representación diplo-mática de EEUU, la Unión Europea, Rusiay la propia ONU, presentaba una propues-ta a israelíes y palestinos para el inicio deconversaciones directas en el plazo de unmes, comprometiéndose con la ANP –siem-pre que retirase su petición– a garantizaravances en seis meses, y con la creacióndel Estado palestino en el plazo de un año.Pese a que el propio primer ministro israe-lí, Benjamin Netanyahu, había dado a co-nocer su parecer favorable a esta opción,al final de la pasada semana, su Gobiernoaún no se había puesto de acuerdo para daruna respuesta formal a esta oferta, aunqueel anuncio, el pasado 27 de septiembre, dela instalación de nuevos asentamientos decolonos judíos en los Territorios Ocupados,era considerado como un desafío a la co-munidad internacional, y una muestra dela inflexibilidad en las posiciones sosteni-das por Tel Aviv.

Tampoco la Autoridad Nacional Palestinahabía comunicado una respuesta formal alCuarteto, aunque todo parece indicar quecontinuarán con su estrategia que, al menos,les ha otorgado el foco de la atención pú-blica internacional. Además, Saeb Erekat, je-fe de los negociadores palestinos, indicabaque esos nuevos asentamientos decididos

por el Ejecutivo de Netanyahu eran “la res-puesta israelí” a la propuesta del Cuarteto.

Abbás reclamaba en su discurso ante la 66Asamblea General de la ONU el derecho desu país a “vivir en un Estado libre e inde-pendiente”, algo que “nadie que tenga unatisbo de conciencia puede rechazar”, enclara alusión al anunciado veto estadouni-dense, mientras que, del mismo modo, anun-ciaba su disposición a continuar desarro-llando una “resistencia pacífica y popular”.

En la vía de la ‘contrapresión’ hacia Esta-dos Unidos, el ministro palestino de Asun-tos Exteriores, Riyad al Maliki, declaraba suesperanza en que “Estados Unidos cambiede posición y se ponga del lado de la ma-yoría de los países que respaldan el derechopalestino a la autodeterminación y la inde-pendencia”.

Convertirse en un Estado miembro de ple-no derecho de la ONU otorgaría a Palesti-na, además de un punto de partida diferen-te y una posición de mayor fuerza en un es-cenario de negociación en el futuro, la ca-pacidad para tener su propio ejército y la po-testad de recurrir –como ahora puede ha-cerlo cualquier otro país– ante la Corte Pe-nal Internacional y otras muchas instanciasinternacionales. Aquí puede radicar una delas principales razones del anunciado veto

de Washington. El ministro palestino de Ex-teriores, Riyad al Maliki, declaraba en Nue-va York que “Estados Unidos nos ha dichode forma muy clara que no quieren que va-yamos ni al Consejo de Seguridad ni a laAsamblea porque ambas opciones nos abri-rían las puertas a ser miembros de distintasorganizaciones y agencias, y firmar tratados,como el de la Corte Penal Internacional (CPI),y que así podríamos llevar a Israel ante esteórgano. Solo diré que no hay necesidad deque Palestina vaya a la CPI si Israel cede ensu ocupación y deja de actuar como unafuerza de ocupación. La presión no debe serhacia Palestina, que es la víctima de esta si-tuación, sino hacia Israel.

No parece probable que la decisión vayaa tomarse en breve, ni siquiera en ese plazode 35 días inicialmente previsto. Lo que es-tá en juego es un cambio cualitativo de la si-tuación en Oriente Medio, y las presionesdiplomáticas, y los encuentros a múltiplesbandas ocuparán, con toda probabilidad, es-pacios destacados en los noticieros durantelas próximas semanas.

España podría ser ‘different’. Si bien la po-sición mayoritaria en el seno de la UE es máspróxima a las tesis israelíes que las palesti-nas –especialmente en los casos de Alema-

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Israel ha aprovechado los conflictos con sus vecinos, como la Guerra de los Seis Días, para su expansión territorial.

