Alejandro ANCA ALAMILLOMarinero reservista voluntario honorífico

S poco conocido el hecho de que durante casi unsiglo y medio la Armada tuvo personal destinadoen el río Tajo, más concretamente a su paso porla localidad madrileña de Aranjuez, con lamisión de marinar, conservar y proteger las fa-lúas (1) que en aquel lugar disponían para sudisfrute los miembros de la Casa Real.

Lo surrealista de su existencia en el interiorde la Península hizo que, bien «por vana am-pulosidad o cariñosa ironía» (2), el gracejopopular diera la categoría de «escuadra» a loque no era otra cosa que un pequeño grupo desuntuosas embarcaciones de limitadas condi-ciones marineras.

Farinelli

La depresión que sufría Felipe V a raíz del fallecimiento de su hijo Luis Ihizo que la reina Isabel de Farnesio contactara (3) con el celebérrimo (4)cantante de ópera napolitano Carlo Broschi (conocido por Farinelli) (5) parainvitarle a tomar parte en un concierto que se iba a celebrar el 25 de agosto de

LA ESCUADRA DEL TAJO

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(1) El empleo de estas embarcaciones para fines ceremoniales en España se remonta alreinado de Felipe IV, cuando el virrey de Nápoles le regaló, en 1639, seis góndolas guarnecidasen plata y algunas con carroza. Se utilizaron en el estanque del Buen Retiro.

(2) Tomo la expresión del inolvidable marino e historiador (director durante muchos añosdel Museo Marítimo de Barcelona) José María Martínez-Hidalgo de su libro que cito en labibliografía.

(3) A través de nuestro embajador de entonces en Londres, el conde de Montijo.(4) Su voz había sido admirada en Italia, Alemania e Inglaterra, donde tenía un gran

prestigio. (5) Este nombre artístico lo tomó debido a que fue patrocinado al principio de su carrera

por la familia napolitana Farina, muy conocida por su afición a la música. Carlo Broschi nacióen Andría en 1705 y murió en Bolonia en 1782.

1737 en el palacio de LaGranja.

Pensó que su voz, fuerte,sonora, pero a la vez tan flexi-ble, aliviaría la melancolía desu esposo, gran amante del belcanto. Aceptada la propuesta,bastó que su sonido traspasarala puerta de su habitación (dedonde hacía tiempo no salía)para que escapara de su depre-sión y le llamara de inmediatoa su presencia. Aleccionadopor la reina, cuando el monar-ca le preguntó de qué manerapodía recompensar su talento,rogaría al monarca que procu-rase levantar el ánimo y que sevolviera a interesar por losasuntos de Estado. Desde esedía experimentó una mejoríaextraordinaria; pero como nopodía renunciar a sus servi-cios, le nombró cinco días más

tarde por decreto «músico de cámara» y, poco después, «familiar criado».Según se dijo en Londres, donde tenía contratados varios conciertos quefueron cancelados, el rey de España le asignó un sueldo de 80.000 libras. Seacomo fuere, durante los diez años que estuvo bajo su servicio no se cansó derepetir unas 3.000 veces las mismas canciones, lo que nos hace pensar queestuvo bien pagado.

Fernando VI, heredando la tendencia depresiva de su padre y su sensibili-dad por las bellas artes, disfrutaba también muchísimo con la voz del italiano,por lo que, a pesar de que Isabel de Farnesio quiso llevárselo a su retiro en LaGranja, permaneció al servicio del monarca recibiendo todo tipo de gracias yfavores. Todo cambió con la llegada de Carlos III, tan poco amante de lamúsica como apasionado de la caza, lo que determinó su salida de la Corteespañola. No obstante, en reconocimiento a la lealtad y confianza que demos-tró con su padre y hermano, decidió no privarle de ninguno de los privilegiosque se le otorgaron. Quizás por ello no fue tan extraño que en 1760 mandaraconstruirse un palacio en Bolonia.

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Farinelli retratado por Corrado Giaquinto.

