Abuela atenea

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Page 1: Abuela atenea

Abuela Anne

Impregnas de belleza

nuestros días en la escuela.

Contigo las cosas siempre nos

resultan más fáciles

y conviertes cada momento en el

sentimiento más puro de alegría.

Gracias abuela. Te queremos.

Hace unos

días recibí

un artículo

de

periódico

en el que se

resaltaba la

labor de

Anne en

nuestra

escuela.

Lo vi tan

hermoso

que he

querido

compartirlo

con

vosotros y

vosotras. Es

la mejor

abuela y

una gran

persona.

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ANNE LA ABUELA

La abuela del colegio gusta de llamarse ella misma, hay

que tener afecto en reserva para el apelativo. Yo la conocí a

través de la Jefe de Estudios, otra Ana con vocación de

amar: o es pedagogía del afecto o no es pedagogía. Para

abreviar yo he usado seudopedagogía en mi novela, pero no

le gusta.

La abuela Ana colabora con ‘Ana la Jefe’ en las

hermosas relaciones del cuentacuentos o de la velada, pero

sobre todo ofreciéndose en testimonio a los niños de que allí

ocurre algo importante. Así justifica las sonrisas recibidas esta

Ana abuela de multinietos capaz de más cada vez que lo

intenta. Os cuento.

Hoy he recibido un correo de Anne, domingo lluvioso de

urnas abiertas al futuro de la democracia. Es un correo

inteligente como ella que lo elige. Un venerable ciego se

sienta al final de la amplia escalinata con un cartel escrito:

Estoy ciego, ayudadme. La hermosa mujer de negro lo

rescribe: Hace un día hermoso y estoy ciego. La actitud de los

viandantes es patente y nos hace guardar silencio para

acogernos a la reflexión. Misterio grande el de las palabras

que nos sobrecoge. Grandes truenos en la calle se

acompañan de goterones fuertes que forman chorros de

agua transparente. Una niebla densa acaba nublando la luz

de la mañana.

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Mi tema que iba a ser las votaciones, el ánimo de esta

España que decae ante los desaciertos, las mentiras y las

buenas intenciones baldías, se queda sustituido por el nombre

de la abuela que puede ser el símbolo de otras muchas que

despiden en las puertas a alegres escolares. A ver qué hacéis,

comportaos. Seguro que cuando dicen esta muletilla no

piensan que ahí está representada toda la savia viva de

nuestro pasado que quiere ser futuro en los niños y justifica

sinsabores y audacias. Da tentación de pensar que esta

sociedad no es sino abuelas y nietos y lo demás todo está

vacío, sucio, plagado de hombres prepotentes como sacos

llenos de egoísmos.

Es una época que no valora demasiado a los viejos. Para

lavar conciencia les llamamos mayores. Ni a los niños, que

jugamos a Reyes Magos pero no invertimos en educación

que los haga felices. Nuestras aulas son gimnasios para el

trabajo, colegios de élite reduciendo el hombre a inteligencia

o almacén del resto donde no cuentan emociones. Nos

queremos demasiado, cada cual arrastramos un ombligo

invisible contra el joven adolescente. Por eso traigo a cuento

a Ana y su video, porque ante él y las abuelas cabe

preguntarse si no estaremos haciendo mal uso de las palabras

o quizás de las intenciones. ¿No podíamos ser mejores si

rescribiéramos todo y pusiéramos por delante los niños y los

mayores?

Es verdad que ellos no rinden. ¿Pero nos hemos parado a

pensar para quiénes rendimos? No es para remediar al pobre

sino para hacer más ricos a los que ya lo son y nos ponen

delante la programación que les interesa. No sabemos qué

arreglo tiene todo esto pero lo tiene, no os quepa duda.

Puede que nos convenga hacer más caso a los perroflautas y

menos a los que así los llaman por miedo a que peligren sus

intereses. Es necesario soñar, siempre lo ha sido. Las soluciones

humanas van por ahí según dicen los científicos. Trabajar sí,

pero organizar el rendimiento que ahora mismo nadie puede

negar que está creando injusticia. Mercados, financiación,

especulación son palabras cargadas de amenaza. Siempre

encontraremos quien nos eche en cara que eso es soñar.

Peor es vivir resignados. La programación de los colegios

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debe ser soñar. Por eso Ana y las abuelas acuden a los

cuentacuentos. No os canséis de soñar, por Dios bendito.

Torremolinos, 20/11/2011 14:59

Eustaquio Romero Almodóvar