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nia, Reino Unido, Portugal, o la propia jefade la diplomacia comunitaria, Catherine Ash-ton–, no existe unanimidad entre los 27 alrespecto. Existen posiciones intermedias, co-mo la francesa, con intereses cada vez másimportantes en la zona, o más cercanas a losplanteamientos palestinos, como la españo-la que, tradicionalmente ha demostrado es-ta disposición. De hecho, la representacióndiplomática palestina en Madrid, práctica-mente goza del rango de embajada y, tam-bién está la promesa del Gobierno de JoséLuis Rodríguez Zapatero de reconocer for-malmente el Estado de Palestina.

En medio del debate desatado por la peti-ción de la ANP, la ministra española de Asun-tos Exteriores, Trinidad Jiménez, considera-ba “legítima” esta aspiración, así como sudecisión de acudir ante Naciones Unidas,“un foro multilateral por excelencia”. Jimé-nez razonaba que “hay que evitar la frustra-ción del pueblo palestino, en un contextointernacional muy cambiante. Hay un mo-mento que nos parece oportuno dar un pa-so que nos permita ir más allá”. Aunque in-sistía en el apoyo español a todo tipo de ne-gociación, y en sus preferencias por preser-var la unidad de la UE en este y otros asun-tos, dejaba entrever una disposición al apo-yo a la pretensión palestina más claro queen otras ocasiones, y a pesar de las presio-nes desde Tel Aviv para condicionar la posi-ción española.

De hecho, el Gobierno español emitía lamás dura de las condenas internacionalesal anuncio de nuevos asentamientos israe-líes en los territorios ocupados, en un co-municado emitido por La Moncloa: “El Go-bierno de España condena el nuevo anun-cio realizado por el Ministerio del Interiorisraelí de autorizar la construcción de 1100nuevas viviendas en Jerusalén Este, en elasentamiento de Gilo. España reitera que Je-rusalén Este forma parte íntegra de los terri-torios palestinos ocupados y que los asen-tamientos construidos en estos territoriosocupados son ilegales según el Derecho In-ternacional. La comunidad internacional harecordado a las autoridades israelíes la ne-cesidad de abstenerse de cualquier acciónque pueda prejuzgar aquellas cuestionesque, como el estatuto de la ciudad de Jeru-salén, han de formar parte de una soluciónacordada al conflicto”.

Laresponsabilidadde la ONU en el conflictoL a Organización de las Naciones

Unidas se enfrenta a una difícilpapeleta ante la solicitud de re-conocimiento como Estado miem-

bro de pleno derecho efectuada por Palesti-na. Pero la responsabilidad en este asuntode la mayor organización plurinacional delplaneta no se limita a dar una respuesta enlas próximas semanas a esta petición que seenfrenta a las presiones contrarias de Esta-dos Unidos, varios países de la Unión Euro-pea y, desde luego, Israel. El origen del con-flicto entre palestinos e israelíes que ha lle-gado a nuestros días en toda su crudeza, eraprecisamente ‘sancionado’ por las propiasNaciones Unidas en su origen.

El 29 de noviembre de 1947, en el origende la Guerra Fría, La ONU aprobaba la re-solución 181 que establecía la partición endos Estados de los territorios palestinos ad-ministrados por la potencia colonial británi-ca. Según este texto, la ciudad de Jerusalén,

capital hasta entonces de la Palestina ocu-pada por Reino Unido, quedaba bajo con-trol y supervisión internacional.

Aún bajo mandato británico –que no con-cluiría formalmente hasta el 15 de mayo de1948–, las hostilidades entre las comunida-des judía y palestina ya se habían desatadoy, ante el empuje de las acciones violentasde las organizaciones sionistas presentes enla zona, la originaria población palestina co-menzaba a huir a los países limítrofes. En esafecha, 15 de mayo de 1948, La ONU san-ciona la creación del Estado de Israel que, enese momento, ya ocupaba más de la mitadde las tierras que antes se consideraban Pa-lestina. En la misma resolución que estable-cía el Estado judío, también se contemplabala creación de un Estado palestino, aunqueesta parte jamás llegaría a cumplirse.

