8 Tesis sobre una estrategia socialista para Chile · 2018-04-04 · ... formas de vida valores...

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INTRODUCCIÓN

En pocos meses más habrán transcurrido diez años desde aquel histórico 4 de septiembre de 1970 en que el pueblo de Chilecelebra jubiloso el triunfo de Salvador Allende, de la Unidad Popular y de Partido Socialista. En una misma década la Patriachilena vivió lo momentos más trascendentes, dinámicos y creadores de su larga y singular evolución histórica y también, losinstantes más duros y amargos, en que su rica y secular tradición libertaria ha sido ahogada por el caudal de la injusticia inicua,por la arbitrariedad del tirano y sobre todo, la prepotencia ostentosa de una clase que abandonando loe restos de su ropajedemocrático asumió directamente el oprobio de la dictadura.

Interesa hoy recoger lo medular, lo esencial, de esta última y dolorosa experiencia. Ella se sintetiza a nuestro juicio en lossiguientes términos: la dictadura de Pinochet ha significado un quiebre histórico de incalculables proyecciones en la sociedadchilena al destruir sus instituciones, tradiciones, formas de vida valores éticos y culturales y su organización jurídica y social eintentar reemplazarlas por un modelo económico y político absoluta mente diverso al existente, de largo aliento, bajo laconducción directa de la fracción más agresiva y desnacionalizada de la gran burguesía chilena. De esta manera, forzosamente,debemos constatar que el Chile de hoy es sustancialmente distinto de aquel que conocimos al iniciarse la década del setenta.Transformaciones profundas en la forma de inserción en la economía mundial, en la estructura económica nacional, en laconformación de clases, en los patrones ideológicos dominantes y en las condiciones de la lucha revolucionaria. En estascircunstancias las preguntas centrales y básicas para nuestro Partido son:

¿Cuál es la respuesta a esta situación?

¿Cómo elaborar una estrategia de lucha y no de negociación o compromiso para derrocar a Pinochet?

¿Cómo reconstituir el tejido democrático y los valores culturales y morales de la Nación Chilena?

¿Cómo luchar desde ya, desde hoy, por una sociedad socialista par Chile?

Las respuestas son complejas y difíciles y, para ser útiles y trascendentes, deben ser necesariamente colectivas. Ellas debenfundarse en dos ejes analíticos esenciales : uno, asumir sin falso optimismo la realidad de Chile, tal cual es ; reconocer sinprejuicios la enorme magnitud de los cambios estructurales y super-estructurales ocurridos ; contabilizar con realismoimplacable las fuerzas de que disponemos y el punto en que nos encontramos hoy. En una palabra, partir de la realidad objetivay concreta del país para elaborar nuestra Estrategia de Lucha y no del potencial de nuestros deseos o de abstraccionesvoluntaristas. Pensamos que tan solo después de casi siete años de dictadura la izquierda chilena esta comenzado a tomarconciencia de este hecho - eludido consciente o inconscientemente - al calor de una intensa actividad política, por cierto valiosae indispensable, pero mutilada en sus perspectivas, en la medida en que se alimentaba de apreciaciones subjetivas e irreales.Basar nuestros análisis en la situación concreta no debe ser considerado como una suerte de pesimismo o derrotismo. Por elcontrario, se trata de fundamentar la vigorosa acción del mañana en la firme convicción de que, partiendo de premisas reales yverídicas, podremos trabajar con una línea política coherente y situar nuestro quehacer en una perspectiva estratégica de muylargo aliento, cuyo logro, medido en tiempo cronológico, podrá ser más breve, entre otros factores, por el empuje, empeño ydedicación que cada uno de nosotros entregue a la empresa común de transformación y salvación nacional.

Nuestro segundo eje analítico debe estar constituido por el diseño del marco estratégico de nuestra lucha, por la definición desus principales parámetros políticos, ideológicos y morales, en otras palabras, por los rasgos más generales y esenciales quedeben conformar la Nueva "Propuesta Histórica del Partido Socialista de Chile".

Esta propuesta tiene un carácter histórico, en primer lugar, porque llama a librar un combate, contra el proyecto precisamentehistórico, profundamente desnacionalizador, anti-popular y antidemocrático de la gran burguesía financiera; y en segundo lugar,porque recogiendo todas las ricas potencialidades del desarrollo pasado y las grandes tradiciones históricas de Chile, las integraen un proyecto coherente y viable que da respuestas a las demandas, también históricas, del pueblo chileno. Este proyectodeberá engarzar entre clase, pueblo y nación, constituyendo un cauce abierto por el cual marchar juntos y, de esta manera,

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otorgar sentido y objeto al quehacer del Partido, al de cada uno de sus militantes y al de todos los que están por un caminonuevo, de transformación social y renovación moral.

Enfrentado a esta difícil y dramática situación histórica, el Partido Socialista de Chile realiza un nuevo Congreso Central, únicainstancia legítima donde resolver democráticamente, sus acuciantes problemas. Nunca antes el Partido debió enfrentarcircunstancias tan complejas. Chile sometido a una oprobiosa dictadura. El Partido, en el interior, sujeto a las gravísimasrestricciones impuestas por la clandestinidad y la represión; en el exterior, disperso por el mundo y, en general, herido aun porlos acontecimientos que condujeron a la ruptura de la legitimidad partidaria, protagonizada por un sector dogmatico, cuyaimportancia seria torpe disimular. La izquierda chilena, en su conjunto, sumergida en una profunda crisis.

Por todas estas razones, el 24° Congreso General del Partido será un Congreso decisivo en nuestros 47 años de vida. Las tareasdel Congreso son, pues, muchas y gigantescas : primero, reconocer críticamente nuestro pasado, los mil días del gobierno deSalvador Allende, nuestro acervo teórico-político, reivindicarlo en lo que sea justo frente a aquellos que han pretendidosolapadamente desnaturalizarlo ; segundo, asumir la realidad chilena, continental y mundial, de hoy, diversa a la de ayer, sujetaa cambios profundos durante las últimas décadas y revolucionada en sus estructuras fundamentales ; tercero, fundado en elreconocimiento de la realidad concreta del Chile de hoy, entregar un conjunto coherente de grandes pautas orientadoras delquehacer del Partido para este próximo período histórico, las cuales deben permitir sintetizar pasado, presente y porvenir ;clase, pueblo y nación, en una visión totalizadora, realista y viable, que contribuya a generar una poderosa dinámica de masas,destinada a derrocar la dictadura y a impulsar la transformación de Chile en una sociedad socialista, democrática y participativa; cuarto, sobre el reconocimiento de nuestra realidad y teniendo como guía este gran marco estratégico, tratar de unificar losdiversos sectores del PS de Chile, hoy fragmentados y divididos por la represión, el exilio y, sobre todo, por diferencias políticase ideológicas, a nuestro juicio, posible de superar y, aun más, intentar la convergencia de variadas fuerzas, de inspiraciónideológica distinta, pero definidas por el común ideal del socialismo y sus grandes ideas renovadoras ; quinto, tomando comopunto de inicio el partido y este núcleo de fuerzas definidas por el socialismo, crear las bases para conformar un vasto bloquesocial y cultural, superior síntesis de los intereses y aspiraciones de distintas clases y capas explotadas y marginadas y de unamultiplicidad de organizaciones de masas, profesionales y culturales, respetando la necesaria independencia de cada uno deellas y sus funciones propias, insustituibles e indelegables.

En este marco se ubica el presente documento. El constituye un material de reflexión y proposiciones fundamentales. Se tratade establecer los criterios centrales, la filosofía que debe impregnar la propuesta socialista, el espíritu que debe dominarla. Noes su propósito definir la plataforma concreta de lucha y del quehacer inmediato. Esta deberá ser una tarea del Congreso y delas instancias direccionales que el elija, con la participación inapreciable de los dirigentes del interior. Tampoco sustituye laimperiosa necesidad de avanzar en la elaboración del "Programa del Partido", el que deberá ser discutido y aprobado en unaConferencia convocada específicamente para este efecto. Menos, aun, aspira a ser el Proyecto Histórico Definitivo del Partido.Dicho objetivo no se cumple, ciertamente, en un acto único de elaboración teórica, por riguroso que él pudiera ser. Será, encambio, el resultado de un largo proceso de estudio, análisis y práctica política, cristalizado en el quehacer cotidiano, en lareflexión de muchos socialistas y en el aporte de muchos más, que hoy ni siquiera son militantes de nuestro partido.

La intencionalidad con que está concebido es la de contribuir a todas estas tareas, sin sustituir a ninguna de ellas, aportando siun nuevo marco general de ideas y de modos de examinar la realidad, que constituya una aproximación a nuestros problemas,con un lenguaje renovado, correspondiente, no a un mero formalismo, sino a un enfoque más crítico y, por tanto, más dialecticode la realidad.

El documento comprende 8 tesis, referidas a 8 temas centrales, ineludibles en cualquier propuesta estratégica de construcciónsocialista:

Tesis uno: Estrategia de lucha anti dictatorial,

Tesis dos: Definición ideológica del Partido Socialista de Chile,

Tesis tres: Concepción de Partido.

Tesis cuatro: Supuestos teóricos de nuestra Concepción de Lucha de masas y Democrática.

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Tesis cinco: El Partido Socialista de Chile y el Mundo cristiano.

Tesis seis: El Partido Socialista, las Fuerzas Armadas y la violencia.

Tesis siete: la Visión Internacional del Partido Socialista de Chile.

Tesis ocho: Relaciones con la Izquierda Chilena.

A través de estas ochos tesis tenemos la pretensión de contribuir a desarrollar una nueva metodología, una nueva actitudintelectual y ética y dar contenidos que hagan de la política socialista un arma más eficaz, de renovación y cambio. En estaperspectiva, el Partido debe realizar un gran esfuerzo creador sin, por cierto, desnaturalizar su esencia, diluir su identidadpolítica y mediatizar su singular personalidad histórica. Ello no solo es posible, sino necesario.

El Partido no se encuentra en una disyuntiva tal que lo obligue a renegar de su historia, a transformarme en un partido diversoal que fue, pero tampoco debe aferrarse de tal manera al pasado y a sus elaboraciones, que el precio a pagar sea el de noprofundizar, no aprender, no ser capaz de adaptarse a las nuevas exigencias de la lucha, no cambiar para transformar larealidad, objetivo último y supremo de todo partido revolucionario. Ambas opciones constituyen las dos caras de una mismamoneda. No se trata de postular un nuevo Partido Socialista, más semejante a lo que han sido los Partidos Comunistas clásicos,como fue la pretensión de la disidencia dogmática, ni tampoco perseverar en un Partido Socialista inorgánico e ineficiente,similar al del pasado. La práctica nos Ofrece elocuentes ejemplos de ambas deformaciones: la fracción burocrática, escindida delPartido en abril de 1979, aspira, en último término, a ser "mejores comunistas que los comunistas", aun a costa de dejar de sersocialistas. Aparte de poner en duda la legitimidad y eficacia de tal aspiración, debemos precisar, una vez más que ese objetivono podrá ser impulsado desde el seno del "Partido Socialista de Chile", aun cuando se empleen los deleznables procedimientosde la "simulación" o de "la superchería política”. Otros sectores, por el contrario, han perdurado en su tentativa de propugnarplanteamientos ajenos a la realidad concreta y actual de Chile, conformándose con un partido penetrado por fracciones sinhomogeneidad interna y esterilizando en su capacidad operativa.

Una opción de victoria, hoy, está determinada básicamente por nuestra capacidad de comprender las nuevas realidadeseconómicas, sociales y políticas y de utilizar los instrumentos teóricos y prácticos que más se ajusten a ellas. Solo unarenovación muy profunda y rigurosa de definiciones y prepuestas de acción, de lenguaje, de estilo y métodos de "hacer políticaharán efectiva nuestra acción revolucionaria. Alcanzarla requerirá seguramente, recorrer un muy largo camino, preñado deobstáculos y de grandes sacrificios. Ello no nos obliga a "refundar" el Partido Socialista de Chile, como era la pretensión explícitade la disidencia dogmatica. Significa, si, "renovarlo", entenderlo como nuestro más precioso instrumento de cambio, como unaopción de poder cono una alternativa de transformación.

El Partido Socialista, dicho sin vanidad y solo como expresión de una autoconciencia de responsabilidad histórica, siempre hasido eje y motor de las respuestas dadas por el movimiento popular a los desafíos planteados por el desarrollo económico ysocial del país, sin abandonar, en ningún momento, su perspectiva revolucionaria. Es, en consecuencia, heredero de unatradición marxista y revolucionaria, de esencia chilena y popular, cuyo origen histórico se encuentra en el "Partido ObreroSocialista" y en las concepciones y la práctica política de Luis Emilio Recabarren, quien busco crear un movimiento socialistaenraizado en el pueblo chileno, dispuesto a desarrollar por si mismo los elementos centrales de su teoría y su acciónrevolucionaria, como consecuencia de una reflexión firmemente fundada en la realidad social de Chile.

Las características centrales con las que esa tradición puede identificarse son: uno, su concepción critica y anti dogmática, de ladoctrina revolucionaria marxista; y dos, su enraizamiento genuinamente nacional y popular, la cual determina, a su vez, suautonomía y capacidad para enfrentar los problemas de Chile y del mundo, con una óptica que, sin perder de vista los avancescientíficos promovidos por el desarrollo de la humanidad y las experiencias del movimiento democrático y revolucionariomundial, es capaz de asimilarlos creadoramente, otorgándoles una específica perspectiva chilena, estrictamente adecuada anuestra propia realidad.

Consecuente con sus principios, el partido deberá definir, en su 24° Congreso, un nuevo marco de grandes ideastransformadoras, revolucionarias; un conjunto de concepciones teóricas, de líneas de trabajo, de orientaciones políticas y de

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pautas ético-políticas, que se ajusten a la realidad del Chile de hoy y sirvan de guía y fundamento al quehacer concreto de lossocialistas, en el próximo periodo histórico.

En el espíritu de este documento se encuentra la firme creencia de que el Partido Socialista dispone de potencialidades más quesuficientes como para asumir la tarea crucial de defender su identidad histórica y, simultáneamente, de renovarse, paraconstituirse en una real Fuerza Dirigente del Cambio y de esta manera, encabezar la impostergable Lucha contra la Dictadura.

Estas tareas exigen de nuestra parte abandonar toda lógica construida sobre la base de la aceptación acrítica e "integrista" deesquemas supuestamente sacrosantos. Ello implica desterrar de nuestros métodos de trabajo una determinada lectura delmarxismo y dejar de considerar a los textos políticos revolucionarios como una suerte de "catecismo", depositarios de verdadesabsolutas e inamovibles. Nada hay más antimarxista que esta actitud. Ella está en la raíz de las desviaciones dogmáticas,consignistas y sectarias, que padeció un sector que militó en nuestras filas. Esta mentalidad "integrista", al igual que los"integrismos" de otros signos, va acompañada casi siempre de formas estáticas y maniquea de ver la realidad, donde solo puedeoptarse por alternativas Igualmente extremas y falsas. La realidad es, en cambio, muchísimo más cambiante, compleja y rica,esencialmente contradictoria y dialéctica. El "integrismo marxista", la forma "talmúdica" de asumir le herencia teórica de losclásicos, la versión puramente dicotómica de los procesos sociales, de los partidos y de los hombres, constituye una vulgarversión del idealismo filosófico y una negación del método dialéctico de análisis. Concluye, por otra parte, en formas deservidumbre mental e ideológica, ajenas del todo a la definición básicamente crítica y autónoma de nuestro partido.Precisamente, porque el socialismo chileno siempre se caracterizó por buscar formas propias y originales de lucha y deconstrucción socialista, nada hay más opuesto a su ser que la renuncia a pensar por sí mismo.

Por otra parte, nuestros militantes deberán ser capaces de aprender a teorizar sobre nuestra práctica y a practicar nuestrateoría. No pocas veces en la vida del Partido nos hemos sumido en una suerte de esquizofrenia política, en un peligroso divorcioentre teoría y práctica. El Partido debe, forzosamente, superar esta disociación grave y paralizante, entre lo que piensa, dice yhace.

No existe ningún principio abstracto que garantice que, en las condiciones actuales, podamos efectuar una contribución almovimiento popular comparable con aquella que, aun arrastrando serias insuficiencias teóricas y prácticas políticas viciosas,realizamos en el pasado. La realidad es hoy mucho más exigente que ayer, sin embargo, como en el pasado, ninguna otra fuerzapolítica de la izquierda chilena, está en mejores condiciones para contribuir a conformar un poderoso bloque de fuerzas,destinado a crear una gran hegemonía política, intelectual y moral en la nación chilena, indispensable para la instauración deuna "República democrática de trabajadores".

La vida política del país, en el último medio siglo, se ha caracterizado por un rasgo singular: la existencia de un Partido Socialista-revolucionario, nacional y obrero, que ha Intentado, pese a graves errores, en dos ocasiones históricas, en menos de cincuentaaños, a través de una vía propia y nacional, instaurar una sociedad socialista: en junio de 1932 y en septiembre de 1970. Larazón de esta sorprendente vitalidad histórica reside en las características esenciales que definen, más allá de factorescoyunturales, al socialismo chileno y que hoy recordamos, sin mezquino chauvinismo de partido y sin ánimo de magnificarnuestras posiciones

En los ásperos caminos de la lucha de clases hemos tenido grandes aciertos y también fracasos, hemos debido comenzar yrecomenzar nuestro combate, más de una vez, para concluir, el final, en la razón profunda que asistió a nuestros fundadores allegarnos un cuerpo de principios y de normas, base de nuestro acervo ideológico y de nuestro quehacer partidario, cuyavigencia me mantiene casi íntegra, cuarenta y siete años después, y que sirvió de inspiración y guía doctrinal a uno de losprocesos revolucionarios más insignes de la época contemporánea, encabezado por un militante de nuestro partido, SalvadorAllende. Los mil días del gobierno revolucionario de Salvador Allende están inscritos para siempre entre los acontecimientosestelares de la época presente, pertenecen al patrimonio histórico de las luchas de la clase obrera mundial. Allende le dio a lalucha de nuestro pueblo resonancia y sentido universal. Los asesinos de este trascendental proyecto de liberación nacional ysocial tal vez jamás lleguen a comprender cuan honda ha sido su ignominia y cuan vergonzoso, obscuro y sangriento será surecuerdo.

Porque nuestro partido logro elaborar por si solo, en medio, de grandes dificultades, un conjunto de principios teóricos,acertados y vigentes, muchos de ellos, paralelamente adoptados por grandes fuerzas revolucionarias y esclarecidos pensadores

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marxistas, comunistas y no comunistas, de todo el mundo ; y porque no solo elaboró estas concepciones teóricas, sino tambiénhegemonizó una colosal empresa revolucionaria, que trascendió con mucho las fronteras de nuestro pequeño y alejado país ;por eso, nuestra propuesta de hoy debe asumir a plenitud los enormes aportes teóricos, la vocación de poder y la práctica delucha de casi medio siglo, transformándonos así en dignos ejecutores del heroico ejemplo y del mandato irrenunciable decentenares de héroes del "Partido Socialista de Chile", Salvador Allende elprimero de ellos.

TESIS UNO: ESTRATEGIA DE LUCHA ANTI-DICTATORIAL

A casi siete años del golpe militar de septiembre de 1973, parece evidente que el desafío enfrentado por las fuerzasdemocráticas y socialistas no es, simplemente, el de superar una dictadura de corte clásico y carácter transitorio y restituir lasituación poli-tica y social de Chile a su estado anterior. Nunca hemos participado de esta visión irreal y subjetiva. La dictadurade Pinochet constituye, muy por el contrario, un intento con aspiraciones de permanencia histórica, realizado sinintermediaciones, por la fracción más resuelta y coherente de la gran burguesía financiera, aliada con los altos mandos de lasF.F.A.A. y apoyada por las corporaciones transnacionales. Se trata, en buenas cuentas, de imponer una forma diversa deconvivencia social, apropiada a las nuevas exigencias del capitalismo chileno y a su inserción en el capitalismo mundial,destinada a perdurar por un muy largo período histórico, a través de estructuras altamente autoritarias, represivas y elitistas. Enotras palabras, el proyecto de la dictadura es el proyecto estratégico del gran capital financiero.

La construcción y consolidación de una nueva forma de Estado burgués: desnacionalizado, elitista, concentrador, excluyente yabiertamente clasista, es la aspiración precisa de la dictadura militar. La contrarrevolución asumió en Chile el carácter de unabrutal dictadura. Puso término sangriento a un original empeño revolucionario - de alcance universal - estableciendo un hitoinsoslayable para la correcta comprensión de nuestra historia. Pero, al mismo tiempo y, desde otro ángulo, la dictadura importauna transformación profunda, de raíz, perfil y propósitos burgueses, en la medida que no solo se plantea revertir radicalmentelos cambios impulsados por el gobierno del Presidente Allende, sino, además, establecer un nuevo orden político, económico,social y moral, en nada similar al régimen depuesto y tampoco semejante a los anteriores a él. Los efectos dramáticos de estacontra-revolución burguesa son ya patentes en la vida de Chile. Ellos no solo se expresan en el cambio sombrío registrado en laestructura económica del país, en su ordenamiento jurídico y en los efectos inhumanos en la distribución del ingreso, sinotambién, se manifiestan en el modo de vida de los chilenos, en sus valores, en sus aspiraciones y relaciones recíprocas. Enbuenas cuentas se trata de imponer una nueva "filosofía de vida", muy contrario, por cierto, a los valores que caracterizaron alChile del pasado. Dicha filosofía se funda en principios funcionales a la sociedad consumista que se trata de crear, esto es : en laostentación de la riqueza ; en la exhibición del lujo ; en el esnobismo mas desenfrenado, en la exaltación del individualismo y delegoísmo ; en el desprecio a la clase trabajadora, a la cultura y a la inteligencia ; en el estimulo al arribismo social, y en lacorrupción generalizada, todo ello prodigado por la "Santa Alianza de las Armas y el Dinero".

En buenas cuentas, se trata de "refundar a Chile" sobre nuevos valores éticos y culturales. Para ello es necesario formar unanueva clase dirigente, una nueva capa gerencial, más moderna, más eficiente y más inescrupulosa aun en sus métodos y en laadministración de sus empresas, y al mismo tiempo, más retardataria y regresiva en sus concepciones políticas y morales y en suvisión del mundo.

También será necesario cambiar la mentalidad de la clase media, rehacer sus gustos, motivaciones y deseos, de acuerdo a estasnuevas exigencias. Aun más, el objetivo último es educar una nueva generación de jóvenes en el apolitismo, en el conformismo,y en el individualismo. En una palabra, se trata de eliminar todo lo que hay de sincero, noble, espontáneo y combativo en lajuventud.

Sin embargo, el destino último del régimen dictatorial está determinado por los elementos anti-populares, antinacionales yantidemocráticos que caracterizan su proyecto social. Ellos se expresan en sus métodos brutalmente represivos y autoritarios ;en su esencia des-nacionalizadora; en su tendencia a la concentración de la riqueza y del poder ; en la super-explotación de lasfuerzas del trabajo ; en la marginación de franjas significativas de la burguesía mediana ; en el empobrecimiento gradual de lapequeña burguesía artesanal, manufacturera y de servicios ; en la proletarización del campesinado ; en la desocupación deenormes masas de la población urbana y campesina y en el desempleo de sectores muy importantes de la pequeña burguesía.Aquí radica la vulnerabilidad de la dictadura. Ellos explican el divorcio entre el Estado y la sociedad civil en que esta debe

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subsistir y su incapacidad para organizar una voluntad colectiva, susceptible de constituir una base estable de apoyo social y unafuerza espiritual sobre la cual fundamentar el consenso.

La vulnerabilidad de la dictadura, sin embargo, no es sinónimo de debilidad estratégica. En realidad, ella no está determinadatanto por los elementos sociales negativos a que hemos hecho referencia, sino por la aptitud del movimiento democrático yrevolucionario para convertir esos elementos en voluntad de cambio y luego en fuerza social y en fuerza política paraprovocarlo.

Enfrentar este desafío exitosamente, impulsando un movimiento anti-dictatorial amplio y potente, es la tarea central del PartidoSocialista en esta hora. El derrocamiento de la dictadura constituye un momento insoslayable en el proceso de renovacióndemocratice y de lucha por el socialismo. La existencia de la dictadura y la consiguiente ausencia de normas fundamentales devida democratices, se ha constituido en el mayor y más grande obstáculo, no solo a la lucha por la libertad y el socialismo, sino ala existencia misma de la Nación Chilena, con sus singulares peculiaridades.

Dos ideas básicas corroboran esta afirmación de lucha: la primera, que la dictadura no es un régimen con vocación deautoeliminación, ni con posibilidades de regenerarse a sí mismo. Pinochet no será quien restablecerá una verdadera democraciaen Chile, ni tampoco las personas, grupos y fuerzas que han sido su base de sustentación. No hay, pues, "transacción" posiblecon el regimos dictatorial y contribuyen a retardar su caída quienes se dejan arrastrar por el espejismo o la ilusión de las"negociaciones", los "recambios", las "pseudo aperturas" y las "institucionalizaciones". Solo el pueblo de Chile - con su lucha ycombate - restablecerá la democracia y, con ella, sus derechos civiles.

La segunda idea, la convicción, de que hoy más que nunca, la bandera democrática debe ser asumida en una nueva dimensiónpor el Partido Socialista.

Las experiencias latinoamericanas, y dentro de ella la nuestra, demuestran que el gran capital, las clases reaccionarias y elimperialismo no resisten ni toleran una verdadera profundización de la vida democrática. Esta, en cuanto a contenido ha estadoy estará limitada por los intereses de clase de los sectores dominantes. Estos jamás concederán voluntariamente derechos queamenacen realmente el control que ejercen sobre la sociedad, caracterizada por la explotación, la violencia, la discriminación, lainjusticia y la desigualdad. La democracia, en América, ha sido en general un concepto formal, cuyos limitados contenidos hansido siempre arrancados a las clases dominantes por los trabajadores. El militarismo burocrático y autoritario, hoy dominante enAmérica Latina, el rol degradante y antinacional asumido por los ejércitos, no importan síntomas de una patología transitoria ode una exigencia temporal. Constituyen, por el contrario, la radical expresión de la impotencia burguesa y oligárquica paraejercer una real hegemonía intelectual y moral sobre la Nación, para aceptar la democracia como régimen político permanentey para someterse a la voluntad mayoritaria del pueblo.

Por ello, el combate democrático en Chile es, hoy como ayer, un objetivo crucial en el largo y accidentado camino al socialismo.El hecho de continuar mañana luchando por su profundización nos obliga a delinear hoy, con precisión y claridad, nuestraconcepción de democracia socialista, participativa, solidaria y auto-gestionada.

Derrocar el régimen dictatorial, exterminar sus raíces y las fuerzas que lo hicieron posible, construir los prerrequisitos de unanueva democracia, con virtualidad socialista, requiere del Partido, antes que nada, desarrollar su fuerza propia. Debemos asumirnuestro deber ineludible de encabezar la lucha contra la tiranía. No podemos delegarla o pretender se cumpla bajo lasubordinación de otra fuerza. Esta afirmación no tiene carácter sectario o excluyente. Para derrocar la dictadura requerimosdesarrollar un poderoso y amplio movimiento de masas, como jamás lo ha tenido Chile, dispuesto firmemente a luchar yconsciente de sus enormes dificultades.

Postulamos que el Partido Socialista y un amplio bloque de fuerzas, definidas por el socialismo, sean los conductores de esteproceso, cuyo objetivo primero e insoslayable es el derrocamiento do la dictadura, objetivo tanto más próximo cuanto mayorsea la magnitud de la coalición de fuerzas sociales y poli-ticas alineadas en su contra. Aún más, si por el momento no existieranestas fuerzas resueltas a luchar, la irrenunciable disposición de combatir a la dictadura, por todos los medios, debe plantearse,aunque sea una tarea mucho más ardua, más difícil y más prolongada. Los procesos sociales no se enmarcan en proyeccioneslineales, son dialecticos, de manera que será la convicción y empuje del propio Partido Socialista un importantísimo elementocatalizador, para dinamizar a otros sectores e infundirles igual grado de decisión y confianza.

