4 chamado permanente -español-
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Debido a la importancia de la oración,
deberíamos ser naturalmente personas
de oración.
Sin una vida de oración permanente quedamos
desprotegidos contra los ataques de Satanás, en sus múltiples formas.
El desafío divino para todas las personas que
quieren vivir una vida en conformidad con su
voluntad es tener una vida de permanente
oración.
Es en ese momento, cuando nos preparamos para cumplir los
deberes del día, es en ese instante, que reafirmamos el propósito de
honrar y glorificar a Dios en todos los aspectos de la vida.
Después de haber recibido el Después de haber recibido el bautismo diario del Espíritu bautismo diario del Espíritu
Santo, viene ahora el desafío Santo, viene ahora el desafío de permanecer en la presencia de permanecer en la presencia del Señor hasta la última hora del Señor hasta la última hora
del día. del día.
Necesitamos tener la convicción de estar
seguros de que Dios es nuestro bien mayor.
“…Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera
de ti. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi
diestra no seré conmovido”
(Salmo 16:2, 8).
Mantener firmes los ojos en Cristo:
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono
de Dios” (Hebreos 12:2).
Solamente manteniendo una mirada firme hacia Jesús en
la cruz, es como vamos a amarlo de todo el corazón.
Cuando mantenemos una mirada firme hacia la
cruz, la frialdad, la indiferencia, la malicia, el odio, el egoísmo, la falta de amor, la codicia y la
inmoralidad son quitados de nuestro corazón.
“Echando toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros” (1Pedro 5:7).
Salir con Dios para el trabajo:“Si tu presencia no ha de ir conmigo, no
nos saques de aquí” (Éxodo 33:15).
“Cultivad la costumbre de conversar con el Salvador
cuando estéis solos, cuando andéis o estéis ocupados en vuestro
trabajo cotidiano”(El ministerio de curación,
p. 408).
“Orando en todo tiempo con toda
oración y súplica en el Espíritu, y
velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos
los santos”(Efesios 6:18).
“Mirad, velad y orad; [...] Velad, pues, porque
no sabéis cuándo vendrá el señor de la
casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; […] a todos lo dijo: Velad” (Marcos 13:33, 35, 37).
“Orar sin cesar es mantener una unión no interrumpida del alma con Dios, de
modo que la vida de Dios fluya a la nuestra;
y de nuestra vida la pureza y la santidad
refluyan a Dios” (El caminho a Cristo,
p. 97).
1. 1. Qué sucede cuando Qué sucede cuando no vigilamos y oramos no vigilamos y oramos
habitualmente:habitualmente:
Perdemos la iluminaciónPerdemos la iluminacióndivinadivina
““Las tinieblas del malo cercan a Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración”aquellos que descuidan la oración”
(ibíd., p. 94).(ibíd., p. 94).
Debemos vigilar para que no nos volvamos superficiales
y frívolos, y para que podamos ser aprobados
diariamente.
“Si recordáramos que estamos compareciendo en juicio ante el universo
celestial, que Dios nos está probando para ver de que espíritu estamos animados, habría entre
nosotros una meditación más seria y oración más
ferviente”(Exaltad a Jesús, p. 337).
Así como no podemos vivir sin respirar, de la misma
forma no podemos vivir sin orar.
Cuando oramos en el nombre del Señor Jesús,
tenemos acceso directo altrono de Dios, de donde
recibimos gracia y misericordia.
Cuando estamos enfermos espiritualmente y oramos, Cristo viene como el gran
Médico y nos cura.
“He aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28:20).
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo
haré [...]” (Juan14:13).
Por medio de laoración somos bendecidos con
el poder y la presencia de
Jesús.
“La fe en la Palabra de Dios, estudiada con oración y puesta en
práctica, será nuestro escudo contra el poder de Satanás y nos hará
vencedores por la sangre de Cristo”
(Testimonios para laiglesia, t. 1, p. 272).
“La oración es necesaria, y no
debiéramos esperar que se manifiesten
los sentimientos sino orar,
fervorosamente, ya sea que sintamos
algo o que no sintamos nada”
(Dios nos cuida , p. 274).