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D O SSIER a integración de los sistemas formales e informales de apoyo social. Marisol Lila Murillo Enrique Gracia Fuster Área de Ps icología Social. Universitot de Valencia . RESUMEN En este trabajo se analizan las características de los sistemas formales e informales de apoyo social y, en particular, el papel que los recursos informales de apoyo social pueden desempeñar dentro de los sistemas formales de provisión de ayuda. Se examinan las diferencias y potenciales puntos de conflicto entre estos dos sistemas de ayuda y las bases a partir de las cuales se puede producir una mayor integración y colaboración entre los sistemas formales e informales de apoyo social. PALABRAS CLAVE Sistemas informales de apoyo social, sistemas formales, grupos de autoayuda, inteqación de los sistemas formales e informles de apoyo social INTRODUCCION Las redes informales de apoyo no sólo constituyen uno de los principales recursos a los que las personas acuden en busca de ayuda, sino que, comparadas con los servicios profesionales de ayuda también han demos- trado su efectividad. No resulta extraño, por tanto, que se haya expresado un creciente interés por el papel que los recursos informales de apoyo pueden desempeñar dentro de los sistemas formales de provisión de ayuda, así como por encon- trar fórmulas capaces de articu- lar y combinar ambas fuentes de apoyo y ayuda (Froland et al., 1981; Whittaker y Garbarino, 1983). No obstante, existen importantes diferencias y po- tenciales puntos de conflicto y tensión entre los servicios y organizaciones formales de ayuda y las redes informales de apoyo que hay que tener presen- tes al examinar las posibles relaciones y formas de articular estas dos fuentes de ayuda y apoyo en la comunidad. Como ha señalado Gottlieb ( 1983) esas diferencias y tensiones entre las fuentes formales e informales de apoyo social pueden ser analizadas desde un punto de vista teórico en términos de las discontinuidades básicas entre los modos de funcionamiento burocráticos y los modos de funcionamiento característicos de los grupos primarios (Lltwak y Meyer, 1966), y en términos de los problemas de carácter más práctico tales como barreras en la comunicación y diferencias en las creencias de profesionales y de la persona lega acerca de lo que constituye la ayuda. L as redes informales de apoyo con fi - guran un contexto de ayuda que es al- tam ent e pluralista y diferenciado co n respect o a los t ipos de personas invo- lucradas,lo que hacen y por qué.Estas fi guras de apoyo yayuda incluyen miem- bros de la familia, amistades e n las que se confíay personas que se acaban de conocer pero que están dispuestas a ayuda r. P ersonas que ayudan a o tras person as des co nocidas com o vo lunta- r io s o m iembr os de gru pos de autoayuda pueden ser per sonas que tienen una preocupación especialacer- ca de un problema particular porque lo han e xpe rimentado en sus propias

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D O SSIER

a integración de los sistemasformales e informales de apoyosocial.

Marisol Lila Murillo

Enrique Gracia Fuster

Área de Psicología Social. Universitot de Valencia .

RESUMEN

En este trabajo se analizanlas características de lossistemas formales einformales de apoyo social y,en particular, el papel que losrecursos informales de apoyosocial pueden desempeñardentro de los sistemasformales de provisión deayuda. Se examinan lasdiferencias y potencialespuntos de conflicto entreestos dos sistemas de ayuday las bases a partir de lascuales se puede producir unamayor integración ycolaboración entre lossistemas formales einformales de apoyo social.

PALABRAS CLAVE

Sistemas informales deapoyo social, sistemasformales, grupos deautoayuda, inteqación de lossistemas formales einformles de apoyo social

INTRODUCCION

Las redes informales de apoyono sólo constituyen uno de losprincipales recursos a los que laspersonas acuden en busca deayuda, sino que, comparadascon los servicios profesionalesde ayuda también han demos­trado su efectividad. No resultaextraño, por tanto, que se hayaexpresado un creciente interéspor el papel que los recursosinformales de apoyo puedendesempeñar dentro de lossistemas formales de provisiónde ayuda, así como por encon­trar fórmulas capaces de articu­lar y combinar ambas fuentesde apoyo y ayuda (Froland et al.,1981; Whittaker y Garbarino,1983). No obstante, existenimportantes diferencias y po­tenciales puntos de conflicto ytensión entre los servicios yorganizaciones formales deayuda y las redes informales deapoyo que hay que tener presen­tes al examinar las posiblesrelaciones y formas de articularestas dos fuentes de ayuda yapoyo en la comunidad. Como

ha señalado Gottlieb (1983) esasdiferencias y tensiones entre lasfuentes formales e informalesde apoyo social pueden seranalizadas desde un punto devista teórico en términos de lasdiscontinuidades básicas entrelos modos de funcionamientoburocráticos y los modos defuncionamiento característicosde los grupos primarios (Lltwaky Meyer, 1966), y en términos delos problemas de carácter máspráctico tales como barreras enlacomunicación y diferencias enlas creencias de profesionales yde lapersona lega acerca de loque constituye la ayuda.

