Agradecimientos - Weebly · cómo está perdidamente enamorada del apuesto Nat, y cómo está...
Transcript of Agradecimientos - Weebly · cómo está perdidamente enamorada del apuesto Nat, y cómo está...
2
Agradecimientos Este libro ha sido traducido completamente en el Foro Purple
Rose por todas estas maravillosas personas.
Moderadora Emii_Gregori
Traductores*ƸӜƷYosbeƸӜƷ*
Ignacia_xx
Kernel
Clau12345
Carmen170796
Alba M. Grigori
PokerF•
Emii_Gregori
sooi.luuli
Beellie
Kathesweet
Flochi
Yre24
BrendaCarpio
Dark&rose
Xhessii
Dangereuse_
Whiteshadow
Ale Grigori
Carol93
alexiia☮♪
Liseth_Johanna
Konyxita
ZAMI
CorrectoresAkanet
Emii_Gregori
TwistedGirl
Aldebaran
Natyº
Andy Parth
V!an*
Johana ^^
Maia8
Micca.F
Recopilación Akanet
Diseño Emii_Gregori
3
4
Índice Sinopsis…………………………………………………………………………...Pág. 5
Día 3…………………………………………………………………….………...Pág. 6
Día 4…………………………………………………………………….………...Pág. 11
Día 6…………………………………………………………………….………...Pág. 17
Día 7…………………………………………………………………….………...Pág. 24
Día 8…………………………………………………………………….………...Pág. 25
Día 9…………………………………………………………………….………...Pág. 26
Día 10…………………………………………………………………….……….Pág. 27
Día 11…………………………………………………………………….……….Pág. 34
Día 12…………………………………………………………………….……….Pág. 45
Día 13…………………………………………………………………….……….Pág. 54
Día 14…………………………………………………………………….……….Pág. 62
Día 15…………………………………………………………………….……….Pág. 70
Día 16…………………………………………………………………….……….Pág. 81
Día 17…………………………………………………………………….……….Pág. 86
Día 18…………………………………………………………………….……….Pág. 104
Día 19…………………………………………………………………….……….Pág. 108
Día 20…………………………………………………………………….……….Pág. 122
Día 21…………………………………………………………………….……….Pág. 125
Día 22…………………………………………………………………….……….Pág. 132
Día 23…………………………………………………………………….……….Pág. 143
Día 24…………………………………………………………………….……….Pág. 156
Día 25…………………………………………………………………….……….Pág. 160
Día 26…………………………………………………………………….……….Pág. 175
Día 27…………………………………………………………………….……….Pág. 186
Día 28…………………………………………………………………….……….Pág. 209
5
Sinopsis Traducido por Emii_Gregori
Corregido por Akanet
as mismas preguntas dan vuelta en mi cabeza:
¿Qué es lo que él quiere de mí?
¿Cómo pude permit ir que esto sucediera?
¿VOY A MORIR?
Grace, de 17 años, despierta en una habitación blanca, con una
mesa, bolígrafos y papel, y sin saber cómo llegó allí.
Mientras Grace pone su complicada vida en la página, se ve
obligada a recordar todo lo que ha tratado de olvidar. Cosas como:
cómo está perdidamente enamorada del apuesto Nat, y cómo está
desintegrada la relación con su mejor amiga Sal. Pero hay algo que
falta. Por más que trate de recordar, ¿habrá algo que ella
simplemente no puede ver?
Grace deberá hacerle frente a la pregunta más importante. ¿Por
qué está aquí?
Una historia de peligrosos secretos, intensas amistades y atracciones
electrizantes.
L
6
Día 3 Traducido por *ƸӜƷYosbeƸӜƷ*
Corregido por Natyº
onocí a Ethan la noche que estaba planificando suicidarme.
Bastante inconveniente, cuando piensas en ello.
Las mismas preguntas daban vueltas y vueltas en mi cabeza:
¿Qué quiere de mí?
¿Cómo pude haber permitido que esto ocurriera?
¿VOY A MORIR? Esa en particular es mi favorita.
Esto no es exactamente como lo había planeado. Y me gusta que
las cosas salgan de acuerdo al plan.
Primero lo primero: vamos a empezar a escribir y ver a dónde me
lleva eso. Supongo que es para eso que todo el papel está aquí. Y los
bolígrafos. Me parece que hay bolígrafos suficientes para que duren
mucho tiempo. Esto es muy, muy malo. Sólo descansaré un segundo.
No sé por cuánto tiempo estuve fuera. No tengo mi reloj. O mi ropa.
El pensamiento de él desvistiéndome cuando estaba inconsciente
está más allá de la vergüenza. Y este traje no es exactamente de la
más alta costura. Me siento como que estoy a la espera de ser
operada. Dios, realmente espero que este no sea el caso. Estoy en
cierta medida atada a mis órganos internos. Debo estar perdiendo la
cordura, haciendo bromas en un momento como éste. Pero el humor
en momentos inadecuados siempre ha sido mi especialidad.
C
7
Tengo que buscar una manera de salir de aquí. Tal vez pueda
razonar con él. Solo necesito averiguar qué es lo que quiere. Pero
parte de mí no quiere saber la respuesta.
Mierda… creo que viene.
Bueno, eso fue breve y dulce. Él solo vino con mi comida en una
bandeja, me vio sentada en la mesa, bolígrafo en mano, y asintió.
Parecía complacido. Me senté allí como una idiota, mirándolo
boquiabierta. No trató de leer lo que había escrito, sólo me miró de
esa manera que me hace estar segura de que sabe exactamente
qué estoy pensando. Y entonces se había ido. Cerrando la puerta
tras él, por supuesto.
La comida estaba deliciosa. Esa es una de las muchas, muchas cosas
extrañas acerca de esto. La comida es grandiosa. ¿Y de cuántos
casos de secuestro has escuchado en que las víctimas tengan su
propio cuarto de baño? Y posiblemente la cama más cómoda en
todo el mundo. Sólo deseo que no todo fuese tan blanco. Me hace
doler la cabeza. A veces tengo que cerrar los ojos para recordarme
a mí misma que hay otros colores en el universo. Por lo menos estos
bolígrafos no son blancos.
Eso habría sido bastante molesto, por no decir más. Porque escribir
definit ivamente está ayudando. Sólo la mecánica de hacerlo: formar
las letras que componen las palabras que por arte de magia se unen
para formar oraciones. Es de alguna forma calmante. ¿Pero que
quiere él que escriba? ¿Y por qué quiere que escriba? Raro, raro,
raro. Sin embargo, tal vez ésta es mi gran oportunidad para ser la
escritora que siempre he querido ser. Mi última oportunidad,
probablemente.
Como sea, se supone que tienes que escribir acerca de lo que sabes,
¿no es así? Entonces comencemos con Ethan. Tal vez alguien será
capaz de encontrarlo algún día, probablemente años después de
8
que mi esqueleto sea encontrado en esta mesa sangrienta con un
bolígrafo todavía sujeto en mis dedos huesudos. Creo que mide un
metro ochenta y dos. Estoy basando este cálculo aproximado en
Nat, quien sostiene que mide un metro ochenta y dos, pero es
evidente que no mide más de uno setenta y siete. Mentiroso,
mentiroso, te crecerá la nariz como a pinocho1.
Pero de vuelta a Ethan. Él es hermoso. Quiero decir apropiadamente
hermoso. Tiene cabello negro. Está entre largo y corto, y hay un poco
que siempre está cayendo frente a sus ojos. Sus ojos… bueno, son
grises. ¿Gris metálico? ¿Gris pizarra? ¿Gris cielo-antes-de-una-
espectacular- tormenta-de-verano? Tal vez simplemente el clásico
gris. Su cara es perfecta. Honestamente, es como si acabara de
desprenderse de una pintura o algo así. Los pómulos, las cejas, la
nariz, la mandíbula. Los tiene todos y todos están bien. Y esa boca...
tiene los más exuberantes labios que he visto nunca. Me gustó
besarlos.
¿Entonces que más, que más? Es pálido, realmente pálido. Pálido
como “nunca he visto la luz porque en realidad soy un vampiro”.
Ayer por un breve momento de locura, después de una completa
noche sin dormir, realmente me entretuve con la idea de que tal vez
es un vampiro. Hasta que recordé que mi vida no es en realidad
Crepúsculo. La piel de Ethan es increíble. Mataría por una piel tan
clara. No puedo averiguar qué edad tiene. Al principio pensé que tal
vez estaba alrededor de los veinte años, pero es realmente difícil
asegurarlo. Algunas veces luce mayor, y otras veces parece un
chiquillo perdido.
Tiene una cicatriz desde la parte inferior de su nariz hasta el labio
superior. Recuerdo trazarla con mis dedos. Algunas cicatrices son
buenas.
1 Mentiroso, mentiroso, te crecerá la nariz como a pinocho: Originalmente en inglés, es
una rima común en dicho idioma: “Liar, liar, pants on fire”.
9
No es una gran sorpresa que su cuerpo sea hermoso también.
Delgado, pero fuerte. Suave. Y lo envuelve en ropa bastante
decente. Esa noche llevaba un chaleco blanco, jeans viejos
descoloridos y Converse All Stars negros maltratados. Está claro que
no es una persona colorida, grises, blancos y negros hasta ahora.
Lo cual es lo suficientemente justo, pero yo amo, amo, amo los
colores. El púrpura es genial… y el verde. Un verde tan brillante como
si estuviera gritando. Extraño el verde.
Entonces, quizás pienses que Ethan suena muy sexy. E incluso suena
como si lo deseara. Sí lo deseaba, pero toda la cuestión del
secuestro parece haber puesto un poco de freno a nuestra relación.
Y creo que es demasiado pronto para mí tener el síndrome de...
¿cómo se llama? Cuando un rehén comienza a identificarse con su
captor, se enamora de él, y luego se une a él en su malvado juego
de secuestro/matanza/lo que sea. Todo lo que estoy tratando de
decir es que un observador imparcial podría pensar que es sexy, y yo
tendría que estar de acuerdo.
No puedo calcular de dónde es. No creo que sea un chico local,
ciertamente no luce como ninguno de los chicos de aquí, o mejor
dicho, de allá, en casa, me refiero… ¿dónde ESTOY?
El lunes por la noche, le pregunté de dónde era y me dijo „de por
ahí‟, lo que tal vez debería haber despertado mis sospechas. En ese
momento probablemente pensaba que era simplemente
atractivamente misterioso. Idiota.
Ethan. Perfecto material para novio. Aparte de la tendencia de
secuestrar a chicas inestables que están demasiado perdidas para
darse cuenta incluso de lo que está pasando. Sólo puedo imaginar el
anuncio de corazones solitarios:
A alto, moreno y guapo hombre le gustaría conocer chica de ojos
verdes. Intereses incluyen películas, largas caminatas bajo la lluvia,
comida italiana y un poco de secuestro de vez en cuando.
10
Chicas sanas no es necesario que apliquen.
Cosas que sé acerca de Ethan, sin incluir toda la cosa de “lucir como
un Dios Griego”
1. Conduce una furgoneta plateada de aspecto nuevo. Hombre en
furgoneta: obviamente no confiable.
2. No parece ser tu psicópata asesino clásico de las películas.
3. Ha enfrentado un montón de problemas para asegurarse de que
estoy a gusto aquí. La cama, el baño, la comida deliciosa... Todo
inquietante en extremo.
4. No me eligió a mí. Yo lo elegí a él. Elegí ir y sentarme cerca de él en
los columpios. Tal vez él sabía lo qué iba a hacer pero no había
elegido la victima aún. Es casi como si fuera el cebo, todo solitario y
brillando como un farol de seducción. Él me envolvió bien y
apropiadamente.
5. Le gusta escuchar. No tanto conversar.
6. No ha tratado de herirme. Todavía.
7. Realmente no tengo un séptimo punto, pero el siete es mi número
de la suerte y REALMENTE me vendría bien un poco de suerte en
estos momentos.
Buenas noches. Que duermas bien. No dejes que el extraño vampiro
fascinante y psicópata te muerda2.
2 Buenas noches. Que duermas bien. No dejes que el extraño vampiro fascinante y
psicópata te muerda: Originalmente en inglés rima: Night night. Sleep tight. Don‟t let the
strangely alluring psychopath/vampire bite.
11
Día 4 Traducido por Ignacia_xx
Corregido por Andy Parth
ueno, ¿no era yo simplemente la pequeña secuestrada más
extrañamente optimista ayer? Creo que así es como alguien
que ha sido secuestrado debe ser llamado. Secuestrador,
secuestrada. Tiene sentido para mí. Rima.
No se siente tan optimista hoy en día.
¿Por qué me está pasando esto a mí?
Deja de pensar. Sigue escribiendo. Mantén el lapicero sobre el papel
y mueve la mano.
Necesitaba un poco, bueno, un montón, de coraje holandés antes
de que llevara a cabo eso. Mientras me preparaba, bebía de la
botella de vodka que guardo bajo mi cama. Elegí mi ropa con
cuidado. Sólo porque vas a morir, no hay necesidad de lucir
descuidada. Me puse mis jeans nuevos, que hacen que mis piernas
se vean súper largas y delgadas. Pasé por casi todos las mejores
camisetas que tengo, antes de decidirme por mi confiable camiseta
verde vieja, mi camiseta verde de la “Suerte” ¡ha! Los zapatos eran
difíciles, pero finalmente fui por la comodidad de mis Adidas Shell-
toes3. No son exactamente atractivos, pero añaden una cierta
elegancia de la vieja escuela. Me puse más maquillaje de lo
estrictamente necesario, a la vez que me miraba en el espejo
pensando: No más delineador de ojos para mí. El últ imo brillo de
3 Adidas Shell-toes: Modelo de zapato de la marca Adidas.
B
12
labios que usaré alguna vez. La últ ima vez que me miraré en este
espejo sabiendo que nunca seré lo suficientemente buena, y cosas
por el estilo.
El cuchillo en el bolso, entonces ya puedo irme.
Me tropecé por las escaleras como una niña sin atención en el
mundo. Grité—: ¡Voy a salir con Sal, no me esperen! —A mamá, que
estaba viendo la tele en la sala de estar. Tal vez sólo debería haber
asomado la cabeza por la puerta por un segundo, en lugar de cerrar
de golpe la puerta cuando oí—: Grace, espera un segundo... —Pero
no lo hice. Un segundo más en su presencia sería demasiado difícil
de soportar.
Así que no dije adiós, y no dejé una nota. Simplemente no le veía el
punto. Las notas de suicidio son estúpidas, de todos modos. Y si
hubiera dejado una nota, entonces todo el mundo ahora estaría
pensando que estoy muerta. Lo cual definitivamente no ha pasado,
aún.
Abordé el autobús hacia la ciudad. Me senté justo en la parte
posterior, algo inusual para mí. Mi último viaje de autobús, o eso
creía. Ahora que lo pienso, bien podría aún ser el caso. Como los
viajes en autobús, fue bastante estándar. Una mujer de pelo gris
largo se sentó frente a mí. La larga cabellera colgaba en el respaldo
de su asiento, y los extremos desordenados cepillaban mis jeans. Era
repugnante. El pelo largo después de cierta edad no es una
característica atractiva. Afortunadamente la mujer del pelo largo se
bajó del autobús antes de empezar a tener arcadas.
Me sentí un poco en paz después de que ella se había ido. Cerré mis
ojos y respiré profundamente. Iba a hacerlo, realmente, realmente,
iba a hacerlo. Eso era todo. Oh, ellos lo lamentarían... La voz
cantarina de mi cabeza me hizo sonreír.
No estoy segura de cómo sentirme ahora sobre el sí-realmente-estás-
a-minutos-de-la-cosa-del-suicidio. Pero no estoy lista para examinar
13
mis sentimientos muy de cerca. Todavía no. Es como si tuviera una
venda alrededor de mí. Del tipo que sé por qué está ahí, pero si la
desenredo y veo realmente la herida abierta por debajo, toda
amarilla y cenagosa, puede que me vuelva loca.
Me bajé del autobús y salté a una licorería. Pasé unos buenos
minutos eligiendo mi bebida. Fui por la ginebra, lo cual es extraño,
porque odio esa cosa. Me recuerda a mi padre. Así que me dirigí
hacia el mostrador y el tipo tenía el peor caso de acné que he visto,
aparte de Scott Ames en noveno grado, pero por lo menos ese ha
mejorado y ahora se ve bastante bien. Entonces pasó la cosa más
ridícula: ¡me pidieron mi documento de identificación! Ahora tienes
que entender que esto nunca me pasa a mí. He estado comprando
alcohol desde que tenía catorce años, por el amor de Cristo.
Tal vez fue una señal de Dios: “¡Grace, puedes matarte si realmente
quieres, pero no voy a hacer las cosas fáciles para ti!”
Le di al chico del acné mi mejor mirada de debes-estar-bromeando
y le dije—: Tienes que estar bromeando. ¡Tengo veintidós años! ¿Me
veo como una niña? —Él solo señaló el letrero que decía: “Si pareces
de menos de 25 años, bla, bla, bla, bla, bla...”. Perdí un par de
minutos mintiéndole sobre que había dejado mi documento de
identificación en mi chaqueta, y que había dejado la chaqueta en
casa por el clima inusualmente cálido que hemos estado teniendo.
Sigue sin venderme. Irritante. Pero supongo que tienes que conseguir
desquitarte de alguna manera cuando tienes la más repugnante, y
plagada de pus excusa para un rostro, y ninguna esperanza de
conseguir sexo, jamás. Salí indignada de la tienda, en una apropiada
indignación, indignada-a-la-moda, fui a la tienda de al lado y
compré exactamente la misma botella dos libras más barata. Así que
supongo que Dios no me estaba enviando una señal después de
todo.
Mientras caminaba calle abajo con la botella agarrada firmemente
bajo mi brazo, pasé a una pareja de mi edad. Iban tomados de la
14
mano y riendo. ¡Fuera, Fuera, Fuera! El tipo puso a la chica contra un
escaparate y la besó. Echaba de menos ser besada así. Caminé, casi
chocando con un grupo de chicos pueblerinos con zapatos brillantes
y el cabello cuestionable. Uno de ellos se giró y me gritó—: ¡Alégrate,
amor. Nunca podría suceder! —Le sonreí. Oh, creo que va ha...
Llegué a las puertas del parque. Mi papá solía traerme aquí cuando
yo era pequeña. Dábamos de comer a los patos, y luego corríamos
como locos. Papá me perseguía y pretendía ser un zombie. Y Luego
me empujaba en el columpio, tan fuerte que estaba segura de que
saldría por encima de la barra, pero seguía gritando para que me
empujara más fuerte. Nunca me aburrí de eso.
Después de que papá se fue, el parque empezó a significar otras
cosas para mí. Me alegro que él no estuviera aquí para ver esas
cosas. Me refiero a fumar y beber sidra estúpidamente fuerte y hacer
cosas con chicos inapropiados. Y otras cosas también.
Un montón de recuerdos en ese parque. Buenos y malos. Sobre todo
malos. Parecía un lugar tan bueno como cualquiera para mi cita con
la muerte. Me había decidido por la guarida en la parte superior de
la estructura de juegos infantiles. Traté de no pensar en la posibilidad
de que un niño al azar podría encontrar mi cuerpo.
Lo más probable es que sea el vigilante del parque, el que se parece
un poco a un pedófilo. Urgh. Mejor que no me toque. Incluso si estoy
demasiado muerta como para preocuparme.
Caminé más allá del estanque de los patos. Lo habían drenado hace
años. Parecía un poco triste por no haber sido capaz de cumplir su
único propósito en la vida. Cristo, ya me estoy poniendo sent imental
y ni siquiera he empezado a beber seriamente todavía. Lo siguiente
que sabrás es que estaré con melancolía ent re los árboles o abat ida
ent re los contenedores de basura.
15
Me fui directamente a la guarida, subiéndome encima y me senté. El
piso no estaba muy sucio, y me alegré. No es que importara
realmente.
Tomé el cuchillo de mi bolso.
Me quedo mirando la hoja y recordé.
Cada detalle de esa noche apuñaló mi corazón.
Y todas las razones para no vivir torcieron el cuchillo, con fuerza.
Abrí la botella y bebí.
Bebí un poco más.
Cerré los ojos.
Respiré hondo.
Estaba lista.
Corté.
Y entonces oí algo. Un crujido, un sonido chirriante. Demasiado alto.
Mierda. Alguien est aba ahí fuera.
Me asomé por la ventana de la guarida y lo vi. En los columpios. De
ida y vuelta, de ida y vuelta, yendo lo más alto que podía, justo
como yo solía hacerlo.
Maldita sea. No puedo hacerlo tan bien ahora, ¿verdad? Tengo que
hacer que se vaya. Dejándome en paz.
Así que me puse el cuchillo de nuevo en el bolso, cogí la botella y me
bajé de la guarida.
16
Si sólo me hubiera quedado donde estaba y esperado hasta que él
se fuera.
Me vio venir y vio mi poco inestable avance hacia él. Tan pronto
como me acerqué lo suficiente para una mirada apropiada... bueno,
no necesito entrar en eso otra vez.
Supongo que hay peores maneras de pasar sus últ imos minutos. Sólo
habla con él un poco. Él se marchará con el t iempo. Mientras me
acercaba, desaceleró el columpio hasta que se detuvo. Él me
miraba y yo lo miraba. Me senté en el columpio junto a él y le dije
hola. Había algo en la forma en que me miraba que yo no podía
ignorar. Ahora creo que sé lo que era… Creo que me reconoció.
Y aún más extraño, creo que lo reconocí.
Pero eso no es posible.
17
Día 6 Traducido por Kernel
Corregido por Natyº
ía 6? ¿Cómo ocurrió esto? Ayer me quedé en la cama, más
que nada alternando entre llorar y gritar, y a veces ambos
a la vez. Fue horrible. La primera vez que Ethan entró me
quedé bajo el edredón. No podía soportar mirarlo. Y cuando vino a
llevarse mi bandeja de comida, traté de implorarle. Es demasiado
embarazoso, lo que dije, cómo trate de negociar con él y lo que le
ofrecí. Sin embargo, a pesar de todo, no dejo de preguntarle por
qué. Él estuvo de pie con la espalda contra la puerta, sin decir nada
durante mucho tiempo. Quise agarrar sus estúpidas orejas y aplastar
su estúpida cabeza contra la puerta hasta que su estúpido cerebro
saliera. En su lugar, no hice nada.
Oh, había pensado en atacarlo. Lo he pensado mucho. Incluso
nacieron algunas ideas estupendas: con el clásico truco de
esconderse-detrás-de-la-puerta-con-un-florero siendo mi favorito en
particular. Sólo hay un problema: no tengo un florero. Y de alguna
manera no creo que una almohada fuera tan eficaz. Sin embargo,
por lo menos podría intentarlo. Patearlo en las bolas, sacarle los ojos,
hacer algún movimiento al estilo Bruce Lee4, no es que sepa algún
movimiento al estilo Bruce Lee, pero una chica puede improvisar. No
puedo entender por qué no he hecho nada así. A lo mejor puso
algún tipo de magia vudú mental en mí. Sí, eso debe ser.
Ahora, ¿en dónde estaba? Ah, sí, la totalmente indigna súplica y
lloriqueo preguntándole por qué. Me escuchó y me miró con esos
ojos atormentados, sexy y ahumados. Parecía que le preocupaba. 4 Bruce Lee: Destacado y carismático artista marcial que quizás es el más famoso del siglo
XX por la perfección que logró en el desarrollo del Kung Fu.
¿D
18
Parecía como si en realidad sintiera lástima por mí. Como si
realmente se preocupara. No lo entiendo. ¿Cómo me puede mirar
de esa manera y aún ASÍ me hace pasar por esto? Si él quiere que
sea menos suplicante/llorona debería DEJARME IR DE UNA PUTA VEZ,
¿NO?
Finalmente, cuando estaba hecha una bola, llorando en el suelo, dijo
suavemente—: Grace, tiene que ser así. No hay nada que puedas
hacer al respecto. Lo siento —Giró, abrió la puerta, y con un último y
particularmente molesto “lo siento” se había ido. Golpeé la puerta
con los puños hasta que estuvieron magullados e hinchados,
gritando—: ¡NO TIENE QUE SER ASÍ! TAN SÓLO DÉJAME IR, ¡NO LE DIRÉ
A NADIE! ¡LO PROMETO! ¿ETHAN? ¿ETHAN? VUELVE... POR FAVOR,
¡ETHAN VUELVE! —una y otra y otra vez. Eventualmente me deslicé
por la puerta y me senté de espalda contra ella… más desesperada
que nunca.
Así que ayer apestó. Hoy es mejor, pero no mucho. Por un lado, mis
manos me duelen terriblemente. Golpear con los puños una puerta
no es tan buena idea, sobre todo cuando lo único que tienes que
ocupar tu tiempo es la ESCRITURA. Estúpida.
Antes de volver con la trágica historia de la supuesta última noche
de Grace Carlyle en la Tierra, pensé que podría ser una buena idea
describir mi habitación/celda/lo que sea. Realmente es muy
agradable.
Mi habitación/celda/lo que sea, una lista de siete puntos.
1. Es casi del doble del tamaño de mi dormitorio. Las paredes, techo
y piso son muy blancas. Huele a recién pintado también.
2. El baño. Blanco de nuevo. Inodoro, lavamanos, ducha. Dos toallas
blancas, que Ethan se lleva todos los días y trae de vuelta con una
frescura montañosa. Incluso hay cosas de limpieza debajo del
fregadero, pero él tenía otra cosa en mente si cree que voy a usarlas.
19
Sin duda, éste es un momento en el que una chica puede
holgazanear en sus tareas sin consecuencias.
3. La ventana. Ah, la ventana, mi cosa menos favorita. Tapiada, con
tablas blancas, por supuesto. Desafortunadamente Ethan ha hecho
un trabajo bastante bueno en esto. Incluso si presiono mi cuerpo
contra la pared de una manera más atractiva, sólo puedo ver una
grieta pequeña de luz en la parte inferior de la esquina izquierda. Es
fácil perder la noción del día y la noche, pero estoy haciendo lo
mejor que puedo.
4. La cama. Blanca de nuevo, ¿aún detectando un tema? ¿Tal vez
Ethan tiene algún tipo de complejo o algo así? Pureza. Inocencia.
¿Virginidad? Lo siento, tienes a la chica equivocada. Dos almohadas
blancas, edredón blanco, sábanas blancas.
5. La mesa y la silla, blanca y más blanca. En el centro de la sala,
frente a la puerta. El papel y los lapiceros estaban encima de la
mesa cuando me desperté el primer día. Hay cuarenta y siete
lapiceros. Son BIC5. Realmente hubiera preferido lápices, pero
supongo que a caballo regalado no se le miran los dientes y todo
eso. Pero si pudiera elegir algo de lo que me dieron, habría elegido
una silla un poco más cómoda para sentarme. Culo entumecido. De
todos modos, también hay tres piezas masivas (¿montones?) de
papel.
6. La luz. Hay una bombilla colgando del techo, justo encima de la
mesa. Lo que realmente decepciona al resto de la decoración, para
ser honesto.
7. La puerta. Bueno, es la forma de entrar o salir de la habitación,
pero no sé mucho al respecto. No hay cerradura. Parece que hay un
par de cerrojos en el otro lado. Parece ser una puerta resistente.
5 BIC: Marca de lápices y bolígrafos.
20
Hora de la siesta.
Acabo de despertar. Pensé que estaba en casa en mi propia cama.
Y luego me estrellé al aterrizar de regreso a la Tierra con un golpe
poderoso. La peor sensación del mundo.
Es el no saber lo que en realidad está llegando a mí. No estoy
diciendo que sería mejor si Ethan realmente ya me hubiera hecho
algo, pero por lo menos entonces tendría alguna idea de en contra
de que estoy. Por lo menos podría tratar de luchar contra un violador
pervertido. No puedo luchar contra Ethan...
Así que me senté en el columpio al lado de este chico y dije hola. Y él
me miró de esa manera extraña. Le dije hola otra vez. Él susurró un
ronco hola, luego se aclaró la garganta y lo dijo de nuevo, más
fuerte. Me recordó a esas mañanas después de una noche de
copas. Esas cuando me quedo por ahí viendo televisión para niños
en una especie de nebulosa post-alcohólica, y entonces suena el
teléfono y me encuentro con que no puedo hablar apropiadamente
porque no he dicho una palabra en doce horas o algo así.
Me presenté y estire mi mano para estrechar la suya. Miró mi mano
como si no estuviera muy seguro de qué hacer, y justo cuando
estaba a punto de hacerla retroceder, él la alcanzó y la sacudió. Su
mano era suave y fuerte, y su apretón fue firme. Se me olvidó
mencionarlo antes, pero Ethan también tiene manos perfectas.
Como si debiera ser increíble para tocar el piano. Dios, él es
completamente bello. Es realmente algo deprimente.
Me dijo su nombre y me sorprendió. Mamá una vez me dijo que si
hubiera sido un niño, me hubieran llamado Ethan. Nunca había
conocido a un Ethan antes.
21
Le pregunté si quería un trago de mi bebida. Él negó con la cabeza
lentamente y me miró de una manera extraña, ladeando la cabeza
hacia un lado y luciendo burlón, como diciendo: “¿Estás segura de
que deberías estar bebiendo eso?” Como en realidad no había
hecho la pregunta en voz alta, pensé que estaba perfectamente en
mi derecho de ignorarlo. Tomé unos pocos tragos. Estaba
empezando a saber bastante bien.
Hasta ahora, la conversación no estaba exactamente fluyendo sin
problemas, pero no iba a dejar que esto me superara. Le pregunté
de dónde era, y fue cuando él dijo: “de por ahí”, el-sospechoso-
para-quien-en-realidad-está-prestando-atención-y-se-preocupa-por-
si-viven-o-mueren “por ahí”. De todos modos, empecé a balbucear
sobre nada en particular: el parque, el tipo irritante en la tienda, el
tiempo, sí, el tiempo, ¿puedes incluso creerlo?. Luego pasé a otras
cosas. Cosas adecuadas. Y en algún momento me olvidé que se
suponía que conseguiría que se fuera. Bebí más y pronto tuve el oh-
tan-familiar sentimiento de las palabras que quería decir pero eran
casi demasiado grandes para mi boca, por lo que tenía que ser
cuidadosa en AR-TI-CU-LAR CLA-RA-MEN-TE.
A Ethan no parecía importarle mi ataque de plática. De vez en
cuando me sonreía, o hacia una pregunta sobre algo que yo había
dicho.
Ahora que lo pienso, preguntó muchas cosas. Pero cada vez que le
hacía una pregunta a él las evadía cuidadosamente, ya sea por ser
el Amo de la Vaguedad, o porque me hacía la misma pregunta. Eso
es hacer trampa.
No fui cautelosa con él en absoluto. De hecho, me sentí
extrañamente segura. No estaba feliz exactamente. Quiero decir,
después de todo, todavía estaba planeando acabar conmigo.
¿Cuán feliz puede estar una chica en esta situación? Sólo me
pareció que hablar con Ethan era realmente la mejor manera de
pasar el tiempo que me quedaba. Y sentí como que había algún tipo
22
de conexión. Ugh. Eso se ve incluso más patético escrito que cuando
estaba en mi cabeza.
Por lo tanto, avanzando al Evento Principal, que recuerdo bastante
bien. El tiempo pasó, la ginebra se redujo, y mi cabeza se volvió más
que un poco confusa. Me di cuenta de que quería besar a Ethan, no
amaba la idea de que Nat fuera el último chico que pude besar.
Sabía que iría por ello eventualmente. Era sólo una cuestión de
tiempo...
Habíamos estado sentados en silencio durante unos minutos, un
agradable y amistoso silencio, pensé, cuando deslice mi columpio
más cerca del suyo. Ethan giró hacia mí por lo que nuestros rostros
estaban muy cerca. Me miró a través de los mechones de cabello
que cayeron sobre mis ojos. Le toqué suavemente la cicatriz encima
del labio, y le pregunté cómo la había conseguido. Se encogió de
hombros. Y fue entonces cuando le di un beso. Pareció tomarlo por
sorpresa, no es que hubiera escondido mis intenciones en absoluto.
Sus labios eran cálidos y suaves y reconfortantes. Pero no me regreso
el besó exactamente.
Le pregunté qué pasaba, y se encogió de hombros. Una vez más. —
No creo que sea tan buena idea. Lo siento —Ouch.
Hice lo que cualquier chica sin auto-respeto haría al enfrentar una
situación como esa: empecé a llorar. Patético. Pero, ¿cómo se
suponía que supiera que estaba atrayendo a un chico que estaba
planeando secuestrarme?
Ethan puso su brazo a mi alrededor y me reconfortó diciendo—: Shhh,
no llores. —Estaba confundida como el infierno, y borracha, y
probablemente empezando a recordar que había-algo-que-tenía-
que-hacer-esta-noche-para-hacerme-sentir-realmente-mejor-si-
estaba-bien-contigo.
Y entonces fue cuando vomité en su chaleco.
23
Bueno, realmente no hay mucho más que decir sobre esa noche.
Después de vomitar, sólo fue más confuso. Lo que sí recuerdo es que
Ethan no reaccionó como lo habría hecho si algún desconocido
hubiera vomitado en ti. Estaba como loca pidiendo disculpas, sin
dejar de llorar, creo, cuando él simplemente se quitó el chaleco y lo
tiró a la basura detrás de los columpios. Dijo algo así como—: Es hora
de irse —y me tendió la mano. Debo haber murmurado algo sobre el
deseo de permanecer en el parque, pero me sentía tan inculta
como un perro que me lancé del columpio y dejé que me llevara
lejos. Recuerdo haber visto la camioneta. Lo recuerdo inclinándose
sobre mí para ajustar la hebilla del cinturón de seguridad. Y luego...
no mucho. Creo recordar que nos dirigíamos a mi casa. Maldita sea
esa bebida de ginebra, un mal movimiento. Todo lo que sé después
de eso es que debí haberme quedado dormida. Y me desperté aquí.
24
Día 7 Traducido por clau12345
Corregido por V!an*
ingún cambio. Nada.
N
25
Día 8 Traducido por Carmen170796
Corregido por Emii_Gregori
oy el día está oscuro.
H
26
Día 9 Traducido por Alba M. Grigori
Corregido por Aldebarán
no. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve.
U
27
Día 10 Traducido SOS por PokerF ♠ y Emii_Gregori
Corregido por TwistedGirl
ista para escribir. Los últimos días han sido una mierda. No hay
mucho que decir, sólo el hecho de caminar de un lado a otro.
Me está volviendo loca, el no poder desplazarme. Necesito
algo de espacio. O al menos una máquina para trotar. Ethan ha
lavado las sabanas de la cama, y ha cambiado mi bata quirúrgica
por algo de ropa nueva, ahora tengo dos pares de pijamas color
blanco intenso de las cuales escoger. Podría ser un progreso.
Apenas me ha dirigido una palabra en cuatro días. Más o menos
cada vez que ha venido y he estado todavía acostada. A veces
mira sobre la mesa con esperanzas, y parece decepcionando,
¿deprimido?, porque no esté garabateando algo ahí. Si entra y me
ve ahora, eso probablemente alegraría su día. Pero no quiero que
pase. A veces lo miro con ferocidad, solo retándolo a decir algo. Y a
veces parece que está a punto de hablar, pero entonces lo piensa
mejor. ¡¿Cuál es su problema?!
Entre más tiempo pasaba sin que nada ocurriera, más confusa
estaba. Ya no me sentía exactamente asustada. Tal vez hay un lapso
de tiempo en el que puedes mantener ese nivel de temor, antes de
que se vuelva muy agotador.
Ahora he estado aquí por diez días. Me pregunto que estará
haciendo mamá. Desesperada, probablemente. Tal vez
participando en algún punto de una terapia de compras para
distraerse de su trauma. O está sentada en el sofá junto a una
policía, como un personaje de un drama de TV. Actuando como una
buena madre, una a la que le importo. Me pregunto si la policía aún
L
28
me está buscando. Tal vez ya se han rendido para este momento. Tal
vez también hay sólo un lapso de tiempo en el que se pueda
mantener la esperanza.
Sigo pensando en Sal. ¿Se sentirá mal? ¿Sentirá algo? ¿Están sus
entrañas retorciéndose y revolviéndose de culpa y pena?
Sal. No sé ni siquiera por dónde empezar. El comienzo parece un
lugar tan bueno como cualquiera. Ella se mudó aquí desde
Edimburgo con sus padres y su pequeño y molesto hermano menor
justo hace como un año. Antes de que Sal llegara, me llevaba algo
bien con esas chicas en la escuela, aquellas que piensan que son
mejores que todos los demás. Pero siempre me mantuve al margen,
nunca muy cercana a nadie. Nunca pensé que me estaba
perdiendo de algo por no tener una verdadera y adecuada mejor
amiga.
La primera vez que la vi, supe que íbamos a terminar siendo amigas.
Sólo lo supe. Ella estaba sentada en la esquina de la sala de
estudiantes, garabateando frenéticamente en un cuaderno. Nada
de ese autoconsciente aire de chica nueva en ella. Tenía un cabello
fabuloso y buenas prendas. No es que sea superficial, pero estas
cosas te ayudan cuando estas tratando de decidir si hacer o no un
esfuerzo con alguien. De acuerdo, tal vez soy superficial, pero
también los otros lo son.
Me deje caer en la silla al lado de ella, le pregunté que estaba
escribiendo. Era una historia. Algo que teníamos en común, a ambas
nos gustaba escribir. Así que de esa manera fue como resultamos
hablando. En realidad no le había hablado a nadie sobre mi escritura
antes. Los profesores de inglés no cuentan. Desde entonces Sal y yo
empezamos a encontrarnos a la hora del almuerzo, descansos,
períodos libres. Parecía que cada día pasábamos más tiempo la una
con la otra, hasta que escasamente me molestaba en hablarle a
alguien más. Deje de reunirme con mi grupo habitual y ellas apenas si
lo notaron.
29
Luego de conocernos la una a la otra por más o menos un mes, me
sentí lista para llevar esto al siguiente nivel. Es un gran paso cuando
das el salto de ver a alguien en la escuela a reunirte con ellos en tu
t iempo libre. Pero estaba lista. Invité a Sal a mi casa un viernes
cuando mamá estaba en Londres visitando a una amiga.
Ordenamos pizza y nos acostamos en el sofá. Descubrí algo más
sobre ella: la de pepperoni era su favorita, ambas pensábamos que
los sitios de redes sociales eran para perdedores, ella quería ser una
abogada o una escritora o una bióloga marina o la estrella del
musical West End6, estaba totalmente enamorada de Chris, un chico
de su antigua escuela, pero nunca había hecho nada por ello y él
nunca tuvo ni idea y ahora era demasiado tarde ya que vivía a más
321 kilómetros de distancia. Lo cual era algo tonto cuando lo
pensaba, pero la deje tranquila. Porque si.
En general, estaba más que un poco emocionada, en secreto, por
supuesto, de tener una nueva mejor amiga. No es que hubiese una
anterior a ella. Sal era buena para mí. Siempre estaba muy feliz, y no
de una manera estresante. Justo el nivel correcto de brillo. Era
malditamente optimista con todo. Siempre segura de que mañana
sería mejor que hoy. Muy segura de que ambas conseguiríamos
exactamente lo que queríamos. Debería haber sabido que eso no
era posible.
Sal y yo nos volvimos prácticamente inseparables. Yo prácticamente
vivía en su casa los fines de semana. Mamá no parecía preocuparse.
Creo que nos convenía a ambas: Ella iba a fingir que era una
despreocupada mujer sin hijos, y yo sólo fingía que tenía una mamá
que realmente me agradaba. Y también un papá, sólo por
añadidura.
6 West End: Término que se refiere al teatro profesional, por una calle con este nombre,
ubicada en Londres y que está llena de treatros.
30
Una noche justo antes de Navidad, me estaba quedando en la casa
de Sal, con comida china, vino y Skins7 en DVD. Nos estábamos
alistando para ir a la cama, cepillando nuestros dientes frente del
espejo de baño. Estire mi mano por el frente de Sal para agarrar una
toalla. Me agarró la muñeca y dijo—: ¿Qué es esto?
Mi estómago hizo un horrible movimiento de 180 grados, como una
lavadora al inicio de su ciclo. Traté de no escupir espuma de crema
dental mientras lo pensaba fuertemente. No sé porque estaba
sorprendida, no es que pensara que las cicatrices fueran invisibles o
algo. Traté de quitarles importancia —No es nada, sólo unos rasguños
que obtuve cuando era una niña… ¿Del gato de mi abuela?
Era difícil mirarla. Y todavía más difícil verme a mí misma. Llevó su
mano a mi cara y movió mi barbilla para que, de esa forma, tuviera
que mirarla a la cara. —Grace, sabes que puedes decirme cualquier
cosa. Eres mi mejor amiga. —No había sido nunca la mejor amiga de
nadie antes. No tenía otra opción excepto decirle la verdad, toda la
verdad y nada más que la maldita verdad. Seguí a Sal hasta su
cuarto, nos sentamos en la cama y hablamos.
Acababa de cumplir quince años la primera vez que me corté.
Estaba en mi cuarto, escribiendo un ensayo. Mi música estaba a todo
volumen, como de costumbre. Era una noche muy normal. No más
deprimente que cualquier otro día. El asunto era que, nunca estaba
feliz, no realmente. De manera que sólo sobrevivía día a día, en un
extraño altiplano de no sentir nada. Eso no quiere decir que no me
sintiera feliz algunas veces, por supuesto que lo hacía. Pero eran
momentos fugaces, que se iban antes de que siquiera pudiese
empezar a disfrutarlos.
Estaba buscando algo para distraerme de mi ensayo. Giré mi mano y
me coloreé las uñas con un bolígrafo rojo. Abrí el cajón de mi
escritorio y hurgué un poco. Encontré la vieja navaja de la Armada
7 Skins: Es un drama adolescente británico ganador de dos premios BAFTA, que sigue las
vivencias de un grupo de adolescentes en Bristol.
31
Suiza de papá. Abrí todas las hojas, y encontré unas pinzas que no
había notado que estaban allí. La última hoja que abrí era el cuchillo.
Filosa, brillante y extrañamente atractiva de una manera que no
podía entender.
Presioné la hoja contra mi pulgar, aplicando sólo un poco de presión,
no lo suficiente para extraer sangre. Huh. Insat isfactorio.
Pasé la hoja a lo largo de mi antebrazo, con fuerza. Por una milésima
de segundo parecía que realmente no había hecho nada. Sólo
había una hendidura en la piel. Pero entonces la sangre brotó
rápidamente. Era tan roja. Y había mucha de ella. Mejor. Mucho
mejor.
Era fascinante. Levanté mi brazo y vi la sangre gotear, gotear y
gotear en el pliegue de mi codo. Una o dos gotas salpicaron sobre el
escritorio. Me sentí un poco como flotando y extraña, pero más que
nada bien.
Un poco de dolor. Pero era un buen dolor, un dolor limpio.
Esa primera noche, sólo me corte una vez. Nadie lo notó. No estaba
exactamente sosteniendo mi brazo todo el tiempo para que la gente
lo inspeccionara.
Después de esa noche, me corté más. Amontonando una colección
bastante seria de cicatrices.
Mejoré en la elección de dónde cortar, encontrando maneras de
ocultar las fieras cuchilladas rojas del mundo. Y luego, oculté las
cicatrices plateadas. Realmente no había pensado que habría
cicatrices. De verdad no lo había pensado.
Para mí, las cicatrices son evidentes. Se destacan como si estuvieran
gritando, “¡Mírala! ¡Mira lo que éste fenómeno se hace a sí misma!”
Sin embargo, es más como un susurro, a alguien que esté
escuchando.
32
Sal estaba escuchando.
Ella se sentó frente a mí, con sus piernas cruzadas como una niña de
siete años en la asamblea escolar. Sabía que me estaba mirando
con una mezcla de preocupación, compasión y tal vez algo más,
¿horror?. Sin embargo no la miré para comprobarlo. Sólo me
concentré realmente fuerte en el edredón. Raya roja, raya blanca,
raya roja, raya blanca. Roja. Blanca. Roja.
Cuando terminé mi explicación inadecuada y respondí las preguntas
de Sal, también inadecuadas, ella tomó mi brazo en sus manos y lo
miró. Realmente lo miró. Mi antebrazo estaba expuesto a la áspera
luz del techo. Las cicatrices parecían destacar ahora más que
nunca. Ella las tocó con las puntas de sus dedos, murmurando—:
¿Qué te has hecho?
No tenía palabras. Ni siquiera una broma sabihonda. Sólo lágrimas.
Lloré más de lo que alguna vez había llorado frente a una persona
de carne y hueso. Sal me abrazó, acarició mi cabello y me dijo que
todo iba a estar bien. Lloré más allá de las hinchadas manchas rojas
en mi cara y me dormí.
Cuando me desperté, la habitación estaba a oscuras y Sal yacía a
mi lado completamente despierta. Me disculpé por haber hecho una
escena, tratando de bromear sobre ello. Estaba avergonzada,
muchísimo. No estoy acostumbrada a perder el control de esa
manera.
Sal se apoyó sobre un codo y me miró completamente seria. —Creo
que necesitas conseguir ayuda, Grace —susurró. Yo estaba
horrorizada por la idea. Hablamos de muchas cosas por rato, hasta
que notó que no estábamos llegando a ninguna parte.
Me hizo prometer que a) no lo haría de nuevo, y b) cuando sintiera
que quería hacerlo, levantaría el teléfono y la llamaría. Dijo que
vendría en cualquier momento, día o noche.
33
Yo en realidad creía que a) y b) eran completamente posibles.
Estaba en cierto modo feliz por haberle dicho. Era bueno compartir el
secreto. Pero me sentí estúpida, avergonzada y patética al mismo
tiempo.
Sal y yo fuimos más cercanas que nunca después de esa noche.
Unidas por mi pequeño secreto sucio. Eso fue hace nueve meses.
Ethan acaba de salir.
Me encontró sentada en la mesa, sollozando. Él trajo mi bandeja,
recogió todo el papel y lo puso en el suelo. Puso su mano en mi
hombro muy gentilmente, y se quedó allí mientras yo lloraba.
Cuando las lágrimas se me agotaron, tomé el tenedor y comencé a
comer. Sólo pude soportar un par de bocados. Tuve que bajarlos con
un trago de Coca Cola para no ahogarme. Ethan se sentó en mi
cama y me miró.
—¿Cómo te sientes? —preguntó.
—¿Por qué me haces esto?
—Deberías comer. Te sentirás más fuerte.
—¿Por qué me haces esto?
—Grace... —Me miró suplicante.
—No quiero que estés aquí. Por favor, vete.
Se fue.
34
Día 11 Traducido por Emii_Gregori
Corregido por V!an*
uve un sueño sobre Sal anoche. No es de extrañar realmente.
Ella estaba aquí conmigo y estábamos sentadas una frente a
la otra en la mesa. Ethan estaba apoyado contra la pared,
mirándonos. Sal y yo estábamos hablando de algo importante y
Ethan estaba repitiendo cada palabra que yo decía. Me molest é, y
le dije que nos dejara en paz. Y justo como si nada, Ethan
desapareció, siendo reemplazado por Nat. Un engreído Nat, que
sonreía demasiado. Sal se molestó y le dijo que nos dejara. Le sonreí a
Sal y extendí mi mano a través de la mesa para sostener la suya, pero
se transformó en Ethan y dijo—: Tal vez estamos llegando a alguna
parte, Grace. —Entonces me desperté, deseando que la gente del
sueño por lo menos tuviera la cortesía de quedarse tal cual, para no
tener una sangrienta confusión.
Pensé en continuaría donde lo dejé ayer, poniendo en crónicas el
completo ciclo de vida de una amistad. Después de decirle a Sal
sobre el corte, las cosas estuvieron bien durante un tiempo. Nadie
más habría notado un cambio, pero noté una diferencia en cómo
ella me miraba. Sentí como si estuviera calibrando siempre mi humor.
Como yo si estuviera molesta sin ninguna razón en particular, no es
que fuera exactamente una rara ocurrencia, ella irguió su cabeza
hacia un lado y me miró pensativa. Casi podía oírla pensando si iba a
cortarme. Sal probablemente pensó que estaba siendo sutil, pero
con frecuencia la cronometré mirando atenta por cortes frescos, que
nunca vio. No me importaba mucho. Ella estaba actuando
T
35
exactamente como debería hacerlo una mejor amiga. Era muy
bonito.
De vez en cuando trató de hacerme hablar sobre ello, sobre por qué
lo hice. Escucharía sus teorías y luego trataría de cambiar de tema.
¿Por qué tiene que haber una razón para todo? Algunas cosas
simplemente son así.
Así que nuestra amistad podría haber parecido un poco
desequilibrada: yo siendo completamente autocompasiva y Sal
cuidando de mí la mayor parte del tiempo. Ciertamente se ocupó
de mí muchas veces cuando estaba vomitando en los baños de
algún club cursi. Y tenía una buena línea para rescatarme cuando
estaba a punto de hacer algo que probablemente lamentaría con
alguien que definit ivamente lamentaría.
No me gustaba exactamente el papel de Patética Amiga
Necesitada, pero Sal parecía querer cuidar de mí. Y tal vez yo
necesitaba cuidados.
Todo cambió hace unos meses.
Yo había estado en Glasgow para visitar a mi abuela durante la
Pascua. Tuve buenos momentos: algunas compras, muchos libros,
largas charlas agradables con una encantadora taza de té. Siempre
era una encantadora taza de té, nunca una corriente. Regresé toda
alegre y aguantando regalos de la patria de Sal: un adorable
Monstruo del Lago Ness y una muñeca gaitera escocés con unos ojos
desorbitados súper escalofriantes.
La Sal que encontré no era la Sal siempre-optimista-como-un-
pequeño-rayo-de-sol que dejé. Oh, no era obvio. Ella se rió de los
regalos que le había llevado y escuchó de un modo bastante
interesado mis apasionantes cuentos de vacaciones. Pero había algo
mal, lo sabía. Era sutil, como cuando te metes con los niveles de brillo
en tu televisor. Ella estaba de alguna manera más aburrida,
36
desvanecida. No parecía triste ni deprimida ni preocupada ni nada
que pudieras asegurar. Simplemente no era realmente Sal.
Le pregunté qué estaba pasando casi tan pronto como la vi, pero
ella insistió en que no pasaba nada. Sabía que estaba mintiendo, así
que le insistí un poco, pero me detuve cuando empezó a enojarse.
Me imaginé que me diría cuando estuviera lista. No me di cuenta de
cuánto tiempo tendría que esperar.
Las cosas continuaron más o menos normales durante las siguientes
semanas. Sal estaba claramente haciendo todo lo posible por actuar
en su forma optimista habitual, pero yo no me lo creía. Nadie más
parecía darse cuenta de que algo estaba mal. Sus padres estaban
muy ocupados con Cam, que estaba siendo intimidado en la
escuela. Y todos en nuest ra escuela estaban demasiado ocupados
siendo envueltos en sí mismos, como de costumbre.
Pasó aproximadamente un mes y observé detenidamente a Sal, en
busca de pistas. Ella parecía estar cada vez peor. Noté que
empujaba la comida alrededor de su plato en el almuerzo,
completamente fuera de lugar. Y parecía estar perdiendo peso. Pero
aún así dijo que no pasaba nada.
Mi diario “Hola, ¿cómo te va?”, ahora tenía un significado oculto,
como en “Hola, ¿cómo estás, realmente?”. Pero Sal no mordía el
anzuelo. Parecía cada vez más distante. Sentí como si estuviera
alejándose de nuestra amistad. Era preocupante.
Un jueves por la tarde justo antes de nuestros exámenes, Sal y yo
vagábamos hacia el parque. Nos dirigíamos hacia mi casa para una
pequeña revisión de inglés. No es que tuviéramos que hacer alguna,
pero teníamos que lucir como si estuviéramos haciendo un esfuerzo.
Había sido una mañana preciosa, una con aves cantando, de
repente, como en una película de 1950, pero tan pronto como
dejamos la escuela, las altas nubes oscuras parecían avanzar
rápidamente por el cielo, dejando finalmente un torrente de lluvia
37
estúpidamente pesada mientras pasábamos por las puertas del
parque.
Simplemente nos quedamos allí, mirándonos la una a la otra y
riéndonos. Después de un minuto más o menos, lucíamos como si
hubiéramos tomado una ducha con ropa. Agarré el brazo de la Sal y
corrí hacia un enorme roble antiguo cerca de los columpios. Nos
sentamos con nuestras espaldas contra el tronco, riendo, temblando
y observando a las madres tratando frenéticamente de amarrar
cubiertas impermeables en sus cochecitos. Al poco tiempo, fuimos
las únicas que quedaban en el parque. Sin embargo la lluvia seguía
golpeteando.
Nos sentamos allí por un rato, hipnotizadas por el espectáculo que
hacía la lluvia sólo para nosotras. Sal se giró y me miró como si
estuviera tratando de leer mi mente, o tal vez tratando de sopesar
algo en su propia mente. Uh oh, aquí viene. Me sentía un poco
enferma. Asustada.
—Hay algo que necesito decirte. —¿Sabía que lo diría lo cambiaría
todo? Tal vez no. Pero sabía que esto iba a ser grande.
—Creo que estoy embarazada. —Cuatro palabras, eso es todo lo
que tomó. Todo lo que logré balbucear fue “¡Jesús!”. Qué bien. Buen
t rabajo. Es de gran ayuda.
Sal comenzó a llorar y casi me rompió el corazón. Puse mis brazos
alrededor de ella y la abracé con fuerza. Ella seguía diciendo lo
mismo una y otra vez—: ¿Qué voy a hacer? —le dije que estaría bien
y que lo resolveríamos y ¿que si realmente estaba segura?. Pero no
estaba recibiendo nada de ella, así que sostuve su cara entre mis
manos y le hice mirarme a los ojos—. Escúchame, Sal. ¿Estás segura
de que estás embarazada? ¿Te hiciste una prueba? —Sal negó con
la cabeza y sollozó—: Sé que lo estoy. Lo sé, lo sé. ¿Cómo pudo
suceder?
38
Debimos haber estado sentadas allí por unos veinte minutos, antes de
notar que Sal estaba temblando muchísimo. Se veía muy mal. Nos
dirigimos a la parada de autobuses, yo con mi brazo sobre los
hombros de Sal y ella tropezando en una especie de estupor
aturdido. Creo que estaba gritando.
Nos sentamos en silencio durante todo el camino a casa. No podría
haber estado más sorprendida. ¿Cómo pudo suceder esto? Pensé
que se suponía que era virgen... Seguramente me habría dicho si...
¿Cuándo? ¿Con quién? ¿Y por qué no me lo había dicho antes?
La llevé a mi casa y directamente a mi dormitorio. Nos cambiamos la
ropa mojada. Incluso le dejé usar mis jeans favoritos. Se sentó frente
al tocador, mientras yo pasaba un peine por su enredado y húmedo
cabello. Ella estaba mirando el espejo, pero noté que no estaba
mirando nada de nada.
Miré el reflejo de Sal. ¿Podría describirla como hermosa? Tal vez. Por
supuesto. Cabello rubio que rozaba justo por encima de sus hombros.
A veces lo recoge en un arreglo complicado que siempre luce
totalmente fácil. Ojos marrones y un tono miel permanente en su piel.
Chica afortunada.
Cuando terminé con el cabello de Sal y había pasado rápidamente
el peine a través del mío, de un marrón aburrido debajo de MUCHAS
capas de colorante rojo, me senté en el borde de la cama. Sal se
giró en el taburete para afrontarme. Estábamos prácticamente
rodilla-contra-rodilla, pero de alguna manera más distantes la una de
la otra que alguna vez antes. —Entonces, ¿me dirás lo que pasó?
Ella negó con la cabeza. Sin mirarme.
—De acuerrrrrrdo, ¿qué tan retrasada estás? —Las palabras casi se
atoraron en mi garganta. No puedo creer que estemos teniendo esta
conversación.
—Dos semanas —dijo en voz baja. ¿Dos semanas? ¿Podría tener dos
semanas de retraso sólo por el estrés o algo así? ¿O sin duda
39
significaba que estaba embarazada? Aargh. No sé nada de éstas
cosas.
—Está bien, dos semanas. Sabes, no puedes estar segura hasta que
te hagas una prueba. Se te pudo simplemente retrasar la regla por
estar muy estresada. No saltemos a las conclusiones aquí. —Eso
sonaba bien en mi cabeza, pero patéticamente inadecuado
cuando lo dije en voz alta. Tal vez simplemente sabes cuándo estás
embarazada. ¿Tal vez tu cuerpo se siente diferente? ¿Cómo diablos
iba a saberlo?
La fuente de las lágrimas había sido recargada y comenzó a llorar de
nuevo. —Sé que estoy embarazada. Incluso lo he sabido desde…
—Por favor, dime que pasó, Sal. Soy tu mejor amiga, si no puedes
decirme, estás jodida... —Me estremecí—. Lo siento... mala elección
de palabras. —Ella medio se rió de mi mala broma, pero luego negó
con la cabeza y me miró con tristeza.
—Por favor... tienes que entender. Simplemente no puedo. —Me sentí
como si hubiera fallado algún tipo de prueba, probablemente la
prueba más importante a la que nuestra amistad alguna vez se
enfrentaría. Si sólo hubiera dicho lo correcto, podría haber hecho
que me contara todo. En su lugar, lo había arruinado como de
costumbre, haciendo una broma de algo que no era tan divertido.
Prácticamente le rogué que me dijera, pero ella no se movió. Y no
pude evitar sentir una semilla de resentimiento plantarse dentro de
mí. Le había contado mis secretos más profundos y oscuros, ¿no
debería ser una cosa de concesiones mutuas? Aparté la vista y miré
por la ventana. La lluvia definitivamente había cesado.
Sal tomó mi mano. —No te enojes conmigo, Grace. No podría
soportarlo si te enojas conmigo.
—No sé qué quieres que diga. ¿Cómo te puedo ayudar si ni siquiera
quieres hablar conmigo sobre esto? —yo estaba enojada, pero no
quería que ella lo supiera.
40
—No importa lo que pasó. No quiero pensar en ello. Por favor no me
hagas pensar en ello. No quiero que me odies o que pienses que soy
más estúpida de lo que ya debes estar pensando. Sólo necesito que
estés aquí para mí. —Ella estaba suplicándome ahora. Asustada,
vulnerable y triste. Mi ira se desvaneció.
—¿Por qué te odiaría? ¿Por qué creería que eres estúpida? Cosas
como ésta suceden. Quiero decir, es un poco sorprendente, pero
está bien. Nunca pensaría algo mal de ti, tontita. Me conoces mejor
que eso. Pero si realmente no quieres decirme, entonces supongo
que tendré que superarlo, ¿no? —¡Dime, dime, dime, AHORA!
Sal parecía agradecida de que no insistiera más. Se puso de pie y
bostezó. —Dios, estoy tan cansada. ¿Te importa si tomo una
pequeña siesta? Sólo por unos minutos. —Ella se enroscó en la cama,
como un gatito.
—Er... Sal, ¿no crees que deberíamos estar hablando de cosas
importantes? —¿Cómo puede estar pensando en dormir en un
momento como este?
—Más tarde, Gracie. Más tarde, lo prometo. —Sonaba tan agotada
que decidí dejarlo, por ahora. Tal vez pueda ser más racional
después de dormir un poco. Me acosté a su lado y miré hacia el
techo hasta que oí su respiración relajarse en el sueño.
Entonces, mi dulce e inocente mejor amiga estaba embarazada. O
al menos parecía bastante segura de estarlo. Había un bebé
creciendo dentro de ella. Un bebé real y vivo/feto/lo que sea. Esto
era malo, malo, malo. No podría ser mucho peor en realidad. Sin
embargo, lo primero es lo primero. Tenía que hacer que Sal tomara
una prueba de embarazo, sólo para estar segura. Sería molesto
estresarnos tanto por una falsa alarma.
No podía ni siquiera empezar a imaginar con quien se había
acostado. Sal no tendría relaciones sexuales simplemente con
cualquiera, ella es malditamente exigente para eso. Oh Dios, tal vez
41
alguien la había violado. Eso podría explicar su renuencia a decirme
lo que pasó. Quería despertarla justo en ese momento y preguntarle.
Pero se veía tan serena y tranquila, que no pude hacerlo.
Decidí que una taza de té probablemente funcionaría. No hay nada
como una taza de té en una crisis. Así que bajé a la cocina y puse a
hervir el agua. Apoyándome contra la encimera y bebiendo a sorbos
mi té. Mi mente estaba corriendo, no era capaz de mantenerse en
un tema durante cinco segundos antes de revolotear a otra cosa.
¿Cómo pudo haber sucedido? ¿Y por qué diablos no se había
tomado la píldora del día siguiente? ¿Y dónde estaba yo cuando
todo esto pasó? Pascua. Tenía que haber sido durante la Pascua. Si
hubiera estado aquí, tal vez esto no habría sucedido. ¿Es mi culpa?
Ahora hay una coincidencia. Allí estaba yo hablando sobre tener
una taza de té, y… ¿adivina quién entró? Ethan: El Hombre Misterioso,
llevando una humeante taza, blanca, de humeante té caliente. La
colocó delante de mí, ubicándola cuidadosamente en la esquina de
la mesa, lejos del papel en el que he escrito. Ahora era más o menos
una pila. Parece que podría convertirse en un tomo bastante
robusto. Ya es tan largo como cualquiera de los muchos comienzos
falsos que había tenido al escribir “La Novela”. Tal vez esto debería
haberme ocurrido antes. Hay demasiadas distracciones en el mundo
real, siempre hay motivos para no escribir. Si sólo ese fuera el caso
aquí.
El té es bueno. Muy caliente, y no tan fuerte. Es la primera taza de té
que he tenido desde que estoy aquí. Tal vez Ethan estaba
guardándola ¿como una especie de recompensa? Me acurrucó
sobre la taza, con los dedos envueltos a su alrededor. Se siente como
una chimenea. O un abrazo. Podría disfrutar de un abrazo. Brazos
que se envuelven a mí alrededor, y hacen desaparecer todo lo
malo.
