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    harto___mapeo

    manifiesto

    dbil~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

    transitar al borde de lodisciplinar contina siendouna prctica estimulantepara quienes desde lafacultad de arquitectura demontevideo soamos mapeoperidicamente.

    es que en ese trayecto sedesencadenan infinidad defuerzas gravitatorias quenos desplazan hacia mundosque no intuamos y casi sin

    darnos cuenta nos alejamoslo suficiente de nuestrarbita como para que ya poconos pese el mundo en torno alcual no parbamos de girar.

    #8

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    dk t. p m#8.

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    ...as surge la propuestade harto-mapeo, unacolaboracin sinrgica que sedespliega desde una tangenciaque fugazmente

    se vuelve fusin.harto-mapeo celebra eseencuentro fortuito~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

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    RESILIENTE URBANO. El dbil despliega sus estratgias desupervivencia en las sombras del control legal y social urbano.Frente a los aparatos de captura del poder ellos despliegan laenerga y creatividad de sus mquinas deseantes. La ciudad vamodicando en el tiempo no slo sus estructuras sicas sinotambin sus estructuras de poder.

    DBIL: error de archivo es a la vez duelo de la ilusin decontrol y celebracin de la debilidad de las instituciones a la horade denir las prcticas ticas y estticas en las ciudades.

    Es el maniesto deseo de que la disciplinaarquitectnica sea capaz de despojarse una vez ms de suspesados trastos en avor de la desnudez del resiliente.

    Es el intento de alterar el archivo en avor del dbil y susestratgias de supervivencia en las sombras del control urbano.

    Es, en denitiva, disrutar de la ambigedad de estardentro pero por uera de las instituciones.

    En los parmetros culturales contemporneos la debilidad essinnimo de poco valor en su doble sentido de poca valentay poca apreciacin. Ser dbil es, como en las primitivassociedades de cazadores, un actor vergonzante. La ciudad yel uso del territorio no es ajena a ello. En la ciudad inormallas herramientas del urbanismo se vuelven innitamentedbiles hasta desaparecer. Los nodos expansivos de hbitat nolegal materializan la incapacidad de la sociedad de generar

    oportunidades igualitarias para sus integrantes adems de suinnita capacidad de segregacin. La ciudad marginal desnuda lortil que es la reproduccin de cdigos de aislamiento cuandoestn debidamente regados por prejuicios y miedos.

    No ha habido innovacin en el abordaje de estaproblemtica. Se intenta disimular o esconder su debilidad, endenitiva an entendida como vergonzante.

    Comprender que en la aparente debilidad de la ciudadmarginal anida la potencia subversiva de la lectura de la realidad y suradical adaptacin a ella sin mediar juicio de valor es un buen puntode partida para volver a mirar, con humildad, la ciudad de los otros.

    La insolencia que proviene de la posicin inerior es eectiva cuando suempuje expresa energas reales. sta tiene que encarnar concientementesu uerza y crear serenamente una realidad que, en todo caso, se puedacombatir pero no negar. Cuando el esclavo descontento coge jovialmentedel brazo a su seor, hace presentir la uerza que tendra su revuelta

    SLOTERDIJK, Peter. Crtica de la razn cnica. EdicionesSiruela, Madrid 2007. Pag. 188

    ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

    c c 1d

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    Pan ptico___7

    ciudad dbil

    panptico

    i 1

    i

    m m

    Pensar un montaje en el Espacio Arte Contemporneo (ex crcelde Miguelete), para la intervencin uruguaya en el proyectoPost-it city, curada por el cataln Mart Pern, se transorm connaturalidad en una refexin sobre la distancia existente entre lasprcticas institucionales y proanas de la cultura contempornea.

    En la ex crcel de Miguelete una rgil membranatransparente separa ambos mundos. Uno es percibido desde elotro a pesar de la aparente dierencia. Ninguno reacciona ante laexistencia de un espacio que no domina.

    La nave de la vieja crcel reciclada en museo vigila y esa la vez archivo del arte contemporneo. Ms all pero visibledesde la sala la vieja crcel es entraa exhibida. La habitan

    palomas, gorriones, gatos, perros y algunas ratas. Objetos endesuso y desechos se agolpan en las mismas celdas que del otrolado concentran arte.

    Esa entraa de la ciudad dbil es la que queremosdevelar desde el museo. As surge la idea de la ciudad de pan queconstruimos con los estudiantes de anteproyecto I II y III del TallerDanza 2010 para deleite de quienes habitan ms all del museo, paraque ellos la degusten y en su placer la cambien hasta desaparecerla.

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    produccin general

    m d m l u a / t d (, udelar)

    i: b mk, d a a g.

    X v l a.agradecimientos

    m p, s, e g g s. a g.

    p b, p s, p t, a v, p s, j ,g v p.

    a .

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    ciudad

    sur( parte*

    x. p b / spam

    p sur

    En SURamrica se constata, hacia nes de los aos noventa, unacrisis de integracin entre viejas y nuevas ormas econmicas.Este escenario se expresar en contradicciones culturales convida material en la ciudad: integracin y exclusin social,estilos de vida rural y urbano, cosmovisiones indgenas yoccidentales, sincretismos culturales e imaginarios locales, etc.Estas contradicciones irresolutas tras el n de las dictadurasmilitares y elitistas sustentan las luchas polticas emergentes, quehacia comienzos del siglo XXI harn estallar la institucionalidadconstruida por los grupos dominantes en pos de un equilibriocticio. La ciudad es el lugar productivo por excelencia de estasnuevas ormas dominantes de economa. Desplegando esteconficto, se hace visible la urgencia y oportunidad de un debatesobre el uso de lo urbano, su disposicin y vocacin. Estascondiciones acilitan que el debate gire en torno a un conceptode ciudad de mayor subjetividad y comprensin.

    Observamos tres caractersticas generales en el desarrollonisecular de la ciudad SURamericana. En primer lugar, dichaciudad tiene un poblamiento mucho ms tardo que la europea.Con la excepcin de Buenos Aires y algunas ciudades brasileas,como Ro de Janeiro y San Pablo, los intentos serios de desarrolloindustrial SURamericano son propios del siglo XX. En la mayorade los casos, no hay ritmo sino hasta bien entrada la segundamitad de la centuria, lo que retrasa la aparicin de los enmenospropios de una urbe. Recin hacia nales de la dcada del sesenta,con las reormas agrarias y el n del patrn clsico de produccinagrcola (que perduraba desde la colonia), se genera la necesidadde migrar del campo a la ciudad.

    e sur x e d dx m bk

    * Este artculo se origina en la participacin que tuve en elseminario Archivos Urbanos realizado por el Departamento deArtes Visuales de la Universidad de Chile (octubre 2009). Temticaque posteriormente proundic en la conerencia Ciudad Sur,en el marco del programa Prximo Futuro en la FundacinGulbenkian, Lisboa, Portugal (junio 2010). En el desarrollo de estetexto colaboraron: Carolina Olmedo en la investigacin y RenatoBernasconi en la edicin.

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    Ciudad Sur___9

    Por otra parte, hacia nes del siglo XX y en respuesta a lasnuevas economas de concentracin metropolitana, las ciudadesSURamericanas se vuelven enormes. Su poblamiento se da en lasperierias, siempre uera del control del Estado y superando, endensidad, a la mayora de las ciudades del hemiserio norte.

    Por ltimo, como tercera caracterstica general del desarrollode la ciudad SURamericana, tenemos un espacio que reproducelas dinmicas del campo. La apropiacin del espacio construidohace que la ciudad recobre colores y ormas rurales. A la vez, elespacio de lo salvaje, el de los mitos, recobra nuevo sentido. Elriesgo siempre se presenta ms all de los lmites de lo conocido:ahora la selva o el bosque son los barr ios marginales. En lugar de

    criaturas salvajes y chamanes, ahora hay delincuentes y narcos.El paradigma de la ciudad SURamericana es sustanciamentedierente del europeo. Mientras all impera el orden y la estticacuidada, con una alta presencia del Estado y sus institucionesen toda la extensin del territorio, SURmrica reproduceel salvajismo de su origen premoderno y la violencia de ladominacin colonial.

    Las migraciones reproducen lo rural en lo urbano y hacenemerger lo salvaje en medio de la institucionalidad. Losmigrantes suelen venir del campo o de ciudades con lgicasrurales. Construyen lo que Martn Barbero denomina cultura delrebusque que devuelve la vigencia a viejas ormas de supervivencia rural, que vienena insertar, en los aprendizajes y apropiaciones de la modernidad urbana, saberes yrelatos, sentires y temporalidades uertemente rurales1. De esta manera seproduce un espacio heterotpico, que sera un espacio de juegos,un centro urbano en constante movimiento de sentidos2.

    El debate en torno a qu ciudad se construye, cmo se construyey para qu o quines se construye, siempre ser abordado encaliente, cruzndose con las tomas de terreno, la aparicinde villas miseria, el crecimiento descontrolado de avelas, etc.Estos sucesos hacen que las antiguas ronteras coloniales seanahora murallas para encerrar barrios de clase. Este enmeno,conocido como colonialismo interno en el debate urbansticode mediados de siglo, consiste en que las lites comerciantes(dependientes de las lites centrales a nivel mundial)determinaban los ritmos y orden de la ciudad en pos de supropia acumulacin (hoy, ms all de la acumulacin, el confictoha suscitado la dialctica institucin margen). Este debatetendr ejemplos interesantes como Brasilia, ciudad que presentarun doble opuesto al caos descrito, en tanto busca resolverlocon un orden planicado y democrtico. Brasilia representa a laciudad que slo puede ser una. A travs de su negacin exhibe elproblema metropolitano del subcontinente.La lgica interna del modelo SURamericano de ciudad, revela

    que la presencia de los aparatos del Estado es siempre dbil,incluso insuciente en la mayor parte de los casos: su presenciaest constantemente amenazada en el espacio pblico urbano.La degradacin del Estado en SURamrica tras el auge de losexperimentos neoliberales de la dcada del ochenta, gener hacianes de los noventa un estado generalizado de precariedad que seacentu notablemente debido a la catstroe nanciera conocidacomo Crisis Asitica. Este escenario se caracteriz por la pobrezamasiva, la marginalidad del componente indgena en integracin,la desregulacin y autonoma de la empresa privada para explotarrecursos naturales, la baja calidad de los servicios pblicos(sometidos a las lgicas de mercado), la prdida de legitimidadde la clase poltica que emergi tras el n de las dictaduras y elsobrepoblamiento de las ciudades.

    As, los mrgenes no estn geogrcamente delimitados. En uninstante, cualquier espacio institucional puede, por descuido,transormarse en perieria. Por consiguiente, todo lugar tiene

    una doble dimensin de institucin y margen: los aparatosinstitucionales, privados o del Estado, tienden a la corrupciny sustentan un sistema policial que reprime cualquier delito.La metrpolis SURamericana sita, como tema central de suciudadana, la relacin dialctica de margen e institucin:seguridad social, ordenamiento interno, demanda de habitacin,segregacin de clases, etc.

