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Lanovelarecreaelperiodoentre1810a1824enlaislaMauricio,coloniadeFranciaen el océano indico, que junto con otras islas del mar caribe, se dedicaban a lasplantacionesagrícolasydondefueronintroducidoscomoesclavosmuchaspersonasprovenientes de África, los que se mezclaron con los colonizadores franceses,naciendolosllamados«mulatos»,algunosdeloscualesseconvirtieronendueñosdeplantaciones, después de la influencia de la revolución francesa en las islascolonizadas.

La novela comienza en 1810, cuando fuerzas invasoras inglesas desembarcan enMauricio y son repelidas por el ejército francés junto a un grupo de voluntariosisleños. El mulato Pierre Munier, acompañado de sus dos hijos, intenta unirse algrupodevoluntarios,peroesrechazadoporelcolordesupiel.Humilladoporesterechazo,Munier levanta una tropa independiente formada por afrodescendientes ymulatos, jugando un papel predominante en la primera victoria francesa contra losinvasores.

Durante este conflicto, Munier decide enviar a su dos hijos a Francia para sereducados,y15añosmástarde,Georges,suhijomenor,regresaalaislaconvertidoenunhombre rico, conuna educación impecable y conuna enorme influencia con elnuevo gobernador británico en la isla. En una fiesta organizada por éste, Georgesiniciaunromanceconunajovenisleña,Sara;relaciónsedificultaraporsucondicióndemulato,volviendoaenfrentarelrechazodelasociedadporelcolordesupielyleconduciráaunarebeliónsinprecedentesenunatramadramáticayamorosaaquenostieneacostumbradoDumasensusobras.

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AlexandreDumas

Georges

ePubr1.0Titivillus08.02.2019

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Títulooriginal:GeorgesAlexandreDumas,1843Traducción:EstherAndrésEditordigital:TitivillusePubbaser2.0

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I

LAISLADEFRANCIA[1].

¿Notehasucedidoalgunavez,duranteunadeesaslargas,tristesyfríasveladasdeinvierno,que,hallándotesólocontuspensamientos,oyerassoplarelvientoporlospasillosylalluviatamborilearenlasventanas?¿Notehasucedidoque,conlafrenteapoyadaenlachimenea,ymirando,sinver,lasascuaschisporrotearenelhogar,note ha sucedido, decía, que sintieras grimapor nuestro clima sombrío, nuestroParíshúmedoyfangoso,ysoñarasconunoasisencantado, tapizadodehierbayllenodefrescor,donde,encualquierestacióndelaño,albordedeunmanantialdeaguafresca,alpiedeunapalmeraoalasombradelosyambos,pudierasadormecertepocoapocoentreunasensacióndebienestarylanguidez?

Pues bien, ese paraíso que soñabas existe; ese edén que ambicionabas te estáesperando; ese arroyo que debe acunar tu somnolienta siesta cae en cascada y seconvierteenespuma;lapalmeraquedebealbergartusueñoofrecealabrisadelmarsus largas hojas, semejantes al penacho de un gigante. Los yambos, cubiertos defrutosirisados,teofrecensufragantesombra.Sígueme,venconmigo.

Ven aBrest, esa ciudad hermana de la comercianteMarsella, centinela armadoquevelasobreelocéano.Yaquí,deentreelcentenardebarcosqueserefugianensupuerto,escogeunadeesasbricbarcas[2] de fondoestrecho,velas ligerasymástilesesbeltos, como las de los osados piratas que describe el rival deWalter Scott, elpoéticonovelistadelamar.Justamenteestamosenseptiembre,elmespropicioparalos largos viajes. Sube a bordo del navío al que hemos confiado nuestro destinocomún, dejemos atrás el veranoy boguemos al encuentro de la primavera. ¡Adiós,Brest!¡Hola,Nantes!¡Hola,Bayona!¡Adiós,Francia!

¿Ves,anuestraderecha,aquelgigantequesealzaadiezmilpiesdealtura,cuyacabeza de granito se pierde entre las nubes, por encima de las cuales parece estarcolgada,yatravésdecuyaaguatransparentesedistinguenlasraícesdepiedraquesevan hundiendo en el abismo? Es el pico de Tenerife, la antiguaNivaria, punto deencuentrodeesaságuilasdelocéanoquevesgirarentornoasusnidosyqueapenasteparecenmásgrandesquelaspalomas.Sigamosadelante,noeséseelobjetivodenuestraruta;estonoessinoelparterredeEspaña,yyoteheprometidoeljardíndelmundo.

¿Ves, a nuestra izquierda, ese peñasco desnudo y sin verdor que ardeincesantemente bajo el sol de los trópicos? Es la roca donde estuvo encadenadodurante seis años el Prometeo moderno; es el pedestal donde Inglaterra elevó laestatuadesupropiavergüenza;eseltrasuntodelahogueradeJuanadeArcoydel

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patíbulodeMaríaEstuardo;eselGólgotapolíticoque,durantedieciochoaños,fueelpiadosolugardeencuentrodetodoslosnavíos;perotampocoesahídondetellevo.Sigamos,nadahayahíquepodamoshacer:laregicidaSantaHelenaquedóviudadelasreliquiasdesumártir.

AhíestáelcabodelasTormentas.¿Vesaquellamontañaqueseyergueentrelasbrumas?EselmismogiganteAdamástorqueseleaparecióalautordeLosLusíadas.Estamospasandoanteelextremodelatierra;esapuntaqueavanzahacianosotrosesla proa del mundo. Mira cómo el océano rompe en ella, furioso pero impotente;porque tal bajel no teme las tormentas, ya que navega rumbo al puerto de laeternidad, con Dios mismo por piloto. Sigamos, pues más allá de aquellas verdesmontañasencontraremostierrasáridasydesiertosquemadosporelsol.Sigamos: teheprometidoaguasfrescas,dulcessombras,frutossiempremadurosyfloreseternas.

Saludemos al océano índico, hacia el que nos empuja el viento del oeste;saludemos al escenario de Lasmil y una noches; nos acercamos al fin de nuestroviaje.HeaquílamelancólicaBorbón,eternamenteroídaporunvolcán.Dediquemosunamiradaasusllamasyunasonrisaasusperfumes;marchemosaúnavariosnudosypasemosentrelaislaPlateyelCoin-de-Mire;doblemoslapuntadelosCañoneros;detengámonosanteelpabellón.Echemoselancla,laradaesbuena;nuestrabricbarca,fatigadapor la larga travesía, reclamadescanso.Yahemos llegado:esta tierraes latierraafortunadaquelanaturalezaparecehaberocultadoenlosconfinesdelmundo,comounamadrecelosaocultadelasmiradasprofanaslabellezavirginaldesuhija.Estatierraeslatierraprometida,eslaperladelocéanoíndico,eslaIsladeFrancia.

Ahora, casta hija de losmares, hermana gemela deBorbón, rival agraciada deCeilán,dejaquelevanteunapuntadetuveloparamostrartealamigoextranjero,alfraternal viajero que me acompaña; deja que te desate el ceñidor, ¡oh, hermosacautiva!, pues somos dos peregrinos de Francia, y acaso algún día Francia puedarecuperarte,ricahijadelaIndia,acambiodealgúnpobrereinodeEuropa.

Ytúquemehasseguidoconlamiradayelpensamiento,dejaquetecuenteahoralasmaravillasdeestaregión,consuscampossiemprefértiles,suscosechasdobles,susañoshechosdeprimaverasyveranosquesesiguenysesustituyenunosaotros,encadenandolasfloresconlosfrutosylosfrutosconlasflores.Déjamequetecuentecómoesesta islapoéticaquebañasuspiesenelmaryescondelacabezaentre lasnubes.EsotraVenusnacida,comosuhermana,de laespumade lasolas,yqueseelevadesuhumildecunahastasucelesteimperio,coronadadedíasresplandecientesynochesestrelladas,eternosaderezosquelevienendelamanodelSeñormismo,yque el inglés aún no ha podido sustraerle. Ven, pues, y si los viajes aéreos no teasustanmásquelosrecorridosmarítimos,agárrate,cualnuevoCleofás,alacolademi abrigo y te transportaré conmigo sobre el cono invertido del Pieterboot, lamontaña más alta de la isla después del pico del Río Negro. Cuando hayamosllegado,miraremos a todas partes, a derecha y a izquierda, hacia adelante y haciaatrás,porencimaypordebajodenosotros.

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Porencimadenosotros,yaloves,hayuncielosiemprepuro,cuajadodeestrellas.EsunacapadeazuldondeDios,acadapasoqueda,levantaunpolvodeoro,cadaunodecuyosátomosesunmundo.

Pordebajodenosotrossehallalaislaenteraextendidaanuestrospies,comounacartageográficadecientocuarentaycincoleguasdecircunferencia,consesentaríosqueparecendesdeaquíhilosdeplatadestinadosasujetarelmarentornoalaorilla,ytreintamontañas conpenachosdebosquesde esteras, tacamacasypalmeras.Entretodosestosríos,observalascascadasdelRéduitydelaFontaineque,desdeelsenode los bosques en que nacen, lanzan al galope sus cataratas para ir, con un rumorestrepitosocomoel ruidodeuna tormenta,alencuentrode lamarque losesperayque,serenaorugiente,respondeasuseternosdesafíos,biencondesprecio,bienconira;una luchadeconquistadoresporverquiéncausaráenelmundomásestragosymásruido;luego,cercadeestaambiciónfrustrada,miraelGranRíoNegroquehacefluirtranquilamentesuaguafecundadorayqueimponesurespetadonombreatodocuanto le rodea, exhibiendo así el triunfo de la sabiduría sobre la fuerza, y de laserenidadsobreelarrebato.Entretodasestasmontañas,destacaelsombríoBrabant,centinelagigantesituadoenlapuntaseptentrionaldelaislaparadefenderlacontralassorpresasdelenemigo,yquebrarlafuriadelocéano.MiraelpicodeTrois-Mamelles,porcuyafaldadiscurreelríoTamarinyelríoRempart,comosilaIsisindiahubieraqueridojustificarsunombre.MiraporúltimoelPouceque,traselPieterboot,dondenoshallamos,eselpicomásmajestuosodelaisla,yqueparecelevantarundedoalcieloparaenseñaralamoyasusesclavosqueporencimadenosotroshayuntribunalqueharájusticiaaambos.

DelantedenosotrosvemosPort-Louis,antañoPort-Napoléon,lacapitaldelaisla,con sus numerosas casas de madera, sus dos arroyos que, a cada tormenta, seconvierten en torrentes; la isla de los Toneleros que defiende sus accesos, y supoblaciónvariopintaquepareceunamuestradetodoslospueblosdelatierra,desdeelcriolloindolentequesehacellevarenpalanquínsiprecisacruzarlacalle,yparaquienhablares tanfatigosoque tieneacostumbradosasusesclavosaobedecersusgestos,hasta elnegroque regresadel trabajopor lanocheagolpede látigo.Entreestos dos extremos de la escala social, mira a los laskares rojos y verdes, que sedistinguenporsusturbantesdeestosdosúnicoscoloresyporsusrasgosbroncíneos,mezcladeltipomalayoydeltipomalabar.Miraalnegroyoloff,delahermosaygranrazadeSenegambia,deteznegracomoelazabache,ojosardientescomoelcarbón,dientesblancoscomoperlas;alchinomenudo,depechoaplastadoyanchasespaldas,cabezarapadaymostachoscolgantes,conundialectoquenadieentiendeyconquien,noobstante, todoelmundo trata:porqueelchinovende todas lasmercancías,hacetodoslosoficios,ejercetodaslasprofesiones,elchinoeseljudíodelacolonia;alosmalayos, cobrizos, menudos, vengativos, astutos, que olvidan siempre los favores,nuncaunainjuria,yvenden,comolosbohemios,aquellascosasquesepidenenvozbaja;alosmozambiqueños,dulces,buenosyestúpidos,estimadossolamenteporsu

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fuerza;alosmalgaches,finos,astutos,detezaceitunada,narizchataygruesoslabios,que se distinguen de los negros del Senegal por el reflejo rojizo de su piel; a losnamaqueses,espigados,altivosyhábiles,ejercitadosdesdelainfanciaenlacazadeltigreodelelefante,yquesesorprendenalsertransportadosaunatierradondeyanohaymonstruosalosquecombatir;porúltimo,enmediodetodoesto,miraaloficialinglés de guarnición en la isla o estacionado en el puerto; el oficial inglés, con sucasacaescarlata,suchacóenformadegorra,supantalónblanco;eloficialinglésquemiradesde loaltode sugrandezaacriollosymulatos,amosyesclavos,colonoseindígenas,nohablamásquedeLondres,noelogiamásqueaInglaterraynoaprecianada más que a sí mismo. Detrás de nosotros, Grand-Port, antiguamente PortImpérial, primer establecimiento de los holandeses quemás tarde fue abandonadoporqueestáabarloventodelaisla,ylamismabrisaqueconducelosnavíoshastaallílesimpidesalir.Porello,trascaerenlaruina,hoynoesmásqueunaaldehuelacuyascasas apenas se sostienen, una ensenada donde la goleta acude buscando abrigocontra larapiñadelcorsario,unasmontañascubiertasdeselvaen laqueelesclavopide refugio contra la tiranía del amo.Ahora, si volvemos la vista hacia nosotros,distinguiremoscasianuestrospies,enelflancodelasmontañasdelpuerto,laregióndeMoka, perfumada de aloes, granadas y grosellas;Moka, siempre tan fresca quecadanochepareceguardarlostesorosdesuaderezoparaexhibirlosporlamañana;Moka,quecadadíaseponeguapacomolosdemáscantonessearreglanparalosdíasde fiesta;Moka,queesel jardíndeesta islaquehemos llamado jardíndelmundo.Recuperemos nuestra primera posición. Pongámonos de cara a Madagascar ydirijamoslamiradaanuestraizquierda:anuestrospies,másalládelRéduit,estálallanuraWilliams,despuésMoka,elrincónmásdeliciosodelaislaqueacaba,hacialallanura Saint-Pierre, en la montaña Corps-de-Garde, tallada en forma de grupa decaballo;másalládeTrois-Mamellesyelgranbosque,laregióndelaSabana,consusríosdedulcesnombres,elLimoneros,elBañodelasNegrasyelArcadia;supuertotanbiendefendido,porloescarpadodelacosta,queesimposibleabordarlasinoesen sonde paz; sus pastos rivales a los de la llanuraSaint-Pierre, con su tierra aúnvirgen comouna solitaria inmensidad americana.Finalmente, en la profundidaddelosbosques, el gran lago en el quevivenunasmorenasgigantescasqueyano sonanguilas sino serpientes: se las ha visto arrastrar y devorar ciervos vivos que,perseguidos por cazadores y negros cimarrones, habían tenido la imprudencia debañarseenél.

Paraterminar,volvámonoshacianuestraderecha:heaquílaregióndelRempart,dominada por el cerro de la Découverte, en cuya cumbre se yerguen mástiles debarcosquedesdeaquínosparecen finosydispersos como ramasde sauces; allí elcaboMalheureux,allálabahíadeTombeauxyallálaiglesiadePamplemousses.Enesta zona se elevaban las dos cabañas vecinas de madame de La Tour y deMarguerite;enelcaboMalheureuxzozobróelSaint-Géran;enlabahíadeTombeauxseencontróelcuerpodeunamuchachaconunretratofuertementeasidoenlamano;

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en la iglesia de Pamplemousses, dosmeses después, al lado de esamuchacha, fueenterrado un joven de la misma edad aproximadamente. Sí, has adivinado ya elnombredelosdosamantesqueyacenenlamismatumba:sonPaulyVirginie,esosdos alciones de los trópicos, cuyamuerte llora sin fin elmar, gimiendo sobre losarrecifesquerodeanlacosta,comounatigresalloraeternamenteasuscríasqueellamismahadespedazadoenunaccesoderabiaoenunarrebatodecelos.

Y ahora, bien recorras la isla desde el paso deDescorne, al sudoeste, o desdeMahébourgenelPetit-Malabar,biensigas lacostao teadentresenel interior,biendesciendaslosríosoasciendaslasmontañas,bieneldiscoabrasadordelsolenciendala llanuraconsus rayosde fuego,bien la lunaencuartocrecienteplatee loscerroscon sumelancólica luz, puedes, si tus pies se cansan, si te pesa la cabeza, si se tecierranlosojos,si,embriagadoporlasfragantesemanacionesdelrosaldeChina,deljazmíndeEspañaodelamancayo,sientesquetussentidossedisuelvenblandamentecomoenunaembriaguezdeopio,puedes,mibuencompañero,cedersintemorysinresistencia a la íntima y profunda voluptuosidad del sueño indio. Tiéndete, pues,sobrelahierbaespesa,duermetranquiloydespiértatesinmiedo,pueseseligeroruidoquehaceestremecerel follajealacercarse,esosdosojosnegrosybrillantesqueseclavanenti,nosonnielroceenvenenadodeunabouqueiradeJamaica,nilosojosdeltigredeBengala.Duermetranquiloydespiértatesinmiedo;jamáselecodelaislarepitióel agudo silbidodeun reptil, ni el aullidonocturnodeunanimalcarnicero.No,esunajovennegraqueseparadosramasdebambúparapasarsulindacabezaymirarconcuriosidadaleuropeoreciénllegado.Hazungesto,sinmovertesiquiera,yella tomará para ti la banana más sabrosa, el mango perfumado o la vaina deltamarindo;diunapalabra,yellateresponderáconsuvozguturalymelancólica:«Mosellave mo faire ga que vous vié[3]». Bastante feliz se sentirá si con una miradaamableounapalabrade satisfacción lepagas sus servicios,y entonces seofrecerácomo guía para conducirte a casa de su amo. Síguela, te lleve adonde te lleve.Cuando distingas una bonita casa con una avenida de árboles, con un cinturón deflores,habrásllegado.Ésaserálamoradadelplantador,tiranoopatriarca,segúnseabuenoomalo;peroyasealounoolootro,esonoesasuntotuyoytedebeimportarpoco. Entra gallardamente, ve a sentarte a lamesa de la familia; di: «Soy vuestrohuésped»ypondránante ti lamás ricabandejadeporcelanachina, cargadaconelmás hermoso racimo de bananas, la jarra de plata con fondo de cristal en la queespumarálamejorcervezadelaisla;ymientrasquieras,cazarásconsufusilensussabanas,pescarásensuríoconsusredes;ycadavezquevengastúoleenvíesalgunode tus amigos, sacrificarán el ternero más gordo, porque aquí la llegada de unhuéspedesunafiesta,comoelregresodelhijopródigoeraunadicha.

Porellolosingleses,eternosenvidiososdeFrancia,teníanlavistafijadesdelargotiempoatrásenéstasuhijaqueridaylarondabansincesar,yaintentandoseducirlacon oro, ya intimidándola con amenazas; pero a todas estas proposiciones la bellacriollarespondíaconunsupremodesdén,hastaelpuntodequeprontosevioquesus

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pretendientes,nopudiéndolaconseguirmediantelaseducción,queríanllevárselaporlaviolencia,yhuboqueguardarlacomoaunamonjaespañola.Durantealgúntiemposalióairosadevariastentativassinimportancia,yporconsiguientesinresultado;peroalfinInglaterra,nopudiendorefrenarsemás,selanzósobreellaacuerpodescubiertoy,cuandolaIsladeFranciaseenteróunamañanadequesuhermanaBorbónacababadesercapturada,invitóasusdefensoresaqueleprocuraranunamejorproteccióndelaquehabíarecibidoenelpasado,yempezarondeinmediatoaafilarloscuchillosyafundirlasbalas,puesesperabanalenemigodeunmomentoaotro.

El 23 de agosto de 1810, un espantoso cañonazo que retronó por toda la islaanuncióqueelenemigohabíallegado.

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II

LEONESYLEOPARDOS

Eran las cinco de la tarde, casi en el ocaso de uno de esosmagníficos días deverano desconocidos en nuestra Europa. La mitad de los habitantes de la Isla deFrancia estaban situados en las montañas que dominan Grand-Port como en unanfiteatro,mirandoexpectanteselcombatequeselibrabaasuspies,comoantañolosromanos,desdeloaltodelcirco,seasomabanparaverunapeleadegladiadoresounaluchademártires.Ladiferencia eraque, eneste caso, la arenaeraunvastopuertototalmente rodeado de escollos, donde los luchadores se habían acoderado para noretrocederalmenos,ypoderasí,libresdelestorbodelamaniobra,despedazarseasuguisa; la diferencia era que, para poner fin a esta terrible naumaquia, no habíavestales que levantasen el pulgar. Se trataba, comobien se verá, de una batalla deaniquilamiento, de un combate amuerte. Por ello los diezmil espectadores que lopresenciabanguardabanun silencio angustioso; por ello elmar, que tanto rugeporestosparajes,callabatambiénparaquenoseperdieraniunsolobramidodeaquellastrescientasbocasdefuego.

Heaquícuantoaconteció.Eldía20porlamañana,elcapitándefragataDuperré,procedentedeMadagascar

a bordo de laBellone, seguido de laMinerve, elVictor, elCeylan y elWindham,reconoció lasmontañas delViento, en la Isla de Francia.Como sus tres combatesanteriores, en los que había resultado siempre vencedor, habían causado gravesaveríasensuflota,decidióentrarenelgranpuertoparacarenar.Eracosafácilpuestoque,comoessabido,laislaeraalasazónenteramentenuestra,yelpabellóntricolor,queondeabaenelfuertedelaisladelaPasseyenunnavíodetrespalosfondeadoasus pies, daba al bravo marinó la seguridad de ser recibido por amigos. Porconsiguiente,elcapitánDuperréordenódoblarlaisladelaPasse,situadaaunasdosleguas enfrente deMahébourg, y, para ejecutar lamaniobra, ordenóque la corbetaVictorpasaseenprimerlugar;quelaMinerve,elCeylanylaBellonelasiguiesen,yqueelWindhamcerraselamarcha.Asífueavanzandolaflotilla,unnavíodetrásdelotro,dadoquelaangosturadelpasónopermitíaquedosbarcosavanzarandefrente.

CuandoelVictorestabaauntiródecañóndelnavíofondeadobajóelfuerte,ésteindicóconseñalesquehabíanavistadoalosinglesescruzandopordelantedelaisla.El capitán Duperré respondió que lo sabía muy bien, y que la flota que habíandivisado estaba compuesta por laMagicienne, laNéréide, el Syrius y la Iphigénie,bajoelmandodelcomodoroLambert;peroque,porotraparte,dadoqueelcapitán

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HamelinestabafondeadoasotaventodelaislaconelEntreprenant,laMancheylaAstrée,seríansuficientesparaaceptarelcómbatesisepresentaseelenemigo.

Unossegundosdespués,elcapitánBouvet,quemarchabaensegundolugar,creyódistinguirdisposicioneshostilesenelnavíoqueacababadehacerseñales.Además,lohabíaestadoexaminandoentodossusdetallesconeseojotanagudoquepocasvecesengañaalmarinó,ynoloreconocíacomomiembrodelamarinafrancesa.DiopartedesusobservacionesalcapitánDuperré,quienlerespondióquetomaraprecauciones,que él iba a tomar las suyas. En cuanto alVictor, fue imposible advertirle; estabademasiadoavanzado,ycualquierseñalquelehubieranhechohabríasidovistaenelfuerteyenelbarcosospechoso.

Así pues, el Victor continúa avanzando sin desconfianza, impulsado por unabuenabrisadelsudeste,contodalatripulaciónenelpuente,mientraslosdosnavíosque le siguen observan con ansiedad losmovimientos del navío sospechoso y delfuerte;ambos,sinembargó,mantienenaúnlasaparienciasamistosas;losdosnavíos,quesehallanunoenfrentedelotro,intercambianinclusoalgunaspalabras.ElVictorsiguesucamino;yahapasadoelfuertecuando,depronto,unalíneadehumoapareceenloscostadosdelnavíofondeadoyenloaltodelfuerte.Cuarentaycuatrocañonesretumban a la vez, enfilando al bies la corbeta francesa, agujereando el velamen,hiriendoalatripulaciónyrompiendolagaviapequeña,mientrasalmismotiempoloscolores franceses desaparecen del fuerte y del navío de tres palos y en su lugaraparecelabanderainglesa.Hemossidovíctimasdelasuperchería;hemoscaídoenlatrampa.

Pero en lugar de dar media vuelta, lo cual sería aún posible abandonando lacorbetaquelesirvededianayque,trasrehacersedelasorpresa,contestaalfuegodelaembarcacióndetrespalosconeldesusdospiezasdeproa,elcapitánDuperréhaceuna señal alWindham para que vuelva amar abierto, y ordena a laMinerve y alCeylanquefuercenelpasó.Élmismoloscubrirá,mientraselWindhamvaapreveniralrestodelaflotafrancesadelaposiciónenquesehallanlosotrosbuques.

Losnavíos siguen,pues, avanzando,yanocon la seguridaddelVictor, sinoenestadodealerta,cadahombreensupuesto,yeneseprofundosilencióqueprecedesiemprelasgrandescrisis.ProntolaMinerveseencuentracostadoconcostadoconelnavíoenemigo;peroestavezesellalaqueleadvierte:veintidósbocasdefuegoseenciendenalmismotiempo;laandanadaalcanzadellenólamadera;unapartedelabordadelnavíoinglésvuelaenpedazos;seoyengritossofocados;después,asuvez,éstelanzatodasubateríayenvíaalaMinervelosmensajerosdemuertequeacabaderecibirdeella,mientras,porsuparte,laartilleríadelfuertecargacontraella,perosincausarleotromalqueeldematarlealgunoshombresycortarlealgunasjarcias.

Después llega el Ceylan, una bonita bricbarca de veintidós cañones apresada,como elVictor, laMinerve y elWindham, varios días antes a los ingleses, y que,comoelVictory laMinerve, ibaacombatirahoraparaFrancia, sunuevoamó.Seavanzó, ligero y grácil como un pájaro de mar rozando las olas. Luego, al llegar

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frente al fuertey al navíode trespalos, esteúltimo, el fuertey elCeylan abrieronfuegoalavez,confundiéndoseenunsoloestrépito,pueshabíandisparadoalmismotiempo,ymezclándosesushumaredas,puesestabanmuycercaelunodelotro.

QuedabaelcapitánDuperré,abordodelaBellone.Yaenaquellaépocaeraunode los oficiales más valientes y hábiles de nuestra marina. Avanzó a su vez,acercándosealaisladelaPassemásdeloquehabíanhecholosotrosbuques;luego,costadoconcostado,lasdosbordasabrieronfuegoaquemarropa,intercambiándoselamuerteatirodepistola.

Consiguió pasar; los cuatro buques estaban en el puerto; se unen entonces a laalturadelasAigrettes,yvanaecharelanclaentrelaisladelosMonosylapuntadelaColonia.

DeinmediatoelcapitánDuperréseponeencomunicaciónconlaciudadyrecibela noticia de que la islaBorbón ha sido tomada, pero que, a pesar de sus intentossobrelaIsladeFrancia,elenemigonohapodidoapoderarsedelaisladelaPasse.Alinstante envía un correo al valiente general Decaen, gobernador de la isla, paraadvertirle de que los otros barcos franceses, el Victor, laMinerve, el Ceylan y laBelloneestánenGrand-Port.Eldía21,amediodía,elgeneralDecaenrecibeelaviso,lo transmite al capitán Hamelin, quien da a los navíos a su mando la orden deaparejar,envíaportierrahombresderefuerzoalcapitánDuperréyleavisaqueharácuanto pueda para llegar en su ayuda, puesto que todo le hace creer que se hallaamenazadoporfuerzassuperiores.

Enefecto,alintentarfondearenelríoNegro,el21alascuatrodelamañana,elWindhamhabíasidoapresadopor la fragata inglesaSyrius.ElcapitánPym,que lamandaba, supo entonces que cuatro buques franceses, a las órdenes del capitánDuperré,habíanentradoenGrand-Port,dondeseencontrabanretenidasporelviento.DeinmediatohabíadadoavisoaloscapitanesdelaMagicienneylaIphigénie,ylastres fragatas se habían puesto enmarcha de inmediato: el Syrius remontaba haciaGrand-Portpasandoasotavento,ylasotrasdosfragatasabarloventoparaalcanzarelmismopunto.

ÉstossonlosmovimientosquevioelcapitánHamelinyque,relacionándolosconlanoticiaque le llega, le hacen creerque el capitánDuperréva a ser atacado.Asípues,acelerasusalida,peroapesardesudiligencia,noestálistohastaeldía22porlamañana.Lastresfragatasinglesaslellevantreshorasdeadelanto,yelviento,quegirahaciaelsudesteyquerefrescapormomentos,aumentatodavía lasdificultadesquedebesuperarparallegaraGrand-Port.

El 21 por la noche el generalDecaenmonta en su caballo y, a las cinco de lamañana, llega a Mahébourg, seguido por los principales colonos y por aquellosnegrosconlosquecreenquepuedenjuntar.Amosyesclavosvanarmadosconfusilesy cada uno de ellos dispone de cincuenta disparos, en caso de que los inglesesintentendesembarcar.AlpuntosecelebraunaentrevistaentreélyelcapitánDuperré.

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Amediodía,lafragatainglesaSyrius,quehapasadoasotaventodelaislayque,por consiguiente,haencontradomenosdificultades en sucaminoque lasotrasdosfragatas,apareceenlaentradadelcanal,seunealnavíodetrespalosfondeadojuntoal fuerte, que ha resultado ser la fragataNéréide, del capitánVillougby, y las dos,como si pensasen atacar ellas solas a toda la división francesa, avanzan sobrenosotros, dando losmismos pasos que nosotros habíamos dado. Pero, al acercarsedemasiado al bajío, el Syrius encalla, y el día transcurre para su tripulaciónintentandoponerseaflotedenuevo.

DurantelanocheelrefuerzodemarinerosenviadoporelcapitánHamelinllegayse reparte entre los cuatro barcos franceses, que así cuentan con unos milcuatrocientoshombresycientocuarentaydosbocasdefuego.Perocomo,unavezrepartidos, el capitán Duperré ha acoderado la división y cada nave presenta sucostado, sólo lamitadde loscañonesparticiparáen la sangrienta fiestaque seestápreparando.

A las dos de la tarde, las fragatas Magicienne e Iphigénie aparecieron en laentrada del canal; se unieron al Syrius y laNéréide, y las cuatro avanzaron juntascontra nosotros. Dos de ellas arriaron velas y las otras dos echaron el ancla,presentandoasíuntotaldemilsetecientoshombresydoscientoscañones.

Fueunmomentosolemneyterribleduranteelcuallosdiezmilespectadoresquecubríanlasmontañasvieronlascuatrofragatasenemigasavanzandosinvelasconelúnicoylentoimpulsodelvientoensusaparejosyponiéndose,conlaconfianzaqueles daba su superioridad en número, a medio alcance del cañón de la divisiónfrancesa, presentando también su costado, acoderando como nosotros habíamoshecho, y renunciando por adelantado a la fuga, tal como nosotros habíamosrenunciadoanteriormente.

Era, pues, un combate a muerte el que iba a comenzar. Leones y leopardosestabancaraacaraeibanadespedazarsecondientesdebronceyrugidosdefuego.Fueronnuestrosmarinosquienes,menospacientesdeloquehabíansidolosguardiasfrancesesenFontenoy,dieronlaseñaldepartidadelacarnicería.Unalargaesteladehumoseextendióporloscostadosdeloscuatronavíosencuyacangrejaondeabaunpabellóntricolor;almismotiemporetumbóelrugidodesetentabocasdefuego,yelhuracándehierroseabatiósobrelaflotainglesa.

Éstarespondiócasialinstante,yasíempezó,sinmásmaniobraqueladedespejarlospuentesdeastillasdemaderaycuerposmoribundos,sinmásintervaloqueeldecargar los cañones, una de esas batallas de aniquilamiento como, desde Abukir yTrafalgar,nohabíanvueltoaverlosfastosdelamarina.Alprincipiosepudocreerque los enemigos llevaban ventaja, pues las primeras andanadas inglesas habíancortado las coderas de laMinerve y del Ceylan; de talmanera que, debido a esteaccidente,elfuegodelosdosnavíosquedóengranparteextraviado.Pero,siguiendolasórdenesdesucapitán,laBelloneplantócararespondiendoaloscuatrobuquesala vez, pues había brazos, pólvora y balas para todos. Vomitaba fuego

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incesantemente, comounvolcánen erupción,y ellodurantedoshoras, esdecir, eltiempoqueelCeylanylaMinervetardaronenrepararsusaverías;traslocual,comosi estuvieran nerviosos por su inacción, volvieron a rugir y a morder, forzando alenemigo,quesehabíaalejadoun instantedeellosparaaplastara laBellone,aquevolvieraaellosrestableciendolaunidaddelcombateentodalalínea.

ParecióentoncesalcapitánDuperréquelaNéréide,yatocadademuerteportresandanadasqueladivisiónlehabíalanzadoalatravesarelcanal,reducíasufuego.Alpunto dio la orden de dirigir todas las andanadas contra ella y no darle tregua.Duranteunahoralaacribillaronconbalasymetralla,creyendoquedeunmomentoaotro iba a arriar bandera; pero como no arriaba, proseguía la lluvia de bronce,quebrandosuspalos,barriendoelpuente,horadandolacala,hastaqueseextinguióelúltimo cañón, cual un último suspiro, y quedó arrasada como un pontón entre lainmovilidadyelsilenciodelamuerte.

En ese momento, justo cuando el capitán Duperré daba órdenes a su tenienteRoussin, un trozo de metralla le alcanza en la cabeza y le abate sobre la batería;comprendiendo que está gravemente herido, de muerte tal vez, manda llamar alcapitánBouvet,letraspasaelmandodelaBellone,leordenavolarloscuatrobuquesantes que rendirlos, y, hecha esta última recomendación, le tiende la mano y sedesvanece.Nadiesedacuentadeestesuceso;DuperrénohaabandonadolaBellone,puesto que Bouvet le sustituye. A las diez, la oscuridad es tan grande que ya nopuedenapuntaryhandedispararaciegas.Alasonce,cesaelfuego,perocomolosespectadorescomprendenquenoesmásqueunatregua,permanecenensulugar.Enefecto,alaunasalelalunay,conellaysupálidaluz,sereanudaelcombate.

Duranteesemomentodedescanso,laNéréideharecibidovariosrefuerzos:cincoo seis piezas van a alimentar la batería. La fragata que habían creídomuerta sóloestaba agónica, recupera el sentido y da señales de vida atacándonos de nuevo.Entonces Bouvet envía al teniente Roussin a bordo del Victor, cuyo capitán estáherido;RoussintienelaordendereflotarelbarcoyaplastaralaNéréidecontodasuartilleríayaquemarropa;estavezsufuegonocesaráhastaquelafragataestémuertaybienmuerta.

Roussin sigue sus órdenes al pie de la letra: elVictor despliega el foque y lasgrandesgavias,seponeenmovimientoy,sindispararniunsolocañonazo,vaaecharel áncora a veinte pasos de la popa de laNéréide; desde ahí abre fuego, al que lafragatanopuedecontestarmásqueconsuspiezasdeproa,y laalcanzade llenoacadaandanada.Alpuntodelalba, la fragataenmudecedenuevo.Estavezestádeltodomuerta, y sin embargo el pabellón ingles sigueondeando en la cangreja.Estámuerta,peronohaarriadobandera.

Enesemomento, losgritosde ¡Vivael emperador! resuenanen laNéréide: losdiecisieteprisionerosfrancesescapturadosenlaisladelaPassequeestánencerradosenlabodegarompenlapuertadesuprisiónyselanzanarribaporlasescotillasconunabanderatricolorenlamano.ElestandartedeGranBretañaesarriado,labandera

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tricolor ondea en su lugar. El teniente Roussin da la orden de abordar, pero en elmomentoenquevaalanzarlosgarfios,elenemigoabrefuegocontralaNéréidequeescapa.Esunaluchainútildesostener:laNéréidenoesmásqueunpontóndelqueseapoderaránencuanto losotrosbuquesqueden reducidos;elVictordeja flotar lafragatacomoelcadáverdeunaballenamuerta;embarcaalosdiecisieteprisioneros,recuperasupuestodebatallay,descargando todasubatería,anunciaa los inglesesqueharegresadoasulugar.

TodoslosbuquesfranceseshabíanrecibidolaordendedirigirsufuegocontralaMagicienne, el capitán Bouvet quería aplastar las fragatas enemigas una tras otra;hacialastresdelatarde,laMagiciennesehabíaconvertido,pues,enelobjetivodetodoslosdisparos;alascincorespondíaanuestrofuegosóloconalgunassacudidasyrespirabaapenascomounenemigoheridodemuerte;alasseis,sevedesdetierraquesu tripulaciónhace lospreparativosparaevacuarla:gritosprimero,yseñales luego,previenen a la división francesa; el fuego se recrudece; las otras dos fragatasenemigas le envían sus chalupas y ella misma arria sus botes; los hombres quequedansinheridasolosheridoslevementebajanenellos,pero,eneltrayectohastaalcanzar el Syrius, las balas mandan a pique dos chalupas, y el mar se cubre dehombresquealcanzananadolasdosfragatascercanas.

Un instante después, una fina humareda empieza a salir por las portas de laMagicienne y poco a poco se va haciendo más espesa. Por las escotillas asomanentoncesunoshombresheridosquesearrastran,quealzansusbrazosmutilados,quepidensocorro,puesyaelfuegosucedealhumo,yportodaslasaberturasdelbarcodisparasuslenguasardientes.Searrojaalexterior,reptaportodalaborda,trepaalospalos, envuelve las vergas y, enmedio de las llamas, se oyen gritos de rabia y deagonía;luego,derepente,elnavíoseabrecomoelcráterdeunvolcánaldesgarrarse.Se oye una detonación espantosa: la Magicienne vuela en mil pedazos. Por unosinstantes se ven los trozos incendiados que suben por los aires, caen y se apaganestremeciéndoseentrelasolas.Deaquellahermosafragataqueaúneldíaanteriorsecreíalareinadelocéano,noquedayanada,nisiquierarestos,nisiquieraheridos,nisiquieramuertos.SóloungranespaciovacíoentrelaNéréideylaIphigénieindicaellugarqueantesocupaba.

Después, como fatigados por la lucha, como aterrorizados por el espectáculo,inglesesyfrancesesguardaronsilencio,ydedicaronelrestodelanochealdescanso.

Peroalamanecerelcombatesereanuda.Estavezladivisiónfrancesahaescogidoal Syrius como víctima. El Syrius va a ser aplastado por el cuádruple fuego delVictor, laMinerve, laBellone y elCeylan.Balas ymetralla arrecian contra él.Alcabodedoshoras,nolequedaunsolomástil,laamuradahasidoarrasadayelaguaentra en la cala por veinte heridas diferentes: si no estuviera acoderado, se iría apique.

Latripulaciónloabandona,siendoelcapitánelúltimoenmarchar.Pero,aligualque en la Magicienne, el fuego ha prendido en él, una mecha lo conduce a la

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santabárbaray,alasoncedelamañana,seoyeunadetonaciónespantosa.¡ElSyriusdesapareceaniquilado!

Entonces la Iphigénie, que ha combatido ancorada, comprende que no puedepresentarmáslucha.Sehaquedadosolacontracuatrobuques;pues,talcomohemosdicho, la Néréide no es sino una masa inanimada. Despliega sus velas y,aprovechando que se ha escapado casi sana y salva de toda esa destrucción queterminaenella,intentaponerseenmovimientoparaalcanzarlaproteccióndelfuerte.

DeinmediatoelcapitánBouvetordenaalaMinerveya laBellonequereparensus averías y se pongan a flote. Duperré, desde el lecho ensangrentado en que sehalla,estáaltantodeloacontecido:noquierequeunsoloinglésvayaaanunciarsuderrota a Inglaterra. Hemos de vengar Trafalgar y Abukir. ¡A por ella! ¡A por laIphigénie!

Ylasdosnoblesfragatasmalheridassealzan,seyerguen,secubrendevelasyseponenenmarcha,dandolaordenalVictordequeamarinenlaNéréide.EncuantoalCeylan,estátanmutiladoquenopuedeabandonarsulugarantesdequeelcalafatecuresusmilheridas.

Entoncesgrandesgritosdetriunfoseelevanentierra:todaaquellapoblaciónquesehamantenidoensilenciorecuperaahora larespiracióny lavozparaanimara laMinervey laBelloneensupersecución.Pero laIphigénie,menosaveriadaquesusdosenemigas,lasestáganandoaojosvistas;laIphigéniepasalaisladelasAigrettes;laIphigénievaaalcanzarelfuertedelaPasse;laIphigénievaaentrarenmarabiertoy se pondrá a salvo. Las balas que le disparan laMinerve y la Bellone ya no laalcanzan y van amorir en su estela, cuando de pronto tres buques aparecen en laentrada del canal, con el pabellón tricolor izado; es el capitán Hamelin que hazarpadodePort-LouisconelEntreprenant,laMancheylaAstrée.LaIphigénieyelfuertedelaPassequedanatrapadosentredosfuegos;serendiránadiscreción,niunsoloinglésescapará.

Mientras tanto, el Victor, por segunda vez, se ha acercado a la Néréide y,temiendoalguna sorpresa, la aborda congranprecaución.Pero el silencioque éstamantiene no es otro que el de lamuerte. Su puente está cubierto de cadáveres; elteniente,elprimeroenpisarlo,semanchadesangrehastaeltobillo.

Un herido se incorpora y explica que seis veces recibieron la orden de arriarbandera,peroseisveceslasdescargasfrancesassellevaronaloshombresencargadosdeejecutarlaorden.Fueentoncescuandoelcapitánseretiróasucamaroteynolovolvieron a ver. El teniente Roussin se dirige al camarote y encuentra al capitánVillougbysentadoaunamesaenlaquetodavíahayunajarradegrogytresvasos.Lefaltan un brazo y una pierna. Ante él, su primer teniente Thomson,muerto de undisparo de fusil que le ha atravesado el pecho; y a sus pies, tendido, se halla susobrinoWilliamsMurrey,heridoenuncostadoporuntrozodemetralla.

Entonces, el capitánVillougby,con lamanoque lequeda,haceunmovimientopararendirsuespada,peroeltenienteRoussinextiendeasuvezelbrazoy,saludando

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alinglésmoribundo,dice:—Capitán,cuandoalguiensesirvedesuespadacomoustedlohace,sólolarinde

aDios.YordenaalpuntoqueelcapitánVillougbyrecibatodoslossocorrosnecesarios.

Perotodoslossocorrosfueroninútiles:elnobledefensordelaNéréidemurióaldíasiguiente.

EltenienteRoussintuvomássuerteconelsobrinodelaquehabíatenidoconeltío.SirWilliamsMurrey,aunqueheridodemuchagravedad,nohabíasidotocadodemuerte.Asíesqueleveremosreaparecereneltranscursodeestahistoria.

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III

TRESNIÑOS

Comoesfácilimaginar,losingleses,noporhaberperdidocuatronavíos,habíanrenunciadoasusintencionessobrelaIsladeFrancia.Alcontrario,ahorateníanunanueva conquista que hacer y una vieja derrota que vengar. Así fue cómo,transcurridosapenastresmesesdesdeloshechosqueacabamosdepresentarallector,se produjo un segundo combate no menos encarnizado, pero de resultados muydiferentes.TuvolugarenPort-Louis,esdecir,enunpuntodiametralmenteopuestoaaquélenquesehabíaproducidoelprimero.

Estaveznosetratabadecuatrobarcosomilochocientoshombres.Docefragatas,ocho corbetas y cincuenta buques de transporte habían desembarcado a veinte oveinticincomilhombresenlacosta,todounejércitodeinvasiónqueavanzabahaciaPort-Louis, que entonces se llamaba Port-Napoléon. La capital de la isla, en elmomento de recibir el ataque de tales fuerzas, ofrecía un espectáculo difícil dedescribir. Una muchedumbre, procedente de los diferentes distritos de la isla, seapretujabaenlascallesdandomuestrasdelamásvivaagitación.Comonadiesabíacuál era el peligro real, cada uno imaginaba un peligro distinto, siendo los másexagerados y más inauditos los que mayor aceptación tenían. De vez en cuando,aparecía de improviso un edecán del general portando una orden y lanzando a lamuchedumbreunaproclamadestinadaadespertarelodioqueloshabitantesdelaislasentíanporlosinglesesyaexaltarsupatriotismo.Durantelalectura,sealzabanlossombrerosenlapuntadelasbayonetas;resonabanlosgritosde¡Vivaelemperador!;sepronunciabanjuramentosdevenceromorir;unescalofríodeentusiasmorecorríaaquel gentío, que pasaba de un descanso ajetreado al trabajo denodado, y seprecipitabaportodaspartesdemandandomarcharsobreelenemigo.

PeroelauténticopuntodereunióneralaplazadeArmas,esdecir,elcentrodelaciudad.Allí eradonde tanpronto llegabaunarcónarrastradopordos caballitosdeTimor o Pegu al galope, como un cañón empujado a la carrera por artillerosnacionales, muchachos de quince a dieciocho años apenas, en cuyos rostros lapólvora,pintándoselosdenegro,sustituíalasbarbas.Allíibanlosguardiascívicosenuniformedecombate,voluntariosvestidosasuairequehabíanañadidounabayonetaa su escopeta de caza, negros vestidos con harapos de uniformes y armados concarabinas, sables y lanzas, mezclándose todos ellos, chocando, golpeándose,empujándoseycontribuyendoconsusruidosalpoderosorumorqueseelevabaporencimadelaciudad,talcomoseelevaelruidodeuninmensoenjambredeabejasporencimadeunacolmenagigantesca.

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Noobstante,unavezllegadosalaplazadeArmas,estoshombresquecorríanoaisladosoengrupoadoptabanunaspectomásmarcialyunairemástranquilo.YesqueenlaplazadeArmassehallaba,esperandolaordendemarcharsobreelenemigo,lamitaddelaguarnicióndelaisla,compuestaportropasdeinfantería,formandountotal de mil quinientos o mil seiscientos hombres. Su actitud, a la vez altiva ydespreocupada, era una censura tácita al ruido y al estorbo que causaban aquellosque,menosfamiliarizadosconlasescenasdeesetipo,teníansinembargoelcorajeyla buena voluntad de tomar parte en ellas. Mientras los negros se arremolinabandesordenadosenelextremodelaplaza,unregimientodevoluntariosnacionales,queseimponíaasímismoladisciplinaalverladisciplinamilitar,sedeteníadelantedelatropa, formaba en el mismo orden que ella, intentando imitar, sin conseguirlo, laregularidaddesusfilas.

Elqueparecíasereljefedeestaúltimatropayque,debemosdecirlo,seesforzabaal máximo para llegar al resultado que hemos señalado, era un hombre de entrecuarenta y cuarenta y cinco años que lucía las charreteras de jefe de batallón, y aquienlanaturalezahabíadotadoconunadeesasfisonomíasinsignificantesalasqueninguna emoción parece poder darles lo que, en términos específicos, se llamacarácter.Porlodemássehabíarizadoelcabello,afeitadoyacicaladocomoparaundesfile.De vez en cuando, no obstante, se desabrochaba un corchete de la casaca,primitivamenteabotonadadearribaabajo,yque,abriéndosepocoapoco,dejabaverun chaleco de piqué, una camisa con chorreras y una corbata blanca de ribetesbordados.Juntoaél,unhermosoniñodedoceaños,aquienesperabaaunospasosdeallíuncriadonegro,vestidoconunachaquetayunpantalóndebombasí,exhibía,conla seguridad que da la costumbre de ir bien arreglado, un gran cuello de camisafestoneado,unacasacadecameloteverdeconbotonesplateadosyunagorradecastorgrisadornadaconunapluma.Desucinturacolgaba,consuportapliegos,lavainadeunpequeñosable,cuyahojasosteníaenlamanoderecha,intentandoimitar,entantoleeraposible,elaspectomarcialdeloficialaquienélprocurabairllamandodevezencuandoyenvozbienalta«padre»,apelativoconelqueeljefedelbatallónparecíatancomplacidocomoconelpuestotaneminentedentrodelamilicianacionalalcuallaconfianzadesusconciudadanoslehabíaelevado.

A poca distancia de este grupo, que se pavoneaba en su felicidad, se podíadistinguirotro,menosbrillante,sinduda,perodesdeluegomásnotable.

Secomponíaéstedeunhombredeentrecuarentaycincoycuarentayochoañosydedosniños,unodecatorceañosyelotrodedoce.

Elhombreeraalto,delgado,deconstituciónhuesuda,unpocoencorvadonoporlaedad,puestoqueyahemosdichoque teníacuarentayochoañosa todo lomás,sinoporlahumildaddeunaposiciónsecundaria.Enefecto,porsutezcobrizaysupelo ligeramentecrespo, se reconocíaenél,aprimeravista,unodeesosmulatosaquienes,enlascolonias,apesardedisponerdeunagranfortunaconseguidaporsuesfuerzo, no se les perdona su color. Iba vestido con rica sencillez. Llevaba en la

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manounacarabinadamasquinadaenoro,armadaconunabayoneta largayafilada;enelflancollevabaunsabledecoraceroque,graciasasuelevadaestatura,lecolgabaa la altura del muslo como una espada. Asimismo, aparte de los que contenía sucartuchera,susbolsillosrebosabancartuchos.

Elmayordelosdoschicosqueacompañabanaestehombreera,comoyahemosdicho, un buenmozo de catorce años a quien la práctica de la caza,más que susorígenesafricanos,lehabíatostadolatez.Graciasalavidaactivaquehabíallevado,estaba robusto como un muchacho de dieciocho años; por ello había obtenidopermisodesupadreparatomarparteenloshechosqueseibanaproducir.Iba,portanto, armado con una escopeta de dos cañones, la misma que solía usar en susexcursionesportodalaislay,conlacual,apesardesujuventud,sehabíaganadounafamadegrandestrezaque leenvidiaban losmás reputadoscazadores.Pero, enesemomento,suedadrealseimponíasobrelaqueaparentaba.Habíaposadolaescopetaenelsueloyestabajugueteandoconunenormeperromalgachequeparecía,porsuparte,haberidoallíporsiacasolosinglesessetraíanalgunosdesusbulldogs.

Elhermanodeljovencazador,elsegundohijodeestehombredegranestaturayaspectohumilde, elquecompletabaelgrupoquehemos intentadodescribir, eraunniñodeunosdoceaños,perodeunanaturalezacanijayendeblequenadateníaquever con la gran estatura del padre ni con la poderosa constitución de su hermano,quienparecíahabersequedadocontodoelvigordestinadoaambos.AlcontrariodeJacques, que así se llamaba el mayor, el pequeño Georges representaba dos añosmenos de los que en realidad tenía, hasta tal punto su tallamenuda, como hemosdicho, y su rostro pálido, enjuto y melancólico, ensombrecido por largos cabellosnegros,carecíandeesafuerzafísicatancorrienteenlascolonias.Sinembargo,yencontrapartida,sumiradainquietaypenetrantetraslucíaunainteligenciatanardienteyelprecozceñofruncidoqueleerayatanhabitualdenotabaunareflexióntanvirilyuna voluntad tan tenaz que sorprendía encontrar, en un mismo individuo, tantaendeblezytantafuerzaalavez.

Comonodisponíadearmas,permanecíapegadoasupadre,apretandocontodalafuerzadesumanitaelcañóndelapreciosacarabinadamasquinada.Paseabasusojosvivoseinquisidoresdesupadrealjefedelbatallón,alternativamente,ysindudasepreguntaba en su fuero interno por qué su padre, que era dos vecesmás rico, dosvecesmásfuerteydosvecesmáshábilqueaquelhombre,nollevabatambién,comoél,algúnsignohonorífico,algunadistinciónespecial.

Unnegro,vestidoconunachaquetaycalzonesdetelaazul,esperaba,aligualqueel del niño de cuello festoneado, que llegase el momento en que los hombres sepusieranenmarcha.Entonces,mientras supadrey suhermano iríana combatir, elniñodeberíaquedarseconél.

Desdelamañanaseoíaelruidodelcañón,puestoquedesdelamañanaelgeneralVandermaesen, con la otramitad de la guarnición, habíamarchadopor delante delenemigo,paradetenerloenlosdesfiladerosdelamontañaLongueyenelpasodelrío

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Pont Rouge y del río Lataniers. En efecto, desde la mañana había resistidoencarnizadamente,pero,comonoqueríacomprometer todas sus fuerzasdeunsologolpe,yporquetemíaademásqueelataquealqueseenfrentabafueraunfalsoataqueduranteelcuallosinglesesavanzasenporotrolugarhaciaPort-Louis,sólosehabíallevado ochocientos hombres, dejando para la defensa de la ciudad, como hemosdicho,lamitaddelaguarniciónylosvoluntariosnacionales.Elresultadodeellofueque, tras prodigiosasmuestras de coraje, su pequeña tropa, que se las veía con uncuerpodecuatromilinglesesydosmilcipayos,habíatenidoqueirsereplegandodeposición en posición, asiéndose bien a cualquier accidente del terreno que lefacilitabauninstantedeventaja,peroteniendoquereculardenuevo.Demodoque,desde la plaza de Armas, donde se encontraban las reservas, se podían calcular,aunquenosedistinguieraa loscombatientes, losprogresosquehacían los inglesesporelruidocadavezmayordelaartilleríaque,minutoaminuto,seibaacercando.Prontoseescuchóincluso,entreelresonardelastremendasandanadas,elcrepitardela artillería. Hay que decir, empero, que ese ruido, en vez de intimidar a losdefensores de Port-Louis que, condenados a la inacción por órdenes del general,permanecíanen laplazadeArmas,nohacíasinoestimularsucoraje.Tantoeraasíque,mientras los soldados regulares, esclavos de la disciplina, se contentaban conmorderse los labios o proferir juramentos por entre los bigotes, los voluntariosnacionalesagitabansusarmas,murmurabanenvozaltaygritabanque,silaordendepartirtardabaaúnmucho,romperíanlasfilasyseiríanacombatirporsucuenta.

Enesemomentoseoyótocargenerala.Almismotiempo,unedecánsepresentóal gran galope y, sin entrar siquiera en la plaza, agitando su sombrero en señal dellamada,gritódesdeloaltodelacalle:

—¡A atrincherarse! ¡Llega el enemigo!—Y desapareció tan veloz como habíavenido.

Eltambordelatropasepusoabatirdeinmediatoylossoldados,recuperandosusposicionescon laprontitudyprecisiónhabituales,sepusieronenmarchaapasodecarga.

Pormucharivalidadquehubieraentrelosvoluntariosylastropasregulares, losprimeros no pudieron partir con tanta celeridad. Transcurrieron algunos instantesantes de que se formasen las filas, y luego, una vez formadas, unos empezaron amarcharconelpiederecho,mientrasqueotros lohicieronconelpie izquierdo,demodoqueseprodujouninstantedeconfusiónquehizonecesariaunaparada.

Mientrastanto,viendounlugarvacíoenmediodelatercerafiladevoluntarios,elhombre de gran estatura y de la carabina damasquinada besó almás joven de sushijosy,colocándoloenbrazosdelnegrodechaquetaazul,corrióconsuhijomayoratomar modestamente el lugar que la falsa maniobra ejecutada por los voluntarioshabíadejadovacante.

Pero,alverasuladoaestosdosparias,loshombressituadosasuderechayasuizquierda se separaron, imprimiendoelmismomovimientoa susvecinos,demodo

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queelhombredegranestaturaysuhijoseencontraronenelcentrodeunoscírculosqueibanalejándosedeellos,comosealejandellugarenquehacaídounapiedraloscírculosdelaguaenquelahantirado.

Elhombregordoconchorrerasdejefedebatallón,queaduraspenasacababaderestablecerlaregularidaddelaprimerafila,observóentonceseldesordenquereinabaen la tercera. Se puso de puntillas y se dirigió a los que ejecutaban la singularmaniobraquehemosdescrito:

—¡Asusfilas,señores—gritó—,asusfilas!Peroaestadoble recomendación,hechaenun tonoquenoadmitía réplicas,un

sologritorespondió:—¡Noqueremosmulatoscannosotros!¡Fueralosmulatos!Gritounánime,universal,atronador,quetodoelbatallónrepitiócomouneco.Eloficialcomprendióentonceslacausadeaqueldesorden.Enmediodeunancho

círculo vio al mulato que permanecía en posición de firmes, mientras que su hijomayor,rojodecólera,habíadadoyadospasosatrásparasepararsedeaquellosquelorechazaban.

Viendoaquello,eljefedelbatallónpasóatravésdelasdosprimerasfilas,queseabrieronanteél,ycaminódirectohaciael insolentequesehabíapermitido,siendohombredecolorcomoera,mezclarseentrelosblancos.Cuandollegóanteél,lomiródearribaabajo lanzandodestellosde indignación,perocomoelmulato seguíaallí,tiesoeinmóvilcomounpalo,ledijo:

—Y bien, señor Pierre Munier, ¿acaso no ha oído? ¿Habrá que repetirle unasegundavezqueéstenoessulugar,yquenoloqueremosaquí?

Con que hubiera bajado su mano fuerte y robusta sobre aquel gordo que lehablabade talmodo,PierreMunier lohabríaaplastadodegolpe;pero,en lugardeeso, no contestó nada, levantó la cabeza con aspecto asustado y, al topar con lamiradadesuinterlocutor,desviólasuyaazorado,locualaumentólacóleradelgordoaltiempoqueaumentabasualtivez.

—¡Veamos!¿Quéhaceustedaquí?—dijo,alejándoleconeldorsodelamano.—SeñordeMalmédie—respondióPierreMunier—,teníalaesperanzadeque,en

undíacomoéste,anteelpeligrogeneral,seborraríanlasdiferencias.—¡Tenía la esperanza —dijo el gordo encogiéndose de hombros y riendo

ruidosamente—,teníalaesperanza!¿Yquiénlehabíadadotalesperanza,simehaceelfavor?

—Eldeseoquetengodemorir,siespreciso,parasalvarnuestraisla.—¡Nuestra isla!—murmuró el jefe de batallón—, ¡nuestra isla! Esta gente se

figuraque,porquetieneplantacionescomonosotros,laislaessuya.—Laislanoesmásnuestraqedeustedes,señoresblancos,bienlosé—contestó

Munier con voz tímida—; pero si nos paramos por tales cosas en el momento decombatir,prontonoseránisuyaninuestra.

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—¡Basta! —dijo el jefe de batallón golpeando con el pie en el suelo paraimponerlesilencioaaquel respondóna lavezconelgestoycon lavoz—. ¡Basta!¿SehapresentadoenloscontrolesdelaGuardiaNacional?

—No,señor,bienlosabeusted—respondióMunier—,puestoquecuandomehepresentadoustedmismomeharechazado.

—Entonces,¿quéesloquepretende?—Pretendíaseguirlecomovoluntario.—Imposible—dijoelgordo.—Pero¿porquéesimposible?¡Ah!Siustedloquisiera,señordeMalmédie…—¡Imposible!—repitióeljefedebatallónirguiéndose—.Estosseñoresqueestán

amisórdenesnoquierenmulatosentreellos.—¡No!¡Fueralosmulatos!¡Fueralosmulatos!—gritaroncomounsolohombre

todoslosguardiasnacionales.—Así pues, ¿no podré luchar, señor? —dijo Pierre Munier dejando caer sus

brazoscondesalientoyconteniendoapenaslasgruesaslágrimasqueletemblabanenlaspestañas.

—Formeuncuerpodegentesdecolorypóngaseasucabeza,obienúnaseaesedestacamentodenegrosquevaaseguirnos.

—¿Cómo?…—murmuróPierreMunier.—Le ordeno que abandone este batallón; se lo ordeno —repitió el señor de

Malmédiesacandopecho.—Venga, padre, venga, y deje tranquila a esa gente que le insulta—dijo una

vocecillatemblorosadeira—,venga…YPierreMuniersintióqueletirabancontantafuerzaquediounpasohaciaatrás.—Sí,Jacques,sí,yatesigo—dijo.—NosoyJacques,padre,soyyo,soyGeorges.—Muniersevolviósorprendido.Enefecto,elniñohabíasaltadodelosbrazosdelnegroparairadarasupadre

aquellaleccióndedignidad.PierreMunierdejócaerlacabezasobreelpecholanzandounprofundosuspiro.Mientras todo esto sucedía, las filas de la Guardia Nacional se habían

recompuesto y el señor de Malmédie volvió a ocupar su lugar a la cabeza de laprimerafila.Lalegiónsepusoenmarchaapasoacelerado.

PierreMunierquedósoloentresusdoshijos.Unodeellosestaba rojocomoelfuegoyelotropálidocomolamuerte.

Diounrápidovistazoal rubordeJacquesya lapalidezdeGeorgesy,comosiaquelruboryaquellapalidezfueranundoblereprochecontraél,dijo:

—¿Quéqueréis?¡Pobrecitosmíos!Asísonlascosas.Jacques era despreocupadoy filósofo.El primermovimiento le había resultado

penoso,sinduda;perolareflexiónprontoacudióensuayuday lohabíaconsoladoya.

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—¡Bah!—respondióasupadrechasqueandolosdedos—.Despuésdetodo,¿quépuede importarnosqueesegordonosdesprecie?Nosotros somosmás ricosqueél,¿noescierto,padre?Encuantoamí—añadiólanzandounamiradaaviesaalniñodelcuellofestoneado—,esperadaquemeencuentreconsuniñitoHenrienunaocasiónadecuada,yledaréunapalizaquenoolvidaránunca.

—¡MibuenJacques!—dijoPierreMunier,agradeciendoasuhijomayorque,enciertomodo,hubieraaliviadosuvergüenzaconsudespreocupación.

Entonces se volvió hacia el segundo de sus hijos para ver si éste también setomabalacosatanfilosóficamentecomoacababadehacersuhermano.

PeroGeorgessemantuvoimpasible.Todocuantosupadrepudosorprenderensufisonomía de hielo fue una imperceptible sonrisa que le contraía los labios; sinembargo,porimperceptiblequefuera,aquellasonrisateníaunmatizdedesdénydepiedadtalque,delmismomodoenqueunocontestaavecespalabrasquenosehanpronunciado,PierreMuniercontestóaaquellasonrisa:

—¿Puesquéqueríasquehiciera,Diosmío?Yesperólarespuestadelniño,atormentadoporesavagainquietudquenadiese

confiesaasímismo,yque,sinembargo,nosagitacuandoesperamosqueuinferior,alquetememosapesarnuestro,nosjuzguepornuestrosactos.

Georgesno respondió,perovolviendo lacabezahaciaelextremoopuestode laplaza,dilo:

—Padre,mire,alláestánosnegrosesperandounjefe.—Tienes razón, Georges—exclamó alegremente Jacques, consolado ya de su

humillación por la conciencia de su fuerza, y haciendo, sin saberlo, el mismorazonamientoqueCésar—.Másvalemandaraéstosqueobedeceralosotros.

YPierreMunier,cediendoalconsejodadoporelhijomáspequeñoyalaenergíaexpresadaporelotro,avanzóhacialosnegrosqueestabandiscutiendoquéjefeibanaelegir. Tan pronto como vieron a la persona que todo hombre de color en la islarespetabacomoaunpadre,seagruparonasualrededorcomosifuerasujefenatural,ylerogaronquelescondujeraalcombate.

Se operó entonces un extraño cambio en aquel hombre. Su sentimiento deinferioridad,quenopodíavencer enpresenciade losblancos,desapareciódejandopasoalademostracióndesusjustosméritos:sugrancuerpoencorvadoseirguióentoda su altura, sus ojos, que había mantenido humildemente bajos o vagamenteerrantes ante el señor deMalmédie, se inflamaron. Su voz, temblorosa un instanteantes, tomóunacentodecrudafirmeza.Conungestocargadodenobleenergía,seechólacarabinaenbandoleraporlaespalda,desenvainóelsabley,alzandosubrazonerviosohaciaelenemigo,gritó:

—¡Adelante!Y tras dedicar una últimamirada a su hijo pequeño, que había regresado a la

proteccióndelnegrodelachaquetaazulyque,henchidodeorgullosafelicidad,dabapalmadas con sus manitas, desapareció con su negra escolta por el ángulo de la

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misma calle por la que acababan de desaparecer la tropa regular y los guardiasnacionales.Gritóunaúltimavezalnegrodelachaquetaazul:

—¡Telémaco,cuidademihijo!Lalíneadedefensasedividíaentrespartes.Alaizquierda,elbastiónFanfaron,

situadoenlacostayarmadocondieciochocañones;enelcentro,elatrincheramientopropiamente dicho, con veinticuatro piezas de artillería, y a la derecha, la bateríaDumas,protegidasóloporseisbocasdefuego.

El enemigo victorioso, que había avanzado primero en tres columnas sobre lostres puntos distintos, abandonó los dos primeros tras reconocer su fuerza, paraarremetercontraelterceroque,nosólo,comoyahemosdicho,eraelmásdébil,sinoque aún no estaba defendido más que por los artilleros nacionales. No obstante,contratodopronóstico,aquellabelicosajuventud,alavistadelamasacompactaquemarchabasobreellacon la terrible regularidadde ladisciplina inglesa, en lugardeintimidarse,corrióasupuestomaniobrandoconlaprontitudyladestrezadesoldadosveteranos,yabriófuego,tantoytanbiendirigidoquelatropaenemigacreyóquesehabíaequivocadoencuantoalafuerzadelabateríayelnúmerodehombresquelaservían.Noobstante,siguióavanzando,puescuantomáspeligrosaeralabatería,másurgente era terminar con su fuego. Pero entonces lamaldita se enfadó de veras y,semejante a un prestidigitador que supera un truco increíble con otro aún másincreíble,redoblólasandanadas,lasbalassiguiendoalametrallaylametrallaalasbalascontalrapidezqueeldesordencomenzóainvadirlasfilasenemigas.Almismotiempo, como los ingleses habían llegado a tiro demosquete, el fuego de fusileríaempezó también a crepitar, hasta el punto de que, viendo que los disparos y loscañonazossellevabanfilasenteras,elenemigo,sorprendidoanteunaresistenciatanenérgica como inesperada, se replegóydiounpaso atrás.Aunaordendel capitángeneral, la tropa regular y el batallón nacional, que se habían reunido en el lugaramenazado,salieronunaporlaizquierdayelotroporladerecha,yconlabayonetacalada avanzaron a paso de carga sobre los flancos del enemigo, mientras laformidablebateríaseguíafulminándoloenlavanguardia:latropaejecutólamaniobraconsuprecisiónhabitual,cayósobrelosingleses,abrióunabrechaentresusfilasyredoblóeldesorden.Encambio,bienporquelodesbocóelvalor,bienporqueejecutócontorpezaelmovimientoordenado,elbatallónnacional,mandadoporelseñordeMalmédie,enlugardecaersobreelflancoizquierdoyrealizarunataqueparaleloalqueejecutabalatroparegular,hizounafalsamaniobrayfueabuscaralosinglesesdefrente.Entonceslabateríasevioobligadaacesarelfuegoy,comoeraelfuegoloqueintimidabaalenemigo,éste,alverqueyasóloteníaqueocuparsedeunnúmerode hombres inferior al suyo, recuperó valor y arremetió contra los nacionales,quienes,hayquedecirloensuhonor,aguantaronelchoquesindarunsolopasoatrás.Sin embargo, la resistencia de aquellos valientes no podía durar, pues estabansituados entre un enemigo mejor disciplinado que ellos y diez veces mayor ennúmero y la batería a la que habían obligado a callar para no aplastarlos a ellos

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mismos.Acadainstanteperdíanunnúmerotangrandedehombresqueempezaronaretroceder.Pronto,conunahábilmaniobra, la izquierdade los inglesesdesbordóladerecha del batallón de nacionales. Casi a punto de ser rodeados y demasiadoinexpertos para disponerse en cuadro, se veíanyaperdidos.En efecto, los inglesescontinuaban sumovimiento progresivo y, comounamarea que sube, iban a cubrircon sus olas aquella isla de hombres, cuando de pronto unos gritos de ¡Francia!¡Francia! resonaron en la retaguardia del enemigo. Tras ellos se oyó un espantosotiroteodefusilería,yluegounsilencioterribleyoscuro.

Unaextrañaondulaciónsepaseóporlasúltimasfilasdelenemigoyalcanzóhastalas primeras. Las casacas rojas se iban inclinando bajo una vigorosa carga debayonetas,comoespigasmadurasbajo lahozdel segador.Ahora les tocabaaellosquedarrodeados,ahoralestocabaaellosplantarcaraaladerecha,alaizquierdayalfrentealavez.Elrefuerzoqueacababadellegarnolesdabarespiro,empujabasincesar,demaneraque,alcabodediezminutos,atravésdeunasangrientabrecha,sehabíaabiertopasohastaeldesgraciadobatallónylohabíaliberado.Entonces,viendocumplidoelobjetivoquesehabíanpropuesto,losreciénllegadossereplegaronsobresí mismos, giraron hacia la izquierda describiendo un círculo y, a paso de carga,volvieron a caer sobre el flanco del enemigo. Por su parte, el señor deMalmédie,calcando instintivamente la maniobra, dio el mismo impulso a su batallón, de talmodoquelabatería,viéndosedescubierta,noperdiótiempoy,reabriendoelfuego,secundó los esfuerzos de aquel triple ataque vomitando ríos de metralla sobre elenemigo.

Desdeesemomentolavictoriaquedódecididaafavordelosfranceses.Entonces,elseñordeMalmédie,sintiéndosefueradepeligro,lanzóunamiradaa

susliberadores,alosquehabíaentrevisto,peroquehabíadudadoenreconocer,tantolecostabadebersusalvaciónataleshombres.Era,enefecto,aquelcuerpodenegrosquetantodespreciabaelquelohabíaseguidoensumarchaylohabíaalcanzadotanatiempo en el combate. A la cabeza de aquel cuerpo se hallaba PierreMunier, queviendoque los ingleses,al rodearalseñordeMalmédie, ledaban laespalda,habíaacudidoconsustrescientoshombresasorprenderlosporlaretaguardiayaplastarlos.EraPierreMunierquien,trashaberimaginadoaquellamaniobraconelgeniodeungeneral, la había ejecutado con el valor de un soldado y quien, en ese instante,encontrándoseenunterrenoenelquenohabíanadamásquetemersinolamuerte,combatía delante de todos, alzando su gran estatura, con la mirada encendida, lasaletas de la nariz abiertas, la frente descubierta, el cabello al viento, entusiasta,temerario,¡sublime!EraPierreMunier,enfin,cuyavozsealzabadevezencuandoenmediodelarefriega,dominandotodoaquelrumor,paralanzarungrito:

—¡Adelante!Luego, como en efecto, al seguirlo, seguían avanzando, como el desorden

imperabamásymásentrelasfilasinglesas,seoíaelgrito:—¡Alabandera!¡Alabandera,compañeros!

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Selanzóenmediodeungrupodeingleses,cayó,selevantó,seinternóentrelasfilas, y al cabo de unos instantes reapareció con la ropa rasgada y la frenteensangrentada,peroconlabanderaenlamano.

En aquel momento, el general, que temía que los vencedores, al alejarsedemasiado persiguiendo a los ingleses, cayeran en una trampa, dio la orden deretirada.La tropa fue laprimeraenobedecer, llevándosea losprisioneros, luego laGuardiaNacional llevándose losmuertos, y por último los negros voluntarios, quecerraronlamarchaentornoalabandera.

Laciudadenterahabíacorridoalpuerto.Lagenteseamontonaba, seempujabaparaveralosvencedores,puesloshabitantesdePort-Louiscreían,ensuignorancia,quehabíancombatidocontraelejércitoenemigoentero,yesperabanquelosingleses,rechazadoscontantovigor,novolveríanmásalacarga.Porello,acadacuerpoquepasabalededicabannuevos¡vivas!,todoelmundosesentíaorgulloso,todoelmundose sentía victorioso, todo el mundo estaba fuera de sí. La dicha inesperada hacerebosar el corazón, un triunfo inesperado hace perder la cabeza; y es que aquellosciudadanosestabanpreparadospara laresistencia,peronoparaeléxito.Asíesquecuando vieron que la victoria había sido declarada tan completamente, hombres,mujeres,ancianosyniñosjuraronconunasolavozyunsologritoquetrabajaríanenlos atrincheramientos y que morirían en su defensa si fuera preciso. Excelentespromesas, sin duda, que todos hacían con la intención de mantener, pero que novalían,niconmucho, tantocomo la llegadadeotro regimiento, ¡siotro regimientohubierapodidollegar!

Peroenmediodeaquellaovacióngeneralningúnobjetoatraíatantolasmiradascomolabanderainglesaylapersonaquelahabíatomado.EntornoaPierreMunierysu trofeo todo eran exclamaciones y asombro sin fin. Los negros contestaban conbaladronadas, mientras su jefe, otra vez transformado en el humilde mulato queconocemos,respondíacontemerosacortesíaalaspreguntasquetodosleformulaban.De pie junto al vencedor, apoyado en su escopeta de dos cañones, que no habíapermanecidomuda en la acción y que lucía la bayoneta teñida de sangre, Jacqueserguíaconorgullolacabeza,mientrasGeorges,quesehabíaescapadodelasmanosde Telémaco para ir a buscar a su padre al puerto, apretaba convulsivamente supoderosa mano e intentaba, inútilmente, contener las lágrimas de alegría que lesaltabandelosojosmuyasupesar.

A pocos pasos de Pierre Munier se encontraba el señor de Malmédie, ya nopeinadoyacicaladocomoenelmomentodelapartida,sinoconlacorbatarasgada,las chorreras desgarradas y cubierto de sudor y polvo: también a él le rodeaba yfelicitaba su familia, pero las felicitaciones que recibía eran aquellas que se dan alhombrequeacabadeescapardeunpeligro,ynolasalabanzasqueseprodiganauncampeón.Porello,enmediodeaquelconciertodecariñosasatenciones,élparecíauntantoazoradoy,paramantenerelaplomo,preguntabaagritosquéhabíasidodesu

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hijoHenriydesunegroBijou.Entoncesselesvioaparecerabriéndosepasoentreelgentío,HenriparaecharsealosbrazosdesupadreyBijouparafelicitarasuamo.

Enaquelmomento,alguiendijoaPierreMunierqueunnegroquehabíaluchadoasusórdenesyquehabíarecibidounaheridamortal,unaveztransportadoaunacasadel puerto y sintiéndose morir, solicitaba verle. Pierre Munier miró alrededorbuscandoa Jacquesparaconfiarle labandera,pero suhijohabía reencontradoa suamigo el perromalgache, que tambiénhabía acudido a felicitarle como los demás,habíadejadosuescopetaenelsueloy,volviendoaserelniñoqueenrealidadera,sehabíapuestoajugarconélacincuentapasosdeallá.Georgesvioelproblemadesupadrey,tendiendolamano,ledijo:

—Démela,padre.Yoselaguardaré.PierreMunier sonrió y, como no creía que nadie osase tocar el glorioso trofeo

sobreelquesóloélteníaderechos,besóaGeorgesenlafrente,leentrególabandera,que el niño apenas podía sostener derecha asiéndola con las dos manos contra elpecho, y corrió hacia la casa donde la agonía de uno de sus valientes voluntariosreclamabasupresencia.

Georges sequedó solo.Noobstante, elniño sentíaque, aunque solo,noestabaaislado:lagloriadesupadrevelabaporél,yconlosojosresplandecientesdeorgullopaseólamiradaporlamuchedumbrequelorodeaba;esamiradafelizybrillantesetopó entonces con ladel niñodel cuellobordadoy se tiñódedesdén.Éste, por suparte,observabaaGeorgesconenvidia,preguntándosesindudaporquésupadrenose había apoderado también de una bandera. Esta pregunta lo llevó sin dudanaturalmenteadecirseque,afaltadeunabanderapropia,habíaquehacerseconladeotro. Así se había ido acercando sin disimulo hacia Georges, quien, a pesar depercatarsedesusintencioneshostiles,noretrocedióniunpaso:

—Dameeso—ledijo.—¿Quéeseso?—preguntóGeorges.—Esabandera—contestóHenri.—Estabanderanoestuya.Estabanderaesdemipadre.—¡Quémásmeda!¡Laquieroyo!—Nolatendrás.Elniñodelcuellobordadoadelantólamanoparaasirelastadelestandarte,alo

cualGeorges no respondió sino frunciendo los labios, empalideciendomás que decostumbreydandounpasoatrás.PeroestepasoderetiradanohizomásquealentaraHenri, quien, como todos losniñosmimados, creía quebasta condesear algoparatenerlo.Diodospasosadelanteyestavezcalculótanbienlasmedidasquepudoasirelpalo,gritandocontodalafuerzadesuvocecillaencolerizada:

—Tedigoquelaquiero.—Yyotedigoquenolatendrás—repitióGeorgesempujándoloconunamano,

mientrasqueconlaotraseguíaapretandolabanderacontrasupecho.

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—¡Ah!Malvadomulato, ¿cómoosas tocarme?—exclamóHenri—.Pues ahoraverás.

Y desenvainando su pequeño sable antes de que Georges tuviera tiempo deponersealadefensiva,leasestócontodasufuerzaungolpeenloaltodelafrente.Alinstantebrotólasangredelaheridaquesedeslizóportodoelrostrodelniño.

—¡Cobarde!—dijoGeorgesfríamente.Exasperadoporeseinsulto,Henriibaarepetirelgolpe,peroJacquessepusode

unbrincoalladodesuhermanoy,conunenérgicopuñetazodirigidoalcentrodelacara,envióalagresoralsueloadiezpasosdeallí.Saltandosobreelsablequeéstehabía dejado caer, lo rompió en tres o cuatro pedazos, escupió sobre ellos y ledevolviólostrozos.Ahoraeraelniñodelcuellobordadoelquesentíacómolasangreinundabasurostro,perosusangrehabíabrotadoporunpuñetazo,noporunaheridadesable.

Todaesta escenahabía sucedido tan rápidamentequeni el señordeMalmédie,quien, como ya hemos dicho, estaba a una distancia de veinte pasos ocupado enrecibir las felicitaciones de su familia, ni PierreMunier, que estaba saliendo de lacasa donde el negro acababa de expirar, tuvieron tiempo de impedirla. Asistieronsolamente a la catástrofe y llegaron ambos al mismo tiempo: Pierre Munier, sinaliento,acongojado,tembloroso;elseñordeMalmédie,rojodeira,asfixiadoporsusoberbia.

AmbosseencontrarondelantedeGeorges.—Señor—dijoMalmédieconvozentrecortada—,señor,¿havistoloqueacaba

deocurrir?—Pordesgracia sí, señor deMalmédie—respondióPierreMunier—,y créame

quesiyohubieraestadoaquínadadeestohabríasucedido.—Claro,señor,claro—exclamó—,perosuhijohapuestolamanosobreelmío.

Elhijodeunmulatoha tenido la audaciadeponer lamanoencimadelhijodeunblanco.

—Estoy desesperado por lo que ha pasado, señor de Malmédie—balbució elpobrepadre—,ylepresentomismáshumildesdisculpas.

—Sus disculpas, señor, sus disculpas—repitió el altivo colono, irguiéndose amedidaquesuinterlocutorseibaencorvando—.¿Acasocreequemebastaconsusdisculpas?

—¿Quémáspuedohacer,señor?—¿Quépuedehacer?¿Quépuedehacer?—repitióelseñordeMalmédie,incapaz

también de precisar qué satisfacción deseaba obtener—. Puede dar unos buenoslatigazosalmiserablequehagolpeadoamiHenri.

—¿Latigazos?—dijoJacqueslevantandodelsuelosuescopetadedoscañones,alavezquesetransformabadenuevoenhombre—.Muybien,vengaustedeinténtelo,señordeMalmédie.

—Cállate,Jacques;cállate,hijomío—gritóPierreMunier.

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—Perdón,padre—dijoJacques—,perotengorazónynomecallaré.ElseñoritoHenrihagolpeadoconelsableamihermanoquenoleestabahaciendonada,yyohedadounpuñetazoalseñoritoHenri.Porlotanto,elseñoritoHenrihahechomalyyohehechobien.

—¿Conelsable,amihijo?¿Ungolpeconelsableamihijo?—exclamóPierreMunierprecipitándosesobresuhijo—.¿Esciertoqueestásherido?

—Noesnada,padre—dijoGeorges.—¡Cómoquenoesnada!—gritóPierreMunier—.Perositieneslafrenteabierta.

Señor—continuó volviéndose hacia el señor deMalmédie—, véalo usted mismo,Jacquesdecíalaverdad.Suhijohaestadoapuntodemataralmío.

ElseñordeMalmédiesedirigióaHenriy,comonohabíamaneradeoponersealaevidencia,preguntó:

—Veamos,Henri,¿cómohaocurridotodo?—Papá —dijo Henri—, no ha sido culpa mía. Yo quería la i bandera para

ofrecértelayestevillanonohaqueridodármela.—¿Yporquénohasqueridodarleestabanderaamihijo,granujilla?—preguntó

elseñordeMalmédie.—Porqueestabanderanoesnidesuhijo,nideusted,nidenadie.Porqueesta

banderaesdemipadre.—¿Ydespués?—siguiópreguntandoelseñordeMalmédieaHenri.—Después, como no quería dármela, he intentado quitársela. Y entonces ha

venidoesebrutoenormeymehapegadounpuñetazoenlacara.—¿Asíescómohasucedido?—Sí,padre.—Es un mentiroso—dijo Jacques—, yo le he pegado cuando he visto cómo

corríalasangreporlacarademihermano,deotromodonolehabríagolpeado.—¡Silencio, bribón! —exclamó el señor de Malmédie. Y avanzando hacia

Georgesdijo—:Dameesabandera.Pero Georges, en lugar de obedecer a su orden, dio de nuevo un paso atrás,

apretandolabanderacontodassusfuerzascontraelpecho.—Dameesabandera—repitióelseñordeMalmédieenuntonoamenazadorque

indicabaque si su peticiónno era atendida iba a llevar las cosas hasta sus últimasconsecuencias.

—Peroseñor—murmuróPierreMunier—,soyyoquienleshaquitadolabanderaalosingleses.

—Losémuybien,señor,peronadiepodrádecirqueunmulatohaplantadocaraimpunementeaunhombrecomoyo.Démeesabandera.

—Noobstante,señor…—Loquiero,loordeno.Obedezcaasuoficial.APierreMunierseleocurriócontestar:«Ustednoesmioficial,señor,puestoque

no me aceptó como soldado suyo», pero las palabras expiraron en sus labios; su

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humildadnaturalseimpusosobresucoraje.Suspiró,yaunqueobedeceraunaordentaninjustalepartíaelcorazón,élmismotomólabanderadelasmanosdeGeorges,quiendejóalinstantedeoponerresistencia,yselaentregóaljefedebatallón,quesealejóconsutrofeorobado.

¿Acaso no era increíble, sorprendente, miserable, ver a un hombre con unanaturaleza tan rica, tan vigorosa, tan particular, ceder sin resistencia a esa otranaturalezatanvulgar,tananodina,tanmezquina,tanordinariaytanpobre?Peroasíera, y lomás extraordinario es que ello no sorprendía a nadie. Casos parecidos, oequivalentes,ocurríantodoslosdíasenlascolonias:porello,acostumbradodesdelainfanciaarespetaralosblancoscomoahombresdeunarazasuperior,PierreMuniersehabíadejadoaplastartodalavidaporesaaristocraciadecolorantelaque,unavezmás, se había humillado sin intentar siquiera ofrecer resistencia. Hay héroes quealzanlacabezaantelametralla,perosehincanderodillasanteunprejuicio.Elleónatacaalhombre,queeslaimagenterrestredeDios,pero,huyeasustado,segúndicen,cuandooyeelcantodelgallo.

En cuanto a Georges, que no había dejado escapar ni una sola lágrima al verbrotarsusangre,estallóensollozosencuantosevioconlasmanosvacíasdelantedesupadre,quienlomirabacontristezasinintentarsiquieraconsolarlo.Jacques,porsuparte,semordíalospuñosdecólera,yjurabaquealgúndíasevengaríadeHenri,delseñordeMalmédieydetodoslosblancos.

Apenasdiezminutosdespuésdelaescenaqueacabamosderelatar,aparecióunmensajerocubiertodepolvoanunciandoque los inglesesestabandescendiendoporlasllanurasWilliamsylaPetite-Rivière,ennúmerodediezmil.Casial instante,elvigía que estaba emplazado en el cerro de laDécouverte señaló la llegada de unanueva escuadra inglesa que había fondeado en la bahía de la Grande-Rivière ydesembarcado a cincomil hombres. Por último, al mismo tiempo, se supo que elcuerpo del ejército repelido por la mañana se había reagrupado a la orilla del ríoLataniers y se hallaba dispuesto para marchar de nuevo sobre Port-Louis,combinando sus movimientos con los de otros dos cuerpos de invasión queavanzaban por la ensenada Courtois y por el Réduit, respectivamente. No habíamedio de resistir tales fuerzas, así que, a las voces desesperadas que apelando aljuramentoquehabíanhechoporlamañanadevenceromorirexigíanelcombate,elcapitán general contestó licenciando a la Guardia Nacional y a los voluntarios, ydeclarando que, por los plenos poderes que le había otorgado Su Majestad elemperadorNapoleón,ibaatratarconlosinglesesdelarendicióndelaciudad.

Sólolosinsensatoshubiesenpodidointentarcombatirtalmedida.Veinticincomilhombres rodeaban a apenas cuatro mil. Así pues, tras la exhortación del capitángeneral, todo elmundo se retiró a sus casas, demanera que la ciudad permanecióocupadasóloporlatroparegular.

Enlanochedel2al3dediciembresedecretóysefirmólacapitulación.Alascincode lamañana fue aprobada y entregada.Elmismodía el enemigoocupó las

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líneas,yaldíasiguientetomóposesióndelaciudadydelaensenada.Ochodíasdespués,laescuadrafrancesaprisionerasaliódelpuertoatodotrapo.Y

se llevó la guarnición al completo, como una pobre familia expulsada del techopaterno.Mientras pudo distinguirse la última ondulación de la última bandera, lasgentespermanecieronenelmuelle,perocuandolaúltimafragatahubodesaparecido,cadacualsefueporsulado,sombríosyensilencio.Doshombressequedaronsolosylosúltimose4elpuerto:eranelmulatoPierreMunieryelnegroTelémaco.

—SeñóMunier,nosotrossubirallá,montaña.NosotrosveraúnseñoritosJacquesyGeorges.

—Sí,tienesrazón,mibuenTelémaco—dijoPierreMunier—,ysinolosvemos,almenosveremoslanavequeseloslleva.

YPierreMunier,conlarapidezdeunmuchacho,ascendióenuninstanteelcerrode laDécouverte,desdecuyacumbrepudo, almenoshasta lanoche, seguir con lamiradanoasushijos,puesladistancia,comohabíasupuesto,eramuygrandeparapoderlosdistinguir,sinolafragataBellone,abordodelacualhabíanembarcado.

Enefecto,PierreMunier,pormuchoquelecostase,habíadecididosepararsedesushijosylosenviabaaFrancia,bajolaproteccióndelvalientegeneralDecaen.Asípues, Jacques yGeorges partían rumbo a París, recomendados a dos o tres de loscomerciantesmásricosdelacapitalconquienesPierreMunierllevabalargotiemporelacionadoporsusnegocios.Elpretextodesupartidafuelaeducaciónquedebíanrecibir. La causa real era el odio bien evidente que el señor de Malmédie habíademostradoporambosdesdeeldíadelaescenadelabandera,odiodelqueelpobrepadre,sobretodoconsucarácteryaconocido,temíaquealgúndíafuesenvíctimas.

EncuantoaHenri,sumadreloamabademasiadoparasepararsedeél.Además,¿qué conocimientos necesitaba? Sólo uno: que todo hombre de color había nacidopararespetarloyobedecerlo.Peroeso,comoyahemosvisto,eraalgoqueHenriyasabía.

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IV

CATORCEAÑOSDESPUÉS

EnlaIsladeFranciaesdíadefiestaeldíaenqueseavistaunbarcoeuropeoconlaintencióndeentrarenelpuerto.Enefecto, largotiempoprivadosdelapresenciamaterna, la mayoría de los habitantes de la colonia esperan impacientes cualquiernoticiadelospueblos,familiasuhombresdeultramar.Todoelmundoesperaalgoy,desdeelprimermomentoenquelodistinguen,mantienenlamiradaclavadaenesemensajeromarítimoque les trae lacartadeunamigo,el retratodeunaamiga,oalmismo amigoo amiga en persona.Este barco, objeto de tantos deseos y fuente detantasesperanzas,eslacadenaefímeraqueuneEuropaconÁfrica,elpuenteflotanteentreunmundoyelotro.Portodoello,ningunanoticiaseextiendetanrápidamentepor toda la isla como ésta que surge desde el pico de laDécouverte: «¡Barco a lavista!»

Decimos desde el pico de la Découverte, porque, casi siempre, el navío, queprecisa buscar el viento del este, pasa por delante del Grand-Port, sigue la costadurante una distancia de dos o tres leguas, dobla la punta de losCuatro-Cocos, seinternaentre la islaPlateyelCoin-de-Mireyvariashorasdespuésde franquearelpaso aparece en la entrada dePort-Louis. Sus habitantes, quedesde el día anteriorestán advertidos por las señales que han cruzado la isla anunciando la llegada delbarco,seamontonanenelmuelleparaesperarlo.

DespuésdelodichosobrelaavidezconquetodoelmundoesperaenlaIsladeFrancia las noticias de Europa, a nadie extrañará la muchedumbre que, en unahermosamañanadefinesdefebrerode1824,hacialasonce,sehabíacongregadoentodos los puntos desde los que se podía ver entrar en la rada de Port-Louis alLeycester, hermosa fragata de treinta y seis cañones quehabía sido avistada el díaanterioralasdosdelatarde.

Si el lector nos da su licencia, le presentaremos, o más bien le volveremos apresentar,adospersonajesquelanavellevabaabordo.

