Al sonido del tren.

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MILENIO www.milenio.com DH 8 o Lunes 11 de marzo de 2013 Luis Alberto Linares Cubillas E n el primer intento la desesperación y la angustia ya se le reflejaban en su rostro tostado por estar varios días expuesto al sol. Y no era para menos el desaliento: se le iban su transporte, su futuro, su destino y sus hermanos de viaje. Pero tenía alicientes: su familia y su fe en no ser derrotado por la máquina de fierros retorcidos conocida como La Bestia. Había corrido más de 70 metros. Algunas mujeres y sus compañeros lo observaban, impulsándolo con sus oraciones. Pese a su juventud, las energías se le acababan y parecía que el ferrocarril incrementaba su velocidad a cada segundo. El miedo apareció y comenzó a inundar su cuerpo mancillado tras varios kilómetros de recorrido desde Centroamérica. Ya había recorrido medio México encaramado en La Bestia y sorteado peligrosos caminos llenos de delincuentes que cometían los peores e inimaginables tratos contra los migrantes. No era el momento de darse por vencido. En su ansiedad, no sentía las piedras ni las plantas con espinas durante la carrera. En el primer intento no alcanzó a sujetarse del tubo de uno de los vagones del tren. En el segundo no logró ni rozar la mano de un compañero para poder subir. El camino se le terminaba, las fuerzas lo empezaban a abandonar, se le iba su sueño americano... LAS PATRONAS Al sonido del tren, las mujeres corren para entregar bolsas con alimentos a los migrantes “Subirse a La Bestia es algo que yo no haría” EDU PONCES Aquel día el joven corrió para trepar al tren en movimiento. En una de sus manos sujetaba una bolsa de plástico con vida; agua y alimentos… se la obsequiaron las patronas La Patrona es una comunidad ubicada en el municipio de Amatlán de Los Reyes, Ve- racruz, a casi 30 kilómetros de Orizaba. Ahí vive Norma Romero Vázquez, coordinadora del grupo de apoyo a migrantes Las Patronas. En 1995, Leonilda Vázquez, madre de Norma, fundó el comedor La Patrona para apoyar a cen- troamericanos que viajaban en el tren rumbo al norte del país. Su labor: repartir bolsas con comida, botellas de agua y ropa al paso del tren. Al inicio, 25 mujeres formaban el grupo; hoy son 14 que preparan los alimentos y las botellas de agua sin recibir remuneración. Diariamente, al sonar el silbato o el rugir del tren, las mujeres corren al lado de las vías para dar bolsas de comida y botellas de agua a los migrantes que van en La Bestia. Así han alimentado y salvado la vida a miles de centroamericanos. LOS HéROES SON LOS MIGRANTES Norma Romero es una mujer robusta y de tez blanca. Su sencillez y amabilidad son su carta de presentación. Habla con seguridad, con conocimiento de causa, cuando habla de su labor; le duele, le hiere y le entristece la situación de los migrantes. En su paso por la ciudad de México, acompa- ñada por María Guadalupe González Herrera, otra patrona, para presentar el libro Entre las cenizas. Historias de vida en tiempos de muerte. En su charla con DH asegura que las patronas no se consideran heroínas sino mujeres dispuestas a ayudar a sus semejantes. “Los héroes son los migrantes”, resalta, por- que enfrentan diversos peligros para lograr el sueño americano. Dice que cada vez que se acerca el tren procedente de Tierra Blanca siente felicidad y tristeza a la vez. Felicidad porque dan los víveres a cientos de personas que viajan en la locomotora, y tristeza al ver la situación precaria en que todas ellas se encuentran. La labor de las patronas empieza a las 7:30 de la mañana cuando dos integrantes del grupo van a trabajar a una tienda en Orizaba. Lavan todas las charolas del pan, y barren y trapean toda la panadería a cambio de que les obsequien el pan sobrante del día anterior. Mientras ellas laboran, en casa de Norma otras limpian frijoles, acarrean leña para hacer un fogón y lavan botellas de plástico. Todas participan cocinando, envolviendo comida o limpiando y llenando las botellas. Los frijoles, el arroz y el atún los donan em- presas o personas solidarias. El tren puede pasar al mediodía o mucho después, pero ellas tienen que estar atentas. Norma señala que en los últimos años los migrantes centroamericanos y mexicanos se han hecho más visibles: “básicamente son de Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras, pero también hay gente de Chiapas y Oaxaca”. Lamenta que muchas personas desconozcan la problemática y que su desdén llegue al grado de tacharlas de locas: “A veces es más fácil juzgar al ser humano que decir ‘vamos a ayudarlo, vamos a ser solidarios’”, pero considera que con su labor se puede cambiar al mundo: “¡Claro que sí podemos