L as redes informales de apoyo con fi ­

guran un contexto de ayuda que es al­tamente pluralista y dife renciado co nrespect o a los t ipos de personas invo­lucradas, lo que hacen y por qué. Estasfiguras de apoyo y ayuda incluyen miem­bros de la familia, amistades en las quese confía y pe rsonas que se acaban deconocer pe ro que están dispuestas aayudar. Person as que ayudan a otraspersonas des co nocidas com o volunta­r io s o m iembro s d e gr upos deautoayuda pued en ser person as quetie nen una preocupación especialace r­ca de un pro blema part icular porquelo han experime ntado en sus propias

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vidas o ha sido experimentado por al­guien cercano a ellas; personas que des­empeñan roles análogos al de los pro­fesionales; o personas con tiempo yhabilidadesinfrautilizadas.Miembros delvecindario o de la comunidad tambiénpueden tener alguna habilidad especialy utilizarla para desempeñar tareas deinterés común o movilizar a otrosmiembros de la comunidad alrededor

de problemas locales. Estos tipos dife­rentes de personas configuran un sis­

tema ecológico de ayuda cotidiana enel que las personas desempeñan rolescomplementarios o interrelacionados,ayudándose mutuamente, proporcio­nando apoyo o realizando diversas ac­tividades en el vecindario o comunidad .

La ayuda informal no es una actividadunidireccional sino que constituye unflujo mutuo que implica tanto la recep­ción como la provisión de ayuda. La

ayuda se proporciona como parte deun intercambio mutuo continuo queconstituye un sistema más amplio dederechos y obligaciones dentro del gru­po primario, vecindario, comunidad ocultura. Por el contrario, los serviciosformales de ayuda operan a partir deun sistema de categorías explícitas,tan­to para evaluar las necesidades comopara decidir la elegibilidad de las per­sonas para recibir los servicios, cuen­

tan con procedimientos basados enreglasformales, existe la especializacióny coordinación entre los distintos rolesde ayuda, se trabaja a partir de defini­ciones y expectativas asociadascon los

clientes,se dispone de estándares paratratar los problemas independiente­mente de lascaracterísticas personaleso situaciones, y se establecen criteriosobjetivos acerca de los que constituyeel éxito o el progreso.

Como señalan Froland et al. (1981),estos contrastes entre las fuentes for­males e informales de apoyo sugierenque un intento de combinar o vincularlos esfuerzos de ambos modos de apo­yo encontrará dificultades y conflictosimportantes puesto que aparentemen­te se trataría de acercar dos culturas

diferentes, una buscando la fiabilidad delas reglas formales y procedimientosrutinarios y la otra enfatizando la pri­vacidad de reglas implícitas y la activi­dad espontánea. Además, las normasde intercambio, la concepción de losproblemas y sus soluciones y las cues­tiones de autoridad y responsabilidadde ambos tipos de ayuda son conside­rablemente diferentes y potencialmenteconflictivas. Estas diferencias entre unmodo burocrático de funcionamientoy las relaciones características de losgrupos primarios sugieren,en principio,que la mejor relacion entre ambos ti­pos de ayudaes la coexistencia másquela colaboración. Sinembargo, como handefendido Litwak y Meyer (1966), de­bido a lasdiferencias en su estrucutura,las burocracias y los grupos primariosdesempeñan al mismo tiempo funcio­nes diferentes y complementarias, y elintercambio entre ambos es necesariopara satisfacer lasdistintas necesidadesde ayuda y apoyo (Litwak, 1978).