Primera etapa. Creación y apogeo (1754-1758)

En el siglo xVIII las diversiones palaciegas propias de la realeza se limita-ban a la música y el teatro. La presencia de Farinelli en la Corte hizo queFernando VI le eligiera como la persona ideal para dirigir los eventos lúdicosde la Casa Real. Aparte de programar un buen número de funciones en elteatro del Buen Retiro, aprovechó el marco incomparable que ofrece Aranjuezy la usual (6) estancia de la Corte en primavera para ofrecer a sus egregiosmiembros una serie de conciertos al aire libre a bordo de una lujosa falúa, a laque seguirían aguas otras, no menos exquisitamente decoradas, que evolucio-narían en un marco de pompa y ceremonia versallescos.

De esta manera Farinelli y el marqués de la Ensenada crearon esta escua-drilla de marina de recreo fluvial, al parecer inspirada en la «música acuática»de Händel (7), que tenía como fin que los ilustres personajes disfrutaran, ya

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(6) Desde la llegada al trono de Felipe V hasta el reinado de Fernando VII, la Corte pasabala primavera en Aranjuez, el verano en San Ildefonso, el otoño en El Escorial, y el invierno enEl Pardo.

(7) Water Music fue una composición ideada por Georg Friedrich Händel, que fue estrena-da en el verano de 1717 a requerimiento del rey Jorge I para ser interpretada sobre el río Táme-sis. Medio centenar de músicos tocaban tres suites a bordo de una barcaza que navegaba próxi-ma a la falúa real, ofreciendo al monarca un concierto durante el fluvial paseo. Al parecer,Farinelli fue testigo de uno de ellos.

La escuadra con los reyes a bordo. (Óleo sobre lienzo de Battaglioli. Museo del Prado).

llegada la tarde para evitar las horas de mayor calor, de un paseo por el ríoamenizado con funciones líricas románticas «a la veneciana» (8), que enmuchas ocasiones (sobre las nueve de la noche) eran culminadas con fuegosde artificio. Dicha travesía se desarrollaba entre El Sotillo y el Puente de laReina, en un recorrido aproximado de cuatro millas.

Dieron comienzo el día de San Fernando (30 de mayo) de 1754, y tantogustó a los monarcas la novedad que fueron once los embarcos que efectuaronentre los meses de junio y julio.

Además de utilizarse para aquellas placenteras travesías, las falúas estabana disposición de la familia real para otros usos, como el cinegético (9) o parapracticar la pesca, de la que por cierto la reina, Bárbara de Braganza, era granaficionada. Los botes por su parte eran utilizados en muchas ocasiones paralos pequeños desplazamientos o para organizar improvisadas regatas.

Las embarcaciones

Del manuscrito Descripción del estado actual del Real Theatro del BuenRetiro escrito por Farinelli (10), tomamos los datos más sobresalientes de lasembarcaciones —quince— que entre 1752 y 1754 componían la Escuadra delTajo y que exponemos al lector en el cuadro de la página siguiente.

La Real era una embarcación tan barroca como estrafalaria; un auténticoengendro naval que combinaba las formas de la galeota, el jabeque y la galera.Construida en 1753 y repleta de tallas y tocados, estaba pintada «a la chinesca».Arbolaba un solo palo de tercio a proa. Disponía de un toldo de damascocarmesí guarnecido en plata que llegado el caso podía cubrir toda su eslora. Lamandaba un alférez de fragata de la Armada en calidad de contramaestre. Cuan-do embarcaban los reyes izaba un pequeño estandarte con las armas reales decolor morado. Su capacidad permitía el acomodo de hasta 51 personas.

El Respeto, por su parte, más que falúa no era otra cosa que una elegantecanoa adornada con tallas doradas que acompañaba a la primera. Iba mandadapor un oficial de mar.

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(8) Los músicos eran ocho, tres violones, dos violines, dos trompas y un oboe. Según anotóFarinelli «... cada músico de jornada cobraba 60 rs., y los que tocaban en la embarcación realpercibían la gratificación de 3, 10 y hasta 35 doblones...».

(9) Para la caza se dirigían a bordo de ellas a los parajes donde había mayor abundancia decaza mayor que, ahuyentada por los ojeadores y monteros hacia la orilla del río, les proporcio-naban un lugar privilegiado donde disparar a placer.

(10) Este manuscrito se encuentra en la Real Biblioteca de Patrimonio Nacional. Consta de249 hojas y está dividido en dos partes: Libro 1.º y Libro 2.º. Este último tiene el título Diver-siones que anualmente tienen los Reyes Nuestros Sres. En el Real Sitio de Aranjuez. Parte de élse reprodujo en la publicación periódica Revista de España, volumen 5, del año 1876, núm. 50,que es de donde en realidad hemos tomado los datos.

