Abriendo Brecha Apuntes Estratégicos Tras Las Elecciones Íñigo Errejón 2

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  • Abriendo brecha: Apuntes estratgicos tras las elecciones generales

    igo Errejn Secretario Poltico de Podemos

  • 2Abriendo brecha: Apuntes estratgicos tras las elecciones generalesLas elecciones generales del 20 de Diciembre de 2015 han sido determinantes y marcan un hito en el intenso ciclo de cambio espaol. Merecen por tanto anlisis sosegados ms all de las urgencias de la contienda poltica coyuntural.

    igo Errejn Secretario Poltico de Podemos

    ANLISIS DE LOS RESULTADOS

    Estas elecciones llegaban marcadas por una contienda que ha presidido la poltica espaola desde el 25 de mayo de 2014: aquella entre la posibilidad del cambio y la su-peracin del sistema poltico nacido en 1978, de un lado, y la capacidad de contencin y restauracin de las fuerzas conservadoras del orden existente. Esta pugna ha sido el hecho fundamental de la poltica espaola en los ltimos dos aos y debe ser, por tanto, un elemento central a leer en el 20-D.

    Las elecciones llegaban ya teidas de una idea: eran unos comicios diferentes, de al-guna forma constituyentes en tanto que iban a dibujar los equilibrios de fuerzas que ordenasen la reforma o transformacin de un orden constitucional agotado. Este hori-zonte general era aceptado incluso por las fuerzas del turnismo (PP y PSOE) o auxiliares (Ciudadanos) que acudan a las elecciones buscando limitar o condicionar los cambios y asegurar la supervivencia de las lites viejas movindose entre la lealtad al rgimen y la lealtad a las maquinarias que les aseguran la supervivencia. Esta aceptacin gene-ral, el hecho mismo de que nadie discutiese que el 20-D no era una competicin elec-toral ordinaria, constituye ya una victoria de quienes trabajan para el cambio poltico y la soberana popular por cuanto no era necesario por ninguna acumulacin de cir-cunstancias sino el resultado de una disputa por el sentido. En algn momento los

    I N S T I T U T O

    DEMOCRACIA

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    poderosos acariciaron la posibilidad de unas elecciones normales, especialmente entre septiembre y noviembre, cuando la propaganda y los anlisis se entremezclaban para vaticinar ambos con insistencia que la posibilidad del cambio se haba desvane-cido y Podemos estaba en cada libre. Para el comienzo de la campaa electoral esa ilusin conservadora se haba rasgado y retroceda con cada da que pasaba. Los resultados del 20 de diciembre permiten describir estas elecciones como de inte-rregno o transicin entre un sistema de partidos en decadencia, que ya no responde a los anhelos y esperanzas de una parte creciente de la ciudadana pero an es capaz de aguantar y gobernar su lenta retirada, y el nuevo equilibrio de fuerzas en configura-cin. El dato principal del resultado es el empate catastrfico en trminos de Garca Linera: los partidos polticos del turnismo resisten, con una clara diferencia entre el PP y el PSOE, pero no tienen fuerza para una restauracin normal, que no comprometa el pluralismo interno al rgimen. Por su parte, Podemos y el resto de fuerzas del cambio consiguen bloquear cualquier intento de recomponer el sistema resquebrajado, pero no tienen an fuerza como para conducir un nuevo tiempo poltico. La excepcionali-dad, as, sigue abierta.

    En todo caso, se ha terminado el sistema poltico de 1978 y el turnismo entre las dos grandes maquinarias que haban monopolizado la representacin poltica. Los parti-dos del bipartidismo no han desaparecido y renen an la confianza de muchos mi-llones de espaoles, a pesar de un retroceso profundo y continuado cada vez que se abren las urnas. Pero la poltica ya no es un deporte privado entre ellos, por ms que sus soportes mediticos y el sistema electoral hayan trabajado y trabajen para soste-nerlos como pilares de cualquier salida.

