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83 D ESTÉTICA MILITANTEY FIESTA BARROCA. CELEBRACIONES JESUITAS EN MARCHENA 1 J. Jaime García Bernal Universidad de Sevilla e acuerdo a los valores humanistas de su fundador, los jesuitas imprimieron un claro talante vitalista y pedagógico a todas sus empresas ya fueran estas intelectuales o pastorales. 2 Si hubiera que definir de alguna manera su paradigma ideológico dentro de la más amplia corriente de la contrarreforma católica, tal vez habría que considerarlo una ortopraxis, pues su pensamiento nunca figuró separado de la práctica educativa y formativa por la que serían en seguida reconocidos y respetados. No es posible afiliar los escritos jesuitas con una tradición particular dentro del pensamiento cristiano por la sencilla razón de que acudieron, indistintamente, a varias de ellas, según lo pedía el momento y la circunstancia. Lo que caracterizó, en realidad, su visión del mundo fue una especial capacidad para cruzar la tradición con 1 Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de Excelencia: Realidades conflictivas: sociedad, política, economía e ideología en Andalucía y América en el contexto de la España del Barroco (P07-HUM- 02835), financiado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía. 2 Stefan KIECHLE , Ignacio de Loyola: mística y acción, Barcelona, Herder, 2006, pp. 20-22 («Educación cortesana») y pp. 39-49 («Tiempo de Estudios»). W. W. MEISSNER (S.J.), Ignacio de Loyola: psicoanálisis de un santo, Madrid, Anata, 1995, cap. III, «Los años de estudiante», pp. 165-185 y pp. 187-205. J. Ignacio TELLECHEA, Ignacio de Loyola. Sólo y a pie, Salamanca, Sígueme, 1997, pp. 177-210.

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ESTÉTICA MILITANTE Y FIESTA BARROCA.

CELEBRACIONES JESUITAS EN MARCHENA1

J. Jaime García BernalUniversidad de Sevilla

e acuerdo a los valores humanistas de su fundador, los jesuitas imprimieronun claro talante vitalista y pedagógico a todas sus empresas ya fueranestas intelectuales o pastorales.2 Si hubiera que definir de alguna manera

su paradigma ideológico dentro de la más amplia corriente de la contrarreforma católica,tal vez habría que considerarlo una ortopraxis, pues su pensamiento nunca figuróseparado de la práctica educativa y formativa por la que serían en seguida reconocidosy respetados. No es posible afiliar los escritos jesuitas con una tradición particulardentro del pensamiento cristiano por la sencilla razón de que acudieron, indistintamente,a varias de ellas, según lo pedía el momento y la circunstancia. Lo que caracterizó, enrealidad, su visión del mundo fue una especial capacidad para cruzar la tradición con

1 Este trabajo se enmarca dentro del Proyecto de Excelencia: Realidades conflictivas: sociedad, política,

economía e ideología en Andalucía y América en el contexto de la España del Barroco (P07-HUM-02835), financiado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía.2 Stefan KIECHLE, Ignacio de Loyola: mística y acción, Barcelona, Herder, 2006, pp. 20-22 («Educacióncortesana») y pp. 39-49 («Tiempo de Estudios»). W.W. MEISSNER (S.J.), Ignacio de Loyola: psicoanálisis

de un santo, Madrid, Anata, 1995, cap. III, «Los años de estudiante», pp. 165-185 y pp. 187-205.J. Ignacio TELLECHEA, Ignacio de Loyola. Sólo y a pie, Salamanca, Sígueme, 1997, pp. 177-210.

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la experiencia; dictando, la segunda, la búsqueda de las fuentes en la primera yresultando de esta hermandad soluciones originales para problemas nuevos. Un estilomoderno e independiente.3

Como es sabido, esta voluntad inquebrantable de intervención y modelaciónglobal del orbe encaminó pronto a la Compañía a altas tareas de dirección y gobiernodentro de la Iglesia convirtiéndola, en poco tiempo, en un aliado indispensable de laofensiva reformista orquestada desde Roma, cuando no en un baluarte ideológicoesencial para la afirmación política de los príncipes católicos delante de sus vasalloso frente a sus enemigos. La militancia a la que alude el título de este trabajo nacióbajo la exigencia de consolidación del poder político de los magnates católicos en unacoyuntura histórica precisa, amenazados doblemente por el peligro herético en elexterior y por el fantasma de la discordia y la guerra civil que había puesto en jaquea más de un monarca desde el interior. La fortaleza de ideas y la beligerancia en surealización que demostraron los jesuitas en sus empresas hicieron de ellos los artíficesidóneos para recuperar la iniciativa, conjurando los mencionados peligros yconsolidando el poder de los soberanos.

La estratégica alianza entre el poder político de los señores y la direcciónideológica de los padres de la nueva orden no evitó, sin embargo, tensiones entreestos dos polos de autoridad pues la reciprocidad del servicio y el mutuo beneficionunca está exenta, en el ajedrez del poder político, de disensiones y hasta de picudascrisis a la hora de definir la dirección de la estrategia y los principios que la informan.Y no es necesario decir que esto ocurrió muchas veces en la historia de las relacionesentre la Compañía de Jesús y los poderosos, aunque a distinta escala, según se trataradel compromiso con la monarquía, la nobleza o los poderes ciudadanos.

Las fiestas promovidas por la Compañía en sus casas y colegios españolesresultan un espejo o taracea de toda esta problemática, condensada con apreturas enel espacio de tres párrafos. Por un lado evidencian ese savoir-faire de la Compañíaque la distinguió sobre otras órdenes en el dominio de las artes de la persuasión y lainclinación de la voluntad con el añadido de una puesta en escena espectacular. Pero,al mismo tiempo, translucen la tensión inherente a la alianza con el poder político, eldifícil equilibrio de la toma de decisión en un estado confesional, dimensión que en elorden de los símbolos adquiere una especial visibilidad.

3 Imposible resumir la extensa bibliografía hoy disponible sobre la Compañía de Jesús. Destacaremostres textos fundamentales. Sobre sus orígenes: John W. O´MALLEY, I primi gesuiti, Milano, Vita epensiero, 1999. Para la trayectoria posterior: Sabina PAVONE, I gesuiti. Dalle origini alla sopresione. Enel contexto hispano: TeófanesEGIDO (coord.), Los jesuitas en España y en el mundo hispánico, Madrid,Fundación Carolina, Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos y Marcial Pons, 2004.

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Las fiestas y rituales que prodigaron los jesuitas en el Colegio de Marchenaforman parte de esta cultura política general y no será difícil rastrear en ellos lapulsión militante y combativa que inspiró cualquier realización de la orden, comotampoco su compleja simbiosis con el poder político, encarnado en la villa de Marchenapor los Duques de Arcos, protectores de la institución y principales patrones delcolegio.

1. EL COLEGIO JESUITA DE MARCHENA Y EL PATRONAZGO DUCAL

El colegio de la Compañía en Marchena forma parte de la política de fundaciónde la orden en la provincia bética muy activa desde mediados del siglo XVI.4 Laexpansión económica del valle del Guadalquivir, su crecimiento demográfico y laproyección americana de toda la zona colocaron a la provincia andaluza entre lasprioridades de la orden para el establecimiento de nuevas fundaciones que en granmedida fueron colegios destinados a la formación de las élites políticas y religiosas dela región.5

La nobleza andaluza jugó un papel capital en este proceso, dotando los colegioscon rentas propias, mientras las familias adineradas actuaban como benefactoresocasionales aportando sustanciosos caudales a los colegios ya fundados.6 El deMarchena fue amparado por doña María de Toledo y Figueroa, esposa de don LuisCristóbal Ponce de León, II Duque de Arcos, e hija de doña Catalina Hernández deCórdoba, Marquesa de Priego, la principal promotora de la orden en Andalucía. Lavinculación de la casa de Priego con los jesuitas se había materializado en la fundaciónde los colegios de Córdoba y Montilla, que tuvo en el padre Antonio de Córdoba, hijode la Marquesa, a uno de sus principales baluartes.7 Pero a los lazos familiares de laDuquesa, habría que añadir los que aportaba su esposo, don Luis Cristóbal, emparentadonada menos que con el beato Francisco de Borja que había pasado por Marchena en

4 Francisco de Borja MEDINA (S.J.), «El proceso fundacional de la Provincia de Andalucía (1545-1554)»,en Wenceslao Soto Artuñeda, S.I., (ed.), Los jesuitas en Andalucía. Estudios conmemorativos del 450aniversario de la fundación de la provincia, Granada, Universidad de Granada, 2007, pp. 159-160.5 Eusebio GIL (ed.), El sistema educativo de la Compañía de Jesús, la Ratio Studiorum, Madrid, 1992.A. S. ASTRAIN, Historia de la Compañía de Jesús en la asistencia de España , vols. I-VI, Madrid, 1902-1920, vol. IV, pp. 774-775.6 Julián José LOZANO NAVARRO, La compañía de Jesús en el estado de los Duques de Arcos: El colegio deMarchena (Siglos XVI-XVIII). Granada, Universidad de Granada, 2002, p. 27.7 El padre Antonio de Córdoba fue uno de los primeros jesuitas andaluces. Es elogiado por el P. Juan deSANTIBÁÑEZ en sus Centurias de varones ilustres de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús.Asimismo en: Martín de R OA (S.J.), Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús

(1553-1602). Edición, introducción, notas y transcripción de Antonio Martín Pradas e InmaculadaCarrasco Gómez. Prólogo de Wenceslao Soto Artuñeda (S.J.), Écija, 2005.

