A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

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400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA 400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA Lic. Liliana Rojas Lic. Liliana Rojas

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"Donde hoy se halla Posadas, capital de la Provincia de Misiones, estuvo otrora la reducción de Nuestra Señora de la Encamación de Itapúa. Allí la fundó el Padre Roque González de Santa Cruz, el 25 de marzo de 1615…” Guillermo Furlong

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400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

Lic. Liliana RojasLic. Liliana Rojas

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400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

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400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Lic. Liliana Rojas

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400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 5: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 6: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 7: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 8: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 9: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

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400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 11: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Page 12: A 400 años de la fundación de la Anunciación de Itapúa

400 AÑOS DE LA FUNDACION DE ANUNCIACIÓN DE ITAPÚA

En 1604 se fundó la Provincia Jesuítica del Paraguay, con capital en Córdoba. Para entonces se había producido la conquista del Paraguay por parte de los españoles. A las costas del Paraná, en la actual provincia de Misiones, no llegaron los hombres de armas, sino los religiosos de la Orden de San Fran-cisco de Asís y los de la Compañía de Jesús. En 1610 se fundó la reducción de San Ignacio Guazú, obra del padre Marciel de Lorenzana, con los guaraníes de la región. Poco después se sumó a la tarea de organizar el nuevo pueblo el padre Roque González de Santa Cruz.Más tarde sus superiores le encargaron al padre Roque que se trasladara a la costa del río Paraná a hacer exploraciones y detectar si era posible fundar más pueblos.Aprovechando su conocimiento del idioma guaraní, el padre Roque cumplió con la misión que le encargaron. Visitó a los distin-tos grupos de indígenas ubicados en los alrededores de donde se encuentra hoy la ciudad de Posadas; recorrió riberas e islas. Y escribió al Provincial anunciándole que había unos cuatro mil indios dispuestos a recibir el Evangelio, y que esos habitantes del Paraná le comunicaron que en la región del Uruguay había muchos más. Es posible que las noticias del crecimiento y bienestar de San Ignacio Guazú hayan influenciado en los

paranaenses para que pidieran la presencia de misioneros que organizaran reducciones con ellos. El padre Nicolás del Techo escribe –años después- que en el sitio conocido como Itapúa “… moraban cuatro caciques con buena suma de clientes, quienes al principio opusieron alguna resistencia, pero muy luego se ablandaron y prometieron fundar una población si los jesuitas se establecían entre ellos. Erigió el P. González con solemne pompa una cruz de gran tamaño…”Para finales del año 1614 la tarea estaba final-izada y el padre dispuesto a una fundación, que sería Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En la zona ya estaban los francis-canos, por eso el padre Roque fue hasta Corrientes para reunirse con fray Luis Bolaños y acordar con él que, si en ocho meses, los franciscanos no hacían fundación, el padre Roque continuaría su tarea evangeli-zadora. Aparentemente Roque González hizo varias recorridas por las riberas del Paraná, anunciando a Dios y preparando los espíri-tus de los indígenas, tarea difícil pues los caciques y chamanes sentían la presencia jesuítica como una amenaza a su autoridad. En Asunción acordó con sus autoridades la nueva fundación. Actuaba como interino en la gobernación de Asunción su hermano el capitán Francisco González de Santa Cruz quien, con el padre Lorenzana, Rector del Colegio de Asunción, autorizó la fundación de la reducción Itapúa y de otras dos o tres.Con algunos objetos sagrados y herramien-

tas regresó el padre Roque a Itapúa y “en la víspera de la Encarnación llegó a Itapúa, lugar que dista por igual sesenta leguas de la desembocadura del Paraguay y de los confines del Guairá, su puesto es una laguna [posiblemente la Laguna San José] que desa-gua en el río. En los alrededores se contaban los indios suficientes para llenar un buen pueblo. Cuando entró en Itapúa el P. González, los caciques que defendieron la cruz le dieron una casa hecha de paja y lodo, al estilo del país, parte de ella se dedicó a la iglesia. Comenzó el P. Roque a enviar emisa-rios por las cercanías y a recorrerlas personalmente, logrando que mucha gente viniese a morar en Itapúa.” Levantó la cruz e inició la construcción de la iglesia, el 25 de marzo de 1615, fundando así la reducción de Nuestra Señora de la Anunci-ación de Itapúa, de acuerdo al testimonio del padre Diego de Boroa.Si bien el pueblo fue llamado Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa , durante toda la etapa jesuítica y la colonial se lo cono-ció como Itapúa, Itapua o Itapoa. Mucho trabajo implicó la instalación y organización de Anunciación de Itapúa. Las primeras viviendas fueron chozas de paja que no impedían que el frío se filtrara. Meses después se sumó a la tarea el padre Diego de Boroa con quien el padre Roque construyó la primera iglesia, baja y cubierta de paja. El padre Roque, en Carta al Provincial Oñate, cuenta que instalaron una campana “… en un campanario de madera que no causó poca

