9 Garaudy - Para un Islam del siglo XXI

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Para un Islam del siglo XXIPor Roger GaraudyEl Islam del siglo XXI no puede ser más que el Islam eterno. Pues el Islam no es una religión entre otras, sino la religión fundamental y primera desde que Dios, como está dicho en el Korán “ha insuflado en el hombre su espíritu” (XV, 29). Desde Adán hasta nosotros. No hay Islam de Occidente, o Islam del Africa Negra, Islam de Arabia, o Islam de la India o de Indonesia. No hay más que un solo Islam. El que llama el Corán “la sunna de

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Para un Islam del siglo XXIPor Roger Garaudy

El Islam del siglo XXI no puede ser ms que el Islam eterno. Pues el Islam no es una religin entre otras, sino la religin fundamental y primera desde que Dios, como est dicho en el Korn ha insuflado en el hombre su espritu (XV, 29). Desde Adn hasta nosotros. No hay Islam de Occidente, o Islam del Africa Negra, Islam de Arabia, o Islam de la India o de Indonesia. No hay ms que un solo Islam. El que llama el Corn la sunna de Dios, la continuidad de las revelaciones profticas y del ltimo mensaje, el de Muhammad. Nuestra tarea primordial es de atestiguar nuestra fe islmica vivindola en su universalidad. Y no de defender un folklore y unas tradiciones particulares. El profeta Muhammad jams ha pretendido crear una religin nueva: No soy un innovador entre los profetas. XLVI, 9; XLI, 43, etc.... Viene a recordar a todos los hombres la religin primordial: s fuerte, como un verdadero hanif, que profesa la religin primordial, la religin natural, la que Dios ha inscrito en el corazn de todo hombre. Es un don universal e inmutable que Dios ha dado a sus criaturas. Tal es la verdadera religin, sin embargo la mayora de los hombres lo ignoran. (XXX, 30). Decid: Creemos en Dios, en lo que nos ha sido revelado, en lo que le fue revelado a Abraham, a Ismail, a Isaac, a Jacob, y a las tribus. Creemos en lo que le fue dado a Moiss, a Jess, y a lo que se le otorg a los Profetas de su Seor. No hacemos distincin alguna entre ellos y lo sometemos a Dios. (II, 136; III, 84). El profeta Muhammad ha sido enviado por Dios, para confirmar los mensajes anteriores, purificndolos de las alteraciones histricas, a las que han sido sometidos, y completarlos. Se le exige a todo musulmn que honre a todos los profetas anteriores, lo que implica el conocimiento de ellos. As lo dice el Corn: Si tienes duda sobre lo que te hemos revelado, pregunta a los que lean la Escritura revelada anterior a ti. (X, 94). Nuestra fe ser empobrecida si la proclamamos como la mejor, simplemente porque ignoremos las restantes! El encerrarnos en nosotros mismos, la vanidad y la autosuficiencia, son actualmente obstculos mayores en la difusin del Islam en el mundo no musulmn. El mensaje esencial y universal del Islam denominador comn de todas las religiones y de todas las sabiduras del mundo es el siguiente:

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- de la trascendencia y de la unidad de Dios, - de la comunidad de los hombres, - de su responsabilidad. a) La trascendencia, es: 1) La seguridad de que Dios es nico (Tawhid) Si existieran ms dioses que Dios, sera el caos (XXI, 20). Y que est por encima de toda realidad humana. 2) Que El es el Creador de todas las cosas, por consecuencia, no nos bastamos con nosotros mismos: el hombre se convierte en un ser impo en cuanto se considera autosuficiente. (XCVI, 6-7). 3) De este principio de unidad y de esta conciencia de nuestra dependencia del Dios Creador (la autosuficiencia siendo lo contrario de la trascendencia), fluye el tercer aspecto de la fe en la trascendencia: el reconocimiento de los valores absolutos por encima de los intereses egostas de los individuos, de los grupos y de las naciones. b) La segunda revelacin del mensaje, es, despus de la trascendencia, la comunidad (Umma). El principio de la comunidad, es lo contrario del individualismo. Para el individualismo, el hombre (como individuo) es el centro y la medida de todas las cosas. En la perspectiva islmica de la comunidad, cada cual tiene conciencia de ser personalmente responsable de todos los dems. La humanidad es una porque Dios, su Creador, es uno. Todos los hombres tienen el mismo origen y son creados para el mismo fin. Todos los hombres constituyen una misma comunidad. (II, 213). c) La tercera revelacin del mensaje, despus de la trascendencia y la comunidad, es la responsabilidad. El Islam es lo contrario del fatalismo y de la resignacin. Es una fuerza subversiva e innovadora porque incluye nicamente sumisin de la voluntad de Dios y hace que el hombre sea responsable del cumplimiento de la orden divina sobre la tierra. Todo, en la naturaleza, est sometido a la ley de Dios, muslim (musulmn, es decir sometido a Dios): una piedra en su cada, un rbol en su crecimiento, un animal en sus instintos, estn sometidos a la ley de Dios. Nuestro Seor es el que ha dado a cada cosa su forma y su ley, y la ha guiado hasta su pleno desarrollo. (LXXVII, 1-3). El hombre nicamente tiene el terrible privilegio de poder desobedecer: Hemos propuesto este mandato (de la fe, de la libertad, as pues de la responsabilidad. R.G.) a los Cielos, a la tierra, y a las montaas. Todos han rechazado a asumirlo; todos han temblado al recibirlo. Excepto el hombre ha aceptado ese cargo, aunque injustamente y en la ignorancia. (XXXIII, 72). Si se convierte en Musulmn, es decir, si responde incondicionalmente a la llamada de Dios, segn el ejemplo de Abraham el Padre de la fe (XXII, 78) por su aceptacin a ser guiado por Dios y por su supremo sacrificio, lo hace por un acto voluntario, libre, responsable. Es por lo que Dios hace que los Angeles se inclinen ante l, los cuales, no tienen el poder de desobedecer (II, 34) Cuando haya insuflado en l Mi espritu, postraros ante l. (XV, 29; XXXII, 9; XXXVIII, 72). Cuando, en el Corn, se dice: No a la enemistad en materia religiosa. (II, 256), no se trata nicamente de excluir la enemistad fsica, militar o policial, sino tambin toda inquietud interior, espiritual: el Corn subraya: La verdad emana de vuestro Seor, as pues el que quiera que crea y el que no que permanezca incrdulo (XVIII, 290). Tambin Dios dice: Le hemos mostrado el camino justo, que lo acepte con agradecimiento o que lo rechace. (LXXVI, 3).

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Dios, nos dice el Corn, ha hecho del hombre su Califa sobre la tierra. Un Califa no es un ejecutante subalterno y pasivo, es un dirigente responsable, encargado de tomar decisiones. Esta funcin no es primaca de algunos: es la tarea de cada musulmn: Vosotros los creyentes, sois responsables, de vosotros mismos. (V, 105). Proclamar: Allah Akbar (Dios es el ms Grande), es relativizar todo poder, toda riqueza y todo saber. Ante este grito de fe, hemos visto bajar las armas de las ms insolentes armadas. La necesidad de este mensaje se ha convertido hoy en la ms evidente quiebra espiritual del Occidente. Miles de hombres y mujeres en el mundo, sea cual sea su fe, si aman el futuro, toman conciencia de que la civilizacin ha cado en quiebra, y que, si nos abandonamos a sus abatimientos, nos conduce a un suicidio planetario. La deuda de los llamados pases del Tercer Mundo se agrava de ao en ao, y la separacin no cesa de acrecentarse: el Norte siendo cada vez ms rico y el Sur cada vez ms pobre. Despus de cinco siglos de hegemona sin reparo del Occidente en el mundo entero, no sabramos imaginar una gestin tan desastrosa del planeta. La profunda, causa de esta poltica del Occidente, desde lo que denomina su Renacimiento, es decir, desde el nacimiento simultneo, en Europa, en el siglo XVI, del capitalismo y del colonialismo, es el abandono de la fe por la voluntad del poder. A partir del instante en quin en una comunidad no reconoce, para encaminar la accin, unos valores absolutos, ya no resta ms que los enfrentamientos de las voluntades de poder, voluntades de placer, y voluntades de crecimiento. Es la guerra de todos contra todos. El Occidente se encuentra aqu. Su verdadera religin es la fe ciega en un dios escondido: el acrecentamiento, es decir, el deseo de producir ms y ms, y cada vez ms deprisa, no importa que cosa: til, intil, nos sirva o mortal, como el armamento, que es una de las industrias ms rentables. Este dios escondido es un dios cruel: exige sacrificios humanos. Lo que caracteriza el culto de este falso dios, es que exalta la capacidad del hombre contra la trascendencia de Dios, y el individualismo contra la comunidad. La presuncin del hombre est proclamada, desde el Renacimiento, en el Fausto de Marlowe: Hombre, por tu poderoso cerebro, convirtete en un dios, dueo y seor de todos los elementos. El individualismo, es la vuelta, desde el pretendido Renacimiento, a la mxima de los sofistas de la antigua Grecia: El hombre es el centro y la medida de todas las cosas. Esta quiebra de una civilizacin ha engendrado una cultura de desesperanza. Los falsos profetas de la nada y del absurdo, reflejan este caos como si fuera inevitable y eterno, en lugar de intentar superarlo; ensean a nuestra juventud que la vida no tiene sentido. Si la vida no tiene sentido, todo es lcito, hasta el crimen. Y nos entregamos a todas las violencias animales entre los individuos, los grupos, y las naciones: el equilibrio de terror se convierte en la ley de estas relaciones bestiales entre los hombres, a todos los niveles de la vida social. La negacin del sentido de la vida y de la existencia de los valores absolutos han conducido a hacer de la ciencia y de la tcnica, admirables medios al servicio del hombre, unos fines en s mismos, intentando hacernos creer que la ciencia y la tcnica pueden resolver todos nuestros problemas, y que los problemas que no se resuelven de ellas: los del amor, de la belleza, del sentido de la vida, no existen.