    El resultado de las elecciones impide una salvacin tout court del sistema de partidos. Hoy el dilema es que o se salva la estabilidad sistmica o se salva el PSOE que, precisa-mente, ha sido garanta de integracin de los sectores subalternos y perfierias al orden de 1978. No hay posibilidad de ambas cosas a la vez: o el pluralismo interno del rgi-men o la gobernabilidad. Con los equilibrios salidos del 20-D las lites viejas que an conducen no pueden lograr los dos objetivos. Esa es otra victoria del cambio poltico: no se puede rebobinar a antes del 25 de mayo de 2014 ni a antes del 15 de mayo de 2011. Lo que entonces fueron temblores bajo el suelo institucional son hoy una brecha imposible de ignorar que plantea que el pacto social fue roto por los privilegiados y tiene que ser hoy construdo no por esos mismos y sus maquinarias sino contando con las necesidades de la mayora social golpeada en estos aos.

    ANLISIS PORMENORIZADO DE RESULTADOS

    Las dos fuerzas de la alternancia han sufrido un duro descalabro de 3,5 millones de votos en el PP y 1,5 en el PSOE al tiempo que Ciudadanos ha demostrado no llegar a obtener fuerza ni para postularse como fuerza auxiliar de recambio del turnismo. Podemos, a con-trapelo de un relato dominante que se empeaba en cerrar el horizonte, ha continuado su auge, de un milln doscientos cincuenta mil votos en mayo de 2014 a ms de cinco millones en diciembre de 2015 pese a todas las campaas sistmicas en contra. El resultado no es

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    suficiente pero s un paso adelante en el proceso de cambio espaol y la irrupcin plebeya en las instituciones.

    El Partido Popular pierde nada menos que tres millones y medio de votos con respecto a las anteriores elecciones experimentando un severo castigo por la corrupcin y la poltica de recortes e incremento de las desigualdades, pero aguanta como la prime-ra fuerza fundamentalmente gracias a un slido suelo en las provincias ms rurales y entre la poblacin de mayor edad y especialmente jubilados. Estos dos componentes se solapan y, merced a la ley electoral, multiplican su efectividad: casi el 50% de los es-caos del Partido Popular provienen de provincias donde vive el 20% de la poblacin. Adems, logra ser el primer partido pese a ser el menos preferido por el conjunto de la poblacin activa. Este hecho no debe ser pasado en absoluto por alto y revela una posible lnea de tensin intergeneracional, en una sociedad muy envejecida, entre el voto de cambio y el del sostenimiento de lo existente.

    El Partido Socialista Obrero Espaol pareca llegar a las elecciones buscando salvar lo ms posible dentro de una dinmica general de profunda decadencia. Ha perdido un milln y medio de votos con respecto a las elecciones de 2011, que ya fueron las peo-res de su serie histrica desde que gobernasen. Se mantiene por 300.000 votos como segunda fuerza gracias a su firme asentamiento en las comunidades autnomas del sur de Espaa, pero es ampliamente superado por Podemos en casi todas las grandes ciudades, en todas las regiones econmicamente ms dinmicas (Euskadi, Catalunya, Madrid, Pas Valenciano, entre otras) y entre la poblacin de adultos jvenes y secto-res medios. Esto recongifura el poder en su seno en favor de los barones del sur y le acerca a su configuracin de partido del mezzogiorno y de clases pasivas, lo cual no constituye una perspectiva muy halagea para un partido que se quiere estatal y encarnando un horizonte de futuro.

    Ciudadanos ha sido sin duda la mayor burbuja del ciclo poltico-electoral. Ya sucedi en las municipales y autonmicas de mayo, pero las elecciones generales de diciembre han contribuido a aumentar la brecha entre las perspectivas de xito inducidas y el respaldo popular. A ello ha contribuido su psima campaa, que le ha hecho no aguan-tar la tensin de la disputa electoral pese a la slida proteccin de buena parte del circuito meditico. En ausencia de bases, militancia, pica o identidad cohesionadora, Ciudadanos no es, desde luego, un movimiento; pero tampoco ha demostrado ser un partido poltico con capacidad de conducir una campaa electoral. Se ha demostrado ms bien como una franquicia publicitaria con buen sprint pero muchas dificultades si la carrera se alarga y requiere mayor densidad o consistencia, o si deben hablar otros portavoces ms all de Rivera. Llama mucho la atencin, por contraste, el trabajo de Podemos en igualdad, tanto en discurso y portavocas como en medidas pioneras permisos iguales para padres y madres, garanta habitacional para vctimas de vio-lencia machista y listas al final, tras el ruido, somos el partido con ms mujeres en el Congreso. Ciudadanos pas los ltimos diez das de campaa sangrando por esa herida tras mostrar su verdadera cara, lo cual les escor rpidamente a un lado del tablero.