42
Lo terminé. Y acabo de notar que perdí la oportunidad perfecta
para tomar por sorpresa a Ethan. Debería haberlo tirado en su cara y
huir.
¿Podría haber hecho eso?
¿Podría tal vez hacerlo la próxima vez?
No lo sé.
¿Por qué estoy siendo tan patética? Tengo que salir de aquí de
alguna manera... ¿no?
¿Tengo que salir de aquí? ¿Por qué querría volver a la colosal pila de
basura que es mi vida? Nada habrá cambiado. Me pregunto cómo
se sienten ahora. Apuesto a que están contentos de que me haya
ido. Probablemente lo hace mucho más fácil para ellos. Podrían, o
pretenderían, estar molestos por un muy corto tiempo, pero creo que
lo superarán en poco tiempo.
Oh, ¿me pregunto si estoy en los periódicos? Debo estarlo, a menos
que piensen que soy demasiado vieja. “Chica de diecisiete años
perdida”, simplemente no tendría el mismo toque que un bebé
perdido, o incluso alguien de doce años. Probablemente sólo estuve
en el periodicucho local el primer día o algo así. Espero que haya
sido en la primera página, pero realmente, realmente, realmente
espero que no hayan usado mi última foto escolar, porque había
olvidado que el fotógrafo venía ese día y me había dormido
demasiado tarde para lavar mi cabello. Qué bruta.
Mamá, probablemente tuvo que pedirle a Sal una foto decente,
teniendo en cuenta que no hemos usado nuestra cámara desde
hace años. Ni siquiera hemos conseguido una digital. Papá era el
fotógrafo designado en la familia. Hay fotos de mí en casa. Ocho
álbumes completos, de hecho. Todos cuidadosamente fechados y
43
etiquetados, escondidos en el armario detrás de la televisión, debajo
de una caja maltratada de Trivial Pursuit 8. La infancia, casi, completa
de Grace Carlyle. Mamá debería estar deseando haber hecho un
mayor esfuerzo para mantenerlas al día.
Tal vez Sal les dio la foto que tomó cuando estaba dormida en el
camino de regreso de un concierto. Sin embargo, el periódico no
imprimiría esa, luzco como un cadáver. Quiero decir, si los cadáveres
babearan. Pero ella no me haría eso, ¿verdad?
¿A quién estoy tratando de engañar?
Crucemos los dedos para que sea la de la fiesta de Kirsty. Sal me
tomó por sorpresa, llamándome para hacerme girar y tomarme una
foto. Ella pensó que era la cosa más divertida que había hecho,
porque sabe que odio que me tomen fotografías en estos días.
Agarré la cámara y miré a la pequeña pantalla en la parte posterior,
lista para ELIMINAR, ELIMINAR, ELIMINAR. Pero la verdad es, que lucía
bastante bien. Mi cabello lucía increíble, pero sólo porque Sal había
hecho su magia en él antes, y mis ojos parecían centelleantes y
divertidos de alguna manera. Parecía una persona afortunada,
alguien a quien le pasarían buenas cosas. Lo siento. Además, el top
que llevaba hacía que mis senos se vieran más grandes, que es una
hazaña en sí misma.
Sí. El periódico habría usado esa. A menos que pensaran que lucía
como una prostituta. ¡Maldita sea! Apuesto a que usaron la foto
escolar. Ugh. Eso sería suficiente para desalentar a alguien de su
cereal en la mañana. Espero que la impriman realmente pequeña.
Creo que no estaré en ningún periódico nacional. Las personas de mi
edad se pierden todo el tiempo, ¿no? Probablemente todos piensan
que me he escapado con un chico que conocí en el Internet. Tal vez
mamá hizo una de esas peticiones en la televisión local, pidiéndome
que volviera a casa, y diciendo que no estaría en problemas.
8 Trivial Pursuit: Es un juego de mesa sobre preguntas.
44
Nop. Apuesto a que en realidad se fue de vacaciones, o fue como si
nada a Londres para comprar más ropa que nunca usará. En serio,
¿cuántos pares de zapatos realmente necesitan las mujeres de su
edad? Quiero decir, me gustan los zapatos tanto como a cualquier
chica, pero tiene que haber algo mal con una mujer que compra
tres pares del mismo y los atesora en la parte posterior del armario.
Nadie me está buscando. Esa es la verdad.
45
Día 12 Traducido por Alba M. Grigori
Corregido por Johana ̂ ^
ormí bien. Ethan me trajo fruta fresca para el desayuno,
papaya, melón, mango y piña. No me hablo, y yo le devolví el
favor. Regreso cuando había terminado de comer para llevarse
el plato. Siempre parece saber cuándo he terminado de comer.
Nunca tengo que lidiar con sobras congeladas, lo que es bueno,
porque los malos olores me hacen vomitar. He buscado cámaras
ocultas o mirillas, pero no hay nada. Aunque vi un programa de
televisión una vez donde había una cámara oculta en la punta de
un bolígrafo. Así que tal vez él está mirando después de todo, pero
NO ME IMPORTA. Eso no hace una diferencia. Incluso no me importa
si lee esto. Quizás debo dejarlo, y entonces tal vez se dé cuenta que
estoy un poco desquiciada y que realmente debería dejar que me
vaya.
De vuelta a la historia interminable de Sal, pienso.
¿Así que quién en la tierra tuvo relaciones sexuales con Sal? Es un
mundo grande y Sal es magnífica, tan linda que la mayoría de la
población masculina podría estar bajo sospecha. Pero Sal es
quisquillosa, como REALMENTE quisquillosa. Siempre estaba
señalando chicos calientes para ella y a veces ella estaba medio
cálidamente de acuerdo, pero la mayoría del tiempo me había
mirado escépticamente. Era frustrante.
Sabía que ella todavía suspiraba por ese chico Chris, por lo tanto
había un potencial sospechoso. Sin embargo, ella definit ivamente
D
46
me lo habría dicho. Sin duda habíamos hablado de él bastante a
menudo. Sabía tanto acerca de ese chico que podría haber sido mi
tema especializado en Mastermind9. Él tiene su labio perforado,
asqueroso multiplicado por tres, pero Sal está obsesionada con eso.
Desafió todos los círculos escolares usuales... un poco emo, un poco
de los de patineta, un poco Señor Popular, incluso un poco
intelectual presumido, estaba dedicado a la física. Llevaba gafas
que eran intelectuales pero geniales. Para mi sonaba como si sufriera
algún tipo de crisis de identidad, pero cada uno con lo suyo. Sal me
mostró una foto de él en un baile de la escuela. Lucía
proporcionado, supongo.
Sentada en la mesa de la cocina, mirando las manchas de té, decidí
descartar a Chris. Simplemente no habría forma en la tierra de que
ella no me hubiera dicho. Incluso si estaba avergonzada por no usar
un condón. Todos hemos estado allí. Bueno, tal vez todos nosotros no
hemos estado allí. Pero yo he estado. No es exactamente algo de lo
que me sienta orgullosa, pero al menos se lo había admitido a Sal,
quien había procedido a darme una charla de diez minutos, bendita
ella.
A continuación, y casi el único otro sospechoso que tenía, era
Devon.
He conocido a Scott Devon durante ocho años, pero antes de que
Sal llegara sólo había hablado con él un puñado de veces.
Simplemente no cruzaba mi radar. Sal se sienta junto a él en historia,
y fue evidente desde el primer día que se conocieron, que él
adoraba el suelo sobre el que ella caminaba. Sal me dijo esto, no
porque se estuviera burlando de él, de hecho pensaba que era muy
dulce, sino porque pensó que tenía potencial. Ella siempre dijo que
en un par de años él crecería en aspecto y estaría repeliendo a las
chicas con un palo. Yo no estaba tan segura. Él es en cierto modo
9 Mastermind: (en español "Mente maestra") Es un juego de mesa, de ingenio y reflexión,
para dos jugadores.
47
flaco y su ropa no es grandiosa, pero tiene un agradable, y honesto
rostro, supongo.
Sal a veces hablaba de él, casi como si le diera vueltas a la idea.
Nunca la invitó a salir, y no puedo culparlo. Las chicas como Sal no
suelen salir con chicos como Devon. Además, sigue obsesionada con
Chris. Ella no escuchó cuando le dije que lo superara. Seguramente
incluso con su brillante optimismo feliz podía ver que nada nunca iba
a suceder allí. Las relaciones a larga distancia son para idiotas.
Así que... tal vez Devon finalmente tuvo el coraje de decirle algo a
Sal. O quizá él solamente consiguió que ella se emborrachara
realmente durante un encuentro literario e hizo su jugada. Ella podría
no haberme dicho si era Devon. Él era en cierto modo una
posibilidad.
La única otra opción era un completo desconocido, pero eso no
parecía como algo que 'Sal' hace. Ella cree en el romance, el amor
verdadero y toda esa porquería. NUNCA tendría sexo con un
extraño.
Y la idea de que podría haber sido violada... bueno, eso era
simplemente demasiado con lo que tratar para mí.
Trague los restos de mi té y deje la taza en el fregadero. La falta de
lavavajillas es una constante discordia entre mamá y yo. Lavar los
platos no construye el carácter. Teníamos un lavaplatos en la vieja
casa. Teníamos un MONTÓN de cosas en la vieja casa.
Subí lentamente y me detuve en la puerta de mi habitación. Sal
todavía estaba bastante dormida, ahora con un brazo por encima
de su cabeza, doblado a la altura de la muñeca contra la
cabecera, el otro brazo colgando fuera del lado de mi cama. Estaba
incluso roncando, un pequeño, apagado y lindo ronquido. Estaba
completamente fuera de sí.
Sabía lo que iba a hacer. Probablemente me mataría, pero valdría la
pena.
48
Escribí una nota y la sujete en la almohada junto a Sal. No quería que
se despertara y pensara que la había abandonado. Cogí mi bolso,
salí lentamente de la habitación, baje las escaleras y salí por la
puerta delantera. Había dejado de llover, y el aire era fresco.
Casi nunca voy a la farmacia que queda calle abajo, la selección
de maquillaje deja mucho que desear, y ni siquiera tienen algunos
colores decentes de barniz de uñas. Definitivamente atienden a
señoras un poco más maduritas. Una campana sonó cuando abrí la
puerta y la chica detrás del mostrador levanto la vista de su libro.
¡NO, NO, NO, NO, NO!
Estaba esperando a algún amable y querido viejo que olía a
lavanda, con gafas colgando de una cadena de oro alrededor de
su cuello.
No a Sophie Underwood.
Sophie Underwood. En serio, podría haber sido casi CUALQUIER
persona menos ella. Sophie y yo nos conocemos hace mucho
tiempo. Solíamos vivir en la misma calle, claro que ella todavía vive
allí, mientras que yo estoy atascada en un infierno de casa
suburbana con terraza. Fuimos muy amigas en la escuela primaria y
también en el primer año de secundaria. Hasta que empecé a
darme cuenta de que tal vez ella no era la clase de amiga con la
que quería ser relacionada por el resto de mis días de escuela. Cruel,
lo sé.
Ella siempre ha sido perfectamente encantadora, amistosa y
divertida, pero no demasiado graciosa. Pero es simplemente
demasiado buena. Nunca tiene una mala palabra que decir acerca
de alguien, lo cual está muy bien y la hace una persona mucho
mejor que yo. Pero con doce años me quede sin cosas que decirle.
Sophie comenzó a juntarse con un grupo de niñas bonitas pero no
muy populares, y de algún modo yo me abrí paso hacia la parte
popular. Y entonces simplemente nos distanciamos, de la misma
manera que muchos grupos de amigos parecieron hacerlo en esos
49
dos primeros años. Tú decides con quien vas a formar tu grupo y sólo
esperas lo mejor.
Ninguna de nosotras jamás dijo nada sobre la muerte gradual de
nuestra amistad. Aún diríamos un vago 'hola' cuando pasábamos la
una junto a la otra en el corredor.
Fue una de esas cosas. Una de esas cosas que te hace sentir como
un ser humano horrible.
Y ahora ella estaba de pie delante de mí, con una mirada de leve
sorpresa en su cara. ¿Qué demonios estaba haciendo trabajando
aquí? Vivía al otro lado de la ciudad, por amor a Dios. Hmm...
Incómodo. Le di un pequeño saludo con la mano, agradable y
despreocupado, y me dirigí directamente al escaparate de champú.
Al menos allí podría tener mi espalda hacia Sophie mientras
averiguaba cómo jugar esto.
No hubo manera de que pudiera escapar sin decir nada. No tiene
sentido jugar a la antigua tarjeta de "no es para mí, es para un
amiga", porque a) ella probablemente no me creería, y b) si lo
hiciera, sabría que era para Sal porque ¿quién más podría
posiblemente ser?
Por lo que tan sólo tendría que decir que era para mí. Brillante.
Algunas miradas furtivas alrededor de la tienda confirmaron mis
sospechas: las pruebas de embarazo estaban detrás del mostrador.
Tomé una respiración profunda y me dirigí hacia Sophie.
—Hey, Soph, ¿qué tal? —Ella me miraba con una media sonrisa, y
una ceja alzada, como queriendo decir: '¿cuándo fue la últ ima vez
que me llamaste Soph?'
—Hola, Grace. ¿Los exámenes van bien?
—Sí, ya sabes, lo de siempre. ¿Cómo vas tú?
50
Sophie puso los ojos en blanco. —Una pesadilla. Ni siquiera termine mi
examen de química ayer. —Sí, claro.
—Er... Soph. Esto es realmente incómodo, pero estoy segura de que
cosas como esta suceden todo el tiempo, trabajando aquí. La cosa
es que... necesito una prueba de embarazo. Esto es realmente
vergonzoso y no quiero que nadie se entere, y sé que puedo confiar
en que no dirás nada... —Balbuceo, balbuceo, balbuceo. En todo
caso, Sophie parecía la más incómoda y avergonzada de las dos.
Apareció un color rojo en sus mejillas, más en el lado izquierdo que en
el derecho, me di cuenta.
—Oh. Bien. Claro. Yo nunca... Yo nunca diría nada. ¿Estás bien? —
Parecía verdaderamente preocupada. Extendió la mano a través del
mostrador como si fuera a tocar mi brazo, y luego la retiró en el
último segundo. Obviamente recordando que ya no éramos amigas
y que sería algo extraño que ella me tocara.
Me encogí de hombros. —Sí, estoy bien. Sólo quiero terminar con
esto. Probablemente no es nada. Sólo estoy siendo paranoica —
Brevemente consideré darle alguna historia para sollozar, pero
recordé que siempre es mejor mantener las cosas simples cuando se
está mintiendo.
Sophie me dio la espalda y analizo los estantes. —Tenemos una
digital, si quieres probarla. Es un poco más caro, pero dice que es
99% confiable. O simplemente podrías ir con las de tipo antiguo. Creo
que también son buenas...
—Supongo que me quedare con la digital. ¿Cuánto es?
Sophie eligió una caja de la estantería y la puso en el mostrador. Su
cara todavía estaba manchada. Me dijo el precio y le entregue el
dinero en efectivo. Se apartó para teclear en la caja registradora y
me devolvió el cambio, evitando el contacto visual. Me entregó la
caja y me preguntó si quería una bolsa. Sólo la miré fijamente.
51
Sophie se estremeció. —Claro que quieres una bolsa. Lo siento. Esto
es sólo, bueno, es un poco raro, ¿no? Escucha, si hay algo... bueno,
tu sabes... —se quedó en silencio mientras andaba a busca a tientas
una bolsa bajo el mostrador.
La campana de la puerta de la tienda sonó de nuevo, y ambas
saltamos. Era sólo un viejecito, encorvado y arrastrando los pies.
Conocía una oportunidad de escapar cuando la veía. Tomé la bolsa,
dije unas rápidas pero sinceras gracias a Sophie y salí corriendo.
Me apresuré de vuelta por la carretera sintiéndome triste,
melancólica y rara. Empuje todo eso a la parte trasera de mi mente
para centrarme en la tarea que tenía por delante.
Le quite el seguro a la puerta y la empuje para abrirla. Sal estaba de
pie justo en frente de mí, con los ojos lagañosos, y el cabello
despelucado.
—Y ¿a dónde crees que vas...?
—Yo... —vaciló. Tímida, grandioso.
—¿Piensas que simplemente voy a permitirte hacer una escapada?
Usando mis pantalones vaqueros, ¡que descaro el tuyo! —Le sonreí, le
agarré los hombros, le di la vuelta y marche a su espalda hacia
arriba. Una vez que estuvimos de nuevo en mi habitación, senté a Sal
sobre la cama y puse en marcha mi plan:
—Bien. Aquí está el trato. Piensas que estás embarazada. No lo
sabes. No puedes saberlo hasta que te hayas hecho una prueba. Así
que, conseguí una —Pude ver que Sal estaba a punto de
interrumpirme, lo que me llevó a hablar tan pronto como fuera
posible—. Ahora sé que estás asustada, pero sabes tan bien como yo
que tienes que hacerlo para estar segura. Simplemente vamos a
averiguarlo de una manera u otra y entonces podremos continuar
con las cosas. Ahora estoy aquí. No tienes que pasar por esto tu sola.
Podemos hacer frente a lo que sea que suceda, te lo prometo.
52
Los segundos parecían extenderse para siempre mientras su voluntad
empezaba a ceder. Empecé a tamborilear con mis dedos sobre el
tocador, en parte porque estaba ansiosa, pero principalmente
porque sabía que era lo que impulsaba a Sal mentalmente. Ella lo
ODIABA.
—Eso no va a funcionar, sabes.
—¿Qué no va a funcionar? —le pregunté, siendo la imagen de la
inocencia.
—No vas a irritarme para que haga lo que tú quieras.
—Es difícilmente lo que quiero, ahora, ¿verdad? Sabes que tienes
que hacer esto. Vamos, Sal, tú eres sensata, ¿recuerdas? Así es cómo
funciona: yo hago algo estúpido, y tú me dices cómo arreglarlo. Si
sigues así, vas a alterar el delicado equilibrio de nuestra amistad. ¡Las
consecuencias podrían ser graves!
Eso logró levantar una pequeña sonrisa de Sal, lo que parecía un
progreso. Así que saque la caja de la bolsa y la abrí. Un análisis
rápido de las instrucciones fue suficiente para decirme lo que ya
sabía. Le entregue a Sal el palo/varita/cosa. Ella la miró como si
estuviera a punto de estallar, o como mínimo fuera a morder su
mano.
—Ahora, debes ir. Sabes qué hacer. No hay ninguna línea azul para
tratar de descifrar. Esto nos va a decir a nosotros con palabras y
todo, las maravillas de la tecnología, ¿eh?
Sal se levantó y tomó una respiración profunda. La abrace fuerte y
susurré—: Todo va a estar bien. Podemos hacer esto —Ella abandonó
la habitación, y escuché la puerta del baño cerrándose. Me
desplomé sobre la cama y mire al techo. La espera fue infernal.
Escuché el inodoro vaciarse y antes de que lo supiera Sal estaba de
vuelta en la habitación. Salté a una posición vertical, haciendo girar
mi cabeza.
53
—No puedo mirar, Grace. ¿Podrías...? —Me entregó la prueba. Su
pulgar estaba sobre la pequeña pantalla. Lo tomé de ella sin mirar.
—Bueno, por lo que dice podrías obtener un resultado dentro de un
minuto, pero simplemente vamos a esperar un poco más para estar
seguras.
Nos sentamos una frente a la otra sobre la cama, mi mano envuelta
fuertemente alrededor de la prueba. Así que esto era todo. En pocos
segundos estaríamos volviéndonos locas con el alivio, en cuyo caso
íbamos a ponernos seriamente borrachas, con o sin exámenes, o...
Agarré de la mano a Sal y la apreté, tanto para tranquilizarme a mí
como para tranquilizarla a ella. Entonces, cuando realmente no
había nada más que decir o hacer, bajé la mirada hacia la pantalla.
54
Día 13 Traducido por Emii_Gregori
Corregido por Andy Parth
sí que anoche fue extraño. Tuve otro sueño acerca de Ethan.
Era mi doctor y me estaba examinando mientras estaba
tendida en una cama de hospital. Escuchó los latidos de mi
corazón con un estetoscopio, luciendo preocupado. Luego emitió
una luz en mis ojos y negó con su cabeza. Y entonces me desperté.
Debo haber estar dando patadas, y mi pie tocó algo que
definitivamente no era la cama.
Ethan estaba sentado en el extremo de la cama, mirándome. Me
asusté.
—¿Qué demonios estás haciendo? ¿Ahora necesitas mirarme
dormir? ¡Jesús! ¿Qué te pasa? —Agarré el edredón y me aislé en la
esquina de la cama, tan lejos de él como pude. Ethan sólo me miró,
tan bello como siempre. Su rostro estaba medio iluminado por la luz
fluyendo a través de la puerta abierta. ¡La puerta abierta! Tal vez
esta era mi oportunidad de salir de aquí. Tenía que pensar rápido.
Primero que todo, tenía que tratar de no mirar hacia la puerta. No
quería que Ethan notara su error hasta que fuera demasiado tarde.
Tenía que calmarme. Mi corazón estaba golpe-golpe-golpeteando
más fuerte que cualquier otra cosa.
Nos sentamos en silencio durante un rato. Tuve la oportunidad de
mirarlo correctamente, mientras hacía mi mejor esfuerzo por ignorar
mi ruta de escape. Se veía diferente. No sólo estaba usando un color
apropiado por primera vez, estaba usando mí color… mi verde
favorito. Era una camisa ajustada con las mangas subidas hasta los
codos. Los tres primeros botones estaban desabrochados, y pude ver
A
55
su pecho suave y pálido. Me pregunté si sabía que era mi color
favorito. Por supuesto que no. ¿Cómo podría? Estaba usando sus
pantalones habituales, desgastados y descoloridos, y sus pies
estaban descalzos. ¡Ajá! Esa podría ser una ventaja considerable, si
fuera a haber una especie de escenario de persecución. Hasta que
recordé que estaba en la cama, y definitivamente no llevaba un par
de zapatos de correr súper rápidos. Idiota.
—¿Estabas soñando, Grace? —preguntó.
—¿Qué te importa?
—Lucías como si estuvieras soñando.
—No recuerdo. —No quería que supiera que había estado soñando
con él. Y había estado haciéndolo MUCHO en los últimos días.
Suspiró. —Me gusta soñar. Es mi parte favorita del día. ¿Has notado
alguna vez que los sueños pueden cambiar la manera en cómo te
sientes?
Sólo lo miré, sin decir nada. Si quería marcharse, era bienvenido a
hacerlo. Yo todavía estaba tratando de averiguar cómo hacer una
huida por la puerta.
—Bueno, podrías pensar de una manera sobre algo, o alguien, y
luego soñar con eso. Y es completamente diferente a la forma en
que pensaste que sería. Despiertas, y todo ha cambiado. —No tenía
ni idea de lo que estaba hablando.
Sus ojos eran intensos, más oscuros que de costumbre. —La puerta
está abierta, Grace. La puerta siempre está abierta. —Giré mi
cabeza hacia la puerta, pero estaba cerrada. Y estaba oscuro. Y
Ethan no estaba allí. Era la vieja situación de sueño-dentro-de-otro-
sueño. Hijo de puta. ¡DESPIERTA!
56
Me levanté y caminé suave y silenciosamente hacia la puerta.
Estaba cerrada con llave. Por supuesto que estaba cerrada. Empecé
a llorar.
Necesito estar fuera de aquí.
Necesito ver el cielo.
Necesito correr.
Ethan me trajo un desayuno anticipado. Por lo menos creo que fue
un desayuno anticipado. Realmente no hay forma de saberlo. Todo
lo que sé es que todavía estaba lloriqueando después de ese sueño.
Sin embargo se sentía temprano, como si nadie más en el mundo
estuviera despierto. Ethan no estaba vestido de verde. Llevaba una
camiseta negra y jeans grises. Luce agotado hoy. Es la primera vez
que luce un poco menos que perfecto desde que he estado aquí.
Tal vez su conciencia lo mantiene despierto en la noche.
Me preguntó si había dormido bien. “No del todo”, dije. Le dije que
parecía cansado y mentalmente me pateé, no quería que pensara
que me importaba.
Parecía un poco sorprendido de que lo hubiera notado. Hizo una
pausa y dijo—: No es fácil, ¿verdad, Grace? —Negué con la cabeza,
sin entender completamente. Me sonrió con una encantadora y triste
sonrisa y dejó la habitación.
Salté a la ducha inmediatamente después del desayuno. Me gusta
que el agua esté casi hirv iendo, borra la confusión de mi cerebro. Me
quedé allí durante algún tiempo con el agua corriendo por mis
hombros. Mantuve firmes mis brazos delante de mí, las cicatrices se
destacaban contra el resto de mi piel rojiza. Con la uña, rasguñé
hacia abajo mi antebrazo izquierdo. Una y otra vez. Cada vez más
57
fuerte. No podía hacerlo sangrar, pero el dolor se sentía bien. Me
sentía más despierta. Más viva.
Ahora mi brazo está cubierto de feos arañazos rojos. No me importa.
Pero no quiero que Ethan los vea. No creo que le guste.
Sal estaba embarazada. Ese fue el punto decisivo… cuando todo se
volvió una mierda.
No sucedió de inmediato. Todo estuvo de alguna manera bien, de
una forma horrible, durante un tiempo. Por supuesto, Sal estaba
devastada. Había muchas lágrimas y llamadas telefónicas nocturnas,
pero de alguna manera ambas logramos deslizarnos pasar
torpemente por nuestros exámenes sin echarlo todo a perder. Sal
tuvo que salir corriendo del examen Literatura Inglesa por estar
enferma, pero ya había terminado el examen por lo que no fue gran
cosa. Lo atribuyó a una intoxicación alimentaria por la comida de
Gino. No fue exactamente justo para Gino.
Fue un mal tiempo para Sal, pero había algo en ello que me hizo
sentir algo bien. Eso suena horrible. Pero, quizá por primera vez en mi
vida, me sentí útil y... no sé... ¿necesaria? Mi mejor amiga estaba
pasando por la peor cosa imaginable, y yo estaba, de alguna
manera extraña y perversa, disfrutándolo. ¿Qué tan grave es eso? No
lo sé, tal vez “disfrutar” no es la pa labra adecuada, pero había una
cierta cantidad de emoción en todo este drama. Me sentía más que
terrible por Sal, y realmente habría hecho cualquier cosa en mi poder
para cambiar la situación. Pero todo lo que podía hacer era
ayudarla a pasar por esto lo mejor que podía, siendo el tipo de mejor
amiga que se merecía. Y eso es lo que traté de hacer.
La cubrí con sus padres, siempre y cuando la llamaran. Cuando
Devon llegó a husmear porque había “detectado” que algo andaba
mal, lo alejé de la pista. Fui con ella donde el doctor, me había
58
tomado semanas convencerla para que fuera. Sal sostuvo que
quería sacar sus exámenes del camino primero. La molesté y la
molesté, pero ella no se movería.
Por supuesto, no había duda de lo que Sal iba a hacer: no había
manera de que pudiera quedarse con el bebé. Ni siquiera hablamos
de ello como una opción. Nada como esos programas de televisión
cursis donde hay una gran cantidad de angustiosas tomas de
decisiones, y conversaciones íntimas sobre cómo podría estar bien
para una estudiante criar a un bebé por su cuenta. Y cómo el bebé
era una parte de ella ahora y bla, bla, bla, bla. Nop. Sal no quería al
bebé, y eso era todo.
Todavía quería saber con quién había tenido sexo. En lo que a mí
respecta, simplemente no estaba jugando limpio. Debería ser ojo por
ojo, te diré lo mío, si me dices lo tuyo. Sin embargo, hice mi mejor
esfuerzo para ignorar el resentimiento que estaba empezando a
supurar en mi interior.
Sal realmente no quiso que fuera con ella donde el doctor, pero
insistí. No es que no confiara en ella para ir por su cuenta,
simplemente sentí que debía estar allí. El doctor le habló sobre sus
opciones a Sal, pero noté que ella no estaba escuchando. Cuando
el doctor hubo terminado, Sal le explicó con calma que ya había
considerado todas sus opciones con gran detalle, mentira, y que no
era tonta, verdad, y sabía que no estaba lista para la
responsabilidad, también verdad. Estaba misteriosamente
recompuesta. Era casi como si no estuviera allí, o como si estuviera
viendo todo a través de un panel de vidrio. Un panel de vidrio
opaco.
La mala noticia es que no deberíamos haber esperado esos pares de
semanas extra. Si Sal hubiera ido al doctor antes, le habrían dado
unas pastillas para interrumpir el embarazo. No habría sido
agradable, pero no habría tenido que pasar por el trauma de ir a
una clínica. Me sentí como si hubiera decepcionado a Sal. Debería
59
haberla hecho escuchar. Debería haberla forzado a ver al doctor
antes. Tal vez había estado demasiado ocupada disfrutando del
drama de todo esto. Tal vez.
Era extraño, ambas habíamos aceptado la idea de un aborto hasta
que averiguamos que no debería haber necesitado uno en primer
lugar. No sé por qué, pero tener que someterse a una operación real
parecía mucho peor que tomar algunas past illas, aunque el
resultado final era el mismo.
Entonces algo cambió en Sal, creo. Dejamos el consultorio, después
de haber hecho una cita para ir a la clínica la semana siguiente.
Sugerí dirigirnos a una cuchara grasienta10 que conocía por una taza
de té.
Nos sentamos una frente a la otra en la parte trasera de la cafetería.
La mesa tenía más chips sobre ella de los que tenía el menú. El té era
amargo y fuerte. Sal estaba distraída, pero eso no era de extrañar. Yo
estaba farfullando sobre cómo todo iba a estar bien, y que pronto
sería capaz de dejar todo tras ella y… ¿no había sido agradable el
doctor?
Sal me interrumpió. —Grace, ¿puedes simplemente detenerte, por
favor?
—¿Detener qué?
Sal me miró como si estuviera siendo especialmente pesada. —
¿Podemos simplemente…? No puedo hacer esto ahora. Tengo que
irme. —Ella empujó su silla hacia atrás. Esto hizo un chirrido horrible
sobre el linóleo.
—¿Adónde vas? ¿Qué pasa? —Estaba desconcertada. Sabía que
ella estaba molesta… pero se suponía que debía estar molest a
10 Greacy Spoon (Cuchara grasienta): Es una expresión coloquial o slang en Gran Bretaña
y Estados Unidos acerca de locales donde se sirve comida barata, incluye algunos cafés.
60
conmigo, no con sí misma en alguna parte. Así no debían ser las
cosas.
Sal tenía lágrimas en sus ojos y su voz era temblorosa cuando dijo—:
Es sólo... nada. Tengo que ir a casa. —Luego salió de la cafetería
antes de que incluso supiera lo que estaba sucediendo. Dejándome
a cargo de la factura. Genial.
Pagué y me precipité a salir para alcanzarla. Me imaginé que estaría
a la vuelta de la esquina, lista para disculparse por ser tal reina del
drama. No lo estaba, así que la llamé. Su teléfono fue directament e
al buzón de voz. Qué ext raño. Sal nunca apagaba su teléfono.
Nunca jamás. Habíamos hecho un trato.
Los rasguños en mi brazo se están desvaneciendo.
Un bolígrafo roto funciona mejor que las uñas.
Sangre en mi pijama.
Rojo. Blanco.
Otra visita de Ethan. El verdadero, no el del sueño… creo. Vio la
sangre de inmediato, probablemente porque no traté de ocultarla.
—Dame tu mano —dijo, tan bajo que ni siquiera estaba segura de
que lo había dicho en voz alta. Suavemente apartó el bolígrafo roto
de mi mano haciendo palanca y lo puso en el bolsillo de sus
pantalones—. Te traeré algo de ropa limpia.
Un par de minutos más tarde estaba de regreso con otro conjunto de
pijamas, idénticos a los que llevaba. —¿Quieres ayuda con eso? —Él
asintió hacia mis brazos sangrientos. Negué con la cabeza, que se
sentía borrosa y lenta.
61
—Asegúrate de limpiarlos bien. Hay antiséptico bajo el lavamanos. —
Asentí, tomé la ropa de la cama y fui al baño. Sentí como si estuviera
caminando bajo el agua.
Cuando salí diez minutos más tarde, Ethan estaba sentado en la
cama con el sangriento bolígrafo en sus manos. No parecía
importarle estar consiguiendo que sus dedos se cubrieran de mi
sangre. —¿Debo llevarme los bolígrafos? —Su tono era neutro.
—No, por favor, no lo hagas. Yo... tengo que escribir. Es todo lo que
puedo hacer.
—No puedes seguir haciendo esto, Grace. Lo sabes, ¿no?
Estaba empezando a entrar en pánico ahora. Si no podía escribir,
realmente podía empezar a perderlo. —Por favor, Ethan. No lo
volveré a hacer, te lo prometo. —Levantó la vista, y sentí como si
estuviera mirándome realmente. Sostuve su mirada tanto como pude
soportar antes de apartarla. Él sabía que estaba mintiendo. No podía
hacer una promesa así.
Lo he intentado y he fallado antes.
Ethan se levantó y caminó hacia la puerta, y me dejó mirando al
vacío. Mientras abría la puerta, dijo—: A veces es difícil para nosotros
entender por qué la gente hace las cosas que hace, ¿no? —Esperé
por el familiar golpe de los cerrojos. Cuando escuché eso, susurré un
tranquilo “Ni me lo digas” a la habitación vacía.
Me senté en la cama y enrollé mis mangas. Mirando mis brazos,
surcados por cicatrices, viejas y nuevas, me llamó la atención por
primera vez la idea de que es una cosa extraña para hacerte a ti
mismo.
62
Día 14 Traducido por Kernel
Corregido por TwistedGirl
so lo hace una quincena tranquila. Dos semanas completas
aquí y nada ha cambiado. En realidad eso no es estrictamente
cierto: hoy limpié el baño. Fue una pequeña sorpresa. Estaba
comenzando a no verse tan blanco. Y por alguna razón eso me
molestó. Si por algún milagro, un caballero de brillante armadura me
rescata, y no puedo exactamente imaginar voluntarios haciendo
cola para el trabajo, no quiero que piense que soy una cerda total.
A veces me descubro en una mentira. La verdad es que no quiero
que Ethan piense que soy una cerda total. Ahí. Eso está mejor. No sé
por qué me importa, pero lo hago. Mamá estaría orgullosa. Sólo se
necesitaron dos semanas completas en cautiverio para que
finalmente hiciera algunas tareas.
Hay blanqueador debajo del fregadero.
Me pregunto cómo sería beberlo.
Ethan trajo mi almuerzo mientras estaba en mi misión de limpieza.
Asomó su cabeza por la puerta del baño y me sonrió. Antes de que
pudiera detenerme, le devolví la sonrisa. Ninguno de los dos habló. El
almuerzo fue una ensalada. Me comí todo en unos diez minutos.
Fregar debe haberme abierto el apetito. No he escrito esta tarde, me
ejercitaba. Algunos abdominales, unos cuantos estiramientos, nada
demasiado fuerte. Caminé de pared a pared unas cien veces.
E
63
No podía localizar a Sal la tarde después que fuimos donde el
médico. Su celular todavía estaba apagado y no había nadie en
casa tampoco. O por lo menos, nadie contestaba el teléfono. Sólo
podía imaginar a Sal manteniéndose sobre el teléfono, poniendo los
ojos en blanco por el hecho de que yo simplemente no me rendiría.
Lo admitiré: estaba seriamente preocupada. No tenía idea de lo que
estaba pasando.
Los días siguientes no fueron muy divertidos. Deje innumerables
mensajes en el teléfono de Sal y un par en el número de su casa. La
única vez que hable con su padre, dijo que ella estaba fuera. Sin
embargo, no quería acosarla demasiado en casa, no quería levantar
ninguna sospecha. Tal vez sólo necesitaba un respiro, un poco de
tiempo para pensar en la próxima semana.
Finalmente decidí que se pondría en contacto cuando estuviera bien
y lista. Y cuando lo estuviera, iba a estar allí con todo el té y simpatía
que ella alguna vez podría desear. Traté de ignorar el hecho de que
estaba molesta por cómo había actuado en el café. Y molesta
porque estuviera ignorando mis llamadas. Y todavía molesta porque
se había negado a decirme con quien se había acostado. Bastantes
molestias en realidad, pero estaba dispuesta a dejar eso a un lado.
Por ahora.
Estaba segura de que se pondría en contacto conmigo antes de la
próxima semana. Y no había manera de que fuera a dejarla pasar
por esa pesadilla sola. Así que esperé, y esperé un poco más.
Nada.
El día antes de la cita de Sal, lo intenté por última vez. Le dejé un
mensaje suplicante en su celular, diciéndole que TENÍA que
llamarme, y que sabía que las cosas habían sido difíciles, pero iba a
estar ahí para ella mañana, sin importar lo que dijera. Pocas horas
después recibí un mensaje de texto en respuesta: “Nos vemos en el
parque a las 9, por los columpios”. Corto y no tan dulce. No 'lo siento',
64
no 'xxx', nada de nada. Sin embargo, al menos, por fin había
accedido a verme.
Llegué al parque diez minutos antes y me acercaba hacia los
columpios. Sal ya estaba allí, para mi sorpresa. Ella nunca llegaba a
tiempo. Tenía una especie de bloqueo mental sobre eso. La he visto
t ratar de salir de la casa a buena hora, sólo para darse cuenta que
había extraviado sus llaves o su teléfono o su bolso o... oh espera…
estos no eran los pantalones vaqueros que quería usar hoy porque
parecía que podría llover más tarde. Así que, verla ahí,
balanceándose hacia delante y atrás, fue un poco desconcertante.
Sal me vio llegar. La saludé con la mano. Ella no lo hizo. Bieeen. En
cierto modo quería dar la vuelta y volver a casa, pero en realidad
esa no era una opción. Me acerqué con cautela y me senté en el
columpio a su lado. Ella no me miró.
—¿Dónde has estado, Sal? He estado preocupada.
—No he estado en ningún sitio. Sólo quería un poco de espacio. —
Me miró. Se veía, no sé, un poco angustiada.
—Muy bien, puedo entender eso. Sin embargo podrías simplemente
habérmelo dicho.
Sal negó con la cabeza. Su mano estaba en su vientre, frotándolo
suavemente.
—Háblame, Sal. ¿Por favor?
—¿Qué quieres que diga?
—Bueno, para empezar, ¿quieres que vaya contigo mañana, o te
encuentro en la clínica? —Estaba perfectamente dispuesta a
olvidarme de la forma en que había actuado, al menos hasta
después del aborto.
—No quiero que vayas. —Hubo una firme determinación en su voz
que no me gustaba ni un poquito.
65
—No seas estúpida, ¡Por supuesto que voy! —No hay manera de que
la dejara pasar por algo como esto ella sola—. Vamos, Sal...
—No me estás escuchando. No te quiero allí.
—¿Por qué no? ¿Alguien más va? ¿Le has dicho a tu madre? —Una
sonrisa fugaz de Sal, tan fugaz que ni siquiera estaba segura de
haberla visto.
—Sí, claro.
—Así que, ¿quién entonces? Espera... le has dicho... al chico, ¿Quiero
decir? —Esto podría ser un progreso. Si el chico X estaba haciendo
frente a sus responsabilidades, sólo podía ser una buena cosa.
Sal negó con la cabeza, y las lágrimas brotaron de sus ojos. Tomé su
mano y ella se estremeció. ¡Realmente se estremeció! ¿Qué carajos?
—Sal, ¿Qué está mal contigo? ¡Jesús! —Me levanté del columpio y
me arrodille delante de ella, obligándola a mirarme.
—Realmente no tienes idea, ¿verdad? —Ella negó con la cabeza
lentamente mientras hablaba.
—¡No tengo un scooby!11 Dime. Vamos, me puedes decir cualquier
cosa... ya lo sabes.
Ella tomo una respiración profunda, armándose de valor para lo que
estaba a punto de decir.
—Todo esto es culpa tuya.
No pude hablar por varios minutos. Y cuando finalmente lo logre, lo
que salió no fue ni siquiera una palabra adecuada, fue más como un
sonido vocal incrédulo.
11 Scooby Doo: Personaje ficticio de la serie televisiva animada, de su mismo nombre.
66
—Esto nunca habría sucedido si no hubiera sido por ti. —Sal habló en
voz baja, pero había una amargura subyacente que nunca había
oído en ella antes.
Sentí los primeros parpadeos de ira, frustración y peligro. —¿Qué
carajos? No hablas en serio, ¿verdad?
—¿Me veo como que estoy bromeando? —Ahora Sal estaba
mostrando su enojo también. ¿Cómo puede estar pasando esto?
Estaba viendo una mala obra en que los actores estaban haciendo
el diálogo todo mal.
—¿Cómo puede ser culpa mía? Por lo que puedo entender, lo que
no es mucho porque no me has dicho nada, has tenido relaciones
sexuales con un chico al azar, no usaste un condón y... bueno, eso es
prácticamente todo lo que sé, ¿no? Ahora explícame exactamente
¿qué parte es mi culpa? Vamos, dime. Lo siento por ser densa, ¡Si es
tan jodidamente obvio! —Estaba de pie ahora, no completamente
gritando, pero más o menos escupiendo las palabras. Papá siempre
me dijo que tenía un poco de mal genio.
—No tienes idea de qué demonios estás hablando, como siempre —
dijo Sal.
La conversación era una espiral fuera de control, pero no había
nada que pudiera hacer para impedirlo. —No sé qué te pasa. Ni
siquiera tiene sentido. ¡Sal, no he hecho nada malo y lo sabes!
—¿Por qué crees que estoy en esta situación?
Me sentí como si estuviera caminando en una especie de trampa,
pero no podía ver completamente cómo. —Um... bueno... duh...
déjame ver. Supongo que fue algo como esto: conociste a un chico,
probablemente hubo un poco de besos, él te manoseo, por fin te
diste cuenta de que no querías ser la última virgen de la faz de la
tierra y que tal vez esperar a tu verdadero amor era una completa
pérdida de tiempo después de todo, por lo que le permitiste echarse
67
un polvo12 contigo. Probablemente duró unos dos minutos, y luego
fue Boo, hoo, hoo todo el camino a casa.
Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, sabía que había
cometido un terrible error. Sal parecía cómo sí la hubiera abofeteado
en la cara. Traté de dar marcha atrás.
—Mierda, Sal, lo siento. No quise decir eso. Sólo me puse toda...
bueno, ya sabes cómo me pongo a veces... Las palabras escapan
de mi boca. No sé de lo que estoy hablando. —Extendí la mano para
tocarle el brazo y miró mi mano como si fuera una especie de insecto
mutante.
—No me toques —dijo con voz hueca—, ¿Te acuerdas la noche del
viernes que salimos justo antes de Semana Santa? ¿Ligaste con como
tres o incluso cuatro chicos en ese club, y me dejaste sentada por mi
cuenta en la esquina?
—Sí, lo recuerdo. Te dije que lo sentía. No veo que tiene eso que ver
con nada, sin embargo —dije de mala gana.
—Estabas completamente fuera de ti cuando volviste por mí. No hay
sorpresa. ¿Te acuerdas de lo que me dijiste en la cocina?
Mentalmente rebobiné hasta la noche en cuestión, pero no servía de
nada. Negué con la cabeza.
Sal reflejo mi movimiento de la cabeza, murmurando „t ípico’, en voz
baja. —Me dijiste que si no perdía mi virginidad pronto, ibas a
inscribirme a un convento, o ibas a elegir a un chico tu misma para
hacer los honores.
Ouch. Eso sonaba como algo que yo diría.
Sal continuó—: Dijiste que suspirar por Chris era una pérdida de
tiempo, que era „ingenua‟ por pensar que algo podría suceder allí, y
12 Echar un polvo. Tener relaciones sexuales.
68
que era „demasiaaaaaaaado delicada para mi propio bien‟. ¿Ahora
suena familiar? ¿Comienzas a recordar?
—¿Es eso de lo que se trata? Digo algo estúpido cuando estoy
enojada, y tú sales y tienes sexo con un chico a causa de ello. Ahora,
dime exactamente funciona eso.
—Realmente no tienes idea de la perra que puede ser a veces,
¿verdad?
—Por el amor de Cristo, era una broma, Sal. ¡Estaba borracha! Esto es
ridículo. —Me aparté de ella.
—No fue sólo esa noche, Grace, fueron pequeños y constantes
detalles sobre esto, todo el tiempo. Tal vez no lo recuerdes ¡Pero yo sí!
Si tu mejor amiga te dice algo suficientes veces, empiezas a creerlo.
No me hubiera acostado con nadie si no hubiera sido por ti... ¡No
estaba preparada! Lo que podría ser difícil de entender para ti,
Pequeña Señorita „Oh, sólo te he conocido durante cinco minutos,
pero, por supuesto, voy a tener sexo cont igo. Esto podría hacerme
sent ir un poco más yo misma y, finalmente, demost rar que soy en
realidad algo que vale la pena, en lugar de ser un bicho raro que se
corta en un patét ico intento de obtener la simpat ía de la gente…‟
Le di una cachetada a Sal de lleno en la cara, fuerte.
Sal se sorprendió, y yo también. Nunca había golpeado a nadie en
mi vida. Me alejé, dejándola de pie ahí boquiabierta tras de mí.
Me sentía entumecida. ¿Cómo pudo haber sucedido esto? Nuestra
amistad había terminado, eso era seguro. No habría vuelta atrás de
esto. Durante todo este tiempo yo pensaba que Sal se preocupaba
por mí... ¿Y después escucharla soltando el veneno?
Comencé a correr. Tan rápido como pude. Lejos de la Sal. Lejos de
todo.
69
Pero no importó lo rápido que corrí, porque no podía correr más
rápido que mis lágrimas.
70
Día 15 Traducido por sooi.luuli
Corregido por Andy Parth
ás sueños. Algunos que parecían continuar para siempre, y
algunos que eran sólo instantáneos. Hay sólo uno que puedo
recordar claramente, sin embargo; los otros acaban siempre
que intento centrar mi mente. Tal vez recordaré más tarde. No soy
una de esas personas que piensan que los sueños necesariamente
significan algo, pero supongo que soy de mente abierta sobre toda
la cosa.
La última noche soñé que estaba teniendo sexo con Nat. Todo
acerca de eso era perfecto. Su olor, su toque en mi piel, el
movimiento de sus tensos y fuertes músculos de la espalda bajo mis
manos. No estábamos en su cama o en la mía… estábamos en la
cama de Sal. El sexo estuvo bien, tal vez incluso mejor de lo que
nunca lo fue en mi vida.
Y entonces el viejo truco de sueño morphing13 ocurrió de nuevo, y de
repente Ethan estaba encima de mí. Pero aún estaba Nat también.
Una preciosa clase de híbrido entre Ethan/Nat.
Más tarde, estoy con mi cabeza en su pecho. Definitivamente era
todo Ethan ahora. Su pecho era muy pálido.
Estuve allí por lo que parecieron horas. Hasta que noté que no podía
escuchar el latido de su corazón. Su pecho no estaba subiendo y
bajando de la manera en que debería, no estaba respirando. Fui
directo a mirar su cara. Y él sólo me sonreía de una manera pacífica
13 Morphing, Es un efecto que cambia una imagen a otra a través de una transición sin
dificultades.
M
71
y dijo, “¿Cuál es el problema, Gracie?” Le dije que no podía
escuchar su latido y que había pensado que estaba muerto. Me
sonrió de nuevo, sacudiendo su cabeza como si estuviera
reaccionando de sobremanera. “¿Tal vez no estás escuchando lo
suficientemente fuerte? Escucha cuidadosamente y puedes
escuchar el océano.” Presioné mi oreja contra su pecho y hubo un
latido, débil pero definitivamente estaba allí. Y pude escuchar el
océano, la marea fluyendo dentro y fuera, dentro y fuera. Sonreí.
Y entonces desperté, medio caliente, medio perpleja. Los sueños son
agotadores.
Algo ha cambiado en mí, creo. No puedo señalar exactamente
cuándo cambió, pero definitivamente lo ha hecho. He dejado de
preguntarme por qué estoy aquí. Sólo lo estoy. Esta es la manera en
que las cosas son. No sé cómo va a resultar, pero tal vez no importa.
Pero aún quiero saber sobre Ethan. Necesito saber sobre Ethan. ¿Qué
hace todo el día? ¿Dónde duerme? ¿Nunca sale? ¿Es feliz?
Voy a intentar hablar con él, como es debido. No más irritabilidad, no
más lágrimas.
Comienzo hoy.
Después de almorzar, Ethan me llevó unos jogging14 grises y un par de
camisetas blancas. También algo de ropa interior. Todo me quedaba
bien. Cuando me entregó la pila cuidadosamente doblada, lo miré
con curiosidad.
Él se ruborizó. —Para cuando te ejercites, pensé que tú… —le
agradecí, notando un par de cintas negras para recogerme el
cabello situadas en la parte superior de la pila. Él obviamente había
pensado en esto. Es sólo que ahora me estoy preguntando cómo
14 Jogging, pantalón de deporte.
72
sabía que había comenzado a ejercitarme. ¿Y cómo sabía que no
era sólo algo de una vez?
Se sentía bien estar fuera de esos pijamas por un rato. Se sentía un
poco como yo otra vez. Era bueno hacer algo de ejercicio, hacer
algo más además de recordar. Incluso intenté hacer algunas
flexiones, antes de que me diera cuenta que era un poco
demasiado ambicioso después de apenas haberme movido en dos
semanas. Voy a tener que intentar hacer un poquito más todos los
días si voy a permanecer sana.
Ethan volvió esta tarde. Yo yacía en el piso, mi corazón latiendo
salvajemente. Había estado corriendo sin moverme del lugar por diez
minutos, lo cual normalmente ni siquiera me haría empezar a sudar.
Estaba cansada. Escuché la puerta abrirse detrás de mí. Ethan se
cernió sobre mí, su cara al revés.
—Hola —hablé con voz ronca.
—Hola —dijo—. ¿Cómo te sientes?
—Extremadamente hecha polvo —repliqué. Lo escuché más que
verlo, acercarse y sentarse en el borde de la cama. Me quedé
donde estaba, en el piso, con un brazo colgado sobre mi frente. Esta
era mi oportunidad—. ¿Ethan es tu nombre verdadero?
—¿Crees que te mentiría, Grace?
—No lo sé. Tal vez. Es uno de mis nombres favoritos, sabes.
—¿Lo es? Estoy contento. —Sonrió.
—¿Tienes un apellido?
—¿No todos lo tienen?
—Eres muy confuso, sabes.
—¿No lo son todos?
73
Me reí ante esto. —OK, ¿qué haces todo el día entonces? No puedes
sólo pasar todo tu tiempo cocinando y lavando. ¿Cuán aburrido es
eso? ¿Cocinas mis comidas? —Estaba determinada a conseguir
información de él.
Él vaciló. —No es importante.
Suspiré. Esto no iba exactamente de acuerdo al plan. —Te ves
cansado. —Era verdad. Oscuros círculos ensombrecían sus ojos, y su
piel estaba cetrina.
—No deberías preocuparte por mí, Grace. ¿Cómo está yendo eso?
—Gesticuló hacia el escritorio.
Me las arreglé para subir y apoyarme en un codo, consciente de que
él estaba consiguiendo más que una decente vista de mis pechos—.
No estoy segura. Es duro. Duele… pensar en cosas.
Ethan me miró por unos segundos. —Tal vez el dolor no siempre es
una cosa mala. —Se levantó y estiró, conteniendo un bostezo—. Te
dejaré para eso. Se está haciendo tarde. —Cerró la puerta tras él y
me quedé preguntándome a qué se refería.
No se estaba haciendo tarde.
¿O sí?
Después de mi pelea con Sal, corrí todo el camino a casa. Los casi
cinco kilómetros pasaron en un borrón. Las lágrimas se habían
secado para cuando llegué a la puerta principal. Apenas dormí esa
noche. En su lugar repetí la conversación en mi cabeza, una y otra
vez… intentando hacer que tuviera sentido. Era imposible.
El día siguiente fue incluso peor. Sabiendo por lo que estaba
pasando Sal, sola. Cada varios minutos miraba el reloj en mi celular.
Una hora antes de la cita de Sal, no pude soportarlo más, y llamé al
74
número de Sal. Directo al buzón de mensajes. —Sal, soy yo. Yo… en
verdad no sé qué decir. Espero que hoy vaya bien. Anoche fue…
creo que necesitamos hablar de ello. Llámame.
No escuché nada de Sal… ese día, o el siguiente. Sabía que debe
haber llevado adelante el aborto. No había duda de eso. Me sentía
horrible de que hubiera tenido que pasar sola por eso, pero estaba
demasiado enojada por lo que ella había dicho.
No podía superar el hecho de que Sal claramente había escondido
esos sentimientos sobre mí desde hace algún tiempo. Lo que le había
dicho era estúpido, sin dudas. ¿Pero culparme de embarazarse? Eso
era demasiado. Esta era Sal, la persona más sensible, inteligente, y
realista que conocía. No tenía sentido en lo absoluto. Aún así, no me
impedía sentirme mal por lo que había dicho, en el parque y esa
noche después del club. Idiota en extremo, pero Sal me conocía.
Pensaba que sabía cuándo tomarme en serio y cuándo simplemente
ignorarme. Todo había estado bien entre nosot ras antes de la visita
del doctor, ¿o no?
Pasaron días y días… un borrón de lágrimas de enojo y confusión. Lo
corté. Incluso después de lo que Sal había dicho.
Me fui un poco, demasiado, profundo con uno de los cortes en mi
brazo. La sangre salía tan rápido que pensaba que nunca la
detendría. Probé una gota. Estaba caliente en mi lengua.
Mamá sabía completamente bien que algo estaba pasando. Incluso
intentó hablar conmigo. La ignoré. Estaba tan sola… absolutamente
desesperada por hablar con alguien. Pero no lo suficientemente
desesperada para hablar con ella.
Por poco tiempo consideré llamar a Sophie. En verdad estaba un
poco enojada con ella. Pensaba que podría haber llamado para ver
cómo estaba. Después de todo, por lo que ella sabía yo podría
haber estado embarazada. Sabía que estaba siendo ridícula porque
a) había dejado caer a esa chica como un ladrillo realmente pesado
75
y no merecía su preocupación, y b) le había mentido sobre el test de
embarazo. Así que mi indignación era apenas justificada.
No llamé a nadie, y nadie me llamó. Me estaba sofocando con la
soledad. El dolor era casi físico. Me sentí como destrozándome.
Quería escapar de mi propia piel.
Y entonces una noche todo cambió. Había pasado la tarde en mi
habitación, bebiendo, intentando olvidar. Escuchando música
depresiva. Siendo una total adolescente. Incluso me llamé la
atención en ese momento: era un cliché, y ni siquiera uno bueno.
Decidí levantar mi culo y hacer algo. Me cambié a mis leggins y una
vieja camiseta, me puse mis fieles zapatillas y salí corriendo de la
casa. Correr mientras estas borracha, puedo perfectamente
recomendarlo. Volé por las calles. Sí, hubo un tropezón aquí y allá,
pero aparte diría que el alcohol más que estorbar, ayuda. No pasó
mucho tiempo antes de que sintiera el mismo apuro que el correr
siempre me da. Podía haber corrido por siempre. Ni siquiera me
molesté cuando comenzó a llover. Corrí pesadamente sobre el
pavimento, incluso con más fuerza.
No tenía la intención de terminar en la casa de Sal. No
conscientemente de cualquier manera. Pero lo suficientemente
segura, ahí fue donde me encontré. Inclinándome contra el farol,
levantando la mirada hacia la ventana de su habitación como
alguna especie de loca acosadora. Me quedé allí de pie, intentando
contener el aliento, preguntándome qué hacer. Ya no me sentía
borracha, de eso estaba segura. No era tan tarde; la luz de Sal
estaba encendida. Las cortinas estaban descorridas. Estaba tan
cerca de acercarme hasta la puerta principal y tocar el timbre.
Estaba dividida. Parte de mí quería agarrar a Sal, darle el abrazo más
grande del mundo y rezar por que todo pudiera volver a como había
sido antes. Y una parte de mí quería agarrarla y sacudirla y gritar y
chillar, "¿Cómo pudiste haberme dicho esas cosas?" Quería hacer
ambas cosas y ninguna de ellas. No hice nada.
76
Le di la espalda a la casa de Sal y anduve con los hombros caídos
por la calle. De repente, la idea de correr todo el camino a casa no
parecía tan atractiva. Me sentía enferma, y sólo… triste. Me dirigí a la
parada de bus más cercana sin pensarlo dos veces. Había un chico
allí, sentado en la marquesina en la oscuridad. La luz debe haber
estado rota. Me senté en el otro extremo del banco, no tenía la
energía para quedarme de pie. Recliné mi cabeza contra el vidrio y
cerré los ojos. Respiré, inhalando y exhalando, inhalando y
exhalando, intentando vaciar mi cabeza de cualquier cosa. Estaba
lloviendo de nuevo. Podía escucharla golpeteando contra el techo
de la marquesina, y el suave sonido de los neumáticos de los coches
en el húmedo asfalto.
Sabía que el chico estaba mirándome. Puedes sentirlo a veces, ¿o
no? Con un suspiro abrí mis ojos y me voltee hacia él. Apartó la
mirada rápida y culpablemente. Y entonces volvió la mirada hacia
mí, para ver si yo aún estaba mirando. Lo estaba. Apartó la mirada
de nuevo. ¡Y entonces volvió la mirada! Le obsequié mi truco de
elevar mi ceja.
Él tartamudeó. —Lo siento. Yo… lo siento. —No dije nada, sólo lo miré.
En cierto modo era atractivo. Pelo rubio corto y desaliñado, poco
afeitado. Un lindo rostro fornido y una buena nariz recta. No podía
decir de qué color eran sus ojos. Ropa discreta, se había decidido
por un aspecto que incluía una camiseta sobre una camiseta de
manga larga, eso funcionaba para mí. Incluso en la oscuridad podía
distinguir un par de zapatillas blancas brillantes sobresaliendo de la
parte inferior de sus jeans. No estaba mirándolo de arriba abajo, ya
sabes. Asimilé esta información en un milisegundo, o tal vez dos.
—¿Puedo ayudarte? —dije, pero no de una manera malhumorada.
Él se veía avergonzado. —Er, no. Disculpa. —Entonces apartó la
mirada ¡de nuevo! Era una persona tímida, bien. Cerré mis ojos otra
vez, sin preocuparme verdaderamente de si tomaba la oportunidad
de echarme un vistazo. No estaba de humor.
77
Abrí mis ojos cuando escuché un bus parar. Las brillantes luces del
bus me deslumbraron mientras me aproximaba hacia el aspecto
hosco del conductor. Y me di cuenta que no tenía mi monedero.
Idiota.
—Yo… lo siento. Parece que he dejado mi monedero en casa.
El conductor me miró escépticamente, incluso yendo tan lejos como
para usar mi propio truco de ceja en mi contra.
Estaba indignada. —¡Es verdad! Por favor. Necesito llegar a casa.
Tengo frío, estoy húmeda. Vamos… —El conductor sólo negó con la
cabeza. Él aún no había pronunciado una palabra.
Sentí un golpecito en mi hombro. El chico de la parada del bus se me
acercó y se paró en frente del conductor. —Dos sencillos, por favor,
—y escuché al sonido del dinero cayendo en la máquina
expendedora de boletos. Sin siquiera un vistazo por sobre su hombro
se apresuró hacia delante y subió los escalones.
El conductor sonrió con satisfacción. —Qué suerte tienen algunos.
Pasé por su lado, sin decir nada.
Estaba tan aliviada. Mis piernas pesaban. Tal vez el beber y correr no
había sido una idea tan genial después de todo. Subí con dificultad
los escalones. El bus estaba medio lleno de esa manera tan irritante…
cada asiento doble tenía una sola persona en él. Reconocí al chico
de la parada de bus en la parte de atrás. Normalmente me gusta
sentarme tan cerca del frente como puedo. Cuando papá solía
llevarme al parque subía corriendo las escaleras tan rápido como
podía, rezando por que el asiento delantero estuviera vacío. Me
gustaba pretender que estaba manejando el bus. Era muy buena en
pretender.
Me deslicé en el asiento al lado del chico y dije gracias. Levantó la
mirada y sonrió, y por primera vez conseguí ver sus ojos. Eran azules, y
estaban enmarcados por las pestañas más largas que alguna vez he
78
visto en un chico. Era demasiado pálido, y se veía tan cansado como
yo me sentía. De repente me di cuenta de qué aspecto debo tener.
Metí un pequeño mechón de pelo detrás de mi oreja e intenté
furtivamente verificar mi reflejo en la ventana. No pude, él estaba en
el camino. Sin maquillaje y las ropas para correr sudorosas: no había
manera de que él estuviera interesado. Y yo no estaba interesada
tampoco. ¿A quién estoy engañando? Siempre estoy interesada.
Había sido un día de mierda, probablemente estaba aún un poco
peor por el ejercicio, y estaba sentada al lado de un, en cierto
modo, chico en forma.
—Eso fue realmente amable de tu parte, pagar mi boleto.
—No te preocupes. No podía dejarte sola y varada allí, ¿o sí? —
Sonrió de nuevo. Linda sonrisa, buenos dientes, muy importante—. No
es la noche más linda para una carrera —dijo. Las gotas de lluvia
corrían por la ventana a su lado.
—Sí, fue algo como un estímulo del momento. Salió demasiado
brusco, supongo. Necesito controlarme un poco mejor la próxima
vez. —Me encogí de hombros.
—¿O traer tu boleto de bus contigo? —Nos sonreímos el uno al otro.
Hmm, me gusta.
—Soy Grace, por cierto.
—Nat. Encantado de conocerte.
—Yo también. ¿Así que haces un hábito el rescatar damiselas en
apuros entonces, Nat?
Dio una rápida sonrisa, pero no alcanzó a sus ojos. —Me gustaría.
Esperé a que se explicara, pero negó con la cabeza y dijo, —No
importa. —Lo dejé pasar.