Tras la Guerra de los Seis Días, la ocupa-ción israelí se extendía ya sobre una partemucho mayor de territorio palestino, inclu-yendo buena parte de Gaza, Cisjordania yla ciudad de Jerusalén en su totalidad, ade-más de territorios en Jordania, Egipto, Líba-no y Siria. Sucesivas resoluciones de la ONUordenando el regreso a las fronteras ante-riores eran ignoradas y, en varios casos, ve-tadas en el Consejo de Seguridad por partede Estados Unidos –el fundamental aliadode Israel desde su nacimiento como Estado,

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Ban Ki-moon se enfrenta al reto de lograr una solución definitiva para las aspiraciones palestinas en el seno de la ONU.

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y a quien consideraba una pieza fundamentalen el tablero de la Guerra Fría.

Una vez concluida la Guerra del Yom Ki-pur, en 1973, y ya consumada la confisca-ción de la mayor parte de las tierras y el aguaa los palestinos, y el exilio masivo de su po-blación –más de tres millones de personas,entonces–, la Organización para la Libera-ción de Palestina (OLP) ponía en marchauna estrategia política –además de la mili-tar– para la creación de un Estado palesti-no. Mediante la resolución 3.236 de laAsamblea General de Naciones Unidas, el22 de noviembre de 1974, la OLP era acep-tada en la ONU como ‘organización ob-servadora’. En la mencionada resoluciónquedaban reconocidos los “derechos ina-lienables” del pueblo palestino, incluidoslos de soberanía, autodeterminación, el re-torno de los exiliados y la recuperación desus bienes expropiados.

En 1975, la Asamblea General creaba elComité de Derechos de los Palestinos. Unaño más tarde, esta instancia trasladaba sus

recomendaciones para que se hiciese efec-tivo el contenido de la resolución 3.236 alConsejo de Seguridad. Las conclusiones eranvetadas por Estados Unidos –tal y como con-tinuó sucediendo durante años ante intentossimilares–.

Ante el bloqueo de la vía diplomática enla ONU, la OLP adoptaba otra iniciativa: laproclamación de la independencia del Esta-do palestino, incluyendo la fórmula de laaceptación de los dos Estados –en referen-cia a Israel–. Naciones Unidas ‘movía ficha’un mes después, y el 15 de diciembre de1988, tomaba conocimiento formal de estadecisión, mediante la resolución 43/177, enla que, además, expresaba el reconocimientoal pueblo palestino de organizarse librementesobre la base de las fronteras anteriores a1967 –tal y como ahora está solicitando laAutoridad Nacional Palestina–. En esta re-solución se acepta que los representantes dela OLP ante la ONU lo harían en nombre de‘Palestina’.

En 1998 se daba otro paso más. El 7 de ju-

El discurso del presidente esta-dounidense, Barack Obama, ante laAsamblea General de Naciones Uni-das, el pasado 21 de septiembre, de-jaba aclarado definitivamente que lamayor potencia del planeta no brin-daría su respaldo a la entrada de Pa-lestina en la ONU como miembro depleno derecho.

Durante varias semanas, la diplo-macia de Washington había realiza-do un gran despliegue con tal de pre-sionar y disuadir a la Autoridad Na-cional Palestina de sus intenciones;desde la promesa de auspicio denuevas negociaciones, con ciertasgarantías para la ANP, hasta el abier-to anuncio de que en caso de lle-garse a una deliberación en el Con-sejo de Seguridad, Estados Unidosejercería su –arcaico y poco demo-crático– derecho de veto. Aunque

esta situación, caso de producirse,no es muy deseable en el fondo pa-ra la Administración Obama, ya quedejaría demasiado en evidencia sucercanía a las posiciones israelíescuando, además tres cuartas partesde los miembros de Naciones Uni-das sí son partidarios de la entradade Palestina en la organización y desu reconocimiento como Estado–muchos países ya lo han hecho uni-lateralmente–. Por otro lado, su pa-pel en futuras negociaciones que-daría debilitado por su evidente pro-ximidad a una de las partes.

