Actitud y Origen de La Filosofía

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ACTITUD Y ORIGEN DE LA FILOSOFÍA Prof. Leodan Bobadilla Vásquez Asignatura: Filosofía I. LA ACTITUD FILOSÓFICA 1. ELEMENTOS ESENCIALES INHERENTES AL QUEHACER FILOSOFÍCO BIBLIOGRAFÍA: Melendo, T (2012) Introducción a La Filosofía. Madrid: Rialp. Castillo, G. (2003). Introducción a la Filosofía. Piura: UDEP. La filosofía, para adentrarse en su quehacer, requiere de la colaboración de unos elementos indispensables, sin los cuales, no sería posible el despliegue de su realización, estos elementos a saber son: la admiración, la pregunta y el ocio filosófico. En el presente ensayo vamos a desarrollar cada uno de estos elementos filosóficos. 1.1. El asombro y la admiración filosófica Según los antiguos filósofos, la admiración es el principio de la filosofía. Decía Platón: “Esta emoción, esta admiración es inherente al filósofo. La filosofía no tiene otro principio fuera de éste." Por su parte Aristóteles afirmaba: “En virtud de la admiración los hombres empezaron por vez primera a filosofar y aún ahora filosofan en virtud de ella”; desde el principio comenzaron por admirar las cosas en torno a las cuales resultaba más fácil la duda. El asombro es la capacidad estrictamente humana que le advierte al hombre que es hombre y no menos ni más que hombre. La capacidad de asombro es el impulso que motiva al hombre a dedicarse a la actividad filosófica. El asombro sólo se da en el hombre, único ser inquieto por conocer el porqué de las cosas. Filosofar es una actividad exclusiva del hombre y “es indigno del hombre no buscar una ciencia a la que puede aspirar” Esta actitud filosófica propia del filósofo griego se inició por las colonias griegas, allá por el siglo VI a.C. Luego más tarde en el centro de Grecia, en Atenas, con la Trilogía griega (Sócrates Platón y Aristóteles) se constituye en un saber especulativo y sistemático. Por la admiración han empezado los hombres hasta ahora a filosofar. Quien se extraña o maravilla de algo, no le queda más remedio que poner entre paréntesis lo que daba por sabido e iniciar otro tipo de discurso. Sin ociosidad ni fastidio intelectual, no resulta imposible el maravillarse. Los griegos son los primeros en alejarse del mito, los primeros que desmitificaron las preguntas que allí yacían y buscaron explicaciones desde el punto de vista del logos o razón.

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La actitud y origen de la filosofia

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ACTITUD Y ORIGEN DE LA FILOSOFÍA

Prof. Leodan Bobadilla VásquezAsignatura: Filosofía

I. LA ACTITUD FILOSÓFICA

1. ELEMENTOS ESENCIALES INHERENTES AL QUEHACER FILOSOFÍCO

BIBLIOGRAFÍA: Melendo, T (2012) Introducción a La Filosofía. Madrid: Rialp.

Castillo, G. (2003). Introducción a la Filosofía. Piura: UDEP.

La filosofía, para adentrarse en su quehacer, requiere de la colaboración de unos elementos indispensables, sin los cuales, no sería posible el despliegue de su realización, estos elementos a saber son: la admiración, la pregunta y el ocio filosófico. En el presente ensayo vamos a desarrollar cada uno de estos elementos filosóficos.

1.1. El asombro y la admiración filosófica

Según los antiguos filósofos, la admiración es el principio de la filosofía. Decía Platón: “Esta emoción, esta admiración es inherente al filósofo. La filosofía no tiene otro principio fuera de éste." Por su parte Aristóteles afirmaba: “En virtud de la admiración los hombres empezaron por vez primera a filosofar y aún ahora filosofan en virtud de ella”; desde el principio comenzaron por admirar las cosas en torno a las cuales resultaba más fácil la duda.