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1553 y cuya huella debió influir en la decisión del Duque de fundar un colegio en lacapital de sus estados.8 Esta feliz coincidencia será la semilla de la interpretaciónteleológica que dieron los escritores de la Compañía a la acertada decisión de losDuques, argumento de autoridad invocado siempre que los jesuitas se vieron conapuros económicos durante los más de dos siglos de vida del colegio. Es también elpunto de partida de la Historia del origen y fundación del colegio, fuente principalpara conocer la trayectoria del noble instituto:

Por los años del señor de mil quinientos y cincuenta y tres pasó por esta villa,viniendo de Montilla, San Francisco de Borja, y así como en esta villa se trató, desdeentonces, de fundar en ella un colegio por la señora marquesa de Priego, así con lavisita del santo Borja, trato y comunicación, a ejemplo de su madre trató de fundarotro aquí su hija la señora Duquesa de Arcos, Doña María de Toledo.9

Las alusiones a los patrones del colegio serán constantes a lo largo de esteinteresante manuscrito y particularmente intensas en las descripciones de lassolemnidades litúrgicas del colegio que fueron presididas habitualmente por los Duquesmientras estos residieron en Marchena, una circunstancia que se prolongó hasta bienavanzado el siglo XVII.10 La presencia personal de los señores de la villa, de losprincipales criados de la Casa y de los caballeros y deudos de tan poderoso linaje,infundió a las celebraciones del colegio un aire cortesano y cosmopolita del quecarecieron las funciones de otros institutos de la provincia. Una distinción que fuepotenciada cuando la Duquesa doña María de Toledo ordenó en su testamento serenterrada en la Capilla Mayor de la iglesia del colegio que se convertirá, desdeentonces, en panteón funerario de la familia.11

Las exequias de la duquesa doña Teresa de Zúñiga, que falleció el 14 deenero de 1609, pueden ser buen ejemplo de la solemnidad que alcanzaron estascelebraciones en el momento de máximo esplendor de la Casa y de prestigio del

8 Francisco de Borja MEDINA (S.J.), «El proceso fundacional...», op. cit. pp. 142 y ss. Teófanes EGIDO

(coord.), Los jesuitas en España..., op. cit., pp. 52-53.9 Historia del origen y fundación del colegio de la compañía de Jesús de la villa de Marchena, serie de

rectores y sucesos acaecidos en él. Cuenta con edición crítica y amplio estudio preeliminar de JuliánJosé LOZANO NAVARRO, La compañía de Jesús..., op. cit., que toma como manuscrito para la trascripciónla copia del original hoy perdido que se conserva en el AHPASI de Granada.10 Concretamente hasta 1673 cuando muere, sin descendencia, el V Duque don Francisco Rodrigo:Historia del colegio de Marchena..., op. cit., f. 108. En general sobre la trayectoria de la Casa de Arcos:David GARCÍA HERNÁN, Aristocracia y señorío en la España de Felipe II. La casa de Arcos , Granada,1999.11 Julián José LOZANO NAVARRO, La compañía de Jesús..., op. cit. , p. 51.

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propio Colegio, que entonces podía rondar la nada desdeñable cifra de 300 estudiantesen sus aulas. La procesión general congregó a todas las cofradías, coros religiosos ytribunales de la villa. El novenario contó con la presencia de los mejores oradoresdesde el púlpito, incluido el tenor del padre Valderrama, cuyo sermón fue más tardeimpreso.12 Y lo que más pondera el autor de nuestra Historia: las funciones fueronautorizadas por la asistencia de la flor y nata de la nobleza andaluza (el conde dePalma, don Fadrique de Toledo), los provinciales de las principales órdenes, ademásdelAsistente de Sevilla. Toda una demostración del ascendiente social y moral de losDuques sobre las tierras y ciudades andaluzas.13

Tan sólo unos meses después de los magnos funerales reseñados, la villarecibió la noticia de la concesión de culto y rezo al fundador de la Compañía. El añotocaba a su fin y las celebraciones se retrasarían a la primavera del siguiente,coincidiendo con la llegada a la rectoría del colegio de un eminente predicador, elpadre Pedro de Urteaga. Este sevillano, de familia vasca, había profesado los cuatrovotos en 1602 y su estancia en Marchena será el inicio de una brillante carreradesempeñando cargos de máxima responsabilidad y gobierno dentro de la Compañía.14

El elogio fúnebre que le consagró el padre Gonzalo Peralta, impreso en 1645, año desu óbito, subraya las cualidades de este nuevo san Cipriano de la palabra evangélicaque no rehusaba la batalla misional en los frentes más adversos (memorable fue suactuación entre la germanía de las almadrabas de Cádiz), acometiendo otras veces ladelicada tarea de intermediación en los conflictos entre el Arzobispo y el Cabildo deSevilla.15 La fama del vate sevillano se extendió hasta Roma donde llegó a predicar elsermón de la Purísima en las fiestas inmaculistas del colegio de los españoles; y susservicios se disputaron entre el obispo de Jaén, el Colegio de Sevilla, que reclamabasu vuelta, y la grandeza de Andalucía, entre la cual se contaba, como admirador yafecto, el Duque de Arcos.16

12 Se trata del famoso predicador agustino Fray Pedro de VALDERRAMA autor de unos celebérrimosExercicios espirituales para todos los días de la quaresma (Madrid, Luis Sánchez, 1604) que contaroncon sucesivas ediciones en la primera mitad del siglo XVII. Sobre la vinculación de los Ponce de Leóncon la orden agustina véase: Juan Luis CARRIAZO RUBIO: «Marchena y los Ponce de León en los sermonesy relaciones de sucesos del siglo XVII», en Actas de Historia de Marchena,Ayuntamiento de Marchena,1998.13 «De la muerte de la señora duquesa y exequias que se le hicieron», Historia del origen y fundación del

colegio de la compañía de Jesús..., op. cit., fol. 10v.14 P. Juan de SANTIBÁÑEZ, Centuria II..., fol. 83v.15 Real Academia de la Historia. Jesuitas. Tomo 120, nº 29: CARTA/ DEL PADRE GONZALO/ DE

PERALTA, PREPOSITO DE LA/ Casa Professa de la Compañia de IESVS de Sevilla:/ a los Superiores

de esta Provincia de el/ Andaluzia:/ SOBRE LA MVERTE, VIDA,/ y virtudes del Padre Pedro de/

Vrteaga . [en cuarto, s. f., s. l., s. i.] (h. A3r).16 Ibídem , hs. A4v-A5r.

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Pero en marzo de 1610, cuando toma posesión del rectorado del colegio deMarchena, Urteaga era todavía un joven predicador con toda la carrera por delante.Retenemos la atención sobre su figura porque va a ser el principal impulsor de lasfiestas por la beatificación de Ignacio de Loyola que se celebraron en el colegio enmayo de aquel año. Un acontecimiento de extrema importancia para la consolidaciónde la orden que celebró festejos durante aquel invierno en Madrid, Toledo, Murcia,Salamanca, Sevilla y Granada, y el curso de la primavera en otras muchas localidadesde los dominios españoles, incluidas las remotas Sassari y Cagliari.17 En el registro delos poderes locales, fue sobre todo una buena oportunidad para representarpúblicamente el afianzamiento que había logrado el sagrado instituto en los primerostiempos de la provincia de Andalucía. El padre Urteaga, valiéndose de la ayuda delhermano Alonso Matías, dirigió con diligencia y cuidado las prevenciones de lacelebración, convocando a los mejores artesanos de Sevilla y posiblemente ideó ladisposición de las decoraciones de la iglesia y de los patios que, más tarde, siendo yaprepósito del Colegio de Sevilla, repetiría en los claustros de aquel colegio de sanHermenegildo con ocasión de las fiestas por la canonización de 1622 para las que,según se lee en la Carta del padre Gonzalo de Peralta, «se mostró espléndido».18

2. EL TRIUNFO DE LOS SANTOS DENTRO DE LA MENTALIDAD BARROCA

El relato que se inserta en la crónica del colegio de Marchena parece habersido concebido como un borrador para ser impreso y debió formar parte de los apuntesmanuscritos de un escritor de mediados del siglo XVII que fueron utilizados por elcompilador y redactor del manuscrito del XVIII que se ha conservado.19 Cuenta conencabezamiento propio que principia Relacion Breve de las fiestas, como era uso enlas relaciones de sucesos, y está redactado con los recursos propios de la retórica deeste subgénero de las relaciones de honras, situado a medio camino entre la historialocal y el panegírico festivo.20 Una armadura retórica que exhibe morosidad y detallismo

17 Manuel BONOMO, Le feste spagnole per la beatificazione di Ignazio di Loyola (1609-1610), Tesi diLaurea di Manuel Bonomo, Universitá di Bergamo, pp. 13-14. Agradezco al autor haber tenido laamabilidad de facilitarme un ejemplar de este trabajo de investigación inédito que se verá prontoampliado en su tesis de doctorado.18 Fue Prepósito de la Casa Profesa desde 1619, coincidiendo con las canonizaciones de 1622 para lasque se mostró espléndido.19 Relación breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de Marchena por la

beatificación del glorioso Santo Ignacio de Loyola, su fundador (1610), en Historia del origen..., op.

cit., fol. 12v.20 Acerca de la retórica de las relaciones de solemnidades véase: Giuseppina LEDDA, «Per una lettura de

la festa religiosa barocca» en Dialogo. Studi in onore de Lore Terracini, Roma, Bulzoni, 1990, p. 278.Pueden consultarse asimismo los estudios recogidos en: Sagrario LÓPEZ POZA y Nieves PENA SUEIRO

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en las descripciones, con calculada identificación de lugares, personajes y situacionesque sirven para autorizar la veracidad del argumento, al mismo tiempo que jerarquizaninternamente el material narrativo sobre la base de la dignidad de sus protagonistas.21

En conjunto, la relación podría leerse como un roman à cle, cuya llave descifradorase encuentra en la imagen del santo, hecha para la ocasión, que presidía el ara delaltar.22 El texto subraya que la hechura, preseas y vestidos habían sido donadosliberalmente por la Marquesa de Zahara, mientras su excelencia, el Duque, exornócon reposteros de su guardarropía los testeros y pilares del templo.23 Gesto porantonomasia de la magnificencia dentro del canon moral del caballero cristiano, elservicio a la causa sagrada, es para el escritor de este relación la garantía de que lasfiestas sucesivas se celebrarían en jubilosa armonía y bien proporcionadacorrespondencia entre los criados de la Casa y los vecinos de Marchena. Los Poncede León aportaban solidez a todo el teatro de la representación que iba a tener lugaren los ocho días sucesivos de sermones, mascaradas y fiestas.

El segundo texto al que nos vamos a referir, la descripción de las fiestas porla canonización del ya beato Ignacio de Loyola y del apóstol de las Indias FranciscoJavier, corrobora la interpretación piramidal, jerarquizada y orgánica, que nos trasladael cronista de esta Historia.24 Insertas en el folio 35 del manuscrito, discurriendo elaño 1622, su estructura es muy semejante a la anterior, incluso en la repetición delmarchete Breve relación que ya conocíamos para 1610. Se insiste de nuevo en quelas imágenes de los gloriosos fundadores se habían aderezaron en la casa del Duque«grandiosa y costosamente», pero se enfatiza su dimensión militante, pues en estaocasión estaban destinadas a coronar el castillo de la fe, que debía resultar inexpugnablea las acometidas de los cuatro heresiarcas. Por si quedara alguna duda acerca de la

(eds.), La Fiesta. Actas del II Seminario de Relaciones de Sucesos (A Coruña 13-15 de julio de 1998),Ferrol, Sociedad de Cultura Valle Inclán (Colección SIELAE), 1999.21 L. Carlos ÁLVAREZ SANTALÓ, «El espectáculo religioso barroco», Manuscrits, 13 (1995), pp. 157-183.22 Sobre el papel de la imagen sagrada en las fiestas de beatificación y canonización hemos escrito en: J.Jaime GARCÍA BERNAL, «La reparación de la imagen mancillada: retórica del desagravio mariano en elcontexto de la polémica sobre el icono sagrado (Sevilla, 1638-1639)», en Congreso Internacional

Andalucía Barroca. Antequera (17 al 21 de septiembre de 2007. Y asimismo: «Las imágenes de devociónpasionista y sus prácticas rituales en el contexto de la polémica sobre la imagen sagrada después deTrento», en Congreso Latinoamericano de Religiosidad Popular: La Semana Santa, Valladolid (España),15-18 de octubre de 2008 (de inminente publicación).23 Relación breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de Marchena por la

beatificación..., op. cit., fol. 13v.24 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de la villa de Marchena enla canonización de su glorioso padre y fundador San Ignacio de Loyola y del apóstol de Cristo San

Francisco Javier (1622), en Historia del origen..., op. cit., fol. 35r.