    La crisis del Estado se expresa en la crisis de la ciudad y eldescontento del habitante, que reclama mayor integracin, enespecial si subsiste mal integrado desde la perieria. Durantelos aos noventa esta situacin sentar las bases de un confictoque empieza a ocupar todos los espacios de debate: la inevitableconrontacin provocada por la incapacidad de dominio (derelacin) entre pueblo, Estado (o clase poltica) y capital privado.

    En este escenario, la sociedad se apropia de su espacio pblicopara satisacer las necesidades de reproduccin material de lavida, as como de bienestar y autonoma. Apropiacin que semaniesta en muy diversos movimientos sociales de carcterreivindicativo y gremial. El despliegue territorial de estos

    movimientos transorma irreversiblemente las relaciones (socialesy de clase) en lo urbano. Tambin modica las relaciones depoder con los sujetos subalternos de los colectivos organizados.

    La maniestacin cotidiana y casi espontnea de este procesoes la conrontacin entre las viejas lgicas sociales del antiguomodelo productivo SURamericano (como las erias y elcomercio ambulante), y las nuevas iniciativas de mercado,avasalladoras y con amplio despliegue territorial y simblico. Elasamblesmo barrial en Argentina o Bolivia hace que la ciudadinmediata se vuelva un territorio empoderado y en confictocon la gran empresa privada y las necesidades de dominiodel aparato burocrtico del Estado. Estos procesos ascendentesterminaron en conficto inevitable cuando la Crisis Asiticacolaps las estructuras de poder del tempranamente viejo Estadoposdictatorial, lo que a su vez termin por reormar de maneratransversal las ormas de vida en las ciudades del continente.

    Entre 1998 y mediados de la ltima dcada, SURamrica sertestigo del desbaratamiento de la vieja clase poltica. En 1998,en Venezuela asciende al poder Hugo Chvez (con amplio apoyode sectores marginales de Caracas, como la poblacin 23 deenero). En diciembre de 2001, en Argentina cae el gobiernode De la Rua. Lo derriba un alzamiento popular urbano deproporciones, identicado con las capas medias pauperizadasy muy organizadas barr ialmente. En Bolivia, el establecimientode redes participativas entre ciudades empodera al MAS de EvoMorales, candidato de las ciudades mineras, agrarias e indgenas,que enrentar con xito a las ciudades blancas y comerciantesde la llamada media luna. En Brasil, el proletariado urbano,en alianza con las capas medias ilustradas, logra por nque PT de Lula llegue poder, arrebatndole la hegemona alnorte agroganadero (mientras, el MST contina su lucha derecuperacin y control autnomo de tierras en estas regiones). EnChile, la secularizacin y el aumento de poblacin en los centrosurbanos genera una enorme ranja proletarizada de grupos

    medios en ascenso que sustentarn electoralmente el progresismoliberal de Ricardo Lagos hacia nes de los aos noventa. Todoesto, en el marco de una cr isis econmica que tendr comoprincipales eectos la crtica al dogma neoliberal, la demanda deorden y seguridad social al Estado y la explosin del debate sobrela integracin de los mrgenes.

    El espacio marginal de la selva o del mundo andino, tan propiodel anterior perodo de ascenso popular, ser reemplazadocomo escenario de lucha y construccin por la ciudad nueva, lametrpolis SURamericana. La discusin sobre qu sociedad seconstruye se conundir con el debate sobre el rol de la ciudad,y estar marcada por la integracin, las relaciones de clase y losmtodos para conseguir que la institucin deje la guerra contra elmargen y comience un ructero dilogo con l.

    Las ciudades SURamericanas han surido enormestransormaciones en las ltimas dcadas por el cambio de patrnproductivo, que las ha convertido en metrpolis de la perieria.El cambio contiene una tensin dialctica y de categoras mvilesentre mrgenes e institucin: imaginamos las ciudades en zonas conocidas.Atravesamos en una megalpolis ciertas zonas para ir a trabajar, a estudiar, aconsumir, pero la mayor parte de la ciudad la desconocemos3.

    Aunque sus calles tienen sobre uso por los excesos que orece(de poblacin, de unciones, etc.), la ciudad SURamericanapermanece desconocida por su estado permanente de caos ycrecimiento4. Aunque esta trans-ciudad sea un espacio mayormentedesconocido, persiste la ilusin de conocimiento en la posibilidad

    de apropiarse del espacio. La apropiacin SURamericana hace msimpredecible la ciudad.

    Garca Canclini propone metodologas para analizar lasinterdependencias entre los distintos grupos y clases sociales.Sostiene que existe una correspondencia entre la necesidad de utilizarprocedimientos cuantitativos y cualitativos en la investigacin, que capten lasdistintas densidades de las i nteracciones urbanas y, al mismo tiempo, en el nivel delas polticas proceder con relacin a las dos dimensiones, los comportamientos y losimblico5. Ms all de las discusiones sobre el abordaje cientco,necesitamos una mirada ms densa al despliegue intersubjetivoen la ciudad. Lo que en palabras de Deleuze y Guattari sera eldesplazamiento mental denitivo del lmite sico de la ciudad a larontera de su representacin, al interior de la propia ormacin social6.

    Esta densidad impulsara una nueva manera de ser actor: desdeespacios locales globalmente interconectados, con diversasexperiencias, percepciones y modos de representacin de la

    vida social7

    . La ciudadana es consciente de la ampliacin de loslmites a partir de la relacin que establece con su espacio dedesarrollo y la representacin-concepto de ste. Estas sociedadesglocales integran experiencias populares ligadas a una memoriaregional y reivindican las ormas cotidianas a travs de sureconocimiento y contraste con otras realidades8. En este punto,autores como Josep Muntaola retoman la propuesta localistade Frampton y Saldarriaga Roa para denir el territorio como elespacio de convergencia de la trada Sujeto, Lugar e Historia9.

    ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    1 MARTIN-BARBERO, Jess; Ocio de Cartgrao, en: Travesaslatinoamericanas de la Comunicacin de la Cultura, Mxico, FCE, 2002,p. 288. Citado en POO Ximena; Itinerarios de Comunicacin

    transnacional, en: POO Ximena / STREFF Judith (ed.), Mutacionesde lo Colectivo. Desaos de Integracin. Actas de la tercera Escuela Chile Francia, Ctedra Michel Foucault, Santiago, ICEI Universidad deChile, 2009, p. 80.2 Ibid, p. 82.3 GARCIA CANCLINI, Nstor; Dilogos con Nstor GarcaCanclini, Entrevista de Alicia Lindan, EURE (Santiago), v. 33, n.99, 27 ago. 2007, p. 89-99, p. 90.

    4 GARCIA CANCLINI, Nstor; Consumidores y ciudadanos: conictosmulticulturales de la globalizacin, Mxico, Grijalbo, 1995, p 100.

    5 Op. cit., Dilogos...Ibidem.

    6 La cita de Deleuze y Guattari presentada coincide en variospuntos con la apreciacin de Garca Canclini en relacin a lascualidades del nuevo sujeto (en este caso latinoamericano)y del espacio en el que se desarrolla, guardando las distanciasentre los objetivos de uno y otro texto: Hemos visto que la produccindeseante era el lmite de la p roduccin social, siempre contrariada en la produccin

    capitalista: el cuerpo sin rganos en el lmite del socius desterritorializado, el desiertoen las puertas de la ciudad... Pero precisamente es urgente, es esencial, que el lmitesea desplazado, se vuelva inoensivo y pase al interior de la propia ormacin social.En: Deleuze, Gilles; GUATTARI, Flix, El Anti-Edipo: Capitalismo yEsquizorenia, Madrid, Editorial Paidos, 2004, p. 107.

    7 SALAZAR, Gabriel; PINTO, Julio; Historia Contempornea deChile, LOM, Santiago de Chile, 1999, p. 94.

    8 Ibid, p. 95.

    9 MUNTAOLA THORNBERG, Josep. Topognesis, Fundamentos de una nuevaarquitectura, Colleccin Arquitext 11, edicin de la Universidad Politcnica deCatalua, Barcelona, Espaa. 2000.

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    i. 1 m s XiX

    el encuentrofortuito

    entre la narizdel reyy los espaciosde malolor*

    x. l

    La aproximacin de dos (o ms ) elementos aparentemente extraosentre si en un plano ajeno a ellos mismos provoca las explosiones poticasms intensas. Innumerables experimentos individuales y colectivos [...]demostraron la utilidad de este procedimiento.1

    Isidore Ducasse, mejor conocido como el Conde de Lautreamontnaci en Montevideo en 1846, pero emigr a Pars en 1859donde muri a la edad de 24 aos en su domicilio de la calleFaubourg, no.7 en el barrio Montmartre.

    En el Pars de hoy da, se puede asociar al barrioMontmartre con la archivisitada Iglesia del Sagrado Corazn, olos artistas callejeros que pintan cuadros dignos de los turistasque los compran, o el mismsimo Espacio de Exposicin SalvadorDal; sin embargo, el trmino Faubourg proviene del rancs

    antiguo y signica Suburbio, por lo que la invitacin es aconocer quienes eran algunos de los vecinos prximos a la casade Isidore Ducasse en ese entonces, y extrapolar sus posiblessemejanzas con los contemporaneos montevideanos.

    p: 2

    Los Cantegriles3en La arquitectura de la supervivencia,Yonna Friedman, 1978.Los cantegriles son, de un cierto punto de vista y en unmundo que se desliza hacia una pobreza generalizada, los ateliers del avenir , () Las personas que vivenen esas condiciones de pobreza son quienes inventanlas nuevas tcnicas de supervivencia El desempleadose transorma rpidamente en campesino urbano yse inventa tarde o temprano una ocupacin marginal,til a su comunidad. Del desempleo al bricolage, del

    bricolage al artesanato, no hay ni un paso entre ellos parasu evolucin natural. Los espacios libres del cantegrilson pequeas supercies reservadas a la produccin dealimentos: plantas y animales, donde cada amilia cuentacon su espacio rural La agricultura urbana, totalmentenegada por el urbanismo moderno y sus ciudadesricas, puede renacer Son esas las actitudes que estnapareciendo, pero para transormar lo que creamos demal, en bien, debemos desembarazarnos de loscondicionamientos que hemos adquirido.

    Se entienden que en rasgos generales, el pensamientoarquitectnico y urbanstico que atraviesa todas las lneas deactuacin estatales desde los aos 60 a la echa, es similar enun punto: el territorio espontneo, llamado de cantegriles,asentamiento irregular o inormal, es visto en todos los casoscomo un problema a solucionar, eliminar, erradicar, pero en

    1 http://www.historiadelarte.us/pintores/surrealismo/surrealismo-encuentro-ortuito-de-una-maquina-de-coser-y-un-paraguas-en-una-mesa-de-diseccion.html . Acceso agosto/09

    2 Michel Foucault, Des Espaces Autres, Heterotopies , Paris, 1967.

    3 El termino original: Les Bidonvilles, usado por YonnaFriedman en su libro Larchitecture de survie, une philosophie de la pauvret,reere al empleado en Uruguay en la dcada del los 60 y 70para nombrar lo que hoy conocemos como asentamientosirregulares u asentamientos inormales lo que en criollohistrico de hace 3 dcadas no es mucho mas que cantegriles .

