ALFONSO EL SABIO: EL MATRIMONIO Y LA...

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ALFONSO EL SABIO: EL MATRIMONIO Y LA COMPOSICIÓN DE LAS PARTIDAS* Las Siete Partidas presentan una serie de códigos que abarcan la vida humana en todas sus dimensiones y en todas sus perspecti- vas. Códigos, de acuerdo con el método de Alfonso, minuciosos y detallados, que constituyen, a pesar de su variedad y de su nú- mero, una obra única, monumental, armoniosa, realizada con ex- tremo cuidado. Porque el cuidado es también un atributo de Al- fonso: de su método general y de su deseo de estructura 1 . Cada una de las obras del Rey Sabio —y, por eso, también las Partidas— puede compararse a u n edificio múltiple y grandioso en el que la multiplicidad conduce a una unidad que, trascendiendo las mu- chas diferencias, da lugar a un movimiento acelerado y ascendente que lleva todavía a unidades más altas: unidades que, como la justicia —en este caso—, la historia, el universo, iluminan el con- fuso camino que debe andar el hombre. Podemos comenzar preguntando por qué se dividen en siete partes —en siete partidas— las Partidas, por qué es el siete el que da forma al libro de la ley de Alfonso y no otro número cualquie- ra; como, por ejemplo, el diez de la ley de Dios, de los manda- * Quiero agradecer a the University of California at Los Angeles el Acade- mic Seríate Research Grant que me permitió realizar este estudio. 1 Nos referimos a Alfonso y a sus colaboradores. Sobre el Maestro Jaco- bo de Giunta y su intervención esencial en las Partidas véanse: Obras del Maestro Jacobo de las Leyes, jurisconsulto del siglo xin, eds. Rafael de Ureña y Smenjaud y Adolfo Bonilla y San Martín, Reus, Madrid, 1924; JUAN TORRES FONTES, 4 'La cultura murciana en el reinado de Alfonso X " , Murgetana, 1 4 ( 1 9 6 0 ) , 57- 89; ANTONIO BALLESTEROS y BERETTA, Alfonso X el Sabio, Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, y Salvat, Barcelona, 1963; ROBERT I. BURNS, "Canon Law and the Reconquista: Convergence and symbiosis in the kingdom of Va- lencia under Jaume the Conqueror (1213-1276)", en Proceedings of the Fifth In- ternational Congress of Medieval Canon Law, Biblioteca Apostólica Vaticana, Cittá del Vaticano, 1980, pp. 387-424. NRFH, XXXVI (1988), núm. 1, 203-218

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ALFONSO E L SABIO: E L M A T R I M O N I O Y L A COMPOSICIÓN DE LAS PARTIDAS*

Las Siete Partidas presentan u n a serie de códigos que abarcan la v i d a h u m a n a en todas sus dimensiones y en todas sus perspecti­vas. Códigos , de acuerdo con el método de Al fonso , minuciosos y detallados, que const i tuyen , a pesar de su var iedad y de su nú­m e r o , u n a obra única, m o n u m e n t a l , armoniosa, realizada con ex­t r e m o cuidado . Porque el cu idado es también u n a t r i b u t o de A l ­fonso: de su método general y de su deseo de es t ruc tura 1 . C a d a u n a de las obras del Rey Sabio — y , por eso, también las Partidas— puede compararse a u n edif ic io múltiple y grandioso en el que la m u l t i p l i c i d a d conduce a u n a u n i d a d que, trascendiendo las m u ­chas diferencias, da lugar a u n m o v i m i e n t o acelerado y ascendente que l leva todavía a unidades más altas: unidades que, como la j u s t i c i a — e n este caso—, la h is tor ia , el universo , i l u m i n a n el con­fuso camino que debe andar el h o m b r e .

Podemos comenzar p r e g u n t a n d o por qué se d i v i d e n en siete partes — e n siete p a r t i d a s — las Partidas, por qué es el siete el que da f o r m a al l i b r o de la ley de Al fonso y no otro número cualquie ­r a ; c omo , por e jemplo , el diez de la ley de Dios , de los m a n d a -

* Quiero agradecer a the Univers i ty of Cal i fornia at Los Angeles el Acade-mic Seríate Research Grant que me permitió realizar este estudio.

1 Nos referimos a Alfonso y a sus colaboradores. Sobre el Maestro Jaco-bo de Giunta y su intervención esencial en las Partidas véanse: Obras del Maestro Jacobo de las Leyes, jurisconsulto del siglo xin, eds. Rafael de Ureña y Smenjaud y Adolfo Bonil la y San Martín, Reus, M a d r i d , 1 9 2 4 ; J U A N TORRES FONTES, 4 ' L a cultura murciana en el reinado de Alfonso X " , Murgetana, 1 4 ( 1 9 6 0 ) , 5 7 -8 9 ; A N T O N I O BALLESTEROS y B E R E T T A , Alfonso X el Sabio, Academia Alfonso X el Sabio, M u r c i a , y Salvat, Barcelona, 1 9 6 3 ; R O B E R T I . B U R N S , " C a n o n L a w and the Reconquista: Convergence and symbiosis i n the kingdom of V a ­lencia under Jaume the Conqueror ( 1 2 1 3 - 1 2 7 6 ) " , en Proceedings of the Fifth In­ternational Congress of Medieval Canon Law, Biblioteca Apostólica Vaticana, Cittá del Vaticano, 1 9 8 0 , pp. 3 8 7 - 4 2 4 .

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mientos , del decálogo. Nos contesta Al fonso — e n u n pequeño ca­pítulo, a manera de prólogo, que t i t u l a Septenar io 2 — al comen­zar la obra; nos dice que el siete es u n número intrínsecamente nob le , que por noble ha sido alabado desde ant iguo , y que en t ra p o r eso en la estructura de muchas cosas importantes : "Septena ­r i o es cuento m u y noble , a que l o a r o n m u c h o los sabios ant iguos , porque se fa l lan en él muchas cosas e m u y señaladas que se de­parten por cuento de s i e te " 3 . Pasa inmediatamente a demostrarlo e intercala para hacerlo u n a lista abundante en testimonios. P r i n ­c i p i a con u n a serie constru ida en relación con las cr iaturas — c o n las creaciones d i v i n a s — que va, mediante u n m o v i m i e n t o gradua­d o , desde lo múltiple a lo u n o , dando f o r m a a los diversos m a t e ­riales : en t o rno al siete se organiza el universo , el m o v i m i e n t o , el t i e m p o , el firmamento, la t i e r r a , los metales, las artes, la v i d a incluso de esa u n i d a d final que constituye el hombre . Después u n a segunda serie —fabr i cada ésta en relación con las divinas enseñan­zas— que da forma a su mater ia adoptando u n mov imiento bíblico; es decir , el que l leva del Génesis al Apocal ipsis , al final desde el pr inc ip i o : a través del siete comunicó Dios con los patriarcas, Cristo con los hombres , y San J u a n Evangel ista mostró los secretos d i v i ­nos construyendo su Apocal ipsis sobre u n r i t m o septenario.