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La fragata San Fernando y Santa Bárbara (bautizada así en honor de losmonarcas) fue construida allí ex profeso por el maestro de ribera José delÁguila (11) y era una copia reducida y exacta de las de guerra. Fue descrita en1804 por el historiador Juan Álvarez de Quindós y Baena de la siguientemanera:

«... Tenía su costado dorado de popa á proa, y tres cofas de mayor, trinque-te y mesana, empavesadas con rica tela de oro, guarnecida con galón y fleco

(11) En recompensa por ello, por Orden de 31 de mayo de 1752 fue promovido al empleode contramaestre de Construcción, con un sueldo de 60 escudos de vellón al mes.

NOMBRECAñONES

DE BRONCEqUE MONTABAN

NúMERODE REMOS

MARINEROSDIMENSIONES(ExPRESADASEN METROS)

La Real Ninguno 20 25 Eslora: 16,85Manga: 4,17

El Respeto Ninguno 15 16 Eslora: 12,11Manga: 2,78

Fragata San Fernan-do y Santa Bárbara 16 10 21 Eslora: 12,25

Manga: 3,34

Jabeque Orfeo 12 12 17 Eslora: 13,37Manga: 3,43

Jabeque Tajo 12 12 17 Eslora: 13,37Manga: 3,43

Bote en figurade Pavo Real Ninguno 2 1 Sin Datos

Bote en figurade Venado Ninguno 2 1 Sin Datos

Bote Ninguno 9 10 Sin Datos

Bote (1) Ninguno 6 6 Sin Datos

Bote (2) Ninguno 6 6 Sin Datos

Bote (3) Ninguno 6 6 Sin Datos

Bote (4) Ninguno 6 6 Sin Datos

Bote (5) Ninguno 6 6 Sin Datos

Bote (6) Ninguno 6 6 Sin Datos

Bote (7) Ninguno 6 6 Sin Datos

de plata; así como la carroza del alcázar, cuyos adornos y otros jaeces [que la]hacía sumamente vistosa...»

Calaba, como La Real, un máximo de dos pies, y sus cañones eran de auna libra. En ella, aparte de los músicos, solían embarcar las damas y señorasde honor de la reina. Era mandada por un capitán de fragata, asistido por unoficial de mar.

Los jabeques Orfeo y Tajo, también construidos allí por el citado José deÁguila, tenían más bien la apariencia de ser galeotas. Con escaso francobordoy tres palos con velas latinas, disponían de cañones de idéntico calibre que losque montaba la fragata. En ellos se embarcaban las damas de cámara de lareina, mayordomos y médicos de la Corte. Eran mandados cada uno por unpatrón.

Respecto al bote de nueve remos, su función era remolcar a la falúa real,mientras que dos de los más pequeños la seguían aguas con objeto de trasmitirlas órdenes a las otras embarcaciones y también: «... para dar un cabo y [dete-nerla] en ocasión que canta D. Carlos Farinelo... por no bogarse entonces».Los restantes remolcaban a la fragata y a los jabeques. Quizás los más curio-sos fueran los botes con forma de pavo real y venado, sin duda hechos para

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Vista del palacio de Aranjuez. (Colección Cesáreo Fernández Duro. Museo Naval. Madrid).

hacer las delicias de los infantes, y que navegaban siempre a ambos costadosde La Real.

Infraestructuras

Para satisfacer el «apoyo logístico» que demandaban estas pintorescasembarcaciones, en el margen derecho del río, en el lugar conocido por El Soti-llo, se construyeron dos atarazanas y un cuartel para albergar hasta 200hombres. También se habilitaron dos rampas para que pudieran ser echadas alagua con comodidad y se construyó un edificio abierto en el frente que dabaal río, cuyo interior se había escavado con el fin de que quedara inundado, conobjeto de servir de dique cubierto para preservar la falúa real, además de usar-se como almacén de pertrechos. También se construiría, pegado a la parte deatrás de una de las atarazanas, una capilla.

