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    COLECCIONISMO Y

    GENEALOGADE LA INTIMIDAD

    porAdolfo Vsquez Rocca

    TODO ESPACIO REALMENTE HABITADOcontiene la esencia delconcepto de hogar, porque all se unen la memoria y laimaginacin, para intensificarse mutuamente. En el terrenode los valores forman una comunidad de memoria e

    imagen, de tal modo que la casa no slo se experimenta adiario, al hilvanar una narracin o al contar nuestra propiahistoria, sino que, a travs de los sueos, los lugares quehabitamos impregnan y conservan los tesoros del pasado.As pues la casa representa una de las principales formasde integracin de los pensamientos, los recuerdos y lossueos de la humanidad. Sin ella, el hombre sera un serdisperso [1].

    Aqu podemos notar el paralelismo entre la casa y el

    cuerpo como depsito de memoria. No slo los recuerdos,tambin las cosas que hemos olvidado estnalmacenadas. El alma es una morada. Recordando lascasas y las habitaciones aprendemos a mirar dentro denosotros mismos.

    La verdad de esta experiencia esttica de reconocimientoidentitario tan propia de la tardo-modernidad esprobablemente el coleccionismo, la movilidad de lasmodas, el museo, y, a fin de cuentas, el propio mercado

    como lugar de circulacin y banalizacin de objetos, cuyareferencia al valor de uso se ha desmitificadoconvirtindose as en meros objetos de cambio, aunque noas para el coleccionista.

    Ahora bien, por qu coleccionamos objetos? Por qudecoramos nuestra casa? La casa es el lugar del goce y delacopio de recuerdos, que forjan una identidad y permiten

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    reconocerse en una radical intimidad como siendo igual as mismo. Las imgenes de la casa estn en nosotrosporque nosotros estamos en ellas.

    En un sentido prctico, puedo comportarme humanamente

    hacia un objeto slo en tanto el objeto se comporta demanera humana hacia m. El objeto es significativo en lamedida en que es rico en historia y en asociacionesimaginarias y reales.

    Una caja vaca, por ejemplo, es como la idea de una novela[2]; ambas son los lmites, el contorno y el volumen de unaseparacin, un mundo de posibilidades frente a laposibilidad del mundo. Si yo, a travs de mi vida, hecoleccionado numerosas cajas vacas ha sido por las

    posibilidades que encerraban. No por lo que luegoencerrasen en concreto, se entiende, sino por la mismaposibilidad que guardaban de encerrar algo, de dotar delmites, de dar cobijo o componer un orden. Probabaintroduciendo ahora unas cosas, luego otras fotos,monedas, botones, hallazgos o recuerdos, y primero enun orden y luego en otro hasta que lo reiteraba todo paraquedarme fundamentalmente con el vaco. Porque lo que am me interesaba en realidad era que lo posible bullera enmi cerebro y zumbase en sus entretejidos el abejoneo de

    sus combinaciones, era llenar mi cabeza, como queda claro,ms que con las cajas, de la idea de acotar un mundo dedar un amparo, de recortar un orden en el caos delmundo de afuera.

    Al respecto, Ral Ruiz ha sealado en una conversacin acerca de objetos y ficciones que cuando no estfilmando pelculas, durante sus paseos compra objetos alazar. Y cuando ya ha juntado una cierta cantidad deobjetos nuevos que excitan su curiosidad, comienza a jugarcon ellos. Hace listas, las ordena, las mezcla, luego asla

    dos o tres objetos y trata de imaginar una escena con estostres. Son ejercicios que hace regularmente. Todo eso, segnsostiene, no sirve para nada en el sentido productivoinmediato por ello lo pone de lado cuando escribe unguin, pero constituye un repertorio de historias hechasnicamente con objetos. Sin embargo, indica, en elmomento de la filmacin, cuando ordeno todo lo que hay en el

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    plano, recuerdo ciertos automatismos, pongo los objetos de unamanera ya dramatizada porque est atravesada por el recuerdo destas micro-ficciones que he elaborado. Todos estos ejercicios medan la sensacin en un momento de estar listo. No esimprovisacin, es incluso lo contrario, pero al mismo tiempo

    excede el simple mbito de lo que se cree querer decir[3].

    Como la memoria involuntaria, coleccionar es un desordenproductivo , una forma de remembranza prctica en la cuallos objetos se introducen en nuestras vidas y nosotros enlas suyas. Por tanto, en cierto sentido an el ms simpleacto de reflexin poltica marca una poca en el comerciode antigedades. Para el coleccionista, el mundo estpresente, en realidad est ordenado en cada uno de susobjetos, slo que segn una relacin sorprendente e

    incomprensible en trminos profanos. Nuestra casa es unescenario para representar nuestra vida, de manera quedecorar es imaginar una vida. Por ello a quienes sucumbenante la moda como la produccin industrial delsiempre lo mismo ella les prescribe el ritual a travsdel cual el fetiche de la mercanca quiere ser adorado [4].