admiración como cosa no vista ni oída en aquella tierra. Y lo que fue de mucha devo-ción es que los indios levantaron una cruz delante de la iglesia, y habiéndoles dicho la razón porque los cristianos la adoramos nosotros, y ellos la adoramos todos de rodil-las, y aunque es la última que hay en estas partes espero en nuestro Señor a de ser principio de que se levanten otras muchas. También fue ubicada la imagen de la Virgen, bautizada como “La Conquistadora”; de ella, y en la reducción de Itapúa, se hizo una copia; tarea que estuvo a cargo de un indíge-na llamado Habiyú. Esta imagen acompañó al padre Roque en tosa su tarea evangeliza-dora.Dos años después aún estaba levantándose. El Provincial Pedro de Oñate, que la visitó, describe el lugar de la siguiente manera: “Está es un punto tan ameno y deleitable que parece que con pincel no se podía pintar mejor porque fuera de la frescura de los prados y bosques, que están allí siempre verdes está en un alto sobre el río Paraná que tiene allá como media legua y hace allí una grande ensenada que parece más por cuya angosta boca vemos desde nuestros mismos aposentos venir todas las canoas que vienen del río arriba del Igaña e Iguazú y pasan al Uruguay que está allí cerca y como los Padres tienen allí puesto todo el corazón y contento en la conquista de todas estas tres provincias que tienen a la vista, no se puede imaginar por ellos cosa de mayor deleite y recreación.”

Este lugar es el que hoy ocupa la ciudad de Posadas. Respecto al nombre de Itapúa, el padre Nicolás del Techo se refiere al cacique llama-do Itapúa, que residía en el lugar; recoge el testimonio del padre Boroa, compañero del padre Roque.El nombre de Itapúa ha despertado la curio-sidad de los historiadores locales, como Cambas y Carvallo, coincidiendo en que se trata de una piedra que emerge. Según el diccionario de la lengua guaraní: Itapo’ã significa, ita: piedra, po’ã: levantada.Los viajes y fundaciones realizadas por Roque González, y las fundaciones posteri-ores, se hicieron a partir de la fundación de San Ignacio Guazú y de Anunciación de Itapúa en las cercanías del Paraná, reduc-ciones pioneras en la evangelización de la región guaranítica. Ellas permitieron el enlace entre el Paraná y el Uruguay, entre uno y otro pueblo que surgieron a partir de ellas.

Roque González de Santa Cruz S. J. Roque González de Santa Cruz nació en Asunción en 1576; hijo del escribano Bartolomé González de Villaverde y de María de Santa Cruz. Fueron sus hermanos Juan, Francisco, Mateo, Pedro, Gabriel, Diego, Francisca, María y Mariana.Desde pequeño demostró gran piedad y muchas virtudes; de la lectura de los apóstoles y de los santos, recibió inspiración para hacer penitencia y dedicarse a la

oraciónFue ordenado sacerdote por fray Hernando de Trejo y Sanabria, en Asunción, probable-mente un 25 de marzo de 1599. Fue cura párroco de la iglesia catedral de Asunción. Solicitó el ingreso a la Compañía de Jesús, donde será admitido en 1609 (Kemerer: 1988: 2).El conocimiento de la lengua guaraní fue una gran ayuda para la tarea evangelizadora.En 1611 comienza su prédica entre los guaicurúes, junto al padre Vicente Griffi, pero esta misión no prosperó y fue enviado a la reducción de San Ignacio Guazú, fundada en 1610 por el Padre Marciel de Lorenzana. En este nuevo pueblo, demuestra sus dotes de organizador; es arquitecto, carpintero, albañil, campesino; así lo refiere la Carta Anua del provincial Diego de Torres, de 1615.Después de comprobar las posibilidades del terreno a orillas del Paraná para fundar otros pueblos, Roque González planta la cruz en la isla sarandí, como acto de toma de posesión. Y funda Nuestra señora de la Anunciación de Itapúa el 25 de marzo de 1615. Años después funda Yaguapoa. En la región del Tape, más allá del río Uruguay, funda Concepción, San Nicolás, San Javier, Yapeyú. Fue Superior de la zona del Alto Uruguay.También fundó Candelaria, Asunción del Iyuí. Con Alonso Rodríguez fundó Todos los Santos del Caaró el 1º de noviembre de 1628. Allí fueron martirizados el 15 de noviembre de ese año, y dos días después lo fue el padre Juan del Castillo en la Reducción de de la

Asunción. Los tres sacerdotes fueron beatificados en 1634 y canonizados por el Papa Juan Pablo II en su visita al Paraguay en 1988.

