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Microlmes en prosaCartelera de brevedades sobre cine
Aldo Flores Escobar
Microfilmes en prosa
Colección Máximo minúsculo
7
Microfilmes en prosa Cartelera de brevedades sobre cine
Aldo Flores Escobar (Dirección y prólogo)
Microfilmes en prosa. Cartelera de brevedades sobre cine © De la selección y prólogo, Aldo Flores Escobar © De los textos, sus autores. © Quarks Ediciones Digitales Edición Digital, 2020. Lima, Perú. Ilustración de portada: Antonio Paz Fernández. Diseño de portada: Antonio Paz Fernández. Diseño de interiores: Louis Guerra Valdivia. Editado por:
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Microfilmes en prosa. Cartelera de brevedades sobre cine por Aldo Flores Escobar se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional.
Microfilmes en prosa
Cartelera de brevedades sobre cine
Agradecimientos A los amigos de siempre (de la A, a la Z) y a las nuevas
amistades que mediante el género de las ficciones breves me otorgaron su afecto y confianza.
Microfilmes en prosa
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Prólogo
LAS SEIS UNIDADES DE CONTENIDO Y LAS SEIS
VERTIENTES EN EL MICRORRELATO
El cine y el microrrelato son dos artes contemporáneas de las
bellas artes. Con la aparición del cinematógrafo, creación de los
hermanos Louis y Auguste Lumière, el oficio de proyectar
imágenes en movimiento no fue un asunto que le correspondiera
a la ficción sino hasta inicios del siglo XX, puesto que su intención
era mostrar la vida cotidiana de los obreros sin incurrir en la
fantasía; pero, una vez que los directores se propusieron crear
mundos ficticios, entonces podría decirse que el cine y el
microrrelato se convirtieron en dos disciplinas simultáneas;
aunque la primera despuntó con más presteza que el género de
las ficciones breves, el cual tuvo que esperar un largo tiempo para
que se emitiera con mayor amplitud su difusión; sin embargo, hoy
en día el microrrelato se ha expandido con agilidad en el mundo
literario y su reconocimiento ya es internacional.
A través de los años, el cine ha tenido una estrecha
relación con la literatura y ha logrado que grandes obras de la
narrativa formen parte de la pantalla grande. Lauro Zavala, en su
artículo “Del cine a la literatura y de la literatura al cine”, habla de
las diversas formas en que interactúan ambas disciplinas: “La
adaptación cinematográfica no es la única forma de interacción
entre cine y literatura. Otra es la aplicación de categorías de la
narratología para el estudio de la especificidad fílmica. El campo
de estudio que ha motivado el mayor número de trabajos es el
relativo al punto de vista, donde hay análisis de la subjetividad en
el cine clásico, análisis detallados de los procesos de enunciación
audiovisual en el cine narrativo, adaptaciones de teorías literarias
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sobre el tiempo, la voz y la distancia narrativa y demás desarrollos
recientes en esta misma línea.” (Zavala, 2007: 10).
Asimismo, Zavala expone que diversos análisis del cine
han sido utilizados para el estudio de la narratología: “Hay una
serie de terrenos de la investigación literaria que han sido nutridos
por la experiencia analítica del estudio del cine. Los
departamentos de estudios especializados en cine han sido
creados por quienes tienen la disciplina de estudiar los textos
(literarios, cinematográficos o de otra naturaleza) en su
especificidad, es decir, quienes han adquirido una especialidad en
el estudio de la literatura. A partir de esto deben señalarse los
estudios de las estrategias de análisis intertextual, las formas de
estudio de la literatura desde una perspectiva metaficcional, las
influencias de las estrategias de montaje, elipsis, analepsis y
prolepsis retomadas de la narrativa cinematográfica, y la práctica
del análisis cinematográfico con las herramientas del análisis
literario.” (Zavala, 2007, 11-12).
Con tal señalamiento, los modelos de estudio que se
presentan tanto en cine y literatura son análogos en diversos
rubros debido a la manera en que se exponen las historias, ya que
en ambos casos existe un plano espacio-temporal por el cual
discurren las características y acciones de los personajes. Por
señalar algunas de esas características, tómese en cuenta que en
ambas artes el tiempo de la narración no es igual al tiempo en que
se narra la historia, en tanto que los actantes cumplen una función
de índole humana (aunque los protagonistas no sean humanos
manifiestan virtudes de los seres racionales como son el amor, el
odio, la posición social, el dominio, etc.); de la misma forma
persiguen los mismos motivos (ya sean libres o determinantes);
además revelan su personalidad frecuentemente con el uso del
diálogo, o apoyados en los monólogos, y en cierta medida ocurre
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una transformación de acontecimientos donde interviene un
mediador de la historia: el narrador. De ahí que aparezcan
constantemente diversas herramientas para analizar ambas
disciplinas.
Además, es indiscutible que los cineastas se han nutrido
de argumentos hallados en la narrativa, sobre todo en las novelas,
y así han surgido obras derivadas, aunque con el tiempo ese
ejercicio resultara riesgoso para la idea esencial que quería
transmitir el escritor. Citando un caso, Gabriel García Márquez
temió que Cien años de soledad se llevara al cine puesto que en el
rodaje se perdía el valor literario de la novela: “Con todo, mi
reticencia de que se haga en cine Cien años de soledad, y en general
cualquiera de mis libros publicados, no se funda en la
extravagancia de los productores. Se debe a mi deseo de que la
comunicación con mis lectores sea directa, mediante las letras que
yo escribo para ellos, de modo que ellos se imaginen a los
personajes como quieran, y no con la cara prestada de un actor en
la pantalla […] Por lo demás, he visto muchas películas buenas
hechas sobre novelas muy malas, pero nunca he visto una buena
película hecha sobre una buena novela”. (García Márquez, 2007:
53).
Pero no sólo cuentos y novelas se han llevado al rodaje,
pues ya se han hecho ejercicios con el microrrelato tomando
dimensiones que se adaptan al modelo que ofrece el cortometraje.
Un caso es en el que Ary Malaver analiza la brevísima ficción
“Mensaje número 1”, de Aster Navas, que en 2009 realizó el
Taller de Realización Cinematográfica del Centro Cultural de la
Universidad Autónoma de Aguascalientes, donde Malaver
sostiene que a menor escritura en una ficción se requiere de una
mayor adaptación cinematográfica (Malaver, 2013: 11-16).
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Lo anterior demuestra que la cinematografía también
ha buscado sus espacios en “miniatura”; dichos ejercicios se
pueden visualizar en diversas páginas electrónicas donde pueden
encontrarse múltiples obras fílmicas; incluso Lauro Zavala hace
mención de las nuevas posibilidades creativas de la vanguardia
donde enlista una tirada de géneros de la minificción audiovisual
como: “los spots comerciales, políticos, deportivos o de interés
social, los tráilers cinematográficos, las secuencias de créditos, las
secuencias autónomas, las secuencias coreográficas, los videoclips
musicales, los epígrafes audiovisuales (que preceden algunos
largometrajes), las animaciones experimentales, las cápsulas de
carácter poético, biográfico, didáctico, informativo, promocional,
humorístico o epifánico, los spin-offs derivados de las series de
televisión (colgados en el correspondiente sitio en la red), los
cineminutos estudiantiles y las formas de celu-cine (cineminutos
elaborados con teléfono celular) que desde hace varios años
cuentan con sus propios festivales y su difusión en las redes
sociales.” (Zavala, 2015: 88-89).
Y ante las nuevas propuestas de la inventiva en
miniatura no sería desacertado preguntarse ¿qué es lo que nos ha
encaminado a ejercer la brevedad en diversas áreas del saber?
Quizá sea que la vigésima centuria envolviera al pensamiento
humano en la exploración de micro unidades en distintas ramas
de la ciencia, tecnología y arte; Javier Perucho considera que a
partir del siglo XX la humanidad descubrió notables hallazgos en
dichos aspectos:
Como en las nuevas disciplinas científicas, la
microficción es —lo repito una vez— de suyo antigua.
Sin embargo, el concepto de lo microscópico avasalló a
las sociedades contemporáneas en el siglo XX, tiempo
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en el que se consolidan áreas de conocimiento —
guardando las proporciones epistemológicas— como la
microhistoria, la microeconomía y la microcirugía; en el
ámbito cotidiano hace su aparición el microbús, el
microfilme, la microempresa, el microcircuito, entre
otros cientos de utensilios, aplicaciones y herramientas.
La nanotecnología, ciencia de las partículas
microscópicas, es una invención pura del siglo XX […]
En la música el compositor, violinista y
teórico mexicano Julián Carrillo (1875-1965), mientras
estudiaba en los conservatorios de Leipzig (1899) y
Gante (1904) encuentra la microtonalidad, hallazgo que
da origen a la vanguardia musical del sonido 13 […]
La nanoliteratura, por su parte, sería la
disciplina humana que se encargaría del estudio y
sistematización de las estructuras y modalidades
literarias microscópicas, tales como el aforismo, la
greguería, la parábola, el microrrelato. (Perucho, 2009:
43).
Como se puede apreciar, ha ocurrido un cambio
sincrónico en el pensamiento humano en el que la ciencia, el arte
y la tecnología tuvieron que explorar nuevos horizontes para
encaminarse hacia una nueva concepción de sus respectivas
disciplinas; de igual modo en el arte del microrrelato existen
múltiples estudios que hacen interminables las formas de su
análisis, pues es sabido que su concepto nominal se acrecienta con
mayor rango a través de los años y, sin embargo, merece nuevos
estudios para su prosperidad. En tales circunstancias, y para el
aporte académico, a continuación se ofrece un modelo de análisis
desde una perspectiva narratológica, ajena a enfoques temáticos o
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corrientes estilísticas. El propósito del estudio tiene como fin que
el lector ubique las ficciones reunidas en la antología en alguna de
las seis vertientes que se ofrecen a continuación; para ello demos
entrada a los siguientes párrafos.
UNIDADES Y VERTIENTES
Se ha insistido que con “A Circe”, de Julio Torri, nació el
microrrelato en México, de acuerdo con investigadores como
Dolores M. Koch, Edmundo Valadés, Lauro Zavala y Javier
Perucho. Cabe mencionar que la participación de los
investigadores ha tenido una importancia mayúscula dentro de las
ficciones mínimas. La trinidad literaria más arraigada se había
establecido entre el autor, la obra y su lector; el investigador
quedaba en segundo grado, considérese que las teorías literarias
[a partir de Viktor Shklovski, con su artículo “Isskustvo kak
priom” (“El arte como procedimiento”), de 1917 (Cfr. Todorov,
1991: 55)] siguen siendo una materia joven en relación con su
campo de estudio, puesto que los cuentos y novelas le toman
ventaja por muchos siglos de diferencia a los análisis de la
narratología; no obstante, el microrrelato ha amalgamado una
fórmula cuádruple agregando la importancia del investigador casi
a la par del nacimiento de la propia microficción (hacer uso de las
múltiples definiciones, como se ha mencionado, es parte de la
vanguardia); puesto que la investigación abrió el camino para
explorar el género que nos compete; sin el empuje y sin el ánimo
de los investigadores el microrrelato seguiría en el limbo, por ello
no es casual que en muchos de los casos los escritores no sólo
redacten ficciones breves, sino que además tengan la vocación de
investigadores.1
1 Javier Perucho, Fernando Sánchez Clelo, David Chávez, Laura Elisa Vizcaíno o David Baizabal son sólo algunos de los creadores-investigadores que forman
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De tal modo, desde 1986 con el estudio de Dolores M.
Koch, El micro-relato en México: Julio Torri, Juan José Arreola y Augusto
Monterroso, los investigadores se han empeñado por hablar de los
relatos más breves de la historia y los escritores han puesto en
práctica la herramienta de la brevedad para minimizar su inventiva
en su máxima expresión. Con la creciente necesidad de analizar
este tipo de ficciones se puede considerar que los microrrelatos
se agrupan en seis vertientes, según la cantidad de unidades de
contenido que utilicen.
En el microcosmos de la narrativa breve cada partícula
que lo habita es fundamental, cada una de las unidades de
contenido tiene mucha carga de significación; verbigracia, la
primera unidad, que es el título, ofrece una evocación inmediata
sobre la dirección de la historia, tómese en cuenta que hay títulos
que dicen más que la historia en sí y que incluso son más largos
que el propio relato; por ejemplo, “Un cuento policiaco,
originalmente escrito en alemán, cuyo título es más largo que el
cuento mismo”, de Javier García-Galiano (García, 1992). La
segunda unidad de contenido la integra el, o los personajes; no
cabe abundar en decir que los protagonistas han sido el epicentro
de todo relato; el resto de las unidades la conforman: 3ra inicio,
4ta desarrollo, 5ta clímax y 6ta desenlace, todas ellas compondrán
cada una de las vertientes, de acuerdo con los elementos que se
utilicen en la inventiva.
Para ejemplificar cada caso se tomarán como
creaciones modelo las siguientes obras: 1) “A Circe”, de Julio
Torri; 2) microrrelatos que se encuentran en la novela La feria, de
Juan José Arreola; 3) “El dinosaurio”, de Augusto Monterroso; 4)
“Epitafio literal”, de Raúl Renán; 5) “Dios”, de Sergio Golwarz y
parte de la práctica señalada actualmente en México; asimismo, Lauro Zavala en esta ocasión se convierte en narrador.
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6) “El fantasma”, de Guillermo Samperio; cada una de ellas
encabezará a cada una de las vertientes; en seguida se presenta
cada tipo.
Primera vertiente (Secuencia narrativa del minicuento
clásico)2
Como se ha acordado con la obra canónica “A Circe”, de Julio
Torri, nace el microrrelato en México; un poema en prosa que se
mimetiza con la estructura del minicuento clásico, ficción
fronteriza e híbrida que a pesar de materializarse con 67 palabras
cuenta con una secuencia narrativa que va tejiendo un plano
espaciotemporal por donde se manifiesta el motivo determinante
del protagonista y que, en consecuencia, la creación puede ser
visualizada desde una perspectiva narratológica:
“A Circe” estableció las primeras bases del género y
cimentó la primera vertiente con sus seis unidades de contenido;
es decir, lleva consigo: título, personajes, inicio, desarrollo, clímax
y desenlace; unidades a las que han recurrido la mayoría de los
escritores (hasta el momento en el que escribo estas líneas). Raúl
Brasca cataloga a la obra como “referencial” puesto que evoca la
rapsodia XII de la Odisea, de modo que “supone una historia
mayor lo bastante difundida como para que no haya necesidad de
contarla” (Brasca, 2000: 6). Acorde con lo anterior, Julio Torri se
vale de la ironía y del humor en su inventiva, dos recursos que
juegan un papel de suma importancia, pues en ello radica su éxito,
el cual provocó que aparecieran otros textos que al mismo tiempo
se convirtieron en obras referenciales de “A Circe”.