Para que las falúas pudieran hacer sus navegaciones sin incidencias, exis-tían cinco embarcaciones denominadas «fangadas» para dragar el río. Eran defondo plano y estaban provistas de dos grandes cucharones de hierro que,movidos por molinetes, limpiaban el fondo con objeto de mantener entre 1,18y dos metros de profundidad.

El personal

Para las embarcaciones se destinaba algo más de un centenar de marineros,todos procedentes del Departamento de Cartagena, que se desplazaban a lalocalidad madrileña a partir de mayo. El mando estaba constituido por seisoficiales de mar, que cobraban a razón 12 reales diarios. Se completaba estaplantilla con un condestable graduado de alférez de fragata y tres artillerosque, por cierto, se dispuso que cobraran el doble de lo que percibirían en cual-quier otro destino de la Armada.

El personal embarcado en las dragas que realizaba su labor todo el añoestaba formado por 15 marineros, un contramaestre y 30 «alumbres», quecobraban ocho reales diarios. También procedían del Departamento de Carta-gena y su relevo se verificaba durante los meses de octubre y noviembre.

En aquel esbozo de Arsenal, por su parte, trabajaban de forma permanen-te seis carpinteros de ribera y un ayudante que, procedentes de los tresdepartamentos peninsulares, percibían 25 reales al día; y un contramaestrecon su ayudante que, además de los 25 reales tenían una gratificación deotros 20. A mediados de mayo se completaba la plantilla con la llegadade otros 45 operarios.

Citar por último a la «guardia de inválidos», que era la encargada de custo-diar el establecimiento en ausencia de los reyes.

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Respecto a los uniformes que lucían, los embarcados en la falúa La Realvestían con tela de seda, chamarreta en forma de casaquilla de manga corta,calzón ancho guarnecido con galón de oro y con gorra azul (12) y encarnadaprovista de plumaje. Cuando iba la familia real, se quitaban la casaquilla,quedando con la chamarreta blanca. Los de la falúa El Respeto llevaban chupade seda encarnada, calzón azul y birretinas de terciopelo carmesí con lasarmas reales bordadas en oro. Los de la fragata, una chamarreta, calzón ygorra de sarga encarnada con guarniciones de plata. Y, por último, los embar-cados en los jabeques Orfeo y Tajo vestían chamarreta y gorra azul guarneci-das en plata, y calzón ancho de lienzo listado «a la marinera».

Todos los oficiales embarcados iban «a la Armenia» (13), salvo los quemandaban los jabeques, que al ser guardiamarinas lucían el uniforme de laArmada.

Ordenanzas

Aunque desde la perspecti-va de nuestros tiempos pudie-ra parecernos absurdo parauna escuadrilla de falúas, elceremonial impuesto por Fari-nelli incluía once órdenesgenerales para su gobierno, uncódigo de señales, saludos,banderas o estandartes a utili-zar y medidas de seguridad aemplear durante las navega-ciones. Así, por ejemplo, seindicaba que todas las embar-caciones tenían que estarsupeditadas en sus movimien-tos a La Real, debían llevar unestricto orden de marcha,transmitir las disposicionesque daba aquella y ser debida-mente balizados los recodos ybajos del río con banderolas,de día, y con faroles de noche.

(12) Desde 1784 dichos gorros eran bordados por José Gómez Toro, que estaba establecidoen Cartagena.

(13) Túnica larga ceñida alrededor del pecho.

Señales de día de la escuadra. (Patrimonio Nacional).

Segunda etapa. Desaparición, resurgimiento y cierre (1759-1936)

Aunque como señalamosCarlos III no tenía una perso-nalidad melómana, sí conside-ró apropiado erigir en El Sotodel Rebollo la que se conoce-ría como Casa de Marinos(14), edificio que se concibiópara albergar en su interior alas falúas. No obstante, frutodel relativo desinterés delmonarca por el establecimien-to, lo prueba el hecho de queen 1788 se había reducido encasi un 40 por 100 el personalenviado desde Cartagena paracubrir su servicio (15).

Su sucesor, Carlos IV, ordenó remodelar todas las construcciones existen-tes e incluso se atrevió en ocasiones a dirigir personalmente los «movimientosde la escuadra», cosa que a priori denotaba un interés por el lugar, pero en1789 ordenaría trasladar veintiséis embarcaciones desde Cartagena al «Mar deOntígola» (16), laguna artificial que había sido creada en tiempos de Felipe IIsituada a más de dos kilómetros de Aranjuez, donde prefirió, por ser aquellasaguas más tranquilas, hacer sus «pinitos» de mar.