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centralidad del papel de los señores de la villa en la representación de esta batallacelestial, el relator da cuenta, al principio del texto, del paseo de publicación de lasfiestas, ritual que se celebraba en las grandes solemnidades religiosas.25 El Vicario dela villa portaba el estandarte «con los retratos de los gloriosos santos», que eranhonrados, a ambos lados, por don Francisco Ponce de León, sobrino del Duque y pordon Luis de Córdoba, vástagos de la mejor nobleza de Andalucía. Otra vez, la excelenciade la nobilitas rindiendo servicio al triunfo espiritual de los santos. Esquema que seduplicó en el resto del cortejo de aquel 10 de julio de 1622, pues los caballeros y elclero de la villa, interpolados por parejas, seguían a los cuatro lábaros vistosos quetremolaban los pajes del Duque exhibiendo las tarjas del jubileo concedido por elPapa Gregorio XV.26

El tono de triunfo y la estética militante son las notas características de estosdos acontecimientos. Pero su verdadera dimensión ritual que fue capaz de despertarla adhesión de la comunidad y proyectar sus anhelos durante aquel mes de mayo de1610, se nos escaparía a menos que tengamos presente que la elevación de un hombrevirtuoso a los altares era el premio más preciado a que podía aspirar un mortal enaquella sociedad sacralizada.27 Y la presencia mirífica de sus restos entre suscompatriotas el más seguro vínculo para ligar la comunidad de los que permanecíanen el mundo con la de los que ya habían entregado su alma al Señor. Del sentido de lavida en el Barroco se ha dicho que fue una mayeútica dirigida desde el nacimiento almomento del óbito. La vida de los santos, como modelos de conducta en los queaquella sociedad gustaba reflejarse, traducía de un modo prístino ese entrenamientoconstante, obsesivo, para acoger la muerte con esperanza. Pero no se suele pensartanto en la compensación simbólica, que en forma de gracia derramada que consuelay es capaz de obrar milagros, tuvo el reconocimiento de la santidad del varón virtuososobre sus amigos y devotos. Su cuerpo muerto, los objetos que le rodearon en vida,sus escritos y hasta sus discípulos, por haber estado en especial comunión con subeatitud, retienen la potencia divina y son una prueba de su continuidad en la tierra.28

25 De este rito nos hemos ocupado recientemente en: «El cartel de fiestas en la configuración de lacomunidad urbana del Barroco: ritualización del impreso y escrituración de la fiesta», IX Congreso

Internacional de Historia de la Cultura Escrita, Alcalá de Henares, 28 a 30 de abril de 2008 (enprensa). Para su dimensión musical, véase: Clara BEJARANO PELLICER: «Medios de comunicación en laciudad durante la Edad Moderna: la figura del pregonero», que saldrá publicado en las mismas actas.26 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit, fol. 35r.27 Antonio RUBIAL GARCÍA, La santidad controvertida, FCE, 1999.28 José Luis SÁNCHEZ LORA , «Hechura de santo. Procesos y hagiografías», en Carlos Alberto GonzálezSánchez y Enriqueta Vila Vilar (comp.), Grafías del imaginario. Representaciones culturales en Españay América (siglos XVI-XVIII), México, FCE, 2003, pp. 336-354.

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La escena del óbito del padre Armenta, jesuita sevillano coetáneo de losacontecimientos que aquí estamos analizando, puede dar algún color a esta afirmación.La carta de su hermano y familiar el padre Arias destaca la austeridad de vida que semantuvo incólume en la actitud sobre la muerte, pues terminó sus días en el suelo, sinbienes, ni títulos, como un sencillo religioso. Después de una amplia confesión, acabódiciendo: «bendito sea Dios que me saca deste mundo».29 Y así expiró, quedando surostro:

tan apacible, y alegre, que parecía estar vivo, y tan sin causar espanto, y miedo, quea porfía llegavan a vesarle la mano, y rostro los novicios, que suelen por niños sermás espantadiços, y huir de los difuntos, antes se quedaron a dormir dos junto alcuerpo los rostros juntos con el suyo (...).30

La epístola del padre Arias expresa, a las claras, la ligadura profunda entre elpasado y el futuro que encarna la muerte de ese hombre excepcional que es el varónde vida ejemplar. Tanto en los breves apuntes internos, como en las más elaboradasrelaciones impresas, el hombre santo enlaza los tiempos de la representación; lacontingencia del tiempo pasado y la naturaleza nueva, reformada del tiempo por venir.Los personajes que le escuchan, se acongojan con sus palabras y rezan por su alma,son los testigos privilegiados de ese milagro que es, en sí mismo, la muerte del buenreligioso, que verifica con su tránsito la condición de elegidos de los que gozaron desu favor.

La explosión del culto cívico a los santos locales, ya fueran los antiguosmártires redescubiertos y venerados con nuevo fervor, ya fueran los nuevos hombresde Dios, frailes o legos, piadosos limosneros o rocosos misioneros, se explica dentrode este sentimiento de comunidad espiritual congregada en torno a un hombre piadosoque recibe trato privilegiado de Dios. La extensión de su veneración tiene mucho quever con la participación directa o indirecta (a través de otros testigos y, también, de suvida escrita y luego impresa) en la vida del paisano, del vecino, de quien todos guardabanrecuerdo personal o referido por sus mayores. El hombre cuya memoria vivapermanecía en sus lugares de oración, en sus reliquias y en su palabra.31 Las

29 RAH. Jesuitas. Tomo 112: 9/3685. Nº 12: Car ta del P. Alvaro Arias sobre la muerte del P. D. Alvaro

Arias de Armenta (Sevilla, 22 de marzo de 1624).30 Ibídem , fol. 2v.31 Un tema que hemos desarrollado con más amplitud en: J. Jaime GARCÍA BERNAL , «Daños de laociosidad y santidad cotidiana: la vida de Fray Pablo de Santa María», Francisco Núñez Roldán(Coord.), Ocio y Vida Cotidiana en el Mundo Hispánico en la Edad Moderna, Sevilla, Universidad deSevilla, 2007, pp. 71-81. Y para la santidad femenina: «Santidad femenina y devoción barroca: elrecibimiento del cuerpo incorrupto de la venerable madre María de la Antigua de Marchena», en JuanLuis Carriazo Rubio y Ramón Ramos Alfonso, La mujer en la historia de Marchena. Actas de las XI

Jornadas sobre Historia de Marchena, Marchena, Ayuntamiento de Marchena, 2007, pp. 77-120.

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hagiografías que se escribieron sobre ellos, ricas en matices psicológicos y exaltadorasdel hombre de acción como textos que han asumido la tradición humanista,32 adquierenademás un sentido coral, propio de la puesta en escena del barroco, en el que entra enjuego toda la comunidad que auspicia (y se beneficia) de la intercesión del nuevoamigo de Dios. En este sentido, como ya apuntó en su día Caro Baroja, las vidas desantos del Barroco apenas alteran el argumento de las antiguas leyendas, perotransforman el ropaje de lugares, personajes y situaciones que rodean al protagonistaque es presentado como un héroe de su tiempo. Los alardes de erudición y las ampliasdigresiones que frecuentan estas nuevas hagiografías terminan por aproximarse alestilo de la novela o la comedia nuevas que penetraban con fuerza en el gusto lectorde la sociedad del seiscientos.33

La biografía del bendito hijo de la ciudad dibuja una tensión constante entre lavoluntad de Dios que se canaliza a través del protagonista mediante sus deseos dereforma y los recelos de sus superiores religiosos que le marcan un camino deobediencia. En este desigual pulso, el tiempo decidirá a favor del destino que laProvidencia establece a favor de su elegido y en contra de las decisiones del lospoderes mundanos. El periplo del siervo de Dios resulta, así, una representación delpoder del Altísimo sobre su pueblo que se concreta en la comunidad de seguidores yafectos al siervo, un círculo de discípulos que se va definiendo sobre la base de laintimidad alcanzada con el protagonista que con su trato distingue a unos sobre otros,manifestando así el plan secreto del Creador. Los signos de elección declarados porel varón virtuoso durante su vida quedarán, más tarde, confirmados por las revelacionesy milagros que experimentan sus más queridos compañeros después de su muerte.Mientras la ciudad, en su conjunto, recibe los beneficios de esta espiritual progenie.

32 Los rasgos de la hagiografía barroca serían para A. Rubial García: individualismo (influencia de labiografía clásica que insiste en los rasgos psicológicos), exaltación del hombre de acción más que elcontemplativo y el criticismo (a partir de los bolandistas). Sin embargo, la literatura «folclorista»continuó cultivando lo afectivo y extraordinario, especialmente en los santos contemporáneos. Laargumentación demostrativa persigue, casi siempre, la promoción a la santidad del protagonista que dealcanzar se redundará, por lógica, en sus promotores, testigos, vecinos y compatriotas. Como hasta lasreformas de Urbano VIII la decisión de elevación a los altares correspondía en cada diócesis a su obispo,las posibilidades de alcanzar tal honor dependían en gran medida del poder de crear un ambiente localfavorable.Antonio R UBIAL GARCÍA, La santidad controvertida, México, FCE, 1998, p. 38.33 Julio CARO B AROJA, Las formas complejas de la vida religiosa. Religión, sociedad y carácter en la

España de los siglos XVI y XVII, Madrid, Akal, 1978, p. 96.

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La certificación del destino sobrenatural de hijo piadoso de Dios mediante sudeclaración como beato o santo por parte de la Iglesia significaba, por tanto, laculminación de este largo camino de sacrificios y privaciones, de construcción de unaopción radical de vida, paulatinamente interiorizada por una minoría de elegidos quese aleja del desdén inicial de la mayoría. El triunfo del santo, acogido en la cortecelestial, enaltecía a estos pocos que podían llegar a ser muchos más en virtud de laparticipación de su cuerpo santo, de sus escritos y de su legado espiritual presente ensu convento. Toda la comunidad se congraciaba, de este modo, con su hijo yaglorificado.