SISTEMAS FORMALES EINFORMALES DE APOYOSOCIAL: BASES PARA LA

COLABORACiÓN

Aunque la necesidadde encontrar unacombinación adecuadaentre los esfuer­zos de los servicios profesionales y defuentes informales de apoyo social, esreconocida cada vez más por profesio­nales y responsables de políticas de in­tervención social,este interés tambiénplantea numerosas cuestiones (Graciaet al., I 995a). Estos problemas poten­ciales los resumen Froland et al. (1981)en forma de interrogantes: ¿cuál es ladivisión de responsabilidades entre elapoyo que debe ser proporcionado porservicios profesionales y el que lasper­sonas puedan esperar obtener de sured social natural?,¿en qué medida lapromoción de la ayuda mutua y lamovilización de fuentes informales deapoyo puede ser una argumento enfavor de la reducción de servicios or­ganizados y formales de apoyo social?,

¿en qué medida es comparable la cali­dad de los servicios de apoyo formalescon el cuidado proporcionado informal­mente?, si el apoyo informal es desea­

ble, ¿es posible la promoción de siste­mas informales de apoyo social sin cam­biar drásticamente bien la naturaleza delapoyo informal, o bien el rol socialmen­

te aceptado de los profesionales?

Con el objetivo de comprender me­

jor la forma en que los sistemas forma­les de apoyo social pueden fortalecerel rol de los sistemasinformales ya exis­tentes o promocionar nuevas fuentesinformales de apoyo en el manejo dedistintos tipos de problemas o en po­blacionesde riesgo,Froland et al.(1981)llevaron a cabo un estudio en el que seanalizó la forma en que 30 agenciasformales de apoyo habían desarrolla­do programas de colaboración con lasredes informales de la comunidad enla que desempeñaban sus servicios.Froland et al. identificaron cinco pro­

gramas o estrategias de colaboraciónentre los servicios formales e informa­les. En la primera estrategia identifica­da, intervención en la red personal, elobjetivo del profesional es proporcio­nar consejo y asistencia con la finalidadde sostener y reforzar los esfuerzos in­formales de apoyo de familiares, ami­gos y vecinos. La segunda estrategiaidentificada, conexión con el voluntaria­do, se adoptaba en situaciones dondelos recursos personales de apoyo eranlimitados ,y tenía como objetivo conec­tar al cliente con personas de la comu­nidad que se prestan de forma volun­taria a proporcionar compañía, conse­jo y apoyo. La tercera estrategia, redesde ayuda mutua, era el acercamientomás común utilizado por las agenciasformales de apoyo, e involucraba eldesarrollo de vínculos entre personascon problemas o intereses comunescon el objetivo de compartir recursosy reducir el aislamiento social. Las dosúltimas estrategias se dirigían al vecin­dario o a la comunidad. La estrategiabasadaen fuentes de apoyo en el vecin­dario, tenía como objetivo la identifica-

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D O SSIERción de figuras centrales en el vecinda­

rio que desempeñaran informalmenteroles de apoyo clave,y el desarrollo deuna relación de consulta para apoyarpatrones de ayuda existentes y preve­nir la necesidad de acudir a los servi­cios formales de apoyo. Finalmente, lapotenciación y for talecimiento de la co­munidad (empowerment), implica el

desarrollo de lazos entre lideres infor­males de opinión dentro de una co­munidad con el objetivo de planificarmejoras en los servicios e identificar losrecursos disponibles. Estos cinco acer­camientos se combinaban con frecuen­cia en una estrategia coordinad a de tra­bajo con lasfuentes informales de ayu­da y apoyo.

Este estudio permitió, además, iden­tificar diferencias,tensiones y puntos deconflicto entre los sistemas forma les einformales de apoyo social.Como se­ñalan estos autores,en numerosas oca­siones, tratar de combinar los esfuer­zos de los servicios profesionales conlos de miembros del grupo familiar,vecinos, amigos etc., es similar a tratar

de vincular dos culturas con valores,costumbres y normas de intercambiodiferentes. En este sentido, el recono­cimiento de estas diferencias, conflic­

tos y tensiones es fundamental paramaximizar los beneficios potenciales deprogramasde intervención basadosenla combinación de sistemas forma les e

informales de apoyo social.

