7. RS_La Ciudad Abierta
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Nº 11, otoño 2007
D Pensamiento urbano
26 OTRA PARTE
La ciudad abierta
De cómo se podría transformar la ciudad del sistema cerrado en '. __ espacio urbano de participación. .. ichard Sennet
El sistema cerrado y la Ciudad Frágil. Las ciudades donde todos quisieran vivir deberían ser limpias y seguras, tener servicios públicos eficientes, apoyarse en una econollÚa dinámica, proveer estímulos culturales y, al mismo tiempo, esforzarse por remediar las divisiones sociales de raza, clase y origen étnico. No son las ciudades en que vivitnos. Las ciudades fracasan en todos estos aspectos a causa de políticas gubernamentales, males sociales irreparables y fuerzas económicas que escapan al control local. La ciudad no es dueña de sí misma. Aun así, algo ha fallado, y radicalmente, en relación con nuestra idea de lo que debería ser la ciudad como tal. Es necesario que imaginemos qué aspecto tendría en concreto una ciudad limpia, segura, eficiente, dinámica, estimulante y justa -y que esas imágenes enfrenten críticamente a nuestras autoridades con lo que deberían hacer-, pero precisamente la imaginación crítica de la ciudad es débil. Esa debilidad es un problema particularmente moderno: el arte de diseñar ciudades decayó de manera drástica a mitad del siglo xx. He aqui una paradoja, ya que los que hoy planifican cuentan cori un arsenal de herramientas tecnológicas -desde la iluminación hasta la edificación de puentes y túneles, pasando por los materiales de construcción- que hace apenas cien años los urbanistas no habían empezado siquiera a concebir: disponernos de más recursos que en el pasado, pero no los usamos con gran creatividad.
Podemos seguir el rastro de esa paradoja hasta llegar a una gran falla: la sobredeterminación, tanto de las formas visuales de la ciudad como de
sus funciones sociales. Las tecnologías, que hacen que la experimentación sea posible, han si- .. do subordinadas a un régimen de poder que necesita orden y control. En todo el mundo, los urbanistas previeron la "manía del control" del Nuevo Laborismo con más de medio siglo de antelación; atenazada por imágenes rígidas y trazados precisos, la imaginación urbana perdió vitalidad. En particular, lo que falta en el urbanisnlO moderno es sentido del tiempo; no el de la retrospección nostálgica sino el tienlpo con miras al futuro, la ciudad entendida como proceso y con el imaginario que cambia por el uso, un producto de la imaginación urbana formado por la anticipación, abierto a la sorpresa. A mediados de los veinte, el Plan Voisin que Le Corbusier concibió para París fue un presagio del congelamiento de la imaginación urbana. Se trataba de reemplazar una amplia franja del centro histórico de la ciudad con edificios uniformes en forma de X; se eliminaría la vida pública del nivel de la calle y el uso de todos los edificios estaría coordinado por un único plan maestro. No sólo es que su arquitectura sea una especie de manufactura industrial de edjflcios; con el Plan Voisin, Le Corbusier intentó, eliminando la vida no regulada a nivel del suelo, destruir precisamente ' aquellos elementos sociales de la ciudad que obran cambios a lo largo del tiempo; la gente vive y trabaja, aislada, más arriba.
Esta disto pía se materializó de varias maneras. El tipo de edificación del Plan modeló la vivienda pública desde Chicago hasta Moscú, en forma de urbanizaciones cuyas viviendas parecían
galpones para los pobres. La destrucción deliberada de la vibrante vida callejera propuesta por Le Corbusier se hizo realidad en el crecimiento de suburbios para las clases medias, donde las calles comerciales fueron reemplazadas por shoppillg rnalls monofuncionales, por comunidades cercadas, por escuelas y hospitales construidos COOlO
campus aislados. La proliferación de regulaciones de zonificación durance el siglo xx no tiene precedentes en la historia del diseño urbano, y esa sobreabundancia de reglas y regulaciones burocráticas ha imposibilitado la innOVAción local y el crecimienro y ha congelado la ciudad en el tiempo.