    El impacto del mal resultado de Ciudadanos es ambivalente: por una parte, su desplo-me permiti al PSOE retener o recuperar parte del voto que perda hacia la formacin naranja, pero al mismo tiempo la operacin Ciudadanos ha servido para cauterizar una

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    parte de la desafeccin poltica, sobre todo entre poblacin joven y urbana, reubicn-dola en un regeneracionismo transformista y conservador. Que la mejor opcin para reconducir una parte del desgaste de las lites viejas fuese copiar abiertamente el len-guaje y el estilo de Podemos seala hasta qu punto la apuesta era la que mejor poda convertir la desafeccin transversal en una mayora nueva, hasta el punto de obligar al adversario a asemejarse a ella para frenarla.

    La rapidez de Ciudadanos en sumarse a cualquier modalidad de gran coalicin a tres con el PP y el PSOE revela de forma inmediata la ausencia de proyecto alternativo al de servir de fuerza auxiliar ya que no de recambio de los partidos del turnismo.

    Podemos llegaba a estas elecciones con el desgaste de haber abierto brecha y haber sido el permanente factor de excepcionalidad desde mayo de 2014, lo cual le ha he-cho destinatario de no pocos esfuerzos para desgastar, dividir y desalentar. Tan slo en el comienzo de la campaa electoral el clima meditico insinuaba con insistencia la imposibilidad de salir de una posicin testimonial, que la campaa electoral fue revirtiendo si es que alguna vez el clima describi la realidad en una tendencia claramente ascendente. Para el futuro, convendr recordar esta distancia entre los vaticinios deseos? de la mayora de los analistas y la voluntad popular expresada en las urnas.

    Podemos ha obtenido cinco millones de votos y el 21% del sufragio, siendo primera fuerza en Catalunya y Euskadi, y segunda en Madrid, Pas Valenciano, Galicia, Baleares, Canarias y Navarra. Ha sido tercera fuerza en Espaa a 1,5% de la segunda. Ha demos-trado especial auge en las grandes ciudades, entre la juventud y la poblacin activa, y en las regiones econmica, cultural y cvicamente ms dinmicas. No ha sido capaz de situarse como fuerza con capacidad inmediata de conduccin poltica pero s ha impedido la restauracin conservadora, ha mantenido abierto el ciclo de cambio y se ha situado como fuerza decisiva y la que presenta, por la composicin de su voto, ms perspectiva de futuro y recorrido potencial. Este ha sido el primer asalto.

    Los resultados del 20 de diciembre se leen mejor si los situamos sobre un mapa y los terri-torializamos. En esencia, en media Espaa el cambio ya est ganando y el tablero poltico ha cambiado de forma drstica entre los jvenes y adultos jvenes, en las grandes ciu-dades y zonas ms densamente pobladas y dinmicas y en las periferias, principalmente: el Mediterrneo, el corredor del Ebro, Galicia, Madrid y los archipilagos mientras que para otra media el 20-D supuso un importante temblor que no fue capaz de alterar los equilibrios entre las fuerzas tradicionales en el interior, entre la poblacin de edad ms avanzada y en el medio rural, ms la excepcin de las grandes ciudades andaluzas donde el PSOE mantiene un suelo todava alto a pesar del desgaste. Las tres fracturas o clivajes ms importantes que marcan el alcance o fortaleza del cambio son as el territorial y el de edad, que a menudo se cruza con el campo-ciudad. Este reparto desigual sustenta an la capacidad de bloqueo de las fuerzas polticas tradicionales: la pirmide demogrfica y el sistema electoral blindan de momento el poder de veto de los sectores an ms refractarios a las transformaciones.