Uno era un hombre de cabello rubio, tez blanca, ojos azules, rasgos regulares,aspecto tranquilo, estatura unpocopor encimade lamedia, y queno representabamásdetreintaotreintaydosaños,sibienteníamásdecuarenta.Aprimeravistanodestacaba en él nada de particular, pero hay que admitir que el conjunto resultabaagradable.Si,despuésdeunaprimeramiradaunoencontrabamotivosparaseguirelexamen de su persona, podía ver que tenía los pies y manos pequeños yadmirablementebienhechos, lo cual, en todos lospaíses, pero especialmente entrelosingleses,essignodebuenaraza.Suvozeraclarayfirme,perosinentonacióny,

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por así decirlo, sin música. Sus ojos de color azul claro, a los cuales se podíareprochar que, en las circunstancias habituales de su vida, carecieran un tanto deexpresión,dejabanvagarunamiradalímpida,peroquenosedeteníaennadayqueennadaparecíaquererprofundizar.Devezencuando,noobstante,entornaba losojoscomounhombre fatigadopor el sol, a la vezque separaba ligeramente los labiosdejando entrever una doble hilera de dientes pequeños, bien formados y blancoscomoperlas.Estaespeciedeticparecíaprivarasumiradadelapocaexpresiónquetenía, pero examinándolo con detenimiento, se veía que, al contrario, era en esemomentocuandosuvista,profundayrápida,comolanzandounrayodefuegoentrelosdospárpadosmedioabiertos,ibaabuscarelpensamientodesuinterlocutorhastalomáshondodesualma.Cuantosleveíanporprimeravezcasisiemprelotomabanpornecio.Élsabíaque,engeneral,ésaeralaopiniónqueloshombressuperficialesteníandeély,casisiempre,bienporcálculo,bienporindiferencia,secomplacíaennodesmentirla,segurocomoestabadedesengañarloscuandolevinieraencaprichoocuando llegase el momento. Tal envoltorio engañoso ocultaba una menteparticularmenteprofunda,delmismomodoquedospulgadasdenievepuedenocultarun precipicio de mil pies; por ello, con la conciencia de su superioridad casiuniversal,esperabapacientementequealguien lebrindaseunaocasiónparamostrarsugloria.Entonces,cuandosetopabaconunasopinionesopuestasa lassuyas,ylapersona que emitía esas opiniones podía mantener un combate digno de él, seaferrabaalaconversaciónque,hastaesemomento,habíadejadovagarportodossuscaprichosos meandros, se animaba poco a poco, se expandía, crecía en toda suestatura.Suvozestridenteysusojosardientessecundabanalaperfecciónsupalabravivaz, incisiva, florida, seductora y grave a la vez, deslumbrante y positiva. Si talocasiónnosepresentaba,seabsteníade todoello,yseguíasiendoconsideradoporquienes lo rodeaban comoun hombre vulgar.No es que le faltase amor propio, alcontrario,enciertascosasllevabasuorgullohastaelexceso,peroeraunsistemadeconductaquesehabía impuestoydelcualnoseapartabajamás.Cadavezqueunaproposición errónea, un pensamiento falso, una vanidad mal defendida o unaridiculezcualquieraseleponíanpordelante,laextremaagudezdesumentecolocabadeinmediatoensulenguaunsarcasmoincisivooensuslabiosunasonrisaburlona.Peroalinstantesofocabatodotipodeironíaexteriory,cuandonopodíaretenerdeltodolairrupcióndeldesdén,disimulabaconesosguiñostancaracterísticosenélelmovimientoburlónqueapesarsuyoseleescapaba,puessabíaqueelmododeverlotodo y oírlo todo era parecer ciego y sordo. Tal vez hubiese querido, como SixtoQuinto, parecer también paralítico, pero como tal cosa le habría obligado a undemasiadolargoyfatigosodisimulohabíarenunciadoaello.

Elotroeraun jovenmoreno,depálida tezy largoscabellos;susojos,queerangrandes, admirablemente rasgados y hermosamente aterciopelados, tenían, tras laaparente dulzura debida sólo a la constante preocupación de su pensamiento, uncarácterde tal firmezaqueyaaprimeravista sorprendían.Cuando seenfurecía, lo

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cual no era frecuente, pues todo su organismo parecía obedecer no a los instintosfísicos sino a una energía moral, sus ojos se iluminaban con un fuego interior ylanzabandestellosqueparecíanprovenirdelomásprofundodesualma.Sibienlosrasgosde su rostro eran limpios, carecían en ciertomodode regularidad; su frentearmoniosa,aunquevigorosaycuadrada,estabasurcadaporuna ligeracicatriz, casiimperceptible en su estado de calma habitual, pero que se revelaba con una líneablancacuandoelruborleinundabalacara.Unbigotenegrocomosuscabellos,biendibujadocomosuscejas,cubría,disimulandosutamaño,unabocadelabiosgruesosyhermososdientes.Elaspectogeneraldesusemblanteeraserio:porlasarrugasdelafrente,porelceñocasisiemprefruncido,porlausualseveridaddetodossusrasgos,se podía reconocer en él a un hombre de reflexiones profundas y decisionesinquebrantables.Además,muyalcontrariodesucompañeroderasgosdifuminadosque, teniendocuarentaañosrepresentabaapenastreintao treintaydos,él,quesólotenía veinticinco, representaba casi treinta. En cuanto al resto de su figura, era deestatura media, pero bien proporcionado; todos sus miembros eran quizá un pocomenudos,perosenotabaque,bajoelinflujodeunavivaemoción,sufaltadefuerzapodía verse suplida por una potente tensión nerviosa. Como contrapartida, lanaturalezalehabíadadoenagilidadydestrezamuchomásdeloquelehabíanegadoenfuerzabruta.Porlodemás,ibavestidocasisiempreconelegantesencillez;enesosmomentosllevabaunpantalón,unchalecoyunalevitacuyasformasindicabanquehabíasalidodelasmanosdeunodelosmáshábilessastresdeParís.Enelojaldelalevitallevaba,anudadasconelegantedescuido,lascintasdelaLegióndeHonorydeCarlosIII.

Estos dos hombres habían coincidido a bordo del Leycester, que los habíarecogido en Portsmouth y Cádiz respectivamente. Se habían reconocido deinmediato,puesyasehabíanvistoenaquellossalonesdeLondresyParísenqueunoveatodoelmundo,ysehabíansaludadocomoantiguosconocidos,perosinhablarseal principio. En efecto, no habiendo sido presentados nunca el uno al otro, amboshabían mantenido esa reserva aristocrática de la gente comme il faut[4] que duda,incluso en las circunstancias más especiales de la vida, en salirse de las reglasimpuestaspor lasconvencionesgenerales.Noobstante,elaislamientodelbarco, loexiguodelterrenoenquesecruzabancadadía,laatracciónnaturalquedoshombresde mundo experimentan instintivamente uno hacia el otro, pronto les acercaron;primerointercambiaronalgunaspalabras,luegosusconversacionesfueroncreciendoenconsistencia.Alcabodevariosdías,amboshabíanreconocidoensucompañeroaun hombre superior, y se habían congratulado por semejante encuentro en unatravesíademásdetresmeses;finalmente,afaltadealgomejor,habíaniniciadounade esas amistades de circunstancias que, careciendo de raíces en el pasado, seconvierteenunadistracciónenelpresente,sinresultaruncompromisoparaelfuturo.Desdeentonces,durantelaslargasveladasdelecuador,durantelashermosasnochesdelostrópicos,tuvierontiempoparaestudiarseelunoalotro,ylosdosreconocieron

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que,enarte,cienciaypolítica,amboshabíanaprendido,bienporinvestigación,bienpor experiencia, todo cuanto le ha sido dado al hombre saber. Así pues, ambospermanecieronconstantementeunoenfrentedelotro,comodos luchadoresde igualfuerza;yenaquella larga travesía, sóloenunacosaaventajóelprimerode losdoshombresalsegundo:fueque,duranteunaturbonadaqueasaltóalafragatadespuésdedoblarelcabodeBuenaEsperanza,elcapitándelLeycester,heridopor lacaídadel palo de juanete, se había desmayado y le habían llevado a su camarote; elpasajerodepelorubiosehizoentoncesconlabocinay,subiéndosealalcázar,yenausenciadelsegundoqueestabaretenidoensucoyporunagraveenfermedad,habíaordenado, con la seguridad de un hombre habituado al mando y la ciencia de unconsumadomarino,unaseriedemaniobrasconlascualeslafragataconjurólafuerzadel huracán. Después, pasada la turbonada, su rostro, que durante unos instanteshabía resplandecido con ese orgullo sublime que asciende a la frente de cualquiercriaturahumanaenluchacontrasuCreador,recuperósuexpresiónhabitual.Suvoz,cuyo enérgico timbre se había dejado oír por encima del rugido del trueno y delsilbidodelatormenta,descendióasudiapasónhabitual;porúltimo,conungestotansimple como poéticos y exaltados habían sido sus gestos anteriores, devolvió labocinaalteniente,pueseselcetrodelcapitándelbarcoy,lollevequienlolleve,essignodemandoabsoluto.

Durante todo ese tiempo, su compañero, en cuyo rostro tranquilo, debemosdecirlo, habría sido imposible encontrar cualquier rastro de emoción, lo habíaobservado con la envidiosa expresión del hombre obligado a reconocerse en algoinferioraotroaquien,hastaentonces,sehabíacreídoigual.Después,cuandounavezpasadoelpeligroseencontrarondenuevo,selimitóadecirle:

—¿Asíquehasidocapitándenavío,milord?—Sí—contestó simplementeelhombreaquiendabaneste títulohonorífico—;

alcancé incluso el grado de comodoro, pero desde hace seis años me dedico a ladiplomacia.Enelmomentodelpeligroherecordadomiantiguooficio.Esoestodo.

Y nunca más volvieron a referirse los dos hombres a esa circunstancia. Eraevidente,sinembargo,queelmásjovendelosdossesentíaíntimamentehumilladopor aquella superioridad que su compañero, de un modo tan inesperado, habíaadquirido sobre él, y que sin duda habría ignorado de no ser porque losacontecimientoslehabíanobligadoenciertomodoasacarlaalaluz.

Lapregunta quehemos reproducidoy la respuesta queprovocó indican, por lodemás, que aquellos dos hombres, durante los tres meses que acababan de pasarjuntos,nosehabíaninterrogadosobresusrespectivasposicionessociales.Sehabíanreconocido como hermanos de inteligencia, y eso les había bastado. Sabían que elobjetivodesuviajeeraparaamboslaIsladeFrancia,ynohabíanpreguntadonadamás.

Además, los dos parecían tener la misma impaciencia por llegar, pues amboshabíansolicitadoque,enelmomentoenqueseavistaselaisla,selohicieransaber.

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Elencargoresultó inútilparaunodeellos,yaqueel jovendepelonegroestabaencubierta,acodadoalabordadepopa,cuandoelvigíalanzóelesperadogrito,siempretanpoderosohastaentrelospropiosmarinos,«¡Tierraalavista!».

Aloírlo, su compañeroapareció en lo altode la escaleray, avanzandohacia eljovenconunpasomásrápidoquedecostumbre,seapoyójuntoaél.

—Ybien,milord—dijoesteúltimo—,yahemosllegado,oalmenosesoparece.Le confieso que, parami vergüenza, pormás quemiro al horizonte, veo sólo unaespecie de vapor que tanto pudiera ser niebla flotando sobre elmar comouna islaancladaenelfondodelocéano.

—Sí,lecomprendo—respondióelmayordelosdoshombres—,puestoquesóloelojodeunmarinopuededistinguirconcerteza,sobretodoasemejantedistancia,elaguadelcieloylatierradelasnubes;peroyo—añadióentornandolosojos—,yo,unveteranohijodelamar,veonuestraislaentodosucontorno,inclusodiríaentodossusdetalles.

—Bueno,milord—dijoeljoven—,deboreconocerenvuestragraciaunanuevasuperioridadsobremí;peroleconfiesoquetendráquedemostrarmetalcosaparaquenolarechaceporimposible.

—Muy bien, tome el catalejo—dijo el marino—,mientras tanto yo, a simplevista,voyadescribirlelacosta.¿Mecreerádespuésdeesto?

—Milord—contestóelincrédulo—,séqueesentodounhombretanporencimade los demás que creo lo que me dice sin que deba añadir ninguna prueba a suspalabras,seloaseguro.Siaceptoelcatalejoquemetiendeesmásparasatisfacerunanecesidaddemicorazónqueundeseodemicuriosidad.

—Vamos,vamos—dijoelhombredepelorubiosonriendo—,veoqueelairedelatierralesurteefecto:seestávolviendoadulador.

—¿Adulador,yo,milord?—dijoeljovenagitandolacabeza—.Vuestragraciaseequivoca. Le juro que el Leycester iría de un polo al otro y daría varias veces lavueltaalmundoantesdequevierarealizarseenmísemejantetransformación.No,noleadulo,milord.Solamenteleestoyagradecidoporlasgentilesatencionesquemehademostradoalolargodeestainterminabletravesíay,casiosaríadecir,porlaamistadquevuestragraciahabrindadoaunpobredesconocidocomoyo.

—Mi querido compañero—respondió el inglés tendiendo lamano al joven—,considero que, tanto para usted como para mí, no hay más desconocidos en estemundoquelasgentesvulgares,lostontosylosbribones;peroconsiderotambiénque,tantoparaelunocomoparaelotro,todohombresuperiorescomounparientealquereconoceríamos como familiar nuestro donde quiera que lo encontrásemos. Dichoesto,cesenloscumplidos,mijovenamigo.Tomeelcatalejoymire,puesavanzamostan deprisa que pronto no tendrá ningún mérito realizar la pequeña demostracióngeográficaquemehepropuesto.

Eljovenagarróelcatalejoylollevóalojo.—¿Veusted?

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—Alaperfección—dijoeljoven.—¿Ve usted en el extremo derecho, semejante a un cono aislado enmedio del

mar,laislaRonde?—Demaravilla.—¿Veusted, acercándose anosotros, la islaPlate, a cuyopie en estemomento

estápasandounabricbarcaque,porsuaspecto,diríaqueesunbuquedeguerra?Estanocheestaremosallídondeahoraestáypasaremospordondeestápasando.

El jovenapartóel catalejo, intentómirar conelojodesnudo losobjetosque sucompañerodistinguía tan fácilmenteyque él apenasvislumbraba con la ayudadeltuboqueteníaenlamano.Conunasonrisadesorpresadijo:

—¡Esmilagroso!Yvolvióallevarseelcatalejoalojo.—¿Ve el Coin-de-Mire —continuó su compañero—, que desde aquí casi se

confunde con el caboMalheureux, de tan triste y poéticamemoria? ¿Y el pico deBambou, detrás del cual se eleva la montaña de la Faíence? ¿Ve la montaña deGrand-Port,ymásallá,alaizquierda,elcerrodelosCriollos?

—Sí,sí,veotodoesoyloreconozco,puestodosesospicos,todasesascumbressonfamiliaresamiinfancia,ylosheconservadoenmimemoriaconlareligióndelrecuerdo.Pero—prosiguióeljovenmientrasconlapalmadelamanoguardabaunodentrodeotrolostrestubosdelcatalejo—,parecieraquenoeslaprimeravezqueveestascostas,yquizáhayaalgomásdememoriaquederealidadenladescripciónqueacabadehacerme.

—Escierto—dijo sonriendoel inglés—,veoquenohaymaneradeengañarlo.¡Sí,yahevistoantesestascostas!Sí,hablountantodememoria,aunquetalvezlosrecuerdosqueyotengaseanmenosdulcesquelossuyos.Sí,vineaquíenunaépocaenque,con todaprobabilidad,éramosenemigos,miqueridocompañero,pueshacedeesocatorceaños.

—FueprecisamenteentoncescuandoabandonélaIsladeFrancia—respondióeljovendenegroscabellos.

—¿Estaba usted cuando tuvo lugar la batalla naval deGrand-Port?No deberíahablardeella,en realidad,aunquesólo fuerapororgullonacional,puesnosdieronunasoberanapaliza.

—¡Oh,milord!Noledéreparo—interrumpióeljoven—.Ustedeslosinglesessehantomadotantasveceslarevanchaqueelconfesarunaderrotaescasiunamuestradeorgullo.

—Puesbien,sí,vineenaquellaépoca,porqueporentoncesservíaenlamarina.—¿Cómocadete,sinduda?—Comotenientedefragata,señor.—Peroenaquellaépoca,simepermitedecírselo,milord,debíaserustedunniño.—¿Quéedadcreequetengo?

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—Pues,más omenos debemos ser de lamisma edad, supongo, y tendrá unostreintaaños.

—Voyacumplircuarenta—contestóelingléssonriendo—.Yalehedichoantesqueteníaundíaadulador.

Sorprendido, el joven examinó a su compañero conmás atención de lo que lohabíahechohastaentoncesyreconoció,porunas levesarrugasenelángulode losojosyenlascomisurasdelaboca,quepodíatener,enefecto,laedadquedecíayquetanlejosestabadeaparentar.Terminadoelexamen,recordólapreguntaquelehabíanformulado:

—Sí,sí—dijo—,sí,recuerdoesabatallaytambiénotraquesedesarrollóenelextremoopuestodelaisla.¿ConocePort-Louis,milord?

—No, señor, sólo conozco este lado de la costa.Mehirieron gravemente en elcombatedeGrand-Portyfui trasladadocomoprisioneroaEuropa.Desdeentonces,novolvíaverlosmaresdelaIndia,peroahoraesperoquemiestanciaseaindefinida.

Dichoesto,comosi lasúltimaspalabras intercambiadashubierandespertadoenlos dos hombres un manantial de íntimos recuerdos, cada uno de ellos se alejómaquinalmentedelotro,sumiéndoseambosenelsilencio,unoaproayelotrojuntoaltimón.

Aldíasiguiente,trasdoblarlaisladeAmbreypasaralahoraprevistaantelaislaPlate,lafragataLeycester,talcomohemosanunciadoaliniciodeestecapítulo,hizosu entrada en la rada de Port-Louis, en medio de la expectación habitual quedespertabalallegadadecadabuqueeuropeo.

Peroestavez, lamuchedumbreeraaúnmásgrandedeloacostumbrado,yaquelasautoridadesdelacoloniaesperabanalfuturogobernadordelaisla,elcual,enelmomentodedoblarlaisladeTonneliers,subióalpuenteataviadoconsuuniformedegeneral. Sólo entonces supo el joven de negros cabellos el grado político de sucompañero de viaje, de quien hasta entonces no conocía más que el títuloaristocrático.

Enefecto,elinglésdepelorubionoeraotroquelordWilliamsMurrey,miembrodelaCámaraalta,quien,despuésdemarinoyembajadoracababadesernombradogobernadordelaIsladeFranciaporSuMajestadbritánica.

Invitamos,pues, al lectoraque reconozcaenél al joven tenientealquevioderefilónabordodelaNéréide,tendidoalospiesdesutíoelcapitánVillougby,heridoen el costado por un trozo de metralla, y cuya curación habíamos anunciado, asícomosureapariciónennuestrahistoriacomounodesusprotagonistas.

En el instante de separarse de su compañero, lordMurrey se volvió hacia él ydijo:

—A propósito, señor, dentro de tres días doy una comida de gala para lasautoridadesdelaisla.Esperoquemeharáelhonordeserunodemisinvitados.

—Seráunplacer,milord—respondióel joven—;peroantesdeaceptar, talvezconvendríaque,pormiparte,dijeraavuestragraciaquiénsoyyo…

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—Ya le anunciarán al entrar enmi casa—contestó lordMurrey—, y entoncessabréquiénes.Mientrastanto,séloquevale,yesomebasta.

Luego,saludandoasucompañeroderutaconlamanoyconunasonrisa,elnuevogobernadordescendióenlayoladehonorconelcapitány,alejándosedelbarcoconel rápido impulso de diez vigorosos remeros, pronto llegó a tierra en la fuente delChien-de-Plomb.

En ese instante, los soldados, en formación de batalla, presentaron armas, lostambores repicaron y los cañones de los fuertes y la fragata resonaron al unísono;comouneco,contestaronloscañonesdelosotrosnavíos.Alpunto,multitudinariasexclamacionesde«¡VivalordMurrey!»recibieronconalegríaalnuevogobernador,quientrassaludargentilmenteacuantosledabantanhonorableacogidaseencaminó,rodeadodelasprincipalesautoridadesdelaisla,haciaelpalacio.

Y sin embargo, estas gentes que festejaban al representante de Su Majestadbritánica y que aplaudían su llegada eran las mismas gentes que, en otro tiempo,habían llorado lamarcha de los franceses. Pero es que habían transcurrido catorceaños desde aquella época.La antigua generación había desaparecido en parte, y lanueva generación no conservaba el recuerdo de las cosas pasadas más que porostentación,comoquienguardaunviejodocumentodefamilia.Habíantranscurridocatorceaños,ya lohemosdicho,yesoesmásde loquesenecesitaparaolvidar lamuerte de nuestro mejor amigo o para incumplir un juramento; más de lo que senecesitaparamatar,enterraryrenegardeungranhombreodeunagrannación.

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V

ELHIJOPRÓDIGO

Todas lasmiradas habían seguido a lordMurrey hasta el palacio del gobierno,perocuandolapuertadelaresidenciasecerrótrasélytrascuantosleacompañaban,todoslosojossevolvieronhaciaelnavío.

Enaquelmomento estababajandoel jovende cabellosnegros, y la curiosidad,queacababadeabandonaralgobernador,sedesplazóhaciaél.Enefecto,habíanvistoalordMurreydirigirleamablementelapalabraydarlelamano,demodoquelagenteallí reunida decidió, con su habitual sagacidad, que aquel extranjero debía de seralgúnjovencaballeropertenecientealaaltaaristocraciadeFranciaoInglaterra.Estaprobabilidadseconvirtióencertezaa lavistade lasdoscintasquelucíaenelojal,unadelascuales,convienedecirlo,noestabatanextendidaenaquellaépocacomoloestá hoy en día. Por lo demás, los habitantes de Port-Louis tuvieron tiempo paraexaminarbienalreciénllegado,pueséste,trasmirarasualrededorcomosiesperaseencontraraalgúnamigooalgúnparienteenelmalecón,sedetuvoalaorilladelmaresperando a que desembarcasen los caballos del gobernador. Terminada estaoperación,uncriadodetezmorenavestidoalausanzadelosmorosdeÁfrica,conquienelextranjerointercambióalgunaspalabrasenunalenguadesconocida,ensillódoscaballosalestiloárabey,agarrándolosporlabrida,porqueaúnnosepodíanfiardesuspatasentumecidas,siguióasuamo,quienyasehabíapuestoenmarchahaciala calzadamirando siempre alrededor, como si esperase ver aparecer enmedio detodasaquellasfigurasinsignificantesunafiguraamiga.

Entre los gruposque esperaban a los forasteros en el sitioque curiosamente sellama la punta de los Burlones, había uno cuyo núcleo estaba compuesto por unhombre grueso de entre cincuenta y cincuenta y cuatro años, de pelo cano, rasgosvulgares, voz chillonayunaspatillas recortadas enpuntaque le llegabanhasta lascomisuras de los labios. Iba vestido con una levita demerinomarrón, pantalón denanquínyunchalecodepiquéblanco;llevabaunacorbataderibetesbordadosyunaslargas chorreras llenas de puntillas que ondeaban sobre su pecho. El hombre másjoven, cuyos rasgos, aunque un pocomás acentuados que los de su acompañante,teníanconéstostantasemejanzaqueeraevidentequelosdosestabanunidosporlosmás estrechos lazos de parentesco, llevaba un pañuelo de seda descuidadamenteanudadoalcuelloeibaataviadoconunchalecoypantalonesblancos.

—A fe mía que ése es un buen mozo —dijo el hombre gordo mirando alextranjeroquepasabaenaquelmomentoapocospasosdeél—,ysivaaquedarse

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algún tiempoennuestra isla,aconsejaríaanuestrasmadresynuestrosmaridosquevelasenporsushijasyesposas.

—Ése sí es un buen caballo—dijo el jovenmirando con sus quevedos—.Unpurasangre,sinomeequivoco,purarazaárabe,arabísima.

—¿Conocesaesecaballero,Henri?—preguntóelhombregordo.—No,padre; pero si quiere venderse el caballo, sémuybienquién le darámil

piastras.—Henri de Malmédie, ¿verdad, hijo? —dijo el hombre gordo—. Pero si el

caballotegusta,harásmuybiendándoteelcapricho.Puedeshacerlo,eresrico.NohaydudadequeelextranjerooyólaofertadelseñoritoHenriylaaprobación

desupadre,puessulabioselevantódesdeñosamente,clavandoenelpadreyenelhijounamiradaaltivanoexentadeamenaza.Luego,sindudasabiendomásdeellosqueellosdeél,prosiguiósucaminomurmurando:

—¡Otravezellos!¡Siempreellos!—¿Quénosquiereesepetimetre?—preguntóelseñordeMalmédieaquieneslo

rodeaban.—No lo sé, padre —contestó Henri—; pero la próxima vez que nos lo

encontremos,sinosmiradelmismomodo,leprometoqueselopreguntaré.—¿Qué quieres, Henri?—dijo el señor deMalmédie afectando conmiseración

porlaignoranciadelextranjero—.Elpobremuchachonosabequiénessomos.—Puesyoseloharésaber—murmuróHenri.Mientras tanto, el extranjero, cuya desdeñosa mirada había provocado tan

amenazadordiálogo,continuósucaminohacialamuralla,sinparecerinquietarseporla impresiónque supresencia causabay sindignarvolverseparaver el efectoqueproducía.HabiendollegadoaltercioaproximadamentedeljardíndelaCompañía,lellamólaatenciónungrupoquesehabíaformadoenunpuentecilloquecomunicabael jardín con el patio de una hermosa casa, y cuyo centro estaba ocupado por unaencantadoramuchachadequinceodieciséisañosqueelextranjero,hombredeartesinduday,porconsiguiente,enamoradodelabelleza,sedetuvoparacontemplarconmásdetenimiento.Aunquesehallabaenelumbraldesucasa,lajoven,quesindudapertenecíaaunadelasfamiliasmásricasdelaisla,teníaasuladoaunayaeuropea,con los largos cabellos rubios y la transparencia de la piel características de lasinglesas,mientrasqueunviejonegro,decabellosgrises,vestidoconunachaquetayun pantalón de bombasí blanco, se mantenía con los ojos fijos en ella y, por asídecirlo,conunpieenelaire,dispuestoaejecutarsusmínimasórdenes.

Quizá por ello, como todo aumenta con el contraste, esta belleza, que hemosdescritocomomaravillosaaumentabaporlafealdaddelpersonajequeseencontrabaanteelladepie,mudoeinmóvil,yconelcualintentabanegociarapropósitodeunodeesospreciososabanicosdemarfilcalado,transparenteyfrágilcomounencaje.Enefecto, el hombre que hablaba con ella era un individuo de cuerpo huesudo, tezamarilla, ojos rasgados, tocado con un sombrero de paja por debajo del cual

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escapaba,comounamuestradelcabelloqueunoimaginabahabríadebidodecubrirlacabezaqueahíseescondía,unalargatrenzaquelellegabahastamediaespalda.Ibavestidoconunpantalóndealgodónazulquelecubríahastamediapiernayunablusadelmismotejidoycolorquelellegabahastamediomuslo.

Asuspieshabíaunacañadebambúdeunatoesadelargo,conuncestocolgandodecadaunadesuspuntas,cuyopesohacíaque,cuandoelvendedorllevabaestalargacaña cargada sobre el hombro, sedoblasepor lamitad comoun arco.Estos cestosibanllenosdeesasmilbaratijasque,tantoenlascoloniascomoenFrancia,tantoenel tenderete al aire libre del vendedor de los trópicos como en los elegantesalmacenesdeAlphonseGirouxydeSusse,vuelvenlocasaqlasjovencitasyavecestambién a lasmadres. Pues bien, como hemos dicho, la bella criolla, enmedio detantasmaravillasesparcidassobreunaesteraextendidaasuspies,sehabíadetenidopor elmomentoenunabanicocondibujosdecasas,pagodas,palacios imposibles,perros, leones y pájaros fantásticos; en fin, mil retratos de hombres, edificios yanimalesquejamáshanexistidosinoenladesbocadaimaginacióndeloshabitantesdeCantónyPekín.

Estabapreguntandopuraysimplementeelpreciodeeseabanico.Peroahíestabala dificultad. El chino, que había desembarcado hacía pocos días, no sabía ni unapalabradefrancés,inglésoitaliano,loquesehacíaevidenteporsusilencioantelapregunta que le habían formulado sucesivamente en dichas tres lenguas. Suignoranciaerayatanbienconocidaenlacoloniaque,enPort-Louis,todoelmundoidentificabaaaquelhombreprocedentedelasorillasdelríoAmarilloconelnombredeMiko-Miko, lasdosúnicaspalabrasquepronunciabaal recorrer las callesde laciudadzconsubambúcargadodecestosacuestas,yaenunhombro,yaenelotro,yque,segúntodaprobabilidad,queríandecir:Comprad,comprad.Lasrelacionesquese habían establecido hasta entonces entre Miko-Miko y sus clientes eran, pues,puramente de gestos y signos. Así pues, como la lindamuchacha no había tenidonuncaocasiónde realizarun estudioprofundode la lenguadel abatede l’Épée,sehallabaantelaimposibilidadtotaldeentenderaMiko-Mikoydequeéllaentendieraaella.

Fueentoncescuandoelextranjeroseaproximóaella.—Perdón, señorita—le dijo—; pero viendo el apuro en que se encuentra, me

atrevoaofrecerlemisservicios.¿Puedoserleútilenalgo?¿Meaceptaríaquizácomointérprete?

—¡Oh, caballero! —contestó el aya, mientras las mejillas de la muchacha secubrían de una capa del más bello carmín—, le agradezco infinitamente suofrecimiento. La señorita Sara y yo llevamos diez minutos exprimiendo nuestrosconocimientos filológicos sin conseguir que este hombre nos entienda. Le hemoshabladoenfrancés,ingléseitaliano,ynonoscontestaenningunodeestosidiomas.

—Talvezelseñorconozcaunalenguaqueestehombrehable,mamiHenriette—respondió la joven—. Este abanico me gusta tanto que, si el señor consiguiera

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decirmesuprecio,meharíaungranfavor.—Pero ya ves que es imposible—contestómamiHenriette—.Este hombre no

hablaningúnidioma.—Sindudahablaeldelpaísenquehanacido—dijoelextranjero.—Sí,perohanacidoenChina,¿yquiénhablachino?Eldesconocidosonrió,yvolviéndosehaciaelvendedor,ledirigióunaspalabras

enunalenguaextraña.Envanointentaremosdescribirlaexpresióndeasombroquesedibujóenlacara

del pobreMiko-Miko, cuando los acentos de su lengua materna resonaron en susoídoscomoelecodeunamúsicalejana.Elabanicolecayódelasmanosy,conlosojosfijosylabocaabierta,seabalanzósobreelhombrequeleacababadehablar,leasió la mano y se la besó repetidamente. El extranjero, por su parte, le repitió lapreguntaquelehabíahecho,yelhombresedecidióalfinacontestar,pero lohizoconunaexpresiónenlamiradayunacentoenlavozqueformaronunodelosmásextrañoscontrastesqueimaginarsepuedan,pues,delmodomásenternecedorymássentimentaldelmundo,acababadedecir,sencillamente,elpreciodelabanico.

—Sonveinte librasesterlinas,señorita—dijoelextranjerovolviéndosehacia lajoven—.Unasnoventapiastras.

—¡Mil veces gracias, señor! —respondió Sara ruborizándose de nuevo. Ydirigiéndoseasuaya—:¿Verdadqueesunagransuerte,mamiHenriette—ledijoeninglés—,queelseñorhablelalenguadeestehombre?

—Másquenadaesasombroso—contestómamiHenriette.—Esalgomuysencillo,señoras—respondióelextranjeroenlamismalengua—.

Mimadremurió cuandoaúnno teníani tresmesesymedieronpornodriza aunapobremujerdelaisladeFormosaquepertenecíaalserviciodenuestracasa.Asíquesu lengua es laprimeraquebalbuceé, y aunquenohe tenidomuchasocasionesdehablarla, recuerdo algunas palabras, como ya han visto, y de ellome congratularétodalavida,puestoque,graciasaesaspocaspalabras,hepodidoserlesdeutilidad.

Y,trasdeslizarenlamanodelchinouncuádruplodeEspaña,eljovenhizoseñalasucriadodequelosiguierayreanudósucamino,nosinantesdespedirsecongransolturadelaseñoritaSaraymamiHenriette.

ElextranjerosiguióporlacalledeMoka,peroapenashabíarecorridounamillapor la carretera que conduce a lasPailles, cuando llegó al pie de lamontañade laDécouverteysedetuvosúbitamente.Susojosseclavaronenunbancoconstruidoenlaladeradelamontaña,enelcual,sentadoytotalmenteinmóvil,conlasdosmanossobrelasrodillasylosojosfijosenelmar,seveíaaunanciano.Poruninstanteelextranjeroobservóaaquelhombrecongestodeduda;luego,comosiladudahubieradesaparecidoanteunaconviccióntotal,murmuró:

—¡Esél,Diosmío!¡Cómohacambiado!Continuómirandounosinstantesalancianoconsingularinterés,ydespuéstomó

un camino por donde llegar hasta él sin ser visto. Ejecutó la maniobra con éxito,

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aunque con dos o tres paradas en las que se llevó lamano al pecho, como dandotiempoaquesecalmaraunaemocióndemasiadofuerte.

El anciano no semovió lomásmínimo ante la presencia del extranjero, de talmodoque sepodría creerqueni siquierahabíaoído el ruidode suspasos; lo cualsería un error pues, apenas el joven se sentó en elmismo banco que él, volvió lacabezahaciasu ladoy,saludándolocontimidez,se levantóydiovariospasosparaalejarse.

—¡Oh!Nosemolestepormí,señor—dijoeljoven.El anciano volvió a sentarse, pero ya no en el centro del banco, sino en un

extremo.Seprodujouninstantedesilencioentreelanciano,queseguíamirandoelmar,y

elextranjero,quemirabaalanciano.Alfin,alcabodecincominutosdeprofundaymudacontemplación,elextranjerotomólapalabra:

—Caballero—dijoalanciano—,¿noestaríaustedaquíhaceunahoraymedia,cuandoelLeycesterarribóalpuerto?

—Consupermiso,señor,sí,aquíestaba—respondióelviejoconunaexpresiónenlaqueseconfundíanlahumildadylaextrañeza.

—¿Entonces—continuóeljoven—nosentíaningúninterésporlallegadadeesebuqueprocedentedeEuropa?

—¿Porquédiceeso?—preguntóelancianocadavezmássorprendido.—Porqueentalcaso,enlugardepermaneceraquí,habríabajadoalpuerto,como

todoelmundo.—Se equivoca, señor, se equivoca —contestó melancólicamente el anciano

sacudiendo su encanecida cabeza—.Al contrario, sientomás interésquenadieporese espectáculo, estoy seguro. Cada vez que llega un buque, venga del país quevenga,desdehacecatorceañosmeacercoaversimetraealgunacartademishijos,oamishijosenpersona.Perocomoel estardepieme fatigaríademasiado,vengoasentarmeaquípor lamañana, almismo lugardesde el que losvi partir, y aquímequedo todo el día hasta que, cuando ya se han ido todos, también desaparece todaesperanzaenmí.

—Pero¿porquénobajaustedmismohastaelpuerto?—preguntóelextranjero.—Eso hice durante los primeros años—respondió el anciano—, pero entonces

meenterabademisuertedemasiadopronto;ycomocadanuevadecepciónresultabamáspenosa, terminéporquedarmeaquí,yenmilugarenvíoaminegroTelémaco.Así se prolonga un poco mi esperanza. Si regresa enseguida, creo que me va aanunciar su llegada; si tarda en volver, creo que está esperando una carta. Pero lamayoríadelasvecesregresaconlasmanosvacías.Entoncesmelevantoymevoytalcomohevenido;vuelvoamicasadesiertaymepasolanochellorandoydiciéndome:«Sindudaserálapróximavez».

—¡Pobrepadre!—murmuróelextranjero.—¿Mecompadeceacaso?—preguntóelancianoconextrañeza.

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—Sindudalocompadezco—contestóeljoven.—¿Esquenosabequiénsoy?—Esunhombre,ysufre.—Soyunmulato—contestóelviejoenvozbajayprofundamentehumillada.Lafrentedeljovensecubriódeunintensorubor.—Yotambiénsoymulato—respondió.—¿Usted?—exclamóelanciano.—Sí,yo—respondióeljoven.—¿Queustedesmulato?—yelancianomirabaconsorpresalacintarojayazul

anudada a la levita del extranjero—. ¿Usted es mulato? ¡Oh! Entonces ya no mesorprende su lástima. Le había tomado por blanco, pero si es un hombre de colorcomoyo,esdiferente;esunamigo,unhermano.

—Sí, un amigo, un hermano —dijo el joven tendiéndole las dos manos alanciano,ymirándoloconunaindefinibleexpresióndeternura,murmuróenvozbaja—:Yalgomásqueeso,quizá.

—Entoncespuedocontárselotodo—continuóelviejo—.¡Ay!Creoquehablardemidolormeharábien. Imagínese, señor, que tengo,omásbien tenía, porque sóloDiossabesiaúnvivenlosdos,imagínesequeyoteníadoshijos,doschicosalosqueamabacontodoelamordeunpadre,yaunoenespecial.

Elextranjeroseestremecióyseacercóunpocomásalanciano.—Lesorprende—prosiguióelviejo—quehagaunadiferenciaentrelosdoshijos

yqueprefieraaunodeellos,¿noescierto?Sí,nodeberíaserasí,losé;sí,esinjusto,loconfieso;peroesqueeraelmáspequeño,elmásdébil,yésaesmiexcusa.

Elextranjerosellevólamanoalafrentey,aprovechandounmomentoenqueelanciano, avergonzado por la confesión que acababa de hacer, giraba la cabeza, seenjugóunalágrima.

—¡Ah!Sileshubieseconocidoalosdos—continuóelviejo—,loentendería.NoesqueGeorges(sellamabaGeorges),noesqueGeorgesfueseelmásagraciado,¡ohno!, al contrario, su hermano Jacques era mucho mejor que él; pero en su pobrecuerpecito teníaunamente taninteligente, tanardiente, tanfirmeque,si lohubiesellevadoalcolegiodePort-Louiscon losdemásniños,estoysegurodeque,aunquesóloteníadoceaños,muyprontohabríaadelantadoalosdemásalumnos.

Los ojos del anciano brillaron un instante de orgullo y entusiasmo, pero estecambio pasó con la rapidez del rayo, y ya había recuperado su mirada perdida,temerosayapagada,cuandoañadió:

—Pero no podía llevarle al colegio aquí. El colegio lo fundaron los blancos, ynosotrossólosomosmulatos.

Ahorafueelsemblantedel jovenelqueseencendió,pasandoporsurostrounallamaradadedesdényde rabiasalvaje.Elancianocontinuósinadvertir siquieraelmovimientodelextranjero.

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—PorellolosenviéalosdosaFrancia,esperandoquelaeducacióncentraríaelhumor variable delmayor y domaría el carácter demasiado inflexible del segundo.PeroparecequeDiosnoaprobabamidecisión,pues,enunviajequehizoaBrest,Jacques se embarcó en un corsario y desde entonces no he recibido noticias suyasmás que tres veces y cada vez desde un lugar delmundo diferente; yGeorges hadejadoquesedesarrollaraycrecieraenélesegermendeinflexibilidadquetantomeasustaba. Me ha escrito más a menudo, desde Inglaterra, desde Egipto o desdeEspaña,pueshaviajadomuchotambiény,aunquesuscartassonmuyhermosas,selojuro,noheosadomostrarlasanadie.

—Asípues,¿nielunonielotrolehandichonuncacuándoregresarían?—Nunca,yquiénsabesiquierasi lesvolveréaveralgúndía.Yo,pormiparte,

aunqueelmomentoenquelosviesedenuevoseríaelmásdichosodemivida,jamásleshepedidoquevuelvan.Sipermanecenlejosesquesonmásfelicesdeloqueaquíserían,sinosientenlanecesidaddevolveraverasupadre,esquehanencontradoenEuropapersonas a las queprefieren.Así pues, que actúen según sus deseos, sobretodosiesosdeseoslosconducenalafelicidad.Noobstante,aunqueechodemenosaambosporigual,esGeorgesaquienmásañoroyesélquienmecausamáspenanohablándomenuncadesuregreso.

—Si no le habla de su regreso, señor —contestó el extranjero intentandoinútilmente sofocar la emoción de su voz—, es que tal vez se reserva el placer desorprenderleyquieraverleacabarenladichaundíaqueempezóenlaespera.

—¡Diosloquisiera!—dijoelancianoalzandolosojosylasmanosalcielo.—Talvez—continuóel jovenconunavozcadavezmásemocionada—quiera

deslizarse a su lado sin ser reconocido y gozar así de su presencia, su amor y susbendiciones.

—¡Ah!Seríaimposiblequenoloreconociera.—Y no obstante —exclamó el joven incapaz de resistirse más tiempo al

sentimientoqueleembargaba—,¡nomehareconocido,padre!—¡Usted!… ¡Tú!… ¡Tú!—exclamó a su vez el anciano, mientras recorría al

extranjero con unamirada ávida, le temblaban todos losmiembros, boquiabierto ysonriendoconairededuda.Ysacudiendolacabeza—:No,no,noesGeorges—dijo—. Sí hay un cierto parecido entre él y usted, pero él no es alto ni apuesto comousted.Élessólounniñoyustedesunhombre.

—Soy yo, padre, soy yo, ¡reconózcame! —gritó Georges—. Piense que hanpasadocatorceañosdesdelaúltimavezquelovi;piensequeahoratengoveintiséisaños, y si aún tiene dudas,mire, 1mire esta cicatriz enmi frente, es la huella delgolpequemedio el señor deMalmédie el día enque tangloriosamente consiguióustedlabanderainglesa.¡Ah!Abráceme,padre,ycuandomehayatenidocontrasupecho,sabrásindudaquesoysuhijo.

Yconestaspalabraselextranjeroseechóalcuellodelanciano.Éste,mirandooraalcielo,oraasuhijo,nopodíacreerquetantafelicidadfueracierta,ynosedecidióa

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besar a aquel apuesto jovenhasta que le hubo repetidoveinte veces que él era, enefecto,Georges. En aquelmomento aparecióTelémaco al pie de lamontaña de laDécouverte,conlosbrazoscolgando,lamiradatristeylacabezagacha,desesperadocomoestabaporvolverotravezhastasuamosinllevarlenoticiasdeningunodesusdoshijos.

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VI

TRANSFIGURACIÓN

Yahorapediremosanuestroslectoresquenospermitandejaraestepadreyestehijodisfrutandodeladichadelreencuentroyque,viajandoconnosotrosalpasado,acepten presenciar la transfiguración física y moral que se había operado en elespacio de estos catorce años en el protagonista de nuestra historia, al que vieroncuandoniñoyalqueacabamosdemostrarlescomohombrehechoyderecho.

Enun principio pensábamos poner ante los ojos del lectormeramente el relatoque hizo Georges a su padre de los acontecimientos de esos catorce años. Noobstante, hemos reflexionado que, siendo ese relato una historia basada enpensamientosíntimosysensacionessecretas,alguienpodríadesconfiar,yconrazón,de la veracidad de un hombre con el carácter deGeorges, sobre todo cuando estehombre habla de sí mismo. Así pues, hemos decidido narrar personalmente y anuestra guisa una historia de la que conocemos hasta los menores detalles.Prometemosporanticipado,dadoquenuestroamorpropionosehallacomprometidoenelasunto,noocultarningúnsentimiento,nibuenonimalo,niningúnpensamiento,honrosoovergonzoso.

Partamos, pues, del mismo punto del que partió Georges. PierreMunier, cuyocarácteryaintentamosdescribir,habíaadoptadodesdequehabíaentradoenlavidaactiva,esdecir,desdequedeniñopasóaserhombre,unsistemadeconductaensurelacióncon losblancosdelquenoseapartó jamás.Comonocreía tener fuerzanivoluntadparabatirseenduelocontrauntiránicoprejuicio,habíatomadoladecisiónde desarmar a sus adversarios con una sumisión inalterable y una inagotablehumildad.Pasósuvidaenteraexcusándoseporsusorígenes.Apesardesuriquezaysu inteligencia,habíaprocuradoconstantementepasar inadvertidoentre lamasa,enlugardeintrigarparaconseguirunafunciónadministrativaounempleopolítico.Elmismo pensamiento que lo había alejado de la vida pública lo guiaba en la vidaprivada. Generoso ymagnífico por naturaleza, gobernaba su casa con simplicidadmonacal.En ella todo era abundancia, nada era lujo, aun teniendounosdoscientosesclavos, lo cual constituye en las colonias una fortuna de más de doscientas millibrasderenta.Viajósiempreacaballohastaque,forzadoporlaedad,omejorporlosdisgustosquelehabíanidominandolasfuerzasantesdelaépocaenqueunhombrees viejo, cambió sumodesta costumbre por unamás aristocrática, y se compró unpalanquínaunquetanmodestocomoeldelmáspobrehabitantedelaisla.Procurandosiempre evitar lamenor polémica, siempre cortés, complaciente, servicial para contodo elmundo, incluso para con aquellos que, en el fondo de su corazón, le eran

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antipáticos,habríapreferidoperderdiezarpendesdetierraantesqueiniciaroinclusosostenerunpleitoquelehubierahechoganarveinte.Sicualquiercolononecesitabaunplantóndecafé,deyucaodecañadeazúcar,estabasegurodeencontrarloencasadePierreMunier,quienaúnledabalasgraciasporhaberlepreferidoaél.Ahorabien,toda esta buena conducta, que en el fondo procedía del instinto de su excelentecorazónaunquepudieraparecerelresultadodesutímidocarácter,lehabíagranjeadosindudalaamistaddesusvecinos,peroeraunaamistadpasivaque,sinpensarnuncaenhacerleelbien,selimitabasimplementeanohacerleelmal.Además,entreestosvecinoshabíaalgunosquenopodíanperdonaraPierreMuniersu inmensafortuna,susnumerososesclavosysureputaciónintachable,yporelloseensañabancontraélaplastándolobajoelprejuicioporelcolordesupiel.ElseñordeMalmédieysuhijoHenrifigurabanentreéstos.

Georges había nacido en las mismas condiciones que su padre, pero por suendebleconstituciónsehabíaapartadodelosejerciciosfísicosparadirigirtodassusfacultades internas hacia la reflexión. Maduro antes de tiempo, como lo son engenerallosniñosenfermizos,habíaobservadoporinstintolaconductadesupadreyhabíapenetradoensusmotivossiendomuyjovenaún.Sinembargo,elorgullovirilque bullía en el pecho de aquel niño le hizo sentir odio por los blancos que lodespreciaban, y desdén por los mulatos que se dejaban menospreciar. Así queresolvióseguirunaconductaentodoopuestaalaquehabíamantenidosupadre,ysepropuso que, cuando creciese en fuerza, marcharía con paso firme y valiente pordelante de esas absurdas opresiones de la opinión y, si no le dejaban sitio, lascombatiríacuerpoacuerpo,comoHérculesAnteo,hastaahogarlasentresusbrazos.EljovenAníbal,conelapoyodesupadre,habíajuradoodioeternoaunanación:eljovenGeorges,apesardesupadre,juróguerraamuerteaunprejuicio.

Georgesabandonólacoloniatraslaescenaqueyarelatamos,llegóaFranciaconsuhermanoeingresóenelcolegioNapoleón.

Nadamás sentarse en los pupitres de la última clase, comprendió la diferenciaquehabíaentrelasfilas,yquisollegaralaprimera.

Paraél,lasuperioridaderaunanecesidaddeorganización.Aprendió deprisa y bien. Un primer éxito robusteció su voluntad dándole la

medidadesucapacidad.Suvoluntadsefuehaciendomásymásfuerte,ysuséxitosmásymásgrandes.Es justodecirqueeste trabajode lamente, estedesarrollodelpensamientodejabanalcuerpoensuestadodedebilidadprimitiva:lomoralabsorbíalofísico,laespadaquemabalavaina.PeroDioshabíadadounapoyoaaquelpobrearbolito.GeorgesvivíaenpazbajolaproteccióndeJacques,queeraelmásrobustoymásperezosodesuclase,tantocomoGeorgeseraelmástrabajadoryelmásdébil.

Por desgracia este estadode cosas duró poco.Dos años después de su llegada,cuando Jacques yGeorges habían ido a pasar las vacaciones aBrest, a casa de uncorresponsal de negocios de su padre al que les había recomendado, Jacques, quesiemprehabíasentidounaclarainclinaciónporlamarina,aprovechólaocasiónque

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selepresentabay,aburridodesuprisión,comoélllamabaalcolegio,seembarcóenuncorsario,diciendoasupadre,enunacartaqueleescribió,quesetratabadeunaembarcación del Estado. De vuelta en el colegio, Georges sintió cruelmente laausencia de su hermano. Indefenso contra los celos que sus triunfos de escolarsuscitaban,yqueahora,comopodíansersatisfechos,seconvertíanenauténticoodio,fuemarginadoporunos, golpeadoporotros,maltratadopor todos.Cada cual teníaparaéluninsultofavorito.FueunadurapruebaqueGeorgessoportóvalientemente.

No obstante, reflexionó más profundamente que nunca sobre su posición ycomprendióquelasuperioridadmoralnoeranadasinlasuperioridadfísica;queunaeranecesariaparahacerrespetaralaotra,yquesólolareunióndeambascualidadeshacíanaunhombrecompleto.Apartirdeestemomentocambiócompletamentedemanera de vivir: de tímido, retraído e inactivo pasó a ser jugador, revoltoso yalborotador. Seguía trabajando bien, pero sólo lo suficiente para conservar lapreeminencia intelectual que había conseguido en los años anteriores.Al principioeratorpeytodosseburlarondeél.Georgesencajómallasmofas,ylohizoadrede.No tenía por naturaleza un valor sanguíneo, sino bilioso, es decir, que su primermovimiento era, en lugar de arrojarse al peligro, dar un paso atrás para evitarlo.Necesitabalareflexiónparaservaliente,yaunqueestevalorseaelmásrealpueseselvalormoral,lepareciótanmalocomolacobardía.Sebatió,pues,acadadiscusión,omásbienfuebatido;pero,vencidounavez,recomenzóundíatrasotrohastaquequedó ganador, no por ser elmás fuerte sino por ser elmás aguerrido, porque enmediodelcombatemásencarnizadoconservabaunaadmirablesangrefría,graciasalacual,seaprovechabadelmenorfallodesuadversario.Asísehizorespetar,ydesdeentoncesempezaronamirarlodosvecesantesde insultarlo,porque,pormuydébilqueseaunenemigo,unodudaenentablarluchaconélsisabequeesdecidido.Porlodemás,esteprodigiosofurorconelqueafrontabasunuevavidadabasusfrutos:pocoapocofueganandofuerza,yalentadoporsusprimerosintentos,mientrasduraronlasvacacionessiguientes,Georgesnoabrióunsololibro.Comenzóaaprenderanadar,adisparar,amontaracaballo,imponiéndoseunafatigasinfin,quemásdeunavezlehizosubirlafiebre,peroalaqueterminóporhabituarse.Entoncesalosejerciciosdedestrezaañadió trabajosmás fuertes:durantehorasenterascargababultoscomounbracero,yalterminareldía,enlugardeacostarseenunacamacalienteymullida,seenvolvíaensuabrigo,seechabasobreunapieldeosoyahídormíatodalanoche.Porun momento la naturaleza sorprendida vaciló, no sabiendo si debía quebrarse otriunfar.Georges sentía que se jugaba la vida, pero qué le importaba la vida si nosignificabaeldominiopor lafuerzay lasuperioridadpor ladestreza.Lanaturalezapudo más; la debilidad física, vencida ante la energía de la voluntad, desapareciócomouncriadoinfieldespedidoporunpatronoinflexible.Tresmesesdesemejanterégimen fortalecieron tanto al enclenque niño que, a su regreso, sus compañerosapenasloreconocían.Fueélquien,apartirdeentonces,buscópeleaconlosdemásy

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quienvencióa todos losqueantes lehabíanvencidoaél.Apartirdeentonces fuetemidoy,portemido,tambiénrespetado.

Por lo demás, por una natural armonía de las cosas, amedida que la fuerza seextendíapor todoel cuerpo, labelleza sedesarrollabapor el rostro.Georgeshabíatenidosiempreunosojossoberbiosyunosdientesmagníficos;sedejócrecersulargocabellonegroque,afuerzadecuidados,perdiólaasperezanativayseondulóbajolaplancha. Su palidez enfermiza desapareció para dejar paso a una tezmate llena demelancolíaydistinción.Enfin,elmuchachoseesforzóenserguapo,comoelniñosehabíaesforzadoenserfuerteydiestro.

Así, cuandoGeorges salió del colegio, con su filosofía creada, era un apuestogalán de cinco pies y cuatro pulgadas y, como ya hemos dicho, aunque un pocomenudo, admirablementeproporcionadoen susmedidas.Sabía casi todo loqueunjovenhombredemundodebe saber.Pero comprendióquenobastaba ser, en todo,unomásentreloshombres;decidióque,entodo,seríasuperior.

Además,losestudiosquehabíadecididoimponerseleresultabanfáciles,unavezlibredelostrabajosescolásticosydueñoabsolutodetodosutiempo.Establecióunasreglas en el empleo de sus jornadas que no incumplía nunca: por lamañana, a lasseis,montaba a caballo; a las ocho, practicaba el tiro con pistola; de diez a doce,hacíaesgrima;dedoceados,seguíaclasesenlaSorbona;detresacinco,dibujabaenun taller u otro; por último, por la noche, iba a algún espectáculo o a reunionesmundanas,enlascualessuelegantecortesía,másaúnquesufortuna,leabríatodaslaspuertas.

Pronto se relacionó con losmejores artistas, eruditos y grandes señores que enParís había; pronto se reconoció aGeorges, familiarizado también con las artes, lacienciaylafashion,comounadelasmentesmásinteligentes,unodelospensadoresmás lógicosyunode losgalanesmásdistinguidosde lacapital.Asípues,Georgeshabíaalcanzadosuobjetivo,ocasi.

Le quedaba una última prueba que hacer: seguro de ser dueño de los demás,ignoraba todavíasieradueñodesímismo.Georgesnoerahombrequeprolongarasusdudassobreningúnasunto,asíquedecidiódespejarlassintardanza.

AmenudoGeorgeshabíatemidoconvertirseenjugador.Undía,saliódesucasaconlosbolsillosllenosdeoroysedirigióaFrascati.Se

habíadichoasímismo:«Jugarétresveces;cadavezjugarétreshorasy,duranteestastreshoras,apostarédiezmilfrancos;después,pasadasestastreshoras,hayaperdidooganado,dejarédejugar».

Elprimerdía,Georgesperdiólosdiezmilfrancosenmenosdeunahoraymedia.Permaneció,sinembargo,lastreshorasmirandojugaralosdemásy,aunqueenunacarterallevabaenbilletesdebancolosveintemilfrancosquehabíadecididoapostarenlosdosintentosquelequedabanporhacer,nopusosobreeltapeteniunluismásdelosquesehabíapropuesto.

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El segundo día, comenzó ganando veinticinco mil francos. Como se habíaimpuestojugardurantetreshoras,siguiójugandoyperdiótodassusganancias,másdosmilfrancosdesudinero;enesemomentosediocuentadequellevabatreshorasjugandoyseinterrumpióconlamismapuntualidadqueeldíaanterior.

El tercerdía, empezóperdiendo,perocon suúltimobilletedebanco la fortunacambióy la suerte levolvió a ser favorable; lequedaban tres cuartosdehoraparajugar.Duranteestostrescuartosdehora,tuvounadeesasrachasexcepcionales,cuyorecuerdo se perpetúa entre los habituales de los garitos por tradición oral: duranteesostrescuartosdehora,parecióqueGeorgeshubiesepactadoconeldiablo,quienconlaayudadeundemonioinvisiblelesoplabaaloídoelcolorqueibaasalirylacarta que iba a ganar. El oro y los billetes de banco se amontonaban ante él, paraestupefacción de los presentes. Georges ya no pensaba, echaba el dinero sobre lamesaydecíaalcrupier:«Dondeustedquiera».Elcrupiercolocabaeldineroalazar,y Georges ganaba. Dos jugadores profesionales, que habían seguido su racha yhabían ganado sumas enormes, creyeron que había llegado elmomento de adoptaruna táctica contraria y apostaron contra él: la fortuna siguió siendo fiel aGeorges.Perdierontodoloquehabíanganadoytodoloquellevabanencima.Después,comoeranconocidosporgentesdeconfianza,pidieronalabancaunpréstamodecincuentamilfrancosquevolvieronaperder.Georges,porsuparte,impasible,sinquesurostroreflejase una sola emoción, veía cómo aumentaba aquella masa de oro y billetes,mirandodevezencuandoel relojquedebía señalar lahoradesu retirada.Por finsonólahora.Georgessedetuvoalinstante,cargóasucriadoconeloroylosbilletesganados y, con lamisma calma, lamisma impasibilidad con las que había jugado,había perdido y había ganado, salió, envidiado por cuantos habían presenciado laescenaqueacababadesucederyesperabanvolveraverloeldíasiguiente.

Pero,contrariamentealoqueesperaban,Georgesnovolvió.Esmás,metióeloroylosbilletessinningúnordenenuncajóndesusecreter,prometiéndosenoabrirlohastapasadosochodías.Llegadoeldía,Georgesabrióelcajónyexaminósutesoro.Habíaganadodoscientostreintamilfrancos.

Georgesestabacontentodesímismo:habíavencidounapasión.Georgesteníalossentidosardientesdeunhombredeltrópico.Altérminodeunaorgía,variosamigossuyoslollevaronacasadeunacortesana

famosaporsubellezayporsucaprichosa fantasía.Aquellanoche lamodernaLaistuvounarrebatodevirtud, asíque sepasó laveladahablandodemoral;hubiérasedichoqueladueñadelacasaaspirabaalpremioMontyon.Sinembargo,lagentevioquelosojosdelabellapredicadoraseposabandevezencuandosobreGeorgesconunaexpresióndeardientedeseoquedesmentíalafrialdaddesuspalabras.Georges,porsuparte,hallóaesamujermásdeseableaúndeloquelehabíandicho.

Y durante tres días el recuerdo de aquella seductora Astarté[5] persiguió lavirginal imaginación del joven. El cuarto día Georges tomó el camino de la casadondeellavivía,subiólasescalerasconunespantosotrepidardecorazónytiródel

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llamador con un movimiento tan compulsivo que el cordón a punto estuvo dequedárseleenlamano.Aloírlospasosdeladoncellaqueseacercaban,ordenóasucorazónqueparasedelatiryasurostroquesecalmara.Conunavozenlaqueeraimposible reconocer la menor traza de emoción, pidió a la muchacha que locondujera ante su señora. Ésta había oído su voz. Acudió de inmediato, alegre ysaltarina,pueslaimagendeGeorges,cuyoaspectolehabíacausado,nadamásverlo,una profunda impresión, no la había abandonado desde entonces. Esperaba que elamor, o el deseo al menos, le devolviera al joven que había dejado en ella tanprofundaimpresión.

Seequivocaba:eraunapruebamássobresímismoqueGeorgeshabíadecididosuperar.Había idoallíparaenfrentarseaunavoluntaddehierroyunossentidosdefuego. Permaneció dos j horas junto a esa mujer, poniendo como pretexto de suimpasibilidaduna apuesta, luchandoa lavez contra el torrentede susdeseosy lascariciasdelalujuria.Alcabodedoshoras,vencedorenestasegundapruebacomolohabíasidoenlaprimera,sefue.

Georgesestabacontentodesímismo,habíadomadosussentidos.Hemosdichoquenoteníaelcorajefísicodelqueselanzaenmediodelpeligro,

sino el coraje bilioso del que lo espera cuando no lo puede evitar. Georges temíarealmente no ser valiente, y a menudo temblaba al pensar que, ante un peligroinminente,talveznosesentiríasegurodesímismo,talvezsecomportaríacomouncobarde. Esta idea lo atormentaba sobremanera. Decidió aprovechar la primeraocasión que se le presentase para poner a su alma cara a cara con el peligro.Estaocasiónseprodujodeunmodobastanteextraño.UndíaestabaGeorgesenLepageconunamigoy,mientrasesperabanquequedarael lugar libre, sepusoamirar lasevolucionesdeunodeloshabitualesdelestablecimiento,quepasabaporserunodelosmejores tiradores deParís. Este hombre ejecutaba casi todos esos ejercicios deincreíbledestrezaquelatradiciónatribuyeasanJorgeyquesonladesesperacióndelosneófitos,esdecir,queacadadisparodabaenelblanco,repetíalostirosdemodoqueelsegundo impactoseconfundíaexactamenteconelprimero,cortabaunabalasobre un cuchillo y, en fin, acometía con éxito constante otros mil experimentosparecidos. El amor propio del tirador, conviene decirlo, se veía espoleado por lapresenciadeGeorges,dequienelmozolehabíasusurrado,altenderlelapistola,queeraalmenosdeunafuerzaigualalasuya,demaneraqueacadadisparosesuperaba.Pero a cada disparo, en vez de recibir del espectador el tributo de elogios quemerecía, oía, por el contrario, que Georges respondía a las exclamaciones de lagaleríaconestaspalabras:

—Sí, sin duda, es un buen disparo, pero otra cosa sería si el señor disparasecontraunhombre.

Esta repetida negación de su habilidad como duelista extrañó al principio altirador,pero terminóporherirle.Sevolvió,pues,haciaGeorgesenelmomentoen

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queésteacababadeemitir,porterceravez,laopinióndudosaquehemostranscrito,ymirándoloconairemedioburlón,medioamenazador,ledijo:

—Perdón,señor,peromeparecequeendosotresocasioneshaemitidounadudainsultantesobremivalor.¿Querríatenerlabondaddedarmeunaexplicaciónclarayprecisadesuspalabras?

—Mis palabras no precisan comentario, señor —respondió Georges—. Seexplicanbienporsísolas,meparece.

—En tal caso, señor—continuó el tirador—, tenga la bondadde repetirlas unavezmás,paraquepuedaapreciarbienelalcancequetienenylaintenciónquelashadictado.

—Hedicho—respondióGeorgesconlamayortranquilidad—,hedicho,alverlehacerdianaentodossusdisparos,quenoestaríaustedtansegurodesumanonidesuojosiunoyotro,en lugardedirigir labalacontraelblanco, tuvieranquedirigirlacontraelpechodeunhombre.

—Yeso¿porqué,simehaceelfavor?—preguntóeltirador.—Porquemepareceque,enelmomentodehacerfuegosobreunsemejante,debe

dehaberporfuerzaunaciertaemociónquepuedeestropeareltiro.—¿Sehabatidoustedendueloamenudo,señor?—preguntóeltirador.—Jamás—respondióGeorges.—Entonces,nomesorprendequesupongaqueentalcircunstanciasepuedatener

miedo—contestó el extraño con una sonrisa en la que traslucía un cierto tinte deironía.

—Usted disculpe, señor —respondió Georges—, pero creo que no me haentendidobien.Amímeparecequeenelmomentodemataraunhombresepuedetemblarporalgomásquepormiedo.

—Yonotiemblojamás,señor—dijoeltirador.—Esposible—contestóGeorgesconlamismaflema—,peronodejodepensar

que a veinticinco pasos, es decir, a lamisma distancia en que usted siempre hacediana…

—¿Qué,aveinticincopasosqué?…—preguntóelextraño.—Aveinticincopasoserraríaeltirocontraunhombre—continuóGeorges.—Puesyoestoysegurodelocontrario,señor.—Permítamequenocreaensupalabra.—¿Estádiciendoquemiento?—No,estoyafirmandounhecho.—Un hecho que supongo no se atrevería a experimentar —dijo riendo

burlonamenteeltirador.—¿Porquéno?—respondióGeorgesmirándolofijamente.—Enotrapersona,noenusted,meimagino.—Enotrapersonaoenmímismo,pocoimporta.

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—Sería muy temerario por su parte, señor, arriesgarse a realizar una pruebasemejante,seloadvierto.

—No,puestoquehedicholoquepensabay,porconsiguiente,miconvicciónesquenoarriesgaríagrancosa.

—Así,señor,¿merepiteporsegundavezqueaveinticincopasosyoerraríaeltirocontraunhombre?

—Seequivoca,señor,noselorepitoporsegundavez;sinorecuerdomalesyalaquinta.

—¡Ah,señor!¡Esoesdemasiado!¡Meestáustedinsultando!—Esustedlibredecreerquetalseamiintención.—Estábien,señor.¿Lahora?—Ahoramismo,sileparece.—¿Ellugar?—EstamosaquinientospasosdelBoisdeBoulogne.—¿Susarmas?—¿Mis armas? La pistola, por supuesto. No se trata de un duelo, sino de un

experimento.—Asusórdenes,señor.—Soyyoquienestáalassuyas.Y los dos subieron a sus respectivos cabriolés, acompañado cada uno por un

amigo.Llegadosal terreno, losdos testigosquisieronarreglarel asunto,peroeraharto

difícil. El adversario de Georges exigía excusas y éste argüía que sólo le deberíaexcusassieraheridoomuerto,puessóloenesecasosehabríaequivocado.

Losdostestigosperdieronuncuartodehoraennegociacionesquenocondujeronaningúnresultado.

Quisieronentonces situar a los adversarios a treintapasoselunodelotro,peroGeorges señaló que el experimento no sería correcto si no adoptaban la distanciadesdelacualsesueledispararalblanco,esdecir,veinticincopasos.Porconsiguiente,midieronveinticincopasos.

Quisieron entonces lanzar un luis al aire para decidir quién dispararía primero,peroGeorges declaró que ese preliminar le parecía inútil, dado que el derecho deprioridadcorrespondíanaturalmenteasuadversario.EladversariodeGeorges,porsuparte, herido en su pundonor, insistió en que fuera la suerte la que decidiera unaventajaque,entredoshombresdefuerzatangrande,daríatodaslasoportunidadesaquiendisparaseprimero.PeroGeorgesseresistió,ysuadversariosevioobligadoaceder.

Elmozodelestablecimientodetirohabíaseguidoalosdoscombatientes.Cargólaspistolascon lamismamedida, lamismapólvoray lasmismasbalasconquesehabíanrealizadolaspruebasprecedentes.Tambiéneranlasmismaspistolas.Georgeshabíaimpuestoestepuntocomounacondiciónsinequanon.

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Losadversariossesituaronaveinticincopasos,ycadaunorecibiódemanosdesu testigo una pistola cargada. Luego los testigos se alejaron, dejando a loscombatienteslafacultaddedispararelunocontraelotroenelordenconvenido.

Georgesnotomóningunadelasprecaucionesusualesensemejantecircunstancia,yno intentóprotegercon lapistolaningunapartedesucuerpo.Dejócaerelbrazopegadoalapiernayofreciósupecho,cuananchoera,completamentedesarmado.

Su adversario no entendía lo que significaba aquella conducta.Varias veces sehabíaencontradoenunacircunstanciaparecida,yjamáshabíavistosemejantesangrefría.Así fuecómo laprofundaseguridaddeGeorgesempezóasurtirefecto.Aqueltirador tan hábil, que nunca había fallado un tiro, dudó de sí mismo. Dos veceslevantólapistolaapuntandoaGeorges,ydosveceslabajó.Aquelloibacontratodaslasreglasdelduelo,peroGeorgesselimitóadecirle:

—Tómesesutiempo,señor,tómesesutiempo.Alaterceraseavergonzódesímismoydisparó.Entre los testigos hubo unos instantes de terrible angustia. Pero, nada más

efectuadoeldisparo,Georgessevolviósucesivamenteaderechayaizquierda,ytrassaludaralosdoscaballerosparaindicarlesquenoestabaherido,dijoasuadversario:

—Bueno, señor, yaveque era yoquien tenía razón, y que cuandounodisparacontraunhombreestámenossegurodesupunteríaquecuandotiracontraunblanco.

—Muybien,señor,yoestabaequivocado—respondióeladversariodeGeorges—.Ahoraletocadispararausted.

—¿Amí?—dijoGeorgesrecuperandoelsombreroquehabíadejadoenelsueloydevolviendolapistolaalmozo—.¿Dispararyocontrausted?¿Paraqué?

—Porqueeselderechoquelecorresponde,señor—exclamósuadversario—,ynoconsentiréquesehagadeotromodo.Además,tengocuriosidadporvercómotirausted.

—Disculpe, señor —dijo Georges con su imperturbable sangre fría—,entendámonos,porfavor.Yonohedichoqueyoleacertase.Hedichoqueustednomeacertaríaamí,ynolohahecho.Yoteníarazón,esoestodo.

Ypormuchoqueprotestósuadversario,pormuchoquelerogóquedisparaseéltambién, Georges subió a su cabriolé y tomó el camino de la barrera de la Étoilerepitiendoasuamigo:

—¿Ybien?¿Notehabíadichoqueeradiferentedispararcontraunmuñecoquecontraunhombre?

Georgesestabacontentodesímismo,puesahoraestabasegurodesuvalor.Estas tresaventurasarmarongranrevueloentre labuenasociedadehicieronde

Georgesunpersonajemuyadmirado.Doso trescoquetasse impusieronla tareadesubyugaralmodernoCatón,ycomoélnoteníaningúnmotivopararesistirse,prontoseconvirtióenunjovendemoda.Perojustocuandomáslecreíanencadenadoporsubuenafortuna,llegóelmomentoqueélsehabíafijadoparaemprendersusviajes,y

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asífuecómounabuenamañanasedespidiódesusamantesenviandoacadaunaunmagníficoregaloypartióparaLondres.

En Londres Georges se presentó en los mejores círculos y en todos fue bienrecibido.Tuvocaballos,perrosygallos.Hizopelearalosunosycorreralosotros,aceptótodaslasapuestas,ganóyperdiócantidadesenormesconunasangrefríadelomásaristocrática.Enresumen,alcabodeunañomarchódeLondresconlafamadeperfecto gentleman, igual que había abandonado París con la reputación de galánseductor.Fueduranteestaestanciaen lacapitaldeGranBretañacuandoconocióalordMurrey,pero,comohabíamosdicho,sinestrecharningunarelaciónconél.

EraéstalaépocaenquelosviajesaOrienteempezabanaestardemoda.GeorgesvisitósucesivamenteGrecia,Turquía,AsiaMenor,SiriayEgipto.LepresentaronaMehmet-AlíenelmomentoenqueIbrahimPacháibaahacersuexpediciónalSaid.Acompañóalhijodelvirrey,combatióantesusojosyrecibiódeélunsabledehonorydoscaballosárabes,escogidosentrelosmásbellosdesucuadra.

Georges regresó a Francia pasando por Italia. La expedición de España sepreparabaya;GeorgescorrióaParísysolicitóservircomovoluntario:supeticiónfueaceptada.Sesituóenlasprimerasfilasdelprimerbatallóndeinfanteríaypermaneciósiempreenlavanguardia.

Pordesgracia,encontradeloesperado,losespañolesnooponíangranresistencia,y aquella campaña que habían previsto tan encarnizada estaba resultando ser pocomás que una paradamilitar. En el Trocadero, sin embargo, las cosas cambiaron, ypronto se vio que habría que romper la fuerza del último bastión de la revoluciónpeninsular.

El regimiento al que se había incorporado no estaba designado para realizar elasalto,asíquesecambióderegimientoypasóaldegranaderos.Practicadalabrechaydadalaseñaldeescalada,Georgesselanzóalacabezadelacolumnadeataqueyfueelterceroenentrarenelfuerte.

Sunombrefuecitadoen laordendelejército,yrecibiódemanosdelduquedeAngulemalacruzde laLegióndeHonor,ydemanosdelFernandoVII, lacruzdeCarlos III. El objetivo deGeorges había sido conseguir una condecoración. Habíaconseguidodos.Elorgullosojovennocabíaensídegozo.

Pensó entonces que había llegado elmomento de regresar a la Isla de Francia.Todos sus sueños sehabíanhecho realidad, todos susdeseos sehabíancumplidoyconcreces:nadamáslequedabaporhacerenEuropa.Terminadasuluchacontralacivilización, comenzaría su lucha contra la barbarie. Era la suya un alma llena deorgullo que no se consolaría gastando en una felicidad europea las fuerzas tanpreciosamente amasadas con su combate interior: todo lo que había hecho en losúltimos diez años había sido para superar a sus compatriotasmulatos y blancos ypoder acabar él solo conelprejuicioqueningúnhombrede colorhabíaosadoaúncombatir. Poco le importaba a él Europa y sus ciento cincuenta millones dehabitantes;pocoleimportabaFranciaysustreintaytresmillonesdehombres;poco

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le importaba diputación o ministerio, república o monarquía. Lo que prefería porencimadetodoenelmundo,loquelepreocupabamásquenadaerasurinconcitodetierra,perdidoenelmapacomoungranodearenaenelfondodelmar.Yesque,enese rinconcito de tierra, tenía él una hazaña que realizar, un gran problema queresolver. No tenía sino un recuerdo: el de haber padecido; no tenía sino unaesperanza:ladeimponerse.

Enesto,elLeycesterhizoescalaenCádiz.ElbarcoibaalaIsladeFrancia,dondedebíapermanecertemporalmente.Georgessolicitópasajeabordodeesenoblebuquey, recomendado como estaba ante el capitán por las autoridades francesas yespañolas, lo obtuvo.Perodebemosdecir que la verdadera causade este favor fuequelordMurreyseenteródequeelhombrequesolicitabapasajeeraunindígenadelaIsladeFrancia,yalordMurreynoledesagradabateneraalguienque,duranteunatravesíadecuatromil leguas, lepudieseproporcionaresaspequeñas informacionespolíticas y morales que tanto conviene a un gobernador haber reunidoprecavidamenteantesdeponerpieensugobierno.

YavimoscómoGeorgesy lordMurreysehabían idoacercandopocoapocoeluno al otro y cómo habían llegado a un cierto grado de amistad al arribar a Port-Louis.TambiénvimoscómoGeorges,aunquehijoamantísimoydevotodesupadre,nohabíallegadoadárseleaconocermásquetrasunadeesaslargaspruebasqueleeranfamiliares.Ladichadelancianofuetantomásgrandecuantoquenocontabayaconsu regreso.Además,elhombrequehabíavueltodifería tantodelesperadoquemientrascaminabanhaciaMokaelpadrenosecansabademiraralhijo,parándosedevezencuandoanteélparacontemplarle,ycadapocoelancianoestrechabaaljovencontra su corazón con tanta efusividad que Georges, a pesar del control sobre símismoqueaparentaba,sentíaquelaslágrimaslenublabanlosojos.

Despuésdetreshorasdecaminollegaronalaplantación.AuncuartodehoradelacasaTelémacoseleshabíaadelantado,demaneraquealllegarGeorgesysupadreencontraron a todos los negros esperándoles con una mezcla de alegría y temor:porqueesejovenalquesólohabíanvistodeniñoeraunnuevoamoquelesllegaba,yeseamo¿cómosería?Suregresoeraunacuestióncapitalparalafelicidadodesgraciafuturas de aquella pobre gente. Los augurios fueron favorables. Georges empezódándoles fiesta esedíay el siguiente.Ycomoalotro eradomingo, les resultóunavacacióndetresdíasdedescanso.

LuegoGeorges,impacienteporjuzgarporsímismolaimportanciaquesufortunaterritorialpodíadarleenlaisla,apenasseconcediótiempoparacomery,seguidoporsu padre, visitó toda la plantación. Unas especulaciones afortunadas y un trabajoasiduoybiendirigidolahabíanconvertidoenunadelasmáshermosaspropiedadesde la colonia. En el centro de la propiedad estaba la casa, un edificio sencillo yespacioso,rodeadodeuntripleenramadodebananos,mangosytamarindos,queseabríapordelanteaunalargaavenidadeárbolesquellegabanhastalacarreteray,pordetrás, a unos vergeles perfumados donde la granada de flores dobles, suavemente

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balanceada por el viento, iba a acariciar ya un ramo de naranjas purpúreas, ya unracimo de bananas amarillas, subiendo y bajando siempre, indecisa cual abeja querevoloteaentredosflores,cualalmaqueflotaentredosdeseos;yenderredor,hastaperderse de vista, se extendían inmensos campos de caña y maíz que parecíanimplorar,cansadosdesucargaalimenticia,lamanodelossegadores.

Llegaronfinalmentealoque,entodaplantación,sellamaelcampamentodelosnegros.

Enmedio del campamento se alzaba un gran edificio que servía de granero eninvierno y de sala de baile en verano. De él salían grandes gritos de alegría,mezcladosconel sonidodel tamboril,del tamtanydelarpamalgache.Losnegros,aprovechando lasvacacionesque leshabíandado, sehabíanpuestode inmediatoafestejarlo, pues en esas naturalezas primitivas no haymatices: del trabajo pasan alplacer, y de su fatiga reposan bailando. Georges y su padre abrieron la puerta yaparecierondeimprovisoenmediodeellos.Elbaileseinterrumpióalinstante.Cadaunosecolocóalladodeotro,buscandoocuparsulugarenlasfilas,comohacenlossoldados sorprendidos por el coronel. Tras un momento de silencio nervioso, unatripleaclamaciónsaludóa losamos.Estavezera laexpresiónfrancay totaldesussentimientos.Bienalimentados,bienvestidos,pocasvecescastigados,porquepocasveces incumplían su deber, adoraban a PierreMunier, quizá el únicomulato de lacoloniaque,siendohumildeconlosblancos,noeracruelconlosnegros.EncuantoaGeorges, cuyo regreso, comohemosdicho,había inspiradograves temoresentre lapobregente,comosihubieraadivinadoelefectoquesupresenciahabíaproducido,levantólamanoparaindicarquequeríahablar.Elmásprofundodelossilenciossehizodeinmediato,ylosnegrosrecogieronconavidezlaspalabrassiguientes,quesefueron desgranando de su boca, lentas como una promesa, solemnes como uncompromiso:

—Amigosmíos,estoyemocionadoporlabienvenidaquemeestáisdandoy,másaún,porladichaquebrillaaquíentodoslosrostros.Mipadreoshacefelices,bienlosé,yse loagradezco,pueses tantomidebercomoelsuyoprocurar la felicidaddequienes van a obedecerme, espero, tan religiosamente como le obedecen a él. Soistrescientos, y no tenéismás que noventa cabañas.Mi padre desea que construyáissesentamás, una para cada dos.Cada cabaña tendrá un pequeño jardín, y tendréispermisoparaplantartabaco,calabacines,patatasycriaruncerdoygallinas.Quienesquieranganardinerocontodoeso,podrániravenderloeldomingoaPort-Louis,ydispondrándelproductodelaventaasuantojo.Sialguiencometeunrobo,habráunsevero castigo para aquel que haya robado a su hermano. Si alguien es golpeadoinjustamenteporelcapataz,quedemuestrequeelcastigoerainmerecidoyseleharájusticia.Nopreveoelcasodequeoshagáiscimarrones,porquesoisyseréis,espero,demasiadodichososcomoparapensarenabandonarnos.

Nuevosgritosdealegríaacogieronestepequeñodiscursoque,sinduda,pareceráminuciosoyfútilalossesentamillonesdeeuropeosquetienenladichadevivirbajo

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un régimen constitucional, pero que allá fue recibido con tanto más entusiasmocuantoqueeralaprimeradeclaracióndeestegéneroquesehacíaenlacolonia.

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VII

LABERLOGUE

Duranteelanochecerdeldíasiguiente,queerasábado,comoyahemosdicho,ungrupodenegros,menosalegresquelosqueacabamosdedejar,sehallabanreunidosen un vasto cobertizo, sentados alrededor de un gran fuego de leña, haciendotranquilamente la berloque, como se dice en las colonias. Es decir que cada cualhacía lo que quería según sus necesidades, su temperamento o su carácter: unorealizabaalgún trabajomanualquesevenderíaaldía siguiente,otroponíaahervirarroz, mandioca o bananas, aquél fumaba en una pipa de madera tabaco, no sóloindígenasinoademáscosechadoensujardín,ylosdemásallácharlabanenvozbaja.Enmediodetodosesosgrupos,lasmujeresylosniños,encargadosdealimentarelfuego,ibanyveníansincesar.Apesardetantaactividadytantoajetreo,yaunqueeravigiliadedíadedescanso, se sentíapesar sobre aquellosdesdichados, algo triste einquieto. Era la opresión del administrador, tambiénmulato. Este cobertizo estabasituadoenlaparteinferiordelallanuraWilliams,alpiedelamontañadelasTrois-Mamelles, a cuyo alrededor se extendía la propiedadde nuestro viejo conocido, elseñordeMalmédie.

Noesqueéste fueraunmal amo, en la acepciónque ledamosa lapalabra enFrancia.No,elseñordeMalmédieeraunhombregordo,redondo,incapazdeodiar,incapaz de vengarse, pero imbuido hasta lo indecible de su importancia civil ypolítica.Sehenchíadeorgullocuandopensabaenlapurezadelasangrequecorríaporsusvenas,ycompartía,conlabuenafenativaquelehabíanlegadodepadresahijos,elprejuicioqueenlaIsladeFranciaperseguíatodavíaenaquellaépocaaloshombresdecolor.Porloquealosesclavosserefiere,noeranmásdesgraciadosconél que en cualquier otro lugar, pero eran tan desgraciados como en cualquier otrolugar.YesqueparaelseñordeMalmédielosnegrosnoeranhombres,sinomáquinasquedebíandarunproductodeterminado.Ycuandounamáquinanoproduceloquedebería, hay que repararla pormediosmecánicos.Así pues, el señor deMalmédieaplicabaconsusnegrosnimásnimenosquelamismateoríaquehabríaaplicadoconunasmáquinas.Cuando losnegrosdejabande funcionar, bienporpereza, bienporfatiga,elcapatazlosarreglabaalatigazos;lamáquinarecuperabaelmovimientoy,alcabodelasemana,elproductogeneraleraelquedebíaser.

HenrideMalmédie,porsuparte,eraelvivoretratodesupadreconveinteañosmenos,yunabuenadosisdeorgullomás.

Había,pues,unagrandistancia,comohemosdichoantes,entrelasituaciónmoralymaterial de los negros de la región de la llanuraWilliams y la de los negros de

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Moka. Por esta razón, en esas reuniones que hemos designado con el nombre deberloque, la alegría se presentaba de modo natural entre los esclavos de PierreMunier, mientras que, por el contrario, los del señor de Malmédie necesitaban elestímulodealgunacanción,algúncuentoounarepresentación.Además,tantoenlostrópicos como por nuestros pagos, tanto en el cobertizo de los negros como en elcampamentodelossoldados,siemprehayunoodosgraciososqueseencargandelatarea,más fatigosade loquesepodríacreer,dehacer reíra lagente, tareaque laspersonas,agradecidas,pagandemilmanerasdiferentes.Claroestáquesiseolvidandepagar,cosaqueavecessucede,elbufón,en talcaso, lesrecuerdasencillamentequeestánendeudaconél.

Puesbien,lapersonaqueenlahaciendadelseñordeMalmédieocupabaelpuestoqueantañoocuparonTribouletyAngelienlacortedelreyFranciscoIydelreyLuisXIII era un hombrecillo cuyo cuerpo rechoncho se sostenía sobre unas piernas tanenclenques que, a primera vista, nadie podría creer en la posibilidad de talcombinación.Encuantoalresto,enambosextremos,serestablecíaelequilibrioquequedabarotoporelmedio:elgruesotorsososteníaunacabecitadeuncoloramarillobilioso,mientrasquelasdébilespiernasterminabanendospiesenormes.Losbrazoserandeunalongituddesmesurada,semejantesalosdelossimiosque,alandarsobrelospatasdeatrás,recogensinagacharselosobjetosqueencuentranporsucamino.

El resultado de la reunión de esas formas incoherentes y de esos miembrosdesproporcionados era que el nuevo personaje que acabamos de poner en escenaofrecíaunasingularmezcladegrotescoyhorrible,mezclaenlaque,alosojosdeuneuropeo, prevalecía lo desagradable hasta el punto de inspirar, desde el primervistazo,unvivosentimientoderepulsión.Perosiendomenosaficionadosalobello,menosadoradoresdelaformaquenosotros,losnegrosloveíanengeneraldesdeellado cómico, aunque, de vez en cuando, bajo su piel demono, el tigre sacara lasgarrasyenseñaselosdientes.

SellamabaAntonioyhabíanacidoenTingoram,demaneraqueparadistinguirlode los demásAntonios, a quienes la confusión habría ofendido sin duda, le solíanllamarAntonioelmalayo.

Laberloque estaba siendo, pues, bastante triste, comoya hemos dicho, cuandoAntonio,quesehabíadeslizadosin servistohastadetrásdeunode lospostesquesostienen el cobertizo, asomó su biliosa cara amarilla y emitió un ligero silbidoparecido al de la serpiente de capuchón, uno de los reptiles más terribles de lapenínsulamalaya.DeestarenlasllanurasdeTenasserim,enlospantanosdeJavaoenlasarenasdeQuiloa,aquelsonidohabríaparalizadodeterroraquienquieraquelohubieraoído;peroenlaIsladeFrancia,donde,apartedelostiburonesquenadanengrupo por las costas, no se encuentra ningún otro animal peligroso, el silbido noprodujomásefectoqueeldequelosnegrosallíreunidosabrieranlosojosylasbocasdesmesuradamente. Luego, siguiendo la dirección del sonido, todas las cabezas sevolvieronhaciaelreciénllegado;unúnicogritopartiódetodaslasbocas:

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—¡Antonioelmalayo!¡VivaAntonio!Sólodoso tresnegrossesobresaltaronysemedio levantaron.Eranmalgaches,

yoloffs y zanguebares, que en su juventud habían oído ese silbido y no lo habíanolvidado.

Unodeellosseincorporódeltodo:eraunguaponegrojovenque,denoserporsucolor,podríahabersidotomadoporhijodelamáshermosarazacaucásica.Peroencuantoreconocióelorigendelruidoquelohabíasacadodesuensimismamiento,sevolvióatumbarmurmurandoconundespreciotangrandecomolaalegríadelosdemásesclavos:

—¡Antonioelmalayo!Antonio,contressaltosdesuslargaspiernas,seencontrósentadoenmediodel

círculo.Saltandoporencimadelahoguera,Fcayódelotrolado,sentadoalamaneradelossastres.

—¡Unacanción,Antonio!¡Unacanción!—gritarontodaslasvoces.Alcontrariodelosvirtuosossegurosdesuefecto,Antonionosehizoderogar.Desuzurróntomóunbirimbao,sellevóelinstrumentoalaboca,sacóalgunossonidospreparatoriosamodo de preludio y, acompañando la letra con gestos grotescos referidos al tema,cantólasiguientecanción:

I

Micabañaestanpequeñaquenopuedoenellaentrar,eltechotococonlacabezaymetengoqueagachar.Luzdevelanonecesitoparamichozailuminar,lalunaentra,Diosbendito,porlasrendijassinparar.II

Unaesterillaesmicama,ymialmohadaunamadera,arak[6]beboenmicalabazaperosóloendíadefiesta.Cuandomimujerencasaelsábadoquierecenar,unabananaentrecenizassólotengoparaasar.III

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Michozaestásiempreabierta;¿paraquélavoyacerrar?notienellavelapuerta;¿mibaúl,quiénvaarobar?Peroeldomingoconlapagacomprounpocodetabaco,conélfumotodalasemanaymeolvidodeltrabajo.

Convendríaqueellectorhubieravividoentreaquellarazadehombressimplesyprimitivos,paraquienestodoesmotivodesensación,parahacerseunaideadelefectoproducido por la canción de Antonio, a pesar de la pobreza de las rimas y lasimplicidaddelasideas.Traslaprimeraylasegundaestrofahuborisasyaplausos.Tras la tercera, hubo gritos, vivas y hurras. Únicamente el joven negro que habíamanifestado sudespreciohaciaAntonio se encogiódehombros conunamuecadedisgusto.

En cuanto a Antonio, en lugar de disfrutar de su éxito, como habría sido deesperar,ydepavonearseporlosaplausosrecibidos,apoyóloscodosenlasrodillas,dejócaerlacabezaentrelasmanosyparecióentregarseaunaprofundameditación.YcomoAntonioeraelanimadorobligado,consusilenciolatristezavolvióainvadiralgrupo.Lerogaronquecontaraalgunahistoriaoquecantaraotracanción,peroélhizo oídos sordos, y ni las más insistentes súplicas obtuvieron otra respuesta queaquelsilencioobstinadoeincomprensible.

Alfin,unodelosqueseencontrabanmáscercadeél,dándolegolpecitosenelhombro,lepreguntó:

—¿Quéteocurre,malayo?¿Estásmuerto?—No—contestóAntonio—.Estoymuyvivo.—Puesentonces,¿quéhaces?—Estoypensando.—¿Yenquépiensas?—Pienso—dijo Antonio— que la hora de la berloque es un buen momento.

CuandoelbuenDioshaapagadoelsolyllegalahoradelaberloque,todoelmundotrabajaagusto,porquecadacualtrabajaparasímismo,aunquehayaperezososquepierden el tiempo fumando, como tú, Tukal, o glotones que se entretienen asandobananas,comotú,Cambeba.Perocomotedigo,loshayquetrabajan.Tú,Castor,porejemplo,hacessillas;tú,Bonhomme,hacescucharasdemadera;tú,Nazim,fabricastupereza.

—Nazimhaceloquequiere—respondióeljovennegro—.NazimeselciervodeAnjouan, comoLaíza es el león, y lo que hagan leones y ciervos no es asunto deserpientes.

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Antoniosemordióloslabios.Luego,trasunmomentodesilencioduranteelcualparecióquelaestridentevozdeljovenesclavoseguíavibrando,continuó:

—Pensaba,pues,yosdecíaquelahoradelaberloqueesunbuenmomento.Peroparaquenoseaunafatigaparati,Castoroparati,Bonhomme,paraqueelhumodeltabaco te sepamejor, Tukal, para que no te duermasmientras tienes la banana alfuego, Cambeba, es necesario que alguien os explique historias o que os cantecanciones.

—Escierto—dijoCastor—,yAntoniosabeunashistoriasmuybonitasycantaunascancionesmuylindas.

—PerocuandoAntonionocantasuscancionesynocuentasushistorias—dijoelmalayo—, ¿qué pasa? Que todo el mundo se duerme, porque todo el mundo estácansado del trabajo de la semana. Entonces ya no hayberloque: tú, Castor, ya nohaces sillasdebambú; tú,Bonhomme,yanohaces cucharasdemadera; tú,Tukal,dejasqueseteapaguelapipa,ytú,Cambeba,dejasquesetequemelabanana,¿noescierto?

—Escierto—contestaronacoronosólolosinterpelados,sinotodoelgrupodeesclavos,menosNazim,queseguíaguardandoundesdeñososilencio.

—Entonces, debéis estar agradecidos al que os explica bonitas historias paramantenerosdespiertos,yoscantabonitascancionesparahacerosreír.

—¡Gracias,Antonio,gracias!—gritarontodaslasvoces.—AdemásdeAntonio,¿quiénescapazdecontaroshistorias?—Laíza,éltambiénsabeunashistoriasmuybonitas.—Sí,perosonhistoriasqueoshacentemblar.—Esverdad—contestaronlosnegros.—YademásdeAntonio,¿quiénpuedecantaroscanciones?—Nazim,éltambiénsabeunascancionesmuybonitas.—Sí,perosoncancionesqueoshacenllorar.—Esverdad—dijeronlosnegros.—OseaquesóloAntoniosabecancionesehistoriasqueoshaganreír.—Esotambiénesverdad—reconocieronlosnegros.—¿Yquiénoscantócancioneshacecuatrodías?—Tú,malayo.—¿Quiénoscontóunahistoriahacetresdías?—Tú,malayo.—¿Quiénoscantóunacanciónanteayer?—Tú,malayo.—¿Quiénoscontóunahistoriaayer?—Tú,malayo.—Yhoy,¿quiénoshacantadoyaunacanciónyosvaacontarunahistoriaahora?—Tú,malayo,siempretú.