2 Para una ágil lectura del prólogo se consideró no insertar el microrrelato por demás conocido “A Circe”; obra que el lector puede visualizar de inmediato navegando por internet.
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En esta clasificación tienen cabida todas las creaciones
que cuenten con las seis unidades de contenido, es decir las que
tengan una secuencia narrativa parecida a la del minicuento
clásico. Por mencionar otros casos similares a las creaciones que
integran esta vertiente van desde la novela Cartucho, de Nellie
Campobello, hasta las obras reunidas en las antologías que se han
producido hoy en día. En Alebrijes de palabras. Escritores mexicanos
en breve, Lauro Zavala comenta en el prólogo que los textos
contenidos en el volumen están formados en su gran mayoría por
minicuentos (Cfr. Ortiz Soto y Sánchez Clelo, 2013: 54).
Microfilmes en prosa, no es una excepción.
Segunda vertiente (Minicuentos sin título)
Existen ficciones que se caracterizan por no llevar título en su
corpus, pero cuentan con las unidades de contenido restantes; en
este tipo de casos tómense como referencia la mayoría de los
microrrelatos de Juan José Arreola que forman parte de su novela
La feria, donde podrá observarse que las características de los
personajes se muestran gracias a su desarrollo que se presenta a
través del diálogo (La feria es una novela polifónica). Y a pesar de
la brevedad, sus ficciones otorgan una intriga marcada desde el
inicio y a través del plano narrativo se acelera la aparición del
clímax y el desenlace, como lo dicta la norma del microrrelato en
sus dos primeras vertientes. Entrevéase un pasaje:
—Tú no eres hija de Marcial, me extraña que no
lo sepas. Tú eres hija de Pedazo de Hombre, que
de Dios goce. Yo era amiga de tu madre y vivía
cerca de ustedes, por eso me di cuenta, pero todo
el barrio lo supo. Pedazo de Hombre era
fontanero y no salía de las casas, diario
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destapando los caños, remendando los cazos de
cobre y arreglando las máquinas de coser. Era
muy ocurrente pero le faltaba una pierna. Tu
madre lo mandó llamar una vez para que le
compusiera la puerta del horno, porque le
gustaba hacer pan. Cosas que pasan. El caso es
que en mala hora llegó tu padre, quiero decir,
Marcial. Pedazo de Hombre largó la pata de palo
y se fue con los pantalones en la mano brincando
bardas de corral con una sola pierna, del miedo
que llevaba, hasta que cayó en mi casa. Lo tuve
escondido hasta que el carpintero le hizo su pata,
porque la bendita de tu madre, Dios la haya
perdonado, echó la otra con el susto al fogón de
la cocina. Pedazo de Hombre estuvo tres días
conmigo, y me arregló de balde todo lo que yo
tenía descompuesto. Era un hombre muy
ocurrente. Pero entre tu madre y yo se acabó la
amistad. Dios la tenga en su Santa Gloria…
(Arreola, 2010: 37)
En las novelas Pedro Páramo, de Juan Rulfo y Morirás
lejos, de José Emilio Pacheco abundan muchos ejemplos como el
señalado.
Tercera vertiente (Modelos jurásicos)
Si Julio Torri y Juan José Arreola redujeron los relatos de manera
extraordinaria, Augusto Monterroso intentó minimizarlos al
extremo, pues en “El dinosaurio” sólo se utilizan cuatro unidades
de contenido: título, personaje, inicio y desenlace; ese peculiar
estilo convirtió a la pequeña obra en la ficción breve más citada y
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estudiada hasta nuestros días. José Luis Martínez Morales ha
realizado uno de los mejores análisis con su artículo “Viaje al
centro de un dinosaurio” (Martínez, 2002) y Lauro Zavala reunió
diversos estudios en El Dinosaurio anotado (Zavala, 2002). “El
dinosaurio” es el microrrelato más popular del género; Laura Elisa
Vizcaíno menciona que:
Monterroso es un ícono del nuevo género
por su texto ‘El dinosaurio’ (de Obras completas) que
apadrina las minificciones que surgirán posteriormente,
éste es el primer ejemplo en el que se piensa al hablar
de minificción […] después de la brevedad jurásica de
Monterroso, los autores ya tienen un molde, un ejemplo
claro de la brevedad narrativa… (Vizcaíno, 2011: 87).
A partir de entonces los investigadores se han dado a la
tarea de encontrar historias más breves que la de Monterroso,
mientras que algunos escritores no han tardado en parodiarlo y
algunos otros han quitado más unidades de contenido dentro de
su propia inventiva; por ello es que a partir de esta clasificación:
“Una minificción audaz se escribe sobre el grano de un arroz y
pesa el tonelaje de un dinosaurio”, como lo señala el minidecálogo
de El coleccionista de epitafios (Flores, 2013, 156).
Cuarta vertiente (Tripleta narrativa)
En la cuarta vertiente se localizan ficciones que llevan consigo tres
unidades de contenido; por ejemplo, “Epitafio literal”, de Raúl
Renán (Renán, 1999: 19) el cual presenta título, un sujeto tácito y
el cuerpo del texto sólo parece referirse a un épico desenlace:
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Raúl Renán
Epitafio literal
Murió al pie de la letra.
Esta clase de ficciones no responden al porqué de los
eventos que se señalan en la micronarración; eventos que podrían
ser contados mediante un desarrollo, pero al carecer del mismo
los autores nos otorgan de manera ingeniosa finales épicos,
trágicos, lúdicos, etc. Las posibilidades de inventiva pueden variar,
no obstante, pertenecerán a este grupo los microrrelatos que
utilicen una triada de unidades.
Quinta vertiente (Creaciones binarias)
En la quinta vertiente se encuentran las ficciones que únicamente
requieren dos unidades de contenido ya sea el título y un
personaje como “Dios”, de Sergio Golwarz (Golwarz, 1969: 91):
Sergio Golwarz
Dios
Dios
Otro caso se presenta en: “¿Y?”, de Óscar de la
Borbolla (Cfr. Zavala, 2000: 24) donde no se sabe si la pregunta
es el inicio o el final de la obra, pero se interpreta que existe un
sujeto tácito (ya sea en alguna persona del singular, o del plural)
que está articulando una pregunta.
Podrá notarse además que a partir de la tercera vertiente
los microrrelatos ya no se desarrollan en un plano espacio-
temporal, puesto que carecen de secuencia narrativa; sin embargo,
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al paso del tiempo la reducción de unidades no ha dejado
satisfechos a los literatos y entonces se ha decidido no relatar más;
así ha nacido la sexta y última vertiente.
Sexta vertiente (Los relatos fantasmas)
Se habla de los microrrelatos que no tienen unidades de contenido
más que el título, como es el caso de “El fantasma”, de Guillermo
Samperio (Samperio, 1990: 82); microrrelato en el que el título
juega un papel fundamental, puesto que se tiene que inferir que
no existe texto porque precisamente el título tiene una intención
manifiesta de que por medio de él el lector deduce la ausencia de
la narración. De tal manera que los relatos se han reducido al
grado de desaparecer la diégesis misma. Y a este ritmo sería
totalmente difícil de imaginar que llegara a existir un microrrelato
sin título y sin texto alguno.
Por lo cual se deduce que para que exista un
microrrelato se debe recurrir por lo menos a una de las unidades,
no importa que la intención del autor sea la más mínima posible,
como “El fantasma”, el cual por estas fechas está obteniendo sus
replicantes, pues a decir de Tomashevski “Basta que aparezca un
relato que logre éxito para que de inmediato surjan imitaciones”
(Cfr. Todorov, op. cit.: 229). De tal modo que podemos encontrar
los siguientes relatos fantasmas, cuyas referencias podrán
visualizarse en la noticia documental:
Esteban Dublín
Vampiro en el espejo
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Elías D’Alva
Lo que hallaron dentro del cráneo de un
policía después de la autopsia
Sin embargo, a pesar de que los autores han tratado de
reducir la cantidad de palabras en sus obras el uso más frecuente
es el de la primera vertiente; es decir, gran parte de los escritores del
siglo XXI utilizan las seis unidades de contenido en sus creaciones,
característica del minicuento clásico; ella reina sobre el resto de
las otras y así ha ocurrido desde épocas arcaicas, desde que la
humanidad construyó un lenguaje y comenzó a proferir relatos,
los cuales debieron ser muy breves; ergo, no había un vasto
diccionario como con los que contamos en nuestro tiempo, pero
sus historias debían mantener una secuencia narrativa aunque
fuera mínima, como se presenta en el minicuento clásico. Martín
Riquer y José María Valverde consideran que desde que el hombre
tuvo lenguaje y fue lenguaje ya era un poco poeta, un poco
narrador y un poco dramaturgo (Riquer y Valverde: 2002: V). Por
tal motivo, ¿por qué no atreverse a pensar que el hombre quizá
fue, ante todo, microrrelatista? Pero etiquetar a los autores que han
nutrido este género será un tema para futuras disertaciones; por
el momento, a decir de Fernando Sánchez Clelo, “Tal como a los
escritores se les designa novelistas, cuentistas o poetas, en el
ámbito literario no existe naturalizado un término como
minificcionista.” (Sánchez Clelo, op. cit.: 7).
Para no extender más el prólogo se presenta el cuadro
de vertientes y unidades de contenido en las que se manifiestan
los microrrelatos, donde a la vez se pueden distinguir dos clases:
vertientes con secuencia narrativa (primera y segunda) y vertientes
sin ella (de la tercera a la sexta). Los autores podrán jugar con las
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25
unidades, agruparlas como mejor les convenga, despojarse de las
que no les sirvan a su causa, pero la obra tendrá que encasillarse
en alguna de las vertientes (aunque también es cierto que en algún
momento aparecerán obras inclasificables, o nuevos modelos).
El cuadro responde a un análisis literario que se ha
practicado desde el enfoque de Aristóteles, quien en su Arte Poética
se encargó de distinguir entre los géneros y sus especies. En este
caso, el estudio se centra en la micronarración (en la cual las
teorías europeas tradicionales no han trabajado como hasta ahora
se hace en las letras hispanas, gran parte en nuestro continente);
en consecuencia, el microrrelato es el género y las seis vertientes
son sus especies. También es cierto que no hay reglas para escribir
ficciones, Mario Vargas Llosa puntualiza que “… nadie puede
enseñar a otro a crear; a lo más, a escribir y leer. El resto se lo
enseña uno a sí mismo tropezando, cayéndose y levantándose, sin
cesar.” (Vargas Llosa, 1997: 150), pero de acuerdo con el análisis
literario podemos conocer qué recursos se utilizan en la inventiva,
saber cómo funcionan los “circuitos” que se encuentran debajo
de la superficie prosística y poder ubicar dentro de algún tipo a
las brevísimas historias.
De esta manera, se le ofrece al lector un modelo de
estudio para que pueda apreciar las vertientes en que se ubican no
sólo los presentes “microfilmes” sino, como antes se mencionó,
también tenga una herramienta con la cual vislumbre, desde otro
enfoque, alguna obra con la que se pudiera encontrar quizá por
casualidad en un lugar insospechado; tal vez en una sala de cine,
cuando anuncien que la función va a comenzar.
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LAS 6 UNIDADES DE CONTENIDO Y LAS 6 VERTIENTES EN EL
MICRORRELATO
CUADRO
UNIDADES DE CONTENIDO
Creación modelo
1ª Unidad Título
2ª Unidad
Personaje(s)
3ª Unidad Inicio
4ª Unidad
Desarrollo
5ª Unidad Clímax
6ª Unidad
Desenlace
Vertiente
Secuencia narrativa del minicuento
clásico (“A Circe”)
X
X
X
X
X
X
1ª
Vertiente
Minicuentos sin título [La feria]
X
X
X
X
X
2ª Vertiente
Modelos jurásicos
(“El dinosaurio”)
X
X
X
X
3ª Vertiente
Tripleta narrativa
(“Epitafio literal”)
X
X
X
4ª Vertiente
Creaciones binarias (“Dios”)
X
X
5ª Vertiente
Relatos fantasmas
(“El fantasma”)
X
6ª Vertiente
Humor
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Tipología de cinéfilos
Lauro Zavala
México
Interrumpió su clase de semiótica para proponer a los alumnos
una tipología de cinéfilos, que después sería lo único que ellos
comentarían esa tarde.
Empezó con los cinéfilos sabelotodo, ésos que conocen
los títulos, las fechas y los directores de las películas más
importantes en la historia del cine. Éstos no siempre son los más
populares, pero ganan los juegos de erudición.
Después están los cinéfilos ocasionales, que sólo van al
cine para estar a solas con la novia o para llevar a la familia a pasar
el rato. Lo que más les preocupa son los precios de las palomitas
y el estacionamiento.
También habló de los cinéfilos solitarios, que van al
cine para sentir que no están solos. Para ellos, ir al cine es la mejor
inversión posible.
Están los cinéfilos selectivos, que sólo ven el estreno
más exitoso de la semana para poder hablar sobre lo que todos
están hablando. Para ellos, el cine es una herramienta para
socializar y ser aceptado.
Y están los estudiantes que van al cine para hacer su
tarea de semiótica. Éstos, dijo el profesor, son los que algún día
estarán inmersos en el mundo profesional del cine.
Al concluir su clase, el profesor de semiótica guardó sus
archivos digitales y abordó su auto para dirigirse a su casa y
preparar las secuencias de la siguiente clase.
En el camino pensó que olvidó mencionar a los
profesores de semiótica, que aman el cine por sobre todas las
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cosas y que ven las películas en formatos digitales para hacer su
trabajo. Son estos cinéfilos los que han hecho de la cinefilia una
profesión relevante y productiva.
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Séptimo arte
Benjamín Barajas
México
El cinematógrafo estuvo en mi pueblo por una sola vez. Las
imágenes pardas de una película del western se proyectaron sobre
una de las paredes externas de la iglesia.
Cuando cayó la noche, el pueblo entero se congregó en
el atrio para gozar del séptimo arte, pero no había avanzado la
segunda escena cuando uno de los héroes del drama desenfundó
un revólver y, al parecer, apuntaba al público. Esa señal bastó para
que se armara una tremenda balacera.