Pero donde quedaba fuera de to-da duda la posición estadounidenseera en el acto solemne del discursode Obama ante la 66 Asamblea Ge-neral de Naciones Unidas. “Al final,son los israelíes y los palestinos, nonosotros, los que deben llegar a un

acuerdo en los asuntos que los divi-den: las fronteras y la seguridad, losrefugiados y Jerusalén. No hay ata-jos para llegar al final de un conflic-to que se ha prolongado décadas.Los amigos de los palestinos no leshacen ningún favor haciendo casoomiso a esta verdad, al igual que losamigos de Israel deben reconocer lanecesidad de lograr una solución dedos Estados con un Israel seguro”.

Obama llegaba mucho más lejoscuando en un momento de su alocu-ción mostraba una identidad casiexacta con los planteamientos rei-vindicados por el propio Benjamin Ne-tanyahu, y que encerraban igualmenteun cierto menosprecio por la institu-ción de la ONU. Afirmaba el inquili-no de la Casa Blanca que “la paz enOriente Medio no vendrá de resolu-ciones y declaraciones de NacionesUnidas”. Parecía olvidar el crucial pa-pel de Estados Unidos como paraguasde esas resoluciones, en la medidaen que han afectado a Israel a lo lar-go de los últimos 63 años.

Tampoco debía funcionar muy bien

su memoria al no recordar otra alo-cución, efectuada por él mismo, an-te este mismo foro, hace aproxima-damente un año, el pasado 24 deseptiembre de 2010. En aquella oca-sión, un Barack Hussein Obama –esees su verdadero nombre completo–

Con el apoyo incondicionalde Washington (a Tel Aviv)

El asunto se vería bloqueado en el seno del Consejo d

Netanyahu pide ahora reanudar el diálogo. EFE

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lio, a través de la resolución 52/250, la Asam-blea General concedía a Palestina, como ob-servadora, el derecho a participar en los tra-bajos de la propia Asamblea General y su in-tervención en las conferencias internacio-nales de Naciones Unidas.

Todas estas ‘conquistas’ palestinas en elseno de la ONU han venido avaladas porresoluciones de la Asamblea General, derango inferior a las emitidas por el Consejode Seguridad, pero a las que no alcanza elderecho de veto de ninguno de los cincomiembros permanentes de ese Consejo, Es-tados Unidos, Rusia, Reino Unido, Franciay China.

Las últimas intervenciones efectivas –novetadas– del Consejo de Seguridad sobre lacuestión se remontan a 1993, cuando a tra-vés de las resoluciones 242 y 338, la orga-nización certifica el reconocimiento mutuoentre la OLP e Israel, lo que sentaba las ba-ses para la firma de los incumplidos –por par-te israelí– acuerdos de paz en Washington,en 1993.

Israel y el ‘teatro delabsurdo’

M ientras la diplomacia esta-dounidense y de buena partede los países de la UE, juntoa los otros integrantes del de-

nominado ’Cuarteto’ (Rusia y ONU) trata-ban de gestionar una fórmula para que la Au-toridad Nacional Palestina retirase su peti-ción de adhesión plena a Naciones Unidas,a cambio de una negociación inmediata, su-pervisada y que desembocase en un Estadopalestino en 2012 –en una gran medida,coincidiendo con los deseos de Tel Aviv–, elEjecutivo israelí, dando muestras una vezmás de su intransigencia y escasa voluntadde alcanzar una solución a este eterno con-flicto, volvía a dar muestras de su rudeza yde sus nulas intenciones de ceder un ápice.

que todavía no había perdido el ha-lo proporcionado por su histórico dis-curso en la Universidad de El Cairo,pedía a la Asamblea General de Na-ciones Unidas “reunirse otra vez elpróximo año con un acuerdo que lle-ve a la creación de un nuevo miem-

bro de la ONU, un Estado soberanoindependiente palestino que vivieseen paz con Israel”.