    El mapa del 20-D refleja un evidente cambio en el sistema poltico espaol, pero tambin la desigual distribucin, geogrfica y generacional, del empuje del cambio y la resistencia de

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    la conservacin. Esto significa que el agotamiento del marco de convivencia nacido en 1978 y su superacin en clave democrtico-popular de justicia social y reconstruccin de la soberana popular va a exigir, al menos durante la transicin de un sistema poltico a otro, de gran capacidad de acuerdo, altura de miras y compromiso con capacidad de integracin plurinacional e intergeneracional.

    NUESTRA CAMPAA

    En la medida en que la campaa electoral de Podemos fue capaz de darle la vuelta a los pronsticos y dibujar una lnea ascendente que, pocos discuten, habra protagonizado an ms vuelco de haber tenido una semana ms, merece un breve anlisis.

    Podemos fue capaz, en la precampaa y la campaa electoral, de derrotar la tenaza que quera convertir las expectativas e ilusiones por la ruptura democrtica en resigna-cin o frustracin. La maniobra de bloqueo, dispersin y marginalizacin encierro en la esquina izquierda del tablero fue particularmente dura tras las elecciones catala-nas del 27 de septiembre y buscaban torcer el rumbo estratgico fijado por Podemos que, se deca, haba caducado o se haba visto ya superado. Pero las hiptesis no se validan de semana en semana. Realizado un anlisis y establecidas las lneas estratgi-cas, la templanza, la conduccin y la mirada larga son fundamentales para la direccin poltica. Otra leccin para llevar en la libreta de notas. Efectivamente, segua y sigue habiendo condiciones para un discurso que articule transversalmente demandas frus-tradas de muy diversa ndole territoriales, democrticas, sociales, morales en torno a referentes de alto poder simblico y un horizonte de refundacin como pas, demo-cratizacin y redistribucin de la riqueza.Y la virtud de ese discurso es tanto ser capaz de fijar los trminos de la disputa para los otros como navegar entre el sentido comn de poca y sus posibilidades de expansin progresista.

    Cuando desde Podemos se insiste en que las campaas nos sientan bien no es por ninguna reivindicacin de expertise, sino porque en las campaas se despliega un tipo de energa difcilmente igualable por las consultoras, empresas de marketing o aparatos en los que los partidos polticos tradicionales o auxiliares delegan sus cam-paas. Podemos hace campaa sin pedirle un euro a los bancos, con menos recursos que cualquiera de sus contendientes, pero es capaz de poner en juego una pasin colectiva que no se disea ni se copia. Claro que se genera en el discurso, pero no en el marketing: no es un compendio de frases y colores afortunados, sino la generacin de un sentido de pertenencia y de trascendencia que produce una ilusin plebeya, de la gente comn, de tomar partido en un momento decisivo y por algo sustancialmente diferente que una competicin entre lites: por la reconquista de las instituciones y la recuperacin de la soberana popular. Es obvio que esta es una motivacin que predis-pone a una entrega poco igualable con la que despierta la rutinaria alternancia entre partidos. Por eso Podemos tiene un patrimonio que otros actores no tienen: militancia y pica, que se traducen en infinitas iniciativas no planificadas y gestos para acercar el mensaje de podemos a los barrios, comidas familiares, universidades, bares o centros de trabajo. Esto no se disea, se desata. Podemos ha puesto desde sus comienzos mu-

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    cha atencin en la generacin de referentes, hitos, smbolos y palabras que funcionen como catalizadores de una nueva identidad poltica popular baste recordar la Mar-cha del Cambio del 31 de enero de 2014, la remontada o los dedos en V de victoria.

    La campaa tuvo un diseo coherente, que fue capaz de aterrizar la pica colectiva en pica individual e interpelaciones cotidianas, que conect con gran parte de las aspiraciones de redistribucin de la riqueza, cambio del modelo productivo con sos-tenibilidad, separacin de poderes, garantas contra la corrupcin y democratizacin de un sistema poltico cada vez ms oligarquizado. En los debates es donde ms se vio la solidez de las propuestas y el potencial de las invitaciones y mano tendida a una amplia mayora social damnificada por el maltrato de los privilegiados. Un ao medi-ticamente nada sencillo ha constituido un magnifico entrenamiento para Pablo y el resto de los portavoces. Podemos enfoc las elecciones generales como aquellas que hacan de gozne entre el acuerdo roto por los de arriba y el nuevo acuerdo de pas, adelantando cinco garantas para que este fuese justo, fraternal y respetuoso, sosteni-ble y democrtico.