El asombro es la capacidad estrictamente humana que le advierte al hombre que es hombre y no menos ni más que hombre. La capacidad de asombro es el impulso que motiva al hombre a dedicarse a la actividad filosófica. El asombro sólo se da en el hombre, único ser inquieto por conocer el porqué de las cosas. Filosofar es una actividad exclusiva del hombre y “es indigno del hombre no buscar una ciencia a la que puede aspirar”

Esta actitud filosófica propia del filósofo griego se inició por las colonias griegas, allá por el siglo VI a.C. Luego más tarde en el centro de Grecia, en Atenas, con la Trilogía griega (Sócrates Platón y Aristóteles) se constituye en un saber especulativo y sistemático. Por la admiración han empezado los hombres hasta ahora a filosofar. Quien se extraña o maravilla de algo, no le queda más remedio que poner entre paréntesis lo que daba por sabido e iniciar otro tipo de discurso. Sin ociosidad ni fastidio intelectual, no resulta imposible el maravillarse. Los griegos son los primeros en alejarse del mito, los primeros que desmitificaron las preguntas que allí yacían y buscaron explicaciones desde el punto de vista del logos o razón.

Platón y Aristóteles precursores de la filosofía manifiestan que no existe otro origen en la filosofía que el asombro. Ellos insisten en señalar como principio de la filosofía el deseo de saber innato en todo hombre, excitado por la admiración y la curiosidad ante la naturaleza. “Es característico del filósofo el estado de ánimo de la admiración, pues no otro es el principio de la filosofía” dice Aristóteles al considerar que la filosofía es hija de la admiración.

El hombre no se contenta con saber cosas ni sucesos particulares, sino que trata de penetrar más en la realidad, averiguando los porqués o las causas de la misma. La admiración ante un fenómeno produce en el hombre la conciencia de un problema, pone de manifiesto su ignorancia y le acucia a la investigación hasta que encuentre una razón para explicarlo.

De esta manera la admiración combinada con la curiosidad es el origen natural y remoto de la ciencia. En consecuencia, el filósofo es aquél que ve para comprender, aquél que mira e interpreta la realidad, aquél que se distancia de las cosas para verlas mejor. Por eso en contra de Marx hay que decir que, si no hay contemplación, no puede haber transformación.

Esta actitud de distanciarse se llama asombro, admiración, extrañeza, maravilla. El hombre que está inmerso en la cotidianeidad, no filosofa porque siempre está ocupado. Por eso urge el

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distanciarse, el salir de la inmediatez, el crearle un espacio de ocio al intelecto humano para que inicie la especulación filosófica. Por tanto sabremos, que hemos iniciado la actividad filosófica cuando descubramos estos elementos.

1.2. La pregunta filosófica

Una de las formas más elementales de aproximar a los estudiantes universitarios a la filosofía y a su quehacer es la pregunta. Ésta ha marcado el origen de las ciencias y también el punto de partida de la misma filosofía. La pregunta abre el inicio de todo discurso y de toda interacción humana. Al margen de la pregunta, la mente humana queda subsumida en lo ordinario, la inmediatez, prisionera del dogmatismo.

En los encuentros de discusión filosófica -en el ámbito académico universitario-, con frecuencia se descubren las dificultades y limitaciones que muestran los estudiantes para plantear o formular auténticas preguntas de carácter filosófico. Esto limita el diálogo y el camino de la investigación. Algunos estudiantes hacen alarde de haber formulado una gran interrogante, cuando -en realidad- se trata sólo de una pseudo o ingenua pregunta. Así por ejemplo, con frecuencia interrogan: ¿dónde está Dios? A primera vista, esta cuestión parece muy filosófica. Sin embargo, si se analiza cuidadosamente, descubrimos que sólo se trata de una aparente pregunta filosófica, ya que el dónde se usa para referir al lugar y al espacio que ocupa una cosa, y si Dios no es una cosa, en consecuencia no ocupa lugar en el espacio. De acuerdo con este razonamiento, la inteligencia no debe preguntar por el dónde cuando se refiere a realidades espirituales.

Otra pregunta, aparentemente filosófica, consiste en cuestionarse por la nada; pues, al hacerlo se presupone que la nada es algo. Esto constituye un error filosófico de principio. Con el fin de contribuir al uso y formulación adecuada de preguntas relacionadas con el campo de la filosofía, propongo una taxonomía de preguntas propiamente filosóficas, a saber:

Preguntas fundamentales, causales o argumentativas, aquellas que cuestionan el porqué de las cosas y exigen en sus respuestas los fundamentos, las causas y las razones de lo que se pregunta. Pertenecen a este ámbito las siguientes interrogantes: ¿Por qué existe el mundo? ¿Por qué hemos sido creados? ¿Por qué muere el hombre? ¿Por qué filosofamos? ¿Por qué nos preguntamos? ¿Por qué tenemos que portarnos bien en la vida? ¿Por qué el mundo está ordenado? ¿Por qué existe algo en lugar de nada? ¿Por qué actuamos bien unas veces y otras lo hacemos mal? ¿Por qué el hombre necesita de los demás? ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué existe el mal? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el hombre tiene la necesidad de reconocer a alguien superior a él? ¿Por qué existe un comienzo y un después? ¿Por qué existe el mal en el mundo? ¿Por qué el hombre busca la felicidad? ¿Por qué debo comportarme moralmente?, etc.