El resultado de la sobredeterminación es lo que podría llamarse Ciudad Frágil: los ambientes urbanos modernos se deterioran con mucha más rapidez que e! tejido urbano heredado de otros tiempos. Hoy, a medida que los usos cambian, se destruye los edificios en vez de adaptarlos; la 50-
breespecificación de forma y función vuelve el ambiente urbano moderno especialmente susceptible al deterioro. En Gran Brecaña, la vida útil promedio de las nuevas viviendas públicas es de 40 aüos; la de los nuevos rascacielos neoyorquinos es de 35.
Podlía parecer que en realidad la Ciudad Frágil estimula el crecimiento urbano, hoy que 10 nuevo arrasa más rápidamente con lo viejo, pero los hechos también refi.ltan esta impresión. En Estados Unidos la gente huye de los suburbios en decadencia en lugar de reinvertir en ellos; en Gran Bretaila y el resto de Europa, como en Estados Unidos, "renovar" zonas urbanas deprimidas significa. a. menudo desplazar a quienes han vivido allí hasta el momento. El "crecimiento" en un
ambieme urbano consiste en algo mucho más complicado que el simple reemplazo de lo precedente; requiere de un diálogo entre el pasado y el presente, es un asunto de evolución antes que de supresión. Este principio vale tanto para lo social como para lo arquitectónico. No se puede invocar los lazos comunitarios en un instante, con un trazo del lápIz del que planifica; también ellos requieren tiempo para desarrollarse, Los modos actuales de construir ciudades -se-
Pensamiento ufbaf'lo D
gregar funciones, homogeneizar la población, ocupar por medio de la zonificación y la regulación del significado de! lugar a fin de ejercer la opción de compra- no consiguen proveer a las comumdades del tiempo y el espacio necesarios para el crecimiento. La Ciudad Frágil es un sÍntOrrL1: representa una visión de la sociedad misma como sistema cerrado. El concepto de sistema cerrado persiguió al socialismo de Estado durante todo el siglo XX tanto como dio forma al capitalismo burocrático. Es una visión de la sociedad con dos atributos esenciales: equilibrio e integración.
El sistema cerrado regido por el equilibrio deriva de una idea prekeynesiana de cómo funciona el mercado. Supone la existencia de algo así como un resultado final en el que ingresos y gaseas se equilibran. En la planificación estatal, se presume, los circuitos de retroalimentación de la información y los mercados internos aseguran que en los programas no "se asigne de más" ni que "un agujero negro trague recursos"; este es el lenguaje que se empleó en reformas recientes al servicio de salud, y los urbanistas lo conocen por el modo en que se asignan los recursos para infraestructura de transporte. Los línútes para hacer algo realmente bien los marca el temor de dejar de hacer otras tareas. En un sistema cerrado sucede un poco de todo al mismo tiempo. En segundo lugar, se supone que un sistema cerrado debe ser un sistema integrado. Idealmente, cada parte del sistema tiene un lugar en el diseño total; la consecuencia de ese ideal es el rechazo, la expulsión de las experiencias que se destacan porque contestan o desorientan; se res .. la valor a las cosas que "no encapn". Evidentemente, el énfasis en la integración es un obstáculo para el experimento; como observó una vez John Seely Brown, el inventor del ícono de computadora, el nacimiento de cada avance tecnológico plantea una amenaza de trastorno y disfunción a un sistema más amplio. Las rnismas excepciones amenazadoras se producen en el ambiente urbano, y la ciudad moderna ha tratado de evitarlas acumnlando una montaña de
OTnA PARTE 27
reglas que definen el contexro histórico, arquitectónico, econ6rn ico y social; "contexto" es una
palabra amable pero potente para reprinúr cualquier cosa que no encaje, en tanto el contexto
asegura gue nada sobresalga, ofenda o presente
un desafio. Así, la coherencia está plagada de los pecados del equilibrio y la integración, tamo para los pJ;mificadores educativos como para los ur
banistas, ya que los pecados de la planificación han cruzado la línea que divide e'l capitalismo de Estado y el socialismo de Estado. De este modo el sistema cerrado delata el horror que el buró
crata del siglo xx le tiene al desorden.
rios de -Londres y de Nueva York que más ruidosamente se quejan de las restricciones de zonificación son especialistas en utilizarlas a expensas de las comunidades. Lo opuesto al sistema cerrado consiste no en una brutal iniciativa privada
sino en otro tipo de sistema social, un sistema so
cial abierto. En este ensayo me propongo explorar las características de este si,stema y su imple
nlt:!ntación en una ciudad abierta.