Tras la invasión francesa, la Casa de Marinos quedó derruida, echando losgalos a pique (o quién sabe si quizás fueron víctimas de las llamas) todasaquellas maravillosas falúas del siglo xVIII.

Poco a poco iría renaciendo la escuadra durante la etapa fernandina, y así,en 1814, se dotó al establecimiento de un pailebot. También tres años mástarde se llevaría allí una falúa que se construyó en el Buen Retiro (17), y senombró al teniente de navío Manuel Clemente Miró como comandante de

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(14) Al parecer denominada originalmente Casa de Marina, aunque siempre sería conocidacomo Casa de Marinos al ser confiada su guardia y dirección por miembros de la Armada delRey.

(15) Aquel año, del personal de la Maestranza se enviaron seis carpinteros, seis calafates,un condestable y un marinero. Del personal de la Armada, un contramaestre, un patrón de falúa,33 marineros, siete grumetes, un cabo segundo y dos bombarderos. Véase: PÉREZ-CRESPOMUÑOZ, María Teresa: El Arsenal de Cartagena en el Siglo xVIII. Editorial Naval. Madrid,1992, p. 83.

(16) Federico Gravina fue el encargado de dirigir el transporte. Algunas de ellas eranbergantines de hasta 16 metros de eslora.

(17) Botada el 19 de marzo de 1817.

Sello que representa a La Real.

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aquellas (18). Ya en 1825 se incorporaron otras dos más, que fueron bautiza-das con los nombres de Amalia de Sajonia y María Isabel (alias La Portugue-sa). Además, Fernando VII ordenaría edificar en 1825 una nueva Casa deMarinos, que se erigió en la orilla opuesta donde se encontraba la anterior,concretamente en el lugar conocido por El Castillo, obras que finalizaronpasado un lustro, en los primeros meses de 1830.

Respecto al destacamento allí destinado, la Real Orden de 5 de diciembrede 1817 dispuso que fuera integrado por soldados del Primer Regimiento deInfantería de Marina, siendo su régimen y gobierno aprobados por los Regla-mentos de 4 de junio de 1819 y 15 de marzo de 1829 (19), donde también seespecificó que fuese integrado por 108 hombres (20). La Real Orden de 6 de

(18) Tras su fallecimiento, en 1831, tomó el mando el brigadier Ignacio del Valle Mari-món, al que sustituyó en 1834 el teniente de navío Miguel Ortiz Cañellas, y ya en 1837 sepondría al frente de las mismas el capitán de navío Manuel María de O’Carol, al que nos vamosa referir a continuación.

(19) Constaba de siete capítulos; a saber: «(I) Pie y fuerza de que debe componerse eldestacamento; (II) Funciones del Inspector; (III) Armamento y vestuario; (IV) Sueldos y demásgoces; (V) Fuero y juzgado (VI) Construcción conservación de los buques, su equipos y obrasen embarcaciones y edificios; (VII) Relativo a los individuos del destacamento». Véase AMNMs. 1.810.

(20) Un «jefe inspector», un comandante con rango de brigadier, un segundo comandante,tres sargentos primeros, cuatro sargentos segundos, dieciséis cabos, dos tambores, setenta y

La falúa que se botó en 1817 en el Buen Retiro (con la familia real a bordo y numeroso público)y que se llevó a Aranjuez.

abril de 1833 pondría colofón a su particular normativa al asignarles suuniforme.

También por esos años sabemos que se nombró como «sargento mayor» ysegundo comandante (luego comandante interino) de las mismas al teniente denavío Pedro Aznarez y Díez de Uré (21), que precisamente había formadoparte en 1815 de la dotación de la fragata Soledad en el viaje de vuelta de lasegunda esposa de Fernando VII desde Brasil.

Prueba del interés del monarca nos lo dan las partidas que se incluíanpara mantener al personal allí destinado, que en 1828 llegaba a los 126.000reales de vellón, si bien en el presupuesto de 1834 redujo de manera sustan-cial aquella suma, dejándola en 32.987, debido al estallido de la GuerraCarlista.