3. ESTÉTICA MILITANTE: LAS FIESTAS JESUITAS DE MARCHENA DE 1610 Y 1622Esta era la vivencia del triunfo de un santo local en la España del Barroco.

La novedad del año 1610 consistió en la proyección al conjunto de la Monarquíacatólica de este concepto de comunidad espiritual. Las circunstancias de la beatificaciónde un español fundador de una orden religiosa nueva que se había universalizado enpoco tiempo, facilitaban los elementos para dar este salto de escala. Sólo era necesarioencontrar ahora un ideal integrador extraído de la vida del nuevo héroe. Este ideal loproporcionó su promesa original, el milites christi de su divisa. Un concepto de servicioy obediencia del operario de Dios en el campo de batalla del mundo que se popularizóen seguida por su impulso misional y dramático. Se entendía que la batalla que selibraba en el mundo era la parte visible de una conflagración a gran escala que teníalugar en el cielo entre las fuerzas del bien y los secuaces de Satán. La teología jesuitadesarrolló esta idea con diversas variantes pero insistiendo siempre en el caráctereminentemente pragmático y activista de la vida del cristiano en el siglo: pues invirtiendola lógica de la doctrina de la predestinación calvinista, los jesuitas concibieron la tierracomo un escenario en el que todo estaba aún por decidir, empezando por la salvacióndel alma propia, primer objetivo de la disputa.34

Este sentido dramático del tiempo secular, testigo de una escatología abiertay en permanente realización, invitaba a una participación activa y militante en lahistoria. Si además se formaba parte de la falange del capitán de la celestial milicia,Ignacio de Loyola, como fue caracterizado en las celebraciones de 1610, la sensaciónde estar gozando de un particular privilegio era mayor aún. No es de extrañar, entonces,que las comunidades locales, y sobre todo aquellas en las que la Compañía de Jesúsmantenía una presencia activa por medio de sus casas y colegios, interiorizasen como

34 Bolívar ECHEVARRÍA, «La Compañía de Jesús y la primera modernidad en América Latina», en PetraSchumm, Barrocos y Modernos. Nuevos caminos en la investigación del Barroco iberoamericano,Frankfurt/Madrid, VervuertVerlag/Iberoamericana, 1998, pp. 49-65.

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algo propio el triunfo del fundador de la congregación jesuita, como antes habíanhecho con los beatos más próximos y familiares.

El guión de las fiestas, por otra parte, extremaba el componente dinámico dela vida como batalla que en la biografía quedaba diluido dentro de una estructurasecuencial y narrativa. La tensión agónica, contenida hasta el final en el discurso dela vida de los santos, se liberaba en la fiesta. Algo de esperar dentro de la lógica delritual público que siempre acentúa la dimensión dramática de la historia. Lascelebraciones de 1610 representaron, por consiguiente, la conquista de la miliciatemporal sobre la tierra de los gentiles y, con singular tesón, la erradicación de lasherejías. Ya en máscaras, ya en dramatizaciones, ora en los montajes efímeros, oraen los espectáculos pirotécnicos, el batallón de la Iglesia aherrojaba y humillaba alinsidioso rebelde. Paralelamente, en estos mismos espectáculos, se representaba elcortejo de la milicia celestial y el camino de la Iglesia triunfante, consecuencia yfinalidad de la batalla en la tierra.35

La analogía entre estos dos planos, el temporal y el espiritual, imprimía singulartremendismo a la escena, recordando al espectador la estrecha alianza que habíaentre la batalla de la vida (aquella que libramos todos los días contra los vicios paraque resplandezcan las virtudes) y la disputa cósmica entre las fuerzas del bien y laspulsiones del mal. El triunfo de Ignacio de Loyola jugaba un papel cardinal en esteesquema, cumpliendo la función de ligar ambas esferas, la terrenal y la celestial,como nuevo Prometeo espiritual de la Iglesia, según el calificativo que le asignó ellicenciado Francisco de Luque Fajardo en su descripción de las fiestas de Sevilla deaquel año. En el pendón que sacaron los estudiantes sevillanos para convocar alcertamen literario que se habría de celebrar con motivo de la beatificación se dibujó,en efecto, la fábula de Prometeo, como analogía del ministerio de Ignacio de Loyolaen el mundo cuya imagen, igualmente representada en el estandarte, encendía lasalmas con el fuego purificador que recibía de un gran Jesús en forma de sol.36

Sirva para completar la idea un segundo estandarte, el que sacaron los estudiantesdel Colegio Imperial de Madrid doce años más tarde, con motivo de las fiestas por la

35 L. Carlos ÁLVAREZ SANTALÓ, «La religiosidad Barroca: la violencia devastadora del modelo ideológico»,en AA.VV., Actas de los VII Encuentros de Historia y Arqueologia. Gremios, Hermandades y Cofradías.Una aproximación al asociacionismo profesional y religioso en la Historia de Andalucía, San Fernando,Ayuntamiento de San Fernando, 1992, 2 vols., pp. 77-90. Disputa entre ángeles y demonios quetendría su telúrica y germinal batalla en la lucha por la posesión del cielo, antes de la creación delhombre. Cfr. José Luis SÁNCHEZ LORA , «Demonios y santos: el combate singular», en María Tausiet yJames Amelang. (eds.), El diablo en la Edad Moderna, Madrid, Marcial Pons, 2004, pp. 159-186, yaquí, p. 165 y ss.36 Francisco de LUQUE FAJARDO, RELACION DE LA FIESTA QVE/ se hizo en Seuilla a la Beatificacion del

Glorioso/ S. IGNACIO fundador de la Compañía de Iesvs. Sevilla, Luis Estupiñán, 1610, fols. 2r-v.

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canonización del fundador de la orden y del apóstol de las Indias, san FranciscoJavier. El tema vuelve a insistir en el puente místico que establecen los dos santos,comunicando cielo y tierra como parte de una misión dura y violenta: la conquista delmundo para someterlo a la ley del Altísimo. Un mensaje que el cartel condensabasinópticamente y que, luego, como observa el cronista Monforte Herrera, lasprocesiones y montajes callejeros representarían con todo lujo de detalles:

No fue mas el triunfo que vna pratica representación de la traça que el cartel lleua;porque assi como alli se veen los Santos hollar el mundo, y sustentar el cielo, enfigura de lo que sugetaron a la tierra, ya menospreciandola, ya conquistandosela aDios, y lo mucho que siruieron al cielo, haziendo que sus piadosas y santas influenciasse comunicassen a todo el mundo: y por esso tomò el cielo la mano, y festejò conplanetas y signos sus virtudes, sin dar lugar a que la tierra contenta con estar a suspies entrasse en la justa poetica, porque pretenden los Poetas mas nobledescendencia, como soñaua el otro, est Deus in nobis. Assi en este triunfo mundo ycielo, vno por conquistado, el otro por bien servido, salen a celebrarlo, sacando cadavno lo mejor que tiene: el mundo saca sus quatro partes (…) el cielo ofrece lo masluzido que tiene: y por esso saca sus planetas, signos y astros.37

Esta es la estética marcial que encontramos también en las celebracionesque organizó el colegio de Marchena en mayo de 1610. La máscara de los colegialesfue el plato fuerte de la octava de fiestas. Se reservó para el domingo y en elladesfilaron las cuadrillas de las dos milicias, la celestial y la temporal, triunfantes sobrelas alimañas del infierno que figuraban en tercer lugar. La misma técnica que losjesuitas exhibían desde el púlpito cuando dictaban sus famosos sermones depostrimerías, contrastando los horrores del infierno con las amenidades de la gloria,se desplegó en el curso de este desfile, combinando las imágenes deformes del ejércitode las furias infernales, con la dignidad y nobleza del cortejo del beato Ignacio.38 Lapedagogía jesuita cuidó con extremo todos los detalles de la representación para queel público pudiera extraer una enseñanza moral del desfile. Los vicios ibanejemplificados por los reyes y emperadores de la gentilidad, acompañados por losanimales que los identificaban (como Nerón en la ira). Mientras los coros de ángelesy los mártires de la Compañía representaban las virtudes:

37 Fernando de MONFORTE Y HERRERA, RELACION/ DE LAS FIESTAS/ QVE HA HECHO EL COLEGIO/

Imperial de la Compañia de Iesus de/ Madrid en la canonizacion de San/ Ignacio de Loyola, y S. Fran-

/ cisco Xauier/ Por Don _____ / Dirigida al mismo colegio/ Imperial de la Compañia de Iesus. Madrid,Luis Sánchez, 1622., fol. 40v.38 P. Luis de la PUENTE (S.J.), Guia espiritual que se trata de la oración, meditación y contemplación,Valladolid, Antonio Coello, 1609.

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Iban de dos en dos en gran número de ángeles muy bien aderezados con albas ysobrevestas de velillo de plata y oro; acompañaban un carro en que iban 16 niños,unos como serafines, otros como querubines, otros como mártires de la Compañía,todos con muchos oros, y vestidos de tela o velillos de oro.39

Los metales nobles ponderaban la excelencia del acompañamiento y eranreservados en las fiestas jesuitas para las compañías celestiales. El oro y el azulcomponían habitualmente los fingidos cielos, y la plata con resaltes en oro esmaltabalas figuras de sus beatos y mártires cuando eran exaltados para su culto. Las leyesdel decoro estético reservaron las joyas para el infante que representó el papel deIgnacio en el carro de triunfo: «En la popa iba un niño con manteo y sotana muyenjoyado, bonete de terciopelo bordado de piezas de oro y otras joyas, en el pecho unJesús de perlas y otro semejante en la mano».

Aderezado con propiedad aunque sin alcanzar la cima argentífera del anterior,desfiló el segundo carro que representaba la tropa temporal de Ignacio: Papa,Emperador, cardenales y reyes que distinguieron en la promoción de la sagrada causa.Coronas y vestidos permitieron seguramente identificarlos, mientras la música devihuelas y arpas, traída expresamente desde Sevilla, les otorgaba el concierto quecorrespondía a la autoridad de sus componentes.40

El autor de la Historia calcula en unas 150 personas los integrantes de estalucida máscara tan variada en invenciones. Para ponderarla, a continuación, citandoa don Pedro de Toledo, Marqués de Villafranca, padre de la Marquesa de Zaharaquien no se cansaba de verla y la hizo desfilar hasta tres veces. Teniendo en cuentala calidad excepcional del invitado de quien el autor dice en otro momento que «havisto tanto y que en gastos y grandeza de casa sabe todo el mundo cuánto ha hechoen diversas jornadas», no cabe duda de que la cita iba destinada a una difusión impresadel texto que, finalmente, como ya dijimos, no se produjo.41

El narrador asoma también en este punto del relato, revelándonos suvinculación al Colegio que le impidió presenciar el desfile, seguramente por estar acargo de la compostura de la propia Casa. De sus decoraciones en los patios y en laiglesia parece hablar, en efecto, con conocimiento directo y más seguridad en los

39 Relación breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de Marchena por la

beatificación..., fol. 16r.40 Louise K. STEIN, «<En esas músicas bellas…>: Calderón y el afecto musical», en José Alcalá-Zamoray Ernest Belenguer (Coords.), Calderón de la Barca y la España del Barroco, 2 vols., Madrid, Centrode Estudios Constitucionales, 2001, pp. 871-908.41 Relación breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de Marchena por la

beatificación..., fol 14 v.