    * El presente artculo es un extracto adaptado al espaol y para Mapeo de la tesis de Maestra en Arquitecturaopcin Investigacin de la Ecole Suprieur dArchitecture de Grenoble, Francia (en curso de nalizacin).

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    El encuentro ortuito entre la Nariz del Rey y los Espacios de Malolor___11

    ningn caso se analizan o estudian como parte del procesolos aportes que realizan sus habitantes a la ciudad en cuanto acontribuciones de ndole econmica y medioambiental.No existen al momento, anlisis estadsticos realizados sobrela incidencia de las actividades econmicas realizadas en losterritorios espontneos a la economa ormal y al uncionamientode la ciudad. Si se conocen las estadsticas sobre violencia ymiedo generado por estos territorios, pero en cuanto a susaportes en positivo, no se sabe a ciencia cierta, de qu vivensus habitantes? Cmo sobreviven? Es que todos se dedican arobarle a los dems habitantes? (Comn respuesta cuando se lepregunta a algunos montevideanos) Ser que existen actividadesa potencializar?

    El Uruguay contemporneo sigue en cierta medida respondiendoal esquema de la mentalidad moderna, la cual naci con la ideade que el mundo puede ser transormado La modernidad hacereerencia al rechazo del mundo tal como estuvo hasta ahora, y la decisin detransormarlo. La manera de ser moderno consiste en un cambio compulsivo yobsesivo : el rechazo de lo que meramente es, en nombre de lo que podra (y en elmismo sentido debera) ser puesto en s u lugar 4.

    La alusin implcita a la idea de revolucionar loexistente, transormarlo de raz, extirpar lo que esta por loque debera estar, nos atraviesa hasta hoy en muchos sentidosdisciplinares, y el caso de proponer parques urbanos en lugar deterritorios espontneos donde se clasican residuos -entre otrasprcticas- es quiz de los ms visibles.

    Parecera ser que como arquitectos, intentamostransormar las cosas que no son bellas , o mismo aquellasque no son como las hubisemos imaginado.

    En esta ocasin, y recordando el intenso culto al mal

    que el Conde desarrollo en sus pocos aos de vida, quisierahablar de esos espacios de mal olor, de esos territorios paranada bellos si se miran con los mismos lentes del cuervo5 quetodos llevamos en algn lugar dentro nuestro. Sin la mnimaintencin de perumarlos, sino de aprender lo que sucede alinterior de ellos, quienes viven, a que se dedican, como sellaman, y sobre todo, como construyen sus territorios.

    l z 6Los primeros aos de vida del entonces Isidore Ducasse lo

    4 Zygmunt Bauman, Vies Perdues: la modernit et ses exclus, Paris,2004, P.49.5 Le Corbusier para los que tienen la suerte de no saberlo

    6 Kamoun, Le cochon qui demenage, Paris, 2000, p.24

    encontraron en un Montevideo en Plena Guerra Grande, dondeexista por un lado, una ciudad deensiva dentro de las antiguasmurallas (gobernada por el General Rivera) y otra ciudadgobernada por Manuel Uribe, uera de las murallas, con baseadministrativa en el Cerrito de Montevideo, y la instalacin devarios barrios satlites y distantes entre si que conormaban loque algunos llaman de ciudad dispersa.

    Curiosamente, la ciudad de Pars por esos mismos aos, previosa la construccin de la nueva muralla de Thiers (nalizada en1845) tena una conguracin similar: un centro orticado yantiguo, y una conormacin peririca dispersa, ormada porvarios ncleos poblados, distantes entre si.

    La Construccin de la muralla de Thiers, congurun nuevo Pars rodeado por 34 kilmetros de muralla, conun espesor por razones deensivas y a manera de osa nonaedicandi de 250 metros de ancho7.

    Sin embargo, este nuevo lmite espeso, di lugar a quela populacin expulsada del Pars de Haussman, y todas lasactividades imaginables que no tenan sitio en la ciudad de lahigiene (Prostbulos, cantinas, erias de reventa-comercio de2da mano-, cra de animales, clasicacin de residuos, etc.)encontraron sus espacios para habitar durante 70 aos, en esteespesor que se denomino La Zone.

    Sus habitantes ueron llamados de Zoniers y suscitaronhistorias de las ms asombrosas provenientes en su mayoradel miedo de los parisinos insiders hacia aquellos de uerade murallas,as como tambin ueron objeto de seduccin yadmiracin por pensadores artistas y escritores de la poca comoEmile Zola, Blaise Cendrars, o Charles Baudelaire.

    As como delimito un nuevo auera en la ciudad, tambin

    anex en 1860, como nuevos barrios parisinos, a las antiguasvillas de Montmartre, Belleville, o La Villete; por lo quesolamente 1/3 de los chionniers se quedaran durante algunosaos ms de vecinos del antiguo barrio de Isidore, mientras2/3 de ellos ueron expulsados mediante las demoliciones y elnuevo valor del suelo parisino (siempre en alza hasta hoy), a lascomunas de Clichy, Vanves, Pantin y Sant Ouen.8

    Los pretextos para realojar a esta poblacin, estuvieronsustentados por varios estudios sobre la higiene, comandadospor el Doctor Du Mesnil, ntimo amigo por cierto del Baronde Haussman. As, luego de describir en detalle las terriblescondiciones sanitarias en las que habitaba esta pobre gente (su

    7 Idem, p.22

    8 Georges, Renault, Les Rois du Ruisseau, Paris, 1900.

    i. : a 5 a, 004 , 007

    i. 3 m p 1834, m p m, c, c cf p m g g, 184, , m , l u, p m,c v,

    libro se llamaba de hecho La Habitacin del Pobre) los mismosueron llevados a las aueras de la ciudad, ante las promesas demejores viviendas y otra calidad de vida.

    Lo cierto es que la autoconstruccin con materialesprovenientes de desechos, o bien el inquilinato en nuevasconstrucciones a precios tan elevados como los que solanpagar en el XIII o X arrondissement (barrios ricos de Paris), setransormaron en la nueva realidad de los zoniers todo temporal,pero durable! comentaba Kamoun en su libro haciendo reerenciaa los materiales recuperados que utilizaban los chionniers paraconstruir sus viviendas de la Zone: chapas, madera, piedra, azulejos, yeso,papel con alquitrn y cartn, son casas de recuperacin. Lo cierto es que enese espesor construyeron unas 7000 cabaas de chapa, unas 3000

    construcciones precarias o remolques tipo casa rodante antigua,as como 295 casas de relaciones (prostbulos, en criollo)9.

    Para 1883, existan en Pars un estimado de 6000 chionnierssegn el censo ocial de y de 25000 segn las estimacionessindicales, los que recogan unas 91 400 toneladas de materialesal ao, ahorrando a la ciudad el equivalente a 600.000 rancosen aquel entonces (estimando el valor de recoleccin, yevacuacin de 6.5 rancos la tonelada)10. Por supuesto que almomento de modernizar el sistema de colecta y privatizarlocon nuevas empresas de recogida, los chionniers comenzarona verse desplazados no solo de sus viviendas por las razones yaplanteadas, sino tamben de sus territorios de trabajo.

    El hbitat de estas amilias, dispersas por la ciudad,conviviendo en un Pars heterclito, se transorm rpidamenteluego del enmeno de expulsin del centro parisino, en unhbitat compacto, uertemente individualizado y en las aueras,que conormo ciudades enteras de chionniers como la Cit Saint

    Germain o la Cit Foucault. Esta ltima ciudad, se llamo tambinla mujer en pantalones pues Madame Foucault se encargo deromper las normas de la poca y pasearse por Pars en pantalonesy gorro, por lo que ue denominada entre otras cosas, detravesti, y acabo con su pequea ortuna viviendo en La Zone,y alquilndole sus propiedades a los chionniers que venan avivir y clasicar los residuos recolectados y pagndole el alquilersemanal a Madame Foucault.

    100 , m en sus EspaciosOtros, hablaba en su pr imer principio de Heterotopias, de lasllamadas heterotopias de crisis, es decir, donde existan en lassociedades llamadas primitivas, ciertos lugares privilegiados,sagrados, o prohibidos, reservados a aquellos individuos quese encontrasen en relacin a la sociedad y al medio humanodonde vivan, en estado de crisis; por ejemplo los adolescentes,las mujeres en el periodo de regla o durante el parto, los viejos,etc. Sin embargo, Foucault planteaba que esas heterotopias de

    crisis de las antiguas sociedades estaban desapareciendo, y siendosuplantadas por heterotopias de desviacin, es decir, esosespacios donde se ubican los individuos cuyo comportamientose desva en relacin al medio o a la norma exigida. Losejemplos que Foucault propona hace 42 aos, eran las clnicaspsiquitricas, las crceles, y hasta las residencias para la terceraedad. Yo me atrevera a agregar, y en honor a la Ciudad de MmeFoucault, a los territorios espontneos, es decir cantegriles,asentamientos irregulares, villas miseria, avelas, etc., como lasheterotopias de desviacin del nuevo siglo XXI, y donde sushabitantes dedicados a vivir de los restos de la ciudad son susprincipales protagonistas.

    El CHIFFONNIER tenia todas las caractersticas de un salvaje moderno,reencontrando en plena civilizacin urbana, los instintos y el modo de vidade nuestros antepasados los depredadores11.

    El 4to principio de las Heterotopias, esta vinculado a los cortes

    temporales denominados de heterocronias, donde losindividuos se encontraran en una especie de ruptura absolutacon su tiempo tradicional. En el Montevideo del Siglo XXI,los carros a caballo utilizados como medio de transporteconvencional en la era pre-ordista, son adems de una especiede heterocronia, una clara constatacin de la ilusin del progresotcnico y econmico; as como un buen ejemplo de modernidadson sus intentos compulsivos de trasormarlos en vehculos amotor o desaparecerlos del centro de la ciudad.

    En ese sentido, han sido innumerables los intentos decontrolar a esta poblacin que se desplaza a traccin animal, dondelas normas de transito municipales, hasta veterinarias deensoras deanimales, han querido por todos los medios eliminar la circulacinde estos vehculos por las calles Montevideanas.

    El caso ms remarcable ue quizs durante los primeros arribosde turistas en cruceros al puerto de Montevideo, donde lasautoridades horrorizadas pensaron soluciones para prohibir el

    acceso a la ciudad vieja, proponiendo la entrega de vehculosmotorizados a un grupo de recicladores, o bien una mascuriosa, realizar la recoleccin de los materiales reciclables porun camin, que pudiese ser monitoreado por los clasicadores

    9 Kamoun, p.24

    10 Fontaine A, L Industrie du chion Paris, Paris,1903.p.75

    11 Alain Faure, Classe malpropre, classe dangereuse ? extraidode la Revista Recherches, n 29 : Lhaleine des aubourgs,1977, p. 79-102.