Así que hablamos. Eso es, hice un montón de preguntas. Y él las
respondió de una manera amigable y perfectamente cuidadosa. Me
79
preguntó cosas también, pero pude decir que no estaba tan
interesado. Quiero decir, él estaba en cierto modo interesado, pero
yo no estaba consiguiendo las señales correctas. Algo estaba
ligeramente mal, y mi radar estaba gritando ¡ALERTA DE NOVIA!
¡ALERTA DE NOVIA! Así que hice LA pregunta.
Nat negó con la cabeza y dijo que no. Le creí, pero había algo un
poco raro sobre el modo en que lo dijo. No podía asegurarlo, así que
lo ignoré.
Cosas que aprendí de Nat en el bus:
1) Tenía diecinueve.
2) Acababa de terminar su primer año en la universidad y estaba en
casa por el verano.
3) Estaba estudiando medicina, tan inteligente como lindo, ¡yay!
4) Había comprado las zapatillas ese día y estaba avergonzado de
su obvia novedad blanca y brillante.
5) Estaba trabajando medio tiempo en algún bar de mierda en el
pueblo.
6) Había pasado tres meses el último verano haciendo alguna
especie de trabajo de caridad en Nepal. Obviamente del tipo
solidario y que comparte.
7) Era atractivo.
También admitió, muy de mala gana, que aún no había pasado su
examen de conducir. De ahí la necesidad de tomar buses a
cualquier parte. Estaba avergonzado por eso, en verdad era tierno
cuando estaba avergonzado. Sus pestañas lo hacían verse todo
tímido y dulce.
80
Por primera vez en años me estaba divirtiendo. Simplemente se sentía
tan normal… hablar con un chico, intentar entender si le gustaba o
no. No tan subconscientemente reflejando su lenguaje corporal, más
difícil de lo que suena en un asiento de bus apretado. Para ser
perfectamente honesta, estaba tan extremadamente sola que
pienso que habría saltado ante la oportunidad de hablar con
cualquiera esa noche. Pero para mi suerte, fue Nat. El seductor,
inocente, tan bueno para ser verdad de Nat.
Mi parada estaba acercándose un poco más rápido de lo que me
habría gustado. Jugué con la idea de quedarme en el bus con Nat,
pero estaba hecha polvo. Además, siempre es mejor jugar duro en
estas situaciones. Asumiendo que el chico en verdad quiera tenerte,
por supuesto.
—Escucha, me estoy acercando a mi parada. Gracias de nuevo por
venir a mi rescate. Me gustaría pagarte de alguna manera. —Dejé
que colgara en el aire por un momento antes de continuar—.
¿Podría tal vez pagarte una bebida para agradecerte? —
Porfavorporfavorporfavorporfavorporfavor di que sí.
Nat me miró por un par de segundos. Creo que él estaba un poco
sorprendido, pobre joven. Y justo cuando estaba segura de que iba a
decir, “Gracias, pero no,” dijo, “Eso estaría bien” ¡en su lugar! Pareció
un pequeño esfuerzo para él conseguir sacar las palabras, pero no
iba a pensar en eso. Le di mi número, ya que no tenía mi celular
conmigo, ¡duh!. Prometió llamar, y le creí. Prácticamente daba
saltitos por el pasillo. Una rápida mirada de vuelta a la parte superior
de las escaleras, pero él estaba mirando por la ventana. Huh. Dos
pueden jugar el duro juego de hacerse los difíciles, supongo.
Esa noche dormí mejor de lo que lo había hecho en años. Por
supuesto que no me había olvidado de lo de Sal… ni siquiera estaba
cerca. Pero al menos ahora tenía una alternativa sobre la qué
pensar. Siempre que Sal aparecía en mi cabeza, yo redirigía mi
cerebro por el camino a Nat. Funcionaba, en cierto modo.
81
Día 16 Traducido por Beellie
Corregido por Natyº
l ejercicio estaba definitivamente haciéndome bien. Me
dedique realmente a ello hoy. Estaba corriendo en mi lugar,
sudando como un bastardo cuando Ethan entró. Me paré allí,
con las manos en la cintura, respirando pesadamente, esperando
que él hablara primero.
—No pares —dijo.
Así que me tiré al suelo y empecé a hacer algunos abdominales
mirando a Ethan mientras se sentaba en la mesa. No hizo ningún
esfuerzo por ver los papeles amontonados allí. Sus ojos nunca dejaron
los míos. Conté treinta abdominales, con nosotros mirándonos
fijamente todo el tiempo. Definitivamente, no fue normal.
Justo cuando pensé que no podía soportar más miradas, la cabeza
de Ethan cayó a su pecho. Se había quedado dormido. Fue un
momento o dos antes de que la realidad me golpeara
completamente. Ethan estaba dormido. No había nada que me
detuviera para salir por la puerta. Mi corazón latió salvajemente. Pero
entonces, tal vez estaba fingiendo, probándome para ver lo que
haría.
Me senté en el suelo, esforzándome para oír el sonido de su
respiración sobre la mía. Un ronquido o dos pudieron haber ayudado.
Tal vez un poco de baba, sólo para estar segura. Me escabullí hacia
él para que así pudiera tener una mejor vista de su rostro. Su pelo
había caído sobre sus ojos, pero pude ver que estaban cerrados. Ésta
era mi oportunidad. Sólo podría sacarle provecho. O más bien, hacer
E
82
una canallada. Podría haber terminado en algunos minutos,
asumiendo que el edificio no era una loca fortaleza.
¿Entonces que me detenía? Desearía saberlo. En lugar de escapar,
me senté en el suelo, con mis piernas dobladas debajo de mí. Y
luego no sé que me poseyó, pero descansé mi cabeza en el muslo
de Ethan. Claramente había perdido la cabeza, pero se sentía…
bien. Ethan se quejó un poco y cambió su pierna. Contuve mi aliento,
segura de que se despertaría. Pero no lo hizo.
No sé cuánto me senté allí. ¿Tal vez veinte minutos?
No podía creer que se hubiera quedado dormido. Era bizarro. Digo,
me he quedado dormida en el bus nocturno algunas veces, pero
¿qué clase de secuestrador medio divertido se queda dormido,
dejando la perfecta oportunidad para escapar? Y, ¿qué clase de
chica jodida tiene la oportunidad de escapar y se sienta allí como
una especie de perro faldero?
Volví a mis sentidos. Cuidadosamente, calladamente, me paré y
retrocedí a la pared, manteniendo mis ojos en Ethan en cada paso.
Cuando llegué a la puerta, paré por un segundo, preparándome a
mí misma. Alcance la perilla y la giré. Y entonces me sentí de repente
abrumada por una ráfaga de pánico. Mi corazón se estrelló en mi
pecho, y me sentí caliente y fría y temblorosa y rara. No conseguía
tener suficiente aire en mis pulmones. No había suficiente aire en el
cuarto. Pensé que estaba muriendo.
Mi estómago se revolvió, corrí al baño y vomité en el inodoro,
tosiendo, balbuceando y ahogándome. Y luego me acosté en el
suelo frío y lloré. No sabía qué me estaba pasando. Ya no sabía
cómo me sentía acerca de nada. ¿Por qué no fui capaz de irme? No
quería estar aquí…
¿…Lo quería?
Eventualmente me arrastré fuera del baño y hacia la cama,
metiéndome debajo de la manta y acostándome mientras miraba a
83
Ethan, tratando de ignorar el sabor amargo en mi garganta. Después
de un tiempo, Ethan se agitó. Levantó la cabeza, llevó sus manos a
su rostro y se frotó sus ojos. Me miró y parpadeó.
—Sigues aquí —dijo. No sabía si estaba complacido o
decepcionado. Tal vez ambas.
—¿Dónde más estaría?
Asintió hacia la puerta.
—¿Qué hay afuera? —pregunté.
—Todo.
¡Cristo! Toda esta basura del hombre misterioso empezaba a
molestar.
—Grace. ¿Por qué no te fuiste? ¿A qué le tienes miedo?
Lo pensé por un momento. —A todo.
Es cierto.
Ethan se sentó un rato más, no dijo nada. Sentí mis parpados volverse
más y más pesados, hasta que no lo pude resistir. El sueño vino. No
recuerdo ningún sueño, sólo unas cuantas imágenes extrañas que no
puedo unir. El funeral de papá en la lluvia. Sal sentada en una banca
del parque, tomada de la mano con alguien sombreado. Y Devon,
luciendo como si no hubiera dormido en una semana, triste y
preocupado, encorvado en una silla que lucía incómoda.
Nat llamó dos días después de conocernos. Me había estado
pateando a mi misma por no conseguir su número, y empezando a
dudar que él llamara alguna vez. ¿Tal vez había estado demasiado
84
interesada? ¿No demasiado interesada? Me había pasado la mayor
parte de mi tiempo viendo mi teléfono, deseando que sonara.
Imaginando a Nat tomando una respiración profunda antes de
teclear los números en su teléfono. Estaba desesperada por una
distracción de mi basura de vida, cualquier cosa en la que pudiera
poner mis manos. Y estaba un poco más que dispuesta a poner mis
manos en Nat. Cuando finalmente llamó, no estaba tan tranquila
como hubiera querido. Charlamos un poco, conmigo diciendo cosas
tan estúpidas que tuve que retenerme físicamente de golpear el
teléfono en mi cabeza. Aún así, me las arreglé para comprometerlo
a salir por una bebida esa noche.
Esa primera noche pensé que no tenía oportunidad. Él fue amistoso,
dulce y chistoso, pero en una especie de forma fraternal. Y no estaba
tras un hermano, o amigo. Realmente lo quería. De alguna forma, en
tan solo unos días, él se había transformado de “algo caliente” a
“Señor caliente súper caliente, más fuerte chico en la historia del
mundo. JAMÁS” en mi mente.
En algún momento de la noche, Nat incluso fue tan lejos como para
decir que tenía un amigo que era perfecto para mí. Y aquí estaba yo
pensando que no podría haber hecho más obvio como me sentía.
Bueno, sin tirarme al pobre chico en el medio del bar. Y no creo que
el resto de la clientela hubiera estado contenta con eso. Mirando
hacia atrás, no estoy segura de haber estado tan
determinadamente tras él si no hubiera estado pasando por toda la
basura por la que estaba pasando. Me refiero a que probablemente
hubiera estado interesada, pero al menos hubiera intentado
mantener algo de dignidad. Ningún chico vale la pena hacerme ver
como una tonta.
Dijimos adiós en la parada de bus. Él de verdad era mi chico-parada-
del-bus. Nos abrasamos, y justo cuando estaba a punto de dar la
vuelta e irme pensé “a la mierda” y decidí tomar al toro por los
cuerno/al chico por las bolas.
85
—Escucha Nat. He estado lanzando pistas toda la noche, y no estoy
segura si lo entendiste o no estás interesado, lo que está bien, por
cierto, pero me gustas y me gustaría verte de nuevo y no como un
amigo —Allí. Lo dije. Eek.
Se veía incómodo. —También me gustas Grace. Pero hay alguien…
Lo interrumpí. —Muy bien, lo entiendo. Desearía que me lo hubieras
dicho antes. Yo pregunté. Está bien. Yo… te veré por ahí. —Y luego
de repente estaba peleando contra las lágrimas. ¡Más allá de lo
ridículo! Acababa de conocer al chico. No es que me importara.
Pienso que era sólo la idea de él que era muy seductora. Estaba
desesperada por alguien que cuidara de mí. Que me dijera que todo
iba a estar bien. Que me sostuviera y me tocara y me hiciera sentir
mejor.
Me di la vuelta avergonzada. Nat tocó mi hombro justo cuando iba a
salir corriendo.
—Oye —dijo suavemente—. Oye, ven aquí. No tengo novia, si eso es
lo que piensas. Solo había alguien a quien pensé… no lo sé… que le
gustaba. Y pensé que algo podía pasar. Pero no funcionó así y
estaba intentando olvidarlo. Y no te quiero usar para eso. Creo que
te mereces más que eso.
Podía sentir su respiración en la parte de atrás de mi cuello. Él era tan
sincero y por lo tanto, completa y absolutamente deseable en ese
momento. Me di la vuelta. Su rostro estaba a centímetros del mío.
Olía realmente, realmente bien.
—¿Por qué no me dejas juzgar eso? —susurré. Luego lo besé, sólo un
poco. Él me devolvió el beso. Dios, ese beso…
Y así empezó la única relación en mi vida que alguna vez significó
algo.
86
Día 17 Traducido por kathesweet y f lochi
Corregido por Maia8
argh. Más sueños sangrientos. Y esta vez uno de ellos fue
verdaderamente muy sangriento. Nat y yo estábamos en el
parque, sentados en la guarida en la parte superior del
columpio. Por alguna razón no podíamos hablar, no estaba
permitido. Sólo nos miramos el uno al otro. Nat no estaba usando una
camisa. Tenía cicatrices cruzando sus brazos. Estaba sorprendida
porque no las había notado antes. Quería preguntarle sobre ellas,
pero no podía.
Mientras observaba, las cicatrices pasaron de blancas a rojas, y la
sangre empezó a gotear por su brazo. Ésta humedeció sus vaqueros.
La sangre salpicó el piso. Traté de alcanzarlo, pero mis brazos no
podían moverse. Traté de gritar, pero ningún sonido salió de mi boca.
Nat empezó a reírse, y la risa se convirtió en lágrimas, y se convirtió en
Ethan. Y Ethan estaba sollozando y mirándome suplicante, y sabía
que estaba tratando de decirme algo pero no podía entender.
Me desperté sudando y temblando, toda enredada en el edredón.
Salté a la ducha y me paré bajo el rocío cálido, permitiendo que el
golpeteo del agua sacara las imágenes de mi cabeza. Después,
limpié el vapor del espejo y me quedé observándome. Pasé mis
dedos por el interior de mi brazo izquierdo, y la chica en el espejo
hizo lo mismo. La piel era arrugada donde debería haber sido lisa.
Nunca será lisa de nuevo.
Estaba nerviosa la primera vez que me desvestí en frente de Nat. En
realidad nunca me había importado demasiado antes. Los chicos
usualmente estaban demasiado borrachos para notarlo, y cuando
A
87
ocasionalmente lo hacían, encontraba alguna manera u otra de
distraerlos, lo que nunca resultaba ser demasiado difícil. Pero esto era
diferente. No quería que Nat pensara que yo era rara. Se sentía
como si lo que había dicho Sal estuviera tatuado ahora en mi
cerebro… algún bicho raro que se corta a sí mismo en un intento
patético de obtener simpatía de las personas. Cada una de esas
palabras cortó más profundo de lo que alguna vez pudo una
cuchilla. Si Nat se sentía de la misma manera, no sabía qué haría.
Quizás era la tercera o cuarta vez que habíamos salido. Hasta
entonces, Nat había sido el caballero perfecto. Pero estaba
atragantándome por hacer más que sólo besarlo. Nunca había
conocido a alguien como él antes. Mi mente realmente estaba
empezando a moverse sola, preguntándose ya si él podía ser EL
INDICADO. Ridículo. Pero él era considerado, inteligente y cuidadoso.
Sentí una punzada de tristeza porque Sal no estuviera por aquí para
hablarle de él. Quizás eso estaba bien sin embargo… probablemente
la habría aburrido hasta las lágrimas con “Nat dijo esto…” y “Nat dijo
aquello…” y “Oh, él es tan maravilloso”. Bueno, quizás no lo último. En
realidad nunca diría “maravilloso”… pero podría pensarlo.
Me encontré con Nat en el bar donde estaba trabajando en el turno
de la hora del almuerzo. Normalmente no sería vista ni muerta en un
lugar así, pero a veces tienes que comprometerte. Me senté en la
barra y hablé con él mientras trabajaba. Era brillante con los clientes,
incluso el viejo loco murmurando a otro al final de la barra. Nat
simplemente tiene algo así como una conducta simple que hace
que cualquiera que le hable sea afectuoso con él inmediatamente.
Está completamente cómodo acerca de hablarle a cualquiera. No
es que sea presumido ni nada, eso sería horrible. Simplemente sabe
cómo funcionan las personas y qué decir exactamente para
aligerarlos. En ese entonces podía imaginarlo como un doctor, quizás
dándole la noticia a alguien sobre la muerte de un ser querido. Y
luego llegando a casa a decirme todo sobre eso. Como dije: Mi
mente realmente estaba empezando a moverse sola.
88
De vez en cuando, Nat me miraba y sonreía con esa hermosa sonrisa.
Esta noche iba a ser la noche. Mamá estaba fuera por el fin de
semana, otra vez, así que no había moros en la costa. Había tomado
cuidado extra-especial rasurando mis piernas esa mañana, me puse
mi ropa interior más sexy, negra, por supuesto, e incluso cambié las
sábanas de mi cama, quizás fuera la segunda que lo había hecho en
mi vida. Estaba nerviosa y emocionada, lo que lo hacía un cambio
agradable.
Nat salió del trabajo a las seis, y regresamos a mi casa. Abrimos una
botella de vino rojo y cocinamos la comida juntos. Corté los tomates
mientras Nat se ponía a trabajar en las cebollas. Las cebollas lo
hicieron llorar un poco. Reí y lo besé en la nariz. Era tan
perfectamente doméstico y cómodo. Por un momento fugaz,
imaginé que así debía ser lo que era estar casado. Cont rólate.
Había velas en la mesa. La comida sabía bien. El vino era delicioso y
cálido. Y Nat… bueno, era muy, muy atractivo. Nunca había querido
a alguien tanto. Me gustaba escucharlo hablar sobre las cosas que le
interesaban. Se ponía muy entusiasta y sus ojos centelleaban y
brillaban. Después de la comida, nos sentamos en el sofá. Estaba
agradablemente achispada, lo suficientemente achispada para
preguntarle sobre la chica en la que había estado interesado.
Nat negó con la cabeza. —Realmente no quiero hablar de eso,
Grace. Estoy aquí contigo ahora. —Quería saber más, pero Nat usó
mi viejo truco de distracción. Me besó, con una nueva clase de
urgencia. Pronto olvidé todo sobre la Chica Misteriosa y me hundí en
el momento. Pronto, Nat estaba sobre mí, y yo estaba empujándolo
más cerca a mí. Una de sus piernas estaba entre las mías, y me
revolví contra ésta. Podía sentir su calor a través de sus vaqueros.
Empezó a sobar mi camiseta, y tomó toda la fuerza de voluntad que
tenía para medio susurrar, medio jadear, —Aquí no… arriba.
—De acuerdo, te daré una ventaja inicial. —Sonrió una sonrisita
maliciosa.
89
Corrí por las escaleras de dos en dos, con Nat cerca de mis talones,
golpeando mi trasero. Ambos riéndonos como idiotas. Me atrapó en
la puerta de mi habitación y me movió para que lo enfrentara. Me
empujó contra el marco de la puerta y me besó de nuevo. Tiré de su
camiseta, y ésta se quedó atascada sobre su cabeza. Lo besé a
través del algodón blanco y luego quité el resto de la camiseta. Su
cabello estaba todo revuelto, y se veía incluso mejor. Mejor que
nadie. Recorrí mis dedos sobre su pecho. Era lo suficientemente
velludo para no ser demasiado infantil, pero en ninguna parte cerca
a un velludo gorila, gracias a Dios. Trastabillamos hacia la cama y lo
empujé y me puse a horcajadas, besándole el pecho. Él se echó
hacia atrás, y me quité mi top.
Eso fue todo.
No más ocultar. Nat iba a ver.
La única luz en la habitación estaba manando a través de la puerta
abierta. Sin embargo, era suficiente para iluminarme. Por supuesto,
Nat era un chico, así que sus ojos, y sus manos, inmediatamente se
fijaron en mis pechos. Fue sólo cuando empezó a mover sus manos
sobre mí que notó algo que no estaba muy bien. Su pulgar estaba
trazando un camino por el interior de mi brazo.
—¿Qué es esto? —murmuró entre besos.
—Nada —dije, y encontré su boca con la mía. Pero él se alejó y rodé
apartándome de él, preparándome para lo que iba a venir.
—¿Qué te sucedió? —Preocupación genuina.
Me eché hacia atrás en la cama con un suspiro, apenas capaz de
mirarlo. Él se sentó y agarró mi brazo.
—Dios… —susurró—. Esto parece… hiciste esto, ¿cierto?
Asentí, todavía apartando mi mirada. Podía sentir sus ojos
recorriéndome, notando los cortes más recientes, los que todavía
90
tenían que sanar. Sal tenía razón. Soy rara. Vergüenza,
desenrollándose y envolviéndose sola a mí alrededor.
—Mírame, Grace. —Lo hice, a regañadientes—. ¿Quieres hablar de
esto?
Negué con la cabeza. Él asintió. Se inclinó, y me besó
perfectamente. —Eres hermosa —susurró. Y lo creí. Me besó por
todas partes y recorrió su lengua sobre las cicatrices, lo que no
pareció espeluznante o extraño. Era como si estuviera tratando de
besarlas para que mejoraran.
No tenía condones con él, despistado, pero no importó que yo
tuviera un pequeño escondite en el cajón de mi mesita de noche.
Algunos chicos pueden ser así de divertidos. Los chicos son estúpidos,
en su mayoría.
Y entonces tuvimos sexo. Estuvo bien, no alucinante. Fue dulce y
tierno y, ¿me atrevo a decirlo?, algo cercano a amar. Una nueva
experiencia para mí. Después, nos acostamos cara a cara, nuestras
piernas entrelazadas. Acaricié su cuello, y él acariciaba mi espalda.
—¿Ahora podemos hablar? —dijo Nat después de un rato.
—¿Mmm?
—¿Sobre esto? —Sus dedos vagando habían encontrado algunas
cicatrices. Traté de distraerlo, pero no estaba tomando nada de
eso—. Grace, háblame.
Suspiré. —No hay nada sobre lo que hablar. Simplemente es algo que
hago a veces. Es vergonzoso y estúpido y apuesto que crees que soy
rara y… —Me silenció con un beso.
—No creo que seas rara. Quiero entenderlo.
Me eché hacia atrás y miré el techo. —Realmente ni siquiera yo lo
entiendo. Todo lo que sé es que me hace sentir mejor cuando las
cosas están mal.
91
Nat se empujó sobre un codo así que su cara estaba sobre mí.
Descansó su mano izquierda sobre mi estómago. Se sintió cálida y
reconfortante.
—¿Crees que puedes dejar de… herirte de esta manera? —No dije
nada—. ¿Quieres detenerte?
—No lo sé. Nunca lo he intentado.
—¿Lo intentarías por mí? Vamos… hagamos un trato. Dejas de herirte
y yo… er… te daré un montón de pasión al rojo vivo cada vez que así
lo desees. —Meneó sus cejas hacia mí y estallé en carcajadas. Su
mano se movió más y más abajo y mi respiración quedó atrapada en
mi garganta. Quizás este trato podría funcionar después de todo.
Nat se quedó conmigo esa noche. Y el resto del fin de semana. Hubo
un montón de conversación y risa y de simplemente estar juntos. El
sexo mejoró mucho, lo que fue un alivio. El fin de semana entero fue
prácticamente perfecto. No hablamos sobre cortarse. Empecé a
pensar que quizás podría olvidar lo que Sal había dicho, después de
todo.
Nat dejó caer una bomba interesante la noche del domingo.
Estábamos acostados en la cama, hablando sobre nuestras familias.
Creo que ambos nos habíamos dado cuenta que en realidad no
sabíamos mucho sobre el otro. Le había dicho a Nat un poco sobre
papá, y cómo eran las cosas con mamá, y él increíblemente había
sido genial sobre eso. Y entonces empezó a decirme sobre su
hermano.
—Es un buen chico. Lo quiero mucho, pero es tan nervioso.
Demasiado sensible para su propio bien. Las cosas son demasiado
para él algunas veces, ¿sabes? —Asentí.
92
—Dev se vuelve depresivo. Me preocupo por él muchísimo, porque
podría hacer algo estúpido algún día.
—¿Dev? —dije.
—Sí, Devon. Tuvo mala suerte cuando nuestros padres estaban
decidiendo los nombres. Quiero decir, Nathaniel no es tan genial,
pero vence a Devon cualquier día de la semana. —Nat me notó
mirándolo extrañamente—. ¿Qué?
—¿Devon es tu hermano?
—No lo conoces, ¿cierto? ¿De verdad?
—Está en mi año en la escuela.
—Mierda, debería haberlo pensado. Olvido que no somos de la
misma edad. Dev parece tan malditamente joven, y tú… bueno… —
Me miró con aprobación.
—¿Cómo es que no fuiste a mi escuela entonces? Estoy segura que
habría recordado a alguien como tú.
—Nuestros padres se separaron hace más o menos nueve años. Mi
papá escapó con una de las amigas de mamá, qué caballero, ¿eh?
Mamá tuvo una depresión completa. No podía hacer frente
conmigo y Dev. Y yo no ayudaba mucho. Fastidiaba demasiado…
sólo para llamar la atención, en realidad. No es algo de lo que esté
particularmente orgulloso. De cualquier manera, la suerte de mi
edad me envió a un internado. Dev podría haber ido también, pero
mamá no creía que él pudiera enfrentarlo. Estaba muy enojado de
ser enviado lejos mientras el “pequeño príncipe de mamá” se
quedaba en casa. Pero mirando hacia atrás ahora, alejarme de aquí
fue lo mejor que alguna vez me sucedió. Sin ofender.
—Dios —dije. Eso era demasiado para asimilar. No podía creer que
estuviera saliendo con el hermano de Devon. Loco. ¿Cómo podía no
93
haber sabido sobre él antes? Si lo hubiera sabido, habría sido un
poco más amistosa con Devon, eso seguro.
—Escucha, Grace. Nunca te habría dicho nada sobre Devon si
pensara que había incluso una remota oportunidad de que lo
conocieras. Claramente soy un retardado completo. Prométeme que
no dirás nada sobre lo que te dije, sobre Dev.
—Por supuesto que no diré nada. De todas maneras, no conozco
realmente a Devon así de bien. Es más un amigo de un amigo. No
preocupes a tu pequeña cabecita con eso. —Besé a Nat en la frente
y nos quedamos en silencio por un rato. Estaba preguntándome si Sal
alguna vez había conocido a Nat. Sabía que había estado en la
casa de Devon un par de veces, ¿pero seguramente me habría
dicho sobre él si lo hubiera conocido? Estaba muriéndome por
preguntar si Nat había conocido a alguno de los amigos de Devon,
pero todavía no me sentía lista para meterme en todo el asunto de
Sal.
En los siguientes días, me encontré pensando en Devon bastante…
en su depresión. Eso sólo demostraba que nunca puedes decir que
realmente conoces a las personas. Más allá de la superficie brillante
que presentan al mundo.
Me preguntaba si Devon incluso se cortaba. Probablemente no. Es
más una cosa de chicas, supongo. Está en todas las rev istas.
Encuentro un poco vergonzoso ser parte de una estadística
adolescente tan obvia. Me gusta ser un poco más original si puedo.
Esas primeras semanas con Nat fueron estupendas. Por primera vez
en mi vida me encontraba feliz quizás en un ochenta por ciento. Y el
20 por ciento que faltaba era todo Sal. Probablemente más que eso,
si soy honesta. Pensé mucho en ella, y casi levanté el teléfono unas
cien veces. Pero a medida que las distracciones surgían, Nat era más
que suficiente.
94
Habíamos estado saliendo por aproximadamente un mes cuando
decidí recompensar a Sophie con una visita. No estoy
completamente segura de la razón. De todos modos, aparecí en la
tienda por si acaso y, efectivamente, ella se encontraba detrás del
mostrador. La tienda se encontraba ajetreada. Una mamá bien
mona con un bebé gritando en una extraña cosa tipo canguro. Dos
señoras de edad cotilleando e intercambiando historias de
enfermedades. Un chico de aspecto sospechoso que llevaba unos
vaqueros grises angostos y una camiseta negra estampada con el
nombre de alguna banda de la que nunca había escuchado. Se
encontraba acechando en la sección de los condones. Dios.
Esperé hasta que las señoras fueron las únicas que quedaron en la
tienda. Ellas eran ajenas a todo, por no mencionar un poco sordas. Al
menos lo supuse así debido a que estaban hablando muy fuerte
sobre las hemorroides. Horrible.
Me dirigí al mostrador, y Sophie y yo intercambiamos saludos
cautelosos.
—¿Cómo estás, Grace? ¿Todo está…?
—Bien, gracias. Oh, sí…fue una falsa alarma, por cierto.
—Debes sentirte aliviada.
—Um, sí, un poco. —Forcé una sonrisa, pero Sophie no se rió
conmigo.
—Escucha, Soph… —Empecé, tratando de no dejarme intimidar por
la mirada cautelosa en su rostro—. He estado pensando… supongo
que no te gustaría salir a tomar algo una noche, ¿no? ¿Celebrar mi
escape fortuito de la pesadilla de los pañales y noches sin dormir? —
Estaba algo nerviosa, demasiado para sorpresa mía.
—_Er…no lo sé. Tal vez.
95
—¡Tranquila! He escuchado que mucho entusiasmo puede dañar
severamente la salud.
—Bueno, sólo que es un poco raro, eso es todo. No hemos hablado
en Dios sabe cuánto tiempo y de repente quieres salir a tomar algo
conmigo. —Sophie estaba golpeteando el borde del mostrador con
la uña del pulgar.
—Bueno, cuando lo pones de esa manera, supongo que es un poco
raro. Sin embargo, pensé que podría ser divertido… pero si no quieres
ir, está bien.
—¿Qué hay de tu compañera de crimen? —Odiaba cuando las
personas llamaban a Sal así. No estoy segura de por qué me
molestaba tanto. Recordándolo, era algo genial en realidad. Como
Batman y Robin o algo así. Salvo que ellos son compañeros contra el
crimen. Y Robin es muy gay.
—Tengo otros amigos, sabes. Sal y yo no somos siamesas, lo creas o
no. —Para mi sorpresa, Sophie rió. ¡Sophie Underwood se estaba
riendo de MÍ!
—Sí, como sea. Son como Tweedledum y Tweedledee15. O tal vez los
Hermanos Chuckle16. —Estaba segura de que ahora tenía un brillo en
sus ojos. Era algo que no había visto antes.
—¡Oye!
—Aw, vamos, Grace. ¡Sabes que es verdad! —Se detuvo un
momento y luego dijo—: Supongo que una bebida estaría bien. ¿Esta
noche? —Nat iba a trabajar esa noche, así que estaba bien. No es
que fuera una de esas patéticas chicas que tenían que pasar cada
minuto de cada día junto a su novio. Sophie y yo hicimos arreglamos
para encontrarnos en Bar Code, un bar tranquilo de la ciudad, con
un nombre realmente de mierda.
15 Tweedledum y Tweedledee: Son los gemelos que aparecen en Alicia en el país de las
Maravillas. 16 Hermanos Chuckle: Comediantes Británicos.
96
Tan pronto como llegue a casa, me dirigí a la cocina y agarré la jarra
en forma de pingüino del estante superior. Ahora soy lo bastante alta
como para alcanzarlo sin subirme a una silla. Como siempre, la jarra
contenía unos cuantos billetes de diez dólares. Tomé tres, lo suficiente
para una salida nocturna medio decente.
No puedo siquiera recordar cuando empecé a tomar el dinero de
esa jarra. Mamá DEBE haberlo sabido, pero nunca lo ha
mencionado. Como una especie de acuerdo tácito: yo no la
llamaría una mala madre, y ella no me llamaría ladroncita furtiva.
Siempre lo miraba como una especie de pago por ser niñera de mí
misma, y quizás ella también lo veía así. Esa es la razón por la que ella
sigue reponiéndolo cada pocas semanas. Nunca lo había pensado
realmente antes, pero es algo en cierta manera digno de su parte.
Pudo haberme cortado completamente los recursos, pero no lo hizo.
Mamá preparó un té anticipado, el cual apenas pude tolerar. Estaba
extrañamente nerviosa. Tuvimos una conversación medio apropiada
por primera vez en años. Incluso me preguntó que iba a hacer esa
noche, como si le importara. Envolví algunos espaguetis en mi
tenedor, mirando los glóbulos naranjas de grasa de la salsa que
rodeaba el plato.
—Voy a tomar algo con Sophie. —Alcé la vista a tiempo para ver sus
cejas perfectamente depiladas alzarse con sorpresa.
—¿Sophie?
—Sí —murmuré como la vaquita temperamental que soy.
—Dios, no la he visto en… bueno, hace mucho tiempo. No sabía que
ustedes dos seguían siendo amigas.
—No lo somos. Es decir, la encontré y decidimos ponernos al día esta
noche. —Me encogí de hombros, como si no fuera algo importante.
Lo cual no era.
—¿Sal también va a ir?
97
—No, ¿por qué debería?
—Por ninguna razón. Sólo que no la he visto por aquí en un tiempo. —
Mamá también estaba mirando su plato. Tuve la sensación de que
había estado esperando preguntar sobre esto durante algún tiempo.
—¿Y?
—¿Ustedes dos tuvieron una pelea? —Lo juro por Dios, la forma en
que lo dijo me hizo querer golpearla. ¿Una pelea? Como si hubiera
tirado de las coletas de Sal, o ella no hubiera compartido sus
juguetes conmigo.
Le lancé mi mirada más fulminante, la cual, tengo que decir, es
bastante fulminante. —No, no hemos tenido una “pelea”, pero
gracias por preguntar.
Mamá fingió ignorar mi irritabilidad.
—Es sólo, bueno, sabes que estoy aquí, si quieres hablar de ello. Lo
sabes, ¿no, cariño? —¡Pude haber estrangulado mi pan de ajo! En
primer lugar, ¿decir que podía hablar con ella? Y segundo,
¿llamarme cariño? ¿Había estado mirando algún programa de
televisión de “Cómo ser padre”?
La miré por unos cuantos segundos. Su cabello tenía reflejos hasta
casi la muerte. Su rostro extrañamente carente de arrugas o emoción
o amor o algo. ¿Suponía que le iba a creer que súbitamente se
preocupaba? Sí, correcto. Buen intento.
—Gracias, madre —dije tan sarcástica como es humanamente
posible—. Te dejaré saber cuándo sienta la necesidad de compartir.
—Me puse de pie, arrojé mi servilleta sobre los espaguetis coagulados
y dejé la mesa si decir otra palabra. Cuando giré para subir las
escaleras, la vi enmarcada por el marco de la puerta de la cocina,
bebiendo fríamente su vaso de agua y mirando fijamente el espacio.
98
El autobús me dejó sobre la calle del Bar Code. Había un gorila
afuera, pero como todavía era temprano no había ninguna cola.
Adentro, el bar estaba lleno con sofás retro-chics de cuero gastado y
sillas curvas raras. Busqué a Sophie, una tarea poco fácil teniendo en
cuenta todos los recovecos y escondrijos. Es como cuando estás en
la escuela, examinando el comedor en busca de tus amigos, y
tratando de lucir como si esa fuera la últ ima que estás tratando de
hacer. Me embarqué en una vuelta rápida al bar, tan indiferente
como fuera posible, y finalmente vi a Sophie oculta en un banco
corrido en una de las esquinas. Tecleando en su teléfono, y jugando
con su cabello al mismo tiempo. Sin ninguna bebida en la mesa
frente a ella.
—Hola, siento llegar tarde —dije, sabiendo perfectamente bien que
estaba llegando a tiempo. Sophie era incluso peor, o mejor,
dependiendo de cómo te sientes con respecto a estas cosas, que yo
cuando se trataba de llegar puntualmente.
Sophie bajó el teléfono y dijo hola. Le pregunté si quería una bebida,
y asintió—: Vodka y coca cola… ¿una doble si está bien? —Logré
ocultar mi sorpresa. La Pequeña Sophie Underwood… ¿bebiendo
t ragos dobles? Oh Dios mío.
Cuando regresé con las bebidas me deslicé en el banco frente a
Sophie. Un rápido “¡Salud!”, un trago de vodka, y mi primera
oportunidad real de echarle un vistazo. No estaba usando sus gafas,
y estaba usando, ¡algo que no sorprendía!, maquillaje. En realidad,
un maquillaje apropiado. Yo no me había molestado con eso,
bueno, lo mínimo, pero eso apenas cuenta. Tuve que admitirlo,
Sophie lucía bastante bien. Incluso reconocí el top que estaba
usando. Un vestidito rojo bastante genial de Top Shop que dejaba
ver sus pechos para sacar el máximo provecho. De repente me sentí
auto-consciente de mi, de alguna manera, escuálida combinación
de top negro y jeans. Era inquietante. Necesitaba restablecer el
equilibrio, pronto. Después de un poco de charla sobre exámenes y
lo que sea, le empecé a contar sobre Nat. Ahora, realmente me
99
desagradan las chicas que presumen de sus novios, como si
merecieran una maldita medalla por haberse embolsado uno medio
decente. Pero no pude evitarlo.
Sophie escuchó cortésmente mientras yo hablaba, asintiendo en los
momentos justos, diciendo todas las cosas adecuadas. Para cuando
me hube agotado, ambas habíamos terminado nuestras bebidas.
Sophie fue a la barra esta vez, probablemente agradecida por
tomarse un respiro de mí. Cuando regresó, le hice la pregunta
asesina. Soy una mala persona.
—No… no en este momento. —Abrió la boca como si fuera a decir
algo más, y entonces la cerró de nuevo rápidamente. Levanté una
ceja inquisitiva. Revolvió su bebida una y otra vez, chocando el hielo.
—Bueno, hay alguien que… bueno… me gusta más o menos. —
Sophie exhaló ruidosamente, como si acabara de hacer alguna
especie de confesión importante, como si hubiera follado con el
equipo entero de rugby o algo así. Esto es más como eso. Me siento
más cómoda con la Sophie Torpe.
La presioné para intentar descubrir quién era el chico misterioso, pero
se mantuvo callada. Tal vez tenía algo que ver con el hecho de que
yo estaba siendo increíblemente paternalista… Como si fuera su
hermana mayor, fastidiándola porque finalmente se estaba
interesando en los chicos. Me disculpé y cambié de tema.
Hablamos un poco de la escuela, pero en realidad no había mucho
que decir. Podríamos bien haber ido a escuelas diferentes por todos
los puntos comunes que compartíamos. Pero después de un tiempo y
un par de bebidas más la conversación fluyó sin complicaciones.
Sophie tenía un sorprendente seco sentido del humor. No lo había
tenido cuando fuimos amigas, ¿no? Debió haberle crecido o haberlo
comprado en Internet o algo así.
A medida que la noche avanzaba, la inevitable nostalgia empezó.
Como la vez que nos habíamos cagado del miedo, escalando la
100
ventana de la vieja casa abandonada en la cima de nuestra calle.
De alguna manera me había obsesionado con la idea de que un
escalofriante hombre calvo con ojos inyectados de sangre y sin
párpados vivía ahí, acechando a los niños del vecindario. Los adictos
al crack que estaban pasando el rato en el ático nos dieron un susto
más grande que cualquier cosa que mi imaginación hiperactiva
jamás hubiera imaginado.
Sophie estaba soportando su bebida mucho mejor de lo que habría
esperado. No pude evitar pensar que uno no construye ese tipo de
tolerancia sentándose en su cuarto cada noche, estudiando como
una niñita buena.
—Tengo que decir, Soph, que eres bastante resistente. La mayoría de
las personas estarían sobre el suelo a esta altura.
—¡No te sorprendas tanto!
—Bueno, lo estoy un poco —admití, con un poco de timidez—.
Supongo que no pensé…
—¿Qué? ¿No creías que era “ese tipo de chica”? ¿Sino más bien una
chica del tipo “en la cama a las diez, acunando un oso de peluche y
leyendo un libro”? ¿Es eso?
Me encogí de hombros. —Buuuueno… —Ambas reímos.
—Oh, Grace, realmente no tienes ni idea, ¿verdad? —Noté un ligero
borde afilado en su voz, pero ambas seguíamos sonriendo—. No
hemos sido amigas en cinco años… ¿No crees que quizás, solo
quizás, podría haber cambiado un poco en todo ese tiempo?
—Eh… por supuesto. Es sólo que… —tartamudeé.
—¿Sólo qué? —Sophie parecía divertida ante mi malestar.
—Nada.
101
—Sabes, apuesto a que podría decirte una o dos cosas que te
sorprenderían. —Sus palabras no fueron exactamente arrastradas,
pero definitivamente estaba achispada.
—¿Oh si? ¿Cómo qué?
—¿Crees que voy a derramar todos mis secretos más profundos y
oscuros así como así? Para nada.
—Bueno, ¿quizás si hacemos esto nuevamente alguna vez? Creo que
sería… fantástico.
Ella me miró, sopesando la verdad de mis palabras. —¿En serio?
—Sí. Me he divertido. ¿Tú no?
—Sí. —Hizo una pausa y luego siguió—. Te has peleado con Sal,
¿verdad?
—¿Qué te hace decir eso?
Sophie se encogió de hombros. —Deberías arreglarlo. —Ahora todo
esto se estaba poniendo un poco raro. Estaba indecisa si decirle que
se fuera a la mierda y se metiera en sus propios asuntos.
—Sin ofender, Soph, pero preferiría no hablar de ello.
—Me parece bien, pero no dejes las cosas así. Es fácil hacerlo
cuando las cosas se ponen difíciles. —Se puso de pie, un poco
inestable—. A veces necesitas cavar un poco más profundo y
descubrir quién es alguien realmente en vez de alejarte.
—¿Ahora estamos hablando de ti o de Sal?
Se encogió de hombros nuevamente, y se rió. —¿Quién puede
saberlo? Estoy cansada… ¡No me escuches! Es cierto, tengo que
correr o mamá va a matarme. ¿Te encuentras BIEN para tomar el
autobús por tu cuenta? —Asentí con desgana—. BIEN. ¿Te veré
102
pronto? —Otro asentimiento de mi parte. Y después ella se había ido.
Rarísimo. ¿Y qué pasa con las palabras no tan crípt icas de sabiduría?
Cuando llegué a casa tuve el repentino deseo de borracha de mirar
fotos viejas. Por lo que saqué mi álbum de fotos de debajo de mi
cama. Lo había armado hace unos pocos años, decorando la
portada con un collage de fotos de gatos por alguna razón
desconocida.
Las primeras páginas fueron llenadas con fotos de mí de pequeña.
Bastante linda, cabello desordenado y una sonrisa desdentada.
Después había una de Sophie y yo en el jardín trasero, con los brazos
colgando alrededor de la otra, la travesura brillando en nuestros ojos.
Se podía distinguir a mi papá en el fondo, cuidando de la barbacoa,
una lata de cerveza en una mano, pinzas en la otra. Le gustaba esa
barbacoa. Cualquier oportunidad de cocinar afuera, y ni siquiera
tenía que ser verano, y él estaría afuera, cerniéndose sobre las brazas
al rojo vivo, explicándome los puntos principales de marinar carne. Le
hacía pregunta tras pregunta, simplemente contenta de escuchar su
voz. Sin entender realmente, sin si siquiera importarme, solo queriendo
pasar tiempo junto a él.
Me pregunto si alguna vez será más fácil, pensar en él. Uno habría
pensado que ya estaría acostumbrada a la idea de que se haya ido.
Si sólo. Mis dos palabras favoritas cuando siento lástima de mí.
Si solo él todavía estuviera vivo.
Si solo mamá pudiera entender.
Si solo pudiera dejar de herirme, castigarme.
Palabras inútiles.
De todas maneras, mirar las fotos me hizo sentir triste y contenta al
mismo tiempo. Deslicé una foto de papá fuera de su funda de
plástico. Era una foto que yo había tomado en Navidad. Había
papel de regalo por doquier. Papá estaba sentado en medio de
103
todo eso con brillantes adornos navideños colgados de sus orejas.
Me recuerdo indicándole donde sentarse y colgando oh-tan-
artísticamente los adornos. En la foto está riendo muy fuerte y sus ojos
están fuertemente cerrados. La zapatilla de mamá se asoma en la
esquina inferior izquierda del marco.
Besé la foto y la puse bajo mi almohada. Entonces telefoneé a mi
novio perfecto y le dejé un mensaje largo e interminable que no tuvo
mucho sentido, como disfrutaría contándome el día siguiente.
104
Día 18 Traducido por Yre24
Corregido por Aldebarán
e siento bien hoy. Dormí bien, ningún sueño del que hablar.
Mamá dice que ella nunca sueña, ¿pero con qué siquiera
soñaría ella? ¿Filas sobre filas de zapatos hasta donde
alcanza la vista?
Ethan estaba sentado sobre la cama cuando salí del cuarto de baño
toda sonrosada y abrigada en una toalla que más o menos cubría
todo lo que una buena chica querría cubierto. Había un croissant de
chocolate y una taza grande de té sobre la mesa. Arranqué un poco
de croissant y lo metí en mi boca, lamiendo la crema de chocolate
de mi dedo.
—¿Quieres un poco?
Ethan rápidamente negó con la cabeza.
Me encogí de hombros y seguí comiendo, sin decir nada. Cuando
terminé, y chupé hasta el último pedacito de chocolate de mis
dedos, me senté a su lado él en la cama. La toalla más o menos
lograba taparme desesperadamente.
—¿El gato comió tu lengua? —bromeé con él.
—Buenos días, Grace. Luces… diferente hoy —dijo él.
—La mayoría de las personas lo hacen sin su ropa puesta. —Él
parecía confuso. Sus ojos desesperadamente buscaron los míos,
como si pudiera mirar lo suficientemente profundo y ver la verdad en
M
105
mí. Sostuve su mirada fija. Los círculos oscuros bajo sus ojos parecían
moretones.
—Ethan, yo…
Él trajo su dedo a mis labios para hacerme callar. Metió unos hilos
húmedos de cabello detrás de mi oído y susurró —Bebe tu té. —Y
luego se había ido. Como si nada.
Me arrojé hacia atrás sobre la cama y suspiré. Confusa y frustrada.
Luego hice como me dijo.
Me recosté en la cama la mayor parte de la mañana, sin pensar en
verdad en nada en particular. No infeliz. Sólo en cierto modo
existiendo. Antes de que me diera cuenta, Ethan estaba aquí otra
vez con el almuerzo. Yo estaba extrañamente voraz para alguien
que lo había jodido todo. Cuando él vino para llevarse mi plato,
estaba lamiendo las últimas gotas de salsa de mi cuchillo. Mamá
estaría horrorizada. Ethan parecía contento. —¿Estaba así de bueno?
—Mmm. El pollo asado es mi favorito. No puedes mejorar un almuerzo
de domingo apropiado. —Un recuerdo apareció dentro de mi
cabeza de Mamá sirviendo papas al vapor en la mesa. Ella siempre
nos daba montones a Papá y a mí, y sólo tomaba un par para ella
misma. Y cada semana, sin falta, Papá diría, —¡Estas son las mejores
papas al vapor que ALGUNA VEZ he tenido —y Mamá pondría sus
ojos en blando y diría, —¡Pero dices eso cada semana, Jim! —Y uno
podría decir que ella estaba en secreto contenta. Y uno podría decir
que él realmente lo quiso decir. Y uno podría decir que ellos
realmente se amaban.
Ethan estaba diciendo mi nombre, y yo sabía por su tono que esa no
era la primera vez. Y justo así, el recuerdo se había ido.
—¿Qué? —dije, molesta. Mi cerebro exactamente no rebosaba con
recuerdos felices como aquel.
106
—Estaba preguntándote por tu familia.
—¿Por qué?
—Soy curioso.
—¿Por qué?
—Me gustaría saber por qué eres del modo que eres.
—¿Y piensas que esa es la respuesta? ¿Mi familia? ¿Qué pasa con tu
familia? ¿Qué te ha hecho del modo que eres?
Él me miró con aquellos ojos tempestuosos y dijo suavemente. —No
estamos hablando de mí.
—¿Por qué no? ¿Por qué tenemos que hablar de mí todo el tiempo?
¡No soy tan interesante, sabes!
—Oh, yo no diría eso, Grace. —Él sonó como si no hubiese dormido
en miles de años. Y luego me miró a los ojos y dijo —¿Extrañas a tu
padre?
—Todos los días. Lo extraño todos los días. —Tragué, determinada a
no comenzar a llorar. Ethan debe haberse dado cuenta que
realmente no estaba de humor de compartir. No dijo nada más,
solamente limpio mi plato y se marchó. Pero no antes de que me
hubiera dado un apretón consolador en mi hombro,
¿fraternalmente?
No fue hasta que la puerta se cerró que me di cuenta que no le he
contado a Ethan sobre Papá. ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo posiblemente
podría saberlo?
¿Por qué soy del modo en que soy? Qué pregunta tan extraña. ¿Por
qué cada uno es del modo que es? ¿Naturaleza o crianza? ¿Un
poco de ambos? Tal vez para algunas personas no es ninguno. Tal
107
vez se suponía que serían de cierto modo, pero entonces algo
terrible pasó. Y tal vez nada fue alguna vez del mismo modo otra vez.
Tal vez.
108
Día 19 Traducido por BrendaCarpio
Corregido por TwistedGirl
l menos, creo que es el día 19. Debe serlo para este momento.
No puedo dormir. No puedo dormir. No puedo dormir. NO
PUEDO DORMIR. He probado todos los trucos que sé: recitar
todos los reyes y reinas de Inglaterra, pero siempre tiendo a
mezclarlos un poco con los Henry, trato de recordar los nombres de
todos en mis clase de secundaria, pero me quedé estancada en el
nombre del chico niño con nariz permanentemente con costras.
Incluso he caído tan bajo como para tratar de contar ovejas. No sé
quien ideó eso, pero resulta que puedo contar bastante.
También puedo seguir con esto mientras estoy despierta. No es como
si pueda ir a la planta baja por un vaso de leche caliente. ¿Leche
caliente? Qué asco.
Las cosas estaban bien con Nat. Pero estaba de alguna manera
esperando que algo saliera mal. Algo tenía que salir mal. Era
seguramente sólo cuestión de tiempo. Nunca pude evitar la
sensación de que no lo merecía. Era demasiado bueno para mí. Y
demasiado bueno conmigo. Me escuchaba cuando hablaba, en
vez de solamente esperar su turno para hablar. Me compró un
pequeño títere de pulgar con forma de monstruo verde, que me hizo
reír. Ponía sus brazos alrededor de mí y me sentí bien.
Me llevó a su casa por primera vez una tarde. Su madre estaba en el
trabajo y estábamos perdiendo el tiempo en su dormitorio. Todavía
teníamos la mayoría de la ropa puesta, y estaba tratando de
A
109
determinar qué tan cosquilloso era, mucho, según parecía. Lo había
inmovilizado en su cama, con ambas manos por encima de su
cabeza, presas por una de las mías. Los dos estábamos riendo como
locos, Nat pedía clemencia. Y la puerta se abrió y ahí estaba Devon,
claramente no esperaba verme allí.
Balbuceó una disculpa, y Nat dijo algo como—: Está bien, Dev.
¡Espera un minuto! —Pero Devon giró las piernas, con la cara
enrojecida de color rojo brillante. Yo me reí y volví a atacar a Nat.
Pero él no se reía.
—Grace, detente por un minuto.
—¿Qué? ¿Por qué? ¡No es gran cosa!
—Lo sé. Es... no sé. Se siente un poco raro. —Se sentó y se puso la
camisa—. Déjame ir a hablar con él.
De repente tuve una sospecha. —Le has hablado sobre nosotros...
¿cierto?
El silencio de Nat lo decía todo.
—¡Mierda! ¿Por qué no le has dicho? ¡No es de extrañar que sus ojos
casi se salieran de su cabeza!
Nat tuvo el buen gusto de lucir avergonzado. —Lo siento. Es sólo...
que no estaba seguro de si estaría bien con eso. Sabes... cómo
ustedes dos se conocen.
—¿Y qué si nos conocemos? —le dije, con mal humor añadido.
—Bueno... simplemente no quería preocuparlo hablando sobre
nosotros. Eso es todo.
Sopesé eso mientras enderezaba mi top. —¿Así qué no es porque te
da vergüenza ser visto conmigo? —Esto salió un poco más duro de lo
que había previsto.
110
—¡Como si lo hiciera! ¡Basta con mirarte! —Me atrajo hacia él para un
profundo y largo beso.
—La adulación te llevará a todas partes, Nathaniel. Pero no justo
ahora. Vamos. Tienes que dar algunas explicaciones. Ve y habla con
él. Esperaré aquí.
—¿Estamos bien, entonces?
—Así es. ¡Ahora vete! —Nat saltó de la cama y salió de la habitación.
Me recosté y miré el techo. Había una grieta en ello. Traté de
decirme que estaba bien. La razón de Nat para no decirle a Devon
era perfectamente admisible. Y de todos modos, no le había dicho a
mi madre acerca de nosotros tampoco. Pero eso era diferente.
Tienes que estar en la misma habitación con alguien más de cinco
segundos para tener una conversación. Y me había asegurado de
que no volviera a ocurrir desde su pequeño intento de conversación
íntima la noche que me encontré con Soph.
Mientras estaba tirada en la cama de Nat, rodeado de sus cosas,
envuelta en el mundo de Nat, no podía dejar de pensar que esta
podría ser la primera pequeña grieta que había estado esperando.
Una grieta que se ampliaría en una gran grieta abierta, en la que
caería para no ser vista otra vez.
Nat volvió después de unos minutos y se sentó en el lado de la cama.
—¿Y bien?
—Ha salido. Está muy enojado y no puedo culparlo. —Nat suspiró y se
quedó mirando el suelo.
—Oye, vamos. No has hecho nada malo. ¿Así que no le dijiste a tu
hermano sobre su nueva novia? Es a duras penas el crimen del siglo.
—Extendí la mano y le acaricié la parte de atrás de su cuello, donde
tenía el pelo corto y enmarañado. Torció la cabeza para apartarla.
—No, Grace.
111
—¿No qué? Vamos... Devon se ha salido. Vamos a...
Mi mano se deslizó hasta su muslo mientras hablaba.
—¡Basta! —Nat saltó de la cama y se alejó. Estaba demasiado
sorprendida para decir nada por un minuto o dos. Él se puso contra
la pared, con su puño en su frente.
—Bieeen, simplemente me voy a ir. —Me apresuré a ponerme de pie
y comencé a recoger mis cosas, diciéndome que no iba a llorar, no
iba a llorar, no iba a llorar. Estaba a medio camino de la puerta antes
de que Nat se volviera hacia mí.
—Grace, lo siento. Realmente lo siento. —Dio un paso hacia mí, puso
sus manos sobre su rostro y suspiró ruidosamente. Cuando sus manos
se deslizaron hacia abajo, me miró con tristeza—. Lo siento por ser tan
idiota. Es sólo que las cosas con Devon son un poco... complicadas.
Siempre lo han sido. Sólo necesito hablar con él correctamente, y
estoy seguro de que todo irá bien.
Nat se acercó y extendió su mano hacia la mía. Sus dedos
envolvieron los míos y los apretó suavemente. Lo miré a los ojos y
busqué la verdad en sus palabras. No estaba segura si estaba allí o
no, pero se veía tan triste y expectante que eso parecía no
importarme. Lo abracé.
—Habla con Devon. Llámame cuando puedas. Está bien. —Yo
estaba muy impresionada conmigo misma por ser una persona tan
adulta con respecto a esto. Me sentí muy madura.
—¿Estás segura?
—Sí. —Tan suave como la brisa puede ser. Le di un beso rápido en los
labios, le di un alegre „adiós‟ y salí de su habitación sin mirar hacia
atrás. Estaba en la parte inferior de las escaleras cuando Nat me
llamó.
112
—¡Grace! —Miré hacia arriba y vi su rostro mirando por encima de las
barandillas.
—Gracias por ser tan increíble. Lo digo en serio. Eres realmente...
Realmente me importas. Sólo quería que lo supieras.
Quería subir corriendo las escaleras y mostrarle qué tan increíble
podría ser, pero estaba a tal grado absorbida por la “nueva y
madura yo”, incluso si sólo fuera temporal, que recompensé a Nat
con una sonrisa y un silencio „lo sé‟. Y entonces me había ido, fuera
de la puerta principal y por la calle. Tratando de recordar las
palabras de despedida de Nat, en lugar de las rarezas que habían
pasado antes.
Me las arreglé para volver a dormir por un tiempo después de eso.
Todavía debe ser temprano. Ethan no ha venido con el desayuno
aún. Estoy muriendo de hambre. Casi nunca desayuno en casa,
demasiado para molestia de mi mamá. Cuando tenía quince años
intenté iniciar el día con una taza de café negro. Debo haber estado
en una fase de „juventud descontenta‟. Odié el sabor, y me
esforzaba para no hacer una mueca cada vez que tomaba un
sorbo. Pero valió la pena, porque molestó a mamá. Ella era del tipo:
“El desayuno es la comida más importante del día” y “una niña de tu
edad no debería beber eso”. Lo cual era claramente la manera
incorrecta para que yo hiciera lo que ella quería.
Las madres pueden ser tan densas. Sólo actúa como que apruebas
lo que estamos haciendo. Pronto vamos a hacer exactamente lo
contrario, simplemente para fastidiarte.
De todos modos, sólo voy a tener que ignorar a mi estómago
gorgoteando y tratar de no pensar en tocino crujiente sobre blanco
pan, salpicado con salsa de tomate y goteando grasa. O un huevo
cocido con tiras de pan tostado...
113
El día después del incidente de Devon, algo sorprendente pasó.
Sal me envió un mensaje de texto: Necesito hablar contigo. ¿Por
favor?
No tenía ni idea de qué hacer. El mensaje me llenó de esperanza y
temor, y todo lo demás. Tenía media mente ocupada en dejar sudar
a Sal por un par de días, pero desde que estaba siendo madura le
respondí inmediatamente, con un simple: De acuerdo. Desde luego,
no iba a ceder en nada si ella no lo hacía. Sólo tuve que esperar un
par de segundos por una respuesta: Gracias. ¿En los columpios? ¿A
las nueve?
Dios sabe por qué quería volver allí de nuevo.
Habían pasado casi dos meses desde nuestra pelea. Era difícil creer
que ni siquiera había puesto los ojos en ella desde aquella ridícula
noche. Siempre he observando si ella llegaba cuando estaba fuera
de casa, sobre todo cuando estaba con Nat. Medio esperando que
ella se diera cuenta de lo feliz que podía estar sin ella. Y la otra mitad,
esperando que con sólo estar cara a cara de nuevo con ella, por
arte de magia se arreglaría lo que estaba estropeado.
Justo estaba empezando a oscurecer en el momento en que me fui
a encontrarme con Sal. Unas pocas personas se quedaron en el
parque, jugando frisbee, bebiendo cerveza y pretendiendo que no
se estaban congelando. Un par de chicos de catorce años estaban
en los columpios, insertando sus lenguas en la garganta del otro.
¡Bien! Me senté en un banco un poco más lejos, mirando mi reloj
cada par de minutos. 9:09 y aún no había señales de Sal.
Y entonces hubo un golpecito en mi hombro y un silencioso—: Hola.
—Sal rodeó el banco y se sentó a mi lado. Le devolví el “Hola” y la
estudié en la luz mortecina. Lucía diferente. Había cortado su
cabello, y se adaptaba muy bien a ella. Pero se veía muy delgada.
114
No llevaba ningún tipo de maquillaje y los círculos oscuros bajo sus
ojos se destacaban a un kilómetro y medio. Estaba sorprendida por la
diferencia que un par de meses podía hacer. Estaba bastante segura
de que me veía como la misma vieja Grace, excepto por un grano
gigantesco que amenazaba con brotar en mi barbilla en cualquier
momento.
Fui la primera en hablar. —Así que... ¿cómo has estado? —No pude
evitar reírme nerviosamente por lo absurdo de la pregunta. Sal,
incluso esbozó una sonrisa—. Quiero decir, bueno, supongo que no sé
realmente qué decir.
Arrastré mis zapatillas en la grava debajo del banco, esperando a
que Sal dijera algo.
—Grace, lo siento muchísimo. —Bueno, eso fue un comienzo por lo
menos. Esperé a que ella continuara—. Todo esto ha sido una
completa pesadilla. No puedo decirte cuántas veces he querido
levantar el teléfono y llamarte... —su voz se se desvaneció y yo podía
decir que estaba luchando por contener las lágrimas, sin éxito, como
se vio después—. Te he echado de menos.
Y ella me miró con esos ojos de Bambi llenos de lágrimas y dijo
quedamente—: ¿Crees que podemos alguna vez...? —Antes de que
su voz se desvaneciera de nuevo. Ella miraba al suelo, sin tomarse la
molestia de limpiar las lágrimas de su rostro. Yo sólo quería abrazarla y
decirle que todo estaría bien. Pero no me atreví a hacerlo.
—No sé.
—Grace, t ienes que creerme. Fui una idiota. No tengo ninguna
excusa, pero estaba asustada y enojada y no sabía qué hacer.
—¿Así que te desquitaste conmigo? —dije.
Sal asintió con la cabeza. —Sólo quería alguien a quien culpar, y de
alguna manera terminaste siendo tú. No sé por qué. Eras la única
persona que estaba allí para mí y lo arruine por completo.
115
—¿Por qué ahora? —Encontré difícil el mirarla.
—¿Qué quieres decir?
—Ya han pasado dos meses. ¿Por qué viniste hasta ahora?
—Yo sólo... pensé que no hablarías conmigo antes. Sobre todo
después de lo que dije. Acerca de los cortes. —Como si fuera
necesario recordármelo—. Grace, no lo decía en serio. Sabes que no
creo eso. Sólo arremetí con lo primero que se me ocurrió.
Alargó su mano hacia la mía. No me aparté. —Dije cosas horribles y
sé cómo debe haberte hecho sentir.
—No creo que lo sepas. Cuando la persona que más quieres en el
mundo dice algo como eso...
—¡Pero no es cierto! —Sal me apretó la mano.
Me encogí de hombros. —Tal vez lo sea.
—No seas estúpida Grace. Sí lo hicieras por la atención, ¿No crees
que no ocultarías tanto los cortes?
Otro encogimiento de hombros de mi parte. No iba a hacer esto fácil
para ella.
—¿Y el asunto del muchacho? Tan bueno como que me llamaras
escoria.
—Yo no quise decir eso. El hecho de que nos sentimos de manera
diferente acerca de toda la cosa del sexo no significa que no
podamos ser amigas. —Ella hizo una pausa—. Sabes, también dijiste
algunas cosas muy duras.