Las redes informales de apoyo socialconst ituyen sistemas ecológicos en elque las personas desempeñan rolescomp lementarios e int erdependient esde ayuda. Las actividades no son, porlo tanto, unidireccionales sino que im­plican la provisión y recepción mutuade apoyo en un sistema más amplio(grupo primario, vecindario, cultura) dederechos y ob ligaciones (Gracia et al.,I995b) . Por el contrario, los sistemasformales de apoyo social operan deacuerdo con un sistema exp lícito queincluye categorías a partir de lascualesse evalúan necesidades, normas y pro­cedimientos. definiciones y expectati-

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vas acerca del estatus de los clientes,estándaresde práctica profesional parael tratamiento de problemas indepen­dientemente de lascaracterísticas per­sonales y situacionales, y criterios ob­jetivos de lo que constituye el éxito oel progreso (Froland et al., 1981).Nor­mas de intercambio diferentes, distin­

tas concepciones de los problemas ysu solución, aspectos relacionados conla autoridad y responsabilidad, énfasisen reglas y procedimientos formalesfrente a normas implícitasy actividadesespontáneas, son contrastes entre lossistemas formales e informales de apo­yo social que potencialmente puedenser origen de tens iones y conflictoscuando se trata de combin ar a ambosen una estrategia de intervención.

EL ROL DE LOS SISTEMASINFORMALES DE APOYO

SOCIAL EN LAINTERVENCiÓN

De acuerdo con Gottlieb (1983a), lacontribución de las redes sociales na­turales en la salud y el bienestar difierede la de los sistemas formales de apo­yo en cinco aspectos fundamentales:a)suaccesibi lidad natural;b) su congruen­cia con las normas locales acerca delmomento y forma en que el apoyodebe ser expresado: c) sus raíces enrelaciones duraderas entre iguales: d)su variabilidad, comprendiendo desdela provisión de bienes y servicios ma­teriales a la simple compañía: y, e) sulibertad e independencia de los costeseconómicos y psicológicos que tienenlugar cuando se uti lizan los recursosprofesionales.Como señala este autor,puesto que las anteriores característi­cas son centrales en los procesos deapoyo social, desde la perspectiva dela provisió n formal de ayuda y de lacolaboración pro fesional con sistemasinformales de apoyo, los esfuerzos de­ben dirigirse a su preservación y forta­lecimiento.

Por otra parte, Froland et al. (1981)han identificado tres tipos diferentes deargumentos que permiten justificar la

incorporación de sistemas informalesde apoyo en estrategias planificadas deintervención. El primer argumento de­fiende la incorporación de voluntarios,grupos de ayuda mutua y otras fuentesinformales, no profesionales,desde cri­terios económicos .Estatesisargumentaque ciertas tareas pueden ser desem­peñadas por personas sin una forma­ción especializada y de forma gratuitao con un gasto mínimo. De esta formase ampliaría la cobertura de los servi­cios reduciéndose a su vez los costeseconómicos. El segundo argumento sebasaen una crítica de losservicios pro­fesionales. Puesto que, con frecuencia,los servicios profesionales son pocoaccesibles o responsivos,son poco sen­sibles a diferentes culturas y necesida­des especiales, y no ofrecen un rol par­ticipativo a los receptores de los servi­cios, las fuentes informales de apoyopermitirían establecer un puente entrelos proveedores y receptores, mejoran ­do así la aceptabilidad de los serviciospara comunidades o grupos determi­nados. Esta tesis, denominada de laparticipac ión social, sugiere, por tanto,que debido a que los recursos infor­males de apoyo social se encuentranintegrados en la cultura del receptorpotencial de los servicios formales ycomparten valores similares. te ndránuna mayor capacidad para identificarnecesidades y vincular losservicios pro­fesionales con los posibles usuarios. Eltercer argumento, basado en la efecti­vidad organizacional, considera que elapoyo de fuentes informales es másadecuado en determinadas tareas queel de los servicios formales. Si bien de­terminadas tareas que requieren cono­cimientos técnicos e implican la admi­nistración de recursos son desempe­ñadas con mayor efectividad por losserv icios profesiona les, otras tareasprácticas, en numerosas situaciones ycircunstancias, son mejor desempeña­das por familiares, vecinos. amigos yotros recursos informales de apoyosocial. De esta forma, y en la medidaen que la mayoría de tareas y situacio­nes requieren la actividad de los siste-

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mas formales e informales, surge lanecesidad de su combinación en el di­seño de estrategias de intervención.

Además de los argumentos anterio­res, si consideramos las características,ventajasy procesos de los intercambiosinformales de apoyo social,se hace másevidente su importancia en el contex­to de la intervención. Entre esos recur­

sos informales de apoyo social ocupan,sin duda, un lugar particularmente re­levante, los grupos de ayuda mutua (verGracia, en prensa).

