Aguada y El Proceso n Regueiro y Tartusi

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9 Estudios Atacameños N° 24 - 2002 Aguada y el proceso de integración regional VÍCTOR A. NÚÑEZ REGUEIRO 1 Y MARTA R. A TARTUSI 1 1 Instituto Interdisciplinario de Estudios Andinos (INTERDEA, UNT) – CONICET. A. Sabin 2697 (4107) Yerba Buena, Tucumán, Argentina. Email: [email protected]. RESUMEN Nuestra propuesta sostiene que durante el Formativo, Condorhuasi-Alamito, con aportes de Ciénaga, sentaron en Campo del Pucará las bases para el surgimiento de Aguada en el valle de Ambato. En este momento, se ha- brían entretejido redes de interacción entre distintas co- munidades del Noroeste Argentino, que generaron una integración regional con características particulares. Este proceso tuvo como elementos aglutinantes manifestacio- nes de carácter simbólico, frecuentemente representadas en la iconografía. La necesidad de consolidación de la complejización social emergente, acentuó la centraliza- ción de poder, reforzando los aspectos rituales y la parafernalia que los complementa. Palabras claves: integración regional – proceso histórico – Aguada. ABSTRACT This work proposes that Condorhuasi-Alamito, with contributions from Ciénaga, in Campo del Pucará, set the basis for the birth of Aguada in Ambato valley during the Formative Period. Interaction networks were interwoven between various communities in the Argentine Northwest at that time, generating forms of regional integration with specific characteristics. Symbolic manifestations that are frequently represented in the iconography appear to have been agglutinant elements of this process. The need to consolidate emerging social complexities accentuated the centralization of power, reinforcing ritual aspects and their accompanying paraphernalia. Keywords: Regional integration – historical process – Aguada. Recibido: abril 2002. Manuscrito revisado aceptado: septiembre 2003. Introducción Desde que fue definida como tal por A. R. González (1955 y 1964), “Aguada” ha sido estu- diada bajo distintas categorías: como una “cultu- ra”, como una “entidad sociocultural”, y como la manifestación de un fenómeno de “integración regional” que se manifestó a nivel de superestruc- tura. Debido a que cada sitio estudiado ofrece particu- laridades únicas que lo diferencian de otros si- tios, hay quienes ponen énfasis en las caracterís- ticas diferenciales y desprecian, o soslayan, la exis- tencia de rasgos compartidos. En forma concomi- tante con esta actitud, ha surgido la tendencia a tratar de no emplear el término “cultura”, eludién- dolo de distintas maneras hasta donde sea posible y, cuando ya no lo es, recurriendo en su reemplazo al uso del concepto de “estilo”, o sustituyendo el de “cultura” por “entidad sociocultural” (para refe- rirse a Aguada) (p.e. en Arqueología de Ambato 1991) o por términos de carácter ambiguo como “grupos sociales” (para referirse a Condorhuasi), “sociedades aldeanas” (para referirse a Alamito), “grupos aldeanos“ (para referirse a San Francisco) o “comunidades aldeanas” (para referirse a Saujil), como utiliza Albeck (2000: 204-209). En relación a ese pulcro deslumbramiento por lo particular, conviene recordar algunas palabras de Bunge: “El científico se ocupa del hecho singular en la medida en que éste es miembro de una clase (...) no es que la ciencia ignore la cosa individual o el hecho irrepetible; lo que ignora es el hecho aislado (...) La generalidad del lenguaje de la ciencia no tiene, sin embargo, el propósito de ale- jar a la ciencia de la realidad concreta: por el contrario, la g ener alización es el único medio que se conoce par a adentr ar se en lo concr eto, 2 para apresar la esencia de las cosas (...) . Con esto, el científico evita en cierta medida las confusiones y los engaños provocados por el flujo deslumbra- dor de los fenómenos” (Bunge 1981: 27-28). Veinticinco años atrás, uno de nosotros señaló la importancia de tomar como “unidades de análisis” 2 El subrayado es nuestro.

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AGUADA Y EL PROCESO DE INTEGRACION REGIONAL

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Estudios Atacameños N° 24 - 2002

Aguada y el proceso de integración regional

VÍCTOR A. NÚÑEZ REGUEIRO1 Y MARTA R. A TARTUSI1

1 Instituto Interdisciplinario de Estudios Andinos (INTERDEA,UNT) – CONICET. A. Sabin 2697 (4107) Yerba Buena,Tucumán, Argentina. Email: [email protected].