Aparté mi mano de la suya. —Bueno, ¡estaba a la maldita defensiva,
¿No?! No es que todos los días reciba la culpa de alguien que quedó
embarazada, ¡sobre todo desde que parece que carezco del
equipo adecuado para el trabajo!
116
Nos sentamos en silencio durante un rato. Sal había dejado de llorar y
tocaba un agujero en sus jeans.
—Me hice el aborto. —Su voz era plana.
—¿Fue horrible?
—No sé. Fue extraño. Fue un alivio, supongo. Pensé que todo iba a
estar bien después, y tal vez lo habría estado si no te hubiera
apartado.
—¿Fuiste sola?
Sal asintió con la cabeza, y sentí algunos de los malos sentimientos
entre nosotras escabulléndose en la noche.
—Me gustaría que me hubieras dejado estar allí.
—A mi también.
Nos miramos la una a otra y pensé que tal vez, sólo tal vez, todo iba a
estar bien para nosotros. Tal vez las cosas podrían volver a la
normalidad. No iba a olvidar las cosas que ella había dicho. Y ella
probablemente tampoco iba a olvidar lo que yo dije, o el hecho de
que le di una buena y apropiada cachetada.
Pero tal vez había una oportunidad de superar todo eso.
—También te he echado de menos, sabes. —Sonreímos tímidas y
pequeñas sonrisas la una a la otra—. Ven aquí.
La abracé. Ahora era el momento de que yo lloriqueara, y Sal lo hizo
también.
Finalmente, me aparté y la miré. Con la cara brillante por las lágrimas
e inflamada. —Vaya. ¡Espero no verme tan mal como tú!
Sal se echó a reír. —Bueno, lo haces. ¿A menos que pienses que estar
enrojecida es una apariencia particularmente buena...?
117
—¡Siempre he sido muy parcial en ello! Oye, ¿quieres volver a mi
casa? Podemos ponernos al día. Ha... ha sido demasiado tiempo.
De vuelta en casa, tomé una bolsa de patatas fritas y un poco de
salsa y nos dirigimos a mi habitación. En unos pocos minutos,
estábamos de vuelta en nuestras posiciones ya familiares, yo
recostada contra el cabecero con unos cojines, Sal sentada frente a
mí con las piernas cruzadas, la comida en el centro.
—Así que... ¿has visto a tu aspirante a acosador favorito
recientemente?
Sal levantó la vista un poco demasiado rápido. —¿Supongo que te
refieres a Devon? No, no lo he visto desde... no lo he visto en mucho
tiempo.
Tenía mis dudas. —¿En serio? ¿Qué tipo de acosador de porquería
es, si ni siquiera te sigue correctamente? Tendrá que regresar sus
gafas de visión nocturna a la escuela de acosadores. —Sal ignoró mi
patético intento de humor, y sentí una punzada de culpa por tomarla
con Devon.
Sal comió una patata frita antes de que casualmente me preguntara
si lo había visto. Pensé por un instante que tal vez Devon se las había
arreglado para hacer un poco más que acosar a Sal, después de
todo. Y entonces mis pensamientos rápidamente recuperaron a la
vieja yo, como de costumbre. Quería mantener las cosas de Nat y yo
para mí solita hasta que me sintiera al cien por cien con Sal. Pero
estaba a un buen setenta y cinco, y la familiaridad consoladora de
las circunstancias era difícil de ignorar.
Tracé un dedo sobre el patrón del edredón, de repente tímida. Para
nada como yo. Pero de alguna manera esto era diferente.
Me aclaré la garganta y evité el contacto visual.
—Er... lo he visto en realidad. En cierto modo... bueno, estoy viendo a
su hermano.
118
Levante la mirada tímidamente para ver la reacción de Sal. No era la
de completa sorpresa alegre que estaba esperando. Fue más como
un movimiento de cabeza con una mirada de “Huh, interesante”.
Decepcionante.
—¿En serio? —Eso fue lo mejor que podía hacer. Traté de no
demostrar que me importaba.
—Sí. ¡No me dijiste que Devon tenía un hermano tan guapo! Querías
mantenerlo todo para ti, ¿verdad?
—No seas ridícula. Yo...
—¡Sal, estaba bromeando! —Ninguna de nosotras se estaba riendo.
Entonces, Sal dijo—: Estoy muy feliz por ti. Dime TODO. —La miré,
tratando de medir su nivel real de interés, pero era difícil encontrar un
defecto en ella. Sus ojos estaban brillantes y su sonrisa estaba
firmemente en su lugar.
—Bueno —empecé, con falsa resistencia—. Él sólo es... genial. Sólo he
estado viéndolo por algunas semanas, pero se siente, no sé,
diferente. Hay algo en él. Creo que podría enamorarme de él. —Hice
una pausa—. De hecho, creo que ya lo estoy.
No podía creer que acababa de decir eso. Sin embargo, las
palabras sonaban bien.
Sal me miró con incredulidad. —Estás bromeando, ¿verdad?
—Eh... no. ¿Por qué es tan difícil de creer?
—No es eso. Supongo que simplemente no suenas como tú. No me
malinterpretes, creo que es genial. Creí que no creías en todas esas
cosas del amor.
Me encogí de hombros. —Tal vez he cambiado. Realmente él es
diferente, sabes. Los otros chicos eran, bueno, eran perdedores, ¿no?
Nat me hace sentir como que valgo algo. No pensé que encontraría
119
a alguien así. Una parte de mí piensa que él va a darse cuenta de
cómo soy realmente y correrá.
—Te mereces esto, Grace, alguien que te trate adecuadamente.
—Me lo merezca o no, ¡estoy aferrada a él de por vida! —Las dos nos
reímos—. No puedo esperar para que lo conozcas. Vas a adorarlo,
¡aunque no demasiado, espero! Debemos salir los tres una noche.
Será genial. Dios, espero que realmente te guste. Estoy segura de que
te gustará. Y definitivamente le gustarás. Tienen cosas en común.
Jesús, estoy parloteando, ¿cierto? Sólo dime que me calle.
Sal sonrió, feliz de complacerme. —No tienes que callarte. Entonces,
¿qué es lo que lo hace tan especial?
—Supongo que sería demasiado tonto decir que TODO.
—¡Sí, es definit ivamente demasiado tonto!
Me recosté y pensé un poco.
—Él me hace sentir vértigo. Es increíblemente sexy, pero no sólo
quiero tener sexo con él, quiero ser su amiga. Quiero hablar con él y
averiguar lo que piensa sobre las cosas. Y siento como que él ve algo
diferente en mí... tal vez no lo estoy explicando muy bien. Él me hace
sentir bien conmigo misma. Y me siento a salvo cuando estoy con él.
—Miré a Sal, segura de que me tiraría una almohada en la cabeza
por ser tan cursi, pero tenía una mirada lejana y melancólica en sus
ojos. De repente me di cuenta de que quizás era la última cosa de la
cual quería estar hablando ahora.
—Lo siento, Sal. Me voy a callar ahora. ¡Suficiente de la charla sobre
Nat! Vamos a hablar de otra cosa.
Sal reorientó sus ojos hacia los míos y sonrió. —No tengo mucho que
decir, me temo.
Vi la oportunidad de decir algo que sentía que era necesario.
120
—Sé que probablemente no quieres hablar de esto, pero sólo quiero
que sepas algo. Si quieres decirme lo que pasó y con quién dormiste,
estoy aquí para escuchar. No te juzgaré, o pensaré menos de ti, sin
importa que me digas. Eres mi mejor amiga y te amo. Puedes
decirme lo que sea.
Hubo un momento de incómodo silencio antes de que Sal dijera—:
Gracias. Eso significa mucho. Sólo necesito que entiendas que no
quiero hablar de eso.
—Está bien. —Me encogí de hombros, ocultando mi frustración
bastante bien. Había una especie de esperanza de que Sal se
abriera después de que había dejado al descubierto todo sobre Nat.
Excepto que no era realmente la misma cosa, ¿verdad?
Me gustaría saber qué hora es. Estoy exhausta. ¡Hoy ha sido
aburridísimo! Ethan finalmente apareció con mi desayuno. Me
preguntó si tenía hambre y parecía estar genuinamente arrepentido
cuando dije que me estaba muriendo de hambre, exagerando un
poco, pero mi estómago hacía algunos ruidos como de gorgoteo.
Después de que mi desayuno se había terminado, intensifiqué el
ejercicio un poco. Doscientos abdominales, estiramientos al azar y
correr por, supongo, treinta minutos. Se sentía bien. No es de extrañar
que esté tan hecha polvo.
No hay mucho más que decir sobre la Gran reunión de Sal y yo.
Después de un par de horas de charla, y MUCHO MÁS de mí
suspirando por Nat, a pesar de mis mejores intenciones de no
hacerlo, Sal y yo nos quedamos dormidas. Me desperté a la mañana
siguiente tendida diagonalmente de un lado al otro de la cama,
todavía con mi ropa. Sal estaba acurrucada en la parte inferior de la
cama, con su pelo tapándole la cara.
121
Me senté y cogí el vaso de agua que mantenía siempre junto a mi
cama, pero mi coordinación era claramente un poco
descoordinada y terminé golpeando el lado del cristal y enviándolo
al suelo. Maldije en voz alta, y Sal se despertó. Se estiró, se quejó un
poco y giró para darme una sonrisa de sueño. En ese momento,
habría apostado que estábamos pensando lo mismo. Algo como:
“Tal vez las cosas pueden volver a la normalidad después de todo”.
O tal vez era sólo yo.
122
Día 20 Traducido por Emii_Gregori
Corregido por TwistedGirl
uve un sueño extraño anoche. Estaba en el baño, lavándome
los dientes. Me incliné para enjuagar mi boca, y cuando me
enderecé y miré hacia el espejo, vi a Ethan en mi lugar. Bajé la
mirada, para confirmar si realmente era yo. Y lo era. Pero cuando
miré mi reflejo una vez más, allí estaba él, mirándome con
perplejidad. Extendí mi mano para tocar el espejo, y el Ethan del
espejo hizo lo mismo. Toque mis labios con mi dedo, y él trazo con el
dedo su cicatriz plateada. No estaba alucinando por completo. Una
parte de mi mente lo aceptó, y continué lavándome mi cara,
cepillando mi cabello, mirando hacia el espejo casi todo el tiempo. El
reflejo de Ethan llevaba vaqueros y una camisa verde que sentí que
ya había visto antes. Estaba enormemente tentada a quitarme la
pijama, sólo para ver si el reflejo de Ethan hacía lo mismo. Pero, no
parecía ser lo correcto.
Me giré para salir del baño, y después rápidamente me di la vuelta
de nuevo, para encarar el espejo. No sabía que esperaba ver, pero
Ethan todavía estaba ahí, luciendo como me sentía, un poco
estúpida y deshonesta. Cuando volví a la habitación, Ethan estaba
durmiendo en la cama, con mi pijama. Me incliné sobre él y lo
escuché respirar. Su respiración era dificultosa. De pronto abrió los
ojos, dándome el susto de mi vida. Él susurró—: Despierta, dormilona.
—Y tomó mi mano.
Y entonces desperté. Me sentí un poco extraña. Casi pacífica. Serena
y tolerante. El sueño sólo volvió a mí más tarde, después de que
Ethan había estado aquí. Antes de eso, sólo me sentía como si
hubiera tenido una muy buena noche de sueño y de alguna manera
T
123
estaba preparada para afrontar el día, sin importar cómo fuera.
Incluso aunque sabía muy bien que sólo tenía tres comidas
completas, un enigmático secuestrador y nada más.
Cuando Ethan llegó después del almuerzo, yo estaba sentada en la
mesa mirando al vacío, arrastrando mí tenedor hacia delante y
hacia atrás a través del plato. Se sentó en el borde de la cama, lo
cual estaba comenzando a convertirse en un suceso regular. No dijo
nada, simplemente metió sus manos debajo de sus muslos como
para mantenerlas calientes, y luego me miró expectante. Yo tenía
algo en mente.
—¿Cómo sabes cuáles son mis comidas favoritas?
Ethan no dijo nada.
—En serio, ¿cómo es que todo lo que has cocinado para mí o lo que
me has traído es algo que me gusta?
Se encogió de hombros.
—Quiero decir, no quiero que pienses que no estoy agradecida ni
nada, porque lo estoy. Sólo pienso que es un poco extraño. Podrías
pensar que te habrías equivocado una o dos veces. Pero no ha
habido pescado, ni brócoli, ni nueces, ni coles de Bruselas en cuanto
a eso…
—Grace, a nadie le gustan las coles de Bruselas.
—Huh. Buen punto, pero aun así, sabes lo que quiero decir.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué he estado espiándote en secreto
por meses, anotando cuidadosamente todas tus preferencias
alimenticias? ¿Eso te haría sentir mejor? —Él se estaba burlando de
mí, y eso no me gustó.
—No, sólo quiero que me digas la verdad. Y sería genial si tratas de
no ser muy sarcástico mientras lo estás haciendo.
124
—Nos gustan las mismas cosas, Grace. ¿No lo has notado?
—Eh... no. No lo he notado —suspiré—. Como sea. No importa de
todos modos, ¿verdad? Nada de eso importa.
—No seas así. Todo importa. Todo. ¿Cuándo te darás cuenta?
Ahora realmente me estaba molestando. Sí, enigmático puede ser
sexy, pero también puede ser claramente irritante.
—¿Te importaría irte? Tengo cosas por hacer.
—Si tú lo dices, Grace. —Ni siquiera parecía importarle mi
descortesía. Sólo recogió mis platos y se fue sin decir nada.
Después de que Ethan se marchó, pensé en nuestra conversación.
Hay algo que noté en su forma de hablar. Dice DEMASIADO mi
nombre. Creo que es un poco extraño. Quiero decir, es normal que
las personas digan el nombre de alguien un poco, pero decirlo una y
otra vez es un poco escalofriante. Me pregunto por qué lo hace, o si
incluso nota que lo está haciendo. Tengo esta idea vaga de que tal
vez esté tratando de recordarme quién soy. Por si acaso lo olvido en
esta extraña habitación de blancura pura.
Papá también solía decir mucho mi nombre. Creo que le gustaba
cómo sonaba. A veces me llamaba Osita Gracie. Me hacía temblar,
pero lo dejaba salirse con la suya, porqué sólo era papá siendo
papá. Creo que dejó de llamarme así justo cuando fui a la
secundaria. Ni siquiera me di cuenta. Supongo que debe haber de
haberlo superado, una pequeña concesión al hecho de que su niña
estaba creciendo. Daría cualquier cosa por oír a mi padre decirlo
una vez más. U oírle decir cualquier cosa. O simplemente verlo,
sentado en su desgastada silla de cuero, con el ceño fruncidle al
crucigrama.
Daría cualquier cosa.
125
Día 21 Traducido por dark&rose
Corregido por V!an*
yer fue más o menos un borrón una vez que me puse toda
sensiblera. Lloré y lloré y lloré. Ethan vino en algún momento. Al
menos creo que lo hizo. Todo estaba bastante borroso y
confuso, pero creo que él estaba sentado con su mano apoyada en
mi hombro mientras yo estaba llorando en la cama. ¿O fue un
sueño? No puedo recordar. Hmm. Perder el contacto con la realidad
es igual a algo no bueno.
Vi a Nat un par de días después de que Sal y yo nos reconciliáramos.
Yo ni siquiera le había mencionado a Sal antes, lo que era un poco
extraño, de acuerdo. Pero era demasiado complicado de explicar, y
exactamente no me mostraba de la mejor manera. Y yo
definitivamente quería que me viera de la mejor manera, toda
cuerda y angelical... pero no demasiado angelical.
No lo había llamado ni escrito un mensaje de texto después de lo de
Devon. La pelota estaba bien y verdaderamente en su cancha en
este momento. La espera fue una agonía. No soy exactamente la
persona más paciente del mundo. Prefiero salir y hacer las cosas, en
A
126
lugar de esperar a que vengan a mí. Además, nunca estoy
completamente convencida de que las cosas vayan a venir a mí de
todos modos, así que me gusta estar segura. Pero esta vez estaba
decidida a esperar. Fue un alivio cuando él me escribió un mensaje
de texto. Supuse que él y Devon deben haber arreglado las cosas.
Quedamos en encontrarnos en un bar de la ciudad después de su
turno. El bar estaba en silencio cuando llegué. Nat estaba sentado
en el rincón más lejano, con una cerveza delante de él, mirando
fijamente el teléfono en su mano. Su pierna derecha estaba
balanceándose arriba y abajo debajo de la mesa, y llevaba puesto
los zapatos deportivos que había usado la noche que nos
conocimos. Habían perdido su novedoso blanco brillante. Él se veía
bien.
Me acerqué y le toqué el hombro. Se sobresaltó un poco, antes de
meter el teléfono en el bolsillo y ponerse de pie para darme un beso.
Su boca sabía a cerveza, pero de una manera agradable. Habían
pasado sólo un par de días, pero había echado de menos besarlo. Él
me consiguió un trago en el bar sin preguntarme.
Tomé un sorbo. —¿Se trata de un doble? ¿Está tratando de
emborracharme, señor?
Movió las cejas hacia mí. —¿Por qué? ¿Eso sería un problema?
—Mientras te asegures de aprovecharte de mí más tarde, estoy bien
con eso. —Me incliné sobre la mesa y lo besé de nuevo—. Entonces,
¿qué era tan fascinante en tu teléfono? Es mejor que no sean fotos
de desnudos de alguna otra chica. O fotos de desnudos de algún
127
chico, en cuanto a eso —me burlo, haciendo una mueca ante la
idea.
—Tal vez eran fotos de desnudos tuyos.
—¡No tienes ninguna! Y no lo intentes y digas que tomaste una
mientras yo dormía, porque sé que no harías nada por el estilo. Eres
demasiado caballero.
—Eso es lo que crees... no, era sólo un mensaje de texto. Nada
importante.
Tenía curiosidad sobre el texto misterioso, pero no quería
comportarme como toda una novia-psico-celosa, así que lo dejé
pasar. Nat me dijo lo que había hecho el último par de días, mientras
escuchaba, entrelazando mis dedos con los suyos, y generalmente
mirándolo con adoración. Urgh. ODIO a las chicas como esas.
Después de un par de bebidas más y tener un acalorado debate
sobre los méritos de varias universidades en comparación con los
demás, le hablé de Sal. Yo estaba muy entusiasmado con reunirlos.
—Oh sí, Devon mencionó a una chica de la que eran compañeros.
—Nat no parecía muy interesado, del tipo de un poco dolido. Pero
supongo que era bastante justo. Él no lo sabía, ¿verdad?
—Ella no es “cualquier chica”, es mi mejor amiga. En cierto modo
peleamos por un corto tiempo. Fue justo antes de que te conociera,
realmente. De todos modos, era una estupidez, y todo es totalmente
genial ahora.
128
—¿Por qué no lo mencionaste antes? —Nat estaba mirando su vaso
de cerveza, lentamente girándolo en su mano.
—No lo sé. No veía el punto, supongo. No pensé que Sal y yo
volveríamos a ser amigas otra vez y... me sentía un poco estúpida y
triste por todo esto. Y yo no quería que supusiera una decepción
sobre cómo iban las cosas con nosotros.
—Podrías haber hablado conmigo al respecto, ya lo sabes.
—Lo siento. Debería haberlo hecho, pero vamos a olvidarlo. Sal se
muere por conocerte, así que tendremos que quedar pronto. ¡Te va
a encantar!
—Suena bien. Iré a por más bebidas.
Mientras que Nat estaba en el bar, repasé la conversación en mi
mente. Así que, estaba un poco molesto conmigo por no habérselo
dicho. Y no parecía exactamente emocionado sobre la posibilidad
de conocer a Sal. Pero él era un chico, y los chicos simplemente no
se entusiasman con las mismas cosas que nosotras. Estaba segura de
que estaría bien con ello pronto.
Un poco más tarde, Nat me preguntó por qué había reñido con Sal.
Tal vez estaba interesado, después de todo. No tenía intención de
decirle la verdad, Sal no me lo hubiera agradecido por eso. No me
sentía exactamente feliz por haberle mentido, pero a veces la
honestidad no es la mejor política.
129
—Fue una estupidez realmente. Sólo algún ridículo argumento que se
nos salió fuera de control. Y las dos éramos demasiado tercas para
pedir disculpas.
Nat se mostró escéptico. —¿Así que ni siquiera fue algo serio?
—No, no realmente. Parecía de esa manera en ese tiempo, pero
todo es parte del pasado ahora.
—Tío, las chicas son extrañas.
Sonreí. —¡Oye! ¡Cuidado con lo que estás diciendo! —le pegué
suavemente en el hombro—. ¿Nunca te has peleado con alguno de
tus compañeros?
—Sí, supongo. Lo siento. —Él se quedó pensativo.
—Oye, todo está bien.
—Sí, lo siento. Estaba sólo pensando...
—¿Qué?
Él negó con la cabeza ligeramente y me dijo—: No, no importa. —
Cogió su cerveza y tomó un par de tragos, luego se inclinó sobre la
mesa y me apretó la mano. Él me dirigió esa mirada—. Oye,
salgamos de aquí. No hay nadie en mi casa.
—Gracias a Dios por eso, porque mi mamá en realidad está en casa
está vez. Y aunque estoy segura de que le ENCANTARÍA conocerte,
no creo que esta noche sea la noche... teniendo en cuenta lo que
tengo en mente para ti. —Me incliné sobre la mesa y rocé mis labios
contra la oreja de Nat, susurrando la cosa más sucia que pude
130
pensar. Tuvo el efecto deseado. Apenas tuve tiempo de agarrar mi
bolso antes de que me sacara a rastras del bar.
Nat Le hizo señas a un taxi y nos metimos en el asiento trasero. No
podíamos mantener nuestras manos apartadas el uno del otro.
Logramos evitar llevar las cosas demasiado lejos, pero llevó más de
un poco de fuerza de voluntad. Además, yo no estaba interesada en
las miradas que estaba recibiendo del taxista por el espejo retrovisor.
La idea de que él estuviera disfrutando de un espectáculo gratuito
era una forma de distracción. Me aparté de Nat y lo miré a los ojos.
Hermoso. Y me quería a mí. Realmente, realmente me quería. En ese
momento, me sentí muy afortunada. Y, de una manera extraña, algo
poderosa. Había perdido el control con su lujuria. Se sentía como si
pudiera conseguir que él hiciera lo que yo quisiera. Por suerte para
Nat, todo lo que quería que él hiciera era conmigo.
El sexo fue increíble. Nat estaba diferente, era definitivamente, el que
tenía el control en esta ocasión. Fue un cambio agradable. Después
me acosté a su lado, mi cuerpo apretado contra su costado, mi
pierna izquierda cómodamente situada entre sus piernas.
Estaba feliz.
Esto se está poniendo más difícil. Quiero bajar el bolígrafo y romper
todo este papel en pequeños trocitos, echarlos al aire y dejarlos caer
como nieve. Podría convertir esta habitación en una de esas cosas
de esas bolas de nieve de mal gusto. Una bola de nieve para un
131
gigante. Dejar al baño correr y llenar la habitación hasta el techo
con agua. Me ahogaría, pero que podría ser bueno.
132
Día 22 Traducido por Xhessii
Corregido por Aldebarán
than está aquí. Cada vez que levanto la mirada, él está allí,
mirando al espacio. Entró para llevarse las cosas de mi
almuerzo y luego regresó un par de minutos después, justo
cuando me sentaba a escribir. Se veía un poco nervioso. Lo miré
expectantemente. —Hola, de nuevo.
—Hola, Grace.
Esperé a que dijera algo, pero se veía renuente a hacerlo. Me senté
con el lapicero suspendido, y él se quedo con la espalda contra la
puerta.
—¿Necesitas algo? —Quería que él dijera algo, se estaba poniendo
un poco extraño.
—No. Yo… ¿te importaría si me quedo por un momento? No te
molestaré.
Dudé, y Ethan continuó. —Sólo quiero estar aquí.
Ahora esto era interesante. Realmente no sabía que decir, así que
sólo asentí tontamente. Él dijo un apenas audible “Gracias” y se sentó
en el suelo en la esquina más cercana de la puerta.
Y entonces aquí estamos, sentados en una clase de compañerismo
silencioso. Ethan tenía su espalda contra la pared, con sus piernas
recogidas enfrente de él y sus brazos envueltos alrededor de ellas. Su
mandíbula descansaba en sus rodillas. Se veía como un niño
pequeño, un niño pequeño perdido. Sus pies están descalzos, sus
E
133
dedos de los pies apenas salían por el borde de sus jeans
deshilachados. A cada rato ausentemente se frota su muñeca
derecha con su mano izquierda, antes de abrazar sus rodillas contra
su pecho.
Me pregunto si debería decir algo, o ir hacia él.
No lo haré.
No puedo.
Sal y yo obtuvimos los resultados de nuestro examen. Incluso con
toda la locura que pasaba, Sal se las había arreglado para pasarlos.
También yo. Ninguna de nosotras estaba sorprendida, tal vez sólo un
poco aliviadas, pero eso era todo.
Miré a Sophie en el pasillo. Estaba hablando con Devon. No tenía
idea de que esos dos se conocían, pero no era de extrañar. No es
por ser mala o algo así, pero esos dos son un poco cerebritos. Y
quiero decir eso de la mejor manera posible. Traté de captar la
atención de Sophie, pero ella estaba muy ocupada apoyándose
cerca de Devon, mirando un pedazo de papel en su mano. Esos dos
claramente no tenían que preocuparse por lo que tiene que ver con
los exámenes.
Tanya estaba en una esquina con sus amigas usuales. Me miró y me
saludó. —¡Grace! ¿Vendrán tú y Sal a mi casa esta noche? ¡Mis
padres están en Barbados y la casa literalmente me está pidiendo
una fiesta! —Un par de años atrás hubiera brincado por la oferta.
Pero ahora no. Es raro como cambian las cosas.
—No, no puedo. Lo siento, Tan. Tengo planes. —Los cuales no
involucran meter a unos ext raños al dormitorio de tus padres.
—Bien, G. ¡Eres tan ABURRIDA! Nunca sales y juegas estos días. —Hizo
una pausa por un momento y se rió—. Lo que sea. De todas maneras,
134
felicidades por tus resultados. Escuché que te fue bien. —Me quedé y
platiqué por uno o dos minutos más antes de encaminarme hacia
Sal. La idea de ir a la fiesta de Tanya le pareció igual de atractiva
que a mí.
Cuando salimos, le mandé un mensaje de texto a Nat para contarle
de mis resultados. En cierto modo quería impresionarlo. Después de
todo, él estaba estudiando medicina. El chico probablemente nunca
tuvo menos de una B en toda su carrera educacional. Pensándolo
bien, yo tampoco, bueno, tengo he tenido dos, ¿pero quién está
contando?
Fuimos de regreso a la casa de Sal para el almuerzo. Era genial ver a
sus padres y a su hermanito de nuevo. La familia de Sal siempre se ve
tan normal. Era bonito ser parte de ella por un rato. Ellos no
cuestionaron el hecho de que no me habían visto por un par de
meses, lo que fue un alivio. Sólo Dios sabe lo que Sal les habrá dicho.
Debió ser horrible para ella, tratando de esconder por lo que estaba
pasando. No sé cómo lo hizo. Es lo suficientemente fácil para mí, con
una madre que esta donde no puedes encontrarla la mayoría de las
veces. Probablemente podía parir trillizos y criarlos en casa sin que
mamá se diera cuenta. ¿Pero con dos padres a quienes en realidad
les importas? Y con un hermano curioso también. Eso era seriamente
impresionante.
Los padres de Sal estaban impresionados con sus resultados, y se
veían casi igual de felices por los míos, lo que era dulce de su parte.
Incluso abrieron una botella de champaña en nuestro honor. Hice
una nota mental para llamar a casa más tarde y decirle a mamá
cómo me fue. Por supuesto, probablemente tendría que recordarle
que hice unos exámenes primero. Sal y yo fuimos a su habitación a
refrescarnos acabarnos rápidamente la champaña y a alistarnos. El
plan era tener una noche afuera de verdad, la primera desde que la
Maldad había acabado con todo. Estaba deseando que llegara.
135
Cuando Sal terminó de alistarse, la miré aprobándola. Se veía sexy,
sin duda alguna. Sentí una punzada de celos, pero no más que eso.
Esta era la noche de Sal. Estaba determinada a que ella se iba a
olvidar de todo lo que había pasado. Y no sólo porque intentaba
que tomara una bebida. No me malinterpretes, intentaba
completamente que tomara una bebida, pero el propósito de la
noche era divertirse. Y si Sal podía tener besuqueos descarados de
un chico o dos, todavía mejor.
—¡Jesús, Sal, te ves asombrosa!
Lucía toda coqueta. —¿En serio lo crees?
—Oh, sí. Te vas a meter en problemas esta noche.
—¿A qué te refieres?
Me reí. —¡No te preocupes! Me refiero a que, vas a tener un
MONTÓN de atención… particularmente usando ése top… —Ella
usaba una escote mayor.
Sal se apuró hacia el espejo detrás de su puerta y rápidamente se
examinó desde cualquier ángulo posible. —¿Crees que es
demasiado?
—Más que todo, ¡diría que no es suficiente!
—Me lo voy a cambiar. —Empezó a pasar el top por su cabeza. Salté
de la cama y lo jalé para abajo de nuevo.
—¡No te atrevas! Te ves perversa. Bien, ahora nos vamos. Vamos,
toma tu chaqueta, cariño, que nos vamos. —Le guiñé un ojo, y me
miró escépticamente, antes de que con reticencia enderezara el top
y se diera un último vistazo en el espejo.
—Grace, sabes que no pretendo ligar esta noche.
136
—Sí, pero nunca se sabe, tal vez el Príncipe Encantador esté a la
vuelta de la esquina, o tal vez apoyado en un bar. Nunca digas
nunca…
—Es demasiado pronto, ¿sí? No estoy lista para nada. Entiendes eso,
¿verdad? Por favor, dime que lo haces, porque de otra manera nos
quedaremos.
Suspiré. —Sí, entiendo. Está totalmente bien. Sin embargo déjame
saber cuando estés lista, porque te voy a encontrar a un chico
asombroso. No te puedo prometer que sea tan asombroso como el
mío, ¡pero veré que puedo hacer!
Sal se veía muy pensativa así que la jalé hacia afuera de la puerta,
esperando dejar los malos pensamientos que tuviera muy detrás de
nosotras. Le dimos un apurado “adiós” a la familia de Sal. Su papá
nos silbó en forma de piropo en esa manera vergonzosa clásica de
los papás. Sal puso los ojos en blanco hacia mí, y ambas nos reímos.
En el autobús a la ciudad, sentí mi celular vibrar en mi bolso. Era un
mensaje de Nat: ¡Hola! Muchas felicidades, chica inteligente.
¿Quieres reunirte conmigo para celebrar? Beso
Sal estaba ocupada mirando por la ventana así que pensé cómo
contestar. Se suponía que esta noche sería una noche de chicas. Era
sobre Sal y yo. Hmmm. Pero tal vez más tarde podríamos
encont rarnos con Nat… a Sal no le molestaría, ¿o sí? Ella se moría por
conocerlo. Bueno, creía que lo estaba, supongo que sólo lo asumí. Le
contesté: ¡Gracias! Estoy ocupada por el momento, ¿pero
encontrémonos en el Bar Code a las Nueve? Beso, Beso, Beso.
Sentí un breve retorcijón de preocupación antes de presionar
“enviar”, pero aún así lo hice. Revisé mi reloj. Eran casi las seis en
punto. Suficiente tiempo para que Sal y yo nos divirtiéramos antes de
que él llegara. Parecía la oportunidad perfecta para que ellos se
conocieran. Era una idea mucho mejor que un plan verdadero y
preparado. Reglas de la espontaneidad, ¿verdad?
137
Decidí no decirle a Sal que Nat iba a llegar más tarde. No quería que
ella estuviera molesta de que estaba estropeando lo de la noche de
“chicas”. Probablemente le diría después de que hubiéramos
tomado unas cuantas bebidas. O tal vez debería dejar que sea una
sorpresa. No estaba exactamente segura de porque no le dije a Nat
que estaba con Sal. Quizás no quería estresarlo por tener que
impresionar a mi mejor amiga. Y quizás estaba curiosa por ver sus
reacciones genuinas al conocerse. ¿Y qué mejor manera de tener
una reacción genuina que cogerlos por sorpresa? En silencio me
felicité por mi astuto plan. ¿Qué podría salir mal?
Olvidé que Ethan estaba aquí, él había estado tan callado. Pero
ahora está tarareando suavemente para sí mismo. He escuchado
antes esa canción en algún lugar antes, estoy segura. ¿Cuál
demonios es? Me está volviendo loca.
Le pregunté a Ethan. Me miró, algo aturdido, como si lo hubiera
despertado de un sueño. Tuve que repetir mi pregunta.
—¿Qué canción?
—Em… la que has estado tarareando por siglos.
—Oh.
—¿Bueno? ¿Cuál es? Debes saberlo.
Él sacudió su cabeza lentamente. —Ni siquiera me di cuenta de que
lo estaba haciendo. Lo siento. ¿Te estaba molestando?
—No, no realmente. Sólo sonaba realmente familiar.
—¿Me pregunto dónde la habrás escuchado?
138
—Bueno, ¡tú eres quien la estaba tarareando! Ayudaría si pudieras
recordarlo. —Estaba frustrada. No sé por qué, era sólo una canción
estúpida. ¿Por qué de repente se sentía tan importante?
—Lo siento, Grace.
Suspiré. —Maldita sea. De todas maneras, ¿a quién le importa? No
importa.
—¿Estás segura? —Ethan se veía de repente serio.
—Es sólo una canción. ¿Cómo podría ser importante?
—Todo es importante, incluso las cosas pequeñas. Y algunas veces
esas son las cosas más importantes.
Se puso de pie y me dio una última mirada significativa, bueno,
hubiera sido significativa si tuviera alguna idea de que quería decir,
antes de que dejara la habitación.
Eso fue hace más o menos veinte minutos, y el tono estúpido todavía
está dando vueltas por mi cabeza.
Quiero que se detenga.
Otro sueño.
Estaba acostada en mi cama en mi antigua casa, pasando las
páginas de una revista. Vagamente escuché a mamá gritar que la
cena estaba servida. La ignoré por un par de minutos, concentrada
en la lectura. Luego escuché a Papá empezar a hablar—: ¡Hora de
cenar, Grace! —Sabía que tenía que bajar, pero no quería hacerlo.
Si sólo pudiera quedarme en mi habitación, todo estaría BIEN. Otro
minuto o algo así paso y Papá asomó su cabeza en la puerta de mi
dormitorio—. Gracie, si no estás en la mesa en los próximos treinta
segundos, voy a empezar a comer tus papas asadas. Y luego
139
comenzaré con tu Yorkshire pudding17 también... —Levanté la vista
de mi revista, sonreí y dije—: ¡De ninguna manera! ¡Te ganaré
bajando las escaleras! —Papá dijo—: ¡Ya voy! —Y desapareció de la
vista.
Justo cuando iba a saltar de la cama, le di una última mirada a mi
revista. Sólo que ya no era una revista. Era una copia del periódico
local. Había una foto de Papá en primera plana. Traté de leer el
encabezado, pero no tenía sentido. Todas las palabras en la página
eran solo líneas curvas. Se retorcían como gusanos. Entré en pánico.
¿Por qué no podía leerlo? Sabía leer. ¿Y si me ponía mis gafas? Había
unas gafas en la mesita junto a la cama, pero yo no usaba gafas, así
que eso era extraño. Las agarré. Eran las gafas de lectura de papá,
pero me las puse de todas formas. Uno de los lentes estaba
quebrado. Mire alrededor de mi cuarto, y todas las cosas estaban
rotas, quebradas arruinadas. Iba a enfermarme.
Me desperté enroscada como una bolita contra la pared, con mi
piel cubierta de sudor. Apenas y logré llegar al baño antes de que el
contenido de mi estómago subiera por mi garganta. Tosí, farfullé y
me atraganté. Las lágrimas bajaban por mis mejillas y yacía
temblando en el piso del baño. El sueño había me tan, tan real. Papá
estaba ahí, vivo y riéndose, sus ojos estaban arrugados en los bordes
por la sonrisa. Tenía un dolor sordo en mi pecho. Juro que mi corazón
se sentía golpeado o algo así. Puse mi cabeza contra los azulejos
fríos. Podía escuchar la sangre corriendo por mi cerebro, sentí que mi
pulso estaba acelerado como loco, y sentí a mi estómago
convulsionarse de nuevo. Me pregunté si me iba a morir. Y luego debí
desmayarme.
Lo siguiente que supe, es que escuché la voz de Ethan llamándome,
levemente, como si estuviera del otro lado de un largo túnel. Al
principio no podía hablar. Luego su voz se oía más, y más, y más
cerca, y abrí mis ojos para verlo mirándome. Había una luz cegadora
17 El Yorkshire pud (Yorkshire pudding): Es una oblea de masa horneada, con forma de
cuenco, especialidad del Reino Unido.
140
a su alrededor. Lastimaba mis ojos, así que los cerré fuertemente de
nuevo. Podía sentir la mano de Ethan contra mi mejilla. Se sentía
suave, cálida y reconfortante. Traté de abrir mis ojos de nuevo, y esta
vez fue mejor, estaba más oscuro. Él me ayudó a ponerme
recostarme contra el gabinete del lavamanos. Me miré. Había
vómito en mi camisola y por todo el piso. Podía sentirlo en mi
mandíbula y saborearlo en mi boca.
Estaba apenas consciente de Ethan limpiando mi boca con una
toalla húmeda, luego jalando mi camisola sobre mi cabeza, mientras
me decía que todo iba a estar bien. Me ayudó a llegar a la cama y
me desvistió. Me sentía muy mareada, enferma y extraña como para
sentirme incluso un poco avergonzada. Me metí debajo las sábanas
y Ethan acercó una silla a la cama y se sentó. Miré al techo y
empecé a llorar. Las lágrimas caían por los lados de mi rostro,
humedeciendo mis oídos y mi cabello. Él sostuvo mi mano.
Después de un tiempo, Ethan dijo—: ¿Quieres contarme sobre esto,
Grace?
—No sé lo que me está pasando. Estos sueños… hay algo sobre ellos.
Me siento… no sé… me siento como si estuviera al borde de algo.
—¿A qué te refieres?
Me senté, limpiando mi cara llorosa y encogiéndome, antes de
continuar: —Desearía poder explicarme mejor. Siento como si ya no
supiera qué es real. Todo lo que tengo es esta habitación y a ti. Eso es
todo lo que tiene sentido para mí. Estar aquí parece correcto de
alguna forma, pero, ¿cómo puede ser? Debería estar haciendo mi
tarea o saliendo con amigos, eso es “normal”. Pero todo se ve tan
lejano que casi no puedo creer que mi vida solía ser así. Y me siento
aquí, día tras día, escribiendo, y escribiendo, y escribiendo sobre eso.
¿Pero cuál es el punto? ¿Por qué me molesto? —Me reí, con una risa
corta y vacía.
141
Ethan se inclinó hacia adelante en su silla. —Grace, ¿a qué te referías
hace un momento, cuando dijiste que te sentías como que estabas
al borde de algo? —habló deliberadamente, como si estuviera
teniendo cuidado de escoger las palabras perfectas.
—Oh, no lo sé. No me refería a nada.
Lucía desilusionado.
—Tienes que intentarlo con más fuerza, Grace. Sólo sé honesta
conmigo. Es todo lo que pido.
—No sé a qué te refieres. Estoy siendo honesta. No sé qué quieres
que diga.
—Estás tan cerca.
—Bien, ahora me estás asustando un poco. Dime de qué se trata
todo esto. ¿Por qué estoy aquí?
Ethan negó con su cabeza lentamente. Se puso de pie y puso la silla
de nuevo bajo la mesa. Sentí como si le hubiera fallado de alguna
manera.
Mientras se encaminaba a la puerta, dije—: Lo siento. Por favor, no te
molestes conmigo. —Las palabras sonaron patéticas y agudas, y no
muy estaba segura de por qué las dije.
Ethan se giró hacia mí. —No estoy molesto contigo, Grace. Pero, sólo
desearía que pudieras ser honesta, si no conmigo, al menos contigo
misma. ¿En qué es que sientes que estás al borde?
Y antes de que incluso pensara en ello, la respuesta salió de mi
boca—: La verdad.
Así que eso fue un poco extraño. Era obviamente la cosa correcta a
decir, porque Ethan sonrió y asintió antes de que dejara la
142
habitación. E incluso si no lo hubiera hecho, supe que era la
respuesta correcta.
Espero que regrese después. Creo que lo extraño un poco. Sin
embargo hablarle me hace sentir extraña, como si no fuera una
conversación normal. Algunas veces me siento como cuando hablo
conmigo misma.
Un pensamiento sigue rebotando contra los bordes de mi cerebro
como en el pinball18: ¿La verdad sobre qué?
¡¿LA VERDAD SOBRE QUÉ?!
Nunca fui buena en el pinball.
18 Pinball: Es un juego de salón mecánico, electromecánico o electrónico a base una bola
impulsada por un resorte que corre por un tablero con diversos diseños ornamentado con
diversos componentes electrónicos cuyo contacto con la bola otorga cierto puntaje al
jugador.
143
Día 23 Traducido por Dangereuse_
Corregido por Emii_Gregori
than no regresó. Y había estaba segurísima de que lo haría.
Dormí fatal: demasiados sueños y pesadillas y pequeños
fragmentos de cosas que no tenían ningún sentido. Y a pesar
de todo, enhebrando todas esas escenas extrañas, estaba esa
maldita canción que Ethan estaba tarareando ayer.
He intentado tararearla, pero no suena bien. Mamá siempre dijo que
me faltaba sentido musical. Por supuesto, ella tiene una voz preciosa.
Solía cantarme cuando era pequeña. Como cuando acababa de
despertarme de una pesadilla, venía y se sentaba a mi lado en la
cama, acariciándome el cabello y cantando suavemente. Su voz
era como la miel, quizá mezclada con una pizca de alcohol o algo
así; nunca fallaba en calmarme y hacer que me volviese a entrar
sueño otra vez.
Hasta que un día dejó de cantar.
Cuando Sal y yo llegamos al Bar Code, ya estaba empezando a
llenarse. Sin embargo, no parecía que estuviese nadie de nuestra
escuela. Los populares estarían donde Tanya en éste momento, y el
resto estaría probablemente en el bar malo que está en la esquina
de la escuela. Nos las arreglamos para conseguir un asiento en una
zona tranquila, el mismo donde Sophie y yo nos habíamos sentado.
Sal se ofreció a ir a por la primera ronda, y la observé mientras se
dirigía hacia la barra. Dos chicos que estaban allí de pie empezaron
a darse codazos inmediatamente y a mirar en su dirección. Ella era
E
144
completamente inconsciente, porque estaba completamente
centrada en la, en verdad muy importante, tarea en cuestión.
Mientras el barman nos conseguía nuestras bebidas, uno de los
chicos de acercó a Sal. Su amigo bebió de su vaso de cerveza,
haciendo todo lo posible por no mirar. Podía ver los labios del Chico
Número Uno moverse mientras le hablaba a Sal.
Era bastante lindo, de una forma muy obvia. Un poco arrogante, y
vestía una de esas ridículas camisetas “distressed19”.
¿Ochenta y un dólares por un trapo de mierda cubierto con
goterones de pintura y pequeños agujeritos? Una estafa. Sus jeans
estaban tímidamente desgastados y andrajosos, pero el aspecto no
se extendía a los zapatos. Eran negros, brillantes y un poco
puntiagudos. En general, no era el mejor aspecto del mundo. Sabía
que Sal se sentiría igual. Ni siquiera se giró para mirarle a la cara
cuando le habló. Sin embargo debió haber dicho algo, porque el
chico siguió hablándole, inclinándose más en la barra, intentando
todo lo posible por conseguir algún contacto visual. Sal le miró
brevemente, antes de devolver su mirada fija a la espalda del
barman. Cuando por fin consiguió las bebidas, Sal se fue de la barra
sin mirar atrás, dejando al pobre chico mirándola. Él se encogió de
hombros con tanta naturalidad como pudo y luego se giró hacia su
amigo, quien negaba con la cabeza y sonreía ampliamente.
—Entonces, ¿qué fue lo que dijo? —Le sonreí a Sal mientras dejaba
las bebidas sobre la mesa, cuidadosa de no derramar ni una sola
preciosa gota.
Sal parecía confusa. —¿Qué dijo quién?
—Er… ¡vamos! El Señor Suave en la barra. Estaba mirando.
Se sentó y le dio un gran trago a su bebida. —¿Él? No mucho… ya
sabes.
19 Distressed: Marca de ropa.
145
—Pero lo estaba intentando sin embargo, ¿o no? ¿Le echaste un
vistazo a sus zapatos? A pesar de eso, estaba bastante bien.
—¿Lo crees? —Giro de nuevo hacia la barra, donde los dos chicos
reían. El Chico Distressed no parecía tan triste20 después de su
rechazo.
—Sí. Buen cuerpo, una cara bastante decente, una lástima de ropa,
pero estoy segura de que podrías haberlo tenido en el suelo en
cuestión de minutos…
—¡Grace! —Sal fingió estar horrorizada.
—¡Sólo estoy diciendo! Seguramente podrías tener a cualquiera de
los chicos de aquí, si quisieras. Y estoy segura de que por lo menos
algunos de ellos tienen que tener un gusto decente en calzado.
Ambas reímos.
—Así que, ¿qué dices? ¿Quieres probar con alguno de ellos?
Sal me lanzó una mirada que decía: “No vayas por ese camino”,
pero yo decidí hacerlo de todos modos.
—Se te permite divertirte un poco, ¿sabes? Y sé que has pasado por
mucho, pero quizá esto sea justo lo que necesitas. Algo de diversión
con un chico guapo, o incluso con uno no tan guapo. Es bueno para
el ego. No te tienes que acostarte con nadie… sólo tienes que
disfrutar.
—Para ti es fácil decirlo. Tienes a Nat. —No podía leer la expresión de
Sal. No sabía si se estaba enfadando o si estaba bien seguir por éste
camino.
—Habría dicho lo mismo antes de que él llegara y lo sabes. —Me
estiré y tomé la mano de Sal entre las mías—. Mira, todo lo que estoy
intentando decir es que, no tienes que tomar ésta tontería de este
20 Hay un juego de palabras porque distressed también significa angustiado o triste.
146
chico enserio. Has tenido una experiencia terrible, y no sé qué es lo
que ha pasado… ¿te he dicho ya que me encantaría saberlo? —Le
lancé una mirada descarada para que supiera que sólo estaba
bromeando—. Pero las cosas no tienen que ser así. Si quieres besar a
un desconocido cualquiera, entonces ve y besa a un desconocido
cualquiera. No tiene que ser El Elegido, o ni siquiera tiene que estar
remotamente cerca de ser El Elegido. Simplemente haz lo que te
apetezca hacer. No dejes que lo pasó te arruine las cosas. Está en el
pasado.
Sal no dijo nada.
—Esto… discurso terminado. Lo siento. Sólo quiero que seas feliz. Lo
sabes, ¿no?
Sal suspiró. —Sé que lo haces, y lo aprecio. Me gustaría que fuese así
de simple. Sin embargo, no siempre podemos conseguir lo que
queremos… la vida no es así.
—¿Qué es lo que quieres?
—No lo sé. Volver en el tiempo sería un buen lugar para empezar. —
Sal sonrió.
—¡Brindaré por eso! —Y así lo hicimos. Me sentí aliviada. No tenía
intención de que las cosas se pusieran tan serias, ¡Y en nuestra
primera copa además!
Un par más de bebidas después y estábamos pasando un rato
genial, riendo y quejándonos y en general asegurando que las cosas
habían vuelto a la normalidad entre nosotras. Era una maravilla ver a
Sal tan feliz y normal después de todo lo que había sucedido. Estaba
a mitad de camino contándome una historia sobre un profesor de su
antiguo colegio con una tendencia a meterse con alumnos de sexto
año cuando hice algo inexplicable. Supongo que me había estado
molestando por un buen rato. Aún así, no sé por qué se me vino a la
cabeza justo en ese momento, cuando todo estaba yendo tan bien.
147
Pero lo hizo, y fue directamente del cerebro a la boca en menos de
una milésima de segundo.
—Sal, ¿alguien… te ha violado alguien? —Y entonces el silencio se
hizo entre nosotras. El bar y todos los que estaban dentro
desaparecieron. Sólo quedábamos Sal y yo. Quería que la tierra se
abriese y me tragase por mi falta total y absoluta de algo cercano al
tacto. No dije nada. Tampoco Sal dijo nada. Simplemente me
miraba, con los ojos entrecerrados levemente. No parecía
totalmente sorprendida, o siquiera medio sorprendida. En todo caso,
la que estaba en sorprendida era yo, todavía sorprendida después
de diecisiete años de mi capacidad de arruinarlo todo tan sólo
abriendo la boca.
Sal fue la primera en hablar, después de tomar un pequeño sorbo de
su bebida. —¿Por qué?
Negué con la cabeza.
—¿Por qué me preguntarías eso? ¿Por qué ahora? —Su voz sonaba
calmada, ilegible.
—No lo sé. De verdad, no lo sé.
—¿Por qué piensas que… que me ha pasado eso? —Ni siquiera
podía pronunciar la palabra que había salido de mi boca con tanta
facilidad.
—No pienso eso. —Hice una pausa, intentando francamente
averiguar qué era lo que quería decir, y no queriendo poner peor las
cosas—. Supongo que sólo he estado intentando entender qué pasó.
Quiero entenderlo, no, eso no es del todo cierto, me siento como
si necesitara entenderlo. Quizá todo se reduce al hecho de que
sencillamente no puedo imaginarte saliendo y tirándote a
cualquiera.
Sal negó con la cabeza.
148
Una camarera apareció de la nada, se llevó nuestros vasos vacíos y
limpió la mesa. Pareció que se tomó años, asegurándose de que
cada centímetro estaba brillante y limpio. Cuando por fin se marchó,
Sal dijo—: ¿Qué significa eso, de todos modos?
Estaba confundida. —¿Que significa qué?
—Violación.
Apenas podía creer lo que oía. —¿Qué?
—Sólo quiero decir que algunas veces las cosas no son tan simples.
No todo es o blanco o negro.
—Esto… ¡sí, sí lo es! ¿Por qué dices algo así? Sólo dime qué pasó.
Puedo ayudarte. Si alguien te… violó, podemos ir a la policía. No es
demasiado tarde. Podrías conseguir asesoramiento o algo así.
Sal estaba negando con la cabeza y yo me estaba empezando a
enojar. —¡Deja de hacer eso! Vamos, Sal, dímelo. —Negó con la
cabeza incluso más fuerte, como si estuviera intentando sacudir los
pensamientos propiamente fuera de su cerebro.
—No, no fue nada como eso. Ni si quiera sé por qué dije eso.
Simplemente estaba siendo estúpida. Está bien, mi ronda. —Había un
brillo falso en su voz y un brillo un poco maníaco en sus ojos.
—Sal, espera…
—No. No hay nada más que decir. Nadie… me hizo eso. Sabes,
quizás somos más parecidas de lo que crees. —Antes de que pudiese
responder, salió disparada hacia la barra.
Los chicos de antes todavía estaban allí, y Sal fue derechita y se
abrió paso a codazos entre ellos, colocándose en la mitad en un
espacio que no existía. No es como si a los chicos pareciera
importarles, por supuesto. Vi cómo reía y bromeaba con ellos,
tocándole el brazo al Chico Distressed para enfatizar lo que estaba
diciendo. Estaba claro que no creía la suerte que tenía, levantando
149
sus cejas hacia su amigo que estaba detrás de la espalda de Sal. Su
mano se movió hasta su trasero y se quedó allí. Sal no se inmutó
siquiera. Cuando el barman le entrego nuestras copas, el Chico
Distressed no pudo sacar su billetera más rápido, blandiendo un
billete de diez dólares con un ademán ostentoso. Perdedor. Sal se
movió para irse de la barra, y ésta vez el Chico Distressed de verdad
parecía angustiado… bueno un poco descolocado al menos. Sal
dejó otra vez las bebidas sobre la barra y le agarró por la camiseta,
tirando de él hacia ella casi con violencia. Y luego procedió a
besuquearlo como si su vida dependiera de ello. Yendo por ello
apropiadamente, era todo un espectáculo. El amigo del Chico
Distressed me miró esperanzado, pero simplemente negué con la
cabeza y miré hacia otro lado.
Era muy obvio que todo el espectáculo era para mí beneficio. ¿A
qué está jugando? ¿Intentando demost rar que es como yo? Ambas
sabemos que eso no es verdad. Se podría tirar a todos los chicos del
bar, e incluso a las chicas… ¿por qué no?, pero aún así no me lo
creería. ¿Qué demonios ha pasado con ella? Estaba más decidida
que nunca a llegar al fondo del asunto.
Sal volvió y se sentó, pareciendo el gato que consiguió la crema. No
es que el gato hubiese querido la crema en primer lugar, el gato
había estado intentando probar un punto, de una forma obviamente
dolorosa.
—Bonito espectáculo el que has montado allí.
—No sé de qué estás hablando —respondió Sal alegremente, con
una mirada de inocencia fingida. Eso en verdad me molestó, pero
me mordí la lengua. Después de todo, había estado haciendo
exactamente lo que le aconsejé, ¿o no? Así que no debería tener
quejas. Sin embargo, nuestra conversación de antes me había
dejado con una sensación molesta y desagradable que simplemente
tuve que enterrar. Por ahora, de todas formas.
—Entonces, ¿vas a pedirle su número?
150
—¿El suyo? De ninguna manera. Su técnica necesita un poco de
trabajo.
Bufé en mi bebida. —¿De verdad? No parecía que tuvieras ninguna
queja.
—Bueno, pagó nuestras bebidas, ¿no? Pensé que se merecía una
pequeña recompensa.
—Sí, Sal, eres un cielo. —Reímos y chocamos nuestros vasos, tragando
el contenido. No me tragaba su nueva actitud PARA NADA, pero no
hacía ningún daño seguirle el juego. Cualquier cosa por una vida
tranquila.
Un poco más tarde, noté que el bar se había llenado
considerablemente. Miré la hora, Nat llegaba tarde. Mientras Sal iba
al baño, le envié un mensaje: Cariño, ¿dónde estás? Está bastante
concurrido aquí. En la mesa detrás de la barra… la más lejana a la
derecha. Beso. Pensé que podría ponérselo fácil al pobre chico. No
tenía ni idea de que estaba entrando de cabeza al Test Del Mejor
Amigo, suspéndelo bajo tu propio riesgo.
Cuando Sal regresó, me dirigí hacia el baño. Quería estar en la parte
de atrás del bar para el momento en el que llegara Nat. Hmm. ¿Qué
es lo que se dice de los planes perfectamente trazados? Me tomé mi
tiempo para asegurarme de que mi maquillaje estaba bien, que el
cabello estaba pasable… etc., y entonces de alguna forma me
enrollé en una conversación con una chica borracha acerca de si
debería romper con su novio.
Finalmente escapé del baño de chicas con un suspiro de alivio, sólo
para convertirlo en una inhalación brusca cuando vi a un chico con
la figura distintiva de Nat de pie en nuestra mesa. Maldita sea. Sólo
podía verle la espalda, y su cuerpo bloqueaba a Sal de mi visión,
evitando que pudiese espiar éste inesperado giro de
acontecimientos desde lejos. Aparecí detrás de Nat y coloqué los
brazos alrededor de él, rodeando su pecho. Decir que le sorprendí
151
sería un tipo de eufemismo21. Se giró para mirarme a la cara, con los
ojos muy abiertos.
—¡Grace! Me sorprendiste. —Iba a besarlo, pero giró su cabeza
levemente así que mis labios se encontraron con su mejilla. Huh. Le
tomé la mano y me deslicé en la mesa, poniéndolo a mi lado—. Así
que... ¿supongo que has conocido a Nat?
Sal asintió. —Sí, supongo que lo he hecho. —Le sonrió a Nat, y él le
devolvió la sonrisa con torpeza.
—No hay necesidad de presentaciones lamentables entonces…
¡excelente! —Me giré hacia Nat con una mirada severa en la cara—.
¿No tienes nada que decirme? —Me miró, y, ¿era cosa mía o
parecía más o menos asustado? Sus ojos revolotearon entre Sal y yo,
como si fuese a ser capaz de encontrar la respuesta escrita en
nuestras caras.
—Er… no lo creo.
—Vamos… ¡estoy esperando! —Pensé que sería mejor que lo
ayudara—. Esto… ¿la razón por la que estamos aquí ésta noche? ¿Te
suena? ¿Celebrar la completa genialidad de tu novia? O más bien,
el que sea como una vaca rumiante en los exámenes.
Nat se golpeó la frente. —¿Cómo pude haberlo olvidado? ¡De hecho
eres un genio! —Me dio un abrazo rápido y le levanté las cejas a Sal
por encima de su hombro. Ella miraba con diversión, evaluándolo
todo tranquilamente. Nat se apresuró a preguntarle a Sal que qué tal
lo había hecho. Buen chico. Obviamente sabe cómo crear una
primera impresión decente. Los escuché hablar durante un rato,
felicitándome porque mi plan estaba de nuevo por el buen camino,
a pesar del revés inicial.
21 Eufemismo: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión
sería dura o malsonante.
152
De repente, Nat golpeó la mesa con las manos. —Bien, ustedes dos.
Esto se merece una celebración. ¿Qué tal un poco de champaña
para las dos genias… esto… geni… err… chicas completamente
inteligentes?
—¡Así se habla! Gracias, cariño. —Vaya. Realmente está yendo por
todo. Y yo que pensaba que todos los estudiantes de aquí ESTABAN
arruinados. Aún así, fue un bonito gesto… aunque fuera sólo para
exhibirse frente a Sal.
Nat se dirigió a la barra, y me di cuenta de que terminó al lado del
Chico Distressed, y me giré para enfrentar a Sal, muriéndome por
interrogarla sobre su primera impresión de mi hermoso chico. Pero Sal
no parecía un conejito feliz precisamente. Estaba muy lejos de eso,
de hecho.
—¿A qué demonios crees que estás jugando?
Fingí inocencia. —¿Qué quieres decir?
—Pensé que esto iba a ser una noche de chicas. Sólo nosotras…
¿recuerdas?
—Lo sé, lo sé. Lo siento. Iba a serlo, pero después Nat me envió un
mensaje para que saliéramos a celebrarlo, y pensé que sería
divertido. —Hice una pausa y comprobé que Sal aún parecía
seriamente poco impresionada, antes de seguir—. Mira, lo siento, Sal.
Debería haberlo consultado contigo antes. Es que en verdad quería
que lo conocieras. Y que se librarán de esto sin ningún tipo de
incomodidad.
—Sí, porque esto no es incómodo para nada, ¿verdad? Dios, esto es
tan típico de ti. A veces me gustaría que pensaras las cosas un poco
más. Realmente estaba entusiasmada con ésta noche.
—Sé que lo estabas. Yo también, pero aún así va a ser divertido… lo
prometo. Y saldremos la semana que viene, ¿sí? Tú y yo… como en
los viejos tiempos… bueno, no exactamente como en los viejos
153
tiempos, pero ya sabes lo que quiero decir. —No podía esperar más,
simplemente tenía que preguntar—. Así queeee…. ¿qué opinas de él
en todo caso? No es simplemente… no, bien, ya me callo.
Sal puso los ojos en blanco, pero parecía un poco más feliz por lo
menos. —Parece agradable.
—¿Parece agradable? Vaya, cuidado Sal… no te pases.
—Lo siento, quiero decir, que me gusta. Y comprar champaña
ciertamente funciona para mí. —Ambas reímos.
Miré en dirección a Nat. Estaba golpeando suavemente sus dedos
sobre su muslo al ritmo de la música mientras el barman abría el
champán.
—Está buenísimo, ¿no crees? —Estaba decidida a conseguir más que
un débil entusiasmo por parte de Sal.
—Esto… sí, supongo. Es tu novio, Grace… ¡no el mío!
—¡Ja! ¡Sí, no le toques! Supongo que sin embargo en verdad no es tu
tipo, ¿no? No tiene ningún piercing raro ni nada de eso.
—Muy graciosa.
—Y no se parece mucho a Devon, ¿cierto? Es difícil creer que tienen
los mismos genes.
—Quizá, aunque Devon es…
—¿Devon es qué?
—Yo sólo… no lo sé. Me gustaría que no lo molestaras tanto. Ha sido
bueno conmigo.
—¿De verdad? ¿Pensaba que hacía tiempo que no lo veías?
—No, no, no le he visto. Me refería a antes.
154
Antes de que tuviese tiempo de reflexionar sobre esto, Nat había
vuelto, dejando un cubo delante de nosotras. Mientras repartía las
copas, dije—: Gracias, cariño. Le estaba diciendo a Sal lo raro que es
que Devon y tú sean hermanos. No se parecen mucho, ¿verdad?
—Oh, ¿conoces a Dev? No lo sabía. —Había una forzada
informalidad en la forma en la que hablaba Nat. O quizá sólo me lo
estaba imaginando—. De todas formas, vamos a ponernos con esto
antes de que se caliente. —Levantó su copa, haciéndonos señales
para que hiciéramos lo mismo—. Salud. ¡Qué vuestros exámenes
siempre sean así de fáciles!
Todos brindamos y tomamos un trago. Le di un codazo a Nat,
susurrándole—: ¡No tan fácil como lo voy a ser yo ésta noche si
juegas bien tus cartas! —Arqueó las cejas y miró a Sal un poco
incómodo, antes de darle otro trago a la bebida. Es tan fácil
avergonzar a algunas personas.
Y luego silencio… el silencio más extraño. Sal tosió, y giró para mirar a
la barra. Nat retorció la punta de su copa entre sus dedos. Y yo…
bueno, los miraba. El silencio probablemente sólo duró un par de
segundos, pero me pareció muy cercano a eterno. No podía pensar
ni en una sola cosa que decir. Afortunadamente Sal interrumpió
con—: Así que, Nat… ¿Grace me conto que vas a ser médico?