Yo era muy chico entonces, pero recuerdo la furia del
párroco por los tremendos boquetes infringidos a la Casa del
Señor.
Aldo Flores Escobar
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FX
Daniel Frini
Argentina
―¿Qué diablos eran esas cosas? ―dijo mamá cuando la primera
bandada negra impactó contra el parabrisas del auto.
―-No sé… ―dijo papá, un segundo antes que lo
atravesase un aguijón gigante.
Mis manos y brazos y parte de mi cara se disolvieron en
un ácido espeso que salió de las fauces de una especie de dragón;
y que derritió, también, todo el asiento trasero y el baúl.
Estas películas del autocine son cada vez más reales.
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¡Buenos días, señor Tolstoi!
Diana Raquel Hernández Meza
México
No esperaba que nuestra despedida fuera así, aunque nunca deseé
la separación, algunas veces imaginé el desenlace: en el auto, en
un café o saliendo de un bar. Escuché el pitido de advertencia, a
través del túnel apenas vi las luces del tren, diminutas, a la ya breve
distancia. Me lancé a su paso.
—¡Corte! ¿Qué demonios está sucediendo? —gritó el
director desde su banquillo.
El plató quedó atónito.
—¡Eso no estaba en el guión!
Aldo Flores Escobar
34
Cien años de sobriedad*1
Franco Ricciardiello
Italia
Otoño de 1956, Gabriel García Márquez llega a París desde
Roma, donde se unió a la Escuela Nacional de Cine. Tiene 29
años y debe mantenerse alejado de Colombia debido a un
reportaje periodístico sobre un tráfico de drogas que ha
molestado al gobierno. Con ganas de participar en un rodaje,
asistió a los estudios Billancourt en busca de un trabajo como
ayudante de dirección. Hoy debe encontrar a un crítico joven
llamado François Truffaut quien también es asistente de Roberto
Rossellini. Se pasea por un vestidor y casi tropieza con Ingrid
Bergman quien se peina el pelo frente al espejo, terriblemente
bella como en Notorious, de Hitchcock.
—¿Quién es usted? —pregunta Ingrid con una sonrisa.
—Un periodista — interviene Truffaut detrás de ella.
—¡Perfecto! —aprueba Rossellini, el marido de Ingrid
(se casaron por el civil en la Ciudad de México porque en Italia
no existe el divorcio).
—Necesito un escritor para una escena —pronuncia la
actriz—, vamos a ver.
Gabriel se sienta y apisona las teclas de una máquina de
escribir, mientras siente las miradas sobre él. Se detiene al final de
una línea, la actriz aplaude como en Casablanca.
—Tiene la cara de un pianista huérfano —dice
Rossellini—. Quiero un escritor…
—Es un periodista exiliado —interrumpe Truffaut.
* Título original: “Cent’anni di sobrietà”. Traducción del italiano de: Benjamín Cruz.
Microfilmes en prosa
35
—A esta edad tiene el bigote de Hemingway —Ingrid
sonríe y Gabriel se siente el protagonista de Por quién doblan las
campanas.
—… quiero un escritor francés, con el cabello peinado
al estilo de un camarero napolitano —concluye Rossellini.
Gabriel debió ofenderse, la actriz sueca lo contemplaba.
Truffaut se encoge de hombros y dice:
—Vuelva mañana, hay otros directores.
Gabriel se despide alzando la mano, caminando de
espaldas, sale con una mirada de reojo. Truffaut pasa fotos de
extras a Rossellini, a quien ya ha olvidado. Ingrid se acerca en
tacones altos a la máquina de escribir, tira de la hoja y lee: “El
coronel Aureliano Buendía promovió treintaidós levantamientos
armados y los perdió todos”.
Aldo Flores Escobar
36
Cuestión de talento
Marco Díaz
México
Cada vez que se veía en la pantalla, notaba su mayor defecto: ser
actor.
Microfilmes en prosa
37
Drácula
Jorge Urzúa
México
Mientras veía la escena más aterradora de su vida, oyó detrás un
gruñido tenue. Se quedó paralizada, muda. De pronto sintió una
respiración agitada cerca de la oreja que bajó parsimoniosa.
Finalmente recibió un pequeño pero doloroso mordisco en el
cuello.
—¡Ya ponte quieto, Luis, que no me dejas ver la
película!
Aldo Flores Escobar
38
Diva
Gloria Ramírez
México
Odio al espejo. Sé que no soy de su agrado y modifica mi rostro.
Ayer, viernes, dejó que mi pequeña cicatriz en el labio se viera
horrible. Y el muy maldito es primo hermano de aquel otro
colgado en mi camerino que está en el estudio. El cual se
comunica con el que está en el estuche de la polvera de la
maquillista y que le dice a la lente de la cámara 4 que tome mi peor
perfil. Quien a su vez le ha contado a la lente de la cámara aérea
que me metí con el productor, y que no me lo perdona porque es
un idiota recatado, y por eso siempre cae justo en mis mejores
escenas. Odio a ese maldito espejo chismoso que sólo mira lo que
hago para mostrarle a los demás.
Microfilmes en prosa
39
El monstruo
Nicolás Fernández
México
Después de derribar edificios, destrozar calles, aplastar vehículos
y asustar gente, Godzilla regresó a casa temblando, con el temor
de que su madre se enterara de que había faltado a la escuela.
Aldo Flores Escobar
40
La capa
Esther Lázaro
España
Hace veinte años, fascinada por las historias fantásticas del
célebre mago del rayo en la frente, pedí que me regalaran una. Me
dijeron que era imposible, que no existían, que nadie puede ser
invisible. Y me lo creí, tonta de mí. Tardé cerca de dos décadas
en darme cuenta de que había nacido con ella puesta. Y desde que
lo supe, desde que lo sentí, desde que la sufrí, lucho por
quitármela, por arrancármela, por hacerla jirones y pisotearla y
despedazarla y quemarla y hacer que desaparezca. O, por lo
menos, volverla invisible. Me temo que la lucha será larga. Tanto
como la vida.
Microfilmes en prosa
41
En la cuerda floja
Violeta Rojo
Venezuela
El equilibrista sueña con hacer lo que nadie ha hecho jamás. La
carpa del circo es demasiado baja para sus ansias de notoriedad.
Quiere algo cada vez más grande. Pone un cable entre las torres
de Notre Dame y se siente cerca del cielo. Pero no es suficiente,
quiere más. Decide poner un cable entre las Torres Gemelas. Si
cruza entre ambas torres su necesidad de fama, éxito y grandeza
se verán colmadas. Le cuenta sus deseos a una gitana cinéfila y
ésta, en la llama de la vela, puede ver retazos de películas que
hablarán sobre su hazaña. Una se llamará Man on Wire y será un
documental, le dice; la otra se llamará The Walk. Serás recordado
por siempre.
El equilibrista escoge su día. El 11 de septiembre
efectivamente cruza de lado a lado, pero el acto extraordinario no
se nota. El equilibrista no pasará a la historia porque ese día pasan
otras cosas y nadie se da cuenta de que estaba allí.
La gitana cinéfila, años después y viendo las películas,
se dará cuenta de que se equivocó de funambulista.
Aldo Flores Escobar
42
Adaptación cinematográfica
César Abraham Navarrete Vázquez
México
—Hace tiempo “La culta dama”, de José de la Colina, estaba por
terminar la lectura del cuento “El dinosaurio”, de Augusto
Monterroso. Por cierto, ¿tú ya lo leíste?
—No, esperaré a la película.
Microfilmes en prosa
43
Estrella fugaz
Alfonso Pedraza
México
Amaba, por sobre todos, al proyector de cintas. De manera
especial en esa sala de cine de pueblo, con sus muebles ruinosos
y su telón sucio y roto. En el momento que se apagaban las luces,
obviaba todo eso, incluso los humores a moho y orín que la
rodeaban, e iniciaba la función, el idilio.
Sea dentro de la cámara de proyección o en la sala
misma, el mundo la podía ver elevarse por todo el cañón de luz
que le daba vida y convertía en destello flotante a esa pequeña
mota de polvo.
Aldo Flores Escobar
44
El regreso de los siete magníficos
Rubén Faustino Cabrera
Argentina
—Yo me voy. ¡Me tomo El tren de las 3:10 a Yuma y no me ves
más!
—¡Por fin! ¡Que El diablo a las cuatro te lleve! ¡Y ojalá
que 101 dálmatas te muerdan en el camino!
—¡1984 veces deseo que tus maldiciones se te vuelvan
en contra!
—¡Basta! ¡Debería darte Los cuatrocientos golpes, estúpido!
—¡La culpa es tuya! ¿Hasta cuándo ibas a jugar a Una
Eva y dos Adanes? Lo único que faltaba era que un día te acostaras
con Doce monos. Me voy ¿se entiende? Me voy a dar La vuelta al
mundo en ochenta días. Y tal vez me quede 55 días en Pekín.
—No me hagas reír. Aunque bajes esos 39 escalones,
llegues a La Strada y cruces El puente sobre el Río Kwai, en Nueve
semanas y media estarás de vuelta en casa. Pero, ¿qué digo? En 48
horas. ¡Ni siquiera! ¡En 88 minutos! Te conozco desde Diez mil años
antes de Cristo. ¿Y? ¿Te vas o no te vas?
—Es que… lo pensé mejor. Tu Perfume de mujer me
enloquece.
—Así que te vas a quedar… ¡Milagro en la calle 8!
—Me quedo, sí, y festejemos esta reconciliación
transgrediendo el sexto de Los diez mandamientos.
—¡Eso! ¡Vamos por la remake de Los siete magníficos
orgasmos que tuve la primera vez que hicimos el amor!
—¡Eso! ¡El regreso de los siete magníficos!
FIN
Microfilmes en prosa
45
Porno
Alejandro Mejía
México
—¿Cómo terminé aquí? ¿Qué estuvo mal en mi vida? ¿Cómo es
posible que exista alguien tan degenerado, capaz de consumir
semejantes cochinadas, pagar por ello o atreverse siquiera a
buscarlo? ¿Acaso se creerán estos falsos gritos? Debería estar
prohibido este género, nos convierte en unas bestias, reducidas a
la inexistencia de la moral. Decimos que no lastima a nadie pero
en cada escena se destroza una vida. Sólo los conejos deberían
hacer esto. Mañana mismo renuncio.
Al día siguiente nuestro héroe canceló todo nexo con
los filmes de acción e inició su incursión en el porno. Habría por
supuesto preferido hacer cine de arte pero…
Aldo Flores Escobar
46
Arte y ensayo*2
Olivier Gechter
Francia
Jamás hubo un cineasta más versátil. En la cámara, en la toma de
sonido, en el guión; estaba por todas partes. Quería dominar
perfectamente la realización por lo que se afanaba incluso en
montar sus películas él mismo. Receloso, no confiaba a nadie la
tarea de producir, difundir y promover esas pequeñas joyas de
precisión, en las que trabajaba durante meses como un ermitaño.
Era esa misma búsqueda de la perfección la que lo había llevado
a interpretar el papel principal, así como los secundarios, en
guiones hechos a medida que hablaban exclusivamente de él.
Llevaba el perfeccionismo hasta criticar él mismo sus obras. Algo
muy acertado, ya que la mayoría de las veces era el único que las
había visto.
* Título original “Art et essai”. Traducción del francés de: Santiago Eximeno y Jacques Fuentealba.
Microfilmes en prosa
47
Escape
Karim Herrera
México
—¡Tenemos que huir! ¡Abandonemos la casa ahora!
—Hijo, tranquilízate. ¿Qué es lo que te sucede?
—¡Toma lo que puedas! El mundo se va a acabar, nos
queda poco tiempo.
—Pero, ¿quién lo dice?
—El cine, todas las películas que acabo de ver lo
vislumbran; habrá terremotos en unos días, incontables desastres
naturales azotarán a nuestro planeta aunados a invasiones de
naves extraterrestres que cruzarán a nuestro mundo mediante
agujeros de gusano y nos exterminarán. ¡Busquemos un refugio!
—Y ¿a dónde iremos?
—A Hollywood, guardo la esperanza de que los
cineastas tengan la solución.
Aldo Flores Escobar
48
Tragicomedia
Jesús Toledo
México
Es bien sabido que en el séptimo día a Dios se le ocurrió el
séptimo arte. Después de las batallas en los tiempos de Aquiles,
las cruzadas y la inquisición, las guerras por la “libertad” en
Latinoamérica, los campos de concentración en Alemania y la
destrucción de Hiroshima, Dios continúa esperando que salga el
personaje gracioso a decir que todo ha sido en broma.
Microfilmes en prosa
49
Cinéfilo
Perla Cristal Hermosillo
México
Entra a la función nocturna. La luz, que inunda todo el espacio,
arroja sobre él una oleada de frío. Busca su asiento cerca de la
pantalla. Se pone cómodo. Sólo tiene que esperar algunos
minutos para que la película comience mientras come sus
palomitas con singular glotonería. Ve que alguien se aproxima.
Sus delicados brazos, sus torneadas piernas y sus
delgados tobillos le llaman de inmediato la atención. Qué decir de
la emoción que le provoca ese ajustado atuendo. Los
movimientos de sus caderas y ese cuerpo esbelto lo hipnotizan
enseguida. La mira embelesado. Se sienta junto a él.
En la pantalla aparece la palabra “Fin”. Ella se levanta
de un salto, indiferente avanza hacia la salida. Se aleja sin
misericordia por más que él le había demostrado su interés al
mirarla fijamente durante toda la película.
Aldo Flores Escobar
50
Función de aniversario
Héctor Fernando Vizcarra
México
Para conmemorar los cuarenta años de su estreno, en 2008 la
Cineteca Nacional programó The Night of the Living Dead, de
George A. Romero. Era la primera vez que la mayoría de los
asistentes veíamos en el cine close-ups de personajes asediados
por muertos vivientes. Juntos recreamos la experiencia aterradora
del cine primigenio, esas imágenes que quieren brotar de la
pantalla y amenazan con devorarnos, como ocurrió, según dicen,
con el arribo del tren a la estación de la Ciotat filmado por los
Lumière. En la última secuencia de la película de Romero, cuando
los muertos vivientes están por derribar la casa donde se
resguardan las víctimas, en la sala 1 de la cineteca irrumpieron
hombres y mujeres caracterizados como zombis. La película
terminó segundos después, con el protagonista, un hombre negro,
asesinado por la policía. Sin embargo, en la sala 1 los zombis
seguían llegando y nuestras risas iban diluyéndose. El
performance exageraba su tiempo de duración. El nerviosismo
creció mientras los zombis alquilados, a oscuras, transitaban los
pasillos rozándonos la nuca. Así hasta que las luces se
encendieron como forzadas por los gritos. En lo oscuro los gritos
suenan diferente, como un pellejo arrugado bajando por la
espalda. La función se dio por concluida y, para sosiego de todos,
se abrieron las puertas de la sala.