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Esta religin de medios, erigiendo unos medios para sus fines en s, es decir, creando falsos dioses; ciencia, tcnica, Estado, dinero, sexualidad, desarrollo, ha creado un nuevo politesmo y nuevas supersticiones, transformando la ciencia en positivismo, la tcnica en tecnologa, la poltica en maquiavelismo. El problema fundamental es, pues, devolver al hombre sus dimensiones propiamente humanas: la fe en la trascendencia de dios, en la comunidad humana, y la conciencia de nuestra responsabilidad personal. Decir que el Islam puede actualmente aportar respuestas a los problemas planteados por la quiebra de la hegemona occidental no significa: - que pueda llevarlo a cabo solo; - que guarda soluciones preparadas para los problemas de nuestro tiempo. Contrariamente, los dos principales obstculos para el florecimiento actual del Islam son: a) La presuncin y la ignorancia de los otros. El Islam maanero, el del primer siglo de la Hgira, se extendi, en menos de un siglo, desde el Indo a los Pirineos, no por la conquista militar, sino porque supo integrar todas las grandes culturas anteriores y extraer una sntesis indita creadora, y porque millones de creyentes de todas las religiones se han identificado con l. El Islam slo puede reemprender su marcha por su apertura a todas las sabiduras y a todas las creencias, que pueda reunir. b) El triunfalismo, la presuncin mortal de poseer respuestas hechas, formuladas mil aos atrs por sus juristas y sus tradiciones. Decir que el Corn no ha omitido nada es decir que nos ha dado "un sendero" eterno, que ha designado los ltimos y absolutos fines de nuestra accin. Lo que no excluye la responsabilidad, para el hombre, de descubrir a cada poca, en condiciones siempre nuevas, los medios de realizar estos fines. Sera reducir irrisoriamente el mensaje eterno a unas instituciones o teoras que pasan, de aprender extraer del Corn o de la Sunna una economa poltica resuelta, una constitucin poltica, o una enciclopedia. El mensaje revelado nos aporta infinitamente ms: los fines, los principios directores eternos, inmutable, encaminando nuestra vida interior y todas nuestras acciones, pblicas o privadas, para elaborar, en cada poca, por medio de su interpelacin siempre nueva, las respuestas a los problemas de la economa de la poltica y de la cultura de nuestro tiempo. Estos principios son simples: - en el plano econmico: slo Dios posee; - en el plano poltico: slo Dios gobierna; - en el plano cultural: slo Dios sabe.