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Al sonido del tren, las mujeres corren para entregar bolsas con alimentos a los migrantes.

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MILENIO www.milenio.com

DH8 o Lunes 11 de marzo de 2013

Luis Alberto Linares Cubillas

En el primer intento la desesperación y la angustia ya se le reflejaban en su rostro tostado por estar varios días expuesto al sol. Y no era para menos el desaliento: se le iban su

transporte, su futuro, su destino y sus hermanos de viaje. Pero tenía alicientes: su familia y su fe en no ser derrotado por la máquina de fierros retorcidos conocida como La Bestia.

Había corrido más de 70 metros. Algunas mujeres y sus compañeros lo observaban, impulsándolo con sus oraciones. Pese a su juventud, las energías se le acababan y parecía que el ferrocarril incrementaba su velocidad a cada segundo. El miedo apareció y comenzó a inundar su cuerpo mancillado tras varios kilómetros de recorrido desde Centroamérica.

Ya había recorrido medio México encaramado en La Bestia y sorteado peligrosos caminos llenos de delincuentes que cometían los peores e inimaginables tratos contra los migrantes. No era el momento de darse por vencido.

En su ansiedad, no sentía las piedras ni las plantas con espinas durante la carrera. En el primer intento no alcanzó a sujetarse del tubo de uno de los vagones del tren. En el segundo no logró ni rozar la mano de un compañero para poder subir. El camino se le terminaba, las fuerzas lo empezaban a abandonar, se le iba su sueño americano...

Las Patronas

Al sonido del tren, las mujeres corren para entregar

bolsas con alimentos a los migrantes

“subirse a La bestia es algo que yo no haría”

EDU PONCES

Aquel día el joven corrió para trepar al tren en movimiento. En una de sus manos sujetaba una bolsa de plástico con vida; agua y alimentos… se la

obsequiaron las patronas

La Patrona es una comunidad ubicada en el municipio de Amatlán de Los Reyes, Ve-racruz, a casi 30 kilómetros de Orizaba. Ahí vive Norma Romero Vázquez, coordinadora del grupo de apoyo a migrantes Las Patronas.

En 1995, Leonilda Vázquez, madre de Norma, fundó el comedor La Patrona para apoyar a cen-troamericanos que viajaban en el tren rumbo al norte del país. Su labor: repartir bolsas con comida, botellas de agua y ropa al paso del tren. Al inicio, 25 mujeres formaban el grupo; hoy son 14 que preparan los alimentos y las botellas de agua sin recibir remuneración.

Diariamente, al sonar el silbato o el rugir del tren, las mujeres corren al lado de las vías para dar bolsas de comida y botellas de agua a los migrantes que van en La Bestia. Así han alimentado y salvado la vida a miles de centroamericanos.

Los héroEs son Los miGrantEs Norma Romero es una mujer robusta y de tez blanca. Su sencillez y amabilidad son su carta de presentación. Habla con seguridad, con conocimiento de causa, cuando habla de su labor; le duele, le hiere y le entristece la situación de los migrantes.

En su paso por la ciudad de México, acompa-ñada por María Guadalupe González Herrera, otra patrona, para presentar el libro Entre las cenizas. Historias de vida en tiempos de muerte. En su charla con DH asegura que las patronas no se consideran heroínas sino mujeres dispuestas a ayudar a sus semejantes. “Los héroes son los migrantes”, resalta, por-

que enfrentan diversos peligros para lograr el sueño americano.