También Isabel II hizo uso de ellas con objeto de remontar el río y dirigirsehasta la Casa del Labrador, donde solía dar un almuerzo. En las recepciones yfiestas, la escuadra se limitaba a dar las salvas de honor (22).

Dos sucesos vinieron a empañar aquellas jornadas lúdicas: el primero,ocurrido en 1849 cuando el comandante de aquellas, el capitán de navíoManuel María Ocarol (u O’Carol) Fuertes (23) cayó de la falúa real y, alquerer continuar en su puesto sin secarse, cogió una neumonía que acabó eldía 1 de junio con su vida a los 70 años de edad (24). El otro fue el robodetectado en febrero de 1853 de uno de los adornos de la falúa, un terciopeloverde bordado en oro. A pesar de que cuando finalizaba la jornada se tomabala precaución de retirarla y guardarla en un arca que se llevaba al guardarropadel palacio, un día desapareció. Precisamente ese mismo año se desbordaronlos ríos Jarama y Tajo y, al salir la reina del palacio con objeto de valorar lamagnitud de los daños producidos por la inundación en avenidas y edificios,vio a lo lejos a un pastor encaramado a un árbol a fin de no ser arrastrado por

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cinco soldados, un capellán, un cirujano, un capitán de carpinteros, un capitán de calafates y uncontramaestre. Véase AMN. Ms.1.810.

(21) Nacido el 29 de abril de 1799, su bicornio lo encontró hace algunos años FernandoEsquivel en muy mal estado en el Rastro de Madrid. Se encuentra restaurado y en depósito enel Museo Naval, siendo el segundo sombrero más antiguo de sus fondos, después del que perte-neció a Federico Gravina.

(22) Según el cronista de Aranjuez Francisco Nard, llegó a existir en aquella época unadraga de vapor para la draga del río.

(23) Nacido en Cuba. Como guardiamarina tuvo una participación destacada en la toma delfuerte Delfín en enero de 1794, lo que le valió su ascenso a alférez de fragata. Siete años mástarde (7-x-1802) alcanzó el empleo de alférez de navío. En 1804 ya era teniente de fragata. En1811 sale como teniente de navío y comandante del bergantín Belén y de la corbeta MaríaIsabel. En 1829 se le promueve a capitán de fragata y en 1837 a capitán de navío, retirándose alaño siguiente en el que fue nombrado «comandante de las Reales Falúas». El Gobierno provi-sional le concedería en 1843 la Cruz de Comendador de la Real Orden Americana de Isabel laCatólica», siendo ascendido al año siguiente a brigadier.

(24) Sería sustituido por el capitán de fragata Manuel Eulate.

la corriente, por lo que cuando regresó a palacio ordenó al comandante de lasfalúas (el capitán de fragata Manuel Eulate) que se preparase uno de los botespara recogerlo.

Durante la etapa de la I República, y más concretamente por orden deAmadeo I, se restauró tanto la Casa de Marinos como la falúa de Carlos IV,además de dotar al establecimiento de un nuevo dique y dos embarcaderos.

En 1885, y a consecuencia de la epidemia de cólera que sufrió la localidad,la Casa de Marinos fue habilitada como hospital.

No obstante, en mayo de 1887, recuperó por unos días su original función,pues la reina regente, María Cristina, decidió visitar el Real Sitio y, aprove-chando su estancia allí, decidió darse varios paseos por el río utilizando unade sus falúas, si bien se negó a embarcar en La Real al considerarla demasiadoostentosa para ella, por lo que la elegida fue la de Carlos IV. Como llevabamuchos años en desuso, el Ministerio de Marina ordenaría carenarla y pintarlade nuevo para la ocasión, así como disponer que un regimiento de Infanteríade Marina, cuatro cabos de mar y 18 marineros pasaran a Aranjuez, estos últi-mos, como es lógico, con objeto de marinarla. No sería aquella la última vezque «doña virtudes» embarcaría en «su» falúa preferida, pues hemos encon-trado referencias de que en mayo de 1892, con motivo de su regreso a la loca-

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La Casa de Marinos tal y como se encontraba en 1865. (Revista El Museo Universal).

lidad madrileña, se enviaron veinte marineros de Cartagena y un maestro cala-fate que debía «poner a punto» un bote de seis remos y una canoa de cuatro.Recordar que en aquella época se encontraba a su frente el celebérrimo histo-riador de nuestra Armada (en calidad de capitán de navío) Cesáreo FernándezDuro. No obstante, el gusto de la reina por las costas cantábricas, y másconcretamente por San Sebastián, hizo que aquellas estancias se convirtieranen excepcionales.