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Un partido - y con mayor razón una izquierda - que no acumule Fuerza Propia, que no se proponga este fin como objetivoabsolutamente prioritario, que no exhiba una decisión irrenunciable de lucha - recurriendo a todos los medios - postergara elderrocamiento de la dictadura.

Además, la perentoria exigencia de constituir un gran bloque popular y nacional, por la democracia y el socialismo, apunta, nosolo a darle continuidad y fluidez al proceso de reconstrucción democrática sino también a impedir se consolide, ya sea almomento del derrocamiento de la dictadura o al de su reemplazo, un sistema pseudo democrático, bajo tutela militar, quehipoteque por un nuevo y largo período histórico las legítimas aspiraciones populares. Por esto es imprescindible fijarse comoobjetivo prioritario el derrocamiento de la dictadura y la instauración de una democracia auténtica, sin mediaciones niregímenes intermedios; en otras palabras, debemos provocar una verdadera "ruptura democrática" del régimen dictatorial.

Uno de los elementos cardinales de la política del Partido Socialista, en el pasado, se fundamentó en la tesis denominada Frentede Trabajadores. Más que una política de alianzas para la coyuntura, la tesis de Frente de Trabajadores adquirió el rango de unadefinición estratégica. Según ella la burguesía, dado su carácter dependiente y subordinado, es incapaz de luchar por unproyecto nacional y llevar adelante las tareas democráticas y las reformas de estructuras, propiamente capitalistas.

La tesis de Frente de Trabajadores tuvo una inmediata traducción en la línea política asumida por el Partido y, más tarde, guió alconjunto de la izquierda chilena. La izquierda se hallaba - en ese entonces - dividida, tanto en su interpretación acerca del rol delas clases en la sociedad chilena, como en la del carácter de la revolución.

Una corriente de ella abrigaba la esperanza acerca de la aptitud de la burguesía nacional para encabezar un proceso de reformaspropiamente capitalistas, al que deberla plegarse, en rol subordinado, la clase obrera y el pueblo. El Partido Socialista rechazóesta posibilidad y postuló, en cambio, la necesidad de que las organizaciones de la clase obrera y sus aliados levantaran .sepropio proyecto político y aspiraran a hegemonizar un vasto movimiento de masas, nacional y anti-imperialista, por lademocracia y el socialismo.

En casi medio siglo de vida del socialismo chileno ninguna elaboración teórica ha marcado tan profundamente su quehacer y suidentidad política como la línea de alianzas llamada "Frente de Trabajadores", formulada hace ya más de 20 años.

La justeza de esta línea estratégica de alianzas, concebida en los años cincuenta, fue corroborada por los acontecimientosprevios a 1970 en sus aspectos esenciales, en tanto quedo demostrada la capacidad de los partidos de vanguardia para aglutinary movilizar una vasta coalición de fuerzas sociales y políticas, bajo un programa de profundas transformaciones democráticas yanta-imperialistas, teniendo como objetivo explícito la transición al socialismo. Lo anterior constituyo, a no dudarlo, unamanifestación rotunda del grado de madurez orgánico y político del Movimiento Popular chileno y la superación definitiva deviejas prácticas colaboracionistas y de subordinación de las fuerzas populares al papel de simple masa de maniobra en el diseñopolítico de la clase dominante.

La situación creada por la dictadura y las exigencias de la lucha por derrocarla, confieren un carácter perentorio a la discusión denuestra política de alianzas, situando en el centro de la misma, como cuestión insoslayable, la relación entre la indispensableunidad de acción de las fuerzas democráticas anti-dictatoriales y la concepción estratégica, que exige crear un nuevo bloquehistórico de clases hegemónicas.

A este respecto siguen pesando las deformaciones y simplificaciones del pasado. Así, para unos, el objetivo histórico delsocialismo, como solución estratégica de la crisis de la sociedad chilena, constituye una simple reiteración consignista yvoluntarista de su contenido mas general y abstracto, con desconsideración manifiesta de las gravísimas consecuencias de laderrota y de la irrupción de una dictadura militar, dotada de un proyecto estratégico coherente. Para otros, en cambio, ya seaporque no terminan de reconocer la inviabilidad de las soluciones reformistas, o porque la magnitud de la derrota los conduce apostergar indefinidamente la perspectiva socialista y a cuestionar la capacidad de conducción y de movilización de las fuerzaspopulares, la solución pasa por el abandono de la iniciativa ideológica y política a los sectores burgueses democráticos, bajo lapremisa, más que discutible, de que su primacía es el pre-requisito indispensable para la reconstitución de un clima institucionalfavorable a la reiniciación del proceso democrático.

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Los acontecimientos en los últimos años - a pesar de su hondo dramatismo - lejos de invalidar, la tesis de Frente de Trabajadores-la han confirmado como sustancialmente correcta. Lo que no obsta a que ella adolezca de serias insuficiencias en suenunciación teórica y, con mucha mayor razón, en su concreción práctica. Las limitaciones y deformaciones en la interpretaciónde la "Línea del Frente de Trabajadores" han tenido su origen en diversos factores, ligados a insuficiencias persistentes en elplano teórico y a inconsistencias en la aplicación de la reflexión teórica a la praxis política.

Resulta extraño que, a partir de una interpretación esencialmente justa del carácter de la Revolución chilena, sobre todo si seatiende a su contenido estratégico, se hayan originado concepciones restrictivas y sectarias en materia de políticas de alianzas.Creemos que la causa radica, al menos parcialmente, en el olvido en que se ha incurrido con respecto al calificativo"estratégico" agregado, no por mero capricho, ciertamente, a nuestra caracterización de la Revolución Nacional. Ello hapermitido que una interpretación voluntarista del proceso de transición al socialismo se asociara a concepciones, tambiénvoluntaristas, de alianzas.

Por otra parte, la subestimación de la dimensión histórica del mencionado proceso, ha ido de la mano con una notoriasimplificación de los requisitos subjetivos, ideológico-políticos del mismo, y con la omisión de los contenidos principales delrégimen político de transición que postulamos : la República Democrática de Trabajadores.

La desvinculación de todos estos aspectos ha dado como resultado una desnaturalización sectaria de la línea de Frente deTrabajadores. Solo su integración en el análisis puede permitir restablecer su sentido primigenio, como orientación estratégicafundamental no solo de la política de alianzas, sino de la construcción de la hegemonía ideológica-política de la clase obrera ysus aliados y con ello, su eficacia en el diseño de políticas de alianza concretas, adecuadas a las condiciones históricas que sepresentan a lo largo del proceso de la Revolución Nacional hacia el socialismo.

Como consecuencia de las omisiones anteriormente explicadas, que tienden a ignorar el escenario histórico real de la lucha declases y, cosa no menos grave, a incurrir en una manifiesta confusión entre alianzas concretas, correspondientes a fasesdefinidas del proceso revolucionario y base social de un nuevo bloque histórico en gestación y desarrollo.

Como producto de esta confusión, tributaria de esquemas de pensamiento dogmático, la implementación práctica de la línea deFrente de Trabajadores ha tendido a contrariar, de hecho, los objetivos estratégicos esenciales de dicha orientación,dificultando la conquista de la hegemonía por parte de la clase obrera y la cristalización - en el proceso de construcción de dichahegemonía - de un vasto bloque de fuerzas sociales y politices, definidas por una opción socialista, esto es, de una alianzaestratégica que sirva de núcleo a un nuevo bloque histórico.

Por otra parte, reducir la composición de la alianza exclusivamente a la categoría socio-económica de obreros y campesinos,tiene por efecto, no solo restringir el aspecto de ella, sino restar toda flexibilidad a la misma, impidiéndole atraer a sectores nonecesariamente explotados, pero si dominados, que en razón de diversos conflictos con el bloque de dominación, puedencoincidir con las fuerzas populares y revolucionarias y aun aceptar su dirección.

Los acontecimientos de los últimos siete años han ratificado de manera irrefutable la subordinación de la burguesía chilena alcapital trasnacional, su ineptitud como clase dirigente nacional, su carencia de autonomía y su falta de vocación patriótica; y porotra, la incompatibilidad creciente entre sus intereses de clase y los principios de la democracia. Esta ineptitud de cualquierfracción de la burguesía para asumir el gobierno de la nación por otros medios que no sean los de la represión armada, havenido a confirmar, una vez más, el rol intransferible de la clase trabajadora como fuerza históricamente responsable, de llevara cabo las tareas anti-imperialistas, democráticas y socialistas que requiere el desarrollo del país. En consecuencia, la PropuestaHistórica del socialismo chileno, en torno a la cual debe conformarse la fuerza propia, no consiste, pues, en la reiteración de lasmedidas que deben estar contenidas en una Plataforma de Lucha -necesaria e imprescindible - o en la elaboración abstracta delos principios que deben regir una nueva carta constitucional o de los alcances de determinados proyectos económicos detransición. Debe contener, en cambio, el conjunto de normas fundamentales y básicas de propuesta social, de concepción yorganización del Estado, de política internacional, de valores éticos, que enmarcan y prefiguran la sociedad que aspiramos aconstruir.

Ni la exigencia prioritaria de luchar por el Derrocamiento de la Dictadura ni el de crear la Fuerza Propia ni el de postular unProyecto Socialista para Chile, atentan contra un elemento central de nuestra propuesta política de hoy: lograr la más amplia y

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sólida unidad anti-dictatorial. Nuestra aspiración a que sea Nuestra Fuerza, la fuerza dirigente y Nuestro Proyecto, el que una ycohesione al pueblo, constituyen, no solo derechos inalienables de toda organización política, sino una obligación sin la cualabdicaríamos al objetivo esencial de nuestro quehacer transformador.

El Partido se define en su combate contra la dictadura por emplear todos los medios de lucha que las circunstancias nacionales einternacionales permitan y que el pueblo haga suyos. Será la fuerza de las masas organizadas, en una perspectiva insurreccional,la que derribará la dictadura. En el transcurso de la lucha esa fuerza adquirirá expresiones y formas diversas según lasposibilidades y exigencias concretas. El Partido deberá considerar y prever las distintas alternativas y ser capaz de dar respuestaoportuna y eficaz a cada una de ellas.

Dentro de este contexto el Partido Socialista considera fundamental la mas resuelta y activa participación del Partido DemócrataCristiano en el movimiento anti-dictatorial, al que no pedimos renunciar a sus objetivos propios así como tampoco pretendemosrenunciar a los nuestros ; al que no intentaremos subordinar, pero ante el cual tampoco aceptaremos subordinarnos, al guanoocultamos nuestro objetivo socialista ; pero con el que estamos dispuestos a establecer bases concretas de acuerdo, querespetaremos lealmente, para combatir a la dictadura y lograr su derrocamiento y para definir los objetivos de una etapa postdictatorial. El Partido Socialista está consciente que las diferencias de objetivo estratégico; de método de análisis de la realidad yde historias diversas, constituyen elementos claramente diferenciadores de dos opciones políticas distintas pero, al mismotiempo comprende que es posible, y, aún mas, indispensable, concertar acciones comunes con ese partido con el fin de derrocarla dictadura.

Ello requiere de la Democracia Cristiana la disposición a adoptar una definida actitud de lucha, de abandonar falsas expectativasnegociadoras y de reconocer el derecho de todas las fuerzas poli-ticas a participar en esta tarea histórica.

La creencia de la Democracia Cristiana en una restauración próxima del sistema representativo que rigiera en Chile hasta 1973,constituye una grave irrealidad política, como lo fue el pensar que el golpe de Estado del 11 de septiembre redundaría en subeneficio. Este ha sido el golpe contra revolucionario más grave y más sangriento en la Historia de América Latina. Ha sido laréplica extrema a un vasto movimiento popular que cuestionó frontalmente el sistema de dominación. Ha sido al recurso últimopara recomponer la hegemonía burguesa gravemente vulnerada en décadas de profundización democrática. Constituyó unintento desesperado por salvar el régimen capitalista dependiente.

En atención a estos hechos la dictadura solo podrá caer por la acción concertada y unida de un gran movimiento de masas, decarácter insurreccional, dispuesto a valerse de todos los medios de lucha. Por eso, antes y más importante que crear un frentepolítico de cúpula es necesario estimular la formación, en la base misma y en los hechos, de un amplio y multitudinario frentesocial., con el apoyo, indudablemente, de los partidos políticos, pero sin su manipulación. Solo una lucha resuelta y combativade masas, que emplee todas las formas de lucha, que hostilice incansablemente a la dictadura, que la asedie en formapersistente y que, a su vez, sirva para acentuar el repudio internacional, podrá crear las condiciones para su crisis y caída. Soloello obligará a la burguesía y al imperialismo a buscar una solución sustitutiva del proyecto que hoy implementan. Irán,Nicaragua, El Salvador, e innumerables otros ejemplos históricos, abonan esta afirmación.

En este contexto el Partido Socialista debe manifestar su mejor disposición a emprender tareas comunes que dinamicen elcombate popular contra la dictadura y expresen su resuelta voluntad a luchar, durante la etapa post dictatorial, por elrestablecimiento y profundización de formas democráticas, que garanticen la plena participación del pueblo, la irrestrictavigencia de los derechos humanos y el libre juego de las diversas ideas y opciones políticas.

Es imposible y sería inútil pretender resolver por anticipado todas y cada una de las posibles alternativas a la caída de ladictadura. Como criterio general, el Partido debe definir para tal período una línea de cooperación con todas aquellas fuerzasque hayan contribuido efectivamente, a través de la lucha concreta, al derrocamiento de la tiranía. El problema de asumir o noresponsabilidades de gobierno no pueden ser resueltos hoy.

Diríamos mas, es absurdo planteárselo. Al respecto solo es posible manifestar, que el Partido no renuncia ni renunciará a supropia propuesta de transformación y cambio, lo cual no excluye la disposición a apoyar un esfuerzo nacional, destinado aenfrentar una emergencia específica o a establecer una forma institucional de convivencia social, que garantice el efectivoejercicio de todas las libertades democráticas y el acatamiento irrestricto del Poder militar al poder Civil.

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Nuestra concepción de lucha contra la dictadura supone precisar los objetivos y medios fundamentales de la acción política,tanto en la fase actual, de resistencia anti-dictatorial, como en la fase posterior, de renovación democrática. Los fenómenos yelementos básicos de esta estrategia de lucha son los siguientes:

La dictadura militar instaurada en Chile tiene un carácter cualitativamente distinto a los regímenes autoritarios tradicionales deAmérica y más distinto aún, al de las dictaduras "bananeras", frecuentes en la repúblicas de Centro América y del Caribe. Estaforma de dominación, autoritaria y burocrática, va asociada a una ideología extraordinariamente regresiva, de rasgos no soloantimarxistas, sino inclusive antiliberales, aristocratizante y racista. Dados los objetivos y métodos de ejercicio del poder y elcarácter del proyecto que está destinado a servir, ellos generan un amplísimo potencial de consenso anti-dictatorial, a serarticulado en torno a la defensa de intereses y valores gremiales, nacionales, populares y democráticos, muy vastamentecompartidos. Ambos factores, el carácter del sistema de dominación y la diversidad del espectro de fuerzas que experimentan laopresión dictatorial, determinan la amplitud y los objetivos de la lucha contra el estado burocrático autoritario. Tambiéndetermina las posibilidades de coincidencias y acuerdos entre las distintas fuerzas democráticas, para poner fin a un régimenque niega brutalmente la vocación mayoritaria, humanista y libertaria del pueblo de Chile.

Además, dado el carácter represor e ilegítimo de la dictadura, reivindicamos en plenitud el principio universalmente aceptado,de que todas las formas de lucha son política y moralmente lícitas para "combatir al tirano". La dictadura no caerá sin unaresuelta voluntad de lucha ; sin una clara estrategia de enfrentamiento ; sin una vasta y coordinada movilización de masas ; sinuna amplia alianza de fuerzas ; sin una alternativa de poder.

El objetivo inmediato de la lucha es, claro está, el derribamiento de la dictadura y la derrota del régimen opresor. Sus objetivosmediatos pueden ser sintetizados de la siguiente manera: Restablecimiento y profundización de la democracia, orientada areformular un régimen de convivencia social basado en el irrestricto respeto de las libertades públicas e individuales yorganizado en torno al irrenunciable principio de la soberanía del pueblo.

Sin embargo, el orden institucional, a ser instaurado con posterioridad a la caída de la dictadura, no puede consistir en la simplereconstitución del sistema-prevaleciente antes del régimen dictatorial. La nueva democracia debe recoger los frutos de nuestraparticular evolución histórica, pero incorporando a ella nuevos contenidos y soluciones, dictaminados por la necesidad deampliar y modernizar el ejercicio de la soberanía popular, de responder a nuevas solicitaciones de diverso orden, desde lasrelacionadas con la reorientación de nuestro desarrollo socio-económico, hasta las vinculadas con la defensa nacional y lasdestinadas a impedir un nuevo intento liberticida.

El objetivo general anteriormente enunciado supone una drástica transformación del Estado, el que debe pasar a constituir laexpresión política-institucional de un nuevo campo de fuerzas sociales, de orientación nacional, popular y democrática. Ello noha de significar, por cierto, el cese del carácter de instrumento de clase del Estado ni el término de la lucha ideológica y políticapor su control, pero la lucha por la hegemonía en la sociedad y en el Estado estarán fuertemente condicionadas por lainsoslayable derrota de la dictadura y por la presencia y actividad del movimiento de masas y, en general, del nuevo bloque defuerzas. Las orientaciones fundamentales del nuevo estado democrático deberán estar dirigidas: a la dinamización ysustentación del proceso de desarrollo económico, el logro progresivo de la justicia social, al avance sustantivo hacia nuestraindependencia económica y a una verdadera revolución en los ámbitos culturales y morales.

Estos importantes y ambiciosos objetivos contienen un supuesto implícito de carácter programático, que atribuye al Estado y asus instituciones un papel central en el desarrollo y funcionamiento del sistema socio-económico pos dictatorial. Debe ser este,por cierto, un aspecto muy fundamental de la concepción política económica de nuestro Partido y base consensual para elreforzamiento de la unidad de acción de las fuerzas democráticas. Pensamos que a estas alturas no es necesario argumentarexhaustivamente para defender el principio orientador y planificad r del Estado en el proceso general de desarrollo. La mismaexperiencia dictatorial demuestra los altísimos costos sociales y económicos, asociados al debilitamiento de dichas funciones, ylos designios profundamente antinacionales, antidemocráticos y anti populares, ocultos tras la afirmación de la "subsidiaridaddel Estado".

Pero la reivindicación del papel rector del Estado no debe ser interpretada como una defensa incondicional de las formas ycontenidos de la actividad estatal antes de la irrupción burgués autoritaria. En particular, debe abandonarse el punto de vista,cargado de consignismos, que tiende a enfatizar casi únicamente en la extensión cuantitativa de la propiedad pública, con

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despreocupación por la eficacia de la dirección y la gestión ejercida por el Estado. El Partido debe defender el principio deselectividad en la reconstrucción y reforzamiento del sector estatal de la economía, abandonado el simplismo del "reflejocolectivista", conducente en definitiva, a la hipertrofia, burocratización y desprestigio de las instituciones públicas. Para decirloen pocas palabras : nuestro énfasis en la fundamentalidad de la acción estatal para un nuevo tipo de desarrollo en un ChileNuevo, debe trascender los gastados enfoques "estatizantes", que caracterizaron las concepciones del Movimiento Popular enel pasado y que subsisten - en buena medida - todavía hasta hoy.

Este enfoque renovado de las funciones del Estado, que compatibilizar la exigencia de la democratización en la gestión públicacon las de su modernización y eficacia, exige establecer nuevas formas de articulación entre el sector estatal de la economía ylos demás sectores caracterizados por varias formas de propiedad mixta, privada y cooperativa.

De este modo, el nuevo patrón estatal que debemos propiciar escapa tanto a los límites del Estado mesocrático clientelista,como a los del Estado burocrático autoritario, asociado al gran capital extranjero. Nuestro Estado deberá protegerprioritariamente los intereses de la nación y del pueblo de Chile, lo que si bien se contradice con su irrestricto sometimiento alas exigencias de acumulación y dominación de los grandes grupos financieros, tampoco tiene mucho que ver con la protecciónsistemática a la producción ineficiente y antieconómica.

Esta concepción renovada de las funciones socio-económicas del Estado, deben orientarse además a establecer nuevostérminos de moralidad, de responsabilidad y de dignidad funcionarias, en el marco de una nueva práctica del servicio público.Dicha práctica debe dejar de basarse como hoy en la coerción o como ayer, en el espíritu de grupo o de clientela, para asentarseprogresivamente en formas cada vez más elevadas de conciencia social, de capacitación profesional y de valoración ciudadanade la acción y de la propiedad estatal.

Por último, pero no por ello menos importante, esta democratización, con modernización de la actividad socio-económica delEstado, supone la transferencia parcial de ciertas funciones sociales del mismo a las comunidades locales o regionales deciudadanos-productores, asociados en órganos de autogobierno. Ello debe constituir un ingrediente esencial de nuestraestrategia política general, encaminada a superar la tendencia a la polarización aguda entre gestión estatal y gestión privada,propia del Estado burgués, y a crear las bases materiales e institucionales de una sociedad más abierta, más auto gestionada,más participativa y más dinámica.

El proceso de recuperación y profundización de la democracia-incluido por cierto, el de las instituciones militares - en el Chilepos dictatorial, exigirá un cambio cualitativo fundamental en la carácter de las vinculaciones internacionales. Ello deberá tenerlugar, no solo como consecuencia lógica de las modificaciones en la conducción política del Estado sino, además, comocondición necesaria de viabilidad y eficacia del proceso de democratización, modernización y transformación profunda de lavida social y cultural. Este enfoque del problema es, por lo demás, el único admisible en el presente periodo histórico,caracterizado por el aumento creciente de la influencia de los "factores externos o exógenos" en los procesos de desarrollonacional y por profundos y cada vez más complejos cambios en el dominio de las relaciones internacionales, en un sentidocoherente con una definición democrática, nacional y unitaria de las fuerzas anti dictatoriales y en consonancia con una visiónhumanista, universal y latinoamericanista de dichas relaciones.

El Partido Socialista de Chile nació luchando por la transformación de un sistema social injusto y discriminador, por la defensa yla extensión de los derechos ciudadanos. La dramática experiencia vivida refuerza esta vocación. Aspiramos resueltamente areconquistar la libertad y la democracia Tara Chile, a renovar profundamente sus formas de expresión y organización y aincorporarla dinámicamente, como valores susceptibles de perfección, pero a la vez, permanentes y básicos, a nuestraconcepción estratégica de la transformación social en dirección del socialismo.

De aquí que el Partido deba luchar por la democratización profunda del Estado, por su "devolución a la Nación", por el términode su expropiación a manos de los sectores más reaccionarios y antinacionales de las F.F.A.A., coaligados con la gran burguesíafinanciera y con el capital transnacional.

TESIS DOS: DEFINICION IDEOLOGICA DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE

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El Partido Socialista de Chile nace a la vida política en abril de 1933. Inspirado en principios revolucionarios se propuso lucharpor la instauración de una "República Democrática de trabajadores" y la construcción de una "Sociedad Socialista". Para ellopartió de la realidad de Chile y de América y utilizó como guía para la acción e instrumento de análisis, la teoría marxista. Elnacimiento del Partido vino a llenar un vacío político existente en el seno del pueblo, carente en aquel entonces de unaalternativa verdaderamente nacional y revolucionaria, representativa y autónoma.

El Partido Socialista nace con una postura categóricamente crítica frente al fenómeno estalinista, al que rechaza y denunciadesde un comienzo, entre otras razones, por la negación de la democracia interna y el uso indiscriminado de la coacción comomedio fundamental de conducción política y de gobierno. Este repudio franco al régimen estalinista no condujo, sin embargo, alsocialismo chileno a adoptar posiciones reformistas. Estalinismo y reformismo fueron rechazados por igual por el PartidoSocialista de Chile.

En este marco histórico y conceptual surgió un Partido obrero, nacional, democrático, autónomo, revolucionario y crítico. Suhistoria ha tenido altos y bajos, grandes aciertos y serias crisis. Con todo, su contribución a la formación del movimiento popularchileno, al desarrollo de la conciencia de clase de nuestro pueblo, al decisivo avance de las ideas revolucionarias ha sidoinconmensurable.

El ciclo abierto en abril de 1933 y sangrientamente interrumpido en septiembre de 1973, dejó un profundo surco en la historianacional. El lleva la impronta del Partido Socialista de Chile y coincide con la evolución progresiva de la sociedad chilena haciaformas cada vez más democráticas de organización social y política. El poderoso impulso democratizador que recorre la vida delpaís en el medio siglo que transcurre desde 1920 hasta 1970, encuentra su razón de ser en el sorprendente crecimiento ymadurez alcanzado por la clase trabajadora. La victoria de 1970, bajo las banderas de Al lende, del socialismo y de la UnidadPopular, constituye una gloriosa culminación de esa fecunda etapa, tronchada por el brutal golpe militar de 1973.

El socialismo vive hoy el momento más difícil de toda su larga historia. La dictadura ha reprimido implacablemente al Partido.Por otra parte, el surgimiento en su seno de tendencias que desnaturalizaban su identidad histórica, su razón de ser en la luchapolítica y social chilena y colocaban en peligro su concepción de partido nacional, autónomo y democrático, provocó unaescisión que, aunque necesaria, ha sido dañina y dolorosa. El socialismo chileno requiere de toda su enorme vitalidad, de todosu rico potencial creador, para reconstruir sus estructuras orgánicas y cumplir su misión de gran partido nacional de la claseobrera. Ello exige de nuestra parte recoger todo el valioso legado de nuestra historia nacional y partidaria y asumir lamultifacética experiencia del movimiento obrero mundial en toda su riqueza teórica y práctica e incorporar ambos elementos -en una superior síntesis dialéctica -a la definición del Partido.

El Partido Socialista es un partido esencialmente chileno. Por ello su principal y primera tarea revolucionaria es luchar porconstruir una sociedad socialista en Chile. Para lograrlo parte del análisis de la realidad concreta del país, de la cual deriva lanecesidad de sustituir el sistema capitalista injusto, opresor y alienante, por un régimen socialista. El examen de Chile y de suhistoria, de sus tradiciones y de la idiosincrasia de su pueblo, de su estructura económica y del rol y comportamiento de susclases y diversas capas sociales, constituyen elementos determinantes en la propuesta de liberación nacional y social que haceel Partido, del programa de transformación y renovación que propone al país, de su línea política estratégica, de las formas delucha que propugna para avanzar al socialismo y del perfil mismo de la sociedad socialista que aspira a construir.

La acción del Partido se frustraría , sin embargo, si ella no se situara en un contexto geográfico e histórico necesariamente másamplio. Ser chileno significa para el Partido Socialista ser latinoamericano. Esta definición, supuesto básico del socialismochileno, que nace con él y se transforma en una constante de su historia, tiene su fundamento en una exigencia objetiva de lalucha por el socialismo en nuestro continente. Obedece a un imperativo de nuestra realidad. La lucha por el socialismo enAmérica Latina pasa por la lucha concertada de nuestros pueblos contra el imperialismo, contra la dominación foránea, contraun sistema injusto, discriminador y opresivo. Solo una estrecha coordinación de las luchas nacionales por la democracia y elsocialismo permitirá derrotar el enorme poder del imperialismo.

Por otra parte, no existen en la historia de los países latinoamericanos, razones valederas para que impere entre ellos unsistema destinado a consolidar su fragmentación en 20 repúblicas y a no constituir una sola y gran unidad geográfica, cultural,económica y política. El interés de los pueblos latinoamericanos exige avanzar hacia formas cada vez más altas de integración entodos los dominios, hasta dar cima al sueño de Bolívar, concebido por los fundadores del socialismo chileno, como una gran

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"Federación de Repúblicas Socialistas Latinoamericanas". Para los socialistas - en síntesis - América Latina es la "patria grande".De aquí surge la necesidad, por decirlo así, de buscar las raíces americanas de Nuestro Proyecto Histórico. Se trata de llenar unvacío persistente en los planteamientos de la izquierda y recoger y asimilar, científica y críticamente, lo que de valioso poseenexperiencias y movimientos sociales tan disimiles y fenómenos de tanta trascendencia como son : la revolución socialista deCuba ; las revoluciones nacionalista de México y Bolivia ; los poderosos movimientos populistas encabezados por Getulio Vargasy Juan Domingo Perón ; las revueltas campesinas ; los movimientos estudiantiles ; el proceso de toma de conciencia social de laIglesia Católica y de las masas cristianas : la institucionalización del militarismo ; la transnacionalización de la economíacontinental ; la violencia desnuda transformada en mecanismo permanente de gobierno de las clases oligárquicas ; la luchaarmada de los pueblos ; la proliferación terrorista en todas sus formas e inspiración política ; la existencia de enormes masashumanas, marginadas de los medios más elementales de vida y privadas de sus derechos humanos ; y por sobre todo, lapresencia brutal y omnímoda del imperialismo Norteamericano.