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—Entonces,siesgraciasamíqueosdivertísaltrabajar,quetenéismásplaceralfumar,quenoosdormísalasarlasbananas,esjustoqueyo,quenopuedohacernadaporquemesacrificoporvosotros,esjustoque,pormisfatigas,recibaalgo.

Esta observación razonable afectó a todo el mundo; sin embargo, nuestracondición de historiadores veraces nos obliga a confesar que sólo algunas voces,procedentesdeloscorazonesmáscándidosdelgrupo,respondieronafirmativamente.

—Asípues—continuóAntonio—,es justoqueTukalmedéunpocodetabacoparafumarenmicachimba,¿noescierto,Cambeba?

—Es justo—exclamóCambeba, encantado de que la contribución recayera enotroynoenél.

YTukalsevioobligadoacompartirsutabacoconAntonio.—Bueno—prosiguió Antonio—, el otro día perdí mi cuchara de madera. No

tengodineroparacomprarmeuna,porqueenvezdetrabajaroshecantadocancionesycontadocuentos.Asípues,esjustoqueBonhommemedéunacucharademaderaparacomermelasopa,¿noescierto,Tukal?

—Esjusto—exclamóTukal,encantadodenoserelúnicoenpagaraAntonio.YAntoniotendiólamanoaBonhomme,quienlediolacucharaqueacababade

terminar.—Ahora—continuóAntonio— tengo tabaco para fumarmi cachimba y tengo

unacucharaparacomermelasopa,peronotengodineroparacompraralgoconquéhacer el caldo. Así pues, es justo que Castor me dé ese lindo taburete que estátrabajando, para que lo pueda vender en elmercado yme compre un pedacito debuey.¿Noescierto,Tukal?¿Noescierto,Bonhomme?¿Noescierto,Cambeba?

—¡Sí!—exclamaronTukal,BonhommeyCambeba—.¡Esjusto!YAntonio arrancó de lasmanos deCastor, un poco queriendo y un poco a la

fuerza,eltaburetecuyoúltimobambúacababadeclavar.—Bueno—continuóAntonio—,hecantadounacanciónqueyamehacansado,y

osvoyacontarunahistoriaquemecansaráaúnmás.Asípues,esjustoquerepongafuerzas comiendo algo. ¿No es cierto, Tukal? ¿No es cierto, Bonhomme? ¿No escierto,Castor?

—¡Sí!—respondieron con una sola voz los tres contribuyentes.ACambeba lepasóunaideaterribleporlacabeza.

—Pero —dijo Antonio enseñando una doble hilera de dientes, afilados ybrillantescomolosdeunlobo—notengonadaquellevarmealaboca.

Cambebasintióqueseleerizabaelpeloenlacabezayalargómaquinalmentelamanohaciaelfuego.

—Por lo tanto—continuóAntonio—, es justo queCambebamedé su banana.¿Nolocreéisasí?

—¡Sí, sí!—gritaron a la vez Tukal, Bonhomme y Castor—. ¡Sí, es justo! ¡Labanana,Cambeba!¡Labanana!Ytodossepusieronacorear:

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—¡Labanana,Cambeba!Eldesdichadomiróalgrupoconcaraasustadayseprecipitóhaciaelfuegopara

salvarsubanana,pero,Antoniolodetuvoenelcaminoy,sujetándoloconunamanoconunafuerzadelaquenadielehabríacreídocapaz,agarróconlaotralacuerdaconla que subían al granero los sacos de maíz y pasó el gancho por el cinturón deCambeba, haciendo almismo tiempo una señal a Tukal para que estirase del otroextremodelacuerda.Tukallocomprendióconunarapidezquedecíamuchoenfavordesuinteligencia,y,cuandomenosseloesperaba,Cambebasevioarrastradohaciaarriba y, ante la hilaridadde todos los reunidos, empezó a ser izadodandovueltashacia el cielo. A unos diez pies del suelo, la ascensión se detuvo, y Cambebapermaneció suspendido, tendiendo aún sus manos crispadas hacia la desgraciadabanana,porcuyaposesiónyanoteníamediosparalucharcontrasuenemigo.

—¡Bravo, Antonio! ¡Bravo!—gritaron todos los presentes desternillándose derisa,mientrasél,ahorayadueñoindiscutibledelobjetodeladiscusión,apartabaconcuidadolascenizasyextraíalabananahumeante,asadaalpunto,ytandoradaqueselehacíalabocaagua.

—¡Mi banana, mi banana! —gritó Cambeba con el tono del más profundodesespero.

—¡Aquílatienes!—dijoAntonioalzandoelbrazoensudirección.—Yomuylejos,noalcanzar.—¿Nolaquieres?—Yonopoder,nollegarallá.—Entonces—contestóAntonioparodiandoelhabladelpobrehombrecolgado—,

entoncesyocomerantesquebananapudrir.Yempezóamondarlabananaconunaceremoniosidadtancómicaquelasrisasse

hicieronconvulsivas.—Antonio —gritó Cambeba—, Antonio, tú por favor devolver banana a mí;

banana ser pami pobremujer, ella enferma, no poder comer otra cosa.Yo robadoporquebanananecesita.

—Los bienes robados nunca son aprovechados —respondió filosóficamenteAntoniomientrasseguíamondandolabanana.

—¡Ay! ¡PobreNarina, pobreNarina! Si no poder comer, pasar hambre,muchahambre.

—Tenedpiedaddeesedesdichado—dijoeljovennegrodeAnjouan,quien,entrelaalegríadetodos,eraelúnicoquehabíapermanecidoserioymelancólico.

—Noestantonto—dijoAntonio.—Noteestoyhablandoati—respondióNazim.—¿Puesaquiénlehablas?—Yohabloconhombres.—Puesbien,yosítehablo—prosiguióAntonio—,ytedigo:cállate,Nazim.

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—DesatadaCambeba—insistióeljovennegroenuntonodesupremadignidadquehubierahonradoaunrey.

Tukal, que sostenía la cuerda, se volvió haciaAntonio, indeciso sobre si debíaobedecer.Perosinresponderasumudapregunta,elmalayorepitió:

—Tehedicho:cállate,Nazim,ynotehascallado.—Cuandounperroladraamilado,yonolecontestoysigomicamino.Túeres

unperro,Antonio.—Ten cuidado, Nazim —dijo Antonio sacudiendo la cabeza—. Cuando tu

hermano Laíza no está, tú no eres capaz de gran cosa. Estoy seguro de que norepetiríasloquehasdicho.

—Eresunperro,Antonio—repitióeljovenlevantándose.TodoslosnegrosqueestabanentreNazimyAntonioseapartaron,demaneraque

elhermosonegrodeAnjouanyelrepulsivomalayoseencontraronunofrentealotro,peroadiezpasosdedistancia.

—Eso lodicesde lejos,Nazim—dijoAntoniocon losdientesapretadospor lacólera.

—¡Ytelorepitodecerca!—exclamóél.Ydeunbrinco se situó adospasosdeAntonio.Luego, convozdespreciativa,

miradaaltivaylasaletasdelanarizabiertas,repitióporterceravez:—¡Eresunperro!Unblancosehabríalanzadosobresuenemigoylohabríaasfixiadosiensupoder

hubieraestado.Antonio,porelcontrario,diounpasoatrás,sedoblósobresuslargaspiernas,seenroscócomounreptil,sacóunanavajadelbolsillodesuchaquetaylaabrió.

Nazimviosumovimientoyadivinósu intención,perosindignarsehacerniungestodedefensa,depie,mudoeinmóvil,esperó,semejanteaundiosnubio.

Elmalayoleclavólamiradaduranteunosinstantesyluegoseincorporóconlaagilidadylaflexibilidaddeunaserpiente.

—¡Desdichado!—gritó—.¡Laízanoestáaquí!—¡Laízaestáaquí!—dijounavozgrave.Quien había pronunciado estas palabras lo había hecho con su tono de voz

habitual.Nohabíaañadidounsologesto,nilashabíaacompañadoconseñalalgunay,sinembargo,alsonidodeestavoz,Antonioseparóenseco,ysunavaja,quenoestabamásqueadospulgadasdelpechodeNazim,cayódesumano.

—¡Laíza!—exclamaron todos los negros volviéndose hacia el recién llegado yadoptandoalinstantelaactituddeobediencia.

Aquel hombre, que con sólo una palabra había causado una impresión tanpoderosaentodaaquellagenteyhastaenAntonio,eraunhombreenlaplenituddelavida, de estatura normal, pero con unos miembros robustos y musculosos queanunciabanunafuerzacolosal.Semanteníadepie,inmóvil,conlosbrazoscruzados,ydesusojosentrecerrados,comolosdeunleónquemedita,seescapabaunamirada

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brillante, tranquila e imperiosa. Viendo a todos aquellos hombres que, en unrespetuoso silencio, esperaban una palabra o un gesto de aquel otro hombre, sehubierapodidocreerquesetratabadeunahordaafricanaesperandoaquesurey,conunmovimientodecabeza,declarase laguerrao lapaz.Nose trataba,sinembargo,másquedeunesclavoentreotrostantosesclavos.

Traspermanecervariosminutosinmóvilcomounaestatua,LaízaalzólevementelamanoylatendióhaciaCambebaque,desdelaalturadondeestabacolgado,habíapresenciado,mudocomolosdemás,laescenaqueseacababadeproducir.AlpuntoTukalsoltólacuerda,yCambeba,congransatisfacción,seencontródenuevoenelsuelo.Suprimerapreocupaciónfueponerseabuscarsubanana,peroenlaconfusiónquelógicamentehabíaseguidoalaescenaqueacabamosderelatarlabananahabíadesaparecido.

Durante labúsqueda,Laízahabíasalido,perocaside inmediatovolvióaentrar,cargandosobresushombrosuncerdomarrónquedejócaerjuntoalfuego.

—Tened,hijos—dijo—,hepensadoenvosotros,cortadyrepartid.Estaacciónylasliberalespalabrasquelaacompañabantocarondoscuerdasenel

corazón de los negros, la gula y el entusiasmo, demasiado sensibles comopara noproducirelesperadoefecto.Todoscorrieronarodearelanimalyseextasiaronasumanera.

—¡Oh!¡Quécenatanbuenatendremosestanoche!—dijounmalabar.—Esnegrocomounmozambiqueño—dijounmalgache.—Estágordocomounmalgache—dijounmozambiqueño.Pero,comoes fácil imaginar, laadmiracióneraunsentimientodemasiado ideal

paraquenodejaraprontosulugaraalgomáspositivo.Enunabrirycerrardeojos,elanimalfuedespedazado;dejaronunaparteenreservaparaeldíasiguiente,ylaotralacortaronenfinaslonchasquepusieronsobrelasbrasasyenpedazosunpocomássólidosqueasarondelantedelfuego.

Despuéscadacualrecuperóellugardondeestabaalprincipio,peroconunacaramásalegre,puestodoelmundoestabaalaesperadeunabuenacena.SóloCambebaseguíadepie,tristeyaisladoenunrincón.

—¿Quéhacesahí,Cambeba?—preguntóLaíza.—Nohacernada,papáLaíza—respondióCambebacontristeza.Papáes,comotodoelmundosabe,untítulodehonorentrelosnegros,ytodoslos

negros de la plantación, desde elmás jovenhasta elmásviejo, daban este título aLaíza.

—¿Aún sientes dolor por haber estado colgado por la cintura? —preguntó elnegro.

—¡Oh,no,papá!Yonotanblando.—¿Entoncesestástriste?Esta vez Cambeba respondió agitando la cabeza arriba y abajo en signo de

afirmación.

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—¿Yporquéestástriste?—preguntóLaíza.—Antonio quitó mi banana, que yo robado pa mi mujer enferma, y ahora no

tengonadapadar.—Bueno,puesdaleuntrozodeestecerdosalvaje.—Ellanocomercarne,no,nocapaz,papáLaíza.—¡Eh!—dijoLaízaenvozalta—.¿Quiéntieneaquíunabananaparadarme?Unadocenadebananasaparecieroncomopormilagrodedebajodelascenizas.

LaízatomólamáshermosayseladioaCambeba,quiensemarchóconellasindarsiquiera las gracias. Luego, dirigiéndose haciaBonhomme, que era el dueño de labanana,dijo:

—Noperderásnada,Bonhomme,porque,acambiodelabanana,tequedarásconlapartedecarnedeAntonio.

—¿Yyo?—dijoAntoniocondescaro—,¿yoquétendré?—Tú—dijoLaíza—tequedarásconlabananaquelehasrobadoaCambeba.—Perohadesaparecido—replicóelmalayo.—Esonoesasuntomío.—¡Bravo!—dijeronlosnegros—.Losbienesrobadosnuncasonaprovechados.Elmalayose levantó,dirigióunamiradaaviesaa loshombresqueapenasunos

minutosanteshabíanaplaudidosuspersecucionesyqueahoraaplaudíansucastigo,ysaliódelcobertizo.

—Hermano—dijoNazim aLaíza—, ándate con cuidado, le conozcobien y tejugaráalgunamalapasada.

—Mejorquevayastúconcuidado,Nazim;amínoseatreveríaaatacarme.—Bueno,entonces,yocuidarédetiytúcuidarásdemí—dijoNazim—.Peroeso

noesloqueimportaahora.Yasabesquetenemosquehablardeotracosa.—Sí,peronoaquí.—Salgamos,pues.—Dentrodeunmomento:cuandotodosesténocupadoscenando,nadiesefijará

ennosotros.—Tienesrazón,hermano.Ylosdosnegrossepusieronacharlarenvozbajadecosasintrascendentes.Pero

en cuanto se terminó de asar la carne, aprovechando la preocupación que presidesiemprelaprimerapartedeunacomidaaderezadaconbuenapetito,salieronelunotraselotro,sinque,enefecto,talcomohabíaprevistoLaíza,elrestodelgruponotarasudesaparición.

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VIII

ELATUENDODELNEGROCIMARRÓN

Erancasilasdiez.Lanoche,sinluna,erahermosayestrelladacomosuelenserlolas noches tropicales en las postrimerías del verano. En el cielo se vislumbrabanalgunasdelasconstelacionesquenossontanfamiliaresdesdenuestrainfanciaconelnombredeOsaMenor,Orióny lasPléyades,peroenunaposición tandiferentedeaquélla en la que estamos habituados a verlas que un europeo no las habríareconocido fácilmente. En cambio, en medio de ellas, brillaba la Cruz del Sur,invisibleennuestrohemisferioboreal.El silenciode lanoche sólo seveía turbadoporelruidoquehacían,alroerlacortezadelosárboles,losnumerosostenrecsquepueblan lazonadel ríoNegro,porelcantode los jilguerosazulesy los fondi-jala,esas especies de currucas y ruiseñores de Madagascar, y por el sonido casiimperceptibledelahierbayasecaquesedoblababajolospiesdelosdoshermanos.

Losdosnegroscaminabanensilencio,mirandodevezencuandoasualrededorcon inquietud, deteniéndose para escuchar y reanudando luego lamarcha. Cuandohubieronllegadoaunlugarmásfrondoso,penetraronenunaespeciedebosquecillode bambúes y, llegados al centro, se detuvieron, escuchando y mirando de nuevoalrededor.Elresultadodeestaúltimainvestigaciónfue,sinduda,mástranquilizadorquelasanteriores,puesintercambiaronunamiradadeseguridadysesentaronalospies de un banano silvestre que desplegaba sus largas hojas, como un magníficoabanico,porentrelasdébileshojasdelosjuncosquelorodeaban.

—¿Ybien,hermano?—preguntóNazimconesesentimientodeimpacienciaqueLaízahabíamoderadoyaantes,cuandolehabíaqueridointerrogarenmediodelosdemásnegros.

—¿Temantienesentudeterminación,Nazim?—dijoLaíza.—Más que nunca, hermano. Aquí me moriría, ya lo sabes. Hasta ahora he

aceptadotrabajar,yo,Nazim,yo,hijodejefe,yo,tuhermano;peroestoycansadodeestavidamiserable:deboregresaraAnjouanomorir.

Laízaexhalóunsuspiro.—Anjouanestálejosdeaquí—dijo.—¿Quéimporta?—respondióNazim.—Estamosenlaestacióndelosvendavales.—Elvientonosimpulsarámásdeprisa.—Pero¿ysivuelcalabarca?—Nadaremos mientras tengamos fuerzas, y cuando no podamos nadar más,

miraremos por última vez al cielo donde nos espera el Gran Espíritu y nos

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ahogaremosunoenbrazosdelotro.—¡Quéterrible!—dijoLaíza.—Mejoresoquevivircomoesclavos—dijoNazim.—Asípues,¿quieresabandonarlaIsladeFrancia?—Loquiero.—¿Arriesgandolavida?—Arriesgandolavida.—HaydiezprobabilidadescontraunadequenolleguesaAnjouan.—Hayunaentrediezdequesí.—Estábien—dijoLaíza—,queseacomotúquieras,hermano.Detodasformas,

reflexionaunpocomás.—Hace dos años que reflexiono. Cuando el jefe de losmongallos me capturó

despuésdeuncombate, igualque tehabíancapturadoa ti cuatro añosantes,ymevendióauncapitánnegrero,igualquetehabíanvendidoati,enesemismoinstante,tomé mi decisión. Iba encadenado e intenté estrangularme con las cadenas; meclavaron en la bodega, y como quise romperme la cabeza contra la amurada delbarco, me pusieron paja debajo de la cabeza; quise, entonces, dejarme morir dehambre,ymeabrieronlabocay,nopudiendodarmedecomer,meforzaronabeber.

Comoteníanquevendermedeprisa,medesembarcaronaquí,medieronamitaddeprecio,yaúnresultabacaro,puesestabadecididoaprecipitarmedesdelaprimeramontañaalaquesubiese.Depronto,oítuvoz,hermano;depronto,sentímicorazóncontra tucorazón;depronto,sentí tus labioscontramis labios,ymesentí tanfelizquecreíquepodríavivir.Esohaduradounaño.Después,perdóname,hermano, tuamistadnohasidobastante.Herecordadonuestraisla,herecordadoamipadre,herecordadoaZirna.El trabajoquehacemosmeparecíapesadoalprincipio, luegosehizo humillante y luego imposible. Te dije entonces que quería huir, regresar aAnjouan,volveraveraZirna,volveraveramipadre,volveravernuestraisla;ytúfuistebuenocomosiempreymedijiste:«Túdescansa,Nazim,queeresdébil,yyo,quesoyfuerte,trabajaré».Yllevascuatrodíassaliendotodaslasnochesytrabajandomientrasyodescanso.¿Noesasí,Laíza?

—Sí, Nazim; pero escucha: valdría la pena esperar un poco —insistió Laízaalzandolafrente—.Hoysomosesclavos,perodentrodeunmes,tresmeses,unaño,¡quizáseamoslosamos!

—Sí—dijoNazim—,sí,conozcotusproyectos;sí,sécuálestuesperanza.—Entonces—continuóLaíza—,¿entiendes loqueseríaveraesosblancos, tan

orgullososytancrueles,humilladosysuplicantesasuvez?¿Entiendesloqueseríahacerlestrabajardocehorasaldía?¿Entiendesloqueseríagolpearlos,azotarlosconuna vara, romperles la espalda a bastonazos? Ellos son doce millones y nosotrosochentamil.Eldíaenquenoscontemos,ellosestaránperdidos.

—Tediréloquemehasdichoantes,Laíza:haydiezprobabilidadescontraunadequenoloconsigas…

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—Pero te contestaré lomismo que tú,Nazim: hay una entre diez de que sí loconsiga.Quedémonos…

—Nopuedo,Laíza,nopuedo.Hevistoelalmademimadreymehadichoqueregreseamipaís.

—¿Lahasvisto?—Sí,desdehacequincedías,todaslasnoches,unfondi-jalasvieneaposarsepor

encima de mi cabeza: es el mismo que cantaba en Anjouan sobre su tumba. Hacruzadoelmarconsusalitasyhavenido:hereconocidosucanto.Escúchalo,aquíestá.

Enefecto,eneseprecisoinstante,unruiseñordeMadagascarposadoenlaramamás alta del macizo de árboles al pie del cual estaban recostados Laíza y Nazimempezósumelodiosacanciónporencimadelosdoshermanos.Losdosescucharon,con la cabeza melancólicamente inclinada, hasta que el músico nocturno seinterrumpióyalzóelvueloendirecciónalapatriadelosdosesclavos,emitiendolasmismas melodías a cincuenta pasos de distancia. Luego, volando de nuevo en lamismadirección,repitióporúltimavezsucanto,ecolejanodelapatria,peroyaaesadistanciasólosepodíancaptarapenaslasnotasmáselevadas; luegovolvióavolar,peroestaveztanlejos,tanlejos,quelosdosexiliadosescucharonenvano,yanoseoíanada.

—HaregresadoaAnjouan—dijoNazim—,seguiráviniendoasíallamarmeyamostrarmeelcaminohastaqueyomismoregrese.

—Vete,pues—dijoLaíza.—¿Así?—preguntóNazim.—Todoestádispuesto.EnunodeloslugaresmásdesiertosdelríoNegro,frente

alcerro,escogíunodelosárbolesmásgrandesquepudeencontrar.Ensutroncotalléunacanoaydosremosconsusramas, loheserradoporencimaypordebajode lacanoa, pero lo he dejado en pie pormiedo a que se dieran cuenta de que su cimafaltaba entre las otras cimas; ahora ya sólo hay que empujarlo para que caiga,arrastrarlacanoahastaelríoydejarquelacorrientelollevey,puestoquetequieresir,Nazim,puesbien,estanocheteirás.

—Pero,hermano,¿acasonovienestúconmigo?—preguntóNazim.—No—dijoLaíza—,yomequedo.Nazimlanzóunprofundosuspiro.—¿Yqué es lo que te impide regresar conmigo al país de nuestros padres?—

preguntóNazimtrasunmomentodesilencio.—Loquemeimpideregresar,Nazim,yatelohedicho:desdehacemásdeunaño

tenemosdecididorebelarnos,ynuestrosamigosmeeligieronjefedelarevuelta.Nopuedotraicionarlosabandonándolos.

—Noesesoloqueteretiene,hermano—dijoNazimnegandoconlacabeza—,esotracosa.

—¿Yquéotracosacreestúquemeretiene,Nazim?—LarosadelríoNegro—respondióeljovenmirandofijamenteaLaíza.

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Ésteseestremeció.Luego,trasuninstantedesilencio,dijo:—Esverdad,laamo.—¡Pobrehermano!—continuóNazim—.¿Ycuálestuproyecto?—Notengoninguno.—¿Ytuesperanza?—Verlamañana,comolaviayer,comolahevistohoy.—Yella,¿sabequeexistes?—Lodudo.—¿Tehadirigidoalgunavezlapalabra?—Jamás.—¿Ylapatria?—Laheolvidado.—¿YNessalí?—Yanomeacuerdo.—¿Ynuestropadre?Laízadejócaer lacabezaentre susmanos.Luego,alcabodeunos instantes, le

contestó:—Escucha, todo loquepudierasdecirmeparahacermemarchar sería tan inútil

comotodoloqueyotehedichoparaquetequedes.Ellaloestodoparamí,¡familiaypatria!Necesitoverlaparavivir, tantocomonecesitoelairequeella respirapararespirar.Sigamos,pues,cadaunonuestrocamino.Nazim,regresaaAnjouan;yomequedoaquí.

—Pero ¿qué le diré a mi padre cuando me pregunte por qué Laíza no haregresado?

—LedirásqueLaízahamuerto—respondióelnegroconvozsofocada.—Nomecreerá—dijoNazimsacudiendolacabeza.—¿Yporqué?—Medirá:«Simihijoestuvieramuerto,yohabríavistoelalmademihijo;el

almadeLaízanohavisitadoasupadre:Laízanohamuerto».—Puesledirásqueamoaunamuchachablanca—dijoLaíza—ymemaldecirá.

Peroabandonarlaislamientrasellaestéaquí,¡jamás!—El Gran Espíritume inspirará, hermano—respondió Nazim levantándose—.

Condúcemehastalacanoa.—Espera—dijoLaíza.Yel negro avanzóhacia el troncovacíodeunmapú, extrajode él un trozode

vidrioyunacalabazallenadeaceitedecoco.—¿Quéeseso?—preguntóNazim.—Escucha,hermano—dijoLaíza—,esposiblequeconlaayudadelosremosy

unbuenvientoconsigasllegar,enochoodiezdías,aMadagascaroinclusoalaGranTierra.Peroesposibleque,mañanaopasadomañana,unvendavaltedevuelvaalacosta.Paraentoncestudesapariciónyaseráconocida,habrándadotudescripciónpor

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toda la isla y estarás obligado a hacerte cimarrón y huir de bosque en bosque, depeñascoenpeñasco.

—Hermano,mellamabanelciervodeAnjouan,igualqueatitellamabanelleón—dijoNazim.

—Sí,pero,aligualqueelciervo,puedescaerenunatrampa.Enesecasonodebesdejarqueteatrapen,tienesquedeslizarteentresusmanos.

Aquí tienesun trozodevidrioparacortarteelpelo,aquí tienesaceitedecocoparaengrasarteelcuerpo.Ven,hermano,voyapreparartuatuendodenegrocimarrón.

NazimyLaízallegaronaunclaroy,alaluzdelasestrellas,Laíza,conlaayudadelvidrio,comenzóacortarleelpeloasuhermanotanprestaydiestramentecomopodríahaberlohecho,conlamejornavaja,elbarberomáshábil.Unavezterminadaesta operación, Nazim se despojó de su camisa y su hermano le aplicó sobre loshombros una porción del aceite de coco que contenía la calabaza, y el joven se laextendióconlamanopor todas laspartesdesucuerpo.Untadoasíde lospiesa lacabeza, el bello negro deAnjouan parecía un atleta de la antigüedad preparándoseparaelcombate.

Pero era precisa una prueba para tranquilizar por completo a Laíza. ComoAlcidamas[7]deteníauncaballoporlaspatastraseras,yelcaballointentabaenvanoescapardesusmanos,asíLaíza,comoMilóndeCrotona[8],deteníauntoropor loscuernosyselocargabaaloshombrosoloderribabaasuspies.SiNazimescapabadeél, escaparía de todo elmundo.Laíza asió a su hermanopor el brazo y apretó losdedoscontodalafuerzadesusmúsculosdehierro.Nazim,porsuparte,hizofuerzaconsubrazo,ysubrazoseescurrióentrelosdedosdeLaízacomounaanguilaenlamanodeunpescador.Laízaagarróasuhermanoporel torsoy loapretócontrasupecho como Hércules había apretado a Anteo; Nazim apoyó sus manos en loshombros deLaíza y se deslizó entre sus brazos y su pecho como una serpiente sedeslizaentrelasgarrasdeunleón.Sóloentonceselnegroquedótranquilo;Nazimnopodíaseratrapadoporsorpresa,y,alacarrera,podríafatigarinclusoalanimalcuyonombrellevaba.

EntoncesLaízadioaNazimlacalabazallenaensustrescuartaspartesdeaceitedecoco,encareciéndolequelaguardaramáscelosamentequelasraícesdeyucaquedebíanapagarsuhambreyelaguaquedebíacalmarsused.Nazimatólacalabazaaunacorreayatólacorreaasucintura.Luegoamboshermanosinterrogaronalcieloy,viendo por la posición de las estrellas que debía de ser al menos medianoche,tomaron el camino del cerro del río Negro y desaparecieron en los bosques quecubrenlabasedelasTrois-Mamelles.Perodetrásdeellos,aveintepasosdelmacizodebambúesdondehabía tenidolugar todalaconversaciónqueacabamosderelatarentre los dos hermanos, un hombre que hasta entonces, por su inmovilidad, podríahabersidoconfundidoconuntroncodelosárbolesentrelosquesehabíaagazapado,se levantó lentamente, se deslizó como una sombra en la espesura, apareció un

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instanteenlalindedelaselvay,trasdirigiralosdoshermanosungestodeamenaza,selanzó,encuantohubierondesaparecido,endirecciónaPort-Louis.

EsehombreeraelmalayoAntonio,quehabíaprometidovengarsedeLaízaydeNazim,eibaacumplirsupalabra.

Y ahora, pormuy veloz que vaya con sus largas piernas, debemos, si nuestroslectoresnoslopermiten,llegarantesqueélalacapitaldelaIsladeFrancia.

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IX

LAROSADELRÍONEGRO

DespuésdepagaraMiko-Mikoelabanicochinocuyoprecio,paragranasombrosuyo,lehabíadichoGeorges,lamuchachaalaquevimosduranteuninstanteenelumbral de la puerta había entrado en casa seguida por su aya, mientras su negroayudabaalvendedoracargarconsumercancía.Felizconlaadquisicióndeldía,cuyodestino era ser olvidada al día siguiente, se había dirigido, con ese paso grácil ydespreocupadoquetantoencantodaalasmujerescriollas,atumbarsesobreunvastosofá, cuyo destino era,muy evidentemente, servir de cama tanto como de asiento.Dicho mueble estaba situado al fondo de un encantador saloncito abigarrado deporcelanasdeChinay jarronesde Japón; la tapiceríaquecubría lasparedesestabaconfeccionada con esa hermosa indiana que los habitantes de la Isla de Franciaobtienen de la costa deCoromandel y que llamanpatna. Como es de rigor en lospaísescálidos,lassillasylossilloneserandecaña;dosventanasqueseabríanfrenteporfrente,launadandoaunpatioplantadodeárbolesylaotrasobreunagranleñera,dejabanpasar,atravésdelasesterasdebambúquehacíanlasvecesdepersianas,labrisadelmaryelperfumedelasflores.

Apenassehabía recostado la jovensobreel sofácuandounacotorritaverdedecabeza gris, grande como un gorrión, salió volando de su percha y se posó en suhombro, donde se entretuvo picoteando el borde del abanico que su ama, con unmovimientomaquinal,seentretenía,porsuparte,enabrirycerrar.Decimosconunmovimientomaquinal,porqueeraevidentequeyanoeraensuabanico,porpreciosoquefuera,enloqueestabapensandolamuchacha.Enefecto,susojos,enaparienciafijosenunpuntode lahabitacióndondenadadestacable justificaba tantaatención,habíandejadodever,eraevidente,losobjetospresentesparaseguiralgúnsueñodesu pensamiento. Es más, sin duda ese sueño tenía para ella la apariencia de larealidad,puesdevezencuandounalevesonrisapasabaporsurostroysuslabiosseagitaban, respondiendo con un lenguaje mudo a algún mudo recuerdo. Estapreocupaciónestabademasiadolejosdelascostumbresdelajovenparaqueelayanola advirtiesede inmediato.Así, trasobservar en silencioduranteunos instantes loscambiosenelsemblantedesupupila,mamiHenriettepreguntó:

—¿Quétienes,miqueridaSara?—¿Yo?Nada—respondiólajovensobresaltándosecomounapersonaalaquese

despiertadegolpe—.Yaloves,estoyjugandoconlacotorrayelabanico,nadamás.—Sí,yaloveo,estásjugandoconlacotorrayelabanico;peroporciertoqueen

elmomentoenquetehesacadodetuensoñaciónnopensabasnienlaunanienel

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otro.—¡Oh,mamiHenriette!Tejuroque…—No tienes por costumbre mentir, Sara, y menos conmigo —interrumpió la

institutriz—.¿Porquéempezarhoy?Las mejillas de la muchacha se cubrieron de un vivo rubor. Luego, tras un

momentodevacilacióndijo:—Tienesrazón—ledijo—;pensabaenotracosa.—¿Enquépensabas?—Me preguntaba quién podía ser ese joven que ha pasado por aquí tan a

propósitoparasacarnosdelapuro.Nolohabíavistonuncaantesdehoy,ysindudahabrá llegado con el barco que ha traído al gobernador. ¿Qué hay demalo en quepienseenesejoven?

—Nada,niñamía,nohaynadademalo;perodecirmequepensabasenotracosaeraunamentira.

—He hechomal—dijo lamuchacha—, perdóname. Adelantó la cara hacia suaya,quien,porsuparte,seinclinóhaciaellaylabesóenlafrente.

Ambaspermanecieronuninstanteensilencio,perocomomamiHenriette,ensucondicióndeinglesasevera,noqueríaquelaimaginacióndesualumnasedetuvierademasiado tiempo en el recuerdo del joven, y como Sara, por su parte, sentía unciertoembarazoal estarcallada, lasdosvolvieronaabrir labocaalmismo tiempopara abordar otro temade conversación.Pero sus primeras palabras chocaronunascontra otras, y como cada una se paró para dejar hablar a la otra, el resultado delatropellamientodepalabrasfueotromomentodesilencio.EstavezfueSaraquienlorompió.

—¿Quéqueríasdecir,mamiHenriette?—preguntólamuchacha.—Perotú,Sara,estabasdiciendoalgo.¿Quédecías?—Decíaquemegustaríasabersinuestronuevogobernadoresunhombrejoven.—Y,deserasí,tealegrarías,¿noescierto?—Sinduda.Siesjoven,darácenas,fiestas,bailes,yasíanimaráunpoconuestro

desgraciado Port-Louis, que es tan triste. ¡Ay! ¡Bailes, sobre todo! ¡Si pudiera darbailes!

—¿Asíquetegustabailar,miniña?—¡Oh!¡Quesimegusta!—exclamólajoven.MamiHenriettesonrió.—¿Tambiénestámalquemegustebailar?—preguntóSara.—Estámal,Sara,quehagaslascosascomotúlashaces,conpasión.—¿Quéquieres,aya?—dijoSaraenesetonomimosollenodeencantoquesabía

adoptarenocasiones—.Soyasí:amouodio,ynoséocultarnimiamornimiodio.¿Nomehasdichomuchasvecesqueladisimulacióneraundefectomuyfeo?

—Sinduda;peroentredisimular tus sentimientosyabandonarte sin frenoa tusdeseos, diría que casi a tus instintos —respondió la grave inglesa, a quien los

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razonamientos espontáneos de su pupila embarazaban a veces casi tanto como lainquietaban los impulsosde sunaturalezaprimitiva enotrosmomentos—,hayunagrandiferencia.

—Sí,séquemelohasdichomuyamenudo,mamiHenriette.SéquelasmujeresdeEuropa,almenosésasalasquesellamamujerescommeil

faut, hanhalladoun admirablepuntomedio entre la franquezay el disimulo: es elsilenciode lavozy la inmovilidaddelrostro.Peroencuantoamí,queridaaya,nohayque ser demasiado exigente.Yono soyunamujer civilizada, soyunapequeñasalvajecriadaenmediodegrandesbosquesyalaorilladegrandesríos.Siloqueveomegusta,lodeseo,ysilodeseo,loquiero.Yademás,mehabéismimadounpoco,mamiHenriette,ytútantocomolosdemás;esomehahechocaprichosa.Cuandohepedido,casisiempresemehadado;ycuandoporcasualidadsemehanegadoalgo,lohetomadoyomisma,ymehandejadohacerlo.

—¿Ycómosearreglaráeso,cuando,contanbonitocarácter,seaustedlaesposadelseñoritoHenri?

—¡Oh!Henriesunbuenmuchacho.Yahemosconvenido—explicóSaraconlamayor inocencia—queledejaréhacer loquequiera,yqueyotambiénharé loquedesee. ¿No es cierto, Henri? —continuó volviéndose hacia la puerta, que en esemomentoseabríaparadarpasoalseñordeMalmédieyasuhijo.

—¿Quéhay,miqueridaSara?—preguntóeljovenacercándoseaellaybesándolelamano.

—¿Verdad que, cuando estemos casados, nome contrariarás nunca yme darássiempreaquelloquemecauseplacer?

—¡Maldición!—dijo el señordeMalmédie—. ¡Menudamujercitaqueyaponecondicionesporanticipado!

—¿Verdadque—continuóSara—simeapeteceiralbailemellevarássiempreytequedarásconmigohastaqueyoquiera,alcontrariodeesosmalosespososquesevandespuésde la séptimauoctavacontradanza?¿Verdadquepodrécantarcuandoquiera; que podré pescar cuando quiera; que si me gusta un bonito sombrero deFrancia, un precioso chal de la India o un hermoso caballo inglés o árabe,me loscomprarás?

—Sinduda—dijoHenri sonriendo—.Peroapropósitodecaballosárabes,hoyhemosvistodosmuyhermosos,ymealegrodequenoloshayasvisto,Sara,porque,comoprobablementenoestánenventa,siporazartehubierasencaprichadodeellos,noteloshabríapodidodar.

—Yotambién loshevisto—dijoSara—.¿Nopertenecenaunhombredeunosveinticinco o veintiséis años, un extranjeromoreno de lindos cabellos y hermososojos?

—¡Diablos, Sara!—dijoHenri—.Parece que te has fijadomás en el caballeroqueenloscaballos.

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—Es muy simple, Henri: el caballero se ha acercado a mí y me ha hablado,mientras que a los caballos los he visto a una cierta distancia ¡y ni siquiera hanrelinchado!

—¡Cómo! ¿Ese hombre te ha hablado, Sara? ¿Y con qué motivo? —inquirióHenri.

—Sí,¿conquémotivo?—preguntóelseñordeMalmédie.—En primer lugar—dijo Sara—, no he notado en él fatuidad alguna, ymami

Henriettequeestabaconmigotampocolahanotado.Respectoaconquémotivomehahablado,¡Diosmío!,nadamássencillo:volvíadelaiglesiacuando,enelumbralde casa, he visto que había un chino esperándome con sus dos cestos cargados deestuches,abanicos,monederosyunmontóndecosasmás.Lehepreguntadoelpreciodeesteabanico…¿Vesquébonitoes,Henri?

—¿Yquémás?—preguntóelseñordeMalmédie—.Todoesononosdicecómoesqueesehombretehahablado.

—Yavoyaeso,tío,yavoy—respondióSara—.Decíaqueleestabapreguntandoel precio, pero había un inconveniente para que me lo dijera: el buen hombre nohablabamásquechino.MamiHenrietteyyoestábamosmuyapuradas,preguntandoacuantosnosrodeabanparaverloslindosobjetosqueelvendedorhabíaexpuesto,sinohabríaentrelospresentesalguienquepudieraservirnosdeintérprete.Entonceseljoven se ha adelantado y, poniéndose a nuestra disposición, ha hablado con elvendedor en su lengua, y volviéndose hacia nosotras nos ha dicho: «Ochentapiastras».Noescaro,¿verdad,tío?

—¡Hum!—hizo el señor deMalmédie—. Es el precio que pagábamos por unnegroantesdequelosinglesesprohibiesenlatrata.

—¿Entonceseseseñorhablachino?—preguntóHenriconasombro.—Sí—respondióSara.—¡Vaya, padre!—exclamó Henri echándose a reír—. ¡Vaya! ¿Qué le parece?

¡Hablachino!—Bueno,¿quéhayderisibleenello?—preguntóSara.—¡Oh! Nada en absoluto —contestó Henri abandonando por completo a su

hilaridad—. ¡Qué talento tan encantador posee ese extranjero, y qué hombre tanafortunado!Puedecharlarconlascajasdetéylosbiombos.

—Esunhechoqueelchinoesunalenguapocoextendida—respondióelseñordeMalmédie.

—Seráunmandarín—dijoHenri,queseguíadivirtiéndoseaexpensasdeljovenextranjero,cuyaaltivamiradaselehabíaquedadoclavadaenelcorazón.

—Entodocaso—respondióSara—,seráunmandarínilustrado,puesdespuésdehablarenchinoconelvendedor,mehahabladoenfrancésamíyeninglésamamiHenriette.

—¡Diablos!¿Oseaqueesebuenmozohablatodaslaslenguas?—dijoelseñordeMalmédie—.Necesitaríaunhombreasíparamisnegocios.

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—Desgraciadamente,tío—dijoSara—,meparecequeesehombredebedehaberestadoalserviciodealguienqueleharádespreciaratodoslosdemás.

—¿Dequién?—DelreydeFrancia.¿Nohavistoqueenelojal llevalacintadelaLegiónde

Honor,juntoconotracintamás?—¡Oh!Hoyendíaesascintassedansinqueaquelquelasrecibehayatenidoque

sermilitar.—Aunasí,engeneral,esprecisoquelapersonaaquienseledaseaunhombre

distinguido—replicóSara,molestasinsaberporqué,ydefendiendoalextranjeroporese instinto, tan natural en los corazones simples, de defender a quienes se atacainjustamente.

—Bueno—dijoHenri—,¡habrásidocondecoradoporquesabechino!Nadamás.—Sea como fuere, pronto conoceremos todo eso —respondió el señor de

Malmédieenuntonoqueprobabaquenosedabacuentadelariñaquehabíaentrelosdosjóvenes—,pueshallegadoenelbarcodelgobernadory,comonadievienealaIsladeFranciapara irsealdíasiguiente,sindudatendremoselplacerde tenerloentrenosotrosdurantealgúntiempo.

Enesemomento,entróuncriadollevandounacartaconelsellodelgobernadorqueacababande traerdepartede lordMurrey.Erauna invitaciónparael señordeMalmédie,paraHenriyparaSaraalacomidaquetendríalugarellunessiguienteyalbailequedebíaseguiralacomida.

LasdudasdeSaraencuantoalgobernadorsehabíandespejado.Teníaqueserunhombremuyagradablesi suprimeraacciónera invitarlesaunacomidayunbaile.Así es que Sara lanzó un grito de alegría ante la idea de pasar toda una veladabailando.Ademásveníamuyapropósito,yaqueelúltimobarcollegadodeFrancialehabía traídounosdeliciososaderezosde telaconfloresartificialesque lehabíancausadosólo lamitaddelplacerque lehabríandebidocausar,puesal recibirlasnosabíacuándoselepresentaríalaocasióndelucirlos.

EncuantoaHenri,estanoticia,apesardeladignidadconquelarecibió,nolefueenrealidadindiferente.Seconsideraba,yconrazón,unodelosjóvenesmásapuestosdelacoloniay,pormuchoqueelmatrimonioconsuprimaestuvieseyaconvenido,pormuchoquefuerasuprometido,nodejaba,entretanto,decoquetearconlasdemásmujeres, lo cual le resultaba fácil, por otra parte, puesto que Sara, bien pordespreocupación, bien por costumbre, nunca había manifestado a este respecto lamenorseñaldecelos.

ElseñordeMalmédiepadre,porsuparte,quedóhenchidodeorgulloanteaquellainvitación,quereleyótresvecesyqueledabaunaideamáselevadaaúndesupropiaimportancia,puesapenasdoso treshorasdespuésde la llegadadelgobernador, seveíayainvitadoacomerconél,honorqueconcedía,contodaprobabilidad,sóloalosmásnotablesdelaisla.

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Por lo demás, aquello provocó un cambio en las disposiciones de la familiaMalmédie.Henrihabíaorganizadounagrancaceríadeciervosparaeldomingoyellunes siguientes en la regiónde laSabana, que en aquella época, comoestaba aúndesierta, teníaabundantecaza;ycomo lacaceríadebía tener lugar,enparte,en laspropiedadesdesupadre,habíainvitadoaunadocenadeamigossuyosareunirseeldomingoporlamañanaenunaencantadoracasadecampoqueposeíaaorillasdelríoNegro,unadelaszonasmáspintorescasdelaisla.Ahora,encambio,eraimposiblemantener los días indicados, puesto que uno de esos días era el designado por elgobernadorparasubaile.Sehacía,pues,urgenteadelantarlacaceríaenveinticuatrohoras,ynosóloparalosseñoresdeMalmédie,sinoparaunapartedesusinvitadosque, lógicamente, tambiéndebíandeestar invitadosa la recepciónde lordMurrey.Henriregresó,pues,asucasaparaescribirunadocenadecartas,queelnegroBijouse encargó de llevar a sus respectivas direcciones, anunciando a los cazadores lamodificaciónrealizadasobreelprimerproyecto.

El señordeMalmédie,porsuparte, sedespidiódeSaraconelpretextodeunacitadenegocios,peroen realidadse ibaparaanunciarasusvecinosquedentrodetresdíaspodríadecirlesfrancamentesuopiniónsobreelnuevogobernador,dadoqueellunessiguienteibaacomerconél.

EncuantoaSara,declaróqueenunacircunstanciataninesperadaytansolemneteníademasiadospreparativosquehacercomoparairseconlosseñoreselsábadoporlamañana,yqueselimitaríaareunirseconelloselsábadoporlanocheoeldomingoporlamañana.

El resto de la jornada y toda la del día siguiente transcurrieron como lo habíaprevistoSara,ocupadaconlospreparativosparatanimportantevelada,perograciasalaserenidadqueaportómamiHenrietteatodassusdisposiciones,eldomingoporlamañanalamuchachapudopartirtalcomolohabíaprometidoasutío.Loimportanteyaestabahecho,sehabíaprobadoelvestido,ylacosturera,mujerbregada,respondíaque el día siguiente por la mañana Sara se lo encontraría hecho. Si faltase algo,todavíaquedabaunapartedeldíaparalascorrecciones.Sarapartía,pues,conelmásalegredelosánimos;despuésdeladanza,queesloquemáslegustabaenelmundo,losegundoeraelcampo.Enefecto,elcampoleofrecíalalibertaddelaperezaoelcaprichodelmovimientoqueaquelcorazóndedeseostanextremosjamáshallabaenlaciudad;porello,enelcampo,Saranoreconocíaningunaautoridad,nisiquieralademamiHenriette,lapersonaque,afindecuentas,másinfluenciateníasobreella.Sisuestadodeánimolepedíapereza,escogíaunhermosoparaje,setendíasobreunamata de yambos o de pomelos y allí vivía de la vida de las flores, absorbiendo elrocío,elaireyelsolportodoslosporos,escuchandoelcantodelosjilguerosazulesy los fondi-jala, entreteniéndosemirando a losmonos saltar de una rama a otra ocolgarsedelacola,siguiendoconlamirada,ensusgraciososyrápidosmovimientos,a esos lindos lagartos verdes con motas y rayas rojas, tan comunes en la Isla deFranciaqueacadapasoquedabasalíantresocuatrohuyendo.Allísepasabahoras

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enteras,entrando,porasídecir,encomunicacióncontodalanaturaleza,escuchandosusmilruidosdiferentes,estudiandosusmilaspectos,comparandosusmilarmonías.Si su estado de ánimo, por el contrario, le pedía movimiento, dejaba de ser unajovencita; era una gacela, era un pájaro, era una mariposa. Saltaba arroyospersiguiendo libélulas de cabezas resplandecientes como rubíes; se asomaba a losprecipiciospara agarrarplantasde anchashojas, donde lasgotasde rocío tiemblancomoglóbulos demercurio; pasaba, cual ondina, bajo una cascada cuyapolvaredahúmeda la envolvía comouna gasa; y entonces, al contrario de las demásmujerescriollas, cuya tez mate difícilmente toma color, sus mejillas se cubrían de unencarnado tan vivo que los negros, acostumbrados a dar a cada cosa un nombredescriptivo con su lenguaje poético y florido, llamaban a Sara «la rosa del ríoNegro».

Así pues, como decíamos, Sara era muy feliz, pues tenía en perspectiva, paraaquelmismodíayparaelsiguiente,lasdoscosasquemáslegustabanenelmundo,asaber,elcampoyladanza.

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X

ELBAÑO

Enaquellaépoca, la islanoestaba todavía,comohoy,cortadaporcaminosquepermitenllegarencochealasdiferenteszonasdelacolonia,ylosúnicosmediosdetransporteeranloscaballosoelpalanquín.CadavezqueSarasedesplazabaalcampoconHenriyelseñordeMalmédie,elegíasindudarunmomentoiracaballo,pueslaequitación era uno de los ejercicios más familiares a la muchacha. Pero cuandoviajabaconlaúnicacompañíademamiHenriette,teníaquerenunciaraesemediodelocomoción,alcual lagraveinglesapreferíaconmuchoelpalanquín.Era,pues,ensendospalanquinesportadosporcuatronegrosseguidosdeunrelevodeotroscuatrocomoSaray su ayaviajaban la una junto a la otra, lo suficientemente cerca comopara poder charlar a través de las cortinas descorridas, mientras los porteadores,segurosde lapropina,cantabanavozengrito, revelandoasíacuantossecruzasenconelloslagenerosidaddesujovenama.

Por lodemás,mamiHenrietteySara formabanel contraste físicoymoralmásacentuado que fuera posible imaginar. El lector ya conoce a Sara, la caprichosajovencitadecabellosyojosnegros,manosypiesdeniña,cuerpográcilyondulantecomoeldeunasílfide;quenospermitaahoradecirlealgunaspalabrassobremamiHenriette.

Henriette Smith había nacido en la metrópoli: era hija de un profesor que,habiéndola destinado también a la educación, le había hecho aprender desde lainfancia italiano y francés, idiomas que, gracias a su estudio juvenil, le eran tanfamiliarescomosulenguamaterna.Laenseñanzaes,comotodoelmundosabe,unoficio en el que generalmente se amasa poca fortuna. Así pues, Jack Smith habíamuerto pobre, dejando a su hijaHenriette llena de talento, pero sin un céntimodedote, con lo cual la joven \miss alcanzó la edad de veinticinco años sin encontrarmarido.

Enaquella época,unaamiga suya, tanexcelentemúsicacomoella eraperfectafilóloga, propuso a la señorita Smith poner sus dos talentos en común y abrir unpensionadoamedias.

Laofertaeraaceptabley fueaceptada.Peroaunquecadaunade lasdos sociaspusoenlaeducacióndelasniñasquelesfueronconfiadastodalaatención,todoelcuidadoytodaladedicacióndelasqueerancapaces,elestablecimientonoprosperóysusdosdueñassevieronobligadasarompersuasociación.

Entretanto, el padre de una de la discípulas de \miss Henriette Smith, riconegociante deLondres, recibió del señor deMalmédie, con quien tenía tratos, una

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cartaenlaquelepedíaunayaparasusobrina,ofreciendoalainstitutrizunasmuyventajosas condicionesque compensaran el sacrificio de la expatriación.Esta cartafuecomunicadaa\missHenriette.Lapobremujercarecíaporcompletoderecursosynosesentíamuyunidaaunpaísdondenoteníamásperspectivaquelademorirdehambre. Consideró la oferta que le hacían como una bendición del cielo, y seembarcóenelprimerbarcoquezarpabaparalaIsladeFrancia,recomendadaalseñordeMalmédiecomopersonadistinguidaydignade lasmayoresconsideraciones.ElseñordeMalmédie la recibió como semerecíay la encargóde la educaciónde susobrinaSara,queporentoncescontabanueveañosdeedad.Laprimerapreguntade\missHenriettealseñordeMalmédiefuecuálera laeducaciónquedeseabaquesusobrinarecibiera.ElseñordeMalmédierespondióqueesonoeraenabsolutoasuntodeél;quehabíatraídoaunainstitutrizparadesembarazarsedeesapreocupación,yque era ella, a quien le habían recomendado comopersonamuy culta, quiendebíaenseñaraSaracuantosabía.Añadiósolamente,amododeposdata,quelaniñaestabadestinada,paratodalaeternidadysinrestricción,aconvertirseenesposadesuprimoHenri, y que por tanto era importante que no tomase afecto por nadie más. Estadecisióndel señordeMalmédie con respecto a launiónde suhijoy su sobrina sedebía no sólo al cariño que sentía por los dos, sino también a que Sara, huérfanadesde los tres años, habíaheredadocercadeunmillón, sumaquedeberíadoblarsedurantelatuteladelseñordeMalmédie.

Al principio, Sara tuvo mucho miedo de aquella institutriz que le traían deultramar, y a primera vista, el aspecto de \miss Henriette, conviene decirlo, no latranquilizódemasiado.Enefecto,setratabaentoncesdeunamujerdetreintaatreintaydosaños,aquienelejerciciodelpensionadohabíadadoeseaspectosecoyestirado,patrimoniohabitualdelasinstitutrices.Sumiradafría,sutezpálida,suslabiosfinosteníanalgoautomáticoquesorprendía,ysuscabellos,deunrubiountantoardiente,aduras penas calentaban el glacial conjunto. Vestida, encorsetada, peinada desde lamañana,Saranolahabíavistodescuidadaniunasolavez,ydurantemuchotiempocreyóqueporlanoche,\missHenriette,enlugardeacostarseenunacamacomoelresto de los mortales, se metía en un armario, como sus muñecas, y salía por lamañana tal como había entrado la noche antes. De todo ello resultó que, en losprimerostiempos,Saraobedecióbastantepuntualmenteasuayayaprendióunpocodeingléseitaliano.Encuantoalamúsica,Saracantabacomounruiseñorytocabademodocasinaturalelpianoy laguitarra, aunqueel instrumentoquepreferíaporencimadelosdemáseraelarpamalgache,delaqueextraíasonidosquemaravillabanalosvirtuososindígenasmáscélebresdelaisla.

Sin embargo, todos estos progresos se hacían sin queSara perdiera nada de suindividualidadysinquesunaturalezaprimitivasemodificaseenmodoalguno.Porsuparte,\missHenrietteseguíasiendotalcomoDiosylaeducaciónlahabíanhecho;demodoqueestosdoscaracterestandiferentesvivieronjuntossincederennadaeluno al otro. No obstante, como las dos estaban dotadas de excelentes cualidades,

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aunquesemanifestasenenmodosmuydiferentes,mamiHenrietteterminóporsentirunprofundoafectoporsupupila,ySara,porsuparte,sehizogranamigadesuaya.La señal de este afectomutuo fue que la institutriz empezó a llamar a Sara «hijamía»,ySara,aquienladenominacióndemissoseñoritaleparecíamuyfríaparaelsentimientoqueexperimentabahaciasuinstitutriz,inventóparaellaelapelativomáscariñosode«mamiHenriette».

PeroerasobretodoenlorelacionadoconlosejerciciosdelcuerpodondemamiHenriettehabíaconservadosuantipáticareserva.Enefecto,sueducación,totalmenteescolástica, no había desarrollado más que sus facultades morales, dejando a susfacultadesfísicastodasutorpezanativa:poreso,apesardelamuchainsistenciadeSara, mami Henriette no había querido nunca montar a caballo, ni siquiera sobreberloque, apacible percherón javanés que pertenecía al jardinero. Los caminosestrechos ledaban talvértigoqueamenudohabíapreferidodarun rodeodeunaodos leguas antesquepasar junto aunprecipicio.En fin, no se aventurabanunca asubir a una barca sin que se le encogiera el corazón, y una vez sentada en lasusodichabarca, cuandoésta seponíaenmovimiento, lapobre institutriz fingíanopadecerelmareo,queporciertonolahabíaabandonadoniuninstantedurantetodala travesía de Portsmouth a Port-Louis, es decir, durantemás de cuatromeses.Detodo ello resultaba que la vida demamiHenriette transcurría, con respecto aSara,entreeternasaprensiones,ycuandolaveía,atrevidacomounaamazona,montarloscaballosdesuprimo,cuandolaveía,ligeracomounagacela,saltarderocaenroca,cuando la veía, grácil como una ondina, deslizarse por la superficie del agua odesaparecer momentáneamente en sus profundidades, su pobre corazón, casimaternal,seencogíadepavor,yparecíaunadeesasdesdichadasgallinasalasquesedana empollarhuevosde cisne,yque al ver a suprogenitura adoptiva lanzarse alagua se quedan en la orilla, no entendiendo nada de tamaña osadía y cloqueandotristementeparallamaralostemerariosqueseexponenatantopeligro.

Por todo ello, mami Henriette, aunque en esemomento estaba viajando en unpalanquínmuycómodoymuyseguro,sepreocupabaporanticipadodemilangustiasque,siguiendosucostumbre,Saranoibaadejardeprocurarle,mientrasquelajovenexultabaantelaideadeaquellosdosdíasdefelicidad.

Hayquedecir tambiénque lamañanaeramagnífica.Eraunadeesashermosasmañanasdeprincipiosdeotoño,pueselmesdemayo,primaveraparanosotros,esotoñoenlaIsladeFrancia,dondelanaturaleza,dispuestaacubrirseconunvelodelluvia, rinde susmás dulces adioses al sol.Amedida que avanzaban, el paisaje sevolvía más agreste. Cruzaban, por puentes cuya fragilidad hacía temblar a mamiHenriette, los dos cursos del río del Rempart y las cascadas del río del Tamarin.CuandollegóalpiedelamontañadelasTrois-Mamelles,Sarapreguntóporsutíoysuprimo,ysupoqueenesemomentoestabanconsusamigosentreelgranlagoylallanuradeSaint-Pierre.AlfincruzaronelriachuelodelBoucaut,rodearonelcerrodelaGrande-Rivière-NoireysehallaronfrentealaresidenciadelseñordeMalmédie.

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Saraempezóvisitandoaloshabitantesdelacasa,alosquenohabíavistodesdehacíaquincedías.Luegofueasaludarasupajarera,uninmensoenrejadodealambreque recubría todounbosquecilloyen la cual estabanencerrados juntos tórtolasdeGuida, jilguerosazulesygrises, fondi-jalaypapamoscas.Deallípasóasus flores,casi todas originarias de la metrópoli: eran nardos, claveles de China, anémonas,ranúnculosyrosasdelaIndia,entrelascualesseelevaba,comoreinadelostrópicos,la bella inmortal delCabo.Todo eso estaba encerrado entre setos deamancayos yrosasdeChinaque,comonuestrasrosasdecuatroestaciones, florecen todoelaño.ÉsteeraelreinodeSara;elrestodelaislaerasuconquista.

Mientras Sara permanecía en los jardines de la casa, todo iba bien paramamiHenriette,queencontrabaallícaminosdearena,frescassombrasyunaireplagadodeperfumes. Pero se comprende que ese momento de tranquilidad duraba poco. EltiempodedecirunapalabraamistosaalaviejamulataquehabíaestadoalserviciodeSara y que pasaba su retiro en el ríoNegro; el tiempode dar un beso a su tórtolafavorita;eltiempodecortardosotresfloresyponérselasenelpelo,yseacabó.Elpaseo terminabayahíempezaban lasangustiasde lapobre institutriz.Alprincipio,mamiHenriettehabíaqueridooponersealapequeñaindependienteeimponerleunosplaceres menos vagabundos, pero había reconocido que era imposible. Sara se lehabíaescapadodelasmanosysehabíalanzadoasuscorreríassinella;demodoque,como su inquietud por su pupila era aúnmayor que sus temores personales, habíaterminado por aceptar acompañar a Sara.Cierto es que se contentaba casi siempreconsentarseenunpuntoelevado,desdedondepudieraseguirconlavistaalachicaensusascensionesodescensos.Peroalmenosleparecíaquelareteníaconelgestoyla sostenía con la mirada. Esta vez, como siempre, mami Henriette, al ver a Saradispuesta a partir, se resignó comode costumbre, tomóun libro para leermientrasellacorríaysedispusoaacompañarla.

Pero en esta ocasión Sara había proyectado algo distinto a un paseo: se habíaprometidounbaño;unbañoenaquellabahíatanapacibledelríoNegro,tanquieta,tantranquila;enunaaguatantransparentequeaveintepiesdeprofundidadsevenlasmadréporasquecrecenenlaarenaytodalafamiliadecrustáceosquepaseaentresusramas. Sólo que, como de costumbre, se había guardadomucho de decirle nada amamiHenriette;únicamentehabíaprevenidoalaviejamulata,lacualdebíaesperaraSaraconsutrajedebañoenunlugarconvenido.

Elayaylamuchachadescendieron,pues,siguiendoelbordedelríoNegro,quepocoapocoseensanchabayencuyoextremoseveíaresplandecerlabahíacomounvastoespejo.Encadaorillaseelevabaunaaltapareddeselva,cuyosárboles,comolargascolumnas,sedisparabanhacia loaltocomounsurtidorbuscandoun lugaralaireyalsolentreaquellainmensacúpuladehojas, tanespesaquesóloporescasosintersticios dejaba ver el cielo. Las raíces, semejantes a innumerables serpientes,comonopodíanatravesarlasrocasquecaíanincesantementedeloaltodelcerro,lasenvolvían con sus sinuosidades.Amedida que el cauce del río se ensanchaba, los

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árbolesdeambasorillasseinclinaban,aprovechandoelespaciodejadoporelagua,yformaban una bóveda semejante a una gigantesca tienda. El conjunto era umbrío,solitario,tranquilo,mudo,llenodemelancólicapoesíaymisteriosareserva;elúnicoruidoqueseoíaeraelcantoroncodelacotorradecabezagris;losúnicosseresvivosqueseveían,tanalolejoscomolavistapodíaalcanzar,eranalgunosdeesosmonosrojizos llamadosaigrettes, que son la plaga de las plantaciones, pero que son tannumerososenlaislaquetodaslastentativashechasparaeliminarloshanfracasado.Sólodevezencuando,asustadoporel ruidodeSaraysuaya,unmartínpescadorverde,decuelloyvientreblancos,echabaavolar,lanzandoungritoagudoyquejoso,deentrelosmanglesquehundíansusramasenelrío,atravesabalacorriente,rápidocomounaflecha,brillantecomounaesmeralda,eibaahundirseydesaparecerentrelosmangles de la otra orilla.Esta vegetación tropical, esta soledadprofunda, estasarmonías salvajes que tan bien armonizaban juntas, rocas, árboles y río, era lanaturalezatalcomoSaralaamaba;eraelpaisajetalcomoloentendíasuimaginaciónprimitiva;eraelhorizontetalcomonopodíanreproducirlonilapluma,niellápiz,nielpincel,sinocomoloreflejabasualma.

MamiHenriettenoerainsensible,debemosdecirlo,atanmagníficoespectáculo,pero,comoyasabemos,suseternos temores le impedíangozardeélporcompleto.Habiendollegadoalacumbredeunpequeñomontículo,desdedondesedivisabaunagranextensióndeterreno,sesentó,ytrasinvitaraSara,aunqueconpocasesperanzasde éxito, a sentarse junto a ella, miró a la ágil muchacha alejarse dando brincos.LuegosacódesubolsilloeldécimooduodécimovolumendeClarisseHarlowe,sunovelafavorita,yempezóareleerlaporvigésimavez.

Sarasiguióbordeandolabahía,yprontodesapareciódetrásdeunaenormematadebambúes:allíeradondelaesperabalamulataconsutrajedebaño.

Lamuchachaavanzóhasta laorilladel río, saltóde rocaen rocacomosi fueraunapastorcillacontemplándoseenelagua,ydespués,trasasegurarseconeltemerosopudor de una ninfa antigua de que todo estaba desierto a su alrededor, comenzó adejarcaer,unastrasotras,todassusprendas,paraponerseunatúnicadelanablancaque,ceñidaenelcuelloyenelbusto,lellegabapordebajodelasrodillasyledejababrazosypiernasdesnudosy, por consiguiente, libresdemovimiento.Así, depieyvestidacon su trajedebaño, la jovenparecíaDianacazadoradispuesta a tomar subaño.

Saraavanzóhacialapuntadeunarocaquedominabalabahía,enunlugardondehabía gran profundidad. Osada y confiando en su agilidad y fuerza, segura de susuperioridadsobreunelementoenelqueenciertomodohabíanacido,comoVenus,selanzó,desaparecióenelaguayreapareciónadandoavariospasosdellugarenelquesehabíaprecipitado.

De pronto, mami Henriette oyó que la llamaban. Levantó la cabeza y miróalrededor.Luego,orientadosporunasegundallamada,susojossedirigieronhacialabellanadadora,yenmediodelabahía,vioasuondinadeslizándoseporlasuperficie

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delagua.ElprimermovimientodelapobreinstitutrizfueeldellamaraSara,perocomosabíaquenovalíalapena,selimitóadirigirasupupilaungestodereprochee,incorporándose,seacercóalbordedelríotantocomoselopermitíaloescarpadodelarocaenqueestabasentada.

Enesemomento,porotraparte, suatenciónquedómomentáneamentedistraídaporlasseñalesquelehacíaSara,quiennadandoconunasolamano,extendiólaotrahacia las profundidades de la selva para indicarle que algo nuevo ocurría bajo esasombríabóvedavegetal.MamiHenrietteescuchó,yoyólosladridoslejanosdeunajauría.Alcabodeuninstante,leparecióquelosladridosseibanacercando,ySara,connuevasseñales,leconfirmósuopinión.Enefecto,elruidosehacíacadavezmásdistinto y pronto oyeron el pisoteo de una carrera rápida en medio de aquel altooquedal.Alfinal,derepente,adoscientospasosporencimadellugarenqueestabasentadamamiHenriette,vieronunhermosociervo,conlasastascurvadashaciaatrás,salirdelaselva,lanzarsedeunbrincoporencimadelríoydesapareceralotrolado.

Al cabo de un instante, aparecieron a su vez los perros, cruzaron el río por elmismolugarqueelciervoydesaparecieroninternándoseenlaselvatrassurastro.

Sara había asistido a este espectáculo con la alegría de una auténtica cazadora.Así,cuandociervoyperroshubierondesaparecido,lanzóungritodeauténticoplacer,peroaestegritodeplacerrespondióotrodeterrortanprofundoytandesgarradorquemamiHenriettesegiróasustada.Laviejamulata,cualestatuadelTerror,depieenlaorilla, extendía el brazo hacia un enorme tiburón que, con el reflujo de la marea,habíafranqueadolabarra,yque,asesentapasosdeSara,nadabaarasdeaguahaciaella.Elayanotuvosiquierafuerzasparachillar:cayóderodillas.

Algritodelamulata,Sarasehabíadadolavueltayhabíavistoelpeligroquelaamenazaba.Entonces,conunaadmirablepresenciadeánimo,sedirigióhacialapartemáspróximadelaorilla.Peroestapartemáspróximaestabaaunoscuarentapasosalmenos, y por mucha agilidad y fuerza con que nadase, era probable que fuesealcanzadaporelmonstruoantesdequetuvieratiempodellegaratierra.

En aquel momento, se oyó un segundo grito, y un negro, con un largo puñalsujeto entre los dientes, apareció entre losmangles que poblaban la orilla y de unsalto se halló en un tercio de la anchura de la bahía. Luego, empezó a nadar deinmediatoconunafuerzasobrehumanayseadelantóparacortarelpasoaltiburón,elcualduranteestetiempo,comosihubieraestadosegurodesupresa,sinacelerarlosmovimientosdesucola,avanzabaconasombrosarapidezhacialamuchacha,quienacadabrazadapodíaver,girandolacabeza,cómoseacercabanjuntos,ycasia igualvelocidad,suenemigoysudefensor.

HubounmomentodeesperaterribleparalaviejamulatayparamamiHenriette,quienes,situadasenunpuntomáselevado,podíanverelprogresodetanespantosacarrera.Ambas, jadeantes, con los brazos colgando, boquiabiertas, sinmedios parasocorrer a Sara, lanzaban gritos entrecortados a cada alternativa de temor o deesperanza.Peroprontoganóelmiedo,pues,apesardelosesfuerzosdelnadador,el

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tiburón le llevabaventaja.ElnegroestabaaúnaveintepasosdelmonstruocuandoéstenoestabamásqueaunasbrazadasdeSara.Deuncoletazoseaproximóaúnmása ella.Lamuchacha, pálida como lamuerte, podíaoír a diezpiesdetrásde ella laoscilación del agua. Lanzó una últimamirada hacia la orilla a la que ya no teníatiempodellegar.Entoncescomprendióqueerainútillucharmástiempoporunavidasentenciada.Alzólamiradaalcielo,juntólasmanosfueradelaguaeimploróaDios,que era el único que podía socorrerla. En esemomento, el tiburón se volvió parahacerseconsupresay,enlugardesudorsoverdoso,sevioaparecerenlasuperficiedelaguasuvientreplateado.MamiHenriettesellevólamanoalosojosparanoverlo que iba a suceder, pero en ese instante supremo la doble detonación de unaescopetadedoscañonesresonóaladerechadelaya:dosbalas,sucediéndoseconlarapidezdelrayo,hicieronpordosvecessaltarelagua,yunavozpausadaysonora,con el acentode la satisfaccióndel cazador contentode símismo,pronunció estaspalabras:

—Buenapuntería.MamiHenriettesevolvióy,dominandotodaaquellaespantosaescena,vioaun

hombrejovenquemientrassosteníasuescopetaconunamanoysesujetabaconlaotra a una rama de canelo miraba, suspendido en el extremo de la roca, lasconvulsionesdeltiburón.

Enefecto,doblementeherido,elanimalhabíagiradosobresímismocomoparabuscar al enemigo invisible que le acababa de atacar. Entonces, vio al negro queestaba sólo a tres o cuatro brazadas de distancia y abandonó a Sara para lanzarsecontraél,peroalverloacercarse,elhombresehundióbajoelaguaydesapareció.Eltiburónsesumergióasuvez.Prontoelaguaseagitóconloscoletazosdelmonstruo,lasuperficiedelaguasetiñódesangre,ysehizoevidentequeenlasprofundidadesteníalugarunaduralucha.

Entretanto,mamiHenriettehabíabajadoomásbiensehabíadeslizadodesdesurocayhabíallegadoalaorillaparatenderlamanoaSara,que,sinfuerzasysincreeraúnquehubieraescapadoenverdadaunpeligrosemejante,nobientocótierra,cayóderodillas.EncuantoamamiHenriette,apenasvioasupupilaasalvo,lasfuerzaslefallarontambiénycayócasidesmayada.

Cuandolasdosmujeresvolvieronensí,loprimeroquelesllamólaatenciónfueLaíza, depie, cubiertode sangre, con el brazoy elmuslodesgarrados,mientras elcadáverdeltiburónflotabaenlasuperficiedelmar.

Después, lasdosalmismo tiempoyconunmovimientoespontáneo llevaron lamiradahacialarocasobrelaquehabíaaparecidoelángelliberador.Larocaestabasolitaria: el ángel liberador había desaparecido, perono tandeprisa comoparaqueambasnopudieranreconocerenélaljovenextranjerodePort-Louis.

Sara se volvió entonces hacia el negro que acababa de darle una prueba tangrande de abnegación. Pero, tras un instante de muda contemplación, el negro se

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habíavueltoainternarenlaselva.Sarabuscóenvanoalrededor:comoelextranjero,elnegrotambiénhabíadesaparecido.

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XI

ELPRECIODEUNNEGRO

Alinstantemismoaparecierondoshombresquedesdeunlugarríoarribahabíanvistounapartedelaescenaqueacababadeproducirse:eranelseñordeMalmédieyHenri.

Lajovensediocuentaentoncesdequeibamediodesnuday,ruborizadaantelaideadeservistaasí,llamóalaviejamulata,sepusounalbornozyapoyándoseenelbrazo demamiHenriette, que todavía jadeaba de pánico, avanzó hacia su tío y suprimo.

Habían acudido siguiendo la pista del animal hasta la orilla del río, justo en elmomentoenqueresonabaladobledetonacióndelaescopetadeGeorges.Suprimerpensamientohabíasidoqueunodesuscompañeroshabíadisparadoalciervo,asíquehabíanmiradohaciadondeprocedíael ruidoy,comohemosdicho,habíanvistodelejosyvagamenteunapartedeloqueacabamosderelatar.

DetrásdelosseñoresdeMalmédieveníaelrestodecazadores.SaraymamiHenrietteseconvirtierondeinmediatoenelcentrodeatención.Les

preguntaronquéhabíasucedido,peromamiHenrietteestabaaúndemasiadoturbadayemocionadapararesponder,asíquefueSaraquiencontóloocurrido.

Nopuedecompararseelhabersidotestigodeunaescenatanhorrorosacomolaqueacabamosdeintentarreproducir,haberseguidotodoslosdetallesconlamiradaaterrorizada,aescucharelrelato,aunqueseaenbocadequienhaestadoapuntodeserlavíctima,aunqueseaenelmismoescenarioenquehaocurrido.

No obstante, como el humo de los disparos de la escopeta apenas se habíadisipado,comoelcadáverdelmonstruoaúnestabaallí, flotandoyestremeciéndoseporlasconvulsionesdelaagonía,lanarracióndeSaraprodujoungranefecto.Todoslamentaron cortésmente no haberse encontrado en el lugar del desconocido o delnegro.Todosaseguraronqueellos tambiénhabrían tenido lamismapunteríaqueeluno o que habrían nadado con tanta energía como el otro. Pero a todas estasdeclaracionesdedestrezayabnegación,unavozsecretarespondíainteriormenteenelcorazóndeSara:«Sóloellosdospodíanhaberhecholoquehanhecho».

En ese momento supieron por los ladridos de los perros que el ciervo estabaacorralado.Todoelmundosabequeparaloscazadoresestodounespectáculoasistiralacosodeunanimalquehanperseguidotodaunamañana.Saraestabaasalvo,Saranoteníanadamásquetemer.Era,pues,inútilseguirlamentándoseporunaccidenteque,despuésdetodo,nohabíatenidoningunaconsecuenciadesagradableyperderuntiempoquepodían estar gastandomejor enotro lugar.Doso tres cazadores de los

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más alejados de la joven se eclipsaron, marchándose en la dirección de la queprocedíaelruido;cuatroocincomáslossiguieron.Henrihizonotarqueseríamuydescortésnoacompañarasusinvitadosalosquedebíacumplimentarhastaelfinal.Al cabodediezminutosyanoquedaba juntoaSaraymamiHenriettemásqueelseñordeMalmédie.

Los tres regresaron a la casa, donde un suculento almuerzo esperaba a loscazadores,quenotardaronenllegarconHenrialacabeza.Enungestodegalanteríatraíaasuprimaelpiedelciervoqueélmismohabíacortado,paraofrecérselocomotrofeo.Saraleagradeciótanamableatención,yHenrilafelicitóporhaberrecuperadosushermososcoloresde talmodoque,alverla,parecíaqueno lehubieraocurridonadaextraordinario.LosdemáscazadoresseunieronaHenriyasintieronacoro.

Lacomidafuedelomásalegre.MamiHenriettepidiópermisoparaausentarse;lapobremujer había pasado tantomiedo que se sentía con fiebre. En cuanto a Sara,parecía,porsuaspectoalmenos,talcomohabíadichoHenri,muytranquila,ehizoloshonoresdelacomidaconlagraciaqueleerahabitual.

Alospostressehicieronvariosbrindis,entreloscuales,justoesdecirlo,algunoshicieronalusiónalacontecimientodelamañana;peroenesosbrindisnosemencionóni al negro desconocido ni al cazador forastero, todo el honor del milagro fueconcedido a la Providencia, que quería que el señor de Malmédie y Henriconservaranunasobrinayunaprometidatantiernamentequerida.

Y mientras que en el momento de los brindis ninguno de los presentes dijopalabrasobreLaízaoGeorges,cuyosnombres,porotraparte,noconocíanadie,todoelmundohabló,encambio, largoy tendidodesusproezaspersonales,ySara,conunaencantadoraironía,repartióacadaunolaracióndeelogiosquelecorrespondíaporsudestrezayvalor.

Cuandoseestaban levantandode lamesa, entróel capataz.VeníaaanunciaralseñordeMalmédiequeunnegroquehabíaintentadoescaparhabíasidoatrapadoyacababa de ser devuelto al campamento.Como era una de esas cosas que sucedentodoslosdías,elseñordeMalmédieselimitóacontestar:

—Estábien,queleapliquenelcastigoderigor.—¿Quéocurre,tío?—preguntóSara.—Nada,hijamía—contestóelseñordeMalmédie.Yreanudaronlaconversacióninterrumpida.Diezminutosdespués anunciaronque los caballos estabandispuestos.Como la

recepciónyelbailede lordMurreyeranaldíasiguiente,y todoelmundodeseabadisponerdeldíaenteroparaprepararseparaelacontecimiento,habíanconvenidoqueregresaríanaPort-Louisinmediatamentedespuésdecomer.

SaraentróeneldormitoriodemamiHenriette:lapobreaya,sinestarrealmenteenferma,estabaaúntannerviosaquelajovenexigióquepermanecieseenríoNegro.Sara,ciertoes,ganabaalgoalprolongarlelaestanciaalaya:enlugarderegresarenpalanquín,loharíaacaballo.

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Cuandolosjinetesiniciaronlamarcha,Saravioatresocuatronegrosocupadosendespedazareltiburón.Lamulataleshabíaindicadodóndeencontraríanelcuerpodelanimal,yelloshabíanidoabuscarloparahaceraceiteconél.

EnlascercaníasdelasTrois-Mamelles,losjinetesvieronalolejosungrupodenegros.Trasllegarallugardondeéstossehallaban,advirtieronquesetratabadeungrupo que estaba esperando una ejecución, siendo la costumbre, en ocasionessemejantes, reunir a todos los negros de la plantación y obligarlos a presenciar elcastigodelcompañeroquehabíacometidounafalta.

Elculpableeraunmuchachodediecisieteañosque,atadoaungarrotejuntoalaescaleraenlaqueibanatenderle,esperabalahorafijadaparasucastigo:estahora,antelasúplicainsistentedeotronegro,habíasidoretrasadahastaelmomentoenquepasaranloscazadores,pueselnegroquehabíasolicitadoestagraciahabíadichoqueteníaunarevelaciónimportantequehacerlealseñordeMalmédie.

En efecto, cuando el señor deMalmédie llegaba frente al condenado, unnegroqueestabasentadojuntoaésteocupadoencurarleunaheridaquehabíarecibidoenlacabezaselevantóyseacercóalcamino.Elcapatazlecortóelpaso.

—¿Quéocurre?—preguntóelseñordeMalmédie.—Señor—empezó el capataz—, es el negroNazimque va a recibir los ciento

cincuentalatigazosaquehasidocondenado.—¿Yporquéhasidocondenadoarecibircientocincuentalatigazos?—preguntó

Sara.—Porquesefugó—respondióelcapataz.—¡Ah!—dijoHenri—.¿Ésteeselquenoshabíandichoquehabíaescapado?—Éstees.—¿Ycómolohacapturado?—¡Oh,Diosmío!Muyfácil:esperéaqueestuviesetanlejosdelaorillaqueno

pudiesevolverni remandonianado,yentoncesmesubíaunabuenachalupaconochoremerosparaperseguirlo.Aldoblarelcabodelsudoeste, lovimosaunasdosleguasmar adentro. Como él no teníamás que dos brazos y nosotros dieciséis, ycomo él no tenía más que una pobre canoa y nosotros una excelente piragua, loalcanzamosenseguida.Entoncesselanzóalaguaeintentóvolveralaislanadandoysumergiéndose como una marsopa, pero al final él se cansó primero, y como elasuntoyasealargabademasiado, lequitéelremoaunremeroyenelmomentoenquesalíaalasuperficiedelagualepropinéungolpeenlacabezatanfuertequecreíqueesavezsesumergíaparasiempre.Sinembargo,alcabodeunmomento,lovimosreaparecer, pero estaba desmayado. Hasta llegar al cerro Brabant no recuperó elsentido,yesoestodo.

—Perotalvezestedesdichadoestégravementeherido—dijoSarapreocupada.—¡Oh,Diosmío!No,señorita—contestóelcapataz—,essólounrasguño.Estos

negrosdeldemoniosonmuyblandos.

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—Yentonces,¿porquéhantardadotantoenadministrarleelcastigoquebiensemerece?—dijo el señor deMalmédie—. Siguiendo la orden que he dado, eso yadeberíahabersehecho.

—Ysehabríahecho,señor—respondióelcapataz—,sisuhermano,queesunodenuestrosmejorestrabajadores,nohubieraaseguradoqueteníaalgoimportantequedecirleaustedantesdequeseejecutaralaorden.Comoustedteníaquepasarcercadelcampamento,yseríaunretrasodesólouncuartodehora,hedecididoesperar.

—Yhahechoustedmuybien,capataz—dijoSara—.¿Dóndeestá?—¿Quién?—Elhermanodeesedesdichado.—Sí.¿Dóndeestá?—preguntóelseñordeMalmédie.—Aquíestoy—dijoLaízaadelantándose.Sara lanzó un grito de sorpresa: acababa de reconocer en el hermano del

condenadoalhombrequetangenerosamentesehabíasacrificadoporlamañanaparasalvarle la vida. Sin embargo, cosa extraña, el negro no había posado siquiera sumiradaenella,parecíanoconocerla.Enlugardeimplorarsuintervencióncomo,porsupuesto, tenía derecho a hacer, el negro seguía caminando hacia el señor deMalmédie.Noobstante,eraimposibleequivocarse,lasheridasqueensubrazoysumuslohabíandejadolosdientesdeltiburónaúnestabanabiertasysangraban.

—¿Quéquieres?—dijoelseñordeMalmédie.—Pedirle una gracia—respondióLaíza en voz baja para que su hermano, que

estabaaveintepasosdeél,custodiadoporlosotrosnegros,nolooyera.—¿Cuál?—Nazimesdébil,esunniño.Tieneunaheridaenlacabezayhaperdidomucha

sangre.Puedequenoseabastantefuertepararesistirelcastigoquesemerece,puedemorir bajo el látigo, y ustedperderá entonces a unnegroque, cuandomenos, valeunasdoscientaspiastras…

—Bueno,¿adóndequieresiraparar?—Quieroproponerleuncambio.—¿Cuál?—Ordenequemedenamí loscientocincuenta latigazosque semereceél.Yo

soy fuerte, los soportaré, y eso no me impedirá que mañana trabaje como decostumbre.Él,encambio,selorepito,esunniñoypuedemorir.

—Esonopuedeser—contestóelseñordeMalmédie,mientrasSara,conlosojosfijosenaquelhombre,lomirabaconlamásprofundaextrañeza.

—¿Yporquénopuedeser?—Porqueseríaunainjusticia.—Seequivocausted,porque¡yosoyelverdaderoculpable!—¡Tú!—Sí,yo—dijoLaíza—.YoconvencíaNazimparaquehuyera,yotallélacanoa

queélhautilizado,yoleafeitélacabezaconuncristaldebotella,yolediaceitede

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cocoparauntarseelcuerpo.YaveustedquesoyyoquiendebesercastigadoynoNazim.

—Te equivocas —respondió Henri interviniendo en la discusión—. Los dosdebéissercastigados,élporhuir,ytúporayudarleahacerlo.

—Entonces,quemedenamílostrescientoslatigazos,yyaestá.—Capataz—dijoel señordeMalmédie—,ordenequedenacadaunodeestos

bribonescientocincuentalatigazos,ynosehablemás.—Unmomento,tío—dijoSara—.Solicitoelperdónparaestosdoshombres.—¿Yporqué?—preguntóasombradoelseñordeMalmédie.—Porque este hombre es el que esta mañana se ha lanzado al agua tan

valientementeparasalvarme.—¡Mehareconocido!—exclamóLaíza.—Porque, en lugar de un castigo, lo que semerece es una recompensa—dijo

Sara.—Entonces—dijoLaíza—,sicreequemerezcounarecompensa,concédamela

graciaparaNazim.—¡Diablos! ¡Diablos!—exclamóel señordeMalmédie—. ¡Noexageres!¿Eres

túquiénhasalvadoamisobrina?—Nohesidoyo—respondióelnegro—.Sineljovencazador,laseñoritaestaba

perdida.—Peroélhahecholoquehapodidoparasalvarme,tío,haluchadoconeltiburón

—insistiólamuchacha—.¡Mire!Miresusheridas,todavíasangran.—He luchado con el tiburón, pero en defensa propia —continuó Laíza—. El

tiburónveníacontramíyhetenidoquematarloparasalvarmeyo.—Ybien,tío,¿menegaráelperdón?—preguntóSara.—Sí, sin duda—respondió el señor deMalmédie—; porque si en una ocasión

como ésta diera un ejemplo de perdón, esos morenitos se me escaparían todos,esperandoquehubierasiempreunalindaboquitacomola tuyaqueintercedieraporellos.

—Perotío…—Pregúntales a todos estos señores si tal cosa es posible —dijo el señor de

Malmédie dirigiéndose en tono de confianza a los jóvenes que acompañaban a suhijo.

—Es cierto —respondieron éstos—, concederle el perdón sería un desastrosoejemplo.

—Yaloves,Sara.—Perounhombrequehaarriesgadosuvidapormí—dijoella—nopuedeser

castigado elmismo día en que hamostrado así su valor; pues si usted le debe uncastigo,yoledebounarecompensa.

—Muy bien, que cada cual salde su deuda: cuando yo le haya castigado, tú lerecompensarás.

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—Pero,tío,alfinyalcabo¿quéleimportalafaltaqueestosdesdichadoshayancometido?¿Quémallehanhechosinohanpodidollevaracabosuproyecto?

—¿Quémalmehanhecho?Puesmehanquitadounapartedesuvalor.Unnegroque ha intentado escaparse pierde el cien por cien de su precio. Así, estos dosmocetones ayer valían ochocientas piastras, éste quinientas y el otro trescientaspiastras.Puesbien,sihoypidieseseiscientasporellos,nomelasdarían.

—Esciertoqueahorayonodaríaseiscientaspiastrasporellos—dijounodeloscazadoresqueacompañabanaHenri.

—Puesbien,señor,yoserémásgenerosoqueusted—dijounavozcuyoacentohizoestremeceraSara—,yoofrezcomilpiastras.

LamuchachasevolvióyreconocióalextranjerodePort-Louis,elángelliberadordelaroca.

Estabadepie,vestidoconunelegantetrajedecazadoryapoyadoensuescopetadedoscañones.Lohabíaoídotodo.

—¡Ah! ¡Es usted, señor! —dijo el señor de Malmédie mientras que unsentimiento del que Henri no podía darse cuenta le hacía ruborizarse—. Paraempezar, reciba todomi agradecimiento, ya quemi sobriname dice que le debe austedlavida.Sihubierasabidodóndeencontrarle,habríaidoaverledeinmediato,noparaintentardevolverleelfavor,puesesoesimposible,sinoparaexpresarletodamigratitud.

Elextranjeroseinclinósincontestar,conunairededesdeñosamodestiaquenopasóinadvertidoaSara.Porelloseapresuróaañadir:

—Mi tío tiene razón, señor, tales favoresno sepagan;pero esté segurodequemientrasyovivarecordaréqueesaustedaquienledebolavida.

—Dos cargas de pólvora y dos balas de plomo no valen tanto agradecimiento,señorita.MeconsideraréafortunadosilagratituddelseñordeMalmédiellegahastacederme,porelprecioqueleheofrecido,aestosdosnegrosquemesonnecesarios.

—Henri —dijo a media voz el señor de Malmédie—, ¿no es cierto que nosdijeronanteayerqueseacercabaalaislaunbarconegrero?

—Sí,padre—contestóHenri.—Bien—continuó el señor deMalmédie, hablando ahora para sus adentros—.

Bien,yahallaremoselmododereemplazarlos.—Esperosurespuesta,señor—dijoelextranjero.—Por supuesto, señor, es un placer. Estos negros son suyos, puede llevárselos.

Peroyoensulugar,¿sabe?,paraevitarqueesténtresocuatrodíassintrabajar, lesadministraríahoymismoelcastigoquesemerecen.

—Esoesasuntomío—dijoeldesconocidosonriendo—.Lasmilpiastrasestaránensucasaestanoche.

—Disculpe, señor—dijoHenri—, se equivoca: la intención demi padre no esvenderle estos dos hombres, sino dárselos. La existencia de estos dos miserablesnegros no puede parangonarse con una vida tan preciosa como la de mi hermosa

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prima, pero permítame que le regale, al menos, algo que nosotros tenemos y queustedparecedesear.

—Pero,señor—dijoelextranjeroalzandolacabezaconaltivez,mientraselseñordeMalmédiedirigíaasuhijounamuecabiensignificativa—,ésenoesnuestrotrato.

—Entonces—dijoSara—,permítamequelocambieuntanto,yporelamordeaquéllaaquienhasalvadolavidaacepteaestosdosnegrosqueleregalamos.

—Seloagradezco,señorita—dijoelextranjero—.Seríaridículopormipartequesiguierainsistiendo.Acepto,pues,perosoyyoquienahoraquedaendeudaconusted.

Yelextranjero,comoseñaldequenoqueríaretenermástiempoatanhonorablecompañíaenunacarretera,seinclinóydiounpasoatrás.

Loshombresintercambiaronunsaludo,peroSarayGeorgesintercambiaronunamirada.

ElgrupoacaballosepusoenmarchayGeorges lossiguióalgúntiempoconlamiradayconelceñofruncidoqueleerahabitualcuandounpensamientoamargolepreocupaba.LuegosevolvióhacialosnegrosyseacercóaNazim.

—Que desaten a este hombre —dijo al capataz—. Él y su hermano mepertenecen.

Elcapataz,quehabíaoídolaconversacióndelextranjeroyelseñordeMalmédie,no puso ninguna objeción y obedeció. Nazim fue desatado y entregado, junto conLaíza,asunuevoamo.

—Ahora,amigos—dijoelextranjerodirigiéndosea losnegrosysacandodesubolsillounabolsallenadeoro—,comoherecibidounregalodevuestroamo,esjustoque,pormiparte,oshagaunpequeñoobsequio.Tomadestabolsa,yrepartidentrevosotrosloquecontiene.

Yentrególabolsaalnegroquesehallabamáscercadeél,luegosevolvióhaciasusdosesclavos,que,depietrasél,esperabansusórdenes,ylesdijo:

—Encuantoavosotrosdos,hacedloquequeráis,idadondequeráis,soislibres.LaízayNazimdejaronescaparsendosgritosdealegría,mezcladaconduda,pues

no podían creer en tanta generosidad por parte de un hombre al que no habíanprestadoningúnservicio;peroGeorgesrepitiólasmismaspalabras,yentoncesLaízay Nazim cayeron de hinojos y besaron con un ímpetu de gratitud imposible dedescribirlamanodelhombrequeacababadeliberarlos.

Comoempezabaahacersetarde,Georgessepusodenuevoelgransombrerodepaja que hasta entonces había sostenido en la mano y cargándose la escopeta alhombroreemprendióelcaminohaciaMoka.

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XII

ELBAILE

El día siguiente, como ya hemos dicho, debían celebrarse en el palacio delGobiernolacomidayelbailequeteníanatodoPort-Louisrevolucionado.