Traslados de Itapúa Itapúa fue fundada en la banda izquierda del río Paraná, en 1615, y años después fue trasladada a la otra banda del río, o sea en la margen derecha. El padre Diego de Boroa sostiene que fue en 1621 el traslado a un lugar ubicado al otro lado del Paraná, de alegre vista, de muchos montes y de excelentes pesquerías, y más sano que el de la otra banda. Alba Celina Etorena y José Carlos Freaza sostienen “que las pestes que asolaron especialmente a Yaguapoa que estaba cuatro leguas debajo de Itapúa y la falta de sacerdotes, aconsejaba reunir a los dos pueblos en uno pero del otro lado del Paraná, donde hoy está Encar-nación, en la Villa Alta. Esta ubicación fue mucho más conveniente para las dos reduc-ciones y para los padres que también debían atender Corpus Cristi, que por entonces estaba a doce leguas al norte sobre la banda derecha del Paraná. Estos cambios permi-tieron a los jesuitas concentrar todos sus esfuerzos en la conquista del Uruguay y del Tape.”En 1703, debido a las inundaciones que afectaron al pueblo varias veces, “…se apartó del río, como media legua, y se ubicó sobre una suavísima loma”, sostiene el padre

Furlong. Es probable que este lugar corre-spondiera a la Villa Alta de Encarnación. La historiadora paraguaya Margarita Durán Estrago sostiene que la inundación de 1703 echó a perder los cultivos y esto obligó a los padres a buscar hacia el norte un sitio más seguro para salvar al pueblo de las crecientes del río.Los indios de Itapúa mantuvieron sus gana-dos en las estancias ubicadas del otro lado del río, en el actual territorio argentino. Según los inventarios de 1768, Itapúa conta-ba con “veinte canoas para el uso del paso”, lo que nos permite confirmar el intenso tráfico comercial que se efectuaba entre ambas orillas, a través del puerto. Al producirse la Revolución de Mayo y, una vez instalada la Junta Provisional de Gobier-no en Buenos Aires, se decidió la Campaña de Belgrano al Paraguay para conseguir su adhesión al nuevo gobierno y a la revolución. Esta situación obligó a las autoridades para-guayas a reclutar hombres. No estuvieron exentos de esa obligación los itapuenses; incluso en el mismo pueblo se instaló una Comandancia militar.Durante el gobierno del Doctor Gaspar Rodríguez de Francia, se cerraron las puertas de los conventos en 1824; los frailes Estriche y Encinas dejaron sus hábitos franciscanos y debieron pasar al clero secular que se hizo cargo de los pueblos de indios.Poco a poco el pueblo fue perdiendo sus rasgos de fundación jesuítica; su puerto fue abierto comercio exterior; es más, era el

único del país. Se asentaron extranjeros, sobre todo portugueses, que instalaron casas de comercio, se instaló un cuartel con solda-dos. El movimiento de carretas fue continuo. Pero el flujo comercial no mejoró las condi-ciones edilicias ni el nivel de vida de sus habi-tantes. Todo se fue desmejorando.En 1842, durante el gobierno de los Cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, se presentó el proyecto de ley medi-ante la cual se entregaría tierras y ganado de la comunidad a los indígenas más “capaces”. Y los considerados incapaces quedaban a cargo del Estado que podría contratarlos como peones en tierras que habían sido suyas hasta ese momento. Por lo tanto, al aprobarse y aplicarse esta ley al año sigui-ente, el régimen de comunidades desapare-ció.El 8 de abril de 1843 se fundó Villa Encar-nación, sobre la antigua reducción. Los indígenas que aún permanecían en el pueblo de Itapúa fueron trasladados a una estancia de la jurisdicción de Itapúa conocida como Tupara’y y ubicada a más de seis leguas del pueblo y a media del Tacuary. Los traba-jadores fueron clasificados en las listas como armeros, herreros, albañiles solteros, albañiles casados, calafateros, carpinteros. El nuevo asentamiento estaría bajo la advo-cación de la Virgen del Carmen y mantendría sus instituciones: cabildo con sus alcaldes y corregidor, y el administrador. Se hicieron las demarcaciones correspondi-entes entre la Villa Encarnación y el nuevo

pueblo de Carmen. La miseria y el desaliento estuvieron presentes desde el primer día. Fue el último pueblo indio en fundarse, y tuvo poca vida. En 1848, al extinguirse el régimen de comunidad, desaparecieron los pueblos indios, y también el de Carmen. Carmen –la antigua Itapúa- se convirtió en Carmen del Paraná.

Lic. Liliana RojasProfesora en Historia y de

Enseñanaza primaria. Vicepresidente de la Junta de Estudios Históricos de Misiones. Directora ad-honorem del

Museo Regional "Aníbal Cambas"