N o hay d u d a , por lo t a n t o ; es noble el siete, e i m p r i m e , por ser noble , u n a f o r m a noble a la m a t e r i a que estructura : sea crea­c ión , sea enseñanza esa m a t e r i a . Y Al fonso acude al siete, c u a n ­d o , a l comenzar a cons t ru i r su l i b r o — q u e es u n a creación y u n a enseñanza—, busca para éste u n a f o r m a noble y adecuada: " P o r todas estas razones que muestran muchos bienes que por este cuen­to son part idos , p a r t i m o s este l i b r o en siete p a r t e s " 4 .

Cree Al fonso •—y creen sus colaboradores— que si sus obras m a n t i e n e n ese siete se acercan en cierto modo a las d iv inas , se i d e n t i f i c a n con ellas, a ellas se equ iparan . Y creen que el autor se ennoblece de m a n e r a semejante, pues par t i c ipa , al crear, en la sabiduría de D ios , en su función operadora. C r e e n , por últi­m o , que con el autor se ennoblecen sus colaboradores; de ahí que glor i f iquen siempre a Alfonso los sabios que colaboran en sus obras.

2 Que no hay que confundir con su l ibro , que citaremos enseguida, t i t u ­lado Setenario.

3 Las Siete Partidas del sabio rey don Alfonso el Nono, glosadas por Gregorio López, M a d r i d , 1789, [Introducción llamada] Septenario, t . 1, p. v. E n nues­tras citas de obras antiguas puntuamos, acentuamos y utilizamos las mayúscu­las y las minúsculas a la moderna.

4 Ibid., p. v i i .

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D i o s , pues, se manif iesta , como antes observamos, a través de sus obras y a través de sus palabras; de m a n e r a que sus pala­bras y sus obras —además de ser metáforas, por así decir lo , que desde su realidad aluden a la realidad d i v i n a — son, hablando exac­t a m e n t e , emanaciones a través de las cuales el Creador se realiza en sus cr iaturas , cadenas que, al mul t ip l i carse y extenderse, rela­c i o n a n con D ios , en lo i n d i v i d u a l inc luso , el universo . Al fonso , así, eslabón p r i m e r o en la cadena que conecta con Dios a sus va ­sallos, se mani f iesta en sus obras y en sus enseñanzas, y permite que en él se manif iesten la hermosura del obrar y la r iqueza del saber d iv inos ; obrar y saber que a través de Al fonso se propagan p a r a o rnamento de España y para ilustración de los hispanos: " E l rey , que es fermosura de Espanna et thesoro de la filosofía", d i ­cen, a l comenzar la Crónica General, los colaboradores de Al fonso , "ensennancas da a los yspanos" . Y los mismos colaboradores af ir ­m a n líneas antes: " O Espanna, si tomas los dones que te da la sabiduría del rey , resplandecerás, otrosí en fama et fermosura c r e c e r á s " 5 .

Para el rey Al fonso , como v i m o s , D ios se mani f iesta a través del siete; también a través del siete se mani f iesta a m e n u d o lo que D i o s crea y lo que Dios insp i ra . E l siete, así, no es sólo represen­tación y significado; es una emanación de Dios él mismo : una ema­nación que se repite const i tuyendo cada u n a de las obras d iv inas , cada u n a de las div inas enseñanzas. Por eso el n o m b r e de Dios , dice A l fonso , t iene siete letras. Y , por eso, Al fonso se esfuerza en demostrar lo : tiene siete letras, porque su n o m b r e es principio y fin, ya que Dios comienza y t e r m i n a todo lo creado. Es decir , su n o m ­bre es Alfay Omega, o ajustándonos más a las af irmaciones de A l ­fonso, su n o m b r e es Alfa et O; u n n o m b r e , pues, de siete letras. Y esas letras, cuya serie comienza con la A — c o n el a l f a — y ter ­m i n a con la O — c o n la omega—, se m u l t i p l i c a n siete veces, d a n ­do l u g a r a cuarenta y nueve nombres que mani f i e s tan , a su m o ­do , la sabiduría, la b o n d a d y el poder d iv inos . Así es como t e r m i ­n a su explicación Al fonso :

Onde la A con rrazón demuestra, ssegunt de ssuso dixiemos, que Dios es comience), et la O f f in ; non porque Dios ouo comiengo en

5 Primera Crónica General de España, ed. Ramón Menéndez Pidai , Gredos, M a d r i d , 1955, í. 1, p. 2. Los colaboradores de Alfonso X usan además el latín para cantar las alabanzas del monarca: " S i capis, Hesperia, que dat t ib i dona sophia / Regís, splendescet t i b i fama decus quoque crescet./ Rex, decus Hes-perie, thesaurus philosophie,/ Dogma dat hyspanis" .

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ssí n in puede sser acabado, mas porque él da comiengo y acaba­miento a todas las cosas que él ffizo. Et las otras ginco letras que sson en medio muestran las otras cosas que en él sson, ssegunt el ssaber e el poder e la uertud que ha. Et esto sse entiende que es la Tr in idat conplida; ca por el poder sse entiende el Padre, e el ssa­ber el Ffijo, e el querer e la uertud con que huebran, el Spíritu Ssanto 6.

Ese n o m b r e , pues, maravi l l oso y septenario, no sólo n o m i n a a D i o s y lo figura, se ident i f i ca — e n cuanto a manifestación de su esencia— con su esencia; con u n a esencia que todo lo p r i n c i ­p i a , como el alfa, y que , como la omega, todo lo t e r m i n a . Por eso, además, el que cuando D ios tomó carne y v i n o al m u n d o se apoyara también en u n estribo sept i forme: en los dones del Espí­r i t u Santo que, por inherentes a él, atestiguan su d i v i n i d a d y la g a r a n t i z a n . Dice Al fonso en las Partidas: " P o r q u e lo pudiessemos ver visiblemente, e conoscer que era Dios y hombre , por este cuen­to m i s m o . . . ouo él en sí siete dones de Spíritu S a n t o " 7 . Conviene señalar — p a r a dar algún e jemplo contemporáneo a las Partidas— l a co incidencia entre las af irmaciones de Al fonso y otras de Santo T o m á s no menos relevantes: " [ C r i s t o ] da [los dones del Espíritu Santo] en cuanto Dios y los recibe en cuanto h o m b r e " 8 . Es de­c i r , los siete dones atest iguan, tanto en Santo T o m á s como en A l ­fonso, la d i v i n i d a d de C r i s t o , del V e r b o , de la Sabiduría.