Surgido de la realidad chilena y latinoamericana, el Partido Socialista se inspira, además, en la historia de las luchas de clase detodo el mundo. En último término, más allá de las diferencias provenientes de evoluciones muy diversas, los trabajadores delmundo se encuentran hermanados en el sufrimiento de una explotación común y en la común voluntad de superarla en elsocialismo, creando un nuevo orden de vida, fundado en la solidaridad humana, en la libertad, la justicia y la paz.

Para examinar la realidad, definir las formas de transformarla y el propósito de esta transformación, el Partido Socialista hacesuyo, como instrumento de análisis y guía para la acción "el marxismo", tal cual lo asumieron sus fundadores, esto es"enriquecido y rectificado por el progreso científico y el constante devenir social".

El Partido Socialista no ha reconocido ni ha aceptado interpretaciones ajenas de la teoría marxista. Entiende el legado de Marxcomo un cuerpo de categorías y proposiciones de carácter científico, crítico y humanista, y no como una teoría acabada einmutable, referida a fenómenos que, de acuerdo con la concepción materialista y dialéctica enunciada por el propio Marx, sonsujetos de constante transformación. De aquí que la verdadera doctrina del Partido Socialista, su verdad fundamental, haya sidola fusión entre el método legado por Marx y la realidad chilena. Esta es, en definitiva, nuestra orientación teórica y nuestra guíaideológica básica, en suma, nuestra doctrina propia.

Por eso, el Partido Socialista nunca ha competido ni competirá con nadie en materia de ortodoxias. Nuestra fuerza y nuestroarraigo en las masas chilenas tienen su explicación básica en la forma abierta y no dogmática de asumir el marxismo.

El marxismo ha sido además enriquecido mediante el aporte de nuevas reflexiones, así como también de nuevas experiencias deconstrucción socialista, bajo condiciones históricas complejas y altamente diferenciadas. Entre ellas, no siendo ni la única ni laúltima - pero si la principal - destaca el singular aporte analítico, teórico y de practica revolucionaria de Lenin, tanto por suprofundidad, como por estar asociada a la más significativa gesta revolucionaria de la época contemporánea, la revolución deOctubre.

La alta valoración que el partido hace de los aportes de Lenin al desarrollo de la teoría que guía al movimiento revolucionariocontemporáneo ha quedado expresada en la definición marxista-leninista adoptada por este, en 1967. Sin embargo, en nuestroPartido, como en muchos otros destacamentos obreros y revolucionarios, han existido tendencias a la absorción esquemáticade las ideas de Lenin, a la confusión entre los fundamentos y aportes metodológicos indiscutibles del leninismo, con una ciertapráctica de la lucha revolucionaria, con un modo de ejercicio del poder y de construcción del socialismo, estrechamentevinculados a condiciones históricas y nacionales muy concretas. Por lo que somos y por lo mucho que debemos, como Partido ycomo pueblo, a la comprensión y solidaridad de países socialistas, tales como la URSS y la RDA, nuestra posición frente a esarealidad socio-política y a su práctica estatal y partidaria no es, ni puede ser, la de la crítica purista, abstracta, fuera de contextohistórico pero tampoco debe ser la de una asimilación mecánica o irreflexiva, que confunda la renuncia a la independencia dejuicio con la fidelidad a un "leninismo", promovido al rango de categoría inmutable.

Si el leninismo, al continuar y enriquecer la teoría y la praxis revolucionaria del marxismo, respondió a las exigenciasfundamentales de la transición al socialismo en Rusia, abriendo con ello un nuevo capítulo histórico, no cabe la menor duda quecomo todo aporte señero planteó nuevas interrogantes, sin poder ofrecer respuestas a todas ellas, dado los radicales cambiosexperimentados por el mundo. La mayor distorsión que hemos podido observar en torno a las ideas políticas de Lenin reside enla tendencia a aceptar acríticamente y en forma dogmática una concepción presuntamente leninista de Partido, que se supone

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ha de constituir la generalización científica de la experiencia universal de conducción de la clase obrera y el campesinado en sucombate anticapitalista y antiimperialista. En este plano se tiende a practicar una versión reduccionista del leninismo que, comosabemos, incluye aspectos tan diversos y ricos como la crítica del economicismo, del determinismo y del idealismo positivista, lateoría del Estado y la Revolución, la concepción del imperialismo, para no mencionar sino algunas de las más importantes.

Por otra parte, contribuciones importantísimas al enriquecimiento de la teoría marxista y a su praxis transformadora, han sidorealizadas por otras grandes jefes revolucionarios, entre ellos -para nombrar los más insignes - Rosa Luxemburgo y AntonioGramsci. Dichas contribuciones revisten una importancia crucial para el avance de la lucha revolucionaria en las condiciones delcapitalismo contemporáneo, y, en general, para el desarrollo de la teoría política del marxismo, sin olvidar, en lo que toca aciertas concepciones gramscianas, que estas guardan estrecha relación con el grado de desarrollo histórico general alcanzadopor las grandes sociedades industriales del Occidente europeo. Tales concepciones y prácticas politices que, con diversosmatices, han elaborado en los años recientes los más grandes partidos comunistas del occidente europeo son generalmentedenominadas "euro-comunistas". Nuestra obligación frente a este nuevo fenómeno es tratar de comprender cabalmente suorigen y su sentido, analizar su contenido y experiencias, pero con la óptica de nuestra propia crítica y teniendo presente, comoelemento primordial, que su surgimiento y desarrollo - para no hablar de su viabilidad - se insertan en condicioneshistóricamente diferentes a las de nuestro país y a las de nuestro continente.

Diversos pensadores han realizado contribuciones de gran valor. Todas ellas constituyen, expresiones que, tal como las yamencionadas, pueden y deben ser utilizadas críticamente, sin dogmatismos ni esquematismos, sin aceptaciones globales orechazos totales.

Los arduos procesos de lucha por la liberación de los pueblos y el socialismo, constituyen también fuente inapreciable deenseñanzas para el Partido Socialista. La lucha popular y revolucionara yugoslava, líderizada por Tito y el proceso deconstrucción socialista autónomo a que dio lugar; la compleja revolución china; la heroica gesta del pueblo vietnamita ; la guerrade liberación Argelina ; la rica experiencia de construcción socialista, emprendida por la Unión Soviética y otras naciones delEste europeo, constituyen todas valiosas fuentes de inspiración y reflexión crítica para los socialistas chilenos.

Pero más allá de estas experiencias, el Partido socialista deberá" continuar fundamentando su pensamiento y su acciónrevolucionaria en las grandes tradiciones de lucha de los pueblos latinoamericanos, en especial, en la heroica gestarevolucionaria de Cuba que demostró en la práctica la posibilidad de construir el socialismo en nuestro continente y guió, con suejemplo, las luchas emancipadoras emprendidas por los pueblos de América, particularmente nuestros propios combates, en losque reconocemos con orgullo su inspiración revolucionaria.

Nuestro Partido valora dichos procesos históricos, entre los que se destaca también la reciente revolución sandinista, más quecomo confirmación de alguna previsión teórica acababa sobre los vías y formas de la revolución latinoamericana, comoexpresiones inéditas y originales vinculadas orgánicamente con las tradiciones populares y nacionales de cada país.

El análisis desprejuiciado y riguroso de dichas experiencias, en el contexto histórico del desarrollo hemisférico y mundial,permitirá profundizar nuestros juicios sobre la realidad continental, perfeccionar los instrumentos para su interpretación ytransformación, conjugando acertadamente los elementos de identidad y diversidad, y avanzar con ello hacia un mayordesarrollo de un Pensamiento Marxista propiamente Latinoamericano, a la vez original y universal. Solo así podremos potenciarnuestras posibilidades de éxito y perseverar en la senda que con sus grandes aportes abrieron Mariátegui y Ernesto "Che"Guevara. Solo así podremos ir superando el abismo existente entre el enorme potencial revolucionario de los pueblos delcontinente y la escasa teorización marxista existente acerca de una Opción Revolucionaria propiamente Latinoamericana. Soloasí podremos forjar la indispensable capacidad de dirección que pueda organizar y encauzar la rebeldía de los pueblos yaprovechar los factores objetivos, ya suficientemente maduros.

En Chile, la fecunda y singular evolución del movimiento popular y, en lugar destacado, los aportes inapreciables de EugenioGonzález y Salvador Allende, nuestro primero y más heroico militante, son parte de nuestro original acervo teórico político. Hoypodemos y debemos rescatar este aporte al debate ideológico producido en las pasadas décadas.

Frente a las cuestiones más importantes de la problemática revolucionaria-nacional, continental y mundial - el Partido Socialistahizo planteamientos que mantuvo con particular constancia histórica y que el tiempo se encargó de confirmar. Desde posiciones

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marxistas denunció el estalinismo como una gravísima deformación del socialismo ; defendió la necesidad de la plenaautonomía de los movimientos revolucionarios para elaborar sus concepciones tácticas y estratégicas y en relación a ello,postuló la diversidad de vías y formas para la construcción del socialismo ; definió certeramente el carácter socialista de larevolución chilena y latinoamericana y la vinculación orgánica de sus tareas de liberación nacional con las tareas democráticas, yde construcción socialista ; denunció la incapacidad de las burguesías locales para encabezar procesos de auténtica afirmaciónnacional ; planteó correcta y oportunamente el problema de la vía de acceso al poder, en instantes en que esta cuestión parecíairrelevante. Finalmente, formuló los lineamientos de una política de alianzas que, cautelando la hegemonía del proletariado,rechazaba la colaboración que sacrificaba la autonomía táctica y estratégica del movimiento popular y su propia cohesióninterna.

Además en nuestro partido confluyeron desde temprano elementos ideológicos originales, que permitieron una síntesis entrelas inspiraciones y objetivos de un movimiento propiamente de Liberación Nacional y los de un Partido de la clase obrera, conuna definida orientación marxista y revolucionaria.

De la primera vertiente el partido extrajo su inspiración patriótica y liberadora ; su carácter eminentemente popular ydemocrático ; la proyección creadora de las grandes tradiciones nacionales ; la intuición temprana de la existencia de unacomunidad de intereses y destinos entre los pueblos latinoamericanos ; su estrecha vinculación con los partidos y movimientosde liberación del Tercer Mundo, en especial del continente.

Del segundo heredó, no solo los fundamentos doctrinarios del marxismo, sino, además, el profundo espíritu crítico que loimpregna y, en consecuencia, su rechazo al esquematismo y al dogmatismo; su insistencia en la necesaria unidad de la claseobrera como factor esencial del impulso transformador y núcleo fundamental de un nuevo bloque de clases hegemónicas. Suposición solidaria, pero independiente y crítica, frente a las diferentes corrientes y tendencias del movimiento revolucionariomundial y frente a los Estados y Partidos de los países socialistas.

Son estas definiciones y proposiciones básicas, es su historia y tradición de lucha, las que han convertido al "Partido Socialista deChile" en eje central de una de las dos grandes vertientes del pensamiento revolucionario chileno, y el que, sin exageraciones,ha guiado en medida importante el quehacer del movimiento popular, adelantándose en muchas ocasiones a planteamientospolíticos destinados a alcanzar rango teórico universal.

La caracterización actual de nuestro partido, como eje central de esta vertiente marxista-revolucionaria, podría sintetizarse enlos siguientes rasgos esenciales:

1 - Su carácter de Partido Nacional

El partido socialista siempre buscó, con imaginación y rigor, soluciones a los problemas fundamentales de Chile, de modo queellas guarden continuidad esencial con nuestras tradiciones y desarrollo histórico. El Partido Socialista tiene la obligación deretomar el hilo central de dicho desarrollo, brutalmente cortado por la dictadura.

Debemos restablecer el verdadero sentido y dimensión de nuestros grandes hechos nacionales. Para ello debemos rescatar dela mistificación reaccionaria, entre otras, la figura de Portales, el organizador del Estado de Derecho, el político que con mayorperspicacia y decisión puso - a comienzos del siglo pasado -termino al caudillismo militar, estableció el gobierno impersonal,basado en el cumplimiento de la ley y echo las bases orgánicas y conceptuales de nuestro ordenamiento institucional.

La obra de Portales, expresada en una adaptación original de los principios de la democracia burguesa europea a las condicionesdel Chile post-colonial, no puede ser reducida - como lo quiere el interés reaccionario - a la simple imposición del orden y laautoridad como fines únicos y últimos.

Portales, en un sentido específico, dio unidad y coherencia a una realidad política y social todavía difusa y convirtió la solavirtualidad surgida de la gesta emancipadora, en actualidad orgánica. Fue el audaz inspirador de un orden social que, si bien sebasó en el dominio de su clase, la oligarquía, al estructurar un Estado Nacional, permitió también consolidar la nacienteRepública y la Nación chilena. Esta identidad entre los objetivos propios de una clase y los de la Nación toda, esta hoydepositada en el proyecto histórico de los trabajadores que, de esta manera, tienen la posibilidad de cumplir el mismo papel

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que en su época la correspondiera a Portales. Son ellos, en consecuencia quienes mejor expresan la continuidad de la concienciahistórica de nuestra patria.

La dictadura, en cambio, sí que constituye una ruptura violenta con esa continuidad. Más aún, es la dictadura la que amenazacon vulnerar, tal vez de manera irreversible, la obra de casi siglo y medio de construcción de una Nación, hasta ayer admiradapor su civilidad, por el carácter específico y original de sus soluciones-institucionales, por su estimulante clima cultural y por suhondo apego a la libertad y al progreso. Gracias a la obra nefasta de la dictadura, Chile ha pasado a ser símbolo siniestro de todoaquello que ofende a la razón y a los sentimientos humanitarios más elementales.

2 - Su condición de Partido Obrero

Es un partido obrero por su origen, su composición social y su ideología, aunque no debe hacer de esta característica unadefinición dogmatica ni debe utilizarla como base para un comportamiento sectario. El Partido Socialista ha comprendido elcambio constante que las mutaciones sociales inducen en la estructura de clases de nuestro país. De ahí que este abierto a lainfluencia creadora y revolucionaria que puedan surgir de otras capas y clases y permanezca siempre dispuesto a acogerlas.

3 - Su vocación revolucionaria

El Partido aspira a transformar radicalmente la sociedad, a renovar sus valores morales y a remover sus bases de organización,para reemplazarlas por otras más justas, dignas y humanas. Ha sido y es, por lo tanto, una fuerza que ha postulado desde suorigen la necesidad de sustituir e] régimen capitalista, no simplemente de reformarlo o hacerlo menos inhumano. Ello le haimpreso al socialismo chileno un sello en el mundo y explica, por cierto, su política básica de alianzas, su programa, susdefiniciones estratégicas. Ya en la fundamentación teórica del programa del Partido redactada en 1947, por Eugenio González,se decía: "El socialismo es revolucionario.

La condición revolucionaria del socialismo radica en la naturaleza misma del impulso histórico que él representa. No dependepor lo tanto de los medios que emplee para conseguir sus fines. Sean estos cuales fueren, el socialismo siempre esrevolucionario, porque se propone cambiar fundamentalmente las relaciones de propiedad y de trabajo como principio de unareconstrucción completa del orden social.

4 - Su Espíritu Libertario y Democrático

Desde su fundación el Partido ha reivindicado el valor de la libertad del ser humano. De allí ha derivado una práctica, en su vidainterna, inspirada en la democracia, reconociendo siempre a todos sus militantes el derecho a expresarse con libertad y adebatir creadoramente los grandes problemas de la teoría y de la realidad. También de allí ha surgido la aspiración histórica delPartido a construir una democracia socialista en Chile, de acuerdo a sus particulares especificidades nacionales.

5 - Su Método Crítico y Anti dogmático

No han existido para el socialismo chileno recetas de validez general, autoridad teórica o política, que no deba ser asumidacrítica y reflexivamente. Desde 1933, el Partido ha aplicado la teoría marxista creativamente y ha rechazado toda interpretaciónoficial. Ya en la fundamentación al programa se establecía: "La doctrina socialista no es un conjunto de dogmas estáticos, sinouna concepción viva, esencialmente dinámica, que expresa en el orden de las ideas políticas las tendencias creadoras delproletariado moderno. El socialismo no formula principios absolutos de abstracta validez universal, ni se afirma tampoco en unconcepto metafísico, y por lo mismo intemporal, de la naturaleza humana; parte de una consideración realista del hombreconcreto, sujeto de necesidades siempre cambiantes y portador de valores siempre relativos, del hombre histórico y social quecrea las condiciones objetivos de su propia vida, y va siendo a la vez condicionado por ellas en el proceso de la existencia".

6 - El Humanismo Socialista

También este ha sido un rasgo distintivo del partido. Las importantes contribuciones de Eugenio González y, posteriormente deSalvador Allende, han ido dando formas a esta definición, que transforman al ser humano en objeto y centro de toda la acciónrevolucionaria. Asimismo, hizo posible que el partido se pronunciara en favor de una relación no "machiavelica" entre medios yfines y sobre la necesidad de codificar normas sobre una moral política, no solo en el plano teórico sino también en el de la

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acción concreta. En la aludida fundamentación del programa de 1947 se insistía: "El sentido profundo de su acciónrevolucionaria lo constituye una valorización integral de la persona humana hoy día desvirtuada por las condiciones de vidanegativa y mecánica de la sociedad burguesa… El socialismo recoge pues las conquistas políticas de la burguesía para darles laplenitud de su sentido humano… Ningún fin puede obtenerse a través de medios que lo niegan... La educación de lostrabajadores para el ejercicio de la libertad debe hacerse en un ambiente de libertad...

7 - Una reflexión y una práctica autónoma

Sin interrupción alguna el Partido ha reivindicado una concepción política y orgánica autónoma, ajena a centros ideológicos y haejercido su derecho a elaborar por si mismo su propia línea política y a llevarla a la práctica de acuerdo a su propio criterio.Igualmente ha mantenido su independencia de juicio para situarse en una postura solidaria y crítica con respecto a las diversasexperiencias de construcción socialista y a las diversas corrientes del movimiento obrero internacional. En atención a ello elPartido Socialista siempre tuvo una práctica correcta del internacionalismo, en cuanto no lo redujo exclusivamente adeterminados partidos o a determinadas fuerzas políticas internacionales. Ello se fundamento en nuestra posición autónoma,en la ausencia de pretensiones vanguardistas y en la firme convicción de que la liberación del hombre y la construcción de unasociedad socialista es producto de la lucha original e insustituible de cada pueblo, condicionada por diversas realidadeshistóricas y culturales, donde no caben modelos únicos ni ortodoxias infalibles ni vanguardias organizadas de acuerdo aesquemas preestablecidos.

8 - Su definición Internacionalista y Latinoamericana

El Partido siempre ha tenido una gran sensibilidad para asumir sus obligaciones solidarias con las fuerzas que luchan en elmundo por la liberación de los pueblos y del hombre. El internacionalismo del partido ha tenido su expresión más concreta en el"latino americanismo", que lo define desde su fundación. Su capacidad para identificar el sustrato progresista y liberador, enfuerzas políticas y sociales tan disimiles como las variadas que existen en América, se halla en los propios orígenes de nuestropartido ; en su condición de vanguardia obrera, nacional, popular y revolucionaria, características presentes en muchas de estasfuerzas y en su compromiso irrenunciable con el proyecto de transformar nuestra América en una gran comunidad de naciones,hermanadas en una historia, en una cultura y en un afán de superación común. Este objetivo, el de crear una Federación dePueblos Latinoamericanos, se halla inscrito en nuestra declaración de principios. El se expresa hoy en la orientación de lossocialistas de Chile, encaminada a crear los prerrequisitos políticos y económicos de una específica Opción Latinoamericana, quehaga sentir la presencia de nuestro continente en las relaciones internacionales y cautele sus intereses, sin odiosos tutelajes nidominaciones. En las tantas veces citadas fundamentación del programa de 1947, se manifestaba: "Para que la América Latinapueda influir en la conservación de la paz y en el destino de la civilización es necesario que deje de ser una expresión geográficay se convierta en una realidad política. Consciente de ello, el socialismo lucha por la unidad continental sobre la base dé laformación de una economía orgánica anti-imperialista. La política socialista en Ame-rica Latina tiene un doble significado: es elúnico medio eficaz para la emancipación de las masas obreras y campesinas y la única garantice cierta de nuestra independencianacional y continental. Por las razones señaladas, corresponden en el momento actual a los partidos socialistas y afines de laAmérica Latina llevar a término en nuestros países semi-coloniales las realizaciones económicas y los cambios jurídicos que enotras partes ha impulsado y dirigido la burguesía".

9 - Su Tradición Unitaria

El partido ha reconocido la existencia de diversos segmentos del pueblo, expresados en diversas organizaciones políticas, queluchan por el socialismo. Nunca ha pretendido ser el partido único de la clase obrera, intentando monopolizar para sí, en formasectaria y excluyente, la representación del pueblo o de algunas de sus capas. Sobre esta base ha construido una real tradiciónunitaria, de contenido estratégico y no puramente táctico con otras organizaciones políticas, especialmente con el PartidoComunista. Es este rasgo distintivo del socialismo chileno el que hizo posible, entre otros factores, el nacimiento y desarrollo deun amplio y poderoso movimiento popular, casi único en el mundo, el que culminó en la histórica victoria de septiembre de1970.

Son estas singularidades las que plasmaron la personalidad política e ideológica del Partido Socialista, las que hicieron de él unacolectividad difícilmente identificable con otros partidos y organizaciones del movimiento obrero y revolucionario mundial y lasque hoy debe conservar. Solo un marxismo vivo, fiel a su tradición revolucionaria y por tanto anti-reduccionista, anti-

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determinista, anti-dogmático, anti-escolástico, puede constituir el núcleo o punto de partido para la articulación de un discursooriginal, renovado y realista, con un multiplicado potencial de sugerencias y de convocatoria.

TESIS TRES: CONCEPCION DE PARTIDO

No existe una fórmula universalmente válida, más allá de las condiciones históricas, para organizar el Partido revolucionario y,más aun, para organizar la revolución. Marx y Engels no pretendieron jamás elaborar una concepción de partido de talescaracterísticas. Lenin concibió la suya en las particulares condiciones históricas de la Rusia zarista, al punto que PosaLuxemburgo, dirigente del más importante partido revolucionario de la época, formulo diversas observaciones críticas a laconcepción de partido de Lenin. Gramsci le dio una nueva dimensión renovadora, concibiendo el partido como un "intelectualcolectivo" y enfatizando el momento democrático en las relaciones intra-partidarias.

En la variada experiencia revolucionaria latinoamericana, los Partidos Comunistas inspirados en una interpretación esquematicede los principios orgánicos del leninismo han alcanzado, salvo honrosas excepciones, entre ellas, la de Chile, una limitadaaudiencia de masas, lo que les ha impedido constituirse en vanguardias efectivas de los procesos revolucionarios del Continente.La propia Revolución Cubana, hoy encabezada por un Partido Comunista abierto y renovador, profundamente ligado a su puebloy sensible a sus demandas y motivaciones, fue dirigida originalmente por una organización que se autodefinió como"Movimiento" y que, en su propuesta, en la elaboración de su programa y en sus métodos de lucha, se enraizó profundamenteen las demandas democráticas de su pueblo, en su tradiciones históricas y en el sentimiento patriótico y combativo de la nacióncubana.

La Revolución Sandinista también ha sido dirigida por un "Frente", de composición no monolítica, al que concurrieron, sin que seexpresara un claro predominio de una tendencia sobre otra, diversas corrientes del pensamiento revolucionario, desdecristianos hasta variadas concepciones políticas, con excepción de la del Partido Comunista. Indudablemente no se trata deimitar esas experiencias, sino de rescatar su inspiración profundamente nacional y popular, su vocación revolucionaria, suidentificación con los intereses de la Nación toda.

En las condiciones de Chile y, cabria agregar, de otros países con relaciones y tradiciones socio-políticas relativamenteavanzadas y complejas, la viabilidad del proyecto revolucionario está subordinada a la maduración y reformulación deorganizaciones políticas ya existentes. Pero para que dichas organizaciones políticas cumplan a cabalidad con los requisitos deuna vanguardia revolucionaria y para que su madurez se traduzca en una mayor profundidad teórica y capacidad demovilización y convocación de masas, es preciso que ellas renuncien a actitudes y prácticas hegemónico sectarias, a todapretensión de fundamentar la justeza de sus interpretaciones en recursos marcados por la rigidez, el dogmatismo y laintolerancia. Dichas actitudes, si bien, pueden permitir conservar un alto grado de disciplina y coherencia internas, lo logran alelevado precio de sacrificar las funciones de dirección intelectual, política y moral del pueblo y de la Nación, renunciando depaso a un mensaje amplio y sugerente y al imperativo de crear una poderosa voluntad nacional, popular y democratice, detransformación social.

Se trata de adecuar un partido socialista a las condiciones específicas del Chile de hoy, es decir, convertirlo en un instrumentode cambio, adaptado a nuestras particulares características y a los propósitos concretos que se persiguen. En realidad, en Chile,las organizaciones políticas de la clase trabajadora no necesitan ser creadas. Ellas existen y desde hace varias décadas. Poseen,por tanto, una rica experiencia sobre la cual desarrollarse. El Partido Socialista es uno de los partidos de la clase trabajadorachilena, compuesto por su núcleo más consciente, el proletariado, y por los sectores le trabajadores, manuales e intelectuales,subordinados y explotados por el sistema capitalista. El Partido Socialista es tan solo parte de la clase trabajadora y no unórgano superior a ella. Sus militantes organizan t a la clase como conjunto, y deben contribuir a atraer hacia olla y sus ideas aotras capas o fracciones de clase, con el fin de que acepten conscientemente su conducción. El Partido Socialista es un partidopara la clase y no un partido que sustituya a la clase, ni en las tareas de hoy - de lucha anticapitalista y anti-dictatorial - ni en elfuturo, en las tareas de crear, organizar y dirigir el Estado Socialista. Así cumple el Partido su misión de vanguardia.

Además, no debe olvidarse que en el Estado burgués, el partido revolucionario de la clase obrera es el instrumentofundamental, de que esta dispone para su concientización, organización y lucha. En cambio, los partidos políticos burgueses son

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tan solo instrumentos accesorios y cuando mas complementarios de su sistema de dominación, siendo el Estado mismo y susAparatos Ideológicos y de Represión, los principales.

En su organización, en las relaciones internas de sus militantes, en las normas estatutarias y morales que rigen sufuncionamiento, en su estilo y formas de trabajo, el Partido Socialista debe prefigurar diversos elementos de la propuesta socialestratégica que propugna. Sus postulados básicos no pueden hallarse en contradicción con los principios centrales, políticos ymorales, que sostiene como fundamento de la sociedad que aspira a edificar.

El Partido Socialista debe ser un partido de cuadros y de masas. Su arraigo en el pueblo y la participación de un ampliocontingente militante en las tareas partidarias son garantía de la existencia de una inagotable cantera de cuadros. Estos, a suvez, deben relacionarse activamente con la masa de la cual surgen, deben confundirse con ella, sin llegar jamás a constituir unaelite privilegiada, detentadora del poder partidario. Los cuadros dirigentes deben ser permanentemente responsables ante lamasa militante de sus acciones, en la dirección y administración del partido. Las bases pueden revocar los mandatos conferidosy designar sus reemplazantes.

El Partido debe librar una permanente lucha anti-burocrática y considerar el fenómeno del burocratismo como uno de losriesgos más graves de perversión política, conducente a la momificación del Partido, a la pérdida de creatividad, al atropello delos derechos de lo base y - en definitiva - al divorcio del partido do las masas y del pueblo. El rechazo al burocratismo debeexpresarse en mecanismos que prevengan esta gravísima deformación.