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detalles, sin necesidad de aludir a testigos o referencias de lo que le han contado(dicen que) como había hecho en la descripción de la pandorga estudiantil.

Los datos que aporta sobre el coste del retablo que se acabó coincidiendocon la fiesta y de sus artífices, entre los cuales destaca al pintor Juan de Roelas,42

inducen a pensar que estamos en presencia de uno de los padres jesuitas del Colegio,o de alguien muy próximo, que elaboró un relato por encargo y bajo supervisión delrector Pedro de Urteaga, probablemente a petición de los superiores de la orden. Larelación fue colocada en el lugar que le correspondía de acuerdo al discurso cronológicodel anónimo redactor de estas memorias, quien hace observar al lector la competenciaque animó la terminación de la capilla y la prevención de la fiesta en los jesuitas deaquel tiempo que trataban de emular las del colegio de Sevilla. El sentimiento depugilato, muy propio del primer barroco, procede de un cuaderno anterior que el autorde la Historia cita en algún momento como libro antiguo y pudo ser, en efecto, unahistoria del colegio escrita en el siglo XVII.43

El aderezo del flamante retablo de Roelas, permitía contemplar las pinturasde san Luis rey de Francia y del mártir de Córdoba san Rodrigo que recordaban laonomástica del entonces Duque don Luis Cristóbal y de su hijo don Rodrigo, flanqueandola escena de la Anunciación que preside el monumento. 44 El banco inferior del retabloaparecía, sin embargo, cubierto por un frontal convertido en un abigarrado relicariode canillas de santos, ramilletes de flores y cera, sobre los que resaltaba la figura,recamada de joyas, del beato Ignacio. Por último, fastuosas colgaduras y reposterostapizaban las paredes de la iglesia.

La acumulación de lujosas telas y auríferos visajes reducían el espacio diáfanodel templo a la proporción de un interior doméstico y cortesano que parecía esconder,tras los brillos opiáceos, los misterios del ajuar celestial. Patios y portería estabanigualmente repujados de pinturas, ornamentos y brocados a la moda: cielos de camas

42 Enrique VALDIVIESO, Juan de Roelas, Sevilla, Diputación, 1978, pp. 47-48.43 La Historia del colegio fue escrita en torno a 1750 y se sirve muchas veces de la información de estemanuscrito anterior hoy perdido. Cfr. Julián José LOZANO NAVARRO, La Compañía de Jesús..., op. cit.,pp. 16-17.44 «El novedoso y sorprendente efecto de las pinturas realizadas por Roelas en el retablo de la iglesia dela Casa Profesa de la Compañía de Jesús en Sevilla, haría que poco después fuese llamado también porlos jesuitas para pintar el conjunto de pinturas que adorna el segundo cuerpo del retablo mayor de laiglesia del colegio de la Compañía de Jesús en Marchena, actualmente iglesia de Santa Isabel. Esteretablo fue realizado en dos fases, concluyéndose el primer cuerpo en 1599, en el que figuran pinturasdocumentadas por Alonso Vázquez. El segundo cuerpo del retablo fue realizado entre 1607 y 1608 porel hermano jesuita Alonso Matías, que como ya hemos visto, realizó también el retablo de Sevilla antesaludido. Las pinturas de este segundo cuerpo no se encuentran documentadas, aunque son obrasindudables de Roelas». E. VALDIVIESO , Juan de Roelas..., op. cit., p. 47.

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bordados al estilo que ya se hacía en las fiestas de Sevilla,45 labores de bordado yrejuela, además de los fingidos sillares que imitaban jaspes verdes con listones deoro.46 Algunos detalles decorativos son muy ilustrativos del gusto de la aristocraciaandaluza por los lujos orientales de los que los jesuitas fueron, a veces, introductores,como aquel paño verde dorado con un pelícano «obra de la China». Mientras otrossubrayan el interés por la pintura de historias y paisajes, propias del arte flamencoque, en ocasiones, podía hacer alusión a episodios de actualidad como un «cuadro dela embarcación de los moriscos en el río de Sevilla» que estaba colocado a la entradade la portería y del que el relator dice que «entretenía a la gente».47

El relato se engolfa, por momentos, en una gongorina pendiente de azules,verdes, oropeles bruñidos y escamados de plata que nos traslada de friso en friso, debalcón en balcón por los corredores del claustro, mediante una retórica de lo visualque Giuseppina Ledda ha definido como punto equinocial del artificio barroco.48 Lospropios jeroglíficos y poesías sirven a la vista antes que a la memoria, colgando depilastras y celosías, guardando su secreto al visitante curioso o extravagante.

En medio de todo aquel laberinto que tanto contrasta con los paramentos lisosque actualmente dan un aspecto formal y solemne al patio del antiguo colegio, seerigió una gruta que representaba la escena del retiro de san Ignacio en el santuariode Monserrat, una de las más famosas y representadas de su vida. Más allá de lahistoria, la percepción del cronista resalta «las mil variedades de cosas, huertas, fuentes,jardines, arroyos, ermitaños, grutas y otras mil sabandijas» que componían el montaje.Una concesión al entretenimiento del vulgo que se dejaba engañar por el realismo dela escena de «un pobre a quien el santo, vestido de sayal, daba el satén que habíadejado».49

45 Sobre las decoraciones que montaba el gremio de colcheros de Sevilla para las fiestas inmaculistas:Pedro de ESCALANTE , RELACION DE LAS/ FIESTAS QVE EN SEVILLA SE HIZIERON A/ diez y ocho,

y diez y nueue de Setienbre a la Imagen de la Inmacu-/ lada Concepcion de nuestra Señora, con ocasion

de las pro-/ cesiones que hizo su Cofradia, lleuandola al Conuen-/ to de San Francisco, y boluiendolaa el de/ Regina de donde salio. Sevilla, Alonso González Gamarra, 1616, fols. A2 y A2v.46 Relación breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de Marchena por la

beatificación..., fol. 14v.47 Un motivo que volverá a aparecer en las exequias de Margarita de Austria el año siguiente: Historia

de la mui noble/ Y mas leal Ciudad de Seuilla/ escrita por el/ Lizenciado Collado por los años de 1620(...). (B)iblioteca (C)apitular y (C)olombina de (S)evilla, Ms. 58-3-12, sin foliar, capítulo 85: «De latraça del túmulo que se hisso/ en esta siudad en las honrras de la/ Reina nuestra señora doña marga-/ ritade austria».48 G. LEDDA, «Los jeroglíficos en los sermones barrocos. Desde la palabra a la imagen, desde la imagen a lapalabra», en G. Ledda (ed.), Literatura Emblemática Hispánica. Actas del I Simposio Internacional (LaCoruña, 14-17 de Septiembre, 1994), A Coruña, Universidade da Coruña, 1996, pp. 111-128.49 Relación breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de Marchena por la

beatificación..., op. cit., 14v-15r.

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Si antes la creación de espacios irreales, sobrenaturales, por medio de lasaturación visual, ahora el naturalismo más descarnado, la hipnotización de lo hiperreal,hacía las delicias de un espectador, imantado a golpe de sorpresa, cautivo en el laberintoenvolvente del efímero barroco.50

En las fiestas de 1622, la arquitectura efímera del colegio, sin abandonar estaestética preciosista, alcanzó un efecto de más aparato. En el patio del Colegio selevantó un Castillo en dos cuerpos. El superior representaba a los santos Ignacio yFrancisco Javier, glorificados. En el inferior los patriarcas de las religiones, SantoDomingo, San Francisco, San Agustín y los dos santos jesuitas canonizados, armadoscomo caballeros y con las espadas en alto, defendían la fe «contra los cuatroheresiarcas que sobre cuatro sierpes y dragones muy al vivo representados con muchascabezas y colas, estaban en las esquinas del primer cuerpo del castillo, donde amagabanflechas a la fe con unos turquescos». Finalmente, el relator hace observar que por lapuerta del castillo «salía una fuente de agua, manifestando por ello que la puerta de laIglesia es el Bautismo, que así mismo estaba allí en pintura».51

El castillo era una alegoría de la Iglesia, primero asediada, luego triunfante,tema muy extendido en las fiestas jesuitas. Los padres del colegio de Marchenaeligieron una interpretación historicista, siguiendo tal vez el patrón de la congregaciónde la Doctrina Cristiana de Sevilla.52 En Salamanca, para la misma ocasión, se ensayó,sin embargo, una versión escatológica de la misma idea basada en la imagen de laJerusalén celestial que nos narra el libro del Apocalipsis:

se levantaba sobre el [el altar] un hermosíssimo castillo, que tomava de pared a pared concinco torres (...) sobre estas cinco torres se levantavan otras cinco menores, y la deenmedio se remataba en un cimborrio de escamas de oro, sobre que subía una pirámidede plata, en cuya punta estava un grande y hermoso Iesus de oro y azul, con sus rayos,que con la reuerveracion de las luzes parecía un Sol (...) Y por soldados de posta por lastorres y murallas estauan algunos Martires de la Compañía de bulto, vestidos de sushábitos, llenos de joyas de oro, y en la cabeça o pecho de cada uno atraveçada una lança,ò espada, o insignia de su martirio (...) en las quatro torres en medio estavan de plata losquatro Doctores de la Iglesia (...) y a la entrada della como castellano el glorioso sanIgnacio con su sotana (...).53

50 Mauricio FAGIOLO DELL’ARCO y Silvida CARANDINI, L’Effimero Barocco. Strutture della festa della

Roma del’600. Volume Secondo. Testi, Roma, Bulzoni, 1978.51 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Comapñía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit., fol. 35v.52 Francisco de LUQUE FAJARDO, RELACION DE LA FIESTA QVE/ se hizo en Seuilla a la Beatificacion...,op. cit., fol. 4v.53 Alonso de SALAZAR, Fiestas,/ que hizo el/ insigne collegio de la/ Compañia de Jesus/ de Salamanca,/

A la Beatificacion del glorioso Patriarcha/ S. Ignacio de Loyola./ Con los sermones y poesias, que uvo

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La estética de oros y azules de los fundadores recordaba su condición gloriosa,sobre la escena de una ciudad luminosa, aquella que descendió de los cielos según lavisión del poeta de la isla de Patmos. En todo caso, tanto la primera imagen delcastillo de Marchena, como esta descripción salmantina, comparten el ideal de unarepública cristiana, pertrechada para el combate bajo la dirección de sus paladinesespirituales. Un cuadro que con facilidad traspasaba la borrosa línea que separa lamilicia terrenal de aquella otra imperecedera, la sobrenatural.