También Al fonso es sabio, el más sabio de los príncipes de entonces, como sus colaboradores repiten insistentes: " E l m u y no ­ble rey d o n Al fonso , rey dEspanna . . . en q u i Dyos puso seso et entendemiento et saber sobre todos los príncipes de su t y e m p o " 9 . Y A l f onso , por ello, se ident i f i ca con Dios de a lguna f o r m a , de a l g u n a f o r m a refleja la perfección d i v i n a . Es que la sabiduría, co­m o dice San Buenaventura , "es «luz que desde el Padre de las luces desciende» al a l m a e, i r r a d i a n d o en ella, la d e i f i c a " 1 0 . D e

6 A L F O N S O EL SABIO, Setenario, ed. Kenneth H . Vanderford , Crítica, Bar­celona, 1984, p. 7. En adelante indicaremos en el texto la página de la cita. Véase el importante estudio pre l iminar de Rafael Lapesa.

7 [Introducción llamada] Septenario, t . 1, p. v i i . 8 " D a t secundum quod Deus, et accipit secundum quod h o m o " , Summa

Theologiae, 3q. 7 a. 5, en Suma Teológica, BAC, 1960, t . 11, p. 328. 9 Libro de las cruzes, ed. L loyd A . Kasten y Lawrence B. Kiddle , C .S . I .C . ,

M a d r i d - M a d i s o n , 1961, p. 1. 1 0 "Sapientia est «lux descendens a Patre luminum» in animam et radians

i n earn facit animam d e i f o r m e m " , Collationes in Hexaemeron, I I , 1, en Obras de San Buenaventura, BAC, t . 3, p. 202.

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ahí el que Dios decidiera que Al fonso se l l a m a r a Al fonso ; es de­c i r , que l levara u n n o m b r e , como el de D ios , de siete letras, y , como el de D ios , comenzando en la A — e n el a l f a — y t e r m i n a n ­do en la O — e n la omega. De ahí, también, que ese n o m b r e no sea sólo u n a metáfora, sino que sea además manifestación de la perfección d i v i n a . A través de las siete letras de su n o m b r e , A l ­fonso recibe del Espíritu Santo —como C r i s t o — la gracia de sus dones: " C u y o nonbre [dice Al fonso en el Setenario hab lando de su prop io n o m b r e ] quiso Dios por la ssu merget . . . que sse comen-gasse en A e sse ffenegiesse en O , [ e ] 1 1 que ouyesse ssiete letras, ssegunt el lenguaie de Espanna, a ssemeianga del ssu nonbre . Por estas ssiete letras enbió ssobre nos los ssiete dones del S p i r i t u S s a n t o " (p . 7) .

D e ahí que Al fonso crezca, así deif icado; de ahí que envuelva en su prestigio a sus colaboradores; y que sus colaboradores m a g ­n i f i q u e n aún más sus alabanzas. N o es para éstos sólo el más sa­b io entre los príncipes de entonces, es también el más sabio entre los reyes sabios del pasado, y , por lo m i s m o , el más noble y v i r ­tuoso. Ca l i f i can ahora su re inado de espléndido suceso, compa­rable a todos los sucesos anteriores. Y , conscientes de la m a g n i f i ­cencia del m o n a r c a y de la deuda general con su magni f i cenc ia , deciden componer u n nuevo calendario que recoja la i m p o r t a n ­cia del presente computando desde el pr inc ip io del reinado del Rey Sabio, deciden i n i c i a r u n a era nueva — l a alfonsí— p a r a compe­t i r con las anter i o rmente ut i l izadas : la de la hégira, la de C r i s t o , l a de César, la de Moisés , la de la creación del m u n d o . Así cons­t r u y e n sus tablas astronómicas, sus famosas tablas alfonsíes:

Uemos que en este nuestro tiempo acaesció notable acaescimiento et honrado et de tanta estima cuerno todos los antepassados. Et este es el reynado del sennor rey D . Alonso, que sobrepuió en saber, seso et entendimiento, ley, bondat, piedat et noblega a todos los re­yes sabios. Et por esto touimos por bien de poner por comiengo de era ell anno en que comengó a reynar este noble rey, por cabsa que se use et manifieste esta era, ansí cuerno se usaron et manifestaron las otras eras antes della, porque dure et quede la nombradía deste noble rey hy para siempre... Et possiémosle nombre " l a era al­fonsí " 1 2 .

1 1 Pongo e por en. 12 Tablas alfonsíes, I , en Libros del saber de astronomía del rey D. Alfonso X de

Castilla, ed. M a n u e l Rico y Sinobas, M a d r i d , 1886, t . 4, pp . 119-120.

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N o es Al fonso , sin embargo , el p r i m e r legislador que da a su código u n a f o r m a septenaria; antes que él, en el siglo v i , el e m ­perador b i zant ino ( r omano -b i zant ino ) J u s t i n i a n o se sujetó al sie­te en el Digesto; es decir , en su i m p o r t a n t e compilación de op in io ­nes legales anteriores. T a m p o c o lo hizo de f o r m a caprichosa, si ­no de terminado por la perfección intrínseca del número : " L o s d i v i d i m o s [sus versículos] en siete partes, no incorrectamente o sin razón, sino teniendo en cuenta la naturaleza y el arte de los n ú m e r o s " 1 3 . Y así como el Digesto se convirtió en el patrón de las compilaciones posteriores, su f o r m a septenaria se convierte — a pesar de que Al fonso lo si lencie— en el patrón de la división de las Partidas14. N o es extraño que Al fonso — e m p e r a d o r electo de r o m a n o s — i m i t e , al legislar, al príncipe legislador más grande, no es extraño que su obra mantenga la división que, en la suya, aquél había m a n t e n i d o , no es extraño s iquiera el silencio que en relación con la deuda guarda Al fonso . Es que Al fonso pretende algo más que i m i t a r a J u s t i n i a n o ; pretende escribir u n a obra a su obra comparable ; pretende igualar le , p o r lo t a n t o . De ahí que Al fonso no qu ie ra , al acercarse al siete, parecer acercarse porque lo h izo J u s t i n i a n o , sino como lo hizo J u s t i n i a n o , como debieran hacerlo todos los que enseñan y componen .

Por lo demás, A l fonso , a la h o r a de d i s t r i b u i r en siete partes su m a t e r i a , sigue el modelo que le b r i n d a b a n las Decretales; y , como las Decretales se dividían t rad i c i ona lmente en cinco l ibros , t u v o Al fonso que p a r t i r su contenido algunas veces 1 5 . Esa m u l t i ­plicación, en rea l idad , no presentó ningún prob l ema . L o que re­sulta curioso , sin embargo , es lo que sucede con la parte que se dedica al m a t r i m o n i o ; pasa ésta en las Partidas a ocupar el lugar c u a r t o , anteponiéndose a las que t ienen que ver con los contratos

1 3 " E t in septem partes eos digessimus, non perperam ñeque sine ratio-ne, sed i n numerorum naturam et artem respicientes", Corpus Iuris Civilis, Const. Tanta ( " D e confirmatione Digestorum"), ed. Paulus Krueger y Theo-dorus M o m m s e n , W e i d m a n , D u b l i n - Z u r i c h , 1970.