Todos disfrutamos mucho la proyección de ese filme
de culto. Menos los zombis falsos que fueron abandonando la
cineteca con la vergüenza a cuestas, actores solitarios, quitándose
el maquillaje con movimientos torpes.
Microfilmes en prosa
51
El cine del futuro
Aldo Flores Escobar
México
—Buenos días, señorita, leí un anuncio para crear mi propia
película en el futuro, vine a registrarme.
—Claro, aquí tiene la solicitud.
—¿Podré ser el héroe en 007?
—Podría ser el villano, si usted lo desea.
—¿Cuántas filmaciones podré realizar?
—No hay límite.
—Me encantaría protagonizar el papel de Russel
Crowe, en Gladiador.
—…
—También he querido vivir las aventuras de Tom
Cruise, en Misión imposible… aquí tiene el formulario, está listo.
¿Algún requisito más?
—Por supuesto, tiene que dejar su cerebro en nuestro
laboratorio.
—¡No leí sobre ello!
—Es el último convenio, el principal. ¿Está dispuesto?
—¿Qué es lo que harán con mi cerebro?
—Servirá como tarjeta de memoria para proyecciones
de cine antiguo en el futuro.
—¿Me colocarán uno como repuesto?
—En efecto, nos queda el del Tío Gorgorín, quien pasó
su vida actuando como el Pato Donald, hasta que su sistema tuvo
un corto circuito a nivel fónico-fonológico, pero le va a
encantar… ya verá.
Aldo Flores Escobar
52
La verdad del cine
Lauro Zavala
México
Se quitó los lentes para limpiarlos, y pensó: “¿Por qué cuando veo
una buena película el mundo cotidiano me parece irreal?”
Desde los formalistas rusos, todos los filósofos que
estudian el cine se habían hecho esa pregunta (o una variante muy
próxima).
Recordó a su novia americana, que siempre le
reclamaba por qué se emocionaba al ver una película y no lo hacía
cuando algo importante le ocurría en su vida cotidiana.
Se volvió a colocar los lentes y pensó que la realidad era
una pobre imitación del cine. Una parodia creada por un guionista
sin mucho talento. O peor, un pastiche que siempre termina mal.
El cine, pensó, es un espacio donde podemos
reconocer la verdad. Se levantó de su silla para buscar en su
biblioteca el capítulo de un libro donde ya alguien había dicho
algo similar.
Tenía su escritorio cubierto con medio centenar de
libros abiertos a la mitad, y en todos ellos trataba de encontrar el
argumento central para demostrar que el cine es una ficción que
contiene una verdad. Una ficción verdadera que no podría tener
el carácter ficticio de la vida real.
Al irse a dormir esa misma noche le dijo a su esposa
que ya había terminado de escribir su artículo, y que lo enviaría a
la revista italiana al día siguiente. Ella le dirigió una mirada de
complicidad que era el anuncio de algo aún mejor.
Poco antes de quedarse dormido alcanzó a pensar que
a veces la realidad era una buena imitación del cine.
Nostalgia
Microfilmes en prosa
55
De regreso a Hollywood
Rogelio Herrera
México
—Querido Paul, cómo ha estado —Andrea Conti estrechó la
mano del director—. Qué posibilidad tengo de tener el papel
principal en su siguiente película, necesito dinero y el capital se
me va de las manos como a un Mozart.
—Hola señor Conti, me da gusto verlo por aquí.
¿Sabe?, es una lástima, pero el público ya no se interesa por los
actores italianos, prefieren a los ingleses, su físico les impresiona
más, usted sabe.
—Escuche Mr. Scott, ya no gozo de musculatura pero
conservo mi talento, además he mejorado; debería ponerme a
prueba.
—Para serle franco no gozo de una gran inversión, pero
le podría conseguir algún otro puesto.
—¡Se lo agradecería! ¿Cuál sería mi función?
—Me dicen que no hay quien acomode los camerinos,
necesitamos alguien quien enrede los cables, requerimos personal
que mueva las luces… quizá vender palomitas a la entrada de
nuestro cine no sería una mala labor.
Aldo Flores Escobar
56
La culpa la tiene el cine
Alicia Aguilar
México
—Le digo, doña Martita, la culpa la tiene el cine —comentaba la
señora Lourdes a su comadre en los lavaderos de la vecindad—.
Mi Eduviges, desde que vio a una actriz rubia de las películas
extranjeras, no tardó en teñirse el cabello de güero, que ni iba con
el tono de su piel pero se entusiasmó; una amiga le regaló un
abrigo y las dos salían quién sabe a dónde amacizadas en
zapatillas. Me llegaba tarde y empezó a fumar, no dejaba de ver
esas películas engatusadoras; pensaba que un día se casaría con
uno de aquellos galanes que visten buenos trajes y manejan carros
de lujo —la señora Lourdes movió la cabeza de un lado a otro,
lamentando la situación sin dejar de enjabonar su ropa en el
lavadero—. Nomás pasaron los años y mi hija ahí quedó.
—¿Y luego? —preguntó doña Martita, quien dejó a
medio fregar su delantal— . ¿Qué ha sido de ella?
—Se encerró en casa porque no quiere que la gente la
vea de vieja, como en la vida de la actriz que admiraba; le quiso
seguir los pasos. Ya lleva diez años sin mostrarse a nadie, nomás
se asoma por la ventana de vez en cuando y se vuelve a refugiar
en su soledad. Así me la dejó ese mentado cine.
Microfilmes en prosa
57
Sobre la cama que quema
Adriana Alarco de Zadra
Perú
Cuando entró en la habitación me temblaron las rodillas. ¡Paul
Newman! Con ojos verdes y compasivos como me lo recordaba
en las películas… “La gata sobre el techo caliente” o sobre la cama
que quema…
Me tomó el pulso, sintió mis latidos cerca al seno,
observó mis pupilas. Es tan guapo que me hubiera caído al suelo
de la emoción si no hubiera estado en cama. El golpe me había
dejado una rodilla fuera de su sitio. Lo más importante es vivir…
ya tendré tiempo para el resto si sigo respirando.
No puedo seguir pensando que soy inmortal. Me peino
cuidadosamente cuando llega la hora de la visita del doctor, Paul,
tan cerca como siempre, lo soñé. Le digo que vi todas sus
películas, aunque afirma que no es quien yo creo que es. Se ríe y
me asegura que no estoy tan mal a pesar de los golpes y los años.
Llega el momento del “Exodus”. Me dan de alta en el
hospital. Me emperifollo, me peino y me alejo por los largos
pasillos de los aburridos días, de las pastillas, de las inyecciones,
del “Quinteto” de enfermeras.
Luego llegan a recogerme mis hijas. Lo observo de
lejos. Hay una pared entre los dos. ¿Una abuela que agradece a su
doctor por haberle dado un poco más de esperanzas? El amor
queda encerrado en medio de esas cuatro paredes blancas y, sin
que me vean, seco con la mano una lágrima que resbala y
humedece mis arrugadas mejillas.
Aldo Flores Escobar
58
Personaje secundario
Anaclara Muro
México
Érase una vez un personaje secundario que quería ser el
protagonista. No era gordo, ni negro, ni el chico de lentes, así que
pensaba que no estaba todo perdido. Siempre estaba al asecho de
las señales, esperando el momento de comenzar su propia
historia, cualquier indicio, cualquier mensaje oculto. Quería creer
desesperadamente en su destino de protagonista.
Lástima, un día se enamoró de la amiga de la chica
rubia.
Microfilmes en prosa
59
El crítico
Lucila Adela Guzmán
Argentina
No debería haber cruzado la avenida con el semáforo en rojo.
Luego de asistir a los estrenos del día y redactar las
críticas para el diario, él regresaba a su casa, siempre solo, para
hacer lo que más amaba, su obsesión, encerrarse en la sala de
proyecciones y apreciar películas de culto, cortometrajes y
documentales raros.
No debería haber cruzado la avenida con el semáforo
en rojo.
Ahora, su cuerpo yace tendido en medio de la calzada y
las imágenes que se deslizan frente a sus ojos marcan escenas que
exasperan su visión crítica. Son escenas aburridas, sin contenido,
fotografía insípida y un argumento tan desastroso que hubiese
querido saber cómo adelantar las secuencias para descansar en la
palabra FIN.
Desesperado ante los vulgares cuadros que delataban lo
insulsa que había sido su vida, el hombre preferirá morir. Sin
embargo, quizás por costumbre, atado apenas a un hilo de aire,
tendrá tiempo para analizar una escena más…
Sobre el asfalto, bordeando el color de la sangre
escarlata ve revolotear las alas de una perfecta mariposa blanca,
símbolo inequívoco de todo aquello que no supo ser. Sin lugar a
dudas, pensó, única imagen rescatable de tan desastroso film.
Aldo Flores Escobar
60
La estrella
Mercedes Oliva
México
—¡Con un demonio! No soporto que interfieran en las escenas
principales en las que aparezco. ¡Quiero actuar sola! ¡Que se vayan
todos al carajo!
—Lucy, es imposible que lo hagas sola, necesitas de los
personajes secundarios.
—¡Ellos son los que necesitan de mí! ¡El resto vive de
mi talento!
—Te aconsejo que no los minimices, todo el set te
guarda respeto.
—Por muchos años la cámara me captaba sola en las
regaderas, en las playas, en las alcobas… de nadie dependía, sólo
de mis piernas.
—Son otros tiempos.
—¿Podré volver a desnudarme?
—No lo sé.
—Quiero bañarme otra vez en una tina, mostrar mis
muslos y aparecer en las portadas de las revistas.
—No sé qué decir.
—¿Aún te gusto?
—…
—Te entiendo, no es lo mismo con el cuerpo arrugado.
Quizá deba aparecer en una comedia para consolarme un poco.
Microfilmes en prosa
61
Casablanca
Dina Grijalva
México
Ve una y otra vez a Ilsa, Rick y Laszlo: en el cine (siempre que
anuncian su película asiste con fervor casi religioso), en la pantalla
de la sala de su casa, en la de su recámara, en la lap top, en el
celular.
Su obsesión empieza a preocupar a sus amigos. Él los
ignora, absorto, ve una y otra vez entrar a Ilsa y Laszlo al café de
Rick, revive las escenas de amor en París, escucha embelesado As
time goes by, admira el carisma del líder de la resistencia, el encanto
de Ilsa, lo conmueve el dolor de Rick.
Vuelve a ver el film siempre con la loca esperanza de
que alguna vez al fin sean Ilsa y Rick quienes suban al avión.
Aldo Flores Escobar
62
Las hojas de otoño
Aldo Flores Escobar
México
Por más de una década el cineasta Clarke C. no había podido crear
un argumento para la elaboración de una película, por las tardes
se sentaba en la acera de un vecindario en espera de una idea;
desde la ventana de su apartamento un joven lo observaba en cada
atardecer sentado en esa inmunda banqueta:
—Señor Clarke, ¿qué lo tiene preocupado?
—Busco una historia, es parte de mi labor de cineasta.
—¿Por qué no la busca en una novela?
—Las novelas han perdido su encanto.
—¿Y en esta parte de la ciudad alguna cosa le parece
interesante?
—Las hojas de los árboles…
—¿Qué le dicen?
—Nada aún, pero cuando termine este otoño un desfile
de hojas me traerá el mensaje que busco… quizá mañana sea mi
día.
—¿No le parece extraño que en este otoño todavía no
hayan caído hojas?
—Tiene razón… ¡y tal vez ese sea el argumento que
busco!… hasta pronto.
El director corrió a prisa dejando tras de sí un alboroto
de papeles sueltos sobre el aire que contenían apuntes sobre algún
guión inacabado, eran como las primeras hojas que aparecían en
el otoño.
Romance / Erotismo
Microfilmes en prosa
65
Matiné
Azucena Franco
México
La noche en el día, recinto de pasiones, del futuro, del pasado,
palomitas rebosantes, aventuras y espantos. A escueleros
secundarios, la película es lo que menos importa, el cine es un
paraje para besos, arrumacos.
Aldo Flores Escobar
66
Espasmo
Atzaed Arreola
México
Una mujer oscura, de palabras silenciosas, de rostro pálido y
hermoso, de botas negras y de adornos de estoperoles, ansiaba un
escándalo como el de Marion Crane. Recorría los cines tras el
terror, seguía a Tod Browning, Dario Argento, George Romero,
incluso, a James Wan. Pero el miedo no provocaba que le estallara
el pecho de esa manera. La solución le llegó en humedad, después
de leer una programación que anunciaba una película vieja: Deep
Throat.
Microfilmes en prosa
67
Cine club
José Manuel Ortiz Soto
México
En el Centro Universitario Cultural proyectan The Wall, película
de Alan Parker basada en el álbum homónimo de Pink Floyd. Es
mi oportunidad de verla, ya que no pude asistir a su exhibición
comercial porque aún era menor de edad. María Elena aceptó ir
conmigo. No voy al cine desde aquella vez que Lulú se enojó
conmigo, porque me perdí hora y media en el drama de Barbara
Streisand y Kris Kristofferson, y no en sus senos. Hace poco me
contaron que todavía cuando alguien dice mi nombre en su
presencia, la rencorosa Lulú no me baja de pinche putito
intelectual.
Mientras en la pantalla pasan los créditos de la película,
al fin me armo de valor y le digo a María Elena que, si tiene
tiempo, podríamos continuar la tarde en mi departamento.
Aldo Flores Escobar
68
Profesión de alcoba
Paulo Verdín
México
La vio desnuda como una fantasía, un sueño real o una
fascinación. Un paraíso con dirección al placer, al deleite, a la
pervertida imaginación de un febril telespectador. Sin más
preámbulo, se quitó el pantalón y comenzó a penetrarla. Entonces
un jadeo sin sentido se apoderó de ella. Al cabo de un rato, la
magia termina. El vacío y el absurdo vuelven. El actor, finalmente,
sólo escucha de forma vaga un grito: “¡Corte!”