Continuando con la descripción del montaje efímero del colegio, la portería seaderezó para representar «una Gloria». El tribunal celestial estaba presidido por laIglesia triunfante, a la que asistían, a ambos lados, san Ignacio y san Francisco Javier.De sus manos pendían unos listones de seda que caían sobre un tablado donde estabala Iglesia militante, ataviada como la antigua diosa Palas, con su morrión y celaje:

Levantaba su rostro y brazos a la Iglesia triunfante como pidiéndole socorro y ayuda,y para conseguirla, asidas ambas manos de los listones, significando el auxilio yfavor que los Santos le daban. Tenía cruzados los brazos y descansaba sobre loshombros de la Compañía, que representaba todo el cuerpo de ella; y en el un brazo dela Iglesia estaba un letrero que decía Sancti Ygnati, ora pro nobis; y en el otro se leíaéste: Sancti Franciscae, ora pro nobis.

Por último, bajo un dosel, entre ambas falanges de la Iglesia, se representabael ritual de canonización de los santos tal como había llegado en las noticias manuscritasprocedentes de Roma.54 Gregorio XV, con las insignias papales y vestido de pontifical,55

decía, señalando a la Iglesia militante, Ecce Sancti Dei, mientras sobre el sitial podíaapreciarse la ofrenda que se entregó el día de la canonización: vino, obleas y doscanastos con palomas.56

El conjunto de estas alegorías de la Iglesia, en su dimensión secular o gloriosa,constituía un cuadro dramático de intenso naturalismo y profunda intensidad emotiva

en alabança del santo. Salamanca,/ Dedicadas al Ilmo. y Rmo. Sr. Maximiliano de Austria, Arzobispo

de Santiago, del Consejo de Su Mag, su Capellan Mayor…/ Por______ Gentil-hombre de la Casa de su

S. Illustrisima. Salamanca, Viuda de Artus Taberniel, 1610 fol. 5+ v.54 Copia de unas cartas de los padres de la Compañia de Iesus fechas en Roma a veynte y uno de Março

escritas a los Padres de Castilla: en que se da cuenta de lo sucedido en las Canonizaciones de los sinco

Santos, Isidro, Ignacio, Francisco, Teresa y Filipo, hechas por nuestro muy santo Padre Gregorio XV.55 Tal como se le describe en: Giovanni BRICCIO, Relazione sommaria del solenne apparato fatto nella

Basilica di S. Pietro in Roma, per la Canonizatione de Gloriosi Santi Isidoro di Madrid, Ignatio diLoyola, Francesco Saverio, Teresa di Gesù e Filippo Nerio Fiorentino, Roma, 1622, apud. ManuelBONOMO, Le feste spagnole per la beatificazione..., op. cit., p. 15, nota 8.56 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit. , fol. 37r.

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tal como se presentaba en los ejercicios ignacianos. Si a ello unimos la recreación delas escenas de la vida de los santos que ocupaban los nichos del compás, el resultadoera una completa narrativa dramática de la vida cristiana: detallada en los sacrificiosde sus siervos predilectos, Ignacio y Francisco, y dramatizada, mediante un lenguajecósmico, en el combate paralelo de las dos milicias.

Esta misma retórica con aspiración holística había presidido las fiestassevillanas de 1610 de las que nos dejó relación impresa el citado Luque Fajardo.Ponderando la invención que se erigió en el patio central de la casa profesa observa:

(...) acordándome que la disposición de claustros y patios, fuesse como una plaça deValladolid (a lo divino) que es la mejor de España, hermosíssima en la fábrica, ycostosa en los adereços: los días de grandes fiestas, quando en presencia de losReyes, sus Cortesanos, títulos, Príncipes y Señores, echan el resto de su poder. Enespecial siendo en casamientos del hijo heredero, de alguna Infanta, querida de suspadres: en razón de alguna victoria, etc.57

En efecto, la intención fue crear una plaza en fiestas pero «a lo divino»,donde el triunfo del monarca fue sustituido por el del siervo de Dios Ignacio de Loyolay la corte palaciega, asomada a las ventanas, por la corte celestial, presidida porJesús y María, reyes de la gloria. Es más, en el claustro de la Casa Profesa de Sevilla,se representó la entrada del virtuoso varón en el cielo, en el Carro del Triunfo de laIglesia sobre tres enemigos: el mundo, la carne y el demonio.

En Marchena no llegó a construirse un teatro tan sofisticado, pero la suma delos montajes efímeros resultó igualmente eficaz. El espectador podía reconstruirmentalmente todo el proceso meditativo que recomendaban los ejercicios espiritualesde san Ignacio pero con la ventaja de la representación al vivo de las escenas: elcamino de Ignacio hasta Roma, el bautizo de los indios de Francisco Javier, la batallaentre los vicios y las virtudes que expresaba el superior combate entre los ejércitoscelestiales y las fuerzas del mal. Motivos épicos que recibían luego el premio de lagloria representada en el mencionado altar de la portería. El último domingo de laoctava se escenificó el incendio del castillo de la herejía, a las puertas del templo. Esposible que se aprovecharan las figuras de los heresiarcas y sus horrendos atributosque habían formado parte del otro castillo, el de la milicia temporal, levantado en elinterior del colegio. Lo cierto es que «la quema de estos monstruos, heresiarcas,serpientes, dragones y herejía», a decir del cronista, dio contentamiento a todos. Con

57 Francisco de LUQUE FAJARDO, RELACION DE LA FIESTA QVE/ se hizo en Seuilla a la Beatificacion...,op. cit., fol. 20r.

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este punto y final se visualizaba la definitiva derrota de las fuerzas del mal, contrapuntodel ascenso a la corte celestial de los dos santos homenajeados.4. APOSTOLADO Y MEMORIA INTERNA DE LA COMPAÑÍA

Los recursos escénicos de las fiestas jesuitas, tanto en los espectáculositinerantes como en las decoraciones fijas, estaban al servicio, en fin, de una cuidadagramática de gestos que, conjugando la secuencia temporal con la polaridad de lossentimientos humanos (de la atrición a la euforia), debió ejercer profunda huella en lamentalidad colectiva. Encaminados a la afirmación de la orden y el afianzamiento desu modelo de interpretación del mundo, los jesuitas no escatimaron esfuerzos de loque hoy llamaríamos una pedagogía de masas, sin descuidar nunca la implicación delas élites sociales, en una empresa que se presentaba, finalmente, como una obracoral de consecuencias universales.

Esta vertiente pública y apologética de la fiesta, no debe hacer olvidar, sinembargo, la otra ladera del fenómeno. La dimensión institucional de la celebración.La función religiosa festiva como instrumento para afianzar la unidad interna de laorden religiosa, cultivando la memoria de sus fundadores y mártires, consolidando loscarismas y ministerios del instituto a la vista de los más jóvenes, en fin, activando lavocación de apostolado de todos sus miembros.

El ritual fue una poderosa maquinaria en la creación de identidad de lasinstituciones del Antiguo Régimen. Todas las órdenes religiosas hallaban en lasfunciones de beatificación y canonización una oportunidad privilegiada para exaltarpatrones de conducta ejemplar que sirvieran de espejo a sus miembros. Pero laCompañía de Jesús cultivó con especial denuedo esta dimensión formativa de susfiestas, privilegiado escenario para socialización de sus hermanos.

La juventud de la orden la hacía más dependiente de este tipo de ritos deafirmación interna. Las otras religiones podían acudir a una larga historia dondeproyectar sus decisiones con ejemplos y argumentos de autoridad. A falta de unatradición propia, los jesuitas, en cambio, tenían que acentuar la excepcionalidad delpresente y el papel crucial que desempeñaba la Compañía en la nueva empresa misionaly catequética. Las antiguas órdenes monásticas contaban, además, con ilustresfundadores que podían exhibir títulos de honor de reconocimiento universal (comopadres de la Iglesia, eminentes doctores, escritores y obispos). Las crónicas y centuriasde los franciscanos, carmelitas y dominicos estaban pobladas de biografías de susprimitivos fundadores, maestros y mártires. Los jesuitas, por su reciente fundación,sólo podían contrarrestar la enorme talla individual de los anteriores, poniendo elacento en la unidad y universalidad de su joven pero ya experimentada orden.Construyendo un discurso específico que ponderaba el valor de la hermandad, elesfuerzo común, la entrega a una empresa superior.

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Este mensaje sintonizaba, a la perfección, con el ideal de anonimato quedebía presidir la vida del operario de Cristo. Uno más del ejército de soldados quedeben obediencia a su capitán. El programa decorativo de la iglesia de la Anunciaciónde Marchena para las fiestas de 1610 parece responder a este modelo de confraternidadmilitante propia de la Compañía:

Dentro, la iglesia, que es muy grande y capaz, estaba colgada de telas, brocados,terciopelos y damascos. Tercera orden sobre las colgaduras era de cuadros: en laprimera bóveda, junto a la puerta, había tres cuadros muy grandes de los tres beatosde la Compañía, Beato Francisco Javier, Beato Luis Gonzaga, Beato Estanislao,acompañados de cuadros menores de los mártires de la misma Compañía.58

El martirologio jesuita figuraba, pues, distribuido a lo largo de las naves de laiglesia, formando una ininterrumpida columna de operarios del Señor que invitaba aalistarse a los novicios y colegiales que poblaban las aulas de Marchena. Era unprototipo nuevo en relación al estilo dominante hasta entonces en las otras religiones.Un modelo horizontal, en el que primaba el sentido de cooperación de la nuevacomunidad y el ideal de servicio en el ministerio. Valores que estaban por encima dela experiencia de santidad innata y designada por Dios.

La literatura hagiográfica de aquellos mismos años confirma el contrasteentre estos dos tipos de santidad. De un lado, la filiación que establecen dominicos yfranciscanos con una tradición de santidad anterior, cuyos testimonios, revelaciones odiálogos secretos sancionan a los nuevos siervos de Dios. De otro lado, el conceptode la compenetración y solidaridad de grupo que consolida sus ideales sobre la basede una experiencia viva y comunicada.

