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    METODOLOGA DE LA INVESTIGACIN IDra. Roxana Ynoub

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    El oficio de socilogo

    PIERRE BOURDIEU, JEAN-CLAUDE CHAMBOREDON, JEAN-CLAUDE PASSERON

    Introduccin. Epistemologa y metodologa

    El mtodo -escribe Auguste Comte- no es susceptible de ser estudiado separadamente de lasinvestigaciones en que se lo emplea; o, por lo menos, sera ste un estudio muerto, incapaz defecundar el espritu que a l se consagre. Todo lo que pueda decirse de real, cuando se loencara abstractamente, se reduce a generalidades tan vagas que no podra tener influenciaalguna sobre el rgimen intelectual. Cuando se ha establecido, como tesis lgica, que todosnuestros conocimientos deben fundarse sobre la observacin, que debe procederse de losprincipios hacia los hechos y de los hechos hacia los principios, adems de algunos otrosaforismos similares, se conoce mucho menos netamente el mtodo que a quien estudia, demodo poco profundo, una sola ciencia positiva, aun sin intencin filosfica. Por haber

    desconocido este dato esencial, nuestros psiclogos se inclinan a considerar a sus ensueoscomo ciencia, cuando creen comprender el mtodo positivo por haber ledo los preceptos deBacon o el Discurso de Descartes. Ignoro si, ms tarde, ser posible seguir a priori unverdadero curso del mtodo del todo independiente del estudio filosfico de las ciencias; peroestoy convencido de que ello es imposible hoy, puesto que los grandes procedimientos lgicosno pueden an ser explicados, con suficiente precisin, por separado de sus aplicaciones. Meatrevo a agregar adems que, aun cuando una empresa de este tipo pueda ser realizada loque, en efecto es concebible-, slo por el estudio de las aplicaciones regulares de losprocedimientos cientficos podr lograrse un buen sistema de hbitos intelectuales, hecho quees, sin embargo, objetivo esencial del mtodo(1).

    Nada habra que agregar a este texto que, al negarse a disociar el mtodo de la prctica, de

    entrada rechaza todos los discursos del mtodo, si no existiera ya todo un discurso acerca delmtodo que, ante la ausencia de una oposicin de peso, amenaza imponer a los investigadoresuna imagen desdoblada del trabajo cientfico. Profetas que se ensaan con la impureza originalde la empiria de quienes no se sabe si consideran las mezquindades de la rutina cientficacomo atentatorias a la dignidad del objeto que ellos piensan les corresponde o del sujetocientfico que pretende encarnar o sumos sacerdotes del mtodo que todos los investigadoresobservaran voluntariamente, mientras vivan, sobre los estrados del catecismo metodolgico,quienes disertan sobre el arte de ser socilogo o el modo cientfico de hacer ciencia sociolgicaa menudo tienen en comn la disociacin del mtodo o la teora respecto de las operaciones deinvestigacin, cuando no disocian la teora del mtodo o la teora de la teora. Surgido de laexperiencia de la investigacin y de sus dificultades cotidianas, nuestro propsito explicita, enfuncin de las necesidades de nuestra causa, un sistema de costumbres intelectuales: se

    dirige a quienes, embarcados en la prctica de la sociologa emprica, sin necesidad algunade que se les recuerde la necesidad de la medicin y de su aparato terico y tcnico, estn deacuerdo totalmente con nosotros sobre aquello acerca de lo cual estamos de acuerdo porqueva de suyo: la necesidad, por ejemplo, de no descuidar ninguno de los instrumentosconceptuales o tcnicos que dan todo el rigor y la fuerza a la verificacin experimental. Sloquienes no tienen o no quieren hacer la experiencia de investigacin podrn ver, en esta obraque apunta a problematizar la prctica sociolgica, un cuestionamiento de la sociologaemprica.(2)

    Si bien es cierto que la enseanza de la investigacin requiere, de parte de quienes la concibencomo de los que la reciben, una referencia directa y constante a la experiencia en primerapersona de la prctica, la metodologa de moda que multiplica los programas deinvestigaciones refinadas pero hipotticas, las consideraciones crticas de investigacionesrealizadas por otros [...] o los veredictos metodolgicos,(3) no podra reemplazar unareflexin sobre la relacin justa con las tcnicas y un esfuerzo, an azaroso, por transmitirprincipios que no pueden presentarse como simples verdades de principio porque son el