1 4 Véanse R A I M U N D O BIDAGOR, " E l derecho de las Decretales y las Partidas de Alfonso el Sabio de España", en Acta Congressus Iuridici Internationalis, Pon-t i f i c ium I n s t i t u t u m Utr iusque Iur i s , Roma, 1936, t . 3, pp. 297-313; E D U A R ­DO FERNÁNDEZ R E G A T I L L O , " E l derecho matr imonia l en las Partidas y en las Decretales", en ibid., pp. 316-384. Y a Gregorio López hace notar en sus glo­sas las siete partes del Digesto: " I m p e r a t o r Justinianus in septem partes d i v i -sit leges Deges torum" , Partidas, [Introducción llamada] Septenario; en t . 1, p. v , nota 1.

1 5 Sobre la relación entre las Decretales y las Partidas véanse los artículos citados en la nota 14.

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y con los testamentos. Resulta curioso porque, al considerarse con­t r a t o , el m a t r i m o n i o debería v e n i r , como en las Decretales, de­trás de los contratos. Al fonso lo que hace es situar el m a t r i m o n i o en el centro de la obra: las tres pr imeras part idas , después la del m a t r i m o n i o , luego las tres últimas. L a modificación de Al fonso es u n a modificación intenc ionada : " P u s i m o s la p a r t i d a que fabla del casamiento en medio de las otras seys partidas deste l i b r o " 1 6 . F a b r i c a Al fonso de esa m a n e r a u n centro , pero — c o m o veremos enseguida— no u n centro inerte y apagado, sino u n centro v i v i f i ­cante y encendido. Así el l i b r o se construye en torno a la p a r t i d a c u a r t a ; las otras seis part idas —las tres pr imeras y las tres que cont inúan— se a l imentan de la energía que de ese centro fluye; energía que es, según a f i r m a Al fonso , luz como la que el Sol des­p i d e , v i d a como la que d e r r a m a el corazón: " P o r esso lo pusimos en med io de las siete part idas deste l i b r o : assí como el coragón es puesto en medio del cuerpo, do es el spíritu del orne, onde va l a v i d a a todos los m i e m b r o s . E otrosí como el Sol que a l u m b r a todas las cosas, e es puesto en medio de los siete cielos, do son las siete estrellas que son l lamadas p l a n e t a s " 1 7 . A l constru ir de esa m a n e r a el centro y al hacer que ese centro i n f l u y a en las otras partes —como el Sol in f luye en los p lanetas— no sólo convierte A l f o n s o el m a t r i m o n i o en el Sol v iv i f i cador de las Partidas, sino que además da a las Partidas la f o r m a cósmica que está buscando desde que aludió al siete en el pr inc ip io . Se transforma de ese modo en u n firmamento el l i b r o ; en u n firmamento dentro del cual sus siete esferas —sus siete estrellas, sus siete p a r t e s — , i luminadas p o r el Sol del m a t r i m o n i o , se m u e v e n armoniosas.

H e m o s llegado al p u n t o en el que tenemos que señalar o t r a consecuencia i m p o r t a n t e de la creación de Al fonso . L a división y l a distribución de las Partidas no sólo ennoblecen al l i b r o y a su f o r m a ; ennoblecen también al m a t r i m o n i o , le conf ieren u n pres­t i g i o ex t raord inar i o al c onver t i r l o en el núcleo en t o rno al cual l a o b r a se levanta. Por eso A l fonso al jus t i f i car la estructura de su o b r a d i r ige a la institución m a t r i m o n i a l las mayores a laban­zas, despliega entonces sus v i r tudes en u n a l ista inacabable de h i ­pérboles y elogios:

Honrras señaladas dio Nuestro Señor Dios al orne sobre todas las otras criaturas quel fizo. Primeramente en fazerlo a su ymagen e

1 6 Partida I V , introducción, en t . 2, pp. 453-454. 17 Ibid., p. 453.

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a su semejanza, segund él mismo dixo ante que lo fiziesse, en darle entendimiento de conoscer a él e a todas las otras cosas... E sin to­do esto, ouole fecho muy grand honrra, que fizo muger que le dies-se por compañera, en que fiziesse linaje; e establesció el casamiento dellos ambos en el parayso; e puso ley ordenadamente entre ellos, que assí como eran de cuerpos departidos segund natura, que fues-sen vno quanto en amor, de manera, que non se pudiessen depar­t i r , guardando lealtad vno a otro; e otrosí que de aquella amistad saliesse linaje, de que el mundo fuesse poblado, e él loado e serui-do. Onde, porque esta orden del matrimonio establesció Dios mis­mo por sí, por esso es vno de los más nobles e más honrrados de los siete sacramentos de la sancta eglesia. E por ende deue ser hon-rrado e guardado, como aquel que es el primero e que fue fecho e ordenado por Dios mismo en el parayso, que es como su casa se­ñalada. E otrosí como aquel que es mantenimiento del mundo e que faze a los ornes beuir vida ordenada naturalmente e sin pecado, e sin el qual los otros seys sacramentos non podrían ser mantenidos n i n guardados. E por esso lo pusimos en medio de las siete partidas deste l i b r o 1 8 .

Debemos dedicar ahora unas palabras al m a t r i m o n i o en la E d a d M e d i a 1 9 . Recuérdese p r i m e r o que en el m u n d o feudal se otorgaba u n a i m p o r t a n c i a grande a la f a m i l i a ; todo se hacía en relación con el la , porque era ella la encargada — c o n sus múlti­ples conexiones y recursos— de fortalecer y d ign i f i car a l i n d i v i ­d u o . Hasta el p u n t o de que el va lor de éste se fijaba de acuerdo con el prestigio y el poder de sus parientes: sin la f a m i l i a el i n d i ­v i d u o disminuía y se m i n i m i z a b a ; con el la, en c a m b i o , se a m ­p l iaba y trascendía. A la f a m i l i a , además, se encomendaba el con-