RESUMEN

Nuestra propuesta sostiene que durante el Formativo,Condorhuasi-Alamito, con aportes de Ciénaga, sentaronen Campo del Pucará las bases para el surgimiento deAguada en el valle de Ambato. En este momento, se ha-brían entretejido redes de interacción entre distintas co-munidades del Noroeste Argentino, que generaron unaintegración regional con características particulares. Esteproceso tuvo como elementos aglutinantes manifestacio-nes de carácter simbólico, frecuentemente representadasen la iconografía. La necesidad de consolidación de lacomplejización social emergente, acentuó la centraliza-ción de poder, reforzando los aspectos rituales y laparafernalia que los complementa.

Palabras claves: integración regional – proceso histórico– Aguada.

ABSTRACT

This work proposes that Condorhuasi-Alamito, withcontributions from Ciénaga, in Campo del Pucará, set thebasis for the birth of Aguada in Ambato valley during theFormative Period. Interaction networks were interwovenbetween various communities in the Argentine Northwestat that time, generating forms of regional integration withspecific characteristics. Symbolic manifestations that arefrequently represented in the iconography appear to havebeen agglutinant elements of this process. The need toconsolidate emerging social complexities accentuated thecentralization of power, reinforcing ritual aspects and theiraccompanying paraphernalia.

Keywords: Regional integration – historical process –Aguada.

Recibido: abril 2002. Manuscrito revisado aceptado: septiembre 2003.

Introducción

Desde que fue definida como tal por A. R.González (1955 y 1964), “Aguada” ha sido estu-diada bajo distintas categorías: como una “cultu-ra”, como una “entidad sociocultural”, y como la

manifestación de un fenómeno de “integraciónregional” que se manifestó a nivel de superestruc-tura.

Debido a que cada sitio estudiado ofrece particu-laridades únicas que lo diferencian de otros si-tios, hay quienes ponen énfasis en las caracterís-ticas diferenciales y desprecian, o soslayan, la exis-tencia de rasgos compartidos. En forma concomi-tante con esta actitud, ha surgido la tendencia atratar de no emplear el término “cultura”, eludién-dolo de distintas maneras hasta donde sea posibley, cuando ya no lo es, recurriendo en su reemplazoal uso del concepto de “estilo”, o sustituyendo elde “cultura” por “entidad sociocultural” (para refe-rirse a Aguada) (p.e. en Arqueología de Ambato1991) o por términos de carácter ambiguo como“grupos sociales” (para referirse a Condorhuasi),“sociedades aldeanas” (para referirse a Alamito),“grupos aldeanos“ (para referirse a San Francisco)o “comunidades aldeanas” (para referirse a Saujil),como utiliza Albeck (2000: 204-209).

En relación a ese pulcro deslumbramiento por loparticular, conviene recordar algunas palabras deBunge:

“El científico se ocupa del hecho singular en lamedida en que éste es miembro de una clase (...)no es que la ciencia ignore la cosa individual oel hecho irrepetible; lo que ignora es el hechoaislado (...) La generalidad del lenguaje de laciencia no tiene, sin embargo, el propósito de ale-jar a la ciencia de la realidad concreta: por elcontrario, la generalización es el único medio quese conoce para adentrarse en lo concreto,2 paraapresar la esencia de las cosas (...) . Con esto, elcientífico evita en cierta medida las confusionesy los engaños provocados por el flujo deslumbra-dor de los fenómenos” (Bunge 1981: 27-28).

Veinticinco años atrás, uno de nosotros señaló laimportancia de tomar como “unidades de análisis”

2 El subrayado es nuestro.

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a lo que denominó “entidades socioculturales”,como son cada uno de los sitios Condorhuasi-Alamito de Campo del Pucará (Figura 1) y deutilizar el término “cultura” para hacer referenciaal conjunto de “entidades socioculturales” que,más allá de sus particularidades, poseen caracte-rísticas comunes (Núñez Regueiro 1975: 171); nose propuso reemplazar al término “cultura”, sinomodificar la perspectiva metodológica utilizadaen la construcción del concepto subyacente, quehasta ese entonces se hacía tratando de integrar“contextos culturales”. Lamentablemente, la pro-puesta metodológica no fue la que se tuvo en cuen-ta, sino el término “entidad sociocultural” que,como hemos referido más arriba, pasó a ser utili-zado en algunos trabajos en reemplazo del térmi-no “cultura”; ni el concepto, ni sus consecuenciasmetodológicas fueron cambiados sustancialmente,tal vez por haber sido escrito en español y no eninglés.