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    principio de la investigacin de verdades. Si bien es cierto, adems, que los mtodos sedistinguen de las tcnicas, por lo menos en que stos son lo suficientemente generales comopara tener valor en todas las ciencias o en un sector importante de ellas,(4) esta reflexinsobre el mtodo debe tambin asumir el riesgo de rever los anlisis ms clsicos de la

    epistemologa de las ciencias de la naturaleza; pero quiz sea necesario que los socilogos sepongan se pongan de acuerdo sobre principios elementales que aparecen como evidentes paralos especialistas en ciencias de la naturaleza o en filosofa de las ciencias, para salir de laanarqua conceptual a la que estn condenados por su indiferencia ante la reflexinepistemolgica. En realidad, el esfuerzo por examinar una ciencia en particular a travs de losprincipios generales proporcionados por el saber epistemolgico se justifica y se imponeespecialmente en el caso de la sociologa: en ella todo conduce, en efecto, a ignorar estesaber, desde el estereotipo humanista de la irreductibilidad de las ciencias humanas hasta lascaractersticas del reclutamiento y la formacin de investigadores, sin olvidar la existencia deun conjunto de metodlogos especializados en la reinterpretacin selectiva del saber de lasotras ciencias. Por tanto, es necesario someter las operaciones de la prctica sociolgica a laproblemtica de la razn epistemolgica, para definir, y si es posible inculcar, una actitud devigilancia que encuentre en el completo conocimiento del error y de los mecanismos que loengendran uno de los medios para superarlo. La intencin de dotar al investigador de losmedios para que l mismo supervise su trabajo cientfico, se opone a los llamados al orden delos censores cuyo negativismo perentorio slo suscita el horror al error y el recurso designadoa una tecnologa investida con la funcin de exorcismo.

    Como la obra de Gaston Bachelard lo demuestra, la epistemologa se diferencia de unametodologa abstracta en su esfuerzo por captar la lgica del error para construir la lgica deldescubrimiento de la verdad como polmica contra el error y como esfuerzo para someter lasverdades prximas a la ciencia y los mtodos que utiliza a una rectificacin metdica ypermanente [G. Canguilhem, texto n1]. Pero la accin polmica de la razn cientfica notendra toda su fuerza si el psicoanlisis del espritu cientfico no se continuara en un anlisisde las condiciones sociales en las cuales se producen las obras sociolgicas: el socilogo puede

    encontrar un instrumento privilegiado de vigilancia epistemolgica en la sociologa delconocimiento, como medio para enriquecer y precisar el conocimiento del error y de lascondiciones que lo hacen posible y, a veces, inevitable. [G. Bachelard, texto n2]. Porconsiguiente, las apariencias que aqu pudieran subsistir de una discusin ad hominem serefieren slo a los lmites de la comprensin sociolgica de las condiciones de error: unaepistemologa que se remite a una sociologa del conocimiento, menos que ninguna otra puedeimputar los errores a sujetos que no son, nunca ni totalmente, sus autores. Si, parafraseandoun texto de Marx, no pintamos de rosado, al empirista, al intuicionista o al metodlogo,tampoco nos referimos a personas sino en tanto que personificacin de posicionesepistemolgicas que slo se comprenden totalmente en el campo social donde se apoyan.

    Pedagoga de la investigacin

    La funcin de esta obra define su forma y su contenido. Una enseanza de la investigacincuyo proyecto sea exponer los principios de una prctica profesional y simultneamenteimprimir cierta relacin a esta prctica, es decir, proporcionar a la vez los instrumentosindispensables para el tratamiento sociolgico del objeto y una disposicin activa a utilizarlosapropiadamente, debe romper con la rutina del discurso pedaggico para restituir su fuerzaheurstica a los conceptos y operaciones ms completamente neutralizados por el ritual de laexposicin cannica. Por ello, esta obra que apunta a sealar los actos ms prcticos de laprctica sociolgica comienza con una reflexin que trata de recordar, sistematizndolos, lasimplicaciones de toda prctica, buena o mala, y de concretar en preceptos prcticos al principiode vigilancia epistemolgica (Libro primero).(5) Se intentar luego la definicin de la funcin y

    las condiciones de aplicacin de los esquemas tericos a los que debe recurrir la sociologapara construir su objeto, sin pretender presentar estos primeros principios de la interrogacinpropiamente sociolgica como una teora acabada del conocimiento del objeto sociolgico y,menos todava, como una teora general y universal del sistema social. (Libro segundo).* La

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    investigacin emprica no busca comprometer tal teora para escapar el empirismo, siempreque ponga en prctica efectiva, en cada una de sus operaciones, los principios que loconstituyen como ciencia, proporcionndole un objeto caracterizado por un mnimo decoherencia terica. Si esta condicin se cumple, los conceptos o los mtodos podrn ser

    utilizados como nuevos usos (Libro tercero).** Al asociar la presentacin de cada instrumentointelectual a ejemplos de su utilizacin, se tratar de evitar que el saber sociolgico puedaaparecer como una suma de tcnicas, o como un capital de conceptos separados o separablesde su implementacin en la investigacin.