1) Slo Dios posee: Todo lo que est en el cielo y la tierra pertenece a Dios dice el Corn (II, 116-284; III, 109, etc...). El hombre, su califa sobre la tierra, est encargado de dirigir, en (el camino) de Dios, esta propiedad. Esta concepcin es opuesta a la del derecho romano que define la propiedad como el

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derecho de utilizar y de abusar. Para el musulmn por el contrario, los deberes son anteriores a los derechos. El hombre, responsable de la propiedad de Dios, no puede disponer de ella a su gusto: no puede destruirla segn su capricho, no puede gastarla, no puede dejarla en baldo, sin darle productividad por su trabajo, no puede amontonarla: Anuncia un doloroso castigo a los que atesoran el oro y la plata sin gastar nada en el camino de Dios (IX, 34). Y la peor maldicin, en el Corn, es la que est formulada contra el rico Abu Lahab, al cual su misma fortuna le condena: que sus dos manos mueran, y que muera l mismo, y es prometido a las llamas infernales (Surat 111). Todas las prescripciones del Corn, particularmente el zakat, transferencia social de la riqueza como exigencia religiosa, y la prohibicin del riba, es decir, de todo enriquecimiento sin trabajo al servicio de Dios, tienden a impedir la acumulacin de la riqueza en un polo de la sociedad y en el otro la miseria. Dios, en el Corn, excluye radicalmente todo rgimen social en el cual el dinero sera el fundamento de una jerarqua poltica. Dice, al contrario, sin equvoco: Cuando queremos destruir una ciudad...hacemos a los ricos detentadores del poder (XVII, 16).

2) Slo Dios gobierna: El Profeta ha creado en Medina una comunidad de tipo radicalmente nuevo, no es basada en el linaje, ni en la raza, ni en la posesin de un territorio, ni en unas relaciones de mercado, ni siquiera en una cultura comn o una historia, en una palabra, sobre nada que emane del pasado, y que sea una herencia recibida, sino una comunidad fundada exclusivamente en la fe, sobre esta respuesta incondicional a la llamada de Dios, cuyo ejemplo eterno nos ha dado Abraham. Tal comunidad est abierta a todos, sin considerar el origen. Nada, por ejemplo, es ms contrario al espritu de esta Umma musulmana, que la idea occidental del nacionalismo, es decir, de un mercado protegido por un Estado, y justificado por una mitologa racial, histrica, o cultural, se tiende hacer de la nacin un final en s, en contradiccin con la unidad humana (que es un caso particular del tawhid, llave de la bveda de toda visin islmica del mundo). As mismo el principio cornico de la shura, de la concertacin exige que en todo dominio y a todos los niveles, los miembros de la comunidad sean consultados para participar, bajo la mirada de Dios, en la elaboracin y en la aplicacin de las decisiones de cuyo destino depende. Este principio excluye a la vez todo el despotismo de un hombre, de una clase o de un partido, as como toda forma de democracia puramente estadstica, delegada y alienada. Como para la economa, nos atae descubrir los medios para alcanzar estos fines, para aplicar estos principios inevitables en las condiciones histricas inditas de nuestras sociedades, combatiendo el positivismo tecnocrtico, el maquiavelismo poltico, los enfrentamientos nacionalistas arcaicos y perversos, los intercambios desiguales, la polarizacin de los bloques, y los equilibrios del temor.

3) Solo Dios sabe: Al mismo tiempo que debemos guardarnos del triunfalismo esterilizador y de la ilusin que se pueda encontrar en el pasado, y sin esfuerzo de reflexin y de bsqueda, unas soluciones econmicas para resolver nuestros problemas actuales, o bien una constitucin poltica resuelta, sera pueril reducir el Corn a no ser ms que una Enciclopedia, dispensando el esfuerzo encarnizado de bsqueda cientfica y tcnica que hizo el mundo islmico el centro