El Partido Socialista debe mantener una viva y creadora democracia interna como manera eficaz de impedir esa y otraspeligrosas deformaciones. La democracia interna es de la esencia del. Partido y, cualquiera sean las circunstancias, debeprevalecer. Las condiciones de clandestinidad y la lucha ilegal pueden convertirse, eventualmente, en obstáculos para elfuncionamiento fluido de los canales partidarios democráticos. Pero, innumerables mecanismos de consulta, formas diversas depulsar la opinión del Partido, son perfectamente posibles, incluso bajo las condiciones de represión mas difíciles.

Por ello, el principio de la democracia interna es un pilar básico de la orgánica partidaria y su contenido y validez sonirrenunciables. Los militantes del Partido deben ser participantes críticos del común empeño transformador. Todo procesorevolucionario es un acto de creación, de invención política y social, no de imitación. Los socialistas no reconocemos niaceptamos modelos o recetas prefabricadas. Cada pueblo construye, con su inteligencia y su esfuerzo su propia vía el socialismoy su propia forma de socialismo. La pérdida de la capacidad crítica de les militantes conduce a la burocratización del partido y ala incapacidad de sus cuadros para enfrentar situaciones nuevas o de emergencia, para recoger positivamente las iniciativasespontaneas que surgen del seno de la masa y darle forma orgánica, para, en fin, definir una línea política que parta delreconocimiento y análisis de la realidad concreta y no de esquemas copiados o de consignas mecánicamente repetidas.

La capacidad crítica del socialista chileno se mide por su anti dogmatismo, por la libertad para alar su intelecto, su experiencia yposibilidades de acción, para hacer un uso reflexivo de la teoría y enriquecerla con la práctica personal y colectiva.

Para ello debe discutir con amplitud, sin prejuicios ni calificativos a priori, pero ejecutar unitariamente, con disciplinaconsciente, sin fraccionamientos. Discusión colectiva y ejecución, unitaria, requiere de un Partido sólidamente asentado en elrechazo a prácticas disolventes que disminuyan su potencialidad de acción.

El Partido no debe admitir fracciones ni tendencias organizadas en su seno. Debe reconocer, en cambio, la existencia decorrientes naturales de opinión, expresadas en coincidencias en torno a cuestiones concretas y puntales. En consecuenciarechazarnos una concepción de partido que permita la institucionalización de fracciones, sin homogeneidad interna y destituidade capacidad operativa real. Ello conduce, inevitablemente, a divisiones y a estériles querellas intestinas.

Con igual fuerza rechazamos el partido dogmático y burocratizado, de estructura totalitaria y aparatista. En él, el dirigente pasaa convertirse en un burócrata y como tal se transforma en un elemento rutinario, conservador, enemigo de las innovaciones y,por sobre todo, divorciado de los militantes y de las masas. Aun más, el funcionario burocrático tiende a confundir el "aparato"al cual sirve, con los intereses permanentes del partido y en la defensa de su "aparato" no trepida en usar medios condenablespara mantener su dominación. Esta fue, precisamente, la causa fundamental de la disputa con el sector dogmático, escindido enabril 1979.

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En este contexto, el Partido hace suya, como formula orgánica y eficaz, la del "centralismo democrático", donde las instanciasinferiores obedecen a las superiores las minorías acatan a las mayorías, y los mandatarios son responsables ante la base de susactos de dirección. La forma como el Partido conjuga adecuadamente el "momento centralista" y el "momento democrático"corresponde a su práctica concreta, a sus tradiciones, al espíritu básicamente democrático que lo inspira. Debe rechazar, porigual, todo intento de convertir al Partido, tanto en una organización política de asamblea o en academia, como en una suertede secta, sujeta a normas de disciplina militar y de obediencia irreflexiva. Rechaza también las pretensiones, de raíz dogmática,de atribuir al partido la condición de único partido de la clase obrera, o de partido infalible y de transmitir esta infalibilidad a sudirección o a algunos de sus dirigentes. Por eso, el Partido debe actuar siempre, como colectivo y cada militante comoindividualidad, criticando y autocriticándose, con el fin de corregir errores, de hacer más eficaz la línea política y de potenciar laacción revolucionaria. La crítica, para que sea válida, debe, sin embargo, ser constructiva y plantearse siempre en el plano de laconfrontación de ideas y no de las descalificaciones personales o de pugnas de grupo. Igualmente, la autocrítica carece de valorcuando se convierte en una especie de ceremonia ritual, desprovista de verdadero contenido pedagógico. Todos estos principiosdeben quedar salvaguardados en la práctica y expresarse en "Nuevos Estatutos" que recojan las experiencias recientes yadecuen nuestra realidad orgánica a las características de un Partido que debe necesariamente desarrollar sus actividadesdividido entre la clandestinidad y el exilio.

El Partido Socialista es un partido obrero y aspira a ser el intérprete de los intereses históricos del proletariado chileno. Luchapor construir una sociedad de trabajadores, sin explotación capitalista. Sin embargo el Partido debe ser un partido nacional, enel sentido de que debe identificar y fundir los intereses de la clase obrera con los de la abrumadora mayoría de las clases y capasexplotadas y dominadas de la sociedad. En una palabra, debe identificarlo con los de la Nación chilena, con el enorme conjuntode sus integrantes y aspirar a que ese poderoso conjunto llegue, probablemente en un largo y difícil proceso, a reconocer comopropios loa intereses y la ideología de la clase obrera. El carácter de Partido Nacional de la Clase Obrera obliga a reconocertambién la legitimidad de los intereses y aspiraciones de otras capas o grupos sociales que no son precisamente explotadas. Laclase ubrera debe asumirlos como propios, asociarlos a los suyos, buscar formas diversas de interpelación y convergencia, demodo de convertirse en Clase Hegemónica Nacional.

Para ello es básico hacer suyos una serie de valores fundamentales que, al Ser expropiados por las clases dominantes, han sidopervertidos y distorsionados en su sentido histórico más general. Nos referimos a valores tales como los de "patriotismo","eficiencia", "racionalidad", "orden", "disciplina", que hasta hoy han aparecido solo marginalmente en el discurso ideológico delmovimiento popular, facilitando así la tarea secular de mistificación emprendida por las fuerzas reaccionarias.

Pero, claro está, la incorporación de dichos conceptos al discurso popular no puede tener un carácter meramente instrumental,no puede constituir un simple agregado al discurso político tradicional. Para que ellos se desarrollen, realizando su potencialidadde-mistificadora y transformadora, deben constituir elementos centrales de un proyecto político de carácter histórico y criteriosmedulares de una práctica política consistente con aquel. Solo por este camino será posible ir demostrado la interpretaciónesencialmente restrictiva e interesada que las clases reaccionarias hacen de dichos valores y restablecer su significadoprogresivo y humanista, en consonancia con los intereses nacionales y populares más amplios.

El Partido debe comprender que no todos los fenómenos que se desarrollan en la base social deben, necesariamente, tener unarelación directa de dependencia con él. En este sentido no debe temer a las organizaciones que las masas se danespontáneamente para sus objetivos propios. Por el contrario, debe sincronizar su quehacer con el de estos organismossociales, culturales y religiosos y de diverso tipo, tales como movimientos feministas, juveniles, ecologistas, de pobladores.Desea si, legítimamente, que sus principios y líneas centrales sean aceptadas por las organizaciones autónomas de base comocriterios conductores. Debe entender además, que ello podrá ser solo el resultado de una confrontación leal de ideas yopiniones diversas y de propuestas concretas, y que jamás podrá obedecer a una imposición desde arriba, a un "diktat"burocrático. En este marco, el Partido rechaza el control de estas organizaciones por el o los partidos, control que termina porconvertirlas en simples cúpulas direccionales u "organismos de fachada", cada vez mas disociados de las masas, quesupuestamente las integran.

En el caso de los sindicatos, importantísimo instrumento de la lucha reivindicativa de los trabajadores, el Partido no los debeconsiderar simples "correas de transmisión" sino organismos con vida independiente, con expresión autónoma y con decisión

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soberana, sobre los cuales el deberá ejercitar su legitima influencia, mediante la presencia organizada de sus militantes ycuadros.

De aquí, que como partido debamos pronunciarnos decididamente por una política de autonomía del movimiento de masas y,también, del movimiento sindical. Al partido solo le corresponde una función superior de dirección y síntesis de esta enormemultiplicidad de intereses corporativos, regionales y locales, integrados en la organización de una gran voluntad política, decambio y renovación, constituida en torno al interés del conjunto del pueblo y de la nación chilena. No estamos por un sindicatorígidamente dependiente de un partido y obediente a sus instrucciones, ello le resta amplitud, espontaneidad, legitimidad yeficacia. Lo cual no significa que no luchemos por la unidad del movimiento sindical. Pensamos que esta ha sido y deberácontinuar siendo una fuerza determinante en la vida política de Chile.

Nuestra aspiración unitaria está vinculada, no solo a los orígenes del socialismo chileno, sino a toda la tradición del movimientoobrero del país y a la exigencia de unidad de la clase. Por lo mismo que deseamos una organización sindical unitaria, dondeestén presentes tendencias de diferente inspiración ideal y política, nos pronunciamos por su autonomía, nacional einternacional.

La conducta política del Partido Socialista ha de estar reglamentada por un conjunto de normas éticas y no regirse por elcapricho o por decisiones pragmáticas o casuísticas. En este sentido, el Partido y sus militantes deben valorizar la honestidad y laveracidad en los planteamientos. La práctica de la verdad está en directa relación con la credibilidad del Partido y por tanto, conla posibilidad efectiva de convocar a grandes masas humanas.

De la misma manera, el partido debe definir un marca de conducta en sus relaciones con las fuerzas aliadas. Ella no puede seruna relación simplemente instrumental, basada en la búsqueda de la ventaja circunstancial y de la conveniencia oportunista.Buscamos aliados conscientes y convencidos, para una larga y difícil lucha, junto a los cuales podamos hacer todo el camino,legar a la meta y construir juntos un proyecto compartido. El engaño, la simulación, la distorsión de los hechos, la presentaciónfalseada de una determinada situación, no solo no contribuye a este propósito, sino que, aun más, dificultan todoentendimiento serio, en una perspectiva estratégica.

Iguales principios éticos deben normar la vida interna del Partido. En sus relaciones reciprocas, los militantes deben valorizar laeficacia en el cumplimiento de las decisiones, preferir siempre la acción rápida y eficaz, al discurso florido, abstracto y vano, enla misma medida que no logra expresarse en un quehacer concreto. En una palabra, el Partido debe definir los medios paralograr sus fines, teniendo siempre presente, que dichos medios condicionan también el fin. En la rica tradición socialista, yaconsagrada en nuestro programa de 1947, no existe una relación neutral entre fines y medios. Por eso, rechazamos todainterpretación vulgarmente "machiavelica" entre medios y fines.

Se trata pues, de asumir y desarrollar una concepción y definición de Partido asentada en criterios de principios y a la vezfuncional con las tareas del periodo histórico que enfrentamos. Hacerlo, es una expresión más de la indesmentida "Vocación delucha", que nos ha caracterizado. Dos veces, en cuarenta años, el Partido Socialista de Chile, ha intentado llevar adelante unaexperiencia revolucionaria anticapitalista: en 1932, cuando Marmaduke Grove instaurara "La República Socialista", de cortaduración y, en 1970, cuando triunfara Salvador Allende. El Partido socialista rechaza, en consecuencia, transformarse en ungrupo de presión más, en una academia de discusión teórica, o en una organización puramente testimonial, destinada a dejartan solo constancia histórica de sus juicios y propósitos. Debemos ser una alternativa de gobierno y de poder, debemos ser unaopción de cambio, de sociedad y de vida.

En función de esta decisión: "transformar la realidad", el Partido debe asumir su pasado y su futuro, con todo lo novedoso ycreativo que el trae. Entre conservación y renovación, entre inercia y cambio, el Partido debe asumir la renovación y el cambio.Asimismo, debemos asumir críticamente las ideas revolucionarias del marxismo, como las de una ciencia en desarrollo y nocorno las de un cuerpo doctrinal esclerosado. Debemos aspirar a desarrollar un partido de masas, no exclusivamente decuadros; un gran partido revolucionario, no una pequeña secta de iluminados, ni tampoco, una federación de fracciones ; unpartido capaz de elaborar su propia línea estratégica y darse una estructura orgánica en función de esa estrategia. Si considerael fenómeno revolucionario como un acto de creación colectivo, no podrá ser dogmático ni sectario ; si desea construir unasociedad socialista fundada en valores democráticos, deberá comenzar por desarrollar y potenciar esos valores en su vida

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interna ; si esta por una radical renovación del clima moral de la sociedad burguesa, no podrá permitir métodos y prácticasreñidas con esa superior aspiración ética ; y su estructura orgánica deberá ser muy diversa, si entre sus propósitos estaconstituirse en fuerza dirigente de un vasto bloque social y político, llamado a transformar la vida del país, a través de unproceso revolucionario, no exclusivamente proletario, sino nacional y popular, en vez de ser la opción elegida el "asalto alpoder", por una "minoría escogida", audaz y selecta, dotados de una férrea disciplina militar.

Para lograr estos objetivos es fundamental que el partido cree sus "Propias Escuelas de Cuadros", donde el militante estudie y secompenetre de nuestra forma específica de asumir el marxismo y donde se le dé una visión internacional más coherente y, engeneral, una concepción del mundo y de la política más articulada y dinámica, esto es, más crítica, más científica y máshumanista ; y donde adquiera una visión más profunda de su propia función de fuerzas dirigente nacional y, por tanto, de fielintérprete de los intereses globales de la nación chilena. Para conseguir estos fines será necesario superar por igual elsectarismo, el dogmatismo, el economicismo, el obrerismo, el corporativismo, el anticlericalismo, el anti-intelectualismo y elpracticismo, que limitan la capacidad de crítica, de libre elaboración política y de creación intelectual autónoma, encerrando alpartido en alternativas falsas y paralizantes.

Igualmente, en la Conferencia de Programa del Partido será indispensable abrir un capítulo especial para estudiar enprofundidad las causas de sus repetidas crisis y de sus problemas orgánicos, hasta hoy no resueltos. Tal vez ningún otro tematenga mayor trascendencia para el porvenir del partido que este, el de realizar un análisis objetivo, riguroso y desapasionado delos elementos y factores que ha intervenido en las periódicas crisis que han afectado al socialismo chileno. Solo adelantaremosmuy provisoriamente algunas ideas en esta materia.

La crisis última del partido, ocurrida abril de 1979, no es una crisis más. Tampoco es la única crisis sufrida en nuestros 47 años deexistencia. Es sin duda la más seria, porque ocurre en el momento más dramático de nuestra vida política, porque se produce enun instante de derrota, porque nuestro pueblo se encuentra sometido a una dictadura despiadada y cruel y exige, enconsecuencia, el mayor esfuerzo, la máxima unidad, la más grande capacidad de generar consenso y legitimidad. Se enmarcaesta crisis, sin embargo, al igual que otras, en un contexto de factores que constituyen un núcleo generador de tendenciasanarquizadoras y divisionistas.

Dichos factores están estrechamente ligados entre sí, se yuxtaponen e inter-reaccionan unos con otros, de modo que suidentificación precisa no es simple ni fácil. Sin duda, un primer elemento que subyace entre los factores que más hancontribuido a anarquizar la vida del partido es la carencia, de una verdadera política de formación de cuadros. El socialistachileno se ha educado como autodidacta. Es producto de una combinación variable de experiencias personales logradas en lalucha política del país, en las contingencias de la vida interna del partido y en un aprendizaje teórico individual. El trabajoformativo propiamente tal, que se imparte en el núcleo y, en términos generales, en el partido, ha sido, las más de las veces,débil, esporádico e insuficiente. Por estas razones, han convivido en el seno del partido, concepciones políticas diversas, lascuales han ido más allá de los limites que permite una sana democracia interna y, más aun, han coexistido ópticas diferentesfrente a métodos y estilos de trabajo, los que han impedido generar un proceso de superación de estas divergencias. El PS nopodrá cumplir sus objetivos históricos sin asumir a cabalidad la tarea crucial de educar y formar a sus militantes, tanto en supropia interpretación del marxismo como en su aplicación a la realidad de Chile. El esfuerzo de formación del militante debe serun esfuerzo propio, insustituible e indelegable, como es propio, específico y original el pensamiento del socialismo chileno.

En buena medida y como un reflejo de lo anterior, surge como un segundo factor negativo la tendencia de nuestros militantes adisociar los problemas teóricos de los problemas prácticos, el análisis abstracto de la realidad, el dicho del hecho y, por esa vía aresolver solo en el papel cuestiones que no son posibles en el quehacer concreto. Las excesivas tendencias ideologizantes dealgunos explica en parte este fenómeno. El resultado es, las más de las veces, la aprobación de acuerdos o líneas de acción dedifícil cumplimiento o, en casos extremos, contradictorias con la práctica efectiva y posible del momento o con los dirigenteselegidos para implementarlos.

En tercer término, le ha sido difícil al socialismo chileno encontrar una ecuación de equilibrio entre los dos conceptos que estánen el centro de su definición orgánica: centralismo y democracia. No es este un problema exclusivamente nuestro. El encuentrasu causa en la naturaleza efectivamente contradictoria del concepto "centralismo democrático". Pero, mientras dichacontradicción posee un contenido dialéctico positivo, en la práctica tiende a generar contenidos facticos negativos. De esta

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manera se generan y se han generado en nuestro partido tendencias cíclicas al autoritarismo y a la burocratización y tendenciasal asambleismo, a adoptar prácticas parlamentarias, y a la discusión permanente. La búsqueda de una ecuación entrecentralismo y democracia, que evite los riesgos del ultra-centralismo burocrático y del democratismo liberal y clientelista,constituye una tarea de por sí difícil, más aún en el momento actual, caracterizado por la permanente represión interna y ladispersión geográfica, a nivel mundial. No existe una fórmula óptima, tan solo existe un desafío de conducción orgánica quepodrá resolverse en la práctica misma, previa toma de conciencia de las consecuencias negativas que el genera.

Un cuarto factor está constituido por las dificultades que introduce en la vida del Partido la necesidad de clandestinizar ciertasactividades o de compartimentar el conocimiento de ciertos aspectos de la vida de la organización. Ello constituye unanecesidad crucial para toda organización revolucionaria que lucha en condiciones muy desiguales y enfrenta enemigosapertrechados de toda la gama de la tecnología represiva moderna. El problema, al igual que el anterior, no es propio niexclusivo del socialismo chileno, ni existe tampoco una fórmula óptima, única, probada, para resolverlo. Impedir la constituciónde "aparatos", que se erigen en árbitros de la vida del partido, en grupos de presión e instrumentos de coacción, requiere de unmuy alto nivel de formación política de los especializados, de una muy grande adhesión a la tradición Y pensamientos delPartido y de un respeto absoluto a la dirección partidaria. También este problema abre un desafío de conducción para laorganización en su conjunto.

En síntesis el Partido deberá responder adecuadamente a las siguientes preguntas si desea superar sus graves deficienciasorgánicas: ¿cómo conjugarla capacidad creadora con la homogeneidad ideológica? ¿Cómo conciliar adecuadamente elcentralismo con la democracia interna? ¿Cómo dotar de disciplina, de sentido de responsabilidad y capacidad operativa a losmilitantes sin caer en la imposición burocrática y en la decisión autoritaria? ¿Cómo permitir la discusión interna, la librecirculación de ideas y de iniciativas, el aporte de las bases, sin menoscabar la eficacia en la ejecución de las tareas y la seriedad ypuntualidad en el cumplimiento de las instrucciones? ¿Cómo aceptar la existencia de corrientes de opinión en el seno delPartido sin que ellas deriven en la constitución de fracciones o grupos de presión? ¿Cómo resguardar al Partido de infiltraciones,de acciones diversivas, de indiscreciones, sin caer en la conformación de "aparatos", los que inevitablemente se transforman enla más peligrosa de las fracciones, en un partido dentro del Partido?

Solo dando respuesta correcta a estas preguntas podremos cumplir nuestro misión histórica de erigirnos en los animadorescentrales de un vasto y ambicioso proyecto político, de cambio y transformación, donde necesariamente participen desdecristianos hasta comunistas y donde converjan las más amplias capas sociales. Para ello deberemos además, retomar, nuestrosorígenes, de gran partido nacional, autónomo y revolucionario, de la clase obrera, de esencia anti-dogmática y humanista, capazde integrar los elementos específicos de lo que podríamos denominar una Vía Latinoamericana de Cambio. Esta víalatinoamericana deberá conjugar las legítimas banderas del nacionalismo revolucionario anti-imperialista con las aspiracionesdemocráticas y anti-oligárquicas de los pueblos, todo ello incluido en un mensaje amplio, dotado de un lenguaje renovado,destituido de todo consignismo reduccionista.

El socialismo chileno – es nuestra convicción profunda - tiene, potencialmente un gran espacio político en el país. Ocuparloplenamente depende de nosotros. En ningún lugar del mundo la represión ha derrotado las ideas revolucionarias. No seráPinochet quien derrota el socialismo. Paradojalmente, al socialismo podríamos derrotarlo tan solo nosotros, los socialistas.

TESIS CUATRO: SUPUESTOS TEORICOS DE NUESTRA ESTRATEGIA DE LUCHA DE MASAS Y DEMOCRATICA

La aspiración de los socialistas es transformar la realidad chilena. Postulamos, para transformar esta realidad, la necesidad deestudiarla e interpretarla, aplicando a ella los instrumentos de la teoría revolucionaria y ser capaces de precisar un curso deacción, una forma de luchar por nuestros objetivos, una vía para avanzar hacia nuestra meta, un proyecto de transformación yrenovación, diseñado en sus grandes líneas estratégicas. Por ello, el resultado concreto de nuestro esfuerzo será fruto, tanto dela consideración de las leyes generales que regulan el funcionamiento de una sociedad capitalista, como de aquellos elementosparticulares, nacionales, que condicionan el desarrollo específico del capitalismo en América Latina y más, concretamente, enChile. Esta metodología implica el rechazo de todo modelo universalmente válido para resolver la vía por la que hemos de llegara nuestro socialismo y la forma que habrá de adoptar este. No hay, pues, modelos abstractos que sustituyan la elaboraciónpropia fundada en la realidad concreta. Examinada la historia de las revoluciones socialistas el balance revela el valor esencial delar diversidades que caracterizan cada proceso y que - a su vez - determinan cursos diferentes. Descubrir lo que tiene de

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particular y específico cada realidad nacional es lo verdaderamente innovador, y por lo tanto, lo verdaderamente valioso paranuestra lucha.

No solo los revolucionarios aprenden de cada proceso revolucionario también aprende el enemigo. Por ello, este estará siempremejor preparado para derrotar a quien tiende a repetir e imitar, que a, quien tiende a crear y abrir caminos no conocidos. Cadarevolución es un acto de creación, heredero de la experiencia que le precedieron y legatario de aquellas que le sobrevendrán.La denominada "vía nacional al socialismo" - concepto hoy generalmente aceptado -encuentra su origen, no en absurdosesnobismos políticos ni en caprichos subjetivos, sino en la enorme complejidad y diversidad de la realidad contemporánea, en lanecesidad de innovar, impuesta por el carácter universal de nuestra lucha y, en fin, por constituir el socialismo una experienciaaun no plenamente lograda, un mundo por definir y hacer.

En este sentido, para nosotros, el concepto de "socialismo real" opuesto, a veces, a formulaciones más o menos abstractas, notiene otro alcance que el de su sentido literal : forma concreta, específica de construcción socialista en determinados países,condicionada por realidades también especificas. El "socialismo real" no tiene porque identificarse necesariamente con elconcepto utópico do "socialismo". Si así fuera, "la utopía socialista" estaría atada, en su expresión conceptual y en suconcreción, a las particulares circunstancias históricas en que se ha desarrollado y a la cronología de su construcción. Elestalinismo no es, por cierto, parte del "ideal socialista" y nadie hoy, en el movimiento revolucionario, dejaría de compartir estaafirmación. Formó parte, sin embargo, durante tres décadas del "socialismo real". Su surgimiento y desarrollo, sino fueresultado de una concatenación de factores, entre los cuales, algunos eran rasgos propios, singulares de la sociedad rusa y,otros, productos de la situación específica en que nace y triunfa la Revolución de Octubre. La inmadurez del capitalismo ruso, laausencia secular de hábitos democráticos en el orden político institucional, la existencia de una milenaria tradición autocrática,el cerco imperialista, y aun mas, el hecho capital de que la revolución se desarrolló en un solo país, contradiciendo lasprevisiones clásicas y las del propio Lenin, constituyeron sin duda elementos definitorios en el curso que siguió el socialismosoviético en la época estalinista. En consecuencia este fenómeno es el resultado de determinadas "especificidades históricas",cuya gravitación resulto decisiva en esa concreta construcción socialista, no obstante la aspiración ideal del socialismo,orientada a superar la opresión y a crear formas más altas y evolucionadas de democracia.

Partimos, pues, de la necesidad irrenunciable de elaborar nuestros propios criterios acerca de las fuerzas que han de impulsar elcambio revolucionario, el camino a seguir y el modo de luchar. En las páginas dedicadas al Partido hemos expresado ya nuestraconcepción sobre su naturaleza y características y sobre el rol central que debe cumplir en nuestro empeño revolucionario. ElPartido por sí solo, no es, sin embargo, fuerza suficiente para impulsar el proceso. Una de sus funciones más importantes -dentro de nuestra estrategia - es precisamente el de erigirse en organizador central de un vasto bloque de fuerzas políticas,sociales y culturales, hegemonizadas por el socialismo. La formación y desarrollo de este bloque exige reconocerdetalladamente las características que ha tenido la Sociedad y el Estado Chileno y su particular evolución, y ser capaces deaprovechar todos los intersticios del tejido social para ir permeando a la comunidad entera de los valores del proyectoestratégico impulsado. La lucha ideológica tiene, en este aspecto, una importancia muy superior a aquella que le otorgamos enel pasado. Lo tienen, asimismo, los espacios existentes dentro de la institucionalidad democrática burguesa. En esta estrategia,la lucha por el socialismo, no tiene un momento preciso de inicio, o dicho más claramente, .no se inicia con el "asalto al poder".Es un problema del presente, de hoy, en la medida que el quehacer revolucionario es concebido como un proceso largo,continúo e ininterrumpido. De esta manera, en Chile concebimos la transición al socialismo como un solo proceso, donde secombina y alterna la lucha por la liberación nacional, la profundización democrática y la transformación de las estructuras socio-económicas. Este proceso debe culminar en la cristalización - no sin rupturas - de un nuevo "bloque hegemónico de ClasesExplotadas y Dominadas" en un nuevo ordenamiento de las relaciones de producción, en una nueva organización del Estado yde la Sociedad y en nuevas articulaciones ideológicas.

Tanto en nuestras elaboraciones teóricas, como en las respuestas que ellas suscitan en otras fuerzas políticas de la izquierdachilena, suelen aparecer nociones tales como "bloque histórico por el socialismo", "bloque por el socialismo", "fuerza propia",que de ser usadas sin un mínimo de rigor pueden aumentar la confusión más que estimular el debate. De ahí la necesidad deuna reflexión, por somera y provisoria que sea, sobre sus contenidos esenciales y relaciones mutuas. En relación a la primera delas nociones mencionadas - bloque histórico por el socialismo - cabe subrayar su carácter de objetivo estratégico, a ser logradoen el proceso del combate anti-dictatorial y, más tarde, en la lucha por la transformación social y por la profundización de lademocracia. Esto implica una diferencia apreciable con respecto a la noción dé "bloque por el socialismo", utilizada en ciertos

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enunciados políticos que, a lo más, supone un nivel superior de cohesión y organización del "espacio del socialismo" en elespectro político chileno. La diferencia esencial entre "bloque histórico por el socialismo", reside en el concepto de hegemonía.