    Si nos hemos permitido extraer del orden de razones en las que se encontraban insertos losprincipios tericos y los procedimientos tcnicos heredados de la historia de la cienciasociolgica, no es slo para quebrar los encadenamientos del orden didctico que no renunciaa la complacencia erudita frente a la historia de las doctrinas o los conceptos sino para rendirtributo al reconocimiento diplomtico de los valores consagrados por la tradicin o sacralizadospor la moda, ni tampoco para liberar virtualidades heursticas, muchas veces ms numerosasque los que permitiran creer los usos acadmicos; es, sobre todo, en nombre de unaconcepcin de la teora del conocimiento sociolgico que hace de esta teora sistema deprincipios que definen las condiciones de posibilidad de todos los actos y todos los discursospropiamente sociolgicos, y slo de stos, cualesquiera que sean las teoras del sistema socialde quienes producen o produjeron obras sociolgicas en nombre de estos principios. Elproblema de una filiacin de una investigacin sociolgica a una teora particular acerca de losocial, la de Marx, la de Weber o la de Durkheim por ejemplo, es siempre secundario respectodel problema de la pertenencia de esta investigacin a la ciencia sociolgica: el nico criteriode esta pertenencia reside, en realidad, en la aplicacin de los principios en tanto tal, deningn modo separa autores a los que todo aleja en el plano de la teora del sistema social.Aunque la mayora de los autores han llegado a confundir su teora particular del sistema socialcon la teora del conocimiento de lo social que abrazaban, por lo menos implcitamente en suprctica sociolgica, el proyecto epistemolgico puede permitirse esta distincin preliminarpara vincular autores cuyas oposiciones doctrinarias ocultan el acuerdo epistemolgico.

    Temer que esta empresa conduzca a una amalgama de principios tomados de tradicionestericas diferentes o a la constitucin de un corpus de frmulas disociadas de los principios quelas fundamentan, implica olvidar que la reconciliacin cuyos principios creemos explicitar seopera realmente en el ejercicio autntico del oficio de socilogo o, ms exactamente, en eloficio del socilogo, habitus que, en tanto que sistema de esquemas ms o menosdominados y ms o menos transponibles, no es sino la interiorizacin de los principios de lateora del conocimiento sociolgico. A la tentacin que siempre surge de transformar lospreceptos del mtodo en recetas de cocina cientfica o en objetos de laboratorio, slo puedeoponrsele un ejercicio constante de la vigilancia epistemolgica que, subordinado al uso detcnicas y conceptos a un examen sobre las condiciones y los lmites de su validez, proscriba lacomodidad de una aplicacin automtica de procedimientos probados y seale que toda

    operacin, no importa cun rutinaria y repetida sea, debe repensarse a s misma y en funcindel caso particular. Slo una reinterpretacin mgica de las exigencias de la medicin puede ala vez sobrestimar la importancia de las operaciones que no son, por otra parte, sino recursosdel oficio y, transformando la cautela metodolgica en respeto sagrado, utilizar no sin temor ono utilizar jams, bajo el temor de no cumplir totalmente las condiciones rituales, instru-mentos que deberan ser juzgados slo en el uso. Los que llevan la cautela metodolgica hastala obsesin hacen pensar en ese enfermo del que habla Freud, que dedica su tiempo a limpiarsus anteojos sin ponrselos nunca.

    Considerar seriamente el proyecto de transmitir un ars inveniendi significa reconocer quesupone algo ms y diferente que el ars probandipropuesto por quienes confunden la mecnicalgica, enseguida desarmada, de las comprobaciones y las pruebas con el funcionamiento real

    del espritu creador; reconocer tambin, con la misma evidencia, que existen senderos o,mejor dicho, atajos que hoy pueden trazar una reflexin sobre la investigacin en el caminosin arrepentimientos ni rodeos que propondra un discurso verdadero del mtodo sociolgico.

