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Acción Sindical y lucha armada
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Federacin Anarquista Uruguay (FAU) -
Montevideo 1970
El proceso de las luchas en nuestro pas va dejando en claro un
conjunto amplio y complejo de experiencias. Analizarlas para extraer
de ellas pautas de accin claras y precisas resulta fundamental.
Emprendemos este anlisis encarando algunos problemas que se
deducen de la actividad sindical, aspecto de la mayor importancia
dentro del conjunto de tareas que hoy tenemos por delante.
A pesar de la experiencia acumulada, a pesar de lo que evidencia la
prctica diaria, hay quienes se empean en presentar como
excluyentes e incompatibles mtodos que solamente definen diversos
niveles de la misma lucha yque pueden y deben ser confluentes
y armnicos. Hay quienes siguen contraponiendo
artificialmente accin de masas y lucha armada, movilizacingremial y accin directa. Esa concepcin estratgica est plagada
de alternativas que encierran otros tantos subjetivismos animados
por un pensamiento interesadamente mecnico y abstracto. O nos
dedicamos a movilizar y organizar a las masas o agarramos la
metralleta. O vamos a las elecciones o nos ponemos todos a tirar
tiros. Son estos argumentos los que todava se oyen. En general,
seguidos del corolario que estn destinados a sugerir: las condiciones
todava no estn dadas, sigamos haciendo propaganda legal, actos
pacficos, frentes electorales. Tambin se dice con el mismo sentido:
organicemos primero el partido.
En nuestro pas los distintos niveles de lucha, los diversos mtodos se
vienen dando en forma simultnea. Acentuar la convergencia de sus
efectos, perfeccionar su trabazn es la tarea fundamental del
presente. Tarea en gran parte original, nueva, dadas las
peculiaridades especficas de nuestro pas (urbanizacin elevada,
movimiento de masas extenso, agudizacin paulatina y a ritmos
diversos de las contradicciones, existencia de formas de lucha armada,
represin creciente, etc.) y la fluidez y complejidad que caracteriza
este perodo de transicin.
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Lo que la experiencia viene demostrando es que los mtodos legales,
tradicionales, que aparecan antes como tiles para lograr conquistas
en los salarios no bastan ahora para quebrar la poltica de congelacin.
Lo que se constata, a escala internacional, es la imposibilidad de llegar
al poder por va electoral, lo negativo del engaoso parlamentarismo,
la vulnerabilidad de llegar de las vastas organizaciones y aparatospblicos, la relativa ineficacia de los medios de propaganda
disponibles. Reconocer todo esto, supone renunciar a la accin de
masas?, supone la necesidad de aislarse de ellas, de abandonar la
tarea de organizarlas, de estimularlas en su movilizacin, de
contribuir a esclarecerlas? Por supuesto que no. En estos momentos
resultan particularmente pertinentes algunas puntualizaciones
sobre las modalidades del trabajo sindical en relacin con estos
problemas.
Tambin la actividad sindical debe y puede desarrollarse a
diversos niveles. De hecho lo viene haciendo as. Hay niveles
elevados de lucha que ya han sido alcanzados en las acciones
gremiales. Dentro de estas, en una esquematizacin necesariamente
sumaria se pueden reconocer estas variantes que de hecho son meras
etapas en el proceso de un conflicto gremial:
1. Agitacin (actos, volantes, rayado, mural, manifestaciones
destinadas a ambientar y difundir los motivos de una movilizacin
posterior)
2. Paros o huelgas destinados a lograr los objetivos
3. Movilizaciones callejeras ms o menos combativas para conmover a
la opinin pblica y galvanizar y cohesionar las propias filas.
4. Acciones directas como medio de repercusin pblica para castigar
la traicin en las propias filas, para castigar a los represores, para
radicalizar la propia movilizacin.
Una de las caractersticas de la metodologa reformista es su apego
exclusivo a las dos primeras formas de lucha. Esto unido al culto de la
obediencia al aparato disfrazada frecuentemente de disciplina
gremial: al apego a las gestiones y tramitaciones para aislar al
enemigo, a la canalizacin de las gestiones hacia el parlamento
(donde se lucen los representantes del partido), constituye el
recetario reformista para la actividad sindical. Aunque no se logren los
objetivos perseguidos se proclama otra gran victoria del movimientosindical y se trata de deducir los saldos polticos que dej el
movimiento en los siguientes trminos: centenares de nuevos
afiliados, millares y millares de nuevos votantes en elecciones
cercanas o ms o menos remotas.
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Todo esto se conoce perfectamente. Y lleg a ser tradicional. Pero en
las condiciones actuales este esquema estratgico se demuestra
insuficiente.Actuar sindicalmente con una perspectiva
revolucionaria, con sentido revolucionario, fundidos en las masas,
sin dejar de lado el objetivo reivindicativo de la accin gremial,
plantea dificultades, sugiere problemas.Para ubicar estos a aquellos y dilucidar estos, comencemos por el
principio.
Una orientacin correcta supone encarar con sentido revolucionario y
con mtodo correctos, las plataformas reivindicativas.
La funcin esencial de los sindicatos, lo que legitima su existencia
como organizacin de masas, es su funcin en la lucha reivindicativa.