    La puesta en escena ha sabido combinar los grandes eventos y su energa vibrante con el rcord de gente convocada con los actos pequeos, de tono ms cercano, relajado y pedaggico, as como con la disputa en los medios de comunicacin, las redes sociales y la propaganda. Un ao y medio de campaas sucesivas fueron perfec-cionando la mquina de guerra electoral, que ha ido construyendo discurso e identidad de la nica forma posible: en el estudio, en la discusin y en el territorio, en la dispu-ta cotidiana por el sentido, compuesta y reforzada por un sistema nervioso irrigado por barrios y pueblos, de militantes y cuadros recuperados del ciclo de movilizacin antifranquista alguien debera escribir sobre el peso y la sabidura aportada por los militantes antifranquistas, con generosidad, en los crculos de Podemos, del ciclo de protesta abierto con el 15M o incorporados por primera vez a la actividad poltica. Este despliegue de compromiso y talento se ha forjado en dos aos intensos y acelerados de competiciones electorales pero constituye un patrimonio que va mucho ms all de lo electoral y cuya importancia es central para la construccin de movimiento popular y una cultura nueva.

    S faltaron, sin embargo, atenciones especficas a los sectores ms retardatarios o me-nos permeables por el cambio. Tambin capacidad de planificacin con una organi-zacin an en construccin para una mejor coordinacin y distribucin de los mensa-jes, y sobre todo para haber anticipado la campaa y ganado esos das tan preciados en una recta final claramente al alza.

    TRADUCIENDO Y FORTALECIENDO LA HIPTESIS NACIONAL-POPULAR: LA INCLUSIN DE LO CIUDADANO Y LO PLURINACIONAL

    Como se explicaba en otro artculo1, Podemos llegaba a las elecciones habiendo hecho una adaptacin y refinamiento de la hiptesis nacional-popular que est en el corazn de su nacimiento como fuerza poltica. Segn sta, la crisis orgnica y la ofensiva oligrquica ha-

    1 Traduciendo lo nacional popular. Razones para la remontada: www.eldiario.es/tribunaabierta/Traduciendo-nacional-popular-razones-remontada_6_456764365.html

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    ban abierto una brecha entre el pas real y el pas oficial, que el 15M nombr, evidenci y ampli. El descontento y la desconfianza generalizados y transversales pero desanclados que no encontraban cauce o contencin en las identidades disponibles posibilitaban una identidad poltica nueva: un espacio para un discurso patritico de nuevo tipo, refun-dacionalista, que identificase los intereses nacionales con los de las mayoras golpeadas y maltratadas en los aos del ajuste y la regresin democratica: la gente o un pueblo ya escasamente representado por un sistema poltico que da muestras de agotamiento. Esta es una narrativa poltica habitual en momentos de transicin y constituyentes, adems de la que histricamente ms ha construido hegemona para los sectores humildes de la socie-dad, convirtindolos en portadores de la voluntad general. An as, en Espaa recibi cr-ticas que, significativamente, le acusaban de etiquetas ideolgicas opuestas y, finalmente, del tan socorrido populismo, tanto ms presente en boca de las lites como fantasma cuanto ausente el pueblo mismo de la poltica institucional.

    Lo cierto es que esta hiptesis nacional-popular, capaz de fundar una identificacin poltica que ha obligado a reposicionarse a todo el resto de actores en el mapa y de romper los equilibrios y la gobernabilidad de las lites, requera de dos matizaciones de calado, dos traducciones a su contexto geogrfico e histrico. Espaa es un pas plurinacional y en el que la institucin exitosa y los procesos de modernizacin han generado una composicin social individualizada en la que la relacin con lo pblico se establece a menudo ms como ciudadano que como pueblo. La hiptesis nacional-popular, as, se ha enriquecido, di-versificado y reforzado con lo plurinacional y lo ciudadano, ganando en capacidad de arti-cular sectores culturalmente diversos.