En tanto en el primero se hace énfasis en la coincidencia programática de las fuerzas que lo integran y en la necesidad dedefender y consolidar un "capital" orgánico-político, bajo la forma de una alianza política explícita ; el segundo constituye elresultado de un proceso de afirmación de la hegemonía de las fuerzas obreras y socialistas. Su característica esencial no resideen la coincidencia programática, a priori de sus componentes, ni en la expresión orgánica de dichas coincidencias, sino en lacompartición de valores y objetivos diferenciados, asumidos por diversos agentes sociales, políticos y culturales. Así como el"bloque por el socialismo" se caracteriza por Un grado relativamente alto de homogeneidad ideológica, expresadoinstitucionalmente por una alianza política, el "bloque histórico por el socialismo" se distingue por la existencia de una fuerza onúcleo hegemónico, cuyo liderazgo intelectual, político y moral constituye el principio ordenador fundamental de una pluralidadde representaciones y valoraciones de matriz ideológica diversa, en proceso de mutua interacción y cambio.

En razón de lo anterior, cabe postular que, a pesar de la similitud de nombres, existe una mucha mayor afinidad de contenidosentre "bloque por el socialismo" y "fuerza propia", que entre "bloque por el socialismo" y "bloque histórico por el socialismo".

La similitud entre los primeros proviene de la existencia de un patrimonio ideológico-programático común. Sus posiblesdiferencias son más bien de matices y dicen relación con el grado de desarrollo de las coincidencias y con la forma de suexpresión institucional. Ambos pueden ser considerados como pre-requisitos orgánicos, como embriones ideológico-políticos deun bloque histórico en gestación. La aceptación de "bloque por el socialismo", afín con los lineamientos centrales de la Políticade Frente de Trabajadores, apunta a designar con tal nombre, la alianza social y política a forjar durante el proceso deconstrucción de la hegemonía obrero-popular y que constituye el basamento socio-político, el núcleo estratégico, del sistema dehegemonía o bloque histórico por el socialismo.

La aspiración de llegar a unificar en una sola gran coalición de clases, con voluntad hegemónica, las que hasta hoy son clasessubordinadas y dominadas por la fuerza, la política y la ideología burguesa, sin proyecto propio y fraccionadas 'en función de susintereses corporativos, constituye no solo una vía, un medio para la conquista del poder, sino, además, conforma una estrategiabásica de construcción socialista, fundada -en valores democráticos y plurales.

El proceso es también ininterrumpido en cuanto reafirma el carácter socialista de la revolución chilena, combinándose,simultáneamente, las tareas democráticas y anti-imperialistas con aquellas de contenido socialista. En nuestra realidad nacionalconcreta dichos objetivos son inseparables. Una consecuente revolución democrática y nacionales, necesariamente, para ser tal,una revolución de orientación socialista. Así, la profundización del sistema democrático constituye una forma de avance hacia elsocialismo. En Chile, no puede haber una verdadera profundización democrática sin que ello no nos acerque al socialismo.

Por supuesto hoy, lisa y llanamente, no hay democracia y para restablecerla no queda otro camino que disponerse a lucharutilizando todos los medios - incluyendo los violentos - que las circunstancias aconsejen y hagan viables. No caemos en lacontradicción de proponernos una lucha democrática y pacífica contra esta dictadura para luego instaurar otra dictadura.Contra esta dictadura planteamos una lucha, por todos los medios posibles, con el fin de lograr su derrocamiento, paraestablecer, si, una real democracia. Es imposible prever hoy día, con exactitud, como caerá la dictadura. Ello dependerá en granmedida de nuestro empeño y de nuestras previsiones. Lo más probable, sin embargo, es que para ser derrocada se requiera deuna gran fuerza y de que esa fuerza insurja contra el tirano.

Ciertamente el camino cuyos trazos centrales diseñamos requiere de una importante acumulación de fuerza social, de fuerzapolítica y de fuerza militar, en torno a una fuerza dirigente central. En nuestro país concebimos la revolución, como producto deuna rebelión masiva del pueblo, como un hecho histórico de masas, como una insurrección nacional. No la concebimos comoproducto del empeño de un pequeño grupo, altamente disciplinado, de estructura militar, percibido como extraño a las masas yal pueblo, el que en un momento histórico de "crisis catastrófica" de las estructuras de dominación "asalta el poder".

Ello, por supuesto, no nos exime de la consideración del momento de la ruptura como factor básico del camino diseñado. Estees un problema que coloca en un primer plano el tema de la violencia, no como un simple capricho libresco, ni menos comoexpresión de una voluntad sádica, sino como insoslayable lección, producto de reiteradas experiencias históricas, la nuestra, porcierto, una de las más elocuentes y dramáticas. En Chile, por elevado que pudiera ser el grado de hegemonía e influencia

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alcanzado por el Bloque Histórico las clases reaccionarias no abdicaran voluntariamente al poder. Olvidar este hecho importaríano haber aprendido nada de la brutal e imborrable lección dada por la "culta y democrática" burguesía chilena. El problema dela violencia no está propuesto por nosotros, sino por la dramática realidad.de la lucha de clases' en nuestra sociedad y ennuestro continente. El pueblo de Chile está siendo violentado por un acto sistemático de fuerza, por una coacción abierta eindisimulada y nadie podría objetar, incluso en el terreno moral o filosófico, el legítimo derecho de los oprimidos a rebelarse,con todas sus fuerzas y por todos los medios, contra la tiranía opresora.

En una estrategia de transformación social, a través de la profundización y ampliación de la democracia, el punto crucial,medular, continua siendo el de los aparatos represivos del Estado burgués, sobre todo en sociedades como las latinoamericanasy la chilena, en que él ejercito ha pasado a ser, sin disfraces, el "partido armado de la burguesía y de las empresastrasnacionales". Como se ha dicho tantas veces, las clases dominantes en América Latina son incapaces de ejercer un realliderazgo político e ideológico, como sucede en medida importante, en las grandes sociedades europeas y en EEUU. Por eso, eldominio solo puede concretarse absolutizando el elemento coercitivo por sobre el elemento consensual; institucionalizando eluso de la violencia como norma permanente y sistemática de gobierno ; recurriendo a las formas más brutales de "terrorismode estado" en contra de las clases explotadas y dominadas y transformando los ejércitos en tutores y guardianes del sistemaopresor.

El grueso de la oficialidad latino Americana y Chilena sigue cursos de "especialización" y "perfeccionamiento" en escuelas yacademias militares Norteamericanas, donde son conformados mentalmente en una ideología rabiosamente anti-popular,antidemocrática y anti-nacional ; funcional, por cierto, a su rol de socios principales de la Santa Alianza del Dinero y las Armas.

Por otra parte, constituye una valiosa lección, derivada de nuestra experiencia reciente, el haber menospreciado las conquistasdemocráticas alcanzadas por nuestro pueblo. En virtud de su formalismo, tendimos en el pasado, a desconsiderar algunos logrosevidentes de la democracia liberal, que el socialismo no elimina, sino, por el contrario, profundiza y enriquece. La democraciaformal no es, por cierto, suficiente, es una democracia mutilada en numerosos aspectos, pero también muchos de susavances deben ser consolidados en el socialismo.

El problema, enmarcado en la denominada relación entre "democracia y socialismo", ha inspirado muchísimos debates yteorizaciones en el seno del movimiento revolucionario mundial. La forma específica en que él se resuelva es uno de losprincipales desafíos abiertos a la creación e inventiva revolucionaria y, por cierto, en el caso nuestro, constituye un aspectoinsoslayable del intento por formular un proyecto histórico - socialista y viable - para Chile.

La existencia en el país de lo que podríamos denominar una "situación democrática" fue valorada por la izquierda como unhecho natural, casi como un "dato de la causa". Permitiendo así, que en la lucha ideológica, pasara prácticamente inadvertido elrol fundamental que al movimiento popular le habla correspondido en la instauración y perfeccionamiento de las institucionesdemocráticas. El avance y extensión logrados por estas fueron - sin lugar a dudas - fruto de grandes luchas populares y, muy enespecial, consecuencia de nuestro propio emporio. Sin embargo, la incorrecta valoración de nuestra historia y de los heroicoscombates de la clase obrera y de los campesinos nos llevo, en una u otra forma, a confundir la crítica do las insuficiencias de lademocracia burguesa con el menosprecio a la existencia misma de formas democráticas de organización social.

La democracia, en el capitalismo, indudablemente genera una notoria falta de correspondencia entre la situación del individuo,en cuanto a objetos de relaciones de producción y en cuanto a ciudadano, titular de derechos políticos, formalmenteexpresados en el ordenamiento jurídico. Como productores, la abrumadora mayoría de la población se encuentra en situaciónde abierta desigualdad frente a la ínfima minoría, constituida por las clases propietarias.

Como ciudadanos, en cambio, disfrutan de un estatuto de aparente igualdad. Es este elemento el que otorga a la democraciaburguesa el carácter de "democracia formal". Ello no significa, sin embargo, que su formalismo sea absoluto y que por el hechode ser formal este completamente vacía de contenido.

De esta manera, es errado sostener que solo en las sociedades avanzadas, con largas tradiciones culturales, políticas einstitucionales, el hecho de la democracia sería fundamental, en tanto que en sociedades en proceso de desarrollo, losproblemas girarían en torno al imperativo de satisfacer las necesidades materiales más esenciales. Hasta hoy, la verdad es que

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no existen democracias casi en ningún país del llamado tercer mundo. Postulamos, sin embargo, que tanto en las sociedadesricas como en las sociedades pobres, el avance al socialismo debe estar ligado a la profundización de estructuras democráticas.

También una posición extensamente difundida en el seno de la izquierda y de nuestro partido, ha sido considerar a lademocracia y sus instituciones, solo como concesiones de la burguesía, mientras esta pueda ejercer su dominación a través detales mecanismos. La democracia es percibida, en dicha perspectiva, como una donación gratuita de las clases reaccionarias,prácticamente ajena al esfuerzo y lucha de la clase trabajadora y destinada, en último término, a esterilizar su impulsorevolucionario.

Nuestra historia reciente sirve de base solida para refutar esta visión mecanicista y fatalista. Los principios que sirven desustento a la democracia burguesa y constituyen el fundamento de su legitimidad, abren posibilidades innegables a las fuerzastransformadoras. No por casualidad la libertad de expresión, la libertad de asociación, la libertad sindical, las diversas garantíasciviles, la organización de los partidos políticos, la extensión del sufragio universal y otras, han sido conquistas alcanzadas dentrodel régimen democrático debido a la lucha de la propia clase trabajadora y a su vez pueden servir de armas poderosas paracontribuir a la sustitución del sistema capitalista. Ello mismo viene a confirmar la idea que la democracia, en determinadosmomentos de crisis social, adquiera, para las clases reaccionarias, una indudablemente connotación "subversiva".

Entre un estado burgués apoyado en una dictadura militar y el estado burgués basado en una democracia representativa, hayun abismo. Es incorrecto referirse, superficialmente, como dos formas de opresión iguales. La dictadura militar burguesa es elestado de guerra abierta en contra de las masas populares y no lo es un sentido simbólico, sino en su significado literal.

La lucha por la democracia - en nuestro país y en nuestro continente - se confunde con la lucha por crear condiciones sociales,políticas, culturales y económicas para su real y efectivo desarrollo y - en definitiva - se transforma en parte integrante einseparable de la lucha por el socialismo. La democracia, como la más alta forma de organizar la libertad, solo puede alcanzar suplena expansión en una sociedad socialista, donde los derechos y libertades, que en el régimen burgués suelen agotarse en laretórica de su enunciado, tienen la posibilidad efectiva de gozarse y ejercerse. Por esta razón, la lucha por la profundizacióndemocrática - en Chile y en América Latina - responde a una demanda histórica de nuestros pueblos, es la bandera de lucha deenormes masas humanas, urbanas y campesinas, oprimidas y explotadas del continente. A la inversa de lo que ocurre en lasviejas sociedades de la Europa capitalista donde, debido a las condiciones económicas, las burguesías lograron establecer unareal hegemonía cultural e ideológica, expresada en instituciones democráticas representativas, en América Latina, las clasesburguesas y oligárquicas, son impotentes para ejercer su dominación a través de un consenso democrático, fundado en unasuperior capacidad política e intelectual y necesitan - en consecuencia - de la violencia y del terror más extremo para mantenersu status de privilegios.

Por eso las banderas democráticas jamás han sido ni serán promovidas por las fuerzas reaccionarias y, muy por el contrario, es yserá la lucha de los pueblos, de las masas asalariadas del campo y de la ciudad, de sectores progresistas de las capas medias, deintelectuales y estudiantes, las que irán logrando ensanchar los espacios democráticos y avanzar al socialismo.

Todo este conjunto de ideas acerca de la vinculación entre "democracia y socialismo" nada tiene que ver con la ilusión de que elcambio social - especialmente en un país como el nuestro -podría llegar a ser el resultado de un idílico y progresivo desarrollodemocrático, el cual, incluso, garantizaría la plena expresión de la voluntad popular, cualquiera fuera su decisión. En el origenmismo del sistema democrático ha estado presente la violencia. La historia tiende porfiadamente a probar que el decursodemocrático no es simplemente pacifico. Las rupturas de distinto grado, las convulsiones, las crisis, las reacciones y contrareacciones, incluso los intentos putchistas, son parte indisoluble de su expansión y consolidación. Mientras existancontradicciones marcadas por la apropiación privada del producto social, las instituciones democráticas serán precarias yestarán expuestas a su destrucción. Es en relación a esta precariedad que debe medirse el uso de la violencia en defensa de lademocracia.

Por lo que respecta a la cristalización de la democracia socialista, como culminación del proceso de lucha delineado, esnecesario, desde el inicio, precisar ciertas cuestiones básicas. La primera, apunta a reafirmar la postulación del Partido, en ordena crear un Estado Socialista organizado en forma de "República Democrática de Trabajadores", expresión política acuñada poreste y que tiene un significado conceptual diverso al de "Dictadura del Proletariado". En esta materia nos parece inútil intentardisociar las diferencias existentes entre el concepto teórico y la práctica del mismo. Toda idea es, no solo una expresión verbal,

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sino la historia y evolución que, como idea viva, ella ha experimentado. En este sentido, la apreciación anterior no pretendeponer en tela de juicio la validez del análisis marxista clásico, sobre el carácter de clase del Estado y sus rasgos coercitivos, sinodistinguir claramente nuestra postulación ideal, de la concreción que el concepto teórico marxista de "Dictadura delProletariado" ha llegado a tener.

A nuestro juicio los problemas que presenta el desarrollo de la sociedad chilena no admite la aplicación de modelos recogidosde otras experiencias. La propuesta socialista, para nuestro país, debe valorar la necesidad de cautelar la expresión legítima,auténtica y plural del pueblo en la construcción del socialismo. En consecuencia, el gran objetivo de dar forma y contenido a laRepública Democrática de los Trabajadores, no se satisface en el puro ejercicio intelectual. Es ella una tarea que la propiapráctica ira contribuyendo a dilucidar. Requiere, además, por cierto, de la reflexión militante, aguda y lúcida. En esta ocasiónsolo nos limitaremos a señalar algunas ideas, que será preciso profundizar con Posterioridad. Hay, a lo menos, tres aspectosclaves en torno a los cuales debe irse configurando nuestra propuesta de "República Democrática de Trabajadores". El primerose refiere al nuevo agente histórico destinado a ejercer la función dirigente en la nueva sociedad. En este sentido, el proyectopropuesto debe partir considerando que ese sujeto es la clase trabajadora y el conjunto de sectores que han participado en laconquista de la hegemonía. Este sujeto colectivo no puede ser sustituido por un partido único, el cual ejerce, de manera directay exclusiva, el poder del Estado.

El segundo, se refiere al problema de la coerción en la "República Democrática de Trabajadores". Por cierto, en todo Estado deClase, e incluso en los casos en que el bloque dominante detente una efectiva hegemonía, existen mecanismos de caráctercoercitivo. Postulamos que en la "República Democrática de Trabajadores", dichos instrumentos coercitivos no debenidentificarse con el Partido, ni tener él la tuición directa sobre ellos. Es fundamental crear mecanismos democráticos ycolectivos de control de la coerción estatal.

Tercero, el concepto de "República Democrática de Trabajadores" debe fundarse en el ejercicio de la más efectiva democracia yexpresarse en el mas amplio despliegue de diversas formas de participación social, privilegiando, incluso, las posibilidades dedemocracia directa y de autogestión, sin perjuicio de reconocer, en una sociedad moderna, la necesidad de institucionesdemocráticos-representativas. La autogestión, la creación de formas de "poder popular", y de numerosas organizaciones,expresión de "democracia de base", constituyen como conceptos y en la propia práctica nuestra, ricas experiencias bases sobrelas cuales desarrollar nuestra propuesta.

TESIS CINCO: EL SOCIALISMO Y EL MUNDO CRISTIANO

Hay temas políticos que encuentran sus raíces principalmente en el pasado y otros, en cambio, que están asociados, en lofundamental, al porvenir. El tema de los cristianos y de su participación revolucionaria en la lucha por la democracia y elsocialismo es uno de estos últimos. Tal como la década de los sesenta presenció en Chile la consolidación de la unidad de laclase trabajadora y el crecer avasallador del movimiento popular, la década que se inicia habrá, pensamos, de caracterizarse porla relevante incorporación cristiana a la lucha anti-dictatorial y, más allá de ello, por el cambio social. No se trata, por cierto, deun fenómeno nuevo o recién iniciado. Ya a estas alturas, personalidades, grupos y organizaciones de inspiración cristiana, se hanincorporado a este combate; entre otras, la Izquierda Cristiana Chilena, cuyo aporte coherente y enriquecedor al conjunto de laizquierda no ha sido, hasta hoy, suficientemente valorado. Sin embargo, se trata ahora, como tema central de nuestro proyectohistórico, de impulsar y concretar una integración, no solo de organizaciones cristianas de vanguardia, sino de contribuir aconformar un fenómeno propiamente de masas, destinado a tener una influencia decisiva en la capacidad y potencialidad delucha de las fuerzas socialistas y, aún más, en la sociedad socialista que aspiramos juntos construir. Nuestra convicción profundanace del hecho de que una estrategia destinada a dar vida a una Sociedad nueva, libre de alienación, no puede fundarse,exclusivamente, en una tradición socialista marxista. Debe recoger otras experiencias y ser el fruto de un aporte plural, donde elpensamiento cristiano latinoamericano y, más que ello, su práctica de lucha, ocupe un importantísimo lugar.

No nos parece exagerado sostener que hasta hoy, las organizaciones políticas de inspiración-marxista, no poseen una claraconcepción sobre cómo enfrentar el fenómeno cultural, ideológico y político representado por la presencia cristiana en la luchasocial. Los esquemas existentes han pecado de cierta estrechez, cuando no de un dogmatismo paralizante, como instrumentosde análisis útiles para diseñar una acción eficaz. El fenómeno cristiano esta solida y profundamente enraizado en la concienciapopular latinoamericana. América Latina es, sin duda, el continente donde la Iglesia Católica posee su mayor fuerza relativa en

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término de adhesiones e influencia y constituye una institución con extenso apoyo y honda cimentación en la base del pueblo.No resulta aventurado sostener, en consecuencia, que difícilmente habrá avance hegemónico socialista, sin resolvercorrectamente la cuestión cristiana y sin la activa y central participación de contingentes cristianos en la construcción delsocialismo. Posiciones cristianas y socialistas no constituyen necesariamente expresiones antagónicas, por el contrario,complementarias en importante áreas, según sea la forma en que cada individuo concibe, por una parte, el rol de la Iglesia y porotra, aprehende la teoría marxista.

Durante largas décadas, por no decir durante la secular historia republicana de Chile y, con mayor razón, de América, la IglesiaCatólica ha legitimado el dominio y explotación de las clases reaccionarias. La identificación, durante un largo período, entreIglesia. Católica y Partido Conservador, - y en América Latina, entre Iglesia Católica y dictaduras oligárquicas -obedeció a unfenómeno de este carácter. El proceso de ruptura de esa identificación v, más en general, con el sistema capitalista dedominación, ha tenido un largo y difícil camino y en él han incidido elementos externos e internos. La Iglesia, además, hasufrido, a partir del Concilio Vaticano Segundo, una evolución universal de significativa trascendencia, con particular expresiónen el desarrollo de la Iglesia Latinoamericana, como ha quedado en evidencia en sus Conferencias Episcopales de Medellín yPuebla.

En Chile, por otra parte, el desarrollo temprano de las ideas social-cristianas y las experiencias de la Iglesia, durante losgobiernos de la Democracia Cristiana, de Salvador Allende y dictador Pinochet, han contribuido a que la conciencia de crecientessectores cristianos sobre los problemas sociales y políticos, sea más clara y comprometida.

Desde cierto punto de vista, la masiva participación de cristianos en la lucha y construcción del socialismo constituye paranosotros una necesidad, si queremos hacer del socialismo una real opción de cambio, que cuente con la adhesión de la granmayoría del pueblo. Desde otro punto de vista, la participación cristiana en la construcción socialista, ha dejado de ser unfenómeno que dependa de nuestra voluntad, que podamos admitir o no, incentivar o no. No son los marxistas los que"autorizan" e los cristianos a participar y luchar por una opción de transformación social. Son los cristianos los que asumen esederecho, en igualdad de condiciones, en Chile y en toda América.

Las masas e instituciones cristianas han pasado a desempeñar un nuevo rol en América Latina. Este hecho constituye el cambio,tal vez de mayor interés, profundidad y proyección registrado en la correlación de fuerzas en el continente, en los últimos años.Mientras hasta ayer la Iglesia fue uno de los principales legitimadores ideológicos de la opresión, asociando la cruz a la espada,hoy la espada y la cruz se encuentran en fronteras distantes, y casi como las fuerzas armadas, desnacionalizadas, serviles yrepresivas, constituyen el principal sostén del status, la Iglesia comienza a reflejar de manera creciente, la rebeldía de losdesposeídos y explotados. En la América Latina de hoy se derrama sangre de cristianos que se baten por los pobres y oprimidos.Ya no es solo Camilo Torres, es el Arzobispo Romero en El Salvador, es Espinal en Bolivia, decenas de sacerdotes asesinados enCentro América, en El Salvador, en Guatemala, miles de cristianos torturados, perseguidos y exilados. Ellos constituyen soloparte del gigantesco fermento revolucionario latinoamericano y son solo algunas de las víctimas de esta guerra no declarada,pero más cruel y terrible que una guerra convencional, entre las clases reaccionarias y sus pueblos.

En nuestro Chile, las anticipaciones progresistas del cura Vives, del obispo Manuel Larraín, de Alberto Hurtado, o de Rafael LuisGumucio, constituyen importantes antecedentes de la situación actual. La Iglesia chilena también está cambiando, es unproceso en curso ciertamente, no ha terminado. La labor de difusión, reflexión y crítica de la revista Mensaje, la acción de laVicaría de la Solidaridad, los programas de la Pastoral Obrera, constituyen todos fenómenos de interesante y larga proyección, alos que no podemos observar indiferentes. Por el contrario, debemos acogerlos como signos de un cambio estratégicamenteconvergente, entre los marxista que luchamos va- la construcción de una democracia socialista y los cristianos que alientan sulucha al calor de una inspiración ideológica distinta, pero hacia objetivos similares.

¿Hasta qué punto la ideología cristiana podrá trascender a la ideología burguesa y constituirse en ideología realmente derenovación moral y de liberación social? ¿En qué medida el humanismo marxista y el humanismo cristiano podráncomprometerse en una estrategia común de transformación real de la sociedad? Las respuestas a estas interrogantes crucialesaun no están dadas. Se trata, como lo hemos expresado, de un proceso. Por el momento solo podemos constatar la existenciade tal proceso de creciente identificación entre la bicha de los cristianos y la lucha de los pueblos, por satisfacer sus necesidadesmás elementales y por el respeto de los derechos humanos más fundamentales. Su satisfacción de las "Necesidades

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elementales" y del respeto de los "derechos humanos, fundamentales" son dos objetivos imposibles de conseguir dentro de lasactuales sociedades latinoamericanas. El logro de estos objetivos exige una ruptura revolucionaria con el sistema socio-económico vigente. Y así ha ocurrido en la realidad. Por lo domas, la originalidad de la conducta de estos grupos cristianos noproviene de una teoría propia del cambio social, - que por el momento no existe - sino de la identificación - cada vez mayor - decristianos con la lucha misma del pueblo, en la práctica concreta de la vida.

Cuando se habla del fenómeno cristiano es preciso distinguir, a lo menos, tres instancias: la Iglesia Católica y demás iglesiascristianas ; las organizaciones políticas de inspiración cristiana ; y el "mundo cristiano", es decir, un sin número de instituciones uorganizaciones de cópula y de base, participantes e integrantes activas de la sociedad civil, que agrupan un importantísimocontingente ciudadano.

Esta distinción, no obstante, no es absoluta. En muy diversos aspectos y niveles estas tres instancias se interrelacionan yconectan entre sí, especialmente en el caso de las dos últimas, constituyendo una cierta representación política del fenómenocristiano y de su expresión social organizada. No es, pues, posible definir politices solo en relación a una de ellas, sin consideraral resto.

En relación con la Iglesia ha existido una cierta tendencia a considerar sus actividades como si fueran las de un partido político,olvidando su modo específico de acción social. A través de ella, la Iglesia se expresa en esferas diversas de la sociedad civil,configurando, no sin contradicciones planteamientos que han adquirido un significativo poder de convocatoria. La Iglesia, sujerarquía, y las diversas expresiones establecidas para su acción evangélica y la entrega del mensaje de Cristo, no pueden serdisociadas. Solo un correcto análisis, que parta de la consideración de la Iglesia como globalidad y no como parcialidad de "loterreno" y de "lo no terreno" puede facilitar una justa acción por parte nuestra.

Es en ese contexto en el que es preciso analizar las ambigüedades y contradicciones en el comportamiento de la Iglesia Chilenadurante la dictadura, balance, que con todo, tiene un saldo indudablemente positivo. También, en ese contexto, es precisodefinir criterios sobre los derechos de la Iglesia en nuestro proyecto socialista. Por el momento solo podemos avanzar, deacuerdo con una visión del mundo más crítica y dinámica, nuestro pronunciamiento por un Estado Laico, contrario, enconsecuencia, al de un estado confesional, así como también al de un estado anticlerical, en suma, ni teísta ni anti-teísta.

En relación con la Democracia Cristiana, ya nos hemos pronunciado en otro capítulo, acerca de la posibilidad y urgencia dedesarrollar acciones comunes en la base social y en la lucha misma.

Es, por último, en el dominio del llamado "mundo cristiano" donde nuestra acción pueda ser más eficaz y receptiva. No hay allítrabas de tipo institucional ni prejuicios de carácter propiamente político, como sucede con la Iglesia institucional o laDemocracia Cristiana.

Nuestro mensaje debe ser escuchado en el seno de la propia Iglesia y nuestras ideas y propuestas debieran ser parte legítima delos procesos de discusión y debate que se dan dentro del "mundo cristiano".

La temática cristiana - por su gravitación, importancia y complejidad, exige del Partido un esfuerzo superior de comprensión yestudio y es uno de los grandes capítulos de trabajo y lucha del próximo período histórico. Concretamente en Chile, el Partidodebe privilegiar la búsqueda de una convergencia con sectores cristianos de avanzada. La experiencia histórica reciente hapuesto en evidencia el importantísimo papel que la instrumentación de clase de los valores cristianos desempeña en laarticulación del bloque ideológico dominante. Por otra parte, debemos valorar la resuelta conducta asumida por la IglesiaCatólica en defensa de los derechos humanos y, más allá de ello, la heroica actitud de decenas de sacerdotes católicos quepagaron con la tortura e incluso con la vida, su compromiso evangélico. Ello nos está indicando que existe un ancho campo deconvergencia entre su misión evangelice y nuestra misión liberadora del hombre y de la sociedad. Un objetivo de estanaturaleza nos exige un gran esfuerzo de creación política, de análisis y estudio de los elementos de renovación subyacentes enlas posiciones auténticamente cristianas; nos obliga a hacer un diagnostico objetivo en los cambios producidos al interior de lasmasas cristianas y de la propia Iglesia Católica y, por cierto, revisar el sectarismo latente en nuestras posiciones. Por lo demás elcombate por la transformación revolucionaria de la sociedad está vinculado indisolublemente a une renovación, tambiénrevolucionaria, de los valores culturales y morales que sirven de sustento a la actual sociedad. Por razones económicas, políticasy también éticas, resulta imposible compatibilizar el aumento en los miserables niveles de vida de las clases trabajadoras - y en

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general de las masas latinoamericanas - con el derroche, la corrupción, el lujo, la ostentación, el gasto en armas y los privilegiosde todo orden, de las clases oligárquicas y burguesas. Es espacial.-mente en esta lucha también de carácter moral, dondenuestros proyectos más convergen.