Preguntas teleológicas, aquellas que indagan los fines de la realidad por la que se pregunta. El esquema de este tipo de preguntas es el para qué de las cosas. Así por ejemplo: ¿para qué ha sido creado el mundo?, ¿para qué ha sido creado el hombre?, ¿para qué filosofamos?, ¿para qué nos preguntamos?, ¿para qué vivimos?, ¿Para qué morimos? ¿Para qué estamos aquí? ¿Para qué queremos saber? ¿Para qué existe un orden? ¿Para qué hemos sido creados? ¿Para qué el hombre acumula tanto dinero? ¿Para qué el hombre busca la verdad? ¿Para qué el hombre se complica la vida? ¿Para qué servimos?, etc.

Preguntas esenciales, aquellas que se circunscriben a investigar la esencia o naturaleza de las cosas. Constituyen preguntas de esta naturaleza: ¿qué es la vida?, ¿qué es el valor?, ¿qué es la muerte?, ¿qué es el mundo?, ¿qué es la felicidad?, ¿qué es el conocimiento?, ¿qué es la libertad?, ¿qué es el ser?, ¿qué es el amor?, ¿Qué es la verdad? ¿Qué es el alma? ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? ¿Qué es la esencia? ¿Qué soy yo? ¿Qué es la filosofía? ¿Qué es el cielo? ¿Qué es Dios? ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es el universo? ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la perfección? ¿Qué es el odio? ¿Qué es la realidad? ¿Qué es el alma? ¿Qué es la belleza? ¿Qué es la amistad?, etc.

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Preguntas existenciales, aquellas que auscultan si la realidad existe realmente o son una quimera o producto de la ilusión. Ejemplo de estas interrogantes son: ¿existe realmente Dios?, ¿existe vida después de la muerte?, ¿existe el más allá?, ¿existe la felicidad o es una quimera?, ¿existe el diablo?, ¿existe el mundo objetivo?, ¿existe el alma?, ¿existe la justicia?, ¿Existe la muerte? ¿Existe el cielo? ¿Existe el destino? ¿Existe el amor? ¿Existe realmente el bien? etc.

Preguntas personalistas, aquellas que se cuestionan por la persona de las realidades más altas en dignidad, así por ejemplo: ¿quién es el hombre?, ¿quién es Dios?, ¿Quién es nuestro creador?, ¿quiénes son los Ángeles?, ¿Quién es el diablo? ¿Quién es una persona feliz? ¿Quién originó el universo? ¿Quiénes somos nosotros? etc.

Por último señalamos las llamadas preguntas informales “Una pregunta informal es una pregunta que no indica de antemano cual sería la forma correcta de su respuesta, una pregunta invita a la investigación sin indicar por donde ir. Las preguntas informales no indican ninguna vía correcta o privilegiada para la respuesta. Es posible contestarlas con un ensayo filosófico, con un poema o también es posible que no haya respuesta satisfactoria”. Vallaeis (1998; 27). Son ejemplos de este tipo de preguntas las siguientes: ¿El hombre nace para morir o muere para nacer? ¿Vida buena o buena vida? ¿Cuál es el fin último del hombre? ¿De dónde venimos y a dónde vamos? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Importa lo que hagamos en la vida, si al final vamos a morir? ¿Podemos saber qué es bueno y qué es malo? ¿Se puede vivir sin Dios? ¿Cuál es mi destino? ….

Otra dificultad más que debemos superar con urgencia en el quehacer universitario es referente a las respuestas que se emiten ante el por qué y el para qué. Con frecuencia al porqué los estudiantes responden con un “para……” y al para qué lo hacen con un “porque….” y, cuando esto ocurre, es imposible recorrer el camino que conduce a la verdad.