18 Ibid. 1 9 M e han sido muy útiles, en relación con la explicación que a continua­

ción presento, los siguientes estudios: R A F A E L G I B E R T , E l consentimiento fami­liar en el matrimonio según el derecho medieval español, Inst ituto Nacional de Estu­dios Jurídicos, M a d r i d , 1 9 4 7 ; J O H N T . N O O N A N , J R . , ' T o w e r to choose", Via­tor, 4 ( 1 9 7 3 ) , 4 1 9 - 4 3 4 ; H E N R I ANSGAR K E L L Y , "Clandestine marriage and Chaucer's Troilus", Viator, 4 ( 1 9 7 3 ) , 4 3 5 - 4 5 7 , y Love and marriage in the age of Chaucer, Cornell Univers i ty Press, I thaca-London, 1 9 7 5 ; J E A N - B A P T I S T E M O -L I N y PROTAIS M U T E M B E , Le rituel du manage en France du xne au xvie siécle, Beau-chesne, Paris, 1 9 7 4 ; J E A N L E C L E R C , Monks and love in Twelfth-Century France, Clarendon Press, Oxford, 1 9 7 9 ; CHRISTOPHER N . L . BROOKE, "Aspects of ma­rriage law in the Eleventh and Twel f th Centur ies " , en Proceedings of the Fifth International Congress of Medieval Canon Law, ed. Stephan Kuttner y Kenneth Pen­n ington , Biblioteca Apostólica Vat icana, Cittá del Vaticano, 1 9 8 0 , pp. 3 3 3 -3 4 4 . M e ha sido especialmente útil el estudio de GEORGES D U B Y , Medieval ma­rriage, The Johns Hopkins Univers i ty Press, Balt imore-London, 1 9 7 8 .

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servar para los hombres , más allá de la m u e r t e , aquello que éstos habían ganado o habían rec ib ido . E l padre se cont inuaba en los hi jos y en los nietos, y con él c on t inuaban —pasando de una ge­neración a o t r a — n o m b r e , bienes, t ierras , señoríos 2 0 . E r a prec i ­so entonces que la f a m i l i a h ic iera esa c o n t i n u i d a d posible y que de n i n g u n a f o r m a la impidiese. Podía i m p e d i r l a , por ejemplo, d i ­v id i endo entre varios hijos aquello que se poseía; por eso el m u n ­do feudal insiste en la conveniencia de de jar el p a t r i m o n i o al h i j o primogénito; por eso, prefiere el m a t r i m o n i o endogámico — e l m a ­t r i m o n i o entre par ientes— porque se podía recoger de esa mane­r a lo que antes se había d i v i d i d o . L a c o n t i n u i d a d también podía impedirse por el adulter io de la esposa; por eso el adul ter io se con­cibe como c r i m e n contra la fami l ia , como razón más que suficiente p a r a que el m a t r i m o n i o se anulara . De ahí que para el m u n d o feudal el m a t r i m o n i o pueda disolverse: puesto que el m a t r i m o n i o sirve a la f a m i l i a , si la f a m i l i a lo necesita el m a t r i m o n i o se anula y subst i tuye .

Recuérdese también que desde comienzos de la E d a d M e d i a se considera, s iguiendo la tradición r o m a n a , u n acto c i v i l el m a ­t r i m o n i o , y que además — d e b i d o a las prácticas germánicas que re forzaban y sostenían a las inst ituciones feudales— se v incu laba éste fuertemente al padre . E r a el padre el que velando por el i n t e ­rés de la f a m i l i a decidía el enlace de los hi jos . Se t ra taba en rea l i ­d a d de u n pacto mediante el cual se hacía entrega de u n a m u j e r a u n h o m b r e , para que éste ennobleciera o enr iquec iera con ella a su f a m i l i a y , sobre todo , para que asegurara su descendencia. L a m u j e r , además, l levaba el a juar con que su padre la proveía, y los derechos que pud ie ra tener en relación con la f a m i l i a que dejaba. E l esposo, por su parte , garant izaba la seguridad econó­m i c a de la esposa mediante la donación de unas arras que consis­tían en t ierras , bienes o d inero . L a ceremonia del m a t r i m o n i o re ­f le jaba en su r i t u a l esos objetivos. Ponía el padre con sus propias manos a su h i j a en las manos del esposo; y el esposo entregaba —signi f i cadas en unas monedas— las arras a la esposa. Se v is i ta ­ba la cámara n u p c i a l , por otro lado ; y , en ella, se deseaba y se pedía u n a copiosa descendencia.

J u n t o a estas prácticas que m u e s t r a n el carácter c i v i l del m a ­t r i m o n i o se n o t a n desde m u y t e m p r a n o otras que i n t e n t a n inves­t i r a éste de u n carácter religioso y que buscan supeditar su rea l i -

2 0 Véase nuestro l ibro E l misterio de la redención y la cultura de la Edad Me­dia, Academia Alfonso el Sabio, M u r c i a (en prensa).

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zación a la intervención de terminante de la iglesia. Recuérdese que para los cristianos de los pr imeros siglos el m a t r i m o n i o era sólo u n r i t o celebrado en la f a m i l i a , y que luego en el t emplo se c o n m e m o r a b a mediante a lguna ceremonia . Son estas viejas cere­mon ias las que al comienzo del m u n d o feudal i m p r i m e n u n sello rel igioso al m a t r i m o n i o . Se t r a t a al p r i n c i p i o de u n acto que sigue a los que se celebraban en la casa y que ob l iga a la f a m i l i a a tras ­ladarse a la iglesia, pues en ella se efectúa: la bendición y a veces l a imposición de u n velo a los esposos o a la esposa en algún m o ­m e n t o de la misa . Se integra , p o r o t r a par te , en la ceremonia fa­m i l i a r el sacerdote: bendice la cámara nupcial y las arras, por ejem­p l o . Después (siglo x n ) crece más todavía la in f luenc ia rel igiosa, puesto que los actos civiles se tras ladan a la iglesia. E l sacerdote interv iene entonces (mediados del siglo x m ) a manera de o f i c ian­te : recibe a la nov ia de manos de su padre y la entrega en manos del esposo.

Recuérdese, por o tra parte , que en el m u n d o crist iano se ha ­bía considerado siempre sacramento al m a t r i m o n i o ; es decir, mis ­t e r i o grande que significa la unión de C r i s t o con la iglesia: " S a -c r a m e n t u m hoc m a g n u m e s t " , dice San Pablo , " ego autem dico i n C h r i s t o et i n E c c l e s i a " 2 1 . Es a p a r t i r del siglo x n cuando, en­tre disputas de teólogos y de canonistas, el carácter sacramental de l m a t r i m o n i o se precisa y se establece. I n f u n d e gracia como sa­c r a m e n t o y es su uso, porque el a m o r lo d e t e r m i n a , u n acto m e r i ­t o r i o . Santo T o m á s lo asegura para s iempre: ' 'Puesto que el m a ­t r i m o n i o es sacramento tiene que ser causa de g r a c i a " 2 2 ; " T o d a acción mediante la cual se cumple u n precepto, si se hace por amor , es m e r i t o r i a ; esto es lo que sucede en el m a t r i m o n i o " 2 3 . E l con­c i l i o ecuménico de L y o n de 1274 of ic ial iza lo que se venía r e p i ­t i e n d o , a f i r m a n d o que el m a t r i m o n i o es u n o de los siete sacra­mentos . Por eso las Partidas, c u l m i n a n d o la tradición que viene de San P a b l o 2 4 y respondiendo a los sentimientos de su época, a f i r m a n , como pud imos leer a n t e r i o r m e n t e , que es el m a t r i m o ­n i o u n o de los pr imeros sacramentos, i n s t i t u i d o por Dios en el

2 1 Ad Ephesios, V , 32, en Biblia Vulgata, BAC, 1959, p. 1180. 2 2 " C u m matr imonium sit sacramentum erit gratiae causa", Summa Theo-

logiae, q. 42 a. 3, en Suma Teológica, BAC, 1956, t . 15, p. 196. 2 3 " O m n i s actus i n quo impletur praeceptum, est meritorius si ex carita­

te fíat. Sed actus matrimonial is est h u i u s m o d i " , ib id., q.41 a.4, p. 185. 24 " P o r tal casamiento como este se entiende l a vnidad de la eglesia, que

es allegada de todas las gentes del mundo e ayuntada a Nuestro Señor Jesu C h r i s t o " (Partida I V , i , 5; en t . 2, p. 459).