El trabajo de disuasión y presióninternacional no lo realizaba solo elque volverá a ser candidato a presi-dente por el Partido Demócrata el

próximo año. Un gran número de par-lamentarios estadounidenses parti-cipan muy activamente en el inten-to de restar apoyos en el resto delmundo a la petición de la AutoridadNacional Palestina. Solo un día des-pués de que su pre3sidente presen-tase la petición formal de integra-ción ante el secretario general de laONU, Ban Ki Moon, un grupo de 70congresistas norteamericanos, en-cabezados por el presidente del sub-comité de Asuntos Exteriores delCongreso, el republicano Steve Cha-bot, elaboraban una carta en la quese oponen al reconocimiento de Pa-lestina, considerándolo una “inmi-nente amenaza para la paz en Orien-te Medio”. La misiva, enviada a losgobiernos de 31 países –incluida Es-paña–, acaba pidiendo “respetuo-samente” que estos Estados seopongan a “cualquier resolución dela ONU que lo promueva”.

Entre los signatarios del ‘mensaje’se encuentran la republicana candi-data a las presidenciales del próximoaño Michele Bachmann, integrante

del movimiento ultraderechista ‘TeaParty’, o la presidenta del Comité deAsuntos Exteriores del Congreso, Ilea -na Ros-Lehtinen. Esta última habríarecibido ‘donaciones’ por parte dellobby judío de casi 600.000 dólares,entre 1989 y 2011, tal y como de-nuncia el Centro de Políticas Res-ponsables, una organización de vigi-lancia sobre las buenas prácticas enla política estadounidense.

Los gobiernos receptores de esta‘comunicación’ fueron los de Ale-mania, Australia, Austria, Bélgica,Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Co-lombia, Chipre, la República Checa,Dinamarca, España, Eslovenia, Es-tonia, Finlandia, Francia, Gabón, Gre-cia, Holanda, Hungría, Irlanda, Italia,Letonia, Lituania, Luxemburgo, Mal-ta, Nigeria, Polonia, Portugal, el Rei-no Unido, Rumania y Suecia.

Una semana antes habían hecholo propio un grupo de parlamenta-rios, en este caso, pertenecientes alPartido Demócrata. Entre los fir-mantes se encontraba la expresi-denta del Congreso Nancy Pelosi.o de Seguridad con el recurso de EE UU al arcaico derecho de veto.

Ashton vuelve a consagrar la ambigüedad de la UE.

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Mientras el Consejo de Seguridad de Na-ciones Unidas delibera acerca de la solici-tud palestina de integrarse como Estado depleno derecho en la organización, y la di-plomacia israelí calificaba esta pretensióncomo “acto unilateral que no contribuirá ala paz”, y reclamaba a los palestinos a sen-tarse con ellos en una negociación directa,el Gobierno hebreo anunciaba la construc-ción de otras 1.100 viviendas para colonosisraelíes en los Territorios Ocupados.

La incongruencia entre un llama-miento a la negociación directa y lapromoción de nuevos asentamien-tos en territorio palestino –precisa-mente, el desencadenante de la rup-tura de las últimas conversacionesde paz, y principal motivo de quejade la Autoridad Nacional Palestina,resulta evidente. Además, el Ejecu-tivo del derechista radical BenjaminNetanyahu efectuaba el anuncio deestos nuevos asentamientos el pasa-do 27 de septiembre, solo cuatro dí-as después de la petición de la ANPal Consejo de Seguridad.