Los menologios jesuitas van a desarrollar, asimismo, este segundo modeloque diluye la singularidad de los dones individuales en el concepto del oficio y sufunción. Ordenando la memoria de las acciones personales sobre el criterio de unaacción colectiva que cuenta con ejemplos de todo tipo de sacrificios, mostrando losatributos de la crueldad y las partes laceradas del cuerpo, como la representación deun solo martirio y de una víctima universal. El padre Bernardo de Monzón concibe, deeste modo, su calendario de los hijos de san Ignacio, distribuido por categorías demartirios, de sangre, de penitencia, y de caridad como aquel Antonio Sánchez quemurió en Jerez en 1601, víctima del amor prodigado a los apestados, o el padre Antoniode Cárdenas, misionero en Lebrija, o Pedro de Ojeda, natural de Marchena que murió

58 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Comapñía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit., fol. 37v.

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en Sevilla el 15 de abril de 1627 después de una vida de tormentos y privaciones. Elmenologio de Monzón dibuja, en suma, un mapa nuevo de la batalla del mundo, no delas glorias antiguas, sino de las empresas contemporáneas en las que se mide el pulsode la salvación de un mundo herido de muerte por la herejía y los vicios.59

Operarios del ministerio de las almas llama, por ejemplo, el padre Valdivia alos confesores, siguiendo el mismo esquema de división por ministerios de los hijosilustres de la Compañía. Todas y cada una de las vocaciones de la orden se consideran,de este modo, formas de martirio, partiendo del principio de que la vida como tal esuna lucha continua y la única actitud responsable, estar preparados para la batalla.60

Convencido de esta tarea, Bernardo de Monzón traza el siguiente perfil delpadre Alonso de Bárcenas, cordobés y apóstol en Cuzco, que iba «por las espesurasy fragosidades de los montes, como si fuera a caza de Almas: o por decirlo mejor,como ello era, de fieras».61 Bárcenas, desnudo de todo regalo material, se hacíaacompañar en las misiones por un devoto Niño Jesús que luego le acompañó en elglorioso tránsito. Otros jesuitas llevarán consigo, en los más apartados parajes, agnus

dei, canillas de santos o estampas de los fundadores de la orden.62 Desde los primerostiempos de la Compañía se detecta esta necesidad de forjar una identidad institucional,más precisa en las regiones periféricas y misioneras, donde el aislamiento y laincomunicación es la regla de vida. La representación de la santidad hacia dentro seconvierte en una necesidad de supervivencia mental para muchos misioneros quellevan consigo los cuadernos manuscritos de otros compañeros y las estampas de losfundadores.

El procedimiento de transmisión de la información dentro de la Compañía,caracterizado por su estricta jerarquía, facilitó, asimismo, la consolidación de estamemoria colectiva, ordenada y compacta que, desde un principio, fue protocolizada ysistematizada por los Generales. El primer paso de este largo recorrido eran las cartas

59 Bernardo de MONZÓN (S.I.), Menologio/ de illustres,/ Por todo el Orbe; y Famosos Hijos/ de/ S.

Ignacio./ Patriarca, y Fundador, de la Com.ª/ de Jesús./ En 120 Años desde su Fundacion/ hasta elPresente/ de 1659. BN. Mss. 12822, fols. 330-359.60 Luis de VALDIVIA, Historia de la/ Prouª de Castilla de la compª de Iesus/ en que se continuan los

varones Illes/ de ella diuidido en otros 4 libros./ El 1º trata de los que por la fee o/ por la charidad

perdieron las vidas./ El 2º de los insignes predicadores y/ missioneros appcos. El 3º de los ope-/ rarios

Maestros de humanidad de/ mayor nombre y sanctidad y de mas/ operarios en otros ministerios dealmas./ El 4º de los Hermos escolares y coad/ jutores de señalada virtud y/ sanctidad, tomo III, Archivo

de la Provincia de Castilla de la Compañía de Jesús. Ms. C-19261 Bernardo de MONZÓN (S.I.), Menologio/ de illustres,/ Por todo el Orbe..., op. cit.62 Véase la introducción del P. Wenceslao SOTO ARTUÑEDO a la reciente edición de la Historia de la

Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús (1553-1602), Écija, Asociación de Amigos de Écija,2005.

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emanadas de todos los conventos de la institución que cumplían el mandato de darcuenta del fallecimiento de sus miembros, subrayando sus principales virtudes y obraspara impedir que quedaran en el olvido.63 El último, muchas veces, fue la propiafunción festiva del triunfo de los soldados de Cristo, como estas de Marchena queestamos analizando. Una fiesta que merecía, a su vez, ser conservada en la memoriade la orden en relatos manuscritos, como este anónimo de Marchena, que desde loscolegios y casas jesuitas se elevaban a los superiores para ser recopilados en lascrónicas generales de la orden lo que redundaría en beneficio de las nuevas vocaciones,reanudándose de nuevo el proceso de pedagogía para los neófitos que al ingresar enla compañía podían consultar, casi en tiempo real, los modelos de virtud y lasrecompensas celestiales que habían recibido sus hermanos, sus contemporáneos.

Desde esta perspectiva, las fiestas de Marchena de 1610 y 1622, ocuparon unlugar crucial en el proceso de reproducción de los valores internos de la propia orden,en un contexto especialmente propicio para su recepción como era un colegio. Siregresamos sobre la relación de las fiestas de 1622, relato reelaborado a partir deotros anteriores, observaremos que junto al portentoso castillo que deslumbraba alpúblico, en el mismo compás, se habían dispuesto toda una serie de nichos que, almodo de un diorama, representaban los más importantes episodios de la vida delfundador, el mismo recurso empleado en el colegio de Granada.64

La representación, realista y detallada, parecía pensada para el adoctrinamientode los propios colegiales, antes que para el gran público. La aparición del Nazareno,el milagro de la sanación de la pierna o las escenas de oración que le conservaron sucastidad, eran ejemplares útiles en la vida del novicio. Y con más razón, los cuadrosrelacionados con san Francisco Javier que ponían de manifiesto el cordón de santimoniaque ligaba a los maestros con los discípulos en una fraternidad común: así la escenaen que Ignacio bendice a Javier y sus compañeros antes de partir a la India, a la queseguía la del propio san Francisco Javier convirtiendo a los salvajes.65

63 Un buen repertorio de ellas se conserva en la colección de manuscritos jesuitas de la Real Academia de laHistoria, sólo parcialmente publicada.64 El mismo recurso que habían empleado los promotores de la fiesta de Granada del claustro (con loscuadros de la vida de San Ignacio: de penitente en una cueva, cuando se le aparece la Virgen rezando,expulsando la idolatría y velando por sus armas en Monferrate) y de la iglesia (con la escena de laaparición de Jesús con la cruz a cuestas a Ignacio). Relacion de la Fiesta que en la Beatificacion del B.

P. Ignacio fundador de la Compañia de IESVS, hizo su Collegio de la Ciudad de Granada, en 14 deFebrero de 1610. Sevilla, Luys Estupiñán, 1610.65 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit., fol. 37r.

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Similar sentido narrativo y pedagógico se advertía en una portada efímera decolumnas de fungido jaspe que se colocó sobre una crujía de la iglesia. En la cornisafiguraban los cinco santos canonizados «dispuestos por su orden» y todos acompañandoa «una hermosa y perfectísima imagen de la Concepción de Nuestra Señora».66 Asícomo en los altares colaterales de la capilla mayor que reproducían las imágenes delos beatos Luis Gonzaga y Estanislao Kotzka, dos niños mártires polacos cuyos modelosde virtud venían como anillo al dedo a los púberes colegiales. Habrá que esperar a1728 para ver cumplida la ilusión de su rezo universal, pero ese era un detalle demenor importancia habida cuenta de que el propio Clemente VIII se había postradopara rezarles en su tierra natal, circunstancia destacada por el cronista y que permitióque su veneración se extendiera pronto en las casas de la orden.67

5. LA MÁSCARA ESTUDIANTIL DE 1622 Y OTROS JUEGOS POPULARES

Contrapunto al aprendizaje ritualizado de los modelos de santidad, presentesen los altares efímeros, en los sermones y en la poesía, las fiestas de canonización de1622 contaron con dos vistosas máscaras que alegraron las calles de Marchena. Lanoche del 25 de julio, día de Santiago, salió a la calle la cabalgata de los congregantesdel Espíritu Santo, institución nobiliaria vinculada a la compañía, representando eltema de las naciones. El miércoles, tras el sermón, lo hizo «la graciosa máscara de losestudiantes». A estas dos cabalgatas, habría que añadir el paseo de los caballeros dela villa que había anunciado la fiesta dos semanas antes, el domingo 10 de julio.

Tres desfiles que constituyen una completa muestra del género de lasescenificaciones itinerantes de la España del barroco. La máscara o mascarada, conantecedentes en los siglos XV y XVI, se consolida en la centuria siguiente ligada, amenudo, a las fiestas religiosas de carácter extraordinario como son las canonizaciones.Las cuadrillas de paseantes y danzantes, antes grupos informales, se ponen al servicioahora de una narración global, concebida por los impulsores de la fiesta para exaltarlos dogmas de fe y los héroes de su propagación. Puede hablarse, entonces, decabalgatas tematizadas en las que predomina el sesgo histórico o alegórico.68

Este fue, sin duda, el carácter de las de Marchena. La de más raigambre fuela cabalgata de las personas principales de la villa, que desfiló en caballos ricamente

66 Ibídem , 37v.67 La misma Historia del origen y fundación del colegio de Marchena describe en el anal de 1671 (fol.90v del manuscrito) las «Fiestas que el colegio de Marchena hizo en la beatificación de San Estanislaode Koska». Los problemas económicos por los que pasaba la institución en el primer tercio del sigloXVIII podrían explicar que nada se hiciera para las de su canonización de 1728.68 Resumimos esta cuestión en: J. Jaime GARCÍA BERNAL, El fasto público en la España de los Austrias,Sevilla, Universidad de Sevilla, 2006, cap. XIII, p. 431 y ss.

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enjaezados y con vistosas libreas, al son de atabales y chirimías. Costumbre eraantigua y aparece recogida en el Diccionario de Autoridades como «mojiganga» o«encamisada» para subrayar que los jinetes iban disfrazados con carátulas o máscaras,portando antorchas en las manos para iluminar las calles durante la noche.69 La deMarchena debió realizarse a plena luz del día y en ella participaron, por parejas, loscaballeros y los religiosos.70

Las otras dos corresponden a los patrones de más aceptación en la fiestabarroca. La máscara grave que valora el verismo en la recreación de los trajes históricosy el decoro en la interpretación de la jerarquía social. Y la máscara jocosa que buscadivertir y entretener por medio del ingenio y del artificio.71 Ambas estaban formadaspor cuadrillas de actores-danzantes que desfilaban y, a ratos, paraban para ejecutaralguna coreografía. Podían ir acompañadas de carros de triunfo que representabanescenas alusivas al mismo asunto de la compañía, aunque no fue este el caso de lasde Marchena.