En 1897 la Casa de Marinos fue de nuevo habilitada como hospital civil, yya a principios del siglo xx, en 1902, se construyeron un chinchorro y unachalana. Durante la breve estancia de Alfonso xIII en Aranjuez en 1905, sepuso a su disposición una canoa a motor para que visitara la Casa del Labradory la Casa de Marinos, si bien no volvería a mostrar interés en regresar. Suafición a las regatas fue determinante en ello. No obstante hemos encontradoreferencias que nos hacen asegurar que al menos hasta el año de 1914 las falúassiguieron estando a disposición del monarca con personal de la Armada.

Nos imaginamos que el rey vería aquellas embarcaciones y su funcióncomo un anacronismo digno de museo, por lo que años después dispondríaque era mejor conservarlas en el interior del edificio «de Marinos» pudiendoser visitadas hasta el comienzo de la Guerra Civil (25).

El Museo de Falúas de Aranjuez

No podíamos finalizar nuestro artículo sin hacer una pequeña mención alMuseo de Falúas que se encuentra abierto al público en los jardines del Prínci-pe (frente al paraje llamado El Castilla) desde 1966. La restauración de lasfalúas y del edificio que las alberga fue llevada a cabo por Patrimonio Nacio-nal a lo largo de dos años (1964-66), y de las seis embarcaciones que integranla colección que ha llegado hasta nuestros días, solo dos sirvieron en el Tajo.No obstante, no vamos a dejar pasar la ocasión de ofrecer al lector una sucintadescripción de todas ellas.

Góndola de Carlos II

La embarcación más antigua y espectacular es la góndola dorada encargadaen Nápoles por Carlos II en 1683 para su uso en el estanque del Buen Retiromadrileño. En 1724 fue trasladada a La Granja de San Ildefonso por orden deLuis I para su utilización en el conocido como «Mar Grande». Se dio el hecho

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(25) Sabemos que a mediados de los años cincuenta estaba encargado de la conservaciónde aquellas un tal Antonio Sánchez Lausado.

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curioso de que en 1878 Alfonso xII, cuando se retiró al palacio de Riofrío,ordenara que fuera pintada de negro (26) en señal de luto tras el fallecimientode su primera esposa, la reina Mercedes. En 1966, tras una ardua tarea derestauración, se incorporó al museo.

De 17 metros de eslora, su decoración es exquisita, destacando a proa elleón de San Marcos con hileras de angelotes sobre las bordas de las amuras.Sus costados lo recorre un ancho friso a medio relieve. La carroza, tallada coninfinidad de figuras y adornos florares.

Falúa de Carlos IV

Cronológicamente le siguela falúa de Carlos IV, construi-da en Cartagena en 1802 que lefue regalada al monarca por elgremio de la gente de mar(gremio de mareantes) deValencia. Fue decorada porMariano Salvador Maella (27)con motivos heráldicos detodas las regiones de España.En su popa lleva una concha enla que, en su parte cóncava,aparece el escudo real. En la

proa una figura de un ángel que tiene un metro de altura. La carroza es deterciopelo bordado en oro, adornando sus ángulos dos ninfas aladas doradas.Tiene una eslora de 11,5 m y llevaba de servicio a catorce remeros.

Falúa de Fernando VII

No es otra que una de las dos construidas en 1825 que reseñamos páginasatrás, concretamente la María Isabel (La Portuguesa). Decorada con delfinesentrelazados en la proa y el escudo real laureado en la popa, así como el pabe-llón adornado con mariposas y guirnaldas, fue, como se puede deducir, cons-truida en honor de la segunda esposa de Fernando VII; aunque sería la cuartay última, María Cristina, la que más la disfrutó en la década de los años treintadel siglo decimonónico.

(26) Al parecer el negro fue su color original, es decir, a la veneciana.(27) Puntualizar aquí que hay historiadores que la atribuyen a Vicente Gómez, que trabajó

con Maella en El Escorial.

Diseño de los adornos para la falúa de Carlos IV.(Patrimonio Nacional).