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NRFH, X X X V I EL M A T R I M O N I O Y LAS PARTIDAS 213

paraíso para santif icar la procreación y para ennoblecer al h o m ­bre ; que es fuerza vivi f icadora porque, haciendo uno — p o r a m o r — al varón y a la h e m b r a , produce v i d a y hace posible, además, u n a v i d a sin pecado; que es indispensable, como consecuencia, para que los otros sacramentos puedan exist ir y puedan realizarse.

Fue en el siglo x n , como ya d i j i m o s , cuando las ceremonias del m a t r i m o n i o se t ras ladaron de la casa al t emplo . De ahí que a p a r t i r de entonces in t roduzca la iglesia su doc t r ina en las prác­ticas feudales y que su poder, de manera graduada, se vaya m a ­ni festando: en las af irmaciones de las leyes y en la a u t o r i d a d que — a l conver t i r la en juez del m a t r i m o n i o — se le otorga. Desde ese m o m e n t o actitudes y creencias diferentes — y a m e n u d o contra ­puestas— conviven de manera confl ictiva. L a iglesia, sin embargo, v a i m p o n i e n d o poco a poco su concepción del m a t r i m o n i o , apo­y a d a por legisladores que se esfuerzan en robustecer el poder de los monarcas , por ju r i s tas que hacen resucitar el derecho r o m a n o y que usan las antiguas compilaciones, por in f in i tos canonistas que reúnen los decretos de los papas, y que —determinados t a m ­bién por el estudio de los códigos romanos— los glosan y comentan.

E n este sentido Al fonso es de u n a i m p o r t a n c i a grande. Es él el que of icial iza en Cast i l la las leyes de la iglesia, el que las sostie­ne con el enorme aparato de su labor legisladora, antes incluso de que compusiera las Partidas, como puede observarse cuando en el Fuero Real reglamenta el m a t r i m o n i o : "Establescemos e m a n ­damos que todos los casamientos se fagan por aquellas palabras que m a n d a la Sancta Iglesia, e los que casaren sean tales que pue­d a n casar sin p e c a d o " 2 5 ; " O t r o s í defendemos que si pleytos de casamientos fueren comenzados entre algunos e n j u i c i o , n i n g u n o dellos no sea osado de casar en otra parte fasta que el p leyto sea determinado por j u i c i o de Sancta I g l e s i a " 2 6 . Son las Partidas, por o t r a parte , u n a de las obras de su t i empo que se esfuerzan con m a y o r ahínco en asegurar y respaldar la nueva concepción del m a ­t r i m o n i o : de ahí, podemos decir ahora , su f o r m a y el sentido de su f o r m a . Y como la nueva concepción del m a t r i m o n i o — l o vere­mos enseguida— supone, respecto a la feudal , una humanización y u n a transcendentalización m u y grandes, h u m a n i z a Al fonso en sus reinos y transcendental iza la v ie ja concepción que los i n n u ­merables fueros mantenían.

25 Fuero Real, I I I , i , 1, en Códigos antiguos de España, ed. Marcelo Martí­nez Alcubi l la , M a d r i d , 1885, t . 1, p. 120.

26 Ibid., I I I , i . , 7, p. 120.

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JOAQUÍN G I M E N O CASALDUERO NRFH, X X X V I

L a iglesia, por de p r o n t o , opone a la opresora v o l u n t a d del padre la l i b re v o l u n t a d de los esposos. Canonistas y legisladores insisten, con el derecho r o m a n o , en que el consent imiento es el que realiza el m a t r i m o n i o . Grac iano , a mediados del siglo x n , p lantea el p r o b l e m a en términos precisos: ¿Se puede casar a u n a h i j a contra su vo luntad? Apoyándose en af irmaciones t rad i c i ona ­les y en decisiones recientes de los papas, lo resuelve de la más rad i ca l de las maneras y yendo m u c h o más lejos de lo que fueron los materiales que u t i l i z a : "Estas autoridades mues t ran evidente­mente que n i n g u n a mujer deberá ser casada sin su l ibre deseo" 2 7 . Aserto este que d e t e r m i n a la ac t i tud que en relación con el m a t r i ­m o n i o se adopta en adelante, y que representa la opinión de la iglesia y de la sociedad, a pesar de las diferencias que sin d u d a exist ieron entre la práctica y la teoría. O t r o tanto ocurre , como d i j i m o s , con los legisladores, pero en éstos son aún más fuertes los ecos del derecho r o m a n o . Las Partidas p r o c l a m a n ta jantemen­te siguiendo las Decretales y el Digesto: " C o n s e n t i m i e n t o sólo, con v o l u n t a d de casar, faze m a t r i m o n i o entre el varón e la m u g e r " 2 8 .

L a iglesia atribuía a la ind iso lubi l idad del m a t r i m o n i o una i m ­por tanc ia semejante a la que atribuyó al consent imiento ; lo cual se contrapone a la creencia feudal que aceptaba la disolución f u n ­dándose en la idea de que, como contrato , el m a t r i m o n i o podía deshacerse. L a iglesia, pues, apoyándose en la d o c t r i n a que t r a -d i c i ona lmente había p ropugnado , y que se r e m o n t a al evangelio — " Q u o d ergo Deus con iunx i t , homo n o n separet" ( M a t e o , X I X , 6 ) — 2 9 , defiende ahora la ind i so lub i l idad del m a t r i m o n i o . L a his­t o r i a de la E u r o p a occidental de los siglos x i y x n está ja l onada p o r los choques que en t o r n o a este precepto sostuvieron los reyes y los papas. Las Partidas a f i r m a n c laramente : " L i g a m i e n t o e for­taleza grande ha el casamiento en sí, de m a n e r a que después que es fecho entre algunos como deue, n o n se puede desatar que m a ­t r i m o n i o n o n s e a " 3 0 . Por o tra par te , las Partidas, al hacer d e r i ­var del a m o r la i n d i s o l u b i l i d a d , de ésta la lea l tad , y de la lealtad el l ina je — y por lo tanto la glorificación de Dios y la propagación de la especie—, convierten a la i n d i s o l u b i l i d a d y al a m o r en la

2 7 " H i s auctorítatibus euidenter ostenditur, nisi libera uoluntate, mil la est copulanda a l i c u i " , Decretvm Gratiani, Venetiis , 1600, c. 3 1 , q. 2, t . 2, p. 1486. Véase el interesante artículo de J O H N N O O N A N , citado en la nota 19.