    Con respecto a esta vertiente ciudadana o cvica nos referimos a tres elementos, funda-mentales para construir un nuevo bloque histrico en el que los sectores autopercibidos como medios juegan un papel decisivo como argamasa cultural y de opinin pblica y modelos de conducta:

    1. La inclusin de perfiles independientes y de bagaje profesional que contribuan a ge-nerar certidumbre en el electorado de sectores medios simpatizantes pero an no decidido por el cambio, y a poner la meritocracia del lado del cambio algo que slo sucede en momentos de agotamiento del orden existente.

    2. La postulacin de un enfoque republicano que reivindica la necesaria recuperacin de la soberana popular para proteger las instituciones y rehacer un acuerdo social de convivencia roto por los privilegiados este leitmotiv de que el pacto lo han roto los de ariba conecta con una indignacin difusa y hace difcil a los sectores oligrquicos la acusacin de antisistema. Pone del lado de los partidarios del cambio, y esto es crucial, las expectativas frustradas y las aspiraciones de ascenso social. En la medida en que su bloqueo erosion la lealtad de los sectores medios a la minora privilegiada, es crucial entender que el horizonte de emancipacin no puede slo interpelar a la gente por la situacin de la que quiere salir sino tambin por aquello a lo que aspira.

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    3. Una comunicacin que, en las metforas y las interpelaciones pero tambin en la est-tica y los actos, enfatiza una pica cotidiana e individualizada junto a la ya ms habitual en Podemos pica de masas: un estilo ms cercano, pedaggico y feminizado.

    El segundo elemento, de mucho ms recorrido, es una vieja preocupacin intelectual y poltica de Podemos: cmo conjugar una construccin poltica nacional-popular con la ra-dicalidad democrtica y el reconocimiento de la plurinacionalidad.

    Deca Jos Mart: Quien tenga patria que la honre y, quien no, que la conquiste. Las posibilidades de hacer de las razones de los de abajo el inters general de un nuevo pas se vean, en Espaa, lastradas por el bloqueo de la identidad nacional espaola para pro-yectos progresistas, hegemonizada y cautivada por los sectores ms reaccionarios que se alimentan de la confrontacin con las naciones perifricas. Al contrario de lo que se suele pensar, la problemtica nacional en el Estado espaol no es la catalana o vasca sino, princi-palmente, la espaola. Al respecto, Podemos est logrando un encaje indito: es al mismo tiempo la fuerza que ms abiertamente reivindica un patriotismo espaol identificado con las condiciones de vida de la gente, con la defensa del pueblo olvidado por los de arriba, y la fuerza estatal de relevancia ms firmemente defensora y comprometida con la plurina-cionalidad dado que en Espaa convivimos diferentes naciones y el derecho a decidir como pegamento para decidir qu encaje para un futuro compartido entre ellas. Ante el choque de trenes del unilateralismo y el inmovilismo, esta aparece como la nica receta sensata en el actual escenario poltico, la nica llamada a reconstruir entendimiento y, ade-ms, a multiplicar fuerzas por el cambio poltico y la transformacin constitucional desde la igualdad y el respeto a la diferencia.

    La plurinacionalidad forma parte del ADN poltico de Podemos desde la asamblea funda-cional de Vistalegre en otoo de 2014, y en consecuencia de sus formas de funcionamiento y su discurso. Pero no la plurinacionalidad entendida como acuerdos coyunturales o, en el otro extremo, como veneracin de otras fuerzas nacional-populares perifricas abandonan-do la construccin nacional democrtica pendiente en Espaa. Es un proyecto de futuro de largo recorrido que, en rigor, deberan haber emprendido unas elites ms responsables.