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radiante de la cultura mundial en tiempo de la Universidad, esfuerzo de traduccin y de asimilacin de todas las grandes culturas del pasado, de Grecia y de Roma, de Persia y de la India, segn la obligacin islmica de ir a buscar la ciencia hasta China, naci una sntesis original y una cultura orientada por la fe. El principio de base es que, al igual que slo Dios posee, slo Dios gobierna y slo Dios sabe. Lo que excluye la pretensin faranica de usurpar todo poder de Dios o la ilusin de conservar un saber adquirido, absoluto, alcanzando un conocimiento de causas primarias de ltimos fines. El ejemplo de la Universidad Musulmana de Crdoba, en el siglo X, constituye, bajo este punto de vista, un modelo con el cual conviene hacer revivir el espritu para desarrollar, en nuestra poca, las ciencias de tal forma que no sirvan para la destruccin del hombre, sino para su expansin hacia el camino de Dios. De esta Universidad Musulmana de Crdoba, desde el s. X al XIII, ha florecido la cultura en su forma total bajo tres aspectos: - La ciencia: creando un mtodo experimental para descubirir las relaciones entre las cosas y la interrelacin de las causas; - La Sabidura: como reflexin sobre el sentido de cada cosa, de su relacin con Dios, en un mundo armonioso y nico, donde la vida tiene una significacin y una meta; - La fe: como testigo de que la ciencia no alcanza jams la causa primera, ni la sabidura el ltimo final. La fe como conciencia de nuestros lmites y de nuestros postulados. La fe como razn sin fronteras. Tal concepcin de la ciencia y de las tcnicas permitira hoy, y es lo que hace su actualidad, impedir a las ciencias y a las tcnicas de conducirnos a un suicidio planetario. Cmo trabajar en este renacimiento del Islam? Primeramente aprendiendo a leer el Corn, la sunna de Dios, y la del Profeta, como el Corn nos ordena leerlo: No leer el Corn ni la Sunna con ojos de muerto. Dios ha dictado el Corn. Han inspirado al Profeta. Sin embargo, son hombres que han escuchado e interpretado la Sunna de Dios y del Profeta. Hombres de fe y juristas pertenecientes a una poca determinada de la historia. Nos aparta de los estudios con respeto y con toda nuestra fe, con el deseo de resolver, segn su ejemplo, nuestros problemas inspirndonos unos mtodos que pusieron en marcha para vivir el Corn en el nuevo imperio rabe, es decir, en unas condiciones histricas profundamente diferentes de la comunidad de Medina. No debemos dividirnos entre musulmanes tomando parte en querellas de otras pocas. Los que actualmente dividen a los sunnitas de los chitas son enemigos de todos los musulmanes. Pues no existe ms que un Islam. No debemos tomar parte entre escuelas jurdicas, porque cada una ha intentado resolver los problemas de otros tiempos y de otros pueblos. La tarea no era de resolver los nuestros, ni la de eludirnos de esta responsabilidad. El Profeta Muhammad ha aportado un mensaje eterno y universal, dirigindose a todas las familias de la tierra. Est dicho en el Corn Dios est presente en cada realidad nueva (IV, 29). Y no cesa de

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crear (XXXV, 81). Es el Viviente (II, 255). No se dirige a seres muertos: debemos responder a esta interpelacin eternamente viviente. Sin imitacin del Occidente. Sin imitacin del pasado. Consiste en imitar al Occidente desligando ms de 6.300 versculos del Corn, 220 versculos legislativos y tratndolos segn los mtodos juristas romanos, es decir, tomarlos literalmente como unos artculos de leyes y deducir mecnicamente la aplicacin, cualquiera que sea la poca y la circunstancia. La revelacin del Corn es opuesta al derecho romano. El derecho romano anuncia leyes abstractas de donde no queda ms que deducir, por va de silogismos, a la manera de Aristteles, las consecuencias aplicables a tal o cual caso concreto. La revelacin del Corn nos da ejemplos concretos de soluciones aportadas a un problema histrico determinado a partir de unos valores absolutos, de unos principios inevitables y eternos del mensaje. Dios nos dice: Hemos propuesto a los hombres, en este Corn, toda clase de ejemplos. Probablemente reflexionarn (XXXIX, 27). Esta reflexin sobre los ejemplos no debe ser una deduccin mecnica, una cada del principio a sus consecuencias, sino, al contrario, una elevacin, a partir del ejemplo histrico concreto, al principio eterno, absoluto, que ha inspirado esta solucin y despus de haber reflexionado, volver hacia lo concreto para encontrar, por analogia, una respuesta o un problema histrico nuevo, indito. De tal manera, por ejemplo, proceda Abu Hanifa para resolver los problemas que se planteaban en una sociedad radicalmente diferente de la Sociedad de Medina, es decir, en una sociedad que haba conocido una monarqua centralizadora y una cultura que ignoraba el Hedjaz. Este sabio jurista no se dej contaminar por los mtodos deductivos del derecho romano. Esta actitud exige que se encuentre, detrs de cada prescripcin del Corn o de la Sunna, su razn de ser, el principio que lo ha inspirado y las condiciones histricas en las cuales ha sido aplicado. Y, sobre todo, y ms an, que se site cada uno de estos pasos en el conjunto de la revelacin del Corn. De esta manera procedan el Profeta, los califas "bien guiados", los primeros grandes jurisconsultos: por encima de esta aplicacin literal de los versculos, separados del contexto histrico, en el cual haban descendido, y del conjunto de la revelacin, ellos saben y debemos recordar que cada versculo del Corn es una bajada de lo Eterno en la historia. "Contar la mano del ladrn", dice el Corn (V,38). El califa Omar Ibn Khattab no dudaba, por tanto, en suspender la aplicacin de esta pena en periodos de hambre. Segn un hadiz del Profeta: "Dios retira su proteccin a cualquier comunidad en la cual se encuentra un hombre hambriento". Abu Dawud y Nassai nos cuentan que, exigiendo un propietario que se le cortara la mano a un desgraciado por habler robado unas espigas de trigo en su campo, el Profeta responda: este hombre tena hambre y t no lo has alimentado. Y el mensajero de Dios ha dado al injuriado el trigo necesario. Est claro que, para el Profeta como para Omar Ibn Khattab, la justicia social es un valor islmico ms elevado que la defensa de la propiedad. Es significativo que en el curso de la historia, y hasta nuestros das, los privilegiados de la