SISTEMAS FORMALES DEAPOYO SOCIAL:

ACTITUDESY ROLES DELOS PROFESIONALES

El estudio llevado a cabo por Frolandet al.( 1981) identificó, además,un con­junto de características en las relacio­nes de los sistemas formales con lossistemas informales de apoyo socialquesugerían la necesidad de efectuar cam­bios en lasactitudes y orientación de lapráctica profesional. Estos investigado­res observaron, en primer lugar; que eltrabajo en la comunidad era obstaculi­zado al adoptar los servicios formalesun marco de referencia profesionaliza­do con respecto al significadode la ayu­da. Con frecuencia no se apreciaba elamplio rango de servicios prácticos eintercambios verbales que sostenían lasrelaciones en la comunidad, haciéndo­seevidente la escasa familiaridad de losprofesionales con un estilo de ayudabasado en la implicación directa y en lareciprocidad. En segundo lugar; los pro­fesionales eran reacios a trasladar suorientación desde una perspectiva dedéficits a una de aspectos positivos ypotencialidades. Así, el acercamiento ala comunidad tendía a identificar nece­sidades, considerando a las personascomo receptores potenciales de servi­cios, en lugar de identificar recursoslocales y considerar a las personascomo proveedores potenciales de apo­yo y cuidado. En tercer lugar; los profe­sionales habían recibido una formaciónescasa con respecto a la forma de con-

tactar con el entorno social,poniéndo­se de manifiesto que los sistemas for­males de provisión de apoyo no pro­porcionaban a los profesionales el gra­do deseable de aceptación por la co­munidad. Estosprofesionales se encon­traban incómodos fuera de la estruc­tura de sus organizaciones y no dispo­nían de criterios claros acerca de la for­ma de contactar e involucrar los siste­mas informales de apoyo de la comu­nidad. En cuarto lugar, los profesiona­les se encontraban incómodos con unrol indirecto y de consulta en la comu­nidad.Así,el trabajo a través de las re­des locales producía tensiones al evitarel sistema formal la transferenc ia de laresponsabilidad de los resultados a lacomunidad. Finalmente,la formación delos responsablesde los sistemas forma­

les de apoyo no proporcionaba unapreparación adecuada para estimar loslimites de la ayuda informal y determi­nar el balance aprop iado entre las res­ponsabilidades de los sistemas forma­

les e informales en la provisión de ayu­da y apoyo. En este sentido, existía eltemor de que la colaboración entreambos sistemasfracasara debido a unaexcesiva carga de responsabilidad delsistema informal o debido a que la res­ponsabilidad por el cambio era trans­ferida a los servicios profesionales.

Como sugieren los anteriores resul­tados, el desarrollo de una relaciónbeneficiosa entre ambos sistemas deapoyo social,requiere de un cambio enla orientación profesional tradicional delos servicios profesionales que implicaaspectos relacionados con sus actitu­des,ideología y formación. Con respec­to a las actitudes, Froland et al. (1981)señalan la importancia del compromi­so con los principios de autodetermi­nación, autoconfianza y ayuda mutua.Estos principios se traducirían en lapráctica profesional mediante lapromo­ción de las habilidades y puntos fuer­tes individuales,considerando la formaen que laspersonas pueden ser ayuda­das por otras, asícomo la forma en quepueden ayudarse a sí mismas, e identi­ficando la forma en que las personas

que comparten problemas similarespueden también compartir soluciones.Asimismo, en el trabajo con la comuni­dad, el reconocimiento y movilizaciónde sus recursos y potencialidades, y ladefensa de los derechos individuales ydel control por la comunidad de losprogramas, se encontrarían en sintoníacon los principios anteriores.

Con respecto a la ideología profesio­nal y las actitudes hacia la formación,en la medida en que diferentes ideolo­gías (profesional versus comunidad) con

respecto a lo que constituye el cuida­do y la ayuda entren en conflicto, y semantenga exclusivamente un marco dereferencia profesional para la compren­

sión de los problemas, será difícil eldesarrollo de una relación fructíferaentre los sistemas formales e informa­

les de apoyo. Desde la perspectiva delos sistemasinformales de ayuda y apo­yo, los problemas se definen de formadiferente a la de los profesionales, y laspersonas no se perciben como clien­tes potenciales o las comunidadescomo poblaciones de riesgo. En esesentido, los profesionales deberían sersensibles a lasnormas que rigen los sis­temas informales de apoyo.