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    A diferencia de la tradicin que se atiene a la lgica de la prueba, sin permitirse, por principio,penetrar en los arcanos de la invencin, condenndose de esta forma a vacilar entre unaretrica de la exposicin formal y una psicologa literaria del descubrimiento, quisiramosproporcionar aqu los medios para adquirir una disposicin mental que sea condicin de la

    invencin y de la prueba. Si esta reconciliacin no se produce, ello implicara renunciar aproporcionar una ayuda, cualquiera que sea, al trabajo de investigacin, limitndonos junto atantos otros metodlogos, a invocar o llamar, como se llama a los espritus, los milagros deuna iluminacin creadora, que transmite la hagiografa del descubrimiento cientfico, o losmisterios de la psicologa de las profundidades.(6)

    Si va de suyo que los automatismos adquiridos posibilitan la economa de una invencinpermanente, hay que cuidarse de la creencia de que el sujeto de la creacin cientfica es unautomaton spirituale que obedece a los organizados mecanismos de una programacinmetodolgica constituida de una vez para siempre, y por tanto encerrar al investigador en loslmites de una ciega sumisin a un programa que excluye la reflexin sobre el programa,reflexin que es condicin de invencin de nuevos programas.(7) La metodologa, afirmabaWeber, [...] es condicin de un trabajo fecundo en la misma medida en que el conocimientode la anatoma es condicin de la marcha correcta.(8) Pero, aunque es intil confiar endescubrir una ciencia sobre el modo de hacer ciencia, y suponer que la lgica sea algo ms queun modo de control de la ciencia que se construye o que ya se ha construido, sin embargo,como lo observ Stuart Mill, la invencin puede ser cultivada, es decir que una explicitacinde la lgica del descubrimiento, tan parcial como parezca, puede contribuir a la racionalizacindel aprendizaje de las aptitudes para la creacin.

    Epistemologa de las ciencias del hombre y epistemologa de las ciencias de lanaturaleza

    La mayora de los errores a los que se exponen la prctica sociolgica y la reflexin sobre la

    misma radican en una representacin falsa de la epistemologa de las ciencias de la naturalezay de la relacin que mantiene con la epistemologa de las ciencias del hombre. As,epistemologas tan opuestas en sus afirmaciones evidentes como el dualismo de Dilthey queno puede pensar la especificidad del mtodo de las ciencias del hombre sino oponindole unaimagen de las ciencias de la naturaleza originada en la mera preocupacin por diferenciar- y elpositivismo preocupado por imitar una imagen de la ciencia natural fabricada segn lasnecesidades de esta imitacin-, ambos en comn ignoran la filosofa exacta de las cienciasexactas. Esta grosera equivocacin condujo a fabricar distinciones forzadas entre los dosmtodos para responder a la nostalgia o a los deseos piadosos del humanismo, y a celebraringenuamente redescubrimientos desconocidos como tales o, adems, a entrar en la pujapositivista que escolarmente copia una imagen reduccionista de la experiencia como copia delo real.

    Pero puede advertirse que el positivismo efecta slo una caricatura del mtodo de las cienciasexactas, sin acceder ipso facto a una epistemologa exacta de las ciencias del hombre. Dehecho, el carcter subjetivo de los hechos sociales y su irreductibilidad a los mtodos rigurososde la ciencia conforman una constante en la historia de las ideas que la crtica del positivismomecanicista slo reafirma. De esta forma, al percibir que los mtodos que los cientficos o losinvestigadores fascinados por las ciencias de la naturaleza tan a menudo intentaron aplicar a lafuerza a las ciencias del hombre no siempre fueron necesariamente aquellos que los cientficosaplicaban de hecho en su propia disciplina, sino ms bien los que crean utilizar,(9) Hayekconcluye de inmediato que los hechos sociales se diferencian de los hechos de las cienciasfsicas en tanto son creencias u opiniones individuales y, por consiguiente, no deben serdefinidos segn lo que podramos descubrir sobre ellos por los mtodos objetivos de la ciencia

    sino segn lo que piensa la persona que acta.(10) La impugnacin de la imitacinautomtica de las ciencias de la naturaleza se vincula tan mecnicamente a la crticasubjetivista de la objetividad de los hechos sociales que todo esfuerzo por encarar losproblemas especficos que plantea la transposicin a las ciencias del hombre del saber

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    epistemolgico de las ciencias de la naturaleza, corre siempre el riesgo de parecer unareafirmacin de los derechos imprescriptibles de la subjetividad.(11)