La descripción de la máscara de los caballeros de la Doctrina es algo imprecisapero, sobre la base del repertorio que era común en la época, creemos poder reconstruirsus principales componentes. La primera cuadrilla era probablemente la de los planetas,tema caro a la Compañía que se había representado en las fiestas del Colegio Imperialde Madrid y en otras localidades españolas. No es extraño que las «libreas de lienzo...con muchas estrellas de seda y oro» aludan a este extremo. Más explícita es laexplicación de la segunda: «otra grande cuadrilla de villanos con sus sayas ycaperuzas». La danza de aldeanos fue un motivo recurrente del programa de carnavalal menos desde el Renacimiento y lo encontramos por ejemplo, en la Sevilla de 1571,con todos los personajes populares de la boda de sayago.72 Sin embargo, la parcadescripción de esta fiesta no nos permite ir más lejos.

69 La crítica al concepto y su lexicología en: Lucien CLARE, «Représentations théâtrales et cortèges àthème (<comedies> et <máscaras>) dans les fêtes de Manille (1659-1660)», en Irène Mamczarz (dir.),Métamorphoses de la création dramatique et lyrique à l’épreuve de la scène. Actes du 7e Colloque

International. Paris, Sorbonne-CNRS, 30-31. V. 1994, Firenze, Leo S. Olschki, 1998, pp. 135-174, yespecialmente, «Qu´est-ce qu´une Máscara?», pp. 143-149.70 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Compañía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit., fol. 35r.71 J. Jaime GARCÍA BERNAL , «Lo serio y lo burlesco: la máscara barroca como forma de pedagogíapopular», Demófilo. Revista de Cultura tradicional de Andalucía. Teatro Popular en Andalucía. Homenajea Alfonso Jiménez, 18 (1996), pp. 31-47.72 Pedro de OVIEDO, RELACION/ DE LAS SVMPTVOSAS/ y ricas fiestas, que la insigne ciudad de Se-

/ uilla hizo, por el felice nascimiento del prin-/ cipe nuestro señor. Y por el vencimien/ to de la batalla

naual, que el serenis-/ simo de Austria ouo, contra el/ armada del Turco. Sevilla, Hernando Díaz, 1572,fols. 7v-8r.

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Más información obtenemos de las otras dos cuadrillas que completaban lamáscara. Podrían representar a los españoles antiguos y a los portugueses. Elrelacionista recoge sabrosos detalles de su caracterización: unos con arneses, celadasy lanzas; los otros con capuces, barbas y bigotes largos, sombreros acurrucados «yotras cosas que mostraban su hinchazón e hidalguía», observación que destila nopoco de humor e ironía. Un desfilar de figuras lánguidas, «como derretidos», que iban«diciendo ternuras y dando cedulillas graciosas con mil chistes y sales».73

La solemnidad se reservaba para la última cuadrilla que representaba a losdoce césares de la fama. De nuevo otro tema tradicional del género de la mascaradacon antecedentes en el siglo anterior pero que el Barroco interpreta en un sentidocompendiador y universalista: las edades del mundo, encarnadas en sus principaleslinajes y cortes, desfilan para homenajear a los dos nuevos héroes del tiemporeformado, los santos Ignacio y Francisco Javier. Era la manera de poner de relieve,en el lenguaje de la plástica festiva, lo que la elevada teología jesuita compulsaba entérminos de redención del género humano, última revelación superadora de los credosanteriores, y señorío definitivo de Cristo sobre la tierra, por encima de cetros y tiaras.74

La interpretación podría aplicarse al conjunto de esta máscara que hizo la noblecongregación pues, como ya ocurriera en las fiestas inmaculistas de Sevilla, en 1616,los villanos y los letrados, las naciones y poderes del mundo, todos, grandes o pequeños,cortejaban y ponían por delante el principio superior de la fe y la devoción. Así también,en la Marchena de 1622, los aventureros y los aldeanos, los viejos españoles y losantiguos portugueses narrados en las crónicas, en fin, los héroes de todas las edadesy hemisferios exaltaban el triunfo inmarcesible de los santos.

El precedente de la máscara de los estudiantes de sevillanos de 1610, repartidaen doce cuadrillas, con temas semejantes, entre otros la cuadrilla de los sayagueses yportugueses, pudo estar presente a la hora de la concepción de esta máscara, aunqueno hay que descartar otras influencias, pues la representación simbólica del mundo,espacio expedito para la labor misionera de los jesuitas, se repite en otras muchaslocalidades, como en la máscara de los estudiantes de Segovia o en la de Salamancaque dramatizaron las cuatro partes del globo.75

73 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Comapñía de Jesús de la villa de Marchena enla canonización..., op. cit., fol. 39v.74 Lucien CLARE, «Le défilé burlesque des étudiants de Séville (janvier 1617) pour les fêtes de l’ImmaculéeConception de Marie», en André Lascombes, E. J. Brill (eds.), Spectacle et image dans l’Europe de la

Renaissance, Leiden, New York, Koln, 1993, pp. 306-336.75 Alonso de SALAZAR, Fiestas,/ que hizo el/ insigne collegio de la/ Compañia de Jesus/ de Salamanca,/A la Beatificacion Salamanca..., op. cit., pp. 13v-14r. ALENDA Y MIRA, Jenaro, Relaciones de solemnidades

y fiestas públicas de España, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1903, p. 150.

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Este último texto salmantino de las fiestas de beatificación de 1610, escritopor Alonso de Salazar, tiene un significado añadido para nuestra fiesta. Incluye ladescripción de una parodia burlesca del Quijote que realizaron los estudiantes delcolegio salmantino tan sólo cinco años después de la aparición de la primera parte dela inmortal novela. El héroe de Cervantes se incorpora, así, al repertorio de las fuentesantiguas que el mismo Cervantes había ridiculizado en la quimérica aspiración delhidalgo manchego por aventarlos.76 En la relación de Salamanca la pandorga cómicadel famélico personaje y su inseparable escudero desfila justamente después de haberlohecho, en tono serio, la máscara de los nueve de la Fama.

Pues bien, en la fiesta de Marchena, de 1622, se repite exactamente estasecuencia. Después de desfilar el lunes la mascarada de los señores, representado alos doce césares, el miércoles le dieron réplica los pupilos del colegio sacando a lacalle la máscara picaresca del Quijote. Tras la turbamulta de los sátiros y salvajes,con sus sopaipas y buñuelos, venía Don Quijote de la Mancha:

con sus calzas atacadas, sus luengas y mohosas armas, su yelmo con su visera,puesta en ristre con su lanza... Rocinante aún todavía más flaco y sorbido que el quefingió Cervantes. Su fiel escudero Sancho Panza iba inseparable comilitón a su lado...la panza era del tamaño del rucio.77

La Dulcinea de Salamanca que llevaba una falda hecha con tela de estopaterminada en cuernos y se abanicaba con un odre de vino, sigue igual de andrajosa enla representación de Marchena que, sin embargo, gana en aparato de desproporcióny desmesura al representarla como virtual princesa bajo dosel:

Seguíase inmediatamente un palio cuyo cielo era una manta tal que había rodadomucho por el suelo, pero tan acabada que se veían por ella estrellas. Cuatro bienraras figuras en sus mudos burros llevaban un girosolado palio cuyas varas erancañas por mondar...

Por último desfilaba el derrotado barbero que hizo de fingido caballero con elpropósito de desencantar a su vecino Quijano y que terminó con el yelmo de Mambrino,por mejor decir, bacina en la cabeza. Y «otras semejantes figuras» que hemos desuponer sacadas también de la ya exitosa novela que se había incorporado al repertoriofestivo popular.

76 Manuel BONOMO , Le feste spagnole per la beatificazione di Ignazio..., op. cit., p. 122.77 Relacion breve de las fiestas que hizo el colegio de la Comapñía de Jesús de la villa de Marchena en

la canonización..., op. cit., fol. 40.

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Los marcheneros se divirtieron mucho aquella tarde. Hay que imaginar laalgarabía y chismorreos que pudo despertar aquella pandorga a la que seguía, enpalabras del cronista, «inmenso pueblo». Una población que si antes había admiradolos prodigiosos monumentos de la iglesia, ahora podía divertirse a lo grande con elPero Palo78 que se puso en la puerta del colegio, al que acometieron los personajes dela máscara:

Rieron todos mucho, padres, paisanos y forasteros, hasta que uno de la máscara,mostrándose más atrevido, arremetió al Don Pero Palo y se le echó al hombro, ydando espuelas al caballo, se fue con él, y así se concluyó la fiesta.

Vayamos concluyendo, pues, también nosotros. La fiesta del Pero Palo, comoel juego de alcancías que se había realizado otra noche de la octava, ponen de manifiestola popularidad que habían alcanzado los juegos ecuestres entre el pueblo de Marchenaa principios del siglo XVII, justamente cuando el arte de los caballeros va agotandosu recorrido y, no casualmente, cuando Miguel de Cervantes glosa y cierra la épocade la lectura de los Amadises con su rompedora novela.

Se abre así un gozne fundamental en la evolución, a largo plazo, de losespectáculos españoles.79 Las relaciones de fiestas de 1610 y 1622 evidencian que lavilla Marchena, como gran población de la campiña sevillana y sede de los estados delos Duques de Arcos, participaba plenamente de estos cambios de la cultura festiva.Aunque el Pero Palo está documentado en el reino de Sevilla, concretamente en unosanales de Aracena en fechas tempranas del siglo XVI, 80 lo novedoso del párrafo quehemos destacado arriba es que figurase asociado a una pandorga estudiantil en unacelebración religiosa. Es un índice de que la frontera entre las fiestas en honor del reyy aquellas otras «a lo divino» tendía a borrarse, al mismo tiempo que los patronesfestivos caballerescos se divulgaban entre el vulgo.

El barroco encaminará la fiesta pública hacia un concepto circular e integradorde la comunidad mediante los recursos y lenguajes del espectáculo. El nuevo conceptode héroe encarnado por Ignacio de Loyola o por Francisco Javier en las fiestas quehemos comentado, asumía los viejos ideales caballerescos y los reformulaba en forma

78 También conocido como Estafermo, es un juego caballeresco de tradición italiana, aunque prontodocumentado en España. Véase al respecto: La Quintaine, la Course de Bague et le Jeu des Têtes, Paris,CNRS, 1983.79 Andrés AMORÓS, José Mª DÍEZ BORQUE y otros, Historia de los espectáculos en España, Madrid,Castalia, 2002.80 Javier PÉREZ-EMBID (ed.), Memorias y sucesos notables de Europa, especialmente de Aracena y de sus

inmediaciones (Anales de 1558-1611), Huelva, Diputación de Huelva, 1999.

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de nueva militancia por una causa superior que podía vivirse festivamente en lascalles desfilando como los antiguos césares o arremetiendo con una caña contra elmonigote de madera que imaginaban terrible jayán.

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