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riqueza y del poder hayan invocado ms a menudo el versculo, diciendo que se debe cortar la mano del ladrn, que el de la Sura 111, diciendo literalmente que se debe cortar las dos manos a aqul que acumule riquezas. La reivindicacin, perfectamente legtima de acabar con el derecho europeo impuesto por los viejos ocupantes colonialistas y de aplicar la "Shariat" para encontrar una verdadera identidad islmica, es a menudo transformada por estos privilegiados de la riqueza y del poder. Comenzar la aplicacin de la "Shariat" por las sanciones antes de haber realizado una justicia social, donde nadie sera conducido al robo por la miseria y el espectculo de lujo ostentoso de parsitos, es comenzar por el final y traicionar el espritu del Corn, en el cual hemos mostrado cmo el Profeta y Omar ibn Khattab lo llevaban a cabo castigando no al ladrn empujado por la necesidad, sino al rico que no lo haba alimentado, ni vestido, ni instruido. Las caricaturas de aplicacin de la "Shariat" son ms graves en nuestra poca, que el robo: el "riba" y la acumulacin de riquezas, han tomado formas mucho ms complejas y diversificadas que en el tiempo de la comunidad de Medina. La fortuna adquirida por el juego y sus variantes modernas: la especulacin comercial o burstil, por el funcionamiento normal del sistema capitalista, que legaliza este prevalecimiento parasitario sobre el trabajo de la comunidad, es un robo a gran escala. Aplicar al pie de la letra una prescripcin moral, formulada en una sociedad complacida de identificar al ladrn en una poca como la nuestra, en donde slo el pequeo ladrn puede ser definido por estos criterios, es hacerse cmplice del robo legal por una sociedad fundada sobre el "riba", como lo es la sociedad occidental y golpear nicamente a los ms dbiles. Aplicar la "Shariat", es aplicar la totalidad del Korn en cada instante de la vida pblica o privada, es decir, llevar a cabo cada acto con la conciencia de llevarlo a cabo bajo la mirada del Dios vivo, que no la podemos engaar, ya se trate de transacciones comerciales, de relaciones privadas o de accin poltica. Aplicar la "Shariat" no es cortar manos, es, para los individuos como para los estados, vivir veinticuatro horas por da en la transparencia de Dios. Dios nos ha dado en el Corn esta directriz sublime: "Para cada mano de vosotros hemos ordenado una ley divina (Shariat) y una va abierta (minhaj)" (V,48). Comprometmosnos ardientemente en esta va abierta (minhaj), para que la ley divina (Shariat) ordene el futuro, como ella ordena la vida del Profeta y de los califas bien guiados. La palabra que en el Corn seala la ley divina (Shariat) es significativa: es Shariat "el camino hacia la fuente". En ese camino, es responsabilidad de todos los musulmanes de crear, a la manera de los pioneros del Islam, un "fikh" del siglo XXI, respondiendo a los problemas de hoy desde nuestros principios eternos, a fin de resolverlos mejor que sos que rechazan la "gua" de Dios. Pues la ley es una creacin incesante, cuando el Islam est vivo. Volver a la fuente no es entrar en el futuro, retrocediendo la mirada fijada en el pasado. Es, por el contrario, descubrir el estremecimiento vivo de la fuente sobre siglos de comentarios que han erigido una muralla entre el mensaje y nosotros. La ley divina, la Shariat, no es el agua de la fuente captada y fijada en un estanque. La Shariat es un hermoso ro chispeante, corriendo de poca en poca y fecundando sus orillas siempre nuevas. Es yendo hacia el mar que un ro es fiel a su cauce. Acordmonos, como escriba un hombre que tena que luchar contra la esclerosis de su propia tradicin, que ser fiel al lugar de sus antepasados no es conservando las cenizas, pero s transmitiendo la llama.