La vida política chilena no alcanzó a despojarse de la carga polémica heredada del siglo XIX y de los comienzos del siglo XX,proveniente de sectores laicos y de una iglesia parapetada tras posiciones conservadoras e integristas. En mayor o menormedida los partidos de la clase trabajadora fueron sucesores naturales del laicismo masónico, elemento importante en laproblemática ideológica de la sociedad chilena durante muchos años. A su vez, la Iglesia no podía escapar a un fenómenosimilar, visualizando a la izquierda como una amenaza a la fe religiosa, a su concepción de la sociedad y del mundo y a su propiaseguridad institucional.

Los fenómenos políticos de los últimos años - el surgimiento de importantes movimientos políticas de raíz cristiana, la victoriade la Unidad Popular y su opción de gobierno y, posteriormente, el entronizamiento de la dictadura militar del gran capital, hanmarcado un punto de inflexión en la actitud de las masas cristianas frente al acontecer social. Dicha toca de conciencia, gestadalentamente en años anteriores, ha continuado desarrollándose y constituye un proceso de enorme trascendencia. Ese proceso -la sensibilización y toma de conciencia de las masas cristianas ante la problemática social y la tendencia a asumir opciones demayor justicia y equidad - tendrá un significado cualitativamente diverso en cuanto seamos capaces de superar los prejuicios delpasado y de actuar en conformidad a una política de principios, impregnada de modestia y honestidad, que contribuya a ampliarlos horizontes de la conciencia cristiana, ofreciendo vías de realización a sus ideales humanistas y a sus aspiraciones morales.

TESIS SEIS: EL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE, LAS FUERZAS ARMADAS Y LA VIOLENCIA

Una de las insuficientes teóricas más serias de la izquierda chilena, y dentro de ella, del Partido Socialista, ha estado constituidapor su incompleto análisis, comprensión y definición del rol de las Fuerzas Armadas en la sociedad Chilena. Indudablemente,ante tan crucial factor, la izquierda adopto posturas, a veces exageradamente ideologizantes, y otras, simplemente defensivas.

En las últimas décadas el país vivió un amplio y extenso proceso democratizador, que no alcanzó a penetrar en los cuarteles.Este proceso abarco instituciones políticas, estructuras sociales, escuelas y universidades, valores culturales y hábitosciudadanos. La profundización de la democracia chilena, aun siendo insuficiente, permitió un extraordinario avance de lasfuerzas de la transformación y el cambio. Pero para la burguesía y el imperialismo la democracia resulto ser negativa. Por ello,desde la Segunda post-guerra el diseño imperialista para América Latina estuvo orientado fundamentalmente a lograr el controlde las Fuerzas Armadas, a través de una tupida red de "Pactos Militares", y "Convenios de Ayuda Recíproca", que las fueronsucesivamente desnacionalizando y convirtiendo en simples tutores delegados del imperialismo norteamericano. Por lo mismo,la historia latinoamericana ha registrado una permanente contraposición entre pueblo y ejército.

Aun cuando la evolución de las Fuerzas Armadas chilenas fue diversa y cultivaron - sin escapar absolutamente al cuadro general- tradiciones nacionales de obediencia al poder civil, de independencia y profesionalismo, la izquierda chilena no logrosobreponerse a una apreciación fatalista sobre el rol retardatario desempeñado por los ejércitos en el continente, lo queinhibió su capacidad para elaborar una política correcta en relación a ellos. Por otra parte, la excesiva "ideologización" desectores importantes de esta izquierda, determinaron una actitud negativa y defensiva, que anuló toda acción política directa enrelación a los institutos armados y renunció desde un comienzo a dar la lucha por su real democratización. De esta manera, lasFFAA constituyeron, en la práctica, la única institución chilena acerca de la cual la izquierda se mantuvo ausente en sus análisis yen sus planteamientos políticos, con lo cual permanecieron inmunes frente al vasto proceso democratizador que caracterizó laevolución del país durante los últimos 40 años. Esfuerzos muy puntuales, efectuados sobre todo por dirigentes del socialismochileno, no son suficientes como para negar la validez de la evaluación general.

La precisa y planificada ofensiva norteamericana, el proceso de creación y difusión general de la doctrina denominada de la"Seguridad Nacional", la asunción por parte de las Fuerzas Armadas del rol de guardián último de los intereses reaccionarios ydel orden imperialista continental, encontró una izquierda esquemática, poco creativa, incapaz de librar una lucha en todos losterrenos - y por cierto, en el ideológico, cultural e institucional - por aprovechar todos los espacios que ofrecía el elevado niveldemocrático alcanzado por las instituciones chilenas. La coyuntura actual y el período venidero nos obligan hoy a asumir estaresponsabilidad histórica.

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Indudablemente, la lección más importante, significativa y dramática de nuestra reciente experiencia revolucionaria fue laincapacidad en que nos encontramos de asumir la legítima defensa armada del proceso. Una vez más se comprobó como lasclases dominantes recurren al terrorismo más extremo y criminal cuando perciben cuestionado su poder de clase. Así fue enChile. La reacción y los generales traidores, en especial Pinochet, pretendieron crear una colosal impostura histórica, parajustificar el Golpe de Estado del 11 de septiembre, para lo cual falsificaron burda y groseramente los hechos, inventaronmentiras inconcebibles, como la del plan Z, discurrieron infames imputaciones. Ellos mismos se encargaron -con posterioridadde contradecir sus propios falsedades e infundios. El libro de Pinochet, entre otros, es el más elocuente testimonio de lo dicho,no solo en cuanto nos ofrece el auto-retrato de un hombre mendaz, solapado, cobarde e ignaro, sino además., por el cúmulo deadulteraciones, mentiras e imposturas, montadas para defender lo indefendible, para demostrar lo indemostrable : el caráctertotalitario e inconstitucional del gobierno de Salvador Allende. La única gran verdad histórica que puede deducirse de estoshechos obscuros y sangrientos, es que todo verdadero empeño de transformación social y de renovación de los valores moralesy culturales de una nación, conlleva el riesgo inminente del uso de la violencia más brutal y cruel por parte de las clasesprivilegiadas, y para ello deben estar preparadas las clases explotadas.

Y este riesgo es mucho mayor, por no decir insuperable, en nuestro continente. La violencia constituye un signo trágico ysiempre permanente en la vida latinoamericana.

Ella subsistirá mientras subsista la explotación inicua, la discriminación y la miseria. A las demandas de justicia de los pueblos, ala rebeldía de los trabajadores y estudiantes latinoamericanos, la reacción ha respondido y responde con el "terrorismo deEstado", con una de las olas represivas más sangrientas de la historia del continente. Cada do que transcurre, son miles de mileslos asesinados, se incrementa la falange inmensa de perseguidos, torturados, desaparecidos y exiliados.

La mantención, con reformas marginales o sin ellas, del actual statu quo, requerirá de regímenes cada vez más autoritarios yrepresivos. La entronización institucional de las Fuerzas Armadas en los gobiernos del continente, será la tónica de la década, enla medida en que los ejercitas de nuestros países están educados y adiestrados en la concepción imperialista de la "guerrainterna". El presente diseño de dominación transforma, a las fuerzas armadas en el núcleo básico del modelo, les entrega un roldecisivo, son la reserva principal del imperialismo y de las burguesías. Ayer era la Iglesia Católica quien ejercía, a través deldominio de sus ideas, un rol privilegiado en la defensa del status. Hoy son los ejércitos quienes asumen este papel. La Iglesia, encambio, se enfrenta cada vez más con la injusticia y la opresión.

Las fuerzas armadas chilenas han demostrado, por su parte, no ser la excepción que parecía. Al igual que el resto, son unejército formado en una ideología profundamente reaccionaria, elitista y racista, educado cara convertirse en "enemigo" de supueblo. El régimen pinochetista, ha terminado por despojar a las Fuerzas Armadas Chilenas de valores y tradiciones gloriosas delpasado y del espíritu democrático que animó a muchos de sus hombres, entre otros, los generales Schneider y Prats. Cada díamás las nuevas generaciones militares son forzadas a alimentarse intelectualmente con el detritus ideológico del imperialismo ya cultivar valores antidemocráticos. Su educación en sus "Escuelas Militares" y en las "Escuelas Anti-subversivas de Panamá", losha formado en una ideología nacionalista y reaccionaria, tan anti-intelectualista como anti-liberal ; sus concepciones sonelementales, ajenas a una visión coherente, moderna y progresista del mundo contemporáneo ; imbuidos en el espíritu de laguerra fría, son anti-marxistas viscerales ; sus valores morales se hayan profundamente distorsionados, pueden asesinar,torturar y realizar las mayores perversiones, todo ello en nombre del "honor militar" y de la civilización "Cristiana Occidental" ;para ellos no hay contradicción entre el crimen cobarde y a mansalva y la "hombría militar".

Esta es el material humano a través del cual el imperialismo y los grupos monopólicos ejercen su actual dominación de clases yel que debemos transformar, en una larga y paciente tarea, para hacer del Soldado de Chile, un ser humano, generoso, solidarioy verdaderamente patriota.

En el marco de la situación concreta de Chile y de su ubicación geográfica, la historia de su pueblo lo impulsa a volcar susesfuerzos hacia una relación crecientemente estrecha con sus países vecinos, miembros de la gran comunidad latinoamericana yhacia el continente en su conjunto. Por otra parte, las relaciones problemáticas de los pueblos latinoamericanos, el enormepoder del imperialismo, convierten en imperiosa la vocación de unidad, de integración en todos los niveles, de búsqueda dedefiniciones, en una lucha común por libertad, autonomía, desarrollo y justicia. Esta ha de ser la línea central que defina nuestraidea de Chile como nación.

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El Partido Socialista, en consecuencia, debe definir su política frente a la seguridad nacional, como una política esencialmentedefensiva, no agresiva, fundada en los valores de la paz, de la cooperación, de la fraternidad de los pueblos y de la unidad. Almismo tiempo, no debe reducir el concepto de seguridad nacional a las solas fronteras geográficas de nuestro territorio. Es engeneral nuestra soberanía, en sus diversos dominios, la que está amenazada y, la que esta diariamente agredida, por lavoracidad del capital transnacional, que explota materias primas, fuerza de trabajo y factores productivos, pervierte la cultura ylos valores de la Nación, con el propósito de incrementar aun más sus ganancias.

Concebimos, pues, la política de "Seguridad Integral de la Nación Chilena", como sustancialmente diferente e la denominada"Doctrina de la Seguridad Nacional", que impera hoy en buena parte del continente. Esta doctrina transforma a los ejércitos en"enemigas" de sus propios pueblos, con lo cual, de paso, modifica radicalmente los conceptos tradicionales de: "guerra";"enemigo" y de delitos como "traición". Para este "nuevo ejército" existe una "nueva guerra" : la "guerra interna", una guerralibrada contra su propio pueblo, no contra un enemigo externo ; guerra que por su lógica está destinada a prescindir de las"leyes de la guerra" ; que permite exterminar físicamente a sus "enemigos" y recurrir a las peores violaciones de los derechoshumanos, exclusivamente por razones ideológicas. "El enemigo" pasa a ser a su vez, de acuerdo con esta nueva versión de laguerra, "el propio connacional", con lo cual - de paso - se vulnera el espíritu y la letra de la legislación vigente, puesto que paraella no existe este nuevo enemigo, "el enemigo interno" y, en consecuencia, pierden su razón de ser las garantías propias de los"prisioneros de guerra". Y por último, la "traición" deja de ser un delito contra la Patria y el Estado, para transformarse en unexclusivo "delito ideológico", contra un gobierno y no contra un estado, como era la norma constitucional y es la normainternacional.

Todas estas aberraciones, que repugnan a la lógica más elemental y que, sin embargo, tienen su lógica, importan un cambioradical acerca del rol de los ejércitos en América Latina y, en los hechos, los ha transformado en "el partido político armado de laburguesía" y en "Guardia Pretoriana" de las grandes empresas transnacionales.

En estas circunstancias, el problema de la "Seguridad Integral de Chile" debe ocupar un lugar destacado en la propuesta políticay social a impulsar. En lo esencial, ella debe definir una doctrina específica que compatibilice la seguridad global de Chile con ellibre ejercicio de la voluntad soberana del pueblo. Para este existe hoy un doble enemigo: Uno potencial, el ejército extranjero;uno real y actual, el ejército propio.

Ninguna democracia será duradera en Chile si no se define un concepto de "Seguridad Integral del País" compatible con elejercicio irrestricto de la democracia y, al mismo tiempo, ningún mecanismo de seguridad será realmente democrático si no escontrolado por la voluntad del pueblo. Quien aspire, en Chile, a una democracia "protegida" por las Fuerzas Armadas, no aspiraa la democracia, sino a una impostura. Quien pretenda constituir una fuerza "supra-popular", por encima de la voluntad delpueblo, facultada para torcerla o rectificarla, no es realmente democrático. Por lo mismo, toda fuerza política y social tiene laobligación de pronunciarse frente a este aspecto cardinal e insoslayable. Nadie puede, honestamente, luchar por lareconstrucción de un régimen democrático, sin precisar sus conceptos frente al problema de la organización y funciones de susFuerzas Armadas.

El cumplimiento copulativo de las condiciones de "Seguridad Integral de Chile" y de "Defensa de sus institucionesdemocráticas", requiere de Fuerzas Armadas democráticas, nacionales y populares. Democráticas, en su origen, organización einserción en la sociedad chilena; nacionales, en su vocación exclusivamente orientada a la defensa de los intereses de Chile y ensu independencia conceptual y operativa; populares, en cuanto constituyan parte del pueblo, se identifiquen con él y el pueblose identifique con ellas y logren incorporar a la masa de la población, en formas diversas, a la común tarea patriótica desalvaguardar el interés nacional. Avanzar más allá de estas definiciones de principio es un imperativo del momento y delpróximo periodo. El Partido Socialista aspira a hacerlo y a promover a nivel de todos sus militantes, del conjunto del movimientopopular y de toda la población chilena, el estudio, reflexión y debate sobre los temas planteados. La redefinición de las FuerzasArmadas es un pre-requisito indispensable y condición sine qua non en el proceso de liberación de Chile.

Debemos iniciar un gran debate de desmitificación de la profesión militar, rompiendo el carácter de tabú que ha tenido hasta elpresente. El Partido Socialista deberá plantear, como tarea nacional, de masas, el debate acerca de cómo crear "FuerzasArmadas Democráticas". Debemos elaborar una concepción coherente del sistema de defensa de la Nación, de los interesesestratégicos del Estado Chileno y de la estructura y carácter de las Fuerzas Armadas. Inspirados en la idea de afianzar al pueblo

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como factor militar, consideramos imperioso formular una doctrina militar, que sea resultado de la participación creadora detodas las fuerzas políticas y sociales anti-dictatoriales. En ella, necesariamente deben estar presentes los sectores de las FuerzasArmadas que, desde un primer momento se hayan opuesto a los mandan anti-democráticos y totalitarios, así como aquellosque, de manera objetiva, sumen sus esfuerzos al combate democrático. De enorme valor técnico y moral será el aporte que, enla formulación de esta política, podrán entregar los Miembros de los institutos armados que, en prisión o en exilio, hanevidenciado un real compromiso con los mejores valores de nuestra nacionalidad.

El monopolio de las armas en manos del bloque burgués-imperialista no puede ser una situación aceptable para nadie queaspire a una democracia real. ¿Cómo se podría concurrir honestamente a una confrontación democrática de ideas ypropuestas, si un sector que participa en ella se reserva el derecho exclusivo de recurrir a la violencia armada en caso de serderrotados?

Nuestra respuesta a tan crucial interrogante debe apuntar a una doctrina que permita, simultáneamente, garantizar la defensade Chile como Estado soberano y el justo derecho de su pueblo a decidir su destino, sin estar sujeto a la coerción, real opotencial, de una clase, que por detentar el control monopólico de los aparatos represivos, indefectiblemente ejerce de facto elpoder. El ejército goza de un privilegio exclusivo, de un monopolio estatal, del monopolio de las armas y, en consecuencia, deluso institucional de la violencia. En Chile este monopolio es doble: el monopolio de ser hoy el único partido político autorizado yel monopolio de usar "legalmente" las armas. En estas condiciones nadie puede pretender, que por una parte, se perita a losInstitutos Armados transformarse en partido político, y por otra, se prohíba a los partidos políticos usar armas en defensa de losderechos del pueblo. Resolver esta contradicción básica constituye una condición indispensable para el retorno a unademocracia auténtica.

Hasta ayer, el recurso a la violencia fue en nuestro país un problema más bien teórico. Hoy, es un trozo dramático de nuestravida de nación. La figura inmortal de Salvador Allende, luchando junto a un puñado de combatientes en el palacio de lospresidentes de Chile, ha pasado a ser símbolo universal de entereza, de lealtad al Pueblo y a las propias convicciones, perotambién símbolo elocuente de la violencia criminal de las clases reaccionarias. El ejercicio terrorista del poder por parte de losusurpadores golpistas constituye una demostración irrefutable de como la violencia ha sido y es el recurso último de las clasesdominantes cuando ven cuestionados su poder. Ello pone al desnudo la grosera impudicia de quienes, no solo utilizan "lasarmas" de toda la sociedad para defender sus privilegios minoritarios, sino, además, osan impugnar el derecho del pueblo, de laabrumadora mayoría, al uso de estas mismas armas, en legítima defensa de su vida y sus derechos. Desde un punto de vistapolítico, moral y filosófico, incluyendo por cierto el de los cristianos, resulta innegable el derecho del oprimido a rebelarsecontra el tirano. Este es no solo nuestro derecho sino nuestra obligación.

TESIS SIETE: LA VISION INTERNACIONAL DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE

El Partido Socialista ha aspirado siempre, desde su nacimiento, a una definición propia y autónoma, en materia internacional. Laempresa no ha sido, ni es fácil. Resultaría más cómodo buscar una adscripción internacional, reconocerse en determinadacorriente u organización política que sirva de referente básico, sino único, para la definición de una conducta internacional. Porotra parte, una definición independiente, aparte de las dificultades de formulación, es la postura menos ventajosa paraparticipar de la ayuda y solidaridad internacionales. Por ser una posición no comprometida, al margen de las definiciones fácilesarriesga, en un mundo esencialmente polarizado, ser considerada con desconfianza tanto por unos como por otros.

A pesar de ello, la posición histórica del Partido debe mantenerse, permaneciendo no adscrita formalmente a las grandesorganizaciones internacionales, en las que participan lo mayoría de las fuerzas políticas, de orientación socialista,socialdemócrata, comunista y demócrata cristiana.

Ello no obsta a que, sobre la base de nuestra definición internacionalista, abierta y no sectaria, mantengamos leales y sólidasrelaciones de intercambio y cooperación con fuerzas políticas que luchan, al igual que nosotros, por la democracia, el socialismo,la autodeterminación de los pueblos y la paz, y en contra de toda forma de dominación y explotación imperialista, colonial,neocolonial o racista.

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Por lo demás, una objetiva evaluación de nuestra experiencia histórica indica que nuestra posición de amplitud y noincondicionalidad ha sido acertada. El Partido siempre ha mantenido la más amplia red de relaciones - especialmente enAmérica Latina - con partidos y organizaciones diversas, socialistas y comunistas, con movimientos revolucionarios y deliberación nacional, contraponiendo un internacionalismo, solidario y amplio, a concepciones a veces limitadas delinternacionalismo proletario. Hoy, esta concepción limitado del internacionalismo está siendo modificado y comienza aaceptarse, por el propio movimiento comunista, la idea de un internacionalismo sin discriminaciones.

Asimismo, nuestra posición autónoma, en orden a salvaguardar la independencia y el libre albedrío de cada organización políticapara elaborar sus líneas estratégicas y tácticas, ha terminado, al menos formalmente, por imponerse dentro del propiomovimiento comunista. Destacamos la evolución señalada, no solo por su carácter positivo, sino, además, porque ella viene aconfirmar como posiciones independientes, elaboradas hace años por los socialistas chilenos, han sorteado con éxito laprueba de la vida.

Estos hechos nos llevan a la necesidad de perseverar y reforzar nuestra posición de autonomía, comprometida y crítica, basadaen el principio de que en la actual pugna mundial no aceptamos adscripciones incondicionales de ningún tipo, ni a determinadosEstados ni a determinados Partidos ni a determinadas organizaciones internacionales y nos definimos tan solo por el socialismo,la democracia, la auto-determinación de los pueblos y la paz.

La reafirmación de nuestra autonomía no debe conducirnos, sin embargo, a un orgulloso e infecundo aislamiento. Al contrario,debe impulsarnos a desarrollar con mayor confianza, eficacia y decisión, un espectro más amplio y sólido de relacionesinternacionales. Ciertamente la dispersión geográfica de los militantes, la exposición de una parte de nuestro activo humano aexperiencias políticas y sociales tan diversas, hacen al Partido, hoy más que ayer, permeable a distintas influencias. El Partido nopuede pretender vivir en un vacío aséptico. Por el contrario, debe vivir inmerso en los grandes hechos de la vida internacional yextraer de allí sus enseñanzas. En este sentido, constituye un grave error atribuir a la experiencia política del exilio un carácterdiversionista y negativo. La enorme mayoría de los militantes ha ampliado su visión del mundo, ha enriquecido su comprensiónde los problemas universales y ha reafirmado con mejores argumentos nuestras posiciones en el plano internacional.Precisamente la tarea del Partido, como expresión de una reflexión y una voluntad política colectiva, es ser capaz de sintetizartoda esta riquísima y variada diversidad de experiencias, en beneficio de Chile y de su transformación. Es esta la actitud quedebe asumir el Partido frente a la actual época histórica y a la coyuntura internacional específica por la cual transitamos.

Tres grandes fenómenos históricos han marcado indeleblemente nuestra era. El primero, la aparición de un hecho social nuevo:"las revoluciones socialistas". Se trata de un tipo antes desconocido de revolución social, protagonizada por nuevos agentessocio-políticos, generados por el desarrollo capitalista y por la dominación colonial, bajo la inspiración ideológica del marxismo.Ellas inauguran una nueva fase del desarrollo humano, caracterizada por la superación de las relaciones sociales capitalistas ypre-capitalistas, mediante la instauración de un nuevo orden de vida, basado en diversas formas de propiedad social de losmedios de producción y en la dirección planificada de los procesos económicos fundamentales. Las revoluciones socialistas -preciso es señalarlo - no verifican la previsión marxista clásica. No ocurren en países capitalistas avanzados, sino en formacionessociales pre-capitalistas, con fuertes componentes feudales y de capitalismo mercantil. Y por el contrario, es en las grandessociedades industriales donde el sistema capitalista muestra una mayor plasticidad, capacidad de adaptación y resistencia alcambio. Por esto, en los países donde el capitalismo ha alcanzado su más alto grado de desarrollo, es donde las fuerzasrevolucionarias enfrentan las mayores dificultades para definir una "vía propia" y adecuada para transformar la sociedad. Elcapitalismo ha sabido reaccionar, con mayor vitalidad de la prevista, frente al desafío representado por estos grandes procesosrevolucionarios, la lucha mundial anticolonial, profundas crisis y dos guerras mundiales, consolidándose en las ultimas décadas,bajo la hegemonía norteamericana y del nuevo modelo monopólico multinacional.

El sistema surgido de las revoluciones socialistas, no es ajeno, a su vez, a procesos contradictorios y críticos. Por una parte, elenorme significado de la Revolución Rusa estriba en haber constituido una ruptura histórica, de proyecciones insospechadas,con todo un pasado de la humanidad y, a su vez, haber influido decisivamente en el curso ulterior de los hechos, pasando a serun factor determinante en la liberación de decenas de pueblos y de enormes masas humanas, explotadas por el colonialismo,el neocolonialismo y el racismo, al punto de marcar el inicio d una nueva época histórica. No podemos sino saludar en larevolución de los soviets un cambio radical en la correlación de fuerzas internacionales, producto de la constitución de unaenorme área geográfica y humana, donde prevalece un nuevo agente histórico, el proletariado y un conjunto de clases, hasta

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ayer dominadas y oprimidas. Ello permitió además el gigantesco proceso de descolonización, hizo posible la histórica derrota delfascismo y ha impulsado - en términos generales - una política de paz y coexistencia pacífica consecuente.

Con igual objetividad debemos lamentar la presencia de graves deformaciones, la principal de ellas el fenómeno del estalinismoy el burocratismo y la existencia de restricciones a las libertades individuales y a los derechos humanos.

Por otra parte, el positivo término de la etapa estalinista trae consigo un proceso de lenta y progresiva ruptura del monolitismoque lo caracterizó. Ella se expresa especialmente en el plano político-ideológico. El surgimiento de una fecunda reflexión teórica,de inspiración marxista, prácticamente clausurada en el seno del movimiento comunista durante la época de Stalin, abre nuevasperspectivas al desarrollo de este. El denominado "eurocomunismo" es un fenómeno típico de este "deshielo intelectual". Sinperjuicio de su especificidad europea, es preciso destacar como muy positivos diversos elementos, aportados a la discusióngeneral, tales como la revalorización de una "vía nacional" al socialismo, "la autonomía" de los partidos obreros, avancessignificativos en la comprensión del carácter del Estado y de la Sociedad y otros acerca de la teoría del partido. Al mismo tiempo,la reflexión eurocomunista ha concluido de legitimar una actitud crítica frente a las experiencias del "socialismo real", y hacontribuido eficazmente a que no se catalogue simplemente de "anticomunista" a quien disiente.

Un segundo fenómeno característico de nuestro época está constituido por el grandioso proceso descolonizador, por lasgrandes guerras de Liberación Nacional. Estas han tenido lugar en un contexto de aguda rivalidad y competencia entre los dossistemas mundiales, el socialista y el capitalista, y como consecuencia de ello, han planteado dos opciones distintas a los paísesemancipados: una, basada en un modelo de revolución anticolonial y anti-imperialista, de orientación no capitalista y,eventualmente socialista, y otra de orientación capitalista.

Estas grandes guerras revolucionarias de liberación nacional contra toda forma de explotación colonial, neocolonial y racial ycontra cualquier forma de sojuzgamiento de una nación por otra, han marcado profundamente la actual época histórica ; hanintroducido modificaciones radicales en la correlación de fuerzas internacionales ; han desatado graves contradicciones en elseno de las grandes sociedades capitalistas ; están obligando a un reordenamiento de las relaciones internacionales,especialmente entre el "Norte y el Sur" y en el seno del propio capitalismo ; han otorgado presencia a una multiplicidad depaíses hasta ahora marginados de las grandes decisiones mundiales, haciendo más difícil, a lo menos, actos de descaradaintervención en la vida interna de estos países ; por último, también han agregado nuevos elementos, de mayorimprevisibilidad, al comportamiento global de la comunidad internacional, en la medida de que la conducta de cada uno de losgobiernos de estos países, por pequeños que ellos sean, pasa a tener influencia significativa en el equilibrio mundial de fuerzas..

La rivalidad entre los bloques, el periodo de guerra fría, la defensa de vías nacionales de desarrollo, la necesidad de organizar lasolidaridad anti-imperialista y de defender la autodeterminación de los pueblos, determinaron, entre otros factores, elsurgimiento del "Movimiento de Países no Alineados". Su importancia, en más de tres décadas de relaciones internacionales, hasido extraordinaria. Desde Bandung hasta La Habana, los No Alineados han recorrido un camino no exento de contradicciones yserias discrepancias internas, las cuales no han sido, sin embargo, obstáculo para que el Movimiento No Alineado seconstituyera en una muy importante base de apoyo a la causa de los pueblos del Tercer Mundo y en factor internacionaldecisivo de distención y paz. Los socialistas chilenos no podríamos dejar de destacar, con legítimo orgullo, el rol estelar jugadoen este Movimiento por dos países socialistas, con los que nos liga una larga y fraternal amistad : Yugoslavia, uno de susfundadores y animadores principales, Cuba, en cuya representación Fidel Castro ejerce hoy la presidencia del Movimiento.