—Eh, sí, esa es la idea de todas formas. —Y ahí estaban, hablando
sobre el curso de Nat. Pero había algo que no estaba del todo bien.
Al principio no estaba muy segura, pero entonces noté que estaban
usando la típica voz falsa que usas cuando estás hablando con los
padres de otra persona… ya sabes, cuando eres completamente
cortés y con tu mejor comportamiento. Sal hablaba de pronto como
una persona sobria, y Nat estaba en plan serio. Ninguno parecía
cómodo EN ABSOLUTO. Me recosté, desconcertada.
El resto de la tarde pasó, sin problemas, supongo. Las cosas
mejoraron para mí con todas y cada una de las copas. Empecé a
pensar que me había imaginado la extrañeza de antes. Quizá sólo
155
había estado un poco paranoica, porque estaba demasiado ansiosa
de que se gustaran mutuamente. Me emborraché bastante.
Cosas que puedo recordar del resto de aquella noche:
1. Besé a Nat cuando Sal estaba en la barra. Una vez más me dije
que lo raro estaba sólo en mi imaginación: él ESTABA en esto tanto
como yo. NO se apartó de mí como su hubiera recibido una
descarga eléctrica de mis labios.
2. Le pregunté a Nat si tenía amigos en condiciones para Sal. Ella me
apuñaló con la mirada, y Nat evitó responder la pregunta.
3. Volví de la barra con una ronda de tragos y pensé que Sal y Nat
estaban mucho mejor.
4. Bebí tragos hasta que todo se puso borroso. Alguien me dijo que
me calmara. ¿Nat o Sal? No me acuerdo.
5. Vomitar en los baños y sentirme mucho mejor después.
6. Nat poniéndome en la parte trasera de un taxi y tendiéndome un
billete de diez dólares. ¿Le rogué que volviese conmigo? Creo que lo
hice, pero dijo que tenía que levantarse temprano al día siguiente.
7. Esto… eso es todo.
Ethan no ha tenido mucho que decir hoy. Quizás lo de ayer fue un
poco intenso para ambos. Me siento vacía y hueca. Mi garganta
también me duele.
Estoy cansada de pensar tanto.
Estoy cansada de recordar.
156
Día 24 Traducido por Whiteshadow
Corregido por Andy Parth
l almuerzo fue bueno hoy, un sándwich perfecto pude ser una
cosa asombrosa. Cuando Ethan vino a llevarse mi plato,
charlamos durante un par de minutos. Era casi como una
conversación normal. Y luego tuve que ir y arruinarlo todo.
—Ethan, ¿puedo preguntarte algo? Algo serio. Y no quiero que me
respondas con una pregunta, o con alguna respuesta críptica rara.
Sólo quiero que seas honesto conmigo. ¿Por favor?
Lo pensó por un momento o dos. —Puedo intentarlo.
Tomé una respiración profunda. Estaba finalmente lista para hacer la
pregunta que había tenido demasiado miedo, o era demasiado
estúpida, para hacer antes. —¿Alguna vez vas a dejarme ir?
Él me miró con curiosidad. Me las arreglé para sostener su mirada, a
pesar de que tenía ganas de llorar. Tenía miedo de oír la respuesta.
—Esa no es la pregunta correcta, Grace.
Estallé. Me lancé hacia él, mi silla golpeo con estrépito el suelo. Le di
un puñetazo en la boca, y luego lo empujé contra la pared. Él no
ofreció resistencia, era como si ni siquiera estuviera allí. O tal vez mi
rabia me había dado fuerzas extra. Estaba gritándole en la cara, mis
manos apretadas en puños, agarrando el material en el frene de su
camisa. Mi cara estaba a centímetros de la suya, y mientras yo
chillaba, gritaba y despotricaba, mi saliva impactaba en su rostro. Un
hilo de sangre salió de donde le había dado el puñetazo, justo
debajo de su nariz. Debí de haberlo golpeado con uno de mis anillos,
E
157
y en el mismo lugar que su cicatriz se encontraba. La visión de la
sangre me regreso a mis cabales. Deje de gritar y vi como corría la
sangre por su labio superior, colgando por un segundo antes de
continuar su camino hacia el pliegue de la boca cerrada.
Mi agarre en su camisa se aflojó, pero no hice ningún movimiento de
retroceso. Mire a los ojos de Ethan, con miedo de ver la sorpresa y la
ira que seguramente estarían allí. Pero por supuesto era Ethan, y no
había tal cosa. Sus hermosos ojos se encontraban imperturbables y
encontró mi mirada tan tranquilo como si nada hubiera ocurrido.
Ninguno de los dos habló, pero de repente caí en la cuenta, algo
que yo sabía con absoluta certeza: Ethan no estaba en lo más
mínimo sorprendido por lo que acababa de suceder. Él sabía que yo
iba a atacar.
¿Qué diablos estaba pasando aquí? ¿Por qué había dicho lo que
había dicho, si sabía cómo iba a reaccionar? Y lo más importante,
¿cómo era posible que supiera cómo iba a reaccionar?
Por primera vez en semanas, me dio miedo. Retrocedí alejándome
de Ethan, negando con la cabeza. Tropecé hacia la cama, con
miedo de apartar la mirada, siquiera por un segundo. Sus ojos me
seguían a través de la habitación. No había escapatoria. Sentí como
si él pudiera ver directamente a través de mí, como si estuviera
desapareciendo. Me acurruqué en la esquina de la cama, lo más
lejos de él que me fuera posible en esta sala blanca de locos... esta
prisión.
Cerré mis ojos. Pero no fue bueno. Todavía podía sent irlo mirándome.
Hundí mi cabeza en mis manos, empujando mis palmas contra mis
ojos con tanta fuerza que vi estrellas.
Después de un minuto o dos, hablé en voz baja, con voz apagada.
—¿Quién eres? —No hubo respuesta. Silencio en la habitación, a
excepción de mi respiración entrecortada. Yo sabía que me había
escuchado. Él tenía que haberme oído. Así que levanté la mirada
158
con cautela. Ethan había levantado su camiseta, y estaba usando la
parte inferior de la misma para limpiar su boca ensangrentada. Mi
mirada voló hasta su perfectamente tonificado estómago. Me sentía
entumecida.
—¡Respóndeme! Por el amor de Dios, ¿quién eres?
Ethan dejo caer la camiseta de nuevo en su lugar. Había mucha
sangre en ella ahora. Estaba sorprendida, y un poco disgustada, por
el daño que le había hecho. Abrió la boca y comenzó a decir algo,
antes de detenerse a sí mismo. Comenzó de nuevo. —Sabes quién
soy. Me conoces.
Estaba demasiado desconcertada para hablar. Una ola
agotamiento de repente me golpeó, y tuve que reprimir un bostezo.
Tenía tantas preguntas, pero ¿cuál era el punto? Me sentí derrotada.
Ethan dijo—: Estás cansada Grace. Deberías descansar.
Asentí con la cabeza y me hundí bajo las sábanas. Oí la puerta al
abrirse y al cerrarse, y murmure para mí misma—: No sé quién eres. Ya
no sé ni una maldita cosa. —Y entonces... bueno, sé que esto va a
sonar a locura, pero al menos hay circunstancias atenuantes aquí...
Oí la voz de Ethan dentro de mi cabeza. No me la imagine… la oí. Y
definitivamente él ya no estaba en la habitación, lo verifique. Juro
por mi vida que lo oí. Y esto es lo que el Ethan en mi cabeza tenía
que decir—: Sabes mucho más de lo que crees. Todo lo que t ienes
que hacer es recordar.
¡¿Qué demonios?!
Estoy perdiendo la cabeza. Es la única explicación. Supongo que hay
límites de lo que la mente puede asumir antes de comenzar a
fragmentarse, las piezas del rompecabezas cayendo a pedazos.
Debería estar agradecida que he estado sana durante tanto tiempo.
159
Supongo que es sólo cuestión de tiempo antes de que esté sentada
en el piso acunándome hacia adelante y atrás, golpeando mi
cabeza contra la pared y babeando.
Ya no puedo pensar en estar loca, eso esta volviéndome loca. Pero
no puedo dejar de pensar en lo que oí. Así que sé mucho más de lo
que creo que sé, ¿cierto? ¿Sólo que dónde se supone que se
esconde esa información? ¿En algún rincón de mi maldito cerebro?
Tal vez al lado de esa maldita canción que no puedo recordar.
Todo lo que tengo que hacer es recordar. Recuerda, recuerda, el
cinco de noviembre.
Podría estar muerta para el cinco de noviembre.
Dormí toda la tarde, creo. Me siento muchísimo mejor ahora. Ya no
me siento como una loca. Bueno, no una loca en toda regla, sólo un
poco excéntrica, tal vez. Sólo porque “escuche” a Ethan dentro de
mi cabeza, eso no significa nada de nada. Estoy tan acostumbrada
a sus estúpidas respuestas crípticas que podría completarlas por él. Es
algo así como con Sal y yo, cuando solíamos decir lo mismo en el
mismo momento y luego gritábamos, “¡Jinx!”, cuando pasas
suficiente tiempo con una persona, empiezas a pensar un poco
como ellos, ¿no? Ethan se ha vuelto tan predecible para mí, que sé
lo que va a decir. Ya no necesitaría hablar más con él, simplemente
sostendría la conversación en mi cabeza. Sería algo como esto:
Yo: ¿Cómo sabías que iba a atacarte?
Ethan en mi cabeza: ¿Cómo crees que lo sabía, Grace?
Yo: Vete a la mierda y muere.
Sí, es así de simple. Conozco a Ethan. Y él me conoce. Estamos
unidos. Somos uno.
160
Día 25 Traducido por clau12345 y Ale Grigori
Corregido por Aldebarán
a mañana después de la gran reunión de Sal y Nat , me sentía
como la muerte. No era de extrañar. Mi cabeza estaba latiendo
y cuando lamí mis labios sentí como si mi lengua estuviese al
doble de su tamaño normal y toda la humedad hubiera sido
aspirada de ella. Estaba tendida en mi cama con estrellas de mar,
completamente vestida y con el maquillaje aferrándose como para
salvar mi vida. Con todo y eso, no era mi imagen más bonita, Gracias
a Dios Nat no había regresado conmigo.
Me levanté con cuidado, poniendo a prueba mi cuerpo para ver si el
movimiento originaba otro ataque de vómitos. Por suerte no lo hizo,
así que me dirigí hacia el baño. El olor del tocino friéndose flotaba
por las escaleras. Ahora, oler los alimentos puede generar una de dos
cosas cuanto estas con esa resaca. O es exactamente lo que
necesitas o vas a tener tu cabeza de vuelta sobre el inodoro de
inmediato. Esa mañana, una tira de tocino parecía ser justo lo
correcto. Pero estaba impresionada por el significado del glorioso
olor a tocino: eso significaba que mi mamá estaba cocinando el
desayuno. Quizás algo no tan extraño para los seres humanos
normales, pero ¿para mi mamá? No había hecho el desayuno en
años. ¿Por qué ahora?
Y entonces me acordé, mis resultados. ¡Mierda! ¿Le había enviado un
mensaje de texto anoche? Eso estaba un poco confuso en mi
cabeza. Me apresuré a volver a mi cuarto y busque en mi bolso para
conseguir mi celular. Cuatro llamadas perdidas, todas de mamá.
Revisé mis elementos enviados y suspiré de alivio cuando vi que le
L
161
había enviado el mensaje de texto después de todo: Puras A y A-,
pan comido. Vuelvo tarde esta noche. G.
Tal vez no era el mejor mensaje del mundo, pero al menos lo envié.
Las llamadas perdidas habían sido hechas cada media hora después
de mi mensaje. Hmm. Esto no es bueno.
No hay tiempo para una ducha, así que le di a mi cara un lavado
rápido y me cepille los dientes. A medida que bajaba, trataba de
averiguar la mejor manera de jugar esto. Todo dependía de ella. Iba
a tener que improvisar.
Me detuve en la puerta de la cocina. Y allí estaba ella, de pie
delante de la cocina, con un trozo de pescado en la mano. ¡Con un
delantal! Parecía una parodia bizarra de una diosa doméstica. Todo
el cuadro estaba mal y me di cuenta de por qué, ella estaba medio
sonriendo. Sólo una pequeña pista de una sonrisa, mientras le daba
la vuelta al tocino, tan crujiente como puede ser, tal y como me
gusta, en un plato.
Me quedé en la puerta, sobreviviendo calmadamente a la extraña
escena. Mamá se volvió hacia mí, y la casi sonrisa incluso se las
arregló para permanecer en su lugar. —¡Grace! Al fin te levantaste.
Justo a tiempo para el desayuno. Aquí, siéntate te daré un poco de
jugo de naranja. —Hice lo que me dijeron. ¿Quién era esta mujer y
qué había hecho con mi madre? Quien quiera que fuese, me sirvió
un vaso de jugo de naranja, ¡recién exprimido!, antes de hacer los
sándwich. No hablé, por miedo a romper cualquier hechizo mágico
vudú que estuviera ocurriendo.
Y después estábamos sentadas una frente a la otra en la mesa,
comiendo nuestros bocadillos en silencio. El sándwich estaba
perfecto.
Me aclaré la garganta. —Lamento no haber contestado el teléfono
ayer por la noche. Estaba en mi bolso, no lo escuché.
162
Mamá me miró a los ojos. Me di cuenta de que por una vez, no
estaba cubierta de maquillaje. Se veía mejor, más liv iana, más joven.
—Está bien. ¿Pasaste un buen rato?
—Sí, fue muy divertido... por lo que puedo recordar.
Su sonrisa se deslizó un poco. —No deberías beber tanto, lo sabes. —
Me ericé, pero no mordí el anzuelo. Sólo comí mi sándwich.
—Felicitaciones por tus resultados. Estoy... eres mucho más brillante
de lo que yo era a tu edad. —Ella soltó una risita delicada—. Yo
apenas superé mis niveles de O. No, ciertamente no conseguiste tu
cerebro de mí. Fue de tu papá.
La mención de mi papá fue impactante. Ella NUNCA hablaba de él.
Y cada vez que yo trataba de hablar de él, cambiaba de tema.
Odiaba eso.
Mamá se inclinó sobre la mesa y puso su mano sobre la mía. —Estaría
tan orgulloso de ti, Grace. Sabes eso, ¿no? —Asentí. Sentí mi
garganta apretada de repente. No estaba segura de poder hablar.
No me permitiría llorar frente a ella. Y luego, antes de darme cuenta,
había pasado el momento. Era como si mamá de pronto recordara
quien era.
—Como sea... no puedo sentarme aquí todo el día. Tengo mucho
por hacer. Recuerdas que salgo esta noche, ¿verdad? Vuelvo el
lunes, no, tal vez martes —balbuceó, claramente incómoda.
Comenzó a correr alrededor de la cocina, lavando los platos y
limpiando la mesa.
Me levanté para irme. —Gracias mamá. El desayuno fue realmente
agradable.
—Bueno, no te acostumbres. Espero que traigas tu peso por aquí un
poco más a partir de ahora. No veo por qué tengo que pasar todo el
tiempo corriendo detrás de ti... —y así una y otra y otra vez. Por
163
extraño que parezca, fue de alguna manera reconfortante para mí.
Aquí estaba la madre que conocía y amaba. Bueno... toleraba.
Me pasé el resto del día en mi habitación, sintiéndome como una
mierda por como habían ido las cosas la noche anterior. Me molesté
conmigo misma por emborracharme tanto frente a Nat. Lo justifique
decidiendo que si yo estaba dispuesta a actuar como una estúpida
borracha frente a él, tal vez eso mostraba que estaba sintiéndome
un poco más segura en la relación. Sí, claro.
Lo llamé, pero no contestó. Esto ocurrió más seguido de lo que me
hubiera gustado, y estaba empezando a molestarme un poco. Sin
embargo, le dejé un mensaje que me pareció un buen equilibrio
entre una disculpa por ser una idiota borracha y un alegre coqueteo.
Entonces llamé a Sal, lo cual resultó mejor de lo esperado. Ella
aceptó mis disculpas por lanzar a Nat sobre ella Y por ser una
borracha idiota con una mínima cuota de servilismo de mi parte. Sin
embargo, no parecía estar dispuesta para el habitual examen post
mortem de los eventos de la noche anterior. De hecho, parecía
bastante distraída. No distante, exactamente, pero ciertamente no
participando de la manera habitual para Sal. Le sugerí salir otra
noche con Nat, estaba determinada a que ellos se conocieran el
uno a otro apropiadamente. Obtuve un vago —Sí, tal vez —para mis
problemas. Y ella me recordó que Nat se iría a la universidad de
nuevo en unas pocas semanas, por lo que podría no ser fácil de
arreglar. Como si necesitara recordarlo. Nat y yo realmente no
habíamos hablado al respecto. El futuro es algo muy aterrador,
especialmente cuando no puedes creer tu suerte y cómo las cosas
aquí-y-ahora están ocurriendo.
No era como si Nat se fuera al otro lado del país o cualquier extremo
como ese. Un viaje en tren de cincuenta minutos no es nada, si
realmente piensas en ello. Y podría ser genial ir a verlo a su
apartamento. No hay posibilidad de que cierto hermano menor se
entrometa entre nosotros. No vi ninguna razón por la cual las cosas
164
cambiarían entre nosotros. Podía verlo cada fin de semana, e incluso
durante la semana, a veces, simplemente podría tomar el tren de
regreso temprano por la mañana. Sin preocupaciones. Sin embargo,
esperaba que Sal no lo mencionara. Todavía quedaban algunas
buenas semanas para disfrutar al máximo a Nat y tenía la intención
de aprovechar cada segundo. Dado que mamá se iba lejos una vez
más, ¿qué hay de bueno en Londres, de todos modos?, tenía la
oportunidad perfecta para pasar un buen rato con él. Eso casi me
hizo sentir agradecida de que mi mamá fuera tan inútil. Casi.
Le envié un mensaje a Nat, para saber si quería venir al día siguiente.
Podría cocinar algo especial, o más bien, algo vagamente
comestible, y luego pasaríamos el resto del fin de semana en la
cama. Nat podía reportarse enfermo en el bar y yo lo tendría para mí
los tres días completos. Sólo pensar en eso envió un escalofrío de
anticipación por todo mi cuerpo.
Nat no contestó mi texto en un laaaaargo tiempo. Mamá ya había
salido con su habitual torbellino de pánico, sin dejar tras de sí salvo la
nube de su perfume demasiado dulce y una lista de comidas listas
que siempre había almacenado tan consideradamente. Cuando
finalmente llego, el mensaje de texto de Nat fue corto y directo al
punto, un simple: OK, nos vemos. Nunca antes había sido así. Tal vez
estaba molestó conmigo por ser una vergüenza la noche anterior. O
tal vez sólo estaba siendo un chico. Ellos no son tan comunicativos.
Tuve una noche temprana y dormí por un tiempo estúpidamente
largo. Me desperté con sensación de aturdimiento y lentitud, así que
decidí salir a correr para empezar el día. Los primeros veinte minutos
o así fueron horribles. Mis pulmones se sentían como si fueran a
estallar, y mis piernas no parecían querer ir al ritmo pacífico que yo
les estaba exigiendo. Estaba segura de que colapsaría en un montón
sudoroso sobre el pavimento. Pero por supuesto no lo hice. Hice lo
que siempre hago, corrí a través de él. Empecé a saborear el dolor,
incluso a disfrutarlo. Y luego se fue y yo estaba volando.
165
Todo en lo que podía pensar era en él. Lo amaba, estaba segura de
eso. Nada nunca se había sentido tan correcto antes. Nada se había
acercado alguna vez así a ser lo correcto antes. Estar con Nat era
tan diferente a lo que estaba acostumbrada, en todos los sentidos.
No me había cortado a mi misma por semanas. ¿Estaba
cambiando? ¿Esta pequeña idea de lo que podía ser una relación
normal realmente me había cambiado de una manera tan
fundamental? Tal vez podría ser una de esas chicas, después de
todo, viviendo sus brillantes y felices vidas con sus siempre amorosos y
apoyadores novios siempre allí tras ellas para hacer que todo salga
bien.
Antes de que mi cinismo por defecto pudiera asomar su fea cabeza,
lo pisoteé por todas partes con pensamientos sobre Nat y cuán
perfecto era. Por supuesto, yo sabía muy bien, incluso entonces, que
en realidad no era perfecto. Había algunas diminutas, pequeñas
cosas que podría tal vez cambiar si tuviera la oportunidad. A veces él
era demasiado serio. Y mucho más a menudo parecía que era yo
quien hacía planes para pasar tiempo juntos. Yo solía ser la primera
en llamar. Y allí estaba todo ese asunto de no-contestar-el-teléfono.
Pero estaba bien, cada uno tiene sus puntos fuertes. Yo era buena
organizando cosas, y Nat era bueno desde el Excel hasta el ser
caliente.
¿Debería decirle que lo amaba? ¿O debería esperar a que él lo
dijera en primer lugar? Todo esto era nuevo para mí. Lo más cercano
que había llegado antes fue a, “Me encantaría hacerte xxxxxxx,
insertar cualquier suciedad que se pueda imaginar aquí, susurrado en
mi oído”. No exactamente material para Romeo y Julieta. Sin
embargo, este actual, verdadero negocio del “amor” era una
pecera completa. Es sólo que... parecía como algo que a él le
gustaría saber. Y luego él me lo diría de vuelta, y nos besaríamos, y
tendríamos relaciones sexuales, incluso a pesar de que sólo lo
habíamos hecho dos veces, y viviríamos felices para siempre en una
cabaña con techo de paja y tendríamos un perro llamado Boy y sin
niños porque los niños son molestos. El Fin.
166
Pero ¿y si no me lo decía de vuelta? ¿Y si hubiera un silencio
incómodo? ¿Qué pasaría si decir esas dos palabras era el principio
del fin para nosotros?
Por el momento en que me tiré en el sofá, jadeando como un perro,
¿llamado Boy?, estaba confundida por completo. Sólo quedaba una
cosa por hacer: preguntarle a Sal. Ella sabría lo que debía hacer. Ella
casi siempre tenía la razón. Era algo sobre lo que solíamos hacer
bromas: Sal estaba en lo cierto el ochenta por ciento de las veces, lo
que significaba que yo tenía razón en un mísero veinte por ciento. No
puedes discutir con números como esos.
Sal respondió después de lo que pareció un millón de repiques.
—Hola, tú.
—Hola, tú, para ti. ¿Qué vas a hacer hoy?
—No mucho. ¿Supongo no quieres hacer algo esta noche? Estoy tan
aburrida.
—¡Ah!, Sal, me encantaría, pero ya he hecho planes con Nat... él va
a venir después. Lo que no sabe es que estoy planeando mantenerlo
aquí como mi propio esclavo sexual por el resto del fin de semana. —
Me reí, pero no oí nada en el otro extremo—. Lo siento, cariño,
realmente me gustaría pasar el rato contigo. ¿Hacemos algo
empezando la próxima semana? —Pensé por un momento—. ¿O tal
vez podrías venir el domingo y pasar el rato con nosotros? Ustedes
dos pueden llegar a conocerse mejor, y me comprometo a no
emborracharme mucho.
—Hmm, no sé, Grace. No quiero ser la tercera rueda o lo que sea,
verlos besándose no es exactamente mi idea de una noche de
diversión.
—Vamos, no será así en absoluto. Te lo prometo. Por favooooooooor.
Di que vas a venir. ¿Por mí? Vamos, sabes que quieres...
167
—No suena como si tuviera mucha opción, ¿verdad?
—Nop. Eso está arreglado entonces. Va a ser impresionante, ya
verás. —Respiré hondo—. En realidad... hay algo de lo que quería
hablar contigo... creo que le voy a decir que lo amo. —Respiré con
alivio. Allí. Lo había dicho. Silencio en la línea—. ¿Sal? ¿Sigues ahí?
—Todavía estoy aquí. —Su voz era tranquila.
—¿Y bien? ¿Qué te parece? Necesito que me digas que hacer.
—¿Lo amas? Quiero decir, realmente.
—Sí, lo hago. Realmente. Él es… no sé. Es sólo correcto, ¿sabes?
Más silencio de Sal. Me preguntaba que estaba pensando. —Sal,
¿debería decírselo?
Ella suspiro. —Es tu decisión. No puedo ayudarte con esto. Lo sabes
¿verdad?
—Pero ¿Tú qué harías? Eres buena en estas cosas.
—¿Qué cosas? ¿Amor? ¿Estás bromeando? ¿Ni siquiera recuerdas el
último par de meses?
—Quiero decir que tú eres buena para saber qué es lo correcto, y me
conoces mejor que nadie. ¿Qué pasa si él no se siente igual? ¿Crees
que sí se lo digo lo podría arruinar todo?
—No sé. Las cosas se pueden arruinar por un montón de razones.
—¡Eh… gracias por la positiv idad!
—Lo siento. Sólo… nunca sabes lo que va a pasar. Mira, Grace, me
voy a tener que ir, ese fue el timbre de la puerta. Buena suerte con lo
que decidas.
Apenas tuve tiempo de despedirme y confirmar nuestros planes para
el domingo antes de que colgara. Ahora no era la más sabia acerca
168
de la situación con Nat. Y estaba confundida acerca de Sal. No
había escuchado el timbre de la puerta. Y tenían una de esas
campanas que sonaban estúpidamente fuerte.
Más tarde, me montaba de un salto en un bus para ir al
supermercado y abastecerme para el fin de semana. Deambulaba
por los pasillos, esperando por mi inspiración que estaba en huelga.
¿Qué puedo cocinar para Nat , que no sea un completo desast re?
Finalmente me decidí por carne. ¿Seguramente no podía arruinar
tanto eso? Y la carne roja parecía un plato adecuado para un chico.
Estaba desconcertada por las diferentes opciones para escoger:
lomo de carne, filete de cadera, trocitos de carne, filete. Todo era
carne para mí. Después de mucho meditarlo, me lleve el filete.
—No llevaría ese si fuera tú. El filete de cadera es mejor… mucho más
sabroso.
Di la vuelta para encontrarme cara a cara con Devon.
—¡Hola! Um… gracias por el consejo. —Me sentí incomoda. No me
gusta tropezar con la gente en lugares al azar. Me gusta ver a la
gente dentro del contexto: Devon en la escuela, por ejemplo. Era
extraño verlo allí, balanceando una canasta torpemente a su lado.
Me di cuenta que la canasta estaba vacía excepto por tres
diferentes tipos de queso.
—No te preocupes. Supongo que estas cocinando para mi hermano.
—No podía leer su tono de voz, pero pensé que se podría estar
burlando de mí de alguna manera.
—Sí, él va a venir más tarde. Pensé que le podía gustar la carne. ¿A él
le gusta la carne? ¿O debería cocinarle algo más? ¿Quizás pollo? ¿O
cordero? El cordero es bueno. —Estaba balbuceando como una
idiota.
Devon sonrió. —Grace, estoy seguro de que la carne estará bien.
Aquí, toma estos dos. —Extendió su brazo frente a mí, rozando mi
brazo desnudo con el suyo. Su contacto me hizo sentir extraña. Casi
169
me hizo olvidar que él era el hermano menor perdedor de mi novio
por un segundo. Me dio un escalofrió.
—Gracias. Así que… ¿Cómo estás? ¿Te fue bien en tus exámenes? Te
vi en la escuela el otro día. Lo siento por no ir y decir hola.
Él parecía confundido. —¿Qué? Oh, no te preocupes. Sí, me fue bien.
Escuche que a ti te fue muy bien.
—¿Sal te lo dijo?
—Eh… no. Nat lo hizo. —Eso me sorprendió… la idea de Nat
hablando acerca de mí con Devon. Quizás Devon estaba bien,
viéndome con su hermano después de todo.
—Debe ser un poco extraño para ti. Ya sabes, yo saliendo con Nat.
Él negó con su cabeza y empezó a hablar, pero lo interrumpí. —Sí,
aunque sea un poco. Tú siendo amigo de Sal, que yo sea amiga de
ella, y ahora Nat y yo. Pero nosotros en realidad no nos conocemos
entre sí… quiero decir tú y yo. —¿De qué estoy hablando? ¡Sólo
déjalo!
—Bueno, quizás tomó un tiempo acostumbrarse. Está bien, sin
embargo. De verdad. — Parecía como si quisiera desaparecer.
—¿Tal vez los cuatro deberíamos pasar el rato, alguna vez? —A pesar
de que yo lo había dicho, sabía que era la peor idea en el universo y
parecía que Devon se sentía de la misma manera.
—No estoy seguro de que sea una buena idea. No creo que Nat esté
dispuesto a eso. O Sal, para el caso. —Me di cuenta por primera vez
que sus ojos eran notablemente como los de Nat. Era sólo más difícil
de verlos detrás de esos espantosos lentes.
—Sí, tal vez tienes razón. —Reuní mi más casual y desinteresado tono
de voz—. ¿Te has visto mucho con Sal, últimamente?
170
—No en realidad, no. La vi la semana pasada, pero fue… no sé. —
Hizo una pausa y miró a sus pies, arrastrándolos por el piso brillante.
—¿Fue qué?
—Nada en realidad. Mira, creo que mejor me voy. Disfruta de la
carne. —Y luego se fue, corriendo por el pasillo hacia la caja
registradora con su canasta de queso.
Camine por la tienda sin rumbo, sintiéndome decididamente menos
conforme que antes. El encuentro con Devon me había dejado un
poco aturdida y confusa. ¿Por qué él me había hecho sentir tan
nerviosa? ¿Por qué había llevado la conversación acerca de Nat y
yo? ¿Y por qué nunca me había dado cuenta antes que él no era
realmente feo, en absoluto? Todo demasiado extraño para
describirlo con palabras.
Nat llego veinte minutos tarde. Esto se estaba convirtiendo en una
especie de hábito y yo no estaba particularmente entusiasmada con
ello. Aun así, él olía bien y su recién lavado cabello estaba
encantadoramente por todas partes. Lo besé como si no lo hubiera
visto en años. Él sabía a menta fresca, suficientemente buena para
comer. Tire de él hacia mí y lo besé con más fuerza. Sólo quería estar
tan cerca como me fuera posible, quizás para asegurarme que no
me había sentido atraída hacia Devon por unos pocos momentos de
locura en el supermercado. Ahora que tenía al real frente de mí, en
vez de, literalmente, una pálida imitación, sabía que todo iba a estar
bien después de todo.
Empecé a tirar de la camiseta de Nat, pasando mis dedos arriba y
debajo de su columna vertebral. Él me sujeto contra la pared del
vestíbulo, presionándose fuerte contra mí, exactamente como quería
que lo hiciera. Justo cuando las cosas se estaban poniendo
interesantes, de repente él se apartó, respirando agitadamente.
171
Me miro y se río. —Eh… ¿no crees que tal vez deberíamos cerrar la
puerta primero?
Mire sobre su hombro hacia la puerta abierta, para ver al gato del
vecino sentado en el muro, mirándonos silenciosamente en ese
modo arrogante de gato. Luego mire a Nat, cinturón y pantalones
desabrochados.
—Adelante. No quiero darle a ninguno de los vecinos un ataque al
corazón.
Nat arregló su ropa, luego cerró la puerta y se volvió hacia mí. —He
traído algo de vino. —Asintió hacia la bolsa que había dejado caer
ante mi ataque—. Y algunas flores. —Metió la mano en la bolsa y
saco unos tulipanes que se veían arrugados.
—Son hermosos. Gracias. —Coloque las flores sobre la mesa de café
y me senté en el sofá—. Ahora ven aquí. —Di unas palmaditas en el
espacio junto a mí.
—¿No quieres colocarlas en agua primero? —dijo Nat mientras se
sentaba.
—Creo que pueden esperar unos minutos. Yo, por otro lado… —mis
dedos se deslizaron hasta su muslo.
—Oye, oye, espera un segundo. ¿Cuál es la prisa? —Agarro mi
curiosa mano—. ¿Por qué no sólo hablamos un rato?
Me reí, y volví a acariciarlo con mi otra mano. Él también la agarro,
así que ahora tenía mis dos manos puestas en sus muslos,
dolorosamente cerca de su objetivo. Intente luchar para liberarlas,
pero Nat era demasiado fuerte para mí. Levanto mis manos en el aire
y alzo sus cejas, como si dijera “Ahora que vas a hacer, ¿eh?” Así que
me subí encima de él, a horcajadas sobre sus muslos donde mis
manos habían estado momentos antes. Me arrastre muy cerca y
moví mi pelvis contra él. No había manera de que él ganara esta
batalla… ya lo podía sentir trabajando.
172
—¡Oye! Eso es… hacer trampa. —Su voz era ronca y su aliento era
caliente sobre mi cuello. Él soltó mis manos y movió las suyas a mi
cintura.
—Así está mejor —susurré—. Ahora, he estado esperando esto por
días, así que sé un buen chico, quítate tu ropa y ten sexo conmigo.
Justo ahora.
Y él lo hizo.
Más tarde esa noche, mucho más tarde, cocine la carne. Nat ayudo,
asegurándose de que no la quemara hasta las cenizas. Devon
estaba en lo cierto, la carne estaba tierna y deliciosa.
Me desperté en la mitad de la noche para encontrar a Nat
acurrucado de espaldas a mí. Miré su espalda mientras dormía. Dios,
amaba su espalda. Y su cuello. Y su cabello. Y la parte posterior de su
oreja. Y todas las otras partes de él que no podía ver en ese minuto.
Estuve cerca de decir las dos pequeñas palabras durante la cena,
pero el momento no había sido bastante correcto. Y no lo había
querido decir después de que habíamos tenido sexo en el sofá,
parecía demasiado de mal gusto para esas palabras. Estaba
empezando a preguntarme si las diría alguna vez después de todo.
Cuando me desperté en la mañana. Nat ya estaba vestido y abajo,
apoyado contra la superficie de la mesa en la cocina y comiéndose
un pedazo de tostada. Me acerque a él y coloque mis brazos a su
alrededor, besando su cuello.
—¿Qué pasa tan temprano en la mañana?
—¡Es difícilmente temprano! Son las once y media y voy a llegar tarde
al trabajo.
Mierda. Me olvide de eso. —Ah no… ¿trabajo? ¿De verdad? Estaba
pensando que… quizás… podías llamar y decir que estabas enfermo.
173
Podríamos pasar el día en la cama —dije eso en un tono máximo de
coquetería. Fui a besarlo, moviendo una mano alrededor de su
cintura. Nat movió su cabeza en el último segundo, así que obtuve
un beso en su oreja fría. Él se deslizo y termino al otro lado de la
cocina, sus manos levantadas como si se rindiera. Pero no fue así.
—No, no, no, no, no. Eso no va a funcionar, no esta vez. De verdad
tengo que ir a trabajar. Lo siento, sé que esto apesta.
—Pero, Nat… —Ni siquiera me gusto el tono quejumbroso que
escuche en mi propia voz.
—Lo siento. Volveré cerca de las siete.
Sabía cuando había perdido. Suspire. —Está bien, pero será mejor
que me compenses más tarde. —Sólo estaba medio bromeando. En
realidad estaba furiosa de que él prefiriera irse y trabajar en algún
bar barato que pasar el día conmigo.
—Lo haré. Te veré más tarde. —Me dio un rápido beso en la frente y
se fue.
Mientras caminaba escaleras arriba, me mire en el espejo sobre el
descansillo. Tenía una expresión petulante y un serio problema de
cabello de cama. No es de extrañar que él se largara tan rápido,
¿Quién podía culparlo?
Los mejores planes se van a la mierda.
Mi estado de ánimo no mejoro hasta que me di una ducha y me
ocupe del problema con mi cabello. Decidí que era una buena cosa
que Nat tomara su trabajo tan en serio. Eso demostraba que era
adulto y responsable y un montón de otras cosas que yo no era. No
quería decir que él fuera un aburrido y santurrón que no conocería la
rebeldía si venían y escupían en su cara. Y él no iba a estar fuera
tanto tiempo de todos modos. Sólo tenía que encontrar algo para
llenar mi día… eso era todo. No es gran cosa.
174
Devore un poco de cereal y pase un par de horas viendo televisión,
navegando por un montón de canales, intentando evitar los
anuncios así que nunca tuve que mirar ni uno. Luego subí y arregle
mis esmaltes de uñas, botando unos que estaban demasiado secos
para expresarlo en palabras. Todo eso me tomo cinco minutos, pero
los ubique en línea por orden de color, lo cual me pareció
extrañamente satisfactorio. Luego descargue algunas canciones en
mi iPod. Luego las escuche y me pregunte por qué me había
molestado.
Entonces no había nada más que hacer.
Esa interminable tarde de sábado, mientras el reloj se negó
obstinadamente a avanzar de la forma que yo quería, hice algo
inexplicable. Me corte.
Ethan y yo no hemos hablado hoy. No es realmente sorprendente. Él
ha venido un par de veces, pero es lo mismo cada vez. Me mira, lo
miro, él mira hacia otro lado. El corte encima de su boca se ve mal, y
la piel alrededor esta hinchada y teñida de amarillo. Es difícil creer
que yo hice eso. No me siento bien por ello, pero cada vez que abría
la boca para disculparme, algo me detenía. No puedes mantener a
alguien encerrado por tanto tiempo y no esperar que se vuelva un
poco loco. Él se lo busco. Más o menos.
Después de cada visita de Ethan escuche fuertemente, en caso de
oírlo dentro de mi cabeza de nuevo. No lo oí. Entonces me di cuenta
de lo tonta que estaba siendo y me reí en voz alta.
175
Día 26 Traducido por PokerF• y Emii_Gregori
Corregido por Micca.F
tro día amanece, o tal vez no lo hace. Por lo que sé el sol pudo
haber dejado de brillar y el mundo llegar a su fin. Tal vez Ethan
y yo somos los únicos que quedan. No es un pensamiento
reconfortante, pero si somos los últimos, entonces voy a tener que
hablarle en algún momento. Bien podría empezar hoy si no quiero
morir de soledad. Además, podría ser nuestro deber repoblar el
mundo. O algo así.
Es cuando estoy sola que la duda llega. Ha sido de esa manera por
años. Mientras hay gente alrededor, puedo pretender que todo está
bien, pero necesito audiencia para pretender, de lo contrario no
funciona. Sola, no soy tan fácil de engañar.
No es que me importe estar sola, no en realidad. Me puedo distraer
con fantasías tontas y sueños durante horas, pero al final todo
regresa a mí. Eso es con lo que me dejaron: sólo conmigo. Y eso es lo
que me asusta más que cualquier cosa. Yo. Las ideas que trato de
eliminar cortándome. Los recuerdos que parecen más ruidosos y
brillantes son los más difíciles de olvidar. Los por qué y los que hubiera
pasado si. Y siempre agazapada en algún lugar del fondo, a la
espera de tumbarme cuando las cosas parecen ir bien al menos una
vez, esta la idea, el conocimiento, que rompe mi corazón: mi padre
estaría avergonzado de la persona en la que me he convertido.
A veces me siento agradecida de que esté muerto, solo así no tengo
que ver la expresión en su rostro cuando llego a casa tropezando
con la ropa echa un desastre y la boca al rojo vivo por besar a algún
extraño. A ella nunca le importó. Ella nunca esperó despierta. Sin
O
176
embargo, papá lo habría hecho, estoy segura de eso. Se habría
preocupado por mí y me habría gritado, castigado y me habría
dicho que no podía ver nunca más a esos chicos. Y yo habría llorado
y pataleado en mi cuarto suplicando para que me dejaran salir. Pero
por dentro sería diferente. En el interior habría estado secretamente
agradecida, consolada por saber que a alguien le importaba. No
saldría cada fin de semana. A veces me quedaría en casa y vería la
tele con él, incluso esas viejas comedias de mala calidad que a él le
gustaban tanto. Ella podría estar ahí también, pero no nos importaría
si no. Sería diferente. Todo sería muy diferente. Podría no haber ido al
parque ese día, cargada con una botella de sidra. Ahí es donde
todo empezó, ahí es donde empecé.
Tenía catorce y era despistada. Todo era debido a Tanya. Ella se
sentó a mi lado en inglés y nos habíamos vuelto casi, pero no
realmente, amigas en los últimos meses. Ella era linda, pero usaba
demasiado rímel, inteligente, pero no podía ser molestada para
hacer algún t rabajo; y maliciosa como nada, pero era amigable
conmigo, así que estaba bien. Un viernes de mayo, Tanya me
preguntó qué iba a hacer el fin de semana: “Esto y aquello, tu sabes”
fue mi respuesta particularmente elocuente, no queriendo admitir
que iba hacia otro fin de semana en frente del televisor. Era el
tiempo cuando mamá había empezado a salir y la tele era mi
constante compañía, algo para impedir que el silencio me sofocara.
Pero Tanya no creyó nada de eso:
—Que se joda “esto y aquello”. ¿Por qué no sales con nosotros esta
noche? —La idea de salir con Tanya y sus amigos me asustó hasta la
mierda, pero me encontré diciendo “sí” a pesar de mi pensamiento.
Me dijo algo sobre una licorera cerca del parque que le vendería a
cualquiera, no importaba qué tan jóvenes lucieran, y dijo que todo el
mundo se encontraría en la área de juego de los niños a las ocho. No
tenía idea de quién era “todo el mundo”.
Casi me acobardé cuando me estaba alistando. Sería mucho más
fácil quedarse en casa, podría llevar mi edredón abajo, acostarme
177
en el sofá y pedir una pizza. Pero no lo hice. Me puse una falda
bastante corta y un top negro que no había usado antes. Me puse
mis botas y revisé que mi maquillaje estuviera bien. Mi rostro se veía
diferente, tal vez porque me había sobrepasado un poco con la
sombra de ojos. También me sentía diferente. Tal vez esto iba a ser el
inicio de algo para mí. Esta gente no me conocía, no en realidad.
Podría ser diferente, podría ser cualquiera.
Comprar la bebida fue tan fácil como dijo Tanya, y no era difícil
saber por qué: la señora detrás del mostrador tenía como cien años,
con las gafas más gruesas que he visto jamás. Ella preguntó si tenía
dieciocho, y sorpresa, sorpresa dije que los tenia. No había tomado
mucho antes, así que sidra parecía una elección segura: jugo de
manzana con un poco de alcohol.
Me acerqué a la zona de juegos con cautela. Podía oír la risa
viniendo de la guarida en la cima de la escalada. De repente una
botella vino a toda velocidad por una de las ventanas. Pasó justo por
encima de mi cabeza y golpeó el camino detrás de mí. Casi me
escapo. Pero la cabeza de Tanya se asomó justo en ese momento.
—¡Grace! ¡Hola! Ven. —Así que hice lo que me dijo.
Estaba un poco apretado dentro de la guarida. Ya habían siete
personas ahí: Tanya y dos de sus amigas de la escuela, y cuatro
chicos que no había visto nunca. Me senté cerca de la entrada y
Tanya me presentó a todos. Reconocí a Zoe y Kirsty, pero por
supuesto ellas no tenían ni idea de quién era yo. Los chicos tenían
apodos ridículos que encuentro difíciles de recordar. Pero el que
estaba a mi lado era Kez, podía recordar eso. Su pierna estaba
presionada contra la mía en el reducido espacio.
Fue raro al principio. Podía sentir las miradas críticas de Zoe y Kirsty,
pero Tanya hizo su mayor esfuerzo para hacerme sentir cómoda,
hablando a billones de kilómetros por hora sobre como yo era la
única persona genial en su clase de inglés, y que si no fuera por mi ya
habría muerto de aburrimiento. Me pasó la botella de la que había
178
estado bebiendo y tomé un gran sorbo, el cual mientras bajaba
quemó mi garganta. Pero se sintió bien. De alguna manera me hizo
sentir más fuerte.
Todos ya estaban bebiendo, así que hice mi mayor esfuerzo para
acoplarme. Abrí mi sidra y la repartí. Mientras los otros bromeaban y
reían, yo principalmente escuché. Uno de los chicos era todo un
bromista gritón y los otros, Kirsty en particular, pensaban que era
gracioso. Yo no estaba convencida. Luego de un rato se v olvió claro
que las chicas no estaban en lo más mínimo molestas de que
estuviera allí. Estaban cien por ciento concentradas en los chicos,
cosa que me venía muy bien.
Más tarde, se volvió claro para mí por qué Tanya me había invitado:
estaba ahí para completar el número. Me sentí estúpida por no
haberlo entendido antes. Kirsty estaba con el bocazas, Zoe ya estaba
besándose con el indescriptible de la esquina y Tanya estaba
claramente interesada en el más guapo del grupo. Estaba ahí para
Kez. Ese era mi propósito. Pero estaba algo borracha y no me
importaba. Me giré hacia Kez y traté de mirarlo imparcialmente, pero
las cosas ya se estaban poniendo borrosas. Su cabello era rubio claro
y estilizado con alguna sustancia viscosa. Sin embargo, las raíces se
estaban empezando a ver. Tenía un rostro lo suficientemente
agradable, pero una desagradable línea de acné cubría su barbilla.
También tenía brillantes dientes blancos que destacaban en la
oscuridad de la guarida. Parecía ser algo delgado, pero era difícil
decirlo con todos nosotros apretados. Y sólo ahora noté la manera
en la que me miraba, algo lobezno. Era un cordero para el sacrificio
y no lo había siquiera entendido. La virgen del sacrificio.
Uno por uno o más bien dos por dos, los otros gradualmente
desaparecieron. No se necesitaba ser un genio para saber lo que
estaban haciendo. Y luego había dos.
Kez puso su mano en mi muslo y dijo—: ¿Entonces, como es que no te
he visto por aquí antes? —Me giré para enfrentarlo y su mano se
179
deslizó más arriba. En vez de responder su pregunta, lo besé, porque
eso era lo que él esperaba. Había besado a algunos chicos antes,
chicos con los que había salido por una o dos semanas, pero esto
era diferente. Kez sabía como a cerveza y naranjas y a algo un poco
almizclado y adulto. Besarlo fue extraño. Sentí como si tratara de
comerme, como si no pudiera tener suficiente. No era exactamente
desagradable, pero tomó algo de tiempo acostumbrarse.
Pronto estaba acostada en el piso con Kez sobre mí, ¿cómo paso
esto? Realmente no me importaba. Kez estaba besándome,
tocándome y frotándome y se sentía… bueno, genial. Él respiraba
con dificultad y estaba empezando a gemir un poco mientras se
presionaba contra mí. Sabía completamente qué estaba a punto de
suceder, a menos que lo detuviera. No lo detuve. Creo que él
esperaba que lo detuviera.
Recuerdo haber pensado algo como: Así que… ¿Eso es todo? En
realidad es esto. En realidad estoy teniendo sexo. Oh. Se sentía raro
estar tan cerca de alguien a quien difícilmente le había dirigido dos
palabras, pero era también extrañamente reconfortante, este
extraño y sudoroso chico que me quería tanto. Por esos pocos
minutos sentí que él me necesitaba. Y que yo lo necesitaba. También
parecía muy agradecido. No duró mucho. En ese momento me
pregunté si había sido rápido sólo en el caso de que me arrepintiera.
Por supuesto, ahora lo entiendo mejor. Y claro, había dolido un poco,
pero fue un buen dolor, una medalla de honor.
Después, apenas habló. Acomodé mi ropa y Kez rebuscó en una
bolsa de plástico una lata de cerveza. Bebió con avidez y luego
deslizó el dorso de su mano por su boca. Me miró en silencio. No
sabía qué decir. ¿De qué podríamos hablar? No nos conocíamos. No
teníamos nada en común y probablemente nunca lo tendríamos. De
repente quería ir a casa y acurrucarme en mi cama, sola, de la
manera en la que se suponía que debía ser.
180
Antes de que me pudiera mover, Kez se acercó a mí, puso su mano
en mi cintura y me besó, muy suavemente. Y todo se sintió
nuevamente bien, hasta que él susurró en mi oído.
—Tanya nunca pensó que fueras capaz. Pero yo lo supe desde el
primer minuto en que te vi. —Lo empujé y le pregunté a qué se
refería.
—Sabía que lo querías. Solo pude decirlo.
Sentí mi cara sonrojarse. —¿Cómo? ¿Cómo lo supiste?
—No sé, sólo un sentimiento, ¿cierto? Con algunas chicas,
simplemente lo sabes. ¡No me mires así! Es algo bueno, saber lo que
quieres. No como esas chicas que te calientan más y más hasta que
estas a punto de explotar y luego se arrepienten. No harías eso,
¿cierto? —Se movió para besarme una vez más y no lo detuve. No
pensé que estuviese tratando de lastimarme con sus palabras. De
hecho, lo opuesto parecía ser cierto: tuve la impresión de que él
estaba intentando felicitarme.
Así que era una de esas chicas. Era oficial. Y si no había sido una
antes, ciertamente lo era ahora. No había regreso para mí.
Hablé con Ethan. Le pregunté si le dolía la boca. Pareció confundido
por un momento, y luego tocó con sus dedos el corte, como para
recordarse que estaba allí.
—No, no me duele en absoluto.
—Bien. Mira, Ethan, lo siento. Eso nunca debería haber ocurrido. No
sé en qué estaba pensando. Bueno, quiero decir, claramente no
estaba pensando. No me la paso golpeando personas al azar, sabes.
Sólo... es difícil estar aquí. Hay demasiado tiempo para pensar. De
todos modos, lo siento.
181
—No importa, Grace.
—¡Por supuesto que importa! ¡Te ataqué! Claramente estoy
perdiendo mi cordura aquí.
Ethan negó con su cabeza.
—Te equivocas.
Aquí vamos de nuevo, pensé. No tenía la energía para dar vueltas
con él.
—Estoy harta de pensar en cosas. Y estoy harta de ponerlo por
escrito. ¿Por qué me tomo la molestia de hacerlo? Nadie lo leerá.
Ethan se apoyó contra la puerta. —¿Lo has leído, Grace?
—Eh... no. No necesito hacerlo… sé lo que dice.
Ethan se encogió de hombros y levantó sus cejas. El significado era
claro: eso es lo que tú crees.
Me giré hacia el montón de páginas garabateadas a mi lado. No
haría ningún daño, ¿verdad? Empecé a leer, y pronto olvidé que
Ethan seguía allí. No sé cuánto tiempo me llevó, pero finalmente
llegué a la última página, sobre esa noche en el parque con Kez.
Suspiré y alcé la vista. Ethan ya no estaba apoyado junto a la puerta.
Estaba sentado en la cama con sus piernas cruzadas.
—¿Y bien? —Me miró expectante.
—¿Y bien qué?
—¿Cómo te sientes?
—No lo sé.
—Grace… —Sonó como un profesor, decepcionado cuando su
alumno estrella da una respuesta incorrecta.
182
—Triste. Me siento triste, ¿de acuerdo? Mi vida es un jodido desastre,
arruiné todo y soy una persona horrible. ¿Ya estás feliz?
—No me hace gracia que estés herida. ¿Por qué lo haría?
—¿Por qué más me estás haciendo esto entonces? Debes estar
recibiendo algún tipo de placer con ello.
Las siguientes palabras de Ethan fueron inesperadas. —Extrañas a tu
padre, ¿no?
—¿Papá? ¿Qué tiene que ver con esto? —dije cautelosamente.
—¿Cómo era él?
Decidí seguir el juego. —Era sólo... papá. Un padre normal, ¿sabes?
—Cuéntame.
Decidí seguir el juego, ¿qué daño podía hacer? —Bueno, solía
avergonzarme todo el tiempo. Lo hacía a propósito, como en el
supermercado, empezaba a hacer expresiones de mono sin ninguna
razón. Y cuanta más vergüenza tenía, más fuerte y más embarazoso
se volvía. No le importaba quién estaba observando… nunca le
importó lo que otros pensaran. No como yo… siempre estaba
mirando a mí alrededor, temiendo que me viera alguien de la
escuela. Todo estaba bien cuando era más joven. Solía bromear con
él y reír sin parar.
—Era muy bueno con las personas. Todos lo querían y se reían de sus
estúpidas bromas. Era la única persona que podía hacer reír a
mamá. Ella nunca se ríe de cosas en la televisión, incluso cuando es
realmente divertido. Pero papá podía hacerla reír con sólo mover sus
cejas.
Dejé de hablar, de repente consciente que esto era lo máximo que
había dicho sobre mi padre durante años. Incluso con Sal siempre
había sido evasiva, alegando que no podía recordar cómo era él.
183
Ella nunca me cuestionó lo descaradamente ridículo que sonaba, y
me sentí agradecida.
—Parece que lo querías mucho.
—Era mi padre… desde luego que lo amaba.
—Eso está bien, Grace. Lo estás haciendo realmente bien.
Me encogí, no muy segura de a dónde quería llegar.
Le dije a Ethan lo terrible que era papá cocinando y cómo solía
inventar platos locos al tirar un montón de restos en la olla y añadir
salsa Worcestershire22. Le conté de cuando iba al cine con él y
conseguía perros calientes, nachos y caja más grande de palomitas
de maíz que alguna vez has visto, y vomitar en el automóvil de
camino a casa. Le dije cosas que creía haber olvidado. Cosas en las
que no había pensado durante años y años. Cosas tontas e
inconsecuentes. Pero se sentía bien decirlas en voz alta, pronunciar
las palabras con alguien que escuchaba, asentía y sonreía en el
momento correcto. Ethan nunca lucía aburrido ni trataba de
cambiar el tema ni de hablar de sí mismo. Él me dejó seguir y seguir y
seguir por Dios sabe cuánto tiempo.
Y luego me detuvo en seco con una pregunta. Su voz siempre era
muy tranquila, su rostro la viva imagen de la simpatía mientras
pronunciaba tres palabras:
—Cuéntame cómo murió.
No esperaba eso. Nunca nadie me preguntó eso. Nat nunca me lo
preguntó.
—Hubo un accidente. Un terrible accidente.
22 Salsa Worcestershire: También conocida como salsa worcester o salsa inglesa. Se
elabora a base de vinagre, melaza, jarabe de maíz, agua, chilli, salsa soja, pimentón,
tamarindo, anchoas, cebollas, chalotas, clavo de olor y ajo.
184
—¿Qué pasó? —Ethan habló tan suavemente que se sentía como si
estuviera dentro de mi cabeza de nuevo.
Inhalé profundamente. —Regresaba de un viaje de negocios. Era mi
cumpleaños…
—Continúa —me instó.
—Él... había un cruce de vías. Su coche fue golpeado por un tren.
—Un accidente —dijo.
Asentí.
—Grace, puedes decirme la verdad. Deberías decirme la verdad. —
Se arrodilló frente a mí y tomó mi mano. Su mano estaba fría—. Sé
que puedes hacerlo. Eres lo suficientemente fuerte ahora.
No tiene sentido mentir ahora. —Condujo hacia las vías del tren y
detuvo su coche. Lo hizo a propósito. Se suicidó.
Ethan asintió. —Eso debe haber sido muy duro para ti y para tu
madre.
—¿Duro para ella? ¡Fue su culpa!
—¿Por qué dices eso?
Eso me detuvo en seco. ¿Por qué dije eso? ¿Por qué siempre había
pensado eso?
—Es... Ella era una perra con él.
—¿Lo era? —dijo, y yo estaba pensando lo mismo.
Dudé. —Sí, ella... —Las palabras se desintegraron en mi boca. Ella lo
amaba. Completamente. Hizo todo por él. Esa es la verdad.
—Siempre la has culpado, ¿no? ¿Por qué crees que lo has hecho?
¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué? ¿Por qué?
185
—Porque ella estaba allí.
Ethan asintió. —Y él no lo estaba, ¿verdad? —Su voz era ronca.
Las lágrimas llegaron. Me sorprendió haberlas rechazado por tanto
tiempo.
—Me dejó. En mi cumpleaños. ¡En mi jodido cumpleaños! ¿Por qué
haría eso? ¿Cómo pudo hacerme eso? —Ahora estaba llorando. Me
levanté y me lancé en la cama. Demasiados pensamientos y
recuerdos atestaban mi cabeza.
Sentí que Ethan se sentaba en el borde del colchón a mi lado. —No
lo sé. No sé cómo alguien puede hacer eso.
Hablé en la almohada, con mi voz apagada. —Él nunca pensó en
nosotras. Nos dejó sin nada. ¿Cómo pudo ser tan egoísta?
—Tienes razón, Grace. Fue una cosa egoísta por hacer.
Un pensamiento apareció en mi cabeza. Un pensamiento que nunca
había tenido antes. Ni siquiera cuando las cosas eran muy, muy
malas.
Cuando lo pensé, Ethan lo dijo en voz alta:
—Lo odio.
186
Día 27 Traducido por Emii_Gregori y Carol93
Corregido por Micca.F
at regresó del trabajo, agotado de cambiar barriles y ser
agradable con las personas todo el día. Me sentía rara y
avergonzada por cortarme. ¿Cómo iba a explicarle eso?
¿Cómo pude haber sido tan estúpida?
Ordenamos una pizza y nos repantigamos frente a la televisión,
ninguno de los dos decía nada. Nat terminó con su cabeza en mi
regazo y acaricié su cabello. Era reconfortante. Bueno, lo habría sido
si no hubiera estado temiendo que viera lo que me hacía a mí
misma. Se hizo cada vez más tarde y apenas podía mantener mis
ojos abiertos.
—Vamos. Vamos a la cama, dormilona. —La voz de Nat parecía
lejana. Abrí mis ojos y lo vi apartando la caja de pizza y los vasos a un
lado. Froté mi rostro y miré el reloj sobre la repisa de la chimenea.
Eran más de las dos.
Nat agarró mis dos manos y me arrastró fuera del sofá. Me besó en la
frente antes de dirigirme a las escaleras. Cada escalón era una
montaña que subía de mala gana. Pero, ¿qué otra cosa podía
hacer? No podía quedarme abajo para siempre. Y estaba tan, tan
cansada. Cuando llegamos a mi habitación, me giré hacia Nat y lo
N
187
besé. Mi corazón no estaba realmente en ello y él podía notarlo
obviamente.
—¿Por qué no te colocas tu... eh... pijama, camisón o lo que sea, y yo
voy a cepillarme los dientes?
¿Pijamas? Nat no tenía por qué saber que incluso poseía pijamas, y
mucho menos ser capaz de verlas, nunca. Y se suponía que él
quisiera tener sexo conmigo en cada oportunidad disponible. ¿Sin
duda alguna todavía no habíamos pasado esa etapa? Pero me
estaba quedando dormida de pie, y por lo menos esto posponía lo
inevitable por mucho más tiempo. Aún así, dudé antes de sacar mi
pijama de su escondite en la parte inferior de mi armario.
Cuando Nat volvió, se echó a reír. —¡Nunca me pareciste del tipo de
chicas de Winnie-the-Pooh! ¡Genial!
Golpeé su brazo, no muy gentilmente. —¡Cállate! Y de todos modos,
no son de Winnie-the-Pooh… son Eeyore23. Una cosa completamente
diferente. Eeyore es lo mejor, y no oiré a nadie decir algo diferente.
Has sido advertido.
Nat me besó en ese momento. Fue el mejor beso y no sé por qué.
—Estás llena de sorpresas, Grace Carlyle. Me pregunto qué otros
secretos oscuros y profundos has estado escondiéndome... Eeyore...
¿Quién lo hubiera pensado? No te preocupes, tu secreto está a salvo
conmigo. Creo que es adorable.
—¿Estás bromeando?
23 Eeyore: Es un personaje del libro Winnie the Pooh. Generalmente se le representa como
un viejo burro de peluche gris bastante pesimista, melancólico y deprimido.
188
—Noooooo, no soñaría con ello. Creo que es perfectamente normal
que mi novia tenga cosas de burros deprimidos...
Salí airadamente de la habitación, fingiendo, y fallando, lucir
indignada. Es difícil lucir indignada en pijamas de cualquier tipo. En el
baño examiné los cortes en mis piernas. Se veían muy mal. De un rojo
irritado.
Nat se había quedado en bóxers cuando regresé. Lucía increíble.
Todo varonil, pero soñoliento y despelucado. De repente no me
sentía tan cansada después de todo. Lo besé. Retrocedió después
de un rato y sonrió con esa sonrisa hermosa.
—A ver… en la cama contigo. Y nada de cuestiones graciosas, ¿de
acuerdo?
Fruncí el ceño. —¿Por qué? ¿No quieres? —No sabía muy bien por
qué lo estaba empujando. Pero quería que fuera mi decisión el no
tener sexo, no la suya.
—Por supuesto que quiero, pero estoy agotado y tú también. No
tenemos que tener sexo todo el tiempo, ¿sabes? No hay ninguna ley
ni nada.
—Bueno, tal vez debería haber una ley. O un mandamiento o algo....
Tú deberías bajarte los pantalones cada vez que así lo desee. —
Levanté mi ceja. Él respondió lanzándome una almohada en la
cabeza.
Así que nos metimos bajo las sábanas y me deslicé hasta él,
situándome en el hueco de su brazo. Se sintió extraño y no muy bien
189
al principio. Culpé al pijama, pero no había manera de que me la
quitara ahora.
Hablamos de todo tipo de cosas, medio susurrando en la oscuridad.
Siempre es más fácil decir las cosas en la oscuridad. Nuestras
palabras se apagaron al cabo de un rato, y pensé que Nat se había
dormido. Me acurruqué más cerca de su pecho y suspiré satisfecha.
Floté suavemente en aquel mundo deliciosamente a medio camino
de los sueños, pero fui sacudida de él por el sonido de la voz de Nat,
que estaba extrañamente alta. —¿Estás despierta?
Hice un sonido que quiso decir sí, pero salió más un “mmmhm”.
—Háblame de Sal. ¿Qué pasó con ella de todos modos?
Hice otro sonido, que más o menos traducido era: “¿Qué quieres
decir?”
—¿Por qué se enemistaron?
Ahora yo estaba completamente despierta. Abrí mis ojos y me moví
para mirar el rostro de Nat. —Te lo dije: fue sólo algo estúpido. No
vale la pena hablar de ello.
Se quedó callado por unos momentos. —No te creo.
—¿Qué? ¿Por qué? —Me senté.
—Ustedes eran muy cercanas. No creo que se hayan enemistado por
algo que no era importante. ¿Por qué no me dices la verdad? ¿No
confías en mí?