En suma, Las preguntas radicalmente filosóficas se refieren a los grandes y eternos problemas de la filosofía como son: El sentido de la vida, del ser, de Dios, del hombre, del mundo, etc. Estos problemas por ser filosóficos son tan antiguos, pero a la vez tan nuevos como las noticias que publican los periódicos esta tarde y la originalidad del filósofo radica en la forma siempre nueva como lo aborda.

1.3.El ocio filosófico

Skolé para los griegos, otium para los latinos. “el hombre auténtico es aquel que dispone de ocio, es decir que se puede dedicar a ocupaciones libres, agradables para él y creadoras” (Cicerón). Por su parte Aristóteles decía: “trabajamos para tener skolé, es decir para poder dedicarnos libremente a aquellas ocupaciones que nos gustan y suponen el despliegue y desarrollo de nuestro espíritu”.

El ocio filosófico es el espacio que se genera la mente humana para pensar con hondura. Si el hombre se encuentra inmerso en un puro quehacer material, sin tiempo ni lugar para la consideración profunda y pausada no es posible que se dé en él el filosofar. Tampoco puede filosofar quien no procura tener momentos de serenidad para meditar y para contemplar su realidad y lo que le rodea. Un ocio lleno de actividad pensante que conduce a la admiración ante lo que desconozco y presiento como una serie de realidades escondidas para mí y que deseo ir descubriendo, lleva necesariamente, a formarse una serie de interrogantes y el pensar para resolverlos, ya es una manera insipiente de filosofar.

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Origen de la filosofía

LIBRO: Historia del Pensamiento Científico y Filosófico.AUTOR: Giovanni Reale y Dario Antisieri

“La inteligencia es la que ve, la inteligencia es la que oye y todo lo demás es sordo y ciego”.

Epicarmo.

1. LA GÉNESIS DE LA FILOSOFÍA EN LOS GRIEGOS

1.1. La filosofía como creación del genio helénico

La casi totalidad de los estudiosos consideran que la filosofía, como termino o como concepto, es una creación propia del genio de los griegos. En efecto, para todos los demás componentes de la civilización griega se halla un elemento correlativo en los pueblos de Oriente que alcanzaron un elevado nivel de civilización antes que los griegos (creencias y cultos religiosos, manifestaciones artísticas de naturaleza diversa, conocimientos y habilidades técnicas de distintas clases, instituciones políticas, organizaciones militares, etc.). En cambio, en lo que concierne a la filosofía, nos hallamos ante un fenómeno tan nuevo que no solo no posee ningún factor correlativo en dichos pueblos, sino que ni siquiera existe algo estricta y específicamente análogo. Debido a ello, la superioridad de los griegos con respecto a los demás pueblos en este aspecto especifico no es de carácter puramente cuantitativo sino cualitativo, en la medida en que lo que aquellos crearon, al instituir la filosofía, constituye en cierto sentido una novedad absoluta.

Quien no tenga presente este hecho no podrá comprender porque la civilización occidental, bajo el impulso de los griegos, asumió una dirección completamente distinta de la oriental. En particular, no se podría comprender porque razón los orientales, cuando quisieron aprovechar la ciencia occidental y sus resultados, tuvieron que apelar a determinadas categorías de la lógica occidental. De hecho, no en todas las culturas se hace posible la ciencia. Hay ideas que convierten en estructuralmente imposible el nacimiento y el desarrollo de determinadas concepciones, y existen incluso ideas que impiden la ciencia en conjunto, por lo menos la ciencia tal como ahora la conocemos.

Ahora bien, la filosofía —gracias a sus categorías racionales— ha permitido el nacimiento de la ciencia, y en cierto sentido, la ha engendrado. Admitir esto significa reconocer a los griegos el mérito de haber aportado una contribución realmente excepcional a la historia de la civilización.

1.2 La imposibilidad de una procedencia oriental de la filosofía.

Como es natural. Y sobre todo entre los orientalistas, ha habido intentos de atribuir a la filosofía un origen oriental, basándose en la observación de analogías genéricas, que se constatan entre las concepciones de los principios filósofos griegos y ciertas ideas propias de la sabiduría oriental. No obstante, nadie ha triunfado en su intento, y la crítica más rigurosa, a partir va de finales del siglo pasado, ha reunido una serie de pruebas auténticamente irrefutables en contra de la tesis de la procedencia oriental de la filosofía griega.