    La metodologa y el desplazamiento de la vigilancia

    Para superar las discusiones acadmicas y las formas acadmicas de superarlas, es necesariosometer la prctica cientfica a una reflexin que, a diferencia de la filosofa clsica delconocimiento, se aplique no a la ciencia hecha, ciencia verdadera cuyas condiciones deposibilidad y de coherencia, cuyos ttulos de legitimidad sera necesario establecer, sino a laciencia que se est haciendo. Tal tarea, propiamente epistemolgica, consiste en descubrir enla prctica cientfica misma, amenazada sin cesar por el error, las condiciones en las cuales sepuede discernir lo verdadero de lo falso, en el pasaje desde un conocimiento menos verdaderoa un conocimiento ms verdadero, o ms bien, como lo afirma Bachelard, aproximado, esdecir rectificado. Esta filosofa del trabajo cientfico como accin polmica incesante de laRazn, traspuesta a la instancia de las ciencias del hombre, puede proporcionar los principiosde una reflexin capaz de inspirar y controlar los actos concretos de una prcticaverdaderamente cientfica, definiendo en lo que tengan de especfico los principios delracionalismo regional propios de la ciencia sociolgica. El racionalismo fijista que informabalas preguntas de la filosofa clsica del conocimiento hoy se expresa mejor en los intentos dealgunos metodlogos que se inclinan a reducir la reflexin sobre el mtodo a una lgica formalde las ciencias. Sin embargo, como lo seala P. Feyerabend, todo fijismo semntico tropiezacon dificultades cuando se trata de dar razn total del progreso del conocimiento y de losdescubrimientos que a l aportan.(12) Ms precisamente, interesarse en las relacionesintemporales entre los enunciados abstractos en detrimento de los procesos por los cualescada proposicin o cada concepto fue establecido y engendr otras proposiciones u otrosconceptos, supone negarse a colaborar efectivamente con quienes estn inmersos en lasperipecias inseguras del trabajo cientfico, desplazando as el desarrollo de la intriga entrebastidores para llevar a escena slo los desenlaces. Totalmente ocupados en la bsqueda de

    una lgica ideal del descubrimiento, los metodlogos no pueden dirigirse en realidad sino a uninvestigador definido abstractamente por su aptitud para concretar estas normas deperfeccin, es decir a un investigador impecable, lo que equivale a decir imposible o estril. Laobediencia incondicional a un organon de reglas lgicas tiende a producir un efecto declausura prematura, al hacer desaparecer, como lo dira Freud, la elasticidad en lasdefiniciones, o como lo afirma Carl Hempel, la disponibilidad semntica de los conceptos queconstituye una de las condiciones del descubrimiento, por lo menos en ciertas etapas de lahistoria de una ciencia o del desarrollo de una investigacin.

    No se trata aqu de negar que la formalizacin lgica encarada como medio para poner aprueba la lgica en acto de la investigacin y la coherencia de sus resultados constituye uno delos instrumentos ms eficaces del control epistemolgico; pero esta implementacin legtima

    de los instrumentos lgicos opera demasiado a menudo como garanta de la enfermizapredileccin por ejercicios metodolgicos cuyo nico fin discernible es posibilitar la exhibicinde un arsenal de medios disponibles. Frente a algunas investigaciones concebidas en funcinde las necesidades de la causa lgica o metodolgica, no puede sino evocarse, con AbrahamKaplan, de conducta de un borracho que, habiendo perdido la llave de su casa, la busca sinembargo con obstinacin, bajo la luz de un farol, ya que alega que all se ve mejor [A. Kaplan,texto n 3].

    El rigorismo tecnolgico que descansa sobre la fe en un rigor definido de una vez para siemprey para todas las situaciones, es decir una representacin fijista de la verdad o del error comotrasgresin a normas incondicionales, se opone diametralmente a la bsqueda de rigoresespecficos, desde una teora de la verdad como teora del error rectificado. El conocer -

    agrega Gaston Bachelard- debe evolucionar junto con lo conocido. Lo que equivale a afirmarque es intil buscar una lgica anterior y exterior a la historia de la ciencia que se esthaciendo. Para captar los procedimientos de la investigacin es necesario analizar cmo operaen lugar de encerrarla en la observacin de un declogo de procedimientos que quiz no deban

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    parecer adelantados respecto de la prctica real sino por el hecho de que son definidos poradelantado.(13) Desde la fascinacin por el hecho de que en matemtica evitar el error escuestin de tcnica, se pretende definir la verdad como el producto de una actividad intelectualque responde a ciertas normas; se pretende considerar los datos experimentales como se

    consideran los axiomas de la geometra; se confa determinar reglas de pensamiento queconsideraran la funcin que la lgica desempea en matemtica. Se quiere, a partir de unaexperiencia limitada, construir la teora de una vez por todas. El clculo infinitesimal elaborsus fundamentos paso a paso, la nocin de nmero slo alcanz claridad despus de 2500aos. Los procedimientos que instauran el rigor se originan como respuestas a preguntas queno pueden formularse a priori, y que slo el desarrollo de la ciencia hace surgir. La ingenuidadse pierde lentamente. Esto, verdadero en matemtica, lo es a fortiori para las ciencias de laobservacin, a donde cada teora refutada impone nuevas exigencias de rigor. Es pues intilpretender plantear a priori las condiciones de un pensamiento autnticamente cientfico.(14)