2 8 Part ida I V , i i , 5, en t . 2. D . 467. ^ i 2 9 E n Biblia Vulgata, ed. c i t . , p. 1015; véase GEORGES D U B Y , op, citit

p. 17. 3 0 Partida I V , i i , 7, en t . 2, p. 469.

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NRFH, X X X V I EL M A T R I M O N I O Y LAS PARTIDAS 215

c o l u m n a vertebral del m a t r i m o n i o : " [ D i s p u s o Dios] que assí co­m o [Adán y Eva] eran de cuerpos departidos segund n a t u r a , que fuessen vno quanto en amor , de m a n e r a , que n o n se pudiessen d e p a r t i r , guardando lealtad v n o a o t ro ; e otrosí, que de aquella a m i s t a d saliesse l ina je , de que el m u n d o fuesse poblado, e él loa­do e s e r u i d o " 3 1 .

E l m a t r i m o n i o medieva l , por o t ra par te , era, como ya d i j i ­mos , endogámico : debido a sus circunstancias y debido a sus i n ­tereses. L a iglesia, en cambio , prohibía el enlace entre parientes y l l evaba la prohibición hasta el séptimo grado del parentesco. E l m a t r i m o n i o se disolvía por incestuoso si la consanguineidad se de­most raba . E l m u n d o feudal choca, como en los casos anteriores, con l a iglesia. L a h is tor ia de la E u r o p a de Occidente a p a r t i r del siglo x i se ve conmov ida también por los conflictos que de esta situación se d e r i v a r o n . A h o r a , sin embargo , sucede algo suma­m e n t e interesante: el m u n d o feudal hace suya la posición de la iglesia después de los choques iniciales . L o que ocurre es que se comprende que la consanguineidad b r i n d a u n a salida frente a la i n d i s o l u b i l i d a d del m a t r i m o n i o ; u n a salida hasta cierto p u n t o fá­c i l a causa de lo exagerado de sus límites: u n séptimo grado que no se encontraba n i en las disposiciones del Levítico ( X X , 10-21). L a iglesia reaccionó i n m e d i a t a m e n t e . T e n i e n d o que elegir entre l a i n d i s o l u b i l i d a d y el parentesco, optó por la p r i m e r a y , como consecuencia, en el Conc i l i o de Letrán de 1215, redujo el i m p e ­d i m e n t o al cuarto grado y facilitó además y aumentó en adelante las dispensas 3 2 . Al fonso el Sabio, de acuerdo con el Conc i l i o de Letrán y siguiendo las Decretales, i m p o n e en las Partidas el cuar­to grado : " P u e d e n casar los de la v n a parte con los de la o t ra , q u a r t o grado passado en a d e l a n t e " 3 3 .

3 1 Partida I V , Introducción, en t . 2, p. 453. 3 2 Alfonso X en las Partidas explica las diferentes regulaciones apoyándo­

se, corno había hecho San Isidoro, en el dibujo de varios árboles de parentes­co. Esos árboles, y también los genealógicos —con los que las grandes familias se proveyeron, y que para entonces se habían generalizado— muestran hasta qué punto la consanguineidad se uti l izaba. Véase GEORGES D U B Y , op. cit., p. 27 y nota 6.

3 3 Partida I V , v i , 4, en t . 2, p. 494. Alfonso se separa del Fuero Juzgo, que recoge una ley, atribuida unas veces a Recesvinto y otras a Chindasvinto, que erigía como tope el grado sexto: "Nengún omme non ose casar n i ensuciar por adulterio con la esposa de su padre, o con alguna que fue su mugier de us parientes, o con alguna que es del linnage de su padre o de su madre o

Je su avuelo o de su avuela, o con parienta de su mul ier , fasta V I grado" ( I I I , v , 1) en Códigos antiguos de España, t . 1, p. 28.

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C o n cuatro argumentos jus t i f i ca Al fonso su oposición a la en -dogamia ; todos, mostrando el carácter feudal con que se concibe aún el m a t r i m o n i o , aparecen en función de la f a m i l i a , buscan su forta lec imiento y su defensa: se rechaza, p r i m e r o , la endogamia p a r a conseguir que los parientes se amen por a m o r de parentela , reforzando de ese m o d o el vínculo que se creía esencial para que el l ina je p e r d u r a r a ( " P o r q u e los parientes se criassen e biuiessen en v n o , non se amando por o tro amor , s inon por el debdo del l i n a j e " 3 4 ; se la rechaza, también, para evitar que se iniciasen de­masiado p r o n t o , y antes del casamiento, las relaciones sexuales, ya que éstas debilitarían socialmente al grupo ( " P o r q u e si enten-diessen que podrían casar e ayuntarse sin pecado, más ayna lo harían... e avn en ante que el casamiento fuesse" 3 5 ) ; se la rechaza luego para ev i tar las desavenencias y las pugnas que podían l l e ­v a r a que el c lan se deshiciera y t e r m i n a r a ( "Nacer ían muchas contiendas entre los par ientes . . . assí que lo[s] que de v n a parte cuydarían a y u n t a r su sangre por m a t r i m o n i o s , de la o t r a despar­tirían por e n e m i s t a d e s " 3 6 . A l centrar la argumentación en la ne­cesidad de defender a la f a m i l i a , se exalta a ésta a la manera l a i ­ca, se la presenta como el elemento social más i m p o r t a n t e , como u n m u n d o autosufic iente, d igno de monopo l i zar todos los esfuer­zos, capaz de satisfacer todos los deseos, y , por lo t a n t o , de en ­cauzar y de contener la v i d a entera de los hombres . Aparece , de esa f o r m a , el m a t r i m o n i o como factor decisivo en la u t i l i d a d de l a f a m i l i a , como recurso supeditado a su interés y a su provepho. C o n todo , al l legar al a r g u m e n t o cuarto —últ imo y f u n d a m e n t a l p o r q u e con él t e r m i n a la exposición de A l f o n s o — tiene lugar u n g i ro interesante: se alude a la f a m i l i a todavía, pero ahora para trascendental izarla , yendo más allá de los propósitos feudales; o m e j o r , negando incluso el va lor de esos propósitos. E l m a t r i m o ­n i o entre parientes, dice A l fonso , no debe practicarse, porque se­p a r a a unas famil ias de las otras, porque encierra a los i n d i v i d u o s en el círculo acotado de sus grupos ; de unos grupos que func io ­n a n , por eso, como núcleos aislados y excluyentes. Rechazan las Partidas entonces l a endogamia " p o r q u e todos los ornes biuirían apartadamente , por sí cada v n o , en su l ina je , como en m a n e r a de vandos, pues que a los estraños n o n se ouiessen de a y u n t a r p o r c a s a m i e n t o " 3 7 . L a f a m i l i a , viene a decir A l f onso , en cuanto

3 4 Partida I V , v i , en t . 2, p. 489. 35 Ibid. 36 Ibid. 37 Ibid.