    Es necesario reinventar la vertiente expresiva, sentimentaly potica del diseo. El postmodernismo instaura unanovedad metodolgica importante, que ha permitido darleun espacio a la emocin trabajar con la memoria,evitando una mirada demasiado tcnica y funcional en eldiseo y la arquitectura. Desde otra perspectiva la nocinmisma de coleccin puede ser abordada en clavesestticas y sociolgicas, apuntando que el individuo quecolecciona desde sellos de correos hasta alfombras persas,y se siente as impulsado a realizarse en el placer quesupone la posesin de un conjunto de objetos, donde laidea misma de coleccin est directamente vinculada a laposesin no funcional por encima de la necesidad, esdecir, a la riqueza. Respecto de las maneras de usar el

    excedente cabe la prodigalidad que acelera el caudal de losobjetos o productos en la esfera personal ya seaeliminndolos mediante el regalo, el desgaste, ladestruccin, la eliminacin, el trueque sistemaextrovertido en la terminologa de Jung ya sea medianteel amontonamiento.

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    Al respecto resultan ilustrativas las opiniones de Andyarhol: Creo que todos deberamos vivir en un gran espacio

    vaco. Me gusta la costumbre japonesa de enrollarlo todo yguardarlo en armarios. Pero yo prescindira hasta de losarmarios, porque es una hipocresa Todo en tu armario debera

    tener fecha de caducidad, al igual que la leche, el pan, las revistasy los peridicos, y una vez superada la fecha de caducidad,deberas tirarlo. Lo que deberas hacer es comprar una caja cadames, meterlo todo adentro y a final de mes cerrarla. Entonces lepones fecha y la envas a Nueva York. Deberas intentar seguirlela pista, pero si no puedes y la pierdes, no importa, porque es algomenos en que pensar: te sacas otra carga de la mente. Yo ahorasimplemente lo tiro todo en cajas de cartn marrones del mismotamao que tienen una etiqueta a un costado donde poner el mesy ao. Sin embargo, detesto francamente la nostalgia, as que enel fondo espero que se pierdan todas y no tener que volver averlas nunca ms[5].

    La potica de la habitabilidad

    AHORA BIEN, la casa, pues, es una extensin de la persona,una especie de segunda piel, un abrigo o caparazn, queexhibe y despliega tanto como esconde y protege. Casa,cuerpo y mente se encuentran en una continua interaccin;la estructura fsica, el mobiliario, las convenciones socialesy las imgenes de la casa permiten, moldean, informan y

    reprimen al mismo tiempo las actividades y las ideas quese desarrollan dentro de sus paredes, un entorno creado ydecorado como escenario de la habitabilidad. La casa y lahabitacin se convierten as en un agente de pensamiento yen un primer agente socializador, que moldea el carcterde los hijos, a partir de las primeras impresiones de lamirada. Al moverse en un espacio ordenado diseado,el cuerpo interpreta la casa, que representa la memoriapara una persona.

    Con las costumbres y la habitacin, cada cual construye undominio prctico de los esquemas fundamentales de suforma de vida. No habitamos porque hemos construido, sinoque construimos y hemos construido en la medida que habitamos,es decir, en cuanto que somos los que habitan [6]. Construir esproducir cosas que, al erigirlas, disponen un lugar yotorgan un espacio pletrico de sentido que se abre ala vez al habitar. La esencia del construir es el dejar habitar

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    [7]. La construccin debe respetar el lugar, el mundo, latierra donde nuestra determinada forma de pensar tienesentido, y esto es una apuesta por lo diferente frente a launiformidad (igualitarismo) y el estilo arquitectnicoramplonamente homogneo contemporneo a Heidegger y

    qu duda cabe tambin a nosotros.

    Lo que hemos intentado aqu es mostrar cmo el habitar yel construir estn estrechamente vinculados con el pensar.Porque, al igual que el pensar, el construir le da apertura alser, crea un mundo, un espacio habitable, y es en el propiohabitar donde se percibe el sentido de este espacio y elpensar acoge e instala al ser.

    A este respecto cabe sealar que el devenir-templo de la

    casa es, en s mismo, obra del proceso postmoderno desecularizacin, que se corresponde con la elaboracin deritos laicos de carcter domstico (como lacontemplacin de las obras de arte que decoran las casasde la clase dirigente); pero tiene como efecto derivado elagudizar la contradiccin entre ese interior que connotaantigedad: la propia antigedad del linaje familiarplasmada en la galera de retratos de los antepasados quedecoran las paredes y el exterior urbano que connota lanovedad y el desarraigo tpicos de la ciudad en

    contraposicin a la solidaridad orgnica de las aldeas; ensuma la contradiccin entre la fachada (exterioridad) y elinterior. Esto porque las fachadas de las casas o edificios, alcontrario de lo que pudiera parecer, no estn hechas paraser contempladas (la contemplacin es slo posible en elinterior de la casa, que es lugar de la vidacontemplativa"). La calle es una coleccin de fachadas-significantes, y la casa una coleccin de interiores-significados. La fachada, como todo significante, debevolverse invisible para transparentar el significado: no esthecha para ser vista, sino para ser leda y obedecida, es un

    signo o una consigna. De la misma forma que en laantropologa platnica el cuerpo es la exterioridad delalma a la que envuelve, la fachada es la exterioridad queenvuelve la casa, y las puertas y las ventanas son lasapertura al exterior, son forados de doble trayectoria:ingerencia e intrusismo que amenazan con la penetracindel exterior (de la vida agoranmica, comercial y poltica);

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    la disolucin que amenaza con el allanamiento del interiory la profanacin de la intimidad (por ello los vidrios deuna catedral gtica no dejan penetrar el rumormultitudinario de la calle por sus ventanas, sino slo la luzque procede de lo alto [8].