a) en la época clásica, ninguno de los filósofos o de los historiadores Griegos hace la más mínima mención de un presunto origen oriental de la filosofía. (Los primeros en sostener la tesis de la procedencia oriental de la filosofía fueron algunos orientales, por razones de orgullo nacionalista, para atribuir a la propia cultura este particular título de gloria. Así por ejemplo en la época de los Ptolomeos los sacerdotes egipcios al entrar en conocimiento de la filosofía griega pretendieron

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defender que esta provenía de la sabiduría egipcia. Y en Alejandría, a finales de la era pagana y a comienzos de la cristiana, los judíos que habían asimilado la cultura helénica pretendieron afirmar que la filosofía griega procedía de las doctrinas de Moisés. Si bien los filósofos griegos, ya en la época cristiana, sostuvieron la tesis según la cual la filosofía provenía de los sacerdotes de Oriente animados por inspiración divina, esto no prueba nada, porque en aquel momento tales filósofos habían perdido la confianza en la filosofía entendida clásicamente y aspiraban a una especie de autolegitimación en oposición a los cristianos, que presentaban la inspiración divina de sus textos).

b) Se ha demostrado históricamente que los pueblos orientales con los que entraron en contacto los griegos poseían una forma de sabiduría constituida por convicciones religiosas, mitos teológicos cosmogónicos, pero no una ciencia filosófica basada solo en la razón (en el logos, como dicen los griegos).

Poseían, pues un tipo de sabiduría análoga a la que los propios griegos poseían antes de crear la filosofía.

c) En cualquier caso, no ha llegado a nuestro conocimiento ninguna utilización por parte de los griegos de escritos orientales o de traducciones de estos. Es impensable que antes de Alejandro hayan podido llegar a Grecia doctrinas provenientes de los indios o de otros pueblos de Asia, o que en la época en la que surgió en Grecia la filosofía haya habido griegos capaces de entender el razonamiento de un sacerdote egipcio o de traducir libros egipcios.

d) En la hipótesis (que habría que demostrar) de que alguna idea de los filósofos griegos tenga antecedentes específicos en la sabiduría oriental v que haya podido derivarse de esta, no cambiaría la esencia del problema que estamos discutiendo. A partir del momento en que nació en Grecia, la filosofía represento una nueva forma de expresión espiritual, la cual —en el preciso instante en que acogía contenidos provenientes de otras formas de vida espiritual―los transformaba estructuralmente, otorgándoles una forma rigurosamente lógica.

1.3 Los conocimientos científicos egipcios y caldeos, y el modo en que fueron transformados por los griegos.

En cambio los griegos obtuvieron de los orientales algunos conocimientos científicos. Tomaron de los egipcios ciertos conocimientos matemáticos geométricos, y de los babilonios aprovecharon sus conocimientos astronómicos. Sin embargo también en este caso es preciso efectuar algunas advertencias importantes, que son indispensables para comprender la mentalidad griega y la mentalidad occidental que se basa en aquella.

Por lo que sabemos, la matemática egipcia consistía primordialmente en el conocimiento de operaciones de cálculo aritmético con finalidades prácticas, por ejemplo, medir determinadas cantidades de víveres o dividir cierto número de cosas entre una cantidad dada de personas. De forma análoga, la geometría tenía un carácter esencialmente práctico y respondía a la necesidad, por ejemplo, de volver a medir los campos después de periódicas inundaciones del Nilo o de proyectar y construir las pirámides.

Ahora bien, es evidente que los egipcios, al obtener estos conocimientos matemático-geométricos, llevaron a cabo una actividad racional y bastante notable por cierto. Sin embargo, en la reelaboración efectuada por los griegos tales conocimientos se convirtieron en algo mucho más consistente, realizando un salto cualitativo propiamente dicho. En especial, a través de Pitágoras y los pitagóricos, transformaron aquellas nociones en una teoría general y sistemática de los números y de las figuras geométricas.

Crearon en definitiva una construcción racional orgánica, yendo mucho más allá de los objetivos básicamente prácticos, a los que parecen haberse limitado los egipcios.

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Lo mismo cabe decir de las nociones astronómicas. Los babilonios las elaboraron con un propósito esencialmente práctico: efectuar horóscopos y predicciones. Los griegos en cambio las purificaron y las cultivaron con fines primordialmente cognoscitivos en virtud de aquel afán teórico que aspira al amor de puro conocimiento y que es el mismo afán que, como veremos, creo y nutrió la filosofía. No obstante, antes de definir en qué consiste exactamente la filosofía y la disposición filosófica de los griegos, debemos exponer algunas observaciones preliminares, que poseen un carácter esencial.