El sistema abierto. La idea de una ciudad abier-
ta no es mía; es mérito de la gran urbanista Jane
Jacobs y forma parte de sus argumentos contra
Argen-t¡rlien, weltweit dasbeste Reiseziel i
b VISlon urbana de Le
Corbllsier. Jacobs intentó comprender qué ocurre cuando los espacios se vnelven a L1n tiempo densos y diversos, como las calles y plazas repletas, y sus funciones son a la vez públicas
y privadas; de condiciones ta
les surgen el encuentro inesperado, el descubrimiento fortui
tO, la 10novación. Creía, según la
feliz síntesis de William Empson que "las artes surgen de la su
perpoblación". Jacobs imentó definir estrategias paniculares para el desarrollo urbano, una
vez que se libera a una ciudad tanto de las restricciones del equilibrio como de las de la integración. Algunas de clla·s er;¡n
28 OTRA PARTE
Lo que contrasta socialmente con el sistema
cerrado no es el mercado libre; rampoco un bugar regido por promotores inmobIliarios es la alternativa a la Ciudad Frágil . Esa oposición no es
en realid:ld lo que parece. La astllcia del neoliberalismo en general, y del thatcherismo en particular, consistió en hablar el lenguaje de la libertad mientras mampulabJ si ,temas burocráticos
cerrados para beneficio particular de una elite. Del mislno modo, de acuerdo con mi experien
cia como planificador, los promotores inmob.i"lía-
/ ' alentar los agregados o adapta-
ciones estrafalarias y mal construidas a edificios existentes; propiciar usos de'! espacio público no del todo compatibles entre sí, como el de instalar un asilo para enfermos de sida en medio die una calle comercial. En su opinión, el gran capi
talismo y !OS poderosos promotores inmobiliarios tienden a favorecer la homogeneidad: determinada, predecible y equi1ibrada en su forma . El ~)a
pe! del planificador radical, entonces, es el de paladín de la disonanCIa. Como dice en su famosa declaración : " Si la densidad y la diversidad dan
vida, la vida que alimentan es desordenada". La
ciudad abier,ta recuerda a Nápoles; la cerrada,
Franc[ort.
Por mucho tiempo trabajé felizmt:mc a la som
bra de Jacobs, tanto por su cnemistad hacia el sis
tema cerrado (el concepto formal es mío, en rea
lidad) como por su defensa de la complejidad, la
diversidad y la disonancia. Pero hace poco, rele
yendo su trabajo, detecté destellos de algo laten
te bajo ese marcado contraste. Si Janc Jacobs es
UBa anarquista urbana, como a menudo se dicc,
entonces es una anarquista muy particular cuyos
lazos espirituales la acercan más a Edmund lJurke
que a Emma Goldmann. Para Jacobs, en una ciu
dad abierta, así como en el mundo natural, las formas sociales y visuales rblman a través de va
riaciones fortuitas; la gen,te puede :tbsorber el cambio, participar de él y adaptarse mejor si su
cede al paso de la v,ida. Se trJJta del tiempo urbano evolutivo, el lenco tiempo necesario para
que una cultura urbana ",rraigue, y luego acoja
el azar y el cambio y los asimile. E$ por esta ra
zón que Nápoles, El Cairo o el Lower East Side
de Nueva York, pese a su pobreza de recursos,
(Qdavía "funcionan", en el sentido de que a sus
habit.1rntes les importa mucho el lugar en que vivello La gente vive den/ro de esos espacios, como
si anidara en dios . El tiempo al'imenta ese apego
31 lugaL En mi propia reflexión, me he pregun
tado qué cipo de formas visuales podrían pro·
mover esa experiencia del tiempo. ¿Pueden los
arquitectos diseiiar ese apego? ¿Qué diseiios po
drían inducir relaciones sociales perdurables, pre
cisamente por su capacidad de evolucionar y mu
tar? Una de las propiedades del sistema de la ciudad abierta es la de esrructmar visualmente el tiempo evolutivo. Para hacer más concreta esta
;¡firmacíón, quisiera describir tres elementos sisten1áticos dc una ciudad abierta: 1) los territorios
de pasaje, 2) la forma i.ncompleL.. y 3) los relatos
de desarrollo.