    En trminos poltico-electorales ms inmediatos, en todo caso, y como se ha analizado arri-ba, la plurinacionalidad ha demostrado ser una apuesta ganadora: Una alianza fraternal y en pie de igualdad entre una fuerza nacional-popular espaola ingrediente que ha faltado en otros intentos y fuerzas nacionales o soberanistas en las periferias. Este s era el pacto con capacidad de multiplicar y no el tan querido por el rgimen frente de izquierdas: este apunta a un proyecto de pas, no de una parte. Hemos demostrado que la fraternidad multiplica y puede construir una candidatura ganadora en Madrid, en Las Palmas de Gran Canaria, en Valencia, en Barcelona o en Donosti. En la prctica esta alianza plurinacional prefigura una forma confederal de organizacin de las fuerzas progresistas, que puede an-ticipar formas flexibles de construccin de la nueva arquitectura territorial para el Estado plurinacional.

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    Es cierto que cabalgar la cuestin territorial o plurinacional produce tensiones y exige com-binar la disputa meditica inmediata con la necesaria pedagoga cultural de ms largo re-corrido, en territorios donde el sentido comn sobre el tema est muy distante. Es cierto que toda postura valiente tiene costes y necesita coordinacin y flexibilidad. Pero no es menos cierto que la cuestin territorial en rigor: nacional no va a desaparecer por dejar de mirarla o por trazar simplistas divisiones entre las cuestiones sociales y las naciona-les: no hay nada ms social que la definicin y construccin del pas en el que se vive, las emociones que moviliza y el horizonte hacia el que camina. Para los sectores subalternos, hacerse portadores de un proyecto de pas es un peso fundamental para conquistar la he-gemona.

    ESCENARIO QUE SE DIBUJA TRAS EL 20-D Y TAREAS

    El escenario salido del 20-D es el de un complejo impasse, en el que el tiempo es quizs la variable que ms puede decidir hacia donde se decantan los equilibrios inestables que hoy mantienen el, en palabras de Gramsci, cerco mutuo entre fuerzas del cambio y fuerzas inmovilistas.

    El 20 de diciembre confirm tanto el empuje de una voluntad popular creciente de cambio como su an insuficiencia para precipitar cambios constituyentes y la capacidad de las fuerzas del sistema poltico viejo para bloquear o retrasar algunas de las transformaciones de reversin de los recortes, cambio de modelo productivo, proteccin social a los ms golpeados o garantas contra la corrupcin ms sentidas como necesarias por una mayo-ra transversal en nuestro pas. La autoregeneracin de las lites viejas aparece dificultada por las estructuras de sus partidos y conglomerados meditico-empresariales; la tutela de los sectores oligrquicos sigue siendo decisiva y las perspectivas econmicas y del ajuste sobre un pas ya muy desigual y empobrecido no parecen en absoluto alentadoras pese al maquillaje del Gobierno del PP antes de las elecciones. Por eso podemos afirmar que la disyuntiva est entre abrir ya un tiempo de nueva transicin que reconstruya, con amplios acuerdos, el pacto social, econmico, poltico y territorial de convivencia roto en la ltima dcada por los poderes dominantes; o bien distintos pactos y arreglos de gobierno que pi-loten el lento declive del sistema de 1978 intentando ganar tiempo para las propias mqui-nas clientelares de los partidos y para ganar ventaja de cara a prximas contiendas. Nadie duda ya de que hemos entrado en una nueva etapa y que viene otra cosa: la cuestin es si avanzaremos y ganaremos tiempo con polticas de largo recorrido y giro social, econmico y democrtico de 180 grados, o prolongaremos, con arreglos variables entre partidos, una inercia que aplace las transformaciones ya imprescindibles, prolongando de forma innece-saria el dolor social de la poltica de recortes y entreguismo a la Troika.