1.4. Las condiciones socio-político-económicas que favorecieron el surgimiento de la filosofía.

Ya desde el pasado siglo, y sobre todo en el siglo actual, los historiadores también han puesto de relieve con justicia el hecho de la libertad política de la que se beneficiaron los griegos, en comparación con los pueblos orientales. El hombre oriental se veía obligado a una obediencia ciega al poder religioso y político. Ya hemos mencionado la gran libertad que poseían los griegos en lo que respecta a la religión. Por lo que se refiere a la situación política, la cuestión es más compleja; sin embargo, cabe afirmar que también en este ámbito los griegos gozaban de una situación privilegiada, ya que por primera vez en la historia lograron crear instituciones políticas libres.

Durante los siglos VII y VI a.C. Grecia sufrió una transformación considerable, desde el punto de vista socioeconómico. Antes era un país primordialmente agrícola, pero a partir de entonces comenzó a desarrollarse cada vez más la industria artesana y el comercio. Se hizo necesario por lo tanto fundar centros de representación comercial, que surgieron primero en las colonias jónicas, sobre todo en Mileto, y más tarde en otras partes. Las ciudades se convirtieron en centros comerciales florecientes, lo cual provoco un notable aumento de la población. La nueva clase de comerciantes y de artesanos logro paulatinamente una considerable fuerza económica y se opuso a la concentración del poder político que se hallaba en manos de la nobleza terrateniente. En las luchas. Que emprendieron los griegos para transformar las viejas formas aristocráticas de gobierno en las nuevas formas republicanas, señala E. Zeller, ≪había que reavivar y aplicar todas las fuerzas; la vida pública abría el camino a la ciencia y el sentimiento de la joven libertad debía otorgar al carácter del pueblo griego un impulso del que la actividad científica no podía verse exenta. Sí, junto con la transformación de las condiciones políticas y en una activa emulación, se establecieron las bases de florecimiento artístico y científico de Grecia, no puede negarse la vinculación existente entre ambos fenómenos; cabalmente, en los griegos —por completo y de la manera más característica― la cultura es aquello que siempre será en la vida saludable de un pueblo, es decir, será al misino tiempo fruto y condición de la libertad≫.

Empero hay que señalar un hecho muy importante, que confirma a la perfección lo que acabamos de decir: la filosofía nación en las colonias antes que en la metrópoli y, más exactamente, primero en las colonias de Oriente, en el Asia Menor (en Mileto), e inmediatamente después en las colonias de Occidente, en Italia meridional. A continuación, se trasladó a la metrópoli. Esto sucedió así porque las colonias, gracias a su laboriosidad y a su actividad comercial, alcanzaron primero un bienestar y, debido a la lejanía de la metrópoli, pudieron establecer instituciones libres antes que esta. Las más favorables condiciones socio-político-económicas de las colonias, junto con los factores señalados en los parágrafos precedentes, fueron los que permitieron que la filosofía surgiese y floreciese en ellas. Luego, una vez que hubo pasado a la metrópoli, alcanzo sus cimas más altas en Atenas, esto es, en la ciudad en que floreció la mayor libertad de que hayan disfrutado los griegos. Por lo tanto la capital de la filosofía griega fue la capital de la libertad griega.

Queda por mencionar un último elemento. Al constituirse y consolidarse la polis, es decir, la ciudad-estado, el griego no considero que este fenómeno comportase una antítesis o una traba a su propia libertad; por lo contrario se vio llevado a tomarse esencialmente a sí mismo como

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ciudadano. Para los griegos el hombre llego a coincidir con el ciudadano mismo. Así, el Estado se convirtió en el horizonte ético del hombre griego y siguió siéndolo hasta la época helenística. Los ciudadanos sintieron los fines del Estado como sus propios fines, el bien del Estado como su propio bien, la grandeza del Estado como la propia grandeza y la libertad del Estado como la propia libertad.

Si no se tiene presente esto, no se puede entender gran parte de la filosofía griega, en particular la ética y toda la política en la época clásica, y más tarde la compleja evolución de la época helenística.

Después de estas indicaciones preliminares, estamos en condiciones de hacer frente a la definición de concepto griego de filosofía.

GRACIAS POR TODO MI AMOR 23