Microfilmes en prosa
69
La escena final
Raúl Alarcón
México
Esperar las funciones del viernes por la noche significaba,
completar horas después, las escenas que no nos complacían de
la proyección. Se apoderaba de ti la necesidad de asistir a los
estrenos de romance, acostumbrabas tirar algunas lágrimas
cuando la pareja principal se separaba para siempre, te gustaba
tomar mi mano y mirarme a los ojos como para decirme que
aquello entre nosotros no tendría que pasar.
Entonces al salir del cine nos sorprendía alguna lluvia
de verano, la cual empapaba tu blusa blanca que se adhería
transparente a tu piel por donde se asomaba un lunar entre tus
senos; mientras reías, capturaba cada uno de tus gestos cuadro a
cuadro, enfocaba el contorno de tus piernas a detalle y entonces
imaginaba la película que más tarde protagonizaríamos en mi
alcoba.
Aldo Flores Escobar
70
Ángulos
Emilio del Carril
Puerto Rico
Estaban a 180 grados en la fila de la confitería. Uno agarraba la
mano de su hija, quien se había decidido por unos dulces con
forma de animalitos. El otro revisaba en los bolsillos para
encontrar el cambio exacto con el que pagaría un chocolate para
su prometida. De pronto sus miradas se detuvieron en los ojos
grises de uno, en la barba espesa del otro. Comenzó el trasiego de
expresiones: sorpresa, perplejidad, sobresalto, bochorno, miedo,
inocencia... Surgió una sonrisa oblicua y otra a media asta. Se
separaron a sendas salas: la de la película de caricaturas y la de la
película romántica; no sin antes tratar de encontrarse moviendo
las cabezas en ángulos de 90 grados.
A los pocos minutos de comenzar la proyección, y
mientras todavía no aparecía en pantalla el colorido protagonista
de la cinta animada, inventó una excusa y salió para entrar a la sala
contigua. Se encontró del frente con el otro, quien había decidido
ir a la otra sala. En la oscuridad y en la debeladora tiniebla, de
frente. Le entregó una tarjeta de presentación y le pasó la mano
por los vellos oscuros de la cara, solo eso, y salió despavorido.
Después de unos instantes de vacilación entre las sombras,
decidió regresar al ángulo perfecto de su vida. Caminó en línea
recta para echar a la basura el cartoncito, y suspiró recordando el
extraño tono de gris de aquellos ojos.
Microfilmes en prosa
71
La última película a tu lado
Elizabeth Zaragoza
México
El cine fue el espacio que se prestó para que te atrevieras a tomar
mi mano, el aposento que guardó nuestro primer beso entre
nuestras miradas bañadas por una luz frágil. No supe a cuántas
películas dejamos de prestarle atención porque lo verdaderamente
importante era la historia que nosotros protagonizábamos, la
trama que nos gustaba realizar, el guión que a ningún director se
le ocurría escribir; corrías el riesgo de ser descubierto por algún
vigilante cuando, aprovechándote de mi silencio, desatabas
caricias entre mis piernas. Después de tantos años de palomitas y
sodas frías nos despedimos en el antiguo cine de nuestra primera
cita. Sabíamos que no habría continuación para nuestras
aventuras, nos alejamos sin voltear a vernos siquiera las espaldas,
dejamos que la ventisca se llevara nuestros recuerdos; llegamos al
grado de aborrecer el “Continuará”.
Aldo Flores Escobar
72
Permanencia voluntaria
Eva Oliveira
México
Durante muchos años mi esposo y yo pretendimos protagonizar
nuestra propia película. Comenzamos por varios años
dedicándonos al género de aventura; después pasamos al romance
y de inmediato dimos paso al erotismo, quizá este último fue el
tiempo de corta duración. Una vez que filmamos nuestra boda al
paso de los años todo se convirtió en la “Pesadilla en compañía
del infierno”. Me cuesta tanto ser otra, cambiar de rol en el que
me encuentro; en cada nuevo día nos miramos con desprecio, la
rutina ya es un hábito; sin embargo, a ambos nos cuesta trabajo
decir adiós, a pesar de los estragos nos encontramos en una
función de permanencia voluntaria.
Microfilmes en prosa
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Decisión
Rocío Contreras
México
Ella ama la acción, la aventura y el romanticismo; él el suspenso,
la comedia y el género infantil. Parecía que en esta ocasión no
importaba hacer la elección de sus preferencias, la que fuera daba
igual, ya no era un día “especial”. Él sonreía sin congoja en busca
de la sinopsis.
Al menos por primera vez estaban de acuerdo en lo
mismo, no tendrían que echar un volado por la opción de uno o
del otro. La película nominada al OSCAR destacó entre las únicas
funciones disponibles. Él solía complacerla, pero ella no quiso
soda, palomitas, ni una caricia. Aún guardaba el malestar de las
decisiones que hablaron antes de entrar al cine.
El mal humor ajeno, sobre todo el de ella, lo
malhumoraba, tanto como la aflicción que le provocaba; su actuar
lo hacía sentir culpable de usar palabras escuetas y borrarle
fácilmente la sonrisa.
La película avanzaba en las escenas más aburridas, El
Renacido seguía caminando. Dispuesta a recuperar el buen ánimo
lo miró empática, le acarició la mano, la pierna. Reposó la cabeza
en su hombro, esperando…
A él le costaba no doblegar su orgullo. Le dio un beso,
luego otro, y uno más que erizó hasta la piel, olvidando el motivo
del enfado. Empezaban a disfrutar de la película, divertidos,
cuando él susurró: “Me iré”. Tajante lo rechazó.
Y mientras el protagonista aún respiraba, ella sentía
asfixiarse. Pensar en el futuro la confrontaba: ¿Me llevará?
Aldo Flores Escobar
74
¿Estaría dispuesta a ir con él en dos años? La exasperaba que fuera
incisivo, extremado al decidir.
No esperaba un final feliz, ella anticipó la despedida, se
levantó de la butaca y salió sin mirar atrás.
Microfilmes en prosa
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Hombre duro
Juan Luis Nutte
México
En medio del gentío, me sorprendo con ganas de llorar, no
muchas, pero eso lastima. Mi garganta arde y algo serpentea de mi
vientre a la glotis, haciéndome recordar la traición que Gerda
esgrimió para acabar con nuestra relación añosa y firme…
Me siento enfermo desde la ruptura. Mi garganta
dolorida y tensa; dolor semejante a un tortícolis que inflama y
oprime como si trajera correa.
Envidio a las parejas que me topo en la calle. No la
melosidad que se demuestran, sino sus enojos y riñas que sacan la
bajeza de uno mismo y que es anclaje de las relaciones.
Cierto que discutía con Gerda, pero era la sazón que
daba pábulo a reconciliaciones fúricas en la cama. Ahora
irremediablemente triste, solo y lleno de lágrimas, no tengo alivio
para el malestar en mi cogote…
La distracción y el agotamiento evitarán hundirme.
Sin más entro a un cine.
Busco la primera fila de butacas, siempre desierta,
donde los enamorados jamás tomarían asiento.
“Los amantes del círculo polar”… cada escena me
remite a situaciones símiles con Gerda que oprimen mi garganta
para que suelte el llanto desamparado, pero aguanto, no como los
hombres, sino como alguien que sabe del ridículo al que se atiene
permitiéndose la debilidad. La saliva grumosa me atraganta. Mis
ojos hinchados parecen querer salir de sus órbitas… Presa ya de
una tristeza incontrolada, doblego la cabeza y comienzo a pujar el
llanto encarnado en la faringe. Me inclino tembloroso hacia atrás,
Aldo Flores Escobar
76
como si alguien golpeara mi frente; labios y mandíbula tiemblan
con violencia y sorprenden a mi lengua en un mordisco que
sangra. Mi cuello inflama su piel al grado de casi transparentarse.
Es como si una víbora reptara alrededor de mi cuello, abultando
y comprimiendo su escamosa longitud para sofocar a su caza…
Boqueo como pez naufragado…
Es tal mi alboroto que el público abuchea.
Se interrumpe la cinta.
Prenden los reflectores de la sala…
Dos vigilantes, alertados por alguien del público se
acercan a donde yazgo con el rostro congestionado. Me examinan
displicentes. Tomándome de pies y manos, con evidente fastidio,
me arrastran hasta la salida, mi cabeza de hombre duro cuelga
descoyuntada, mi boca destila baba y lágrimas que escurren por
mi lengua que más bien tiene apariencia de un trozo de soga…
Arrojado de la sala, el público seguramente se arrellana
en sus asientos y espera se reanude la proyección.
Microfilmes en prosa
77
Toma III
Elena Martínez
México
Una toma precisa capta a Luisa recostada en la alcoba, la cámara
enfoca su espalda y baja poco a poco hasta registrar cada detalle
de sus caderas logrando un cuadro preciso.
Luisa despierta y se sabe dentro de una escena que no
eligió… otro director desconocido logró convencerla de realizar
una película pasajera.
Terror / Suspenso
Microfilmes en prosa
81
La masacre de Cadena
Frank Roger
Bélgica
—Bienvenidos a Mad Mex—dijo la chica de cabello oscuro, con
una sonrisa radiante en su cara.
—Gracias— respondió Jaime y siguió a la chica por el
interior, a través de un pasillo estrecho hasta una pequeña
habitación con una silla y una pantalla. El lugar estaba vacío.
—¿Soy el único visitante?— preguntó Jaime.
—Sí —confirmó la chica—. Aquí en Mad Mex
mostramos películas experimentales breves para una audiencia de
una sola persona. Es una experiencia interactiva. Ya verá. La
película se llama The Chain Massacre. Espero que la disfrute. Tome
asiento por favor —la chica abandonó el lugar.
Jaime se puso cómodo, se apagaron las luces y la
pantalla cobró vida, parpadeó. En primer lugar aparecían los
créditos, se desplazaban hacia abajo: The Chain Massacre,
protagonizada por el visitante anterior. “¿Qué se supone que significa
eso?”, se preguntó.
La película comenzó con la foto de un hombre sentado
en una pequeña habitación, mirando a una pantalla. “Ése debe ser
el visitante anterior, sentado donde estoy ahora”, pensó. Nada
parecía suceder durante unos minutos, hasta que una puerta se
abrió y un hombre agitando un machete apareció, amenazado con
matar al visitante. Justo antes del golpe fatal con el machete, la
pantalla se quedó en negro.
“¿Qué ocurre?”, Jaime cuestionó. A continuación, se
abrió una puerta y, al igual que en la película, apareció un hombre
armado con un machete y corrió gritando hacia él. En un ataque
Aldo Flores Escobar
82
de pánico, Jaime se dio cuenta de que no había manera de escapar
y él no tenía ninguna posibilidad contra aquel loco. Para su
sorpresa, el asesino puso el machete en la mano de Jaime y le dijo:
“Es tu turno ahora. Debes asustar al jodido visitante que sigue”.
Jaime alzó la vista y vio que la cámara había grabado
todo. “De acuerdo”, pensó, y se colocó detrás de la puerta.*1
* Título original: “The Chain Massacre”. Traducción del inglés de Aldo Flores Escobar.
Microfilmes en prosa
83
Misha. Sinfonía de la carne
Huitzillin Trujillo Estrada
México
Mi pequeña rubia yaces apaciguada en la cabaña rodeada de lobos
uniformados. Ellos saben dónde estás. Vine por leños. Imagino,
o es real; bosquejo con mi bota un banquete en el fango del
capricho invernal. Cavilo, cargo desesperado un madero.
Permanece tras la gaveta pequeña mía, donde no perciban tu
exhalación: esencia incomparable. Donde no te miren fascinados.
Escucho cómo el humo se arrebata bajo un cuerpo
frágil… hedor a carne asada. ¿Cómo tragarán, si en la casa la nada
rapaz está!
Hermana mía te convertiste en cordero.
Percibo tu perfume, olfateo esos rizos luminosos. Tu
dulce piel permanece blanca, intacta cierva.
Aún a la distancia de una oscura gruta, paladeo tus
mejillas.
Hannibal Lecter
Aldo Flores Escobar
84
El fin del mundo
Raúl Brasca
Argentina
En realidad, ya está ocurriendo: el cielo cada vez más descolorido,
los mares más transparentes, los objetos menos diferenciables. Es
la película que se vela lenta, pero sostenidamente.
Microfilmes en prosa
85
Juan M. Flores, licántropo
Javier Perucho
México
Para Aldo Flores Escobar
Mi señor padre me obliga a comprar el periódico cada lunes, un
día sin función en el circo. Él se hace llamar así: Juan M. Flores,
Artista. Desde su infancia trabaja en el circo luciendo su pelambre
de cromañón, una desviación genética que abruma su cuerpo
desde la frente hasta el dedo meñique del pie. Su abuelo, padre y
madre padecieron del mismo maldito mal. Yo mismo lo sufro.
Sus compañeros de faena me llaman Lobito.
Antes de cada función, me anuncian a gritos por el
altavoz, ¡Vengan a ver al Lobo Hombre Mexicano! ¡Al Lobo
Mexicano! ¡El Licántropo del Circo! La carpa rebosa de
espectadores cuando pasan a contemplarme. Los mirones quedan
sorprendidos por tanto cabello sembrado en la piel oscura de mi
cuerpo. Hasta el pene lo tengo invadido, pero no lo enseño por
pudor, pues me cubro esa parte masculina con un pantalón de
mezclilla recortado a tarascadas. Sí exhibo el torso, siempre
desnudo, orondo y retador.
Una mañana de ocio hojeé el periódico. Me entretuve
en la cartelera cinematográfica. Un aviso me inquietó. Anunciaba
una premier, El Hombre Lobo. Próximo Estreno en el Cine Cartagena.
Conocía el lugar, habíamos pasado muchas veces por ahí cuando
me renovaban el uniforme de la escuela o me compraban zapatos
nuevos. El día que nadie me necesite en el circo, iré a la función
vespertina, me prometí en silencio.
Aldo Flores Escobar
86
Llegado el día, después de comer, me fui caminando al
Cartagena. Pedí un boleto en la taquilla. Pagué cinco pesos. Entré
a la oscuridad de una sala húmeda, polvosa y fría. Tropecé con
bultos, asientos y escalones. Un silencio unánime, que nada tiene
que ver con la algarabía del circo, absorbía los ruidos de la
penumbra. Por fin me acomodé en una butaca rígida y fría.
La película ilustra la vida de mi madre, a quien Juan M.
Flores patea, muerde, machaca con los puños y azota su cabeza
contra el piso cuando llega ebrio, cada día de la semana. No me
asusté, a pesar de que esa historia en imágenes se anuncia como
terrorífica, más me atemoriza mi padre cuando llega con los ojos
desorbitados, rojos de odio, el pelambre erizado y el aliento
apestoso por el aguardiente.