    Ya sabemos que no habr restauracin normal. Ahora les corresponde a los an primer y segundo partido intentar formar gobierno, an inestable o en minora. Mientras tanto, la principal tarea de Podemos es garantizar que las cuestiones de sentido comn que ayer estaban fuera de las instituciones se abran paso avanzando lo que va a ser, ms temprano

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    que tarde, un nuevo acuerdo de pas. En materia de regeneracin democrtica: virtud en la representacin pblica, separacin efectiva de poderes y reforma de la justicia, garantas contra la corrupcin y sobre la financiacin de partidos polticos y puertas giratorias; en materia de rescate social y recuperacin de derechos lesionados: Ley 25 contra los desahu-cios y cortes de luz y gas a hogares sin recursos, reversin de recortes y privatizaciones, modificacin del infame artculo 135 de la Constitucin espaola que prioriza los intereses de la deuda, garanta habitacional para vctimas de violencia machista, permisos iguales e intransferibles para madres y padres, blindaje de un suelo social de gasto para las adminis-traciones autonmicas y estatales, derogacin de las reformas laborales del PP y el PSOE, polticas econmicas expansivas y de apuesta por las energas renovables y la eficiencia energtica; plurinacionalidad: nuevo acuerdo, reconocimientos nacionales y consulta en Catalunya; y democratizacin del sistema poltico: derogacin de la ley mordaza, reforma del sistema electoral y garantas para la transparencia en los partidos polticos.

    Este es el programa de transicin votado por ms de 5 millones de ciudadanos y, ade-ms, el nico que ofrece un largo recorrido de democratizacin y reconstruccin de pas. A l estn supeditados todos los posibles acuerdos. El problema democrtico en Espaa no vino por falta de dilogo, pacto o alternancia entre los partidos, sino por la ceguera de los partidos tradicionales a las necesidades de la poblacin y su falta en de-fender con ms intransigencia las instituciones de su captura por parte de las tramas mafiosas. Podemos ha de ser garanta de que estas cuestiones sigan abiertas, en la con-ciencia de que el 20-D abre un ciclo de transicin que habr que saber conducir para desbordar los intentos de bloqueo o de salida cosmtica por parte de las lites viejas. El acuerdo de investidura de Junts Pel S y la CUP, que conforma un Govern de la Generalitat sujeto por el pegamento de la promesa de desconexin con respecto al Estado espaol. Adems, evita las nuevas elecciones catalanas de incierto resultado, rescata a CDC con un papel rector pese a la baja simblica que no retirada de Mas. Como externalidad no buscada, incrementa las presiones sobre el PSOE para que facilite con su abstencin un Gobierno del PP, en lo que de facto sera un acuerdo de gran coalicin con la excusa ya clsica de hacer frente al desafo secesionista. Un atrincheramiento en el Palau de la Generalitat que favorecera otro en la Moncloa, ambos significando un paso atrs con res-pecto a los resultados del 20 de diciembre y su potencialidad demostrada de multiplicacin de las fuerzas de cambio democrtico gracias a la plurinacionalidad y la fraternidad en pie de igualdad. Por ah no hay desbloqueo, sino ms bien retraso pero no detencin , de las posibilidades de nuevo encaje territorial, de construccin de soberana popular y justicia social.

    En todo caso, Podemos debe saber gestionar el impasse y navegar los equilibrios inestables de das resbaladizos, en los que es crucial cmo se distribuye la presin y la iniciativa. Por el camino, Podemos debe fortalecer su crdito y experiencia a travs del trabajo par-lamentario, como hace ya en ayuntamientos y asambleas autonmicas, y saber adaptarse, como siempre en estos dos aos, a tiempos que de momento marca parcialmente el ad-

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    versario. En Vistalegre nos fijamos una guerra relmpago electoral, que nos ha permitido llegar ms lejos que ninguna opcin transformadora en los ltimos aos. Tanto como para mantener la ventana de oportunidad abierta, si bien modificada en sus plazos y fisonoma. Nuestros adversarios reaccionaron una vez pero han sido ms lentos en reaccionar en el l-timo mes, y gracias a la precisin y audacia de nuestra modesta mquina electoral hemos entrado hasta la cocina del sistema poltico espaol. Esas posiciones conquistadas deben ahora reforzarse expandiendo las races en el territorio y multiplicando la formacin poltica y tcnica. El largo proyecto de construir una Patria plurinacional, popular y democrtica, que no deje a nadie atrs. No ser fcil hacerlo en un calendario que, de nuevo, se antoja endiablado y atravesado por comicios que debemos ganar. Pero nunca ha sido fcil. Y sin embargo se va pudiendo.