Esto era simplemente extraño. ¿Por qué no sólo lo dejaba ir?
190
—Por supuesto que confío en ti, ¿pero por qué es importante? Todo
está bien ahora.
—Me importa a mí, Grace. —Se sentó y tomó mis manos entre las
suyas—. Quiero saber todo lo que hay que saber sobre ti, desde tu
pijama de Eeyore hasta la forma en que comes un Creme Egg24.
Quiero saber si tenías un amigo imaginario cuando eras pequeña.
Quiero saber cuándo aprendiste a levantar la ceja de ese modo tan
sexy. Quiero saber lo que estás pensando todas esas veces que te
alejas de mí. Quiero saber todo lo que respecta a ti. Te amo.
¡¿Qué?! No había esperado que lo dijera. Sí, lo esperaba, pero en
realidad nunca había creído que sucedería. Y ciertamente no ahora.
Pero lo había dicho, realmente lo había dicho. Pensé que podría
estallar de felicidad, o al menos saltar en la cama como un niño
emocionado. Respiré hondo para tranquilizarme.
Todo iba a estar bien.
Nat.
Me.
Amaba.
Sus rasgos eran un poco borrosos en la oscuridad, pero sus ojos
estaban muy abiertos. Creo que estaba casi tan sorprendido como
yo. Me incliné sobre él y lo besé. No mucho más que un beso rápido,
muy puro.
—También te amo.
24 Creme Egg (Cadbury Creme Egg): Es una marca de chocolates fabricados con la forma
de un huevo.
191
Nos sentamos en silencio por un momento o dos. No sabía qué decir
ni qué hacer. Todo esto era nuevo para mí.
Fui la primera en hablar. —Nadie nunca me dijo eso antes, sabes.
Nat me besó de la misma manera en que acababa de besarlo. —Me
parece muy difícil de creer. Eres ext remadamente adorable.
—Es verdad. No el que yo sea un poco adorable... pero, tú sabes... —
Tragué con fuerza, tratando de engullir las emociones que
amenazaban con abrumarme.
—Bueno, entonces... cualquier otro tipo con quien hayas estado
debe haber sido un idiota.
—No sabes cuánta razón tienes.
Me acosté y Nat hizo lo mismo. Uno al lado del otro, tomados de la
mano, mirando el techo.
—Nunca hablas de los otros chicos antes que yo.
Este era un territorio peligroso. Tenía que tener cuidado. —Y no me
cuentas de tus ex-novias, ¿verdad? Todo está en el pasado. Nada de
eso importa ahora.
—Ex-novia. Singular. Sólo hay una.
—¿En serio? —Intenté, y fracasé miserablemente, de evitar la
sorpresa en mi voz.
—Sí, en serio. Amy. Salí con ella durante tres años. Nos separamos
antes de que fuera a Nepal. Y eso es todo… mi historia completa de
relaciones.
192
Me sorprendió la forma en que me hizo sentir, escuchar sobre esta
chica que debe haber conocido a Nat mucho mejor que yo. Tres
años es mucho tiempo. Los celos brotaron en mi interior, volviéndolo
todo sombrío.
—¿La… amabas? —Tuve que preguntar.
—Sí.
No dije nada. Nat se levantó sobre un codo. —Pero eso no significa
nada ahora. Como dijiste… todo está en el pasado. —Rozó mi mejilla
con su mano—. Entonces... ¿qué hay de ti? Puedes decirme… puedo
soportarlo. —Sonrió hacia mí, expectante, pero relajado.
Esperaba que nos las hubiéramos arreglado para eludir totalmente
ese momento incómodo. ¿Seguramente no habríamos hablado de
esto más pronto si alguna vez fuéramos a hacerlo? Pero no... tenía
que levantar su fea y estúpida cabeza ahora, tratando de arruinar lo
que debería haber sido el mejor momento de mi vida hasta ahora.
No lo permitiría. No iba a contarle a Nat sobre mi pasado y ver
aquella mirada feliz en su rostro siendo reemplazada por una de
dolor, desilusión y disgusto. De ninguna manera. Las cosas iban
demasiado bien. Pero no quería mentirle a él inventando alguna
versión semi-inocente y color rosa de mi pasado. Él se merecía algo
mejor que eso. Así que en cambio hice algo despreciable...
—Sal quedó embarazada.
La última táctica de distracción. Apenas un sutil juego de manos,
pero hizo su trabajo.
193
Algo está mal con Ethan. No puedo despertarlo. Lo sacudo y le grito,
pero no pasa nada. Su respiración parece normal, pero no se
despierta.
Él se acostó a mi lado anoche. No dijo nada después de la extrañeza
de leer mi mente. Estaba aterrada, confusa y dolorida por la tristeza.
Tantas preguntas en mi cabeza. Pero no pregunté ninguna de ellas,
algo me detuvo. Y ahora podría ser demasiado tarde.
Me levanté esta mañana y lo dejé acostado en la cama. Parecía
tranquilo.
Pero ahora no se despierta.
¿Y si no despierta?
Tengo miedo.
No voy a dejarlo. No ahora.
Tengo que terminar esto. Tengo que hacerlo.
Mi despreciable táctica con Nat sin duda funcionó. Un poco
demasiado bien. Hubo un momento o dos de silencio antes de que
Nat respondiera.
—¿Qué? —Su voz era ronca.
Suspiré. —Sal quedó embarazada. Es por eso que nos distanciamos.
Nat se sentó y encendió la luz de la mesita. Protegí mis ojos y me
arrastré hasta quedar sentada. Luego miré a Nat. Su expresión era
difícil de leer.
194
—¿Qué…? ¿Cuándo ocurrió eso?
Me sentí enferma al estarle haciendo esto a mi mejor amiga en el
mundo. Traicionar su confianza, sólo para salir de una situación un
poco difícil. Pero ahora no había vuelta atrás.
—Ni siquiera lo sé. No me dirá lo que pasó.
—¿En serio? Debes saber algo. ¿Por qué diablos no te ha dicho?
—Nat, no lo sé. Ella me excluyó por completo. Todo lo que sé es que
debe haber sucedido durante Semana Santa. Ella... um... tuvo un
aborto hace un par de meses. Habría ido con ella, pero nos
distanciamos y... —No sabía qué más decir sin que sonara patético.
Ahora Nat parecía ser el que sentía nauseas. —Jesús. Nunca pensé
que era algo así. ¿Cómo… está? Ahora, quiero decir. Debe haber
sido terrible para ella.
Me conmovió su preocupación. —Lo está haciendo bien, creo. Le
llevará algo de tiempo superarlo, supongo. Pero creo que lo está
haciendo mejor.
—¿Y de verdad no tienes idea de lo que pasó? ¿Con quién… se
acostó?
—¡No! Te lo dije. ¿Por qué no me crees? —Odiaba que me
preguntaran lo mismo dos veces. Me volvía loca.
—Sólo… estoy sorprendido, supongo. Parece el tipo de cosas de las
que pueden hablar las mejores amigas, eso es todo.
Él tenía razón y eso me hizo enojar. Más enojada de lo que debería
haber estado. —¡Mira! ¿Podrías dejar de hablar de eso? No me dijo
nada. No tengo ninguna puta idea de lo que pasó, y probablemente
195
nunca la tendré, así que... deja el tema. —Me giré, porque no quería
que Nat viera las lágrimas que empezaban a difuminar los bordes de
mi visión. Sentí su mano en mi hombro, pero me la quité de encima.
—Grace, lo siento. Sólo desearía que no me hubieras contado esto
antes.
Me levanté de un salto de la cama y di media vuelta para encararlo.
—¿POR QUÉ? ¿Qué diferencia hace? ¿Por qué no puedes
detenerte? ¡Eso no es asunto tuyo! —No hice ningún esfuerzo por
ocultar las lágrimas ahora. Y no me molesté en secarlas mientras
miraba a Nat, respirando pesadamente. Parecía aturdido. Nunca
antes había tenido que ser testigo de mi temperamento.
Después de un momento, habló en voz baja y deliberadamente. —
¿No es asunto mío? ¿Es así como realmente te sientes?
—¡Sí! ¡Ni siquiera debería habértelo dicho!
—¿Por qué lo hiciste, entonces?
Me tenía allí. —Mira, Nat. ¿Podrías sólo irte… por favor? No puedo
lidiar con esto ahora mismo. —Estaba sorprendida por mis propias
palabras, pero parte de mí sabía que si seguíamos esta
conversación, iba a terminar muy mal.
—Si eso es lo que quieres. —Había más que medio esperado que él
tratara de razonar conmigo. O al menos estar enojado de que lo
estuviera sacando a patadas en medio de la noche. Pero ni siquiera
pareció importarle.
Asentí y vi cómo se ponía su ropa. Quería disculparme, decirle que se
detuviera, que se quedara conmigo. Pero las palabras no salían.
196
Nat se volvió hacia mí cuando llegó a la puerta. Nos miramos el uno
al otro por un breve momento. Aquí estaba la última oportunidad
para que alguno de nosotros dijera algo, cualquier cosa, pero
ninguno de los dos la tomó. Su rostro era una máscara sin emociones,
las lágrimas seguían derramándose por el mío. Y entonces se había
ido.
Esperé hasta oír que se cerraba la puerta delantera para
desplomarme en la cama y llorar tan fuerte que pensé que nunca
podría detenerme. Estaba enojada, triste y confundida. Había
cometido un terrible error. Sabía muy bien que había tomado toda
mi frustración y resentimiento hacia Sal por no confiar en mí y lo
había tirado sobre Nat. Todo porque le importaba lo suficiente como
para preguntarme al respecto. Todo porque me amaba.
¿Pero qué pasa con todas esas preguntas? Preguntando una y otra
vez sobre lo que sabía y no sabía y por qué no le había dicho. No
tenía las respuestas.
No dormí por el resto de la noche. En su lugar, tomé el cuchillo del
cajón de mi escritorio y volví a abrir lenta y cuidadosamente los
cortes que me había hecho en las piernas ese día. Y luego me hice
algunos más.
Examiné el daño la mañana siguiente. No era precisamente bonito:
como cierta clase de arte moderno que terminó tremendamente
mal. Había demasiada sangre en las sábanas, más de lo que podría
haber imaginado posible. La hoja del cuchillo parecía oxidada.
197
No podía enfrentarlo. Tiré el edredón nuevamente sobre mi cabeza y
caí dormida sin sueños.
Cuando me desperté, hubo unos pocos maravillosos segundos sin
recordar, antes de que todo volviera impactándome. Repetí las
cosas una y otra vez en mi cabeza, y seguí volviendo a la imagen de
la cara de Nat justo antes de que se fuera. Me había mirado de la
manera en que ves a un extraño en la calle. ¿Cómo podrías ir en
cuestión de minutos de decirle a alguien que lo amas a mirarlo de
esa manera? ¿Cómo era eso incluso posible?
Sabía que todo el asunto era culpa mía. Nunca hubiera ocurrido si no
hubiera estado intentando evadir contarle acerca de mi pasado.
Podría haber mentido, o ser imprecisa, o decirle que era el primero. O
quizás no. Quizás podría haberle contado la verdad y tal vez habría
entendido y tal vez habría sentido como si un gigantesco peso había
sido levantado y yo podía por fin respirar nuevamente.
Revisé mi celular, esperando ver el pequeño sobre en la esquina de
la pantalla. ¡Y ahí estaba!
Mi corazón martillaba en mi pecho y supe que todo iba a estar bien.
Hasta que vi que era una actualización de tarjeta SIM desde la red
del bastardo celular. Bastardobastardobastardo.
Tiré el celular al piso y le di la peor de mis miradas malvadas,
considerando qué castigo podía causarle a continuación. Luego lo
pensé mejor y le mandé un mensaje a Sal: ¿Ven? ¿POR FAVOR? Nat
no está acá. Beso. Unos minutos más tarde recibo una respuesta
diciendo que estaba en camino.
198
Me di una ducha rápida, haciendo mi mayor esfuerzo por ignorar el
dolor del agua caliente bajando por los cortes de mis piernas. Me
sentí mucho más positiva acerca de las cosas mientras me vestía y
acomodaba mi cabello húmedo en una coleta. Sal sabría cómo
arreglar las cosas con Nat. No podía contarle exactamente acerca
de qué habíamos discutido, pero me sentía segura de plantear algo
posible. Ella me mataría si descubriera lo que le había contado a él. Y
tendría todo el derecho de hacerlo. Las mejores amigas no se hacen
eso la una a la otra, ni siquiera una vez. Yo era la peor mejor amiga
del mundo.
El timbre sonó mucho más rápido de lo que esperaba. No había
tenido la oportunidad de poner las sábanas en la lavadora. Hice una
mueca al tiempo que miraba en que condición estaban. Sin
embargo estaba bien, Sal y yo simplemente nos quedaríamos abajo.
Aún así, rápidamente guardé de nuevo el cuchillo en el cajón del
escritorio y tiré mi bata sobre la cama, algo así como al azar. Era lo
mejor que podía hacer.
Salté por la escalera y abrí la puerta para que entrara Sal y después
accidentalmente me eché a llorar antes de que se pudiera sentar.
No se suponía que eso pasara.
Sal me condujo al sillón y dejó que las lágrimas siguieran su curso. Me
abrazó y me dijo que todo estaría bien, algo lindo para escuchar
aunque no lo creía así. Cuando el llanto disminuyó a un mero
gimoteo, Sal se ofreció a hacer una taza de té. Esperé en el sillón.
199
Salió de la cocina con dos tazas gigantescas de té. —Toma un poco
de eso. —Tomé un trago hirviendo, saboreando el dolor. —Ahora,
¿qué hizo?
—¿Qué quieres decir? —Mi cerebro no estaba funcionando.
—Nat, ¿qué es lo que hizo? Tuvo que haberte hecho algo para que
estés en tal estado. Dime, y yo iré y lo golpearé en la nariz. —Sólo
pensarlo me hizo sonreír.
—Nada. No hizo nada. Es todo mi culpa. —Me lancé hacia la historia
del fin de semana. Sal me escuchó atentamente, bebiendo a sorbos
su té.
Interrumpió sólo una vez. —¿Te dijo que te amaba?
—Sip, lo hizo. Y yo estaba tan feliz. Luego de alguna manera todo se
estropeó. Nos metimos en una estúpida discusión y yo me enojé en
serio y le pedí que se fuera. Él ni siquiera trató de hacerme cambiar
de opinión, aunque era una hora estúpida y los colectivos no iban a
estar funcionando. Él sólo… se fue.
—¿Entraron en una discusión justo cuando él te dijo que te amaba?
¿¡Cómo mierda lograste eso!?
Mi mente corrió hacia las posibles mentiras que había
confeccionado a beneficio de Sal, antes de que tomara una
decisión.
—Bien, este es el asunto. Por favor no te enojes conmigo…
—¿Por qué me enojaría contigo? ¡No seas tonta! —Pero pude ver los
primeros destellos de preocupación en sus ojos.
200
—De verdad lo lamento mucho, mucho, pero le dije qué pasó
contigo. —Me encogí esperando la reacción de Sal. Debí haberme
visto patética, como un perro que acababa de mear la alfombra.
—¿Le dijiste acerca de…?
Asentí. —Él seguía preguntando acerca de por qué nos
distanciamos, y no sabía qué más decirle. Lo siento. —Me esforcé por
encontrar sus ojos.
Sal negó con su cabeza lentamente. —¡¿No sabías qué otra cosa
decir?! No me vengas con eso, Grace. Podrías haberle dicho
cualquier cosa, eres la mejor mentirosa que conozco. ¡Jesús! ¡No
puedo creerlo! —Puso su cara en sus manos.
—Oye, vamos, no es tan malo. Él no va a decírselo a nadie. Pero, aún
así no debería habérselo contado. Lo arruiné y lo siento. Realmente lo
siento.
Sal no se veía enojada o molesta, más resignada que cualquier otra
cosa. Resignada al hecho de que su mejor amiga no podía ser
confiable.
—Entonces… ¿crees que puedes perdonarme por ser una idiota de
primera clase del más alto nivel? ¡Sinceramente, no sé por qué me
aguantas! —Mi débil intento de bromear provocó una mirada feroz
en Sal.
—Yo tampoco sé por qué te soporto.
—¿Por qué el que yo sea tan perdedora te hace ver bien? —Esto
logró engatusar una pequeña sonrisa.
201
—Sip, eso debe ser. Simplemente olvidémonos de esto, ¿sí?
Obviamente hubiera preferido que no le contaras, pero ya está
hecho. ¿Mientras que estés segura de que él no le contará a nadie?.
Especialmente a Devon.
Carajo, ni siquiera había pensado en Devon. —No se lo contará a
nadie, te lo prometo. Y debes saber que puedes confiar en mí,
aunque pueda no verse de esta manera ahora.
—Pero aún no me has dicho por qué pelearon. ¿Por qué le estarías
hablando acerca de mí…? ¿Por qué eso empezaría una discusión?
No tiene sentido.
No había ninguna razón por la cual mentir ahora. Lo peor estaba con
seguridad atrás. —Él preguntó con quién te habías acostado y
después no podía creer que yo no lo supiera. Y siguió preguntando, y
le dije que no era asunto suyo, y supongo que se movió fuera de
control desde ahí. —Hice una pausa, preguntándome hasta dónde
llegar por este camino. —Él pensó que me deberías haber dicho. Y yo
creo que me enojé tanto con él porque… bueno, supuse que
pensaba lo mismo.
—Ah, ya entiendo. ¿Así que de alguna manera esto es por mi culpa?
—No, no, no, eso no es para nada lo que quise decir. Sólo trataba de
ser honesta contigo. La única a la que culpar acá soy yo.
—Pero sigues fastidiada por eso, ¿no? Acerca del hecho de que no
te haya contado.
—No, ¡para nada! —Dios, este sin sentido de contar la verdad no era
tan maravilloso como lo pintan. Continué—: Bueno, quizás estoy un
202
poco herida porque no me contaras. Sólo que no puedo ver la
diferencia que hace.
—Grace, simplemente vas a tener que superarlo. No puedo seguir
teniendo esta conversación contigo. Estoy tratando de olvidar todo
esto, y ¿sabes qué podría realmente ayudarme a hacerlo?
La miré expectante. Ella se rió. —¡Alcohol! —Me reí también, aliviada
de que las cosas siguieran bien entre nosotras, al menos en la
superficie. Quizás había algo que valiera la pena al decir la verdad,
después de todo.
Abrí una de las mejores botellas de vino de mamá, y durante la
siguiente hora más o menos Sal escuchó mis desgracias acerca de
Nat. Ella intentó asegurarme que todo iba a estar bien con él, que
una pequeña pelea no significaba necesariamente que íbamos a
terminar, que discutir era algo perfectamente normal que hacían las
parejas. Eventualmente comencé a creer que las cosas no estaban
tan mal después de todo. Ella me convenció de que le enviara un
mensaje con una disculpa: Lamento tanto todo lo de anoche. Fui una
idiota, tengo la culpa de todo. ¿Me llamas más tarde? Beso.
Me sentí mejor tan pronto como se lo envié, aunque realmente no
pensara que era completamente mi culpa. Noventa por ciento
quizás. El otro diez por ciento era por la curiosidad de Nat. Pero
estaba feliz de aceptar la culpa si eso significaba que iba a quedarse
conmigo. Él había dicho que me amaba, por el amor de Dios. No iba
simplemente a dejarlo que se escapara entre mis dedos.
203
Él respondió cerca de diez minutos después: Esta bien. Estoy
cubriendo un turno en el bar esta noche. Probablemente no pueda
llamar. Hablamos mañana. Beso.
No era exactamente lo que había esperado, pero Sal se mostró
bastante positiva acerca de ello cuando se lo mostré. Se las arregló
para convencerme de que él estaba probablemente distraído y
ocupado en el trabajo, y que la única cosa que tenía que tomar en
cuenta era el beso al final del mensaje.
Me llenó otro vaso de vino y se levantó.
—¿Qué tal un poco de comida para absorber el vino?
La heladera reveló algunas lonchas de tocineta, vista que fue
suficiente para que Sal me convenciera de que hiciera mi legendaria
tocineta, pasta y arvejas. Era su favorita.
Pronto la pasta estaba hirviendo y la tocineta friéndose en la sartén.
El teléfono de Sal sonó en el liv ing. Debía haber conseguido un nuevo
timbre, alguna canción increíblemente cursi de antes de que
naciéramos. Levantó el celular y miró el aparato para ver si valía la
pena atender. Ella era casi tan obsesiva como yo acerca de
investigar sus llamadas. No parecía particularmente entusiasmada
con lo que vio.
Se dio vuelta y miró mi mirada burlona. —Eh…tengo que contestar.
¿Está bien si subo las escaleras? —Vagamente me pregunté quien
estaría llamando y por qué no quería que escuchara, pero estaba
distraída con la pasta, que estaba amenazando con desbordarse.
204
Sal corrió escaleras arriba y yo giré mi atención de nuevo a la cocina.
Un minuto después estaba sacando los platos del armario cuando de
repente recordé. Mi habitación. Entré completamente en pánico: Sal
no podía ver el estado de mi habitación. Los platos cayeron
ruidosamente sobre la mesada mientras corría fuera de la cocina y
subía trepando las escaleras. Por favor que esté en el baño o en la
habitación de mi mamá o en el pasillo o…
Ella estaba justo dentro de mi habitación con la espalda hacia mí.
Con el teléfono pegado a su oreja. La escuché decir en una voz baja
y rara, —Voy a tener que llamarte más tarde. —Lo cerró de golpe.
—Sal, yo… —No pude pensar en nada que decir. Miré más allá de
ella y vi que no había hecho un buen trabajo cubriendo la cama
después de todo.
Se giró lentamente hacia mí, con una expresión de horror en su cara.
Su voz era apenas un susurro. —¿Qué hiciste?
—Bueno, escucha, no es tan malo como parece. Sólo baja las
escaleras y hablaremos de ello. —Estiré un brazo tratando de agarrar
el suyo, pero ella se lo sacó de encima.
—¡Jesús, Grace! ¡Mira esto! —Levantó mi bata y la tiró al piso,
revelando las peores manchas de sangre. Si se veía mal, incluso peor
de lo que recordaba.
—No es tan malo como parece, honestamente. Sólo… estaba en un
mal camino anoche.
Sal movió su cabeza lentamente, contemplando la escena.
—¿Sal? Di algo. ¿Por favor?
205
En vez de hablar, agarró mi manga e intentó levantarla por mi brazo.
Aparté mi brazo. —¡¿Qué haces?! ¡Para!
—Muéstrame. —Su voz era extrañamente tranquila.
Negué con mi cabeza. —Vamos, simplemente bajemos.
—No voy a ningún lado hasta que me muestres.
—No te voy a mostrar nada, entonces ¿podemos sólo dejarlo? Por
favor.
Nos quedamos en silencio por unos minutos, ninguna de las dos
dispuesta a ceder.
—Quiero ver qué te hiciste. Muéstrame tus brazos. Ahora. —Nunca la
había visto así antes. Era temible.
Hice lo que me dijo y levanté mis mangas. Sal tomó cada brazo a la
vez y examinó las cicatrices. No había nada que ver, nada nuevo al
menos. Sal parecía confundida.
Hablé con calma. —Mis piernas… Corté mis piernas.
Una mirada de puro disgusto cruzó su cara. —¿Qué está mal
contigo?
—Mira, no es para tanto. No puedo evitarlo, lo sabes.
—¿Pero esto? Parece como si alguien hubiera muerto aquí o algo así.
Me senté en el borde de la cama. Sal permaneció ahí, sin poder
quitar los ojos de la escena que tenía delante. Yo estaba tratando
desesperadamente de pensar en algo que decir, cualquier cosa que
hiciera terminar esta conversación.
206
—No pude frenarme. Sólo continué cortando. —Sal seguía negando
con su cabeza; claramente tenía que hacerlo mejor que eso. —Me
hizo sentir mejor… perdón.
—¡¿Perdón?! Jesús, Grace, ¿tienes alguna idea de lo mal que suena
eso? ¿Cómo puedes cortar tu propia piel, haciendo cicatrices
horribles en todo tu cuerpo…? ¿Cómo puede eso hacerte sentir
mejor? —La voz de Sal se hizo más fuerte conforme continuaba, —
¿Alguna vez piensas en cómo me siento yo? Me preocupo por ti todo
el tiempo.
Me desconcertó su arrebato. Pensé que ya habíamos superado todo
el asunto de cortarme. Era solamente algo que hacía. Tan normal
para mí como cepillarme los dientes o pintarme las uñas.
—No hay necesidad de preocuparse. Lo tengo bajo control.
Sal resopló con desdén. —Si, por supuesto que lo tienes. Lo veo así.
Esta es la imagen misma del control. —Levantó una almohada con
manchas de sangre y lo atrajo tan cerca de mi cara que pensé por
una loca fracción de segundo que iba a tratar de asfixiarme.
Ahora me estaba empezando a irritar, mi humor lentamente pero
con certeza fue incrementándose para unirse al suyo. Le quite la
almohada de un tirón. —Déjalo, Sal. El sarcasmo no te queda bien. —
Parecía sorprendida. Claramente no esperaba que le respondiera.
Realmente debía saberlo mejor.
Tomó un profundo respiro. —Bien, esto es todo. Debo irme.
—¿Qué? ¿Por qué? ¡Ah, vamos! No seas así. Sólo estaba bromeando,
el sarcasmo te queda bien. —Intenté una sonrisa.
207
—Esto no es un chiste, Grace. Me voy. Simplemente no sé qué decirte
en este momento. —Me dio la espalda.
Salté de la cama y me puse entre Sal y la puerta. —Mira, lo siento. Por
favor, no te vayas. ¿No podemos hablar acerca de esto?
—Yo también lo siento. —Sal negó con su cabeza mientras
cuidadosamente me hacía a un lado. —Pero no hay nada más de
que hablar. No podemos seguir así. Lo sabes ¿no? Si algo te pasara,
no podría perdonármelo. Trata de ponerte en mi lugar… he tratado
de entender… ¿Pero esto? Para mí esto es demasiado con lo que
lidiar en este momento.
—Sal, yo…
—Sólo piénsalo. Prométeme eso —dijo ella, de nuevo en su estado
habitual y suave de repente. Asentí con la cabeza. —Te llamo
mañana, ¿sí? —Me tocó gentilmente el hombro antes de dejar la
habitación.
Otro asentimiento de cabeza mío y ella se había ido. La segunda vez
que había sido abandonada en las últimas veinticuatro horas. Me tiré
a la cama y las lágrimas llegaron con demasiada facilidad. Después
de un minuto o algo así la alarma de incendios comenzó a sonar. La
tocineta. Mierda.
Permanecí en cama esa noche, debajo de un cubrecama fresco
sobre almidonado, reflexionando acerca de la colosal pila de basura
en que se había convertido mi vida. Tratando de entender cómo, o
si, podía hacer nuevamente todo bien.
208
Finalmente, tomé mi celular de la mesita de noche y envié dos
mensajes de texto en una rápida sucesión:
Lo siento. Las cosas van a cambiar de ahora en adelante, lo prometo.
Te quiero.
Lo siento, ¡de nuevo! Quiero arreglarlo. Te amo.
Sutilmente diferente, pero básicamente el mismo mensaje para las
únicas dos personas que me importaban.
Dormí mal, mi cabeza un enredo de pesadillas y oscuros
pensamientos. Cada vez que me despertaba, consulté mi celular en
busca de mensajes, sintiéndome más y más miserable. Finalmente,
cerca de las 3 a.m., tuve que aceptar que ninguno de los dos iba a
responder, al menos hasta la mañana. Traté de no pensar en lo que
eso podía significar.
209
Día 28 Traducido por alexiia☮♪, Liseth_Johanna, Emii_Gregori, Konyxita, carmen170796 y
ZAMI
Corregido por Akanet
a piel de Ethan se siente fría y húmeda. Su piel también se ve
más pálida, con un matiz casi azulado. Eso no puede ser bueno.
Anoche me acosté a su lado, tirando de la manta sobre los dos.
Poniendo mi mano sobre su pecho, por tanto pude sentir como subía
y bajaba, subía y bajaba, tratando de tranquilizarme con que todo
estaría BIEN, siempre y cuando siguiera haciendo precisamente eso.
Esta mañana me desperté con la cabeza apoyada donde mi mano
había estado la noche anterior. Su respiración no había cambiado.
Me levanté y me estiré. Me siento... bueno, me siento bien. Fuerte y
vital. No he comido en dos días, pero no tengo hambre. Ni siquiera
un poco. Eso no puede ser normal.
Sé lo que tengo que hacer. Nunca he estado tan segura de algo.
Tengo que terminar lo que empecé.
Sólo espero que haya tiempo.
Sal era tan buena como su palabra. Llamó a la hora del almuerzo y
me dijo que no había recibido mi mensaje hasta esa mañana, algo
acerca de haber apagado su teléfono porque estaba
completamente hecha añicos. Nuestras voces se tropezaron, ya que
ambas tratábamos de disculparnos. Prometí no cortarme de nuevo.
L
210
Me senté y me observé en el espejo, mirándome mentirle. Sal estaba
molesta, incluso llorando en un punto. Siguió insistiendo en que ella
era quien debería disculparse. Fue extraño, pero pensé que no era
más que hormonal.
Nat no contestó su teléfono el primer par de veces que lo intenté. No
dejé ningún mensaje. Vi una tontería en MTV, haciendo mi mejor
esfuerzo para concentrarme en los problemas y tribulaciones de
algunas chicas rubias indistinguibles: Heidi/Lauren/Blah/Quiensea.
Después de una hora, respiré hondo y traté de nuevo con Nat. Un
timbre, dos, tres, cuatro, cinco, y luego respondió. No podría decir
mucho de su “hola”, aparte del hecho de que él parecía un poco sin
aliento.
—Hola, soy yo. —De repente no tenía idea de lo que quería decir.
—Hola.
Me animé por el hecho de que no había colgado de inmediato. —
¿Podemos encontrarnos? Realmente necesito hablar contigo. —De
alguna manera me las arreglé para abstenerme de rogar.
—Grace, yo... está bien. ¿Dónde quieres que nos encontremos?
¡SÍ! Todavía había una oportunidad, sin embargo muy pequeña.
Quedamos en encontrarnos en el bar a la vuelta de la esquina de
donde él trabajaba. Elegí reunirme allí con él por tres razones: no
había peligro de que alguien que nos conociera estuviera ahí, estaría
prácticamente desierto a esta hora del día, y habría alcohol.
Llegué temprano y pedí un vodka con Coca-Cola para tranquilizar
mis nervios. Traté de tomarme a sorbos mi bebida en un indiferente sí-
estoy-perfectamente-feliz-de-beber-sola-a-mitad-de-la-tarde. El
cantinero me miraba de vez en cuando. Era de alguna forma
molesto. Mordí los cubitos de hielo, el frío hizo que mis dientes
hormiguearan. Miré la hora en mi teléfono, una y otra vez. Nat estaba
211
tarde, nada nuevo. De repente se me ocurrió que tal vez él no se
presentaría. ¿Y si había cambiado de opinión?
No, él no me haría eso. Era diferente a todos los demás. Y eso es
exactamente el porqué lo quería.
Pero había algo que decirse acerca de la simplicidad de una
relación sin sentido. Es mucho menos probable que te lastimen. Tú
pasas al siguiente, los recuerdos ya estaban empezando a
desaparecer aún antes de que hayas borrado el olor de él en la
ducha. La apatía es la clave. ¿Y qué si esa apatía condena a la
"relación", si es que se puede llamar así, al fracaso desde el principio?
Te encoges de hombros porque no conoces otra cosa, es todo lo
que he conocido. Es todo en lo que soy buena de todos modos.
Me sacudí y comprobé la hora OTRA VEZ. Dios, esperaba que Nat
llegara pronto. Estos pensamientos no estaban ayudando. Me tomé
el resto de mi bebida y rápidamente me dirigí a la barra por otro. No
quería que Nat viera que ya estaba con mi segundo vaso. Me volví a
sentar y seguí mirando la puerta.
Había empezado a llover afuera, y la gente estaba corriendo con los
hombros encorvados contra el agua. Un par de tipos con trajes se
apresuraron, tratando en vano de proteger sus cortes de cabello
caros con los periódicos. La puerta se abrió y un hombre viejo con un
traje tweed avanzó lentamente con un perro desaliñado a sus pies.
Dejó su enorme sombrilla de golf con los colores del arcoíris junto a la
puerta. El perro se sacudió con fuerza y el agua voló por todas
partes. Fue lindo, si te gusta ese tipo de cosas.
Yo estaba tan distraída por el perro que ni me di cuenta de Nat hasta
que estaba a medio camino de atravesar la habitación. Lo saludé
con un pequeño movimiento de mi mano que me hizo sentir estúpida
en el momento en que lo hice. Él asintió con la cabeza, vio que ya
había conseguido una bebida, y se desvió hacia la barra. Lo observé
mientras ordenaba su cerveza, alisando su cabello húmedo, luego
nerviosamente tamborileando los dedos en la barra. Él había
212
ordenado una Guinness, que se llevó aaaaaaaños. Sólo quería
hablar con él, mirarlo a los ojos y obtener algún tipo de idea de
cómo iba a irme.
Y entonces, él estaba sentado frente a mí, luciendo increíble.
—Hola. —Un comienzo sólido de mi parte, pensé.
—Hola. —Me respondió. Contacto visual. Mi corazón duele.
—Así que... —No estaba segura de cómo empezar. Realmente
debería haber practicado lo que iba a decir, pero tal vez entonces
me vería poco sincera. Nat no dijo nada y tomó un sorbo de su
cerveza.
Lo intenté de nuevo. —Lo siento. Lo siento muchísimo.
Él asintió con la cabeza, pero aún no dijo nada.
—Nat, me odio por cómo he actuado. No hay excusa. Me enojé con
demasiada facilidad, siempre lo hago. Sólo pregúntale a Sal. —En
silencio me pateó por mencionarla—. ¿Crees que... tal vez podríamos
superar esto?
Me miró durante unos segundos. Sus ojos parecían más azules que
nunca, y eso me dio ganas de llorar. —Grace, no sé…
Algo en su tono de voz me asustó. Sonaba distanciado y de alguna
manera definitivo. Así que lo interrumpí. —No puedo perderte. No
ahora. —Pude sentir las lágrimas a punto salir, por lo que tomé un
sorbo de vodka para tratar de distraerlas.
Nat negó con la cabeza. —No sé si esto puede funcionar. —Miró a su
Guinness como si contuviera todas las respuestas. Una bola 8
mágica25 líquida.
25 Bola 8 mágica: Es una bola que le da todas las respuestas a tus preguntas cuando la
sacudes.
213
—Esto puede funcionar. Está funcionando. Bueno, lo estaba hasta la
otra noche. Y he dicho que lo siento. Te amo. Lo sabes, ¿verdad? —
La desesperación en mi voz era dolorosa.
Él asintió con la cabeza, un poco a regañadientes. —Pero tal vez
sería mejor para nosotros si tan sólo... —Él no me miraba.
—¿Si tan sólo, qué? —A pesar de que sabía muy bien lo que estaba
tratando de decir.
—Si tan sólo... terminamos las cosas. —Levanto la mirada
tímidamente, midiendo mi reacción.
Respiré hondo y traté de concentrarme mucho en el logo de la
camiseta de Nat, algo para detener las lágrimas. El silencio se
extendió entre nosotros. Una lágrima se me escapó y corrió por mi
cara, haciéndome cosquillas en la mejilla de un modo
especialmente irritante, pero no hice nada para detener su progreso.
Goteó sobre la mesa delante de mí. Lágrima tonta y desobediente.
—Grace, por favor no llores.
—¡No estoy llorando! —Sí, claro—. No entiendo por qué estás
diciendo esto. Te amo, y pensé... bueno, me dijiste que me amabas.
¿Siquiera querías decirlo?
—No es tan simple. —Otra vez con la mirada tímida.
—Yo creo que sí. No quiero perderte por esto. Las cosas estaban
bien. Quiero decir, lo estaban, ¿no? —Él asintió con la cabeza, lo que
me dio el poquito de aliento que necesitaba para seguir adelante—.
Por favor, dame otra oportunidad. Danos otra oportunidad.
Él estaba negando de nuevo con la cabeza, así que dejé caer todo
el peso de mi espectáculo de desesperación. —Te necesito. No sé
cómo podría hacer frente... —Era cierto, pero se sentía mal decirlo,
como si estuviera haciendo trampa de alguna manera.
214
Nat se estiró para alcanzar mi mano. —Shh, no digas eso. Vas a estar
mejor sin mí. —Su voz era suave y parecía preocupada.
—¿Cómo podría estar mejor sin ti? No voy por ahí diciendo a chicos
al azar que los amo, lo sabes. Nunca he sentido algo así por nadie, y
me da miedo. Pero pensé... pienso que podríamos tener un futuro
juntos. ¿No?
—No quiero hacerte daño. —Se veía muy infeliz, pero sin duda
detecté el primer indicio de duda en su voz. Tal vez est e no es un
caso perdido después de todo.
—¿Crees que esto no me está lastimando? Sé que esto puede
funcionar. Sólo dale una oportunidad. Eso es todo lo que estoy
pidiendo. —Me estiré para sostener su otra mano. No lo iba a dejar ir.
Si pudiera sostenerlo lo suficientemente fuerte, entonces tal vez no
me ahogaría.
Él suspiró y me miró fijamente a los ojos. Parpadeé otra ronda de
lágrimas y quise que dijera lo correcto. Esperaba, deseaba, y quería
con cada fibra de mí ser, rezando para que las vibraciones positivas
fluyeran a través de mis dedos desde mi cuerpo al suyo.
Eso era todo. Todo descansaba en sus próximas palabras.
Ethan estaba más frío, creo. Me acosté a su lado y traté de calentar
su cuerpo con el mío. No funcionó. Me quedé dormida.
Soñé que estábamos de vuelta en el parque, sentados en los
columpios. Había una botella de ginebra vacía en el suelo junto a mí.
Ethan se balanceaba atrás y adelante, atrás y adelante. Se veía
todo borroso y no podía entender por qué. ¿Estaba borracha? ¿O se
movía tan rápido que no podía enfocarlo?
Escuché su voz dentro de mi cabeza, pero sonaba como mi voz
también. Sigue adelante, Grace. Estás muy cerca.
215
Me desperté con una sensación en cierto modo buena. En cierto
modo correcta.
Nat dijo que sí. Él estaba dispuesto a darme una oportunidad.
—¿En serio? —le pregunté en voz baja. No quería hacer ningún
movimiento brusco o ruidos fuertes. Lenta y tranquila.
—Sí, vamos a hacer esto. —No parecía del todo convencido, pero
estaba segura de que sólo era temporal. Iba a probarle que había
tomado la decisión correcta. Sería la mejor novia en la historia.
—Me preocupas, Grace. Nunca lo olvides.
Llevé su mano a mi boca y la besé suavemente. —Sé que lo haces.
—Hice una pausa, midiendo cuidadosamente mis palabras—.
¿Quieres... quieres volver a mi casa? Mamá no volverá hasta
mañana. —De repente me sentí tímida.
Nat negó con la cabeza. —No puedo, tengo que volver al trabajo.
Sólo estoy en mi descanso. —Levantó nuestras manos entrelazadas
de la mesa para poder mirar su reloj—. De hecho... ya voy tarde. Lo
siento mucho.
—No te preocupes por eso, está bien. —Ment irosa.
Soltó mi mano y se tragó el resto de su bebida. Yo hice lo mismo, sólo
para disimular mi decepción. —Bien, vamos. Voy a caminar contigo.
Salimos del bar en silencio. Seguía lloviendo afuera, por lo que
corrimos rodeando la esquina hasta la taberna donde Nat
trabajaba. Nos quedamos en la puerta, ambos ligeramente
húmedos. Traté de no pensar en lo mal que mi cabello se debía ver.
216
—Te llamaré mañana. Tengo una cosa familiar aburrida esta noche.
—Se inclinó para besarme, con demasiada rapidez. Yo quería más.
Puse mi mano en la parte posterior de su cuello y lo atraje más cerca,
pero todavía no podía acercarse lo suficiente. Quería llevarlo a mi
casa y hacer cosas mejores en la única manera que sabía hacerlo.
Pero parecía que iba a tener que esperar.
Antes de darme cuenta estaba sola en la puerta, sintiéndome
aliviada, segura y feliz al mismo tiempo.
Al día siguiente, no pude soportar esperar en mi casa a que Nat
llamara, así que fui con Sal para almorzar. La ventaja añadida es que
no estaría en casa cuando mi madre volviera de Londres. Ella
siempre hacía alarde de querer pasar tiempo de calidad conmigo
cuando regresaba de uno de sus viajes. Nunca duraba. Después de
una media hora con mi compañía, de repente recordaba que tenía
que llamar a Alison o Suzy o a la peluquería o a alguien. Juro por Dios
que ella prefiere llamar a un número al azar y hablar con un
desconocido que tener que pasar tiempo conmigo.
Todo era agradable y normal en la casa de Sal. Su madre doblando
la ropa, Cam dando vueltas mientras jugaba en su DS,
interponiéndose entre todo el mundo y gritando “¡Muere! ¡Muere!”
cada pocos minutos. Sin embargo, Sal estaba rara. Estaba actuando
súper educada y manteniéndose segura de que tenía una bebida y
si no quería más ensalada. Algo de postre, ¿tal vez? Era
desconcertante. Siempre había sido como "consíguelo por ti misma”
cuando íbamos a la casa de la otra, pero actuaba como si yo nunca
hubiera puesto los pies allí antes.
Lo atribuí al hecho de que se sentía incómoda con la forma en que
había actuado la noche anterior. Pensé que habíamos tratado con
todas esas tonterías por teléfono ayer. Estuve tentada a decir algo
para que se sintiera cómoda, pero se mostró reacia a abordar el
217
tema de nuevo. En lugar de eso hice lo mejor que pude para actuar
completamente normal, con la esperanza de asegurarle que todo
estaba bien entre nosotras.
Después de almorzar, nos dirigimos a su habitación. Yo descansaba
en la cama, mientras que Sal conectaba su iPod a su equipo de
música. Escuchamos música y hablamos de nada importante. Fue
agradable pasar el rato con ella, y después de un tiempo pareció
relajarse, como si de pronto hubiera recordado que éramos las
mejores amigas y tal vez pudiera sentirse cómoda en mi presencia,
después de todo.
Sonó mi teléfono y me hizo saltar. ¿Cómo había podido olvidar que
esperaba que Nat me llamara? Casi no había dormido la noche
anterior, tratando de averiguar la mejor manera de interpretar las
cosas. Sólo quería que todo volviera a la normalidad lo más pronto
posible. Quería que este 'hipo'… había decidido que eso era todo lo
que era... fuera un recuerdo lejano, algo de Nat y yo tal vez
recordaríamos en los próximos años y reiríamos de lo tonto que había
sido. Quería más que nada. Pero ni siquiera podría empezar a
suceder hasta que fuera capaz de pasar por lo menos algún tiempo
con él. Estaba tan desesperada por verlo, que estuve a punto de
pulsar el botón de colgar en mi afán por escuchar su voz.
Pero estaba muy decepcionada. Era mi madre, maldita sea. ¿Por
qué coño me llama? Tal vez había descubierto que había destruido
uno de sus mejores platos. ¿Tal vez había decidido cocinar una gran
cena para celebrar su regreso a casa? Poco probable. Entonces me
di cuenta que me estaba llamando desde su móvil.
—Grace, cariño, soy yo.
—Hola.
—Oye, me temo que voy a quedarme aquí unos días más. ¡A que no
adivinas con quién me topé ayer! Tu tío Mick... te acuerdas de él,
¿no? ¡Por supuesto que sí! ¿El amigo de tu padre? Bueno, tiene un
218
apartamento aquí, un penthouse, nada menos, y me dijo que le
encantaría que me quede por unos días. De esta manera podemos
tener una adecuada actualización. Espero que eso esté ¿bien? Hace
tanto tiempo que no lo he visto, ¡tenemos mucho de qué hablar! De
todos modos, hay un montón de comida en el congelador, y si
necesitas cualquier otra cosa, hay dinero en el bote de pingüinos.
Difícilmente pude decir una palabra. Mi madre estaba balbuceando
como nunca antes. Fue doloroso. Mi parte de la conversación
consistía en palabras como 'sí' y 'muy bien'. Yo, sin embargo, me las
ingenié para deslizar una pregunta acerca de la esposa del tío Mick.
Curiosamente, mamá no parecía del todo cómoda con este tema
en particular. Un divorcio confuso al parecer, todo muy reciente.
Y entonces ya no podía seguir en el teléfono, lo que me venía muy
bien. Me alegró que me hubiera dejado la casa para mí por un
tiempo más, especialmente que coincidía perfectamente con la
operación: Hacer Cosas Normales con Nat.
Sal había, más o menos, tenido la esencia de la conversación al
escuchar mi parte, pero la puse al corriente de lo demás.
Ella puso los ojos en blanco. —¡Tu mamá es ridícula! No quiero ser
grosera ni nada, pero no sé cómo la soportas a veces.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno, ¿no te molesta que esté fuera todo el tiempo?
—¿Estás bromeando? Me encanta cuando está ausente. Es en el
único momento que consigo un poco de paz y tranquilidad.
—Si tu lo dices... —No parecía que estuviera creyéndoselo, pero en
realidad debería haberlo sabido mejor. Nunca había escondido
exactamente mis sentimientos hacia la mujer que me dio a luz.
219
—Confía en mí, sentirías exactamente lo mismo si tuvieras una madre
como la mía. Tus padres son tan geniales, no tienes ni idea. Tienes
mucha suerte.
—Yo no iría tan lejos. Pero supongo que me alegro de que estén
alrededor, bueno, la mayoría del tiempo de todos modos. ¿No te
sientes sola, estando en la casa por tu cuenta?
Pensé esto por un momento. —No sola, exactamente. Y,
ciertamente, no sola por ella... si eso tiene algún sentido. No es que
esté sentada allí languideciendo, deseando poder hacer palomitas
de maíz y ver las playas o alguna otra idiotez, o tener una
conversación íntima y hablar sobre los chicos. ¡Ja! Sólo la idea de
eso... —Miré el espacio, tratando de imaginar la escena. Eso no era
bueno. Ni siquiera mi imaginación hiperactiva pudo lograr eso.
—¿Qué pasa con ese "tío Mick", entonces? ¿Crees que...?
Me encogí de hombros. —No sé qué pensar. No lo he visto en años.
No desde... no desde el funeral.
—Oh. —La mención del funeral fue la señal para que Sal diera
marcha atrás. Por lo general, cuando la conversación se perdía en
territorio “papá”, cambiaba de tema lo más rápidamente posible.
Pero ese día fue diferente...
—Era el mejor amigo de mi padre en la universidad. Papá decía que
los dos eran como dos gotas de agua, lo hicieron todo juntos. Un
poco como nosotras dos, supongo. Mick y su mujer solían venir y
quedarse con nosotros durante una semana cada verano. No puedo
recordar su nombre. Era bonita y rubia y no sonreía mucho, eso es
todo lo que recuerdo. Mick era genial. Siempre me hacía reír, incluso
cuando estaba en medio de una rabieta. Él y mi padre eran como
una especie de acto de comedia doble.
—¿Y no lo has visto desde...? Eso es una lástima.
220
—Sí, es raro. Me había olvidado por completo de él hasta este
momento. Juro que mi memoria es defectuosa. Es curioso cómo
alguien puede ser una parte tan grande de tu vida y luego
simplemente… desaparecer.
Mi teléfono sonó e interrumpió mis pensamientos. Esta vez era Nat.
Contesté y le hice un gesto a Sal de que tomaría la llamada en el
pasillo. Nat y yo conversamos sobre nada durante un rato, y luego
arreglamos para que él viniera a las ocho.
Bajé la voz. —Te he echado de menos...
—Pero apenas me viste ayer.
—Eso no es lo que quise decir... te quiero —le dije lo más
silenciosamente posible.
—Oh, seguuuurooo. Estoy muy torpe, lo siento. He... eh... también te
extrañé.
—¿En serio? —Podría haberme pateado. ¿Por qué tenía que sonar
como una pequeña niña necesitada?
—Sí, de verdad. Te veré más tarde.
—Nos vemos. —Colgué, me preguntaba si tendría que haber
añadido un “te quiero” al final, pero tal vez habría sido demasiado,
demasiado pronto. Me apoyé en la pared por un momento y cerré
los ojos.
Una pequeña voz empezó a hablar—: ¿Quién era?
Abrí los ojos para encontrar un par de ojos mirándome desde las
escaleras, las manos agarrando la barandilla como si fuera un
prisionero allí.
—¡No es asunto tuyo!
221
—¿Era tu novio? ¿Estás enamorada de él? ¿Ya lo besaste? ¿Con
lengua? —Él sacó la lengua hacia mí y la movió alrededor.
Me eché a reír. —¡Eso tampoco es asunto tuyo! ¿Qué sabes sobre los
besos de todos modos? ¿Tienes novia?
—Urgh, no. ¡Horrible! ¡NUNCA voy a tener una novia! ¡Nunca, nunca,
nunca en un millón de años! Las niñas son peores que la col.
Y con eso perfectamente claro, se fue.
Volví a la habitación de la Sal. —¡Tu hermano es muy gracioso! Y
posiblemente gay.
Ella estaba enviando un mensaje de texto a una velocidad
vertiginosa. Apretó enviar y luego me miró. —Voy a tener que tomar
tu palabra en eso. Así que... ¿las cosas están definitivamente
volviendo a la normalidad con Nat, entonces?
Todavía no le había contado la historia completa, había estado
distraída por Sal actuando rara y luego mamá llamando.
Rápidamente le informé, relatándole mi conversación con Nat casi
palabra por palabra. Me aseguré de que sonara un poco menos
patético de lo que realmente había sido. No había ninguna razón
para que Sal supiera de todas las lágrimas.
—Así que... eso es bueno, entonces, ¿no? —No parecía segura.
—Eh, ¡sí es bueno! Realmente pensé que todo había terminado.
—Parece que hiciste un buen trabajo al convencerlo de lo contrario.
Sus palabras me hicieron sentir extraña de alguna manera. —Bueno,
¡no lo forcé ni nada! Sólo le recordé lo que teníamos.
—De verdad lo amas, ¿no?
—Por supuesto que sí. ¿Por qué? ¿No me creíste antes?
222
—No sé que creía. Supongo que... bueno, todo es muy nuevo, ¿no?
Siempre fuiste tan mordaz sobre el amor y las relaciones.
Me encogí de hombros. —¿Qué puedo decir? Fui una idiota. No
tenía ni idea de lo que estaba hablando. La gente cambia, ya sabes.
¿Por qué estas siendo extraña acerca de esto? ¿No te alegras por
mí?
Eso pareció sacudirla un poco. —Lo siento, por supuesto que estoy
feliz por ti. No quiero que salgas lastimada, eso es todo.
Me suavicé un poco. —Estaría sufriendo mucho más si me hubiera
terminado.
Sal se limitó a asentir, sin dejar de masticarse la punta del dedo. Me di
cuenta de que se había sacado sangre.
—¡Oye! ¿Desde cuándo te muerdes las uñas? ¡Eso es asqueroso!
Ella apartó su mano de su boca y me miró toda sospechosa. —No
me muerdo las uñas...
—Sí, claro. —Miré a mi reloj—. Voy a tener que irme, ¿eso está bien?
Tengo que ordenar la casa un poco antes de que Nat venga. Y
arreglarme un poco, parezco una mierda.
Sal suspiró. —Nunca te ves como una mierda, Grace.
—Oh, gracias, cariño, pero lo dices porque eres mi mejor amiga. —
Mientras me inclinaba para darle un abrazo rápido, su teléfono sonó
con un mensaje de texto. Ella lo ignoró.
—Bien, te llamo mañana y te daré todos los detalles sangrientos. —Le
guiñé un ojo.
Sal hizo una mueca. —Puedes guardar los detalles sangrientos para ti
misma. Tomaré la versión con clasificación CP26.
26 CP: Control Parental. Clasificación dada en las películas y series de televisión.
223
Me eché a reír y salté fuera de su habitación, sintiéndome animada y
positiva acerca de todo.
Cuando vi el estado de la casa, mi positiv idad se estabilizó un poco.
Me puse unos pantalones de sudadera y una camiseta vieja y me
puse a trabajar, lavando los platos, pasando la aspiradora,
acolchonando los cojines. Bueno, acolchoné dos cojines antes de
darme cuenta de lo que estaba haciendo. Mamá acolchonaba los
cojines, yo no. Saque mi ropa de cama de la secadora y la
comprobé con cuidado. Estaba casi como nueva, gracias a Dios, así
que decidí cambiar las sábanas de mi cama por segunda vez en dos
días. Mi juego de repuesto, cuadros escoceses, aunque no lo creas,
no exactamente evocaban el estado de ánimo que buscaba.
Para el momento en que había terminado, la casa estaba bastante
bien, tan bien como alguna vez podría, de todos modos. Estaba
agotada, por lo que me dejé caer en el sofá y encendí la televisión.
Eran justo antes de las seis, así que había un montón de tiempo para
hacerme lucir medio decente, sólo necesitaba un poco de descanso
en primer lugar. Pase los canales y finalmente encontré Friends. Sólo
había visto ese episodio en particular en dos ocasiones, así que me
dediqué a descansar durante los próximos veinte minutos o así. Me
dije a mí mismo, y muy estrictamente también, que sólo se me
permitía ver este episodio, y eso era todo.
Lo siguiente que supe, fue que el timbre de la puerta estaba
sonando. Mierda. Mierdmierdamierdamierdamierda. Una mirada al
reloj de la repisa de la chimenea confirmó mis peores temores: ocho
en punto. Ni siquiera llegaba tarde. ¿Por qué no llega tarde? Él
siempre llega tarde, ¡maldita sea! Salté del sofá y me puse ante el
espejo. Eeeeesh. No es bueno en absoluto. Me limpié en la esquina
de la boca para deshacerme de un poco de baba. Dejé mi cabello
suelto y moví la cabeza hacia delante y hacia atrás varias veces. El
resultado no fue algo como acabada-de-salir-de-la-peluquería, más
224
bien como acabando-de-escapar-de-un-asilo. Pero iba a tener que
hacerlo. Era demasiado tarde para hacer algo acerca de la ropa,
pero al menos mi pantalón de sudadera no albergaba manchas
desagradables. La camiseta era demasiado pequeña y mi dedo
gordo del pie sobresalía de uno de mis calcetines disparejos. Oh,
bueno. Rápidamente me olí las axilas, que no me envió
tambaleándose con disgusto. No olía a nada, ni desodorante, ni
crema para el cuerpo, ni perfume, nada de nada.
Abrí la puerta para encontrar a Nat. De pie, luciendo, y oliendo,
como si fuera nuestra primera cita. Me dio una mirada y se echó a
reír.
—¡Vaya! ¡Te ves… —me estremecí, no queriendo oír con lo que iba a
terminar la frase— diferente!
—Me quedé dormida después de hacer las tareas del hogar y no
tuve tiempo para una ducha y cambiarme, y luego tuviste que elegir
esta vez para llegar a tiempo. Te diré algo, te consigues una copa
mientras corro escaleras arriba. ¡No voy a tardar ni un minuto... sólo
deja de mirarme así!
Todavía estaba riendo. —Grace, cállate y dame un beso. —No tenía
más remedio que obedecer. Dios, era bueno besando.
Después de unos minutos, me llevó hasta el sofá. Se sentó y me atrajo
a su lado. —¿Quieres que te de una bebida o algo de comer? —
Negó con la cabeza y movió su mano para meter un poco de mi
melena rebelde detrás de mi oreja. Me acarició la mejilla muy
suavemente con la palma de su mano. Me estaba mirando de
manera extraña e hizo que mi corazón se sintiera divertido y
nervioso—. Bueno, ¿puedo al menos ponerme algo de ropa
decente? Me siento muy... repulsiva. Y te ves todo... no repulsivo. —
Negó con la cabeza, aún sin decir nada—. ¡Nat! ¡Di algo! Estás
siendo extraño.
225
En cambio, me besó de nuevo. Me derretí. Finalmente, cuando casi
había olvidado mi nombre y decidí que no quería nada más que
seguir besándolo para siempre, él se apartó. —Te ves increíble. —Su
sarcasmo se mereció un golpe—. Ay... ¡eso duele!
—¡Mentiroso!
—Bueno, podrías haberme lastimado. —Hizo puchero—. Heriste mis
sentimientos de todos modos.
—Sí, sí, lo que sea. Si sigues tomándome el pelo, te voy a golpear más
fuerte la próxima vez...
Me besó de nuevo antes de que pudiera decir algo más: una
poderosamente efectiva técnica para-callar-a-Grace.
—No estoy tomándote el pelo, confía en mí. Nunca te he visto tan
hermosa. Lo digo en serio.
—Estás enfermo. ¿O hay algo mal con tus ojos? —Sacudí mi mano
frente a él, a centímetros de su cara—. ¿Puedes ver esto? ¿Cuántos
dedos tengo levantados?
Me agarró la mano y lo sostuvo en sus dos manos. —Te ves fresca... y
joven... y linda... y realmente... realmente… sexy. —Cada pausa fue
interrumpida por un beso. Me derretí más. En realidad parecía querer
decirlo. ¿Y quién era yo para discutir?
—¿Joven? No demasiado joven, ¿verdad?
Otro beso. —No, no te preocupes... creo que aún eres legal.
Me hundí en el sofá. Nat siguió, sus labios nunca dejando los míos.
Apenas podía formar un pensamiento coherente, tal era mi estado
lleno de encanto. Estaba vagamente consciente de que esto iba
mucho mejor que lo que jamás hubiera esperado. Eso fue mejor que
normal, mejor que cualquier cosa, de hecho.
226
Y en algún lugar de mi mente, mi mente de enfoque suave y difuso
de color rosa, algo hizo clic: los cortes. Los cortes frescos. Él podría
difícilmente perdérselos, ¿podría? Eran muchos, y se veían muy mal.
Mucho, mucho peor que antes. Ni siquiera querría verme, y mucho
menos tocarme. Me maldijo en silencio por mi estupidez: esta reunión
iba a estar terminando antes de empezar.
No sé cómo, pero Nat se dio cuenta de que algo estaba pasando.
Se apartó y me miró fijamente. —¿Estás bien?
Hice una pausa, sabía que mi respuesta era crucial.
La elección, como lo vi, era muy simple:
Continuar como si no pasara nada, y esperar que no fuera a
enloquecer cuando viera lo que me había hecho a mí misma.
O...
Decir la verdad, y probablemente asustarlo para siempre.
¿Por qué sigo haciéndome esto? ¿Nunca voy a aprender?
Maniobré mi camino fuera de debajo de Nat y enderece mi
camiseta.
—¿Qué te pasa, Grace? —La preocupación en sus ojos casi me hizo
cambiar de opinión. Casi.
Me cubrí la cara con las manos, antes de susurrar: —Hay algo que
tengo que decirte.
—¿Qué es? Me puedes decir todo. No quiero más secretos entre
nosotros. —Se inclinó hacia delante y puso su brazo alrededor de mis
hombros. Se sentía fuerte y reconfortante, pero yo no quería ser
consolada, no todavía.
Me levanté y me volví hacia él. Vi su cara cuando comencé a
bajarme los pantalones de sudadera. Él arqueó las cejas y sonrió, al
227
principio, obviamente habiendo malinterpretado mis acciones. Y
luego su sonrisa se escapó, y fue sustituida con... ¿con qué?
Realmente no podría decir. Ciertamente no era el total disgusto que
había esperado. Me resistí a la tentación de subir mis pantalones de
inmediato, y traté de no pensar en el hecho de que llevaba una
ropa interior vieja y medio gris.
—Di algo, Nat. Por favor, dime algo.
La expresión de Nat era indescifrable cuando se arrodilló en la
alfombra delante de mí y tiró suavemente arriba mis pantalones de
sudadera. Tomó mi mano y me miró a los ojos. —Vas a estar bien.
Parpadeé para contener las lágrimas y caí a su encuentro en el
suelo. Puso sus brazos alrededor de mí una vez más, y me abrazó
mientras yo lloraba y lloraba y lloraba.
Con el tiempo inhalé y exhalé hondo. —No me veo tan fresca y lindo
ahora ¿no?
Él se rió y secó mis lágrimas. —Hmm, tal vez no... aunque sin embargo
lo harás.
—Mentiroso. Pero gracias de todos modos. —Incliné mi cabeza
contra su pecho.
—¡No estoy mintiendo! ¿Quieres que te lo demuestre? —Su mano se
deslizó hacia el cordón de mis pantalones de sudadera.
Agarré su muñeca y la mantuve firme contra mi estómago.
—No lo hagas. ¿Cómo puedes siquiera pensar en tener relaciones
sexuales con un monstruo como yo? Soy repugnante.
—No digas eso.
—¿Por qué no? Es la verdad.
228
—No lo es, y no quiero que pienses así. ¿Así qué te cortes a veces?
Gran cosa. No me importa.
—¿Qué?
—Mira, todos tenemos nuestras formas de tratar con las cosas
cuando se vuelven demasiado para nosotros. Tu forma sólo pasa a
ser más... extrema que la mayoría. Odio que sientas que t ienes que
hacerte esto a ti misma, y me entristece que vayas a tener estas
cicatrices mucho después de que te hayas dado cuenta que hay
mejores formas de lidiar con tus sentimientos, pero no te rechazo por
eso. Pensé que lo sabías.
No tenía ni idea de cómo responder. No sabía qué pensar.
—Grace, mírame. Si pensara que podría hacer o decir cualquier
cosa para hacerte parar, entonces lo haría. Pero así no es como
funciona.
Hizo una pausa, y dijo en voz más baja—: Hiciste esto después de
nuestra pelea el sábado, ¿no?
—Lo siento. No era mi intención. Sólo estaba muy molesta y pensé
que te había perdido y no sabía qué hacer.
—Oye, oye... está bien. También estaba molesto.
—Sí, pero no te fuiste a tu casa y empezaste a cortarte a ti mismo,
¿verdad?