Quiennohayavividonuncaenlascolonias,yenespecialenlaIsladeFrancia,notieneideadellujoquereinaaveintegradosdelatitudmeridional.Enefecto,ademásdelasmaravillasparisinasquecruzanlosmaresparairaembelleceralasgraciosascriollas de Mauricio, éstas pueden también escoger, de primera mano, entre losdiamantes de Visapur, las perlas de Ofir, los cachemires de Siam y las hermosasmuselinas de Calcuta. Ni un solo navío procedente del mundo de Las mil y unanochessedetieneenlaIsladeFranciasindejarenellaunapartedelostesorosquetransportahaciaEuropa;yhastaparaunhombrehabituadoalaeleganciaparisinaoalaprofusión inglesa,eldeslumbranteconjuntoqueofreceuna fiestamundanaen laIsladeFranciaresultaalgoextraordinario.Portodoello,elsalóndelGobierno,quelordMurrey,partidariodelmayorconfortposibleysiempreatentoalastendenciasdelamoda,habíarenovadoporcompletoentresdías,presentabahacialascuatrodelatarde el aspecto de un apartamento de la rue duMont-Blanc o deRegent’s Street.Todalaaristocracialocalestabaallí,hombresymujeres:loshombresconelatuendosencillo que han impuesto nuestras modas modernas; las mujeres cubiertas dediamantes,rutilantesdeperlas,engalanadasparaelbaile,nopudiendodistinguirsedenuestrasmujereseuropeasmásqueporesasuaveydeliciosamorbidezza,patrimonioexclusivodelasmujerescriollas.Acadanuevonombrequeseanunciaba,unasonrisageneral acogía a la persona anunciada, y es que en Port-Louis, como puedeimaginarse, todo el mundo se conoce, y la única curiosidad que acompaña a unamujerqueentraenunsalónesladesaberquénuevovestidohacomprado,dedóndevieneesevestido,dequételaestáhechoyquéaderezosloadornan.

Ahorabien,eransobretodolasmujeresinglesasquienesexcitabanlacuriosidadde lasmujerescriollas,puesenesaeterna luchadecoqueteríaque tienePort-Louiscomo escenario la gran preocupación de las autóctonas es vencer en lujo a lasforasteras.Elmurmulloqueseoíaacadanuevaentradayelcuchicheoqueleseguíaera, en general, más ruidoso y más prolongado cuando el anuncio oficial delmayordomoteníaporobjetoalgúnnombrebritánico,cuyarudaresonanciachocabatantocon losnombresdelpaíscomocontrastaban,con lasmorenasvírgenesde lostrópicos,lasrubiasypálidashijasdelnorte.

A cada nueva persona que entraba, lord Murrey salía a su encuentro con esaaristocrática cortesía que caracteriza a los ingleses de la alta sociedad: si era una

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mujer, le ofrecía el brazo para conducirla hasta su lugar y por el camino siempreencontraba algún cumplido que hacerle; si era un hombre, le tendía la mano y ledirigía alguna frase ingeniosa; de talmodo que todo elmundo reconocía al nuevogobernadorcomounhombreencantador.

Los señores y la señorita de Malmédie fueron anunciados. Era un anuncioesperadocontantaimpacienciacomocuriosidad,noprecisamenteporqueelseñordeMalmédiefuera,comoera,unodelosmásricosymásnotableshabitantesdelaIsladeFrancia,sinomásbienporqueSaraeraunadelaspersonasmásricasyelegantesdelaisla.AsíesquetodossiguieronconlamiradaelmovimientoquelordMurreyhizoparairarecibirla;erasobretodoelvestidoquellevaríaloquemáspreocupabaalasmásbellasinvitadas.

Encontradelacostumbredelasmujerescriollasyencontradeloesperadoportodos,elatuendodeSaraeradelomássencillo:setratabadeunencantadorvestidodemuselinadelasIndias,transparenteyligeracomoesagasaqueJuvenalllamaairetejido, sinun solobordado, sinuna solaperla, sinun solodiamante, adornadaconuna rama de espino rosa. Una corona del mismo arbusto ceñía la cabeza de lamuchacha y un ramillete de las mismas flores temblaba en su cintura. Ningúnbrazalete hacía relucir el tono dorado de su piel. Solamente sus cabellos, finos,sedosos y negros, caían en largos bucles por sus hombros, y en la mano sosteníaaquelabanico,maravilladelaindustriachina,quehabíacompradoaMiko-Miko.

Comohemosdichoantes,todoelmundoseconoceenlaIsladeFrancia,demodoque, una vez llegados los señores y la señorita de Malmédie, se vio que ya noquedabanadiemásporentrar,puestoquetodoslosque,porrangoyfortuna,teníanlacostumbre de encontrarse juntos ya estaban allí reunidos. Así, las miradas sedesviaron de la puerta, por la que ya no debía entrar nadie, pero al cabo de diezminutos de espera, cuando empezaban a preguntarse qué es lo que podía estaraguardandolordMurrey,lapuertaseabriódenuevoyelcriadoanuncióenvozalta:

—ElseñorGeorgesMunier.Unrayocaídoenmediode lasgentesqueacabamosdereunirante losojosdel

lectornohabríacausadomayorefectodelqueoriginóestesimpleanuncio.Aloírestenombre,todossevolvieronhacialapuertapreguntándosequiénseríalapersonaqueibaaentrar,puestoque,aunqueelnombreerabienconocidoenlaIsladeFrancia,elhombrequelollevabaestabalejosdesdehacíatantotiempoquecasihabíanolvidadosuexistencia.

Georgesentró.El jovenmulato iba vestido con sencillez, pero almismo tiempo con un gusto

exquisito. Su casaca negra, admirablemente entallada, de cuyo ojal colgaba unacadena con las dos pequeñas cruces con las que había sido condecorado, resaltabatoda la elegancia de su figura. Su pantalón, medio ceñido, indicaba las formaselegantesyesbeltascaracterísticasdeloshombresdecolor,ycontralacostumbredeéstos no llevaba más joyas que una fina cadena de oro igual a la del ojal, cuyo

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extremo iba a perderse en el bolsillo de su chaleco de piqué blanco.Además, unacorbata negra, anudada con ese estudiado descuido que sólo da la práctica en elseguimientodelamoda,ysobrelacualsedoblabauncuellodecamisaredondeado,enmarcabasuhermosorostro,enelqueelbigoteyelpelonegrorealzabanlapalidezmatedesupiel.

LordMurreylorecibióconmuchasmásatencionesdelasquehabíatenidoparaconnadie.Asiéndoledelamano,lopresentóalastresocuatrodamasyaloscincooseisoficialesinglesesquesehallabanenelsalón,comouncompañerodeviajeconcuyacompañíahabíadisfrutadodurantetodalatravesía.Luegosedirigióalrestodelosreunidosydijo:

—Señores,noesnecesarioquelespresenteaGeorgesMunier.Escompatriotadeustedes,yelregresodeunhombretandistinguidocomoéldeberíasercasimotivodeunafiestanacional.

Georgesseinclinóenseñaldeagradecimiento.Sinembargo,apesardelrespetodebidoporlospresentesalgobernador,apesardehallarseensucasa,apenasunaodos voces tuvieron fuerzas para balbucear unas palabras de respuesta a lapresentaciónquelordMurreyacababadehacer.Éstenosediocuentadeello,oacasofingió no hacerlo, y como el criado anunció que la comida estaba servida, tomó aSara del brazo y pasaron todos al comedor. Con el carácter de Georges, que yaconocemos bien, es fácil adivinar que no se había hecho esperar sin intención. Apuntocomoestabadeentrarenlizacontraelprejuicioquehabíadecididocombatir,habíaquerido,deentrada,veralenemigofrenteafrente.Habíaquedadosatisfecho;el anuncio de su nombre y su entrada habían producido todo el efecto que podíaesperar.Perolapersonamásemocionadadetodaaquellahonorableasambleaera,sindiscusión,Sara.Sabiendoqueel jovencazadordel ríoNegrohabía llegadoaPort-Louiscon lordMurrey,habíaesperadoverle,y talvezeraporel recién llegadodeEuropaporelquehabíapuestoensuatavíolaelegantesencilleztanvaloradaentrenosotros,queamenudoessustituidaenlascolonias,debemosconfesarlo,porunlujoexagerado. Por eso, al entrar, con la vista había buscado por todas partes al jovendesconocido. Una mirada le había bastado para saber que no estaba allí. Habíaimaginado entonces que vendríamás tarde, y que como sin duda sería anunciado,descubriríaasí,sinhacerpreguntas,cómosellamabayquiénera.

LasprevisionesdeSarasehabíancumplido.Comohemosvisto,apenassehabíasituado en el círculo de las mujeres y apenas se habían mezclado los señores deMalmédieconelgrupodehombres,cuandoanunciaronalseñorGeorgesMunier.

Aloírestenombretanconocidoenlaisla,peroquenoerahabitualpronunciarenunacircunstanciasemejante,Sarasehabíaestremecidocomoanteunpresentimientoy se había girado llena de ansiedad. En efecto, había visto aparecer al jovenextranjerodePort-Louis,consupasofirme,sufrentetranquila,sumiradaaltiva,suslabiosdesdeñososy,digámosloya,enéstasuterceraaparición,lehabíaparecidoaúnmásguapoymáspoéticoqueenlasdosprimeras.

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Entonces había seguido no sólo con los ojos, sino también con el corazón, lapresentación que lordMurrey había hecho deGeorges a los presentes. Se le habíaencogidoelcorazóncuandolarepulsióninspiradaporlaaparicióndeljovenmulatose había traducido en silencio, y casi velados por las lágrimas sus ojos habíanrespondidoalamiradarápidaypenetrantequeGeorgeslehabíalanzado.

Luego lordMurrey lehabíaofrecidoelbrazoynohabíavistomás,yesquealencontrarseconlamiradadeGeorgeshabíasentidocómoseruborizabaypalidecíacasialmismotiempo,yconvencidadequetodoslosojosestabanclavadosenella,sehabía apresurado a huirmomentáneamente de la curiosidad general. En ese punto,Sara se equivocaba, nadie había pensado en ella, pues todo el mundo, excepto elseñordeMalmédieysuhijo,ignorabalosdosacontecimientosquehabíanpuestoencontacto anteriormente al jovencon la chica, ynadiepodíapensarque tuvieraquehaberalgoencomúnentrelaseñoritaSaradeMalmédieyelseñorGeorgesMunier.

Una vez en lamesa, Sara se atrevió a pasear lamirada a su alrededor. Estabasentada a la derecha del gobernador, quien tenía a su izquierda a la mujer delcomandantemilitardelaisla.Frenteaellaestabaesteúltimo,colocadoasuvezentredosmujerespertenecientesa lasfamiliasmásdistinguidasde la isla.Aderechayaizquierdade estas dosdamas, los señores deMalmédie, padre e hijo, y los demás.Georges,bienporazar,bienporunaamableprevisióndelordMurrey,estabasentadoentredosinglesas.

Sara dio un respiro: sabía que el prejuicio que perseguía a Georges no teníainfluencia en las mentes de los extranjeros, y que para que un habitante de lametrópolillegaraacompartirloeraprecisoquellevaramuchotiempoenlascolonias.AsíqueviocómoGeorgescumplíaconsupapeldecomensalgalanteconlamayordesenvoltura,entrelassonrisasquesecruzabanlasdoscompatriotasdelordMurrey,encantadas de haber encontrado a alguien que hablara su lengua como si hubieranacidoenInglaterra.

Alvolverlamiradahaciaelcentrodelamesa,SarasediocuentadequelosojosdeHenriestabanfijosenella.Comprendióperfectamenteloquepodíaestarpasandopor lamente de su prometido y con unmovimiento independiente de su voluntad,bajólosojosruborizándose.

Lord Murrey era un gran señor, en toda la extensión del término, que sabíainterpretar admirablemente ese papel de anfitrión que tan difícil resulta aprendercuandonosehacepor instintoy,porasídecir,pornacimiento.Porello, cuando latensión y la incomodidad que pesan normalmente sobre el primer servicio de unarecepción de gala se disiparon, empezó a dirigir la palabra a sus invitados,hablándoles a cadaunode la especialidadquepodíaproporcionarles las respuestasmásfáciles,recordandoalosoficialesinglesesalgunagranbatallaoaloshombresdenegociosalgunaaltaespeculación.Devezencuando,enmediodetodoello,lanzabaunafraseaGeorgesquedemostrabaqueaéllepodíahablardecualquiercosa,yquesedirigíaaunageneralidadintelectualynoaunaespecialidadcomercialoguerrera.

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Así transcurrió la comida.Aunque con unamodestia total,Georges, con su rápidainteligencia, había respondido a cada frase, a cada pregunta del gobernador, de talmodo que probó a los oficiales que había estado en la guerra como ellos; y a losnegociantes, que no era ajeno a los grandes intereses comerciales que hacen delmundo entero una sola familia unida por el lazo del interés. En medio de estaconversaciónfragmentada,habíansurgidoconluzpropialosnombresdecuantosenFrancia,InglaterraoEspañaocupabanunaposiciónelevada,bienenlapolítica,bienenlaaristocracia,bienenlasartes,acompañandocadaunodeellosconunadeesasobservacionesqueindican,deunsolotrazo,quequienhablalohaceconunperfectoconocimiento del carácter, el genio o la posición de los hombres que acaba denombrar.

Aunqueestosretazosdeconversaciónpasaron,sisenospermitedecirloasí,porencimadelacabezadelosinvitadosmásvulgares,habíaentreellosalgunoshombresbastantedistinguidosquecaptaron lasuperioridadcon laqueGeorgeshabía tocadotodoslostemas.Porello,aunqueelsentimientoderechazoquehabíanmanifestadohaciaeljovenmulatosiguiesesiendoelmismo,elasombrohabíacrecidoy,conél,en el corazónde algunoshabían entrado los celos.Henri enparticular, preocupadoporlaideadequeSarasehabíafijadoenGeorgesmásdeloque,ensuposicióndeprometidayensudignidaddemujerblanca,hubieradebidohacer,sentíaqueenelfondode sucorazón seagitabaun sentimientodeamarguraquenopodíadominar.Además, el nombre de Munier había hecho que sus recuerdos de infancia sedespertaran:habíarecordadoeldíaenque,alquererarrancarlabanderadelasmanosdeGeorges,suhermanoJacqueslehabíadadounviolentopuñetazoenlacara.Lasantiguasfechoríasdelosdoshermanosrugíansordamenteensupecho,ylaideadequeSarahubiesesidosalvadaeldíaanteriorporaquelmismohombre,en lugardeborrarelmurmulloacusadordelpasado,nohacíasinoaumentarsuodiocontraél.Encambio, el señor deMalmédie padre, había estado toda la comida sumido, con sucompañerodemesa,enunaprofundadisertaciónsobreunanuevamaneraderefinarazúcar que debía dar al producto de sus tierras un terciomás de valor del que yatenía.Asípues, salvoel asombro inicialdedescubrir enGeorgesal salvadorde susobrina,yeldehallarloencasadelordMurrey,nohabíavueltoaprestarleatención.

Pero, como ya hemos dicho, no sucedía lomismo conHenri, que no se habíaperdidoniunapalabradelasinterpelacionesdelordMurreynidelasrespuestasdeGeorges.Encadaunadeestasrespuestas,habíareconocidounsentidocomúnyunainteligencia superiores. Había estudiado la mirada firme, intérprete de la voluntadabsolutadeGeorges,yhabíacomprendidoqueesehombrequesepresentabaantesumiradayanoera,comoeneldíadesumarcha,unniñooprimido,sinounpoderosoantagonistaqueveníaadesafiarsusgolpes.

SiGeorges,devueltaenlaIsladeFrancia,hubieseregresadohumildementealacondición que a los ojos de los blancos la naturaleza le había dado y se hubieseperdido así en la oscuridad de sus orígenes, Henri no se habría fijado en él o, de

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hacerlo,nolehabríaguardadoningúnrencorporlosagraviosquecatorceañosanteslehabía infligido.Peronoeraasí; elorgulloso jovenhabía regresadopor lapuertagrandey,prestándoleunfavor,sehabíamezcladoen lavidadesufamilia.Veníaasentarsea lamismamesaqueél, comosi fuera su igual en rangoy su superior eninteligencia:eramásdeloquepodíasoportar.Ensufuerointerno,Henriledeclarólaguerra.

Porello,trasabandonarlamesa,cuandoacababandepasaraljardín,seacercóaSara,quienjuntoconotrasseñorassehabíasentadobajouncenadorparaleloaotroen el que los hombres estaban tomando café. Sara se sobresaltó, pues sintióinstintivamentequeloquesuprimoibaadecirleestaríarelacionadoconGeorges.

—Ybien, linda prima—dijo el joven apoyándose en el respaldo de la silla debambúqueservíadeasientoalamuchacha—,¿quétehaparecidolacomida?

—Supongo que no es por el aspecto material por lo que me preguntas, ¿meequivoco?—respondióSarasonriendo.

—No,queridaprima,aunquetalvezparaalgunosdelosinvitadosquenoviven,comotú,delrocío,elaireylosperfumesnofueseunapreguntafueradelugar.No,tepreguntoporelaspectosocial,porasídecir.

—Puesmehaparecidollenodebuengusto.CreoquelordMurreyhahecholoshonoresdelamesaadmirablementebienyhasidomuyamablecontodoelmundo.

—¡Oh, por supuesto! Y por ello estoy profundamente asombrado de que unhombre tan distinguido como él haya cometidouna inconveniencia tan grande connosotros.

—¿Quéinconveniencia?—preguntóSaraaunquesabíamuybienadóndequeríairapararsuprimoysacandounafuerzadel fondodesucorazónquenisiquieraellaconocía,lomirófijamentemientrasledirigíaestapregunta.

—Pues —empezó Henri un tanto embarazado no sólo por la forma como lomirabaSara,sinoporlavozquemurmurabaenelfondodesuconciencia—,puesalinvitaralamismamesaqueanosotrosalseñorGeorgesMunier.

—Puesamíhayunacosaquenomeasombramenos,Henri,yesquenohayasdejadoquefueraotroquienmehiciera,amísobretodo,talobservación.

—¿Yporquéestaobservaciónmeestáprohibidasóloamí,queridaprima?—Porque, sin el señor Georges Munier, cuya presencia aquí te parece tan

inconveniente,ahoraestaríais,suponiendoqueselloreporunaprimaysellevelutoporunasobrina,estaríais,tupadreytú,llorandoydeluto.

—¡Sí, desde luego! —respondió Henri ruborizándose—. Sí, entiendo toda lagratitudquedebemosalseñorMunierporhabersalvadounavidatanpreciosacomola tuya.Yavisteayerque,cuandoquisocompraraquellosdosnegrosquemipadrequeríacastigar,meapresuréaregalárselos.

—¿Yregalándoledosnegroscreesquehassaldadotudeudaconél?Teagradezcomucho, primo, que estimes la vida de Sara de Malmédie en la cantidad de milpiastras.

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—¡Dios mío! ¡Querida Sara —dijo Henri—, qué manera tan extraña deinterpretarlascosastieneshoy!¿Acaso,niporuninstante,hetenidolaideadeponerprecio a una existencia por la que yo daría la mía? No, solamente he pretendidohacerte ver en qué posición tan delicada pondría lordMurrey, por ejemplo, a unamujeralaqueelseñorGeorgesMunierinvitaseabailar.

—Entuopinión,queridoHenri,¿esamujerdeberíarechazarlo?—Sinlamenorduda.—¿Sinpensarquealrechazaraunhombrequenadalehahechoyquetalvezle

hayaprestado inclusoalgúnpequeñofavoresté infligiendounadeesasofensasporlasqueobligatoriamenteesehombredeberíapedirreparaciónalpadre,alhermanooalmarido?

—SupongoqueentalcasoelseñorGeorgesMunierseretractaríadesusactosytendríalasensatezdepensarqueunblanconoserebajahastamedirseconunmulato.

—Disculpa, querido primo, que ose emitir una opinión sobre este asunto —continuó Sara—, pero, o por lo poco que he visto he comprendido mal al señorMunier,onocreoquesisetratasedevengarsuhonorunhombrequecomoélllevadoscrucesenelpechosedetuvieseporesesentimientodehumildadinteriorquetúleconcedes,metemo,muygratuitamente.

—Seacomofuere,queridaSara—respondióasuvezHenri,conelrostrorojodeira—,esperoqueelmiedoaexponernos,amipadreoamí,alacóleradeGeorgesMuniernotehagacometerlaimprudenciadebailarconélsituvieraelatrevimientodeinvitarte.

—No bailaré con nadie, señor —respondió Sara con frialdad, levantándose yyendoaapoyarseenelbrazodeladamainglesaquehabíaestadoalladodeGeorgesenlamesa,yqueeraamigasuya.

Henri permaneció un instante aturdido por aquella firmeza que no se esperaba,despuésfueamezclarseconungrupode jóvenescriollosenelquehallósinduda,porsusideasaristocráticas,mássimpatíadelaquehabíaencontradoconsuprima.

Mientras tanto, Georges, centro de otro grupo, charlaba con unos oficiales ycomerciantes inglesesquenocompartíanocompartíanenmenorgradoelprejuiciodesuscompatriotas.

Transcurrióasíunahora,durantelacualserealizarontodoslospreparativosparael baile. Luego, transcurrida esa hora, las puertas se abrieron de nuevo sobre losapartamentosahoradespejadosdemueblesyradiantesde luz.Almismotiempo, laorquestaatacóelpreludio,dandoasílaseñalparalacontradanza.

Sarahabíahechouninmensoesfuerzosobresímismaalcondenarseaverbailarasus compañeras, pues, comoyahemosdicho, legustaba ladanzaconpasión.Perotoda la amargura del sacrificio que hacía recayó en la persona que se lo habíaimpuesto; en cambio, un sentimiento más tierno y más profundo que ninguno decuantoshubieraexperimentadojamásempezabaanacerensualmaenfavordeaquélporquienellaseloimponía,puesesunadelassublimescualidadesdelasmujeres,a

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quieneslanaturalezaylasociedadhanhechodulcementedébiles,sentirunpoderosointerésporloqueesoprimido,asícomounagranadmiraciónporloquenosedejaoprimir.

Porello,cuandoHenri,esperandoque,apesardesuanteriorrespuesta,suprimano se resistiría al arrebato del primer ritornelo, fue a invitarla a bailar la primeracontradanzaconél,segúnerasucostumbre,Saraselimitóacontestarle:

—Yasabesqueestanochenobailo,primo.Henri se mordió los labios hasta hacerse sangre e instintivamente buscó a

Georgesconlamirada.Éstesehabíasituadoybailabaconlainglesaalaquehabíadado el brazo para acompañarla a la mesa. Por un sentimiento que nada tenía desimpatía,losojosdeSarahabíantomadolamismadirecciónquelosdesuprimo.Sucorazónseencogió.

Georgesbailabaconotra,GeorgesquizánopensabasiquieraenSara,quiensinembargo acababa de hacer por él un sacrificio que el día antes se habría creídoincapazdehacerpornadieenelmundo.LosminutosquedurólacontradanzafueronlosmásdolorososqueSarahabíavividohastaentonces.

Terminada lacontradanza, la joven,asupesar,nopudoevitarseguiraGeorgesconlamirada.Ésteacompañóalainglesaasusitioyluegoparecióbuscaraalguiencon losojos.Lapersonaaquienbuscabaera lordMurrey.Encuanto lodistinguió,fuehaciaél,ledijounaspalabrasyambosavanzaronhaciaSara.Éstasintióquetodalasangreselearremolinabaenelcorazón.

—Señorita—empezólordMurrey—,heaquíuncompañerodeviajeque,talvezunpocoreverenciosohacianuestrascostumbresdeEuropa,noosainvitarlaabailarantesdetenerelhonordeserlepresentado.Permítame,pues,quelepresentealseñorGeorgesMunier,unodeloshombresmásdistinguidosqueconozco.

—Como usted dice, milord —respondió Sara con una voz que, a fuerza dedominio sobre símisma, consiguió que pareciese casi segura—, es un temormuyexageradoporpartedelseñorMunier,puessomosyaviejosconocidos.Eldíadesullegadamehizounfavor;ayerhizomuchomásqueeso,mesalvólavida.

—¡Cómo! ¿Ese joven cazador que tuvo la fortuna de hallarse en el lugaradecuadoparadispararcontraeseespantoso tiburónmientrasustedsebañabaeselseñorMunier?

—Elmismo,milord—respondióSararojadevergüenza,puessóloentoncesseleocurrió que Georges la había visto en traje de baño—. Ayer estaba tan turbada yalteradaqueapenassituvefuerzasparadarlasgraciasalseñorMunier,perohoylevuelvo a expresarmi gratitud, tantomás cuanto que, gracias a su destreza y a susangrefría,hoytengoladichadeestarensuhermosafiesta,milord.

—Alaquesumamoslanuestra—añadióHenri,quesehabíaacercadoalpequeñogrupo del que su prima era el centro—. Ayer nosotros estábamos también tanalterados y preocupados por el accidente que apenas tuvimos el honor de decirlealgunaspalabrasalseñorMunier.

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Georges,queaúnnohabíadichounapalabra,perocuyosojospenetranteshabíanleído hasta el fondo del corazón de Sara, se inclinó en señal de gratitud, pero sinresponderaHenrienotromodo.

—Bien,creoquelainvitaciónquequeríapresentarleelseñorGeorgesyanotienemásobstáculos—dijolordMurrey—,ydejoqueseamiprotegidoquienseexpliqueporsímismo.

—¿LaseñoritadeMalmédiemeconcederáelhonordeunacontradanza?—dijoGeorgesinclinándoseporsegundavez.

—¡Oh!Señor—dijoSara—, créameque lo sientoy le ruegoquemedisculpe.Hace unmomento también le he dicho que no ami primo, porque esta noche notengointencióndebailar.

Georges sonrió con el aire del hombre que lo adivina todo, y se incorporólanzandoaHenriunamirada tan llenadedesdénque lordMurreycomprendió,poresamiradayporlaquesuamigoobtuvoporrespuestadelseñordeMalmédie,queentre esos dos hombres existía un odio profundo e inveterado. Pero guardó esaobservaciónenelfondodesucorazón,ycomosinohubieranotadonada,sedirigióaSara:

—¿Acasolequedaunrestodelterrorquesintióayer—lepreguntó—quehoyleimpidedisfrutardelosplaceres?

—Sí,milord—respondióSara—,yenrealidadnomesientomuybien.LerogaríaamiprimoquedijeraalseñordeMalmédiequequisieraretirarmeyquecuentoconélparaquemelleveacasa.

HenriylordMurreyhicieronalavezunmovimientoparaobedeceraldeseodelamuchacha.GeorgesseinclinóhaciaSara:

—Tiene usted un corazón noble, señorita —le dijo a media voz—, y se loagradezco.

Sara se estremeció y quiso responder, pero ya lordMurrey se había acercado.CasiapesarsuyonopudomásqueintercambiarunamiradaconGeorges.

—¿Asíqueestádecididaaabandonarnos,señorita?—dijoelgobernador.—¡Pordesgracia, sí!—respondióSara—.Megustaríapoderquedarme,milord,

pero…mesientofrancamentemal.—En tal caso, comprendo que sería egoísta por mi parte intentar retenerla, y

como es probable que el coche del señor deMalmédie no esté en la puerta, voy aordenarqueenganchenloscaballosalmío.

YlordMurreysealejóalinstante.—Sara—dijoGeorges—,cuandomefuideEuropapararegresaraquí,miúnico

deseoeraeldeencontraruncorazóncomoelsuyo,peronocreíquefueraposible.—Señor—murmuróSara,dominadaapesar suyopor elprofundoacentode la

vozdeGeorges—,noséquéquieredecir.—Quiero decir que desde el día demi llegada tengo un sueño, y si este sueño

llegaahacerserealidadseréelmásfelizdeloshombres.

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YsinesperarlarespuestadeSara,seinclinórespetuosamenteanteella,yalveracercarse al señor deMalmédie y a su hijo, la dejó con su tío y su primo. Cincominutosdespués, lordMurreyvinoaanunciaraSaraqueelcocheestaba listoy leofrecióelbrazoparacruzarelsalón.Unavezenlapuerta,lajovenlanzóunaúltimamirada apesadumbrada hacia el baile donde tanto había imaginado disfrutar, ydesapareció.

Pero aquella mirada había topado con la de Georges, y desde entonces iba aperseguirla.

CuandovolvíadeacompañaralaseñoritadeMalmédieasucoche,elgobernadorseencontróenlaantecámaraconGeorges,quientambiénsedisponíaaabandonarelbaile.

—¿Ustedtambién?—dijolordMurrey.—Sí, milord. No ignora que por el momento resido en Moka y que, por

consiguiente,tengounasocholeguasdecamino.Porsuerte,conAntrimescuestióndeunahora.

—¿No le habrá ocurrido algo especial con el señor Henri de Malmédie? —preguntóelgobernadorconexpresióndeinterés.

—No, milord, todavía no —respondió Georges sonriendo—, pero, con todaprobabilidad,notardaráenocurrir.

—Omuchomeequivoco,mijovenamigo—dijoelgobernador—,olascausasdesuenemistadconesafamiliadatandelargotiempoatrás.

—Sí,milord, sonpequeñaspullasdeniñosquesehanconvertidoenauténticosodiosdehombres;alfileresqueseconvertiránenespadas.

—¿Ynohaymododearreglarlo?—preguntóelgobernador.—Porunmomentocreíquesí,milord.Creíquecatorceañosdedominioinglés

habríanmatadoelprejuicioqueveníaacombatir,peromeequivocaba:alatletanolequedamásqueuntarseelcuerpoconaceiteybajaralaarenadelcirco.

—¿No encontrará, acaso,másmolinos de viento que gigantes,mi querido donQuijote?

—Juzgue usted mismo —dijo Georges sonriendo—. Ayer salvé la vida de laseñoritaSaradeMalmédie…¿Sabecómomeloagradecehoysuprimo?

—No.—Prohibiéndolequebaileconmigo.—¡Imposible!—Estalcomotengoelhonordedecírselo,milord.—¿Yesoporqué?—Porquesoymulato.—¿Quépiensaustedhacer?—¿Yo?—Perdonemi indiscreción,peroyasabelomuchoquemeinteresoporustedy,

además,somosviejosamigos.

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—¿Quequépiensohacer?—dijoGeorgessonriendo.—Sí,¿tieneenmentealgúnproyecto?…—Estanochesemehaocurridouno.—¿Cuál?Veamos,ledirésiloapruebo.—DentrodetresmesesmehabrécasadoconSaradeMalmédie.Yantesdeque

lordMurrey tuviera tiempodedarle suaprobaciónodesaprobación,Georgesya sehabíadespedidoyhabíasalido.Enlapuerta,sucriadomoroloestabaesperandoconsusdoscaballosárabes.

GeorgessaltósobreAntrimysepusoalgalopeendirecciónaMoka.Alllegaralaplantación,el jovenpreguntóporsupadre,pero ledijeronquehabíasalidoa lassietedelatardeyaúnnohabíavuelto.

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XIII

ELNEGRERO

EldíasiguienteporlamañanaPierreMunierfueaverasuhijo.DesdesullegadaGeorgeshabíarecorridovariasveceslamagníficahaciendaque

poseíasupadrey,consusideasdeindustriaeuropea,habíapropuestovariasideasdemejorasqueelpadre,consucapacidadpráctica,habíacaptadoalinstante.Peroparaaplicar tales ideassenecesitabaaumentarelnúmerodebrazos,y laaboliciónde latratapúblicahabía encarecido tanto los esclavosquenohabíamododeobtener entodalaisla,sinoeraconenormessacrificios,loscincuentaosesentanegrosconqueelpadreyelhijoqueríanaumentarsupropiedad.Porestarazón,eldíaanterior,enausenciadeGeorges,PierreMunierhabíarecibidoconalegríalanoticiadequehabíaunbarconegrero a la vista y, según la costumbre adoptada entre los colonosy losmercaderesdecarnenegra,habíaidoalacostadurantelanochepararesponderalasseñalesdelnegreroconotrasqueindicasenquehabíaalguieninteresadoentratarconél.Realizadoelintercambiodeseñales,PierreMunierveníaaanunciaraGeorgeslabuena noticia. Quedó convenido, pues, que por la noche el padre y el hijo seencontraríanhacialasnueveenlapuntadelasCaves,pordebajodelPetit-Malabar.Tras llegar a este acuerdo, Pierre Munier salió para ir a inspeccionar, según sucostumbre, los trabajos de la plantación, y también según su costumbre, Georgesagarrósufusilysefuealosbosquesparaabandonarseasuscavilaciones.

LoqueGeorgeshabíadichoeldíaantesalordMurreyaldespedirsedeélnoeraunafanfarronada;era,porelcontrario,unadecisiónbienmeditada.Durantetodasuvida, la educación del jovenmulato se había dirigido, como hemos visto, hacia elobjetivo de dar a su voluntad la fuerza y la persistencia del genio. Una vezconseguidauna superioridaden todas las cosasque, conel apoyode su fortuna, lehabríaasegurado,enFranciaoen Inglaterra, enLondresoenParís,unaexistenciadistinguida,Georges,ávidodelucha,habíaqueridoregresaralaIsladeFrancia.Allíera donde existía el prejuicio que su valor se creía destinado a combatir y que suorgullo creía poder vencer. Regresaba, pues, teniendo en su favor la ventaja delincógnito,que lepermitía estudiar a su enemigo sinqueéste supieraquéguerra lehabíadeclaradoenelfondodesualma,dispuestoaatraparloenelmomentoenquemenosseloesperase,yainiciarunaluchaenlaquedebíasucumbirunhombreounaidea.

Alpisar elpuertoy encontrarse a lavuelta con losmismoshombresquehabíadejadoalmarchar,Georgeshabíacomprendidounaverdadde laqueaveceshabíadudado en Europa: que todo seguía igual en la Isla de Francia, aunque hubiesen

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pasadocatorceaños,aunquelaIsladeFrancia,envezdeserfrancesa,fueseinglesay,envezdellamarseIsladeFrancia,sellamaseMauricio.Desdeesedíaestabasobreaviso;sehabíapreparadoparaelduelomoralquehabíavenidobuscandocomoquiensepreparaparaunduelofísico,porasídecir,y,espadaenmano,habíaesperadoquesepresentaselaocasiónoportunaparaasestarelprimergolpeasuadversario.

PerocomoelgenialCésarBorgia,quealamuertedesupadrelohabíaprevistotodo para la conquista de Italia, excepto que para entonces él también estaríamuriéndose,Georges se vio inmerso en una situación que no había podido prever,golpeadoalmismo tiempoquequeríagolpear.Eldíade su llegadaaPort-Louiselazar había puesto en su camino a una hermosa joven cuyo recuerdo conservaba apesarsuyo.DespuéslaProvidencialohabíaguiadoallugaroportunoparasalvarlavidaalamismamuchachaconlaquesoñabavagamentedesdequelahabíavisto,detalmodo que aquel sueño había entradomás profundamente en su existencia. Porúltimo,lafatalidadleshabíareunidolavíspera,yallí,enelmismoinstanteenquesedabacuentadequelaamaba,unamiradalehabíadichoqueellaloamabatambién.Desde entonces, la luchapresentabapara él unnuevo interés, un interés al cual sufelicidad se hallaba doblemente ligada, puesto que desde entonces esa lucha serealizabanosóloenprovechodesuorgullo,sinotambiéneneldesuamor.

Sin embargo, comohemosdicho,Georges, herido en elmomentodel combate,perdiólaventajadelasangrefría;ciertoesque,acambio,ganabalavehemenciadelapasión.

Perosienunaexistenciahastiada,sienuncorazónmarchitocomoeldeGeorges,lavisióndelajovenhabíacausadoelefectoquehemosvisto,elaspectodeljovenylascircunstanciasen lasque se lehabíaaparecido sucesivamentehabíandebidodeproducirunaimpresiónmuydiferenteenlajuvenilexistenciayenelalmavirginaldeSara.Criada,desdeeldíaenquehabíaperdidoasuspadres,enlacasadelseñordeMalmédie,destinadadesdeentoncesadoblarconsudotelafortunadelherederodeesacasa,sehabíaacostumbradoamiraraHenricomoasufuturoesposoysehabíasometidoaesaperspectivatantomásfácilmentecuantoqueHenrieraunmozoguapoyamable,citadoentrelosmásricosymáselegantescolonos,nosólodePort-Louissino de toda la isla. En cuanto a los otros jóvenes amigos de Henri, que laacompañabanenlacazaolasacabanabailarenlasfiestas,losconocíadesdehacíademasiado tiempo para que se le ocurriesemirar con otros ojos a alguno de ellos;eranparaSaraamigosdejuventudqueconsuamistaddebíanacompañarladuranteelrestodesuvida,ynadamás.

Saravivía,pues,enunaperfectatranquilidadespiritualcuandovioaGeorgesporprimeravez.Enlavidadeunamuchacha,undesconocidojovenyguapo,deaspectodistinguidoymodaleselegantes,essiempreunacontecimiento,yconmayorrazón,comoesfácilentender,enlaIsladeFrancia.

El rostro del joven extranjero, el timbre de su voz, las palabras que habíapronunciadohabíanpermanecido,sinqueellasupieraporqué,ensumemoria,como

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permanece una melodía que hemos oído una sola vez pero que repetimosmentalmente sin cesar. Sin duda, al cabo de unos días, Sara habría olvidado esepequeño acontecimiento si hubiera visto de nuevo al joven en circunstanciasordinarias. Quizá un examen más detenido, como el que conlleva un segundoencuentro, en lugar de mezclar a ese hombre más profundamente en su vida, lohubieraalejadoporcompleto.Peronohabía sucedidoasí.DioshabíadecididoqueGeorgesySarasevolviesenaverenunmomentosupremo,yseprodujolaescenadelríoNegro.Alacuriosidadquehabíaacompañadolaprimeraapariciónsehabíanunido la poesía y la gratitudque envolvían la segunda.Enun instante,Georges sehabía transformado a los ojos de la joven. El desconocido forastero se habíaconvertido en ángel salvador. Todos los dolores que prometía lamuerte que habíaamenazadoaSara, se loshabíaevitadoGeorges; todos losplaceresquepromete lavidaalosdieciséisaños,todalafelicidadyelporvenir,Georgesseloshabíadevueltoen el momento en que iba a perderlos. En fin, cuando habiéndolo visto apenas,habiéndoledirigidoapenaslapalabra,ellaibaaencontrasefrenteaél,cuandoellaibaa desahogar toda la gratitud que contenía su alma, le prohibían conceder a aquelhombre lo que hubiera concedido al primer extraño recién llegado, y más aún, leordenaban insultarle como no lo habría hecho con el último de los mortales. Fueentonces cuando la gratitud que guardaba en su corazón se había transformado enamor;unamiradaselohabíadichotodoaGeorges,yunapalabradeélselohabíadichotodoaSara.Ellanohabíapodidonegarnada,yportantoGeorgesteníaderechoa creerlo todo. Luego, tras la impresión, vino la reflexión. Sara no había podidoimpedircompararlaconductadeHenri,sufuturoesposo,conladeaquelextranjeroque no era para ella ni siquiera un conocido. El primer día, las burlas de Henridirigidasaldesconocidohabíanheridosu inteligencia.La indiferenciadesuprimo,que salió tras el ciervo cuando su prometida acababa de escapar a un peligro demuerte,habíalastimadosucorazón.Porúltimo,esetonodedueñoconqueHenrilehabíahabladoeldíadelbailehabíaofendidosuorgullo, tantoque,duranteaquellalarganochequedebíahabersidounanochealegreyqueHenrihabíaconvertidoenunanochetristeysolitaria,Sarasehabíainterrogadoasímismaporvezprimeray,por vez primera, había reconocido que no amaba a su primo. De ahí a saber queamabaaotronohabíamásqueunpaso.

Sucedióentoncesloquesueleocurrirentalescasos.Sara,despuésdemirarseasí

misma,miróasualrededor:pusoenunabalanzaelinterésdelaconductadesutíoparaconella;recordóqueteníaunmillónymediodefortunaaproximadamente,esdecir,queeraeldobledericaquesuprimo,ysepreguntósi,deserpobreyhuérfana,sutíohabría tenidoconella losmismoscuidados, lasmismasatenciones, lamismaternura que le había prodigado siendo una opulenta heredera, y ya no vio en laadopcióndelseñordeMalmédiemásqueloquerealmentehabía,esdecir,elcálculodeunpadrequepreparaunbuenmatrimonioparasuhijo.Porsupuesto,todoestoera

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unpocosevero,peroloscorazonesheridosestánhechosasí,lagratitudseescurreporlaherida,yeldolorquequedaseconvierteenunestrictojuez.

Georgeshabíaprevisto todoaquello,yhabíacontadoconelloparadefender sucausayempeorarladesurival.Asípues,trasmeditarlobien,decidiónohacernadaaquelmismodía,aunqueenelfondodesucorazónsentíaunagranimpacienciaporvolveraveraSara.Asíestaba,pues,consufusilalhombro,esperandoencontrarenla caza, su pasión favorita, una distracción que le ayudase amatar las horas. PeroGeorges se equivocaba; su amor por Sara hablaba ya en su corazónmás alto quecualquierotrosentimiento.Yasí,hacialascuatro,nopudiendoresistirsemástiempoasudeseo,nodirédevolveraveralajoven,puesalnopoderpresentarseensucasa,sólopodíadeberseaunacasualidadelencontrarla,sinoalanecesidaddeacercarseaella,mandóensillaraAntrimy,dejandolasriendasalavelozcriaturadeArabia,enmenosdeunahorasehallóenlacapitaldelaisla.

Georges acudía a Port-Louis con una sola esperanza, pero, comohemos dicho,esa esperanza quedaba totalmente sometida al azar.Esta vez el azar fue inflexible.Georges pasó por todas las calles cercanas a la residencia del señor deMalmédie,cruzódosvecesel jardínde laCompañía,paseohabitualde loshabitantesdePort-Louis,tresvecesdiolavueltaalCampodeMarte,dondetodoestabapreparadoparalaspróximascarreras,perofueinútil,enningunaparte,nidelejos,vioaunamujercuyoportepudieraofrecerlesiquieraunailusión.

Alassieteperdiótodaesperanzay,conelcorazónrotocomosihubierasufridouna desgracia, con el corazón roto como si hubiera soportado una gran fatiga,emprendió de nuevo el camino de la Grande Riviere, pero esta vez al paso yrefrenandoa sucaballo;porqueestavez se alejabadeSara,que sindudanohabíaadivinadoqueGeorgeshabíapasadodiezvecesporlacalledelaComediaylacalledel Gobierno, es decir, apenas a cien pasos de ella. Ahora estaba cruzando elcampamento de los negros libres, situado en las afueras de la ciudad, y seguíafrenandoaAntrim,quenoentendíanadadeaquelpasotandesacostumbrado,cuandodeprontounhombresaliódeunadelasbarracasyselanzóalestribodesucaballo,apretándolelasrodillasybesándolelasmanos.Eraelvendedorchino,elhombredelabanico,eraMiko-Miko,.

Al instante Georges comprendió vagamente el partido que podía sacar de esehombre, quien por su negocio podía introducirse en todas las casas y que, por sudesconocimientodelalengua,noinspirabaningunainquietud.

GeorgesdesmontóyentróenlatiendadeMiko-Miko,quelemostródeinmediatotodossustesoros.ImposibleequivocarseencuantoalsentimientoqueelpobrediabloprofesabaporGeorges,yqueacadapalabraseleescapabadelfondodesucorazón.Era muy simple:Miko-Miko, aparte de dos o tres compatriotas suyos vendedorescomoél,yporconsiguiente,sinoenemigos,almenosrivales,nohabíaencontradoaúnenPort-Louisunasolapersonaconquienhablarsuidioma.Porello,preguntóaGeorgesdequémanerapodíadevolverleladichaqueledebía.

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LoqueGeorgeslepidióeramuysimple:unplanodelinteriordelacasadelseñordeMalmédie,para,encasodenecesidad,sabercómollegarhastaSara.

A las primeras palabras que dijo Georges,Miko-Miko lo comprendió todo: yahemosdichoqueloschinoseranlosjudíosdelaIsladeFrancia.

ParafacilitarlasnegociacionesdeMiko-MikoconSara,yquizátambiénconotraintención, Georges escribió en una de sus tarjetas de visita los precios de losdiferentesobjetosquepodíantentaralajoven,recomendandoaMiko-Mikoquenodejasever la tarjetamásqueaSara.Luegodioalvendedorunsegundocuádruple,emplazándole a que el día siguiente estuviera hacia las tres de la tarde enMoka.Miko-Mikoprometióacudiralacitaysecomprometióatraerensucabezaunplanotanexactodelacasacomolopodríahabertrazadouningeniero.

Después,dadoqueeranlasochoyquealasnueveGeorgesteníaqueencontrarse,como ya hemos dicho, con su padre en la punta de las Caves, el jovenmontó denuevoenelcaballoyreemprendióelcaminodelaPetite-Riviere,conelánimomásligero,tanpocacosasenecesitaenamorparacambiarelcolordelhorizonte.

EranochecerradacuandoGeorgesllegóallugaracordado.Supadre,siguiendolacostumbrequehabíaadoptadocon losblancosde llegarsiemprepronto, llevabayadiezminutosallá.Alasnueveymediasaliólaluna.

ÉseeraelmomentoqueesperabanGeorgesysupadre.SusojossedirigierondeinmediatoaunpuntoentrelaislaBorbónyladeSable,yahí,portresveces,vieronelestallidodeunrayo.Era,segúnlacostumbre,unespejoquereflejabalosrayosdela luna. Al ver esa señal bien conocida por los colonos, Telémaco, que habíaacompañado a sus amos, encendió en la orilla un fuego que apagó cincominutosdespués,yacontinuaciónesperaron.

Aúnnohabíatranscurridomediahoracuandovieronaparecerenelmarunalíneanegra, semejante a un pez que nadase por la superficie del agua. La línea se fueagrandandoytomólaaparienciadeunapiragua.Unmomentodespuésreconocieronunagranchalupaycomenzaronaver,porlaondulacióndelosrayosdelalunaenelmar, laaccióndelosremosquesacudíanelagua,aunquetodavíanooíansuruido.Porúltimo,lachalupaentróenlaensenadadelaPetite-Rivièreyfueaabordarenlacaletaquesehalladelantedelpequeñofortín.

Georges y su padre avanzaron hacia la orilla. El hombre que, de lejos, habíanpodidoversentadoalapopa,habíayapuestopieentierra.

Detrásdeélbajóunadocenademarinerosarmadosconmosquetesyhachas.Eranlosmismosquehabíanremadoconelfusilalhombro.Elhombrequehabíabajadoprimeroleshizounaseñal,ylosotrosempezaronadesembarcaralosnegros.Habíatreinta tumbados en el fondo de la barca; una segunda chalupa debía traer otrostantos.

Entonces los dos mulatos y el hombre que había desembarcado primero seaproximaroneintercambiaronunaspalabras.ResultóserciertoloqueGeorgesysupadrehabíanimaginado,yeraqueteníandelantealcapitánnegreroenpersona.

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Eraunhombredeunostreintaotreintaydosaños,deelevadaestatura,contodoslosatributosdeunafuerzafísicaquehallegadoalgradodeinspirarrespeto:teníaelpelonegroyrizado,patillasquelepasabanpordebajodelcuelloyunosbigotesquese unían con las patillas. Su cara y susmanos, tostados por el sol de los trópicos,habían alcanzado el color de los indios de Timor o de Pegu. Iba vestido con lachaquetayelpantalóndetelaazulpropiosdeloscazadoresdelaIsladeFrancia,ycomoellosllevabaunanchosombrerodepajayunfusilalhombro.Ladiferenciaeraqueademásllevaba,colgadodelacintura,unsablecurvo,comoeldelosárabes,peromásanchoyconunaempuñaduraalestilodelosclaymores[9]escoceses.

Sielcapitánnegrerohabíasidoobjetodeunexamenminuciosoporpartedelosdos habitantes deMoka, éstos también habían sufrido una investigación nomenoscompleta. Los ojos del comerciante de carne negra iban del uno al otro con igualcuriosidadyparecíaque,cuantomás losexaminaban,menospodíandespegarsedeellos. Sin dudaGeorges y su padre no advirtieron tanta insistencia, o almenos nopensaronquedebieranpreocuparseporella,puestoqueiniciaronlatransacciónqueallíleshabíallevado,examinandounotrasotroalosnegrosquehabíanllegadoenlaprimera chalupa y que eran casi todos nativos de la costa occidental deÁfrica, esdecir,deSenegambiaydeGuinea:circunstanciaquelesdasiempreunvalormayor,dado que, al no tener como los malgaches, los mozambiqueños y los cafres,esperanzas de regresar a su país, casi nunca intentan fugarse.Ahora bien, como, apesardeestemotivodeencarecimiento,elcapitánfuemuyrazonableconlosprecios,cuandollegóunasegundachalupa,yahabíancerradoeltratoencuantoalaprimera.Con aquélla ocurrió como con ésta; el capitán llevaba un surtidomuy completo ydabamuestrasdeserunprofundoconocedordelamateria.Eraunaauténticafortunapara la Isla de Francia, adonde venía a ejercer su comercio por primera vez, pueshastaentoncessehabíadecantadomásbienporlasAntillas.

Cuando todos los negros hubieron desembarcado y quedó cerrado el negocio,Telémaco,queeradelCongo,seacercóaellosy leshizoundiscursoensu lenguamaterna,queeratambiénladeellos:estediscursoteníaporobjetohacerlesunelogiode la agradablevidaque se lespresentaba, comparadacon laque suscompatriotasllevabanenlasotrasplantacionesdelaisla,ydecirlesquehabíantenidolasuertedeir aparar a casade los señoresPierreyGeorgesMunier, esdecir, losdosmejoresamosde la isla.Losnegros seacercaronentoncesa losdosmulatosy, cayendoderodillas, prometieron, por medio de Telémaco, hacerse dignos de la dicha que leshabíadestinadolaProvidencia.

AnteelnombredePierreyGeorgesMunier,elcapitánnegrero,quehabíaseguidoel discurso de Telémaco con una atención que demostraba que había estudiadoprofundamente los diferentes dialectos de África, se había estremecido y habíamirado con mayor atención que antes a los dos hombres con los que acababa decerrarunmuyventajosotratodeunoscientocincuentamilfrancos.Pero,aligualqueantes,Georgesysupadrenosehabíanpercatadodequenolesperdíaniuninstante

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de vista. Al fin, llegó el momento de formalizar el negocio. Georges preguntó alnegrerodequémododeseabaquelepagaran,sienorooenletrasdecambio,puessupadrehabíatraídooroenlasalforjasdesucaballoyletrasdecambioensubilletera,parapoderhacer frente a todas las exigencias.Elnegrero se inclinópor el oro.Alinstante, calcularon la cantidad y la transportaron a la segunda chalupa; luego losmarineros embarcaron de nuevo. Pero, ante el asombro deGeorges y su padre, elcapitánnosubióconellosalaschalupas,quesealejaronaunaordensuyadejándoloenlaorilla.

Elcapitánlassiguióunosinstantesconlamirada,luego,cuandoquedaronfueradelalcancedelavozydelamirada,sevolvióhacialosasombradosmulatos,avanzóhaciaellosy,tendiéndoleslamanoaambos,dijo:

—¡Hola, padre!… ¡Hola, hermano! —Y luego, al verlos vacilante añadió—:¡Cómo!¿NoreconocéisavuestroJacques?

Losdoshombreslanzaronungritodesorpresayletendieronlosbrazos.Jacquesse precipitó en los de su padre, luego, de los brazos de su padre, pasó a los deGeorges,traslocual,lellegótambiénelturnoaTelémaco,aunque,convienedecirlo,sólotemblandoseatrevióatocarlasmanosdeunnegrero.

En efecto, por una extraña coincidencia, el azar reunía en lamisma familia alhombrequesehabíadoblegadotodalavidaanteelprejuiciodelcolor,alhombrequese hacía rico explotándolo y al hombre que estaba dispuesto a arriesgar su vidacombatiéndolo.

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XIV

LAFILOSOFÏANEGRERA

Enefecto,aquelhombreeraJacques,aquiensupadrenoveíadesdehacíacatorceaños,ysuhermano,desdehacíadoce.

Jacques, comodijimos antes, sehabía embarcadoenunode esos corsariosquepor aquel tiempo, provistos con la patente de Francia, zarpaban de improviso denuestrospuertos,comoáguilasdesusnidos,yselanzabansobrelosingleses.

Eraésaunaduraescuelaquevalíatantocomoladelamarinaimperialque,alasazón,bloqueadaennuestrospuertos,permanecíaancladatantotiempocomolaotramarina,viva, ligeraeindependiente,pasabaencorso.Cadadía,enefecto,habíaunnuevocombate,noporquenuestroscorsarios,pormásosadosquefueran,anduvieranbuscandocamorraconlosnavíosdeguerra,sinoporquelasmercancíasdelaIndiayChina eran tan apetecibles que la emprendían con todos los enormes buques deabultados vientres provenientes de Calcuta, BuenosAires o Veracruz. Ocurría, sinembargoque, o bien esos buques de aspecto respetable iban escoltados por algunafragata inglesa armada hasta los dientes, o bien habían optado por armarse ellosmismosydefenderseporsucuenta.Enesteúltimocaso,lacosaresultabaunjuego,unaescaramuzadedoshoras,ynadamás;peroenelotro,lascosascambiabanporcompleto,eramuchomásgrave:habíaungranintercambiodebalas,ungrannúmerodemuertos,muchosaparejosrotos;despuésllegabaelabordaje,donde,trashabersefulminadodelejos,seexterminabandecerca.

Entretanto,elnavíomercantedesaparecía,ysinosetopaba,comoelasnodelafábula,conotrocorsarioquelepusiera lamanoencima,arribabaaalgúnpuertodeInglaterra,paragransatisfaccióndelaCompañíadelasIndias,queconcedíarentasasusdefensores.Asíeracómofuncionabanlascosasenaqueltiempo.Delostreintaotreintayundíasquecomponenelmes,secombatíaduranteveinteoveinticinco,yparadescansardelasjornadasdecombate,estabanlosdíasdetormenta.

Pero,debemosrepetirlo,enaquellaescuelaseaprendíarápido.Primero,comoelreclutamientonoeraobligatorioycomoesapequeñaguerradeaficionadosnodejabade consumir a la larga una gran cantidad de hombres, las tripulaciones nunca sehallaban al completo.Es cierto que, como losmarineros eran todos voluntarios, lacalidad,enestecaso,suplíaconcreceslacantidad;poreso,eldíadelabatallaodelatormenta nadie tenía atribuciones fijas y todo el mundo servía para todo. Por lodemás, obediencia pasiva al capitán cuando estaba el capitán, y al segundo, enausenciadelcapitán.Síquehabíahabido,siemprehayalguno,abordodelaCalypso,así se llamaba el barco que había escogido Jacques para realizar su aprendizaje

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náutico, sí quehabíahabido, hacía seis años, dos insubordinados, unonormandoyotro gascón, uno contra la autoridad del capitán y el otro contra la autoridad delteniente.Peroelcapitánhabíarajadolacabezadelunodeunhachazo,yeltenientehabíareventadoelpechodelotrodeunpistoletazo;losdoshabíanmuertoalinstante.Acontinuación,comonohaynadaquedificultemáslasmaniobrasqueuncadáver,habían tiradoalmuertopor laborda,ynosehabíahabladomásdelasunto.Ahorabien,estosdosacontecimientos,aunquesólohabíandejadohuellaenlamemoriadelospresentes,nohabíandejadodeejercerunasaludableinfluenciaensusmentes.Anadie, desde entonces, se lehabíaocurridobuscarpelea conel capitánBertrandniconel tenienteRébard.Así se llamabanaquellosdosvalientes,quedesdeentonceshabíangozadodeunaautoridadtotalmenteautocráticaabordodelaCalypso.

Jacques siempre había tenido una clara vocación por la mar: de niño siempreandaba a bordo de los barcos atracados en Port-Louis, subiendo a los obenques,trepando a las cofas, columpiándose en las vergas, deslizándose por los cordajes.Comoerasobretodoenlosnavíosqueteníanrelacióncomercialconsupadredondeseentregabaaestosejerciciosgimnásticos,loscapitaneslotratabanconamabilidadysatisfacían su curiosidad infantil dándole explicaciones sobre cualquier cosa ydejándoleirdesdelabodegaalospalosdejuaneteydelosjuanetesalabodega.Elresultadofuequealosdiezañoseraungrumetedeprimera,puestoqueafaltadeunbarco,comoparaéltodorepresentabaunnavío,trepabaalosárboles,queconvertíaenmástiles,y saltabapor las lianas,queconvertíaencordajes;ya losdoce,comosabía el nombre de todas las partes de una embarcación, como conocía todas lasmaniobrasqueseejecutanabordodeunnavío,hubierapodidoentrarcomoaspirantedeprimeraclaseenelprimerbarcoaparecido.Pero,comoyavimos,supadreteníaotros planes para él y, en lugar de enviarlo a la escuela de Angulema, adonde lellamabasuvocación,lohabíamandadoalcolegioNapoléon.Fueentoncescuandoseprodujounaconfirmaciónmásdelrefrán«elhombreproponeyDiosdispone».

Jacques,traspasardosañosdibujandobricbarcasensuscuadernosderedaccióny haciendo navegar fragatas en el gran estanque del parque del Luxemburgo,aprovechólaprimeraocasiónqueselepresentóparapasardelateoríaalapráctica,y,trasvisitar,enunviajeaBrest,labricbarcaCalypso,declaróasuhermano,quelehabía acompañado, que podía regresar solo a tierra, pues él, por su parte, habíadecididohacersemarino.

SehizocomohabíadecididoJacques,yGeorgesregresósolo, talcomodijimosensumomento,alcolegioNapoléon.

EncuantoaJacques,cuyorostrofrancoyactitudatrevidasedujerondeinmediatoalcapitánBertrand,fueascendidoenlaprimeraocasiónalgradodemarinero,locualprovocómuchasprotestasentreloscompañeros.

Jacquesdejóqueprotestaran:ensu interior teníamuyclaras lasnocionesde lojustoyloinjusto.Lehabíandeclaradoigualaunoshombresqueignorabanloqueélvalía,eralógico,pues,quelespareciesemalqueseleconcedierasemejantefavora

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unnovato;pero,alaprimeratormenta,Jacquesfueacortarunjuanetequeporculpade un nudomal hecho no podía deslizarse y amenazaba con partir el palo al queestabaatado,yenelprimerabordajesaltóalnavíoenemigoantesqueelcapitán,locuallevalió,porpartedeéste,unpuñetazotanfabulosoquequedóaturdidodurantetresdías,pueslanorma,abordodelaCalypso,eraqueelcapitánsiempredebíapisarelpuenteenemigoantesquecualquieradesutripulación.Sinembargo,comoeraunade esas faltas de disciplina que un valiente perdona fácilmente a otro valiente, elcapitánaceptó lasexcusasque Jacques lepresentóy le respondióqueenel futuro,detrásdeélydelteniente,eralibre,enlasmismascircunstancias,deocuparelpuestoqueleapeteciese.Enelsegundoabordaje,Jacquesfueelterceroenpasar.

Apartirdeaquelmomento, losmarinerosdejarondemurmurarcontraél,y losmásveteranosseleacercaronparaserlosprimerosentenderlelamano.

Esofueasíhasta1815.Decimoshasta1815,porqueelcapitánBertrand,queeramuyescéptico,nohabíaqueridotomarsenuncaenseriolacaídadeNapoleón:quizásedebieraaque,noteniendootracosaquehacer,habíahechodosviajesalaisladeElba,yenunodeesosviajeshabíatenidoelhonordeserrecibidoporelexdueñodelmundo.Loqueelemperadoryelpiratasedijeronenaquellaentrevistanadielosupojamás;loúnicoqueseobservófuequeelcapitánBertrandregresóabordosilbando:

Rantanplantararí,¡cómonosvamosareír!

Esto,tratándosedelcapitánBertrand,eraseñaldelasatisfaccióninternallevadaal más alto grado. Luego el pirata volvió a Brest, donde sin decir nada a nadieempezóaponerlaCalypsoenbuenestado,aaprovisionarsedepólvoraybalasyareclutaraloshombresquelefaltabanparaquelatripulaciónsehallasealcompleto.

DemaneraquehabríasidonecesarionoconoceralcapitánBertrandenabsolutopara no comprender que detrás de su telón se preparaba un espectáculo que iba asorprenderalpúblico.

En efecto, seis semanas después del último viaje del capitánBertrand a Porto-Ferrajo,Napoleón desembarcaba en el golfo Juan; veinticuatro días después de sudesembarco en el golfo Juan, Napoleón entraba en París; y setenta y dos horasdespuésdelaentradadeNapoleónenParís,elcapitánBertrandsalíadeBrestatodavelayconelpabellóntricolorenarbolado.

Transcurridos apenas ocho días, el capitán Bertrand ya estaba de regreso,remolcando un magnífico navío inglés de tres palos cargado con las más finasespeciasdelaIndia.Endichobarco,alverlabanderatricolorquecreíanporsiempredesaparecidadelafazdelaTierra,sehabíanquedadotanincreíblementeasombradosquenohabíanpresentadolamásmínimaresistencia.

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Esta captura despertó el apetito del capitán Bertrand. Así, en cuanto se hubodesprendidodesupresaaunprecioconvenienteyhuborepartidolasgananciasentrelatripulación,queyallevabacasiunañodescansandoyseaburríadetantoreposo,iniciólabúsquedadeunsegundonavíodetrespalos.Pero,comoessabido,unonoencuentrasiempreloqueandabuscando;yunahermosamañana,trasunanegrísimanoche,laCalypsosediodebrucesconunafragata.SetratabadelLeycester,esdecir,elmismonavíoque,comovimos,llevóaPort-LouisalgobernadoryaGeorges.

El Leycester tenía diez cañones y sesenta hombres de tripulación más que laCalypso.Además, no llevaba lamenor carga de canela, azúcar o café, pero sí, encambio, una santabárbara perfectamente surtida y un nutrido arsenal demetralla ypalanquetas.ApenasvioaquéparroquiapertenecíalaCalypso,leenvió,sinlamenorseñaldeadvertencia,unamuestradesumercancía;eraunapreciosabaladeltreintayseisquefueahundirseenlabodega.

La Calypso, muy al contrario de su hermana Galatea, que huía para ser vista,habría querido huir sin ser vista. No había nada que ganar con el Leycester, nisiquiera derrotándole, lo cual no era en absoluto probable. Por desgracia, no eramuchomás probable la suposición de escapar de él, pues su capitán era elmismoWilliamsMurrey,quealasazónnohabíaabandonadoaúnelserviciodelamarinayque, a pesar de su encantadora apariencia, a la que desde entonces su trabajodiplomáticohabíadadounanuevacapa,eraunodelosmásintrépidoslobosdemarqueexistíandesdeelestrechodeMagallaneshastalabahíadeBaffin.

Así pues, el capitán Bertrand mandó arrastrar sus dos piezas de artillería máspotentesalapopayemprendiólahuida.

LaCalypsoeraunauténticonavíodeproa,talladoparalacarrera,conunaquillaestrecha y alargada. Pero la pobre golondrina de mar se enfrentaba al águila delocéano,demodoque,apesardesuvelocidad,muyprontofueevidentequelafragataganabaterrenoalagoleta.

Estasuperioridadprontosehizoconsiderable,puestoquecadacincominutoselLeycesterenviabaujieresdebroncea laCalypsoparaconminarlaadetenerse, a locuallaCalypso,mientrashuía,lerespondíaconmensajerosdelamismaclase.

Mientras tanto, Jacques ibaexaminandocon todasuatención losmástilesde labricbarcaytransmitíaaltenienteRébardsussensatasobservacionessobrelasmejorasquesedebíanrealizarenelaparejodelosbarcosdestinados,comoloeralaCalypso,aperseguiroaserperseguidos.Habíasobretodouncambioradicalqueoperarenlospalosdejuanete,perocuandoJacques,conlosojosfijosenlapartedébildelnavío,acababadeterminarsudemostración,alnorecibirningunarespuestaaprobadoradelteniente, bajó los ojos del cielo a la tierra y reconoció la causa del silencio de suinterlocutor:eltenienteRébardacababadesercortadoendosporunabaladecañón.

La situación se iba agravando; resultaba evidente que, antes de media hora,estaríancostadoconcostado,yquedeberían,comosueledecirse,llegaralasmanosconunatripulacióntresvecesmásfuertequelasuya.Jacquesestabacomunicandoen

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un aparte esta reflexión poco tranquilizadora al artillero de una de las dos piezas,cuandoelhombrealagacharseparaapuntarpareciódarunpasoenfalsoycayódenaricessobrelaculatadelcañón.Alverquetardabaenincorporarsemásdeloqueconveníaentalescircunstanciasaunhombreencargadodeunatareatanimportante,Jacqueslocogióporelcuellodelacamisaylopusoenposiciónvertical.Entoncessediocuentadequeelpobrediabloacababadetragarseunfusilvizcaínoque,enlugardeseguirlaperpendicular,habíatomadoladirecciónhorizontal.Deahíelaccidente.Elpobreartillerohabíamuerto,comosedice,deunaindigestióndehierrofundido.Jacques que demomento no tenía otra tarea que hacer, se inclinó sobre el cañón,rectificóunalíneaodoselpuntodemiraygritó:

—¡Fuego!Al instante retumbó el cañón, y como Jacques tenía curiosidad por ver el

resultadodesudestreza,saltóalabordaparaseguir,tantocomolefueraposible,elefectodelproyectilqueacabadelanzarasuenemigo.

El efecto fue inmediato.El palo demesana, cortado un poco por encima de lacofa mayor, se dobló como un árbol abatido por el viento y luego cayó, con uncrujidoterrorífico,llenandoelpuentedevelasyaparejosyrompiendounapartedelaamuradadeestribor.

Un gran grito de alegría resonó a bordo de la Calypso. La fragata se habíadetenidoenmediodesucarrera,arrastrandoenelmarsualarota,mientraslagoleta,sana y salva excepto por algunos cordajes, proseguía su camino, liberada de lapersecucióndesuenemigo.

La primera preocupación del capitán, al verse fuera de peligro, fue nombrar aJacquestenienteenelpuestodeRébard:hacíatiempo,porlodemás,queencasodevacanteesepuestolecorrespondíaenlamentedetodossuscompañeros.Elanunciode su ascenso fue, pues, acogido con aclamaciones unánimes. Al anochecer secelebróunamisageneralportodoslosfallecidos.

Habían tirado los cadáveres al mar a medida que fallecían, y sólo habíanguardadoeldelsegundopararendirleloshonoresdebidosasurango.Dichoshonoresconsistíanensercosidodentrodeuncoyconunabaladeltreintayseisencadapie.Se siguió el ceremonial punto por punto, y el pobre Rébard fue a unirse con suscompañeros,gozandode lamuymediocreventajapor encimadeellosdehundirsehastalomáshondodelmarenvezdeflotarporlasuperficie.

Porlanoche,elcapitánBertrandaprovechólaoscuridadparacambiarderumbo,es decir, que gracias a un cambio de viento, volvió sobre sus pasos, demodo queregresabaaBrest,mientrasqueelLeycester,quesehabíaapresuradoareemplazarsumástilcaídoporunoderepuesto,corríatrasélalaalturadelcaboVerde.

EstoleprodujomuchamalasangrealcapitánMurrey,quienjuróquesialgúndíalaCalypsosetopabadenuevoconelLeycesternosaldríatanbienparadalasegundavezcomolohabíahecholaprimera.

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Unavez reparadas sus averías, el capitánBertrand se había vuelto a dedicar alcorsoy,secundadoporJacques,habíaobtenidoespléndidosresultados.Pordesgracia,llegó Waterloo; después de Waterloo, la segunda abdicación, y tras la segundaabdicación, la paz.Esta vez no había posibilidad de dudas. El capitán vio pasar, abordodelBellérophon, al prisionero deEuropa, y como conocíaSantaHelena porhaberparadoallíunasdosveces,sabíaquenadieseescapadeallícomoseescapadelaisladeElba.

El porvenir del capitán Bertrand se hallaba muy comprometido en ese grancataclismoquequebrótantascosas.Tuvoqueinventarse,pues,unanuevaocupación:teníaunahermosagoletaquenavegababien,cientocincuentahombresdetripulacióndispuestos a seguirle en su buena o mala fortuna, y pensó, lógicamente, que sededicaríaalatratadenegros.

Enefecto,eraunbuennegocioantesdequeestropearaneloficioconunmontónde declamaciones filosóficas en las que nadie pensaba entonces, y había muchodineroqueganarparalosprimerosquelohicieran.Laguerra,queavecesseextingueenEuropa,eseternaenÁfrica:siemprehayalgúnpuebloquetienesedy,comoloshabitantes de este hermoso país señalaron demanera categórica que elmediomásseguro para conseguir prisioneros era tenermucho aguardiente, bastaba a la sazónseguirlascostasdeSenegambia,Congo,MozambiqueoZanzíbarconunabotelladecoñacencadamanoparatenerlaseguridaddevolveralbarcoconunnegrobajocadabrazo. Cuando faltaban prisioneros, las madres vendían a sus hijos por un vasito;cierto es que por los niños no se pagaban grandes precios, pero la cantidadcompensaba.

El capitán Bertrand ejerció este comercio con honor y provecho durante cincoaños, es decir, desde 1815 hasta 1820, y pensaba seguir ejerciéndolo aúnmuchosaños cuando un acontecimiento inesperado puso fin a su existencia. Un día queremontabael ríode losPeces, situadoen lacostaoccidentaldeÁfrica,conun jefehotentote que debía entregarle, a cambio de dos pipas de ron, una partida denamaquesesporlaquehabíaidoanegociaryqueporanticipadoteníayacolocadaenMartinicayGuadalupe,pisóporcasualidadlacoladeunabouqueiraquedormitabaal sol. Esta clase de reptiles, como es sabido, tienen una cola tan sensible que lanaturalezaleshadadoeneselugarunacantidadindefinidadecascabelesparaqueelcaminante, avisadopor el ruido,no laspise.Labouqueira se levantó, pues, rápidacomounrayoymordióenlamanoalcapitánBertrand,quien,aunquefuerteanteeldolor, lanzó un grito. El jefe hotentote se volvió, vio de qué se trataba y dijoseriamente:

—Hombremordido,hombremuerto.—Bienquelosé,¡pardiez!—respondióelcapitán—,poresogrito.Después,bienporsatisfacciónpersonal,bienporfilantropía,paraquelaserpiente

quelehabíapicadonomordieraanadiemás,agarróalabouqueiraconsuspropias

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manosy le retorció el cuello.Pero apenas lahuboejecutado, al valiente capitán lefallaronlasfuerzasycayómuertojuntoalreptil.

Todo aquello había ocurrido con tanta rapidez que cuando Jacques, que seencontrabaaunosveinticincopasospordetrásdelcapitán, llegó juntoaél,ésteyaestaba verde como un lagarto. Quiso hablar, pero apenas pudo balbucear algunaspalabrasdeshilachadas,yexpiró.Diezminutosdespués,sucuerpoestabacubiertodemanchasnegrasyamarillas,nimásnimenosqueunasetavenenosa.Nohabíaniquepensar en llevar el cuerpo del capitán a bordo de la Calypso, pues, debido a laadmirablesutilezadelveneno, ladescomposiciónes rapidísima.Jacquesy losdocemarineros que lo acompañaban cavaron una fosa, tendieron al capitán dentro y larecubrieroncontodaslaspiedrasquepudieronencontrarenlosalrededores,afindeprotegerlo,enlamedidadeloposible,delasgarrasdelashienasyloschacales.Encuantoalaserpientedecascabel,unodelosmarinerosseocupódeella,puesrecordóque su tío, un farmacéutico de Brest, le había encargado que si alguna vez seencontrabaconunodeesosreptiles,intentarallevárselo,vivoomuerto,parameterloenunrecipienteenlapuertadesutienda,entreunabotellallenadeaguarojayunabotellallenadeaguaazul.

Hayunproverbiocomercialquedice:«Losnegociossonloprimero»,yenvirtuddedichoproverbio,el jefehotentoteyJacquesdecidieronqueaquellacatástrofenoimpediríacerrareltrato.Asípues,Jacquesfueabuscaralkraalvecinoloscincuentanamaquesesvendidos;traslocual,eljefehotentotefuealbarcoaporsusdospipasderonprometidas.

Realizado el intercambio, los dos comerciantes se separaron encantados el unoconelotro,prometiéndoseproseguir,enelfuturo,susrelacionescomerciales.

AquellamismatardeJacquesreunióatodoslosmarinerosenelpuente,desdeelcontramaestre hasta el último grumete. Y tras un discurso conciso pero elocuentesobrelasvirtudessinfinqueposeíaelcapitánBertrand,propusoalatripulacióndoscosas:laprimera,venderelcargamento,queestabacompleto,yluegoelbarco,queera fácil de vender, y después de repartirse las ganancias según los derechosestablecidos, separarse comobuenos amigos e ir a buscar fortuna cada cual por suparte;lasegundacosaeranombrarunsustitutoparaelcapitánBertrandycontinuarcon el negocio con el nombre comercial de Calypso y Compañía, declarando poranticipado que, pormuy teniente que fuese, se sometía a una reelección y sería elprimero en reconocer al nuevo capitán que surgiese de la votación. Tras estaspalabras, sucedió lo que tenía que suceder: Jacques fue elegido capitán poraclamación.

El joven escogió como segundo al contramaestre, un valiente bretón, nativodeLorient, al cual solían llamar, en alusión a lanotabledurezade su cráneo,maestreCabezadeHierro.

Aquellamismanoche,laCalypso,queolvidabamásfácilmentequelaninfacuyonombrellevaba,pusorumboalasAntillas,yaconsolada,almenosenapariencia,no

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delamarchadelreyUlises,sinodelamuertedelcapitánBertrand.En efecto, si había perdido a un amo, había encontrado a otro que ciertamente

valíatantoomásqueelprimero.Eldifuntoeraunodeesosviejoslobosdemarquehacenlascosassiguiendolarutina,sinhacercasodelainspiración.PeroJacquesnoeraasí.Élerasiempreelhombredelacircunstancia,universalencuantoconcerníaalartedelanáutica:sabía,enunabatallaoenunatormenta,mandarlamaniobracomounalmirantecualquiera,yhacía,cuandolaocasiónlorequería,unnudoalamarineratanbiencomoelúltimogrumete.ConJacquesnuncahabíadescansoy,porlotanto,nuncahabíaaburrimiento.Cadadíahacíaunamejoraenlaestibayelaparejodelagoleta.JacquesamabalaCalypsocomoseamaaunaamante,porelloestabasiemprepreocupado por añadirle algo a su atuendo. Tan pronto era una boneta, quemodificabasuforma,comounaverga,quesimplificabasumovimiento.Así,lamuycoqueta obedecía a su nuevo señor como no había obedecido nunca a nadie,animándosealoír suvoz, inclinándosey levantándosebajosumano, saltandobajosus pies como un caballo que siente la espuela. Jacques y laCalypso parecían tanhechoselunoparalaotraqueresultabainconcebiblequepudieranvivirelunosinlaotra.

Portodoello,apartedelrecuerdodesupadreysuhermano,quedevezencuandopasabacomounanubeporsufrente,eraelhombremásfelizdelatierraydelmar.Noeraunodeesosnegrerosávidosquepierdenlamitaddesusbeneficiosporquererganar demasiado, y para quienes el mal que hacen, después de convertirse encostumbre,llegaaserunplacer.No,eraunbuennegociante,yhacíasusnegociosaconciencia, teniendo con los cafres, hotentotes, senegambianos o mozambiqueñoscasi tantos cuidados como si fueran sacos de azúcar, cajas de arroz o balas dealgodón. Estaban bien alimentados, tenían paja para dormir, tomaban el aire dosvecesaldíaenelpuente.Sóloencadenabanalosrebeldeseintentaban,enlamedidadeloposible,venderalosmaridosconsusmujeresyalosniñosconsusmadres,locual era una delicadeza inaudita y conmuy pocos imitadores entre los colegas deJacques.Así era que los negros de Jacques llegaban a su destino generalmente enbuen estado físico y alegres, por lo cual casi siempre los revendía a un preciosuperior.

NiquedecirtienequeJacquesnoparabanuncaentierraeltiemposuficienteparacrearlazosserios.Comonadabaenoroyserevolcabaenplata,lasbellascriollasdeJamaica,Guadalupe yCuba le habíanmiradomás de una vez con ternura, inclusohabíapadresque, ignorandoquefuesemulatoytomándoloporunhonradonegreroeuropeo, lehacíandevezencuandopropuestasdematrimonio.Pero Jacques teníasus ideas en lo que al amor se refiere. Conocía a fondo lamitología y la historiasagrada,sabíaelapólogodeHeraclesyOnfalia[10]ylaanécdotadeSansónyDalila,por ello había decidido que no tendría más mujer que la Calypso. En cuanto aamantes, gracias a Dios, no le faltaban, las tenía negras, rojas, amarillas y dechocolate, dependiendo de si cargaba en el Congo, las Floridas, Bengala o

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Madagascar.Encadaviajetomabaunanuevaquealllegartraspasabaaunamigo,encasadelcualestabasegurodequeseríabientratada,pueshabíadecididonoquedarsenuncaconlamismaamante,pormiedoaque,fuesecualfuesesucolor,pudieraganarinfluenciaensucorazón;porque,debemosdecirlo,loqueJacquesamabaporencimadetodoerasulibertad.

Añadamos,además,queJacquesteníamuchosotrosplaceres.Erasensualcomouncriollo.Todaslasgrandescosasdelanaturalezaleafectabanagradablemente,sóloque, en vez de impresionar su mente, actuaban sobre sus sentidos. Adoraba lainmensidad, no porque le recordase a Dios, sino porque cuanto más espacio haymejor se respira; adoraba las estrellas, no porque pensase que eran otros mundosgirando en el espacio, sino porque le parecía encantador tener por encima de lacabezaundoselazulbordadodediamantes;adorabalasgrandesselvas,noporquesufrondosidad estuviera llena de vocesmisteriosas y poéticas, sino porque su espesabóvedaproyectaunasombraquenopuedenatravesarlosrayosdelsol.

Encuantoalaactividadqueejercía,suopinióneraquesetratabadeuncomerciocompletamente legal. Toda su vida había visto vender y comprar negros, así quepensaba que éstos estaban hechos para ser vendidos y comprados. En cuanto a lavalidezdel derechoque el hombre seha concedido a símismode traficar con sussemejantes,esonoleinteresabaenabsoluto.Élcomprabaypagaba,porlotanto,lacosaerasuya,ydesdeelmomentoenquehabíacompradoypagadoteníaderechoarevenderla.Jacquesnohabíaimitadoniunasolavezelejemplodesuscolegas,alosque había visto capturar negros por su cuenta. Él consideraba una vergonzosainjusticia apoderarse personalmente, bien por la fuerza, bien por la astucia, de unacriaturalibreparaconvertirlaenesclava;perodesdeelmomentoenqueesacriaturalibre había sido convertida en esclava por una circunstancia independiente de suvoluntad,Jacquesnoveíadificultadalgunaencomprárselaasupropietario.

BienseentiendequelavidaquellevabaJacqueseraagradable,sobretodoporquedevezencuandoteníasusdíasdecombate,comoentiemposdelcapitánBertrand.La trata de negros había sido abolida por un congreso de gobernantes que quizáconsideraban que perjudicaba a la trata de blancos, demodo que a veces algunosbarcossemetíanenloquenolesimportabayqueríansaberdetodastodasloquelaCalypsoibaahacerenlacostasdelSenegaloenlosmaresdelaIndia.Entonces,sielcapitánJacquesestabaenunodesusdíasdebuenhumor,empezabadistrayendoalbarcocuriosoenseñándolepabellonesdetodosloscolores;luego,cuandosecansabade jugar a las charadas, izaba supropiopabellón, que tenía tres cabezasdenegrospuestasdosyunasobrecampodegules,ylaCalypsoiniciabalapersecucióndandocomienzoalafiesta.

Además de los veinte cañones que adornaban sus portas, laCalypso, sólo paraaquellas ocasiones, poseía en la parte trasera dos piezas del treinta y seis, cuyoalcancesobrepasabaaldelosnavíoscomunes.Comoeramuyvelerayobedecíaconexactitud a su amo, usaba sólo las velas necesarias paramantener al barco que le

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perseguía dentro del alcance de sus dos piezas. El resultado era que, mientras lasbalasenemigasibanamorirensuestela,cadaunadesuspropiasbalas,pues,créanlo,Jacquesnohabíaolvidadosuoficiodeartillero,dabadellenoenelnavíonegrófilo.Eso duraba tanto tiempo como a Jacques le apeteciera hacer lo que él llamaba supartida de quillas; luego, cuando creía que el barco indiscreto había sidosuficientementecastigadoporsucuriosidad,añadíaalgunasvelasdejuanete,algunasbonetas,algunascangrejasinventadasporél,alasvelasyadesplegadas,enviabaasucontrincanteunpardepalanquetasenseñaldedespediday,cortandoelmarcomounpájaromarinoque regresa tardealnido, lodejaba tapando losagujeros, arreglandolosaparejosoanudandoloscordajes,ydesaparecíaporelhorizonte.

Estas escapadas, se entiende, le dificultaban un tanto la entrada en los puertos;perolaCalypsoeraunacoquetaquesabíacambiardeaspectoyhastadecarasegúnlaocasión.Avecesadoptabaunnombrevirginalyunaire ingenuo, llamándoseLaBelle Jenny o La JeuneOlympe, y se presentaba de forma tan inocente que dabagusto verla. Entonces, decía ella, venía de cargar té en Cantón, café en Moka oespecias en Ceilán. Repartía muestras de su carga, recibía pedidos y solicitabapasajeros.ElcapitánJacqueseraunbuencampesinodelabajaBretaña,consugranchaqueta,suslargoscabellos,suanchosombrero,enfin,todoelatuendodeldifuntoBertrand. Pero a veces la Calypso cambiaba de sexo; se llamaba el Sphynx o elLéonidas; su tripulación se ponía el uniforme francés y entraba en la rada con labanderablancaenarbolada,saludandocortésmentealfuerte,queledevolvíatambiéncortésmenteelsaludo.Entoncessucapitánera,segúnleapeteciese,obienunviejolobodemarquerenegaba,blasfemaba,juraba,hablabasólodebaboryestriborynoentendíaparaquépodíaservirlatierrasinoeraparairdevezencuandoarenovarelaguayllevarasecarelpescado;obienunapuestoyeleganteoficial,reciénsalidodela escuela, aquienelgobierno,para recompensar los serviciosde sus antepasados,habíadadounpuestoquesolicitabanotrosdiezoficialesmásantiguos.Entalcaso,elcapitán Jacques se hacía llamar señor de Kergouran o señor de Champ-Fleury,manteníalavistabaja,mirabaguiñandolosojosyhablabamarcandolaserres.TodoestohabríasidoreconocidoprontocomounacomediaenunpuertodeFranciaodeInglaterra;peroenCuba,Martinica,GuadalupeoJavateníaunéxitoenorme.

En cuanto a la colocación de los fondos provenientes de su comercio, paraJacques, que no entendía todos los movimientos de la especulación y todos loscálculos del crédito, era la cosa más sencilla: con su oro y sus letras de cambiocomprabaenVisapuryGuzaratelosmásbellosdiamantesquepodíaencontrar—demodoquehabíaterminadosiendocasitanexpertoendiamantescomoennegros—yguardaba éstos recién comprados junto con los antiguos en un cinturón que solíallevar puesto. Si se quedaba sin dinero, hurgaba en su cinturón, sacaba, según lasocasiones, un brillante gordo como un guisante o un diamante del tamaño de unaavellana,ibaaveraunjudío,mandabapesarlapiedrapreciosayseladabaalprecioseñalado.Luego,igualqueCleopatra,quebebíalasperlasqueledabaAntonio,élse

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bebía y se comía el diamante, con la diferencia de que, al contrario de la reina deEgipto,aJacquesledabaparavariascomidas.

Gracias a este sistema económico, Jacques llevaba siempre encimaunvalor dedos o tres millones que, como le cabían en la palma de la mano, eran fáciles deesconder cuando la ocasión lo requería, pues no se le ocultaba que una profesióncomo la suyapodía tenergrandes revesesde fortuna;queno todoeran rosasensuoficio,yquetrasunosañosdebonanzapodíallegarundíadedesgracia.

Peromientras ese día desconocido no llegase, Jacques, como ya hemos dicho,llevabaunavida bastante placentera quenohabría cambiadopor la de ningún rey,visto que, ya por aquellos tiempos, el empleo de monarca empezaba a tener unatractivo bastante mediocre. Nuestro aventurero habría sido, pues, perfectamentedichoso de no ser por el recuerdo de su padre y deGeorges que, a veces, venía aensombrecersuspensamientos.Porello,unbuendía,nopudoresistirlomás,ycomo,tras embarcar un cargamento en Senegambia y enCongo había ido a completar lacarga a las costas de Mozambique y Zanzíbar, decidió continuar hasta la Isla deFrancia e informarse de si su padre la habría abandonado, o si su hermano habríaregresado.Enconsecuencia,alavistarlacostahabíahecholasseñalesdecostumbrealosnegreros,yéstos lehabíancontestadocon lasseñalespertinentes.Elazarquisoque dichas señales fueran intercambiadas entre padre e hijo; de modo que, por lanoche,Jacquesseencontrónosóloen la tierranatal, sinoen losbrazosdequieneshabíaidoabuscar.

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XV

LACAJADEPANDORA

Comoescomprensible,fueunagrandichaparaaquelpadreyparaaquellosdoshermanosquellevabantantotiemposinverseelhallarseasíreunidosenelmomentoenquemenos loesperaban:enunprimer instantehubo,enelcorazóndeGeorges,debidoaunrestodeeducacióneuropea,unasensacióndepesadumbrealencontrarasuhermanoconvertidoenmercaderde carnehumana,peroeste sentimiento inicialquedóprontodisipado.EncuantoaPierreMunier,quenohabíasalidonuncade laislayque,porconsiguiente,loveíatododesdeelpuntodevistadelascolonias,noledioningunaimportancia;elpobrepadreestaba,porlodemás,totalmenteabsortoenlainesperadafelicidaddevolveraverasushijos.

Jacques, como era lógico, fue a dormir aMoka. Georges, él y su padre no sesepararonhastabienavanzadalanoche.Duranteesaprimerayagradablecharla,cadaunodeelloscompartióconsus íntimosdelalmatodoloquellevabaenelcorazón.PierreMunierdio rienda suelta a sudicha.No teníaotra cosa en élmásque amorpaterno. Jacques contó su vida aventurera, sus placeres extranjeros, su felicidadexcéntrica.LuegoletocóelturnoaGeorges,yésteexplicósuamor.

Anteesterelato,PierreMunierseestremeciódepiesacabeza.Georges,mulato,hijo demulato, amaba a una blanca v declaraba, al confesar su amor, que aquellamujerseríasuya.Talorgulloeraunaaudaciainauditaysinejemploenlascolonias,yasuparecereseorgulloharíarecaersobreelhombreencuyocorazónhabíaprendidotodoslosdoloresdelatierraytodalacóleradelcielo.

Jacques,porsuparte,comprendíaperfectamentequeGeorgesamaseaunamujerblanca,aunque,pormilrazonesqueélconocíademaravilla,preferíaconmuchoalasmujeresnegras.Peroerademasiadofilósofoparanoentenderyrespetarlosgustosdecadacual.Además,leparecíaqueGeorges,siendocomoeraguapo,ricoysuperioralosdemáshombres,podíaaspiraralamanodecualquiermujerblanca,¡aunquefueseladeAlina,reinadeGolconda!

Encualquiercaso,ofrecióaGeorgesunprocedimientoquesimplificabamucholas cosas: se tratabadeque, en casodeque el señor deMalmédie lo rechazase, élraptaríaaSaraylallevaríaalrincóndelmundoqueGeorgesescogiese,paraqueélfuera luego a reunirse allí con ella. Georges agradeció a su hermano tan amableofrecimiento,perocomodemomentoteníaotroplanpreparado,lorechazó.

Al día siguiente, los habitantes de Moka se reunieron casi al amanecer, puestenían muchas cosas que decirse, algunas olvidadas la víspera, otras ya repetidas.Hacia lasonceJacquessintiódeseosdevolveraver todos los lugaresdondehabía

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transcurrido su infancia, y propuso a su padre y su hermano un paseo por susrecuerdos.El viejoMunier aceptó, pero, comobien recordamos,Georges esperabanoticiasdelaciudad,asíquesevioobligadoadejarquesefueranjuntosyquedarseélencasa,dondehabíacitadoaMiko-Miko.

Al cabodemediahora,Georgesvio aparecer a sumensajero.Llevaba su largapercha de bambú con los dos cestos como si fuera a vender a la ciudad, pues elprevisor comerciante había pensado que, por el camino, quizá encontrase a algúnamantedelosobjetoschinos.Georges,apesardeldominiosobresímismoquecontantotrabajohabíaadquirido,fueaabrirlapuertaconelcorazóndesbocado,yaqueaquelhombrehabíavistoaSaraeibaahablarledeella.

Todohabíasucedidodelmodomássencillo,comoesfácilsuponer.Miko-Miko,usandodesuprivilegiopara introducirseen todaspartes,habíaentradoencasadelseñordeMalmédie,yBijou,quehabíavistocómosujovenamahabíacompradounabanicoalchino,lohabíaconducidosinmáshastaSara.

Alveralvendedor,Saraseestremeció,yaqueporunacadenalógicadeideasycircunstancias Miko-Miko le recordaba a Georges. Se apresuró, pues, a recibirlo,lamentandosolamenteeltenerquedialogarconélatravésdeseñas.Miko-MikosacódesubolsillolatarjetadeGeorges,enlacualeljovenhabíaescritodesupuñoyletraelpreciodelosdiferentesobjetosqueMiko-Mikohabíapensadoquepodríantentarel corazóndeSara, y se ladio a lamuchachapor el ladodonde estabagrabadoelnombre.

Ellaseruborizósinquererydiorápidamentelavueltaa la tarjeta.EraevidentequeGeorges,nopudiendoverla,empleabaaquelmedioparahacersepresenteensumemoria. Sara compró sin regatear todos los objetos cuyo precio había escrito lamanodel joven; luego, comoelvendedornopensóenpedirleque ledevolviera latarjeta,ellanopensótampocoendevolvérsela.

AlsalirdelashabitacionesdeSara,Miko-MikosetopóconHenri,quienlollevóalassuyasparaecharunvistazoatodasupacotilla.Henrinocomprónadaenaquelmomento,perodioaentenderaMiko-Mikoque,porestarmuycercanoeldíadelaboda con suprima,necesitaba lasbaratijasmásdeliciosasque el vendedorpudieraconseguirle.

AquelladoblevisitaalamuchachayasuprimopermitióaMiko-Mikoobservarlacasacondetalle.Dadoque,de todas lasprotuberanciasqueadornabansucabezarapada,laqueteníamásdesarrolladaeraladelamemoriadeloslugares,Miko-Mikoretuvo perfectamente la distribución arquitectónica de la vivienda del señor deMalmédie.

La casa tenía tres puertas: una daba, como ya hemos dicho, al jardín de laCompañía por un puente que cruzaba el arroyo; otra, en el lado opuesto, secomunicaba,atravésdeunacallejuelabordeadadeárbolesyformandoángulo,conlacalle del Gobierno; y la tercera daba a la calle de la Comedia y era una entradalateral.