    Ms profundamente, la exhortacin insistente por una perfeccin metodolgica corre el riesgode provocar un desplazamiento de la vigilancia epistemolgica; en lugar de preguntarse, porejemplo, sobre el objeto de medicin, sobre el grado de precisin deseable y legtimo segnlas condiciones particulares de la misma, o determinar, simplemente, si los instrumentosmiden lo que se desea medir, es posible, arrastrados por el deseo de acuar en tareasrealizables la idea pura del rigor metodolgico, perseguir, en una obsesin por el decimal, elideal contradictorio de una precisin definible intrnsicamente, olvidando que, tal como lorecuerda A. D. Richtie, realizar una medicin ms precisa que lo necesario no es menosabsurdo que hacer una medicin insuficientemente precisa,(15) o tambin que, como loseala N. Campbell, cuando se establece que todas las proposiciones comprendidas dentro deciertos lmites son equivalentes y que la proposicin definida aproximativamente esperfectamente legtimo.(16) Se entiende que la tica del deber metodolgico pueda, alengendrar una casustica de la equivocacin tcnica, conducir, por lo menos indirectamente, auna ritual de procedimientos que quizs es la caricatura del rigor metodolgico, pero que essin duda y exactamente el opuesto de la vigilancia epistemolgica.(17) Es especialmente

    significativo que la estadstica, ciencia del error y del conocimiento aproximativo, que enprocedimientos tan comunes como el clculo del error o del lmite de confiabilidad opera conuna filosofa de la vigilancia crtica, pueda ser frecuentemente utilizada como coartadacientfica de la sujecin ciega al instrumento.

    De la misma forma, cada vez que los tericos conducen la investigacin emprica y losinstrumentos conceptuales que emplea ante el tribunal de una teora cuyas construcciones enel dominio de una ciencia que ella pretende reflejar y dirigir se niegan a evaluar, gozan delrespeto de los practicistas, respeto forzado y verbal, slo en nombre del prestigioindistintamente atribuido a toda empresa terica.

    Y si sucede que la coyuntura intelectual posibilita que los tericos puros impongan a los

    cientficos su ideal, lgico o semntico, de la coherencia ntegra y universal del sistema deconceptos, pueden llegar a detener la investigacin en la medida en que logran contagiar laobsesin de pensarlo todo, de todas formas y en todas sus relaciones a la vez, ignorando queen las situaciones concretas de la prctica cientfica no se puede pretender construirproblemticas o teoras nuevas sino cuando se renuncia a la ambicin imposible, que no esescolar ni proftica, de decirlo todo, sobre todas las cosas y, adems, ordenadamente.(18)

    El orden epistemolgico de razones

    Pero estos anlisis sociolgicos o psicolgicos de la distorsin metodolgica y de la desviacinespeculativa no pueden ocupar el lugar de la crtica propiamente epistemolgica a la queintroducen. Si es necesario prevenirse, con especial conviccin, frente a la puesta en guardia

    de los metodlogos es porque, al llamar la atencin exclusivamente sobre los controlesformales de los procedimientos experimentales y los conceptos operacionales, corren el riesgode desplazar la vigilancia sobre peligros ms serios. Los instrumentos y los apoyos, muypoderosos sin duda, que la reflexin metodolgica proporciona a la vigilancia se vuelven contra

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    sta cada vez que no se cumplen las condiciones previas a su utilizacin. La ciencia de lascondiciones formales del rigor de las operaciones, que presenta el aspecto de una puesta enforma operatoria de la vigilancia epistemolgica, puede parecer que se funda en lapretensin de asegurar automticamente la aplicacin de los principios y preceptos que

    definen la vigilancia epistemolgica, de manera tal que es necesario un acrecentamiento de lavigilancia para evitar que produzca automticamente este efecto de desplazamiento.

    Sera necesario, como deca Saussure, mostrar al lingista lo que hace.(19) Preguntarse quees hacer ciencia o, ms precisamente, tratar de saber qu hace el cientfico, sepa ste o no loque hace, no es slo interrogarse sobre la eficacia y el rigor formal de las teoras y de losmtodos, es examinar qu hacen con los objetos y qu objetos hacen. El orden segn el cualdebe efectuarse este examen se impone tanto por el anlisis propiamente epistemolgico delos obstculos al conocimiento como por el anlisis sociolgico de las implicacionesepistemolgicas de la sociologa actual que definen la jerarqua de los peligros epistemolgicosy, por este camino, de los puntos de urgencia.