Finalmente, diversos factores relacio­nados con la naturaleza de los sistemasinformales de apoyo social pueden des­empeñar un rol importante en el desa­rrollo de relaciones positivas con lossistemas formales. Por ejemplo el tipode exigencias que se realizan a estossistemas, cuándo y cómo se intervieneen el sistema informal, las expectativasen su contacto con los profesionales,la disposición o habilidad de estos sis­temas para adquirir responsabilidadesen la ayuda y apoyo de los demás, o lastransiciones naturales o cambios pro­ducidos como consecuencia de la in­tervención de los sistemas formales, sonfactores que los profesionales necesi­tan tener presentes en el contexto deuna relación de colaboración con lossistemas informales de apoyo social.Como concluyen Froland et al. (1981),la colaboración entre los sistemas for-

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D O SSIERmales e informales de apoyo social esun proceso dinámico en el que el éxitodepende de la medida en que los acer­camientos se modifiquen a medida quela relación se desarrolla, de la medidaen que la nuevas relaciones enriquez­can las actividades mutuas, y de la me­dida en que esas actividadesy roles seancontinuamente reevaluados para ase­gurar su ajuste y pertinencia.

LA COLABORACIONENTRE PROFESIONALES YGRUPOS DE AUTOAYUDA

Aunque en numerosos casos, la fuer­

za impulsora en la creación de grupos

de autoayuda ha sido la antipatía y en

ocasiones el antagonismo hacia los pro­

fesionales y organizaciones profesiona­

les,de hecho, un gran número de gru­

pos han sido fundados con la colabo­

ración de profesionales y una gran ma­

yoría de grupos de autoayuda

involucran distintas formas de partici­

pación profesiona l (Toseland y Hacker,

19 82; Gottlieb, 1982; Gartner y

Riessman, 1984; Powell, 1987).

La participación y colaboración de los

profesionales en los grupos de

autoayuda se ha producido, por ejem­

plo, iniciando y facilitando grupos, pro­

porcionando orientación y consejo, en

aspectos de formación, conectando a

personas con grupos, proporcionando

recursos y public idad, realizando inves­

tigaciones, celebrando conferencias

sobre grupos de autoayuda. Más en

particu lar, Chutis ( 1983) ha señalado

diversos ro les que el profesional pue­

de desempeñar dentro de un relación

mutuamente satisfactoria con los gru­

pos de autoayuda:

l. Organizador en la comunidad: esta­

bleciendo metas,publicidad,y logran­

do la legitimidad del grupo en la co­munidad.

2. Asistencia técnica: en el desarrollo

de las relaciones con la prensa, ela­

borac ión de boletines, hojas informa-

32 • Ir:-:f9t!W~HÓ

tivas,contactos con otros grupos cí­vicos

3. Fuente de legit imidad:

4. Conectando a los grupos con la co­

munidad profesional.

5. Co-lider de grupo: participando en

las reuniones, proporc ionando

liderazgo, apoyando y facilitando in­

formación.

6.Asesor en aspectos de salud men­

tal: ofreciendo información acerca de

recursos, procesos de grupo, liderazgo

y habilidades de ayuda que pueden es­

tar fuera del alcance del grupo.

No obstante las relaciones entre los

profesionalesy los grupos de autoayuda

deben ser lo suficientemente flexibles

de forma que se respete las caracterís­

ticas y requ isitos únicos de las organi­

zacionesde autoayuda (Cameron et al.,

1992). La organización y los métodos

de ayuda de los grupos de autoayudadifieren sustancialmente de los utiliza­

dos por las organizaciones profesiona­

les. En este sentido, es importante res­

petar el funcionamiento informal y la

necesidad de independencia de las or­

ganizaciones de autoayuda y no tratar

de subyugar estas organizaciones a los

requisitos de planificación y control de

las burocracias formales (Cameron y

Rothery, 1985; Rothery y Cameron,

1985). Como han señalado Cameronet al., ( 1992), los miembros de grupos

de autoayuda no deben ser considera­

dos como socios menores o adjuntos

a intervenciones profesionales más im­

portantes. Es importante cierta distan­

cia y autonomía de las organizaciones

profesionales para el adecuado funcio­

namiento de los grupos de autoayuda,asícomo para lograr el éxito en la co­

laboración entre estos dos sistemasde

ayuda.