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Alpenetrarenlacasaporlapuertaprincipal,esdecir,porelpuentequecruzabael arroyo y daba al jardín de la Compañía, uno se encontraba en un gran patiocuadrado,llenodemangosylilaschinas,atravésdecuyashojasyfloressepercibía,delante,laviviendaprincipal,alaqueseaccedíaporunapuertacasiparalelaaladelacalle.Desdeallíquedabanenprimerplano,aladerecha,lascabañasdelosnegrosy,alaizquierda,lascuadras.Ensegundoplano,aladerecha,habíaunpabellónalasombradeunamagníficasangrededragoy,enfrentedeestepabellón,unasegundavivienda destinada también a los esclavos. Por último, en tercer plano, estaba a laizquierda la entrada lateral que daba a la calle de la Comedia y, a la derecha, unpasajequeconducíaaunapequeñaescalerayquellegabaalacallejuelabordeadadeárbolesque,haciendoterraza,daba,ensuángulo,enfrentedelteatro.

Deestemodo,sisehaseguidobienladescripciónqueacabamosdehacer,severáqueelpabellónsehallabaseparadodelcuerpodeledificioporelpasaje.Ahorabien,comoestepabellóneraelrefugiofavoritodeSara,yeraenéldondepasabalamayorparte del tiempo, el lector permitirá que añadamos algunas palabras a lo que yadijimosenunodeloscapítulosprecedentes.

Estepabellónteníacuatrocaras,aunquesóloeravisibleportreslados.Enefecto,unodesusladoslindabaconlascabañasdelosnegros.Losotrostresdaban,unoalpatiodeentrada,dondeestabanplantadoslosmangos,laslilaschinasylasangrededrago; otro, al pasaje que conducía a la pequeña escalera; y el último, a una granleñeracasidesierta,quedaba,porunlado,almismoarroyoquebordeabaunadelasfachadas exterioresde la casadel señordeMalmédiey, por el otro, a la callejuelabordeada de árboles que se elevaba por encima de la leñera, a unos doce pies.Pegadasaestacallejuelahabíadosotrescasas,cuyostechos,suavementeinclinados,ofrecíanunapendientefácilparaquieneshubierandeseado,porelmotivoquefuese,ignorarelcaminousadoportodoelmundoypenetrardeincógnitoalaleñeraporlacallejuela.

DurantelanarracióndeMiko-Miko,Georgeshabíasonreídotresveces,peroconexpresionesbiendiferentes.Laprimera,cuandosuembajadorlehabíadichoqueSarasehabíaquedadoconlatarjeta;lasegunda,cuandohabíahabladodelmatrimoniodeHenriysuprima;latercera,cuandosehabíaenteradodequesepodíapenetrarenelpabellónporlaventanadelaleñera.

Georges colocó delante deMiko-Miko papel y lápiz, ymientras que, paramásseguridad,elvendedordibujabaelplanodelacasa,élmismotomóunaplumaysepusoaescribirunacarta.

Lacartayelplanodelacasaquedaronterminadosalmismotiempo.GeorgesselevantóentoncesparairasuhabitaciónabuscarunmaravillosocofrecillodeBoulle,digno de haber pertenecido a madame de Pompadour, puso dentro la carta queacababadeescribir,cerróelcofrecilloconllaveyentregócofreyllaveaMiko-Mikoaltiempoqueledabainstrucciones.Trasello,elchinorecibióotrocuádruplecomorecompensapor elnuevoencargoque iba ahacery, cargándoseotravezelbambú

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bien equilibrado al hombro, reemprendió caminohacia la ciudad almismopaso alquehabíavenido,loquesignificabaque,enunascuatrohoras,sehallaríadenuevojuntoaSara.

CuandoMiko-Mikoacababadedesapareceralfondodelaavenidadeárbolesqueconducíaalaplantación,Jacquesysupadreentraronporunapuertatrasera.Georges,queestabaapuntodeirabuscarlos,seextrañódequeregresarantanpronto.Jacqueshabíavistoenelcielosignosqueanunciabanuncambiobruscodelviento,yaunquetenía plena confianza en Cabeza de Hierro, su teniente, amaba demasiadosinceramente a la Calypso para dejar su salvación en manos de otro en unacircunstanciatangrave.Venía,pues,adespedirsedesuhermano.Enefecto,desdeloaltodelamontañadelPouce,adondehabíasubidoparaversilagoletaseguíaensulugar,habíavistoalaCalypsodandobordadasaunasdosleguasdelacostayhabíahecho entonces la señal acordada entre su segundo y él en caso de que cualquiercircunstancia lo obligase a volver a bordo. La señal había sido vista, y Jacquesaseguróqueendoshoraslamismachalupaquelohabíatraídoestaríadispuestaparallevárselo.

ElpobrepadreMunierhabíahechocuantohabíapodidoparamantenerasuhijojuntoaél,peroJacqueslehabíarespondidoconsudulcevoz:

—Nopuedeser,padre.Yporsuentonaciónsuaveperofirmeelancianohabíacomprendidoquesuhijo

estababiendecididoyque,porlotanto,nodebíainsistirmás.EncuantoaGeorges,comprendíatanbienelmotivoquedevolvíaaJacquesasu

barcoquenisiquieraintentóhacerledesistirdesuproyecto.Noobstante,declaróasuhermano que él y su padre lo acompañarían hasta más allá de la cadena delPieterboot,desdecuyavertienteopuestapodíanverloembarcary,unavezenelmar,seguirleconlamiradahastasunave.

Así pues, Jacques partió acompañado por Georges y su padre, y los tres, porsenderos conocidos sólo por los cazadores, llegaron a la fuente del río de lasCalebasses.AllíJacquessedespidiódesusíntimosdelalma,alosquetanpocohabíavisto,peroalosqueprometiósolemnementevolveravermuypronto.

Unahoradespués lachalupasehabíaalejadode laorilla llevándosea Jacques,quien, fiel al amor que todomarino siente por su nave, regresaba para salvar a laCalypsooperecerconella.

Apenassubióabordo,lagoleta,quehastaentonceshabíaestadodandobordadas,pusorumbohacia la isladeSableysealejó lomásrápidamentequepudohaciaelnorte.

Entretanto, el cielo y el mar se habían ido haciendo cada vez más y másamenazadores.Elmarrugíaycrecíaaojosvista,sibiennoeralahoradelamarea.Elcielo, como si hubiera querido rivalizar con el océano, se encrespaba con olas denubesquecorríanvelozmenteyquesedesgarrabandeprontoparadejarpasarráfagasdevientoquegirabandel este-sudeste al sudeste y sur-sudeste.Sin embargo, estos

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síntomas,paracualquieraquenofueramarino,nopresagiabanmásqueunatormentacorriente.Variasvecesyaenelcursodelañohabíahabidoamenazassemejantessinque las hubiese seguido catástrofe alguna. Pero, al volver a la casa, Georges y supadre tuvieron que reconocer la sagacidad del ojo de Jacques. El mercurio delbarómetrohabíabajadopordebajodelasveintiochopulgadas.

DeinmediatoPierreMunierdioordenalcapatazdequecortarantodoslostallosdeyucaparasalvaralmenoslasraíces,yaque,cuandonosetomatalprecaución,elvientosuelearrancarlasdelsueloyarrastrarlasporlosaires.

Georgesmandó aAlí que tuviera aAntrim ensillado para las ocho.Al oír estaorden,PierreMunierseestremeció.

—¿Porquémandasensillaralcaballo?—preguntóconpavor.—Tengoqueestarenlaciudadalasdiez,padre—respondióGeorges.—Pero,desdichado,¡esoesimposible!—exclamóelanciano.—Espreciso,padre—dijoeljoven.Y en el tono de aquella voz, como en la de Jacques, el pobre padre reconoció

tantadeterminaciónqueagachólacabezasuspirandoynoinsistiómás.Mientrastanto,Miko-Mikoestabacumpliendoconsumisión.Nada más llegar a Port-Louis se había dirigido hacia la casa del señor de

Malmédie,cuyaspuertasleestabandoblementeabiertasporelencargodeHenri.Estavez se presentaba conmás confianza, pues al pasar por el puerto había visto a losseñoresdeMalmédie,padreehijo,ocupadosenmirar losnavíos fondeados,cuyoscapitanes,alaesperadelvendavalqueseavecinaba,estabanreforzandolasamarras.Entró,pues,encasadelseñordeMalmédiesintemoraquenadielomolestaraenloqueveníaahacer,yBijou,quehabíavistoaMiko-Mikohablandoporlamañanaconsujovenamoyconlaqueyaconsiderabasujovenama, locondujodirectamenteaSara,quien,segúnsucostumbre,estabaenelpabellón.

TalcomohabíaprevistoGeorges,entretodoslosnuevosobjetosqueelvendedorofrecióalacuriosidaddelajovencriolla,fueelpreciosocofrecillodeBoulleelqueatrajo de inmediato su atención. Sara lo agarró, lo giró y volvió a girar por todosladosy,trasexaminarelexterior,quisoverlopordentroypidiólallaveparaabrirlo.EntoncesMiko-Mikofingióbuscarlaportodaspartes,perosubúsquedafueinútil.Alfinalmedianteseñasleindicóquenolateníayque,sinduda,selahabíaolvidadoensu casa, adonde iba a buscarla. Salió, pues, dejando el cofre y prometiéndole quevolveríaconlallave.

Diezminutosdespués,ymientraslamuchacha,entodoelardordesucuriosidadinfantil,girabaunayotravezelmilagrosocofrecillo,Bijouentróy ledio la llave,queMiko-Mikosehabíalimitadoaenviarenmanosdeunnegro.

PocoimportabaaSaracómolellegabalallave,siempreycuandolellegara.Latomó,pues,delasmanosdeBijou,quienseretiróparairacerrarprestamentetodoslospostigosdelacasa,amenazadosporelhuracán.Sara,unavezsola,seapresuróa

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abrir el cofre, que, como ya sabemos, no contenía más que un papel sin lacrar,solamentedobladoencuatro.

Georgesloteníatodoprevisto,todocalculado.Era preciso queSara estuviese sola en elmomento en que hallase la carta; era

precisoque la carta estuviera abiertaparaqueSaranopudieradevolverladiciendoquenolahabíaleído.

Alversesola,lamuchachavacilóuninstante,peroadivinandodedóndeprocedíaaquellanota,arrastradaporlacuriosidad,porelamor,poresosmilsentimientosquebullen en el corazón de las jóvenes, no pudo resistirse al deseo de ver lo que leescribíaGeorges,y, turbaday ruborizada, tomóelpapel, lodesdoblóy leyó loquesigue:

Sara:Noesprecisoque tedigaque teamo,porqueya losabes.Elsueñode

todamiexistenciahasidohallarunacompañeracomotú.Noobstante,hayenelmundosituacionesexcepcionalesyenlavidamomentossupremosenlos que todas las convenciones de la sociedad caen ante una terriblenecesidad.

Sara,¿meamas?Pon en un plato de la balanza lo que será tu vida con el señor de

Malmédie,yenelotroloqueserátuvidaconmigo.Conél,laconsideracióndetodos.

Conmigo,lavergüenzadeunprejuicio.Peroteamo,telorepito,másdeloqueningúnhombreenelmundoteha

amadoniteamarájamás.SéqueelseñordeMalmédiequiereadelantarelmomentoenquehadeconvertirseentuesposo,porlotanto,nohaytiempoqueperder.Túereslibre,Sara;ponlamanoentucorazónydecideentreelseñorHenriyyo.

Tu respuesta seráparamí tan sagradacomo lo seríaunaordendemimadre.Estanoche,alasdiez,estaréenelpabellónpararecibirla.

GEORGES

Saramiró a su alrededor aterrorizada.Leparecía que al darse la vuelta vería aGeorges.

Enaquelmomentoseabriólapuertay,enlugardeGeorges,SaravioapareceraHenriyescondió lacartaensupecho.Henri,engeneral,comoyahemosvisto,noestabamuyinspiradoconrespectoasuprima,yestaveznofuemásafortunadoquede costumbre.Había escogidomuymalmomento para presentarse ante Sara, puesellaestabamuypreocupadaporotro.

—Disculpa, querida Sara—dijo—, que entre en tus habitaciones sin habermeanunciado,peroenelpuntoenquenosencontramos,yentrepersonasque,dentrode

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quincedías,seránmaridoymujer,mepareceque,pormásquedigas,taleslibertadesson lícitas.Además,vengoadecirteque, siaprecias lashermosas floresque tienesahíafuera,haríasbienenmandarquelasentraran.

—¿Yporqué?—preguntóSara.—¿Novesqueseestápreparandounvendaval,yque,tantoparalasflorescomo

paralaspersonas,estanochemásvaldráestardentroquefuera?—¡Oh, Dios mío! —exclamó Sara pensando en Georges—. Entonces, ¿hay

peligro?—Paranosotrosque tenemosunamansiónsólida,no—dijoHenri—;peropara

lospobresdiablosquevivenenesascabañasoparalosqueesténporloscaminos,sí,yconfiesoquenoquerríaestarensulugar.

—¿Túcrees,Henri?—¡Pardiez,quesilocreo!¿Nooyes?—¿Qué?—LosfilaosdeljardíndelaCompañía.—Sí,sí.Estángimiendo,yesoesseñaldetormenta,¿noescierto?—Ymira el cielo cómo se está cubriendo.Así que te lo repito,Sara, si hasde

entraralgunaplanta,notienestiempoqueperder;yovoyaencerraralosperros.YHenrisalióparaponerasujauríaaresguardodelatormenta.En efecto, la noche caía conuna rapidezdesacostumbrada, pues el cielo se iba

cubriendo de grandes nubarrones negros. De vez en cuando, pasaban ráfagas devientoquehacíantambalearlacasa,yluegotodovolvíaalacalma,peroaesacalmatensaqueasemejalaagoníadelanaturalezaexpirante.Saramiróalpatioyvioquelos mangos temblaban como si estuvieran dotados de sentimientos y hubieranpresentidolaluchaqueibaatenerlugarentreelviento,latierrayelcielo,mientraslaslilaschinasinclinabantristementesusfloreshaciaelsuelo.Lamuchacha,alverlo,sesintiópresadeunterrorprofundoyjuntólasmanosmurmurando:

—¡Oh,Diosmío!Señor,¡protégelo!EnesemomentoSaraoyólavozdesutíoquelallamaba,yabriólapuerta.—Sara—dijoelseñordeMalmédie—,Sara,venaquí,hijamía.Enelpabellón

noestarássegura.—Yavoy,tío—respondiólajovencerrandolapuertayechandolallavetrasella,

pormiedoaquealguienentraseensuausencia.PeroenlugardeirareunirseconHenriysupadre,Sarafueasudormitorio.Un

momentodespués,elseñordeMalmédiefueaverquéestabahaciendo.SehallabaderodillasanteelCristoqueteníaalpiedesucama.

—¿Quéhacesahí—dijosutío—,envezdeveniratomareltéconnosotros?—Tío—contestóSara—,estoyrezandoporlosviajeros.—¡Ah!¡Pardiez!—dijoelseñordeMalmédie—.Estoysegurodequenohabrá

entodalaislaunhombretanlococomoparaponerseaviajarconeltiempoquehace.—¡QueDioslooiga,tío!—dijoSara.Ysiguiórezando.

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En efecto, ya no cabía duda, y el acontecimiento que con su ojo de marinoJacqueshabíapredicho,ibaaocurrir:unodeesosterribleshuracanesquesonelterrorde las colonias amenazaba la Isla de Francia. La noche, como hemos dicho, habíallegadoconunarapidezterrorífica,perolosrelámpagossesucedíantandeprisaycontal resplandorque laoscuridadquedabasustituidaporuna luzazuladay lívidaquedabaalosobjetoselcolorcadavéricodelosmundosexpiradosqueelCaíndeByronvisitaconducidoporSatán.Cadaunodeloscortosintervalosduranteloscualesloscasi incesantes relámpagos convertían a las tinieblas en dueñas de la tierra estabacuajadodelpesadorugirdetruenosquenacíandetrásdelasmontañas,parecíanrodarpor las pendientes, se alzaban por encima de la ciudad y se perdían en lasprofundidades del horizonte. Después, como ya hemos dicho, tras el viajero rayo,veníangrandesypotentesráfagasdevientoquepasabanasuvez,doblando,comosifueran ramitas de salce, los árboles más vigorosos, que se volvían a levantarlentamenteyllenosdetemor,paradoblarse,quejarseygemirotravezbajounanuevaráfaga,cadavezmásfuertequelaanterior.

Era sobre todoenel corazónde la isla, en la regióndeMokayen las llanurasWilliams,dondeelhuracán, libreyfelizporsu libertad,ofrecíaelespectáculomásmagníficodecomtemplar.Así,PierreMunierestabadoblementeasustado,porhabervistopartiraJacquesyestarGeorgesapuntodeirse;pero,débilcomosiempreantecualquier fuerza moral, el pobre padre se había doblegado, y temblando por losrugidos del viento, palideciendo por los gruñidos del rayo, sobresaltándose a cadarelámpago, no intentaba siquiera retener a Georges a su lado. En cuanto al joven,podíadecirsequesecrecíaacadaminutoqueleacercabaalpeligro.Alcontrariodesupadre,alzabalacabezaacadaruidoamenazadorysonreíacadavezqueveíaunrelámpago.Él,quehastaentonceshabíaprobado todas las luchashumanas,parecíaimpaciente,comodonJuan,porlucharcontraDios.

Así, cuando llegó la hora de la partida, con la inflexibilidad que caracterizabatodassus resolucionesyqueeraeldistintivo,nodiremosde laeducación recibida,sinodelaquesehabíadadoasímismo,Georgesseacercóasupadre, le tendiólamanoy,sinpareceradvertirlostembloresdelanciano,salióconunpasotanseguroyunrostrotanserenocomosihubierasalidoenlascircunstanciasmásnormalesdelavida. En la puerta se encontró con Alí, quien, con la pasividad de la obedienciaoriental,llevabaaAntrimensilladoyagarradodelabrida.

Comosihubierareconocidoelsilbidodelsimúnolosrugidosdeljamsín,elhijodeldesiertoseencabritabarelinchando,peroaloírlavozbienconocidadesujinete,pareció calmarse y dirigió hacia donde él estaba su ojo huraño y sus ollaresresoplantes.Georgeslotranquilizóconlamanodiciéndolealgunaspalabrasenárabe;luego,conlaligerezadeunconsumadojinete,saltóalasillasinapoyarelpieenelestribo.AlinstanteAlísoltólabrida,yAntrimpartióalavelocidaddelrayo,sinqueGeorgeshubieravistoasupadre,quien,parasepararselomástardeposibledesuhijo

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bienamado, había entreabierto la puerta y lo había seguido con la vista hasta elmomentoenquedesaparecióalfondodelaavenidaqueconducíaalacasa.

Era,porlodemás,unespectáculoadmirableelveraaquelhombrearrojadoaunacarrera tan rápida comoel huracán enmediodel cual pasaba, cruzando el espacio,cual Fausto dirigiéndose al Broken en su corcel infernal. Todo a su alrededor eradesordenyconfusión.Sóloseoíaelcrujidode losárboles trituradosporelaladelviento.Lascañasdeazúcar,lasplantasdeyucaarrancadasdesustalloscruzabanelaire,semejantesaplumasllevadasporelviento.Pájaros,sorprendidosensusueñoyvolandoenunvueloque ellosnodirigían, pasabanalrededordeGeorges lanzandogritosagudos,mientras,devezencuando,algúnciervoasustadocruzabaelcaminoconlarapidezdeunaflecha.EnesemomentoGeorgeserafeliz,puessentíaquesucorazón se henchía de orgullo.Él era lo único sereno enmedio de aquel desordenuniversal,ycuandotodosedoblegabaosequebrabaasualrededor,sóloélseguíasucaminohaciaelobjetivoque lemarcaba suvoluntad, sinquenadapudierahacerlodesviardesucamino,sinquenadapudieraapartarlodesuproyecto.

Asísiguióduranteunahoramásomenos,saltandolostroncosdeárbolescaídos,losarroyosconvertidosentorrentes,laspiedraslevantadasquerodabandesdeloaltode las montañas. Luego vio el mar agitado, verdoso, espumeante, rugiente, querompíacontralaorillaconunhorribleruido,comosilamanodeDiosnoestuvieraallí para contenerlo. Georges había llegado al pie de la montaña de los Signaux.Rodeó la falda, siempre arrastrado por la carrera frenética de su caballo, cruzó elpuenteBourgeois,torcióaladerechalacalledelaCóte-d’Or,resiguiópordetráslasmurallas del cuartel y atravesó la fortificación, para descender por la calle de laRampe hasta el jardín de laCompañía.Desde allí, subió por la ciudad desierta enmedio de los restos de chimeneas arrancadas, de paredes derrumbadas, de tejasvolantes,siguiólacalledelaComedia,torcióbruscamentealaderecha,siguióporladelGobierno,seinternóenelcallejónsituadofrentealteatroydesmontódelcaballo.Abrió la barrera que separaba el callejón de la callejuela bordeada de árboles porencimade lacasadel señordeMalmédie, cerró labarrera trasde síy tiró labridasobreelcuellodeAntrim,que,comonohabíaotrasalida,nopodíaescaparse.Luego,deslizándosepor los tejadosadosadosa lacallejuelay lanzándosede los tejadosalsuelo,seencontróen la leñeraa laquedaban lasventanasdelpabellónquehemosdescrito.

Mientras tanto,Sara estaba en sudormitorio, escuchandocómo rugía el viento,santiguándose a cada relámpago, rezando sin cesar, llamando a la tormenta, puesesperaba que la tormenta detendría a Georges. Luego, de repente, temblabadiciéndoseasímismaquecuandounhombrecomoéldicequeharáalgo,aunqueelmundoenterosehundaasuspies, lohace.EntoncessuplicabaaDiosquecalmaraaquel viento y apagara los relámpagos. Veía a Georges herido bajo un árbol,aplastadoporunaroca,rodandoalfondodeuntorrente,ycomprendíaentonces,conpavor,hastaquépuntosusalvadorhabíatomadounrápidoimperiosobreella.Sentía

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que toda resistencia a aquella atracción era inútil, que toda lucha, en fin, era vanacontraaquelamor,nacidoeldíaanterioryyatanpoderosoquesupobrecorazónnopodíamásqueforcejearygemir,reconociéndosevencidosinhabersiquieraintentadoluchar.

Amedidaqueseacercabalahora,laagitacióndeSaracrecíamásymás.Conlosojosfijosenelreloj,ibasiguiendoelmovimientodelaaguja,yunavozenelcorazónledecíaqueacadaminutoqueéstamarcaba,Georgesseaproximabaaella.Laagujaseñaló sucesivamente las nueve, las nueve y media, las diez menos cuarto, y latormenta, lejosdeamainar,eracadavezmásespantosa.Lacasatemblabahasta loscimientos, y hubiérase dicho, a cada instante, que el viento que la sacudía iba aarrancarla de cuajo.De vez en cuando, enmedio de los gemidos de los filaos, enmedio del grito de los negros, cuyas cabañas, menos sólidas que las casas de losblancos,se rompíanconelsoplodelhuracán,comoconelsoplodeunniñocaeelcastillo de cartas que acaba de levantar, se oía resonar, respondiendo al trueno, lalúgubrellamadadealgúnnavíoenapurosquereclamabasocorro,conlacertezadequeningúnserhumanopodríallevárselo.

Entre, todosaquellosruidosdiferentes,ecosdeladevastación,Saracreyóoírelrelinchodeuncaballo.

Selevantósúbitamente;sudecisiónestabatomada.Elhombreque,enmediodetales peligros, cuando los más valientes temblaban en sus casas, venía hasta ella,atravesandolosbosquesdevastados,lostorrentescrecidos,losprecipiciosabiertos,ytodoesoparadecirle«¡Tequiero,Sara!¿Mequieres?»,esehombreeradignodeella.YsiGeorgeshabíahechoeso,él,quelehabíasalvadolavida,entoncesellaeradeGeorgescomoésteeradeella.Yanoeraunadecisiónqueellaadoptasea su librearbitrio,eraunamanodivinaqueladoblegaba,sinquepudieraoponerse,aundestinopreviamente establecido: ella ya no decidía su suerte, obedecía pasivamente a unafatalidad.

Sinmás,conesadeterminaciónquedan lascircunstanciassupremas,Sarasaliódesuhabitación,alcanzóelextremodelpasillo,bajóporlapequeñaescaleraexteriorquehemos indicadoyqueparecíamoversebajosuspies, sehallóenelángulodelpatiocuadrado,avanzó,topándoseconescombrosacadapaso,apoyándose,paranoser derribada por el viento, en la pared del pabellón y llegó a la puerta. En elmomento en que sacaba la llave pasó un relámpago, mostrándole sus mangostorcidos,suslilasdesgreñadas,susfloresrotas;sóloentoncespudohacerseunaideadelaconvulsiónprofundaenlaquesedebatíalanaturaleza.PensóquetalvezibaaesperaraGeorgesenvano,queélnovendría,noporquehubieratenidomiedo,sinoporquehabríamuerto.Antetalidea,tododesaparecióySaraentróapresuradamenteenelpabellón.

—¡Gracias,Sara!—dijounavozquelahizoestremecersehastalomáshondodelcorazón—. ¡Gracias! ¡Ah!Nomehabía equivocado:me amas, Sara. ¡Bendita seasmilveces!

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YalmismotiempoSarasintióunamanoquetomabalasuya,uncorazónquelatíacontra su corazón, un aliento que se confundía con su aliento. Una sensacióndesconocida, rápida, devoradora, recorrió todo su cuerpo: jadeante, extenuada,doblándosesobresímismacomounaflorsedoblaporeltallo,sedejócaersobreelhombrodeGeorges,puesenlaluchaquellevabasosteniendodoshorashabíagastadotodalafuerzadesualmaynolequedabamásqueparamurmurar:

—¡Georges!¡Georges!¡Tenpiedaddemí!Él comprendió aquella llamada de la debilidad a la fuerza, del pudor de la

muchacha a la lealtad del amante. Tal vez él había venido con otro objetivo, perosintióqueapartirdeeseinstanteSaraerasuya,quetodoloqueobtuvieradelavirgenseríaarrebatadoalaesposa,yaunqueestremeciéndosetambiénéldeamor,dedeseo,de felicidad, se limitó a conducirla hasta la ventana para verla a la luz de losrelámpagos,einclinandosucabezaenladelajovencriolladijo:

—Eresmía,Sara,¿verdad?¿Míaparatodalavida?—¡Oh!¡Sí,sí,paratodalavida!—murmurólajoven.—¿Nadanossepararájamás,sólolamuerte?—¡Sólolamuerte!—¿Lojuras,Sara?—¡Pormimadre!¡Georges!—¡Bien!—dijo el joven, estremeciéndose a la vez de dicha y de orgullo—.A

partirdeesteinstanteeresmimujer,Sara,¡ymalditoseaquiénintenteseparartedemí!

Trasestaspalabras,Georgesposósus labiosen losde lamuchacha,y sindudatemiendo dejar de ser dueño de sí mismo ante tanto amor, juventud y belleza, seprecipitóhaciaelgabinetecontiguo,cuyaventana,aligualqueladelpabellón,dabaalaleñera,ydesapareció.

EnesemomentoestallóuntruenotanviolentoqueSaracayóderodillas.CasialinstanteseabriólapuertadelpabellóndejandopasoalseñordeMalmédieyaHenri.

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XVI

LAPETICIÓNDEMANO

Durantelanochecesóelhuracán,peronofuehastalamañanasiguientecuandosepudoapreciarlosdañosquehabíacausado.Unapartedelosnavíosatracadosenelpuertohabíansufridoaveríasconsiderables;variosdeellossehabíanvistolanzadosunos contra otros y habían quedado destrozados. La mayoría había perdido losmástilesyhabíanquedadoarrasadoscomopontones;dosotreshabíanidoaencallar,arrastrandolasanclas,alaisladelosTonneliers.Porúltimo,unosefueapiqueenelpuertoyperecióconbienesypersonassinqueselepudieraprestarsocorro.Entierra,la devastación no fue menor. Pocas casas en Port-Louis quedaron a salvo de tanterriblecataclismo;casi todas lasqueestaban recubiertasde tablillas,pizarra, tejas,cobre u hojalata habían visto volar sus techos. Las que estaban rematadas porargamasa,esdecir,lasterrazasalestiloindio,habíansidolasúnicasqueresistieronporcompleto.Asípues,porlamañana,lascallesestabansembradasdeescombros,yalgunos edificios sólo se sostenían sobre sus cimientos gracias a la ayuda denumerosos puntales. Todas las tribunas preparadas en elCampo deMarte para lascarrerashabíanquedadovolcadas.Doscañonesdegrancalibre,dispuestosenbateríaenlascercaníasdelaGrande-Rivière,habíansidoderrumbadosporelviento,yporlamañanalosencontraronenelsentidoopuestoacomoloshabíandejadolavíspera.

El interior de la isla presentaba un aspecto igualmente deplorable.Todo lo quequedabade lacosecha,quepor fortunayaestabacasiacabadadel todo,había sidoarrancado de la tierra. En varios lugares, arpendes enteros de selva presentaban elaspecto del trigo tumbado por el granizo; casi ningún árbol aislado había podidoresistiralhuracán,yhastalostamarindos,árbolesflexiblesporexcelencia,sehabíanpartido,cosa,hastaentonces,consideradaimposible.

La casa del señor deMalmédie, una de lasmás elevadas de Port-Louis, habíasufridomucho.Hubounmomento inclusoenque las ráfagasdevientohabíansidotanviolentasqueelseñordeMalmédieysuhijohabíandecididoirabuscarrefugioen el pabellón que, construido de piedra, con una sola planta y protegido por laterraza,quedabamásresguardadodelviento.Henri,pues,habíacorridohaciadondeestabasuprima;peroalencontrarlahabitaciónvacía,pensóque,comoélysupadre,Sara,asustadaporelhuracán,habíapensadoenrefugiarseenelpabellón.Bajaronaél y, en efecto, allí la encontraron. Su presencia estaba motivada por lascircunstanciasysuterrornonecesitabaexcusaalguna.Porlotanto,nielpadrenielhijo sospecharon por un instante la causa que había hecho salir a Sara de su

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dormitorio, y lo atribuyeron a un sentimiento de miedo del que ni ellos mismoshabíanquedadoexentos.

Al amanecer, como ya hemos dicho, la tormenta amainó. Pero, aunque nadiehabía dormido por la noche, nadie se atrevió a entregarse al sueño y cada cual seocupóenverificar laporcióndepérdidaspersonalesquehabía tenidoquesoportar.Porsuparte,elnuevogobernadorrecorrió,desdeporlamañana,todaslascallesdelaciudad,poniendo laguarniciónalserviciode lapoblación.Comoresultadodeello,aquellamismanocheunapartedelashuellasdelacatástrofeyahabíadesaparecido.

Además,convienedecirlo,todoelmundoseesforzóendevolveraPort-Louiselaspectoqueteníaeldíaanterior.SeacercabalafiestadelYamsé,unadelasmayorescelebracionesde, la IsladeFrancia.Comoesta fiesta, cuyonombreprobablementesea desconocido en Europa, está ligada a los acontecimientos de esta historia,pedimospermisoaloslectoresparadecirlesalgunaspalabrasintroductoriasquenosresultanindispensables.

Esbien sabidoque la gran familiamahometana estádividida endos sectas, nosólodiferentes,sinotambiénenemigas:lasunníylachiíta.Laprimera,alaqueestánunidas laspoblacionesárabesy turcas,reconoceaAbuBekr,OmaryOsmáncomosucesoreslegítimosdeMahoma;lasegunda,seguidaporlospersasylosmusulmanesindios, considera a los tres califas como usurpadores, y defiende queAlí, yerno yministrodelProfeta,eselúnicoquetienederechoasuherenciapolíticayreligiosa.Eneltranscursodelaslargasguerrasentrelospretendientes,Husein,hijodeAlí,fueherido cerca de la ciudad de Kerbela por una tropa de soldados que Omar habíaenviado en su persecución, y el joven príncipe y sesenta parientes suyos que loacompañabanfueronmasacradostrasunadefensaheroica.

El aniversario de este acontecimiento nefasto es lo que cada año celebran, conuna fiesta solemne, los indios mahometanos. Esta fiesta se llama Yamsé, porcorrupcióndelgrito«¡VivaHusein!¡Oh,Husein!»,quelospersasrepitenacoro.Porlo demás, han transformado la fiesta tanto como el nombre,mezclando usos de supaísnatalyceremoniasdesuantiguareligión.

Así pues, era el lunes siguiente, día de luna llena, cuando los lascares, querepresentanen la IsladeFrancia a loschiítas indios, teníanque celebrar, según sucostumbre,elYamsé,ydaralacoloniaelespectáculodeaquellaextrañaceremonia,esperadaaúnconmáscuriosidadeseañoqueenotrosanteriores.

Enefecto,unacircunstanciadesacostumbrada ibaahacerestavez la fiestamásmagnífica de lo que jamás había sido. Los lascares se dividen en dos bandos: loslascaresdemarylosdetierra.Losprimerossereconocenporsusropasverdesylossegundos por sus ropas blancas.Normalmente, cada bando celebra la fiesta por suparte con elmayor lujo y esplendor posible, intentando eclipsar al bando rival: elresultadoesunaconfrontaciónqueseresumeendiscusiones,yunasdiscusionesquedegeneranen riñas.Los lascaresdemar,máspobresperomásvalientesque losdetierra, suelen vengarse a bastonazos y a veces hasta a sablazos de la superioridad

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económicadesusadversarios,yentonceslapolicíadebeintervenirparaimpedirunaluchaamuerte.

Pero ese año, gracias a la activa intervención de un negociador desconocido,seguramenteimpulsadoporelceloreligioso,losdosbandoshabíanabdicadodesuscelosysehabíanreunidoparanoformarmásqueunosolo.Asípues,corrióelrumor,como ya hemos dicho, de que la celebración sería a la vez más pacífica y másesplendorosaquelosañosanteriores.

Es fácilmente comprensible que en una localidad donde hay tan pocasdistraccionescomoenlaIsladeFranciaaquellafiesta,siemprecuriosa,inclusoparaquieneslahanvistodesdelainfancia,fueraesperadaconimpaciencia.

Tresmesesantesyaestemadetodaslasconversaciones;sólosehabladelguhnquedebeserelprincipaladornodelafiesta.Ypuestoqueyahemosexplicadoloqueeslafiesta,digamosahoraloqueeselguhn.

Setratadeunaespeciedepagodadebambú,deunaalturahabitualdetresplantassuperpuestas, cada unamás pequeña que la otra, que está recubierta de papeles detodosloscolores.Cadaunadelasplantasseconstruyeenunacajaaparte,cuadradatambién, que luego hay que romper por una de sus cuatro caras para sacarla dedentro. Luego se transportan las tres plantas en una cuarta caja que, por su altura,permitequeseponganunaencimadeotra.Allí se lasunecon ligadurasyseda laúltimamanoalconjuntoyasusdetalles.Parallegaraunresultadodignodelobjetoqueseproponen,loslascaresvan,concuatromesesdeanticipación,portodalaislabuscando los obrerosmás hábiles; indios, chinos, negros libres y negros esclavos,todos echan una mano. La única diferencia es que a estos últimos, en vez depagárseleseljornalaellos,selespagaasuamo.

Enmediodelaspérdidasindividualesquetodoelmundotuvoquelamentar,fuemotivodealegríageneralelsaberquelacajaqueconteníaelguhnhabíallegadoenunestadodetotalperfección,pueshabíaestadorefugiadaenelramaldelamontañadel Pouce, y había escapado a todo accidente.Nada faltaría, pues, aquel año en lafiesta, a la cual el gobernador, en señal de bienvenida, había añadido las carreras,cuyospremios,consugenerosidadaristocrática,ibaaentregarélmismo,acondiciónde que corriesen los propietarios de los caballos, como es costumbre entre loscaballerosridersenInglaterra.

Asípues,comoseve,todoconcurríaparaqueelplacerquelagenteseprometíaborrasemuyprontoeldisgustoqueacababandesufrir.Dosdíasdespuésdelhuracán,lospreparativosparalafiestaempezabanatomarelrelevodelaspreocupacionesdelacatástrofe.

Sara, sola contra su costumbre, absorta como estaba en pensamientosdesconocidos para cuantos la rodeaban, parecía no sentir ningún interés por unacelebración que, en cambio, los años anteriores había ocupadomuy vivamente sujoven coquetería. En efecto, la aristocracia de toda la Isla de Francia tenía porcostumbreasistiralascarreras,asícomoalYamsé,bienentribunasinstaladasatal

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efecto,bienencalesasdescubiertas:enunouotrocaso,éstaeraunaocasiónparaquelasbellascriollasdePort-Louisexhibieransufastuosaelegancia.Era,pues,legítimoextrañarsedequeSara,enquienelanunciodeunbaileounespectáculocualquierasolía causar una profunda impresión, se mantuviera esta vez ajena a lo que iba adesarrollarse.LamismamamiHenriette,quehabíacriadoalamuchachayleíaenelfondo de su alma como en el más puro cristal, no entendía nada y permanecíapensativa.

ApresurémonosadecirquemamiHenriette,cuyoregresoaPort-Louisnohemostenidolaocasióndeseñalarenmediodelosgravesacontecimientosqueacabamosderelatar, había pasado tanto miedo durante la noche del huracán que, aunquepadeciendo todavía por la emoción precedente, había partido de río NegroinmediatamentedespuésdequecesaraelvientoyhabíallegadoaPort-Louisduranteeldía: llevabadosnoches,pues,reunidaconsupupilacuyadesusadapreocupaciónempezabaainquietarlaseriamente.

Yesque,desdehacíatresdías,ungrancambiosehabíaproducidoenlavidadelajoven.DesdeelmomentoenqueporprimeravezhabíavistoaGeorges,laimagen,elporteyhastaelsonidodelavozdelatractivojovenhabíanquedadograbadosensumente.Desdeentonces,yconsuspirosinvoluntarios,habíapensadomásdeunavezensufuturomatrimonioconHenri,matrimonioalque,desdehacíadiezaños,habíadado su consentimiento tácito, por el hecho de que nunca se había permitidosospecharquepudierannacercircunstanciasqueconvirtieranesematrimonioenunaobligación imposible de realizar. Pero ya a partir del día del baile del gobernador,había sentido que tomar a su primo comomarido sería condenarse a una desdichaeterna. Al fin, como hemos visto, había llegado unmomento en que, no sólo esetemor se había convertido en certeza, sino que además se había comprometidosolemnementeconGeorgesanoserdenadiemásquedeél.Convendráellectorqueeraunasituaciónquedebíadarmuchoquereflexionaraunajovendedieciséisaños,y que debía hacerle contemplar todas esas fiestas y esos placeres que siempre lehabían parecido los acontecimientosmás importantes de la vida como algomuchomenosrelevantedeloquenuncahabíacreídohastaentonces.

Desdehacíacincooseisdías también, los señoresdeMalmédienosehallabantampocolibresdepreocupaciones:lanegativadeSaraabailarconnadiesinopodíahacerlo con Georges, su retirada del baile en el momento en que acababa deinaugurarse, ella que normalmente no lo abandonaba sino la última, su silencioobstinadocadavezque suprimoo su tío sacabana relucir lacuestiónde la futuraboda; todo eso no les parecía natural. Por eso ambos habían decidido que lospreparativosdelacelebraciónseharíansincontarconSaraysólolaavisaríancuandotodoestuvieradispuesto.Lacosaerafácilpuesnuncasehabíafijadounafechaparaesa unión, y Sara, que acababa de cumplir los dieciséis años, estaba en edad desatisfacer las expectativas que el señor deMalmédie había puesto siempre en ella.Todas estas preocupaciones particulares formaban una preocupación general que

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generaba,desdehacía tresocuatrodías,mucha frialdady tensiónen las reunionesque tenían los diferentes personajes que vivían en la casa del señor deMalmédie.Estas reuniones tenían lugarhabitualmentecuatrovecesaldía:por lamañana,a lahoradeldesayuno;alasdos,alahoradelalmuerzo;alascinco,alahoradelté;yalasnueve,alahoradelacena.

HacíatresdíasqueSarahabíasolicitadoyobtenidopermisoparadesayunarensuhabitación.Era unmomento de apuro ymolestias que se ahorraba. Pero quedabanaúntresreunionesquenopodíaevitarmásqueconelpretextodeunaindisposición.Perocomotalpretextonopodíatenerunresultadoduradero,Sarasehabíaresignado,ybajabaalashorasacostumbradas.

Dosdíasdespuésdelacontecimiento,Sarasehallaba,hacialascinco,enlagransala de estar, ocupada junto a la ventana en una labor de bordado, lo cual le dabaocasiónparanolevantarlavista,mientrasmamiHenriettepreparabaeltécontodalaatenciónquelasdamasinglesassuelenponerentanimportantetarea,ylosseñoresdeMalmédie,depieantelachimenea,charlabanenvozbaja,cuandodeprontolapuertaseabrió,yBijouanuncióalordWilliamsMurreyyalseñorGeorgesMunier.

Ante este doble anuncio, cadaunode los presentes, comoes fácil comprender,experimentóunaimpresióndiferente.LosseñoresdeMalmédie,creyendohaberoídomal, hicieron repetir los dos nombres que se acababan de pronunciar. Sara,ruborizándose,bajólosojoshaciasulabor,ymamiHenriette,queacababadeabrirelgrifosobresutetera,sequedótanperplejaque,ocupadaenmiraralternativamentealosseñoresdeMalmédie,aSarayaBijou,dejóquesedesbordaraelaguahirviendo,quecomenzóacaerdelateteraalamesaydelamesaalsuelo.

Bijou repitió los dosnombresyapronunciados, acompañándolos con la sonrisamásagradablequepudoadoptar.

El señor de Malmédie y su hijo se miraron con creciente asombro. Luego,sintiendoquehabíaqueterminarconaquello,elseñorMalmédiedijo:

—Quepasen.LordMurreyyGeorgesentraron.Ambosibanvestidosdenegroyconlevita,locualindicabaquesetratabadeuna

visitadeceremonia.El señor de Malmédie dio unos pasos hacia ellos, mientras Sara se levantó,

sonrojándosey,trasunatímidareverencia,sevolvióasentar,omásbienacaerensusilla,ymamiHenriette,dándosecuentadelatorpezaquesuasombrolehabíahechocometer,cerrórápidamenteelgrifodelhervidor.

Bijou, obedeciendo un gesto de su amo, acercó dos butacas; pero Georges seinclinóseñalandoquenoharíafaltayqueibaaquedarsedepie.

—Señor —dijo el gobernador dirigiéndose al dueño de la casa—, el señorGeorgesMuniermeharogadoqueloacompañaraparaapoyarconmipresenciaunapeticiónquedeseahacerle.

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Comomideseomuysinceroseríaqueestapeticiónlefueraconcedida,hecreídomidebernonegarmeaestadiligencia,que,porotraparte,meproporcionaelhonordeverledenuevo.

El gobernador se inclinó y los dos hombres respondieron con un movimientoigual.

—Estamos en deuda con el señorGeorgesMunier—dijo entonces el señor deMalmédiepadre—.Estaríamos,pues,encantadosdepoderserleútilesenalgo.

—Señor—respondióGeorges—,siconesoquierehaceralusióna ladichaquetuvedesalvaralaseñoritadelpeligroquecorría,permítamequeleasegurequesoyyoquiendalasgraciasaDios,quemecondujohastaallíparahacerloquecualquierahubiera hecho enmi lugar.Además—añadió sonriendo—, ya vera, señor, quemiconductaenaquellaocasiónnoestabaexentadeegoísmo.

—Discúlpeme,peronolocomprendo—dijoHenri.—No se preocupe, señor —respondió Georges—, sus dudas no tardarán en

desaparecer,puesvoyaexplicarmeclaramente.—Leescuchamos,señor.—¿Deboretirarme,tío?—preguntóSara.—Siosaseesperar—dijoGeorgesvolviéndoseamediaseinclinándose—queun

deseoexpresadopormítuvieraalgunainfluenciaenusted,señorita,lesuplicaríaque,alcontrario,sequedaraaquí.

Sara volvió a sentarse. Se produjo un instante de silencio; luego el señor deMalmédie,conungesto,dioaentenderqueestabaesperando.

—Señor—empezóGeorges convozperfectamente serena—,ustedmeconoce.Conoce a mi familia y conoce mi fortuna. En estos momentos dispongo de dosmillones.Perdonequeentreentalesdetalles,peromeparecenindispensables.

—Noobstante,señor—dijoHenri—,confiesoquenoconsigoverenquépuedaninteresarnos.

—No es precisamente a usted a quien estoy hablando —dijo Georgesconservandolamismacalmaenlacomposturaylavoz,mientrasqueHenrimostrabaunaimpacienciaevidente—,sinoasuseñorpadre.

—Permítame que le diga, señor, que no comprendo tampoco el interés quemipadrepuedatenerentalesinformaciones.

—Ya locomprenderá, señor—respondióGeorgescon frialdad.Luego,mirandofijamentealseñordeMalmédie,continuó—:VengoapedirlelamanodelaseñoritaSara.

—¿Yparaquién?—preguntóelseñordeMalmédie.—Paramí,señor—contestóGeorges.—¡Parausted!—exclamóHenrihaciendounmovimientoreprimidodeinmediato

porunaterriblemiradadeljovenmulato.Sarapalideció.—¿Parausted?—preguntóelseñordeMalmédie.—Paramí,señor—repitióGeorgesinclinándose.

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—Pero—protestóelseñordeMalmédie—,ustedsabebien,señor,quemisobrinaestadestinadaamihijo…

—¿Porquién,señor?—preguntóasuvezeljovenmulato.—¡Por quién, por quién!… Pues, ¡pardiez!… Por mí —dijo el señor de

Malmédie.—Lehagoobservar,señor—continuóGeorges—,que laseñoritaSaranoessu

hija,sinosólosusobrina; locualhacequeellano ledebamasqueunaobedienciarelativa.

—Señor,todaestadiscusiónmeparecemasquesingular.—Perdóneme—dijo Georges—, a mí me parece, por el contrario, totalmente

natural.AmoalaseñoritaSaraycreoqueestoyllamadoahacerladichosa;obedezcoalavezaundeseodemicorazónyaundeberdemiconciencia.

—¡Peromiprimanoloamaausted,señor!—exclamóHenridejándosellevarporsuimpetuosidadnatural.

—Se equivoca, señor—respondió Georges—, estoy autorizado por la señoritaparadecirleaustedqueellameama.

—¿Ella,ella?—protestóelseñordeMalmédie—.¡Esimposible!—Seequivoca,tío—dijoSaralevantándoseasuvez—.Elseñordicelaverdad.—¿Cómo te atreves, prima…?—exclamóHenri lanzándose hacia Sara con un

gestoqueparecíaunaamenaza.Georgeshizounmovimientoyelgobernadorloretuvo.—Me atrevo a repetir —dijo Sara respondiendo con una mirada de supremo

desprecioalgestodesuprimo—loqueyahedichoalseñorGeorges.Lavidaqueélmesalvólepertenece,ynoserénuncadenadiemásquedeél.

Ytrasestaspalabras,conungestollenoalavezdegraciaydedignidad,conungesto de reina, tendió la mano hacia Georges, quien se inclinó ante esta mano ydepositóunbesoenella.

—¡Ah!¡Estoesdemasiado!—exclamóHenrilevantandounbastónquesosteníaenlamano.

PerolordMurrey,aligualquehabíadetenidoaGeorges,detuvoaHenri.EncuantoaGeorges,secontentócondedicarunasonrisadesdeñosaalseñorde

Malmédiehijo,yconduciendoaSarahastalapuerta,seinclinóunasegundavez.Ellasaludóasuvez,hizounaseñalamamiHenrietteparaquelasiguieraysalióconella.

Georgesvolvió.—Yahavistoloquehapasado,señor—dijoaltíodeSara—.Ustedyanoduda

delossentimientosdelaseñoritadeMalmédiehaciamí.Meatrevo,pues,arogarlepor segunda vez queme ofrezca una respuesta positiva a la petición que tengo elhonordedirigirle.

—¿Una respuesta, señor?—preguntó el señor deMalmédie—. ¡Una respuesta!¿Tieneustedlaaudaciadeesperarqueledéotradiferentedelaqueacabodedarle?

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—Yono ledicto la respuestaqueusteddebedarme, señor, solamente, sea cualsea,leruegoquemedéuna.

—¿Supongo que no esperará otra cosa que no sea una negativa? —preguntóHenri.

—Selopreguntoasuseñorpadre,ynoausted,señor,—respondióGeorges—.Dejequesupadremecontesteymástardehablaremosdenuestrosasuntos.

—Bien, señor —dijo el señor de Malmédie—, comprenderá que me niegorotundamente.

—Muybien, señor—contestóGeorges—, esperaba esa respuesta, pero era unaformalidadobligadaquedebíahacer,yyaestáhecha.

YGeorgessaludóalseñordeMalmédiecontantacortesíaytantasolturacomosinadahubieseocurridoentreellos.DespuéssevolvióhaciaHenriydijo:

—Ahora,señor,hablemosnosotrosdos,porfavor.Eslasegundavez,hagaustedmemoria,queme levanta lamano,concatorceañosdedistancia; laprimeravez lohizoconunsable.

Apartósuscabellosconlamanoyseñalóconeldedolacicatrizquesurcabasufrente.

—Lasegundavezconestebastón.YseñalóconeldedoelbastónquesosteníaHenri.—¿Ybien?—dijoéste.—Puesbien—empezóGeorges—,lepidosatisfacciónporestosdosinsultos.Es

ustedvaliente,losé,yesperoqueresponderácomounhombrealallamadaquehagoasuvalor.

—Mealegra,señor,quereconozcamivalor,aunquesuopiniónalrespectomeseaindiferente—respondióHenrimofándose—;esomesirveparalarespuestaquetengoquedarle.

—¿Ycuálesesarespuesta,señor?—preguntóGeorges.—Larespuestaesquesusegundapeticiónesporlomenostanexageradacomola

primera.Yonomebatoconunmulato…Georgespalideció,sinembargo,unasonrisadeunaindefinibleexpresiónapareció

ensuslabios.—¿Es ésa su última palabra?—dijo—. Perfecto, señor—continuóGeorges—.

Ahorayaséloquedebohacer.YsaludandoalosseñoresdeMalmédieseretiróseguidoporelgobernador.—Se lo había predicho—dijo lord Williams Murrey cuando estuvieron en la

puerta.—Ynohabíaadivinadonadaquenosupierayodeantemano,milord—respondió

Georges—;perohevenidoaquíacumplirconmidestino.Tengoquellegarhastaelfinal.Tengoquelucharcontraunprejuicio.Omeaplastaélolomatoyo.Mientrastanto,milord,recibatodomiagradecimiento.

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Georgesseinclinóy,trasestrecharlamanoqueleofrecíaelgobernador,atravesóeljardíndelaCompañía.LordMurreylosiguióconlamiradamientraspudoverlo;luego, cuando hubo desaparecido por la esquina de la calle de la Rampe, dijoagitandolacabeza:

—Heaquíaunhombrequevaderechoasuperdición.Esunalástima,habíaalgograndeenesecorazón.

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XVII

LASCARRERAS

El sábado siguiente daban comienzo las fiestas del Yamsé, y para ese día laciudadhabíapuestotantacoqueteríaenborrarhasta lasúltimashuellasdelhuracánque nadie hubiera creído que, seis días antes, había estado a punto de quedardestruida.

Aprimerahoradelamañanaloslascaresdemarylosdetierra,reunidosenunsologrupo,salierondelpobladomalabar,situadoentreelarroyodelasPucellesyelarroyo Fanfaron, y, precedidos por una música bárbara formada por tamboriles,flautasybirimbaos, seencaminaronhaciaPort-Louisparahacer loque se llama lacolecta.Losdosjefescaminabanunoalladodelotrovestidossegúnelpartidoalquerepresentaban,unocon ropaverde, elotrocon ropablanca,y empuñandoun sabledesenvainado en cuyo extremo llevaban una naranja pinchada. Detrás de ellosavanzabandosmulahs[11],sosteniendocadaunoconambasmanosunplatollenodeazúcar recubierto de pétalos de rosas chinas; detrás de losmulahs venía, bastanteordenadamente,lafalangeindia.

Al llegara lasprimerascasasde laciudadcomenzó lacolecta; los lascares, sinduda por espíritu de igualdad, no desdeñan ni las más humildes chozas, pues laofrendadeéstas,comoladelasmásricasmansiones,vadestinadaacubrirunapartedelosenormesgastosquetodaesapobregenterealizaparaquelaceremoniasealomássolemneposible.Además,debemosdecirlo, lamaneradepedirde los lascarestienemucho del orgullo oriental, y lejos de ser baja y servil, presenta un aspectonobleyemotivo.Despuésdeque los jefes,antequienes todas laspuertasseabren,hayansaludadoalosdueñosdelacasabajandoanteelloslapuntadelossables,elmulahavanzayofrecealospresentesazúcarypétalosderosa.Mientrastanto,otrosindios, designados por los jefes, reciben en platos los regalos que tienen a bienhacerles. Después, todo el mundo se retira diciendo: «Salam». Así no parece querecibanuna limosna, sinoque invitenapersonasajenasa sucultoaunacomuniónsimbólica,compartiendocomohermanosconellos losgastosde laceremoniay losdonesdesureligión.

Habitualmente,lacolectaseextiendenosólo,comoyahemosdicho,portodaslascasasdelaciudad,sinotambiénporlasembarcacionesqueestánenelpuerto,locualentradentrodelasatribucionesdeloslascaresdemar.Estavez,sinembargo,sobretodoenelúltimopunto, lacuestaciónfuemuylimitada,pueslamayorpartedelosbarcoshabíansufridotantoconelhuracánquesuscapitanesnecesitabanmássocorrodelqueestabandispuestosadar.

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Noobstante,enelmismomomentoenquelospostulantesestabanenelpuerto,unnavíoavistadoporlamañanaaparecióentreelreductoLabourdonnaieyelfuerteBlanc,enarbolandopabellónholandésycon todassusvelasdesplegadas.Saludóalfuerte,yésteledevolvióelsaludoconidénticosdisparosdesalvas.Eraevidenteque,cuandoelvendavalseprodujo, todavíasedebíadeencontraragrandistanciade laisla, pues no le faltaba ni a un aparejo ni un cordaje, y avanzaba graciosamenteinclinado,comosilamanodealgunadiosadelmarloempujaseporlasuperficiedelagua.Delejos,conlaayudadelcatalejo,sepodíaverenelpuente,ataviadaconeluniformedel reyGuillermo,a toda la tripulaciónqueparecíaqueconsus ropasdebatalla,esdecir,consutrajedegala,llegaraapropósitoparaasistiralaceremonia.Se adivina, pues, que gracias a este aspecto alegre y respetable, se convirtióenseguidaenelpuntodemiradeambosjefes.Encuantoecharonelancla,eljefedeloslascaresdemarsesubióaunabarcay,acompañadodesusportadoresdeplatosydeunadocenadelossuyos,sedirigióhacialanave,quevistadecerca,nodesmentíaennadalabuenaopiniónqueinspirabaaciertadistancia.

Enefecto,sienalgunaocasiónlapulcritudholandesa, tanfamosaenloscuatrorinconesdelmundo,habíamerecidouncompletoelogio,eraalavistadeaquellindonavío, que parecía su templo flotante. La cubierta lavada, secada y frotada podíacompetir en elegancia con el parquet del más suntuoso salón, cada uno de susornamentosdecobrebrillabacomoeloro;lasescaleras,talladasconlamaderamáspreciosadelaIndia,sediríaqueeranmásunadornoqueunobjetodeusocotidiano.Encuantoalasarmas,parecíandelujo,destinadasmásaunmuseodeartilleríaquealarsenaldeunnavío.

ElcapitánVandenBroek,queasísellamabaelpatróndetanencantadornavío,alveravanzaraloslascares,pareciósaberdequésetrataba,puesfuearecibirasujefeenloaltodelaescalera,ytrasintercambiarconélalgunaspalabrasensulengua,loque probaba que no era la primera vez que navegaba por los mares de la India,depositóenelplatoquelepresentaban,nounamonedadeoro,nounapiezadeplata,sino un precioso diamante que podía valer unos cien luises, disculpándose por notenerenesemomentootramonedayrogandoal jefede los lascaresdemarquesecontentase con esa ofrenda. Ésta sobrepasaba con creces las previsiones del buenseguidordeAlí,yconcordabatanpococonlatacañeríahabitualdeloscompatriotasdeJeandeWittqueeljefedeloslascaressequedóuninstantesinatreverseatomaren serio tal prodigalidad, y no fue hasta que el capitán Van den Broek le huboasegurado,porterceraocuartavez,queeldiamanteestabadestinadoenefectoalabandachiíta,porlacualafirmabasentirlamásvivasimpatía,quelediolasgraciasofreciéndole él mismo el plato con pétalos de rosa espolvoreados de azúcar. Conelegancia,elcapitántomóunapizcaquesellevóalabocayquefingiócomer,paragran satisfacción de los indios, que no abandonaron el hospitalario barco hastamuchossalarasdespués,yquecontinuaronsucolectasinqueelrelatoquehacíanatodosdelagenerosalimosnaqueleshabíacaídodelcielolesreportaraunasegunda.

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Así transcurrió la jornada, preparándose todo el mundo para la fiesta del díasiguientemásqueparticipandoenladeldíamismo,quenoes,porasídecir,másqueunprólogo.

Al día siguiente debían celebrarse las carreras. Pensemos que si las carrerashabitualesyasondeporsíungranacontecimientoenlaIsladeFrancia,éstas,quesecelebran enmedio de otras fiestas y, en particular, las que organiza el gobernador,tenían que sobrepasar como es comprensible, todo cuanto se había visto hasta lafecha.

Estavez,comosiempre,elCampodeMarteeraellugardesignadoparalafiesta.Todoel terrenono reservadoestaba,desde lamañana, llenodeespectadores,pues,aunque la gran carrera, la de los gentlemen riders, tuviera que ser el principalatractivodeldía,noera,sinembargo,elúnico:estedeporteibaaserprecedidoporotrascarrerasgrotescasque,sobretodoparaelpueblo,teníanmuchointerés,puestoqueenellaselpuebloeraelactor.Estosentretenimientosprevioseranlacapturadeuncerdo,unacarrerade sacosyunacarreradeponis.Cadaunade laspruebas, aligualquelagrancarrera,teníaunpremioconcedidoporelgobernador.ElvencedorenlosponisdebíarecibirunamagníficaescopetadedoscañonesdeMenton;elqueganaraenlacarreradesacos,unespléndidoparaguas;yelvencedorenlacapturadelcerdosequedabacomopremioelpropiocerdo.Elpremiodelagrancarreraeraunacopa de plata dorada hermosísima, infinitamentemenos valiosa por lamateria queporeltrabajorealizadoenella.

Hemosdichoque,desdeelalba,losterrenoscedidosalpúblicoestabanplagadosde espectadores, pero no fue hasta las diez de la mañana cuando la alta sociedadcomenzóallegar.ComoenLondres,comoenParís,comoentodaspartesdondesecelebrancarreras,habíaunastribunasreservadasparalaaltasociedad,pero,bienporcapricho,bienparanoserconfundidaslasunasconlasotras,lasmásbellasmujeresdePort-Louishabíandecididoqueasistiríanalascarrerasensuscalesasy,apartedelasqueestabaninvitadasasentarsealladodelgobernador,todasfueronacolocarsefrentea lametaoenlospuntosmáscercanosaella,dejandolasotras tribunasa laburguesíaoalnegociosecundario.Encuantoalosjóvenes,lamayoríaibaacaballoyse disponían a seguir a los corredores desde el círculo interior. Por otra parte, losaficionados y losmiembros del club de jockey de la Isla de Francia estaban en elhipódromo,haciendoapuestasconesadesenvolturayprodigalidadtancriollas.

AlasdiezymediatodoPort-LouisestabaenelCampodeMarte.Entrelasmásbellas mujeres, y en las calesas más elegantes, destacaban la señorita Couder, laseñoritaCyprisdeGersigny,alasazónunadelasmáslindasjóvenesyhoytodavíaunadelasmáshermosasmujeresdelaIsladeFrancia,cuyahermosacabelleranegraeslegendariahastaenlossalonesparisinos,ylasseisseñoritasDruhn,tanrubias,tanblancas,tanlozanas,tangraciosas,quelagentellamabaasucoche,enelquesolíansalirtodasjuntas,lacestadeflores.

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Porsuparte,latribunadelgobernadortambiénhabríapodidomereceresedíaelnombrequesedaba todos losdíasal cochede las señoritasDruhn.Quiennohayaviajadopor lascolonias,ysobre todoquiennohayavisitado la IsladeFrancia,nopuedehacerseunaideadelencantoylagraciadetodosaquellosrostroscriollos,deojosdeterciopeloycabellosdeazabache,entreloscualesresplandecían,comofloresdelnorte,algunaspálidashijasdeInglaterra,depieltransparente,cabellosetéreosycuellosuavementeinclinado.Porello,alosojosdetodoslosjóvenes,losramilletesque aquellas bellas espectadoras llevaban en la mano hubieran sido, con todaprobabilidad,premiosmuchomásapreciadosquetodaslascopasdeOdiot,todaslasescopetasdeMentonytodoslosparaguasdeVerdierque,ensufastuosagenerosidad,pudieraofrecerleselgobernador.

En la primera fila de la tribuna de lordWilliams estaba Sara, situada entre elseñor de Malmédie y mami Henriette. Henri, estaba en el hipódromo, aceptandocuantasapuestasquisieranhacercontraél,y,hayquedecirlo,lehacíanpocas;pues,ademásdeserunexcelentejinete,conunagranreputaciónenlascarreras,poseíaenesemomentouncaballoquepasabaporserelmásvelozquesehubieravistonuncaenlaisla.

Alasoncelamúsicadelaguarnición,situadaentrelasdostribunas,diolaseñalparalaprimeracarrera:era,comoyahemosdicho,elconcursodelcerdo.

El lector conoce esta grotesca bufonada que se estila en varios pueblos deFrancia:seengrasalacoladeuncerdoconmantecaylosparticipantesintentanunostras otros sujetar al animal, al que sólo les está permitido agarrar por la susodichacola. Quien lo atrapa gana. Este concurso es de dominio público, y como todo elmundotienederechoaparticipar,nadieestabainscrito.

Dosnegrostrajeronelanimal:eraunmagníficocerdodegrantamaño,engrasadode antemano y dispuesto a entrar en liza.Al aparecer, resonó un grito unánime, ynegros,indios,malayos,malgacheseindígenas,rompiendolabarrerahastaentoncesrespetada,seprecipitaronhaciaelanimalque,asustadoporaquelladebacle, intentóhuir.

Pero se habían tomado precauciones para que no pudiera escapar de susperseguidores;lapobrebestiateníalasdospatasdelanterasatadasalasdosdeatrás,másomenoscomoseatanlospiesdeloscaballosalosquesequiereenseñarelpasode andadura.El resultado fueque el cerdo, nopudiendo corrermásque aun trotemuymoderado,fuealcanzadodeinmediato,yahíempezaronlasdecepciones.

Comoesdesuponer,lasprobabilidadesdeganarenunjuegosemejantenoestánafavordelosprimerosenintentarlo.Lacola,reciénengrasada,esinaprensible,yelcerdoseescapasinproblemasdesusantagonistas;pero,amedidaquelassucesivaspresionessellevanlasprimerascapasdemanteca,elanimalsevadandocuentadeque las pretensiones de quienes esperan detenerlo no son tan ridículas como alprincipio había creído. Entonces empiezan los gruñidos, que se entremezclan conagudosgritos.Aveces,cuandoelataqueesdemasiadoduro,serevuelvecontrasus

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enemigosmásencarnizados,que, segúnelgradodevalorquehayan recibidode lanaturaleza,prosiguenconsuproyectooloabandonan.Finalmentellegaelmomentoenquelacola,privadadetodocharlatanismoyreducidaasupropiasustancia,dejade ser resbaladizay terminapor traicionar a supropietario, que lucha, gruñe, gritainútilmente,yseve,poraclamacióngeneral,adjudicadoaquienlehavencido.

Tambiénestavezlapruebasiguiósucursohabitual.Eldesdichadocerdoselibrócon la mayor facilidad de sus primeros perseguidores y, aunque molesto por susataduras,empezóaganarterrenosobrelamayoríadelosmártires.Perounadocenadelosmejoresymásfuertescorredoresconsiguiódarlealcance,sucediéndoseunosaotros en agarrar la cola del pobre animal con una rapidez que no le dejaba ni unmomentoderespiroyqueleindicabaque,aunquelohabíaretrasadoconvalentía,elinstante de su derrota estaba cerca. Al fin, cinco o seis de sus contrincantes, sinaliento,jadeantes,loabandonarontambién.Pero,amedidaquedisminuíaelnúmerodepretendientes, como lasoportunidadesde losqueaguantabanaumentaban, éstosredoblaronsufuerzaysudestreza,animadoscomoestaban,además,porlosgritosdelosespectadores.

En el grupo de pretendientes, y entre los que parecían decididos a llevar laaventura hasta sus últimas consecuencias, se hallaban dos antiguos conocidosnuestros.EranAntonioelmalayoyMiko-Mikoelchino.Losdoshabíanseguidoalcerdodesdeelpuntodepartidaynolohabíanabandonadoniunminuto:másdecienveces ya la cola les había resbalado entre las manos, pero estas tentativasinfructuosas, lejosdedesanimarlos, les habían infundidonuevocoraje.Finalmente,tras haber agotado a todos los concursantes, no quedaron más que ellos dos. Fueentonces cuando la lucha se hizo realmente interesante, y cuando las apuestasempezaronaserserias.

Lacarreraduróotrosdiezminutosaproximadamente;demodoque,trasdarcasitodalavueltaalCampodeMarte,elcerdohabíallegadoaloqueentérminosdecazasellamaelmomentodelevantarlapieza,aullando,gruñendo,dandovueltas,sinquetan heroica defensa pareciera intimidar en absoluto a sus dos enemigos, que sealternabanenlacolaconunaregularidaddignadelospastoresdeVirgilio.Porfin,duranteuninstanteAntoniodetuvoalhuido,yparecióqueibaaserelganador.Peroelanimal,reuniendotodasufuerza,diounasacudidatanenérgicaque,porcentésimavez,lacolaresbalóentrelasmanosdelmalayo.Miko-Miko,queestabaalacecho,sehizoconellade inmediato,y todas lasprobabilidadesqueparecía tenerAntoniosevolvieronenfavordelchino.Haciéndosedignodelasesperanzasqueunapartedelosespectadoreshabíapuestoenél,elpúblicoviocómoseaferrabaconlasdosmanos,seponíarígido,sedejabaarrastrar,reaccionandocontodassusfuerzas,seguidoporelmalayoquesacudíalacabezaindicandoqueconsiderabalapartidaperdida,peroque,entodocaso,semanteníadispuestoasucederle,acercándosealcerdo,dejandocolgarsus largos brazos y frotando, casi sin necesidad de agacharse, susmanos contra laarena,paradarlesmásdureza.Pordesgracia,tanhonorableobstinaciónprontoresultó

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inútil.Miko-Mikoparecíaestar apuntode llevarseelpremio.Despuésdearrastrardurantediezpasosalchinodetrásdeél,dabalasensacióndequeelcerdoibaadarseporvencido.Sedetuvo,jalandohaciaadelante,peroretenidoporunafuerzaigualquejalabahaciaatrás;ydadoquedosfuerzasigualesseneutralizan,elcerdoyelchinoquedaron inmóviles por un instante, haciendo cada uno por su lado violentos yvisibles esfuerzos, uno para seguir avanzando, el otro paramantenerse en el sitio,todo ello entre grandes aplausos de lamultitud.Así estuvieron varios segundos, ytodo hacía suponer que duraría aún bastante más, cuando de pronto los doscontrincantes se separaronviolentamente.El animal salió rodandohacia adelanteyMiko-Miko, hacia atrás, realizando los dos el mismo movimiento, con la únicadiferenciadequeunorodababocaabajoyelotrobocaarriba.Antonioseprecipitódeinmediato, feliz ante los gritos de ánimo de los que tenían interés en que ganase,seguros,estavez,delavictoria.Perosualegríanodurómucho,ysudesilusiónfuecruel.Enelmomentodeatraparalanimalporelmiembrodesignadoenelprograma,Antonio lobuscóenvano.Eldesgraciadocerdoyano teníacola.Lacola sehabíaquedadoentrelasmanosdeMiko-Miko,,queseincorporabatriunfante,mostrandosutrofeoyapelandoalaimparcialidaddelpúblico.

Erauncasoinédito.Seconfióalaconcienciadelosjueces,quedeliberaronunosinstantesydeclararonpormayoríade tresvotosados,que,«dadoqueMiko-Mikohabríaindiscutiblementeatrapadoalanimal,siéstenohubierapreferidosepararsedesucola,Miko-Mikodebíaserconsideradoelganador».

Por consiguiente, se proclamó el nombre de Miko-Miko, y se le concedióautorizaciónparaadueñarsedelpremioquelepertenecía.Alocualelchino,quelohabía comprendido por señas, respondió agarrando a su propiedad por las patastraserasyhaciendocaminaralcerdodelantedeélcomoquienempujaunacarretilla.

Antonio, en cambio, se retiró refunfuñando entre el público, que le dio, con elinstinto de justicia que le caracteriza, la honorable acogida que la gente sueleconcederalosgrandesinfortunios.

Seprodujoentoncesentre losespectadores,comosiempresucedeal términodeunespectáculoquehamantenidolaatencióndelospresentes,ungranruidoyungranmovimiento;perounoyotrosecalmaronprontoanteelanunciodequelacarreradesacosibaaempezar,ytodoelmundorecuperósulugar,demasiadocontentosporelprimer espectáculo que acababa de tener lugar comopara arriesgarse a perderse elsegundo.

LadistanciaquedebíanrecorrerlosparticipantesibadesdelamillaDreaperhastalatribunadelgobernador,esdecir,unoscientocincuentapasos.Aldarlaseñal, loscorredores,ennúmerodecincuenta,salierondandobrincosdeunacasetaelevadaquelesservíaderefugio,yfueronacolocarseenunasolalínea.

Quenadieseextrañedelconsiderablenúmerodeconcursantesquesepresentabaa esta carrera: el premio era, como ya hemos dicho, unmagnífico paraguas, y unparaguas,enlascolonias,ysobretodoenlaIsladeFrancia,hasidosiempreelobjeto

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de la ambición de los negros. ¿De dónde les viene esta idea que, entre ellos, hallegadoalestadodemonomanía?Nolosé,ygentesmássabiasqueyohanhechoalrespectoprofundoseinfructuososestudios.Esunhechoquenoslimitamosaseñalar,sin establecer la causa. El caso es que el gobernador había sido perfectamenteaconsejadocuandohabíaescogidoesteobjetocomopremiodelacarreradesacos.

Nohayentrenuestroslectoresnadiequenohayavisto,almenosunavezensuvida,unacarreradeestetipo:cadaunodelosaspirantesalpremiovametidoenunsaco,cuyoorificiosecierraporelcuelloenvolviéndolebrazosypiernas.Nosetratadecorrer,sinodesaltar.Este tipodecarrera,yamuygrotescodeporsí, loeraaúnmásenestacircunstancia,pueslabufoneríaaumentabaporlasextrañascabezasquesobresalíandelossacosyquepresentabanunacuriosamuestradecoloresdiferentes,puesestacarrera,comoladelcerdo,estabalimitadaanegroseindios.

Enelprimerrangodelosque,porsusnumerosasvictoriasenestaespecialidad,se habían ganado una reputación estaban Telémaco y Bijou, quienes, habiendoheredadolosodiosdelascasasalasquepertenecían,pocasvecesseencontrabansinintercambiarinsultos,loscualesamenudo,digámosloamayorgloriadesuvalentía,degenerabanenviolentospuñetazos.Peroestavez,como lasmanosnosehallabanlibresylospiesestabanaprisionados,secontentabancondirigirseterriblesmiradas,separadoscomoestaban,además,portresocuatrocompañeros.Enelmomentodelasalida,elconcursantenúmerocincuentayunosaliódandounbrincodelacabañayfueaunirsealgrupo:eraelderrotadoenlacarreraanterior,Antonioelmalayo.

Aldarlaseñal,aparecierontodoscomoungrupodecanguros,saltandodelmodomás grotesco, chocando, cayendo, rodando por el suelo, levantándose, volviendo achocaryvolviendoacaer.Durantelossesentaprimerospasos,fueimposiblepredecirnadasobreelfuturoganador:unadocenadecorredoresseseguíantandecercaylascaídas eran tan inesperadas y cambiaban tanto el aspecto de las cosas que, en uninstante,comosisetrataradelcaminohaciaelparaíso,losprimerosseencontraronlosúltimos,ylosúltimoslosprimeros.Sinembargo,debemosdecirlo,entrelosmásexperimentados y casi siempre por delante de los demás, se destacabanTelémaco,BijouyAntonio.Acienpasosdelpuntodepartidaestabansolos,yeraevidentequelacuestiónseibaadirimirentreellostres.

Antonio,consuhabitualagudeza,prontosehabíadadocuenta,por lasmiradasenfurecidasqueselanzaban,delodioqueBijouyTelémacoalimentabanelunoporelotro,ycontabaconesteodio rivalalmenos tantocomoconsuhabilidadpersonal.Porello,comoelazarhabíahechoqueseencontrasesituadoentreellosdosy,porconsiguiente,losseparaba,elastutomalayohabíaaprovechadounadelasnumerosascaídasquehabía tenidoparaapartarseaun ladoydejara losdosantagonistasunojunto al otro. Sucedió lo que había previsto: apenas Bijou y Telémaco vierondesaparecer el obstáculo que los separaba, se acercaron de inmediato, lanzándosemiradasmás ymás furibundas, haciendo rechinar los dientes comomonos que sepeleanporun frutoyempezandoaañadirpalabrasamargasaaquellaamenazadora

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pantomima;porfortuna,comoestabanmetidoscadaunoensusaco,nopodíanpasarde laspalabras a loshechos.Peroera fácil ver,por la agitaciónde la tela, que susmanos experimentabanunaviva comezónporvengar los insultosque susbocas sedecían.

Así,arrastradosporsuodiomutuo,sehabíanacercadohastaelpuntoderozarse,de modo que a cada brinco se daban con los codos, insultándose más fuerte yprometiéndoseque,encuantosalierandesusfundas,seproduciríaunencuentroentreellos,muchomásencarnizadoquetodoslosprecedentes.Mientrastanto,Antonioibaganandoterreno.Alveralmalayo,quehabíasacadocincooseispasosdedelanterasobreellos,seprodujouninstantedetreguaentrelosdosnegros:ambosintentaron,con saltos más gigantescos de los que hasta entonces habían dado, recuperar laventaja perdida, y ambos, en efecto, la recuperaban a ojos vistas, sobre todoTelémaco,cuandounanuevacaídalediounanuevaoportunidad:Antoniocayó,ypormuydeprisaqueselevantaraelmalayo,Telémacoseencontróenprimerlugar.

La cosa era tantomás grave cuanto que estaban a unos diez pasos de lameta.Bijoulanzóentoncesunauténticorugidoy,porunefectodesesperado,seacercóasurival;peroTelémaconoerahombrequesedejaraadelantar,asíquesiguióbrincandoconunaelasticidadcreciente, tantoquetodoelmundojurabayaqueelparaguaslepertenecía a él. Pero el hombre propone yDios dispone.Telémacodio un paso enfalso,titubeóunmomentoentrelosgritosdelamultitudycayó;pero,fielasuodio,dirigiósucaídadetalmaneraqueobstaculizaraelpasoaBijou.Éste,impulsadoporsucarrera,nopudosoportaraTelémaco,chocóconélycayótambiénrodandoporelpolvo.

Entonces una misma idea acudió a los dos al mismo tiempo: antes que dejartriunfar aun rival,másvalíaque fueraun terceroelque se llevaraelpremio.Así,anteelgranasombrodelosespectadores,losdoshombres,enlugardelevantarseycontinuarlacarrerahacialametaindicada,nadamásponerseenpie,seabalanzaronunocontraelotro,golpeándosetantocomoselopermitíalacárceldetelaenlaqueestabanencerrados;usandolacabeza,alestilodelosbretones,ydejandoaAntoniocontinuartranquilamentelacarrera,libredetodoobstáculoydesembarazadodetodorival.Mientras,ellos,rodandounosobreelotro,afaltadepiesymanos,cuyousolesestabaprohibido,semordíanconfuerza.Antonio,triunfante,llegóalametayganóel paraguas, que le fue entregado al instante y que él abrió de inmediato ante losaplausosdelosasistentes,ensumayoríanegros,queenvidiabanlasuertedelhombrequeeratanafortunadodeserdueñodetamañotesoro.

Separaron a Bijou y Telémaco que, mientras tanto, habían continuadodevorándose amordiscos.Bijou salió sin una porción de nariz, yTelémaco sin untrozodeoreja.

Letocabaelturnoahoraalosponis.Unostreintacaballitos,todosoriginariosdeTimoryPegu,salierondelrecintoreservado,montadosporjockeysindios,malgachesymalayos.Suapariciónfuesaludadaconunclamorgeneral,puesestacarreraesuna

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de lasquemásdiviertena lapoblaciónnegrade la isla.Enefecto,estoscaballitos,mediosalvajesycasisindomar,ofrecenconsuindependenciaunespectáculomuchomásinesperadoqueloscaballosordinarios.Asípues,milesdegritossurgíanalavez,animando a los jockeys de tez morena, bajo los cuales saltaba aquella manada dedemoniosquehacíanecesaria toda la fuerzay toda lahabilidadde sus jinetesparacontenerlos, y que amenazaban con no esperar la señal, a poco que ésta se hicieraesperar.Elgobernadorhizo,pues,ungesto,ysediolaseñal.

Partierontodos,omejordicho,salieronvolando,puesparecíanmásunabandadade pájaros a ras de suelo que unamanada de cuadrúpedos tocando el suelo. Peroapenas habían llegado frente a la tumba Malartic, cuando, según su costumbre,empezaronadesbocarse,comosediceentérminoshípicos,esdecir,quelamitaddeellos desapareció por los bosques negros, llevándose a los jinetes, a pesar de losesfuerzos de éstos paramantenerlos dentro del Campo deMarte. En el puente, latercerapartede losquequedabandesapareció,demodoquealacercarsea lamillaDreapersólohabíasieteuocho;además,dosotressehabíandesembarazadodesusjockeysycorríansinjinete.

Lacarreraconsistíaendardosvueltas,asíquepasaronporlametasindetenerse,semejantes a un torbellino arrastrado por el viento; y luego, en la curva,desaparecieron. Entonces se oyeron grandes gritos, luego risas, luego nada, y seesperóenvano.Elrestodeloscaballoshabíaescapado,noquedabamásqueunoenliza;todoshabíandesaparecido:unosenlosbosquesdelCháteau-d’Eau,losotrosenlosarroyosdelahondonada,otrosenelpuente.Asítranscurrierondiezminutos.

Luego de repente, en la cuesta, se vio reaparecer un caballo sin jinete; habíaentradoenlaciudad,habíadadolavueltadelantedelaiglesiayhabíaregresadoporunadelascallesquedesembocabanenelCampodeMarte,ycontinuabasucarrerasinserguiado,asucapricho,porinstinto,mientrasque,pocoapocoydetrásdeél,seveía aparecer a los demás, volviendo de todas partes, pero volviendo demasiadotarde. En un abrir y cerrar de ojos, el primero que había reaparecido franqueó ladistanciaqueleseparabadelameta,lasuperóencincuentapasosyluegosedetuvoporvoluntadpropia,comosihubieraentendidoquehabíaganado.

El premio, como hemos dicho, era un hermoso fusil de Menton, que fueentregadoalpropietariodelinteligenteanimal.ErauncolonollamadoSaunders.

Mientras tanto, losotrosibanllegandodetodaspartes,cualpalomasespantadasporungavilán,que,habiendosalidoenbandada,regresandeunaenunaalpalomar.

Hubosieteuochoqueseperdieronyquenoseencontraronhastaeldíasiguienteoalotro.

Ahorallegabayaelmomentodelacarreradeverdad:poresohubounapausademediahora.Sedistribuyeronlosprogramasy,entretanto,lagentehizosusapuestas.

Entre losapostantesmásdurosestabaelcapitánVandenBroek.Albajardesubarco,habíaidodirectamenteaVigier,elprimerorfebredelaciudad,famosoporsuprobidadauvernesa[12],yhabíacambiadodiamantesporvalordecienmilfrancosen

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billetes de banco y oro; así podía enfrentarse a los más atrevidos sportsmen,jugándoselotodo,yloqueesmássorprendente,jugándoselotodoauncaballocuyonombreeradesconocidoenlaisla,yquesellamabaAntrim.

Habíacuatrocaballos inscritos:Restauración,delcoronelDreaper;Virginia,delseñorRondeaudeCourcy;Gester,delseñorHenrideMalmédie;yAntrim,delseñor(enellugardelnombreaparecíandosestrellas).

ElgruesodelasapuestasseconcentrabaenGesteryenRestauración,loscuales,en lascarrerasdelañoanterior,habíanconquistado loshonoresde la jornada.Estavezlagente todavíacontabamásconellos,puesestabanmontadosporsusdueños,ambosexcelentesjinetes.EncuantoaVirginia,eralaprimeravezquecorría.

Sinembargo,yapesardequelehabíanadvertidoqueactuabacomounauténticoloco, el capitánVandenBroek seguía apostandoporAntrim, lo cual no dejaba deacrecentarlacuriosidadenrelaciónconesecaballoysudueñodesconocidos.

Comoloscaballosibanmontadosporsuspropietariosynohabíaquepesaralosjinetes,nadieseextrañódenoverbajo la tiendaniaAntrimnialcaballeroqueseocultababajoelsignojeroglíficoquesustituíasunombre,ytodoelmundopensabaque,enelmomentodelasalida,apareceríaderepenteyacudiríaasituarseentresusrivales.

Enefecto,cuandoloscaballosyloscaballerossalíandelrecinto,sevioaparecerdel lado del poblado malabar a quien, desde que los programas habían sidorepartidos, era objeto de la curiosidad general; y su aspecto, en lugar de calmar laincertidumbre, no hizo sino acrecentarla: iba vestido con traje egipcio, con unosbordadosvisiblesdebajodeunalbornozqueocultabalamitaddelrostro;montabaalestiloárabe,esdecir,conlosestriboscortos,ycongualdrapaalaturca.Porlodemás,asimplevista,eraevidenteparatodoelmundoqueeraunconsumadojinete.Porsuparte,Antrim,puesnadiedudóquenofueraelcaballodeesenombreelqueacababadeaparecer,Antrim,decíamos,pareciójustificarlaconfianzaqueteníapuestaenélde antemano el capitán Van den Broek, hasta tal punto parecía fino, flexible eidentificadoconsuamo.

Nadiereconociónialcaballonialcaballero,perocomosehabíainscritoencasadel gobernador, para quiennohabía nadie desconocido, se respetó la incógnita delrecién llegado: tal vez una sola persona sospechó quién era aquel caballero y seinclinó, ruborizándose, para asegurarse de la verdad. Esta persona era Sara. Loscorredores se situaron en línea; sólo eran cuatro, como ya hemos dicho, pues lareputación deGester y deRestauración había disuadido a los demás participantes.Todoelmundopensaba,pues,quelacuestiónibaadirimirseentreellosdos.

Comosólohabíaunacarreradegentlemen,losjueceshabíandecididoque,paraqueel placerde los espectadoresdurasemás, sedaríandosvueltas envezdeuna:cada caballo debería recorrer el espaciodeunas tresmillas, es decir, una legua, locualdabamásoportunidadesaloscaballosdefondo.

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Al dar la señal, se produjo la salida; pero como ya sabemos, en talescircunstancias, el inicio no permite prever nada. A la mitad de la primera vuelta,Virginia, que, lo repetimos, corría por primera vez, llevaba unos treinta pasos deventaja, seguida a muy poca distancia por Antrim, mientras que Restauración yGesterquedabanatrás,visiblementeretenidosporsusjinetes.Enlacuesta,esdecir,en un tercio del círculo aproximadamente, Antrim había ganado medio cuerpo,mientrasqueRestauraciónyGestersehabíanacercadounosdiezpasos.Iban,pues,avolver a pasar, y la gente se inclinaba, aplaudiendo y animando a los corredores,cuando, bien por azar, bien intencionadamente, Sara dejó caer su ramillete. Eldesconocido lo vio y, sin aminorar la velocidad, con maravillosa destreza,aplastándosecontraelvientredesucaballoalestilodelosjinetesárabesquerecogeneldjerid[13],élrecogióelramilletecaído,saludóalabellapropietariayprosiguiósucamino,habiendoperdidoapenasdiezpasos,quenoparecíademasiadopreocupadoporrecuperar.

Enmediodelasegundavuelta,VirginiahabíasidoalcanzadaporRestauración,alqueGesterseguíaauncuerpodedistancia,mientrasqueAntrimseguíasieteuochopasosatrás;perocomosujinetenoloapurabaniconlafustaniconlasespuelas,secomprendíaqueesepequeñoretrasonosignificabanada,yquerecuperaríaelterrenoperdidocuandolocreyeseconveniente.

Enelpuente,Restauraciónpisóunguijarroyrodóalsueloconsujinete,quien,comonohabíaperdido losestribos,quisoconunmovimientode lamanovolveraponerloenpie.Elnobleanimalhizounesfuerzo,selevantóyvolvióacaercasideinmediato;Restauraciónteníaunapatarota.

Losotrostresparticipantescontinuaronlacarrera.Gesteribaentoncesencabeza,Virginia loseguíaadoscuerposyAntrim ibaasu lado.Peroen lacuestaVirginiaempezó a perder terreno, mientras que Gester mantenía su ventaja y Antrim, sinesfuerzo alguno, empezaba aganar.Al llegar a lamillaDreaper,Antrimno estabamás que a un cuerpo por detrás de su rival, y Henri, viéndose ganado, empezó afustigar a Gester. Los veinticinco mil espectadores de aquella hermosa carreraaplaudían, agitaban sus pañuelos y animaban a los participantes. Entonces eldesconocidoseinclinósobreelcuellodeAntrim,pronuncióunaspalabrasenárabe,ycomosielinteligenteanimalhubieracomprendidoloqueledecíasuamo,redoblósuvelocidad. Sólo quedaban veinticinco pasos para la meta, estaban delante de laprimera tribuna, y Gester seguía ganando a Antrim por una cabeza, cuando eldesconocido,viendoqueno tenía tiempoqueperder,hundió lasdosespuelasenelvientredesucaballo,ysealzósobresusestribosechandohaciaatráslacapuchadesualbornozaltiempoquedecíaasucontrincante:

—Señor Henri de Malmédie, a los dos insultos que he recibido de usted, yoresponderé con uno solo, pero espero que valdrá tanto como los suyos. —Ylevantando el brazo al pronunciar estas palabras, Georges, pues se trataba de él,asestóungolpedefustaenelrostrodeHenrideMalmédie.

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LuegoclavólasespuelasenelvientredeAntrimyllegóenprimerlugaralametapor dos cuerpos; pero en lugar de detenerse para reclamar el premio, prosiguió sucarrera y desapareció, en medio de la estupefacción general, en los bosques querodeanlatumbaMalartic.

Georgesteníarazón;acambiodelosdosinsultosquehabíarecibidodelseñordeMalmédie, con catorce años de distancia, él acababa de devolverle sólo uno, peropúblico,horrible,sangriento,queponíaen juegotodosuporvenir,puesnoerasólounaprovocaciónaunrival,sinounadeclaracióndeguerraatodoslosblancos.

Georges se hallaba, pues, por el curso inevitable de las cosas, frente a aquelprejuicioquehabíavenidoabuscardesde tan lejos,yahora ibana lucharcuerpoacuerpo,comodosenemigosmortales.

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XVIII

LAÍZA

Georges,retiradoenlashabitacionesquesehabíaacondicionadoenlacasadesupadre, en Moka, estaba reflexionando acerca de la situación en la que ahora sehallabacuandoleanunciaronqueunnegropreguntabaporél.Creyó,naturalmente,que era un mensaje del señor Henri deMalmédie y ordenó que hicieran pasar almensajero.

Encuantovioalhombrequepreguntabaporél,Georgesreconocióquesehabíaequivocado.Teníaunvagorecuerdodehabervistoaesehombreenalgunaparte;sinembargo,nopodíadecirdónde.

—¿Nomereconoce?—dijoelnegro.—No—contestóGeorges—,ysinembargo,noshemosvistoantes,¿noescierto?—Dosveces—respondióelnegro.—¿Dóndefue?—LaprimeraenelríoNegro,cuandoustedsalvóalamuchacha;lasegunda…—Esverdad—interrumpióGeorges—,yarecuerdo.¿Ylasegunda?…—Lasegunda—interrumpióasuvezelnegro—;cuandomedevolviólalibertad.

MellamoLaízaymihermanosellamaNazim.—¿Yquéhasidodetuhermano?—Nazim, esclavo, quería huir para regresar a Anjouan. Nazim, libre gracias a

usted,semarchóyahoradebedeestarjuntoanuestropadre.Graciasensunombre.—¿Y tú, a pesar de ser libre, te has quedado? —preguntó Georges—. ¡Qué

extraño!—Ahoralocomprenderá—dijoelnegrosonriendo.—Veamos —respondió Georges, quien sin querer empezaba a interesarse por

aquellaconversación.—Yosoyhijodejefe—prosiguióelnegro—.Soydeunamezcladesangreárabe

yzanzíbar.Nohenacidoparaseresclavo.Georgessonrióanteelorgullodelnegro,sinpensarqueeseorgulloerahermanomenordelsuyo.

Elnegrosiguióhablandosinverosinnotaraquellasonrisa:—EljefedeQuerimbomecapturóenunaguerraymevendióaunnegrero,quien

a su vezme vendió al señor deMalmédie. Les dije que si enviaban un esclavo aAnjouanlespagaríanpormilibertadveintelibrasdepolvodeoro.Nocreyeronenlapalabra de un negro y rechazaronmi oferta. Insistí durante un tiempo, luego… seprodujouncambioenmivida,ydejédepensarenmarcharme.

—¿ElseñordeMalmédietehatratadocomomerecías?—preguntóGeorges.

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—No,noeseso—respondióelnegro—.Tresañosdespués,mihermanoNazimtambiénfuecapturadoyvendidocomoyo,porsuerte,amimismoamo,perocomonotenía lasmismasrazonesqueyoparaquedarseaquí,haqueridohuir.Yasabeelresto,puestoqueustedlohasalvado.Amabaamihermanocomoamihijo,yausted—continuóelnegrocruzandosusmanossobresupechoeinclinándose—,loquieroahoracomoamipadre.Peroestoes loqueocurre.Escuche, loquevoyadecir leinteresa tantocomoamí.Enla islahayochentamilhombresdecoloryveintemilblancos.