Ahora entiendo qué es un licántropo, sólo que la
imaginación del cine ilumina una mentira. ¿Quieren conocer a
uno? ¿De verdad? Vayan a mi casa el viernes por la noche. Yo me
encargo de presentárselos. Para ustedes, la entrada no tiene
ningún costo.
Microfilmes en prosa
87
Psicosis
Juan Manuel Montes
Argentina
Un cuchillo se asoma por el borde de una cortina de baño. La
joven actriz se voltea rápidamente, sus manos no pueden evitar
que profiera un grito húmedo. El cuchillo la señala, levanta su
nariz y desciende como un albatros.
Desde su sillón, el director grita:
—¡Corte!— el cuchillo obedece.
Aldo Flores Escobar
88
Ángulo de toma
Luis A. Chávez
México
La cámara inicia con una panorámica desde la llanura, avanza sin
cortes poco a poco hacia la cabaña que se observa al fondo; la
puerta de la cabaña se abre, entra la cámara y continúa, para tomar
a un hombre sentado a la cabeza de una mesa, la cámara se
aproxima, avanza hacia el rostro del hombre, entra por la frente y
sale dejándole un agujero atrás de la cabeza: sesos, sangre,
esquirlas de hueso, brotan de la cabeza del hombre, que cae al
suelo, la cámara rompe una ventana, sigue avanzando por la
llanura, se escuchan sirenas de patrullas, bajan varios policías, le
disparan a la cámara, ninguno logra atinarle, la cámara se pierde
en el horizonte…
Microfilmes en prosa
89
El guión
Leo Mercado
Argentina
Se resistía a la idea de la muerte del personaje. Optó entonces por
alterar el libreto besando a la hermosa protagonista en lugar de
apretar el gatillo. La actriz, conociendo su poder de seducción, se
dejó besar los labios plagados de rouge con cianuro. Así, la escena
crucial de la película se llevó a cabo.
Aldo Flores Escobar
90
Cámara oscura, una sinfonía del horror
Judith Castañeda Suarí
México
El carruaje devora el camino. Mientras la tarde llueve en las
frondas, un haz blanco divide la oscuridad y mancha el fondo de
la cabina.
El viajero ve crecer esa luminosidad, ve las sombras en
su interior, figuras que se arrellanan en los asientos de una sala,
invertidas, un ramillete de murciélagos de ojos rojos.
Entonces, con esas miradas taladrando la suya, el
pasajero escucha el crujir de fuego con el que giran los ejes y las
ruedas y los truenos que brotan del galope de los corceles y la
fusta del cochero restallando en la grupa de esos demonios y al
cochero mismo, única figura silente.
Y un rumor de ansiedad se mezcla con tales sonidos
para apresar su pecho. Es una melodía de tubas de voces y
contrabajos que lo hiela pues, junto a cada nota, se alza el rostro
del cochero, los ojos, brasas en la ropa oscura y polvorienta.
Y el recuerdo de aquél que le indicara abordar pone la
sangre toda en sus sienes y trae de vuelta la preocupación del
posadero, ahíta de vampiros.
Y de nuevo la mudez se anuda con fuerza en su
garganta. El castillo está cerca.
Microfilmes en prosa
91
Algunos cortes para la perfección
Andrea Tovar Bonilla
México
Hago zoom. Apretaron su cuello con una soga corriente. Eje
óptico: Usaron un baúl para meter su cuerpo. Cambio de luz.
“Nunca emprendo nada si no estoy seguro de que va a
salir perfectamente. Siempre he procurado fomentar en mí el
talento artístico. El crimen también puede ser un arte. La pasión
de matar puede satisfacerte tanto como la pasión de crear”, dice.
Se considera un superhombre; piensa que arrebatar la vida a otro,
está reservado para los seres superiores. “Nadie comete un
asesinato por puro experimento”.
—Atar los libros de esa forma, con la soga, ¿qué está
pensando?
En segundo plano, se asoma por la ventana una silueta
de neón rojo. Los invitados se van. Más tarde uno buscará
regresar.
—Rupert, ¿qué has hecho?, ¿por qué has abierto el
baúl?
—Se trata de experimentar, responde Hitchcock,
mientras piensa, la perfección se da en un solo plano, sin cortes,
es como acercar el cine al teatro. El crimen está lejos de ser
perfecto, lejos de ser inmaculado.
Aldo Flores Escobar
92
Detrás de cámaras
Said Méndez
México
La noche del estreno de La agonía de Silver, basada en la novela de
Gary McDonnell, el público salió entusiasmado de la sala; damas
y caballeros se acercaban a saludar al protagonista Smith para
elogiarlo por su gran labor en el rodaje. La noche pasó inadvertida
y cuando el actor principal quiso abordar su automóvil una joven
audaz lo detuvo.
—Señor Smith —la mujer lo contempló sin
parpadear—, la historia de la película que usted protagonizó no
está apegada a lo que acontece en el libro, ¿acaso olvidaron
algunas partes?
—Buenas noches señorita, por supuesto que no olvidé
sección alguna de la novela; me sé de memoria el trabajo de
McDonnell, pero todo es idea del director, en ocasiones los
finales son difíciles…
—¡Ningún final es imposible!
—¿Acaso usted es cineasta?
—No me gustó el final de la película, dije.
—En verdad lo siento, a veces no se puede complacer
al mundo entero.
—Tiene usted razón —la joven se desabotonó la
gabardina dejando al descubierto las líneas de su cuerpo desnudo
y se llevó una mano al bolsillo interior mientras el protagonista
Smith tragaba saliva—. Siempre mueren los débiles, ambos
sabemos que en esta ocasión debía morir el héroe…
Microfilmes en prosa
93
Tiembla Tarantino
Esther Andradi
Argentina
Se expande, se contrae, se alarga, se extiende, el león ruge más y
más hasta tragarse en su bocaza todo Humprey Bogart, el Jardín
de los Finzi Contini, Santa Rita Hayworth y hasta una rejilla que
supo ver la entrepierna de M.M. Avanzando sobre cadáveres
marcha el bastardo mancha púrpura, resbala sobre ketchup
malhabido y no puede evitar que las ondas gravitacionales lo
cerquen, amenazantes, lo acorralen en pinza, tentáculos emergen
en la oscuridad, le enrollan el cogote, parece plástico, le llaman
celuloide, y de un solo grito, otro mundo es posible:
—È arrivato Zampanó…!
Aldo Flores Escobar
94
La inquietud de una función
Ignacio Benítez
México
Mientras la abuela destazaba la carne para arrojarla a la olla junto
con las verduras, el gato observaba cada movimiento de su ama
desde la ventana. La abuela alzó la mirada y se preguntó a qué
sabría el caldo si le echara la cabeza de un gato como se le había
antojado en la película que vio la noche anterior. Su esposo no
tardaría en llegar a casa; el gato no dejaba de observarla, la abuela
lo tomó por el pelaje del lomo y lo adhirió al guiso.
El viejo Tom llegó sonriente con un ramo de alcatraces
atado con un listón rojo; “La comida está a la mesa”, anunció su
esposa. “El platillo se ve delicioso, estoy seguro que me quitará el
mal sabor de boca que me dejó la película de anoche”, confesó
Tom; su esposa lo contemplaba sin dejar de sonreír.
Microfilmes en prosa
95
El secreto de mi mujer
Gonzalo Herta
España
Tortolitos. Se querían con locura. Pero ¿cómo anunciarlo en
público sin levantar la sospecha hogareña? El director, anciano en
fama y febril con ella, alteró el guión e introdujo a la bella bailarina
en una trama de gánster. Ahora podía ver a la rubia recauchutada
a diario. Las pruebas del castin justificaban horas diurnas y meses
nocturnos de ensayo constante. Rejuvenecido, no le importaron
ya los rumores de la prensa: la rubia frecuentaba el plató con falda
plisada, camisa estrecha y bailaba de aquí para allá, sonriendo a
focos y extraños. El fracaso del filme —se dice— lo evitó la
aparición de ella en la pantalla. A la siguiente película, el director,
amantógrafo fiel, le reservó el papel estelar. La rubia bailaba y
sonreía a cámara en cada escena, y a veces ponía morritos y a
veces se recostaba sobre la cama del galán sin que el libreto lo
apuntara. Cuando el director llegó a saber del engaño, en silencio
exclamó: “Que el tiempo la recueste largas horas junto a mí... de
nuevo” y se dispuso a corregir el guión, aventándola a la más
oscura de las muertes de la mañana anterior.
Aldo Flores Escobar
96
En el diario de Mary Jo
Fermín López Costero
España
October, 18
Aún no se lo he dicho a Sue Helen, pero creo que me gusta el
alumno nuevo.
Se llama Norman. Es larguirucho y un poco
introvertido, pero también muy educado y gentil. Me encanta su
mirada huidiza.
El otro día, en el garaje de su casa, nos mostró algunos
ejemplares de su colección de pájaros disecados. Son asombrosos.
Pero a mí lo que más me llamó la atención fueron unas fotografías
en las que aparece vestido de mujer. A pesar de que las ropas son
oscuras y pasadas de moda, está graciosísimo con ellas. Según
dijo, pertenecen a su adorada madre.
A mi amiga Sue Helen, sin embargo, este chico no le
cae bien. Aparte de su afición a los disfraces, el interés que
también demuestra por la ornitología y por la taxidermia a ella le
da mala espina.
Sue Helen no sabe por qué, pero asegura que Norman
Bates le provoca escalofríos, sobre todo cuando se pone esa
horrible peluca.
Microfilmes en prosa
97
La novia
Marcial Fernández
México
La golpearon. La violaron. Se volvió a verme con ojos de súplica.
Yo le di a entender que todo estaba bien, que aguantara.
Entonces, uno de los tres hombres, la degolló con un cuchillo
cebollero. Se hizo un silencio espeso, frío, irreal. Un instante
después grité:
—Corte. Se queda.
Aldo Flores Escobar
98
La visión de un cineasta
Aldo Flores Escobar
México
—Buenos días, director —se escuchó una voz ronca que llamaba
por el teléfono—. Hoy es mi cumpleaños y ya han pasado
veintidós meses y aún no tiene la película que me prometió,
¿sospecha el grado de mi molestia?
—Buenas días, señor W —respondió nervioso el
cineasta John Max—. Feliz cumpleaños; no he olvidado su
encargo, pero no he contado con el presupuesto necesario para la
elaboración del filme. Deme más tiempo…
—Olvídelo, el tiempo se ha agotado; pero le haré una
oferta que le salvará el pellejo.
—Lo escucho…
—Quiero ver lo que usted observa, quiero focalizar el
mundo exactamente como usted lo contempla… ¿me explico?
—¿Cómo lo puedo ayudar?
—Quiero que me regale sus ojos, no olvide que cumplo
cuarentaitrés; sería un estupendo obsequio…
John Max tragó saliva, un temblor le atacó el cuerpo
entero; nunca imaginó que pudiera sentir más temor que el que
sentían los personajes de sus películas te terror…
—Envíeme sus ojos esta misma noche… no me gustan
los retardos.
Fue lo último que el cineasta escuchó por el auricular y,
al colgar el teléfono, le pareció contemplar la última escena de su
vida.
Metaficción
Microfilmes en prosa
101
El insuperable arte de Ma Liang
Ana María Shua
Argentina
Ma Liang fue un legendario pintor chino cuya imitación del
mundo era tan perfecta que podía transformarse en realidad con
la pincelada final. Un Emperador le exigió que pintara el océano
y en él se ahogó con toda su corte.
Para superar el arte de Ma Liang, occidente inventó la
fotografía y después el cine, donde sobreviven los muertos
repitiendo una y otra vez los mismos actos, como en cualquier
otro infierno.
Aldo Flores Escobar
102
Esa escena 4
Juan Carlos Gallegos Rivera
México
El mayordomo, después de dar la terrible noticia, desaparece de
cuadro porque la toma sigue al caballero. “No, esto no puede ser
una película… no podemos ser sólo personajes que un director
mueve a su antojo. ¡Esto es la vida real!”. Y entonces ambos
observan las cámaras, las luces, al resto del equipo de producción,
al mismo director. Todo es silencio. “Vamos, no se pongan
pálidos. Miren… sé que esto puede ser duro, pero así son las
cosas”. Luego de una pausa el director agrega: “Esta es la vida
real”. El silencio vuelve. Nadie se puede explicar el porqué de esos
dos pares de ojos desorbitados, fijos en ellos. Y es que ni los
camarógrafos, ni los de iluminación, ni el resto del equipo de
producción, ni el mismo director saben lo que ven el caballero y
el mayordomo. Ninguno sabe que los miran de esa manera
porque ya no ven cámaras, luces, personas, sino un puñado de
letras, comas y puntos sobre una hoja en blanco.
Microfilmes en prosa
103
Film Noir
Andrés Galindo
México
Todavía estaban encendidas las luces cuando entraron a la sala;
segundos antes de apagarse y subir el telón, a ella se le antojaron
las palomitas que había rechazado en la dulcería. No le quedó más
remedio a José Eutanasio que abandonar su butaca y perderse en
la oscuridad. Glenda dibujó una sonrisa titilante al inicio de la
función.
José salió dando tumbos. Cruzó, o creyó cruzar, la
puerta que daba al pasillo, en donde reinaba una espesa oscuridad.
A tientas, dio unos pasos hacia donde creía se encontraba el snack
bar del cine. Desconcertado, siguió caminando lento, siempre
pegado a la pared para no perderse. A lo lejos escuchó algunas
voces, como un coloquio de murmullos que traman lo inevitable.
Me he perdido de las primeras escenas, se dijo sin dejar de avanzar
en la espesura del destino.
Después de varios minutos pudo vislumbrar una luz al
final del largo corredor. Al mismo tiempo, el rítmico sonido de
unos pasos detrás aumentaba como tropel de asesinos. José pensó
en el pobre hombre al que quizá también habrían mandado por
palomitas y refresco, así, en medio de la incertidumbre.
Lejos de dar con las golosinas, José Eutanasio se
encontró con una tenue luz que dibujaba una puerta entreabierta.
No alcanzó a abrirla del todo cuando en la sala se escuchó un
disparo. Lo último que vio fue a Glenda salir, sonriente y del
brazo de otro hombre, al otro lado de la pantalla.