El término “cultura”3 es utilizado para nominar alconcepto “cultura”, que es un concepto instrumen-tal, tradicionalmente utilizado, como dijo GordonChilde, para hacer referencia a

“conjuntos recurrentes de tipos o grupos de tiposencontrados reiteradamente en asociación (...)pero sólo cuando los conjuntos ilustran más deun aspecto del comportamiento humano” (Childe1958: 38).

Es un concepto instrumental como tantos otros:estilo, tipo, unidad doméstica, microrregión ofunebria. Como cualquier herramienta, hay quesaber utilizarla, y no dejarla de lado por no en-tender como se emplea; si no sabemos utilizar lasherramientas conceptuales que tenemos, nos pue-de suceder como con las boleadoras: podemosterminar enredándonos nuestras propias piernas;y no vamos a resolver el problema tratando deinventar herramientas mejores, si somos nosotroslos que fallamos.

Sobre la base de lo expuesto, nosotros seguire-mos utilizando el término “cultura” para referir-nos a Aguada, conceptualizándola como tal sobrela base de la iconografía de los distintos estiloscerámicos, del arte rupestre y de los artefactos demetal y de hueso; y en la esfera de lo ritual, ex-

presada a través de esa iconografía, de sacrificios,uso de alucinógenos y bienes suntuarios y de pres-tigio, y de construcciones ceremoniales; y tratan-do de comprender las razones de las variacionesregionales y temporales que presenta.

Hace 10 años dijimos que no debíamos conside-rar a Aguada como:

“una cultura que se implanta sobre un área ex-tensa, sino la manifestación de una integraciónregional resultante de la interacción de culturasde Formativo Inferior [Temprano] de distinto ori-gen, que alcanza a tener un denominador comúna nivel de superestructura. Por eso, “en cada re-gión las manifestaciones concretas van a ser di-ferentes, según los antecedentes históricos y cul-turales de cada región, y de la misma forma, anivel de organización social, pueden alcanzar dis-tintos grados de desarrollo, según las regiones”(Núñez Regueiro y Tartusi 1990: 153).4

Las variaciones que se observan dentro de Agua-da ya fueron planteadas por González (1977, 1982,1998),5 son debidas a las diferencias que ofreceesa cultura de acuerdo a las zonas donde se en-cuentran los sitios y que, en parte, son causadaspor los factores históricos y culturales preexis-tentes.

Actualmente, seguimos considerando que Agua-da no es una cultura que se implanta violenta-mente haciendo desaparecer catastróficamente alas poblaciones existentes; sino la:

“(...) manifestación de una integración regionalrealizada sobre bases culturales, económicas eideológicas, de sociedades no igualitarias, orga-nizadas a nivel de señoríos, (...) [que] no consti-tuye un salto cualitativamente significativo den-tro de la historia prehispánica del N.O.A. Tienesus raíces en ese desarrollo histórico de comple-jidad creciente que se dio durante el Formativo,durante el cual comienzan a perfilarse nuevos

3 Hacemos referencia al concepto de “cultura” utilizado enarqueología.

4 En negrita en el original.5 En el primero de los trabajos mencionados la divide en tres

sectores, Oriental, Occidental y Septentrional; en el segun-do, en tres culturas, Rinconada, Aguada “sensu stricto” ySchaqui, que se corresponderían con los sectores antesmencionados; y en el último, en cinco estilos, Aguada ne-gro grabado, Ambato tricolor, Hualfín gris grabado, Hualfínpolícromo y Portezuelo, y considera que estuvo integradapor diferentes señoríos incipientes, independientes entre sí.

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Figura 1. Ubicación de las zonas arqueológicas del Noroeste Argentino referidas en el texto.

modos de vida que van superando en magnitudsocial a las de las simples aldeas igualitarias”(Tartusi y Núñez Regueiro 1993).

Integración regional6

Estamos de acuerdo con González (1998) en queno es conveniente usar el término “integraciónregional” que veníamos utilizando en trabajosanteriores para caracterizar a un período en elN.O.A. debido a su limitada utilidad, ya que sóloes aplicable al espacio ocupado por Aguada; por

6 En Núñez Regueiro y Tartusi (1988 Ms) se señaló este ca-rácter de “integración regional” que caracteriza a Aguada;posteriormente, en una misma publicación, Núñez Regueiroy Tartusi (1990: 151-2) y Pérez Gollán y Heredia (1990:173), continuaron utilizando ese concepto; el término de“integración regional” fue comenzado a utilizar para iden-tificar a un “período”, en Pérez Gollán (1992) y en Tartusiy Núñez Regueiro (1993).

esta razón emplearemos indistintamente el térmi-no “Período Medio”, siguiendo la terminologíaoriginalmente utilizada en inglés para el N.O.A.por Bennett y colaboradores (1948) y, en espa-

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ñol, por González (1955); o el de “FormativoSuperior”, sugerido por Núñez Regueiro (1975).