Él negó con la cabeza. —Tal vez no, pero pateé una pared muy, muy
fuerte... creo que incluso podría haberme roto un dedo del pie.
Sonreí. —¿En serio? Eso no fue muy inteligente, ¡¿verdad?!
—Lo sé. Me sentí como un completo idiota, cojeando a casa en
medio de la noche. De todos modos, lo que estoy tratando de decir
es que vamos a tener más peleas, te lo garantizo. —Fruncí el ceño—.
Vamos, sabes que es verdad. La gente discute, todo el tiempo,
229
acerca de las cosas más estúpidas. Y nosotros también lo haremos.
Pero no hay que dejar las cosas así de nuevo. ¿Está bien? —
Reconoció mi asentimiento, antes de continuar—. Vamos a hablar las
cosas correctamente. Y entonces tal vez no... sentirás la necesidad
de hacerte daño.
—Tienes razón. No quiero que vuelva a ocurrir. No puedo prometerte
nada sin embargo... acerca de los cortes.
—No te lo estoy pidiendo. Sólo estoy diciendo que vamos a hacer
todo lo posible para minimizar las situaciones en las que sientas que
tienes que hacerlo. Tienes que hablar conmigo cuando te sientas así.
¿Me lo prometes?
Se veía tan serio y sensible y adorable por completo, no tenía otra
opción más que estar de acuerdo. —Te lo prometo. —Nos dimos un
beso.
—Eres bastante sorprendente, ¿sabes? No puedo creer lo genial que
estás siendo sobre esto. No me esperaba que estuviera tan…
tranquilo.
—Bueno, tal vez voy a hacer un médico medio decente, después de
todo, ¿eh? —dijo.
—Creo que vas a ser el mejor médico de todo el mundo. —Lo besé
de nuevo, más fuerte, más profundo—. Doctor Scott, suena bien, ¿no
te parece?
—Vaya, gracias, señorita Carlyle. Hmm, creo que tienes un poco de
temperatura. Me temo que voy a tener que recetar reposo en cama
inmediatamente —dijo en una voz de lujo estúpida, acompañada
de un destello malvado en su ojo.
Me eché a reír y lo agarré alrededor de la cabeza. —¡Eso fue lo más
cursi que alguna vez he oído!
—¡Oye! ¡Pensé que era uno de mis mejores trabajos!
230
Se levantó y se dirigió a las escaleras, quitándose la camiseta y
lanzándola hacia mí.
—Bueno, yo voy a seguir las órdenes del médico, incluso si tu no.
Puedes hacer lo que quieras: ver la televisión, pintar tus uñas, lo que
sea —Su indiferencia era bastante convincente. Bueno, lo habría sido
si no hubiera arruinado el efecto al darme esa mirada. La mirada que
me dejó totalmente impotente y... herida.
Lo seguí.
Me desnudó.
Los recortes se desvanecieron con su toque.
Era una muñeca de porcelana invaluable en sus manos.
Eso fue todo. El retorno a la normalidad que había estado
esperando. Excepto que era un nuevo y mejor tipo de lo normal. Me
prometí que nunca me arriesgaría a perderlo de nuevo. No permitiría
que eso sucediera.
Y llegué a confiar en él y a necesitarlo un poco demasiado, entonces
¿dónde estaba lo malo en eso? Los cortes en mis piernas
comenzaron a sanar. Cada vez que los miraba, me recordaba lo
afortunada que era por haber conservado a Nat. Nunca estuve
satisfecha de mi misma, ni siquiera durante un segundo. Nat lo era
todo para mí.
Mamá volvió de Londres. Medio había esperado que se quedara allí
y simplemente me enviaría algo de dinero cada mes para comida y
otras cosas. Pero mi fantasía se vino abajo cuando oí el chasquido
de la llave en la puerta, y luego—: Grace, cariño, ayúdame con mi
equipaje. —Era siempre la misma rutina.
231
Las maletas eran más excesivas de lo habitual. El daño a su tarjeta de
crédito debe haber sido grave. Ahí va mi herencia.
—Ahora, pon agua a hervir y podemos sentarnos y charlar un rato. —
Jesús, esto era peor que nunca. Pero hice lo que me dijo. No valía la
pena discutir con una mujer que era tan buena con las compras, ella
claramente siempre obtenía lo que quería.
Abracé mi taza a mi pecho, esperando vagamente que me
proveyera algún tipo de protección contra el ataque de
conversación.
—Así que, ¿qué has estado haciendo estos últimos días?
—Ha sido más de una semana —murmuré.
—Bueno, ¿qué has estado haciendo durante la semana pasada? —
Su paciencia pretendida arañó mis nervios.
Me encogí de hombros, poniéndome un poco de mal humor poco.
—Nada.
—¡¿En serio, Grace?! ¡Debes haber hecho algo!
Sí, t ienes razón. Mi novio me dijo que me amaba y luego nos met imos
en una gran pelea. Me he cortado tan mal que pensé que el
sangrado no se iba a detener, y luego me peleé con Sal ya que
estaba muy molesta al respecto. Luego volví con mi novio y tuvimos
una gran cant idad de relaciones sexuales. Eh... esa es la versión
editada de todos modos.
Dios, estaba tan tentada, sólo por ver la expresión de su rostro. Esta
mujer no tenía ni idea acerca de mi vida. Ni siquiera le importaba.
Suspiré. —Vi un poco de televisión, fui a la ciudad un par de veces.
Sal vino de visita.
232
Mamá asintió con la cabeza, ya distraída, y claramente muriendo
por contarme acerca de su viaje. Me obligue a regañadientes. —
¿Cómo estuvo Londres? —Sabía que ella ni siquiera se daría cuenta
de mi tono totalmente desinteresado.
—¡Maravilloso! Compré un par de tacones fabulosos, puedes
pedírmelos prestado alguna vez si quieres —no le dije nada—. De
todos modos, Selfridges fue increíble, como siempre. Vi un montón de
cosas que serían perfectas para ti, pero no compré nada en caso de
que no te quedaran bien. ¿No sería estupendo si se abrieran una
sucursal cerca de aquí, y entonces podríamos ir de compras juntos?
O... tal vez... podrías venir conmigo la próxima vez que vaya a
Londres. Eso sería divertido, ¿no? —No podía pensar en algo peor, y
casi me sentí mal porque parecía que ella realmente creía que sería
divertido—. ¿Sabes, ese vestido que vi en Internet? Bueno, me
quedaba a la perfección y estaba rebajado... y yo no pude decirle
que no. ¡¿No soy mala?!
Querido Dios, ¿Qué es lo que pretende? Tuve que parar esto antes
de que arrojara mi té en su rostro.
—¿Cómo estuvo todo con Mick?
—¡Eres tan impaciente, Grace! Apenas estaba llegando a eso.
Cosas que mi madre me dijo sobre haberse reunido con Mick incluso
aunque no estaba ni un poquito interesada, pero era mi culpa, por
preguntar:
1. Ella se topó con él en Oxford St reet, de todos los lugares. Sus
palabras, no las mías.
2. Fue tan agradable verlo después de todos estos años. De nuevo,
sus palabras.
3. Él no había cambiado ni un poco.
233
4. Le estaba yendo muy bien por su cuenta.
5. Su penthouse tenía tres dormitorios, cada una con baño privado.
Gran cosa.
6. Él la llevó al Ivy. Aparentemente, va mucho por allá. Bla, bla, bla.
7. Se quedaron despiertos hasta tarde y hablaron por horas.
Demasiada información.
—¿Por qué te quedaste en su apartamento? ¿No es eso un poco…
raro?
—¡Qué cosa más extraña dices! ¿Por qué sería raro?
—Bueno… ya sabes…. él acaba de divorciarse, y tú eres…
—No sé qué es lo que intentas implicar, Grace Carlyle, pero puedo
asegurarte, pero fue completamente dentro del margen. Mick es uno
de mis más viejos amigos. —Ella empujó su silla hacia atrás, fue al
fregadero y lavó su taza. Apenas había tocado su té. Parecía como
que nuestro tiempo especial de madre e hija hubiese llegado a su fin.
Me levanté para dejar la cocina, llevando mi té conmigo. Estaba tan
cerca de lograr una escapada limpia.
—Mick estaba preguntando por ti. Dijo que de verdad le gustaría
verte en algún momento… ¿si eso te parece bien? —Sonaba
nerviosa.
Me giré, reacia a continuar la conversación. Cuando finalmente
salió, mi respuesta me sorprendió casi tanto como la sorprendió a
ella.
—No.
—¿Qué quieres decir con “no”?
234
—No quiero verlo.
—¿Por qué no? Grace, estás actuando muy raro. ¿Te encuentras
bien?
—Estoy bien.
—Entonces, ¿por qué no quieres ver al tío Mick?
—No es mi tío. No lo llames así. No lo he visto en años. ¿Por qué rayos
querría verlo ahora? Apenas puedo recordarlo de cualquier forma —
mentí.
—¡Pero él era el mejor amigo de tu papá! Seguramente eso significa
algo para ti.
—Entonces, ¿por qué no lo hemos visto desde el funeral? ¡Es bastante
obvio que él solo quiere tener relaciones contigo ahora que está
divorciado de quien quiera que sea! —No sabía por qué estaba
actuando así. Tal vez sólo quería herirla. No necesitaba una razón
especial para eso.
—¡Grace! ¿¡Cómo te atreves a decirme eso!? —Estaba sorprendida,
pero no lo negaba, ¿o sí?
—Oh, lo que sea, mamá. Sabes que es la verdad.
—Discúlpate ahora mismo. —Su tono era amenazador.
—No tengo nada de que disculparme —dije testarudamente. Y la
dejé allí sentada, rodeada de sus compras.
De vuelta en mi habitación, me pregunté si podría haber
reaccionado de más. Era difícil de decir. Estaba agitada por el
asunto de Mick. ¿Por qué tenía que aparecer ahora? ¿En realidad
ellos sólo se encontraron en la calle, por accidente? No podía
escaparme de la horrible y persistente sensación de que Mamá
podría ya haber dormido con él. Eso era demasiado asqueroso para
pensarlo, pero no podía evitarlo. Ciertamente, aquello ayudaría a
235
explicar su exceso de amabilidad hacia mí cuando regresó,
hablando de sobre-compensar. Pero, ¿por qué él? Había miles de
tipos allá afuera con los que ella podría haberse ido, entonces, ¿por
qué tenía que ser el mejor amigo de papá? Y, ¿por qué eso me
molestaba tanto? ¿No merece ella también ser feliz?
Pasé los siguientes días evadiendo a mamá. Me quedé donde Sal por
un par de noches. No le dije a ella qué estaba pasando, no había
necesidad. Fui capaz de lanzar a mamá y a Mick a la parte trasera
de mi mente con todas las telarañas y otros asuntos extraños.
Todo lo demás estaba bien, y eso era todo lo que importaba. Me
concentré en lo que era importante: Nat. Él iba a regresar a la
universidad en tres semanas. Y yo iba a regresar a la escuela la
próxima semana. Pretendía totalmente pasar cada posible minuto
con él antes de que se fuera. Había intentado hablar con él sobre
cómo funcionarían las cosas entre nosotros cuando regresara a la
universidad, pero él sólo me había dicho que no me preocupara.
Todo iba a estar bien, aparentemente.
Me estaba quedando sin tiempo para poner en acción mi plan de
Nat y Sal. Estaba determinada en que ellos fueran amigos.
Nat había comprado un par de entradas para un concierto cerca
de su Universidad y pensé que sería la oportunidad perfecta para
lanzar a Sal a la mezcla. Estábamos pasando el rato en la habitación
de Nat un par de días antes de la actuación, cuando hice mi
movimiento.
—¿Por qué no invitamos a Sal al concierto?
Nat levantó la mirada bruscamente.
—¿Por qué?
236
—¡Ella es mi mejor amiga, por eso! Pensé que sería divertido que
saliéramos, eso es todo. Pero si no quieres…
Dejé la oración colgando en el aire.
—Pensé que íbamos a ser nosotros dos.
—¡Ah, vamos! Es sólo una noche. —Me deslicé en el piso para yacer
a su lado y empecé a masajear la parte trasera de su cuello—. Y
creo que Sal realmente lo disfrutaría. Sería bueno para ella salir…. No
ha tenido exactamente los momentos más fáciles este verano, ¿o sí?
—Sabía que eso funcionaría.
—Bien. Tráela entonces.
—¿Estás seguro? No tengo que hacerlo. —¿Esto es ingenioso o qué?
Él puso los ojos en blanco.
—¿Siempre eres tan buena obteniendo lo que quieres?
Me reí y me encogí de hombros.
—Más o menos. Te conseguí a ti, ¿no?
Él lo pensó por un segundo antes de responder.
—Sí, supongo que lo hiciste.
Uno listo, queda uno.
—¿Sal …?—Dije, mientras mordía mi Big Mac.
—¿Siiiiiiiiiii? —Ella alargó la palabra tanto como podía.
—¿Qué vas a hacer el Lunes?
—Hmm, déjame pensarlo… ¿dijiste Lunes? Tendré que revisar mi muy
ocupada agenda, pero creo que podría estar libre. Bueno, siempre y
237
cuando tenga todos mis lápices afilados para la escuela el Martes. —
Tomó un gran sorbo de su batido y me miró expectante.
—Que bueno, porque vas a salir conmigo y con Nat.
Otro sorbo del batido.
—Ahora estoy bastante segura de recordar que arreglé para hacer
algo así.
Sal era una fruta difícil de roer. Era obvio que no le agradaba el plan,
pero la agobié, haciendo cuenta de cada razón que ella daba para
no venir con nosotros. Todo terminó en cuestión de minutos.
Finalmente, ella suspiró.
—¡Eres imposible cuando te pones así! No vas a tomar un no por
respuesta, ¿no es cierto?
Me reí.
—¡Ah, me conoces tan bien! Entonces está hecho. Puedes venir a mi
casa para alistarte antes y luego podemos encontrarnos con Nat en
la estación. ¿Quizá deberíamos conseguir un par de latas para beber
en el camino? Mierda…. ¿Qué me voy a poner? ¿Qué te vas a
poner? Tendremos que asegurarnos de lucir completamente
fantásticas. Apuesto que habrá muchos chicos en forma allí. Tal vez
tú….
—Grace… —La advertencia en su voz era clara.
—Pero…
—¡Pero nada! ¡Será mejor que lo prometas ahora mismo o no voy a ir!
Suspiré melodramáticamente.
—Lo prometo. Pero no puedo decir lo mismo por Nat… puede que él
tenga un solitario e increíblemente guapo amigo en mente para ti.
238
—No lo tendrá —dijo ella calmadamente.
—¡No, por supuesto que no! Sólo lo he escuchado hablar de amigas
de cualquier manera, así que las probabilidades no están a tu favor.
—Me reí. Sal no lo hizo.
Cuando Sal llegó el Lunes, mi cama estaba enterrada bajo una
montaña de ropa y yo estaba de pie allí, con mis vaqueros y el
sujetador, las manos en las caderas.
—¿Qué pasa?
—No tengo NADA que ponerme. ¡Nada! ¡Ni una sola cosa! Esto no
tiene futuro.
—Tranquilízate. Tienes montones de ropa.
—¡Si, pero nada es correcto!
Sal empezó a buscar en la pila que yo había descartado, doblando
cuidadosamente las cosas y poniéndolas de vuelta en el armario
mientras lo hacía. Antes de que pasara mucho tiempo, sacó un top
negro y lo sostuvo hacia mí.
—Sip, este es el indicado.
—¿Eso? ¡Pero es tan viejo! Y tan aburrido. ¿No crees que es
demasiado casual?
—Nop. Vamos a un club estudiantil, ¿recuerdas? Vestirse informal es
la única forma de ir. —Hurgó en la gaveta de mi tocador y sacó el
collar purpura que me había dado hacia unos meses.
—Toma. Pruébatelo con esto.
Por supuesto que ella tenía razón, como era normal.
239
—Gracias a Dios que estas aquí. ¡Eres una salvavidas! —dije, mientras
luchaba por sujetar el collar frente al espejo.
—A ver, déjame hacerlo.
La vi en el espejo mientras se concentraba en sujetar el collar. Estaba
usando mucho menos maquillaje que yo y su cabello estaba
recogido en una simple cola de caballo, lo que la hacía ver joven y
un poco inocente. Estaba ligeramente preocupada de que le
pidieran identificación, pero sabía que era mejor no decir nada
ahora. Ella estaba usando vaqueros y un top negro también, pero no
podríamos haber lucido más diferentes.
Nat estaba recostándose contra el enrejado en la estación cuando
llegamos. Esto de “llegar a tiempo” se estaba volviendo un hábito. Él
nos observó acercarnos e hizo un gran espectáculo de revisar su
reloj.
—¿¡Qué hora llamas a esto!?
—Sí, sí, sí, puedes culpar a Sal. Ella es casi tan incapaz de llegar a
tiempo como tú lo eres… bueno, eras. —Lo besé.
Nat saludó a Sal y compartieron un incómodo abrazo. Estuve
encantada de que no se dieran un apretón de manos o nada tonto
como eso. El tren justo estaba llegando a la estación, así que
llegamos al puente peatonal y logramos entrar al tren justo a tiempo.
Sal se sentó el lado opuesto a Nat y a mí y abrimos las cervezas que
Nat había traído. Charlamos sobre esto y aquello y la conversación
fluyó fácilmente sin demasiado esfuerzo de mi parte. Estaba
encantada de que a pesar de su inicial falta de entusiasmo por la
noche, ellos parecieran estar disfrutando la compañía del otro.
—Me gusta tu collar, Grace. ¿Es nuevo?
Le sonreí a Nat y luego a Sal.
240
—No, lo he tenido por un tiempo. Sal me lo compró, tiene un gusto
impecable, ¿no es cierto?
Nat asintió vagamente y estaba a punto de decir algo cuando Sal
interrumpió con un cambio de tema.
—Grace me dijo que una de tus amigas trabaja detrás de la barra en
este lugar al que vamos. ¿Estará ella allí esta noche?
Nat asintió y bebió su cerveza.
—Sí, Anna probablemente estará trabajando. Puede que
consigamos un par de bebidas gratis de ella, si tenemos suerte.
—Entonces, ¿Cómo es Anna? ¿Está en tu curso? —Quería saber
contra qué estaba compitiendo.
Nat se encogió de hombros.
—Sí, lo está. Es increíblemente inteligente, me ayudó mucho con
anatomía el año pasado.
—¿Anatomía? —No pude evitar reírme tontamente.
—Grace… ¿qué edad tienes? —me reprendió él.
—Lo lamento. Entonces… ¿ella tiene novio?
Nat negó con la cabeza.
—No, estuvo saliendo con alguien por un tiempo antes de las
vacaciones, pero creo que lo dejó. Anna no es una chica de
relaciones, piensa que son una pérdida de tiempo. —Hmm, no me
gusta cómo suena eso en absoluto. De hecho, ella sonaba
sospechosamente como la Vieja Yo.
—¿Es bonita? —No pude detenerme. Eche un vistazo a Sal, pero ella
estaba mirando por la ventana.
241
—Sí, supongo que lo es. Mis compañeros parecen pensarlo, de
cualquier forma. —Nat claramente no había estado leyendo su libro
de Cómo Ser Un Novio Perfecto. Por supuesto, la respuesta que yo
estaba buscando iba en las líneas de: “No tengo idea. Todas
parecen insignificantes ahora que estoy contigo”.
—Quiero conocerla.
—Probablemente estará demasiado ocupada para hablarnos, así
que no te lo tomes personal.
El resto del viaje pasó sin evento alguno. Nat nos habló un poco de
las bandas que iban a tocar. Sal fingió interés incluso aunque no
sonaban como una tacita de té en absoluto. Me recordé que la
calidad de la música era irrelevante, esta noche era sobre mucho
más que eso.
En la caminata de la estación al club, noté que Nat no sostenía mi
mano como lo hacía normalmente cuando estábamos de un lado
para otro. Pensé que era dulce que él obviamente no quisiera que
Sal se sintiera apartada. Resolví recordar no actuar muy al estilo de
pareja. Estaba bastante segura que podía arreglármelas por al
menos unas cuantas horas.
No tuvimos problemas entrando al club y Nat compró la entrada de
Sal, ignorando sus protestas. Él insistió en que este era su regalo.
Palmeé su trasero para mostrar mi aprobación en la forma más sutil
posible, un gesto que él pareció no notar.
El club era un pequeño y sudoroso antro. El techo era bajo y cada
posible superficie estaba pintada de negro. Viejos carteles y volantes
se despegaban de las paredes. Me gustó inmediatamente. El
pequeño escenario estaba vacío por el momento, pero el bar
estaba a rebosar. Sal y yo nos quedamos detrás de Nat mientras se
abría paso gradualmente hacia el frente de la cola. Tomé la
oportunidad para revisar que Sal estuviera bien y preciosa. Dijo que
se sentiría muchísimo mejor cuando tuviera una bebida en su mano,
242
así que sonaba como que estaba preparada para terminar colgada.
Lo aprobé de todo corazón.
Nat saludó con la mano a una chica detrás de la barra. Tan pronto
como ella lo vio, chilló emocionadamente, ya la odiaba, y se inclinó
sobre la barra para abrazarlo. Está bien, puedes soltarlo ahora. Pero
lo sostuvo por unos cuantos buenos segundos bien largos. Ella llamo a
otra chica detrás de la barra para decirle que iba a tomar un
descanso. La otra chica pareció disgustada e hizo un gesto a la
horda de sedientos clientes. Anna, al menos fue quien asumí que era,
dio un saltito por el costado de la barra sin mirar atrás. Y luego abrazó
a Nat de nuevo, lo que pensé que era enteramente innecesario.
Sal se deslizó en el lugar de Nat en la cola y la escuché ordenar tres
cervezas a la enojada chica de la barra. Así que me dejaron de pie
ahí, incómodamente, más o menos detrás de Nat mientras Anna le
disparaba preguntas.
—¡Amigo! ¿En dónde has estado todo el verano? ¿Por qué no me
llamaste para saber que venias? Podría haber conseguido que
entraras gratis. ¿Si también está aquí? —¿Amigo? ¿La gente real de
verdad habla así? ¿Y quién en el mundo es Si? Estaba segura de que
Nat no lo había mencionado. Esto no me estaba gustando ni
poquito.
Tomé la oportunidad para mirar de arriba a abajo a Anna. Era bonita
y, obviamente, demasiado relajada para la escuela. Usaba un arete
en su nariz y otro en su labio. Sus facciones eran equilibradas y
podrían haber sido intachables de no ser por sus ojos, que eran de un
penetrante color azul y le guiñaban a mi novio de una manera con
la que no me sentía completamente cómoda. Su cabello era más o
menos corto y parejo, desordenado de esa manera acabo-de-salir-
de-la-cama-pero-no-en-realidad-esto-ha-tomado-años. Usaba una
camiseta negra con el nombre del club en ella y había cortado las
mangas y las había atado bajo sus pechos, que eran más grandes
que los míos. Su estómago estaba tonificado y plano y sus pantalones
243
holgados colgaban sin cuidado de sus caderas. Una pequeña
porción de un tatuaje se ocultaba bajo su pretina y ni siquiera quería
pensar en donde podría terminar.
—¡Anna! ¡Cállate por un minuto! Esta es Grace…. —Abruptamente,
detuve mi observación y regresé la mirada a esos ojos de láser.
—Hola, Grace. Soy Anna. Es un gusto conocerte —dijo ella, lo
suficientemente amigable.
—Hola, también es un gusto conocerte. —Nos dimos un apretón de
manos y Anna miró a Nat con una pregunta en sus ojos.
—Grace y yo hemos estado saliendo por un par de meses.
—¿En serio? ¿Quieres decir que es tu novia? ¡Bueno, bueno, bueno!
Entonces es un doble gusto conocerte. —Anna me guiñó
notablemente—. Sólo entre tú y yo, pensé que él jamás conseguiría
una novia. Bueno, estaba esa chica de la que no paraba de hablar,
pero eso fue unos buenos meses atrás. Dios, pensé que nunca la iba
a superar….
—¡Sal! Por aquí. —La ubiqué, intentado abrirse camino a través del
enorme público, haciendo lo mejor para no derramar una gota de su
cerveza.
Anna empezó a decir algo, pero Nat habló justo antes que ella para
preguntarle si había hecho la lectura acordada para el verano. Él era
más o menos intelectual, pero por la forma en que sonó su respuesta,
Anna también lo era. Él tomó una de las cervezas que traía Sal y le
dio las gracias, antes de alejarse de nosotras para continuar su
enormemente fascinante conversación con Anna. Aprecié el no ser
aburrida a muerte con términos médicos que no entendía. Y aquello
me dio la oportunidad para darle a Sal el informe de la situación,
junto con mis pensamientos acerca de Anna. Después de un par de
minutos, note que Anna veía sobre el hombro de Nat, observándonos
a Sal y a mí. Supuse que su tema de conversación debía haber dado
un giro hacia cosas más interesantes, como yo.
244
Sal volvió su atención hacia el escenario, en donde la primera banda
estaba a punto de comenzar. Muchas personas fueron hacia el
frente, pero nosotras estuvimos de acuerdo en quedarnos allí.
Cuando empezaron a tocar, Sal y yo nos miramos la una a la otra y
rompimos en carcajadas. Estaban más allá de lo terrible, pero era
muy entretenido verlos, si algo porque el vocalista principal era un
chico sin camisa con un muy agradable cuerpo.
Un poco después, Anna y Nat regresaron donde nosotras.
—Hola, tú debes ser Sal. —Anna sonrió ampliamente y saco la mano
para que Sal la tomara.
Sal pareció confundida, pero le apretó la mano de todas maneras.
—Sí, eh… hola.
—Nat justo estaba hablándome de ti. ¿Eres la mejor amiga de
Grace?
Sal asintió.
Anna suspiró melancólicamente.
—Nunca he tenido una mejor amiga, alguien con quien compartir
todo. Ustedes dos tienen tanta suerte. Rayos, esta chica es un bicho
raro.
Nat puso su muñeca frente al rostro de Anna y señaló su reloj.
—¿No deberías estar de vuelta en el trabajo?
Estaba sorprendida por su rudeza, pero encantada de que quisiera
deshacerse de ella tanto como yo.
Anna le sacó la lengua, luego miro de nuevo hacia Sal y yo.
—Bueno, fue agradable conocerlas a ambas. ¡Puedo ver que Nat
está ocupado con las dos! ¡Nos vemos! —Nos lanzó una última sonrisa
pícara antes de desaparecer en la multitud.
245
Sal puso su bebida en mis manos, diciendo que estaba desesperada
por ir al baño. Yo también tenía ganas, pero antes de que pudiera
pedirle a Nat que sostuviera nuestras bebidas, Sal salió corriendo. La
seguí un par de minutos después, tras interrogar a Nat sobre su rara
amiga. Él apenas se había encogido de hombros y dicho—: Así es
Anna. —Como si eso lo explicara todo.
Sal estaba lavando sus manos cuando la encontré, mirando
perdidamente hacia el espejo. —¿Te sientes mejor? —Ella se
estremeció como si me hubiera aproximado sigilosamente.
—¿Qué quieres decir?
—Sólo que estabas desesperada por un baño, ¿recuerdas?
—Oh, sí. Mucho mejor.
—Espérame, ¿sí?
El cubículo que elegí era un asco, pero el grafiti hizo un buen trabajo
distrayéndome. Me sorprendió lo creativas que podían ser las
personas en condiciones tan adversas. Cuando salí, le pregunté a Sal
qué pensaba sobre Anna, mientras lavaba mis manos con suma
meticulosidad.
—Es bonita.
—¿Muy extraña, quieres decir? —Me detuve—. ¿Crees que se haga
ilusiones con Nat?
Sal se encogió. —¿Cómo voy a saberlo?
—No lo sé. Sin embargo apuesto a que sí… vi la forma en que lo mira.
—¿Por qué te importa? Eres con la que está saliendo.
—Lo sé, lo sé. Es sólo que... ella es fantástica y perforada y… mayor
que nosotras.
Sal me miró como si estuviera loca. —¿Qué tiene que ver eso?
246
—¡No lo sé! Ella sólo me hace sentir como una colegiala estúpida.
Como si hubiera una gran broma en la cual no soy exactamente...
¿tú sabes?
Sal sacudió su cabeza. —Creo que le estás dando demasiada
importancia. No te preocupes. Ahora conduce tu paranoica cabeza
de regreso allá. No sé tú, pero me imagino tomándome algunos
tragos.
Sonreí. —Ahora esa es la mejor idea que he oído en años.
Entrelazamos nuestros brazos y nos dirigimos nuevamente hacia el
combate. El número de personas allí parecía haberse duplicado en
el poco tiempo que habíamos estado ausentes. Nos tomó un par de
minutos encontrar a Nat, quien se las había arreglado para conseguir
una mesa en un rincón bastante tranquilo. Nos engullimos el resto de
nuestras bebidas, y Nat se dirigió a la barra para conseguir más. Sal y
yo apenas nos habíamos adaptado a nuestra vieja rutina de inventar
extrañas biografías para las personas que estábamos viendo cuando
Nat surgió entre la gran multitud. Blandió una bandeja llena de tragos
suficientes para un ejército pequeño, bueno, al menos un equipo de
fútbol, y estaba luciendo bastante satisfecho de sí mismo.
Se sentó y cuidadosamente colocó la bandeja delante de nosotras.
—¡Miren esto!
—Supongo que no pagaste por ellas, ¿verdad?
—Diez dólares por el lote.
—¿No se meterá en problemas Anna? —Espero que sí.
—No, ella era bastante astuta al respecto. Ni siquiera le importaría ser
despedida de todos modos. —Y entonces en cierto modo murmuró—
: Además, me lo debe.
—¿Por qué?
247
Se encogió. —Siempre compraba sus bebidas cuando salíamos. —
¿Así que sale mucho con ella? Tendremos que analizar eso.
Repartí los tragos. —Cierto, bebamos.
Y así lo hicimos. Empecé a pensar que tal vez Anna no era tan mala
después de todo. Cualquier persona que suministra bebidas gratis
estaba bien conmigo... siempre y cuando quitara sus manos de mi
novio.
Unos pocos tragos después, una nueva banda comenzó. Eran
ruidosos y temerarios, y realmente melodiosos. Me levanté, un poco
insegura. —Voy al frente. ¿Quién está conmigo?
Sal y Nat intercambiaron miradas. Nat dijo—: Tal vez después —
justamente en el mismo momento que Sal decía—: Ahora no.
—Hombre, ¿qué aburridos son? Está bien, los veré en un rato. —Me
giré y me abrí camino hacia el escenario. Ni siquiera estaba molesta
por estar sola. El alcohol corría por mis venas y yo sólo quería saltar
hasta no poder más. Y sería bueno para Sal y Nat tener la
oportunidad de charlar sin que los mirara como un halcón, dispuesta
a que se gustaran el uno al otro.
Me las arreglé para hacer mi camino a través de engaños entre el
grupo de personas bailando y empujando frente al escenario.
Llamarlo “bailar” era exagerarlo un poco: la gente estaba rebotando
entre sí, con sus codos volando por todas partes. Me lancé entre ellos
en completo abandono, saltando y sudando mucho. Estos chicos
eran impresionantes. Sentí como si el bajo estuviera hurgando en mi
corazón hasta que me convirtiera en parte de la música. Dios, de
verdad estaba atrofiada.
Después de aproximadamente media hora, dejé de saltar y arrastré
mis dedos por mi sudoroso cabello. Estaba mareada, sedienta y
eufórica. Era hora de volver con los demás, después de un viaje
rápido a los baños para chequearme en el espejo.
Sorprendentemente, el maquillaje de los ojos todavía estaba en su
248
lugar. De alguna manera lucía mejor que antes, excelentemente
emborronado, como si no lo hubiera t ratado mucho. Mi reflejo me
devolvió la mirada, un poco sucia, pero viva y resplandeciente de
una manera que nunca había notado antes. Sonreí hacia la chica
en el espejo, una sonrisa de verdad sólo para mí y a mi sola. ¿Así se
siente la felicidad? Me reí y arrojé una toallita de papel arrugada,
que golpeó mi reflejo en la nariz.
Mientras me acercaba a nuestra mesa, vi a Sal y a Nat con sus
cabezas muy juntas. Él le estaba diciendo algo al oído, y ella sacudía
su cabeza vigorosamente. Su cara estaba obstinada. Lo que sea de
lo que estaban hablando parecía demasiado grave. Esperé que no
le hubiera dicho nada que la molestara.
—Hola, chicos —casi tuve que gritar.
Nat levantó la vista con aire de culpabilidad, lo que me confirmó que
le había dicho algo estúpido a Sal. —Hola.
Me senté y tomé un trago de la bandeja. Ellos no habían bebido
mucho en mi ausencia. Sal tomó uno también, y ambas los bebimos
al mismo tiempo.
—Entonces... ¿de qué estaban hablando? —pregunté casualmente.
—No gran cosa—dijo Nat.
—¡No parecía “no gran cosa” para mí! Se supone que esta noche
sería divertida, ¿recuerdas? No más debates serios, ¿de acuerdo?
Nada, ni siquiera la curiosidad quemándome por saber de que
habían estado hablando, arruinará mi humor.
Todos bebimos otro trago, y les conté sobre mi “espiritual”
experiencia de baile. Se rieron de mí. Nos sentamos y bebimos más.
Nat no parecía en lo más mínimo interesado en observar a las
bandas, lo cual parecía un poco extraño, considerando que había
comprado las entradas en primer lugar.
249
Cuando Sal se dirigió al baño, aproveché la oportunidad para
entregarme a las caricias de Nat. Él olía muy bien, y yo ni siquiera me
sentí acomplejada por el hecho de que podía que yo no, después
de bailar. Lo besé, pero él parecía un poco distraído.
—¿Estás bien? —pregunté.
—Sí, estoy bien. ¿La estás pasando bien?
—Sí… ¿Y tú?
Él asintió.
—¿De qué estaban hablando Sal y tú antes? Ella parecía un poco
molesta.
—Oh... nada. De verdad. —La expresión de mi cara le dijo que
tendría que hacerlo mejor que eso—. Está bien, está bien. Estaba
bromeando sobre Devon.
Le golpeé en el brazo, semi-bromeando. —¡Idiota! Sabes que se
pone muy rara en su mención. Sólo cuida lo que dices… realmente
quiero que tenga una buena noche.
—Lo siento. No volverá a suceder. Lo prometo.
Reí. —Ahora, apresúrate y bésame antes de que vuelva.
El beso fue bruscamente interrumpido por Sal tropezando en la mesa
mientras volvía a sentarse. La miré y supe que algo andaba mal.
Estaba pálida y había un brillo de sudor en su rostro.
—¿Sal? ¿Estás bien? —Me acerqué y puse mi brazo alrededor de su
hombro.
Ella sacudió su cabeza lentamente. Pensé que podría llorar. —Me
siento… enferma. Grace, ¿te importaría traerme un vaso de agua? —
Su voz era débil e inestable. Me levanté un poco, sin saber si debía
250
hacer lo que me pedía, o si era mejor quedarme con ella. Miré hacia
Nat desamparadamente.
—Ve. Cuidaré de ella. —Él deslizó su banquillo hasta estar cerca de
ella. Más tranquila, apreté el hombro de Sal, antes de precipitarme
en dirección a la barra. El cronometraje estaba mal, aparentemente
todos en el lugar habían decidido tomar una copa mientras la
siguiente banda colocaba sus equipos. Debieron haber pasado
cinco minutos antes de llegar lo suficientemente cerca de la parte
delantera para poder captar la atención de Anna.
Ella le dio la bienvenida a mi pedido de agua con una ceja
interrogante. Le expliqué que Sal no se sentía bien.
—Obviamente no apreció el lenguaje seductor de Si.
Le pregunté de qué estaba hablando.
—¿Simon? Es un compañero nuestro. Hmm... Supongo que no has
tenido el placer todavía, ¿verdad? No es de extrañar, supongo…
tiene un poco de mala fama. ¡Nat querría mantenerte lo más lejos
posible de él! Lo vi hablando con tu amiga hace unos minutos, y no
lucía muy contenta al respecto.
Traté de no mostrar mi confusión. Odiaba estar en la oscuridad de
esta manera. —¿Simon? Sí, creo que Nat lo mencionó. ¿Quién es?
¿Puedes señalarlo?
Ella estiró su cuello para buscarlo entre la multitud. —No puedo verlo
en ningún lugar. Debe de haber ido en busca de otra víctima.
Le agradecí a Anna por el agua y dejé la barra, haciendo lo mejor
para digerir esta nueva pieza de información. ¿Cómo había logrado
Si enloquecer tanto a Sal? No tenía ningún sentido.
Cuando regresé a la mesa, Nat estaba hablando en voz baja con
Sal, su mano descansando en su espalda. Tan pronto como me
251
senté, se levantó y se alejó. —Regresaré en un par de minutos —dijo
en una voz dura y tensa. Asentí distraída y dirigí mi atención a Sal.
Ella bebió un poco de agua antes de darme las gracias.
—Gracias, Grace. Me siento mucho mejor ahora… no estoy segura
de lo que me pasó. Bebí demasiado, supongo. —Una débil sombra
de una sonrisa.
—¿Quién es Simon? —pregunté.
Sus ojos se ensancharon con pánico. Seguí, sin querer molestarla,
pero decidida a llegar al fondo de esto. —Anna dijo que te vio
hablando con un chico llamado Simon. ¿Un amigo de Nat?
Sal no dijo nada.
—¿Sal? ¿Qué pasa? ¿Se te insinuó? ¿Es por eso que estás molesta? —
Hice lo mejor para no sonar como que pensé que era una razón
ridícula.
Ella asintió.
—¿Qué te dijo que fue tan malo?
—Nada realmente. —Hizo una pausa y miró a su alrededor, como si
estuviera preocupada de poder ser escuchada—. Salí de los baños
sintiéndome un poco mareada y extraña de todos modos, y luego él
estaba de repente sobre mí… no me dejaba en paz, y me sentía
claustrofóbica... como si estuviera a punto de tener un ataque de
pánico o algo así. Juro que nunca beberé de nuevo.
—¿Sabías que es un amigo de Nat? —Ella negó con su cabeza—. Me
sorprende que alguien así sea su amigo... ¿Segura de que te sientes
bien ahora?
—Todavía me siento un poco mareada. Creo lo mejor sería volver a
casa.
252
—Nos iremos en cuanto vuelva Nat.
—No, no, no tienen por qué venir chicos. Estaré bien.
No había manera de que la dejara ir por su cuenta con el malo de
Simon en libertad. —No seas tonta. Iremos. —Miré mi reloj—. No
podríamos quedarnos mucho más tiempo de todos modos… el
último tren sale a medianoche.
Nat regresó justo cuando estábamos reuniendo nuestros bolsos. —
Nos vamos… ahora. —Parecía enfadado.
—¡Estaba a punto de decir lo mismo! ¿Pero qué te pasa? ¿Qué ha
pasado? —Toqué su brazo.
—Nada. Sólo vámonos, ¿de acuerdo?
No iba a discutir. Él me estaba asustando.
Los tres dejamos el club con Nat en el medio, sus brazos guiándome y
a Sal en la dirección correcta. Nadie dijo una palabra de camino a
la estación.
En el tren, Sal rápidamente cerró sus ojos y se durmió. Debe haber
estado borracha, después de todo… nunca se queda dormida en un
transporte público.
Le susurré a Nat—: ¿Ahora me puedes decir que pasó?
Él estaba más tranquilo, pero se veía muy, muy cansado. Suspiró
profundamente. —Sal me dijo que Simon había estado hostigándola,
así que fui a hablar con él, eso es todo.
—¿Y él es amigo tuyo?
—Era. Era mi amigo. Hasta que noté la clase de persona que era.
—¿Qué clase de persona es? Muchos chicos se acercan a las chicas
así, ¿no?
253
—No como lo hace Si. —Él echó un vistazo hacia Sal y añadió en voz
baja—: Él no es el tipo de persona que quieres que hable con Sal.
—Hay más, ¿no? ¿Por qué tuvimos que salir con tanta prisa?
Él asintió. —Yo... le pegué.
—¿Qué? ¿Por qué diablos harías algo así? —Nat nunca me había
parecido del tipo violento. No podría haber estado más sorprendida.
Él medio murmuró: —No sé qué me pasó. Sólo estaba tan… enojado.
Y Sal estaba tan alterada...
—Dios, Nat. ¡No puedo creer que hicieras eso! —No estaba segura de
cómo me sentía. Una parte de mí estaba disgustada y sorprendida,
sin duda. Pero tengo que admitir que una pequeña parte de mí
también estaba algo emocionada: él había sido un caballero de
brillante armadura, protegiendo el honor de Sal—. ¿Acaso trató de
devolverte el golpe?
—No... él estaba algo... tendido en el suelo. Razón por la cual pensé
que sería mejor hacer una salida rápida. —Parecía avergonzado.
Sacudí mi cabeza con asombro. —Nunca te hubiera imaginado
haciendo algo así… nunca.
Nat miró por la ventana hacia la oscuridad.
—Yo tampoco —dijo en voz baja.
Metimos a Sal en un taxi en la estación, y luego Nat detuvo uno para
mí. Lo besé al despedirnos y le di las gracias.
—¿Gracias? ¿Por qué me estás agradeciendo?
254
Me encogí de hombros y lo besé de nuevo. —No lo sé. ¿Por ser más
de lo que merezco? ¿Por ser valiente, fuerte y por salir al rescate de
Sal?
Él negó con la cabeza y miró al suelo, murmurando algo que sonó
como: —Deja de burlarte.
—¡No me estoy burlando! Ven aquí. —Lo abracé y lo sostuve con
fuerza. Le susurré mientras el taxista gritaba sobre no holgazanear
toda la noche. Recuerdo las palabras con mayor claridad porque
me hacen sentir muy estúpida ahora. Parecen en voz demasiado
alta cuando las oigo en mi cabeza:
—Te quiero por siempre hacer lo correcto.
El siguiente día fue duro. Al final resultó que, la combinación de estar
de vuelta en la escuela y tener una resaca asesina no era algo
bueno. Apenas pude pasar inglés sin vomitar. La lista de lectura de
tres páginas que se suponía que aprobaríamos al final del año no
ayudó. Al menos tomar el tren para ver a Nat me daría algo del muy
necesario tiempo para leer.
A la hora del almuerzo, Sal y yo aseguramos nuestra mesa habitual
en la cafetería a la vuelta de la esquina de la escuela. Pedí un
sándwich de tocino, y Sal ordenó una ensalada… que me hizo
resoplar con desprecio.
—¿Una ensalada? ¿Te sientes bien?
Ella se encogió de hombros. —Sólo me imaginé algo diferente, eso es
todo.
—Si tú lo dices... rara.
Sal arrojó un poco de lechuga hacia mí. Golpeó mi mejilla y cayó en
mi regazo.
255
—Ugh. ¡Mantén esa asquerosa verdura lejos de mí! —La arrojé de
regreso en dirección a Sal. Fallé, aunque… siempre lanzo como una
niña—. Hoy necesito grasa, grasa y más grasa. Esta resaca es una hija
de puta. De todos modos, ¿cómo es que luces toda rebosante de
energía y entusiasmo? Tú bebiste tanto como yo... Oh, Dios mío,
¡nunca adivinarás lo que me dijo Nat de camino a casa ayer por la
noche! ¡GOLPEÓ a ese tipo Simon! Lo golpeó apropiadamente.
¿Puedes creerlo?
Sal se detuvo con un bocado de ensalada a medio camino entre el
plato y su boca.
—¿Qué?
—¡Lo sé! Es raro, ¿no?
—¿Por qué hizo eso? —Ella regresó el tenedor al plato sin tomar un
bocado.
—¡No lo sé! Supongo que estaba defendiendo tu honor o algo así. Es
dulce de cierta manera, ¿no crees?
Sal estaba sacudiendo su cabeza. —No puedo creer que hiciera eso.
—Sí, pensé que era tal vez un poco extremo, pero al parecer ese Si es
un depravado. Apuesto a que se lo merecía desde hace siglos.
—Dios. Nunca habría pensado que...
—¡Lo sé! Él no parece un chico “golpeador”, ¿verdad? Me hace
pensar en él en una manera completamente nueva.
Sal volvió su atención a su ensalada mientras yo continuaba
divagando sobre lo perfecto que era Nat y cómo había estado tan
segura de que era un buen chico que nunca dañaría una pulga, y
ahora, bueno, era un poco más peligroso. Y sin duda, un poco más
sexy también.
256
La sala común estaba demasiado frenética, considerando el frágil
estado de mi cabeza, así que me aventuré a la biblioteca después
del almuerzo. Era muy interesante y muy tranquila y todo lo que
deseas que sea una biblioteca. Completamente desierta también,
sólo la bibliotecaria y yo. Ella estaba leyendo Glamour, un tanto a
hurtadillas. No es exactamente el material de lectura que habría
esperado de una bibliotecaria. Me preguntaba si estaba
preocupada de que el Inspector de la Biblioteca pudiera llegar a
llamar y hacerla regresar su Licencia de Bibliotecaria. Me instalé en
una mesa redonda en la esquina, dejándola en paz para descubrir
qué gabardinas hay que tener esta temporada o lo que sea.
Estaba a medio camino por el primer capítulo de Emma y
empezando a recordar lo mucho que despreciaba a Jane Austen,
cuando de repente sentí que me estaban observando. ¿Sabes cómo
cuando simplemente lo sabes? Tal vez la bibliotecaria me había
registrado como un Visitante No Regular en la Biblioteca y había
decidido comprobar que no estaba desfigurando los libros o
pegando goma de mascar debajo de la mesa. Giré en mi silla, pero
todo lo que podía ver era libros, libros, libros. Me levanté y me asomé
por la esquina de una estantería. La bibliotecaria estaba absorta aún
en su revista, distraídamente rascando su cabeza. Huh. Me senté de
nuevo y traté de seguir con mi lectura. Pero esa sensación molesta
que no se iba.
Un estornudo rompió el silencio y confirmó que no estaba
volviéndome loca después de todo. Salté de mi asiento y me dirigí en
la dirección del fantasma que estornudaba, dispuesta a regañar a
cualquier pequeño llorón de primer año que hubiera estado
espiándome. Y choque de lleno con alguien mucho más alto de lo
que había estado esperando. Devon.
Dejó caer el pañuelo y el libro que había estado sosteniendo. ¿Un
pañuelo? ¿En esta época? Tal vez había estado leyendo un poco
demasiado a Jane Austen últimamente. Escarbaba en el suelo para
257
reunir sus cosas antes de ponerse de pie para enfrentar mi expresión
un tanto perpleja.
—Grace... hola. ¿Cómo te va? —Volvió a estornudar, un poco más
ahogado esta vez.
—Hola... y ¡salud! ¿Qué estás haciendo escondido aquí atrás?
El rostro se enrojeció para coincidir con su nariz de color rojo rubí. —
No lo estaba. Escondido, quiero decir. Estaba buscando un libro.
Um... este, de hecho. —Levantó una copia maltratada y vieja de
Matar a un ruiseñor, como si eso demostrara que no había estado
actuando furtivamente.
Asentí con la cabeza. —Ese es uno de mis favoritos. Solía desear ser
Scout. Incluso traté de llamar a mi papá "Atticus" por un tiempo,
antes de... —Cerré abruptamente mi boca. Estaba bastante segura
de que no le había dicho esto a nadie antes. No es que fuera
particularmente interesante o impactante. Pero aún así, era algo
personal.
—¿En serio? No creí que sería tu tipo de cosas. Quiero decir que, no
hay ninguna razón por la cual no debería serlo. Es un gran libro,
después de todo. Es sólo que pensé que eras más...
—¿Más qué? ¿Mills y Boon27? ¿ Jackie Collins28? —Le tomé el pelo.
—No, no, nada de eso. Eh... voy a dejar de hablar ahora.
—¡No tienes que hacerlo! ¿Quieres venir a sentarte conmigo? —
Había ido y me había sorprendido a mí misma de nuevo.
Él parecía ligeramente desconcertado por la invitación y me di
cuenta que estaba a punto de decir que no, así que lo agarré del
brazo y tire de él hacia mi mesa. —¿Por favorrrrr? Estoy aburrida. ¿Y
27 Mills y Boon: Es una editora británica de novelas románticas. 28 Jackie Collins: Escritora y ex actriz inglesa.
258
seguramente es mejor que volver allí a acechar alrededor por tu
cuenta?
Devon murmuró algo mientras de mala gana se dejó caer en la silla
frente a la mía. Sonaba como "no estaba al acecho”.
Y ahí estábamos: El hermano menor de mi novio y yo. Pasando el
rato. Sentados en la biblioteca, charlando. Bueno, en realidad medio
susurrando. La extrañeza incómoda inicial desapareció antes de lo
que habría esperado. Lentamente pero con seguridad Devon salió
de su caparazón de timidez. Tenía mucho que decir, lo cual no
debería haberme sorprendido, pero lo hizo. Estuvo de acuerdo
conmigo acerca de Jane Austen, y odiaba también a las Brontë29.
Nuestra conversación fue más o menos limitada a los libros al
principio, pero poco a poco pasamos a otros temas.
Resultó que sentíamos lo mismo acerca de un montón de cosas.
Hablamos de música y comparamos las peores canciones en
nuestros iPod. Me habló de una canción que pensaba que me
gustaría y la escuchamos, nuestras cabezas muy juntas, cada uno
con un auricular. Al estar tan cerca, no pude evitar notar que olía
muy, muy bien. La canción era hermosa.
Mi resaca quedó en el olvido. Y si no me equivoco, un ligero
coqueteo se había deslizado en mi voz, sin siquiera darme cuenta.
Tenía una linda sonrisa, un poco torcida. A mí me gustó.
La campana sonó, y decidí faltar a historia. Devon miró su reloj
brevemente pero continuó hablando. Me pregunté si también
estaba faltando a una clase también. Él probablemente nunca
había faltado a una en su vida.
Hablamos toda la tarde y se sentía como la cosa más normal del
mundo. Eran las cuatro en el momento en que la bibliotecaria nos
hecho. Metí mi copia olvidada de Emma en mi maletín. —Bueno,
supongo que será mejor que nos vayamos. Dije que me encontraría
29 Bronte: Hermanas inglesas que eran escritoras.
259
con Sal en la ciudad después de la escuela. —Esta fue la primera vez
que mencione ya sea a Sal o Nat. Y la sola mención de su nombre
pareció romper cualquier hechizo bajo el que nos encontrábamos.
—Claro, sí, será mejor que vaya a casa... cosas que hacer, ya sabes...
fue muy divertido, sin embargo, hablar contigo, quiero decir. Eres
diferente... —Cada onza de torpeza volvió, y algo más.
Asentí con la cabeza, no del todo segura de que decir sobre eso. —
Sí, bueno, gracias por esta tarde. Me salvaste de la muerte por
aburrimiento.
—En cualquier momento. —Devon sonrió, pero era una especie de
pequeña y apretada sonrisa. Me miró a los ojos durante largo tiempo.
Yo no podía apartar la mirada, no quería mirar a otro lado. Él fue el
primero en romper el contacto visual. Bajó la mirada y jugueteó con
las correas de su mochila. Si no hubiera visto sus labios moverse,
difícilmente habría creído lo siguiente que oí.
—¿Qué ves en él?
No sé qué pensar acerca de Ethan.
Está palideciendo
Estoy empezando a perder la esperanza.
Esperanza. Ya ni siquiera estoy segura de lo que espero.
¿Qué ves en él? Las palabras estaban teñidas con amargura.
—¿Qué dijiste? —Había oído con toda claridad, pero en realidad no
sabía de qué otra forma responder.
Devon me miró con una expresión indescifrable. —Me oíste.
260
—Sí, te oí. ¿Pero qué clase de pregunta es esa?
—Tengo curiosidad.
—¿Curiosidad?
Él asintió con la cabeza, un poco menos seguro de sí mismo ahora. —
Sí... sólo quería saber... no importa. Olvida que he dicho algo.
Volvió su atención a la cartelera que se encontraban a nuestro lado
y comenzó a recoger uno de las alfileres con su uña. De vuelta a
Devon, Maestro de la torpeza. Pero no me había imaginado la
amargura en su voz, ¿no?
—Devon, no sé qué decirte...
—No tienes que decirme nada. Sólo olvídalo. Por favor. —Todavía no
me miraba.
—No me importa, de veras. —Hice una pausa, sin saber lo que quería
de mí—. Nat no es como cualquier otra persona con la que he
estado.
Qué vergüenza. Sueno como una buena perra. —Me hace sentir
bien conmigo misma. Y confío en él.
Devon levantó la mirada. —¿Lo haces? —hizo la pregunta muy
quedamente.
Asentí con la cabeza.
—¿Lo... amas? —Sus ojos se grabaron en los míos. Había algo más
allá de lo raro sucediendo entre nosotros, y lo que sea que fuera me
hizo dudar antes de responder a su pregunta.
—Sí.
Cerró los ojos por sólo un segundo, pero fue lo suficiente para que
notara sus largas pestañas, iguales a las de Nat. —Él no te merece. —
Las palabras fueron apenas un poco más que un susurro.
261
Y luego giró y salió corriendo alejándose por el pasillo antes de que
fuera capaz de procesar lo que había dicho.
¿Qué mierda? ¿De qué diablos está hablando? ¿Por qué me diría
eso? Pensé que era de Sal de quien estaba enamorado, no de mí.
No podía esperar para ver que hacía ella de todo esto. Brevemente
me pregunte si Devon sólo estaba celoso de que Nat tuviera una
novia y que él no. Y entonces me sentí ruin por pensar eso.
Me subí a un autobús hacia la ciudad y le envié un mensaje a Sal
para decirle que estaba de mi camino. Mi teléfono sonó de
inmediato, y estaba segura de que iba a ser Sal, haciendo algún
comentario sarcástico acerca de que estaba llegando tarde esta
vez. Pero era de un número que no reconocí:
Lo siento. Por favor no le digas a nadie, estaba fuera de lugar. Lo
siento. D
No tenía ni idea de cómo había conseguido mi número. ¿Tal vez lo
había copiado del teléfono de Nat? Me pregunté si debía
responderle, pero como no podía pensar en nada que decir decidí
no hacerlo.
Reflexioné sobre las cosas por el resto del viaje en autobús. La idea
de que Nat no me mereciera era absurda. Yo era la que no lo
merecía a él. Cualquier idiota podía ver eso. Bueno, cualquier idiota
que supiera la verdad, de todos modos. Es evidente que Devon no
tenía ni idea de cómo era yo. Estaba en cierta forma complacida.
Realmente había disfrutado pasar el rato con él esta tarde, incluso
más de lo que estaba dispuesta a admitirme. Pero ¿por qué tenía
que ponerse todo extraño y estropear las cosas? Eso era molesto.
Estaba tan inmersa en mi reflexión que estuve a punto de perder mi
parada. Salté de mi asiento y medio corrí por el pasillo,
262
accidentalmente dándole un golpe a un chico en la parte posterior
de la cabeza con mi maletín. Me maldijo justo cuando estaba a
punto de decir lo siento, así que me guarde mis disculpas.
Prestándole un buen servicio de todos modos, ya que tenía una
cabeza inusualmente grande.
Salí corriendo desde la parada de autobús hasta la tienda donde me
iba a encontrar con Sal. Siempre nos reuníamos en el mismo lugar
cuando estábamos en la ciudad. No era como si hubiera muchas
opciones, sólo había alrededor de tres tiendas medio decentes. Sal
no estaba esperando fuera, así que me dirigí al interior. Tenía veinte
minutos de retraso, pero eso era bastante normal para Sal, por lo que
sabía que no habría estado esperando demasiado tiempo, si es que
incluso estaba allí.
La tienda estaba llena y me tomó un tiempo encontrarla. Estaba en
la sección de ropa interior, sosteniendo dos sujetadores y con la
mirada perdida en el espacio. No me vio hasta que estaba justo
frente a ella, agitando mi mano delante de su cara.
—Oh, hola.
—Hola, cadete del espacio. ¿En qué planeta te encuentras en este
momento?
—Hmm... planeta Va-va-voom, ¡por las apariencias de esos! —Señalé
los sujetadores. Eran de encaje negro y nada como la ropa interior
que Sal poseía. Bueno, ninguno que hubiera visto.
—¿Estos? Eh... sí... no estaba... —Comenzó a ponerlos de nuevo en el
perchero.
—Pero totalmente deberías. Por lo menos conseguir este. Oh... y
consigue las bragas también... aquí tienes. —Le tendí el conjunto a
juego y levantó las cejas sugestivamente. Las bragas eran diminutas.
Sal negó con la cabeza. —No lo creo...
263
Chasqueé la lengua. —Bueno, ¿entonces por qué los estabas
mirando? Esa es ropa interior adecuada. Oye, no estabas planeando
ir a la acción sin mí, ¿verdad? ¡Porque eso simplemente no está bien
no es sólo!
—No seas ridícula. Es sólo que... ya había mirado todo lo demás en la
tienda cerca de cuatro veces, porque estás muy condenadamente
tarde. No los voy a comprar... quiero decir, en realidad no van
conmigo, ¿verdad? —Se veía tan avergonzado que quería
abrazarla.
—Está bien, es bastante justo. Siento llegar tarde, pero tengo una
buena razón. ¡No lo creerás! Pero lo primero es lo primero, sin duda
deberías comprar esta ropa interior. Incluso si no quieres usarla ahora,
me agradecerás cuando el Sr. Fabuloso venga a tocar a tu puerta.
Confía en mí en este caso.
Sal negó con la cabeza, pero me di cuenta de que su resistencia
estaba decayendo.
—Sabes que tengo razón. Todas las chicas deben tener algo de ropa
interior patea culos en el fondo de su cajón de ropa interior, sólo para
ocasiones especiales... y nunca se sabe cuándo esa ocasión
especial podría ser. Hazlo. Por el poder que se me confiere como
mejor amiga desde siempre, te ORDENO que compres estos.
Sal puso los ojos en blanco, me quitó los ganchos y se dirigió a la
caja. Éxito.
Salimos de la tienda, después de un montón de murmullos de Sal
sobre no ser realmente capaz de permitirse sus compras.
—Así queeeeee... ¿No vas a preguntarme por qué se me hizo tarde?
Sal me complació. —¿Entonces, por qué llegaste tarde?
264
—Ah, todo a su tiempo, mi querida. Creo que este tipo de chismes
requiere sin duda una bebida. ¿Qué dices? Podría ayudar a la
resaca, pelo de perro.
Sal no estaba segura. Miró su reloj e hizo Um y ah un poco.
—Vamos... sabes que lo quieres. Podemos celebrar tu primera
incursión en la ooh-la-la ropa interior. —Ese comentario obtuvo la
mirada fulminante que se merecía, así que intenté una última vía de
ataque—. ¿Yo lo compro? —Eso aseguró la victoria.
Unos minutos más tarde nos acomodamos en el sofá de un bar en el
que nunca habíamos estado antes. Me quité los zapatos y metí mis
pies debajo de mí, tome un sorbo de mi vaso estúpidamente grande
de vino tinto y disfruté el momento. No había nada como tener un
dulce bocado de chisme que impartir. Me di cuenta que la
paciencia de Sal se estaba agotando, pero eso sólo lo hacía más
divertido para mí.
Cuando ya no pude aguantar más, me lancé a la historia. —Adivina
¿Quien tiene un admirador secreto? —Un comienzo bastante
interesante.
Sal escuchó en silencio mientras le contaba mi historia,
interrumpiendo ocasionalmente con un extraño comentario o dos,
tales como: "Pero siempre has pensado que Devon era un perdedor,
¿no? Un punto justo.
Estaba cerca del cien por ciento de ser honesta sobre todo lo que
había pasado. Y si se me ocurrió omitir el hecho de que había estado
de algún modo coqueteando con él, entonces ¿quién podría
culparme? No había llegado realmente a un acuerdo con la idea de
que estaba encontrando al hermano menor de Nat más atractivo
según más lo conozco. Eu. Eso era simplemente incorrecto. De todos
265
modos, estaba bastante segura de que los sentimientos se irían si los
ignoraba durante el tiempo suficiente...
Cuando finalmente llegué a la mejor parte, la reacción de Sal no me
defraudó. —¿Él dijo qué?
—¡Lo sé! Histérico, ¿no? Era como algo salido de un jabón cursi. “¡No
te merece!" ¡Casi me reí en su cara! —No era estrictamente cierto.
—¿Por qué diría algo así? ¿Qué tiene que ver eso con él? —El
disgusto de Sal fue claro.
—No lo sé. Supongo que…
—¡No es de su incumbencia! ¿Por qué no puedes mantenerse
apartado de esto? Es patético.
—Está bien, cálmate. —Me reí. No había esperado que Sal se pusiera
tan enojado por esto. Bueno, no había esperado que se enojara en
lo absoluto, en realidad—. No hay necesidad de que te enojes tanto.
Oh... hablando de bragas30... vamos a echarle un vistazo a lo que
compraste. Necesito desesperadamente algo de ropa interior nueva.
Ahora que Nat va a volver a la universidad tengo que asegurarme
de mantener las cosas... interesantes, ¿sabes? No quiero que se
distraiga con alguna chica estudiante guarra, como esa extraña
chica Anna.
Era un pobre intento de cambiar el tema, y Sal no tenía ganas de
eso. —¿Qué más te dijo?
Me encogí de hombros. —En realidad nada. Principalmente huyó
antes de que pudiera responderle algo. Sin embargo, me mando un
mensaje de texto pidiendo disculpas.
—¿A qué está jugando? —Ella se recostó de nuevo en el sofá y
suspiró.
30 Como utilizo la expresión get your knickers in a twist, luego dice hablando de knickers
(bragas) y tiene sentido en inglés.
266
—Eh... es bastante obvio, ¿no?
Sal parecía confundida.
—Duh. Le gusto, ¿no? ¡El pequeño Devon tiene un flechazo! —hice
callar a la pequeña voz dentro de mi cabeza, la que me estaba
llamando puta.
—¿Un flechazo? ¿Cont igo?
—¡Por supuesto! Es tan obvio. ¿Por qué otra cosa estaría todo extraño
y celoso de Nat? ¡Preguntándome si lo quería y todo eso!