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    ( o sea seguido de atrs) hasta la entrega de dichos materiales enun sitio alejado del centro y apropiado para su separacin (smil alo que sera una planta de clasicacin).

    Hoy da la quita de carros por las autoridadesmunicipales es algo recuente desde el ao 2007, no por ellorepudiada y contestada por la unin sindical de clasicadoresde Montevideo por no contar con legislacin expresa paraesta medida, sino ampararse en calicaciones subjetivas sobremolestias en el transito y olores desagradables en reas centrales.

    l

    evacuar todo a la vez, los desperdicios y los vagabundos : el hedor de la

    inmundicia y la ineccin social (Corbin 1982:10912

    ).

    Prisioneros, mendigos, indigentes y viejos, eran obligados arecolectar residuos y limpiar las inmundicias alojadas en lascalles de Paris, durante el siglo XVIII, como modo de pago por sudeuda con la sociedad13.

    Segn Corbin (1982:137) los actores municipales enesa poca, acordaban sin problema moral alguno, el utilizar losdesechos sociales en el proceso de recoleccin y tratamiento deresiduos, calculando la rentabilidad de la inmundicia social y elvalor asignado a la basura.

    En el Montevideo actual, 2650 personas recorren lascalles a pie, 3350 en bicicleta y 2800 a caballo, recolectandoresiduos para ser clasicados luego en sus viviendas y vendidos almercado espontneo de reciclaje. Su capacidad de carga equivalea la recoleccin de todos los residuos generados en Montevideo,pero su recoleccin real se estima en 684 toneladas por da (77Kg. promedio por clasicador)14. 394 de esas toneladas recogidas

    se transorman en material reciclables, que son ingresados luegode ser previamente clasicados, a una cadena de compradoresintermediarios entre este primer eslabn de la cadena de reciclajey el industrial que procesa y transorma nuevamente el residuoen materia prima, y esta materia prima en nuevo producto. Es

    12 Alain Corbin, Le miasme et la jonquille: Lodorat et limaginaire social,XVIIIe-XIXe sicles, Paris, 1982.

    13 Gerard Bertolini,p. 37, Le march des ordures, Paris, 1990.

    14 Un clasicador a caballo tiene una capacidad de carga de245kg diarios, un clasicador en bicicleta 44kg, y uno a pie84kg. Valores extrados de OPP- Plan Director de ResiduosSlidos de Montevideo y rea Metropolitana, Anexo ResiduosSlidos(LKSUR, noviembre 2004, p.74)

    as que estas aprox. 400 toneladas de materiales reciclables sondesviadas de manera espontnea por ms de 10 000 personas, delo que seria su destino ormal de disposicin nal en un vertederomunicipal a cielo abierto, en las calles Felipe Cardozo y Oncativo.

    Se genera as un ahorro, considerando solo el costo deenterramiento de 6 USD por tonelada y el costo de recoleccinestimado de 59 USD la tonelada15, de 26200 USD diarios, peroque al superponerse al actual sistema (es decir camiones y carrosrecorren las mismas calles y recogen de los mismos contenedores)no genera ahorro sino mas bien una inversin casi injusticable.

    A dierencia de los clculos realizados doscientos aosatrs en Francia, hoy da las intenciones de que estas personastengan otro tipo de actividad de supervivencia, es deseo de los

    gobiernos municipales as como de gran parte de la poblacin,donde los costos ahorrados por esta labor gratuita as como susimpactos econmicos16 y medioambientales no son consideradossino que la esttica de la ciudad y el orden priman sobre el resto.

    Estas personas no habitan un espesor extra muros comolo hicieron sus correlativos parisinos un siglo atrs, pero seencuentran en su gran mayora habitando otro espesor nonaedicandi montevideano, como son las riberas de los caucesde agua, baados, o sea, zonas potencialmente inundables, o bienterrenos propiedad del estado, potencialmente ocupables.

    Por dedicarse a esta actividad de manejo de residuos ensus propios hogares, los que segn censo ocial llegan a ser unas4407 viviendas17 las que operan hoy da como dispositivos declasicado artesanal y amiliar, realizando la separacin primariaque nosotros, habitantes de la ciudad ormal, no realizamos.Es as, que por contar con materiales orgnicos, y deshechos detodo tipo mezclados como parte del material recolectado, suscondiciones de higiene no son las ms adecuadas, lo que ha sido

    pretexto de realocacin en algunos casos undamentado paraconstruir nuevos barrios donde puedan vivir dignamente.Sin embargo, la no consideracin de esta actividad como labor

    15 dem, p.267, donde se expresan el costo promedio detonelada recogida a travs de Convenios con ONGs a 59,40 USD

    16 La industria del reciclaje en Uruguay representa un ingresode 12.723.500 USD, donde por supuesto lo percibido porlos clasicadores es un nmo porcentaje. En Estudio de Mercado:Materiales Reciclables de Residuos Slidos Urbanos(P. Barrenechea - 2003)

    17 Ministerio de Desarrollo Social, Tirando del carro :clasifcadoras yclasifcadores: viviendo de la basura o trabajando con residuos, Montevideo,2006, p.24

    i. 4 cf , f , f , , ,

    i. 5 c c m p-188

    i. r m, 008.

    i. 7 m m m 400 , m, 4407 - .

    cotidiana, con sus consecuentes externalidades espaciales, hagenerado que muchos vuelvan a ocupar otros terrenos dondedesplegar sus tareas tranquilamente.18

    El caso ms reciente y quiz ms exitoso, es el de la antigua VillaEl Chancho donde una veintena de amilias se asentaban sobrecapas acumuladas de residuos, conormando un nuevo sueloarticial sobre la zona ocupada originalmente. Como su nombrelo indicaba, estas amilias se dedicaban a la cra de cerdos,alimentndolos con restos de desechos orgnicos provenientesde las mencionadas desviaciones espontneas de camiones yvolquetas que deban dirigirse al sitio de disposicin nal ocial.

    12 de esas amilias, conorman hoy la llamado

    COVINUS (Cooperativa de Vivienda Nuestro Sueo) las cualesueron realojadas por decisin propia y mediante mecanismos deautoconstruccin de viviendas, a una zona cercana a la antiguavilla del Chancho.

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    El mismo Rey Philippe August que mandase construir la primeraorticacin de Paris, no poda salir a su ventana del Castillo Realpor el olor nauseabundo que haba en las calles en 1185. Fueas, que el soberano ordeno pavimentar con asalto las calles dela ciudad, las cuales se encontraban cubiertas de todo tipo deresiduos, objetos putrescibles, heces, etc. 500 aos despus, elRey Henri II ordenaba construir los primeros alcantarillados deParis, a causa de las quejas constantes contra la Municipalidadpor el estado calamitoso de las calles19 Fue as que en uncomienzo la nariz del rey, para luego las presiones polticascontra el gobierno de la ciudad, se trasormaron en elementos

    desencadenantes de la construccin de esas otras inraestructurasurbanas, en su mayora invisibles a los ojos de los ciudadanos,como son los recorridos de los efuentes lquidos y materialesslidos que la ciudad debe deshacerse de.

    Esos restos, son prcticamente siempre, productores demalos olores, y por consecuente, destinados a verse alejadosde las habitaciones de los pagadores de impuestos, o sea losbuenos ciudadanos. Sin embargo, en algn sitio se debenponer nuestros restos, as como los muertos se entierran en loscementerios y nuestros deshechos cotidianos van a parar a lossitios de disposicin nal.

    En sus inmediaciones, se encuentran varios territoriosespontneos donde algunos de los clasicadores se dedican adesviar de su destino de enterramiento, un porcentaje deesos residuos. Al ser estas actividades realizadas al margen delo ocialmente permitido y a su vez en el espesor de ilegalidadde estos sitios de jurisprudencia municipal, las mismas cuentancon situaciones ambiguas, donde los que se dedican a clasicar y

    vender materiales para su reciclado, deben vivir a su vez, al ladode, una montaa de restos no reciclables.

    18 Ver Gonzalo Bustillo, Ctedra de Arquitectura y Teora H-bitat de la poblacin de clasicadores del Barrio Casabo, dondese analiza en proundidad el territorio de vivienda y trabajo deun clasicador, conormando un total de 190m2, donde 114 sondestinados a nes productivos.

    19 Gerard Bertolini,p. 20, Le march des ordures, Paris, 1990

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    El encuentro ortuito entre la Nariz del Rey y los Espacios de Malolor___13

    Es decir, si bien son los clasicadores los principales responsablesde que se reciclen los residuos en Montevideo, no hay quien sehaga cargo de los restos no reciclables que ueron recolectadosoriginalmente, pues no existe separacin domiciliaria de residuosy lo que se clasica esta mezclado en origen.

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    La revolucin es tabula rasa y ruptura. En la metamorosis sin embargo,estn juntas tanto la idea de una transormacin radical, como la de unacontinuacin de la identidad.20

    = +!

    En el Pars contemporneo, los arquitectos Lacaton y Vassal resistena las propuestas dominantes de demoler modernas unidades dehabitacin de las perierias parisinas (donde habita la poblacinmayoritariamente inmigrante pero tambin aquellos ciudadanosranceses de bajos recursos) y en contrapartida nos proponen unplus+ (ajouter) o su equivalente al espaol agregar.

    Su postura es ante todo una postura tica, donde lo queesta en juego es el costo de una demolicin-reconstruccin(oculto bajo el polvo de las explosiones de la tabula rasa) y elcuestionamiento de una real mejora en otro tipo de viviendasprometidas, donde cambia la orma y la apariencia, perolos habitantes siguen siendo los mismos, con sus idnticascondiciones precarias de sustento, adems por cierto de costarleal Estado un importante presupuesto millonario que da de comerno solo a los colegas arquitectos ranceses pero a las demoledorasy a todo el aparato burocrtico.

    El paradigma montevideano de integracin de los llamados

    territorios espontneos a la ciudad de Montevideo, consideranecesaria la generacin de las mismas inraestructuras bsicas conque cuenta el resto de la zona urbana de la ciudad: saneamientopor caos y redes de bombeo, iluminacin y agua provenientes dela misma red, viviendas de materiales similares a los del resto de laciudad (bloques, ticholos u otros mampuestos de albailera).

    El proceso podra llamarse de democratizacin delas condiciones materiales de existencia de los habitantes de la

    20 Edgar Morin, junto a Peter Sloterdijk, en Estado de Urgencia,Revista Citizen K Interational, Francia, octubre 2009.

    ciudad. Deberamos quiz cuestionarnos si todos precisamos lamisma respuesta y el mismo tipo de hbitat (sin tomar en cuentael altsimo costo que esto implica a nivel econmico) o si existendierentes necesidades a ser atendidas y respuestas a ser dadas,que trabajen desde la dierencia como concepto y potencialidad.