No obstante la limitación que el concepto de “In-tegración Regional” tiene a nivel de periodización,consideramos que es importante analizar el “pro-ceso de integración regional” que tuvo lugar en elterritorio por donde se distribuye Aguada, y ana-lizar las causas que lo produjeron. Además, estefenómeno de integración regional no es exclusivode Aguada ni del Noroeste Argentino, sino que,con distintas características, se ha dado en variasoportunidades en distintos lugares y momentos dela historia andina prehispánica, desde Chavín hastalos incas.7

Integración regional es el entramado de relacio-nes sociales que involucra a un conjunto de po-blaciones asentadas en zonas ecológicamente di-ferenciadas. Este entramado se construye históri-ca y socialmente cuando se comparten los códi-gos del mundo simbólico, estableciendo áreas decoincidencia y complementación que pueden serdesarrolladas sin transgredir las líneas de la iden-tidad regional.

Para nuestro análisis utilizamos el concepto deregión expresado por Santillán de Andrés:

“una región geográfica comprende un espacio or-ganizado, que se expresa menos por sus límites quepor la vida de relaciones que en ella se cumple,noción consustancial de la geografía” (1973: 173).

Además, compartimos con dicha autora la idea que:

“En el NOROESTE, como en otras regiones delactual territorio argentino, el crecimiento y desa-rrollo del espacio organizado ha partido de PO-LOS, es decir, que ambos son consecuencia defenómenos de polarización y por lo tanto se tratade una región polarizada o región ‘nodal’ comola llamarían los norteamericanos” (Santillán deAndrés 1973: 13).

Dentro de la trama de relaciones sociales que ca-racteriza a una región, el sistema de organizaciónse estructura en forma concomitante con la apari-

ción de centros de poder que administran el ma-nejo de la información o conocimiento y la circu-lación de bienes suntuarios y utilitarios. Desde elmomento en que surgen las sociedades formativasse van estableciendo distintos tipos de relacionesentre ellas. Algunas se constituyen en centros demayor importancia o influencia, tejiéndose unatrama de vinculaciones de los centros más jerar-quizados entre sí, de los centros con su área deinfluencia y las cotidianas entre los centros demenor categoría, en el ordenamiento general(Núñez Regueiro y Tartusi 1997 Ms).

Se trata de una nueva forma de estructurar el es-pacio regional, promovida por pautas geopolíticasdiferentes (Figura 2). Las modificaciones espacia-les cambiaban al mismo tiempo las relaciones in-ternas del área; antiguos centros perdieron su in-fluencia y áreas semiperiféricas se convirtieron enhegemónicas. Partiendo de una estructura no es-tatal que se debilita a medida que se van dandonuevas alianzas entre poblaciones de la región, sepasa a la constitución de una nueva instancia dedominación.

Según el análisis propuesto, pensamos que el sur-gimiento, desde comienzos del Formativo, de cen-

7 En nuestros días, en relación al Noroeste, esta integraciónse manifiesta en el ámbito del Mercado Común del Sur(MERCOSUR), integrado a los territorios de los actualespaíses de Brasil, Uruguay y Paraguay, y de Chile comopaís asociado. Figura 2. Esquema de relaciones entre nodos.

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tros de poder político y religioso que actuaron como“polos de desarrollo”; su declinación, al tiempo delsurgimiento de otros que se constituyeron en nue-vos centros de poder y los diferentes sistemas deasociación que se establecieron internamente y entreellos, puede ser utilizado como modelo de inter-pretación para la arqueología americana, desdeAmérica del Norte hasta América del Sur.

Es probable que el valle de Ambato, especialmentela zona localizada entre Rinconada e Iglesia delos Indios (Pérez Gollán y Heredia 1990), constitú-yese el polo de desarrollo fundamental para laintegración de las poblaciones asentadas en elespacio construido y constructor de comporta-miento propio de Aguada (Kusch y Gordillo 1997:89). Aguada se extiende por una vasta zona delterritorio argentino, abarcando diferentes ambien-tes existentes en los valles intermontanos, llegan-do a manifestar su presencia en zonas del bordede la puna y de las selvas tropicales.