Dice que cada vez que se acerca el tren procedente de Tierra Blanca siente felicidad y tristeza a la vez. Felicidad porque dan los víveres a cientos de personas que viajan en la locomotora, y tristeza al ver la situación precaria en que todas ellas se encuentran.

La labor de las patronas empieza a las 7:30 de la mañana cuando dos integrantes del grupo van a trabajar a una tienda en Orizaba. Lavan todas las charolas del pan, y barren y trapean toda la panadería a cambio de que les obsequien el pan sobrante del día anterior.

Mientras ellas laboran, en casa de Norma otras limpian frijoles, acarrean leña para hacer un fogón y lavan botellas de plástico. Todas participan cocinando, envolviendo comida o limpiando y llenando las botellas. Los frijoles, el arroz y el atún los donan em-presas o personas solidarias.

El tren puede pasar al mediodía o mucho después, pero ellas tienen que estar atentas. Norma señala que en los últimos años los migrantes centroamericanos y mexicanos se han hecho más visibles: “básicamente son de Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras, pero también hay gente de Chiapas y Oaxaca”. Lamenta que muchas personas desconozcan la problemática y que su desdén llegue al grado de tacharlas de locas: “A veces es más fácil juzgar al ser humano que decir ‘vamos a ayudarlo, vamos a ser solidarios’”, pero considera que con su labor se puede cambiar al mundo: “¡Claro que sí podemos

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DHLunes 11 de marzo de 2013 o 9

Elia Aurora Almanza Amaro

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reci-birá en audiencia el próximo 14 de marzo a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal

(CDHDF), a las organizaciones civiles Fundar, Centro de Análisis e Investigación; Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE); Instituto de Justicia Procesal Penal (IJPP); y al maestro Miguel Sarre Iguíñiz, a título personal, para dialogar sobre la exhibición en medios de comunicación de personas puestas a disposición del Ministerio Público y víctimas del delito y la violencia como práctica violatoria de los derechos humanos, además de solicitar al organismo internacional que se pronuncie a favor de su desaparición.

La solicitud de audiencia, realizada en enero pasado, para que el organismo inter-nacional revise los temas se debe a que la CDHDF y estas organizaciones consideran que “es una práctica institucional arraigada exhibir a personas detenidas o a víctimas del delito ante los medios de comunicación y la opinión pública, en el primer caso, antes de que obre en su contra la determi-nación de un juez o tribunal que los señale penalmente responsables y en el segundo, revictimizándolas”.

Esta práctica se lleva a cabo a nivel federal por autoridades policiales y militares antes de que la persona sea investigada por el Minis-terio Público; y a nivel local, se realiza desde instituciones policiales o en el marco de la averiguación previa como método coercitivo y habitualmente precedido por prácticas de tortura y tratos crueles y degradantes, señala la solicitud de audiencia firmada por estos organismos.

Ante ello, instancias defensoras de los dere-chos humanos se han pronunciado en contra de esta práctica al señalar que atenta contra los derechos al debido proceso y garantías

judiciales, a la intimidad y vida privada, a la honra y a la reputación, y a la integridad personal, entre otros.

La CDHDF emitió el año pasado la Recomen-dación 3/2012, sobre la exhibición de personas, publicidad de su información confidencial y la contenida en los expedientes de averiguación previa, por parte de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), dirigida a esta última. En ella se documentó que de un total de 50 personas que fueron exhibidas por autoridades de procuración de justicia, 21 de ellas fueron absueltas posteriormente y puestas en libertad por los tribunales; 11 aún

se encontraban en proceso y ocho personas, a pesar de tener el carácter de víctimas del delito, también fueron exhibidas.

Esta Recomendación no fue aceptada por la PGJDF, aun cuando se constató que a pesar de no existir “una sentencia o resolución ju-dicial que determine la culpabilidad de una persona, ésta es exhibida como si hubiera sido declarada culpable, materializándose con ello un juicio paralelo o mediático don-de se les acusa, enjuicia y sentencia ante la opinión pública y la sociedad”, agregan las organizaciones.