Aldo Flores Escobar
104
Decepcionado
Rony Vásquez Guevara
Perú
Decepcionado por la película de terror que miraba en el cine,
ingresó en ella y disparó contra el protagonista. El guionista sigue
escondido.
Microfilmes en prosa
105
De película
Armando Alanís
México
Vivió una vida de película: nunca salió de la pantalla.
Aldo Flores Escobar
106
Post-Fellini
Nana Rodríguez
Colombia
Federico Fellini guardaba en sus archivos miles de fotografías de
los más insólitos rostros que desfilaron por el casting que realizó
para sus películas.
Después de su muerte, un coleccionista encontró
algunas de ellas, y tras una ardua búsqueda, logró contactar
algunos de los personajes ya ancianos, cambiados, más marcada
la caricatura en ellos, especie de hipérbole fellinesca para un guión
del horror, el infierno de Dante o la pesadilla más elaborada del
cineasta. De repente, apareció uno de los rostros más bellos y
ultraterrenales de la galería, quizá la Beatriz que el director siempre
añoró llevar al cine, lo extraño era que estaba intacta, igual a la
fotografía; como una gasa levitaba al lado de sus compañeros del
casting de sobrevivientes.
Maravillado el coleccionista, vio cómo la mujer se
desvanecía al entrar en la polvorienta pantalla del estudio 5 del
Cinecittá.
Microfilmes en prosa
107
Adaptación
José Luis Prado
México
En la sala oscura de un cine, un hombre con un libro en la mano
observa la adaptación de la obra El ladrón de orquídeas. Después del
bloqueo mental que tuvo frente a la página en blanco y del intento
por avanzar en el desciframiento minúsculo de una historia ajena,
Charlie Kaufman logró construir un personaje que le llevó meses
delinear. Toma su mano y la mira. Se detiene a observar un
motivo que asoma como motor de la trama y piensa en cómo
haría para introducir a la escritora del libro. Al final de la última
escena, Kaufman y Susan Orlean deciden salir del cine, cada quien
sigue su camino sin comprender que alguien los escribe. A lo lejos
cruzan sus miradas. Los dos avanzan por una historia
desconocida que, no saben, apenas comienza.
Aldo Flores Escobar
108
El hermano Joma
Héctor Ranea
Argentina
En casa había bastante armonía, si no hubiera sido por el hermano
Joma que era un experto en armar discusiones con cualquier clase
de fundamento, incluso absurdo. Clásicos eran sus debates sobre
los apellidos de los personajes de las series de cine, televisión o de
radio o de revistas de historietas. Recuerdo uno sobre la serie de
la tele, esa de los dos agentes que siempre van juntos y uno se
llamaba Napoleón Solo y el otro Ilyia Kuriakin. Joma no podía
resistir y empezaba con el consabido asunto de que si se llamaba
Solo por qué iba con Kuriakin.
Inútil era explicarle que Solo no quiere decir lo mismo
en inglés, de hecho no quiere decir nada, porque él acotaría que
los seres de la tele hablaban castellano siempre, de modo que
deberían entenderse. Y así seguía por el lado de la zarzaparrilla
que tomaba el protagonista en Sugarfoot o el caballo que le
quedaba chico a Cheyenne o la cantidad de balas del Llanero
Solitario (que tampoco estaba solo, en fin).
De nunca acabar. Hablar con él era como toparse
contra el ex boxeador que todos los domingos pasaba sus
filmaciones de viejas peleas en el Luzor, el cine-teatro a la vuelta
de casa, como las de Dempsey contra Tunney o las de Joe Lewis,
en especial la de este contra Rocky Marciano. Pero era terrible
tener que escuchar una y otra vez, cuando Alí Baraja, así se
llamaba el comentarista, repetía una escena para explicar la técnica
de uno u otro púgil, que “qué bobo es Tal si se deja pegar de la
misma manera por Cual”. Era inútil, el hermano Joma no estaba
hecho para la época del cine y la televisión.
Microfilmes en prosa
109
¡Cómo íbamos a sospechar que justo él, en realidad, el
día que dijo que se iba, se metería (era el último en quien
hubiéramos pensado capaz de hacerlo) dentro del televisor!
Desde allí no nos dejó ver más ninguna de las series que al
hermano Joma le parecieran fuera de lógica. No pudimos ver
ninguna repetición de carreras de auto (algunas que las había
ganado Fangio y él hacía que las ganara Farina en la repetición) ni
de peleas o concursos de patinaje sobre hielo, por ejemplo. ¡Si
hasta en el cine nos hacía lo mismo!
Eso sí, siempre que aparecía él en la pantalla explicando
algo lo hacía en color, de modo que venían los vecinos a ver
televisión a color mucho antes que el resto del país. Y no
cobrábamos mucho, no señor.
Aldo Flores Escobar
110
Ojos grandes
Héctor Carreto
México
Sus grandes y hermosos ojos –como los de las criaturas de sus
lienzos– me hechizaron desde la pantalla. ¿Me veían realmente
esas pupilas desde su mundo de celuloide? Lo cierto es que me
dejé tragar por esos agujeros negros.
Microfilmes en prosa
111
En blanco y negro
César Xilaca
México
En los albores del cine, un hombre entra a un teatro donde se
exhiben una serie de cortometrajes. A tientas toma en la
semioscuridad un asiento en la fila delantera, y sus ojos se
maravillan con aquel novedoso invento. La conexión es
inmediata, pues se ríe de las peripecias cómicas de unos policías
persiguiendo a un ratero o se indigna cuando un villano rapta a
una doncella. Sin embargo, cuando comienza el corto: La llegada
del tren a la estación, él de forma inmediata se levanta y sale huyendo
aterrorizado, al creer que el transporte se le vendrá encima. En su
escape choca con el músico de la pianola, causando una serie de
ruidos que provocan el descontento del público. La película es
interrumpida. Después de encender las luces y poner todo en su
sitio, el encargado explica al caballero que solo se trata de una
proyección y que no corre ningún peligro, entonces este
avergonzado regresa a su butaca silencioso. Se reinicia la
exhibición, y gran parte de los asistentes va saliendo poco a poco
de la sala en su desinterés a algo ya visto. Pasan varios minutos y
en la penumbra, el hombre con cierto nerviosismo observa de
nuevo aquella secuencia que lo hizo huir, pero esta vez no se
mueve. Un grito sacude el local, y el encargado maldice entre
dientes a aquel sujeto, ignorando que en el pasillo se halla una
persona muerta y partida en dos.
Aldo Flores Escobar
112
Cine negro
Marcela Georgina López Hernández
México
Se sumergió con tal intensidad en la trama de la película que al
final su cuerpo flotaba inerte en la pantalla, bamboleándose al
paso de los créditos.
Microfilmes en prosa
113
3-D
Víctor Lorenzo Cinca
España
Me coloco un par de gafas de los cuatro que regalan con el
televisor, me acomodo en el sofá y le doy al play. Todo es tan real
que un arbusto cruza rodando y aparto instintivamente los pies.
El protagonista aparece entonces en pantalla. Camina con
decisión hacia mí, se sienta en el sofá, a mi derecha, y se coloca
otro par de gafas sin decir nada. La silueta de una chica se dibuja
ahora en el punto de fuga de la calle. Va acercándose poco a poco,
creciendo entre gritos y reproches. Giro la cabeza, miro al
protagonista, y él responde con una mueca de disimulo. Ella, de
pie, nos mira fijamente. A los dos. Le lanza una mirada de
resentimiento y, tras colocarse el tercer par de gafas, se sienta a
mi izquierda. En la pantalla aparece un coche, abre su puerta y
escupe al antagonista. Tras mirar a ambos lados, alza los hombros,
viene hacia nosotros, se coloca el último par de gafas y se sienta
junto a la chica, muy cerca. Seguimos mirando la pantalla pero,
sin ellos tres en la película, apenas ocurre nada. Propongo bajar al
bar, tomar unas cañas y charlar sobre cine. Todos de acuerdo.
Cojo el mando, pulso el stop y me quedo solo en el sofá.
Aldo Flores Escobar
114
Exit
Alejandro Díaz
México
Después de la función de estreno Pablo Osorio salió a las 10:50
hrs del cine, caminó hacia la estación del tren; en su ruta compró
una cajetilla de cigarros y encendió uno, acto seguido sonó su
teléfono móvil y escuchó la voz de un hombre desconocido:
—Señor Osorio, había prometido dejar de fumar pero
ya ve que no le es posible.
—¿Disculpe, quién habla?
—Tampoco crea que ha sido su decisión cambiar de
marca de cigarros.
—¿Es una broma?
—¿Piensa que asistió al cine por mero gusto?
—¿Quién es usted? Sus preguntas no me provocan
gracia.
—Conozco la trayectoria de su vida. Estuve desde el
inicio.
—¡Váyase al demonio!
—Aunque apague su celular seguirá escuchando mi
voz… aunque camine a prisa lo seguiré observando desde aquí…
soy el director de su vida, la muestro a quien le interesen sus
tomas… tenga cuidado con algún auto color gris que avanzará en
sentido contrario, he programado su muerte a las once en punto.
Microfilmes en prosa
115
Mundos cerrados
Laura Elisa Vizcaíno
México
Los miércoles en la tarde se llevan a cabo las reuniones de cine
club. Único día en el que don José toma un baño, se perfuma y
plancha una camisa vieja silbando cualquier cancioncilla.
La última sesión se dedicó a un cineasta joven llamado
Daniel Scheinert. Pésimos noventa y siete minutos; aunque
algunos entusiastas del grupo trataron de rescatar la propuesta
con el discurso de la novedad.
Al final, cada miembro del cine club se despidió
alegremente, rápido podían olvidar la mala experiencia
audiovisual. Pero para don José el malestar iba a persistir una
semana, los siguientes siete días ya no tendría con quién quejarse
de la película; tampoco podía ver otras imágenes que suplieran el
mal rato: ir al cine era costoso y en casa no existía televisión ni
mucho menos computadora. Imposible leer un libro a menos que
las letras fueran enormes, mientas distraerse en la calle implicaba
dolores reumáticos.
Esa tarde don José había perdido el tiempo que le
sobraba y su única oportunidad semanal de entrar a otro mundo
totalmente ajeno al suyo, de ser alguien distinto, olvidarse de sus
sombras infinitas y de sus olores pesados que nadie más olía. El
mal trabajo fílmico no sólo implica pérdida de dinero para las
casas productoras; también impide que otros mundos convivan.
Yo no puedo llamar a don José ni tocarlo ni abrazarlo, pues estoy
en el espacio donde los narradores omniscientes no tenemos la
fortuna de contactar con los personajes del cine club.
Aldo Flores Escobar
116
Una vida de película
Martín Gardella
Argentina
El hombre se sintió identificado con el protagonista de la película,
no sólo porque era físicamente muy parecido, sino porque todas
las cosas que le sucedían al actor, le habían ocurrido antes a él.
Pronto, descubrió que la historia que mostraba la pantalla era un
plagio de su vida, contada resumidamente, a razón de un año por
minuto.
La mitad del film lo mostró en su etapa actual, con
ansiedad por saber lo que vendrá. A partir de allí, pudo verse en
el futuro, a través de las escenas representadas en el celuloide por
aquel sujeto análogo, que envejecía más rápido que él.
Después del dramático final, el cerrado aplauso de los
espectadores premió la exquisitez de aquella obra cinematográfica
de apenas sesenta y cinco minutos. Mientras tanto, en un rincón
oscuro de la sala, un acomodador intentaba consolar al hombre
desanimado que, junto con la incertidumbre acerca de su muerte,
acababa de perder la vergüenza de llorar en público.
Microfilmes en prosa
117
En escena
Aldo Flores Escobar
México
—¿Qué hace para matar el tiempo?
—Me adentro en escenas de películas. Hoy, por
ejemplo, evité un asesinato en London After Midnight.
—Es fácil ser un héroe si se conoce el guión de
memoria.
—Mi labor nunca ha sido sencilla. Créame, todo tiene
un costo.
—Me encantaría participar en alguna escena, como lo
hace usted.
—No lo intente, no le sería grato.
—Pero dicen que la ficción es sorprendente.
—¡En absoluto!
—Lléveme consigo, no me importa el costo.
—No hace falta que lo dirija, ya estamos en escena.
Como antes le mencioné, hoy me toca salvar vidas de diversos
personajes que aprecio; a cambio debo entregar almas de hombres
ajenos, entrometidos, curiosos que se acerquen por aquí, a los
cuales debo sacrificar… y usted será uno de ellos; no me lo tome
a mal, pero apenas lo conozco.
Ciencia ficción
Microfilmes en prosa
121
Compañeros de ruta
Sergio Gaut vel Hartman
Argentina
—Hola, ¿hay alguien ahí? Soy Walt Disney, el inventor de los
dibujos animados; estoy frizado. Con los años desarrollé una
formidable capacidad telepática. ¿Alguien me capta?
—Aquí, lo capto. Soy Adolf Hitler. Los judeo-
comunistas conservan mi cerebro en una solución jabonosa como
advertencia a las nuevas generaciones. Estoy en el sótano de la
Central Sinárquica, en Ufá, ¿y usted?
—Yo estoy en la cámara criogénica de Burbank,
California. ¿Qué le parece si nos asociamos y unimos fuerzas para
salir al exterior y conseguir cuerpos de recambio?
—¡Su idea es brillante! ¿Nos conocemos?
—¡Claro! En otro tiempo trabajábamos en la misma
empresa, en Hollywood, ¿recuerda? Con Henry Ford y Charles
Lindberg.
Aldo Flores Escobar
122
Diario KF221
Octavio Figueroa
México
Esta ciudad es diferente a como la proyectan en el cine; los autos
circulan por el espacio a unos ciento cincuenta metros de altura y
no a trescientos como se aprecia en las pantallas; el calor del sol
puede ser regulado por vestimentas especiales que venden en los
centros comerciales a bajo costo; las lluvias están programadas a
las 20:00 horas y las tormentas comienzan una hora antes de la
media noche, entonces los habitantes no salen de casa.
Nige se fundó en el año 3042, es una ciudad reservada
para cineastas y actores memorables; mañana visitaré su
zoológico en donde abundan dinosaurios y especies
extraterrestres, iré acompañado de Charlie Chaplin y Rodolfo
Valentino, existen 35 réplicas de cada uno.