Sin embargo, sería absurdo suponer que en losasentamientos de toda esa amplia región, ademásde los rasgos comunes, no existiesen marcadasdiferencias que perturban a los que se encuentranrenuentes a emplear el concepto de “cultura”,debido a las características propias de la historialocal, y las necesidades de adaptación a medioam-bientes diferentes. La cultura de una sociedad(simple o compleja, pequeña o grande) no se im-pone por decreto, se estructura dialécticamentesobre la base de su historia, de las característicasestructurales preexistentes, de la red de relacio-nes sociales operantes y de las relaciones que seentablan con el medio.

Detrás de esa variación que registramos a lo largode la geografía cubierta por Aguada, entrevemosla historia de las poblaciones anteriores, especial-mente Ciénaga y Condorhuasi. Por esta razón, paraentender a Aguada, se hace necesario retrocederpara analizar lo que aconteció en el Período Tem-prano.

Las bases para el surgimiento de Aguada

En otra ocasión habíamos expresado que Aguadaconstituía

“la integración de dos sistemas económicos y cul-turales, uno de origen andino-altiplánico, basa-do en la domesticación de camélidos y el cultivo

de la papa; otro de remoto origen en las tierrasbajas y el piedemonte oriental, basado en la agri-cultura del maíz (...). Aguada representa la sínte-sis, la integración de esos dos sistemas (...)”(NúñezRegueiro y Tartusi 1990: 151).8

Después de diez años, seguimos pensando lo mis-mo; de igual forma, continuamos considerandoque Condorhuasi-Alamito, con los aportes de Cié-naga, conformaron lo que conocemos como Agua-da, sólo que ahora disponemos de más elementosde juicio para sustentar esa hipótesis.

Los elementos que manejábamos en el trabajo de1990, para mostrar la importancia de Condorhuasi-Alamito como antecedente de Aguada, sintética-mente eran los siguientes:

- técnica arquitectónica (paredes de tapia concolumnas de piedra),

- metalurgia,- estilo cerámico Alumbrera tricolor (correspon-

diente a Ambato tricolor),- representación frecuente del felino,- importancia del ceremonialismo (plataformas),- sacrificios humanos.

Después de la serie de trabajos de campo realiza-dos en los sitios Condorhuasi-Alamito de Campodel Pucará, entre 1992 y 1999,9 hay sólidos ele-mentos de contrastación de la hipótesis que for-mulamos sobre el origen de Aguada, que a nues-tro juicio contribuyen a confirmarla.

El análisis del conjunto de datos obtenidos en estossitios muestra que el papel del “sacrificador” y delos rasgos que se le asocian, así como las repre-sentaciones felínicas que encontramos claramen-te representadas durante el Período Medio en laiconografía Aguada, y que han sido claramenteexpuestas por González en diversos trabajos(González 1964 y siguientes), tienen anteceden-tes directos en Condorhuasi-Alamito.

En los sitios de Campo del Pucará se han hallado,en superficie, tallas cefalomorfas, en proximida-

8 En negrita en el original.9 Los investigaciones realizadas en sitios de Campo del Pucará

hasta 1990 han sido detalladamente descritas y analizadasen Núñez Regueiro 1998, razón por la cual consideramosinnecesario extendernos sobre las mismas.

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des de las plataformas (Figura 3); suponíamos quedebían haber estado empotradas en paredes de lasplataformas (Núñez Regueiro 1998: 209). Recien-temente hemos podido encontrar una cabeza depiedra en posición original, en uno de los murosque circundan al patio central de un sitio, cercade la plataforma sur.

Pensábamos que estas cabezas eran la representa-ción de “cabezas trofeo”, o “cabezas cercenadas”,como prefiere llamarlas De La Vera Cruz Chávez:

“Una de las prácticas rituales más sorprendentesen los Andes ha sido la decapitación de cuerposhumanos para preservar en condiciones especia-les la cabeza, como parte del culto al ‘DiosDegollador’. Esta costumbre fue interpretadacomo una tradición guerrera y punitiva de prepa-rar, conservar y poseer, lo que muchos ar-queólogos llamaron ‘cabezas trofeo’. Sin embar-go, las recientes investigaciones demuestran queestas prácticas corresponden a rituales especia-les, no precisamente vinculados con la guerra;sino, más bien, con ofrendas importantes, en lasque el objeto ritual principal lo constituían losrestos humanos tratados muy especialmente parasu preservación” (1999: 37).