—Yaloshecontado—dijoGeorgessonriendo.—Melo imaginaba—respondióLaíza—.Deesosochentamil,almenosveinte

milsoncapacesdellevararmas;mientrasquelosblancos,incluidoslosochocientossoldadosinglesesdeguarnición,puedenapenasreunircuatromilhombres.

—Tambiénlosé—dijoGeorges.—Entonces,¿loadivina?—preguntóLaíza.—Esperoaqueteexpliquestú.—Estamosdecididosalibrarnosdelosblancos.GraciasaDiosyahemossufrido

bastanteparatenerderechoavengarnos.—¿Y?—preguntóGeorges.—Estamospreparados—respondióLaíza.—¿Quiénosdetiene,entonces,yporquénoosvengáis?—Nos falta un jefe; bueno,más bien, hay dos propuestos, pero ni uno ni otro

convienenparaunaempresasemejante.—¿Yquiénesson?—UnoesAntonioelmalayo.Georgesdejóaparecerensuslabiosunasonrisadedesprecio.—¿Yelotro?—preguntó.—Elotrosoyyo—respondióLaíza.Georges miró a la cara de aquel hombre, que daba a los blancos tan extraño

ejemplo de modestia al reconocer que no era digno del rango al que había sidollamado.

—¿Elotroerestú?—prosiguióeljoven.—Sí—respondió el negro—, pero no se necesitan dos jefes para una empresa

semejante:senecesitaunosolo.—¡Ah!¡Ah!—hizoGeorges,quecomprendióqueLaízaambicionabaelmando

supremo.—Se necesita sólo uno, supremo, absoluto, cuya superioridad no pueda ser

discutida.—Pero¿dóndeencontraraesehombre?—preguntóGeorges.—Yalohemosencontrado—respondióLaízamirandofijamentealjovenmulato

—,pero¿aceptará?—Pondríasucabezaenpeligro—dijoGeorges.

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—Ynosotros,¿acasonoarriesgamosnada?—preguntóLaíza.—Pero¿quégarantíaledaríais?—Lamismaquenosofreceríaél,unpasadodepersecuciónydeesclavitud,un

porvenirdevenganzaydelibertad.—¿Yquéplanhabéisideado?—Mañana,despuésde la fiestadeYamsé, cuando losblancos, cansadosde los

placeres de la jornada, se hayan retirado tras que mar el guhn, los lascares sequedarán solos en las orillas del río Lataniers. Entonces llegarán de todas partesafricanos, malayos, malgaches, malabares, indios, todos los que están en laconspiración;allíelegiránaunjefe,yéstelosdirigirá.Enfin,digaunapalabra,yestejefeseráusted.

—¿Yquiéntehaencargadoquemehagasestapropuesta?—preguntóGeorges.Laízasonriódesdeñosamente.—Nadie—dijo.—¿Entonceshasidoideatuya?—Sí.—¿Yquiéntelahainspirado?—Ustedmismo.—¿Cómoqueyomismo?—Ustednopuedeconseguirloquedeseamásqueconnuestraayuda.—¿Yquiéntehadichoqueyodeseoalgo?—DeseacasarseconlarosadelríoNegro,¡yodiaalseñorHenrideMalmédie!

Deseaposeerlaaellayquierevengarsedeél.Solamentenosotrospodemosofrecerlelosmedios,puesnuncaconsentiránendárselacomomujerynuncapermitiránqueélsea,suadversario.

—¿YquiéntehadichoqueyoamoaSara?—Lohevisto.—Teequivocas.Laízanegótristementeconlacabeza.—Losojosdelacabezaseequivocanaveces—dijo—;losdelcorazón,jamás.—¿Acasoeresmirival?—preguntóGeorgesconunasonrisadesdeñosa.—Nohaymásrivalqueaquelquetienelaesperanzadeseramado—respondióel

negrosuspirando—,ylarosadelríoNegronoamarájamásalleóndeAnjouan.—¿Entoncesnoestásceloso?—Ustedlesalvólavida,ysuvidalepertenece,esjusto.Yonisiquierahetenido

la dicha de morir por ella, y sin embargo —añadió el negro mirando a Georgesfijamente—,¿creeustedquenohehecholonecesarioparaeso?

—Sí,sí—murmuróGeorges—,sí,eresvaliente;peroylosdemás,¿puedocontarconellos?

—Sólopuedoresponderdemímismo—dijoLaíza—,ylohago.Asípues,todoloqueseaposiblehacerconunhombrevaliente,fielyentregado,loharáconmigo.

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—¿Seráselprimeroenobedecer?—Entodo.—¿Inclusoenloqueconciernaa…?GeorgesseinterrumpiómirandoaLaíza.—Incluso en lo que concierna a la rosa del río Negro—dijo completando el

pensamientodeljoven.—Pero¿dedóndetevienetantoafectohaciamí?—El ciervo de Anjouan iba a morir bajo los golpes de sus verdugos, y usted

compró su vida. El león de Anjouan estaba encadenado, y usted le devolvió lalibertad.Elleónnoessóloelmásfuerte,sinotambiénelmásgenerosodetodoslosanimales,yporquees fuerteygeneroso—continuóelnegrocruzando losbrazosyalzandoorgullosamentelacabeza—,aLaízalellamaronelleóndeAnjouan.

—Estábien—dijoGeorges tendiendo lamanoalnegro—.Tepidoundíaparadecidirme.

—¿Yquéseráloquelelleveaaceptaroarehusar?—Hoyinsultégravemente,públicamente,mortalmentealseñordeMalmédie.—Losé,yoestabaallí—dijoelnegro.—SielseñordeMalmédiesebateconmigo,notengonadaquedecir.—¿Ysiseniegaabatirse?…—preguntóLaízasonriendo.—Entoncesestoyconvosotros;porquesiendocomoesunhombrevalienteque

yasehabatidodosvecesendueloconblancos,matandoenunadelasocasionesasuadversario,habráañadidountercerinsultoalosdosanteriores,yésaserálagotaqueharádesbordarelvaso.

—Entonceseresnuestrojefe—dijoLaíza—.Elblanconosebatiráconelmulato.Georges frunció el entrecejo, pues lo mismo pensaba él. Pero asimismo se

preguntaba cómo iba a quedarse el blanco con aquel estigma de vergüenza que elmulatolehabíaimprimidoenelrostro.

EnesemomentoentróTelémacotapándoselaorejaconunamano,pues,comoyahemosdicho,Bijoulehabíaarrancadountrozo.

—Amo—dijo—,elcapitánholandésquierehablarconusted.—¿ElcapitánVandenBroek?—preguntóGeorges.—Sí.—Estábien—dijo.YvolviéndosehaciaLaíza—:Espérameaquí,ahoravuelvo.

Tedarémirespuestaantesdeloqueesperaba.GeorgessaliódelahabitacióndondeestabaLaízayentró,conlosbrazosabiertos,

dondesehallabaelcapitán.—Ybien,hermano—dijoelcapitán—,¿mehabíasreconocido?—Sí,Jacques,ymealegrapoderabrazarte,sobretodoenestosmomentos.—Pueshafaltadopocoparaquenotuvieraselplacerdeesteencuentro.—¿Cómo?…—Deberíahabermeido.

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—¿Porqué?—Elgobernadormepareceunviejozorrodemar.—Dimejor un lobo, di un tigre de mar, Jacques. El gobernador es el famoso

comodoroWilliamsMurrey,elantiguocapitándelLeycester.—¡DelLeycester!Deberíahaberloimaginado.Entoncestenemosunaviejacuenta

quesaldarélyyo.Ahoraloentiendotodo.—¿Quéhaocurrido?—Haocurridoqueelgobernador,despuésdelascarreras,havenidoamablemente

haciamíymehadicho:«CapitánVandenBroek,¡tieneustedunagoletapreciosa!».Hasta aquí no había nada que objetar, pero ha añadido: «¿Tal vezmañana pudieratenerelhonordevisitarla?».

—Sospechaalgo.—Sí,yyoque, comounnecio, no sospechabanada,mehepavoneadoy lohe

invitadoacomerabordo,cosaquehaaceptado.—¿Yluego?—Puesluego,aliradarlasinstruccionesparalacomida,mehedadocuentade

que,desde lamontañade laDécouverte,hacían señalesalmar.Entonces semehaocurridoquetalvezlasestabanhaciendoenmihonor,asíquehesubidoalamontañay,conelcatalejo,heoteadoelhorizonte.Alcabodecincominutosyasabíadequésetrataba:aunasveintemillashabíaunaembarcaciónquerespondíaalasseñales.

—¿EraelLeycester?—Asíes.Quierenbloquearme,pero,comobiensabes,Jacquesnonacióayer.El

vientosopladelsudeste,demaneraqueelbarconopuedeentrarenPort-Louismásquedandobordadas.Y,paraeso,necesitaalmenosunasdocehorashastallegaralaisla de losTonneliers;mientras tanto, yo desaparezco y vengo a buscarte para quevengasconmigo.

—¿Yo?¿Yquérazóntengoyoparairme?—¡Ah!Claro,aúnnotehedichonada.¡Vayaideahastenidodecortarlelacaraa

esecaballeretedeungolpedefusta!¡Quépocaconsideración!—¿Acasonosabesquiénesesehombre?—Claroquesí,puestoqueapostabamilluisescontraél.Apropósito,Antrimes

uncaballoexcelente,felicítalodemiparte.—¿EsquenorecuerdasqueesemismoHenrideMalmédie,hacecatorceaños,el

díadelabatalla?…—¿Qué?Georgesseapartóelpeloyenseñóasuhermanolacicatrizdesufrente.—¡Ah,sí!¡Esverdad!—exclamóJacques—.¡Rayos,quérencorosoeres!Había

olvidadotodaesahistoria.Pero,porloquealcanzoarecordar,eseregalitoquetehizoatilereportóqueyoleregalaraunpuñetazoquecompensababiensusablazo.

—Sí, y ya había olvidado ese primer insulto, o más bien estaba dispuesto aperdonárselo,cuandomehadirigidoelsegundo.

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—¿Cuál?—Mehanegadolamanodesuprima.—¡Oh!Eresunencanto,¡palabradehonor!Heaquíunpadreyunhijoquecrían

a una heredera como a codorniz en caponera, para desplumarla a su convenienciamedianteunbuenmatrimonio,ycuandolacodornizestácebadayensupunto,llegaunfurtivoquequierearrebatársela.¡Vamos!¿Quémáspodíanhacersinorechazarte?Sincontar,querido,conquesomosmulatos.

—Pero no es ese rechazo lo que me ha parecido un insulto, sino que, en ladiscusión,éllevantóunbastóncontramí.

—¡Ah!Enesecasohizomuymal.¿Logolpeastetú?—No—dijo Georges riéndose de los medios de conciliación que siempre, en

semejantes circunstancias, acudían a la mente de su hermano—. No, le pedí unareparación.

—¿Ysenegó?Esnormal,nosotrossomosmulatos.Avecesnosbatimosconlosblancos,escierto;peroellosnosebatenconnosotros,¡faltaríamás!

—Puesyoleprometíqueleobligaríaabatirse.—Yporesolehasdadoenplenacarrera,corampopulo[14],comodecíamosenel

colegioNapoléon,conlafustaenlacara.Noestabamalpensado,peroafemíaqueeltrucohafallado.

—¿Hafallado?…¿Quéquieresdecir?—Quierodecirque,enefecto, laprimera ideadel señordeMalmédie fue lade

batirsecontigo,peronadiehaqueridosersupadrino,ysusamigoslehandichoquetaldueloeraimposible.

—Entoncessequedaráconelgolpedefustaquelehepropinado;eslibre.—Sí,perotambiéntienenalgoparati.—¿Quéesloquetienenparamí?—preguntóGeorgesfrunciendoelentrecejo.—Como,apesardetodoloqueledijeran,elmuytozudoqueríabatirsedetodas

todas,parahacerlerenunciaralduelohantenidoqueprometerleunacosa.—¿Quécosalehanprometido?—Queunadeestasnoches,mientrasestuviesesenlaciudad,ochoodiezhombres

tetenderíanunaemboscadaenlacarreteradeMoka.Tesorprenderíancuandomenosteloesperases,teataríanaunaescaleraytedaríanveinticincolatigazos.

—¡Quémiserables!¡Éseeselcastigoparalosnegros!—Bueno,¿yquésomosnosotros,losmulatos?Negrosblancos,nadamás.—¿Lehanprometidoeso?—repitióGeorges.—Formalmente.—¿Estásseguro?—Yoestaba allí.Me tomabanpor unbuenholandés, por unpurasangre.Nadie

desconfiabademí.—Estábien—dijoGeorges—.Yahetomadounadecisión.—¿Tevienesconmigo?

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—Mequedo.—Escucha —dijo Jacques poniendo la mano en el hombro de Georges—.

Créeme,hermano,sigueelconsejodeunviejofilósofo:notequedes,venconmigo.—¡Imposible!Pareceríaqueestoyhuyendo;además,amoaSara.—¿AmasaSara?…¿Quéquieresdecirconque«amoaSara»?—Quierodecirquedeboposeeraesamujero,sino,morir.—Escucha,Georges, yo no entiendo esas sutilezas. Es cierto que nuncame he

enamorado más que de mis pasajeras, que valen igual que las demás, créeme; ycuandolashayasprobado,yaloverás,cambiaráscuatromujeresblancasporunadelasislasComores,porejemplo.Enestosmomentostengoseisentrelasquetedoyaescoger.

—Gracias,Jacques.Telorepito,nopuedoabandonarlaIsladeFrancia.—Yyoterepitoquehacesmal.Laocasiónespropiciaynolavolverásatener.

Me voy esta noche, a la una, sin bombos ni platillos. Ven conmigo, y mañanaestaremos a veinticinco leguas de aquí, y nos reiremos de todos los blancos deMauricio, sin contar con que, si nos hacemos con algunos de ellos, les podremosadministrar, mediante cuatro de mis marineros, la gratificación que te teníanreservadaati.

—Gracias,hermano—repitióGeorges—,pero¡esimposible!—Bueno,estábien.Eresunhombre,ycuandounhombredice«esimposible»,es

queenefectoesimposible.Asíquemeirésinti.—Sí,vete.Peronotealejesdemasiado,yverásalgoquenoteesperas.—¿Quéveré?¿Uneclipsedeluna?…—Veráscómo,delpasoDescornealcerroBrabant,ydePort-LouisaMahébourg,

seenciendeunvolcántangrandecomoeldelaislaBorbón.—¡Vaya, vaya! Eso es otra cosa; ¿acaso tienes ideas pirotécnicas? Vamos,

explícameeso.—Dentro de ocho días, esos blancos queme amenazan yme desprecian, esos

blancosquequierenazotarmecomoaunnegrocimarrón,esosblancosestaránamispies.Esoestodo.

—Una revuelta…Yaentiendo—dijo Jacques—.Seríaposible, sihubieseen laislaalmenosdosmilhombrescomomiscientocincuentalascares.Digolascaresporcostumbre, puesto que, ¡gracias a Dios!, no hay ninguno que pertenezca a tanmiserable raza: son todos buenos bretones, valientes americanos, auténticosholandeses, puros españoles, lo mejorcito de las cuatro naciones. Pero tú, ¿quétendrástúparasosteneresarevuelta?

—Diezmilesclavoscansadosdeobedecerquequierenpodermandartambién.—¿Negros?¡Puf!…—exclamóGeorgesavanzandocondesdénel labio inferior

—.Escucha,Georges;yolosconozcobien,porquelosvendo:soportanbienelcalor,viven con una banana, trabajan duramente, tienen cualidades, vaya, no quiero

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despreciaramimercancía;peronosirvencomosoldados,¿sabes?Mira,hoymismo,enlascarreras,elgobernadormepreguntabamiopiniónsobrelosnegros.

—¿Ah,sí?—Sí,medecía:«CapitánVandenBroek,ustedquehaviajadomuchoyqueme

parece un observador excelente, si fuera gobernador de una isla y hubiera unarevuelta,¿quéharía?».

—¿Yquéhascontestado?—Lehecontestado:«Milord,por lascallespordonde fueranapasarabriríaun

centenardebarricasdearacymeiríaalacama,nosinantescerrarbienlapuertaconllave».

Georgessemordióloslabioshastahacerlossangrar.—Asípues,porterceraveztelorepito,hermano:venconmigo;eslomejorque

puedeshacer.—Yyo,porterceravez,hermano,terespondo:imposible.—Entonces,todoestádicho.Abrázame,Georges.—¡Adiós,Jacques!—¡Adiós,hermano!Perocréeme,notefíesdelosnegros.—Asípues,¿tevas?—¡Yalocreo!¡Oh!Yonosoyorgulloso,yséhuircuandoesnecesario.Enalta

mar,todoloqueelLeycesterquiera:quevengaaproponermeunapartidadequillas,y ya verá si le hago ascos; pero en el puerto, bajo el fuego del fuerteBlanc y delreductoLabourdonnaie,no,gracias.Asíque,porúltimavez,¿teniegas?

—Meniego.—¡Adiós!—¡Adiós!Los dos jóvenes se abrazaron por últimavez y Jacques entró a ver a su padre,

quien,ignorantedecuantohabíasucedido,dormíaplácidamente.Georges,porsuparte,entróenlahabitacióndondeleesperabaLaíza.—¿Ybien?—preguntóelnegro.—Puesbien—dijoGeorges—,dialossublevadosqueyatienenjefe.El negro cruzó los brazos sobre supechoy, sin preguntar nadamás, se inclinó

reverencialmenteysalió.

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XIX

ELYAMSË

Lascarreras,comoyahemosdicho,noeranmásqueunepisodiodelasfiestasdelsegundodía.Porello,unavezterminadaslascarreras,hacialastresdelatarde,todala variopinta muchedumbre que cubría la pequeña montaña, se encaminó hacia lallanuraVerte,mientrasquelosylaselegantesquehabíanasistidoaldeporte,tantoencoche como a caballo, regresaron a sus casas para comer y salir de nuevo,inmediatamentedespuésdelacomida,parapresenciarlosejerciciosdeloslascares.Estosejerciciosconsistenenunagimnasiasimbólicacompuestaporcarreras,danzasyluchas,acompañadasdecantosdiscordantesymúsicabárbaraquesemezclan,enelgentío,conelclamordelosvendedoresnegrosquetraficanporcuentapropiaoporladesuamo,yquevangritando,unos:«¡Bananas,bananas!»,otros:«¡Cañas,cañas!»;éstos: «¡Cuajada, cuajada, buena leche cuajada!»; aquéllos: «¡Kalou, kalou, buenkalou!».

Dichosejerciciosduranhastalasseisdelatarde,másomenos.Luego,aesahora,comienzalapequeñaprocesión,asíllamadaparadistinguirladelagranprocesióndeldíasiguiente.

Enesemomentoloslascaresavanzanentrelasdoshilerasdeespectadores:unosmedioescondidosbajounasespeciesdepagodaspuntiagudas,hechascomoelgranguhn,llamadasaidorés;losotros,armadosconbastonesysablesembotados;yotros,porúltimo,mediodesnudos,conropasrasgadas.Luego,aunaseñaldeterminada,seponenenmovimiento.Quienes llevan losaidorésseponenagirarsobresímismosbailando; quienes llevan sables y bastones empiezan a luchar dando vueltas unosalrededor de los otros, impartiendo y parando golpes conmaravillosa destreza; losúltimossegolpeanelpechoyse tiranporelsueloaparentandodesespero,gritandotodosalavezobienunotrasotro:«¡Yamsé!¡Yamlí!¡Oh,Husein!¡Oh,Alí!».

Mientras seentreganaestagimnasia religiosa,algunosdeellos seapartanparaofreceraquienloquieraarrozhervidoyplantasaromáticas.

Estaexhibicióndurahasta lamedianoche,momentoenqueregresanalpobladomalabarenelmismoordenenquehabíansalido,paranovolverasalirhastaeldíasiguientealamismahora.

Pero,aldíasiguiente,laescenacambióyseengrandeció.Trashacerenlaciudadel mismo desfile que el día anterior, al caer la noche, los lascares regresaron alpoblado, pero esta vez para ir a buscar el guhn resultado de la unión de ambosbandos. Aquel año era mucho más grande y más espléndido que todos losprecedentes.Cubiertoconlospapelesmásricos,másbrillantesymásdisparatados,

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iluminadopordentrocongrandesmasasdefuego,yporfueraconlinternasdepapelde todos los colores que colgaban de cada uno de los ángulos y en todas lascavidades, arrojando torrentes de luz cambiante sobre sus anchos lados, el guhnavanzóportadoporungrannúmerodehombres,unossituadosenelinterioryotrosenelexterior, todoscantandounasuertedesalmodiamonótonay lúgubre.Delantedelguhncaminabanlosalumbradores,quesostenían,balanceándoseenelextremodeunaperchadeunosdiezpies, linternas, antorchas, solesyotraspiezasde artificio.Entoncesladanzadelosaidorésyloscombatescuerpoacuerposereanudaronconrenovado ímpetu. Los devotos de ropas rasgadas volvieron a golpearse el pecholanzando gritos de dolor, a los cuales la masa respondía con otros alternos de:«¡Yamsé!¡Yamlí!¡Oh,Husein!¡Oh,Alí!»,prolongadosymásdesgarradoresquelosmismosgritosproferidoseldíaanterior.

Yesqueelguhnqueacompañanestavezestádestinadoarepresentaralavezlaciudad de Kerbela, cerca de la cual pereció Husein, y la tumba en que fueronsepultados sus restos. Además, un hombre desnudo, pintado como un tigre,representabaelleónmilagrosoque,durantevariosdíasvelóporlosrestosdelsantoimán.Devezencuandoselanzabasobrelosespectadoresrugiendocomosiquisieradevorarlos,perounhombrequerepresentabaasuguardiányquecaminabadetrásdeél lo retenía mediante una cuerda, mientras que un mulah, situado a su lado, localmabaconpalabrasmisteriosasygestosmagnéticos.

Durante varias horas el guhn fue llevado en procesión por la ciudad y susalrededores.LuegoloshombresqueloportabantomaronelcaminodelríoLataniers,seguidosdetodalapoblacióndePort-Louis.Lafiestatocabaasufin;ibanaenterrarelguhn,ytodoelmundoquería,despuésdehaberloacompañadoensumomentodegloria,estarpresentetambiénensufinal.

Una vez llegados al río Lataniers, los que llevaban la inmensa máquina sedetuvieran a la orilla. Luego, al dar la medianoche, cuatro hombres con cuatroantorchasseacercaronyleprendieronfuegoensuscuatroesquinas.Alinstantelosportadoresdejaroncaerelguhnenelrío.

Pero como el Lataniers no esmás que un torrente, la base delguhn apenas semojaba en el agua, por lo que las llamas se extendieron rápidamente por todas laspartes superiores, se elevaron como una inmensa espiral y subieron como unremolinohaciaelcielo.Seprodujoentoncesunmomentoextrañoyfantástico:enelresplandordeaquellaluzefímeraperoviva,sepudoveratreintamilespectadoresdetodas las razas profiriendo gritos en todas las lenguas y agitando sus pañuelos ysombreros:agrupadosunosenlamismaorilla,otrosenlasrocascircundantes;unoshundiéndose pormasasmás oscuras amedida que se alejaban bajo elmanto de laselva; otros cerrando el inmenso círculo, y subiendo a sus palanquines, coches ocaballos.Duranteuninstantelasaguasreflejaronelfuegoquemástardeapagarían;durante un instante toda aquella multitud se encrespó como el mar; durante uninstantelosárbolessealargaronenlasombracomogigantesirguiéndose;duranteun

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instante,enfin,nosedistinguióelcielomásqueatravésdeunvaporrojoquehacíaquecadanubeparecieraunaoladesangre.

Prontolaluzdecreció,todasaquellascabezasseconfundieronunasconotras.Losárboles parecieron alejarse de sí mismos y entraren la sombra; el cielo palideciórecuperando poco a poco su color plomizo; las nubes se sucedieron cada vezmássombrías. De vez en cuando, alguna parte aún no afectada por el incendio seinflamaba a su vez y lanzaba sobre el paisaje y sobre los espectadores que lopoblabanunresplandortemblorosoqueluegoseapagaba,haciendolaoscuridadmásgrande que antes. Poco a poco todo el armazón se quebró en ascuas, haciendoestremecerelaguadelrío.Finalmente,lasúltimasclaridadesseapagaron,ycomoelcielo,talcomohemosdicho,estabacargadodenubes,todoelmundosehallóenunaoscuridad tantomás profunda cuanto que la luz que la había precedido había sidomuygrande.

Sucedióentonces loqueocurresiempreal finalizar las fiestaspúblicas,ysobretododespuésdelosespectáculosdeluzodefuegosartificiales:seoyóungranrumor,ytodoelmundo,hablando,riendo,bromeando,seencaminóatodavelocidadhacialaciudad.Loscochespartíanalgalopedesuscaballos,ylospalanquinesaltrotedesusnegros;mientras tanto, los peatones, reunidos por grupos parlanchines, caminabandetrásdeellosasupasomásrápido.

Bien por una viva curiosidad, bien por la gandulería natural de la especie, losnegros y los hombres de color se quedaron los últimos, pero al fin se alejarontambién, unos tomando la carretera del pobladomalabar, otros río arriba; algunosinternándose en la selva, y otros siguiendo la orilla del mar. Al cabo de unosinstantes,ellugarquedótotalmentedesierto,ytranscurrióuncuartodehoraduranteelcualnoseoyómásruidoqueeldelmurmullodelaguacorriendoentrelasrocas,ydurantelosclarosdenubesnoseviootracosamásquemurciélagosgigantescosdepesadovueloqueseabatíansobreelrío,comoparaapagarconlapuntadesusalaslaspocasascuasquehumeabanaúnensusuperficie,yqueremontabandespuésparair a perderse en la selva. Pronto, sin embargo, se oyó un ligero ruido, y se vioavanzar, reptandohacia el río, a doshombresque caminabanunodelantedel otro,unoveníadelladodelabateríaDumasyelotrodelamontañaLongue.Cuandonoquedaron separados más que por el torrente, ambos se levantaron, intercambiaronsignosy,mientrasunodabatrespalmadas,elotrosilbótresveces.

Entonces,delasprofundidadesdelaselva,delasesquinasdelasfortificaciones,delasrocasquebordeaneltorrente,delosmanglesqueseinclinansobrelaorilladelmar, se vio salir a toda una población de negros e indios, cuya presencia, cincominutosantes,hubierasidoimposiblesospechar.Estabadivididaendosbandosbiendiferenciados: uno compuesto sólo por indios; otro, enteramente de negros. Losindiossesituaronentornoaunodelosdosjefesllegadosenprimerlugar.Setratabadeunhombredetezoliváceaquehablabaelidiomamalayo.

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Losnegrossecolocaronalrededordelotro jefe,queeraunnegrocomoellos,yhablabamalgacheymozambiqueño.

Uno de los dos jefes se paseaba por la muchedumbre, parloteando, gruñendo,declamando, gesticulando, representando el tipo del ambicioso de baja estofa, delintrigantevulgar,yésteeraAntonioelmalayo.

Elotro,sereno,inmóvil,casimudo,parcoenpalabras,sobriodegestos,parecíaatraer lasmiradas sin buscarlas, verdadera imagen de la fuerza que contiene y delgenioquemanda:eraLaíza,elleóndeAnjouan.

Estos dos hombres eran los jefes de la revuelta; los diezmilmestizos que lesrodeabaneranlosconspiradores.

Antoniohablóenprimerlugar.—Éraseunavez—dijo—,unaislagobernadapormonosyhabitadaporelefantes,

leones,tigres,panterasyserpientes.Elnúmerodegobernadoseradiezvecesmayorqueeldelosgobernantes,peroéstoshabíantenidoeltalento,comobabuinosastutosqueeran,dedesuniralosgobernados,detalmaneraqueloselefantesvivíanodiandoalosleones;lostigres,alaspanteras,ylasserpientesatodoslosdemás.Tantoeraasíque, cuando los elefantes levantaban la trompa, los monos ponían en su contra aserpientes, panteras, tigres y leones; y por muy fuertes que fueran los elefantes,terminaban siempre siendo vencidos. Si eran los leones los que rugían, losmonosponíanensucontraaelefantes,serpientes,panterasytigres;demodoque,pormuyvalientesquefueranlosleones,terminabansiempresiendoencadenados.Sieranlostigres los que enseñaban los dientes, los monos ponían en su contra a elefantes,leones, serpientes y panteras; demodo que, pormuy fuertes que fueran los tigres,terminaban siempre siendo enjaulados. Si eran las panteras las que saltaban, losmonosponíanensucontraaelefantes,leones,tigresyserpientes;demodoque,pormuyágilesquefueranlaspanteras,terminabansiempresiendodomadas.Porúltimo,si eran las serpientes las que silbaban, losmonos ponían en su contra a elefantes,leones, tigres y panteras, y las serpientes, pormuy astutas que fueran, terminabansiempre siendo sometidas. Los gobernantes, a quienes esta estrategia les habíafuncionado cien veces, se reían entre dientes cada vez que oían hablar de unarevuelta, y sofocaban de inmediato a los rebeldes poniendo en práctica su tácticahabitual.Estodurómucho,mucho tiempo.Peroundía, sucedióqueuna serpiente,másagudaquelasotras,reflexionó:eraunaserpientequesabíalascuatroreglasdearitmética,nimásnimenosqueelcajerodelseñordeM***;calculóquelosmonoseran, en relación con los otros animales, como uno es a ocho. Reunió, pues, aelefantes,leones,tigres,panterasyserpientesconelpretextodeunafiestaylesdijo:

»—¿Cuántossois?»Losanimalessecontaronyrespondieron:»—Somosochentamil.»—Está bien—dijo la serpiente—. Ahora contad a vuestros amos, y decidme

cuántosson.

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»Losanimalescontaronalosmonosyrespondieron:»—Sonochomil.»—Entoncessoismuytontos—dijolaserpiente—sinoextermináisalosmonos,

puestoquesoisochocontrauno.»Losanimalessereunieronyexterminaronalosmonos,yseadueñarondelaisla,

y losmáshermososfrutosfueronparaellos, losmáshermososcamposfueronparaellos,lasmáshermosascasasfueronparaellos;pornohablardelosmonos,alosqueconvirtieronenesclavos,ylasmonas,alasqueconvirtieronensusamantes…

»¿Habéisentendido?—dijoAntonio.Sealzarongrandesgritos,seoyeronhurrasybravos.Antoniohabíaconseguido

consufábulaunefectonomenorqueelqueelcónsulMenenio,dosmildoscientosañosantes,habíacausadoconlasuya.

Laízaesperó tranquilamenteaquepasaraaquelmomentodeentusiasmo.Luegolevantóelbrazoparaordenarsilencioydijoestassencillaspalabras:

—Éraseunavezunaisladondelosesclavosquisieronserlibres;sealzarontodosjuntosylofueron.EstaislasellamabaantiguamenteSantoDomingo;ahorasellamaHaití…Hagamoscomoellosyseremoslibrescomoellos.

Grandes gritos estallaron de nuevo, y se volvieron a oír hurras y bravos porsegunda vez. Pero, hay que confesarlo, ese discurso era demasiado sencillo paraemocionaralamuchedumbrecomolohabíahechoeldeAntonio,quiensediocuentayconcibióunplan.

Hizoseñasdequequeríahablarytodoscallaron.—Sí —dijo—, sí, Laíza ha dicho la verdad. He oído contar que más allá de

África,muylejos,muylejos,pordondeelsolsepone,hayunagranisladondetodoslosnegrossonreyes.PeroenmiislayenlaisladeLaíza,enlaisladelosanimalesyenlaisladeloshombres,habíaunjefeelegido,perosólouno.

—Escierto—dijoLaíza—.Antonio tienerazón.Todopodercompartidopierdefuerza;asípues,soydesuopinión:necesitamosunjefe,perounosolo.

—¿Yquiénseráeljefe?—preguntóAntonio.—Losqueestamosaquíreunidosdebemosdecidir—respondióLaíza.—Elhombrequeesdignodesernuestrojefe—dijoAntonio—eselquepueda

enfrentarsealaastuciaconlaastucia,alafuerzaconlafuerza,alvalorconelvalor.—Escierto—dijoLaíza.—Quienesdignode sernuestro jefe—prosiguióAntonioeselhombrequeha

vividoconlosblancosyconlosnegros;elhombrequeestáunidoporlasangreconlosunosyconlosotros;elhombreque,siendolibre,sacrifiquesulibertad;elhombreque, teniendounacabañayuncampo,searriesgueaperdersucabañaysucampo.Éseeselhombrequeesdignodesernuestrojefe.

—Escierto—dijoLaíza.—No conozcomás que a un hombre que reúna todas esas condiciones—dijo

Antonio.

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—Yyotambién—dijoLaíza.—¿Quieresdecirqueerestú?—preguntóAntonio.—No—contestóLaíza.—¿Convendrás,pues,quesoyyo?—Tútampoco.—¿Quiénes,entonces?—exclamóAntonio.—Sí,¿quiénes?¿Dóndeestá?¡Quevenga!¡Queaparezca!—gritaronalunísono

negroseindios.Laízadiotrespalmadasyalinstanteseoyóelresonardelgalopedeuncaballo.

Entre las primeras luces del nuevo día vieron salir de la selva a un jinete que,llegando a galope tendido, entró hasta el núcleo del grupo, y allí, con un simplemovimientodelamano,frenóasucaballotanensecoque,delasacudida,sedoblóporloscorvejones.

Laízaextendiólamanoconungestodesupremadignidadhaciaelcaballero.—¡Ahítenéisavuestrojefe!—dijo.—¡GeorgesMunier!—exclamarondiezmilvoces.—Sí,GeorgesMunier—dijoLaíza—.Habéispedidounjefequepuedacontestar

alaastuciaconastucia,alafuerzaconfuerza,alvalorconvalor,¡aquílotenéis!…Habéispedidounjefequehayavividoconlosblancosyconlosnegros,queestuvieraunidoporsusangreconlosunosylosotros,¡aquílotenéis!…Habéispedidounjefequefueralibreyquesacrificarasulibertad,quetuvieraunacabañayuncampoyquearriesgara el perder su cabaña y su campo; pues bien ¡aquí lo tenéis! ¿Dóndebuscaréisotrojefe?¿Dóndeencontraréisotroparecido?

Antoniopermanecióconfuso;todaslasmiradassedirigieronhaciaGeorges,yungranrumorsealzóentrelamultitud.

Georgesconocíaa loshombresque teníadelante,y sabíaque, ante todo,debíahablarasusojos.Asípues,sehabíavestidoconunmagníficoalbornozbordadoenoro,debajodelcualllevabaelcaftándehonorquelehabíadadoIbrahimPachá,enelquebrillabanlascrucesdelaLegióndeHonorydeCarlosIII.Porsuparte,Antrim,cubiertoconunamagníficagualdraparoja,seestremecíabajosudueño,impacienteyorgullosoalavez.

—Pero—protestóAntonio—,¿quiénnosresponderádeél?—Yo—dijoLaíza.—¿Acasohavividoconnosotros?¿Conocenuestrasnecesidades?—No,nohavividoconnosotros,perohavividoconlosblancosyhaestudiado

susciencias.Sí,conocenuestrosdeseosynuestrasnecesidades,puesnotenemosmásqueundeseoyunanecesidad:lalibertad.

—Puesqueempiecepordevolvérselaasustrescientosesclavos.—Yalohehechoestamañana—dijoGeorges.—Sí,sí—gritaronunasvocesentrelamuchedumbre—;sí,nosotroslibres,amo

Georgeshadadolibertadanosotros.

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—Peroestáunidoalosblancos—dijoAntonio.—Delantedetodosvosotros—respondióGeorges—rompíconellosayer.—Peroamaaunamuchachablanca—dijoAntonio.—Yesoesuntriunfomásparanosotros,hombresdecolor—respondióGeorges

—,pueslamuchachablancameamatambién.—Perosise laofrecierancomomujer—continuóAntonio—,nos traicionaríaa

nosotrosypactaríaconlosblancos.—Sime la ofrecieran comomujer, la rechazaría—respondióGeorges—, pues

quieroqueseaellaquiensemeofrezca,ynonecesitoquenadiemeladé.Antonioquiso formularunanuevaobjeción,pero losgritosde«¡VivaGeorges!

¡Vivanuestrojefe!»resonaronportodaspartesytaparonsuvozdetalmodoquenopudopronunciarniunapalabra.

Georgesindicóconunaseñalquequeríahablar,ytodoscallaron.—Amigosmíos—dijo—,ésteeseldíay,porlotanto,lahoradesepararnos.El

juevesesdíadefiesta;eljuevesseréistodoslibres;eljueves,alasochodelatarde,estaréaquí,enestemismolugar,mepondréavuestracabezaymarcharemossobrelaciudad.

—Sí,sí—gritarontodaslasvoces.—Unapalabramás:sihubierauntraidorentrenosotros,decidamosque,cuando

sutraiciónquededemostrada,cualquieradenosotrospodráajusticiarleenelmismoinstante,conlamuertequeleconvenga,rápidaolenta,dulceocruel.¿Ossometeréisdeantemanoasujuicio?Enloqueamírespecta,soyelprimeroensometerme.

—¡Sí, sí!—gritaron todas las voces—. Si hay un traidor, que sea ajusticiado,¡muertealtraidor!

—Estábien.Yahora,¿cuántossois?—Somosdiezmil—dijoLaíza.—Mis trescientoscriados tienenelencargodedarosacadaunocuatropiastras,

puesesprecisoque,paraeljuevesporlatarde,todoelmundotengaunarma.¡Hastaeljueves!

YGeorges,saludandoconlamano,sefuecomohabíavenido,mientrasquelostrescientosnegrosabríancadaunounabolsallenadeoroydaban,acadahombre,lascuatropiastrasprometidas.

Estamagnificencia real le costaba aGeorgesMunier, es cierto, doscientosmilfrancos. Pero ¿qué era esa cantidad para un hombre que poseía millones y quehubiera sacrificado toda su fortuna para cumplir con el proyecto tan largamenteconcebidoensuvoluntad?

Porfineseproyectoibaahacerserealidad;elguanteestabaarrojado.

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XX

LACITA

Georges regresóa sucasamuchomásserenoymuchomás tranquilode loquepudieracreerse.Eraunodeesoshombresaquieneslainactividadmatayaquieneselcombateengrandece:selimitóaprepararsusarmas,encasodeunataqueimprevisto,reservándose una retirada hacia los grandes bosques que había recorrido en sujuventud, y cuyo murmullo e inmensidad, mezclados con el murmullo y lainmensidaddelmar,habíanhechodeélelniñosoñadorquehemosvisto.

Pero la persona sobre quien recaía en realidad el peso de todos estosacontecimientos imprevistos era el pobre padre. El deseo de su vida, desde hacíacatorce años, había sido el de volver a ver a sus hijos, y este deseo acababa derealizarse.Loshabíavueltoaveralosdos,perosupresencianohabíahechomásquecambiar la atonía habitual de su vida por una inquietud sin fin: el uno, capitánnegrero, en lucha constante contra los elementos y las leyes; el otro, conspiradorideólogo, en lucha contra los prejuicios y los hombres; los dos luchando contra lomás poderoso que hay en elmundo; los dos pudiendo ser, de unmomento a otro,aniquilados por la tormenta. Y él, mientras tanto, encadenado por su hábito deobedienciapasiva,veíacómolosdoscaminabanhaciaelabismosintenerfuerzapararetenerlos,ysinmásconsueloqueestaspalabrasquerepetíasincesar:

—Almenosestoysegurodeunacosa,yesquemoriréconellos.Por lodemás,el tiempoquedebíadecidireldestinodeGeorgeseracorto: sólo

dosdías lo separabande la catástrofequedebía convertirlo enunnuevoToussaintLouvertureoenunnuevoPétion.Loúnicoquelamentaba,duranteestosdosdías,eranopodercomunicarseconSara.Hubierasidoimprudenteporsuparteirabuscaralaciudadasumensajerohabitual,Miko-Miko.Peroestabatranquiloporlaconvicciónde que la joven estaba segura de él, como él lo estaba de ella.Hay almas que noprecisanmásquecruzarunamiradae intercambiarunapalabraparacomprender loquevalen,yque,desdeesemomento,reposanlaunaenlaotraconlaseguridaddelaconvicción.Ademássonreíaantelaideadelagranvenganzaqueibaaobtenerdelasociedad y de la gran reparación que la suerte iba a concederle. Cuando viera denuevoaSara,lediría:«Haceochodíasquenoteveo,peroestosochodíasmehanbastado, comoaunvolcán, para cambiar la fazdeuna isla.Diosquiso aniquilarlotodo con un huracán y no pudo; yo he querido hacer desaparecer en una tormentahombres,leyesyprejuicios,y,máspoderosoqueDios,loheconseguido».

EnlospeligrospolíticosysocialesdeltipoalqueGeorgesseexponía,hayalgoembriagadorqueharáeternoslasconspiracionesyalosconspiradores.Elmóvilmás

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poderosode lasaccioneshumanases,sin lugaradudas, lasatisfaccióndelorgullo,así¿quéhaymásconfortadorparanosotros,hijosdelpecado,quelaideaderenovarlaluchadeSatanásconDios,ladelosTitanescontraJúpiter?Enestalucha,comoesbiensabido,SatanásfuefulminadoporelrayoyEncélado[15]quedosepultado.PeroEncélado, sepultado, sacude una montaña cada vez que se revuelve, y Satanás,fulminado,seconvirtióenelreydelosInfiernos.

CiertoesqueésaserancosasqueelpobrePierreMuniernoentendía.Así pues, cuandoGeorges, después de dejar la ventana entreabierta, colgar las

pistolasenlacabeceradelacamayponersusablebajolaalmohada,sedurmiótantranquilocomosinoestuvieradurmiendosobreunpolvorín,PierreMunier,armoacinco o seis negros en los que confiaba y los apostó como vigías alrededor de lavivienda,situándoseélmismocomocentinelaenlacarreteradeMoka.Deestemodo,Georgesteníagarantizadaalmenosunaretiradamomentáneaynocorríaelriesgodeversesorprendido.

Lanochetranscurriósinincidentes.Porotraparte,lopropiodelasconspiracionesqueurdenlosnegrosesqueelsecretoestésiempreescrupulosamenteguardado.Lospobresnoestánaúntancivilizadoscomoparacalcularloquelespodríareportarunatraición.

La jornada siguiente transcurrió como la noche anterior, y la noche siguientecomo el día; no ocurrió nada que pudiera hacer creer a Georges que había sidotraicionado.Sólounashorasloseparabanaúndelarealizacióndesudeseo.

Hacia las nueve de la mañana llego Laíza, y Georges lo hizo pasar a suhabitación: nada había cambiado en los preparativos generales; al contrario, elentusiasmocausadoporlagenerosidaddeGeorgesibaenaumento.Alasnueve,losdiezmilconspiradoresdebíanestarreunidosyarmadosalaorilladelríoLataniers,yalasdiezdebíaestallarlaconspiración.

Mientras Georges preguntaba a Laíza sobre los ánimos de sus hombres yestablecíaconéllasprobabilidadesdetanpeligrosaempresa,distinguióalolejosasumensajeroMiko-Miko,quien,cargadocomosiempreconsubambúalhombroysus cestos, caminaba a su paso habitual hacia la casa. Su aparición no podíaproducirse de formamás oportuna.Desde el día de las carreras,Georges no habíavueltoaveraSara.

Pormuydueñodesímismoquefueraeljoven,nopudoevitarabrirlaventanayhacer señales al chino para que apresurara el paso, cosa que Miko-Miko hizo deinmediato.Laízaquisoretirarse,peroGeorgesloretuvodiciéndolequeaúnteníaalgoquedecirle.

Enefecto,talcomohabíaimaginadoGeorges,Miko-MikonoveníaaMokaporiniciativa propia. Nada más entrar saco un precioso papel doblado del modo másaristocrático,esdecir, estrechoy largo,dondeuna fina letrademujerhabíaescritocomo única dirección su nombre de pila. Sólo con ver aquel papel, el corazón deGeorgessepusoa latirconviolencia.Lo tomode lasmanosdelmensajeroy,para

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ocultarsuemoción,pobrefilosofoquenoosabaserhombre,fuealeerloaunángulodelaventana.Lacartaera,enefecto,deSara,yheaquíloquedecía:

Amigomío:Si acudes hoy a las dos de la tarde a casa de lord WilliamsMurrey,

sabráscosasquenomeatrevoadecirtedetanfelizquemehacen.Después,alsalirdesucasa,venaverme,teesperaréennuestropabellón.

Tuya,SARA

Georges releyó la carta dos veces; no entendía nada de esa doble cita. ¿Cómopodíadecirle lordMurreycosasquehicierantanfelizaSara,ycómo,alsalirdelacasade lordMurrey, esdecir, hacia las tresde la tarde, enplenodía, a lavistadetodos,podíaélpresentarseencasadelseñordeMalmédie?

SolamenteMiko-Miko podía darle la explicación de todo eso. Llamó, pues, alchino,yempezóainterrogarlo;peroeldignocomerciantenosabíanadaexceptoquela señorita Sara había mandado a Bijou a buscarle, a quien, por cierto, no habíareconocidoalprincipio,puestoqueensupeleaconTelémacoelpobrediablohabíaperdidounapartedesunarizyabastantechatadeporsi.Lohabíaseguido,lohabíaconducidohasta la joven,alpabellóndondeyahabíaentradodosveces,yallíSarahabía escrito la carta que acababa de entregar a Georges y que el inteligentemensajerohabíaadivinadoenseguidaqueibadirigidaaél.

Luegoella lehabíadadounamonedadeoro;nosabíanadamás.Sinembargo,Georges siguió interrogando a Miko-Miko, preguntándole si la muchacha habíaescrito efectivamente delante de él, si estaba sola cuando escribía, y si su rostroparecíatristeoalegre.Lajovenhabíaescritoensupresencia,nadieestabaconella,surostroreflejabalamáscompletaserenidadylafelicidadmásperfecta.

MientrasGeorgesprocedíaalinterrogatorio,seoyóelgalopedeuncaballo.Erauncorreoconlalibreadelgobernador:uninstantedespuésentróenlahabitacióndeGeorges y le entregó una carta de lord Williams que estaba redactada en estostérminos:

Miqueridocompañerodeviaje:Meheocupadomuchodeusteddesdequeno loveo,ycreoquenohe

arregladodeltodomalsusasuntos.Seatanamabledeveniramicasahoyalasdos.Esperotenerbuenasnoticiasquedarle.

Enteramentesuyo,

LORDW.MURREY.

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Lasdoscartascoincidíanperfectamentelaunaconlaotra.Porello,aunquefuerapeligroso para Georges el presentarse en la ciudad en la situación en la que sehallaba,aunquelaprudencia lesugeríaqueaventurarseenPort-Louis,ysobretodoencasadelgobernador,eracosatemeraria,Georgesnoescuchómásqueasuorgullo,que ledecíaque rechazaresasdoscitaseracasiunacobardía, sobre todosiambasestaban propuestas por las dos únicas personas que hubiesen respondido, una a suamorylaotraasuamistad.Porello,volviéndosehaciaelcorreo,lemandópresentarsusrespetosamilordydecirlequeestaríaensucasaalahoraconvenida.

Elcorreopartióconlarespuesta.EntoncessesentóalamesayescribióaSara.Miremos por encima de su hombro y sigamos con la mirada las líneas que

escribía:

QueridaSara:Paraempezar, ¡bendita sea tu carta!Es laprimeraque recibode ti, y

aunquecorta,medicetodocuantoqueríasaber,quenomehasolvidadoyquemesiguesamando,queeresmíacomoyosoytuyo.

Iré a casa de lord Murrey a la hora que me indicas. ¿Estarás tútambién?Nomelodices.Pordesgracia,lasúnicasnoticiasagradablesquepuedoesperar sólopuedenvenirde tuboca,pues laúnicadichaa laqueaspiroenelmundoesladesertumarido.Hastaahorahehechocuantohepodidoparaello;loqueaúnmequedaporhacerseráconelmismoobjetivo.Manténte, pues, fuerte y fiel, Sara, comoyo seré fuerte y fiel; porque,pormuy cerca de nosotros que te parezca la felicidad, temo que todavíatengamosquesuperar,túyyo,antesdealcanzarla,terriblespruebas.

Noimporta,Sara,miconvicciónesquenadaresisteenelmundoaunavoluntad poderosa e inamovible, ni a un amor profundo y entregado. Tenesteamor,Sara,yyotendréesavoluntad.

Tuyo,

GEORGES.

Una vez terminada la carta, Georges la entregó a Miko-Miko, quien volvió acargarconsubambúysuscestosy,asupasohabitual,regresóaPort-Louis.Niquedecirtienequenolohizosinantesrecibirlanuevaretribuciónquesusfielesserviciostantomerecían.

Georges se quedó solo con Laíza. Éste lo había oído casi todo y lo habíacomprendidotodo.

—¿Sevaalaciudad?—preguntóaGeorges.—Sí—respondióéste.—Esunaimprudencia—replicóelnegro.

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—Yalosé,perodeboir.Seríauncobardeamispropiosojossinolohiciera.—Estábien,vaya;pero¿ysialasdieznohallegadoalríoLataniers?…—Es que estaré prisionero o muerto; en tal caso, marchad sobre la ciudad y

liberadme,ovengadme.—Estábien—dijoLaíza—,cuenteconnosotros.Yesosdoshombresque sehabíanentendido tanbienqueuna solapalabra,un

sologesto,unsoloapretóndemanoslesbastabaparaestarseguroselunodelotro,sesepararonsinintercambiarniunapromesaniunconsejomás.

Eranlasdiezdelamañana,ehicieronsaberaGeorgesquesupadrepreguntabasialmorzaríaconél.Eljovencontestóyendoalcomedor;estabatranquilocomosinohubiesepasadonada.

PierreMunier le dedicó una mirada en la que estaba pintada toda la solicitudpaterna;peroalverelrostrodesuhijoigualquedecostumbre,reconociendoensuslabioslamismasonrisaconlaquelesaludabatodoslosdías,setranquilizó.

—¡Alabado sea Dios, hijo mío! —dijo el buen hombre—. Al ver a esosmensajeros llegarunotrasotrotanrápidamente,había temidoquete trajesenmalasnoticias,perotuaspectotranquilomeanunciaquemehabíaequivocado.

—Tiene razón, padre—respondió Georges—, todo va bien. La revuelta siguesiendo esta noche, a la misma hora. Esos señores me traían dos cartas, una delgobernador,quemecitaensucasahoyalasdos,ylaotradeSara,quemedicequemeama.

PierreMuniersequedóaturdido.EralaprimeravezqueGeorgeslehablabadelarevueltadelosnegrosydelaamistaddelgobernador;habíasabidotodasestascosasindirectamente,yelpobrepadresehabíaestremecidohastael fondodesucorazónviendoasuhijobienamadolanzarseporunavíasemejante.

Balbuceóalgunasobservaciones,peroGeorgeslodetuvo.—Padre—ledijosonriendo—,recuerdeeldíaenque, tras realizarunahazaña,

tras liberar a los voluntarios, tras conquistar unabandera, el señor deMalmédie learrebató la bandera.Aquel día usted había estado, ante el enemigo, grande, noble,sublime, en fin, lo que siempre será ante el peligro; aquel día juré que alguna vezpondríaahombresycosasensulugar.Esemomentohallegadoynoretrocederéantemi juramento. Dios juzgará entre esclavos y amos, entre débiles y fuertes, entremártiresyverdugos;esoestodo.

Luego, como Pierre Munier, sin fuerza, sin energía, sin objeciones contrasemejantevoluntad,se ibadoblandosobresímismo,comosielpesodelmundo lecayese encima, Georges mandó a Alí que ensillara los caballos, y tras acabartranquilamente su almuerzo, posando de vez en cuando una tristemirada sobre supadre,selevantóparasalir.

PierreMunier se estremeció y se puso en pie con los brazos tendidos hacia suhijo.

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Georges avanzó hacia él, le tomó la cabeza entre sus dos manos y, con unaexpresiónde amor filial quenuncahabíadejado traslucir, acercó aquella venerablecabezaybesórápidamentecincooseisvecessusblancoscabellos.

—¡Hijomío,hijomío!—exclamóPierreMunier.—Padre —dijo Georges—, usted tendrá una vejez respetada o yo tendré una

tumbasangrienta.¡Adiós!Georges se precipitó fuera de la habitación, y el anciano cayó sobre la silla

lanzandounprofundogemido.

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XXI

ELRECHAZO

Aunasdosleguasdelacasadesupadre,GeorgesalcanzóaMiko-Miko,queibaaPort-Louis.Frenóelcaballo,indicóconunaseñalalchinoqueseacercaraaél,ledijo al oído unas palabras, a las que Miko-Miko contestó con una señal deentendimiento,yprosiguiósucamino.

AlllegaralpiedelamontañadelaDécouverte,Georgesempezóacruzarsecongentedelaciudad.Escrutóatentamenteelrostrodelospaseantes,peronopercibió,en los diferentes semblantes que el azar ponía en su camino, ningún síntoma quepudiera hacerle creer que el proyecto de revuelta que iba a ejecutar por la nochehubiera trascendido en absoluto.Continuó su camino, cruzó el campamento de losnegrosyentróenlaciudad.

Éstaestabatranquila;todoelmundoparecíaocupadoensusasuntospersonales,yninguna preocupación general se cernía sobre la población. Los barcos sebalanceaban,tranquilosyasalvoenelpuerto.EnlapuntadelosBurlonesseveíanloshabitualescuriosos.Unnavíoamericano,procedentedeCalcuta,estabaechandoelancladelantedelChien-de-Plomb.

LapresenciadeGeorgespareció causar cierta sensación, pero era evidentequeéstaestabarelacionadaconelasuntodelascarrerasyconelinauditoinsultoqueunmulatohabíainfligidoaunblanco.Unoscuantosgrupos,alveraGeorges,dejarondecharlar sobre los temas candentes delmomento para seguir al joven con lamiradamientras intercambiaban unas palabras de asombro por la audacia que tenía dereaparecer en la ciudad. Georges, no obstante, respondió a sus miradas con unamiradatanaltivayasuscuchicheosconunasonrisatandesdeñosa,queaquellagentetuvo que bajarlos ojos al no poder soportar el rayo de amarga superioridad queproyectabanlosdeGeorges.

Además, la culata cinceladadeunpar depistolasdedos cañones asomabaporcadaunadesuspistoleras.

Fueron los soldadosyoficialesqueGeorgesencontróensucamino loquemásllamó su atención. Pero soldados y oficiales tenían ese semblante tranquilamenteaburridodelagentealaquesetransportadeunmundoaotro,condenadaaunexiliodecuatromilleguasdedistancia.CiertoesquesiunosyotroshubiesensabidoqueGeorges les preparaba trabajo para la noche, habrían tenido un aspecto, si nomásalegre,símáslaborioso.

Asípues,todaslasaparienciasresultabantranquilizadorasparaGeorges.

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LlegóalapuertadelGobierno,tirólabridadesucaballoalasmanosdeAlíyleencargó que no se alejara del lugar. Luego atravesó el patio, subió la escalinata yentróenlaantecámara.

Los criados tenían órdenes de dejar pasar al señor GeorgesMunier en cuantoapareciese. Así pues, un criado acompañó al joven, abrió la puerta del salón y loanunció.

Georgesentró.EnelsalónestabanlordMurrey,elseñordeMalmédieySara.Anteelasombro

deésta,cuyosojosseclavarondeinmediatoeneljoven,elrostrodeGeorgesreflejó,alverla,unaimpresiónmáspenosaquealegre:arrugólafrentelevemente,fruncióelentrecejoyunasonrisacasiamargasedibujóensuboca.

Sara,quesehabíaincorporadorápidamente,sintióquelasrodillasleflaqueaban,yvolvióasentarselentamenteenlabutaca.

El señordeMalmédiepermaneciódepiee inmóvil comoestaba, limitándoseainclinarligeramentelacabeza.LordWilliamsMurreydiodospasoshaciaGeorgesyletendiólamano.

—Mi jovenamigo—ledijo—,mecomplaceanunciarleunanoticiaque, segúnespero, colmará todos sus deseos. El señor deMalmédie, preocupado por eliminartodas esas distinciones de color y todas esas rivalidades de castas que desde hacedoscientosañossonladesgracia,nosólodelaIsladeFrancia,sinodelascoloniasengeneral,consienteenconcederlelamanodesusobrina,laseñoritaSaradeMalmédie.

Éstaseruborizóyalzóimperceptiblementelosojoshaciaeljoven,peroGeorgesselimitóainclinarsesinresponder.ElseñordeMalmédieylordMurreylomiraronconextrañeza.

—QueridoseñordeMalmédie—dijolordMurreysonriendo—,veoquenuestroincréduloamigonosefíademipalabra.Dígale,pues,quesíleconcedelapeticiónquelehizo,yquedeseaquetodorecuerdodeanimosidad,antiguayreciente,quedeolvidadaentresusdosfamilias.

—Es cierto, señor —dijo el señor de Malmédie obligándose visiblemente, arealizarungranesfuerzosobresímismo—,elseñorgobernadoracabadetransmitirlemis sentimientos. Si guarda usted algún rencor por cierto acontecimiento sucedidodurante la toma de Port-Louis, olvídelo, como también olvidará mi hijo, se loprometoensunombre,lamuygraveofensaqueustedlehainfligidorecientemente.En cuanto a su unión conmi sobrina, el señor gobernador ya lo ha dicho, doymiconsentimiento,amenosquenoseaustedhoyquienrechace…

—¡Oh,Georges!—exclamóSaraobedeciendoaunarrebato.—Noteapresuresajuzgarmepormirespuesta,Sara—contestóeljoven—,pues

mi respuesta, debes creerme,me viene impuesta por imperiosas necesidades.AnteDiosyanteloshombres,Sara,desdelanochedelpabellón,desdelanochedelbaile,desdeeldíaenqueteviporprimeravez,eresmimujer.Ningunaotrasinotúllevará

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unnombrequenodespreciaste,apesardesupocovalor;todocuantovoyadecires,pues,unacuestióndeformaydetiempo.

Georgessevolvióhaciaelgobernador.—Gracias, milord —continuó—, gracias. Reconozco en lo que aquí está

sucediendoelapoyodesugenerosafilantropíaydesubenevolenteamistad.Pero,eldía enque el señor deMalmédiemenegó a su sobrina, en que el señorHenrimeinsultó por segunda vez, en que creí tener que vengarme de ese rechazo y de eseinsultoconunagraviopúblico,imborrable,infamante,esedíarompíconlosblancos;ya no es posible ningún acercamiento entre nosotros.El señor deMalmédie puedehacer,porunamaquinación,poruncálculooconuna intenciónquenoadivino, lamitad del camino, pero yo no haré la otra mitad. Si la señorita Sara me ama, laseñorita Sara es libre, dueña de sumano, dueña de su fortuna; ella es quien debeengrandecersemásamisojosdescendiendohastamí,ynoyoquienmerebajealossuyosintentandosubirhastaella.

—¡Oh,Georges!—exclamóSara—,túsabesbienque…—Sí, lo sé—dijo Georges—, eres una joven noble, un corazón abnegado, un

almapura.Séquevendríashastamí,Sara,apesardetodoslosobstáculos,detodoslos impedimentos, de todos los prejuicios. Sé que no tengomás que aguardar y teveré aparecer un día, y lo sé porque, siendo tú quien se debe sacrificar, ya hasdecidido,contusgenerosospensamientos,quetesacrificaráspormí.Peroencuantoausted,señordeMalmédie,encuantoasuhijo,elseñorHenri,queaceptanobatirseconmigoacondicióndequesusamigosmeazotenconellátigo,¡oh!,entrenosotrosexisteunaguerraeterna,¿meoye?,unodiomortalquenoseapagarápormipartemásqueconlasangreoconeldesprecio:asípues,quesuhijoescoja.

—Señor gobernador —respondió entonces el señor de Malmédie con másdignidaddelaqueenélcabríaesperar—,yalove,pormipartehehechocuantohepodido:hesacrificadomiorgullo,heolvidadoelantiguoagravioyelnuevo,peroesobvioquenopuedohacernadamás,ydeboatenermealadeclaracióndeguerraqueme hace el señor. Aun así, esperaremos el ataque manteniéndonos a la defensiva.Ahora,señorita—continuóelseñordeMalmédievolviéndosehaciaSara—,talcomodiceelseñor,eresdueñadetucorazón,dueñadetumano,dueñadetufortuna;hazloqueteplazca:quédateconelseñor,ovenconmigo.

—Tío —dijo Sara—, es mi deber seguirle a usted. ¡Adiós, Georges! Nocomprendoloquehashechohoy,perosindudahashecholoquedebíashacer.—Y,haciendounareverenciaalgobernador llenadecalmaydignidad,SarasalióconelseñordeMalmédie.

LordWilliamsMurrey los acompañóhasta lapuerta, salió conellosy entródenuevouninstantedespués.

SumiradainterrogantesecruzóconlamiradafirmedeGeorges,yseprodujouninstantedesilencioentreesosdoshombresque,graciasasunaturalezaelevada,tanbiensecomprendíanunoaotro.

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—Así—dijoelgobernador—,¿laharechazado?—Hecreídomideberactuarasí,milord.—Disculpesiparezcomuyinquisitivo,pero¿puedosaberquésentimientoleha

dictadotalnegativa?—Elsentimientodemipropiadignidad.—¿Eséseelúnicosentimiento?—preguntóelgobernador.—Sihayotro,milord,permítamequelomantengaensecreto.—Georges—dijoelgobernadorconesaespeciedeabandonoquetantoencanto

tenía en él, pues quedaba completamente fuera de su naturaleza fría y afectada—,escúcheme: desde el momento en que lo conocí a bordo del Leycester, desde elinstante en que pude apreciar las altas cualidades que le distinguen,mi deseo fuehacerdeustedelvínculoqueunieraenestaisladoscastastanopuestasunaalaotra.Empecé penetrando en sus sentimientos, después usted me hizo confidente de suamorymeprestéasuruegodesersuintermediario,supadrino,suapoyo.Porestoúltimo, Georges—prosiguió lordMurrey respondiendo a la inclinación de cabezaque lehacíael joven—poresto,nomedebeningúnagradecimiento;usted ibapordelante demis deseos; usted secundabami plan de conciliación, usted allanaba elcaminoparamisproyectospolíticos.PoresoleacompañéaveralseñordeMalmédieysecundésupeticióncontodalaautoridaddemipresencia,contodoelpesodeminombre.

—Lo sé,milord, y se lo agradezco. Pero ustedmismo lo vio, ni el peso de sunombre,conser tanhonorable,ni laautoridadde supresencia,porhalagadoraquedebieraser,nopudieronevitarmelanegativa.

—Por lo cual he sufrido tanto como usted, Georges. Admire su serenidad ycomprendíporsusangre fríaqueestabaustedpreparandouna terriblevenganza.Yesa venganza la llevó a cabo el día de las carreras, delante de todos; ese díacomprendíque,con todaprobabilidad,yo tendríaque renunciaramisproyectosdeconciliación.

—Yaseloadvertícuandosalíamosdelacasa,milord.—Sí,losé.Peroescúcheme,nomeconsideréderrotado:ayermepresentéencasa

del señor de Malmédie, y a fuerza de ruegos e insistencia, abusando casi de lainfluenciaquemedamiposición,obtuvedelpadrequeolvidasesuviejoodiohaciael padredeusted, del hijoqueolvidase suviejoodiohaciausted, yde ambosqueconsintiesenenelmatrimoniodelaseñoritadeMalmédie.

—Sara es libre, milord —interrumpió bruscamente Georges—, y para ser mimujer,graciasaDios,nonecesitaelconsentimientodenadie.

—Sí,estoydeacuerdo—convinoelgobernador—,pero¡quédiferentesería,alosojosdetodos,piénselo,envezderaptarfurtivamenteaunamuchachadelacasadesu tutor, recibirlapúblicamentede lamanode su familia!Consulte con suorgullo,señorMunier,ymiresinolehabíapreparadoyounasupremasatisfacción,untriunfoquejamáshabríapodidoimaginar.

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—Es cierto —respondió Georges—. Por desgracia, este consentimiento llegademasiadotarde.

—¡Demasiadotarde!¿Yporquédemasiadotarde?—prosiguióelgobernador.—Permitaquenolecontestesobreesepunto,milord.Esmisecreto.—Susecreto,¡pobremuchacho!¿Quierequeledigayoesesecretoqueustedno

quieredecirme?Georgesmiróalgobernadorconunasonrisadeincredulidad.—¡Susecreto!—continuóelgobernador—.¡Quésecretomásbienguardado,un

secretoconfiadoadiezmilpersonas!Georgessiguiómirandoalgobernador,peroestavezsinsonreír.—Escúcheme—prosiguióelgobernador—,ustedqueríaperderseyyohequerido

salvarle.Fuiahablarconel tíodeSara,yenunaparteledije:«Hajuzgadomalalseñor Georges Munier, lo ha rechazado con insolencia, lo ha obligado a romperabiertamente con nosotros, y ha hechomal, pues el señor GeorgesMunier era unhombredistinguido,decorazónelevado,dealmagrande,capazdegrandescosasconese carácter, y la prueba es que el señorGeorgesMunier tiene en estosmomentosnuestrasvidasensusmanos:eseljefedeunavastaconspiración.Mañanaalasdiezdelanoche(lehabléayer),elseñorGeorgesMuniermarcharásobrePort-Louisalacabezadediezmilnegros.Ydadoquenosotrosnotenemosmásquemilochocientoshombresdetropa,amenosqueelazarmeenvíeunadeesasideasdefensivasqueaveces llegan a los hombres de genio, estamos perdidos. Pasadomañana, en fin, elseñorGeorgesMunier,aquienustedahoradespreciapordescenderdeunmontóndeesclavos,serátalveznuestroamo,ytalveznoquieranadadeustedporseresclavotambién.Puesbien,ustedpuedeimpedirtodoeso,señor,ledije,ustedpuedesalvarlacolonia.Vuelvasobresuspasos,concedaalseñorMunierlamanodesusobrinaqueustedlehanegado,ysiacepta,si tieneabienaceptar,pueshabiendocambiadolospapeles, sus pretensiones también pueden haber cambiado, pues bien, habrá ustedsalvadonosólosuvida,sulibertadysufortuna,sinotambiénlalibertad,lavidaylafortuna de todos». Eso le dije, y entonces, ante mis ruegos, mi insistencia, misórdenes,consintió.Peroloquehabíaimaginadohasucedido:ustedhabíallegadoyademasiadolejosynopodíaretroceder.

Georgeshabíaseguidoeldiscursodelgobernadorconprogresivoasombroy,noobstante,contotalserenidad.

—Asípues—ledijocuandohuboterminado—,¿losabetodo,milord?—Yaloveusted,ymeparecequenoheolvidadonada.—No—contestóGeorgessonriendo—;no,susespíasestánbieninstruidos,yle

felicitoporelfuncionamientodesupolicía.—Pero ahora—dijo el gobernador—, ahora que conoce el motivo que me ha

impulsadoaactuarasí,aúnestáatiempo:aceptelamanodeSara,reconcílieseconsufamilia, renuncie a sus insensatos proyectos, y yo no sé nada, lo ignoro todo, loolvidotodo.

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—¡Imposible!—dijoGeorges.—Pienseconquétipodegentesehacomprometido.—Olvida,milord, que esoshombres, de los quehabla con tantodesprecio, son

hermanosmíos,que,despreciadopor losblancoscomo inferior suyo,ellosmehanreconocido como jefe; olvida usted que en elmomento en que estos hombres hanpuestosuvidaenmismanos,yolesheentregadolamíaaellos.

—Asípues,¿seniega?—Meniego.—¿Apesardemisruegos?—Discúlpeme,milord,peronopuedoescucharlos.—¿ApesardesuamorporSara,yapesardelamordeellaporusted?—Apesardeeso.—Reflexioneunpocomás.—Esinútil,misreflexionesestánhechas.—Muybien…Ahora,señor—dijolordMurrey—,unaúltimapregunta.—Diga.—Siyoestuvieraensulugaryustedestuvieraenelmío,¿quéharíausted?—¿Aquéserefiere?—Sí; si yo fuera GeorgesMunier, jefe de una revuelta, y usted lordWilliams

Murrey,gobernadordelaIsladeFrancia,siustedmetuvieraensusmanoscomoyoletengoenlasmías,dígame,selopreguntoporsegundavez,¿quéharía?

—¿Quequéharía,milord?Dejaríasalirdeaquíaquienhavenidoconfiandoensupalabra,creyendoacudiraunacitaynoaunaemboscada,yluego,porlanoche,situvierafeenlajusticiademicausa,apelaríaaDiosparaquedecidieseentrenosotros.

—Puesbien,seequivocaría,Georges,puessiyodesenvainaselaespada,ustednopodría salvarme; si yo encendiese la revuelta, sólo podría ser sofocada con misangre… No, Georges, ¡no! No quiero que un hombre como usted muera en elpatíbulo, ¿me comprende?, que muera como un vulgar rebelde, cuyas intencionesserán calumniadas y cuyo nombre será vilipendiado. Para salvarlo de tal desdicha,para arrancarlo de su destino, es desde ahora mi prisionero. Señor, queda usteddetenido.

—¡Milord!—exclamó Georges mirando alrededor para ver si no habría algúnarmadelaquepudieraapoderarseyconlaquepudieradefenderse.

—Señores—dijoelgobernadorlevantandolavoz—,señores,entrenyapresenaestehombre.

Entraroncuatrosoldados,mandadosporuncabo,yrodearonaGeorges.—Conduzcan al señor a la Policía —dijo el gobernador—; enciérrenlo en la

habitación que he mandado preparar esta mañana, y, aunque vigilándoloestrictamente,ocúpensedequeniustedesninadielefaltealrespetoquesemerece.

Trasestaspalabras,elgobernadorsaludóaGeorges,yéstesaliódelaestancia.

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XXII

LAREVUELTA

Todocuantoacababadesucederhabíaocurridotanrápidamenteydeunmodotaninesperado queGeorges ni siquiera había tenido tiempo para prepararse para talesacontecimientos. Pero gracias al admirable control sobre símismoocultó bajo unaimpasibleeinalterablesonrisadedespreocupadodesdénlasdiferentesemocionesqueleasaltaban.

El prisionero y sus guardias salieron por una puerta trasera en cuyo umbralaguardaba el coche del gobernador, pero, bien por azar, bien por previsión,Miko-MikopasabajustopordelantedelapuertaenelmismoinstanteenqueGeorgessubíaalcoche.Eljovenysumensajerohabitualcruzaronunamirada.

Talcomohabíaordenadoelgobernador,Georgesfueconducidoa laPolicía.Esungranedificio,cuyonombreindicasufunción,situadoenlacalledelGobierno,unpocomásabajoquelaComedia.EljovenfueintroducidoalahabitaciónindicadaporlordWilliamsMurrey.

Eraun cuarto evidentementepreparadode antemano tal comohabíadicho lordWilliams, y resultaba obvio que habían tenido la intención de hacerlo lo másconfortableposible.Losmueblesestabanlimpiosylacamaeracasielegante;nadaeneselugarrecordabaunacárcel,conlaexcepcióndequehabíarejasenlasventanas.

Encuantolapuertasehubocerradoyelprisionerosehallósolo,fuederechoalaventana, situadaaunaalturadeunosveintepies,quedabaalhotelCoignet.Comounade lasventanasdelhotelsehallaba justoenfrentede lahabitacióndeGeorges,éstepodíaverhastaelfondodelapartamentosituadofrenteaél,ycongranfacilidad,puestoquedichaventanaestabaabierta.

Georgesseapartódelaventanayfuehastalapuerta,aguzóeloídoyescuchóquedejabanauncentinelaenelpasillo.

Entoncesvolvióalaventanaylaabrió.No había ningún centinela apostado en la calle: confiaban la custodia del

prisioneroalosbarrotes,deuntamañocapazdetranquilizaralosmáspreocupadosguardianes.Nohabía,pues,esperanzasdefugasinayudaexterna.

Pero no hay duda de que Georges esperaba tal ayuda, porque dejó su ventanaabiertaypermanecióconlosojosfijosenelhotelCoignet,que,comohemosdicho,sealzadelantedelaPolicía.Enefecto,suesperanzanoseviofrustrada:alcabodeuna hora vio a Miko-Miko, con su bambú al hombro, cruzando la habitación deenfrente,conducidoporuncriadodelhotel.Eljovenyélnointercambiaronmásque

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una mirada, pero ésta, aun siendo tan rápida, devolvió la serenidad al rostro deGeorges.

Apartirdeesemomento,pareciócasitantranquilocomosiestuvieraensucasadeMoka;noobstante, devez en cuando,unobservador atentohubieranotadoquefruncíaelentrecejoysepasabalamanoporlafrente.Yesque,bajounaaparienciaserena,unmundodeideascrecíaensumente,ycomoelmarcuandosubelamarea,éstasgolpeabansucerebroconsucontinuoiryvenir.

Sin embargo, pasaron las horas sin que nada indicase al prisionero que seestuviera realizando algún preparativo en la ciudad. No se oían ni el redoble deltambor ni el roce de las armas. Dos o tres veces, Georges corrió a la ventana,engañadoporunruidoanálogoaldelredoble,perocadavezvioqueseequivocabayqueelruidoquehabíatomadoporeldeuntamboreraelquehacían,alpasarporlacalle,loscochescargadosdebarriles.

Caía la noche, y a medida que oscurecía, Georges, más nervioso y máspreocupado, iba, con un movimiento febril que no intentaba reprimir pues estabasolo,delapuertaalaventana;lapuertaseguíavigiladaporelcentinela,laventanaseguíateniendocomoguardianesalosbarrotes.

Devezencuando, se llevaba lamanoalpecho,yuna ligera contracciónde surostro indicaba que experimentaba una de esas angustias que ni el hombre másvalientepuededominarenlascircunstanciassupremasdelavida.Entoncespensaba,sin duda, en su padre, que desconocía el peligro que corría, y en Sara, que, sinsaberlo,lohabíaconducidoaesepeligro.Encuantoalgobernador,aunqueGeorgessintieraporéllarabiafríayconcentradaquesienteeljugadorquehaperdidoporsuadversario,nopodíapormenosqueadmitirque,enaquellaocasión,habíatenidoparaconél,nosólotodaslasdeferenciasaristocráticasqueleeranpropias,sinoquenolohabía arrestado sin antes ofrecerle todas las vías de salvación que obraban en supoder.

LocualnoeraóbiceparaqueGeorgeshubiesesidoarrestadobajolaacusacióndealtatraición.

Entretanto,lastinieblasfueronhaciéndosemásymásespesas;elprisionerosacósureloj,eranlasochoymediadelatarde,faltabaunahoraymediaparaqueestallaralarevuelta.

Depronto,GeorgesalzólacabezayclavódenuevolamiradaenelhotelCoignet:enlahabitacióndeenfrente,habíavistounasombramoviéndose.Lasombralehizounaseñal.Eljovenseapartódelaventana,yunpaquete,cruzandolacalleypasandoatravésdelosbarrotes,fueacaerenmediodelahabitación.

Georges,deunbrinco,sehizoconél.Dentrohabíaunacuerdayunalima:éseeraelapoyoexternoqueesperaba.Ahorateníasulibertadentrelasmanos,yqueríaestarlibreparalahoradelpeligro.

Escondiólacuerdaentreloscolchonesy,comolaoscuridaderayacompleta,sepusoalimarunodelosbarrotes,queestabanlobastanteseparadosentresíparaque,

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alfaltaruno,Georgespudierapasarporlabrechaabierta.Eraunalimasorda;noseoíaniunruidoy,comohacialassietelehabíantraído

decenar,Georgesteníalacasitotalcertezadequenolemolestarían.Sinembargo,laobraavanzabalentamente:dieronlasnueve,lasnueveymedia,

las diez.Mientras el prisionero limaba la barra de hierro, hacía ya un rato que, alfondo de la calle del Gobierno, del lado de la Comedia, le parecía haber vistoencenderseunasgrandesluces.Porlodemás,niunapatrullaquerecorrieselaciudad,niunsoldadodemoradoqueregresasealcuartel.Georgesnocomprendíaenabsolutoaquella apatía del gobernador: lo conocía demasiado para pensar que no hubiesetomado todas las precauciones posibles, y sin embargo, como ya hemos dicho, laciudadparecíaestarsindefensaalgunaycomoabandonadaasímisma.

A lasdiez leparecióoírun rumorque ibaenaumento,procedentedel ladodelpobladomalabar; eradeallídedondedebíanvenir los sublevados, reunidos, comorecordarán, a orillas del río Lataniers. Georges redobló sus esfuerzos; el barroteestaba casi limado del todo por abajo, y acababa de empezar a limar la parte dearriba.

El rumor siguió aumentando. Imposible equivocarse: era el ruido que hacen almezclarselasvocesdevariosmillaresdehombres.Laízahabíacumplidosupalabra;unasonrisadealegríapasóporloslabiosdeGeorges,undestellodeorgulloiluminósufrente;ibanacombatir,alfin.Yélibaaestarenesalucha,pueselbarrotependíayasólodeunhilo.

Escuchaba,pues,coneloídoatentoyelcorazónpalpitante;elruidoseacercabamásymás,yaquel resplandorqueyahabíaobservadosehacíamásymásgrande.¿Había fuego en Port-Louis? Era imposible, pues no se oían gritos de angustia.Además,aunqueseseguíaoyendoaquelrumor,que,cosaextraña,parecíamásbienalegre que amenazador, no resonaba ningún ruido de armas, y la calle donde sehallabasituadalaPolicíapermanecíasolitaria.

Georges aguardó otro cuarto de hora, seguro de que pronto sonarían algunosdisparos de fusil y terminaría así su inquietud, pues serían un anuncio de que seestabaluchandocuerpoacuerpo;peroaquelmismoextrañorumorseguíazumbandosinquesemezclaseeltanesperadoruido.

Elprisioneropensóentoncesqueloimportanteparaélera,primero,fugarse.Conunaúltimasacudida,elbarrotecedió.Georgesatóconfuerzalacuerdaalabase,tiróelbarrotealacalleparausarlocomoarmaypasóporelhueco.Luegosedeslizóporlacuerda,tocótierrasinaccidentes,ytrasrecogerelbarrote,saliócorriendoporunadelascallestransversales.

AmedidaqueGeorgesavanzabahacialacalledeParís,quecruzatodoelbarrioseptentrional de la ciudad, veía cómo aumentaba aquel resplandor, oía cómoredoblabaaquelruido;alfin,llegóalaesquinadeunacallefuertementeiluminada,ypudoexplicárselotodo.

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Todas lascallesquedabanalpobladomalabar, esdecir, al lugarporelque lossublevadosdebíanpenetrarenlaciudad,estabaniluminadascomosifueraundíadefiesta,yentodaslasplazas,frentealascasasprincipales,habíancolocadobarrilesdearac,aguardienteyronabiertos,paraquelagentepudierabeberdeellosgratis.

Los negros se habían precipitado como un torrente sobre Port-Louis, lanzandoclamores de rabia y venganza. Pero al llegar se habían encontrado las callesiluminadasyhabíanvistolosbarrilestentadores.Duranteuninstante,lasórdenesdeLaíza y la idea de que todas aquellas bebidas estaban envenenadas los habíanfrenado; pero pronto la naturaleza se impuso sobre la disciplina e incluso sobre elmiedo.Algunoshombressehabíandesbandadoyhabíanempezadoabeber.Antesusgritos de alegría, los otros negros no habían podidomantenerse en sus posiciones;toda aquella muchedumbre, que bastaba para aniquilar Port-Louis, se habíadispersado en un instante, esparcido en un segundo, agrupándose alrededor de lostonelescongritosdealegrerabia,bebiendoamanosllenaselaguardiente,elron,elarac,eternovenenodelasrazasnegras,antecuyavisiónunnegronosaberesistirse,yacambiodelcualvendeasushijos,asupadreyasumadre,yamenudoterminaporvenderseasímismo.

De allí procedían los gritos de extraña expresión queGeorges no había podidoentender. El gobernador había puesto en práctica el consejo delmismo Jacques, y,como se ve, le había dado buen resultado.La revuelta, tras entrar en la ciudad, sehabíaamortiguadoantesdecruzarelbarrioqueseextiendedesdelaPetite-MontagnehastaelTrou-Fanfaron,yhabíaidoamoriracienpasosdelpalaciodelGobierno.

Alverelextrañoespectáculoquesedesarrollabaantesusojos,Georgesnotuvoyaningunadudasobreelresultadodesuempresa;recordólaprediccióndeJacquesyseestremecióa lavezdecóleraydevergüenza.Loshombrescon losquecontabacambiarlafazdelaisla,trastocarlascosasyvengardossiglosdeesclavitudconunahora de victoria y un porvenir de libertad, esos hombres estaban allí, riendo,cantando,bailando,desarmados,ebrios, tambaleándose;aesoshombres, trescientossoldadosarmadosconlátigospodíanahoradevolverlosasutrabajo;¡yesoshombreserandiezmil!

Asípues, todos losesfuerzoshechosa lo largodesuvidasehabíanperdido;elprofundoestudiodesupropiocorazón,desupropiafuerzaydesupropiovalorerainútil;todalasuperioridaddecarácterqueDioslehabíadado,losconocimientosquehabía adquirido sobre los hombres, todo aquello acababa de quebrarse ante losinstintosdeunarazaquepreferíaelaguardienteantesquelalibertad.

Georgessintiódeinmediatoladestruccióndesusambiciones;suorgullo,enuninstantelohabíatransportadoalacimadeunamontañaylehabíamostradotodoslosreinosde la tierraa suspies;yahora todohabíadesaparecido,noeramásqueunavisión. Georges se hallaba de nuevo justo en el mismo sitio donde su orgulloengañosolohabíatomado.

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Aferraba el barrote entre las manos; se sentía poseído por un feroz deseo delanzarseenmediodetodosaquellosmiserablesyromperlessuscabezasembrutecidasquenohabíantenidofuerzaspararesistirsealagroseratentacióndelaqueélhabíasidolavíctima.

Gruposde curiososque, sin duda, no entendíannadade esa fiesta improvisadaqueelgobernadordabaalosesclavos,mirabantodoaquelloconojosybocaabiertos.Cadapersonapreguntabaaladealladoaquésedebíatalcelebración,sinqueladeallado,ignorándoloigualmente,pudieraresponderleodarlelamenorexplicación.

Georges corrió de grupo en grupo, sumergiendo su mirada hasta el fondo deaquellas largas calles, iluminadas y llenas de negros borrachos que hacían ruidosinsensatos.Buscabaenmediodeaquellamasadeseresinmundosaunhombre,aunsolo hombre en el que aún confiaba en medio de la degradación general. AquelhombreeraLaíza.

De pronto, oyó un gran rumor que procedía del lado de la Policía; se inicióentoncesunfuertetiroteodefusiles,porunaparte,conlaregularidadconquelatropadisciplinada tiene la costumbre de realizar ese ejercicio y, por otra parte, con elcaprichosochisporroteoqueacompañaelfuegodelastropasirregulares.

Alfin,había,pues,unlugarenelquesecombatía.Georges se precipitó en esa dirección; al cabo de cincominutos se halló en la

calle delGobierno.No se había equivocado.La pequeña tropa que se batía estabamandada por Laíza, que habiendo sabido que Georges estaba preso había dado lavuelta a la ciudad a la cabezade cuatrocientos hombresde elite y habíamarchadosobrelaPolicíaparaliberarlo.

Sindudaesemovimientohabíasidoprevisto,puesnadamásaparecerelpequeñogrupodesublevadosporunextremodelacalle,unbatallóningléssehabíapuestoenmovimientoyhabíamarchadosobreél.

LaízasehabíaimaginadoquenoledejaríanllevarseaGeorgessincombatir,perohabíaconfiadoenlafuncióndiversivadelrestodelatropaporlascallesadyacentesalpobladomalabar;pordesgracia, ladiversión,comoyahemosvisto, fallópor lascausasquesehandicho.

Georges se lanzó de un salto enmedio de los combatientes, llamando a gritos:«¡Laíza!¡Laíza!».Habíahallado,pues,unanaturalezaigualalasuya.

Los dos jefes se reunieron enmedio del fuego; y allí, sin buscarse un refugiocontra el tiroteo, despreocupándose de las balas que silbaban a su alrededor,cambiaron unas palabras cortas y apresuradas, como lo exigen las situacionessupremas.Enun instanteLaíza estuvoal corrientede todo; sacudió la cabezay selimitóadecir:

—Todoestáperdido.Georgesquisodevolverleunpocodeesperanza, le aconsejóquehiciera alguna

tentativa sobre los bebedores; pero Laíza dejó escapar una sonrisa de profundodesdénydijo:

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—Están bebiendo; a no ser que se les acabe el aguardiente, no hay nada queesperar.

Ysehabíanabiertotonelesenunacantidadlobastantegrandecomoparaquenoselesacabaseelpreciadolíquido.

Seguirconlaluchaenellugarenquesehabíainiciadoresultabayainútil,puestoqueGeorges,aquienLaízaveníaaliberar,estabalibre;noquedabamásquelamentarla pérdidadeunadocenadehombres fuerade combate, y dar la señal de retirada.PeroéstaresultabaimposibleporlacalledelGobierno;mientraselgrupodeLaízaseenfrentabaalbatallóninglésquesehabíaopuestoasuempresa,otrodestacamento,emboscadodetrásdelpolvorín,salíadeahíapasodecargayveníaacerrarelcaminoporelqueLaízaysushombreshabíanllegado.Asípues, tuvieronquelanzarseporlascallesquerodeanelPalaciode justicia,yalcanzarporallí losalrededoresde laPetite-Montagneyelpobladomalabar.

Georges,Laízaysushombresapenashabíanrecorridodoscientospasoscuandoseencontraronenlascallesiluminadasyllenasdebarriles.Laescenaeratodavíamásinmundaquelaprimeravez;laborracherahabíacausadoestragos.

Además,alcabodecadacalle,seveíanbrillaren las tinieblas lasbayonetasdeunacompañíainglesa.

Georges y Laíza se miraron con esa sonrisa que significa: «Ya no se trata devencer,sinodemorirymorirbien».Sinembargo,ambosquisieronintentarunúltimoefecto; se lanzaron por la calle principal, tratando de reunir a los sublevados a supequeña tropa. Pero algunos apenas si eran capaces de oír los gritos y lasexhortaciones de sus jefes; otros los ignoraban por completo, cantaban con vozavinada y bailaban sobre sus piernas vacilantes; mientras que el mayor número,llegadosalúltimogradode laembriaguez,estabaporel suelo,perdiendominutoaminutoelpocosentidoquelesquedaba.

Laíza se había hecho con un látigo y azotaba con todas sus fuerzas a losmiserables;Georges,apoyadoenelbarrotedehierro,laúnicaarmaquehabíatocado,losmiraba,inmóvilydesdeñoso,cualestatuadelDesprecio.

Alcabodeunosminutos,ambosquedaronconvencidosdequenohabíanadamásque esperar, y que cada minuto que perdían era un año que le quitaban a suexistencia; además, varios hombres de su tropa, arrastrados por el ejemplo,fascinadosantelavisióndelabebidaembriagadora,aturdidosporelolordealcoholquelessubíaalcerebro,empezabantambiénaabandonarlos.Nohabía,pues,tiempoque perder para salir de la ciudad, y era evidente que quizá ya habían perdidodemasiado.

Georges y Laíza reunieron la pequeña tropa que les seguía siendo fiel, unostrescientoshombres.Luego,poniéndoseasucabeza,marcharondecididamentehaciael extremo de la calle, que, como ya hemos dicho, estaba cerrada por unmuro desoldados.Llegadosacuarentapasosdelosingleses,vieronlosfusilesapuntarhaciaellos y cómo un resplandor de llamas cubría toda la formación.De inmediato una

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lluviadebalasseabatiósobresusfilas:diezodocehombrescayeron;perolosdosjefes se mantuvieron en pie y, de sus dos poderosas voces, al unísono surgió unatronadorgrito:«¡Adelante!».

Cuandoestuvieronaveintepasos,elfuegodelasegundafilasiguióalfuegodelaprimera,causandoentrelossublevadosunasangríaaúnmayor.Perocasialinstantelasdostropasseunieronyentoncesempezólaluchacuerpoacuerpo.

Fue una refriega horrorosa: es de sobra conocido qué tipo de soldados son losingleses y cómo mueren en el lugar en que los han situado. Pero esta vez seenfrentaban a unos hombres desesperados, que sabían que si los hacían presos lesesperabaunamuerteignominiosay,porconsiguiente,queríanmorirlibres.

GeorgesyLaízahacíanmilagrosdeaudaciayvalentía:elnegro,consuescopeta,quehabíaagarradoporelcañónyqueusabacomounlátigo;Georges,conelbarrotequehabíaarrancadode laventanayusabacomounamasadearmas.Sushombres,además,lessecundabanalaperfección,abalanzándosesobrelosinglesesagolpesdebayoneta,mientrasque losheridos se arrastrabanentre los combatientesy, con suscuchillos,cortabanlascorvasdesusenemigos.

Asíprosiguiólaluchadurantediezminutos,enfurecida,encarnizada,mortal,sinquenadiepudieradecirquéladoseríaelvictorioso;sinembargo,eldesesperopudomásque ladisciplina: lasfilas inglesasseabrieroncomoundiquequeserompe,ydejaronpasareltorrente,queseexpandiódeinmediatofueradelaciudad.

GeorgesyLaíza,queibanalacabezadelataque,sequedaronatrásparaasegurarla retirada. Al fin llegaron al pie de la Petite-Montagne; era un lugar demasiadoescarpadoydemasiadocubiertoparaque los inglesesseaventurasenaentrarenél.Asíquehicieronunaltomientraslossublevadosrecuperabanelaliento.Unosveintenegrosseagruparonentornoa losdos jefes,mientrasquelosotrossediseminaronpor todas partes; ya no había que combatir, sino ponerse a salvo en los grandesbosques.GeorgesindicólaregióndeMoka,dondeestabalaplantacióndesupadre,comolugardeencuentrodequienesquisieranunirseaél,anunciandoquesaldríadeallíaldíasiguientealamanecerparaalcanzarlaregióndeGrand-Port,donde,comoyahemosdicho,laselvaesmásespesa.