    Ahora bien, es en torno a nuestro comportamiento ritual ynostlgico respecto de los objetos en los que nosreconocemos, ante los fetiches que abarrotan nuestra casa,y en los que de algn modo esta depositada nuestramemoria, que podemos reconstruir el sentido de nuestrahasta entonces aparentemente dispersa historia y fijarnuestra identidad. Esta historia se ha desplegado en unconjunto de prcticas y estrategias representacionales, lasque dan lugar a una forma de vida, aquella que tiene como

    principio detentador de sentido un determinado mito ouna historia ancestral a partir de la cual el conjunto desucesos aparentemente dispersos y azarosos queconstituyen nuestra biografa quedan explicados. Estaclave hermenutica desde la cual, los atajos, cabos sueltos,recorridos en zig-zag y dems accidentes de nuestroocurrir vital quedan anudados, puede ser un pequeochiste, una vieja mana familiar o un azaroso juegonumrico, una narracin cifrada que slo cobra sentido apartir de los hechos que ilumina. Es a esto lo que llamamos

    mito fundacional. Slo a partir de ellos nos volvemoscomprensibles.

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    SUGERIMOS AL LECTOR QUE CONTINE EN ESTE TEMA, LEYENDOEL ARTCULOGEORGES PERC O LA LITERATURA COMO ARTE

    COMBINATORIA.___________________

    _______NOTAS______

    [1] HEIDEGGER, Martin, Interpretaciones de la poesa de Hlderlin,Traduccin de Jos Mara Valverde, Barcelona, Ariel, 1983.[2] VSQUEZ ROCCA, AdolfoDefensa retrica del arte de filmar y delcine como arte; plan secreto, sinfona dramtica y lgica narrativa,Conferencia, P. Universidad Catlica de Valparaso, 2003.[3] Estas conversaciones con Ral Ruiz esperan ser publicadas junto aotros Textos de Seminarios y Conferencias sobre el autor.[4] DEBORD, Guy,La Sociedad del Espectculo, Cp. II La mercanca

    como espectculo, Ed. Pre Textos, Valencia, 1999.

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    [5] WARHOL, Andy,Mi Filosofa de A a B y de B a A, Pg. 155, Editorial

    Tusquets, Barcelona, 1998.[6] HEIDEGGER, Martin, Conferencia Construir, Habitar, Pensar,pronunciada en 1951 y publicada tres aos ms tarde.[7] Ibd.[8] PARDO, Jos Luis,Formas de la Exterioridad, Editorial Pre-Textos,

    Valencia 1992, p.209.

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    Adolfo Vsquez Rocca, Doctor en Filosofa por la PontificiaUniversidad Catlica de Valparaso y Post Grado en la UniversidadComplutense de Madrid, Dpto. de Filosofa IV, Esttica y PensamientoContemporneo. Ensayista, Artista Plstico y Conceptual. Reconocidoespecialista en Filosofa Postmoderna, con numerosas ponencias ypublicaciones en torno a los temas de la deconstruccin y la dialcticamodernidad y postmodernidad. Profesor de Filosofa Contempornea,Esttica y Antropologa Filosfica en la Facultad de Medicina de laUniversidad Andrs Bello UNAB. Actualmente reside en la ciudad de

    Via del Mar.Sus preocupaciones reflexivas, publicaciones e investigaciones giran entorno a temas estticos y del pensamiento contemporneo desde laperspectiva filosfica. Es columnista de importantes revistas espaolas,de la de la Sociedad de Estudios Filosficos de Madrid del Ateneo y laSociedad Argentina de Filosofa y miembro de la FederacinInternacional de Archivo FIAF Imgenes en Movimiento (con sedeen Praga, Repblica Checa).

    CONTACTO CON EL AUTOR

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    Otros artculos en Almiar de este autor:Potica delajedrez. Composicin y escritos tcticoslPina Bausch;

    Danza Abstracta y Psicodrama AnalticolLomonstruoso en el artelRal Ruiz, l'enfant terrible de la

    vanguardia parisina lGeorges Perc o la literaturacomo arte combinatoria (Instrucciones de uso)lColeccionismo y genealoga de la intimidadlLa

    fotografa y las formas del olvidolAlfred Jarry y elCollge de PataphysiquelLa Invencin de Morel;Defensa para sobrevivienteslBaudrillard; cultura,

    narcisismo y rgimen de mortandad en el sistema delos objetos

    2005 - Todos los derechos reservados por su autor.Revista Almiar (Madrid; Espaa) -Aviso legal

    literaturalfotografalpinturalreportajes

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