La asociación de estas cabezas con sacrificios ycabezas cercenadas se hizo evidente en el recintoA o “taller” (sensu Núñez Regueiro 1998), don-de, entre otros artefactos asociados, se encontróun recipiente con decoración negra pintada sobrefondo crema, de cabezas triangulares con los pe-los parados (Figura 4), de cuerpo globular, cuellorecto y labio evertido, con asas acintadas hori-zontales y un aerófono hecho con una tibia hu-mana; los motivos decorativos de la vasija podríanrepresentar cabezas cercenadas, tal vez sosteni-das por la cabellera;10 la identificación de la ma-teria prima en la que estaba construido el aerófonoapunta también a la existencia de sacrificios.

En los primeros trabajos que realizamos en Campodel Pucará se halló, en uno de los sitios, una delga-da hacha de cobre, de 2 mm de espesor y filo con-

Figura 3. Cabezas de piedra Condorhuasi-Alamito.

10 La serie de cabezas superiores, más pequeñas, está com-puesta por rostros alternados que difieren por tener la bocarepresentada por una línea negra, que puede indicar la se-paración de los labios de una boca cerrada, y un rectángulovacío, que tal vez sea indicación de la lengua saliente; en laserie inferior, de cabezas más grandes, también alternan dostipos de rostros: con los ojos abiertos, y con los ojos cerra-dos. Es probable que ambas series representen la dualidadvida-muerte.

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vexo con un diámetro de 65 mm (Núñez Regueiro1998: 170), que podría haber sido utilizada parasacrificios; la existencia de sacrificios humanosya estaba evidenciada a través de otros hallazgosrealizados especialmente en proximidades a lasplataformas, y en un montículo mayor (“basural”).

En el mismo sitio donde se encontró el taller refe-rido, en proximidades del muro que rodea al patiocentral cerca de la plataforma sur, se hallaron cin-co cráneos, constituyendo un conjunto (Figura 5);de uno de ellos se conserva, además, el maxilarinferior. Los cinco cráneos estaban sobre el piso,perfectamente conservados, y dispuestos de tal ma-nera (cuatro sirviendo de base al quinto), que no sepuede explicar que esa disposición se hubiese con-servado, a no ser que estuviesen guardados en al-guna cesta o dentro de un recipiente de madera.Tres de los cinco cráneos son femeninos y en dosde ellos se observa con claridad que la causa de lamuerte fue una herida recta de unos dos milíme-tros de ancho y algunos centímetros de largo, cau-sada por un golpe; en los dos cráneos masculinosno se observan huellas de traumatismos que pudie-ran haberles causado la muerte. De acuerdo conlos cortes observados en el hueso, no queda dudaque el instrumento utilizado en los dos cráneos fe-meninos debió haber sido un hacha de cobre, se-mejante a la descrita anteriormente.

El conjunto de evidencias recogidas señala conclaridad la existencia del “sacrificador” y de las“cabezas cercenadas” en los sitios de Alamito.

La importancia ritual del felino, claramente ex-presada en la escultura lítica (recipientes, menhir,entre otros), en los vasos zoomorfos o zooantro-pomorfos modelados y en diseños de vasijas; laexistencia de plataformas, y de una serie de ele-mentos asociados, constituyeron la base queestructuró la conformación de Aguada. La exis-tencia de personas especializadas en el culto seexpresa en los talleres metalúrgicos, en la elabo-ración de artefactos de piedra tallada, incluyendolos “suplicantes” y en el taller al que hicimos re-ferencia donde, además de la vasija con cabezascercenadas pintadas y el aerófono de hueso hu-mano, se encontraron: una pipa de tipo “incensa-rio”; placas de esquisto micáceo con mica adheri-da que funcionaban como espejos; una piedraaovada; un tortero rectangular de hueso; una manoprismática de cuarzo blanco;11 un recipiente depiedra con dos caras humanas talladas en sus ex-tremos; un mortero de piedra; una fuente de pie-dra tallada, con restos de polvo de algún mineralrojo (¿ocre?).

Figura 4. Representación de cabezas cercenadas sobre una vasi-ja negra sobre crema.

11 En un recinto del sitio Palo Blanco, que posiblemente cons-tituya parte integrante del de La Rinconada, se halló unamano de cuarzo sumamente parecida (Laguens 2000 Ms);hay muchos otros elementos hallados aquí que refuerzan lavinculación entre los sitios tardíos de Alamito con los ini-cios de Aguada en Ambato.

Figura 5. Cráneos cercenados; y un maxilar inferior pertene-ciente a uno de ellos.