El caso de Yugoslavia presente dentro de la política internacional del Partido, características especiales y propias. Desde elcomienzo de la lucha del pueblo yugoslavo por construir al socialismo, al partido le prestó su fraternal y decidida solidaridad. Enmomentos que la agresión estalinista amenazaba la independencia yugoslava, el socialismo chileno, fue uno de los que seenfrentaron a esta conspiración y denunció, con vigor, este atentado en contra de la autonomía de un pueblo y de susconquistas revolucionarias.

Yugoslavia salió adelante de esta dura prueba, impuso su derecho a decidir su destino y conquistó el respeto de la comunidadinternacional.

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Más allá de cualquier discrepancia que legítimamente pueda tenerse con las formas concretas en que Yugoslavia ha avanzadoen la construcción del socialismo, en la experiencia de su lucha por la independencia nacional y su proceso revolucionario, hanestablecido principios que son hoy patrimonio del movimiento obrero mundial.

En primer lugar, la defensa de la autonomía de los pueblos para definir su camino al socialismo, sin sujeciones a modelos. Encondiciones dramáticas sin renunciar a su carácter de revolución socialista, sin transar sus principios; Yugoslavia impuso suautonomía e independencia frente a la imposición estalinista. Y probó con ello que era posible una alternativa propia y que lapolítica de bloques no era una fatalidad histórica a la cual había que someterse.

En segundo término, en un esfuerzo creador e imaginativo, aplicó los principios marxistas a su compleja realidad multinacional,para encontrar soluciones nuevas a los desafíos que la historia la planteaba. Con ello, rompió con el catecismo dogmático queintentaba presentar un marxismo leninismo acabado e inamovible.

En tercer lugar con una política internacional visionaria contribuyó decisivamente a organizar al "Movimiento de países noalineados", que ha jugado un papel extraordinariamente valioso en el equilibrio de fuerzas mundiales, en la lucha por la paz y enla defensa de los derechos de los países en desarrollo para alcanzar condiciones más dignas y justas de existencia.

Un tercer acontecimiento estelar de nuestro siglo es la Revolución Científico-Técnica, fenómeno cualitativamente nuevo,determinado por un complejo de factores históricos que está influyendo decisivamente en el modo de vida de enormes masashumanas y modificando radicalmente sus aspiraciones y valores.

En lo concreto, esta revolución ha elevado espectacularmente las fuerzas productivas a escala mundial, culminando en larevolución nuclear, en la revolución de los transportes, de la electrónica y de las telecomunicaciones y en la conquista delcosmos. Toda esta colosal dinamización de las fuerzas productivas abre insospechados horizontes a la vida del hombre, aldesarrollo de sus posibilidades, a la satisfacción de sus necesidades, pero también entraña enormes peligros para la existenciamisma de la civilización humana. En este cuadro, más que nunca, adquiere especial relieve la imprescindible necesidad dereforzar la lucha por la paz, la distensión, el desarme y por la coexistencia pacífica, entre Estados con diferentes sistemassociales.

Por último, si bien la evolución del movimiento obrero europeo ha sido contradictoria, no cabe, sin embargo, duda acerca del rolfrancamente revolucionario que jugó en la segunda mitad del siglo 19 y el primer tercio de este siglo. Posteriormente ha idotendiendo, salvo períodos críticos, a una cierta pasividad. Según los clásicos del marxismo, este era el escenario donde segenerarían las mejores condiciones objetivas para el tránsito al socialismo. Por diversas razones no ha sido así. Debido a ello, losgrandes partidos obreros de la Europa capitalista deben hoy enfrentar una lucha muy compleja frente a Estados de estructurasaltamente sofisticadas, resistentes en su tejido institucional, ideológico y cultural, y muy poderosos en su capacidad coercitiva,tanto efectiva como potencial.

En el plano interno, la división histórica del movimiento obrero europeo ha reducido sus posibilidades de éxito. Esta división,que se prolonga hasta hoy, se expresa en sus dos grandes tendencias, la socialista y socialdemócrata, mayoritaria globalmenteconsiderada y la eurocomunista, minoritaria. Enfrentados a realidades nacionales en extremo difíciles e insertos en el juegopolítico internacional, en el que cada uno de ellos tiene su propio peso y significación, los partidos obreros europeos han sido,con todo, un factor de progreso considerable. El rol desempeñado en la lucha por la paz, en el combate antifascista, por lademocracia y por los derechos humanos, en el apoyo a los procesos de liberación del Tercer Mundo y la comprensión enalgunos casos, o decidida solidaridad en otros brindado en circunstancias críticas a los esfuerzos de construcción socialista,realizados en la propia Europa, son elementos sin los cuales sería difícil explicarse la actual situación mundial y la correlación defuerzas entre reacción y progreso, dictadura y libertad, capitalismo y socialismo.

El mundo ha tendido cada vez más, en el curso del siglo, a integrarse en una sola y gran realidad universal. La economía, lapolítica y la cultura se "mundializan". Cada acontecimiento en épocas pasadas considerado como remoto e insignificanteadquiere hoy importante trascendencia en el escenario internacional. La radical revolución en las comunicaciones y eltransporte, la creación de grandes instancias universales de debate y decisión, tales como las Naciones Unidas y sus múltiplesorganizaciones, refuerzan la tendencia a considerar el mundo como una sola unidad. Esta tendencia integrativa no es, sin

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embargo, lineal y se desarrolla contradictoriamente. Se ve afectada por la constitución de grandes bloques militares, expresadosen lo político, económico y cultural, mediante la creación de sub-sistemas hegemónicos, con extensas áreas de influencia.

Al interior de cada uno de ellos se manifiestan también contradicciones significativas. Dentro del sistema socialista se profundizael cisma chino-soviético, se refuerza la posición disidente de Rumania, se afirma la diversidad y autonomía Yugoslava, se creangravísimas tensiones entre China y Vietnam y entre ésta y Camboya, es decir, se pierde el carácter monolítico del bloque y sedesarrollan contradicciones inter-socialistas, hasta ahora no previstas.

En principio, el curso particular seguido por la experiencia China, sus rasgos específicos, los elementos originales o propiamentechinos de la opción elegida, no debería sorprendernos. La inexistencia de un modelo único de socialismo justifica el carácterespecífico del socialismo desarrollado en China. Problema diverso es el de los motivos de determinadas opciones adoptadas porChina y los objetivos perseguidos. Especialmente en el último decenio, el distanciamiento de China de la URSS no puedesimplemente atribuirse a que esta sigue una "vía propia", sino que él adquiere el definitivo carácter de una contradiccióngravísima, de una fractura muy difícil de reparar en el seno de las fuerzas que luchan por el socialismo. Indudablemente, elcomportamiento del gobierno chino ha revelado una gran inestabilidad política, derivada de una seria inconsistencia ideológica.Tanto en el pasado, cuando asumía posiciones que bien podrían considerarse exageradamente "izquierdistas" como en elpresente, cuando ha establecido relaciones estrechas con los gobiernos y personalidades más reaccionarios del mundocapitalista y apoyado fuerzas de la contrarrevolución en países de África, Asia y América Latina. El hecho de considerar a laUnión Soviética como su "enemigo principal" y actuar en conformidad con esta creencia, la ha llevado a tener de aliados alimperialismo y a los Pinochet y Strauss y a perder casi todo su prestigio y credibilidad entre las fuerzas revolucionarias delmundo.

El sistema capitalista, bajo la hegemonía de los Estados Unidos enfrenta, a su vez, una grave crisis estructural, a la cual sesuperpone la crisis energética. La inflación, la enorme tasa de desempleo, la seria recesión económica, la grave inestabilidadmonetaria, son algunas de las expresiones más relevantes de esta persistente crisis. Todo ello agravado por la honda crisis moraly política - aún más profunda que la económica - que afecta a los Estados Unidos. A pesar de su condición de principal potenciamundial y fuerza hegemónica del mundo capitalista, este país ha visto gravemente erosionada su capacidad de ejercer un realliderazgo sobre el conjunto de las grandes sociedades industrializadas, lo cual, añade factores de mayor dramatismo al yaprecario equilibrio mundial de fuerzas.

Los intentos por superar la crisis se manifiestan, entre otros, en el re-adecuamiento industrial de las empresas multinacionales yel rol atribuido en el al Tercer Mundo, como elemento decisivo en la cristalización de las nuevas tendencias de acumulacióncapitalista y de división internacional del trabajo. Este fenómeno, el de la internacionalización del proceso productivo ya que laproducción de un bien es realizada conjuntamente por varias filiales, ubicadas en distintos países y cada una de ellasespecializada en la fabricación de sólo un componente del producto final. Ha sido así necesario readecuar la antigua divisióninternacional del trabajo donde productos primarios, se intercambian por productos manufacturados. La nueva divisióninternacional del trabajo existe, en cambio, un esquema donde los bienes con fuerte componente tecnológico se intercambianpor bienes de tecnología banal y donde se establezca una regionalización en la producción de mercaderías. Es sabido que lasfiliales de las grandes corporaciones multinacionales norteamericanas controlan parte sustancial del comercio exteriorlatinoamericano.

Las consecuencias de esta nueva división del trabajo son importantísimas, puesto que han revolucionado las viejasespecializaciones internacionales, desplazándose cada día más los centros de poder hacia estas empresas de caráctermultinacional que, a su vez, se desligan progresivamente de sus raíces nacionales. Se produce, así, un divorcio entre el espacioterritorial de un estado y el espacio económico de ese mismo estado, lo cual conlleva efectos de todo orden y consecuenciasinsospechadas. La Trilateral, precisamente, persigue la ambiciosa idea de reunificar el quehacer estratégico de los principalesestados capitalistas, en función de los intereses de estas colosales corporaciones multinacionales.

La dinámica de las relaciones "Norte-Sur" se yuxtapone y contrapone, al mismo tiempo, con las de "Este-Oeste" para configurarun cuadro internacional extraordinariamente complejo.

Del análisis anterior podría extraerse el corolario de que la agudización de las múltiples contradicciones existentes en el interiorde los sistemas y las actuales tendencias al reforzamiento de la bipolarización internacional, dejan como única alternativa la

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aceptación de la lógica de la Alineación, vinculada necesariamente a una visión esquemática de la problemática mundial o laresignada e imponente contemplación del desarrollo de los acontecimientos en el marco de un proceso cada vez más ajeno alclamor de los pueblos.

El Partido Socialista de Chile rechaza tal alternativa, no sólo por ser contraria a sus definiciones tradicionales en la materia, sinoademás, por considerarla política y moralmente perniciosa y errada en sus bases de interpretación. Por de pronto, aún encondiciones de franco deterioro del clima internacional, no dejan de manifestarse diferencias de apreciación al interior de losprincipales sistemas en pugna. Por otra parte resulta imposible evitar la presencia de "fuerzas" y "Estados", que rechazan lamencionada disyuntiva y sus consecuencias inevitables; el retorno a la política de guerra fría y de confrontación entre bloquesmilitares.

Nuestro Partido se ubica entre dichas fuerzas y por esta razón, sostiene la necesidad de una línea internacional basada enprincipios de vigencia indiscutible, línea orientada a la defensa de la paz, al respeto a la autodeterminación de los pueblos y alestablecimiento de una convivencia más racional y justa. Esta posición de compromiso activo con la defensa de la paz mundial ycon la aprobación de un nuevo patrón de relaciones internacionales, descansa en una premisa básica : la convicción profundade que todo esfuerzo responsable en favor de la resolución pacífica y racional de los graves problemas contemporáneos, lejosde perjudicar la causa de la emancipación de los pueblos y de la transformación revolucionaria de la sociedad, la impulsa,acercando la victoria del socialismo a escala planetaria.

En este marco, el Partido Socialista debe continuar sosteniendo su posición tradicional anti-bloquista, contribuyendo afortalecer todos aquellos factores que, positivamente, tienden a superar el bipolarismo en las relaciones internacionales. Unavez más debemos afirmar nuestra firme adhesión a una política de defensa de la paz, de coexistencia pacífica y de distensión,entendiendo que ella es, no sólo un requisito insoslayable para impedir un holocausto nuclear, sino también el marco másfavorable para la lucha de los pueblos por la democracia y el socialismo.

Por otra parte, la complejidad de las relaciones "Norte-Sur", en la que se contraponen: desarrollo y subdesarrollo, dominación ydependencia, opulencia y pobreza, como aspectos antagónicos de un mismo proceso, requiere con urgencia establecer un"Nuevo Orden Económico Internacional", que permita una justa redistribución de los beneficios de la actividad económicamundial en favor de la periferia subdesarrollada. En este nuevo Orden Económico no podrán caber las profundas desigualdadesexistentes entre países altamente desarrollados y países pobres ; el desconocimiento de la soberanía sobre las riquezas básicas ysu explotación en favor de intereses distintos del país que las posee ; las notorias injusticias en el intercambio de productos ;elcolosal despilfarro de recursos en armamentos (sobre 400 mil millones de dólares, sólo en el mundo capitalista) ; el enormedispendio de energía (los países industrializados occidentales, con sólo el 16 % de la población mundial, acaparan el 55 % delconsumo mundial de energía) ; el monopolio abusivo ejercido por las grandes empresas transnacionales en el control y comerciode los alimentos, así como del transporte y otros servicios ; la transferencia de una tecnología retrasada y en condicionesnegativas.

Sin embargo, el casi nulo avance logrado hasta ahora en la obtención de dichos objetivos revela la resistencia del mundocapitalista industrializado a abrir los cauces a un nuevo ordenamiento mundial, así como las limitaciones de los instrumentos yprocedimientos empleados hasta la fecha. Por otra parte, las diferencias históricas, geográficas, culturales, sociales y políticasentre los países del Tercer Mundo, agregan obstáculos adicionales, imprescindibles de superar, si se aspira a estructurar unbloque con la suficiente fortaleza y homogeneidad como para alcanzar las soluciones que exige la defensa de los interesescomunes.

Es necesario advertir, también, que la instauración de regímenes estrechamente comprometidos con el gran capital financierointernacional, y con los consorcios transnacionales, como es el caso en Chile, significa barrenar desde sus cimientos lasolidaridad mínima que los países subdesarrollados requieren para hacer realidad sus aspiraciones.

En estas condiciones, el estrechamiento de los vínculos y la profundización de los mecanismos de cooperación entre losllamados países del Sur, representa el mejor medio para avanzar en la constitución de un nuevo sistema de relaciones dentro dela comunidad internacional.

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En esta época histórica, donde se entrecruzan contradicciones de muy diverso signo, existe, sin embargo, una contradicciónbásica: la contradicción entre capitalismo y socialismo. En ella, los socialistas chilenos estamos, por cierto, firmemente al ladodel socialismo en cuyo favor se movilizan los trabajadores de todo el mundo, los pueblos que desean ser libres e independientesy los Estados que han iniciado una transformación socialista, sin que ninguna de esas fuerzas puede atribuirse una suerte demonopolio o de liderazgo en el seno de la contradicción. El bloque de países socialistas, por ejemplo, ha desarrollado una fuerzamilitar tal, que le otorga un rol de primera magnitud entre aquellos que luchan en favor del socialismo, la paz y laautodeterminación de los pueblos, pero es un error identificar siempre estas causas con el criterio o posición de todos o algunode los Estados que lo integran. Por cierto la Unión Soviética y los países socialistas de Europa del este, continúan siendo un pilardecisivo e insustituible en la lucha mundial por el socialismo. Más allá de los aspectos críticos que pueda presentar la sociedadsoviética y la experiencia de esos países, es preciso señalar el rol extraordinariamente positivo que ellos han jugado y juegan enlos procesos independentistas y de construcción socialista de los pueblos del Tercer Mundo.

La Unión Soviética constituye hoy el único poder militar capaz de enfrentar el inmenso poderío bélico del imperialismo y es, portanto, objetivamente, la fuerza más importante que actúa en la contradicción global entre capitalismo y socialismo. Dicho paísha desempeñado un papel insustituible, por ejemplo, en la heroica victoria del pueblo vietnamita, en la defensa de la RevoluciónCubana, en las luchas de liberación de diversos pueblos, entre ellos, Angola, y en el sostenimiento de las demandas históricasdel pueblo palestino. Es preciso, sin embargo, diferenciar cuando esta influencia es ejercida en pro de la causa de la paz, de laliberación nacional y del socialismo y cuando es puesta al servicio de una lógica estatal específica. Siendo esta última alternativauna opción explicable en el actual marco de relaciones internacionales, no puede sin embarro, exigirse que se guarde frente aella una actitud acrítica, de incondicional aprobación. Por el contrario, para nosotros, socialistas chi lenos, solo puede concebirseun movimiento obrero y revolucionario internacional, unido en la lealtad de los principios, en la independencia de juicios y en lafranqueza de la crítica. Ha sido sobre esta base, que el Partido Socialista, ejerciendo su autonomía conceptual y orgánica,condenó la intervención de las fuerzas del Pacto de Varsovia en la Checoslovaquia de Dubcek y, recientemente, la intervenciónsoviética en Afganistán.

En este marco, el socialismo chileno, rechaza la existencia de centros rectores en esta lucha mundial por el socialismo y expresasu apoyo solidario y activo a todas las fuerzas anticapitalistas, anticolonialistas, anti-imperialistas y anti-racistas, entendiendoademás, que cada fuerza nacional debe desarrollar su propia e insustituible lucha por cumplir su tarea primordial - instaurar elsocialismo en su país - definiendo sus propios métodos y políticas y generando de esa forma, vías y maneras diversas deconstruir la sociedad socialista. Dentro de este contexto el Partido Socialista, aspira continuar estrechando relacionesfraternales con los Partidos Comunistas de los países socialistas, en especial con el Partido Comunista Soviético y con el PartidoSocialista Unificado de la RDA, quienes además de entregar una efectiva solidaridad a los movimientos de liberación y fuerzasrevolucionarias del Tercer Mundo, han prestado una decisiva ayuda a la causa del pueblo de Chile y a sus partidos de izquierda.

Igualmente, en este marco, el PS debe precisar su posición en relación a los partidos socialistas y socialdemócratas del occidenteeuropeo y a la organización internacional que los coordina. En general, existía un gran desconocimiento acerca de los orígenes,propósitos y rol de los Partidos socialistas y socialdemócratas europeos, integrantes de la "Internacional Socialista". Aún más, eltérmino "socialdemócrata" era usado con una clara connotación peyorativa, sino despectiva, lo que nos llevó a cometer el granerror de abstenernos de establecer relaciones partidarias de cualquier orden con estos partidos y, como gobierno, de nohabernos apoyado más en fuerzas que exhibían una auténtica simpatía por la experiencia revolucionaria chilena y, sobre todo,por la persona de Salvador Allende.

Indudablemente, en el contexto de la realidad política europea, los partidos socialistas y socialdemócratas, juzgadosglobalmente, han efectuado importantes progresos en la defensa de las reivindicaciones económicas y sociales de la clasetrabajadora de sus países y han hecho aportes significativos a la lucha por la distensión y la paz mundial aún cuando, porrazones diversas, no han logrado romper con la lógica capitalista, ni han levantado un proyecto alternativo viable al de dichosistema y, sobre todo autónomo frente a la potencia hegemónica de Estados Unidos de Norteamérica. El movimiento obreroeuropeo, que en forma mayoritaria obedece a las direcciones de los partidos socialistas europeos, debe dar un aporte,cualitativamente muy superior del que hasta ahora ha prestado, a la multiplicidad de fuerzas tercermundistas, que luchan por laemancipación de sus pueblos, en contra de formas diversas de dominación colonial, neocolonial y racial e incluso, en casosvariados, aspiran a construir sociedades socialistas, de acuerdo a sus particulares condiciones históricas. Para ello, seránecesario un análisis más esclarecedor, realizado con espíritu nuevo y abierto, acerca de la enorme complejidad y diversidad

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que presentan los problemas del Tercer Mundo. Pero fundamentalmente, los partidos socialistas y en general el movimientoobrero europeo, está en inmejorables condiciones para comprender que el progreso y desarrollo de esta enorme área humana ygeográfica no puede ni podrá, por una parte, someterse a la lógica del desarrollo capitalista, y por otra, tolerar cualquier formade intromisión en su soberanía o de dominación y dependencia. En consecuencia, consideramos altamente necesario yconveniente, para los intereses del Partido y de Chile, continuar desarrollando y profundizando nuestros, vínculos bilateralescon los partidos socialistas y socialdemócratas europeos, desde una posición de independencia y respeto mutuo.

Asimismo, es importante mantener un diálogo franco y amplio con la organización internacional que los agrupa.

Por último, consideramos casi innecesario insistir en nuestra política de estrechas y profundas relaciones con la RevoluciónCubana y con el PC de Cuba. La Revolución Cubana constituye el comienzo auspicioso de la realización de las esperanzas denuestros pueblos; esperanzas de emancipación y soberanía y, por tanto, de dignidad nacional. Esperanzas de superación de laexplotación y la discriminación y, por tanto, de dignidad humana.

Por haber enfrentado exitosamente las amenazas y agresiones imperialistas; por haber restablecido la dignidad de uncontinente, por haber cortado las cadenas de la dependencia, la explotación y el atraso, la Revolución Cubana constituye unavictoria definitiva sobre el fatalismo histórico que pesaba sobre la conciencia y la voluntad libertaria de nuestros pueblos,condenándolos a la apatía y a la sumisión. Como proceso social y político, la Revolución Cubana constituye un ejemplo para lasfuerzas revolucionarias de América Latina, por sus contribuciones a la experiencia universal de transformación social endirección del socialismo. Desde luego, cabe destacar el carácter profundamente nacional del proceso revolucionario cubano, suvinculación íntima a irrenunciable con lo mejor de la tradición, de la cultura y de la historia de Cuba, vinculación de la queemana, a la vez su innegable especificidad y su resonancia universal. Rasgos no menos importantes y novedosos, cuando menosen nuestro continente, los constituyen su concepción amplia y no sectaria de la solidaridad internacionalista, no mitigada porcálculos estrechos o por dogmatismos ; una búsqueda tesonera de nuevas formas de organización y dirección de latransformación social, de masiva participación popular en la dirección de los procesos sociales, políticos y económicos ; supreocupación permanente por los contenidos éticos de la revolución y, en general, de la política; su óptica, no meramentecuantitativista del progreso humano ; su convicción profunda de que el triunfo de la empresa revolucionaria y socialista se mideen definitiva, por el desarrollo de la conciencia, por el grado de internalización del ideal humanista y racionalista, enriquecidopor el avance científico y cultural.

Aportes no menos señeros son su preocupación por el carácter directo y democrático de las relaciones entre dirigentes ydirigidos; su permanente denuncia sobre el sectarismo y las deformaciones burocráticas que amenazan a las instituciones, loque le ha permitido evitar transgresiones a la legalidad revolucionaria y mantener viva la adhesión popular, en medio delimitaciones y obstáculos de todo orden.

Ociosos sería tratar de enunciar todas las razones que motivan nuestra solidaridad con Cuba y su Revolución. Entre todas ellasquisiéramos sin embargo, destacar una: su magnífica lección de combate anti-imperialista; su convincente demostración de quela defensa de la empresa liberadora reside en la confianza en el pueblo, en la capacidad de éste, para forjar con sus manos y sumente, su propio destino.

Los procesos nacionales de transformación revolucionaria de la sociedad, están cada día más influidos por el cuadrointernacional en que se desarrollan. Ello es especialmente cierto en nuestra América Latina, donde la formación capitalistadependiente evoluciona en forma tal, que reduce progresivamente la libertad de los Estados para definir tanto sus posibilidadesde crecimiento económico como también sus respectivas expresiones de autoafirmación nacional. El imperialismo requiere ennuestro continente, como condición básica de su propia dinámica de reacondicionamiento, estructuras más y más represivas yautoritarias, capaces de ahogar las agudas contradicciones sociales y de reprimir la enorme diversidad de fuerzas políticas,sociales, culturales y religiosas, que pugnan por la renovación profunda de concepciones, hábitos y costumbres de signoreaccionario. Las fuerzas del cambio, en Latinoamérica, enfrentan un gigantesco desafío. La década próxima demandara de lasvanguardias revolucionarias del continente, un enorme esfuerzo de creación teórica, de riguroso estudio y de comprensión denuestra realidad específica, destituido de todo subjetivismo, de falsos optimismos y de estériles consignismos.

No obstante su heroísmo y objetivo avance, expresados principalmente en los triunfos de Cuba y Nicaragua, la izquierdalatinoamericana no ha estado en condiciones de enfrentar con éxito este reto histórico. Por una parte, la dispersión que la

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caracteriza, le reduce posibilidades de credibilidad e influencia y, por otra, su incapacidad de fundirse y gravitar en las masas yen la sociedad, y en su conjunto, debido entre otras causas, al peso notable del subjetivismo, del sectarismo y del dogmatismo,han restado a las fuerzas revolucionarias continentales una auténtica capacidad de movilización y de convocatoria. Así, la granmayoría de esta izquierda, apenas sobrepasa los estrechos límites de la secta, del grupo conspirativo o del partido de cuadros, aveces eficiente y disciplinado, aunque políticamente ineficaz. La experiencia de la Unidad Popular chilena, es una de las pocasexcepciones, en que la demanda socialista se hizo demanda de masas, recorrió todo un pueblo y sus diversas capas sociales ygeneró - con limitaciones por cierto - una opción socialista que contó con importantes posibilidades de victoria.

La situación objetiva de América Latina se caracteriza en esencia, por su dependencia de la principal potencia hegemónicaimperialista y por su inserción en los designios geopolíticos norteamericanos. No es ello, sin embargo, un signo fatal, Cuba sobretodo lo comprueba. Es así, un factor negativo de incuestionable magnitud. En la etapa actual, el modelo imperialistamultinacional busca un reajuste de la división internacional del trabajo, lo que tiende a modificar cualitativamente el carácter dela explotación ejercida sobre América latina y requiere, cada vez más, sólidos regímenes de signo militar, represivo y autoritario,capaces de garantizar las nuevas condiciones del despliegue del capitalismo multinacional.

Por esta razón, las circunstancias de la lucha antiimperialista, por la liberación nacional y la transformación social, en AméricaLatina, han adquirido un carácter más y más complejo.

Por de pronto, es necesario asumir en plenitud un rasgo fundamental de dicha situación, a lo menos por lo que queda de estesiglo: el carácter reforzado y modificado de la dependencia imperialista. Ella juega de más en más un papel singular en losprocesos económicos del capitalismo contemporáneo a escala mundial y, más específicamente, en la acumulación capitalistamultinacional y en la división internacional del trabajo que la acompaña. Pero por encima de su importancia, ya muy significativacomo parte del sistema capitalista contemporáneo, América Latina constituye una piedra angular del sistema de dominación yhegemonía de los Estados Unidos, una zona de influencia con valor estratégico decisivo, al punto de que su pérdida ovulnerabilidad es poco menos que el colapso de dicho sistema. Así, pues, no debe caber duda alguna, máxime después de losúltimos acontecimientos internacionales ocurridos en el Oriente Próximo y en Afganistán, respecto a la determinación con quelos centros de poder y decisión estratégicas del imperialismo norteamericano defenderán sus vitales intereses en AméricaLatina. Ello, en absoluto, implica postular que los métodos empleados para reforzar y cautelar dichos intereses, hayan designificar un simple retorno a la política del "big stick". Pero si supone aceptar, como un hecho evidente, que habrá demantenerse y, aún de aumentar, el grado de intervención sistemática en los asuntos internos de los países del continente y elgrado de planificación y coordinación de la contraofensiva imperialista. Ello resulta indispensable, no sólo para asegurarcondiciones favorables al proceso de reproducción capitalista, sino para re-establecer la credibilidad en la capacidad deliderazgo de los Estados Unidos, seriamente amenazada por la crisis estructural del capitalismo, por la ruptura de eslabonesimportantes de la cadena imperialista en Asia, África y América y por el creciente poderío militar de la URSS y de los paísessocialistas.

De la tendencia descrita surge clara, la primera gran línea de nuestro quehacer político: la importancia esencial de reforzar lalucha por la defensa de los intereses nacionales en su sentido más amplio, de promover y defender la unidad política yeconómica de América Latina y de elevar el grado de coordinación entre las fuerzas democráticas, anti-imperialistas yrevolucionarias de todos los signos.

Un segundo rasgo de la situación latinoamericana - altamente vinculado y determinado por el anterior - reside en laperdurabilidad, intensificación e institucionalización de "la violencia", concebida como instrumento privilegiado de defensa delas relaciones de explotación por parte de las clases dominantes y el gobierno de los Estados Unidos.