Sal asintió lentamente. —Tal vez tengas razón.
—Bueno, no puedo pensar en ninguna otra razón por la que estaría
tan extraño. ¿Y tú?
Ella estaba mordiéndose las uñas de nuevo. De repente me sentí mal.
—Oye, ¿Estás bien con esto?
—¿Con qué?
—Bueno... sé que Devon siempre besaba el suelo que pisas. Estoy
segura de que se cansará de mí y de nuevo siguiéndote por todas
partes en poco tiempo. Es sólo porque estoy con Nat , esa es la única
razón, estoy segura de ello.
—Espera ahí, Grace. ¿Estas…? Crees que estoy celosa ¿no? ¡En
realidad crees que estoy celosa!
Me encogí de hombros. —No celosa exactamente... quiero decir, sé
que no estás interesada en él. Es sólo que es bueno ser querido, ¿no?
Incluso si no quieres a esa persona, es en cierta manera halagador.
—No era capaz de pensar en las palabras correctas, las palabras
que harían que Sal no estuviera enfadada.
—¡Eres increíble! Lo sabes, ¿no?
267
—¡¿Qué?! ¿Qué dije? Lo siento, ¿está bien? No es mi culpa que le
guste a dos chicos y... —me detuve. Justo a tiempo, esperaba.
—¿Y qué? ¿Y nadie está interesado en mí? Eso es lo que piensas,
¿no?
—No, en lo absoluto. ¡Nunca dije eso! Mira, vamos a hablar de otra
cosa. Lo siento. No fue mi intención molestarte. —Pero no lo sentía.
No en realidad. No tenía ni idea de por qué este fragmento
inofensivo de chismes se había convertido de repente en algo
siniestro.
Ella suspiró y cerró los ojos por un momento. —Está bien, Grace. Lo
siento. Estoy exagerando. Creo que sólo estoy cansada después de
lo de anoche.
Puse mi brazo a su alrededor y tire de ella hacia mí. —Oye, eso está
bien. Vamos a olvidarnos de los niños por un rato, ¿eh? A veces
siento que todo de lo que siempre hablo o pienso es de Nat, o algo
vagamente relacionado con Nat. Y eso no puede ser sano, ¿verdad?
Que me pasó, ¿eh?
Sal inclinó la cabeza hacia la mía. —Tal vez eso es lo que pasa
cuando amas a alguien. De verdad lo amas, ¿no? —me preguntó en
voz baja.
—Lo hago. Me asusta, Sal. Realmente me asusta. ¿Qué pasa si lo
pierdo? Tarde o temprano está destinado a darse cuenta de cómo
soy. Él podría hacerlo mucho mejor. ¿Por qué no lo puede ver?
—No digas eso. Eres una persona buena. Él es... afortunado de
tenerte.
—¿De verdad crees eso? —Me sentí pequeña y patética,
necesitando consuelo, necesitando de alguien que me dijera que
estaba bien después de todo. Que no soy un monstruo. Que no soy
una perra. Que no soy una escoria.
268
Sal giró para enfrentarme. Parecía como si estuviera a punto de
llorar, pero su voz era firme. —Por supuesto que lo digo en serio. Te
mereces a Nat. Y él te merece... son el uno para el otro. Cualquiera
puede ver eso.
Sentí una oleada de afecto y la abracé. —Gracias. Eso significa
mucho. Siempre sabes lo que hay que decir. A veces me gustaría ser
más como tú, sabes. —Nunca había expresado este pensamiento
antes. Posiblemente debido a que era súper tonto.
Sal bufó con sarcasmo. —Sí, claro, claro que sí.
—Es cierto. No lo sé, es como si fueras mi brújula moral o algo así...
siempre haces lo correcto. Y yo t rato de hacer lo correcto, de verdad
lo hago. Pero siempre parece irse a la mierda de alguna manera, y
no hay nadie a quien culpar por ello excepto a mí.
Los ojos de Sal registraron los míos. —No digas cosas como esa. No es
cierto. Me gustas tal y como eres. —Me apretó la mano.
—Gracias, cariño. Eres la mejor amiga más maravillosa que alguna
vez pude haber deseado.
Sal sacudió su cabeza con desdén. Ella nunca se sentía cómoda al
recibir un cumplido. Era una de las cosas que admiraba de ella. Yo
estaba muy dispuesta a engullir cualquier elogió que alguien se
dignara a lanzarme.
Nos quedamos en el bar hasta la hora del cierre. Sal realmente no lo
había querido, pero me las arreglé para convencerla de que era lo
correcto. Fue divertido. Divertido como en los viejos tiempos.
Hablamos de las cosas de las que solíamos hablar de, antes de todo
el drama.
Más tarde, esperé con Sal en la parada del autobús. Cuando el
autobús finalmente llegó, ella se tropezó hacia él, pero no antes de
269
arrastrar una pregunta en mi dirección. —¿Por qué te dejo
convencerme de estas cosas?
—¡Porque me AMAS, y sé lo que es mejor para ti! —Medio lo grité,
medio se lo cante en respuesta. La gente en el autobús me miró
extrañamente, así que les obsequié una pequeña reverencia
mientras el autobús se alejaba.
Miré mi reloj y reflexione por un segundo. Nat estaba trabajando en
el último turno. Debería estar más o menos ahora mismo. Sonreí para
mis adentros, y estiré la mano para parar un taxi.
Empezó a llover casi tan pronto como me subí al taxi. El movimiento
de los limpiaparabrisas y los tonos sensuales de las canciones de
amor de la noche en la radio me arrullaban hasta un punto medio
adormilado.
—¡Oye! ¡Cariño! —El tono del taxista dejó en claro que este no era su
primer intento para despertarme—. ¡Estamos aquí! Si aquí es donde
quieres estar. Parece que te has perdido los últimos pedidos. ¿Seguro
que no quieres que te lleve a casa? Una cosa bonita como tú no
debería estar deambulando por sus propios medios a esta hora de la
noche.
Traté de recordar dónde estaba y por qué. —¿Eh? No, esto está bien.
He quedado con mi nov io. —Todavía disfruto al llamar a Nat mi
novio. Patét ica.
—Bueno, si estás segura... —Él parecía extrañamente preocupado
por mi bienestar. Era desconcertante. Pagué la tarifa, le dijo que
conservara el cambio y salí del taxi tan pronto como me fue posible.
—Cuídate, ¿me oyes? —Se asomó por la ventana abierta y me dio
una mirada significativa.
270
—Eh... sí... lo voy a hacer. —Bicho raro. Él se marchó y me quedé en
la lluvia. Era una lluvia fuerte y apropiada, sin rodeos. Levanté la
mirada hacia el cielo y dejé que el agua me golpeara la cara. Se
sentía bien. No pensaba en los estragos que debía estar creando
con mi pelo y maquillaje, estaba totalmente centrada en el hecho
de que nunca me había dado cuenta de cuan genial era la lluvia.
¿Por qué siempre estábamos tratando de protegernos de ella
cuando puede hacerte sentir tan bien? Está bien, lo admito, no
estaba del todo sobria.
Después de un minuto o dos de mojarme la piel, volví mi atención a
la tarea en cuestión, operación: desnudarme con Nat. El letrero de
"cerrado" estaba colgado en la parte de atrás de la puerta, y el bar
estaba en su mayoría oscuro. Estaba preocupada porque podría
haber llegado demasiado tarde, pero a medida que me acercaba a
la ventana, vi movimiento en el interior. Ahuequé mis manos
alrededor de mis ojos para poder ver mejor. Y ahí estaba él, el objeto
de mi lujuria nocturna. Estaba limpiando las bombas, siempre el
empleado meticuloso. Pero estaba hablando con alguien en su
teléfono móvil al mismo tiempo, así que tal vez no tan meticuloso.
Observé mientras sonreía con esa sonrisa hermosa. Dios, él era
caliente.
Bajó el paño y se apoyó contra la barra, claramente absorto en su
conversación. Iba a tocar en la ventana, pero algo me detuvo. No
quería interrumpirlo. No me pareció correcto, podía esperar.
Además, era agradable simplemente verlo, verlo siendo Nat. Tal vez
un poco diferente al Nat que conocía. Se me ocurrió que siempre
habrá una parte de él que no lo hacía, y no debería, pertenecerme.
Es muy fácil pensar que la gente que te importa entra en algún tipo
de animación suspendida cuando tú no estás. Que sólo cobran
realmente vida cuando están contigo, y que en realidad no existen
sin ti. Quiero decir, sabes que no es cierto, no eres estúpida, después
de todo, pero esa ot ra parte de sus vidas es en cierta medida
irrelevante, para ti por lo menos. Pero viendo a Nat, sentí de una
271
manera diferente. Él era una persona cien por ciento real, incluso sin
mí. Y eso me hacía feliz.
Fueron tal vez cinco minutos después cuando colgó el teléfono. Miró
el teléfono por un momento o dos, lo arrojó en el aire y luego se lo
metió en el bolsillo de atrás. Sin embargo se quedó apoyado contra
la barra, mirando al vacío.
Toqué en la ventana.
Dio un salto, lo cual me hizo reír. Tal vez pensó que era algún
borracho, dispuesto a derribar la puerta para obtener una cerveza
después de los últimos pedidos. O tal vez era un poco cobarde,
asustado por estar solo en el bar en una noche oscura y tormentosa.
O tal vez sólo estaba soñando despierto conmigo.
Aplasté mi nariz contra el cristal mientras se acercaba a abrir la
puerta.
—Grace, ¿qué estás haciendo aquí?
Huh. No exactamente Grace-que-maravillosa-sorpresa-ven-aquí-y-
deja-que-te-violé-en-este-momento.
—Quería verte. —Me golpeé el codo contra el marco de la puerta
mientras la pasaba. Ouch.
—Podrías haberme llamado para decirme que ibas a venir. —Me dio
un beso. Un beso del tipo fugaz y superficial.
—¿Qué? ¿Ya no puede una chica sorprender a su muy valiente y
ligeramente peligroso novio? ¿En qué se está convirtiendo el mundo?
—Estaba más borracha de lo que había pensado.
—Estás ebria, ¿no? —Se alejó de mí y empezó a poner las sillas sobre
las mesas.
272
—Tal vez un pooooco —Sostuve mi pulgar e índice juntos para indicar
qué tan poco—. Sal y yo lo necesitábamos hacer algo para aliviar
nuestras resacas. ¿Cómo te sientes por cierto, después de todo el
drama de anoche? —Me acerqué a él y puse mis brazos alrededor
de su cintura.
Se encogió de hombros. —No fue nada.
—Difícilmente llamaría a derribar a alguien de un golpe "nada”…
sabes, es en realidad en cierto modo sexy. —Traté de parecer toda
seductora, pero a juzgar por la expresión en la cara de Nat yo había
hecho un poco mal.
—¿De qué estás hablando? No hay nada "sexy" al respecto. No
debería haberlo hecho. —Él no me miraba.
—¿Por qué lo hiciste, entonces? Todo lo que ese chico hizo fue tratar
de seducir a Sal... no es exactamente el crimen del siglo, ¿no? —
Decirlo me hizo apreciar realmente lo extraño que había sido que
Nat lo hiciera.
—Ella estaba molesta. —Su voz era tranquila y oscura.
—Reaccionó exageradamente, es lo que pienso. —Otra realización.
Algo no estaba bien.
—No sabes lo que estás... —Se detuvo, y luego comenzó de nuevo—.
Mira, Si es un gilipollas de primer orden y no pondría nada más allá de
él. ¿Podemos simplemente olvidarnos de todo esto? ¿Por favor?
Puso sus brazos a mí alrededor y asentí con la cabeza en su hombro,
pero algo en realidad no estaba bien. Éramos dos piezas
incompatibles de un rompecabezas. Él olía a trabajo y sudor. Un
poco ácido, en realidad.
Me aparté de él. —Debería irme. Me siento un poco enferma.
—Pero acabas de llegar aquí... —Se inclinó y me acarició en el
cuello. Su aliento estaba muy caliente.
273
—Es muy tarde, y tengo escuela mañana. —Otra vez me alejé.
Nat sonrió. —Esta bieeeeen, si tú lo dices... pero tenemos el lugar
para nosotros... —Le dio una palmadita a la barra—. ¿Qué
dices?¿Alguna vez lo has hecho en un bar antes? —Se rió y sonaba
mal, mal, mal en mis oídos.
—No. —Y su sonrisa desapareció. ¿Qué está mal conmigo? ¿Por qué
no quiero?
—¿Qué pasa contigo? Es por eso que viniste aquí, ¿no? Te conozco,
Grace. Vamos... será divertido. —Me sujetó contra la barra y me besó
con fuerza. Me relajé con eso, sabiendo que era la única manera de
acallar la voz que me susurraba, diciéndome que algo andaba mal.
Hice lo que pude por ignorar la voz: ¿cómo podía confiar en ella
cuando no sabía a quién le pertenecía? Estaba con Nat, y era todo
lo que importaba. ¿No?
La respiración de Nat era fuerte y urgente, y su boca me sabía
diferente. Estaba besando a un desconocido. Y el extraño estaba
desabrochándome los pantalones vaqueros.
Lo aparté de mí. —¡No! —La palabra salió más fuerte de lo que había
previsto. Nat estaba sorprendido, y no podía culparlo. Esto nunca
antes había ocurrido.
Suavicé mi voz y traté de fingir que seguía siendo yo y que Nat
todavía era Nat, y simplemente estaba cansada y borracha y todo
estaría bien en la mañana. —Lo siento. De verdad me tengo que ir.
Estoy demasiado borracha para esto.
No dijo nada por un momento, el ego claramente golpeado. Luego
pareció sacudírselo en un santiamén. —Me parece justo. El bar sigue
estando bastante asqueroso de todos modos... no quisiéramos que te
pegaras a él, ¿verdad? —Sonrió y ya no era un desconocido—.
Permíteme llamarte un taxi. Yo invito.
274
Esperamos por el taxi y él continuó limpiando, como si nada hubiera
pasado. Y charlamos como si nada hubiera pasado. Después de
todo, nada había pasado. ¿No?
Le envié un mensaje de texto a Nat cuando llegué a casa: Lo siento
por lo de esta noche. Te quiero. Beso.
Recibí una respuesta de inmediato: No te preocupes. Beso.
Estuve de un estado de ánimo bastante malo durante el siguiente
par de días. La gente en la escuela parecía sentirlo y la mayoría se
mantenía fuera de mi camino. Sal trató de averiguar qué estaba
pasando, pero yo ni siquiera estaba segura, y ni siquiera podía reunir
las energías para hablar de ello.
Por la noche me quedaba encerrada en mi habitación, sin hacer
gran cosa. Hablé con Nat un par de veces y todo parecía estar bien.
Quería muchísimo verlo, pero tenía a una tía al azar de visita y
contaban con que le mostrara los alrededores de la ciudad y la
mantuviera entretenida. No estaba muy segura de por qué su madre
no podía hacer eso, o Devon, para el caso. Pero al parecer era su
sobrino favorito, no había sorpresa en eso. A todos les encantaba
Nat. Él era encantador.
Para el momento en que el viernes llegó, se sentía como si no lo
hubiera visto durante mucho tiempo. Habían pasado tres días. La tía
al azar tenía mucho por lo cual responder. Nat y yo estábamos
planeando salir el domingo, así que sólo tenía que sobrevivir de
alguna manera un día más en la escuela y un día en casa. No
estaba segura de cual era peor. Sal y yo salimos a almorzar. Pescado
y patatas fritas el viernes era la mejor manera de empezar el fin de
semana.
275
—Ugh, me alegro de que esta semana se haya terminado. No puedo
ESPERAR a que sea fin de semana.
Sal asintió con la cabeza. —Yo tampoco.
—¿Qué vas a hacer de todos modos? ¿Quieres hacer algo mañana?
Realmente podría disfrutar el salir de la casa. No puedo soportar estar
cerca de mi madre por el momento, me está volviendo loca.
—Lo siento, no puedo mañana, me temo. Día familiar.
—¿Día familiar? ¿Desde cuándo tienen días familiares? ¿Pensé que
cada día era un día familiar Chez Stewart?
—Sí, sé que es tonto. Pero mi padre ha decidido que vamos en una
especie de viaje por un día.
—Cristo. De Pesadilla. —Pero yo estaba en realidad pensando que
sonaba algo agradable. Ese es el tipo de cosa en la que los padres
son buenos, supongo. Planear cosas. Buscando en mapas y folletos
las casas señoriales o algo así—. ¿Qué pasa con las familias en este
momento? Están por todas partes, echando a perder mis planes. Nat
tiene a su tía monopolizando cada minuto de su tiempo, y ¡tu padre
echó por tierra mi sábado! ¡Qué desconsiderado!
Sal sonrió. —Lo siento, me gustaría librarme de eso si pudiera. Sabes
cuan molesto se pone Cam en los viajes en coche, esa no es
exactamente mi idea de pasar un día divertido. Te diré que, ¿por
qué no hacernos algo el domingo?
—No puedo, lo siento. Veré a Nat por primera vez en mucho tiempo.
Bueno, por primera vez desde martes de todos modos.
—No hay problema —Sal se encogió de hombros, pero podía decir
que estaba un poco molesta. Por lo general, pasamos por lo menos
un día del fin de semana juntas, si no los dos.
276
—¿Pero tal vez los tres podemos hacer algo? —ofrecí, bastante
generosamente, pensé. Por favor di que no, por favor di que no, por
favor di que no. Lo quiero todo para mí.
Ella debe haber leído mi mente. —No, tú estás bien, gracias.
Me sentí aliviada, e inmediatamente me sentí avergonzado por
sentirme tan aliv iada. Pero Nat y yo necesitábamos un tiempo a
solas. Si Dios quiere esta vez ambos nos apegaríamos al guión. Yo
ciertamente planeaba hacerlo, de todos modos.
Decidí a ir a dar un paseo después del almuerzo para eliminar
caminando algo del pescado y las patatas fritas. Los tiempos libres
eran lo único que hacía a la escuela tolerable. Sal también tenía una
hora libre, pero dijo que tenía que recuperar un libro que le tenía
Devon. Yo serpenteaba por el lado del campo de juego,
quedándome detrás de algunos relucientes de primer año
embarcándose en su primera carrera a campo traviesa. Nunca
entendí exactamente por qué se espera que uno se pavonee afuera
de los terrenos de la escuela en nada más que una camiseta y unos
pantalones cortos muy pequeños de gimnasia. Un Ritual de
Humillación, supongo. Era suficiente para apartarte del deporte de
por vida, pero de alguna manera me las arreglé para pasar por eso y
ahora me gustaba correr más que nada. No es que pudieras haberlo
imaginado sin embargo, no había estado corriendo en años. Tal vez
eso explica mi estado de ánimo.
Estaba medio tentada a correr detrás de los de primero, pero a) No
estaba vestida exactamente para el eso, botas de motorista y una
falda diminuta, y b) sería una cosa extraña para hacer, incluso para
mí. Así que los vi correr y tropezar y serpentear en el bosque delante
de mí.
Y entonces la manada de corredores estaba fuera del alcance del
oído y estaba completamente sola. Era tranquilo. Me encontré el
tronco de un árbol con aspecto cómodo y me senté en ello como un
gnomo. Saqué mi libreta y mastiqué el extremo de un lápiz. Por
277
primera vez en meses me sentí con ganas de escribir algo, sólo que
no estaba seguro de qué.
Escribir y correr. Dos de mis cosas favoritas. Se me ocurrió que no
había hecho mucho de ninguna de ellas desde que había conocido
a Nat, y eso me hizo sentir triste. Como si hubiera perdido una
pequeña parte de mí misma. O regalado. Estas eran las cosas que
me definían, o al menos solía pensar que lo hacían. ¿Pero qué tan
importantes podrían ser si estaba dispuesto a dejarlas tan pronto
como tuve un novio? ¿A qué otra cosa iba a estar dispuesta a
renunciar por él?
Antes de que pudiera pensar en algo para escribir, mi teléfono sonó,
asustándome y haciendo que dejara caer mi lápiz. El tono alegre
sonaba mal en el silencio del bosque. No reconocí el número, y casi
no la respondo, pero la curiosidad pudo más que yo.
—¿Grace? Eh... hola, soy yo. Eh... Devon, es decir. —Sonaba
improvisado, como si fuera yo la que había llamado, en vez de al
revés.
—Hola, ¿cómo te va?
—Sí, bien. Quiero decir, no exactamente bien. Um... mira, ¿dónde
estás?
—En el bosque detrás de la escuela. ¿Por qué? ¿Sal está contigo?
—No, eh... no. Ella no está aquí.
—Pensaba que se iba a encontrar contigo en la biblioteca después
del almuerzo.
—¿Puedo ir y encontrarme contigo? Realmente necesito hablarte.
Sonaba como si estuviera en una especie de misión secreta, con
miedo de ser descubierto por el enemigo en cualquier momento. Él
realmente era un raro.
278
—Mira, si se trata de Nat y esa mierda sobre que él no es lo
suficientemente bueno para mí, entonces no quiero oírlo. ¿Y cómo
obtuviste mi número de todos modos? Me lo estaba preguntando
después de tu mensaje de texto el otro día.
—Yo... lo tome del teléfono de Nat.
—No pienso que él estaría muy contento con eso, ¿verdad?
—¡¿A quién demonios le importa lo que piense?! —Nunca lo había
oído maldecir antes y sonaba mal—. Grace, t ienes que escucharme.
Él es…
—No, en realidad no tengo que hacerlo. —Hablé sobre él, pero
definitivamente oí las palabras “jugando contigo”. Ahora estaba
molesta—. Podría estar sin ti poniéndome ideas en mi cabeza. En
realidad no es asunto tuyo, pero si quieres saberlo, todo está bien
entre Nat y yo. Y estaría aún más bien si te mantienes apartado. No
voy a tener a nadie arruinando esto por mí, ¿está bien? Voy a hablar
con Nat tan pronto como su tía se haya ido. Creo que tiene derecho
a saber lo que su hermano menor esta asiendo a sus espaldas. —Lo
dejé así, sintiéndome mejor por ventilar mis sentimientos. Segura de
que estaba en lo correcto. Hasta que...
—¿Tía? ¿Qué tía? ¿De qué estás hablando?
Fui al baño a salpicarme la cara. Cuando estaba secándome las
manos me di cuenta de que algo había cambiado. Algo imposible.
Mis cicatrices han desaparecido. Cada una de ellas. Esto no puede
ser real. Revisé mis muslos, sólo para estar segura. Ni una sola cicatriz,
sólo una piel suave y blanca. Esto es real.
Y de alguna manera sabía que había sucedido. No sabía cómo lo
sabía, pero lo sabía.
279
Fui hasta donde Ethan y levante las sábanas que había envuelto a su
alrededor.
Sus brazos están atravesados por líneas plateadas. Mis cicatrices.
Dos de las cicatrices son diferentes del resto. Gruesas costras de color
rojo oxidado corren por el interior de cada muñeca. Todavía tienen
que sanar.
Las otras cicatrices son tan familiares para mí como mi propio reflejo.
Pero estas dos... son diferentes. Son nuevas.
La respiración de Ethan está desacelerando, creo.
Me gustaría que hubiera algo que pudiera hacer.
—¿Tía? ¿Qué tía? ¿De qué estás hablando?
Colgué la llamada. Él volvió a llamar inmediatamente, así que
apagué mi teléfono. Recuperé mi lápiz del suelo del bosque y escribí
una sola palabra en mi cuaderno:
MENTIRAS
Lo subrayé tres veces, presionando más y más fuerte en el papel.
Ment iras. A menos que Devon fuera espectacularmente distraído y
simplemente no se hubiera dado cuenta de una mujer de mediana
edad que merodeaba por su casa durante los últimos días. A menos
que Devon estuviera quedándose en la casa de su padre por el
momento. A menos que... a menos que... a menos que nada.
Nat me había mentido. Era tan jodidamente obvio. Me sorprendió
que no me hubiera dado cuenta antes, no es que fuera tan
confiada. Es evidente que todavía estaba enojado por la otra
280
noche. Es por eso que me estaba evitando. El rechazo debió haberlo
lastimado más de lo que había pensado. Dios, los chicos son tan
frágiles. Una noche están derribando a alguien de un golpe, y al
siguiente están molestos porque su novia no ser irá a la cama, por
una vez.
Me senté en mi hongo en el bosque y el pensé en la mejor manera
de manejar esto. ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo
hacer? Nat había mentido. Esto no era bueno. Pero había mentido
por una razón, estaba molesto. Y había acordado vernos el domingo.
¿Así que era realmente tan malo si quería algo de tiempo?
Sí. Sí, lo era. No debería haber mentido. Si tan sólo me hubiera dicho
que quería pasar desapercibido por un par de días, habría
entendido. Ahora, ¿quién está mint iendo?
Quería llamarlo y confrontarlo acerca de la mentira, sólo para ver
qué diría. Pero sería mucho mejor hacerlo en persona. De esa
manera sería capaz de ver la verdad en sus ojos, estaba segura de
ello.
Domingo. Esperaría hasta el domingo. Eso sería la mejor manera de
actuar. Podría ser paciente... si lo intentaba muy, muy, muy fuerte, y
escondía mi teléfono en algún lugar para evitar la tentación.
Domingo. Todo sería puesto en orden entonces. Me sentí mejor tan
pronto como la decisión había sido tomada.
Fue más difícil de lo que había pensado, no llamarlo. Haraganeé el
último par de clases de la tarde y vagué alrededor de la ciudad,
tratando lo mejor que podía de pensar en cualquier cosa excepto él.
Mama me hizo sentarme para una “cena apropiada”. Fue pura
tortura. Trató de hablar sobre Mick, pero me rehusé a responder, lo
cual la hizo sentir menos confiada de alguna manera. Paleé comida
281
dentro de mi boca a una velocidad sorprendente, desesperada por
escapar a mi cuarto.
El resto de la noche pasó luchando contra la indigestión, lo cual al
menos me dio algo más en que concentrarme aparte de Nat.
Cuando encendí mi teléfono había once llamadas perdidas de
Devon y cinco mensajes, de los cuales borré todos inmediatamente.
No quería escucharlos. No lo haría, no podría, no debería dejarme
oírlos.
Me fui a la cama temprano, así no tendría que pensar. Pero soñé con
él.
Me levanté tarde el sábado y fui a correr. Ese era el primer paso para
volver a ser yo. Una yo jadeante, sudorosa y colorada como un
tomate. Estaba tan fuera de forma que ni siquiera fue divertido. No
dejaría que estaba flojera sucediera de nuevo.
Mamá está afuera comprando, así que tenía la casa para mí, el
silencio era un alivio. Más llamadas perdidas de Devon. Saqué mi
laptop y leí la última cosa que había escrito: un par de capítulos
sobre una chica espeluznantemente similar a mí: Lame. Incluso le
había dado mi segundo nombre. Lame elevado al cuadrado.
Lo borré y empecé a escribir una historia sobre un gnomo psicópata
que andaba rondando por los bosques, esperando a colegiales
ingenuas para matarlas y comerlas. También patético. Pero divertido.
Me olvidé de Nat por toda una tarde. Se sentía bien estar perdida en
la ficción, donde todo era mucho más franco. Los personajes,
mayormente, hacían exactamente lo que quería que hicieran.
Jalaba las cuerdas y ellos saltaban. Me sentía poderosa y bien y feliz.
Alrededor de las nueve mi teléfono zumbó con un mensaje. Devon
ahora estaba realmente estaba empezando a fastidiarme. ¿Por qué
no dejaría en paz las cosas?
Pero no era Devon esta vez. Era Nat:
282
¿Puedes venir ahora? Necesito verte.
Eso era inesperado, pero un gran alivio. Contesté para decir que
estaría allí en una hora y media y después me cambié de ropa. Me
miré en el espejo y respiré profundamente: mejor conseguir que las
cosas se resuelvan esta noche. Primero él tendría que rogar por mi
perdón por mentir, después tendría que rogarme para que durmiera
con él. Y no lo rechazaría esta vez.
Devon estaba esperando en la puerta delantera como algún tipo de
portero inepto. Empezó a hablar, pero sostuve en alto mi mano para
silenciarlo.
—No. No tengo nada que decirte. Estoy aquí para ver a tu hermano.
Devon negó con su cabeza y habló calmadamente. —Sólo iba a
decirte que está en el piso de arriba.
—Correcto. Bueno, gracias por la información. —Camine arrastrando
los pies más allá de él. Olía bien.
Mientras subía con dificultad las escaleras podía sentirlo aún
mirándome, pero me giré sólo para estar segura. Él estaba inclinado
contra la puerta, mirándome. Su expresión era afligida.
Me detuve afuera del cuarto de Nat. La música estaba sonando muy
fuerte. Una canción que ambos amábamos. Sonreí para mí misma.
Mi mano estaba en la manija. Me preguntaba si debía tocar. No es
que él fuera capaz de escucharme. Y ESTÁ esperándome…
Abrí la puerta.
Vi un montón de cosas.
La grieta en el techo, más larga y ancha que nunca.
283
Un libro de texto extendido en el piso, el lomo roto.
Un vaso de agua en el escritorio, medio vacío.
Nat en la cama
Con Sal. No yo.
Mis ojos estaban descompuestos y mi cerebro también lo estaba.
Él estaba sentado con su espalda contra la pared. Ella estaba
acostada. Su cabeza estaba en el regazo de él. Mi cabeza no lo
estaba. Él estaba usando jeans y nada más. Ella estaba usando jeans
y un brasier. Pies descalzos. Yo usaba zapatillas.
Él estaba tocando su brazo. No el mío.
Él estaba mirándola y ella estaba mirándolo y yo estaba mirándolos.
Mi corazón estaba desparramándose por mi boca en la alfombra.
Estaba mirándolos y ellos estaban mirándome. Todos estábamos
mirándonos, y nadie estaba hablando.
La música estaba sonando muy fuerte.
Una puerta estaba cerrándose de golpe y unos pies estaban
corriendo. Y corriendo. Y corriendo. Y corriendo.
Mis ojos estaban descompuestos y mi cerebro también lo estaba.
Mi corazón había sido dejado por muerto en la alfombra.
Mis pies estaban corriendo más rápido más rápido MÁS RAPIDO.
Terminé en el parque. El refugio en la parte superior del columpio me
estaba esperando. Abracé mis rodillas contra mi pecho,
desesperadamente tratando de mantenerme unida así no me
284
astillaba en cientos de piezas. Si me soltaba, nadie jamás sería capaz
de unir las piezas otra vez.
Estaba sudando, tenía frio, y luego nada.
Mi teléfono sonó. Sal. Mi teléfono sonó. Nat. Mi teléfono sonó. Sal. Sal.
Sal. Sal. Sal. Sal. Un mensaje de texto.
Mama: ¿Dónde estás? Quiero que estés en casa para la
medianoche.
Yo: Quedándome donde Sal. Nos vemos mañana.
Todo lo que podía ver era a los dos. Los dos incorrectos.
1 + 1 = 2
1 + 1 + 1 = pedazos rotos de mí.
Un mensaje de Sal:
Grace, POR FAVOR, contesta tu teléfono. Necesito hablarte. LO
SIENTO. No se suponía que esto pasara. Todo se echó a perder. POR
FAVOR llámame. ¿Dónde estás? Lo siento. Llámame. Beso.
Tiré el teléfono por la ventana. No lo necesitaría.
Seguía pensando en el brasier que ella llevaba puesto. El brasier que
compró el otro día. Ropa interior completamente nueva para una
ocasión especial. La ocasión especial de tirarse a mi novio.
Seguía pensando en él tocando su brazo. La fácil intimidad que
simplemente no viene de la nada.
Seguía pensando en ellos mirándose. Contemplándose.
Seguía pensando en…
Cortar carne.
Sangre fluyendo.
285
Drogada por el mareo.
Alivio.
Más tarde. Un café demasiado alegre que funciona toda la noche.
Seguía pensando, bebiendo taza tras taza tras taza de café hasta
que vomité en la mesa. Me ahogue. Sin lágrimas, no todavía.
La noche continúo y continúo y temía al amanecer. No quería que el
mañana llegara. Pero lo hizo.
Domingo en la mañana y corredores y perros y personas con
capuchinos y periódicos. Levantados temprano, aprovechando al
máximo el día. Ignorando a la chica fantasma divagando entre ellos.
Aturdida. Observada, contemplando, tocando, queriendo.
Baños públicos. La chica fantasma devolviéndome la mirada en el
espejo.
¿Quién eres?
Nadie.
Mi casa. Esperando afuera, llaves en la mano. Otra puerta que abrir.
Mama esperando en el sofá.
—¿Dónde has estado? —Suavemente pero podía escuchar la dureza
en su voz.
—Te lo dije, dormí donde Sal.
—Hmm… ¿la pasaste bien?
286
—Sí. Fuimos a una proyección tardía en el cine. Pensé que el Sr.
Stewart podría traerme a casa, pero estaba en una conferencia o
algo así, no tenía suficiente dinero para el taxi. Lo siento.
—¿De verdad?
—Sí. —Me dirigí a las escaleras.
—Siéntate. —Toda dura ahora.
—Estoy realmente agotada. Sólo necesito descansar.
—Siéntate. Ahora.
Nada que hacer sino obedecer.
—¿Cuándo te volviste tan buena mentirosa, Grace Carlyle? —Labios
curvados, el enojo apenas contenido.
Ni siquiera traté de discutir. Ya no me importaba.
—Sal llamó anoche, preguntando dónde estabas. Estaba
preocupada. He estado levantada toda la noche esperándote,
preocupada. Casi llamó a la policía.
Un resoplido burlón de mi parte.
—¿Te gustaría explicar exactamente qué es lo que encuentras tan
divertido? ¡Solo mírate! ¡ERES UN DESASTRE! —gritando,
escupiéndome enojo. Me agarró y jaló frente al espejo arriba de la
repisa de la chimenea.
—Mira el estado en que estas. Pareces medio muerta.
Miré. Cabello grasoso y cara pálida y círculos oscuros y ojos. Ojos
verdes que parecían más como grises. Ojos desolados.
¿Media muerta? Más que la mitad, casi toda.
—¿Estas en drogas?
287
Una risita por parte mía, estridente y maniaca.
—¿Y bien? ¿Lo estás? Mírame, Grace. —Otra vez maltratándome,
sacudiéndome. Mi cabeza aferrándose a mis hombros por la propia
vida. —Respóndeme, por Dios.
—No, mamá. No estoy en drogas, pero gracias por preguntar. Es
lindo saber que te importa.
—¿Qué se supone que significa eso?
—¿Qué crees que significa? —Nada de enojo. Una voz ajena a mi
cuerpo.
—Por supuesto que me importa, niña estúpida. Pero no lo haces fácil
algunas veces.
—No es mi trabajo hacerlo fácil. Se supone que deber ser la madre,
¿recuerdas?
Ella estaba furiosa ahora. Aún más porque yo no lo estaba.
—Madura, Grace
—Oh, maduré hace mucho. Qué pena que no estuvieras cerca para
notarlo. Qué pena que nunca pensaste en preguntar dónde estaba
todas esas ot ras noches.
Eso la dejó confusa, sólo por un momento.
—¿Qué otras noches? —Derrotada, humillada, cansada.
Una sonrisita de mi parte. —Las noches cuando estaba con los
chicos, mamá. Un montón de chicos. Teniendo bastante sexo, si
debes saberlo.
—¡Grace!
—¿Qué pensaste que estaba haciendo? ¿Jugando con muñecas?
¿Teniendo picnics con los ositos de peluche?
288
—¡Cállate!
—¿Honestamente no puedes decirme que estas sorprendida? Sabes
lo que dicen… de tal madre, tal hija.
—¡Detente! ¡Deja de hablar, AHORA! —Hora de las lágrimas. Pero no
de mí, no todavía—. Tu padre nunca habría apoyado este tipo de
comportamiento… estaría avergonzado de ti.
—Lo que sea. Él no debió haberse jodidamente suicidado entonces,
¿verdad? Si tan jodidamente le importaba. —Sentí algo entonces…
un destello de emoción y afecto. Lo pisoteé, fuerte.
—Ve a tu cuarto. Ahora.
—Lo que sea que digas, mamá.
Ella me odiaba, y yo estaba feliz.
Preguntas. Un montón de preguntas, todas peleando por mi
atención. Me escondí de ellas bajo el edredón, pero se filtraron de
alguna forma. Goteando continuamente veneno dentro de mi
cabeza.
Goteo. ¿Cuándo fue la primera vez? Shh, no escuches.
Goteo. ¿Quién hizo el primer movimiento? No importa. Calla.
Goteo. ¿Cómo pudieron hacerme eso? Eso es lo que la gente hace.
Dañan.
Me dormí. Un sueño confuso e inquieto.
Sueños, pensamientos y preguntas… todos mezclados al derecho y al
revés y descaminadamente.
289
Corta. Córtalas. Más profundo. Es la única manera.
El veneno era más fuerte que yo. Estaba imposibilitada a resistir.
Corta.
Me desperté con una nueva pregunta: ¿Por qué me pidió que fuera?
No puede haber querido que viera eso…. ¿O sí? ¿A menos que fuera
su única y propia manera de abandonarme? No. Piensa más fuerte.
Y entonces lo supe: No había sido Nat quien había querido que lo
viera.
Más tarde. Mamá entró cautelosamente. Pretendí estar dormida.
Acarició mi mejilla y su toque hizo que mi piel se pusiera de gallina, se
arrastrara y picara. Se quedó unos minutos, y antes de que se fuera
susurró: —Te amo. —Ment irosa.
Lunes por la mañana. La feliz luz solar fluyendo a través de la
ventana. Hoy es el día. Sonreí a la chica fantasma en el espejo. Se
veía diferente hoy. Me duché, vestí y me puse algo de maquillaje y
bajé las escaleras.
Ahora por un t ramposo rato…
—Buenos días, mamá.
Ella estaba sentada en la cocina dándome la espalda. No dijo nada.
Me paré detrás de su silla y la abracé, como solía hacer. Susurre: —
Realmente, realmente siento lo de ayer. No quise decir nada de eso.
Estaba cansada y enojada… Sal y yo… nos peleamos el sábado en
290
la noche. —Besé su perfectamente empolvada mejilla—. Sé que no
es una excusa, pero lo siento. —Ahí. Listo.
Palmeó mi brazo y supe que había acertado.
—También lo siento Grace. No quise decir eso… sobre tu padre. Era
sólo que… algunas de las cosas que dijiste…
Me deslicé en la silla al lado de ella y tomé su mano. —Lo inventé.
Sólo dije la primera cosa que vino a mi cabeza… fui una total arpía.
Lo siento.
Ella miraba dentro de mis ojos y no me veía. Nunca lo hacía. Creía lo
que yo quería que creyera. Siempre. —En serio, Grace. Eres muy
chistosa, ¿no? Sólo sigamos adelante. Te diré qué… ¿por qué no
tenemos una noche de chicas mañana? Sólo las dos. Sería bueno…
hablar. Sé que no he estado mucho alrededor últimamente, y las
cosas no han sido exactamente fáciles para nosotras desde que tu
padre… pero pienso que deberíamos empezar a pasar más tiempo
juntas. ¿Qué dices?
Su cara estaba esperanzada. Eso la hacía parecer más joven.
—Mamá, está bien. Soy una chica grande… puedo cuidarme. Y
mereces vivir tu propia vida. Las cosas están bien… no te preocupes
por mí. —Era más fácil de lo que pensé. Todas las palabras salían en
el orden correcto y mi voz era clara y suave y… filial—. Pero mañana
suena genial. —Sí. Mañana.
—¡Encantador! Oh, casi lo olvido. Sal llamó ayer… bastantes veces
en realidad. Pero pensé que era mejor dejarte dormir. Suena como si
quisiera hacer las paces ¿verdad?
Emplasté una sonrisa plástica. —Sí. Genial. Bueno, hablaré con ella en
la escuela. Estará bien. —Nos sonreímos y me preocupé de que mi
cara reventara.
291
Después del receso, doble inglés. Sal estaba allí, por supuesto. La
mirada en su cara cuando me senté a su lado era bastante especial.
—Grace, hola. No sabía si estarías aquí. Yo… no sé qué decir. —¿Por
qué nunca había notado cuan t ímida suena?
—¿Tienes tu copia de los Cuentos de Canterbury contigo? Deje la
mía en casa.
—¿Qué?¿Es en serio?
—¿Qué?
—Grace, necesitamos hablar…
El profesor llegó y empezó a hablar y hablar y hablar y tomé notas.
Escribí pulcramente y usé una regla para subrayar todos mis títulos.
Sal estaba garabateando furiosamente a mi lado. Arrancó una
página de su cuaderno y lo deslizó a través de mi escritorio.
Lo siento. ¿Por favor podemos hablar? NECESITAMOS hablar sobre
eso. Siento mucho lo del sábado, pero es complicado. Hay algunas
cosas que necesitas saber. Sí, como cuando empezaste a follarte a
mi novio. Se suponía que esto nunca pasaría, sólo déjame explicarte.
Necesito que sepas que eres mi mejor amiga y la última cosa que
quería hacer era lastimarte.
Le contesté: ¿Tienes tu copia de los Cuentos de Canterbury contigo?
Ella suspiró, ahora frustrada. Agarró el papel y me lo devolvió: Por
favor. Sólo escúchame. Entonces si no quieres nada más que ver
conmigo, está bien. Necesito explicarte, acerca de Nat, de la
Pascua, de todo. ¿Almuerzo?
Yo: No puedo hoy. Lo siento.
Sal: ¿Esta noche entonces?
292
Yo: Tengo planes. Lo siento. Sin embargo tengo libre mañana en la
noche. Sí, mañana es perfecto.
Sal: Realmente pienso que deberíamos hablar hoy.
Estaba aburrida ahora: Mañana o nada.
La miré, la observé en sumisión. Ella dio una pequeña inclinación de
cabeza.
Salí disparada del salón tan pronto como la campana sonó. No
quería que me siguiera. Quería ir a los bosques, pero sólo hice medio
camino por el corredor. No podía permitir que alguien me viera, la
biblioteca era la única opción. Me agaché entre los estantes de
referencia. Justo a tiempo antes de que los conductos lagrimales se
desataran: Un ataque total. Sollozando en silencio.
¿Explicar sobre la Pascua? ¿Que hay sobre Pascua?
Piensa en eso.
No, no, no, no, no, no, no. No puede ser verdad. No es posible. No. Sí.
No pienses en eso.
Detenlo. Detenlo ahora. Esto no es parte del plan. No cambia nada.
Piensa en algo más, cualquier ot ra cosa. Mira los libros.
Saqué una Enciclopedia de aves británicas del estante más cercano
y me senté en el piso. Mira cuantos diferentes t ipos de gaviotas hay…
cuéntalas, memorízalos. Lee los nombres en Lat ín… una y ot ra y ot ra
vez.
Mirando, tocando, deseando, maldita sea.
Pisadas. —¿Grace?¿Grace, eres tú?
Quería que el libro me tragara. Pero no lo hizo.
293
Sophie se arrodilló frente a mí. —¡Grace! ¿Cuál es el problema?
—Nada estoy bien. —Los sofocantes sollozos me traicionaron.
Se sentó a mi lado y puso su brazo alrededor de mis hombros,
susurrando: —Shhh, estará bien —repetidamente. Me incliné hacia
ella.
Más pisadas acercándose. No me atreví a levantar la mirada.
Sophie siseó a quien sea que fuera: —¡Adelante, lárgate!
Las pisadas se dispersaron. Me reí, aún llorando.
—Eso está mejor. Más risa, menos llanto. ¿Quieres decirme que está
mal?
Negué con mi cabeza.
—Sabes que puedes confiar en mí, ¿cierto? —No puedes confiar en
nadie, jamás.
Pero asentí de todas formas.
—¿Quieres que vaya y encuentre a Sal?
Negué con mi cabeza de nuevo, más fuerte.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
—No —susurré—. Gracias —Correcto. Cálmate, ahora. Tome un
profundo y vibrante respiro—. Creo que estoy bien ahora. —
Ment irosa.
Sophie no se lo estaba creyendo. —Bueno, solo sentémonos aquí por
un poco más de tiempo. No tenemos que hablar.
Estaba patéticamente agradecida. No estaba lo bastante lista para
enfrentar al mundo… necesitaba ponerme mi armadura más
294
cuidadosamente esta vez. Asegurarme de que no hubiera grietas.
Incliné mi cabeza contra la de ella y nos sentamos en silencio.
Casi le digo. Casi. Pero tenía que fijarme al plan.
La campana sonó y me arrastré hasta mis pies. Una descarga de
mareos de modo que tuve que sostenerme contra el estante.
También Sophie se levantó. Sus rodillas hicieron un sonido crujiente, el
cual nos hizo sonreír. Empujó sus lentes arriba del puente de su nariz.
—Yo… espero que te sientas mejor. Si algunas vez…
Asentí. —Gracias por ser tan genial. Me siento mucho mejor ahora.
Y repentinamente me golpeó: esta sería la última vez que la vería.
Respirar era difícil. La abracé ferozmente. —Eres una verdadera
amiga, ¿lo sabes? —Parecía desconcertada, pero seguí adelante—.
Lo que hiciste hoy… realmente ayudó. Nunca olvides eso. Siento
haber sido una completa perra. Deseo que las cosas hubiesen sido
diferentes. —Shh. Ella sospechará. Deja de hablar.
—Oye, está bien. Podemos ser amigas, Grace. Eso me gustaría.
Sentí que me arrollaron. —A mí también.
Me alejé caminando. Odiándome aún más de lo que los odiaba a
ellos.
No mires at rás. Mantente fuerte… no será por mucho t iempo ahora.
La tarde estuvo bien. Mi armadura me protegió de todo y todos y,
más que todo, de mí. Escuché cuidadosamente en las clases, tomé
notas sobre batallas, reyes y cosas. Memoricé las fechas y nombres.
295
Y después todo había terminado. La escuela había terminado. Todos
salían por las puertas de la escuela, simplemente felices de que otro
lunes estuviera completamente acabado.
Vi a Devon esperando en la parada del autobús. Él me vio, también.
Caminé hacia él y parecía preocupado, culpable, atrapado. El bus
llegó y él irrumpió en la parte delantera de la cola, desesperado por
escapar.
Lo dejé ir. Él no importaba, no en realidad.
Casa. Un sobre para mí, de Nat.
Terrible caligrafía, al igual que la mía.
Ninguna estampilla o matasellos, entregado a mano. Miré a través
de la ventana en caso de que estuviese mirando. No lo estaba.
¿Por qué no había esperado a verme?
No quieres verlo. No haría ninguna diferencia. Es mejor así.
Me senté en el sofá, el sobre ubicado a mi lado.
Léelo. No lo leas. Léelo. No lo leas. No lo leas. No lo leas. No lo leas.
No lo leas. Solo serán ment iras. Ment iras y excusas y más ment iras.
No puedes confiar en nadie, jamás.
Lo rasgue en diminutas piezas, piezas tan pequeñas que nadie jamás
podría ponerlas juntas de nuevo. Las esparcí dentro del cubo de
reciclaje.
296
La cena con Mamá en frente de la televisión. Pasa la sal, por favor.
Lavar los platos. Poner todo de vuelta en su lugar.
Examinando los cuchillos en el bloque de cuchillos. Escogiendo.
Hora de ir al parque una últ ima vez.
Hora de ir, Grace.
Y eso era todo. Misión completa. El lunes había acabado.
Yo había terminado.
O eso pensé.
Ethan se fue. Desperté y se había ido.
Me dejó. Justo como papá. No. No como papá.
Ya no estoy asustada. No necesito a papá. O a Ethan. O a Nat. O a
Sal. No en realidad.
Estoy viva, soy fuerte, brillante y creo que voy a estar bien.
Todo lo que tengo que hacer es salir de aquí. Pronto.
La puerta no está con cerrojo. SÉ que la puerta está sin cerrojo. Ethan
no me mentiría.
Dormir una vez más y estaré lista.
Dormir una vez más.
297
Dist raída, adormecida, drogada. Despierta, dormilona.
No puedo abrir mis ojos. ¿Por qué no puedo abrir mis ojos? Trata más
fuerte. No está bien. Mis ojos no funcionan. Escucha entonces.
Silencio. No, no bastante silencio. Sonidos de pitos, lejos muy lejos.
Sonido como silbidos, también. Como la marea. Adent ro, afuera,
adent ro, afuera. Sigue y sigue y sigue. Shhh. Vuelve a dormir. Dormir
es bueno. Puedes dormir para siempre.
Despierta, dormilona.
Ah, por favor déjame dormir. Estoy muy cansada.
No. Levántate. Abre tus ojos. Mueve tu brazo al menos.
Lo intento. El brazo no obedece. Al menos pienso que lo hace, pero
no estoy segura de donde está. Intenta más fuerte. Encuént ralo,
siéntelo. Debería estar conectado a tu hombro. Ahí está, con una
mano al final, y también dedos. Trata de mover un dedo. No, no
puedo. Sin embargo puedo sent ir algo. ¿Qué es? Se siente familiar,
lindo. Una mano sobre la mía: caliente y reconfortarle. La mano de
un chico, creo. Mmm, hueles bien.
¿Eres tú Ethan?
¿Quién es Ethan?
No recuerdo.
Voces. Gente con voces, diciendo cosas que no ent iendo. Palabras
largas. Pregúntales dónde estás. Pregúntales por qué no puedes abrir
298
tus ojos. Pregúntales, pregúntales, pregúntales qué está mal cont igo.
Habla. Ahora. NO PUEDO. NO PUEDO. NO PUEDO. Gritando dent ro
de mi cabeza. Mis ojos no funcionan y mi cerebro tampoco.
Silencio. No te preocupes. Tal vez te has quedado dormida viendo ER
de nuevo.
Una nueva mano. Más pequeña, más fría. Y una voz.
—Despierta, dormilona. Es hora de que despiertes ahora. Vamos,
abre tus ojos, sólo por mí. Sé que puedes hacerlo si lo intentas. ¿No?...
Bueno, aprieta mi mano. Siquiera un poco. ¿Por favor? Mi mano está
flotando, más alto. Aún al final de mi brazo, creo. Shhh. Intento
dormir.
—Bueno, lo intentaremos de nuevo mañana. Descansa y lo
intentaremos ot ra vez. Si, mañana serás más fuerte, simplemente lo
sé.
Silencio. Y entonces—: No te at revas a dejarme. Ni siquiera lo pienses.
No dejaré que pase de nuevo. NO LO HARÉ. ¿Me escuchas? Lo
intentarás con más fuerza mañana. ¿De acuerdo? Sólo. Inténtalo.
Más duro. —La misma voz, tensa y ent recortada. Me ahoga.
Beep, beep, beep, el sonido suena más alto, más largo, no se
detendrá.
No hay más silbido. El sonido del mar se ha detenido.
La mano es arrancada de mí, y me muevo más rápido, creo. Las
cosas giran a mí alrededor. Voces altas y más altas. Manos
tocándome. Sin embargo no es él. No es él.
299
¿Qué me está pasando? Shhh, sólo duerme. No preocupes a tu
pequeña cabeza con eso. Noche, noche, duerme bien.
Lat ido, lat ido, lat ido. Mi pecho duele.
Respiro. Inhalo y exhalo. Inhalo y exhalo. El silbido ha regresado y
también lo ha hecho su mano.
Sonrío. Sin embargo, sólo en mi interior, así nadie la puede ver. Una
sonrisa secreta solo para mí.
Ot ra voz. No me queda más opción que escuchar. Es la voz de una
chica. Suena enojada. Trato de averiguar si hay una mano sobre la
mía, pero no estoy segura. Sólo una punzada insípida en mi muñeca,
lo que es raro.
—Espero que no te importe que haya venido. No podía no venir.
Todo esto es mi culpa. —Esto podría ser interesante.
La voz cont inúa. —Aun no puedo creer que lo hicieras. —¿Hacer
qué? ¿Por tan crípt ica?
—No sé si puedes oírme… ¡Por supuesto que no puedes oírme! Esto es
tan estúpido pero… necesito que sepas que… lo siento, realmente lo
siento. Todo esto es un desast re. No puedo evitar pensar que si te
hubiera dicho la verdad desde el principio, nada de esto hubiera
pasado. Lo siento. —¡Suficiente con que lo sientes! Sólo supéralo.
—Lo conocí primero, ¿sabes? No lo digo sólo para ser una perra. Es la
verdad. Estaba en la casa de Devon, y él estaba ahí. Me gusto de
inmediato, y a él… yo le gusté. Nunca pude darme cuenta con los
chicos antes, pero con él sólo lo supe. Había invitados a algunos
compañeros para una fiesta, las cosas se pusieron un poco locas.
Devon se cansó y se fue a casa de su papá. Debería haberme ido
también. Pero no lo hice. Me gustaba mucho. Teníamos un montón
300
de cosas en común. Hablamos muchísimo. Siento mucho si no quieres
oír esto, pero necesito que sepas la verdad.
—Bebí mucho. No quería hacerlo, pero estaba nerviosa y… estaba
pasándola bien. Me sent ía una persona dist inta. Sabía que algo iba a
pasar con él. Realmente, quería que algo pasara. Pero también se
emborrachó, por part icipar en esos estúpidos juegos de beber. Se
quedó dormido en el sofá mient ras yo estaba en la cocina. Idiota. Y
entonces… —¿Entonces qué?
—Uno de sus amigos me había estado echando el ojo toda la noche.
Simon. Vio que me estaba por ir, y me rogó porque me quedara. Fue
más fácil decir sí en vez de no. Me sacó a bailar, y fue bastante
divert ido. Recuerdo que pensé: “Así es como se debe sent ir ser tú”,
simplemente hacer lo que quieres hacer y que no te importe.
Siempre me había preguntado cómo hacías eso.
—Simon siguió llenándome el vaso, y a mí no me importaba. Bailamos
un montón, y entonces me besó. Y yo lo besé. No estaba pensando.
Y entonces debemos haber ido al cuarto de Devon. Y yo… no
recuerdo mucho realmente. No recuerdo cómo pasó. No pensé en
decir no, pero no puedo creer que no lo hiciera. ¿Tiene eso sent ido?
—No tengo idea
—Solo sé que me desperté con malestar y con dolor de garganta, y
supe lo que debía haber pasado, pero no podía creer que de hecho
lo hice. Simon dormía junto a mí, así que simplemente me vest í y salí
corriendo. Me sent ía asquerosa. No sé porque no te lo conté. Debería
habértelo dicho, quería hacerlo pero… creo que nunca me
perdonaré a mi misma por…
Escucho una puerta abriéndose
—Oh, lo siento. No sabía que había alguien aquí. —La voz de un
chico.
—No hay problema. Me tengo que ir de todas maneras.
301
—No te vayas, por favor. Creo que deberíamos hablar.
—No aquí, no ahora. Deberías quedarte... hablar con ella. —¿Ella?
Supongo que “ella” debo ser yo. Pero, ¿quiénes son ellos? y ¿ES más
quién es este Simon?
No pienses en eso, no pienses en eso, no pienses en eso.
—No sé qué decir. —Él suena petulante
—¿Qué tal si dices, lo siento? Ese sería un buen lugar para comenzar.
Ouch. La puerta cerrándose last ima mis oídos. Escucho con más
atención buscando la voz del chico, pero mis oídos están llenos de
nada. Solo de bips y silbidos. Reconfortantes. Comienzo a dejarme ir,
cuando él habla.
—Esto es tan raro —Oigo una profunda exhalación, creo que lo siento
en mi brazo—. Solo para que conste, no creo que puedas oírme.
Nada de lo que he escuchado sobre este t ipo de cosas me ha
convencido. —Ja, eso es lo que tú piensas amigo.
Un profundo suspiro. —Pero lo siento ¿sabes? Esto nunca debería
haber pasado. Me preocupaba por t i, pero lo arruiné desde el
comienzo. ¿Quieres escuchar algo graciosos? —Pude notar que esto
no iba a ser nada divert ido. Su voz era amarga.
—¿Recuerdas la noche que nos conocimos? Acababa de volver de
la Universidad y lo primero que hice fue ir a darme una vuelta por su
casa. Había estado pensando en ella desde que la conocí. Le había
enviando correos elect rónicos, la llamé, le envié mensajes de texto,
pero me ignoraba, y no podía descifrar por qué. Estaba dest ruido.
Dios, ¿por qué siquiera me molesto en explicar? No puedes oír ni una
palabra de lo que digo. —¡SI, SI PUEDO!
—Como sea, ella se rehusó a verme esa noche también. Y entonces
te conocí en la parada del autobús. Pensé que podía intentar
olvidarla. Y estaba funcionando, hasta que averigüe que ustedes
302
eran amigas. Estaba tan jodido. Lo sé, no es una excusa, pero estaba
confundido. Yo... creí que me estaba enamorando de t i, pero no me
la podía sacar de la cabeza. Ella sabía cómo me sent ía, pero me dijo
que no haría nada que pudiera last imarte. Me hizo prometerle que
no diría nada, incluso me hizo pretender que nunca antes la había
conocido.
Hablaba en voz baja. —Cuando me dijiste que ella había quedado
embarazada… me culpe a mí mismo. Sabía que debía haber sido
Simon, él es un hijo de puta desgraciado y había actuado tan
engreído después de la fiesta, pero nunca supe porque. Le rogué a
Sal que se encont rara conmigo. La besé esa noche, pero me dijo
que si yo terminaba cont igo jamás me lo perdonaría. ¿Ella realmente
te quiere sabes?
—Y entonces esa noche… no deberías haber visto eso. Pero en
realidad nada pasó. Nosot ros nunca…
Eso me golpeó, como un golpe psíquico al corazón. Esa noche. Yo
recordaba Esa Noche.
No escuche ninguna ot ra palabra de lo que me dijo.
Nat . Sal
No pienses en eso. No Pienses.
Pero tengo que hacerlo. Quiero hacerlo. Necesito hacerlo.
Solo vete a dormir.
¡No!
No quieres recordar. Sólo déjate llevar. Es mejor de esta manera.
Confía en mí.
¡No!
303
Lo lamentarás.
Ya lo veremos. Lo veremos.
Lo recuerdo. Todo. Y duele. Más de lo que nunca creí posible.
Sé en donde estoy, lo que hice y por qué no me puedo mover,
hablar o abrir los ojos. Y tengo miedo.
Fue un terrible error.
Me gustaría no estar aquí. Me gustaría ir a casa.
Por favor.
Por favor.
La mano ha regresado, anidada en la mía. La mano derecha. O la
izquierda. Pero al menos se siente bien.
La música está sonando. La misma canción una y ot ra vez. La he
escuchado en alguna parte antes, creo. Y es hermosa.
La música se det iene. Y entonces él habla.
—Espero que no te moleste tener que escuchar eso. Creo… que
podrías despertar. Estúpido de mí, probablemente. No te lo dije
antes, pero cuando la escucho me recuerda a t i. No sé por qué.
Una pausa y entonces la voz se encuent ra más cercana, justo junto
mi oído. —Estoy aquí para t i, si necesitas un amigo. Sé que no debo
ser tu primera opción, pero creo que tenemos más en común de lo
que crees. No te rías. —No lo hago.
304
—Siento lo que hice. No deberías haberlo descubierto de esa forma.
Si hubiera pensado aunque sea por un segundo que algo como esto
podía suceder, nunca lo habría hecho… pero no escuchabas, y no
podía pensar en ot ra manera. ¡Eras tan terca! Incluso ahora estas
siendo terca, ¿sabes? Pretendiendo que no puedes oírme.
Ignorándome. Es un poco grosero de hecho, sabes.
Pero si PUEDO oírte, grito en mi interior. No te ignorare, nunca más. Lo
prometo. Necesito un amigo ahora. Un amigo como tú.
—Está bien, no hace falta que digas nada hoy. Pero regresaré.
Mañana, y el día siguiente y el siguiente, hasta que estés tan
cansada de mi que te levantes de esa cama, y salgas caminando
de aquí. Va a suceder. Confía en mí. —Creo que lo haré.
Siento que besa gent ilmente la parte posterior de mi mano, Y
entonces se ha ido.
La pequeña mano ha vuelto, pero esta vez es más cálida.
—Lo siento, Osito Gracie. Lo siento. —¿Osito Gracie? He escuchado
eso antes, creo. Pero ¿qué significa?—. Sé que debería haberlo dicho
hace años, pero estaba demasiado ensimismada. No estuve ahí
cuando me necesitaste… me sent ía tan last imada. Y sé que tú
también lo estabas, pero de alguna manera simplemente no pude
obligarme a mi misma a hacer algo sobre eso. No pude ser quien tú
necesitabas que fuera. Lo ext raño tanto. Él lo era todo para mí.
Nunca podré comprender por qué lo hizo. Por qué nos dejó.
Su voz es pequeña y en cierto modo desgarradora. La mano aprieta
la mía y realmente me gustaría apretársela de regreso. Lo intento con
más fuerza, pero no lo logro.
—No sabía cómo estar si él. Fue todo lo que siempre conocí. Sé que
eso no es una excusa, pero quiero que ent iendas… las cosas son
305
diferentes ahora. Estoy aquí para t i. Y siempre estaré ahí, incluso
cuando no quieras que este. Así es como se supone que sea. No te
decepcionaré, lo prometo. Sólo debes despertarte y te lo probaré.
Le creo a esta voz. Y sé a quién le pertenece.
Intento e intento mover mi mano, sólo para hacerle saber que puedo
oírla. Mi cerebro est á sudando por el esfuerzo. Me concent ro en mi
dedo meñique y pienso, pienso, pienso en moverlo. E intento, intento
y…
Nada
Pero lo intentaré de nuevo. Mañana y el al día siguiente, y el
siguiente.
No me rendiré.
Nunca me rendiré.
Fin
306
Acerca de la autora…
Cat nació en Zambia y educada
en Edimburgo y Yorkshire, lo que le
da un acento que tiende a
confundir a las personas.
Ha escrito libros de no-ficción
sobre cosas interesantes como:
vaqueros, tiburones y piratas, y
ahora escribe novelas YA. Vive en
Edimburgo con un par de gatos,
Jem y Scout, que pasan sus días
tratando de escupir bolas de pelo
en los momentos más inoportunos.
A ella le gusta MUCHO el queso,
especialmente el camembert
horneado.