6 cómo se produce conocimiento

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¿Cómo se produce conocimiento? Reflexiones a través del pensamiento de Nietzsche

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¿Cómo se produce conocimiento?Reflexiones a través del pensamiento de Nietzsche

Importa la búsqueda de la verdad que la verdad misma• ¡Oh Voltaire! ¡Oh

humanitarismo! La <verdad>, la búsqueda de la verdad, son cosas difíciles; y si el hombre se comporta aquí de un modo demasiado humano —il ne cherche le vrai que pour faire de bien [ no busca la verdad más que para hacer el bien], —¡Apuesto a que no encuentra nada!

En el afán heroico del individuo por acceder a lo universal, en el intento de rebasar el sortilegio de la individuación y de querer ser él mismo como la esencia única del mundo, el individuo padece en sí la contradicción primordial oculta en las cosas, comete sacrilegios y sufre.

Crítica a la modernidad

• Nietzsche va a provocar, toca todos los puntos de fundación dogmática de verdad, texto de rebeldía, de búsqueda personal.

• La filosofía de Nietzsche intenta redefinir no sólo los conceptos de vida, política y poder, también los límites difusos entre “hombre” y “animal”.

La causa sui (causa de sí mismo)• Es la mejor autocontradicción imaginada hasta ahora, una

especie de estupro y monstruosidad lógicos: pero el desenfrenado orgullo del hombre le ha llevado a enredarse de manera profunda y horrible justo en ese sin sentido. La aspiración a la <libertad de la voluntad>, entendida en aquel sentido metafísico y superlativo que, por desgracia, continúa dominando en las cabezas de los semiinstruidos, la aspiración a cargar uno la responsabilidad total y última de sus propias acciones, y a descargar de ella a Dios, al mundo, a los antepasados, al azar, a la sociedad, equivale, en efecto, nada menos que a ser precisamente aquella causa sui y a salir de la existencia a base de tirarse de los cabellos, con una temeridad mayor aún que la de Müchhausen.

• Suponiendo que alguien llegue así a darse cuenta de la rústica simpleza de ese famoso concepto <voluntad libre> y se lo borre de la cabeza, yo le ruego entonces que dé un paso más en su <ilustración> y se borre también de la cabeza lo contrario de aquel monstruoso concepto <voluntad no libre>, que aboca a un uso erróneo de causa y efecto.

• No debemos cosificar equivocadamente <causa> y <efecto>, como hacen los investigadores de la naturaleza (y quien, como ellos, naturaliza hoy en el pensar —) en conformidad con el cretinismo mecanicista, el cual deja que la causa presiones y empuje hasta que <produce el efecto>; debemos servirnos precisamente de la <causa> , del <efecto> nada más que como de conceptos puros, es decir, ficciones convencionales, con fines de designación, de entendimiento, pero no de aclaración.

• En lo <en-sí> no hay <lazos causales>, ni <necesidad>, ni <no libertad psicológica>, allí no sigue <el efecto a la causa>, allí no gobierna <ley> ninguna.

• Nosotros somos los únicos que hemos inventado las causas, la sucesión, la reciprocidad, la relatividad, la coacción, el número, la ley, la libertad, el motivo, la finalidad; y siempre que a este mundo de signos lo introducimos ficticiamente u lo entremezclamos, como si fuera un <en sí>, en las cosas, continuamos actuando de igual manera que hemos actuado siempre, a saber, de manera mitológica.

• ¿Existe un pesimismo de la fortaleza? ¿Una predilección intelectual por las cosas duras, horrendas, malvadas, problemáticas de la existencia, predilección nacida de un bienestar, de una salud desbordante, de una plenitud de la existencia? ¿Será tal vez un sufrimiento causado por esa sobreplenitud? ¿Una tentadora valentía de la más aguda de las miradas, valentía que anhela lo terrible, por considerarlo el enemigo, el digno enemigo en el que poder poner a prueba su fuerza?

• ¿Acaso el cientificismo nada más que un miedo al pesimismo y una escapatoria frente a él? ¿Una defensa sutil obligada contra la verdad?