    Establecer, con Bachelard, que el hecho cientfico se conquista, construye, comprueba, implicarechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el acto cientfico a una comprobacin y elconvencionalismo que slo le opone los prembulos de la construccin. A causa de recordar elimperativo de la comprobacin, enfrentando la tradicin especulativa de la filosofa social de lacual debe liberarse, la comunidad sociolgica persiste en olvidar hoy la jerarquaepistemolgica de los actos cientficos que subordina la comprobacin a la construccin y laconstruccin a la ruptura: en el caso de una ciencia experimental, la simple remisin a laprueba experimental no es sino tautolgica en tanto no se acompae de una explicacin de lossupuestos tericos que fundamentan una verdadera experimentacin, y esta explicitacin noadquiere poder heurstico en tanto no se la adhiera la explicitacin de los obstculosepistemolgicos que se presentan bajo una forma especfica en cada prctica cientfica.

    [Madrid, Siglo XXI, 1975, 1-25, ed. original francs 1973]

    Notas

    1. A. Comte, Cours de philosophie positive, t. I, Bahcelier, Pars, 1830 (citado segn la edicin Garnier,1926, pp. 71-72). Podra sealarse, con Canguilhem, que no es fcil superar la seduccin del vocabularioque nos conduce sin cesar a concebir el mtodo como susceptible de ser separado de las investigacionesen que es puesto en prctica: [A. Comte] ensea en la primera leccin del Curso de filosofa positiva queel mtodo no es susceptible de ser estudiado por separado de las investigaciones en que es empleado;ello sobrentiende que el empleo de un mtodo supone ante todo su posesin (G. Canguilhem, Thorieettechnique de lexperimentation chez Claude Bernard, Colloque du centenarie de la publication deLIntroduction ltude de la mdecine experimentale, Masson, Pars, 1967, p. 24).

    2. La divisin del campo epistemolgico segn la lgica de los pares (cfr. 3 parte) y las tradiciones

    intelectuales que, al identificar toda reflexin con especulacin pura, no permiten percibir la funcintcnica de una reflexin sobre la relacin con las tcnicas, otorgan fuerte probabilidad al malentendidoque aqu tratamos de enfrentar: en efecto, en esta organizacin dualista de las posicionesepistemolgicas todo intento de volver a insertar las operaciones tcnicas en la jerarqua de los actosepistemolgicos ser casi inevitablemente interpretada como un ataque dirigido contra la tcnicas y lostcnicos; pese a que reconocemos la contribucin capital que los metodlogos, y en particular Paul F.Lazarsfeld, han aportado a la racionalizacin de la prctica sociolgica, sabemos que corremos el riesgode que se nos ubique ms cerca de Fads and Foibles of American Sociology que de The Language ofSocial Research.

    3. R. Needham, Structure and Sentiment: A Test-case in Social Anthropology, University of ChicagoPress, Chicago-Londres, 1962, p. VII.

    4. A. Kaplan, The Conduct of Inquiry, Methodology of Behavioral Science, Chandler, San Francisco, 1964,p. 23. El mismo autor se lamenta de que el trmino tecnologa haya adquirido ya un sentidoespecializado; observa que podra aplicarse con elevada exactitud a un gran nmero de estudioscalificados como metodolgicos (Ibd.., p. 19).

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    5. Cf. Supra el prefacio a la segunda edicin, pp. 9-10.

    * Vase nota 5.

    ** Vase nota 5.

    6. La literatura metodolgica ha procurado siempre, cuando define el objeto de la lgica de las ciencias,evitar explcitamente la consideracin de las ways of discoverya favor de las ways of validation (cfr. Porejemplo C. Hempel, Aspects of Scientific Explanation and Other Essays in the Philosophy of Science , FreePress, Nueva York, 1965, pp. 82-83). K.R. Popper insiste a menudo sobre esta dicotoma que, en l,parece encubrir la oposicin entre la vida pblica y la privada: La pregunta Cmo descubri usted suteora por primera vez? interesa, para decirlo de algn modo, a una cuestin muy personal,contrariamente a lo que supone la pregunta cmo verific usted su teora? (K.R. Popper, Misre delhistoricisme [trad. De H. Rousseau], Plon, Pars, 1956, p. 132 [hay ed. esp.]). O tambin : No existenada que se parezca a un mtodo lgico para tener ideas o a una reconstitucin lgica de este proceso.En mi opinin, todo descubrimiento contiene un elemento irracional o una intuicin creadora, en elsentido bergsoniano (K.R. Popper, The Logic of Scientific Discovery, Hutchinson and Co., Londres, 1959,p. 32). En cambio, cuando excepcionalmente, se considera explcitamente como objeto el contexto deldescubrimiento (por oposicin al contexto de la prueba), es inevitable romper gran cantidad deesquemas rutinarios de la tradicin epistemolgica y metodolgica y, en especial, la representacin deldesarrollo de la investigacin como sucesin de etapas distintas y predeterminadas (cf. P.E. Hamond,comp., Sociologists at Work, Essays on the Craft of Social Research, Basic Books, Nueva York, 1964).