1) Los lerritorios de pasaje. Quisiera describir con
cierto Jetall·e 1.a experiencia de atravesar diferen
tes territorios de una ciudad, no sólo porque ese
Pens;¡;¡¡mien10
acto nos hace conocer la ciudad como un codo,
sino también por las dificultades que tienen pla
nificadores y arquitectos para diseñar la expe
riencia del pasaje de un lugar a otro. Comenzaré
con los muros, que en apariel1cia son estructuras
que inhiben el p-asaje, y luego exploraré las [ar
mas en que los bordes del territorio urbano fun
cionan como muros.
Sorprenderá que incluya aquÍ el muro, una
construcción mbana que literalmente encierra a
la ciudad. Hasta la invención de la arcilleria, la gente se refugiaba tras los muros durante los ata
ques; las puerras que se \es ablÍan servían además pa
ra regular el cOInercio entranre y a menüdo co
mo lugares para la recaudación de impuestos. Tal
vez las grandes murallas medievales, como las que
sobreviven en Aix-en-Provence O en ROru.1, pro
porcionen una imagerl general engañosa; las an
ciguas murallas griegas eran más bajas y delgadas.
Pero también nos imaginamos erróneamente có
mo funcionaban las murallas medievales. Si bien
se cerraban por complero, servían también co
mo sedes del desarrollo no regulado de la ciudad: a ambos lados de las murallas de l'a ciudad
medieval se construían vÍv1endas; a su amparo bro
taban mercados informales aonde se vendían bie
nes libres de impuestos o propios del mercado ne
gro ; y en los aledaños de las muraBas tendían a gravitar los herejes, los extranjeros exiliados y otroS
inadaprados, ellos también lejos de los comroles
del centro. Eran espacios que habrían atraído a la anárquica Jane Jacobs, pero también tcrritorj,os
que podrían haberse ;úustado a su temperamen
ro orgánico. En buena medida los muros fun
cionaban cmno membranas celulares, a la vez po
rosas y reslstenres. La cualidad dual de la membrana
es, en mi opinión, un principio importante para
visualizar arras formas de VIda urbana moderna.
Siempre que se construye una barrera, hay que
prever que sea porosa; la distinción entre el in
terior y el exterior debe ser transgredible, si no
ambigua.
El uso contemporáneo de placas de vidrio
para la construcción de muros no satisface ese
requerimiemo; es verdad que a nivel del suelo
el urbano 1_.
OTRA PARTE 29
o PCflsamicnto urbano
30 OTRA PARTE
se puede ver lo que hay denao del edificio, pero no es posible tocar, oler ni oír nada. Habitualmente las placas se fijan de manera rígida, con lo que sólo existe un acceso regulado al interior. La consecuencia es que a ambos lados de esos muros transparentes no se desarrolla gran cosa, como en el edificio Seagram de Mies van der Rohe, en Nueva York, o en el lluevo ayuntamiento de Londres diseñado por Norman Foster: a ambos lados del muro hay espacio muerto; la vida del edificio se acumula allí. Por el contrario, en el siglo XIX el arquitecto Louis SuJJivan utilizó placas de vidrio mucho más primitivas de un modo más flexible, como invitaciones a reunirse, a ingresar en el edificio o morar en Los bordes; sus paneles de vidrio funcionan como muros porosos. Este contraste resalta la accual falra de imaginación para que lU1 material moderno tenga efectos sociales. La idea de una pared ce1u.b.r, a la vez porosa y resistente, puede extenderse desde edificios aisiados hasta zonas en que se r:eúnen las díferentes comunidades de una ciudad.