    De la misma manera de estos arquitectos tan a la moda paranuestro querido Montevideo siempremirandoaeuropa,deberamos aceptar el desao de agregacin y propulsar unesquema de resistencia a las propuestas de tabula rasa o integracininraestructural de los territorios espontneos, a travs de unaactitud tica y poltica que potencialice estos espacios donde sehabita, sin lugar a dudas, de otra manera a la establecida.

    Podran pensarse dispositivos que acten en el tiempo pero queactiven transormaciones previas a una posible integracinormal a la ciudad? Dispositivos que puedan ser pensados desdeuna lgica no higienista, ni moderna, ni moralista, sino una queaprenda de los malos olores y proponga una nueva tica quepotencialize otros modos de hacer ciudad? En eso estamos!21

    ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

    crditos de imgenes

    i. 1 K p, l , p 000, .19i. ://www...//-i. 3 p p : j.l. c, a. l, d p - p, ,p, 199. p t m, a p p,184, s e d, 1977 n 304.i. 4 p l , l h cf, p, 1910, .5,9 33.i. 5 i, .57i. m i. 7 m : m, 005; piai 009; m i.t.u. 010.i. 8 005 l ; 008 010 j m.i. 9 l , 009.

    21 Por mas inormacion http://issuu.com/basurita

    i. 8 v e 005, v e 008 covinus 010

    Reerencias img 9:M: 5362 m2 -restos no reciclablesN:280 m2 -viviendas de clasicadores: 7425 m2 terreno disponible no ocupadoO: 408m2 -cra de cerdos, gallinas, etc.P: 2400 m2 - supercie de trabajo/clasicado

    Q: espacio - almacenamiento asociativoR: 18m2 camin asociativo de recoleccinS: 952m2 espacio libre no edicadoT: 210 m2 -almacenado de material en bolsones

    i. 9 a , , m.

    l e u " ", ucrus , Wiego (www.w. / www..) .

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    utopas compartidas

    una torre,una casao una

    escultura

    i. 1v t - m iii i( - 1917).t : ://.-./w-//009/11/_---_1885_1953_.

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    Una torre, una casa o una escultura___15

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    Fue en 1917 que el artista ruso Vladimir Tatlin proyect elmonumento a la Tercera Internacional, mejor conocido comoTorre de Tatlin (img.1). Una estructura de acero y vidrio en ormade torre inclinada que es a la vez escultura y edicio. Unos aosantes Tatlin haba sido encargado por su gobierno la tarea deremplazar los monumentos al Zar con monumentos y esculturasde guras relevantes a la revolucin, al arte y la ciencia.

    De haberse realizado, la torre de Tatlin habra sido ms grandeque la torre Eiel en Pars (img.2); habra alojado a representantes

    del gobierno en ocinas giratorias con paredes, piso y techotransparentes; habra tenido una emisora de radio en la cspide; yhabra sido construida en San Petesburgo al borde del ro Nev1.Sin embargo el monumento nunca se construy. Desde entoncesla Torre de Tatlin ha permanecido en la imaginacin de muchosartistas recordando por su orma e intencin, a la bblica torrede Babel(img.3), la que a su vez evoca una construccin an msantigua, el Templo de Marduk en Babilonia(img.4), una torre enorma de zigurat de 7 pisos de altura.

    Tatlin es recordado como uno de los iniciadores delconstructivismo ruso, movimiento artstico que pretendia lograrun cambio radical en la sociedad a travs de una total integracinentre la poltica, el arte y la ciencia. Una revolucin cultural detales dimenciones requiri de la invencin de una esttica radical,que refejara el idealismo claramente utpico de sus promotores.El monumento a la Tercera Internacional estaba destinado a ser laobra cspide no solo de Tatlin, sino del constructivismo y de la

    revolucin rusa.

    El hecho de que la torre no se construyera, se puede ver como unsntoma histrico de la insostenibilidad de la revolucin y unapremonicin de su eventual racaso. En 1924 el constructivismo,como era entendido por Tatlin y sus colegas, ue gradualmenteproscrito por el rgimen estalinista, que para esas echas ya sehaba cionsolidado como slo ideologa y propaganda.

    Una y otra vez la historia ha dado cuenta de la insostenibilidadde los sistemas ideolgicos y de las revoluciones culturales. Las

    1 Un excelente artculo sobre la Torre de Tatlin es el publicadopor la revista de arte y cultura Cabinet. La autora, Svetlana Boym,detalla el proyecto original de Tatlin y le da un buen contextohistrico. El artculo se encuentra disponible en linea en:http://cabinetmagazine.org/issues/28/boym2.php

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    utopas son y sern siempre inalcanzables. El devenir natural dela existencia trasciende cualquier percepcin, por muy fexibleque esta sea. Con mayor razn trasciende a percepciones rgidase idealistas. El devenir de la existencia, eventualmente, rompetodo intento de orden que se le imponga, marcando as perodosalineados a innitas revoluciones.

    Tal vez una va prctica para realizar una utopa es en base alreconocimiento sus limitaciones en el tiempo y espacio y quela misma surja de orma temporal. De esta manera, eventosinternacionales a gran escala como las olimpadas, el mundialde tbol, o una bienal de arte, pueden ser tomados comoejemplos prcticos de utopas temporales. Ms all de los aspectos

    mecrcantiles de tales eventos, la intencin de integracin culturaly social que promueven los coloca, junto a la torre de Babel,como proyectos utpicos gigantescos.

    Un claro ejemplo es la Olimpada de Mxico 68, que ue concebidano solo como una justa deportiva. La invitacin a participar incluytanto a deportistas como artistas en una propuesa de alrededorde una veintena de eventos en disciplinas como danza, msica,poesa, escultura y pintura. Fu en esta olimpada cultural que elartista alemn radicado en Mxico, Mathias Goeritz, cre uno delos proyectos escultricos en espacio pblico ms ambiciosos de sutiempo, la Ruta de la Amistad2.

    El proyecto de Goeritz consisti en una serie de 19 escultrasrealizadas por artistas de diversas nacionalidades y distribuidas a lolargo de una ruta de 17 kilometros que comunicaba los distintosescenarios olmpicos. Una de dichas esculturas, tal vez la msemblematica del conjunto, ue concebida y construida por el artista

    uruguayo Gonzalo Fonseca. La Torre de los Vientos, como la nombrsu creador, es una estructura de concreto de orma cnica invertdacon punta truncada, hueca en su interior y rodeada de cuerposgeomtricos derivados de eseras y cubos (img.5).

    La sumatoria de dichos cuerpos, dan pie a una escalera que creceen espiral alrededor de la torre. De orma ms o menos directa,la Torre de los Vientos evoca al mismo tiempo a la torre de Babel y a latorre de Tatlin. Este ltimo vnculo resulta ms evidente al conocerla intencin original de Fonseca de crear, de orma smlar que

    2 Inormacin completa sobre la Ruta de la Amistad se puedeencontrar en el sitio web dedicado al proyecto:http://www.mexico68.org/ruta

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    Tatlin, una escul tura habitable3. Fonseca haba estudiado en el tallerde Joaqun Torres Garca despues de abandonar sus estudios en laFacultad de Arquitectura en Montevideo. De Torres Garca heredel idealismo caracterstico de las vanguardias artsticas, el sueo dela transormacin de la vida a travs del arte. Un poco antes de sumuerte, Fonseca se reencontr con la Torre de los Vientos, que despusde 25 aos de abandono, haba sido restaurada y convertida enun espacio de experimentacin y taller del artista y arquitectomexicano Pedro Reyes(img.6).

    El taller y espacio de experimentacin montado dentro de la torrepor Reyes en 1996 y que se mantuvo en actividad hasta el 2000, ueun lugar de encuentro de artistas de diversas partes, y se convirti

    en insignia de las nuevas generaciones de artistas de la Ciudad deMxico4. El proyecto de Reyes imbuy de vida no slo la esculturahabitable de Fonseca, sino que de alguna manera cumpli con elsueo vanguardista y utpico, desde Torres Garca a Tatlin.

    Pedro Reyes orma parte de una generacin de artistas concreciente inters en la transormacin de su comunidad a travsde proyectos de intervencin en el espacio pblico con clarasimplicaciones polticas y sociales. El trabajo de esta generacinde artistas, que no tiene mucho sentido ubicar geogrcamente,se identica con recuencia con teoras y trminos como arterelacional5 o escultura social6.

    En la Ciudad de Mxico, el trmino escultura social es usadorecuentemente en teora y crtica de arte, sobretodo despus dehaber sido utilizado como nombre de una exposicin colectivaen el Museo de Arte Contemporneo de Chicacgo, EUA en el2009. Escultura Social: a new generation o artists rom Mexico City incluy

    obras escultricas, instalacin, otograa, video y arte conceptualde una veintena de artistas entre los que se cont a Reyes.

    3 La Torre de los vientos es la estacin no. 6 en la Ruta de la Amistad:http://www.mexico68.org/ruta/estacion06.html

    4 El artculo escrito por el curador y crtico de arte mexicanoCuauhtmoc Medina, hace reerencia a la semejanza entre laTorrede los Vientos y la Torre de Tatlin, adems de situar en contexto elproyecto de Pedro Reyes. El artculo se puede consultar en:http://www.micromuseo.org.pe/lecturas/cmedina.html ).

    5 El arte relacional es una corriente artstica derivada engran medida de las teoras de Nicolas Borriaud, quien en 1998escribi el libro Esthtique relationnelle (Esttica Relacional) dondedescrbe obras que dan mayor importancia a los aspectos socialesy a las relaciones interpersonales que implica la obra, que al

    objeto en si mismo.6 La escultura social es un termino acuado por el artistaalemn Joseph Beuys, y que utiliz para ejemplicar el poder detransormacin del arte, en el que crea proundamente. SegnBeuys un escultor social crea con elementos que trascienden elarte, pues empleando el lenguaje, el pensamiento y la accindirecta, es capaz de insertar o modicar estructuras sociales en lacomunidad de la que orma parte.

    Abraham Cruzvillegas, otro de los artistas incluidos en dichamuestra, resulta de particular inters para entender el uso quese le da en Mxico a este trmino. Reconocido por ser autor deobras construidas a partir de objetos recilados y tomados dembitos cotidianos, Cruzvillegas refeja un particular intersen los aspectos sociales del arte. Asi lo muestra uno de sus msrecientes proyectos tituladoAutoconstruccin.

    Tras haber participado en 2008 en una residencia artstica enGlasgow, Escocia, Cruzvillegas comenz una serie de eventosartsticos reunidos bajo el mismo concepto y nombre. Dichoseventos incluyen el ensamblaje de objetos diversos encontradosen el lugar de exhibicin(img.7), la creacin colectiva de

    canciones, un video documental sobre la construccin de lacasa de su amilia y varias presentaciones de una perormancerealizada por cuatro actores y cinco msicos donde laescenograa y los objetos utilizados, permanecen posteriormentecomo piezas en exhibicin.