Por ejemplo, en el caso de grupos de

apoyo promocionados por profesiona­les, Coplon y St rull (1983) consideran

que los profesionales deberían asumirdiversos ro les en diferentes puntos de

la historia de un grupo de autoayuda,

roles que estos autores describen en

cinco estadios:

Estadio 1: Preafiliación. Durante el

estado inicial del desarrollo del grupo,

sus integrantes todavían no se sienten

miembros de un grupo. Un grupo re­

cientemente formado puede requerir

en este sentido del ro l activo de un pro­

fesional durante este período. El pro­

fesional puede facilitar el grupo ofre­

ciendo sugerencias y ayudándo le a to­

mar decisiones. El facilitador profesio­

nal puede asistir a las reuniones de los

grupos durante unos meses y poste ­

riormente pasar a desarrollar un ro l de

asesor.

Estadio 2: Poder y control. Durante

este estadio los miembros del grupo

com ienzan a precuparse más por cues­

tiones de poder y control. Cuando es­

tos aspectos cobran una mayor impor­

tancia, los miembros pueden desarro­

llar sentimientos de amb ivalencia hacia

el profesional. En este estadio el grupo

también comienza a ser más homogé­

neo puesto que los miembros que se

sienten incómodos tienden a abando­

nar el grupo durante el primer estadio.

Así, los miembros comienzan a desa­

rrollar niveles altos de apoyo mutuo, y

las cuestiones relacio nadas con el po­

der y el control se dirigen generalmen­

te hacia el profesional.

Estadio 3: Intim idad. Este estadio losmiembros se involucran con mayor in­

tensidad en el grupo y se desarrollan

niveles más altos de cohesión y con­

fianza. Estamayor intimidad dentro del

grupo facilita el apoyo mutuo entre los

miembros. Durante este estadio,el pro­

fesional debería tener un menor con­

tacto con el grupo ayudando a los

miembros a comprender la necesidad

de esta separación .

Estadio 4: Diferencraci ón. Los miem­

bros del grupo durante este estadio

prestan una mayor atención haciasímis­mos que hacia el grupo. En este esta­

dio,el profesional necesitaser conscien­

te de las diversas dinámicas que ocu-

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rren en el grupo, ayudando a clarificar

las situaciones y proporcionando asis­

tencia en la toma de decisiones.

Estadio 5: Finalización. Durante este

estadio,el profesional puede ser de gran

ayuda en el proceso de disolución del

grupo, si ese es el deseo del grupo . De

acuerdo con Coplon y St rull ( 1983),

los miembros del grupo pueden expe­

rime ntar cierta ansiedad ante la pers­

pectiva de abandonar el grupo y en ese

sentido el profesiona l puede desempe­ñar un ro l importante reforzando la

aceptabilidad de ese proceso tanto para

el individuo como para el grupo . Si elgrupo no recluta continuamente nue­

vos miembros o líderes,el grupo pue­

de satisfacer las necesidades de sus

miembros y por lo tanto finalizar asísu

cometido. Por otra parte, si nuevos

miembros o líderescontinúan ingresan­

do en el grupo, éste probablemente no

se disolverá, aunque sus miembros

eventualmente experimentarán la ne­

cesidad de abandonar el grupo. En

ambos casos,el profesional puede ayu­

dar a los miembros en la toma de estas

decisiones.

Como han señalado Cameron et al.

( 1992), es importante que los profe­sionales que no se encuentran directa­

mente invol ucrado s en grupos de

autoayuda se den cuenta que los servi­

cios formales y los servicios de ayudamutua no se encuentran en competi­

ción, sino que ambos forman part e de

una red de servicios que se encuen­

tran d isponi bles en la comunidad

(Silverman, 1980). D e hecho como

sugieren diversos estudios,son con fre­

cuencia las mismas personas quienes

ut ilizan tanto los servicios profesiona­

lesy los grupos de autoayuda (Bormany Lieber, 1984). Además numerosos

miembros de grupos de autoayudacontinúan utilizando periódicamente losservicios profesionales durante su per­

tenenciaactiva a un grupo de autoayuda(Lieberman y Bond, 1979; Barkoff,

1979). En este sentid o, Cameron et al.

( 1992) enfatizan el hecho de que las

personas pueden benefic iarse al

involucrarse en múltip les formas de

apoyo al mismo tiempo y consideran

que una de las estrategias más apro ­

piadas de intervención en situaciones

multiproblemáticas son paquetes de

apoyo que involucren la ayuda formal

e informal (Giarretto, 1982;Whittaker,

1983; Rothery y Cameron, 1985).