Remitiéndonos a lo esencial, cabe decir que esta tendencia está determinada por dos circunstancias interrelacionadas : por unaparte, por la forma en que la superposición de la crisis estructural y coyuntural del capitalismo afecta al desarrollo capitalistalatinoamericano, aumentando la necesidad de reforzar la represión y de recurrir a formas militares, dictatoriales y burocráticasde gobierno, para asegurar la viabilidad del tránsito a una nueva etapa de dependencia transnacionalizada ; y por otra, a laimpotencia de las burguesías dependientes, para fundamentar su poder de clase en el consenso y en el ejercicio de una superiorcapacidad de dirección intelectual, moral y política. La debilidad de nuestras burguesías las obliga a abandonar todo eufemismo

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en defensa del sistema, recurriendo al uso abierto, brutal e indiscriminado de la coerción y de la violencia. Esta deja de ser uninstrumento ocasional, de excepción, para convertirse en la regla general y permanente de gobierno.

De lo anterior se desprende la segunda gran línea de nuestro quehacer político; la lucha por la defensa, recuperación ydesarrollo de la democracia y de todos los principios y derechos a ella asociados. La comprensión del carácter altamenterepresivo, violento y militarizado de la nueva institucionalidad latinoamericana, debe llevar aparejado, no sólo un esfuerzo derevalorización de las reivindicaciones democráticas más obvias y tradicionales, sino, además, una reformulación de loscontenidos, mecanismos y proyecciones de la democracia en general, como factor permanente y dinámico de la convivenciacontinental. El "imperativo democrático" debe ser incorporado definitivamente al discurso político de la izquierdalatinoamericana, adquiriendo carta de ciudadanía, tanto en su proyecto actual de reconstrucción democrática, corno en suproyecto histórico, para la renovación de la sociedad. Hoy día la defensa de la democracia, en razón de su conculcación radical ysistemática por el bloque de clases reaccionarias y de su contradicción frontal con los supuestos básicos del estado burocráticoautoritario, ha pasado a tener el carácter de una actividad prácticamente "subversiva".

De las prioridades anteriormente señaladas emanan dos directivas básicas para la orientación y fundamentación de nuestrocombate, tanto en defensa de los intereses nacionales como de los principios democráticos. Ellas se refieren a la necesidad decontinuar analizando, con rigor y lucidez, las tendencias fundamentales del desarrollo del capitalismo a escala mundial ycontinental, profundizando, simultáneamente, nuestro conocimiento de la dialéctica interna y externa del Estado Militar,burocrático-autoritario y su forma de dominación. Solo así podremos superar las viejas y todavía persistentes deformaciones decarácter determinista y economicista que han dominado en los análisis de la izquierda chilena y latinoamericana y evitar lastentaciones del aventurerismo y del subjetivismo. En particular debe superarse la "visión catastrofista" de un capitalismodependiente, al borde del derrumbe, por la incapacidad de resolver sus contradicciones acumuladas.

Precisamente, el tránsito a une nueva etapa de desarrollo capitalista debe impulsarnos a un examen más lúcido de la dinámicadel sistema, evitando reproducir los errores de la socialdemocracia europea de los años 20. El desarrollo capitalistadependiente, como su antecesor en la fase monopólica inicial, está afectado por enormes contradicciones y su avance estácaracterizado por fuertes conflictos y "altos costos sociales". Pero, como lo indica la experiencia histórica, incluida la nuestra, elcapitalismo posee recursos no considerados por el enfoque economicista. Dichos recursos provienen de la esfera de lo político yson ellos los que determinan en alto grado la perdurabilidad del sistema. Esa conclusión debe ser aplicada consecuentemente anuestros análisis tácticos y estratégicos, lo que supone valorar equilibradamente la importancia y la interacción, de los factoreseconómicos con los factores políticos, ideológicos y culturales en el desarrollo de las luchas sociales.

Indudablemente el capitalismo existente en América Latina, no tiene analogía precisa con aquel que se desarrollo en Europa, nien la forma de su implantación, ni en el proceso de su desarrollo, ni en el marco de las relaciones internacionales en que surgió,ni en sus resultados concretos y presentes. Constituye por tanto un error asimilar mecánicamente el capitalismolatinoamericano al capitalismo europeo. Cuando así se hace, las categorías de análisis pierden su sentido y capacidadinterpretativa. Así, por ejemplo, en el análisis de clase es preciso reconocer como cuestión inicial, que existiendo burguesía yproletariado, tanto en la Europa capitalista como en la América Latina capitalista, burguesía y proletariado, en ambas partespresentan características diversas y sus roles sociales y políticos no son exactamente identificables. Una vez más es precisoreiterar que, para transformar una realidad debemos analizar esa realidad concreta y no trabajar con simples abstracciones,asimilaciones o conceptos puramente librescos.

De la misma manera que existe una tendencia a enfocar el capitalismo latinoamericano con lente europeo, se acostumbratambién a atribuirle ciertas características específicas, que no están avaladas por los hechos y constituyen más bien sucaricatura. Tal es el caso de los que afirman que el capitalismo en nuestro continente sólo logra “el desarrollo delsubdesarrollo". En verdad, el capitalismo ha tenido una importante expansión en América Latina, su crecimiento económico enlos últimos lustros, ha sido nada despreciable y, ello le ha permitido captar a sectores significativos de las capas medias, de losintelectuales e incluso a capas privilegiadas del proletariado. El costo ha sido, por cierto, altísimo, pues dicho proceso ha sidoposible sólo a través de profundas desigualdades sociales, de grandes crisis, de un enorme endeudamiento y de la instauraciónde regímenes brutalmente represivos y atrozmente injustos.

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El carácter duro, a veces implacable de este proceso, impulsa a atribuirle a dicho costo un carácter suficiente como para preverel desplome casi automático del sistema. Los hechos, en cambio, prueban que su capacidad de perduración es grande y que susustitución es consecuencia de nuestra acción y depende de quienes lo combatimos y proponemos el socialismo en sureemplazo.

América Latina, en la actualidad, vive un proceso de crecimiento, en un marco capitalista, que genera, es cierto, problemasgravísimos y de distinto orden. Debido a ello, las clases dominantes enfrentan una crisis de hegemonía, pero no una crisis dedominación, en la medida en que el Estado se hace cada vez más coercitivo y menos hegemónico. Las Fuerzas Armadas - enestas condiciones - han surgido como el único bastión capaz de sustentar el esquema de dominación y de dar una "solución" -sin duda sangrienta y brutal - a la crisis de hegemonía de las clases burguesas.

No son, en consecuencia, "las condiciones objetivas" las que faltan en América Latina. Si son, en cambio, las "condicionessubjetivas", o sea la capacidad de organizar las fuerzas que están por el cambio. La izquierda está, en la mayor parte de lospaíses de América Latina, dividida, fragmentada y carcomida por disputas internas. Es un hecho doloroso pero real, que supotencial revolucionario ha estado muy por sobre de su teoría y de su capacidad concreta de conducción.

Así, pues, sin postular en absoluto la irrelevancia de las contradicciones del desarrollo capitalista y de sus graves desequilibrios einsuficiencias, afirmamos la necesidad de prestar una mucho mayor atención a la tarea de reformular el discurso político de lasvanguardias populares para, de este modo, evitar petrificaciones de sus conceptualizaciones, su marginalización creciente y eldebilitamiento de su percepción estratégica.

Tan poderosas y peligrosas como las estructuras de dominación imperialista y reaccionaria, son antiguas deformaciones, comoel dogmatismo, el sectarismo y el subjetivismo, tan presentes en las vanguardias revolucionarias latinoamericanas.

Las fuerzas del progreso, de la renovación y de la transformación en América Latina deberán realizar un gran esfuerzo pararepensar sus propuestas, redefinir su táctica y estrategia, modificar su lenguaje y elaborar una amplia interpelación de carácternacional, por la democracia y el socialismo. La vinculación entre estos dos conceptos básicos, democracia y socialismo,constituye el hilo conductor de una fecunda reflexión, aún por hacer en sus partes principales, pero cada día más urgente. Elsigno represivo, burocrático, militarista y autoritario ha estado y estará presente, previsiblemente con más fuerza, en la vidacontinental. Hoy la bandera "democrática" se ha transformado en sinónimo de subversión y desorden para las clasesdominantes. Cada día, crecientemente, "Democracia y Capitalismo" tienden a hacerse realidades antinómicas en el continente.La supervivencia del capitalismo, en América Latina, no resiste una real profundización democrática, convirtiéndola, enconsecuencia, cada vez más, en bandera de las clases explotadas, marginadas y oprimidas.

Al iniciar esta tesis, recordamos que: "el Partido Socialista aspiró siempre, desde su nacimiento, a una definición propia yautónoma en materia internacional". Desde un comienzo fue consecuente con este enunciado. Ya en sus orígenes levantóirreductibles banderas anti-imperialistas ; constató la existencia de una crisis profunda en el seno del mundo capitalista, pero nodedujo de ello su inminente colapso, ni profetizó su derrumbe en un breve período histórico ; señaló la incapacidad de lasburguesías latinoamericanas de constituir un bloque hegemónico, con un proyecto propio y nacional de desarrollo capitalista ;valoró en todo su enorme significado la Revolución de Octubre, pero se negó reiteradamente a aceptar el fenómeno delestalinismo, como etapa lógica y necesaria en la construcción del socialismo. Tampoco se adscribió a una concepción delinternacionalismo proletario, fundada en la exigencia de un "estado guía" de un "partido guía" ; ni menos aprobó acríticamentela evolución de los países socialistas ; apreció certeramente la influencia determinante de "lo específico y nacional “en todoproceso transformador, rechazando la referencia, en la práctica, a un sólo "modelo" ; jamás reconoció fundamento al derechoautoproclamado de los partidos comunistas a considerarse como "el partido único de la clase obrera" y, por tanto, único garantede su "conciencia revolucionaria", con lo cual no hizo sino reiterar su firme creencia en la existencia de diversas "víasnacionales" de construcción socialista, fundadas en distintas formaciones ideológicas y en variadas tradiciones revolucionarias.No nos adscribimos a la política de bloques militares y, desde posiciones no alineadas, solidarizamos con todas las fuerzasdefinidas por el socialismo y con todos los movimientos de liberación nacional y social, asumiendo en plenitud el derecho de lospueblos a su autodeterminación.

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Hoy, incluso, la mayoría de los partidos comunistas, han adoptado como propios estos principios. Si recordamos estasafirmaciones básicas y estas normas de práctica política, que han presidido el quehacer del socialismo chileno a lo largo de sufecunda vida de casi medio siglo es para, una vez más, insistir en su singular evolución.

Singular, porque tales planteamientos, pudieron haberlo conducido a adoptar posiciones reformistas, anticomunistas oantisoviéticas. Pero no fue así y, muy por el contrario, fue el partido socialista el que planteó, conforme a su propia política dealianzas, la unidad con el Partido Comunista de Chile, unidad que ha mantenido por más de veinte años. Además, siempre hareconocido el enorme aporte de la Unión Soviética a la causa de la paz y su decidido apoyo a las luchas anti-imperialistas yanticolonialistas de los pueblos.

La historia nos ha dado la razón. Por eso, con legitimo orgullo el partido puede afirmar haber contribuido decisivamente aldesarrollo de una teoría y visión propia, nacional e internacional, marxista y revolucionaria, unitaria y democrática. Perseveraren esta línea creadora, autónoma y crítica constituye un imperativo irrenunciable.

TESIS OCHO: LAS RELACIONES DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE CON LA IZQUIERDA CHILENA

El período actual se caracteriza por el juego contradictorio de tendencias, tanto a la unidad como a la fragmentación, en el senode la izquierda y del socialismo chileno. Nuestra posición - como le consta a los dirigentes de la UP - ha sido la de apoyar todasaquellas iniciativas e ideas que llevan a la unidad y evitar que la izquierda o las fuerzas socialistas se centrifuguen aun más, en unpeligroso proceso que solo puede, objetivamente, favorecer la permanencia de la dictadura. La escisión socialista ha sido unhecho grave en el seno del Partido y de la izquierda. Por muchas y serias que sean hoy las diferencias que nos separan del grupoescindido, reconocemos en él a una fuerza que lucha por el socialismo y que no se ha separado de los postulados básicos delmovimiento popular. No le hemos dado, por lo tanto, el tratamiento de enemigo, sino el de un contradictor, al interior denuestras filas. Lamentamos que esa actitud no haya sido recíproca, revelando una vez más, que los criterios políticos y moralesde ellos y nuestros, difieren en aspectos de cardinal importancia.

El actual cuadro político, en la izquierda chilena, aun corresponde a aquel surgido en las últimas décadas, en especial en los años70 y 73. Se basa en un núcleo central de fuerzas de carácter bipolar, constituido por dos partidos obreros, el Partido Socialista yel Partido Comunista. Junto a ese núcleo central se suman distintas organizaciones políticas que representan sectores nuevos yvariados, tanto por su composición social como ideológica. Esta estructura institucionalizada de la Unidad Popular enfrenta hoydía una crisis profunda. Las razones de la crisis son de índole diversa. Primero, el golpe militar, con todo lo que el significó y supersistencia y prolongación en el tiempo. Esto ha obligado a los partidos de izquierda a repensar sus concepciones ideológicas, areformular se estructura orgánica y a revisar las bases de su acuerdo político. Segundo, el surgimiento en el seno de la izquierdade corrientes renovadoras, que han permeado en mayor o menor grado a sus organizaciones políticas y han colocado en elcentro del debate teórico político, cuestiones relativas a contenido y a método, que en el pasado, o bien se manteníansoterradas o se sostenían como verdades dogmáticas. Tercero, los efectos de la crisis del Partido Socialista, que derivó en laescisión de un sector influido por tendencias de carácter dogmático y burocrático, extrañas a la naturaleza y esencia misma delPartido.

Todos estos factores han obligado a los partidos de la izquierda, dentro y fuera de Chile, a pensar en la reformulación de laUnidad Popular, en los alcances de una denominada "Área socialista" y en la redefinición, por tanto, del sistema de relaciones,que fue propio del movimiento popular chileno, durante más de dos décadas, Se trata de un proceso frente al cual no es posibleprever todas las alternativas. No obstante, es factible definir un conjunto de actitudes fundamentales. La Unidad Popularconstituyó, a fines de los años sesenta, la expresión unitaria superior de las diversas fuerzas políticas existentes en el seno delmovimiento popular chileno, las cuales coincidieron en la necesidad de realizar profundas transformaciones económicas ysociales e iniciar la construcción del socialismo. Al definir estos objetivos programáticos, las organizaciones popularesentregaron una solución correcta a la crisis de la sociedad chilena. Asimismo, hacia 1970 habla madurado la conciencia de vastossectores de la población acerca de la urgencia de las transformaciones revolucionarias en la sociedad chilena como único mediode enfrentar los agudos problemas nacionales: por ello, la Unidad Popular debe entenderse como el producto de la realidadhistórica dentro de la cual le correspondió nacer y desarrollarse. Su capacidad para elaborar las respuestas que exigía elmomento histórico, le permitieron erigirse en vanguardia de un vasto movimiento social y político, que la condujo finalmente ala conquista del gobierno.

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Hoy, sin embargo, no puede sostenerse lo mismo.

Transcurridos cerca de siete años desde el golpe militar, la Unidad Popular no ha sabido adecuarse a los desafíos yrequerimientos planteados por la nueva situación del país. No ha logrado diseñar un proyecto propio, ajustado a la realidadactual, capaz de convocar a la lucha contra la dictadura a la mayoría del pueblo, que aspira a construir una sociedad sobre basesmuy diversas a las impuestas por el régimen militar. No ha redefinido sus normas de relación interna, ni con las distintasorganizaciones que la base social se ha dado. Tampoco ha podido elaborar una estrategia y una táctica que den coherencia yorientación política a la lucha de nuestro pueblo en contra del régimen militar. Sin conducción, las variadas actividades dirigidasa enfrentar la dictadura, en todos los ámbitos de la vida nacional, pierden su eficacia y desaprovechan el inmenso potencial queencierra la decisión de la mayoría de los chilenos, de combatir por todos los medios, hasta reconquistar su libertad, lademocracia y la dignidad nacional.

La realización de un diagnostico descarnado y franco de la crisis que encara la Unidad Popular es un imperativo ineludible de lahora presente. Nuestra responsabilidad con aquellos que ofrendaron su vida y, particularmente, con un pueblo en lucha, obligaa encontrar las raíces últimas de nuestras debilidades.

A juicio del socialismo chileno, el cuadro descrito se explica, en esencia, por el deterioro de las bases del consenso político sobreel cual se levantó la Unidad Popular y por su incapacidad de adecuarse a la realidad que vive hoy día nuestra patria. Ello noimplica, sin embargo, que deba procederse a declarar su desahucio. Por el contrario, todavía es posible establecer uncompromiso para impulsar un proceso de efectiva reformulación política y orgánica, que le permita a la Unidad Popular,constituirse en eje de un amplio movimiento social que reconquiste la democracia y construya el socialismo en Chile. Se trata endefinitiva de articular un frente cuya prueba básica y esencial sea el diseño de una estrategia de lucha frontal en contra de ladictadura y su aplicación eficaz y consistente hasta lograr su derrocamiento.

Obviamente, esta no es una tarea que pueda ser realizada por un solo partido, sino que debe ser emprendida por el conjunto delas organizaciones que componen la Unidad Popular, a través de la confrontación franca y abierta de las distintas posicionesideológicas y de sus diferentes propuestas. Esta es la única vía para construir un movimiento sólido, efectivamente unitario ycon posibilidades de proyecciones sobre la sociedad chilena. Solo así las organizaciones integradas en la UP, podrán encabezar lalucha anti dictatorial y transformarse en animadores principales de un poderoso movimiento social y político, de inspiraciónsocialista, orientado a la renovación democrática y a su profundización, en un sentido verdaderamente popular y nacional,requisito básico de su ulterior marcha hacia el socialismo.

En consecuencia, es obligación de todo socialista salvaguardar y desarrollar la unidad de la izquierda chilena, en el marco de suautonomía de partido y de su derecho a expresar sus propias políticas y criterios, sin sujeción a imposiciones externas, implícitaso explícitas. El conjunto de la izquierda debe redefinir las normas de dicha unidad. En los últimos años ella siguió una lógica, enlo esencial, determinada por el Partido Comunista, lógica expresada tanto en su conducta política, como en sus formas y estilode trabajo. Contribuyó en mucho al establecimiento de esta lógica la impotencia del Partido Socialista, quien afectado porgraves discrepancias internas, fue incapaz de impulsar sus propios criterios desde posiciones de igualdad y no de subordinación.En este sentido es indispensable diseñar un nuevo marco de relaciones en torno a una más libre circulación de las ideas entrelos partidos y entre los militantes de ellos; a una relación más franca y menos protocolar entre sus organizaciones; alreconocimiento del derecho a discrepar sin que ello se convierta en agresión o grave resquebrajamiento de la unidad. Elmovimiento popular debe abandonar "el dogmatismo" y el "formalismo extremo", que ha caracterizado sus relaciones en elúltimo tiempo.

En este marco unitario, el Partido Socialista constata una creciente convergencia con fuerzas políticas, dirigentes y militantes,integrantes de los partidos MAPU, Izquierda Cristiana, y en menor medida, MAPU Obrero-Campesino. El Partido debemanifestar explícitamente su disposición a profundizar, en cuanto sea posible, dicha convergencia, tanto en el plano de las ideascomo en el del quehacer concreto y expresar su decidida voluntad a considerar formas más estrechas de vinculación, destinadasa dar al "Área Socialista" un perfil propio, más claro y mas preciso . En este sentido el PS valoró muy positivamente ladeclaración conjunta del MAPU, IC y MAPU-OC con motivo de la escisión de la fracción dogmática, no solo como expresiónresponsable y elevada de tres fuerzas políticas significativas de la coalición popular, sino, además por la oportunidad de susformulaciones ; por su espíritu abierto, fraternal y unitario ; por la genuina preocupación que ella reflejaba por los problemas

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colectivos e individuales que aquejan a los socialistas ; por el acertado criterio político - el cual contrasto agudamente con el PCy el del PR - en orden a no interferir en la resolución de los problemas de otro partido, dejando a sus militantes la exclusivaresponsabilidad de hacerlo y, por sobre todo, de no mezclar a la UP en conflictos de legitimidades direccionales, precedenteindispensable si se desea mantener la unidad entre las fuerzas de izquierda.

Igualmente, el Partido concordó plenamente con los principios estratégicos que guían al "Área Socialista", establecidos enAriccia-Italia - enero 1980 - en cuanto coinciden: "que en la vertiente socialista se está incubando un proyecto renovado y uncamino de lucha que puede transformarse en la respuesta acertada del movimiento popular para el combate contra el fascismoy por la plena democratización del país. La concepción profunda democrática en todos los ámbitos del socialismo que aspira aconstruir, su carácter nacional y capacidad para representar una respuesta de fondo a los problemas de Chile que recoja lasaspiraciones e intereses de todos los trabajadores y capas sociales reprimidas ; la valoración del rol decisivo y autónomo quedebe jugar el movimiento de masas y sus organizaciones en el proceso revolucionario ; la voluntad de forjar el más ampliobloque social y político de fuerzas en torno a un compromiso de luchar por la democracia y la plena realización y vigencia de lasoberanía popular en la decisión de los destinos de Chile ; la permanente defensa de la autonomía política y de la no alineacióninternacional; sin perjuicio del apoyo a las mejores causas internacionalistas; son algunos de los principios estratégicos que lavertiente socialista debe concretar en acción política y que tienen validez fundamental en la lucha contra Pinochet y el régimende las clases monopólicas aliados con las transnacionales y el imperialismo".

Por otra parte, durante largo tiempo han subsistido en Chile dos realidades políticas y orgánicas, cada una de las cuales hareclamado para sí la representación de la clase obrera- aunque no exclusivamente - y se han declarado inspiradas enfundamentos ideológicos, sino iguales, similares. Dos partidos, el Socialista y el Comunista, han protagonizado la vida de laizquierda chilena durante casi medio siglo. No se trata de inventar diferencias entre estas dos organizaciones para,artificialmente, justificar existencias diversas. Sería un ejercicio inútil, negativo y contradictorio a los intereses del pueblochileno. Se trata de buscar lo que nos une, de acentuar y desarrollar coincidencias. La historia del FRAP y de la UP tiene comobase este principio. Torpe sería, sin embargo, negar que el énfasis en la unidad no puede, a riesgo de dar la espalda a la realidad,desconocer las diferencias y existencia, en los hechos, de dos grandes partidos marxistas y obreros. El Partido Comunista y elPartido Socialista han sido y siguen siendo dos respuestas diversas, dentro de un mismo gran cauce, a la problemática de Chile yde América Latina. Esa diversidad deriva de varios factores, entre los cuales, los más destacados son : la forma de asumir lateoría marxista y traducirla en práctica política - de la cual han derivado dos concepciones de la política chilena y de la políticamundial ; la manera de concebir el centralismo democrático y el rol en él de la democracia interna ; el concepto de las formas delucha, etapas y carácter de la lucha por la liberación y el socialismo ; en fin, la propia visión de la sociedad socialista a que seaspira. Con mayor nitidez en algunos momentos, con carácter más implícito en otros, estas discrepancias se han hecho sentir alo largo de la vida de ambas organizaciones. De esta diversidad han derivado, a nuestro juicio, dos lógicas diferentes, dos formasde aproximarse a la realidad nacional, de proyectarse hacia la masa ciudadana. Son dos visiones del camino al socialismo y dosvisiones del socialismo mismo, de su significado, sentido y forma, en la realidad actual y universal de hoy. El hecho de queexistan estas divergencias no es un hecho negativo. Por el contrario la pluralidad de opciones liberadoras constituye a nuestrojuicio, un hecho positivo, promueve una discusión , genera una actitud crítica, amplía el espectro de la convocatoria, bajo lacondición de que sepamos mantener en un alto nivel el debate, extraer de él lo positivo, llegar a formulas unitarias, sinpretender incondicionalidades o subordinaciones. Nuestras divergencias deben salir a la luz y deben ser discutidas yprofundizadas. Es este el camino para empezar a reconstruir una unidad que - necesario es decirlo -está sino quebrada, almenos muy seriamente resentida.

En el caso del Partido Comunista de Chile nadie podría objetivamente desconocer sus grandes virtudes y aciertos, su importantecapacidad orgánica, la honestidad de sus planteamientos y la de sus militantes, la firme adhesión a los intereses populares, suaporte al desarrollo democrático de Chile, su convicción socialista. Se trata de uno de los pocos partidos comunistas de nuestrocontinente que ha logrado enraizarse en la masa trabajadora y ha sido capaz de fundir su ideología con los valores y tradicionesnacionales.

En consecuencia, nuestra línea ha sido y ha de ser la de buscar una respuesta unitaria a las dificultades que tenemos con elPartido Comunista.

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Por último, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), no ha formado parte de la Unidad Popular. Las relaciones delPartido con el MIR se han definido, en consecuencia a nivel bilateral. Nunca ellas han alcanzado un estatuto similar al quehemos mantenido con otras fuerzas de la izquierda. Las diferencias que existieron en el pasado subsisten hoy. Ello no obsta, sinembargo, para que reconozcamos en el MIR una fuerza auténticamente revolucionaria, comprometida honestamente con lacausa del pueblo de Chile. Sobre esta base estimamos necesario mantener un diálogo abierto y constructivo con el MIR, y buscarformas concretas que, en el marco de las respectivas políticas, permitan desarrollar determinadas tareas en común.

PALABRAS FINALES

Estimados Compañeros:

El conjunto de reflexiones que acabo de entregar a vuestra consideración no tiene otra pretensión que la de señalar vías deaproximación a algunos de los tópicos más relevantes y arduos de nuestro quehacer teórico y político, tópicos queforzosamente han de estar presentes en las deliberaciones de nuestro XXIV Congreso.

El espíritu que anima a dichas reflexiones, es el de estimular nuestro debate interno, de impulsar la empresa de renovación yfortalecimiento de nuestro Partido, que le permita cumplir el papel que por tradición y por imperativo moral y político lecorresponde en la lucha por la democracia y el socialismo. Ellas comportan una invocación a asumir nuestra tarea con unsuperior sentido de responsabilidad y de honestidad política, con profundo optimismo en la causa de la clase obrera y delpueblo de Chile, que es nuestra causa.

No nos encontramos aquí para refundar el Partido Socialista. En medio de todas sus dificultades él ha visto asegurada sucontinuidad orgánica e ideológica, gracias a la entrega generosa, a la profunda convicción política y moral de sus militantes ydirigentes. Por ello, los enunciados que acabáis de escuchar, no constituyen un intento de establecer una línea política y uncuerpo doctrinario a partir de la nada, sino de la actualización, profundización y sobre todo, de la reafirmación de lasmotivaciones y concepciones básicas de nuestro Partido, que lo distinguen de otras colectividades políticas y le concitan laadhesión de inmensos contingentes populares

A través de estas líneas he querido contribuir con modestia, a nuestra urgente tarea colectiva de perfilar un Proyecto Socialistapara Chile; a estimular la toma de conciencia crítica, el compromiso intelectual y moral de los socialistas chilenos con su propiaherencia ideológica y a reforzar su preocupación por la coherencia y el realismo de nuestras propuestas.

Al mismo tiempo he querido subrayar, el carácter paradojal y, sin embargo, inteligible de nuestra empresa de renovación yreafirmación partidaria. Ella no puede ser llevada a feliz término, más aún, no puede ser adecuadamente formulada, sin referirlaa la historia de nuestra nación, de nuestro pueblo, del movimiento popular y de nuestro propio partido, sin buscar en dichahistoria elementos decisivos de nuestra respuesta a las interrogantes de hoy y mañana.

Sólo esta perspectiva permitirá que nuestro partido siga desarrollando su patrimonio teórico y, a la vez, acentuando yenriqueciendo su carácter de Partido Nacional de la Clase Obrera, de vanguardia profunda y definitivamente compenetrada dela idiosincrasia y de los valores de nuestro pueblo y capaz, por tanto, de ofrecerle caminos de ascenso espiritual y material quepotencien y no nieguen esa historia, esa idiosincrasia y esos valores.

Paris, 1 de Agosto de 1980