    En su obra, Cruzvillegas hace reerencia constantemente a suhistoria y las experiencias relacionadas con la construccinde la casa de su amilia(img.8), sosteniendo ese hecho comodeterminante de su prctica escultrica. En el se puedenencontrar coordenadas como la improvisacin con materialesencontrados en el lugar; el reciclaje de objetos que inicialmentetenan otra uncin; o el ensamblaje aleatorio e inconexode objetos incompletos. Todas caractersticas, en s, pocoromnticas de una circunstancia de vida en asentamientosirregulares y zonas marginadas.

    En el trabajo y pensamiento de Cruzvillegas es posible encontrar

    una especie de mirada paralela proveniente de un mundo donde elinstinto de supervivencia es el orjador del entorno, el constructor

    del contexto. En sus esculturas observamos la posibilidad deuna lectura positiva de aquello que, en principio, puede resultaraberrante o negativo. A tal punto que la intencin original delartista, cualquiera que esta sea, queda oculta detrs de una evidenteestetizacin artstica de algo que es simplemente vida.

    Los resultados de la autoconstruccin, esto es, de la construccinno proesional con materiales insucientes o precarios,determinan una esttica dominante primero de una casa,luego de un barrio, luego de una ciudad, llegando a dominarel imaginario colectivo de sus habitantes. En un estado deemergencia evidente donde la superviviencia deja de tomarsecomo excepcional y se torna en norma, el trabajo de Cruzvillegas

    parece desandar el camino y mostrar que siempre hay espaciosuciente para una intencionalidad esttica y poltica.

    Aqu vale la pena recorder la historia de David, el protagonistade La Perrera, pelcula de Manuel Nieto (2006), historia donde laconstruccin de una casa se torna en metora de un estado aparentede precariedad espiritual. David regresa a vivir a la casa de su padredespus de haber perdido una beca escolar que le permita ciertaindependencia. Para recuperarla, David debe construir su propiacasa, as lo determina su pardre, quin es a la vez el proveedor de losrecursos y los materiales de construccin.

    A lo largo de la historia observamos como David tal vez no quiereo no sabe como recuperar su independencia, pues hay elementosocultos en la relacin con su padre que se lo impiden. Davidevade de ormas increiblemente absurdas y rustrantes (para elespectador) la construccin de su casa, para nalmente realizarjunto con sus disuncionales amigos y colaboradores, una casa

    igualmente disuncional y deorme(img.9).

    Ante los ojos de David la casa se torna una utopa inalcanzable.Al igual que la torre de Tatlin, que para muchos resultaba unproyecto burdo e irrealizable y al igual que la torre de Babel,como metora de la descomposicin de la comunicacin entrelos seres humanos, la casa de David puede ser una escultura (a laCruzvillegas) conormada y habitada por los deseos maniestosde sus constructores.

    //////////////////////////////////////////////////

    h___e , 003. c m (u) h___ b a, b, c. mx, p m. c maco (mx),aba (a), l (c) abo (c). h___ a c a K.

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    taller en santiago de chile

    mediaura*

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    Es un hecho ortuito el que hoy nos encontremos aqu. Provenimosde historias y vivencias absolutamente inconexas. Es inevitable elhecho de que an mirando lo mismo veamos cosas dierentes.

    Nos convocan a pensar el equipamiento pblico enlgicas de contingencia. Algunas tablas, unos cuantos palos yunos metros de lona. Esa parece ser la histrica restriccin de laarquitectura... algunos cuantos materiales para unas respuestasacotadas. Quien plantea la pregunta sugiere la respuesta y ananhelando la revolucin perpeta el sistema.

    Una de las principales estupideces de la Arquitectura es que su repertoriotiene un nico mensajecambiar las cosasde modo que, en s misma,la arquitectura resiste por completo a la investigacin la exploracin o lavaloracin objetiva, pues la valoracin de una situacin no orma parte detus obligaciones. Se ha dictado que debes hacer o cambiar algo, y la manerade hacerlo normalmente esta decidida (...)

    Rem Koolhaas en Conversaciones con Hans Ulrich (pag. 7)

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    Partimos de una conversacin en la que voluntariamenteperdemos las coordenadas de orientacin disciplinar.

    Todos somos interactuando con la ciudad. Todos construimos nuestrosespacios simblicos y nuestros ritos. Desde nuestras cognitividadesdesplegamos conductas y rutinas que en colectivo se transorman enprcticas materiales identicatorias de tiempos y sociedades.

    Olvidemos por un minuto a los arquitectos, reparemospor un instante en la ciudad de los otros. Hagmoslo como unobservatorio desprejuiciado, tengamos la humildad y curiosidaddel cientco explorando una territorialidad nueva.

    * El centro de Estudiantes de Arquitectura de la ponticia Universidad Catlica de Santiago de Chile organiza una vez al ao un eventoal que denomina semana escuela. Este ao se trat de un workshop al que ueron convocados 15 estudios jvenes sudamericanospara dirigir grupos de 30 estudiantes convocados a proyectar y costruir un modelo de pieza de equipamiento urbano destinado a loscampamentos de mediaguas que se extendieron por Chile luego del reciente terremoto.

    El Taller Danza representado en el evento por Marcelo Danza, Miguel Fascioli y Carlos Candia (escuela de Talca) trabaj msque sobre un pabelln sobre la construccin de una atmsera avorable para desencadenar un proceso refexivo y creativo. Los lmitesde la arquitectura ueron interpelados desde ese pabelln atmsera que se plantea como metora de la reconguracin del espaciointersticial de los campamentos de las media aguas ocupando su alo para generar la necesaria mediaura.

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    Sentados en corro, ormando una rueda en medio de un campode bsquet. Ya no est la mirada vigilante de la institucin.Convocamos a la desnudez. Delante de quienes no conocamoshasta hace algunos instantes todos verbalizamos un estado aectivo.Qu nos moviliza del espacio no privado de los campamentos demediaguas? Cmo lo leemos? Qu interpretamos de l? Cmopodramos interactuar con su precariedad desde nuestra debilidad?

    Hablamos de toros y de banderillas. Hablamos de siluetas yde baos qumicos. Hablamos de distancias desnudas y desobreexposicin. Es un momento intenso. Aforan nuestras obias

    embebidas en anhelos.No es suciente decirlo. Decidimos escribirlo en algn

    sitio. El piso es un buen lugar. Las palabras se suman dejando lashuellas de la rueda que ormamos. Una huella ms en la innidadde rastros de la cancha de bsquet. Es tan extraa la pizarra, comoel texto . Recordamos al Conde de Lautermont al reconocer enesa escena algo tan hermoso como el encuentro ortuito de unparaguas y una mquina de coser en una mesa de diseccin. Yano estamos nosotros pero las palabras que dejamos en el suelonos acompaan.

    Este encuentro ya no se repetir.

    t

    Nos desaamos a pensar en cristalizaciones de esas palabras.En tres grupos comenzamos a caminar torpemente en unsentido que an no reconocemos. Nada nos conorma, debimossuponerlo. Qu construiremos? Si no tiene utilidad ser una

    escultura. Si no tiene espacio no ser un pabelln. Una vez ms lapregunta es el arma con que se asesina la respuesta.

    En crculo en el medio de la cancha, pero ahora de pinadie se retira aunque la actividad termin... Queremos no disolverese momento de intensidad.

    Volver a repetirse?

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    Comienzan a rescatar a trabajadores que sobreviven a casi unkilmetro bajo tierra...

    El rescate lo tie todo en Chile. Piera se abraza con Evo. Milesde trabajadores que esperan su rescate celebran la salida de sushermanos. No hay cpsula Fnix para ellos.

    Nos reunimos en el patio de madera como nos suguiere el centrode estudiantes. La institucin nos rodea nuevamente. Los edicios

    contemporneos de impecable actura miran a la vieja casona quecobija el secreto. Aunque simulamos ignorarla la Institucinvestida de edicios, nos mira.

    Decidimos cual ser nuestra materia de trabajo.

    e

    Entendemos que no podemos aplicarle a este espaciolas herramientas de lectura e interpretacin de la ciudadtradicional. No hay en este vaco calles. No hay plazas. No hayespacio, ni pblico ni privado. La atmsera densa que separamediaguas es otra cosa.

    Caben descripciones poticas para un espacio as?

    Su extraeza nos incomoda como arquitectos. Su indenicin esrtil terreno de colonizacin de los habitantes. Entendemos quetodo se soporta mejor cuando hay una trama social que cobija. ElVACIO de los campamentos de emergencia de la mediagua es laviscosidad que la soporta.

    Tiene sentido un pabelln en un espacio as o es unnuevo intento de aplicar el puado de precarias herramientas dela arquitectura tradicional a una corporeidad que respondea otras lgicas?

    Esa pregunta queda fotando en nuestras cabezas. No nos ponemosde acuerdo. Ninguna respuesta nos conorma. Como arquitectosdisciplinados buscamos coherencia. Ninguna de las propuestas

    de trabajo la tiene. Anhelamos el objeto redentor, que todolo comunique, que todo lo exprese. Un objeto que cambie latrayectoria. Ninguna de las construcciones sugeridas por quienesormamos esta ugaz comunidad lo logra.

    14

    Ya no hay gente bajo tierra?

    q

    Nos reunimos en la maana. Somos muy pocos... volvemos aempezar. Una vez ms decidimos asumir nuestra debilidad. Unavez ms optamos por potenciar el disrute del proceso. Unavez ms ortalecemos nuestra conviccin que el placer tiene unpoderoso potencial subersivo.

    Debemos hacer un pabelln... Vertical? Horizontal? Aureo?

    Armnico? Puro? Prismtico? Icnico? Somtico?... Para quin?Para nosotros? Para la Escuela de Arquitectura? Para la historia?Para los medios? Para nuestra siempre incipiente carrera?

    Sin embargo la pregunta que parece ms enmudecedoraes: Qu es un pabelln? Nos seduce la sugerencia de Diller yScodio con su nube, en donde el pabelln contemporneo es unaatmsera, sobre ese concepto queremos trabajar.

    Tambin nos motiva la reutilizacin de los materialespropuesta por Peter Zumthor en el pabelln de Hannover y sucondicin reversible capaz de volver a signicar.

    Intentaremos entonces, generar la atmsera de losvacos de los campamentos de mediaguas chilenos en el vaco delos pabellones del patio de madera con lo que tenemos a mano.

    Una atmsera, slo eso... con poco... con nada.

    El trmino espacio pblico parece cobrar sentido cuando puededemostrar que es pblico y que es espacio. Cuando est modulado por

    la proyeccin del tiempo y la actividad que se inscribe en su tejido, portrasmisiones de aecto, odio, indierencia, tedio, etc... que no son sino reejode la vida ordinaria. En apariencia el urbanismo pretende alcanzar todoesto pero de hecho no consigue nada. La arquitectura para ignorar qusignifca reducir su cometido a la prestacin de servicios y la garanta desu seguridad desatendiendo la vida expontnea (...)