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No son sólo rasgos aislados los que deben tomar-se en cuenta, sino la estructura general en la cualestos rasgos se integran. Desde este punto de vista,al analizar globalmente a Condorhuasi-Alamitoresaltan con fuerza las vinculaciones directas quetiene con Aguada. Sin embargo, Condorhuasi-Alamito fue la base pero no el único componente.

Ya desde los primeros trabajos sobre Campo delPucará (González y Núñez Regueiro 1960) se re-gistró la presencia de cerámica Ciénaga; esto diolugar a distintas interpretaciones que han sido sin-tetizadas por Tartusi y Núñez Regueiro (1993: 10-11). A través de análisis de seriación fueron ob-servados cambios significativos a nivel de la ce-rámica, lo que llevó a que se dividiese la secuen-cia local en dos fases: la primera con predominiode cerámica Condorhuasi y, la segunda, con pre-dominio de Ciénaga. El análisis de los restos óseosmanifiesta también modificaciones a nivel bioló-gico de las poblaciones involucradas:

“Estos cambios evidentemente han sido acompa-ñados por cambios en las características físicasde sus autores, que considerando el corto perío-do de tiempo transcurrido y la magnitud de losmismos, no puede ser atribuido ni a adaptacio-nes locales ni a acumulación de mutaciones. Sóloqueda explicarlos por medio de dos factores cuyainfluencia es opuesta: deriva génica y flujo génico.

En el primer caso, es posible que, dado lo redu-cido de la dimensión poblacional, haya tenidoalguna influencia, pero no puede ser consideradoel principal factor de cambio ya que esperaría-mos bajo su influencia mayor homogeneidad quela observada. Queda entonces considerar quemovimientos de poblaciones con característicasgenéticas diferentes fueron la principal causa delos cambios observados que permiten separar losindividuos de acuerdo a Fase, y asimismo, agru-par en categoría independiente los cráneos tro-feo como provenientes de otra población”(Acreche 2001).

Sobre la base de todos los datos reunidos pode-mos pensar que la presencia e incremento de lacerámica Ciénaga se debió a dos factores:

a) los sitios Condorhuasi-Alamito estuvieron ha-bitados por personas encargadas de la administra-ción del intercambio y relaciones sociales de granparte del Noroeste Argentino, constituyéndose en

centros de poder desde casi comienzos de nuestraera, cuyos efectos se dejaron sentir tanto en otrascomunidades Condorhuasi como en comunidadesde otras culturas del N.O.A., especialmente Cié-naga, que se fueron sumando al culto;

b) este proceso estuvo reforzado por la incorpo-ración de mujeres Ciénaga a la población local.

Estos cambios que se registran entre las fases I yII de Condorhuasi-Alamito no son los únicos. Yahabíamos señalado (a través del trabajo de seria-ción cuantitativa quedó claro), que había varia-ciones cerámicas entre ambas fases. Entre estoscambios, se halla la sustitución paulatina de lasvasijas Condorhuasi Polícromo por las grandesAlumbrera Tricolor (Figura 6). El cambio a nivelde forma y tamaño de la cerámica, que no afectalos atributos simbólicos básicos utilizados, tantoa nivel de motivos (felínicos y antropomorfos)como de los colores (negro bordeado de blancosobre fondo rojo), es indicador de algo más. Losvasos Condorhuasi deben haber sido utilizadospara beber alguna bebida alcohólica durante lasceremonias; deben haber funcionado como vasoslibatorios; su reemplazo por las grandes vasijasAlumbrera Tricolor, usadas para contener líqui-dos similares, pero en mayores cantidades, podríanestar indicando un aumento del consumo de di-cha bebida, y por ende, una mayor masificaciónde ese aspecto del ritual.

Analizando en detalle la vasija Alumbrera Tricolor(Figura 6), se observa que en la parte posterior(nuca del rostro antropomorfo representado en elcuello) posee una figura geométrica pintada deblanco con un borde negro, rellena de círculosnegros; la figura puede ser descompuesta en cua-tro pares de dos escalones simétricos, reflejadoshorizontalmente; se une al dibujo de las faucesdibujadas en negro; la figura geométrica, junto conlas fauces, juega el papel del cuerpo de un sercon cabezas en ambos extremos del cuerpo,conceptualmente semejante al representado en laparte inferior de la túnica Aguada hallada en SanPedro de Atacama (Llagostera 1995), pero cuyascabezas, en este caso, están representadas por lasfauces y por los ojos, que son a su vez los pómu-los del rostro humano, con un claro contenido deanatropismo. Estos felinos, formando parte delrostro, preceden a motivos como los que halla-mos en la pieza de estilo Ambato Tricolor ilustra-da por González (1998, fig. 158).