Microfilmes en prosa
123
El último Terminator
Sandro Walter Centurión
Argentina
Skynet puso en marcha el plan perfecto que aseguraría para
siempre la victoria de las máquinas por sobre la humanidad. El
artefacto transdimensional se encendió y envió al último
Terminator de la serie T-800 a 1961, con la misión de eliminar el
problema original, la interferencia definitiva, que ponía en riesgo
la existencia de Skynet. Esta vez no se trataba de Sarah Connor ni
de Jhon Connor; esta vez las máquinas trasvasarían las últimas
fronteras de la realidad para cumplir su cometido.
Un jovencito austriaco levantaba pesas en el gimnasio
del barrio cuando un hombre musculoso apareció de la nada. El
muchacho lo vio gigante, fuerte como nadie, invencible, y por un
instante deseó algún día ser como él.
—¿Eres Arnold, Arnold Scwartzenegger? —le
preguntó el Terminator T-800 antes de dispararle.
Aldo Flores Escobar
124
Año nuevo chino
Adriana Azucena Rodríguez
México
Según la tradición china, cada 365 días la bestia Nian salía del
fondo del mar con hambre de animales y humanos. Un sabio
indicó a los habitantes de los puertos que podían ahuyentar a Nian
con el estallido de fuegos artificiales y la construcción de dragones
coloridos capaces de horrorizarlo. Los hombres hicieron caso y
surgió así una de las fiestas más antiguas del mundo. Y Nian, en
efecto, no volvió. Según mis investigaciones, en realidad la bestia
debió mudarse a Japón, donde después de la Gran Guerra se
convirtió en la leyenda cinematográfica de la era atómica.
Microfilmes en prosa
125
Fanfiction
Enrique Juárez Flores
México
Al terminar la película, se quedó al final de los créditos y pudo ver
que habría secuela, pero hasta dentro de dos años. No podía
pensar en otra cosa que no fuera ver la segunda parte, así que se
sometió a un experimento de criogenización, recordando un film
en el que congelaban a un superhombre para usarlo en un futuro
lejano; lo único que él deseaba era despertar el día de la función.
Aldo Flores Escobar
126
Vocación
Fernando Sánchez Clelo
México
Al grito de ¡acción!, el actor que encarnaba al bombero sintió la
adrenalina palpitar en sus venas. Se esforzó por extinguir las falsas
llamas asesinas. El casco 451, la manguera, las botas, el fuego y el
agua le revivieron el sueño codiciado desde la infancia. Al
terminar la escena, un pensamiento luminoso le anunció que
reemplazaría los camerinos por una estación de bomberos.
Tras las cámaras, mirando de reojo, un fulgor turbio
palpitó en el corazón del actor que interpretaba al villano
pirómano.
Microfilmes en prosa
127
Volver al futuro
Aldo Flores Escobar
México
—Caballero, no encuentro la sala para el estreno de Back to the
Future —agitado pronunció un joven que llevaba consigo un par
de hot dogs, chocolates semiderretidos y refresco de cola.
—¿Disculpe? —pronunció el gerente sorprendido—.
¡El estreno será mañana!
—¡No es posible! Mi ticket indica que es hoy a las ocho
en punto.
—Déjame ver —el supervisor dio un vistazo al boleto
con asombro—. Es verdad… por favor acuda al área de lunch
con aquella muchedumbre que ha venido desde el futuro, pero
que por algún error en las coordenadas de tiempo-espacio
llegaron con un día de anticipo. Los enviaremos de regreso al
punto del que partieron.
—Pero yo no vengo del futuro, entienda yo… —los
guardias de seguridad llevaron al joven junto con la
muchedumbre para encapsularlo en una anticuada máquina del
tiempo y en un instante se encontró en una época desconocida;
comprendió que en absoluto la realidad supera cualquier ingenio
de ficción.
Material extra
Microfilmes en prosa
131
Negocios son negocios
Sergio Gaut vel Hartman
Argentina
—Descarga eléctrica.
—Cabina 34.
—¿Se puede elegir el veneno?
—¡Por supuesto! Cabina 6.
—Quiero que me pase un tren por encima.
—Hangar 7. El de las dieciocho.
—Dígame, Tiburcio —interrumpió la mujer—: ¿es
negocio esto de los suicidios asistidos?
—No, para nada, Wenceslaa. Pero lo es el producto
secundario. Como las almas de los suicidas no pueden entrar al
cielo las maquillamos un poco y se las vendemos a los productores
de Hollywood, que de cuerpos y almas no entienden un pimiento.
Aldo Flores Escobar
132
Una visión sobre Blade Runner
Aldo Flores Escobar
México
En la ciudad de luces la lluvia cae mecánica. Como de costumbre,
he pausado la película antes del último pasaje; no pretendo ir más
allá del episodio que le da motivo a mi existencia, donde el
arrebato de una frase insospechada se robotiza en mis oídos:
“Tears in the Rain”, y que por desgracia no remueve los sensores
de mis más avanzados sentimientos. Desconozco cuántas veces
he contemplado la misma escena y no sé si me he quedado
atrapado en ella, o quizá por fin la he habitado. Tenue, al
abandonar la casa, me despide el tema “Wait for Me”. Y al
caminar por la metrópoli me arropa el silbido de una húmeda
ventisca, como una suave música realizada por Vangelis. Hoy me
siento más humano en medio de las calles desoladas, observo que
cada edificio representa una constelación luminosa; me detengo
antes de cruzar la esquina… una unidad Blade Runner me ha
identificado. Los agentes dañan mis circuitos y al quedar detenido
no puedo romper en llanto como lo hizo el Nexus 6, no estoy
diseñado para ello; entonces tengo que aceptar que
irremediablemente no soy más que un pobre androide de
manufactura arcaica.
Microfilmes en prosa
133
El profesor de cine
Lauro Zavala
México
Ver diez películas cada semana. Anotar lo que le llama la atención.
Grabar las secuencias más notables. Conservar un archivo de diez
mil títulos (que ocupan mucho menos espacio que sus diez mil
libros). Utilizar los métodos de estudio que diseñó en los cursos
que imparte de semiótica y análisis literario.
Leer la sección editorial y la de cultura de tres diarios
cada día. Recortar y conservar las notas que le parecen
memorables. (Un niño de nueve años que cursa un Diplomado
en Bioquímica. Un concurso Internacional de Aviones de Papel.
Las razones para olvidarse de los exámenes PISA).
Ha diseñado más de 50 modelos de análisis. Pero vive
en un país donde las actividades académicas no tienen ningún
valor, ni siquiera en la universidad. Un país donde sigue
prevaleciendo la fuerza del cabildeo sobre los méritos
profesionales.
Tiene un doctorado. Pero es autodidacta. Aprende
mucho cada vez que imparte un curso. Nunca ha repetido un
programa (ya ha elaborado más de 250 en 40 años de docencia).
Comete errores, como todos, y trata de aprender de ellos.
En pocas palabras, es un cinéfilo y reconoce que la zona
más desarrollada en el cerebro humano es la que está ligada a los
ojos. El cine es, como dice el teórico danés Törben Grodal, una
herramienta que contribuye a la supervivencia de la especie
humana.
Es hora de ver otra película.
Créditos
Microfilmes en prosa
137
ARISTÓTELES (1995). El Arte Poética. Madrid: Espasa-Calpe.
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Núm. 8.
Microfilmes en prosa
141
ÍNDICE
PRÓLOGO p. 11
HUMOR
“Tipología de cinéfilos”, Lauro Zavala (México) p. 29
“Séptimo arte”, Benjamín Barajas (México) p. 31
“FX”, Daniel Frini (Argentina) p. 32
“¡Buenos días señor Tolstoi!”,
Diana Raquel Hernández (México) p. 33
“Cien años de sobriedad”, Franco Ricciardiello (Italia) p. 34
“Cuestión de talento”, Marco Díaz (México) p. 36
“Drácula”, Jorge Urzúa (México) p. 37
“Diva”, Gloria Ramírez (México) p. 38
“El monstruo”, Nicolás Fernández (México) p. 39
“La capa”, Esther Lázaro (España) p. 40
“En la cuerda floja”, Violeta Rojo (Venezuela) p. 41
“Adaptación cinematográfica”,
César Abraham Navarrete (México) p. 42
“Estrella fugaz”, Alfonso Pedraza (México) p. 43
“El regreso de los siete magníficos”,
Rubén Faustino Cabrera (Argentina) p. 44
“Porno”, Alejandro Mejía (México) p. 45
“Arte y ensayo”, Oliver Gechter (Francia) p. 46
“Escape”, Karim Herrera (México) p. 47
“Tragicomedia”, Jesús Toledo (México) p. 48
“Cinéfilo”, Perla Cristal Hermosillo (México) p. 49
“Función de aniversario”,
Héctor Fernando Vizcarra (México) p. 50
“El cine del futuro”, Aldo Flores Escobar (México) p. 51
“La verdad del cine”, Lauro Zavala (México) p. 52
Aldo Flores Escobar
142
NOSTALGIA
“De regreso a Hollywood”, Rogelio Herrera (México) p. 55
“La culpa la tiene el cine”, Alicia Aguilar (México) p. 56
“Sobre la cama que quema”,
Adriana Alarco de Zadra (Perú) p. 57
“Personaje secundario”, Anaclara Muro (México) p. 58
“El crítico”, Lucila Adela Guzmán (Argentina) p. 59
“La estrella”, Mercedes Oliva (México) p. 60
“Casablanca”, Dina Grijalva (México) p. 61
“Las hojas de otoño”, Aldo Flores Escobar (México) p. 62
ROMANCE/EROTISMO
“Matiné”, Azucena Franco (México) p. 65
“Espasmo”, Atzaed Arreola (México) p. 66
“Cine club”, José Manuel Ortiz Soto (México) p. 67
“Profesión de alcoba”, Paulo Verdín (México) p. 68
“La escena final”, Raúl Alarcón (México) p. 69
“Ángulos”, Emilio del Carril (Puerto Rico) p. 70
“La última película a tu lado”,
Elizabeth Zaragoza (México) p. 71
“Permanencia voluntaria”, Eva Oliveira (México) p. 72
“Decisión”, Rocío Contreras (México) p. 73
“Hombre duro”, Juan Luis Nutte (México) p. 75
“Toma III”, Elena Martínez (México) p. 77
TERROR/SUSPENSO
“La masacre de Cadena”, Frank Roger (Bélgica) p. 81
“Misha. Sinfonía de la carne”,
Huitzillin Trujillo Estrada (México) p. 83
“El fin del mundo”, Raúl Brasca (Argentina) p. 84
“Juan M. Flores, licántropo”, Javier Perucho (México) p. 85
Microfilmes en prosa
143
“Psicosis”, Juan Manuel Montes (Argentina) p. 87
“Ángulo de toma”, Luis A. Chávez (México) p. 88
“El guión”, Leo Mercado (Argentina) p. 89
“Cámara oscura, una sinfonía del horror”,
Judith Castañeda Suari (México) p. 90
“Algunos cortes para la perfección”,
Andrea Tovar Bonilla (México) p. 91
“Detrás de cámaras”, Said Méndez (México) p. 92
“Tiembla Tarantino”, Esther Andradi (Argentina) p. 93
“Inquietud de una función”, Ignacio Benítez (México) p. 94
“El secreto de mi mujer”, Gonzalo Herta (España) p. 95
“En el diario de Mary Jo”,
Fermín López Costero (España) p. 96
“La novia”, Marcial Fernández (México) p. 97
“La visión de un cineasta”,
Aldo Flores Escobar (México) p. 98
METAFICCIÓN
“El insuperable arte de Ma Liang”,
Ana María Shua (Argentina) p. 101
“Escena 4”, Juan Carlos Gallegos Rivera (México) p. 102
“Film Noir”, Andrés Galindo (México) p. 103
“Decepcionado”, Rony Vásquez Guevara (Perú) p. 104
“De película”, Armando Alanís (México) p. 105
“Post Fellini”, Nana Rodríguez (Colombia) p. 106
“Adaptación”, José Luis Prado (México) p. 107
“El hermano Joma”, Héctor Ranea (Argentina) p. 108
“Ojos grandes”, Héctor Carreto (México) p. 110
“En blanco y negro”, César Xilaca (México) p. 111
“Cine negro”,
Marcela Georgina López Hernández (México) p. 112
Aldo Flores Escobar
144
“3-D”, Víctor Lorenzo Cinca (España) p. 113
“Exit”, Alejandro Díaz (México) p. 114
“Mundos cerrados”, Laura Elisa Vizcaíno (México) p. 115
“Una vida de película”, Martín Gardella (Argentina) p. 116
“En escena”, Aldo Flores Escobar (México) p. 117
CIENCIA FICCIÓN
“Compañeros de ruta”,
Sergio Gaut vel Hartman (Argentina) p. 121
“Diario KF221”, Octavio Figueroa (México) p. 122
“El último Terminator”,
Sandro Walter Centurión (Argentina) p. 123
“Año nuevo chino”,
Adriana Azucena Rodríguez (México) p. 124
“Fanfiction”, Enrique Juárez Flores (México) p. 125
“Vocación”, Fernando Sánchez Clelo (México) p. 126
“El cine del futuro”, Aldo Flores Escobar (México) p. 127
MATERIAL EXTRA
“Negocios son negocios”,
Sergio Gaut vel Hartman (Argentina) p. 131
“Una visión sobre Blade Runner”,
Aldo Flores Escobar (México) p. 131
“El profesor de cine”, Lauro Zavala (México) p. 133
CRÉDITOS p. 135
Esta edición digital de Microfilmes en prosa. Cartelera de brevedades sobre cine, compilado por Aldo Flores Escobar, se
terminó de diagramar y editar el 22 de mayo de 2020,
centésimo cuadragésimo segundo día del año, fecha en que se conmemora el fallecimiento de
Constantino El Grande en el año 337, emperador romano.
QuarksEdiciones digitales
El c ine y e l micror re lato son dos ar tes contemporáneas de las bellas artes. Con la aparición del cinematógrafo, creación de los hermanos Louis y Auguste Lumière, el oficio de proyectar imágenes en movimiento no fue un asunto que le correspondiera a la ficción sino hasta inicios del siglo XX, puesto que su intención era mostrar la vida cotidiana de los obreros sin incurrir en la fantasía; pero, una vez que los directores se propusieron crear mundos ficticios, entonces podría decirse que el cine y el microrrelato se convirtieron en dos disciplinas simultáneas; aunque la primera despuntó con más presteza que el género de las ficciones breves, el cual tuvo que esperar un largo tiempo para que se emitiera con mayor amplitud su difusión; sin embargo, hoy en día el microrrelato se ha expandido con agilidad en el mundo literario y su reconocimiento ya es internacional.
Aldo Flores Escobar