    7. Pinsese, por ejemplo, en la facilidadcon que la investigacin puede reproducirse sin producir nada,segn la lgica de la pump-handle research.

    8. M. Weber, Essais sur la thorie de la science (trad. de J. Freund), Plon, Pars, 1965, p. 220 [hay ed.esp.].

    9. F.A. Von Hayek, Scientisme et sciences sociales, Essai sur le mauvais ursage de la raison (trad. de M.Barre), Plon, Pars, 1953, p. 3.

    10. Ibd., pp. 21 y 24.

    11. Y sin embargo todo el proyecto de Durkheim puede demostrar que es posible evadirse de laalternativa de la imitacin ciega y del rechazo, igualmente ciego, a imitar: la sociologa naci a lasombra de las ciencias de la naturaleza y en contacto ntimo con ellas [...]. Es natural que algunos de losprimeros socilogos se equivocaran al exagerar este acercamiento hasta el punto de desconocer el origende las ciencias sociales y la autonoma que deben disfrutar respecto de las otras ciencias que has hanprecedido. Pero esta exageracin no debe hacer olvidar toda la fecundidad delos orgenes msimportantes del pensamiento cientfico. Rivista Italiana di Sociologa, tomo IV, 1900, pp. 127-159, citadoen A. Cuvillier, O va la sociologie franaise?, Marcel Rivire et Cie., Pars, 1953, pp. 177-208 [hay ed.esp.].

    12. P. Feyerabend, en H. Feigl y G. Maxwell (comp.), Scientific Explanation, Space and Time, enMinnesota Studies in the Philosophy of Science, vol. III, Minneapolis, 1962, p. 31.

    13. Los autores de un largo estudio dedicado a las funciones del mtodo estadstico en sociologa admitenin fine que sus indicaciones en lo que concierne a las posibilidades de aplicar la estadstica terica a lainvestigacin emprica, caracterizan slo el estado actual de la discusin metodolgica quedando laprctica en un segundo plano (ElK. Scheuch y D. Rschmeyer, Soziologie und Statistik, ber denEinfluss der modernen Wissenschaftslehere auf ihr gegenseitiges Verhltnis, en Klner Zeitschritf frSoziologie und Social-Psychologie, VIII, 1956, pp. 272-291).

    14. A Rgnier, Les infortunes de la Raison, Seuil, Pars, 1966, pp. 37-38.

    15. A.D. Ritchie, Scientific Method: An Inquiry into the Character and Validity of Natural Laws, Littlefield,Adams, Paterson (N.J.), 1960, p. 113. Al analizar esta bsqueda de la precisin mal fundada, queconsiste en creer que el mrito de la solucin se mide por el nmero de decimales indicados, Bachelard

    indica que si una precisin en un resultado va ms all de la precisin de los datos experimentales, esexactamente la determinacin de la nada... Esta prctica recuerda la chanza de Dulong quien, al referirsea un experimentador deca: est seguro de la tercera decimal, es sobre la primera que duda (GastonBachelard, La formacin del espritu cientfico, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, pp. 251-252).

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    METODOLOGA DE LA INVESTIGACIN IDra. Roxana Ynoub

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    16. N.R. Campbell, An Account of the Principles of Measurement and Calculation, Longmans, Green andCo., Londres-Nueva York, 1928, p. 186. Podra recordarse en este caso la distincin que establecaCournot entre orden lgico y orden racional, que lo llevaba a sealar que la bsqueda de la perfeccinlgica puede desviar de la captacin del orden racional (Essai sur les fondements de nos connaissances et

    sur les caractres de la critique philosophique, Hachette, Pars, 1851, pp. 252 y ss.).

    17. El angustiado inters por las enfermedades del espritu cientfico puede provocar un efecto tandepresivo como las inquietudes hipocondracas de los adictos al Larousse mdical.

    18. Algunas disertaciones tericas sobre todas las cosas conocidas o conocibles desempean, sin duda,una funcin de anexin anticipada anloga a las de las profecas astrolgicas dispuestas siempre a digerirretrospectivamente el acontecimiento: Existen personas, dice Claude Bernard, que sobre una cuestindicen todo lo que se puede decir para tener el derecho de reclamar cuando, ms tarde, se haga algunaexperiencia al respecto. Son como aquellos que ubican planetas en todo el espacio para afirmar luegoque all est el planeta que haban previsto (Principes de mdecine experimentale, PUF, Pars, 1947, p.255).

    19. E. Benveniste, Lettres de Ferdinand de Saussure Antoine Meillet, en Cahiers Ferdinand deSaussure, 21, 1964, pp. 92-135.