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La prctica del Islam no se limita a algunos momentos de la vida: ella en s engloba todos los actos. La profesin de fe, el salat, el zakat, el ayuno y la peregrinacin no son ritos, sino el recuerdo de su manantial a la vida musulmana, el tronco de este rbol en el que todos los actos de nuestra vida personal y pblica son las ramas y los frutos. El problema del futuro de los Musulmanes, se plantea, pues, en trminos muy simples y muy claros: o bien se muestran capaces de resolver los nuevos problemas, en un sentido que no conduzcan el mundo a la muerte, y el Islam volver a tomar su vuelo victorioso como en los tiempos donde l resolva, en el primer siglo de la Hgira, los problemas expuestos por la decadencia de dos imperios, de Bizancio y de Persia; o bien entrarn en el futuro retrocediendo, los ojos fijos en el pasado, rebatiendo los comentarios y los comentarios de los comentarios, sobre los problemas jurdicos que se planteaban en el tiempo de los omeyas y de los abasidas. Nuestras tareas ms urgentes podran ser stas: publicar una coleccin de novelas, uniendo la doble e indivisible exigencia de rigor cientfico y de inflexibilidad de la fe, para hacer la crtica constructiva de pretendidas creencias humanas (en particular, la Economa Poltica, la Historia y la Sociologa) y dejando al desnudo sus postulados de base, e integrando sus adquisiciones en la perspectiva de nuestra concepcin islmica, no haciendo jams abstraccin de la dimensin trascendente del hombre: elaborar planes de orientacin de la bsqueda cientfica, definiendo como prioridad, no el poder, la alegra o el desarrollo, sino el expansionamiento del hombre, crear una escuela de periodistas de un nuevo tipo, donde el "hecho" periodstico, en la prensa o la televisin no sean elegidos segn los criterios comerciales del sensacionalismo, del erotismo o de la violencia, sino segn el criterio islmico de la lectura de los "signos" de Dios en la historia y, con estos periodistas de un nuevo tipo, arrancados de las deformaciones profesionales occidentales, crear una Agencia panislmica de prensa; restaurar, en Crdoba mismo, los principios directores de la Universidad Musulmana de Crdoba, no separando jams la ciencia de la sabidura y de la fe, y hacerla renacer a una vida nueva para responder a las necesidades de la cultura de donde actualmente depende el futuro y, as mismo, la supervivencia del planeta tierra; en fin, nosotros somos capaces de aportar nuestra contribucin mayor a la solucin de los problemas de nuestro tiempo, llamar a los hombres de todas las sabiduras y de todas las creencias, judos, cristianos, hinduistas o humanistas, conscientes de que el hombre no puede ser suficiente a s mismo, a colaborar juntos por salvar el mundo de la quiebra moral y de la muerte, restaurando el hombre la conciencia de su dimensin divina. Ningn particularismo, ningn tradicionalismo debe enmascarar esta universalidad del Islam y su misin de reunir a los hombres de todas las sabiduras y de todas las creencias para salvar al mundo de las derivaciones que le llevaran a la muerte. Como escriba el gran poeta turco Nazim Hikmet:" "Si yo no ardo, Si t no ardes, Si nosotros no ardemos, Cmo podrn resplandecer las tinieblas?

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