Además, afirmaron que a pesar de que prácticas como éstas no tienen sustento en el marco constitucional mexicano, sobre todo después de la reforma de 2008, en donde se busca priorizar el respeto integral a los derechos humanos, la realidad es que se trata de “estrategias de comunicación y mercadotecnia política de los operadores del sistema de justicia penal frente a la sociedad y de justificación ante la crisis social que ha generado la violencia social y la delincuencia en nuestro país”.

La CDHDF y estas organizaciones de la sociedad civil consideran que es una tema que debe dialogarse con el organismo in-ternacional para dar a conocer, a través de las investigaciones previas entre las que se encuentra la Recomendación 3/2012, que se trata de una práctica que el Estado ha utilizado como un uso desproporcionado de la fuerza.

El objetivo es que la CIDH se pronuncie al respecto y solicite al Estado mexicano elimi-nar esta práctica violatoria de los derechos humanos. H

EDU PONCES

buscan evitar que los presuntos culpables sean presentados en los medios antes que al juez

Osc y cDHDF

Diversas Organizaciones mexicanas de la Sociedad Civil solicitarán a la CIDH

que se pronuncie en contra de la exhibición en

medios de comunicación de presuntos culpables

cambiarlo si todos nos juntamos! Es el mo-mento de decir ‘vamos a trabajar en equipo’”.

Llama a la sociedad a no juzgar al ser humano y conocerlo. “No es por gusto que la gente sale de sus comunidades”, matiza. Convivir todos los días al lado de La Bestia ha hecho que le tenga respeto: “Subirse a La Bestia es algo que yo no haría. Estoy cerca de ella, pero le tengo respeto y sobre todo sé que subirse al tren im-plica riesgos”, y señala: “Ver a esos hombres y mujeres es decir ‘¡qué fuertes y valientes son!’. Pasar sentado en esos fierros, donde lo único que vienen es lastimándose, en donde muchas de ellas son mujeres con embarazos… A nadie se le desea que viaje de esa manera”.

Cuando narra lo más fuerte que le ha tocado vivir en esta labor, su mirada y su pensamiento empiezan a volar.

En EL tErcEr intEnto, La bEstia sE Lo traGóJohnny –por llamar de algún modo a este joven migrante– es guatemalteco; nació hace 17 años, tiene cabello chino, ensortijado dirían algunos, con cara delgada y pómulos marcados.

Después de cruzar la frontera con México y caminar por lugares extraños, inició su sueño americano en Arriaga, donde parte La Bes tia rumbo al norte del país. Al internarse el tren en Veracruz, Johnny ya llevaba varias horas, si no es que días, sin probar alimento. Ya falta poco para llegar con las patronas, pensó. Había escu-chado hablar de ellas con compañeros de viaje.

Los maquinistas saben que después de un largo viaje Las Patronas era un oasis para cientos de migrantes encaramados en La Bestia. Algunos aumentan la velocidad de la máquina al pasar por la comunidad; otros aminoran su marcha para permitirles agarrar algunas bolsas con víveres.

Johnny nunca pensó que al pasar por La Patrona se bajaría del tren en movimiento, era su oportunidad para saciar su sed y hambre. Las patronas se sorprendieron. Nunca nadie se había bajado del tren frente a ellas para tomar agarrar los víveres. Johnny tomó una bolsa con alimentos y corrió hacia el tren.

Tras fracasar en dos intentos, pudo sujetarse de un fierro, pero resbaló y cayó a las vías. La Bestia tragó su pie derecho y se lo cercenó. Las mujeres lo auxiliaron, lo cargaron y lo llevaron al hospital. Varios días después fue dado de alta.

Las patronas no se quedaron cruzadas de brazos. Pidieron ayuda para conseguir una prótesis y que Johnny volviera a caminar. Y la obtuvieron. Johnny regresó caminando a su comunidad. No se siente derrotado, pues conoció a personas buenas que le salvaron la vida. De vez en cuando le habla por teléfono a Norma Romero y a su nueva familia: las patronas. H

Instancias defensoras de los DH se han pronunciado en contra de esta práctica que atenta contra todos los derechos