Georgesestabadandolasúltimasinstruccionesalosmiserablesrestosdeaquellatropa con la que por un momento había esperado conquistar la isla. La luna,surgiendoporunclaroentredosnubes,proyectóporuninstantesuluzsobreelgrupoalqueGeorgesmandaba,sinoconlaestatura,almenosconlavozyelgesto,cuandode repentedeunarbusto, situadoaunoscuarentapasosde los fugitivos, surgióunresplandor;seoyóladetonacióndeunarmadefuegoyGeorgescayóalospiesdeLaízaheridoporunabalaenelcostado.Almismotiempo,unhombre,cuyacarrerarápida se pudo seguir por un instante entre la sombra, surgió del arbusto aúnhumeanteyseprecipitóhacialahondonadaqueseabríatrasél.Laresiguióentodasulongitud,ocultoatodamiraday,luego,reaparecióporsuextremoyalcanzóporunatajolasfilasdelossoldadosingleses,detenidosalaorilladelarroyodePucelles.

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Peroporrápidaquehubierasidolacarreradelasesino,Laízalohabíareconocido,yantesdeperderporcompletoelsentido,elheridopudooírcómomurmurabaestastrespalabrasacompañadasdeungestodeamenaza,serenoperopalpable:

—¡Antonio,elmalayo!

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XXIII

UNCORAZÓNDEPADRE

Mientras los diferentes acontecimientos que acabamos de relatar sucedían enPort-Louis,enMoka,PierreMunieresperabaconansiedadelterribleresultadoquelehabía dejado entrever su hijo: habituado, como ya hemos dicho, a la eternasupremacía de los blancos, había terminado por considerarla no sólo como underechoadquirido,sinocomoalgonatural.Porgrandequefueselaconfianzaqueleinspirase su hijo, no podía creer que los obstáculos, que él veía insalvables, seallanasenanteGeorges.

Desdeelmomentoenquesuhijo sehabíadespedidodeél, comohemosvisto,habíacaídoenunaprofundaapatía;elexcesodeemocionesquesearremolinabanensucorazónyladiversidaddepensamientosqueseagolpabanensumentelehabíansumido en una aparente insensibilidad que se asemejaba al idiotismo. Dos o tresvecesseleocurriólaideadeirélmismoaPort-Louisyverconsuspropiosojosloqueibaasuceder;peroparairalencuentrodeunacertezaseprecisaunafuerzadevoluntaddelaqueelpobrepadrecarecía;sisólosehubiesetratadodeiralencuentrodeunpeligro,PierreMunierhabríacorridohaciaél.

Así pues, el día transcurrió entre profundas angustias interiores, y no osabacomunicaranadie,nisiquieraaTelémaco,lascausasdelabatimientoporelquetantole preguntaban; sólo de vez en cuando se levantaba de su butaca, se iba cabizbajohacia la ventana,miraba un buen rato hacia la ciudad como si pudiese ver algunacosa,escuchabacomosipudieseoíralgo,ydespués,alnovernioírnada,exhalabaunsuspiroyvolvía,conloslabiosmudosylosojosciegos,asentarseensubutaca.

Llegó la hora de la comida.Telémaco, encargado de las tareas ordinarias de lacasa, mandó poner el cubierto, servir la mesa y traer la comida; pero todas esasdiferentes operaciones se realizaron sin que la persona para quien se hacían alzasemínimamente los ojos.Después, cuando todo estuvo listo,Telémaco dejó pasar uncuarto de hora y, viendo que su amo no salía de su apatía, le tocó levemente elhombro.PierreMuniersesobresaltóy,levantándoseprestamente,dijo:

—¿Quéhay?¿Sesabealgo?Telémaco hizo ver a su amo que la comida estaba servida, pero PierreMunier

sonrió con tristeza, sacudió la cabeza y volvió a caer en su ensimismamiento. Elnegro comprendió que ocurría algo fuera de lo común y, sin atreverse a pedirexplicaciones,paseósusgrandesojosblancosalrededorcomobuscandoalgunaseñalquepudieraponerlosobrelapistadeeseacontecimientodesconocido;perocadacosaestabaensusitiohabitualytodosehallabacomodecostumbre;loúnicoevidenteera

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que la espera de una gran desgracia había venido a instalarse por lamañana en elfuegodelhogar.

Asítranscurriólajornada.Telémaco, que seguía esperandoque el hambre impusiera susderechos, dejó la

comidaservida,peroPierreMunierestabademasiadoabsortoparaocuparsedeotracosaquenofueransuspropiospensamientos.HubounmomentoenqueTelémaco,alver queunas gruesas gotas de sudor perlaban la frente de su amo, creyóque teníacaloryleofrecióunvasodeaguayvino;peroPierreMunierapartósuavementeelvasoconlamanodiciendo:

—¿Aúnnosabesnada?Telémaco negó con la cabeza,miró al techo y al suelo, comopara preguntar a

cadaunodeellossisabíanmásqueély,luego,viendoquelosdosseguíanmudos,salióparapreguntara losnegrossiacasoestabanmejor informadosqueélsobreeldesconocidoobjetodelasecretainquietuddesuamo.

Pero, para su gran asombro, vio que no quedaba ni un solo negro en la casa.Corrióde inmediatohaciael cobertizo,donde tenían lacostumbrede reunirseparahacerlaberloque,yestabadesierto.Regresópasandoporlaschozas,peroenellasnohallómásquealasmujeresylosniños.

Lespreguntóyseenteródequenadamásterminarsujornadalosnegros,enlugardedescansarcomoteníanporcostumbre,sehabíanarmadoysehabíanidoengruposseparados,perodirigiéndosetodoshaciaelríoLataniers.Entoncesregresóalacasa.

AloírelruidoquehizoTelémacoabriendolapuerta,elancianosevolvió.—¿Ybien?—preguntó.Telémaco le contó la ausencia de los negros y cómo todos se habían dirigido

armadoshaciaelmismopunto.—¡Sí,sí—dijoPierreMunier—;pordesgraciaasíes!Asípues,nohabíayadudaalguna.Esa informacióncontribuíaahacer creer al

pobre padre que había llegado el momento en que todo se decidía para él en laciudad;porque,desdeelregresodeGeorges,elanciano,alverasuhijotanapuestoytanvaliente, tanconfiadoensímismo,tanricodelpasado,tansegurodelporvenir,había identificado tanto suvidaa lade suhijoquehabía llegadoaconvencersedequevivíanlamismaexistencia,yestabasegurodequepodíasoportarlapérdidadesuhijo,osiquierasuausencia.

¡Oh! ¡Cómo se reprochaba haber dejado partir a Georges por la mañana sinhacerlepreguntas,sinpenetrarhastaelfondodesupensamiento,sinconoceraquépeligros iba a exponerse! ¡Cómo se reprochaba no haberle pedido que le dejaraseguirle! Pero la idea de que su hijo iba a emprender una lucha abierta contra losblancoslohabíadejadotananonadadoque,enunprimermomento,habíasentidoquetodas sus fuerzas morales lo abandonaban. Era propio, como ya hemos dicho, deaquellaalmaingenuaelnotenerpodermásqueantelospeligrosfísicos.

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Sin embargo, la noche había llegado y las horas transcurrían sin traer noticiaalguna, ni para consolarlo ni para asustarle. Sonaron las diez, las once, las doce.Aunquelaoscuridadqueseextendíaafuera,yquelaslucesencendidasenlaviviendahacían aúnmásprofunda, impedíadistinguir nada adiezpasosdedistancia,PierreMunier continuaba yendo, a intervalos casi regulares, pero que cada vez eranmásseguidos,delsillónalaventanaydelaventanaalsillón.Telémaco,verdaderamentepreocupado,sehabíainstaladoenlamismahabitación,pero,aunqueelfielcriadoeramuyabnegado,nohabíapodidoresistirsealsueño,ydormíaenunasilla,apoyadoenlapared,dondesusiluetasedibujabacomoundibujoalcarbón.

Alasdosdelamañana,unperroguardiánalquenormalmentedejabansueltoporlanochealrededordelacasa,peroqueaquellavez,debidoalapreocupacióngeneralsehabíaquedadoencadenado, emitióun aullido sordoyquejoso.PierreMunier sesobresaltóyselevantó,pero,anteellúgubreruidoquelasupersticióndelosnegrosconsideraelanunciosegurodeunadesgraciacercana,lasfuerzaslefallarony,paranocaerse,tuvoqueapoyarseenlamesa.Alcabodecincominutos,elperrovolvióaemitir un segundo aullido, más alto, más triste ymás prolongado que el primero;luego,aigualdistanciadelsegundo,untercero,másfúnebreymásquejosoquelosdosanteriores.

PierreMunier, pálido, sin voz, con sudor en la frente, permaneció con los ojosfijos en la puerta sin dar un paso hacia ella, pero como un hombre que espera ladesgraciayquesabequeesporahípordondevaaentrar.

Alcabodeuninstanteoyóelruidodepasosdeungrannúmerodepersonasquese aproximaban a la casa. Eran lentos ymedidos. Pareció al pobre padre que esospasos eran los de hombres que seguían un cortejo fúnebre. Pronto la primerahabitaciónparecióllenarsedegente;peroesagente,fueraquienfuera,eramuda.Sinembargo, en medio del silencio, el anciano creyó oír un quejido, y le parecióreconocerlavozdesuhijo.

—¡Georges!—exclamó—.Georges, en nombre del cielo, ¿eres tú? ¡Responde,habla,ven!

—Aquí estoy, padre —dijo una voz débil y, sin embargo, tranquila—. ¡Aquíestoy!

AlmismoinstantelapuertaseabrióyGeorgesapareció.Alverloapoyadoenlapuertaytanpálido,PierreMuniercreyóporunsegundoqueeralasombradesuhijoque él había evocado y que ahora se le aparecía; demodo que en vez de ir haciaGeorges,elancianodiounpasoatrás.

—Ennombredelcielo—murmuró—,¿quétienesyquétehasucedido?—Unaheridagrave,perotranquilícese,padre,que,yaloveusted,puedocaminar

ymantenermeenpie,peronopormuchorato.—Luegoañadióenvozmuybaja—:¡Ayúdame,Laíza,me fallan las fuerzas!—Y se dejó caer en los brazos del negro.PierreMunierseprecipitóhaciasuhijo,peroGeorgesyasehabíadesmayado.

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En efecto, con esa fuerza de voluntad que se había convertido en el signodistintivodelcarácterdeGeorges,habíaquerido,contodolodébilycasiagonizantequeestaba,aparecerdepieante supadre,yestaveznoeraporese sentimientodeorgullo tan frecuenteenél, sinoporque, conociendoel amorprofundoqueelviejosentíaporél,temíaquealverlotendidoelgolpequerecibierafuesefatal.ApesardelasprotestasdeLaíza,habíaabandonadolasparihuelasconquelosnegroslohabíantransportado relevándose a través de los desfiladeros de la montaña del Pouce;después, con un valor sobrehumano, con la poderosa voluntad quemandaba en élsobreladebilidadfísica,sehabíalevantado,sehabíapegadoalapared,y,talcomohabíadecididoquedebíaser,habíaaparecidodepieantesupadre.

Yenefecto,comohabíapensado,elgolpehabíasidoasímenosviolentoparaelanciano.

Pero esta voluntad de hierro se había doblegado, sin embargo, ante el dolor, y,agotado por el esfuerzo que había hecho, como ya hemos dicho, había caídodesmayadoenbrazosdeLaíza.

Eldolordelpadrefuealgoterribledever,inclusoparaunoshombres;dolorsinqueja,sinllanto,mudo,profundoysombrío.DepositaronaGeorgessobreunsofá.Elanciano se arrodilló ante él, pasó un brazo por debajo de la cabeza de su hijo yesperó,conlosojosclavadosensusojoscerrados,conteniendolarespiraciónantesufaltadealiento,sujetandolamanocolgantedelheridoensuotramano,sinpreguntarnada, sinpreocuparseporningúndetalle, sin informarsedeningún resultado; sabíatodolonecesario:suhijoestabaallí,herido,sangrando,desmayado;¿quénecesidadteníadesabernadayquéfaltalehacíanlascausasantetanterribleresultado?

Laíza seguía en pie, en el ángulo de un aparador, apoyado en su escopeta ymirandodevezencuandoporlaventanaparaversillegabaeldía.

Losotrosnegros,quesehabíanretiradorespetuosamentedespuésdedepositaraGeorgesenelsofá,estabanenlahabitacióndealladoyasomabansusnegrascabezasporlapuerta;otrossehabíanagrupadofuera,delantedelaventana;muchosestabanheridosmásomenosgravemente:peroningunoparecíaacordarsedesuherida.

A cada instante, su número aumentaba, pues todos los fugitivos, después dedispersarseparaevitarlapersecucióndelosingleses,habíanregresado,pordiferentescaminos, a la plantación, unos tras otros, como las ovejas diseminadas regresan alredil.Alascuatrodelamañanahabíaunosdoscientosnegrosalrededordelacasa.

Mientras tantoGeorgeshabíavueltoensíy,conunaspalabras,había intentadotranquilizarasupadre,peroconunavoztandébilquepormuyfelizquesesintieraelpadreoyéndolohablar,éstelehabíaindicadoquecallara;sehabíainformadodequétipoeralaherida,yquiéneraelmédicoquelohabíacurado.Entonces,sonriendoyconundébilmovimientodecabeza,GeorgeslehabíaseñaladoaLaíza.

Sabidoesqueenlascolonias,algunosnegrossonconsideradoshábilesmédicos,yqueaveceshastaloscolonosblancosmandanabuscarlosantesquealagentedeloficio; la razón es muy simple: estos hombres primitivos, semejantes a nuestros

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pastores,rivalizanamenudoensusprácticasconlosmáshábilesdoctores,pues,alestar en permanente contacto con la naturaleza, descubren, como los animales,algunosdesussecretosquepermanecenocultosalasmiradasdelosdemáshombres.Y en efecto, Laíza era considerado en toda la isla un buen médico. Los negrosatribuían su ciencia a la fuerza de ciertas palabras secretas o de ciertos encantosmágicos; los blancos, a su conocimiento de ciertas plantas cuyos nombres ypropiedadessóloélconocía.PierreMunierestuvomástranquilo,pues,cuandosupoqueeraLaízaquienhabíacuradolaheridadesuhijo.

Mientrastantoseacercabaelmomentoenqueseharíadedíay,amedidaqueeltiempotranscurría,Laízaparecíamásymáspreocupado.Alfin,nopudoresistirmásy,conelpretextodetomarelpulsoalenfermo,seacercóaélylehablóenvozbaja.

—¿Quélepreguntayquéesloquequiere,amigomío?—preguntóPierreMunier.—Loquequiere,padre,tenemosquedecírseloausted:quierequeyonocaigaen

manosdelosblancos,ymepreguntasimesientoconfuerzasparasertrasladadoalaselva.

—¡Llevartealaselva!—gritóelviejo—.¡Conlodébilqueestás!¡Esimposible!—Sin embargo, no hay otra alternativa, padre, a no ser que prefiera verme

detenidoantesusojos,y…—¿Yqué?—preguntóPierreMunier conangustia—.¿Quéquierende ti yqué

puedenhacerte?—¿Quéquierendemí,padre?Vengarsedequeunmiserablemulatohayatenido

la pretensión de luchar contra ellos y de que, por un instante, haya conseguidohacerlestemblar.¿Quépuedenhacerme?¡Oh,casinada!—añadióGeorgessonriendo—.PuedencortarmelacabezaenlallanuraVerte.

El anciano palideció, y luego todo su cuerpo se estremeció. Era evidente queestabalibrandouncombateconsigomismo.Alfin,alzólafrente,sacudiólacabezay,mirandoalherido,murmuró:

—¡Entregarte!¡Cortartelacabeza!¡Quitarmeamihijo,matármelo!¡MataramiGeorges!Y todoporqueesmásguapoqueellos,másvalientequeellos,máscultoqueellos…¡Ah,sí!¡Quevengan!…

Y el anciano, con una energía de la que, cincominutos antes, nadie le habríacreídocapaz,seprecipitóhaciasucarabinacolgadadelaparedy,agarrandoelarmainactivadesdehacíadieciséisaños,grito:

—¡Sí,sí!¡Quevengan,yyaveremos!¡Ah!Señoresblancos,selohabéisquitadotodoaestepobremulato:lequitasteissuamorpropioynodijonada;silehubieseisquitado la vida, tampoco habría dicho nada; pero le queréis quitar a su hijo, ¡lequeréisquitarasuhijoparaencarcelarlo,paratorturarlo,paracortarlelacabeza!¡Oh!Venganustedes,señoresblancos,yyaloveremos.Haycincuentaañosdeodioentrenosotros;vengan,vengan,yaeshoradequesaldemosnuestrascuentas.

—¡Bien, padre, bien! —exclamó Georges incorporándose sobre su codo ymirandoalviejoconojosenfebrecidos—.¡Bien!Ahoraloreconozco.

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—Muybien,sí,alaselva—dijo—,yyaveremossiosanseguirnoshastaallí.Sí,hijo mío, ven; sonmejores los bosques que las ciudades. En ellos se está bajo lamirada deDios; que sea él quien nos vea y nos juzgue.Yvosotros, hijosmíos—continuó el mulato dirigiéndose a los negros, ¿me habéis considerado siempre unbuenamo?

—¡Oh,sí,sí!—exclamaronalunísonotodoslosnegros.—¿Acasonomehabéisdichocienvecesquesentíaisunafectopormí,nocomo

esclavos,sinocomohijos?—¡Sí,sí!—Puesbien,hallegadoelmomentodedemostrarmevuestroafecto.—Ordena,amo,ordena—dijerontodoslosnegros.—Entrad,entradtodos.Lahabitaciónsellenódenegros.—Mirad—prosiguió el anciano—, aquí está mi hijo que ha querido salvaros,

daroslalibertad,haceroshombres,yéstaessurecompensa.Yesonoestodo,ahoraquieren quitármelo, herido, ensangrentado, agonizante; ¿queréis defenderle, queréissalvarlo?¿Queréismorirporélyconél?

—¡Oh,sí,sí!—gritarontodaslasvoces.—Entonces,¡alaselva,alaselva!—dijoelanciano.—¡Alaselva!—gritarontodoslosnegros.EntoncesacercaronlasparihuelasderamasalsofádondeestabatendidoGeorges,

locolocaronenellasycuatronegrosagarraronloscuatroasideros.Eljovensaliódela casa acompañado por Laíza y se puso a la cabeza del cortejo; luego todos losnegros lo siguieron. En último lugar salió Pierre Munier, dejando la casa abierta,abandonadayhuérfanadetodacriaturahumana.

El cortejo, compuesto por unos doscientos negros, siguió durante un rato elcaminoquevadePort-LouisaGrand-Port;luego,trasunamediahoradecaminata,torcióaladerecha,avanzandohacialabasedelpicodelMilieu,paraasíllegaralasfuentesdelríoCréoles.

Antesdeinternarsedetrásdelamontaña,PierreMunier,quehabíapermanecidoen la retaguardia, se detuvo un instante, subió a unmontículo y lanzó una últimamirada a la hermosa plantación que abandonaba. De un vistazo abarcó las ricasllanuras de caña, de yuca, de maíz, los magníficos bosquecillos de pomelos, deyambosydetacamacas,elespléndidohorizontedemontañasquecerrabasuinmensahacienda como una muralla gigantesca. Pensó que habían sido necesarias tresgeneracionesdehonradoshombrescomoél,laboriososcomoél,apreciadoscomoél,para hacer de aquella región el paraíso de la isla; exhaló un suspiro, enjugó unalágrimay,luego,apartandolosojosysacudiendolacabeza,sevolvió,conlasonrisaen los labios, hacia las parihuelas donde le esperaba el hijo herido por quienabandonabatodoaquello.

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XXIV

LASELVA

NacíaeldíamientraselgrupofugitivoalcanzabalasfuentesdelríoCréoles,ylosrayosdelsolorientalalumbrabanlacumbregraníticadelpicodelMilieu;conelalbadespertaba toda lapoblaciónde laselva.Acadapaso, los tenrecsseremovíanbajolospiesdelosnegrosyregresabanasusmadrigueras,losmonossaltabanderamaenramayalcanzaban los extremosmás flexiblesde losvacoas, de los filaos yde lostamarindos, y luego, colgándose de la cola y balanceándose, atravesaban una grandistanciaparairaagarrarseconunahabilidadmaravillosaaalgúnotroárbolquelesdieseun refugiomás tupido.Elgallode losbosques seelevabacongranalboroto,batiendoelaireconsuvuelopesado,mientrasqueloslorosgrisesparecíanmofarsedeélconsuvozburlonayelcardenalpasaba,cualllamavoladora,rápidocomounrayoyresplandecientecomounrubí.Enfin,siguiendosucostumbre, lanaturaleza,siempre joven, siempre despreocupada, siempre fecunda, parecía, por su serenatranquilidad y su sosegada alegría, una eterna ironía del ajetreo y los dolores delhombre.

Despuésdetresocuatrohorasdemarcha,elgrupohizounaltoenunamesetaalpie de unamontaña sin nombre, cuya base va amorir a orillas del río.El hambreempezabaahacersesentir;pero,porsuerte,duranteelcaminocadacualhabíacazadoalgo:unos,abastonazoshabíanconseguidounostenrecsque,engeneral,losnegrosaprecianbastante;otroshabíanmatadoalgúnmonoogallo;porúltimo,Laízahabíaheridounciervo,alquecuatrohombreshabíanperseguidoyhabíantraídoalcabodeunahora.Asípues,teníanprovisionesparatodoelgrupo.

Laíza aprovechó el alto para sanar la herida deGeorges; de vez en cuando sehabía apartado de las parihuelas para ir a recoger una hierba o una planta cuyapropiedadsóloélconocía.Llegadoallugardedescanso,reuniósucosechaycolocólapreciosacolecciónqueacababadejuntarenelhuecodeunaroca;conunapiedraredondeada, trituró las plantas que había recogido más o menos como lo hubiesehechoenunmortero.Terminadaestaoperación,extrajoelzumo,mojóenéluntrapoy, levantandoel apósitoquehabíapuesto eldía antes, colocó las compresas reciénempapadasenladobleherida.Enefecto,labala,porfortuna,nosehabíaincrustadoenlaherida,sinoquehabíaentradounpocopordebajodelaúltimacostillaizquierdayhabíasalidounpocoporencimadelacadera.

PierreMuniersiguióestaoperaciónconprofundaansiedad.Laheridaeragrave,peronoeramortal;esmás,alexaminarlabien,sepodíaver

quesuponiendoqueningúnórganoimportantehubierasidolesionadoenelinteriorla

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curaciónseríamásrápidaquizádeloquehabríasidoentrelasmanosdeunmédicode laciudad.Sinembargo,elpobrepadrenodejódesentir todas lasangustiasqueaquella visión debía de despertar en él, mientras que Georges, por el contrario, apesar de los dolores que la cura debía de hacerle sentir, no movió ni una ceja, yreprimióhastaelmenortemblordelamanoquesupadresujetabaentrelassuyas.

Terminadalacurayacabadalacomida,reanudaronlamarcha.Seacercabanalaselva,peroaúnteníanquellegaraella.Lapequeñatropa,retrasadaporeltrasladodelheridoquelosaccidentesdelterrenohacíanmuydifícil,avanzabamuylentamentey,desdequehabíanabandonadolacasa,habíadejadounrastrofácildeseguir.

CaminaronunahoramássiguiendolaorilladelríoCréoles,luegotorcieronalaizquierda y se hallaron en la linde de la selva; porque hasta entonces no habíanatravesadomásquemontebajo:amedidaqueavanzaban,lasmimosassereproducíanennumerosasmatas,loshelechosgigantescoscrecíanenlosclarosentrelosárboleselevándosetanaltoscomoellos,ylaslianas,deungrosorprodigioso,cayendodeloaltodelostacamacascomoserpientesagarrándoseporlacola,empezabanaanunciarqueestabanentrandoenlaregióndelaselva.

Pronto la vegetación se hizo más y más espesa; los troncos de los árboles seacercaronentresí,loshelechosseenlazaronunosconotros,laslianasformaronunaespeciedebarrotesa travésde loscualeselpasosehizocadavezmásdificultoso,sobre todopara loshombresque llevaban lasparihuelas.Acada instante,Georges,testigo de las dificultades que presentaba la marcha, hacía un movimiento parabajarse,perocadavezLaízaseloprohibíacontaltonodefirmeza,ysupadrejuntabalasmanoscontalgestodeplegariaque,paranoherirlaentregadelunonicontrariarlaternuradelotro,elenfermovolvíaasulugarydejabaquehicierannuevosintentos,que eran cada vezmás penosos y a veces resultaban infructuosos durante un buenrato.

Sinembargo,lasdificultadesqueexperimentabanlosfugitivosparapenetrarenelinteriordeaquellaselvavirgeneran,paraellos,casiunagarantíadeseguridad,puestoqueestasdificultadesdebíandeseraúnmayoresparaquieneslesperseguían,pueslosque huían eran negros habituados a semejantes recorridos, mientras que losperseguidores eran soldados ingleses acostumbrados a maniobrar en el Campo deMarteyenelcampamentodeLort.

Mientras tanto, llegaron a un lugar tan espeso, tan tupido y tan compacto, quetoda tentativadepaso resultó inútil.Duranteunbuen rato lapequeña tropabordeóaquella especiedemuralla a travésde la cual sóloelhachahabríapodidoabriruntúnel;peroestetúnel,abiertoporlosunos,loseríatambiénparalosotros,ysibienofrecíaunasalidaalafuga,seríatambiénunmedioparalapersecución.

Buscandoybuscando,hallaronunajoupa[16],dondehabíarestosdeunfuegoaúnhumeante:eraevidentequeunosnegroscimarronesrondabanporlosalrededores,yajuzgarporlorecientedelashuellasquehabíandejado,nodebíandeandardemasiadolejos.

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Laízarastreólapista.Esconocidalahabilidaddelossalvajesparaseguir,atravésdegrandesdistancias,elrastrodeunamigoodeunenemigo:Laíza,agachadoenelsuelo,encontrócadabriznadehierbadobladabajoeltalón,cadapiedradesplazadadesualvéoloporelchoquedelpie,cadaramadesviadadesuinclinaciónnaturalporlapresióndeuncuerpoalpasar;pero,alfinal,llegóaunlugarenquenohabíaelmenorrastro.PorunladohabíaunarroyoquedescendíadelamontañaeibaaunirsealríoCréoles;porelotrolado,unamasaderocas,piedrasymalezasemejanteaunmuro,encuyacumbrelaselvaparecíamásespesaaúnqueencualquierotrolugar,ydetrásdeLaíza,elcaminoporelquehabíavenido.Cruzóelarroyoybuscóenvanoporelotroladoelrastroquelohabíaconducidohastalaorilla.Asípues,losnegros,puestoquesetratabadevarios,nohabíanidomáslejos.

Laízaintentóescalarelmuroyloconsiguió;peroalllegaraloaltoreconociólaimposibilidaddequeungrupoenel quehabíavariosheridos siguiese ese camino.Volvióabajar,pues,convencidodequeloshombresalosquehabíaidosiguiendonopodían estar lejos, emitió los diferentes gritos con los que los cimarrones suelenreconocerseentreellos,yesperó.

Alcabodeuninstante,leparecióque,entrelamalezamásespesaquerecubríalaspiedrasqueformabanelmuroqueacabamosdedescribir,veíaunligerotemblor.Unhombrequenoestuvierahabituadoalosmisteriosdelasoledadhabríainterpretadoaquella oscilación de las ramas como un capricho del viento; pero en tal caso elmovimientosehabríaproducidodesdeelextremohastalabase,mientrasqueporelcontrarioelmovimientoparecíanacerenlabaseymoríaensuextremo.Laízanosedejóengañar,ysumiradasedetuvoenelmatorral.Sududaprontoseconvirtióencerteza: a través de las ramas, había distinguido dos ojos inquietos que, tras oteartodoelhorizontequepodíanabarcar,sefijaronenél.Entoncesrepitiólaseñalqueyahabíaemitidounavez:deinmediatounhombresedeslizócomounaserpienteentrelaspiedrasseparadas,yLaízaseencontróanteunnegrocimarrón.Losdosnegrosnocambiaronmásqueunaspalabras;luegoLaízavolviósobresuspasosysereunióconlapequeñatropa,que,guiadaporél,hizoelmismocaminoqueélacababadehacer,llegandoasíprontoallugardondehabíaencontradoalnegro.

Unaaberturaproducidaporeldeslizamientodeunaspiedrashabíaprocuradoun

pasoenelmuroquedabaentradaaunainmensagruta.Losfugitivospasarondedosendosatravésdeesedesfiladerofácildedefender.

Despuésdelúltimo,elnegrovolvióacolocarlaspiedrasenelmismoordenenqueestabanantes,demodoquenosevieraningunahuelladesupaso;luego,agarrándosealaszarzasyalasasperezasdelaspiedras,escalóelmuroydesaparecióenlaselva.Doscientoshombresacababandeserenglutidosporlasentrañasdelatierrasinqueelojomáspenetrantepudieradecirporquélugarhabíanpasado.

Bienporunodeesosazaresnaturalesqueseproducenavecessinquelamanodel hombre haya intervenido para nada en los efectos que producen, bien, al

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contrario,porunlargoyprevisortrabajodeloscimarrones,lacumbredelamontaña,porcuyosflancoslapequeñatropaacababadedesaparecer,estabadefendida,porunlado,porunarocaperpendicularsemejanteaunamuralla,y,porelotro,poresesetogigantesco compuesto por troncos de árboles, lianas y helechos que antes habíadetenidolamarchadelosfugitivos.Laúnicaentradarealmentepracticableera,pues,laquehemosdescritoy,comoyahemosdicho,esteaccesodesaparecíaporcompletodetrásdelaspiedrasqueloobstruíanylamalezaqueocultabalaspiedras:resultabatan invisible que tanto los colonos armados por cuenta propia, como las tropasinglesas que, mandadas por el gobernador, perseguían a los cimarrones, habíanpasado cientos de veces, sin verla, por delante de aquella abertura que sólo losesclavosfugitivosconocían.

Perounavezalotro ladode lamuralla,delsetoode lacaverna,elaspectodelsuelo cambiaba por completo. Seguían siendo grandes bosques, altas selvas,poderosos refugios, pero en medio de ellos sí era posible abrirse camino. Por lodemás, ninguna de las necesidades básicas de la vida faltaba en esas ampliasextensiones: una cascada, que nacía en la cumbre del pico, caía majestuosamentedesde sesenta pies de altura, y tras estallar, convirtiéndose en espuma, contra lasrocas, a las que arañaba en su sempiterna caída, fluía durante un rato en formadeapaciblesarroyos, luegosehundíaenlasentrañasde la tierrayreaparecíamásalládelcerco;abundabanlosciervos,jabalíes,gamos,monosytenrecs;yenloslugares,enque,a travésde la inmensabóvedadel follaje,penetrabanalgunos rayosdesol,éstos iban a iluminar pomelos cargados de naranjas, o aguacates cargados de esospalmitosquetienenelrabillotandébilque,cuandoelfrutoestámaduro,caeconlamenorsacudidaoconelmenorsoplodeviento.

Si los fugitivos conseguíanocultar su retirada, podían esperar vivir allí sin quenadalesfaltasehastaelmomentoenqueGeorgessecurara,puesentonces,tomaríauna decisión u otra. Por lo demás, fuese cual fuese la decisión del joven, losdesdichados esclavos que el joven había convertido en compañeros suyos estabandecididosacompartirsufortunahastaelfin.

Pero,apesardeestarherido,Georgeshabíaconservadosusangrefríahabitualyhabíaexaminadoelesconditealqueveníaapedirrefugiocalculandotodoelpartidoque podía sacar de semejante posición para defenderla.Una vez al otro lado de lagruta,habíamandadodetenerlasparihuelasy,llamandoaLaízaconunaseñaldelamano, lehabía indicadocómo, trasdefender labocaexteriordeesedesfiladero, sepodía, con una trinchera, proteger la abertura interior y luego, además, minar lacavernaconlapólvoraquesehabíaencargadodetraerdeMoka.Elplandelaobrafue trazado y llevado a cabo de inmediato, pues Georges no ignoraba que, segúntodas las probabilidades, no le tratarían a él como a un fugitivo normal, y teníademasiado orgullo para creer que los blancos no se considerarían victoriosos hastaquenolotuvieranensupoder,atadodepiesymanos.

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Se pusieron, pues, a realizar la obra de defensa, que Georges presidiópasivamenteyPierreMunieractivamente.

Mientrastanto,Laízadabalavueltaalamontaña.Entodaspartes,comohemosdicho, estabaprotegida, bienpor empalizadasnaturales, bienpor rocas escarpadas;sólo en un lugar esas rocas eran abordables con escaleras de unos quince pies;además el camino que conducía a la base de esa muralla natural bordeaba unprecipicio; este camino hubiese sido fácil de defender, pero el grupo era poconumerosoynecesitaba repartirsepordemasiadospuntosa lavezparaque tomarandisposicionesmilitaresfueradeloquesepodíallamarlafortaleza.

Laíza reconoció, pues, que era este punto y la entrada por la caverna los quedebían ser protegidos con más cuidado. La noche se acercaba, así que dejó diezhombreseneseimportantepuestoyregresóainformaraGeorgesdesuexpediciónalrededordelamontaña.

HallóaGeorgesenunaespeciedecabañaquelehabíanconstruidoatodaprisaconramasdeárboles;latrincheraestabayacasicavada,yapesardelaoscuridadqueavanzabarápidamente,seguíantrabajandoconahínco.

Veinticinco hombres fueron repartidos como centinelas alrededor del recinto;debíanrelevarsecadadoshoras.PierreMuniersequedóensupuestode lagrutayLaíza,trasponerunnuevoapósitoenlaheridadeGeorges,regresóalsuyo.

Después,todosesperaronlosnuevosacontecimientosque,sinduda,lanocheibaatraer.

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XXV

JUEZYVERDUGO

Enefecto,enunaguerradesorpresascomolaquese ibaadesarrollarentre lossublevadosy los adversariosquenodejaríandeperseguirles, la nochedebía ser elprincipalauxiliardelataqueyelterrordeladefensa.

Lanocheenlaqueacababandeentrarerahermosayserena;sinembargo,laluna,queestabaencuartomenguante,noibaaaparecerhastalasonce.

Paraunoshombresmenospreocupadosporelpeligroquecorrían,ysobre todomenos acostumbrados a tales situaciones, habría sido un majestuoso espectáculoaquella degradación progresiva de la luz entre las vastas extensiones y el paisajeagrestequehemosintentadoevocar.Laoscuridadfueascendiendodesdeloslugaresmásbajos,subiendocomounamareaporlostroncosdelosárboles,porlosflancosdelasrocas,porlasladerasdelamontaña,llevandoelsilencioconellayexpulsandopocoapocolasúltimasclaridadesdeldía,lascualesserefugiaronenlacumbredelpico,ysebalancearonuninstantecomolasllamasdeunvolcánparaluegoapagarseasuvez,sumergidasenaquelmardetinieblas.

Sin embargo, para unos ojos habituados a la noche, aquella oscuridad no eracompleta;paraunosoídoshabituadosalasoledad,aquelsilencionoeraabsoluto.Lavida no se apaga nunca del todo en la naturaleza; a los ruidos del día que seadormecensuceden los ruidosde lanochequevandespertando:enmediodelgranruidoquehacen, almezclarse entre sí, el tremolar de las hojas y el quejidode losarroyos,surgenotrosrumores,causadosporlavozolospasosdelosanimalesdelastinieblas:vocessombrías,pasosfurtivoseinesperados,queinspiranaloscorazonesmásfirmesunamisteriosaemociónquelarazónnopuedecombatir,porquelavistanolapuedetranquilizar.

Ahorabien,ningunodeesosrumoresconfusosescapabaaloídoexpertodeLaíza:cazadorsalvajey,porconsiguiente,hombredelasoledadyviajerodelanoche.Lanoche y la soledad tenían pocosmisterios para sus ojos y pocos secretos para susoídos:reconocíaelcrujidodelostenrecsroyendolasraícesdelosárboles,lospasosdelciervoyendoasufuentehabitualoelbatirdelasalasdelmurciélagoenelclaro.Dos horas transcurrieron sin que ninguno de aquellos ruidos pudiera sacarlo de suinmovilidad.

Por lo demás, cosa extraña, era en esa parte de la montaña, que a la sazónhabitabanunos doscientos hombres, donde el silencio eramás absoluto y donde lasoledadparecíamáscompleta.LosdocenegrosdeLaízaestabantendidosbocaabajoenelsuelo,demaneraqueélmismoapenaslosdistinguíaenlaoscuridad,aúnmás

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espesaporlasombradelosárboles,yaunquealgunosdormían,hubiérasedichoque,durantesusueño,laprudenciareteníatantosurespiraciónqueapenassepodíaoír.Encuanto a él, apoyado de pie en un enorme tamarindo, cuyas ramas flexibles seproyectabannosólosobreelcaminoquebordeaba las rocas, sino tambiénsobreelprecipicioqueseextendíamásalládelcamino,podía retaralojomásadiestradoaquedistinguierasucuerpodeltroncodelárbolgiganteconelque,graciasalanocheyalcolordesupiel,seconfundíaporcompleto.Laízallevabacasiunahorainmóvilyensilencio,cuandooyódetrásdeélelruidoquelospasosdevarioshombreshacensobre un suelo sembrado de piedrecillas y de ramas secas; aquellos pasos, aunqueprecavidos,noparecíantenerlapretensióndedisimularsedeltodo:sevolvió,pues,conbastantedespreocupación, comprendiendoquedebíade serunapatrullaque seacercabaaél.Enefecto,susojos,acostumbradosalastinieblas,distinguieronprontoaseisuochohombresqueseaproximaban,yalacabezadeellosreconoció,porsuelevadaestaturaylaropaquellevaba,aPierreMunier.

Laízapareciódespegarsedelárbolenelquesehabíaapoyadoycaminohaciaél.—Ybien—ledijo—,¿hanregresadoyaloshombresqueenvioapatrullar?—Sí.Losinglesesnospersiguen.—¿Dóndeestán?—EstabanacampadoshaceunahoraentreelpicodelMilieuylasfuentesdelrío

Créoles.—¿Estánsobrenuestrorastro?—Sí.Mañana,probablemente,tendremosnoticiassuyas.—Antes—respondióLaíza.—¿Como,antes?—Sí, si nosotros hemos enviado a nuestros rastreadores, ellos habrán hecho lo

mismo.—¿Y?—Hayhombresmerodeandoporlosalrededores.—¿Cómolosabes?¿Hasoídosusvoces?¿Hasreconocidosuspasos?—No,peroheoídopasarunciervo,yhereconocido,porlarapidezdesupaso,

quecorríaasustado.—¿Crees,entonces,quehayalgúnrastreadorobservándonos?—Estoyseguro…¡Silencio!—¿Qué?—Escuche…—Enefecto,oigounruido.—Eselvuelodeungallodelosbosquesqueestáadoscientospasosdenosotros.—¿Pordónde?—Allá—dijo Laíza extendiendo el brazo en dirección a un bosquecillo cuyas

copasseveíanemergerdelfondodelbarranco—.Mire—prosiguióelnegro—,allíestá,atreintapasosdenosotros,alotroladodelcaminoquepasapordebajodelasrocas.

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—¿Ycreesqueesunhombreelquelehahechoalzarelvuelo?—Unoovarios—respondióLaíza—.Nopuedoprecisarelnúmero.—Noesesoloquequeríadecir.¿Creesquelohaasustadounacriaturahumana?—Losanimalesreconocenporinstintoelruidoquehacenlosdemásanimales,y

noseasustan—respondióLaíza.—¿Asípues?—Así pues, se están acercando… ¡Eh! Escuche, ¿no oye? —añadió el negro

bajandolavoz.—¿Quées?—preguntóelancianoconlamismaprecaución.—Elruidodeunaramasecaqueacabadequebrarsebajoelpiedeunodeellos…

Silencio, ahora están tan cercadenosotros quepodránoír el ruidodenuestra voz.Ocúltesedetrásdeltroncodeesetamarindo;yovuelvoamipuesto.

YLaízacorrióallugarqueacababadedejar,mientrasPierreMuniersedeslizabadetrás del árbol y los negros que lo acompañaban, perdidos en la sombra de otrosárboles,permanecíandepie,mudoseinmóvilescomoestatuas.

Seprodujouninstantedesilencio,duranteelcualningúnmovimientoperturbólaserenidaddelanoche;peroapenashabíantranscurridounossegundos,cuandoseoyóelruidodeunapiedraquesedesprendíadelsueloyrodabaporlarápidapendientedelprecipicio.LaízasintióensumejillaelalientodePierreMunier.Ésteibaahablarsinduda,peroelnegroleaferróelbrazocontantafuerzaqueelancianocomprendióqueteníaquecallarse,ysecalló.

En esemismo instante, el gallo de los bosques alzó el vuelo ruidosamente porsegunda vez cacareando y, pasando por encima del tamarindo, alcanzó las zonaselevadasdelamontaña.

El rastreador se hallaba apenas a veinte pasos de los hombres cuyo rastro, sinduda, andaba buscando.Laíza y PierreMunier contenían la respiración; los demásnegrosparecíandemármol.

En esemomento, una luz plateada comenzó a iluminar las cimas de la cadenamontañosaque,atravésdelosclarosdelbosque,sealzabanenelhorizonte.Prontoapareció la luna detrás del cerro Créoles y empezó a avanzar por el cielo con suformamenguada.

Al contrario de las tinieblas que habían ascendido de abajo arriba, la luzdescendía estavezde arriba abajo; pero esta luzno alcanzabamásque los lugaresdescubiertos,dejandoelrestodelaselva,conlaexcepcióndealgunostrozosdesueloqueiluminabaatravésdelfollaje,enunaprofundaoscuridad.Enesemomento,huboun ligero movimiento en las ramas de un matorral que bordeaba el camino y selevantabaenloaltodeltalud,cuyapendienteconducía,comoyahemosdicho,aunprecipicio;luego,pocoapoco,esasramassesepararonydejaronpasarlacabezadeunhombre.

Apesardelaoscuridad,queeneselugarnoeratangrandecomoenotraspartesporquenoestabacubiertoporelfollajedeningúnárbol,PierreMunieryLaízavieron

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almismotiempoelmovimientodelmatorral,puessusdosmanos,quesebuscaban,seencontraronyseapretaronalmismotiempo.

El espía se quedó inmóvil por un instante; luego asomó de nuevo la cabeza,escrutóconlavistayeloídotodoelespaciodescubierto,hizootromovimientohaciaadelante,y,tranquilizadoporelsilencioquelehacíacreerenlasoledad,seincorporósobre las rodillas, escuchó otra vez y, como no veía ni oía nada, terminó porlevantarsedeltodo.

Laíza apretó aún más fuerte la mano de Pierre Munier para pedirle mayorprudencia,pues,paraél,yanohabíadudadequeaquelhombreestababuscandosurastro.Enefecto,al llegaralbordedelcamino,elrastreadornocturnoseagachódenuevoexaminandoelsuelo,paraversiconservabaalgúnvestigiodelpasodevarioshombres;conlapalmadelamanotocólahierbaparaversinoestabaaplastada;conla punta de los dedos tocó las piedras para asegurarse de que no habían sidodesplazadas de sus alvéolos; por último, como si el aire hubiera podido conservarhuellas de los dos que buscaba, levantó la cabeza, clavando la mirada en eltamarindo,detrásdecuyotroncoybajocuyasombraLaízaseocultaba.

Enesemomento,unrayodelunaquepasabaentredoscopasdeárbolesiluminóelrostrodelespía.

Entonces,conunmovimientovelozcomoelrayo,LaízasoltósumanoderechadelamanodePierreMunier,ysaltóparaasirlapuntadeunadelasramasmásflexiblesdelárbolqueloprotegíayseprecipitó,conlarapidezdeláguilaqueseabatesobresupresa,hastaelpiedelpeñasco.Entoncesagarróalespíaporlacinturay,volviendoaimpulsarlaramaconlospies,remontóconélcomoeláguilaremontaconlapresa;luego,deslizandolamanoporlaramadecortezalisaypulida,cayódenuevoalpiedelárbol,enmediodesuscompañeros,sujetandosiempreasuprisionero,quien,conuncuchilloenlamano,intentabaenvanoherirasuraptor,comolaserpienteintentaenvanomorderalreydelosaires,elcual,desdelasprofundidadesdeunpantano,selallevaasunidoenelcielo.

Entonces, y apesarde laoscuridad, todos reconocieronal prisioneronadamásverlo: era Antonio el malayo. Todo había sucedido de un modo tan rápido einesperadoqueelhombrenohabíaemitidoniunsologrito.

Asípues,Laízateníaensupoder,alfin,asuenemigomortal;ibaacastigardeunsologolpealtraidoryalasesino.

Loteníasujetobajosurodillaylomirabaconesaterribleironíadelvencedor,enlaqueelvencidopuedecomprenderquenotienenadaqueesperar,cuandoderepenteseoyóalolejoselladridodeunperro.

Sinsoltarlamanoconlaqueleapretabalagarganta,sinsoltarlamanoconlaquelesujetabaelpuño,Laízaalzólacabezayaguzóeloídohaciadondeveníaelruido.

LaízanotócómoAntonioseestremecíaaloírlosladridos.—Cada cosa a su tiempo—murmuró como si se hablara a sí mismo. Luego,

dirigiéndose a los negros que lo rodeaban, dijo—:Atad a este hombre a un árbol.

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TengoqueirahablarconelseñorMunier.Losnegros agarraron aAntoniopor pies ymanosy lo amarraron con lianas al

troncodeuntacamaca.Laízaseaseguródequeestuvierabienatadoy,acompañandoal ancianounospasosmásallá, extendió lamanoen ladirecciónenque sehabíanoídolosladridosporprimeravez.

—¿Haoído?—ledijo.—¿Qué?—preguntóelanciano.—Elladridodeunperro.—No.—Escuche,seestáacercando.—Sí,estavezloheoído.—Nosestánsiguiendocomoaciervos.—¿Creesquenospersiguenanosotros?—¿Yaquiénquierequesea?—Puedeserunperroquesehaescapadoyandacazandoporsucuenta.—Despuésdetodotambiénesposible—murmuróLaíza—;escuchemos.Hubounmomentodesilencio, traselcualunnuevoladridoresonóen laselva,

máscercanoquelosdosanteriores.—Nospersiguenanosotros—dijoLaíza.—¿Enquéloreconoces?—Noeselladridodeunperroquecaza—dijoLaíza—,eselaullidodeunperro

que busca a su amo. Los demonios habrán encontrado un perro encadenado en lacabañadealgúnnegro,y lohabrán tomadoporguía; sielnegroestáconnosotros,estamosperdidos.

—EselladridodeFiel—murmuróPierreMunierestremeciéndose.—Sí,sí,ahoraloreconozco—dijoLaíza—.Yaloheoídoantes:esunperroque

aullócuando,ayerporlanochellevamosasuhijoheridoaMoka.—En efecto, olvidé llevármelo cuando nos fuimos; sin embargo, si realmente

fueseFielhabríallegadomásdeprisa.¡Escuchaquélentamenteseaproxima!—Lollevanatado,losiguen:quizálleveunregimientoenterodetrás.Nohayque

reprochárseloalpobreanimal—añadióelnegrodeAnjouansonriendotristemente—,nopuedeirmásdeprisa;pero,tranquilícese,llegará.

—Ybien,¿quédebemoshacer?—preguntóPierreMunier.—SiustedtuvieraunbarcoqueleesperaseenGrand-Port,comonoestamosmás

queaochoodiezleguas,lediríaqueaúntenemostiempodellegar,peroporeseladonotieneningunaposibilidaddefuga,¿noescierto?

—Ninguna.—Entoncesdebemosluchary,siesnecesario—añadióconvozsombría—,morir

defendiéndonos.—Ven, pues —dijo Pierre Munier, que recuperaba todo su valor siempre que

habíaquecombatir;ven,porqueelperrolesconduciráalaentradadelagruta,pero,

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cuandoesténallí,todavíalesfaltaráentrar.—Estábien—dijoLaíza—,vayaalatrinchera.—¿Porquénovienestúconmigo?—¿Yo?Deboquedarmeaquíunosminutosmás.—Noobstante,¿tereunirásconnosotros?—Cuandosueneelprimerdisparódefusil,déselavueltaymeveráasulado.El anciano tendió la mano a Laíza, pues el peligró común había borrado toda

distanciaentreellos;luegoseechólaescopetaalhombroy,seguidodesuescolta,seencaminóagrandespasoshacialaentradadelagruta.

Laíza losiguiócon lamiradahastaqueseperdióporcompletóen las tinieblas;luego,volviéndosehaciaAntonio,aquien,obedeciendosuorden,losnegroshabíanamarradoaunárbol,dijo:

—Bueno,malayo,¡yaestamoslosdossolos!—¿Losdos?—dijoAntonioconvoztrémula—.¿YquéquiereLaízadesuamigo

yhermano?—QuieroquerecuerdeloquedijolanochedelYamséalaorilladelríoLataniers.—Sedijeronmuchascosas,ymihermanoLaízafuemuyelocuente,puestodosse

rindieronasuspalabras.—Yentretodasesascosas,¿Antoniorecuerdaeljuicioanticipadoquesehizoa

lostraidores?Antonioseestremeciódearribaabajo,yapesardelcolorcobrizodesupiel,sele

podríahabervistopalidecersihubierasidodedía.—Parece que mi hermano ha perdido la memoria —prosiguió Laíza con un

terrible tono de ironía—; pero yo se la voy a devolver. Se dijo que si hubiera untraidor entre nosotros, cualquiera de nosotros podría darle muerte, rápida olentamente,suaveocruelmente.¿Sonéstaslaspalabrasdeljuramento?¿Lasrecuerdaahoramihermanó?

—Lasrecuerdo—dijoAntonioconunavozapenasinteligible.—Entoncescontestaalaspreguntasquevoyahacerte—dijoLaíza.—No te concedo el derecho a interrogarme; tú no eres mi juez —protestó

Antonio.Luego, volviéndose hacia los negros que estaban tendidos a su alrededor en el

suelo:—Vosotros,levantaosyresponded.Losnegrosobedecieron,ysurgierondiezodocefigurasnegrasquesedispusieron

silenciosamenteensemicírculodelantedelárbolalqueestabaamarradoAntonio.—Sonesclavos—exclamóAntonio—,ynodeboserjuzgadoporesclavos:yono

soynegro;yosoylibre.Esuntribunalelquedebejuzgarmesiesquehecometidoalgúncrimen,novosotros.

—Basta—dijo Laíza—. Primero te juzgaremos nosotros y después apelarás aquienquieras.

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Antoniocalló,yduranteelmomentodesilencioquesiguióalaexhortaciónqueLaízaacababadehacerle,seoyeronlosladridosdelperroaproximándose.

—Puesto que el culpable no quiere contestar —dijo Laíza a los negros querodeaban a Antonio—, responderéis vosotros por él… ¿Quién denunció laconspiraciónalgobernadorporqueotro,ynoél,habíasidonombradojefe?

—Antonioelmalayo—respondierontodoslosnegrosalunísonoconvozsorda.—¡Noesverdad!—gritóAntonio—.Noesverdad,¡lojuró,lojuro!—¡Silenció!—dijoLaízaconelmismotonoimperativo.Yprosiguió—:¿Quién,

después de denunciar la conspiración al gobernador, disparó contra nuestro jefe, alpiedelaPetite-Montagne,eltiróquelohirió?

—Antonioelmalayo—respondierontodoslosnegros.—¿Quiénmevio?—exclamóelmalayo—.¿Quiénseatreveadecirquefuiyo?

¿Quiénpuededistinguiraunhombredeotrohombreenlanoche?—¡Silencio! —dijo Laíza. Luego, siguiendo con el mismo tono tranquilo e

inquisitivo—: Y por último, después de denunciar la conspiración al gobernador,despuésdeintentarasesinaranuestrojefe,¿quiénveníadenochearrastrándosecomounaserpientealrededordenuestroesconditeparadescubrirunaaberturapor laquelosinglesespudiesenentrar?

—Antonioelmalayo—contestarontodos,conelmismotonodeconvicciónquenohabíanabandonadoniuninstante.

—Venía para unirme a mis hermanos —replicó el prisionero—;avenía paracompartirsusuertecualquieraquefuese,lojuro,¡lojuro!

—¿Creéisloquedice?—preguntóLaíza.—¡No!¡No!¡No!—repitierontodaslasvoces.—Amigosmíos,queridosamigos—dijoAntonio—,escuchadme,¡oslosuplico!—¡Silencio! —dijo Laíza. Y continuó con el mismo tono solemne que había

mantenido hasta entonces y que indicaba la grandeza de la misión que se habíaimpuesto—:Asípues,Antonionoesunavez,sinotresvecestraidor;habríamerecidotresveces lamuertesisepudieramorir tresveces.Antonio,prepárateapresentarteanteelGranEspíritu,¡porquevasamorir!

—¡Esoesunasesinato!—exclamóAntonio—,yno tenéisderechoaasesinaraunhombrelibre;además,losinglesesnopuedenandarlejos;lesllamaré,gritaré.¡Amí!…¡Amí!…¡Quierenmatarme!Quieren…

LaízaagarróaAntonioporelcuelloyahogólosgritosentresusdedosdehierro;luego,volviendolacabezahacialosnegros,dijo:

—Preparadunacuerda.Aloír esaordenque lepresagiaba la suerteque le aguardaba,Antoniohizoun

esfuerzotanviolento,querompióunapartedelasatadurasqueloretenían.Peronopudodeshacersedelamásterribledetodas,lamanodeLaíza.Sinembargo,alcabodeunossegundos,elnegroentendió,porlasconvulsionesquesentíacorrerportodoelcuerpodeAntonio,quesiseguíaapretándoledeesaforma,lacuerdaprontosería

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inútil.Asíquesoltóelcuellodelprisionero,quedejócaerlacabezasobresupechocomounhombreagonizante.

—Hedicho que te dejaría tiempo para presentarte ante elGranEspíritu—dijoLaíza—:tienesdiezminutos,prepárate.Antonioquisopronunciarunaspalabras,perosuvozletraicionó.Losladridosdelperrocadavezseoíanmáspróximos.

—¿Dóndeestálacuerda?—dijoLaíza.—Aquíestá—respondióunnegrotendiendoaLaízaelobjetoquepedía.—¡Bien!—dijo.Yhabiendoterminadoconeloficiodejuez,comenzóconeldeverdugo.Laíza agarró una de las ramas más fuertes del tamarindo, la acercó a él, ató

fuertemente uno de los extremos de la cuerda, hizo un nudo corredizo en el otroextremoylopasóporelcuellodeAntonio,ordenóadoshombresquesostuvieranlaramay,trasasegurarsedequeelcondenado,apesardehaberrotodosotreslianasqueloamarraban,todavíaestabasujeto,leinvitóporsegundavezaprepararseparalamuerte.

Estavezelcondenadohabíarecuperadolapalabra,pero,enlugardeusarlaparaimplorarlamisericordiadeDios,elevólavozparaapelarunavezmásalapiedaddeloshombres.

—Estábien.Sí,hermanos,sí,amigos—dijocambiandodetáctica,e intentandoconseguirconunaconfesiónlavidaquenohabíaconseguidoconsusnegaciones—;sí,soyculpable,losé,ytenéisderechoatratarmecomolohacéis;peroperdonaréisavuestroviejoamigo,¿noescierto?Alquetantooshacíareírporlasnoches;alpobreAntonioqueos contabaunas historias tan bonitas y os cantabaunas canciones tanalegres. ¿Qué será de vosotros sin él? ¿Quién os divertirá? ¿Quién os distraerá?¿Quiénosharáolvidarlafatigadelajornada?¡Piedad,amigosmíos!¡PiedadparaelpobreAntonio!¡Lavida!Amigosmíos,¡derodillasospidoquemedeislavida!

—¡PiensaenelGranEspíritu!—dijoLaíza—.Sólotequedancincominutosdevida,Antonio.

—Envezdecincominutos,Laíza,mibuenLaíza—prosiguióAntonioconvozsuplicante—,damecincoaños,yduranteesoscincoañosserétuesclavo;teseguiré,estarésiempreatusórdenes,estarésiempredispuestoaobedecertusinstrucciones,ycuandonolohaga,cuandocometaelmenorerror,entoncesmecastigarás,ysoportaréel látigo, lasvaras, lacuerda, sinquejarme,ydiréqueeresunbuenamo,puesmehabrásdadolavida.¡Ay!¡Lavida!¡Laíza,lavida!

—Escucha,Antonio—dijoLaíza—,¿oyeslosladridosdeeseperro?—Sí. ¿Y crees que fui yo quien aconsejó que lo soltaran? Pues, ¡no! Te

equivocas,telojuro.—Antonio—dijoLaíza—,aningúnblancoselehabríaocurridoutilizarunperro

paraperseguirasupropioamo;estaideahasidotuya.Elmalayo exhaló un hondo gemido, y al cabo de un instante, como si hubiera

esperadodoblegarasuenemigoafuerzadehumildad:

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—Bueno,sí—dijo—,fuiyo.ElGranEspíritumehabíaabandonado,elorgullodelavenganzamevolvióloco.Hayquetenerpiedaddeunloco,Laíza;ennombredetuhermanoNazim,perdóname.

—¿YquiéndenuncióaNazimcuandoquisohuir?¡Ah!Éseesunnombrequenohasdebidopronunciar,Antonio.Loscincominutoshantranscurridoya.Malayo,vasamorir.

—¡Oh! ¡No, no, no! ¡No quieromorir!—dijo Antonio—. ¡Ten piedad, Laíza!¡Piedad,amigosmíos,piedad!

Pero,sinescucharlasquejas,lassúplicasylosruegosdelcondenado,Laízasacósucuchillo,ydeungolpe,cortólasatadurasquesujetabanaAntonio;alinstante,yobedeciendo una orden suya, los dos hombres soltaron la rama, que se tensó,levantandoconellaaldesdichadoAntonio.

Ungrito terrible,ungritosupremo,ungritoenelqueparecíanunirse todas lasfuerzas del desespero, resonó y fue a perderse, lúgubre, solitario, desolado, en laprofundidaddelaselva:todohabíaterminado,yelcuerpodeAntonionoeramásqueuncadáverbalanceándoseenelextremodeunacuerdaporencimadelprecipicio.

Laízapermanecióinmóvilporuninstantemirandoelmovimientovibratoriodelacuerda,quepocoapocosefuecalmando;luego,cuandollegóatrazarsobreelazuldelcielouna líneaperpendiculare inmóvil,prestódenuevoatencióna los ladridosdel perro, que no estabamás que a unos quinientos pasos de la gruta; recuperó suescopeta,quehabíadejadoapoyadaenelsueloyvolviéndosealosdemásnegros:

—Vámonos, amigosmíos—dijo—,ya nos hemos vengado; ahora ya podemosmorir.Y,precediéndolesconpasorápido,caminóconelloshacialatrinchera.

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XXVI

LAPERSECUCIÓNDELOSNEGROS

Laízanosehabíaequivocado,yelperro,siguiendoelrastrodesudueño,habíaguiado a los ingleses derecho a la boca de la gruta; una vez allí, se había lanzadoentre losmatorralesysehabíapuestoa rascaryamorder laspiedras.Los inglesescomprendieron que habían llegado al término de su recorrido. De inmediatomandaron avanzar a unos soldados armados de picos, que enseguida se pusieronmanos a la obra. Al cabo de un instante habían practicado una abertura losuficientementeanchaparaqueunhombrepudierapasarporella.

Un soldado se introdujoparamirar por el hueco abierto.Al instante se oyóundisparo,yelsoldadocayóconelpechoatravesadoporunabala;unsegundohombresustituyó al primero, y cayó como él; un tercero se adelantó también y corrió lamismasuerte.

Eraevidentequelossublevados,dandoellosmismoslaseñaldeataque,estabandecididosarealizarunadefensadesesperada.Losasaltantesempezaronatomarsusprecauciones: protegiéndose lomás que pudieron, ensancharon la brecha demodoquepudieranpasarvarioshombresalavez:lostamboresredoblaronylosgranaderosse presentaron con la bayoneta calada. Pero los sitiados tenían gran ventaja sobreellos, y al instante la brecha quedó llena de muertos, y tuvieron que sacar a loscadáveresparapoderrealizarunnuevoasalto.

Esta vez los ingleses penetraron hasta la mitad de la caverna, pero sóloconsiguierondejarunnúmeromayordemuertosqueeldelaprimeravez;protegidosporlastrincherasquehabíamandadocavarGeorges,losnegros,dirigidosporLaízayPierreMunier,disparabansobreseguro.

Mientrastanto,Georges,impedidoporsuherida,tendidoenlacabaña,maldecíalainactividadalaqueseveíareducido;elolorapólvoraquelorodeaba,elruidodeltiroteoquechisporroteabaensuoído,todo,hastaelredobleincesantedelostamboresingleses,ledabaesafiebreardientedelcombatequehacequeelhombresejueguelavidaporuncaprichodelazar.Peroaquíeramuchopeor,puesnoeraunacausaajenalaquesedebatía,noeraelantojodeunreyquehubieraquedefenderoelhonordeunanaciónquehubieraquevengar:no,erasupropiacausaloqueaquelloshombresdefendían, y él, Georges, el hombre de corazón valiente, el hombre de carácteremprendedor,nopodíahacernada,niconsusactos,nisiquieraconsusconsejos;ymordíaelcolchónsobreelqueestabaacostado,yllorabaderabia.

Enelsegundoataque,cuandolosinglesespenetraronhastalamitaddelagruta,realizaron, desde el punto al que habían llegado, algunas descargas contra las

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trincheras; y como la cabaña donde Georges estaba acostado se hallaba situadadirectamente detrás de ellas, dos o tres balas atravesaron silbando las paredes defollaje. Este ruido, que habría asustado a cualquiera, consoló y enorgulleció aGeorges;asíéltambiéncorríapeligro,ysibiennopodíacausarlamuertedenadie,sípodía al menos morir. Por un momento los ingleses cesaron el ataque; pero eraevidentequepreparabanunnuevoasalto:porlosgolpessordosdelpico,seentendíaquenohabíanabandonadosuproyectoenabsoluto.Enefecto,alcabodeuninstante,una parte de las paredes externas de la caverna se desmoronó y la boca se vioagrandadaeldoble;deinmediatoeltamborsepusoaredoblardenuevoy,bajolaluzdelaluna,lasbayonetasbrillaronporterceravezalaentradadelacaverna.

PierreMunieryLaízasemiraron;evidentemente,enestaocasiónlaluchaibaaserterrible.

—¿Cuálessuúltimorecurso?—preguntóLaíza.—Lagrutaestáminada—dijoelanciano.—En ese caso todavía tenemos alguna posibilidad de salvación; pero en el

momentodecisivo,hagaloqueyoledigaoestamosperdidos,puesconunheridonohayretiradaposible.

—Muybien,puesquemematenjuntoaél—dijoelanciano.—Másvalequesesalvenlosdos.—¿Juntos?—Juntosoporseparado,¡quémásda!—Noabandonaréamihijo,Laíza,teloadvierto.—Loabandonará,siéseeselúnicomediodesalvarlo.—¿Quéquieresdecir?—Mástardemeexplicaré.—Yvolviéndosealosnegros—:¡Vamos,amigos!Ha

llegado elmomento supremo. Fuego sobre los casacas rojas y nomalgastéis ni unsolodisparo;dentrodeunahoralapólvoraylasbalasseránescasas.

Alinstanteestallóeltiroteo.Losnegrosson,engeneral,excelentestiradores;asíque ejecutaron al pie de la letra la recomendación de Laíza, y las filas inglesascomenzaronaclarear;peroacadadescarga las filassevolvíanaestrecharconunadisciplina admirable, y la columna, retardada por la dificultad del pasaje, seguíaavanzandoporel subsuelo.Además, los inglesesnodisparabanniun tiro;estavezparecíandecididosaapoderarsedelatrincheramientoagolpedebayoneta.

Lasituación,aunquegraveparatodos,loeradoblementeparaGeorges,debidoalaimpotenciaalaqueestabacondenado.Primeroseincorporósobreuncodo,luegosepusoderodillasyporúltimoconsiguióponerseenpie;pero,alllegaraestepunto,sudebilidadera tangrandequeparecíaque la tierra seabriesebajoél,y teníaqueagarrarseconlasmanosalasramasquelorodeaban.Aunreconociendoelvalordelospocoshombresfielesqueloacompañabanensudestinohastaelfinal,nopodíaevitaradmirarelvalorfríoeimpasibledelosingleses,queseguíanmarchandocomoenundesfile,aunqueacadapasoquedabanseviesenobligadosacerrarlasfilas.Al

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fin comprendió que esta vez no retrocederían y que, en cincominutos, a pesar delfuegoquesalíadelatrincheramiento, ibanaabordarlo.Enesemomento, la ideadeque era por él, que estaba obligado a permanecer como espectador impasible delcombate, por quien todos aquellos hombres iban a dejarse matar sintióremordimientos;intentódarunpasoadelanteparalanzarseentreloscombatientesyentregarse,yaque,segúntodaslasprobabilidades,erasóloaélaquienquerían,yasíterminarconlacarnicería;perosediocuentadequenopodríarecorrerniunatercerapartede ladistanciaque leseparabade los ingleses.Quisogritara lossitiadosquecesaranelfuego,yalossitiadoresquenosiguieranadelante,queélserendía:perosuvozdebilitadaseperdióenel ruidodel tiroteo.Además,enesemomento,vioa supadre ponerse en pie y, con la mitad de su estatura, sobrepasar la altura de lastrincheras; luego,conuna ramadeabetoardiendoen lamano,el ancianodiounospasoshacialosingleses,y,enmediodeltiroteoyelhumo,acercóalsuelolaextrañaantorcha. De inmediato un reguero de fuego corrió por tierra y desaparecióhundiéndose en el suelo; al cabo de unos segundos, la tierra se agitó, se oyó unaexplosiónterrible,uncráterflameanteseabrióbajolospiesdelosingleses,labóvedadelagrutasedesplomóysehundieronlasrocasquepesabansobreella.Enmediódelos gritos del regimiento que aún estaba al otro lado de la abertura, el pasosubterráneodesaparecióenloquesehabíaconvertidoenuninmensocaos.

—Yahora—dijoLaíza—,notenemosniunsegundoqueperder.—¡Ordena!¿Quéhayquehacer?—HuyahaciaGrand-Port,intentehallarasiloenunnavíofrancés;yomeencargo

deGeorges.—Yatelodije,noabandonaréamihijo.—Yyoledijequeloharía,porquequedándoseaquíloperderá.—¿Quéquieresdecir?—Losinglesesaúntienenasuperro,asíqueloseguiránaustedatodaspartes,lo

obligaránameterseenlomásespesodelaselva,loalcanzaránenlomásprofundodelas cuevas, yGeorges, herido, pronto será atrapado. Pero si usted huye solo, elloscreeránquesuhijo loacompaña;entonces seconcentraránenusted, seráaustedaquienpersigan,aquienquizáalcancen.Yo,mientrastanto,aprovecharélanoche;concuatrohombresdeconfianzame llevaréaGeorgesporotro lado;alcanzaremos losbosques que rodean el cerro delBambú. Si usted tiene entonces algúnmedio parasalvarnos,alumbreunfuegoen la islade losPájaros,ynosotrosdescenderemosenuna balsa la Grande-Rivière, y usted vendrá con una chalupa a recibirnos en ladesembocadura.

Pierre Munier había escuchado ese plan con los ojos fijos, la respiracióncontenida, apretando las manos de Laíza entre las suyas; luego, tras las últimaspalabras,leechólosbrazosalcuello:

—¡Laíza!¡Laíza!—exclamó—.Sí,sí,teentiendo,éseeselúnicomedio:todalajauríainglesadetrásdemí,esoes,ytúsalvasamiGeorges.

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—Losalvoomueroconél—dijoLaíza—,esoestodoloquepuedoprometerle.—Yséquemantendrástupromesa.Esperasóloquevayaabesarunavezmása

mihijo,yluegomeiré.—No,no—dijoLaíza—,siloveusted,yanoquerrádejarle;siélsabequeusted

se expone para salvarle la vida, no querrá permitirlo; ¡váyase, váyase!Y vosotros,todos, seguidle; sólo cuatro hombres se quedan conmigo, losmás fuertes, losmásrobustos,losmásfieles.

Unadocenadehombressepresentaron.Laíza escogió a cuatro; luego, como Pierre Munier no conseguía ponerse en

marcha:—¡Los ingleses! ¡Los ingleses!—dijoal anciano—;dentrodeunmomento los

inglesesestaránaquí.—Asípues,¿enladesembocaduradelaGrande-Rivière?—preguntóPierre.—Sí,sinonoshanmatadoocapturado.—¡Adiós,Georges,adiós!—gritóPierreMunier.Y,seguidoporlosnegrosquequedaban,seencaminóendirecciónalamontaña

Créoles.—Padre—exclamóGeorges—, ¿adónde va?, ¿qué hace?, ¿por qué no viene a

morirconsuhijo?Padre,espéreme,aquíestoy.PeroPierreMunierestabaya lejos,yestasúltimaspalabras, sobre todo, fueron

pronunciadasconunavoztandébilqueelancianonopudooírlas.Laízacorriójuntoalherido;lohallóderodillas.—¡Padre!—murmuróGeorges.Ycayódesmayado.Laíza no perdió el tiempo; este desvanecimiento era casi una suerte. Sin duda,

Georges, gozando del uso de razón, no habría querido disputar su vida por mástiempoaquienesloperseguían;habríaconsideradosufugaaisladacomovergonzosa.PerosudebilidadloponíaenmanosdeLaíza.Ésteloacostóaúndesvanecidoenlasparihuelas;cadaunode losnegrosquesehabíanquedadoconélagarróunode losasideros,yélmismo,caminandodelanteparamostrarleselcamino,sedirigióhacialaregión de los Trois-Ilots, donde pensaba, siguiendo el curso de laGrande-Rivière,alcanzarelpicodelBambú.

Nohabíanrecorridoniuncuartodeleguacuandooyeronlosladridosdelperro.Laízahizoungestoylosportadoressedetuvieron.Georgesseguíadesvanecido,o

almenostandébilquenoparecíaprestaratenciónalgunaacuantoocurría.Lo queLaíza había previsto estaba sucediendo; los ingleses habían escalado el

recinto, y pensaban utilizar al perro para alcanzar a los fugitivos una segunda vezcomoyahabíanhechoenlaprimeraocasión.

Hubo unmomento de angustia, durante el cual Laíza escuchó los ladridos delperro;duranteunosminutoslosladridosseoyeronprocedentesdeunmismolugar.Elperrohabíallegadodondesehabíaproducidoelcombate;luego,dosotresveces,los

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ladridosseaproximaron.Elperro ibade las trincherasa lacabaña,dondeGeorges,herido,habíapermanecidoduranteuntiempoydondesupadrelohabíavisitado;alfinal, los ladridossealejaronhaciaelsur:era ladirecciónquehabía tomadoPierreMunier; la estratagema de Laíza había tenido éxito, los perseguidores se habíanequivocadodepista,seguíanalpadreyabandonabanalhijo.

Lasituaciónparecióagravarseaúnmásporque,duranteaquelinstantedealto,losprimeros rayosdeldíahabían empezadoa aparecery lamisteriosaoscuridadde laselvaempezabaadisolverse.CiertoesquesiGeorgeshubieraestadosanoysalvo,ágilyfuertecomoera,elproblemahabríasidomenor,puesastucia,valorydestrezahabríanaparecidoenigualesproporcionesentrelosperseguidosylosperseguidores;perolaheridadeGeorgeshacíaquelapartidafueradesigual,yLaízanoseocultabaasímismoquelasituacióneradelomáscrítica.

Un temor lo acuciaba en especial: que los ingleses hubiesen tomado comoauxiliares a esclavos adiestrados en la captura de negros cimarrones, algo que eraprobable, y que les hubiesen hecho alguna promesa, como la de la libertad, porejemplo, siGeorges caía en susmanos.Perdería así unaparte de la ventaja que leconfería el ser hombre de la naturaleza, pues esos otros hombres eran hijos de lanaturaleza como él, y para ellos, la soledad tampoco tenía secretos ni la nochemisterios.

Asíquepensóquenoteníaniunsegundoqueperdery,encuantosusinquietudessobreladirecciónquehabíantomadolosquelesperseguíanquedarondespejadas,sepusodenuevoenmarcha,encaminándosesiemprehaciaeleste.

La selva tenía un aspecto extraño. Todos los animales parecían compartir lapreocupacióndelhombre:eltiroteo,quehabíaresonadodurantetodalanoche,habíadespertadoalospájarosenlasramas,alosjabalíesensusrevolcaderos,alosantesenlasbreñas;todoestabaenmovimiento,todossalíancorriendoasustados,yhubiérasedicho que todos los seres animados estaban presos de una especie de vértigo. Asícaminarondoshoras,alcabodelascualeshuboquehacerunalto:losnegroshabíancombatidotodalanocheynohabíancomidodesdeeldíaanterioralascuatro.Laízase detuvo bajo las ruinas de unajoupa que, sin duda, había servido aquella nochemisma de guarida a algún cimarrón, pues, al remover un montón de cenizas queparecíanelresultadodeunalargaestancia,hallaronfuego.

Tresdelosnegrossepusieronacazartenrecs.Elcuartoseocupódereavivarelfuego.Laízabuscóhierbaspararenovarelapósitodelherido.

Aunsiendotanfuertedecuerpo,tanpoderosodemente,elalmadeGeorges,noobstante,habíasidovencidaporlamateria:teníafiebre,estabadelirando,ignorabaloque sucedíaa sualrededorynopodíaayudaraquienes intentaban salvarlo,ni conconsejosniconactos.

Sin embargo, el curarle la herida pareció procurarle un poco de descanso. Encuanto a Laíza, no parecía sometido a ninguna necesidad física de la naturaleza.

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Hacía sesenta horas que no había dormido y parecía no tener sueño; hacía veintehorasquenohabíacomidoyparecíanotenerhambre.

Los negros regresaron uno tras otro trayendo seis u ocho tenrecs que sedispusieronaasaren lagranhogueraquesucompañerohabíaalumbrado;elhumoqueocasionabapreocupabauntantoaLaíza,peropensóque,comonohabíadejadoningúnrastrodetrásdesí,teníaqueestarporlomenosadosotresleguasdellugardonde se había producido el combate, y, aun suponiendo que el humo fueradescubierto, lo sería en un sitio lo suficientemente alejado comopara que tuvierantiempodehuirantesdequelesalcanzasen.

Cuandolacomidaestuvolista,losnegrosllamaronaLaíza,quien,hastaentonces,habíaestadosentadojuntoaGeorges.Laízaselevantóy,dirigiendolamiradahaciaelgrupoconelquesedisponíaaunirse,observóqueunode losnegros teníaenelmuslounaheridaqueaúnsangraba.Todasuseguridaddesaparecióenese instante:habíanpodidoseguirsurastrocomosesigueaunanteherido,noporquesupieranlaimportanciadelacapturaquepodíanhacersilesseguían,sinoporqueunprisionero,fuesequienfuese,erademasiadoimportante,debidoalainformaciónquepodíadar,comoparaquelosinglesesnohicierantodoloposibleporcapturarlo.

Enelmomentoenqueestareflexiónseimponíaensumente,ycuandoibaaabrirlabocaparamandaraloscuatronegrosagachadosentornoalfuegoquesepusieranenmarchadenuevo,unbosquecillo,másespesoqueelrestodelavegetaciónyenelcual sus ojos inquietos ya se habían fijadomás de una vez, se iluminó, se oyó unfuertetiroteoycincooseisbalaspasaronsilbandoasualrededor.Unodelosnegroscayóconlacaraenelfuego,losotrostresselevantaron;peroalcabodecincooseispasos,unodeellos tambiéncayó, luegootromásadiezpasosdedistancia.Sóloelcuartoescapósanoysalvoydesaparecióenlaselva.

Encuantovioelhumoyoyóel ruidode losdisparosy el silbidode lasbalas,Laízacorrióal lugardondesehallabael lechodeGeorges,y tomandoalheridoensusbrazos,comosifueraunniño,seinternóenlaselva,sinquesucarrerasevieseestorbadaniunmomentoporelpesoqueacarreaba.

Peroenseguidaochoodiezsoldadosingleses,escoltadosporcincooseisnegros,surgieron del bosquecillo y empezaron a perseguir a los fugitivos, en uno de loscuales habían reconocido a Georges, al que sabían herido. Tal como Laíza habíaimaginado, la sangre los había guiado. Habían llegado, siguiendo su rastro, hastamedia distancia a tiro de fusil de la ajoupa, y allí, habían apuntado, con el armaapoyada,ycomosehavisto,habíanapuntadobien,puestoquetresnegrosdecuatrohabíansido,sinomuertos,almenospuestosfueradecombate.

Entoncesempezóunacarreradesesperada;pues,porgrandesquefuesenlafuerzay la agilidaddeLaíza, era evidenteque si no conseguíadesaparecer de la vista dequienes lo perseguían éstos terminarían dándole alcance; por desgracia, se lepresentaban dos caminos casi igualmente fatales: internándose en la espesura, losbosquespodíanser tan tupidosque lefuesecasi imposible irmás lejos; lanzándose

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por los claros, se entregaría al fuego de sus enemigos. A pesar de todo, optó portomaresteúltimopartido.

Enlosprimerosminutos,porelvigordesuimpulso,Laízasehabíacreídofueradealcance,ysisólosehubieraenfrentadoaunosingleses,sindudahabría logradoescapar;peroleperseguíantambiénunosnegros,aunqueapesarsuyo,empujadosporlasbayonetasdelossoldados,yteníanqueseguiradelante;corríantrasunaspresashumanas,alasqueperseguíansinoporentusiasmo,síalmenospormiedo.

Ocasionalmente, cuando a través de los árboles descubrían a Laíza, estallabandisparos,yseveíanlasbalasrozandolostroncosasualrededor,osurcandolatierrabajosuspasos;pero,comoporencanto,ningunadeesasbalaslealcanzó,ysupasoseaceleró,siasísepuededecir,enproporciónalpeligrodelqueacababadeescapar.

Al fin llegaron al borde de un claro: había que subir una pendiente casidescubierta,pobladadeárbolesenloalto;alllegaralacumbredeestacuesta,podríadesaparecerdetrásdealgunaroca,deslizarseporunahondonadaysustraerseasíalavista de los que le perseguían; pero también, durante el espacio que separaba losárboles,Laízaquedabaaldescubiertoyexpuestoalfuego.

Pero no había que vacilar: lanzarse a la derecha o lanzarse a la izquierda eraperderterreno;elazarhastaentonceshabíasidofavorablealosfugitivos,lamismasuertepodíaseguiracompañándoles.

Laízaseprecipitóhaciaelclaro,yquienesleperseguían,viendolaoportunidadqueselespresentabadedispararaldescubierto,redoblaronsuvelocidad.Llegaronalalinde.Laízaestabaaunoscientocincuentapasosdeellos.

Entonces,comosialguienhubiesedadolaorden,sedetuvierontodos,apuntaronla bayoneta e hicieron fuego. Laíza no dio señales de haber sido alcanzado yprosiguiósucarrera.Lossoldadosaúnteníantiempoderecargarlasarmasantesdequedesapareciese;introdujeronatodaprisauncartuchoenelcañóndesufusil.

Mientrastanto,Laízaibaganandomuchoterreno;eraevidentequesiescapabaalasegundadescargacomohabíaescapadoalaprimeraysialcanzabaelbosquesanoy salvo, todas las probabilidades estarían de su parte.Apenas veinticinco pasos loseparaban de la linde del bosque, y durante ese instante de parada, había ganadociento cincuenta pasos sobre sus adversarios. De repente, desapareció en unahondonada. Pero, por desgracia, la sinuosidad no se prolongaba ni a derecha ni aizquierda; la siguió, sin embargo, tanto comopudo, para despistar a sus enemigos;perollegadoalextremodelapequeñahondonada,cuyoparapetolehabíaprotegido,se vio obligado a subir de nuevo al talud y, por consiguiente, a reaparecer.En esemomento, diez o doce disparos de fusil estallaron a un tiempo, y los cazadores dehombrescreyeronverletambaleándose.Enefecto,despuésdedaraúnalgunospasos,Laízasedetuvo,setambaleódenuevo,cayósobreunarodilla,sobrelasdos,depositóenelsueloaGeorges,queseguíadesvanecidoy,luego,poniéndosedenuevoenpie,sevolvióhacialosingleses,extendióambasmanoshaciaellosconungestodeúltima

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amenazaydesupremamaldicióny,sacándoseelcuchillodelcinturón,selohundióhastalaempuñaduraenelpecho.

Los soldados se precipitaron profiriendo grandes gritos de alegría, comohacenloscazadoresalacosarunapresa.DuranteunossegundosmásLaízasiguióenpie;luego, de pronto, cayó como un árbol descuajado; la hoja del cuchillo le habíaatravesadoelcorazón.

Alllegarhastalosdosfugitivos,lossoldadoshallaronaLaízamuertoyaGeorgesagonizante: con un último esfuerzo, Georges, para no caer vivo en manos de susenemigos, se había arrancado el apósito de su herida, y la sangre le brotaba aborbotones.

Laíza, además de la herida de cuchillo que se había infligido él mismo en elcorazón,habíarecibidounabalaqueleatravesabaelmusloyotraqueleatravesabaelpechodeparteaparte.

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XXVII

ELENSAYO

TodocuantoaconteciódurantelosdosotresdíasquesiguieronalacatástrofequeacabamosderelatarnodejómásqueunvagorecuerdoenlamemoriadeGeorges;sumente,extraviadaporeldelirio,noguardabamásquevagaspercepcionesquenolepermitíanni calcular el tiemponi encadenar los acontecimientos entre sí.Perounamañanasedespertócomodeunsueñoagitadoporhorriblespesadillasy,alabrirlosojos,sediocuentadequesehallabaenlacárcel.

ElcirujanomayordelregimientodestacadoenPort-Louisestabaasulado.Mientras tanto, apelando a todos sus recuerdos, Georges había conseguido

recuperarengrandesbloques losacontecimientossucedidos,comoquienvislumbraentrelanieblalagos,montañasybosques;todosehacíapresenteensumentehastaelmomentoenquehabíasidoherido.TampocosuentradaenMokaysumarchaconsupadrehabíanhuidoporcompletodesumemoria,peroapartirdelallegadaalaselva,todoeravago,difuso,semejanteaunsueño.Sinembargo,larealidadincontestable,positivayfataleraquesehallabaenmanosdesusenemigos.

Georgeserademasiadoorgullosoparahacerningunapregunta,demasiadoaltivoparapedirningúnfavor.Nopudo,pues,sabernadadeloocurrido;entretanto,enelfondodesucorazónteníadosterriblespreocupaciones.

¿Sehabíasalvadosupadre?¿LoseguíaamandoSara?Estosdospensamientosllenabantodosuser:cuandounodeellossealejabaera

para dejar paso al otro; eran dos mareas incesantes que subían una tras otra paragolpearsucorazón;eraunflujoyunreflujoconstante.

Pero nada de esta tormenta del alma se reflejaba en el exterior. El rostro deGeorgessemanteníapálido,fríoyserenocomoeldeunaestatuademármol,yeso,nosólofrenteaquieneslevisitabanensucárcel,sinotambiénfrenteasímismo.

Cuando elmédico hubo reconocido que el herido estaba suficientemente fuerteparasoportaruninterrogatorio,lohizosaberalaautoridady,aldíasiguiente,eljuezdeinstrucción,acompañadodeunescribano,sepresentóanteGeorges.Éstetodavíanopodíaabandonarellecho,peronodejódehacerloshonoresdesuhabitaciónalosdosmagistrados con una paciencia llena de dignidad; reclinándose sobre un codo,declaróqueestabadispuestoaresponderacuantaspreguntaslehiciesen.

NuestroslectoresconocendemasiadobienelcarácterdeGeorgesparapensarqueniporuninstantese leocurriesenegarningunodeloshechosquesele imputaban.No sólo respondió con lamayor veracidad a todas las preguntas hechas, sino que

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ademássecomprometió,noparaaquelmismodía,puessesentíaaúnmuydébil,sinoparaeldía siguiente, adictar élmismoal escribano lahistoriadetalladade toda laconspiración.Laofertaerademasiadogenerosaparaquelajusticialarechazara.

Georges tenía un doble objetivo al hacer esa proposición: en primer lugar,acelerarlamarchadelprocesoy,después,cargarélcontodalaresponsabilidad.

Aldíasiguientesepresentarondenuevolosdosmagistrados.Georgeslesofrecióelrelatoquehabíaprometido;perocomopasabaporaltolasproposicionesqueLaízalehabíahecho,eljuezdeinstrucciónlointerrumpió,haciéndoleobservarqueomitíaunacircunstanciaensudescargo,lacual,dadalamuertedeLaíza,nopodíainculparanadie.

AsífuecómoGeorgessupodelamuertedeLaízaylascircunstanciasquehabíanacompañadosumuerte;pues,paraél,comoyahemosdicho,todaesapartedesuvidasemanteníaenlaoscuridad.

Nopronuncióniunasolavezelnombredesupadre,yelnombredesupadrenofue pronunciado ni una sola vez, ni, con mucha más razón, como es natural, elnombredeSara.

Esta declaración de Georges hacía completamente inútil cualquier otrointerrogatorio.Eljovendejó,pues,derecibirvisitas,conlaexcepcióndeldoctor.

Unamañana,alentrar,elmédicohallóaGeorgesenpie.—Señor—le dijo—, le había prohibido que se levantara hasta dentro de unos

días;estáustedmuydébil.—Querido doctor—respondióGeorges—,me ofende confundiéndome con los

acusadosvulgaresqueretrasancuantopuedeneldíadeljuicio;peroyo,seloconfiesofrancamente,tengoprisaporterminary,enconciencia,¿creeustedquevalgalapenacurarse bien paramorir?Amíme parece que tener suficiente fuerza para subir alpatíbuloes todo loque loshombrespuedenpedirmey todo loquepuedopedirleaDios.

—Pero¿quiénledicequelevanacondenaramuerte?—dijoeldoctor.—Miconciencia,doctor.He jugadounapartidaen laquemehabíaapostado la

cabeza;heperdidoyestoydispuestoapagar,esoestodo.—Noimporta—dijoeldoctor—,miopiniónesquetodavíanecesitaunosdíasde

cuidados antes de exponerse a las fatigas de los debates y a las emociones de unjuicio.

Pero aquel mismo día Georges escribió al juez de instrucción que estabacompletamenterepuestoy,porconsiguiente,adisposicióndelajusticia.

Dosdíasdespuésempezaronlassesiones.Georges, al llegarante los jueces,mirócon inquietuda sualrededor,yviocon

alegríaqueeraelúnicoacusado.Luegosumiradarecorrióconseguridadtodalasala;laciudadenteraasistíaalaaudiencia,conlaexcepcióndelseñordeMalmédie,HenriySara.

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Algunos asistentes parecían compadecerse del acusado; pero lamayor parte derostrosnoteníanmásexpresiónqueladelodiosatisfecho.

Georges, por su parte, estaba tranquilo y altivo como siempre. Su atuendo era,como de costumbre, una levita y una corbata negras, un chaleco y un pantalónblancos.

Lucíasusdoscintasanudadasenelojal.Le habían nombrado un abogado de oficio, porque él se había negado a elegir

uno;noteníaintenciónsiquieradedejarquealguienintentaradefendersucausa.LoqueGeorgesdijonofueunadefensa,fuelahistoriadetodasuvida:noocultó

quehabíaregresadoalaIsladeFranciaconla intencióndecombatir,por todoslosmedios posibles, el prejuicio que pesaba sobre los hombres de color; no dijo, sinembargo, ni una palabra de las causas que habían acelerado la ejecución de suproyecto.

UnjuezledirigióalgunaspreguntasrelacionadasconelseñordeMalmédie,peroGeorgessolicitópermisoparanoresponder.

Apesarde lasfacilidadesquedioal tribunal, losdebatesduraron tresdías;auncuandonotienennadaquedecir,losabogadosnecesitanhablar.

El fiscal habló durante cuatro horas. Fulminó a Georges, quien escuchó todaaquellalargainvectivaconlamayorserenidad,inclinandolacabezadevezencuandoen señal de aceptación. Luego, cuando el discurso del Ministerio Público huboterminado,elpresidentelepreguntósiteníaalgoquedecir.

—Nada —respondió Georges—, excepto que el señor fiscal ha sido muyelocuente.

Elfiscalseinclinóasuvez.Elpresidenteanuncióquelosdebateshabíanconcluido,yGeorgesfueconducido

denuevoasuprisión,yaquelasentenciadebíaseremitidaenausenciadelacusado,siéndolecomunicadaaélposteriormente.

Georgesentróenlacárcelypidiópapelytintaparaescribirsutestamento.Comolos juicios ingleses no conllevan la confiscación de bienes, podía disponer de sufortuna.Dejóaldoctorquelohabíaatendidotresmillibrasesterlinas;aldirectordela cárcel, mil libras esterlinas; a cada uno de los carceleros,mil piastras. Era unafortunaparacadaunodeestosdonatarios.

DejóaSaraunpequeñoanillodeoroquehabíaheredadodesumadre.Cuandoibaaponersunombrealfinaldeldocumento,entróelescribano.Georgesselevantócon laplumaen lamanoyelhombre leyó la sentencia.Talcomohabía temido, lehabíancondenadoalapenademuerte.

Terminadalalectura,Georgessaludó,sevolvióasentaryfirmóeltestamentosinquefueraposibleadvertirlamásligeraalteraciónentrelaletradelcuerpodelactayladelafirma.

Despuésfueanteunespejoysemiróparaversiestabamáspálidoqueantes.Eraelmismo rostro, pálido pero tranquilo. Se sintió contento de símismo y se sonrió

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murmurando:—Vaya, yo creía que sería más emocionante el oír que se está condenado a

muerte.Eldoctorfueaverleylepreguntó,porcostumbre,cómoseencontraba.—Pues muy bien, doctor—le contestó Georges—. Ha hecho usted un trabajo

espléndido,yesunapenaquenoledentiempoparaterminarlo.Entonces se informó de si el modo de ejecución había cambiado desde la

ocupacióninglesa:seguíasiendoelmismo,yestaseguridadcomplacióaGeorges;noeralaindignahorcadeLondresnilainmundaguillotinadeParís.No,laejecuciónenPort-LouisteníaunairepintorescoypoéticoquenohumillabaaGeorges.Unnegro,haciendodeverdugo,decapitabaconunhacha.AsíhabíanmuertoCarlosIyMaríaEstuardo,Cinq-MarsydeThou.Elmododeejecuciónestámuyrelacionadoconlamanera con que se soporta la muerte. Luego inició con el doctor una discusiónfisiológicasobrelaprobabilidaddesufrimientofísicodespuésdeladecapitación;eldoctor sostenía que la muerte era instantánea, pero Georges era de la opinióncontraria,ycitódosejemplosparaapoyarsu tesis.Unavez,enEgipto,habíavistodecapitaraunesclavo;elcondenadoestabaderodillas,elverdugolecortólacabezadeun solo tajo,y la cabeza salió rodandohasta sieteuochopasosdedistancia; alinstanteelcuerposelevantósobrelospies,diodosotrespasossinsentidoagitandolosbrazosalaire,yvolvióacaer,nomuertodeltodo,sinoaúnagonizante.Otrodíaque, en elmismopaís, asistía a una ejecución parecida, con su eterna voluntad deinvestigación, se apoderóde la cabezaenelmismo instante enqueacababade serseparada del cuerpo, y levantándola por los cabellos hasta la altura de su boca, lepreguntóenárabe:«¿Sufres?».Anteestapregunta,elojodelcondenadoseabrióysus labios se movieron intentando articular una respuesta. Georges estaba, pues,convencidodeque lavida semantenía,porunos instantesalmenos,despuésde laejecución.