Conscientes del demoledor efec-to de esta nueva provocación israe-lí, los países de la Unión Europea,incluidos los más dispuestos a ple-garse a las posiciones del Estado he-breo, se ponían de acuerdo para de-nunciar este acto que interfiere muynegativamente en cualquier posiblesolución de este conflicto enquista-do. La responsable de la diplomaciacomunitaria, Catherine Ashton, ase-guraba que el plan de los nuevosasentamientos debería “ser revoca-do”, mientras recordaba que en elproceso negociador, la UE había so-licitado “a las partes que eviten me-didas provocadoras y, por tanto, lamentamosenormemente que hoy se haya decidido con-tinuar con los asentamientos”, todo ello, an-te el Parlamento Europeo. Sin embargo, la ti-bieza también viene siendo la tónica gene-ral en el papel secundario que la Unión eu-ropea juega en este conflicto desde hace añosy, por ello, la propia Ashton, desde una pro-ximidad mucho mayor a los deseos expre-sados estas semanas por las autoridades is-raelíes, también declaraba que “la UE no hadejado de creer que la solución se debe cons-

truir mediante un gran consenso entre laspartes para que se reanuden las negociacio-nes, y este es el camino para la solución delos dos Estados”.

Ninguna condena formal, mucho menosninguna referencia a posibles sanciones, pe-se a que las propias Naciones Unidas sí sehan manifestado contra estas prácticas de TelAviv en numerosas ocasiones. Y desde Esta-dos Unidos, las reacciones eran todavía mástibias: “Estamos profundamente decepcio-

nados por el anuncio y creemos que es con-traproducente para los esfuerzos de devol-ver a ambas partes a la mesa de negocia-ciones para alcanzar una solución pacífica”,dijo la portavoz del Departamento de Esta-do, Victoria Nuland.

Pero en Israel llevan décadas acostum-brados a este tipo de ‘reacciones’ de la co-munidad internacional ante sus accionesque conculcan sistemáticamente varias re-soluciones de la ONU y del Derecho In-ternacional. En este caso, incluso, ya con-

taban con el discurso previo del presiden-te de Estados Unidos, Barack Obama, antela Asamblea General de Naciones Unidas,en el que, además de anunciar su intenciónde vetar la admisión de Palestina, argu-mentaba que la solución solo podría llegara través de una negociación bilateral di-recta, al margen de la ONU, en coinci-dencia total con las tesis del Gabinete diri-gido por Benjamin Netanyahu.

Como era de esperar, las condenas másclaras y contundentes provenían de los per-judicados, la Autoridad Nacional Palestina.El jefe de sus negociadores ante la ONU, Sa-eb Erekat, no se mordía la lengua explican-do que este anuncio de 1.100 nuevas vi-viendas en territorio palestino es “un bofe-tón a todos los esfuerzos internacionales pa-ra proteger las diluidas perspectivas de pazen la región. Israel ha respondido la Cuarte-to y a la iniciativa francesa –un plan expuestopor su ministro de Exteriores, Alain Juppé,para acelerar las negociaciones– con 1.100viviendas. Netanyahu ha dejado en ridículoa todos aquellos en la comunidad interna-cional que insisten en que hay un socio pa-ra la paz en Israel”.

Naciones Unidas no es el foro favorito delEstado judío. Sus actos han sido condena-dos allí en numerosas ocasiones, aunque sinefecto alguno para Tel Aviv, por la protecciónde Washington. El propio primer ministro,Netanyahu, lo dejaba claro en la propia se-de de la supraorganización. En su interven-ción ante la Asamblea General, no se priva-ba de calificar a la ONU de “casa de men-tiras”, dedicada “al teatro del absurdo”, ase-gurando que “no se puede conseguir la pazcon resoluciones de la ONU”.

Días antes había insistido en que era im-prescindible establecer “negociaciones di-rectas” –en plena sintonía con Washingtony muchos ‘socios’ de la UE–, e incluso ha-bía apelado directamente al presidente dela ANP a sentarse con él a la mesa de con-versaciones: “Llamo al presidente de la Au-toridad Palestina a iniciar negociaciones di-rectas en Nueva York, que seguirán poste-riormente en Ramala y Jerusalén. Sugiero alpresidente Abbas negociar por la paz en lu-gar de perder el tiempo con pasos unilate-rales sin utilidad”. Eso era justo una sema-na antes de anunciar los nuevos asenta-mientos en Cisjordania. l

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Israel sigue con su política de crear nuevos asentamientos.

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