Por otra parte , Powell (1994) sugiere

además que los sistemas formales al

incrementar su colaboración con los

grupos de autoayuda pueden mejorarsus servicios,y que estos servicios pue­

den salir perdiendo si se evita esta re­lación. Paraeste autor, los servicios for­

males necesitan los grupos de

autoayuda para conectar y compren­

der la cultura y necesidadesde sus clien­

tes. Al involucrarse en un proce so de

interacción mutua los profesionales

pueden comprender los mecanismos

distintivos de ayuda de los grupos de

autoayuda y cómo éstos pueden com­

plementar la ayuda profesional. Según

Powell, al desarrol larse una relación

igualitaria con las organ izaciones de

autoayuda podrán apreciar- una intere ­

sante ironía: a medida que las organi­

zaciones profesionales asumen el ries­

go de abrirse y aceptar la ayuda de las

organizaciones de autoayuda, se con­

vertirán en organizaciones profesiona­

les más efectivas. Este mismo autor, ha

señalado las siguientes claves para lo­

grar el éxito en la colaboración entre

estos dos sistemas de ayuda (Powell,

1987):

l . Recursos instrumentales. El éxito

en la cooperación requiere que ambas

partes reconozcan la naturaleza com­plementaria de su relación.Para ello es

importante ser consciente de los dis­

tintos recursos instrumentalesdisponi­

bles y de aquellos que pueden serintercambiados . Por ejemplo, el cono­

cimiento profesional sebasa fundamen­

ta lmente en procedimientos más téc­

nicos basados en mayor o menor me­

dida en un marco de referencia cient í­

fico . A demás, debido a su mayor

DOSSIE Raceptabilid ad social los profesionales

t inen un mayor acceso a los recursos.

2. Credib ilidad y relevancia . El cono­

cimiento en los grupos de autoayuda,

por el contrario, se basa en el conoci­

miento íntimo de la cultura donde ocu­

rren los problemas. Un conocimiento

que difícilmente pueden igualar los pro ­

fesionales. Su capacidad de ayudar se

basa en gran medida en que son per­

sonas que han superado o están supe­

rando el mismo problema que la per­

sona que acude por primera vez a un

grupo de auto ayuda,por lo que al mis­

mo t iempo adquieren credibilidad a los

ojos de la persona que se incorpora a

un grupo de autoayuda. Una vez se ha

establecido el vínculo, los veteranos de

los grupos de autoayuda pueden ser

agentes particularmente efect ivos para

ayudar a nuevos miembros de los gru­

pos a que perciban los profesionales

como un recurso con credib ilidad.

3. Interdependencia creativ El co­

nocimiento y credibilidad que poseen

las organizaciones de autoayuda pue­

den ser recursos de gran importancia

para las organizaciones profesionales,

aunque son recursos infrautil izados.Sin

un vínculo sólido con el mundo real de

los clientes, las tecnologías profesiona­

les,con frecuencia,resultan áridas.Ade­

más, los servicios profesionales, a me­nudo no pueden sostener el apoyo a

sus clientes durante los largos interva­

los que se producen entre las citas o

una vez finalizadas las intervenciones y,

en este sentido, las organ izaciones de

autoayuda pueden ser un importante

recurso. Se reconozca o no las organi­

zaciones profes ionales depe nden del

apoyo de instituciones o personas ex­

ternas.Lasorganizaciones de autoayuda

pueden ayudar a comprender a los sis­

temas formales de ayuda que sus ser­vicios pueden frustrarse o ser comple­

mentados por el entorno natural y que

estas orga nizaciones se encuentran

entre los recursosexte rno smás impor­tantes.

Page 7: a integración de los sistemas formales e informales de ...

D O SSIER4. Intercambios constructivos . Es im­

portante estimular el int ercambio en­tre las organizaciones profesionales yde autoayuda. Por ejemplo, las organi­zaciones de autoayuda pueden contri ­

buir a mejorar los procesos de rehabi­litación en áreas como la enfermed ad

crónica, tanto desde el punto de vistatécnic o como socioemocional . El ám­

bito de lasdrogodependencias es otroejemplo de la interdependencia expl í­cita y constructiva entre profesionalesy organizaciones de autoayuda.Encual­quier caso es importante que esta in­terdependencia no erosione lasventa­jas distintivas de cada uno de estos sis­temas de ayuda. Para lograr una mejorcolaboración entre estos dos sistemases importante que desde las organiza­

ciones de autoayuda se propongan for­

mas por las que estas organizacionespueden contribuir a las metas de losdistintos servicios profesion ales lo que

puede facilitar que desde los puestosde toma de decisiones de las organiza­

ciones profesionales se perciba esa co­laboración como un medio que puede

increment ar su aceptación, estabilidady efectividad.

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