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célula minúscula y restringida, sólo puede justificarse si , rompiendo . , los límites que la reducen, se integra en u n m a p a social más a m ­p l i o y contr ibuye dentro de él al bienestar del c on junto .

Es San Agustín, sin d u d a , la fuente ind i rec ta de las palabras de Alfonso; indirecta porque los canonistas repetían constantemen­te entonces esas af irmaciones. E n efecto, también San Agustín, en la Ciudad de Dios, estudia y condena la endogamia . D i b u j a el m a t r i m o n i o como m a n a n t i a l de a m o r que , al realizarse entre i n - * < d iv iduos de famil ias distintas y apartadas, crea unas relaciones afectivas que u n e n a unos hombres con los otros, produciendo u n a paz provechosa para todos. Dice San Agustín, después de e x p l i ­car c ó m o los hijos de los pr imeros padres t u v i e r o n que casarse por necesidad con sus hermanas, y después de adver t i r c ó m o , con \ el paso del t i e m p o , prohibió la iglesia el m a t r i m o n i o entre pa­rientes:

E n todo lo cual se tuvo muy en cuenta la importancia del amor, para que los hombres —a los cuales es útil y buena la concordia— pudieran enlazarse con vínculos de parentescos diferentes, de for­ma que u n individuo no tuviera y juntara muchos de esos parentes­cos, sino que cada uno de éstos se fuera esparciendo en otros, y, así, teniendo muchos individuos muchas relaciones, la vida de la sociedad se fuera vinculando y concordando 3 8 .

Es decir , A l fonso , siguiendo a San Agustín y siguiendo a las Decretales, trascendentaliza la f a m i l i a y trascendental iza el m a ­t r i m o n i o . Presenta a la f a m i l i a como u n núcleo que esparce con-

3 8 San Agustín continúa diciendo: "Padre y suegro son palabras que no­m i n a n dos distintos parentescos. Por eso el amor abarca más cuando se tiene como a padre y como a suegro a dos personas diferentes. Adán tuvo que ser lo pr imero y lo segundo para sus hijas y sus hijos, cuando entablaron m a t r i ­monio hermanas con hermanos. De manera semejante, Eva, esposa de Adán, fue suegra y madre de sus hijos y sus hijas. Y si hubieran existido dos mujeres — u n a madre y otra suegra— el amor social se hubiera extendido de manera más abarcado r a . . . Esto no era posible, sin embargo, puesto que no existían otros hombres sino aquéllos (hermanos y hermanas, como vimos) nacidos de los primeros padres. Así, cuando esto fue posible, porque los hombres aumen­taron , se debió tomar mujeres que no fueran hermanas por esposas. Entonces ya no había necesidad que impidiera realizar lo que decimos; además, el no hacerlo sería u n cr imen. Pues si los nietos de los primeros padres, que podían casarse con sus primas, lo hicieran aún con sus hermanas, llevarían tres pa­rentescos, no dos, a u n solo hombre. . . Por otra parte, estos parentescos que conectaban tres hombres a uno solo, hubieran conectado a nueve si se hubie­ran repartido en personas diferentes... de ese modo se difundirían los vínculos

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cord ia y armonía al relacionarse con otros núcleos por amor — p o r m a t r i m o n i o . E l m a t r i m o n i o , por lo t a n t o , desde u n p u n t o de v i s ta d o c t r i n a l , aparece también en las Partidas como en re la­c ión con su f o r m a señalamos; es decir , como centro v iv i f i cante y encendido en torno al cual g i ra armoniosa la sociedad contem­poránea, como fuerza trascendente y un i f i cadora capaz de p r o ­d u c i r — s i n restricciones famil iares que l i m i t e n — el bienestar y t * l a fe l ic idad de todos. D e ahí la i m p o r t a n c i a que al m a t r i m o n i o se concede en las Partidas; de ahí la a rqu i t e c tura de la obra , la d i ­visión de sus partes y la distribución de su m a t e r i a . Composic ión y s igni f icado, pues, en correspondencia y e q u i l i b r i o , const i tuyen­do u n todo que funde lo diverso y que revela a través de su t raza- • . - ' do y de su f o r m a los ideales y las intenciones de Al fonso .

JOAQUÍN GIMENO CASALDUERO Univers i ty of Cal i fornia at Los Angeles

sociales, no reducidos a u n pequeño círculo, sino extendidos a través de m u ­chas y amplias relaciones" ( " H a b i t a est enim ratio rectissima charitatis, ut homines quibus esset util is atque honesta concordia, diversarum necessitudi-n u m vinculis necterentur; nec unus i n uno multas haberet, sed singulae spar-gerentur i n singulos; ac sie ad socialem v i t a m diligentius colligandam p l u r i -mae plurimos obtinerent. Pater quippe et socer d u a r u m sunt necessitudinum nomina . U t ergo a l ium quisque habeat patrem, a l ium socerum, numerosius se charitas porr ig i t . U t r u m q u e autem unus A d a m esse cogebatur et filiis et filiabus suis, quando fratres sororesque connubio iungebantur. Sic et Eva, uxor eius, utr ique sexui filiorum fuit et socrus et mater: quae si duae feminae fuis­sent, mater altera, et socrus altera, copiosius se socialis dilectio colligaret.. . Sed hoc unde fieret tunc non erat, quando nisi fratres et sórores ex illis duobus pr imis n u l l i homines erant. Fieri ergo debuit quando potuit , ut existente copia inde ducerentur uxores, quae non erant iam sórores; et non solum istud ut fieret, nul la nécessitas esset, verum etiam si fieret, nefas esset. N a m si et ne-potes p r i m o r u m h o m i n u m , qui iam consobrinas poterant accipere coniuges, sororibus matr imonio iungerentur; non iam duae, sed tres i n homine uno ne-cessitudines fièrent... Omnes autem istae necessitudines, quae u n i homin i tres homines connectebant, novem connectèrent, si essent i n singulis singulare.. . atque i ta se non i n paucitate coarctatum, sed latius atque numerosius propin-quitatibus crebris v incu lum sociale d i f fundere t " ) , La ciudad de Dios, X V , x v i , 1, en Obras de San Agustín, BAC, 1958, ts. 16-17, pp. 1034-1035.