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Falúa de Isabel II

Es una réplica exacta de la que por encargo del Ayuntamiento de Mahón seconstruyó con motivo de la visita de Isabel II a Menorca en septiembre de1860 (28).

Ejecutada en aquel arsenal por el maestro de ribera José Tudurí de la Torrey el escultor Antonio Olives y Pons, tiene 12,90 m de eslora, tres de manga y0,90 de puntal, y en su construcción se emplearon diversas maderas, algunasde ellas americanas (29).

Se embarcó el 17 de noviembre de 1862 en el vapor Núñez de Balboa(capitán de fragata Juan Soler), que la transportó a Alicante, siendo llevada ala capital sobre dos vagones de ferrocarril. Fue botada en el estanque del Reti-ro el 13 de diciembre siguiente. Tras permanecer algún tiempo allí, pasaríaluego a la Casa de Campo y con posterioridad a Aranjuez.

Detengámonos a hacer una sucinta descripción: alrededor de la embarca-ción y ciñéndole en toda su extensión, hay un gran relieve de madera doradaen el que figura un calabrote, el cual remata con dos fajas también doradas,terminando en dos magníficos arabescos y dos escudos colocados a popa y aproa. El primero lleva las armas reales y el segundo el de la ciudad de Mahón.Alrededor de ambos se puede leer la siguiente inscripción: «Mahón a su Reina».En el interior lleva un gracioso calado de caoba, madera de la que también estánhechas sus regalas, que llevan chapas de latón, así como los asientos de losremeros y el emparrado, que son de caoba y doradillo. La parte de popa llevaasientos de damasco, y el de la reina es de capitoné, cuyo respaldo tiene comocopete los «Dos Mundos» con las Columnas de Hércules y el Plus Ultra bajocorona real. El suelo de la cubierta está engalanado con una magnífica alfombra,de la que sale una escalera con su correspondiente pasamanos. Disponía de 14remos de haya pulimentados y varios bicheros de latón dorado.

Canoa de Alfonso xII

Regalada por la ciudad de Ferrol en 1859, esta canoa fue realizada enmadera de caoba pulimentada al exterior, con refuerzos de bronce dorado

(28) El Ayuntamiento de Mahón, en sesión del día 22 de septiembre, tomaría el siguienteacuerdo: «Y respecto a que S. M. la Reina quedó prendada e íntimamente satisfecha con lareferida falúa en cuya vista manifestó deseos de que se la remitiesen a la Corte el Ayuntamien-to acuerda […] que como para remitirla tan lejos no tiene la resistencia necesaria, hagan cons-truir una igual e idéntica a la que la Reina, antes de despedirse de aquí, manifestó sus excelsosdeseos de poseer».

(29) Quilla de majagua, roda de encina, entrerrodas de pino menorquín y su forro y tabla-zón de pino del Norte y de Charleston.

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en su quilla de cuatro remos. Hemos encontrado referencias que apuntan a quellegó a Aranjuez el 26 de mayo, aunque al parecer fue utilizada por el príncipede Asturias (futuro Alfonso xII) en el estanque de la Casa de Campo. Estádecorada en su interior con las siluetas que en aquel tiempo formaban losbuques de nuestra Marina de Guerra, y lleva el estandarte real que portaba lafragata Navas de Tolosa cuando trajo a España a Alfonso xII.

Falúa de Alfonso xII

Finalmente, se expone lafalúa de Alfonso xII, regalode la ciudad de Ferrol en1879. Con 11 m de eslora ycatorce remos, tiene un toldoazul celeste con fleco blancoque compone la Orden deCarlos III. A popa, en el sitiode gobierno de la embarcaciónhay una gran corona real. Fueempleada por el monarca ensus estancias veraniegas enSan Sebastián.

La colección se completacon 34 objetos, entre los quese encuentran maquetas yelementos relacionados conlas aficiones náuticas de losreyes de España.

Finalizamos nuestro artícu-lo recordando que esta singular «escuadra» ha sido recordada tanto por lanumismática como por la filatelia, ya que en la edición del Salón Náutico delaño 1970 se acuñó una medalla cuyo motivo era la falúa real, y Correos el30 de abril de 1998 puso en circulación una serie de sellos en los que apare-cían tanto dicha falúa como el jabeque Tajo.

Medalla del Salón Náutico de Barcelona.(Colección del autor).

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