    Jason Ggrifths, Cosechas Sociales, pag.67 en Revista Oeste #15

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    El concepto depost-it city ue acuado por Giovanni La Varra1para designar un dispositivo de uncionamiento de la ciudadcontempornea que concierne a las dinmicas de la vida colectivauera de los canales convencionales. Los enmenos susceptiblesde acogerse a esta suerte de microcategora apuntan directamentea los modos de ocupacin temporal del espacio pblico paradistintas actividades (comerciales, ldicas, sexuales?) deun modo ajeno a las previsiones impuestas por los cdigospolticos subyacentes al urbanismo. Sobre esta base, iniciamoseste proyecto de investigacin y de archivo interpretando elconcepto de un modo conscientemente amplio2 convencidosde que, tras las situacionespost-it localizadas en contextos muydispares, podran desvelarse necesidades concretas que racturandeterminados contextos sociales y, al mismo tiempo, habilidadessubjetivas en la tarea de reconquistar el espacio pblico rente

    a la presin institucional a la que est sometido. El resultado,abierto a distintas ampliaciones y correcciones, as lo conrma;pero el conjunto de materiales que aqu se recoge tambin ponede relieve distintos problemas y paradojas que aectan al talantegeneral del proyecto.

    En este texto vamos a intentar reconocer estos problemas, ascomo a ordenarlos de tal modo que nuestra argumentacinacte como un primer balance autocrtico de toda esta aventura.La refexin que proponemos se organiza en dos episodios. Enprimer lugar, trataremos de acentuar la evidente relacin entreel conceptopost-it city y las distintas apelaciones al urbanismoinormal como estrategia de rplica a la ciudad planicada.El asunto es relativamente sencillo; pero lo importante quizconsista en reconocer que esta apologa de la inormalidad estestrechamente vinculada a las sociedades sobreorganizadas yopulentas y a su necesidad de encontrar modelos de prcticasantagonistas, cuando no literalmente libres.

    En esta tesitura, habremos pues de calibrar laverdadera dimensin poltica de los enmenospost-it en tantoque situaciones elocuentes de una subjetividad rebelde pero,de inmediato, se convierte en imperativa una nueva cuestin:la discutible legitimidad de esta ascinacin por lo inormalcuando estos mismos contextos sociales han multiplicado (yextendido) unas dinmicas de exclusin y marginacin que,muy a menudo, promueven ocupaciones temporales del espaciopblico como mera alternativa de supervivencia; dicho deotro modo, a la primera posibilidad de encumbrar la idea depost-it city como posible modelo de unas prcticas subjetivas derenovado potencial poltico, hay que aadir la obligacin deanalizar estas mismas prcticas en su calidad de signo explcitode una precariedad social. Todava ms escueto: asistimos auna progresiva y sigilosa identicacin entre la libertad y lamarginalidad, de modo que es ineludible idear mecanismos pararescatar a la primera y denunciar a la segunda. La idea depost-itcity no es ms que una herramienta para ensayar esta exigencia.

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    El modelo del Estado del Bienestar, de patrn occidental y encreciente expansin a pesar de las evidentes suras que ha dejadoal descubierto, se acompaa de la ilusin de la buena ormade la ciudad.3 Hay, en eecto, una estrecha correspondenciaentre la conquista de una opulencia social de clase y laconsiguiente preparacin de su escenario natural en clave deciudad planicada, ordenada y de alaz voluntad integradora.Este enmeno ha sido reconocido y descrito con precisinen numerosas ocasiones; es, por ejemplo, la ciudad de cuarzo4diseada para asegurar una armnica ordenacin del trabajo,

    1 La Varra, Giovanni, Post-it city: los otros espacios pblicos de la ciudadeuropea, dins: diversos autors, Mutaciones, actar / arc en rvecentre darchitecture, Barcelona 2001, p. 426- 431.

    2 Per a reconstruir la perspectiva amb la qual hem interpretat elconcepte consulteu els textos introductoris de www.ciutatsocasionals.net;asi como los artculos: Peran, Mart, Ciutats ocasionals, Butllet, nm.12, CaSM, Barcelona 2005 (tambin a SPAM_ arq 4, Santiago deChile 2006, pp. 61-62); y Peran, Mart, Divergencias latinoamericanas,summa+93, Buenos Aires 2008, p. 128.

    3 Lynch, Kevin, La buena orma de la ciudad, Gustavo Gili, barcelona 1980.

    4 Davis, Mike, City o Quartz: Excavating the Future in Los Angeles,Vintage books, Nueva York 1992.

    post-it city

    ciudadesocasionales

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    primer capitalismo, todava se agrava con mayor intensidad en laera del llamado capitalismo cultural de hoy, instalado en la tareade la abricacin masiva de una subjetividad de laboratorio. Siel capitalismo ordista estrangulaba la subjetividad individualcancelando el deseo y el impulso aventurero para garantizar unacomunidad cerrada, el tardocapitalismo acta con renovadosmecanismos pero con la misma aspiracin.

    Ahora, el gobierno de la subjetividad ya no se resuelveslo negando su pertinencia pblica, sino utilizando unaesera pblica dominada como escaparate de los patrones desubjetividad que han de animar el mercado. El espacio pblicose ha convertido hoy no solo en el territorio de la utopa

    puricadora, sino en el escenario publicitario y meditico porel cual se canaliza una oerta de mercancas que disean deantemano los modos personales de ser y los mecanismos pblicosdel estar en la ciudad. El paisaje de las sociedades opulentasdescritas por Sennett declinaba un espacio pblico casi silencioso;a su vez, en el panorama de las ciudades contemporneasoccidentales irrumpe un espacio pblico aparentemente ruidoso,pero la estridencia permitida es la que procede exclusivamente delos mensajes elaborados para el consumo.

    Ambos escenarios comparten la negacin de cualquierimprevisto que pudiera dislocar el guin establecido, de modoque cualquier proyecto de rplica a esta imposicin exige, enmayor o menor grado, una apologa del desorden capaz degenerar una coleccin de situaciones sociales que debiliten eldeseo de una existencia controlada.8 Es sobre este axioma quehay que interpretar la tradicin crtica del urbanismo ascinadopor lo inormal, de larga genealoga y en cuyo interior ha deubicarse la misma idea de post-it city.

    El propio Giovanni La Varra, tras evocar el increbleaterrizaje del joven Mathias Rust en la Plaza Roja de Mosc el 28de mayo de 1987, reconoce que el sustrato que permiti orjarla idea de Post-it city es la lnea continua que traza un evidenteparentesco entre las sugerencias situacionistas sobre el urbanismounitario y las estas hippies en el Windsor Great Park de Londresde mediados los aos setenta.9 En ambos extremos palpita la necesidad

    8 Sennett, richard, dem, p. 162.

    9 Vegeu Arqueologa Post-it city en http://www.ciutatsocasio-nals.net/ archivocastellano/arqueopostit/arch_postit.htm

    de una reaccin rontal al espectculo y al consumismo de la sociedadopulenta que tanta literatura desencaden en aquel momento.10Al ny al cabo, se trataba de una exhibicin de desrdenes nutridos en loque Sennett llam un modo tolerable de usar la riqueza y abundanciade los tiempos modernos [como] promesa de una mayor libertadpersonal y mayor conocimiento mutuo.11

    Esta es la potencia latente, en eecto, en las situacionesideadas por Guy Debord: un momento de vida construidade orma concreta y deliberada para la organizacin colectivade un ambiente unitario y un juego de acontecimientos. Elimpulso ldico, eectivamente, se convirti en un componenteundamental para garantizar la ecacia de estas expectativas,por lo que planeaba tras esta apologa del acontecimiento una

    explcita invitacin a convertir la ciudad en una enorme canchapara toda suerte de prcticas urbanas. De ah la vecindad implcitaentre el dtournement situacionista y las trazas dibujadas hoy porlos skaters. El problema, como veremos, reside en la limitacinque esta perspectiva conlleva para registrar enmenospost-itarraigados en la marginacin social (los puestos mviles para laventa ambulante ilegal, los rincones apropiados por los homelessy las prostitutas callejeras) y que, en consecuencia, no puedenequipararse con esos otros gestos neosituacionistas, de evidentenaturaleza antagnica, pero anclados en el compromiso juvenil yopulento por despertar y ejercer una libertad posible.

    Los mecanismos de apropiacin del espacio pblico en lasciudades contemporneas responden a dos dinmicas distintasque, aun no siendo excluyentes, no exponen la mismaproblemtica. Por una parte, hay prcticas de disentimiento y, porotra, prcticas de supervivencia. Frente al primer tipo de prcticaslas emparentadas desde una perspectiva amplia con la tradicin

    situacionista el concepto depost-it city puede actuar como unaidea proyectiva; pero para las segundas, debe ser un signo queotorgue visibilidad a los sibilinos nuevos ormatos de racismo yexclusin que, de algn modo, exigen un anlisis ms vasto queel derivado del malestar.

    La sugerencia de plantear la idea depost-it city comoproyecto signica reconocer y subrayar el potencial poltico de

    10 El mateix any de la publicaci de La Sociedad del espectculo(1967) de Guy dbord, Rauol Vaneigem editava el seu Trait desavoir-vivre lusage des jeunes gnrations.

    11 Sennett, Richard, dem, p. 241 i 269.

    el consumo y el recreo de la clase media como garante de unacristalina homogeneidad social y, cabe aadir, como renovadoprotocolo para alimentar la circulacin innita de mercancasque requiere la economa invasiva, la que utiliza los nivelesde consumo como indicador central de sus supuestas cotas deprogreso y bienestar.

    En esta coyuntura, el espacio pblico se hacedepositario de las prerrogativas que, con anterioridad, aectaban alos crculos sociales privados y pudientes, es decir, se convierte enel territorio donde se excluye la accin espontnea en beneciode la conducta esperada.5 Naturalmente, los urbanistas aupadosa la condicin de intelectuales orgnicos son los principalesencargados de resolver la tarea, en primera instancia, mediante

    propuestas de planicacin que resuelvan de antemano dndese reside, dnde se produce, por dnde y cmo se circula,dnde se compra y dnde se juega; y si esta planicacin sealtera mediante acciones parasitarias sobre lo establecido, elcomando del orden se traslada a las instancias polticas mediantepresiones punitivas que devienen, muy a menudo, un ejercicioexplcito de violencia legitimada en nombre del mismo ordenpblico. Richard Sennett, pionero analista de estas d inmicas,ha examinado con inteligencia la absoluta vecindad que operaentre la precisin6 de las ciudades occidentales y su ecacia comoinstrumento de neutralizacin de la subjetividad individual.