Eldoctor terminóaceptandosuopinión,puestambiénera lasuya;sinembargo,habíacreídosudeberdaralcondenadoelpococonsueloquepudieradarlelapromesadeunamuertedulceyfácil.

La jornada transcurrió paraGeorges como habían transcurrido las precedentes,conladiferenciadequeescribióasupadreyasuhermano.PorunmomentotomólaplumaparaescribiraSara,pero,porunmotivouotro,sedetuvo,apartóelpapelydejó caer la cabeza entre las manos. Permaneció mucho rato así, y si alguien lehubieravistoalzarlafrente,locualhizoconelmovimientoaltivoyorgullosoqueleerahabitual,sehabríadadocuentadequesusojosestabanligeramenteenrojecidosyqueunalágrimamalenjugadatemblabaenlapuntadesuslargaspestañasnegras.

Yesque,desdeeldíaenqueencasadelgobernadorhabíarechazadocasarseconlahermosacriolla,nosólonolahabíavueltoaver,sinoquenisiquierahabíaoídohablardeella.Noobstante,nopodíacreerqueellalohubieraolvidado.

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Cayó la noche.Georges se acostó a su hora acostumbrada y se durmió con elmismosueñoque lasdemásnoches:por lamañana, al levantarse,mandó llamaraldirectordelaprisión.

—Señor—ledijo—,tengounfavorquepedirle.—¿Cuál?—preguntóeldirector.—Querríacharlarunratoconelverdugo.—Necesitolaautorizacióndelgobernador.—¡Ah!—dijoGeorgessonriendo—,pídaselademiparte.LordMurreyesungentlemanynolenegaráestagraciaaunviejoamigo.Eldirectorsalióprometiendohacerloquelesolicitaba.Traseldirectorentróun

sacerdote.Georges tenía las ideas religiosasque tienenhoyendía loshombresdenuestra

época,esdecir,queaundescuidandolasprácticasexternasdelareligión,era,enelfondo de su corazón, profundamente impresionable ante las cosas santas: así, unaiglesia sombría, un cementerio aislado o un ataúd que pasase eran para su almaimpresiones ciertamente más graves de lo que hubiese sido uno de esosacontecimientos que a menudo trastocan la mente del común de los mortales. Elsacerdote era uno de esos ancianos venerables que no semolestan en convencerte,sinoquehablanconconvicción;eraunodeesoshombresque,criadosenlosgrandesescenariosdelanaturaleza,hanbuscadoyhalladoalSeñorensusobras;era,enfin,unodeesoscorazonesserenosqueatraenaloscorazonesdolientesparaconsolarlostomandoparasíunapartedesusdolores.

AlasprimeraspalabrasqueGeorgesyelancianointercambiaron,setomarondelamano.

Eraunacharlaíntimaynounaconfesiónloqueelancianoreclamabadeljoven;pero, aunque altanero frente a la fuerza, Georges era humilde ante la debilidad.Georgesseacusódesuorgullo:era,comoeldeSatanás,suúnicopecado,ycomoaSatanás,supecadolohabíallevadoalaperdición.Perotambién,enaquellahora,eraelorgulloloquelesostenía,loquelehacíafuerte,loquelehacíagrande.

EsciertoquelagrandezasegúnloshombresnoeslagrandezasegúnDios.VeinteveceselnombredeSaraacudióaloslabiosdeljoven,perosiemprearrojó

el nombre hasta lo más hondo de su corazón, ese oscuro abismo donde seamontonabantantasemociones,aunquesurostro,comounacapadehielo,tapasesuprofundidad.

Mientrasel sacerdoteyel condenadohablaban, seabrió lapuertayaparecióeldirector.

—Elhombrequehasolicitadover—dijo—estáaquíyaguardaaquepuedaustedrecibirlo.

Georgespalidecióun tanto, yun leve estremecimiento recorrió todo su cuerpo.Sinembargo,fuecasiimposiblenotarloqueacababadesentir.

—Dígalequepase—dijo.

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Elsacerdotequisoretirarse,peroGeorgesloretuvo.—No, quédese; lo que tengoquedecir a este hombrepuededecirse delante de

usted.Quizáaquellaalmaorgullosanecesitaba,paraconservartodasufuerza,tenerun

testigodeloqueibaasuceder.Unnegrodegranestaturaydeproporcioneshercúleasentróenlahabitación:ibadesnudo,exceptoporsucamisola,queeradetelaroja;susgrandesojossinexpresióndenotabanlaausenciadetodainteligencia.Sevolvióhaciael director, que le había hecho entrar, ymirando alternativamente al sacerdote y aGeorgespreguntó:

—¿Decuáldelosdossetrata?—Deljoven—respondióeldirector,ysalió.—¿Esustedelejecutor?—dijoGeorgesconfrialdad.—Sí—respondióelnegro.—Muybien.Vengaaquí,amigomío,ycontésteme.Elnegrodiodospasoshaciaadelante.—¿Sabequemeejecutarámañana?—dijoGeorges.—Sí—contestóelnegro—;alassietedelamañana.—¡Ah!Esalassietedelamañana.Graciasporlainformación.Habíapedidoesosdetallesperosenegaronadármelos.Peronosetratadeeso.Elsacerdotesesintiódesfallecer.—No he visto nunca una ejecución en Port-Louis —dijo Georges—, y como

deseoquelascosassalganbien,lehemandadoabuscarparaquehagamosjuntosloque,entérminosteatrales,sellamaunensayo.

Elnegronoentendía;Georgessevioobligadoaexplicarlemásclaramenteloquedeseaba.

Entonces el negro representó el tajo con un taburete, condujo a Georges a ladistanciadeltajodondedebíaarrodillarse,leindicóelmodoenquedebíacolocarlacabezayleprometiócortárseladeunsolohachazo.

El anciano quiso levantarse para irse; no tenía fuerzas para soportar aquellaextraña prueba, en la que ambos protagonistas mantenían la misma impasibilidad,unoporelenvilecimentodesumente,elotroporlafortalezadesucorazón.Perolaspiernasnolosostuvieronyvolvióacaerenlabutaca.

Una vez dadas y recibidas las informaciones mortuorias, Georges se sacó deldedoundiamante.

—Amigomío—dijoalnegro—,comonotengodineroaquíynoquieroquehayaperdidoeltiempopornada,tomeestasortija.

—Tengo prohibido aceptar cosas de los condenados—dijo el negro—, pero sípuedoheredarlas; déjese la sortija en el dedoymañana, cuando estémuerto, se lasacaré.

—¡Muybien!—dijoGeorges.E,impasiblemente,sevolvióacolocarlasortijaeneldedo.

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Elnegrosefue.Georgessevolvióhaciaelsacerdote,queestabapálidocomolamuerte.—Hijomío—dijo—,me siento dichoso de haber encontrado un alma como la

suya:eslaprimeravezqueacompañoauncondenadoalpatíbulo.Temodesfallecer.Ustedmesostendrá,¿verdad?

—Nosepreocupe,padre—respondióGeorges.Era el párroco de una pequeña iglesia situada en la carretera, en la que los

condenadossuelendetenerseparaoírmisaporúltimavez.SetratabadelaiglesiadeSanSalvador.

Elsacerdotese fue también,prometiendoregresarpor lanoche.Georgesquedósolo.

Loquepasóentoncesporelalmayelrostrodeesehombrenadielosabe;talvezlanaturaleza,implacableacreedora,recuperósusderechos;talvezfuetandébilcomofuerteacababadeser;talvez,unavezcaídoeltelónqueseparaalpúblicodelactor,todasuaparenteimpasibilidaddesaparecióparadejarpasoaunaauténticaangustia.Peroesprobablequenofueraasí,pues,cuandoelcarcelerovolvióaabrirlapuertaparallevarlelacena,lohallóliandouncigarrillocontantacalmayserenidadcomohubierapodidohacerlounhidalgoenlaPuertadelSol,ounfashionableenelbulevardeGante.

Georges cenó como de costumbre; llamó, no obstante, al carcelero paraencargarle que le prepararan un baño para el día siguiente a las seis, y que lodespertaranalascincoymedia.

Amenudo,alleerenunlibrodehistoriaoenunperiódicoquehabíandespertadoatalocualcondenadoeldíadesuejecución,amenudo,decíamos,Georgessehabíapreguntadosiaquelcondenado,alquehabíantenidoquedespertar,estabarealmentedormido.Había llegadoelmomentodedescubrirloélmismo,yenestepunto ibaasaberaquéatenerse.Alasnueve,cuandollegóelsacerdote,Georgesestabaacostadoleyendo.Elcuralepreguntócuáleraellibroenelquebuscabaunapreparaciónparalamuerte,sieraelFedón[17]olaBiblia.Georgesselomostró.EraPauletVirginie.

¡Qué cosa tan extraña que, en ese terrible momento, fuera precisamente esaplácidaypoéticahistorialaqueelcondenadohubieraescogido!

ElsacerdoteestuvohastalasonceconGeorges.Duranteesasdoshoras,fuecasisiempreeljovenquienestuvohablando,explicandoalcuracómoentendíaélaDiosydesarrollando su teoría sobre la inmortalidad del alma: en las circunstanciasordinarias de la vida Georges era elocuente; durante aquella velada suprema, fuesublime.Eraelcondenadoquienenseñaba;erael sacerdotequienescuchaba.A lasonce,Georges recordóalpadrequehabía llegado lahoray lehizonotarque,paratenertodassusfuerzaslamañanasiguiente,leeraprecisodescansar.

Enelmomentoenqueelancianosalió,unviolentocombateparecióiniciarseenel corazón del joven; volvió a llamar al sacerdote y éste entró de nuevo, peroGeorges,haciendoungranesfuerzo,dijo:

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—Nada;nada,padre.Mentía;eraotravezelnombredeSaraquepedíaescaparseporsuboca.Perotambiénestavezelancianosaliósinhaberlooído.Aldíasiguiente,cuando,alascincoymedia,elcarceleroentróenelcuarto,halló

aGeorgesprofundamentedormido.—Era cierto—dijo éste al despertar—, un condenado puede dormir la última

noche.Pero ¿hasta qué hora había permanecido en vela para llegar a ese resultado?

Nadielosabe.Letrajeronelbaño.Enesemomentoentróeldoctor.—Ya lo ve, doctor —dijo—, sigo las reglas de la Antigüedad: los atenienses

tomabanunbañojustoantesdeiralcombate.—¿Cómo se encuentra? —le preguntó el médico. Era una de esas preguntas

banalesquesehacencuandonosesabequédecir.—Pues muy bien —respondió Georges sonriendo—. Empiezo a creer que no

morirédebidoamiherida.Entoncestomósutestamentobienselladoyseloentregó.—Doctor—añadió—,lehenombradomialbacea.Encontraráenestepapeltres

líneasqueleatañen:hequeridodejarleunrecuerdomío.Elhombresesecóunalágrimaybalbuceóunaspalabrasdeagradecimiento.Georgessemetióenelbaño.—Doctor—ledijoalcabodeuninstante—,enestadonormal,¿cuántasvecespor

minutolateelpulsodeunhombresanoytranquilo?—Puesdesesentaycuatroasesentayseisveces—contestó.—Tome el mío—dijo Georges—; tengo curiosidad por saber el efecto que la

proximidad de la muerte produce en mi sangre. El doctor sacó su reloj, tomó lamuñecadelcondenadoycontólaspulsaciones.

—Sesentayocho—dijoalcabodeunminuto.—Bueno,bueno—dijoGeorges—.Estoybastantesatisfecho.¿Yusted,doctor?—¡Esmilagroso!—respondióéste—.¿Esqueesusteddehierro?Georgessonrió

conorgullo.—¡Ay, señores blancos!—dijo—. ¿Tienen prisa por vermemorir?Me imagino

quesí;quizánecesitabanunaleccióndevalor.Puesselavoyadar.Entróelcarceleroanunciandoalcondenadoqueeranlasseis.—Queridodoctor—dijoGeorges—,¿mepermitequesalgadelbaño?Peronose

alejemucho,mealegrarápoderestrecharlelamanoantesdeabandonarlacárcel.Elhombreseretiró.

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Unavezsolo,eljovensaliódelbaño,sepusounpantalónblanco,botasdecharolyunacamisadebatistacuyocuellodoblóélmismo.Luegoseacercóaunpequeñoespejo,yseatusóloscabellos,elbigoteylabarbacontantooquizámáscuidadodeloquehubierahechoparairaunbaile.Acontinuaciónfueallamaralapuertaparaindicarqueestabalisto.

El cura entró y lo miró. Jamás había estado tan hermoso: sus ojos lanzabandestellos,sufrenteparecíafulgurante.

—¡Oh!Hijomío,hijomío—dijoelanciano—,guárdesedelorgulloElorgullohaperdidosucuerpo,procurequenopierdatambiénsualma.

—Ustedrezarápormí,padre—dijoGeorges—,yestoysegurodequeDiosnotienenadaquenegaralasoracionesdeunhombretansanto.

Entoncesvioalverdugoquepermanecíaenlasombradelapuerta.—¡Ah!¿Esusted,amigomío?—dijo—.Acérquese.Elnegroibaenvueltoenunagrancapabajolacualocultabaelhacha.—¿Cortabiensuhacha?—preguntóGeorges.—Sí—contestóelverdugo—,nosepreocupe.—¡Estábien!—dijoelcondenado.Notó entonces que el negro buscaba en su mano el diamante que le había

prometidoeldíaantes,ycuyoengastesehabíagirado,porcasualidad,haciaadentro.—Nosepreocupeustedtampoco—dijogirandoelengastehaciaafuera—,tendrá

ustedelanillo.Esmás,paraquenotengalamolestiadesacármelo,tenga…—Yledioelanilloalsacerdote,indicándoleconungestoqueestabadestinadoal

verdugo.Luego fue hacia un pequeño secreter, lo abrió y sacó dos cartas; eran las dos

cartasquehabíaescrito,unaparasupadre,laotraparasuhermano.Lasentregóalsacerdote.Unavezmásparecióqueibaadecirlealgo,lepusolamanosobreelhombro,lo

miró fijamente,movió los labios como si fuera a hablar, pero también esta vez suvoluntad fuemás fuerte que su emoción, y el nombre que quería escaparse de supechofueamorirensuboca,tandébilquenadielooyó.

Enesemomentosonaronlasseis.—¡Vamos!—dijoGeorges.Y salió de la prisión seguido por el sacerdote y el

verdugo.Alfinaldelaescalerahallóaldoctor,queloaguardabaparadarlesuúltimoadiós.

Georgesletendiólamanoe,inclinándose,ledijoaloído:—Leencomiendomicuerpo.Ysalióresueltamentehaciaelpatio.

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XXVIII

LAIGLESIADESANSALVADOR

En la puerta de la calle, como es natural, se agolpaban los curiosos. Losespectáculos son escasos en Port-Louis, y todo elmundo había querido ver, si nomorir,almenospasaralcondenado.

El director de la prisión había preguntado aGeorges de quémodo deseaba serconducidoalpatíbulo,yéllehabíarespondidoquedeseabairapie.Sudeseolefueconcedido:eraunaúltimagentilezadelgobernador.

Ochoartillerosacaballoloaguardabanalapuerta.Entodaslascallesporlasquedebíapasar estaban apostados los soldados ingleses a ambos ladosde la calle paravigilaralprisioneroyconteneraloscuriosos.

Cuando apareció se oyó un gran rumor; contrariamente a lo que Georgesesperaba, no era el tono del odio lo que dominaba en el ruido que acogió supresencia;habíade todo,perosobre todo interésypiedad.Yesquesiempreejerceunapoderosafascinaciónelhombreapuestoyorgullosoqueseenfrentaalamuerte.

Georgescaminabaconpasofirme,lacabezaaltayelrostrosereno;perodebemosdecirlo,enaquelmomentoalgoterribleestabasucediendoensucorazón.

PensabaenSara.EnSaraquenohabíaintentadoverle,quenolehabíaescritoniunanota,queno

lehabíamandadoniunrecuerdo.EnSara,enquienélhabíacreídoyaquiendebíasuúltimadecepción.EsciertoqueconelamordeSarahabríalamentadoperderlavida;peroelolvido

de la muchacha era la hez de su cáliz. Además, unto a su amor traicionado,murmurabasuorgullofrustrado.Habíafracasadoentodo;susuperioridadnolohabíaconducidoaningúnfin.

El resultado de toda aquella larga lucha era el patíbulo, hacia donde ahoracaminabaabandonadoportodos.

Cuandohablasendeéldirían:«Erauninsensato».Devezencuando,mientrascaminaba,mientrasmiraba,unasonrisapasabapor

sus labios, como respondiendo a sus pensamientos. Esa sonrisa, aunque semejanteporfueraatodaslassonrisas,eramuyamargapordentro.YsinembargoélesperabaaSaraentodaslasesquinas,labuscabaentodaslasventanas.

Ella,quehabíadejadocaer su ramoanteél cuando,a lomosdeAntrim,corría,vencedor, hacia el triunfo, ¿no dejaría caer una lágrima en su camino cuandomarchaba,vencido,haciaelpatíbulo?

Peronoveíanadaporningunaparte.

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Recorrióasí lacalledeParísentodasulongitud;luegotorcióaladerechayseencaminóhacialaiglesiadeSanSalvador.Estabacubiertadevelosnegroscomoparauncortejofúnebre:setrataba,enefecto,dealgoparecido.Uncondenadoquemarchahaciaelpatíbulo,¿quéotracosaessinouncadáverviviente?

Al llegar ante la puerta,Georges se estremeció. Junto al buen sacerdote que loesperababajoelporchesehallabaunamujervestidadenegroycubiertatambiénconunvelodelmismocolor.

¿Quéhacíaallíesamujervestidacomounaviuda?¿Quéesperaba?A pesar suyo, Georges aceleró el paso; sus ojos estaban clavados en la

desconocidaynopodíandespegarsedeella.Amedidaqueseaproximaba,sucorazónlatíaconmásymásfuerza;supulso,tantranquiloantelamuerte,sevolvíafebrilanteesamujer.

Enelmomentoenquepisabaelprimerescalóndelapequeñaiglesia,elladiounpasoadelantealencuentrodeGeorges,quesubióloscuatroescalonesdeunsalto,lelevantóelvelo,lanzóungrangritoycayóderodillas.

EraSara.Ella tendió lamano conunmovimiento lentoy solemne; y se produjoungran

silencioentrelamuchedumbre.—Escuchad—dijo—, en el umbral de la iglesia en la que está entrando, en el

umbraldelatumbaalaqueestáapuntodeentrar,delantedeDiosydeloshombres,ospongoa todospor testigosdequeyo,SaradeMalmédie,pidoal señorGeorgesMuniersiquieretomarmeporesposa.

—¡Sara!—exclamóGeorgesestallandoensollozos—.¡Ereslamásdigna,lamásnoble,lamásgenerosadetodaslasmujeres!—Selevantóentonces,yrodeándolaconsubrazocomositemieraperderla,dijo—:

—Ven,miviuda.Ylacondujoalinteriordelaiglesia.Sihuboalgunavezuntriunfadororgullosodesuvictoria,ésefueGeorges.Enun

instante,enunsegundo,todohabíacambiadoparaél;conunapalabra,Saraacababadesituarloporencimadetodosloshombresquelomirabanpasarsonrientes.Yanoeraunpobreinsensato,incapazdealcanzarunobjetivoimposible,quemoríaantesdehaberlo conseguido; era un vencedor abatido en el momento de la victoria; eraEpaminondas[18] arrancándose la mortal jabalina del pecho, pero viendo huir alenemigoconsuúltimamirada.Asípues,conelúnicopoderdesuvoluntad,conlaúnicainfluenciadesuvalorpersonal,él,unmulato,habíaconseguidoelamordeunamujerblanca,y,sindarunpasohaciaella,sinintentarinfluirensuánimoniconunapalabra,niconunacarta,niconunaseñal,aquellamujerhabíaidoaesperarloenelcaminoalpatíbuloy,allí,delantedetodos,cosaquequizánosehabíavistojamásenlaisla,lohabíaelegidocomoesposo.

Ahorayapodíamorir;yateníalarecompensadesulargalucha;sehabíabatidocuerpo a cuerpo con el prejuicio, y, aunque lohabíaheridodemuerte, el prejuicio

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habíamuertoenlalucha.Todos estos pensamientos refulgían en la frente deGeorgesmientras llevaba a

Sara.Yanoerauncondenadodispuestoasubiralpatíbulo,eraunmártirqueseelevaba

haciaelcielo.Unosveintesoldadosestabanenfiladentrodelaiglesia;cuatrovigilabanelcoro.

GeorgespasóentreellossinverlosyfueaarrodillarseconSaraanteelaltar.Elsacerdotecomenzólamisanupcial,peroGeorgesnoescuchabasuspalabras,

sujetabalamanodeSaray,devezencuando,sevolvíahacialamuchedumbreylesdedicabaunamiradadesoberanodesprecio.DespuéssevolvíahaciaSara,pálidaydesfallecida,cuyamanosentíaestremecerseentre lasuya,y laenvolvía todaenteracon unamirada llena de gratitud y de amor,mientras ahogaba un suspiro; pues seimaginaba, él que iba amorir, lo que sería una vida entera pasada al lado de unamujercomoella.

¡Habríasidoelcielo!,peroelcielonoestáhechoparalosvivos.Lamisa seguía su curso, cuandoGeorges, dándose la vuelta, vio aMiko-Miko

quehacíacuantopodía,noconpalabras,sinocongestos,paraablandaralossoldadosqueprotegíanlaentradadelcoro,yparallegarhastaGeorges.Eraunaúltimamuestradeabnegaciónqueveníaapedirunamirada,unapretóndemanoscomorecompensa.Elcondenadosedirigióeninglésaloficialylepidióquedieraalbuenchinopermisoparallegarhastaél.

Nohabíaningúninconvenienteenconcederleesedeseo;asípues,anteunaseñaldeloficial,lossoldadosseapartaronyMiko-Miko,seprecipitóhaciaelcoro.

YahemosvistoquégratitudsentíaelpobrevendedorporGeorgesdesdeeldíaenque lo había conocido. Este sentimiento había hecho que fuera a buscarlo cuandoestaba prisionero en la Policía; ahora se lo manifestaba por última vez al pie delpatíbulo.

Miko-MikoseechóalasrodillasdeGeorgesyéste le tendiólamano.Elchinotomó esamano entre las suyas y apoyó sus labios en ella; pero, almismo tiempo,Georgessintióqueelvendedorledeslizabaunnota,yseestremeció.Deinmediato,comosielchinonohubiesepedidomásqueeseúltimofavory,satisfechodehaberloconseguido,nodeseasenadamás,sealejósinpronunciarunasolapalabra.

Georges,conlanotaenlamano,fruncióelentrecejo.¿Quésignificabaesto?Nocabíadudadequeesanota teníaunagran importancia,peroGeorgesno se

atrevióamirarla.De vez en cuando, al ver a Sara tan bella, tan abnegada, tan desinteresada por

cualquieramorterrestre,undolorinauditonuncaexperimentadoantesseapoderabadel corazón deGeorges y lo oprimía como una garra de hierro, porque,muy a supesar,alpensarenladichaqueperdía,seapegabaalavida,yaunquesentíasualmadispuesta a subir al cielo, sentía su corazón encadenado a la tierra. Entonces leasaltabaelterrordemorireneldesespero.

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Además,esanotaquelequemabalamano,esanotaquenoseatrevíaaleerpormiedo a que lo vieran los soldados que lo custodiaban, esa nota parecía tener queanunciarunaesperanza,aunqueensusituacióntodaesperanzafueseinsensata.

Sin embargo, estaba impaciente por leerla, pero gracias al dominio sobre símismo que seguía manteniendo, su impaciencia no se traducía en ningún signoexterno; únicamente su mano crispada apretaba el papel con tanta fuerza que seclavabalasuñasenlacarne.

Sararezaba.Estaban en el momento de la consagración. El sacerdote alzó la hostia

consagrada,elmonaguillohizosonarlascampanillasytodossearrodillaron.Georgesaprovechóesemomentoy,alarrodillarsetambién,abriólamano.Lanotaconteníaestaúnicalínea:«Estamosaquí.Estátepreparado».LaprimerafraseestabaescritaporlamanodeJacques;lasegunda,porlamano

dePierreMunier.Eneseinstante,cuandoGeorges,asombradoysoloenmediodelamuchedumbre,

levantaba la cabeza y miraba alrededor, la puerta de la sacristía se abrió porcompleto:ochomarinerosseprecipitarondentro,agarraronaloscuatrosoldadosdelcoro y los colocaron poniéndolos a cada uno dos puñales en el pecho. Jacques yPierre Munier aparecieron: el primero se llevó a Sara en sus brazos, el segundoarrastróaGeorgesdelamano.Losdosesposossehallaronenlasacristía;losochomarineros entraron también construyendo una muralla con los cuatro soldadosingleses,alosquehabíancolocadoanteellosparadisuadirasuscompañerosdequedisparasen. Jacques y Pierre cerraron la puerta. En otra puerta que daba al campohabíadoscaballosensilladosesperando:eranAntrimyYambo.

—¡Acaballo!—gritóJacques—;¡acaballo losdos,yagalope tendidohasta labahíadelTombeaux!

—Pero¿ytú?¿Ypadre?—exclamóGeorges.—Que vengan a atraparme, a mí y a mis valientes marineros —dijo Jacques

sentando a Sara en su silla, mientras Pierre Munier obligaba a su hijo a subir alcaballo.Yalzandolavozgritó—:¡Amí,mislascares!¡Amí!

Al instante aparecieron corriendo, desde los bosques de la montaña Longue,cientoveintehombresarmadoshastalosdientes.

—Váyase—dijoJacquesaSara—,lléveselo,sálvelo…—Pero¿yustedes?—preguntóella.—Nosotroslosseguiremos,nosepreocupe.—Georges—dijo Sara—, en nombre del cielo, ¡ven! Y lamuchacha lanzó su

caballoalgalope.—¡Padre!—gritóGeorges—.¡Padre!—Pormivida,respondodetodo—dijoJacquesespoleandoaAntrimconlahoja

desusable.

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Yelcaballopartiócomoelviento,llevándoseasujinete,que,enmenosdediezminutos, desapareció conSaradetrás del pobladomalabar,mientrasPierreMunier,Jacquesysusmarineros loseguíancontalrapidezqueantesdequelos inglesessehubiesenrecuperadodelasombro,elpequeñogrupoyaestabaalotroladodelarroyodePucelles,esdecir,fueradelalcancedelosfusilesenemigos.

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XXIX

ELLEYCESTER

Hacia las cinco de la tarde del mismo día en que habían ocurrido losacontecimientosqueacabamosde relatar, lacorbetaCalypso,navegandodebolina,hacíarutahaciaeleste-nordeste,ciñéndosealvientoque,segúnescostumbreenesosparajes,soplabadeleste.

Además de sus dignos marineros y del maestre Cabeza de Hierro, su primerteniente,alquenuestroslectoresconocen,sinodevista,síalmenosdereputación,sutripulaciónsehabíaincrementadoconotrostrespersonajes.ÉstoseranPierreMunier,GeorgesySara.

PierreMuniersepaseabaconJacquesdesdeelpalodemesanaalpalomayorydelpalomayoralpalodemesana.

GeorgesySaraestabanapopa,sentadosunoalladodelotro.Ellateníasumanoentrelasdeél;GeorgesmirabaaSara,ellamirabaalcielo.

Convendríahallarseenlahorriblesituacióndelaqueacababandeescaparlosdosamantes para poder analizar los sentimientos de suprema felicidad y dicha infinitaqueexperimentabanalverselibresenaquelinmensoocéanoquelosllevabalejosdesu patria, es cierto, pero lejos de una patria que, comounamadrastra, no se habíaocupado de ellos más que para perseguirlos de vez en cuando. No obstante, undolorososuspirosalíadelabocadeunodeellosparasobresaltaralotro.Elcorazónquehasidotorturadoduranteunlargotiemponoseatreveasentirseconfiadoensurepentinafelicidad.

Eranlibres,sinembargo,ynoteníanporencimadeellosmásqueelcielo,ypordebajo elmar; huían con toda la velocidad de su liviano navío de aquella Isla deFrancia que a punto había estado de serles fatal. Pierre y Jacques charlaban, peroGeorgesySaranodecíannada;avecesunodeellosdejabaescaparelnombredelotro,ynadamás.

Devez en cuando,PierreMunier se parabay losmiraba conuna expresióndeindecible arrebato; el pobre anciano había sufrido tanto que no sabía cómo teníafuerzaspararesistirtantafelicidad.

Jacques,menossentimental,mirabahaciaelmismo lado,peroeraevidentequenoeraelcuadroqueacabamosdedescribirloqueatraíasusmiradas,sinoqueéstaspasabanpor encimade la cabezadeGeorgesydeSarapara escrutar el espacio endirecciónaPort-Louis.

Jacques,nosólonoparticipabadelaalegríageneral,sinoquehabíamomentosenquesemostrabamuypreocupadoysepasabalamanoporlafrentecomoparaapartar

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unanube.CabezadeHierro,por suparte,charlabasentado tranquilamente juntoaltimonel;elbuenbretónhabríapartidolacabezadelprimeroquehubieravaciladounsegundoencumplirunaordensuya;pero,apartedeestamuynaturalexigencia,noeraorgulloso,leestrechabalamanoatodoelmundoyhablabaconcualquiera.

El resto de la tripulación había recuperado la despreocupada expresión que,despuésdelcombateolatormenta,vuelveaserelaspectohabitualdelsemblantedelosmarinos.Loshombresdeservicioestabanenelpuente,losotrosenlabatería.

PierreMunier,aunquemuyabsortoen la felicidaddeGeorgesySara,nohabíadejadodenotarlainquietuddeJacques;másdeunavezhabíaseguidosusmiradas,pero como en esa dirección él no veíamás que algunas grandes nubes a poniente,creyóqueeranéstaselmotivodepreocupacióndeJacques.

—¿Creesquehaypeligrode tormenta?—preguntóa suhijoenelmomentoenque éste lanzaba hacia el horizonte una de esas miradas inquisitivas que hemoscomentado.

—¿De tormenta?—dijoJacques—. ¡Ay!Afemíaquesi sólose tratasedeunatormentalaCalypsosepreocuparíaporellatantocomoporesagaviotaquepasa,peronosamenazaalgomásimportantequeeso.

—¿Quées,pues, loquenosamenaza?—preguntóPierreMuniercon inquietud—.Yopensabaquedesdeelmomentoenquepusimospieentubarcoestábamosasalvo.

—¡Bueno!—contestó Jacques—.El caso es queno tenemosmásposibilidadesahora de las que teníamos hace doce horas, cuando estábamos escondidos en losbosquesdelaPetite-Montagne,ycuandoGeorgesdecíaelConfiteorenlaiglesiadeSanSalvador.Pero,sinquererpreocuparle,padre,nopuedodecirquetengamosyalacabezamuysólidasobreloshombros.—Y,sindirigirlapalabraanadieenparticular,añadió—:Unhombrealavergadejuanete.

Tresmarineros se lanzaron hacia lo alto de inmediato; uno de ellos alcanzó enpocossegundosellugardesignado,ylosotrosdosdescendieron.

—¿Quéesloquetemes,Jacques?—insistióelanciano—.¿Piensasqueintentaránperseguirnos?

—Precisamente, padre —respondió el joven—, esta vez ha tocado el puntosensible.EnPort-LouistienenunafragatallamadaLeycester,unaviejaconocidamía,ytemo,loconfieso,quenonosdejaráirnosasícomoasí,sinproponernosunapartidadequillasquetendremosqueaceptaralafuerza.

—Perome parece—prosiguió PierreMunier— que llevamos, de veinticinco atreintamillasdeventajasobreella,yquealritmoquevamosprontoestaremosfueradesuvista.

—Soltadlacorredera—dijoJacques.Tres marineros se ocuparon al instante de esta labor que Jacques siguió con

visibleinterés;luego,cuandoterminaron,preguntó:—¿Cuántosnudos?

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—Diez,micapitán—respondióunodelosmarineros.—Sí,desde luego,noestánadamalparaunacorbetaciñéndosealviento,y tal

veznohayaentodalamarinainglesamásqueunafragataquepuedacorreramedionudo más por hora; por desgracia, esa fragata es la que tendremos encima si algobernadorseleocurreperseguirnos.

—¡Oh!Siesodependedelgobernador,seguroquenonosperseguirán—contestóPierreMunier—;sabesbienqueesehombreesamigodetuhermano.

—Desdeluego.Peroesonoleimpidiódejarquelocondenaranamuerte.—¿Podíahacerotracosasinfaltarasudeber?—Estavez,padre,setratadealgomuydiferentedesudeber;estavezessuamor

propioloqueestáenjuego.Sí,sinduda,sielgobernadorhubieratenidopoderparaconceder el perdón a Georges, se lo habría concedido; pero mi hermano se le haescapado de las manos en el momento en que creía tenerlo bien sujeto. Lasuperioridad en este caso ha estado del lado de Georges y el gobernador querrátomarselarevancha.

—¡Unavela!—gritóelvigía.—¡Ah!—dijoJacqueshaciendounaseñalconlacabezaasupadre—.¿Dónde?

—preguntólevantandolacabeza.—Abarlovento,hacianosotros—contestóelmarinero.—¿Aquéaltura?—preguntóJacques.—AlaalturadelaisladeTonneliers,másomenos.—¿Ydedóndeviene?—DiríaquesaledePort-Louis.—Ahíestá—murmuróJacquesmirandoasupadre—.Yalehabíadichoqueno

estábamosfueradesusgarras.—¿Quéocurre?—preguntóSara.—Nada—respondióGeorges—.Parecequenospersiguen,esoestodo.—¡Oh, Dios mío! —exclamó ella—. ¿No me lo habrás devuelto tan

milagrosamenteparaquitármeloahora?¡Esimposible!Mientrastanto,Jacqueshabíatomadosucatalejoyhabíasubidoalacofamayor.Miróduranteunratoconextremaatenciónhaciaelpuntoindicadoporelvigía;

luego, cerrando los tubos del instrumento con la palma de la mano, descendiósilbandoyvolviójuntoasupadre.

—¿Ybien?—preguntóelanciano.—Puesbien,nomehabíaequivocado,nuestrosbuenosamigos los ingleseshan

salido de caza. Por fortuna—añadiómirando el reloj—, dentro de dos horas seránochecerrada,ylalunanosaldráhastalasdoceymedia.

—Entonces,¿creesqueconseguiremosescapar?—Haremosloquepodamos,padre,nosepreocupe.Yonosoymuyorgullosoy

nomegustanlosnegociosenlosquenohaynadaqueganar;yenéste,queeldiablomellevesimeequivocoenserprecavido.

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—¿Cómo,Jacques?—exclamóGeorges—.¿Seríascapazdehuirdelenemigo,tú,elintrépido,tú,elimbatible?

—Querido hermano, huiré del enemigo siempre que venga con los bolsillosvacíosydospulgadasdecuernosmásqueyo.

¡Ah! Pero cuando venga con los bolsillos llenos, es diferente: me arriesgarécuantopueda.

—Pero¿sabesquediránquehastenidomiedo?—Yresponderé,¡pardiez!,queesverdad.Además,¿paraquévamosapelearcon

esosbribones?Sinoscapturan,estamosperdidos,noscolgarándelasvergasdesdeelprimero hasta el último; si, por el contrario, los capturamos nosotros, estaremosobligadosahundirlos,aellosyalbarco.

—¿Quéquieresdecirconhundirlos?—Claro está; ¿qué quieres que hagamos con ellos? Si fueran negros, los

venderíamos;perounosblancos,¿paraquésirven?—Oh,Jacques,mibuenhermano,túnoharíasunacosasemejante,¿noescierto?—Sara,hermanita—dijoél—,haremosloquepodamos;además,cuandollegue

elmomento,siesquellega,tesituaremosenunlugarcómododesdedondenoverásnadade loquepasey,por lo tanto,para ti serácomosinadahubieseocurrido.—Luego,volviéndoseenladireccióndelnavío—:Sí,sí,allíaparece;sevelapuntadelasgavias.¿Loveallá,padre?

—Noveomásqueunpuntoblancoquesebalanceasobreunaolayquepareceunagaviota.

—Sí,esoes;sugaviotaesunabuenafragatade treintayseiscañones.Yasabeustedquelafragatatambiénesunpájaro;peroesunáguilaenvezdeunagolondrina.

—Pero¿nopuedeserotrobarco,unnavíomercante,porejemplo?—Unnavíomercantenoseceñiríaalviento.—Puesnosotrossílohacemos.—¡Oh! Nuestro caso es diferente: nosotros no podíamos pasar por delante de

Port-Louis,eracomometernosenlabocadellobo;hemostenidoquehacerunarutamásceñida.

—¿Puedesaumentarlavelocidaddetucorbeta?—Ahorayallevatodoloquepuedellevar,padre.Cuandotengamoselvientode

popa,añadiremosunostrozosdetelamásyganaremosalgunosnudos;perolafragataharáotrotantoyestaremosenlamismasituación.ElLeycesterdebeganarunamillasobrenosotros,loconozcodesdehacemucho.

—¿Entoncesnosalcanzaráduranteeldíademañana?—Sí,sinonosescapamosestanoche.—¿Ycreesqueloconseguiremos?—Dependerádelcapitánquelomande.—Bueno,pero¿ysinosalcanza?

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—Puesentonces,padre,serácuestióndeunabordaje,porque,comocomprenderá,un combate de artillería no nos conviene. Primero, el Leycester, si es que es él, yapostaríaciennegroscontradiezaquesí,tienecomounadocenadecañonesmásquenosotros; además tieneBorbón, IsladeFranciayRodrigopara reparar sus averías.Nosotrostenemoselmar,elespacio,lainmensidad.Cualquiertierranosesenemiga.Asípues,necesitamosnuestrasalasporencimadetodo.

—¿Yencasodeabordaje?—Entoncestenemosmásposibilidades.Primero, tenemoscañonesdeobuses, lo

cual no está estrictamente permitido en un navío de guerra, pero es uno de losprivilegiosquenosotros,lospiratas,nosconcedemospornuestraautoridadparticular.Además,comolafragatanoestáenpiedeguerra,probablementenotienemásquedoscientossetentahombresdetripulación,ynosotrostenemosdoscientossesenta,locual, como ve usted, con unos granujas como los míos, pone las cosas en pie deigualdad.Tranquílicese,pues,padre,yqueesononosimpidacenar,queyaoigolacampanaquesuena.

En efecto, eran las siete de la tarde y se oyó la señal para la cena con supuntualidadacostumbrada.GeorgesdioelbrazoaSara,PierreMunierlossiguióylostresdescendieronalcamarotedeJacques,que,debidoa lapresenciadeSara,habíasidotransformadoencomedor.JacquessequedóunosinstantesatrásparadaralgunasórdenesalmaestreCabezadeHierro,susegundo.

ElinteriordelaCalypsoeraunacosacuriosadever,inclusoparacualquieraquenofueraunmarino.Igualqueunhombreadornaasuamantecontodoslosmediosposibles,Jacqueshabíadecoradosucorbetacontodoslosatavíosconquesepuedaengalanaraunaninfadelmar.Lasescalerillasdecaoba relucíancomoespejos; losguarnimientosdecobre,frotadostresvecesaldía,brillabancomoeloro;enfin,todoslos instrumentos de matanza, hachas, sables, mosquetones, dispuestos en dibujosfantásticosalrededorde lasportaspor lascuales loscañonesagazapadosasomabansuscuellosdebronce,parecíanadornoscolocadosporunhábildecoradoreneltallerdeunpintorafamado.

Perolomásdestacadoera,porsulujo,elcamarotedelcapitán.Jacquesera,comoya hemos dicho, un hombre muy sensual, y así como la gente en circunstanciasextremas sabe prescindir de todo, a él, en circunstancias normales, le gustabadisfrutarvoluptuosamentedetodo.Asípues,elcamarotedeJacques,destinadoaseralavezsalón,dormitorioytocador,eraunmodeloensugénero.

Para empezar, a cada lado, es decir, a babor y a estribor, se destacaban dosamplios divanes bajo los que se escondían con sus cureñas dos cañones que no sepodíanadivinarmásqueporfuera.Unodeesosdivaneshacíalasvecesdecama,elotro de sofá; entre dos ventanas había un lindo espejo de Venecia con su marcorococó representandounosAmores enredados entre floresy frutos.Porúltimo, deltechocolgabaunalámparadeplata,arrebatadasindudadelaltardealgunamadonna,perocuyaartísticalabordenotabalamásbellaépocadelRenacimiento.

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LosdivanesylasparedesdelaamuradaestabantapizadosconunamagníficateladelaIndia,defondorojo,enlaqueserpenteabanesaslindasfloresdeorosinenvésqueparecenbordadasporlaagujadelashadas.

JacquestambiénhabíacedidoestecuartoaGeorgesyaSara;perocomolamisainterrumpidadelaiglesiadeSanSalvadornoasegurabadeltodoalamuchachaquesumatrimoniofuera legal,Georges lehabíadadoaentenderenseguidaque,sibieneraadmitidodedíaenelsantuario,porlanocheélseiríaaotrahabitación.Además,eraenestaestancia,comoyahemosdicho,dondedebíancelebrarselascomidas.

Fueunasensacióndeextrañafelicidadparaaquellascuatropersonaselhallarseasí reunidas en torno a la misma mesa, después de haber temido una separacióneterna.Porelloolvidaronduranteunosinstanteselrestodelmundoparanoocuparsemás que de ellos; olvidaron el pasado y el futuro, para no pensar más que en elpresente.

Transcurrióunahoracomounsegundo;traslocualsubierondenuevoacubierta.Lasprimerasmiradasdeloscomensalessedirigieronhacialapopabuscandola

fragata.Hubounmomentodesilencio.—Meparece—dijoPierreMunier—quelafragatahadesaparecido.—Es que, como el sol está en el horizonte, sus velas quedan en la sombra—

respondióJacques—,peromireenesadirección,padre.Yeljovenextendiólamanoparadirigirlamiradadelanciano.

—Sí,sí—dijoPierre—,yalaveo.—Inclusosehaaproximado—dijoGeorges.—Sí,algoasícomounamillaodos.Mira,miraahora,Georges,yveráshastalas

velasmásbajas.Estáaunasescasasquincemillasdenosotros.EnaquelmomentoestabanalaalturadelpasodelCap,esdecir,queempezabana

rebasarlaisla.Elsolseponíaenelhorizonteentreunlechodenubes,ylanochecaíaconlarapidezpropiadelaslatitudestropicales.

JacqueshizounaseñalaCabezadeHierro,quienseacercóconsusombreroenlamano.

—Ybien,maestreCabezadeHierro—dijoJacques—,¿quédebemospensardeesenavío?

—Pues,consupermiso,micapitán,ustedsabemásqueyodeeso.—¡No importa!Deseo saber su opinión. ¿Es un navíomercante o un navío de

guerra?—Seburlausted,micapitán—respondióCabezadeHierrosoltandounaamplia

carcajada—.Ustedsabebienquenohayentodalamarinamercante,nisiquieraenlaCompañíade lasIndias,unnavíoquepuedaseguirnos,yésteestáganandoventajasobrenosotros.

—¡Ah! ¿Y cuánto nos ha ganado desde que lo avistamos por primera vez, esdecir,hacetreshoras?

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—Micapitánlosabebien.—Leestoypidiendosuopinión,maestreCabezadeHierro;dosopinionesvalen

másqueuna.—Micapitán,habráganadounasdosmillas.—Muybien.Yasuparecer,¿dequénavíosetrata?—Ustedlohareconocido,micapitán.—Talvez,perotemoequivocarme.—¡Imposible!—dijoCabezadeHierroriendootravez.—¡Esigual!Dígameusted.—¡EselLeycester,pardiez!—¿Yaquiéncreequeestápersiguiendo?—Puesa laCalypso,meparece.Ustedsabe,micapitán,que le tieneunacierta

ojerizaporalgoasícomounpalodemesanaquetuvolainsolenciadepartirleendos.—¡Perfectamente,maestreCabezadeHierro!Yasabíatodocuantomeacabade

decir, pero no me molesta que usted tenga mi misma opinión. Dentro de cincominutos hay el relevode guardia,mandequedescansen todos los hombres quenoesténdeservicio.Dentrodeunasveintehorasnecesitaremostodassusfuerzas.

—¿Acasoelcapitánnotienelaintencióndeaprovecharlanocheparacambiarderumbo?—preguntóCabezadeHierro.

—Silencio,caballero.Hablaremosdeesomás tarde—dijoJacques—.Vuelvaasutrabajoymandequeseejecutenlasórdenesquehedado.

Cincominutosdespuésrelevaronlaguardia,ytodosloshombresquenoestabande servicio desaparecieron en la batería; al cabo de diezminutos todos dormían ohacíanverquedormían.

Ysinembargo,entretodosaquelloshombres,nohabíaniunosóloquenosupieraquelaCalypsoestabasiendoperseguida;peroconocíanasujefeyconfiabanenél.

Mientras tanto, la corbeta seguía su marcha en la misma dirección, pero yaempezabaatoparseconeloleajedelmarabierto,locualhacíasupasomásfatigoso.Sara,Georges y PierreMunier bajaron al camarote y Jacques se quedó solo en elpuente.

Lanochesehabíainstaladoyaporcompleto,yhabíanperdidodevistalafragata.Transcurrióunamediahora,Jacquesvolvióa llamarasusegundo,quienacudiódeinmediatoasuinvitación.

—MaestreCabezadeHierro,¿dóndecreequenoshallamosahora?—AlnortedelCoin-de-Mire—respondióelsegundo.—Deacuerdo.¿Se sienteustedcon fuerzasparahacerpasar lacorbetaentreel

Coin-de-MireylaislaPlate,sinchocarniaderechaniaizquierda?—Loharíaconlosojosvendados,micapitán.—¡Muybien!Enesecaso,avisealoshombresquesepreparenparalamaniobra,

porquenotenemostiempoqueperder.Cadamarinerocorrióasupuesto,ysehizounmomentodesilenciosaespera.

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Luego,enmediodeesesilencio,seoyóunavoz:—¡Viraddebordo!—dijoJacques.—¡Parad,virad!—repitióCabezadeHierro.Yseoyóelsilbatodelmaestredemaniobras.Enlacorbetaseprodujouninstantedevacilación,semejantealdeuncaballoque

va lanzado al galope al que hacen frenar en seco; luego se giró poco a poco,inclinándosebajolainfluenciadeunabrisafrescayporelfuertegolpeteodelasolas.

—¡Timónasotavento!—gritóJacques.Eltimonelobedecióylacorbeta,acercándosealadireccióndelviento,empezóa

levantarse.—¡Orzad!—continuóJacques—.¡Izadapopa!Estasdosmaniobrasseejecutaronconlamismarapidezyelmismoéxitoquelas

anteriores; la corbeta completó su abatimiento; las velas de popa empezaron ainflarse, las de proa fueron izadas también rápidamente y el grácil navío salióimpulsadohaciaelnuevopuntodelhorizontequelehabíanmarcado.

—MaestreCabezadeHierro—dijoJacquestrasseguirtodoslosmovimientosdelacorbetaconlamismasatisfacciónqueunjinetesiguelosgirosdesucaballo—,vaustedadoblar la isla,aprovechecadavariaciónde labrisaparaacercarsealorigendel viento, y bordear, con todas sus fuerzas, el cinturón de rocas que se extiendedesdeelpasodeCorveshastalacaladeFlac.

—Muybien,micapitán.—Yahora, buenas noches,maestre—concluyó Jacques—, despiérteme cuando

salgalaluna.Y fue a acostarse con esa bienaventurada despreocupación que es uno de los

privilegiosdelasexistenciasquevivensiempreentrelavidaylamuerte.Diez minutos después, dormía tan profundamente como el último de sus

marineros.

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XXX

ELCOMBATE

Maestre Cabeza de Hierro cumplió su palabra: cruzó felizmente el canal queformaelmaralestrecharseentreelCoin-de-MireylaislaPlatey,trassuperarelpasodeCorvesylaisladeAmbre,sesituólomáscercaposibledelacosta.Mástarde,alasdoceymedia,cuandoviodespuntarlalunaalsurdelaislaRodrigo,siguiendolasinstruccionesrecibidas,fueadespertarasucapitán.

Jacques,alsubiracubierta,paseóportodoslospuntosdelhorizonteesamiradarápida y escrutadora tan propia del hombre de mar. El viento había refrescado yviraba del este al nordeste; la tierra estaba a unas nueve millas a estribor y se laentreveía difusa comounaniebla; no había ningúnbarco a la vista ni a popa, ni ababor,niaproa.

EstabanalaalturadePort-Bourbon.Jacques había jugado las mejores cartas que podía jugar. Si la fragata, que lo

había perdido de vista por la noche, había proseguido su ruta hacia el este, seríademasiadotardeparaquealamanecervolvieraatrás,yentoncesestabanasalvo;si,por el contrario, por una inspiración fatal, el capitán del barco perseguidor habíaadivinadolamaniobraylohabíaseguido,todavíateníalaposibilidaddesustraerseasuvistabordeandolascostasy,aprovechandolassinuosidadesdelaisla,escondersedesuenemigo.

Mientras Jacques, con la ayuda de un catalejo de noche, intentaba perforar elobstáculodelhorizonte,sintióungolpeenelhombro.Sevolvió:eraGeorges.

—¡Ah!¿Erestú,hermano?—ledijotendiéndolelamano.—Ybien—preguntóGeorges—,¿quéhaydenuevo?—Nada,hastaahora;pero,esigual,porqueaunqueelLeycesterestuvieradetrás

denosotrosnopodríamosverloaladistanciaqueaúnnossepara.Cuandoamanezcasabremosaquéatenernos…¡Ay!¡Ay!

—¿Quéocurre?—Nada.Unpequeñosaltodeviento,nadamás.—¿Afavornuestro?—Sí,si la fragatahaseguidosurumbo;encasocontrario,estavariaciónes tan

buenapara ella comoparanosotros; en cualquier caso, hayque aprovecharlo.—Ydirigiéndosealcontramaestre,quehabíasustituidoal segundogrito—:¡Mande izarlasbonetas!

—¡Fueralasbonetas!—repitióelcontramaestre.

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Alinstantesubierondelacubiertaalascofasydeéstasalpalodejuanetecomocinconubesflotantesquefueronafijarseababordelasvelas.Casialmismotiempo,sesintióquelacorbetaobedecíaaunimpulsomásrápido.Georgesselohizonotarasuhermano.

—Sí,sí—dijoJacques—,escomoAntrim,unacriaturadelicada,ynohayquedarlelatigazosparaquecamine;nohaymásquedarletrapoencantidadesadecuadasyavanzademaravilla.

—Yaestavelocidad,¿cuántasmillashacemosporhora?—preguntóGeorges.—¡Soltadlacorredera!—gritóJacques.Seejecutólamaniobradeinmediato.—¿Cuántosnudos?—Once,micapitán.—Sondosmillasmás de las que hacíamos antes.No se puede pedirmás a un

conjuntodemadera, telayhierro;ysi tuviéramosdetrásacualquierotronavíoquenofueraesedemoniodeLeycester,megustaríaarrastrarlecomoconcorreahastaelcabodeBuenaEsperanza;alllegarahí,lediríamosadiós.

Georgesnodijonada,ylosdoshermanossiguieronpaseándoseensilenciodeunextremoalotrodelacubierta,perocadavezqueJacquesvolvíadelaproaalapopasusojosparecíanquererobligaralaoscuridadaabrirseanteellos;alfin,cuandosedetuvo,enlugardecontinuarsupaseo,seacodóenlabordadepopa.

Enefecto,lastinieblasempezabanadisiparse,aunquelasprimeraslucesdeldíatardasen aún en aparecer, y en ese crepúsculo naciente, que se aclaraba como unanieblaquesedisipaparadejarpasoaunalbaazulada,Jacquescreíadistinguiraunasquincemillaslafragatasiguiendoelmismorumboquelacorbeta.

Enese instante,ycuandoalargaba lamanopara señalaraGeorgesaquelpuntocasiimperceptible,elvigíagritó:

—¡Velaapopa!—Sí—dijoJacquescomohablandoparasímismo—;yalahevisto.Hanseguido

nuestraestelacomosihubieraquedadograbadadetrásdenosotros.Sóloque,enlugarde pasar entre la isla Plate y el Coin-de-Mire, han ido entre la isla Plate y la islaRonde,yporesohanperdidodoshoras.Enesebarcotienequehaberunhombredemarqueconocemuybieneloficio.

—¡Noveonada!—dijoGeorges.—Allá, allá, ¡mira! —señaló Jacques—. Se ven hasta las velas más bajas y,

¡pardiez!,cuandoelbarcosubesobrelaola,sedistinguelaproaqueselevantacomounpezquesacalacabezadelaguapararespirar.

—Enefecto—dijoGeorges—.Sí,tienesrazón.Yaloveo.—¿Quéves,Georges?—preguntóunadulcevozdetrásdeljoven.AldarselavueltavioaSara.—¿Quequéveo?Unhermosoespectáculo:eldelsolquenace;pero,comonohay

placerestotalmentepurosenlatierra,esteespectáculoquedaunpocoestropeadopor

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el aspectode esenavíoque, comoves, a pesarde los cálculosy esperanzasdemihermano,nohaperdidonuestrapista.

—Georges —dijo ella—, Dios, que nos ha reunido tan milagrosamente hastaahora,noapartarásumiradadenosotrosenelmomentoenquemásnecesitamosdesu protección. Que esa visión no te impida, pues, adorarlo en sus obras. ¡Mira,Georges,miraqueespectáculotanhermoso!

Enefecto,enelmomentoenqueeldíaibaanacer,hubiérasedichoquelanoche,celosa,habíaintentadoespesarlastinieblas.Después,comoyahemosdicho,unaluzazuladay transparente se había extendido, creciendo a cada instante en amplitudydestello;luegoesaluzsedegradópocoapoco,pasandodelblancoplateadoalrosasuave, del rosa suave almás oscuro y, por fin, una nube púrpura, semejante a losvaporesinflamadosdeunvolcán,ascendióenelhorizonte.Eraelreydelmundoqueveníaatomarposesióndesuimperio;eraelsolqueseaposentabacomosoberanoenel firmamento.Era laprimeravezqueSaraveíaunespectáculosemejante,porellopermanecióenéxtasis,apretandoconunamorllenodefeydereligiónlamanodeljoven;peroGeorges, quehabía tenido tiempode acostumbrarse a ellosdurante loslargos viajes que había hecho por mar, fue el primero en devolver su mirada alcausante de la preocupación general. El barco perseguidor seguía acercándose,aunqueahogadocomoestabaenaquelmardeluzorientalsehacíamenosvisible,yeralacorbeta,porelcontrario,laqueaesashorassedebíadistinguirperfectamente.

—Bueno,bueno—murmuróJacques—,ellostambiénnoshanvisto,puesahoraestánizandolasbonetas.Georges,amigomío—prosiguióacercándosealoídodesuhermano—,yaconocesalasmujeresysabesquelescuestauntantoobedecer.Amientender,haríasbienendecirleaSaraunaspalabrassobreloquevaapasar.

—¿Quédicetuhermano?—preguntólamuchacha.—Dudadetuvalor—respondióGeorges—,yyorespondoportianteél.—Tienesrazón.Además,cuandollegueelmomento,medirásloquedebohacer

yobedeceré.—¡El maldito avanza como si tuviera alas! —continuó Jacques—. Querida

hermanita,¿porcasualidadnohabríasoídonombraralcomandantedeesebarco?—Lo vi varias veces en casa del señor de Malmédie, mi tío, y recuerdo

perfectamente su nombre: se llamabaGeorge Paterson. Pero quizá no sea él quienmandeelLeycesterenestemomentoporqueanteayerrecuerdohaberoídodecirqueestabaenfermoy,porloquedecían,apuntodemorir.

—Puesbien,yodigoqueseráunagraninjusticiasielmismodíadelamuertedesusuperior,nolonombrancapitánensulugar.Afemíaquedagustoenfrentarseaunvaliente como ése,mirad cómo avanza su navío; palabra que parece un caballo decarreras.Siestosigueasí,antesdecincooseishoras,tendremosquepelear.

—Muy bien, pelearemos—dijo PierreMunier, que llegaba en ese momento acubierta, y cuyosojos, ante la proximidaddel peligro, brillaban con ese fuegoqueardíaensualmaenlasgrandesocasiones.

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—¡Ah! ¿Es usted, padre?—dijo Jacques—. Encantado de verle en tan buenadisposición, porque, dentrodeunashoras, como lesdecía, necesitaremos todos losbrazosqueesténabordo.

Sarapalideciólevemente,yGeorgessintióquelamuchachaleapretabalamano.Sevolvióhaciaellasonriéndole.

—¡Cómo,Sara!—ledijo—,¿despuésdetenertantaconfianzaenDios,dudarásdeélahora?

—No,Georges,no—respondióella—.Cuandodesdeelfondodelabodegaoigaelrugirdeloscañones,elsilbidodelasbalasolosgritosdelosheridos,tejuroqueseguiréllenadefeydeesperanza,seguradevolveravertesanoysalvo;puesalgomedicequeyahemosbebido lomás amargodenuestradesdichayque, como lastinieblashandejadopasoaesteradiantesol,nuestranocheparticulartambiéndejarápasoaunhermosodía.

—¡Magnífico!—exclamóJacques—,aesolellamoyohablarbien.Pormihonorquenoséloquemeretienedevirardebordoyponerrumboaesealtaneronavío;esole ahorraría lamitad del esfuerzo y a nosotros lamitad del apuro. ¿Qué te parece,Georges,quiereshacerelexperimento?

—Conmuchogusto—dijoéste—;pero¿notemesqueaestadistanciadePort-Bourbon,nosalgaalgúnbarcoinglés,silohay,aloírelruidodelcañoneo,yvengaaecharunamanoasucompañero?

—AfemíaquehablascomosanJuanBocadeOro,hermano—dijoJacques—,asíquecontinuaremosnuestrocamino.¡Ah!¿Esusted,maestreCabezadeHierro?—prosiguió dirigiéndose a su teniente que aparecía en ese momento en cubierta—.Llegaapunto:henosaquí,comoveusted,alaalturadelcerroBrabant;mantengaelrumboaoeste-suroestedelcerro.Ahoravamosacomer,esunabuenaprecauciónatomarencualquiermomento,perosobretodocuandoseignorasisecenará.

Jacques ofreció el brazo a Sara y, dando ejemplo, bajó el primero, seguido dePierreyGeorges.

Sindudaconeldeseodedistraer,almenosmomentáneamente,asuscomensalesdelpeligroquelesamenazaba,Jacqueshizodurarlacomidalomásposible.

Habíantranscurrido,pues,unasdoshorascuandovolvieronasubiracubierta.La primera mirada de Jacques fue para el Leycester. Se había aproximado

visiblemente: se podía ver hasta su batería. Sin embargo Jacques parecía haberesperadoencontrarloaúnmenosalejadopuesechandounvistazoalosaparejosdesucorbetaparaasegurarsedequenohabíancambiadonadaenelvelamen,dijo:

—¿Qué hay, maestre Cabeza de Hierro? Me parece que vamos un poco másrápidosahoraquehacedoshoras.

—Sí,micapitán—respondióelsegundo—.Yodiríaquealgohaydeeso.—¿Quélehahechoalbarco?—¡Oh!Unasminucias:hecambiadoel lastredelugaryheordenadoanuestros

hombresquesesitúenenlapartedeproa.

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—Sí,sí,esustedmuyhábil.¿Yquéhaganadoconeso?—Unamilla,mi capitán, unapobremilla, nadamás.Navegamos a docenudos

porhora.Acabode soltar la corredera,peroesononos servirádegrancosa,y sindudaellostambiénharánlomismo,porquedesdehaceuncuartodehoratambiénhanaumentadosuvelocidad.Mire,micapitán,ahílotiene,estáncasialdescubierto.¡Ay!Nosenfrentamosaunviejolobodemarquenosvaadarmuchaguerra.Merecuerdael modo en que ese mismo Leycester nos persiguió cuando el capitán WilliamsMurreylodirigía.

—¡Ah,pardiez!Ahoraloentiendotodo—exclamóJacques—.Milluisescontracien,Georges,aqueestuairadogobernadorquienestáabordodeesenavío.Habráqueridotomarselarevancha.

—¿Eso crees, hermano?—exclamóGeorges levantándose del banco en el queestabasentado,yaferrandoconfuerzaelbrazodeJacques—.¿Esocrees?Confiesoquemealegraría,pues,pormiparte,yotambiéntengounarevanchaquetomarme.

—Esélmismo,élenpersona,ahoraestoyseguro.Sólohayunsabuesosemejantequehayapodidohusmearnuestrorastrocomoéllohahecho.¡Diablos!¡Quéhonorparaunpobrenegrerocomoyoenfrentarseauncomodorodelamarinareal!¡Gracias,Georges!Esatiaquiendeboestagranfortuna.

Y,riendo,Jacquestendiólamanoasuhermano.PerolaprobabilidaddeenfrentarsealordWilliamsMurreyenpersonaeraparaél,

en la situación crítica en la que pronto iban a hallarse, unmotivomás para tomartodas lasprecaucionesnecesarias.Jacquespaseó losojospor laamuradadelbarco:los coys estaban en las redes de la borda; examinó a la tripulación: la tripulación,instintivamente,yasehabíaseparadoporgrupos,ycadacualsemanteníajuntoalabateríaqueibaaservir;todosesossignosindicabanquenoteníanadaqueenseñarasushombresyquetodossabíantantocomoélloqueibaasuceder.Enesemomento,un soplo de brisa trajo, al pasar, el sonido del tambor que redoblaba en la fragataenemiga.

—¡Vaya,vaya!—exclamóJacques—.No se lespuedeacusarde llevar retraso.Venga, muchachos, sigamos el ejemplo que nos dan. Los señores marinos de lamarinarealsonbuenosmaestrosysaldremosganandosi los imitamos.—Yalzó lavozy gritó con toda la fuerza de sus pulmones—: ¡Zafarranchode combate!—Alinstante, en la batería resonó el redoble de dos tambores y las notas agudas de unpífano. Enseguida aparecieron los tres músicos en la cubierta, saliendo por unaescotilla, dieron la vuelta por todo el barco y volvieron a entrar por la escotillaopuesta.

Elefectodeaquellaapariciónydelmelodiosoconciertoquelesiguiófuemágico.En un instante cada cual estuvo en el puesto designado de antemano y con las

armasligerasquelecorrespondían.Losgavierosdecombateseauparonalascofasconsuscarabinas.Lamosqueteríasesituóenelcastillo,elalcázarylospasamanos,lostrabucossecolocaronenloscandeleros,loscañonessedesataronysepusieronen

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batería y se colocaron provisiones de granadas en todos los sitios desde donde sepodían lanzarcomouna lluviasobre lacubiertaenemiga.Porúltimo,elmaestredemaniobrasmandóabozartodaslasescotas,disponerlosserpentinesenlaarboladuray,ensulugar,colocarlosgarfiosdeabordaje.

La actividad no era menor en el interior del barco que en cubierta. Lassantabárbarasestabanabiertas,losfanalesdelospozosestabanencendidos,eltimónde recambio dispuesto; por fin, los mamparos fueron abatidos, el camarote delcapitándesarmado,yarrastraronhastaéldoscañonesquesedispusieronenretirada.Luego se hizo un gran silencio. Jacques vio que estaba todo listo y comenzó suinspección.

Cada hombre estaba en su puesto y cada cosa en su lugar.No obstante, comocomprendía que la partida que iba a jugar era una de lasmás serias de su vida, lainspecciónduróunamediahora.Enesetiempo,examinócadacosayhablóconcadahombre.Cuandosubiódenuevoalpuente,lafragatahabíaganadomásventajaaojosvistas, y los dos barcos no estaban separados más que por una milla y media dedistancia.

Transcurrió unamedia horamás, durante la cual no se intercambiaron ni diezpalabrasabordodelacorbeta;todaslasfacultadesdelatripulación,delosjefesydelospasajeros,parecíanhaberseconcentradoensusojos.

Cadasemblanteexpresabaunsentimientoenarmoníaconsucarácter:Jacquesladespreocupación, Georges el orgullo, Pierre Munier la inquietud paterna, Sara laentrega.

De repente, una ligera capa de humo apareció en el costado de la fragata, y elestandartedeGranBretañasubiómajestuosamentealosaires.

El combate era inevitable: la corbeta no podía ya volver a barlovento; lasuperioridaddelamarchaeraevidente.Jacquesmandóquearriaranlasbonetas,paranomantenervelasinútilesparalamaniobra;luego,volviéndosehaciaSara,dijo:

—Vamos,hermanita,yavesquetodoelmundoestáensupuesto.Creoqueyaeshoradequebajestambiénaltuyo.

—¡Oh, Dios mío! —exclamó la muchacha—. Entonces, ¿el combate esinevitable?

—Dentro de un cuarto de hora—dijo Jacques— empezará la conversación ycomo,segúntodaprobabilidad,nolefaltaráardor,esnecesarioquelosquenodebenmezclarseenellaseretiren.

—Sara—dijoGeorges—,noolvidesloquemeprometiste.—Sí,sí—contestólamuchacha—.Aquíestoy,dispuestaaobedecer.Yavesque

soyrazonable.Perotú…—Sara,esperoquenomepedirásquemequedecomoespectadordeloquevaa

suceder,cuandoespormiculpaporloquetantabuenagenteponesuexistenciaenpeligro.

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—¡Oh,no!—dijoella—.No.Sólotepidoquepiensesenmíyrecuerdesque,sitúmueres,yomuerotambién.

Le ofreció lamano a Jacques, tendió su frente a PierreMunier y, siguiendo aGeorges,descendióporlaescalerilladepopa.

Uncuartodehoradespués,eljovensubiódenuevo;enlamanollevabaunsablede abordaje y en la cintura un par de pistolas. Pierre Munier iba armado con sucarabina damasquinada, una vieja amiga que siempre le había prestado fielesservicios.Jacquesestabaenelbancodeguardia,sosteniendoen lamanolabocina,signodemando,yalospiesteníaunsabledeabordajeyunpequeñocascodehierro.

Losdosnavíoshacíanlamismaruta,lafragataciñéndosesiemprealacorbeta,yya tan próxima que los marineros, encaramados en las cofas, podían ver lo quepasabaenlacubiertadeunayotra.

—Maestre Cabeza deHierro—dijo Jacques—, usted tiene buena vista y buenjuicio,hagaelfavordesubiralacofademesanaydecirmeloquepasaporallá.

Elsegundoseencaramócomounsimplegavieroy,enuninstante,estuvoenellugardesignado.

—¿Quéve?—dijoelcapitán.—Micapitán, todoelmundoestáensu lugardecombate, loscañonerosen las

baterías, los soldados demarina en los pasamanos y el alcázar, y el capitán en subancodeguardia.

—¿Hayabordootrastropasademásdelosmarinerosylossoldadosdemarina?—Creoqueno,micapitán, ano serqueesténescondidosen labatería,porque

veoelmismouniformeentodaspartes.—¡Bien!Enesecaso,lapartidaestácasiigualadaconunadiferenciadequinceo

veintehombres.Esoestodoloquequeríasaber.¡Baje,maestreCabezadeHierro!—¡Unmomento! ¡Unmomento! Veo al inglés que se dispone a hablar con la

bocina.Sinoscallásemos,oiríamosloquevaadecir.Estaúltimaopinióneraunpocoatrevida,puesapesardelsilencioquesehacíaa

bordo,ningúnruidoprocedentedelbarcoperseguidorllegóhastalacorbeta.Perolaorden que acababa de dar el capitán quedó explicada inmediatamente a toda latripulación, pues enseguidadosdestellos salieronde la proadel navío enemigo, seoyóunadetonación,ydosbalasfueronarebotarenlaesteladelaCalypso.

—¡Bien!—dijoJacques—,sólotienepiezasdeldieciochocomolasnuestras.Lasprobabilidades son cada vez más igualadas. —Y levantando la cabeza, dijo alsegundo—:Baje,yanomesirvedenadaahíarribaylenecesitoaquí.

Cabeza deHierro obedeció y, al cabo de un instante, se halló junto a Jacques.Mientras tanto la fragata seguía avanzando, pero sin disparar más, ya que laexperiencialehabíademostradoqueaúnestabafueradealcance.

—Maestre Cabeza de Hierro —dijo Jacques—, baje a la batería. Mientrasestemosderetirada,utilicebalas,peroencuanto lleguemosalabordajeuseobuses,nadamásqueobuses.¿Entendido?

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—Sí,micapitán—respondióelsegundo.Ybajóporlaescalerilladepopa.Losdosnavíossiguieronavanzandoaúnunamediahorasinqueningunanueva

prueba de hostilidad se manifestase a bordo de la fragata. Por su parte, como yahemos visto, la corbeta, considerando sin duda que era inútil malgastar pólvora ybalas,habíapermanecidoimpasibleantelasdosprovocacionesdesuenemiga;peroeraevidente,porlaanimaciónqueempezabaasurgirenlosrostrosdelosmarineros,ypor laatencióncon laqueelcapitánmedía ladistanciaqueaúnseparaba losdosnavíos,quelaconversación,comodecíaJacques,noibaaserpormuchomástiempounmonólogo,sinoqueeldiálogoibaacomenzar.

En efecto, al cabo de otros diezminutos de espera, que a todos parecieron unsiglo,laproadelafragataseiluminódenuevo,seoyóunadobledetonaciónseguida,estavez,porelsilbidodelasbalasquepasaronporelvelamen,agujereandolaveladecofadelpalodemesanaycortandodosotresjarcias.

Jacquesdiounrápidovistazoalefectodelosdosmensajesdedestrucción;luego,alverquenohabíancausadomásqueligerasaverías,dijo:

—¡Vamos,muchachos!Quedaclaroquevanapornosotros.Cortesíaporcortesía.¡Fuego!

En el mismo instante una doble detonación hizo temblar toda la corbeta, yJacques se asomó para ver el resultado de su respuesta: una de las dos balas hizosaltaruntrozodelamuralladedelanteylaotrasehundióenlaproa.

—¡Eh!—gritóJacques—.¿Quéhacéisvosotros?¡Fuegoadiscreción!¡Diantre!Apuntadalaarboladura.Partidlelaspiernasyagujereadlelasalas.Lamaderaleesmáspreciosaenestemomentoquelacarne.¡Eh!¡Mirad!

Dos balas pasaban en ese momento a través de las velas y los aparejos de lacorbeta,ymientrasunadesportillabalavergademesana,laotracortabaelmastelerodejuanete.

—¡Fuego! ¡Demonios! ¡Fuego! —gritó Jacques—. Tomad ejemplo de esosvalientes.Veinticincoluisesparaelprimerpaloquecaigaabordodelafragata.

Ladetonaciónsiguiócasiinmediatamentealaorden,yenelvelamendelnavíoenemigo,sepudoseguirelpasodelasbalas.

Duranteuncuartodehoraelfuegosemantuvoasíporunaparteyporlaotra.Labrisa, abatida por las detonaciones, había cesado casi por completo, y las dosembarcacionesmarchaban apenas a cuatro o cinco nudos. El espacio entre los dosbarcosestaballenodehumo,demodoquelaartilleríadisparabacasiaciegas;perolafragata seguía avanzando y el extremo de sus palos sobresalía del vapor que laenvolvía,mientras la corbeta, que huía conviento detrás y que hacía fuegopor supopa,quedabaporcompletofueradelahumareda.

EraelmomentoqueJacquesestabaesperando.Habíahechocuantohabíapodidopara evitar el abordaje, pero después de toda aquella persecución iba a volverse,comoel jabalíherido, contra el cazador.Enese instante la fragata sehallabaen laaletadeestribordelacorbetaycomenzabaadispararleconloscañonesdeproadesu

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batería;mientras que ésta, por su parte, comenzaba a contestarle con las piezas depopa.Jacquesviolaventajadesuposiciónydecidióaprovecharla.

—¡Arribalosrefuerzosdemaniobra!—gritó.Los refuerzos se precipitaron hacia cubierta al instante. Y mientras el fuego

seguía,seoyóunavozporencimadelruidodelcañoneoquegritaba:—¡Preparadosparaamurar lavelamayor! ¡A lasbrazasdebaborapopa! ¡A la

escotadecangreja!¡Timónababor!¡Braceaababor!¡Amuralavelamayor!¡Tensalacangreja!

Apenasejecutadasestasórdenes lacorbeta,obedeciendoa laacciónsimultáneade su timón y de sus velas de popa, se dirigió rápidamente hacia estribor,conservandosuficientevelocidadparacortarlarutaalafragata,ysedetuvoenseco,graciasalaprecauciónquehabíatenidosucapitándeafirmarlasbrazasdeestriboraproa.

Enelmismoinstantelafragata,privadadelafacultaddemaniobraporlasaveríasdesusvelasdepopa,ynopudiendoadelantaralacorbetaabarlovento,hendiendoalavezelhumoyelmarfue,contrariamenteasuvoluntadyconunchoqueterrible,aenredarsubauprésenlosobenquesdelpalomayordesuenemigo.

EnesemomentoseoyóunaúltimavezlapoderosavozdeJacques.—¡Fuego!—gritó—.¡Dadlesdelleno!¡Arrasadloscomounpontón!Catorce cañones, seis de ellos cargados con metralla y ocho con obuses,

obedecieronalaordenybarrieronlacubierta,dejandotendidosatreintaocuarentahombres,partiendoporlabaseelpalodemesana.Almismoinstante,deloaltodelastrescofas,unalluviadegranadas,cayendosobrelospasamanos,limpiólaproadelafragata, mientras que ésta no pudo responder a esa tormenta de fuego y a esechaparrón de balasmás que con su cofa demesana, cargada con lamolestia de lasobremesana.

Enesemomento,porlasvergasdelacorbeta,porelbauprésdelafragata,porlosobenques,por los aparejos,por los cordajes, lospiratas se lanzan, seprecipitan, searraciman.Envano los soldadosdemarinadirigensobreellosun terrible fuegodemosquetes. A los que caen les suceden otros. Los heridos se arrastran empujandodelante de ellos las granadasy agitando sus armas.Georgesy Jacques se creenyavencedores cuando, al grito: «¡Todo elmundo a cubierta!», losmarineros inglesesqueestabanenlabateríasalentambiénporlasescotillasysubenporlasportas.Esterefuerzo anima a los soldados de marina que comenzaban a replegarse. Elcomandantedelnavíose lanzaasucabeza.Jacquesnosehabíaequivocado:es,enefecto,elantiguocapitándelLeycester,quesehaqueridotomarlarevancha.GeorgesMunierylordWilliamssereencuentrancaraacara,peroestavezesenmediodelasangrey lamatanza,conelsableenlamano,comoenemigosmortales.Losdossereconocen y se esfuerzan en acercarse, pero la refriega es tal que son arrastradoscomountorbellino.Losdoshermanosestánenlomáscerradodelasfilasinglesas,golpeando y siendo golpeados, luchando a sangre fría, con fuerza y valor. Dos

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marineros ingleses levantan el hacha sobre la cabeza de Jacques, y ambos caenheridos por balas invisibles. Dos soldados de marina acosan a Georges con susbayonetas,yamboscaenasuspies.EsPierreMunierquevelaporsushijos;eslafielcarabinaquehacesutrabajo.

Deprontoungritoterriblequedominaelruidodelasgranadas,elchisporroteodelamosquetería, el clamorde losheridos, lasquejasde los agonizantes, surgede labatería,helandolasangredetodos:

—¡Fuego!¡Hayfuego!Al instante,unaespesahumaredasalepor laescotilladepopaypor lasportas.

Unodelosobuseshaexplotadoenelcamarotedelcapitányhaprendidofuegoenlafragata.

Anteestegritohorrible,inesperado,mágico,todosedetiene.LuegoseoyelavozdeJacques,potente,imperiosa,suprema:

—¡TodosabordodelaCalypso!Deinmediato,conelmismoceloconquehansaltadoalacubiertadelafragata,

los piratas la abandonan aupándose unos sobre otros, agarrándose a las jarcias,saltandodeunabordaalaotra,mientrasJacquesyGeorges,conalgunosdelosmásvalienteshombres,sostienenlaretirada.

Entonces es el gobernador quien se lanza a su vez, hostigando a los piratas,disparándolesabocajarro,esperandosubiralmismotiempoqueellosa laCalypso;peroentonceslosprimerosllegadosvanalascofasdelacorbeta,ylasgranadasylasbalaslluevendenuevo.Selanzanjarciasalosqueaúnquedanenlafragata,cadaunosehaceconunaamarra.Jacquessubetambiénabordo,Georgessequedaelúltimo.Elgobernadorseacercahastaél,élloespera.Deprontounamanodehierroloagarrayselolleva:esPierreMunierquevelaporsuhijoyque,porterceravezduranteeldía, losalvadeunamuertecasisegura.Entoncesresuenaunavoz,dominandotodaaquellahorriblerefriega:

—¡Bracead a babor y a proa! ¡Izad los foques! ¡Cargad la vela mayor y lacangreja!¡Relingaapopa!¡Timóntodoaestribor!

Todasestasmaniobras,ordenadasconesavozpoderosaqueimponelaobedienciapasiva, fueron ejecutadas con tanmaravillosa rapidezque, por grandeque fuese elímpetuconquelosinglesesselanzabanalapersecucióndelospiratas,nopudieronllegar a tiempopara atar los dos barcos uno al otro.La corbeta, como si estuvieradotada de sentimientos, pareció comprender el peligro que corría y se soltó de unvigorosoesfuerzo,mientrasquelafragata,careciendodesupalodemesana,seguíaavanzando lentamente bajo la influencia de las velas del palomayor y el palo detrinquete.

EntoncesdesdelacubiertadelaCalypsoseviounespectáculohorroroso.El ardor del combate había impedidoque se viera a tiempoque el fuegohabía

prendidoabordodelafragata,demodoqueenelmomentoenqueseoyóelgritode:

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«¡Fuego!, ¡Fuego!»el incendioyahabíaprogresadodemasiadoparaquesepudieraapagar.

Fueentoncescuandosepudoadmirarelpoderdeladisciplinainglesa;enmediodelahumareda,quepormomentossehacíamásymásespesa,elgobernadorvolvióasubiralbancodebabory,tomandolabocinaquehabíatenidotodoeltiempocolgadadelamuñecaizquierda,gritó:

—¡Calma,hijosmíos!¡Yorespondodetodo!Sedetuvierontodos.—¡Arriadlosbotes!—continuóelgobernador.Encincominutoselbotedepopa, losdosbotesde loscostadosyelbotede la

arboladurafueronarriadosyquedaronflotandoalrededordelafragata.—¡Elbotedepopayeldelaarboladuraparalossoldadosdemarina!—gritóel

gobernador—.¡Losbotesdeloscostadosparalosmarineros!YcomolaCalypsoseguíaalejándose,yanooyólasotrasórdenes,perovio los

cuatrobotesllenarseconloshombresquequedabansanosysalvos,mientrasquelosdesdichadosheridos,arrastrándoseporcubierta, rogabanenvanoasuscompañerosquelosllevasenconellos.

—¡Arriaddoschalupas!—gritóJacquesporsuparte,alverqueloscuatrobotesnobastabanparaconteneratodalatripulación.Doschalupasvacíasdescendierondelos costadosde laCalypsoyquedaronbalanceándose en elmar.De inmediato, losquenohabíanpodidohallarlugarenlosbotesdelafragataselanzaronalmarysepusieronanadarhacialosquehabíansidoarriadosdelacorbeta.

Elgobernadorpermanecióabordo.Habíanqueridohacerlebajarenunadelaschalupas,perocomonohabíapodido

salvaralosheridos,quisomorirconellos.Elmarpresentabaunaspectoterrorífico.Loscuatrobotessealejabanagolpederemodelbarcoincendiado,mientrasque

losmarinerosretrasadosnadabanhacialasdoschalupasdelacorbeta.Lafragata,inmóvilenmediodeuntorbellinodehumo,consucomandantedepie

enelbancodeguardiaylosheridosarrastrándoseporcubierta,ardíaporcompleto.EraunespectáculotanhorrorosoqueGeorgessintiólamanotemblorosadeSara

posarseensuhombro,ynosevolvióparamirarla.Alalcanzarunaciertadistancia,laschalupascesaronderemar.Heaquíloquesucedió.Elhumosehizomásymásespeso:delasescotillassalióunaserpientedefuego

quereptóporelpalodetrinquetedevorandovelasyaparejos.Lasportassellenarondellamas,loscañonescargadossemovieronsolos,seoyóunahorribledetonaciónyelbarcoseabriócomouncráter.Unanubedellamasydehumosubióhaciaelcielo;alfin,atravésdeesanube,seviocómocaíanalmarenebulliciónalgunosrestosdepalos,vergasyaparejos.

EracuantoquedabadelLeycester.—¿YlordWilliamsMurrey?—preguntólamuchacha.

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—Sinopudieravivircontigo,Sara—dijoGeorgesvolviéndosehaciaella—, tejuropormihonor¡quéquerríamorircomoél!

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ALEXANDREDUMAS(Villers-Cotterêts,1802-Puys,cercadeDieppe,1870).Fueuno de los autores más famosos de la Francia del sigloXIX, y que acabóconvirtiéndose en un clásico de la literatura gracias a obras como Los tresmosqueteros(1844)oElcondedeMontecristo(1845).

DumasnacióenVillers-Cotterêtsen1802,depadremilitar—quemurióalpocodenacer el escritor— ymadre esclava.De formación autodidacta,Dumas luchó parapoderestrenarsusobrasdeteatro.NofuehastaquelogróproducirEnriqueIII(1830)queconsiguióelsuficienteéxitocomoparadedicarsealaescritura.

Fueconsusnovelasyfolletines,aunquesiguióescribiendoyproduciendoteatro,conloqueconsiguióconvertirseenunauténticofenómenoliterario.Autorprolífico,seleatribuyenmásde1200obras,aunquemuchasdeellas,alparecer,fueronescritasconsupuestoscolaboradores.

Dumas amasó una gran fortuna y llegó a construirse un castillo en las afueras deParís. Por desgracia, su carácter hedonistas le llevó a despilfarrar todo su dinero yhastaverseobligadoahuirdeParísparaescapardesusacreedores.

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Notas

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[1]NombredadoalaislaMauricioenelsigloXVIIIyprincipiosdelXIX(N.delT.)<<

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[2] Losbricbarcas eran naves de tamañomedio con tresmástiles. Al igual que elbergantín,losdosprimerospaloscontandodesdelaproahacialapopa(TrinqueteyMayor)poseíanaparejosdevelascuadradas.Eltercermástil,sinembargo,poseíadosvelas áuricas. Eran barcos de poco calado, lo que les permitíamoverse con ciertacomodidad en los bajíos. Muy eficientes en las aguas tranquilas del MarMediterráneooelMardelasAntillas,noeranapropiadosparaelviajeenelocéano.(N.delEd.)<<

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[3] «Yo esclava, yo hacer lo que tú querer» (dialecto criollo mauricio un pocoafrancesadoporDumas).<<

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[4]commeilfaut:comosedebe;correctamente;adecuadamente.(N.delEd.)<<

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[5] Astarté: es la asimilación fenicia-cananea de una diosa mesopotámica que lossumeriosconocíancomoInanna,losacadios,asiriosybabilonioscomoIshtarylosisraelitascomoAstarot.SelecorrespondeconladiosagriegaAfrodita.Representabaelcultoa lamadrenaturaleza,a lavidaya lafertilidad,asícomolaexaltacióndelamorylosplacerescarnales.Coneltiempo,setornótambiénendiosadelaguerrayrecibiócultossanguinariosdesusdevotos.Selasolíarepresentardesnudaoapenascubiertaconunfinocinturón,depiesobreunleón.(N.delEd.)<<

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[6]Arakoaraqesunabebidaalcohólicaanisada,destiladaeincolora,producidaenelLevantemediterráneo: Líbano, Siria, Jordania, Palestina, Israel, e Irak. El arak nodebeconfundirseconunlicordenombresimilar,elArrack.(N.delEd.)<<

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[7]Alcidamas,sofistayretóricogriego,florecióenelsigloIVantesdeCristo.(N.delEd.)<<

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[8] Milón de Crotona, fue un célebre atleta griego nacido en Crotona que vivióduranteelsigloVIa.C.quesedestacóenlaluchayenlosJuegosOlímpicos(dondefue seis veces vencedor absoluto), en los Juegos Píticos, en los Ístmicos y en losNemeos.1 23 Además de sus éxitos deportivos, el historiador Diodoro Sículo leatribuyeel liderazgovictoriosodeuna tropade soldadosdeCrotonaqueenel año510a.C.atacólalocalidaddeSíbari.SecasóconlafilósofaMyia,hijadePitágorasyTéano.Fueunamarca inigualada en todos los tiemposde los juegos deportivos:permaneciómásdeveinticuatroañosenlacimadelafama.Lafechadesumuerteesdesconocida.(N.delEd.)<<

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[9]claymores:tipodeespadacuyousoprecisabadelasdosmanosparaserblandida(montante,mandobleoespadón),afiladaporlasdosvertientesdelahoja,poseedorade una empuñadura de gran longitud (almenos un cuarto del total del arma), quepermitíaalusuariosustentarlasinnecesidaddeforzarlasmaniobras,nideasirlaporlabasedelahoja.(N.delEd.)<<

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[10]Enlamitologíagriega,Ónfale,ÓnfalauOnfalia,erahijadeIardanooYardanoyesposa de Tmolo, rey de Lidia. Ónfale heredó el trono a lamuerte de sumarido.Durante su reinado tuvo como esclavo a Heracles. A este semidiós, que habíaenfermado después de haber asesinado a Ífito, se le había dado el oráculo de quedebíaservircomocriadodurantetresañosypagarunaindemnizaciónparalibrarsedesuenfermedad,asíqueHermeslopusoenventacomoesclavoyÓnfalelocompró.MientrasestuvocomoesclavodeÓnfale,HeraclesencadenóalosCércopesymatóaSileoyasuhijaJenódoce.

LaalegoríadeHeraclesjuntoalaruecadeÓnfalehasidoutilizadafrecuentementeenelarte.Enlasobrasenquesedesarrollaestetemasepresentaalhéroevestidodemujery sujetandounacestamientras lasdoncellasde la reinahilan, al tiempoqueellavistelapieldelLeóndeNemeayportalamazadeolivodeHeracles.

Posteriormente, Ónfale y Heracles se casaron. Un hijo de ellos, llamado Lamo(Λάμος) en unas fuentes, y, en otras, Agelao (Αγέλαος; en subdialecto jónico,Αγέλεως),fueantepasadodeCreso.(N.delEd.)<<

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[11]Mulá,mullahomollahyéstedelárabemawlà,«señor»)esladenominaciónqueen algunas comunidades musulmanas recibe la persona versada en el Corán, loshadices y la jurisprudencia islámica. En este sentido, es un término análogo al deulema,más extendido entre losmusulmanes suníes. En un sentidomás general, ysiempre dentro del islam suní, puede referirse a cualquier personamás versada enasuntos religiosos que el resto de los miembros de su comunidad. Este uso de lapalabra mulá (honorífico o equivalente a ulema) es frecuente sobre todo en Asiacentral.(N.delEd.)<<

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[12]AuverniaesunaregiónhistóricayculturaldeFrancia.Hasta2016fueunaregiónadministrativadelcentrodelpaís(zonadelMacizoCentral)quecomprendíacuatrodepartamentos, Puy-de-Dôme,Cantal,Alto Loira yAllier. Su capital esClermont-Ferrand. Sus habitantes se denominan a símismos auverneses (auvergnats). Tieneuna superficie de 26.013 km², que en términos de extensión es similar a la islaitalianadeSicilia.(N.delEd.)<<

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[13]Lanzaárabe.(N.delT.)<<

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[14] coram populo: expresión latina que significa «delante del pueblo», queriendodecir«públicamente,alavistadetodos».(N.delEd.)<<

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[15]Enlamitologíagriega,EncéladoeraunodelosGigantes,hijodeUrano:brotódesusangrecuandofuecastradoporCrono.Otraversiónafirmaquenacióde laGea,queloengendróporsímismaoconelTártaro,airadacontralosdioses.

Fue derrotado en la guerra con los dioses del Olimpo por los rayos de Zeus yenterrado bajo el monte Etna por Atenea. Sin embargo, según Pausanias, fueaplastadoporAteneacuandoladiosalelanzóencimalaisladeSicilia.Lasllamasdelvolcán Etna se suponía que eran la respiración de Encélado, y sus erupciones seproducíanalrestregarsuladoheridoenelinteriordelvolcáncomoescribeelpoetaLucilo.(N.delEd.)<<

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[16]Especiedecobertizoconstruidoporloscazadores.(NotadeDumas)<<

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[17] FedónoSobre el alma es undiálogoplatónicoque se ambienta en las últimashoras de vida de Sócrates, antes de ser ejecutado. Platón utiliza este cuadro paraexponersusideasdemadurez,lateoríadelasIdeas,lateoríadelareminiscenciaylateoríade lametempsicosis,comoelementosdeunadiscusiónsobre la inmortalidaddelalma.(N.delEd.)<<

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[18]Epaminondas(c.418a.C.–362a.C.)fueungeneralypolíticogriegodelsigloIVa.C.queconvirtiólaciudad-estadodeTebasenlanuevapotenciahegemónicadeGrecia,ensustitucióndeEsparta.

EpaminondasredibujóelmapapolíticodeGrecia,fragmentóantiguasalianzas,creónuevasysupervisólaconstruccióndeciudadesenteras.Tambiéntuvograninfluenciamilitar,inventandoeimplementandodiversasymuyimportantestácticasdebatalla.Antes de sumandato, Tebas se encontraba en una situación de dominio espartano.Epaminondas logró mejorar la capacidad militar de Tebas para situarla en unaposición preeminente dentro de la política deGrecia, creando lo que se conoceríacomolahegemoníatebana.Enelprocesoacabóconlasupremacíamilitarespartanaen laBatalla deLeuctra y liberó a los ilotas deMesenia, un grupo de griegos delPeloponesoquehabíansido reducidosa laservidumbrebajoeldominiodeEspartaduranteunos200años.(N.delEd.)<<

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