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La nariz, que debe haber sido del tipo “nariz degancho”, se ubicaría en la unión de las dos faucesde los rostros felínicos, como formando parte deambos; esto es un antecedente claro del “gancho”nasal que se observa en representaciones del felinotanto en la iconografía cerámica como en hachasde bronce (p.e., Mayer 1986: 351-355, lám. 19).El rostro antropomorfo representado en el cuellorepresenta un muerto (ojos cerrados, lengua pro-minente).

En otra de las vasijas Alumbrera Tricolor recupe-radas en los sitios de Alamito, ilustrada en NúñezRegueiro (1998: figs. 137-138), en la parte co-rrespondiente al cuello se han representado dosfelinos pintados de negro, con borde blanco y concírculos blancos representando las manchas. Lascolas del felino son los antecedentes de los “bi-gotes” que presenta la vasija Ambato Tricolor ilus-trada por Lorandi (1969), y otras de distintos ti-pos Aguada, como la Ambato Negro Grabado ilus-trada por González (1998: fig. 152).

Toda esta iconografía que registramos en el estiloAlumbrera Tricolor de Campo del Pucará y queprecede a lo que conocemos como Aguada deAmbato, conlleva una compleja simbología quedespués vamos a ver expresada en esa cultura.

Los sitios Condorhuasi-Alamito de Campo delPucará prepararon el escenario para el surgimien-to de Aguada en el valle de Ambato y fueron losantecedentes directos de ésta. Creemos que suaparente desaparición, hacia el 500 DC, no se debea que fueron eliminados por Aguada (no se hanregistrado evidencias arqueológicas en este senti-do), sino que se transformaron en ésta, con elaporte de Ciénaga.

Las causas del abandono de Campo del Pucaráno resultan claras. Hay factores que pueden sertomados en cuenta para formular algunas hipó-tesis.

a) Los estudios sedimentológicos parecieran estarmarcando un evento húmedo hacia la época deabandono de Campo del Pucará.

b) La economía agrícola de Condorhuasi-Alamitodebió incluir como componente importante a lapapa (Núñez Regueiro y Tartusi 1990: 150).

c) Resulta indudable que Aguada incorporó va-riedades de maíz (Zea mays oryzaea, Z.m. amyleasacharata, Z.m. amylacea) (González 1998: 71)que no se conocían en Campo del Pucará, dondehasta ahora únicamente se ha registrado Zea mays

Figura 6. Vasija Alumbrera Tricolor.

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VICTOR A. NUÑEZ R., MARTA R. A TARTUSI

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minima [microsperma] (Nurit Oliszewski, com.pers.).

Es posible que un cambio significativo en las con-diciones climáticas haya incidido para estimularel predominio del maíz sobre la papa y para lamudanza de escenario geográfico. Estos cambiosdeben haber repercutido hondamente en la estruc-tura social. Es posible que la necesidad de conso-lidación de la complejización social emergentehaya acentuado la centralización de poder, refor-zando los aspectos rituales y la parafernalia queacompaña los sacrificios (Tartusi y NúñezRegueiro 2001).

Lo que es importante enfatizar es que Aguada nomarca un cambio brusco a nivel de la organizaciónsocial del espacio cubierto por su presencia. Du-rante el Formativo, primero en Tafí, y casicontemporáneamente en Campo del Pucará, se fue-ron consolidando las redes de relaciones sociales

intra e interétnicas de distintas poblaciones. Tafíconstituyó un polo de desarrollo y Condorhuasi-Alamito otro, cada uno con un área geográfica deinfluencia definida, conformando sendas esferas deinteracción separadas por una frontera sociocultural.La trama estructurada con centro en Campo delPucará fue la base de la integración regional quese desarrolló y consolidó en Aguada.

En otras zonas de la geografía abarcada por Agua-da, ésta se manifiesta en forma diferente, de acuer-do con la particular historia cultural de cada una.Esto debe ser analizado en profundidad para en-tender mejor el proceso general que estamos tra-tando. Con esta finalidad, conjuntamente conMartha Ortiz Malmierca y colaboradores, hemoscomenzado a desarrollar un proyecto de trabajoen la provincia de La Rioja, para poder compararel desarrollo que se dio en esta región durante elFormativo Inferior y el Medio, con el que se re-gistra entre Campo del Pucará y Ambato.

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