    La cuadrcula dibujada en los despachos de los arquitectosy urbanistas acenta la legibilidad del espacio, pero estamisma naturaleza codicada del territorio urbano losilencia como espacio vvido reducindolo a la condicinde espacio disciplinado. Esta relacin causa-eecto descansa,indiscutiblemente, en la dimensin biopoltica del urbanismo,

    convertido en una herramienta altamente ecaz para pautar ygobernar nuestras vidas en su ms elemental estructura: comocuerpos en el espacio. Pero en los anlisis de Sennett el ala tradicin weberiana tambin se acenta un componentepsicolgico crucial para nuestra argumentacin: el mito de unacomunidad homognea y obediente tiene incluso un carcterritual, nutrido en una tica autorrepresiva, con el objeto degarantizar la manutencin de la comunidad puricada.7

    La base de esta ecuacin consiste en una misticacin dela intimidad amiliar el permetro de lo privado comolugar casi exclusivo para el desarrollo de los contactos personales,relegando para el espacio pblico de la ciudad la uncin deacotar un territorio de solidaridad cerrada y miedosa, absolutamentecodicada, ajena a una economa abierta del deseo y, sobre todo,hermtica rente a los avatares y las posibles experiencias quedesplieguen complejidad y desorden. El espacio pblico derivadode este sueo de elicidad, es pues, un territorio delimitado por unasuerte de barrera de precepto salvador con consecuencias directas:

    la aniquilacin de situaciones de conrontacin y exploracin entregrupos particulares, la represin de todo lo que aparezca con atisbosde discrepancia y la exigencia de una vigilancia constante quegarantice la monotona comunitaria.

    La raz protestante de las sociedades opulentas lasencierra as en una actitud deensiva rente al conficto, a costade un ahogo explcito de las libertades individuales; pero estamisma caracterstica, perectamente visible en el dictado del

    5 Vegeu a propsit daquest procs histric. Arendt, Hannah, Lacondicin humana, Paids, Barcelona 1983, especialment p. 50-52.

    6 Sennett, Richard, La conciencia del ojo, Versal, Barcelona 1991.

    7 Sennett, Richard, Vida urbana e identidad personal, Pennsula,Barcelona 2001, especialment p. 67 i ss.

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    las situaciones construidas como prcticas de disentimiento.Para decirlo de otro modo, de lo que se trata es de desvelarla naturaleza micropoltica la no reproduccin de losmodos dominantes de produccin de subjetividad12 de laspoetizaciones elaboradas en el espacio urbano. El ncleo deesta posibilidad reside pues, abiertamente, en la lectura delos gestospost-it de disentimiento como noticias explcitas deuna subjetividad regresada, cargada con todas sus habilidadesy capacidades. Frente a las dinmicas impuestas por las quese disea una subjetividad sin vida propia, las ocupacionestemporales del espacio pblico ideadas desde el ingenio,el reciclaje y la accin parasitaria denotan una subjetividadsingularizada, puesta en acto y dispuesta a instituir de orma

    autnoma un imaginario distinto del hegemnico.Esta es la posible promesa de la idea depost-it city: abolir

    la ilusin comunal como objetivo y enocar la atencin en losmecanismos por los cuales la subjetividad aspira a una vida llenams all del permetro privado de la intimidad romntica, perotambin ms lejos del consenso comunitario. Ello convierte aestas prcticas, casi de orma ineludible, en actos de sabotaje, peroesta es precisamente su discreta semilla revolucionaria, segn lacual, gracias a este regreso poderoso de la subjetividad, esta podrundar y articular sus propios mecanismos de sociabilidad.

    Hay una extensa tradicin en las ciencias sociales ascinadas por eldesorden capitaneadas por la Escuela de Chicago y por Michelde Certau que podramos reconocer como la base de estalectura. Las nociones que se han puesto en juego, con un talanteabsolutamente cercano a lo que ahora queremos reconocer trasla idea depost-it city, son numerosas: la ciudad imprevista, ladialctica urbana, los urores urbanos, la ciudad practicada13, pero

    quiz sea suciente remitir a la conocida idea de heterotopa,ormulada por Michel Foucault y denida como ese tipo decontraemplazamiento donde se produce una yuxtaposicin deelementos inicialmente incompatibles y se establece una rupturadel tiempo ordinario. La idea de post-it city comparte las mismascaractersticas en calidad de ocupacin inapropiada del espacio y,sobre todo, por sus apariciones y desapariciones ingobernables.

    12 Guattari, Flix i Rolnik, Suely, Micropoltica. Cartograas del deseo,Tinta limn / Tracantes de sueos, Buenos Aires 2005, p. 189.

    13 Cottino, Paolo, La ciudad imprevista, Bellaterra, Barcelona 2005;Merrield, Andy, Dialectical Urbanism, Monthly Review Press, NovaYork 2002; Dol l, Jean-Paul, Fureurs de ville, Bernard Grasset, Pars1991; Delgado, Manuel, El animal pblico, Anagrama, Barcelona 1999.

    En cualquier caso, lo ms signicativo ahora, en la voluntadde denir el perl proyectivo de la idea depost-it city, es que elparadigma de la heterotopa lo identic Foucault con una navecargada de promesas de aventura para sus corsarios.14

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    Las intersecciones entre lo que distinguamos como prcticas dedisentimiento y prcticas de supervivencia son muchas y muyricas, pero ello no permite identicarlas sin ms. Los vendedoresambulantes ilegales tambin estn obligados a desplegar todo suingenio para sobrevivir en el espacio pblico, pero sera un sesgoexcesivo reducir su signicacin a esta habilidad. Para instalar la

    idea depost-it city en una perspectiva capaz de consignar por iguala ambos tipos de prcticas, es necesario ampliar el alcance delderecho a la ciudad15 ms all de la creacin de un arte del vivirpara dotarlo tambin de la capacidad de analizar la precariedadde clase. Ya no se trata solo de acertar a hallar en la superacin delorden una va para canalizar una libertad sin necesidad, sino dedirigir esa misma prctica hacia la desocultacin de numerosasnecesidades latentes.

    En esta ltima tesitura es donde post-it city puedeoperar como signo. La exigencia de adecuar la idea depost-itcity a la condicin de herramienta para el desarrollo de unaeconoma crtica de la precariedad social obliga, en primerainstancia, a reconocer la magnitud con la que las ciudadescontemporneas han multiplicado sus cdigos de exclusin. Elcapital recongura constantemente el espacio para fexibilizarla localizacin de activos y de recursos y, en el interior de estadinmica, el escenario general de la ciudad es sometido a unaradical especializacin que, inevitablemente, provoca tambin una

    multiplicacin de residuos condenados al riesgo y la marginacin.La ecuacin es, al n y al cabo, bien sencilla: la

    progresiva conversin de la ciudad en el escenario de un rgimende acumulacin fexible,16 capaz de adecuar el espacio a laplusvala (por ejemplo, mediante procesos de gentricacin),absorbe aquello que lo asimila y expulsa aquello que lo estorba.La consecuencia es un incremento de la desigualdad, abandonadacomo desecho o, en el mejor de los casos, gestionada como unaamenaza. Es el mismo proceso que explica las causas por las queel discurso supuestamente democrtico ha sustituido el objetivode los derechos sociales y del pleno empleo, por la apelacinobsesiva a la vigilancia y al saneamiento de la esera pblica.

    14 le navire, cest lhetrotopie par excellence. dans les civilisationssans bateaux les rves se tarissent, lespionage y remplace laventure,et la police, les corsaires. Foucault, Michel, Des espaces autres. Htrotopies,Dits et crits, I. 1954-1975, Gallimard, Pars 1984.

    15 Leebvre, Henri, Espacio y poltica: El derecho a la ciudad, Pennsula,Barcelona 1976.

    16 Per reconstruir aquest procs, vegeu els treballs de Harvey,david, especialment: La condicin de la posmodernidad.Investigacin sobre los orgenes del cambio cultural, amorrortu,Buenos Aires 1998.

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    Frente a esta realidad, que disemina y multiplica la miseria para muydiversos colectivos, el nico recurso se traduce en una temerariaocupacin del espacio pblico. En este contexto, convertir lanocin depost-it city en un signo comporta la doble tarea de orecervisibilidad a esta problemtica e interpretar sus prcticas espacialesdesde la legitimidad de lo apropiado. La operacin de dar visibilidada la precariedad que subyace tras determinadas ocupaciones delespacio pblico es harto problemtica. El archivo de casos quepresentamos en este proyecto responde a la conviccin sobre lopertinente de este gesto; pero ello no exime de considerar que,en muchas ocasiones, es necesario mantener en la clandestinidaddeterminadas prcticas para avorecer su delicada subsistencia. Encualquier caso, hemos intentado aproximarnos al tema con la cautela

    suciente para que la visualizacin de determinadas situaciones, aunsin ponerlas en peligro, permita abordar lo undamental: la alaciaque supone apelar a la dierencia cultural para camufar un problemaque solo responde a una condicin de clase social. En eecto, losenmenospost-it susceptibles de interpretarse como prcticas desupervivencia (ya estn protagonizados por la inmigracin en lasciudades europeas, o por la comunidad boliviana en Sao Paulo, laperuana en Santiago de Chile o la hispana en Los Angeles) estnestigmatizados por una retrica institucional que intenta gestionarloscomo consecuencia de un simple conficto entre identidadesculturales distintas, sin reconocer que responden a una ordinariajerarqua social en la que, inevitablemente, el choque se produceentre intereses.17

    Este tipo de discurso ha triunado paulatinamentegracias a la apelacin a una multiculturalidad que esconde ladesigualdad tras una ptina de dierencias culturales que, comotales, podran incluso consumirse como exticas sin reparar enlo que padecen como simple producto de la subalternidad. Al

    dar visibilidad a las ocupaciones espaciales de supervivencia,eectuando un retrato completo, no de los rasgos exticos desus protagonistas, sino de su obligacin de idear mecanismosfexibles para permanecer y sobrevivir en la ciudad, la literaturabondadosa sobre las curiosidades de la pluralidad cultural setambalea y se abre as a una interpretacin ms acorde con sudimensin literalmente social.

    La naturaleza social de determinadas ocupaciones temporales

    17 Manuel Delgado ha exposat aquesta qesti amb unaclarividncia especial en el context de Barcelona (Elogi del vianant.Del model Barcelona a la Barcelona real. Edicions de 1984,Barcelona 2005; Barcelona y la diversidad, en diversos autors,Qurum, Institut de Cultura, Barcelona 2005, p. 253-257).

    del espacio pblico, rescatadas ya de su alsa lectura culturalista,permite interpretarlas desde la perspectiva que las reconocecomo ejercicio derivado de la necesidad; es decir, la perspectivaque convierte este tipo de apropiaciones del espacio en elacto de hacer escuetamente aquello que es apropiado.18 Siel capital privatiza progresivamente el espacio pblico y lasadministraciones lo gestionan como una propiedad excluyente, laprecariedad social derivada de este proceso est legitimada paraapropiarse de los recodos que todava queden a su alcance pararesponder apropiadamente a sus ms imperiosas necesidades.Bajo esta consideracin, quedara pues cuestionada la ecacia delos discursos reormistas clsicos que, rente a la prolieracin deactividades irregulares en el espacio pblico, pretenden regularlas

    para avorecer as su incorporacin a la ciudad ormal.Esto es lo que sucede con especial nasis en las

    ciudades latinoamericanas, en las que la magnitud de la economacallejera alcanza unos niveles muy importantes,19 pero dondelas tentativas de normalizarla no hacen ms que ahondar en laparadoja de obligar a cumplir las reglas del juego a quienes, enbuena par