2) La forma incompleta. La discusión sobre los muros y las fromeras conduce por lógica a una segunda característica sistemá,tica de la ciudad abierta: la (orma incompleta. El inacabado puede parecer enemigo de la estructura, pero no es así. El diseí'íador necesita crear formas físicas de tipo particular, "incompletas" de una manera especial. Cuando se diseña una cJille, por ejempto, con la intención de que los edificios queden retirados respecto de un muro callejero, el espacio abierto que se deja al frente no es espacio público; lo que en verdad pasa es que el edificio ha sido retirado de la calle. Se conocen bien las consecuencias prácticas: JO$ peatones tienden a evitar esos recovecos. El diseíio mejora si el edificio se levanta más adelante, en el conrexto de otros edificios; si bien se volverá parte del tejido urbano, ahora algunos de sus elementos voLumétricos quedarán a la vista en forma incompleta. Hay algo inacabado en la percepción del objeto. El carácter incompleto de la forma se extiende al propio contexto de los edificios. En la Roma clá-
sica, el Panteón de Adriano coexistía con los edjficios menos distinguidos que 10 rodeaban en el tejido urbano, pese a que los arquitectos del emper-ador lo habían concebido como lm objeto autorre(erencial. La misma Coexistencia se apreóa en muchos otros monumentos arquitectónicos: la catedral de Saint Paul en Londres, el Rockefeller Center en Nueva York, la Maison Arabe en París, todos ellos grandes obras que estimulan la. construcción a su alrededor. En términos urbanos cuenta más ese esúrnulo que el hecho de que los edificios sean de menor calidad: la existencia de un edificio locahzado de tal modo que aliente el crecimiento de otras construcciones a su alrededor. El valor específicamenre urbano de los edificios deriva hoy de su relación mutua; considerados aí~ladamente, por sí núsmos, con el tiempo se vuelven formas incompletas.
La forma incompleta es sobre todo un credo creaóvo. En las artes plásticas, se manifiesta en la escultura que se deja deliberadamencc inacabada; en la poesía, par::t utilizar la frase de Wallace Stevens, se manifrcsta en "la ingenieóa dd fragmento". El arquitecto Peter Eisenman apela en parte al mismo credo en la exp.resión "arquitec.~ tUFa liviana", referida. a una arquitectura diseñada para soportar añadidos o, más importante, para que pueda ser revisada internamente según cambien las necesidades habitacionales. Este credo se opone al simple reemplazo de formas que caracteriz..1. a la Ciudad Frágil.
3) Los relatos de desarrollo, Nuestro trabajo como urbaniscas apunta antes (Jue nada a dar (orma a los relatos del desarrollo urbano. Con esto quiero deór que nos concentramos en las etapas en que un proyecm se despliega. Específicameme, intentamos entender qué eleme¡,}ms deben tener lugar primero y cuáles son las consecuencias del movÍmienro inicial. Más que marchar a paso fume hacia el logro de un fin único, observamos las posibilidades diferentes y contlictivas que debería, abrir cada etapa del proceso. Mantener intactas esas posibiHdades, poner en j,ucgo los elememos de conflicto, son actitudes que abren el
sistema de diseño. No pretendemos que esta concepción sea o riginal . Si un novelista empezara el reJato diciendo " pasará estO, a los personajes les sucederá aquello y la historia significa esto otro", inmediatamente cerraríamos el libro. Toda buena narración tiene la propiedad del descubrimiento, de explorar lo imprevisto; el arte del novelista es dar forma al proceso de esa exploración. El arte del diseñador urbano es afino En suma, se puede definir un sistema abierto como aquel en el cual el crecimiento admite el conflicto y la disonancia . Esta defini ción se encuentra en el núcleo del modo en que Darwin explica la evolución; en vez de poner el énfasis en la supervivencia del más apto (o del más bello), Darwin lo puso en el proceso de crecimiento como lucha continua entre el equilibrio y el desequilibrio. Un ambiente rígido en su forma y estático en su programa está condenado en el tiempo; en cambio la biodiversidad otorga al mu ndo narural los recursos
+
Pen •• mlento ~tb.no D
para Cmlbiar el sustento. Esta visión ecológica es igualmente válida pan los asentamientos humanos, pero no es la que guió la planificación estatal del siglo xx. Ni el capitalismo de Estado ni el socialismo de Estado adoptaron el crecimiento tal como 10 había entendido Darwin para el mundo natural, en medios que perm.itieran interacruar a organismos con diferentes funciones y dotados de poderes distintos.
4) El espacio d~m(J(rático. Cuando la ciudad funciona como un sistema abierto - incorporando los principios de porosidad del territo rio, indeterminación narrativa y forma incompleta- , se vuelve democrática, no en un sentido legal sino en tanto experiencia fisica. En el pasado, el pensantiento sobre la democracia se concentraba en cuestiones de gobernabilidad formal; hoy, en la ciudadanía y en cuestiones de participación. Este último es un tema muy relacionado con la ciu-
OTItAPARTE 3 1
D Pens.amiento urb.lno
Imágenes. Lux Lindner, de la serie" Las Princesas
Vivirán, <Las Terroristas Morirán".