• ¿Acaso sería la moral una ‹voluntad de negación de la vida›, un secreto de aniquilación, un principio de ruina, de empequeñecimiento, de calumnia, un comienzo del final?

• ¿Acaso hay un reino de sabiduría del cual está desterrado el lógico? ¿Acaso el arte es incluso un correlato y un suplemento necesarios de la ciencia?

• ¿Qué otra cosa podríamos mencionar que, en la desolación y decaimiento de la cultura de ahora, pudiese despertar alguna expectativa consoladora para el futuro?

• ¿Qué es claro, qué está ‹aclarado›? ¿Sólo aquello que se deja ver y tocar?

• ¿De dónde saco yo el concepto de pensar? ¿Por qué creo en la causa y en el efecto? ¿Qué me da a mí derecho a hablar de un yo, e incluso de un yo como causa, y, en fin, incluso de un yo causa de pensamientos?

• Un pensamiento viene cuando ‹él› quiere, y no cuando yo quiero; de modo que es un falseamiento de la realidad efectiva decir: el sujeto ‹yo› es la condición del predicado ‹pienso›.

El amante del conocimiento debe escuchar sutil y diligentemente, debe tener sus oídos en todos aquellos lugares en que se hable sin indignación- pues el hombre indignado, y todo aquel que con sus propios dientes se despedaza y desgarra a sí mismo, ése quizá sea superior, según el cálculo de la moral, al sátiro reidor y autosatisfecho… Y nadie miente tanto como el indignado.

• [¡Oh santa simplicidad!] ¡Dentro de qué simplificación y falseamiento tan extraños vive el hombre! ¿Imposible resulta dejar de maravillarse una vez que hemos acomodado nuestros ojos para ver tal prodigio! ¡Cómo hemos vuelto luminoso y libre y fácil y simple todo lo que nos rodea! ¡Cómo hemos sabido dar a nuestro pensar un divino deseo de saltos y paralogismos traviesos!

• Nosotros tenemos que ir más allá, allá fuera, donde vosotros menos os sentís como en vuestra casa.

• ¡Ponerse en guardia contra quienes dan mucho valor a que se confíe en su tacto y sutilezas morales en materia de distinciones morales!

• Es lícito actuar como mejor parezca, o ‹como quiera el corazón›, y, en todo caso, ‹más allá del bien y del mal›

<El conocimiento por el conocimiento> —ésa es la última trampa que la moral tiende: de ese modo volveremos a enredarnos completamente en ella.

• El atractivo del conocimiento sería muy pequeño si en el camino que conduce a él no hubiera que superar tanto pudor.

• El sabio como astrónomo. — Mientras continúes sintiendo las estrellas como un <por-encima-de-ti> sigue faltándote la mirada del hombre de conocimiento.

• Es terrible morir de sed en el mar. ¿Tenéis vosotros que echar en seguida tanta sal a vuestra verdad que luego ni siquiera — apague ya la sed?

• Lo que alguien es comienza a delatarse cuando su talento declina, — cuando deja de mostrar lo que él es capaz de hacer. El talento es también un adorno; y un adorno es también un escondrijo.

• No amamos ya bastante nuestro conocimiento tan pronto como lo comunicamos.

• En un hombre de conocimiento la compasión casi produce risa, como en un cíclope las manos delicadas.

“Yo soy un pretil encima de la corriente y, quien pueda, que se asa de mí. Pero no soy tu muleta”.

NIETZSCHE

“He aprendido a caminar; desde entonces ‘me dejo correr’. He aprendido a volar; desde entonces no espero a que me empujen para moverme de sitio”

Nietzsche

 

“Soy un caminante y un escalador de cumbres, dijo para sus adentros. No me gustan los llanos y parece que la vida sedentaria no me conviene”

NIETZSCHE

 

“De todo lo escrito, sólo aprecio lo que uno ha escrito con sangre. Escribe con sangre y sabrás que la sangre es espíritu”.

 

NIETZSCHE

¡Gracias

Lic. Micaela González Delgado