Hay que evitar el error de intentar convertirlos en espacios de partidospolticos con definiciones totales sobre los ms diversos problemas.
Concepcin errnea a la cual se deslizaron militantes anarco-
sindicalistas que cumplieron sin embargo, la difcil tarea de fundar, en
base a criterios de intransigencia clasista, las primeras sociedades de
resistencia en el Ro de la Plata.
En las condiciones presentes lo esencial es decidir acciones gremiales
combativas y duras, que determinen las conquistas de lasreivindicaciones ms sentidas y arraigadas.
Al respecto caben algunas puntualizaciones:
1. La funcin de la militancia es impulsar, fomentar y
estimular la lucha y no esperar que esta surja espontneamente. Es
crear los medios concretos (organizativos, financieros, informativos,
etc.) para que el combate encuentre cauces, oportunidades y formas
adecuadas.
2. Es necesario tener criterios claros respecto a cules deben
ser los objetivos en torno a los que debe centrarse la lucha.
Reivindicaciones no faltan, por cierto, en los gremios. El problema
consiste en elegir cul o cules de ellas es preferible agitar primero
para lanzarla despus como motivo de movilizacin. El acierto en esta
eleccin es decisivo para el xito. No hay que enchufar consignas. No
hay que plantear vaguedades ni cosas confusas, ni demasiadas cosas a
la vez. Se pueden agitar varias consignas pero deben haber objetivos,metas a conquistar, bien definidas, claras y alcanzables.
3. No se puede movilizar a fondo a un gremio por cuestiones
que slo interesan a una minora de militantes. En esto no
valen las ocurrencias subjetivistas. Slo reivindicaciones muy
sentidas pueden mover realmente a un gremio. Pero frecuentemente
es la accin del sector ms activo la que pone en claro y define ante el
conjunto del gremio esas reivindicaciones aclarando sus contenido.
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4. Las organizaciones gremiales son, por definicin,
organizaciones de masas. No tendra sentido, dentro de una
perspectiva correcta intentar convertirlas en mecanismos para
manejar verticalmente a las masas. Las formas organizativas que se
adopten deben garantizar el contacto ms amplio, rpido y directo
entre las bases y los organismos representativos de direccin.
5. En el marco de una poltica gubernamental reaccionaria y
represiva todo conflicto gremial enfrenta actualmente serias
dificultades. Estas deben ser analizadas con objetividad y realismo y
hay que plantearlas ante el gremio con claridad y sin derrotismo. Si a
pesar de las dificultades las masas quieren combatir, hay que seguir
con ellas y no frenarlas. Hemos afirmado muchas veces que la peor
derrota es la derrota sin lucha.6. Si en un gremio, ante las trabas que encuentra la lucha se quiere
retroceder y es imposible infundirle mayor combatividad, sea por
debilidad propia o porque existen realmente dificultades
insalvables, no hay que empearse en seguir adelante hasta
aislarse. Hay que ser capaz de replegarse en orden con oportunidad,
sin desorientarse, y hablar siempre claro. No se deben inventar
victorias cuando estas no existen.7. El lanzamiento de una movilizacin, la pertinencia de un repliegue,
se establecen a travs de un anlisis concreto de las condiciones y
posibilidades del movimiento.
Qu elementos tomar en cuenta en este anlisis?
a) En primer trmino, la situacin del gremio: nivel de
organizacin y de conciencia, experiencia de lucha,
disponibilidad de cuadros, etc.
b) En segundo trmino, la situacin del conjunto del
movimiento popular: posibilidad de solidaridad y de influencia
sobre otros sectores, orientaciones predominantes en direcciones y
aparatos, etc.
c) En tercer trmino, las peculiaridades del momento: ascenso o
reflujo momentneo de las luchas, situacin y medios de lucha que
posee el enemigo en esa coyuntura determinada.
Con un anlisis de este tipo y en contacto estrecho con las masas se
pueden afrontar, con eficacia, las ms difciles circunstancias.
8. En un perodo como el actual, la lucha aislada de un gremio
est condenada al fracaso. Hay que procurar darle a toda la lucha
la mayor amplitud posible. En extensin, fuera del gremio.
En profundidad en apoyo de masas dentro de l. Esto supone
coordinaciones y formas organizativas adecuadas.
Una estructura de base que traduzca con puntualidad y fielmente
las opiniones y reacciones del conjunto de los integrantes del gremio.
La ms amplia libertad de discusin y de crtica dentro de los cuadros
sindicales como garanta para que las opiniones se expresen sin
trabas.
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Cuando una orientacin combativa predomina en la direccin de un
gremio los reformistas, los agazapados, esperan los momentos ms
difciles de la lucha para optar sus cartas al retroceso, a la
capitulacin. Cuando la represin crece, cuando la victoria
demora en llegar, surgen los conocidos planteos contra el
aventurerismode parte de quienes, en muchas oportunidades,han propuesto aventuras de verdad, en un comienzo, en la fase
ascendente de una movilizacin.
En esta perspectiva, evitar el aislamiento de los militantes ms
combativos dentro del gremio, del gremio dentro del conjunto del
movimiento popular se torna una de las tareas fundamentales.
Pero para ello se requiere una coordinacin estable y funcional,
amplia y sin sectarismos, de todos los que estnverdaderamente dispuestos a luchar.