Lecturas. Richard Se,n net, es autor de nu merosos
artículos y libros, entre ellos: Carne y pjedro. El
cuerpo y /(1 ciudad en la civilización occidentol
(Madríd, Alianza " 1997); La corrosión del carácter.
Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo
capitalismo (Barcelona, Anagr~ma, 2000); Vida uro
bono e identidad personal (Barcelona, Península,
20m); El respeto. Sobre la dignidad del hombre en
un mundo de desigualdad (Barcelona, Anagrama,
2003); La cul/ura del nuevo capitalismo (Barcelona,
Anagrama, 2006). También ha escrito tres nove
las: The Frog Who Dared to Croak (~ueva York,
Farrar, Strauss & Giroux, 1982), An Evening of
B'aJ1ms (N ueva York, Knopf. 1984) y Polais· Royal
tNueva York, Knopf, 1986; Barcelona, Versal,
1988).
Richard Sen nett (eh icago, 1943) es profesor de
Socio l'ogía en la London School of Economics
(donde dirige el Programa Ciudades) y eh el
Massachusetts I nstítute of Teohnology. Este ensa
yo a pareci6 en Towo,d. on Urban Age, pu bl ¡cación
del ciclo Urban Age (IBerlín, noviembre de 2006).
Se publica en Otra parte por primera vez en espa
ñol con a utorizaci6n del autor.
3'2 OTRA PARTE
dad fisica y su diseño. Por ejemplo, en la antigua polis, los atenienses hacían: un uso político del teatro semicircular, una forma arquitectónica que proveía de buena acústica y permitía ver claramente a los ora
dores durante los debates; aun más, hacía posible oír las respuestas de arras personas. En los tiempos modernos no existe un modelo similar de espacio democtático tú, ciertamente, una concepción clara d~ espacio urbano democrático. John Locke definió la democracia en términos de un cuerpo de leyes que podían llevarse a la práctica en
cualquier lugar. Pard Thomns ]e fferso n , la democracia era enemiga de la vida en lls ciudades; pensaba que los espacios que requería no po-dían ser nuyores que una aldea_ Su concepción persiste. A 10 largo
de los siglos XIX y XX, los defensores de las prácticas democráticas las han identificado con las comunidades pequeñas, locale:<;, y con las relaciones cara a cara. La ciudad de hoyes enorme, está repleta de migrances y etnias diversas, y Jos habitantes pertenecen a mucbas co-munidades diferentes a la vez: por trabajo, familia, hábitos de consumo y preferencias de diversión. Para ciudades como Londres y Nueva York, cuya escala lds ha transformado en globales, el problema de la panicipación ciudadana radica en cómo cada cual puede sentirse conectado con los demás cuando es necesariamente imposible que lo conozcan, "Espacio democrático" significa crear un foro para que estos extrail0$ interactúen,
U n buen ejemplo de cómo puede implernenca.rse esto se ha da.do en Londres, con la creación del corredor que conecta la catedral de SaÍtrt Paul y la Tate Modero Galler)' mediante el nuevo Puente del Milenio, Si bien está altamente definido, el corredor no es una forma cerrada; a lo largo de ambas márgenes del Támesis está incentivando la regeneración de edificios laterales no relacionados cOn sus prop ~os objetivos y su diseño. Casi inmediatamente después de su apertura, el corredor ha estimulado mezclas informales y conexiones eutre las personas que lo cruzan a pie y ha propiciado cierta facilidad de trato entre extrailos, que es el fundamento para un sentido verdaderamente moderno del "nosotros", He ahí un espacio democrático. El problema que enfrenTan hoy las ciudades parcicipativas es cómo crear, en :tmbitos menos ceremoniales, algo de ese sentido de familia,ridad entre extraños. Es un problema de! diseño elle espacios públícos que ataúe a los hospitales, la construcción de escudas urbanas, los grandes complejos de oflcllus. la renovación de las calles comerciales y parücuJa,,'mente a las sedes de trabajo gubernamental. ¿Cómo abrir esos espacios? ¿ Cómo tel1der un puente entre e! interior y el exterior? ¿Cómo generar nuevo crecimiento a partir del diseño? ¿Cómo hacer para que la forma visual invite al compromiso y la identificación? Estas son las apremiames preguntas que e'l dise .i'ío urbano debe responder en la Edad Urbana. @
Traducción de Silvina Cucc:;hi